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COLECCION COMPLETA
en dos tomos
COLECCION COMPLETA
ENCICLICAS PONTIFICIAS
1832 1965
-
IV» ED ICIO N
co rregida y a u m en tad a
p o r el P. F ederico Hoyos, SVD
I Tomo
1832-1939
EDITORIAL GUADALUPE
BUENOS AIRES
I m p r im í p o te st. Im prim atu r.
Señal consoladora
Antes de lo esperado debió prepararse la cuarta edición de esta “Colección”,
lo cual habla muy alto del creciente interés de sacerdotes y seglares, de católicos
y aun no católicos por el pensamiento pontificio.
Revisión y aumento
Revisamos los textos y notas y corregimos o precisamos no poco de ellos.
Incluimos, naturalmente, además de las anteriores de nuestra tercera edición:
“Ad Petri Cathedram” (1959), “Sacerdotii nostri primordio” (1959) y “Grata
recordado”, las nuevas Encíclicas de Juan XXIII, “Princeps P astorum ” (1959),
sobre las Misiones Católicas, “Mater et Magistra” (1961) sobre la cuestión so
cial, la Carta Apostólica “II religioso convegno”, (1961), “Penitentiam agere”
(1962), “Pacem in terris” (1963) y la Carta Apostólica “ Magnifici Eventus”
(1963; y del Papa Paulo VI su Alocución program ática a los Padres Conciliares
(29-9-1963) y “Ecclesiam suam ” (1964) junto con la carta sobre la Acción Cató
lica al Episcopado argentino.
Las citas
Cotejamos casi todas las citas de los Santos Padres y escritores eclesiásticos
con el original latino o griego y añadimos en las notas el lugar exacto que tiene
en la Colección Patrística de Migne (por ser la más completa) y cuando ya está
publicada la otra correspondiente, en la del “Corpus Scriptorum L atinorum ”
(CSEL), unas pocas veces también la de la “Biblioteca de Autores Cristianos”
(BAC).
Las cifras marginales — Novedad importante
Como novedad introducimos en la presente edición una numeración en el
margen de las columnas. Las cifras corresponden cada vez al texto original de la
fuente indicada al pie del documento, desde 1865 adelante de Acta Sanctce Sedis
(ASS) y desde 1909 Acta Apostolicee Sedis (AAS). De este modo resulta fácil pa
sar de la traducción al texto original y de éste a aquélla, lo que permite en un
caso dado una rápida orientación y un control expedito cuando al estudioso
parece necesario o prudente.
Dada la extensión de la obra y la imposibilidad de añadir el texto original
y hacer una edición bilingüe optamos por este método para obviar en alguna
manera los inconvenientes de una mera traducción.
Apéndice II
Un Apéndice II, mencionado en la “Advertencia a la Tercera Edición” se des
hizo incorporándose todas las Encíclicas de Juan XXIII con sus índices en su
sitio y con paginación correspondiente. Como se dijo más arriba, naturalmente
también los documentos de Paulo VI, en la forma acostumbrada.
Esperam os que la Colección, mejorada en esta forma siga contando con el
favor del público y preste servicios reales a sacerdotes y seglares para mayor
gloria de Dios, más amplia difusión de los pensamientos pontificios y bien de
las almas.
Buenos Aires, 8 de diciembre de 1964, Fiesta de la Inmaculada Concepción.
P. Federico Hoyos, SVD
— 5—
Prólogo de la Segunda y Tercera Ediciones
T e x to
El texto de algunas Encíclicas, ya reproducidas en la primera edición, fue
refundido, de tal modo que resulta a veces una versión totalmente nueva y de
otras sólo retocado, como en cada caso se advierte al pie de la respectiva Encíclica.
Cuando existía, adoptamos para las Encíclicas recién incorporadas la versión ofi
cial de A.A.S. o la oficiosa de la Políglota Vaticana u Oficina de Prensa del Vati
cano, pues considerábamos que, para los fines de esta Colección, era más apro
piada una versión oficiosa que la mejor versión individual. En las traducciones
que quedaban por hacer se ha seguido de cerca la letra del documento pontificio,
pues, no se trataba de realizar una obra literaria sino de presentar una versión
fiel al original. Una vez conocido el pensamiento pontificio y la modalidad de su
presentación, el lector podrá darle la forma literaria apropiada a los fines que
persigue.
Un ligero cambio en el tamaño de papel y tipo de letra permitieron aumentar
el texto sin aumentar excesivamente el número de páginas.
Las Notas
Se han añadido, accediendo siquiera en parte a múltiples pedidos, algunas
notas de introducción y orientación a importantes Encíclicas de más reciente
fecha; en otros casos hemos agregado en el mismo documento, a las ya existentes,
NOTAS propias, señalándolas con
N um eración y Esquem a
Cada Encíclica lleva su número característico con letra negrita, y está divididá
en párrafos numerados (los que normalmente reproducen los incisos y párrafos
naturales del original). Añadimos al texto un subtítulo en negrita, siguiendo, y
donde era posible, perfeccionando el método de la primera edición, para hacer
así más fácil la orientación del lector estudioso. Decimos la orientación y no
contenido por cuanto los breves subtítulos no podían, de ningún modo, reflejar
el rico contenido de los párrafos. Al foliar no nos contentábamos con indicar la
página sino que dábamos en las hojas que se enfrentan el nombre del Papa, el año
de la Encíclica, al menos desde Pío X, las dos primeras palabras con que se suele
citar el documento pontificio, el número característico que lleva en esta Colección
y junto a él el número del correspondiente subtítulo. Esperamos que con este
arreglo sea más fácil el manejo y la orientación del lector en los textos.
En las Encíclicas de mayor importancia hemos intercalado por nuestra
cuentaj a no ser que el original ya lo traía, un esquema del contenido, o hemos
copiado un esquema ya existente en las publicaciones ya numerosas de Encíclicas
Pontificias.
Abreviaciones
Hemos tratado de ser — quizás excesivamente— explícitos en las citas, sin
claves que dificulten la lectura. Apenas hemos empleado abreviaciones que el
lector no entienda a primera vista o no pueda explicarse fácilmente. Tememos
haber caído, por el contrario, en frecuentes repeticiones, al indicar las fuentes; lo
hicimos con la intención de ahorrar al lector búsquedas molestas e inseguridades.
Por las mismas razones, aunque faltando un poco a la estética, pusimos las notas
al pie del texto.
Al citar la gran Colección de obras patrísticas de Migne en griego y latín
empleamos las siglas corrientes Migne, PL (Patrología Latina) o PG (Patrología
Griega), luego se indica el correspondiente volumen y la columna (col.) en que
se halla el texto. (Ejemplo: Migne, PL 128, col. 1312 o sea de la Colección de
Migne, Patrología Latina tomo 128, columna 1312).
8 P r ó l o g o a l a S e g u n d a y T e r c e r a E d ic io n e s
ASS significa: ACTAS de la Santa Sede, que van con este nombre desde 1865
hasta 1908 inclusive;
AAS significa: Actas de la Apostólica Sede, cuga numeración de volúmenes co
mienza en el año 1909 y va hasta el presente. A esta sigla sigue como es natural el
tomo y la página, intercalándose entre ambos el año de la publicación del
documento. (Ejemplo: ASS 39 [194-7] 541).
Cuando citamos en las NOTAS documentos Pontificios contenidos en esta
misma Colección lo hacemos sin sigla, escribiendo: “En esta Coleccción: Encí
clica 150, 3, pág. 1210, donde 150 es el número característico que la Encíclica
tiene en la presente Colección; el número que lo acompaña es el número del
correspondiente subtítulo y luego se añade la página.
Son nueve Indices que completan, y distinguen y hacen más valiosa esta
“Colección”. El primer Indice es el de las citas de la Sagrada Escritura; el se
gundo, el de materias; el tercero, el de los Sumos Pontífices mencionados en los
textos; el cuarto, el de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia mencionados en
los textos; el quinto, el de los Concilios y Sínodos mencionados; el sexto, el de
los documentos pontificios que aparecen en el texto; el séptimo, el de personas
y lugares mencionados en los textos.
Los Indices
El índice analítico (de materias) se completó con paciente prolijidad, agre
gando las materias de las nuevas Encíclicas. Sus 400 páginas contienen casi
todas las ideas que se enuncian en la larga serie de documentos; constituye todo
un arsenal y compendio de pensamientos pontificios puestos en orden alfabético.
Agregamos un doble índice de los documentos, uno cronológico en que
van también los documentos que íntegramente se reproducen en alguna nota y
el otro alfabético, ambos con las indicaciones que los volverán útiles para el
lector que quiera orientarse en el acto sobre la fecha de publicación, contenido y
fuente del original.
Apéndice
En un apéndice añadimos dos documentos de cierta importancia, la carta
de S. Pío X en que se condena “Le Sillón” y la Alocución “Annus Sacer” de
Pío XII sobre los consejos evangélicos y la vida religiosa.
Segundo Tomo
En el segundo tomo, por razones técnicas y de los índices, continúa la
numeración de páginas del primer tomo.
Finalmente
Esperamos que también en su nueva forma preste útilísimos servicios a los
que desean estudiar, a la luz de la palabra pontificia, los transcendentales pro
blemas de la vida del hombre moderno y colabore a través de ella a la cristiana
solución de ellos.
Faxit Deus et Beata Maña Virgo, Caeli Regina, Mundi Domina, Mater Nostra.
Buenos Aires, agosto 15 de 1958, fiesta de la Asunción de la Santísima
Virgen María.
P. Federico Hoyos, SVD
Prólogo a la Primera Edición
Pocos documentos han ido adquiriendo mayor importancia que las Encícli
cas dirigidas por los Sumos Pontífices a la Universal Iglesia o a una parte consi
derable de la misma. La razón es que ninguna voz tiene, aun en los tiempos
modernos, la resonancia mundial alcanzada por la de los Sumos Pontífices. No
solamente en el orden religioso, sino en el orden político y social, la palabra del
Pontificado tiene una influencia y una perennidad superior a cualquier otra
palabra de la tierra. Si a veces el discurso de circunstancias de algún gobernante
sacude por momentos el mundo, su fuerza suele ser efímera, y pierde en todo
caso con el correr de los tiempos una importancia decisiva. En cambio la pala
bra Pontificia en las diversas formas en que llega a los fieles católicos y al
mundo en general, goza de una perennidad simplemente excepcional. ¿Qué valor
tienen actualmente, como normas de orientación y de conducta, los discursos
pronunciados por los jefes de estado del inquieto siglo XIX? ¿Qué valor tienen
ya las proclamas de los hombres de gobierno de nuestro siglo, que actualmente
ya no conservan el poder?
En cambio, las alocuciones pontificias, las Constituciones, Encíclicas, Car
tas, etc., etc., de un Gregorio XVI, Pío IX, León XIII son ávidamente consultadas
por miles de hombres de ciencia y de simples fieles del mundo católico en busca
de una luz y de un guía seguro en los diversos problemas estudiados por los Papas.
Entre los documentos Pontificios revisten especial importancia las Encíclicas,
porque vienen a ser uno de los medios más comúnmente usados por los Sumos
Pontífices para el ejercicio del magisterio ordinario que Jesucristo ha concedido a
los sucesores de San Pedro sobre la Universal Iglesia. En estos documentos el
Papa instruye a la Iglesia o una parte notable de ella, al Clero, a los Religiosos,
a una nación determinada, sobre problemas de capital importancia, y va reco
rriendo todo el campo doctrinal que incumbe a la Iglesia Católica, desde las
materias propiamente religiosas hasta las sociales y políticas.
El valor de estos documentos, desde el punto de vista del asentimiento reli
gioso, que los católicos deben prestarles, está claramente determinado en la
introducción dogmática a la presente obra, en la cual se estudian la naturaleza,
el ámbito y la materia del magisterio eclesiástico, tal como se ejerce en las
diversas clases de documentos pontificios. No es, por lo tanto, nuestro objeto
insistir sobre este punto.
Deseamos sin embargo llamar la atención de los lectores sobre el valor que,
aun desde el punto de vista puramente humano y científico, tienen las Encíclicas
Pontificias. Porque éstas, no solamente están rodeadas de la aureola de la auto
ridad sagrada, sino que en sí mismas constituyen un estudio filosófico, social,
político o histórico de los problemas a cuya solución van encaminadas. Después
de estudiar los más célebres tratados científicos, por ejemplo, de sociología, el
sabio que lee las Encíclicas Pontificias hallará en ellas planteados y resueltos
¡os más intrincados problemas de la filosofía social con mayor precisión y equi
dad, con fórmulas más felices y profundas que en cualquier tratado científico.
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10 E ncíclicas P ontificias
La infalibilidad P ara que el Magisterio de los Apóstoles cum pla la misión que
del M agisterio les consignó su Divino Maestro, es m enester que los Apóstoles,
al enseñar la divina palabra, no se equivoquen ni puedan
equivocarse, es decir, que sean infalibles.
La infabilidad no es ni impecabilidad, ni omnisciencia; es el privilegio de
no errar, ni poder errar. Hay una infalibilidad esencial, exigida por la misma
esencia del ser: y ésta sólo compete a Dios; y hay una infalibilidad participada,
que Dios concede a alguna criatura en vista de determ inados fines: de ésta h a
blamos. Hay tam bién una infalibilidad activa — en enseñar— , y una infalibilidad
pasiva — en creer— de la cual prescindimos.
La infalibilidad que recibieron los Apóstoles es, pues, una infalibilidad
participada, activa y al mismo tiempo restringida a la enseñanza de la Divina
Palabra. No debemos confundirla con la Inspiración que recibían los Apóstoles
y los Evangelistas al escribir las páginas de la Sagrada Escritura. La inspiración
— 13 —
14 E ncíclicas P ontificias
es un don personal en que Dios usa del hombre, como instrum ento de su
revelación.
La infalibilidad es, al contrario, una prerrogativa inherente a la misión de
los Apóstoles, y como ésta se hereda, se transm ite a los sucesores, así tam bién se
hereda y se transm ite la infalibilidad del Magisterio.
Todo esto es u na verdad tan clara y evidente, que hasta el siglo XVI no h a
bía sido negada por ningún hereje. Fueron los Protestantes los prim eros que
negaron el Magisterio auténtico de la Iglesia y de su infalibilidad. Más tarde los
Jansenistas y el Conciliábulo de Pistoia volvieron a negarla, admitiendo sola
mente la infalibilidad pasiva del pueblo cristiano. Lo mismo repitieron últim a
m ente los M odernistas, condenados por Pío X.
C ontra estos errores hablan claram ente las páginas del Evangelio. Fue a
los Apóstoles y a sus sucesores a quienes dijo Cristo: “Yo estaré con vosotros
todos los días hasta la consum ación de los siglos”. Y Cristo no puede estar sino
con la verdad. Fue a los Apóstoles y a sus sucesores a quienes envió Cristo a
instruir a todas las naciones. A los demás sólo conminó con estas palabras: “El
que creyere y fuere bautizado se salvará; el que no creyere será condenado”.
Así lo entendieron los Apóstoles, como lo indican claram ente los Hechos
y las Epístolas. A ellos y no a otros había sido entregado el ministerio de la
palabra; a ellos y a sus sucesores, como Timoteo y Tito, había sido entregado
el depósito de la fe, que sabrían conservar inviolado hasta la segunda venida
del Divino Maestro. Oyendo sus palabras los fieles estarán seguros de oír la
misma voz de su Buen Pastor.
Todo esto realm ente lo podemos deducir de la naturaleza misma de la
Iglesia, instituida p o r Cristo p ara conducir a la vida eterna a todos los fieles
de todos los tiempos hasta la consumación de los siglos.
* * *
Vemos pues que tanto el P apa por sí, como sucesor de San Pedro, como la
Iglesia Docente, es decir, los Obispos, sucesores de los apóstoles, constituyen el
sujeto del Magisterio infalible de la Iglesia. Pero no igualmente.
Los Obispos, considerados aisladam ente, cada uno en su diócesis, tienen un
Magisterio auténtico, pero no infalible, de las verdades cristianas. Lo mismo
podemos decir de los Obispos en Concilios provinciales (reunión de los Obispos
de una provincia eclesiástica) o en Concilios plenarios (reunión de los Obispos
de varias provincias eclesiásticas, presidida por un Legado Pontificio). Sólo cuan
do están reunidos en un Concilio Ecuménico son infalibles los Obispos, pero aún
entonces entre ellos debe estar el Pontífice Romano, no sólo porque a él pertenece
el derecho de presidir el Concilio (generalmente por medio de uno o más Lega
dos) sino porque las definiciones del Concilio no son infalibles y definitivas, sino
después de la confirm ación personal del Romano Pontífice.
Tam bién son infalibles los Obispos cuando, aunque dispersos por el mundo,
enseñan juntam ente con el Romano Pontífice, alguna verdad como doctrina de fe.
Un estudio más detenido del Magisterio de los Obispos nos llevaría fuera del
program a de esta introducción. Bástenos haber trazado a grandes rasgos la doctri
na católica relativa a este punto.
* * *
datos históricos, genealógicos, etc. Hay tam bién verdades formalmente reveladas,
es decir, que se encuentran en térm inos explícitos o implícitos en las fuentes de
la revelación, que son la Sagrada E scritura y la Tradición. Y hay verdades vir
tualmente reveladas que no se encuentran ellas mismas en las fuentes de la reve
lación, pero que se deducen inm ediatam ente de otra verdad form alm ente reve
lada. No debemos confundirlas con las verdades im plícitam ente reveladas, las
cuales, aunque a veces necesiten de un raciocinio expositorio para hacerlas resal
tar en el texto revelado, tienen por prem isas verdades explícitamente reveladas.
Al determ inar ahora el objeto del Magisterio Eclesiástico, debemos distinguir
un objeto directo y primario, y un objeto indirecto y secundario.
El objeto primario y directo está constituido por todas aquellas verdades
form alm ente reveladas en térm inos explícitos o implícitos, que son por sí mismas
objeto de la revelación, porque son necesarias a la salvación o con ella estricta
mente ligadas. Pues es exactam ente éste el fin que tuvo Cristo al instituir el Ma
gisterio infalible de la Iglesia.
El objeto secundario e indirecto es no solamente lo form alm ente revelado,
que accidentalm ente y por concom itancia se encuentra en las fuentes de la reve
lación, sino tam bién todo lo virtualm ente revelado y todo lo que sea necesario
para custodiar, explicar y definir las verdades directam ente contenidas en el
depósito de la fe. Realmente si la Iglesia no fuera infalible tam bién al definir lo
que constituye el objeto secundario de su Magisterio, no podría cum plir la misión
que le confió su Divino F undador de enseñar a todos los pueblos la verdad y
guiarlos a la salvación. P or eso la Iglesia, consciente del sentido y del alcance
de su misión, así lo entendió y lo cumplió desde sus prim eros siglos de existencia,
no solamente determ inando el Canon de los libros inspirados o definiendo los ^
dogmas y condenando las herejías, sino tam bién defendiendo la espiritualidad e
inm ortalidad del alma, la unión substancial del alm a y del cuerpo, y otras verda
des naturales, pero íntim am ente conexas con la revelación.
* * *
blicos”, tanto las ya em anadas, como las que em anaren en lo futuro, como
tam bién a los decretos de las Sagradas Congregaciones, pertenecientes a la
doctrina y aprobados por el Pontífice; y que no pueden escapar a la nota de
denegada obediencia y de tem eridad, y que por lo tanto no están exentos de
culpa grave, toda vez que por palabra o por escrito im pugnen tales sentencias”
(Denz B., 2113).
Esa obediencia no im pide a las personas competentes el proponer a la
Santa Sede con respeto y reverencia las dificultades que contra tales sentencias
tengan. Pero eso no los exime del firme asentimiento religioso interno, que deben
todos los fieles, sin distinción, a todos los actos de la Santa Sede hasta que ella
misma explícita o im plícitam ente los revoque.
Eso es lo que llam an los Santos, “sentiré cum Ecclesia”, ‘‘Sentir, vivir con
la Iglesia”.
Los magníficos documentos pontificios que vamos a leer en estas páginas
enciendan en nosotros m ás vivamente que nunca, nuestro am or hacia el Romano
Pontífice y nuestra adhesión incondicional a la Cátedra de Pedro, pues
— 23 —
ENCICLICAS
DE
G R E G O R I O XVI
INTRODUCCION
Fue el Papa Gregorio XVI el primero a quien le cupo dar definiciones doctrinarias
de la Iglesia sobre materia social y política en ios tiempos modernos.
Se encontraba en este caso en una situación harto delicada; porque junto con
el poder espiritual, como Jefe de la Iglesia católica, ejercía el poder temporal en su
carácter de soberano de los Estados Pontificios. Y, justamente, como gobernante, fue
enemigo acérrimo de innovaciones y reformas; toda idea política nueva le olía a pólvora.
Por cierto, los dramáticos acontecimientos de que fue testigo primeramente y
después principal actor, no ofrecían elementos que hubiesen podido disponerlo bien
a favor de las ideologías nuevas.
Esta disposición peculiar marcaba el rumbo a toda su política interior~y exterior
y también se traslucía en sus encíclicas, comunicando a sus considerandos cierto tinte
personal que, sin afectar en nada la exposición doctrinaria, predisponía a interpreta
ciones antojadizas.
Bartolomeo Alberto Cappellari, que así se llamaba el Papa, nació en Belluno, en
1765, de padres pertenecientes a la pequeña nobleza local.
Desde muy joven sintió vocación religiosa y a los 18 años entró en el monasterio
de los Benedictinos Camaldulenses en Murano, tomando en la religión el nombre de
Mauro, y siendo allí mismo ordenado de sacerdote en 1787.
Mandado por la superioridad a Roma en 1795, desarrolla allí su actividad, con
breves intervalos.
Fueron aquellos para el Papado tiempos gravísimos. Dos Papas sucesivos, Pío VI
v Pío VII, sufren vejámenes de parte de los generales de Napoleón y quedan despojados
de sus dominios, propagándose en éstos las ideas revolucionarias.
El Congreso de Viena (1815) restableció el poder temporal de la Santa Sede, pero
con ello no había cesado en los Estados Pontificios el fermento revolucionario, mante
nido por la actividad de las organizaciones secretas. Las reformas decretadas por
León XII no calmaron los ánimos y el descontento general crecía constantemente, pro
vocando frecuentes motines. La revolución de Julio en Francia fue la señal para el
Levantamiento universal, prendiendo la mecha del polvorín revolucionario de toda la
Éuíopa; los Estados Pontificios no pudieron quedar inmunes del contagio.
En estas circunstancias tan difíciles asume el poder Gregorio XVI, elegido en el
conclave que duró siete semanas después de la muerte prematura de Pío VIII, quien
sólo reinó pocos meses.
El día mismo en que recibe su consagración episcopal y ciñe la triple corona,
estalla en sus Estados la revolución: todo su reinado transcurre en medio de las turbu
lencias populares, revueltas y conspiraciones.
La primera revolución se propagó con la rapidez del rayo; en una semana las
dos terceras partes de los dominios papales estaban en poder de los revolucionarios;
en una más, sólo le quedaba al Papa Roma con sus alrededores; pasadas las tres,
impotente para dominar la revolución, no le quedaba más recurso sino apelar a la
ayuda del Emperador de Austria. Gracias al ejército imperial y a las severas medidas
de represión, el orden quedó restablecido en poco tiempo. Pero no bien se hubieron
retirado las tropas austríacas, tuvo que llamarlas nuevamente, porque los revolucio
narios, viéndose libres de la ocupación militar, reanudaron inmediatamente su activi
dad subversiva, promoviendo sangrientos disturbios.
Desde este momento la política temporal del Papa se basa en el apoyo de la
fuerza armada. Primeramente fueron las tropas extranjeras, después las mercenarias
suizas, las que se utilizaban para reducir a la obediencia a los súbditos papales y calmar
sus impaciencias.
Con estas medidas drásticas se mantenía el orden público, pero se agotaba rápi
damente el tesoro pontificio, consumiendo las tropas suizas sumas enormes, todo lo cual
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28 E ncíclicas P ontificias
GREGORIO PP . XVI
Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica
t. La constante preocupación y tro, por la disposición de Dios, ocupa
práctica de la Santa Sede. Con su mos la Cátedra de Pedro— , teniendo
mo cuidado procuró siem pre la Se ante los ojos aquella norm a estableci
de Apostólica que fuesen religiosa da santísim am ente por Nuestros P re
m ente observados los cánones de la decesores, no pudim os menos de en
Iglesia que prohíben severamente los tristecernos vehem entem ente, V enera
m atrim onios de los católicos con los bles H erm anos, con las m uchas y fide
herejes. Y si bien, p ara evitar más dignas noticias que Nos llegaron de
graves escándalos, fue necesario a ve vuestras diócesis (así como de otros
ces to le ra r en algunos lugares sem ejan
varios lugares), por las cuales entendi
tes m atrim onios, con todo, los Rom a mos que se encontraban allí algunos
nos Pontífices no dejaro n de p ro cu rarque se esforzaban con todo em peño en
por todos los medios a su alcance, que fom entar, entre el pueblo confiado a
aún en esos lugares se enseñase al vuestros cuidados, una com pleta liber
pueblo el desorden y peligro espiritual tad en m ateria de m atrim onios m ixtos
inherentes a tales m atrim onios y, por y, p ara prom overlos con m ás facilidad,
consiguiente, la gravedad del delito de esparcían opiniones contrarias a la
que se hace reo el católico, hom bre o verdad católica. Ellos, según hemos
m ujer, que se atreva a violar las san sabido, se atreven a a firm ar que los
ciones canónicas establecidas acerca católicos pueden libre y lícitam ente
de estas cosas. Si algunas veces los contraer m atrim onio con los heterodo
mismos Romanos Pontífices dispensa xos, no sólo sin recabar dispensa de la
ron, en casos particulares, de esta san Iglesia, (dispensa que, según las reglas
tísim a prohibición canónica, esto fue conocidas, en cada caso hay que im
hecho ciertam ente por causas graves p lo rar de esta Sede Apostólica), sino
y con no poco disgusto, aco stu m b ran aun con desprecio de aquellas debidas
do añ ad ir a sus dispensas la condición cautelas que arrib a m encionam os, so
expresa de tom ar, antes del m atrim o bre todo la que se refiere a la educa
nio, las debidas precauciones, no sólo ción católica de toda la prole. Y a ta n
p ara que el cónyuge católico no pueda to han llegado, que pretenden que los
ser pervertido por el acatólico, — en m atrim onios mixtos deben ser aproba
realidad debe ten er en cuenta que su dos, aun en los casos en que la parte
obligación es a p a rta r del e rro r al no
hereje tenga todavía vivo un cónyuge
católico, en la m edida de sus posibili a n terio r de quien se haya separado
dades— sino tam bién p ara que la prole por el divorcio; y para ello se han
de ambos sexos se eduque íntegram ente esforzado en am enazar con graves cas
en la santidad de la religión católica. tigos, a fin de inducir a los Pastores
de alm as a proclam ar en la Iglesia,
2. D octrina heterodoxa. De aquí que ante el pueblo católico, los m atrim o
Nosotros, —que aun sin m érito N ues(*) nios m ixtos y a asistir luego al acto
(*) Acta Gregorii Pp. XVI, A. M. Bernasconi, Romee, Typ. Polyglotta, 1901, vol. I, 140-142. Trad.
espec. corregida para la 2? edición (Facultad de San Miguel). El texto original (latín) se volvió
a reproducir en “Codicis Iuris Canonici Fontes”, por Gard. Gasparri, Romee, 1928, Tomo II, pág.
740-744.
Las cifras marginales indican las páginas y las dos columnas (I“, II?) del original Latino de
“Acta Gregorii XVI” por “Bernasconi”. (P. H.).
32 E ncíclicas del PP. Gregorio XVI 1, 3 -4
puede h o n rar con verdad sino dentro católica esté im presa y profundam ente
de ella, afirm ando que cuantos están arraigada en los ánimos de todos los
fuera de ella de ninguna m anera se fieles bávaros, ya no será fácil que
sal v a rá n '’. queden sin efecto los avisos y exhor
Tenemos, además, los actos solem taciones con los que os esforzaréis en
nes de la m ism a Iglesia con los que se alejarlos de la unión m atrim onial con
anuncia el mismo dogma. Así, en el los herejes; y para que si alguna vez
decreto de fe que publicó Nuestro se diere una causa grave que parezca
predecesor I nocencio III, en el IV Con persuadir la necesidad de semejantes
cilio Ecuménico de Letrán, se dice: m atrim onios mixtos, no los contraigan
uUna es la Iglesia universal de los fie sin obtener la dispensa de la Iglesia y
les, fuera de la cual nadie puede sal guardando religiosamente las condi
varse” Finalm ente, el mismo dogma ciones que, como dijimos m ás arriba,
se encuentra expresam ente indicado suelen ser im puestas por ella. Es, por
en las profesiones de fe propuestas por cierto, oficio vuestro, enseñar asidua
la Sede Apostólica, tanto en la com ún mente a los fieles que desean contraer
a todas las Iglesias latinas, como en tal m atrim onio (así como a sus padres
y a los otros bajo cuya tutela están)
las otras dos, en uso, una entre los
griegos y otra entre los demás católi cuál es la doctrina canónica acerca de
cos orientales. No hemos enum erado esto, y am onestarles gravemente que
no se atrevan a infringirlos con perdi
estos testimonios, entresecados de en
ción de sus almas. Por lo cual, si el
tre otros muchos, Venerables Herma-
caso lo exige, convendrá recordarles
142 nos, con ánimo de enseñaros un artícu-
1 lo de fe que vosotros ignoráis. Lejos aquel conocidísimo precepto de la ley
de Nos el hacernos objeto de una sos n atural y divina, por el que se nos
pecha tan absurda e injusta. Pero es m anda evitar no sólo los pecados, sino
tal la preocupación que Nos aprem ia tam bién los peligros próxim os de pe
por este im portantísim o y conocidísi car, lo mismo que el otro precepto de
mo dogma, im pugnado por algunos con la m ism a ley por el que se prescribe a
audacia desmedida, que no pudimos los padres educar a sus hijos en la
contener el deseo de escribir algo apo obediencia y temor del S e ñ o r y,
por lo tanto, adoctrinarlos en el ver
yando esta verdad con m últiples argu
mentos.5 dadero culto de Dios, que está úni
cam ente en la Religión Católica. Se
gún esto, los exhortaréis a que con
5. E l celo de los Pastores. Animo, sideren seriam ente la m agnitud de la
pues, Venerables H erm anos, em puñad in ju ria que infieren al Supremo Señor
la espada del espíritu, que es la p ala y la crueldad con que obrarían contra
b ra de Dios, y con todas las energías sí y sus futuros hijos, al exponerse y
de vuestro ánimo esforzaos por a rra n exponerlos al peligro de perversión,
car el error, que se va infiltrando. contrayendo tem erariam ente un m a
Obrad de tal m anera y de tal m anera trim onio mixto. Y p ara que la grave
obren bajo vuestra dirección los de dad de este peligro aparezca más cla
más pastores de alm as que os están ram ente, les recordaréis los saludables
subordinados, que el pueblo fiel de avisos de los Apóstoles y de los cáno
Baviera se aliente a custodiar con celo
nes de los Padres que se refieren a la
aún más ardiente la fe y la unidad
necesidad de evitar el peligroso trato
católicas, como único cam ino de sal
fam iliar con los herejes.
vación, y, por lo mismo, a evitar todo
peligro de abandonarla. Pues cuando Pero si, lo que Dios no perm ita, al
esta necesidad de m antener la unidad guna vez aconteciese que tales avisos
(1) Ver Denzinger-Umberg, Enchiridion Symb. (2) Eíes. 6, 4.
430; S. Cipriano Ep. 73 a Iubaiano, n. 21 (Migne
PL. 3, col. 1123-B).
E n c íc l ic a s P o n tific ia s 2
,14 E n c íc l ic a s d e l PP. G r e g o r io XVI (1832) E 6
y exhortaciones fuesen ineficaces y Salvo el caso en que el m atrim onio
algún hom bre o m ujer católicos no precedente —que la parte herética
quisiere abandonar su perversa deter cree haber sido disuelto por el divor
minación de contraer m atrim onio m ix cio— hubiese sido del todo inválido,
to sin pedir o sin lograr la dispensa de en virtud de un impedimento canónico
la Iglesia o descuidando las debidas dirim ente que se le oponga. Aun así,
142 cautelas o algunas de ellas, entonces, en este último caso, no sólo habrá que
11 ciertam ente, será deber del P astor sa observar todo lo arrib a indicado, sino
grado no sólo abstenerse de honrar que, además, habrá que d u d a r que el
con su presencia el mismo m atrim o nuevo m atrim onio no se conceda sino
nio, sino tam bién om itir las proclam as después que la causa del prim er m a
y negar las letras dimisoriales. Es trim onio haya sido juzgada en juicio
vuestro deber, Venerables Hermanos, eclesiástico llevado según las norm as
avisar a los párrocos y debidamente de los cánones, por el que dicha unión
exigirles que se abstengan todo acto sea declarada inválida.
semejante. Puesto que el cura de almas
que obrase de otra m anera, sobre todo 6. E xhortación final. Esto es, Vene
en las actuales circunstancias de Ba- rables Hermanos, lo que creíamos de
viera, parecería, en cierto modo, ap ro ber m anifestaros en el asunto que tra
bar con sus actos esos m atrim onios tamos. Mientras tanto, no dejamos de
ilícitos y fom entaría con sus obras solicitar de Dios Optimo, Máximo con
aquella libertad perniciosa para la sa fervorosas plegarias que os revista con
lud de las alm as y tam bién para la la virtud de lo alto a vosotros y a todo
causa de la fe. el clero de Baviera, y para que sim ul
Después de esto apenas será nece táneam ente con ese pueblo fiel os p ro
sario añadir nada acerca de aquellos teja con su diestra y os defienda con
casos m ucho más graves de m atrim o su santo brazo. Y sea, testimonio del
nio entre católicos y herejes, en los gran afecto que sentimos en el Señor
que la parte acatólica tiene vivo toda hacia vosotros, la bendición apostólica
vía el anterior cónyuge, de quien se ha que con todo am or os im partim os, te
separado por divorcio. Conocéis, Ve niendo presente tam bién al clero y a
nerables H erm anos, la firm eza que el los fieles laicos de vuestras diócesis.
derecho divino confiere al vínculo m a Dado en Roma, junto a San Pedro,
trim onial, el cual no puede ser roto bajo el anillo del Pescador, el día 27
por la autoridad hum ana. P o r lo cual de Mayo del año 1832, de Nuestro P o n
el m atrim onio m ixto en semejantes ca tificado el año segundo.
sos no sólo se h aría ilícitamente, sino
que sería del todo nulo y adulterino. GREGORIO PAPA XVI.
2
307 1. Las preocupaciones del Papa por el enorme escándalo de las innovacio
1 la Pragmática Constitución civil, y la nes os exigió una respuesta lo más rá
negligencia en curar sus males. Cuan pida posible acerca del estado de esas
tos m ás graves sean los m ales que am e Iglesias, sea que estuviese acorde con
nazan a la Iglesia Católica por las m al sus deseos, para consolar su dolor, sea
vadas m aquinaciones de los adversa que, lo que no esperaba, les fuese ad
rios, con ta n ta m ayor p ro n titu d deben versa, para que pudiese tom ar las m e
esforzarse en contenerlas los Rom anos didas que reclam ase el deber del cargo
Pontífices a quienes, constituidos en la apostólico. Estas exhortaciones y suge
Cátedra del Bienaventurado P e d r o , se rencias de tal Pontífice en u n asunto
les dio por divina determ inación la tan grave, os hubieran debido in citar e
suprem a potestad de apacentar, regir inflam ar cuanto incum bía a quienes,
y gobernar la m ism a Iglesia. Pío VIII, como abogados constituidos p ara de
predecesor nuestro de feliz recorda fensa de la Iglesia, corresponde vigilar
ción, com prendiendo ciertam ente esto, atentam ente po r su protección. Pero lo
apenas supo con m áximo dolor que en que nunca pudo im aginar N uestro ce
las regiones de la provincia de Rena- lebrado predecesor y lo que, si aún
nia se habían intentado audazm ente y viviese, lo hubiera turbado sin duda
no con vano conato, m uchas cosas m uy vehementemente, estaba reserva
contra la doctrina de la m ism a Iglesia
do p ara que Nos causara dolor a Nos
y su divina autoridad y constitución,
que inm erecidam ente ocupam os su lu
en la carta que os dirigió el año 1830,
gar poco después de los hechos m en
307 a fines del mes de junio, anim ó, ya que
las circunstancias lo exigían, vuestra cionados. C ontrariados y casi con re
pastoral solicitud a tu telar con todo pugnancia debimos, pero con todo no a
celo los derechos de la Iglesia y defen podem os d ejar de decir que las cosas
der la sana doctrina, de m anera que sucedieron en form a tan con traria a los
en modo alguno dudarais en m ostrar deseos de esta Santa Sede, la cual en
a quienes fuese necesario cuán con teram ente ignora cuáles hayan sido
tra ria s eran a la razón y a la ju sti vuestras gestiones que cerca de esos
cia las m edidas perniciosas p a ra la Príncipes por la incolum idad de la Re
Iglesia que ya se habían adoptado o ligión Católica habéis hecho y qué éxito
que estaban a punto de adoptarse, y hayáis logrado, que pasados tres años
procuraseis por lo tanto que fuesen aún espera los relatos detallados que
revocadas. Sum am ente preocupado por tan solícitam ente os encareció Pío VIII
(*) Acta Gregorii Pp. A. M. Bernasconi, I, 307-310. Traduc. espec. corregida para la 2* edición.
Las cifras marginales indican las pág. y columnas (I* y II*) del texto original latino en Bernasconi
— 45 —
46 E n c íc l ic a s d e l PP. Gr e g o r io XVI (1833) 4, 2
que quieren reform ar radicalm ente el solemne juicio la Iglesia en las varias
santísim o instituto de la penitencia sa veces m encionada Constitución Aucto-
cram ental, se burlan contum eliosa rem fidei”, sobre todo de las proposi
m ente de la Iglesia y casi la acusan de ciones 30, 33, 66 y 78.
erro r como si hubiese enervado ese
mismo saludable instituto y menosca 7. Conclusión y exhortación final.
bado su eficacia y virtud, ordenando Siguiendo los ejemplos de nuestros
la confesión anual, concediendo indul predecesores en casos similares, Ve
gencias con la condición de que se nerables Hermanos, juzgamos deber
practique la confesión y perm itiendo Nuestro exponeros estas cosas según
el culto privado y las misas cotidianas. parecía exigirlo Nuestro cargo apostó
¿P odrá la Iglesia que es colum na y lico, con el fin principal de que, pues
fundam ento de la verdad y a quien el tos en evidencia los errores de estos
E spíritu Santo como consta enseña hombres, aparezca en los hechos adon
siempre todas las verdades, m andar, de conduce el depravado apetito de in
conceder y perm itir cosas que conduz troducir novedades en la Iglesia. Por
can a la ruina de las alm as y a la des lo demás, con qué angustias esté opri
hon ra y detrim ento de un Sacram ento mido nuestro corazón en medio de
instituido por Cristo? “¿No será pro tantas am arguras como afligen a la
pio de una insolentísima locura, como Iglesia, fácilmente lo podéis suponer.
decía S an Agustín , disputar si se debe Gemimos al ver a la esposa sin m ancilla
hacer lo que acostumbra hacer por del inm aculado Cordero Jesucristo ve
todo el orbe la Iglesia?” No queremos jada por los ím petus de los enemigos
pensar que estos innovadores que externos e internos, y con abundantes
ostentan un celo tan vivo por fom en lágrim as deploram os los males que la
ta r la piedad en el pueblo, sólo desean oprim ían estando allí reducida a opro
que, dism inuida o más bien suprim ida biosa cautividad. Añádase lo que pade
del todo la frecuencia de los sacra ce por causa de sus hijos torpem ente
mentos, languidezca paulatinam ente y alejados del seno am antísim o de su
se destruya por últim o la Religión en m adre los que hablan falsam ente con
tera. 6 tra ella. Lejos de nosotros sin em bar
go el desfallecer, lejos de nosotros el
6. Otros errores. Sería dem asiado contener la voz apostólica en tan grave
largo, Venerables H erm anos, proseguir necesidad de la causa apostólica, y
enum erando las demás opiniones erró que, despojándonos de la fortaleza, el
neas de los innovadores, sea acerca juicio y la virtud del espíritu de Dios,
del estipendio de las misas que a fir y como perros mudos incapaces de la
m an deber suprim irse, como de la cos drar, dejemos que la grey del Señor
tum bre de ofrecer m uchas misas por el sea expoliada y las ovejas de Cristo
mismo difunto, que dicen ser contra- se conviertan en pasto de todas las
!I° rio a la doctrina de la Iglesia acerca bestias del campo. P or tanto, quere
1 de la infin ita v irtud del sacrificio de mos que estéis persuadidos, Venerables
la nueva ley, o sea acerca de un nuevo Herm anos, de que es tal la disposición
ritual escrito en lengua vulgar que de de Nuestro ánimo que nada de lo que
sean más adaptado a la índole de nues esté en Nuestras m anos dejarem os de
tros tiempos, o en fin acerca de las hacer hasta que a la Iglesia Católica
congregaciones piadosas, las plegarias se le restituya la libertad anterior que
públicas y sagradas peregrinaciones pertenece enteram ente a su divina
que de diversa m anera reprueban. Es constitución y sea cerrada la boca de
sufÍcente advertir que tales opinio quienes hablan iniquidades. Pero no
nes no proceden de otra corruptísim a podemos dejar de excitar con el celo
fuente ni m anan de otros principios de la Religión vuestra constancia y vir
que los que hace tiempo condenó con tud, Venerables Hermanos, y de exhor
50 E n c íc l ic a s d e l PP. G r e g o r io XVI (1833) 4, 8
taros vehem entísim am ente p ara que vigor del episcopado y la sublime y
unidos con el E spíritu de Dios luchéis divina potestad de gobernar la Iglesia.
por la causa de la Iglesia. A vosotros
que habéis sido llam ados a participar 8. P alabras finales y Bendición. 310
de la solicitud cuya plenitud nos fue A hora sólo resta que, m editando a los 11
concedida, incum be custodiar el santí pies del Señor, reparéis con cuidado en
simo depósito de la fe y sagrada doc la gravísim a obligación de vuestro car
trina, alejar de la Iglesia toda profana go y el durísim o juicio que espera a
todos los que gobiernan, pero muy en
novedad y esforzaros con todo ánimo
particular a los vigías de la casa de
contra quienes se em peñan en concul
Israel. Confiamos en que os encenderéis
car los derechos de esta Santa Sede. en adelante de tal celo por ayudar se
Desenvainad pues la espada de la fe, gún vuestras fuerzas a la Religión Cató
que es la palabra de Dios, como tan lica y por defenderla de los impíos ene
encarecidam ente os lo inculca el Após migos, que llegaréis a realizar aún m a
tol P a b l o en la persona de su discípulo yores cosas de las que os escribimos.
T i m o t e o ; instad oportuna e inoportu Reconfortados y solazados grandem en
namente., argüid, rogad, reprended con te con esta esperanza os im partim os
toda paciencia y doctrinaW. Y nada os am orosam ente a vosotros y a los pue
detenga a com prender cualquier com blos confiados a vuestra fidelidad la
bate por la gloria de Dios, la tutela de Bendición Apostólica, augurio de todos
la Iglesia y la salud de las almas en los bienes.
com endadas a vuestros cuidados. P en Dado en Roma junto a Santa María
sad en Aquel que sostuvo tan gran la Mayor, bajo el anillo del Pescador,
contradicción por obra de los pecado el día 4 de Octubre de 1833, de Nues
tro Pontificado el año tercero.
res. Pues si teméis la audacia de los
malvados, puede darse por perdido el GREGORIO PAPA XVI.
0 ) II Tim. 4, 2.
