Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido
escanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.
Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de
dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es
posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras
puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir.
Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como
testimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.
Normas de uso
Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas.
Asimismo, le pedimos que:
+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares;
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales.
+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos
propósitos y seguro que podremos ayudarle.
+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine.
+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La legislación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de
autor puede ser muy grave.
El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página http://books.google.com
PROCEDIMIENTOS JUDICIALES
SEGUN LA NUEVA
Oíante 34 3*M
icacioii
TRATADO , (¡>z\)
SEGUN LA NUEVA
DE ENJUICIAMIENTO
DOCTOR EN JURISPRUDENCIA.
UNIVERSIDAD DE MADRih
SALA DE LECTUP& ^.7„, RID
TOMO SEGUNDO.
MADRID.
IMPRENTA DE GASPAR Y ROIG, EDITORES,
Calle del Principe , mira. 4,
1856.
Esta obra es propiedad de los editores, quienes
perseguirán ante la ley al que la reimprima furti
vamente. Todos los ejemplares irán rubricados y con
una contraseña.
LIBRO SEGUNDO.
(continuacion.)
TITULO VI.
429. Expuestas en los títulos anteriores las actuaciones , que son por lo
comun preliminares á los juicios , nos resta que tratar en este de las que
constituyen sus diversas partes. Tales son, la demanda; la citacion , notifi
cacion y emplazamiento ; la contestacion á la demanda ; las excepciones á la
misma; la reconvencion ó mutua peticion, réplica y dúplica , que es lo que
constituye la primera parte del juicio ; los medios de prueba , tachas de los
testigos y alegatos de bien probado, que forman la segunda parte, y la sen
tencia que con los recursos que se dan contra la misma y ejecucion de esta,
constituyen la tercera parte de los juicios. Pertenecen tambien á esta clase
de disposiciones, los incidentes que se originan en el curso del juicio; los
dias, boras y términos de las actuaciones, y como consecuencia de dichas
disposiciones , las correcciones disciplinarias que se imponen á los abogados,
relatores, escribanos, procuradores y dependientes de los tribunales y juz
gados per las faltas que cometen en el desempeño de sus funciones respec
tivas y las demás correcciones que pueden imponer los jueces y tribunales
para mantener el orden y hacer que se les guarde el respeto y considera
cion debidos.
Los trámites y actuaciones mencionadas y que vamos á exponer, tienen
completa aplicacion respecto del juicio ordinario, siempre que no nos refira
mos en ellas á juicios especiales , y en cuanto á estos , son aplicables en lo
que no se encuentren modificadas por las disposiciones peculiares á los mis
mo? , y de que nos haremos cargo al tratar de cada uno de ellos.
6 WBRO SEGUNDO.
SECCION PRIMERA.
DE LA DEMANDA,
g. I.
§H.
De los documentos que deben acompañar á la demanda.
§111.
Efectos de no comprenderse en la demanda los requisitos enunciados , y de
no acompañarse con ella los documentos referidos
SECCION II.
i
DÉ LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS'. 11
este segundo llamamiento en los casos expuestos, y no lo exige en el de que
el demandado haya sido citado en su persona ó en la de su mujer, hijos ó
parientes, porque en este caso supone que le habra sido entregada la cédula,
por el afecto é interés que existe respecto de las personas á que se refiere;
lo que no milita respecto de los criados ó vecioos, los cuales pueden ademas
dejar de entregársela por enemistad ú otra causa semejante. Y esta es la ra
zon porque la ley requiere que el nuevo emplazamiento se verifique por
edictos, y no como pretenden algunos intérpretes, por cédula, porque pu-
diendo recaer esta en manos de los criados ó vecinos, podría dejar de entre
gársele por las mismas causas de indolencia, descuido ó enemistad que ante
riormente, lo que no sucederá verificándose el emplazamiento por edictos,
que pueden llegar á oídos del mismo emplazado y de sus amigos y conocidos.
563. La designacion de este nuevo plazo no la puede hacer el juez de
oficio, sino á instancia del demandante, por ser principio que en los pleitos
civiles los tribunales deben limitarse á decidir las cuestiones que se someten
á su decision, en poder convertirse en agentes oficiales, decretando por sí
los trámites del procedimiento, hallandose limitada su mision sobre este
punto á dirigirlos.
564. Omitiéndose cualquiera de las formalidades que quedan expuestas,
en las citaciones ó emplazamientos, son nulas, asi como los procedimientos
ulteriores que se funden en ellas, á no ser que la personá citada se hubiera
manifestado sabedora en juicio de la providencia de emplazamiento , pre
sentando algun escrito ó practicando alguna diligencia, pues desde entonces
surtirá aquel su efecto y serán válidas las diligencias ó actuaciones, pero el
escribano que lo praticó ilegítimamente incurre en multa de doscientos rea
les en todo caso, debiendo responder de los perjuicios y gastos que se hayan
ocasionado por su culpa. Asi lo dispone el art. 24 de la ley de Enjuicia
miento, respecto de las notificaciones que es aplicable á los emplazamientos.
El emplazamiento, asi como toda actuacion judicial, debe tambien efec
tuarse en dias y horas hábiles bajo pena de nulidad, por tanto, no puede
ejecutarse en los dias feriados, ó en los en que esté mandado ó se mande
que vaquen los tribunales, ni en las horas antes de la salida ó despues de la
puesta dol sol, á no ser que el juez mandase habilitar dichos dias ú horas,
como puede hacerlo cuando hubiera causa urgente que lo exija: leyes 33,
tít. 2, Part. 5, y tit. 22, Part. 3, y artículos 9, 10 y 11 de la la nueva ley
de Enjuiciamiento.
665. La citacion ó emplazamiento es tan necesaria y esencial en los jui
cios que no puede omitirse, sin que sea nulo cuanto se actuase, pues, se ha
introducido por todo derecho natural y divino positivo, como se prueba por
los ejemplos de Adan y de Cain que fueron llamados y oidos porjíios, des
pues de su pecado, y como dice Paz y otros autores, y prescriben el derecho
civil y canónico, puesto que la defensa es de derecho natural y que á nadie
puede condenasele sin ser oido y vencido en juicio: asi es que no puede
renunciarse por el interesado. Curia Filípica, Parle 1 , § 12, números 1 y 2,
y Sala Ilustracion al derecho real, lib. 3, tít. 5, num. 10. Este principio
72 LIBRO SEGUNDO.
rige ya sea el juicio ordinario ó sumario , porque en todos los juicios, debe
observarse lo que es de derecho natural; y aunque en algunos juicios su
marios, tales como los interdictos de adquirir y recobrar la posesion y de
obra nueva, dicta el juez disposiciones conformes á la solicitud del deman
dante sin oir al demandado, como se ve en los artículos 695 , 726 y 738,
estas providencias solo son interinas y se dictan por la urgencia del nego
cio, mas sin perjuicio de tercero á quien se le oye inmediatamente. Rige
tambien este principio, ya intervenga en'el juicio un juez inferior , y aun
superior y aun el mismo príncipe, porque este no tiene potestad para sub
vertir los principios del derecho natural. Y por eso en el art. 1013, regla 1.a
de la nueva ley de Enjuiciamiento, se enumera como uno de los fundamen
tos que dan lugar al recurso de casacion la falta de emplazamiento en cual
quiera de las instancias de los que debieran haber sido citados para el
juicio.
566. Las personas que deben ser citadas á juicio son no solamente el
demandado sino todos aquellos de cuyo perjuicio se trata, ó que tienen un
interés inmediato en el juicio, y si no se efectuare asi, podrán pedir que se
les cite, siguiéndoseles perjuicio de esta omision, y el juez deberá diferir á
su solicitud, abriéndose un incidente, y suspendiéndose el curso del negocio
principal con arreglo á lo dispuesto en el artículo 339 de la ley; Si el juez
la negare, podrá interponerse apelacion en ambos efectos. Pero no es nece
sario citar á las personas que están secundariamente interesadas en el asun
to sobre que versa el juicio, aunque puedan tambien ser perjudicadas por la
sentencia, y la omision de la citacion no produce nulidad. Asi pues, si se
tratajde pleito sobre mayorazgo, basta citar á su poseedor, sin que sea ne
cesario emplazar al inmediato sucesor, segun resuelven Covarruvias, Mo
lina y Parladorio; si sobre la propiedad de una finca arrendada basta citar
al dueño y no al arrendador, como dice Boerio, á no ser que otra tercera
persona la haya subarrendado, pues entonces se citará tambien á esta para
que pueda usar de su derecho, segun dice Baldo. Sin embargo, es conve
niente citar aun á las personas que tienen interés mediato en el juicio,
pues asi se asegura la legalidad de este y los efectos de la sentencia. Veáse
Hevia Bolaños en la Curia Filípica, parte 1.a, pár. 12, núms 1 y 2.
567. Acerca de si es ó no necesario citar al vendedor, cuando se recla
me un gravámen inherente á la cosa vendida contra el comprador, no están
conformes todos los prácticos. La [opinion mas positiva', y que adoptan Fe
brero, Goyena, Aguirre y Montalban, es la de que el juez no debe acordar
la citacion si el comprador no la pide, porque pudiendo este usar de la evic-
cion cuando no la usa, se entiende renuncia su derecho y que se carga con
la responsabilidad, porque la sentencia no perjudica al vendedor, sino cuan
do se pide que se le cite para que salga á la defensa.
568. La citacion ó emplazamiento debe hacerse al mismo interesado di
rectamente cuando se hallase en el pleno ejercicio de sus derechos civiles,
y el juicio fuere de aquellos en que se puede comparecer sin necesidad de
procurador. Cuando la persona que ha de ser citada ó emplazada no gozase
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 73
de los derechos civiles, deberá citarse á sus representantes legítimos ó á los
que deban suplir su incapacidad con arreglo á derecho , si no es necesario
comparecer en aquel juicio por medio de procurador, segun disponen los
arts. 12 y 13 de la ley de Enjuiciamiento, expuestos en el lib. 1.°, sec
cion II, § 2 de esta obra; debiendo añadir aquí, que en las demandas con
tra la hacienda pública se cita al fiscal de Hacienda, y en las que se dirigen
contra el real patrimonio al intendente de la real casa en la córte, y á sus
administradores en las provincias.
569. Cuando el juicio que se entabla es de aquellos en que debe com
parecerse por medio de procurador, segun el art. 13 expuesto en los nú
meros 63 y siguientes del lib. 1.° de esta obra , debe hacerse la citacion
primera ó emplazamiento de la demanda al mismo interesado , si pudiese
ser habido cómodamente, y si no á su procurador con poder bastante, sin
que deba entenderse modificada esta doctrina por la disposicion del art. 16
de la nueva ley de Enjuiciamiento, como pretenden algunos intérpretes,
cuyas razones rebatimos en los núois. 75 y siguientes del libro 1.*, expo
niendo los fundamentos de la opinion contraria, y citando los autores que
la apoyan, á los que debemos agregar ahora la autoridad de los redactores
de la Enciclopedia de derecho y administracion, art. Citacion. Adviértase
que según el art. 641 de la nueva ley de Enjuiciamiento , la citacion y em
plazamiento de la demanda en el juicio de deshaucio, puede entenderse con
la persona que esté encargada del cuidado de la finca sobre que versa el
juicio, en nombre del demandado, cuando este no fuere habido ni tuviere
representante constituido por medio de poder. No obstante lo expuesto, no
será necesario en el dia citar personalmente al interesado al principio de
cada instancia ó recurso en justicia, como se dice en la Enciclopedia, y era
doctrina seguida anteriormente á la nueva ley de Enjuiciamiento, puesto
que por el art. 335 de la misma se dispone de un modo terminante, que
cuando el juez admita la apelacion , remita los autos al tribunal superior,
citando y emplazando previamente á los procuradores de los litigantes para
que comparezcan ante él. Véase lo que hemos expuesto en el núm. 78,
aparte segundo del lib. 1.°
570. Cuando se demandase á un ayuntamiento, comunidad ó cabildo,
aunque lo mejor es que se haga saber á la mayor parte, á cuyo efecto el
juez oficia al presidente de la misma para que cite dia y hora en que se ha
llará reunida aquella, para que pueda pasar el escribano á ejecutar á pre
sencia de la corporacion la diligencia , como esto es difícil conseguirlo, si
no quiere ó no puede congregarse, basta que se cite á su procurador ó apo
derado que la represente , con poder para oir esta primera citacion , para
que se considere bien hecha: debiendo aquí advertirse que los individuos no
deben ser reconvenidos singularmente por la deuda y obligacion de sus
cuerpos, ni al contrario estos por lo que debe cada uno de aquellos: ley 15,
tít. 2.° Partida 3.
571. Cuando alguno se halle en el ejército, ó se ignore su parade
ro, ó haya sido hecho prisionero de guerra y no se espere su pronto
TOMO II. 10
74 LTBRO SEGUNDO.
regreso, ni tuviere apoderado en el pueblo del juicio, debe nombrársele un
defensor judicial, entendiéndose con él el emplazamiento y demás citacio
nes, y tambien es prudente oir en el curso del juicio al promotor del juz
gado.
572. Como la citacion y emplazamiento tiene por objeto que el deman
dado Q su representante ó procurador pueda presentarse ó defenderse , si
aquel se presenta por sí ó su representante antes de ser citado, no es nece
sario que se practique diligencia alguna de citacion ó emplazamiento, y asi
mismo se subsanan por este hecho las faltas que en la forma del emplaza
miento se hubieran cometido: asi se deduce del art. 24 de la ley de Enjui
ciamiento, que concuerda con el 4 de la ley de 4 de junio de 1837 sobre
notificaciones, y con la doctrina expuesta en el núm. 301 del libro 1."
573. La citacion ó emplazamiento de la demanda produce los efectos
siguientes: ,.
1,° Previene el juicio, esto es , adquiere el juez prevencion en el cono
cimiento del pleito , de suerte que teniendo jurisdiccion para conocer «le él
dos ó mas jueces, el primero que hizo la citacion acostumbrada se conside
rará privativo para conocer de aquel asunto , sin que pueda citársele por
otro para el mismo negocio , pues entonces el demandado podria oponer
contra este la excepcion de litis pendencia. Solo cuando el primer juez no
tuviera jurisdiccion, es claro que podria citar el otro que la tenia en aquel
asunto, despues que el demandado hubiera promovido contra el primero
la cuestion de competencia por inhibitoria ó declinatoria, y que se hubiera
decidido esta á favor del segundo. Si se prorogó la jurisdiccion de ambos
jueces expresamente, se entiende competente aquel á quien últimamente «e
prorogó , y si se hizo á un mismo tiempo la prorogacion , el que previno el
juicio, citando primero. Por tanto el demandado podrá usar de la inhibito
ria 6 declinatoria en el primer caso contra el juez que le citó , y cuya ju
risdiccion se prorogó primeramente; y en el segundo caso, de la excepcion
de litis pendencia contra el que le citó despues. Cuando la prorogacion se
verificare tácitamente por solo el actor que interpuso su demanda ante un
juez que no tenia jurisdiccion propia para conocer de aquel asunto, aunq'ie
dicho juez hiciere la citacion, no entendiéndose competente mientras el
demandado no le prorogue tambien la jurisdiccion, gestionando en los au
tos, puede ser este citado por el juez que tiene jurisdiccion propia, si el de
mandado no prorogó aquella jurisdiccion , y entonces podrá este promover
contra el primero la declinatoria. La ley 2 de la partida citada disponia que
podia hacer segunda citacion el juez superior, á pesar de haberla efectuado
ya el inferior para el mismo asunto, mas en el dia esto solamente podrá
entenderse del caso en que se hiciera la citacion en otra instancia , puesto
que el juez superior no tiene jurisdiccion para conocer en primera, ó en
otro grado del que le designa la ley, segun hemos expuesto en los núme
ros 450 y 451 del Iib. 1."
2. " Interrumpe la prescripcion, esto es , inutiliza el tiempo de posesion
qtto el actor tuviera de la cosa sobre que versa el litigio por cuya promo
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 75
ciou se le cita, pues por el hecho de entablarse pleito sobre la misma, se
afecta la buena fe del poseedor sobre la creencia que tenia de que era suya
por la duda de si será del actor, ley 29, tit. 29, Part. 3.
3.° Hace nula la enagenacion de la cosa demandada que efectuase el
demandado maliciosamente despues del emplazamiento, pues segun dice la
ley 13, tít. 7, Part. 3, el demandado que despues de la citacion vende,
permuta ó dona maliciosamente la cosa que se le pide, esto es, para eludir
el responder sobre ella, diciendo que ya no es suya ó no la posee, hace un
acto nulo, y debe restituírsele aquel objeto por las personas á cuyo favor
lo vendió, donó ó permutó, para que lo tenga á los resultados del juicio,
ademas de imponer dicha ley varias penas , tanto al que enagenó como al
que recibió la cosa con mala fe. Dispone tambien esta ley que no valga la
venta, donacion ó permuta que hiciere el emplazador de la cosa que de
manda en juicio. Mas segun la ley 14 es válida la enagenacion de la cosa li
tigiosa cuando se hiciese por causa de casamiento ó por legado, cuando un
comunero la enagenare á otro , ó cuando varios la partiesen entre sí ; pero
en tales casos debe aquel á quien pasa la cosa, contestar á la demanda y se
guir el pleito.
4.° Sujeta al emplazado á comparecer y seguir el pleito anteeljuez que
le emplazó, siendo competente para él al tiempo de la citacion, aunque
despues dejase de serlo por haber variado el demandado por cualquier mo
tivo de domicilio ó fuero: ley 12, tít. 7, Part. 3.
5'.°' Obliga al citado á presentarse ante el juez que le citó, aunque fuera
incompetente, esto es, aunque el demandado no esté sujeto á su jurisdic
cion, con el objeto de hacérselo presente. Asi lo establece la ley 12, tít. 7,
Part. 3, dando la razon de que esto es por honra del lugar ó del poderío que
tiene el juez por el rey: ca si nonquisiere venir, semejaría que lo facia mas
por desden que por otra cosa. Sin embargo, lós autores limitan esta regla
al caso deque la incompetencia fuere dudosa, pues que debe inquirirse si
lo es ó no, lo cual pertenece al juez; pero si la incompetencia fuese notoria,
opinan que no está obligado á la comparecencia, como sí fuese citado el clé
rigo por el juez secular sobre asunto espiritual, pues bastará que lo haga
presente al escribano, y se fundan en la Auth. habita Cod. ne filias pro pa
ire, y en el derecho canónico, cap. si judex^,de senta excommonicat. Sex
to. En tales casos podrá el demandado promover la inhibitoria contra el
juez incompetente.
6.° Segun lasleyes 21, tit. 4 y 35, tít. 18, Part. 3 , perpetuaba la ju
risdiccion del juez delegado, aunque el delegante muriera ó perdiera el
oficio antes de la contestacion; mas no conociéndose en el dia la delegacion
en general, sino para diligencias determinadas, no puede producir la cita
cion este efecto. Véanse los núm. .160 al 173 del lib. jL°
No faltan autores que señalan como otro de los efectos del emplazamien
to el contenido en el art. 232 de la ley, que dice asi. Trascurrido el térmi
no del emplazamiento sin haber comparecido el demandado, citado en su
persona ó en la de su mujer, hijos ó parientes , y acusada una rebeldia, se
76 LIBRO SEGUNDO.
dará por contestada la demanda. Hecha saber esta providencia en la forma
misma que el emplazamiento, se seguirán los autos en rebeldia, haciéndose
las notificaciones que ocurran en los extrados del juzgado. Si la cédula del
emplazamiento hubiere sido entregada á criados ó vecinos, ó hecho el em
plazamiento por edictos , se le hará uti segundo llamamiento por edictos
tambien en la forma prevenida en el art. 231 , señalándole para que com
parezca lamitad del término antes fijado. V. el núm. 562. Si trascurriese
sin comparecer, se le declarará en rebeldía, notificándose en los extrados
tanto esta providencia como las demás que recayeren. Pero la declaracion
de rebeldia , y el tenerse por contestada la demanda , y el seguimiento de
los autos en rebeldia no son efectos de la citacion , aunque deba preceder
esta para que tengan lugar aquellos, sino que son efecto de la falta de com
parecencia por parte del demandado, y como una pena que impone por ello
la ley. Véase lo que exponemos sobre este artículo , al tratar del juicio en
rebeldia, ó de la contumacia y trámites que por ella se siguen, y del juicio
ordinario.
De las citaciones.
574. Las citaciones propiamente dichas, ó que se hacen para compare
cer ante el juez á declarar como testigos ó peritos, ó para presenciar algun
acto judicial, deben practicarse, segun el art. 77 del Reglamento de juzga
dos, por los alguaciles por medio de papeletas que les dan los escribanos,
(irmándolas aquellos antes de entregarlas á las personas á quienes van á ci
tar; disposicion que ha ampliado la práctica fundada en el espíritu de la ley
de 4 de junio sobre notificaciones , y en el de los artículos 21 y siguientes,
y 205 de la nueva ley de Enjuiciamiento, requiriendo que expida el escriba
no dichas papeletas, expresando en ellas su fecha, y el nombre, apellido y
domicilio de la persona que cita y que es citada , la indicacion del juzga
do al que se debe comparecer, y sitio en que se halla , la hora y dia de la
comparecencia, la multa marcada porel juez para el caso de no comparecer,
y el nombre y firma del escribano. Deberá sacarse tambien de la cédula orí.
ginal tantas copias cuantas sean las personas citadas, las cuales firmarán ó
bien testigos por ellas en los casos de no poder, no querer ó no saber fir
mar, segun se previene respecto de las notificaciones. En estas citaciones
no es necesario expresar el objeto para que se cita, segun advierte Gregorio
Lopez en la ley 2, glosa 3 , tít. 7, Part. 3, y la Curia Filípica, Parte 1,
§ 12, núm. 15. Las enunciaciones expuestas deben entenderse cuando la
citacion se hace por cédula , pues si se hubiese de citar á un ausente del
juzgado, ó cuyo domicilio ó residencia se ignora, se practicará la citacion
con arreglo á los artículos 229 al 231 , sobre emplazamientos que ya hemos
expuesto.
575. Respecto de las citaciones de rebeldia ó que se hacen á los decla
rados rebeldes ó contumaces, dispone el art. 1182 que se harán leyéndose
las providencias porque se hayan mandado hacer dichas citaciones en la au
diencia pública del juez ó tribunal que las baya dictado, y para hacerlo
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 77
constar se extenderán en los autos las correspondientes diligencias que au
torizará el escribano y firmarán dos testigos. Las citaciones que se hagan
en estrados se publicarán por edictos que deberán fijarse en las puertas del
local donde celebren sus audiencias los jueces ó tribunales, haciéndose cons
tar tambien esto por diligencia: art. 1183. Véase lo que exponemos al tra
tar de los juicios en rebeldia. V. tambien los arts. 1190, 293 y 643.
576. La falta de citacion para sentencia en cualquiera de las instancias,
ó para alguna diligencia de prueba que haya podido producir la indefension,
da lugar al recurso de nulidad , segun el art. 1013 de la nueva ley de En
juiciamiento.
577. Aunque por lo comun no se designa plazo en la citacion, sino que
se marca dia y hora fija, hay algunas citaciones con término, tales como la
citacion ante diem y la de remate de que trataremos en su lugar : véanse
los arts. 959 y 960 de la nueva ley.
578. Por regla general, todas las personas citadas para ser testigos es
tán obligadas á presentarse personalmente en las casas ó sitios del juzgado;
pero se exceptuan respecto de los pleitos civiles, de esta obligacion, los ma
yores de sesenta años, los militares y empleados del ejército que se hallan
en campaña, el que tuviese tan poderoso enemigo que sin peligro no pudiese
comparecer ante el juez, los legítimamente impedidos, las autoridades ó ma
gistrados, civiles ó eclesiásticos, y demás personas de carácter elevado, y
las mujeres que viven honesta y honradamente; pues para tomar á estas
personas las declaraciones, deberá ir á sus casas el juez, si el negocio fuese
grave, ó el escribano á quien él comisionare, si no fuese el negocio de im
portancia: ley 35, tít. 16, Part. 3 y 8, tít. 4, lib. 11, Nov. Recop.
De las notificaciones.
TOMO 11. I!
82 LIBRO SEGUNDO.
De los requerimientos.
589. Los requerimientos tienen lugar en los juicios ejecutivos. Antes
de verificarse el embargo de bienes, es necesario requerir al deudor para
que lo evite, haciendo el pago de la deuda. Dicho requerimiento debe veri
ficarse, segun dispone el art. 955, en los términos siguientes. Si el deudor
no fuere habido despues de haberle buscado dos veces en su domicilio con
intervalo de seis horas, se le hará el requerimiento por cédula, que se dejará
por su órden á su mujer, hijos mayores de 14 años, dependientes ó criados,
si los tuviere, á falta de ellos á los vecinos. Sino se supiese su paradero, ni
tuviese casa, se hará el requerimiento por cédnla al alcalde del pueblo de su
domicilio, y si no lo tuviese conocido, al alcalde de su última residencia;
publicándolo ademas por edictos que se insertarán en los periódicos del
pueblo, si los hubiese, y sino se fijarán en las puertas del juzgado.
590 La citacion de remate se hace tambien como el requerimiento,
puesto que dispone el art. 959 que hecho el embargo de bienes, se citará de
remate al deudor en persona ó por medio de cédula, sino fuere habido, en
la forma prevenida para el requerimiento'. En la cédula deberá expresarse
el objeto de que el ejecutado se presente á excepcionar. Véanse estos artí
culos al tratar del juicio ejecutivo.
SECCION III.
DE LAS EXCEPCIONES.
§ I.
De las excepciones y sus diversas clases en general.
591. Compareciendo ante el juez el demandado, en virtud del empla
zamiento que se le hizo, puede proponer desde luego excepciones contra la
accion del demandante, ó contra el modo de proponerla ó contra su perso
na, ó la del juez, bien para excusarse de contestar á la demanda, ó para
enervarla ó destruir sus efectos.
592 Por excepcion se entiende, pues, el medio de defensa, ó la contra
diccion ó repulsa conque el demandado pretende excluir, dilatar ó enervar
la accion ó demanda del actor.
La palabra excepcion, esceptio, proviene de excipiendo ó ex-capiendo,
porque por la excepcion siempre se desmembra ó hace perder algo á la ac
cion del actor.
593 El origen de las excepciones se debe al derecho pretorio de los ro
manos. En la Introduccion de esta obra hemos visto que el sistema de las
fórmulas era una especie de juicio ó sentencia interlocutoria, por el cual el
pretor determinaba la cuestion que debia resolver el juez. Estas fórmulas ,
redactadas despues de un debate contradictorio, se componian de la ingén
ito ó exposicion de la demanda, y de la esceptio ó exposicion de los me
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 83
dios de defensa; mas no siempre habia lugar á esto , porque si la defensa
no era mas que la negacion de la demanda, no variaba la fórmula; pero la
intentio justa en derecho, podia no serlo, sino se habia consultado á la
equidad. Asi pues en los pleitos de derecho civil (ipso jure) se hubiera visto
el juez precisado á despreciar la equidad, si el pretor no hubiera añadido
á su fórmula una cláusula especial para autorizarle á tener en consideracion
la equidad; y esto era lo que constituía la esceptio. Era, pues, esta una
modificacion opuesta por el pretor como medio de equidad á la orden de
condena dada por el juez en virtud de la accion. Por ejemplo, segun dere
cho civil, no se examinaba porque tenia lugar la estipulacion; pues basta
ba que esta existiera para que hubiese obligacion por parle del que respon
dia, aun cuando se le hubiera arrancado su promesa por violencia , ó se le
hubiera sorprendido por dolo. Y como hubiera sido herir la equidad man
dar la ejecucion de semejante promesa, para evitar esto, imaginaron los
pretores no dar al juez una orden general , que obligándole á pronunciar
segun los principios rigurosos de derecho, hubiera llevado consigo la con
denacion inicua del demandado, sino una orden condiccional: v. g., conde
nareis á menos que no haya dolo ó violencia. Esta restriccion era lo que se
llamaba excepcion.
594. Esta institucion de derecho pretorio se adoptó por derecho civil,
confirmando las excepciones introducidas por los pretores, y estableciendo
otras nuevas, ya por derecho , tales como la de cosa juzgada; ó dadas por
senado consultos, tales como las del Trebeliano y Macedoniano; ó por cons
tituciones imperiales, como la de compensacion concedida por Marco Aure
lio, ó por las leyes como la de cesion de bienes. Mas sustituido el sistema
formulario por el extraordinario, habiendo desaparecido eljudex, pues que
el magistrado conocia del litigio, cayó la excepcion con la fórmula ; de ma
nera que asi como la accion no indicó ya ni una fórmula sacramental de
proceder, ni la autorizacion necesaria á todo litigante para litigar , sino un
derecho que se derivaba de la ley misma, y no ya de una concesion espe
cial del magistrado para obtener justicia directamente , asi la esceptio no
fue ya una restriccion puesta por el magistrado al poder de condenar, sino
un medio de defensa deducido del pleito, que cada parte hacia valer por si
y á su voluntad. Tal es la acepcion en que han pasado á nuestro derecho
las excepciones.
595. Por derecho romano se llamaba tambien excepción, tanto la defen
sa del demandado como la del actor, en vista de lo expuesto por aquel, por
lo que significaba la réplica del actor, segun aparece de las leyes 1, § 1 y
22, § 1 Dig. de escept. Esta misma significacion dió á las excepciones nues
tro codigo el Especulo. Véase el proemio al tit. 4 del lib. 5.
596. Asimismo el antiguo derecho romano daba el nombre de defensio,
y comprendia en él á todo medio empleado por el demandado para defen
derse de la demanda de su adversario, ya consistiera simplemente en negar
el fundamento de esta demanda , ya en dirigir contra ella una pretension
contraria. Véase la ley 11 , cód. de escept. donde se considera la palabra
8i LIBRO SEGUNDO.
defension como equivalente á la de excepcion; defensiones sive exceptioms
dice la ley, y las leyes 4 y 9, Cód. del mismo título.
597. Nuestros códigos adoptaron en general esta nomenclatura, aun
para designar solo las excepciones: asi se ve en el Especulo, Fuero real, le
yes de Partida, Ordenamiento de Alcalá, y aun en las ordenanzas de Mon-
talvo, que la conservan en los epigrafes de varias leyes, al paso que en el
texto se valen la de palabra excepciones: leyes 2, 3, 4 y 5, tít. 8.° lib 3; asi
como el Fuero real usa, en el epigrafe de algunas leyes, de la palabra excep
ciones y en el texto de la de defensiones. V. la ley 7, tít. 10 , lib, 3-°
lv 598. Asi pues, puede decirse, que por defensa en general se entiende to
dos los medios de que se vale el demandado, ya sea de fondo ó ya de excep
ciones, esto es, ya sea para contradecir, dilatar ó excluir la accion del actor,
y en sentido estricto, los medios de que se sirve para sostener precisamen
te lo contrario de la pretension del demandante ; al paso que la excepcion
aunque no se dirige á negar que el demandante tiene el derecho que recla
ma, su objeto es paralizar sus efectos.
599. Constituyendo las excepciones verdaderos medios de defensa , y
siendo esta de derecho natural, es consiguiente que aquellas se funden en
el mismo derecho.
600. Las excepciones se dividen en reales y personales. Las reales son
las que van inherentes á la cosa, de suerte que pueden oponerse por cuan
tos tienen interés en la misma, bien sea directo, como el deudor principal,
ya sea accesorio como los fiadores de este. Tales son la escepcion que nace
del pacto general de no pedir la deuda , ó de la transacion que celebra el
acreedor con cualquiera de varios deudores solidarios , los cuales podrían
oponerse tanto por estos como por sus fiadores.
601. Las personales son las que van inherentes á la persona, de suerte
que solo pueden oponerse por aquellos á quienes se ha concedido por ley ó
pacto, y no por los demás interesados en la cora. Tal es la excepcion de be
neficio de competencia que concede la ley á varias personas, para no po
der ser reconvenidas por mas parte de la denda que aquella que pueden sa
tisfacer, pues solo la puede oponer el que goza de dicho beneficio, mas ho
sus fiadores. Tal es la que tiene el deudor solidario á quien por pacto espe
cial promete el acreedor no pedir la deuda comun, pues solo este la podrá
oponer y no su condeudor solidario.
602. Esta division de las excepciones es de suma importancia, especial
mente para saber el tiempo que dura la excepcion , pues si fuere personal,
espira con la persona que la goza; y si fuere real, pasa á los herederos, y
solo se extingue con el derecho en que se funda, y no se prescribe nunca;
á diferencia de las acciones que se prescriben por mas ó menos tiempo;
porque no estando en la potestad del que tiene una excepcion , oponerla
cuando quiera, como puede hacerlo el que tiene una accion, sino que solo
la puede deducir cuando su adversario le dé ocasion para ello, entablando
su accion, seria injusto que se extinguieran antes de haberlas podido uti
lizar, y por esto sientan por regla los autores: temporalia ad agendumsunt
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 85
perpetua ad excipiendum. Pero debe advertirse que esta regla se limita
respecto de las excepciones que competen por modo de accion, como la de
inoficioso testamento, y la de restitucion in integrum, etc., los cuales se
extinguen en el tiempo que la accion. .
Divídense tambien las excepciones en dilatorias y perentorias, y en mix
tas de dilatorias y perentorias, division la mas importante con relacion á
los juicios, por lo que vamos á hacernos cargo de ella detenidamente en los
siguientes párrafos. . .
§H.
De las excepciones dilatorias.
603. Las excepciones dilatorias son, como indica el verbo latino differre
de que se derivan y que significa dilatar, las que dilatan ó difieren el in
greso de la accion en el juicio; pero no la extinguen ni excluyen del todo,
por lo que se llaman tambien temporales: leyes 2, tít. 4, lib. 5 del Especu
lo, 8 y 9, tít. 3, Part. 3, la cual dice que excepciones dilatorias tanto quie
ren decir como alongaderas : ley 6, tít. 10, lib. 2 del Fuero Real, 236 del
Estilo, única tít. 4 del Ordenamiento de Alcalá: I, tít. 7, lib.. 11 de la
Novísima, y art. 236 de la ley de Enjuiciamiento civil.
604. Las excepciones dilatorias se refieren ya á la persona del juez ó á
la del demandante, ó al negocio ó materia de la demanda, ó al modo de
pedir ó de proponer esta, por creerla defectuosa.
605. Nuestras antiguas leyes enumeran entre las que se refieren al juez
la de incompetencia de jurisdiccion de aquel ante quien se interpone la de
manda, la de recusacion por juzgarle sospechoso, y la delitispendencia: leyes
2 y 3, tít. 4, lib. 5 del Especulo, 9, títulos 3 y 7, tít. 16, Part. 3, 5, tít. 7,
lib. 2 del Fuero Real, 236 del Estilo, 5 tít. 8 del Ordenamiento y 1, tít. 7,
lib. 11 de la Nov. Como referentes á la persona del actor marcan la de in
habilidad para comparecer en juicio, ó falta de poder suficiente en su pro
curador, si compareciese por medio de este: ley 9, tít. 2, Part. o. Como
referentes al demandado designan las del beneficio de escusion ó de orden,
esto es, el derecho que tiene el fiador demandado para obligar al acreedor
áque reconvenga primero al deudor principal y la excepcion de moratoria:
leyes 9, tít. 12, Part. 5, 32 tít. 18, Part. 3 y 15, tít. 1, lib. 5 Nov. Recop.
Como referentes á la materia de la demanda desigoan, la de peticion antes
del plazo estipulado: ley 9, tít. 3, Part. 3, 3 tít. 4, lib. 5 del Especulo: 7
tít. 10, lib. 8 del Fuero Real. Eu cuanto al modo de proponer la demanda,
marcan la de libelo oscuro, contradiccion ó inepta acumulacion de accio
nes, falta de los documentos en que debe fundarse la eutablada y demás
faltas sobre los requisitos esenciales de la demanda: leyes 9, títulos 3 y 2,
tít. 7, Part. 3 y 1, tít. 3, lib. 11 de la Nov. entre otras. Asimismo nuestras
leyes permitían proponer como excepcioues dilatorias varias excepciones
perentorias, segun diremos eu el § IV al tratar de las excepciones mixtas
de dilatorias y perentorias.
603. La circuustancia de hallarse estas disposiciones dispersas en va
86 LIBRO SEGUNDO.
riedad de leyes de nuestros códigos, y la de emplear á veces la cláusula de
c otras excepciones semejantes,» dió lugar á que los intérpretes y la práctica
de los tribunales marcaran como excepciones dilatorias otras varias que no
tenian la naturaleza de aquellas, ni producian sus efectos, con grave daño
de los litigantes y entorpecimiento de la administracion de justicia. Para
evitar estos inconvenientes, la nueva ley de Enjuiciamiento dispone termi
nantemente en el art. 237, incluso en el título que trata del juicio ordina
rio que, solo son admisibles como excepciones dilatorias: i.1, La de incom
petencia de jurisdiccion. 2.a, La de falta de personalidad en el demandante
ó en su procurador. 3.a La litispendencia en otro juzgado ó tribunal compe*
tente. 4.a Defecto legal en el modo de proponer la demanda. En esta enu
meracion puede decirse que se comprenden casi todas las excepciones dila
torias mencionadas en nuestros antiguos códigos ; pues aun la de peticion
antes del plazo puede considerarse contenida en la de defecto legal de la de
manda relativamente al tiempo de pedir, como hacen algunos autores, entre
ellos los señores Goyena, Aguirre y Montalban en el Febrero reformado , y
asimismo se contiene en el art. 653 de la ley de Enjuiciamiento sobre las
excepciones que pueden alegarse en el juicio ejecutivo, puesto que enumera
entre ellas la de espera. En cuanto á la excepcion de moratoria quedó abo
lida por decreto de 31 de marzo de 1834, por lo que en el dia no se conoce
mas excepcion de esta naturaleza que la de espera mencionada. En cuanto
al carácter de excepcion dilatoria que daban á la recusacion las leyes cita
das, ha sido atacada con razon por los autores, fundados en que se puede
presentar en cualquier estado del juicio antes de sentencia, cuando fuere
posterior á la demanda, ó ignorase la causa que la motiva el que la opone,
en que no tiene por objeto eludir la demanda, sino asegurar la imparciali
dad de los jueces, y en que puede presentarse tanto por el demandante co
mo por el demandado, si bien esta última razon no era obstáculo para que
se admitiera por nuestras antiguas leyes como excepcion, puesto que se
gun ya hemos dicho y expresa el proemio del tít. 4, lib. 5 del Especulo,
se aplicaban las defensiones tambien á los demandadores como á los deman
dados. Como quiera, la nueva ley de Enjuiciamiento no enumera este re
medio entre las excepciones, sino que marca respecto de la recusacion trá
mites particulares en el tít. 3 de las disposiciones generales, expuesto en el
tít. 3 del lib, 2 de esta obra. Véase lo que decimos tambien al tratar de las
excepciones mixtas de dilatorias y perentorias.
Por lo demás, la disposicion del art. 237 de la nueva ley de Enjuicia
miento no es mas que una reproduccion de la contenida en el art. 117 de la
ley de Enjuiciamiento mercantil de 1830, adoptada anteriormente en el re
glamento de i.° de octubre de 1845, sobre el orden de proceder el consejo
provincial en los negocios contencioso-administrativos , art. 33 al 33 , y en
el de 30 de diciembre de 1846 sobre el procedimiento en el Consejo Real:
art. 86 y 88.
607. Pasemos pues á hacernos cargo de las varias excepciones que, se
gun la nueva ley de Enjuiciamiento, pueden proponerse como dilatorias.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 87
1 .a La incompetencia de jurisdiccion. A esta excepcion se da el nombre
especial de declinatoria porque el demandado declina ó elude por ella la ju
risdiccion del juez ante quien ha sido citado, pidiéndole se inhiba del cono
cimiento de aquel negocio, y remita los autos al tenido por competente. Es
juez incompetente el que no tiene jurisdiccion para conocer de un negocio,
ya por razon de la materia sobre que versa, ó del fuero de la persona, ó del
territorio en que se halla domiciliado el demandado, ó del grado jurisdiccio
nal en que se sigue el asunto, ó de la cantidad sobre que versa, segun los
principios expuestos en el lít. 1 del lib. de esta obra. Mas debe tenerse
presente respecto del caso en que hubiese duda sobre el interés del pleito, ó
en que las partes no esten conformes acerca del valor de la cosa litigiosa de
que se va á conocer, que debe procederse conforme previenen los artículos
1135 y 1163 de la ley de Enjuiciamiento y segun la doctrina expuesta en el
núm. 97 del libro 2.° de este tratado; lo que deberá regir, aun cuando la no
conformidad de las partes fuese sobre si el pleito es de mayor ó de menor
cuantía, pues aunque el juez de primera instancia tiene competencia para
conocer de los procedimientos de menor y de mayor cuantía, no la tiene
para adoptar el de menor, cuando por el interés del pleito la ley prescribe
el procedimiento de mayor cuantía, ni al contrario, por las consideraciones
expuestas en los números 412 y siguientes del lib. 1.° de esta obra. Debe
advertirse tambien, que para que el litigante pueda hacer uso de la excep
cion de declinatoria, es necesario que no hubiese promovido la competencia
de jurisdiccion por medio de la inhibitoria, por lo que deberá asegurar en el
escrito en que lo haga, que no ha empleado el otro, segun previenen los
artículos 83 y 84 de la ley de Enjuiciamiento, expuestosen los números 505
y siguientes del libro 1.° de esta obra.
2.a La falta de personalidad en el demandante ó en su procurador.
Carecerá el demandante de personalidad; 1.°, cuando "no estuviese en el ple
no ejercicio de sus derechos civiles, ya sea por incapacidad moral ó física,
como si fuese hijo de familia bajo la patria potestad, y compareciese enjui
cio sin la licencia del padre, ó si siendo menor ó demente compareciese sin
la intervencion del curador : 2.a, cuando, aunque gozase del pleno ejercicio
de sus derechos civiles, compareciese en representacion legal de otro, y no
acreditase el carácter con que se presenta, ó si proviniendo el derecho que
reclama de habérselo otro trasmitido, no acreditase esta trasmision, y en
los demás casos expuestos en el § 2, seccion 2.°, tít. 1.° del libro 2.° de
esta obra, donde se exponen los artículos 12 y 18 de la ley, de que se de
duce esta doctrina.
Faltará la personalidad al procurador, cuando se presentase en juicio
sin poder de su principal, declarado bastante por un letrado, segun dispone
el art. 13 de la ley de Enjuiciamiento, expuesto en el núm. 69 del lib. 2
de esta obra.
3/ La litispendencia en otro juzgado ó tribunal competente; esto es,
la excepcion de existir en juzgado competente pleito pendiente sobre lo
mismo que sea objeto del que se ha promovido. Asi pues, podrá alegar esta
88 LIBRO SEGUNDO.
excepcion el que fuere demandado en un tribunal sobre la entrega de un
objeto por título de compra-venta, si existiera en otrojuzgadootra demanda
contra él sobre el mismo objeto por la misma causa entablada por el mismo
demandante. La excepcion de litispendencia (de lis, proceso y pendere, es
tar pendiente) solo tiene pues lugar en concurrencia de dos litigios sobre el
mismo objeto entre las mismas partes, por demandas basadas en la misma
causa. El fundamento de esta excepcion consiste en que no seria justo obli
gar á una persona á seguir un nuevo pleito sobre el mismo asunto, de que
habia ya otro pendiente, porque si se daban sentencias conformes en am
bos, se habría seguido un pleito inútilmente, y si eran contradictorias las
sentencias, ó serviría la una de excepcion de cosa juzgada respecto de la
otra, ó de no ser asi, no podría ejecutarse ninguna. La excepcion de litis-
pendencia no ha lugar en los juicios ejecutivos, segun expusimos en el nú
mero 390, 2.°, lib. 2.° de este tratado.
Aunque la litispendencia es una de las causas porque procede la acumu
lacion de autos ó procesos, segun previene el art. 157 de la ley de Enjuicia
miento, expuesto en los números 388 y siguientes del libro 2.°, ofrece esta
excepcion la utilidad de poder obligar al demandante á no seguir mas que el
primer pleito en los casos en que no ha lugar a la acumulacion, como por
ejemplo, si el pleito pendiente se hallase en segunda instancia, conforme á
la opinion mas general expuesta en el núm. 390, 4.° del lib. 2.° de esta
obra; y cuando se hubiese entablado anteriormente otro y procediera la acu
mulacion respecto de ambos, ofrecería esta excepcion de litispendencia la
utilidad de dilatar la contestacion hasta que se decretase la acumulacion de
los procesos. Por lo demás, la acumulacion puede proponerse en cualquier
estado del pleito, al paso que la excepcion de litispendencia solo puede de
ducirse antes de contestar á la demanda, y asimismo, aquella procede en
mayor número de casos que esta. Y en efecto, la acumulacion puede alegar
se cuando haya conexidad entre ambos pleitos ó como dice el art. 158 de la
ley, cuando de seguirse separadamente los pleitos se divida la continencia
de la causa. Véase el núm. 389. Mas este motivo no se halla comprendido
en la excepcion de litispendencia, ni en las demás disposiciones del art. 23"
de la ley, la cual se funda para esto sin duda, en que no siendo en tales ca
sos las mismas las personas, las cosas y las acciones, como en el caso de la
litispendencia, tienen las partes que alegar razones y defensas especiales á
cada pleito, por lo que no debe concederse que se excluya la accion por una
escepcion, si bien procede la acumulacion de dichos pleitos para evitar los
gastos y dilaciones que se ocasionarían á las partes de seguirlos separados.
Véase la doctrina y consideraciones expuestas en la sesion 2.a del tít. 5, del
lib. 2.° que trata de la acumulacion de autos.
4.a Defecto legal en el modo de proponer la demanda. Esta excep
cion no se refiere al fondo ó justicia de la demanda, sino que solo tiene
lugar cuando la forma de la demanda, esto es, el modo de formular la
pretension adolece de vicio ó no se ajusta á los requisitos y solemnida
des que prescribe la ley para que pueda ser admitida por el juez. Tal pnce
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIO?. 89
derá cuando no se fije con precision lo que se pida ó no se determine laclase
de accion que se ejercite en los casos en que deba hacerse, o no conste la
persona contra quien se proponga ó la que la entable, ó no se expongan su
cintamente y numerados los hechos y los fundamentos de derecho, ó no se
comparezca por medio del procurador, si el juicio es de mayor cuantía, ó no
se acompañe copia de la demanda suscrita por dicho procurador, ó no vaya
firmada por un letrado hábil para funcionar en el territorio ó tribunal que
conozca de los autos, ó no vaya extendida en el papel sellado que correspon
de segun su cuantía, ó no se acompañe acta de conciliacion ó de haberse in
tentado sin efecto, ó si procediese demanda de nulidad contra loconvenidocn
dicho acto (art. 217), ó si no se acompañara certificacion autorizada de ha
berse obtenido resolucion sobre el objeto del litigio por la via gubernativa en
los casos en que deba hacerse por interesarse la Hacienda ó el Estado en el
juicio, ó si proponiendo la demanda una junta ó establecimiento de benefi
cencia no se acredita préviamente haberse recurrido por la via gubernativa
en los casos en que está prescrito; ó si siendo parte en el pleito un estable
cimiento consagrado al servicio publico, no se presenta la autorizacion prévia
del gobierno para litigar, ó si hallándose sujeto el demandante á la contribu
cion industrial y teniendo relacion el negocio con la profesion, arte ú oficio
porque debe pagarla, no acompañase certificado de matrícula y recibo
correspondiente que acredite el pago de su cuota respectiva, pues todos es
tos requisitos deben contener la demanda segun los art. 18, 203, 224, 22o,
y las demás disposiciones expuestas en los §§ i .° y 2.° de la seccion 1
del tít. 6, lib. 2.° de esta obra, para que el juez no pueda repelerla de oficio
segun le faculta el art. 226 expuesto en el § 3.° de dicha seccion. En todos
estos casos, si el juez hubiese admitido indebidamente la demanda, podrá el
demandado oponer la excepcion dilatoria por defecto legal en el modo de
proponer aquella. En cuanto al caso de que no se acompañen á la demanda
los documentos en que el actor funde su derecho, ó no designe si no ^tu
viese á su disposicion , el archivo ó lugar en que se encuentren los originales
como prescribe el art. 225 , nos inclinamos á que no se comprende en la
excepcion sobre defecto legal en el modo de proponer aquella, por las mis
mas consideraciones en que nos hemos fundado para opinar que no se com
prende en la disposicion del art. 226 sobre que los jueces repelan de oficio
las demandas que no se acomoden á las reglas que establece la ley. Véanse
los números 510 y la pág. 42, aparte 2.a
No hemos mencionado los casos en que no se acompañe á la demanda el
documento ó documentos que acrediten el carácter con que el demandante
se presenta en juicio cuando tiene representacion legal de alguna persona ó
corporacion, ó cuando el derecho que se reclama provenga de habérselo otro
trasmitido, y en que no se presente el poder que acredite la personalidad
del procurador, cuando este intervenga, porque ambos casos se hallan com
prendidos en el núm. 2." del art. 237, en la excepcion sobre falta de perso
nalidad en el demandante ó en su procurador; ni tampoco el caso de que la
demanda no se interponga ante juez competente, como exige el art. 1.° de
tomo u . 12
90 LIBRO SEGUNDO.
la ley de Enjuiciamiento por hallarse comprendida en la excepcion de in
competencia de jurisdiccion marcada en el núm. 1.° del art. 237.
Por lo expuesto sobre los casos que comprende la excepcion por defecto
legal en el modo de proponer la demanda, se vé que en el caso menciona
do de que no se fijara con precision lo que se pidiera, habría lugar á la ex
cepcion conocida por la práctica con el nombre de libelo oscuro ó de deman
da inciei-ta.
608. Ademas de las cuatro excepciones dilatorias expresadas, en el ar
ticulo 238 de la ley de Enjuiciamiento se establece la excepcion de arraigo
del juicio contra los demandantes extranjeros. Dicho artículo dispone, que
si el demandanle fuese extranjero , será tambien excepcion dilatoria la de
arraigo del juicio en los casos y en la forma que en la nacion á que perte
nezca se exigiere á los españoles. El origen de esta caucion llamada judica-
tum solvi, se encuentra en el derecho romano. En el cap. 2.° de la nove
la 11 2 de cautione queeante reorum citationem pmstari debet ab actore,
despues de ordenar á los jueces que sometieran á los demandantes á dar
caucion de que seguirían el pleito hasta su conclusion, se dispone lo siguien
te: el si postea fuerit approbatus injuste litem movisse, sumtuum el expen-
sarum nomine decimam parten ejus quantitatis, quee in libello continetur,
pulsatns reslituat. Sin embargo, entre esla caucion y laque establece el ar
tículo citado de la ley , existen diferencias notables segun aparecerán de la
exposicion de dicho artículo.
609. Nuestras leyes , si bien establecieron respecto del demandado la
fianza de arraigo, estoes, que asegure la responsabilidad ó las resultas de
juicio, dando fiador abonado que se obligue á pagar lo que coatra él fuere juz
gado y sentenciado, si aquel no lo satisfaciese, cuando habia peligro de que el
juicio quedase ilusorio con perjuicio del demandante, nada prescribieron en
cuanto á prestarla el demandante español ó extranjero. Véanse las leyes 2,
tit. 3, lib. 2.° del Fuero Real, y la 66 de Toro, que es la 5, tít. 11, lib. l.°
Nov. Recop. Masen las modernas disposicionessobre procedimientos conten
cioso administratíuos, hallamos establecida esta excepcion respecto de los
extranjeros. En el art. 86 del reglamento del Consejo Real de 30 de diciem
bre de 1846, se enumera como excepcion la que tiene lugar cuando el ac
tor fuese extranjero, y se funda por parte del demandado en no haber aquel
dado fianza ó hecho depósito de la suma equivalente ápagar las costas, gas
tos y perjuicios que ocasionare el proceso. La ley administrativa establece
pues, esta excepcion, sin tener en cuenta el principio de reciprocidad como
la ley de Enjuiciamiento civil: la ley administrativa siguió en esto lo que
se prescribe en los códigos de casi todas las naciones de Europa. Creemos
mas prudentes estas disposiciones que la de la ley de Enjuiciamiento fun
dada en el principio de reciprocidad, porque si para sujetar á la caucion á
un exlranjero en cuyo país se obliga á prestarla á los españoles, ha movido
el sentimiento de dignidad nacional como dice uno de los intérpretes de la
ley, individuo de la comision que la redactó, este mismo sentimiento induce
á no adoptar disposiciones que den ocasion á que puedan modificarse nues
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 91
tras leyes por las de una nacion extranjera y á que al concedernos esta na
cion un derecho por su sola autoridad , nos imponga la necesidad de con
ceder el mismo derecho á sus habitantes, como se decia en la discusion del
artículo 11 del Código civil francés, que segun hemos indicado prescribia
una disposicion terminante, sin consuliar el principio de reprocidad á no
hallarse sancionado en tratados especiales.
610. El objeto de esta caucion dearaigo, es evitar que entablando de
manda los extranjeros contra los naturales del país, puedan burlar los efec
tos de la sentencia contraria, marchándose del reino sin dejar seguridad ni
persona alguna para el pago de las costas, intereses y perjuicios ocasinados
por su demanda.
611. Debiendo tenerse presente para saber hasta dónde se extiende la
responsabilidad de esta caucion, las personas que deben prestarla, y los ca
sos y la forma en que se presta, la legislacion sobre este punto de los paí
ses de que es natural el demandante, y siendo muy numerosas las leyes ex •
trajeras sobre esta materia, nos limitaremos á resumir y combinar las re
glas mas esenciales que se deducen de las disposiciones que rigen en las
naciones principales de Europa.
612. En general la fianza ó caucion que debe dar el extranjero, abraza
la responsabilidad al pago de las costas, daños y perjuicios que resulten del
pleito: tal es la que comprende el Código francés y el de Holanda, Polaco,
Dos Sicilias, la legislacion de los Estados Pontificios, Paises-Bajos, Baden,
Ginebra, Prusia, Haunover, Gran Ducado de Hésse y Grecia. La inglesa y
la austríaca solo expresan las costas y gastos del juicio , la de Baviera la
paga de lo juzgado ; por lo que no deberá extenderse á mas la fianza que
se exija en España á los naturales de estos países.
En cuanto á las personas que deben prestarla, es disposicion adoptada
en casi todas las naciones, que la preste todo extranjero , ya lo sea de na
cimiento, ya por haber perdido la nacionalidad de su país, de cualquiera
clase y condicion que sea y aun los embajadores y soberanos, pues cuanto
mas elevada es en dignidad, mas es de temer que por su influencia y poder
eluda los efectos de la sentencia.
613. Son extranjeros segun el real decreto de 12 de noviembre de 1852:
1.° todas las personas nacidas de padres extranjeros, fuera de los dominios
de España; 2.° los hijos de padre extranjero y madre española nacidos fuera
de estos dominios, si no reclaman la nacionalidad de España; 3.° los que
lian nacido en territorio español, de padres extranjeros, ó de padre extran
jero y madre española , sino hacen aquella reclamacion ; 4.° los que han
nacido fuera del territorio de España de padres que han perdido la naciona
lidad española; 5.° la mujer española que contrae matrimonio con extran
jero. Como parte de los dominios españoles se consideran los buques na
cionales sin distincion alguna; art. l.° de dicho decreto.
Mas los extranjeros que hayan obtenido carta de naturaleza ó ganado
vecindad con arreglo á las leyes, son tenidos por españoles segun el art. 2.°,
por lo que no están sujetos á la caucion de arraigo. Pero sí lo estará el ex
92 LIBRO SEGUNDO.
tranjero, aunque el derecho que motiva la demanda se lo hubiese cedido
un español, al paso que no debe prestarla el español cesionario de un ex
tranjero, porque en esta materia se considera no tanto el origen del cré
dito, como la persona que interpone la demanda. V. Dalloz. Repertorio de
jurisprudencia, art. Excepcion.
614. No obstante lo expuesto, no será obligado á prestar la caucion el
demandante ginebrés, pues el Código de Ginebra dispone no lo esté el ex
tranjero que pertenezca á un Estado en que no se exija, lo cual es aplica
ble á España, puesto que nuestra ley solo la requiere por reciprocidad.
Tampoco lo estará el demandante prusiano que apoya la pretension en es
crituras públicas ó en otras pruebas que puedan proponerse sin promover
procedimiento de gran coste y no en alegaciones que por su vaguedad ha
cen presumir mala fe ó falta de derecho, ó que pueden ocasionar un proce
dimiento costoso, pues asi se halla determinado respecto de los extranjeros
en el Código prusiano de procedimientos; tít. 21, part. 1.a § 13.
No está obligado á prestar la caucion el extranjero demandante que po
seyese en el reino en que sigue el pleito bienes suficientes para responder
de las responsabilidades expresadas. Asi se establece en los códigos de Fran
cia, Holanda, Sicilia,' Paises-Bajos, de Baden, de Ginebra, de Baviera y de
Austria, Prusia, Hannover, Grecia, Cerdeña y otros; y si bien no se expresa
esta excepcion en las leyes sobre procedimiento de los Estados Pontificios,
y de alguna otra nacion, ni tampoco en el art. 237 de la nuestra, induce á
considerarla como expresada el fundarse en la falta de necesidad de aquella
caucion en este caso, por haber ya seguridades y garantías de que el ex
tranjero demandante satisfará las responsabilidades del juicio.
Tambien se halla exceptnado de prestar la caucion el extranjero de
mandante pobre que fuere austriaco , por disponerse asi respecto del ex
tranjero en el Código de procedimientos de esta nacion, art. 466: disposi
cion que eremos debe hacerse extensiva respecto de los demás paises, por
fundarse en sentimientos de humanidad.
615. Pero está obligado á prestar la caucion el extranjero que se halla
domiciliado en España, á no que fuese sardo, pues el código civil de Cer
deña exime de dicha caucion al extranjero que tenga domicilio fijo en los
Estados Sardos; art. 33.
616. En cuanto al extranjero que demanda á otro extranjero, autores
respetables opinan que debería prestar tambien la caucion, fundándose en
que el extranjero demandante ha calculado ya el riesgo á que se expone de
perder el pleito y ha seguido el impulso de su propia voluntad, al paso que el
demandado cede á la necesidad de defenderse ; por lo que seria inhumano é
impolítico rehusarle la proteccion y las seguridades que requiere una posi
cion que no se ha dado. Y. Boncenne, teoría del procedimiento civil. Sin em
bargo, autores no menos respetables, entre los que se encuentra Dalloz, y
en mayor número, sostienen la opinion contraria, fundándose en que la ex
cepcion sobre el arraigo del juicio es un derecho civil del que solo disfrutan
los naturales; opinion que, no obstante los nobles y justos sentimientos en
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LQS JUICIOS. 93
que se funda la contraria , tenemos que adoptar, si atendemos á la disposi
cion del art. 237, que solo se refiere á los españoles, como se ve con solo
leer su contexto.
617. Para que esté obligado á prestar dicha caucion el extranjero, es
necesario que sea demandante, bien como principal, bien como tercer opo
sitor coadyuvante de la accion de aquel; pero no la prestará cuando fuere
demandado , porque la defensa es de derecho natural , y además no existe
el motivo de la ley sobre el temor de que entable demandas maliciosas ó
gravosas el que no hace mas que contestar á la que se ha interpuesto con
tra él : actor voluntarle agit, dicen los autores, reus autem ex necessitate se
defendit. Ni aun estará obligado á prestarla el demandado cuando usase de
reconvencion, pues aunque es entonces considerado como actor para varios
efectos por el derecho, no lo es para el de la caucion, por no existir en este
caso el temor de la ley, puesto que el extranjero no toma la iniciativa en
el pleito, sino que usa de reconvencion para oponerla á la reclamacion del
actor, y á veces para defenderse de ella. Por eso no se expresa que deba
prestarla en este caso en la legislacion de Inglaterra, Dos Sicilias, Polonia,
Cerdeña, Estados Pontificios, Paises-Bajos , Confederacion Germánica,
Grecia y otros paises, aunque el código de procedimientos de Hannover
previene que se preste caucion por el demandante principal ó en recon
vencion. Mas , por el contrario, dispone la legislacion de Baviera que el de
mandante á quien se opusiese reconvencion, debe prestar caucion suficiente
á cubrir el importe del principal fruto, intereses, daños y perjuicios resul
tantes de dicha reconvencion; pero el Código civil de Baden prohibe que
se pueda exigir caucion de pagar el importe de la reconvencion ó de los
gastos que ella pueda ocasionar. El mismo Código previene tambien que no
deba prestar caucion el demandante cuando ha sido compelido judicialmen
te á poner su demanda, lo que se apoya en la misma razon, porque no se
exige en la reconvencion de no existir temor de que se interpongan deman
das maliciosas ó temerarias, pues que el actor no obra voluntariamente en
este caso; razon por la cual juzgamos que debiera hacerse general esta dis
posicion.
618. Tampoco debe prestar caucion el demandado, aun cuando habien
do sido vencido en la primera instancia interpusiese apelacion ó recurso de
casacion, porque estos recursos se consideran como continuacion del primer
pleito, ó de la defensa de primera instancia. Por el contrario, la legislacion
de Prusia exige la caucion al demandante que habiendo sido vencido en pri
mera instancia interpusiere apelacion; y tal es tambien la doctrina recibida
en Europa, por la razon expuesta de que la apelacion es continuacion de la
demanda que incohó el demandante en primera instancia, y tambien es doc
trina que deberá prestar dicha fianza cuando apelare el demandado , pues
aunque pudiera decirse que en este caso milita para no requerirla el motivo
que respecto de la reconvencion, puesto que no hace mas que defenderse,
no es aplicable esta doctrina, porque, como dice Mr. Boncenne, en su teo
ría del procedimiento civil , el demandante es lo que fue en el principio del
94 LIBRO SEGUNDO.
pleito ; solo se defiende contra la apelacion para sostener su demanda y debe
dar la caucion de pagar lo juzgado de esta segunda instancia, si es requerido
á ello y no ha cubierto la excepcion en la primera.
619. En cuanto á los juicios en que debe prestarse esta caucion, se halla
establecido en Francia por su jurisprudencia, que no dehe exigirse en los
ejecutivos aunque proponga la accion ejecutiva el extranjero, porque en
tal caso, dice Boncenne, no es el demandante quien obra para obtener una
condena, sino el soberano quien ordena y manda directamente á los jueces
legalmente requeridos que presten su ministerio para la ejecucion del título
ejecutivo. Además, en este juicio no existe el temor de la ley de que no pa
gue el demandante la condena, porque como dice Dalloz, pueden compen
sarse los daños y perjuicios que haya causado el ejecutante con el crédito
que contiene el documento en cuya virtud pidió ejecucion. En la legislacion
de Baden se halla exceptuado expresamente de dar caucion el extranjero
que pida la ejecucion de una sentencia ó escritura pública; la Prusia ex
ceptúa la ejecucion de la sentencia. El Código civil de Baden dispensa tam
bien de la caucion en los casos de quiebra ó cesion de bienes, y cuando es
probable que la parte líquida alcanzará á cubrir las costas, daños y perjui
cios; esta última excepcion se consigna asimismo en el código de procedi
mientos de Grecia. El código de procedimientos de Baviera exceptúa los
casos de quiebra ó de concurso, en materia de letras de cambio, y cuando
una parte del crédito resulta líquido, pues queda reservada esta parte para
seguridad del demandado ; la legislacion de Prusia exceptúa los negocios
sumarios y los que versan sobre alimentos, salarios, letras de cambio, rein
tegro ó posesion de bienes, divorcio y quiebras. Mas en España es opinion
de los intérpretes que solo se exige en el juicio civil ordinario, fundándose
en que el art. 238 porque se requiere, se halla incluido en el título que trata
del juicio ordinario.
620. Réstanos únicamente exponer la forma en que deberá prestarse esta
caucion, segun la adoptada en las diversas naciones, pues que se remite á
ellas el art. 238. En primer lugar, es regla general que se fije por el juez en
el artículo sobre la excepcion, la cantidad á que la caucion debe ascender :
y que el demandante que deposite esta suma quedará libre de la caucion :
así lo disponen entre otros, el código de procedimientos francés, art. 167,
el de Holanda, art. 155; el de los Paises-Bajos, art. 153, el código prusiano
part. 1.a, tít. 21, § 1. La justicia de esta disposicion es fácil de comprender,
pues al paso que asegura perfectamente los intereses del demandado, pues
to que una cosa presenta mas seguridad que una persona que puede hacer.-e
insolvente, segun aquella regla: Plus est cautionis in re, quam in persona,
facilita al extranjero la prestacion de aquella seguridad. Tambien es doctri
na general que la cantidad de la caucion deberá regularse , atendiendo á lo
que puedan importar las responsabilidades que hemos mencionado, en con
sideracion al pleito que se entabla, esto es, á los daños y perjuicios y costas;
el Código civil polaco exige que se preste tambien por las ganancias de que
í;e privare al demandado d causa de la demanda , mas no deberá prestarse
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 95
por lo principal de la demanda, puesto que si pierde el pleito el demandante,
no recibirá nada, y si lo gana, siendo el demandado quien debe pagar, no
hay peligro sobre este punto respecto del demandante.
621. No debe tampoco graduarse la caucion atendiendo á las multas que
pudieran imponerse al demandante, pues la multa es una pena de la que se
aprovecha el fisco, y la caucion no es responsable de las sanciones penales;
Fidejusores pcenalibus actionibus non astringuntur in quas ineiderint ii pro
quibus intervenerunt: ley 16 D. ad municip. § 15.
622. Tampoco debe atenderse á las costas, daños y perjuicios de la ape
lacion, porque la instancia de la apelacion es diversa de la instancia princi
pal, y no es seguro que haya de seguirla el demandante; mas llegado el caso
de que interponga este recurso, se le podrá obligar á que aumente la canti
dad ó valor de la fianza por las costas, daños y perjuicios que de ella pudie
ran resultar al demandado, si la prestada no fuera suficiente. Tambien se
podrá mandar que se aumente aun en el caso de ia primera instancia, si so
breviene una complicacion de incidentes inesperados y costosos.
623. Finalmente, el modo mas comun y conforme de prestar la caucion,
es por medio de fiador abonado que se obligue á pagar las responsabilidades
expresadas, si el demandante no las satisface: admítese asimismo la caucion
por medio de prendas, pero no la caucion juratoria. Véase el art. 2041 del
ródigo civil francés, y el § o, tít 21. Parte 1.a del código de procedimiento
civil prusiano. Para que se preste dicha caucion es necesario que la pida el
demandado, sin que la pueda decretar el juez de oficio, puesto que hallán
dose introducida á favor de aquel, puede renunciarla; asi lo establecen ter
minantemente la legislacion de los Estados Pontificios, Francia, de las Dos
Sicilias, Países Bajos, Cerdeña, Baden, Ginebra, Baviera, Polonia, Prusia,
(¡recia, etc. Puede consultarse sobre esta materia el Repertorio de legisla
cion de Mr. Dalloz; art. Excepcion; la teoría del procedimiento civil de Mr.
Boncenne, cap. 11, y la Enciclopedia de derecho y administracion, art.
caucion judicatura solvi para los extranjeros.
§ m:
SECCION IV.
DE LA CONTESTACION A LA DEMANDA.
666. La litis contestacion es la raiz y la base, el fundamento y prin
del juicio, como dice la ley Z, tít. 10, Part. o, que la considera tan esencial
en el juicio, que sin ella no puede pronunciarse sentencia, segun la ley 8
del mismo título y Partida, y es nulo cuanto se actuare. Autores respeta
bles la llaman columna del proceso y base y piedra angular del juicio, así
como consideran á las pruebas como las paredes y á la sentencia como el
techo del juicio.
667. La palabra litis contestacion viene de testatio litis, porque segun
el antiguo derecho romano, cuando daba el magistrado la fórmula para
comparecer ante el juez á los litigantes, se emplazaban estos para dicha
comparecencia invocando solemnemente el testimonio de las personas que
estaban cerca del tribunal sobre este acto , diciéndoles : testes estote , con
cuyas palabras se consideraba contestado el pleito y aceptado el proceso,
dado el juez pedáneo. Gonzalez en el capítulo único, de litis contestatione.
Vinio, Sellect. quoest. lib. 1, cap. 17, y Zinmern, Tratado de las acciones.
668. La contestacion á la demanda es la respuesta que dá el demanda
do á la peticion del actor. Se entiende que hay contestacion , bien sea que
se formule la respuesta negando, ó confesando la demanda del actor ó ha
ciéndola ineíicaz , perpétua ó temporalmente por medio de excepciones pe
rentorias ó dilatorias. Sin embargo, no se entiende contestada la demanda
por el hecho de proponer la excepcion declinotoria, porque no refiriéndose
al fondo del negocio ni á la intencion principal del actor, no arguye por su
naturaleza ánimo de contestar el pleito. Véase ley penúltima y última del
Código, de Eccept. No se entienda contestada tampoco por proponer cua
lesquiera otras excepciones cuando se oponen antes de la contestacion,
porque su objeto es diferir el pleito y no entrar en él. La lilis contestacion
se opera propiamente por la afirmacion de un litigante y la contradiccion
del otro, por lo que se ha definido, por notables tratadistas, un acto judicial
por el que se dá principio al pleito por la peticion del actor y la contradic
cion del demandado.
Estos autores juzgan imposibb que haya pleito donde no hay contradic
cion que pueda haber contienda y controversia , cuando el demandado re-?
Í10 LIBRO SEGUNDO.
conoce y confiesa la peticion del actor, asi como no se concibe que haya lu
cha donde no hay oposicion ni resistencia ; y se fundan en un texto del libro
sexto de los decretales, capítulo último, de litis contest., donde se dice que
no hay litis contestacion cuando se confiesa el derecho del actor, aunque se
opongan excepciones perentorias y en otro del derecho romano ; l. cum et
judices, 2, al princ., Cod. de jurejur. , calum. , en que se dice que la res
puesta del actor ha de ser de modo que manifieste su ánimo de litigar, lo
cual exponen que solo se manifiesta por su oposicion Vinio y Engel.
Mas por nuestro derecho la litis contestacion se verifica , segun hemos
dicho, bien sea que se niegue ó que se confiese la demanda del actor. Así
se declara terminantemente en la ley 10, tít. 4, Parí. 3, donde se dice, que
el juez debe constreñir al demandado que llanamente responda si ó non á la
demanda quel facen ; palabras que glosa Gregorio Lopez , diciendo : fit ergo
contestado litis etiam per confessionem ; declarase asimismo en la ley 3,
tít. 10 de la misma partida, en que se dice: que el demandado debe res
ponder á la demanda llanamente si ó nom, y que en cualquiera de estas
maneras que responda, cumple para ser comenzado el pleito por demanda
y por respuesta á que dicen en latín contestatio, y Gregorio Lopez en la
glosa , á estas palabras , dice : Hic patet quod per confessionem rei fit litis
contestatio; et sic aprobatur opimo glos. in l. 1, c. de lit. contest, reprobala
opinione Cini et ultramontanorum de quo per Abb., in cap. unico, col. 6,
eod. tit. Ley 2 , tít. 6, lib. 2 del Fuero Real , dice que el demandado debe
contestar á aquello que le demandan sí ó no, si no parare ante sí algun de-
fendimiento con derecho porque no le deba responder. Y finalmente, la
ley 1, tít. 6, lib. 11 , Nov. Recop., dice que el demandado sea tenido á res
ponder derechamente á la demanda , contestando el pleito, conociendo ó ne
gando. La nueva Ley de Enjuiciamiento no explica en ninguno de sus ar
tículos en qué consiste la contestacion á la demanda, ni se hace cargo del
caso en que se confiese esta. Respecto del en que se oponen excepciones,
disponiendo en el art. 254 , que en la contestacion deberá hacer uso el de
mandado de las excepciones perentorias que tuviese, y de las dilatorias no
propuestas en el término que designa para que se conozca de ellas en ar
tículo prévio, y que dichas excepciones se discutan al propio tiempo y en
la misma forma que el negocio principal , deben considerarse como forman
do parte de la contestacion para los efectos de la misma.
669. Hemos dicho en la definicion de la contestacion á la demanda, que
esta es la respuesta que dá el demandado, porque aunque propiamente pa
rece que no debia llamarse respuesta á lo que este dijese en su contesta
cion, porque el actor, en su demanda, no le pregunta sobre las causas y
acciones que propone , antes bien, les dá una positiva seguridad indepen
diente de que el reo las reconozca ó niegue, como observa el señor Conde de
la Cañada en sus Instituciones prácticas, Part. 1.a, cap. 4, núm. 5, lo
cierto es, que el juez no podría decidir la pretension del actor por solo un
escrito, y era necesario esperase competente prueba de su verdad, ya fuese
por la confesion del demandado, ó en su defecto por otros medios legales
de instrumento? ó testigos. Para la primera prueba comunica al demandado
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 111
traslado de la demanda y en esta providencia se contiene una eficaz pregun
ta al reo para que responda y confiese, si es cierta la demanda ó no, y en
este concepto puede con propiedad decirse que el demandado responde al
juez lo que desea saber sobrela demanda del actor, siendo esta la materia
ó asunto á que se refiere, su contestacion confesándola ó negándola.
670. De lo que llevamos dicho resulta, queel demandado puede contes
tar á la demanda: 1.° confesando la certeza de la peticion del actor abso
luta y llanamente; 2." negando el hecho en que funda su derecho el deman
dante; 3." reconociendo este hecho, pero oponiendo contra él otros dere
chos que lo paralizan, destruyen, compensan ó desvirtúan en lodo ó en
parte, por medio de excepciones ó de reconvencion. Y de aquí el distin
guirse la contestacion á la demanda en afirmativa y negativa, segun que se
confiesa ó se deniega la pretension del actor; la cual se subdivide tambien
en expresa y tácita, segun que se formula, bien sea realmente por escrito
ó de palabra en los actos de conciliacion, y en los juicios verbales cuando
el interés del pleito no excede de seiscientos reales , ó bien procediendo de
modo que se supone dada para terminar ó seguir el litigio.
671. Asi, pues, se verifica la contestacion negativa expresa cuando el
demandado contesta negando la demanda, ó proponiendo excepciones ó re
convencion contra ella, en cuyo caso se sigue el curso natural del procedi
miento correspondiente al juicio, en que se contesta para averiguar la ver
dad de la afirmacion del actor y de la negativa del demandado hasta sen
tencia definitiva. V. la ley 7, tít. 3, Part. o.
672. La contestacion negativa tácita se verifica cuando el demandado
no contesta á la demanda dentro del término legal, pues la declara el juez
por contestada, acusada que lees una rebeldía, y se sigue el procedimien
to hasta pronunciar sentencia, procediéndose á lo demás que corresponda,
segun prescriben los artículos 251 y 252 de la ley de Enjuiciamiento, y el
tít. 23 de la misma sobre juicios en rebeldía , que expondremos al tratar de
estos juicios y del juicio ordinario.
673. La contestacion afirmatiua tácita tiene lugar cuando comunicada
al reo la demanda, este se presenta en el juzgado y consigna la cantidad ó
cosa que se le pide, en cuyo caso el juez la manda entregar al demandante
y queda terminado el procedimiento, pues que no hay contienda, ni aun
hay que mandar verifique el reo la entrega de la cosa. Febrero reformado
por los señores Goyena, Aguirre y Montalban.
674. Verifícase la contestacion afirmativa expresa cuando el demandado
contesta lisa y llanamente á la peticion del actor, confesando ser cierta la
• deuda ó cualquier otro derecho que reclame. Este caso, no previsto expre
samente por la ley de Enjuíciamienta, lo estaba por ¡as de Partida. La ley 7,
tít. 3 de la Part. 3, disponia que cuando el demandado otorgase lo que de
bia, el juzgador le debe mandar que pague lo que conosció fasta diez dias ó
á otro plazo mayor, segun entendiese que es guisado en lo que pueda cum
plir, y la ley 2, tít. 13 de la misma Partida decia: «Grande eslafuerza que
ha la conoscencia... ca por ella se puede librar la contienda, bien así como
si lo que conocen fuese probado por buenos testigos ó por verdaderas caria?,
112 LIBRO SEGUNDO.
E por ende el juzgador ante quien es fecha la conoscencia , debe dar luego
juicio afinado por ella, si sobre aquella cosa que conocieron, fue comenzado
pleito ante por demanda ó por respuesta... Mas si alguno ficiese venir su
deudor antel juez, e le rogase que le ficiese jurar... e el demandado respon
diese llanamente que se la debia , non le queriendo facer demanda sobre
ella, entonces decimos que abunda quel juzgador mande al debdor que fizo
la conocencia que pague aquella cosa , é non ha porque le dé otro juicio
afinado sobre tal razon como esta.»
En el caso en que se haga la contestacion llanamente y de buena fe,
confesando la obligacion en los términos que la propone el actor, convienen
los autores en que el juez debe condenar al deudor confesante al pago ó
cumplimiento de la obligacion, cualquiera que ella sea, pues en tal caso se
ha verificado ya la prueba por la confesion , y se impide el progreso del
juicio. Asi, el señor conde de la Cañada, haciéndose cargo de la doctrina
delasleyesexpuestas, decia: «Esdeobservar por el contesto de las enuncia
das leyes, que el deudor puede hacerla conocencia de su obligacion á favor
del acreedor en dos tiempos y maneras : la primera , cuando el acreedor la
pide ante juez competente, como preliminar á su demanda y antes de for
malizarla, y en este caso producirá un precepto d mandamiento de pago,
que sin ser sentencia verdaderamente definitiva, obra los mismo efectos, y
lo debe cumplir en el término que le señale el juez, sin dar lugar á pleito
ni demanda: la segunda , cuando responde á las posiciones del actor, des
pues de contestada la demanda ó en el mismo acto de la contestacion, y en
tonces procede el juez ádar sentencia definitiva, estando el pleito con
cluso, segun las leyes 2, tít. 22 de la Partida 3, y la 1.a, tít. 9 , lib. 11 de
la Nov. Recop., que dice: «Y si despues de la respuesta de las posiciones
hallare el juez que puede dar sentencia definitiva , concluso el pleito, la dé,
la que por fuero ó derecho deba, y si no reciba las partes á prueba de lo
por ellas dicho y alegado. La razon de diferencia en el modo de concebir
su mandamiento el juez, aunque nola haya en el efecto de la ejecucion, con
siste en que sin demanda y contestacion no puede tener lugar la sentencia
definitiva, y se cumple con el precepto de pagar, que tiene en este caso
la misma fuerza por efecto de la confesion , que es la prueba mas constante
y segura , como si se hiciera por buenos testigos ó por cartas verdaderas,
y asi produce ejecucion.» Ley 5, tít. 21, lib. 4 de la Recop. (que es la 4,
tít. 28, lib. 11 de la Nov.) «Las confesiones claras fechas ante juez com
petente traigan aparejada ejecucion,» y no se permite que los letrados ha
gan sobre ellas preguntas ;Jey 4, tít 7, (que es la 4, tít. 9, lib. 11 de la
Nov.), porque nada añadiría a la confesion cualquiera otra prueba que se
hiciese por testigos ni aun por cartas , y se caería en un acto ilusorio re
sistido constantemente por las mismas leyes: ley 4, tít. 6, lib. 4 Recop,,
(que es la 5, tít. 10, lib. 11 , Nov.) Y por último, con la sola confesion
del deudor se halla probada la verdad del hecho, y por ella se debe
juzgar de buena fe; ley 10, tít. 17, lib. 4, Recop. (que es la 2, tít. 16, lib,
11, Nov.)
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 115
La misma doctrina sienta Gregorio Lopez en sus glosas á las leyes de
Partida citadas, y á la 2, tít. 22, Part. 3, que señala entre las maneras de
fenecer los juicios la de «mandamiento que face el juzgador al demandado
que pague ó entregue al demandador la debda ó la cosa que conociere (esto
es, que confesase) antel en juicio sobre que le facian la demanda. » '
67o. Los textos de las leyes citadas y la doctrina expuesta han sufrido
modificaciones por la Ley de Enjuiciamiento, y aun por la práctica anterior
á ella, de que vamos á hacernos cargo en los tres diferentes casos que aque
llos comprenden, á saber : 1.°, en el de que el demandado confiese llana y
espontáneamente la deuda, antes de contestar á la demanda; 2.°, en el de
que la confiese contestando á esta; 3.°, en el de que la confiese despues de
contestada.
676. El primer caso no puede verificarse en el dia con respecto al juicio
ordinario en la forma que indicaba el señor Conde de la Cañada, esto es,
contestando el demandado á las posiciones que propusiere el actor, pidién
dole dicha confesion, por prohibir la Ley de Enjuiciamiento en su art. 22o
que se prepare el juicio ordinario pidiendo posiciones, sino es sobre los par
ticulares que marca el art. 222, y que expondremos al tratar de este juicio,
mas no sobre el fondo del negocio en litigio , lo que tiene por objeto evitar
que se tiendan lazos ál demandado, sorprendiéndole con preguntas sobre
las complicadas cuestiones que se ventilan en juicio ordinario, antes de ha
berse enterado de la demanda del actor y de haber meditado sobre la exten
sion de las obligaciones que contrajo con él. Esta disposicion se consignaba
tambien en nuestras leyes de Partida (ley 1, tít. 12, Part. 3) y recopiladas;
pero estas leyes habian sido desatendidas por la práctica forense. La nueva
Ley de Enjuiciamiento solo permite pedir confesion judicial al deudor para
preparar la accion ejecutiva, art. 942, y en este caso, confesada por este
la deuda, puede el actor pedir sin mas actuaciones, que se despache la eje
cucion , y el juez debe proveer á ello sin prestar audiencia al demando.
Mas respecto del juicio ordinario solo puede verificarse la -confesion de la
deuda antes de contestarse á la demanda, cuando el demandado, antes de
dársele traslado de esta, ó despues de dado, pero sin evacuarlo, se presen
ta al juez haciendo dicho reconocimiento y manifestando estar dispuesto á
satisfacerla, aunque sin entregarle la cantidad en que consiste, como en
la contestacion afirmativa y tácita. En este caso , siendo necesario para
que la confesion tenga fuerza ejecutiva, y tambien para que produzca
prueba plena que se preste bajo juramento, segun expresan los arts. 292 y
siguientes de la ley, el juez deberá mandar al demandado que se ratifique
en ello bajo el mismo; y efectuándolo así, expedirá el mandamiento de
pago, pues como en este caso no se deposita en su poder la cantidad como
en el de la contestacion afirmativa tácita, es necesario proveer el modo de
verificarlo.
677. Algunos intérpretes opinan que el juez debe en este caso dar tras
lado de la demanda al demandado, haciéndole entrar en el juicio ordinario,
utilizando la confesion como prueba de la demanda , lo mismo que podría
TOMO II. 15
114 LIBRO SEGUNDO.
utilizar un documento auténtico, si el actor prefiere seguir este juicio; mas
en nuestro concepto, desde que se verifica esta confesion antes de haberse
producido por la contestacion del pleito el cuasi contrato entre los litigantes
de someter aquel negocio al fallo definitivo judicial, no puede el juez obli
gar al demandado á entrar en el juicio ordinario, porque la confesion termi
na la cuestion litigiosa, y no hay términos hábiles para mas actuaciones
judiciales que las necesarias para que produzca efecto dicha confension,
esto es, para el cumplimiento de la obligacion á que se refiere: la confesion
ha disipado las dudas que ocurrían sobre los derechos del actor, y en su
consecuencia no existe el objeto del litigio, y nadie puede obligar á otro á
entrar en un pleito que no tiene fundamento, por allanarse el demandado á
cumplir aquello en que consistía, mucho mas cuando las leyes de procedi
mientos favorecen eu general al demandado, por merecer el que se halla en
po csion ó en el goce de bienes ó derechos, mayores consideraciones que el
que no disfruta de esta ventaja, segun expusimos en el núm. 246, del li
bro 1.° de esta obra. No hay términos de comparacion entre la confesion y
un instrumento auténtico, porque ademas de que este puede ser redargüido
de falso, cabe oponerse contra él la paga, prescripcion y demás excepcio
nes que lo inutilizan, al paso que contra la confesion propia no puede ale
gar el confesante para destruirla mas que la de haberla dado por error ó
violencia, segun expondremos mas adelante; y en cuanto á su fuerza ya
hemos visto que segun la ley 2, tít. 13, Part. 3, se puede librar la con
tienda por ella. La esencia y eficacia de la confesion judicial es la de limi
tacion de los puntos controvertidos y de los qne no lo son; y como el juez
tiene por único cargo sentenciar sobre los objetos litigiosos , la confesion
judicial determina y circunscribe esta mision. Así, pues, á diferencia de
otra cualquier prueba , que sería para el juez un motivo para sentenciar de
tal ó cual modo, la confesion designa los puntos sobre que debe abste
nerse de sentenciar, porque no son ya objeto del litigio. En su consecuencia,
cuando la confesion es llena y absoluta , como en el caso de que tratamos,
no puede darse sentencia formal , porque no hay objeto sobre que recaiga.
Así, pues, en el caso expuesto no cabe otro procedimiento que el dar el juez
mandamiento de pago, segun disponia la ley 7, tít. 3, Part. 3; pues aun
cuando no se contiene esta disposicion en la Ley de Enjuiciamiento, exis
tiendo el caso que la reclama, debe estarse á la legislacion antigua, segun
dijimos en el núm. 274 de la Introduccion de esta obra, puesto que aquella
disposicion está acorde con el espíritu de la nueva Ley. No es contrario á
ella, como quieren algunos, lo dispuesto en el art. 227 sobre que el juez dé
traslado de la demanda á la persona contra quien se proponga, porque esta
disposicion no hace mas que determinar el procedimiento que debe seguirse
en el caco comun y ordinario de interponerse la demanda , mas no se hace
cargo del en que confiese el demandado la deuda, antes de evacuar el tras
lado ó antes de verificarse este.
678. En cuanto al modo cómo deberá llevarse á efecto el mandamiento
de pago, cuando el demandado no lo obedeciese , la antigua práctica habia
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 115
adoptado la vía de apremio, lo que se fundaba en que habiéndose conveni
do en pagar el demandado espontáneamente, y dádose el mandamiento en
virtud de lo convenido por ambas partes, no hay la razon que en los de
más casos para admitir al demandado excepciones y seguirse los demás trá
mites del juicio ejecutivo. En el dia puede sostenerse que deberá procederse
en la forma prevenida para la ejecucion de las sentencias en el tít. 18 de la
primera parte de la ley de Enjuiciamiento, puesto que asi se dispone por el
art. 218 de la misma respecto de lo convenido en el juicio de conciliacion,
y que hay grande analogía entre este caso y el de que tratamos, porque
aquí ha precedido demanda como en la conciliacion, se ha convenido el de
mandado voluntariamente en cumplir toda su obligacion y no una parte de
ella como en aquel acto, y se ha verificado el convenio ante un juez de
mayor autoridad que el de paz. De esta suerte se facilita tambien el modo
de proceder cuando la demanda versase sobre cantidad ilíquida o sobre
otras obligaciones que dan desde luego entrada al procedimiento ejecutivo,
puesto que podrán aplicarse las disposiciones de los artículos 895 y siguien
tes, que se contienen en el tít. 18 mencionado. Ni hay temor de que admi
tida esta aplicacion, pueda extenderse ol caso en que se verifique la confe
sion judicial cuando la pidiese el actor para preparar la vía ejecutiva, porque
entonces se verifica ya por premia y no por un acto espontáneo y volunta
rio del deudor, y no puede decirse que hay convenio.
679. La doctrina que acabamos de exponer y la ley 7 de la Partida ci
tada se apoyan en el derecho romano. Segun esta sabia legislacion, cuando
el demandado reconocia en presencia del pretor las pretensiones del deman
dante, equivalía este reconocimiento á una condena, porque se consideraba
obligado al demandado por su confesion, y como naciendo la obligacion in
mediatamente sin necesidad de sentencia, y en su virtud supliendo á esta. Y
por esto hallamos establecido en diversidad de leyes: Confessus projudica-
to est ó habetur. Leyes 1, 3 y 6, § de confessis, Dig. 56 de re judicata,
única Cod. de confessis; 4 cód. de rejud her. Asi pues, la simple confesion
sin sentencia hacia procedente la ejecucion inmediata contra el demandado
por el embargo y venta de sus bienes: 1. 9, cód. de execut. Esta doctrina
en un principio solo se aplicaba al caso en que el demandante reclámase
una suma determinada, y la reconociera ó confesara el demandado, lo que
se fundaba en que, segun el antiguo procedimiento, no podia darse senten
cia sino sobre cantidad determinada (Gaio 4, § 48) y solo entonces tenia
lugar la ejecucion directa por el embargo y venta de bienes del condenado.
El origen primitivo de esta doctrina se halla en las leyes de las Doce Ta
blas. «Mrls confessi rebusque jure judicatis XXX dies sunti stinto, etc.
decian estas leyes, por lo que se ve que colocaban en la misma lineala con.
fesion judicial y la sentencia, pues ambas producian el efecto de la esclavi
tud por deuda, es decir, de la ejecucion sobre la persona, á la que sucedió
la ejecucion por la venta de bienes. Cuando la confesion versaba sobre una
cosa determinada que no era dinero contante, ó sobre cosa indeterminada,
debía el demandado circunscribir su confesion eo cuanto le fuese posible, a
116 LIBRO SEGUNDO.
una suma determinada: ley 6, § 1, Dig. de confessis. Si esto no era posi
ble, se nombraba un juez, un judex, se procedia á la litis contestacion, y
pronunciaba sentencia, en la que debia circunscribirse al contenido de la
confesion, reduciéndose su oficio á transformar el objeto de la confesion en
una suma de dinero determinada: Judex non rei judicandee sed eestimandcc
datur: ley 2o, § 2, 26 ad leg. Aquil. 40, § 1, de pactis.
Posteriormente el edicto del pretor extendió las prescripciones de las le
yes mencionadas á casos especiales, y un decreto del Senado que dictó
Marco Aurelio, decidió formalmente que en toda clase de acciones tuviera
la confesion hecha ante el pretor contra el demandado la misma fuerza obli
gatoria que la sentencia: ley 6, § 2 de confessis, 56 de re judie.
Mas para que la confesion produjera dichos efectos, era necesario que
se verificase ante el pretor (in jure) y no ante el juez (in juditió), esto es,
que se efectuara antes de la litis contestacion, pues como ya hemos dicho,
esto se verificaba desde que los litigantes se aplazaban en presencia del
pretor que daba la fórmula de la accion para comparecer ante él magis
trado, ante el judex, que era el que entendia del pleito y pronunciaba sen
tencia.
Mas adelante, abolido el ordo judiciorum , la confesion en juicio ó ante
el juez tenia el mismo valor que la antigua confesion injure, pero no su
plía la sentencia, sino que el juez debia conformar á ella su fallo, como que
era la base del mismo.
680. La ley 7 de la Part. citada se tomó de la ley 21, íit, 1, libro 5,
Dig. dejud., que determinaba para el pago por efecto de la confesion los
mismos plazos que los establecidos para la ejecucion de las sentencias, en
estos términos: «Si manifiesto mi accion á mi acreedor, y confiesa que debe
y que está dispuesto á pagar, se dirá que ha de ser oido y que se le debe
dar término con la caucion correspondiente para que pague lo que debe,
porque no hay perjuicio grave en la dilacion de un corto tiempo. Este
tiempo se ha de entender el que se conceda ó los reos despues de la conde
nacion.» El señor Rodriguez de Fonseca, al explicar esta ley, sienta la
misma doctrina que llevamos expuesta, pues que dice: Al que confiesa la
deuda sobre que es reconvenido, no se le ha de obligar á que conteste á la
demanda, y se le han de señalar diez dias para que pague, ó mas tiempo
si al juez le pareciese, segun dice la ley 7, tít. 3, Part. 3 concordante, y la
ley 2, tít. 13, Part. 3.» Debe advertirse que la ley citada del Digesto está
tomada de un fragmento de Ulpiano, jurisconsulto que floreció en tiempo
de Alejandro Severo, esto es, anteriormente á la abolicion del ordo judicio
rum, y de que se confundieran en una persona las dos representaciones del
juez y del magistrado, y en su consecuencia cuando tenia toda su fuerza
y vigor la doctrina que contenia, y que fue adoptada por la ley 7, tít. o,
Part 5.
681. En el caso de que la confesion se verifique al contestar á la de
manda, debe tambien recibirse ar confesante la ratificacion bajo juramento
para revestirla de toda la fuerza que requiere la ley para que produzca
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 117
prueba plena. Efectuada que sea, aunque produce los mismos efectos que
en el caso anterior de relevar de toda prueba al contrario y determinar el
juicio, por no existir hecho duduso sobre que poder seguirse las actuacio
nes, no puede prescindir el juez de pronunciar su fallo, porque si bien la
cuestion principal que dió origen al pleito se halla terminada, como por la
litis contestacion se ha verificado entre los litigantes el cuasi contrato de
someter su litigio á la decision judicial, y operádose una novacion bajo este
coacepto en el pleito, tiene el juez que pronunciar un fallo definitivo para
desatar los efectos de esta novacion y de este cuasi contrato. Y hé aquí la
razon por qué no debe dictar desde luego el mandamiento de pago como en
el caso anterior, y por qué debe sujetar su fallo á lo contenido en la confe
sion. Asi opinaban nuestros antiguos jurisconsultos Alberic., Aug. y Pablo
de Castro en la leí 21 del derecho romano arriba citada, aunque Gregorio
Lopez lleva la opinion contraria, por creer que hay indentidad de razon en
tre este caso y el anterior. V. la glosa 2.a de la ley 1, tít. 3, Part. o. Mas
ya hemos hecho notar la diferencia entre ambos casos. El derecho romano
apoya tambien nuestra interpretacion, pues como ya hemos dicho, cuando
la confesion no se hacia ante el magistrado ó pretor, esto es, antes de la
litis contestacion , no producia los efectos de ejecutarse los bienes del de
mandado, sino que el juez pronunciaba sentencia con arreglo á ella.
682. La práctica antigua en este caso era la de dar traslado al aclor-de
la contestacion del demandado, confesando la deuda, para que en lugar de
replicar á ella, pidiera la ratificacion de aquel, bajo juramento, y que en su
virtud se fallara el pleito ; solicitada esta , y practicada por mandato de
juez, pronunciaba este fallo condenatorio al tenor de la demanda y de la
confesion, el cual se llevaba á efecto por la vía de apremio. Véanse las Ins
tituciones prácticas del señor Rodriguez, parte 2, tít. 8, seccion 5, núme
ro 671. ¥ tal es la práctica que deberá seguirse en el dia, con la sola alte
racion de haber de fundarse el fallo y de llevarse á efecto por los trámites
que marca la nueva ley en sus números 891 y siguientes sobre ejecucion de
las sentencias.
683. En general opinan los autores, entre ellos el señor conde de la
Cañada, que de la sentencia que diere el juez por efecto de la confesion,
no hay apelacion, porque suponiéndola dictada de conformidad con lo con
venido por ambas partes, no hay agravios que reparar, que es en lo que
se funda el recurso de la apelacion; mas no parece improcedente que se
otorgue la apelacion de dicha sentencia, no solamente porque son apelables
todas las sentencias definitivas y aun la de remate del juicio ejecutivo, sino
porque el juez puede causar agravios excediéndose en la providencia, si no
la dicta sujetándose á lo demandado y confesado por los litigantes. En el
caso de que la confesion se hubiese efectuado por error , violencia ú otro
vicio semejante, es doctrina comun que na lugar á la apelacion, y se revo
cará el fallo dado por consecuencia de la confesion, si se probase que fue
viciosa: Gregorio Lopez en la ley 16, tít. 23, Part. 3; Ceballor-, Com. q. 669;
coude de la Cañada, Escriche, etc.
118 LIBRO SEGUNDO.
684. Cuando la confesion verifica despues de contestada la demanda
en virtud de posiciones, segun expresa el art. 223 de la ley, que expondre
mos al tratar de la confesion y del juicio ordinario, se procederá tambien á
dar sentencia, segun diremos en el mismo lugar y por las razones expues
tas al tratar del caso anterior. Mas en este, como la confesion se verifica ya
bajo juramento ante la presencia judicial, no hay necesidad de ratificacion.
685. En cuanto á la forma en que debe el demandado contestar á la de
manda, previene el art. 255 en su primer párrafo que el demandado for
mulará la contestación en los términos prevenidos para que el actor formule
la demanda. Asi pues, segun esta disposicion aplicable especialmente al
caso en que en la contestacion haya negativa, bien sea absoluta ó total, bien
relativa ó parcial; v. gr. , proponiendo excepciones, en cuyo caso se llama
la contestacion mixta de afirmativa y negativa , deberá el demandado pre
sentar un escrito firmado por letrado hábil para funcionar en el territorio
del juzgado que conozca de los autos, en los casos en que debe ser dirigido
por letrado, segun el art. 19 ya expuesto, y extendido en el papel sellado
correspondiente segun el art. 7.° que expondremos mas adelante. En este
escrito deberá el demandado: 1.°, expresar su nombre; 2.°, exponer sucin
tamente y numerados los hechos y los fundamentos de derecho de su nega
tiva; 3.°, fijar con precision su solicitud , esto es, manifestando esplícita y
claramente hasta qué punto está ó no conforme con¡ la pretension del actor;
4.°, determinar las excepciones que presentase favorables á su defensa, y si
son dilatorias ó perentorias, no ya para que se entienda de ellas en artícu
lo prévio en el primer caso, y con el negocio principal en el segundo, pues
en el mero hecho de proponerse con la contestacion á la demanda, tienen
que discutirse al propio tiempo y en la misma forma que el negocio princi
pal, y resolverse con este en la sentencia, segun dispone el art. 254, sino
para que lo tenga presente el juez al dar la sentencia, por si hicieran pro
cedente la absolucion de la instancia; 5.°, expresar el nombre de la persona
á quien se dirige la contestacion.
686. La razon general que tiene la ley para exigir estos requisitos en
la contestacion, es la misma que para requerirlos en la demanda: á saber
que se proponga la defensa asi como la demanda, con arreglo á las pres
cripciones legales sobre procedimientos , y de modo que pueda producir to
dos sus efectos. En cuanto á las razones especiales y demás particularidades
de estos requisitos, pueden verse en los núms 438 al 467 de este libro. Como
consecuencia de contenerse en la contestacion estos requisitos, y para llenarlos
mas cumplidamente, se usarán en la misma las cláusulas sobre súplica, costas
y demás expuestas con aplicacion á la demanda en los números 468 al 471 y
en el 488; mas no la de juro lo necesario, por las razones expuestas en el
número 472 y siguientes.
687. Ademas de estos requisitos previene el párrafo 2.° del citado ar
tículo 253 , que lo determinado en los artículos 223 y 225 respecto del actor
sobre examen de testigos y presentacion de documentos, se entiende tam ■
lien en cuanto al demandado. El art. 223 sobre examen de testigos se
DE LOS TRÁMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 119
refiere al modo de proponerse el juicio ordinario, por lo que lo expondre
mos al tratar de este juicio. La disposicion del art. 225 versa sobre la pre
sentacion de documentos en que el actor funda su derecho, de suerte que
aplicándolo al caso de la contestacion, deberá el demandado acompañar
con ella los documentos en que funde su negativa ó sus excepciones, desig
nando, si no los tuviera á su disposicion, el archivo ó lugar en que se en
cuentren los originales, en la forma y por las razones expuestas en el nú
mero 493. 1.° Tambien debe acompañar el poder bastanteado que acredite
la personalidad del procurador, siempre que este intervenga y los documen
tos que acrediten el carácter con que el demandando se presente en juicio,
segun dijimos en el núm. 493. 3.° y 4.°, mas no tiene obligacion de presen
tar el demandado copia de la contestacion en papel simple, suscrita por el
procurador, como se previene respecto de la demandn, y expusimos en el
número citado 2.°; porque dándose trasladado al actor de la contestacion,
y entregándosele los autos originales, no tiene objeto alguno la presentacion
de dicha copia.
Cuando el demandado fuese una provincia, ayuntamiento ó estableci
miento de beneficencia, ó consagrado á un servicio público, debe presentar
con la contestacion la autorizacion del gobierno para litigar, segun dijimos
en el número 8.° citado. En cuanto á las consecuencias que ocasiona el no
comprenderse en la contestacion los requisitos enunciados, ó el no acompa
ñarse con ella los documentos referidos, son las mismas que las que produ
ce dicha falta respecto de la demanda , por lo que deberá tenerse preseute
lo expuesto en los núms. 495 al 504 y en el 507, 509 y siguientes de este
libro.
688; Expuestos los requisitos de fondo y de forma que deben observar
se en la contestacion á la demanda, pasemos á indicar los principales efec
tos de esta.
De los efectos de la contestacion á la demanda^
689 Los efectos de la contestacion á la demanda son los siguientes:
1.° Que una vez hecha, no puede arrepentirse el demandante de cuanto
en ella hubiese expuesto, aunque sí podrá confesar la certeza de la deuda.
2.° Que se obliga á proseguir el pleito hasta el fallo definitivo.
3.° Que tanto el demandante como el demandado quedan ligados de tal
modo, que ni el primero puede mudar la accion ]sin consentimiento del de*
mandado, ni este las excepciones sin el del demandante; porque la contes
tacion produce un cuasi-contrato mutuo entre los litigantes; no obstante
en los escritos de réplica y dúplica, en los juicios ordinarios, pueden fijar
los litigantes definitivamente los puntos de hecho y de derecho, objeto del
debate, y modificar ó adicionar los que hayan consignado en la demanda y
contestacion, segun determina el art. 156 de la ley de Enjuiciamiento. V.
la ley 2, tít. 10, Part. 3.
4.° Que no puede alegarse la excepcion de incompetencia de fuero, por
que en el hecho de contestar, se entiende prorogada la jurisdiccion y el de
120 MBRO SEGUNDO.
mandado sometido voluntariamente al juez incompetente: ley 8, tít. 40,
Part. 3 y art. 4 de la de Enjuiciamiento.
5.° Que no pueden proponerse excepciones dilatorias de ninguna espe
cie, porque se presumen renunciadas, ni tampoco reconvencion: ley 9, tí
tulo 3, Part. 3 y arts. 239 y 254 de la de Enjuiciamiento.
6.° Que interrumpe la prescripcion, aunque el juez sea un árbitro:
ley 18, tít. 10, Part. 3.
7.° Que constituye en mora y perceptor de mata fe al poseedor en cuan •
to á los frutos de la cosa litigiosa; y de aquí nace que en la sentencia defi
nitiva se hace condenacion en frutos ó al pago de la cantidad con los inte
reses vencidos desde la contestacion: ley 29, tít. 28, Part. 3.
8.° Que se perpetúa la accion personal por cuarenta años.
9.° Que cuando se contesta por medio de procurador, este queda res
ponsable á las resultas del juicio, y hastaque la sentencia se declare pasada
en autoridad de cosa juzgada, con él se han de entender todas las diligen
cias y actuaciones, y no con el poderdante; pero cuando haya de ejecutarse
la sentencia, se entenderán con este, á menos que á ello se extienda el po
der ó se le confiera otro nuevo. V. el art. 16 de la ley de Enjuiciamiento, y
los núms. 74 y 76 del libro 2.° de esta obra.
10. Antes, una vez contestada la demanda, aunque falleciese uno de los
litigantes, podia el procurador que la contestó continuarla hasta su deci
sion, no obstante que los herederos no le ratificasen el poder, con tal de
que no eligieran nuevo procurador ó no lo revocasen expresa ó tácitamen
te, mas en el dia no tiene lugar este efecto por cesar la representacion del
procurador por muerte del poderdante, segun el art. 12, núm. 7 de la nue
va ley de Enjuiciamiento que expusimos en la pág. 391 del tomo l.°de esta
obra, núm. 7."
11. Tampoco puede el demandado, una vez contestada la demanda, pre
sentar los documentos en que funde su derecho, á no que fueren de fecha
posterior, ó que si fueren anteriores , jure que no tenia conocimiento de
ellos, así como tiene esta prohibicion el actor, interpuesta la demanda: ar
tículo 233 y 225 de la ley de Enjuiciamiento. Otros varios efectos produce
la contestacion que explica la ley 8, tít. 10, Part. 3, Paz, Carleval y otros
autores, y que se deducen del art. 292 de la nueva ley de Enjuiciamiento.
De la reconvencion.
Efectos de la reconvencion.
SECCION V.
DE LAS PRUEBAS
§ I
Nociones generales sobre las pruebas, sus clases y objeto, y sobre
los diversos sistemas probatorios.
"t 59. La prueba instrumental es una de las mas eficaces y de las que
producen mas beneficiosos resultados despues de la confesion, no sola
mente por la exactitud con que consigna los actos á que se refiere en todos
sus pormenores y circunstancias, evitando que se borren de la memoria ó
que se desvirtuen por el tiempo ó las distancias, sino porque hallándose
prescritas de antemano por la ley las solemnidades necesarias para su cons
titucion y autoridad , saben los otorgantes las que deben llenar para asegu
rar su fuerza y eficacia, y para llevar la conviccion al ánimo de los jueces.
Por esto Bentham ha llamado á esta prueba preconstituida, así como llama
casuales á las demás, porque hasta el momento en que se practican, se ig
noran sus resultados y eficacia. Puede verse acerca de la importancia y orí-
gen de la prueba instrumental, lo que hemos expuesto en el núm. 17 de la
Introduccion de esta obra.
760. Se entiende en general por documento, palabra que trae su etimo
logía de la frase docere menlem, deeferar ó demostrar la intencion, todo
escrito en que se halla consignado algun acto.
761. Siguiendo el espíritu y aun la letra de las leyes de Partida, y en
especial de la 1.a, tít. 18, Part. 3, dividian los autores los documentos so
lemnes en auténticos y públicos. Por auténticos, palabra griega que signi
fica autorizados, fehacientes, entendian los enunciados en las leyes 1 .a y 11 4
tít. 18, Part. 3, esto es, los corroborados con sello del rey, príncipe, arzo -
bispo, obispo, cabildo, concejo, duque, conde y demás personas constitui
das en dignidad con sello ó como dice la ley 1.a de Partida citada por per
DS LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 145
sona auténtica: leyes 1.a y 114, til. 18, Part. o. Además, Gregorio Lopez
en la glosa 2.a á la ley 1.a, enumeraba, entre otros autores, los mismos y
otros varios que mencionaremos mas adelante. Por públicos , entendian los
documentos ó escrituras otorgadas con las solemnidades legales ante escri
bano público y en que se consigna un convenio ó un testamento ú otra dis
posicion análoga; á estos documentos llama la ley 1.a de Partida citada,
instrumentos, palabra que viene del verbo instruere, enseñar, instruir, ó
del verbo struere, colocar con órden.
762. Distínguense el instrumento público y el auténtico por los autores»
entre ellos Febrero, Gregorio Lopez y Paz Jordan , en que el primero para
que haga fe, es necesario que se halle otorgado ante escribano y con las
solemnidades de testigos y demás que prescribe el derecho, y en que versa
sobre hechos agenos, y el segundo se autoriza por el mismo que lo hizo y
coatiene hecho suyo privativo y no ageno, y aunque no se otorga ante es
cribano ni testigos, ni con solemnidad alguna, hace prueba por sí sin tener
que sujetarse á otro, si bien solo la hace en contra del que lo otorga y no á
su favor, segun dice la ley 114 citada respecto de los documentos dados y
sellados por rey, prelado, conde, concejo ó rico home.
763. Mas como á pesar de lo espuesto se da expresamente el nombre de
auténticas por derecho canónico á las escrituras públicas, especialmente si
son matrices ú originales, y lo mismo se deduce del espíritu de algunas le
yes de derecho romano: V. los cap. 1 y 2, tít. 22, lib. 2 de las Decretales,
y las leyes 2, Dig. de fid. instrum. y ult. Dig. quemad, test. aper. en lo
que coavienen tambien los autores citados; como los documentos auténticos
se expiden por personas con autoridad oficial , y como segun todos los in
térpretes convienen, ambas clases de documentos en la estabilidad que tie
nen y en el crédito ó fe que merecen y se les debe dar , la nueva ley de
Enjuiciamiento ha comprendido en la denominacion de documentos públicos
y solemnes los expedidos por autoridades públicas que clasificaban los in
térpretes entre los auténticos, á la manera que el Código penal al clasificar
en su cap. 4, tít. 4, lib. 2, sobre falsificaciones, los documentos en públicos
y oficiales, comprendió en estos últimos á los auténticos.
764. Asi pues, segun el art. 280 de la ley de Enjuiciamiento, bajo la
denominacion de documentos públicos y solemnes, se comprenden:
1 .° Las escrituras públicas otorgadas con arreglo á derecho.
2.° Los documentos expedidos por los funcionarios que ejerzan un cargo
por autoridad pública, en lo que se refiera al ejercido de sus funciones.
3.° Los documentos, libros.de actas, estatutos, registros y catastros que
se hallen en los archivos públicos ó dependientes del Estado , de las provin
cias ó pueblos, y las copias sacadas y autorizadas por los secretarios y ar
chiveros por mandato de la autoridad competente.
4.° Las partidas de bautismo , de matrimonio y defunciones dadas con
arreglo á los libros por los párrocos, ó por los que tengan á su cargo el re
gistro civil.
b.° Las actuaciones judiciales de toda especie.
TOMO II. 19
146 LIBRO SEGUNDO.
765. Los documentos enumerados en los cuatro últimos párrafos de este
artículo, son los mismos que los autores calificaban de documentos autén
ticos.
Los expresados en el número primero ó las escrituras públicas, eran los
comprendidos por las leyes y los autores , entre los documentos públicos.
Estas escrituras no solo deben autorizarse por escribano público, que como
dice la ley 9, tít. 19, Part. o , son los testigos públicos en los pleitos ó en
las posturas que los homes facen entre sí, funcionarios nombrados para lle
var y conservar estas especies de actas generales de todo aquello que á los
particulares conviene hacer constar por escrito para siempre, sino que de
ben otorgarse con arreglo á derecho, como dice el art. 280 de la nueva ley,
esto es, con ciertas solemnidades que requieren nuestras leyes.
766. Las circunstancias que deben concurrir en las escrituras públicas
para que se entiendan otorgadas con arreglo á derecho, son las siguientes:
1.a Capacidad en los otorgantes.
2.a Que estos presten su consentimiento con voluntad libre.
3.a Que el objeto sobre que versa el contrato sea lícito y honesto.
4.a Aptitud y carácter legal en el escribano.
5.a Conocimiento de los otorgantes por parte del escribano ó testigos.
6.a Expresion de la fecha y sitio en que se otorga y nombre de los otor
gantes y testigos.
7. a Claridad, limpieza, órden y exactitud en la redaccion de lo que se
extienda, y compresion de las cláusulas arregladas á derecho.
8.a Intervencion de los testigos correspondientes.
9.a Ratificacion y firmas, y autorizacion de lo escrito.
10. Extension de lo mismo en el papel sellado correspondiente.
11. Que si es traslativo de dominio de bienes inmuebles ó versa sobre
imposicion ó redencion de censo ú otras cargas, se haga constar el registro
y pago del derecho de hipotecas, conforme á la ley de 23 de mayo de 184o,
y demás disposiciones posteriores sobre la materia.
Explanaremos algunas de estas circunstancias que asi lo requieren.
767. Habrá capacidad en los otorgantes cuando por su edad, por su sano
juicio y por su estado natural ó civil, puedan con arreglo á las leyes, cele
brar el acto á que el instrumento se refiere. Asi respecto de los contratos,
la tienen los que pueden obligarse, esto es, los mayores de 25 años, siendo
solteros y no hallándose en la patria potestad; ó los mayores de 18 años,
siendo casados y en la libre'disposicion de su caudal; y respecto de los actos
testamentarios, los mayores de 14 años siendo varones, y de 12 siendo hem
bras, con tal que no padezcan" enagenacion mental ni tengan ninguna de
las incapacidades que enumeran las leyes. Pueden verse las leyes 13, tít. 1,
Part. 6, 5, tít. Part. 5, 11, 12, 13, 14, 15, 16 y 17, tít. 1.° Nov. Recop.,
y el art. 41 del Código penal, y la seccion 5.a, tít. 38, lib. 2 de la Partida
civil del Febrero reformado por el señor Goyena.
768. A la libertad de voluntad se oponen lacoaccion hecha al cuerpo ó al
ánimo, esto es, la fuerza física y el miedo grave, y asimismo el dolo ó en
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 147
gano, ó error ó ignorancia inculpable; leyes 15, lít. 2, Part. 4; 56, tít. 5
5, tít. 10, y 7, tít. 33, Part. 7, y seccion 4 del tít. cit. del Febrero.
769. No seráhonesto el objeto del contrato cuando repugne álasbuenas
costumbres, ni lícito cuando esté prohibido por las leyes. V. leyes 5 y 9,
tít. 10; 28 y 29, tí. 11, Part. 5, y las secciones o y 9 del tít. citado del
Febrero.
770. Tiene aptitud para autorizar las escrituras públicas el escribano pú -
blico del pueblo en que se celebra el acto sobre que recae, hallándose legal
mente habilitado para el ejercicio de las facultades de su ministerio. No podrá
autorizarle en su consecuencia el escribano real ó que no fuere numerario
del pueblo, prohibicion que la ley sanciona con la pena de veinte mil mara,
vedises y privacion de oficio, declarando ademas la nulidad del instrumen
to. Pero los escribanos reales ó notarios de los reinos pueden autorizar
escrituras que no versen sobre contratos de los que devengaban antes alca
balas, si se otorgan en la córte y sitios de las antiguas chancillerías: ley 7,
tít. 23, lib. 10, Nov. Recop.; disposicion que se ha hecho extensiva al caso
en que no hubiere escribano numerario, y tambien aunque los hubiere á
las poblaciones en que hay audiencias. Mas los registros ó matrices de estos
instrumentos deben archivarse en el protocolo de alguna escribania nume
raria, y asi debe expresarlo el escribano real al fin de cada uno.
771. Sin embargo, los contratos, disposiciones y demás que se autoricen
por escribanos incompetentes, podrán probarse por otro medio, y el escrito
reputarse como instrumento privado, segun se infiere dela disposicion de la
ley citada. Se estima incompetente el escribano para autorizar los actos en
que pueda tener interés; pero bien puede autorizar los instrumentos en que
haya obligacion contra sí mismo ó contra sus parientes, y otorgar su testa
mento por sí y ante sí, y sustituir los poderes que se le confieran: ley 3,
tít. 19, Part. 3.a
Han de tener los escribanos conocimiento personal de las personas que
otorgan, y de ello deberán dar fe en la escritura. No conociéndolas, exigi
rán la presentacion de dos testigos que con juramento digan que los cono
cen y firmen en la escritura. Del conocimiento de estos testigos dará fe
tambien el escribano, y expresará sus nombres y domicilio: leyes 54, tít. 18,
Part. 3: 7, tít. 8, lib. 1 del Fuero Real; y 2, tít. 23, lib. 10 de la Nov.
Recop.
Contendrá el instrumento la expresion de la fecha y pueblo en que se
otorga, como asimismo el nombre, apellido y vecindad de los otorgantes y
testigos con todas sus letras, sin abreviaturas ni cifras, y las fechas y las
cantidades escritas por letras y no por guarismos, todo bajo pena de res
ponsabilidad al escribano por los perjuicios que de lo contrario se siguieren:
ley 3, tít. 9, lib. 2 del Fuero Real: varias de los títulos 18 y 19 de la
Part. 3 y del lib. 10 de la Nov. Recop.
Todo el contenido del instrumento ha de estar redactado con claridad, y
escrito para este fin con letras, palabras y cláusulas claras é inequívocas,
de modo que no quede duda en lo que se refiere, ni de la voluntad de quienes
148 LIBRO SEGUNDO.
lo otorgan: ley 111, tít. 18, Part. 3; y ley i, tít. 23, lib. 10 de la Nov.
Recop.
Debe ademas estar escrito con limpieza, sin blanco, raspadura, testa-
dura, entrerenglonado ni enmienda, especialmente en la parte mas esen
cial, como los nombres del otorgante, testigos y escribano, cantidad ú ob
jeto del escrito, plazo, pactos, condiciones, dia, mes, año de la fecha y
lugar del otorgamiento. Si algo se hubiere enmendado, borrado ó adiciona
do, se salvará al fin del instrumento y antes de las firmas para evitar todo
motivo de sospecha.
772. Para precaver la necesidad de hacer alteraciones en el registro
original, suele tener el escribano un cuaderno en papel comun, que se llama
minutario, en donde se extiende en borrador la escritura. En este minuta
rio firmaban antiguamente los otorgantes.
773. Para la exactitud y buen órden de los instrumentos, aunque los
otorgantes sean extranjeros ó de alguna provincia de la monarquía en que se
hable dialecto particular, ha de extenderse la escritura en el idioma espa
ñol. Esto se entiende de las escrituras otorgadas en España por los extran
jeros, pues lasque se otorguen fuera de España en un idioma extranjero,
se remitirán por el juez á la oficina de la interpretacion de lenguas para su
raduccion, sin que esta pueda hacerse en otra forma. Sin embargo, convi
niéndose los litigantes sobre su inteligencia, se estará y pasará por la que
le dieren, segun lo disponen los arts. 283 y 284 de la ley de Enjuiciemien-
to que expondremos mas adelante.
774. Es circunstancia especial éind; spensable la intervencion de testigos:
concurriendo al otorgamiento de los contratos dos ó tres idóneos, cuyos
nombres, apellidos y vecindad se refieren en la escritura: leyes 54, 111
y 114, tít. 18, Part. 3. Los testigos han de ser varones sin tacha legal y de
catorce años cumplidos, pues esta edad designa expresamente la ley 9, tí
tulo 16, Part. 3. Pero en los contratos no es indispensable que sean veci
nos del lugar. Para el número y calidad de los testigos que han de inter
venir en los testamentos, se observan las leyes referentes á esta clase de
disposiciones.
775. Extendido el instrumento y salvadas las enmiendas, ha de leerse á
las partes para su ratificacion y autorizacion con sus firmas, nombresy ape
llidos y la del escribano. Este debe ponerle y conservarle en el libro depro
tocolos y registros, y no dará copia signada del instrumento sin haber
firmado y signado el original, bajo la pena de perdimiento de oficio é inha
bilitacion perpétua, nulidad de la copia y obligacion de resarcir daños y
perjuicios.
Sin embargo, no es costumbre que el escribano signe cada una de las
escrituras del registro ó protocolo; porque debiendo segun la ley 6, tít. 23,
lib. 10, Nov. Recop., poner su signo al fin del registro en cada año, dando
fe que las escrituras é instrumentos que en él se contienen en tal número de
hojas, son las únicas otorgadas ante él en el año referido, se entienden con
este signo autorizados todos y cada uno de los instrumentos en el pro
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 149
locolo contenidos. Pero la firma es indispensable en todos, asi como lo es el
signo en las copias llamadas originales.
Si los otorgantes no supiesen firmar, lo hará por ellos cualquiera de los
testigos ú otro que sepa escribir, pues estas son las palabras terminantes de
la ley, y no hay motivo alguno fundado para exigir precisamente que sea
testigo quien firme por el otorgante. El escribaeo expresará al fin de la es
critura, que el testigo firmó por la parte que no sabia: ley 2, tit. 23, lib. 10
Nov. Recop. Esta misma doctrina tiene muy razonable aplicacion para el
caso en que el otorgante, aunque sepa firmar, se halle imposibilitado de
hacerlo.
La extension del instrumento en el registro ó protocolo será en papel
del sello cuarto, y la copia en el del sello correspondiente á cada especie de
instrumentos segun su calidad y cantidad , con arreglo al real decreto de 8
de agosto de 1851 , é instruccion de 1.° de octubre del mismo año.
776. Vistas las circunstancias esenciales que han de intervenir en ti
instrumento para que sea público y fehaciente , deben examinarse las par
tes distintas del mismo instrumento, ó mirado bajo otro aspecto, sus clases
diversas.
Son estas tres, á saber: protocolo ó registro, original y traslado. En la
actualidad el minutario se estima solo como un simple borrador.
777. Protocolo es la escritura matriz, el verdadero original del instru
mento, firmado por los otorgantes y extendido en la forma y con las circuns
tancias referidas. Se escribe en un libro encuadernado de papel del se! o
cuarto, que el escribano ha de formar cada año para este objeto , ó bien en
cuadernos ó pliegos del mismo papel, que se unan y encuadernen al fin de
cada año. Al terminar el registro de cada año debe el escribano poner la
nota antes referida, dando fe del número de escrituras que el registro con
tiene, y del número de sus hojas útiles con su firma y signo. En el mismo
período de tiempo deberán remitir dentro de los ocho primeros dias de ene
ro á la audiencia territorial del distrito, testimonio literal del índice de los
protocolos que hubieren otorgado en el año anterior, con fe negativa de no
quedar otros en su poder, segun previene la real orden de 21 de octubre
de 1836.
La escrituras deben extenderse en el protocolo por orden cronológico y
con numeracion correlativa, segun la real órden de 16 de octubre de 1852.
El registro debe custodiarse y conservarse por los escribanos , de modo
que si por culpa ó negligencia se perdieren ó extraviaren , ó no se forma
ren aquellos, quedan estos obligados al resarcimiento de daños y perjuicios
que puedan seguirse, y sujetos á penas proporcionadas á su culpabilidad
hasta la privacion de oficio: ley 2, tít. 8, lib. 1 del Fuero Real ; leyes 4
y 6, título 23, lib. 10 de la Nov. Recop., y arts. 15, 115, 226 al 228, y 453
y 417 del Código Penal.
Los instrumentos otorgados no pueden ser rotos ni inutilizad os ni extraí
dos del registro, aun cuando asi lo quieran los otorgantes, por haber revo
cado el contrato ó por cualquier otro efecto. En este caso loúnicoque corres
150 LIBRO SEGUNDO.
ponde es poner en el registro la oportuna nota que acredite la revocacioD,
rescision ó cancelacion.
778. Llámase original la copia literal y exacta de la escritura matriz ó
del registro ó protocolo, sacada por el mismo escribano que la hizo y auto
rizó. Para que se tenga pues por tal original, denominacion como antes di
jimos impropia é inexacta, pero constante ya y técnica, debe aparecer dada,
suscrita y signada por el mismo escribano del otorgamiento: la ley 54, títu
lo 18, Part. 3, designa la fórmula con que ha de suscribirse. Tal es la de:
presente fui á su otorgamiento.
En este original ó copia original , que ya tambien se denomina asi muy
comunmente y que ha de extenderse en el papel del sello que corresponda,
se hará la advertencia de que ha de tomarse razon en el oficio de hipotecas,
cuando la escritura fuere de la clase de aquellas que exigen esta circuns
tancia , aunque esta advertencia se pone hoy comunmente en el registro.
Debe fecharse en el dia en que se estienda esta copia original , y no en
el del otorgamiento, si fueren distintos, y se expresará haberse sacado,
por nota puesta en el protocolo: cédula de 12 de marzo de 1824 y real de
creto de 8 de agosto é instruccion de 1.° de octubre de 1851 , art. 22.
Deben ponerse tambien al márgen del instrumento las notas de las co
pias que se saquen de las cargas y gravámenes de censo, servidumbre, hi
poteca, etc., que sobre él se impusieren.
El escribano está obligado á entregar el original á los interesados dentro
de tres dias contados desde que se lo pidieren, cuando no pase de dos plie
gos, y dentro de ocho cuando tenga mayor extension. Si el instrumento fue
se de aquellos que deben darse á las dos partes, el escribano tiene obliga
cion de darlo á la una, aunque no lo pidiere la otra : leyes 3 y 5, tít. 23,
lib. 10 de la Nov. Recop.
779. En cuanto á dar mas de una copia original , deben observarse las
reglas siguientes:
Siendo el instrumento de tal naturaleza que, aunque se presente du
plicado , no pueda perjudicar á la otra parte, porque no dé accion para re
clamar su cumplimiento tantas cuantas veces se presente , como por ejem
plo, escritura de poder, venta, permuta, donacion, testamento, adopcion ú
otro semejante , se halla facultado por sí y aun obligado el escribano del
otorgamiento á dar cuantas copias le pidieren en cualquier tiempo los ver
daderos interesados. Estas copias se llamarán originales como la primera.
Muerto el escribano del otorgamiento, el sucesor en su oficio ni ningun
otro puede dar copia alguna de los instrumentos que ante aquel pasaron,
sin que proceda mandamiento judicial.
Si la escritura es de aquellas en cuya virtud se puede pedir la deuda
tantas cuantas veces se presente el original, como por ejemplo, de obligacion
de dar, pagar ó hacer alguna cosa , de imposicion de censo , de arrenda
miento ú otro que puede dañar á la parte contraria, nodebe dar por sí óde
propia autoridad el escribano ante quien se otorgaron ni otro alguno en nin
gun tiempo mas copias que la primera, aunque el interesado la pidiere con
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 151
cualquier pretexto, bajo la pena de perdimiento de oficio y resarcimiento de
daños: leyes 10, tít. 19, Part. 3; y 5, tít. 23, lib. 10 de la Nov. Recop.
Para obtener el interesado en este último caso otra copia de la escritu
ra, tiene que presentar ante el juez del lugar en que se otorgó un escrito
que contenga las circunstancias siguientes :
1.a Afirmacion con juramento de que la copia se extravió ó quemó sin
culpa ni malicia del interesado.
2.a Declaracion de ignorar su paradero.
3.a De que el crédito no esté reintegrado.
4.a Obligacion, tambien bajo juramento, de exhibir la copia para que
se rompa ó cancele, si pareciere en lo sucesivo.
El juez manda citar á la parte contraria, y si esta confiesa la deuda ú
obligacion, ó nada alega en contrario dentro de tercero dia, accede á la
solicitud, y expide mandamiento compulsorio para que el escribano saque la
nueva copia original. Esta deberá extenderse precisamente á continuacion
del mandamiento, y todo se extenderá por nota en el protocolo para que
conste en lo sucesivo: leyes 10 y 11, tít. 19, Part. 3; y 5, tít. 23, lib. 10 de
la Nov. Recop.
Si el acroedor pidiere la renovacion de una escritura de deuda deterio
rada, no hallándose destruida en lugar sustancial y citada la parte contra
ria no la contradijere, ó no probare el pago ó cancelacion de la deuda, el
juez debe mandar al escribano que la renueve conforme al registro.
Si la escritura fuese de donacion, compra ú otra de aquellas cuya dupli
cidad no puede causar perjuicio, no estando rola ó destruida en lugar sus
tancial, puede renovarla el escribano sin mandato del juez.
Pero hallándose el instrumento destruido en los lugares esenciales , no
podrá ser renovado, ni tendrá valor en juicio á no probar el interesado que
la cancelacion ó rotura tuvo efecto por violencia de otro ó por casualidad,
lo que expresará el escribano en la suscripcion : ley 12, tít. 19, Part. 3.
780. Guando el escribano ha fallecido y ha desaparecido de su protocolo
la escritura matriz, pero el interesado conserva la copia original, puede esta
protocolizarse y servir de matriz ó registro en lo sucesivo , comprobados
préviamente su signo y firma, recibida informacion del otorgamiento, de la
legalidad, buen concepto y descuido involuntario del escribano, con la apro
bacion y mandato judicial.
Tomada razon en la contaduría de hipotecas de la escritura original, el
registro ó protocolo de aquel oficio reemplazará al instrumento , si se hu
biere perdido ó extraviado: ley 2, tít. 16, lib. 10, de la Nov. Recop.
781. Por traslado, trasunto ó ejemplar, se entiende la copia que por
exhibicion se saca no de la matriz, sino de la original ó de la que tiene ca
rácter de tal, aunque no sea la primera copia de la matriz. Llámase tam
bien testimonio por concuerda, por la cláusula que el escribano inserta á su
Gn; concuerda con el original. Puede extenderse en relacion ó literalmente,
y autorizarse por el escribano ante quien se otorgó el instrumento ó por
cualquier otro.
152 LIBRO SEGUNDO.
782. Cuando el frumento se autorizó por escribano de otro territorio
distinto de aquel en que se produce, como no es conocido el signo ó firma
ó persona de aquel funcionario, debe ir legalizado por dos ó tres escribanos
que certifiquen de la firma, signo y legitimidad del que lo autorizó; pero si
el instrumento es tan antiguo que pase de cien años, no necesita para su
validez de esta legalizacion : ley lio, tít. 18, Part. 3.
783. Enumerados los documentos que se comprenden en el primer pár
rafo del art. 280 bajo la denominacion de escrituras públicas, haremos al
gunas indicaciones sobre los comprendidos en los demás números de dicho
artículo. /
784. Se consideran como documentos expedidos por los funcionarios qus,
ejercen autoridad pública, toda clase de títulos ó credenciales que acrediten
dignidad, cargo ó profesion, ya sean expedidos por el monarca ó por auto
ridades públicas ó universidades, facultadas para expedirlos en nombre del
soberano ó por sí mismas: de suerte, que lo mismo será documento públi
co, el despacho que acredite á una persona constituida en un elevado cargo
ó dignidad pública, que el título de agrimensor que se expide por los go
bernadores de provincia segun la real órden de 15 de julio de 1847, ó que
el título de doctor expedido por una universidad, etc. Pertenecen tambien á
esta clase de documentos públicos, los privilegios ó comisiones de los sobe
ranos en favor de alguna persona, comunidad ó pueblo, pues por su medio
pueden probarse en juicio las concesiones ó gracias hechas, su observancia
ú otros fines segun la legislacion vigente lo permita; Febrero reformado, y
leyes 1, 2 y 3, tít. 18, Part. 3.
Asimismo se consideran documentos públicos de la clase á que se refie
re el párrafo 2.° del art. 280, los relativos al ejercicio de los derechos civi
les, como los certificados de matrícula para ejercer el comercio ó alguna in
dustria, los referentes á la policia y seguridad pública, como los pasapor
tes, certificaciones de empadronamiento, licencias para el uso de armas y
otros semejantes. Deben referirse estos documentos al ejercicio de las fun
ciones de la autoridad que los expide, porque solo bajo el concepto de au
toridad puede revestirlos de carácter público y solemne.
En cuanto á si deben comprenderse en esta clase de documentos las cer
tificaciones que expidan las personas que desempeñan profesiones, que aun
que se deben al público, no comprenden la administracion de la cosa pú
blica, tales como los abogados y médicos, opinamos por la afirmativa, ya
porque el artículo citado se refiere á los funcionarios que ejerzan un cargo
por autoridad pública, esto es, para el cual se les haya facultado por dieba
autoridad, y no con autoridad pública; ya porque aun cuando se refiriera á
estos funcionarios, la superior ilustracion que revelan los importantes y es
peciales conocimientos necesarios para esta clase de profesiones, y el ejer
cerse con t'tulos expedidos por autoridad pública, ha sido causa de que se
los considerasen á veces expresamente por la ley como cargos públicos. Asi
lo vemos consignado en el tít. 8 del Código Penal, que tratando de los deli
tos de los empleados públicos en el ejercicio de sus cargos, hace mencion de
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 153
los abogados y procuradores; v. los art. 273 y 274, y declara asimismo en
elart. 33l, que para los efectos de dicho título, se reputará empleado pú
blico todo el que desempeña un cargo público, aunque no sea de real nom
bramiento, ni reciba sueldo del erario: asi pues, la certificacion de un facul
tativo que acredite haberse hallado enfermo un operario durante el tiempo
ea que se obligó á ejecutar ciertos artefactos, se considerará como documen
to público fehaciente para relevar á este de dicha obligacion.
783. Los documentos á que se refiere el párrafo 3.° del art. 280, com
prende toda clase de documentos públicos, ya versen ó no sobre materias
propias de la corporacion á que pertenece el archivo en que existen ; toda
clase de actas de sesiones de ayuntamientos, consejos ó diputaciones pro
vinciales, estatutos de corporaciones y sociedades y catastros de bienes, y
á las copias de los mismos. Estos documentos ó copias deben darse ó sacarse
y autorizarse por los secretarios y archiveros; porque estas son las personas
encargadas de su custodia por la ley ó por la autoridad, y las que las mismas
han juzgado adornadas de los conocimientos y circunstancias necesarias para
expedirlas copias con la exactitud debidas, teniendo bajo este concepto
análoga autoridad que los escribanos públicos respecto de los protocolos, Sin
embargo, no pueden librar los archiveros y secretarios dichas copias por sí
mismos, sino que ha de preceder mandato de la autoridad gompetente. Esta
autoridad es su superior inmediato, al cual deben dirigirse por regla gene
ral, cuando necesiten la extraccion de alguno de los documentos menciona
dos ó de sus copias, tanto los particulares como los funcionarios judiciales.
Respecto de estos últimos, debe tenerse presente la real órden que á con
tinuacion insertamos.
Estando prevenido en algunos casos, y recibido por punto general, que
siempre que las autoridades y dependencias de un ramo tengan que dirigir
reclamaciones á los de otro, lo hayan de verificar por su ministerio respec
tivo, el cual les dará curso ó dirigirá el suplicatorio al de aquellos, sucedia
que esta prática, tan conforme á la buena disciplina en términos genera
les, no solo no podia llevarse á cabo sin inconvenientes, sino que irrogaba
con frecuencia perjuicios irreparables en aquellos asuntos cuya marcha ó
terminacion tienen por la ley un tiempo perentorio, como sucede respecto
de los judiciales, en los que puede trascurrir, como ya ha trascurrido algu
na vez, el término de prueba, sin que esta se haya realizado , por no ha
berse obtenido en tiempo oportuno los documentos á comprobantes recla
mados. En esta atencion se ha resuelto: 1.° En los pleitos en que se ventilen
intereses del Estado, los fiscales pueden reclamar directamente de las ofi
cinas de hacienda y de cualequiera otras los documentos, datos ó testimo
nios que crean necesarios para la prueba, sin necesidad de suplicatorio á
ningun ministerio ni tribunal. 2.° Lo propio pueden verificar respecto de los
archivos del Estado, cualquiera que sea el ministerio de que dependan.
3." En igual forma están autorizados para pedir, y los tribunales acordarán
las compulsas ó colejos que sean procedentes, segun las leyes y reglas de
sustanciaron. 4." Si la primera reclamacion no fuese contestada, ó si lofue-
TOMO II. 20
154 LIBRO SEGUNDO.
se negativamente, los fiscales, antes de que se perjudique ó inutilice el ter
mino de prueba, la repetirán, esplanando en el segundo caso las razones
y perjuicios, y descargando la responsabilidad sobre el funcionario ú ofici
na omiso ó renitente. Al propio tiempo los promotores deben dirigir copia
al fiscal de S. M., y este en las segundas y terceras instancias al Tribunal
Supremo de Justicia, dándoles conocimiento y pidiendo las instrucciones y
demás para los fines que crean oportunos, incluso el de recurrir al minis
terio de Gracia y Justicia, al que en caso perenterio , y atentos siempre
á alejar del Estado toda clase de perjuicios, podrán hacerlo tambien simul
táneamente y en igual forma el promotor ó fiscal reclamante. 5.° Los pro
motores y los fiscales de rentas procurarán hacer las reclamaciones á que se
refieren los artículos anteriores, y los fiscales de S. M. comunicar sus ins
trucciones en este sentido en las primeras instancias, á fin de utilizar en su
caso el término de prueba de las siguientes: real órden de 4 de setiembre
de 1849.
786. En cuanto á las partidas de bautismo, de matrimonio y defuncio
nes á que se refiere el párrafo 4.° del art. 280, deben expedirse por copia de
los libros parroquiales por los curas párrocos bajo su firma, para que se
consideren como documentos públicos, pues les da el carácter de tales la au
toridad de estas respetables personas, ademas que el registro de que se ha
llan sacadas, confiado al cuidado de las mismas, viene á ser como el pro
tocolo de aquellas. Tambien se consideran como documentos públicos, las
referidas partidas sacadas de los libro* del registro civil que deben llevarse
en los ayuntamientos por los encargados de dicho registro; institucion mo
derna, aportada del extranjero, que no ofrece en verdad las seguridades de
fidelidad y celo que el registro de los libros parroquiales, por lo que ha dado
tan escasos resultados hasta el dia, que aun no ha podido tener cumplido
efecto, á pesar de haberse dispuesto repetidas veces, que todos los vecinos
den parte á los ayuntamientos de los nacidos, casados y muertos de los in
dividuos de sus familias.
787. Se consideran tambien por el párrafo 5.° del art. 180 como docu
mentos públicos, las actuaciones judiciales, esto es, los actos que tienen
lugar, ó que se hallan firmados en los procesos por el juez ó el escribano,
tales como las providencias, citaciones y demás diligencias, porque en efecto
ofrecen los mejores elementos de veracidad, y las mayores seguridades de
autoridad, puesto que se hallan corrobados por las firmas del juez, del es
cribano, y aun en muchos casos, con las de las mismas partes. Estas actua
ciones se presentan en juicio por testimonio.
788. En cuanto á los documentos otorgados en otras naciones dispone
el art. 282 de la ley de Enjuiciamiento, queíendrán igual fuerza que los que
lo sean en España, si reunen todas las circunstancias exigidas en aquellas
y las que ademas requieran las leyes españolas para su autenticidad. Esta
disposicion, análoga á la contenida en la ley 15, tít. 14, Part. 5, y en el ar
tículo 35 del real decreto de 17 de noviembre de 1852, es una consecuencia
de la del arí. 32 del mismo decreto que dispone, que los extranjeros domi—
DE LOS TRÁMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 155
ciliados y transeuntes tienen derecho á que por los tribunales españoles se
les administre justicia con arreglo á las leyes en las demandas que entablen
para el cumplimiento de las obligaciones contraidas en Espana, ó que deban
cumplirse en España ó cuando versen sobre bienes sitos en territorio espa
ñol, y asimismo al espíritu de la legislacion nacional que sigue, y ampara
con su accion protectora á los españoles para dar eficacia á sus actos y con
tratos , aun cuando los celebren en territorio extranjero, respetando no obs
tante los principios admitidos y sancionados sobre esta materia per el dere
cho público de Europa.
Así, pues, el art. 282 se refiere, tanto á los documentos otorgados por
extranjeros en su país ó en otras naciones, comprensivos de actos y contra
tos, para cuyo cumplimiento se invoque la accion de los tribunales españo
les, como á los otorgados por españoles en el extranjero.
789. Hallándose conformes las disposiciones contenidas en dicho artí
culo, con los principios de derecho público que rigen sobre esta materia y
con las prescritas por real decreto de 17 de octubre de 1851 sobre las cir
cunstancias que deben concurrir en los actos públicos otorgados en el ex
tranjero para que causen ante los tribunales españoles los efectos que proce
dieran en justicia, nos haremos cargo de todas ellas á un mismo tiempo.
790. En primer lugar, requiere el art. 282 , para que tengan los docu
mentos otorgados en el extranjero igual fuerza que si se hubieren otorgado
en España , que reunan todas las circunstancias exigidas en el país en que
se otorgaron, ó como decia la regla 3.a del real decreto de 17 de octubre
de 1851 , las fórmulas establecidas en el país donde se han verificado los
actos ó contractos. Estas fórmulas ó circunstancias comprenden las solemni
dades que deben concurrir en el acto ó contrato para su validez , como el
número de testigos que han de asistir al otorgamiento, las firmas, signos y
sellos de que debe ir autorizado y demás requisitos estrínsecos. Estas so
lemnidades deben arreglarse á las leyes del país en que se otorgó el docu
mento, porque es regla establecida por derecho internacional, que la redac
cion ú otorgamiento de todo documento en sus formas estrínsecas ó exterio
res se rige siempre por la ley del lugar en que se redacte el acto, locus regit
actum. Esta regla se funda, en que sino se rigieran por dichas leyes las for
mas del documento, no existiendo en el extranjero disposiciones legales que
protegieran y autorizasen otra clase de solemnidades , no sería posible dar
forma pública á aquellos actos. Fúndase tambien, en que las circunstancias
ó formas constitutivas de los documentos se han fijado por el legislador,
atendiendo á la mayor ó menor moralidad de sus súbditos, á sus usos y
costumbres, al mayor ó menor respeto que tienen á la fe del juramento, ó
á la autenticidad de un documento público para no falsificarlo, y en su con
secuencia, el adoptarse en una nacion las formalidades que la ley de otro
país requiere para asegurar la autenticidad de los instrumentos públicos,
sería el medio mas á propósito, tal vez, de facilitar su falsificacion, ó de que
careciera el documento de autenticidad.
Esta regla no solo se halla establecida por la jurisprudencia de todas las
156 LIBRO SEGUNDO.
naciones, sino que aun se ha pactado expresamente en tratados solemnes,
como se vé en el celebrado entre España y Portugal en 8 de marzo de 1823,
art. 3, y en el convenio celebrado entre España y Cerdeña en 27 de noviem
bre de 1782, que forma la ley 1 8, tít. 20, lib. 10 de la Nov. Recop., en cuyo
art. 4.° se lee, que cuando se suscitasen algunas contestaciones sobre la va
lidacion de un testamento ó de otra disposicion, se decidirán por los jueces
competentes conforme á las leyes, estatutos y usos recibidos en el paraje en
donde dichas disposiciones se hicieren; de suerte, que si estos actos llevasen
las formalidades requeridas en el lugar donde se ejecutaren, tendrán igual
mente todo su efecto en los Estados de la otra potencia, aun cuando en ella
estén semejantes actos sujetos á mayores formalidades y á reglas diferentes
de las que rigen en el país en que se han hecho. Pero las circunstancias á
que se refiere el art. 282, solo son las auténticas ó publicas que rigen en di
chos paises y que dan valor jurídico á los actos en él otorgados, no á las for
mas privadas que en algunos paises se admiten y validan á aquellos ; de ma
nera, que el testamento privado ú ológrafo hecho en Francia por un españo,
no tendrá valor con respecto á los bienes que tenga este en España donde
no se admite esta forma de testar. V. Escriche, Diccionario, art., Ley, nú
mero 16. Esto se funda, en que así es regla de derecho público; en el artí
culo 282 que solo se refiere á documentos públicos y solemnes, y en el real
decreto de 17 de octubre de 1851, que solo concede ante los tribunales es
pañoles los efectos que procedan en justicia á los contratos y demás actos
públicos notariados.
791 . En cuanto á las leyes relativas á la capacidad y estado de los olor-
gantes, llamadas leyes personales, esto es, á las que establecen los dere
chos de los españoles y extranjeros, á las que distinguen los mayores de los
menores, á las que consagran la patria potestad , á las que prescriben las
edades para el matrimonio y para otros actos, y finalmente, á las que tie
nen por objeto directo é inmediato las personas , se estará á las leyes del
país de que fuere súbdito el contratante, aunque verifique aquellos actos en
el extranjero. Si fuera, pues, subdito francés, deberá atenderse á las leyes
francesas sobre este punto; si español, á las españolas; de suerte, que al
paso que un español podrá casarse á la edad de 14 años en un país en que
se requiera mayor edad, no podrá otorgar testamento en el mismo, si se
gun las leyes españolas tuviere alguna incapacidad para ello , aunque esta
no fuera impedimento para otorgarlo en aquel país. Estos principios han
sido sancionados expresamente por la regla 2.a del real decreto de 17 de
octubre de 1851 que dispone, que los otorgantes tengan aptitud y capaci
dad para obligarse con arreglo á las leyes de su país.
792. Refiérese tambien á los mismos la regla 1.a del citado decreto so
bre que el asunto materia del acto ó contrato sea cierto y permitido por
las leyes de España , pues si han de observarse las leyes españolas que pro
hiben á un español que pueda obligarse, por faltarle alguna condicion acci
dental, con mucha mas razon debe regir la ley prohibitoria de una circuns
tancia esencial como es la materia ú objeto de la obligacion ; además , que
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. !57
siendo nulo aquel acto en España por las leyes españolas, seria contradic
torio que tubiera que ejecutarse en dicho país, y con arreglo á las mismas.
793. Respecto de las leyes reales, ó de las referentes á la distincion de
los bienes raices ó inmuebles, á las que prescriben el modo de disponer de
ellos por testamento ó por otra disposicion, el de embargarlos, hipotercarlos
y demás que rigen directamente los bienes sin consideracion al estado y
capacidad de sus poseedores, deben observarse las leyes del país donde es
tán sitos aquellos, ya pertenezcan dichos bienes á nacionales ó á extranje
ros. Si los. bienes son muebles, se considera que no tienen situacion parti
cular y que son ambulatorios como la persona, por lo que se rigen en cuanto
á la disposicion que se haga de ellos por la ley del domicilio de su poseedor.
Y. Escriche, Diccionario, art. Ley núm. 15.
Estos principios, sancionados por el derecho público extranjero, se ha
llaban ya prescritos por nuestra sabia legislacion de Partidas. La ley 15, tí
tulo 14, Part.3, contiene una disposicion terminante respecto de los extran
jeros, que los intérpretes extendian á los nacionales por identidad de razon.
Hé aquí el texto de esta ley. «E si por aventura allegase ley ó fuero de otra
tierra que fuese de fuera de nuestro señorío, mandamos, que en nuestra
tierra non haya fuerza de prueba; fueras ende en contiendas que fuesen
entre omes de aquella tierra sobre pleito ó postura que oviesen fecho en
ella, ó en razon de alguna cosa mueble ó raiz de aquel logar.»
794. A la regla expuesta sobre los bienes inmuebles, se refiere la dis
posicion ó circunstancia 4.a del decreto de 17 de octubre citado que previe
ne, que cuando los contratos contengan hipoteca de fincas radicantes en
España, se haya tomado razon en los respectivos registros del pueblo donde
estén situadas las fincas dentro del término de tres meses, si los contratos se
hubieren celebrado en los Estados de Europa; de nueve, si lo hubieran sido
en los de América y Africa, y de un año, si en los de Asia. Esta disposicion
es una consecuencia de las que prescriben igual formalidad respecto de las
hipotecas que se contengan en los contratos ó documentos otorgados en Es
paña, y que tienen por objeto evitar que se hipotequen ó enagenen oculta
mente las fincas con perjuicio de los interesados en que no se impongan
nuevos gravámenes sobre ellas ó no se traspasen nuevamente; pues sino se
aplicase esta disposicion á los documentos extranjeros, se daria motivo á
abusos de trascendencia, y aun llegaría á eludirse y hacerse ineficaz la pro
hibicion sobre los documentos otorgados en España, con solo establecer las
hipotecas en el extranjero. Sobre esta materia debe tenerse presente, que
aunque la hipoteca sobre inmuebles esté pactada en un conlrato, y aunque
su admision se halle estipulada en tratados, no puede imponerse cuando la
ley real lo impide.
795. Ademas de las circunstancias referidas, es necesario que los docu
mentos otorgados en el extranjero sean notariados, segun se expresa en el
preámbulo del real decreto de 17 de octubre de 1851, esto es, que se
hallen extendidos por los funcionarios públicos destinados para instrumen
tar en el país en que ha tenido lugar el acto que se formaliza. Ademas de
158 LIBRO SEGUNDO.
estos funcionarios, como observa el Sr. Riquelme en sus elementos de dere
cho internacional, está reconocido en todas las naciones como incuestiona
ble, que los cónsules extranjeros estén revestidos de la fe pública para la
redaccion de los documentos legales y fehacientes, y que los autorizados por
ellos entre subditos de su país hagan fe ante los tribunales del mismo. Por esto
dispone el art. 22 del real decreto de 29 de setiembre de 1848 sobre el or
den judicial de los cónsules de España en países extranjeros, que los can
cilleres de los consulados, mientras lo son, se reputan notarios con fe pú
blica en lo judicial y escriturario, dentro del distrito de aquellos, y que los
documentos que autorizaren, harán fe en fuicio y fuera de él en la demar
cacion del consulado, y legalizado por el cónsul, en todo el reino.
Pero cuando estos documentos hayan de hacer fe en el Estado extran
jero en que reside el cónsul, deben redactarse por los ministros públicos del
país extranjero en que se otorgan. Sin embargo, esto no rige respecto de
los Estados entre quienes se hubiese establecido disposiciones diferentes por
tratados especiales; por eso, en cuanto á España y Cerdeña, deberá estar
se á lo dispuesto en en el art. 6.° del convenio ajustado entre estas nacio
nes, y publicado en 2 de mayo de 1856 que dice: Los cónsules generales,
cónsules y vice-cónsules respectivos, tendrán el derecho de recibir en sus
cancillerías, en el domicilio de las partes, y á bordo de los buques de su
país, las declaraciones y otros actos que los capitanes, tripulantes y pasa
jeros, negociantes y cualesquiera otros súbditosde su nacion quieran hacer,
inclusos los testamentos ó últimas voluntades, y todos los demás actos nota
riados, sin exceptuar los que tengan por objeto establecer hipotecas, en
cuyo caso se les aplicarán las disposiciones estipuladas sobre este especial
objeto entre los dos países. Los cónsules generales, cónsules y vice-cónsu
les respectivos, tendrán ademas el derecho de recibir en sus cancillerías
todos los actos convencionales entre uno ó mas de sus compatriotas y otras
personas del país en que residan, asi como todos los actos convencionales
referentes exclusivamente á los ciudadanos del país de su residencia, con
tal que estos actos se refieran á bienes situados ó á negocios que deban tra
tarse en el territorio de la nacion á que pertenezca el cónsul ó el agente ante
el cual se celebren. Los testimonios ó certificados de dichos actos debida
mente legalizados por los cónsules y vice-cónsules, y sellados con el sello
de oficio de sus consulados ó vice-consulados, harán fe en juicio y fuera de
él, asi en los Estados deS. M. Católica, como en los de S. M. Sarda, y ten
drán la misma fuerza y valor que si hubieran otorgado ante un notario ú
otros oficiales públicos del uno ó del otro país, con tal que estos actos se
hayan extendido en la forma requerida por las leyes del Estado á que per
tenezcan los cónsules ó vice-cónsules, y hayan sido despues sometidos al
sello, registro y todas las demás formalidades que rijan en el país en que el
acto deba ponerse en ejecucion.
796. Segun la circunstancia 5.a del real decreto de 17 de octubre de
1 851 , para que los dos documentos públicos otorgados en el extranjero produ
jeran efecto ante los tribunales españoles, se requería que en el país del
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 159
torgamiento se concediese igual eficacia y validez á los actos y contratos
celebrados en territorio de los dominios españoles: mas la nueva ley de En
juiciamiento no requiere esta circunstancia, puesto que no la expresa en su
artículo 282, como hace en el 923 y 924, respecto de las sentencias dicta
das por los jueces y tribunales extranjeros. La razon de diferencia consiste
en que la fuerza de las sentencias se funda en el poder soberano del país
en que le dictaron, por lo que si en España se ejecutaran las sentencias dic
tadas en Estados que no hicieran lo mismo con las dictadas en el nuestro,
se haría un acto de acatamiento al poder de aquellos Estados con mengua
de la dignidad nacional: mas por el contrario, como los documentos otorga
dos en un país extranjero que se presentan en juicio en España no son mas
que la expresion de la voluntad de los contratantes, no puede resultar, de
considerarles con fuerza y eficacia en nuestro país, menoscabo alguno del
decoro nacional, y por otra parte es esto beneficioso á los españoles, puesto
que de una suerte se extiende y da efecto al ejercicio de sus derechos á paí
ses remotos, y que se faciliten y fomentan los contratos y transacciones.
797. Pero no basta que en los documentos otorgados en el extranjero
se hayan observado las leyes reales, personales y formales, referentes á la
obligacion que contienen , á las personas otorgantes y á las solemnidades
del instrumento: es necesario además, como dice el art. 282 en la segunda
disposicion que en él se comprende, que dichos documentos reunan las cir
cunstancias que requieren las leyes españolas para su autenticidad. Esta
disposicion no se refiere á las circunstancias ó solemnidades externas con
que deben otorgarse los actos ó contratos en España para su validez, sino á
las que deben concurrir en los documentos extranjeros para que sea recono
cida su autenticidad en España: tales son, además de las que llevamos ex
puestas, las consistentes en que el documento se halle debidamente legali
zado y traducido.
En cuanto á la legislacion, segun la real orden de 1683, citada por Dou
en su Derecho público, tomo 6, página 264, á quien cita el señor Escriche
en su Diccionario, art. Instrumento, núm. 15, el instrumento otorgado en
otro reino habia de venir corroborado al pié con una certificacion del em
bajador, cónsul ó representante español, en que constare su legitimidad y
conformidad con las leyes y práctica del país. No siendo exacta esta certi
ficacion sobre estos particulares, dice el autor citado que podrá el juez to
mar informe de los cónsules y otras personas instruidas del país de donde
procede el documento.
Posteriormente, por órden del Regente del reino de 9 de junio de 1842,
se dispuso, que para que los documentos extranjeros hagan fe en juicio, han
de estar otorgados ó legalizados por los cónsules ó agentes consulares de
España, acreditados en el país de donde aquellos procedan.
La legalizacion se efectúa, segun expone el señor Riquelme, certifican
do la autoridad del punto donde se otorgó el documento : que la firma del
funcionario que lo otorgó, y que su carácter oficial y el lugar de su residen
cia, son los mismos que se expresan. Esta legalizacion se legaliza por el mi
160 LIBRO SEGUNDO.
nisterio de que dependcnde el funcionario que ha extendido el documento;
despues por el ministerio de Estado, y despues por el agente diplomático
del país á donde se va á remitir. Estas legalizaciones deben estar autoriza
das con el sello de oficio. Mas las legalizaciones de los ministerios deben en
tenderse, cuando el documento se otorgare en la poblacion donde residen
aquellos. Téngase tambien presente la expuesto en el núm. 795 sobre las
legalizaciones de los cónsules ea él referidas.
798. En cuanto á la traduccion de los documentos que se presenten en
idioma extranjero , se hallaba prevenido por real orden de 30 de junio
de 1837, confirmada por otra de 24 de setiembre de 1841, que no se admi
tieran en los tribunales y dependencias del ministerio de Gracia y Justicia
sin que estuvieran hechas sus traducciones auténtica y legalmente por la
interpretacion de lenguas. Por otra real orden de 8 de marzo de 1843 se
limitó esta disposicion á Madrid, pues respecto de los demás pueblos debi an
hacerse por medio de los intérpretes jurados con citacion de ambas partes;
las cuales, sino se conformaban con ia traduccion hecha, podian acudir á la
secretaría de la interpretacion de lenguas.
Mas estas disposiciones han sido modificadas por la nueva ley de Enjui
ciamiento. Segun el art. 283 de la misma, conviniendo los litigantes sobre
la inteligencia de los documentos, se estará y pasará por la que les dieren,
puesto que el asunto de que se trata solamente perjudica á los mismos. Para
que conste el sentido que dan los litigantes al documento, debe presentarse
en los autos la traduccion en que se convengan, si ambos se avinieron sobre
ella desde luego ; ó bien de lo contrario , se presenta por el que produjo el
instrumento, para que el juez dé traslado al contrario, y manifieste las cláu
sulas en que está ó no conforme. No habiendo conformidad, dispone el ar
tículo 284, que se remitirán los documentos á la oficina de la interpretacion
de lenguas para su traduccion , sin que esta pueda hacerse en ninguna otra
forma en dicho caso, de suerte que ya no puede traducirse el documento
por intérpretes jurados. Sin embargo, quedan exceptuados por el convenio
celebrado entre España y Cerdeña en 1836,- los documentos á que se refiere
el art. 6.° del mismo, en el párrafo fiual, que dispone, que los cónsules ge
nerales, cónsules y vice-cónsules respectivos, podrán traducir y legalizar
to los los documentos, actos y firmas emanados de las autoridades de su
país, y estas traducciones y legalizaciones tendrán en el país de su residen
cia la misma fuerza y valor que si hubiesen sido hechas por los funcionarios
y autoridades locales.
799. Los documentos extranjeros en que concurran las circunstancias
referidas, pueden presentarse ante los tribunales españoles, los cuales apli
carán á ellos las reglas del procedimiento que rige en España , puesto que
las formalidades que tienen por objeto ordenar la marcha del juicio, y que
se conocen con el nombre de ordinatorix litis, se han de regir por la ley
del lugar del litigio , segun lo exigen los principios del derecho público
por respeto á la independencia jurisdiccional del Estado en que se sigue el
pleito, aunque los litigantes sean extranjeros, porque en el hecho de litigar
DE LOS TRAMITES V DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 161
er,él, existe la presuncion legal de que han querido someterse á las formas
legales de la jurisdiccion de aquel Estado.
Además de los requisitos y solemnidades con que deben otorgarse los
documentos públicos, segun llevamos expuesto para su validez, lanuevaley
de Enjuiciamiento ha prescrito varias reglas que han de observarse en su
presentacion enjuicio para asegurar mayormente su autenticidad.
800. Asi pues, dispone la ley en su art. 281, que para que los docu
mentos públicos y solemnes sean eficaces en juicio, deberán observarse las
reglas siguientes:
1.a Que los que hayan venido al pleito sin citacion, se cotejen con sus
originales, previa dicha citacion, á no ser que la persona d quien perjudi
quen haya prestado á ellos asentimiento expreso. Esta disposicion ha intro
ducido una novedad importante en nuestra práctica anterior. Antes, tanto
las escrituras originales como las segundas copias expedidas por el escriba
no testificante, eran eficaces enjuicio sin necesidad de cotejarse con su origi
nal, sino eran redargüidas civil ó criminalmente de falsas por la parte con
traria, por presumirse legítimas y aprobadas como tales por ella; ley 114,
tít. 18, Part. 3; y solamente respecto de los testimonios expedidos por otro
escribano, ó sin mandato judicial ni citacion de parte, autorizaba la prác
tica el cotejo para suplir con esta diligencia la autoridad que les faltaba. En
el dia, segun la nueva ley, es necesario el cotejo de cualquieradedichos do
cumentos, cuando habiéndose traido al juicio sin citacion contraria, el liti
gante á quien perjudican, no presta á ellos asentimiento expreso, esto es,
no dice claramente que los da por verdaderos, legítimos y eficaces. Algunos
intérpretes sin embargo sostienen, que la regla primera del art. 281, no se
refiere á las escrituras originales ó de primera saca, fundándose, en que de
referirse á ellas, incurriria la ley en contradiccion, puesto que al paso que
prescribiría su cotejo para que tuvieran eficacia en el juicio ordinario, no
lo prescribe para que tengan fuerza ejecutiva. Pero pudiera contestarse, que
la ley no se contradice. en estas dos disposiciones, pues al requerir el cotejo
en el juicio ordinario de dichas escrituras, cuando no las aprueba el litigan
te á quien perjudican, ha sido uno de sus objetos evitar que para conseguir
el cotejo, tuviera el litigante que redargüir de falsa la escritura ó impugnar
su mérito y legitimidad, como sucedia anteriormente; ha querido evitar
este extremo que siempre imprimía concepto desfavorable en la parte con
traria ó en el escribano otorgante: mas en el juicio ejecutivo, no compen
sarían las ventajas que pudieran ocasionar este objeto, los perjuicios que se
seguirían al acreedor si para despachar la ejecucion hubiera de verificarse
el cotejo del documento, ó exigirse el asentimiento del deudor, puesto que
se daria tiempo á este para ocultar los bienes ó eludir maliciosamente los
efectos de aquella. Por otra parte, la ley al dejar de prescribir en el caso
mencionado en el juicio ejecutivo el cotejo de la escritura, no ha tratado
de dar á esta eficacia completa, puesto que permite en aquel juicio alegar
la excepcion de falsedad contra ella despues del embargo.
Ademas, la regla 1.a del art. 281 de la ley, contiene una disposicion ge -
TOMO II. 21
162 LIBRO SEGUNDO.
neral y absoluta, puesto que se refiere á los documentos públicos y solem
nes, y cu su consecuencia, comprende todas las escrituras públicas, bien
sean copias primordiales, segundas ó testimonios. ,
Se considerará que hay asentimiento para el efecto de omitirse el co
tejo del documento, siempre que se reconozca por la parte legítima á quien
perjudica, aun cuando se trate de destruir la accion que contiene por medio
de otra escritura posterior ó alegando pago ó cualquiera otra excepcion.
Limita la ley su disposicion al caso en que la escritura se hubiese pre
sentado sin citacion, porque si se cita ya á la persona á quien perjudicaba
la escritura, como pudo presenciar la estraccion de dicho documento de su
original, y cerciorarse de que se practicaba con fidelidad y exactitud, no
puede ya dejar de dar á ella su asentimiento, y solicitar nuevo cotejo.
Este se verifica con sus originales, esto es, con su protocolo ó matriz, si
fuese escritura pública, ó con los libros parroquiales, catastros, registros
del gobierno, procesos y demás originales, si fuese alguno de los documen
tos que expresa el art. 280 en sus números 2.° al 5.°, y respectivamente á
la clase á que pertenecieren.
El acto del cotejo se verifica á solicitud de la parte interesada ó que pro
dujo el instrumento, y el juez accede á ella señalando dia y hora, con previa
citacion de la parte contraria para que asista á presenciarlo si quisiere; con
el objeto de que el contrario pueda destinar tiempo para ello, deberá hacer
se dichacitacion á lo mas tarde, el dia antes en que tuviese lugar el cotejo
segun dispone el art. 278 de la ley de Enjuiciamiento. Para realizarlo, se
constituye el juzgado en el oficio del escribano ó en el archivo ú oficina, ó
sitio donde se halle la matriz ó documento original con el que se ha de hacer
el cotejo, llevando los autos que contienen la escritura ó documento queha
de cotejarse; se hace saber al escribano, archivero ó persona encargada de
la custodia de aquella que la ponga de manifiesto, y se procede á la com
probacion de ambos documentos por el escribano actuario y por el juez,
puesto que segun el art. 33 de la ley, está prohibido á los jueces cometer las
diligencias de prueba á los escribanos; hecha la comprobacion se pone dili
gencia firmada por los concurrentes de haberse encontrado conformes am
bos documentos si asi fuese, ó bien de lo contrario, enumerándose las dife
rencias ó discordancias notables que hubiese entre ellos, y asimismo las
enmiendas testaduras, raspaduras y entrerenglonados, falta de rúbricas ó
de numeracion de fólios, diversidad de letras, y del estado, foliatura y de
más circunstancias ó defectos del original.
Cuando el cotejo tuviese que practicarse en otro pueblo de la residencia
del juzgado por hallarse en él el archivo en que se custodia la matriz ó do
cumento original, deberá el juez librar exhorto acompañando la copia cuyo
cotejo se pide, al juez respectivo que designa el art. 33 de la ley, expuesto
en el § anterior.
Si el cotejo tuviese que hacerse en el extranjero, por versar sobre do
cumento cuyo original existe en el mismo, se librará exhorto en la forma
expuesta en los números 541 y siguientes.
DE LOS TRAMITES V DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUtCIOS. 163
Debe constituirse el juzgado en el archivo donde se halla la escritura
matriz ó documento original , porque está mandado , que para el cotejo no
se saquen de los archivos públicos ó de corporaciones las escrituras origi
nales, ni de las iglesias los libros parroquiales, ni de los oficios de los es
cribanos los libros de protocolos, sino que dichos documentos solo han de
manifestarse para que á presencia de las personas á cuyo cargo está su cus
todia, se saquen ó compulsen los documentos que se necesiten ; disposicion
que tiene por objeto evitar la pérdida y extravío de los originales, y preca
ver los daños y perjuicios que de ello podrían seguirse: ley 15, tít. 10, lib. 11
de la Nov. Recop. Respecto de la prohibicion de presentar los protocolos en
juicio, véase el núm. 812 y siguientes.
Tampoco deben extraerse de los archivos de particulares, no litigantes,
los documentos originales que en ellos existan, aun cuando se hallen dichos
archivos en el mismo lugar del juicio, como se practicaba anteriormenlo,
puesto que el artículo 286 de la nueva ley de Enjuiciamiento dispone que
no se obligara á los que no litiguen á la exhibicion de documentos privados
de su propiedad exclusiva, salvo el derecho que asista al que los necesitare,
del cual podráusar en el juicio correspondiente. La mayor parte de los casos
en que puede tener una persona derecho á esta exhibicion , se hallan enu
merados en el art. 222dela ley que expondremos al tratar del j uicio ordinario.
Con el objeto de que se proporcione á la administracion de justicia
cuantos medios sean posibles para obtener el debido acierto en sus decisio
nes, se ha dispuesto que las autoridades civiles faciliten á los tribunales de
justicia la extraccion de los documentos originales de las oficinas del ramo
de la Gobernacion , quedando en su lugar copia literal y fehaciente de ellos,
la cual hace sus veces y tiene la misma fuerza que el original, mientras no
se devuelva, concluido que sea el cotejo, y archive de nuevo la original
que debe devolverse, concluida que sea la diligencia judicial que hizo nece
saria la extraccion del original. Pero debiendo esto entenderse con la limi
tacion de que en los casos en que el gefe administrativo de la dependencia
de que haya de extraerse el documento original, crea perjudicial é inconve
niente su entrega al tribunal de justicia que le reclame , debe préviamente
consultar al Gobierno acerca de este punto. Por lo demás , se ha declarado
tambien que esta disposicion no puede considerarse sino como puramente
reglamentaria, sin que para su establecimiento obste la ley 15, tít. 10, li
bro 11 de la Nov. Recop., en cuanto por la misma se prohibe sacar de los
archivos las escrituras y papeles originales para prueba ninguna judicial;
real órden de 2 de setiembre de 1849.
2.a Que los documentos que hubieren de traerse de nuevo al pleito, ven
gan en virtud de mandamiento compulsorio que se expida al efecto, esto es,
de órden del juez á la persona que debe darlos, para que los expida, previa
citacion de la persona áquien hayan de perjudicar, que se hará lo mas tarde
el dia antes de tener lugar la expedicion del documento, para que pueda
presenciar si se verifica de conformidad con su original. Esta regla 2.a del ar
tículo 281 , es aplicable á los documentos que se presenten despues de inco
164 LIBRO SEGUNDO.
hado el juieio ó que pueden presentar el actor ó demandado despues de la
demanda ó' la reconvencion, ó de contestada aquella, como fundamento de
estos actos, en los casos y con los requisitos expuestos en el núin. 493, 1.°
y en la seccion 4.a de este libro, ó con los escritos de réplica y dúplica, ó
despues de recibido el pleito ó prueba , ó de trascurrir el término de la
misma, segun previenen los arts. 256, 260 y 276 explicados en su lugar.
La ley en este caso, quiere que se traigan por mandamiento compulsorio,
porque como estos documentos se presentan por los litigantes despues de
haber visto sus respectivas reclamaciones y defensas, y de haberse entera
do de los fundamentos de las mismas, existen vehementes presunciones de
que se hayan fraguado ó cometido en ellos alteraciones ó inexactitudes con
el objeto de destruir aquellos fundamentos.
3.a Que si el testimonio que se pide fuere de parle de un documento sola
mente , se adicione á él lo que el colitigante señalare si lo cree conveniente^
Esta regla 3.8 del art. 281 , se funda en un principio de reciprocidad y de
estricta justicia, pues como por lo regular el litigante que pide testimonio de
parte 3e un documento, se limita á las cláusulas que le favorecen , el con
trario quedaría indefenso sobre este punto, si no se le permitiera señalar las
cláusulas que favorecen su derecho ó que destruyen ó enervan el de su con
trincante para que se incluyan en el testimonio.
4.a Que los testimonios ó certificaciones sean dados por el encargado del
archivo , oficjna ó registro en que se hallen los documentos, por el escribano*
en cuyo oficio radiquen los autos ó por el del pleito, respectivamente, segun
que el testimonio ó certificacion se hubiese de sacar de escrituras publicas)
libros de actas, registros y catastros que se hallen en los archivos públicos,
actuaciones judiciales y demás que enumera el art. 280 y se prescribe en el
mismo. El fundamento de esta disposicion consiste en que las personas re
feridas son las que han merecido la confianza de la ley ó de la superioridad
para este efecto, por las circunstancias de probidad y de capacidad que han
requerido en ellas.
Como consecuencia de la disposicion anterior , se previene en la misma
regla 4.a que estos testimonios ó certificaciones se expedirán bajo la respon
sabilidad de los encargados de la custodia de los originales , esto es , que
dichos encargados serin responsables de las omisiones ó falta de fidelidad
que en las mismas se advirtieren, y en su virtud , y para evitar las exigen
cias injustas y demás ahusos que pudieran tener lugar por parte de los par
ticulares que piden dichos testimonios, se previene asimismo, que la in
tervencion de los interesados se limitará á señalar lo que haya de testimo
niarse ó certificarse.
801. No solamente puede la parte á quien perjudica el instrumento que
se presenta en juicio oponerse á darle su asentimiento, sino que puede tam
bien redargüirlo de falsedad.
Puede redargliirse de falso un documento en juicio, ciiminál ó civilmen
te. La falsedad criminal de un instrumento, es su Jaita de verdad: la false
dad civil, su falta de solemnidad y eficacia legal. Por consiguiente es falso
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 165
criminalmente un instrumento, cuando se ha forjado maliciosamente y sin
rerdad, ó cuando se hsin hecho en él alteraciones esenciales con malicia,
y es falso civilmente, c uando carece de alguna de las circunstancias preve
nidas por la ley para q ue haga fe. La falsedad criminal envuelve precisa
mente la falsedad civil, pero no al contrario.
802. Inducen prest mcion de falsedad en los instrumentos, elmal concepto
de la persona que los pr esenta, si está acostumbrada á producir otros falsos,
y contiene el presentado, vicio notable; la mala construccion y la diversidad
de estilo del que se supone su autor ; las cláusulas ó precauciones no acos
tumbradas que contenga, ó no hallarse suficientemente justificada su inser
cion; la diferencia de papel, firma y signo; la tardanza no justificada en
producidos ; el hallarse en un libro antiguo cuando á la sazon no se hacian
iales documentos, ó en papel reciente siendo el documento antiguo; la in
verosimilitud del acto que refiere; la circunstancia de ser muertos todos los
testigos cuando el document o es reciente, ó habe»r muerto el uno y firmar el
otro que no presenció el otorgamiento; el haberse ettrechadoóensanchadolos
renglones sin necesidad visib le; el hallarse cortado, roto, destruido ó man
chado en lugar sustancial, y e J carecer de la solemnida d que se requiere, etc.
803. Puede invalidarse y redargüirse criminalmente de falso un instru
mento público por las pruebas siguientes :
1.° Cuando por otro de ig ual clase ó por deposicion de cuatro testigos
idóneos, consta que el otorgante se hallaba en sitio tan disíante del otorga
miento que no pudo naturalm ente haber vfinido al acto duraníeeldia en que
se supone realizado: leyes 117, tít. 18, Part. 3 y 32, tít. 11, Part. 5.
2.° Cuando el escribano a-segura con toda certeza en la presencia judi
cial que no hizo el instrumento, y fuere de buena fama y no se hiciere
prueba en contrario: ley 115, tít. 18, Part. 3.
3.° Cuando los testigos instrumentales mayores de toda excepcion de
claran que no se hallaron en el otorgamiento , y el escribano ademas es
hombre de mala fama y el instri rmento reciente. En otro caso prevalece
contra todo la fe del escribano : Jey 117 citada.
4.° Cuando por otro instrume, nto público ó el dicho de cuatro personas
fidedignas resulta indudablemente que alguno de los testigos del otorgamien
to habia muerto con anterioridad í i este acto, ó se hallaba ausente á la dis
tancia que no podia presenciarlo: Vey 117 citada.
5.° Cuando se niega al escribai \o la calidad de tal y no se prueba, y el
instrumento no es muy antiguo : ley U5 anterior.
6.° Cuando el escribano por quie n se dice autorizado el documento de
clara que no es suya la letra, firma y signo, que como tales aparecen en él,
y no se probare plenamente lo contrat io: ley 118, tít. 18, Part. 3. Si hu
biere muerto ó se hallare ausente el e, scribano á mucha distancia, ha de
procederse al reconocimiento por perito s que bajo de juramento cotejen la
letra, firma y signo con otros del mismo escribano , y este cotejo producirá
un dato que apreciará oportunamente el } uez, teniendo presentes todas las
demás circunstancias del asunto V. el § l\ V.
163 LIBRO SEGUNDO.
7.° Por último, puede redargüirse criminalmente de falso un documento
en todos los demás casos en que haya motivos racionales para creer que se
ha cometido en él alguna de las falsedades que comprende el cap. 4 del li
bro 2.° del Código Penal, y por los demás medios probatorios que reconoce
el derecho, con tal que sean bastante eficaces para destruir la fuerza que
tenga el documento, por lo que para probar la falsedad de una escritura pú
blica, es necesario presentar pruebas tan eficaces como las seis enumeradas
por las leyes de Partida, por la plena fe y grande autoridad que produce el
testimonio del escribano que las autoriza.
804. Suscitada la cuestion de falsedad de un documento que procede de
otro, debe cotejarse con su original segun se dijo en el núm. 800 regla 1.a
805. En el caso de que sosteniendo una de las partes la falsedad de un
documento que pueda ser de influencia notoria en el pleito (esto es, que
verse sobre el fondo del negocio, y que no se halle destruido por otro docu
mento presentado en el mismo pleito) entablare la accion criminal en des
cubrimiento del delito y de su autor, se suspenderá el pleito en el estado en
que se halle, hasta que recaiga ejecutoria en la causa criminal: art. 291 de
la ley de Enjuiciamiento. Debe suspenderse el pleito en tal caso, por evitar
una sentencia que podria anularse si se declaraba la falsedad de aquel do
cumento; mas esta suspension no puede decretarse de oficio, sino que es
necesario que la parte que sostiene la falsedad del documento entable la ac
cion criminal, porque en los pleitos civiles, el juez no puede mezclarse de
oficio en los intereses de las partes que no atacan la marcha del procedi
miento, y cuando aquella á quien perjudica el documento no entable la ac
cion criminal, se supone que consiente en los perjuicios que pueden seguír
sele de anularse la sentencia. No bastará que dicha parte solicite la suspen
sion simplemente, porque si asi fuera, podria paralizar el juicio con solo
sostener la falsedad de un documento. Lo dicho no impide que el juez pro
ceda de oficio como debe hacerlo á la formacion de causa por la falsedad,
cuando apareciesen motivos suficientes para ello.
806. Aun cuando el instrumento no valga, puede justificarse la dispo
sicion ú obligacion en él contenida por testigos ó por otro medio legal: en la
prueba de testigos instrumentales se incluye al escribano, mas no cuando
se hace por otro instrumento, porque no ha de considerársele como escriba
no y testigo á un mismo tiempo. Esta doctrina se infiere delas leyes 32, tí
tulo 26, de la 117, tít. 18, Part. 3, y de la 7, tít. 23, lib. 10 de la Novísi
ma Recopilacion.
Puede redargüirse civilmente de falso un documento por los motivos que
siguen:
1.° Incapacidad en quien lo autoriza.
2.° Ilegitimidad del acto á que se refiere per ser de los reprobados por
derecho.
3.° Falta de las solemnidades prevenidas por las leyes.
4.° Vicio en su redaccion, extension, etc.
807. Expuestas las solemnidades y requisitos que deben concurrir en los
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 167
documentos públicos para que tengan validez y sean eficaces en juicio, rés
tanos indicar la clase de prueba que producen y los actos á que su autoridad
se extiende.
808. Los instrumentos públicos, ya sean escrituras primordiales ó de
primera saca, ya segundas copias, ya traslados ó testimonios de estas, otor
gadas y expedidas con las soleminades y en la forma que llevamos referi
das, presentadas en juicio con los requisitos que previene el art. 281 de la
ley de Enjuiciamiento ya explicado, y no redargüidas de falsas, hacen plena
fe y prueba completa acerca de las convenciones, disposiciones, pagos, re
conocimientos, confesiones y demás que en ellas se contienen, asi como de
la realidad del carácter que se les atribuye y de las condiciones referentes á
aquellos actos.
809. Hacen fe tambien respecto de los actos jurídicos anteriores que se
refieren en ellas en términos enunciativos, con tal que tengan relacion directa
con la esistencia del acto; de suerte, que si en una escriturade reconocimiento
de censo, se confiesa haber recibido sus réditos hasta tal fecha , hallándose
presente el censualista, esta cláusula enunciativa se tendrá por verdadera.
810. Pero los instrumentos solo hacen fe respecto de los hechos materia
les que el escribano enuncia como habiéndolos ejecutado él mismo ó que han
pasado á su presencia, tales como la fecha del acto, ó que los otorgantes se
hallaban presentes, ó que hicieron las declaraeiones ó enunciaciones en él
consignadas , ó que se numeró á su vista una cantidad de dinero , ó que se
hizo entrega de ciertas especies; pero no hacen prueba respecto de los he
chos puramente morales en él consignados, esto es, de aquellos hechos de
que el escribano no ha podido convencerse por el testimonio de sus sentidos
y que solo le ha sido posible enunciar como opinion individual suya: tal seria
el de que los otorgantes se hallaban en su sano juicio, si bien induciría pre
suncion de verdad esta asercion, mientras no se probase lo contrario.
811. La prueba mencionada produce efecto no solo entre los otorgantes
y sus herederos, sino tambien con respecto á terceras personas , no para
constituir acerca de ellas obligacion alguna, sino para acreditar la disposi
cion ó convenio.
812. En cuanto á la fe y autoridad que constituye el protocolo ó escri
tura matriz, convienen todos los intérpretes en que hace plena fe en cuanto
al efecto para que se introdujo de sacar de ét las copias que necesiten los
interesados, y confrontar ó comprobar las que se hubiensen sacado encaso de
dudarse de la verdad ó exactitud de su contenido, como expresa la ley 8, tí*
tulo 19, Part. 3 ; pero acerca de si puede ó no presentarse y hacer fe en juicio,
hay diversidad de opiniones. Hevia Bolaños, Febrero y otros intérpretes
respetables sientan, que presentado en juicio el protocolo, no hace fe ni
tiene uso ni fuerza, ni hace prueba, fundándose en que no se estableció para
este uso, en que debe obrar siempre en poder del escribano, en que cada es
critura carece del signo del mismo que la vigorice, y en que se halla pro
hibida su presentacion en los tribunales.
813. Otros intérpretes, entre los que se cuentan los Srs. Escriche, La
168 LIBRO SEGUNDO.
serna y Montalvan, opinan, que en circunstancias particulares en que los
tribunales crean indispensable para fallar con acierto la inspeccion ocular y
provean la presentacion de la matriz con el libro de protocolos de que hace
parte, usando de las debidas precauciones y llevándola tal vez el mismo es
cribano, si la encuentran en regla, hace plena fe y prueba completa en el
juicio. Para ello se fundan, en que produciendo esta prueba las copias que
se sacan de ella, debe producirla mayormente la matriz que es la vedadera
escritura original, y la que sirve de comprobante de- aquellas, en que si
bien no lleva el signo del escribano á su pié cada escritura, lo llefa al fin
del libro de protocolos donde va inserta, y este signo final da vigor y auten
ticidad á todas las escrituras matrices en él contenidas, y en que la prohibi
cion de la ley sobre presentacion en juicio del protocolo^ soio se refiere á
casos comunes, para evitar, el peligro que podria correr de extra vio ó altera
cion durante su trasporte, en perjuicio de las personas responsables ó de los
interesados, mas no á su presentacion en casos extraornarios y con las de
bidas precauciones.
814. Mas en nuestra opinion, si bien el protocolo tiene no solamente
tanta autoridad, sino mayor que las escrituras ó copias que de él se sacan,
puesto que caso de discordia entre la escritura original y 1 a matriz, debe
estarse al contenido de esta; si bien bajo tal concepto, hacieni io fe en los tri
bunales las escrituras que son copias del protocolo, pudiera, si se quiere, de
cir, que hace esta fe en juicio por medio de las mismas, no es . isi en cuanto
á su presentacion ante los tribunales, pues á ello se oponen coi \sideraciones
muy atendibles. Opónese en primer lugar, la obligacion y responsabilidad
en que constituyen las leyes al escribano de custodiar el protocolo en el ar
chivo de la escribania para que en cualquier tiempo pueda acudiirse á sacar
de él ó comprobar las copias de las escrituras que contiene, y para evitar
extravíos y alteraciones en las mismas: leyes 55, tít. 18; 8 y 9 tít. 19, Par
tida o, 4 y 6, tít. 22 lib. 10 y 15, tít. 10, lib. 11 Nov. Recop. Opónese
en segundo lugar, como una consecuencia de la prohibicion expues ta, que
desde que se extrajese el protocolo del oficio del escribano donde la 1 ey con
ceptúa que está bien custodiado, perdería de su autenticidad, pue sto que
habría motivo para dudar sobre si se habian verificado en él interpol aciones
ó alteraciones fraudulentas. En tercer lugar, se opone la consideracion de
que mal pudiera hacer fe en los autos lo que no puede constar en ellos,
puesto que no puede extraerse del protocolo escritura alguna, y que si se
extrajera no haria fe ni tendría la fuerza de un documento público, por fal
tar el signo del escribano que le diera esta autoridad, pues el que va al fin
del protocolo solo autoriza á las escrituras mientras forman parte del mismo,
ni tampoco podria acompañarse este á los autos por estar prohibido por la ley.
De suerte, que al paso que el protocolo da autoridad á las escrituras que de
él se extraen por medio del cotejo para que se presenten en los autos y pue
dan contituir prueba en juicio, no puede ser él mismo presentado para este
efecto; es bajo este concepto, como el molde que forma la figura , pero sin
ser él mismo la imágen.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 169
En cuanto á los casos extraordinarios á que se refieren los autores,
como habiendo necesidad de presentar el protocolo en juicio, ninguno de
ellos los cita; y á la verdad es difícil imaginarlos, puesto que pueden extraer
se del protocolo con arreglo á derecho, cuantas copias se juzguen necesa
rias. En los casos en que esté prohibido por las leyes sacar dichas copias,
tambien debería considerarse que lo estaba presentar el protocolo. Y en efec
to, por la misma razon porque se ha prohibido sacar del protocolo dos copias
de una escritura de crédito, á saber, por la de no dar al acrreedor dos títu
los sobre una misma deuda, para evitar que pudiese obligar á su deudor á
satisfacerla dos veces, no debería permitirse al acreedor presentar el pro
tocolo, ó referirse á la escritura en él contenida para fundar su demanda, y
procederia en verdad contra derecho el juez que despachase ejecucion en
virtud de este título, pues podría suceder que hubiese ya obtenido el acree
dor el pago de su crédito en virtud de la copia original que se le entregó,
sacada del protocolo. Y hé aquí uno de los inconvenientes que tiene la ley
por objeto evitar, al prescribir que no se signe por el escribano cada una
de las escrituras del protocolo , 'sino solamente este á su final , pues asi
aunque se extraiga fraudulentamente alguna escritura , no podrá pedirse
dos veces un mismo crédito , por carecer aquellas de autoridad y fuerza.
Mas aun suponiendo que ocurrieran aquellos casos extraordinarios , como
podriaser tal vez el de que se hubiera intercalado alguna escritura falsa en
el protocolo, ó que se hallase borrada ó raida la contenida en él en cláusu
las sustanciales, sobre cuya lectura no hubiere conformidad entre los otor
gantes, escribano y testigos, de suerte que creyeran los jueces necesario
examinar por sí mismos el protocolo, no creemos que pudieran hacérselo
traer al tribunal con este objeto , sino que en tal caso, deberían proceder á
su inspeccion ocular ó al reconocimiento judicial, conforme á los arts. 304 y
305 de la ley de Enjuiciamiento, si el protocolo estuviera en el pueblo de
su residencia, ó bien cometer esta diligencia á los jueces de primera ins
tancia, si debiera practicarse en otro, conforme á los artículos 33 y 34
de la ley que ya hemos expuesto. Asi se deduce de las disposiciones de la
ley 3, tít. 19, Part. 3, que solo permite al escribano mostrar el registro al
notario ó al sellador, ó á otro alguno por mandado del rey ó destos sobre
dichos; ó á alguno de aquellos que han poder de juzgar ó de facer justicia,
si alguna carta ovieren menester de aquellas que pertenecen á lo que estos
han de facer: asi se deduce tambien de la ley 15, tít. 10 lib. 11 de la No
vísima Recop. , que despues de prevenir que los receptores no puedan sa
car de los archivos las escrituras originates, ni de los oficios de los escriba
nos los libros de protocolos, etc. , dice al final , que aunque no se duda
que alguna vez podría ser útil que el tribunal que ha de juzgar las pruebas,
hiciese inspeccion ocular de algun libro ó instrumento original (que debe
considerarse muy extraordinario) se podrá ocurrir bastantemente á esto, con
que en la eleccion de informantes se procure (como lo he encargado muy
particularmente) aplicar lodo el cuidado á que sean personas de entera fe y
satisfaccion.
TOMO 11. 22
170 LIBRO SEGL'XDO.
185 Finalmente, la nueva ley de Enjuiciamiento confirma esta doctrina
y la opinion que sostenemos, puesto que no contiene disposicion alguna en
que se exprese, ni de que se deduzca circunstancia ni caso en que se deba
ni sea permitido presentar en los tribunales los protocolos , y antes por el
contrario, la regla 1.a del art. 281, en que se previene que para que los do
cumentos públicos y solemnes que hayan venido al pleito sin citacion sean
eficaces en juicio, deben cotejarse con sus originales, esto es, con los proto
colos, cuando se trate de escrituras , al paso que confirma y ratifica los
efectos que daban á los mismos la ley 8 de Partida citada y otras, da á en
tender que el registro no se presenta en juicio ó no se trae á los autos.
816. Respecto á los demás documentos que enumera el art. 281 en los
números 2.° al hacen tambien plena prueba en cuanto al objeto sobre
que versan, y á los actos que en ellos se consignan: leyes 1 y 114, tít. 28,
Part. 3. Acerca de los documentos públicos y solemnes enumerados en e
artículo 280 que tienen fuerza ejecutiva, véase lo que exponemos al tratar
del juicio ejecutivo.
§ ni.
De los documentos privados.
§ iv.
De la corresponda.
830. La correspondencia, cartas misivas ó escritos privados que se diri
gen los que se hallan ausentes para comunicarse sus ideas ó resoluciones
sobre algun asunto, son títulos suficientes para probar una obligacion, pues
to que por su medio pueden celebrarse contratos, segun se reconoce por las
leyes 114 y 119, tít. 18, Par. 3, y por el art. 235 del Código de ¡Comer
cio. La correspondencia pertenece, como ya hemos dicho, á la clase de do
cumentos privados, por lo que la son aplicables las disposiciones del artí
culo 285, como lo consigna expresamente la ley de Enjuiciamiento, aña
diendo, al nombrar los documentos privados, la cláusula y correspondencia,
y asimismo deben considerarse como refiriéndose tambien á esta las dispo
siciones del art. 286 por existir similutud de razon, no obstante que la ley
no expresa en ellas aquella palabra.
Si la ley de Enjuiciamiento, al enumerar los diferentes medios probato
rios en el art. 227, ha mencionado la correspondencia con separacion de los
documentos privados, ha sido sin duda para evitar que se creyera excluida
de los mismos, y tambien por las particularidades que ofrece este medio de
prueba.
831 . Y en efecto, no basta para que una persona se considere propie
taria de una carta, para el efecto de poderla presentar en juicio como prue
ba, el haberla recibido de su autor, sino que es necesario que no contenga
restricciones impresas que prohiban su presentacion enjuicio, y que no sea
carta confidencial ó secreta, en cuyo caso se supone tácitamente prohibida
su publicidad. Nada importa para este efecto que la carta verse sobre ma
terias científicas ó literarias, ó sobre relaciones de amistad ó negocios par
ticulares; pues si bien esto serviría para fijar la propiedad de su contenido,
en cuanto al efecto de poderla presentar en prueba de las ideas ó proposi
ciones del utor, solo deberá atenderse á las circunstancias indicadas. Si,
pues, la carta fuese secreta ó confidencial, o contuviere prohibicion de
darla publicidad, no podrá presentarla en juicio el que la recibió, ni por
sí ni por un interesado á quien aquel la entregase contra la voluntad expre
sa ó tácita de su autor; porque esta presentacion ó entrega seria un abuso
de confianza que constituiría un hecho ilícito, y si el hecho ilícito de otro
no puede dañarnos, tampoco pueden darnos una ventaja, segun expone el
señor Escriche en el artículo Carta, citando la ley 49 del Dig. de reg. jur.,
que dice, atterius circunventio alii non prcebet actionem. Con mucha mayor
razon no debe tomar tampoco la justicia en consideracion dichas cartas,
cuando el tercero las adquirió por medios ilícitos ó contra la voluntad del
que las recibió. Podrán, sin embargo, presentarse en juicio las cartas refe
ridas, á pesar de la expuesto: 1.°, si se hubiere obtenido el consentimiento
de su autor; 2.° si obliga á ello al que las recibió su propia defensa contra
su autor, por atacarse en ellas sus derechos, opinion ó fama; y por esto
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 175
dice el señor Escriche, que una carta injuriosa á la persona á quien se ha
escrito, constituye un hecho digno de castigo, y puede presentarse como
prueba contra su autor; 3.° cuando la presentacion se hace por mandato
judicial , puesto que segun el art. 48 de la ley de Enjuiciamiento , pueden
los jueces y tribunales, para mejor proveer, decretar que se traiga á la vis
ta cualquiera documento que crean conveniente para esclarecer el derecho
de los litigantes , disposicion conforme con la del artículo 61 del Código de
Comercio.
832. Presentadas las cartas en juicio en los casos en que es permitido,
hacen fe contra el que las ha escrito ó dado á escribir , reconociéndose en
juicio por quien las firmó; y si este negare ser suyas, puede el que las pro
duce deferirle el juramento, ó probarle con dos testigos oculares que en
efecto las escribió ó mandó escribir, segun las leyes 114 y 119, tít. 18,
Part. 3, conforme expusimos al tratar delos documentos privados cuya
doctrina es aplicable en general á la correspondencia, en cuanto se confor
ma al carácter de esta prueba.
§V.
Del cotejo de letras.
833. El cotejo de letras es el exámen que se hace en juicio de las letras
y firmas de dos escritos, comparándolos entre sí para saber si son de una
misma mano.
834. Esta clase de prueba se funda en suponerse que cada uno conser
va siempre un modo semejante de escribir y firmar; pero esta suposicion
general falla en mnchos casos , por lo que esta prueba no ofrece la eficacia
que las otras, segun expondremos mas adelante.
No debe confundirse el cotejo de letras con el cotejo de documentos pú
blicos, pues aquel tiene por principal objeto averiguar si la letra ó firma de
un documento es la misma que la del otro que sirve de comprobante , por
lo cual no es necesario que el contenido de ambos sea idéntico , y en este
la comprobacion versa especialmente sobre la averiguacion de si en ambos
documentos se contienen las mismas cláusulas y obligaciones , por lo que
el cotejo ó comprobacion se hace con los documentos originales de que son
copia aquellos de cuya autenticidad se duda. Aunque se haya verificado,
pues, el cotejo de letras, y haya dado un resultado favorable, puede redar-
güirse de falso un documento; lo que se funda en que no obstante hallarse
escrito por Ja parte á quien se atribuye, puede contener cláusulas ú obliga
ciones supuestas que no se hallen en el original, y asimismo en la poca con
fianza que tiene la ley en este medio de prueba , segun expondremos. Por
esta razon la ley 119, tít. 18, Part. 3, desechó este medio probatorio en
los documentos privados, puesto que dice que si quisiera probar el contra
rio ser el escrito del que lo niega, mostrando otra carta que es verdadera
mente escrita por mano de aquel mismo , que es semejante en todo , en la
letra ó en la forma de aquella quel muestra contra él ; en tal caso como este
176 LIBRO SEGUNDO.
decimos que no debe ser creído, fueras ende si pudiese probar por dos tes
tigos buenos, sin sospecha, quel otro fizo aquella carta ó la mandó escribir.
Asimismo, la ley 118 al adoptarlo respecto de los documentos públicos , lo
limitó al caso en que no pudiera reconocerlos el escribano que lor testificó.
Sin embargo, la nueva ley de Enjuiciamiento admite esta prueba, tanto res
pecto de los documentos públicos como de los privados, por la utilidad que
puede ofrecer respecto de estos últimos , cuando no se formaron ante testi
gos ó fallecieron estos.
Asi, pues, segun el art. 287, podrá pedirse el cotejo de letras siempre
que se niegue ó se ponga en duda la autenticidad de un documento público
ó privado. La duda de la autenticidad del documento que dá motivo á este
cotejo, se funda principalmente, en que la letra ó.firma del mismo no son
de quien se supone, y en este caso es cuando ofrece mas eficacia el cotejo
de letras, puesto que verificándose en él la comprobacion con otros docu
mentos de distinto contexto, la prueba recae precisamente sobre la letra y
firma mencionadas. Sin embargo, tambien puede recurrirse á este medio de
prueba, cuando se niega la autenticidad del documento en sí mismo, espe
cialmente si no hay registros ú originales con que verificar el cotejo sobre
su contenido, pues se presume que este es fiel y exacto cuando lo son la le
tra y la firma.
835. Siendo necesarios para esta diligencia conocimientos facultativos,
se verifica por medio de peritos, esto es, de revisores de letras que se nom
bran para este efecto segun la real órden de 5 de setiembre de 1844, y en su
falta, por maestros de instruccion primaría segun el citado art. 287; en este
cotejo procederán los peritos con sujecion á lo que se previene en el artícu
lo 303 de esta ley, que expondremos al tratar de la prueba por juicio de
peritos.
836. Para verificar el cotejo, es necesario que existan y se designen do
cumentos, de cuya autenticidad no se dude, esto es, cuya escritura y firma
haya motivos para creer que es de la persona de quien se niega ser la del
documento impugnado. Por eso dispone el art. 288 de la ley de Enjuicia
miento , que la persona que pida el cotejo , designará el documento ó docu
mentos indubitados con que deba hacerse ; mas como esta pudiera abusar de
la facultad de elegir el documento si se le diera enteramente libre , puesto
que podria designar documentos falsos ó de letra poco parecida á la de aquel
que se pone en duda, la ley enumera cierta clase de documentos á que ten
drá aquella que circunscribir su eleccion.
837. Segun el art. 289, se consideran indubitados para el cotejo:
1.° Los documentos que las partes reconozcan como tales de comun
acuerdo: la ley no especifica en este caso si los documentos han de ser pú
blicos ó privados, ni si la letra ó firma de ellos ha de haber sido reconocida
por aquel á quien perjudican ó á quien se atribuyó la dudosa; porque estando
conformes las partes en que sirva de comprobante aquel documento, no sale
favorecida ninguna de ellas, se ejerce igual justicia respecto de ambas, yaun
puede decirse que se la administran por sí mismas, y se respeta su voluntad,
DK LOS TRAMITES Y DI.-POSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 177
objeto que debe- tener en los juicios civiles la ley, siempre que sea compati
ble con la equidad y la ritualidad del juicio. Idéntica disposicion se halla
adoptada en el código francés y de un modo absoluto, fijándose únicamente
reglas sobre la clase de documentos que se consideran indubitados, para el
caso de que por no haber acuerdo entre las partes, tuviera que hacer la de
signacion el juez.
2.° -Las escrituras públicas y solemnes; por la grande autoridad de que
se hallan revestidas por las formalidades que en ellas concurren. Esta dis
posicion limitada á solo las escrituras públicas, y no comprendiendo ningun
otro de los documentos solemnes mencionados en el art. 280 , parece de
masiado restrictiva. El código de procedimiento civil francés al sancionar en
su art. 200 una disposicion análoga, designa tambien como firmas indubi
tadas las puestas en los actos judiciales en presencia del juez y del escriba
no que los autorizan y los documentos que escrib:ó y firmó aquel cuya letra
y firma se trata de comprobar, con el carácter de juez, notario , escribano,
procurador, ó desempeñando bajo otro título funciones de persona pública;
disposicion que se funda, en que estos documentos ofrecen toda la confianza
que puede desearse á consecuencia del carácter público con que se han es
crito y firmado.
3.° Los documentos privados cuya letra ó firma hayan sido reconocidos
enjuicio por aquel á quien se atribuye la dudosa; porque el reconocimiento
enjuicio les presta suficiente confianza para que no se dude de la autentici
dad de su létra y firma, puesto que equivale á una confesion propia. El có
digo francés expresa que no se considerarán indubitados los documentos no
reconocidos por dicha persona aunque se hubieran cotejado préviamiente, y
declarádose en su consecuencia como suyos, disposicion que segun los in
terpretes, se funda en que si bien ha dado eficacia este cotejo á dichos do
cumentos, la ley no ha querido que pudieran considerarse como indubitados
para el cotejo, porque recibieron su fuerza por medio del arte conjetural de
los peritos, y se debe evitar que actos que tal vez solo deben su eficacia á
un error, puedan ocasionar otro nuevo. No designando nuestra ley estos
documentos como indubitados, puede decirse que contiene implícitamente
esta disposicion.
4.° El escrito impugnado en la parte en que reconozca la letra como suya
aquel á quien perjudique. Si pues en un vale ó pagaré negare el deudor que
lo extendió, ser suya la letra de la palabra mil, y reconociese ser suya la le
tra de las demás cláusulas, podrán estas servir para comprobar la de aquella
palabra. Esta disposicion se funda en las mismas consideraciones que la
anterior.
838. La imperfeccion y falibilidad que ofrece este medio de prueba, ha
movido ala ley á dictar disposiciones importantes, que por lo demás se hallan
conforme con las de nuestro derecho antiguo. En su art. 290 previene que
el juez hará por sí la comprobacion despues de oir á los peritos , y no ten
drá que sujetarse á su dictámen. Requiere la ley, que el juez haga por sí la
comprobacion, desterrando la antigua práctica de cometer esta diligencia á
TOMO II. 23
178 LICUO SEGUNDO.
1os escribano?, porque debiendo el juez formar segun su criterio la aprecia
cion de la similitud de las firmas ó letras de ambos documentos para des
echar ó admitir el dictámen de los peritos, no puede encomendar á otro el
exámen ó comprobacion de los actos. Dispone tambien la ley, que el juez no
Cendi á que sujetarse al dictámen de los peritos ; pues si bien este servirá
como un parecer de personas facultativas para ilustrar su entendimiento, y
guiarle en el juicio que ha de formar en vista de los documentos mismos, no
debe por eso sujetar su criterio y su conciencia al referido dictámen por lo
falible que suele ser á veces. Igual disposicion se habia adoptado en las le
yes de Partida; siguiendo el espíritu de las del derecho romano. La ley 118,
tít. 18, Part. 3, decia respecto del cotejo de letras de documentos públicos,
que el juzgador débese ayuntar con aquellos omes sabidores e catar e escodri-
ñar la letra e la figura dellae la forma e el signo del escribano, e si se acorda
ren todos en uno , que la letra es tan dessemejante que puedan con razon
sospechar contra ella, entonce es en alvedrío del juzgador de desecliarla u
otorgar que vala si se quisiere, ca atal prueba como esta tuvieron los sabios
antiguos que non era acabada, por las razones que de susso dijimos; e por
esso, la possieron en alvedrío del juzgador que siga aquella prueba si enten
diere o creyere que es derecha e verdadera; o que la deseche si entendiere
en su corazon el contrario. Las razones á que se refiere la ley en este texto,
las enumera anteriormente diciendo, oque non puede ome todavía escribir
de una manera: ca a las vegadas facen desemejar las letras los variamientos
de los tiempos en que son fechas o el mudamiento de la tinta o de la peñola:
e otrosi se podria desemejar la forma de la letra por enfermedad o por vejez
del escribano: ca de una manera escribe uno cuando es mancebo e sano, e
de otra cuando es viejo e enfermo.» Si á estas razones se alegan la facilidad
con que se falsifican y fingen, mayormente en el dia toda clase de tintas, le
tras, firmas y aun sellos , se comprenderá la justicia con que la nueva ley
ha sancionado la disposicion referida.
839. Por esto decia Febrero, haciéndose cargo de dicha ley, que aun
que los peritos concuerden en una misma cosa, puede el juez determinar si
merece ó no crédito la letra , porque la ley no le sujeta ni obliga precisa
mente á estar por lo que produzca la mera comparacion ó cotejo , sin otros
adminiculos verdaderos ó dos testigos fidedignos que juren habérselo visto
firmar, por no ser prueba plena sino á lo mas semiplena. Además , el juicio
y dictámen de los peritos como fundado en un mero parecer ó concepto, no
hace fe concluyente sino de credulidad y verosimilitud, y hay notable dife
rencia entre parecer y ser; por consiguiente, lo podrá estimar ó despreciar
segun conceptúe mas conforme y verosímil. Y Escriche en el art. Cotejo
de letras, sienta tambien, que ni aun la deposicion uniforme de muchos es
pertes sobre la semejanza ó desemejanza de las letras , hace jamás prueba
suficiente para fallar, fundándose en las razones expuestas y en los innu
merables casos de funestas equivocaciones que se citan en que han incurrido
los expertos.
840. Por estas consideraciones han llegado á aconsejar acreditados es
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 179
critores la verificacion del cotejo de letras por solo el ministerio del juez sin
necesidad del juicio previo pericial, y aun se ha querido desterrar del en
juiciamiento este medio probatorio en sí mismo. Mr. Seligman en su obra
sobre las reformas de que es susceptible el modo de enjuiciar en Francia,
dice sobre esta materia lo siguiente. » En vista de lo imperfecto del arte de
los peritos, debería el legislador dar á los jueces en esta materia, la facul
tad de decidir con el único auxilio de sus propias luces: conjetura por con
jetura, nos parece preferible la del juez á la del perito, pues en nuestro
concepto se debe mas confianza á su discernimiento y esperiencia , y sobre
todo por la responsabilidad que de este modo pesaría enteramente sobre él:
además, de esta suerte se evitarían trámites y procedimientos á veces costo
sos y dilatorios.» No obstante estas reflexiones, no juzgamos conveniente
desechar el juicio de peritos, porque ademas de poder ilustrarse el enten
dimiento del juez con su dictámen , especialmente si la comprobacion se
verifica con documentos antiguos, para cuya inteligencia se necesiten cono
cimientos en paleografía que á caso no tenga aquel , sirve para poner un
coto á la arbitrariedad judicial.
841. En cuanto á la abolicion de este medio probatorio , la juzgamos
mas inconveniente, pues no obstante su imperfeccion, no hay duda que suele
ofrecer beneficiosos resultado especialmente en casos en que es difícil otra
prueba; v. gr. si fallecieron los testigos que firmaron ó vieron otorgar el
documento; y no existia registro del mismo, ademas de que desterrando
esta prueba, se alentada el fraude y álos falsarios.
§ VI.
De la prueba de confesion.
842. La confesion es la mas eficaz de todas las pruebas, por ser el me-
i dio menos sospechoso de obtener la verdad , probatio probatisima decian
los antiguos jurisconsultos: y el preámbulo del tít. 13 de la Partida 3 decla
ra, que es manera de prueba mas cierta e mas lijera e con menos trabajo e
costa de las partes que aducir testigos o cartas para probar lo que deman
dan, siendo esta la razon por qué trata de ella primero que de las otras
pruebas. Asi es que segun se declara en el mismo preámbulo, no ha menes
ter el que la obtiene sobre aquel pleito otra prueba nin otro averiguamiento.
Veamos, pues, que es confesion, sus diversas especies, circunstancias que
deben concurrir en ella,. y efectos que produce.
843. Confesion ó declaracion judicial, considerada como medio de prue
ba, es la contestacion que da un litigante á la pregunta dirigida por su con
trario ó por el juez de oficio, reconociendo la verdad de un hecho, ó el de
recho ó la excepcion de su colitigante, ó la obligacion contraída por el que
confiesa.
844. Divídese la confesion en verdadera, expresa y tácita ó ficta: llámase
verdadera la que se hace con palabras ó señales que manifiestan clara, ex
180 LIBRO SEGUNDO.
presa y manifiestamente lo que se dice; y tácita la que se infiere de algun
hecho ó se supone por la ley, como por ejemplo, cuando el preguntado se
niega á responder, ó no responde como debe, ó huye despues de contesta
do el pleito y lo abandona; ley o, tít. 13, Part. 3; y 2, tít. 9 , libro 11 de
la Nov. Recop.
La ley 4 tít. 19 lib. 11 de la Nov. Recop., prohibia á los letrados hacer
preguntas sobre lo confesado por cualquiera de las partes, y fundados en la
ley 2, tít. 13, Part. 3. declaraban los autores estar prohibido hacer prueba
alguna sobre la confesion. Véase á Hevia Roíanos, Curia Filípica parte 1.a,
§ 17, núm. 5; doctrina que viene á ratificar la nueva ley de Enjuiciamiento,
puesto que en su art. 310 que expondremos al tratar de la prueba de testi
gos, previene, que sobre los hechos probados por confesion judicial no se
permite á su autor prueba de testigos ; mas segun el autor citado , y Ceva-
llos y Diego Perez y otros, cuyas razones expondremos en el núm. 853 y
876 esto no se entiende en la confesion ficta ó que las leyes reputan como
hecha por no haber declarado el litigante ó no haberlo verificado como debia,
pues contra esta confesion se ha de admitir prueba al preguntado , porque
surte el efecto de que se transfiera en él la obligacion de probar que al
interrogante incumbia.
Estas declaraciones (ó confesiones) podrán hacerse á eleccion del que las
pidiera bajo juraminto decisorio ó indecisorio) de los cuales trataremos mas
adelante. En el primer caso; harán plena prueba, no obstante cualesquiera
otras (pruebas). En el segundo no perjudicarán mas que al que declare: asi
pues cuando pide el litigante la confesion bajo juramento indecisorio, como
este solo constituye semiplena prueba para no ser perjudicado con la decla
racion de su contrario, y que no se estime que la apruebe en caso de que
aquel niegue ó tergiverse los hechos, debe poner en su escrito la siguiente
cláusula. «Sin que sea visto estar á su dicho ó declaracion, y sin perjuicio
de la prueba en caso de negativa en todo ó en parte, etc.»
845. Se divide igualmente la confesion en simple y cualificada. Llámase
simple la que hace el litigante confesando lisa y llanamente lo que se le
pregunta, y cualificada la que hace reconociendo la verdad del hecho sobre
que recae la pregunta, pero restringiendo la intencion de su contrario.
Esta confesion cualificada se subdivide en dividua ó individua: cuando
la circunstancia de que use el litigante para restringir la intencion de su
contrario, y agrega á lo que confiesa, puede separarse del hecho que modi
fica, y sobre el cual recae la pregunta, se llama la confesion dividua ó di
visible; si la circunstancia añadida no puede separarse del hecho pregun
tado, la confesion se llama individua ó indivisible. La confesion dividua se
reputa como absoluta ó simple, si el confesante no prueba la circunstancia
con que modificó su dicho. En la confesion individua no puede admitirse
una parte y desecharse la otra. Si el adversario del confesante quiere apro
vecharse de ella, tiene que probar la falsedad de la modificacion.
Esta falsedad debe probarse ya por el confesante, ya por su adversario,
segun que la cualidad añadida tiene ó no contra sí la presuncion del derecho.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 181
Si por ejemplo confesase el litigante que dijo palabras injuriosas á otro, pero
sin ánimo de injuriarle, debe probar esta cualidad; la razon consiste en que
el derecbo presume que cuando se dicen palabras injuriosas, se tiene ánimo
de injuriar, pues de lo contrario se daria lugar á que todos disculparan y
paliasen las injurias que dijeran á otro con aquella excusa. V. la ley si non
convitii, 5, Cod. de wjur. Mas cuando el litigante confiesa que si bien es
cierto que su contrario le vendió una cosa, fue con el pacto de la ley comi
soria, ó que aunque es verdad que recibió dM contrario una cantidad de di
nero, fue en pago de una deuda anterior, incumbe á este la prueba de la
cualidad añadida, y no puede admitir una parte de la confesion y desechar
la otra, porque la cualidad y condicion conexa con el negocio se presume
ser parte del mismo, y aquí no milita presuncion de derecho contra el con
fesante. V. la ley juris genthm 7, § 5 y 6, Dig. de pactis, y la ley lecta est,
40, Dig. de R. C.
Mas en la confesion cualificada dividua , si uno confiesa que es cierto
que verificó la venta cuya declaracion se le pide, pero añade la cualidad de
que la efectuó con el pacto de adicion in diem, ó bien confiesa que recibió
una cantidad de dinero, á préstamo pero añadiendo que ya la satisfizo, po
drá su adversario, el comprador, aceptar la confesion sobre el hecho de la
venta ó el recibo del dinero, y exigir que el confesante pruebe la circuns
tancia de haberse verificado aquella con el pacto expresado, ó de haher sa
tisfecho la cantidad mencionada, echando sobre el confesante la carga de
la prueba. La razon de esto consiste, en que siendo la cualidad añadida
reparable del negocio principal, no es parte del mismo y en que al que ale
ga un hecho nuevo y separado, le corresponde probarlo. V. la ley eliam si,
29, § 1, Dig. de minor , la I. scire debemus, 29 p., Dig. de U. O., la ley
perfecta 4 Cóp. de donat. quce sub modo, etc.
Tambien se divide en judicial y extrajudicial; se llama judicial la que
el litigante hace en juicio ante juez competente y en la presencia de escri
bano conforme á derecho; y extrajudicial la que hace fuera de juicio de
cualquier modo ante juez que no es competente, ó faltando á alguna de las
formalidades del derecho.
846. Para que tenga fe la confesion judicial contra quien la hace, debia
comprender diez circunstancias, segun la ley 4, tít. 3. Part. 13 , y que se
expresan en los siguientes versos:
1 2 3 4 S 6
Major, sponte, sciens, contra se, ubijus fit, et hostis,
7 8 9 10
Certum , lis que , favor , jus , nec natura repugnet.
Del juramento.
§ VI.
§ VIII.
De los testigos.
936. La prueba de testigos ha sido una de las primeras de que se ha
hecho uso, despues de la de confesion de las partes , segun dijimos en el
núm. 13 de la Introduccion de esta obra. En los primeros tiempos en que
se tenia en gran respeto la veracidad en el uso de la palabra y la religiosi
dad del juramento, se consideró esta prueba como una de las mas acaba
das , hasta el punto de llegar algunas legislaciones á preferirla á la prueba
instrumental. Tal sucedia en el derecho canónico; bienes verdad que en
aquellos tiempos se hallaban poco desarrollados los medios de hacer las
convenciones auténticas, y era sumamente fácil suponer documentos falsos.
El derecho francés prefirió tambien en el siglo XIV la prueba testimonial á
la prueba escrita : todos los derechos, la libertad, la propiedad, el estado
de familia, la vida misma dependian tan solo de la voz de los testigos.
En nuestros códigos ocupa tambien la prueba de testigos un lugar muy
preferente, hallándose admitida en el Fuero Juzgo y en los códigos ro
manos anteriores. Mas luego que se dictaron las disposiciones convenientes
para asegurar la autenticidad de los documentos públicos, hasta poderse
asegurar, como decia Montesquieu , que una escritura era un testigo á quien
se corrompía difícilmente , y que llegó á conocerse lo peligroso que era la
extension dada á la prueba testifical , ya por haberse introducido la mala fe
en el testimonio de los hombres, ya por la falta de inteligencia y de memo
ria de estos para recordar y exponer debidamente los hechos sobre que ver
sa su declaracion , perdió esta clase de prueba gran parte de su prestigio y
de su favor.
916 libro segundo.
937. Y en efecto, bien considerada la prueba de testigos es una de las
mas peligrosas , porque en las demás puede el juez engañarse á sí mismo,
pero en esta son los testigos los que pueden engañar al juez. Sin embargo,
estos inconvenientes no han parecido ni debido parecer suficientes para pros
cribir esta prueba, pues de haberse proscrito, hubiera quedado privada la
justicia del principal y á veces del único medio de investigacion, tenien
do que paralizarse su accion por mil obstáculos que hubiera encontrado al
paso. Así, pues, los legisladores modernos, siguiendo aquel principio fun
damental de Bentham, en su Tratado de las pruebas judiciales, «no exclu
yais ningun medio de prueba por el solo temor de ser engañados, sino me
ditadlo y pesado bien » no han hecho mas que dirigirla y reglarla del modo
mas conveniente para que dé por resultado la verdad. Por esto, si bien en
algunos países , como Francia , no se admite la prueba de testigos en pleitos
cuyo interés exceda de la suma de 150 francos, si el litigante puede pre
sentar prueba por escrito, por el temor de que en los pleitos de grande inte
rés pueda sobornarse á los testigos , la mayor parte de las legislaciones de
Europa admiten la prueba testifical, cualquiera que sea la importancia del
litigio, como opinaba tambien que debia hacerse el célebre jurisconsulto ya
citado. Así acontece en Austria (cap. 14, Cód. de proc.), en Dinamarca
(Cód. de Cristian V, lib. 1, cap. 31); en Suecia (lib. del procedimiento , ca
pítulo 14, § 3); en Prusia (Cód. de proc., tít. 10, párrafos 131 y 394 y si
guiente). Este es tambien el derecho comun en Inglaterra , Noruega y Por
tugal. En nuestro derecho se hallan establecidos tambien iguales principios.
La nueva Ley de Enjuiciamiento ha tratado de aumentar la eficacia de esta
prueba, ya asegurando su veracidad por medio de la publicidad, si bien cir
cunscrita en los límites que ha marcado la experiencia como convenientes,
ya desechando las pruebas privilegiadas, ya admitiendo el testimonio de
personas que repelían nuestras leyes anteriores, y ya ampliando respecto
del juez los límites en que debia circunscribirse para la apreciacion de las
declaraciones de los testigos, segun vamos á exponer.
938. La palabra testigo proviene de testando, declarar ó explicar segun
su mente: 1. 11, Dig. de testibus, ó lo que es mas propio, para el caso de
que tratamos, dar fe á favor de otro para confirmacion de una cosa, y en
este sentido, se llamaban antiguamente los testigos Superstites, porque de
claraban sobre el estado de la causa, como dice San Isidoro en el capítulo
forus 10 de V. S.
939. Entiéndese por testigo la persona fidedigna llamada por las parles
á declarar en juicio sobre lo que sabe acerca de la verdad ó falsedad de los
hechos controvertidos: ley 1 , tít. 16, Part. 3, y tít. 11 , lib. 11 , Nov. Re
copilacion. La circunstancia de ser llamados por las partes los testigos, es
importante en el procedimiento civil, segun se deduce de la cláusula ex
puesta en la ley de Partida citada que aducen las partes enjuicio, pues el
testigo que se presenta voluntariamente á declarar sobre pleito ageno, es
sospechoso de parcialidad , y no merece por lo comun fe , segun se deduce
del arg. de la ley qum omnia, 25, Dig» de Procurator, si bien hay autores
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 217
que creen que debe apreciarse esta declaracion , si es de persona conocida
mente veraz ó de distincion. Ademas, versando este clase de negocios sobre
el solo interés de las partes, á ellas solas es á quienes toca la presentacion
de los testigos, y ni aun el juez puede tomar, para mejor proveer, declara
cion alguna de testigo, puesto que el art. 48 de la ley de Enjuiciamiento no
le faculta para ello.