ENCICLICA “SINGULAR! NOS ”0'0
(24-VI-1834)
ridad civil; añade tam bién el propó potestad. Pero lo que resulta del todo
sito de establecer penas contra los que increíble y desconcertante es que en el
obraren de otra m anera. Y ¿qué más? Congreso de Badén se haya llegado
Al poder civil se da la libre facultad a vindicar para la autoridad civil el
de autorizar o rechazar en cada oca derecho y oficio de intervenir en el
sión la celebración de los sínodos que modo de adm inistrar los sacramentos.
llamamos diocesanos, e inspeccionar A esto, en realidad, tienden los artícu
los, dirigir los sem inarios y confirm ar los que allí se redactaron con tem era
la organización de su régimen interno, rio atrevim iento acerca del sacramento
establecidos por la jerarquía, nom brar del m atrim onio, grande en Cristo y en
a los clérigos p ara los cargos eclesiás la Iglesia; el manifiesto favor dispen
ticos luego de someter su ciencia a un sado a los m atrim onios mixtos; la
examen, regir la form ación m oral y obligación im puesta a los párrocos ca
religiosa del pueblo y ordenar, en fin, tólicos de bendecir los m atrim onios
todo lo que toca a la disciplina de la sin tener en cuenta diferencia alguna
Iglesia que llam an externa, por más de religión entre los cónyuges; y final
que sean de índole y naturaleza espi mente, las gravísim as amenazas de
ritual y se refieran al culto de Dios y castigos contra los que se resistieren
a la salud de las almas. Nada empero a obrar de ese modo. Todo esto m e
es tan propio de la Iglesia y tan celo rece ser reprobado por la ingerencia
samente reservado por Cristo a sus del poder civil en legislar sobre la ce
pastores, como la adm inistración de lebración de un sacram ento instituido
los sacram entos por El instituidos; só por Dios y por su atrevim iento al ejer
lo aquellos a quienes constituyó m i cer su autoridad sobre los sagrados
nistros de su obra en la tierra tienen pastores en m ateria tan im portante.
derecho a determ inar el modo que se Aún más severa censura merece por
ha de seguir en su adm inistración. patrocinar la absurda e im pía opinión,
Inadmisible, por tanto, que la autori llam ada indifeJentismo en la que
dad civil se arrogue parte alguna en se apoyan necesariamente. C ontrarían
tan santa función; inadm isible que además abiertam ente la verdad cató
establezca algo en todo esto o quiera lica y la doctrina de la Iglesia que
im ponerlo a los m inistros sagrados; siempre detestó y prohibió los m atri
inadm isible que sancione en su legis monios mixtos, tanto por la sacrilega
lación algo contrario a las leyes, ora participación en lo sagrado como por
les o escritas, trasm itidas a nosotros el grave peligro de perversión del cón
desde los orígenes de la Iglesia, y que yuge católico y la m ala educación de
regule la adm inistración de los divi la futura prole. P or eso nunca conce
nos m isterios al pueblo cristiano. No dió la libre facultad de contraer m a
ignoras, decía S a n G e l a s io , Predecesor trim onio sin añadir las condiciones
Nuestro, en su carta al em perador que alejen las causas de peligro y p er
no ignoras, hijo clementísi
A n a s t a s io , versión.
mo que gobiernas al género humano,
por tu dignidad, pero debes humillar 4. La unidad de la Iglesia y el Ro
devotamente tu cuello a los que gobier mano Pontífice. La sum a potestad que
nan en lo espiritual y recibir de ellos Cristo concedió a su Iglesia de dispo
los medios para tu salvación, y que en ner en m ateria de Religión y regir la
la recepción de los divinos sacramen sociedad cristiana con absoluta inde
tos y en la conveniente preparación a pendencia de la autoridad civil, la
ellos, no te compete presidir sino so otorgó como claram ente enseña el
meterte a las normas de la Religión. Apóstol escribiendo a los E f e s io s , en
Sabes por lo mismo, que en todo esto, bien de la unidad. ¿A qué se reduciría
dependes del juicio de los pastores y esta unidad si no hay al frente de toda
no debes pretender someterlos a tu la Iglesia uno que la defienda y .g u a r
6, 4 E n c í c l i c a “ C o m m is s u m D i v i n u s ” 57
de, que una a todos sus m iem bros en de P e d r o , ha de saber que está privado
una idéntica profesión de fe y los ju n del divino misterio. Quienquiera, aña
te con un lazo de caridad, am or y de S a n J e r ó n im o , que comiere el cor
unión? La sabiduría del divino Le dero fuera de esta casa es un pro
gislador exigía absolutam ente que al fano, y quienquiera no se encontrare en
cuerpo visible presidiera u na cabeza esta arca de NoÉ, perecerá en el dilu
visible con la que se quitara la oca vio: y como el que no recoge con
sión del cisma. P or eso, si bien es Cristo (así también, quien no recogiere
com ún la dignidad de todos los obis con su Vicario), desparrama^. Y ¿cómo
pos, que el E spíritu Santo puso para recogerá con el Vicario de Cristo el
regir su Iglesia, y en lo que atañe que destruye su sagrada autoridad,
al orden tienen la m ism a potestad, el quebranta los derechos que él posee
grado de todos en la jerarq u ía no es por ser cabeza de la Iglesia y centro
el mismo, ni igual la am plitud de su de la unidad, por detener el prim ado
jurisdicción. Ciertamente aun entre los de orden y jurisdicción y poseer la
santos Apóstoles —usam os las p a plena potestad divinam ente confiada
labras de S a n L e ó n M a g n o — bien que de apacentar, regir y gobernar la u n i
semejantes en dignidad hubo diferen versal Iglesia? Y, con lágrim as lo de
cia de poderes: todos fueron iguales cimos, aun a esto se han atrevido en el
en la elección pero a uno sólo se con Congreso de Badén. Solamente el Ro
cedió la preeminencia sobre los otros... mano Pontífice y no cualquier obispo
porque quiso el Señor hacer partícipes puede, por su propio y natural derecho,
a los Apóstoles del sagrado cargo evan cam biar los días establecidos en la
gélico, de tal manera que lo confirió Iglesia para la celebración de las fies
primariamente a S a n P e d r o , príncipe tas y observancia de los ayunos, y
de los apóstoles. Y lo que concedió abrogar el precepto de oír misa. Así
a solo P e d r o entre todos los Apóstoles el sínodo fue claram ente definido con
al prom eterle las llaves del Reino de tra P i s t o y a por Nuestro Predecesor
los cielos, y al encom endarle el cuida Pío VI, de feliz memoria, en la Cons
do de apacentar los corderos y las ove titución Auctorem fidei publicada el
jas, y confirmar a sus hermanos, qui día veintiocho de agosto del año mil
so — p ara bien de su Iglesia, que h a setecientos noventa y cuatro. Muy dis
bía de d u rar hasta el fin de los si tinto es lo que se dice en los artículos
glos — se trasm itiese a los sucesores de B a d é n , pernicioso sobre todo, por
de P e d r o , poniéndoles al frente de ella afirm ar sin las debidas distinciones y
con iguales derechos. E sta fue siempre reservar expresam ente al poder civil
la sentencia concorde e in quebranta como cuestión de disciplina todo dere
ble de todos los católicos; y dogma es cho en esta m ateria. Tam bién es dere
de fe que el Romano Pontífice, sucesor cho característico de los Romanos
de S a n P e d r o , Príncipe de los Apósto Pontífices el eximir a las Congregacio
les, tiene en toda la Iglesia el prim ado, nes Religiosas de la Jurisdicción epis
no sólo de honor, sino tam bién de copal sometiéndolas a la suya; consta
autoridad y jurisdicción, y que por lo que desde remotos tiempos usaron los
tanto los mismos obispos le están su Pontífices de este derecho. Los artícu
jetos. Consiguientemente, a la Santa los de B a d é n lo atacan m anifiestam en
Sede de P e d r o , o sea, a la Iglesia Ro te. En efecto, sin m encionar siquiera
m ana, como prosigue el mismo S a n el permiso que se debe solicitar y obte
León, es necesario se una la universal ner de la Sede Apostólica se estableció
Iglesia y se junte allí como en el cen que la potestad secular adoptase las
tro de la unidad y comunión eclesiás medidas necesarias, para que, abolidas
tica en tal forma que quien quiera se las exenciones de los m onasterios exis
atreviese a apartarse de la compañía tentes en S u i z a , se sometiese a las fa-
(í) Mat. 12, 30; Luc. 11, 23.
58 E n c íc l ic a s d e l PP. G r e g o r io XVI (1835) 6, 5-6
lo que se sancionó sobre los derechos como quiera que ocupando, aunque
de los Obispos como si no cupiera en sin merecerlo, el cargo de maestro y
su ejercicio lim itación alguna. Si los doctor universal debemos evitar cuida
artículos establecidos en el citado con dosamente que alguno sea inducido en
greso se consideran atentam ente y en error por causa Nuestra, y juzgue que
los principios de donde dim anan, pare los m encionados artículos del Congre
cen insinuar que la autoridad suprem a so de Badén no se oponen en modo
del Romano Pontífice no puede o no alguno a la doctrina y disciplina de la
debe, ni siquiera con justa causa, res Iglesia. Pero, a fin de que negocio de
tringir o lim itar la jurisdición de los tanta im portancia, fuese llevado, según
Obispos. No debe pasarse por alto lo costumbre de esta Santa Sede, con la
que se trató y propuso, sobre la erec m áxim a prudencia, quisimos someter
ción de la sede m etropolitana y la los tales artículos a un m uy minucioso
unión de algunas de esas diócesis a examen. Oído, pues, el parecer y reci
o tra iglesia C atedral situada fuera de bidos los votos de nuestros Venerables
Suiza . Si bien se tuvo en este caso a l H erm anos Cardenales de la Santa Ro
guna consideración con los derechos m ana Iglesia de la Congregación en
de la Sede Apostólica, no fue con todo, cargada de los Negocios eclesiásticos,
la que exige la índole del prim ado di y habiendo tam bién por Nos mismo
vino. Allí se decidió como si en cues seria y m aduram ente considerado todo
tiones tan trascendentes pudiese la el caso, por propia determinación,
autoridad civil decretar librem ente y ciencia cierta y con la plenitud de la
con derecho propio lo que crea con potestad apostólica condenamos y
veniente a las necesidades espirituales queremos que como reprobados y con
de los pueblos. Omitimos otras m uchas denados sean tenidos perpetuam ente
cosas que sería fatigoso enum erar, las los predichos artículos del Congreso de
que sin embargo no son menos in ju Badén o las afirm aciones que contie
riosas a la santa cátedra de P edro, y nen, teniendo en cuenta sobre todo
am inoran, violan y desprecian su auto su contexto, como falsas, tem erarias,
ridad y dignidad.5* erróneas y que derogan los derechos
de esta Santa Sede, destruyen el régi
5. R eprobación y condenación. Sien men y divina constitución de la Iglesia,
do esto así en u na violación tan gran someten el m inisterio eclesiástico al
de y m anifiesta de la doctrina y dere dominio secular, dim anan de princi
cho eclesiásticos, en tanto y tan grave pios condenados, saben a herejía y
peligro del catolicismo en esas regio son cismáticos.
nes, hubiese sido obligación Nuestra,
apenas realizado el Congreso de Ba 6. E xhortación a los obispos. Y
dén, levantar la voz desde este monte m ientras según la obligación del oficio
santo y argüir, reprender y condenar apostólico, juzgamos deber expresar
públicam ente los artículos redactados. públicam ente esto, sólo Nos resta aho
Si diferimos h asta ahora Nuestra sen ra hablaros con patern al afecto a vos
tencia sobre su perversidad fue porque otros, que habéis sido llamados a p a r
esperábam os que la autoridad civil no ticipar de aquel cuidado cuya plenitud
sólo no los tendría en cuenta, sino que Nos confió, aunque sin merecerlo, el
los rechazaría y reprobaría. Pero las Príncipe de los pastores. Con cuántas
cosas en gran parte no sucedieron se angustias gime Nuestro corazón, Vene
gún Nuestros deseos; al contrario, con rables Hermanos, entre tantos males
gran dolor Nos hemos enterado de que con los que casi en todas partes, en
en algunos lugares se h an aprobado le estos tiempos m isérrim os, se oprim e a
yes en que públicam ente se confirm an la Iglesia Católica; y cuánta tristeza
y sancionan dichos artículos. No pode hemos recibido de las cosas que ahí
mos esperar y callar por m ás tiempo recientemente con grandísim a audacia
6, 7-8 E n c íc l ic a “ C o m m is su m D iv in u s ” 59
m aestros del error se encuentra según zu Bonn, E rster Theil. M ünster in der
constante y casi com ún voz en Ale Coppenrathschen Buch- und Kunst-
m ania, J o r g e H e r m e s , quien ap a rtán handlung 1834”. (O sea en castellano).
dose audazm ente del recto sendero que /. Introducción a la teología cristiano-
fijaron la universal tradición y los san católica, autor Jorge Hermes, profesor
tos Padres, y aun despreciándolo y de teología dogmática en la Academia
condenándolo, p repara u na vía tene- de Monasterio. Parte primera que con
86 brosa p a ra todos errores en la duda tiene la introducción a la filosofía, Mo
1 positiva como base de toda la investi nasterio, librería y casa de arte Coppen-
gación teológica y en el principio que rath 1819. II. Introducción a la teo
establece de que es la razón la princi logía cristiano-católica, autor Jorge
pal norm a y el único medio por el que Hermes, doctor en teología y filosofía,
el hom bre puede llegar al conocim ien profesor de teología en la Academia
to de las verdades sobrenaturales. Lo renana Federico-Guillermo, de la Uni
cual apenas llegó a nuestros oídos versidad de Bonn y capitular de la
junto con m uchas denuncias, reclam a iglesia Catedral Metropolitana de Co
ciones y pedidos de m uchos teólogos lonia. Parte segunda que contiene la
de Alemania y sagrados pastores de la introducción positiva. Monasterio, li
Iglesia, p ara no faltar al oficio del brería y casa de arte Coppenrath 1829.
Apostolado a Nosotros confiado y al III. Dogmática cristiano-católica, autor
cargo de custodiar el sacrosanto depó Jorge Hermes, doctor en Teología y
sito de la fe, inm ediatam ente procura Filosofía, profesor de teología en la
mos que las obras de H e r m e s , fuesen Academia renana Federico-Guillermo
enviadas, como se hizo, a la Santa Se de la Universidad de Bonn y capitular
de, p ara ser examinadas. Son las si de la Iglesia Catedral Metropolitana de
guientes (editadas en alem án ): “ I. Ein- Colonia; editada después de su muerte
leitung in die Christkatholische Theo- por D. S. H. Achterfeldt, profesor ordi
logie, von Georg Hermes, Profesor nario en la Academia teológica e ins
der dogm atischen Theologie an der pector del convictorio católico de
U niversitát zu Münster. E rster Theil. Bonn. Parte primera. Monasterio, li
Philosophische Einleitung, M ünster in brería y casa de arte Coppenrath 183A.
der Goppenrathschen Buch-und Kunst- Estos libros m andados entregar a teó- 86
handlung 1819. II. Einleitung in die logos peritísim os de la lengua alem a- 11
Ghrist-katholische Theologie von Georg na para que los analizaran con suma
Hermes, Doktor der Theologie und diligencia y eligieran los principales
Philosophie, Profesor der Theologie trozos de ellos, aun cuando fuese nece
an der Rheinisehen Friedrich - Wil- sario citar m uchas frases según lo exi
helms - Universitát Bonn, und Dom- giera el sentido y las palabras del con
kapitular der M etropolitankirche zu texto, y habiéndolas traducido al latín
Kóln. Zweiter Teil. Positive Einleitung las anotaron cuidadosamente. Todo lo
erste Abteilung, M ünster in der Gop cual lo hicieron con gran cuidado y
penrathschen Buch- und K unsthand- consideración y están ya del todo con
lung 1829. III. Christkatholische Dog- formes con la fama. Además los m is
m atik, von Georg Hermes, D oktor der mos trozos seleccionados juntam ente
Theologie und Philosophie, Professor con las notas que contenían las censu
der Theologie an der Rheinisehen F ried ras de los teólogos m encionados fue
rich - W ilhelms - U niversitát Bonn, ron entregados tam bién a otros m aes
und D om kapitular der M etropolitan tros de sagrada teología para que h i
kirche zu Kóln; nach dessen Tode cieran de nuevo el examen de su cato
herausgegeben von O. S. H. Achterfeld, licidad, y todos, con consentimiento
ordentl. Professor der Theologie an unánim e, convinieron en que en tales
der Universitát und Inspektor des Ka- trozos estaban contenidas doctrinas
tholisch-theologischen Konvictoriums disonantes con los principios de las
62 E n c íc l ic a s d e l PP. G r e g o r io XVI (1835) 7, 3
63 —
64 E n c íc l ic a s d e l PP. G r e g o r io XVI (1840) 8, 2-3
congojas comunes a Nos y a vosotros, y en los consuelos con que por esta
Venerables H erm anos, ha sido p ara que m ism a causa, el Padre de las misericor
consideréis m ás intensam ente cuánto dias y Dios de toda consolación nos
le im porta a la Iglesia el que todos los conforta en toda tribulación nuestra^SK
sagrados obispos, con doblado interés Porque m ientras hemos de llorar por
y actividad m ancom unada trabajen una parte, el perjuicio que en algunas
con todo esfuerzo p ara que sean re regiones ha sufrido y sufre la religión
prim idos los ataques de enemigos tan católica, debemos por otra, alegrarnos
num erosos de la Religión, p ara que de los frecuentes triunfos que, aún allí
sean rechazados sus tiros y precavidos mismo, ha conseguido y consigue, por
y arm ados los fieles contra las astutas la invicta constancia de los católicos y
caricias que m uchas veces emplean. sus pastores. De tal m anera que nos
Lo cual Nos, como sabéis, procuram os alegramos grandem ente de aquellos fe
hacer en toda oportunidad y no desis lices y adm irables progresos en medio
tirem os: como no ignoram os que lo de tantos obstáculos, y nuestros mismos
habéis hecho tam bién vosotros y con adversarios perciben que las opresiones
fiamos lo seguiréis haciendo con siem y vejaciones con que se asalta la Iglesia
pre más intenso empeño. no pocas veces sirven para su gloria y
para confirm ar m ás y más a los fieles
84 2. Auxilio y victoria en Cristo Jesús. en la Religión católica.
11 P o r lo demás, V enerables H erm anos,
p ara no desanim arnos en medio de las 3. T riunfo de la Iglesia en las Mi
dificultades, conviene guardarnos de siones. Y en verdad, p a ra hab lar de las
creer que las debamos superar median misiones apostólicas, ¡qué causa de ale
te nuestras propias fuerzas; siendo grarnos no nos ofrecen los copiosos
Cristo nuestro consejo y fortaleza, y frutos de la Iglesia universal en esas
pudiéndolo todo El, sin el cual nada mismas misiones, los progresos d<* la
podemos; El cual, confirmando a los fe en América, y especialmente e:q las
predicadores del Evangelio y a los mi I ndias y otras tierras de infieles! P a r
nistros de los sacramentos dice: “He que no ignoráis, Venerables Herm anos
aquí que con vosotros estoy todos los que tam bién en nuestros tiempos se
días hasta la consumación de los siglos. difunde intensam ente en aquellas re
Y en otra ocasión: Os he dicho estas giones el núm ero y el celo de los varo
cosas para que tengáis paz en mí; en el nes apostólicos, que, sin ayuda, con la
mundo tendréis tribulación: pero tened coraza de la fe, no sólo se atreven a
confianza, yo he vencido al mundoO), pelear, de palabra y por escrito, en p ri
Estas promesas, siendo manifiestas a vado y en público, las batallas del Se
todas luces, no deben perder su fuerza ñor contra las herejías y la increduli
por ningún impedimento; no sea que dad, y ciertam ente con éxito, sino tam
aparezcamos ingratos a la elección de bién encendidos en el fuego de la cari
Dios, cuyo auxilio es tan poderoso dad, sin detenerse ante las dificultades
como son veraces sus promesas”(2K de los viajes y la m agnitud de los tra
¿Quién no ve m anifiestam ente, aún en bajos, buscan por tierra y m ar a los
esta edad, los frutos de las prom esas que están sentados en las tinieblas y a
divinas, frutos que nunca faltaron en la la som bra de la m uerte, para llam ar
Iglesia y nunca faltarán? Estos, sin du los a la luz y a la vida de la Religión
da, aparecen evidentem ente en la insu católica. De aquí que, intrépidos en 87
perable firm eza de la Iglesia en medio medio de todos los peligros, atraviesan 1
de tantas agresiones de los enemigos, con ánimo heroico las selvas y caver
en la propagación de la Religión en m e nas de los bárbaros, y después de
dio de tantas perturbaciones y peligros, am ansarlos poco a poco con la suavi-
(1) Mat. 28, 20; Juan 16, 33. Narbona [1418-1419] (Migne PL. 54, col. 1201-B-
(2) S. León Magno, Epist. 167, a Rústico de 120 2 -A ) .
8 4-6 E n c íc l ic a “ P r o b é N o s t is ” 65
ENCICLICA
“AUGUSTISSIMAM BEATISSIMI APOSTOLI PAULI”(#)
(21-XII-1840)
rosamente al em bellecim iento, con to que aprestase las vestimentas, fundiese
do ornato y culto, de esta basílica en los vasos, ciertam ente ordenó tam bién
que se veneran con suma devoción, que todo el pueblo de Israel diese de
las cenizas de aquel cuerpo, que al su dinero, y, al recibirlo dijo: Lo que
decir de San Grisóstomo, completaba ha sido ofrecido por los hijos de Israel
lo que faltaba a Cristo, llevaba sus lla lo dispondrás para uso del Tabernácu
gas, esparcía por doquier su predica lo del Testimonio, para que sirva de
ción; las cenizas de ese cuerpo por testimonio de ellos ante Dios, y así
medio del cual hablaba Cristo y res Dios es apiade de sus almas
plandecía su luz con un resplandor ¿Quién pues, no se sentirá ardien-
superior a todo brillo, y su voz reso m ente incitado, con tan insigne y sal
naba más terrible que el trueno para vadora prom esa del mismo Señor, a
los demonios, por el cual conocimos a ofrecer su contribución según la m e
Pablo y al Señor de Pablo? (1) dida de sus posibilidades a la obra de
4. Más que u n deber es u n honor Dios, para que le sirva de monumento
contribuir a la glorificación del após ante el Señor, y de propiciación por
tol. Ojalá, V enerables H erm anos, que su alma? Inmenso fue, por cierto, el
esa exuberancia de ingenio, esa increíble gozo de aquel santísimo conductor del
y casi divina abundancia y riqueza con pueblo israelítico, cuando oyó a los
que se expresó y escribió sobre S an encargados de las obras, que el pueblo
P ablo, el sobre toda ponderación elo había ofrecido más de lo que se reque
cuentísimo Grisóstomo se transm itiera ría, y se vio obligado a prohibir al
a Nosotros, y pudiéram os atraer vues pueblo continuar aún ofreciendo sus
tros ánimos y corazones a m anifestar dones, pues bastaba y sobraba con lo 97
con toda clase de ayuda vuestra devo que ya habían ofrecido. 12
ción al Apóstol. Tam bién vosotros, Ve Quiera el clementísimo Dios cum plir
nerables Herm anos, según la medida de esta m anera nuestros deseos para
de vuestra eximia devoción y egregia que podamos restablecer y poner fin
piedad hacia P ablo, con cuya doctrina con el auxilio piadoso y abundante de
os habéis alim entado, haced cuanto los fieles a este celebérrimo edificio.
esté de vuestra parte por im pulsar más ¡Cuán grandes gracias no le tendría
y más a los pueblos confiados a vues reservadas el mismo Apóstol P ablo,
tra fe y desvelos, p ara que ellos, h on por su parte, a aquellos que se dedi
rando al Apóstol P ablo con un obse casen con todo celo a la m agnífica res
quio digno de él, tenga a gran gloria tauración de la basílica, levantada en
enviar sus aportes p ara dar cima a la su honor, y com pletam ente destruida
obra de su templo. Hacedles ver clara por el siniestro, devolviéndole su an ti
mente, que h arán algo m uy agradable gua majestad! Ciertamente nosotros,
a los ojos de Dios si contribuyen con Venerables Hermanos, confiamos fir
sus medios y facultades a prom over el memente en aquel Señor que es rico
embellecimiento de su casa. Pues, au n en misericordia, en que todos los fie
que El, creador de cielo y tierra y Se les cristianos de cualquier clase y con
ñor de ella, en nada necesita de nues dición que sean, movidos por la gloria
tro auxilio, sin embargo es tan bonda de Dios, la honra del Apóstol P ablo,
doso y misericordioso, que no sólo nos y vuestras exhortaciones, y a la vez
pide nuestra cooperación p ara la edifi anim ados por el magnífico edificio ya
cación en nom bre suyo de su casa co en gran parte construido, contribuirán
ronando con el éxito nuestros esfuer con tal copia de oro y plata, que resul
zos, sino que se alegra y regocija de te bastante para dar térm ino a ese
que le tributem os sem ejante hom ena nobilísimo edificio.
je. Cuando Dios m andó a Moisés que 5. Conclusión. - Confianza en vues
construyese el tabernáculo de m ateria tra generosidad. Vosotros os preocu
les preciosísimos, que erigiese un altar, paréis, Venerables Herm anos, de jun-
(1) S. Juan Crisóstomo, Homilía 32 in Epist. ad Romanos nr 3 [tomo 9] (Migne PG 60 col. 678-679).
(2) Exod. 30, 16.
70 E n c íc l ic a s del PP. G r e g o r io XVI (1840) 9, 5
al pueblo fiel del conocimiento de las para I talia y las islas adyacentes
Sagradas E scrituras, siendo así que Vosotros mismos, en fin, Venerables
existen m uchos y espléndidos testim o Hermanos, que tenéis la costumbre de
nios del singular celo con que aún en enviar noticias en determ inados tiem
los últimos tiempos, los Sumos P ontí pos a la Sede Apostólica acerca del
fices y los demás obispos católicos si estado de las cosas sagradas en cada
guiendo su ejemplo, han procurado diócesis(10), bien pudisteis advertir pol
que los católicos se instruyeran más las frecuentes respuestas de nuestra
intensam ente en la palabra de Dios es Congregación del Concilio a vuestros
crita y transm itida por la tradición. A predecesores y a vosotros mismos, có
esto se refieren en prim er lugar los de mo la m isma Santa Sede suele felicitar
cretos del Concilio T ridentino en que, a los obispos si tienen teólogos preben
no sólo se ordena a los obispos que dados que desem peñan bien su cargo
procuren anunciar más frecuentem en en las públicas lecciones de Sagradas
te por sus Diócesis las Sagradas Es E scrituras y nunca deja de excitar y
crituras y la ley divina, sino que, ayudar sus pastorales cuidados si en
am pliando lo establecido por el Con alguna parte las cosas no sucedieren
cilio L ateranense <5a>, se instituyó en aún como es debido.
cada iglesia Catedral una prebenda
teologal la que debía otorgarse siem 3. La lectura de la Sagrada E scri
pre a personas idóneas para exponer tura. En lo que respecta a la Biblia
e interpretar las E scrituras Se trató en lengua vulgar, hace muchos siglos
luego m uchas veces en sínodos pro que en diversos lugares es verdad, los
v i n c i a l e s d e esa prebenda teologal obispos tuvieron que tener una m ayor
que debía constituirse según la norm a vigilancia al advertir que tales versio
de aquella sanción tridentina, y de las nes se leían en reuniones secretas o
lecciones públicas del mismo canóni- eran difundidas empeñosamente por
co-teológico al clero y tam bién al pue los herejes. A esto se refieren los avi
blo, y se trató tam bién lo mismo en el sos y precauciones tom adas por I n o
Concilio R omano del año 17254 *6(7)8*en el cencio III de gloriosa memoria, prede
que B enedicto X III de venerada m e cesor nuestro, acerca de las reuniones
moria, predecesor nuestro, convocó no de laicos y m ujeres con fines piadosos
sólo a los sagrados obispos de la p ro y para leer las E scrituras que se cele
vincia Romana, sino tam bién a muchos braban secretam ente en la diócesis Me-
arzobispos y obispos y demás ordina tense ^11'), así como las peculiares p ro
rios de lugar, de ninguna m anera so- hibiciones de Biblias vulgares que se
335 m etidos a esta Santa Sede Y luego encuentran publicadas ya sea en F ran
1 el mismo Sumo P ontífice instituyó p a cia poco después(12), ya sea en E spa
ra el mismo fin algunas cosas en la ña (13) antes del siglo XVI. Pero fueron
carta apostólica que dio nom inalm ente necesarias luego mayores providencias
(4) Concil. Trident. ses. 24, c. 4. de Reíorm. (9) Benedicto XIII Const. Pastoralis officii, 19-
(Mansi 33, col. 159-C). V-1725 (texto en: Codicis Iur. Can. Fontes, Card.
[5a] Conc. de Letrán IV (1215). Inocencio 111 Gasparri, Roma 1926, I, pág. 623.
cap. XI, qua pasó al cuerpo de derecho cap. 4 (10) Sixto V, Const. Romanus Pontifex, 20-XII-
de Magistris (Mansi Collect. Conc. 22, col. 999). 1585 (texto en: Codicis Iur. Can. Fontes, Card.
[5b] Concilio Trident., sesión 5 C. 1 de ref. Gasparri, Roma 1926, t. I, pág. 278 § 1); Bene
(Mansi, Coll. Conc. 33, col. 29-30). dicto XIV, Const. Quod Sancta Sardicensis Sij-
nodus 23-XI-1740, t. I Bullar. de Benedicto XIV
(6) Concilio de Milán 1 (1565) parte I, tit. 5, y la Instrucción que se encuentra en el apéndice
de la prebenda teologal (Mansi 34, col. 7); Conc. de dicho I tomo (Cod. Iur. Can. Fontes, I, 666
de Milán V (1579) p. III, tit. 5, respecto de la § 2).
colación de beneficios (Mansi 34, col. 447-448); (11) En las tres cartas a la dióc. Metense, a
Conc. Aquense (1585) título sobre los canónigos su obispo y capítulo, asimismo a los abades Cis-
(Mansi 34, col. 980-981); y en otros muchos con terciense, Morimundense y de la Cripta (Cartas
cilios. 141 y 132 lib. 2; Carta 235 lib. 3 de la edic. Baluti).
(7) Concilio Romano (1725), tit. 1, 6-9 (Mansi (12) Concilio Tolosano (1229) Canon 14 (Mansi
34, col. 1855-1857). 23, col. 197).
(8) Concilio Romano (1725) Carta convocatoria (13) Card. Pacecco, Concilio Trident. (Pallavi-
del 24-XII-1724 (Mansi 34, col. 1849). cini, Storia del Concilio di Trento, lib. 6, c. 12).
10, 4-5 E n c íc l ic a “ I n t e r P r a e c ip u a s ” 73
labra de Dios, tanto por vosotros m is 11. Conclusión y exhortación final.
mos como por cada uno de los que No dudamos que estos Nuestros cuida
tienen cura de alm as en cada diócesis dos y vuestros serán ayudados por las
y por lo demás varones eclesiásticos autoridades civiles sobre todo por los
idóneos p ara este cargo, y vigilad más potentísimos Príncipes de Italia, tanto
intensam ente sobre todo a quienes es por su singular celo por la conserva
tán destinados a tener públicas leccio ción de la Religión católica, como p o r
nes de Sagrada E scritura, p ara que que de ninguna m anera escapa a su
desempeñen su oficio al alcance del prudencia que interesa tam bién mucho
auditorio y bajo ningún pretexto se a la causa pública que fracasen los
atrevan jam ás a interp retar o explicar mencionados proyectos de las sectas.
las mismas contra la tradición de los Puesto que consta, y una larga expe
Padres o fuera del sentido de la Igle riencia pasada lo ha confirm ado, que
sia Católica. P or último, como es p ro no hay un camino más expedito para
pio del buen pastor no sólo defender ap artar a los pueblos de la fidelidad y
y n u trir las ovejas que lo siguen, sino obediencia a sus Príncipes que la indi
tam bién buscar y traer de nuevo al ferencia en m ateria de religión p ro p a
redil a las que se fueron lejos, así debe gada por los sectarios bajo el nom bre
ser ocupación vuestra y N uestra p ro de la ' libertad religiosa! Y esto no lo
curar con todo empeño que cuantos desconocen ciertam ente estos nuevos
han sido seducidos por tales sectarios socios de la <eFederación Cristiana” ,
y propagadores de libros perniciosos, ya que si bien declaran no pretender
conozcan con la gracia de Dios la gra instigar sediciones civiles, con todo con
vedad de su pecado y procuren expiar fiesen que casi espontáneam ente segui
lo con los remedios de una saludable rá en Italia la libertad política al dere
penitencia; ni siquiera han de ser re cho, reclam ado para cada uno de los
chazados de este celo de la solicitud fieles de interpretar la Biblia según su
sacerdotal los mismos seductores de propio arbitrio, y de la difusión conse
ellos y principales m aestros de la im cuente entre los italianos de la que lla
piedad, pues si bien es m ayor su ini m an om ním oda libertad de conciencia.
quidad, no debemos, abstenernos de 12. Y prim ero y principalm ente, Ve
procurar intensam ente su salvación nerables Hermanos, levantemos juntos
por las vías y modos que estén a nues nuestras manos a Dios y encomendé
tro alcance.1025 mosle nuestra causa y la de toda la
Iglesia con las más hum ildes y férvidas
10. P or lo demás, Venerables H er plegarias, invocando tam bién la in ter
manos, pedimos u na vigilancia pecu cesión piadosísim a de P e d r o Príncipe
liar y más atenta contra las insidias y de los Apóstoles y de los demás santos,
m aquinaciones de la Federación Cris sobre todos de la Beatísima Virgen M a
tiana, en prim er lugar a aquellos de r ía a quien fue dado destruir todas
vuestro orden que rigen las iglesias las herejías en el universo mundo.
situadas en I t a l i a o en otros lugares fre Por último, con efusivo afecto de
cuentados por los italianos, máxime en Nuestro corazón am orosam ente os im
las regiones lim ítrofes de Italia o donde partim os a todos vosotros, Venerables
quiera que haya em porios y puertos de Hermanos, y a los clérigos y fieles
los que frecuentem ente se viaja a Italia. laicos confiados a vuestro cuidado, la
Ya que los sectarios se h an propuesto Bendición Apostólica, prenda de nues
llevar a térm ino allí sus resoluciones, tra ardentísim a caridad.
conviene que sobre todo los obispos de Dado en Rom a junto a San Pedro,
esos lugares colaboren con Nosotros el 5 de mayo de 1844, de Nuestro P on
con animoso y constante celo en disipar tificado el año décimocuarto.
con la ayuda del Señor sus planes. GREGORIO PAPA XVI.
(25) De mandato de León XII, publicado por la S. Congregación del Indice, 26-III-1825.
ENCICLICAS
DE
PIO IX
INTRODUCCION i
y Ma¿ i ’ '/
Los pontífices romanos y muy especialmente Gregorio XVI, y/^us súbditos de
los Estados Pontificios, profesaba^ ideas opuestas e irreconciliables sobre el carácter
del poder temporal del Papa. Para éste las dos soberanías, la espiritual y la temporal,
formaban un todo integral e indivisible, y por lo tanto el poder temporal revestía,
como el otro, el carácter universal, representando los Estados Pontificios el patrimo
nio de la Iglesia católica en su totalidad y de toda comunidad católica del mundo.
Los súbditos pontificios opinaban de otra manera: sostenían que el poder tem
poral del Papa nada tenía que ver con el espiritual. En lo espiritual reconocían en el
Papa al Jefe de la Iglesia universal, y la universalidad de su poder espiritual; pero
en cuanto a lo temporal, no querían ver en él nada más que un príncipe italiano, y
lógicamente, se negaban a atribuir a su poder temporal otro carácter sino exclusiva
mente nacional.
El Papa se mostraba irreductible frente a las reclamaciones nacionales de sus
súbditos, y éstos le respondían con una resistencia inflexible a sus ideas universalistas.
Aquél aplicó en su gobierno la política de la mano fuerte, no vacilando en llamar
contra ellos las fuerzas extranjeras (para él eran sencillamente “católicas”); éstos
protestaban sublevándose o conspirando contra la aspereza de tal régimen.
Los revolucionarios que por aquellos tiempos infestaban toda Europa y pulu
laban en los dominios pontificios, mantenían al pueblo en efervescencia. La dureza
de las medidas tomadas por el gobierno pontificio, tenía por objeto reprimir esa
acción subserviva.
Pero no advertía el Papa, que el empleo de las tropas extranjeras para proteger '
el orden público, creaba en su pueblo un nacionalismo de la peor especie, que pa
saba a ser odio.
Era cosa inevitable que los dos odios se uniesen —el odio de los revolucionarios
al régimen imperante, y el de los nacionalistas a los sostenedores extranjeros del
mismo—. Se operó, pues, la fusión de los movimientos, y en adelante el naciona
lismo y el liberalismo revolucionario marcharían juntos.
El rigor implacable con que fue sofocada la revolución de 1845 no remediaba
el mal; suprimido de la superficie, su proceso corrosivo se desarrollaba por los cami
nos subterráneos, llegando su tensión latente hasta tal punto, que los cancilleres de
Austria, Metternich; de Francia, Guizot, y el Rey de Cerdeña, se mantenían alertas,
prontos para acudir a la primera señal de peligro en auxilio del Papa.
Esta era la situación política interna de los dominios temporales del Papa a la
hora de su muerte, acaecida el 9 de Junio de 1846.
El cónclave fue brevísimo; ya en el cuarto escrutinio se resolvió la elección; de
manera que en menos de 48 horas hubo un nuevo Papa, y el cardenal Riario Sforza,
pudo anunciar a las muchedumbres aglomeradas en la plaza del Quirinal, la fórmula
consagrada: Papam habemus eminentissimum ac reverendissimum dominum loan-
nem Mastai Ferretti qui sibi imposuit nomen Pium IX”.
Nacido en Sinigaglia el 13 de Mayo de 1792, Juan María Mastai Ferretti, hijo
del conde Jerónimo, capitán del ejército, a causa de su salud precaria (padecía ata
ques de epilepsia), hubo de renunciar a la carrera militar a que lo destinaban y
abrazar la eclesiástica; debiendo su ordenación sacerdotal al favor de Pío VII.
En 1823-25 acompañó a Chile al enviado papal Mons. Muzzi; en 1827 fue consa
grado Arzobispo de Spoleto; en 1822 Obispo de Imola, y en 1840 recibió el capelo
cardenalicio.
Por su natural bondadoso y jovial, por su sencillez y moderación, se conquistó
amplias simpatías y “se hizo muy popular en todas aquellas regiones donde el go
bierno pontificio estaba mirado con malos ojos”, como lo refiere en sus “Memorias”
el duque de Broglie.
La elevación de Pío IX al trono pontificio, provocó gran júbilo en el pueblo,
ya qu,e se lo consideraba como antítesis política de su predecesor, y partidario deci
dido de las más amplias reformas.
79 —
80 E n c íc l ic a s P o n t if ic ia s
Sin ceder ante el liberalismo político reconocía Pío IX los derechos del pueblo
a la libertad y sus aspiraciones nacionales. Reprobando los métodos de Gregorio XVI,
buscaba los medios para satisfacerlas sin menoscabo de la soberanía temporal y
guardando el carácter universal de ésta. Quería pues, crear un régimen de libertad
justa y sana en que los principios universales y nacionales permaneciesen en un equi
librio perfecto esencialmente propio a todo Estado católico.
$ $ $
Sonó para Pío IX la hora de las supremas decisiones. Hubo de elegir una de las dos
alternativas: tomar elxcamino del universalismo católico, sacrificar su propia seguridad
y exponer a Los mayores riesgos la estabilidad del régimen pontificio en sus Estados,
pero salvar los principios doctrinarios católicos y cristianos, o bien sacrificar éstos,
optando por el nacionalismo italiano para asegurar su propia tranquilidad y conservar
la adhesión de los súbditos a su persona.
La decisión no ofrecía duda: Pío IX procedió como Pontífice y no como príncipe
y nacionalista italiano; declaró, pues, solemnemente en el consistorio del 29 de Abril
de 1849, que en su calidad de Padre común de todos los fieles y de sucesor de Aquel
que predicaba la paz y la caridad, no tomaría parte en las hostilidades contra Austria.
La grave decisión fue tomada, y con ella quedó virtualmente sellada la suerte de
los dominios temporales de la Santa Sede. El Papa se mostró inflexible no dejándose
inducir a cambiar su posición. Se produjo entonces un vuelco impetuoso y furibundo de
la opinión en su contra. Admirado y aclamado días antes, en adelante ya sería vilipen
diado y repudiado.
En medio de vítores y alborozo general se recibió la noticia de la iniciativa de
las hostilidades contra Austria. Pero pronto los partes de guerra que llegaban del frente,
quitaron todo motivo de regocijo. En el desastre de los piamonteses en Custozza (24-25
de Julio de 1848) culminó una serie de reveses menores. La fiebre nacionalista llegó a su
paroxismo; todos se acusaban unos a otros, ultrajándose unos a otros, en busca de los
culpables. Los revolucionarios aprovecharon el momento para descargar la furia del
descontento contra los gobiernos acusados de incapacidad. Estalla pues la revolución en
Roloña y también en Roma; en ésta los insurgentes se preparan a asaltar el Quirinal, y
en la noche del 24 de noviembre se ve obligado el Papa a huir y buscar refugio en la
tierra napolitana, fijando su residencia en Gaeta. El nacionalismo enceguecido aseguró
el triunfo a los revolucionarios y provocó la derrota del Papa.
82 E n c íc l ic a s P o n t if ic ia s
demos se debe al cardenal Joaquín Pecci, el futuro Papa León XIII, quien la sugerió
a Pío IX en 1849. En 1852 pensaba el Papa agregar el Syllabus a la encíclica sobre la
Inmaculada Concepción, pero luego desistió de este propósito, y años más tarde
confió la preparación de su texto a una comisión especialmente nombrada, que ter
minó su cometido en 1862. Aprovechando la estada en Roma de 300 obispos congre
gados con motivo de las solemnidades de la canonización de los mártires japoneses,
les sometió el Papa el borrador del Syllabus.
Tanto la encíclica “Quanta cura” como el “Syllabus” marcan una etapa impor
tante en la historia moderna de la Iglesia. Menos duro e intransigente que Gregorio
XVI, no obstante se coloca Pío IX en el ambiente alborotado, que acaba de salir de
la tormenta del 1848, y pone las cosas en su debido lugar, hablando con claridad
cruda, y evitando las medias tintas. En los tiempos apacibles del fin del siglo las
palabras y los conceptos de León XIII, serán más suaves y flexibles, pero tanto el
temperamento batallador de su gran predecesor como las circunstancias del momento
exigían que las peligrosas concepciones de los políticos católicos fueran cortadas por
lo sano. El efecto de la Encíclica y del Syllabus fue fulminante y ha producido lo
que era menester: descargar la atmósfera en un específico sector católico, en pre
vención de los mayores males que con ello se procuraba evitar.
El 7 de Febrero de 1878, murió santamente Pío IX, a la edad de 86 años y 31
de su fecundo pontificado, el más largo que registran los anales del Papado.
M
ENCICLICA “QUI PLURIBUS”^
(9-XI-1846)
SOBRE LA FE Y LA RELIGION
PIO PP. IX
Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica
4 í. Introducción. - P rim e r saludo del tra solicitud, os esforzáis en cum plir
P ontificado. Desde hacía m uchos años, con vuestro m inisterio y pelear el buen
ejercíam os el oficio pastoral, lleno de combate con todo cuidado y esmero.
trabajo y cuidados solícitos, juntam en
te con vosotros, Venerables Hermanos, 2. Solicita colaboración p a ra la m ag
y nos em peñábam os en apacentar en na em presa. P o r lo mismo, apenas he
los montes de Israel, en riberas y pas mos sido colocados en la Cátedra del
tos ubérrim os la grey a Nos confiada; Príncipe de los Apóstoles, sin m ere
mas ahora, por la m uerte de nuestro cerlo, y recibido el encargo, del m is
esclarecido predecesor, G r e g o r io XVI, mo Príncipe de los Pastores, de hacer
cuya m em oria y cuyos gloriosos y exi las veces de San Pedro, apacentando y
mios hechos grabados en los anales de guiando, no sólo corderos, es decir,
la Iglesia adm irará siempre la posteri todo el pueblo cristiano, sino tam bién
dad, fuimos elegidos contra toda opi las ovejas, e s d e c ir, lps Prelados, n a
nión y pensam iento Nuestro, por de da deseamos tan vivamente como h a
signio de la divina Providencia, y no blaros con el afecto íntim o de caridad.
sin gran tem or y turbación Nuestra, No bien tomamos posesión del Sumo
p ara el Supremo Pontificado. Siempre Pontificado, según es costum bre de
se consideraba el peso del ministerio Nuestros predecesores, en N uestra Ba
sílica Lateranense, en el acto os envia
apostólico como u n a carga pesada,
mos esta carta con la intención de
pero en estos tiempos lo es más. De
excitar vuestro celo, a fin de que, con
modo que, conociendo nuestra debili
m ayor vigilancia, esfuerzo y lucha,
dad y considerando los gravísimos p ro
guardando y velando sobre vuestro
blem as del suprem o apostolado, sobre
rebaño, combatiendo con constancia y
todo en circunstancias tan turbulentas
fortaleza episcopal al terrible enemigo
como las actuales, Nos habríam os en
del género hum ano, como buenos sol
tregado a la tristeza y al llanto, si no
dados de Jesucristo, opongáis un fir
hubiéram os puesto toda nuestra espe
ranza en Dios, Salvador nuestro, que
me muro para la defensa de la casa
de Israelí1*].