940. Se dice que el testigo es persona fidedigna, esto es que no con
curren en ella ninguna de las circunstancias por las que la ley no conceptúa
digna de fe su deposicion, como si tuviera la condicion de esclavo, pues la
ley no le admite á declarar; ó si fuera mujer, en los casos en que la ley
requiere que sean varones, como en los documentos ó escrituras públicas, ó
no tuviese la edad ó capacidad mental convenientes, ó fuere vil y muy pobre.
Asi, para que hagan fe sus declaraciones , se ha de atender á su con
dicion, sexo, edad, capacidad, fortuna y fe; requisitos que los prácticos han
comprendido en estos versos :
. Conditio, sexus, aetas, discretio, fama,
et fortuna , fides ; in testibus ista requires.
Las circunstancias mas principales que deben tenerse presentes, pueden
comprenderse en esta clasificacion :
1.a Capacidad.
2.a Probidad.
3.a Imparcialidad.
4.a Conocimiento.
5.a Solemnidad .
941 . La capacidad debe ser considerada por el estado físico é intelectual
del testigo. Carecen de capacidad los faltos de juicio ó dementes, de cual
quier clase que la demencia fuese, y las personas que tuvieren edad menor
de aquella en que se reputa completamente sazonada la razon. Las leyes, de
Partida fijaron este término para las causas civiles á los 14 años, ley 9, tí
tulo 16, Part. 3; pero no obstante, podian admitirse como testigos, cuando
no habia otros mayores, y servia el dicho de aquellos de mayor ó menor pre
suncion segun sus circunstancias : ley 9, tít. 16, Part. 3. Conviniendo sin
duda la nueva ley di Enjuiciamiento con esta disposicion, ha prescrito en su
art. 314, que sean admitidos los menores de 14 años como testigos; pero sin
prestar juramento.
Tambien se han considerado como incapaces para testificar los que ca
recen de los sentidos, tales son los sordo-mudos y los mudos y ciegos , por
lo difícil que es que hayan podido instruirse del hecho dudoso, ó que pue
dan expresar su testimonio fácilmente ; pero estos podrán serlo , si pueden
explicarse por señas ó por medio de la escritura: de esta suerte el sordo
podrá atestiguar de lo que vio, y el ciego de lo que oyó, ó de lo que ocur
rió antes de su falta de sentido. V. el § Item surdus 3, Inst. Quibus, non
estperm. fac. test. arg. I. servo invito 65, § 3, Dig. ad S. C. Trebell. y
Strick de jure sensuum, disert. cap. 4, núms. 26 y 28 , y dist. 4 , cap. 34.
942 . Falta la probidad para ser testigo en cualquiera de las personas que
TOMO H. 28
;
218 LIBRO SEGUNDO.
las leyes tachan en este concepto. Segun las leyes de Partida, se encontra
ban en este caso : el hombre de mala fama , el de costumbres depravadas,
como el dado al juego ó á la embriaguez, el alcahuete ó rufian; el monedero
falso, el falsificador de documentos públicos ó privados, el reo de alevosía,
traicion ó homicidio, el de falsedad en sus declaraciones por precio recibido;
el descomulgado vitando; el que hubiere dado yerbas ó veneno para causar
aborto, muerte ú otro mal; el forzador, el raptor de religiosa; el apóstata;
el que siendo casado vivia con barragana ó manceba; el que era desconoci
do del juez y de la parte contra quien se presentaba, y al mismo tiempo muy
pobre y vil como dicen las leyes ; el que á sabiendas se casó sin dispensa
con parienta dentro del cuarto grado , y el judio moro ó hereje en causas
contra cristiano: ley 8, tít. 16 , Part. 3.
La nueva ley de Enjuiciamiento no expresa en sus disposiciones ningu
na de las causas absolutas para ser testigo , enumeradas en las leyes de
Partida, por limitarse á mencionar las causas que dan motivo á tachar á los
mismos, sin embargo , la circunstancia de espresar entre estas la causa ab
soluta, designada en la ley 8, tít'. 16, Part. 3, á saber, la de haber sido el
testigo condenado por falso testimonio (art. 320, § 4.°) ha dado ocasion á
algunos intérpretes para creer, que en el dia se hallan limitadas á este caso
las antiguas prohibiciones para ser testigo por falta de probidad. T alegan
por razon, que segun los buenos principios, solo se debe rechazar el testi
monio de aquellas personas cuyos actos precedentes dan motivo para temer
que no tendrán reparo en faltar á la verdad. Por nuestra parte conviniendo
en la exactitud de esta regla, no podemos darle un límite tan reducido, por
que no solamente hay motivo para temer que no será veraz en el testimonio
la persona que faltó ya á la verdad en sus declaraciones, sino tambien, y con
mayor motivo, respecto del que perpetró actos que revelan mayor inmorali
dad, perversidad é impudencia, que el falso testimonio, que á veces se da
sobre negocio de poca importancia , y por debilidad de caracter ó por una
amistad imprudente, tales como el homicidio de que habla la ley, esto es,
que no es defensa propia, la falsificacion de documentos, y el del hombre á
quien por sus costumbres depravadas ha marcado la sociedad con el stigma
de la infamia. Es verdad que los que censuran como extensa la enumeracion
de impedimentos de nuestras antiguas leyes , se refieren en especial á los
impedimentos ó actos sobre inmoralidad de costumbres, tales como el aman
cebamiento del hombre casado , la prostitucion ó vileza , ó mala fama res
pecto de la|mujer que mencionan las leyes 8, 10 y 17, (1) tít. 16, Part. 3;
(1) Esta ley 17 interpreta la cláusula de la ley 8.a sobre que no puede ser testig-o la
mujer que anduviese en semejanza de varon ; disposicion tachada de ridicula por célebres
escritores extranjeros, tales como Belime en su Filosofía del derecho, tomo 2.°, pág. 365,
como debiendo entenderse que se refiere á la mujer vil y de mala fama (V. glosa 3.a),
y no á la que se vistiere alguna vez de hombre por necesidad o por pasatiempo , como
advierte ya Gregorio Lopez en la glosa 18 á la misma ley 8.a La ley 10 dispone termi
nantemente que no pueda ser testigo en las causas criminales la mujer que manifiesta
mente hiciese maldad de su cuerpo por dineros.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 219
pero; ¡cuanto no es de temer que la mujer, por ejemplo , que pone á ga
nancia lo que hay en ella de mas noble y delicado, su poder y su honra, no
haga venable su veracidad! y como dice el Sr. Escriche en su Diccionario,
art. Testigo, si la lascivia nada tiene que ver con la mentira, no deja por
eso de ser muy posible y aun sospechoso, que el que á la vista de todo el
mundo abre y abandona su corazon á una pasion que le arruina y hace la
desgracia de las personas que le rodean, abra tambien su mano al soborno
para satisfacer los caprichos, siempre insaciables , de una mujer estraña y
codiciosa.
Sin embargo, en cuanto á los impedimentos que se refieren á las per
sonas viles, debe tenerse en cuenta la modificion que han sufrido bajo este
aspecto diversos estados ó profesiones, ya por parte de la opinion publica,
ya por parte de disposiciones modernas legales.
943. Para conceptuar imparcialidad en el testigo, es necesario que no
existan respecto de él alguna de las causas que las leyes consideran que pue
den moverle á faltar á la verdad, por tener interés en el pleito , bien por
si ó por las personas principalmente sostenedoras del mismo.
Segun el art. 320 de la ley de Enjuiciamiento, pueden ser tachadas por
falta de imparcialidad los testigos en quienes concurra alguna de las si
guientes causas.
1.a Ser el testigo pariente por consanguinidad ú afinidad dentro del 4.°
grado civil del litigante que le haya presentado, pues la ley considera que el
afecto que produce el vínculo del parentesco en estos grados es bastante fuer
te para inducir á favorecer al pariente, con menoscabo de la verdad y per
juicio del contrario; fuera de estos grados no ha lugar á la tacha por consi
derar la ley suficientemente debilitado el lazo de parentesco para temer
parcialidad. La nueva ley ha extendido la disposicion de las de Partida que
limitaban la prohibicion al ascendiente ó descendiente en causas reciprocas,
mas no en las de edad ó parentesco, por la dificultad de probar que hay en
ellas; á la mujer por su marido ó al marido por su mujer, y al hermano por
su hermano: leyes 10, 14 y 15, tít. 16, Part. 3, y se ha aproximado á las
del Fuero Juzgo, Real y de Estilo, que dispusieron no poder ser testigos
contra extraños los padres, hijos y yernos, nietos, hermanos segundos,
cohermanos , primos , hijos de hermanos , sobrinos , hijos de primos , y los
tios, hermanos ó primos de padre ó madre. Y. las leyes 13, tít. 4 lib. 2 del
Fuero Juzgo; 9, tít. 8, lib. 4.° del Fuero Real y la 245 del Estilo. La ley 11.
tit. 16, Part. 3, enumera estas mismas personas como no pudiendo, no ya
ser presentadas como testigos por sus parientes contra~exíraños, si como no
pudiendo ser apremiadas á declarar contra sus parientes en pleitos en que se
trate de la mayor parte de sus bienes. El art. 147 del reglamento del Conse
jo Real dispone, que no puedan ser presentados ni examinados como testigos
los ascendientes, descendientes, hermanos, tios y sobrinos por consangui
nidad ó afinidad de una de las partes ni su conjunta persona aunque esté di
vorciado de ella. Aunque este ultimo caso no se expresa en el art. 320 de la
ley de Enjuiciamiento, debe entenderse comprendido implícitamente en su
220 LIBRO SEGUNDO.
disposicion general, mucho mas cuando el divorcio entre nosotros se limita
á la separacion del tálamo, sin extenderse á la disolucion del vínculo conju
gal, de suerte que solo relaja este vínculo sin romperlo, y tambien porque
la ley de Enjuiciamiento no comprende el caso de que presente al testigo
pariente del litigante la parte contraria, como puede hacerlo, aunque no
obligarle á ello, sino al de que presente al testigo su pariente para que de
clare á su favor, por lo que es razonable facultar á la parte contraria para
que lo tache, pues existen motivos pata presumir parcialidad entre dos per
sonas que han vivido en una union tan íntima, no obstante hallarse sepa
radas.
Cuando los testigos fuesen parientes en igual grado , tanto del que los
presentó, como de la parle contraria, parece que no tendrá facultad para ta
charlos esta, porque suponiéndose que se aquilibra el afecto que produce
el vínculo de la sangre, no hay motivo para temer parcialidad, y asi lo dis
ponia la ley 9 del Fuero Real citada, por aquellas palabras «fueras si fuere el
pleito entre parientes de igualeza; pero no podrán ser apremiados á decla
rar, porque siempre se verificará la inmoralidad de que un próximo pariente
declare contra su pariente, que es la causa impulsiva de la disposicion de
la ley 11 de Partida citada. Y. el núm. 105 del lib. 2.°
2.a Ser al prestar declaracion el testigo, dependiente ó criado del que lo
presentare, por presumirse que el afecto que á veces engendran estas rela
ciones íntimas, la gratitud ó la autoridad podrán influir en el ánimo de los
testigos para dar su declaracion á favor de su amo ó principal. Por esto no
extiendela ley su disposicion al caso de que hubiese sido el testigo criado del
litigante antes ó despues de prestar la declaracion. Como la palabra criado,
y en especial, la de dependiente, se ha entendido con masó menos latitud,
dando lugar á dudas y equivocacioues , declara la ley que se entiende por
criado ó dependiente, para los efectos de esta disposicion, el que vive en las
casas deltenidopor amo y le presta en ellas servicios mecánicos, mediante un
salario fijo. Por tanto, podrán ser tachados, los criados de servicio, lacayos,
porteros, y aun, como decia la ley 18, tít. 16, Part. 3, los quinteros, horte
lanos ó molineros, esto es, las personas que puso el mismo amo para cuidar
de la quinta, molino ó huerto, y no sus arrendatarios por concurrir en ellos
las circunstancias que expresa la ley de Enjuiciamiento, puesto que no exige
que vivan en la misma casa que su amo, sino en las casas de este; mas no
podrán ser tachados, los escribiente? , jornaleros ú operarios de las fabricas
que no vivan encasa del amo, no obstante, que presten servicios mecánicos
y reciban salario, ni los ayos, aunque vivan en dichas cusas, porque no
prestan servicios mecánicos.
El salario puede consistir no solo en dinero, sino en frutos ú otro emo
lumento ú utilidad, con tal que sea fijo.
3. a Tener interés directo ó indirecto eu'el pleito ó en otro semejante. Del
principio de que nadie puede ser testigo en causa propia sancionado en el
Derecho canónico y en la ley 18 de Partida mencionada , dedujeron eslas
legislaciones con suma consecuencia, que tampoco podia serlo el que tuviese
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 221
interés en el pleito ó en otro semejante; ley 28 citada y Cap. cum perso
nas, 20, 1. 2, tít. 20 de las decretales Gregorianas. Siendo esta disposicion
igual á la 3.a del tít. 121 sobre recusaciones, nos remitimos álo|que hemos
expuesto sobre la misma en el núm. 105 del lib. 2.° de este tratado. Sin em
bargo indicaremos algunos casos que las leyes de Partida mencionan como
referentes á la disposicion mencionada. Segun la ley 19, tít. 16, Part. 3,
tiene interés en el pleito, el vendedor de la finca en el pleito de su evic-
cion. y el juez en el pleito que hubiese juzgado ó que hubiese de juzgar, si
bien el juez puede certificar al superior de lo que ante él pasare, y decir al
mismo por su mandado lo que supiere, cuando no haya otra persona que
declare, ni esto se intente con malicia, ni con el designio de excluir al juez
del conocimiento de la causa. Goyena. Febrero reformado, y ley 19 cit.: se
gun la 20, los abogados en el pleito que hubieran comenzado á defender,
pero podrán ser presentados por la parte contraria, y los procuradores y
guardadores en pleito de sus principales ó pupilos, si fuesen presentados
por estos; segun la ley 21, los compañeros ó socios en mercadería ú otra
cosa, en que tuviesen interés comun, no pueden testificar el uno por el otro,
porque como dice la ley, la ganancia ó la pérdida de tal pleito pertenece á
cada uno de ellos su parte; disposicion análoga á la 4.a del art. 121, que de
clara causa de recusacion la de tener el juez participacion directa en cual
quiera sociedad ó corporacion que litigue. Sin embargo, respecto de los
pleitos de corporacion distinguían los autores si resultaba al testigo alguna
utilidad directa de su testimonio como si se trataba de pastos en que pudiese
introducir cada individuo de la corporacion sus ganados, ó si solo experi
mentaba utilidad de su testimonio indirectamente: como sise trataba de cosa
cuyo uso no pertenecia á cada uno en particular, dicidiendoque en el primer
caso era tachable su testimonio, por testificar en causa propia, y no en el se
gundo. Esta doctrina se hallaba sancionada en la ley 18, tít. 16, Part. 3, que
dice, que en pleito de concejo ó de monasterio ó de iglesia conventual, bien
podrían dar testimonio los del concejo ó del monasterio ó de la iglesia con
ventual. E esto es, porque como quier quel pleito tanga á todos comunal
mente, non pertenece á cada uno por sí en todo. E por ende non debe ome
sospechar, que los omes buenos fuesen aduchos para dar testimonio en plei
tos de algunos destos logares, que quieran perder sus almas testiguando men
tira por los otros. V. la ley in tatum 6, § 1, Dig. de R. D. I. Sed si, 10, § 4,
Dig. de inper voc. 1. Sicutmunicipiuml, § 1, Dig. Quodcujuscumque. Uni-
vers. nom. . .
4.a Haber sido el testigo condenado por falso testimonio. Esta causa enu
merada como impedimento sobre el que puede recaer tacha, en el art. 320
de la ley, debe considerarse, en nuestro concepto, como impedimento abso
luto, lo que es muy importante distinguir por los efectos que produce res
pecto de la admision de los testigos por el juez, que mas adelante expon
dremos. El fundamento de esta prohibicion queda ya manifestado. Solo nos
resta que añadir, que no basta que el testigo esté acusado de falso testimo
nio, porque entonces se daria ocasion al abuso de que el litigante de mala
222 LIBRO SEGUNDO.
fe pudiera imposibilitar de declarar á las personas cuyo testimonio temiera
mayormente, con solo proponer acusaciones falsas. Debe pues el testigo ha
ber sido condenado por falso testimonio, aunque no creemos que sea nece
saria una ejecutoria, sino basta que la autoridad judicial haya creído que
resultaban méritos suficientes del proceso para condenarle como testigo falso
para que no se admita su declaracion en otro pleito hasta que resulte en de
finitiva su inocencia.
5.a Ser amigo intimo ó enemigo manifiesto de uno de los litigantes. Esta
causa expuesta en la ley 18, respecto de la amistad, y en la 22 en cuanto á
la enemistad, es la misma mencionada en los núms. 4 y 5 del art. 121 sobre
recusaciones que hemos explicado en el núm. 10o, 9 y 10 del libro 2.° donde
podrá verse su fundamento. La ley 22 de Partida requería para tachar al
testigo la enemistad capital; mas la nueva ley no requiere tanto, segun ex
pusimos en el lugar citado.
Aunque este párrafo 5.° no expecifica de cuál de los litigantes, ha de ser
amigo ó enemigo el testigo, es claro pue se refiere al caso en que la amis
tad sea con el litigante que lo presenta, y la enemistad con el contrario.
Mas el referirse el párrafo citado á uno de los litigantes, sin designar á
cuál de ellos, da ocasion á dudar si deberá resolverse por la negativa la
duda suscitada entre los antiguos intérpretes sobre si podria ser tachado
por alguna de las partes el testigo que fuese enemigo de ambas. Febrero y
otros opinaban por la negativa, pero su reformador Gutierrez rebatía fun
dadamente esta opinion, alegando que podria tener el testigo mayor ene
mistad con un litigante que con el otro, y faltar á la verdad, vengándose
asi del uno mas que se vengaría del otro con decirla; y esla es en nuestro
concepto la interpretacion mas aceptable. Respecto del caso en que el tes
tigo fuera amigo íntimo de ambas partes, parece que no habrá facultad para
tacharlo por ninguna, conforme interpretamos tambien respecto del caso en
que el testigo tenga igual parentesco con ambos litigantes, por considerarse
que hallándose equilibrados los efectos, no existe temor de que falte el tes
tigo á la verdad.
A estas causas de tachas ha reducido la nueva ley de Enjuiciamiento
las enumeradas en nuestas antiguas leyes, con el objeto de dejar campo
mas vasto á la prueba testifical. Algunos autores opinan que deberían su
primirse todas las causas por que se permite tachar á los testigos, y otros
creen conveniente conservar tan solo las que se refieren á los consanguíneos
y afines hasta el grado de tio y sobrino. No hay duda, dice Mr. Seligman,
que existen testigos á quienes hacen sospechosos sus antecedentes y las rela
ciones que los unen con los litigantes; pero sus disposiciones serán tanto mas
peligrosas, cuanto que naturalmente inspirarán menos confianza, y tendrán
mas ó menos valor segun las circunstancias. Sustituid el principio de la sos
pecha, dice tambien Bentham, al de la exclusion. Pero estas censuras pier
den su fuerza cuando se penetra en las fundadas razones que llevamos ex
puestas, y en que se apoya la ley al marcar las causas de tachas y de ;ex-
clusion mencionadas.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 223
Además, las causas personales porque puede ser tachado un testigo,
como las de parentesco, amistad, etc., no excluyen absolutamente el testi
monio de este, sino que es necesario que se aleguen y prueben por la parte
misma á quien conviene que no se oiga su declaracion; de suerte que si esta
no las propusiera en el término y en la forma requerida por la ley, y que
expondremos al tratar del juicio ordinario y de los demás, el juez debe re
cibir la declaracion del testigo , y no p uede repelerlo de oficio , pues se en
tiende que la parte que no opuso aquellas tachas, renunció á ellas, y que
admitió y habilitó tácitamente al testigo , por no creer que faltara á la ver
dad. En tal caso, el juez solo podrá y deberá tener en cuenta la causa que
existe respecto del testigo á favor de una parte para atender, al apreciar
segun las reglas de la sana crítica la fuerza p robatoria de sus declaraciones,
á si dicha causa ha influido en efecto de la v erdad y sinceridad de su depo
sicion. Lo mismo debe decirse respecto del testigo que hubiese presentado
un litigante en un pleito, y que fuese despues presentado por su contrario ó
por otra persona en otro, pues aunque tuviese alguna tacha, no podrá opo
nerla en este, por presumirse que pasó por ella, en el hecho de presentar
al testigo en el pleito primero: solamente podrá tacharlo por causas ocurri
das ó sabidas posteriormente.
Pero si las causas ó impedimentos de los testigos fuesen absolutas, esto
es, se refieran á su incapacidad natural notoria, como si se presentase á de
clarar un demente, ó cuando dimanara de culpa ó delito, puede el juez repe
ler de oficio á estos testigos, porque la ley les prohibe testificar, por el bien
público, y asi no tiene la parte facultad para habilitarles tácita ni expre
samente. V. Antonio Gomez, 3, Var. cap. 12, núm. 32; Curia Filípica, par
te 1.a, § 17, núm. 14. Escriche, Diccionario, art. Tachas, y Febrero refor
mado por los señores Goyena, Aguirre y Montalban.
944. Han de tener los testigos conocimiento de lo que manifiestan, debien
do mostrar la causa ó razon por qué saben lo que declaran, si es por haberlo
visto ú oido, cuándo, á quién y en dónde, ó como expresa la ley 26, títu
lo 16, Part. 3: «si lo sabe por vista, por oido ó por creencia,» para que el
juez pueda apreciar la fuerza probatoria de su declaracion, pues esta tendrá
mayor ó menor eficacia segun el extremo á que se refiera el testigo. Asi,
segun la ley 28, tít. 16, Part. 3, el testigo que declarase sobre lo que oyó á
otros, ó por opinion ó creencia agena , no debe ser creido, á no ser sobre
hechos ó labores y otras cosas antiguas, segun declara la misma ley y la 29
del título citado. Y por eso diceo los intérpretes, entre ellos Febrero y sus
reformadores, que para que tenga eficacia la declaracion del testigo deben
concurrir en ella las siguientes circunstancias: 1.a Que la razon que den de
sus dichos ha de ser diversa de este , pues co mo dice Gregorio Lopez en la
glosa 8 á la ley 16 citada, no es buena razon la que contiene lo mismo que
se ha dicho. V. Bart. y Paul, en la ley qui interrogatus, Dig. de petit. hcer.;
y tampoco debería entenderse que daba razon de su dicho el testigo que no
entendiera ó ignorase lo que denotaba la razon alegada, como si dijese que
Juan era de mala fama é ignorase en qué consistía esta, para valemos del
224 LIBRO SEGUNDO.
ejemplo que trae Baldo en la glosa á la ley 1 , Dig. de his qui sunt sui vel
alienijuris, diciendo, que en tal caso no debe ser creido el testigo, asi como
debe ser tenido por sospechoso cuando la razon en que se funda es inverosí
mil: Bart. en la ley Labeo, Dig. de supellect. leg., pues como dice el mismo
intérprete en la ley cum pater 77, § dulcissimus , 20, Dig. de administ.
tutor., toda la virtud de la declaracion está en la razon que da el testigo, y
Hevia Bolaños en su Curia Filípica, Part. 1.a § 17, núm. 20, adoptando
esta doctrina añade, que si siendo de ella preguntado el testigo, no la die
re, no vale su dicho, pero que sí valdrá , aunque no la diere , no siendo de
ella preguntado, en las causas civiles, salvo si se pidió que se le preguntare
ó fueren estas de mucha importancia, aunque el testigo que da razon de su
dicho es preferido al que no la da, como consta de la ley 26 citada , y de
las glosas de Gregorio Lopez á la misma, núms. 8, 9 y 10, y dice tambien
Paz en sus pract. qucest 1, tom. 1, p. 8, temp., núms. 104 y 105. 2.a Que
depongan los testigos de positivo y cierta ciencia, y no de parecer ó creen
cia, lo que percibieron por los sentidos, pues semejante deposicion como
dimana de conjeturas y nada afirma, solo induce presuncion, excepto que
tenga relacion muy próxima con el sentido por el cual se pueda percibir la
verdad del hecho, v. gr., haber visto á un hombre y mujer desnudos, solos
y cerrados, por cuyo hecho se presume y puede creer el adulterio, ó cuan
do concurren otros adminiculos para creer aquello de que se trata, y el tes
tigo lo expone , ó en casos de difícil probanza , ó de cosas que consisten en
la pericia del arte, v. gr., del de los médicos y comadres, ó contra el que
presente el testigo; doctrina que expone Febrero y el señor Tapia en su Fe
brero Novísimo, apoyándose en las leyes 8 y 10, tít. 16, Part. 3. Se entien
de que el testigo da suficiente razon para saber de ciencia cierta cuando
dice, que lo sabe por haberlo percibido por el sentido corporal porque se
puede percibir el acto sobre que se depone , y asi cuando declara sobre si
habia licor en una vasija, debe hacer consistir la razon en que se funde en
haberlo probado, si se trata de si lo contenido era ambar, bálsamo, etc., debe
fundarse en haberlo olido, etc. (V. Gregorio Lopez, glosa 8 á la ley 26, y Cu
ria Filípica, lugar citado). Bespecto de las cosas que no afectan á los senti
dos por referirle al entendimiento, como la jurisdiccion, la servidumbre y
demás incorporales, la razon consistirá en la impresion que producen en los
sentidos los actos que se ejecutan en virtud de las mismas, como, respecto
de la jurisdiccion, los actos judiciales, respecto de las servidumbres, la exis •
tencia del acueducto, pastos, etc , en que consisten. V. Stryck, de jur.
sens. prcem., núms. 35 y siguientes. 3.a Que sepan por sí mismos lo que di
cen, y no por lo que otros oyeron, porque esta deposicion no se funda sobie
el hecho principal, sino en el dicho de un tercero, y por consiguiente no
se sirve ni hace prueba en juicio, á menos que sea sobre hechos, labores
y otras cosas antiguas oidas á sus mayores, y estos á los suyos, ó contra el
que presenta el testigo, ó en causas de difícil probanza, segun dicen Fe
brero , Gutierrez y Tapia , apoyándose en las leyes Si arbiter Dig. de
probat, en la 2.a § idem, Labeo ait, Dig. de Aquapluv. are, y en la 29 tí
DE LOS TRAMITES V DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 225
tulo 16, Part. 3. Sin embargo, estas declaraciones inducen presuncion; (le
yes 25, 28 y 29, tít. 16 , Part. 3), y para que prueben acerca de la consan
guinidad y afinidad requiere doce requisitos Reinfestuel, lib. 2, Decret. tí
tulo 20, § 11 , núm. 373. Véase lo que mas adelante exponemos al tratar de
la fuerza probatoria de las declaraciones de testigos.
945. Para que la declaracion tenga la solemnidad correspondiente , se
exige en primer lugar el juramento del testigo. Este juramento se llama de
decir verdad, y versa sobre que dirán verdad en lo que supieren y les fuere
preguntado, y que no descubrirán lo que dijeron á las otras partes hasta que
lo publique el juez. No versará , pues , sobre lo que creen, por lo cual el que
jura decir verdad, no está obligado á afirmar sino lo que real y verdadera
mente vió, oyó, conoció y percibió por los sentidos corporales. Diferénciase,
pues , dicho juramento del de calumnia , en que este recae sobre la creencia
y no sobre la ciencia de lo que se pregunta; y del de los peritos, en que es
tos declaran sobre lo que ven, entienden y observan en la materia litigiosa
con arreglo al arte, profesion ú oficio á que se refiere el punto sobre que dan
su dictámen.
El juramento de los testigos se halla prescrito en la ley 2, tít. 4, lib. 2.°
del Fuero Juzgo; en la 11, tít. 8, libro 2.° del Fuero real; en las 23 y 24,
tít. 16, Part. 3; y en la 1.a, tít. 11, lib. 11, Nov. Recop. La nueva Ley
de Enjuiciamiento lo requiere tambien en su art. 314, párrafo 3.°, dispo
niendo que los testigos prestaran la declaracion bajo juramento, en la for
ma y bajo laspenas que las leyes prescriben. Esta es una de las principales se
guridades de que los te-tigos prestan su declaracion ateniéndose á la verdad,
pues no pudiendo el legislador castigar al testigo falso, sino en los raros
casos en que se prueba su falsedad en el foro externo , por no serle posible
penetrar en lo interior de la conciencia humana , no tiene otro recurso para
obligar al testigo á declarar con verdad , por temor de la pena , que atraer
sobre él la justicia divina, haciéndole que declare bajo su invocacion y tes
timonio. Por esto se ha adoptado generalmente la prestacion del juramento
respecto de los testigos por la opinion general y por la práctica de todos los
pueblos .
Bentham , sin embargo , ha creido que esta práctica era mas perniciosa
que útil. Siendo muy grave esta cuestion, expondremos las principales ra
zones en que se funda este célebre publicista/ Alega en primer lugar, que el
valor del juramento descansa en la creencia religiosa del testigo, la cual no
puede apreciar el juez, de suerte, que es hacer depender la credulidad de
un elemento desconocido. Pero á esto se puede responder, que igual difi
cultad hay en hacer constar la probidad del testigo, que es un elemento en
que se apoya mas directamente la fe que merece, y que en todo caso el ju
ramento es una nueva seguridad de sinceridad, aunque no fuera mas que
por el temor que inspira al testigo la opinion de los demás sobre el perjurio.
La segunda razon de Bentham consiste en decir, que el juramento es un
motivo de que persevere en él, aunque sea falso, el testigo que le preste
ante el juez para no pasar por perjuro. Pero á esto se contesta, que aunque
TOMO II 29
226 LIBRO SEGUNNDO.
puede ocurrir en algunos casos, en otros muchos le obligará á decir desde
luego la verdad. Para conocer la fuerza de esta objecion, sería preciso ver
si impide el juramento menos veces al testigo faltar á la verdad que retrac
tarse despues de haber faltado a ella. La tercera razon consiste, en que es
envilecerla santidad del juramento á los ojos del pueblo, el permitir al juez
que no se sujete á la declaracion jurada, por lo que, ó debería no exigirse
este, ó bien obligar al juez á creer en ella. Mas esta objecion pierde su fuer
za con solo advertir, que el juez solo reusará creer en el juramento, cuando
tenga motivos fundados de sospecha para ello , y entonces no se envile
cerá el juramento, sino el que lo prestó falsamente. Otra de las objeciones
de Bentham consiste, en que este sistema priva del testimonio de aquellos
á quienes prohibe jurar su religion, como los cuakeros; pero esta objecion
cae por su propio peso, puesto que la práctica tiene admitido que haga las
veces de juramento en tales casos una simple afirmacion jurídica, por lo
que no es necesario hacer por esto de la excepcion, la regla. Finalmente,
la razon que aduce Bentham, de que Pothier, que fue magistrado durante
cincuenta años , atestiguaba haber visto deferir el juramento con frecuen
cia, pero que no lo ha visto reusar mas que dos veces, no tiene aplicacion
directa á la cuestion de que tratamos, porque cuando se defiere el juramen
to á la misma parte, puede compelerle su interés propio á perjurar, y en
esto se fundan las razones porque en algunos casos no se exige el juramento
en la confesion en juicio, y porque asimismo se reducen los casos en que se
prestaba el juramento de calumnia, segun hemos expuesto al tratar de la
confesion y de la demanda; pero respecto de la declaracion de testigos, como
que estos declaran en beneficio ó en perjuicio de otro , como que no puede
cegarles en su declaracion un interés directo, no tienen el peligro que los
mismos litigantes para perjurar, al paso que han de ser mas circunspectos
en no declarar en falso por el temor de la pena humana ó divina que les
amenaza.
Otros publicistas han creido poder obtemperar á estos dos extremos de
declarar con ó sin juramento, exigiendo que la declaracion se prestara por
una simple afirmacion ó negacion , y que el legislador castigase su falsedad
lo mismo que el perjurio. Dios, dicen, es testigo y juez de todas nuestras
palabras. ¿Por qué se ha de creer que la Divinidad solo desaprueba las
mentiras hechas á la sombra de su nombre? Toda afirmacion falsa, hecha
de propósito deliberado con ánimo de dañar, es igualmente aborrecible á
sus ojos. La elevada inteligencia de Ciceron lo habia ya comprendido. En
su célebre oracion, por Roscio, dice este célebre orador : Quid interest inter
perjurum et mendacen? Qui mentiri solet perjurare consuevit... Proplerea,
quce pcena ab diis inmortalibus perjuro , hcec eadem mendaci constituía est.
Non enim ex pactione verborum quibus jusjurandum comprendüur, sed ex
perfidia et malitia, per quam insidia tenduntur alicui, dii inmortales ho-
minibus irasci et succensere consuerunt. No hay duda que el deber de decir
la verdad es un justo deber de moral, cuya violacion no cae bajo la animad
version del legislador. Esto es cierto en cuanto á las falsedades que no tie
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 227
nen por ojeto causar un perjuicio material y apreciable á otro. ¿Por qué,
pues, se han de distinguir estas de los demás hechos dañosos? ¿Qué injus
ticia habría en castigar al que niega su deuda, como se castiga al que in
tenta apropiarse lo que no le pertenece?
La ley en efecto no seria injusta, si impusiera una pena á toda mentira
jurídica, pero ella ha sido mas tolerante para la debilidad humana. Solo ha
querido castigar la que fuere obra de propósito deliberado , y el juramento
es el signo en que se reconoce y asegura este propósito. Cuando castiga
pues, la ley el perjurio, no es como ofensa hecha á Dios , sino como un he
cho jurídico dañoso, cometido con circunstancias agravantes, con persisten
cia y premeditacion. Entonces no hay injusticia en imponer al culpable,
cualquiera que sea su creencia una pena por haber ultrajado solemnemente
la verdad á la faz de la justicia del país.
En el proyecto del código civil francés se reemplazó el juramento con
una simple afirmacion judicial; pero bien pronto fue aquel restablecido,
porque debe tomarse á los hombres como son , puesto que porque muchos
de ellos que retrocederían ante un juramento falso , serian capaces de una
mentira. Por todo lo cual, no debe la justicia privarse de un medio de prue
ba que muchas veces le permitirá obtener la verdad.
946. Asi pues, el testigo ha de prestar juramento precisamente, puessi lo
omite, no vale su dicho, como dice la ley 23, tít. 16, Part. 3, y el capitulo
Nupernobis, 51 de test., á no ser que le revelaren de él las partes, fián
dose en su lealtad, segun la ley 23, tít. 16, Part. 3, como pueden hacerlo,
siempre que el pleito verse sobre interés de las mismas; mas no si estuviere
interesada la causa pública, pues en el primer caso, solo se necesita el con
sentimiento de las partes, mas no en el segundo, segun dicen las leyes pe
núltima, Cod. de pact. y ley jus publicum , 38, Dig. de test. La misma
ley 23, citada, libra del juramento en el caso que fuese contienda en razon
de alguna cosa que demandase la mujer, que la apoderasen de los bienes
del marido finado, porque fincaba preñada del, e mandase el juzgador a al
gunas mujeres sabidoras que la fuesen catar , si era preñada ó non , é dije
sen despues al juez aquello que entendiesen, á tales mujeres como estas
non han porque jurar ; mas abonda que digan llanamente aquello que en
tendieren si es preñada o non , e maguer tales mujeres digan testimonio
por creencia, debe valer sobre tal razon como esta, porque non puede nin
guno testimoniar sino sobre lo que vé. Aunque la nueva ley no menciona
estas dos excepciones, parece que deben considerarse vigentes , la primera
por estar en la naturaleza y en el espíritu de la ley, y la segunda por pare
cer referirse á los peritos no titulares , los cuales , segun hemos dicho , no
tienen obligacion de jurar.
947. Las leyes recopiladas exceptuaron tambien de la necesidad de pres
tar juramento á varias autoridades, cuando debieran exponer en materia ci
vil acerca de los hechos que se tratan de indagar, no tanto como testigos
cuanto como autoridades á quienes constasen por razon de sus funciones.
En tales casos, á pesar de aquellas palabras de la ley 32 , tít. 16 , Part. 3,
228 LIBRO SEGUNDO.
non tenemos por derecho que ninguno envie por escrito su testimonio al
juzgador, y de aquellas otras «testimonio que sea dado ó embiado por carta
decimos que bien lo pueden desechar aquellos contra quien lo dieren», les
dirigía el juez oficio en que se expresaban los extremos sobre que se les in
terrogaba, al que contestaban por medio de certificacion ó informe : ley 10
nolas 6 y 7, tít. 11, lib. 11 Nov. Recop. La práctica habia hecho extensivas
estas disposiciones á toda persona constituida en dignidad. Mas esta facul
tad no se extendia respecto de las causas criminales, pues en ellas toda
persona, sin distincion de fuero ni condicion, está obligada cuando tenga
que declarar como testigo, á comparecer ante el juez de la causa sin ne
cesidad de permiso de su gefe ó superior respectivo , debiendo dar su testi
monio, no por certificacion ó informe , sino por declaracion bajo juramento
en forma: real decreto de 11 de setiembre de 1820, restablecido por otro
de 30 de agosto de 1836 y real orden de 1o de diciembre de 1844.
948. Los autores fundándose en la nota 3 y aun en la 6 del título citado,
consideracion libre de la prestacion del juramento á toda autoridad ó perso
na constituida en dignidad cuando prestaba declaracion en juicio civil ; pero
dichas notas parece que deben entenderse como refiriéndose al caso en que
las autoridades declaren como tales , sobre hechos relativos al ejercicio de
sus funciones, puesto que la nota 6 se refiere á las justicias que ejerzan ju
risdiccion ordinaria, y la 5.a á los oficiales de las Secretarías del despacho
con ejercicio, y que la palabra informe ó certificacion que se expresa en las
notas citadas , es mas propia de la declaracion que se presta como autori
dad, que de la que se presta como testigo. Solo la ley 19, lit. 7, lib. 4
del Especulo dispone que el testimonio que el rey diere por carta ó sin carta,
valga aunque no jure , y de la razon , de que el nombre del rey es el de
Dios, y el rey es tenido de dar cuenta de lo que Dios le dejó en guarda. La in
terpretacion expuesta, se halla conforme con la letra de nuestras antiguas le
yes. La ley 24, tít. 16, Part. 3; prescribe en general, que ningun testigo
non debe ser recibido sin jura ; y la ley 2, tít. 4, lib. 2 del Fuero Juzgo es
mas esplícita, porque despues de prevenir que ningun ome non puede ser
testimonio si non jurare, declara mas determinadamente que si non quisie
re decir la verdad, ó dijere que la non sabe , y esto non quisiere yurar... si
es ome de gran guisa, nunqua mas puede ser testimonio en ningun pleito.
Por donde se vé que tenia que jurar el hombre constituido en dignidad ó de
gran clase , que es lo que significa de gran guisa, como traduce el Sr. Re
guera en su extracto del Fuero Juzgo. El derecho canónico dispone tambien
que todos esten obligados á prestar juramento, cualquiera que sea su esta
do. V. cap. 51, Nuper nobis, tít. 20, lib. 2 de las Decretales de Gregorio.
El juramento es en efecto de donde toma su fuerza la declaracion de
testigo, puesto que es la mayor garantía de que declara con verdad , segun
hemos dicho; por lo que no puede dispensarse sino por la parte contraria
del que lo presenta, segunda ley 23, tít. 13 , Part. 3, puesto que no tra
tándose en los pleitos civiles mas que del interés de las partes , pueden es
tas, no solo renunciar ála mayor fuerza que presta el juramento á la declara
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 229
cion de los testigos que aducen en juicio, sino aun á su misma presentacion;
pero el juez deberá en su consecuencia al apreciar las declaraciones de los
testigos, dar menos valor al que la dió sin juramento que al que la prestó
por este medio.
Creemos, pues, que la nueva ley de Enjuiciamiento no comprende en
el § 3.° de su art. 314 el caso de que se releve del juramento, cuando de
claren como testigos, á las personas constituidas en dignidad, por las con
sideraciones expuestas; y por el contrario, que comprende implícitamente
la revelacion del juramento á las personas constituidas en autoridad, cuan
do tengan que exponer como tales sobre hechos relativos al ejercicio de sus
funciones, porque en este caso, viene á suplir al juramento la autoridad con
que se halla revestida la declaracion ó informe, ya por la grave responsa
bilidad en que incurririan , si faltasen á la verdad, pues se considerarían
como reos del delito del abuso de funciones públicas , y ya finalmente, por
que dichos informes ó certificaciones tienen por sí nueva fnerza, por parti
cipar de la naturaleza de los documentos públicos, segun expusimos al tra
tar de estos.
949. No obstante la prohibicion de la ley de Partida.'de prestar la decla
racion por carta, podrán declarar y formular el juramento de esta suerte los
mudos, ademas de indicarlo por señas, formando cruz con la mano, si bien
no hallándose en el caso de las personas que acabamos de referir, parece
que deberán redactar el escrito á la presencia del juez, segun indica Gre"
gorio Lopez en la glosa 1.a á la ley 31, tít. 16, Part. 3, tratando de la de
claracion de los testigos en general. V. Stryck de jur. sent. dissert. 4, ca
pítulo 4, núm. 27.
950. La antigua práctica no exigia tampoco por lo regular el juramento
á los menores de catorce años, fundada en la ley 9, tít. 16, Part. 3, que
solo consideraba como eficaz la declaracion del que hubiese cumplido esta
edad, cuando la daba en pleito civil; pues respecto de los menores de cator
ce años, si bien autorizaba al juez para recibir sus declaraciones, decia que
«no empezaría su dicbo acabadamente á aquel contra quien atestiguasen, si
bien seyendo de buen entendimiento tales menores, farian gran presuncion
al fecho sobre que fuere el testimonio:» el reglamento del Consejo Real san
cionó en sus disposiciones, que el menor de diez y seis años de edad pudie
ra declarar sin juramento. La nueva ley de Enjuiciamiento ha erigido en
ley aquella prática, puesto que dispone en su art. 314, § 4.° que los meno
res de catoree años no prestarán juramento. liase creido con razon, en efec
to, que á esta edad no se halla el entendimiento suficientemente desarro
llado para comprender las graves consecuencias y la grande importancia de
un acto tan solemne y respetable.
951. El juramento debe recibirse por el juez y no por el escribano, con
forme al espíritu del art. 33 ya expuesto.
952. La fórmula comun para este acto, es la de recibirlo el juez por Dios
y una señal de la cruz con estas palabras: «¿Jurais á Dios y á esta señal de
la cruz decir verdad en cuanto sepais y seais preguntado?» á esto contesta ej
230 LIBRO SEGBNDO.
testigo: «si juro;» á lo que contesta el juez: «si asi lo hiciéreis Dios os lo
premie, y sino os lo demande:» el testigo añade: asi sea.
La fórmula del juramento que prestan los eclesiásticos ordenados in sa-
cris en las causas seculares civiles, precedida licencia del ordinario, es «in
verbo sacerdotis, por las sagradas órdenes que han recibido y segun su es
tado, » y poniendo la mano derecha sobre su pecho.
Los caballeros de las órdenes militares juran por Dios y por la cruz de su
hábito que trae al pecho, tocándola al mismo tiempo con la mano derecha.
Los oficiales del ejército y armada, lo hacen poniendo la mano derecha
tendida sobre el puño de su espada, jurando á Dios y prometiendo al rey
decir verdad.
Los arzobispos y obispos jur an como los sacerdotes, pero sin poner la
mano sobre los Santos Evangelios.
Los judios, los moros, los protestantes, y en general las personas que
profesan otra religion distinta de la católica, juran segun sus respectivas
creencias y con arreglo á las fórmulas, bien curiosas por cierto, que se ex
presan en las leyes 20 y 21, tít. 11, Part. 3.
933. Las penas á que se refiere el párrafo 2.° del art. 314, al prevenir
que los testigos prestarán la declaracion bajo juramento, en la forma y bajo
las penas que las leyes previenen, son las marcadas en el art. 244 del Có
digo Penal reformado, respecto del tesligo que declarase falsamente en cau
sa civil; en el 246 contra el que lo hiciera mediante cohecho, y en el 247
respecto del que sin faltar sustancialmente á la verdad, la alterase con reti
cencias ó inexactitudes. Tambien se impondrá, segun el art. 249, la pena
de falso testimonio al que presentase á sabiendas testigos falsos.
954. Segun el art. 313 de la ley de Enjuiciamiento , si las partes lo so
licitaren, podrán presenciar el juramento de los testigos, con el objeto de
que puedan ver si se les recibe en forma, puesto que como ya hemos dicho
y expresa la ley 23, tít. 16, Part. 3, es nula la dectaracion en que aquel se
omite, y que solo las partes pueden relevar de él á los testigos. La ley de
Partida citada , prevenia tambien que «esta jura se debe tomar seyendo la
parte delante contra quien son aduchos, faciendogelo ante saber é señalan
dole el dia á que venga á ver como juran; pero si la parte, despues que assi
fuese convidada, fuera rebelde que non quisiese venir, non deve por eso el
juzgador dejar de tomar la jura de los testigos. Lo mismo deberá observar
se en el dia, si bien la cláusula del art. 313, si las partes lo solicitaren, da
á entender que es necesario que se dirija al juez escrito ó solicitud por la
que quisiere presenciar el juramento: no dirigiendo este escrito, se entiende
que ha renunciado al derecho que le confiere la ley de presenciar el jura
mento. Asimismo, segun el citado art. 313, tambien podrán las partes exigir
se les den en el acto todas las noticias que sean necesarias, para que puedan
conocer á los testujos con seguridad ; disposicion que tiene por objeto que
puedan tacharlos las partes á su tiempo.
955. Para que la declaracion tenga la solemnidad correspondiente, se
requiere en segundo lugar, que se observen, en el modo y forma de pres
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 231
tarse y respecto de la persona que debe recibirla, los requisitos prescritos
por la ley.
9o6. Segun el artículo 306 de la ley de Enjuiciamiento, el exámen de
testigos se hará con sujeccion á los interrogatorios por capítulos que presenten
las partes; esto es, á la série de preguntas ó artículos que estas dirigen al
juez con firma del letrado, acompañada de un pedimento, para que á su te
nor se interrogue á los testigos presentados.
987. Las preguntas del interrogatorio se distinguen en generales ó co
munes, porque suelen ponerse en todos, y en especiales ó útiles, porque
conciernen al punto que se controvierte.
958. La primera pregunta que se inserta, segun la prática, tiene por
objeto interrogar al testigo por el conocimiento de las partes, noticias del
pleito y generales de la ley. Las dos primeras circunstancias deben pregun
tarse tambien en el dia, porque si los testigos no conocen á los litigantes
ni están instruidos del hecho litigioso, no pueden responder á la 2.a, 3.a y
4.a preguntas que debe hacerles el juez segun el articulo 315, que expon
dremos mas adelante. Las generales de la ley, á que se refiere esta pregunta
son las que la ley requiere se hagan á los testigos, y versan sobre circuns
tancias referenter á las tachas que se les pueden oponer para debilitar ó
desvanecer su dicho, si alguna les comprende. La ley 3, tít. 11, lib. 11, de
la Nov. Recop., expresaba estas preguntas, y se reducian á la edad que te
nia el testigo, á si era pariente de alguna de las partes, y en qué grado, ó
amigo íntimo suyo ó enemigo capital, si tenia interés en el pleito, si deseaba
que alguno lo ganase aunque no tuviera justicia, y si fue sobornado ó inti
midado por alguien para no decir la verdad. Ademas establecia la práctica
que se les interrogase por el juez, aunque los litigantes no lo articularan,
por su oficio ó modo de vivir.
959. La nueva ley de Enjuiciamiento ha venido á sancionar estas pres
cripciones, no ya con relacion al interrogatorio que presentan las partes,
sino al que debe hacer el juez, puesto que en el artículo 315 se previene
que siempre se preguntará á los testigos: 1.° Por su nombre, apellido, edad,
estado, profesion y domicilio, aunque no se comprenda este particular en los
interrogatorios. La pregunta respecto de la edad: se dirige á saber, si tienen
la que el derecho requiere para dar testimonio; por lo que puede, segun los
autores, omitirse esta pregunta si el testigo fuese sacerdote, abogado ó per
sona pública, puesto que por su profesion se viene en conocimiento de su
mayoría de edad, excepto que sea sobre hechos antiguos ó edad de otro, en
cuyo caso es preciso hacerla, porque de lo que pasó cincuenta años há mal
puede declarar, sino por oidas, el de treinta. La pregunta sobre el oficio ó
destino tiene por objeto saber si este es vil, porque entonces se considera
al testigo capaz de soborno y de mentira, segun ya hemos dicho: si decla
rase ser criado de servicio ó dependiente, parece que deberá preguntársele
si lo es del testigo, para saber si le comprende la tacha 2.a del artículo 320
de la ley ya expuesto. La pregunta sobre la vecindad, tiene por objeto ave*
riguar, en caso necesario, el carácter y conducta del testigo, buscarle y
232 LIBRO SEGUNDO.
castigarle si es perjuro, y otros fines conducentes al colitigante. 2.° Si son
parientes consanguíneos ó afines de alguno de los litigantes, y en qué grado.
3.° Si tienen interés directo ó indirecto en el pleito ú otro semejante. 4.° Si son
amigos íntimos ó enemigos de alguno de los litigantes; preguntas que tienen
por objeto saber si comprenden á los testigos alguna de las tacbas expresa
das en los números 1.°, 3.° y o.° del artículo 320 que ya hemos expuesto.
La ley no requiere que se pregunte al testigo si ha sido condenado por falso
testimonio, como expresa el núm. 4.° del artículo 320 sobre tachas, porque
semejante pregunta seria ofensiva al testigo, á quien debe suponerse exento
de todo delito, mientras no se pruebe ó conste lo contrario.
Respecto de estas preguntas advierten los autores, que aun cuando el
testigo declarase comprenderle alguna de dichas circunstancias, no ba de de
jarse de examinar, sino que se le preguntará si dejará de decir verdad por
este motivo, pues, como ya hemos expuesto, las causas de tachas no invali
dan la declaracion del testigo si las partes no lo piden. Otra de las pregun
tas generales que se hace tambien á los testigos, es la última del interroga
torio, sobre ser público y notorio y de pública voz y fama lo expuesto en sus
declaraciones; su objeto es suplir la falta del motivo ó razon que deben dar
los testigos de su dicho, segun ya hemos expuesto, cuando no han presen
ciado los hechos ni los han oido y son públicos y notorios; asi pues si estos
no fueren publicos no debe hacerse esta pregunta, y por eso dicen los au
tores, entre ellos Febrero, que si los litigantes no la expresan no debe pre
guntarse por ella á los testigos, y sin duda por la misma razon nada dice
sobre la misma la ley de Enjuiciamiento.
960. Las preguntas especiales llamadas útiles, que son las concernien
tes á la cuestion que en el juicio se ventila, han de ceñirse á lo alegado y
excepcionado en el pleito; esto es; han de ser pertinentes ó tener relacion
con el pleito, pues de lo contrario, como solo servirían para dilatar el liti
gio y aumentar los gastos, no deben ser admitidas por el juez (art. 307 de
la ley), y aunque las admita no vale lo impertinente: ley 5, tít. 10, lib. H,
segun aquella máxima: frustra probatur quod probatum non releval, sacada
de la ley ad probat, 21 Cod. de probat. Aun hay algunos hechos sobre que
no puede versar el interrogatorio, no obstante comprenderse en lo alegado
y excepcionado: tales son los hechos probados por confesion judicial, pues
respecto de ellos no se permitirá á su autor prueba de testigos, segun dis
pone el artículo 310 de la ley de Enjuiciamiento, expuesto en el aparte se
gundo del número 844; lo que se funda en que la confesion judicial consti
tuye prueba plena. Las preguntas del interrogatorio deben expresarse con
claridad, dirigiéndose una pregunta sobre cada hecho que se trata de pro
bar, para que no haya ambigüedad ni confusion en las respuestas. Tam
bien deberán formularse de una manera afirmativa, segun dispone el artí
culo 309 de la ley, pues asi se fijan mejor los hechos y no se da lugar á
equivocaciones ni capciosidades.
Cuando el interrogatorio contenga preguntas relativas á hechos sobre
que solo pueden deponer algunos de los testigos presentados, se expresa en
DÉ LOS TRAMITES Y DI POSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 233
el escrito que se acompaña, ó en notal al final del interrogatorio , las pre
guntas porque debe ser examinado cada testigo.
961. Los jueces examinarán dichos interrogatorios, y aprobados que
sean, ó excluidas las preguntas que estimen no pertinentes , mandarán dar
de ellos copia á la otraparte: art. 307. Esta disposicion ha introducido dos
notables innovaciones en nuestra práctica anterior, Segun ella , á pesar de
lo dispuesto en la ley 21, tít. 9, lib. 2 del Fuero Real, el juez no expresaba
en el auto por qué admilia el interrogatorio, las preguntas que excluía del
mismo por impertinentes, sino que daba el auto con esta fórmula general:
por presentado el interrogatorio en cuanto es pertinente; de manera que has-
la el acto de recibir las declaraciones no sabian las partes las preguntas que
se les habian desechado, y en su consecuencia no les era posible á veces
presentar, por falta de tiempo, otra clase de prueba sobre aquellos extre
mos. En el dia el juez deberá dar auto expresando las preguntas que dese
cha, segun se deduce de la cláusula del artículo 307, excluidas las preguntas
que estimen no pertinentes. Conforme la nueva ley con la prctica antigua
de que en las audiencias y tribunales calificase el presidente de sala las pre
guntas de los interrogatorios, previene en su artículo 37, ser cargo del mi
nistro ponente examinar los interrogatorios y posiciones presentadas por los
litigantes y calificar su pertinencia. Si se reclamare contra ¡a calificacion
que hicieren, decidirá la Sala.
La otra innovacion introducida por el artículo 307, se refiere á Iá copia
que manda dar del interrogatorio á la parte contraría á la que lo formó. Se
gun la práctica anterior solo se notificaba al contrario el auió de presenta
cion y admision del interrogatorio, citándole para la prueba; pero se reser
vaban cuidadosamente los interrogatorios para que aquel no pudiera verlos.
De esta práctica, contraria á lo pescrito por derecho cánonico sobre darse
traslado recíproco a las partes de los interrogatorios de preguntas (Abb, en
el cap. Per tuas, col. fin. de testib.) y á todas luces inconveniente, se dolía
ya Febrero en su parte 2.a, lib. 3, cap. 1, §. 17, núm, 314, diciendo: «del
interrogatorio de cada parte parece conveniente y debia darse traslado á la
otra para que en su vista formase otro de preguntas, á fin de que los tes
tigos expusiesen mejor el hecho y la razon de sus dichos , y para hacerlos
variar y apurar, si venían ó no sobornados;» doctrina que reprodujeron en
las reformas de esta obra los Sres. Gutierrez , Tapia , Goyena , Montalvan
y Aguirre. Tambien abogaba por la comunicacion á las partes de los inter
rogatorios de preguntas, el Sr. Hevia Bolaños en su Curia Filípica, par
te 1.a par. 17, núm. 9, y hasta el legislador habia ya sancionado esta doc
trina en la ley de enjuiciamiento mercantil, art. 147. No es pues de admirar
que la ley de Enjuiciamiento civil , la haya adoptado tambien en su anhelo
por introducir en nuestros procedimientos judiciales lo mas conveniente y
adaptable á nuestra actual organizacion judicial, del sistema de la publici
dad de pruebas, segun expusimos en el 'núm. 286 de la introducion á esta
obrar
962. Ademas del interrogatorio referidos los litigantes podrán presentar
TOMO II. 30
234 LIBRO SEGUNDO.
interrogatorios de repreguntas , esto es podrán , en vista de las preguntas
que ía parte contraria hace á los testigos que aduce , presentar interrogato
rios para que estos despues de contestar á aquellas, sean repreguntados so
bre algunas circunstancias ó cosas referentes á los mismos y que no es posi
ble sepan, á no ser cierto que los presenciaron, v. gr. si la parte contraria
preguntase en su interrogatorio á un testigo que declare ser cierto que en
tregó á su contrincante una cantidad en depósito, podrá repreguntar este
que diga ser cierto que se la entregó en billetes de banco ó en moneda, y
en tal caso en qué especie, en tal dia , delante de tales personas etc. Los
interrogatorios de las repreguntas deben formularse de una manera afirma
tiva, como los de preguntas, por la razon ya expuesta. El objeto de estos
interrogatorios es evitar que se oscurezca la verdad con preguntas demasia
do vagas, generales ó capciosas, puesto que con las repreguntas se pone á
los testigos en la precision de individualizar su declaracion dando noticias
circunstanciadas del hecho sobre que versa. Mas para evitar igualmente que
la parte que propone las repreguntas, lo hiciera sorprendiendo á los testi
gos con capciosidades y artificios, como podría verificarse si se le permitiera
proponerlas despues del examen de los testigos y en vista de las contesta
ciones que estos dieron, completa su disposicion el artículo 308, previnien
do que dichos interrogatorios de repreguutas se han de presentar antes del
exámen de los testigos.
963, Las repreguntas que se hagan en estos interrogatorios deben ser
pertinentes, por las mismas razones ya expuestas porque deben serlo las
preguntas; y en su consecuencia previene el artículo 308, que el juez apro
bará las pertinentes y desechará las demás; lo que deberá hacer en la mis
ma forma que las preguntas. Este interrogatorio no debe contener las pre
guntas sobre conocimiento de las partes y noticias del pleito, si estuvieran
hechas en el de preguntas; las demás generales de la ley sobre las tachas
consistentes en circunstancias personales respecto del contrario , será con
veniente que las contenga, aunque las hubiera propuesto este, pues que él
solo se refirió á las relaciones del testigo con su contrincante. El art. 151
de la ley de Enjuiciamiento mercantil, dispone que no se admitirán bajo el
nombre de repreguntas, preguntas hipotéticas ó condicionales ni antepre
guntas.
964. Los intetrogatorios de repreguntas quedarán reservados en poder
del juezy bajo su mas estrecha responsabilidad hasta el momento del exámen
de los testigos: art. 311 de la ley. Esta disposicion es conforme con lo pres
crito por derecho canónico en el cap. 2, glosa á la palabra Interrogatorio,
de testib, in 6.a. por la ley de Enjuiciamiento mercantil en su art. 150, y
por la antigua práctica de los tribunales civiles. No se comunica este inter
rogatorio á la parte contraria, no obstante comunicársele el de preguntas,
ya porque no es necesario, puesto que no se presentan nuevos interroga
torios sobre el, ya para evitar, como dice la glosa citada del derecho canó
nico, que el contrario pueda instruir á sus testigos , sabedor de las repre
guntas que van á hacérseles, del modo como han de contestar mañosamente
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES GOMUNES A LOS JUICIOS. 235
para desvirtuarlas ó evadirlas. Antes se reservaba el interrogatorio en poder
del escribano, y asi lo dispone la ley de Enjuiciamiento mercantil, mas la
del civil, con el objeto de evitar los perjuicios que se ocasionaban á las par
tes por la ignorancia ó malicia de estos funcionarios, requiere queden los
interrogatorios en poder del juez. De donde se deduce, que si se teme el li
tigante que podrá instruirse por la escribania al contrario de las repreguntas,
puede presentar el interrogatorio en pliego cerrado y sellado, solicitando que
no se abra hasta el acto de ir á declarar los testigos, y á la presencia judi
cial, y deberá concedérsele. V. Sr. Rodriguez, Práctica forense.
965. Puede presentarse mas de un interrogatorio de preguntas cuando
conviniese ampliar la prueba , y siempre que no hubiese concluido el tér
mino de esta , segun se hacia anteriormente, y faculta al art. 273 de la nue
va Ley de Enjuiciamiento, puesto que dice que se entregarán los autos á
las partes por seis dias para que propongan la prueba que les convenga, sin
perjuicio de que en el resto del término puedan solicitar cualquiera otra. En
su consecuencia tambien se permite presentar otro interrogatorio de repre
guntas al de preguntas mencionado, que se llama de preguntas añadidas;
pero este deberá versar sobre circunstancias ó hechos distintos de los á que
se refirió el primero, pues si versara sobre los mismos, vendría á ser un nue
vo interrogotorio al de repreguntas que presentó el contrario, el cual no se
permite por la ley. Así , pues , aun cuando las partes ó sus procuradores
manifiesten que no intentan valerse de mas testigos que los examinados , y
se exprese así poruna nota en los autos, suele agregarse á aquella mani
festacion la frase de por ahora.
Lo dicho, que el nuevo interrogatorio debe versar sobre hechos distintos
de aquellos á que se refirieron las preguntas del primero, debe entenderse
cuando el interrogatorio se dirigiera á los mismo testigos presentados pri
meramente, y estos, despues de examinados, tuvieren tiempo para hablar
con la parte que presentase el nuevo interrogatorio, pues que podrían haber
enterado á esta de las repreguntas que les hizo la contraria , y en su conse
cuencia, suministrarle datos para destruir los efectos de las contestaciones
de los testigos á las mismas, por medio de nuevas preguntas y declaracio
nes contrarias. Esto se entenderá, ya se dirija el nuevo interrogatorio á los
mismos testigos presentados, ya á otros nuevos. Tampoco parece que debe
rá admitir el juez las preguntas de los nuevos interrogatorios, ya versen
sobre los mismos ó distintos hechos que los á que se referían los primeros,
cuando tuvieren por objeto desvirtuar las declaraciones de los testigos sobre
las repreguntas. Así se deduce del espíritu de la ley 30, tít. 16, Part. 3,
que expondremos mas adelante. Mas nada de esto debe entenderse cuando
los nuevos interrogatorios se presentaron antes del exámen de los testigos,
ó de que pudieran haber hablado con ellos las partes.
966. Acerca de si los testigos presentados por las partes están obligados
á declarar, se hallan discordes los publicistas. Belime opina que no lo están
en las causas civiles, sacrificando el tiempo y su tranquilidad por prestar
un servicio á otro, puesto que en ellas solo se trata del interés privado;
236 LIBRO SEGUNDO.
pero sí lo están en las causas criminales, porque interesando directamente
á la sociedad, puede esta emplear medios de apremio para obtener la ver
dad , por el mismo principio que le autoriza para crear una contribucion por
el bien general. Otros autores, entre ellos Mr. Seligman, opinan que el tes
timonio es una obligacion, una carga que la sociedad impone á sus miem
bros. Nuestras leyes han sancionado esta misma doctrina: así la ley 42, tí
tulo 7, lib. 4 del Espéculo, disponia que se pudiera apremiar á venir á de
clarar á los testigos en todo pleito, quier sea de justicia quier otro : la ley 20,
tít. 9, lib. 2, del Fuero Real, disponia que pudieran ser apremiados por em
bargo de bienes y prision los testigos presentados por las partes para pro
bar en pleito, quier sea de acusacion, quier sea de otra demanda cualquier:
la ley 35, tít. 16, Part. 3, vino á disponer lo mismo, y la l.8, tit. 11, lib. 11
de la Nov. Recop. , mandó tambien que « el alcalde sea tenido de compeler
y apremiar los testigos de que la parte se entiende aprovechar, para que
vayan antel á decir sus dichos sobre cualquier pleito civil ó criminal.» Mas
las leyes de Partida y Espéculo citadas eximieron de esta obligacion á los
próximos parientes cuando se les llamase á testificar contra sus parientes,
con el objeto de no violentar los afectos de la sangre.
Así, pues, todas las personas están obligadas á ser testigos enjuicio,
cuando fueren llamadas al efecto con estas excepciones : ninguno puede ser
apremiado á declarar contra sus parientes dentro del cuarto grado , ni el
yerno contra su suegro, ni este contra aquel, ni el padrastro contra su en
tenado, ni al contrario. Mas si espontáneamente testificaren, valdrá su di
cho : leyes 10, 11 y 15, tít. 16, Part. 3, y ley final, tít. 30, Part. 7.
967. Otra clase de personas hay tambien que no solamente están dis
pensadas de declarar respecto de ciertos particulares, sino que hasta se ha
llan penadas por la ley en caso de revelar lo que sepan sobre ellos : tales son
i.° los sacerdotes, que no pueden declarar ni ser interrogados sobre las reve
laciones que se les hicieron bajo la fe de la inviolabilidad del secreto de la con
fesion, y esto aun en el caso de que no se les hubiera hecho esta revelacion
en acto mismo de la confesion, si por otra parte se hubiese efectuado por el
secreto debido á este acto, y reclamado el revelante dicho secreto ; doctrina
sancionada expresamente en la legislacion francesa y tambien en su jurispru
dencia, puesto que así se decidió por sentencia del tribunal de Casacion de 30
de noviembre de 1810, fundada en que de lo contrario se violaría la religion
del Estado, porque dejaría esta de practicarse si no estaba asegurada la invio
labilidad de uno de sus ritos esenciales, la confesion; 2.°, los abogados, mé
dicos, cirujanos y demás personas que ejercen alguna de las profesiones que
requieren título, respecto de los secretos que se les hubieren confiado por
razon de ella. La revelacion de estos secretos hecha por las personas men
cionadas, se castigará con arreglo á la pena establecida en el art. 284 del
Código penal reformado, y si la hicieren con abuso malicioso de su oficio, coa
arreglo á las impuestas en el art. 273. El confesor incurre, además, en las
penas canónicas que marca el derecho eclesiástico. Relime, sin embargo,
juzga opuesto á la razon, que los abogados y demás personas que ejercen
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 237
profesion con título no estén obligados á revelar en justicia los secretos de
sus clientes, fundándose en que ó le asiste al cliente el derecho, y en tal caso
no puede perjudicarle la verdad, ó no le asiste, y entonces no debe facili
társele una victoria injusta. Se dirá, añade, que esto seria desterrar la con
fianza de las relaciones en que es indispensable , pero si estas relaciones
tienen por objeto proteger un delito ú ocultar una injusticia, no es grande el
peligro, y ademas, se debe desconfiar de un falso punto de honra que podría
tener su origen en el interés personal de los que lo inventaron.
968. Consecuencia de poderse obligar á los testigos á prestar su testi
monio, es que pueda obligárseles á acudir para este efecto al sitio donde se
administra la justicia, á no que exista algun motivo atendible que les dis
pense de ello.
Puede pues apremiar el jnez á los testigos á que comparezcan á su pre
sencia á declarar: ley 1, tít. 11, lib. 11 de la Nov. Recop. Se hallan escep-
tuados de la obligacion de comparecer para declarar en las casas ó sitio del
juzgado, los mayores de 70 años, los militares y empleados del ejército que
se hallen en campaña, el que tuviese tan poderoso enemigo, que sin gran
peligro no pudiese comparecer ante el juez, el enfermo, los arzobispos, obis
pos y personajes de carácter elevado, y las mujeres honradas que viven ho
nestamente: ley 36, tít. 16, Part. 3.
Para tomar la declaracion á estas personas debe el juez pasar á las casas
de las mismas.
Los apremios para comparecer á declarar, deben hacerse , en los pleitos
civiles á instancia de parte, puesto que en ellos esta es la única interesada»
y pueden consistir primeramente en apercibir á los testigos que no compa
recen, de que se les impondrá una multa con arreglo al art. 42 de la ley de
Enjuiciamiento, que explicaremos al tratar de las correcciones disciplina
rias; en segundo lugar en la exaccion de dicha multa, pudiendo hasta con
ducirles por la fuerza pública á la presencia del juez.
969. Las declaraciones de los testigos deben recibirse por el juez y ante
escribano, lo mismo que el juramento. Asi lo prevenia ya la ley 10, tít. 32,
lib. 12 de la Nov. Recop., disponiendo, que no pudieran cometer los jueces
la recepcion de dichas declaraciones en ningun caso á los escribanos ni á
otra persona alguna, ni usarse de la cautela de tomar los escribanos á solas
las deposiciones de los testigos y leerlas despues ante el juez, so pena de
ser castigados por la contravencion y de nulidad del proceso; mas como esta
ley limitase su prescripcion á las causas criminales y civiles arduas y de
gravedad, se acostumbraba en la práctica, cuando el pleito era de poca
importancia, delegar esta diligencia en el escribano. Mas hoy aun en estos
casos deberá tomar por sí el juez las declaraciones, puesto que asi lo establece
terminantemente y en general el art. 3,3 de la ley de Enjuiciamiento en su
párrafo 1.°, y que en el 4.° previene que no puedan cometerse estas dili
gencias á los escribanos. En los tribunales colegiados corresponde al mi
nistro ponente tomar las declaraciones de los testigos.
970. Cuando los testigos no hablasen el español, deberá tambien hacer
238 LIBRO SEGUNDO.
el juez las interrogaciones, pero tendrá que valerse de intérpretes , que se
elegirán en la forma que prescribe el art. 303 respecto de los peritos, pues
que aquellos pertenecen á esta clase de personas, los cuales despues de ju
rar que dirán en idioma castellano lo que el juez pregunte y el testigo de
ponga en el suyo, sin añadir, quitar ni tergiversar cosa alguna, procederán
al exámen del testigo.
971. Deberá tomar el juez que conoce del pleito las declaraciones por sí
mismo, cuando los testigos se hallaren en la misma residencia del juzgado;
pero si el exámen de los testigos hubiere de tener lugar en punto distante del
en que se siguiera el pleito, se acompañará el interrogatorio de repreguntas
con el despacho que se libre en pliego cerrado, segun dispone el art. 312 de
la ley, Este artículo aparece vago y diminuto por referirse á las disposiciones
generales de los artículos 33 y 34, por lo que para que se entienda debida
mente, lo expondremos en combinacion con estos, en lo que se refieren á las
declaraciones de los testigos.
972. Asi pues, cuando los testigos se bailaren en pueblo distinto del en
que reside el juzgado ó la audiencia; pero dentro de su partido ó territorio,
los ministros ponentes ó jueces de primera instancia en su caso respectivo,
deberán remitir, los primeros, á los jueces de primera instancia, y estos á
los de paz, despacho ó exhorto derinterrogatorio de preguntas que presentó
el litigante que solicita dicho exámeD, y en su consecuencia el de repregun
tas que presentó su contrario, en pliego cerrado con el despacho ó exhorto
en que se libra el interrogatorio de preguntas, párrafo 2o. del art, 33 en
combinacion con el 312. Mas esta remision no es obligatoria en nuestro
concepto, puesto que el párrafo 2o. citado usa de la cláusula podrán cometer;
por tanto y aconsejando la equidad y la justicia que cuando fuere de impor
tancia el litigio y la distancia del lugar donde se hallan los testigos y el es
tado de salud ú ocupacion de estos les permita ir al juzgado sin gravámen
considerable para las partes, deberán venir á él los testigos, por lo mucho
que puede influir en el ánimo y criterio judicial la vista de estos y la firmeza
ó vaguedad en sus deposiciones, no tendrá el juez obligacion de remitir los
despachos mencionados á los jueces del pueblo en que se hallen aquellos.
Si los testigos se hallaren en pueblo fuera del partido del en que se sigue
el pleito, se enviarán dichos despachos precisamente al juez de aquel en que
han de ejecutarse: art. 34. Mas como este artículo se refiere á diligencias
que no puedan practicarse en el partido en que se sigue el litigio, tampoco
creemos que tenga el juez la obligacion de enviar dichos despachos si los
testigos se avienen á presentarse en su juzgado, ó su partido.
La remision de estos despachos deberá hacerse á instancia de parte y
con citacion del contrario, y el juez requerido retendrá el pliego que conten
ga el interrogatorio de repreguntas en la forma prevenida en el art. 311.
esto es, en su poder y bajo su mas estrecha responsabilidad hasta el mo
mento del exámen de los testigos: artículos 312 y 311. Practicada la dili
gencia, devolverá el despacho diligenciado en pliego cerrado y con el sigilo
que reclama la prudencia para que no se divulgue su contenido.
DE LOS ttUMlTES V DlsfOSICIONÉS COMUNES A LOS JUICIOS. 239
Si el testigo estuviera sujeto á distinta jurisdiccion de la del juez que
conoce del negocio, debe oficiarse á su juez propio para que le mande com
parecer.
Los gastos que hicieren los testigos, ó las pérdidas que sufran en el
liempo^que ocupen en ir á declarar y regresar á sus casas, deben ser sa
tisfechas por los litigantes á cuya instancia declaren: ley 27, til. 16, Par
tida 3.
973. Los testigos han de ser examinados durante el término de prueba,
de que trataremos al hablar del juicio ordinario, sin que baste juramentarlos
dentro de él para examinarlos despues, como declara.expresamente el ar
tículo 276, aboliendo la doctrina contraria anterior á la ley.
974. Las primeras preguntas que debe hacertel juez al testigo son las
generales de la ley que comprenda el interrogatorio, y ademas las que mar
ca el art. 315 expuesto en el núm. 959. Despues pasará á interrogarles por
las pieguntás útiles.
Aunque puede recibire! juramento á muchos testigos á la vez, en cuanto
á las declaraciones, se halla dispuesto que los testigos serán examinados se
parada y sucesivamente, para evitar confusion en sus contestaciones, sin que
unos puedan presenciar las declaracioncc de los otros: art. 314, concordan
te con la ley 26, tít. 16, Part. 3, y que tiene por objeto que no se guien unos
testigos por las declaraciones de otros ó las repitan y declaren una mis
ma cosa.
975. Cada testigo debe ser examinado por las preguntas que le concier
nen, si no se refieren á él todas las del interrogatorio, y por el orden con
que se contienen en el mismo. Acto continuo de ser preguntado cada testigo
acerca del interrogatorio, contestará las preguntas si se le hubieren propues
to y admitido; para que pueda apreciarse mas fácilmente si hay conformidad
en sus contestaciones: §. 4 del art. 314.
976. El juez en el examen de los testigos debe por medios razonables y
observando la imparcialidad correspondiente, procurar que digan la verdad
delo que sepan, preguntándoles con este objeto sobre las circunstancias que
juzgase necesarias para que resulte la razon de su dicho y claridad en sus
deposiciones, como por ejemplo, el dia, hora y lugar en que sucedió lo que
dijo, las personas que se hallaban presentes; pero no debe usar de medio
alguno sugestivo ni que pueda coartar en cualquier concepto la libertad del
que declara. El juez debe oir al testigo con agrado y mansedumbre y mirán
dole á la cara, pues en el semblante puede á veces conocer la sinceridad ó
falsedad de su deposicion, ó como dice la ley 16, tít. 16, Part. 3, debe escu
charle mansamente e callar fasta que haya acabado, catandol todavía en la
cara,» leyes 26 y 28 tít. 16, Part, 5, y 3, tít. 30, Part. 7, y 29o de la ley
de Enjuiciamiento, que permite al juez pedir esplicaciones á la parte que
presta confesion judicial.
977. Mas téngase presente, que las preguntas que puede hacer el juez
al testigo y á que nos referimos en el párrafo anterior, han de versar sobre
circunstancias relativas ú las preguntas que hicieron las pariesen sus ínter
24Ó Libro secundo.
rogatorios, y no á otras particularidades que aunque sean concernientes á
la cuestion religiosa, no se refieran á lo interrogado por aquellas; pues el
juez en los pleitos civiles, debe ceñirse en cuanto al hecho á lo que las mis
mas practicasen. Estas preguntas deben hacerse, come dicen Febrero y Ta
pia, cuando la razon que el testigo da de su ciencia y dicho no es verosímil
ni satisfactoria, ó si implica ó titubea, y dichos autores traen por ejemplo de
ellas las de que «cómo pudo ser respecto á lo que dice, qué tiempo hacia,
si estaba claro ó nublado, cuándo sucedió el caso, á qué hora fué, quiénes
eran los circunstantes, y demás preguntas genéricas é indirectas que le dic
ten la imparcialidad, prudencia y deseo del acierto, llevando el fin princi
pal, no de que falte á la verdad, ni de confundirla ni oscurecerla, sino de
desentrañarla, descubrirla mentira y saber si biene sobornado ó no el testi
go por quien le presenta;»
978. Oida la respuesta del tetigo, debe repetírsele lo que depuso y las
razones que dió de su dicho, ó segun la ley 26, tít. 16, Part. 3, recontar lo
que el testigo dijo, y si este manifestase ser tal su declaracion debe escribirse
esta por el escribano, como dice la ley citada, «bien e lealmente de guisa
que non sea menguada nin crecida ninguna cosa,» y como se lee en la ley 5,
tlt. 11, lib. 11 de la Nov. Recop. «á la letra y no en abreviatura, sin mudar
palabra ni aclararla,» por lo que no deberán aclararse en élla ni aun las
frases que diga el testigo, sino en la parte de redaccion que sea absoluta
mente indispensable para la claridad.
979. Estendida la declaracion debe leerse al testigo para que quede pie»
namente enterado de lo que dijo y pueda enmendar en el acto cualquiera
equivocacion, ó añadir y quitar lo que le pareciere, ó afirmarse y ratificarse
en su dicho, lo que deberá expresarse en la diligencia. Por último, debe
firmar la declaracion, si sabe hacerlo, con el juez y el escribano, despues
de salvadas las erratas, enmiendas ó adiciones que la misma contenga.
980. Si el testigo ¡quiere dictar ó escribir ó leer por sí su declaracion, y
rubrircar las hojas de la misma para evitar que se altere, puede hacerlo,
como que es produccion y acto suyo y nadie tiene derecho para impedirse
lo: ley 26, tít. 16, Part. 3, y art. 290 de la ley de Enjuiciamiento.
981. Si el testigo despues de haber firmado su declaracion y separádose
de la presencia del juez que le examinó, quisiere añadirla ó quitar ó corre
girla, podrá hacerlo, siempre que rió haya hablado con las paríes, segun di
ce la ley SO, tít. 16, Part. 3, para evitar que las mismas le instruyan sobre
el modo de dar la declaracion; mas como no sea fácil al juez saber si el tes
tigo habló ó no con ellas, dicen los autores, que no deberá permitírsele va
riar su declaracion, si hubiese habido tiempo para hablar con las mismas; lo
que debe graduar el juez atendiendo á la distancia en que se hallaba de ellas
á la sazon el testigo.
982. La misma ley 30 de Partida citada, disponía tambien, que cuando
las r>artes vieren que no ha sido examinado el testigo al tenor de todas las
preguntas de su interrogatorio, y las omitidas conciernen al pleito, esto es,
fueron admitidas por el juez, pueden pedir á este que haga comparecer de
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 241
nuevo al testigo y que le pregunte por ellas , á lo que deberá accederse.
Esta disposicion solo es aplicable , tanto con arreglo á las antiguas como á
las nuevas disposiciones legales, en el caso de que se hubiera hecho publi
cacion de probanzas, pues hasta entonces no es posible á las partes saber la
omision de dichas preguntas, y si bien antes se permitía juramentar á los
testigos en el término de prueba y examinarlos despues, este exámen se ha
cia por lo comun antes de la publicacion de probanzas. El derecho canóni
co, de donde se tomó la disposicion expuesta, marcaba este caso terminan
temente. El capítulo 48, per tuas, de iestibus, de las Decretales, dispone en
efecto que. los testigos no deben ser preguntados despues de la publicacion
aunque la parte lo pida, escepto cuando dejaron de serlo sobre algunos cas
pítulos por negligencia ó malicia del que los examinó. Algunos intérprete -
pretenden que en el dia no tendrá aplicacion la disposicion de Partida citada,
al menos en los casos en que es improrogable el término de prueba, y que
expondremos al tratar del juicio ordinario, fundándose en que el art. 276 de
la ley de Enjuiciamiento previene, que no basta juramentar á los testigos
dentro del término de prueba para examinarlos despues , y que trascurrido
dicho término solo se admitan las escrituras ó documentos, y en el art. 31,
segun el cual no pueden suspenderse ni abrirse los términos improrogables
despues de cumplidos por motivo alguno. Pero esta interpretacion ofrece en
nuestro juicio graves inconvenientes, puesto que podrá quedar indefensa la
parte, al menos en primera instancia, por falta de memoria ó negligencia
del juez. Además, la prohibicion de examinar á los testigos despues del tér
mino de prueba, no debe entenderse comprensiva de este caso, pues que los
testigos se examinaron antes de concluir el término , y aquí no se hace mas
que completar dicho exámen por las mismas preguntas del interrogatorio
presentado en tiempo debido; no se toma ura nueva declaracion, sino que
se termina la principiada, y esto por una causa imprevista, y no premedita
da y maliciosamente, ni en fraude de aquella disposicion. Respecto de las
prohibiciones de admitir, concluido el término de prueba, declaraciones de
testigos, y de no poderse abrir de nuevo dicho término, tampoco son aplica
bles á este caso, pues en él no se admiten nuevas declaraciones, sino que se
completan las solicitadas en tiempo debido, ni debe considerarse que se abre
el término de prueba de nuevo, pues que la diligencia se limita á subsanar
un olvido ó defecto que padeció el juez al cumplir con su cargo. La legisla
cion anterior contenia estas dos prohibiciones, y sin embargo facultaba ex
presamente á las partes para pedir el nuevo exámen del testigo, y tambien
al juez para proceder á ello de oficio en el caso expuesto.
983. La misma ley 30 faculta al juez para llamar de nuevo y de oficio
al testigo cuando «fallase alguna palabra dubdosa ó encubierta en su dicho,
de manera que no pudiesse tomar ende sano entendimiento» para que de
clare aquella duda, aunque el testigo hubiese hablado con las partes, á lo
que los autores anadian el caso de que el testigo no hubiera dado razon de
su dicho, y el de que hubiese omitido el juez en el exámen algunas pregun
tas del interrogatorio. Algunos intérpretes opinan que en el dia no podrá el
TOMO II. - 31
212 libro segunndO.
juez llamar al testigo de oficio ea el caso expuesto, fundándose en que la
nueva ley no le permite examinar de oficio á los testigos por autos para me
jor proveer. V. el art. 48 de la ley. Pero en nuestro juicio esta disposicion
no afecta al caso mencionado, porque en los autos para mejor proveer, el
juez manda practicar una prueba que no adujeron las partes, y aquí no hace
mas que cumplir y ejecutar debidamente lo que estas mismas produjeron y
con arreglo á lo que determinaron ; no hace mas que suplir el defecto de
prueba á que dio ocasion su misma negligencia. Segun la antigua práctica
y el capítulo citado de las Decretales , esta facultad podia ejercerse por el
juez aun despues de la publicacion de probanzas. En el dia opinan algunos
intérpretes que no podrá extenderse á este período , fundándose en las dis
posiciones de los arts. 276 y 31 de !a ley de Enjuiciamiento ya expuestos;
pero en nuestro juicio tampoco son aplicables dichos artículos á este caso,
por las consideraciones dichas en el número anterior, y porque para el juez
no queda cerrada nunca la prueba, como lo indica la facultad que tiene de
dar autos para mejor proveer, además de que aquí no hace mas que suplir
una falta que cometió al examinar al testigo. En este caso puede el juez
examinar al testigo, aunque este hubiere hablado con las partes , porque
estas no pueden prever que ha de ser examinado aquel.
984. No deben apartarse los testigos despues de juramentados de la pre
sencia del juez que los examina hasta que evacuen su declaracion, excepto
que fuere tan larga que requiera mas de una audiencia , ó que no pueda
recibírsela entonces, en cuyo caso se la ha de tomar despues y deben espe
rarle hasta quince dias á lo menos, segun la ley 26, tít. 16, Part. 3 ; de lo
que se deduce, no ser preciso que el testigo sea examinado en el acto del
juramento, si bien no puede serlo trascurrido el término probatorio, aunque
se le hubiera juramentado dentro de él (art. 276). Si se le juramenta antes
de tomarle la declaracion, debe extenderse el juramento en los autos y fir
marlo el testigo, si sabe, y al tomarle la declaracion debe ponerse á su ca
beza que la hace en fuerza del juramento que prestó en tal dia.
985. Cuando el testigo dice que duda de lo que se le pregunta ó no se
acuerda ciertamente, dispone la ley 11, tít. 11 , Part. 3, que «debe tomar
plazo en que se pueda remembrar del fecho,» esto es, debe concedérselo el
juez si lo pidiere: doctrina que califican de peligrosa los autores, porque pu
diera aconsejarse de la parte para dar su declaracion; y que en efecto debe
rá, ya que no desecharse enteramente, limitarse al caso de que en el plazo
que se le dió no pudiera hablar con la parte, segun se deduce del espíritu de
la ley 30 de Partida citada. V. las leyes 3, tít. 13, Part. 3, y 1 y 2, tít. 9,
libro 11, Nov. Recop., que limitan aquella facultad respecto de la parte que
jure posiciones, á quien se le concedia tambien por la ley 1 1 de Partida citada.
986. Si el testigo dijese que no puede evacuar su declaracion por tener
que inspeccionar algunos papeles , á fin de darla con toda exactitud , se le
debe conceder tiempo para su inspeccion, pero cuidando de que no sea esto
un protesto para consultar á la parte.
987. Las partes pueden, como dispone la ley 3, tít. H , lib. 11 , de la
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 243
Nov. Recop., «hablará los testigos y traerles á la memoria aquello para
que son presentados, y encargarles las conciencias que digan la verdad de
lo que supieren y se les acordare; mas no inducirlos á que digan lo que no
supieren ó lo que cumpliera á las mismas; á este efecto pueden entregarles co
pia del interrogatorio, como dice Febrero; pero estas advertencias, solo pue
den hacerse por las partes antes de prestar aquellos sus declaraciones, no en
el acto de prestarlas, que no pueden presenciar las partes.
988. Y en efecto, cada testigo debe ser examinado secreta y separada
mente, sin que los demás ni las partes , ni otra persona alguna mas 'que el
juez, escribano, y los intérpretes en su caso, les vean declarar ni. sepan lo
que depusieron, hasta que se haga publicacion de probanzas, segun estaba
dispuesto por nuestras antiguas leyes: ley 11, tít.6, Part. 3, quedecia: «to
mando la jura (de los testigos) paladinamente ante las partes, é recibiendo
despues los dichos de cada uno por sí en poridad é en lugar apartado. » La
nueva ley de Enjuiciamiento , al adoptar la publicidad de la prueba, se ha
limitado á dar copia á las partes de sus respectivos^interrogatorios, y á auto
rizarlas para pedir, al presenciar el juramento de los testigos, cuantas noti
cias juzgaren necesarias para conocerlos. No se ha extendido, pues, á facul
tar á las mismas para presenciar las declaraciones , ni aun respecto de los
pleitos de menor cuantía, como se hallaba establecido anteriormente, puesto
que el art. 10 de la ley de 10 de enero de 1838, prevenia, que pudieran
los litigantes ó sus defensores, presenciar todos los actos de la prueba y ha
cer á los testigos todas las preguntas concernientes al asunto. La nueva ley
ha querido evitar la especie de coaccion que ejercía en los declarantes la
presencia de las partes, y en especial las preguntas de aquella contra quien
declaraban, por el temor y la ofuscacion que á veces producian en ellos el
tono de reconvencion y de amenaza con que se las dirigia. Véase lo expuesto
sobre este punto en el núm. 286 de la introduccion de esta obra.
989. Acerca del número de testigos que pueden presentar las partes,
nada dice la nueva ley de Enjuiciamiento, por lo que deberá estarse á nues
tra legislacion anterior. El objeto que han tenido las leyes al limitar el nú
mero de testigos, ha sido, como decia la ley 1.a tít. 5, lib, 22 del Digesto,
evitar incomodidades innecesarias á los que son llamados como tales, y asi
mismo los gastos y dilaciones que se seguirían de dejar amplia facultad so
bre este punto á las partes, además de la dificultad que habria en la aprecia
cion de los dichos. Asi pues, la ley 36, tít. 7, lib. 4 del Espéculo , limitó
este número á seis testigos por cada parte, tres pares de testigos é non mas;
mas posteriormente, juzgándose demasiado reducido este número por ha
berse relajado el respeto al juramento, los legisladores de las Partidas san
cionaron que pudieran las parles presentar hasta doce testigos ; ley 92, tí
tulo 16, Par. 3, y posteriormente las leyes 2 y 5, til. 11 , lib. 11 , Nov.
Recop., extendieron este número á treinta sobre cada una de las preguntas
6 artículos del interrogatorio; pero con tal que jurasen no hacerlo por ma
licia ni por dilatar el pleito. La parte podrá seguu dichas leyes usar de este
derecho aun cuando despues de presentados unos, supiera de otros con quie
244 LIBRO SEGUNDO.
nes creyese que podia probar mejor su intencion, aunque hubiera dicho que
no queria presentar mas; en tal caso, dejando los que no estén examinados
se le deben admitir los que nombró nuevamente, hasta completar el número
referido , con tal que los presente dentro del término probatorio , pues pa
sado este no se le deben recibir, como dice la ley 34, tít. 16 Part. 3.
990. Con el objeto de que las partes puedan saber si comprenden á los
testigos alguna de las circunstancias ó causas legales porque pueden ser
tachados, dispone el art. 316, que los nombres 'de los testigos que se pre
sentaren, su profesion y residencia, se comunicarán múluamente á las par
tes], esto es, los presentados por la una á la otra inmediatamente despues
de su declaracion. Tambien debieran comunicarse las demás circunstan
cias que comprende el art. 315 , puesto que se refieren al mismo objeto
de las tachas. Esta comunicacion debe hacerse aun cuando las partes hu
bieren presenciado el juramento de los testigos y pedido las noticias que
creyeron necesarias para conocerlos, segun les faculta el art. 313, pues ade
más de que han podido omitir las partes en sus preguntas las particularida
des que marca el art. 316, no tienen aquellas noticias la exactitud ni la
fuerza legal que las que emanan de la declaracion ó confesion propia del
testigo, hecha bajo juramenio y con todas las solemnidades legales.
§. IX.
De las presunciones.
§• X.
De la fama ó notoriedad.
r
264 LIBRO SEGUNDO.
Participando de esa opinion solamente algunos de la generalidad de un
pueblo, no designando su origen, se llama rumor.
Así pues, para que sea atendible la fama, requiere autores ciertos y ra
zones probables, como dice Febrero y explicaremos mas adelante.
La fama pública se hallaba admitida como prueba por derecho romano:
V. las leyes 19 , Cod. de reivindicat. y 2, Cod. de test., y asimismo en
nuestras leyes de Partida 8 y 14, tít. 14, Part. 3.
1034. La fama procedente de personas morigeradas y fidedignas, pro
duce semi-plenaprobancia en negocios civiles, debiendo apreciar siempre el
juez las circunstancias de este y de los demás medios de prueba de que se
hubieren valido los litigantes, para valuar su mérito y arreglar el fallo de
finitivo.
En hechos muy antiguos, en cosa de leve perjuicio, en las de difícil prueba,
ó tratándose de la muerte de alguno en guerra, naufragio ó parte remota ó
en otros casos semejantes, puede la fama llegará constituir prueba completa
en las causas civiles, si concurre con otras circunstancias y presunciones dig
nas de algun crédito y atencion. Así opinan, en efecto, Mascardo, Paz Jor
dan, Engel y otros, pero aun en estos casos debe dársele rara vez fuerza de
prueba plena, por lo fácil que es, formarse sin fundamento razonable.
Para estimarla como prueba de la muerte del ausente, parece la opinion
mas acertada la de no reputarla como tal, si se supone muerto el ausente de
poco tiempo, y el punto donde falleció está cercano. Se considerará la fama
como prueba, si se le reunen las circunstancias siguientes :
1.a Corroboracion con otras presunciones y datos; como su generalidad,
la larga distancia del punto donde se supone el fallecimiento, la ausencia del
muerto por mas de diez años, la justificacion de su edad avanzada, la de
habur estado en campaña, etc.: ley 14, tít. 14, Part. 3.
2.a Justificacion de la fama misma por dos testigos mayores de toda ex
cepcion que aseguren haberle oido á la mayor parte de las personas deter
minadas y fidedignas del pueblo, y que no tengan ningun interés en su de
claracion.
3.a Que la fama proceda de causa razonable; como si el supuesto difun
to se embarcó, y habiendo habido un temporal, no se tuvieron mas noticia?
de su persona ni del buque en que navegaba, y otros casos semejantes. No
probándose la muerte en bastante forma, solo podrá el que intenta suceder
al que supone difunto, solicitar que bajo de fianza se le encargue la admi
nistracion de sus bienes.
Para que la fama generalmente pruebe en juicio, se requiere tambien:
1.° Que sea uniforme, constante, perpétuay no vaga, leve, ni contraria.
2.° Que proceda de personas honradas y fidedignas.
o.° Que se pruebe legítimamente á lo menos por dos testigos mayores
de toda excepcion, como se dijo para acreditar la muerte del ausente.
4.° Que no sea posterior al principio del pleito, pues en este caso no
prueba, porque tiene contra sí la presuncion de que se originó con motivo de
él y de que su motor la esparció.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 265
En las causas criminales no hace ni aun prueba semiplena, porque esta
debe ser clara, concluyente é indubitada, y no se ha de determinar por sos
pechas: ley 12, tít. 14, Part. 3.
En el dia, segun la nueva ley, parece que solo podrá alegarse la fama
cuando pueda probarse con testigos. V. el número 750.
SECCION VI.
DE LAS SENTENCIAS VISTAS Y DISCORDIAS.
Qué sea sentencia y sus diferentes clases.
(t) Nada decimos aquí sobre el plazo para diciar sentencia, por ser vario segun las
diferentes clases de juicios, y deber esplicarse en su consecuencia al tratar de cada uno
de estos.
272 LIBRO SEGUNDO.
cerlo sin dejar votados los pleitos que tuvieren vistos, excepto el caso de
haberse concedido licencia para escribir en derecho; pero no podrán votarlos
los que se hallen separados ó suspensos dela magistratura: art. 84 del Re
glamento provisional y 8 de las Ordenanzas.
1052. La votacion una vez comenzada no podrá nunca interrumpirse,
sino por algun impedimento insuperable. En ella se arreglarán los ministros
á lo dispuesto por las leyes: art. 82 del Reglam.
1053. Para que haya sentencia se necesitan tres votos conformes cuan
do los ministros que hayan concurrido á la vista del pleito no pasen de cua
tro, y si excedieren de este número la mayoría absoluta de ellos: art. 53 de
la ley. Esta disposicion aparece un tanto oscura ó carece de uniformidad en
las dos alternativas que contiene. Es oscura, porque parece indicar que en
el caso de que concurran cinco ministros no forman tres mayoría absoluta.
No es uniforme ni consecuente en su espíritu, porque al paso que cuando
concurren cuatro magistrados requiere una mayoría de dos votos, puesto
que han de ser tres los que la constituyan, cuando concurran mas de cuatro
ministros, cinco, por ejemplo, se limita á requerir la mayoría absoluta que
no son mas de tres, es decir, los mismos que cuando concurren cuatro; de
manera que para los efecios de esta disposicion, los votos de dos ministros
tienen igual fuerza que el de uno. Por esto opinan algunos intérpretes que
dicho artículo debiera decir, que se necesitan tres votos conformes, cuando
los ministros que concurren á la vista no pasen de cinco: por el contrario,
otros intérpretes opinan que debieran exigirse mas votos para constituir
mayoría en el caso de que los ministros que concurran pasen de cuatro,
porque la sentencia que solo ha prevalecido por un voto pierde mucho de su
fuerza y autoridad moral, puesto que resultará, que cuando el fallo del su
perior revoque la sentencia del inferior, por un solo voto, habrán obtenido
igual número de votos ambos litigantes, con la única diferencia de ser uno
de estos votos obtenidos por el litigante que sale vencido, de juez inferior al
de los que obtuvo la parte que salió victoriosa. Por lo demás la disposicion
del art. 53 de la nueva ley ha quitado las dudas que antes originaban tanto
la ley 27, lít. 2, lib. 5 de la Nov. Recop.que requería para formar senten
cia en general tres votos conformes, como el art. 74 del Reglamento provi
sional que requería tambien tres votos absolutamente conformes, sobre si
bastaban siempre estos tres votos para formar sentencia, aunque el número
de votantes fuera mas de cinco; segun la nueva ley ha de haber siempre
mayoría absoluta.
i 045. Si no se reunen tres votos conformes, en el primero de los casos
expresados en el arllculo anterior, esto es, en el de que el número de mi
nistros que concurran á la vista no pase de cuatro, ni los de la mayoría en
el segundo, cuando los ministros que concurren excedieran de este núme
ro, sobre todos ó alguno de los puntos que deban comprenderse en la senten
cia, aun cuando sea accesorio, se remitirá el pleito á mas ministros, para que
diriman la discordia que resulta en este caso.
1055. No se procederá á la vista de ninguna discordia sin que pa
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 273
sándose recado á los discordantes, contesten que persisten en ella : art. 41
de las Ordenanzas.
Persistiendo, se señalará la discordia por el presidente en el Tribunal
Supremo y por el regente en las audiencias, para lo cual debe avisarle des
de luego el relator, sin necesidad de que las partes lo pidan. Estos señala
mientos se anotan en el libro de la sala originaria lo mismo que los demás.
Estos mismos funcionarios nombran los ministros dirimentes : arts. 36 y 43
de las Ordenanzas en combinacion con el espíritu del art. 56 de la nue
va ley.
1056. Con el objeto de evitar que haya varias discordancias en un mismo
pleito, como sucedia antes, pues que las Ordenanzas de las audiencias dis
ponian se dirimieran por dos ministros las discordias entre dos ó entre tres,
previene el art. 55 de la misma ley, que dirimirán la discordia dos minis
tros , si hubiere sido impar el número de los discordantes , y tres en el caso
de haber sido par. Uno de los dirimentes será siempre el presidente en el
Tribunal Sup> emo y el regente en las audiencias , concurriendo con ellos el
ministro ó ministros de la sala donde radique el pleito, que no hayan asistido
á la vista, y á falta de estos los mas antiguos del tribunal, á diferencia de lo
que se disponia anteriormente por las Ordenanzas sobre que fuesen los mas
modernos, pues precisamente la discordia tiene lugar en pleitos de difícil
resolucion, para lo cual prestan mas auxilio los ministros mas antiguos por
ser los mas prácticos ; pero quedan excluidos de concurrir á las discordias
los presidentes de sala, para que puedan entender del negocio en la primera
votacion: art. 56 de la ley de Enjuiciamiento.
1057. Previniendo el art. 54 que hay discordia cuando no concurren
en la sentencia los votos necesarios sobre todos ó alguno de los puntos que
deben comprenderse en el fallo, no la habrá cuando hubiese conformidad
respecto de algunos puntos en los votos que prescribe la ley, aunque no la
hubiera respecto de otros, que no estén íntima y esencialmente enlazados
con aquellos, de suerte que no puedan separarse. Por esto dispone el ar
tículo 57, que los ministros discordantes consignarán en la providencia con
claridad y precision los puntos en que convinieren y en los en que disintie
ren, y los ministros dirimentes se limitarán á decidir aquellos en que no haya
habido conformidad. Cuando hubiera habido alegacion en derecho, segun
lo que previene el art. 873 y siguientes, se hará entrega á los ministros que
deban dirimirla de los correspondientes ejemplares de la alegacion, princi
piando á correr el término para pronunciar sentencia desde el dia de esta
entrega, segun dispone el art. 884.
1058. Redactada la sentencia por el ponente, con arreglo á lo acordado
por la sala y aprobado por esta , se extenderá para evitar extravíos en un
registro que habrá en cada una de ellas bajo la custodia de su presidente
respectivo , firmándola todos los ministros ; de ella se pondrá por el escriba
no de cámara y con el visto bueno del presidente, certificacion en los autos:
artículo 58 de la ley.
1059. La ejecucion de lo prevenido en este artículo ofrece en la practica
TOMO II. 35
274 LIBRO SEGUNDO.
graves inconvenientes, cuyo remedio era de urgente necesidad si se habían
de precaver los males que podian sobrevenir á la administracion de justicia.
En el art. 1037 de la ley del citado código , se establece el sistema del
secreto para los referidos votos, mientras que los autos no se eleven al Tri
bunal Supremo por recurso de casacion; y al proceder las audiencias terri
toriales al registro de las sentencias, ocurrió la insuperable dificultad de
observar el principio establecido en este citado artículo con la religiosidad
que su importancia reclama; porque habiéndose de extender los votos par.
ticulares á continuacion de las sentencias mismas en el libro de su registro,
era imposible que conservasen su esencial carácter de reservados desde e1
momento que un escribano ú otro subalterno del tribunal tuviese que librar
certificacion de la sentencia á que van aquellos unidos, ó extender otra á
continuacion.
Comprendiendo las audiencias del reino toda la gravedad de esta mate
ria, intentaron adoptar diferentes sistemas en su laudable celo por la fiel
aplicacion de la ley y recta inteligencia de su espíritu, para hacer concilia
bles las prescripciones de los expresados artículos.
Se acordó por unas llevar el registro de las sentencias en pliegos suel
tos, poniendo á continuacion la diligencia de pron unciamiento y de haberse
librado la oportuna certificacion , y extendiendo en seguida los votos reser
vados , si los hubiere , cuyo medio ofrecia el peligro de que se estropeasen
ms pliegos, y el mayor todavía de que, al formar con ellos á fin de año el
correspondiente libro, se revelasen los votos que contenian.
Pretendieron otras alcanzar su objeto estableciendo el registro en un li
bro, y anotando, al pié de las sentencias que tuviesen votos reservados, el
folio en que estos se encontraban, en otro libro que por separado debia lle
varse para ellos ; pero este sistema tampoco llenaba el pensamiento de la
ley, porque tan pronto como se estampasen aquellas notas, desaparecia en
realidad el secreto, puesto que salvando solo la personalidad del magistra
do, que para nada debia tomarse en cuenta cuando se trataba de intereses
tan elevados, revelaban de una manera subrepticia y peligrosa la disiden
cia, la duda, la falibilidad de la cosa juzgada, que es santa segun derecho.
Por último , para ocurrir á estos inconvenientes se aceptó por otras el mé
todo anterior en su fondo , con la sola modificacion de suprimir al final de
las sentencias la nota de que existían votos reservados , y continuar como
en la práctica antigua formando libros voteros donde se escribian por los
magistrados mismos los votos reservados con los requisitos prevenidos en la
ley de Enjuiciamiento civil.
En presencia de tan diversos pareceres y sistemas planteados por las
audiencias , era urgente establecer un fijo é invariable , que uniformando la
jurisprudencia, conciliase las disposiciones del Código vigente y dejara á
salvo, á la vez que el principio del secreto en los votos particulares, el pres
tigio y fuerza moral de los tribunales y la invulnerable respetabilidad de
sus fallos.
El último de los expresados métodos parecia el mas aceptable por ser el
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 275
mas conforme á la antigua práctica de nuestros tribunales y el que mas
acomodaba al espíritu y letras de la Ley de Enjuiciamiento, pero podia me
jorarse en bien de la administracion de justicia.
Indudable es que la supresion al final de las sentencias de las notas de
que existen votos reservados, guarda consonancia con lo dispuesto en el
art. 1037 del Código , pero aun cuando el sistema podia ajustarse bajo este
concepto á las prescripciones de la ley, adolecia, por otra parte, de un in
conveniente de suma importancia. Ocurría á las veces en la práctica la duda
de si en un asunto habia habido ó no voto reservado ; y como el único cri
terio que existe para resolverla es el libro votero , si en él no constaba es
crito, se deducia la presuncion de que no lo habia habido ; resultaba cuando
mas una prueba negativa del hecho , que nunca podia satisfacer tanto la
conciencia del magistrado ni tranquilizar á los litigantes , como el hecho
afirmativo, la prueba positiva de que con efecto no hubo tal voto.
Para llenar este vacio, proporcionando el medio de satisfacer en su caso
todas las exigencias y de salvar todos los escrúpulos, bastaba añadir al final
de las sentencias, en el libro de registro, una nota refiriéndose á un fólio
determinado de otro libro distinto, en el cual se escribiese por el magistrado
correspondiente el voto reservado, si lo hubiese, ó se dijera terminantemente
que no lo hubo. Con este método se obtenia la prueba afirmativa antes in
dicada, y no se faltaba al sistema de la reserva, puesto que todas las sen
tencias, sin excepcion, tenian su referencia al libro votero, al cual, por lo
tanto , y mediante á constituir una regla general , no revelaba si existia ó
no voto particular.
El gobierno, por estas consideraciones, y teniendo en cuenta que en
el presente caso, mas bien que de introducir una modificacion esencial en la
Ley de Enjuiciamiento civil, se trataba de determinar la forma en que debian
ejecutarse sus disposiciones, sancionó las siguientes por real decreto de 6
de marzo de 1857,
El registro de las sentencas , de que trata el art. 38 de la Ley de Enjui
ciamiento civil, se llevará en cada una de las salas del Tribunal Supremo de
Justicia y de las audiencias territoriales en un libro encuadernado de papel
de oficio, con los fólios numerados que se consideren necesarios para cada
año, y se denominará «Libro de registro de sentencias: » art. l.°
Al final de cada una de las sentencias se pondrá una nota de referencia
al libro de que trata el art. 3.°, con expresion del fólio, en esta forma: «véa
se el fólio... del libro de votos particulares reservados: » art. 2.°
Además del libro de registro de sentencias de que habla el art. ha
brá en cada sala de los tribunales otro libro de papel de oficio, encuaderna
do y foliado, que se llamará de votos particulares reservados. En cada uno
de sus fólios se hará una ligera reseña de la sentencia que á él se refiera del
libro de registro, expresando tan solo los nombres de los litigantes, el ob
jeto del pleito y la fecha en que se ha dictado. Si hubiere voto particular se
escribirá á continuacion en el mismo fólio y siguientes en su caso con sus
fundamentos, á tenor de lo prevenido en el art. 60 de la Ley de Enjuicia
276 LIBRO SEGUNDO.
miento civil , y si no lo hubiere, se expresará , diciendo : «No hubo voto par
ticular, » y firmará el presidente de la sala : art. 3.°
Los presidentes de sala rubricarán todos los fólios de los libros de que
tratan los artículos 1.° y 3.°, y serán los encargados de custodiarlos bajo
llave : art. 4.°
Si al finalizar el año quedasen en alguno de los libros fólios en blanco,
se pondrá nota, que firmará el presidente de la sala, en el último fólio en
que conste un registro, expresando que terminan allí los contenidos en el
libro: los fólios restantes se cruzarán de modo que queden inutilizados, y
si antes de finalizarse el año se concluyese cualquiera de los dos libros , se
formará otro, que se denominará adicional , con los mismos requisitos : ar
ticulo 5.°
1060. Para que la sentencia se halle revestida de toda la autoridad del
tribunal, previene el art. 59 de la ley, conforme con lo prevenido en el 57
de la misma, en el 82 del Reglamento provisional y en el 20 de las Orde
nanzas , que todos los ministros suscribirán la sentencia que se pronuncie
aunque no sea conforme en su voto, pues no por esto dejan de haber enten
dido de aquel negocio y de haber concurrido á la formacion de la sentencia;
mas como conviene al mismo tiempo dejar á salvo la conciencia y responsa
bilidad del magistrado discordante, dispone el art. 60, que el que hubiera
votado de distinto modo que la mayoría , tendrá el derecho de salvar su voto,
el cual se escribirá á continuacion de la misma sentencia.