5 nunca abandona a los que en El espe
ran, y que a fin de m ostrar la virtud 3. E rrores e insidias de estos tiem
de su poder, echa m ano de lo más pos. Sabemos, V enerables Herm anos,
débil p ara gobernar su Iglesia, y para que en los tiempos calamitosos que
que todos caigan más en la cuenta que vivimos, hom bres unidos en perversa
es Dios mismo quien rige y defiende sociedad e imbuidos de m alsana doc
la Iglesia con su adm irable Providen trina, cerrando sus oídos a la verdad,
cia. Nos sostiene grandem ente el con han desencadenado u n a guerra cruel y 6
suelo de pensar que tenemos como temible contra todo lo católico, han
ayuda en p ro cu rar la salvación de las esparcido y diseminado entre el pue
alm as, a vosotros, Venerables H erm a blo toda clase de errores, brotados de
nos, que, llam ados a laborar en una la falsía y de las tinieblas. Nos h o rro
parte de lo que está confiado a Nues riza y nos duele en el alm a considerar
(*) De la Colección “Pii IX Pont. Max. Acta” . Typogr. Bonarum Artiura. Pars I, Vpl. I, p. 2-24.
(Se han hecho más párrafos separados, ni la numeración ni los epígrafes existen en el original; esta
encíclica no figura en la primera edición. El texto original volvió a reproducirse en “Codicis Iur. Can.
Fontes”, Card. Gasparri, Roma 1928, II, 807-817. Las cifras marginales indican las páginas del texto
original latino (P. H.). [iq Ver Ezeq. 13, 5.
— 87 —
88 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1846) 11, 4-6
los m onstruosos errores y los artificios acuerdo alguno, por cuanto ambos
varios que inventan p ara dañar; las proceden de la mism a fuente de la
insidias y m aquinaciones con que es Verdad eterna e inm utable, Dios Opti
tos enemigos de la luz, estos artífices mo y Máximo: de tal m anera se pres
astutos de la m entira se em peñan en tan m utua ayuda, que la recta razón
apagar toda piedad, justicia y honesti demuestra, confirm a y defiende las
dad; en corrom per las costum bres; en verdades de la fe; y la fe libra de
conculcar los derechos divinos y h u errores a la razón, y la ilustra, la con
manos, en p ertu rb ar la Religión cató firm a y perfecciona con el conoci
lica y la sociedad civil, hasta, si pudie miento de las verdades divinas.
ran arrancarlos de raízOT. 5. Progreso y Religión. Con no m e
Porque sabéis, Venerables H erm a nor atrevim iento y engaño, Venerables
nos, que estos enemigos del hom bre Hermanos, estos enemigos de la reve
cristiano, arrebatados de un ím petu lación, exaltan el hum ano progreso y,
ciego de alocada im piedad, llegan en tem eraria y sacrilegamente, quisieran
su tem eridad hasta a enseñar en p ú enfrentarlo con la Religión católica
blico, sin sentir vergüenza, con au d a como si la Religión no fuese obra de
cia inaudita abriendo su boca y blas Dios sino de los hom bres o algún in
femando contra Dios(2^, que son vento filosófico que se perfecciona
cuentos inventados por los hom bres con métodos hum anos. A los que tan
los m isterios de nuestra Religión sa miserablem ente sueñan condena direc
crosanta, que la Iglesia va contra el tam ente lo que T e r t u l i a n o echaba en
bienestar de la sociedad hum ana, y cara a los filósofos de su tiempo, que
que aún se atreven a insultar al mismo hablaban de un cristianismo estoico,
Cristo y Señor. Y p ara reírse con m a platónico y dialéctico D>.
yor facilidad de los pueblos, engañar 6. Motivos de la fe. Y a la verdad,
a los incautos y arrastrarlos con ellos dado que nuestra santísim a Religión
al error, im aginándose estar ellos solos no fue inventada por la razón hum ana
en el secreto de la prosperidad, se sino clementísimamente m anifestada
arrogan el nom bre de filósofos, como a los hom bres por Dios, se comprende
si la filosofía, puesta p ara investigar con facilidad que esta Religión ha de
la verdad natural, debiera rechazar sacar su fuerza de la autoridad del
todo lo que el suprem o y clementísimo mismo Dios, y que, por lo tanto, no
Autor de la naturaleza, Dios, se dignó, puede deducirse de la razón ni perfec
por singular beneficio y m isericordia, cionarse por ella. La razón hum ana,
m anifestar a los hom bres p ara que para que no yerre ni se extravíe en
consigan la verdadera felicidad. negocio de tanta im portancia, debe
4. Razón y Fe. De allí que, con to r escrutar con diligencia el hecho de la
cido y falaz argum ento, se esfuercen divina revelación, p ara que le conste
en proclam ar la fuerza y excelencia de con certeza que Dios ha hablado, y le
la razón hum ana, elevándola por enci preste, como dice el Apóstol un razo
m a de la fe de Cristo, y vociferan con nable obsequio(4>. ¿Quién puede igno
audacia que la fe se opone a la razón ra r que hay que prestar a Dios, cuan
hum ana. Nada tan insensato, ni tan do habla una fe plena, y que no hay
impío, ni tan opuesto a la m ism a ra nada tan conforme a la razón como
zón pudieron llegar a pensar; porque asentir y adherirse firm em ente a lo
aun cuando la fe esté sobre la razón, que conste que Dios que no puede
no hay entre ellas oposición ni des engañarse ni engañar, ha revelado?
[lb] G r e g o r i o X V I se extendió sobre este tema Encícl. M it b r e n n e n d e r S o r g e , 14-III-1937; en esta
en la Encíclica M i r a r i v o s 15-VIII-1832; en esta Colecc., Encícl. 168, 4 pág. 1467.
Colecc., Encícl. 3, 4 pág. 38 y 3, 21 pág. 43; P í o I X (2) Apocalipsis 13, 6.
hablará más tarde de él en C u a n ta C u r a , 8-XII-
1864. en esta Colecc., Encícl. 23, 3-5 pág. 156; lue (3) T e r t u l ia n o . De praescript. contra hser.,
go P í o X en la Encícl. P a s c e n d i , S-IX-1907 en esta cap. 7 (Migne PL 2 col 23-B-24-A).
Colecc., Encícl. 104, 2-4 pág. 782 y P í o X I en la (4) Romanos 13, 2.
11, 7-8 E n c í c l i c a t;Q u i P l u r i b u s ’’ 89
tacta. La m ism a se la enseñó a los fie Nuestros antecesores, los Romanos P on
les m ostrándoles a todos la senda de tífices, con repetidos anatem as en sus
la salvación y la doctrina de la verdad letras apostólicas*16*, las cuales Nos,
incorruptible. Y puesto que ésta es la con toda potestad, confirmamos, y
principal Iglesia de la que nace la u n i m andam os que se observen con toda
dad sacerdotal*1112*, ésta la metrópoli de diligencia*17*. Tales son las astutas So
la piedad en la cual radica la solidez ciedades Bíblicas, que, renovando los
íntegra y perfecta, de la Religión cris modos viejos de los herejes, no cesan
tiana (12), en la que siempre floreció el de adulterar el significado de losjbbras
principado de la Cátedra apostólica*13*, sagrados, y, traducidós a cualquier len
a la cual es necesario que por su emi gua vulgar contra las reglas santísimas
nente primacía acuda toda la Iglesia, es de la Iglesia, e interpretados con fre
decir, los fieles que están diseminados cuencia con falsas explicaciones, los
por todo el mundo*14*, con la cual el reparten gratuitam ente, en gran núm e
que no recoge, desparram a*15*, Nos, ro de ejem plares y con enormes gastos,
que por inescrutable juicio de Dios he a los hom bres de cualquier condición,
mos sido colocados en esta Cátedra de aun a los más rudos, p ara que, dejando
la verdad, excitamos con vehem encia a un lado la divina tradición, la doctri
en el Señor, vuestro celo, Venerables na de los Padres y la autoridad de la
Herm anos, p ara que exhortéis con so Iglesia Católica, cada cual interprete a
lícita asiduidad a los fieles encom en su gusto lo que Dios ha revelado, per
dados a vuestro cuidado, de tal m anera virtiendo su genuino sentido y cayendo
que, adhiriéndose con firm eza a estos en gravísimos errores. A tales Socieda
principios, no se dejen inducir al error des, Gregorio XVI, a quien, sin m ere
por aquellos que, hechos abominables cerlo, hemos sucedido en el cargo, si
en sus enseñanzas, pretenden destruir guiendo el ejemplo de los predecesores,
la fe con el resultado de sus progresos, reprobó con sus letras apostólicas*184*,
y quieren someter im píam ente esa m is y Nos asimismo las reprobam os. Tal es
m a fe a la razón, falsear la palabra el sistema perverso j r opuesto a la luz
divina, y de esa m anera in ju ria r gra natural de la razón que propugna la in
vemente a Dios, que se ha dignado diferencia en m ateria de religión, coiTel
atender clem entem ente al bien y salva cüaF éstos inveterados enemigos de la
ción de los hom bres con su Religión Religión, quitando todo discrim en entre
celestial. la virtud y el vicio, entre la verdad y el
9. O tras clases de errores. Conocéis error, entre la honestidad y vileza, ase
también, Venerables Hermanos, otra guran que en cualquier religión se pue
clase de errores y engaños m onstruo de conseguir la salvación eterna, como
sos, con los cuales los hijos de este si alguna vez pudieran entrar en con
siglo atacan a la Religión cristiana y a sorcio la justicia con la iniquidad, la
la autoridad divina de la Iglesia con luz con las tinieblas, Cristo con Be-
sus leyes, y se esfuerzan en pisotear los ZíaZ*18b*. Tal es la vil conspiración con
derechos del poder sagrado y el civil. tra el sagrado celibato clerical, que, ¡oh
Tales son los nefandos conatos contra dolor! algunas personas eclesiásticas
esta Cátedra R om ana de S an P edro, en apoyan quienes, olvidadas lam entable
la que Cristo puso el fundam ento inex m ente de su propia dignidad, dejan ven
pugnable de su Iglesia. Tales son las cerse y seducirse por los halagos de la
sectas clandestinas salidas de las tinie sensualidad; tal la enseñanza perversa,
blas p ara ru in a y destrucción de la sobre todo en m aterias filosóficas, que
Iglesia y del Estado, condenadas por a la incauta juventud engaña y co-
(11) S. Cipriano Epist. 55 al Pontífice Cornelio (13) San Agustín, Epist. 162 (Migne PL. [Epist.
(Migne PL. 3, Epist. 12 Corn., col. 844-845). 43, 7] 33, col. 163).
(12) Cartas sinod. de Juan de Constantinopia (14) San Ireneo, lib. 3, Contra liaereses, cap. 3
al Pontífice Iiormisdas y Sozom. Historia lib. 3, (Migne PG. 7-A, col. 849-A).
cap. 8. (15 a 18b) se encuentran en la pág. 95.
,
11 10-11 E n c íc l ic a “ Q u i P l u r ib u s ’ 91
Trompe lam entablem ente, y le da a be cuantos esfuerzos podamos para fo
ber hiel de dragón<18e) en cáliz de B a m entar el bien de la fam ilia cristiana.
bilonia í18d) tal la nefanda doctrina del Y tam bién acudimos a vuestro celo,
comunismo(19>, co ntraria al derecho na- virtud y prudencia, Venerables H erm a
tu rai; que, u n a vez adm itida, echa por nos, p ara que, ayudados del auxilio
tierra los derechos de todos, la propie divino, defendáis, juntam ente con Nos,
dad’ la m ism a sociedad hum ana; tales con valentía, la causa de la Iglesia ca
las insidias tenebrosas de aquellos que, tólica, según el puesto que ocupáis y la
en piel de ovejas, siendo lobos rapaces, dignidad de que estáis investidos. Sa
se insinúan fraudulentam ente, con es béis que os está reservado la lucha, no
pecie de piedad sincera, de virtud y ignorando con cuántas heridas se in ju
disciplina, penetran hum ildem ente, cap ria la santa Esposa de Cristo Jesús, y
tan con blandura, atan delicadamente, con cuánta saña los enemigos la atacan.
m atan a ocultas, ap artan de toda Reli E n prim er lugar sabéis m uy bien que
gión a los hom bres y sacrifican y des os incumbe a vosotros defender y p ro
trozan las ovejas del Señor; tal, por fin, teger la fe católica con valentía episco
p ara om itir todo lo demás, m uy conoci pal y vigilar, con sumo cuidado, po r
do de todos vosotros, la propaganda que el rebaño a vos encomendado per
infam e, tan esparcida, de libros y li manezca a ella firm e e inamovible,
belos que vuelan por todas partes y que porque todo aquel que no la guardare
enseñan a pecar a los hom bres; escritos íntegra e inviolable, perecerá, sin duda,
que, compuestos con arte, y llenos de eternamente(20\ Esforzaos, pues, en
engaño y artificio, esparcidos con p ro defender y conservar con diligencia
fusión p ara ruina del pueblo cristiano, pastoral esa fe, y no dejéis de instruir
siem bran doctrinas pestíferas, d epra en ella a todos, de confirm ar a los du
van las mentes y las almas, sobre todo dosos, rebatir a los que contradicen;
de los más incautos, y causan p erjui robustecer a los enferm os en la fe, no
cios graves a la Religión. disim ulando nunca nada ni perm itiendo
que se viole en lo m ás m ínim o la p u
10. Los efectos perniciosos. De toda ridad de esa misma fe. Con no m enor
esta combinación de errores y licencias firm eza fom entad en todos la unión con
desenfrenadas en el pensar, hablar y la Iglesia Católica, fuera de la cual no
escribir, quedan relajadas las costum hay salvación, y la obediencia a la Cá
bres, despreciada la santísim a Religión tedra de P edro sobre la cual, como
de Cristo, atacada la m ajestad del culto sobre firm ísim o fundam ento, se basa
divino, vejada la potestad de esta Sede la mole de nuestra Religión. Con igual
Apostólica, com batida y reducida a to r constancia procurad guardar las leyes
pe servidum bre la autoridad de la Igle santísim as de la Iglesia, con las cuales
sia, conculcados los derechos de los florecen y tienen vida la virtud, la pie
Obispos, violada la santidad del m atri dad y la Religión. Y como es gran
monio, socavado el régim en de toda piedad exponer a la luz del día los
potestad, y todos los demás males que escondrijos de los impíos y vencer en
nos vemos obligados a llorar, V enera ellos al mismo diablo a quien sir-
bles Herm anos, con com ún llanto, refe ven^21\ os rogamos que con todo
rentes ya a la Iglesia, ya al Estado.1 empeño pongáis de m anifiesto sus insi
dias, errores, engaños, m aquinaciones,
11. Los Obispos, defensores de la ante el pueblo fiel, le im pidáis leer li
Religión y de la Iglesia. E n tal vicisi bros perniciosos, y le exhortéis con asi
tud de la Religión y contingencia de duidad a que, huyendo de la com pañía
tiem po y de hechos, Nos, encargados de de los impíos y sus sectas como de la
la salvación del rebaño del Señor, no vista de la serpiente, evite con sumo
omitiremos nada de cuanto esté a nues cuidado todo aquello que vaya contra
tro alcance, dada la obligación de la fe, la Religión, y la integridad de
Nuesro m inisterio apostólico; harem os costumbres. En procura de esto, no
Las notas (18-C a 21) se encuentran en la pág. 95.
92 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1846) 11, 12-15
omitáis jam ás la predicación del santo y culto de Dios como la vida y el ejem- 17
Evangelio, p ara que el pueblo cristiano, pío de los que se dedican al divino
cada día m ejor instruido en las santísi ministerio(24), y cuales sean los sacer
mas obligaciones de la cristiana ley, dotes tal será de ordinario el pueblo,
crezca de este modo en la ciencia de bien veis, Venerables Hermanos, que
Dios, se aparte del mal, practique el habéis de trab ajar con sumo cuidado y
bien y camine por los senderos del diligencia para que brille en el Clero la
Señor. gravedad de costumbres, la integridad
de vida, la santidad y doctrina, para
12. P roceder con m ansedum bre. Y que se guarde la disciplina eclesiástica
como sabéis que sois legados de Cristo, con diligencia, según las prescripciones
16 que se proclam ó m anso y hum ilde de del Derecho Canónico, y vuelva, donde
corazón, y que no vino a llam ar a los se relajó, a su prim itivo esplendor. Por
justos, sino a los pecadores, dándonos lo cual, bien lo sabéis, habéis de andar
ejemplo p ara seguir sus pisadas, a los con cuidado de adm itir, según el p re
que encontréis faltando a los preceptos cepto del Apóstol, al Sacerdocio a cual
de Dios y apartados de los caminos de quiera, sino que únicam ente iniciéis en
la justicia y la verdad, tratadlos con las sagradas órdenes y promováis para
blandura y m ansedum bre paternal, tra ta r los sagrados m isterios a aquellos
aconsejadlos, corregidlos, rogadlos e que, examinados diligente y cuidadosa
increpadlos con bondad, paciencia y mente y adornados con la belleza de
doctrina, porque muchas veces más todas las virtudes y la ciencia, puedan
hace para corregir la benevolencia que servir de ornam ento y utilidad a vues
la aspereza, más la exhortación que la tras diócesis, y que, apartándose de
amenaza, más la caridad que el po- todo cuanto a los clérigos les está p ro
der^22\ P rocurad tam bién con todas hibido y atendiendo a la lectura, exhor
las fuerzas, Venerables Herm anos, que tación, doctrina, sean ejemplo a sus
los fieles practiquen la caridad, bus fieles en la palabra, en el trato, en la
quen la paz y lleven a la práctica con caridad, en la fe, en la castidad<25), y
diligencia, lo que la caridad y la paz se granjeen la veneración de todos, y
piden. De este modo, extinguidas de lleven al pueblo cristiano a la instruc
raíz todas las disensiones, enemistades, ción y le animen. Porque mucho mejor,
envidias, contiendas, se am en todos con es —como m uy sabiamente amonesta
m utua caridad, y todos, buscando la B enedicto XIV, Nuestro predecesor de
perfección del mismo modo, tengan el feliz mem oria— tener pocos ministros,
mismo sentir, el mismo hablar y el pero buenos, idóneos y útiles, que mu
mismo querer en Cristo Nuestro Señor. chos que no han de servir para nada
13. Obediencia al poder civil. In cul
en la edificación del Cuerpo de Cristo,
cad al pueblo cristiano la obediencia y
que es la Iglesia^2QK
sujeción debidas a los príncipes y po
deres constituidos, enseñando, confor 15. Exam en de P á «t o c o s . No igno
me a la doctrina del Apóstol^23) que toda ráis que debéis poner la m ayor diligen- 13
potestad viene de Dios, y que los que cia en averiguar las costumbres y la
no obedecen al poder constituido resis ciencia de aquellos a quienes confiáis
ten a la ordenación de Dios y se atraen el cuidado y dirección de las almas, p a
su propia condenación, y que, por lo ra que ellos, como buenos dispensado
mismo, el precepto de obedecer a esa res de la gracia de Dios, apacienten al
pueblo confiado a su cuidado con la
potestad no puede ser violado por nadie
adm inistración de los sacramentos, con
sin falta, a no ser que m ande algo con
la predicación de la palabra divina y el
tra la ley de Dios y de la Iglesia(23).14
ejemplo de las buenas obras, los ayu
14. El buen ejem plo de los sacer den, instruyan en todo lo referente a
dotes. Mas como no haya nada tan la Religión, los conduzcan por la senda
eficaz para mover a otros a la piedad de la salvación.
Las notas (22 a 26) se encuentran en la pág. 95.
11, 16-19 E n c íc l ic a “ Q u i P l u r ib u s ' 93
(15) S. Jerónimo, Epist. 15, 2, al Papa Dámaso (20) Del Símbolo Atanasiano, Quicumque.
(Migne PL. 22, col. 356). (21) S. León Magno, Sermón 8, cap. 4 (Migne
(16) Clemente XII, Const. In eminenti, 28-IV- PL. [Sermón 9, c. 7] 54, col. 159-A).
1738. (Gasparri, Fontes I, 656); Benedicto XIV, (22) Concilio de Trento, sesión 13, Cap. I, de
Const. Próvidas, 18-V-1751 (Gasparri, Fontes II, Reforma (Mansi Coll. Conc. 33, col. 86-B).
315); Pío Vil, Const. Ecclesiam a Jesu Christo, (23) Romanos 12, 1-2.
13-IX-1821 (Fontes, II, 721); León Xll, Const. Quo (24) Concilio de Trento sesión 22, cap. 1, de
graviora 13-III-1825 (Fontes, II, 727). Reforma (Mansi Coll. Conc. 33, col. 133-D).
(17) Ver León XIII, Encícl. Humanum Genus, (25) I Timoteo 4, 12.
20-IV-1884, contra las sectas, espec. la masónica; (26) Benedicto XIV, Epist. Encícl. Ubi primum,
en esta Colee., Encícl. 44, pág. 308-319; ASS, 16, 3-XII-1740 (Gasparri, Fontes I, 670).
417. (27) Hebreos 4, 12.
(18a) Gregorio XVI, Encícl. a todos los Obispos (28) Concilio de Trento sesión 23, cap. 18 de
Inter precipuas, 6-V-1844; en esta Colecc.: Encícl. Reforma (Mansi Coll. Conc. 33, col. 146-149).
10, 7, pág. 75. (29) S. Cipriano, Epist. 77 a Nemesiano y los
(18b) II Corint. 6, 15. demás mártires (Migne PL. 4, col. 431-A).
(18c) Deut. 32, 33. (30) El tema se desarrollará a fondo en las
(18d) Ver Jerem. 51, 7. Encíclicas de León XIII sobre el poder Diuturnum
(19) Ver a propósito de este tema a León XIII, illud, 29-VI-1881; en esta Colecc.: Encíclica 37,
Encícl. Quod apostolici, 28-XII-1878; ASS. 11, 369; pág. 268 ss. e Immortale Dei, l-XI-1885, en esta
en esta Colecc.: Encícl. 32, 1, pág. 224; Encícl. Colecc., Encícl. 46, 322 ss.
Rerum Novarum, 15-V-1891; ASS. 23 (1890-91) (31) S. León Magno Epist. 156 (alias 125) a León
641; en esta Colecc.: Encícl. 59, 3 ss., pág. 424 ss.; Emperador (Migne PL., 54, col. 1130-A).
Pió XI, Encícl. Quadragesimo Anno, 15-V-1931; (32) S. León Magno, Epist. 43 (alias 34) a Teo-
en esta Colecc.: Encícl. 154, 43-51, pág. 1318 ss.; y dosio Emperador (Migne PL. 54, col. 826-B).
más recientemente Divini Redemptoris, 19-III- (33) S. León Magno, Epist. 43 (alias 34) a Teo-
1937; en esta Colecc.: Encícl. 169, pág. 1482-1502. dosio, Emperador (Migne PL. 54, col. 826-B).
:1L2
2. Las familias religiosas y los Pon Nosotros pues, según la suma cari
tífices. De aquí ciertam ente proviene dad que sentimos hacia las mismas
que los Padres y Doctores de la Iglesia Ordenes, emulando los ilustres ejem
hayan con toda razón y derecho hon plos de Nuestros Predecesores y si
rado a los cultores de la perfección guiendo las sapientísim as sanciones so
evangélica con sumas alabanzas y h a bre todo de los Padres Tridentinos^lc\
yan combatido acérrim am ente a sus según la obligación de Nuestro Supremo
im pugnadores que afirm an con tem e Apostolado, determ inam os dirigir to
ridad que estos sagrados institutos son dos nuestros cuidados y pensamientos,
inútiles y perjudiciales a la sociedad. con todo el afecto de nuestro corazón,
Los Romanos Pontífices Predecesores a vuestras Fam ilias Religiosas, con la
Nuestros, dem ostrando siempre bené m ira de consolidar lo débil si lo hay,
volo afecto hacia las mism as Ordenes sanar lo enfermo, restablecer lo res
Regulares, no dejaron por su parte de quebrajado, reducir lo perdido y le
protegerlas y de defenderlas con el vantar lo decaído, para que revivan en
patrocinio de la autoridad apostólica, todas partes y cada día prosperen y
ni de honrarlas con los m ás grandes florezcan más la integridad de las cos
honores y privilegios, reconociendo tum bres, santidad de la vida, observan
m uy bien cuáles y cuántos bienes y cia de la disciplina regular, las letras,
las ciencias, sobre todo las sagradas, y
utilidades hayan redundado en todo
las leyes propias de cada Orden.
tiem po de esas m ism as Ordenes a la
universal república cristiana. Los m is 3. Empeño del Sumo Pontífice en
mos Predecesores Nuestros se m ostra conservar la disciplina religiosa. Si
ron tan solícitos por esta principalísi bien, pues, intensam ente nos alegramos
m a parte del cam po del Señor, que en el Señor de que haya m uchos hijos
apenas supieron que el hombre ene de estas Fam ilias Sagradas que, tenien
migo disim uladam ente sembraba ciza do presente su santísim a vocación y
ña en medio del trigo^la\ y que las pe aventajándose en el ejemplo de toda vir
queñas zorras destrozaban los florecien tud y doctrina, con todo empeño procu
tes r e to ñ o s^, sin ninguna dilación pu ran seguir las huellas de sus ilustres P a
sieron todo cuidado en arran car y des dres, trab ajar en el m inisterio de la sal
tru ir de raíz cuanto pudiera im pedir los vación y difundir en todas partes el
ubérrim os y venturosísim os frutos de la buen olor de Cristo, con todo lam enta
buena semilla sem brada. P or esta cau mos de que haya algunos, que olvidados
sa, sobre todo C l e m e n t e VIII de pia de su profesión y dignidad declinen en
dosa m em oria y tam bién U r b a n o VIII, tal m anera del instituto que los había
I n o c e n c i o X, A l e j a n d r o VII, C l e m e n aceptado, que no sin grandísim o daño
t e IX, I n o c e n c i o XI, y lo mismo I n o
de las m ism as Ordenes y de los fieles,
lleven tan sólo la apariencia y el hábito
c e n c i o XII, C l e m e n t e XI, P ío VII y
de la piedad, y contradigan con su vida
L e ó n XII predecesores Nuestros, ya to
y costumbres la santidad, el nom bre y la
m ando saludables determ inaciones, ya vestim enta del instituto que profesan.
publicando sapientísim os decretos y Os damos pues a vosotros, amados
constituciones, no dejaron de tener ten Hijos, que sois los superiores de las
sos todos los nervios de la vigilancia y mismas Ordenes, esta carta que os m a
providencia pontificias p a ra rem over nifiesta nuestra afectuosísim a volun
totalm ente cuantos m ales se habían tad hacia vosotros y vuestras Ordenes
introducido en las Fam ilias Religiosas Religiosas y por la que os hacemos sa
por las tristísim as vicisitudes de las ber las decisiones que hemos tomado
cosas y los tiempos, y p ara proteger y para in stau rar la disciplina regular.
restaurar en ellas la disciplina regular. E sta determ inación tiende enteramen-
(1?) Marcos 13, 25. ( l c) Concilio de Trento, sesión 25, sobre los
( l b) Cantar de los Cant. 2, 15. Regulares y Monjas (Mansi, C. Conc. 33, 172-181).
E n c íc lic a s P o n tific ia s 4
98 E n c íc l ic a s d e l P P . P ío IX (1847) 12, 4
PIO PP. IX
Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica
omitimos dirigir hum ildes y fervoro nales de la Santa Iglesia Romana, ilus
sas plegarias a Dios, Optimo y Máximo, tres po r su virtud, religión, consejo, 165
p ara que quisiera ilu strar N uestra prudencia y ciencia de las cosas divi
mente con la luz de su celestial gracia, nas, y les hayam os encomendado que
p ara que pudiéram os entender qué de- según su prudencia y saber se encar
164 bíam os hacer en este asunto. gasen de exam inar detenidamente este
Nos apoyamos sobre todo en la espe gravísimo asunto y luego Nos trasm i
ranza de que la Beatísim a Virgen, que tieran diligentísimamente su parecer.
elevó el vértice de sus méritos sobre Al obrar así creíamos seguir las ilustres
todos los coros de los Angeles hasta el huellas y em ular los ejemplos de Nues
solio de la Deidad(1), y que aplastó tros ilustres Predecesores.
la cabeza de la antigua serpiente con Por lo cual os escribimos esta carta,
el pie de la virtud, y que constituida Venerables Hermanos, por la que exci
entre Cristo y la Iglesia ^ , y toda sua tamos con todo empeño vuestra egre
ve y llena de gracias, libertó siempre gia piedad y pastoral solicitud y os
al pueblo cristiano de las m ayores ca inculcamos una y otra vez que cada
lamidades, de las insidias y el ím petu uno de vosotros procure según su p ro
de todos los enemigos, y lo preservó pio arbitrio y prudencia que se digan
de la ruina, compadeciéndose como y hagan en sus diócesis públicas ple
suele con el am plísim o afecto de su garias para que el clementísimo Padre
ánimo m aternal de las tristísim as de las luces se digne esclarecernos con
y luctuosísim as vicisitudes Nuestras, la suprem a luz de su divino E spíritu
acerbísim as angustias, trabajos y ne e ilustrarnos con su inspiración, de
cesidades, querrá, con su patrocinio m anera que en este asunto de tanta
ante Dios siempre presente y potentí im portancia tomemos aquella determ i
simo, ap artar los flagelos de la ira di nación que redunde tanto en la m ayor
vina con los que somos afligidos por gloria de su santo Nombre como ala
Nuestros pecados y detener y disipar banza de la Beatísima Virgen y utili
las turbulentísim as tem pestades de dad de la Iglesia. Deseamos tam bién
males con las que, con increíble dolor vehementemente que lo antes posible
de Nuestro ánimo, la Iglesia en todas nos hagáis saber cuánta sea la devo
partes es agitada, y convertir en gozo ción que anime a vuestro clero y pue
Nuestro llanto. Bien conocéis, Venera blo fiel hacia la Inm aculada Concep
bles Hermanos, que todo el fundam en ción de la Virgen, y qué deseos los
to de N uestra confianza está colocado inflam en de que este asunto sea dis
en la Santísim a Virgen, como quiera cernido por la Sede Apostólica; en
que Dios puso en María la plenitud prim er lugar deseamos saber con m á
de todo bien, de manera que si hay ximo interés qué sentís vosotros m is
en nosotros algo de esperanza, algo de mos, Venerables Herm anos, según
gracia y de salud, debemos recono vuestra eximia sabiduría, acerca de
cer que de ella nos proviene... porque esto y qué anheláis, habiendo ya con
tal es la voluntad de Aquel que quiso cedido al Clero Romano que pueda re
que todo lo tuviéramos por María(3). citar las peculiares horas canónicas de
la Concepción de la Beatísima Virgen,
3. Se p rep ara u n exam en detenido recientísim am ente compuestas e im
del asunto. De aquí que hayam os ele presas, en lugar de las que aparecen 166
gido algunos varones eclesiásticos, res en el Breviario común, por carta os
petables por la piedad y m uy peritos concedemos a vosotros, Venerables
en las disciplinas teológicas y algunos Hermanos, la facultad de otorgar si os
Venerables H erm anos Nuestros, Carde-12 place, a todo el clero de vuestras Dió-
(1) S. Gregorio, Papa, De Exposit. in libros M. V. ex verbis Apoca]. 12, n. 5 (Migne PL. 183,
Regum, lib. I, n. 5. (Migne PL. 79, col. 25-C). col. 432-A).
(2) S. Bernardo, Sermón in 12 prserogat. B. (3) S. Bernardo, In Nativit. S. Mariae, de
Aquaeductu (Migne PL. 183, col. 441, A-B).
102 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1849)
cesis que pueda recitar libre y lícita enviarnos las oportunas respuestas que
mente las mismas horas canónicas de os pedimos. M ientras tanto recibid, co
la Concepción de la Santísim a Virgen, mo auspicio de todos los celestiales
que usa ahora el Clero Romano, sin dones y testimonio de Nuestra particu
que para ello debáis im plorar permiso lar benevolencia, la Bendición Apostó
de Nosotros o de N uestra Sagrada Con lica que os im partim os am antísim a-
gregación de Ritos.4 mente de lo más hondo de Nuestro co
razón a vosotros, Venerables H erm a
4. Conclusión. De ningún modo d u nos y a todos los Clérigos y fieles lai
damos, Venerables Herm anos, de que cos confiados a vuestra vigilancia.
os alegraréis, según vuestra singular Dado en Gaeta el día 2 de Febrero
piedad hacia la Santísim a Virgen M a del año 1849 de Nuestro Pontificado
r í a , en acceder gustosísim am ente y con el año tercero.
todo cuidado y celo a estos deseos
Nuestros y de que os apresuraréis a PIO PAPA DL
M
ENCICLICA “NOSTIS ET NOBISCUM”^
(8-XII-1849)
A LOS OBISPOS DE ITALIA SOBRE LOS ESTADOS PONTIFICIOS
PIO PP. IX
Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica
198 1. Motivos de esta Encíclica. - Los mediante las arm as de las naciones ca
desmanes de los enemigos de la Iglesia. tólicas a Nuestro gobierno tem poral y
Lo mismo que Nos, sabéis y estáis haya cesado igualmente el tum ulto de
viendo vosotros, Venerables H erm a la guerra en otras regiones de I t a l i a ,
nos, con cuánta m alignidad cobraron sin embargo estos infam es enemigos
fuerza ciertos hom bres depravados, de Dios y de los hombres, no desistie
enemigos de toda verdad, justicia y ron ni desisten de su nefanda empresa
honestidad, los cuales ora valiéndose e impedidos de valerse de la violencia
del fraude y de toda clase de intrigas, abierta, recurren a otros medios cier
ora abiertam ente lanzando como m ar tam ente fraudulentos, no siempre del
em bravecida la espum a de sus confu todo ocultos. En medio de tan grandes
siones, se esfuerzan por esparcir por dificultades de toda la grey del Señor
doquiera entre los pueblos fieles de sobre Nuestros débiles hom bres y em
Italia la desenfrenada licencia d e p e n - bargados del más vivo dolor, a causa
sar, de h a b ^ x .^ « ^ ^ 6 p n ie te r audaz - de los graves peligros que am enazan a
men{é~todá~suerte de impiedades y de todas las iglesias de I t a l i a , no pequeña
echar por tierra la Religión Católica consolación en medio de las pesadum
en I t a l i a , y si posible fuere, destruirla bres Nos proporciona vuestra pastoral
de raíz. Todo el plan de sus designios solicitud, de la cual, Venerables H er
diabólicos se descubrió en diversos lu manos, tantas pruebas nos habéis dado
gares, pero, sobre todo, en N uestra en medio de la pesada borrasca y que
augusta ciudad, Sede de Nuestro Su se m anifiesta cada día de nuevo con
prem o Pontificado, donde, luego que m ayor claridad. E ntre tanto, la misma
Nos vimos obligados a abandonarla, gravedad de las cosas nos aprem ia, a
h an podido entregarse, m ás librem en fin de que, en cum plim iento de las
te, si bien por pocos meses, a toda obligaciones de Nuestro cargo pastoral,
clase de desmanes; y a tal extremo os estimulemos más vivamente aún,
llevaron su furia de mezclar, con ne con Nuestra palabra y Nuestras exhor
fasta audacia las cosas divinas y h u taciones, Venerables Hermanos, llam a
m anas, que entorpeciendo las funcio dos a la participación de N uestra soli
nes y despreciando la autoridad del citud a pelear con constancia a Nuestro
ilustre Clero de R o m a y de sus P rela lado las batallas del Señor y a tom ar
dos, que, por N uestra orden, cuidaban de com ún acuerdo con Nosotros todas
intrépidos de las cosas sagradas, obli las disposiciones necesarias, a fin de
gaban a los pobres enferm os que lu que, con la bendición de Dios se rem e
chaban ya con las angustias de la dien todos los males que Nuestra santa
m uerte, privados de todo auxilio reli Religión ya ha sufrido en I t a l i a , y se
gioso, a exhalar su últim o suspiro en- conjuren los inm inentes peligros del
199 tre los halagos de infam es prostitutas. porvenir.
Aunque después, tanto la ciudad de Uno de los m últiples artificios de
R o m a como las otras provincias del que los mencionados enemigos de la
dominio pontificio, hayan sido resti Iglesia se han acostum brado a servir
tuidas, por la m isericordia de Dios y para alejar de la fe católica los ánimos
>(*) Pii IX, P. M. Acta, Romse, s. f. Pars I, vol. I, 198-223. Traduc. espec. corregida para la edi
ción. (P. H.). Algunos autores la citan “Noscitis et nobiscum” . Con estas dos primeras palabras volvió
a reproducirse el texto original (latín) en “Codicis Iur. Can. Fontes” , Card. Gasparri, Roma 1928, II,
837-894. Las cifras marginales indican las páginas del original latino. (P. H.).
— 103 —
104 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1849) 14, 2-3
ciertos italianos, tan malvados, y tan de poseer en R oma la Sede del magis
m iserablem ente engañados que aplau terio apostólico, las otras naciones han
diendo tan nefastas doctrinas, no te solido beber las aguas puras de su sana
men contribuir con ellas a una desgra doctrina, no se vaya a convertir al fin
cia tan grande de su patria. para ellas en piedra de tropiezo y de es
cándalo; plega a Dios que esta porción
4. F in últim o: em p u jar a los pueblosescogida de la viña del Señor no sea
al socialism o. Pero tam poco ignoráis, entregada a la depredación de todas las
Venerables H erm anos, que los princi bestias del campo; ni perm ita, que los
pales autores de esta tan abom inable pueblos italianos después de haber sor
intriga, no se proponen otra cosa que bido la demencia de la copa empozo-
im pulsar a los pueblos, agitados ya ñada de Babilonia, tom en sus arm as
con todo viento de perversas doctrinas, parricidas contra su m adre la Iglesia.
al trastorno de todo orden hum ano de E n verdad, tanto Nosotros como vos
las cosas, y a entregarlos a los nefan- otros, en estos tiempos llenos de tantos
dos sistemas del nuevo Socialismo y Co peligros que por oculto designio de
munismo. Se dan perfecta cuenta y lo Dios nos han sido deparados, debemos
han com probado con la experiencia de cuidarnos de tem er los artificios y agre
largos años, que ninguna transigencia siones de los hom bres que conspiran
pueden esperar de la Iglesia Católica, contra la fe de I talia como si con nues
que en la custodia del sagrado depósito tras solas fuerzas hubiéram os de ven
de la divina Revelación, no perm itirá cerlos, siendo que Cristo es nuestro
que se le sustraiga un ápice de las Consejero y nuestra Fortaleza, sin el
verdades de fe propuestas, ni que se le cual nada podemos, pero con el cual
añadan las invenciones de los hombres. lo podemos todo Db).
P or lo mismo han form ado ellos el
designio de atraer a los pueblos de I ta 5. Remedios m ás urgentes. T rabajad,
lia a sus opiniones y conventículos pro pues, Venerables H erm anos, vigilad con
testantes en que, engañosam ente les la m ayor diligencia sobre la grey que os
dicen una y otra vez p ara seducirlos está confiada, y empeñaos en defender
que no deben ver en ello m ás que una la de las emboscadas y de los ataques
form a diferente de la m ism a Religión de los lobos rapaces. Comunicaos recí
cristiana verdadera, en que lo mismo procam ente vuestros planes, seguid co
que en la Iglesia Católica se puede mo habéis ya comenzado, reuniéndoos
agradar a Dios. E ntre tanto, en modo en asambleas; a fin de que, después de
alguno ignoran que aquel principio b á haber estudiado en una com ún inves
sico del protestantism o, a saber, el libre tigación el origen de los males y según
examen e interpretación de la Sagrada la diversidad de lugares, las fuentes
Escritura, por el juicio particular de principales de los peligros, podrán más
cada uno, en sumo grado aprovecharía prontam ente encontrar, bajo la autori
su im pía causa. De este modo confían dad y dirección de la Santa Sede, los
que se les to rn ará más fácil la tarea de remedios más oportunos; y de esta m a
hacer que, abusen prim ero de la in ter nera, plenam ente de acuerdo con Nos
pretación arb itraria de las Sagradas Le otros, aplicar toda vuestra solicitud y
tras p a ra difundir, en nom bre de Dios, trabajo con la ayuda de Dios, y con
sus errores, y luego im pulsen a la duda todo el ím petu de vuestro celo pasto
de los principios fundam entales de la ral, p a ra an u lar todos los embates,
justicia y de la honestidad a los hom bres artificios, intrigas y m aquinaciones de
inflam ados de la orgullosa presunción de los enemigos de la Iglesia.
juzgar librem ente de las cosas divinas. Mas para que esto no sea infructuoso
Plega a Dios, Venerables Hermanos, es de todo punto necesario trabajar, a
que I talia de donde, por el privilegio fin de im pedir que el pueblo poco ins-
[lb] León Magno, Epist. 167 a Rústico de Nar- ver Juan 15, 5; Filip. 4, 13.
bona, Obispo (Migne PL. 54, col. 1201 B - 1202 A):
106 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1849) U , 6
dam ente en las alm as de sus fieles la seguridad de que sólo entonces les será
devoción, veneración y respeto a esta posible contam inar a I talia con la im
suprem a Sede de P edro, en cuyos sen piedad de su doctrina y con la peste de
tim ientos en tanto grado sobresalís vos sus nuevos sistemas.
otros, Venerables H erm anos. R ecuer
den, pues, los pueblos fieles, que aquí 9. Fines perversos del socialismo y
es donde vive y preside en la persona comunismo. E n lo que a esta d ep ra
de sus sucesores, P edro el Príncipe de vada doctrina y a estos sistemas toca,
los A p ó s t o l e s d e cuya dignidad par- ya es a todos notorio que ellos persi
209 ticipa tam bién su indigno heredero (8>. guen principalm ente, abusando de los
Recuerden que en esta inexpugnable térm inos de libertad e igualdad, la
cátedra de P edro ^9) puso Cristo N. S. el introducción en el pueblo de esas p er
fundam ento de su Iglesia santa, dando niciosas invenciones del socialismo y
a P edro las llaves del reino de los comunismo. Es un hecho cierto, que
cielos(1°), y por esa causa, en fin, oró estos m aestros del socialismo y com u
a fin de que no desfalleciera su fe, y le nismo, aunque valiéndose de caminos
m andó que en ella confirmase a sus y métodos diversos, abrigan el propó
hermanos^11) ; de este modo el Romano sito común de m antener en constante
Pontífice sucesor de P edro posee el agitación a los obreros y demás hom
prim ado universal en todo el m undo, bres de condición m ás humilde, jenga-
es el Vicario de Cristo y la cabeza de ñ ándolos con discursos seductores j y
toda la Iglesia, el Padre y Doctor de con falaces prom esas de un porvenir
todos los cristianos (12>. más feliz y habituándolos poco a poco
a los más graves crímenes: confían
E n la conservación de esta unión y con esto poder utilizar sus fuerzas p ara
obediencia de los pueblos al Romano atacar cualquier régimen de autoridad
Pontífice se halla sin duda el camino superior, p ara robar, dilapidar e inva
m ás corto y directo, p ara m antenerlos dir las propiedades, prim ero, de la
en la profesión de la verdad católica. Iglesia, después de todos los particula
En efecto, no es posible rebelarse con res, para violar en fin todos los dere
tra ninguna verdad católica, sin recha chos divinos y hum anos, destruir el
zar juntam ente la autoridad de la Ro culto de Dios y abolir todo orden en
m ana Iglesia, en la cual se encuentra la sociedad civil. E n un peligro tan
la sede del irreform able magisterio de grande para I talia , es un deber vuestro,
la fe, fundado por el Redentor divino, Venerables Herm anos, desplegar todo el
y en la cual, por lo mismo, se ha con fervor de vuestro celo pastoral, para
servado siempre la tradición que nace hacer com prender al pueblo fiel, a qué
en los Apóstoles. De aquí es que los desgracia tem poral y eterna será a rra s
antiguos herejes y los protestantes m o trado, si se deja engañar por estas opi
dernos cuyas opiniones, por otra parte, niones y sistemas tan perniciones.
están m uy discordes, trab ajen tan a
una en im pugnar la autoridad de la 10. C ontra el Socialismo y Com unis
Sede Apostólica, a la cual jam ás, por mo se ha de recom endar la obedieneia
ningún artificio ni m aquinación, logra a la autoridad legítim a. Advertid, pues,
ron inducir a tolerar uno sólo de sus a los fieles que están a vuestro cuidado,
errores. Tampoco los enemigos actua- que es esencial a la naturaleza de toda
210 les de Dios y de la hum ana sociedad, sociedad hum ana, la obediencia a la 21
no dejan nada por m over p ara a p artar autoridad legítimamente constituida; y
a los pueblos de I talia de Nuestro ser que nada puede cam biarse en los pre
vicio y del de esta Santa Sede; en la ceptos del Señor, que anuncian las sa
(7) Concilio de Efeso, Acto III; (Mansi Coll. co) Mateo 16, 18.
Conc. 4, col. 1295-B); S. Pedro Crisólogo, Epist. (10) Mateo 16, 19.
a Entvch. (Migne PL. 54, col. 743-A).
(8) S. León Magno, Sermón 16, en el Natalicio (11) Lucas 22, 31-32.
de los Apst. Pedro y Pablo, cap. I, (Migne PL. (12) Concilio ecuménico de Florencia en def. o
54, col. 511-D). Decr. de la Unión (ver Mansi 31-A, col. 1034).
14» 11-12 E n c íc l ic a “ N o s c it is e t N o b is c u m ” 109
gradas Letras: pues está escrito: Estad de pedir en el día del Juicio, de estas
sumisos a toda humana criatura por obras de misericordia, para prem iar
respeto a Dios; ya sea al rey, como que con los goces de la gloria eterna a los
está sobre todos; ya a los gobernadores, que la hubiesen practicado, y conde
como puestos por El para castigo de los n ar con la pena eterna a los que la
malhechores, y alabanza de los buenos. hubiesen descuidado (17L
Pues ésta es la voluntad de Dios, que En esta advertencia de Cristo Nues
obrando bien tapéis la boca a la igno tro Señor y en los otros avisos severí-
rancia de los hombres necios: como li simos^18) acerca del uso de las rique
bres, mas no cubriendo la macilia con zas conservados inviolablemente en la
capa de libertad, sino como siervos de Iglesia Católica, resulta que la condi
D íos(13)1456. Más aún: Toda persona esté ción de los pobres y necesitados sea
sujeta a las potestades superiores; por m ucho más llevadera en las naciones
que no hay potestad que no provenga católicas que en cualesquiera otras. Sin
de Dios, y Dios es el que ha establecido duda, que socorros m ucho más copio
las que hay: por lo cual quien resiste a sos recibirán en nuestras regiones es
las potestades, a la ordenación de Dios tos indigentes, si no hubiesen sido ro
resiste. De consiguiente los que resisten, badas o extinguidas m uchas institucio
ellos mismos se acarrean su condena nes, que habían sido fundadas por
ción^14). nuestros mayores para alivio de los
pobres, y que a raíz de los repetidos
11. La n a tu ra l je ra rq u ía de valores.
disturbios públicos se han visto preci
Sepan además, que es igualm ente n a
sadas a desaparecer. P or lo demás, no
tural, y por tanto, condición inm utable
olviden tampoco nuestros pobres, que
de las cosas hum anas, que aun entre
según la enseñanza de Cristo, no debe
aquellos que no gozan de la más alta
serles causa de tristeza su condición:
autoridad descuellan unos sobre otros,
puesto que la pobreza es el m ejor ca
debido ya a las diversas cualidades de
mino para alcanzar la salvación; con
espíritu y cuerpo, ya a las riquezas o
tal que sepan sobrellevar pacientemente
a otros bienes m ateriales semejantes;
su pobreza, y no solamente de hecho,
y que jam ás bajo ningún pretexto de
sino tam bién de corazón, sean pobres.
libertad o de igualdad, será lícito inva
Porque se dijo: Bienaventurados los
dir los bienes o derechos ajenos, ni pobres, porque de ellos es el reino de
violarlos de cualquier modo que sea. los cielos^19\
Los preceptos divinos a este respecto Sepa tam bién todo el pueblo fiel, que
están claros y expresados a cada paso
los reyes antiguos de las naciones p a
en las Sagradas Letras, que no sólo nos ganas, y los jefes de sus repúblicas,
prohiben term inantem ente apoderarnos
abusaron mucho más grave y frecuen
de los bienes del prójimo, sino tam bién
temente de su poder; de ahí se podrá
desearlos colegir que si los príncipes de los tiem
12. Pero los pobres no deben olvidar pos cristianos, amonestados por la voz
cuanto deben a la Iglesia. Pero acuér de la religión llegan a temer el juicio
dense tam bién los pobres y los necesi riguroso que se les exigirá, y el suplicio
tados todos, cuánto deben a la Religión eterno destinado para los pecadores,
Católica, que guarda viva e intacta y suplicio en el cual los poderosos serán
predica abiertam ente la doctrina de poderosamente castigados^ con m u
Cristo, quien declaró que los beneficios cha más justicia y m ansedum bre regi
que se hacen a los pobres tom aría como rán los pueblos a ellos sujetos.
hechos a E l(16\ y quiso proclam ar de Los fieles confiados a vuestros cui
lante de todos la especial cuenta que ha dados y a los Nuestros deben, en fin,
(13) I Pedro 2, 13 ss. (17) Mateo 25, 34.
(14) Romanos 13, 1 ss. (18) Mat. 19, 23; Luc. 6, 4; 18, 22; Stgo. 5, 1.
(15) Exodo 20, 15-17; Deut. 5, 19-21. (19) Mat. 5, 3.
(16) Mateo 18, 16; 25, 40-45. (20) Sabid. 6, 6-7.
110 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1849)_____________ 14, 13-14
218 todás las dem ás cosas que son de la la educación de los niños y jóvenes dé
Religión, o que tengan alguna relación ambos sexos. Bien sabéis, que en nues
con ella. Velad, pues, porque en todas tros tiempos, los enemigos de la Religión
las clases, pero en especial en las de y de la sociedad hum ana, con un espí
Religión se usen libros exentos de toda ritu diabólico, ponen en juego todos sus
sospecha de error. artificios, para lograr la perversión de
Advertid a los que tienen cura de los entendimientos y corazones de los
almas, que sean vuestros solícitos cola jóvenes desde su prim era edad. A este
boradores, en lo que se refiere a las intento, no escatim an ningún sacrificio
escuelas de niños y de jóvenes de la a fin de sustraer por completo a la
prim era edad, que se destinen a ellos autoridad de la Iglesia y a la vigilancia
m aestros y m aestras de u na honestidad de sus Pastores sagrados toda escuela
m uy bien probada, y que p ara la ense y todo instituto destinado a la form a
ñanza de los rudim entos de la fe cris ción de la juventud.
tiana a los niños y niñas, no se empleen Abrigamos la firm e esperanza de
otros libros sino los aprobados por la que nuestros carísimos hijos en Cristo,
Santa Sede. los Príncipes de toda I talia os ayuda
A este respecto no nos cabe duda, rán con su poderoso patrocinio a fin de
de que los Párrocos serán los prim eros que podáis cum plir fructuosam ente con
en dar ejemplo, y que aprem iados por las obligaciones que os impone vuestro
vuestras exhortaciones se aplicarán cargo; no nos cabe la m enor duda, que
constantem ente a instruir a los niños en ellos querrán defender y proteger los
los fundam entos de la doctrina cristia derechos tanto espirituales como tem
na, recordando que esta instrucción es porales de la Iglesia; pues, nada hay
uno de los deberes m ás graves que le más conforme a la Religión y a la pie
impone su m inisterio Debéis ade dad heredada de sus antepasados de la
más recom endarles, que en sus instruc cual han dado tan elocuentes ejemplos.
ciones a los niños como tam bién al
pueblo no pierdan de vista el Catecis 17. La causa de todos los m alos p re
mo Romano, publicado p o r decreto del sentes está en los atropellos cometidos
Concilio de Trento y de San Pío V contra la Religión. Ni puede escapar a
Nuestro predecesor de inm ortal m em o su sabiduría que la causa prim aria de
ria, y recom endado a todos los pastores todos los males, que ahora nos afligen,
por los Sumos Pontífices, y en particu ha de buscarse en los daños hechos a
lar últim am ente por Clemente XIII de la Religión y a la Iglesia Católica en los
feliz recordación como arma oportu tiempos pasados, principalm ente desde
nísima para rechazar todos los artifi que aparecieron los protestantes. Ellos
cios de opiniones perversas, y para ven cómo, por el desprecio creciente de
propagar y sonsolidar la verdadera y la autoridad de los obispos, por las
219 sana doctrina (28>. violaciones cada día más frecuentes y
No os causará, ciertam ente, adm ira contumaces de los preceptos divinos y
ción, Venerables Herm anos, el que h a eclesiásticos, se ha dism inuido en la
yamos dejado co rrer la plum a larga misma proporción el respeto del pueblo
mente sobre este punto. Porque, no se por la autoridad civil, y se ha abierto
oculta a vuestra prudencia, que en estos un camino más ancho a los enemigos
tiempos llenos de peligros, Nos y vos actuales de la tranquilidad pública y a
otros debemos hacer los m ayores es las sediciones contra la persona que re
fuerzos, em plear todos los medios, lu presenta la autoridad. Contemplan asi
char con constancia inquebrantable y mismo, cómo frecuentem ente los bienes
estar siempre alerta, en todo lo que temporales de la Iglesia son ocupados,
atañe a la escuela, a la instrucción y a repartidos y públicam ente vendidos,
(27) Concilio de Trenlo, sesión 24 c. 4, de re- Iur. Can. Fontes, Gasparri, 1926, I, 713).
form. (Mansi Coll. Conc. 33, col. 159-C); Bene (28) Clemente XIII, Encícl. a todos los Obispos,
dicto XIV Constit. Etsi minime, 7-II-1742 (God. 11-VI-17G1.
14, 18-19 E n c íc l ic a “ N o s c it is e t N o b is c u m ” 113
arriba, acerquém onos con confianza al dos los santos del cielo, para que el
trono de la gracia, Venerables H erm a clementísimo Dios, por su intercesión
nos, y no cesemos de suplicar, de im aleje de sus fieles los rigores de su ira
plorar con oraciones públicas y priva y conceda a todos los que llevan el
das al Padre celestial de las luces y de nom bre de cristianos, por el poder de
las m isericordias, p ara que por los m é su gracia, rechazar todo lo que sea con
ritos de su Hijo Unigénito Nuestro Se trario a la santidad de este nombre, y
ñor Jesucristo, apartando sus ojos de practicar todo lo que con El se con
nuestros delitos, ilum ine en su clemen forme.
cia las mentes y los corazones de todos Por último, Venerables Hermanos, en
por la virtud de su gracia, atrayendo testimonio de nuestro m ás vivo afecto
hacia sí las voluntades rebeldes; dé m a hacia vosotros, recibid la Bendición
yor esplendor a su Iglesia con nuevas Apostólica, que os im partim os de lo
victorias y triunfos; de tal m anera que íntim o de Nuestro corazón, a vosotros,
en toda I talia , y en todo el m undo a vuestro clero, y a los fieles laicos que
crezca en núm ero y en m érito el pueblo están confiados al cuidados de vuestro
fiel. Invoquemos tam bién a la Santí celo pastoral.
sima e Inm aculada Virgen María Ma Dada en Nápoles en los suburbios de
dre de Dios, que por su poderosísimo Portici, el 8 de Diciembre del año de
valimiento ante Dios obtiene todo lo 1849, año cuarto de nuestro P ontifi
que pide, ni puede pedir en vano; ju n cado.
tam ente im plorem os al Apóstol S an
P edro y a su co-apóstol P ablo, y a to PIO PAPA IN.
£ 3
568 bién os com unicam os que tom am os de los ánimos y cuán prósperos y faus
otras oportunas determ inaciones para tos acontecimientos hubiese vivido, si
que desaparezca todo tem or acerca de todos unidos con m utua concordia de
los colegios en los que los mismos voluntades y amándose m utuam ente,
m onjes instruyen a la juventud arme hubiesen cam inado en la caridad de
nia. Y p ara que la principalísim a obra Dios. Recordando, pues, con cuántas
comenzada por Nuestros predecesores calamidades habéis sido probados a
y llevada por Nosotros a feliz térm ino causa de la discordia, considerando
por la jerarq u ía ordinaria de los obis seriamente que toda ciudad o casa
pos, pueda en adelante proseguir prós dividida contra sí misma, no perma
peram ente y se pueda tener la elección necerá en pze(s) y teniendo siempre
tanto del arzobispo prim ado como de ante los ojos aquel aviso del Apóstol,
los demás obispos sufragáneos, orde que si mutuamente os mordéis y co
nam os que se diesen oportunas ins méis mirad que acabaréis por consumi
trucciones por la predicha Congrega ros unos a o tr o s í, nada tengáis en ade
ción y m andam os que fuesen com u lante por m ás im portante y estimable
nicadas al mismo arzobispo y a los que fom entar entre vosotros con singu
demás obispos. lar cuidado y celo la cristiana concordia
4. Anhelos del P ap a: que todos vuel de ánimo, tener paz y buscar las cosas
van a la unió n y caridad de Cristo propias de la paz. Todos recordáis con
N uestro Señor. Todas estas cosas qué paternal solicitud os inculcó esta
abundantem ente dem uestran, Venera concordia el mismo predecesor Nues
bles H erm anos y am ados hijos, cuán tro Pío VIII, quien al instituir la sede
vehementemente estamos solícitos por prim acial arzobispal constantinopoli-
vuestro bien espiritual y con qué p a tana dio fin a su Carta Apostólica con
ternal afecto de caridad am am os en el estas palabras de San León Magno, asi
Señor a vuestra nación armenia. Aho mismo predecesor Nuestro: “La unión
ra pues os escribimos esta carta, con de todo el cuerpo es causa de unidad,
la que con todo am or os hablam os a salud y hermosura, y esta conexión de
todos y encarecidam ente os exhorta un solo cuerpo requiere unanimidad y
mos, advertim os y rogamos que os exige sobre todo concordia de los sa
revistáis como elegidos de Dios de be cerdotes”. Estos consejos, verdadera
nignidad, hum ildad, modestia, pacien m ente saludables, no dejó de repetirlos
cia y, unidos entre vosotros con estre con igual celo el otro predecesor Nues
chísimo vínculo de concordia y cari tro Gregorio XVI, para excitaros e in
dad depongáis todas las diferencias, flam aros cada día más en esta m utua
disputas, envidias, iras, disensiones, concordia de los ánimos. A hora empe- 570
tengáis en todo paz y santidad, y, sin ro, nos dirigimos en particular a vos
tiéndoos unos seáis perfectos en el otros, Venerables Hermanos, obispos
mismo sentir y opinar y solícitos por de esa provincia eclesiástica constan-
guardar, en el vínculo de la paz, aque tinopolitana y os rogamos encarecida
lla unidad de espíritu que fue tan re mente en el Señor que con ánimos
com endada e inculcada por Cristo Se concordes e infatigable celo, no ceséis
ñor Nuestro. Con tanta m ayor con nunca de exhortar e inflam ar a los fie
fianza esperam os que sigáis Nuestras les, a vosotros encomendados, ya con
am antísim as amonestaciones, exhorta obras, ya de palabra, ya con el ejem
ciones, deseos y peticiones, según vues- plo, a una m utua concordia, paz y ca
569 tra fiel piedad p a ra con N osotros y ridad, quebrantando y reprim iendo
esta Santa Sede, cuanto que, enseña todo movimiento de disensión. Todos,
dos por una triste experiencia, sabéis pues, desempeñando cuidadosa y celo-
cuántas calam idades haya sufrido sísimamente, con suma unión de áni
vuestra ilustre nación por la discordia mos, voluntades y opiniones, las obli-
(3)) Mat. 12, 25. (4) Gálatas 5, 15.
15, o E n c í c l i c a “ N e m in e m V e s t r u m ” 119
según vuestra conocida solicitud epis entre vosotros las decisiones y todos
copal, em plearéis todos vuestros cui los pareceres, diligentísim am ente p ro
dados y pensam ientos en elim inar to curad que los varones eclesiásticos,
talm ente los daños mencionados. Gomo acordándose siempre de la propia dig
m uy bien sabéis, am ados hijos Nues nidad y oficio, se aparten de todas
tros y Venerables Herm anos, cuánta aquellas cosas que a los clérigos les
fuerza tienen los Concilios Provincia están prohibidas y que de ninguna m a
les, sapientísim am ente prescritos por nera les caen bien, y brillando con el
las disposiciones canónicas y celebra ornato de todas las virtudes sirvan de
dos por los santos obispos siempre con ejemplo a los fieles en la palabra, en
m áximo bien p ara la Iglesia, p ara res la conversación, en la caridad, fe y
ta u ra r la disciplina del orden eclesiás castidad, que recen las horas canóni
tico y corregir las costum bres de los cas diurnas con la atención y afecto de
pueblos, por lo mismo intensam ente piedad conveniente y se ejerciten en
deseamos que celebréis debidamente, la santa oración y se dediquen a la
según las norm as de los sagrados cá meditación de las cosas celestiales,
nones, Sínodos Provinciales en los que am en el decoro de la casa de Dios,
habéis de aplicar oportunos y saluda cum plan las sagradas funciones y cere
bles remedios a los males comunes a m onias según el Pontifical y Ritual
cada una de las provincias eclesiásti Romano, y desempeñen solícita, sabia
cas de ese Im perio. P or cuanto m uchos y santam ente las funciones del propio
y graves asuntos h an de ser resueltos ministerio, ni om itan nunca los estu
por vosotros en esos Sínodos Provin dios sobre todo de las sagradas disci
ciales, es Nuestro deseo que en esta plinas y dem uestren una actividad asi
reunión de V i e n a según vuestra sabi dua en procurar la salvación eterna de
duría, m uy unidos de espíritu toméis los hom bres; con el mismo cuidado
entre vosotros aquellas determ inacio vigilad que todos los canónigos y be
nes por medio de las cuales podáis neficiarios adscriptos al coro de cada
sentir unánim em ente tanto acerca de templo m etropolitano, catedral y cole
las principales cuestiones que h abrán gial, procuren b rillar en todas partes
de tratarse y estatuirse en los Sínodos con la gravedad, integridad de vida y
Provinciales, como en lo referente a afición a la piedad, como lám paras
las otras que en una sola y m ism a con ardientes puestas sobre el candelabro
ferencia hab rán de ser resueltas por en el templo del Señor y cum plan dili
vosotros, de m anera que en todas las gentemente todas las obligaciones del
Provincias de ese Im perio, prospere, cargo recibido, guarden la ley de resi
florezca y domine cada día más Nues dencia, cuiden del esplendor del oficio
tra divina Religión y su saludable doc divino y animosos en las vigilias del
trin a y los pueblos fieles desviándose Señor celebren las divinas alabanzas con
del m al y obrando el bien, cam inen afecto, debida, pía y religiosamente, no
como hijos de la luz en toda bondad, con la m ente distraída ni los ojos vagos,
justicia y verdad. ni con indecorosa posición del cuerpo,
E l Clero; sus obligaciones. Y no h a teniendo siempre en la m em oria que
biendo nada que m ás asiduam ente ins van al coro, no sólo a rendir santísimo
tru y a a los demás en la virtud, piedad culto y veneración a Dios, sino tam bién
y culto de Dios que la vida y ejemplo a im plorar todo bien del mismo Dios
de aquellos que se dedicaron al divino para sí mismos y todos los demás.
m inisterio, no dejéis de establecer con 4. F orm ación del clero. Pero cuán
toda industria entre vosotros lo que vehementemente ayuden a defender y
puede restau rar la disciplina del clero fom entar el espíritu eclesiástico y a
donde esté decaída, y prom ováis don retener una saludable constancia en los
de fuere necesario su cuidadosa form a ejercicios espirituales enriquecidos por
ción. A este fin, am ados hijos Nuestros lo mismo con innum erables indulgen
y Venerables Herm anos, consultando cias por los Romanos Pontífices Pre-
128 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1854) 16, 4-5
décesores Nuestros, bien lo sabe cada en la elección de los libros, no sea que
uno de vosotros. P or lo mismo no en tan grande aluvión de difundidos
dejéis de recom endarles e inculcarles errores, sean tem erariam ente separa
una y otra vez a todos vuestros cléri dos los jóvenes eclesiásticos del cam i
gos, para que se retiren con frecuencia no da la sana doctrina, sobre todo p o r
determ inado núm ero de días a un lu que no ignoráis que varones eruditos,
gar a propósito donde, depuesto cual pero que disienten de Nosotros en co
quier cuidado diligentísim am ente m edi sas de Religión y están separados de
ten delante de Dios todos sus hechos, di la Iglesia, publican tanto los libros
chos y pensam ientos, y teniendo en la divinos como las obras de los Santos
m ente con asidua meditación la eterni Padres, ciertam ente con grata elegan
dad, y repasando los m áximos benefi cia, pero m uchas veces, lo que es en
cios que le fueron otorgados por Dios, gran m anera deplorable, viciados y
procuren purificarse de las m anchas desviados de la verdad por los com en
contraídas por el polvo del m undo y re tarios que añaden. A ninguno de vos- 523
sucitar la gracia que les fuera otorgada otros se os oculta cuánto interesa a la
por la im posición de las manos, y, des Iglesia, sobre todo en estos tiempos,
pojándose del hombre viejo y de sus tener m inistros idóneos que, egregios
obras, se revistan del nuevo que fue en la santidad de la vida y el elogio
creado en justicia y santidad (23\ de la saludable doctrina y poderosos
Debiendo los labios de los sacerdotes en obras y palabras puedan defender
custodiar la ciencia con la cual puedan valientemente la cuasa de Dios y de
responder a los que requieren de su bo su Iglesia, y edificar al Señor una casa
ca la ley, y vencer a los que la contradi fiel. No debe perdonarse esfuerzo,
cen, conviene, am ados hijos Nuestros pues, para que los jóvenes clérigos
y Venerables Herm anos, que dirijáis sean educados santa 3^ doctamente, ya
toda vuestra solicitud a la recta y cui desde sus tiernos años, como quiera
dadosa form ación del clero. Poned, que no de otros sino de ellos mismos
pues, sumo cuidado en que sobre todo debidam ente form ados se obtendrán
en vuestros seminarios esté vigente útiles m inistros de la Iglesia. P ara que
un óptimo y enteram ente católico m é jnás fácilmente, según vuestra eximia
todo de estudios, por el que los clérigos piedad y pastoral solicitud, podáis
adolescentes, aun desde la prim era in prom over cada día más la esm erada
fancia, sean m aduram ente form ados form ación del clero de la que en tanto
por probadísim os m aestros en la pie grado depende el bien de la Iglesia y
dad, en toda virtud y en el espíritu la salud de los pueblos, no os canséis
eclesiástico, y sean im buidos solícita de exhortar y rogar a los eclesiásticos
m ente en el conocimiento de la lengua egregios de vuestras diócesis y a los
latina, de las letras hum anas y de las varones laicos ricos y anim ados de
disciplinas filosóficas, exentas entera preclaros sentimientos hacia la causa
m ente de todo peligro de error. En p ri católica, p ara que, siguiendo vuestro
m er lugar aplicad toda vuestra vigilan ejemplo, quieran dar gustosísimamen-
cia p ara que aprendan diligentísim a te alguna a}mda en dinero, con la que
m ente en el conveniente lapso del podáis levantar tam bién y proveer a
tiempo necesario, tanto la Teología nuevos seminarios de convenientes m e
Dogmática como la Moral, sacada y dios, en los que los clérigos adolescen
deducida de los libros divinos, de la tes sean debidamente form ados.
tradición de los Santos Padres y de la 5. La vida cristiana de los fieles.
infalible autoridad de la Iglesia, y si T ratad con no m enor empeño, amados
m ultáneam ente una sólida ciencia de hijos Nuestros y Venerables H erm a
las divinas letras, de los sagrados cá nos, de tom ar todas aquellas determ i
nones y de la historia eclesiástica. De naciones m ediante las cuales la juven
béis tener u na precaución m uy grande 2 tud de vuestras diócesis de cualquier
(22) Efesios 4, 24.
16, 6 E n c íc l ic a “ S in g u l a r i Q u id e m ” 129
condición y sexo, se eduque cada día 6. La visita P astoral. Es m enester
m ejor según la norm a católica. P or lo que en prim er térm ino tengáis presen
cual aplicad la fuerza de vuestra vi tes estas cosas en vuestra reunión, am a
gilancia episcopal, p ara que la juven dos hijos Nuestros y Venerables H er
tud im buida ante todo m aduram ente manos, para que con circunspección
en el tem or de Dios y n u trid a con la podáis rem ediar los males comunes
leche de la piedad, cultive solícita con com unes preocupaciones; bien sa
m ente no sólo los elementos de la fe, béis que nada hay m ás eficaz para
sino un conocimiento m ás completo rep arar los daños de cada una de vues
de nuestra santísim a Religión, y se fo r tras diócesis y prom over su prosperi
me en la virtud y honestidad de las dad, que la frecuente visita de la m is
costum bres y en las norm as de la vida m a diócesis y la celebración de sínodos
cristiana, y se separe de todos los h a diocesanos. A ninguno de vosotros se
lagos y escollos de la perversión y co os oculta cuán encarecidam ente hayan
rrupción. sido prescritas e inculcadas estas dos
Con igual solicitud no dejéis nunca cosas sobre todo por el Concilio Tri-
de exhortar a la Religión y a la piedad dentino. P or lo tanto, según vuestra
con todos los modos convenientes a los conocida solicitud y caridad hacia la
fieles pueblos a vosotros encom enda grey a vosotros encomendada, no ten
dos. P or eso, poned por obra todo gáis nada en m ayor estim a que el visi
aquello con lo cual los fieles pueblos, ta r con intensísimo celo vuestra dió
cada día m ás nutridos con el m an jar cesis según los preceptos canónicos y
saludable de la verdad y doctrina ca el llevar a cabo todo aquello que in
tólica, am en a Dios de todo corazón, fluye en que la m ism a visita se realice
guarden cuidadosam ente sus m anda con mucho fruto. Al cum plir esta obli
tos, concurran frecuente y religiosa gación pondréis el m ayor empeño en
m ente a su santuario, santifiquen sus arran car de raíz los errores, corrupte
fiestas y asistan m uchas veces y con las y vicios, si algunos se hubieren in
la conveniente veneración y piedad a troducido, con sumo cuidado y en es
la celebración del divino sacrificio, se pecial con paternales avisos, fructuo
acerquen a los santísim os sacram entos sos sermones y otros medios oportunos,
de la Penitencia y E ucaristía y con en ofrecer a todos las enseñanzas sal
singular devoción veneren y honren a vadoras, en m antener íntegra y segura
la Inm aculada Virgen M a r í a , Madre de la disciplina del clero, en ayudar y
Dios, y, teniendo entre sí u n a m utua fortalecer a los fieles con toda clase de
y continua caridad y siendo asiduos en auxilios sobre todo espirituales, ganan
la oración, cam inen dignam ente agra do así a todos para Cristo. Aplicad una
dando a Dios en todo y fructificando sim ilar diligencia en la celebración
en toda obra buena. Y puesto que las de sínodos diocesanos según la norm a
sagradas Misiones dirigidas por opera de los sagrados cánones, estableciendo
rios idóneos conducen grandem ente a en especial aquello que juzgareis según
estim ular el espíritu de fe y religión vuestra prudencia ser más apropiado
en los pueblos y a volverlos al camino al m ayor bien de cada una de vues
de la virtud y salvación, ardientem ente tras diócesis. Pero para que en los sa
deseamos que procuréis que ellas se cerdotes que deben atender a la doc
realicen tam bién en vuestras diócesis. trina y enseñanza y que están obliga
Tributam os las m erecidas y sumas ala dos a instruir al pueblo en aquellas
banzas a todos aquellos m iem bros de cosas que a todos son necesarias co
vuestra jerarq u ía que ya introdujeron nocer para la salvación y a adm inis
en su diócesis la obra tan saludable de tra r los sacram entos(24\ no se extinga
las sagradas Misiones, y Nos alegramos nunca el gusto por las ciencias sagra
que con la ayuda de la divina gracia das ni languidezca el celo; m ucho de
se h ayan recogido abundantes frutos. seamos que en todas las regiones de
(24) Concilio de Trenfo, sesión 23, cap. 14 de reform. (Mansi Coll. Conc. 33, col. 145 C-D).
E n c íc l ic a s P o n tific ia s
130 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1856) 16, 7-8
— 132 —
17, 2 -3 C a r t a A p o s t ó l ic a “ E x im ia m T uam ” 133
es) Mat. 10. 1S; S . A g u s t í n , In Psal. contra (12) T e r t u l i a n o , De prcescript., c. 9, (Migne PL.
parí. Dona!. letra S (Mignc PL. 43, col. 30). 2 col. 27-A).
(9) S . J e r ó n i m o , Epist. 14 (alias 57) al Papa (13) Marcos 10, 10.
Dámaso (Migue PL. 22, Epist. 15, n. 2, col. 355). (14) S . H i l a r i o , De Trinitatc, lib. 4 (Migne PL.
10, col. 99-A y col. 107-A).
(10) L a c l a n d o , De divin. instituí., lib. 3, cap. (15) C a s i a n o , De Incarnat., lib. 4, cap. 2 (Migne
1 (Migne PL. 6, col. 350-A). PL. 50, col. 18-A).
(11) S . C l e m e n t e d e A l e j a n d r í a , Stromata, lib. (10) S. B e r n a r d o , Ep. 190 (Migne PL. 182, col.
1, cap. 4; lib. 2, cap. 2 (Migne PG. 8, col. 715-B, y 1055).
col. 938-G); S: G r e g o r i o T a u m a t . . Orat. panegyr. (17) S . B e r n a r d o , De considera!.lib. '5^ cap. 3
c. 7-13 (Migne 10, col. 1083-C y 1086-C). (Migne PL. 182, col. 190-D).
ENCICLICA “QUI NUPER PER ITALIAM” <*>
(18-VI-1859)
PIO PP. IX
PIO PP. IX
CARTA APOSTOLICA
“GRAVISSIMAS INTER ACERBITATES” <*)
(ll-XII-1862)
DE NUESTRO SANTISIMO PADRE EL PAPA PIO IX EN QUE CONDENA
ALGUNAS OPINIONES DE JACOBO FROHSCHAMMER
PIO PP. I X
Venerable Hermano, salud y bendición apostólica
429 1. El m otivo: los libros y enseñan a Nuestro m andato, con gran diligen
zas de Frohscham m er. En medio de cia inició un minuciosísimo examen y
las gravísimas am arguras que por to luego de haberlo discutido y pondera
das partes Nos abrum an en estos tiem do todo, una y otra vez con m adura
pos tan perturbados e inicuos, hemos circunspección, juzgó que el autor en
experim entado un vivísimo dolor al no pocas cosas se apartaba del recto
enterarnos de que en varias regiones sentir y que su doctrina no estaba de
de Alemania se encuentran algunos acuerdo con la verdad católica.
hom bres, aun entre los católicos, que Y esto por dos razones; la prim era
en la enseñanza de la Sagrada Teolo porque el autor atribuye a la razón
gía y de la Filosofía no vacilan lo más fuerzas que de ninguna m anera le co
m ínim o en sostener cierta libertad de rresponden, y además porque concede
enseñar y escribir, inaudita hasta aho a la m isma razón tal libertad para opi
ra en la Iglesia, profesando abierta y nar sobre todo y para atreverse a todo,
públicam ente y disem inando entre el que quedan totalm ente suprim idos los
pueblo opiniones nuevas y del todo derechos, oficios y autoridad de la
reprobables. Iglesia.
De aquí que no haya sido leve Nues- 2. D octrina de Jacobo F rohscham
430 tra congoja cuando nos llegó la tris m er. Pues este au to r enseña, en prim er
tísim a nueva de que el Presbítero J a - lugar, que la filosofía, si se tiene de
cobo F rohschammer, doctor en filo ella una noción exacta, puede percibir
sofía en la Academia de Munich , so y entender, no sólo aquellos dogmas
bresalía en el uso de sem ejante licen cristianos que son comunes a la razón
cia de enseñar y escribir, y que en los y a la fe (en cuanto objetos de percep
libros que había publicado defendía ción comunes a am bas), sino tam bién
los mismos perniciosísimos errores. aquellos que en máximo grado y con
Hemos ordenado, pues, sin dem ora toda propiedad constituyen la Religión
a N uestra Congregación encargada del y la fe cristiana; y así sostiene que el
exam en de los libros, que sometiese mismo fin sobrenatural del hom bre y
a u n detenido estudio los principales todo cuanto se refiera a este fin y has
volúmenes que aparecen con el nom ta el sacratísim o m isterio de la E ncar
bre del Presbítero F rohschammer y nos nación pertenecen al dominio de la
com unicasen su parecer. Esos volúm e razón hum ana y de la filosofía, y que
nes en alem án tienen por título: In - la razón, una vez percibido este objeto,
trodución a la F ilosofía, D e la L i puede por sus propios principios ex
bertad de la Ciencia , A thenaeum , y plicarlo científicamente.
fueron publicados en Munich, el p ri Si bien es verdad que admite cierta
m ero en 1858, el segundo en 1861 y el distinción entre aquellos dogmas y
tercero en el presente año de 1862. éstos, y dice que éstos últimos perte
Obediente, pues, dicha Congregación necen menos propiam ente a la razón;
(*) ASS 8 (1874) 429-435. Alocuciones, consistoriales y encíclicas, pág. 466. (Ver nota de la pág. 146).
Traducción especial para la 1? edición. — Las cifras marginales indican las páginas de ASS, vol. 8.
— 141 —
142 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1862) 20, 3-4
con todo, afirm a claram ente que tam según la propensión singular de aque
bién ellos constituyen la m ateria p ro lla ínclita nación para el cultivo de las
pia y verdadera de la ciencia o filoso- más severas y graves disciplinas, su
431 fía. P or todo lo cual, aun después que trabajo m erecerá Nuestra aprobación
la revelación ha sido puesta como obje y recomendación, ya que cuanto ellos
to de conocim iento, se puede y debe descubrieren para provecho de la filo
concluir que, según la sentencia del sofía, servirá al mismo tiempo para el
autor, la razón puede por sí m ism a y progreso y utilidad de la Ciencia Sa
no por el principio de la au toridad grada.
divina, sino por sus propios principios Sin embargo, en este asunto de tanta
y fuerzas naturales, llegar a la ciencia gravedad no podremos tolerar jam ás
o certeza au n tratándose de los más que se mezclen tem erariam ente las co
recónditos m isterios de la libre volun sas, adueñándose y perturbando la r a
tad de Dios. zón aun las cosas pertenecientes a la
Nadie, por poco que se haya instrui fe, siendo así que son de todos cono
do en los rudim entos de la doctrina cidos los límites más allá de los cua
cristiana, dejará de ver inm ediata les nunca pudo, ni podrá jam ás, exten
m ente cuán falsa y errónea sea esta derse la razón por sus propias fuerzas.
doctrina del autor. A este género de dogmas pertenecen
3. La filosofía y la fe. Si estos filó claram ente y en prim er lugar todas las
sofos se lim itasen a defender solam en verdades referentes a la elevación del
te los verdaderos principios y derechos hom bre al orden sobrenatural y a sus
de la filosofía, se h arían acreedores a relaciones sobrenaturales con Dios y
m erecidas alabanzas, puesto que la que se han revelado con esta finalidad.
verdadera y sana filosofía es digna de Como estos dogmas están superiores a
un nobilísimo lugar. A ella correspon la naturaleza no pueden en modo algu
de en efecto, inquirir diligentemente no alcanzarse por la razón natural y
la verdad, cultivar e ilustrar con recti sus principios, y jam ás la razón por
tu d y asiduam ente la razón hum ana, y sus naturales principios será idónea
su propio objeto de conocimiento, la para explicar científicam ente estas
cual si bien quedó oscurecida por la verdades. Si hay pues, quienes se atre
culpa del prim er hom bre, de ningún van a sostener tem erariam ente lo con
modo puede decirse que se haya extin trario, sepan que se han apartado, no
guido por completo, y puede percibir, de la opinión de algunos doctores, sino
entender acabadam ente y aprender de la inm utable doctrina común de la
m uchas verdades de las que no pocas Iglesia.
son asimismo propuestas por la fe p a
ra creer, como la existencia, n a tu ra 4. La Revelación. Nos consta por las
leza y atributos de Dios. Ella debe por Sagradas E scrituras y la Tradición de
sus propios principios dem ostrar, reb los Santos Padres que, aun aquellos
vindicar y defender estas verdades, hom bres que no han recibido la fe,
preparando así el camino p ara que pueden por la razón natural conocer
puedan sostenerse m ás rectam ente las la existencia de Dios y m uchas otras
enseñanzas de la fe y aun p a ra que verdades, pero que los dogmas m ás re
de alguna m anera puedan entenderse cónditos nos fueron manifestados sólo
por la razón los dogmas más sublimes por Dios, al querer darnos a conocer
a cuyo prim er conocimiento sólo la fe el misterio que permaneció oculto des
puede llegar. de el comienzo de los siglos y de las
A este quehacer debe aplicarse la g e n e r a c i o n e s de tal m anera que
severa y herm osísim a ciencia de la habiendo hablado por múltiples y di
verdadera filosofía. Si los varones doc versos modos a nuestros padres por
tos de las academ ias alem anas se es medio de los profetasf en los últimos
forzaren en el estudio de estas cosas 1 tiempos nos habló por medio de su
(1) Coios. 1, 26.
20, 5 C a r t a A p o s t ó l ic a “ G r a v ís sim a s ” 143
Hijo, por quien hizo aun los siglos^. dudó en afirm ar que todos los dogmas
Pues a Dios nadie lo vio jamás. El Hi de la Religión Cristiana son indistinta
jo Unigénito que está en el seno del m ente objeto de la ciencia natural o
Padre por sí mismo nos lo hizo co filosofía, y que la razón hum ana, po
nocer^. seyendo solamente una cultura histó
P or lo cual el Apóstol que atestigua rica, con tal que estos dogmas le sean
que las gentes conocieron a Dios por propuestos como objetos de conoci
las cosas creadas, hablando de la gra miento, puede por sus solas fuerzas y
cia y la verdad^ que por Jesucristo principios naturales llegar a una ver
nos han sido hechas: Hablamos, dice, dadera ciencia de todos los dogmas,
de la Sabiduría de Dios en el misterio aún de los más inaccesibles.
en que está oculta... la cual ninguno Además, en las obras de este autor
de los príncipes de este mundo cono arriba enum eradas se encuentra otra
ció... Pero a nosotros nos la reveló sentencia que está en abierta oposición
Dios por su Espíritu... El Espíritu todo con la doctrina y el sentir de la Igle
lo inquiere, aun los arcanos de Dios, sia Católica. Atribuye a la Filosofía
éQuién de entre los hombres conoce una libertad tal que merece, no ya el
las cosas de los hombres, sino el espí nom bre de libertad de la ciencia, sino
ritu del hombre que está dentro de él? el de licencia absolutam ente reproba
De la misma manera nadie conoció ble e intolerable de la filosofía. Pues
las cosas de Dios sino el Espíritu de luego de establecer cierta distinción
DiosW. entre el filósofo y la filosofía, señala
Apoyándose en éstos y en otros casi al filósofo el derecho y la obligación
inm um erables testimonios divinos, los de someterse a la autoridad que él
Santos Padres al enseñar la doctrina haya reconocido como legítima, negan
de la Iglesia siempre procuraron dis do am bas cosas a la filosofía y preten
tinguir la noción de las cosas divinas diendo que sin tener la m enor preocu
cuyo conocimiento es accesible a todos pación por la verdad revelada, nunca
por la luz natural, de la inteligencia debe ni puede someterse a la auto
de aquellas otras que la fe recibe por ridad.
433 el E spíritu Santo. C onstantem ente en Esto sería tolerable y quizás adm i
señaron que por la m ism a fe nos son sible si se redujera al derecho que
revelados en Cristo, m isterios que so tiene la filosofía de usar como las de
brepasan no sólo a la hum ana Filoso más ciencias, sus propios principios, o
fía sino a la m ism a inteligencia n a tu sea su método, y sus conclusiones, y
ral de los ángeles. Y estos mismos m is si esa libertad consistiera en proceder
terios aún después de haber sido m a conform e a este derecho de tal m ane
nifestados por la revelación y recibi ra que no admitiese como suyo nada
dos por la fe perm anecen con todo que no hubiese adquirido ella misma
cubiertos con el sagrado velo de la fe mediante sus propias condiciones, o
y envueltos en oscuras tinieblas mien que le fuese del todo extraño.
tras peregrinamos en esta vida mortal, Pero esta justa libertad de la filo
lejos del Señor<6). sofía debe reconocer y respetar sus
5. El dogm a y la libertad filosófica límites. Jam ás será lícito, ni al filósofo
en Frohscham m er. De todo esto se ni a la filosofía, sostener algo contra- 434
deduce que es enteram ente ajena a la rio a las enseñanzas de la Divina Re
D octrina de la Iglesia Católica la sen velación y de la Iglesia, o poner en
tencia de F rohschammer, quien no duda algunas de sus enseñanzas, p o r
(2) Hebr. 5, 12. fíele acl Grat. 1, 10 (Migue PL. 16, col. 565); 5.
( o ) Juan 1, 18. L e ó n M ., De Nativit. Dom., Sermón 9 (Migne PL.
(4) Juan 1, 17. 54, col. 226 B-C); S . C i r i l o d e A l e j a n d r í a contra
Néstor., lib. 3 initio in Joan. T, 9 (Migne PG. 76,
, (5) I Corint. 2, 7-11. col. 11); S . J u a n D a m a s c . De fide oral. II, 1, 2 in
(6) S . J u a n C r i s ó s l o m o , Homilía 7 (9) in II Cor. c. 2; S . J e r ó n i m o in Galat. III, 2 (Migue
Corint. (Migne PG. 61, col. 53); S a n A m b r o s i o , De PL. 26, col. 373-374).
144 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1862) 20, 6-7
p ara que escuche N uestra voz que es mismos y cuyos caminos son siempre
la voz del Padre de todos y se a rre los de la m isericordia y la verdad.
pienta como corresponde a un hijo de En fin tam bién queremos aprove
la Iglesia, dándonos así a todos una char esta ocasión para asegurarte y
gran alegría(8). confirm arte una vez más Nuestra p a r
ticular benevolencia, de la cual quere
8. Conclusión. De esta m anera él mos te sea prenda, N uestra Bendición
mismo experim entará cuánto gozo y Apostólica, que te im partim os de todo
felicidad reporta el m enospreciar una corazón, a ti, Venerable Herm ano, y a
libertad vana y perniciosa, uniéndose toda la grey confiada a tu cuidado.
al Señor cuyo yugo es suave y la car Dado en Roma, junto a San Pedro
ga ligera, cuyas palabras son castas y el día 11 de diciembre de 1862, en el
purificadas con el fuego, cuyos juicios año décimo séptimo de Nuestro P o n
son verdaderos y justificados por sí tificado.
PIO PAPA IX.