1061. En el mismo dia en que se firmaren las sentencias definitivas, ó si
en él no fuere posible en el siguiente hábil, se leerán en sesion pública por el
ponente y se notificarán á los procuradores de las partes (art. 64 de la ley)
para evitar perjuicios y dilaciones á los litigantes. V. el núm. 76 y siguien
tes del libro 2.° de este tratado.
Las sentencias en primera instancia deben notificarse á los procuradores
de las partes dentro de los dos dias siguientes al en que fuesen dictadas:
art. 334 de la ley. V. el núm. 76 citado, y lo que exponemos sobre la noti
ficacion de las sentencias de los árbitros, al tratar del juicio arbitral.
1062. Acerca de las providencias de mera sustanciacion , ó de puro trá
mite, bastan, segun el art. 74 del Reglamento provisional, dos ministros
para formar sala, y sus votos hacen resolucion en todo aquello en que estu
vieren conformes de toda conformidad : así, pues, existe discordia cuando
disienten estos dos ministros , y son necesarios para resolverla otros dos,
segun el art. 40 de las Ordenanzas de las audiencias, y la regla general del
art. 55 de la Ley de Enjuiciamiento; mas para formar sentencia en tal caso,
es necesario que haya tres votos conformes , y lo mismo debe entenderse
cuando hubieren formado sala para la providencia mencionada, así como se
necesitará la mayoría absoluta si la hubieren dictado mas de cuatro, confor
me todo con lo dispuesto en los ariículos 53 y 54 de la nueva ley y con el
espíritu del 74 del Reglamento , pues al determinar que hagan resolucion los
votos de dos ministros, se refiere al caso en que compongan sala dos ó tres
solamente.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 277
Por mayoría absoluta se entiende la que reune mas votos que los demás
dictámenes juntos; v. gr., si concurrieran siete jueces, siendo cuatro de un
parecer, dos de otro, y el restante de dictámen distinto, formará la mayo
ría absoluta la opinion de los cuatro jueces. Al contrario, por mayoría re
lativa se entiende la que reune mas votos que cada una de las otras opinio
nes separadas, pero no mas que todas estas opiniones juntas; asi, si en el
ejemplo anterior, adoptan una opinion tres jueces, dos otra distinta y los
otros últimos otra, la opinion emitida por los tres jueces tiene la mayoría
relativa.
1063. Cuando los jueces ó tribunales al ver un proceso para dictar sen
tencia, tuvieren dudas sobre el modo de fallarlo, por observar que está os
curo algun hecho esencial ó que no resulta de las pruebas claro el derecho
de las partes, ó como dice la ley 11, tít. 22, Part. 3, y su glosa, en razon
de las pruebas, por ser iguales de ambas partes, y de los derechos que ambos
litigantes alegaron, pueden, para el mayor esclarecimiento de la verdad é
ilustracion de su ánimo sobre la materia, dictar de oficio autos para mejor
proveer, por los que mandan presentar documentos ó practicar algunas di
ligencias probatorias para traer al proceso nuevos méritos que arrojen luz
sobre lo que aparece dudoso.
1064. Algunos autores, entre ellos el Sr. Escriche, artículo Auto para
mejorar proveer, fundados sin duda en el principio de que el juez no puede
suplir de oficio les hechos expuesto por las partes en el proceeo, sientan,
que seria mas conforme á los principios del derecho, que el juez se atuviera
á lo que resultare de los autos, y pronunciase su sentencia, segun lo alegado
y probado, dejando la puerta abierta á la parte que se sientiese agraviada
para acudir al tribunal superior y subsanar alli sus omisiones. No obstante
estas consideraciones, debe en nuestro concepto sostenerse la práctica de
los autos para mejor proveer, porque además de ser beneficiosa á los liti
gantes, puesto que á veces les evita promover una nueva instancia para
suplir alguna omision en las pruebas que por otra parte no les era fácil co
nocer por depender la apreciacion de las mismas del criterio judicial, se
halla apoyada en disposiciones legales anteriores y no se opone á los prin
cipios indicados.
1065. Y en efecto, la ley 11, tít. 4, Part. 3, despues de decir que los
jueces deben ser acuciosos en pugnar ó esforzarse por saber la verdad del
pleito, por cuantas maneras pudieren, al enumerar los modos por qué deben
averiguar la verdad, expresa entre ellos el consistente en preguntas que
los jueces hagan á las partes por jura. La ley 2, tít. 12 de la misma Partida,
se expresa mas terminantemente al autorizar al juez para pedir confesion á
las partes. Pregunta, dice, es cosa de que nace gran pró, ca por ella puede
el juzgador saber mas en cierto la verdad de los pleitos e de los hechos dub-
dosos que vienen antel. E puedela facer el juez fasta que dé el juicio, é aun
la una parte á la otra; y Gregorio Lopez marca claramente en esta
facultad el carácter de los autos para mejor proveer, puesto que dice, que
pueden hacerse estas preguntas, despues de conclusos los autos, que era
278 LIBRO SEGUNDO.
cuando se hacian anteriormente, y para resolver las dudas que resultan de
las pruebas, post conclusum quando fit ad declarandam dubianprobationem.
Finalmente, la ley 8, tít, 14. Part, 3, autoriza al juez para practicar de
oficio reconocimiento judicial ó inspeccion ocular, si las partes litigan sobre
téminos de villas ú otros linderos.
Hemos dicho que no se oponen los autos para mejor proveer al principio
que prohibe al juez suplir de oficio los hechos omitidos por las partes, que
le obliga á atenerse á lo alegado y probado y que le prescribe , como dice
la ley 2, tít. 16, lib. 11 de la Nov. Recop. , 1.a del tít. 12 del Ordenamiento
de Alcalá, determinar y juzgar segun la verdad que bailares probada en los
pleitos, porque en dichos autos tiene el juez que sujetarse á los hechos que
las partes propusieron y comprendieron en los autos, y que trataron de de
mostrar por medio de pruebas y de actos practicados por las mismas, si bien
incompletamente. Bajo este aspecto y teniendo por objeto dichos autos es
clarecer el derecho de las partes, que es el fin que estas se proponen para
dictar una sentencia equitativa, conforme á lo que previene la ley 3, tít. 12,
Part. 3, que dice, cierto é derechurero é catada é escudriñada la verdad del
fecho debe ser dado todo juicio, puede decirse que el juez no se sale de lo
alegado y probado por las partes, sino que completa sus probanzas, y esto
por actos ejecutados por las mismas, y sobre hechos que le constan por los
autos, y no da ciencia personal como particular y fuera de ellos. En su con
secuencia, el juez por estos autos viene á cumplir con la obligacion que tie
ne de suplir los medios de derecho de las partes, puesto que en su cualidad
de juez debe saber todos los que se hubieran hecho valer por estas, segun
las leyes, si hubieran sido bien defendidas, obligacion que se halla consig
nada expresamente en el Derecho Romano, ley única, tít. 11, lib. 2 del Có
digo, que dice: non dubitandum est, judicem si quid á ligotoribus vel ab his
qui negotiis adsistunt, minus fuerit dictum, id supiere et proferre quod sciat
legibus et jure publico convenire. V. Cours de procedure civil por Berriat
S. Prix, 2 part., lib. 1.
Ademas, segun dice Belime, la ciencia personal del juez sola es insufi
ciente, ó no puede utilizarse en el pleito de que conoce, cuando sabe los
hechos fuera de sus funciones. Si puede pues, ilustrarse como juez, continúa
este autor, por un exámen visual, este medio será el mejor de todos, y la
razon consiste en que entonces el exámen que ordena es público y sabién
dolo las partes.
1066. Es cierto que la práctica habia traspasado en el ejercicio de esta
facultad los límites contenidos dentro del principio que manda al juez ate
nerse á lo que resulta de autos, autorizando á los jueces para decretar por
medio de autos para mejor proveer, declaraciones de testigos no presen
tados por las partes, y sin sujecion á los interrogatorios de las mismas.
Por medio de tales autos practicaba pues el juez por sí absolutamente una
diligencia de prueba y de las mas expuestas y peligrosas, á diferencia
del caso en que manda, por ejemplo, traer un documento á la vista, pues
aquí hay ya un hecho verificado por las partes ó por sus derechos habientes,
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 279
existe por lo menos un acto que no ha producido el juez, aun cuando se
aproveche de los datos que arroja para la decision del litigio. Ademas los
autos para mejor proveer sobre declaraciones de testigos, no se fundaban
en disposiciones legales; porque si bien algunos intérpretes creen hallarlos
autorizados en las leyes 30, tít. 16, 2, lít. 12, y 11, tít. 22, Part. 3, la
primera de estas leyes solo se refiere á la facultad del juez para volver á
examinar al testigo presentado por la parte y con sujecion al interrogatorio
de la misma; caso que ya llevamos expuesto; la ley 2, se refiere á la confe
sion ó juramento que puede tomar el juez á las partes, y la 11 á la prueba
pericial, segun unos, ó á la facultad de asesorarse el juez en casos árduos,
segun otros. ,
1067. Por eso la nueva ley de Enjuiciamiento ha circunscrito los autos
para mejor proveer dentro de sus justos límites, excluyendo de sus prescrip
ciones la facultad de dictarlos para tomar declaraciones de testigos, segun
ya se habia prevenido expresamente respecto de los procedimientos conten-
cioso-administrativos, por el art. 45 de los Consejos provinciales, que dis
ponian, que terminada la vista, pudiera el Consejo , cuando lo estimare ne
cesario, para mejor proveer, pedir informe ó mandar Ipracticar cualquiera
diligencia de prueba que no fuese la de testigos; y lo mismo vino á preve
nirse en el art. 260 del Consejo Real. Aun con estas limitaciones, los jueces
deberán ser parcos en el uso de esta facultad, por el grave peligro que exis
te de quebrantar la imparcialidad, que debe ser su principal mira en la di
reccion de los trámites judiciales y apreciacion de las pruebas.
Asi pues, segun el art. 48 de la ley de Enjuiciamiento, los jueces y tri
bunales, esto es, tanto los jueces de paz como los de primera instuncia, ó
magistrados de audiencia ó del Tribunal Snpremo, podrán, es decir, están
en su facultad, sin que los litigantes puedan obligarles á ello, decretar para
mejor proveer, los siguientes actos:
1.° Decretar que se traiga á la vista, esto es, que se una á los autos,
cualquier documento que crean conveniente para esclarecer el derecho de los
litigantes. Aunque la ley usa de la clásula general cualquier documento,
creemos que debe entenderse como refiriéndose á cualquier documento de
que tenga conocimiento el juez por los autos, pues si pudiera mandar traer
los documentos de que tuviera conocimiento fuera de ellos ó como particu
lar, se quebrantaría el principio de que no puede utilizarse la ciencia del
juez respecto de los hechos que sabe fuera de sus funciones.
2.° Exigir confesion jud icial á cualquiera de ¡os litigantes sobre hechos
que estimen de influencia notoria y que no resulten probados. Esta facultad
se hallaba consignada en el Derecho Romano, en la ley 21, tít. 1, lib. 11
del Dig. que decia, ubicunque indicem aquilas moverit caque oportere ficri
interrogationem dubium non est, en la 31 , tít. 2, lib. 12 del Digesto que
dice, solent enim scepe judices in dubiis causis, exactojurejurando, secundum
eumjudkare qui juraverit, y en la 2, tít. 12, Part. 3, ya citada. Debe
versar la confesion sobre hechos que estimen los jueces segun su prudente
arbitrio de influencia notoria, sin que baste, como decia la ley 2 citada, que
I
280 LIBRO SEGUNDO.
pertenezca al fecho ó á la cosa sobre que es la contienda, siguiendo la
ley 9, tít. 4, lib. 11 del Digesto; porque habiendo de prestarse estas confe
siones bajo juramento, no debe exponerse á la parte á un perjurio; cuando
no puede producir esta prueba bastante eficacia por ser los hechos sobre que
versa de poca influencia en el litigio. Por la misma razon no han de resultar
probados los hechos, pues si estuviesen probados seria inútil esta prueba.
Mas la ley con esta cláusula ha querido significar que no han de estar plena
mente probados, por lo que bastará para exigir dicha con fesion que exista
prueba semi-plena, y aun será necesario que haya alguna prueba , conforme
y por las. razones que expusimos al tratar del jnramento necesario ó suple
torio, en el núm. 870 de este libro, cuya doctrina debería tenerse presente.
De aquí se deduce, que el juez no puede exigir esta confesion respecto de
hechos que no resulten de los autos, conforme al principio de que el juez no
puede hacer uso en un pleito de los hechos q ue supo fuera de los autos. Asi
pues, cuando una de las partes haya present ado prueba aunque insuficiente
para hacer constar la verdad de un hecho podrá el juez pedir á la parte
contraria que confiese la verdad del mismo, para constituir prueba plena
por medio de esta confesion, si reune las circunstancias necesarias para ello
expuestas en el núm. 846 de este libro.
Inútil parece advertir que esta confesion se entiende pedida bajo jura
mento indecisorio ó supletorio, esto es, sin quedar obligado para ella la par
te á cuyo favor se pide, á pasar por lo que la otra jure, sino estando solo á
lo que le sea favorable, pues no verificándose á instancia de aquélla, sino
de oficio por el juez, no puede obligarse ni entenderse obli gada á pasar por
lo que jure la contraria. Esta diferencia entre la confesion solicitada por la
parte y la que provee el juez de oficio, debe servir de regla para conocer
los artículos de la ley que tratan de la confesion , expuestos en el §. 6 de la
seccion V de este título, que son aplicables á la confesion requerida por auto
para mejor proveer.
No debe confundirse tampoco esta confesion con el juramento in litem,
de que hemos tratado en el núm. 878 de este libro.
3.° Decretar la práctica de cualquiera reconocimiento ó avalúo que repu
ten necesario. Estas diligencias autorizadas por las leyes 8, tít. 14, y 11
tít. 22, Part. 3, deben practicarse con arreglo á lo expuesto en el párrafo 7
de este título, si se trata de un reconocimiento judicial ó vista ocular, ó en
el párrafo 6 del mismo título, si de un avalúo, pues que debe hacerse por
medio de peritos, segun los ar.s. 443 al 452 de la ley; ó con arreglo á lo
dicho en el núm. 800 si se trata de cotejo de documentos públicos ó priva
dos, ó en el párrafo 5.° si del cotejo de letras.
4.° Traer á la vista cualesquiera autos que tengan relacion con el pleito.
Esta facultad , autorizada por la antigua jurisprudencia, tiene por objeto
que el juez pueda adquirir los datos necesarios para decidir con arreglo á
justicia el pleito que se ha cometido á su fallo, por los que arrojan otros au
tos que versan sobre una cuestion relacionada con el mi smo. Si el juez pue
de traerá los autos, segun la facultad 1.a del art. 48, los documentos que
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 281
crea convenientes para esclarecer el derecho de los litigantes , se sigue
que puede tambien traer á la vista los autos relacionados con el pleito, pues
que contienen documentos y aun los constituyen ellos mismos. Como ejemplo
de la clase de autos que está facultado para traer á la vista el juez , puede
citarse los en que procede la acumulacion y en que no es rigurosamente ne
cesaria , expuestos en el tít. 5.° de este libro , ademas de otros muchos en
que no procede aquella, como los autos sobre posesion en el pleito de que el
juez conoce sobre la propiedad.
1068. Los autos para mejor proveer proceden en toda clase de juicios.
1069. Acerca del período del pleito en que deberán darse, teniendo por
objeto suplir la falta de prueba que aparece en los autos, es consiguiente que
se dicten cuando hayan terminado todas las pruebas y alegaciones los litigan
tes. Por eso anteriormente procedian desde que se declaraban conclusos los
autos hasta que se dictaba sentencia. En el dia, no existiendo esta conclu
sion, puesto que el art. 329 de la ley dispone , que devueltos los autos por
el demandante con su alegato , fe mandarán traer á la vista con citacion
para oir sentencia definitiva , podrán dictarse dichos autos en primera ins
tancia desde dicha citacion , si las partes no piden vista pública , mas si la
pidieren (como pueden esclarecerse los hechos con el linforme que en ella
tiene lugar) despues de celebrada la vista, seguu hemos expuesto que pre
viene el art. 45 del Reglamento de los Consejos provinciales. En los tribu
nales superiores, los autos para mejor proveer tienen lugar siempre despues
de la vista, porque en estos siempre se verifica la vista pública.
Modo de proceder los jueces para dictar las sentencias y circunstancias que deben
comprenderse en las mismas.
1070. Tanto los jueces como los magistrados, para dictar sentencia de •
finitiva deben atender á los méritos del proceso, bastando para su validez
que conste justificada la verdad del hecho, ó que se hayan tenido presentes
las solemnidades esenciales como la primera citacion , ó para dictar senten
cia, las pruebas cuando fueren necesarias, etc., y pudiendo en su conse
cuencia prescindir de las faltas de solemnidades y fórmulas establecidas por
derecho ó adoptadas por los tribunales en el orden de enjuiciar, á no ser que
estas se hubieran omitido á pesar de pejdir su observancia alguno de los liti
gantes. Debe pues dictarse la sentencia segun lo alegado y probado, ó con
forme á la demanda y contestacion sobre el objeto del litigio, leyes 2 , títu
lo 16, lib. 11, Nov. Recop., y 16, tít. 22, Part. 3.
1071 . Los jueces para dictar sentencia conforme á justicia, deben exa
minar con el mayor cuidado el mérito y fuerza de las pruebas practicadas
por ambas partes, para poder apreciar debidamente cuales resultaron pre
dominantes en el juicio, ó no fueron destruidas ó desvirtuadas por las del
contrario. En este exámen se han de sujetar á las prescripciones y califica
ciones que de las pruebas hacen las leyes, pues segun decision del Tribunal
Supremo de Justicia, de 28 de junio de 1852, los tribunales no son árbitros
TOMO II. 30
282 LIBRO SEGUNDO.
de calificar, de plena prueba la que no reconocen las leyes como tal , ni de
ben formar su criterio judicial fuera de las reglas establecidas por derecho.
Asi pues, si el juez hubiere recibido, por ejemplo, declaracion á un litigante
bajo juramento decisorio á solicitud del contrario, y habiéndola aquel pres
tado con arreglo á las prescripciones legales, no la considerase como prueba
plena, faltaría á lo prescrito por el art. 294 de la ley de Enjuiciamiento,
sobre que haga plena prueba , no obstante cualesquiera otras , y no so
lamente podria ser enmendada esta apreciacion por el tribunal superior en
la segunda instancia , sino que habria lugar al recurso de casacion. Esta
jurisprudencia se halla conforme con los principios sobre los recursos de ca
sacion expuestos por los autores. Por eso. dice Dalloz, que si el juez despues
de haber reconocido una circunstancia ó un hecho ó una prueba determina
da, hace de ellos una calificacion falsa ó errónea, hay violacion de un texto
legal y lugar al recurso de casacion.
1072. Mas cuando no hubiere texto decisivo y terminante de la ley que
califique la fuerza de una prueba ó tuviera esta que graduarse por el exá-
men y comparacion de las practicadas por ambas partes, no habrá lugar al
recurso de casacion. Asi se halla prevenido en varias sentencias del Tribunal
Supremo de Justicia sobre recursos de nulidad, de las que solamente ex
pondremos dos. La primera la de 15 de junio de 1848, dada con motivo de
haber considerado una audiencia como prueba suficiente, la efectuada por
uno de los litigantes con partidas de bautismo y de casamiento y con varias
enunciativas consignadas en documentos auténticos, y en la que declaró di
cho Tribunal Supremo , no haber lugar al recurso de nulidad por ser esta
calificacion cuestion de hecho y de conviccion moral , sin que se hubiese in
fringido ni podido infringir en esta parte ley alguna, por no existir disposi
ciones legislativas especiales que determinen las cualidades ó circunstancias
de las probanzas en tales casos y que limiten en el juez su derecho de apre
ciacion y de valoracion de las presentadas. Por la segunda , declaró dicho
tribunal, que al calificar la sala las pruebas practicadas por la parte adora
al apreciar todos los hechos consignados en el proceso , segun los (méritos
en el mismo resultantes, no infringió las leyes (que se pretendian infringi
das), leyes que si bien establecian el valor de algunas probanzas, no por
eso excluían el que á otras se les atribuía, debiendo resultar del exámen,
comparacion y apreciacion de las qiíe en cada caso se practiquen por ambas
partes en los litigos la decision ó sentencia judicial.
Y en efecto tales casos no pueden ser objeto de recurso de nulidad, pues ■
en ellos no se desciende al exámen de los hechos, sino de los derechos de
las partes sancionados por ley expresa. Creemos no poder exponer mejor los
fundamentos de esta doctrina que trasladando los considerandos de la sen
tencia pronunciada por el Tribunal Supremo en 8 de octubre de 1853, repro
ducidos por otra de 24 de noviembre de 1854 sobre recursos de nulidad, que
dicen asi: «Considerando que la cuestion de hecho bajo la forma de si este
resulta ó no probado, no puede ser objeto de los recursos de nulidad, por
las razones consignadas en los considerandos tercero y cuarto de la sentencia
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 283
deesle Tribunal Supremo, incluida bajoelnúm. 6enel tomo 60 de la Colec
cion legislativa que dicen así : Considerando, que si la decision de los re
cursos de nulidad pudiera abrazar el hecho y el derecho, la apreciacion' de'
la ley y la de las pruebas, la totalidad en fin de las cuestiones de cada pleito,
ó el pleito todo entero, seria contraria , en los recursos por infraccion de la
ley, á los buenos principios y aun al simple buen sentido, ladevolucion que
está prevenida de los autos para nuevo fallo á la audiencia de donde proce
den, ya porque se devolverían en tal caso prejuzgada lacausa, al ípismo tri
bunal designado por la ley para juzgarlos , ya tambien porque para obtener
este extraño resultado, se sujetaría á los litigantes á nuevos gastos y á nue
vas dilaciones, que en dicha hipótesis podrían y deberían excusarse á este
Supremo Tribunal para pronunciar, declarada la nulidad, un fallo irrevo
cable que terminase el pleito : Considerando , que por lo - dicho , la referida
devolucion de los autos al expresado fin, supone limitado por el referido real
decreto el conocimiento de este Supremo Tribunal á la cuestion de derecho,
á la apreciacion de la ley, que es lo que basta para salvar el interés de la
misma, cifrado principalmente en que por todos los tribunales se aplique á
los hechos en el mismo sentido: Considerando que la cuestion del presente
recurso es cuestion de hecho , por estar redu -ida á probar que el tercio en
cuestion lo era de los tres quintos y no del diezmo: Considerando, en fin, que
esta cuestion no se transforma en cuestion de derecho, planteándola como
lo hace el recurrente bajo el punto de vista de la infraccion de la ley y doc
trina legal que él mismo cita, porque para determinar si existe ó no seme
jante infraccion seria indispensable á este tribunal entrar de lleno en el
examen y apreciacion de las pruebas , ó lo que es lo mismo, averiguar y
resolver si resulta ó no probado el referido extremo, que es lo que aquí
constituye la cuestion de hecho agena de sus atribuciones, fallamos que no
ha lugar al recurso.
1073. Pero de que no haya lugar en tales casos á los recursos de nuli
dad, no debe deducirse que los jueces tengan absoluta libertad para apre
ciar el mérito y fuerza de las pruebas sobre que no existen disposiciones
legislativas especiales , pues si no hicieran una apreciacion arreglada a
justicia y segun el espíritu de las leyes que establecen estas reglas sobre
otra clase de pruebas , se podrá reformar en segunda instancia por el tri
bunal superior. El no hacerse cargo de ella el Tribunal Supremo en los re
cursos de nulidad, es por ser contrario á la naturaleza de estos entrar en
el examen de las cuestiones de hecho, mas no por eso dejará de existir la
injusticia que se hubiese cometido por una apreciacion inexacta de las prue
bas presentadas. Asi se halla declarado por sentencia del Tribunal Supre
mo de 15 de junio de 1856, en la que se dijo, que no existiendo en el caso
de que se trataba, mas cuestion que la de apreciacion de las pruebas, no
era posible descender á su exámen y resolucion sin desnaturalizar esta cla
se de recursos, dándoles el carácter de recursos de injusticia notoria, age-
no enteramente al recurso de nulidad.
1074. La doctrina expuesta de las sentencias del Tribunal Supremo
284 LIBRO SEGUNDO.
citadas-, sobre recursos de nulidad, debe considerarse vigente en el dia, en
cuanto se refiere al deber y responsabilidad de los jueces en la exacta apre
ciacion de las pruebas, y aun Ies es aplicable mas latamente despues de es
tablecidos los nuevos recursos de casacion , puesto que han recibido estos
mas amplitud que los antiguos recursos de nulidad , en virtud de la facul
tad 7.a de la ley de 13 de junio de 1853 , que prevenia se facilitara el re
curso de nulidad cuanto fuera necesario, y que en efecto el art. 1060 de la
ley, faculta al Tribunal Supremo, cuando el recurso se hubiere fundado en
infraccion de ley ó doctrina admitida por la jurisprudencia, para dictar á
continuacion, pero separadamente sobre la cuestion objeto del pleito, la
sentencia que crea conforme á los méritos de los autos y á lo que exigie
ren la ley ó doctrina quebrantadas en la ejecutoria. Por eso este mismo tri
bunal, en sentencia de 13 de octubre de 1856, declaró, que no competía
al mismo, sin que préviamente declarase la casacion , examinar si habian
sido bien aplicadas (las leyes que se pretendian infringidas) en la aprecia
cion que de las pruebas habia hecho (la audiencia), pues lo contrario equi
valdría á juzgar sobre la cuestion de los hecbos. Véase lo que exponemos
al tratar del recurso de casacion.
1075. Uno de los puntos mas delicados en materia de apreciacion delas
pruebas y en que debe proceder el juez con el mayor tiento, como dice Sala
en su Ilustracion del derecho real de España, es el que consiste en saber
cuándo la concurrencia de dos ó mas pruebas semiplenas pueden constituir
una prueba plena. Por lo comun los autores sientan como regla general que
dos pruebas semiplenas en negocios civiles, constituyen una plena, si bien
dice Sala que esto debe entenderse de aquellas semiplenas que son de las
mas robustas. V. Molin. de primog., lib. 2, cap. 6, núm. 35, y Anton.
Gomez var. cap. 12, núm. 26, que cita á otrosvarios. Mas esta regla necesi
ta explicaciones. Un autor moderno que ha expuesto con suma filosofía los
principios que rigen la prueba, Mitterraaier, explica con gran lucidez las
circunstancias á que debe atenderse para que de dos ó mas pruebas semi
plenas resulte una prueba plena, que en este caso se llama prueba compues
ta. Segun él, los elementos de esta prueba son , ó el concurso entre sí de
medios imperfectos de prueba directa, como la confesion judicial sobre un
hecho acerca del cual declara un testigo mayor de toda excepcion, ó su con
curso con los indicios propiamente dichos. Mas no se trata aquí, dice con
razon este escritor, de fracciones de prueba adicionadas para formar un to
tal ó una prueba plena ; la ley no podría autorizar la sentencia sobre tales
bases; la sentencia no es resultado de un cálculo aritmético, y no es esta la
manera como forma el juez sus convicciones. Y en efecto, no es la concur
rencia de dos pruebas semiplenas por sí misma la que constituye la prueba
plena: los grados de credibilidad de estas pruebas semiplenas son los mis
mos en sí; pero cuando concurren con otra prueba que los ratifica, se forma
de esta concurrencia un nuevo grado de credibilidad masfuerte queeldecada
una de aquellas, por lo natural y verosímil que es la certeza de un hecho,
cuando se adquieren indicios de la misma por varios y distintos conductos,
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 285
Pero sigamos extractando al sabio profesor aleman. La circunstancia mas
mínima fija á veces la opinion del juez sobre el valor de una prueba, y su
decision se apoya en motivos que se combinan y como se completan unos
con otros. La verdadera nocion de la prueba compuesta se obtiene refi
riéndose á la exacta definicion de la certidumbre; de ese estado del ánimo
que se ve impulsado á afirmar la realidad de un hecho por los numerosos
motivos que excluyen la posibilidad del hecho contrario. Y en efecto, si los
elementos de la prueba compuesta producen este resultado en nosotros , es
indudable que procuran la certidumbre. Si damos fe á la confesion por
efecto de las presunciones que á ella se encadenan, y gracias á la realiza
cion de ciertas condiciones que se reunen para dar completa fuerza á esta
prueba; si es cierto, por ejemplo, que el hallarse completamente contestes
dos testigos nos procura la conviccion de la sinceridad de su testimonio
¿por qué no sucederá lo mismo cuando lo que falta á una prueba para lle
gar á producir plena certidumbre se halla suplido por otro medio probato
rio? Este es pues todo el secreto de la prueba compuesta. Cierto medios de
prueba imperfectos considerados separadamente se completan entre sí en
su íntima concordancia y fundan plena certidumbre. Si falta por ejemplo á
los medios de prueba admitidos, alguna de las condiciones esenciales, como
si la confesion no fue libre, no es posible prueba compuesta respecto de
esta, porque siendo el hecho sobre que se fundaba la prueba radicalmente
nulo, no puede producir verosimilitud alguna, puesto que lo que no tiene
principio de existencia no puede completarse. Pero si lo que falta á la prue
ba se refiere á una condicion que autoriza el derecho y que puede suplirse,
si por ejemplo, no hay mas que un testigo que declare sobre un hecho, pa
rece natural que pueda completarse la conviccion del juez por medio de
probabilidades adquiridas por otros medios. Este resultado, siempre el mis
mo, no obstante ofrecerse al juez por diferentes conductos, suministra un
nuevo motivo de certidumbre, pues no parece posible explicar la completa
concordancia sobre un mismo hecho de varios actos ó medios de prueba sin
admitir la realidad de este hecho. Asi pues, para que la prueba compuesta
produzca certidumbre es necesario, 1.° que el medio de prueba imperfecto
que se tiene en cuenta, sea susceptible por sí de fundar una verosimilitud
bastante fuerte ; regla importante que debe observarse especialmente en
materia de confesion extrajudicial, porque esta no puede tener importancia
sino en cuanto aparece como resultado de una confesion libre y séria y no
de una simple chanza; 2,° que la fuente ú origen de donde proviene cada
uno de los medios de prueba, no sea una misma, como si el testigo que de
pone sobre un hecho depusiera tambien sobre la existencia de la confesion
extrajudicial acerca del mismo, pues entonces no tendrá el juez razon pode
rosa que le persuada á creer en la eficacia de la prueba compuesta, esto es,
la de presentársele un mismo resultado por diferentes vías.
1076. Cuando los jueces tuvieren duda despues de examinados los mé
ritos del proceso, no ya sobre los derechos alegados por las partes ó sobre
cual de ellas los ha probado mas cumplidamente , pues para resolver estas
286 LIBRO SEGUNDO. , • .,
dudas tienen. el remedio ó facultad de dictar autos para mejor proveer, sino
sobre la decision que deben dictar por no hallarse previsto el caso ó punto
litigioso por las leyes, ó por aparecer estas oscuras ó incompletas, se ha
contendido largamente entre los intérpretes sobre si debería el juez suspen
der el pronunciamiento de la sentencia y consultar al poder legislativo que
es el encargado de la interpretacion de las leyes, ó por el contrario, si ten
dría facultad y aun obligacion de dictar la sentencia que juzgue mas equi
tativo. . . • .•-„,'.
Los que opinaban por el primer extremo se fundaban principalmente en
la ley 11, tít. 22, Part. 3, que dispone que los jueces en' el caso expuesto
pregunten á los omes sabidores sin sospecha de aquellos lugares en que ellos
han de juzgar, y si no salieren de la duda con su respuesta, que consulten
al soberano para que resuelva la duda; en la cédula de 15 de julio de 1788,
que ofreee el caso práctico de la célebre consulta hecha por la cnancillería
de Granada al soberano, sobre si debería aplicar las leyes de Partida ó las
del Fuero Juzgo en un pleito que pendia ante ella, habiendo suspendido la
decision del negocio hasta que recayó resolucion del monarca ; en la ley 3,
tít. 2, lib. 3 de la Nov. Recop., que previene, que cuando ocurra alguna
duda en la interpretacion y declaracion de las leyes se recurra al soberano
para su interpretacion; en los artículos 86 y 90 del Reglamento provisional
para la administracion de justicia, segun los cuales, cuando á las audien
cias les ocurra alguna duda de ley acordarán sobre ello en tribunal pleno
despues de oir al fiscal, y con insercion del dictámen de este y de los votos
particulares, si los hubiese, consultarán á S. M. por conducto del Tribunal
Supremo, el cual dirigirá al monarca con su dictámen estas consultas y hará
tambien por sí mismo y en igual forma las que considere necesarias ó con
venientes en igual caso.
Los que llevaban la opinion contraria, alegaban en primer lugar, que la
ley de Partida y cédula citadas, se referían á la interpretacion que hace el
legislador por vía de autoridad en general en solo aquellos casos en que por
la oscuridad absoluta de la ley no se puede deducir una explicacion equita
tiva por medio de la interpretacion usual ó de costumbre ó por la judicial ó
de doctrina, segun sentaba Gregorio Lopez en la ley 14 de Partida; que el
mismo código de las Partidas establece, ley 5, tít. 2, Part. 1, que en de
fecto ó en caso de que la ley sea oscura, recurra el juez á la costumbre le
gítima que sobre aquella materia existiese; que igualmente la ley 11, tí
tulo 22, Part. 3, dispone, que ningun juez debe recurrir al soberano por
excusarse de trabajo, ni por dilatar el pleito, ni por miedo, amor ó desa
mor que tenga á ninguna de las partes, sino por no saber aplicar el derecho,
pues de lo contrario, debería ser penado, disposicion que parece prescribir
al juez que recurra á la interpretacion por vía de doctrina ; en la regla 36,
tít. 34, Fart. 2, nota 2, tít. 2, lib. 2 de la Nev. Recop. que permite á los
jueces recurrir para la aplicacion de las leyes á la doctrina de los autores
de conocida autoridad que interpretaron sus disposiciones, y finalmente,
que Ja ley recopilada y los artículos del Reglamento provisional citados,
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES 4 LOS JUICIOS. §81
solo hablan de la interpretacion auténtica que se hace en general para los
casos que ocurran en lo sucesivo, y no para que se aplique á los negocios
pendientes. . . ¡
Anadian en segundo lugar, que aun la facultad concedida por las leyes
de Partida y cédula citadas, á los jueces para recurrir al soberano en caso
de no existir ley ni jurisprudencia, ni analogía, ni costumbre, ni ninguno de
los demás medios que sirven al juez de guía para la aplicacion de las leyes,
ofrecia gravísimos inconvenientes y no era conforme con los rectos principios
de legislacion, porque si la disposicion que resultaba de la interpretacion
auténtica sirviera para decidir las cuestiones sometidas á los tribunales con
anterioridad á la existencia de la misma, vendría á tener la ley efecto re
troactivo, al paso que se daria al legislador el carácter de juez, puesto que
dicha ley no seria con respecto á aquellas cuestiones, una disposicion legis
lativa, sino mas bien una sentencia.
Estas consideraciones adquirieron mayor fuerza desde que, operada la
nueva variacion en el régimen de gobierno y establecida la independencia
de los poderes legislativo y judicial, tiene que contenerse cada uno dentro
de los límites de sus atribuciones sin invadir las de los demás, y no reune
ya el monarca como antiguamente, la soberania plena, ni en su consecuen
cia puede invadir las atribuciones de los jueces para decidir á título de in
terpretar las leyes , un litigio pendiente del fallo de los tribunales. Y en
efecto, el art. 226 de la Constitucion de 1812, estableció terminantemente
que los jueces no pudieran suspender la ejecucion de las leyes, y el 272 del
Código Penal dispuso, que el juez que maliciosamente se negare á juzgar,
á pretexto de oscuridad, insuficiencia ó silencio de la ley, fuese castigado
con la pená de suspens on, y que incurriera en igual pena el juez culpable
de retardo malicioso en la administracion de justicia.
No obstante estas disposiciones, todavía se ofrecian dudas acerca de la
libre facultad del juez en laaplicacion de las leyes, sin recurrir al legislador,
puesto que se consideraba el art. 226 de la Constitucion como una disposi
cion general que no comprendia el caso de que no existiera ley que aplicar,
y que el adverbio maliciosamente de que se valia el art. 272 del Código Pe
nal, parecia dar á entender que esta disposicion se referia al caso en que
habiendo ley clara ó suficiente que decidiera el punto en cuestion, y com
prendiéndolo asi el juez, se negara á juzgar con mala intencion, y pretex
tando infundadamente no existir ley clara ó ser insuficiente.
1077. La nueva ley de Enjuiciamiento civil ha venido á disipar estas
dudas. En el art. 61 dispone terminantemente que no podrán bajo ningun
pretexto los jueces ni los tribunales, aplazar, dilatar ni negar la resolucion
de las cuestiones que hayan sido discutidas en el pleito, y en el art. 332
previene, que si transcurrieren los términos que marca dicha ley para dictar
sentencia, las audiencias corregirán disciplinariamente á los jueces que ha
yan incurrido en semejante falta. Estas disposiciones generales comprenden
el caso de que no hubiera ley sobre la cuestion litigiosa, ó fuere oscura é
insuficiente la ley que existiere. En el proyecto del Código Civil se contenia
288 LIBRO SEGUNDO.
una disposicion análoga, previniendo su art. 12; que el juez que rehusase
filiar á pretexto de silencio, oscuridad ó insuficencia de la ley", incurriria
en responsabilidad; y el art. 47 del Reglamento de los Consejos provinciales
de 1 .° de octubre de 1845, contiene sobre esta materia una disposicion, la
mas clara, la mas exacta y precisa de todas, á saber, que los Consejos no
podrán abstenerse de fallar en ningun negocio, á título de ser oscuras ó in
completas las leyes ó disposiciones legales, ó de no haber estas previsto el
caso sobre el cual debe recaer el fallo.
1078. Asi pues, cuando ocurrieren dudas y dificultades á los jueces ó
tribunales sobre la decision de los negocios pendientes ante ellos , por no
existir ley clara y terminante que aplicar, deberán, segun los principios y
disposiciones enunciadas, recurrir á la costumbre con fuerza de ley. si la
hubiere; á falta de esta, á la jurisprudencia de los tribunales sobre el caso
en cuestion; pues si bien algunos autores creen que antes debe recurrirse á
la anologia que á la jurisprndencia, juzgamos mas atinado consultar antes
la jurisprudencia, pues que esta decide el caso directamente y no puede
dar lugar á duda alguna, y que para ello tuvo presente ya la anologia, si
no existiese jurisprudencia, deberá atender á la analogía, esto es, á las leyes
que contienen disposiciones sobre casos semejantes ó parecidos al que se
ofrece; á fata de analogía, deberá atenderse á la razon natural, y si todavía
se ofreciere alguna duda, á la autoridad ú opinion mas fundada de los in
térpretes y á los demás ejemplos ó precedentes que han tenido lugar ante
riormente y que aun no han constituido jurisprudencia. Cúmplenos advertir,
que en los casos indicados de que duden los tribunales sobre el modo de
decidir un litigio por falta ú oscuridad de la ley, no rige la regla de que en
caso de duda debe ser absuelto el demandado, como en el caso en que apa
recen igualmente probados los derechos de ambos litigantes, ó existen res
pecto de ellos iguales circunstancias; ó en que no resulta la culpabilidad del
acusado en las causas criminales; pues en los casos de que tratamos, la du
da versa sobre el modo de declarar con arreglo á toda justicia los derechos
que desde luego se reconocen á favor de una parte.jjpor lo que el juez no
puede por causa de estas dudas absolver al demandado , sino adoptar la de
cision que crea mas conforme á justicia y equidad, que es en lo que consiste
la dificultad del caso de que tratamos. Los jueces inferiores no pueden tam
poco hacer consultas á las audiencias ó Tribunal Supremo para decidir en
primera instancia por las respuestas que les den los pleitos que penden ante
ellos, pues entonces, los [tribunales superiores vencrian á 'conocer de las
primeras instancias, contra lo prevenido en las leyes. Y. los númeaos 450
y siguientes del libro 1.° de esta obra.
1079. Cuando las dudas de ley ó dificultades sobre la legislacion ocur
rieren á los jueces ó tribunales, sobre puntos que no se hallasen á la sazon
sometidos ásu fallo, es cuando podran recurrir al soberano por medio de
sus superiores y en la forma que previenen los artículos 86 y 90 expuestos
del Reglamento provisional. El monarca entonces propondrá por medio del
ministro respectivo, á los cuerpos colegisladores', el proyecto de ley que
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 289
juzgue conveniente para hacer una nueva ó interpretar y suplir la antigua,
pero siempre por vía de disposicion general y sin referirse á negocios pen
dientes ni darle efecto retroactivo; por lo demás, el soberano puede expedir
los decretos, reglamentos é instrucciones que juzgue conducentes para la
ejecucion de las leyes y para cuidar de que en todo el reino se administre
pronta y cumplidamente justicia.
1080. Así, pues , el juez que maliciosamente se negare á juzgar á pre
texto de oscuridad, insuficiencia ó silencio de la ley, ó que fuere culpable
de retardo malicioso en la administracion de justicia, iucurrirá en la pena
de suspension con arreglo al art. 276 del Código penal; mas si no existiere
esta malicia, si solo hubiera negligencia, v. gr. por evitarse el trabajo de
estudiar las leyes para poder aplicar una decision arreglada á justicia, será
corregido disciplinariamente por sus superiores, segun diremos al tratar de
las correcciones disciplinarias.
1081. Adviértase que la doctrina expuesta solo tiene aplicacion en los
negocios civiles, pues en los criminales no hay duda que en caso de silencio
ó falta de ley, debe el juez abstenerse de todo procedimiento, conforme al
art. 2.° del Código penal , exponiendo al gobierno las razones que tenga
para creer que el caso que se le ofrece debe ser objeto de la sancion penal
para lo sucesivo, y que en caso de oscuridad ó ambigüedad de la ley debe
decidirse el juez por el partido mas favorable al reo.
1082. Siendo el objeto de las sentencias definitivas determinar los de
rechos de los litigantes, ó resolver sobre sus pretensiones, no deben conte
ner frases ni palabras oscuras ú ambiguas que puedan originar dudas ó
equivocaciones sobre la inteligencia de su contexto y resolucion, porque esto
podrá dar motivo á que las partes promovieran recursos innecesarios con
notable menoscabo de sus intereses. Por eso dispone la Ley de Enjuiciamien
to en el § 1 de su art. 61 , que las sentencias deben ser claras y precisas,
declarando, absolviendo ó condenando de la demanda, á semejanza de la
ley 5*, tít. 22, Part. 3, que prescribia «é debe ser dictado el juicio por
buenas é apuestas palabras que lo puedan bien entender sin dubda ninguna;
como quito ó condenado al demando de toda la demanda ó de cierta parte
de ella, segun él entendiere que fue alegado é razonado ante él ; » y asimis
mo conforme disponian las leyes 2 y 15 del mismo título y Partida , la se
gunda, tít. 13 del Fuero Real , que prevenía, que el alcalde que dé la sen
tencia sobre aquello que fue la demanda é no sobre otra cosa, é de guisa
que dé el alcalde aquel contra quien fuere la demanda por quito ó por ven
cido; y el art. 91 de la Ley de Enjuiciamiento mercantil que dispone, que
la sentencia ha de contener decision expresa, positiva y precisa, con arre
glo á las acciones deducidas en el juicio, condenando ó absolviendo en el
todo ó en parte, y fijando la persona condenada ó absuelta y la cosa sobre
que recae la absolucion ó la condenacion. Las leyes citadas no hacian men
cion del modo de expresarse la resolucion del litigio declarando, esto es,
limitándose á determinar un derecho que se reclama , v. gr. la filiacion de
una persona , ó que el demandado reconozca por hijo suyo al demandante
TOMO II. 37
290 LIBRO SEGUNDO.
lo que consistía tal vez en que envolviendo estas declaraciones el cumpli
miento de varios deberes , v. gr. los que lleva consigo la paternidad en el
caso propuesto, cuando el juez accede á dictar aquellas, aun cuando no
se pidan inmediatamente, ó la liberacion de las mismas si el juez las denie
ga, parece que se hallaba dicha cláusula comprendida implícitamente en
las de absolver ó condenar. Mas aun cuando así no se entendiera , porque
efectivamente en tales casos es preciso usar de la palabra declarando, puesto
que sería impropio valerse de las de absolviendo ó condenado, bailábase
comprendida ó autorizada aquella palabra en la ley 5 de Part. citada , que
permitía al juez valerse de otras que las de por quito ó condena, puesto
que decia, «ó deve poner otras palabras guisadas cuales entendiere que
conviene á la demanda que fue fecha ; » y en la 15, que decia : « ca estas pa
labras (las de dar al demandado por quito ó por vencido) ó otras semejantes
deltas deben ser puestas en todo juicio afinado, segun que conviniere á la de
manda. » Aunque estas cláusulas autorizaban á los jueces para valerse de
otras palabras que las de declarar, absolver ó condenar, la práctica las habia
adoptado con exclusion de otras, por lo que deben ser las únicas que se usen
si se ha de observar en la sentencia el estilo forense.
1083. La condena ó absolucion se dirigen generalmente contra el de
mandado, mas pueden recaer en el demandante , cuando aquel usó de re
convencion, ó este sale condenado en costas por aparecer litigante malicio
so, en cuyo caso suele tambien condenársele á perpétuo silencio. Puede
tambien suceder que en un mismo pleito haya declaracion , absolucion y
condena, si hay derechos que determinar, obligaciones ó pagos que cumplir
ó satisfacer y responsabilidades de que librar.
1084. La condena ó la absolucion, deben ser de la demanda, porque
esta es la que sirve de guia para la sentencia por ser la primera peticion del
juicio, y en su consecuencia, haberse podido observar respecto de ella la ci
tacion y traslado al contrario, y todas las demás solemnidades y procedi
mientos que prescribe la justicia. V. la ley 16, tít. 22, Part. 3.
1085. Antiguamente, además de la absolucion de la demanda, se cono
cia tambien la absolucion de la instancia, esto es, la absolucion, no de la
reclamacion que se hacia al demandado ó de la cosa que se le pedia, abso
luta ó perpétuamente , sino tan solo del pleito ó procedimientos á la sazon
promovidos. Esto se verificaba cuando no aparecian méritos bastantes de las
pruebas practicadas para condenarle ni absolverle libremente , y no obs
tante arrojaban los autos los necesarios para pesuadirse el juez de la injus
ticia ó justicia de las reclamaciones ó defensas litigantes, aunque no por un
pleno convencimiento. En estos casos podia el demandante volver á enta
blar nuevo pleito contra el mismo demandado , ó reclamarle la misma cosa
que lo pidió en el primero, si habia encontrado nuevas pruebas en que fun
dar su accion. Este procedimiento se creia apoyado en nuestras leyes de
Partida, pues si bien la 15, tít. 22, Part. 3, declaraba «no ser valedero
el juicio en que non es dado al demandado por quito ó por vencido,» esta
ley se entendia en sentido absoluto y para la generalidad de casos, y aun
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 291
no faltaban intérpretes que la citaban en apoyo de la doctrina que exponían
sobre que «cuando el actor probare otra diferente cosa de la que por él fue
mandada se ha de absolver al reo de la instancia del juicio, porque no se
puede hacer otra sentencia.» Véase á Hevia Bolaños en su Curia Filípica,
parte 1.a, § 18, núm. 7. Sin embargo, en el párrafo siguiente sentaba este
mismo autor, que «en las causas civiles, ora pruebe ó no el actor, no de
biendo ser condenado el reo, no ha de ser absuelto solamente de la instan
cia, sino absuelto y dado por libre definitivamente de la demanda,» como
consta de las leyes 43, tít. 2, y 1, tít. 14, Part. 3. Juzgábase , pues, apo
yarse el procedimiento de la absolucion de la instancia en la ley 9, tít. 22,
Partida 3, que dice, que si el juez fallare en los autos quel demandador non
oviera plazos guisados en que pudiesse probar su intencion, ó entendiesse
otra dubda en ellos porque non se atreviese á dar juicio , entonce puede
pitar al demandado que non sea tenudo de responder al demandador en
razon de aquellos actos que pasaron por este pleito , mas non le deve dar
quito de aquella cosa quel demandaba. Véase tambien la glosa 4.a de Gre
gorio Lopez á dicha ley. En esta ley se fundaba Hevia Bolaños para decir,
que cuando por defecto de la solemnidad y órden del juicio y autos del ó
duda en ellos, no se pueda condenar, no se ha de absolver y dar por libre
en todo definitivamente, sino solo absolver de la instancia del juicio, por
que cuando se hace esta absolucion de la instancia se puede volver á poner
demanda de lo mismo que en ella se puso, aunque no valen los autos pasa
dos, sino solo los instrumentos reproduciéndolos de nuevo. Sin embargo,
habiendo dictado el Tribunal Supremo de Justicia una sentencia , con fe
cha 27 de noviembre de 1849, en un recurso de nulidad interpuesto por los
vecinos del lugar de Ardanaz, por haberse absuelto de la instancia al duque
de Alba , en un pleito promovido por dichos vecinos sobre que se declarase
haber cesado la exaccion de cierto pecho desde la publicacion de la ley de 26
de Agosto de 1737, en cuya sentencia declaró haber lugar al recurso por no
absolverse de la demanda al expresado duque, sino solamente de la instan
cia, fundándose en que, segun la ley 15, tít. 22, Part. 3, no es válido el
juicio en que no se absuelve ó condena al demandado , la práctica ya vaci
lante sobre esta materia, se vigorizó para declararse uniformemente contra
la absolucion de la instancia con dicha sentencia, no obstante que el caso
á que se referia no parecia ser de aquellos en que pudiera tener lugar dicha
absolucion. Véase tambien la sentencia de 8 de febrero de 1855, primer
considerando. Para esta determinacion y práctica ha podido influir el con
siderarse los graves perjuicios que se seguían, no solamente á los particula
res en el pleno goce de sus propiedades y derechos, sino aun al libre ejer
cicio del comercio, de dejar en suspenso, digámoslo asi, el resultado de los
litigios, y amenazadas de continuo las propiedades, por la exposicion de
poderse abrir dichos juicios de nuevo, consumiendo á veces el valor de las
fincas en el pago de las costas. Estas razones y antecedentes y el haber
prescrito la nueva ley de Enjuiciamiento una disposicion general sobre que
la sentencia debe ser condenando ó absolviendo de la demanda, sin prevenir
292 LIBRO SEGUNDO.
nada sobre la absolucion de la instancia, son motivos suficientes para opinar
que la nueva ley ha ratificado la práctica anterior, y tal es la opinion gene
ral de los intérpretes, no obstante consignar lo contrario los Sres. Laserna
y Montalvan en su Tratado de procedimientos judiciales.
1086. La conformidad de la sentencia con la demanda ha de ser refirién
dose exactamente á las personas que litigaron, al objeto sobre que se litigó,
al motivo que se expuso y á la razon que se dedujo. Debe ser tambien con
forme á derecho , ha de recaer sobre cosa cierta y no ha de excederse de lo
pretendido.
1087. Cuando hayan sido varios los puntos litigiosos, se hará con la
debida separacion el pronunciamiento correspondiente á cada uno de ellos,
artículo 62 de la ley. Esta disposicion es una aclaracion y consecuencia de la
del art. 61, pues mal podria ser la sentencia clara y precisa, si en ella se
confundieran é involucrasen los diversos puntos litigiosos, de modo que du
dase sobre á cuál de ellos se referían la declaracion, absolucion ó condena.
1088. Cuando hubiere condena de frutos, intereses, daños ó perjuicios,
como sucedera si se demandasen, además de la cosa ó de la obligacion objeto
principal del pleito, y fuera justa esta peticion por referirse á los casos en
que la autoriza el derecho civil, no se hará la condena en general, sino que
se fijará su importe en cantidad líquida ó se establecerán por lo menos las
bases con arreglo á las cuales deba hacerse la liquidacion; art. 63 de la ley;
esto debe hacerse con arreglo á lo que resulte del exámen de las pruebas
presentadas por las partes ó mandadas practicar por el juez por autos para
mejor proveer. El fundamento de esta disposicion adoptada en nuestras leyes
anteriores se halla consignado en la ley 6, tít. 16, lib. 11 de la Nov. Recop.,
que dice: «porque de la condenacion que nuestros oidores hacen general
de frutos, sin los tasar y liquidar, por lo que resulta de las probanzas, re
mitiendo la liquidacion de ellos á contadores, se han seguido muchos gas
tos á las partes, porque de nuevo se torna el pleito sobre la liquidacion, en
que se tornan á dar otras sentencias de vista y revista, para evitar lo suso
dicho, mandamos, que de aquí adelante los oidores en las sentencias que
dieren en que haya de haber dicha condenacion de fruitos, los tasen y mo
deren por lo que de las probanzas resultare, sin lo remitir á contadores.»
El mismo fundamento se alegaba en la ley 7 , que prescribia que los jueces
tasaran los frutos ó intereses ó hicieran « toda la aclaracion que conviniere
y hobiere logar de se facer.» La ley 6 añadia, que se publicara dicha tasa
cion para que los letrados y las partes hicieran sobre ella las probanzas que
les conviniese. Mas segun la nueva ley al ejecutarse la sentencia, si la con
dena se refiriese al pago de cantidad ilíquida proveniente de frutos, la cual
regularmente se hace de los frutos percibidos y que se debieran percibir
desde la contestacion de la demanda, se obligará al deudor á practicar la
liquidacion con arreglo á las bases fijadas en la sentencia y dándose vista
de ella al acreedor : si este no se conformase , oirá el juez á entrambos ó á
sus defensores en juicio verbal , donde se presentarán las pruebas sobre los
hechos en que no estuviesen de acuerdo y dictará sentencia fijando la can
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 293
tifiad que debe abonarse con arreglo á la ejecutoria y á las pruebas practi
cadas; y si la condena se refiriera al pago de cantidad ilíquida proveniente
de perjuicios, presentará el que la haya obtenido al ejecutarse aquella, re
lacion de los mismos con la solicitud que deduzca para el cumplimiento de
la ejecutoria y dándose vista de ella al condenado, se procederá conforme
lo dicho para el caso anterior: asi lo determinan los artículos 898 al 906 y
los 910 y 911 que expondremos al tratar de la ejecucion de las sentencias.
Estas disposiciones son aplicables al juicio ordinario y demás que se ri
gen por sus reglas; mas no á los demás que tienen reglas especiales, como
el interdicto de retener, respecto del cual determina el art. 707 el modo de
fijar el importe de la condena de frutos, daños y perjuicios.
Solo en el caso de no ser posible lo uno ni lo otro, esto es, ni fijar el
importe de los frutos, intereses, daños ó perjuicios en cantidad líquida, ni
esablecerse las bases para la liquidacion, se hará la condena, reservando
á las parles su derecho para que en oto juicio, que deberá ser el civil ordi
nario, de mayor ó de menor cuantía ó verbal segun el importe dela recla
macion (V. el núm. 416 y siguientes del lib. l.° de esta obra) se fije su im
portancia. §. 2.° del art. 63 de la ley.
1089. Los jueces y magistrados tienen tambien en el dia obligacion de
fundar las sentencias. La nueva ley ha restablecido nuestras antiguas leyes
que asi lo prevenían, derogadas por otra recopilada, no obstante las gran
des ventajas que de motivar los fallos resultan, tanto para los litigantes
cuanto para la causa pública, por la uniformidad de la jurisprudencia, se
gun hemos expuesto en los números 287 y siguientes de la Introduccion de
esta obra. No solamente en nuestras antiguas leyes, sino aun en el Derecho
romano encontramos sancionada la doctrina de fundarselas sentencias, pues
si bien es cirio que las pronunciadas por el judex, simple ciudadano, en
materia civil, no se fundaban generalmente, y que Séneca recomendaba
esta práctica por creer que daba mayor autoridad á los fallos, y que los
revestía del carácter de oráculos de justicia, veluiemissa divinüus vox sit,
jubeat, non disputet, los censores estaban obligados á fundar las sentencias
en materia penal, segun se ve por la ley 1, §, 1, Dig. qua sent. sinc ape-
llat rescind. Tambien nuestros intérpretes sostenian la utilidad de fundarse
los fallos. El adicionador del Febrero al hacerse cargo de la real cédula de
23 de junio de 1778 que lo prohibia, se expresaba en estos términos, que
reproducia en su nueva reforma el Sr. Tapia: «En otros países se ha man
dado lo contrario, creyéndose muy conveniente para evitar los malos efectos
del arbitrio judicial, que los jueces precisamente funden sus sentencias con
las leyes, de modo que estas sean las premisas y aquellas la consecuencia.
Asi la justicia en estas naciones no queda en presuncion, y las partes tie
nen la satisfaccion de saber que los jueces son justos, pues que deciden por
las leyes y no por su opinion particular ó la de otros. Será siempre perju
dicial que la autoridad ocupe el lugar de la razon, especialmente en los jui
cios, donde cada interesado que li'iga de buena fe se esfuerza por demos
trar la suya, y si no se le demuestra que no la tiene callará pero no quedará
294 LIBRO SEGUNDO.
satisfecho ni convencido.! Esta práctica se habia ya sancionado por nues-
fros legisladores modernos en materia mercantil, penal y administrativa,
asi que la nueva ley de Enjuiciamiento no ha hecho mas que uniformar la
legislacion en este punto.
1090. En su consecuencia, dispone en su art. 333, que las sentencias
definitivas de todo articulo y las de los pleitos serán fundadas. Esto se en
tiende aun respecto del voto del magistrado que hubiere opinado de distinto
modo que la mayoría, pues segun el art. 60 de la ley, deberá ser fundado y
se escribirá á continuacion de la misma sentencia. En su redaccion se ob
servarán las reglas siguientes: i.° Principiará el juez expresando el lugar
y fecha en que se dicte el fallo. 2.° Consignará despues lo que resulie res-
pecio á cada uno de los hechos contenidos en los escriios de réplica y du
plica y en los de ampliacion, si los hubiere habido, en párrafos separados
que principiarán con la palabra Resultando. 3.° A continuacion hará méri
to, en párrafos separados tambien que empezarán con la palabra Conside
rando, de cada uno de los puntos de derecho fijados en los mismos escritos,
dando las razones y fundamentos legales que estime procedentes, y citando
las leyes ó doctrinas que considere aplicadles. 4.° Pronunciará por último
el fallo en los términos prevenidos en el art. 61 y siguientes de esta ley.
1091. El objeto de estas disposiciones es que consten en la sentencia
tanto los puntos de hecho como los de derecho (ó cuestiones que presenta
la aplicacion de la ley á los hechos) sobre que versa el litigio. Por tanto, si
despues de los escritos de ampliacion se hubieren alegado nuevos hechos,
pruebas ó fundamentos legales, como puede hacerse en algunos casos que
expondremos en su juicio respectivo (V respecto al juicio ordinario el artí
culo 276); tambien deberán consignarse aquellos en la sentencia. Los moti
vos ó fundamentos para que se consideren tales, deben referirse á los pun
tos que constituyen el litigio y consistir en una razon legal que demuestre
la justicia ó injusticia de ser ó no admisibles. No se considerarán por lo tanto
verdaderos motivos los que solo se refieren á esta declaracion sin dar la ra
zon ó motivo que estriva, como si se dijera: c Considerando que la excep
cion alegada por el demandado no es justa, » porque en tales casos habría
una peticion de principio, segun el lenguaje didáctico, que podría aplicarse
á todos los pleitos y á todas las cuestiones. Cuando los puntos litigiosos fue
sen varios, no se considerará fundada la sentencia respecto del uno porque
lo esté en cuanto al otro, á no ser que aquel se considere como accesorio y
este como corolario. La sentencia de apelacion que confirme otra de pri
mera instancia, no se considera suficientemente fundada por el solo hecho
de confirmar aquella; pero bastará que adopte los fundamentos dela prime
ra, porque se identifisa con ella. V. Boucenne, Theorie de la procedure ci-
vile, cap. 8, núm. 94.
1092. Algunos intérpretes advierten sobre el art. 333 de la ley, que
omite si debe expresarse en la sentencia los nombres de los litigantes, sus
procuradores y abogados y sus respectivas pretensiones, á lo que pudiera
tambien añadirse la omision de lo acordado. Asi lo expresa en efecto el re
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 295*
glamento del Consejo Real, disponiendo que en la providencia motivada,
debe expresarse: 1.° el nombre, apellido, profesion, domicilio y cualquiera
otra circunstancia que facilite el conocimiento de las partes, el carácter con
que litigan y los nombres de sus abogados defensores; 2.° las pretensiones
respectivas, las cuesliones de hecho y de derecho que el Consejo hubiera
propuesto; 4.° lo acordado en consecuencia por el Consejo. Mas en nuestro
concepto deben entenderse implícitamente comprendidas dichas circunstan
cias en el art. 333, puesto que se refiere al contenido en los escritos de ré
plica, dúplica y ampliacion, y que se remite en el núm. 4.°á lo prevenido
en el art. 61 y siguientes de la misma sobre las cualidades y circunstancias
que deben comprenderse en las sentencias.
1093. Pronunciada la sentencia definitiva ó con fuerza de tal por el juez,
cesa su jurisdiccion, por lo que no puede variarla ni enmendarla, aun cuan
do conociese que no la pronunció con arreglo á justicia , por equivocacion
ó por otra causa. Asi lo disponian las leyes 3 y 4, tít. 22, Part. 3 y la 39,
tít. 1, lib. 5 de la Nov. Recop. , y lo ratifica el art. 77 de la de Enjuicia
miento, disponiendo, que ni los jueces ni los tribunales pueden variar ni
modificar la sentencia una vez pronunciada ; pero sí aclarar algun concep
to oscuro ó suplir cualquiera omision que hubiere sobre punto discutido en
el litigio. Las leyes citadas tambien admitían esta excepcion , y la 3 de
Partida enumeraba como puntos en que el juez podia enmendar ó endere
zar el juicio que hubiese dado sobre la cosa principal en lo relativo á la men
cion de frutos y rentas de la cosa litigiosa, á la condena de costas á la parte
vencida (debiendo hacerlo) ó á lo que hubiese juzgado sobre estas cosas mas
ómenos de lo que por derecho debia. La nueva ley faculta al juez para
aclarar ó suplir cualquiera omision que hubiere sobre punto discutido en el
litigio , por lo que no podrá hacer ninguna enmienda que altere el sentido
primitivo de su sentencia, ni referirse á puntos no discutidos en el pleito, á
no ser que fuesen accesorios y como consecuencias de los discutidos. La ley
de Partida facultaba al juez para hacer dichas aclaraciones de oficio en el
mismo dia en que dió la sentencia; mas la nueva ley dispone, que esto solo
podrán hacerlo , los jueces , á instancia de alguno de los litigantes que lo
haya solicitado dentro del dia siguiente al de la notificacion de la sentencia.
Adviértase que el art. 77 se refiere á las aclaraciones ó enmiendas que
puede hacer el mismo juez ó magistrado que pronunció la sentencia, y no á
la facultad de los tribunales ó jueces superiores para enmendar ó revocar
esta con motivo de apelacion ú otro recurso, y asimismo que solo trata de
las aclaraciones ó enmiendas que puede ó no hacer el juez ó magistrado eu
la sentencia á instancia de parte presentada ante el mismo que la pronun
ció, y no en virtud de reposicion pedida por la parte, ó por devolvérsele los
autos para este efecto á consecuencia de recurso de casacion, etc.
1094. La sentencia que ha sido pasada en autoridad de cosa juzgada ó
que adquiera fuerza irrevocable por haberse dictado válidamente ó sin que
haya logar á nulidad ó casacion , en juicio contradictorio , y por no haber
apelacion de la misma ó haberse consentido aunque la hubiera por no ape
296 LIBRO SEGUNDO.
larse dentro del término legal, ó haberse declarado por desierta la ape
lacion interpuesta dentro de él, per las demás causas que señala el derecho,
termina completamente toda cuestion que verse sobre el mismo asunto en
que recayó, y tiene fuerza contra quien litigó y sus herederos; esto es, res
pecto del demandante y sus sucesores, en cuanto no pueden reclamar ó pedir
mas de lo que en ella se declaró á su favor, y respecto del demandado y los
suyos, en cuanto que están obligados & satisfacer, cumplir ó entregar aque
llo á que se tei condenó; y por eso dice la ley 19, tít. 22, Part. 3: «atina
do juicio que da el juzgador entre las partes derechamente de que non se
alce ninguna de ellas, ha maravillosamente gran fuerza que dende adelante
son tenudos los contendores y sus herederos de estar por él.» Asi es, que
debe ser ejecutada á instancia del litigante á quien favorece ó de su herede
ro y no de oficio por el juez como en las causas criminales, pues en mate
ria civil, debe estarse á la voluntad de aquel á quien favorece, en cuanto
no se oponga á los intereses de tercero. V. el art. 893de la ley de Enjuicia
miento. Asimismo, la cosa juzgada produce excepcion para la persona en
cuyo favor recayó, siempre que la nueva demanda se entable sobre el mismo
objeto, por la misma causa, entre las mismas partes y con la misma calidad.
1095. Pasemos á exponer las personas á quienes perjudica la senten
cia, adoptando lo que dice Febrero.
De la condenacion de costas.
1099. Por costas se entiende los gastos legales que hacen ó pagan las
partes para sostener sus derechos en la prosecucion de un litigio. En estos
gastos se comprenden en materia civil, no solamente los derechos é indem
nizaciones que consisten en cantidades fijas é inalterables por hallarse anti
cipadamente fijadas por las leyes, decretos ó reales órdenes, que son los que
en materia criminal se consideran propiamente como costas, sino tambien
los que no se hallen en este caso, y que en esta materia se consideran co
mo gastos del juicio, segun el real decreto de 21 de setiembre de 1848. Asi
pues, las costas en materia civil, comprenden los derechos de los empleados
ó personas que intervienen mas ó menos directamente en los juicios, como
los escribanos y peritos, los honorarios de los abogados y procuradores, las
indemnizaciones de testigos cuando la ley las conceda, el importe del papel
sellado que se emplea en sacar testimonios, extender escritos, librar exhor
tas, y demás diligencias para la defensa del litigante, y los gastos de tras
lacion de efectos, portes de correos y demás efectuados con este fin. No in
cluimos en las costas los derechos de los jueces por hallarse abolidos en el
dia, con el objeto de atender mayormente al lustre é independencia de la
magistratura.
1100. El origen de las costas ó satisfaccion de los derechos procesales
por los litigantes se encuentra en el Derecho Romano, y en tiempo de los
300 LIBRO SEGUNDO.
emperadores, pues si bien en el Digesto apenas hay leyes sobre esta mate
ria, el código Theodosiano, las Instituciones y las Novelas de Justiniano
contienen varias disposiciones de que nos haremos cargo en el discurso de
este párrafo. V. el núm. 174 y siguientes del lib. 1.° de esta obra. En cuanto
á los derechos de los jueces, se encuentran ya establecidos entre los griegos.
Plutarco dice que Pericles fue el primero que concedió á los jueces de Ate
nas derechos ó salarios llamados prytaneos , porque se tomaban de las su
mas que debian consignar las partes en el prytaneo ó lugar público donde
se administraba justicia. En Roma, en un principio, los magistrados y otros
oficiales recibian á tirulos de emolumentos varias cantidades sobre el fisco,
y juraban no exigir nada de los particulares; pero los gobernadores estaban
autorizados para recibir regalos, y aunque posteriormente los abolió Cons
tantino, Justiniano los dispensó á los jueces modestos , y autorizó por su
Novela 15 á los Defensores de las ciudades para recibir cuatro escudos por
cada sentencia Definitiva, y por la Novela 82 facultó á los jueces pedáneos
para aceptar cuatro escudos de las partes por cada pleito, ademas de los dos
marcos de oro que recibían del Erario. Mas adelante , los ministros de los
magistrados, tales como los escribanos y alguaciles, recibian como regalos
pequeñas sumas que llamaban sportulas; Cod. de sport, et execut. Ht., que
autorizó tambien Justiniano. Entre los Germanos ya hemos visto, núms. 149
y 152 de la Introduccion de esta obra, que la parte que salia vencida pa
gaba una multa que se repartía entre el conde y litigante contrario. Tam
bien hemos indicado en los números 163 y 175, que entre los Godos reci
bian los jueces, ademas de los sueldos con que les remuneraba el Erario,
ciertos derechos que no debian pasar del valor de la vigésima parte de lo
que se litigaba; leyes 2, lít. 1, lib. 12, y 24 tít. 1, lib. 2 del Fuero Juzgo.
1101. Acerca del objeto ó fin que se propusieron los legisladores para
establecer el pago de las costas por los litigantes, ó por el vencido en juicio
cuando asi procedia, se hallan discordes los intérpretes. Séneca decia que
debería hacerse que ascendieran á sumas considerables para impedir al pue
blo que litigara, pero este pensamiento no descansa en principios que pue
da admitir ningun legislador prudente, como observa un escritor moderno.
Cuando se entabla un pleito entre dos ciudadanos, el interés de la sociedad
y de la justicia es que se decida lo mas brevemente y con los menores gas
tos posibles; y seria un pensamiento poco mural buscar en la importancia
de las costas la disminucion de los pleitos; el legislador solo debe contar
para esto con la ilustracion de sus magistrados, con la difusion de sus luces,
con la union que debe reinar en un Estado entre sus ciudadanos, la cual les
predispone insensiblemente á preferir esta buena armonía al ejercicio sobra
do riguroso de sus derechos.
1102. Nuestras leyes de Partida, considerando el pago de las costas re
lativamente al litigante que debe ser condenado en ellas por su malicia, de
claran expresamente que se le imponen por vía de pena; al litigante malicioso
que sabiendo que no tiene derecho en lo que pide, pone pleito sobre ello
causando grandes costas al contrario «guisado es , dice la ley 8 , tít. 22,
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 301
Part. 3, que non sean sin pena porque los otros se recelen de lo facer.» En
apoyo de esta doctrina puede citarse tambien el art. 84 de la nueva ley de
Enjuiciamiento , que disponen que al que hubiese promovido la cuestion de
competencia por inhibitoria asegurando en el escriio no haberla intentado
por declinatoria , siendo falso , se le condene en las costas por este solo he
cho, aun cuando se decidiera á su favor la cuestion de competencia; en los
134 y 136 que ademas de declarar se condene siempre en costas al que
hubiere intentado la recusacion de jueces ó magistrados , que resultó de
negada, le impone una multa, y en el 1062 que establece que si el Tribunal
Supremo juzgare que la ejecutoria de que se interpuso recurso de casacion,
no es contra ley ni doctrina legal, que no se ha cometido la falta en que se
haya fundado el recurso, ó que no es de las que pueden motivarlo con ar
reglo á derecho , declarará no haber lugar á él condenando en las costas y
el depósito que exigen los artículos 1027 y siguientes al que interpusiere
este recurso en los casos en que se hubiere constituido.
Sin embargo , la doctrina de que el pago de las costas impuestas al liti
gante en el caso de perder el pleito y demás autorizados por la ley , debe
considerarse como pena, es combatida por autores respetables, entre ellos
Dalloz, fundándose, en que no se concibe la idea de pena sino por un hecho
que lleve una penalidad establecida por la ley, y enqueesevidente que quien
reclama justicia, haciendo uso de uno de los derechos mas sagrados del ciu
dadano, no puede considerarse, ni aun moralmente, como herido por un
castigo cualquiera que sea ; y respecto de las disposiciones que imponen
una multa en los casos expuestos, dicen que esto mismo viene á confirmar
la regla general de que no se considera como pena en los demás casos, y
concluyen estos autores opinando , que las costas se fundan en el contrato
judicial verificado entre las partes por el hecho de presentarse ante la jus
ticia para obtener sus derechos, por el cual se obligan á pagar lo juzgado,
porque nemo lazdere videtur qui suo jure utitur.
Pero en nuestro concepto, si bien pudieran admitirse estas razones para
el caso en que cada una de las partes tiene que satisfacer las costas que hizo,
por no haber expresa condenacion de ellas, no nos parecen aceptables en el
de que se condene á uno de los litigantes á su pago, que es el de que
aquí se trata y á que se refieren nuestras leyes. El fundamento que estas ex
presan se encontrará justo y exacto en su aplicacion á estos casos, con solo
distinguir, que no tanto se considera el pago de las costas como pena im
puesta por un delito , cuanto como la satisfaccion ó indemnizacion legítima
por el daño ó perjuicio causado al contrario con el pago de las mismas que ha
de efectuar; propter litem etnon propter crimen. Y en efecto, teniéndose la
cosa juzgada por verdad, el que pierde el pleito entablado maliciosamente se
considera como habiendo dirigido una agresion injusta contra su adversario,
bajo el aspecto legal ; esta agresion jurídica constituye un acto que daña ó
perjudica al contrario, y como todo hecho del hombre que daña á otro, obliga
á aquel por cuya falta aconteció, á repararlo, el principio de la condena se
apoya en esta obligacion. Esta indemnizacion solo se refiere á las costas,
302 LIBRO SEGUNDO.
porque el litigante perjudicado por la prosecucion de un pleito injusto tiene
la accion de daños y perjuicios para reclamar los demás que se le hubieren
causado, y en cuanto á la restitucion de la cosa objeto principal del litigio,
réditos y frutos , ó al amparo de su tranquilo goce , ó al cumplimiento de
la obligacion que da motivo á él , lo consigue la parte por la declaracion ó
condena que hace el juez en la sentencia definitiva. Asi se verifica pues, que
el litigante vencedor no experimenta pérdida ni perjuicio , ni menoscabo
alguno en sus intereses por causa del pleito que injustamente se le promo
vió, que es el objeto de la recta administracion de justicia.
1103. ¿La condena de costas existe de pleno derecho, aunque no las
pida el contrario? La opinion general es que es necesario que las pida la
parte á quien interesa su satisfaccion , porque en los pleitos civiles el juez
tiene que ajustar su sentencia á la demanda, en cuanto afecta al interés de
la parte, la cual puede renunciar á él, como se presume lo hace respecto de
las costas, cuando no las pide. Ya se consideren estas como una pena, ya
como una indemnizacion del perjuicio causado, ya como resultado de un
contrato, cuando la parte no las reclama no parece que tenga el juez título
para condenar en ellas, pues aun como pena ó indemnizacion, afectando solo
el interés del litigante, este solo puede perseguir al que le dañó ó perjudicó.
Si el juez condenara de oficio en tales casos, juzgaría ultra petita, y privaría
tal vez á los litigantes de las ventajas de una compensacion; siguen esta opi
nion entre nuestros intérpretes» Covar. Acevedo en la rubr. del tít. 2 lib. 4,
Recop., núm. 2o, Paz, tom. y temp. 1, part. 4, núm. 37 y Febrero y Ta
pia; y entre los extranjeros, Boncenne, Chaveau y Dalloz. Sin embargo, el
tribunal de casacion francés ha establecido jurisprudencia en contrario, aten
diendo á que la ley dispone que se impongan las costas, sin distinguir de
casos. Si á esto solo se atendiera , tambien pudiera interpretarse en igual
sentido nuestra ley de Enjuiciamiento , puesto que en los artículos en que
previene que se impongan las costas, nada dice sobre que sea necesario que
lo pidan las partes. Pero creemos que estas disposiciones deben considerarse
como refiriéndose al caso en que se pidan, y dándolopor supuesto. Solo cuan
do se imponen por via de pena, no será necesario peticion de parte, en cuyo
caso usa por lo general la ley del adverbio siempre, como se observa en el
art. 15o , sobre el caso de que se niegue la recusion en segunda instancia
al que la hubiere intentado, en el 196; que declara que siempre que se
deniegue la defensa por pobre, se condenará en costas al que la intentó, en
el del art. 84 ya citado y en algun otro. Esto se funda en que aqui no se
trata solo del interés privado, sino tambien del público, puesto que afecta
el primer caso á la independencia y decoro de la magistratura y el segundo
á los intereses del fisco. En cuanto á la aplicacion de las multas que la ley
establece en los casos que llevamos citados y algun otro , no hay duda que
puede imponerlas el juez de oficio , pues que estas se consideran verdade
ramente como penas que aplica la ley por causas especiales.
Para pedir la condena de costas , basta hacerlo con la cláusula general,
que se pone en la demanda, pido justicia con costas.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICtOS. 303
1104 Las costas se distinguen en comunes y en particulares de cada
litigante ó suyas. Las primeras son las que se promueven por ambas partes
por convenir á las mismas, como el auto de prueba y las notificaciones; las
segundas, las que promueve cada una de ellas en defensa de sus pretensio
nes ó para desvirtuar las del contrario ; tales son , las de produccion de
documentos, juicio pericial y demás pruebas que articulan, los alegatos de
su abogado, etc.
1105. Segun nuestro derecho, no basta que un litigante sea vencido en
juicio , ó que no pruebe sus acciones ó excepciones para ser condenado en
las costas , si por otra parte tuvo razon ó justa causa para litigar. En tal
caso, aunqne se le condene en lo principal del juicio, no debe condenársele
por el juez en las costas; pues de lo contrario el temor de pagar estas si no
se podia hacer prueba plenas retraería á los particulares de reclamar sus
derechos y los abandonarían en poder del usurpador, como observa la glosa
del cap. 5, tít. 14, lib. 2 de las Decretales. Cada litigante en tal caso paga
solamente las suyas y la mitad de las comunes. Esta doctrina se apoya en
la ley 8, tít, 22, Part. 3, que dice: «empero , si el juez entendiere que el
vencido se moviera por alguna derecha razon para demandar ó defender
su pleito, non ha porque mandar quel pechen las costas (al litigante ven
cedor).» en la 8, tít. 3, Part. 3, que al establecer, que si el demandado no
probase las excepciones que hubiera propuesto , debe darle el juez por
vencido de la demanda, no dice que le condene en costas, y respecto de la
nueva ley de Enjuiciamiento, en los artículos 331 , 803, 836, 1132 y 1176,
que ai disponer que pronuncie el juez sentencia, en el juicio ordinario, de
arbitros , de amigables componedores , de menor cuantía y verbales , no
expresa que deba condenarse en costas al vencido, y en el 216 que previe
ne pague los gastos que ocasione la conciliacion , el que la hubiere promo
vido, y los de las certificaciones el que las pidiere; lo que se entiende cuan
do no hubiese expresa condenacion de costas, como en el caso del art. 309,
por suponerse malicia en el litigante.
1106. Se considera que el vencido tuvo justa causa para litigar , segun
los autores, cuando hubiese incertidumbre del hecho, ignorancia de la ver
dad, ambigüedad ú oscuridad en el punto litigioso , posesion de la cosa liti
giosa con buena fe y título hereditario, ó cuando probó su intencion con dos
testigos y sin embargo fue condenado por habérseles repelido en razon de
sus personas , no de sus dichos , y en otros casos semejantes que se dejan
al arbitrio del juez por no poderse dar regla fija sobre ellos; y aun algunos
autores citaban el caso de que se hubiera hecho juramento de calumnia, si
bien Gregorio Lopez y otros desechaban este caso, al menos cuando apare
ciese del proceso la mala fé del litigante, no obstante su juramento, pues
la presuncion cede á la verdad ; consideracion que debe tenerse presente
respecto de los demás casos en que se supone buena fe en el litigante. Véa
se Febrero, Gregorio Lopez en la glosa á la ley 8 , tít. 22, Part. 3 , y Par*
ladorio, p. 5, §. 18.
1107. Mas cuando el actor ó reo no tuviere justa causa para litigar,
304 LIBRO SEGUNDO.
debe condenarle el juez por sentencia definitiva en las costas hechas por su
adversario, además de pagar las suyas propias, y sin perjuicio de la conde
na que debe imponerle sobre lo principal del litigio. Por eso dice la ley 8,
tít. 22, Part. 3: Los que maliciosamente sabiendo que non han derecho en
la cosa que demandan mueven á sus contendores pleito sobre ello trayén-
dolos en juicio é faciéndoles facer grandes cosas é misiones, es guisado que
non sean sin pena porque los otros se recelen de lo facer. E por ende deci
mos, que los que en esta manera facen demandas , ó se defienden contra
otro non habiendo derecha razon porque lo deben facer, que non tan sola
mente debe el juzgador dar por vencido en su pleito en el juicio de la de
manda, al que lo ficiere, mas aun lo deve condenar en las costas que fizo la
otra parte por razon del pleito. Y la ley 8, tít. 3, Part. dispone, que si el
juzgador entendiere que el demandado maliciosamente puso ante sí la de
fension (que no probó) para alongar el pleito , quel faga pechar las costas é
las misiones quel demandado fizo andando el pleito, por razon del tal alon
gamiento. V. Tambien la ley 4, tít. 19, lib. 11, Nov. Recop. En cuanto á
la nueva ley de Enjuiciamiento pueden citarse, como ratificando esta doc
trina, el artículo 113 que las impone al juez ó litigante que hayan sostenido
una competencia con notoria temeridad ; el 84 que establece las pague el
litigante que contra lo dispuesto por la ley hiciere uso de la inhibicion,
despues de haber propuesto la declinatoria y el 703 que previene condene
el juez en costas al que promovió el interdicto de retener dolosamente.
Véase tambien la ley 39, tít. 2, Part. 3.
Esta doctrina se halla confirmada por el derecho romano , pues si bien
la ley 13 del Cod. §. 9. de judie, dice en general : omnes judices sciant vic-
tum in expensarum causa victori esse condemuandum , la ley 79 Dig. de
judie, dice, eum quem temeré adversar ium in iudicem vocasse constitit, via
tica litisque sumptus adversario suo reddere oportebit.
Si el litigante tuviere justa causa para litigar en parte de sus pretensio
nes y no en otra parte, deberá condenársele solamente en las costas de
aquello en que no tuvo razon. Asi se deduce de la ley 43, tít. 2, Part. 3,
que dispone, que cuando el demandante pidiere mas de lo que se le debe»
sea condenado en costas de aquello en que pidiere de mas; y asimismo de la
ley 164 del Estilo que previene , que el que apelare de dos ó mas artículo3
del juicio sea condenado en las costas de aquel cuya sentencia se confirmare.
1108. Debe condenarse tambien en costas al litigante por aparecer que
no tiene justa causa para litigar , cuando habiendo apelado de la sentencia
de primera instancia, en que se le cendenó, fuere esta confirmada por la su
perioridad , porque sostuvo una sentencia injusta. Así lo dispone terminan
temente la ley 27, tít. 23, Part. 3, diciendo, que si el juez fallare que el
juicio fue dado derechamente, dévelo confirmar, é condenar á la parte que
se alzó en las costas que su contendor fizo. Lo mismo previenen las leyes 6,
tít. 15, lib. 2 del Fuero Real que forma la 2, tít. 16, lib. 11 de la Nov. Re
cop., á saber, «si se alzó sin derecho, dé (el juez) las costas á la otra parle
que rescibió el juicio.» Asimismo confirma esta doctrina la ley de Enjuicia
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 305
miento en sus artículos 137 y 152, sobre que se condene en costas al recu
sante cuando se confirmare el auto en que se denegare Ta recusacion, en el 666
sobre que se condene siempre en costas en la sentencia confirmatoria de pri
mera instancia sobre desahucio ; en el 731 que hace igual condena en la
sentencia confirmatoria de la restitucion en el interdicto de recobrar. Con
mayor razón es aplicable esta doctrina al caso en que se hubieren interpues
to los recursos de casacion y de fuerza, y por eso condena en costas el arti
culo 1062 al que interpuso el primero cuando el Tribunal Supremo, declare
no haber lugar á él; el art. 1085 cuando confirma la sentencia de la audien
cia que denegó la admision del mismo, y los 1121 y 1131 , que las imponen
al que interpuso el recurso de fuerza en conocer ó no otorgar, cuando se
declare no haber lugar á él. Por idéntica razon se imponen las costas cau
sadas para el cumplimiento de las ejecutorias al condenado en ellas, pues
está en el deber irremisible de cumplirlas. V. el art. 894 de la ley.
1109. Por el contrario, cuando el juez sup erior revoca la sentencia del
inferior de que se apeló ó recurrió, no debe condenarse en costas al apelan
te ó recurrente, porque la sentencia del juez superior pronunciada á favor
de sus pretensiones es suficiente motivo para que se consideren estas funda
das y en su consecuencia que tenia justa causa para litigar: tampoco debe
condenarse en costas en tal caso al contrario, porque abona sus pretensio
nes la sentencia del inferior. Así lo declara la ley 27, tít. 23, Part. 3, que
dice, que cuando el primer juicio se revoca non deve pechar costas ninguna
de las partes, la ley 4, tít. 19, lib. 11 de la Nov. que previene lo mismo, y
la ley de Enjuiciamiento en su art 768 que al disponer, que la seniencia en
apelacion de los interdictos confirmatoria condene en costas al apelante, nada
previene sobre cestas para el caso de que sea revocatoria; en los 1060 y
1061, que al tratar del caso en que se declara haber lugar al recurso de
casacion, nada dicen sobre condena de costas, en el 1085 sobre denegacion
de dicho recurso, que tampoco hace esta condena; en el 1121 y 1131 sobre
haber lugar al recurso de fuerza en conocer y en el modo de proceder y no
otorgar, en el 1157 y 1179 sobre revocacion de la sentencia de juicios de
menor cuantía y verbales en que no expresa condena de costas. Esta doc
trina tiene sin embargo varias excepciones, segun se ve por los artículos 730
y 1008, entre otros, por la naturaleza especial del caso segun expondremos
en si lugar.
1110. Mas ya se confirme ó se revoque la sentencia apelada, ó de que
se interpuso recurso, no deberá tampoco condenarse en costas, segun dicen
Gregorio Lopez en la glosa á la ley 27 citada, cuando se diere aquella en
virtud de nuevas pruebas, ó en el caso que expresa la ley 3, lít. 19, lib. 11
de la Nov. Recop. de que las sentencias se dieran con adimiento y mode-
raciou (en cuanto á estos puntos) porque se presume buena fe en el litigan
te» porque se fundaba en el punto que causó la enmienda ó en las nuevas
pruebas. La nueva ley de Enjuíciamento contiene sin embargo algunas ex
cepciones á la doctrina de Gregorio Lopez, segun se deduce delos arts. 733,
"764 y 768, y de los 1006 y 1008 que expondremos en su lugar.
Tomo ii. 39
306 . ■ LIBRO SEGUNDO.
11.11. Debe condenarse tambien en costas al litigante cuando abando
nare los recursos interpuestos ó no compareciere en la superioridad á hacer
uso de ellos, acudiendo el contrario, ó se mostrase contumaz en presentar
se en juicio ó en la práctica de las actuaciones. Fúndase esta doctrina en
que en tales casos se presume que no tiene jnsta causa para litigar y que él
mismo confiesa tácitamente no tenerla, y tambien en la conveniencia de
penar su desobediencia al juez. Esta doctrina se halla confirmada por la
ley 23, tít. 22, Part. 3, que dispone, que si la parte que apeló no compa
reciere ante la superioridad en el plazo debido, ni siguiese la apelacion, val
ga el juicio que se dió y pague las costas á la otra parte que compareció, y
si la que apeló siguiese la apelacion y no la contraria no por esto deje de
juzgar el juez. En este caso añade la ley 17, tít. 14, lib. 5 del Espéculo, de
la cual está tomada la 23 de Partida, que debe ser absuelto de las costas su
contendor, por el desprez que aquel fizo. Laley 1, tít. 19, lib. 11 de lá Nov.
declara debe ser condenado en costas el litigante que no viniera al plazo en
que fue aplazado; y si ninguna de las partes, continúa la ley de Partida,
siguiese el alzada en los plazos legales, sea valedero el juicio sobre que fue
tomada el alzada é non peche las costas la una parte á la otra. Igual dispo
sicion se contiene en la ley 2, tit. 15, lib. 2 del Fuero Real, de que se for
mó la 6, tít. 20, lib. 11 de la Nov. Recop., y en la 164 del Estilo. Asi
mismo, la de Enjuiciamiento previene, en su art. 1039, que se condene en
costas al que interpuso el recurso de casacion, cuando se declarase por de
sierto por no comparecer, el 1078 contiene una disposicion análoga en el
caso de que no se personare en la superioridad el que apeló de providencia
de la audiencia denegatoria de la admision del recurso de casacion , y asi
mismo, el 1158 condena al apelante de la sentencia de primera instancia de
juicio de menor cuantía, y del 1098 se deduce la imposicion de costas en el
caso de abandonarse el recurso interpuesto.
1112. En cuanlo á la contumacia ó morosidad de los ligantes, el artí
culo 209 condena en costas al que no comparece al juicio de conciliacion;
el 651 previene que si el inquilino no desalojase la finca en el término le
gal, sobre que se intentó el desahucio, se procederá á lanzarlo de ella á
su costa, y el 939 carga tambien en los embargos preventivos las costas
del alzamiento del embargo al que lo causó, y el artículo 168 de la ley de
Enjuiciamiento mercantil dispone tambien, que todo demandado contu
maz contra quien se pronuncie sentencia condenatoria, será condenado en
costas.
1113. Las costas causadas por nulidad de las actuaciones deben satis
facerse por el juez ó funcionario que hubiese dado ocasion á la nulidad; por
eso la nueva ley, conforme con la legislacion y jurisprudencia anteriores,
dispone en sus arts. 971 y 1008, que las costas de la primera y segunda ins
tancia del juicio ejecutivo deberán pagarse por el juez ó funcionario referi
dos, cuando se dictare sentencia de remate ó se conformare esta declarando
la nulidad de la misma. Como en estos casos no ha habido culpa de parte de
los litigantes, debe pagar los gastos quien las causó.
/
DE tOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 307
1114. El ministerio fiscal en las actuaciones que promueve ó recursos
que entabla en cumplimiento de sus funciones, no debe ser condenado en
costas aunque aquellos sean desestimados por los tribunales. Por esto dispone
el art. 1098, que cuando el tribunal de casacion desestimase el recurso de
nulidad interpuesto por dicho ministerio, ó confirmare la sentencia de que
hubiese apelado, las costas causadas á la otra parte deberán satisfacerse
de los fondos detenidos y procedentes de la mitad delos depósitos cuya pér
dida haya sido declarada, y el 1126 que cuando el recurso de fuerza en
conocer lo hubiere interpuesto el ministerio fiscal, nunca debe ser condena
do en costas.
1115. No solamente no está obigado el litigante á pagar las costas
causadas por la nulidad de las actuaciones, ó por el fiscal indebidamente,
sino que aun respecto de las del contrario en que salió condenado, no debe
satisfacer las que no consten en los autos , y menos las costas de actos ó
procedimientos inútiles para la defensa del contrario y mas si este las causó
maliciosamente con ánimo de gravar con ellas á su adversario.
1116. En ningun caso, ni por la calidad de las personas, ni por la de
los asuntos judiciales, se pueden exigir derechos dobles, ni atenderse para
su entidad al número de las personas que litigan ni al de las partes , y en
tre estas deben distribuirse por iguales porciones las cantidades designadas.
Para graduar el número de partes ó litigantes, se entienden por una sola
las que reclaman en un mismo escrito sosteniendo iguales derechos, aunque
sean dos ó mas personas: art. 6 de los Aranceles judiciales.
1117. Si el juez no hubiere hecho en la sentencia la condena de costas
que procedia y que pidió la parte puede suplir esta omision en los térmi
nos expresados en el núm. 1093, segun la ley 3, tít. 22, Part. 3, y el ar
tículo 77 de la de Enjuiciamiento. Si se negare á ello, puede apelar la parte
de la sentencia en cuanto á las costas, y lo mismo la que fue condenada en
costas injustamente.
1118. Acerca de la regulacion de las costas, se verifica de distinto modo
segun que las actuaciones ó derechos á que se refieren están ó no sujetos á
arancel. Respecto del primer caso, dispone el art. 78 de la ley de Enjuicia
miento, que cuando hubiere condena de costas, los escribanos de las salas
que las hayan impuesto, las tasarán con sujecion á los aranceles. En losjuz
gados de primera instancia, los escribanos por ante quien se hayan seguido
los autos, pues que estos funcionarios podrán hacerlo mas breve y exacta
mente que otro alguno por estar ya enterados de las actuaciones efectuadas.
En cuanto al segundo caso, dispone el §. 2.° del art. 28, que los honora
rios de los letrados, peritos y demás funcionarios no sujetos á arancel, se
rán regulados por ellos mismos en minuta firmada que presentarán dictada
que sea la sentencia en que se haya impuesto la condena; la cantidad en que
consistan se incluirá por el escribano en la tasaeion, que hubiere efectuado
de las costas sujetas á arancel. Esta disposicion no debe entenderse deroga
toria de las que prescriben que los abogados pongan sus honorarios al pié
de los escritos, pues ademas de que hay actos en que pueden exigir hono
308 LIBRO SEGUNDO.
rarios sin que conste en el proceso, el art. 78 tiene tambien por objeto
hacer constar por nota del mismo abogado los derechos que reclama en el
caso de haber condena de costas, puesto que pudiera suceder que defendiese
gratuitamente á su cliente por motivos de amistad que no existieran respecto
de su contrario.
1119. Como pudieran exigirse derechos ú honorarios excesivos, ya por
no haberse atenido el escribano en la tasacion á los aranceles, ó por apre
ciar los abogados ó peritos su trabajo en mas de lo que valia, dispone la ley
en su art. 79, para corregir el exceso, que de la tasacion ó minuta referida,
se dará vista á las partes ó al funcionario ó persona que fue condenada en
costas, por término de dos dias á cada una, para que presenten escrito so
bre lo que tengan que exponer contra ella. Si dicho escrito se refiriere á los
derechos regulados por arancel, los jueces decidirán en su vista y de los
aranceles, si hay exceso reformándolo en tal caso. Si se refiriere el escrito
á los honorarios no sujetos á arancel, como es necesario para la justa apre
ciacion de los trabajos por que se devengan, atender al merito intelectual de
los mismos, segun la importancia y dificultad de la materia ó punto sobre
que versan, al esmero empleado y aun á la capacidad de la persona que los ha
efectuado, dispone el art, 80, que si fuesen los honorarios de los letrados
los impugnados, el tribunal ó el juez que conozca de los autos , oirá al co
legio de abogados, si lo hubiere en el pueblo de su residencia, para cuyo
efecto, se pasan los autos al decano , este nombra los abogados que tiene
por conveniente y despues trasmite su informe al tribunal ; en otro caso,
á dos letrados que nombra para que den su ditámen. Si los honorarios de
los peritos ó de cualesquiera otros funcionarios no sujetos á arancel fueren
impugnados, se oirá asimismo á otros dos individuos de su clase. En ambos
casos, no habiéndolos en el pueblo de la residencia del tribunal ó juez que
conozca de ¡os autos, podrá recurrir á los de los inmediatos.
1120. Mas el informe de estas personas no liga al juez hasta el punto
de tener que adoptarlo para la regulacion de las costas: el objeto de la ley
al requerirlo es ilustrar el ánimo del juez con el parecer de personas facul
tativas ó inteligentes en aquel género de trabajos. Por eso declara la ley en
su art. 81, que el tribunal ó el juez de primera instancia en su caso, con
presencia de lo que las partes hubieren expuesto y de los informes recibidos
sobre honorarios, aprobará la tasacion ó mandará hacer en ella las altera
ciones que estime justas, sin ulterior recurso, esto es , sin que pueda ape
larse de esta providencia.
1121. Cuando no hubiere condena de costas, el procurador debe pagar
al abogado, escribano y demás subalternos del tribunal los derechos ó ho
norarios que devengaron defendiendo á su principal , como se delara por
el art. 219 de las Ordenanzas de las Audiencias que dice, que los procura
dores son los responsables al pago de todas las costas que por la parte que
defienden se causen en el negocio de que hubieren aceptado y presentado
poder, y puesto que el art. 14 de la ley de Enjuiciamiento declara que el
procurador, aceptado el poder, está obligado á pagar los gastos que se cau
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 309
sen á su instancia. Esto se funda, como dice Febrero, en que dichos aboga
dos y funcionarios defienden á la parte entendiéndose con el procurador,
que los busca para su defensa, por lo que toma sobre sí la obligacion de su
pago, lo cual procede aun cuando este le releve en el poder de su paga
mento, porque esta relevacion es para otro efecto. Pero el procurador tiene
su derecho salvo contra el principal, para que le pague los derechos y ho
norarios que satisfizo por él en la forma que previene el art. 220 de las Or
denanzas y que expusimos en el núm. 73, 2.° del libro 1.° de esta obra.
En cuanto á las costas causadas á instancia del contrario y en que fue
aquel condenado, no tiene obligacion de satisfacerlas el procurador de este,
por las razones siguientes que expone Febrero y sus reformadores: 1.a Por
que este no litigó con él, ni hizo su negocio, sino el de su principal, ni se
constituyó fiador suyo, ni se obligó á las resultas del juicio; 2.a porque las
costas son accesorias á lo principal, y contra quien se da la accion por este
se da por aquellas; 3.a porque si no tiene satisfaccion en su contrario por
ser insolvente y cree que debe ser condenado en costas , puede pretender
antes de la contestacion que afiance estar á derecho y pagar lo juzgado, y
si el poder no es bastante , pretender que lo presente como corresponda,
segun mandan las leyes 3, tít. 31, lib. 5, y 3, tít. 3, lib. 11 Nov. Re-
cop.; 4.a porque de permitirse esto, no habría quien admitiese poderes con
semejante gravámen y se perjudicaría con especialidad á los ausentes. Pero
si alguno sigue pleito sin poder del interesado, se debe cumplir y ejecutar
la sentencia contra aquel y sus fiadores, como lo dice la ley final, tít. 5,
Part. 3.
1122. Cuando el principal no proveyese de fondos al procurador, y se
hubiese principiado ya el negocio, puede este pedir á la sala que obligue á
aquel á habilitarle de los fondos necesarios , la cual lo hace asi fijando la
cantidad proporcionada que estime : art. 219 de las Ordenanzas de las Au
diencias.
1123. Cuando los abogados, escribanos y demás funcionarios expresa
dos reclamasen derechos excesivos de la parte ó su procurador, pueden estos
oponerse á lo exagerado de sus pretensiones, solicitando se practique la re
gulacion ó tasacion de dechos conforme a lo prevenido en los arts. 77 al 81,
aunque tales derechos no se deban por efecto de condena de costas.
1124. Cuanto llevamos expuesto sobre las mismas no se entiende res
pecto del caso en que la parte que ha de satisfacerlas hubiera obtenido de
claracion de pobreza para litigar, pues en cuanto á esta clase de litigantes
rigen las disposiciones de que nos hemos hecho cargo en el § 3 , tít. 3.
lib. 2.° de esta obra.
SECCION VIL
DE LOS INCIDENTES.
§1-
Qué se entiende por incidente y sus clases. .
1125. Se entiende por incidente en general (palabra que como observa
310 LIBRO SEGUNDO.
Dalloz proviene de incidere, sobrevenir, acaecer, y á que tambien se ha
dado el nombre de artículo) la cuestion ó contestacion accesoria que sobre
viene ó se forma durante el curso del negocio ó accion principal. De estos
incidentes unos sirven para ilustrar el negocio que se controvierte, mientras
que otros versan sobre circunstancias que aunque necesarias para que el
juicio sea válido ó que surta todos sus efectos, no ilustran aquella cuestion,
y por lo mismo unos recaen sobre el fondo del negocio , otros se refieren á
personalidad de las partes, á la variacion de jueces ó funcionarios, á la
práctica de pruebas. Considéranse, pues, como incidentes las recusaciones
de los jueces, las cuestiones de competencia, la declaracion de pobreza, la
acumulacion de autos , la cuestion sobre si la parte ó su representante tiene
carácter legítimo para litigar, la de si se ha de recibir ó no á prueba el liti
gio, la de redargliirse de falso un instrumento, la de si debe ó no arraigarse
el juicio, las cuestiones sobre embargos, tercería de dominio y otras de esta
naturaleza.
1126. Pero no todas estas cuestiones se sentencian por los trámites que
son objeto de esta seccion. La ley ha trazado reglas especiales para las que
por su naturaleza las requieren tales ; como las recusaciones , acumulacion
de autos, defensa por pobre, tachas, admision de prueba, etc. (V. los títu
los 3, 4 y 5, secciones 3.a, 5.a y 7.a de la ley) y ha prescrito reglas gene
rales para las demás. Estas últimas reglas ó trámites son los que vamos á
exponer en la presente seccion. Aplícanse principalmente á las cuestiones
accesorias de derecho que tienen relacion con la misma cuestion del nego
cio, no obstante regirse por ellas otras cuestiones que no se refieren al fondo
del litigio, tales como la pretension de pobreza, cuya sustanciacion se aco
moda, segun declara el art. 195, á los trámites establecidos para los inci
dentes. Y de aquí el poderse distinguir estos, en unos que se sustancian por
trámites especiales y otros por trámites comunes.
1127. Ademas, segun dispone la ley de Enjuiciamiento , los incidentes,
ipara que puedan ser calificados de tales, y que se sustancien por las reglas
de los siguientes artículos , deben tener relacion mas ó menos inmediata con
el asunto principal que sea objeto del pleito en que se promueven: art. 337.
Asi sucederá, no solamente cuando tengan relacion con la accion ó excepcio
nes de los litigantes, sino tambien cuando la cuestion sobre que versan pue
da modificar los efectos de la sentencia, pues que la ley no dice que hayan
de tener precisamente relacion con la accion ó excepcion sino con el asunto
principal. No concurriendo en ellos estas circunstancias , ó como dice el
art. 338 de la ley siendo completamente agenos á el asunto principal, objeto
del pleito que se promueva, los jueces los repelerán de oficio , esto es , sin
necesidad de que lo solicite la parte contraria, pues que su admision en este
caso solo serviría para involucrar y entorpecer el conocimiento y decision
del asunto litigioso , sin ilustrarlo ni influir en los efectos de la sentencia;
pero esto se entiende sin perjuicio del derecho del que los haya promovido
para solicitar en otra forma lo que haya sido objeto de aquellos; asi, pues,
podrá presentar su pretension como demanda principal en el juicio corres
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. SU
pondiente, pues lo único que impide el juez rechazándolos es, que se conozca
de ellos en aquel juicio.
1128. Distínguense tambien los incidentes en cuanto á sus efectos, en
unos que oponen obstáculo al seguimiento de' la demanda principal y en
otros que no lo oponen.
1129. Se entiende que impide el curso de la demanda principal todo in
cidente sin cuya previa resolucion es absolutamente imposible de hecho ó de
derecho continuar sustanciándola: art. 341. Tal sería la cuestion sobre si
era ó no hijo del difunto el que reclamaba en concepto de tal una herencia;
la cuestion de incompetencia del juez, pues hasta que se declare ser com
petente carece de autoridad para conocer del negocio; la cuestion sobre re
cusacion, la que designa el art. 291 sobre falsedad de un documento que
puede ser de influencia notoria en el pleito, si bien estos tres últimos inci
dentes se rigen por reglas especiales. ..
1130. Se entiende que no impide el curso de la demanda principal todo
incidente cuya resolucion no es necesaria para la marcha y decision de aque-
la; v. gr., la cuestion sobre que se pongan en administracion ó secuestro
los bienes litigiosos para evitar que se pierdan ó sean enagenados, la cuestion
sobre tercería de mejor derecho.
1 131 . Los incidentes que opongan obstáculo al seguimiento de la demanda
principal , se sustanciarán en la misma pieza de autos , quedando entre tanto
en suspenso el curso de aquella: art. 339. Esta disposicion trata de evitar á
las partes los gastos de testimonios y demás que tendrían que hacer si se
exigiera que se formase pieza separada, la cual, además, no es necesaria,
pues suspendido el negocio principal , los autos sobre él sirven de pieza para
el incidente. Los incidentes que no opongan obstáculo al seguimiento de la
demanda principal, se sustanciarán en pieza separada que habrá de formarse
con los insertos que ambas partes señalen y á costa del que los haya promo
vido. Estos no suspenderán la sustanciacion de la demanda: art. 340. Se
forma en este caso pieza separada, porque no suspendiéndose el curso de
la demanda principal , no puede entenderse en los mismos autos en que se
sustancia esta del incidente aisladamente, sino juntamente con aquella, y
como esto ofrecería graves inconvenientes por la confusion y embarazo que
ocasionaría , es necesario formar pieza separada para conocer del incidente.
1132. Los insertos á que se refiere este artículo son, además del escrito
con que se formó dicho incidente, las diligencias y documentos que á este
se refieren , los cuales se traerán testimoniados si son necesarios los origi
nales en los autos sobre lo principal. La parte contraria designará los in
sertos que cree necesarios al dársele traslado del incidente promovido. La
determinacion de la ley sobre que los insertos que ambas partes señalen se
rán de costa del que promovió el incidente , debe entenderse para el caso
en que no hubiere expresa condicion de costas en el fallo que debe recaer
sobre el incidente, pues si hubo dicha condena, serán de cargo del conde
nado en las costa?. . . .
1133. Nada dice la ley acerca de si ha ó no lugar ú apelacion, tanto
3l£ LIBRO SfeGÜtíDÓ.
en el caso de que el juez rechace ó admita indebidamente á juicio de las
partes el incidente propuesto, como en el de que al admitirlo declare ¡le
galmente, á juicio de los litigantes, que se sustancien en la misma pieza de
autos ó en otra separada. En el caso de rechazar el incidente pudiera sos
tenerse que no procede la apelacion , por cuanto le queda al que lo propuso
el remedio de reclamar en otra forma el objeto del incidente. La mayoría de
los intérpretes está por que ha lugar á apelacion en ambos casos , fundán
dose en la generalidad del texto del art. 65 de la ley sobre apelacion de sen
tencias interlocutorias, y en el perjuicio que se causa á las partes. Mas debe
advertirse que en cualquiera de los casos en que se admita la apelacion,
deberá serlo únicamente en el efecto devolutivo, pues de lo contrario, no se
llenaría el principal objeto de las disposiciones de la ley sobre incidentes,
cual es el evitar que promoviéndolos maliciosamente se paralice ó entorpez
ca el seguimiento de la accion principal.
1134. Por lo expuesto, se conocerá fácilmente las acertadas reformas
introducidas por la nueva ley sobre esta materia, respecto de las disposicio
nes anteriores.
Por derecho romano si bien se conocieron de antiguo como acciones se
paradas los incidentes sobre incompetencia, recusacion y demás que no se
referían al asunto mismo del litigio, en los términos que llevamos expresados
en los arts. 2 al 6 de este libro, en cuanto á los referentes al fondo del ne
gocio litigioso , no se conocieron bajo el imperio del régimen formulario,
por ser uno de los principales efectos de la litis contestacion determinar los
elementos del litigio por la fórmula duda por el pretor que encadenaba al
juez, así como al demandante, que no podia reparar un error ó una omision,
por considerarse haber comprendido en su accion todo su derecho, el cual se
absorbia enteramente en la especie de novacion que llevaba siempre la líti—
contestacion. Mas en el nuevo procedimiento, no consistiendo esta en la ob
tencion de la fórmula, sino en una simple exposicion sumaria y contradictoria
del negocio, no ejercia influencia alguna respecto á la accion, ni envolvía
novacion , pues esta solo era efecto de la sentencia , y en su consecuencia
hada se oponia á que se reparase un error ó una omision padecida al enta
blar el litigio. V. Dalloz, artículo Incident.