(8) Pese a este llamado paternal Frohscham- con mayor audacia al Papa y la Iglesia.
m er no se sometió, sino que combatió en adelante
2X
— 146 —
21, 3-6 E n c íc l ic a “ Q u a n t o C o n f ic iá m u r ” 147
3. El triu n fo de ia Iglesia. Este triu n vencitos, em ulando los antiguos ejem
fo vendrá aunque Nos no conozcamos plos de los m ártires, con ánimo invicto
el tiempo que el om nipotente Dios le y heroico valor desprecian los torm en
tiene señalado, quien con su adm irable tos más crueles, y llenos de regocijo se
y divina Providencia todo lo rige y go glorían sobre m anera de poder dar la
bierna, encam inándolo a N uestra u ti vida por Cristo. Todo lo cual debe ser
lidad. Pero, aunque el Padre celestial vir, en verdad, para Nos y para vos
perm ita que su santa Iglesia, que m ilita otros de gran consuelo en medio de
en esta m isérrim a y m ortal peregri las mayores am arguras que nos ago
nación sea atorm entada y con m uchas bian.
penalidades e infortunios afligida, sin 5. Renovada condenación de los
embargo, estando fundada por Nuestro errores m odernos. Mas el cargo de
Señor Jesucristo sobre una firm ísim a Nuestro Ministerio apostólico exige
e inconmovible roca, no sólo ningún perentoriam ente que con todo cui
poder ni ningún em bate puede jam ás dado defendamos la causa de la Igle
derribarla y echarla por tierra, sino que sia que Nuestro Señor Jesucristo nos
lejos de disminuir con las persecucio ha encomendado y que reprobemos
nes, aumenta, y el campo del Señor se a todos aquellos que no vacilan en
viste de una mies tanto más abundante com batir y conculcar a la m ism a
cuanto que los granos, que caen uno a Iglesia y sus sagrados derechos, a sus
uno, nacen multiplicados. ministros y a esta Sede Apostólica,
4. P ruebas de este triu n fo actual. - por estas Letras confirmamos, declara
T onkín y Cochinchina. Vemos que mos, y condenamos nuevam ente todas
esto sucede tam bién, Dilectos Hijos y cada una de aquellas cosas que en
Nuestros y Venerables Herm anos, m uchas de Nuestras Alocuciones con
por un singular beneficio de Dios sistoriales y en otras L etras Nuestras,
en estos luctuosísimos tiempos, pues, con m ucha pena de Nuestra alma, nos
aunque la inm aculada Esposa de Cris hemos visto obligados a lam entar, se
to se vea al presente en gran m a ñalar y condenar.
nera afligida por obra de los impíos, 6. E rro r de la bondad de todas las
sin embargo triu n fará de sus enemigos. religiones. Y aquí, Amados H ijos y Ve
T riunfa de ellos y resplandece m ara nerables Herm anos Nuestros, debemos
villosamente, ya por la fidelidad, am or recordar y reprender otra vez el graví
y respeto que vosotros y todos Nuestros simo error en que m iserablem ente caye
demás Venerables H erm anos, los P re ron algunos católicos, opinando que los
lados de todo el m undo católico m ani que viven en el error y se hallan fuera
festáis a Nos y a esta Cátedra de P e de la verdadera fe y de la unidad cató
dro, por vuestra adm irable constancia lica, puedan alcanzar la vida eterna.
en defender la unidad católica: ya por Esto es del todo contrario a la doctrina
medio de tantas obras piadosas de Re católica. Nos y vosotros sabemos que las
ligión y caridad cristiana, que con la personas que padecen una ignorancia
gracia de Dios se m ultiplican más cada invencible de N uestra santa Religión,
día en el orbe católico: ya por medio que guardan la ley n atural y sus p re
de la luz de la sagrada fe, con la cual ceptos, cuidadosam ente grabados por
se ilum inan siempre más los países: ya Dios, en los corazones de todos, y que
por el egregio am or y solicitud de los están dispuestos a obedecer a Dios, lle
católicos hacia la Iglesia, hacia Nos y vando una vida honesta y recta, pueden
esta Santa Sede; ya por la inm ortal e con el auxilio de la luz divina y de la
insigne gloria del m artirio. Pues sabéis gracia alcanzar la vida eterna, por
cómo en las regiones de Tonkín p rin cuanto Dios que ve, escudriña y conoce
cipalm ente y Cochinchina, los Obispos, enteram ente los espíritus, las almas, los
sacerdotes, los laicos, y h asta las débi pensam ientos y las costum bres de to
les m ujeres y tiernas jovencitas y jo- dos, de ninguna m anera perm ite en.su
148 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1863) 21, 7-10
gran bondad y clemencia, que nadie madre, la Iglesia, que no deja nunca de
sea castigado con los suplicios eternos, tenderles sus m aternales m anos y lla
cuando no es reo de culpa voluntaria. m arlos a su seno, para que, cim enta
dos y fortalecidos en la fe, en la espe
7. Sola la Iglesia Católica salva. Mas ranza y en la caridad, dando frutos de
no es menos sabido que es un dogma toda suerte de buenas obras, logren la
católico que nadie puede salvarse fuera salvación eterna.
de la Iglesia Católica, que los contum a
ces y reacios a la autoridad de la m isma 9. Amor propio y la codicia. - Ad
Iglesia y a sus decisiones y los p erti vertencia de la Biblia. Ahora, em pe
nazm ente separados de la unidad de la ro, Dilectos Hijos Nuestros y Vene
m ism a Iglesia y del Pontífice Romano, rables Hermanos, no podemos pasar
sucesor de P e d r o a quien está encarga en silencio otro error y m al perni
da por el Salvador la custodia de la ciosísimo que, en Nuestra infaustísi
viña, no pueden alcanzar la eterna sal m a época, miserablem ente arrebata y
perturba el espíritu y las almas de los
vación. Son, en efecto, m uy claras las
hombres. Hablamos, pues, de aquel
palabras de Nuestro Señor Jescristo:
desenfrenado y perjudicial am or p ro
Quien no oyere a la Iglesia, sea para
pio y aquella codicia con que muchos,
ti como un gentil y un publicano^K El
sin preocuparse en lo mas m ínim o del
que a vosotros oye, a mí me oye, y el
prójim o, no buscan otra cosa ni tien
que a vosotros desprecia, a mí me des
den sino a sus propias utilidades y
precia, y el que a mí me desprecia des bienestar; hablam os de aquella insacia
precia a Aquel que me ha enviado(12345\ El
ble pasión de dom inar y de ganar, con
que no creyere se condenará(3>. El que
no cree, ya está juzgado(4). El que no la cual, desechando las norm as de la
está conmigo está contra mí, el que honestidad y de la justicia, no dejan de
conmigo no recoge, desparrama^ . De ju n ta r y de cualquier modo acum ular
aquí que el Apóstol S a n P a b l o diga las riquezas con codicia, y, concentra
que estos hombres están corrompidos y dos ansiosam ente sólo en las cosas te
condenados por su propio ju icio ^, y rrenas, olvidados de Dios, de la Reli
que el Príncipe de los Apóstoles los gión y de sus almas, ponen crim inal
llame maestros de la mentira que in m ente toda su felicidad en am ontonar
troducen sectas de perdición, niegan a riquezas y tesoros pecuniarios. Recuer
Dios y atraen sobre sí una pronta con den estos hom bres y mediten seriam en
denaciónH). te las palabras m uy graves de Nuestro
Señor: ¿Qué aprovecha al hombre ga
8. Socorro a los erran tes y cism áti nar todo el mundo, si pierde su al
cos. No p erm ita Dios que los hijos de la ma? W, y reflexionen cuidadosamente
Iglesia católica jam ás, de ningún modo, sobre lo que enseña el Apóstol S a n P a
sean enemigos de los que no están u n i blo cuando dice: Los que quieren ha
dos con Nos por los vínculos de la fe cerse ricos caen en la tentación y en
y de la caridad, antes bien procuren el lazo del diablo, en muchos deseos
siempre ayudarles y socorrerles con to inútiles y nocivos los que van sumien
da la fuerza de la caridad cristiana, si do al hombre en la muerte y en la per
son pobres o están enfermos, o cuales dición; porque la avaricia constituye la
quiera otros males los afligen. E m pé raíz de todos los males; por causa suya
ñense, sobre todo, en arrancarles de las se desviaron muchos de la fe y se pre
tinieblas del error en que m iserable cipitaron en una multitud de dolores
m ente están sumidos, y en conducirlos Í0. D iversidad de trabajo, unidad del
a la verdad católica y a la am adísim a fin. Cierto es que los hom bres, según la
(1) Mateo 18, 17. (6) Tito 3, 11.
(2) Lucas 10, 16. (7) II Pedro 2, 1.
(3) Marcos 16, 16.
(4) Juan 3, 18. (8) Mat. 16, 26.
(5) Lucas 11, 23. (9) I Timot. 6, 9.
21, 11-14 E n c íc l ic a “ Q u a n t o G o n f ic iá m u r ” 149
que abom inen y eviten el contagio de Hermanos, que hoy no faltan hom bres
esta lepra terrible. E n p articular en que, aplicando a la sociedad civil el
Nuestra prim era Encíclica de 9 de no impío y absurdo principio del natura
viembre de 1846, dirigida a vosotros*28), lismo, como le llam an, se atreven a en
y en dos Alocuciones*2b), la prim era de señar, que el mejor orden de la socie
9 de diciem bre de 1854, la segunda de dad pública y el progreso civil deman
9 de junio de 1862, pronunciadas en dan imperiosamente, que la sociedad
Consistorio, Nos hemos condenado los humana se constituya y se gobierne,
m onstruosos errores que dom inan, hoy sin que tenga en cuenta la Religión
sobre todo, con gravísimo detrim ento como si no existiese; o por lo menos,
de las almas, y daño de la m ism a socie sin hacer ninguna diferencia entre la
dad civil, y que, fuentes de casi todas verdadera Religión y las falsas. Ade
las demás, no sólo se oponen a la Igle más, contradiciendo la doctrina de la
sia Católica, a sus saludables doctrinas Escritura, de la Iglesia y de los Santos
y derechos sagrados, sino tam bién a la Padres, no dejan de afirm ar, que el me
eterna ley natural, grabada por Dios jor gobierno es aquel, en el que no se
mismo en todos los corazones, y de la reconoce al poder la obligación de repri
recta razón. mir por la sanción de las penas a los
violadores de la Religión católica, a no
3. Los nuevos errores requieren nue
ser que la tranquilidad pública lo exi
vo celo. Sin em bargo, bien que Nos no
ja; y como consecuencia de esta idea
hayam os descuidado el proscribir y re
absolutam ente falsa del gobierno social,
probar frecuentem ente los principales
no temen favorecer esa opinión erró
errores de este jaez, la causa de la Igle nea, la más fatal a la Iglesia Católica y
sia Católica, la salvación de las almas
a la salvación de las almas, y que
divinam ente confiadas a Nuestro cui-
Nuestro predecesor de feliz memoria,
162 dado, el bien mismo de la sociedad h u
G r e g o r io XVI, llam aba delirio*4), a sa
m ana, dem andan im periosam ente, que
ber: Que la libertad de conciencia y
Nos excitemos de nuevo vuestra solici
de cultos es un derecho libre de cada
tud pastoral, p ara que condenéis todas
hombre, que debe ser proclamado y
las opiniones, que hayan salido de los
garantido en toda sociedad bien consti
mismos errores como de su fuente n a
tuida, y que los ciudadanos tengan li
tural. Estas opiniones falsas y perversas bertad omnímoda de manifestar alta y
deben ser tanto m ás detestadas, cuan públicamente sus opiniones, cuales
to que su objeto principal es im pedir quiera sean, de palabra, por escrito u
la acción y separar esta fuerza saluda de otro modo, sin que la autoridad
ble que la Iglesia Católica, en virtud eclesiástica o civil puedan limitar liber
de la institución y del m andam iento de tad tan funesta.
su divino F undador, debe ejercer hasta
la consum ación de los siglos, no m e 5. E sta libertad es de perdición. Aho
nos respecto de los particulares, que ra bien: al sostener estas afirm aciones
respecto de las naciones, de los pueblos tem erarias, no piensan, ni consideran,
y de los soberanos, y cuanto tienda a que proclam an la libertad de la perdi
destruir la unión y la concordia m utua ción^); y que si se perm ite siempre la
del sacerdocio y del im perio, siempre plena m anifestación de las opiniones
tan beneficiosa p ara la Iglesia y para hum anas, nunca faltarán hom bres, que
el Estado<3>. se atrevan a resistir a la verdad, y a
4. El naturalism o. E n efecto: os poner su confianza en la verbosidad de
es perfectam ente conocido, Venerables la sabiduría hum ana; vanidad en extre-
(2a) Pío IX Encícl. Qui pluribus, 9-XI-1846, en (3) Gregorio XVI, Encícl. Mirari vos, 15-VIII-
esta Colección: Encícl. 11, pág. 87-95. 1832, en esta Colecc.: Encícl. 3, pág. 37-44.
(2b) Pío IX Alocución Singulari quadam per- (4) Gregorio XVI Encícl. Mirari vos, 15-VIII-
fusi 9-XII-1854; Alocución Maxima quidem Isetitia 1832. en esta Colecc.: Encícl. 3, pág. 37-44.
9-VI-1862. (5) S. Aguustín, Epist. 105 (alias 166) (Migne
PL. 33 [Epist. 105 n. 9] col. 399).
23, 6 E n c íc l ic a “Quanta G u r a ’’ 157
historia de sus inmensos servicios en el los que violan sus leyes; que es confor
orden religioso, civil y literario, es por me a los principios de la sagrada Teo
su parte objeto de las más atroces per logía y del derecho público, el atribuir
secuciones; y dicen, que siendo el cle y vindicar al gobierno civil la propie
ro enemigo del saber, de la civilización dad de los bienes poseídos por la Igle
g del progreso, es preciso quitarle la sia, por las congregaciones religiosas y
instrucción y la educación de la ju por toda clase de obras pías.
ventud. No se avergüenzan de profesar alta
y públicam ente el axioma y el princi
7. L a Iglesia y el poder civil. Otros
pio de los herejes, fuente de mil errores
hay que, renovando los errores funes y de máxim as funestas. Repiten, en
tos y tantas veces condenados de los efecto, que el poder eclesiástico no es
innovadores, han tenido la insigne im por derecho divino distinto e indepen
prudencia de decir, que la suprem a diente del poder civil; y que esta dis
autoridad dada a la Iglesia, y a esta tinción y esta independencia no pueden
Sede Apostólica por Nuestro Señor Je conservarse, sin que la Iglesia invada
sucristo, se halla sometida a la au to ri y usurpe los derechos esenciales de este
dad civil; y de negar todos los derechos poder.
de esa mism a Iglesia, y de esa misma
No podemos tampoco pasar en silen
Sede, respecto al orden exterior. En
cio, la audacia de aquellos que, no pu-
efecto; no se avergüenzan de afirm ar,
diendo sufrir la sana doctrina, asegu
que las leyes de la Iglesia no obligan
ran: que en cuanto a los juicios de la
en conciencia, a menos que sean pro Sede Apostólica y a sus decretos, que
mulgadas por la autoridad civil; que tengan por objeto el bien general de
los actos y decretos de los Pontífices la Iglesia, sus derechos y la disciplina,
romanos, relativos a la Religión y a la con tal, que no toquen a los dogmas de
Iglesia, necesitan de la sanción y de la la fe y de las costumbres, todo el mun
aprobación, o por lo menos, del asenti do puede negarles su conformidad, y
miento del poder civil; que las Consti- dejar de someterse a ellos sin pecado,
165 tuciones Apostólicas en las que se y sin ningún detrimento de la profesión
condenan las sociedades secretas, sea del Catolicismo. H asta qué punto es
que exija o no en ellas el juramento contraria tal pretensión al dogma cató
de guardar el secreto, y en las que se lico, de la plena autoridad divinamente
anatemiza a los fautores o adeptos de dada por Nuestro Señor Jesucristo al
ellas, no tienen ninguna fuerza en los Pontífice Romano, de apacentar, de re
países, en que el gobierno civil tolera gir y de gobernar la Iglesia universal,
semejantes asociaciones; que la exco nadie hay, que no lo vea claram ente y
munión fulminada por el concilio de no lo com prenda.
Trento y por los Pontífices romanos,
contra los invasores y los usurpadores Condenación de los errores. Así,
de los derechos y propiedades de la pues, en medio de esta perversidad de
Iglesia, descansa sobre una confusión opiniones depravadas, Nos penetrados
del orden espiritual con el orden civil del deber de Nuestro ministerio apostó
y político, y no tiene otro objeto que lico, y llenos de solicitud por Nuestra
los intereses mundanos; que la Iglesia santa Religión, por la sana doctrina,
no debe decretar nada, que pueda ligar por la salvación de las almas, cuya
la conciencia de los fieles, relativamen guarda se nos ha confiado de lo Alto,
te al uso de los bienes temporales; que y por el mismo bien de la sociedad h u
la Iglesia no tiene el derecho de repri m ana. Nos hemos creído deber Nuestro 166
mir, por medio de penas temporales, a levantar de nuevo N uestra voz apostó-
(8) Clemente XII, Carta Apost. In éminenti, rum, 18-V-1751 (Fontes II, 315); Pío VII, Const.
28-IV-1738 (Cod. Iur. Can. Fontes, Gasparri 1926, Écclesictm, 13-IX-1821 (Fontes II, 721); León XII,
I, 656); Benedicto XIV, Const. Próvidas Romano- Const. Quo graviora, 13-III-1825 (Fontes II, 727).
23, 8-9 E n c íc l ic a “Quanta Cura” 159
lica. E n consecuencia, todas y cada una lica. E n efecto: Nos esperam os de vues
de las diversas opiniones y doctrinas, tro insigne celo pastoral, que, tom ando
que van señaladas detalladam ente en las la espada del espíritu, que es la pala
presentes Letras, Nos las reprobam os bra de Dios, y fortificados en la gracia
por N uestra autoridad apostólica, las de Nuestro Señor Jesucristo, queráis
proscribim os, las condenam os; y quere cada día con redoblado esfuerzo insis
mos y m andam os, que todos los hijos tir en que los fieles, confiados a vuestra
de la Iglesia Católica las tengan por solicitud, se abstengan de las malas
reprobadas, proscritas y condenadas. yerbas, que Jesucristo no cultiva, por
Además de estos, sabéis m uy bien, Ve que no han sido plantadas por su Pa-
nerables H erm anos, que hoy, los que dre^K No ceséis, pues, nunca, de in
aborrecen toda verdad y toda justicia, culcar a los mismos fieles, que toda
y los enemigos encarnizados de Nuestra verdadera felicidad brota para los
santa Religión, por medio de libros hom bres de Nuestra augusta Religión,
envenenados, de folletos y de periódi de su doctrina y de su práctica; y que
cos esparcidos por los cuatro extremos aquel pueblo es feliz, que tiene al Se
del m undo, engañan a los pueblos, ñor por Dios^9101K Enseñad que los rei
m ienten a sabiendas, y disem inan toda nos descansan sobre el fundamento de
suerte de im pías doctrinas. Ni ignoráis la /e(nL y qlie nada hay tan mortífero,
tampoco, que en N uestra época hay y que más nos exponga a la caída y a
hom bres que, em pujados y excitados todos los peligros, que el afirmar, que
por el espíritu de Satanás, h an llegado nos basta el libre albedrío, que hemos
hasta tal grado de impiedad, que renie recibido al nacer y no pidamos otra
gan a Jesucristo Nuestro único Sobera cosa a Dios; o sea olvidado de Nuestro
no y Señor, sin que tiem blen al atacar Autor, para mostrarnos libres renegue
su divinidad con la más crim inal im pu mos de su poder(12L
dencia. E n este punto, no podemos de No descuidéis tam poco de enseñar,
ja r de tributaros, Venerables H erm a que el poder soberano no se ha con
nos, las m ayores alabanzas que tenéis ferido únicamente para el gobierno de
bien m erecidas por el celo, con el cual este mundo, sino sobre todo para la
habéis levantado vuestra voz episcopal protección de la I g l e s i a y que nada
contra im piedad tan grande. puede ser m ás ventajoso y m ás glorioso
para los jefes de los Estados y para los
8. E xhortación a los Obispos a com reyes, que, conform e Nuestro sapientí
b atir el m al. P o r esto, con N uestras simo y valerosísimo predecesor S a n F é
Letras nos dirigimos nuevam ente con l ix escribía al em perador Z e n ó n , dejen
intenso am or a vosotros; a vosotros, a la Iglesia católica gobernarse por sus
que, llamados a com partir N uestra so propias leyes, sin permitir, que nadie
licitud, sois p ara Nos, en medio de estos ponga obstáculos a su libertad... Es
grandes dolores, un motivo de alivio, seguro, en efecto, que está en su inte
de alegría y consuelo por vuestra reli rés, cuantas veces se trate de los asun
gión, por vuestra piedad, y por ese tos de Dios, en seguir con celo el orden
amor, esa fe y esa abnegación adm ira que El ha prescrito; subordinando, y
bles, con las cuales os esforzáis, por no prefiriendo, la voluntad soberana, a
cum plir varonil y cuidadosam ente el la de los sacerdotes de Jesucristo..
cargo gravísimo de vuestro m inisterio
episcopal, en unión íntim a y cordialí- 9. No se debe descuidar el recurso
sima con Nos y con esta Sede apostó de la oración especialm ente al Divino
(9) S. Ignacio M., Ep. ad Philadelph. 3 (Mig- (12) S. Ignacio I, Ep. 29 a los Obispos del
ne PG. 5, col. 699-A). Concilio de Cartago en Coustant., p. 891 (Migne
(10) Salmo 143, 15 (Vulg.). PL. 20 [Epist. 29, n. 4] col. 585-B).
(11) S. Celestino I, Epist. 22 al Concilio de Efe- (13) S. León M., Epist. 156 (alias 125) (Mign®
so en Coustant. p. 1200 (ver también Mansi Coll. PL. 54 [Epist. 156, cap. III] col. 1130-A).
Conc. 4, col. 1291-B). (14) Pío VIL Encícl. Diu satis. 15-V-1S00 (ver
Bull. Rom. Contin., tomo 11, pág. 21-25).
160 E n c íc l ic a s d e l P P . P í o IX (1864) 23, 10
los fieles, tomemos con toda confianza y coronados, poseen la palm a; y que,
por abogada delante de El, a la In m a seguros de la inm ortalidad, están llenos
culada y santísim a Madre de Dios, la de solicitud por N uestra salvación.
Virgen M a r í a , que ha destruido todas
las herejías en el m undo entero; y que, 11. B endición Apostólica. En fin,
Madre am antísim a de nosotros todos, pidiendo a Dios del fondo de Nues
es suavísima... y llena de misericor tra alm a la abundancia de los dones
diar... y se muestra propicia con todos, celestiales, Nos os damos del fondo
con todos clementísima, y con inmenso del corazón y con am or como prenda
afecto socorre las necesidades de to- de Nuestro especial afecto, Nuestra
dos(18K E n su calidad de Reina, que Bendición Apostólica, a vosotros, Vene
está a la diestra de su unigénito Hijo rables Herm anos y a todos los fieles,
Nuestro Señor Jesucristo, con vestido clérigos o seglares confiados a vuestra
bordado de oro, y engalanada con va solicitud.
riados adornos, nada hay que de El no Dado en San Pedro de Roma, el 8 de
pueda alcanzar. Pidam os tam bién los diciembre del año 1864, décimo año de
sufragios del bienaventurado P e d r o , la Definición dogmática de la Inm acu
príncipe de los Apóstoles, y de P a b l o , lada Concepción de la Virgen María
su com pañero de apostolado, y de to Madre de Dios, y año 19 de Nuestro
dos los santos, que hechos ya amigos Pontificado.
de Dios, han llegado al reino celestial,*183 PIO PAPA IX.
SYLLABUS ERRORUM'”
(1864)
RESUMEN DE LOS PRINCIPALES ERRORES DE NUESTRA EPOCA,
QUE SE SEÑALAN EN LAS ALOCUCIONES CONSISTORIALES, ENCICLICAS
Y DEMAS LETRAS APOSTOLICAS DE NUESTRO SANTISIMO PAPA PIO IX
XXI. - “La Iglesia no tiene potestad, XXIX. - “Las gracias concedidas por
p ara definir dogmáticamente, que la el Romano Pontífice deben ser conside
religión de la Iglesia Católica es la ú n i radas como nulas, a no ser que hayan
ca verdadera”. sido pedidas por conducto del gobier-
Letras apostólicas: Múltiples Ínter, de 10 de
no .
junio de. 1851. Aloe. N u m q u a m fo re, de 15 de diciembre de 1856.
XXII. - “La obligación, que estrecha XXX. - “La inm unidad de la Iglesia
mente liga a los m aestros y escritores y de las personas eclesiásticas trae su
católicos, se lim ita únicam ente a los origen del derecho civil”.
puntos propuestos por el infalible ju i L. A. M u ltíp lic e s ín te r , de 10 de junio de 1851.
cio de la Iglesia como dogmas de fe,
que todos deben creer”. XXXI. - “El fuero eclesiástico, res
Carta al arzobispo de Frisinga: Tuas libenter, pecto de las causas tem porales de los
de 21 da diciembre de 1863. clérigos, ya sean éstas civiles, o ya sean
criminales, debe ser absolutam ente abo
XXIII. - “Los Romanos Pontífices y lido, aun sin consultar a la Silla Apos
los Concilios ecuménicos h an traspasa tólica, y sin tener en cuenta sus recla
do los límites de su potestad, han u su r m aciones”.
pado los derechos de los príncipes, y Aloe. A c e r b is s im u m , de 27 de setiembre de 1852.
hasta han errado en la definición de Aloe. N u m q u a m fo re, de 15 de diciembre de 1856.
las cosas pertenecientes a la fe y a las
costum bres”. XXXII. - “La inm unidad personal en
L. A. Multíplices ínter, de 10 de junio de 1851. virtud de la cual los clérigos están
exentos del servicio m ilitar, puede ser
XXIV. - “La Iglesia no tiene el dere derogada, sin que por ello se violen el
cho de em plear la fuerza, ni posee di derecho natural y la equidad; y esta
recta ni indirectam ente poder alguno derogación es reclam ada por el progre
tem poral”. so civil, sobre todo en una sociedad,
L. A. Ad apostolícete, de 22 de agosto de 1851. que esté constituida bajo la form a de
un régimen liberal”.
XXV. - “Además del poder inherente Carta al obispo de Montreal: S in g u l a r i N o b is q u e ,
al episcopado, la Iglesia tiene otra po de 29 de setiembre de 1864.
testad tem poral, concedida expresa, o
tácitamente, por la potestad civil, la XXXIII. - “No pertenece por derecho
cual puede, por consiguiente, revocarla propio y nativo a sola la potestad ecle
cuando le plazca”. siástica de jurisdicción, el dirigir la en
L. A. Ad apostolicaeK de 22 de agosto de 1851.
señanza de la Teología”.
Carta al arzobispo de Frisinga: Tuas libenter,
XXVI. - “La Iglesia no tiene derecho de 21 de diciembre de 1863.
nativo y legítimo para adquirir y po
seer” . XXXIV. - “La doctrina de los que
Aloe. Numquam fore, de 15 de diciembre de 1856.
com paran al Romano Pontífice con un
Encícl. Incredibili, de 17 de setiembre de 1863. príncipe que ejerce libremente su auto
24, XXXV-XLVI S yllabus errorum 165
ridad en toda la Iglesia, es una doctri XLII. - “En caso de oposición entre
n a que prevaleció en la Edad Media”. leyes de las dos potestades, prevalece
L. A. A d a p o s to lic a e , de 22 de agosto de 1851. el derecho civil”.
L. A. A d a p o s to lic a e , de 22 de agosto de 1851.
XXXV. - “Ningún inconveniente hay,
que, ya sea por decreto de un concilio XLIII. - “El poder tem poral tiene
general, o ya por la voluntad m ism a de autoridad para rescindir, declarar nulos
todos los pueblos, se traslade el Sumo y anular efectivamente, sin consenti
Pontificado del obispo Romano y de miento de la Sede Apostólica, y aun a
la ciudad de Roma, a otro obispo y a pesar de su reclamación, los solemnes
otra ciudad”. Convenios (vulgo Concordatos), cele
L. A. A d a p o s to lic a e , de 22 de agosto de 1851. brados con la m ism a Sede, acerca del
XXXVI. - “Una definición em anada uso de los derechos, que pertenecen a
de un concilio nacional, no adm ite dis la inm unidad eclesiástica”.
cusión ulterior; y el poder civil puede Aloe. I n C o n s i s to r ia li , de 1? de noviembre de
1850.
atenderse a ella en sus actos”. Aloe. M u l tis g r a v i b u s q u e , de 17 de diciembre
L. A. A d a p o s to lic a e , de 22 de agosto de 1851. de 1860.
XXXVII. - “Se pueden establecer igle XLIV. - “La autoridad civil puede
sias nacionales, independientes en un inmiscuirse en las cosas que m iran a
todo, de la autoridad del Romano P o n tí la religión, las costum bres y gobierno
fice, y com pletam ente separadas de él”. espiritual. De esto se deduce, que puede
Aloe. M u l tis g r a v i b u s q u e , de 17 de diciembre someter a su juicio las instrucciones,
de 1860. que los pastores de la Iglesia publican,
Aloe. J a m d u d u m c e r n i m u s , de 18 de marzo de
1861. en virtud de su cargo, para la dirección
de las conciencias: puede asimismo dic
XXXVIII. - “Las arbitrariedades de tar sus resoluciones, en lo que concier
los Romanos Pontífices contribuyeron ne a la adm inistración de sacram entos
a la división de la Iglesia en oriental y
y a las disposiciones necesarias para
occidental”. recibirlos”.
L. A. A d a p o s to lic a e , de 22 de agosto de 1851. Aloe. In C o n s is to r ia li, de 1? de noviembre de
1850.
§ VI. Aloe. M a x im a q u id e m , de 9 de junio de 1862.
Errores relativos a la sociedad civil
considerada, sea en sí misma, sea en XLV. - “La dirección total de las es
sus relaciones con la Iglesia cuelas públicas, en que se educa a la
juventud de una nación cristiana, pue
XXXIX. - “ Siendo el Estado la fuen de y debe ser entregada a la autoridad
te y m anantial de todos los derechos, civil, con la sola excepción de los semi
goza de un derecho ilim itado” . narios episcopales, bajo cierto punto de
Aloe. M a x im a q u id e m , de 9 de junio de 1862. vista; y debe serle entregada de tal m a
XL. - “La doctrina de la Iglesia es nera, que ningún derecho se reconozca
contraria al bien y a los intereses de a otra autoridad, para mezclarse en la
la sociedad hum an a” . disciplina de las escuelas en el régimen
Encícl. Q u i p l u r i b u s , de 9 de noviembre de 1846.
de los estudios, en la colación de gra
Aloe. Q u ib u s q u a n t is q u e , de 20 de abril de 1849. dos, ni en la elección y aprobación de
los m aestros”.
XLI. - Compete a la potestad civil, Aloe. I n C o n s i s to r ia li , de 1? de noviembre de
aun cuando la ejerza un príncipe infiel, 1850.
un poder indirecto, aunque negativo, Aloe. Q u ib u s l u c t u o s i s s i m i s , de 5 dé setiembre
de 1851.
sobre las cosas sagradas; y por consi
guiente corresponde a la m ism a potes XLVI. - “Más aún: el método de es
tad, no sólo el derecho conocido con el tudios, que haya de seguirse en los se
nom bre de exequátur, sino el derecho m inarios mismos de los clérigos, está
de apelación, que se llam a ab abusu”, sometido a la autoridad civil” .
L. A. A d a p o s to lic a e , de 22 de agosto de 1851. Aloc. N u m q u a m fo re, de 15 de diciembre de 1856.
Í66 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1864) 24, XLVII-LVII
jas de la vida social sobre la tierra”. LIV. - “Los reyes y los príncipes
Carta al arzobispo de Friburgo: Q u u m n o n s in c ,
están no solamente exentos de la ju ris
de 14 de julio de 1864.
dicción de la Iglesia, sino que tam bién
XLIX. - “La autoridad civil puede le son superiores, cuando se trata de
impedir, que los obispos y los fieles co dirim ir las cuestiones de jurisdicción”.
m uniquen librem ente entre sí, y con el L. A. M u l típ l ic e s Í n t e r , de 10 de junio de 1851.
Romano Pontífice” .
LV. - “La Iglesia debe estar separada
Aloe. M a x im a q u id e m , de 9 de junio de 1862.
del Estado, y el Estado debe estar se
L. - “La autoridad laical tiene por parado de la Iglesia” .
sí m ism a el derecho de presentar los Aloe. A c e r b is s im u m , de 27 de setiembre de 1852.
obispos, y puede exigir de ellos, que
tom en la adm inistración de las diócesis, § VII.
antes que reciban de la Santa Sede la
institución canónica y las Letras apos Errores acerca de la moral natural
tólicas”. y cristiana
Aloe. N u m q u a m fo re, de 15 de diciembre de 1856. LVI. - “Las leyes morales no tienen
LI. - “El gobierno tem poral tiene necesidad de la sanción divina; ni es
tam bién derecho, de deponer a los obis necesario en m anera alguna, que las
pos del ejercicio de su m inisterio pasto leyes hum anas se conform en con el
ral; y no está obligado a obedecer al derecho natural, o reciban de Dios su
Romano Pontífice, en lo que se refiere fuerza obligatoria” .
a la institución de los obispados y de Aloe. M a x im a q u id e m , de 9 de junio de 1862.
los obispos”. LVII. - “La ciencia de las cosas p er
L. A. M u ltíp lic e s ín te r , de 10 de junio de 1851.
Aloe. A c e r b i s s i m u m , de 27 de setiembre de 1852. tenecientes a la filosofía y a la m oral,
así como las leyes civiles, pueden y de
LII. - “El gobierno puede, por dere ben separarse de la autoridad divina y
cho propio, v a ria r la edad prescrita por eclesiástica”.
la Iglesia p ara la profesión religiosa, Aloe. M a x im a q u id e m , de 9 de junio de 1862.
24, LVIII-LXXII S yllabus errorum 167
LVIII. - “No se deben reconocer otras elevó el m atrim onio a la dignidad de
fuerzas, que las que residen en la m ate sacram ento”.
ria; y todo sistema de m oral, toda pro L. A. A d a p o s to lic a e , de 22 de agosto de 1851.
bidad ha de consistir, en acum ular y LXVI. - “El sacram ento del m atrim o
aum entar riquezas, sin cuidarse por qué nio no es más que un accessorio del
medios, y en satisfacer las pasiones” . contrato, y puede separarse de él: y el
Aloe. M a x im a q u i d e m , de 9 de junio de 1862.
Encícl. Q u a n to c o n f i c i a m u r , de 10 de agosto de sacram ento mismo no consiste sino en
1863. la bendición nupcial” .
L. A. A d a p o s to lic a e , de 22 de agosto de 1851.
LIX. - “El derecho consiste en el
hecho m aterial, todos los deberes del LXVII. - “El vínculo del m atrim onio
hom bre son una palabra vacía de sen no es indisoluble por derecho natural;
tido, y todos los hechos hum anos tienen y en ciertos y determ inados casos, la
fuerza de derecho” . potestad civil puede sancionar el di
Aloe. M a x im a q u id e m , de 9 de junio de 1862. vorcio propiam ente dicho”.
LX. - “La autoridad no es otra cosa, L. A. A d a p o s t o l i c a e , de 22 de agosto de 1851.
Aloe. A c e r b i s s i m u m , de 27 de setiembre de 1852.
que la sum a del núm ero y de las fu er
zas m ateriales” . LXVIII. - “La Iglesia no tiene potes
Aloe. M a x im a q u id e m , de 9 de junio de 1862. tad para establecer impedimentos diri
mentes del m atrim onio; esta potestad
LXI. - “La injusticia de un hecho
com pete a la autoridad civil, a quien 175
coronado con buen éxito, no perjudica
pertenece tam bién, q u itar los impedí- 11
en nada a la santidad del derecho”.
mentos que hoy existen”.
Aloe. Jam dudum c e r n im u s , de 18 de marzo de
1861. L. A. M u ltíp lic e s ín te r , de 10 de junio de 1851.
PIO PP . IX
Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica
(*) Pii IX, P. M. Acta, Romee, vol. IV, 29-30. Traducción especial para la 1? edición. — Las cifras
marginales indican las páginas del texto original latino. (P. H.).
— 169 —
3<e
ENCICLICA “LEVATE”<*>
(27-X-1867)
que se Nos excite con m alvados frau Puesto que los sagrados obispos cató
des, calum nias, insidias y m entiras, licos, los varones eclesiásticos y los
esperamos con ánimo enteram ente fieles laicos, han sido arrojados al des
tranquilo la m archa de los aconteci tierro, encerrados en cárceles y de mil
mientos, como quiera que colocamos m aneras perseguidos, despojados de
toda N uestra esperanza y confianza en los propios bienes y afligidos y opri
Dios Salvador Nuestro, que es N uestra midos con severísimas penas y cómo
ayuda y fortaleza en todas Nuestras han sido transgredidos enteram ente los
tribulaciones y que no tolera que sean cánones y leyes de la Iglesia. No con
confundidos los que esperan en El, y tento con todo esto, el gobierno de R u
vuelve sobre ellos las insidias de los sia se em peña en proseguir violando,
impíos y quebranta las cervices de los según el propósito de sus antepasados,
pecadores. M ientras tanto no podemos la disciplina de la Iglesia y en rom per
dejar de denunciar a vosotros, Vene los vínculos de unión y com unión de
rables H erm anos, y a todos los fieles aquellos fieles con Nosotros y esta
encomendados a vuestro cuidado, el Santa Sede, y m aquinar y procurar
tristísim o estado y los gravísimos peli todo cuanto tienda a destruir .radical
gros en que actualm ente nos h alla m ente la Religión católica y a a rra n
mos por obra del gobierno piamontés. car a todos aquellos fieles del seno de
Puesto que si bien estamos defendi la Iglesia Católica arrastrándolos al
dos por la valentía y devoción de Nues funestísim o cisma. Con increíble dolor
tro fidelísimo ejército, que habiendo de Nuestro ánimo os damos noticia de
realizado preclaras hazañas dem ostró dos decretos que fueron prom ulgados
una fortaleza casi heroica, es evidente por aquel gobierno después de Nuestra
que el mismo no puede resistir largo últim a alocución arriba m encionada.
tiempo a un núm ero m ucho m ayor de P or el decreto publicado el día 22 del
injustísim os agresores. Y si bien no pasado mes de mayo con horrendo
nos depara pequeña consolación la atrevim iento, casi fue enteram ente ex
piedad filial que Nos dem uestra el tinguida la Diócesis P oliachense en
resto de Nuestros súbditos reducido a el reino de P olonia juntam ente con
un pequeño núm ero por los crim inales su colegio de Canónigos, Constistorio
usurpadores, Nos vemos, sin embargo, General y Seminario Diocesano y el
obligados a dolem os vehem entemente Obispo de la mism a Diócesis separado
de que ellos no puedan dejar de sentir de su grey, fue obligado a alejarse
los gravísimos peligros que provienen inm ediatam ente del territorio de su
de los desenfrenados escuadrones de diócesis. Este decreto es semejante a
hom bres crim inales, que continuam en aquel del día 3 de junio, publicado el
te los aterrorizan con amenazas, los mismo año pasado, del que no pudi
despojan y los vejan de todas m aneras. 3 mos hacer mención, como quiera que
lo ignorábam os. P o r este decreto el
3. La Iglesia en Rusia y Polonia. mismo gobierno no vaciló en suprim ir
Pero Nos vemos obligados a deplorar por su propio arbitrio y autoridad la
otros males, nunca bastante llorados, diócesis Cameneciense y en dispersar
Venerables H erm anos. Sobre todo por el colegio de Canónigos, el Consistorio
N uestra alocución consistorial tenida y el Seminario y en arrebatar violen
el día 29 del mes de octubre del año tam ente su Obispo a aquella diócesis.
pasado y luego por la narración p ro Y como se Nos c errara todo camino
vista de argum entos, que fue dada a y m anera de com unicarnos con aque
la im prenta, conocisteis m uy bien con llos fieles, para no exponer a nadie a
cuántas calam idades se están vejando la cárcel, destierro u otras penas, Nos
e hiriendo, de un modo lam entable, vimos obligados a insertar en Nuestras
la Iglesia Católica y sus hijos en el Efem érides el acto por el que juzga
im perio ruso y en el reino de Polonia. mos proveer al ejercicio de la legítima
172 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1867) 26, 4
PIO PP. IX
Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica
136 1. A tentados del gobierno del P ía frecuencia por cierto, Venerables H er
m ente contra el poder civil de ia Santa manos, ha sido expuesta por Nosotros
Sede. Considerando todas las cosas que y m anifestada hace ya tiempo al orbe
el gobierno de Piamonte lleva a cabo católico la historia de esta nefasta
desde hace m uchos años con no inte guerra, pues esto lo hicimos en m u
rrum pidas m aquinaciones p ara destruir chas Alocuciones Nuestras, Encíclicas
el Principado civil concedido por sin y Breves dados en diversos tiempos, o
gular providencia de Dios a esta Sede sea el l 9 de noviembre del año 1850,
Apostólica, a fin de que los sucesores 22 de enero y 26 de julio de 1855, 18
del Bienaventurado P e d r o en el ejer y 28 de junio y 26 de setiembre de
cicio de su espiritual jurisdicción, go 1859, 19 de enero de 1860 en la carta
zaran de la necesaria y plena libertad apostólica del 26 de m arzo de 1860 y
y seguridad, no Nos es posible evitar, luego en las Alocuciones del 28 de
Venerables H erm anos, el sentirnos setiembre de 1860, 18 de m arzo y 30
apenados en lo íntim o de Nuestro co de setiembre de 1861 y 20 de setiem
razón en medio de una conspiración bre, 17 de octubre y 14 de noviembre
tan grave contra la Iglesia de Dios y de 1867. En la serie de estos documen- 16
esta Santa Sede; y en este tiempo tan tos quedan puestas y declaradas las
luctuoso, en que el mismo gobierno, gravísimas injurias infligidas a Nues
siguiendo los consejos de las sectas de tra Suprem a Autoridad y a la de esta
perdición, completó por la fuerza de Santa Sede aun antes de la ocupación
las arm as la sacrilega invasión, que de los dominios eclesiásticos, com en
desde tiem po atrás prem editara, de zada estos últimos años, ya sometiendo
N uestra alm a urbe y de las demás ciu a indignos vejámenes a los sagrados
dades cuyo m andato Nos había queda m inistros, a las fam ilias religiosas y
do después de la anterior usurpación. aun a los mismos obispos, ya quebran
Mientras veneram os los secretos desig tando la alianza con la Santa Sede
nios de Dios, hum ildem ente postrados establecida en solemnes convenciones
delante de El, Nos vemos obligados a y negando obstinadam ente el inviola
pronunciar aquellas palabras del pro ble derecho de ellas, aun en el mismo
feta: gimo yo y derraman lágrimas mis tiempo en que Nos hacía saber que de
ojos porque se alejó de mí el conso seaba iniciar con Nosotros nuevas con
lador que daba descanso a mi alma: versaciones. P or estos mismos docu
han perecido mis hijos porque preva mentos claram ente se pone de m ani
leció el enemigo <la>. fiesto, Venerables Hermanos, y lo verá
toda la posteridad, con qué artim añas
2. N unca el P ap a ha m antenido y con qué astutas e indignas m aqui
137 oculto este doloroso asunto. Con harta naciones haj-a llegado el mismo go
(*) ASS 6,136-145. Pii IX, P. M. Acta, Pars I, vol. VI, p. 136. Traducción especial para la l 9
edición, yéase a propósito de las persecuciones y ataques a los Estados Pontificios la “Introducción”
pág. 79-85). — Los números marginales indican las páginas de ASS, vol. 6. (P. H.).
[Ia] Jcrcm., Lamento. 1, 16. [lb] El texto original latino de todos estos
documentos se encuentra reunido en el apéndice
IV de ASS, 6, 146-186.
— 174 —
27, 3-4 E n c íc l ic a “ R e p ic ie n t e s ” 175
(9) Salmo 128, 2-3. (10) S. Bernardo, Epist. 244 n. 2 al Rey Con-
iado (Migne PL. 182, col. 441-C).
ENCICLICA “UBI NOS ARCANO DEI CONSILIO” O
(15-V-1871)
SOBRE LOS ESTADOS PONTIFICIOS Y NULIDAD DE LAS GARANTIAS
PIO PP. IX
Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica
257 1 La persecución y sus frutos. Cuan aprovechar los últimos despojos de la
do Nos, por secreto designio de Dios, justicia, honestidad y Religión concul
reducidos bajo una potesta hostil, vi cadas. E n medio de estas angustias que
mos la triste y acerba suerte de esta llenan Nuestros días de am argura, so
N uestia Urbe y el Principado civil de bre todo cuando pensam os a qué pe
la Sede Apostólica sojuzgado p o r la ligros y asechanzas se ven expuestas la
invasión arm ada, p o r la carta a vos fe y la virtud de Nuestro pueblo, no
otros enviada el día prim ero de no podemos dejar de recordar sin gratí
viembre del año próxim o pasado, os simo gozo Nuestro, vuestros eximios
declaram os a vosotros y por vuestro méritos, Venerables Herm anos, y los
medio a todo el orbe católico cuál fue de los am ados hijos que abraza vues
se el estado de Nuestras cosas y de tra solicitud. Pues en todas partes los
esta Urbe y qué im píos y desenfrena fieles siguiéndoos a vosotros como
dos excesos Nos oprim iesen; cuando guía y ejemplo, respondieron con ad
afirm am os delante de Dios y de los m irable decisión a Nuestras exhorta
hombres, según lo exigía Nuestro su ciones y desde aquel infausto día en
prem o cargo, que queríam os m antener que fue tom ada esta Urbe insistieron
salvos e íntegros los derechos de esta en asiduas y fervorosas plegarias y ya
Sede Apostólica, os excitamos a vos con preces públicas, ya con sagradas
otros y a todos los fieles encomendados peregrinaciones, ya frecuentando sin
a vuestros cuidados a aplacar con fér interm isión las iglesias y recibiendo
vidas plegarias a la Divina Majestad. los sacramentos, o bien ofreciendo las
Desde entonces los males y calam ida demás principales obras de la virtud
des que luctuosos experim entos presa cristiana, juzgaron ser de deber suyo
giaban p ara Nosotros y esta Urbe, re acercarse al trono de la clemencia di
dundaron de hecho con exceso, m er vina. Y no pueden quedar sin abun
m ándolas, en la dignidad y autoridad dantísim o fruto estas encendidas ple
apostólicas, en la santidad de la Reli garias delante de Dios. Pues muchos
gión y de las costum bres y en Nues más bienes de los que ya de esto se
tros dilctísimos súbditos. Ni es esto han derivado, se nos prom eten y con
sólo, Venerables Herm anos, puesto que esperanza y fe los esperamos; vemos
agravándose cada día m ás la situación, la firm eza de la fe, el ardor de la cari
Nos vemos obligados a decir con S a n dad acrecentarse cada día, contem pla
B e r n a r d o : principios de los males son mos una solicitud tal en los ánimos de
éstos, tememos cosas peoresU). La los fieles cristianos por los trabajos de
25S iniquidad no ceja en sus designios, esta Sede y del Supremo Pastor que
prom ueve consejos y ya no se preocu sólo Dios pudo producir, y es tanta la
pa m ucho en ocultar sus pésimas obras, unidad de las mentes y voluntades que
imposibles de encubrir, procurando ()* desde los prim eros tiempos de la Igle-
(*) Act. S. S., yol. VI, 257-263. Traducción especial para la primera edición. (Véanse los antece
dentes de esta Encíclica en la “Introducción”, pág. 79-85). — Los números marginales son del texto
original. (P. H.).