1135. En cuanto á nuestro derecho anterior á la nueva ley, contenia dis
posiciones legales que marcaban trámites sobre casi todas las cuestiones in
cidentales que no se referían al fondo mismo del litigio, tales como las re
cusaciones, competencias, excepciones, etc., y la jurisprudencia fundada en
estas leyes y en el espíritu de otras varias , habia establecido los trámites
que debian seguirse en los incidentes sobre el fondo del negocio, determi
nando tambien que se sustanciarán préviamente aquellos que por su carác
ter y naturaleza impedian pasarse adelante en el pleito: estos incidentes
habiau sido calificados con el nombre de artículos de previo y especial pro
nunciamiento; los demás que no embarazaban la continuacion del juicio, se
reservaban unidos al proceso para determinarse en la sentencia definitiva
al mismo tiempo que la demanda puesta en el principio. V. Escrichc, arlí
DE LÓS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES Á LOS JUICIOS 313
culo Incidente. El Reglamento provisional para la administracion de justi
cia no sancionó tramitacion sobre esta materia, limitándose á disponer que
solo se admitieran los artículos de previo y especial pronunciamiento que
las leyes decretaban tales. La instruccion de 30 de setiembre de 1853 adoptó
la reforma de que las cuestiones incidentales que ocurrían en un juicio
debieran formar pieza separada, para que no se entorpeciera el curso de la
accion principal , á no tratarse de caso tan íntimamente unido con esta que
no fuera posible dividirlas; pero en cuanto á la tramitacion se refirió , res
pecto de los incidentes especiales, á las disposiciones anteriores y alas que
ella misma adoptaba, y respecto de los incidentes ordinarios disponia que
se procediese de plano, con un breve traslado, sin entrega de autos.
Puede decirse, pues, que no contenian nuestras leyes y jurisprudencia
anteriores , una tramitacion comun y completa sobre los incidentes, confor
me y adecuada á la naturaleza de estas cuestiones, y que ni aun daban una
regla que determinara suficientemeníe la clase de incidentes que eran ó no
admisibles en un pleito.
1136. De aquí resultaban los graves inconvenientes de que las partes
propusieran y los jueces admitiesen indebidamente multitud de cuestiones
inconexas y que no estaban relacionadas con el asunso principal , con gran
retardo de la decision de este, y que aun las relacionadas con él no se de
cidieran con la equidad debida por la angustia y estrechez del procedi
miento.
1137. La nueva ley de Enjuiciamiento ha tratado de salvar estos incon
venientes, ya por medio de las reglas expuestas sobre laclase de incidentes
admisibles en un juicio, ó sobre los casos en que deben ó no suspender el
curso de este , ya adoptando un procedimiento bastante ámplio en cuanto lo
permite la naturaleza especial de estas cuestiones , para ilustrarlas debida
mente y asegurar la justicia del fallo.
§• H.
* j
Modo de sustanciarse los incidentes.
1138. Los trámites que deben seguirse en los incidentes, bien se sus
tancien en la misma pieza de autos, suspendiéndose el curso dela demanda
principal, bien se forme pieza separada para sustanciarlos, son unos mismos.
1139. Asi, pues, promovido el incidente por solicitud de uno de los liti
gantes , la que deberá contener los requisitos que se han expuesto al tratar
de la demanda, y que exige el art. 224 de la ley, presentándose los docu
mentos en que se funde que requiere el art. 225, y formada en su caso la
pieza separada, por ser el incidente de los k que se refiere el art. 340, ó sin
mas que la presentacion del escrito del que lo promovió, si el incidente es
de los á que se refiere el art. 339, sí el jnez considera que debe admitirse,
pues de lo contrario dictará auto desechándolo, dará traslado al colitigante
por término de seis dias, prorogables (V. art. 30, núm. 11), providencian-
TOMO u. 40
OÍ 4 LIBRO SEGUNDO.
do tambien la suspension del curso de los autos respecto de la demanda
principal, cuando el incidente fuese de los que producen este efecto. Si el
colitigante no contestasele procederá á acusarle la rebeldia en los términos
que diremos al tratar del juicio ordinario. De lo que expusiere la parte , lo
que deberá hacer en la forma expuesta al tratar de la contestacion dela de
manda, acompañando los documentos que apoyen su contestacion, se faci
litará copia al que hubiere promovido el incidente, para que se entere de lo
que aquella alega y pueda preparar la prueba para su defensa: art. 342.
1140. Caso de haber convenido las partes en que se reciba el pleito á
prueba, ó de haberla pedido una sola y creerla el juez procedente, se recibi
rá el incidente á prueba: art. 344: esto es, el juez deberá recibir el inci
dente á prueba necesariamente cuando no se sigue perjuicio á tercero como
sucede en este caso. Corrobora esta doctrina el art. 257 que dispone, que
el juez reciba el pleito á prueba , en el caso de que todos los litigantes lo
hayan solicitado. Solo cuando lo pidiese una parte podrá ó no recibirlo á
prueba segun que lo creyese procedente; lo que tambien se confirma por lo
dispuesto en el párrafo 2.° del art. 237. En efecto, en este caso, sise acce
diera siempre á la solicitud de la parle, podría un litigante malicioso dilatar
la sustanciacion del incidente y aun la del asunto principal, cuando este se
hallase suspendido pidiendo que se recibiese á prueba un incidente que no
la necesitaba.
114l. La solicitud de la prueba puede hacerse por la parte por otrosíes
en los escritos en que promueve ó contesta al incidente, puesto que el ar
tículo 256 de la ley dispone respecto del juicio ordinario, que en los escri
tos de réplica y dúplica pueden las partes pedir por medio de otrosíes , que
se reciba el pleito á prueba si lo juzgaren necesario; y como en los inci
dentes no hay mas que el primer escrito en que se propone y el en que se
contesta, en estos debe pedirse la prueba.
1142. Nada dice aquí tampoco la ley sobre si seráó no apelable el auto
en que el juez deniegue ó admita la prueba, por lo que deberá estarse á lo
dispuesto en el art. 258, sobre que no será apelable la providencia en que
se otorgase la prueba, y que lo será en ambos efectos la en que se denegare.
Sin embargo, en este caso parece que solo deberá admitirse en el efecto de
volutivo, por la razon expuesta de evitar que por este medio dilate la sus
tanciacion del litigio el litigante malicioso.
1143. Cuando el juez otorgase la prueba , declarará concederla por un
tei'mino que no podrá bajar de ocho dias ni exceder de veinte, segun las cir
cunstancias del caso , esto es , deberá señalar precisamente un término ma
yor ó menor, segun entendiere que es necesario para probarla cuestion que
se suscita, atendida su naturaleza, pudiendo el juez, si la parte pidiere
mayor término antes de cumplirse el otorgado, conceder el que crea con-
ven'ente hasta los veinte dias que es el máximo: asi se deduce del párra
fo 3.° del art. 362.
1144. En este término se propondrá por las partes cualquiera de las
clases de prueba expuestas en la Seccion V de este título, y asimismo se
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 315
podrán alegar tachas contra los testigos y probarlas en dicho término, pues
que no se comunican los autos á las partes para este efecto ni para alegar de
bien probado en los juicios sumarios cuyo carácter tiene el procedimiento
incidental, como se efectúa en los juicios plenarios.
1145. Si ninguna de las partes hubiese pedido prueba, mandará traer
el juez los autos á la vista para sentencia con citacion de las partes , pues
aunque la ley no expresa aquí este requisito, es indispensable y lo establece
para el caso de que se practique prueba. Lo mismo se procederá cuando se
hubiese pedido prueba y no se hubiese practicado , poniendo el escribano
nota que asi lo acredite. Sí despues de mandar el juez que traigan los autos
á la vista, se pidiese la prueba, sera denegada, cualquiera que esta sea,
aun la industrial, pues la referida providencia del juez produce los efectos
de la conclusion de autos: art. 244.
1146. Hechas las pruebas y transcurrido el término señalado se unirán
á los autos para lo cual dará el juez auto de oficio sin necesidad de solici
tad de parte y se mandará por el mismo traer los autos á la vista con cita
cion: art. 245.
1 147. Si dentro de los dos dias siguientes al en que la citacion se hubiere
hecho, se pidiere señalamiento de diapara la vista, se hará por providencia
que dictará el juez y oirá en él á los letrados de las partes: art. 246. En esta
podrán estos combatir las pruebas del contrario y hacer valer las razones y
patentizar el derecho que atribuyen á su parte las que ha practicado. Mas
como para ello necesitan los letrados ver los autos, dispone el art. 347 que
cuando esto suceda, se pondrán las pruebas de manifiesto á las partes en la
escribanía para instruccion, por el témino que medie desde el señalamiento
hasta el dia de la vista.
1148. Verificada la vista, si se hubiese pedido señalamiento de dia para
ella por las partes , ó si no se hubiese pedido señalamiento, pasados los dos
dias siguientes al de la citacion para la vista, el juez dictará sentencia den
tro de tres dias en ambos casos (artículo 3481), esto es , en el primero den
tro de los tres dias siguientes á la celebracion de la vista, y en el segundo
dentro de los tres dias siguientes al último de los dos que se conceden á las
partes despues de la citacion para que pidan el señalamiento de dia para la
vista. La sentencia deberá pronunciarse conforme á las reglas, y contener
las circunstancias expuestas en la seccion anterior.
1149. Estas sentencias son apelables siempre en ambos efectos (artí
culo 349) , porque causando un perjuicio irreparable no se conseguirían
los efectos de la apelacion si á pesar de interponerse esta, se llevara aquella
á efecto.
1150. Interpuesta apelacion, se admitirá sin sustanciacion ninguna,
esto es , de plano , y sin dar treslado á la parte contraria , como se hacia
anteriormente , y se remitirán los autos ó la pieza separada al tribunal su
perior con citacion y emplazamiento de las partes, pues la omision de la ci
tacion es causa de nulidad, segun expresa la regla 4.1 del art. 1013. Tam
bien parece que podrá hacerse dicha citacion y emplazamiento á los pro
316 LIBRO SEGUNDO
curadores de las partes, segun faculta el art. 16 en general, y preceptúa
el 335 respecto de la apelacion del juicio ordinario. V. lo dicho en el nú
mero 76 y siguientes del libro 2.° de esta obra.
1151. La ley no señala el término en que debe interponerse la apelacion
ni el en que debe comparecerse en el tribunal superior, por lo que deberá
estarse á las disposiciones generales de los artículos 67, 72 y 73, esto es,
que señalan el de cinco dias para lo primero y el de veinte para lo segundo.
1152. Tampoco señala la ley trámites para la sustanciacion de los in
cidentes en segunda instancia, pero determinando en los artículos 840 y si
guientes, el procedimiento en dicha instancia de las providencias interlocu-
torias aunque sea de las que causen estado, que es á las que pertenecen las
de los incidentes, aquellos serán los trámites que deberán seguirse.
1153. En cuanto á los incidentes que ocurran en segunda instancia, dis
pone el art. 889 que se sustancien como queda prevenido respecto á los que
puedan ocurrir en la primera, lo que debe entenderse en cuanto sean apli
cables á un tribunal colegiado, y el 890 previene que la providencia que
en los mismos recayere es suplicable ante la misma sala dentro de tercero
dia. Esta disposicion no debe entenderse como refiriéndose al conocimiento
de la súplica por la misma sala que dictó la primera sentencia, segun indica
algun intérprete, pues entonces siendo los magistrados que conocieran de la
súplica los mismos que entendieron de la primera instancia , dictarian una
sentencia igual á la primera : refiriéndose solamente á la interposicion de
la súplica. En cuanto á la sala que debe entender ó sustaneiar esta , ad
mitida que sea por la que pronunció la primer instancia , contiene el ar
ticulo 47 una disposicion sobre la sala que deberá entender de la súplica de
providencia pronunciada por una audiencia imponiendo alguna correccion
disciplinaria, que creemos aplicable por analogía al caso presente. Segun
esta disposicion, la súplica de providencia interlocutoria de una sala de
audiencia deberá interponerse para ante la sala que siga en órden á la que
dió dicha providencia, ó para ante la primera, si aquella es la última. Esta
pues será la sala que deberá sustanciar la súplica de la providencia sobre
incidente ocurrido en segunda instancia.
1154. Acerca de los trámites que deberán seguirse en esta súplica, no
determinándose tampoco por la ley, parece que deberán adoptarse los esta
blecidos para las apelaciones de los autos interlocutorios de los jueces de
primera instancia en los artículos 840 y siguientes ; si bien exceptuando
aquellas actuaciones que no tienen aplicacion respecto de las providencias
de las audiencias, tales como las concernientes al apuntamiento, pues que
ya se hizo en las salas antes de pronunciarse dichas providencias. Véase lo
que exponemos al tratar de las apelaciones.
1155. Aunque la ley trata de los incidentes inmediatamente despuesdel
juicio ordinario, no deben entenderse los trámites que marca respecto de
aquellos, como refiriéndose solo á los que ocurran en este juicio, sino como
generales y aplicables á cuantos sobrevengan en los demás, cuando la ley
no establezca para ellos reglas especiales. Asi se deduce de varios artículos
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 317
de la misma que prescriben se sustancien varios incidentes de ;
no son ordinarios por la tramitación marcada respecto de estos.
. SECCION VIH.
DE LAS CORRECCIONES DISCIPLINARIAS.
1156. Por correccion disciplinaria se entiende el padecimiento'*
impone por los superiores á sus inferiores y dependientes ó subalternos por
las faltas que cometen en el ejercicio de sus funciones. Limítase á los hechos
que solo constituyen falta, pues si tuvieran el carácter de delitos, serian ob
jeto del procedimiento criminal correspondiente conforme á lo determinado
en las leyes sobre este y á lo prescrito en el Código penal ; lo mismo debe
entenderse de las faltas que cometan fuera del ejercicio de sus funciones.
1157. El fundamento de la correccion disciplinal consiste en la conve
niencia y necesidad de conservar la subordinacion y el respeto debidos á la
autoridad superior, y asimismo de que esta tenga la inmediata inspeccion
y vigilancia sobre sus inferiores y dependientes en cuanto al cumplimiento
de sus respectivas obligaciones, por la facilidad y prontitud con que puede
corregirlos y contenerlos dentro de los justos límites á que aquellas se cir
cunscriben.
Así es, que esta facultad se ha sancionado en casi todas las épocas y na
ciones. Limitándonos á citar las mas notables de nuestro derecho, pueden
verse la Instruccion de corregidores de 1788; el art. 20 y 59 del Reglamento
provisional para la administracion de justicia; los 92, 102 y 110 del de juz
gados de primera instancia; el 62 de los aranceles judiciales, los 23, 73,
226, 227 y 228 de las Ordenanzas de las audiencias.
1158. La nueva Ley de Enjuiciamiento ha venido á ratificar estas dis
posiciones, previniendo en su art. 43, que el Tribunal Supremo, las au
diencias y los jueces podrán imponer correcciones disciplinarias á los abo
gados, relatores, escribanos, procuradores y dependientes de los tribunales
y juzgados por las faltas que cometan en el desempeño de sus funciones res
pectivas. Esta disposicion comprende tambien á los abogados, no obstante la
independencia de su profesion, por las faltas en que incurran en el ejercicio
de la misma respecto de la administracion de justicia, como si dejasen de
asistir á una vista estando mandado por las leyes su asistencia, ó cometie
ran exceso en los escritos, faltando al respeto que deben al tribunal; si esta
falta la cometieren en las vistas quedan sujetos á lo prescrito en el art. 42
expuesto en el núm. 1046.
La palabra dependientes, de que usa el art. 43, comprende á los secre
tarios de gobierno, tasadores, archiveros, cancilleres registradores, algua
ciles y porteros y algun otro. - ;
Tambien deben considerarse comprendidos en la disposicion del art. 45
las demás personas á quienes por razon de su profesion, arte ú oficio se les
hubiese confiado alguna comisionó diligencia judicial, por las faltas en que en
318 LIBRO SEGUNDO.
el ejercicio de la misma incurrieren , como son , los agentes auxiliares que
sin ser subalternos de los juzgados y tribunales coadyuvan y cooperan á la
administracion de justicia, pues en tales casos deben bailarse subordinados
á la autoridad judicial: así se deduce del mismo art. 43, que sujeta á los
abogados á dichas correcciones, no obstante no ser dependientes ni subal
ternos de la autoridad judicial.
En la palabra jueces que usa el art. 43, deben entenderse comprendidos
los de paz, pues que en realidad lo son; por lo que podrán imponer las cor
recciones disciplinarias que se expresan en el mismo.
Igualmente debe comprenderse en el espirita del art. 43, la facultad que
nuestras anteriores disposiciones daban á las audiencias y demás autorida
des judiciales superiores para corregir disciplinariamente á los jueces que
les están subordinados, por aquellas faltas. Sin embargo, para conservar el
prestigio tan necesario á la magistratura , no deberá hacerse uso de dichas
correciones por leves y excusables faltas , sino solo cuando lo merezcan por
motivos de mayor gravedad , como decia el art. 20 del Reglamento provisio
nal para la administracion de justicia, y segun disponian las Ordenanzas
de las audiencias con igual objeto, deberán hacerse en tales casos en acor
dadas secretas. Tambien deberá considerarse vigente la facultad concedida
por el real decreto de 5 de enero de 1844 á las salas de gobierno de los tri
bunales, y que hoy lo será el tribunal pleno en el Supremo de Justicia y en
las audiencias, sobre consultar para la separacion de los subalternos de nom
bramiento real, cuando lo crean conveniente; sobre suspender y aun sepa
rar á los que no tuviesen dicho nombramiento, y sobre consultar al gobier
no la suspension y separacion de ios jueces de primera instancia habiendo
motivo fundado.
1159. Se entenderá correccion disciplinaria: el apercibimiento ó
prevencion, que consisten en la amonestacion mas ó menos fuerte que hace
el juez á alguno para que sea mas cauto en adelante y cuide de no volver á
caer en la misma falta, si bien se llama mas propiamente advertencia, la amo
nestacion hecha con palabras templadas y que solo se dirigen á dar un aviso,
prevencion la que tiene el tono de reprobacion indirecta y apercibimiento la
que reprueba con mas fuerza y aun envuelve á veces conminacion de multa
ú otra correccion. 2.° La represion ó censura expresa y directa que hace
el juez á alguno por la falta que ha cometido. Esta reprension podrá ser
pública ó privada, segun la gravedad de la falta. La pública la recibe per
sonalmente aquel á quien se dá en la audiencia del tribunal á puerta abierta:
la privada á presencia del escribano y á puerta cerrada. V. el art. 11O del
Código penal. Su eficacia depende de la ilustracion del juez que la ejecute,
puesto que ni debe ser tan leve que no impresione ni persuada, ni tan dura
que lejos de persuadir afrente é irrite : 3.° La multa que no exceda de mil
reales, ya sea el Tribunal Supremo, las audiencias ó jueces de primera ins
tancia ó de paz los que apliquen la correccion, pues que la ley no gradüa
la multa como verifica en la disposicion del art. 42. Sin embargo, creemos
que deberá tenerse en cuenta la inferioridad del juzgado en que se imponga
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 319
para no llegar al máximo sino en caso de que la falta cometida sea de las
mas graves. 4.° La suspension que no exceda de un mes: art. 44 de la ley.
Esta suspension ha de ser la del cargo, profesion ú oficio públicos con cuyo
ejercicio se cometió la falta V. el art. 08 y 40 del Código Penal.
1160. Tanto la suspension de los empleados públicos acordada por los
tribunales en uso de sus atribuciones, como las multas demás correccio
nes que los superiores impongan á sus subordinados y administrados en uso
de su jurisdiccion disciplinal, no se reputan penas segun declara el art. 22
del Código Penal, ya por imponerse de plano, sin figura de juicio y sin
sentencia judicial, circunstancias necesarias para que propiamente haya
pena, ya por recaer sobre faltas que no merecen las consecuencias de una
verdadera pena. Sin embargo, como estas correcciones afectan la fama y la
fortuna de quien las padece, la nueva ley, siguiendo lo prescrito en las
disposiciones anteriores ya citadas, previene, que contra cualquiera provi
dencia en que se impusiere alguna de estas correcciones, se oirá en justicia
al interesado, si lo solicitare, dentro de los tres dias siguientes al en que se le
haya notificado: art. 45 de la ley. Debe advertirse que esta audiencia en
justicia tiene lu?ar por el solo hecho de haberse dado la providencia en que
se imponga la correccion, y antes llevarse á efecto, pues de lo contrario,
se haria sufrir al recurrente si se revocaba aquella providencia, un padeci
miento injusto. Asi pues, quedará aquella en suspenso hasta que se decida
esta reclamacion. Solo cuando la correccion se contuviese en la misma pro
videncia, como la de apercibimiento, no tendrá aplicacion esta doctrina.
H61. La audiencia en justicia tendrá lugar en la sala ó juzgado que
hubieren impuesto la correccion: art. 46: lo que tiene por objeto que pueda
revocarse, si hubiera motivo para ello, la correccion mas breve y fácilmente
por el mismo juez que la impuso. Esta adiencia en justicia se pedirá por
medio de un escrito en que el reclamante alegue las razones que le asisten
para creer infundada la correccion, y se dará de ella comunicacion al fiscal,
por lo que importa á la causa pública que no quede ninguna falta sin castigo.
1162. La providencia que se dictare, será apelable para ante la au
diencia, si fuere de un )ue%, y suplicable la de una sala de audiencia para
anle la que la siga en orden á la misma, ó á la primera si es la última: ar
tículo 47. Asimismo, del espíritu de este artículo se deduce, que si la pro
videncia la dictó un juez de paz, sea apelable para anle el juez de primera
instancia, y la que pronuncie una sala del Tribunal Supremo, será supli
cable para ante la que la siga en órden, por las razones expuestas en el nú
mero 212, 3.° y 221, 2.° del libro 1.° V. tambien el núm. 1154.
i , SECCION IX. . .i
DE LOS DIAS Y HORAS HABILES PARA LAS ACTUACIONES JUDICIALES Ó NO
FERIADOS.
1163. Las actuaciones judiciales han de practicarse en dias y horas há
320 LIBRO SEGUNDO.
biles bajo pena de nulidad. Son dios hábiles todos los del año, menos los do
mingos, fiestas religiosas y civiles, y los en que esté mandado ó se mandare
que vaquen los tribunales. Asi lo dispone la ley de Enjuiciamiento en sus
artículos 8 y 9, conforme con lo establecido generalmente en todos los pue
blos, y en nuestros códigos y disposiciones legales anteriores.
Y en efecto, en todos tiempos se ha considerado el sétimo dia de la
semana como un dia destinado al descanso. Aristóbulo, filósofo peripaté
tico, cita muchos pasages de diversos autores, especialmente de Hesiodo y
Homero, que señalan este dia como santo para todo el universo. Los indios,
los Persas, los Caldeos, los Egipcios, los Peruvianos, lo tenian en venera
cion. Teófilo, obispo de Antioquía, escribia en el segundo siglo, que todas
las naciones celebraban este dia. Los Atenienses y los Romanos lo declaraban
de fiesta en honor de la luna; los Druidas de la Gran Bretaña lo tenian por
sagrado; los Fenicios lo consagraban á Apolo, y en tiempo de Mahoma, los
Arabes lo respetaban como los Judios. Sin embargo, no siempre se fijó el
reposo en este dia; algunos pueblos de la Grecia lo habian fijado al octavo,
así como los antiguos Romanos. Estos, hasta el tiempo de los emperadores
cristianos, no consagraron al descanso el sétimo dia de la semana, susti
tuido por la Iglesia al antiguo sábado de los judios, en honor de la Resur
reccion. Uno de los primeros cuidados de Constantino fue prohibir á los tri
bunales administrar justicia el dia del sol (domingo), y al pueblo de las al
deas y á los artesanos entregarse á sus trabajos ordinarios, exceptuando
solo á los agricultores por la urgencia que podia tener el cultivo del campo.
(Cod. de feriis 3.) Teodosio permitió emancipar y manumitir el domingo;
pero mandó cesar en los demás asuntos y en las contestaciones judiciales
en dichos dias, asi como en los siete que seguían y precedian á Pascuas,
Natividad y Epifania. (Cod. 1. 2.) En igual sentido se dió una constitucion
de Valentiniano, Teodosio y Arcadio (Cod. I. 7), prohibicion que se renovó
por los emperadores Leon y Antonino (Cod. 1. 11.) Tambien prohibieronlas
leyes romanas citar á juicio en tiempo de vendimia y de siega, excepto en
los casos de urgencia ó peligro, y para el nombramiento de tutores ó cura
dores. De aquí la célebre distincion de los dias en fastos y nefastos, forma-
dos de las palabras fas, ser permitido, y de esta y de la partícula non, no
ser permitido, segun que se aplicaba á los dias en que se podia ó no adminis
trar justicia. .. . -
.1164. Respecto de nuestro derecho, son infinitas las disposiciones da
das desde los tiempos mas remotos de la monarquía hasta el presente para
determinar los dias feriados por causa de acontecimientos políticos impor
tantes, ó estableciendo diversas épocas de vacaciones para los tribunales.
Véase lo expuesto en tos números 178, 215 y 218 dela Introduccion deesla
obra. Véase tambien las leyes 10, tít. l.°, lib, 1.° del Fuero Juzgo, las 32
á las 38, tít. 2, Part. 3, 209 y 210 del Estilo, única, tít. 5, lib. 2 del Fuero
Real, 7 y 8, tít. l.°, lib. l.° y 6 con sus notas, tít. 2, lib. 4 de la Nov.
Recop.; las reales órdenes de 2 de febrero de 1826, 15 de octubre de 1832,
25 de setiembre de 1841 y 10 de mayo de 1842, y los reales decretos de
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 321
29 de agosto de 1843, de 9 de mayo de 1851 y de 9 de setiembre de 1854.
1165. A todos estos dias se da la denominacion comun de feriados , no
obstante que algunos autores califiquen con la de festivos á las fiestas reli
giosas, pues que la ley 35, tít. 2, Part, 3, los llama expresamente feriados,
y asi lo persuade la etimología de esta palabra que proviene de los sacrifi
cios que se hacían antiguamente en los dias festivos ó en que vacaban los
tribunales: a feriendis hostis vel viclimis , dice Schmier , eo quod hosíis Mis
diebus et victimas inmolare consueverat.
1166. Sin embargo, los dias feriados reciben denominaciones especiales
segun su distinto origen ú objeto. Así, pues, distínguense primeramente en
sagrados y profanos: los primeros se dicen los consagrados al culto y vene
racion que se debe á Dios , con obligacion de oir misa y cesar en todo tra
bajo servil ; tales son lo* domingos y fiestas enteras religiosas . como dice
el art. 9 de la ley de Enjuiciamiento, habiéndose derogado las disposiciones
anteriores que habian comprendido en estos dias los en que solo habia obli
gacion de oir misa. Mas en dichas fiestas enteras religiosas se hallan com
prendidos desde el miércoles santo al marles de Pascua, segun declaraba el
real decreto de 1.° de mayo de 1852. Estos dias los establece la autoridad
eclesiástica y constan en el calendario ofiíial: V. la ley 8, tít. l.° lib. 1 de
la Nov. Recop.
1167. Llamamos profanos los dias que declara feriados por algun motivo
político ó civil la autoridad secular ó temporal: V. las leyes 32, tít. 4, Par
tida 3 y la 56 , tít. 2, Part. 3. Estos se subdividen en ordinarios, que son
los determinados préviamente para cada año en conmemoracion de algun
acontecimiento notable nacional, como el de alguna victoria, etc., y en
extraordinarios ó repentinos, que son los que se designan al ocurrir algun
suceso importante, como el nacimiento de un príncipe, etc.
1 168. Anteriormente se distinguían tambien los dias feriados en rústicos,
que eran los que se referían á las épocas de recoleccion y vendimia; ley 33,
tít. 2, Part. 3; pero estos han dejado de guardarse aun en los negocios ci
viles, por interesar así á la pronta administracion de justicia. Por último,
llámanse dias feriados de vacaciones los en que está mandado que vaquen
los tribunales, y tales son, desde 1.° de julio al 31 de agosto para las salas
ordinarias del Tribunal Supremo de Justicia, del especial de Ordenes, y de
la Audiencia de Madrid, y desde el 15 del mismo mes.de julio hasta el últi
mo dia de agosto en cuunto á los demás tribunales, mas no respecto de los
juzgados de primera instancia, cuyas facultades están expeditas durante esta
época como en el resto del año, segun el artículo 9 de la real órden de 10
de mayo de 1852, derogatoria de disposiciones anteriores que extendian
aquellas vacaciones á dichos juzgados.
1169. Distínguense tambien los dias feriados en generales y particulares
segun que se hallan determinados por ley ó disposicion ó costumbre legal
para todo el reino ó para provincias ó pueblos determinados. En este último
caso, deben sujetarse los litigantes á los dias que se consideran feriados en
el lugar del juicio, aunque no se tengan por tales en el de su domicilio, por-
TOMO II. 41
322 LIBRO SEGUNDO. • .!
que el orden del juicio debe regirse por la ley del lugar en que este se celebra.
1170. Respecto de las horas hábiles en que pueden practicarse las ac
tuaciones judiciales, para saber cuáles son las que median desde la salida
hasta la puesta del sol, que son los que declara tales el art. 10 de la ley de
Enjuiciamiento, debe atenderse á las observaciones astronónicasque constan
en los almanaques y periódicos oficiales del gobierno en la provincia del lu.
gar del juicio, por lo que no podrá dar nunca ocasion á dudas la circuns
tancia accidental ó local de hallarse ó no nublada la atmósfera, como obser
va equivocadamente un expositor de la ley.
1171 . Las actuaciones judiciales que prohibe la ley practicar en los dias
y horas inhábiles, son todos los actos, procedimientos y diligencias que
constituyen el juicio ; aunque consistan en la presentacion de la demanda ó
de algun documento, ó en cualquier acto que no se ejecute por autoridad
del juez, pues además de que !a palabra judicial no debe entenderse como
refiriéndose solamente al juez , sino tambien á lo que constituye el juioio,
los documentos expresados se presentan al juez como tal para que en virtud
de ellos constituya ó determine el procedimiento. Esta doctrina sentada por
Schmier, al rebatir la opinion de los que dudan sobre si tales actos pueden
practicarse en dias feriados, se halla ratificada por nuestras leyes, puesto
que las 34 y 37, tít, 2, Part. 3, prohiben expresamente presentar deman
das en dias feriados. Así , pues , la presentacion ó práctica de dichos actos
en los dias referidos seria nula, y tendría que volver á verificarse en los
dias y horas hábiles. Pero adviértase que esta prohibicion y penalidad sola
mente se refiere al acto ó diligencia que constituye el juicio, á la circuns
tancia exterior, digámoslo así, del acto, no á la intrínseca ó que constituye
su naturaleza, con independencia de la actuacion pública: así, pues, aunque
se alegue y pruebe en juicio que un abogado redactó un escrito ó un escri
bano una notificacion , etc. , en dia ú hora inhábil, no se invalidará aque|
acto si no se presentó dicho escrito al juez ó no se comunicó á la parte la
notificacion; para su nulidad es necesario que el acto efectuado adquiera el
carácter de una actuacion judicial, y esto solo se verifica cuando forma parte
de los procedimientos.
En cuanto á los actos de jurisdiccion voluntaria son hábiles para sus ac
tuaciones todos los dias y horas sin excepcion , segun declara la regla 2.a
del art. 1208 de la ley, por versar generalmente sobre negocios urgentes y
no suponer el trabajo agitacion y animosidades de los negocios contenciosos.
Mas la prohibicion dé practicarse en dias y horas inhábiles las ac
tuaciones de este género de controversias , no se refiere á todas ellas , ni
á toda clase de dias feriados. La necesidad de que no se paralice absoluta
mente la administracion de justicia respecto de ciertos negocios que por su
urgencia reclaman una pronta decision, si no se han de ocasionar á las partes
perjuicios considerables, ha persuadido á formar en el tiempo que compren
den las ferias por vacaciones una sala extraordinaria , tanto en el Tribunal
Supremo como en las audiencias, y á habilitar los domingos y dias de fies
tas enteras religiosas ó civiles para conocer de los mismos. Los negocios
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 323
sobre materia civil de que pueden conocer dichas salas durante las vacacio
nes son, en el Tribunal Supremo: las cuestiones sobre competencia dejuris -
diccion, y las demás que por su propia índole y naturaleza tengan el carác
ter de urgentes y cuyo curso no pueda suspenderse sin grave perjuicio de
las partes y del servicio público. J en las audiencias, los negocios urgentes
del tribunal pleno, los recursos y juicios sumarísimos, civiles de alimentos,
restitucion de despojo, depósitos, denegacion de justicia ó prueba, embar
gos provisionales y cualquiera otro para cuyo despacho es de derecho habi
litar los días feriados: real decreto de 10 de majo de 1851 y real orden de
l.°de mayo de 1852.
Sin embargo, no podrán conocer las expresadas salas extraordinarias de
estos negocios en los dias de fiestas enteras religiosas ó civiles que ocurran
en las vacaciones sin prévia habilitacion del juez. • . -
1172. El juezlpuede habilitar pues, los dias y las horas inhábiles, esto
es, los domingos y fiestas enteras religiosas ó civiles y las horas anteriores
ó posteriores á la salida y puesta del sol, ya ocurran respecto de la época de
vacaciones, ya en todo el transcurso del año, cuando hubiere causa urgente
que lo exija: art. 11 de la ley de Enjuiciamiento.
Acerca de las causas que deben considerarse urgenntes para este efecto
nada determina la nueva ley de Enjuiciamiento, por lo que deberá estarse
á las expresadas en el decreto de 1851 y real orden de 1852, de que pueden
conocer las salas extraordinarias en tiempo de vacaciones, y á las que de
signan las disposiciones legales anteriores.,
La ley 5o, tít. 2, Part, 3, declaraba poderse practicar en dias feriados:
1.° las actuaciones relativas al nombramiento, remocion y escusas de los
tutores y caradores; 2.° los pleitos por alimentos que se deben por equidad
natural ú oficio de piedad; 3.° la demanda de la viuda que quedó en cinta
de su marido para que la pongan en posesion de parte de bienes por razon
de póstumo; 4.° la prueba que interesa á alguno sobre ser mayor ó menor
de edad; o.° la exhibicion ó apertura de algun testamento, cuando la pida
quien tenga derecho para ello; 6.° el nombramiento á solicitud de los acree
dores de depositario de los bienes que quedaron abandonados por muerte de
su dueño el deudor.-
El Reglamento provisional en su art. 32, declaró urgeutisimas las actua
ciones que tienen por objeto prevenir un inventario, interponer un retracto
y otras de igual naturaleza.
El art. 30 de la ley de Enj uiciamiento mercantil declaro ser causa urgente
para habilitar los dias feriados el riesgo manifiesto de quedar ilusoria una
providencia judicial, ó de malograrse una diligencia importante para acre
ditar el derecho de las partes por diferírsela actuacion al dia no feriado.
A los casos y regla expuestos pueden agregarse otros contenidos en el
derecho romano, y los expresados por los autores, á saber: las actuaciones
que de no practicarse inmediatamente experimentarían las partes perjuicios
graves ó irreparables, como si terminara en aquel dia el derecho de ejerci
tar la accion: ley ne quis, 1 y 2 Dig. de tempore judicii; ó "se temiese la
324 LIBRO SEGUNDO.
fuga del deudor: ley provinciarum, 10 Cod. tít. cit. y aun. Paz Jordan, Sa-
bello y Reinfestuel opinan, que debe conocerse en tales dias de los pleitos
de las personas miserables y rústicas que no pueden acudir á juicio en otros
que los festivos.
1173. La habilitacion de los dias feriados debe pedirse por las partes
interesadas, en escrito que exprese la causa por qué se pide, y el juez con
cederá la habilitacion si entendiese que dicha causa es urgente y legal, mas
no, si creyera que no lo es, pues como declara perfectamente el art. 31 de
la ley de Enjuiciamiento mercantil cuya doctrina creemos aplicable al enjui
ciamiento civil, por solo el contentamiento de los litigantes, sin mediar causa
legal, no puede concederse la habilitacion de los dias feriados.
Y en efecto respecto de las ferias sagradas ó de fiesta entera religiosa,
prescribe terminantemente la ley 64, tít. 2., Part. 3, formada de la ley
omnes dies, 7 Cod. de feriis, y de la ley si feriatis, Dig. del mismo título,
que no puedan renunciar á ellas las partes; é si alguna cosa fuesse deman
dada ó librada, dice, en tales dias, non seria valedero lo que ficiesen, ma
guer fuere fecho con placer de amas partes, por lo que será nulo todo lo
actuado en tales dias, á pesar de la renuncia de aquellas. La razon consiste
en que estas ferias comprenden un precepto religioso que no puede dejar de
observarse sino es por acuerdo de la potestad eclesiástica y secular, en vir
tud de causa justa que toca apreciar al juez. En cuanto á las ferias profanas,
tampoco parece que puedan renunciarse por solo las partes, por deberse
considerar como de orden póblico. No obsta contra esta doctrina el dispo
ner la ley 28, tít. 2, Part. 3, que pudiera conocerse de las actuaciones ju
diciales en las épocas de siega vendimia aviniéndose el demandador y el
demandado, pues que estas ferias se hallaban establecidas atendiendo á la
comodidad é inierés de los labradores, para que no se estorbasen en sus fae
nas, y como de interés personal podian renunciarse; y aun en tales casos re
quería la ley citada que el juez de su voluntad quisiere oir á las partes.
Tampoco se opone á esta doctrina la disposicion del art. 24 de la ley de En
juiciamiento, sobre que la notificacion practicada ilegalmente surta sus efec
tos si la persona notificada se hubiera manifestado sabedora en juicio de la
providencia, por no haber paridad entre este caso y el de que tratamos
puesto que las formalidades de las notificaciones en lo civil se han estable
cido por el solo interés de la parte notificada, y que en su consecuencia,
puede esta renunciar á ellas.
1174. En cuanto al modo de sustanciarse la cuestion de nulidad, véase
lo que decimos sóbre las nulidades, al tratar de la apelacion y del recurso de
casacion. • '
SECCION X.
DE LAS DILACIONES Ó TERMINOS DE LAS ACTUACIONES.
1175. Por dilacion, término de las actuaciones ó plazos, como dice la
ley 1, tít. 15, Part. 3, se entiende el espacio de tiempo que se concede á
los litigantes para evacuar algun acto judicial.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMONES A LOS JUICIOS. 325
Su objeto es que las partes tengan tiempo suficiente para alegar y justi
ficar su derecho ó reflexionar si les conviene promover algun recurso o prac
ticar alguna actuacion ó diligencia.
Acerca de los abusos que se advertían sobre esta materia en nuestra le
gislacion anterior, y delas reformas introducidas por la nueva ley, pueden
verse los números 279 y siguientes de la Introduccion de esta obra¿ '
Los términos de las actuaciones se distinguen principalmente en legales,
judiciales y convencionales. Término legal se dice el concedido por la ley
sin ministerio del juez ni de los litigantes, esto es, aquel que no es acortado
ni prorogado por el juez y los litigantes; judicial se dice el que concede el
juez por disposicion ó con permiso de la ley, y convencional el que se con
ceden mutuamente las partes. V. las leyes 7, tít. 2, Part. 3, y 1 y 2, títu
lo 10, lib. 1 i de la Nov. Recop.
El legal se distingue tambien en ordinario, que es el concedido para ca
sos comunes, como el término de prueba para dentro de la peninsula (V. el
art. 26á de la ley), y en extraordinario, que es el concedido para casos es
peciales, como el término de prueba ultramarino ó para fuera de la penin
sula: V. el art. 263. •:..-.•(• . :
Asimismo se distingue en prorogable , que es el que puede extender el
juez por mas dias de los que demarca la ley, y en im prorogable, que es el
que no admite esta extension; y á este se calificajtambien de fatal en cuan
to no puede prorogarse, suspenderse ni abrirse despues de cumplido por mo
tivo alguno. Por último, se dice perentorio el que se concede últimamente y
con denegacion de otro, de suerte que en su principio se refiere á los proro
gables porque representa el último término de la próroga, y en su fin se re
fiere á los improrogables porque no puede ya extenderse. • - '.
1176. Serán prorogables, segun dice la nueva ley de Enjuiciamiento en
su art. 17, los términos cuya próroga no esté expresamente pwhibida, de
suerte que no es necesario que la ley permita la próroga: en su consecuen
cia, serán prorogables todos los que la ley no declara improrogables y que
mas adelante expondremos. Acerca de las razones en que se funda el esta
blecimiento y conservacion de estos términos, puede verse lo que hemos di
cho en el núm. 284 de la Introduccion á esta obra.
1177. Masía próroga no puede concederse por solo el capricho de al
guno de los litigantes, porque de esta suerte se daría lugar á abusos de
trascendencia, puesto que el litigante malicioso podria dilatar el litigio in
fundadamente y causar perjuicios considerables á su contrario.
Por esto la nueva ley de Enjuiciamiento previene que para otorgar la
próroga, es necesario. l.° Que se pida antes de vencer el término asignado
por la ley, ó por el juez, ya señalase este el total demarcado por la ley, ya
una parte de él en los casos en que puede hacerlo, como el del término de
prueba. No podrá pedirse pues, la prbroga terminado este, como se practi
caba anteriormente, porque no se puede prorogar lo que no existe, y por
la conveniencia de evitar abusos y dilaciones inútiles ó perjudiciales. 2.° Asi
mismo previene la ley, conforme con las disposiciones anteriores y en espe
326 LIBRO SEGUNDO.
cial coa la de la regla 2.a del art. 48 del Reglamento provisional sobre que
no pudiera conceder el juez la próroga sino por causa justa y verdadera que
se expusiere, que se alegue justa causa a juicio del juez. La ley de Enjuicia
miento mercantil es mas expresiva sobre este punto , pues que dispone en
su art. 70, que la próroga podrá concederse mediando justa causa que sea
notoria ó se pruebe en el acto de pedirla : aunque la nueva ley no expresa
que se pruebe la causa, convendrá que se alegue cuanto fuere fácil y sir
viera para bacer ver la justicia de la misma- Podrá considerarse por justa
causa para la próroga, la que designa el art. 272 de la ley para la sus
pension del término probatorio, á saber: la imposibilidad de ejecutar la
prueba propuesta por algun obstáculo cuya remocion no .haya estado al al
cance del que la pidiere. Sobre la apreciacion que haga de dicha causa
el juez, y en su consecuencia contra el auto en que conceda ó deniegue
la próroga, no se da recurso alguno para evitar dilaciones y entorpeci
mientos.
1178. E*ta disposicion se refiere en general á los términos ordinarios,
mas no á los extraordinarios, como el ultramarino de prueba, para otorgar
el cual se requieren mas requisitos, segun diremos al exponer los trámites
del juicio ordinario. :• ; ' r- ,
1179. De la disposicion enunciada, y de los artículos 257, 26o y 267,
se deduce claramente, que el juez no puede conceder de oficio próroga de
término alguno, aunque sea de los ordinarios, como p odia efectuar anterior
mente. ,
1180. La próroga ó prórogas que se concedan en ningun caso podrán
exceder de los dias señalados por regla general para el íérmiuo que se pro-
rogue (art. 28); esto es, el término total ú ordinario que señala la ley,
como dice el art. 70 de la de Enjuiciamiento mercantil; pues daria lugar á
abusos perjudiciales, y aparecería extraño ademas, que el juez pudiera por
medio de prórogas conceder mayor término que el legal. Dicha disposicion
comprende, ya el caso de que señale de una vez el juez todo el término que
expresa la ley, ya una sola parte del mismo en una ó varias prórogas, pues
la ley civil no limita la facultad del juez á conceder una sola próroga como
hacia la ley mercantil. .. •
1181. Trascurridos los términos prorogables, sin haberse solicitado pró
roga, ó las prórogas otorgadas en tiempo hábil , á instaccia de parte, se re
cogerán los autos, con contestacion ó sin ella, al primer apremio, que debe
rá expedir el juez á peticion del litigante interesado y no de oficio, á costa
del apremiado, conforme con las reglas sentadas al tratar de las costas, pues
to que este fue quien dió motivo á ellas, y seguirá adelante la suslaneiacion
de dichos autos segun su estado: art. 29. Esta disposicion, conforme en par.
te con la del art. 48 del Reglamento provisional , tiene por objeto evitar las
numerosas dilaciones á que daba lugar la práctica antigua, segun la cual se
dictaba providencia especial para despachar el apremio, concediéndose des
pues nuevas prórogas y apremios consiguientes. ...
1182. El apremio, palabra tomada del verho latino, premere, oprimir,
I
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 327
apretar, tiene por objeto compeler ú obligar al litigante á practicar algun
acto. Así pues, tiene lugar respecto de aquellos actos personales , cuya
realizacion no puede omitirse, y que el litigante tiene tal obligacion de eje
cutar, que no puede suplirse por declaracion ó presuncion legal: tal es por
ejemplo, el de que mande el juez la entrega de alguna cosa que está obli
gado á devolver y no lo verifique, ó que mande practicar alguna diligencia
judicial que exige su presencia y no se presta á ello, y para citar el caso á
que se refiere el art. 29 de la ley, el de que disponga el juez la devolucion
de los autos que retiene el litigante indebidamente por haber transcurrido
el término legal para ello.
Asi pues, si bien el apremio es aplicable generalmente á los casos en
que se conceden términos prorogables, como indica el art. 29, lo es tam
bien á algunos en que se conceden términos improrogables; y asimismo,
no siempre basta el apremio en los primeros, sino que debe acusarse tam
bien la rebeldia, no obstante que el art. 32 haga aplicable esta á solo los
casos en que se conceden términos improrogables. Asi se deduce lógicamen
te con solo atender á la naturaleza y objeto de la rebeldia. Y en efecto, sien*
do esta la inobediencia al mandato del juez legitimo que llama á alguno á
juicio, ó la omision ó tardanza en responder ó comparecer en juicio el actor
ó reo en el término de la citacion ó llamamiento hecho por el juez, se re
fiere á actos que aunque el litigante tiene obligacion de practicar, pueden
suplirse por declaracion ó presuncion legal . Así, por ejemplo, declara la ley
que cuando el demandado emplazado para comparecer á juicio, dejare
pasar el término del emplazamiento, sin haber comparecido, acusada una
rebeldia, se dé por contestada la demanda (art. 232); y asimismo, que
cuando, habiendo comparecido en juicio y tomado los autos, dejare pasar
el término para contestar, acusada una rebeldia, se recogerán de oficio los
autos y se declarará la demanda contestada (art. 252). En estos dos casos ha
lugar á acusar la rebeldía respecto de la no comparecencia en juicio y de la
falta de contestacion á la demanda, porque aunque el demandado está obli
gado á comparecer y contestar , la inobediencia respecto de estos actos se
suple por la ley, declarando por contestada la demanda y siguiéndose el
juicio como si asi se hubiera efectuado. La inobediencia del'demandado solo
á él origina perjuicios, mas no al demandante, puesto que no sirve de obstá
culo para que se le declare su derecho. Procede pues la acusacion de rebel
dia, para hacer constar que es inobediente; mas no procede el apremio,
esto es, no se le obliga á que obedezca, por no ser absolutamente necesario,
puesto que los actos que dejan de ejecutarse se suplen por la ley cumplida
mente dándolos por efectuados.
Mas en el segundo caso, ademas de acusarse la rebeldia, procede el apre
mio para obligar al demandado , no ya á contestar, sino á devolver los au
tos. Esta devolucion en tal caso, lo mismo que en los demás en que los re
tiene indebidamente, es absolutamente necesaria para que continúe el juicio,
pues que la ley no puede suponer su devolucion , y de aquí la necesidad de
obligar á ella por medio del apremio.
528 LIBRO SEGUNDO.' -' "•
1183. Hemos citado de propósito como ejemplo de la doctrina expues
ta, el caso de que él demandado no conteste á la demanda, como uno de los
en que ha lugar á acusar la rebeldia, por haber intérpretes que declaran do
proceder la acusacion de rebeldia. En tal caso, se lee en la Enciclopedia de
Derecho y Administracion, artículo Apremio para la devolucion de autos,
no se da esta acusacion, porque el demandado ha venido al llamamiento
del juez y no debe ser considerado como rebelde y contumaz quien le
obedece y respeta. Mas esta doctrina no es legal y la razon que se alega
no es exacta. No es legal dicha doctrina, puesto que tanto la nueva ley
de Enjuiciamiento, en el art. 252 citado, como las anteriores, sanciona la
doctrina contraria. Asi, la ley 1, tít. 6, lib. 11 de la Nov. Recop., dispone,
que si no contestase el demandando á la demanda, sea habido por confeso
por su rebeldia; la regla 2.a del artículo 48 del Reglamento provisional
previene, que pasado el término para contestar la demanda, basta que se le
acuse (al demandado) una sola rebeldia: el Reglamento del Consejo Real,
en su art. 101, declara que se sentencia el proceso en rebeldía.,.. 2.°, si el
demandado no contesta á la demanda en el término señalado, y la ley de
Enjuiciamiento mercantil dispone en su art. 115, que transcurrido el térmi
no del emplazamiento sin haber hecho oposicion á la demanda, con solo una
rebeldia se dará por contestada. Véase tambien la ley 8, tít. 7, Part. 3,
la 31, tít. 1, lib. 2 del Fuero Juzgo, y la 1, tít. o, lib. 2, del Fuero Real,
entre otras. . >,
No es exacta tampoco la razon que se alega, porque no basta que el de
mandado haya comparecido á juicio , para que no se le considere como re
balde; asimismo no basta que haya interpuesto la demanda el actor, es ne
cesario además que aquel la conteste, pues sin contestacion do podria se
guirse el juicio y obtener el actor la declaracion de sus derechos y por eso
la suple la ley; y es tambien preciso que el actor siga su accion, cuando el
demandado le insta á ello. Asi se deduce de las leyes, entre otras, 8 tít. 7,
Parí. 3, que impone penas á los demandantes que no vinieren á juicio ó no
enviaren, como deben, al plazo marcado, y la 6, tít. 1, lib. 11 de la Noví
sima Recopilacion, que dispone que si alguno por virtud de nuestra carta
emplazase á otro y el emplazado pareciere en tiempo debido y prosiguiese
el emplazamiento, y no pareciese el emplazador ó su promovedor, que sea
condenado en todas las costas y perjuicios que huhiere causado al emplaza
do. Tal es tambien la doctrina de Febrero, Tapia, Gutierrez, Escriche y otros
autores..) -• •«-•:-,:,:. ,- - • |.- : • '.. •! «" - '' ,-
Scbmier, al justificarla, expone el fundamento de la acusacion de rebel
dia. No se alegue, dice, que el actor no puede ser declarado contumaz por
no seguir el juicio, porque no se le prohibe desistir de él, pues que faltó
fanto al juez como al demandado, por haber citado al uno y haber hecho al
Juez hacer la citacion. Ni ja facultad de desistir de la demanda entablada
debe entenderse sino en el caso de que no interese al demandado continuar
el pleito, mas no en el de que le importe su continuacion y que oidas las
alegaciones de ambas partes, se declare la falta de derecho de aquel y se le
DE LOS TRAMITKS Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 329
prohiba proponer aquella accion en lo sucesivo, y aunque se le condene en
costas, si fuere litigante temerario. Igualmente falta, dice tambien el mismo
autor, el que no comparece en juicio, que quien compareciendo no contesta
ó se separa de él indebidamente.
De esta doctrina se deduce el fundamento de la que llevamos expuesta
sobre el modo como se procede segun la diversidad de casos ; á saber , que
bá lugar á la rebeldia cuando , aunque el acto que se deja de practicar es
obligatorio, puede suplirse y lo suple la declaracion de la ley ; que há lugar
al apremio, cuando dicho acto tiene que practicarse necesariamente , sin que
se supla por declaracion de la ley. Cuando los litigantes dejan de practicar
actos referentes tan solo á derechos individuales y cuya inejecuciou no pue
de perjudicar á la parte contraria, no há lugar á la acusacion de la rebeldia
ni al apremio, pues que cada uno puede renunciar el derecho constituido
en solo su favor.
1184. El apremio se verifica, disponiendo el juez, en virtud del escrito
en que se solicita y si viere que ha concluido el término concedido para re
tener los autos, se recojan estos, para lo cual despacha mandamiento de
apremio, que debe entregarse á un alguacil, quien requiere al que los tu
viere para que los entregue , y si no lo efectúa, los recogerá él mismo. Si
aquel se resistiere , dará el alguacil cuenta al juez para que dicte las medi
das correctivas que correspondan en su caso, como la multa correccional, la
de poner alguacil de vissa, etc.
1185. Son improrogables, segun el art. 30 de la ley, los términos seña
lados : 1.° Para comparecer enjuicio, pues que siendo este un acto que no
necesita preparacion alguna ni aun meditacion , pues que el citado á juicio
está obligado á comparecer en él , no hay motivo para prorogar el término
designado, segun digimos en el núm. 284 de la Introduccion de esta obra.
Igual razon milita respecto de los casos comprendidos en los números 6 y
10 de este artículo. 2.° Para proponer excepciones dilatorias, por la rapi
dez del procedimiento que requiere la naturaleza especial de este género de
contestaciones. 3.° Para pedir reposicion de las providencias interlocutorias
de los juzgados de primera instancia, pues para ello no se necesita practicar
diligencia alguna material como la busca de documentos ó títulos, que pue
da quedar sin efecto por falta de tiempo, sino que solo hay que reflexionar
sobre la utilidad ó perjuicios que puede ocasionar el interponer ó no el re
curso; por tanto, basta para ello conceder el término necesario para que se
elaboren y sucedan en nuestro entendimiento con sosiego y templanza las
operaciones del discurso , y es conveniente fijarlo improrogable ó del que
no pueda pasarse, para evitar vacilaciones que serian perjudiciales aun al
mismo interesado, segun expusimos en el núm. 284 citado. JEn iguales
razones se funda la ley para establecer términos improrogables en los casos
que marcan los números 4 , 5, 7, 8 y 9 , por ser de la misma naturaleza
que el del número segundo. 4.a Para pedir aclaracion de alguna sentencia
ó que se supla la omision que en ella se hubiere cometido. 5.° Para apelar.
6.° Para presentarse ante los tribunales superiores en virtud de emplaza-
rom ii. 42
330 LIBRO SEGUNDO.
miento hecho á consecuencia de haberse admitido una apelacion y remití-
dose los autos. 1.° Para suplicar de las providencias interloculorias de los
tribunales superiores. 8.° Para interponer recurso de casacion. 9.° Pora
apelar de la providencia denegatoria del recurso de casacion. 10 Para pre
sentarse en el Tribunal Supremo á consecuencia de haberse admitido recurso
de casacion ó apelacion de providencia denegatoria de él y remitídose los
autos. 11 Cualesquiera otros respecto de los cuales haya prevencion expresa
y terminante de que pasados no se admitan en juicio la accion, excepcion,
recurso ó derecho para que estuvieren concedidos ; tales son , por ejemplo,
el de cuatro dias señalado para tachar á los testigos en el juicio ordinario,
pues que el art. 319 declara que transcurridos, no podrá admitirse ninguna
solicitud sobre tachas ; el de tres dias para proponer la prueba contra los
hechos propuestos en la demanda ó reconvencion de los pleitos de menor
cuantía , pues que el art. 1145 previene, que pasado dicho término, no se
podrá proponer prueba ni adicionar la propuesta , y otros varios. Con mu
cha mayor razon son improrogables los demás que la ley declara tales en
sus demás disposiciones , no obstante no hallarse comprendidos en las del
art. 30; tales como el de ocho dias para recibir á prueba el artículo en que
se proponga excepcion dilatoria en el juicio ordinario , pues que el art. 242
los declara expresamente improrogables , y el de tres dias del traslado al
contrario de la pretension sobre término extraordinario de prueba, pues que
el art. 267 lo declara terminantemente improrogable, y otros varios. Mas
solo cuando la ley declare expresamente improrogable un término, ó cuando
prevenga expresa y terminantemente que pasado no se admite en juicio la
accion, excepcion , recurso ó derecho para que estuviere concedido , podrá
el juez considerar el término improrogable, sin que baste que existan entre
el caso á que se refieren los que la ley declaran tales y entre otro que no lo
es, razones de semejanza ó analogía, ni las demás reglas generales de in
terpretacion para declarar este improrogable.
1186. Debe advertirle sin embargo , en cuanto al término ordinario de
prueba, que aunque la ley no hace respecto del mismo ninguna de las de
claraciones expresadas, como el art. 2b2 declara que no podrá exceder de
sesenta dias, y que el juez solo podrá otorgar próroga dentro de los mismos
parece haber lugar á deducir lógicamente que por estas disposiciones se de
clara improrogable dicho término , y con mas razon podrá considerarse de
esta clase cuando por haber de practicarse la prueba fuera de la Península,
y de las islas adyacentes ó de las posesiones españolas de Africa , pueda pe
dirse el término extraordinario de prueba , pues habiendo este recurso co
mun y autorizado expresamente por la ley , nunca podría recurrirse al de
la próroga sobre el término legal.
1187. Respecto del término extraordinario de prueba, no estando de
clarado terminantemente improrogable ni conteniendo la ley disposicion ex
presa sobre que no pueda exceder del que la misma designa , cree algua
intérprete que hay fundamento legal para deducir que es prorogable con
sujecion á las reglas contenidas en los artículos 27 y 28. Sin embargo los
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 331
demás intérpretes guardan silencio sobre este punto, por lo que parece que
se inclinan á la negativa, tal vez por considerar que entendiéndose impro-
rogable el término ordinario ó mas breve, no parece consecuente entender
prorogable el extraordinario y mas extenso; que la ley al tratar de este tér
mino parece referirse á las declaraciones hechas respecto del ordinario, co
mo lo prueba el no decir tampoco que pueda concederlo el juez en menor
extension que la marcada en la ley, como hace respecto del ordinario, y
que la misma parece igualar estos dos términos en cuanto á los efectos de
la próroga, puesto que los iguala en cuanto á la suspension, segun mas
adelante expondremos, la cual por otra parte, supliendo la falta de próroga;
viene á hacer esta innecesaria.
1188. Los términos improrogables nú pueden suspenderse, ni abrirse
despues de cumplidos por via de restitucion ni por otro motivo alguno: artí
culo 31. Esta disposicion, conforme en su totalidad con el art. 73 de la ley
de Enjuiciamiento mercantil, es como una consecuencia de las del art. 30,
y tiene por objeto evitar que se hagan estas ilusorias, extendiendo los tér
minos improrogables por otros motivos que el de la próroga. La suspension
delos términos improrogables era un arbitrio ó medio abusivo introducido
por la práctica amparada á la sombra de las leyes que autorizaban la sus
pension en casos especiales. Y en efecto, como durante la suspension de
término no se consideraba correr este legalmente, ó computarse en él los
dias que transcurrían, pudiendo las partes practicar las diligencias necesa
rias para la prueba, aunque no pudieran durante aquella producirlas enjui
cio, venia á causar los mismos efectos que la próroga, ocasionando dilaciones
perjudiciales ó indebidas. Faltaba pues una disposicion terminante que des
terrara semejante práctica en la jurisdiccion civil como la habia respecto de
la mercantil, y esto es lo que ha efectuado la nueva ley de Enjuiciamiento.
1189. Sin embargo, esta disposicion es general , y en su consecuencia
no comprende los casos especiales en que la ley la permine; tal es el de que
haya justa causa para suspender el término ordinario ó extraordinario de
prueba: art. 271. El Reglamento provisional facultaba tambien á los jueces
para dicha suspension: la Instruccion de 30 de setiembre de 1853 habia
prohibido suspender el término probatorio, cualquiera que fuese la causa
alegada para ello, mas la nueva ley ha venido á restablecer la disposicion
del Reglamento. La suspension de dichos términos se refiere á los marcados
por la ley, no al que concede el juez en menor exten sion dentro de este,
segun le faculta el art. 262, pues no seria lógico ni filosófico que existiendo
el remedio comun y ordinario de conceder todo el término legal, como debe
hacer el juez, si fuere necesario, se recurriese al remedio extraordinario de
la suspension.
1190. Esta se efectúa, bien á solicitud de parte, presentada antes de
espirar el término, cuando por justa causa no pudo practicar la prueba,
bien por ocurrir algun incidente que oponga obstáculo al seguimiento de la
demanda principal, segun dispone el art. 339 de la ley. Véase lo que expo.
nemo? al tratar de la prueba en el juicio ordinario.
332 LIBRO SEGUNDO.
1191. En cuanto á la disposicion del artículo 31 , sobre que no puedan
abrirse los términos improrogables despues de cumplidos, por vía de resti
tucion, discordan los intérpretes acerca de si por ella deben entenderse de
rogadas nuestras anteriores disposiciones que concedian á los menores de
23 años ó á los que gozan el privilegio de tales, como el fisco, las iglesias,
concejos, universidades, hospitales y demás corporaciones piadosas y líci
tas, la restitucion del término ordinario ó para alegar y probar nueva ex
cepcion cuando por haber dejado de practicarse experimentaron daño por
su inexperiencia ó por culpa ó malicia de sus tutores, defensores y aboga
dos; leyes 1, 2 y 3, tít. 13, lib. 2, Nov. Recop., y 8, tít. 19, Part. 6. Mas
antes de hacernos cargo de las razones que se alegan en pró y en contra,
creemos oportuno exponer los requisitos necesarios para gozar de la resti
tucion y los efectos que esta producia, con el objeto de que puedan apre
ciarse mejor aquellas razones.
Para obtener dichas personas este beneficio, era necesario acreditar que
habian tenido la calidad de menores durante el término probatorio ó la
mayor parte de él, de suerte que en el restante no les hubiera sido posi
ble practicar la prueba: de lo contrario no podian pedir la restitucion por
haber cesado la causa que la motiva ba. Si falleciese el menor durante dicho
término, antes de cumplir los 25 años, podia su heredero, aunque fuese
mayor, gozar de la restitucion , por transferirse este derecho con la heren
cia del menor á sus sucecores, mas si el litigante mayor moria durante el
término probatorio cuando todavía podia hacer su prueba, y le sucedía un
menor, gozaba este del beneficio de la restitucion, por lo que se omitió
probar, pues hizo suyo el término de prueba y el daño que experimentó
por su omision le provino siendo menor; mas si el mayor murió finalizado
el tiempo para la prueba, ó en que ya no podía probar, no gozaba el he
redero menor del beneficio de restitucion, porque el daño que le resultaba
de la omision de la prueba, no le provenia de su inexperiencia ó menor
edad, puesto que habia tenido lugar cuando seguía el pleito el mayor.
V. la ley 3, tít. 13, lib. 11, Novísima Recopilacion, y 8, tít. 19, Part. 6, y
las Instituciones prácticas del conde de la Cañada, parte 1.a, capítulo 9,
§.65 y 66.
Para obtenerse la restitucion debia pedirse luego que espirase el término
ordinario, ó lo mas tarde dentro del término de 15 dias, contados desde la
notificacion de la publicacion de probanzas, lo que establecieron los Reyes
Católicos (ley 3, tit. 18, lib. 11, Nov. Recop.), «porque la experiencia ha
bia mostrado, dice esta ley, cuánto daño se habia recibido en hacer proban
za por vía de restitucion despues de las probanzas publicadas, por la so
bornacion de testigos y corrupcion.»
Para estimarse la restitucion y concederse el término, no era preciso
acreditar la lesion ó causa que daba motivo á usar de aquel remedio, sino
que era suficiente hacer ver que tenia las cualidades necesarias el que la
pedia, puesto que el mero trascurso del término, origina el daño, lo cual
consta de los autos. Conde de la Cañada, lug. cit.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A toS JUICIOS. 333
Contra el término extraordinario ultramarino no procedia la restitucion:
levo, tít. 10, lib. 11, Nov. Recop.
Si la restitucion se pedia eu la segunda instancia sobre nuevas excepcio
nes no opuestas en primera , ó que no lo fueron en el tiempo y con las so
lemnidades necesarias, y por tanto se repetían, hecho el juramento de no
alegarlas con malicia, se concedia para probarias la mitad del término dado
en primera instancia; ley 4, tít. 13, lib. 11, Nov. Recop.
Cuando la restitucion se pedia en la tercera instancia ó súplica, se guar
daban las mismas reglas expuestas; pero no se habia de pedir la restitucion
de los quince dias, porque no se podia conceder, ni el término habia de pa
sar del que en la misma súplica se concedió para probar.
Como la restitucion en virtud de la ficcion de la ley reponia las cosas al
estado que tenian antes de haber fenecido el término de prueba, era consi
guiente, que el nuevo concedido habia de ser común para ambos litigantes,
porque de lo contrario sería un absurdo considerar el pleito en estado de
prueba para el uno y terminada esta para el otro.
Por lo mismo, en virtud de la restitucion, uno y otro litigantes podian
ampliar su prueba, pero únicamente en cuanto á las excepciones alegadas:
ley 3, tít. 13, lib. 11, Nov. Recop.
Mas el no privilegiado no podia, hecha publicacion de probanzas, alegar
excepciones nuevas en la misma instancia, pidiendo que el pleito se recibiere
a prueba para justificarlas por medio de testigos, por la razon de presumirse
que cuando ya tenia noticia de las pruebas del contrario, intentaría sobornar
los testigos para contradecirlas; pero si podia probar las nuevas excepciones
por medio de la confesion de la parte ó por instrumentos públicos, que pre
sentará con el juramento de la ley: ley 1, tít. 13, lib. 11, Nov. Recop.
Lo anteriormente expuesto no tenia lugar cuando la excepcion que de
nuevo se alegaba versaba sobre falsedad ó suplantacion de algunos instru
mentos producidos en juicio sobre los que nada articuló ni probó en contra
rio, porque en semejante caso se recibia el pleito á prueba por un término
que el juez debia graduar segun las circunstancias : pero siempre era nece
sario que jurase no haber llegado antes la excepcion á su noticia, y que las
pruebas de que intentaba valerse para acreditar la excepcion fueran claras
y concluyentes; porque de otro modo no debian ser admitidas.
Pedido y concedido una vez el privilegio de la restitucion, no podia vol
verse atrás el privilegiado ni renunciarle, á menos que el contrario prestase
su consentimiento, porque este adquirió derecho para aprovecharse de él, y
no debia despojársele contra su voluntad.
El privilegio de la restitucion procedia de derecho mero, y por consi
guiente como una de las actuaciones ordinarias y legales, se debia conceder
sin necesidad de oír al contrario confiriéndole traslado: ley 3, tít. 13, li
bro 11, Nov. Recop.
En cuanto á los trámites que se seguían en este incidente, presentada
solicitud por el interesado, se conferirá traslado al contrario por tres dias,
y en vista de lo que alegaba, se decidia el artículo.
334 LIBRO SEGUNDO.
En el auto en que el juez accedia á la solicitud de restitucion debia se
nalar el término dentro del que habian de practicarse las nuevas pruebas,
que nunca podia pasar de la mitad del concedido para la prueba principal,
no por el juez, sino por la ley, segun la opinion mas comun.
Concedido una vez el privilegio de restitucion en un pleito cualquiera,
no podia el juez volver á conceder otro nuevo, á pesar de que el menor lo
solicitase y probase haber recibido daño ó no haber practicado la prueba
suficiente, en razon á que de otorgarse dos veces la restitucion, habría dos
reposiciones en el pleito ó dos estados diversos, lo cual envolvería una con
tradiccion en el orden natural de las cosas: ley 3, tít. 13, lib. 11, Nov. Recop.
Como en virtud del recurso restitutorio se repusieron las cosas al primer
estado que tuvieron , es decir, al estado de prueba , y por consiguiente to
das las actuaciones posteriores se consideraban no existentes, era de nece
sidad que fenecido el nuevo término se hiciese otra vez publicacion de pro
banzas, y que se concediese nuevo plazo para alegar tachas.
Si el litigante no privilegiado hubiera alegado tachas antes de que el
menor solicitase y se le concediese la restitucion, y á virtud de la pretension
del primero se hubiera abierto el juicio sobre aquellas, tenia que suspender
se durante el término restitutorio, y fenecido este, volvia á abrirse el juicio
suspenso. V. la ley 3, tít. 13, lib. 11, Nov. Recop.
Expuestas las disposiciones de nuestra legislacion anterior sobre la res
titucion del término de prueba , pasamos á apuntar las principales razones
que alegan los intérpretes de la moderna Ley de Enjuiaciamiento para que
deban entenderse ó no derogadas por el art. 31 de la misma.
Los que opinan por la no derogacion , alegan que los términos de prue
ba, ordinarios ó extraordinarios, no son verdaderamente perentorios; ya
porque pueden alguna vez suspenderse, ya porque la ley no ha declarado
improrrogable al menos el segundo, puesto que ni le enumera entre estos
en el art. 30, ni hay prevencion expresa y terminante de que pasado no se
admita en juicio el derecho para que se concede. V. la Práctica general fo
rense del señor Ortiz de Zúñiga, lib. 2, cap. 8.
Mas á esto pueden oponerse las consideraciones expuestas en el núme
ro 1186, para que deban considerarse como improrrogables los términos or
dinario y extraordinario de prueba, segun se declaraba expresamente por
nuestras leyes recopiladas: i y 2, tít. 1.a, lib. 11, Nov. Recop. Y aun cuan
do lo dispuesto en el art. 30 y el no existir la prevencion terminante expre
sada respecto del término extraordinario, pudiera dar motivo para que no
se considerase improrrogable, esto tendría escasa influencia en la cuestion
que examinamos, puesto que, segun las leyes recopiladas no habia lugar á
la restitucion de dicho término. Además lo absoluto y terminante de la dis
posicion del art. 31, la no menos general del 1415 y el no haberse determi
nado la forma y los requisitos con que aquella debe pedirse, los trámites
para su sustanciacion y los efectos que produce, suministran nuevos funda
mentos para sostener que se halla derogada la restitucion del término pro
batorio por el art. 31 de la nueva ley.
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 335
Una sola razon , no tanto legal sino mas bien filosófica, pudiera ofrecerse
sin embargo de bastante fuerza ea apoyo de la conveniencia de conservar
la restitucion mencionada, á saber : que esta viene á ser como una conse
cuencia de la restitucion concedida á los menores y demás personas referi
das para anular los contratos y demás actos extrajudiciales , por las mismas
causas ya expuestas , durante su menor edad y los cuatro años siguientes al
cumplimiento de los 25. Mas si se considera que la restitucion del término
probatorio no se concedia á los menores como la anterior ni como la resti
tucion de las sentencias, hasta cuatro años despues de cumplidos los 25 la
primera, y hasta cumplir estos la segunda (leyes 8, tít. 19, Part. 6 , y 2
y o, tít. 26, Part. 3), sino durante el breve plazo de 15 dias, por lo que el
menor venia á encontrarse en el mismo estado de discernimiento y en la mis
ma posibilidad de ser engañado que antes de la restitucion, y asimismo que
siendo el término restitutorio comun á la parte contraria, y pudiendo esta
en su consecuencia practicar nuevas pruebas, era á veces perjudicial la res
titucion á los privilegiados , porque aquella practicaba mejor prueba que
anteriormente, queda desvirtuada la razon expuesta por la poca utilidad
que de dicha restitucion reportaban los menores ó privilegiados. Por otra
parte, los perjuicios que puedan sufrir los menores y demás á quienes se
concedia la restitucion por omision, en la prueba no quedan sin reparacion,
pues como dice un ilustrado individuo de la comision redactora de la ley,
el Sr. Laserna , en los Motivos de la misma que está publicando , «en las
garantías que exige la ley y en la responsabilidad que impone á los que los
guardan, encuentran los medios de ser indemnizados de los menoscabos
que por la negligencia ú omision de estos pueden sufrir.»
1192. Transcurridos los términos improrogables y acusada una rebel
día (en los casos en que esta procede) , se declarará sin mas suüanciacion
perdido el derecho que hubiera dejado de usar la parte á quien haya sido
acusada: art. 32. Esta disposicion, análoga á la del art. 48 , regla 2.a del
Reglamento provisional , tiene por objeto evitar á los litigantes las dilacio
nes y perjuicios consiguientes á la práctica anterior de acusar dos y mas
rebeldías, con los trámites consiguientes. Bastará , pues, que se acuse una
sola rebeldia á solicitud de la parte contraria, para que se declare la pérdi
da del derecho referido.
1193. Para esta pérdida , no es necesario que se acuse siempre la re
beldia , pues esta acusacion no tiene lugar respecto de todos los términos
improrogables, asi como lo tiene en algunos prorogables, puesto que la
ocasiona la negativa del litigante á practicar algun acto que es necesario
para no perjudicar á la parte contraria, el cual puede suplir la ley por la de
claracion á que se refiere este artículo, ó dándolo por efectuado, segun ya
expusimos en el núm. 1183. Asi se verifica, por ejemplo, cuando el deman
dado deja de contestar á la demanda en el término que se le asignó , pues
la ley, acusada la rebeldia, la da por contestada, y en su consecuencia,
pierde aquel el derecho de contestacion : artículo 252 de la ley; ó cuando
no comparece en juicio en virtud de emplazamiento en forma por haberse
336 LIBRO SEGUNDO.
presentado demanda contra él, pues se sigue el juicio en rebeldía, sin que
se vuelva á practicar diligencia alguna en su busca, y pierde en su conse
cuencia el derecho á comparecer en aquel juicio, si no es en casos especia
les , segun se expresa en el título 25 de la ley sobre los juicios en rebeldia,
que expondremos en su lugar ; ó cuando no comparece en los tribunales
superiores ó en el supremo en virtud de emplazamiento, por haberse admi
tido una apelacion ó recurso de casacion , pues acusada la rebeldía se de
claran estos desiertos: artículos 838 y 1039. Mas para la pérdida del dere
cho referido, no basta solo en tales casos que transcurran los términos im-
prorogables , sino que debe ademas acusarsela rebeldia, pudiendo hasta
tanto el litigante verificar aquellos aclos , pues mientras el contrario no la
acusa, se supone que consiente en ello.
La doctrina expuesta es aplicable á los casos en que en vez de la rebel
dia ha lugar al apremio, pues el litigante que no presenta la contestacion ó
el escrito para que se le entregaron los autos hasta entonces, tiene que de
volverlos sin él , perdiendo el derecho de alegar sus razones , al menos en
aquel trámite ó traslado.
Mas cuando se omitieren actos cuya práctica solo interesa ó afecta el
interés del que los omite , pierde este el derecho que hubiere dejado de usar,
no bien espira el término , sin que proceda la acusacion de rebeldia ni el
apremio, ni sea necesaria la declaracion expresa de dicha pérdida, porque
se presume que la parte que no hizo uso de él, lo renunció voluntariamente
por creer que no le convenia ejercitarlo. Tal se verificará, por ejemplo, en
el caso de que no hiciera uso del recurso de casacion ó de la apelacion que
le compitiere.
1194. De lo que acabamos de exponer se deduce, que los litigantes
pueden renunciar las dilaciones introducidas á su favor, con tal que de esta
renuncia no se siga perjuicio al contrario, como se verificaría si por renun
ciar una parte un término para una diligencia que á ella sola interesaba, se
asignase desde luego á la contraria un plazo que venia despues del anterior
para practicar otra que le interesase, puesto que aunque podia esta usar
de todo el término judicial , venia á acortársele, ya que no este, el término
natural que tenia á su favor mientras corria el de la parte contraria , para
reflexionar sobre lo que le era mas conveniente practicar para recibir noti
cias ó para efectuar diligencias extrajudiciales que pudieran servirle de
preparacion para las judiciales. Desde luego se experimentarían tales per
juicios respecto de los términos comunes como el de prueba. En tales casos
debe verificarse la renuncia por ambas partes ó consentir la una en la que
hiciere la otra.
Anteriormente habia varias opiniones motivadas por la diversidad de las
leyes romanas sobre si computaba ó no en los términos el dia de su notifica
cion, opinando unos porque debia computarse ó correr el término de mo
mento á momento, y otros porque no debia computarse, y esta era la opi
nion recibida generalmente en Ja práctica, segun la regla dies á quo non
computatur in termino, y conforme ya observaba Hevia Bolaños en su Curia
DE LOS TRAMITES Y DISPOSICIONES COMUNES A LOS JUICIOS. 337
Filípica, parte 1.a, §. 16, núm. 7. Asi se erigió ya en disposicion legisla
tiva respecto del procedimiento en causas de comercio por el art. 68 de la
ley de Enjuiciamiento mercantil: la del civil ha ratificado esta disposicion
previniendo, que los términos judiciales empezarán á correr desde el dia
siguiente al en que se hubieren hecho el emplazamiento, citacion ó notifica
cion^ se contará en ellos el dia del vencimiento. Su fundamento consiste
en que el dia del emplazamiento apenas puede aprovecharse por la parte,
por el tiempo que se pierde en que llegue á su noticia y pomo hallarse pre
parada para las diligencias á que aquel se refiere, lo cual no milita respecto
del dia del vencimiento, que puede utilizarlo enteramente por contar con él '
con anticipacion.
1195. Respecto del modo de aplicarse esta disposicion á los términosque
se conceden á continuacion ó sobre otros, como en los casos de próroga,
advierten los autores, que la dilacion concedida y notificada antes que la
precedente se pase, empieza á correr desde el fin de aquella, esto es, desde
el dia siguiente al último de aquella, aunque la notificacion se hiciera dos
ó tres dias antes, por ser todo un término; mas si la dilacion se concede
despues de pasada la precedente, correrá desde el dia que se siga al de la
notificacion, por ser otro término. V. las leyes Senalus Dig. ad Tupilia-
num; Labeo, Dig. dejur.jur.
1196. Anteriormente se computaban en las dilaciones los dias feriados
por considerarse los dias en aquellas continuos, esto es, naturales, que no
se interrumpen por los festivos religiosos ó civiles. Mas esto producia per
juicios á las partes y desventaja en el procedimiento que debe ser igual
para todas, cuando la dilacion ó término concedido á una de ellas com
prendia mayor número de dias feriados que el otorgado á otra, y aun á veces
cuando era breve, dificultaba é imposibilitaba la práctica de las diligencias
judiciales para que se concedia, por consumirse todo él ó la mayor parte
por los dias feriados. Con el objeto de evitar estos inconvenientes, al menos
respecto de ciertas actuaciones importantes, dispuso D. Enrique II en
Toro, que la contestacion á la demanda pudiera hacerse en cada uno de
los nueve dias que se concedian para ello, siquiera fuese ó no feriado.
V. la ley 3, tít. 6, lib. 11, Nov. Recop. Mas esta disposicion al paso que
solo preveia un remedio parcial, barrenaba las que declaraban inhábilespara
las actuaciones los dias feriados. Sentíase pues la necesidad de establecer
otra prescripcion mas general y mas conforme con las establecidas sobre
dias feriados. La ley de Enjuiciamiento mercantil prescribió ya con este ob
jeto que no se computaran en los términos legales tales dias, y la del Enjui
ciamiento civil, no hace mas que aplicarla á este procedimiento, previnien
do, q ie e» ningun término se contarán los dias en que no puedan tener lu
gar actuaciones judiciales.
1197. Mientras durareel término que concede la ley ó el juez, no puede
hacerse nada nuevo en el pleito, sino lo concerniente al objeto para que
aquel se concedió: ley 2, tít. 15, Part. 3, y Hevia Bolaños, lug. cit. núm. 5.
Si ocurriese algun incidente de los que impiden el progreso del juicio,
tomo ti. 43
338 LIBRO SEGUNDO.
debe suspenderse el término concedido. Rodriguez, Práctica forense.
SECCION XI.
TITULO PRIMERO.
DEL JUICIO ORDINARIO.
SECCION PRIMERA.
SECCION II.
16. Fuera de los casos en que puede prepararse el juicio ordinario con
los pedimentos mencionados en la seccion anterior, dicho juicio ordinario
principiará por demanda, segun declara el art. 224 de la ley, la cual con
tendrá los requisitos y cláusulas expuestos en el § 1.°, seccion 1 .a, tít. 6 del
lib. 2 de esta obra, y asimismo deberá acompañarse á la misma el certifica
do del acto de conciliacion ó de no haber tenido efecto , á no que no fuese
necesaria la celebracion de dicho acto (1), y los demás documentos de que
se hizo mencion en el § 2 de la seccion y título citados.
17. De la demanda presentada y admitida por el juez, en los casos en
que no tiene motivo para repelerla de oficio y que expusimos en el § 3 de
la seccion 1.a citada, se conferirá traslado a la persona contra quien se pro
ponga, y se le emplazará para que dentro de nueve dias improrrogables com
parezca á contestarla, entregándole la copia en papel comun de ella : artí-
(1) A lo expuesto en el núm. 231 del lib. 2, sobre que el verdadero origen de la con
ciliacion se encuentra en el derecho y jurisprudencia canónicas, debemos añadir la
autoridad de un escritor moderno, quien en número del año próximo pasado de la Re
vista de Legislacion y Jurisprudencia , que publica en París M. Wolouski y otros sa
bios profesores, dice lo siguiente : «La innovacion mas moral que debemos al derecho
canónico es el establecimento del ensayo previo de la conciliacion. La Iglesia, en efec
to, siempre animada de un espíritu de fraternidad y de concordia, jamás pronunciaba
una sentencia condenatoria, sino á pesar suyo y cuando no le quedaba abierto otro ca
mino. Antes de entrar en el conocimiento del pleito entablado por las partes que com
parecian ante su jurisdiccion, trataba de conciliarias , do intentar una transaccion , y
solo cuando no producian resultados favorables sus esfuerzos, procedia á la decision del
litigio. Honorio III prescribió formalmente la necesidad del preliminar de la concilia
cion , y declaró que en todo negocio en que esta fuera posible , tenian los jueces, no
solo la facultad sino la obligacion y el deber de tratar de conciliar á las partes, sin preo
cuparse del rigor del derecho, deteniéndoles en el principio del pleito. C. Ex parte lúa 6,
1. \ , tít. 26, apud Greg. Y como la citacion no se hacia entonces sino mediando permiso
del juez, se estableció en la práctica de los tribunales eclesiásticos , no providenciar di
cha citacion sin que previamente se hubiese probado, si habia ánimo sério y deliberado
de seguir el litigio, y si se habían intentado las vias amigables convenientes para con
ciliar á las partes. Van Espen , en su Ttratado Historico Canónico, part. 3.a, tít. 7, c. 2,
núm. 9, dice tambien sobre este particular: Unde merito, judices pracertim ecclesiaslici
priusquam citationis decernant , ecependunt nwn causa (alia sit quw litem, mereatur; et <w
partes ai amkabikm concordiam ante omnem citationcm juriiieam addicare nequeanl.
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 381
culo 227 de la ley de Enjuiciamiento. La copia de la demanda se le entrega
para que se entere de lo que se le pide y pueda prepararse á la defensa ó
acceder desde luego á la reclamacion. Los autos originales no se le entregan
hasta que se ha personado en juicio, en forma por medio de procurador que
responda de su extravío, pues si se le entregaran aquellos autos podría inu
tilizarlos ó extraviar los documentos que presenta el actor, ocasionándole
gastos y dilaciones de importancia y privándole tal vez de los únicos medios
de probar su derecho,
18. Al prescribir esta disposicion que sea improrogable el término del
emplazamiento, no hace mas que confirmar la del art. 30, §. l.°, que ha
bía consignado lo mismo. La asignacion de dicho término es solo aplicable
en el caso de que la persona á quien se ha de emplazar resida en el pueblo
en que se celebra el juicio y se conociese su domicilio. Dicho emplazamien
to debe hacerse por cédula, segun el art. 228, expuesto en la seccion 2.a
del tít. 6 citado, números 526 y siguientes. Cuando no se conociese el do
micilio de la persona á quien ha de emplazarse, ó residiese esta en distinto
pueblo ó en el extranjero, se le emplazará por edictos ó exhortos, segun
previenen los artículos 229, 230 y 231, expuestos en los números 532 y si
guientes del libro i.° de esta obra.
49. El emplazamiento debe hacerse al mismo interesado, ó á su repre
sentante legítimo , ó á su procurador, segun los casos y conforme hemos
expuesto en los números 566 y siguientes del lib. 2.°, pudiendo el juez
suplir la falta del demandante que dirigiese su demanda contra un incapa
citado ó que necesita para comparecer en juicio representante legítimo, por
medio de auto en que mande emplazar á este , pues de lo contrario serian
nulas las actuaciones.
20. Transcurrido el término del emplazamiento sin haber comparecido
el demandado citado m su persona ó en la de su mujer, hijos ó parientes,
y acusada una rebeldia, por la parte contraria, se dará por contestada la
demanda. Hecha saber esta providencia en la forma misma que el emplaza
miento, se seguirán los autos en rebeldia , haciéndose las notificaciones que
ocurran con los Estrados del Juzgado : § 1 .° del art. 232 de la ley de En
juiciamiento: Si la cédula del emplazamiento hubiese sido entregada á cria
dos ó vecinos, ó hecho el emplazamiento por edictos, se haráun segundo lla
mamiento por edictos tambien en la forma prevenida en el art. 232, expues
to al tratar del emplazamiento en general, seccion 2.a del tít. 6 , libro 2 de
este tratado, señalándole para que comparezca la mitad del término antes
fijado. Si transcurriere sin comparecer, se le declarará en rebeldia noti
ficándose en los Estrados, tanto esa providencia como las demás que recaye
ren: art. 235 de la ley.
La declaracion de rebeldia hecha por el juez en virtud de haberla acu
sado una vez el actor al demandado en el caso de no comparecer en juicio,
transcurrido el término del emplazamiento , y la prosecucion del pleito en
Estrados, en representacion de aquel, hasta sentencia definitiva , por darse
por contestada la demanda, se hallaba sancionada ya por nuestras leyes
352 LIBRO TERCERO.
anteriores y admitida por la práctica. Véanse las leyes 1 y 2, tít. 5, li
bro 11 de la Nov. Recop. La nueva ley lia adoptado tambien este medio de
proceder contra el que se cree contumaz y rebelde , introduciendo algunas
innovaciones en el procedimiento , segun expondremos al examinar el títu
lo 25 en que se contienen. Por ahora nos limitaremos á trasladar la obser
vacion contenida en el Febrero reformado por losSres. Goyena, Montalvan
y Aguirre , sobre la práctica de notificar las providencias en los Estrados.
Esta práctica, decian, es puramente una fórmula introducida con el objeto
de hacer entender que el litigio se ha seguido con el actor y el reo, y que
no recae el fallo en un pleito en que no se ha dado audiencia á una de las
partes. Seria mucho mas ventajoso , y la ficcion de la ley se aproximaría
mas á la verdad de las cosas, si en lugar de practicarse las diligencias de
notificacion en Estrados, se fijasen en las puertas de la Audiencia para que
pudieran venir á noticia del litigante.
21. No obstante la declaracion de rebeldia , no debe entenderse prohi
bida la comparecencia al juicio del declarado contumaz en las diligencias
sucesivas , ni que este desiste y desampara su derecho, pues segun declara
el art. 1187 de la ley, conforme con la advertencia que sobre este punto
hacian los reformadores citados, cualquiera que sea el estado del pleito
durante la primera instancia en que el litigante rebelde comparezca, será
admitido como parte , y se entenderá con él la sustanciacion ; pero sin que
esta pueda en ningun caso retrogradar, es decir , sin que puedan volver á
practicarse las diligencias respecto de las cuales se le declaró rebelde, por
haber perdido el derecho que tenia á practicarlas en el hecho de haber de
jado transcurrir el término que le concedieron las leyes para ello ; á no ser
que acreditase el declarado rebelde haber estado impedido por una fuerza
mayor para comparecer enjuicio, ó no haber tenido noticia del emplaza
miento por una causa no imputable al mismo, segun declaran los artícu
los 1104 y siguientes de la ley, que expondremos al tratar del juicio de re
beldía, conformes con nuestras leves de Partida y recopiladas. V. las le
yes 11, tít. 7, Part. 3 y 1, tít. 7, lib. H, Nov. Recop.
22. Otro medio de proceder conlra el declarado rebelde reconocian
nuestras antiguas leyes, tomado de la legislacion y jurisprudencia romanas,
además del de seguir la causa en Estrados: tal era el llamado via de asenta
miento. Consistía este en poner al actor, á solicitud suya, en posesion de
la cosa que reclamaba cuando la accion era real , y entregarle bienes equi
valentes á la cantidad de la deuda si la accion era personal. Si comparecia
el demandado dentro de dos meses, siendo la acccion real, y dentro de uno,
si personal, se le devolvían los bienes y se le oía en la via ordinaria; pero
dejando pasar estos dos términos, solo podia litigar sobre la propiedad. Y
si pasado un mes, en la accion personal, el actor no queria continuar en la
posesion de los bienes , sino que prefería cobrar la deuda, procedia el juez
á la venta de los mismos en pública subasta hasta su efectivo pago. Puede
verse sobre esta materia el tít. 72 del lib. 7 del Código, de bonis auctoritate
udicis possidendis; la ley sed alio, § 2, si ab eis, Dig. Si ex noxali caus.
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADÁ JUICIO. 355
agatur; el tratado de Zinmer sobre las acciones, segunda parte, cap. 2.°«
seccion 3.a, § 76; Ciceron, pro Quintil.; las leyes 5. tít. 3, lib. 2 del
Fuero Juzgo, la 1 y sig., tít. 4, lib. 2 y 1, tít. 9, lib. 3 del Ordenamiento
Real, el tít. 8 de la Part. 3 y el 5 del lib. 11 de la Nov. Recop., y lo que
hemos expuesto en el núm. 520 del lib, 2 de este Tratado, al fin.
23. Este medio habia sido desechado, sin embargo, por la antigua prác
tica como demasiado duro y riguroso respecto del declarado contumaz, y
respecto del procedimiento mercantil se derogó expresamente por el art. 166
de la ley de Enjuiciamiento. Mas como dicho procedimiento tenia por objeto
evitar que el reo ocultase sus bienes durante la sustanciacion del juicio or
dinario, y que apareciera insolvente en caso de una condena, su absoluta
proscripcion tenia los inconvenientes de que el actor no pudiera obtener lo que
le pertenecia, por quedar ilusorio el juicio. La nueva ley de Enjuiciamiento,
tratando de salvar ambos inconvenientes, ha determinado en su art. 1184,
que desde el momento en que un litigante haya sido declarado en rebeldia,
pueden decretarse, si la otra parte lo pidiere, la retencion de sus bienes
muebles de toda clase y el embargo de los inmuebles, en cuanto sean nece
sarios para estimar asegurado lo que ha de ser [objeto del juicio, determi
nando el modo de hacerse la retencion el art. 1185 y el 1186, y los casos
en que puede alzarse dicho embargo los artículos 1188 j 1189, que expon
dremos al tratar del juicio en rebeldia. ;
24. Tampoco se hallaban en uso antes de la nueva ley de Enjuicia
miento, ni esta adopta en sus disposiciones, las penas y multas que impo
nían nuestras leyes á los que no comparecian á juicio. V. las leyes 17, tí
tulo 1, lib. 2 del Fuero Juzgo; las del tít. 3 del Fuero Real, las 2 y 11,
tít. 7, Part. 3, y las 5, 6 y 7, tít. 4, lib. 11 de la Nov. Recop.
25. De suerte que en el dia la declaracion de rebeldia ó contumacia del
demandado que no comparece al juicio produce solamente los efectos de te
nerse por contestada la demanda, siguiéndose el pleito adelante en los Es
trados sin oírle sus excepciones contra la misma ni las demás alegaciones y
pruebas, á no que compareciere en los casos en que le es permitido segun
el art. 1187 expuesto, y segun el 11 92 que le permite la comparecencia
aun en segunda instancia, y procediéndose sustanciando el litigio hasta
pronunciar sentencia definitiva. V. loque exponemos mas adelante al tratar
de la contestacion y lo dicho en el núm. 853 y en el 876 del lib. 2.° de este
Tratado.
Dicha sentencia definitiva deberá dictarse con arreglo á lo que resultare
de las pruebas practicadas por el actor; de suerte qoe si este no probó su
derecho ó intencion, no deberá condenarse al demandado á pesar de su re
beldia, porque la declaracion de su contumacia no puede atribuir á su ad -
versario derechos que no tiene. Por esto debe seguirse el pleito adelante,
como decian nuestras leyes anteriores, cuya doctrina debe adoptarse en el
silencio de la nueva ley^Y aun podrá suceder que se sentencie el pleito á
favor drl contumaz, segun se declaraba en ley 74 Dig. de judiáis, etc., que
decia: non utique secundum pmsentem, sed interdum vel absens, si bonam
TOMO 11. 45
354 " • ' LIBRO TERCERO.
causam habuit, víncét La ley 13, § 1, Coi. de jvdiciis, deciá asimismo:
Litigatoris absentia, Dei pmsentia replealur.
Respecto de nuestra legislacion se apoya esta doctrina én las 1, tít. 5,
lib. 11 de la Nov. Recop. que dice, que si el demandado fuese em plazado
en peráona y no viniere al plazo, ó si viniere y se fuere sin mandato del
juzgador que dende en adelante el juzgador vaya por el pleilo adelante á
recibir testigos del demandador ú otras pruebas que hubiere para probar su
intencion, asi como si el pleito fuese contestado, y dar sentencia definitiva
sin otro emplazamiento, y asimismo en la 2.a del mismo título y libro.
El señor conde de la Cañada, explicando, en sus Instituciones prácticas
de los juicios civiles, tomo 1.°. cap. 4.°, núm. 27, los efectos de la contu
macia en este caso, dice, que no está en el arbitrio del contumaz embara
zar al actor el curso de la demanda; y explicando la ley 1.a citada, dice,
que al requerir que el juzgador vaya por el pleilo adelante, manifiesta cla
ramente que no tiene lo suficiente en la confesion del que por rebeldia no
ha venido á contestarla demanda; (ó no compareció), para condenarle en
lo que el actor pide, y si el fin de ir por el pleito adelante es para recibir
testigos ú otras pruebas que hubiere para probar su intencion, parece que
no la tenia bien fundada en la confesion presunta del demandado y que ne
cesitaba ayudarse con prueba de testigos y otras.» Es verdad que dicho
autor añade en seguida: «las cuales solamente serian necesarias para el caso
de que viniese el demandado á purgar su morosidad y rebeldia, y á des
vanecer la presuncion que contra él resultaba con pruebas sólidas y con
vincentes de testigos é instrumentos;» pero la cláusula de la ley 1.a que
llevamos expuesta, no puede limitarse á este solo caso, puesto que se refiere
al en que se suponga el pleito contestado por la rebeldía, y de consiguiente
al en que se sigue el litigio en ausencia del demandado. Asi lo corrobora
mas fuertemente la ley 2 del mismo título y libro citados, por admitir la
prueba en ambos casos de ausencia y de presentacion posterior del deman-
dadoi en la cláusula que dice: «que si el actor quisiese esperar (en. caso de
no comparecer el demandado) los términos do las leyes contenidas en los tí
tulos 7 y 10 de este libro (que tratan de las excepciones y reconvenciones y
de las pruebas y sus términos) y elegir via de prueba, asi se haga y se siga
la causa como se procedería si fuera emplazado por tres términos ó si la
parle paresciera ó se presentara segun y en los términos en las leyes de
clarados.» Asimismo, la ley 1, tít. 6, lib. 11 de la Nov. Recop,, al tra
tar de los efectos de la rebeldia, no ya por no comparecer en juicio el de
mandado, sino por no contestar á la demanda, dice tambien, que sea habido
por confieso por su rebeldia, aunque no sea dada la sentencia contra él sobre
ello, por cuya cláusula se supone que puede darse á su favor, no obstante su
contumacia.
La ley 10 del tít. 22, Part, 3, establece terminantemente que por falta
de prueba por parte del demandante pueda dar sentencia el juez á favor del
demandado contumaz. «Si por aventura el juzgador entendiere que por los
actos non prueba bien el demandador su demanda, é pidiese al juez que dé
DE LOS PROCEDIMIENTOS DSPEC1ALES A CADA JUICIO. 355
juicio sobre ella, é non quisiere dar otras pruebas, debe dar por quito al deman
dado é condenarlo en las costas porque fue desobediente en no venir antes.»
El mismo conde de la Cañada, al tratar de los efectos de la falta del
demandado á contestar á la demanda, dice en el núm. 35, que la rebeldía
presunta de los que no vienen á responder en el término del emplazamien
to, aunque induzca confesion y contestacion de la demanda, no extiende
sus efectos á que por ella se acabe el juicio ,. como se hace con la confesion
llana y verdadera.
Aun puede deducirse la doctrina expuesta del art. 1187 de la nueva ley
de Enjuiciamiento, pues permitiendo que el litigante rebelde comparezca
en cualquiera estado del pleito, supone que este ha de seguir sus trámites
y no terminarse desde luego por la sóla falta de comparecencia del deman
dado. Y. lo que decimos al tratar de la contumacia por falta de contestacion
á la demanda.
El derecho francés exige asimismo para sentenciar á favor del actor por
falta de comparecencia del demandado, si sus pretensiones son justas, esto
es, no contrarias á las disposicio nes legales y si se apoyan en una prueba
legal (art. 154 del Cód. de proced. civil), pues, como dicen los intérpretes,
no se ha querido que la falta de comparecencia del demandado llevara ne
cesariamente su condena, ya porque puede suce der que no haya tenido no
ticia del emplazamiento, ó porque se atenga solamente á la ilustracion y
justicia de los magistrados, los cuales no deben por otra parte pronunciar
mas que condenas que sean resultado de la conviccion íntima en que se ha
llan de que su decision es la justa aplicacion de la ley; cuyos órganos son:
En el caso de ser justas y legales las razones en que se funda el actor, se
tiene la no presentaciou del demandado por una confesion. En el Código
de Ginebra se abolió, sin embargo, la disposicion sobre la necesidad deque
apareciera la justicia y legalidad de los fundamentos en que se apoyaban
las pretensiones del demandado, por entenderse, segun su expositor Bellot,
que militaban en favor de estas, dos presunciones : la primera dedneida de
que la no comparecencia y el silencio del demandado anuncian suficiente
mente que el derecho está contra él, y que no tiene nada que contestar; la
segunda, de que, en tésis general , la probabilidad está mas por el deman
dante que por el demandado. Mas esta doctrina es atacada por Boncenne y
Dalloz, entre otros.
Hay en este sistema, dice Mr. Boncene, cuya doctrina adopta Mr. Da
lloz, algo demasiado brusco é impaciente. ¿Por qué se ha de presumir la
temeridad del ataque menos que la imposibilidad de la defensa? Si el juez
ante quien soy citado es incompetente por razon de la materia, ¿no debe
dejar de conocer del pleito de oficio? ¿Dependen acaso las reglas de juris
prudencia de mi silencio ó de mi falta de comparecencia? Si se me cita á
juicio por una deuda de juego, ¿no se halla rechazada por la ley la accion,
sin que yo esté obligado á venir á la audiencia á citar dicha ley? y ¿deberá
acaso el juez castigarme por esta honrosa confianza en sus luces, que tal vez
ha sido la única razon por la que he crcido inútil mi comparecencia? ¿Có
356 LIBRO TERCERO
mo quereis, pues, que velen los magistrados por la conservacion del orden
y de las buenas costumbres si no se exige que se demuestren los fundamen
tos de la demanda y que pruebe el actor su intencion y derecho?
De manera que resumiendo la doctrina expuesta, si el demandado á jui
cio no comparece en el término del emplazamiento y despues que se le ha
acusado una rebeldia á instancia del actor, se da por contestada la deman
da, para que su falta de comparecencia no suspenda el seguimiento del
pleito, y como de esta contestacion presunta nada resulta en contra de los
hechos alegados por el actor en su demanda, se tienen por verídicos aque
llos que aparecen tales por no ser atacados, y se libra el actor de las prue
bas y defensas del contrario, bien para desestimarlos hechos que aquel ale
gó ó para sostener las excepciones dilatorias y demás que en caso de com
parecer pudiera haber propuesto en la contestacion , mas al librarse el actor
de practicar estas pruebas mientras no comparezca el demandado en el pro
greso del pleito, no se libra de las que tienen por objeto probar su intencion
y derecho, ya respecto de su personalidad ó legalidad de la accion y justicia
de sus pretensiones, etc. Asi, pues, se sigue el pleito adelante recibiéndose
testigos del demandante y demás pruebas que tuviese hasta dar sentencia
definitiva, bien á su favor, si probó su intencion, bien absolviendo al deman
dado , si no la probó.
26. Nuestras leyes anteriores declaraban tambien contumaz al actor que
no seguía el juicio habiendo sido reemplazado y compareciendo al juicio el
demandado, en cuyo caso podia el juez acusarle la rebeldia á peticion de
este, por no seguir la demanda si se habia ya contestado, y no compare
ciendo, se le condenaba en las costas y en los daños que habia causado al
reo con la interposicion de la demanda, y se le imponía perpétuo silencio,
á no que prestase caucion de comparecer ó probase haber estado impedido
legítimameete. V. la ley 6, tít. 4, lib. 11, Nov. Recop. y el Febrero refor
mado por los Sres. Goyena, Aguirre y Montalvan, lib. 4, parte 2.a, tít. 6,
secc. 12, núm. 239. Esta doctrina parece aplicable en el dia, pues aunque
nada dice sobre este pnnto expresamente la nueva ley de Enjuiciamiento, se
deduce del espíritu de las disposiciones expuestas sobre la declaracion de
rebeldia respecto del demandado en caso s análogos, y del art. 838 que de
termina, que si el apelante no hubiere comparecido dentro del término del
emplazamiento, á la primera rebeldía que acuse el apelado se declarará de
sierto el recurso, del 1158 que condena al apelante de sentencia en pleito de
menor cuantía que no se personase en la superioridad, en las costas á que
hubiese dado lugar la remesa de los autos, del 1039 que condena en costas
al que interpuso el recurso de casacion cuando se declarase por desierto por
no comparecer, y de los 1098 y 1078 y otros varios. V. lo expuesto en los
números 1182 y 1183 del lib. 2.° de este Tratado.
Para que haya lugar á absolver al demandado de la demanda, ó lo que
es lo mismo á imponer perpétuo silencio al actor que no siguiere el pleito
entablado por demanda y por respuesta, es necesario, como dice la ley 9,
tít. 22, Part. 3, que lo desampare por pereza ó maliciosamente á sabien
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 357
das, entendiendo que non ha recabdo con que prpbar su intencion ; que el
demandado pida al juez que vaya adelante por el pleito; que este emplace
al demandante para que venga antel á seguir su pleito; que el actor no acuda
á dicho plazo ; que el juez examine los actos que pasaron por aquel pleito
y que halle que el demandador tuvo plazos para probar su intencion y que
no lo hizo ó que no probó claramente lo que debía.
Esta disposicion se funda en la aplicacion del principio actore non pro
bante, reus absolvitur, extractado de la ley 4, Cod. de Edendo; en la obli
gacion que la misma ley impone al demandante de no hacer reclamaciones
que no pueda probar , qui accusare volunt , probationes habere debent ; en
la doctrina contenida en la Novela 112 y otras leyes, de que si bien por re
gla general á nadie debe obligársele á ejercitar sus acciones contra su vo
luntad , neminen actiones sitas exercere nollentem compelli , esta regla no
es aplicable al caso en que se entabló ya una accion de que no se trata de
desistir, pues debió el actor antes de promover el pleito obrar con mas gra
vedad y prudencia , segun dice Schmier , y mas si interesa al demandado
continuar el pleito, segun dijimos en el núm. 1183, §f3 del llb. 2.°; y por
eso dice 'la Novela citada , actorem ceptum negolium usque ad finem litis
exercere.
La misma ley 9 citada dispone, que en el caso de que el juez fallare en
los actos, que el demandador non oviere plazos guisados en que pudiesse
provar su intencion, ó entendiere, otra dubda en ellos, porque non se
atreviesse á dar el juicio, estonce puede quitar al demandado que non sea
lenudo de responder al demandador, en razon de aquellos actos que pasa
ron por este pleito, mas no le debe dar por quito de aquella cosa que deman
daba, esto es, que deberá absolverle no de la demanda, sino de la instancia.
Mas en el dia no tiene lugar esta absolucion , por las consideraciones y ju
risprudencia expuestas en el núm. 108o del libro 2.°
Mas cuando el demandante hubiere probado su intencion y derecho en
los actos ejecutados durante su comparencia, no será causa su rebeldía para
que se dela sentencia contra él, como terminantemente lo expresa laley 9 cita
da, que se tomó del § 2.° de la ley 13, tít. 1.°, lib. 3 del Código. «Ma ssi el
juez fallase en los actos del pleito, dice, quel demandador que non era pre
sente probara bien é ^claramente su intencion é el demandado lo siguiese
que diesse el juicio , decimos que lo pueda dar si quisiere, é condenar por
sentencia al demandado en lo que fallare probado contra él ; maguer el de
mandador fuesse rebelde en non venir al juicio al plazo que fue puesto.»
27. En cuanto al fundamento y razon de diferencia, de prescribir la ley
un segundo llamamiento por edictos al emplazado por cédula que hubiese
sido entregada |á criados ó vecinos ó por edictos y no al que fue citado en
su persona ó en la de su mujer, hijos ó parientes, véase lo expuesto en los
números 662 y 663 del lib. 2.° de este Tratado.
28. El término que marca la ley para comparecer en juicio empieza á
correr por regla general desde el dia siguiente al en que se hubiere hecho,
contándose en él el del vencimiento, mas no los dias en que no pueden te
358 ' , ' tlBRO TERCURO. " ' '
ner lugar actuaciones judiciales, segun previene el art. 25 y el 30 de la
ley, expuestos en las secciones 9 y 10, tít. 6, lib. 2 de esta obra que traían
de los dias hábiles y de los términos para las actuaciones, donde'tambien se
expone el sentido en que deben entenderse improrogables los nueve dias
para comparecer que fija el art. 227.
Mas dicho cómputo del término del emplazamiento se entiende cuando
se emplaza solo á una persona, pues segun dispone el art. 333, cuando los
demandados fuesen varios , el término para comparecer á contestar empe
zará d correr y contarse respecto de todos , desde el siguiente al en que el
último hubiese sido emplazado. En rigor y segun la regla de que deben
ser iguales las condiciones de todos los litigantes, el término del empla
zamiento especial que se hace á cada demandado , mas ó menos lato segun
que se halle en el pueblo del juicio ó ausente de él en la península ó en el
extrangero, 6 que se ignore su domicilio , no debería exceder aun en e te
caso del que señala la ley respectivamente, pues que su mayor ó menor la
titud se gradúa atendiendo á la mayor ó menor distancia á que se encuentra
el que ha de ser emplazado, ó á las dificultades de efectuar el emplazamiento,
circunstancia que no existe respecto de los otros; mas atendiendo á la difi
cultad de saberse el dia que se hizo realmente el emplazamiento, cuando se
efectúa por exhortos ó edictos , para poder verificar el cómputo que esta
blece el art. 233 , ha adoptado la práctica el medio de señalar en el auto
del emplazamiento un término comun á todos, que es el mas lato del que
hubiese que conceder á alguno de ellos , á causa de la mayor distancia en
que se encuentre, por suponerse que este ha de ser naturalmente el último
emplazado En el caso de que hubiera que verificarse nuevo emplazamiento
respecto de alguno que hubiese sido llamado por edictos ó por cédula en
tregada á sus criados ó vecinos, conforme al art. 232, y este plazo fuere
mas largo que el del considerado tal atendiendo á los emplazamientos pri
meros, si bien parece que siendo fácil saberse el dia en que se verifica este
segundo llamamiento, y que efectuándose este, por suponerse que no llegó á
noticia del demandado el primero, debiera principar á contarse el término
de los demás desde el dia en que se efectúa el segundo emplazamiento, esta
interpretacion podria dar lugar á que se alargasen demasiado los plazos de
aquellos, siendo mucho mas corto el del nuevamente emplazado, por lo que
atendiendo á que no sabiéndose fijamente que no llegó a noticia de este el
primer llamamiento y antes existiendo cierta presuncion en contrario, como
lo prueba el señalar la ley la mitad del término del primer emplazamiento;
por lo que parece que debe servir este de regla para el cómputo de los tér
minos de los demás es preferible adoptar la opinion media de los intérpre
tes de que se haga comun á todos los emplazados el término del segundo
llamamiento que tiene lugar en el caso expuesto.
Esta disposicion del art. 233 es aplicable tanto al caso en que los varios
demandados hiciesen su defensa bajo una cuerda ó reunidos, como por
separado.
29. Personado en forma el demandado se le mandarán entregar los
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 359
autos, esto es, la demanda, para que conteste dentro de nueve dias, lo que
hará el juez por medio del correspondiente auto : art. 234. Este plazo de
nueve dias es distinto del señalado en el emplazamiento para comparecer
en juicio, y se entiende cuando no se propusieren excepciones dilatorias,
pues propuestas estas y desechadas , solo se conceden para la contestacion
seis dias, segun diremos al exponer el art. 251 .
30. En el caso de ser varios los demandados, se les obligará á que li
tiguen unidos y bajo una misma direccion, si fuesen unas mismas las excep
ciones perentorias de que hicieren uso, pues las dilatorias no afectan al
fondo de la defensa, y en este caso será comun á todos el término de nueve
dias para contestar, pues que todos ellos litigan bajo una sola direccion:
art. 23o. Ésta union de las defensas, cuyo objeto es evitar gastos y di
laciones innecesarias, puede ofrecer inconvenientes si los demandados no
se avienen en la eleccion del procurador y del letrado que han de dirigir
los y defenderlos, si bien desaparecerán estos inconvenientes en cierto
modo, valiéndose cada parte para sus consultas y para auxiliar á la de
fensa, de aquellos en quienes tengan mas confianza, lo cual no prohibe
la ley, pues únicamente se limita á exigir que sea uno solo el que dirija
el negocio pública y oficialmente, digámoslo asi. Como esta disposicion
depende de que los varios demandados usen de unas mismas excepcio
nes perentorias, el juez no podrá llevarla á debido cumplimiento hasta ver
las excepciones que se alegan por ellos, á no ser que por los extremos
ó particulares que comprende la demanda y en que se funda la recla
macion que á cada demandado se dirige, pueda venir en conocimiento
de que tienen que valerse de diferentes excepciones, en cuyo caso puede
dictar auto decretando la union de las defensas al mandar la entrega de
los autos.
31. Si fueren distintas las excepciones perentorias de que hicieren uso
cada uno de los demandados, podrdnlüigar separadamente, esto es, quedará
á su arbitrio el litigar por separado ó el hacerlo unidos y bajo una misma
direccion: § 2.° del art. 235. En este último caso , estoes, en el de li
tigar separadamente , se otorgará á cada uno de ellos y sucesivamente el
término para contestar: § 3 del art. 235; de suerte, que el juez deberá dar
auto señalando á uno de ellos el término de nueve dias, y presentada la
contestacion ó declarándosele rebelde á peticion del actor por haber dejado
transcurrir el término sin presentarla, dictará de nuevo auto señalando igual
plazo á otro de los demandados, y asi sucesivamente álos demás, pues que
debiendo tener cada uno los autos para enterarse de ellos por el término
necesario hasta el de nueve dias que es el legal, no puede verificarse esto
mientras no los devuelvan los demás ó se recojan de oficio. Esto se verifi
cará aun en el caso de que se hubiere concedido un término comun para
comparecer en juicio á los demandados , por ser varios , y segun dispone el
art. 235 de la ley; puesto que la disposicion del 235 se reliere al señala
miento de término para contestar á la demanda , despues de haber compa
recido á juicio; si alguno no compareciese en un principio sino despues de
360 LIBRO TERCERO.
haber contestado los demás á la demanda, el juez le señalará el término de
nueve dias para contestarla , despues de transcurridos los términos asigna
dos á los otros. • ■ .. . • • " ■
Habiendo comparecido los demandados á juicio y dádose providencia
para que se les entreguen los autos para contestar á la demanda , pueden
proponer las excepciones dilatorias que mencionamos en la seccion 3, tít. 6,
lib. 2.° de esta obra , para excusarse de contestar. Y por eso previene el
art. 236 de la ley, que si el demandado propusiere alguna excepcion dila
toria , no estará obligado á contestar la demanda hasta que se ejecutorie
este artículo que será siempre previo , por las razones que expusimos en el
núm. 624 y siguientes del lib.
32. Las excepciones dilatorias solo pueden proponerse 6 bien dentro de
los seis dias contados desde el siguiente al de la notificacion de la providen
cia en que se mandaron entregar los autos para contestar á la demanda (y
este es el caso en que se suspende el curso de la demanda hasta que se eje
cutorie el artículo sobre las excepciones , lo cual deberá expresar el juez en
auto que dictará al efecto), ó bien transcurrido dicho término , deberán ale
garse contestando xj no producirán el efecto de suspenderse el eurso de la
demanda , segun declara el art. 239. En cuanto á las razones que alegan
autores respetables sobre que deben oponerse antes de la contestacion á la
demanda algunas excepciones dilatorias, y á los motivos en que se funda
tal vez la ley para permitir que se propongan contestándola, véase los nú
meros 624 y siguientes del lib. 2,° citado. Aquí solo añadiremos á las razo
nes expuestas en el núm. 626 sobre que la excepcion de declinatoria de ju
risdiccion debe proponerse antes de contestar á la demanda para que pro
duzca efecto, que no se opone á esta doctrina, como opinaalgun intérprete,
lo dispuesto en el art. 1013 de la ley que declara haber lugar al recurso de
casacion por incompetencia de jurisdiccion en los casos en que no haya
sido el Tribunal Supremo quien hubiere resuelto este punto , porque esta
disposicion se refiere á los casos en que dicha incompetencia resulte por
razon de la materia y demás en que no ha lugar á la prorogaciou de juris
diccion. V. los números 624 y siguientes del lib. 2.° citado.
En cuanto al término, para proponer las excepciones, el art. 239 ha re
ducido los nueve dias que concedia la ley 1, tít. 7, lib, 11 de la Nov. Ro-
cop., á solo seis, cumpliendo con la regla 2.a de la ley de 13 de mayo
de 1855, sobre que se adoptaran medidas para que en la sustanciacion de
los juicios no hubiese dilaciones que no fueran absolutamente necesarias
para la defensa de los litigantes y el acierto en los fallos. No se olvide que
dicho término de seis dias es improrogable, segun declara expresamente
el § 2 del art. 20 de la ley.
- Con igual objeto de evitar las dilaciones indebidas , innecesarias ó ma
liciosas que podrían redundar especialmente en perjuicio del demandante
si se permitiera al demandado alegar sucesivamente unas excepciones des
pues de otras, promoviendo otrus tantos artículos, dispone el 240 , que el
demandado alegará todas las excepciones dilatorias á un mismo tienpo y
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 361
en un mismo escrito, no haciéndolo asi, solo podrá mar de las que no ale
gare , contestando d la demanda ; disposicion que concuerda con las de la
ley 9, tít. 4, Part. 3, y el art. 88 del Reglamento del Consejo Real.
33. En los escritos en que se propongan las excepciones, deberán ex
ponerse sucesivamente los hechos que las motivan y los fundamentos de
derecho, fijándose la pretension que encierran , determinando la clase de
excepcion que se proponga y acompañando los documentos en que se funde
el derecho que envuelven ó designando el archivo en que se encuentren, si
el demandado no los tuviere á su disposicion, pues despues no se le admiti
rán sino los que fueren de fecha posterior, á no jurar si fuesen anteriores
que no tenia conocimiento de ellos, segun previene el art. 22o respecto de
escrito de la demanda , aplicable por el 253 al de contestacion , explicados
en el tít. 6 del lib. 2.° de esta obra, pues aunque la ley no hace aplicables
estas disposiciones á las excepciones, existe identidad de razon para que lo
sean, como se deduce de la ley i , tít. 7, lib. 11 de la Nov. Recop. , que
hacia comun á las excepciones, reconvenciones y mutuas peticiones de obli
gacion de presentar las escrituras en que se fundaban en el mismo término
que el escrito en que se proponían y no despues, á no jurar que no las hubo
ni sabia de ellas antes.
No proponiéndose las excepciones en el tiempo y forma mencionados, las
repelerá el juez de oficio, segun dispone el art. 226 respecto de las deman
das, aplicable á este caso por la razon que acabamos de exponer.
34. Siendo el artículo en que se proponen las excepciones dilatorias una
especie de incidente, se siguen en su sustanciacion trámites análogos á los
marcados para estos, y que expusimos en la seccion 7,a del tít. 6 citado.
Asi pues, dispone el art. 241, que del escrito en que se propongala ex
cepcion dilatoria, se dará traslado por tres dios al actor ; término igual al
concedido para este objeto por el art. 121 de la ley de Enjuiciamiento mer
cantil, para que se entere de su contenido y conteste lo que crea oportuno,
en escrito que deberá extenderse en la forma y acompañando los documen
tos dichos respecto del en que se propone la excepcion.
35. Be lo que dijere el actor, se dará copia al demandado: art. 241.
Esta copia parece que debe presentarse por el demandante é ir suscrita por
su procurador, segun previene el art. 22o respecto de la demanda principal.
Esta copia no se le dá al demandado para que conteste, pues en esta clase
de artículo se considera fijada por la nueva ley la cuestion con un escrito
por cada parte, aboliéndose la práctica antigua que requería dos, sino para
que se reciba á prueba en el caso que esta proceda, ó como dice el art. 118
de la ley de Enjuiciamiento mercantil, que contiene igual disposicion, «en
el caso que por alguna de las partes se hayan propuesto hechos que la ne
cesiten, ó en su defecto, se decidirá desde luego si tiene ó no lugar la ex
cepcion propuesta.» El art. 242 de la nueva ley especifica mayormente los
casos en que ha lugar á la prueba diciendo: se recibirá á prueba el artículo
por ochodias improrogables, si los litigantes ó alguno de ellos lo solicitaren
ó el juez lo estimare necesario.
TOMO 11. 46
362 LIBRO TERCERO.
36. El término de ocho días improrogables para probar las excepciones
puede ser limitado en demasía en ciertos casos y no guarda proporcion con
el de ocho á veinte que concede el art. 343 para la prueba de los incidentes.
Por este motivo parece que debe entenderse aplicable al mismo la disposi
cion del art. 271 sobre que pueda suspenderse el término probatorio, con la
justa causa que expresa el 272 fque expondremos al tratar del término de
prueba) á juicio del juez y bajo su responsabilidad. Los medios de prueba
de que pueden usar las partes son los expuestos en la seccion 6, tít. 6, li
bro 2.°, debiendo observarse en el modo de proponerlos los requisitos que
en el mismo lugar explicamos.
Concluido que sea el término de prueba, sin necesidad de ninguna ges
tion de los interesados, ó sin sustanciarla si la hiciesen, mandará el juez
unir las pruebas á los autos y que estos se pongan durante dos dios de ma
nifiesto en la escribania del actuario las pruebas practicadas para qu« las
partes puedan enterarse de ellas: art. 243 y 318, aplicable á este caso.
37. Enteradas las partes, en dichos dos dias, de las pruebas ejecutadas,
ó si no las hubiere, esto es, si no se hubiere propuesto prueba, dada la con
testacion por el actor, mandará el juez traer los autos á la vista : art. 244;
la cual deberá ser con citacion de las partes, bajo nulidad. V. los artícu
los 329 y 1013.
38. Dentro del dia siguiente al en que hubiere mandado el juez llevar
los autos á la vista, si esta providencia se hubiese notificado en el mismo
dia, ó de lo contrario, dentro del dia siguiente al de la notificacion, podrán
las partes pedir se oiga á sus defensores, en cuyo caso se señalará al efecto,
esto es, para la vista, el dia inmediato. Mas como á veces no pudiera veri
ficarse esta en dicho término, ya por parte de los letrados ó de los jueces,
por ocupacion , enfermedad ú otra causa justa, podrá suspenderse la vista
señalada y setrasladará al dia mas inmediato posible , segun la disposicion
general del art. 38 aplicable á este caso.
39. Oidas las defensas, y en su consecuencia efectuada la vista en que
han de pronunciarse estas, ó pasado sin solicitarlo el dia en que pueden pe
dir las partes señalamiento para la vista, mandará el juez traer los autos
para su exámen: art. 246. La última disposicion de este artículo se refiere
á la contenida en el art. 35, general para todos los casos en que ha de pro
nunciarse sentencia, haya ó no vista, sobre que los jueces de primera ins
tancia verán por sí mismos los autos. Para este efecto de examinarlos es
pues para lo que el juez da el auto mencionado.
40. La sentencia se dictará precisamente dentro del tercero dia , á con
tar desde el siguiente al de la vista, si la ha habido, ó en otro caso desde el
siguiente al en que se dicte la providencia mandando traer los autos para su
exámen y pronunciar sentencia.
Siendo esta sentencia de las que tienen fuerza de definitiva deberá te
nerse presente sobre ella las circunstancias que han de comprenderse en
las mismas, expuestas en los números 1070 y siguientes del lib. 2.°
41 . El juez proveerá previamente sobre la declinatoria y litis pendencia
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 563
si se propusieren estas excepciones, por las razones expuestas en los núme
ros 626 y 627 del lib. 2.° Si el juez se declara competente, resolveráal mis
mo tiempo sobre las demás excepciones dilatorias: art. 248; mas si se decla
rase incompetente, no dará resolucion alguna sobre ellas, pues esta provi
dencia seria ineficaz , puesto que el juez que carece de jurisdiccion para
entender de un negocio es como un simple particular respecto del mismo.
V. los números 626 y 627 citados.
42. La sentencia que recayere es apelable en ambos efectos : art. 249.
Esta apelacion debe interponerse dentro de cinco dias , y admitida, se sus
penderá la ejecucion de la sentencia hasta que recaiga su confirmacion: ar
tículo 67 y 70 de la ley.
Cuando fuere denegada la apelacion, podrá el apelante recurrir en que
ja á la audiencia respectiva, la cual procederá según diremos al tratar de
las apelaciones y del recurso de queja: art. 75. • .
43. Si se apelase, en tiempo y forma, se admitirá sin suslanciacion nin
guna , y se remitirán los autos al tribunal superior dentro de segundo dja,
citadas y emplazadas las partes, esto es, sus procuradores, para que compa
rezcan ante él: artículos 250, 336 y 380.
El término para mejorar la apelacion en el tribunal superior , es el de
veinte dias, segun el art. 73 que contiene una disposicion general sobre esta
materia.
44. La sustanciacion de estas apelaciones debe arreglarse á los trámites
marcados en los artículos 840 y siguientes, que determinan los que deben
seguirse cuando la providencia fuese interlocutoria aun cuando sea de las
que causen estado.
45. La resolucion del artículo prévio sobre las excepciones, puede ser ó
que estas se desechen ó que se admitan. . .
Desechándose las excepciones dilatorias, ó si conforme á lo decidido so
bre ellas tuviese lugar la contestacion, para valemos de las frases que erci'
plean el Reglamento del Consejo Real y la ley de Enjuiciamiento mercantil,
consen tida y ejecutoriada la sentencia en que se mandare contestar á la de
manda, ya por haberse avenido con dicha sentencia el demandado, ó por
que haya dejado pasar este el término para interponer la apelacion , ó por
que interpuesta, haya recaído fallo confirmatorio de la superioridad, se le
entregarán los autos al demandado para contestar, para lo cual deberá
preceder solicitud por parte del demandante , pues la pérdida del artículo
sobre las excepciones pudiera ser motivo suficiente para que el demandado
accediera á las pretensiones del actor. La contestacion deberá [tener lugar
dentro de los seis dias siguientes al en que se notificare el auto de entrega:
art. 251. De esta disposicion se deduce, que es necesario que dicte por se
parado el juez el auto de entrega cuando no se apeló de la providencia so
bre el artículo, sin que baste decretar la entrega en esta misma providencia
sobre las excepciones, puesto que debe mandarse contestar á la demanda
consentida la sentencia , y esta no se entiende serlo, sino transcurridos los
cinco dias para la apelacion sin interponerla. Mas cuando se hubiere inter
364 LIBRO TERCERO.
puesto apelacion y recayere de la superioridad fallo confirmatorio , debe
decretarse la entrega de los autos para contestar en la misma providencia
en que el juez dé cumplimiento á la ejecutoria, porque desde entonces está
ejecutoriada la sentencia sin mas dilaciones ni trámites.
46. La razon porque el art. 251 concede solo seis dias al demandado
para contestar á la demanda, siendo así que el 234 le concede nueve, con
siste, en que otorgándosele estos nueve dias cuando aun no ha propuesto
las excepciones dilatorias, y en su consecuencia, teniendo que deliberar y
ver en los seis dias primeros de estos nueve, si le asisten dichas excepciones
y si le conviene proponerlas , al mismo tiempo que la manera en que debe
contestar , necesita un término mas largo para la contestacion, que en el
caso del art. 251, esto es, en el de haber ya propuesto las excepciones,
tanto mas cuanto que durante la sustanciacion del artículo sobre las mismas
ha tenido tiempo suficiente para preparar aquella.
47. Transcurridos los seis dias sin presentarse la contestacion en el caso
del articulo anterior , esto es, si se alegaron excepciones dilatorias , ó los
nueve en el del art. 234, esto es, si no se alegaron, pues que esta dispo
sicion es aplicable á este caso, acusada una rebeldia, esto es, presentando el
demandante un escrito al juzgado en que le advierte, que no obstante ha
ber terminado dicho plazo, no ha contestado el demandado á la demanda, y
pide se le acuse la rebeldia y se le apremie á la devolucion de los autos si
los hubiere tomado, se recojerán de oficio los autos, sin necesidad de acu
sarse otra rebeldia ni pedirse nuevos apremios por el actor , ni mas trámites
ni providencias, como se verificaba anteriormente, concediéndose plazos
repetidos y causándose dilaciones innecesarias, no obstante lo dispuesto por
la regla 2.a, art. 48 del Reglamento provisional, y se declarará la demanda
contestada, procediendose á lo demás que corresponda : art. 252.
48. Hemos dicho que el actor debe pedir tambien que se apremie a\
demandado á la devolucion de los autos, aunque nada expresa el art. 252
sobre este punto, porque segun expusimos en los números 1182 y siguien
tes del libro 3.°, el apremio tiene lugar siempre que hay que practicar algún
acto cuya realizacion no puede omitirse ni suplirse por decoracion ó pre
suncion legal, cual es la devolucion de los autos para que pueda seguirse la
sustanciacion del juicio. Algunos autores opinan , que en el caso del artícu
lo 252 solo ha lugar á pedir y despachar el apremio y no á acusar la re
beldia, como en el de que no comparezca á juicio al demandado á que se
refiere el art. 232, por no considerar rebelde al demandado que habiéndose
personado en juicio, no contesta á la demanda. Pero en nuestro concepto
procede la acusacion de rebeldia aun en este caso , segun expresa termi
nantemente el art. 252 de la tey de Enjuiciamiento civil, conforme con
nuestras leyes anteriores y con la de Enjuiciamiento mercantil y leyes so
bre procedimientos contencioso administrativos , segun dijimos en el nú
mero 1183 del libro 2.° Es necesario no olvidar que la rebeldia ó contumacia
tienen dos sentidos , uno genérico y otro especifico , y si bien específi
camente solo se tiene por rebelde al que despues de' emplazado á juicio le
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 365
gítimamente no comparece, ó compareciendo, se marcha sin licencia del
juez, genéricamente se considera tal al que no contesta debiendo hacerlo.
V. lo expuesto en el núm. 1183 citado, especialmente en el aparte tercero.
49. Por lo demás, mientras no se recojan los autos en virtud de haber
acusado el actor la rebeldia y solicitado el apremio, tiene tiempo el deman
dado para contestar la demanda, pues que el término que se le concede para
ello solo se limita á seis ó nueve dias en favor del demandante al cual se en
tiende que renuncia este mientras no solicita el apremio.
50. En cuanto á los efectos de dejar pasar el término sin contestar, no
es tan esplícito el art. 252 de la nueva ley, como nuestras disposiciones an
teriores. Y en efecto, la ley 1, tít. 6, lib. 11 de la Nov. Recop., declaró
terminantemente, que si el demandado no contestase á la demanda, seaha-
bido por confieso por su rebeldia, aunque no sea dada sentencia contra él
sobre ello.
El señor conde de la Cañada, interpretando esta ley, decia: «Esta con
fesion presunta ó legal hace veces de contestacion y cierra la puerta á
las excepciones dilatorias que podría poner el demandado si hubiera venido
á producirlas dentro del término legal. Induce tambien esta presuncion un
defecto de prueba de la demanda que permanece hasta tanto que el deman
dado pruebe cpcluyentemente su libertad y ninguna obligacion; pues como
en esta parte procede por via de excepcion contra la confesion presunta que
considera la ley haber hecho, no compareciendo dentro del término legal,
hace en esta parte las veces de actor, y ha de probar lo que propone contra
la intencion de aquel que la tiene ya fundada en la presuncion ó ficcion de
la ley.
«Estos son los efectos á que debe restringirse la confesion presunta en
rebeldia, quedando libre al demandado todo el progreso de la causa para
alegar y probar en ella no ser deudor de lo que se le demanda y ser de con
siguiente absuelto en la sentencia definitiva.»
«La ley 1.a, tít. 4, lib, 11 de la Recop. (hoy 1.a, tít. 6, lib. H, de la
Nov.), trata únicamente de la contestacion, la cual dice que se ha de hacer
concediendo ó negando, y procediendo en la segunda parte al caso de que el
demandado no viniese ó no enviase procurador á contestar á la demanda, le
declara por confeso, y en el efecto contestada, sin que extienda su disposi
cion á que el juez le pueda condenar al pago ni apremiarle á su ejecucion,
y esto solo bastaría para no extender la pena contra el que no pareció en el
término señalado á lo que no explicó la ley.»
El autor sigue apoyando su doctrina en la disposicion de la ley 1 .*, tí
tulo 4, lib. 11 de la Recop. (1.a, tít. 6, lib. 11 de la Nov.), que previene,
que cuando el demandado no compareciere á juicio en el término legal, ó
se fuere sin mandato del juez, siga el procedimiento, pasándose á recibirlos
testigos del actor y demás pruebas que tuviese para probar su intencion,
como si se hubiera contestado el pleito, y dar sentencia definitiva. Y en
efecto, esta disposicion debe entenderse aplicable al acaso en que habiendo
comparecido á juicio el demandado, no contesta en el término legal, puesto
366 LIBRO TERCERO.
que al principio de dicha ley se previene, que los rebeldes que no quisieran
venir ante el juzgador á los emplazamientos que les son puestos, no deben
ser de mejor condicion que los que vinieren á peres cer ante ellos, y si no se
siguiese adelante el pleito cuando el demandado no contesta, para que este
pueda comparecer y probar su derecho, ni se requiriese al demandante la
prueba de su intencion, como se verifica en el caso de no comparecer á jui
cio el demandado, seria este de mejor condicion que aquel.
Finalmente, apoya su doctrina sobre que la falta de contestacion á la
demanda en el término legal aunque induzca confesion y contestacion de la
misma, no extiende sus efectos á que por ello se acabe el juicio, en las le
yes recopiladas que corresponden á las 1 y 3, tít. 9, lib. 11 de la Nov.,
que declaran por confesos, á consecuencia de su rebeldía, á los que no con
testan á las posiciones ó no lo hacen con la claridad y seguridad que pre
vienen las leyes. Estas confesiones presuntas, dice, no producen suficiente
prueba para determinar por ellas la causa principal, y es necesario recibir
otras de testigos ó instrumentos en el término competente, en el cual puede
hacer las suyas la parte que no ha respondido á las posiciones y está decla
rado confeso por su re! eldia, y esto sirve de confirmacion á lo dicho en
cuanto á las confesiones presuntas relativas á la contestacion á la demanda,
La citada ley 1, tít. 7, lib. 4, Recop. (1, tít. 9, lib. 11, Nov.) añade,
hace demostrable esta verdad, pues comprend iendo los dos casos de que la
parte responda á las posiciones por palabras de niego ó confieso, ó cuando
no responde ó no lo hace con la positiva seguridad indicada, resuelve en el
primero, que «si de las respuestas de las posiciones hallare el juez que
puede dar sentencia definitiva, concluso el pleito, la dé laque por fuero ó
derecho deba, y sino, «resciba las partes á prueba de lo por ellas dicho é
alegado.»
51. Las notables disposiciones y la importante doctrina que acabamos
de exponer son aplicables en g eneral en el dia, y pueden considerarse como
complemento y explicaciou del art. 252 de la nueva ley de Enjuiciamiento.
Sin embargo, los efectos que produce la contestacion presunta á la de
manda de relevar de prueba al demandante, que expresaba el señor conde
de la Cañada, expuestos en el núm. 48, deben entenderse como circuns
cribiéndose á aquellos hechos que por su verosimilitud y por no resultar
nada contra ellos, se entienden verdaderos y reales, sin necesidad de prueba
que los demuestre; mas no respecto de aquelios otros que no aparecen vero-
símile por sí y por dichas circunstancias. Tampoco deben extenderse los
efectos de esta contestacion presunta á relevar al demandante de la prueba
de su intencion ó derecho, pues la contumacia del demandado, no puede
atribuirle derechos que no le asisten ó cuya existencia no probase legal
mente; segun expresamos en el aparte décimo del núm. 25 de este libro.
Asi se deduce de lo prescrito en la ley 1. tit. 5, lib. 11 de la Nov.; ya
expuesta, sobre que en el caso de que no contestase á la demanda el deman
dado, siga el juez el pleito adelante y pase á recibir las pruebas que tuviese
el actor para probar su intencion, cláusula que no se refiere solo al caso en
t>E LOS PROCEDliUlENlÓS ESPECIALES A CADA JUICIO. ú67
que se presentase posteriormente. el demandado á desvanecer la presuncion
que entra él resultaba, con pruebas sólidas y convincentes, como parece in
terpretar el señor conde de la Cañada, equivocadamente en nuestro concep
to, sino tambien al en que se siguiera todo el procedimiento en su ausencia,
como lo persuaden las consideraciones expuestas en el aparte cuarto del nú -
mero 25 citado.
52. Esta doctrina se apoya tambien en la nueva ley de Enjuiciamiento,
puesto que el art. 32 limita los efectos de dejar transcurrir los términos im-
prorogables y de acusar una rebeldia, á que se declare perdido el derecho
que hubiere dejado de usar la parte á quien hubiese sido acusada, y que el
art. 252 se ciñe á mandar que se declare la demanda contestada, sin expre.
sar que sea habido por confeso el demandado, como hacia la ley recopilada
lo que favorece á la limitacion de los efectos de dicha contestacion presunta,
según se habia ya admitido en ta práctica anterior, fundada en que tampo
co el Reglamento provisional declaraba que se tuviese por confesada la de
manda (1).
5o. Debiendo pues seguirse el pleito adelante hasta pronunciar sentencia
definitiva, beben notificarse las demás providencias que se dicten durante
el procedimiento, no ya en los Estrados del Tribunal, como se verifica en
el caso de no haber comparecido al juicio el demandado por no haber pro
curador ni persona legal á quien notificarlas, sino al procurador que se pre
sentó en juicio en representacion del demandado, pues que hay ya parte y
persona con quien poder entenderse las actuaciones, la cual se encuentra
siempre en disposicion de practicar las diligencias que le corresponden sin
necesidad de las justificaciones y demás solemnidades que prescribe la ley
en su tít. 25, respecto del que no se personó ó no compareció Ajuicio.
54. Siguese de lo expuesto, y de no ser la condicion del que se perso
na enjuicio peor que la del que no comparece, que ni la falta de contesta
cion á la demanda, ni de la práctica de las demás diligencias posteriores á
que tiene derecho el demandado , bastan para que deje de atenderse en la
sentencia definitiva á la justicia de su causa; por lo que solo deberá recaer
contra él sentencia condenatoria cuando el actor probase su intencion y de
recho; mas de lo contrario, deberá absolvérsele de la demanda. Asi se ha
llaba establecido en la ley 75 Dig. de judiciis, que decia: Sive responderit,
sive non responderit, agetur causa et pronunciabitur; non utique secundum
prcesentem, sed interdum vel absens, si bonam causam habüit, vincet. Asi
se prescribió tambien en la ley 10, tít. 22, Part. 3, expuesta en el aparte
quinto del núm. 25.
55. En cuanto á la doctrina que tiene lugar en el caso de que no se
(1) Va los Sres. Paz, Pract. 1, tom. 1, p. 6, temp. miras. 44 y 45, Gutierrez, li
bro 1, pract. quast. q. 46 y Hevia Bolaños en su Curia Filípica, parle 1, §. 14, núme
ro 10, apuntaban que «aunque los jueces inferiores tenian que guardar el rigor de la
confesion ficta que pone la ley por dura que fuese, no se guardaba por los superioics
de las audiencias supremas.
368 LIBRO TERCERO.
conteste á las posiciones. Véase lo expuesto al tratar de la confesion en jui
cio en los números 853 y 876 del libro 2.°
56. Nada dice la ley sobre el modo cómo deberá proceder el juez cuan
do hubiere admitido las excepciones dilatoria s , por lo que debe estarse á la
práctica anterior. Segun esta, si la excepcion era de incompetencia, el juez
en la providencia en que se declaraba incompetente, debia mandar se remi
tieran los autos al juez competente ; si la excepcion era de litis pendencia,
debia mandar su remision al juez que conocia ya del negocio, y si fuera de
falta de personalidad en el actor ó su procurador , ó de defecto legal en la
demanda, mandaba el juez al actor que lo supliera, y hecho así, daba nue
vo traslado al demandado.
57. Cuando el demandado contesta expresamente á la demanda, formu
lará la contestacion en los términos prevenidos para que el actor formule la
demanda, debiendo tambien presentar los documentos en que la apoye, se
gun lo prescrito en el art 225, y no pudiendo pedir el exámen de testigos
anteriormente á la contestacion sino en los casos que previene el art. 223,
respecto del actor, pues las di sposiciones de dichos artículos se entienden
tambien en cuanto al demand adp, conforme previene el 253 de de la ley.
V. los núms. 685 al 688 del lib.V
58. En la contestacion á la demanda, debe hacer el demandado uso de
las excepciones perentorias que tuviese, segun dijimos en el núm. 657 y si
guientes del lib. 2.°, y de las dilatorias no propuestas dentro de los seis dias
contados desde el siguiente al de la notificacion de la providencia en que se
mandaren entregar los autos para contestar la demanda , cuando se propo
nen estas como artículo separado antes de la contestacion , segun dispone el
§A del art. 244 de la ley, expuesto en los números 657 y siguientes ci
tados.
En la misma contestacion propondrá tambien Id reconvencion en losca-
sos en que proceda, conforme prescribe el §. 2.° del art. 234 expuesto en
el núm. 605 del lib. 2.°
Las excepciones y la reconvencion se discutirán al propio tiempo y en la
misma forma que el negocio principal, y serán resueltas con este en la sen
tencia, §. 3 ° del art. 254; de suerte, que no se formará para ellas artículo
ni pieza separada; disposicion que concuerda con la ley 4, tít. 10, Part. 3.
59. Despues de la contestacion á la demanda, no podrá hacerse uso de la
reconvencion, quedando á salvo al demandado su derecho que podrá ejerci
tar en el juicio correspondiente: §. del art. 254. V. los números 695 y si
guientes del lib. 2.°
Segun, pues, el art. 255, de la contestacion á la demanda, se dará tras
lado al ador por término de seis dias para que haciéndose cargo de lo ale
gado por el demandado contra sus pretensiones , rebata las razones de este
y exponga las que favorezcan al suyo, y de la réplica, que asi se llama este
nuevo escrito del actor, dará traslado el juez al demandado por igual térmi
no, de seis dias, para que conteste tambien á los argumentos y razones de
actor, en un nuevo escrito qtte se llama duplica.
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CApA JUICIO. 369
Dicho término de seis dias se entiende aplicable aun al caso de que el
demandado hubiese propuesto reconvencion, no obstante que la ley 3, títu
lo 7, lib. 11 de la Recop. que señalaba igual término para los escritos de
réplica y dúplica, lo extendia á nueve dias en aquel caso, por considerarse
la reconvencion como una nueva demanda, y concederse nueve dias para
contestar á esta, pues ademas de que la nueva ley nada previene para este
caso, y antes por el contrario dispone, que la reconvencion se discuta al pro
pio tiempo y en la misma forma que el negocio principal, limita el término
de nueve dias para contestar á la demanda que señalaban nuestras leyes
anteriores y aun ella misma, cuando no se han propuesto excepciones dila
torias, esto es, cuando se entra por primera vez en el estudio del negocio, á
seis dias cuando se han propuesto dichas excepciones, esto es, cuando han
transcurrido ya términos en que se ha podido meditar sobre los medios y
caminos que puede ofrecer el ataque y la defensa. '
60. En los escritos de réplica y dúplica, tanto el actor como el deman
dado, fijarán definitinamente los puntos de hecho y de derecho objeto del
debate, pudiendo modificar ó adicionar los que hayan consignado en la de
manda y contestacion: § 1.° del art. 256. Esta disposicion es una conse
cuencia natural de las contestaciones ó controversia suscitadas entre las
partes. Y en efecto, la contestacion á la demanda y el escrito de réplica han
podido desvirtuar ó hacer que aparezcan falsos ó infundados los hechos y
las pretensiones ó derechos alegados por el litigante contrario; de aquí pues
la facultad que se les concede para modificarlos ó adicionarlos en los últimos
escritos de cada uno , que son los de réplica y dúplica , siempre que no
cambien ó alteren sustancialmente la accion propuesta, de modo que cons
tituyan otra diversa, segun esplanamos en el núm. 469 del lib. 2.°, pues
entonces habría que seguir un nuevo juicio, tal vez de distintos trámites
que el principiado, y no podría ajustarse la sentencia á la demanda, segun
prescribe el derecho y dijimos al tratar de la misma, ademas de ocasionar
dilaciones y gastos indebidos. Deben fijarse tambien los puntos de hecho y
de derecho en dichos escritos, para que puedan servir de guia á la parte
contraria sobre la prueba que debe proponer y al juez para saber la que
debe admitir ó desechar por ser ó no procedente, y asimismo para arreglar
á ellos la sentencia y exponer al fundarla los resultandos y considerandos
con exactitud.
61. Estos escritos deberán extenderse conforme previene el art. 224 y
225 de la ley en cuanto les son aplicables, esto es, sucintamente y nume
rados los hechos y los fundamentos de derecho, sin copiar leyes para no
abultarlos, segun prohibia la ley 1, tít. 14, lib. 11 de la Nov. Recop.,
aunque bien "ueden citar las que les favorezcan, conforme dijimos en ej
núm. 462 del lib. 2.°, y presentando ademas las escrituras y documentos
en que se apoyan los hechos y fundamentos de derecho adicionados, ó de
signando el archivo ó lugar donde se encuentran, si no los tuviese en su po
der, segun dijimos en el núm. 493 y siguientes y expresamente disponían
respecto de los escritos de réplica y dúplica y de las excepciones, reconven
íoslo ii. 47
370 LtBRO TERtífiRO.
ciones y mutuas peticiones, las leyes 1 y 3, tít. 7, lib. 11, Nov. Recop.
62. Acerca de si son ó no prorogables los términos para contestar á la
demanda, para replicar y duplicar, se hallan divididos los intérpretes. Unos
opinan porque son improrogables, por considerar sin duda la disposicion
del art. 252 sobre que transcurridos los seis dias para contestar á la de
manda sin presentarse la contestacion, acusada una rebeldía, se recojan de
oficio los autos y se declare contestada, disposicion que es adaptable á los
escritos de réplica y dúplica, como conteniendo la prevencion expresa y
terminante que requiere el art. 30 para que se consideren los términos im
prorogables, de que pasados estos no se admitan en juicio la accion, excep
cion, recurso ó derecho para que estuvieren concedidos. V. el Tratado Aca
démico Forense de los Sres. Laserna y Montalvan; tomo 2.°, núm. 48: mas
otros opinan, por el contrario, que son prorogables, fundándose en que no
se hallan mencionados en el art. 30 entre los improrogables ni existe res
pecto de ellos la prevencion expresa y terminante mencionada, pues la de
claracion del art. 252 se refiere mas bien y solamente á la sustanciacion que
corresponde en el caso de no contestarse en el término concedido, ya sea
el primitivo legal ó el otorgado por el juez en virtud de próroga, á la ma
nera que dispone el art. 29 con referencia á los términos prorogables, que
transcurridos estos á las prórogas otorgadas en tiempo hábil, se recogerán
los autos al primer apremio á costa del apremiante y seguirá adelante la
sustanciacion segun su estado, que es lo que deberá hacerse cuando hubie
ren transcurrido los términos para la réplica y dúplica sin presentarlas, y
se hubiese acusado una rebeldia. No careciendo de apoyo legal esta inter
pretacion y siendo favorable por otra parte al derecho del actor y á los
fueros de la defensa, pueblo que los términos señalados para los escritos re
feridos son demasiado angustiosos, la preferimos á la anterior. Por lo menos
creemos que debe adoptarse, como hace el Sr. Ortiz de Zúñiga, tomo 2.°,
pág. 228, el término medio que se contiene en la regla 2.a, art. 48 del Re
glamento Provisional, la cual al prescribir que dichos términos fuesen pre
cisos y perentorios, expresaba que el juez, bajo su mas estrecha responsa
bilidad, no pudiera prorogarlos sino por justa causa y verdadera que se
expusiera y por el tiempo absolutamente necesario, con tal que la próroga
no excediera en ningun caso del término señalado por la ley, debiendo bas
tar siempre que se acusara una rebeldia, cumplido que fuera el término res
pectivo para que sin necesidad de especial providencia, se despachare el
apremio y se recogiesen los autos á fin de darles su debido curso.
No siempre son necesarios los escritos de réplica y dúplica, pues como
introducidos á favor de las partes para que esfuercen, modifiquen ó aclaren
las razones en que fnndan sus pretensiones, pueden renunciar á ellos, s'
creyeren que no son necesarios, por medio de un escrito; en cuyo caso dará
el juez traslado al reo, si renunció el actor la réplica, para que duplique, ó
procederá á recibir el pleito á prueba ó sentencia, si fue este quien renunció
á duplicar. ■
63. En cuanto á si podrán admitirse por el juez mas de dos escritos por
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 371
cada parte, opinan algunos autores por la afirmativa, pero esta opinion no
es admisible al menos en general por las consideraciones que pasamos á
exponer.
Segun nuestro derecho antiguo , dice el Febrero reformado, contestada
la demanda , se daba traslado al actor, y de la respuesta de este al reo , y
asi sucesivamente hasta que resultaba fijada la cuestion. Por este método
observado de buena fe se alcanzaban ventajas, porque no siempre por dos
escritos de cada parte se determina exactamente la duda que ha de ser ob
jeto de las pruebas, mas como todos los demás intereses fiados á la con
ciencia y rectitud de las gentes, dió muy pronto á conocer que era suscep
tible de muchos abusos que las partes cometían , multiplicando los escritos
para causar vejaciones y ocasionar costas.
Por esto las leyes recopiladas redujeron á cuatro el número de estos es
critos, teniéndose, no bien sehabian presentado, por conclusos los autos
para prueba ó sentencia segun procedia, aunque las partes no expresaran
dicha conclusion, es decir, que daban la cuestion litigiosa por suficiente
mente dilucidada. V. las leyes 3, tít. 7, 1, tít. 15, lib. 11 , Nov. Recop. , y
especialmente la ley 1, tít. 14 del mismo lihro, que prevenia que si se pre
sentaren mas escritos no fueran recibidos, y si de hecho se recibieren, fue
ran nulos, y si alguna probanza se hiciere sobre ellos, no hiciera fe ni prue
ba. No obstante , cuando en el escrito de dúplica el demandado alegaba al
guna excepcion ó fundamento nuevos sobre que nada se habia dicho ante
riormente , se daba vista de este al actor , para que impugnase las nuevas
defensas del reo, pues como dice el Sr. Rodriguez en sus Instituciones Prác
ticas, lo contrario seria permitir que se le atacara alevosamente y podría
ser vencido por falta de defensa , lo que está reprobado por todo derecho,
debiendo siempre ser igual la suerte de ambos litigantes para que la victoria
no se deba á la ventajosa posicion de alguno de ellos, sino á la justicia de
la causa que defienda. .
Tambien es opinion de los autores, que podrán admitirse nuevos escritos
en que las partes presentaren escrituras que hallaron nuevamente ó de que
antes no tuvieron conocimiento , jurándolo asi , y se fundan en las leyes 1 ,
tít. 3, y 3, tít. 7, lib. 11, Nov. Recop. , que facultan á las partes para pre
sentar dichas escrituras con posterioridad á dichos escritos; doctrina-que
tendrá tambien aplicacion en el dia, puesto que el art. 225 y 253 de la ley
concede igual facultad á los litigantes. Véase tambien lo que expone el con
de de la Cañada en sus Instituciones, parte 1.a, cap. 7, números 2 y si
guientes, sobre la conveniencia de dar comunicacion al actor del escrito de
duplica del demandado, interpretando en este sentido las leyes recopila
das 1, tít. 14, 3, tít. 7 y 1, tít. 15, lib. 11.
Esta doctrina debe tener lugar tambien en el dia, y asimismo deberá dar
se traslado al actor del escrito de dúplica cuando el demandado hubiere pro
puesto reconvencion y continuare sosteniéndola en el mismo, pues de lo
contrario, solo podría el actor presentar un escrito contra la reconvencion,
cuando el reo presenta dos, de suerte que no podria aquel ni contestar á los
372 LIBRO TERCERO.
fundamentos que alegara el contrademandante en su último escrito. Por lo
menos en este caso, deberá comunicarse traslado de la dúplica ai actor con
el objeto de que se instruya, segun aconseja la mayoría de los autores , aun
cuando no se hubiere propuesto reconvencion, fundándose en que así lo
reclama la igualdad de la defensa , puesto que el demandado se enteró de
los dos escritos del actor y aun pudo contestar á ellos. La doctrina expuesta
se halla apoyada en el espíritu de la nueva ley , pues todas sus disposicio
nes están dictadas con arreglo al principio de la igualdad del ataque y de la
defensa, y aun en su texto expreso, segun se deduce de las disposiciones
de los artículos 260, 261 y 276 que expondremos mas adelante.
64. No se opone á ella, como creen algunos intérpretes, lo prescrito en
el §. 2.° del art. 256, sobre que en los mismos escritos, de réplica y dúplica,
pedirán las partes por medio de otrosíes que se falle el pleito ó que se reciba
a prueba, si lo estimaren necesario , porque esta solicitud no obsta para que
el juez providencie el traslado que corresponda de dichos escritos , por re
clamarlo asi la igualdad de las defensas , teniendo en cuenta para mas ade
lante la peticion de las partes, pues la limitacion que hace virtualmente la
ley respecto de los escritos de las partes á solo dos por cada una , solo debe
entenderse del caso en que haya igualdad en el ataque y defensa.
65. El objeto que han tenido los redactores de la nueva ley al consignar
la disposicion mencionada, ha sido el de evitar las dudas que se suscitaban
anteriormente, opinando unos ser necesario que concluyera alguna de las
partes para que el juez pudiera recibir el pleito á prueba, fundándose en
que este no podia hacer nada en los asuntos civiies de oficio , y sosteniendo
otros que no se necesitaba la conclusion de las partes, sino que quien con
cluía era la ley, apoyándose en la 3, tít. 7, lib. 11 de la Nov., que despues
de fijar como el último de los escritos que podian presentar las partes, el de
dúplica, dice : y con esto sea habido el pleito por concluso , sin otro auto de
conclusion, y en la 1 , tít. 15 del mismo libro, que dispone que con cada
dos escritos que las partes prosentaren sea habido el pleito por concluso,
aunque las partes no concluyan, asi para sentencia interlocutoria ó recibir
á prueba, ó para definitiva.
66. La nueva ley ha adoptado, pues, la doctrina de que concluyanlos
litigantes para prueba ó definitiva, puesto que les impone la obligacion de
pedir que se falle el pleito ó se reciba á prueba , por lo que ya no puede
tener lugar la duda mencionada.
67. Cuando las partes hubieren renunciado á los escritos de réplica y
dúplica, consignarán esta peticion por medio de otrosíes en el escrito en
que renuncien evacuar el traslado de la contestacion ó de la réplica.
Y esta es la doctrina mas sólida y que admiten nuestros mejores prácti
cos. t¡La misma conclusion es parte del proceso , dice el señor conde de la
Cañada, eu sus Instituciones, parte 1.a, cap. 7, núm. 16, y toca tambien
por esta razon á los que litigan, sin que el juez pueda interponer sus oli-
cios en suplir los de las partes, cuando alguna de ellas no insta por el pro-
geeso y continuacion de la causa, porque está en sus manos dejarla ó sus
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 373
pendería en cualquier estado, siempre que procedan de conformidad ,. y se
presume estarlo cuando ninguna insta por su continuacion. Así se vé en re
petidos procesos, que están pendientes muchos años en un estado, el cual
se hace saber de nuevo á las partes cuando alguna insta por su progreso,
sin que hasta tanto interponga el juez sus oficios para que los interesados los
continúen ; porque sería en cierta manera avivar los pleitos contra la inten
cion de las partes que pueden tener varias causas para terminarlos en cual
quier estado, ó tomarse tiempo con alguna suspension para atender á otros
objetos mas importantes, continuándolos despues con mayor co modidad.
68. Sin embarco, la obligacion que impone el art. 256 á las partes de
pedir el fallo ó la prueba del pleito en el último escrito que cada una presen
te, ofrece el inconveniente respecto del demandante, de no poderse decidir
por uno ó por otro extremo, con todo conocimiento de causa, si el deman
dado en su escrito final modificara ó adicionara los puntos de hecho y de de
recho hasta hacer necesaria la prueba que antes no lo era, ó al contrario,
puesto que el actor tiene que decidirse ó no antes de ver dicho escrito.
SECCION II.
69. Despues del primer período del juicio ordinario que comprende los
escritos que se dirigen á fijar la cuestion objeto del litigio, sigue el segundo,
que contiene el modo y forma de producirse y recibirse las pruebas, bien
sobre lo principal del negocio ó sobre las tachas de los testigos, la publica
cion de probanzas y los alegatos de bien probado.
70. Segun la legislacion y jurisprudencia anteriores, dados los autos
por conclusos, era obligacion del juez reconocerlos en el término de seis dias
contados desde la conclusion y ver si se trataba de hechos controverlidos
cuya certeza se necesitaba probar, ó si la cuestion estaba reducida á puntos
de mero derecho, ó las partes no teniau nada que probar, ó no querían
hacerlo sino respecto de cosas que no podian aprovechar en el pleito á la
parte que las proponia ni dañar á la contraria. En el primer caso si las par
tes habian pedido la prueba ó el juez la estimaba necesaria, debia recibirla
en el término de los seis dias mencionados, proveyendo auto interlocutorio á
este fin, para que los litigantes justificaran lo que les conviniere, bajo la
pena de pagar el juez dobladas las costas y una multa, si no providenciaba
en aquel término, pues en tal caso, la prueba es de esencia del juicio; mas en
los otros casos mencionados no recibia el pleito á prueba, sino que tenia los
autos por conclusos dara sentencia definitiva, y bajo este aspecto se dice
que la prueba no es un trámite de esencia en el juicio, ó no toca al orden
de! juicio sino al de la justicia. V. lo expuesto sobre los casos en que pro
cede la prueba en los números 723 y 741 del !ib. 2.° de esta obra. Sin nada
falta ni tienen que probar las partes, decia Febrero apoyando esta doctrina,
puede y debe el juez dejar de recibir el pleito á prueba sin que con esto se
374 LIBRO TERCERO.
cause nulidad, antes bien es conforme á la intencion de las leyes que ape
tecen que cuanto antes consiga justicia al que la tiene , resisten la dilacion
y que se le causen costas, y prohiben que los pleitos se reciban á prueba so
bre cosas que probadas no le han de aprovechar ni dañar al contrario ó no
conciernen al asunto litigioso , ó consisten en puro derecho en el que está
resuelto lo que el juez debe determinar; ley 7, tít. 14, Part. 3 y 5, tít. 16,
lib, 11, Nov.Recop. Si este los recibia en estos tres últimos casos á prueba,
sepodia apelar de la providencia como dilatoria, gravosa y perjudicial y
debia revocarse, como lo he visto en el Consejo, decia Febrero.
Esta doctrina sobre la facultad del juez para no recibir el pleito á prueba
cuando juzgaba que era improcedente, parece haberse adoptado respecto de
los procedimientos contencioso administrativos, puesto que el art. 122 del
Reglamento del Consejo Real dice, que en los negocios en que el punto liti
gioso no puede ser fallado desde luego en definitiva, podrá recibirse á prue
ba, si la parte lo pide , pues de esta cláusula parece deducirse que cuando
puede fallarse sin prueba en definitiva, debe hacerlo así el juez. Asimismo,
dicha doctrina debería tener aplicacion en el dia, en cuanto al procedimiento
civil, puesto que la Ley de Enjuiciamiento en su art. 274 faculta tambien
á los jueces para que repelan de oficio las pruebas impertinentes ó inútiles
qüe propusieren las partes, y en su consecuencia, si les autoriza para no
admitir la prueba parcial, deben considerarse facultados para repeler la total,
porque á este extremo tendrá que conducir la no admision de aquella cuan
do por ser el punto litigioso de puro derecho, no hubiera lugar á prueba al
guna. ¥ así lo entienden en efecto los señores Laserna y Montalvan en su
Tratado Académico Forense de procedimientos judiciales. Y por eso, al ha
cerse cargo de la disposicion del art. 257 de la ley sobre que el juez recibirá
el pleito á prueba en el caso de que todos los litigantes la hayan solicitado,
suponen que estos pedirán dicha prueba cuando no haya en ellos conformi
dad respecto de los hechos alegados.
71. Sin embargo, la generalidad de los intérpretes, entienden que la
nueva ley prohibe á los jueces rechazar la prueba cuando la pidieran las
partes, como tienen que hacerlo, caso de no pedir en los escritos de réplica
y dúplica que se falle desde luego el pleito, como dispone el art. 256. Para
esto se fundan, en lo general del texto del art. 257 citado, en no admitir la
nueva ley apelacion de la providencia en que se otorgase la prueba , como
hemos visto se admitía antes, al paso que la admite en él que se denegare,
artículos 258 y 275 , y en lo conveniente de evitar los abusos á que solía
dar lugar aquella facultad por parte de los jueces, como ya notaban nuestros
escritores, segun se vé en el Febrero reformado, que decia al exponer aqae-
lla doctrina. «No obstante, los jueces deben ser propensos á admitir las
pruebas, porque en oirías poco se puede perjudicar y de no permitirlas pue
den hacer graves perjuicios,» y finalmente, en que cualquiera dilacion ó
perjuicio que resulte á las partes de la admision de la prueba inútil, como
la sufren estas por su voluntad, puesto que todas convienen en pedir dicha
prueba, se hallan dispensados en cierto modo los jueces de atender á que
DE LOS PROCEDlMIENfOS ESPECULES A CADA JU1CI6. S75
no se causea á las partes dilaciones ai gastos innecesarios, lo que no tiene
aplicacioa cuando se opone á la prueba alguna de ellas.
Por esta última consideracion dispone el art. 258 , que si alguno de los
litigantes se opusiese á que se reciba el pleito á prueba, señalará el juez
dia para la vista sobre el recibimiento á prueba: en él oirá á las partes ó sus
dfeensores si se presentaren, art. 257, ó de no presentarse dará el acto por
terminado. Dicba vista deberá celebrarse atendiendo á las reglas expuestas
en los números 1039 y siguientes del libro 2.° de esta ¡obra , acerca de las
mismas en los juzgados de primera instancia.
72. Verificada la vista , el juez determinará lo que estime procedente;
art. 257; esto es, que se reciba el pleito á (prueba si la cuestion litigiosa
versara , no sobre puntos de derecho escrito, pues que estos no son objeto
de prueba, sino que para su discusion se recurre á la ciencia del juez , jura
nosci curia, sino sobre puntos de derecho no escrito, cuya existencia es ne
cesario probar, ó sobre hechos en que no estuvieren conformes las partes,
ó que fueren controvertidos por las mismas , ó sobre que no cslá prohibida
la prueba por ser notoriamente impertinentes, esto es, por no tener relacion
con la cuestion litigiosa, de suerte que aunque se prueben no pueden apro
vechar á la parte que propone la prueba ni perjudicar á la contraria, si bien
parece mas prudente y conforme al art. 274 de la ley, que el juez al decidir
si há ó no lugar á la prueba , en general , no descienda al exámen de este
último punto, sino que lo aplace para cuando las partes pasen á marcar los
hechos sobre que la proponen. Asimismo no bastará para que los jueces
no reciban el; pleito á prueba , que á su juicio haya probado una parte los
hechos que expone , pues si la otra se opusiese á ellos, procede ,la prueba,
porque la defensa es de derecho natural. Véase además lo dicho sobre los
casos en que procede la prueba en general, en los números 725 y siguientes
y 741 del libro 2.°, sobre los efectos de la confesion en juicio, en los nú
meros 842 y sucesivos, sobre los efectos de la contestacion afirmativa ex
presada á la demanda, en los números 674 y siguientes del mismo libro y
lo expuesto en la primera seccion de este título 1 ,° y |ibro 3.° sobre los efe-
tos de la no comparencia de las partes á juicio y de la no contestacion á la
demanda.
73. ha providencia en que se otorgare la prueba no será apelable, la
en que se denegare lo será en ambos efectos ; porque [en el primer caso , no
se originan á la parte que se opone á la prueba perjuicios irreparables; sino
solo algunos gastos y dilaciones, mas de negarse la pruba pueden resultar
á la que la pide el perjuicio de perder el pleito por falta de justificacion so
bre sus pretensiones.
74. Si los litigantes hubieren convenido en que se falle definitivamente
el pleito , sin necesidad de prueba , mandará el juez traer con citacion los
autos á la vista y dictará sentencia: art. 259. Mas antes de dictar esto sen
tencia, podrán las partes dentro de los dias siguientes al de la citacion para
la vista, pedir que el juez señale á la posible brevedad dia para que aquella
tenga efecto , á lo que accederá este oyendo de palabra á los defensores de
376 LIBRO TERCERO.
los litigantes, si se presentaren, segun dispone el art. 330, ó procediendo
á loque previene el 351, no haciéndose aquella pretension, pues aunque
estos artículos se refieren al caso en que se hallase el pleito en estado de
sentencia por haberse practicado prueba, son aplicables al en que se hallase
en dicho estado por haberse renunciado á ella, segun claramente se ve por
ías disposiciones de los artículos 244 y 245, expuestos al marcar los trámi
tes sobre excepciones dilatorias. Esto se funda en que en ambos casos existe
identidad de razon, puesto que el acto de la vista en primera instancia de
pende de la voluntad de las partes , y solo es de obligacion del juez el lla
mar los autos para su examen , celébrese ó no la vista. Yéase lo que ex
ponemos en el § 3 de este título y asimismo lo dicho en la seccion 6.a del
tít. 6.°, lib. 2.° de esta obra sobre el modo de celebrarse las vistas y de
pronunciarse las sentencias.
7o. De lo absoluto y general de la disposicion del art. 259 se deduce
que el juez no puede mandar de oficio que se reciba el pleito á prueba aun
cuando versare sobre hechos controvertidos por las partes, si estas se con
vienen en que se falle definitivamente el pleito sin necesidad de prueba.
76 Esta doctrina se funda sin duda en suponerse por el hecho de pedir
las partes que se falle el pleito sin prueba, ó que estas confian enteramente
en lo claro evidente y justo de sus pretensiones, ó que no tienen pruebas
que proponer, ó que renuncian en favor del contrario á las ventajas que de
las mismas pudieran resultarles, pues que puede cada uno renunciar al be
neficio introducido á su favor cuando se trata solamente de interés propio y
no se causa perjuicio á tercero, segun acontece respecto de los pleitos civiles
en que no se halla interesada la causa pública.
Ya en la ley de Enjuiciamiento mercantil se contenia en igual sentido una
disposicion todavía mas extensiva , puesto que segun el art. 126 , no ha
biéndose solicitado prueba por ninguno de los litigantes, debe procederse á
la determinacion definitiva del pleito.
Del art. 122 del Reglamento del Consejo Real, se deduce tambien igual
disposicion que la del art. 259 de la ley de Enjuiciamiento civil , pues que
previniendo que en los negocios en que el punto litigioso no pueda ser fa
llado definitivamente desdeluego, la seccion, á propuesta del ponente, podrá
ordenar á peticion de parte que los litigantes juren posiciones, ect., se en
tiende virtualmente dispuesto que no pidiendo la prueba ninguna de las
partes, ó conviniéndose ambos en que no se recibe el pleito á prueba, no
puede ordenarse esta de oficio por el juez.
77: La nueva ley de Enjuiciamiento contiene sin embargo tres disposi
ciones que pudieran alegar, e contra la doctrina expuesta ; las de los artícu
los 682, 794 y 242.
La del 682, sobre la prueba en el juicio de retracto, previene, que si no
hubiere conformidad en los hechos, se recibirán los autos á prueba sobre
aquellos en que no la hubiese.... y se practicará la que las partes propon
gan con sujecion á las reglas establecidas para el juicio ordinario; pero esta
disposicion , si bien no distingue del caso eu que las partes pidan ó no la
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALE? A CADA JUICIO. 577
prueba, por lo que parece que puede mandarla el juez de oficio , las últi
mas cláusulas de la misma , sobre que se practique la que propongan las
partes y con sujecion á las reglas establecidas para el juicio ordinario, in
ducen á considerar aplicable á este caso la disposicion del art. 259 estable
cida en aquel juicio.
La del art. 794, sobre los juicios de árbitros previene, que aunque nin
guna de las partes hubiese pedido la prueba, los árbitros podrán recibir á
ella los autos, determinando los hechos á que deba contraerse. Mas esta
disposicion terminante en el fondo, no debe entenderse aplicable á los jui
cios comunes sino circunscrita al de árbitros, por fundarse sin duda en que
estos reciben su jurisdiccion y la extension y límites de la misma de la vo
luntad de las partes, expresada en el compromiso que forman las mismas
antes de procederse al juicio, sin que despues puedan desentenderse de lo
convenido, por lo que la facultad mencionada depende de la voluntad de los
litigantes. Además dicha disposicion no se refiere al caso en que las partes
convengan en el fallo definitivo del pleito sin prueba , sino al en que no
hubieran pedido esta, en cuyo caso tambien se acostumbraba aun en los
juicios comunes segun la antigua práctica, recibirse el pleito á prueba por
via de solemnidad , por si las partes querían practicarla : mas hoy no es
fácil que se verifique este caso , teniendo los litigantes que pedir en su
último escrito que se falle el pleito desde luego ó que se reciba á prueba.
La disposicion del art. 242 es la que, de admitirse tal como se halla re
dactada, podría servir verdaderamente de oposicion á la del art. 259, puesto
que en ella se dice, que se recibirá á prueba el artículo sobre las excepciones
dilatorias, si los litigantes ó alguno de ellos lo solicitaren ó el juez lo estimare
necesario. Mas como esta disposicion es contraria á todas las de la ley sobre
el recibimiento á prueba de todos los demás artículos é incidentes, segun
puede verse consultando entreoíros, el 324 sobre la prueba de tachas, y
especialmente el 343 sobre los incidentes, en cuyo procedimiento parece
haberse calcado el de las excepciones, y como en este se diga que se admita
el pleito á prueba caso de haberse convenido en ello las parles ó de haberlo
pedido una sola y creerlo el juez necesario, es de suponer que se ha padecido
una errata en el 243 , poniendo la partícula ó por la partícula y. Pudiera
alegarse en defensa de la exacta redaccion del art, 242, que afectando algu
nas de las excepciones al órden público, como sucede con la de incompeten
cia y aun la de litis-pendencia, conviene que el juez pueda mandar la prueba
de oficio, para atender á que no se traspasen por falta de esta los límites
jurisdiccionales; pero aun bajo esta consideracion no es probable que ofrezca
dicha prueba estos resultados, sino mas bien los opuestos, porque las partes
que controvierten sobre aquellos particulares solo practicarán las pruebas
atendiendo á sus intereses privados, pudiendo suceder que se ofrezca contra
la verdadera competencia una prueba mas fuerte que la ofrecida con ante
rioridad y que sujete mas al juez para pronunciar un fallo contrario á la
misma. Solo interviniendo el fiscal podría ser útil dicha prueba ; pero aun
en tal caso, si este la renuncia, es de presumir que lo haga porque juzgue
TOMO II. 48
378 LIBRO TERCERO.
no ser necesaria por no haber practicado la parte adversa la suficiente para
desvirtuar los fundamentos y demás por él propuestos y alegados.
Sin embargo, esta prohibicion que tiene el juez de recibir el pleito á
prueba, cuando las partes se hubieren convenido en que se falle sin ella, no
se extiende á la facultad con que le reviste la ley para dictar autos para
mejor proveer. Esta facultad se contiene en el art. 48 de la ley de Enjuicia
miento civil como una de las disposiciones generales que comprende el tí
tulo 1.° de la misma, y en su consecuencia, como aplicable á todos los
casos. Pudiera tal vez decirse, que aunque colocada entre las disposiciones
generales, debe entenderse como refiriéndose al caso en que se haya verifi
cado prueba por las partes , puesto que no se deduce de su coutesto que
pueda usarse de ella aun cuando las partes no hubiesen practicado prueba,
pero deduciéndose este extremo de otra disposicion legal , del art. 122 del
Reglamento del Consejo Real en que se consigna igual facultad, debe darse
esta extension á la del art. 48 de la ley civil. Con efecto, dicho ari. 122
dispone, que en los negocios en que el punto litigioso no pueda ser fallado
desde luego en definitiva, la seccion, á propuesta de ponente, podrá ordenar
a peticion de parte ó para mejor proveer, que las partes ó una de ellas jure
posiciones, etc.; de cuya cláusula marcada en cursiva te infiere, que puede
ordenar la prueba ya á peticion de la parte, ya para mejor proveer, aunque
aquella no la hubiere solicitado.
78. Hemos creído importante y necesaria esta explicacion porque la fa
cultad de dictar autos para mejor proveer cuando las partes han renunciado
á la prueba, parece no confundirse con las razones en que se fundala
prohibicion de mandar el juez á las partes practicar prueba en tales casos,
cual es el respeto á la voluntad de las mismas, pues si el juez no puede
mandar la prueba dejando á las partes la eleccion entre los medios legales
probatorios, el modo de proponerlos y la facultad de producir pruebas que
desvirtúen ó destruyan las del contrario , parece que mucho menos podrá
obligarlas á que practiquen prueba por un medio que el mismo juez desig
na. Sin embargo puede apoyarse el uso de esta facultad aun á pe.-ar de
aquella prohibicion , en que la renuncia de las partes no debe afectar mas
que al derecho de proponer por sí mismas la prueba, pero no á la fa
cultad del juez para ordenar la práctica de las diligencias probatorias
que le permite la ley, cuando apareciere oscura la cuestion litigiosa, bien
por efecto de prueba ó por haberla efectuado alguna de las partes con cap
ciosidad ó malicia, ó por otro motivo justo, pues que una vez sometida á
la decision judicial la cuestion litigiosa por las partes, el objeto de estas es
que se falle con arreglo á los fueros de la verdad y de la justicia, y por eso
dice la ley 9, tít. 11, Partida 3:. verdad es cosa que los juzgadores deben
catar en los pleitos sobre todas las otras cosas del mundo; é por ende cuando
las partes contienden sobre algun pleito en juicio, deben los juzgadores ser
acuciosos en pugnar por saber la verdad del, por cuantas maneras pudie
ren , primeramente por conoscencia que fagan el demandador y el deman
dado en juicio, ó por preguntas que los jueces fagan á las partes on ra
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 379
zon de aquellas cosas sobre que es la contienda, etc. Y si el no practicar las
partes prueba, dimanara de ignorancia acerca de lo que procedia, tanta ma
yor razon existirá para que el juez, por medio de autos para'mejorproveer-
supla su falta, puesto que este debe suplir los medios de derecho que las
partes hubiesen omitido, segun la ley única, tít. 11, lib. 2 del Cód., ex
puesta en el núm. 1065 del lib. 2.° El principio de que el juez no puede in
terponer sus oficios en los pleitos civiles, se ha de entender en cuanto no
puede obligar á las partes á continuar el pleito, ni avivar estos contra la in
tencion de las mismas, ni favorecer á una parte mas que á la otra contra lo
que dicte la justicia, pero no en cuanto á lo que le esté vedado valerse de
los medios que las leyes le conceden para el esclarecimiento de la verdad
respecto de la cuestion litigiosa, y para que obtenga cada uno lo que es su
yo, fin principal á que se dirige la administracion de justicia y en que se
halla tambien interesado el órden público. Véase asimismo lo expuesto en
los números 1063 y siguientes del lib. 2.°
79. Si despues de recibido el pleito á prueba ocurriere algun hecho que
hubiere relacion con la cuestion que se ventile, y en su consecuencia, que
verse sobre la misma sin cambiarla, ó hubiese llegado á noticia de las par
tes alguno de la misma especie de que juren no haber tenido antes conoci
miento, podrán alegarlo, formulando un escrito que se llamará de amplia
cion: art. 260. Esta disposicion no ba hecho mas que ratificar la práctica
anterior segun la cual, cuando alguno de los litigantes tenia que alegar da
tos ó fundamentos nuevos en su favor, podia hacerlo por medio de escritos
llamados alegatos mas en forma. Su objeto es no privar á las partes de estos
fundamentos de su derecho por no haberlos alegado anteriormente cuando
no ha dependido de ellas el practicarlo. En su consecuencia, podrá formu
lar cada parte estos escritos de ampliacion cuantas veces ocurran los hechos
referidos. Estos escritos deben estenderse en la forma que determina el ar
tículo 224 sobre la demanda, y debe acompañarse á ellos los documentos
que los justifiquen ó indicar el lugar donde se hallen, segun previene el ar
tículo 225.
80. Del escrito de ampliacion, se dará por tres dios traslado á la otra
parte, para que conteste á los puntos comprendidos en el mismo, pero no
á los anteriores escritos. Dicha parte podrá alegar nuevos hechos, si lo cre
yere conveniente: art. 261. Los hechos nuevos á que se refiere este artículo
son, no solamente los que hubieren ocurrido nuevamente despues de reci
bido á prueba y demás á que se refiere el art. 260, sino tambien los ocur
ridos anteriormente que sirvan para la defensa aunque ya los hubiera sa
bido la parte que contesta. Cuando alegase los hechos á que se refiere el
art. 161, deberá darse traslado de su contestacion al que primero alegó el
escrito de ampliacion para que pueda contestar á ellos, segun lo aconseja
el principio de la reciproca igualdad que debe observarse en el ataque y la
defensa de los litigantes y segun se deduce del art. 261, puesto que la con
testacion al primer escrito de ampliacion en tal caso forma un nuevo escrito
de esta clase.
380 LIBRO TERCERO.
81. La prueba que se ejecute será extensiva á los hechos expuestos en
los cuatro primeros escritos, si se hubieren presentado los cuatro, á los
expuestos eu la demanda y contestacion, si solo se hubieren presentado es
tas, ó en los que hubieren tenido lugar en los casos indicados en el núme
ro 630, y en los de ampliacion; § 2.° del art. 261; entendiéndose que estos
hechos han de haber sido controvertidos por las partes, segun dijimos en el
núm. 70, que convendrá tener presente asi como los que en él se citan.
105. Recibidos los autos á prueba, se entregarán por seis dias á cada
una de las partes (aun cuando sean muchos los individuos que las constitu
yan, es decir, que sostengan unidos unos mismos intereses) sucesivamente
para que se instruya de lo que de ellos resulta y proponga la que les con
venga: art. 273. La nueva ley fija el término de seis dias para resolver las
dudas que ocurrian anteriormente sobre el tiempo que debia tener los autos
cada parte, y para evitar los abusos á que daba motivo el dejar su determi
nacion al arbitrio del juez que podia favorecer á una mas que á otra. Es sin
embargo de lamentar que conceda igual término al actor que al demandado
pues como dicen nuestros mejores prácticos, debieran concederse por menos
tiempo á aquel que á este, puesto que el actor ha podido presentarse al
juicio despues de tener preparadas las probanzas que necesitase para la de
mostracion de su derecho , por no verse obligado á demandar mientras no
las tuviese corrientes, y que el demandado, viéndose por lo comun recon
venido de sorpresa y obligado á contestar desde luego, no ha podido pre
parar sus medios de defensa.
104. • Pero la nueva ley no ha resuelto la duda sobre si deberán entre
garse los autos al demandado antes que al actor, como opinaban algunos,
fundándose en que siendo este quien oponía las excepciones y defensas, de
bia ser el primero en practicar la prueba de las mismas, ó si se han de en
tregar al actor antes que al demandado, como opinaban otros, alegando que
siendo el actor el primero que se presentaba al juicio , y teniendo tambien
que probar lo expuesto en su demanda, á este correspondia practicar pri
meramente la prueba, y ademas en que tal era el orden regular adoptado
en los trámites del juicio. En vista de estas opiniones y fundamentos, adoptó
la práctica un término medio que es el que deberá seguirse tambien en la
actualidad; el de entregar los autos primero al actor si este los pedia ó los
pedian ambos á un mismo tiempo, y primero al demandado si este solo los
hubiese pedido.
105. Anteriormente se entregaban los autos á las partes para proponer
y practicar la prueba, repartiéndose el término total de la ley entre las
mismas; pero este procedimiento ofrecia el inconveniente de que experimen
tase desventaja y desigualdad la parte á quien se entregaban posteriormente
puesto que mientras el que los tomaba primero gozaba de todo el término
de prueba para instruirse de los autos y para practicarla, aquel carecia del
tiempo que conservaba este los autos en su poder , que á veces solia ser la
mitad del señalado para la prueba. La nueva ley para evitar estos incon
venientes fija el término de seis dias para que las partes puedan tener los
autos ; mas como no seria posible á estas deliberar ni determinar en tan
breve espacio la prueba que necesitaban ó les convenia proponer, añade el
art. 273, que la entrega de los autos por seis dias para este efecto sea sin
perjuicio de que en el resto del término puedan solicitar cualquiera otra. Sin
390 LIBRO TERCERO.
embargo esta facultad de proponer nueva prueba despues que la parte con
traria propuso la suya , puede dar ocasion al abuso de que alguna de las
partes, indagando los extremos sobre que aquella versa, proponga contra
prueba para destruirla ; motivo por el cual opinan algunos intérpretes que
debiera haber señalado la ley un término para proponer la prueba y otro
para practicarla, como lo verifica respecto de los juicios de menor cuantía,
en el art. 1145, que asigna el de tercero dia para que proponga cada parte
toda la prueba que esté en el caso de hacer, prohibiendo, pasado dicho tér
mino, proponer otra ni adicionar la propuesta. Mas los redactores de la nue
va ley, entre este inconveniente y el de acortar el término para proponer la
prueba, tan necesario é interesante en el juicio ordinario por los grandes
intereses que en él se discuten, obligando á las partes á proponer desde lue
go toda la prueba, y en su consecuencia pruebas innecesarias y costosas si
daban buen resultado otras menos complicadas, han juzgado aquel menos
atendible , mucho mas habiendo dictado las disposiciones oportunas para
evitarla, cuales son que la prueba no se haga pública hasta que ha pasado
el término probatorio y otras varias.
106. Durante el término de prueba, no se puede hacer en el juicio otra
cosa que no sea referente á esta , á no que se proponga algun incidente ó
articulo, segun expusimos al tratar de estos.
107. Para proceder á la prueba, debe cada litigante presentar al juez
un escrito solicitando que se practiquen aquellas diligencias ó se le admitan
las justificaciones que proponga y eslime necesarias para demostrar su de
recho. Dichas diligencias ó justificaciones deben consistir en los medios de
prueba expresados en la seccion 6.a, tít. 6.° del lib. 2.° de esta obra , pro-
cediéndose á su práctica conforme á lo que en la misma se expone.
108. Estos msdios de prueba deben referirse á hechos que tengan rela
cion con la cuestion litigiosa y que al mismo tiempo apoyen las pretensiones
de la parte que propone la prueba ó desvirtúen las defensas de la contraria,
de suerte que segun dispone el artículo 274 de la ley, los jueces repelerán
de oficio las pruebas impertiuentes ó inútiles que propusieren las parles,
porque siendo un deber de los jueces dirigir el procedimiento con arreglo á
la ley, del modo menos costoso y menos dilatorio para las partes en todo
aquello que no afecte al orden público y sobre lo que no se hubieren con
venido estas tácita ó expresamente, y presumiéndose que la práctica de uoa
prueba impertinente ó inútil no proviene de dicho avenimiento signo de ig
norancia ó malicia de una de ellas, para dilatar el proceso, el juez debe
proceder de oficio, no permitiendo, como dice la ley 7, tít. 14, Part. 3, que
1as partes pierdan inútilmente el tiempo probando cosas que despues no pue
den aprovecharles. Se entenderá pues la prueba impertiente, palabra to
mada de pertinere pertenecer , si, v. gr. reclamando Juan 500 rs. de Pa
blo, procedentes de un préstamo en metálico que este negase haber recibido
tratara de probar aquel que le habia hecho algunos artefactos ; en tal caso
no es pertinente el hecho porque la demanda era de un préstamo en dinero.
Asimismo sena inútil la prueba que propusiera Juan , si confesando Pablo
t>E los procedimientos especiales a cada juicio. 39l
el préstamo pero alegando que lo habia devuelto ó satisfecho, tratase aquel
de probar el hecho del préstamo, porque no por esto quedaria Pablo obliga
do al pago, mientras no resultase que no lo habia efectuado.
109. Como algunas veces ofrece dificultad la apreciacion de las pruebas
que son ó no pertinentes ó útiles, y como por otra parte, si el juez fuera ár-
bitrode hacer esta apreciacion irrevocablemente, podría privar de un modo
indirecto á los litigantes de la prueba de sus pretensiones y defensas, pre
viene el art. 275, consecuente en esto con lo prescrito en el 258, por fundar
se ambas disposiciones en motivos idénticos, que las providencias en que se
niegue alguna diligencia de prueba son apelables en ambos efectos , y que
contra las que la admiten , no se dá recurso alguno.
Siendo necesario para interponer la apelacion , saber fija y determina
damente los hechos ó particulares sobre' que el juez admite ó desecha la
prueba propuesta , se deduce , que este tendrá que dar auto en que así lo
especifique, sin poder usar como antes de la cláusula general , se admite la
prueba en cuanto es pertinente , y como recomendaba que debia hacerse el
conde de la Cañada, fundándose en las dificultades que ofrece la exacta apre
ciacion de aquella, pues en la duda de si conducen ó no al pleito principal,
dice el mencionado escritor, no puede el juez repeler el artículo ó pregunta
y solo puede hacerlo presentándose con notoriedad la inconducencia de la
prueba, ya sea para aprovechar á la parte que la solicita ó para dañar á la
contraria.
110. Anteriormente se suscitaba la cuestion de si los testigos juramen
tados dentro del término de prueba podian ser examinados pasado este. Los
autores sentaban diferentes opiniones, porque la ley nada decia expresa
mente sobre el caso, ni concediendo que se examinaran, ni prohibiéndolo.
Tres opiniones se sostenian con igual empeño: la una afirmativa, la otra
negativa, y la otra que sentaba un término medio, consistente en distinguir
entre los casos en que el plazo fenecido no era el de la ley, sino el que el
juez señaló á su arbitrio, y el caso en que era legal: y en el primero
volvían á distinguir, si el auto se dió recibiendo á prueba con señalamiento
de término para probar y haber probado, ó solo para probar. Los que ha
cian estas distinciones opinaban que cuando el término espirado era el legal,
no podian ser examinados los testigos, en razon á que la ley cerraba la en
trada á toda prueba despues de fenecido el plazo ; pero si fuese el conven
cional, y la fórmula iü auto solo abrazase la condicion de para probar,
entonces debian recibirse las declaraciones de los testigos antes juramenta
dos, en razon á que la fórmula del auto estaba cumplida con la sola presen
tacion dentro del término señalado. El señor conde de la Cañada opinaba
que en todo caso en que el término fenecido no fuese el legal , habia lugar
al exámen de testigos juramentados en tiempo; porque como el plazo que
venció pendia de la voluntad del juez consignada en un auto interlocutorio,
y este es reformable por el mismo juez que le dió, ó bien expresamente, ó
bien por hechos que induzcan iguales efectos, se convencia con toda eviden
cia que cuando el juez recibia juramento á los testigos dentro del término
392 LIBRO TERCERO.
señalado en el auto de prueba, y reservaba recibir las declaraciones para
despues de él , se entendia que le prorogaba por todo el tiempo necesario
para concluir aquella probanza. Mas el citado señor conde, segun decian
los señores Goyena, Montalvan y Aguirre en su reforma del Febrero, no dis
curría en este caso con toda la solidez propia de su ingenio, ni demostraba
lo que se proponia, porque se fundaba en un principio equivocado. Señala
do una vez el término de prueba por el juez, concluye su mision y no le es
lícito prorogarlo sino á instancia de parte; y como esta no lo hace, puesto
que sabiendo que sus testigos no están examinados, calla y no pide próro-
ga, claro es que tampoco podrá acordarla el juez de oficio : además de que
en caso de que esto le fuera lícito, tendría que dictar providencia por es
crito, porque no les es permitido otra cosa á los jueces. Por otra parte, sa
bido es que la próroga produce un verdadero término de prueba dentro del
que pueden las partes hacer de nuevo todas las que les plazca , además de
la practicada, y por consiguiente que en el supuesto de que hubiese una
prorogacion tácita podrían los litigantes presentar nuevas pruebas ; pero
como esto no es así, es evidente que no hubo tal prorogacion. Así, pues,
en la opinion de estos ilustrados escritores, cualquiera que fuese la clase de
término que hubiera espirado, no podian examinarse los testigos despues
de fenecido este á pesar de que antes hubieran sido juramentados, porque
todas las leyes á una voz prohiben la práctica de diligencias de prueba fuera
del término señalado.
111. La nueva Ley de Enjuiciamiento ha venido á sancionar la opinion
y la doctrina expuesta de los ilustrados reformadores del Febrero, dispo
niendo en su art. 276, que las diligencias de prueba solo podrán practicarse
dentro del término probatorio, sin que baste juramentar á los testigos den
tro de él para examinarlos despues. No podrá, pues, en el dia, examinarse
testigos pasado el término de prueba, ni aun por el juez de oficio en uso de
la facultad que le conceden las leyes para averiguar la verdad por todos los
medios que estén á su alcance, dando al efecto autos para mejor proveer,
como podia hacer anteriormente é indicaban los citados reformadores, por
que el art. 48 de la nueva ley, que especifica las diligencias de prueba que
puede ordenar el juez por medio de dichos autos, no menciona la de recibir
declaraciones de testigos segun expusimos en el núm. 1066 del lib. 2.° No
obstante la disposicion del art. 227 no debe entenderse aplicable á los casos
expuestos en los núms. 982 y 983 del lib. 2.° de esta obra.
112. Sin embargo, la prohibicion de practicar diligencias de prueba
fuera del término probatorio, admite algunas excepciones. Además de la
prueba de confesion, que conforme al art. 292 puede hacerse en cualquier
estado del juicio, segun expusimos en el núm. 849 del lib. 2.°, el mismo
art. 276 contiene otra excepcion, disponiendo que transcurrido el término
de prueba solo son admisibles las escrituras ó documentos justificativos de
hechos ocurridos con posterioridad ó de los anteriores cuya existencia igno
rara el que los traiga. Tambien podrán admitirse los documentos que, aun
que conocidos, no hubieran podido adquirirse con anterioridad. La ley 34,
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALE S A CADA JDICIO. 393
tít. 16 Part. 3, al paso que disponia que no pudiera recibirse prueba de tes
tigos despues de transcurrido el término probatorio, exceptuaba de esta pro
hibicion los instrumentos salvo ende carta ó instrumento. Igual facultad se
deducía de las leyes 1, tít. 3, y i, tít. 7, lib. 11 Nov. Recop., que al facul
tar á las partes para presentar las escrituras con que apoyaran su demanda
ó excepciones jurando que no supieron de ellas ó no pudieron haberlas an
tes ó que las hubieron nuevamente, no fijó tiempo para su presentacion y
solo usaba de la claúsula despues en la prosecucion del pleito. V. lo dicho en
los números 493 y 687 del lib. 2.° Los motivos en que se funda, tanto la
prohibicion de presentar testigos pasado el término de prueba, como la ex
cepcion respecto de las escrituras, se hallan expuestos por el senor conde de
la Cañada con la claridad y exactitud que le son peculiares.
«La presentacion de instrumentos, dice este célebre escritor en sus Ins
tituciones prácticas, parte 1.a, cap. 8, números 61 y 62, es parmilida pa
sado el término de la prueba, y aun despues de publicados los testigosjhasta
la conclusion de la causa, porque no admiten la sospecha de ser alterados á
que estan expuestos los testigos cuando se buscan y presentan despues pu
blicadas sus deposiciones. Lo único que recelan las leyes en la presentacion
de instrumentos, es la malicia de haberlos reservado para irlos produciendo
separadamente en el progreso de la causa con el fio de dilatarla, omitiendo
usar de ellos cuando debian ejecutarlo y en los plazos que están señalados.
Para purgar la sospecha de esta malicia sirve el juramento de haber llegado
nuevamente á su noticia al cual se defiere por ser la única prueba que pue
de admitir el pensamiento y dictámen á que se refieren, y aun sin el jura
mento que prescriben las leyes se admiten los instrumentos antes de la con
clusion, conforme á la práctica de los tribunales.» En el dia, aunque el ar
tículo 276 no expresa que sea necesasio el juramento en ninguno de los
casos que menciona, parece que deberá prestarse sobre que no se tuvo an
tes conocimiento de los hechos anteriores al término de prueba que tratan
de justificarse con los documentos presentados, segun dispone el art. 225 y
el 867.
Los testigos qne se presentaren pasado el término ordinario de la ley,
estando cerradas y sin publicar las probanzas están igualmente libres de todo
recelo de que sean sobornados por la parte que los produce, y conviniendo
en este punto con los instrumentos, parecia que debian admitirse en el tiem
po indicado antes de la publicacion de probanzas, pero como estando ejecu
tadas las de alguna parte, aunque no se hayan publicado legalmente en el
proceso, han podido llegar por otros medios á noticia del que quiere despues
presentar otros, no conviene permitírselo para que no busque maliciosa
mente testigos amañados que destruyan los dichos de aquellos.
A estas consideraciones pueden agregarse las de que la prueba docu -
mental tiene mas caracteres de autenticidad, y existen respecto de ella me
nos temores de que sea alterada ó falsificada que respecio de la de testigos,
porque aquella es una prueba constituida con anterioridad al litigio, es un
monumento establecido para hacer la fe en lo porvenir, un testimonio histó-
TOMO II. 50
394 LIBRO TERCERO.
rico é invariable para hacer fe respecto de lo pasado, y por eso se ha llama
do esta prueba preconstituida, esto es, formada con anterioridad, y la
prueba de testigos se forma por el contrario ex post fado, para utilidad de
los litigantes interesados y para influir en un pleito ya promovido, lo que
la hace menos digna de confianza, porque se halla sometida á todas las fal
tas de la memoria de los hombres, á todas las influencias de los lugares,
tiempos y sucesos y alteraciones que provienen de las pasiones de los liti
gantes.
De la presentacion de dichos documentos debe darse traslado á la parte
contraria por término de tres dias, para que pueda oponerse á la admision
de los mismos si no versan sobre los hechos á que se refiere el art. 276.
Estos documentos podian presentarse antes indudablemente hasta la
conclusion para definitiva, esto es, hasta que el juez dictaba providencia
declarando haberse cerrado la entrada á toda clase de alegaciones por es
crito, ó declarando concluso el juicio; en el dia, no sancionando la nueva
ley esta actuacion, tendrá lugar la presentacion de documentos basta la
providencia que viene á suplir y hacer veces de aquella y á producir sus
efectos, la en que se mandan traer los autos para sentenciar.
Mas han ocurrido dudas y controversias segun la legislacion antigua,
que ha dejado en pié la moderna, sobre si podrán los litigantes presentar
despues de la conclusion para definitiva los documentos que no hubiesen
llegado antes á su noticia.
Los que opinaban por la negativa atendiendo á nuestras leyes anterio
res, se apoyaban en el texto de la ley 34, tít. 16, Part. 3, que al permitir
la admision de documentos en general despues de pasado el término de
prueba, requería que se presentasen antes de la conclusion para deSniva,
ante de las razones cerradas; en la ley 6, tít, 11, lib. 3 del Ordenamiento
i Real, que también limitaba la admision de instrumentos fasta qua sean las
razones cerradas y el pleito concluso, por que despues no puede por carta ó
instrumentos mas probanza facer; y en que, si bien ni estas leyes ni otra al
guna se referían expresamente á los documentos de que no hubieren tenido
noticia los litigantes hasta despues de dicha conclusion, parecia la conse
cuencia mas legitima denegar su admision, efectuada esta, por ser los efec
tos de declarar el pleito concluso cerrar la entrada á nuevas probanzas, y en
su consecuencia á la admision de escrituras; y porque habiéndose puesto
por aquellas disposiciones un punto y término final hasta donde era lícito
usar de escrituras, quedada en aquel punto extinguida la facultad de pro
ducir otras, no solo por efecto del argumento contrario, sino por lo esencial
de la parte dispositiva de dichas leyes.
Los que opiuaban por la admision desde la conclusion de la causa hasta
la sentencia definitiva, de los documentos de que no habian tenido conoci
miento las partes anteriormente, se fundaban en que no existia disposicion
alguna que lo prohibiera, pues que las ya citadas solo se referían á los ins
trumentos en general, y no debian entenderse comprendiendo los menciona
dos; en que asimismo las disposiciones de las leyes i y 2, tít. 3 y 1 y 3,
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 395
tit. 7, lib. 11, Nov. Recop., al facultar á las partes para deducir las escri
turas de que no tuviereu conocimiento al presentar sus demandas, contes
taciones, excepciones, reconvenciones, réplicas y contraréplicas, no limita
ban el término de presentacion á la conclusion del pleito para definitiva,
como se veia por el texto expreso de la ley 1, tít. 3 citada, que usaba de la
cláusula general despues, en la prosecucion del pleito, y aun en la 3, tít. 1,
que decia expresamente que el demandado pudiese presentar lasque apoya
sen su contraréplica hasta la sentencia definitiva, y mas especialmente apo
yaban su opinion en razones de equidad, por no ser justo desechar, cuando
aun no se ha pronunciado la sentencia, una prueba que puede influir esen
cialmente en esta, y respecto de la cual no existe el temor de que se ofrez
ca y amañe maliciosamente como la de testigos, puesto que las escrituras
existen con anterioridad al plei to, y mucho menos presentándose con el ju
ramento de no haber tenido noticia de ellas hasta entonces.
A estas razones pudiera añadirse que de esta suerte se evitan las dila
ciones y gastos consiguientes á una segunda instancia, si se promoviera con
el solo objeto de presentar dichas escrituras, segun facultaba la ley 27, tí
tulo 33, Part. 3, y que permitiéndose al juez mandar traer á la vista por
autos para mejor proveer antes de pronunciar la sentencia cualquier docu
mento que crea conveniente para esclarecer el derecho de los litigantes,
parece que no debe prohibirse á las partes que presenten por sí dichos do
cumentos, ni hacer depender la justificacion de sus derechos de la circuns
tancia casual de que el juez sepa la existencia de aquellos.
La práctica de los tribunales se declaró por esta opinion afirmativa, mo
vida tal vez de la fuerza de las consideraciones expuestas y de la autoridad
de los jurisconsultos que la sostenían.
Por eso deeia Febrero y repetían sus reformado res , lo siguiente: «Aun
que está prohibido hacer probanzas con testigos en primera instancia des
pues de la publicacion y conclusion, por evitar que las partes en vista de
lo que han declarado los presentados corrompan otros que se perjuren, no
lo está por hacerla coninstrumentos despues de la conclusion y aun despues
de visto el pleito, con tal que no esté sentenciado, y de ellos se debe dar
traslado al contrario, á fin de que los impugne y se cotejen si fueren saca
dos sin su citacion, y exponga lo que le convenga acerca de su contenido
para evitar su nulidad; pero para que se admitan y manden sacar, debe ju
rar la parte que hasta entonces no tuvo noticia de ellos y que no los pide ni
presenta de malicia ni por diferir el pleito, sino solamente por conducir á su
justicia, lo cual es corriente en la práctica y conforme á derecho, porque
no hay riesgo de soborno, perjurio ni otro fraude como con los testigos, y
se permite á efecto de aclarar la verdad y de que no parezca la justicia de
la parte. Para probar la falsedad y s u plantacion de los instrumentos expre
sados se ha de conceder por el juez al que los redarguya término compe
tente recibiéndole juramento de que no lo hace con malicia sino por convenir
á su defensa.
Hevia Bolañosen su Curia Filípica, parte 2.a, § 16, núm. 32, opinion
396 LIBRO TERCERO.
tambien por la recepcion de los documentos de que no se supo ó no se pu
dieron haber, aunque sea despues de la conclusion de la causa y hasta la
sentencia definitiva.
El señor conde de la Cañada, limitaba la admision de los documentos
expresados á solo aquellos que condujeren principalmente á descubrir la
verdad y la justicia de la parte que usare de ellos, y en cuanto al conoci
miento y diligencias que debian preceder á su admision y á la direccion del
pleito hasta volverlo á poner en estado de sentencia, que eran los puntos mas
arduos que se ofrecian en la práctica, se expresaba en estos términos.
«Supuesta la presentacion de escrituras despues de la conclusion, toma
»el juez un conocimiento pasajero de lo que contienen, y si concibe que no
> con lucen ni prueban la principal intencion de la parte, ó á lo menos duda
»de ello, provee el auto siguiente.» «Pónganse con los autos para los efec
tos que haya lugar, sin perjuicio de su estado.»
«En esta providencia se contiene una reserva para declarar en la senten
cia definitiva si ha lugar ó no á admitir dichas escrituras; porque siendo este
un artículo ó incidente conexo con el mérito de la causa principal, que pi*
de mayor examen y no es de los judiciales que miran al órden del juicio; y
teniendo por otra parte contra sí la ley que prohibe admitir escrituras des
pues de la conclusion, entra por todos respectos la regla de que puede el
juez reservar la decision para definitiva, sin que en ella cause á las parte
agravio que induzca nulidad, ni injusticia que dé motivo para apelar de la
enunciada reserva, que es sentencia interlocutoria.»
«El instrumento que se presente despues de la conclusion, ha detenerla
precisa calidad de probar la intencion del que lo produce de un modo claro
y convincente; pues entonces tiene lugar la equidad que obliga á relajar la
regla estable cida de excluir tuda prueba despues de la conclusion, aunque
sea de instrumentos, para que no perezca aquella justicia que se toca como
de bulto en I a misma escritura, y como esta demostracion ha de resultar del
reconocimient o del proceso y combinacion de las pretensiones, no es fácil
decidir esta calidad sin mas alto examen y conocimiento de la causa prin
cipal.!
«Si por el reconocimiento que tomase el juez con respecto al estado en
que se halla la causa para dar sentencia definitiva, ó suspenderla admitien
do las escrituras, hallase que estas no influyen en el mérito de la justicia, y
que presentadas antes de la conclusion en tiempo oportuno, no inclinarían el
ánimo del juez á que las concibiese y declarase á favor del que las propone y
presenta, entonces podrá estimar y declarar que no deben admitirse y proce
der en el mismo punto á dar sentencia definitiva en lo principal de causa.»
«Por este medio se ataja la malicia de los que usan en aquel tiempo de
escrituras frivolas con el fin de dilatar la sentencia, si con solo presentarlas
con el juramento indicado se hubiesen de admitir y comunicar á la parte
contraria, como seria preciso abriendo el juicio con alegaciones, excepcio
nes de faseldad, comprobaciones y otras diligencias que dilatarían por mu
cho tiempo el fin de aquella causa.»
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 397
Pero si al tiempo de oir y de reconocer lo principal del proceso y cote
jarlo con las escrituras presentadas, concibiese el juez que si son verdaderas
y legítimas podrá formar nuevo juicio acerca de la ¡justicia de la parte que
las presenta, provee un auto admitiéndolas y mandando dar traslado de ellas
á las otras partes que litigan, suspendiendo la sentencia definitiva.»
«Si el juez por el contesto de la escritura concibiese al tiempo de su pre
sentacion que con ella prueba la parte su justicia, siendo cierta, legítima y
valedera , debe admitirla inmediatamente, comunicándola á las otras partes
para que usen de su derecho y defensa en los términos y por los medios
indicados en el caso antecedente.»
Las dudas y opiniones expuestas, promovidas atendiendo á la legisla
cion antigua, pueden ocurrir aun despues de publicada la nueva ley de En-
juiciamento por no contenerse en ella una disposicion expresa y termi
nante sobre si procede ó no la presentacion por parte de los litigantes de los
documentos referidos, y por hallarse adoptadas sobre este punto casi todas
las disposiciones anteriores. V. los artículos 225, 253, 276 y 867. En su
consecuencia, puede decirse que conservan su fuerza en la actualidad y con
aplicacion á la nueva ley los argumentos y consideraciones que se alegaban
anteriormente en pro y en contra de aquella admision. Aun pudiera esfor
zarse con arreglo á la nueva ley las razones referidas. Pudiera alegarse en
pro de la admision de documentos , que el art. 276 no fija término hasta el
cual puedan aquellos admitirse, que ni aun se contiene en la ley disposicion
alguna que prohiba la presentacion de documentos en general despues de
la conclusion para definitiva, como se contiene en las leyes anteriores, y
que si los nuevos redactores de la ley hubieran querido poner esta limitacion
lo hubieran expresado, como se hizo en el art. 158 de la ley de Enjuicia
miento mercantil , que prohibe admitir nuevos escritos ni documentos des
pues de concluso el pleito. En contra de la admision de las escrituras pu
diera alegarse , que el no contener la ley disposicion expresa sobre este
punto es una razon para creer que quiso fueran aplicables al mismo los
efectos naturales de la conclusion para definitiva; que esto mismo se deduce
de no contenerse disposicion alguna sobre el procedimiento ó diligencias
que deberían tener lugar cuando se admitieran los documentos despues de
dictada la providencia mandando traer los autos para la vista , ni sobre la
direccion del pleito hasta volverle á poner en estado de sentencia , que tan
tas dificultades habia ofrecido en la práctica anterior, como decia el conde
de la Cañada , y finalmente que la prohibicion citada de la ley mercantil
apoya esta opinion , puesto que muestra el espíritu de los legisladores mo
dernos sobre este particular en contrario á que se admitan nuevos docu
mentos despues de concluso el pleito.
Como quiera que sea , si la jurisprudencia de los tribunales se decide en
este sentido , fundándose la opinion contraria en la equidad , siempre que
dará á las partes , cuando tuvieren escrituras que conduzcan á descubrir la
verdad , el arbitrio de hacerlo saber el juez , quien en tal caso deberá man
dar que se traigan á la vista por medio de autos para mejor proveer.
398 LIBRO TERCERO.
113. Para la prueba de cada una de las partes deberá formarse pieza
separada: art. 277 ; para que de esta suerte aparezca reunido todo cuanto
hubiese aducido cada una en favor de sus pretensiones y defensas, y sea más
fácil proceder á su exámen y apreciar su resultado. Estas piezas deben for
marse con las actuaciones que se practiquen y los documentos que se pre
senten, sin necesidad de mas insertos que ocasionen gastos.
114. Toda diligencia de prueba ha de practicarse previa citacion de la
parte contraria , esto es , del procurador que la representa , para que pueda
asegurarse que se practica debidamente. Se hará lo mas tarde el dia antes
del en que hubiere de tener lugar , para que pueda prepararse el litigante
á asistir al acto , á no que por haberse pedido la prueba en los dos últimos
dias del término probatorio , no pudiera hacerse la citacion con un dia de
anterioridad, pues entonces bastará que se haga lo mas pronto posible. Ex
ceptúame de esta regla , sobre que deba practicarse la prueba previa cita
cion de la parte contraria, la confesion en juieio y el reconocimiento de li
bros y papeles de los litigantes: art. 278. Segun esta disposicion, no deberá
pues citarse para tomar la confesion á la parte que la ha pedido en virtud
del art. 292 de la ley de Enjuiciamiento, sino que se citará solamente á la
que ha de ser interrogada con un dia de antelacion , para que practique
esta prueba, conforme previene el art. 293. La citacion á que se refiere en
este caso el art. 278 no es la del mismo litigante que ha de prestar la con
fesion , [como entienden algunos intérpretes , pues que este debe ser nece
sariamente citado conforme al art. 293 expuesto , sino la citacion de la parte
que pidió que prestara aquel dicha prueba. Anteriormente , segun la ley 4,
tít. 73, Part. 3 , era necesaria la citacion de la parte contraria, puesto que
prevenia que la confesion se prestara en juicio estando su contendor ó su
personen delante, mas la practica apoyada en el silencio que guardaban las
leyes recopiladas sobre este punto, y considerando derogada la ley de Parti
da por la 2, tít. 7, lib. 11 de la Nov. Recop. , omitía dicha citacion , limi
tándose á dar traslado al contrario de las respuestas del confesante, para su
instruccion y que no propusiera prueba sobre lo qae resultaba confesado,
conforme prevenian las leyes 4 y 7, tit. 9, lib. 11, Nov. Recop. La nueva
ley no ha hecho pues mas que erigir en disposicion expresa legislativa la
practica mencionada. V. lo expuesto en el núm. 846 del lib. 2.°, circuns
tancia 6.a, que debe concurrir en la confesion. El fundamento de esta excep
cion es la conveniencia de que preste la parte á quien se pide confesion en
juicio su declaracion con plena libertad y sin que pueda coartarla ni influir
en ella el litigante contrario con su presencia. Por la misma razon el artícu
lo 313 de la ley contiene una disposicion análoga respecto de las declaracio
nes de testigos , pues solo permite á la parte contraria solicitar que se le
permita presenciar el juramento de los mismos, y exigir se le den en el acto
todas las noticias que sean necesarias para que pueda conocerlos con segu
ridad, pero no presenciar el acto de tomarles las declaraciones.
115. En cuanto á la excepcion del art. 278 sobre que el reconocimiento
de libros y papeles de los litigantes no se practique con previa citacion de
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 390
la parte contraria, esto es, de la parte á quien no pertenecen los papeles
cuyo reconocimiento se pide, se funda en la conveniencia de impedir que
el adversario, bajo pretesto de practicar un reconocimiento para la prueba
de sus pretensiones, se entere de los documentos ó papeles que posee ó de
que carece su contrincante para saber el estado de sus negocios y poder
promoverle nuevos litigios infundados é injustos. Esta disposicion no debe
extenderse á los casos en que haya de expedirse testimonio ó practicarse
cotejo de letras ó de documentos con sus originales, á que se refieren los
arls. 281, 282, 285, 287 y algun otro de la ley, expuestos en el lib. 2.° de
esta obra al tratar de las pruebas , porque tales casos se limitan á inquirir
la autenticidad ó fidelidad de documentos determinados presentados en
autos.
En el término de prueba debe reproducirse la hecha por testigos, ins
trumentos ó de otra manera en otro juicio pidiendo que se traiga testimonio
de aquella con citacion contraria, para que venido que sea, se una á las
demás pruebas y surta los mismos efectos que si se hubiese practicado en
aquel pleito ; así como puede mandarse traer testimonio de las actuaciones
judiciales de otros autos ó de la parte concerniente al pleito que se está si
guiendo. Y. lo dispuesto por los arts. 280 y 281 de la Ley de Enjuiciamien
to, expuestos en el núm. 800 del lib. 2.°
En cuanto á la restitucion del término de prueba concedida por nuestras
anteriores leyes á los menores y otras personas que gozan el privilegio de
tales, vease lo dicho en los números 1191 y siguientes del lib. 3.°
De la publicacion de probanzas.
118. Antes de alegar de bien probado, pueden las partes tachar á los
testigos, esto es, exponer los defectos ó circunstancias que concuren en
ellos, y excluyen su fe ó imparcialidad de manera que no deben ser creídos
ó hay que dudar de su veracidad , circunstancias que tambien pueden pro
bar los litigantes cuando no son manifiestas.
119. Tres son las especies de tachas que se conocen , segun expresaba
nuestra legislacion anterior: 1.a, relativas á las personas de los testigos,
por tener incapacidad legal para serlo, absoluta ó respectiva; 2.a, relativas
á su exámen , por hab rlo efectuado fuera del término competente ó sin
guardar secreto ó recibiendo la declaracion á muchos á la vez y no en se
creto con separacion, ó sin preceder juramento ó sin citacion de la parte
contraria para que pueda presenciar este, etc.; 3.a, relativas á sus dichos,
por ser oscuros, inciertos, contradictorios, vacilantes, inconducentes al he
cho litigioso ó extensivos á objetos no comprendidos en el articulado, y
principalmente por no dar razon de ellos; leyes 11, tít. 3, 37, tít. 16, Par
tida 3, 6.a, tít. 33, Part. 7, 1.a, tít. 12, lib. 11, Nov. Recop.
120. Segun la ley 11 , tít. 3, Part. 3, podian las partes oponer las ta
chas contra las personas de los testigos al tiempo de presentarse y jurarse
estos y antes de la publicacion de probanzas, y en tal caso, pareciendo al
juez tales que debieran admitirse, las recibia á prueba y daba sentencia
sobre ellas, y despues corría el pleito en lo principal.
Esta disposicion tenia por objeto evitar que se procediera inútilmente á
tomar declaracion á los testigos que resultaban tener incapacidad para serlo
absoluta ó relativa al pleito de que se trataba. Además, como apuntaba el
señor conde de la Cañada en sus inslituciones, parte 1.a, cap. 10, núm.43
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 401
y siguientes, ofrecian la ventaja de ser mas autorizada y sencilala inten
cion del que proponía las tachas antes de la declaracion, por presumirse
que usaba de este medio como necesario á su defensa, que del que la pro
pusiera despues de publicados los dichos de los testigos y de aparecer con
trarios á su intencion, pues que podia haberse excitado á tacharlos malicio
samente por el interés de destruir sus dichos, valiéndose de otros testigos
que declarasen por sobornos ó por otros medios ilícitos ; y finalmente, era
tambien este procedi miento ventajoso á la parte que presentaban los testi
gos, porque instruida de las excepciones y tachas que se les ponian antes de
recibir sus dichos, podia presentar otros libres de toda sospecha para pro
bar su derecho, cuando de oponerlos despues de la publicacion de proban
zas, venia á quedar hasta cierto punto indefensa, por no serle permitido ya
presentar nuevos testigos.
121. Sin embargo, como podia suceder que se ignorase que ocurrían
en los testigos presentados las circunstancias que ocasionan las tachas hasta
despues de juramentados y de haber dado sus declaraciones, y como en tal
caso no se les hubiera podido tachar si solo se hubiera permitido hacerlo al
recibirles juramento, la misma ley de Partida citada facultaba para oponer
las tachas despues de la publicacion de probanzas, en general y aun sin cir
cunscribirse á este caso, segun aquell as palabras « fasta que venga el tiem
po en que quieran dar el juicio. »
122. Asimismo el Derecho conónico en el cap. 31 Eytr. de testib., aun
que establecia por regla general que las partes no pudieran poner tachas
coutra las personas de los tes tigos, despues de publicadas sus declaraciones,
exceptuó los casos en que al tiempo en que se presentaran y juraran, pro
testasen las partes poner tachas á sus personas , jurasen no ponerlas de ma
licia ó probaran que vinieron á su noticia despues de la publicacion.
123. En cuanto á las tachas que versaban sobre los dichos de los testi
gos y de que no habian tratado las disposiciones referidas, como no era
posible proponerlas antes de la publicacion de probanzas, pues que hasta
entonces ignoraban las partes si contenian las declaraciones alguno de los
vicios que las hacen tachables, facultó á los litigantes para oponerlas des
pues, la ley 37, tit. 16, Part. 3, seguu aquellas palabras : «cuando alguna
de las partes quisiere probar con otros testigos que aquello que atestiguaron
los primeros contra él fuese mentira, ó que lo ficieron por haber ó por otra
cosa cualquier que Ies dieron ó que les prometieron de dar.»
Pudiendo pues poner las partes tachas á los testigos, bien al tiempo de
juramentarlos, con obligacion de probarlas entonces, bien despues de pu
blicadas las probanzas, con igual obligacion, resultaba que verificaban dos
pruebas sobre tachas, dilatándose los pleitos con perjuicio de las partes y
contra el interés público.
Para evitar estos inconvenientes, la ley 1 , tít. 12, lib. 11 de la Nov. Re
copilacion si bien no excluyó la facultad de las partes para poner tachas
contra las personas de los testigos al tiempo en que juraran, les permitió
oponer despues de la publicacion de probanzas, esta clase de tachas, asi co-
TOMO II. 51
402 LIBRO TKRCERO.
mo las referentes á los dichos de los testigos, disponiendo que se verificara la
prueba de ambas despues de la mencionada publicacion, de suerte que aun
que se tacharan antes de este tiempo las personas delos testigos, no se sus
pendia el pleito principal ni se recibian á pruoba, reservando hacerlo en el
tiempo oportuuo despues, segun decia el señor conde de la Cañada en el
núm. 60 del lugar citado, elogiando la ley referida.
Y aun en este tiempo y caso, continuaba este autor, concurre otra cir
cunstancia de gran momento á favor de esta disposicion, y es que no se dá
setencia sobre las tachas que se ponen á sus testigos ni á sus dichos y solo
sirve su prueba para instruir el ánimo del juez de la fe que debe darles y
proceder á la sentencia del pleito principal.
124. La nueva ley de Enjuiciamiento dispone en su art. 319, que den
tro de los cuatro dios siguientes al en que se notifícase la providencia en que
el juez manda unir las pruebas á los autos, esto es, hacer publicacion de
probanzas, y entregar estos á las partes para alegar de bien probado, po
drán estas tachar los testigos por causas que no hayan expresado en sus de
claraciones, formando artículo sobre ello, y que trascurridos dichos cuatro
dias no podrá admitirse ninguna solicitud sobre tachas. En el artículo 320
enumera las tachas que pueden oponerse á los testigos, las cuales solo com
prenden las relativas á sus personas, segun expusimos en el núm. 943 del
lib. 2.°, y en los 321 y siguientes que prescriben los trámites de este artí
culo y el término en que debe recibirse á prueba.