(1) S. Bernardo, Epist. 243 n. 4 (Migne PL.182, col. 439-C).
— 181 —
182 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1871) 28, 2-4
(8) S. Gregorio Vil, lib. III, Carta 6 (Migne >’ 14 <Migne PL* 182’ co1' 275_B y C; coL 280 D'
148, col. 435-B). A).
: (9) Lucas 22, 53; S. Bernardo, Carta 126 nrs. 6 Eclesiástico3'-!, 33.
20
ENCICLICA “ETSI MULTA LUCTUOSA” (*>
(21-XI-1873)
SOBRE ATAQUES A LA IGLESIA EN LOS DIFERENTES PAISES
PI O PP. I X
Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica
465 1. Las presentes terribles calam ida nunca hubiéram os imaginado siquiera,
des. - V ejám enes a la lib ertad de la la Universidad Gregoriana fue suprim i
Iglesia. Si bien p o r diversos motivos da y deshecha, cuya finalidad según el
hayam os padecido ya desde los comien dicho del viejo autor que escribía del
zos de Nuestro ya largo Pontificado tris colegio rom ano de los anglosajones,
tes y lam entables cosas, las que en las consistió en form ar en doctrina y fe
frecuentes cartas Encíclicas enviadas a católica a los jóvenes provenientes de
vosotros detallam os; en estos últimos las m ás apartadas regiones, para que
tiempos se ha agigantado de tal m anera así confortados en un am biente santo,
esa m ontaña de pesadum bre que inde regresaran a sus naciones sin peligro
fectiblemente sucum biríam os si no Nos de que en sus diócesis se enseñara nada
sustentara la divina Bondad. Más aún, nocivo o adverso a la unidad católica.
las cosas h an llegado a tal punto, que De modo que, m ientras con crim inales
sea preferible la m uerte a u na vida za estratagem as se Nos van retirando todos
randeada por tantas tempestades, y con los auxilios y recursos con los que po
los ojos vueltos a lo alto, Nos sintamos dríam os regir y guiar a la Iglesia u n i
obligados a exclam ar: Preferible es mo versal, se patentiza sin ambigüedad al
rir a contemplar las calamidades de los guna, cuán lejos esté de la verdad lo
Santos^1*). que recientem ente se ha afirm ado, que
Desde que Nuestra am ada ciudad, habiéndosenos quitado el gobierno de
perm itiéndolo el Señor, sojuzgada por la Santa Ciudad, no se había dism inui
las arm as, fue sujeta al régimen de los do en nada la libertad del Pontífice en
hom bres despreciadores del derecho, el ejercicio de su espiritual m inisterio y
hostiles a la Religión, que indiferente en los asuntos concernientes al orbe
mente confunden lo divino con lo h u católico; y conjuntam ente cada día ad
mano, ni u n solo día ha transcurrido quiere más relieve lo que en tantas oca
en que no se sum ara una nueva herida siones y con tanta verdad ha sido de
a Nuestro corazón sangrante por causa clarado e inculcado por Nos: que la
de las injusticias y vejám enes sin cuen usurpación sacrilega de Nuestra ju ris
to. Resuenan aún en Nuestros oídos el dicción tem poral no llevaba otras m i
llanto y los gemidos de varones y m u ras que la de resquebrajar la fuerza y
jeres de las fam ilias religiosas violen eficacia del Prim ado Pontificio, y des
tam ente despojados de sus bienes; ellos tru ir radicalm ente, si fuera posible, a
están empobrecidos, brutalm ente arrui- la m ism a Religión Católica.
466 nados y desbaratados, como suele acon 2. Libertades de la Iglesia suiza a ta
tecer, en estas regiones, donde gobier cadas po r la Confederación suiza. P e
nan las banderías políticas afanadas ro no es precisam ente Nuestro propó
en convulsionar todo equilibrio social: sito en las presentes letras poner ante
conform e a lo que afirm ó el gran A n t o vuestros ojos las miserias por las que
n i o citado por A t a n a s i o , el diablo odia no sólo R o m a , sino tam bién I t a l i a ínte
a todos los cristianos, pero no sufre de gra se halla asolada; aun estas Nuestras
ningún modo a los santos m onjes y a tribulaciones las encubriríam os con do
las vírgenes de Cristo. Además, lo que loroso silencio, si la Providencia Nos
(*) A. S. S. vol. 7, 465-479. Traducción especial para la primera edición. (Véanse los antecedentes
del subtítulo 1 en la “Introducción” , pág. 79-85). Las cifras en el margen son las páginas del texto
original. (P. II.). (1) I Macab. 3, 59.
— 186 —
29> 2-3 E n c íc l ic a “ E tsi M u l t a ” 187
perm itiera aligerar con ello las afliccio pasado, condenado por Nos en la refe
nes profundísim as por las que en otras rida alocución. En efecto, el mismo go
regiones pasan tantos Venerables H er bierno se arrogó el derecho de refor
manos en el apostolado, Obispos con su m ar la Constitución de la Iglesia Cató
clero y pueblo. lica en su territorio, am oldándola a las
Vosotros, Venerables H erm anos, no form as democráticas, sometiendo al
ignoráis tam poco que en los Cantones Obispo a la ley civil, ya en lo que res
de la Confederación suiza, im pulsados pecta al ejercicio de su jurisdicción y
algunos, no ya por los heterodoxos de adm inistración, ya en la delegación de
los cuales no pocos han repudiado tales su potestad, negándole domicilio en su
atentados, sino por los entusiastas territorio; circunscribiendo el núm ero y
adeptos de las m odernas sectas, que en límites de las parroquias; imponiendo
todas partes, apoderándose de los go la form a y m anera de elección de los
biernos, h an revolucionado todo orden, párrocos y vicarios, las causas y cir
han socavado los fundam entos mismos cunstancias para su revocación o sus
de la Constitución de la Iglesia de Cris pensión de su oficio; autorizando a los
to, y esto no sólo hollando las m ás ele laicos para nom brar a los mismos, po
mentales norm as de toda justicia, sino niendo tam bién en manos de los laicos
en abierta oposición a las prom esas la adm inistración tem poral del culto, y
467 públicas que h ab ían dado, cuando po r en general, colocando a éstos como
pactos solemnes, respaldados por el su censores al frente de las cosas eclesiás
fragio y autoridad de las leyes de la ticas. Por estas m ismas leyes se proveyó
Confederación, debía quedar sin m e que sin autorización del gobierno, —y
noscabo alguno la libertad religiosa p a ésta revocable— , los párrocos y vica
ra los católicos. En N uestra alocución rios no pudieran ejercer m inisterio al
habida el 23 de diciembre del pasado guno; que tam poco aceptaran ninguna
año, Nos lam entam os de la violencia otra dignidad extraña a la que el mismo
inferida a la Religión por los gobernan pueblo les confiriera, y que los mismos
tes de los pueblos, ya fuese legislando fueran impelidos por la potestad civil a
acerca de los dogmas de la fe católica, prestar juram ento en fórm ulas que con
ya favoreciendo a las apostasías, ya tienen verdaderas apostasías.
impidiendo el ejercicio de la potestad 3. Invalidez de todas esas leyes. -
episcopal. Pero Nuestras justísim as Condenación de las mism as. Quién no
quejas m anifestadas al mismo Consejo ve que tales leyes no sólo son nulas y 468
Federal por Nuestro Delegado, fueron de ningún efecto por falta absoluta de
com pletam ente desatendidas; ni cupo autoridad en los legisladores laicos, las
m ejor suerte a las reclam aciones de los más de las veces heterodoxos; sino so
católicos de los diversos órdenes, insis bre todo porque m andan com batir los
tentemente repetidas por el episcopado dogmas de la fe católica y la disciplina
suizo; y tanto más cuanto que se han eclesiástica decretada por el Ecuménico
renovado nuevas y más afrentosas in Concilio Tridentino y por las Consti
justicias a las m uchas ya inferidas. tuciones pontificias; por lo que Nos
Pues, después de desterrar de un m o vemos precisados a reprobarlas y con
do inicuo a Nuestro Venerable H erm a denarlas.
no, Obispo de Hebrón y Vicario Apos De modo que, Nos, en cumplimiento
tólico en Ginebra, lo que redundó en de Nuestro oficio, con Nuestra autori
tanta m ayor honra y gloria de la vícti dad apostólica solemnemente las repro
ma, cuanta m ayor fue la ignom inia y bam os y condenamos; declarando al
afrenta p ara quienes lo m andaron y mismo tiempo ser ilícito y en toda fo r
perpetraron, el Gobierno de Ginebra, el m a sacrilego el juram ento contenido
23 de m arzo y el 27 de agosto de este en las mism as; en consecuencia, todos
mismo año, ha publicado dos leyes en aquellos que en la ciudad de Ginebra o
completa conform idad con el Edicto en cualquier otro Estado, que conforme
propuesto en el mes de octubre del año a los decretos de dichas leyes, o lo que
188 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío IX (1873) 2 9 , 4-7
edificó sobre piedra; contra la que no por herejes y cismáticos. A pesar de to
podrán las puertas del infierno, y con do, el m encionado J o sé H u b e r t o se
la cual, El mismo que afirm ó de sí po atreve a llam arse obispo, y lo que pare
seer toda potestad en el cielo y en la ce increíble, por público decreto es re
tierra, prom etió perm anecer todos los conocido y nom brado como obispo ca
días hasta la consum ación de los siglos. tólico por el serenísimo em perador de
Clama la Iglesia a su Esposo eterno: Alemania, y propuesto a los fieles todos
como a quien han de reconocer y obe
¿Qué acontece, pues no entiendo, que
decer en lugar del verdadero obispo.
los que se ap artan de mí se quejan
contra m í? ¿por qué los perversos se H asta los principios más rudim entarios
de la doctrina católica enseñan que n in
esm eran en perderm e? Dímelo, pues
gún obispo puede ser legítimo sino en
afirm an: fue, pero ya no es; ellos de com unión de fe y caridad con la Piedra,
cantan: se h an realizado las Escrituras, sobre la que ha sido edificada la única
todos los pueblos se han convertido, Iglesia de Cristo; quien no se une al Su
pero apostató y pereció la Iglesia de to prem o Pastor, a quien han sido confia
das las gentes. Pero a la Iglesia fue m a das para su gobierno todas las ovejas de
nifestado que no saldría fallida la ora Cristo; quien no está unido con el sos
ción. ¿Cómo se lo reveló? He aquí que tén de la fraternidad que existe en el
yo estaré contigo hasta la consuma mundo. Y en realidad a P e d r o habló el
ción de los tiempos (6). Im pulsada por Señor: a uno, para que la unidad fuera
vuestras voces y por vuestros erróneos cimentada sobre uno; a P e d r o confirió
pensamientos, se vuelve a Dios pregun la divina Misericordia, la grande y ad
tando sobre la brevedad de sus días; y m irable participación de su potestad, y
encuentra que el Señor le dice: He si dispuso que alguna cosa tuviese en
aquí que Yo estaré todos los días hasta com ún con los demás Príncipes, lo
la consumación de los tiempos. Pero concedió m ediante el mismo, nunca por
vosotros decís: de nosotros se dice que otro camino. E n consecuencia, de esta
475 estam os y estarem os hasta la consum a Sede Apostólica, en la que el bienaven
ción de los tiempos. Sea entonces pre turado S a n P e d r o vive, preside y rep ar
guntado el mismo Cristo: Y este Evan te la fe a todos los que la buscan, bro
gelio, nos dice, será predicado por todo tan para todos, los derechos de la santa
el mundo, como testimonio vara todos Comunión; y está fuera de toda duda
los pueblos, y entonces vendrá el fin W. que esta m ism a Sede constituye para
P or lo tanto, hasta el final de los tiem todas las demás Iglesias expandidas por
pos perm anecerá la Iglesia entre todos el orbe entero lo que es la cabeza p a ra 476
los pueblos. M ueran pues, los herejes, el resto de los miembros, de la que si
pierdan lo que tienen, y se den cuenta alguno se separa, se ap arta de la Reli
de que son como si no existieran.16 gión cristiana, pues ha roto la trabazón
con la misma.
16. José Huberto Reinkens falso
obispo y apóstata. Pero estos hom bres
17. El Obispo católico ha de estar
progresando con m ayor audacia por los
cam inos de la perdición y de la iniqui en comunión con la Santa Sede. P or
dad, como suele acontecer a los herejes esto, el Santo M ártir C i p r i a n o hablando
por justo castigo de Dios, como insinua del seudo-obispo cismático N o v a c i a n o ,
mos, h an elegido y constituido como le niega la m ism a com unión como a un
seudo-obispo a un bien conocido após separado y escindido de la Iglesia de
tata de la fe católica: H u b e r t o R e i n Cristo. Quienquiera que sea, y cual
k e n s ; y p ara que nada faltara a este des quiera que sea, dice, no es cristiano si
caro, ha acudido p ara su consagración no está en la Iglesia de Cristo. Pagado
episcopal a los jansenistas de Utrecht, a de sí mismo, puede vanagloriarse con
los que, antes de su separación de la soberbio tono de su filosofía y elocuen
Iglesia, tenía, con los demás católicos cia; quien no m antuvo ni la fraterna
(6) Mat. 28, 20. (7) Mat. 24, 14; Marc. 13, 10.
29, 18-20 E n c íc l ic a “Ersi M ulta” 193
caridad ni la unidad eclesiástica, perdió lleno de peligro es el estado de los
aun lo que antes era. Gomo la Iglesia católicos en todas aquellas regiones de
fundada por Cristo es una, m ultiplicada E u r o p a que hemos mencionado. Ni m e
en sus m iem bros por todo el m undo así jor se encuentran estos asuntos ni más
el episcopado es uno, difundido por la tranquilos los tiempos en A m é r i c a ; en
m ultitud grande y concorde de los obis algunas regiones son tan molestos para
pos; éste, después de la tradición di los católicos, que sus gobiernos parecen
vina, después de la unidad com pacta y negar con los hechos la fe que profe
en todo arm ónica de la Iglesia católica, san. Pues allí se em prendió, hace algu
se esfuerza en construir u n a iglesia nos años, una guerra tenaz contra la
hum ana. Quien por lo tanto ni guarda Iglesia, y comenzáronse a destruir sus
la unidad de espíritu ni la vinculación instituciones y los derechos de esta
de la paz, y se desliga de las ataduras Apostólica Sede. Contaríamos con m a
de la Iglesia y del colegio sacerdotal, terial abundante si quisiéramos conti
no puede tener la potestad de Obispo nuar esta m ateria; pero como la gra
ni su honor, quien ni ha querido la vedad de los asuntos no perm ite el tra
unidad del episcopado ni la paz. tarlos ligeramente, volveremos sobre
18. E xcom unión del obispo hereje y ellos con más detenimiento en m ejor
de todos los que lo eligieron y obede oportunidad.
cen. Nos por lo tanto, que hem os sido 20. A m plitud de esta guerra contra
constituidos en esta suprem a Cátedra la Iglesia. - La m asonería. A dm itirá
de P e d r o para custodia de la fe católica tal vez, a alguno de vosotros, Venera
y para conservar y defender la unidad bles Hermanos, la am plitud que ha to
de la Iglesia universal, siguiendo los mado esta guerra que en Nuestros tiem
ejemplos y costum bres de Nuestros pre pos se lleva a cabo contra la Iglesia
decesores y de las sagradas leyes, con Católica. Pero a la verdad, si alguien
Nuestra potestad conferida por el cielo, con detención exam ina la índole, las
no sólo declaramos, rechazam os y de pretensiones, la finalidad de las sectas,
testamos la elección del mencionado ya sea que se llam en masónicas, ya que
J o s é H u b e r t o R e i n k e n s llevada a cabo con qualquier otro nom bre se distingan,
contra los decretos del Derecho Canó y las com para con la índole, m odalidad
nico, como ilícita, írrita y com pleta y am plitud de esta contienda, en la que
mente nula y su consagración como está em peñada la Iglesia casi en igual
sacrilega; sino que al mismo J o s é H u form a en todas partes del m undo, no
b e r t o , y a los que lo pretendieron ele le quedará la m enor duda de que todas
gir, y a los que le confirieron sacrilega las presentes perturbaciones se deben
mente su consagración, y a los que con en gran parte a los engaños y m aqui
ellos se le adhirieron, y a quienes se naciones de unas mismas sectas. E ntre
com prom etieron a prestarle ayuda, éstas, se distingue la sinagoga de Sata
auxilio, protección o consentimiento, nás que contra la Iglesia de Cristo ejer
en nom bre de Dios Omnipotente, los cita sus fuerzas, las lanza a su ataque,
excomulgamos y anatem atizam os, y de y las cierra en combate. Tiempo ha que
claramos, ordenam os y m andam os que fueron denunciadas por Nuestros p re
sean separados de la com unión de la decesores, los vigías de I s r a e l , ante re
Iglesia y que sean tenidos entre el n ú yes y pueblos, y con repetidas conde
m ero de aquellos, cuyo trato y conver naciones derribadas por tierra; Nos
sación de tal m anera prohibe el Apóstol tampoco desfallecimos en este oficio.
a todos los fieles cristianos, que ni si ¡Ojalá se hubiera prestado m ayor fe a
quiera les perm ite saludarlos. los Pastores de la Iglesia, por parte de
19. Persecuciones en América. P or aquellos que podían haber apartado
todas estas cosas a las que Nos hemos una peste tan perniciosa! Pero ésta,
referido, m ás bien p ara lam entarlas deslizándose siempre por sinuosos cau
que p ara contarlas, Venerables H erm a ces, jam ás interrum piendo su tarea, se
nos os es bien conocido, cuán triste y duciendo a m uchos con sus engaños
E n c íc lic a s P o n t if ic ia s 7
194 E n c íc l ic a s del PP.Pío IX (1873) 29, 21-22
arteros, h a adquirido al presente tales cierta de la futura tranquilidad, y de
proporciones, que abandonando ya sus mejores tiempos para la Iglesia, alenté
escondrijos, se m anifiesta potente y monos, a Nosotros mismos, al clero la
dom inadora. M ultiplicadas indefinida borioso y al pueblo, confiados en el
m ente en el núm ero de sus secuaces, divino auxilio y en aquella nobilísima
piensan estas sectas exsecrandas, que recom endación del im petuoso C r i s ó s t o -
habiendo conquistado ya la opinión p ú m o : nos apremian muchos gemidos, y
blica, les resta exclusivamente el tér graves tempestades; pero no tenemos
mino de sus aspiraciones. Conseguido hundimiento, porque estamos sobre una
el fin, que por tanto tiempo h an ansia piedra. Enfurézcase el mar; no podrá
do, apoderándose del gobierno en m u acabar con la piedra; levántense las
chas regiones, y, conquistadas la fuerza olas, no podrán cubrir la nave de Je
y el favor de la autoridad, se proponen sús; nada más fuerte que la Iglesia; la
audazm ente a reducir a esclavitud d u Iglesia es más fuerte que el mismo cie
rísim a a la Iglesia de Dios, socavan los lo. El cielo y la tierra pasarán. ¿Qué
fundam entos sobre que descansa, p ro palabras, Tú eres Pedro y sobre esta
curan especialmente despojarla del es piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas
plendor de sus notas divinas por las infernales no prevalecerán contra ella.
que brilla de un modo especial. ¿Qué Si no creéis a las palabras, persuadios
más? A la Iglesia, herida ya por repe viendo los hechos. ¡Cuántos tiranos en
tidos golpes, arruinada, destronada, la sayaron estrangular a la Iglesia! ¡Cuán
destruirían por completo, si les fuera tas sartenes, cuántos hornos, fauces de
21. E xhortación a lu ch ar contra to fieras, espadas relucientes! Y nada se
dos los erro res actuales. Siendo esto logró. ¿Dónde están ahora aquellos ene
así, mis Venerables Herm anos, emplead migos? Yacen en completo olvido y
toda diligencia para protegeros contra abandono. ¿Dónde está la Iglesia? Re
las insidias de estas sectas, p ara librar fulge como el sol. Las cosas que perte
del contagio a los fieles que han sido necían a aquéllos se han desvanecido:
encomendados a vuestro cuidado, y p a las de la Iglesia permanecen inmorta
ra sacar de los lazos de perdición a los les! Si no prevalecieron contra ella
que se hayan afiliado a ellas. Manifes cuando los cristianos no eran más que
tad y com batid los errores de quienes un puñado de hombres; ahora que todo
tram ando y program ando artificios en el mundo está repleto de la religión
sus reuniones secretas, no tienen reparo santa, ¿con qué medios la podrán ven
en asegurar que la única finalidad que cer? El cielo y la tierra pasarán, mis
persiguen es el progreso y utilidad so palabras no pasarán. P or lo tanto, sin
cial y el ejercicio de la ayuda m utua. dejaros intim idar por ninguna clase de
Demostradles con frecuencia y grabad peligros, y sin la m enor perplejidad,
les en lo m ás profundo de su ánimo las continuemos en la oración, procurando
enseñanzas pontificias acerca de esta apaciguar las iras del cielo provocadas
m ateria, y decidles que no solamente por las m aldades de los hom bres; hasta
fustigan a las sociedades m asónicas de tanto que levantándose en su m iseri
E u r o p a , sino tam bién las que se hallan cordia el Omnipotente m ande a las
en A m é r i c a y aun disem inadas por todo tempestades, y vuelva la bonanza.
el mundo. E ntre tanto, muy afectuosam ente os
22. T ener esperanza en m ejores im partim os la Bendición Apostólica co
tiem pos. P o r lo demás, V enerables mo principal testimonio de Nuestra be
H erm anos, ya que Nos h a tocado vivir nevolencia para con vosotros, Venera
tiempos en que, si hay m ucho que p a bles Hermanos, clero y pueblo universo
decer, tam bién se m ultiplicaron las oca confiado a vuestros cuidados.
siones de m erecer, esforcémonos como Dada en Roma cabe San Pedro, el
buenos soldados de Cristo, p ara no de 21 de noviembre del año del Señor
caer de ánim o; más aun, en las mismas 1873, de Nuestro Pontificado el vigési
iuchas combatamos, con la esperanza mo octavo. PIO PAPA IX.
3 0
ron el peligro que se cernía sobre ellos dos por la parcialidad, que tales leyes,
y la am enaza de las leyes, por custo corroboradas con severas sanciones, a
diar, según la exigencia de su m iniste las que siguen graves am enazas para
rio, los derechos y m andatos de la Igle quienes las desacaten, con la fuerza
sia, sino que consideraron honorífico y m ilitar preparada para ejecutarlas,
glorioso, como otros esclarecidos obis constituyen a pacíficos e inermes ciu
pos de esas regiones, el soportar una dadanos que justificadam ente se oponen
sanción inm erecida, y las penas de los a ellas por el dictam en de sus concien
m alhechores por causa de la justicia, cias, (lo cual no pueden ignorar ni des
dem ostrando una eximia virtud que re preciar los prom ulgadores de tales le
dunda en edificación de toda la Iglesia. yes) casi en la m ism a condición en que
están los hom bres míseros y persegui
4. Violación de libertades religiosas. dos, a los que estrecha y oprime una
Pero aunque merezcan m ás bien el fuerza m ayor que no pueden superar.
ornam ento de las alabanzas que las lá P or lo cual, tales leyes no parecen p ro
grim as de la compasión, con todo, el mulgadas para ciudadanos libres, pues
desprecio de la dignidad episcopal, la exigen una obediencia no razonable, si
violación de la libertad y de los dere no m ás bien im puesta a siervos para
chos de la Iglesia, las vejaciones que conseguir, m ediante el terror, una obe
afligen no sólo a las diócesis arriba diencia forzada.
mencionadas, sino tam bién a otras dió
cesis del reino de P r u s i a , N os reclam an 5. Pena de excomunión. No quere
que, según el cargo apostólico que Nos mos que esto se entienda como si juz
concedió Dios sin merecerlo, elevemos gáram os justificados con razonable ex
N uestras quejas con tra esas leyes que cusa, quienes por miedo prefirieron
originaron tantos males y de las que obedecer antes a los hom bres que a
aun hay que tem er otros muchos, y Dios y m ucho menos como si hubieran
reivindiquemos, de la m anera que Nos de quedar impunes ante el divino juez
es posible y con la Santa Autoridad del los hom bres inicuos, si los hay, que
derecho divino, la libertad de la Iglesia apoyándose solamente en la protección
2n oprim ida p o r u n a fuerza inicua. A cum de la autoridad civil ocuparon tem era
plir esta obligación de Nuestro oficio riam ente las iglesias parroquiales, y se
se dirige esta carta que denuncia con atrevieron a ejercitar en ellas el sagrado
abierto testim onio a cuantos correspon ministerio. Aún más: declaramos que
de y al universo Orbe católico procla tales hom bres perdidos, y cuantos en
m ando que tales leyes son írritas como adelante se entrom etieren con igual
quiera que se oponen enteram ente a la crim en en el régimen de las iglesias,
divina constitución de la Iglesia. Pues han incurrido según los sagrados cá
Dios no dio a los poderosos de este si nones e incurren por el mismo derecho
glo potestad sobre los sagrados obispos y hecho, en m ayor excomunión, advir
en lo que se refiere al sagrado m iniste tiendo a los piadosos fieles que no pre
rio, sino al bienaventurado P e d r o , a sencien sus misas ni reciban de ellos
quien encomendó “apacentar no sólo ios sacram entos y se abstengan p ruden
sus corderos, sino también sus ove- temente de su trato y compañía, de
jas”(2); y por tanto “los que el Espíritu m anera que el m al ferm ento no co
Santo puso a regir como obispos a la rrom pa la m asa incontam inada.
Iglesia de D i o s no pueden ser p ri
vados de su oficio episcopal por ningu 6. Fortaleza y constancia del clero
na potestad civil, aun la más sublime. y fieles. E ntre tales calam idades sua
A esto se añade algo indigno de gente vizó Nuestro dolor vuestra fortaleza y
culta, lo que h ab rán de reconocer los constancia, Venerables Hermanos, la
mismos no católicos, si no están cega- que ciertam ente emuló en el duro com-
(2) Juan 21, 16-17; S. Agustín, De fund., cap. 4 (3) Act. 20, 28.
(Migne PL. 42, col. 175).
30, 7 E n c íc l ic a “ Q u o d num quam ” 197
bate el resto del clero y los fieles, cuya Y¡así cum pliendo adecuadam ente con
firm eza en el cum plim iento de las obli ambos cargos y obedeciendo la ordena
gaciones de católicos fue tan grande y ción de Dios, tened un espíritu animoso
tanta la alabanza que mereció cada uno y proseguid como comenzasteis.
según su grado, que atrajero n los ojos
y la adm iración de todos, aun de los 7. Ejemplo de N. S. Jesucristo. Pues
más extraños. Ni podría ser de otra m a no es poco lo que habéis logrado con
nera, pues “cuanto es cosa perniciosa vuestra paciencia y con lo que toleras
la ruina del propósito para la caída de teis por el nombre de Jesús sin desfa
los que le están sometidos, tanto es por llecer(6>. Contemplad a Aquel que os
el contrario cosa útil y saludable que precedió padeciendo mayores males y
el obispo se presente a sus hermanos “sufrió la pena de una muerte ignomi
como baluarte de la fe para la imita- niosa para que sus miembros aprendie
cióri’W. ran a rechazar los favores del mundo,
despreciar las amenazas, ace otar por
Ojalá pudiéram os proporcionaros amor a la verdad las adversidades, evi- 255
algún alivio en tales aflicciones! Re tar con recelo la prosperidad”*'1).Quién
firm ando m ientras tanto esta protesta os puso en el combate os dará fuerzas
Nuestra contra todas las cosas que se proporcionadas a su dificultad. En El
oponen a la digna constitución de la está Nuestra esperanza; sometámonos e
Iglesia y sus leyes, y contra la violencia imploremos su misericordia(8>. Ya véis
que injustam ente se os hace, no os fal que ha sucedido lo que El predijo; con
tarem os ciertam ente con Nuestro con fiad, pues, que indudablem ente os p ro
sejo y oportunos avisos, según las cir porcionará lo que prom etió. “En el
cunstancias. mundo, dice, sufriréis persecuciones,
Sepan con todo vuestros adversarios pero confiad, yo vencí al mundo”W .
que negándoos a dar al César lo que es Confiando pues en esta victoria, pe
de Dios, no inferís ninguna in ju ria a la dimos m ientras tanto fervorosam ente la
regia autoridad, ni sustraéis nada de paz y gracia del E spíritu Santo y con
ella, pues está escrito: “conviene más gran afecto os im partim os, como claro
bien obedecer a Dios antes que a los testimonio de Nuestro am or, la Bendi
ción Apostólica a vosotros y a todo el
hombres”^ ) ; sepan al mismo tiempo
clero y fieles confiados a vuestros cui
que cada uno de vosotros está dispuesto dados.
a rendir su tributo y obediencia al Cé
Dado en Roma, junto a San Pedro,
sar, no por tem or a su ira sino por la
el día 5 de febrero del año 1875, de
vuestra paciencia y con lo que toleras
Nuestro Pontificado el año veintinueve.
teis por el nombre de Jesús sin desfa-
testad de la autoridad civil. PIO PAPA IX.
(4) S. Cipriano, Epist. 4, 1 (Migue PL. 4 [Epist. (7) S. Gregorio Magno, Reg. Past. p. 1, cap. 3
3, 1] col. 234-B). (Migne PL. 77, col. 16-D).
(5) Act. 5, 29. (8) S. Agustín, Sermo 55, cap. IV (Migne PL.
38, col. 376).
(6) Apoc. 2, 3. (9) Act. 16, 33.
ENCICLICAS
DE
LEON XIII
INTRODUCCION
Durante los arduos días de las hostilidades desplegó una actividad incansable
para ahorrar, en lo posible, a la ciudad y al pueblo mayores calamidades, tratando de
evitar que fuera bombardeada la ciudad, defendiendo a los perseguidos y a los clé
rigos y seglares injustamente acusados y encarcelados por las nuevas autoridades.
¥ í ^
Ocupada Umbría por las tropas piamontesas le cupo a Mons. Pecci vivir y actuar
bajo un gobierno rudamente hostil a la Iglesia.
En esta oportunidad dio ejemplo de cómo un católico, un sacerdote y un Obispo
debe portarse en tales circunstancias, no cediendo en lo que es inherente a la doctrina
y a los derechos de la Iglesia, pero acatando con lealtad las órdenes de un gobierno
de fuerza.
Lo que León XIII enseñará a los católicos en sus encíclicas ya antes lo cumplía
en la misma forma Mons. Pecci.
El ya mencionado documento del Vaticano dice a este propósito: “En todas las
ocasiones, su correspondencia con las autoridades civiles fue digna y moderada y al
mismo tiempo llena de vigor; en fin, que imponía el respeto y prevenía que se
tomasen medidas de rigor y de opresión contra su clero”.
El Cardenal Obispo no quería encontrarse en una lucha abierta e irreconciliable
con la autoridad. Y no lo quería por las razones de orden dogmático y no menos por
las consideraciones de carácter práctico.
* * *
Sin embargo la repentina muerte del rey Víctor Manuel, acaecida un mes antes
de la del Papa y la guerra ruso-turca, distrajeron a tal punto la atención del gobierno,
que el Sacro Colegio pudo reunirse en Cónclave sin dificultades al décimo día de la
muerte del Papa y al terminar la novena de funerales, según lo prescriben las leyes
pontificias.
Sesenta y un cardenales, del número total de sesenta y cuatro, tomaron parte en
el Cónclave y a las setenta y dos horas, en el tercer escrutinio, salió electo el Cardenal
Pecci por la mayoría de 44 votos.
Preguntado por el nombre que deseaba tomar, contestó que el de León XIII.
Al borrascoso período comprendido entre la gran conmoción revolucionaria de
1848 y la guerra franco-prusiana de 1871-72, sucedió un período de calma que duró
hasta 1903, año en que se puso fin la guerra ruso-japonesa, dando comienzo a un nuevo
período que remató en la gran conflagración mundial de 1914-18. El primer período
llenó el Pontificado de Pío IX (1846-1878), el segundo correspondió al de León XIII
(1878-1903), que transcurrió entero en un ambiente de tranquilidad internacional, y
aunque tampoco en él faltaron las luchas, tenían éstas por armas las plumas, derra
mándose la tinta y no la sangre.
Aquel ambiente de paz se prestaba bien para desarrollar bajo su amparo una
fecunda labor apostólica y misional. León XIII no escatima esfuerzos para contribuir
a su conservación, tanto dentro de los Estados como en el escenario internacional.
$ $ ^
Siempre tenía presente León XIII el papel que desempeñaban los Papas de la
Edad Media en el arreglo de los conflictos entre los Estados.
Veía con claridad que sólo una justicia internacional basada en los principios
inmutables e independientes del juego de los intereses transitorios y egoístas podía
prestar en los tiempos modernos los mismos servicios.
No era posible imaginar tal justicia sin la intervención de una autoridad de orden
superior, cuya entereza moral, a la par que el carácter universal de su espiritualidad,
no dejara lugar a dudas. Unicamente la Iglesia Católica y el Pontífice Romano reunían
estas condiciones.
La política de León XIII estaba encaminada a asentar sólidamente este concepto
en la conciencia de los pueblos, señalándose con ello el comienzo de la reacción contra
esa laicización del derecho internacional que tuvo su origen en los tratados de West-
falia, y que tendía a colocar todo lo relacionado con el derecho de gentes fuera de la
incumbencia de la Santa Sede.
Expone sus ideas en la Encíclica de 1888 dirigida a los obispos brasileños donde,
al comentar los textos de San Pablo sobre la fraternidad humana, los compara con
“los injertos divinos que prendieron maravillosamente y que fueron fecundos en pro
mesas, fecundos para la felicidad pública, cuando en el curso de los tiempos y gracias
al perseverante esfuerzo de la Iglesia, la S o c i e t a s c i v i t a t u m , renovada a la semblanza
de la familia, se afianzó cristiana y libre”.
Con este concepto adelantó León XIII en treinta años el ideario de Wilson y del
Tratado de Versalles que dieron cuerpo a la “Societas civitatum” por él preconizada,
creando la Sociedad de las Naciones.
El ambiente del último cuarto de siglo, penetrado del extremo laicismo y de los
mezquinos egoísmos políticos, no era propicio a estas ideas tan amplias y generosas.
Sin embargo, tuvieron ellas la virtud de despertar el interés de los gobiernos que
por razones de orden religioso podían sentirse menos inclinados a apoyar las inicia
tivas de la Santa Sede: los gobiernos de Prusia protestante y de Rusia cismática.
En 1885 Bismarck, poniéndose de acuerdo con el gobierno español, solicitó la
intervención del Papa en el diferendo que se había originado entre ambos países a
causa de las islas Carolinas. El Papa aceptó la invitación, y al emitir su fallo en el
asunto, aprovechó la oportunidad para exponer en sus consideraciones la teoría católica
de la propiedad.
La adhesión de Rusia a las ideas del Papa vino hacia el fin de su pontificado,
estando vinculada con sus proyectos respecto al desarme general.
Tenía intención el zar de que la Santa Sede tomase parte en la conferencia inter
nacional de paz que había de reunirse por primera vez en La Haya. Sobre esta materia
I n t r o d u c c ió n - L eón XIII 207
La acción de León XIII en los asuntos internacionales, tenía como base su polí
tica de buen entendimiento con todas las naciones del mundo, política que absorbía
su mayor atención y que constituia el eje de su programa táctico.
Desde este punto de vista la situación internacional de la Santa Sede en la hora
de la muerte de Pío IX dejaba mucho que desear.
Si bien el prestigio moral del Papado, a pesar de la pérdida del poder temporal,
salió triunfante de la lucha, y su influencia internacional se había reforzado notable
mente, las mismas cualidades del fogoso temperamento de Pío IX que lograron este
éxito, crearon a la Santa Sede situaciones en extremo delicadas, en las cuales se hizo
inevitable el enfriamiento y aun la ruptura de sus relaciones con varias potencias
europeas.
Tal estado de cosas justificable en los borrascosos tiempos del gran batallador
Pío IX, desentonaba con el ambiente de calma que sucedió a la tormenta, obstaculi
zando a León XIII, Papa constructor y pacificador, la realización de sus planes.
Sin embargo, al comienzo de su pontificado no pocas veces su buena voluntad
se estrellaba contra las resistencias mal intencionadas.
No por ello dejaba de persistir el Papa en sus intentos, tratando de desarmar a los
hostiles y reacios, adelantándose a ellos con las palabras moderadoras y conciliatorias.
Así, pues, el día mismo de su elección, mandó mensajes al zar de Rusia, al empe
rador de Alemania y al presidente de la Confederación Helvética, significando con ello
su disposición a tratar la reanudación de las relaciones diplomáticas, pero reclamando
al mismo tiempo la libertad y la justicia para los católicos, contra los cuales se aplicaba
en estos tres países un régimen de persecución.
Rusia se mostró muy poco dispuesta a acceder al requerimiento del Papa, aprove
chando el período de la ruptura de las relaciones para llevar adelante, sin ser molestada,
su plan de rusificación de las provincias centrales polacas y de liquidación en la parte
oriental de la antigua Polonia de los últimos restos de la Iglesia Católica unida, accio
nes ambas resistidas enérgicamente por la población. Recién pudo establecerse un
acuerdo en las postrimerías del reinado del zar Alejandro III, en 1894, el año de su
muerte. Con su heredero, Nicolás II, las relaciones entre Rusia y el Vaticano mejora
ron notablemente.
Con Alemania fue León XIII más afortunado. El Kulturkampf ideado por Bismarck
había fracasado rotundamente; los católicos estrechamente unidos y magníficamente
dirigidos opusieron al gobierno una bien organizada resistencia. No pudiendo gobernar
el canciller teniendo a los católicos en su contra, e incapaz de entenderse con el partido
liberal, tuvo que transigir con los primeros. De aquí la necesidad de reanudar las rela
ciones con la Santa Sede, lo que fue llevado a efecto en 1884, y tres años después, en
1887, quedó establecido entre la Iglesia y el Estado un m o d u s v i v e n d i .
En cuanto a Suiza, gracias a las medidas tomadas por el Papa, y a algunos cambios
en la jerarquía, se había restablecido en el país la paz religiosa, que se vio perturbada
por las repercusiones que tuvo entre el elemento liberal y protestante el Kulturkampf
alemán. Cuando éste hubo deí secarse cayó su ramificación suiza.
Mayores dificultades encontró León XIII en sus relaciones con los gobiernos
liberales.
Italia fue el único país, con el cual nunca llegó ni podía llegar a entenderse mien
tras permaneciera en pie la “cuestión romana”; seguía pues, reiterando sus protestas
208 E n c íc l ic a s P o n t if ic ia s
A pesar del fracaso completo de los proyectos del Papa, éste mantenía vigente
la prohibición a los católicos de hacer uso de sus derechos constitucionales en los
comicios, prohibición que recién fue levantada por Pío X.
Durante todo ese tiempo los liberales y las izquierdas gobernaban Italia sin ser
molestados ni frenados en el recinto parlamentario por una seria oposición, represen
tada por los votos del electorado católico.
* # ❖
La cuestión de la participación de los católicos en la vida política de su país
tomó un cariz especial en España.
En esa nación, desde los tiempos de las guerras napoleónicas y las Cortes Consti
tuyentes de Cádiz, estaban en lucha dos tendencias: republicana la una y monárquica
la otra. Los monárquicos tenían de su lado al elemento conservador, eminentemente
católico, y al clero, tradicionalmente ligado con el régimen por obra del regalismo de
los Austria y de los Borbones; y los republicanos reunían en su torno a todos los
descontentos, los izquierdistas y enemigos de la monarquía, poniendo al catolicismo
entre los objetos de su odio. La separación entre ambos bandos se ahondaba en razón
de las represalias y persecuciones que desataba el bando vencedor contra los adversa
rios derrotados, al tomar las riendas del gobierno.
La tirantez de la situación llegó hasta tal extremo que el catolicismo en España
vino poco menos que a identificarse con una forma específica del régimen, no tolerán
dose entre los católicos ninguna idea que se pareciera a las que pregonaban los con
trarios, todas ellas reprobadas a bulto, lo que a su vez provocaba disensiones y dis
cordias en la propia familia católica.
El espíritu pacificador de León XIII no pudo permanecer indiferente ante tal
espectáculo. Dirigió, pues, el Papa en 1882 sus palabras de paz y de unión a todos
los arzobispos y obispos de España, enseñándoles lo que hay de justo y de injusto,
de bueno y de malo, en las actividades políticas.
Dijo el Papa que se debe “evitar tan impío error” de abstenerse de intervenir en
las actividades políticas; sin embargo “también se ha de huir la equivocada opinión
de los que mezclan y como identifican la Religión con algún partido político, hasta el
punto de tener poco menos que separados del catolicismo a los pertenecientes a otro
partido. Esto en verdad es meter malamente los bandos en el augusto campo de la
Religión, querer romper la concordia fraterna y abrir la puerta a una funesta multitud
de inconvenientes”.
Y agregó a estas palabras que “la Iglesia no condena las parcialidades de este
género, con tal que no estén reñidas con la Religión y la justicia, sino que, lejos de
todo ruido de contiendas, sigue trabajando para utilidad común y amando con afecto
de madre a los hombres todos, si bien con más especialidad a aquellos que más se
distinguen por su fe y su piedad”.
* * *
Los profundos trastornos que sufría Europa desde la gran Revolución Francesa,
demostraron cuán flojo era el catolicismo en las masas populares. Y si bien el movi
miento antirreligioso causó menos estragos entre la población campesina, en cambio
progresó enormemente la descristianización de las masas urbanas. Con ello se hizo
patente el distanciamiento que existía entre la clase culta y la clase obrera, y entre
ésta y la Iglesia.
Ésta había sido la mayor preocupación de Mons. Pecci durante todo su episco
pado en Perusa: La Iglesia había perdido la adhesión del pueblo. Puso, pues, su mayor
empeño en la obra de la reconquista de su afecto. Desde este punto de vista, la
actuación del obispo de Perusa es un ejemplo vivo de cómo León XIII entendía la
misión pastoral; y la figura del obispo, modelo perfecto del sacerdote moderno, una
inagotable fuente de caridad que se derramaba en las acciones y las obras.
León XIII quiere que se reconstruya esa unidad entre la Iglesia y el pueblo. En
su carta a los Obispos españoles cita a San Cipriano: “Estos son la Iglesia, la plebe
unida con el sacerdote y la grey arrimada a su pastor”- Y es así como la entiende
cuando dice: “tal es la constitución de la república cristiana”.
La calma que tanto anhelaba el Papa no era para darse reposo, sino al contrario
para trabajar más, y tanto más cuanto fuera mayor la tranquilidad en el ambiente y
I n t r o d u c c ió n - L eón XIII 211
menor el estorbo en el trabajo. Trabajar y obrar era la consigna del Papa. ¿Cómo?
Lo expuso en sus enseñanzas, y lo mostró en las actividades de Mons. Pecci.
# # *
Las enseñanzas doctrinarias de León XIII están definidas y explicadas en sus
encíclicas y motu-proprios, cuya larguísima serie no tiene igual en la historia, y que
constituye un formidable cuerpo de doctrina, sobre “la constitución de la república
cristiana” y las normas de la vida en ella adaptadas a las condiciones de la vida
moderna.