La disposicion del art. 320 de la nueva ley faculta pues para proponer
las tachas personales despues de publicadas las pruebas, mas siendo en su
contesto sobre este punto semejante á la de la ley 1.a recopilada expuesta,
parece que no debe entenderse como prohibiendo oponer las tachas perso
nales al presenciar el juramento de los testigos , muebo mas cuando asi
parece corroborarlo el art. 313 de la nueva ley al facultarles para exigir se
Ies den en el acto todas las noticias que sean necesarias para que puedan
conocerlos con seguridad, pues que esta disposicion no tiene otro objeto
que el de que puedan cerciorarse de si son ó no tachables los testigos. Lo
que no podrá hacerse en el acto de juramentarse á estos, será la prueba de
las tachas que entonces se opusiesen pues esta deberá reservarse para
practicarla despues de la publicacion juntamente con la de las demás tachas
que se hubieren opuesto en estj período del juicio. De esta suerte se obtie
nen las ventajas expuestas que resultan de tachar á los testigos al juramen
tarlos y las de evitar el embarazo y dilaciones consiguientes á la práctica
de dos pruebas sobre tachas en dos períodos distintos del juicio. Es verdad
que la parte cuyos testigos se tachan despues de publicadas las pruebas no
podrá presentar otros intachables que atestigüen lo que aquellos depusieron
invalidamente, por lo que parece quedar indefensa sobre este punto , pero
este inconveniente tiene que ceder, no solo á la imposibilidad que á veces
habrá de oponer tachas que aun no sabian los litigantes, sino al grave in
conveniente que resultaría de obligar á estos á oponer, cuando se juramenta
á los testigos, las tachas personales de que tuvieron noticia, pues que en
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 405
tooces procurarían tachar todos los testigos presentados por el contrario,
por temor de que les pudieran perjudicar sus declaraciones, practicándose
multitud de probanzas y diligencias inútiles, lo que no sucede cuando por
tacharse los testigos despues de declarar, se limita la alegacion de ta
chas á solo aquellos cuyas declaraciones son desfavorables. Por lo demás,
para evitar aun en este último caso, que movido el litigante del interés que
tiene en destruir dichas declaraciones, proponga tachas que no existen y
soborne testigos para probarlas, se hubiera podido adoptar la disposicion
del art. 155 de la ley de Enjuiciamiento mercantil, que solo permite justi
ficar las tachas por documentos ó por confesion judicial, puesto que nin
guna de estas dos pruebas puede amañarse con el solo objeto de destruir la
deposicion desfavorable del testigo, porque la prueba documental es pre-
constituida, esto es, se ha formado antes de tomarse las declaraciones y la
confesion judicial ha de prestarla la parte contraria. El código de procedi
miento civil francés, dispone tambien en su art. 282, que no se pueda pro
poner ninguna tacha despues de la deposicion si no se justifica por escrito.
1 25. En cuanto á la clase de tachas que pueden oponerse, proceden
desde luego las relativas á las personas de los testigos, por hallarse expre
samente mencionadas en el texto del art. 320, si bien limitadas á las que
estos no hayan expresado en sus declaraciones, puesto que el juez tiene la
obligacion de preguntarles, segun el art. 315, si concurren en ellos las cir
cunstancias que producen las tachas, y que declarando comprenderles debe
tenerlo en cuenta al apreciar la fuerza probatoria de sus dichos, sin nece
sidad de que las partes las opongan ni prueben por constar ya por confesion
de los mismos. *
Mas, no mencionando el art. 320 citado, las tachas relativas al dicho y
al exámen de los testigos, parece que no faculta para oponerlas en el tér
mino y forma que prescriben los artículos 319 y siguientes, mucho mas si se
considera que pueden oponerse en los alegatos de bien probado y probarse
con solo citar los folios de los autos en que aparece el defecto en que con
sisten, para llamar la atencion del juez y que lo tenga en cuenta al apre
ciar las declaraciones, y aun de no hacerlo asi el juez, pueden las partes
entablar los recursos y remedios correspondientes contra la parcialidad de
los jueces. Sin embargo, algunas de estas tachas podrán oponerse en el
tiempo y forma que las personales, no obstante el silencio de la ley, tales
como la que tiene por objeto probar que los testigos que depusieron haber
presenciado un hecho, no lo pudieron presenciar por hallarse en punto di
verso y distante del lugar en que aquel ocurrió al tiempo de acaecer, pues
si bien creen algunos que deberá proponerse esta taclia en el término ordi
nario de prueba, no seria fácil ni conveniente practicarla entonces, puesto
que ignorándose hasta la publicacion de probanzas los hechos sobre que
versaron las declaraciones de los testigos y pudiendo ser aquellos muchos y
diversos, seria preciso multitud de probanzas para destruir por conjeturas
aquellas declaraciones.
126. Las tachas contra el dicho y el examen de los testigos deben tenerse
404 LIBRO TERCERO.
en cuenta por el juez de oficio, aunque no se aleguen por las partes para
reducir y aun haber por nulo el valor de los testimonios que tienen tales
defectos, porque afectan al orden público del juicio.
En cuanto á las tachas personales porque puede el juez repeler de oficio
el dicho de los testigos, y las que deben oponerse por las partes para que
aquel las aprecie y tenga en cuenta, véase lo dicho en los apartes primero
y segundo de la pág. 223 de este tomo.
Segun la ley 31, tít. 16, Part. 3, cuya disposicion creemos adoptable
en el dia, la parte que presentó á ciertas personas como testigos para causa
propia, no puede tacharlos en el mismo juicio ni en otro cualquiera si se
presentasen para que depongan contra ella misma, á no ser que despues de
su presentacion hubiesen llegado á su noticia causas legítimas por las que
puedan ser tachados» porque asi como faltando esta circunstancia debe
creerse que en el hecho mismo de presentarlos los conceptuaban intachables,
ó que los aprobaron no obstante serlo, cuando llegasen á su noticia con pos
terioridad no hay méritos para esta presuncion. Pero si las tachas procedie
ran de sus dichos ó de su exámen, pueden alegarse en el tiempo y forma ya
expuestos, bien procediera la tacha de error, equivocacion, falsedad, con
trariedad ó cualquiera otro motivo.
Aunque en el fuero eclesiástico se admiten tachas contra tachas, de
suerte que se oyen las declaraciones de los testigos que depongan contra
los que tacharon á los examinados en la causa principal, á los que llaman los
canonistas reprobatorios de los reprobantes de estos (cap. 49 de excep. cont.
test, prop.), el derecho civil no las ha admtido, ni la nueva ley las autoriza,
porque*, como dice Hevia Bolaños, parte 1.a, § 16, núm. 30, fuera proce
der á lo infinito.
127. Controviértese entre los intérpretes sobre si el término de cuatro
dias que señala el art. 319 para proponer las tachas, deberá entenderse co
mun á las partes, ó si deberán conceder cuatro dias al actor, contados des
de que se le entregan los autos, y otros cuatro al demandado, contados
desde que se le comunicaron tambien luego que los devolvió el actor, como
era la interpretacion admitida mas generalmente con arreglo á la legisla
cion anterior, que marcaba el término de seis dias siguientes al de la noti
ficacion de la publicacion de probanzas, para oponer las tachas. Fundá
banse los autores para adoptar esta interpretacion en convenir todas nues
tras leyes anteriores en que el término para alegar tachas debia contarse
desde que pudieron saberse, lo cual no era dable hasta que veian los liti
gantes las declaraciones de los testigos, segun se deducia de las leyes 1.a,
tít. 4, lib. 3 del Ordenamiento, 37, tít. 16, Part. 3, y aun de la 1.a, ti
tulo 12, lib. 11 de la Nov. Recop., que fijaba aquel término. Visto es por
el contexto de esta ley, decian los Sres. Goyena, Aguirre y Montalvan, en
su Febrero reformado, que el término para alegar de tachas corre á la vez
con el de alegar de bien probado, y como este no principia sino despues
que el un litigante que tomó los autos, los devuelve y se entregan al otro,
quiere decir que para cumplir con la ley, ó era preciso sentar como doctrina
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 405
corriente que todos los litigantes tienen que alegar dentro de los seis dias
siguientes á la publicacion, ó que para tachar cada uno, tiene igual término
desde que se le entregó el proceso: asi lo exigen tambien la razon y la jus
ticia, porque concediéndose una clase de tachas de que las partes no pue
den tener noticia hasta que ban recogido los autos, es evidente que tomados
estos por el actor y reteniéndolos en su poder, como tiene derecho para Ive-
cerlo, por término de seis dias, seria una injusticia obligar al demandado
á que alegase tachas cuando estas no podian haber llegado á su noticia.»
Véase tambien las Instituciones prácticas del señor conde de la Cañada,
parte 1.a, cap. 10, numeros 67 y siguientes.
Estas observaciones son en general aplicables á lo dispuesto por el ar
tículo 319 de la ley de Enjuiciamiento, pues aun cuando se limite su dis
posicion á solo la alegacion de tachas personales y se diga que estas han
podido saberse por los litigantes por las noticias que pueden exigir para co
nocer con seguridad á los testigos, al presenciar su juramento, segun les
faculta el art. 313 de la ley, y por los nombres, profesion y residencia de
estos, que con arreglo al art. 316 debe comunicarles el juez, ^necesitan no
obstante las partes ver las declaraciones de los testigos, no solo para saber
las causas de tachas que estos no expresaron en ellas, puesto que segun el
art. 319, solo pueden versar las tachas sobre las omitidas por los mismos, sino
tambien para ver si las declaraciones les son ó no perjudiciales, único caso
en que es útil la oposicion de tachas. Véase la Práctica general forense del
señor Ortiz de Zúñiga, parte 2.a, lib. 2, cap. 10.
Sin embargo, deduciendo algunos intérpretes de los artículos 324 y 325,
que no se deben entregar los autos á las partes para proponer las tachas,
sino solamente notificarles la providencia mencionada, por lo que no existe
el inconveniente de que los tenga el actor en su poder por todo ó por la
mayor parte del término señalado para oponer las tachas, y asimismo po
drán las partes enterarse de las declaraciones de los testigos examinandojos
autos en la escribanía, donde deberán estar de manifiesto, y como el artí
culo 319 declara terminantemente que transcurridos los cuatro dias siguien
tes al de la notificacion de la providencia en que se mandan unir las prue
bas á los autos, no podrá admitirse ninguna solicitud sobre tachas, sin que
en su consecuencia haya lugar á próroga alguna, parece lo mas prudente
seguir la opinion de que los cuatro dias marcados por la ley, son comunes,
y se conceden á la vez á los dos ó mas litigantes, no obstante los inconve
nientes que han de resultar de un término tan angustioso, pues de adoptarse
la opinion de que cada litigante gozara separadamente el término de cuatro
dias, si la jurisprudencia no se pronunciara en este sentido, se expondrían
las partes á verse privadas de la alegacion de tachas por dejar pasar sin
proponerlas aquel término que es improrogable.
128. Las tachas deben oponerse en un escrito firmado de letrado, espe
cificándolas con toda claridad y distincion, con expresion de las causas de
que dimanan, como por ejemplo, si se dijere que el testigo fue condenado
por falso testimonio, deberá expresarse en qué tiempo y en qué pleito; si
406 LIBRO TERCERO.
se alega que era amigo íatimo del contrario, se expresará» las causas ó
motivos en que se funda esta amistad, segun mandaba expresamente la
ley 2, tít. 12, lib. 11 de la Nov., que enmendó la práctica antigua de opo
nerse las lachas generalmente, porque tales tachas genera les se ponían mu
chas veces «con gran malicia y por alongar los pleitos,» disponiendo asimis
mo que no se admitieran las tachas no especificadas; doctrina que deberá
entenderse aplicable en el dia. Tambien era necesario , segun la práctica
anterior, jurar el que proponía las tachas que no lo hacia de malicia, y si
eran de especie infamante, que no se procedia con ánimo de infamar al tes
tigo, sino por convenir asi á la defensa; pero en el dia no parece que haya
necesidad de tal juramento, puesto que el espíritu de la nueva ley es des
terrar el juramento en los juicios, para evitar los perjurios, siempre que no
sea indispensable, y que aquí puede influir por la fuerza que da á la ale
gacion dela parte que propone la tacha en imprimir mayormente en la con*
traria la nota que dicha tacha lleva consigo.
129. El juez en vista de este escrito debe ver si son ó no admisibles ma
nifiestamente las tachas, paralo cual deberá tener presente cuanto llevamos
aquí expuesto y lo dicho en el número 943 del libro 2.° Si viere que mani
fiestamente son improcedentes, lo acordará asi de oficio. Si juzgare que son
admisibles, dará traslado del escrito á la parte contraria, la cual puede opo
nerse á su admision por ser falsas ó no existir respecto de sus testigos, ó
sostener la veracidad desus declaraciones. Este traslado se halla prevenido
expresamente por el art. 321 de la ley, segun el cual si alguno de los liti
gantes tachase á uno ó mas testigos, se oirá sobre ello á la parte contraria,
con lo que se han evitado las dudas que ocurrían anteriormente sobre este
punto por falta de disposicion expresa. Nada dice la ley sobre el término
para evacuar el traslado, por lo que deberá estarse á la antigua práctica
que concedia el de tres dias.
130. Si el que proponga la tacha ó tachas, bien sea el ador ó el deman
dado, pues que los dos pueden proponerla, ó ambos litigantes, esto es,
tanto el que la propone como el que la contradice, solicitaren por otrosíes
de los escritos en que promuevan este articulo, que se reciban los autos á
prueba sobre él, el juez lo decretará: art. 321. Esta disposicion parece
censurable en cuanto que debiendo segun ella proponer el actor la prueba
por otrosíes del escrito en que oponga las tachas, y no previniéndose tam
poco en la ley que se comunique traslado ni copia á este del escrito del que
se opone á ellas, resulta que aquel tiene que proponer la prueba sin ente
rarse de los puntos ó particulares que deniega ó en que se conviene el con
trario, y en su consecuencia, proponer pruebas innecesarias; mas puede
defenderse la disposicion mencionada, atendiendo á que su objeto es abre
viar el procedimiento y á que las pruebas propuestas que resultaren inne
cesarias por versar sobre particulares en que conviene la parte que sostiene
las declaraciones, no deben llegar á practicarse, lo que deberá providenciar
el juez con arreglo al trt. 274, evitándose asi á las partes gastos y dilacio
nes inútiles.
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 407
El juez tiene obligacion de recibir los autos á prueba de tachas cuando
lo pidiere el que las propone, ya sea el actor ó el demandado; mas respecto
del que se opusiere á las tachas, no impone el artículo 321 al juez aquella
obligacion si el otro litigante no solicitare la prueba; por lo que parece que
podrá negarse á recibirla si lo estimare improcedente segun su juicio. Esto
se funda en que teniendo el que las propone interés en probarlas para des
truir ó desvirtuar las declaraciones de los testigos , no puede negársele la
prueba aunque el contrario se oponga á ello, pues que lo hará por temer
que han de resultar probados los extremos á que se refiere ; mas cuando
aquel no pide la prueba se supone que renuncia al beneficio que de ello
puede resultarle, y no existe el motivo mencionado para admitirla respecto
del mismo, ni tampoco respecto del contrario que la pidiere, porque este no
tiene ningun interés en que se practique, puesto que nada resulta contra
sus testigos por falta de prueba del que los tachó, y que al pedirla no puede
tener otro objeto que dilatar el pleito; pero esto no debe entenderse cuando
de las pruebas practicadas sobre lo principal , de los documentos presenta
dos ó de lo que consta en autos, resultare algo en apoyo de las tachas ale
gadas, porque entonces deberá admitir el juez la prueba que solicitase el
que contradice las tachas, por ser un principio que la prueba debe admi
tirse siempre que tiene por objeto la defensa , segun dijimos al exponer los
artículos 274 y 257.
Inútil parece decir que no deberá practicarse prueba sobre las causas
que los testigos hubieran expresado en sus declaraciones, pues que su misma
confesion releva de ella, por lo que el art. 319, prohibe hasta la alegacion
de estas tachas.
131. El término de la prueba de tachas, que deberá fijarse en la pro
videncia en que se admita la prueba, no pasará de quince dias, pudiendo el
juez fijarlo dentro de este limite segun las circunstancias: art. 322, deroga
torio de la ley 1.a, tít., 12, lib. 11, Nov. Recop., que permitía al juez se
ñalar hasta la mitad del término que fue dado para la probanza principal.
132. En este término podrán ambas partes producir todos los medios
de prueba de que tratan los artículos 279 y siguientes de la ley, la que
propone la tacha para justificarla, y la que la combate, para producir con-
trapueba sobre lo alegado por ella, y lo conveniente en apoyo de la vera
cidad de las declaraciones que se atacan y de hallarse libres de las tachas
propuestas los testigos á quienes se imputan. Son tambien aplicables á esta
prueba las disposiciones de los artículos 277 y 278.
133. Transcurrido el término concedido para probar las tachas, las
pruebas hechas se unirán á los autos sin necesidad de gestion de los intere
sados, art. 323, como se requería anteriormente, y se mandarán en la
misma providencia entregar los autos al actor para que sobre todo, esto es,
sobre las pruebas en cuanto á lo principal y sobre las de las tachas, alegue
el bien probado: art. 325. El juez no da pues sentencia sobre el artículo de
tachas con separacion de la que dicta sobre el negocio principal , como se
verifica respecto de los demas artículos é incidentes que ocurren en el plei
408 LIBRO TERCERO.
to: lo alegado y probado sobre las tachas debe tenerlo en consideracion para
apreciar debidamente la fuerza probatoria de las declaraciones de los testi
gos al sentenciar sobre el fondo del litigio, segun ya expusimos copiando al
señor conde de la Cañada.
134. Cuando ninguna de las partes pidiese la prueba de tachas sustan
ciado el articulo con los dos escritos expresados en el art. 321, se manda
rán entregar los autos al actor para que sobre todo alegue de bien probado:
art. 324.
Del alegato de bien probado.
135. El alegalo de bien probado es un escrito en que cada parte insiste
en sus solicitudes haciendo las reflexiones y deducciones que suministran á
su favor las pruebas, impugnando con conocimiento de causa todas aquellas
en que apoya el adversario su intencion, y esforzándose cuanto puede para
justificar la verdad de sus asertos y la justicia de su derecho. Dícese este
escrito de bien probado , porque tiene por objeto demostrar el que lo pre
senta que resulta bien y cumplidamente probado su derecho. Enciclopedia,
artículo , Alegato de bien probado.
136. Los alegatos de bien probado solo tienen lugar en primera instan
cia, si bien en segunda hacen sus veces los escritos llamado informaciones
en derecho.
137. La utilidad y conveniencia de estos alegatos se demuestra con solo
atender á que conteniendo recapitulado con órden y concierto todo lo que
resulta favorable á la parte que los presenta del debate empeñado y de
las diversas pruebas que constan en los autos, y descartado, desvirtuado ó
destruido cuanto aparece perjudicial á su derecho de las pruebas y demás
que expuso el contrario, se pone de manifiesto la verdad á un solo golpe
de vista y de un modo permanente por medio de la escritura , y se auxilia
al juez para el estudio y apreciacion de los autos, y para dictar con mayor
prontitud y conocimiento lo que estime arreglado á ellos. Sin embargo, no
quiere esto decir que el juez deba atenerse ciegamente á dichos escritos
para sentenciar el litigio , pues que no siempre se observa en ellos la im
parcialidad debida, como dictados por el interés de cada litigante, sino que
el juez ha de sentenciar por lo que resulte de autos, para cuyo efecto deben
los de primera instancia examinarlos por sí mismos, segun manda expresa
mente el art. 35 de la ley, y los de los tribunales superiores atender al
apuntamiento de los relatores, y aun pueden tambien reconocer privada
mente los autos, segun el artículo 49.
138. Atendiendo nuestras antiguas leyes á la utilidad de los alegatos
de bien probado, autorizaron á cada litigante para presentar dos; leyes 1
y 2 , tít. 14, lib. di , Nov. Recop. : y si bien la instruccion de 30 de se
tiembre de 1853 los desterró del procedimiento , la nueva ley ha vuelto á
adoptarlos en sus prescripciones , si bien limitándolos á uno solo por cada
parte.
139. Sin embargo , el alegato de bien probado no es de esencia en el
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JOlfIO. 409
juicio, por lo que no están obligadas las partos á presentarlo, pudiendodejar
de alegar de su derecho, no solo cuando no se ha practicado prueba, en
cuyo caso no ofrece tanta utilidad como en el de que se hubiera efectuado,
puesto que presentan menos complicacion los autos y que no hay que des
entrañar, combinar ni medir el resultado de las mismas, sino tambien cuan
do se hubiesen presentado todo género de probanzas. Asi lo prevenía ter
minantemente la ley 3, tít. 15, lib. 11 de la Nov. Recop. al decir, que
cuando una parte presentare su probanza y la otra concluyera sin embargo
de ella por peticion, en este caso quedaba el pleito por concluso. Asi se de
duce del art. 330 que faculta á las partes para pedir informe oral que suple
el alegato, y del 873 que en segunda instancia Ies faculta para pedir que se
les permita escribir una informacion en derecho en lugar del informe oral.
Esto se funda en que propiamente el alegato tiene por objeto el beneficio
de las partes, al cual pueden estas renunciar, pues si bien es tambien útil
al juez, este tiene siempre que guiarse por Iqs autos, segun hemos dicho,
para dictar sentencia.
140. Mas no porque las partes renuncien al alegato de bien probado
podrá el juez dejar de mandar unir Jas pruebas á los autos y entregar estos
á los litigantes, pues la comunicacion de los autos se funda en que las pro
banzas son una diligencia que forma parte del juicio, y no debiendo ser al
guna reservada á los litigantes, tienen derecho á examinarlas para ver lo
que de ellas resulta en pró ó en contra de sus pretensiones, ya con el fin de
saber lps puntos en que deben esforzar la defensa en el informe oral, ya
para deliberar si han de continuar ó desistir del litigio si vieren que aparece
claro el derecho del contrario, librándose asi de las molestias y gastos con
siguientes á su prosecucion.
141. Nada dice la ley en cuanto al modo cómo deberá alegarse de bien
probado, ó en cuanto al contenido de estos alegatos, por lo que deberá es
tarse á lo prescrito por nuestra legislacion anterior, es decir, por la ley 1,
tít. 14, lib. 11 de la Nov. Recop., á que tambien se remitió el art. 48 del
Reglamento Provisional en su regla 5." Segun ella, deberán evitarse repeti
ciones y divagaciones inútiles que solo sirven para alargar el escrito y de
vengar derechos indebidos, pero no por eso se ha de entender prohibido á
la parte exponer sucintamente sus pretensiones y los hechosque las han mo
tivado para apoyarlos en las pruebas practicadas á su favor y hacer ver por
estas su justicia, y para demostrar la falta de aplicacion á las mismas de
las pruebas contrarias, si asi resultare. La disposicion de la ley recopilada
que prohibe repilogar lo escrito en el proceso, se refiere mas bien que á
los alegatos de bien probado, á los escritos anteriores, asi como la que pro
hibe alegar leyes, pues que mas adelante, al tratar de los informes que
pueden hacer las partes al juez por palabra ó por esfrito, concluso el pleito,
les permite alegar dichas leyes como entendieren que mas les cumple. Asi
mismo podrán exponer todas las deducciones que resultaren de sus pruebas
y refular los argumentos contrarios que se desprendan de las practicadas por
la otra parte, para venir á concluir conla alegaciondel derecho que les asiste.
tomo 11. 52
410 LIBRO TERCERO.
142. En cuanto á la forma de este escrito, debe procederse con e! or
den y claridad que requiere la ley en los demás, por deducirse asi del es
píritu de la misma, esto es, como prescribe el art. 224 respecto de la de
manda, numerándose los hechos y los fundamentos de derecho, si bien esta
disposicion deberá aplicarse al alegato de bien probado con la latitud que
reclama, puesto que á veces impedirá esta numeracion la necesidad de ex
poner al mismo tiempo que los hechos, los fundamentos de derecho que los
justifican.
143. El término dentro del cual deberá alegarse de bien probado será
el de seis á veinte dias. El juez con presencia del volumen de los autos y
teniendo en cuenta la gravedad de las cuestiones que se discutan, lo fijará
en la providencia en que mande hacer la entrega. Si antes de finalizar el
término concedido, cuando fuere menor que el máximum de veinte dias
marcado por la ley, se pidiese próroga, la que deberá fundarse en causa
atendible como enfermedad ú ocupaciones del letrado, y el juez lo estimare
justo, deberá concederla, pero sin exceder de los veinte días, que es el mar
cado por este art. 326 de le ley; sin embargo todavía, en los casos en que
por el volumen de los autos, por la complicacion del pleito ó por la difi
cultad de la cuestion, no bastase el término señalado en el articulo anterior,
podrá el juez conceder otro nuevo término, que no pasará de diez dias: ar
tículo 327; de suerte que el término máximo que puede conceder el juez
para alegar de bien probaddo es de treinta dias, derogándose en esta parte la
disposicion de la ley 1 , tít. 12, lib. 11 de la Nov. Recop., que lo limitaba
á solo seis dias; y evitando los abusos de la práctica anterior que fundada
en la imposibilidad de alegar de bien probado en tan angustioso término, lo
extendia excesivamente por medio de prórogas indebidas.
144. Devueltos los autos por el actor, en el caso de haberlos tomado
para alegar, ó acusada una rebeldia si no los hubiese tomado en el término
que se le señaló para el alegato, y declarado en su consecuencia perdido
el derecho que dejó de usar, se entregarán al demandado para que alegue
de bien probado por igual término que el que los haya tenido el demandante,
pues que siendo las circunstancias del volúmen del proceso y gravedad de
las cuestiones unas mismas para ambos, deben gozar de igual término. Al
devolver el demandado los autos con su alegato, acompañará una copia sim
ple de él, suscrita por el procurador, la cual se entregará al demandante,
para que enterándose de lo que aquel exponga, pueda rebatirlo en la vista,
si él ó su contrario creyeren conveniente pedirla.
145. Devueltos los autos por el demandante con su alegato, ó recogidos
en virtud de apremio, si no los devolviera pasado el término para alegar,
ó acusada una rebeldia por dejarlo transcurrir sin recogerlos, se mandarán
traer á la vista con citacion para oir sentencia definitiva: art. 379. Esta
providencia en que se mandan traer los autos á la vista, hace las veces y
produce los efectos de la providencia que antes se daba de conclusion ó en
que se declaraban conclusos los autos ó cerrada la entrada á toda clase de
alegatos y defensas, quedando los autos á disposicion del juez para exami
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 411
Darlos y dictar la sentencia que estime justa, providencia que constituía una
parte esencial del juicio.
Sin embargo, ya hemos dicho en la pág. 39, aparte 3.°, que anterior
mente se podia hacer prueba no obstante la conclusion y á peticion departe,
no solo por instrumentos sino por confesion ó posiciones de la parte contra
ria concernientes al pleito, segun algunos autores, si bien otros á quienes
apoyaba la práctica, opinaban que solo debia ad mitirse la prueba de docu
mentos cuando el juez viese que influían poderosamente en el esclarecimien
to de la verdad; doctrina que todavía puede sostenerse aun atendiendo á las
disposiciones de la nueva ley.
En cuanto al juez, no hay duda que puede decretar de oficio por medio
de autos para mejor proveer hasta sentencia definitiva, las diligencias pro
batorias que expresa el art. 48 de la ley, expuesto en los números 1063 y
siguientes del lib. 2.° de esta obra, pues para el juez nunca se considera el
juicio concluso.
SECCION III.
146. Si cualquiera de las partes lopidiere, dentro de los dos dias siguien -
tes al de la citacion para oir sentencia, cuya omision es una de las causas en
que puede fundarse el recurso de casacion, segun el art. 1013, núm 3.°, el
juez señalará á la posible brevedad dia para la vista. En este acto oirá de
palabra á los defensores de los litigantes si [se presentaren: art. 330. La ley
faculta á las partes para pedir vista, por la utilidad que puede procurarles
este acto, en el caso deque no hubiesen alegado de bien probado, ó de que
considerasen importante destruir lo expuesto por la contraria en su alegato-
Cuando no se presentaren los defensores, se dará por efectuada la vista, lo
que se hará constar por diligencia en los autos, así como el haberse verifi
cado, ya con asistencia de ambos defensores ó de uno solo.
Además el informe verbal ofrece, aun absolutamente considerado, otras
ventajas muy atendibles. De la defensa oral, dice un apreciable escritor,
resulta la publicidad del debate, y la publicidad es la mas sólida garantía
de la libre defensa, el correctivo mas seguro de todos los vicios del proce
dimiento, y la que por sí sola puede compensar todos los defectos de una
organizacion judicial viciosa. «La publicidad, dice Mr. Belime, tratando dela
organizacion judicial en su Filosofía del Derecho, la publicidad del debale
y el informe oral, son una de las mejores garantías de una buena justicia,
aun en lo civil. Porque al paso que el juez puede dejar de leer los alegatos,
se halla en la necesidad de oir la palabra que vá á buscarle á su mismo
asiento y que le ilustra á pesar suyo. Los alegatos por escrito embrollan á
veces los negocios y no aseguran de haber sido examinados detenidamente,
puesto que pueden dejar de consultarse.» Otros autores hacen consistir la
412 ttBRO TERCERÓ.
defeQsa judicial, en la palabra, en el razonamiento y el discurso. Sin em
bargo, no debe desconocerse los inconvenientes que á veces ofrece la de
fensa oral, ya porque la magia de la palabra y los efectos de la elocuencia
fascinan á los jueces y triunfan de la razon y del derecho, ya porque, no
permaneciendo mas que en la memoria, se olvidan las principales razones
en el tiempo que á veces transcurre entre el informe y el pronunciamiento
de la sentencia. Ninguno de estos inconvenientes presentan los a!egatos,
escritos, antes por el contrario, per maneciendo en los autos, pueden ser
consultados por los jueces descartándose y desembrollándose los sofismas y
complicaciones que en ellos aparezcan, y sirven de grande auxilio a los mis
mos y tienen una grande influencia en la redaccion de la sentencia. Poreso
sienta M. Bordeaux en la importante obra que acaba de publicar en París
sobre lá filosofía del procedimiento civil , que la mejor forma de instruccion
para ilustrar á los jueces y ponerles en disposicion de discérnir con seguri
dad el buen derecho, consiste en la combinacion del procedimiento escrito
con el verbal. Así lo han creido tambien los redactores de la nueva ley de
Enjuiciamiento, segun se ve por el artículo que estamos explicando y por
los 518, 324, 323 y otros varios.
147. En cuanto al tiempo y modo de celebrarse lás vistas, véanse los
números 1039 y siguientes del libro 2.° y asimismo los formularios de este
título. Solo advertiremos en este lugar, que el art 35 de la ley, segun el
cual los jueces de primera instencia deben ver por sí mismos los autos, no
se ha entendido generalmente en la práctica como refiriéndose al acto de
las vistas, sino al estudio y examen de los autos que debe hacer el juez an
tes de sentenciar el pleito. Anteriormente tambien la ley 3, tít. 16, lib. 11
de la Nov. Recop. decia: «por cuanto nos fue pedido que de relatar los es
cribanos los procesos á los jueces para los sentenciar hay grandes inconve
nientes, mandamos que l os dichos jueces no tengan relatores sino que vean
por sí los procesos (vean los procesos por sus personas y no por relacion
de los escribanos, decia la ley 6, tít. 9, lib. 4 de la Recop., de que se tomó
esta de la Novísima); y que cuando ellos lo hubieren de hacer sea en pre
sencia de las partes. » La antigua práctica habia autorizado no obstante esta
disposicion, que los escribanos hicieran relacion del proceso. «Sin embargo
de estar prohibido que el es cribano haga relaciou de los autos , decia Fe
brero, se ha introducido en todos los tribunales de lá córle y en áfgunos de
otros pueblos, que se pida señalamiento de dia para verlos y Se cite con él
á las partes, como asimismo, que los escribanos ordinarios hagán relacion
á presencia de los litigantes ó de sus defensores.» De todos modos él juez
debe examinar despues de la vista los autos por sí mismo, con (ó cual y con
las observaciones de las partes ó sus defensores, puede suplirse lá falta de
exactitud ó formalidad por parte del escribano. El reformador del Febrero,
Sr. Notario, consideraba la ley recopilada referida como una de lás mas sa
bias que se han hecho en España, porque, decia, antes de ella solían sen
tenciarse los pleitos por apuntamientos y relaciones de los escribanos, in
digestas y mal habladas. > '
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 413
148. Anteriormente se permitía algunas veces informar por escrito,
ley 1, tít. 14, lib. 11 de la Nov., observándose en estos papeles 6 informa
ciones en derecho , que no se unian á los autos ni se comunicaban á las
partes por no ser del proceso lo prevenido en las leyes 29, tít. 22, lib. 5,
9, tít. 14, lib. 11, Nov. Recop., y las notas 2 y S del mismo título, no de-
hiendo pasar de veinte hojas ó pliegos de letra y papel tfrdinário, impreso ó
de mano, la primera y de doce la segunda. La niieviá ley de Enjiiiciámiento
solo las autoriza en segunda instancia: art. 873. Sin embargo, erí algun
caso especial parece que bien podrá tener lugar una informacion en el dia
en primera instancia, siendo desde luego aplicable la disposicion sobre el
número de hojas ó pliegos á los alegatos de bien probado.
149. Los abogados podrán en la vista hacer' la alegacion de leyes y
doctrinas, segim les facultaba la ley 1, tít. 14, lib. 11, Nov. Recop.
150. No haciéndose pór alguno de los litigantes la pretension de que
habla el art. 330, esto es, no habiendo pedido señalamiento de dia para la
vista, dentro del término en el mismo designádó, esto es, á los dos dias
siguientes al de la citacion para oir sentencia, el juez dictará esta sin ne
cesidad de vista pública dentro de los doce dias siguientes al en que se hu
biere citado á las partes. Si se hubiese celebrado vista pública dictará la
sentencia dentro de los ocho dias siguientes al en que hubiere terminadd
aquella , pues en este caso se suple el período de los cuatro dias que se le
conceden de mas cuando no hubieíe vista, bien por fa mayor Ilustracion
que adquiere el juez con los informes de los defensores, bien pof el tiempo
que transcurre entre el dia que se pide la vista y el de la celebracion de esta.
Celebrándose vista, aun cuando no concurran los defensores, segun expresa
el párrafo 2.° del art. 330, el juez no tendrá aun en este daso más de ocho
dias para pronunciar sentencia. Ambos términos, esto es, el de doce y el
de ocho, podrán ampliarse hasta quince dias si los autos esceden de mil
folios; porque pór lo comun cuando son tan voluminosos ofrecen dificultad
y complicacion para su examen é inteligencia, art. 331. Vése por estás dis
posiciones que la nueva ley ha reducido el término de veinte diás que con
cedia lá 1, tit. 16, lib. 11 de la Nov. Recop., para prtíiruticiar sentencia.
151 . Cuando los jueces crean hallarse eh el cáso de dictar áutos para
mejor proveer , se entenderá suspendido dicho término mientras se practi
can las diligencias probatorias que en ellos providenciaron.
152. ,,Si transcurrieren dichos términos sin dictarse sentehd'á, las au
diencias corregirán disciplinariamente d los jueces que hayan incurrido en
semejante falta : art. 332. Acerca de lo que se entiende pór correccion dis
ciplinaria, y del recurso que tendrán los jueces contra la providenciá 6b que
la audiencia la impusiere, véase lo dicho en los número¿ 1159 y siguientes
del libro 2.° de esta obra. Mas no por haberse pronunciado la sentencia
fuera del término marcado por la ley deberá considerarse ntila, {ibTqiie la
dilacion no afecta á su validez. El art. 332 al prescribir á las audiencias cjúe
corrijan disciplinariamente al juez que dejase transcurrir el término legal
sin pronunciarla, tiene por objeto mirar por el bien de las partes que están
414 ttBRO TERCERO.
interesadas en que se decida el litigio con toda la brevedad compatible con
la recta administracion de justicia. Esta disposicion es un completo de la
del art. 61, segun la cual no podrán bajo ningun pretexto los jueces ni tri
bunales aplazar, dilatar ni negar la resolucion de las cuestiones que hayan
sido discutidas en el pleito. V. el núm. 1077 y siguientes del lib. 2.° Mas
estas disposiciones se entienden cuando la dilacion no fuere maliciosa, pues
en tal caso incurre el juez en la pena de suspension , segun el art. 276 del
Cód. Penal. V. el núm. 1080 del lib. 2.° de esta obra.
153. Acerca del modo cómo deberán proceder los jueces para dictar las
sentencias, mauera de fundarse y demás circunstancias que deben compren
derse en las mismas, véanse los números 1070 y siguientes, y asimismo
sobre la condenacion de costas, los 1099 al 1125.
154. Las sentencias deberán notificarse á los procuradores de las parles
dentro de los dos dias siguientes al en que fueren dictadas : art. 354. Los
procuradores son en efecto los que representan á las partes en juicio en los
casos en que es obligatorio valerse de ellos , segun previene el art. 13 de
la ley. Esta disposicion en su primera parte no hace mas que confirmar
la del art. 16, que dispone que mientras continúe el procurador en su en
cargo, los emplazamientos, citaciones y notificaciones de todas clases que
se le hagan, inclusa la de la sentencia, tendrán la misma fuerza que si se
hicieran al poderdante, siu que le sea permitido pedir que se entiendan con
este. De lo prevenido en este art. 16, se deduce, que podrá tambien notifi
carse á las partes la sentencia cuando no hubiere procurador por haber
muerto á la sazon ó no ser necesario para seguir el juicio ó por cualquier
otra causa. V. lo expuesto en los números 76 y siguientes del lib. 2.° de esta
obra. El art. 334 señala para notificar las sentencias mas tiempo que el á
que se' atendia anteriormente , puesto que se aplicaba á este caso la dispo
sicion general del art. 5 del real decreto de 22 de febrero de 1833, sobre
que las notificaciones se verificasen lo mas tarde el dia siguiente al en que
se dictaren las providencias: su objeto es que tenga tiempo el escribano para
extender las sentencias, atendiendo á que en el dia ofrece mas dificultad su
extension que anteriormente por haber de fundarse. V. los números 531 y
589 del lib. 2.° de esta obra, y acerca del modo de efectuarse estas notifi
caciones, los 579 y siguientes del mismo.
155. Esta notificacion tiene por objeto que las partes se enteren de la
providencia para apelar de ella si creyeren que les es perjudicial, ó confor
marse con la misma, si juzgaren que les es favorable.
156. Las partes que se creyeren perjudicadas por la sentencia pueden
interponer apelacion dentro del término de cinco dias contados desde el si -
guíente al de la notificacion de la sentencia, y en la forma que expondre
mos al tratar de las apelaciones en general. Segun el art. 33o de la ley de
Enjuiciamiento, el juez admitirá la apelacion que se interpusiere en tiempo
y forma, sin sustanciacion alguna, y en su consecuencia, sin dar traslado
como se hacia anteriormente , á la parte contraria, y remitirá los autos al
tribunal superior dentro de segundo dia , á cosía del apelante, citando y
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 415
emplazando previamente á los procuradores de los litigantes para que com
parezcan ante él; art. 335. Esta última disposicion sobre el emplazamiento
es contraria á la de los artículos 49, 76 y 50 del Reglamento provisional que
disponían se citara y emplazara á los interesados para que acudieran á usar
de su derecho ante el tribunal superior. V. los números 76 y siguientes del
lib. 2.° de esta obra.
1571 La falta de emplazamiento en cualquiera de las instancias de los
que debieran haber sido citados para el juicio, es una de las causas en que
se puede fundar el recurso de casacion, segun el art. 1013 de la ley.
158. El término para comparecer en el tribunal superior será elde veinte
dias siguientes al en que se haya notificado la providencia en que se mande
remitir los autos y citar para la misma comparecencia: art. 336. Igual tér
mino se señalaba por la práctica anterior, apoyada en la disposicion de la
ley 3, tít. 20, lib. 11 de la Nov. Recop., que decia: «seguir debe la alzada
la parte que se alzare al plazo que le pusiere el juzgador si bien mas adelante
mandaba que si el juzgador no le pusiere plazo «sea tenido el que se alzó,
dela seguir y se presentar ante el rey hasta cuarenna dias, si fuere allende
los puertos, y si fuere aquende los puertos, hasta quince dias.
159. Las partes que juzgasen serles favorable la sentencia pueden con
sentirla, esto es, conformarse con lo dispuesto en ella. Anteriormente cuan
do la parte vencida no apelaba en el término legal, acudia la vencedora al
juez, acusando á aquella la rebeldia, expresando ser pasado el término de
la ley y pretendiendo declarase la sentencia en autoridad de cosa juzgada,
y la llevase á pura y debida ejecucion, solicitui á'que se accedia á veces
sin oir al contrario, y otras, se le daba traslado y providenciaba en su vista.
En el dia, segun el art. 68 de la ley de Enjuiciamiento, transcurrido el tér
mino legal sin interponer apelacion, quedarán de derecho consentidas las
sentencias y pasadas en autoridad de cosa juzgada sin necesidad de declara
cion alguna, pues pasado el término de la ley queda ejecutoriada la senten
cia y no hay para qué citar á las partes ni oirías, y el condenado por ella y
sus sucesores están obligodos á cumplir aquello á que se les condenó, pro-
cediéndose á su ejecucion si se negaren á ello y el contrario no cede de su
derecho, conforme á los artículos 891 al 921 de la ley, y produce excepcion
de cosa juzgada á favor de aquel en cuyo favor se dió y de sus herederos,
segun la ley 19, tít. 22, Par . 3, y conforme expusimos en el núm. 1094 del
libro 2.° de esta obra.
160. Por cosa juzgada se entiende aquella sobre que recayó absolucion
ó condenacion y fue proferida en juicio contradictorio oidas las partes ple
namente; pero esto no basta para que adquiera el vigor y autoridad de tal.
Dicese que pasa una sentencia en autoridad de cosa juzgada ó que adquiere
fuerza irrevocable por dictarse válidamente, ó sin haber lugar á nulidad ó
casacion ó apelacion de la misma, ó haberse consentido en ella por no inter
poner á su debido tiempo estos recursos, ó declararse desiertos por haberlos
abandonado, no obstante su interposicion; de suerte que se estima la sen
tencia por justa y verdadera, aunque no lo sea.
416 LIBRO TERCERO.
Pendiente el término de la apelacion ó interpuesta y admitida esta en
ambos efectos, se suspende su ejecucion , y no se lleva á efecto hasta que
cause ejecutoria, aun cuando la parte vencedora diese fianza bastante á res
ponder de lo que pudiera percibir y condenársele á devolver por revocarse
la sentencia, como sucede respecto de la de remate en el juicio ejecutivo,
segun el art. 973 y siguientes de la ley deEnjuciamiento; y aun en el caso
de que el juicio ordinario se haya promovido sobre la reclamacion que dió
lugar al juicio ejecutivo, y en vista de la sentencia de remate que recayó
sobre este, no es extensivaá dicho juicio ordinario la fianza que hubiesedado
el actor para que se ejecutase la sentencia de remate, no obstante haber in
terpuesto apelacion de ella el ejecutado, pues como dice el art. 976, confir
mada la sentencia de remate por el superior, queda cancelada la fianza.
Cuando las sentencias del juicio ordinario se hayan dictado en rebeldia
solo podrán ejecutarse pasados los términos que conceden los artículos \\%
y siguientes de la ley para oir á los litigantes contra quienes hayan recaído.
Véase lo que exponemos al tratar de las apelaciones en general, y en par
ticular de las del juicio ordinario de mayor cuantía; y lo que decimos al ex
plicar en el juicio ejecutivo y en los juicios en rebeldia los artículos citados.
461. En cuanto al fundamento filosófico de la autoridad de la cosa juz
gada que pende de non jure facere jus, de non ente ens, consiste en la con
veniencia que descansa en el interés público, de que no sean eternos los li
tigios; debet aliquid esse litlum finis. La autoridad de la cosa juzgada es en
efecto hija de la necesidad, la cual es tan grande que es necesario conce
derla aun á las sentencias injustas, y que es tal, que hace presumir verda
dero lo que es falso: res judicata pro veritate habetur: 1, 207, Dig. de reg-
jur. Presunción imperiosa, que choca sin duda alguna con la necesidad in
nata de la justicia inscrita en el corazon del hombre, pero sin la cual no po
dría subsistir la sociedad. Ley que es'preciso respetar, porque no puede la
justicia privada entrar en balanza con el interés público y general , porque
se destruirían las leyes si no tuvi eran las sentencias fuerza alguna, y si pu- .
diera rescindirlas cada parte. Máxima irrecusable que proclamó Sócrates de
un modo sublime, rehusando sustraerse á la inicua sentencia que le conde
naba á beber la cicuta; verdad que desarrolló Platon en su Crito y que for
muló tambien Ciceron en estas palabras: Status Reipublicce maxime judien-
tis rebus continetur.
Mas si como particular debe cada uno profesar un religioso respeto á la
autoridad de la cosa juzgada que han erigido en ley la experiencia y el buen
órden, si como ciudadano debe respetar los juicios cual las leyes, como filó
sofo podría desearse una base mas sólida para la autoridad de la cosa
juzgada.
No faltan autores que creen encontrarla en el contrato judicial y en esta
máxima: In judiáis quasi contrahimus, pero el contrato judicial no es libre
para ambas partes, sino obligatorio para el demandado. La accion impone
á este la obligacion de contestar á la demanda; impone á las dos partes la
obligacion de conformarse con la sentencia que se pronuncie; pero estas dos
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 417
obligaciones no se fundan en el consentimiento sino de parte del deman
dante. El contrato judicial solo es una ficcion; y asi es que la autoridad de
la cosa juzgada tiene contra sí la apelacion y demás recursos, á los cuales
no están sometidos los demás contratos. Asi pues, solamente podría fundarse
la autoridad de la cosa juzgada en el consentimiento, respecto del deman
dante, y aun en este no hay entera libertad, pues que le impone el Estado
la eleccion de los jueces. Es pues necesario volver á la utilidad pública, á la
necesidad social, y reconocer que la autoridad de la cosa juzgada descansa
en la misma base que la autoridad de los gobiernos, es decir, en la nece
sidad de la paz. Interest reipublicce ut etiam injustis el ambitiosis decretis
pareatur, propter rerum judicatarum auctoritatem; pretor jus dicit etiam
cum migue decernit: l. 55, § 2, Dig. ad Se. Trebel.
Respeto de los príncipes ó magistrados, respeto de la ley y de las de
cisiones judiciales, todos descansan en el peligro del desorden y de la anar
quía: vis in populo abesto.
Sin embargo, como observa un escritor acreditado, por respetable que
sea el fundamento de la presuncion de que la cosa juzgada es la verdad y
lo justo, no puede mudarse la naturaleza de las cosas. Lo que es justo y
verdadero en sí, permanece justo y verdadero, y la opinion pública refor
ma las sentencias inicuas é imprime una nota á los jueces que las han pro
nunciado. Las malas sentencias enervan pues la autoridad de la cosa juz
gada, asi como las malas leyes desprestigian y conmueven á los poderes
que las imponen. Bajo este respecto, no solamente perjudican el error ó la
injusticia en las decisiones judiciales á los particulares que son víctimas
suyas, sino que minan uno de los fundamentos del orden mismo, y cuando
llegan á ser frecuentes, son una causa de disolucion social: Iniquanunquam
regna perpetuo manent, como decia Séneca. De aquí la importancia que se
ha dado á la influencia de una buena justicia sobre la estabilidad de los Es
tados, y Ciceron pudo atribuir razonablemente la guerra itálica al terror
de las sentencias injustas: propter judiciorum metum excitatum. De aquí
los diferentes recursos que ha establecido el legislador contra las sentencias,
de que trataremos mas adelante. V. Mr. Bordeaux en la obra citada, lib. 2,
cap. 5.
TITULO II.
De los juicios de menor cuantía.
SECCION I. ,
SECCION II.
DE LA DEMANDA, EXCEPCIONES Y CONTESTACION, Y DEMAS ESCRITOS QUE SIRVEN
PARA FIJAR LA CUESTION.
SECCION III.
DEL RECIBIMIENTO DEL PLEITO Á PRUEBA , Y DEL MODO DE PROPONERSE V
PRACTICARSE ESTA.
214. Para que se entienda que las partes ó alguna de ellas quieren que
el pleito se reciba á prueba, no es necesario, en los juicios de menor cuan,
tía, solicitud expresa de las mismas, como requiere el art. 256 de la ley
respecto de los pleitos de mayor cuantía, sino que basta , segun hemos di
cho, que no haya conformidad entre ellas en cuanto á los hechos alegados
en la demanda o reconvencion, pues naturalmente es de suponer que la parte
que ve atacados como falsos los hechos que afirma y en que funda su dere
cho, querrá suministrar las pruebas que pongan de manifiesto su verdad y
exactitud. Y. el aparte 2.° al fin del núm. 70, y los números siguientes, del
lib. 3.° de esta obra. En tal caso, ó cuando por haberse alegado otros he
chos en contra por el demandado , quedare desvirtuada dicha conformidad
sobre aquellos, dictará el juez auto recibiendo el pleito á prueba y previ
niendo en él á las partes que en el término de tercero dia proponga cada
Una toda la que esté en el caso de hacer , art. 1145. El término de tres dias
deberá contarse desde aquel en que se les notifique el auto mencionado , lo
que deberá hacerse como decian los reformadores del Febrero , para evitar
todo fraude, en el mismo dia en que se dió ó lo mas en el siguiente,
215. Pasado dicho término no se podrá proponer prueba ¡ni adicionar
'a propuesta , pues si las partes pudieran proponer nueva prueba despues
440 LIBttO TERCERO.
que la contraria propuso la suya , podria darse ocasion al abuso de que in
dagando alguna de ellas los extremos sobre que versaba la del contrario,
propusiera contrapueba maliciosamente para destruirla ó desvirtuarla.
216. No obstante, la ley establece varias excepciones en cuanto á la
prueba de ciertos documentos por haber sido imposible ó difícil al litigante
el proponerla antes y quedar tal vez indefenso, si no se le permitiera pro
ponerla con posterioridad. Por eso previene el art. 1146 que se excep
túan de esta prohibicion :
1 .° Los documentos de fecha posterior á la demanda , á la reconvencion
y álas respectivas contestaciones, pues que no habiendo existido al propo
ner estas, no pudieron acompañarse á ellas. Sin embargo, en cuanto á estos
documentos debemos advertir, que pudiendo suceder que aunque no exis
tiesen al presentarse la demanda , reconvencion y sus respectivas contesta
ciones, se hubieran formalizado antes de proponerse la prueba, ó en el tér
mino para proponerla, podria haber lugar al abuso que ya indicamos. Mas
la ley ha preferido con razon desatender el inconveniente de este abuso que
raras veces se realizará , mirando á lo beneficioso que es á las partes am
pliar el término para proponer la prueba de escrituras que pueden ser de
suma importancia.
2. ° Los documentos de fecha anterior de que protestare el que los presente
no tener antes conocimiento : en tal caso es lo mismo que si no hubieran
existido para el efecto de poderlos presentar anteriormente. Nótese, sin
embargo, que por esta disposicion solo se exige una simple protesta de no
haber tenido noticia de dichos documentos y no el juramento en forma que
requieren los artículos 225 y 253, para un caso análogo respecto del juicio
de mayor cuantía, lo que podrá dar lugar al abuso de que presente malicio
samente un litigante documentos que ya le eran conocidos.
3." Los documentos que tengan por objeto impugnar la reconvencion:
disposicion que se funda en las mismas consideraciones que la del núm. l.°
y que se halla expuesta á iguales inconvenientes.
Podrá proponerse pues la prueba por medio de esta clase de docuentos
en nuestro concepto, no solo hasta la conclusion de la causa para definitiva
ó hasta que se mandan unir las pruebas á los autos , sino tambien despues,
en la comparecencia á juicio verbal y hasta sentencia definitiva, por las
consideraciones expuestas en el núm. 112 de este libro especialmente en el
aparte 6.° de la pág. 394 al hacernos cargo del art. 276 de la ley que con
tiene una disposicion análoga á la del 1146, con relacion al juicio ordinario.
Véase lo que decimos mas adelante en el núm. 233 .
4.° Tambien podrá pedirse que la parte contraria absuelva posiciones 6
que preste confesion judicial sobre los hechos controvertidos hasta la cita
cion para sentencia definitiva, sin que obste para ello lo dispuesto en er ar
tículo 1145, asi como no obsta lo prescrito en el § 1.° del art. 276 referente
al juicio de mayor cuantía sobre que solo puedan practicarse las diligencias
de prueba dentro del termino probatorio , para que mas adelante se pre
venga por el art. 292 que todo litigante está obligado á declarar bajo jura
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JÜICIO. 441
mento en cualquiera estado del juicio, contestada que sea la demanda hasta
la citacion para sentencia definitiva, artículo que es aplicable indudable
mente al juicio de menor cuantía , porque la confesion no es propiamente
prueba sino relevacion de ella, como dice Gregorio Lopez en las glosas 1.a
y 2.a de la ley 2, tít. 12 , Part. 3 , y es doctrina corriente entre los auto
res. V. el aparte 3.° de la pág. 392 de este tomo ; el núm. 145 de este li
bro 3.°, el 850 del lib. 2.° y lo que decimos mas adelante en el num. 233.
217. Si ambas partes, ó alguna de ellas hubiere propuesta prueba , se
ñalará el juez el término dentro del cual haya de presentarse: art. 1139.
Esto se entiende en el caso de que la prueba hubiere sido admitida por el
juez por ser pertinente y útil , pues si no lo fuere podrá repelerla de oficio
segun previene el art. 274, si bien debe inclinarse á su admision á la menor
duda que sobre ello apareciere.
218. El término dentro del cual ha de practicarse la prueba no ha de
pasar de nueve dias : §. 2.° del art. 1148; pero bien podrá designar el juez
un término mas breve , si lo juzgare suficiente en el caso de que se trate,
el cual podrá prorogar hasta los nueve dias mencionados, pero no por más,
puesto que el término legal de prueba no puede prorogarse , segun se de
duce del art. 262 sobre el juicio de mayor cuantía, expuestos en los núme
ros 84 al 86 del libro 3.° de esta obra , y de la última disposicion del ar
tículo 1149.
219. Mas la limitacion del término de prueba á nueve dias solo debe
entenderse en el caso en que las diligencias probatorias propuestas hubieran
de practicarse en el lugar del juicio, pues segun previene el art. 1149 de
la ley, no obstante lo dispuesto en el articulo anterior , 1148, si alguna de
las diligencias propuestas hubiere de practicarse en lugar distinto del en
que se siga el juicio , el juez , teniendo en consideracion la distancia y la
facilidad ó dificultad de las eomunicaciones señalará un término mayor para
que se pneda verificar. Esta disposicion era de suma necesidad en algunos
casos, como por ejemplo, el de tener que cotejarse un instrumento con su ori
ginal que se hallara en otro lugar distante del juicio, pues tendría que em
plearse todo ó la mayor parte del término de nueve dias, para el solo efecto
de darse aviso para la práctica del cotejo ó de la diligencia probatoria.
220. Del espíritu de la misma disposicion se deduce, que el juez tendrá
igual facultad de ampliar dicho término cuando la prueba hubiere de eje
cutarse en Europa ó en las Islas Canarias, en las Antillas Españolas, en los
continentes de América , Africa ó escalas de Levante, en las Islas Filipinas
ó en cualquiera otra parte del mundo, y asimismo, cuando se hallasen en
dichos puntos los testigos que hubieren de declarar sobre hechos ocurridos
en la Península, islas adyacentes ó posesiones españolas de Africa. Esta fa
cultad del juez no solo se funda en la identidad de razon entre estos casos
y los á que parece referirse el art. 1149, sino tambien en el texto de los
artículos 263 y 264 de la ley sobre el juicio de mayor cuantía que concede
en aquellos un término extraordinario.
Así se habia interpretado por los autores antoriermente , no obstante el
TOMO II. 86
442 LIBRO TERCERO.
silencio absoluto que se observaba en la ley de 10 de enero de 1838. Hé
aquí las razones en que se apoyaban los reformadores de Febrero para esta
interpretacion. «No hace mérito la ley de términos ordinarios y extraordina-
narios ultramarinos; y no concebimos que pueda haber un motivo para que
todos los pleitos de menor cuantía se hayan de medir por la misma regla.
Acaso la ley habrá considerado que por ser corto el valor de la cosa litigiosa
no puede llegar el caso de hacerse necesaria la concesion de un término ex
traordinario, pero esta razon ni es sólida ni suficiente. Siendo indudable
que lo mismo pueden celebrarse en España que en Ultramar negociaciones
por cantidades de poca monta , ó bien que celebradas en la Peninsula, los
testigos presenciales marchen á Ultramar , claro es que podrá tocarse muy
bien con el escollo de que el demandante ó demandado no puedan acreditar
su accion ó excepciones por la ausencia de los testigos y la brevedad del
término. Verdad es que en la concesion del término ultramarino se pueden
tocar graves inconvenientes, porque la mala fe de los litigantes aprovecha
todos los recursos posibles para entorpecer la marcha de los pleitos. Mas
¿podrá considerarse mas justa la negativa de todo recurso que produzca la
indefension, que la concesion de un término protector de la defensa legíti
ma , aunque expuesta á algunos inconvenientes? ¿Son estos absolutamente
inevitables? Creemos que asi como en los juicios de mayor cuantía se han
establecido medios que impiden el uso malicioso del término ultramarino
extraordinario, tambien podrían adoptarse en los de menor cuantía.»
221 . Réstanos que advertir sobre este punto, que en ningun caso podrá el
juez conceder término mayor para la prueba en estos juieios de menor cuan
tía que el marcado por los artículos 262, 263 y 264 , respectivamente para
el juicio de mayor cuantía, sino que por el contrario deberá limitarlo á lo
puramente necesario para que pueda practicarse la prueba, atendiendo á la
distancia y dificultad de las comunicaciones, debiendo tener asimismo pre
sente lo prescrito por los artículos 265 y 266 , expuestos en los números 88
y siguientes del lib. 3.° citado, para apreciar debidamente si se halla en el
caso de conceder ó no el término ampliatorio.
222. El mismo art. 1149 contiene una disposicion que resuelve en sen.
tido afirmativo , respecto de los juicios de menor cuantía , la grave cuestion
enunciada en el num. 97 del lib. 3.°, sobre si cuando parte de la prueba haya
de practicarse en el lugar del juicio y parte fuera, debe evacuarse cada una
en el término que le corresponde, sin que pueda utilizarse el termino mas largo
concedido para la que haya de efectuarse fuera , respecto de la práctica de
la que ha de efectuarse en el lugar del juicio , puesto que previene que en
el caso de que el juez hubiere señalado término mayor que el de nueve dias
por haber de practicarse alguna diligencia de prueba en lugar distinto del
en que se siga el juicio, en este caso (dice el art. 1149 refiriéndose al ex
presado en el mismo) las demás diligencias, esto es, las que se hubieren
de practicar en el punto del juicio , han de tener lugar precisamente dentro
del término que se hubiere señalado , esto es , dentro de los nueve dias que
asigna para las mismas el art. 1139 ó el que el juez hubiere asignado den
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 443
tro de este término. Tal vez se dirá, que la cláusula dentro del término que se
hubiere señalado, puede referirse al que marcó el juez para las diligencias
que han de practicarse en lugar distinto del del juicio , por ser este tér
mino el que acaba de mencionarse en la cláusula anterior, y contenerse
aquella en el mismo art. 1149 que esta. Pero la disposicion terminante del
art. 1148 sobre que no podrá pasar de nueve dias el término para practicar
la prueba que se refiere á las diligencias que han de efectuarse en el lugar
del juicio, el referirse exclusivamente la primera disposicion del art. 1149
á las que hubieren de practicarse fuera , y el hecbo mismo de contenerse
sobre aquellas nueva prescripcion y de usarse en ella del adverbio precisa
mente comprensivo de un nuevo mandato, y de que no se usa en la anterior
disposicion , parece disipar toda duda sobre que esta aclaracion tiene por
objeto ratificar lo prescrito en el art. 1148. Asi lo entiende tambien el
Sr. Nougues en su Tratado de Práctica Forense. Sin dudala ley ha querido
evitar que se burlase maliciosamente la limitacion del art. 1148, pidiendo
diligencias probatorias que hubieran de efectuarse fuera del lugar del juicio,
para obtener término mayor que el de nueve dias y utilizarlo en la práctica
de las que tuvieran que efectuarse dentro de dicho lugar. Véanse no obstante
las consideraciones enunciadas en el núm. 97 del lib. 3." de esta obra.
223. Ea cuanto á si podrá ó no suspenderse con justa causa el término
de prueba en los juicios de menor cuantía como para los de mayor dispone
el art. 271 de la ley, opinamos por la afirmativa, no obstante no poder
prorogarse mas allá del marcado por la ley, pues fundándose la suspension
en la imposibilidad de ejecutar la prueba propuesta por algu* obstáculo
cuya remocion no haya estado al alcance del que la pidiere, como dice el
artículo 272, al marcar la única causa que deberá considerarse justa para
este efecto, de no concederse la suspension , se sacrificaría el fin á los me
dios, dejando á la parte indefensa , y no hay que temer que la pida el liti
gante maliciosamente, puesto que debe alegar dicha causa justa, ni que dé
lugar á ella la negligencia en la práctica de las diligencias probatorias ó el
ánimo de dilatar indebidamente el litigio, que es en lo que se funda la ne
gativa de la próroga.
224. La prueba podrá practicarse en todos y cualquiera de los dias se
ñalados por el juez en el auto que dé con este objeto, y no como prevenian
los artículos 5.° y 9.° de la ley de 10 de enero de 1838 , en un día deter
minado que habia de marcar el juez ó en los dos siguientes, si por cual
quiera causa no se podian concluir ambas pruebas en el mismo dia ó dentro
de ochos mas, si se ofreciere presentar algun testigo ausente debiendo ser
aquel dia posterior el quinto y anterior al duodécimo al de la fecha de dicho
auto, cuya última disposicion tenia por objeto dar un término á las partes
para preparar la prueba que habian de practicar, lo cual se suple en la ac
tualidad con el término de tres dias que les concede el art. 1145 para pro
poner la prueba.
225. Las pruebas se practicarán en la forma establecida para el juicio
ordinario, § 1.° del art. 1150, y en su consecuencia en la forma que ex
444 LIBRO TERCERO.
pusimos en la seccion 5.a del tít. 1 .° del libro 3.°; disposicion que no dejara
de ofrecer inconvenientes en algunos casos y respecto de algunas pruebas,
como por ejemplo la de peritos, en que el breve término designado para
practicar las diligencias probatorias en los juicios de menor cuantía apenas
bastará para practicar precipitadamente las diligencias que requiere la ley
para su debida formalidad. Para evitar en lo posible estos inconvenientes
deberá procederse desde luego á la práctica de las pruebas que requieren
solemnidades ó diligencias mas embarazosas ó dilatorias.
Asi, por ejemplo, cuando hubiere propuesto un litigante en el término
que señala el art. 1145, que el contrario preste confesion judicial ó que ab
suelva posiciones sobre ciertos hechos bajo juramento indecisorio, esto es,
sin estar á su dicho ó declaracion mas que en lo favorable , y sin perjuicio
de la prueba que proponga para el caso de que le perjudique aquella, el
juez deberá proceder á tomar la declaracion desde luego, para poder contar
con todo el término probatorio de los nueve dias ó el concedido por el juez,
y que puede tener lugar en él el traslado que segun el art. 298 debe darse
de la confesion judicial á la parte que la hubiere solicitado con el objeto de
que pueda pedir que se repita para aclarar algun punto sobre que no se
hubiere respondido categóricamente ó que se declare confeso al que la
prestó, si se hallare en alguno de los casos del art. 297, expuesto en los nú
meros 852 y siguientes del lib. 2.° de esta obra, y asimismo para que pueda
practicarse en dicho término la prueba subsidiaria ó supletoria qué propuso
la parte, para el caso de serle perjudicial la confesion prestada por la con
traria, pues si esta le hubiese sido favorable, debería desecharse dicha
prueba por el juez como impertinente.
Esto se entiende del caso en que, como hemos dicho se proponga la
confesion en el término que marca el art. 1145 , porque si la parte la pro
pusiere despues, como le está permitido, hasta sentencia definitiva, si bien
deberá dársele el traslado referido de la misma, no podrá proponerse ni
practicarse la prueba supletoria por haber transcurrido el término legal
para ello. Solo podrá proponerla y practicarla para destruir los efectos de
la confesion desfavorable en la segunda instancia , conforme al art. 869 que
faculta para hacer prueba en esla instancia, cuando por cualquiera causa no
imputable al que la solicita, no hubiere podido hacerse en la primera.
Por lo demás , ya hemos dicho en el núm. 830 del libi. 2.°, que en ge
neral, debe procederse á practicar la prueba de confesion antes de la tes
tifical , para saber si esta es ó no pertinente, puesto que segun el art. 310
sobre los hechos probados por confesion judicial, no se permite á su autor
prueba de testigos.
226. Inútil parece advertir , que la práctica sobre un medio de prueba
no impide efectuar las correspondientes á otros , como deberá hacerse para
no perder tiempo y que quepa toda la prueba propuesta en el término legal.
227. En cuanto á la prueba testifical previene el § 2.° del art. 1150 de
la ley, que los contrá-interrogatorios deben presentarse antes del examen
de los testigos, y que los presentados con posterioridad serán rechazados
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 445
por el juez, disposicion que se funda en las mismas razones expuestas al ex
plicar los arts. 308 y 311 relativos al juicio ordinario de mayor cuantía y
que supone la comunicacion á las partes de los interrogatorios que presentó
la contraria como se verifica en aquel juicio.
228. El silencio que guarda la ley sobre cuándo deben oponerse las ta
chas á los testigos, ha dado motivo á que duden los intérpretes si son ó no
admisibles aquellas en el juicio de menor cuantía. Por nuestra parte no va
cilamos en declararnos por la afirmativa, pues desde el momento en qoe la
ley admite en un juicio la prueba de testigos, debe entenderse que requiere
las condiciones necesarias para que produzca los efectos debidos, y en su
consecuencia, que permite á las partes oponer las tachas que disminuyen la
veracidad ó imparcialidad de los mismos. Estas podrán, pues, proponerse y
probarse como se verificaba en la antigua práctica respecto de los juicios
sumarios, en el mismo término en que se efectúa la prueba sobre lo princi
pal , y desde que la parte supo los nombres y circunstancias de los testigos
presentados por el contrario, ya en el acto de recibirse á estos el juramento
que aquella puede presenciar, segun el art. 313, ya en virtud de la comuni
cacion de los nombres de los mismos, de su profesion y residencia que debe
hacerle el jaez inmediatamente despues de tomar la declaracion, conforme
al art. 316. La dificultad principal sobre este punto consiste en el modo
cómo deberá procederse cuando los lestigos se presentaren en los últimos
dias de prueba, de manera que no quedase tiempo suficiente para probar
las tachas que se les opusieren. Como en este caso, si no se concediera al
litigante contrario un término para esta prueba, no solo quedada indefenso,
sino que se daria lugar á que el litigante malicioso que quisiera hacer su
prueba con testigos tachables dejara su presentacion para el último dia
de la prueba sobre lo principal, como observa perfectamente el señor Ro
driguez en su obra ya citada, la antigua práctica permitía proponer las ta
chas en el tiempo que restaba y pedir la concesion de un término para jus
tificarlas, el cual otorgaba el juez hasta la mitad del señalado para la prueba
principal. Pero esta práctica no parece admisible atendiendo á la letra de la
nueva ley.
Algunos intérpretes fundados en que puede suspenderse el término de
prueba por justa causa, opinan que podrá adoptarse esta medida en el caso
mencionado, pero esto no daria los resultados que se apetecen, puesto que
durante la suspension no puede practicarse diligencia alguna judicial, segun
expusimos al tratar del juicio ordinario. Mas aceptable parece, de no adop
tarse el extremo de que el juez conceda por equidad un breve término para
la prueba de tachas, que oiga sobre ellas á las partes ea el juicio verbal,
que ha de celebrarse segun el art. 1151. Véase mas adelante lo expuesto
en el núm. 233.
LIBRO TERCERO.
SECCION IV.
DE LA SENTENCIA.
TITULO III.
De los juicios verbales.
§ n.
TITULO IV.
Del juicio arbitral.
TOMO 11. 60
LIBRO TÉRCERO.
SECCION PRIMERA.
COSAS QUE PUEDEN SER OBJETO DEL ARBITRAJE.
SECCION II.
SECCION III.
DE LAS PERSONAS QUE PUEDEN SER NOMBRADAS ARBITROS.
331 . Aunque la ley permite á las partes nombrar personas que sin tener
el carácter público de jueces, entiendan sobre sus controversias, no ba crei
do prudente ni conforme con la especie de delegacion indirecta y momen
tánea de las funciones judiciales que comprende el arbitrage, dejar á los
compromitentes en una libertad absoluta para elegir por árbitros á toda clase
de personas, sino que la ha limitado por el contrario, respecto de aquellas
que por falta de razon y discernimiento, de moralidad y de imparcialidad,
ó de conocimientos necesarios, ó por hallarse privadas del ejercicio de ciertos
derechos, no podian desempeñar las elevadas funciones judiciales sin me
noscabo de la moral pública y desdoro de la dignidad de la justicia. .
332. En su consecuencia, previene la ley de Enjuiciamiento en su artí
culo 776, que el nombramiento de jueces árbitros no puede recaer mas que
en letrados, mayores de veinte y cinco años y que esten en el pleno ejercicio
de sus derechos civiles, disposicion análoga á la contenida anteriormente en
el art. 266 de la ley de Enjuiciamiento mercantil.
333. La nueva ley requiere en el arbitro el conocimiento del derecho,
no obstante no requerirlo nuestras leyes anteriores, porque segun dijpos,
el arbitro tiene que conocer del negocio con arreglo á las leyes, como los
jueces ordinarios, á los cuales se asimila y en quienes tambien se exige el
título de abogado. Es cierto que la ley no requiere precisamente esta cir
cunstancia en los jueces de paz que pueden entender de los juicios verbales y
tomo n. 62
490 LIBRO TERCERO.
que la dis posicion del art. 776es general y la exige en los árbitros atmcuan-
do tengan que en tender de la cuantía de que se conoce en aquellos juicios,
pero esta razon de diferencia consiste en que la falta del título de letradd
viene á suplirse por la aprobacion y nombramiento público que de los jue
ces de paz hace el gobierno, prévios los debidos informes sobre su capaci
dad, lo que no sucede respecto de los árbitros, puesto que son nombrados
por lá voluntad privada de los compromitente».
334. De lo dispuesto por el art. 776, se dednce que no pnedeR ser ár
bitros las mujeres, pues que no pueden ejercer la abogacia. La ley 4, tít. ly
(ib. 11 de laNov. Recop., prohibia tambien ser juez á la mujer, fundándose
en que seria deshonesto y sin razon que estuviese en el ayuntamiento de los
hombres, librando los pleitos; pero exceptuaba á la señora de vasallos que
ejercia jurisdiccion, permitiendo que lo fuese por consejo de hombres sabios,
porque si en alguna cosa errare la pudiesen aconsejar y enmendar: mas
abolidas hoy las jurisdicciones señoriales, no puede ser árbitro la mujer n'
aun por este concepto. En Roma no podia nombrarse por árbitro ni aun á
la mujer de mejor fama. Ley 6, Cod. de Recept. arbit.
335. Tampoco podrá ser árbitro el menor de veinte y cinco años, edad
que tambien requieren nuestras leyes para ser juez de primera instancia y
aun juez de paz: ley 6, tít. 1, lib. 11, Nov. Recop.; art. 2ol de la Const.
de 1812, y art. 4 del real decreto de 2 de enero de 1856. Mas la ley 5, tít. 4,
Part. 3, dispuso que pudiera ser árbitro el mayor de catorce años, y la 44,
tít. 32 del Ordenamiento de Alcalá, que es la 3, tít. 4, lrb. 11 de la Nov.
Recop., declaró que pudiera serlo si las partes sabian que no tenia mas de
esta edad, y que si lo ignoraban no lo fuera á no tener 18 años. Estas dis
posiciones han quedado derogadas por la cueva ley, que ha venido á res
tablecer las dominantes por derecho romano, puesto que segun la ley 9,
§ 1, lib. 4, tít. 18, Dig. no se podia nombrar árbitro á un pupilo, neque
in pupillum compromitietvr, porque, como decian los autores, es absurdo
que decida sobre los asuntos ágenos el que no puede gobernarse en los su
yos por sí mismo: absurdum est ut olios regat qui se ipsum gerere nequit.
336. No pueden ser árbitros asimismo les condenados á inhabilitacion
especial perpétua, ó á inhabilitacion temporal para ejercer dichos cargos por
el tiempo que esta durase. V. los artículos 30 y 31 y los 275, 314, 324 y
328 del Código penal. Ni los condenados á interdiccion civil, pues que esta
pena produce la pérdida de varios derechos civiles, y que el art. É76 re
quiere para ser árbitro el pleno ejercicio de estos derechos. V. lo dicho en
los números 38 y siguientes del lib. 2.° de esta obra.
337. En cuanto á los extranjeros, opinan algunos que pueden ser árbi
tros si gozan en el país del pleno ejercicio de sus derechos civiles, y se fun
dan en que el arbitrage es un mandato y este es un contrato de derecho de
gentes; pero la ley al exigir dicho ejercicio se refiere á los derechos civiles
de España. Dalloz opina tambien que no puede ser árbitro el extranjero,
porque, dice, el arbitrage es un derecho eminente que solo debe pertenecer
á los ciudadanos.
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 491 ,'
33$. No pueden ser árbitros los locos, los furiosos ni los mentecatos,
porque no ejercen aquellos derechos por carecer de razon; ni el declarado
pródigo y á quen se ha privado de la administracion de sus bienes judicial
mente, porque tampoco tiene el pleno ejercicio referido y porque no puede
regirse por sí mismo. ,
339. Controvierten los intérpretes sobre si podrá ser árbitro el vil y el
infame declarados por derecho , ya fuese por sus actos ó ejercicio , ya por
sufrir penas aflictivas infamantes. Los que opinan por la afirmativa, entre los
que se cuenta al Sr. Escriche, Merlin y Voet y Hevia Bolaños, se fundan en
que le es permitido serlo por derecho romano y canónico (ley 7, Dig. de re-
cep. qui arbit. y cap. infames 2.° § Cognitores caus. 4, q. 7; en que el ar-
bitrage no es ninguna dignidad , funcion pública ni profesion judicial , res
pecto de las cuales están excluidos los infames , sino un ministerio pura
mente privado ó mandato conferido por la mera voluntad de los interesados,
y que en su consecuencia puede desempeñar el infame, y finalmente en que
segun el art. 23 del Código penal, la ley no reconoce end dia pena alguna
infamaute. Los que sostienen la negativa entre los que se encuentra Dalloz
se fundan en que seria poco conforme á la moral y á la dignidad de las jus
ticia ver á tales personas desempeñando las augustas funciones de la judi
catura, que es el principal fundamento que han tenido las leyes 4 y 7, .tí
tulo 16, Part. 7, y el, real decreto de 6 de octubre de 1835 para prohibir
ser jueces ordinarios á tales personas y aun á los procesados criminalmente
mientras lo estén; en que por otra parte carecerían ante los tribunales y la
sociedad de la autoridad y prestigio de que deben hallarse revestidos los
fallos judiciales, las sentencias pronunciadas por personas á quienes la ley
habia juzgado merecedoras de penas tan severas y la sociedad marcado con
notas depresivas. Ademas, no les seria posible estando sufriendo la condena
proceder debidamente en el arbitrage, por los obstáculos que les opondría
el régimen de los establecimientos penales; y por eso opinan los redactores
de la Enciclopedia de derecho, que no pueden ser árbitros ni aun los proce
sados y presos. Por lo demás debe advertirse que en cuanto á los condena
dos á cadena perpetua y temporal no cabe duda en que no pueden ser ár
bitros, porque dichas penas llevan consigo la de interdiccion civil durante
la condena, segun los artículos 52 y 55 del Código penal; y que en lo rela
tivo á la declaracion de infamia que hacen nuestras leyes respecto á ciertos
ejercicios, deben tenerse en cuenta las modificaciones que estas han sufrido
últimamente por la opinion debidamente ilustrada.
340. Tambien parece que debe considerarse vigente la prohibicion de
ser árbitros, impuesta por las leyes recopiladas 5, tít. 11, lib. 5, y 4, tí
tulo 35, lib. H, Nov., á los jueces ordinarios ó sus oficiales, y á los magis
trados en los negocios de que estuvieren conociendo ó sobre que tuvieren
jurisdiccion para conocer en sus juzgados ó audiencias , á no ser, respecto de
estos últimos, con real otorgamiento efectuando el arbitrage.en todos los
ministros del tribunal, puesto que existe en toda su fuerza la raza,n que tuvo
el legislador para esta prohibicion, á saber: la de impedir la parcialidad del
492 LIBRÓ TERCKRO.
juez por la influencia que podría ejercer en la resolucion del litigio por la
circunstancia de intervenir en la revision de la sentencia arbitral uno de los
árbitros que la dictó, pues que tendría cierto interés en sostenerla.
Una disposicion análoga se contenia en la ley 9, § 2, Dig. de recept'.
pero bien podrán las partes nombrar árbitros de un negocio al juez de paz
que entendió del acto conciliatorio celebrado sobre el mismo, por no existir,
las consideraciones expuestas respecto de este, segun digimos en el núm. 334
del lib. 2.°
341. Segun la ley 24, tít. 4, Part. 3, tampoco puede ser nombrado ár-
bitro el contrario de la parte en el pleito, y no valdría tal juicio, porque
ninguDo debe ser juez en su propia causa, por temor á que falte ála impar
cialidad y á la justicia. La misma ley sin embargo permite ser arbitrador al
contrario cuando el que injurió le nombra como tal, disponiendo valga su
sentencia si fuere razonable y moderada, pues de no serlo debe enmendarse
por el juez.
342. Acerca de si podrán ser árbitros ó arbitradores los mudos, sordos
y ciegos se hallan discordes los autores. Les que sostienen la negativa se
fundan en el derecho romano, segun el cual no podian serlo, como lo es
cribe Pomponio en el libro 33 , ley 9. § 1, lib. 4, tít. 8 De recept. qui ar-
blí.; y asimismo, en la ley 4, tít. 1, lib. 11 de la Nov. Recop. que declara
no poder ser juez «el que fuese mudo , porque no podria preguntar á las
partes cuando fuere menester ni responder ni dar juicio por palabra; ni el
sordo , porque no oirá lo que fuere razonado ni alegado ; ni el ciego , por
que no verá á los hombres, ni los sabrá conocer ni honrar.» Los que llevan
la opinion afirmativa, y entre ellos Merlin y Escriche, despues de advertir
que en Roma era necesario para ser árbitro poder oir á los oradores de las
partes y leer á estas por si sus sentencias bajo nulidad , y que la ley reco
pilada se refiere solo á los jueces ordinarios, sientan, que pudiendo los mu
dos oir á las partes , leer sus defensas y documentos y escribir sus decisio
nes, no hay dificultad que puedan ser arbitradores, por lo menos , ya que
no árbitros ; que lo mismo se debe entender de los sordos, puesto que pue
den arbitrar segun los escritos y documentos que se les presenten , y aun
respecto de los sordo-mudos, ú saben leer y escribir y las partes se avie
nen en que determinen con arreglo á los documentos que les presentan , y
finalmente que tampoco habría inconveniente en que los ciegos hicieran de
amigables componedores si las partes solo les obligaban á juzgaren razon
de sus alegaciones verbales. Dalloz es el autor que se expresa sobre este
punto con mas reflexion, prudencia y juicio. «Esta cuestion, dice, no puede
resolverse en términos generales. Hay una gran diferencia entre el indivi
duo afectado de una sola de estas dolencias, y el que lo es por las dos, di
ferencia que sube de punto entre el que se halla privado del oido y de la
palabra desde su nacimiento y el que solo los ha perdido por una causa ac
cidental y en una época en que habia madurado su juicio la experiencia de
los negocios sociales. Y por fin, suponiendo que venga á agravar este esta
do la ceguera natural ó adquirida, se comprenderá con facilidad que la cues
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 493
tion es una de las que por su naturaleza caen en el dominio del hecho, y
por consiguiente de la interpretacion discrecional. La misma ceguera cuan
do se padece de nacimiento es casi siempre una causa de ineptitud para las
funciones arbitrales.»
343. Ultimamente, no debe olvidarse para resolver las dificultades que
pueden ocurrir sobre esta materia, que aunque los árbitros se asemejan á
los jueces, no'requiere la ley absolutamente en ellos las mismas circunstan
cias y cualidades que en estos, pues de lo contrario lo hubiera declarado de
un modo expreso y terminante.
344. Pudiendo fácilmente nombrarse nuevo árbitro en caso de que e1
nombrado tenga alguna de las incapacidades enunciadas, dispone el art. 777
de la ley de Enjuiciamiento, que no se invalidara el compromiso aunque en
cualquiera de los nombrados faltare alguna de las circunstancias prescritas
en el artículo anterior; pero la parte que haya nombrado al que no las reu
na, será obligada á elegir en el término de tercero dia á otro en quien con
curran. Dicho término principiará á contarse desde que por no aceptar el
nombrado alegando su incapacidad ó por ser tachado este por la parte con
traria, se notifica á la que le nombró la no aceptacion ó la providencia que
declara la incapacidad. E?ta disposicion es análoga á la del art. 267 de la
ley de Enjuiciamiento mercantil; la cual previene además que si se negase
á nombrar otro el compromitente, se nombrará por el Tribunal de Comer
cio. La ley civil no ha adoptado e;te estremo, y en nuestro concepto con
razon, pues que uno de los caracteres senciales del compromiso y de las
ventajas en que se fundan es la libertad de las partes en la eleccion de árbi
tro ó juez que entienda de su controversia. Asi pues, en defecto de dicho
nombramiento, no podrá realizarse el compromiso, y este será uno de los
casos en que parece que deberá pagar el que se negare á ello la multa que
segun la regla 6.a del art. 774 debe estipularse para el caso de que alguna
de las partes deje de cumplir con los actos indispensables para la realizacion
del compromiso. Esta interpretacion sobre que debe quedar en tal caso sin
efecto el compromiso, se apoya en la disposicion del art. 780 que mas ade
lante expondremos.
345. Las personas en quienes concurran las demás circunstancias de
parentesco, interés personal, relaciones de negocios ó de afecto, pueden ser
nombradas árbitros, pero podrán ser recusadas si la causa sobrevino despues
del compromiso ó si se ignoró al celebrarlo, segun dispone el art. 794, pues
los árbitros pueden ser recusados por las mismas causas que los demás jue
ces, segun previene el art. 785 expuesto en el § 4, sec. 1.*, tít. 2, lib. 2 de
esta obra. Recayendo ejecutoria por la que se admita la recusacion, deberá
obligarse á la parte que nombró el árbitro á elegir otro, en el término de
tercero dia contado desde que se le haga saber esta providencia.
496 LIBRO TERCERO.
compromiso, segun los intérpretes, sino que bastará referirse en ella á otros
actos ó documentos que se ponen en conocimiento de los árbitros. Asi, es
opinion que se cumplirá suficientemente con la prescripcion de la ley, cuan
do las partes declaran en el compromiso someter a los árbitros las contes
taciones suscitadas entre ellas y que constan en los escritos del pleito que
terminan por medio del arbitrage; ó las contenidas sobre objetos que se ex
presan en procesos ó escrituras á que se refieren. V. Dalloz, Arbitre, nu
mero 433.
En cuanto á las cuestiones incidentales ó accesorias de la principal que
se somete al arbitrage, no es necesario expresarlas en la escritura de com
promiso, pues se entienden comprendidas en él, coa solo especificar aque
lla, si tienen con la misma una conexion ó dependencia necesaria, ó si son
de aquellas sin cuya resolucion no podría esta terminarse debidamente, se
gun se expodrá en la seccion siguiente al tratar de las facultades de los
árbitros.
4.° La designacion del tercero para caso de discordia. Se requiere
que se haga esta designacion en Ja escritura de compromiso y no despues,
cuando resultare la discordia, porque podría suceder que no se avinieran las
partes en este caso en la eleccion del tercero y no tuviera éxito el compro
miso, como se dice en el cap. innotuit 12, de arbit. Decret., mas habiendo
nombrado al tercero antes de que resulte la discordia existe una persona
cierta que completa para este caso el arbitrage, pudiendo procederse á en-
tendef en este juicio sin' temor de que pueda quedar sin efecto el compro
miso.
\cerca de la eleccion del árbitro tercero, declara terminantemente la
nueva ley de Enjuiciamiento, que no podrá conferirse por las partes la fa
cultad de nombrarlo á ninguna otra persona. Esta disposicion la creemos
análoga á la del § 5, ley 17, tít. 8, lib. 4 del Digesto, no obstante las di
versas interpretaciones que sobre la inteligencia de esta ley emitían los doc
tores Acursio, Juan Andrés, Bartolo y Abad. En ella se lee: Si in duos
fuerü sic compromissum ut si dissentirent tertium adsumant, puto tale com-
promissum non valere; nam in adsumendo possunt dissentire. Sed si ita sit,
ut (eis) tertium adsumeretur Sempronius, valet compromissum: quoniam
in adsumendo dissentire non possunt. Hállase tambien conforme con el ca
pítulo innotuit citado de las Decretales. Sin embargo, la ley 26, tít. 4, Par
tida 3, no adoptó estas disposiciones, previniendo que «si aquel ome (el ter
cero) con que los .avenidores se habian de acordar non lo señalasen las
partes, entonce los jueces mismos (árbitros) lo deven tomar é pueden-es-
coger, cual ellos quisieren: E si asi non lo quisiesen facer, puédelos apre
miar el juez ordinario que lo fagan si amas las partes lo pidieren ó alguna
deltas.» Y la ley 29 dispone tambien que «los jueces ordinarios deben apre
miar tambien á las partes como á los avenidores que tomen un ome bueno,
que sea comunal en querer el derecho para amas partes é mandarles que se
acuerden en uno para librar aquel pleito.» La ley de Enjuiciamiento mer
cantil permite asimismo á las partes que faculten á otra persona el nombra
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 497
miento del tercero, y si no lo hicieren, dispone que dirima la discordia el
juez avenidor del partido. Mas estas últimas disposiciones no son conformes
con la naturaleza del arbitrage, y la nueva ley de Enjuiciamiento ha resta
blecido con razon los verdaderos principios sobre esta materia. Su disposi
cion asi como las del derecho romano y canónico citadas que anulaban la ,
designacion del tercero por los árbitros ú otras personas distintas de los
compromitentes se fundan , segun decian ya Juan Andrés, el Abad y otros,
razonando sobre estas últimas, en que «cuando las partes facultan á los ár
bitros ó á otras personas para nombrar al tercero en caso de discordia, pue
de quedar sin efecto el compromiso, porque si los árbitros no se avienen en
la eleccion, no los puede compeler el juez á ella, porque estos hacen las ve
ces de las partes para dicho efecto, y asi como estas uo pueden ser compe-
lidas en un principio á comprometer, como se dice en la ley 3, Dig. del tí
tulo citado, así tampoco los árbitros, porque obran por el derecho de las
partes; por lo que la ley para evitar á estas los gastos consiguientes al juicio
arbitral que lo siguieran, si no tuviere resultado por falta de avenimiento
para nombrar el tercero, dispuso «que no fuera válido el compromiso » A
esta razon pudiera agregarse la de que siendo uno de los fundamentos prin
cipales del arbitraje la eleccion de jueces hecha por las partes, no debe
autorizarse por la ley cuando queda desvirtuado por cometer estas dicho
nombramiento á otras personas, aun cuando sean los mismos árbitros que-
producen la discordia. Asi , pues, cuando las partes no efectuaren la desig
nacion del tercero, no podrá apremiarles el juez á ello , ni nombrarlo por sí
mismo, sino que será nula la escritura segun dispone el art. 775.
5.° El plazo en que los árbitros y el tercero en su caso han de pronunciar
\a sentencia, esto es, celebrar todo el juicio dictando la sentencia, segun
mas claramente se deduce del § 2.° del art. 787. Esta designacion es en el
dia una de las mas trascendentales respecto del juicio arbitral, puesto que
el procedimiento del mismo se divide en cuatro períodos con arreglo al
plazo asignado por las partes ; que por 61 puede aquel extenderse ó abre
viarse, y determinarse, segun que el interés de la cuestion sometida á los
árbitros es de mayor ó de menor cuantía, los trámites respectivos de estos
juicios, conforme se expuso en el párrafo final de la introduccion de este
título. La ley 27, tit. 4, Part. 3.a, facultaba á las partes para dicha desig
nacion, y en caso de no hacerla, prescribía á los árbitros el término de tres
años á lo mas: la ley de Enjuiciamiento mercantil , contiene igual facultad,
y en caco de no usar de ella las partes, fija á los árbitros el término de cien
dias y el de treinta al tercero para dirimir la discordia. La ley de Enjuicia
miento civil no señala plazo alguno para cuando no lo marquen las partes,
por lo que, en tal caso, será nula la escritura de compromiso, segun el ar
ticulo 775. Respecto á si las partes podrán de mutuo acuerdo y consintien
do los árbitros alargar el plazo, despues de verificado el compromiso cuando
lo conceptuaren útil ó necesario por ocurrir algun obstáculo que impida de
cidir el negocio en el plazo asignado, no creemos que pueda ocurrir duda
sobre la afirmativa, pues que el arbitraje se rije por la voluntad delas
TOMO II. 63
¿98 ' LlBRO TERCERO.
partes, y asi lo permitía la ley 27, tít. 4, Part. 3.a Mas segun la misma no
podría alargarse el plazo si no consentían en ello los árbitros, lo que sin
duda se funda en que siendo libre la aceptacion del arbitraje y pudiendo
depender esta del plazo, no puede obligarse á los árbitros á entender del
pleito por mas tiempo del en que ellos se convengan.
<Q.° La estipulacion de una multa que dehe pagar la parte que deje de
cumplir con los actos indispensables para la realizacion del compromiso.
7 ° La estipulacion de otra multa que el que se alzare del fallo debe pa
gar al Que se conforme con él , para poder ser oido.
La disposicion 6.a, análoga á las de las leyes ¡26, £7, 30, 33 y 34, tít. 4
Partí 3.a, y del art. 259 de la ley de Enjuiciamiento mercantil, tiene por ob
jeto evitar y compensar los gastos y perjuicios que podrían originarse á una
de las partes si la otra, despues de consentir en el arbitraje y de verificarse
el compromiso, se negara á practicar lo necesario para que tuviera efecto,
como por ejemplo, la eleccion de nuevo árbitro en lugar del nombrado an
teriormente que no aceptare ó que tuviere alguna incapacidad ; mas esta
disposicion no debe entenderse referente á aquellos actos que aunque concer
nientes á la justificacion de los derechos del adversario, no perjudican á este
por surtir su omision efectos favorables al mismo , como si uno de los com-
promitentes se negara á evacuar posiciones que le pidiera el otro , puesto
que segun los artículos 295 y 297, seria en tal caso habido por confeso. La
ley civil no obliga á verificar el compromiso,'pero una vez efectuado, inter
viene con sus disposiciones para que no deje de tener efecto por voluntad
de una de las partes impunemente , con el fin de evitar que se causen á la
otra perjuicios indebidos, ó que se le defraude en sus esperanzas. Segun la
ley 30, tít. 4, Part. 3.a, incurre en la multa ó pena estipulada el que des
pues de haber sometido un negocio en árbitros, lo lleva contra la voluntad
del otro al juez ordinario, y la 33, el que se negare á dar ó hacer alguna
cosa que mandaron los árbitros , mas la 34 excusaba de la pena á la parte
que no pudo cumplir el mandamiento «por embargo de gran enfermedad
quel acaeció en aquella sazon , ó porque habia de ir á servicio del rey ó de
su consejo, ó si le aviniese algun embargo otro cualquier por ocasion que lo
embargase de lo cumplir, tal que entendiesse que era derecho para excu
sarle. » Estas disposiciones pueden considerarse aplicables en el dia con ar
reglo á lo que llevamos expuesto.
Sin embargo, debe advertirse respecto á la disposicion de la ley 30, que
en el dia no puede llevarse al juez ordinario el negocio sometido en árbitros,
sino por mútuo acuerdo de los compromitentes.
Mas la disposicion 6.a del art. 774 no deberá entenderse aplicable res
pecto de las sentencias de los árbitros que decidan sobre lo principal , de
suerte que sea de esencia del compromiso que las partes estipulen una multa
que deba pagar el que dejase de cumplir con aquellas, como prevenían las
leyes 23 y 35, tít. 4, Partida 3.a, y las 33 y 34 citadas que se refieren espe
cialmente á dichas providencias. Y en efecto, los actos indispensables para
la realizacion del compromiso á que se refiere la circunstancia 6.a mencio
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECULES A CADA JUICIO. 499
aada, son los indispensables para que conozcan debidamente los arbitros del
aegocio hasta pronunciar sentencia , mas no los concernientes á la sumision
á este' fallo, segun se vé por los efectos del compromiso áque se refiere el
art. 786 de la ley, no obstante ser el objeto final de este que las partes cum
plan dicha sentencia.
Esta interpretacion se halla autorizada expresamente por el art. 297 de
la ley de Enjuiciamiento mercantil , pues despues de disponer que no es
aplicable á la forma en que ha de celebrarse el compromiso en amigables
componedores, la circunstancia 7.a del art. 259 de la misma ley, segun la
cual, el compromiso en árbitros debe hacer expresion de «la multa en que
haya de incurrir el que dejare de cumplir con los actos necesarios para que
tenga efecto, » previene que «en su lugar contendrá el efectuando en ami
gables componedores el pacto de la multa en que habrá de incurrir el inte
resado que no se conforme con la decision de aquellos. » Dedúcese, pues, de
esta disposicion, que no se halla comprendida la falta de someterse á la de
cision arbitral en la cláusula 7.a mencionada de la ley mercantil, y en su
consecuencia en la 6.a de la civil, puesto que aquella se refiere á los mismos
actos que esta, y aun usa de la palabra efecto relativamente al compromiso,
que es mas lata que la palabra realizacion, de que se vale oportunamente
la ley civil.
Corrobora tambien la interpretacion expuesta, el no existir ya el prin
cipal objeto que tuvieron las leyes de Partida, siguiendo las del derecho ro
mano, al requerir la estipulacion de la multa mencionada, cual era, que
produjera algun efecto el compromiso, pues que segun ellas , no se daba
apelacion de la sentencia arbitral, ni esta tenia fuerza ejecutoria, si las partes
no la aprobaban expresa ó tácitamente. Y en efecto, la ley 2o, tít. 4, Par
tida 3.4, concordante con la ley non distinguemus, 32 , § non cogetur, Dig.
de Recept. qui arbit. , disponía : « E sobre todo deben prometer (las partes)
de guardar é obedecer el mandamiento é los juicios que los avenidores ficie-
sen sobre aquel pleito so cierta pena que peche la parte que non quisiese
estar por ello á la otra que obedeció el mandamiento de los avenidores. Ca
si pena non y fuese puesta, non serian tenudas las partes de obedecer e'
mandamiento, nin el juicio que dieren entre ellos. Fueras ende si callasen
desde el dia que fuere dada la sentencia fasta diez dias , ca estonce maguer
non y fuese puesta pena, tenudas serian las partes de guardar el juicio.»
La ley 26 del mismo título, concordante con la I. 1, Cód. de arbit., Al, § fi
nal. Dig. de act. et oblig. 7 Dig. de doli excep. y con el capítulo dilecti, de
arbit. de las Decretales , disponía : « Otrosí deben guardar (los avenidores)
que cuando las partes metieren el pleito en su mano, que les fagan obligar
so cierta pena, que esten por cuanto ellos mandaren. E si pena non y fuese
puesta non serian tenudos de obedescer su mandamiento, como de suso mos
tramos. E assi el trabajo que oviessen passado en oyendolas , tornarseles
y a en escarnio e en vergüenza. » Tambien anadia esta ley, que si una de
las partes se obligase solamente á la pena y la otra á perder el pleito si no
obedecia la sentencia, valiera esta condicion ú otra semejante. Finalmente
500 ' LIBRO TERCERO.
la ley 35 disponia que «ninguno non pueda tomar alzada del juicio de estos
(los árbitros). Mas quien non se pagase dél , peche la pena que fue puesta,
e despues non será tenudo de obedescerla. E si por aventura pena non fuesse
y puesta, á la sazon que fueron escogidos los avenidores, estonce decimos
que quien non se pagase del juicio dellos, que lo debe decir luego, e non
- será tenudo de obedescerl-o. Mas si lo toviesen las partes por bueno, dicien
do cuando habian juzgado que se pagaban del juicio, ó escribiendo por sus
manos la carta de la sentencia que la confirmaban, ó se callasen fasta diez
dias despues que fuese dada, que la non contradijesen, tal sentencia como
esta debe valer.»
Por el contrario, la nueva Ley de Enjuiciamiento en su art. 809, pre
viene expresamente que «contra la sentencia arbitral se da el recurso de
apelacion;» y del espíritu de las disposiciones del tít. 15 y de la letra del
art. 886, se deduce directamente, que la sentencia de los árbitros tiene
efecto y fuerza ejecutoria aun cuando no la aprobaren las partes expresa
mente si no apelaron de ella en el término legal.
La nueva ley no ha hecho mas que ratificar lo dispuesto en la ley llama
da de Madrid, que es la 4, tít. 17, lib. 11 , de la Nov. Recop., en cuanio
sancionala práctica exigida con aterioridad, de admitirse la apelacion de
la sentencia arbitral.
Resta advertir, que segun notables intérpretes, entreoíos Hevia Bola-
ños, en su Curia Filípica, lib. 2, cap. 14, núm. 29, y Gregorio Lopez,
glosa 2.a de la ley 35, tít. 4, Pa-rt. 3.a, discurriendo sobre si despues de pu
blicada la ley 4 citada de la Recopilacion podrá el litigante vencido libertarse
de la ejecucion y cumplimiento de la sentencia, pagando la pena ó multa
qué préviamente y para este caso estipulara de acuerdo con los contrarios
en el compromiso por su mera voluntad , ya que no sea de esencia del mis
mo, opinan por la afirmativa , no obstante dar la ley recopilada á la senten
cia fuerza ejecutiva, puesto que dispone que se admita la apelacion en el
efecto devolutivo, mas no en el suspensivo, fuerza qúe no le da la nueva ley
de Enjuiciamiento, segun expondremos mas adelante; de suerte que segun
dichos autores, podrá la parte condenada por la sentencia arbitral librarse
de estar á esta, pagando la pena ó multa estipulada en el compromiso, no
solo cuando no apelare de aquella, sino aun cuando habiendo apelado fuese
confirmada por el tribunal superior ordinario, si se extendió á este caso la
estipulacion de la multa, y en su consecuencia recobraba la cosa sobre que
se hubiese trabado la ejecucion por llevarse á efecto la sentencia arbitral no
obstante la apelacion, en virtud de dicha ley de Madrid. Las razones en que
apoyan esta opinion, consisten en que es propio del compromiso hecho en
árbitros el poder las partes de mutuo acuerdo y préviamente estipular una
pena ó multa para librarse de la sentencia, pues que aquel se rige en gene
ral por la voluntad de estas, como lo prueba la facultad que tienen de revo
carlo ó dejarlo sin efecto en cualquiera estado del juicio, segun las disposi
ciones de Partida que llevamos citadas y que ha ratificado la nueva ley de
Enjuiciamiento en el art. 786, § 1; y asimismo se fundan en que dicha in
DE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES A CADA JUICIO. 501
terpretacion es conforme á la glosa Anal del capit. Dilecli, de arbit. de las
Decretales, y á lo que dicta la equidad, pues si bien es justo que no pueda
una de las partes librarse de la sentencia contra la voluntad de la otra, sim
plemente, puesto que el compromiso es un convenio formal que debe dejar
obligados á los que lo contraen á estar á sus efectos ó á cumplir con las con
diciones estipuladas, es conforme á equidad que pueda librarse de dicha de
cision el litigante vencido pagando una pena estipulada préviamente y de
acuerdo con la otra parte, que sin duda la juzgó suficiente pasa compen
sarle de la falta de sumision al fallo y de los gastos del juicio, produciendo
por lo tanto el compromiso efectos que son a esta beneficiosos y favorables.
En cuanto á la circunstancia 7.* del art. 774 de la ley de Enjuiciamiento
civil, ó estipulacion de una multa para poder alzarse del fallo arbitral, el
origen de esta clase de empeños se encuentra en las costumbres de la edad
media que introdujeron como via de apelacion el combate judicial, pues ve
rificándose esta con fórmulas injuriosas á los jueces, como que no era otra
cosa que un reto lanzado á estos por la cólera del litigante á quien acababan
de sentenciar, se. creyó justo y conforme á las ideas caballerescas de aquella
época, que se obligara el que osaba valerse de este medio violento á pagar
una pena como en reparacion de los agravios que infería. Posteriormente,
habiendo desaparecido estas costumbres y no usándose en la forma con que
se interpone la apelacion de palabras injuriosas, la estipulacion de una multa
ba tenido por objeto poner un freno á la temeridad y á las pasiones de los
litigantes, y cuando la multa se aplica á favor de la parte apelada, como en
el caso de que tratamos, que sirva á esta de compensacion por los gastos y
molestias que le ocasiona el seguir una nueva instancia : emendat ratione
vexátio nis curia. Ademas aquí tiene por objeto la ley que sea una traba este
gravamen contra la revocacion del fallo arbitral, para conservar en lo posi
ble á este juicio su verdadero carácter, cual es, el que solo entiendan en él
los jueces elegidos por los compromitentes y no los ordinarios que son ios
que conocen de la apelacion. La ley trata pues de obligar indirectamente á
la parte vencida á someterse al fallo arbitral, sujetándole á pagar una multa
en el caso de alzarse de ella; al paso que deja á su arbitrio adquirir la espe
ranza de que se revoqve esta por el hecho de pagar dicha multa pactada
préviamente en el compromiso.
Disponiendo la ley que la multa que se obliga á pagar el que se alzare
del fallo la satisfaga al que se conformare con él, con el objeto de que sirva
á este de indemnizacion de los gastos y perjuicios que le origina la nueva
instancia que se le obliga á seguir y la incertidumbre en que se le deja so
bre sus derechos por la posibilidad de que se revoque el fallo arbitral, se
sigue, que si este tambien apelare, no habrá obligacion de sotisfacer dicha
multa por no existir motivo para aquella indemnización. Lo mismo debe
entenderse aplicable por analogía respecto de la multa que se paga por no
cumplirse con los actos para la realizacion del compromiso : de suerte que
deberá satisfacerse al que los cumpliere, mas no al que dejó de cumplirlos-
Los arbitrios son los que deben determinar sobre cuándo procede ó no
502 LIBRO TERCERO.
el pago de dichas multas , al pronunciar sentencia acerca de lo principal-
8.° La fecha en que se otorgare el compromiso. Esta designacion, igual
á la que marca el art. 259 de la ley de Enjuiciamiento mercantil, tiene por
objeto no el que haya un dia fijo desde el cual pueda principiar á contarse
el plazo en que los árbitros han de pronunciar la sentencia, puesto que este
principia á correr desde que aceptare el último, sino que conste la fecha en
que se celebró el compromiso para que pueda producir debidamente sus
efectos, teniendo en cuenta los demás convenios y escrituras que se celebra
ren posteriormente. Esta fecha no puede omitirse, bajo nulidad , sin que
tenga hoy aplicacion la doctrina admitida anteriormente y sancionada por
el art. 263 de la ley de Enjuiciamiento mercantil, sobre que los compromi
sos que no tuvieran fecha, se tuvieran por celebrados en el dia en que se
hiciera su presentacion á los árbitros ó á la autoridad judicial.
Y en efecto , el art. 775 de la ley de Enjuieiamiento civil , no se ha li
mitado, como las leyes de Partida y la de Enjuiciamiento mercantil, á tener
por circunstancias esenciales del compromiso las tres primeramente enume
radas en el art. 774 que exponemos, sino tambien todas las demás que aca
bamos de expresar: asi resulta del art. 775, por el que se declara termi
nantemente, que la escritura en que falte cualquiera de las circunstancias
expresadas en el articulo anterior será nula. Los nuevos legisladores han
creido que no era conforme con la índole y naturaleza del juicio arbitral re
gido principalmente pot la voluntad de las partes, acudir á conjeturas ni el
suplirse por la ley las omisiones de los compromitentes sobre las importan
tes circunstancias enumeradas en el art. 774.
Ademas de estas circunstancias esenciales para la validez del compro
miso, las partes pueden comprender en él todas aquellas que juzguen con
venientes y que no se opongan á la naturaleza del juicio arbitral y á las re
glas y prescripciones que el legislador ha creido necesario dictar para que
produjera los efectos debidos. Asi se deduce de la cláusula final de la ley 106
tít. 18, Part. 3, y del espíritu de la de Enjuiciamiento. Asi, por ejemplo,
podrán las partes designar el lugar en que debe sentenciarse el pleito, se
gun les facultaba la ley 27, tít. 4, Part. o.", disponiendo que en defecto de
asignacion debia sentenciarse en el del otorgamiento del compromiso : po
drán asimismo, en el caso de haber nombrado mas de dos árbitros, segun
les facultaban expresamente las leyes 106 y 107, tít. 18, Part. 3.a, conve
nirse ó determinar si han de estar todos reunidos para dictar la sentencia,
o han de poder dictarla los que se reunan , como igualmente si podrán de
cidir los árbitros la contienda aun cuando muriese uno de ellos, pues estas
circunstancias solo afectan á la determinacion del número de árbitros que
deben decidir el negocio, y que la ley deja á la voluntad de las partes. No
puede oponerse en nuestro juicio á dichas facultades que atribuyen á las par
tes expresamente las leyes 32 y 28, tít. 4, Part. 3.*, las disposiciones de los
artículos 779 al 781 y 787 de la nueva ley de Enjuiciamiento civil , pues
que estas deben considerarse solo como estableciendo reglas generales y para
el caso en que los compromitentes no hubieran expresado otra cosa sobre
BE LOS PROCEDIMIENTOS ESPECULES A CADA ¡V\ClOx 503
tales extremos , asi como se establecia en las leyes 28 y 32 de Partida cita
das. V. las Instituciones,. prácticas del Sr. Rodriguez, tomo 1.°, núm. 285,
en donde se adopta esta doctrina , sin que se modifique en el apéndice es
crito con arreglo á la nueva ley. Finalmente tambien podrán las partes re
nunciar en el compromiso á la apelacion y demás recursos que la ley les
concede, atendiendo al interés de las mismas , puesto que cada uno puede
renunciar á lo introducido en su favor, que asi se halla establecido por nues
tra jurisprudencia civil y por el art. 262 de la ley de Enjuiciamiento mer
cantil y que es conforme á los principios de derecho , á la naturaleza del
juicio arbitral y al espíritu de las disposiciones sobre el mismo, uno de cu
yos objetos principales es que entiendan del litijio jueces elegidos por las
partes. Asi en el art. 1010 del Código de procedimiento civil francés se halla
expresamente autorizada la renuncia á la apelacion. En cuanto á la facultad
que conferia la ley 32, lít. 4, Part. 3.a, á las partes de poder autorizar álos
árbilros para sentenciar el pleito en dias feriados, no la creemos subsistente
en el dia, por oponerse al arl. 802 de la nueva ley, segun el que la senten
cia arbitral debe dictarse en los mismos términos y con iguales solemnida
des que las prevenidas para los juicios ordinarios, y en su consecuencia á
1os artículos 8 y siguientes de la ley, segun los que no pueden dictarse es
tas sentencias sino en los dias hábiles que en los mismos se expresan: ade
mas se opone á ello en cuanto á los dias feriados por causa de religion, el
respecto á la sancion religiosa.