El Papa apela a las buenas voluntades, exige de los fieles los actos y las obras,
pero repite con insistencia que los actos y las obras deben fluir del espíritu cristiano
y realizarse en Cristo y por Cristo. Porque, como lo afirma en su encíclica Exeunte
armo (1888) “el remedio para curar las llagas que sufre el mundo está en volver, tanto
en la vida pública como en la vida privada, a Jesucristo y a la ley cristiana de la vida”.
En 1899 y en la encíclica Annum sacrum, consagra León XIII la Humanidad
entero, los bautizados y no bautizados, “pues también por ellos Cristo ha dado su
la obra de redención, y respondiendo así a la sugestión de sor María del Divino Co
razón (en el siglo María Droste-Vischering) que trasmitió al Papa un mensaje sobre
natural recibido de Cristo, que quisiera se consagre al Sagrado Corazón el mundo
entero, los bautizados y no bautizados, “pues también por ellos Cristo ha dado su
vida y su sangre”.
La misma encíclica Annum Sacrum, las encíclicas Tametsi (1900) sobre Cristo
Redentor, Mirae caritatis (1902) sobre la Eucaristía, pusieron de manifiesto y definieron
todo lo que Cristo ofrece al cristianismo y los métodos de unión del alma con Cristo.
Las encíclicas Próvida matris (1895) sobre Pentecostés y Divinum illud (1897)
sobre el Espíritu Santo explican a los fieles el papel que en la vida humana desem
peña la gracia.
En nueve encíclicas sucesivas, recomienda la devoción a la Virgen, la práctica del
Rosario y la devoción a San José, esta última en la encíclica Quamquam pluries (1889).
Varios actos pontificios, favorecieron el reflorecimiento y la expansión de las
congregaciones y órdenes religiosas.
El espíritu Franciscano recibió un poderoso impulso para su renovación en la
encíclica Auspicato (1882) sobre la Tercera Orden de San Francisco, y en las nuevas
constituciones de ésta (1882) mejor adaptadas a los tiempos presentes, con lo que fue
facilitada la propagación, bajo los auspicios de la regla franciscana, del movimiento
católico social.
La idea del Papa sobre la cristianización y espiritualización de la vida moderna
encontró su más cabal expresión en la organización de los Congresos Eucarísticos
internacionales, que durante su pontificado tomaron gran incremento.
$ $ $
La vida del hombre en la sociedad moderna, familiar, social y cívica, fue minu
ciosamente estudiada y ampliamente comentada por León XIII, no quedando en ella
ninguna cuestión importante sin ser debidamente aclarada a la luz de la doctrina.
Empieza por indicar la necesidad de crear para la sociedad marcos fijos, estables
y fuertes en la organización política del Estado, basada en el respeto y la obediencia
a la autoridad instituida.
Define, pues, la doctrina de 3a Iglesia sobre la autoridad política en la encíclica
Diuturnum illud (1881) publicada tres meses después del asesinato del zar Alejandro II,
y con motivo de este suceso.
Afirma que todo poder viene de Dios, aunque consiente en que el pueblo puede
darse el régimen que más le convenga y designar las personas que hayan de ejercer
el gobierno. Declara luego, que la autoridad legítima debe ser obedecida, pero recuerda
al mismo tiempo que “la autoridad no siendo justa es mala”, y por lo tanto “importa
para que la potestad se mantenga en la justicia, que los que administren la ciudad
entiendan que el poder de gobernar no se les ha concedido para su utilidad propia, y
que la administración de la cosa pública debe conducirse para utilidad de los que a
ella están confiados, no de los que la tienen confiada”.
212 E n c íc l ic a s P o n t if ic ia s
Al sentar estos principios observa que “la Iglesia de Jesucristo no puede, cierta
mente, ser sospechosa a los príncipes ni a los pueblos”. Exhorta, pues, a los príncipes
“para que defiendan la Religión y lo que interesa también al Estado, dejen a la Iglesia
gozar de aquella libertad de que sin grave injuria y común detrimento no puede ser
privada”.
Y en cuanto a los pueblos asegura que pueden tener confianza en la Iglesia que
“ha sido fundada para la salud de todos los hombres, y a todos los amó siempre como
Madre. Ella es la que con su caridad infundió siempre en los ánimos la mansedumbre,
la dulzura de las costumbres, la equidad en las leyes; y, nunca enemiga de la libertad
honrada, detestó siempre el dominio de la tiranía”.
Dilucida el mismo problema en la encíclica Iinmortale Dei (1885), sobre la consti
tución cristiana de los Estados, ofreciendo en ella un resumen acabado del derecho
público cristiano. Reitera todo lo que había asentado en la encíclica Diuturnum sobre
el origen divino de la autoridad pública, y declara que la sociedad política cristiana
mente constituida no puede prescindir de la Religión, porque “los hombres no están
menos sujetos al poder de Dios unidos en sociedad, que lo está cada uno de por sí”,
y por lo tanto “no pueden las sociedades políticas obrar en conciencia como si Dios
no existiese”; por consiguiente tiene el Estado político obligación de admitir entera
mente “prácticas del culto divino que el mismo Dios ha demostrado que quiere”.
Deduce, pues, que “Dios ha hecho copartícipes de todo el linaje humano a dos potes
tades: la eclesiástica y la civil. Traza luego la distinción entre las dos potestades,
insiste sobre la necesidad de una coordinación entre ambas. Concluye explicando que,
de acuerdo con la doctrina católica, toda forma de gobierno es de suyo admisible,
como también la participación del pueblo en la gestión de las cosas públicas, y la
libertad buena y legítima, y, en fin, no puede considerarse ilícito, si algunos gobiernos
“ya para conseguir un bien importante, ya para evitar un grave mal, toleran en la
práctica la existencia de dichos cultos en el Estado”.
En dos otras encíclicas habla León XIII del civismo, en la encíclica Libertas (1888)
define la naturaleza de la libertad, y deslinda lo cierto de lo falso en la ideas contem
poráneas referente a la libertad de los cultos, de la prensa y de la enseñanza. Com
pletó la primera la encíclica Sapientiae christianae (1890) sobre los principales deberes
del ciudadano.
La organización de la familia está tratada en la encíclica Arcanum divinae sa
pientiae (1890), sobre el matrimonio cristiano, en la que levanta el Papa una barrera
contra la campaña en favor del divorcio que tiene lugar en diversos países.
En fin, en la encíclica Humanum genus (1884), denuncia León XIII a la maso
nería como un peligro social, manifestando que ella combate no solamente contra la
Iglesia, sino también contra las verdades que hace conocer la razón natural.
* * *
Con el mayor esplendor brillan las enseñanzas de León XIII en el dominio social.
Ya como Obispo de Perusa se había consagrado a suavizar en sus obras de cari
dad los efectos del régimen económico moderno, que tenían que sufrir las clases pobres.
En 1877 denunció sus abusos en su carta pastoral de la Cuaresma.
Desde que subió al trono apostólico la cuestión social lo tuvo fuertemente pre
ocupado. En 1878, los atentados contra los soberanos de Alemania, España e Italia, le
inspiran la encíclica Quod apostolici en la cual condena al socialismo y sus dos doctri
nas afines: el comunismo y el nihilismo.
Sin embargo no podía dejar de ver el Papa que las prédicas de los falsos profetas
respondían a una necesidad real, que se dejaba sentir en la sociedad y sobre todo en
la clase trabajadora; era preciso, pues, atajar la expansión de la doctrina falsa
oponiéndole otra, basada en los principios verdaderos, revelados en los Evangelios.
Ya llegaban a la Santa Sede llamados desde ambos hemisferios solicitando defi
niciones capaces de aplacar el creciente conflicto entre el capital y el trabajo. Precipitó
la decisión del Pontífice el asunto de la gran organización obrera americana de los
“Caballeros del Trabajo” (Knights of Labour), condenada unánimemente por la Je
rarquía canadiense, pero mirada con benevolencia por la de los EE. UU. Requerido el
veredicto de la Santa Sede, pronuncióse ésta en 1888 por boca del Cardenal Simeoni,
prefecto de la Propaganda, en favor de la entidad inculpada.
In t r o d u c c ió n - L eón XIII 213
El fallo produjo un gran ruido y señalaba el primer paso decisivo de León XIII
en la solución doctrinaria de uno de los más graves problemas de los tiempos moder
nos. El segundo paso, que fue el definitivo, lo hizo tres años después con la publicación
de la famosa encíclica Rerum novarum (1891), obra magistral y coronamiento esplen
doroso de su pontificado.
Largos años de preparación y estudios precedieron su redacción definitiva. Desde
1881 a 1889 trabajó en Roma una comisión de teólogos encargada de examinar los
efectos de la moral católica en el dominio económico. Por otra parte, durante varios
años seguidos, los sociólogos de diversos países reunidos en Friburgo, elaboraron las
tesis sobre la cuestión social, basadas en la filosofía de Santo Tomás, las que fueron
remitidas a Roma por intermedio de Mons. Mermillod para su examen.
Mientras tanto crecía en importancia la sociología católica representada por tan
eminentes especialistas como los franceses de Mun, La Tour du Pin, el alemán Ketteler,
los austríacos Vogelsang, Blome, Lichtenstein, los italianos Toniolo, Medolago, Albani,
y los españoles Rodríguez de Cepeda, y tantos otros.
Con estos antecedentes salió a luz la encíclica Rerum novarum sobre la condición
de los obreros, constituyendo, sin duda, uno de los más importantes acontecimientos en
la historia de las sociedades humanas.
En la encíclica afirma el Papa el derecho de la propiedad privada, pero le pone
los límites y además define el deber de la limosna; analiza la relación entre el capital
y el trabajo, determina el concepto del salario justo y exige protección para el obrero.
En todo expone y refuta la solución socialista, proponiendo y justificando la solu*
ción católica.
Preconiza dos medios para asegurar el imperio de la justicia social: l 9 las aso
ciaciones profesionales (patronales, obreras y mixtas), y 29 la legislación obrera.
Concluyendo invoca la caridad como el mejor conducto que puede llevar a la salud.
La encíclica Rerum novarum, dio origen al movimiento católico social, que en
muy poco tiempo tomó gran envergadura. Pronto, se distinguió en él una tendencia
nueva derivada del antiguo liberalismo, cuyo programa tendía a realizar la “democra
cia cristiana”. Sus principales dirigentes fueron P. Murri en Italia y Marc Sangnier en
Francia, fundador del Sillón.
Ansioso de eliminar todo motivo que se prestase al equívoco, precisó León XIII
en la encíclica Graves de comuni (1901) el sentido exacto que debía darse al término
de “democracia cristiana”, quitándole todo significado político, y explicando que esa
palabra “no debe significar otra cosa, sino la bienhechora acción cristiana en favor
del pueblo”, cuya acción puede acomodarse a todo régimen político, a condición de
que sea honesto y justo.
í í í:
Estaba León XIII íntimamente persuadido de que el progreso de la civilización
humana solamente no se opone a la Religión y a la existencia de la Iglesia, sino que
al contrario puede serle en todo sentido favorable y útil.
Si se observa en nuestro siglo el fenómeno contrario, su causa está en que los
hombres malintencionados dieron al proyecto una dirección falsa, y los hombres de
bien, viéndolo así descarriado, abjuraron de él, abandonándolo a la explotación exclu
siva de sus enemigos.
Desde joven, profesaba el Papa como Mons. Pecci, la idea de que se podía
combatir los males acarreados por el extravío del progreso moderno con las armas
que él mismo ha forjado. Varias veces en sus cartas-pastorales (1876-1878) toca el
tema, discurriendo ya sobre la Iglesia católica y el siglo XIX, ya sobre la Iglesia y la
civilización, y en fin, en su última carta-pastoral escrita diez días antes de ser elegido
Sumo Pontífice, sobre la Iglesia y la civilización.
En su primera encíclica Inscrutabili (1878) proclama que la verdadera civilización
es la que desde dieciocho siglos progresa bajo el impulso de la Iglesia, y la así llamada
civilización moderna “esa civilización que choca de frente con las santas doctrinas y
las leyes de la Iglesia, no es sino una falsa civilización, y debe considerársela como
un nombre vano y sin realidad”.
León XIII no recela de la ciencia, tiene confianza en ella, y tiene confianza en la
verdad, porque la Iglesia no puede ni debe temerles.
214 E n c íc l ic a s P o n t if ic ia s
La misma encíclica Aeterni Patris constituye uno de los actos de mayor trascen
dencia en el pontificado de León XIII. En ella el Papa, dando expresión a la idea tan
cara a Mons. Pecci, reinvindica para la filosofía escolástica y la de Santo Tomás de
Aquino su lugar de honor entre las disciplinas científicas, y exhorta a que “para honor
y defensa de la fe católica, para bien de la sociedad, para el progreso de todas las
ciencias”, se restablezca y se propague “con toda la posible latitud, la áurea ciencia de
Santo Tomás”.
El Papa funda en Roma la Academia de Santo Tomás, que se inaugura en 1880,
y ordena una nueva edición de las obras del Doctor Angélico. En dos Breves (1880 y
1889) concernientes a la Universidad de Lovaina, recomienda la creación en esa impor
tantísima casa de estudios de una cátedra de filosofía tomista e insiste en los vínculos
que deben unir esta filosofía con la enseñanza de las ciencias naturales. En el breve
Gravissime nos (1892) dirigido a la Compañía de Jesús, invita a los miembros de ésta a se
guir la doctrina de Santo Tomás en todas las cuestiones que revistan alguna importancia.
No menos que la filosofía interesa al Papa la historiografía. La carta que en esta
materia dirige en 1883 a los cardenales de Lúea, Pitra y Hergenroether sobre los estu
dios históricos, es un magnífico acto de confianza en el testimonio que la historia
concienzuda y honesta pueda prestar a la Iglesia. Delega en los tres cardenales citados
la tarea de la reorganización de los estudios históricos en la Biblioteca del Vaticano,
y abre acceso a los archivos de la Santa Sede asegurando en 1884 a los miembros
del círculo alemán de historia, que “no tememos la publicación de los documentos, ni
la luz en nuestros archivos”.
También la astronomía merece la atención de León XIII, quien resucita en 1888
el célebre observatorio del Vaticano, confiando su dirección al barnabita Denza. En el
acto de su fundación, con íntima satisfacción pone de manifiesto que “la Iglesia y sus
pastores no odian la verdadera y sólida ciencia, tanto de las cosas divinas como de las
humanas, sino que las acogen, las favorecen y las fomentan con amor”.
Las cuestiones de la exégesis bíblica, que levantaban tan apasionadas discusiones,
no podían pasar inadvertidas para la mirada atenta y escrutadora del Papa.' Le dedica,
pues, su encíclica Providentíssimus Deus (1893), a consecuencia de la cual fue creada
en 1902 la comisión bíblica.
*
La idea de la unión de las Iglesias separadas con Roma, ocupa con persistencia
el pensamiento del Papa, e inspira sus actos. En la carta apostólica Praeclara (1894),
da expresión magnífica a este su anhelo.
Habla en ella de la unión de los pueblos y de la unión de las Iglesias, siendo
imposible la primera sin que se realizase la segunda. La mitad del documento está
dedicado a la materia religiosa y versa sobre las Iglesias orientales y la Reforma.
Haciendo referencia a sus anteriores enseñanzas, reitera que la Iglesia no pre
tende arrogarse ninguno de los derechos del poder civil. Pero, al mismo tiempo llama
la atención sobre las teorías “regalistas”, creaciones funestas del antiguo régimen que,
sin embargo, persisten en los Estados modernos siéndoles gratos por el excesivo poder
que les confieren, fuente de discordias y atentado permanente contra la unidad.
“Los últimos años del siglo XVIII —dice— dejaron a la Europa cansada de
desastres, agitada por convulsiones. ¿No podría este siglo, que se acerca a su fin,
transmitir a su vez como herencia al género humano algunas prendas de concordia y
la esperanza de los grandes beneficios que promete la unidad de la fe cristiana?
Dos años después de la carta Praeclara, publicó León XIII la encíclica Satis
cognitum, en la que con toda exactitud dogmática y todo el rigor teológico definió la
posición católica frente al problema de la unidad religiosa, declarando improcedente
I n t r o d u c c ió n - L eón XIII 215
toda idea de una federación de las Iglesias, disipando con ella todo equívoco que
pudiera concebirse en este sentido.
* $ #
Otro de los países anglosajones, por quien sentía León XIII la más viva simpatía
y admiración, fueron indudablemente los Estados Unidos. Continente de paz y de pros
peridad para la Iglesia, tan distinto del europeo, sometido al incesante castigo de los
terribles azotes de la bestia apocalíptica de incredulidad.
El acontecimiento más importante para la vitalidad de la Iglesia católica en los
Estados Unidos, ha sido el Concilio Plenario reunido en Baltimore en 1884 bajo la pre
sidencia efectiva del Arzobispo Gibbons, convocado a raíz de la bula Rei catholicae
incrementum (1884). En segundo lugar cabe mencionar la elevación a la dignidad carde
nalicia del nombrado Arzobispo Gibbons (1886), el establecimiento de la primera repre
sentación diplomática de la Santa Sede con la categoría de la delegación apostólica
(1892), la participación de León XIII en la Exposición de Chicago, organizada para la
conmemoración del cuarto centenario del descubrimiento de América (1893), la memo
rable encíclica Longinqua Oceani Spatia dirigida a la Jerarquía norteamericana (1895),
y, en fin, la carta Testem beneuolentiae al Cardenal Gibbons, sobre el llamado “ameri
canismo”, término que designaba una tendencia de cierto positivismo religioso aplicado
al apostolado, que caracterizaba la acción proselitista del P. Hecker, fundador de una
congregación, la de los Paulistas. León XIII llama la atención de la Jerarquía norte
americana sobre este extravío, condenando expresamente la concepción religiosa que
se ingenia en adaptar la religión católica al ambiente protestante, pasando por alto
algunos de los artículos de la doctrina, en lo tocante al dogma y a la disciplina y redu
ciendo al mínimo el elemento sobrenatural.
En el Canadá creó León XIII nuevos obispados y arzobispados. En su encíclica
Affari vos (1897), aunque reprueba la legislación escolar de Manitoba, desfavorable para
los católicos, sin embargo su tono general es tan conciliatorio, que el primer ministro
canadiense sir Wilfrid Laurier no vacila llamarla un mensaje de paz.
* * *
No menor fue la solicitud de León XIII para con el cristianismo oriental, y, ante
todo, su interés por las Iglesias de Oriente, separadas de Roma a raíz del cisma de Focio
216 E n c íc l ic a s P o n t if ic ia s
y luego de Cerulario, como también por los sobrevivientes actuales de los antiquísimos
cismas de los primeros siglos del cristianismo (nestorianos y monofisitas), que persisten
todavía en algunas regiones del Asia cercana y del Nordeste Africano.
La idea de la unión con Roma de todas sus Iglesias nunca abandona a León XIII,
que desde los comienzos de su pontificado desarrolla en este campo una gran actividad.
Ya en su alocución consistorial de 1880 (13 de diciembre), manifiesta León XIII
que “se advierten en las regiones orientales indicios que permiten esperar que los pueblos
de Oriente, durante tanto tiempo separados del seno de la Iglesia, vuelvan a entrar,
bajo la inspiración divina, en gracia con ella”.
Se multiplicaban ante los ojos de León XIII las conversiones en muchos puntos de
esos inmensos territorios. Entre los coptos de Egipto, gracias al apostolado de los je
suítas; en Armenia a consecuencia de la conversión del patriarca Kupelián y de la
instalación de los jesuitas en la Gran Armenia; en Caldea donde abjuró del nestorianis-
mo el patriarca Mons. Chimoun, pasando al rito caldeo unido con todos sus fieles.
Sin embargo, los Armenios monofisitas no se decidieron a abandonar el cisma, dejando
sin contestación la carta apostólica de 1888 dirigida a ellos por León XIII.
La política de éste frente a las Iglesias orientales y eslavas separadas quedó amplia
mente expuesta en la encíclica Orientcilium (1894) publicada pocos meses después de la
carta apostólica “Praeclara”.
A los católicos de ritos orientales unidos con la Iglesia romana, testimonió
León XIII en varias ocasiones su interés y su afecto. Eleva, pues, al cardenalato al
Mons. Hassoun, el patriarca de los Armenios, y en la encíclica Sancta Dei civitas (1880)
pondera la obra de las escuelas de Oriente. A los pueblos eslavos, meridionales y orien
tales, dirige palabras paternales en la encíclica Grande munus (1880), expresando reve
rencia por las antiguas liturgias eslavas, en uso de la Iglesia católica unida de rito
ruteno; y luego, para testimoniar su afecto extiende a toda la cristiandad la celebración
de la fiesta de los santos Cirilo y Metodio, apóstoles de los eslavos.
Séanos permitido concluir esta reseña con las palabras de Fernand Hayward en
su biografía de León XIII (Luis de Geralt, Barcelona, 1951; pág. 335):
“El epitafio que se lee en la tumba de León XIII en San Juan de Letrán «Ecclesia
ingemuit, complorante orbe u n iv e r s o «La Iglesia gimió y lloró el orbe universo
refleja el sentimiento que se experimentó en los días de duelo1 (por su muerte acaecida
el 20 de julio de 1903)”.
“La Iglesia y el universo entero lloraron al hombre que había sido, para toda la
humanidad, una gran luz”.
ÍM
1. Elevados, aunque sin m erecerlo, vocan tanto m ás trab ajan por aparecer
por inescrutable designio de Dios, a la defensores de la patria, de la libertad
cum bre de la dignidad Apostólica, al y de todo derecho; esa especie, en fin, 586
m om ento sentimos vehemente deseo y de peste m ortífera, que liega hasta lo
como necesidad de dirigiros Nuestras íntim o de los miembros de la sociedad
letras, no sólo p ara m anifestaros los hum ana, y que no la deja descansar,
sentim ientos de Nuestro am or íntimo, anunciándole a su vez nuevos aconte
sino p ara alentaros tam bién a vosotros, cimientos y calamitosos sucesos.
que sois los llam ados a com partir con
Nos N uestra solicitud, a sostener ju n 2. La autoridad de la Iglesia despre
tamente con Nosotros la lucha de Nues ciada. Nos, em pero, estam os persuadi
tros tiempos en defensa de la Iglesia de dos de que estos males tienen su causa
Dios y la salvación de las almas, cum principal en el desprecio y olvido de
pliendo en esto el encargo que Dios Nos aquella santa y augustísim a autoridad
ha confiado. de la Iglesia, que preside al género h u
Pues, desde los prim eros días de mano en nom bre de Dios, y que es la
Nuestro Pontificado se Nos presenta a garantía y el apoyo de toda autoridad
la vista el triste espectáculo de los m a legítima.
les que por todas partes afligen al gé Esto lo han com prendido perfecta
nero hum ano: esta tan generalm ente mente los enemigos del orden público,
difundida subversión de las suprem as y por eso han pensado que nada era
verdades, en las cuales, como en sus más propicio para m inar los funda
fundam entos, se sostiene el orden so mentos sociales, que el dirigir tenaz
cial; esta arrogancia de los ingenios, mente sus agresiones contra la Iglesia
que rechaza toda potestad legítima; de Dios; hacerla odiosa y aborrecible
esta perpetua causa de discordias de por medio de vergonzosas calumnias,
donde nacen intestinos conflictos y gue representándola como enemiga de la
rras crueles y sangrientas; el desprecio verdadera civilización; debilitar su fuer
de las leyes que rigen las costum bres y za y su autoridad con heridas siempre
defienden la justicia; la insaciable co nuevas, destruir el supremo poder del
dicia de bienes caducos y el olvido de Pontífice Romano, que es en la tierra
los eternos, llevada hasta el loco fu ro r el guardián y defensor de las norm as
con el que se ve a cada paso a tantos inm utables de lo bueno y de lo justo.
infelices que no tem en quitarse la vida; De ahí es, ciertam ente, de donde han
la poca m editada adm inistración, la salido esas leyes que quebrantan la
prodigalidad, la m alversación de los divina constitución de la Iglesia cató
fondos públicos, así como la im puden lica, cuya prom ulgación tenemos que
cia de aquellos que, cuanto m ás se equi(*) deplorar en la m ayor parte de los paí-
(*) ASS 10 (1876/77) 585-592. Como se indicó en el P r ó l o g o , utilizaremos la versión de las
Encíclicas de León XIII, hecha bajo la dirección del Excmo. Sr. D. Manuel de Castro Alonso. Cuando
en la segunda edición nos apartamos de ella, adviértesele al lector expresamente del hecho. (Véase
para mejor comprensión de esta Encíclica la “ I n t r o d u c c i ó n ” , pág. 213). (P. H.).
— 217 —
218 E n c íc l ic a s del PP. L eón XIII (1878) 31, 3 4
Apelamos a los m éritos de esos P re y que se Nos restituya a aquel estado
cursores Nuestros, y especialmente, p a de cosas en que la Sabiduría divina,
ra no ocuparnos de otros, a la historia desde tiempos antiguos, había colocado
de los tiempos de S a n L e ó n M a g n o , de a los Pontífices de Roma. No Nos m ue
A l e j a n d r o III, de I n o c e n c i o III, de ve a pedir este restablecimiento, Vene
S a n P ío V, de L e ó n X y de otros P on rables Hermanos, un vano deseo de
tífices, con cuyo auxilio y protección dominio y de ambición; sino que así
Italia se libró del horrible exterminio lo exigen Nuestros deberes y los solem
con que la am enazaban los bárbaros, nes juram entos que Nos atan; y ade
conservó incorrupta su antigua fe, en más, porque no sólo es necesario este
tre las tinieblas y miserias de un siglo Principado para tutelar y conservar la
menos culto, nutrió y m antuvo viva la plena libertad del poder espiritual, sino
luz de las ciencias y el esplendor de tam bién porque es evidentísimo que,
las artes. Apelamos a esta Nuestra cuando se tra ta del Principado tem po
augusta ciudad, Sede del Pontificado, ral de la Sede Apostólica, se trata a la
la cual sacó de ellos el m ayor fruto y vez la causa del bien y de la salvación
la singularísim a ventaja de llegar a ser, de la fam ilia hum ana.
no sólo el inexpugnable alcázar de la De aquí que Nos, en cumplim iento
fe, sino tam bién el asilo de las bellas de Nuestro encargo, por el que veni
artes, m orada de la sabiduría, adm ira mos obligados a defender los derechos
ción y envidia del m undo. P or el es de la Iglesia, de ninguna m anera pode
plendor de tales hechos, que la historia mos pasar en silencio las declaraciones
nos ha trasm itido en im perecederos m o y protestas que Nuestro Predecesor Pío
num entos, fácil es reconocer que sólo IX, de santa m em oria, hizo repetida
589 por voluntad hostil y por indigna ca mente, ya contra la ocupación del p rin
lum nia, a fin de engañar a las m uche cipado civil, ya contra la violación de
dumbres, se ha podido insinuar, de vi los derechos de la Iglesia Romana, las
va voz y por escrito, que la Sede Apos m ismas que Nos por estas Nuestras le
tólica sea obstáculo a la civilización de tras completam ente renovam os y con
los pueblos y a la felicidad de Italia.7 firmamos.
los pueblos que ellos gobiernan, condu ella profundas raíces, y sean preserva
cidos por el camino de la justicia y de la das del contagio del error. Cuanto más
paz, vengan a disfrutar en adelante una se afanan los enemigos de la Religión
nueva era de prosperidad y de gloria. por enseñar a los ignorantes, y espe
Y a fin de que sea cada día m ás fir cialmente a la juventud, doctrinas que
me la unión de toda la grey católica ofuscan la inteligencia y corrom pen las
590 con el Suprem o P astor, Nos dirigim os costumbres, tanto m ayor debe ser el
ahora a vosotros, con afecto m uy espe empeño para que no sólo el método de
cial, Venerables H erm anos, y encareci la enseñanza sea apropiado y sólido, si
dam ente os exhortam os, a que, con to no principalm ente para que la misma
do el fervor de vuestro celo sacerdotal enseñanza sea com pletam ente confor
y pastoral solicitud, procuréis inflam ar me a la fe católica, tanto en las letras
en los fieles que os están confiados el como en la ciencia, m uy principal
am or a la Religión, que les m ueva a mente en la filosofía de la cual depende
unirse m ás fuertem ente a esta Cátedra en gran parte la buena dirección de las
de verdad y de justicia, a recibir de ella demás ciencias, y que no tienda a des
con sincera docilidad de inteligencia y tru ir la revelación divina, sino que se
de voluntad todas las doctrinas, y a re complazca en allanarle el camino y de
chazar en absoluto aquellas opiniones, fenderla de los que la im pugnan, como
por generalizadas que estén, que co nos ha enseñado con su ejemplo y con
nozcan ser contrarias a las enseñanzas sus escritos el gran A g u s t í n , el A n g é l i
c o Doctor y los demás m aestros de la
de la Iglesia.
sabiduría cristiana.
9. La doctrina conform e a la fe ca
tólica. A este propósito los Rom anos 10. La corrupción de la fam ilia. P e
Pontífices, Nuestros Predecesores, y ro la buena educación de la juventud,
últim am ente Pío IX, principalm ente en para que sirva de am paro a la fe, a
el Concilio Ecuménico Vaticano, tenien la Religión, y a la integridad de las
do en vista las palabras de S an P ablo : costumbres, debe em pezar desde los
Estad sobre aviso, que ninguno os en m ás tiernos años en el seno de la fam i
gañe con filosofías y vanos sofismas, lia, la cual, miserablem ente trastornada
según la tradición de los hombres, se en nuestros días, no puede volver a su
gún los elementos del mundo, y no se dignidad perdida, sino sometiéndose a
gún C r i s t o no dejaron de reprobar, las leyes con que fue instituida en la
cuando fue necesario, los errores co Iglesia por su divino Autor. El cual,
rrientes, y señalarlos con la Apostólica habiendo elevado a la dignidad de Sa
censura. Y Nos, siguiendo las huellas cram ento el m atrim onio, símbolo de su
de Nuestros Predecesores, desde esta unión con la Iglesia, no sólo santificó
Apostólica Cátedra de verdad, confir el contrato nupcial, sino que porpor-
mamos y renovam os todas estas conde cionó tam bién eficacísimos auxilios a
naciones, rogando con instancia al m is los padres y a los hijos para conseguir
mo tiem po al P adre de las luces que, fácilmente, con el cum plim iento de sus
perfectam ente conform es todos los fie m utuos deberes, la felicidad tem poral y
les en un solo espíritu y en un mismo eterna. Mas después que leyes impías, 591
sentir, piensen y hablen como Nos. Es, desconociendo el carácter sagrado del
empero, de vuestro encargo, Venerables m atrim onio, le han reducido a la con
Hermanos, emplearos con todas vues dición de un contrato m eram ente civil,
tras fuerzas p ara que la semilla de las siguióse desgraciadam ente por conse
celestes doctrinas sea esparcida con cuencia que, profanada la dignidad del
m ano pródiga en el cam po del Señor, m atrim onio cristiano, los ciudadanos
y p ara que, desde m uy tem prano, se in vivan en concubinato legal, como si
fundan en el alm a de los fieles las fuera en m atrim onio; que desprecien
enseñanzas de la fe católica, echen en 3 los cónyuges las obligaciones de la fi
(3) Coios. 2, 8.
222 E n c íc l ic a s del PP. L eón XIII (1878) 31, 11-12
delidad, a que m utuam ente se obliga vación de las gentes, y prom etídole su
ron; que los hijos nieguen a los padres benéfica asistencia hasta la consum a
la obediencia y el respeto; que se debi ción de los siglos, Nos abrigamos gran
liten los vínculos de los afectos domés confianza de que, merced a los trab a
ticos, y, lo que es de pésimo ejemplo y jos de vuestro celo, los hom bres ilus
m uy dañoso a la honestidad de las p ú trados por tantos males y desventuras,
blicas costum bres, que m uy frecuente han de venir finalm ente a buscar la sa
m ente un am or m alsano term ine en lud y la felicidad en la sumisión a la
lam entables y funestas separaciones. Iglesia y al infalible magisterio de la
Cátedra Apostólica.
11. La restauración de la familia en E ntre tanto, Venerables Hermanos,
Dios. T an deplorables y graves desór antes de poner fin a estas Nuestras Le
denes, Venerables H erm anos, no pue tras, no podemos menos de m anifesta
den menos de excitar y m over vuestro ros el júbilo que experim entam os por
celo a am onestar con perseverante in la adm irable unión y concordia en que
sistencia a los fieles confiados a vuestro vivís unos con otros y todos con esta
cuidado, a que presten dócil oído a las Sede Apostólica; cuya perfecta unión
enseñanzas que se refieren a la santi no sólo es el baluarte m ás fuerte con
dad del m atrim onio cristiano y obedez tra los asaltos del enemigo, sino un
can las leyes con que la Iglesia regula fausto y feliz augurio de m ejores tiem
los deberes de los cónyuges y de su pos para la Iglesia; y así como Nos
prole. consuela en gran m anera esta risueña
Conseguiríase tam bién con esto otro esperanza, a su vez convenientemente
de los más excelentes resultados, la Nos reanim a para sostener alegre y va
reform a de cada uno individualm ente ronilm ente en el arduo cargo que he
porque, así como de un tronco corrom mos asumido, cuantos trabajos y com
pido brotan ram as viciadas y frutos bates sean necesarios en defensa de la
miserables, así la corrupción, que con Iglesia.
tam ina a las familias, viene a contagiar Tam poco Nos podem os separar de 592
y a viciar desgraciadam ente a cada uno los motivos de júbilo y esperanza que
de los ciudadanos. P or el contrario, hemos expuesto, las demostraciones de
ordenada la sociedad doméstica con am or y reverencia, que en estos prim e
form e a la norm a de la vida cristiana, ros días de Nuestro Pontificado, vos
poco a poco se irá acostum brando cada otros, Venerables Herm anos, y ju n ta
uno de sus m iem bros a am ar la Reli mente con vosotros han dedicado a
gión y la piedad, a aborrecer las doctri Nuestra hum ilde persona, innum erables
nas falsas y perniciosas, a ser virtuosos, Sacerdotes y seglares, los cuales, por
a respetar a los mayores, y a refrenar medio de reverentes escritos, santas
ese estéril sentim iento de egoísmo, que ofrendas, peregrinaciones y otros pia
tanto enerva y degrada la hum ana n a dosos testimonios, han puesto de m ani
turaleza. A este propósito convendrá fiesto que la adhesión y afecto que tu
m ucho regular y fom entar las asocia vieron hacia Nuestro dignísimo Prede
ciones piadosas, que, con grandísim a cesor, se m antienen en sus corazones
ventaja de los intereses católicos, han tan firmes, íntegros y estables, que nada
sido fundadas, en nuestros días sobre pierden de su ardiente fuego en la per
todo.12 sona de su sucesor, tan inferior en m e
recimientos para sucederle en la heren
12. Motivos de esperanza. Grandes cia. P or estos brillantísim os testimonios
son ciertam ente y superiores a las fuer de la piedad católica, hum ildem ente
zas del hom bre, Venerables H ermanos, alabam os la benigna clemencia del Se
todas estas cosas objeto de N uestra es ñor, y a vosotros, Venerables H erm a
peranza y de Nuestros votos; empero, nos, y a todos aquellos am ados Hijos
habiendo hecho Dios capaces de m ejo de quienes los hemos recibido, damos
ram iento a las naciones de la tierra, fe públicam ente y de lo íntim o del co
habiendo instituido la Iglesia para sal razón de Nuestra inm ensa gratitud, pie-
31, 13 E n c íc l ic a “ I n s c r u t a b il i D ei C o n s il io ” 223
nam ente confiados, en que, en estas 13. Conclusión» A parte de esto, Nos
circunstancias críticas y en estos tiem vivamente deseamos que estos días, en
pos difíciles, jam ás ha de faltarnos que recordam os solemnemente la Re
vuestra adhesión y el afecto de todos surrección de Nuestro Señor Jesucristo,
los fieles. Ni dudam os que tan excelen sean para vosotros, Venerables H erm a
tes ejemplos de piedad filial y de virtud nos, saludables y llenos de santo júbilo,
cristiana tendrán gran valor p ara m o y pedimos a Dios benignísimo, que con
ver el corazón de Dios clementísimo a la Sangre del Cordero Inm aculado, con
que m ire propicio a su grey, y a que la que fue cancelada la escritura de
dé a la Iglesia la paz y la victoria. Y Nuestra condenación, sean lavadas las
porque Nos esperam os que m ás pronta culpas contraídas, y con clemencia m i
y fácilm ente serán concedidas esa paz tigado el juicio que a ellas nos sujetan.
y esa victoria, si los fieles dirigen cons La gracia de Nuestro Señor Jesucris
tantem ente sus votos y plegarias a Dios to, la caridad de Dios y la comunica
p ara obtenerla, Nos profundam ente os ción del Espíritu Santo sea con todos
exhortam os, Venerables Herm anos, a vosotros Venerables Hermanos, a
que excitéis con este objeto los fervien quienes, a todos y a cada uno, así como
tes deseos de los fieles, poniendo como a los queridos hijos del Clero y pueblo
m ediadora p ara con Dios a la Inm acu de vuestras iglesias, en prenda especial
lada Reina de los cielos, y por interce de benevolencia y como presagio de la
sores a S an J osé, patrono celestial de la protección celestial, Nos concedemos,
Iglesia, a los Santos Príncipes de los con el am or más grande, la Apostólica
Apóstoles, P edro y P ablo, a cuyo po Bendición.
deroso patrocinio Nos encomendamos Dada en Roma, cerca de San Pedro,
suplicante N uestra hum ilde persona, en el solemne día de Pascua, 21 de
los órdenes todos de la jerarq u ía de la abril del año 1878, prim ero de Nuestro
Iglesia y toda la grey del Señor. Pontificado.
LEON XIII-
ley natural, y cometiendo el m ayor de de m uchos hombres, sino tam bién en
lito, m ientras aparentan atender a las form a vastísim a en la sociedad civil.
necesidades de todos los hom bres y a
satisfacer sus deseos, trab ajan por a rre Los frutos: Estado y Educación sin
batar y convertir en propiedad común Dios. De aquí que, con una nueva im
cuanto se ha adquirido a título de legí piedad, desconocida hasta a los mismos
tim a herencia, o con el trabajo del in gentiles, se han constituido los Estados
genio o de las manos, o con la sobrie que llegaron a prescindir de Dios y del
dad de la vida. orden por El establecido. Se ha insis
Socavan la autoridad. Y estas m ons tido que la autoridad pública no trae
truosas opiniones las publican en sus su principio, ni su soberanía, ni su
reuniones, las divulgan en sus folletos y fuerza im perativa, de Dios, sino más
las esparcen al público m ediante una bien de la m ultitud popular, que, juz
nube de diarios. Gomo consecuencia de gándose libre de toda sanción divina,
ello la venerable soberanía e imperio sólo ha perm itido que se im pusieran
de los reyes ha llegado a ser objeto de aquellas leyes que ella m ism a a su anto
jo se diese.
tan gran odio del pueblo sedicioso que
los nefandos traidores, rebeldes a todo Im pugnadas y desechadas las verda
freno, no u na sola vez en breve tiempo des sobrenaturales de la fe como con
han vuelto sus arm as con im pío atrevi trarias a la razón, el mismo Autor y
miento contra los mismos soberanos. Redentor del género hum ano obligada
m ente fue desterrado paso a paso y
III. Falsos fundamentos poco a poco de las Universidades, Li
ceos y Gimnasios, y de toda m anifesta
2. El origen de estas doctrinas. Mas
ción pública de la vida hum ana.
esta osadía de tan pérfidos hombres,
que am enaza cada día m ás graves ru i Sublevación de las masas. Relegados 371
nas a la sociedad civil, y que estremece finalm ente, a olvidar los premios y pe
todos los ánimos en inquietante preocu nas de la vida fu tu ra y eterna, el ansia
pación, tomó su causa y origen de las ardiente de felicidad queda lim itada al
ponzoñosas doctrinas que, difundidas tiempo de la vida presente. Disemina
entre los pueblos como viciosas semi das por todas partes estas doctrinas,
llas en tiempos anteriores, h an dado a introducida en todas partes esta tan
su tiem po tan pestíferos frutos. grande licencia de pensar y obrar, no
1 ) en la reform a. es de extrañar que la gente de las clases
modestas cansada de la pobreza de su
Pues bien sabéis, Venerables H erm a hogar u oficina, ambicione volar a las
nos, que la cruda guerra que se inició m oradas y fortunas de los ricos: ni es
contra la fe católica, ya desde el siglo de extrañar tam poco que ya no exista
décimosexto por los novadores, y que tranquilidad alguna en la vida pública
h a recrudecido con creciente furia de o privada, y que el m undo haya lle
día a día hasta el presente, tendía gado casi al borde de su definitiva
únicam ente a desechar toda revelación ruina.
y todo orden sobrenatural p ara abrir
la puerta a los inventos, o m ás bien
delirios, de la sola razón. B) LA DOCTRINA VERDADERA
a la salud de los fieles. Pues apenas morizados por sus amenazas, hayan
em pezaron a form arse las sociedades m irado siempre a la Iglesia con suspi
clandestinas en cuyo seno se fom enta cacia y aun con inquina, no com pren
ban entonces las semillas de los errores diendo que los conatos de las sectas
que hemos mencionado, los Romanos serían vanos si la doctrina de la Iglesia
Pontífices C l e m e n t e XII y B e n e d i c t o católica y la autoridad de los Romanos
XIV se apresuraron a desenm ascarar Pontífices hubiese gozado siempre del
los impíos proyectos de estas sectas y debido honor, tanto entre los príncipes
prevenir a los fieles de todo el orbe como entre los pueblos. Porque la Igle
contra los males que ocultam ente se sia del Dios vivo, que es columna y
preparaban. fundamento de la verdad(4)5, enseña
aquellas doctrinas y preceptos con que
F alsas filosofías y sectas ocultas. se atiende a la incolum idad y paz de la
Pero después que aquellos, que se glo sociedad, y se arranca de raíz la planta
riaban con el nom bre de filósofos, a tri nefasta del socialismo.
buyeron al hom bre cierta desenfrenada
libertad, y se empezó a form ar y san II. Sobre la igualdad y autoridad.
cionar un derecho nuevo, como dicen,
contra la ley natural y divina, el P apa Igualdad socialista e igualdad evan
Pío VI, de feliz mem oria, m ostró al gélica. Aunque los socialistas, abusan
punto en públicos docum entos la per do del mismo Evangelio para engañar
versa índole y falsedad de aquellas doc
más fácilmente a los menos avisados,
trinas, y al propio tiempo anunció, con
acostum bran a torcerlo hacia su doctri
previsión apostólica, las ruinas a que
na, con todo, hay tan grande diferencia
iba a ser despeñado el pueblo m isera
entre los perversos dogmas y la purísi
blemente engañado. Pero como no se
m a doctrina de Cristo, que ella no puede
consultó ningún medio eficaz p ara evi
ser m ayor. Porque ¿qué puede haber de
ta r que, en escala siempre m ayor, el
común entre la justicia y la iniquidad,
pueblo se convenciese de los falsos
dogmas y los gobernantes los convir
o qué consorcio de la luz con las tinie
tiesen en públicas resoluciones, el P apa
blas?^). Ellos seguram ente no cesan
Pío VII y L e ó n XII condenaron con de insistir, como hemos insinuado, que
anatem as las sectas ocultas, y advirtie todos los hom bres son entre sí por n a
ron nuevam ente a la sociedad del peli turaleza iguales, y por lo tanto sostie
gro que por ellas les am enazaba. nen que ni se debe el honor y reveren
cia a la m ajestad, ni a las leyes, a no
El socialismo. E n fin, todo el m undo ser acaso las que ellos se dan a su a r
conoce con cuán graves palabras y bitrio.
cuánta firm eza y constancia de ánimo Por el contrario, según las enseñan
Nuestro glorioso predecesor P ío IX, de zas evangélicas, la igualdad de los hom
feliz m em oria, ha com batido ya en alo bres es tal que todos, dotados de la
cuciones pronunciadas, ya en encíclicas m ism a naturaleza, son llam ados a la
dadas a los Obispos de todo el orbe, los m ism a altísim a dignidad de hijos de
inicuos intentos de las sectas, y p arti Dios, y al mismo tiempo, decretado
cularm ente la peste del socialismo, que para todos un mismo fin, han de ser
de aquéllas ya comenzaba a surgir. juzgados según la m ism a ley para reci
bir, conforme a sus méritos, o el casti
4. La duda del poder civil respecto go o la recompensa. La desigualdad de
de la Iglesia. Es u n a lástim a que aque derechos y poderes, empero, dimana
llos a quienes está encomendado el cui del mismo Autor de la naturaleza, por
dado del bien común, rodeados de las quien es nombrada toda la paternidad
astucias de hom bres malvados, y ate en los cielos y en la tierra(6>.