SECCION VI.
DEL PROCEDIMIENTO QUE SE SIGUE EN EL JUICIO ARBITRAL.
TITULO V.
Del juicio de amigables componedores.
TITULO PRIMERO.
(1) Para que pueda saberse fácilmente la persona que presenta un escrito ó que au
toriza una actuacion, y aquella contra quien estas se dirigen, nos valemos en todos los
formularios para indicar su nombre y apellido de las letras iniciales del cargo ó repre
sentacion con que aparecen en las actuaciones; v. gr. de la A para indicar los del actor,
de la D para los del demandado; de la J para los del juez; de la E. para los del escri
bano, etc.
544 FORMULARIOS.
ría mas bien preliminar del juicio ejecutivo que del ordinario, por ser mas venta
joso entablar dicha accion en aquel juicio que en este.)
Nota de presentacion del escrito. Doy fe, que por el procurador D. P. se ba pre
sentado en es'e juzgado el escrito anterior, para dar cuenta al Sr. Juez. Madrid á
tantos, etc. (Media firma del escribano.)
Auto mandando declarar sobre la personalidad. Háse por presentado este escri
to, con el poder y recibo que se acompaña, teniéndose por parte á D. P. en repre
sentacion de D. A. Comparezcan como se pide D. H. y D. S. á la presencia judicial
en tal dia y hora, á prestar la declaracion que se solicita, á cuyo efecto citeseles
con un dia de antelacion, extendiéndose de ello la oportuna diligencia. El Sr. D. J.
juez de primera instancia de tal distrito de esta corte lo mandó, y firma, en Madrid
•en tai fecha, de que doy fe. (Media firma del juez. Aute mí: firma entera del es
cribano.)
(Notificacion de esta providencia al recurrente, y notificacion y citacion de la
misma á los que han de declarar, en los términos que las demás notificaciones y
citaciones del juicio ordinario que expondremos mas adelante.)
(En seguida se toma declaracion jurada á cada uno de los citados, al tenor del
escrito presentado, en la forma que expresan los artículos 292 y siguientes de la
ley sobre la declaracion de los litigantes y que expondremos en los formularios del
juicio ordinario, y se entregan las diligencias al recurrente si las pidiere, ponién
dose de ello diligencia en los autos que firmará aquel.)
2. Escrito pidiendo la exhibicion de una cosa mueble que haya de ser objeto de
accion real. D. P. en nombre de D. A., vecino de esta córte, en virtud de poder
que en debida forma presento y acepto, ante V. como mejor proceda en derecho,
digo. Que con fecha 1.° de agosto de 1848 entregó mi poderdante á D. D., vecino
de esta córte, una escribania de plata de tal hechura, construida por tal artífice, y
tasada en dos mil duros, en calidad de depósito (comodato ó prueba), segun consta
del documento adjunto, para que se la custodiara durante seis meses que D. A.
tenia que ausentarse de esta córte (ó si fuese dada en prenda, hasta la satisfaccion
de la obligacion principal que debia efectuarse en tal fecha, ó si fue dada en como
dato, para que usara de ella hasta tal fecha). De regreso á la misma (ó satisfecha
dicha obligacion), reclamó D. A. de D. D. la devolucion de aquella escribania, álo
que este le contestó, que no le era posible hacerla, á causa de no existir en su poder
por haber tenido que ausentarse de esta córte abandonando su casa, á causa de
los últimos acontecimientos políticos, habiendo echado de menos en ella á su re
greso varios objetos, entre ellos la escribania mencionada. Que sin embargo, ha
biendo practicado varias diligencias para averiguar su paradero, ha adquirido no
ticias sobre que debe hallarse en poder de ü. J., que vive en tal calle. En su con
secuencia, mi representado se avistó con dicho sugeto para que se sirviera mani
festarle amistosamente la escribania que tenia en su casa; mas habiéndose este
negado á ello, y siéndole necesario para poder debidamente entablar la accion
revindicatoria que le compete, asegurarse de si aquella alhaja es la misma que en
tregó á D. D., haciendo uso del derecho que le concede el art. 222 de la ley de
Enjuiciamiento civ'l, en su §. 2.°,
A V. suplico, que habiendo por presentado el poder y recibo adjuntos, se sirva
mandar á D. J. que se presente en el juzgado en el dia que V. creyere conveniente
señalar, á exhibir á mi principal la mencionada escribania, y verificado, se me en
treguen las diligencias para proponer la accion que en derecho proceda; por ser asi
justicia que pido, etc. Madrid, etc. (firmas.)
Auto. Háse por presentado este escrito con el poder y documento adjuntos; há
gase saber como se pide á D. J. exhiba en tal dia en este juzgado, y á la presencia
ríe D. A., la escribania que expresa, poniéndose diligencia del acto; que se en
tregará al recurrente. El Sr. D. J. juez, etc. (Fecha, media firma del juez y entera
del escribano.)
Notificacion de esta provincia al solicitante y al exhibente.
Diligencia de exhibicion. En tal parte, á tantos, etc., doy fe de haber exhibido
D. J. en este juzgado una escribania de plata de tal forma, etc., y habiéndola exa
minado D. A., á cuya solicitud se practicó esta diligencia, ha reconocido ser la
misma á que se refierió en su escrito de tantos y devuelta que le fue dicha alhaja al
exhibente se dió por terminado el acto por el Sr. Juez que lirma esta diligencia con
los mencionados D. A. y D. J. (Media firma del juez, y entera de los interesados
y del escribano.)
FORMULARIOS. 545
Nos hemos referido en el escrito y diligencias de este número á los casos de de
pósito comodato y prenda, con el objeto de recordar que el depositante, comodan
te ó prendante, conserva accion real para reclamar las cosas- muebles constituidas
en depósito comodato ó prenda, de cualquiera que las tenga en su poder, no obstan
te haber hecho entrega de ellas, y aun haberse desprendido del uso de las que dió
en comodato, y sin perjuicio de las acciones que le competen contra las personas á
quienes las entregó, por ser estas responsables de su pérdida al mismo. Por lo de
más el escrito mencionado pudiera versar sobre cualquier cosa mueble en que se tu
viera dominio, v. g. diciendo: que habiendo desaparecido de su casa tal objeto,
cuya propiedad le pertenecia por tal título, y teniendo motivos fundados para sos
pechar que existía en poder dt> D. H. suplicaba se le mandase su exhibicion.)
(Cuando la cosa mueble que se mandase exhibir no pudiese transportarse sin
perjuicios atendibles al juzgado, como si fuera un cuadro ó lienzo colocado en una
galería de pinturas, ó una máquina fijada en una fábrica, etc., se pedirá en el es
crito, que se constituya el juzgado en el local donde aquella se hallase para verifi
car su exhibicion ó proceder á su reconocimiento en presencia de los interesados;
en cuyo caso se dictará el auto y se practicarán las siguientes diligencias.)
Auto. Por presentado el escrito y poder adjunto ; constitúyase el juzgado tal dia
en tal parte, haciendose saber á D. D. para que verifique en la misma la exhibicion
de tal objeto, ó lo muestre ó señale para el reconocimiento solicitado por D. A.,
acreditándose mediante la diligencia correspondiente lo que del mismo resultare.
EISr. etc. juez ele.
Diligencia de exhibicion y reconocimiento. En tal parte, á tantos, el Sr. J. juez
de tal parte, acompañado de i). A. y dejní el escribano, se constituyó en tal sitio, y
habiendo exhibido D. D. un cuadro*ó máquina, etc., en cumplimiento del auto pre
cedente, se procedió en presencia de los interesados á la vista y reconocimiento del
mismo, el cual expresó el D. A. ser el á que se refirió en su escrito de tantos (o no
serlo); habiéndose terminado esta diligencia, que firma S. S. con los interesados y
conmigo el escribano, de que doy fe. Fecha y firmas del juez, de los interesados y
del escribano.)
(Cuando conviniere tomar una nota circunstanciada del objeto exhibido, suele
mandarse en el auto de reconocimiento, que se ponga por separado diligencia de
reseña; con eita cláusula, «reséñese por el actuario en autos;» y en su virtud se
extiende la siguiente : , -
Diligencia de reseña. El infrascripto escribano, etc., certifico ó doy fe : Que el
cuadro de que se hace mérito en la diligencia precedente representa tal asunto, tie
ne la firma de tal pintor, es de tales dimensiones, etc. Y para que conste, en cum
plimiento de lo mandado en el auto que antecede, lo acredito en esta diligencia que
firmo con el Sr. Juez, etc., á tantos, etc.
3. Escrito pidiendo el que se crea heredero, coheredero ó colegalario la exhibi
cion de un testamento ó codicilo. D. P., en nombre de D. A., etc., digo: Que segun
noticias fidedignas que ha adquirido mi representado, su tio D. T., ya difunto, le
instituyó por su único y universal heredero (ó le nombró coht redero juntamente
con D. C, ó le dejó una manda) en disposicion testamentaria bajo la cual murió.
Ignorando el lugar y fecha en que fue otorgada y el escribano autorizante para poder
enterarse de su contenido por medio del protocolo, etc., y teniendo motivos funda
dos para presumir que exista dicho testamento en poder de D. P. y P., parientes
del testador, en cuya compañía habitaban (ó debiendo existir en poder de su cohe
redero D. C. ó de D. H., que posee los bienes del finado en calidad de heredero),
acudió áél amistosamente para que se sirviera exhibirle la disposicion testamenta
ria referida; mas como se haya negado á efectuarlo bajo pretextos especiosos é ina
tendibles, se vé mi poderdante en el caso de usar de la facultad que le concede el
art. 22 de la ley de Enjuiciamiento civil para pedir judicialmente dicha exhibicion;
por lo cual ■ .
A V. suplico se sirva haber por presentado el poder y mandar que el referido
D. P. (D. C. ó D. H ) exhiba en ese juzgado en el término de tantos dias, el testa
mento, codicilo, memoria ó cualquier otra disposicion testamentaria bajo la que
falleciera D. J-, ó en caso de no hallarse en su poder, manifieste dónde se encuen
tra, para que pueda mí parte enterarse de su contenido y reclamar lo que le corres
ponda. Es justicia que pido, etc. Madrid á tantos, etc. Firmas del abogado y del
procurador. ) :;
Auto, mandando la exhibicion. Háse por presen'ado este escrito con el poder
tomo h. 69
346 FORMULARIOS.
adjunto. Hágase saber á D. P. que en el término de tercero día exhiba en este juz
gado el testamento de D.T., y' efectuado, póngase de manifiesto en la escribanía
para que pueda enterarse del mismo el solicitante D. A. El Sr. D. J. juez, etc., lo
mandó, en tal parte á tantos, etc. (Firmas.)
Notificaciones de esta providencia, como en los casos anteriores.
4. Escrito pidiendo el comprador al vendedor la exhibicion de títulos de la cosa
vendida. D. P., en nombre de D. A., etc., digo: Que segun consta de escritura
pública otorgada en tal fecha, compró mi poderdante un campo sito en tal parte,
de tal cabida, lindante con tales otros, á D. V., vecino de esta córte, por precio de
tantos, mil reales, que le satisfizo en el acto de otorgarse la mencionada escrituré
de venia. Que en tal dia-entró mi representado en posesion de dicha finca, habién
dola estado poseyendo pacificamente hasta el dia tantos, en que se entabló deman
da reviüdicatoria contra ella por D. D. alegando haberla heredado de su padre
D. P. P. Que en su consecuencia, hallándose mi parte en el caso de acreditar que
compró la referida finca á su legítimo propietario, para rechazar y destruir la re
damacion de D. D., le es indispensable la exhibicion de los títulos de pertenencia
ron que le poseía D. V. (ó tales otros documentos), y que este conservó en su po
der. Por tanto
A V. S. suplico se sirva haberme por parte en nombre de D. A., y mandar que
exhiba D. V. los mencionados títulos, ó caso de no tenerlos, manifestar donde se
encuentran, para los efectos referidos. Es justicia que pido. Madrid, á tantos, etc.
(Firmas del abogado y del procurador.)
Auto. Por presentado con el poder adjunto y como se pide. Lo mandó el Sr., etc.,
ficha y firmas.
5. Escrito pidiendo el vendedor al comprador en caso de eviccion la evhibicion
de títulos referentes á la cosa vendida. D. P., nn nombre de D. A., etc., digo:
Que con fecha tantos vendió D. D. un campo sito en tal parte, de tal cabida, por
precio de tantos mil reales, que le fueron satisfechos debidamente, habiendo entre
gado al D. 1). los títulos de pertenencia de la finca mencionada, de que tomó este
posesion en tal dia. Que con fecha tantos fue citado mi poderdante por el comprador
para salir á |a eviccion de la misma, por haber entablado contra aquel D. A. de A.,
demanda revindicatoria alegando haberla heredado de D. P. Mi principal no ha va
cilado™ momento en salir á defenderse en estos autos y sanear la propiedad que
enajenó; mas siéndole necesario para acreditar que era legítimo propietario de aque
lla tinca al proceder á su enajenacion, la exhibicion de los títulos de pertenencia que
entregó D. D. al otorgar la escritura de venta correspoddiente.
A V. S. suplico, que habiendo por presentado el poder, se sirva mandar que el
el referido D. D. exhiba los mencionados títulos (ó tales documentos que legitiman
la procedencia de la finca enajenada) , ó si no los tuviese en su poder, manifieste
dónde se hallan, pues así es justicia que pido, etc. (Firmas del abogado y del pro
curador.)
Auto. Por presentado con el adjunto poder, y en cuanto al londo del escrito,
como se pide. Madrid á tantos. (Firmas.)
6. Escrito pidiendo un socio ó comunero la presentacion de los documentos y
cuentas de la sociedad ó comunidad al consocio ó condueño que los tenga en su po
der. D. P. en nombre de D. A., etc., digo : Que en tal fecha constituyó mi repre
sentado, por tanto tiempo, sociedad sobre tal cosa con D. D. (o compró ó heredó
con D. D. tal finca ó cosa que poseen ambos pro indiviso), y habiendo fenecido di
cha sociedad y deseando mi representado ver las cuentas y documentos pertene
cientes á la misma, que obran en poder de D. D., para saber la parte de ganancias
que le corresponden, con cuyo objeto ha practicado inútilmente varios diligencias
amistosas (ó, y habiendo sido demandado en juicio por D. A. sobre tal cosa que for
ma uno de los objetos de la sociedad ó comunion mencionada y que no pertenece á
mi representado, como consta de la cláusula tantas de la escritura social, ó tenien
do que reclamar judicialmente de D. D. tal cosa, cuya propiedad se acredita por ta
les documentos, que como correspondientes á la sociedad ó comunion referidas tiene
en su poder su socio ó comunero D. D., no habiendo podido obtener de-este amisto
samente, la presentacion de los mismos), y siéndole necesaria la presentacion de
dichos documentos para acreditar su derecho ó defenderse de la reclamacion que
se le hace, usando de la facultad que le concede el art 322 de la ley de Enjuicia
miento civil.
A V.S. suplico, que habiendo por presentado el poder, se sirva mandar que el
FORMULARIOS. 547
referido socio 6 comunero D. D., verifique dicha presentacion para los efectos men
cionados, pues asi es justicia que pido etc. (Fecha y firmas.)
Auto. Por presentado, con el poder, y como se pide. El Sr. Juez, etc.
7. Escrito solicitando se reciba declaracion á los testigos próximos A ausen
tarse á partes remotas, ó cuya muerte se teme por enfermedad ó edad avanzada.
D. P., en nombre de D. A. D., etc., digo: Que mi poderdante vendió á favor de
D. D. con fecha tantos un caballo por precio de seis mil reales, con la obligacion de
satisfacérselos en el término de seis meses (ó que compró á D. A. un caballo por
precio de seis mil reales que le entregó en el acto), no obstante haberse pactado en
contrato escrito no hallarse obligado mi poderdante á satisfacérselo hasta dentro de
seis meses.) Habiendo fallecido el comprador (ó el vendedor), teme mi principal que
los herederos del finado se nieguen á cumplir con la obligacion referida (ó le recla
men la entrega del precio ya efectuado). Y no existiendo mas pruebas de aquella
obligacion (ó de esta paga) que la que pueden ofrecer las declaraciones de D. T.,
D. V. y D. X., testigos presenciales del contrato verbal de que procede (ó de la' en
trega del precio mencionado), y estando D. A, para partir á la Australia, donde po
drá ignorarse su paradero ó ser muy difícil obtener su declaracion, y hallándose
D. V. y D. X. en inminente peligro de fallecer por la grave enfermedad que padece
el primen, y por la muy avanzada edad del segundo, con el fin de que si tal des
gracia aconteciere, no se halle mi principal sin prueba alguna con que acreditar la
obligacion que contrajo á su favor D. D. (ó haber satisfecho el misino la obligacion
contraída y en su consecuencia la excepcion que le asiste para desvirtuar el escrito
privado que se extendió anteriormente), haciendo uso de la facultad que le concede
el art. 223 de la ley de Enjuiciamiento civil.
A. V. S. suplico, que habiendo por presentado el poder, se sirva mandar que al
tenor del interrogatorio que debidamente presento, sean examinados los referidos
testigos D. T., D. V. y D. X., con citacion del otro contrayente, quedando reser
vadas las declaraciones en la escribania para que en caso necesario obren los efectos
oporlunos, pues asi es de justicia que pido, etc. (Fecha y firmas del abogado y
procurador.)
Auto. Por presentado con el poder adjunto: procédase á examinar, al tenor de
las preyunlas contenidas en el interrogatorio que se acompaña (ó al tenor de las
designadas con tales número', mas no de las demás, por no ser pertinentes) á los
testigos D. T. y D. V., constituyéndose el juzgado en la casa de D. X., que por la
grave enfermedad que padece no puede comparecer ante él mismo, citándose pré-
viameute á los herederos de D. A. ó D. y entregándoseles copia del mencionado in
terrogatorio para que puedan presentar otro de repreguntas si á bien lo tuvieren y
verificado asi tráigase para proveer lo que convenga. Lo mandó el Sr. Juez, etc.
Hecha la citacion á que se refiere el auto anterior se toman las declaraciones en
la forma que las de los testigos en el procedimiento del juicio ordinario, que expo
nemos mas adelante.
8. Auto rechazando el juez de oficio las solicitudes anteriores, cuando no las
cree arregladas á los casos y causas que expresa la ley. Por presentado; no ha lu
gar á lo que se pide por no fundarse en ninguna de las justas causas que requiere
la ley. El Sr. etc.
(De estas providencias puede pedirse reposicion y apelarse en ambos efectos,
si no se repusieran segun dijimos en el núm. H del íib. 3." y en la forma que se
expondrá en el formulario sobre apelaciones.)
548 formularios.
SECCION II.
lo. Exhorto de un juez de primera instancia á otro de igual clase para empla
zamiento. D. J. juez de primera instar cia dé tal parte, que de serlo y de estar en
ejercicio, el infrascrito escribano da fe:
Ál Sr. Juez de primera instancia de tal parte, á quien el presente exhorto se di
rige, hago saber: que en este mi juzgado y por la escribanía del infrascripto, se lia
presentado demanda ordinr.ria por D. P. en nombre de D. A., sobra tal cosa, con
tra D. D., segun aparece de la copia y documentos que adjuntos acompaño, y ha
biendo solicitado en la misma D. P. por hallarse el D. D. de paso ó de residencia en
la villa de tal, perteneciente al territorio ó distrito en que V. ejerce la jurisdiccion
ordinaria, se libre el correspondiente exhorto á ese juzgado para el emplazamiento
del demandado, he dictado el siguiente auto de traslado y emplazamiento y de li
bramiento del correspondiente exhorto (se copia el auto. Cuando el exhorto se ex
pide para la práctica de alguna diligencia mas avanzada en el procedimiento, como
para la toma de declaraciones á la parte ó testigos, etc., se hace relacion de todas
l:.s actuaciones hasta la providencia cuya ejecucion motiva el exhorto, que se copia
íntegra, poniéndose en seguida : lo relacionado aparece mas por menor de dichos
autos, y lo inserto corresponde fielmente con sus originales, á que el actuario se re-
liere y da fe.) Y á fin de que tenga efecto lo por mí mandado, de parte de S. M. la
Reina (Q. D. G.), cuya jurisdiccion en su real nombre ejerzo, exhorto y requiero
á V. con el presente, y de mi parte le encargo y suplico, que luego que le sea pre
sentado por cualquier persona, sin exigirle poder ni otro documento alguno, se sirva
mandar se guarde, cumpla y ejecute, y en su consecuencia se practique en forma
debida el emplazamiento de D. D. entregándosele la copia de la demanda para que
en el término de tantos dias comparezca en este juzgado á contestar á la misma. Y
verificado que asi sea, y puestas á continuacion las diligencias que á su virtud prac
ticare, se sirva V mandar devolverle este exhorto á la parte que lo presentare para
que le repro luzca en aut.is y en su virtud pueda yo administrar justicia, pues asi la
administrará V. igualmente, quedando yo obligado á lo mismo siempre que se me
presenten sus despachos, en reciprocidad y justa correspondencia. (Lugar, fecha y
firma del juez.) Por mandado de S. í?. (Firma del escribano.)
Diligencia de haberse librado el anterior exhorto. Doy fe, que con esta lecha se
ha librado el exhorto acordado en el auto precedente. (Fecha y firma del escribano.)
Auto de cumplimiento del exhorto anterior, por el juez exhortado. Guárdese y
cumpla el exhorto anterior, sin perjuicio de la jurisdiccion ordinaria de este juzga
do, y en su consecuencia háganse á D. D. la notificacion y emplazamiento que en
el mismo se previene, con entrega de la copia de la demanda que se acompaña, y
verificado, devuélvase á la parte que lo presentó bajo recibo El Sr. Juez lo mandó
y firma. (Firmas del juez y del escribano.)
. (Si la persona á quien se ha de emplazar se hallase en otro pueblo del partido,
distinto del en que está constituido el juzgado de primera instancia, se libra oficio
al juez de paz comisionándole para ello, segun se expuso en el núm. 14.)
(En virtud del auto de cumplimiento el escribano del juzgado á quien se remitió
el exhorto, hace al demandado la siguiente:
Notificacion y emplazamiento. En la villa de tal á tantos, yo el infrascripto es
cribano de S. M. y de este juzgado, me constituí en la casa habitacion de D. D. y
estando á su presencia le hice saber el auto de cumplimiento que antecede, lo mis
mo que el inserto en el exhorto que le ha motivado, leyéndoselos á la letra y entre
gándole la oportuna cédula comprensiva de los mismos é instructiva del exhorto re
ferido, y en el acto le emplacé para que en el término de tantos dias que marca la
expresada providencia, comparezca en el juzgado de tal juez á contestar á la deman
da que contra él se ha interpuesto, entregándole la copia en papel comun dela mis
ma que acompaña al referido exhorto; quedó enterado y dijo se daba por notificado
y emplazado, firmando esta diligencia, de que doy fe (ó firmando por él tales testi
gos, en los casos de no saber ó no poder, etc.) (Firmas del exhortado y del es
cribano.)
556 FORMULARIOS.
Auto. Devuélvase el precedente exhorto al portador, mediante haberse evacuado
para su preseutacion en el juzgado de tal parte. El Sr. Juez, etc.
(En seguida se inserta la correspondiente legalizacion por dos escribanos, delas
firmas del escribano del juzgado y del de diligencias, si por haberlo en el punto
donde se cumplimenta el exhorto, hubiera practicado las correspondientes á dicho
cumplimiento.)
(Devuelto el exhorto diligenciado el juzgado exhortante, se reproduce por el pro
curador del demandante en esta forma.)
Escrito ó pedimento de reproduccion del exhorto. D. P., en nombre de D. A.,
en los autos de demanda á instancia de mi poderdante, sobre tal cosa contra D. D.,
digo: que para hacer saber al mencionado D. D. la demanda referida y el auto de
emplazamiento que recayó sobre la misma (ó para que sea verificada en forma la no
tificacion y emplazamiento del demandado, en virtud del auto dictado con motivo
de la referida demanda), en atencion á hallarse el D. D. en tal pueblo, se sirvió V.
mandar librar el oportuno exhorto al Sr. Juez de primera instancia del mismo, que
lo ha cumplimentado en forma, y el cual reproduzco con las diligencias practicadas
al efecto ; en cuya atencion ,
A V. suplico se sirva haberlo por reproducido y mandar se una á los autos de su
referencia para los efectos que haya lugar, por proceder asi en justicia que pido, etc.
(Lugar, fecha y firma del procurador.)
Nota de presentacion. En este dia tantos, D. P. ha puesto en mi oficio este es
crito para dar cuenta al Sr. Juez. Doy fe. (Firma del escribano.)
Auto. Por reproducido el exhorto de que se hace mérito en el anterior escrito,
y únase á los autos de su referencia. (Media firma del juez y entera del escribano.)
Notificacion al procurador del demandante.
Nota de unirse el exhorto á los autos. En seguida quedó unido el exhorto como
se solicita, á los autos de su razon, de que doy fe. (Media firma del escribano.)
16. Despacho 6 carta deprecatoria dirigida á jueces ó tribunales extranjeros
para un emplazamiento. D. J. juez de primera instancia de tal parte.
Al Sr. Juez (ó tribunal) de la ciudad de Bayona, en el imperio de Francia (6 de
Lisboa, córte del reino de Portugal, ó de Lóndres, capital de la Gran Bretaña, ó de
tal ciudad ó villa del reino de tal, si se indica dicho juez en las actuaciones, pues si
no hubiere en estas indicacion alguna, se encabezará con la fórmula general tal juez
ó autoridad judicial de tal pueblo, ó á quien por derecho corresponda,» segun ex
presamente se dice en la real órden de 1 i de noviembre de 1854) y á quien atenta
mente saludo, y le fuese presentada la presente carta deprecatoria, hago saber: que
en este mi juzgado y por la escribania de número del que refrenda, se interpuso de
manda por D. A. contra D. D. sobre tal cosa, á consecuencia de lo cual, dicté el si
guiente auto de traslado y emplazamiento del demandado. (Se copia el auto.)
A fin de que tenga debidamente efecto la providencia transcrita, exhorto á ese
juzgado, ó tribunal, en nombre de S. M. C. D.* Isabel II (Q. D. G.), de quien tengu
poder de administrar justicia, y de mi parte le ruego y encargo, que presentada que
íe sea esta mi carta por la persona de D. A., ó á quien ella comisione (ó por el con
ducto debido), se sirva disponer su cumplimiento, mandando en su virtud se noti
fique y emplace á D. D., residente en esa ciudad (ó villa), entregando la copia ad
junta de la demanda y la correspondiente cédula de emplazamiento, comprensiva
del auto referido. Y verificado que sea, se sirva devolverme la presente, autorizada
en forma, con las diligencias practicadas en su virtud, por el conducto debido, pues
asi administrará justicia, coadyuvando á que se administre en esta nacion, ofrecien
do por mi parte cumplir reciprocamente en España las cartas deprecatorias que de
la suya en iguales casos reciba. Dada en Madrid á tantos de tal año. (Firma del
juez.) Por mandado de S. S. (Firma del escribano.)
(Este exhorto se remitirá al ministro de Gracia y Justicia para que lo pase al de
Estado, quien lo dirige á su destino, por la via diplomática legalizado en forma. Si
el exhorto se dirigiera á los jueces ó tribunales portugueses , se remitirá directa
mente á estos por conducto del regente de la audiencia respectiva pero sin necesi
dad de la via diplomática, segun las disposiciones citadas en el núm. 543 del lib. 2.
Solo se usa de ella para los recordatorios y exhortos sobre extradicion de reos. Res
pecto de los exhortos que se dirigen á las autoridades de las Dos Sicilias , véase lo
expuesto en el num. 544, y en cuanto á los que han de dirigirse á Inglaterra ó á ios
Estados Unidos, véase lo dicho en los números 546 y 547.
Escrito de la parte que pidió el exhorto ó despacho devolviéndolo diligenciado.
FORMULARIOS. 557
D. P., etc., digo: que presento cumplimentado con las traducciones oportunas el
despacho librado á la ciudad de Bayona para su union á los autos , por lo que
A V. suplico se sirva haberlo por presentado y acordar se una á los autos de su
referencia , por ser de justicia. (Fecha y firma del procurador.)
(Se pone nota por el escribano de haberse presentado este escrito con el origi
nal y traduccion autorizada del despacho, y se da auto de presentacion de estos do
cumentos, mandándolos unir á las actuaciones, el cual se notifica al procurador del
demandante.)
17. Edicto para un emplazamiento. D J., juez de primera instancia del partido
de tal
Por el presente edicto se cita, llama y emplaza á D. D. (que en tal fecha tenia
su residencia ó domicilio en tal parte) y en la actualidad sin domicilio ni residencia
conocida, para que comparezca ante este juzgado y escribanía de número de D. E.,
en el término de tantos dias, á contestar á la demanda que ha promovido contra él
D. A., vecino de tal paite, sobre tal cosa; pues de no efectuarlo así, se seguirán
los autos en su rebeldia , haciéndose las notificaciones que ocurran en los Estrados
del juzgado, y le parará el perjuicio que haya lugar. En tal parte, á tantos (Firma
del juez y del escribano.)
Diligencia de haberse fijado los edictos. Doy fe, de haber fijado hoy dia de la
fecha, en cumplimiento del auto anterior, en las puertas de este juzgado y en tales
otros sitios públicos (ó en los demás sitios públicos de costumbre), tantos ejempla
res del edicto, cujo tenor es el siguiente: (Sigue la copia de este.) Y para que cons
te, extiendo la presente que firmo en tal parte á tantos. (Firmas.)
Diligencia de remision de edictos á los periódicos. En la misma fecha (ó en tal
fecha, se remitieron dos ejemplares del edicto copiado en la diligencia anterior con
oficio del Sr. Juez al Sr. Gobernador de esta capital (ó de esta provincia) para que
se sirviera mandarlos insertar en el Boletín y Diario oficial, y otro al Sr. Director de
la Gaceta para su insercion en ella (si fuere conducente). Doy fe, en tal parte, á tan-
ios, etc. (Firma del escribano.)
sección m.
PRODUCCION Y RECEPCION DE PRUEBAS,
Autos y escritos sobre recepcion de prueba por término ordinario y exlraor-
dinario, próroga y suspension del mismo, y escritos de ampliacion.
25. Auto recibiendo el pleito á prueba cuando lo han solicitado ambos litigantes.
Se reciben estos autos á prueba por el término de tantos dias (no pueden exceder de
sesenta) comunes á las partes, y para que puedan practicar ia que les convenga,
entreguense los autos sucssivamente á cada una por término de seis dias. El señor
D. J. lo mandó, etc. (Firmas del juez y del escribano.)
Notificaciones de este auto á los procuradures de las partes.
Auto señalando dia para la vista sobre si debe ó no recibirse el pleito á prueba,
cuando se opone á ella alguno delos litigantes. Mediante á haberse opuesto el de
mandante (o el demandado) á que se reciba á prueba este pleito, se señale para la
vista sobre, este artículo el dia tantos, á tal hora, en los estrados de este juzgado con
asistencia de las partes ó sus defensores, ó sin ellos. Lo mandó el Sr. D. J. etc.
Notificacion, y citacion á los procuradores de las partes.
Diligencia de vista en términos análogos á la expuesta sobre el articulo de ex
cepciones dilatatorias.
Auto en vista otorgando la prueba. En tal parte, á tantos de tal mes y año, el
Sr. D. J., etc. Vistos estos autos, sobre el recibimiento á prueba.
Resultando que este pleito versa sobre tal cosa y que se han expuesto tales he
chos sobre los que no están conformes las partes.
Considerando que estos hechos necesitan justificacion por ser de influencia é
importancia en este pleito.
Dijo: Se reciben estos autos á prueba por término de tantos dias comunes á las
partes; y para que proponga cada una la que le convenga, entréguenseles sucesiva
mente por seis dias. Por esta su sentencia interlocutoria asi lo mandó y firma su
merced, de que doy fe. (Firma entera del juez y media del escribano.)
Notificaciones.
Auto en vista denegando la prueba. En tal parte, etc.
Resultando que este pleito versa sobre tal cosa, limitándose en su consecuencia
a una cuestion de puro derecho (ó que las partes están conformes en los hechos so
bre que versa este litigio).
Considerando que en su virtud, no procede el recibimiento á prueba.
Dijo: No ha lugar á recibir estos autos á prueba; tráiganse á la vista, citadas las
partes para sentencia. Asi lo mandó y firma el Sr. D. J. por esta su sentencia, de
que doy fe.
Notificacion y citacion á las partes para oir sentencia definitiva.
(La providencia en que se otorga la prueba no es apelable; la en que se deniega
lo es en ambos efectos segun el art. 298.)
Auto mandando traer los autos á la vista cuando las partes están conformes en
que se falle el pleito sin necesidad de prueba. Habiendo convenido los litigantes en
que se falle definitivamente este pleito sin necesidad de prueba, tráiganse los autos
á la vista, con citacion para sentencia. El Sr. D. J., etc.
Notificaciones y citacion para sentencia.
Juicio de peritos.
35. Escrito proponiendo el juicio pericial. D. P., en nombre de D. D., etc., digo:
Que hallándose corriendo el término de prueba á que se han recibido estos autos,
conviene á mi parte se verifique la de juicio pericial sobre tal objeto, ó se justipre
cie tal cosa que es objeto de este litigio, por los peritos correspondientes, los cuales
emitirán su juicio sobre los siguientes extremos (se expresan numerados) (En el
caso que íiguramos y suponiendo que se haya reclamado en la contestacion á la
demanda, el abono de mejoras hechas en la heredad de San Juan , en caso de de
clararse pertenecerle al demandante, puede decirse; y conviniendo al derecho de
mi parte que para acreditar debidamente que las mejoras efectuadas por la misma
en la heredad de San Juan pertenecen á la clase de necesarias , ó por lo menos de
útiles, y en su consecuencia debe abonar su importe el demandante á mi represen
tado, con arreglo á las leyes 41, 43 y 44, tít. 28, Part. 3, segun se expuso en
la contestacion á la demanda, se proceda al correspondiente juicio pericial ó se exa
minen ó reconozcan y clasifiquen en forma debida por ingenieros agrónomos, dan
do su dictámen sobre los siguientes particulares:
1.° Que la fuente llamada de Apolo, construida en tal sitio de la heredad men
cionada, es de necesidad para el riego de dicha parte de la finca , por no poderse
verificar sino por este medio, sin tales graves inconvenientes y perjuicios.
2.° Que declarada dicha fuente mejora necesaria , ó por lo menos útil para el
objeto referido, se proceda á su justiprecio para que pueda tener lugar en su caso
el abono correspondiente, con cuyo objeto presento los recibos satisfechos por mi
parte al escultor y demás artistas que concurrieron á su construccion, etc.)
Y para que tenga efecto dicho juicio pericial nombro por mi parte al ingeniero
agrónomo D. I. (ó á tal persona, inteligente en estos objetos, aunque no tiene título
en atencion á no haber peritos del arte ó profesion correspondiente en esta pobla
cion ni en las inmediatas). Por tanto,
A V. suplico se sirva disponer se verifique el j uicio pericial solicitado y haber por
nombrado á dicho perito, haciéndolo saber á la parte contraria para que diga si su
conforma con este nombramiento ó nombre dentro de segundo dia otro por la suya,
bajo apercibimiento que de no hacerlo, se nombrará de oficio, y efectuado asi man
dar se ponga en conocimiento de los designados para su aceptacion y juramento,
pues asi es justicia que pido, etc.
Auto. Hase por nombrado perito por esta parte á D. I. para la prueba pericial
propuesta: requiérase á la otra para que en el término de segundo dia, se conforme
con él elija otro bajo apercibimiento de nombrárselo de oficio , y verificado hágase
saber á los peritos su nombramiento para que lo acepten y juren en forma. El se
ñor J. , etc.
Notificaciones á las partes.
Escrito conformándose con el perito nombrado por la parte contraria ó desig
nando otro. D. P. , en nombre de D. A., etc. , digo: que se me ha notificado el auto
de tal fecha por el que se admite la prueba pericial propuesta por la parte contraria
sobre tal cosa y se manda se me haga saber el nombramiento del perito D. I. , ve
rificado por la misma, para que me conforme con él ó nombre otro en tal término,
como lo hago en la persona de D. P. por no conformarme con el referido , por
lo que
A V. suplico se sirva haber por hecho el citado nombramiento en la persona de
D. P. y mandar se le haga saber para que lo acepte y jure, pues asi es justicia, etc.
(Fecha y firmas del abogado y procurador).
(Tambien puede hacerse en el acto de notificarse el auto referido, el nombra
miento de perito, haciéndose constar en la misma notificacion).
Auto. Hase por nombrado al perito D. P. por parte de D. A. : hágasele saber para
su aceptacion y juramento. El Sr. , etc.
(Cuando fueren mas de dos litigantes que sostienen ó contradicen unas mismas
pretensiones y estuvieren de acuerdo en el nombramiento de un mismo perito, se
expresará asi en los escritos anteriores si comparecen aquellos en un solo escrito ó
en los demás que presentaren : si no pudiesen ponerse de acuerdo , propondrá cada
uno el suyo en igual forma; ó bien , si rehusaren los demás nombrar perito, pedirá
al juez el que nombrase que mande á los otros verifiquen el nombramiento. Hecho
580 FORMULARIOS.
este, por los mismos ó de oficio por el juez, si alguno no lo hiciese , diciará esle
el siguiente:
Auto. No habiéndose puesto de acuerdo los litigantes L. y L. que sostienen ó
contradicen unas mismas pretensiones, procédase á la insaculacion y sorteo de los
propuestos para que practique la diligencia el que designe la suerte en union con el
nombrado por la parte ó los litigantes contrarios , conforme á la regla 1.° del arti
culo 303 de la ley de Enjuiciamiento: señálase tal dia para el acto de la insaculacion
y sorteó referidos, en la audiencia de este juzgado, con citacion de las partes para
que puedan presenciarlo. El Sr. J. , etc.
Diligencia de insaculacion y sorteo de peritos. En tal parte, á tantos, en cum
plimiento de lo dispuesto por el auto anterior, constituido el s^ñor juez en audien
cia pública en tal dia-y hora, procedió á la insaculacion y sorteo de los nombres de
los peritos designados por los litigantes D. D. y D. D. , que sostienen (ó contradi
cen) unas mismas pretensiones en estos autos, y á presencia de los mismos, para
cuyo efecto yo el escribano extendi tantas papeletas cuantos eran los votos ó nombra-
mientosefectuados (no cuantas eran laspersonas nombradas, por las razones expues
tas en el núm. 905 del lib. 2.° de esta obra) resultando designado por la suerte el
perito D. P. Y para que conste, extiendo la presente que firma el señor juez con los
interesados y conmigo, de que doy fe.
Auto. Hase por nombrado perito por parte de los litigantes D. D. , D. D. y D. D.
á D. P. , á quien se le haga saber para la aceptaciony juramento. El Sr. J.
Diligencia de notificacion , aceptacion y juramento de perito. En tal parte, á
tantos, yo el escribano hice saber á D. I. , perito nombrado por D. A . (ó D. D. , de
signado por la suerte ó nombrado de oficio en rebeldia de D. A. por uo liaberlo nom
brado por sí), de tal arte ó profesion , vecino de tal parte, el aulo de tal fecha, en
que se le ha por nombrado, leyéndoselo íntegramente y dándole copia del mismo,
quien enterado, contestó que aceptaba el cargo para que había sido nombrado, ju
rando en forma debida, desempeñarle bien y fielmente; en crédito de lo cual firma,
siendo testigos T. y T. de que doy fe.
Escrito pidiendo señalamiento de dia , hora y sitio para la diligencia pericial.
D. P. , en nombre de D. D., etc. , digo, que nombrados los peritos correspondien
tes por cada una de las partes que siguen este litigio para practicar el juicio pericial
solicitado sobre tal cosa por escrito de tal fecha, y habiéndose aceptado por los mis
mos el nombramiento, jurando cumplirlo bien y fielmente,
A V. suplico se sirva señalar dia, hora y lugar para proceder al juicio pericial
mencionado, con citacion de los litigantes interesados ó de la parle contraria, al
efecto de que pueda concurir al acto y hacer á los peritos cuantas observaciones
estimen convenientes, conforme á la regla S.* del art. 303, pues asi es justicia, etc.
Providencia. Se señala tal dia y hora y lugar para el juicio pericial á que se re
fieren el escrito y auto de tales fechas, que se les leerá á los peritos , poniéndoles
asimismo de manifiesto tales documentos para su mayor ilustracion y previa citacion
de los litigantes interesados para los efectos del §. 5 del art. 303 de la ley de Enjui-
ciamiento. >
36. Diligencia del reconocimiento 6 dejuicio, dictamen ó declaracion pericial. En
tal parte, a tantos, siendo la hora de tal designada para la práctica del juicio peri
cial acordada en estos autos, el señor juez de primera instancia que conoce de los
mismos, se constituyo en tal sitio, con los peritos D. I., de tal edad y profesion,
nombrado por D. A. , D. P. nombrado por D. D. (ó designado por la suerte ó por el
juez en su caso), y con presencia delas partes D. D. y D. A., sus procuradores y le
trados (si concurrieren) y asistido de mí el escribano, se procedió á practicar <1
exámen ó reconocimiento pericial solicitado en tal escrito y proveído en tal auto en
esta forma: Primeramente se leyó por mí el escribano el escrito y el auto de tales
lechas en que se consignan los particulares é instrucciones sobre "que ha de versar
dicho reconocimiento, exámen o juicio pericial, y asimismo tales documentos á que
aquellos se refieren y que pueden servirles de ilustracion. Procediose en seguida por
los peritos al reconocimiento y exámen que estimaron necesario de tales objetos para
poder dar su dictamen ó declaracion facultativa al tenor del escrito y auto mencio
nados, haciéndoles los litigantes D. A. y D. D. , sus procuradores ó letrados, tales
observaciones. Y habiendo manifestado con esto los peritos bailarse suficientemente
instruidos sobre el objeto del reconocimiento , se retiraron las partes , y despues da
haber aquellos discutido y deliberarlo solos, dijeron conformes, en virtud del jura
mento que tenían prestado y que á mayor abundamiento reiteraban en la debida
FORMULARIOS.
forma de derecho, que son de tal dictámen sobre tal y tal cosa. (Si declarasen al
tenor de artículos se dirá: dijeron á cada uno de los artículos propuestos por las par
tes, lo siguiente: Al 1 .° lal cosa por tal razon. Al 2.°, etc. Y aseguraron que cuanto
habian declarado era conforme á su leal entender y pericia en el arte, y lodo la
verdad segun el juramento prestado, en cuya declaracion, leida que les fue, se afir
maron y ratificaron sin tener que enmendar cosa alguna (ó enmendando tal cosa),
y la firmaron con el señor juez y demás asistentesy conmigo, dándose por terminado
el acto, de todo lo cual doy fe. (Firmas del juez, peritos, interesados y escribano.)
(Si los peritos no estuvieren de acuerdo, pondrán por separado su dictámen,
diciéndose que no hallándose conformes sobre tales puntos, declararon sobre eH.°,
ó 2.°, etc., el perito tal, tal cosa, y el otro tal otra, etc.)
(Cuando el objeto del juicio pericial no permitiere que los peritos den inmedia
tamente dictámen, antes de separarse á presencia del juez, por exigir el reconoci
miento de lugares, la práctica de operaciones ú otroexámen que necesite detencion
y estudio, el juez les otorgará el tiempo necesario para que formen y emitan su jui
cio, el cual se consignará en los autos en forma análoga á la declaracion prestada
en la anterior diligencia.)
(En el caso arriba figurado de las mejoras efectuadas en la heredad de San Juan
se dirá: dijeron enteramente conformes, que la fuente llamada de Apolo, que se
halla en lal sitio de la heredad mencionada, no es de necesidad ni utilidad alguna
para el riego de aquella parte de dicha finca, antes suministra un riego mas escaso
y dificultoso que el que podría habérsele dado dejando correr las aguas naturalmente
por tal parte, etc.)
(Cuando los peritos no se hallaren conformes, se dará el siguiente:)
Auto. Mediante á hallarse en discordia los peritos P. y P., hágase saber á las
partes para que se pongan de acuerdo en el término de segundo dia para el nombra
miento de tercero que la dirima, bajo apercibimiento que de no hacerlo se precederá
conforme á la regla 8.* del art. 303 de la ley de Enjuiciamiento. Lo mandó, etc.
Notificaciones de este auto á las partes.
37. Escrito designando las partes el perito en cuyo nombramiento sehan puesto
de acuerdo, ó manifestando no haber resultado conformidad. D. P., en nombre de
D. A. ó D. D., etc., digo: que en cumplimiento del auto de tal fecha, se ha puesto
mi parte de acuerdo conla contraria en designar como perito tercero para dirimirla
discordia que resulta de dictámen de los primeramente nombrados, á D. P-, ete.
(ó no ha podido ponerse de acuerdo con la parte contraria en el nombramiento do
perito tercero, etc.,) por lo que
A V. suplico se sirva haberlo por nombrado, haciéndole saber al referido D. P.
su nombramiento para que lo acepte y jure en forma (ó se sirva proceder á la elec
cion ó nombramiento de perito tercero, conforme á la regla 8.* del art. 303 de la
ley de Enjuiciamiento), pues asi es justicia, etc.
(Igual «scrito presentará el contrario, y tambien pueden presentar ivn solo escrito
las dos partes.)
Auto (cuando hubiese conformidad en el nombramiento). Háse por perito ter
cero á D. P., nombrado por conformidad de las partes: hágasele saber para la acep
tacion y juramento del cargo. (Cuando no hubiere conformidad se dirá:) No ha
biéndose puesto las partes de acuerdo en el nombramiento de perito tercero que di
rima la discordia pendiente, oficiese al alcalde primero de esta villa (ó al adminis
trador de contribuciones, si lo hubiese) para que con la posible brevedad se sirva
remitir lista de los seis peritos de tal clase (la á que correspondan los dirimentes,)
que paguen mayores cuotas de subsidio. Lo mandó el Sr. J., etc.
Notificacion á las partes.
(Se expide el oficio mencionado y se pone diligencia de haberlo remitido á la au-
toridad á que se dirige. Recibida la contestacion se manda unir*á los autos. Si de
ella resultase no haber peritos en el pueblo í que se dirigió, se oficiará al alcalde ó
administrador de los inmediatos, procediéndose en la forma dicha. Recibida contes
tacion con lista de los peritos, se dictará el siguiente:)
Auto previniendo el sorteo. Procédase á verificar el sorteodel perito terceroque
ba de dirimir la discordia pendiente, de entre los seis que pagin mayor cuota de
subsidio comprendidos en la lista remitida por el alcalde ó administrador de tal
pueblo;- insaculándose todos ellos al efecto, para cuyo acto se señala tal dia y bora
y la audiencia de este juzgado, citándose previamente ¡i las partes, para que pue
dan presenciarlo. Lo mandó, etc.
582 FORMULARIOS.
Citacion á las partes.
Diligencia de sorteo conforme á lo expuesto anteriormente.
(Si no hubiese peritos en ei pueblo del juicio ni en los inmediatos, dará el juez
el siguiente
Auto. No existiendo en esta poblacion ni en las inmediatas peritos de tal arte ó
profesion entre quienes poder sortear el tercero que dirima la discordia pendiente,
conforme á la regla 8.* del art. 303 de la ley, se nombra por tercero á D. T., de
esta vecindad, persona entendida en la materia sobre que versa el juicio pericial:
hágase saber á las partes, y al nombrado para que acepte el cargo. Lo mandó, etc.
Auto (para que se haga saber á las partes el nombramiento dt tercero por el
juez, ó el elegido por la suerte cuando estas no concurrieron al sorteo, para que
puedan recusarlo. Hase por perito tercero á D. P., elegido por el juez, ó sacado
en suerte: hágase saber á las partes para que puedan recusarlo dentro de dos dias,
transcurridos los cuales sin hacerlo, comuniquese al perito su nombramiento para
que acepte y jure el cargo. Lo mandó, etc.
(Se nace saber á las partes por notificacion del auto en que el juez nombra pe
rito, dicho nombramiento, ó por diligencia, dando copia de la de) acto del sorteo en
que salió designado el perito.)
38. Escrito recusando al perito tercero. D. P. en nombre de D. A , etc., digo:
que en el dia de ayer se me ha hecho saber en debida forma haber sido nombrado
perito tercero O. P. por auto de tal fecha, ó haber salido elegido por suerte, para
dirimir la discordia de los nombrados p ir las partes; mas como dicho perito sea con
sanguíneo dentro del cuarto grado civil, de la parte contraria (ó concurra en él tal
otra causa legitima de recusacion, segun la regla 10 del art. 303 de la ley) le recuso
en forma debida, dejándole en su buena opinion y fama. Por tanto,
A. V. suplico se sirva haberlo por recusado y mandar sea reemplazado en la for
ma en que se hizo el nombramiento: suspendiéndose el término de prueba hasta
que se decida este incidente, pues asi procede de justicia que pido. (Fecha y firmas
del letrado, del procurador y del litigante que propone la recusacion si estuviese
presente. V. el art. 123.)
(Se pide en otrosí se reciba el incidente á prueba si la parte contraria negase ser
justa la causa de recusacion ó no haberse esta propuesto en el término legal.)
Auto. Traslado por término de tercero dia, con suspension del término de prue
ba. El Sr. J.,etc.
(Si el contrario presenta escrito allanándose á la recusacion, se da auto, decla
rando en virtud de esto por recusado al perito, y nombrando otro el juez, si aquel
fue nombrado por este, ó mandando se proceda á nuevo sorteo; lo que se efec
túa en la forma ya expuesta, y nombrado, se alza la suspension del término de
prueba.)
(Si la parte contraria se opusiere á la recusacion alegando no ser verdadera ó
legítima la causa ó no haberse propuesto en el término legal, da el juez el si
guiente:
Auto. Se recibe á prueba este incidente por término de ocho dias y transcurri
do, dese cuenta. Lo mandó, etc.
(Practicadas las pruebas se mandan unir á los autos y traer estos á la vista, se
notifica este auto á las partes y se admite ó deniega la recusacion por las siguientes
sentencias.
Sentencia accediendo a la recusacion. En tal parte, á tantos, el Sr. J., etc.:
Vistas las alegaciones y pruebas practicadas en el incidente de recusacion promovi
do por D. A. contra el perito tercero D. P.
Resultando que el referido D. A. ha probado conforme á derecho que dicho pe
rito es pariente consanguíneo en cuarto grado del litigante contra D. D.
Resultando, que la recusacion se propuso al dia siguiente en que se hizo saber
el nombramiento del perito á la parte proponente.
Considerando, que segun la regla 11 del art. 303, de la ley, es justa causa de
recusacion ser consanguíneo del contrario el perito dentro del cuarto grado civil.
Considerando, que la regla 40 del mismo artículo, designa como término hábil
para hacer la recusacion los dos dias siguientes al en que se hiciese saber el nom
bramiento de perito á la parte.
Dijo: debia declarar y declaraba haber lugar á la recusacion propuesta del pe
rito D. P. En su consecuencia procédase á su reemplazo por medio del correspon
diente sorteo, que es la forma en que se hizo el nombramiento, para cuyo acto se
FORMULARIOS. 583
Feríala tal día y hora en la audiencia de este juzgado, con citacion de las partes (ó
si aquel se hubiere nombrado por el juez se dirá: en su consecuencia se proceda á
su reemplazo, nombrándose á D. P. como perito tercero.)
Sentencia declarando improcedente la recusacion. (La cabeza como la anterior
y lo mismo los resultandos y considerandos, aunque en sentido negativo contrario.)
Dijo: debía declarar y declaraba no haber lugar á la recusacion del perito D. P.
(Esta providencia es apelable en ambos efectos, segun lo prescrito en el art. 130
de la ley. Si fuese confirmada ó no se interpusiere de ella apelacion, ó no se hubiese
recusado al perito, se dará auto á instancia de parte señalando dia y hora y lugar para
que el tercero sorteado ó nombrado repita la diligencia de reconocimiento ó exámen
Íiericial. Este lo verificará en la forma que los primeros nombrados, concurriendo
os mismos y los interesados, lo que se expresará en la diligencia de reconocimien
to, mandándose unir á las pruebas el dictámen de dicho perito tercero.)
Reconocimiento judicial.
39. Escrito pidiendo reconocimiento judicial. D. P. en nombre de D. D.; en los
autos con D. A. sobre..... digo: que conviniendo al derecho de mi representado, y
{jara la prueba de que tales mejoras efectuadas en la heredad de San Juan son por
o menos útiles y en su consecuencia debe abonar su importe la partecontraria,dado
el caso de que se declare pertenecer á la misma la propiedad y posesion de la finca
mencionada, verificar reconocimiento judicial, por poderse apreciar y calificar de
bidamente las obras en que aquellas consisten por la simple inspeccion ocular, sin
necesidad de conocimientos facultativos,
A V. suplico se sirva mandar se efectúe dicho reconocimiento, constituyéndose
á este fin el juzgado en la heredad referida, prévia citacion de las partes en el dia
y hora que estime conveniente designar, y extendiéndose la correspondiente dili
gencia, de lo que resulte y de las observaciones que se juzgaren oportunas; pues
asi es justicia que pido, etc. (Fecha y firma del letrado y del procurador.)
Auto decretando el reconocimiento. Practíquese el reconocimiento judicial que
se solicita, á cuyo efecto se señala el dia tantos á tal hora, con citacion de las partes
prévia, determinada y expresa para él, con arreglo al art. 304 de la ley de Enjuicia
miento. El Sr. J. juez, etc.
Notificacion y citacion de las partes.
Reconocimientojudicial. En tal villa, á tantos, el señor juez de primera instan
cia de este partido, se constituyó en la heredad de San Juan, sita en el término de
la misma, a la hora de tal, con asistencia de las partes D. A. y D. D.; de sus
respectivos letrados D. L. y D. A. y de sus procuradores D. P. y D. P. (cuando es
tos asistieren) y de mí el escribano, y habiendo inspeccionado tales obras (ú ob
jetos, etc.). En el caso de mejoras que figuramos podrá decirse: las obras y mejoras á
que se referia la parte de D. D. se halló consistir en varias calles de macetas y de es-
tútuas; y en su consecuencia pertenecer á las mejoras voluntarias que designa la
ley 44, tít. 28, Part. 3. El litigante D. D. ó su abogado D. A. ó su procurador hizo
el señor juez tales observaciones sobre el modo como estaban colocadas dichasma-
cetas, y en que se fundaba para sostener debian considerarse como mejoras útiles;
ó lo que opuso el litigante D. A. tales otras observaciones sobre las mismas para
demostrar que no prestaban aquellas utilidad alguna á la finca. Y no teniendo mas
ODservaciones que hacer los litigantes, sus abogados ni procuradores, dió el señor
juez por terminado el acto, extendiéndose esta diligencia del mismo que, entera
dos de ella, firman los concurrentes con el señor juez, de que yo el escribano doy
fe. (Firmas del juez, concurrentes y escribano.)
Nota firmada por el escribano en que se expresa el tiempo invertido en dicho
acto, si bien podra tambien consignarse esta circunstancia al fin de la diligencia an
terior , añadiendo despues de doy fe, y asimismo de haberse invertido en esta di
ligencia tantas horas.
Prueba de testigos.
40. Escrito presentando interrogatorio. D. P. en nombre de D, D. en los autos
con D. A. sobre digo: que estando recibido este pleito á prueba por e! término
de tantos dias que se halla corriendo, interesa al derecho de mi representado se pro
ceda al exámen de los testigos T. y T. (ó que al efecto se presentaran) al tenor del
interrogatorio que acompaño adjunto. Por tanto,
584 FORMULARIOS.
A V. suplico que habiéndolo por presentado, se sirva mandar que á sü lenor y
con citacion contraria, sean examinados bajo juramento en forma y durante el tér
mino de prueba los testigos que mi parte presente, pues asi es justicia que pido.
Otrosí digo: Que hallándose tales testigos, (ó algunos de los testigos que han
de ser examinados, en la villa de tal, procede para verificar su exámen se libre des
pacho (si fuere á juez de paz del partido) ó exhorto al señor juez de primera ins
tancia del partido á que corresponde dicha villa, con los insertos necesarios, prévia
citacion de la parte contraria, por lo que, A V. suplico se sirva acordarlo así por ser
de justicia, que pido. (Lugar, fecha y firmas del abogado y del procurador.)
Interrogatorio á que se refiere el escrito anterior. Los testigos que se presenten
por parte de D. D. en el pleito con D. A. sobre serán examinados al tenor de las
siguientes preguntas:
1.* Serán preguntados, segun previene el art. 315 de la ley de Enjuiciamiento
civil, l.°¿por su nombre, apellido, edad, estado, profesion y domicilio; 2.° si son
parientes consanguíneos ó afines de alguno de los litigantes y en qué grado; 3.° si
tienen interés directo ó indirecto en el pleito, ó en otro semejante; 4.° si son ami
gos íntimos ó enemigos de algunos de los litigantes.
2.* Digan como es cierto (ó ser cierto) que en tal fecha entregó mí parte en su
presencia á D. A. la cantidad de diez mil reales vellon.
3.* Ser cierto que el D. A. expresó que recibia dichos diez mil reales obligán
dose á satisfacerlos en tal fecha con el rédito del seis por ciento.
4.* Ser cierto que el D. D. ha estado poseyendo la finca titulada de San Juan,
sita en tal parte, desde tal dia del año 1836 en que se le dió posesion judicialmente
hasta el presente, sin que se haya interrumpido de hecho esta posesion por acto de
persona alguna, etc. [Asi se irán exponiendo numeradas lasdemás preguntas, con
cluyéndose el interrogatorio con la expresion del lugar y fecha y firmando el abo
gado y el procurador.)
Auto. En cuanto á lo principa|, por presentado el escrito con el interrogatorio
que le acompaña, el cual se admite como pertinente, excluyéndose por no serlo las
preguntas 6.a y 8.*, etc. Dese copia de las pertinentes á la parte contraria D. A.:
examínense á su tenor los testigos que se presenten por parte de D. D., prévia ci
tacion contraria. En cuanto ni otrosí, expídase despacho (ó exhorto) al juez de
tal parte, con insercion del interrogatorio original (si todos los testigos presenta
dos hubiesen de examinarse en aquel pueblo, ó con testimonio á la letra del inter
rogatorio, si unos testigos debieren examinarse en dicha villa y otros en otra) para
que se proceda al exámen de los testigos presentados, prévia citacion de la parte
contraria. E inmediatamente de prestada la declaracion por estos, comuníqueseálas
partes los nombres de los mismos, su profesion y residencia, con arreglo al art. 316
de la ley de Enjuiciamiento civil. El Sr. D. J., etc.
Notificacion & las partes.
Diligencia de entrega de la copia del interrogatorio. Doy fe que con la misma
fecha se ha puesto copia del interrogatorio anterior, la cual se ha entregado á la
parte D. A. de que firma recibo. (Firmas del procurador y del csvribano.)
Señalamiento. Para recibir las declaraciones acordadas en el auto anterior se
señala el dia tantos á tal hora. (Fecha y firma del escribano.)
Citacion á la parte contraria de laquepresentó elinterrogatorio. Seguidamente,
yo el escribano cité con el anterior señalamiento al procurador de la parte contraria
D. P. y quedó enterado, dándose por citado y firmando, de que doy fe. (Firmas
del procurador y del escribano.)
41 . Escrito presentando interrogatorioderepreguntas. D. P. en nomlrede D. A.,
en los autos con D. D. sobre etc., digo, que recibido á prueba este pleito, se
presentó interrogatorio por la parte contraria para que á su tenor fueran examina
dos los testigos que presentaren, del cual se me ha comunicado copia. En su con
secuencia, y con el Un deque los testigos de que aquella pueda valerse sean repre
guntados sobre los particulares y en la manera que conviene al derecho de mi parte,
presento interrogatorio de repreguntas, y
A V. suplico, que habiéndole por presentado, se sirva mandar que á su tenor
sean repreguntados los testigos que se examinaren por el de preguntas de la parte
contraria, quedando hasta tanto que se verifique dicho exámen, reservado el inter
rogatorio de repreguntas en poder de V. Asi es justicia que pido, etc. Lugar, fecha
y firmas del abogado y del procurador.)
Interrogatorio de repreguntas. Por las repreguntas siguientes serán examina
FORMULARIOS. 585
dos los testigos que presentare la parte de D. D. en la prueba que va á hacer en los
autos que sigue sobre... con D. A.
1.* A los que contesten á la 2.* y 3.* preguntas, ó á los que digan que en tal
fecha D. D. entregó á mi parte á presencia de los mismos una cantidad de dinero
que dijo contener diez mil reales ; se les preguntará como es cierto que mi parte
replicó que no necesitaba ni recibia mas de cuatro mil reales, y asimismo, que lá
suma prestada se entregó en ocho billetes de banco, que mi parte desplego, mos
trándolos á los testigos para que reconocieran ser dos de ellos de mil reales y los
otros cuatro de quinientos.
2.* A los que contestando la cuarta pregunta digan que el D. D. no ha sido tur
bado de hecho en la posesion de la heredad de San Juan, desde tal dia del año 1836
hasta el presente, por persona alguna, se les preguntará como es cierto que el ad
ministrador de mi parte D. I. expresó varias veces haber interpuesto demanda judi
cial contra el relerido D. D. sobre la propiedad y posesion de la heredad mencionada
por pertenecerle á mi representado D. I. , etc. (Asi se seguirá extendiendo las de
más repreguntas , concluyendo con la fecha, lugar y firmas del abogado y del pro
curador.)
Auto. Por presentado el anterior contrainterrogatorio de preguntas; las cuales
se aprueban como pertinente (excepto las designadas con tales números, si hubiese
alguna que no lo fuera). Examínese á su tenor á los testigos que presentase la parte
D. D. , quedando reservado hasta entonces en poder del que provee. (Además, en
el caso que figuramos, en que hay que librar exhorto, se dirá : ) Y para el efecto de
examinar los testigos residentes en tal parte, á su tenor, acompáñese original dicho
interrogatorio ó testimonio del mismo (en su caso respectivo) en pliego cerrado y
sellado conforme al art. 312 de la Ley de Enjuiciamiento, con el exhorto (ó despa
cho) mandado librar al juez de tal parte en auto de tal fecha. El Sr. D. J., etc.
(Se extiende nota de haberse librado exhorto, con los insertos mencionados y de
haberla entregado al procurador de la parte que presentó el interrogatorio de pre
guntas para que lo presente en el juzgado requerido, ó bien de haberlo remitido por
el correo, si así lo hubiese solicitado.) (El despacho ó exhorto se expedirá en la for
ma que los expuestos sobre el emplazamiento, para que se examinen los testigos al
tenor de los interrogatorios de preguntas y respuestas, advirtiendo que luego que
sea diligenciado se devuelva cerrado y sellado por el correo el juez exhortante, si asi
se hubiese pedido por la parte ó á esta ó su procurador, para presentarlo en dicho
juzgado. El juez exhortado dará auto mandando cumplir el exhorto, señalando dia
y hora para el exámen de los testigos con citacion de las partes, mandando comuni
car á estas inmediatamente despues de la declaracion , los nombres de los testigos,
su profesion y residencia, y devolver el exhorto cumplimentado al juez requirente,
y disponiendo quede reservado el interrogatorio de repreguntas hasta el acto del exá
men de los testigos, en que se abrirá á presencia del juez y del escribano, quien pon
drá la correspondiente diligencia. El juez exhortante, luego que reciba el exhorto,
lo mandara unir á la prueba de la parte que lo pidió.)
42. Escrito solicitando presenciar el juramento de los testigos, D. P. etc., digo.
Que habiendo de procederse al exámen de los testigos presentados por la parte con
traria, segun lo dispuesto en auto de tal fecha, conviene al derecho de mi repre
sentado presenciar el juramento de los mismos, por lo que.
A V. suplico se sirva admitir á esta parte á presenciar dicho juramento en el dia
y hora que se sirva V. designar, requiriendose á la contraria para que en el acto su
ministre tales noticias (v. gr. diga si tal testigo es criado ó dependiente del qüe lo
presenta) ó las naticias que creyere convenientes para poder conocer á los testigos
con seguridad ; pues así es justicia que pido, etc.
Auto. Admítese á esta parte á presenciar el juramento de los testigos que pre
sentare la contraria , para lo cual se designa tal dia y hora, haciéndose saber á la
misma suministre tales noticias (ó las que juzgase convenientes) para conocer con
seguridad á dichos testigos. El Sr. D. J., etc.
Notificaciones á las partes.
43. Diligencia de juramento de los testigos. En tal parte, á tantos, en virlud de
lo mandado en el auto anterior, comparecieron ante el señor juez, D. T. y D. T., tes
tigos presentados por la parte de D. A., para declarar en la prueba que ha propuesto,
á quienes á presencia de D. P. , procurador de la misma y D. P. , procurador de la
contraria, recibió el señor juez, por ante mí el escribano, juramento que prestaron
con arreglo á derecho, y bajo del cual prometieron decir verdad en cuanto supieren'
tomo n. 74
586 FORMULARIOS.
y les fuere preguntado. (Si hubiese algun menor de catorce años, se dirá : excepto
D. T. que no lo prestó por ser menor de catorce años, pero que prometió decir verdad
en lo que fuere preguntado y supiere.) Acto continuo el litigante D. A. pidió á la
parte contraria (y al testigo presentado por la misma en su caso) le suministrase ta
les noticias acerca de dichos testigos (ó se leyó á la parte que le presentó el escrito de
la contraria de tal fecha, en que se expresan las noticias que necesita para conocer
con seguridad á los testigos), á lo que contestó aquella (y el testigo) lo siguiente :
(Se exponen las contestaciones que hubieren dado.) Con lo que dió por terminado el
señor juez el acto, firmando esta diligencia del mismo, su merced, los procuradores
de las partes y los testigos, de que doy fe. (Lugar, fecha y firmas).
(A continuacion y en el mismo acto pueden tomarse las declaraciones de los tes
tigos separada y sucesivamente, en cuyo caso se dirá al final de la diligencia ante
rior : En seguida habiéndose retirado D. P. procurador de la parte contraria. D. A. y
el de D. D. y tales testigos, y quedando solo el testigo D. T., el señor juez por ante
mí el escribano procedió á tomarle declaracion al tenor del interrogatorio de pre
guntas presentado por D. D. y del de repreguntas producido por D. A. (continúa
como la siguiente declaracion tomada por separado despues del acto del juramento.)
44. Declaracion de un testigo. En tal parte, á tantos, etc., ante el señor juez de
estos autos compareció el testigo D. T. presentado por la parte de D. A. y anterior
mente juramentado, segun consta por diligencia de tal fecha (ó si no se le hubiese
aun juramentado ni pedido las partes presenciar el juramento, podrá tomársele en
el acto de la declaracion diciendo, el cual habiendo prestado juramento en forma,
de decir verdad en cuanto supiese y le fuere preguntado, que le recibió el señor, juez
por ante mí el escribano, preguntado por los particulares que expresa el art. 315 de
la Ley de Enjuiciamiento civil y al tenor de las preguntas contenidas en el inter
rogatorio presentado por la parte D. D. y del contrainterrogatorio producido por la
de D. A., que obran en estos autos, fólio tantos, contestó lo siguiente á cada una
de ellas.
A la primera del interrogatorio de preguntas, sobre los particulares del art. 313
mencionado, dijo : llamarse Juan García, ser de edad de 30 años, soltero, labrador,
y vecino de esta villa; no ser pariente de ninguna de las partes por consanguinidad
ni afinidad; no tener interés directo ni indirecto en este pleito ni otro semejante,
ni ser amigo ni enemigo Intimo de aquellos.
A la segunda pregunta, que es cierto que en tal dia y lugar entregó D. D. á D. A.
á presencia del declarante unos billetes de banco, diciendo contener la cantidad de
diez mil reales, que así le consta al declarante por haber presenciado el acto de la
entrega.
A la tercera , que D. A. al recibirlos se obligó á su restitucion para tal dia con
los intereses del seis por ciento, mas no se expresó que recibiese diez mil reales sino
solamente cuatro mil.
A la cuarta, que es cierto hallarse en pacifica posesion el D. D. de la heredad de
San Juan desde tal dia hasta el presente sin que nadie se la haya interrumpido de
hecho : que así le consta al declarante por haber tenido arrendada dicha posesion
desde dicha época hasta tal año, y por haber laboreado constantemente en la misma
heredad en los restantes años hasta el presente, etc.
Acto continuo, contestó á las preguntas del contrainterrogatorio, diciendo:
A la primera, que es cierto que al recibir D. A. los mencionados billetes los des
dobló y mostró al declarante y á D. T., que tambien se hallaba presente; y que el
declarante se cercioró de no haber mas que ocho billetes; dos de ellos de mil reales
y los otros seis de quinientos, expresando el D. A. que no se le entregaba ni recibia
mas cantidad que la de cuatro mil reales.
A la segunda, que es cierto que en tal año interpuso demanda D. I. en represen
tacion D. A., á D. D., reclamando la propiedad de la heredad de San Juan, que así
le consta por habérselo oido decir varias veces al D. I.
Y leida que fue esta declaracion íntegramente , por mí el escribano, se afirmó y
ratificó en ella y lirmó con el señor juez, de todo lo cual doy fe (Firmas del juez,
del testigo y del escribano.)
43. (Cuando sé ha de tomar declaracion á un testigo que ignora el idioma, acude
al juez la parte que lo presentó exponiendo la necesidad de que sea examinado por
intérprete, haciendo dicho nombramiento por su parte y suplicando se mande a la
contraria se conforme con el nombrado ó nombre otro ; lo cual se verifica en la mis
ma forma que el nombramiento de peritos. El juez da auto mandando se haga saber
FORMULARIOS. 587
á los intérpretes para su aceptacion y juramento y señalando dia para la declaracion,
con citacion de la parte contraria. Verificada la aceptacion y juramento concurren
los intérpretes al acto de la declaracion del testigo, que se extiende en la forma si
guiente : )
Declaracion do un testigo con asistencia de intérprete. En ¿a? parte, á tantos,
comparecieron ante el señor juez de estos autos, en virtud de lo provenido en tal
dia, D. T. testigo, de nacion francés, presentado por D. D., y asimo D. I. y D. I.,
intérpretes nombrados para su exámen, por no entender el idioma castellano, los
cuales intérpretes, bajo el juramento que tienen prestado, aseguraron evacuar bien
y fielmente su cargo y no revelar lo que declare el testigo hasta la publicacion de
probanzas. Al efecto el señor juez de estos autos (estando presente D. P., procura
dor de la parte contraria, si hubiese solicitado presenciar el juramento del testigo),
formó la señal de la cruz y la misma formaron los intérpretes y el testigo ; y el señor
juez, por ante mí el escribano, mandó á los primeros preguntasen al segundo si
juraba por Dios y la señal de, la cruz, decir la verdad en cuanto supiere y le fuese,
preguntado, y habiéndole hablado en su idioma los intérpretes, dijeron que se l'O
habian preguntado y respondia que así lo juraba en cuya atencion ( habiéndose re
tirado el procurador de la parte contraria, si presenció el juramento) se procedió
á examinarle al tenor de las preguntas del interrogatorio (sigue como la declaracion
sin intérprete). -s
A la primera pregunta, leída que fue á los intérpretes y referida por estos al tes
tigo en su idioma , dijeron : respondia llamarse, etc. (como la declaracion sin intér
prete; y así de las demás preguntas, concluyendo en esta forma): Y leida que fue
esta declaracion al testigo por los intérpretes en su idioma, dijeron que se afirmaba
y ratificaba en ella bajo el juramento prestado, lo cual firma con el señor juez y los
intérpretes, quienes aseguraron, bajo el juramento que tiene prestado, que todo lo
que consta en esta declaracion, es lo mismo que ha depuesto, sin añadir, quitar ni
tergiversar cosa alguna, de que doy fe. (Firma del juez, testigo é intérpretes.)
Diligencia comunicando á las partes los nombres de los testigos, su profesion y
residencia despues de prestada su declaracion. Doy fe , que en cumplimiento del
auto de tal fecha (el en que se mandó dar esta comunicacion), he puesto en cono
cimiento de D. P., procurador de la parte contraria, los nombres, profesion y resi
dencia de los testigos examinados en este dia, inmediatamente despues de su decla
racion. Y para que conste lo extiendo por diligencia que firmo con dicho procurador.
(Lugar, fecha y firma del procurador y escribano.)
SECCION IV.
DE LAS VISTAS, AUTOS PARA MEJOR PROVEER SENTENCIAS DEFINITIVAS
T RECURSOS CONTRA ESTAS.
49. Escrito pidiendo señalamiento de vista. (Se expone por el estilo de la pá
gina 561, sobre excepciones dilatorias dentro de los dos dias siguientes al de la ci
tacion Se da auto señalando vista; y despues de celebrada se pone diligencia de
celebracion de vista, todo en la forma expuesta en dicha página.)
Nota que pone el escribano despues de la vista. Dejados estos autos en poder de
su merced para la providencia que corresponda , extendiéndose las actuaciones en
el papel sellado correspondiente. En tal dia; doy fe. (Firma del escribano.)
50. Auto para mejor proveer. Mediante á no hallarse completamente esclare
cido el derecho de las partes sobre el objeto de este litigio, para mejor proveer,
tráigase á la vista testimonio en forma de tal escritura otorgada por D. A. y D. D.
en tal fecha (ó tal documento que existe en tal archivo), la cual es conveniente
examinar para esclarecer el derecho de los litigantes, á cuyo efecto, líbrese el cor
FORMULARIOS. 591
respondiente mandamiento compulsorio al referido escribano con citacion de las par
tes (ó requiérase á D. D., en cuyo poder se halla dicho documento, para que lo exhiba
y se testimonie por el actuario), ó mediante á no resultar plenamente probados algu
nos hechos que son de influencia en la cuestion de este litigio, comparezca la parte
tal en la audiencia de este juzgado tal dia á tal hora, á prestar declaracion ó confesion
judicial acerca de las preguntas que le hará su merced en el acto sobre los mismos,
citándosele al efecto (o practíquese tal reconocimiento judicial ó avalúo por peritos
en tal dia y hora, previa citacion de las partes, ó tráiganse á la vista tales autos que
tienen relacion con este pleito y obran en este juzgado; si obrasen en otro se dirá:
á cuyo efecto, líbrese exhorto al juez de tal juzgado en que radican). El Sr. D. J.
(Se practican las diligencias correspondientes segun el extremo que comprende
el auto , v. gr., expidiendo el mandamiento compulsorio , citando á la parte para la
declaracion ó confesion, ó á los litigantes para el reconocimiento judicial, ó para el
juicio de peritos, 6 librando el correspondiente exhorto; teniendo presentes las di
ferencias que existen entre la práctica de estas diligencias cuando se dictan por auto
para mejor proveer ó á instancia de parte, y que se indicaron en el núm. 1067 del
íib. 2." de esta obra.)
A LA SECCION III.
SOBRE RECIBIMIENTO DEL PLEITO Á PRUEBA Y MODO DE PRACTICAR ESTA.
89 Auto cuando las partes no estuvieren conformes con los hechos. Por presen
tado el anterior escrito (de contestacion á la demanda ó á la reconvencion). No ha
llándose conformes las partes con los hechos, ni habiéndose alegado otros en contra
en dicho escrito, se recibe este pleito á prueba, previniendo á las mismas que en el
término de tercero dia proponga cada una toda la que estuviere en el caso de pro
poner, pues pasado este, no se admitirá la que se propusiese, ni las adiciones á la
propuesta. El Sr. J. etc.
Notificacion á las partes de esta providencia.
(Pueden proponerse los mismos medios de prueba que en el juicio ordinario, h
que se formula por lo regular en un solo escrito y por medio de otrosíes. Pasado el
término de tres dias, solo puede proponerse presentando los documentos compren
didos en el art. 1146, lo que se hace segun el siguiente:
Escrito presentando documentos probatorios despues de transcurrido el térmi
no para la prueba. D. A. (ó D. D.) en los autos con 1). D. sobre tal cosa, digo: que
no obstante haber transcurrido el término de tercero dia que V., por auto de tal
lecha, se sirvió designar para practicar la prueba en este litigio, conviene á mi de
recho presentar, como presento ante V. para su examen y apreciacion del mismo,
tales documentos, y facultándome para ello la ley de Enjuiciamiento en su artícu
lo 1 1 46, por tener por objeto impugnar la reconvencion (ó por ser de fecha posterior
í la demanda, ó reconvencion, ó á sus respectivas contestaciones) ó porque aunque
sonde fecha anterior á la demanda, etc., no han llegado antes á mi noticia, como
protesto en forma; por tanto
A V. suplico se sirva admitirme los mencionados documentos por ser justicia que
pido, en tal parte á tantos (Firma del solicitante.)
Auto. Admítese á D. A. (ó D. D.) los documentos presentados en el anterior es
crito; únanse á la pieza de su prueba. El Sr. D. J. etc.
Notificaciones y notade haberse practicado dicha union.
(Propuesta la prueba, pondrá nota el escribano que asi conste y el juez dará el
siguiente:
Auto señalando el término en que ha de practicarse la prueba. Admítese tal
prueba propuesta por tal parte, señalándose para practicarla tal termino (no podrá
exceder de nueve dias), y respecto de la prueba de cotejo que se solicita de tal do
cumento con su original, existiendo en tal pueblo, teniendo en consideracion la
distancia de tantas leguas que median entre este y la poblacion del juzgado, ó la
dificultad de comunicaciones que se advierte entre ambas, se señala el término de
tantos dias mas, para la sola práctica de esta diligencia, debiendo las demás efec
tuarse en el término de nueve dias designado, con arreglo al art. 1149 de la ley.
fórmese pieza separada para la prueba de cada parte. El Sr. D. J. etc.
(En el término asignado para la prueba, pueda proponerse la de tachas de los
testigos, segun lo dicho en el núm. 228 de este libro 3.")
A LA SECCION IV.
SOBRE LA SENTENCIA, APELACION T NÜL1DAD DE LA MISMA.
Cuando no se hubiere recibido el pleito á prueba por estar confórmes las partes
sobre los hechos, celebrado el juicio en la forma arriba expuesta, dicta el juez en
el mismo dia la siguiente:
CO Sentencia. En tal parte á tantos. El Sr. J. (sigue como la de mayor cuantía).
FORMULARIOS. 601
Resultando (se expone lo que resulta de los escritos sobre los hechos del pleito
en que están conformes las partes).
Considerando que la cuestion del presente litigio queda reducida á un punto de
derecho. (Se sigue exponiendo los considerandos sobre la cuestion legal, y se expo
ne el fallo por el estilo de la sentencia del pleito de mayor cuantía, segun que hu
biese ó no reconvencion y que fuere absolutoria ó condenatoria.)
(Cuando, recibido el pleito á prueba, hubiesen dejado transcurrir las partes el
término señalado para proponerla sin hacerlo, pondrá nota el escribano en que así
conste y .el juez dictara el siguiente:)
Auto. Habiendo trascurrido el término señalado por providencia de tal fecha,
para proponer la prueba, sin haberlo efectuado las partes, traíganse los autos á la
vista con citacion de las mismas. El Sr. J. etc.
Notificaciones.
(La sentencia que debe pronunciar el juez en el mismo dia ó al siguiente de vis
tos los autos, segun lo expuesto en el núm. 231 de este lib. 3.°, se formula por el
estilo de la del juicio ordinario de mayor cuantía, refiriéndose en los resultandos á lo
que se deduce de los escritos y pruebas practicadas por autos para mejor proveer,
puesto que las partes no han efectuado prueba alguna.)
(Cuando se hubiese practicado pruba por estos, transcurrido el término, pondrá
nota el escribano en que asi conste y dará el juez el siguiente:)
Auto. Unanse las pruebas practicadas á los autos y convóquese álas partes á jui
cio verbal para tal dia y hora en la audiencia de este juzgado. Lo. mando, etc.
Notificaciones y diligencia de union de las pruebas á los autos.
Acta de juicio verbal. (Se formula como la de la anterior, expresándose si se pre
sentaron en él documentos ó se tacharon á los testigos presentados en el último dia
del término probatorio, segun lo expuesto en el núm. 233 del libro 3.°, de esta obra.)
La sentencia que debe pronunciar el juez al dia siguiente de celebrado el juicio,
se formula como la del juicio ordinario, expresando lo que resulta de los escritos y
pruebas practicadas por las partes, etc., y los considerandos legales.
Notificaciones.
61 . Escrito (interponiendo apelacion de la sentencia definitiva y recurso de nulidad
por haber el juez declarado el negocio de menor cuantía, teniéndola mayor.) D. A.
(ó D.D.), etc, digo: que ayer se me notificó la sentencia definitiva dictada en este
pleito, por la que V. se ha servido declarar tal cosa, y come la considero gravosa y
erjudicial á mis derechos y poco conforme con el que me confieren las leyes (ha
lando con el debido respeto), apelo de ella para ante la superioridad. Igualmente
interpongo recurso de nulidad para ante la misma del fallo Aetal fecha, por el que V.
se sirvió fijar en tanto el valor del objeto de este litigio, determinando que se sustan
ciara la demanda de D. A. por los trámites del juicio de menor cuantía, para cuyo
efecto y poder hacer uso del derecho que me confiere el art. i 1 54 de la ley, protesto
oportunamente de dicho fallo é interponer en su dia este recurso. En su virtud,
A. V. suplico, se sirva admitirme en ambos efectos la apelacion de la sentencia
definitiva, y el recurso de nulidad del referido fallo, que interpongo, mandando, re
mitir los autos á la audiencia del territorio, y poniéndolo en conocimiento de las
partes, pues asi es justicia que pido,
Auto. Admítase en ambos efectos la apelacion y el recurso de nulidad interpues
tos: remítanse á costa del recurrente los autos originales á la audiencia del territorio,
poniéndose en conocimiento de las partes para que concurran á usar de su derecho.
Lo mandó, etc.
Diligencia de haberse dado conocimiento á las partes de esta providencia.
AL TITULO IV.
SOBRE JUICIO ARBITRAL.
66 Escritura de compromiso en arbitros. En tal parte á tantos de tal mes y
año, comparecieron ante mí el infrascrito escribano y tales testigos D. A. y D. D., ve
cinos de tal parte y mayores de veinte y cinco años, á quienes doy fe conozco
y dijeron: que estan siguiendo autos ante tal juez y escribano. Sobre tal cosa,
los cuales tuvieron principio en tal dia, por demanda que el citado D. A. puso
á D. D. pretendiendo, etc. (Se relacionan las pretensiones de las partes sobre
el negocio y sus circunstancias, y seda cuenta de su estado diciendo: aballándose
en el dia en tal estado.» Si no hubiese promovido aun pleito sobre el negocio que
se somete al juicio arbitral, se expondrá, despues de dijeron: que con motivo de
tal contrato celebrado en tal fecha, etc., ó de tal sucesion, etc., se han suscitada
entre los otorgantes varias dudas, cuestiones de contraversias sobre tal cosa, ó pre
tendiendo el D. A. que le corresponde tal cosa, y elD. D. que tiene tales derechos
sobre la misma, etc.; y se continuará diciendo: y deseando los otorgantes evitarse
los gastos, dilaciones y disturbios que habrían de ocasionárseles de seguir este liti
gio (6 de llevar estar cuestiones á los tribunales) han determinado comprometer la
decision ó declaracion de sus acciones, derechos y pretensiones mencionados en
arbitros ó personas de ciencia y conciencia de toda su satisfaccion, á cuya conse
cuencia, para que tenga efecto en la forma quu mas haya lugar en derecho este
compromiso, otorgan, que comprometen dichas contiendas y pretensiones, D. A.
en D. P. y D. D. en D. T., mayores de veinte y cinco años y abogados de los tribu
nales del reino, que se hallan en el pleno ejercicio de sus derechos civiles y vecinos
de tal parte, confiriéndoles tan amplia facultad y jurisdiccion como necesitan para
que dentro de tal plazo, contado desde el siguiente al de la aceptacion última de
cualquiera de estos (cuya próroga reservan en sí), se enteren de dicho negocio ó
pretensiones y vean los autos referidos (si los hubiese) y siguiendo el juicio arbi
tral por los trámites que marca la ley de Enjuiciamiento, dicten su fallo sobre los
puntos comprometidos, y los incidentes que de ellos resultasen (y de la deman
da reconvencional qne sobre aquellos propusiese el demandado), y para el caso de
que hubiese discordia entre dichos árbitros, designan por tercero para dirimirla á
D. T., mayor de veinte y cinco años, letrado, y en el pleno ejercicio de los derechos
civiles, al cual le señalan para ello tal plazo. Los otorgantes se obligan á cumplir con
los actos indispensables para la realizacion del compromiso, estipulando que la parte
que no los cumpliese ha de satisfacer á la otra tal multa; y asimismo, que la que se
alzase del fallo deberá pagar á la que se conformase con él, para poder ser oido, tal
otra multa. Y en cumplimiento del contenido de esta escritura, obligan todos sus
bienes. Asi lo dijeron y firman, á presencia de tales testigos. (Firmas de los otor
gantes y del escribano y testigos.)
67 Escrito (haciendo presente al juez la sumision del negocio en árbitros) D. P.
en nombre de D. A. actor (ó de D. D. demandado) en los autos que se siguen en
este juzgado sobre tal cosa, digo: que por escritura de tal fecha, otorgada ante tul
escribano, por mi principal y la parte contraria, se convinieron en someter la cues
tion ó cuestiones objeto de este litigio á la decision de D. T. y D. L. , á quien han
nombrado arbitros, y por tercero á D. T., los tres mayores 'e edad, letrados y ve
FORMULARIOS. 605
cinos de tal parte, segun consta de la copia original de la mencionada escritura que
en debida forma presento. Por tanto ,
A V. suplico, se sirva haberla por presentada, sobreseyendo en el conocimiento
de los autos expresados, y mandando se haga saber á los árbitros su nombramiento
para la aceptacion del cargo, y aceptado, se les entreguen los referidos autos para
que sirviéndoles de instruccion en el negocio, puedan conocer de él y decidirlo con
arreglo á las prescripciones de la ley de Enjuiciamiento. Así procede de justicia que
pido, etc. (De este escrito se da traslado al contrario por tercero dia, y pasados, con
escrito ó sin él, no habiendo oposicion se dicta el siguiente:
Auto. Por presentado con la escritura de compromiso y nombramiento de D. T.
y D. L. como árbitros para entender de tal negocio, á los cuales se ha por nombra
dos. En su consecuencia , sobreseyéndose en el conocimiento del mismo por este
juzgado, hágase saber á los referidos su nombramiento para la aceptacion del cargo
y aceptado, entréguenseles estos autos para que en su vista, conozcan del negocio y
lo decidan, El Sr. D. J. juez de primera instancia lo mandó, etc.
(Si no concurriesen en alguno de los árbitros nombrados las circunstancias que
requiere la ley, el juez se limitará á haber por nombrados aquellos en quienes con
curran. La parte á quien interese presentará escrito pidiendo se requiera al que hizo
aquel nombramiento para que haga otro en persona legal, y el juez lo mandará asi
diciendo en el auto: mediante á no concurrir en D. L. las circunstancias que re
quiere la ley, requiérase á D. D. que lo nombró, para que en el término de tercero
dia elija otro en quien concurran. El Sr. D. etc. La parte presenta escrito con la es
critura de nuevo nombramiento y el juez da auto habiendo por hecho el nombra
miento y mandando como en el anterior, se le haga saber al nombrado para la acep-
tacioi del cargo, etc.
Diligencia de aceptacion de los árbitros. En tal parte á tantos, yo el infrascrito
escribano, presenté á D. T. la escritura de tai fecha en que le nombra árbitro D. A.
para entender de tal negocio, y enterado de este dijo: que aceptaba (ó no) dicho
cargo, obligándose á desempeñarlo bien y fielmente; y en su virtud firma esta dili
gencia conmigo, de que doy fe. (Firma del árbitro y del escribano.)
Si no aceptase algun árbitro , ó falleciese ó se inhabilitase despues de haber
aceptado, presenta una de las partes el siguiente:
Escrito. D. P. en nombre de D. A. digo, que no habiendo aceptado (ó habiendo
fallecido D. L. ó inhabilitádose despues de aceptado) el cargo de |árbitro que se
le confirió por escritura de tal fecha, que se acompaña, se está en el caso de reque
rir á D . D. que lo nombró para que nombre otro (ó si el nombramiento se hubiese he
cho por ambas partes, ó el no aceptante, etc., fuera el árbitro tercero, se dirá des
pues de la cláusula «por escritura de tal fecha:») y siendo el nombrado el árbitro
tercero ó habiéndose verificado su nombramiento de comun acuerdo de los compro-
mitentes , y no habiendo sido posible ponerse de acuerdo para el nuevo nombra
miento,
A V. suplico se sirva requerir á D. A. para que nombre otro en el término de
tercero dia, bajo apercibimiento de que de no hacerlo, se declarará sin efecto al com
promiso, y á D. A incurso en la multa de tanto, estipulada en la escritura y que debe
satisfacer el que dejase de cumplir con los actos indispensables para que aquel tenga
efecto, (ó en el caso segundo: se sirva declarar sin efecto el compromiso, conforme
á lo dispuesto en el art. 790 de la ley.)
Auto. (Se extiende segun la súplica del escrito anterior en el primero ó segundo
caso respectivamente.)
(Siguen las notificaciones, requerimiento, escrito acompañando el nuevo nom
bramiento de árbitro y providencia de haberse por nombrado, como en los casos an
teriores )
Escrito (pidiendo se compela á los árbitros á cumplir con su cargo). D. P. en
nombre de D. A., etc., digo: que en tal fecha aceptaron D. J. y D. L. el cargo de
árbitros para que fueron nombrados por mi principal y D. D. para conocer de tal no -
gocio en tal término, y como haya transcurrido tanto tiempo sin haber dictado pro
videncia alguna, ni parezca se hallen en ánimo de dictarla,
A Y. suplico se sirva mandar, se compela á dichos árbitros á cumplir con su en
cargo^ reuniéndose y oyendo á las partes bajo la pena de responder á las mismas de
los daños y perjuicios que les causaren con su morosidad, pues asi es justicia que
pido, etc.
Auto. Hágase saber á D. J. y D. L. nombrados árbitros por D. A. y D. D. cumplan
606 FORMULARIOS.
con su cargo que tienen aceptado, oyendo á las partes y dictaado su fallo en el tér
mino marcado en la escritura de compromiso de tal fecha, bajo la pena de responder
de los daños y perjuicios que de no hacerlo causaren á las partes. El Sr. J. etc.
Notificaciones á las partes y á los árbilros.
68 Escrito recusando a un arbitro. D. A, etc. digo: que acaba de llegar á mi no
ticia que en el árbitro D. L. nombrado por D. D. para conocer de tal negocio, con
curre tal causa de recusacion (cualquiera de las enumeradas en el art. 1 21 de la ley),
y aunque no es de temer que esta causa influya en su ánimo para que deje de de
cidir el negocio con toda imparcialidad y rectitud, haciendo ueo del derecho que la
ley me concede en su art. 785, sin que por esto pretenda menoscabar en lo mas mí
nimo su buena opinion ni rectitud, le recuso en debida forma, y
A V. suplico se sirva haberse por recusado y separarse desde luego del conoci
miento del dicho negocio por ser conforme á justicia. En tal parte á tantos , etc.
(Firma del interesado.)
Auto. Hase por recusado D. L. nombrado árbitro por D. D. para entender del
negocio á que se refiere el escrito anterior (ó no se ha por recusado , etc.) Asi lo
proveyó el Sr. D. L, en tal parte, etc.
(Se notifica este auto á las partes. Si se da por recusado, se pide el nombra
miento de otro árbitro, como en el caso de no aceptacion. No dándose por recusado
se repite la recusacion ante el jnez de primera instancia del partido en que reside
el recusado., diciendo que habiendo recusado al árbitro D. L. y no habiendo acce
dido á la recusacion, se repite esta ante dicho juez para que se sirva determinar
haber lugar á la recusacion. El juez da traslado á la otra parte compromitente , por
término de tercero dia, mandando se haga saber á los árbitros la recusacion para
que no entren en el conocimiento del negocio ó suspendan su curso hasta que se
decida sobre la recusacion, lo cual tiene lugar por los trámites que la de los jueces,
expuestos en el formulario del lib. 2.", tít. 2.°, números 61 y siguientes.
09 Auto (de los árbitros señalando á los compromitentes término para que for
mulen sus pretensiones.) Hágase saber á D. A. y D. D. que en tal término (no po
drá exceder de la cuarta parte del Ajado en la escritura) formulen sus pretensiones
y presenten los documentos en que las apoyen respectivamente. Asi lo mandaron y
filmaron D. J. y D. í.., jueces nombrados por las partes para conocer de este nego
cio, de que doy fe. En tal parte á tantos. (Firmas delos árbitros y del escribano.)
Este auto se notifica á los compromitentes. Si alguno de estos no formulare sus
pretensiones en el término señalado, podrá pedir el contrario se le declare rebelde,
y los árbitros darán el siguiente:
Auto (declarando la rebeldia). En atencion á haber dejado transcurrir D. A. el
término señalado para formular sus pretensiones, sin hacerlo , continúe este juicio
en su rebeldia, y se le declara incurso en la multa de tanto, estipulada en el com
promiso, por haber dejado de cumplir con los actos indispensables para su realiza
cion. Asi lo mandaron, etc.
Si los compromitentes presentan sus escritos en que formulan sus pretensiones
acompañando los documentos en que las apoyan , se pone nota por el escribano de
haberlas presentado y dado cuenta al juez, y se extiende el siguiente:
Auto (despues de deducidas las pretensiones de las partes.) Por presentadas las
pretensiones de D. A. y D. D. con los documentos en que las apoyan: dese conoci
miento mutuamente á las partes de lo expuesto por la contraria y de los documen
tos que presenta por tal término (no podrá exceder de la cuarta parte del señalado
para formular aquellas), dentro del cual podrá cada interesado impugnar unas y
otros, presentando los documentos que crea necesarios al efecto, manifestando al
mismo tiempo , si el juicio ha de recibirse á prueba ó si no hay necesidad de ella.
Asi lo mandaron y firmaron los Sres., etc.
(Los compromitentes presentan sus escritos de impugnacion manifestando por
otrosíes si han de recibirse 6 no los autos á prueba, y los árbitros dictan el siguiente:
Auto (recibiendo el juicio á prueba.) Se recibe este pleito á prueba, mediante
á haberse solicitado por ambas partes (o por una de ellas y no haber conformidad
sobre hechos de conocida influencia en la cuestion que se ventila , ó no obstante
no haberla solicitado las partes, se recibe á prueba sobre tales hechos, á que debe
contraerse, sin que pueda ampliarse en ningun otro punto, y por tal término (mi
podrá exceder de la cuarta parte del señalado en el compromiso), permitiéndose a
POttMÜLARlOS. 601
las partes tomar Copia dentro del mismo, de la que ejecuten , debiéndose tambien
proponer y probar en él las lachas de los testigos. Asi lo mandaron y firmaron los
señores jueces arbitros, etc.
(Se admiten los mismos medios de prueba y se practican con las solemnidades
expuestas en el formulario del juicio ordinario. Concluido el término de prueba, se
pone nota por el escribano en que así conste. Si los árbitros quisieren oir á las partes
ó á sus letrados antes de dar sentencia, dictarán el siguiente:;
Auto. Se señala tal dia, hora y lugar para oir á las partes ó á sus letrados , con
citacion de las mismas. Así lo mandaron, etc.
(Se pone nota de este auto por el escribano. Tambien pueden los árbitros dictar
el siguiente:)
Auto. No resultando probados tales hechos, comparezca tal parte en tal dia,
hora y lugar á prestar declaracion sobre los mismos, ó siendo necesario examinar
tales documentos para la decision de este negocio, tráigase testimonio de ellos á los
autos ó procédase á la práctica del juicio pericial sobre tal objeto, ó siendo necesa
rio para la decision de este negocio proceder al reconocimiento de tal objeto ó paraje
por los jueces árbitros, se señale tal dia, hora y lugar para este efecto con citacion
de las partes. Asi lo mandaron, etc.
(Se notifica el auto anterior á las partes , y practicadas las diligencias probato
rias, ó concluido el término de prueba, si no se hubieren mandado estas, dictan
los árbitros sentencia segun lo alegado y probado dentro del plazo señalado en el
compromiso que aun reste por correr en los mismos términos y con las solemnidades
expuestas en el formulario del juicio ordinario, y en su consecuencia con los resul
tandos y considerandos correspondientes.)
(Si hubiese conformidad entre los árbitros, se notifica la sentencia á las partes
dentro de los tres dias siguientes al en que fuere pronunciada. Si no hubiere confor
midad, se les notifica en aquel término los votos dados y se pasan los autos al arbitro
tercero, poniendose diligencia por el escribano, en que asi se haga constar. El arbi
tro tercero puede oir á las partes y dictar las pruebas ya indicadas, lo mismo que los
árbitros dictando sentencia con iguales formalidades que estos. Los puntos en que
no conviniere con ninguno de ellos se someten al fallo del juez de primera instancia,
que los decide dictando sentencia en igual forma; pero haciendo expresion en la ca
beza de esta, de dictarla en negocio sometido á arbitrase y sobre los puntos decidi
dos por el árbitro tercero y en que no conviene con el fallo de ninguno de los otros.
De dichas sentencias puede apelarse para ante la audiencia del territorio conforme el
S'guiente:)
70 Escrito de apelacion(áe la sentencia de los árbitros 6 del fallo del juezde prime
ra instancia, sobre los puntos en que el árbitro tercero no conviniese con aquellos.)
D. D. etc., en el juicio arbitral que sigue con D. A. sobre tal cosa, digo: que en tal
fecha) lo mas cinco dias desde la notificacion del fallo) se me notificó la sentencia
pronunciada en este juicio, por la que Vds, (si fuesen los árbitros) ó V. (si fuese el
juez de primera instancia) se ha servido declarar tal cosa. Esta sentencia, hablando
con el debido respeto, es perjudicial á mi derecho y poco conforme á las prescrip
ciones legales: ademas en dicho juicio se ha cometido tal nulidad por haberse faltado
á tal solemnidad que prescribe la ley de Enjuiciamiento, ó no haberse observado tal
trámite establecido por la misma. Por lo que, haciendo uso de la facultad que mo
confiere en su art. 810, interpongo apelacion de dicha sentencia para ante la audien
cia del territorio, á cuyo efecto he satisfecho la multa estipulada en el compromiso
para este caso, á la parte D. A., por haber manifestado su conformidad con aquella,
ó he consignado dicha cantidad para que se entregue á esta, como lo acredita el do
cumento adjunto. En su virtud,
A Vds. suplico, se sirvan (ó sirva) admitirme dicha apelacion en ambos efectos,
habiendo por satisfecha dicha multa, y mandar que para su prosecucion se remitan
los autos originales á la referida audiencia , prévia la correspondiente citacion y
emplazamiento; por ser asi justicia que pido, etc.
Auto. Hase por satisfecha lamulta mencionada: admítese la apelacion interpuesta
en ambos efectos, para ante la audiencia del territorio, adonde se remitirán los autos
originales prévia citacion y emplazamiento de las partes, á quienes se señalan veinte
dias para su comparecencia en la superioridad. Asi lo mandaron y firmaron los se
ñores jueces árbitros (ó el de primera instancia), etc¡
(Acerca del formulario del juicio arbitral cuando el compromiso se celebrare
008 FORMULARIOS.
para fallar tn pleito que se halle en segunda instancia, es conforme al que se sigue
en esta por los tribunales ordinarios, por lo que pueden consultarse los formularios
sobre las apelaciones.) ,
AL TITULO V.
SOBRE JUICIO DE AMIGABLES COMPONEDORES.
PÁG.
LIBRO II. (Continuacion).
Títdlo vi. De los trámites y disposiciones comunes á los juicios. ... 5
Seccion I. De la demanda 6
§. I. De los requisitos y cláusulas que se contienen en la demanda. 7
§. II. De los documentos que deben acompañar á la demanda. . . 37
§. III. Efectos de no comprenderse en la demanda los requisitos
enunciados, y de no acompañarse con ella los documentos
referidos 47
Seccion II. De la citacion , emplazamiento y notificacion 53
Emplazamiento por cédula 57
Emplazamiento por exhortos en España 61
Emplazamiento por exhortos para el extranjero 63
Emplazamiento por edictos 69
De las citaciones 76
. De las notificaciones 77
Seccion III. De las excepciones 84
§. I. De las excepciones y sus diversas clases en general. ... Id.
§. II. De las excepciones dilatorias 85
Tiempo en que pueden proponerse las excepciones dilatorias. 95
$,111. De las excepciones perentorias 99
De la compensacion 100
Cuándo denen proponerse las escepciones perentorias. . . 105
§. IV. De las excepciones mixtas de dilatorias y perentorias. . . 107
Seccion IV. De la contestacion á la demanda 109
De los efectos de la contestacion á la demanda 119
De la reconvencion 120
Efectos de la reconvencion 121
Personas que pueden reconvenir 125
Personas a quienes se puede reconvenir Id.
Jueces ante quienes puede hacerse la reconvencion. . . . 126
Juicios y casos en que procede la reconvencion 127
Diferencias entre la reconvencion y la compensacion. . . . 131
Seccion V. De las pruebas 132
§. I. Nociones generales sobre las pruebas, sus clases y objetos, y
sobre los diversos sistemas probatorios Id.
§. II. Delosdocumentospúblicosysolemnescomomediosdeprueba. 144
§. III. De los documentos privados. ... 172
§■ IV. De la correspondencia 174
§. V. Del cotejo de letras I7g
§. VI. De la prueba de confesion 179
Del juramento 19o
§. VII. Del juicio de peritos 19g
TOMO II. 77
610 INDICE.
PÁ
§. VII. Personas que pueden dar juicio pericial 2<
Modo de procederse en el juicio de peritos 2<
Fuerza probatoria del juicio pericial 2i
§. VIII. Del reconocimiento judicial 21
§. IX. Delos testigos 21
Fuerza probatoria de las declaraciones de los testigos. . . 24
§. X. De las presunciones 26;
§. XI. De la fama ó notoriedad 26í
Seccion VI. De las sentencias, vistas y discordias . 26S
Qué sea sentencia y sus diferentes clases Id.
De las vistas de los pleitos 267
Modo de proceder los jueces para dictar las sentencias y cir
cunstancias que deben comprenderse en las mismás. . . 28 í
A quiénes perjudica ó no la sentencia 296
De la condenacion en costas 299
Seccion Vil. De los incidentes 309
§. I. Qué se entiende por incidente y sus clases Id.
§. II. Modo de sustanciarse los incidentes 313
Seccion VIH. De las correcciones disciplinarias 317
Seccion IX. De los dias y horas hábiles para las actuaciones judiciales, 6
dias no feriados 319
Seccion X. De las dilaciones ó términos de las actuaciones 324
Seccion XI. Del papel sellado en las actuaciones judiciales 338
LIBRO III. De los procedimientos especiales ó de los trámites y disposi
ciones peculiares á cada juicio 341
Título i. Del juicio ordinario tí.
Seccion I. De los modos de prepararse el juicio ordinario 343
Seccion II. De la demanda, excepciones, contestacion y demás escritos
que sirven para fijar la cuestion 350
De la produccion y recepcion de las pruebas 373
Del término para recibir la prueba 3S0
Del órden de proceder en la prueba 389
De la publicacion de probanzas 399
De las tachas de los testigos 400
Del alegato de bien probado 408
Seccion III. De la tercera y última parte del juicio, ó de su estado de vis
ta y sentencia definitiva 411
Título n. De los juicios de menor cuantía 417
Seccion I. Contestaciones que son objeto delos juicios de menor cuantía. 427
Seccion II. De la demanda , excepciones y contestaciones, y demás escri
tos que sirven para fijar la cuestion Id.
Seccion III. Del recibimiento del pleito á prueba y del modo de proponerse
y practicarse esta 439
Seccion IV. De la sentencia 446
Título ni. De los juicios verbales 449
§. I. Contestaciones de que se conoce en juicio verbal . ... 456
§. ¡I. Procedimiento que se sigue en los juicios verbales. ... 438
Título v. Del juicio arbitral 469
Seccion I. Cosas que pueden ser objeto del arbitraje 478
Seccion II. Personas que pueden comprometer sus negocios en árbitros. 483
Seccion III. Personas que pueden ser nombrados árbitros 489
Seccion IV. Del compromiso ó constitucion de) arbitraje 494
Efectos del compromiso 503
Fin del compromiso 504
Seccion V. De la aceptacion de los árbitros , sus facultades y obliga
ciones 309
Seccion VI. Del procedimiento que se sigue en el juicio arbitral. ... 514
Título v. Del juicio de amigables componedores 529
Formularias correspondientes á este tomo 543
FORMULARIOS correspondientes al libro tercero , titulo 1.° sobfe el juicio
INDICE.. 6ff
PAC.
ordinario. 543
A LA SECCION I. Sobre diligencias preliminares á este juicio. ... Id.
A LA SECCION II. De la demanda, notificaciones, emplazamientos, excep
ciones , contestaciones y demás escritos que sirven
para fijar la cuestion 548
ALA SECCION III. Produccion y recepcion de pruebas 568
Autos y escritos sobre recepcion de pruebas por tér
mino* ordinario y extraordinario , próroga y suspen
sion del mismo , y escritos de ampliacion. ... Id.
Escritos, autos y diligencias sobre los medios de
pruebas 572
Prueba de documentos públicos y privados. ... Id.
Prueba por confesion ó declaracion del contrario. . . 575
Prueba por cotejo de letras 578
Juicio de peritos. 579
Reconocimiento judicial 583
Prueba de testigos 584
Publicacion de probanzas y oposicion de tachas. . . 5S7
Alegatos de bien probado 588
A LA SECCION IV. De las vistas , autos para mejor proveer , sentencias
definitivas y recursos contra estas 590
FORMULARIO correspondiente a la seccion 7 del tomo VI, del libro II, so
bre incidentes , 594
FORMULARIO del libro III, título II, secciones I y II, sobre el juicio de menor
cuantía 597
A LA SECCION III. Sobre recibimiento del pleito ó prueba, y modo de prac
ticar esta 600
A LA SECCION IV. Sobre la sentencia , apelacion y nulidad de la misma. . Id.
AL TITULO III. Libro 111, seccion II, sobre juicio verbal 601
AL TITULO IV. Sobre el juicio arbitral 604
AL TITULO V. Sobre juicio de amigables componedores 008