(4) I Timot. 3, 15. (6) Efesios 3, 15.
(5) II Corint. 6, 14.
32, 5-7 E n c íc l ic a “Qupd A p o s t o l ic é ’ 227
5. Doctrina católica sobre el poder. del suprem o Juez que los amenaza; y
Muchos miembros y un solo cuerpo. haciendo suyas las palabras de la divi
Según la doctrina y preceptos católicos, na Sabiduría, en nom bre de Dios les
los lazos entre los príncipes y súbditos dice a todos:
de tal m anera se estrechan por sus Prestad oído los que dirigís las mul
m utuas obligaciones y derechos, que titudes y os complacéis en la reunión
tem plan la ambición de m andar por un de las naciones, que por Dios os ha sido
lado, y por otro la obediencia se hace dada la potestad y la virtud por el Al
fácil, firm e y nobilísima. tísimo, el cual os ha de juzgar por
La Iglesia inculca, pues, constante vuestras obras y escudriñar vuestros
m ente a la m uchedum bre de los súbdi pensamientos. Porque juicio durísimo
tos este precepto del Apóstol: No hay se hará con aquellos que gobiernan:
potestad sino de Dios, y la que hay de porque no hará excepción Dios de nin
Dios viene ordenada; por consiguiente guno, ni respetará el poderío de nadie;
quien resiste a la autoridad, resiste a porque El ha hecho al pequeño y al
la ordenación de Dios. Y los que resis grande, e igualmente tiene cuidado de
ten, ellos mismos se atraen la condena todos. Pero a los más fuertes les ame
ción; en otra parte afirm a la necesidad naza más fuerte castigo(9).
de obedecer, no sólo por temor a la
ira, sino también por conciencia, pa 7. Paciencia y oración contra los
gando a todos los que les es debido; a abusos del poder. Mas si alguna vez
quien tributo, tributo; a quien contri sucediera que los príncipes ejercieran
bución, contribución; a quien temor, su potestad tem erariam ente y fuera de
temor; a quien honor, honor(7). P o r sus límites, la doctrina de la Iglesia
que, a la verdad, el que creó y gobierna católica no consiente rebelarse contra
todas las cosas, dispuso, en su provi ellos, a fin de que la tranquilidad del
dencia y sabiduría, que las cosas ínfi orden no sea más y m ás perturbada, y
mas se dirijan a las medias, y las m e la sociedad reciba de ahí m ayor detri
dias por las superiores, a sus fines. mento. Si la cosa llegase al punto de
Pues, así como en el mismo reino no vislum brarse otra esperanza de sal
de los cielos quiso que los coros de los vación, enseña la m isma doctrina que
ángeles fuesen distintos y unos subor el remedio se ha de acelerar mediante
dinados a otros; así como tam bién en los m éritos de la cristiana paciencia y
la Iglesia instituyó varios grados de las fervientes súplicas a Dios.
órdenes y diversidad de oficios, para Sólo si los m andatos de los legislado
que no todos fuesen Apóstoles, no todos res y príncipes sancionasen o im pusie
Doctores, no todos Pastores(8>, así tam sen algo que contradijera la ley divina
bién dispuso que en la sociedad civil o natural, la dignidad y obligación del
hom bre cristiano, y el sentir del Após
hubiese varios órdenes, diferentes en
dignidad, derechos y poder; es a sa tol, aconsejan que se ha de obedecer a
ber: que el Estado, como la Iglesia, Dios antes que a los hombres(10).
fuese un solo cuerpo, compuesto de
m uchos miembros, unos más nobles
III. Sobre la familia y el matrimonio
que otros, pero todos necesarios entre La sociedad doméstica. La virtud sa
sí y solícitos del bien común. ludable de la Iglesia, pues, que redun
da en el régimen más ordenado y en
6. Mayor responsabilidad en los que la conservación de la sociedad civil, la
mandan. Mas p ara que los gobernantes siente y experim enta necesariam ente
de los pueblos usasen de la potestad tam bién la misma sociedad doméstica,
que les fue concedida p a ra edificación y que es el principio de toda sociedad y
no para destrucción, la Iglesia de Cristo de todo reino. Porque sabéis, Venera
oportunísim am ente am onesta tam bién bles Hermanos, que el recto orden de
a los príncipes señalando la severidad 87 esta sociedad, según la m ism a necesi-
(7) Romanos 13, 1-2; 13, 5-7. Sfibid. 6, 2-6.
(8) Ver I Cor. 12, 28. (10) Act. 5, 29.
228 E n c íc l ic a s del PP. L eón XIII (1878) 32* 8
dad del derecho natural, se apoya p ri a vuestros hijos, sino educarlos en la
m ariam ente en la unión indisoluble del ciencia y conocimiento del Señor*14).
varón y de la m ujer, y se com plem enta
en las obligaciones y m utuos derechos Relaciones entre patronos y emplea
entre padres e hijos, amos y criados. dos. Tam bién a los súbditos y amos se
Sabéis tam bién que por los principios les propone, por medio del mismo
del socialismo esta sociedad casi se Apóstol, el precepto divino de que aqué
disuelve, puesto que, perdida la firmeza llos obedezcan a sus señores carnales
que obtiene del m atrim onio religioso, como a Cristo, sirviéndoles con buena
es preciso que se relaje la potestad del voluntad como al Señor; m as a éstos,
padre sobre la prole, y los deberes de que omitan las amenazas, sabiendo que
la prole p ara con el padre. el Señor de todos está en los cielos y
que no hay acepción de personas en
Dignidad sacramental. - Deberes de Dios*15).
los esposos. Al contrario, el por todos
los títulos honroso consorcio*n ) que en Un paraíso terrenal. Todas estas co
el mismo principio del m undo instituyó sas, si se guardasen cuidadosamente,
el mismo Dios p ara propagar y conser según el beneplácito de la voluntad di
var la especie hum ana, y decretó fuese vina, por todos aquellos a quienes co
inseparable, enseña la Iglesia que resul rresponde, seguramente del cielo, y los
tó más firm e y m ás sagrado por medio representaría la imagen del cielo, y los
de Cristo: quien le confirió la dignidad preclaros beneficios que de aquí se
de Sacramento, y quiso que representa siguieran, no estarían encerrados entre
se la form a de su unión con la Iglesia. las paredes monásticas, sino que se
P or lo tanto, según advertencia del extenderían abundantem ente a las m is
Apóstol*12*, como Cristo es Cabeza de mas repúblicas.
la Iglesia, así el varón es cabeza de la
mujer; y como la Iglesia está sujeta a IV. Sobre la propiedad.
Cristo, que la estrecha con castísimo y
perpetuo amor, así enseña que las mu- 8. La doctrina católica y la tranqui
374 jeres estén sujetas a sus m aridos y que lidad de las Repúblicas. - El derecho
éstos a su vez las deben am ar con un de propiedad. La prudencia católica,
afecto fiel y constante. bien apoyada sobre los preceptos de la
ley divina y natural, procura con sin
La patria potestad. De la m ism a m a gular acierto tam bién la tranquilidad
nera la Iglesia establece la form a de pública y doméstica por las ideas que
la p atria potestad y la de los amos y adopta y enseña respecto al derecho de
patronos de modo que sirva p ara m an propiedad y a la división de los bienes
tener a los hijos y a los criados en el necesarios o útiles en la vida. Porque
cum plim iento de sus deberes, sin que m ientras los socialistas, presentando el
se salgan de sus límites. Porque, según derecho de propiedad como invención
las enseñanzas católicas, la autoridad hum ana contraria a la igualdad natural
del Padre y Señor celestial se extiende entre los hom bres; al paso que, predi
a los padres y a los amos; esta autori cando la com unidad de bienes, declaran
dad, por lo mismo, tom a de El no sólo que no debe sobrellevarse con pacien
el origen y la fuerza, sino que recibe cia la pobreza, y que im punem ente se
tam bién necesariam ente su naturaleza puede violar la posesión y derechos de
y su índole. De aquí que el Apóstol ex los ricos, la Iglesia reconoce m ucho más
horte a los hijos a obedecer a sus padres sabia y útilmente, que la desigualdad
en el Señor y honrar a su padre y a su existe entre los hom bres, naturalm ente
madre, que es el primer mandamiento tan diferentes por las fuerzas del cuerpo
con p r o m e s a ^ . Y tam bién m anda a y del espíritu, y que esta desigualdad
los padres: No queráis provocar a ira existe hasta en la posesión de los bienes.
(11) Hebreos 13, 4. (14) Efes. 6, 4.
(12) Efes. 5, 23. (15) Efes. 6, 5-7.
(13) Efes. 6, 1-2.
32, 9 E n c íc l ic a “ Q u o d ' A p o s t o l ic i” 229
(19) León XUl, en su Carta Sxpenumero Ponli- AAS. 31, 129-137); en esta Colección: Encicl. 79,
ficafus, 5-VIII-1898, dirigida a los obispos, clero pág. GOl-fiÜG.
y pueblo de Italia volverá sobre este punto (AAS. (20) Isaías 59, 1.
31, p. 137-145; la versión italiana: Spessc volte (21) Tilo 3, 4.
3 3 -
es útil aquí, Venerables Herm anos, m os ^meza de los argumentos y de las agu
trarlo más detenidam ente con las pala dísimas disputas en que se distinguen
bras del sapientísim o varón, Nuestro la luz de las tinieblas, lo verdadero de
predecesor, S i x t o V: Por don divino de lo falso, las mentiras de los herejes en
Aquél, único que da el espíritu de la vueltas en muchas apariencias y fala
ciencia, de la sabiduría y del entendi cias, que como si se les quitase el vestí-
miento, y que enriquece con nuevos be do aparecen manifiestas y d e s n u d a s^ :
neficios a su Iglesia en la cadena de los estas excelsas y adm irables dotes, deci
siglos, según lo reclama la necesidad, mos, se derivan únicam ente del recto
y la provee de nuevos auxilios, fue ha uso de aquella filosofía que los m aes
llada por nuestros santísimos mayores tros escolásticos, de propósito y con
la teología escolástica, la cual cultiva sabio consejo, acostum braron a usar
ron y adornaron principalísimamente frecuentem ente aun en las disputas
dos gloriosos Doctores, el angélico S a n - teológicas. Además, siendo propio y
singular de los teólogos escolásticos el
tura. clarísimos Profesores de esta fa haber unido la ciencia hum ana y divina^
cultad... con ingenio excelente, asiduo entre sí con estrechísimo lazo, la teo
estudio, grandes trabajos y vigilias, y logía, en la que sobresalieron, no h a
la legaron a la posteridad, dispuesta bría obtenido tantos honores y alaban
óptimamente y explicada con brillantez zas de parte de los hombres, si hubie
de muchas maneras. Y, en verdad, el sen empleado una filosofía m anca e
conocimiento y ejercicio de esta salu im perfecta o ligera.
dable ciencia, que fluye de las abun
dantísimas fuentes de las divinas letras, < ® Santo Tom ás de Aquinq. Ahora
de los Sumos Pontífices, Santos Padres bien: entre los Doctores escolásticos
y Concilios, pudo siempre proporcionar brilla grandem ente Santo T o m á s d e
grande auxilio a la Iglesia, ya para A q u i n o , Príncipe y Maestro de todos,
entender e interpretar verdadera y sa el cual, como advierte C a y e t a n o , por
namente las mismas Escrituras, ya para haber venerado en gran manera los
leer y explicar más segura y útilmente antiguos ^J^ptpres, sagrados^ .obtumiAe
los Padres, ya para descubrir y rebatir algún modo la inteligencia de todos}*'*).
i los varios errores y herejías; pero en Sus doctrinas, como m iem bros disper
! estos últimos días, en que llegaron ya sos de un cuerpo, reunió y congregó
\ los tiempos peligrosos descritos por el en uno T o m á s , dispuso con orden ad
Apóstol, en que hombres blasfemos, so m irable, y de tal modo las aum entó
berbios, seductores, crecen en maldad, con nuevos principios, que con razón
errando e induciendo a otros a error, y justicia es tenido por singular apoyo
es en verdad sumamente necesaria para de la Iglesia católica: de dócil y pene
confirmar los dogmas de la fe católica trante ingenio, de m em oria fácil y te
u para refutar las herejías(33). naz, de vida integérrim a, am ador única
Palabras son éstas que, aunque p a mente de la verdad, riquísim o en la
rezcan abrazar solamente la teología ciencia divina y hum ana, a semejanza
escolástica, está claro que deben enten del sol, anim ó al m undo con el calor de
derse tam bién de la filosofía y sus ala sus virtudes, y lo ilum inó con esplen
banzas. Pues las preclaras dotes que dor. No hay parte de la filosofía que
hacen tan temible a los enemigos de la no hava tratado a g u ja x a , la vez sóli
108 verdad la teología escolástica, como damente: trató de las leyes del ra c io -,
dice el mismo Pontífice ¡aquella opor ciñió, de Dios y de las substancias in
tuna y enlazada coherencia de causas y corpóreas, del hom bre y de otras cosas
de cosas entre sí, aquel orden y aque sensibles, de los actos hum anos y de
lla disposición, como la formación de sus principios, de tal modo, que no se
los soldados en batalla, aquellas claras echan de menos en él, ni la abundancia
ljdefiniciones y distinciones, aquella fir- de cuestiones, ni la oportuna disposi-
(33) Sixto V, Bula Triumphantis (1588). (35) Cayetano, In 11» II*P q. 148 ad 4 in fin.
(31) Sixto Y, Bula Triumphantis (1588).
33, 11-13 E n c íc l ic a “ í E t e r n i P a t r is ” 239
ción de las partes, ni la firm eza de los esta ley los Benedictinos, los Carmeli
principios o la robustez de los argu tas. los Augustinos. los Jesuítas, y otras
mentos, ni la claridad y propiedad del m uchas órdenes sagradas, como los es
lenguaje, ni cierta facilidad de explicar tatutos de cada una Nos lo m anifiestan.
las cosas obscuras.
Añádese a esto que el Doctor Angé- 12. Santo Tom ás y las academ ias
lico indagó las conclusiones filosóficas filosóficas. Y en este lugar, con inde
e n ja s r azones y principios de las cosas, cible placer recuerda el alm a aquellas
los que se extienden m uy latam ente, y celebérrim as Academias y escuelas que
encierran como en su seno las semillas en otro tiempo florecieron en Europa,
de casi infinitas verdades, que habían a saber: la parisiense, la salm anticense,
de abrirse con fruto abundantísim o por la complutense, la duacense, la tolosa-
los m aestros posteriores. H abiendo em na, la lovaniense. la pata vina, la bo jo
pleado este método de filosofía, consi njana. la napolitana, la coim bricense y
guió vencer él solo los errores de los otras muchas. Nadie ignora que la fa
tiempos pasados, y sum inistrar luego m a de éstas creció en cierto modo con
arm as invencibles, p ara refu tar los el tiempo, y que las sentencias que se
errores que perpetuam ente se habían les pedían cuando se agitaban gravísi
de renovar en los siglos futuros.^Ade m as cuestiones, tenían m ucha autoridad
más, distinguiendo m uy bien la razón entre todos los sabios. Pues bien, es
de la fe, como es justo, y asociando cosa fuera de duda que en aquellos
ambas, sin embargo amigablemente, grandes alcázares del saber hum ano,
conservó los derechos de u n a y otra, como en su reino, dominó como p rín
proveyó a su dignidad de tal suerte, que cipe T omás, y que los ánimos de todos,
la razón elevada a la m ayor altu ra en tanto de maestros como de discípulos,
alas de T omás, ya casi no puede levan descansaron con adm irable concordia
tarse a regiones más sublimes, ni la fe en el m agisterio y autoridad del Doctor
puede casi esperar de la razón más y Angélico.
más poderosos auxilios que los que has
ta aquí ha conseguido por T omás. 13. Santo Tom ás y los Pontífices.
Pero lo que es más, los Romanos P on
11. Santo Tom ás y las órdenes reli tífices Nuestros predecesores, honraron
giosas. P o r estas razones, hom bres la sabiduría de T omás de A quino con
doctísimos en las edades pasadas, y singulares elogios y testimonios am plí
dignísimos de alabanza por su saber simos. Pues Clemente V I(36), Njcolás
teológico y filosófico, buscando con in V±37\ B enedicto X III(38) y otros, ates
decible afán los volúmenes inm ortales tiguan que la Iglesia universal es ilus
trada con su adm irable doctrina; S an
sabiduría, no tanto p ara perfeccionarse Pío V<39>. confiesa que con la m isma
en ella, cuanto p j a r a x e x i ^ doctrina se disipan las herejías, confun
ella sustentados. Es un hecho constante didas y vencidas, y el universo m u n
que casi todos los fundadores y legisla do es libertado cotidanam ente; otros,
dores de las órdenes religiosas m anda con Clemente X II(40>. afirm an que de
ron a sus com pañeros estudiar las doc sus doctrinas dim anaron a la Iglesia
trinas de S anto T omás, y adherirse a católica abundantísim os bienes, y que
ellas religiosamente, disponiendo que a él mismo debe ser venerado con aquel
nadie fuese lícito im punem ente sepa honor que se da a los Sumos Doctores
rarse, ni aun en lo m ás mínim o, de las de la Iglesia, Gregorio, Ambrosio,
huellas de tan gran Maestro. Y dejando A gustín y J erónimo ; otros, finalmente,
a un lado la fam ilia dom inicana, que no dudaron en proponer en las Acade
con derecho indispensable se gloría de mias y grandes liceos a S anto T omás
este su sumo Doctor, están obligados a como ejem plar y maestro, a quien de-
(36) Clemente VI, Bula In ordine. (39) Pío V Bula Mirabilis.
(37) Nicolás V, Breve ad FF. Prsedic. (1151). (40) Clemente XII Bula Verbo Dei 6 Const. 5?,
(38) Benedicto XIII Bula Pretiosus. 3-V1II-1368, ad Canccll. Univ. Tolos.
240 E n c íc l ic a s del PP. L eón XIII (1879) 33, 14-16
ciertam ente poco sabia y no sin detri dos suministréis copiosa y abundante
m ento de las ciencias, hacer cosas nue m ente a la estudiosa juventud, los ríos
vas, que aum entar v perfecciona r con purísim os de sabiduría que m anan en
las nuevas las antiguas. Pues esta m úl continua y riquísim a vena del Angélico
tiple clase de doctrina, fundándose en Doctor.
la autoridad y arbitrio de cada uno de
18. Los que son esperanza de la Igle
los maestros, tiene fundam ento varia
sia. Los motivos que Nos im pulsan a
ble, y p.cUL£SlaJC&^^ querer esto con grande ardor son m u
sofía firme, estable ni robusta como la
antigua, sino fluctuante y m ovediza, a chos. Prim eram ente, siendo costumbre
ía cual, si acaso sucede que se la halla en Nuestros días tempestuosos com batir
la fe con las m aquinaciones y las astu
alguna vez insuficiente p a ra sufrir el
ím petu de los enemigos, sépase que la cias, de una falsa sabiduría, todos los
causa y culpa de esto reside en ella jóvenes, y en especial los que se educan
misma. para esperanza de la Iglesia, deben ser
alim entados por esto mismo con el po
Y al decir esto no condenam os en
deroso y robusto alim ento de doctrina,
verdad a aquellos hom bres doctos e
para que, potentes con sus fuerzas y
ingeniosos que ponen su in d u stria y
equipados con suficiente arm am ento se
erudición y las riquezas de los nuevos
acostum bren a defender algún día
descubrim ientos al servicio de la filo
fuerte y sabiamente la causa de la Re
sofía; pues sabemos m uy bien que con
ligión, dispuestos siempre.. según los
esto recibe increm ento la ciencia. P ero consejos evangélicos, a satisfacer a todo
se ha de evitar diligentísimam ente no
el que pregunte la razón de aquella
hacer consistir en aquella industria y
erudición todo o _el principal ejercicio
esperanza que tenemosS* ^ ; (7 exhortar
de la filosofía. Del mismo modo se ha
con la sana doctrina y argüir a los que
contradicen^) d é lo s
de juzgar de la Sagrada Teología, la hom bres que, apartando su espíritu de
cual Nos agrada que sea ayudada e
la fe, aborrecen las enseñanzas católi
ilustrada con los m últiples auxilios de cas, profesan que para ellos es sólo la
la erudición; £pero es de todo punto razón m aestra y guía. Y para sanar a
/necesario que sea tratad a según la gra éstos y volverlos a la fe católica, ade
ve costum bre de los escolásticos, p ara más del auxilio sobrenatural de Dios,
que unidas en ella las fuerzas de la juzgamos que nada es más oportuno
revelación y de la razón continúe sien qu ejla sólida doctrina de los Padres y
do defensa invencible de la f e ^ \ de los escolásticios, los cuales dem ues
tran con tan ta evidencia y energía los
17. Restauración. Con excelente firm ísim os fundam entos de la fe, su
acierto no pocos cultivadores de las divino origen, su infalible verdad, los
ciencias filosóficas intentaron en estos argum entos con que se prueban, los
últimos tiempos restau rar útilm ente la beneficios que ha prestado al género
filosofía, renovar la preclara doctrina hum ano y su perfecta arm onía con la
de T omás de A quino y devolverle su razón, cuando basta y aun sobra para
antiguo esplendor. doblegar los entendimientos, aun los
Hemos sabido, Venerables Herm anos, más opuestos y contrarios.
que m uchos de vuestro orden, con igual
deseo han entrado gallardam ente por 19. En bien de la sociedad civil y
esta vía con grande regocijo de Nuestro doméstica. La m ism a sociedad civil y
ánimo. A los cuales alabam os ardiente la doméstica, que se halla en el grave
mente y exhortam os a continuar con peligro que todos sabemos, a causa de
el plan comenzado; y a todos los de la peste dom inante de las perversas
m ás de entre vosotros en particular os opiniones, viviría ciertam ente más tra n
hacemos saber, que nada Nos es más quila y más segura, si en las Universida
grato ni más apetecible que el que to-456 des y en las escuelas se enseñase doctri-
(45) Sixto V, Bula Triumphantis (1588). (47) Tito 1, 9.
(46) I Pedro 3, 15.
242 E n c íc l ic a s del PP. L eón XIII (1879) 33, 20-21
las últim as épocas, o finalm ente, no *a leer y escribir sin haberse hecho pro
laudable de cualquier modo, de ninguna picio a Dios con sus ruegos, y el cual
m anera está en Nuestro ánim o propo confesó cándidam ente que todo lo que
nerlo p ara ser im itado en nuestra edad. sabía no lo había adquirido tanto con
P or lo demás, procuren los m aestros, su estudio y trabajo, sino que lo había
elegidos inteligentemente por vosotros, ^recibido divinamente y por lo mismo
Ín¿nu^E,^n.jQ^,ájnÍlRQ.^-de-...sus., d isctp m roguemos todos juntam ente a Dios con
los. la doctrina de T o m á s d e A q u i n o , v hum ilde y concorde súplica que d erra
jjpngan en evidencia su solidez y exce me sobre todos los hijos de la Iglesia el
lencia sobre todas las dem ás. Las Uni espíritu de ciencia y de entendimiento
versidades fundadas por vosotros, o las y les abra el sentido para entender la
que habéis de fundar, ilustren y defien sabiduría. Y para percibir m ás abun
dan la m ism a doctrina y la usen para la dantes frutos de la divina bondad, in
refutación de los errores que circulan. terponed tam bién delante de Dios el
Mas p ara que no se tome la falsificada patrocinio eficacísimo de la Virgen Ma
doctrina por la verdadera, ni la co ría , que es llam ada sede de la sabi
rrom pida por la genuina, cuidad de que duría, y a la vez tom ad por interceso
la sabiduría de T o m á s se tome de las res al bienaventurado J o s é , purísim o
m ism as fuentes, o al menos de aquellos esposo de la Virgen María , y a los gran
ríos que, según cierta y conocida opi des Apóstoles P edro y P ablo, que reno
nión de hom bres sabios, han salido de varon con la verdad el universo mundo
la m ism a fuente v todavía corren ínte corrom pido por el inm undo cieno de
gros Y _ m i ; pero de los que se dicen los errores y le llenaron con la luz de
haber procedido de éstos y en realidad la celestial sabiduría.
crecieron con aguas ajenas y no salu
dables, procurad ap a rta r los ánimos de 22. Epílogo. P or últim o, sostenidos
los jóvenes. con la esperanza del divino auxilio y
Muy bien conocemos que Nuestros confiados en vuestra diligencia pastoral,
propósitos serán de ningún valor si no os damos am antísim am ente en el Señor
favorece las comunes empresas, Vene a todos vosotros, Venerables Hermanos,
rables Herm anos, Aquel que en las di a todo el Clero y pueblo, a cada uno
vinas Letras es llam ado Dios de las cien de vosotros encomendado, la Apostólica
cias(48) en las que tam bién aprendem os Bendición, augurio de celestiales dones
que toda dádiva buena y todo don per y testim onio de Nuestra singular bene
fecto viene de arriba, descendiendo del volencia.
Padre de las Zuces (4849L Y adem ás; si
alguno necesita de sabiduría, pida a Dado en Roma, en San Pedro a 4 de
Dios que da a todos abundantemente y agosto de 1879. En el año segundo de
no se apresure y se le dará U0)e Nuestro Pontificado.
¡ Tam bién en esto sigamos el ejemplo
[del Doctor Angélico, que nunca se puso LEON PAPA XIII
por vergonzoso com prar y vender, co que la autoridad divina decretó y esta
mo si fuesen cosas corporales*5), a las bleció acerca del m atrim onio, lo tras
que habían de casarse, dándose a ve m itieron por escrito y más clara y dis
ces al padre y al m arido la facultad tintam ente a la posteridad los Apósto
de castigar con la últim a pena a líi les, m ensajeros de las divinas ordenan
esposa. La fam ilia nacida de tales ma-, zas. Ahora bien: como emanado del
538 trim onios, necesariam ente había de es magisterio apostólico, ha de tenerse to
tar, o sojuzgada por el Estado, o cons do aquello que Nuestros Santos Padres,
tituida en propiedad del padre de fa los Concilios y la tradición de la Iglesia
milia*6*), a quien las leyes habían inves universal ha enseñado siempre*9), a
tido tam bién de la facultad, no sólo de saber, que Cristo Nuestro Señor elevó
ajustar y disponer a su arbitrio las el m atrim onio a la dignidad de Sacra
bodas de sus hijos, sino tam bién de mento; que al mismo tiempo hizo que
ejercer sobre ellos la b árbara potestad los cónyuges, ayudados y fortalecidos
de vida y m uerte. por la gracia celestial que los m éritos
de Aquel consiguieron, alcanzasen la
4. Jesucristo restaura el matrimonio. santidad en el mismo m atrim onio; y
Pero a tantos vicios y tan grandes igno que por medio de éste, adm irablem ente
m inias como afeaban el m atrim onio, dispuesto a semejanza de su mística
buscóse al fin, por disposición divina, unión con la Iglesia*10*), perfeccionó
la enm ienda y la m edicina; supuesto el am or natural y robusteció con^el
que Jesucristo, restaurador de la hum a vínculo de la caridad divina la unión
na dignidad y perfeccionador de las de suyo indisoluble, entre el m arido y
leyes mosaicas, aplicó oportuno y aca la m ujer. Vosotros, maridos, dice S a n
bado remedio. Porque ennobleció con P a b l o a los Efesios, amad a vuestras
su presencia de las bodas de C a n á que mujeres como Cristo amó también a la
hizo m em orables con el primero de sus Iglesia, y se entregó a sí mismo por
milagros^ ; por lo cual, ya desde aquel ella, para santificarla... Los maridos
momento adquirió el m atrim onio el deben amar a sus mujeres como a sus
principio de u na nueva santidad. Des propios cuerpos... porque nadie aborre
pués lo restituyó a la nobleza de su ció jamás su carne; antes la mantiene
prim itivo origen, ya reprobando las cos y abriga, así como también Cristo a la
tum bre de los hebreos, que abusaban Iglesia; porque somos miembros de su
de la pluralidad de m ujeres y de la cuerpo, de su carne y de sus huesos.
facultad de repudiar, ya principalm en Por esto dejerá el hombre a su padre
te ordenando que nadie osara a di y a su madre, y se allegará a su mujer; ss9
solver lo que Dios había unido con y serán dos en una carne. Este Sacra
vínculo perpetuo. P or cuyo motivo, mento es grande; más yo digo en Cristo,
después de responder a las objeciones y en la Iglesia*n ). Igualm ente sabemos
deducidas de la ley mosaica, revistió por enseñanza de los Apóstoles, que
se de la autoridad de suprem o legis Cristo santificó e hizo inviolable la u n i
lador y estableció lo siguiente acerca del dad e indisolubilidad propias del m atri
m atrim onio: Dígoos que todo aquel que monio en su prim itivo origen. A aque
repudiare a su mujer, a no ser por llos que están unidos en matrimonio,
causa de fornicación, y tomare otra, dice el mismo S a n P a b l o , mando no
comete adulterio; y el que se casare yo, sino el Señor que la mujer no se
con la que otro repudió, comete adul separe del marido; y si se separare, que
terio ^. se quede sin casar, o que haga paz con
su marido*12). Y tam bién: La mujer
5. Los Apóstoles, Padres y Concilios está atada a su ley mientras vive su
sobre el matrimonio. Mas todo aquello marido; pero si muriese su marido,
(5) Arnobio, Disputat. adv. Gent. 4. Coll. Conc. 33, col. 150-B); Denz-Umb. n. 970.
(6) Dionisio Halicarn., lib. II, col. 26. 27. (10) Conc. de Trento, sesión 24, cap. I de re-
(7) Juan 2, 11. form. matr. (Mansi 33, col. 152): ver Efes. 5, 32.
(8) Mat. 19, 9. (11) Efes. 5, 25 ss.
(9) Conc. de Tiento, sesión 24 al pr. (Mansi (12) I Corint. 7, 10-11.
34, 6 E n c íc l ic a “A rcanum D iv in a e S a p ie n t ia e ” 247
queda lib r e é . Pues por estas causas del Señor(19K Por donde se ve que no
fue el m atrim onio gran Sacramento son pocos ni leves los deberes de los
y honesto para todos^131415167\ piadoso, casto esposos; pero por la virtud que em ana
y digno de veneración, por ser la im a de este Sacramento, les son, no sólo
gen y representación de altísimos m is llevaderos, sino tam bién agradables.
terios.
D eberes del cónyuge. Y no concluye 6. La Iglesia y el derecho m atrim o
en esto su excelencia y perfección cris nial. H abiendo, pues, Jesucristo ad o r
tianas. Pues, en primer lugar, se asignó nado de tal y tan grande excelencia al
a la unión m atrim onial un fin m ucho m atrim onio, encomendó su régimen a
m ás noble y elevado que el que antes la Iglesia, la cual, en todo tiempo y
se le atribuyera; pues quedó establecido lugar, ejerció sus atribuciones sobre el
que se dirigiera, no sólo a propagar el m atrim onio de los cristianos, de tal
género hum ano, sino a engendrar la m anera que aparecen aquéllas como
prole de la Iglesia con ciudadanos de propias suyas, no obtenidas por con
los santos y domésticos de Dios(16); cesión de los hombres, sino recibidas
esto es, para que se formase y educase de Dios, por voluntad de su Fundador.
el pueblo en la Religión y el culto del Ahora bien; no hay p ara qué demos
verdadero Dios, y Salvador Nuestro Je tra r con cuántos y cuán vigilantes cui
sucristo(17). En segundo lugar, queda dados ha procurado conservar la santi
ron definidos los deberes, y señalados dad del m atrim onio, para que no su
todos los derechos de cada uno de los friese menoscabo su firmeza, pues son
cónyuges. Es, a saber, que se hallen de todos bien conocidos. Y en verdad,
éstos siempre persuadidos del grande sabemos que el concilio de Jerusalén re
am or, fidelidad constante y solícitos y probó el am or disoluto y licencioso (20>;
continuos cuidados que se deben m u vemos a un ciudadano de Corinto con
tuam ente. El m arido es el jefe de la denado como incestuoso por la autori
familia, y cabeza de la m ujer, la cual, dad de S a n P a b l o (21\ y rechazados con
sin embargo, por ser carne de la carne la m ism a fuerza m uchos adversarios
y hueso de los huesos de aquél, se su del m atrim onio cristiano, a saber: los
jete y obedezca al m arido, no a m anera gnósticos, maniqueos y montañistas, en
de esclava, sino como com pañera; de los prim eros tiempos de la Iglesia, y
suerte que su obediencia sea digna al en Nuestros días, los mormones, sansi-
par que honrosa. Y tanto en el que monianos, falansteríanos y comunistas.
m anda como en la que obedece, como Quedó asimismo constituido un mismo
quiera que representan el uno a Cristo derecho m atrim onial para todos, aboli
y la otra a la Iglesia, sea el am or divi das las antiguas diferencias (22> entre
no el constante regulador de sus obliga esclavos y libres, se igualaron los de
ciones. Porque el marido es cabeza de rechos del m arido y de la m ujer; pues,
la mujer, como Cristo es cabeza de la como decía S a n J e r ó n i m o (23> entre nos
Iglesia... Y así como la Iglesia está so otros no es lícito a los maridos lo que
metida a Cristo, así lo estén las mujeres no está permitido a las mujeres, y no
a sus maridos en fodo(18). E n cuanto a hacemos de condición desemejante obli
los hijos, deben someterse y obedecer gaciones que reputamos iguales; y esos
a sus padres y honrarlos por motivos mismos derechos quedaron sólidamente
de conciencia; y éstos a su vez consa afianzados por la correspondencia en
g rar todos sus pensam ientos y cuidados el am or y los servicios m utuos.
a la defensa y educación de aquéllos en
la virtud. Vosotros, padres... educadlos R estauró la com pleta dignidad. Fue
(los hijos) en la disciplina y corrección am parada la dignidad de la m ujer; se
(13) I Corint. 7, 39. (18) Efes. 5, 23-24.
(14) Efes. 5, 32. (19) Efes. 6, 4.
(20) Act. 15, 29.
(15) Hebreos 13, 4. (21) I Corint. 5, 5.
(16) Efes. 2, 19. (22) Cap. I, de coniug. serv.
(17) Catecismo Román, cap. 8 (23) S. Jerónimo, Opera t. I, col. 455.
248 E n c íc l ic a s del PP. L eón XIII (1880) 84, 7-8
prohibió al m arido castigar con m uerte cer; y trab ajan con todas sus fuerzas
a la ad ú ltera(24\ y faltar im púdica y para que no solamente los individuos,
deshonestam ente a la fe jurada. Y lo sino tam bién las fam ilias y la sociedad
que tam bién es m uy im portante: lim i entera, desprecien soberbiamente el im
tó la Iglesia hasta un punto conve perio de Dios. Conocen perfectam ente
niente la potestad de los padres de fa que la fuente y el origen de la fam ilia
milia, p ara que no pudiesen am enguar y de la sociedad, es el m atrim onio, y
la justa libertad de sus hijos o hijas por esto mismo no pueden sufrir que
que quisieran casarse^2425); decretó la esté sujeto a la jurisdicción de la Igle
nulidad del m atrim onio entre consan sia; por el contrario, se em peñan en
guíneos (26> y afines dentro de ciertos desnudarlo de toda santidad y colocarlo
grados, p ara que el sobrenatural am or en el núm ero de aquellas cosas que fue
de los cónyuges se difundiese por más ron instituidas por los hom bres y son
espacioso campo; procuró cuanto pudo, adm inistradas y regidas por el derecho
desterrar de las nupcias el error, la civil de los pueblos.
fuerza y el engaño<27\ y quiso m ante El matrimonio civil. N ecesariam ente
ner sana y salva la castidad del tálamo,
había de seguirse de esto, el que diesen
la seguridad de las personas(28>, el de a los príncipes seculares un derecho
coro m atrim onial(29^ y la integridad de completo en los m atrim onios, quitán
la fe (3°). E n fin, fortaleció con tal vigor doselo totalm ente a la Iglesia, la cual,
y con tan próvidas leyes esta divina si alguna vez ha ejercido su potestad
institución, que nadie que de im parcial en la m ateria, ha sido según ellos, o
se precie, puede menos de conocer que por condescendencia de los príncipes, o
también, bajo el punto de vista del m a indebidam ente; pero ya es tiempo, di
trim onio, es la m ejor custodia y defen cen, de que los que gobiernan la rep ú
sora del linaje hum ano la Iglesia, cuya blica, vindiquen varonilm ente sus dere
sabiduría salió triunfante de la malicia chos, comenzando a intervenir, según
de los tiempos de la injusticia de los su arbitrio, en todo cuanto diga rela
hom bres y de las continuas vicisitudes ción al m atrim onio. De aquí han nacido
de la cosa pública. los crue vulgarm ente se llam an matri
monios civiles; de aquí las leyes consa
II. Errores acerca del matrimonio bidas sobre las causas que im piden el
7. Falsas doctrinas. No faltan, sin m atrim onio; de aquí las sentencias ju
embargo, hom bres que, ayudados por diciales sobre contratos conyugales vá
el enemigo de las alm as se em peñan en lidos o viciosos. Finalm ente, con tanto
repudiar y desconocer totalm ente la estudio ha sido quitada toda facultad
renovación y perfección del m atrim o a la Iglesia católica p ara determ inar
nio, así como desprecian ingratam ente sobre el m atrim onio, que ya no se tiene
los demás beneficios de la redención. en cuenta ni su potestad divina, ni las
Pecado fue de algunos antiguos el h a leyes previsoras con las cuales tanto
ber sido enemigos del m atrim onio en tiempo ha vivido la sociedad, a la cual,
algunas de sus partes; pero m ucho más juntam ente con la sabiduría cristiana,
perniciosam ente pecan en Nuestro tiem llegó la luz de la civilización.
po los que tra ta n de echar por tierra
su naturaleza y destruirlo en todas y 8. El carácter sagrado. Em pero los
cada una de sus partes. Y la causa de naturalistas, y todos aquellos que más
esto es, que im buidos en las opiniones se glorían de inclinarse ante el pueblo,
de la falsa filosofía y en las costum y que se em peñan en sem brar en él la
bres corrom pidas de algunos, nada lle m ala doctrina, no pueden evitar la nota
van tan a m al como sujetarse y obede de falsedad. Teniendo el m atrim onio a
(24) Canon Interfectares y Canon Admonere, sal. et matrim.
cuestión 2. (28) Cap. 1 de Convers. infid., cap. 5 y 6 de
(25) Cap. 30 quíest. 3, cap. 3 de cognat. spiri- eo qui duxit in matrim.
tuali. (29) Cap. 3, 5 y 8 de sponsal. ct matrim.; Conc.
(26) Cap. 8 de consanguin. et affinit.; c. 1 de de Trento, sesión [34] 24, cap: 3 de reform.
cogn. legali. matrim. (Mansi, coll. conc. 33, col. 151).
(27) Cap. 26, de sponsal., cap. 13, 15. 29 de spon- (30) Cap. 7 de divort.
34, 9 E n c íc l ic a “A rcanum D iv in a e S a p ie n t ia e ” 249
Dios por autor, y habiendo sido desde refiere clarísim am ente cómo la Iglesia
el principio som bra y figura de la en ejerció libre y constantem ente la potes
carnación del Verbo divino, por esto tad legislativa y judicial de que veni
mismo tiene un carácter sagrado, no mos hablando, aun en aquellos tiempos
accidental, sino ingénito, no recibido en que inepta y ridiculam ente se finge
de los hom bres, sino im preso por la que obraba por connivencia y con
m ism a naturaleza. P or esto Nuestros sentimiento de los príncipes seculares.
¿Puede darse absurdo más increíble,
predecesores I n o c e n c i o I I I (31) y H o n o
r io III<32>, no injusta ni tem erariam en que el que Jesucristo, Nuestro Señor,
te pudieron afirm ar que el Sacramento hubiese condenado la inveterada cos
del matrimonio existe entre fieles e tum bre de la poligamia y del repudio
infieles. Esto mismo atestiguan los con una potestad delegada a El por el
m onum entos de la antigüedad, los usos procurador de la justicia o por el p rín
y costum bres de los pueblos que más cipe de los judíos? ¿Es creíble, ni aun
se aproxim aron a las leyes de la hum a verosímil, que S a n P a b l o Apóstol h u
nidad y tuvieron m ás conocimiento del biese declarado ilícitos los divorcios y
derecho y de la equidad: por la opinión nupcias incestuosas, m ediante el con
de éstos consta que cuando trataban sentimiento o m andato de T i b e r io , C a -
del m atrim onio, no sabían prescindir l íg u l a y N e r ó n ?
de la religión y santidad que le son p ro El poder inalterable de la Iglesia. Ni
pias. P o r esta causa, las bodas se cele cabe en la m ente de ningún hom bre
braban entre ellos con las cerem onias juicioso, que la Iglesia hubiese prom ul
propias de su religión, m ediando la gado leyes acerca de la santidad y soli
autoridad de sus pontífices y el m inis dez del m atrim onio(33) sobre bodas en
terio de sus sacerdotes. ¡Tanta fuerza tre esclavos y libres(34), im petrando
ejercía en esos ánimos, privados por p ara ello la facultad de los em perado
otra parte de la revelación sobrenatu res rom anos, enemigos acérrim os del
ral, la m em oria del origen del m atri nom bre cristiano, y quienes no tenían
monio y la conciencia universal del gé otros deseos que acabar, por medio de
nero hum ano! Siendo, pues, el m atri la fuerza y de la muerte, con la Religión
monio por su propia naturaleza, y por cristiana en su m isma cuna; m ucho
su esencia, una cosa sagrada, natural más cuando aquel derecho, em anado de
es que las leyes por las cuales debe la Iglesia, disentía del derecho civil en
regirse y ordenarse, sean puestas por tales términos, que I g n a c io M ártir(35),
la divina autoridad de la Iglesia, que J u s t i n o ^36), A t h e n á g o r a s (37> y T e r t u
sola tiene el m agisterio de las cosas l ia n o (38>, condenaban, por injustas y
sagradas, y no por el im perio de los adulterinas, las bodas, a las cuales, sin
príncipes seculares. embargo, favorecían las leyes im peria
9. La dignidad sacramental. Además, les. Después que el poder vino a p arar
hemos de considerar la dignidad del en los em peradores cristianos, los Su
Sacram ento que caracteriza el m atri mos Pontífices y los Obispos, congre
monio cristiano, y que lo ennoblece y gados en Concilios, continuaron con la
eleva a grandísim a altura. D eterm inar m ism a libertad y con entera conciencia
y m andar lo que al Sacram ento perte de su derecho, m andando o prohibien
nece, de tal modo es propio de la Igle do lo que creyeron del caso y oportuno
sia por la vonluntad de Cristo, que es en aquellos tiempos, sin tener en cuen
totalm ente absurdo querer hacer p a r ta que discrepase o no de las legisla
ticipantes a los gobernantes de la cosa ciones civiles.
pública. Finalm ente, gran peso y m u Testimonios históricos. Nadie ignora
cha fuerza tiene la historia, que Nos las constituciones y leyes que se dieron
(31) Cap. 8 de divort. (36) S. Justino, Apolog. prima n. 15 (Migne PG.
(32) Cap. 11 de transad. 6, col. 350).
(33) Can. Apost. 16. 17. 18. (37) Atenágoras, Legatio pro christian., ns. 32 y
($4) Philosoph. Oxon. (1851). 33 (Migne PG. 6, coi. 894 y 966).
(35) S. Ignado m., Epist. ad Polvcarp., cap. 5 (38) Tertuliano, De coron. milit., cap. 13.
(Migne PG. 5, col. 723). (Migne PL. 2, col. 116-B).
250 E n c íc l ic a s del PP. L eón XIII (1880) 34. 10
por los Concilios lliberitano^°\ Arela- dero y legítimo contrato sin ser por el
tense(394041\ Calcedonense(41>, Mileuitano mismo hecho Sacramento. Jesucristo
II(42>, y por otros sobre impedimentos Nuestro Señor elevó el m atrim onio
de vínculo conyugal, voto, disparidad a la dignidad de Sacramento, y el
de culto, de consanguinidad, de crimen, m atrim onio es el mismo contrato, si
de pública honestidad; decretos y cons por ventura ha sido legítimamente ce
tituciones que distaban m ucho de estar lebrado. Añádase a esto que el m atri
conform es con las leyes del imperio. Y monio es Sacramento por lo mismo que
lejos de que los príncipes seculares se es señal sagrada que causa la gracia, y
atribuyeran potestad alguna sobre los que es la imagen de las místicas bodas
m atrim onios cristianos, lo que hicieron de Cristo con la Iglesia, cuya form a y
fue reconocer y declarar que toda la figura claram ente expresa el vínculo de
potestad acerca de ellos corresponde de estrecha unión, con el cual se unen
derecho a la Iglesia. Efectivamente, entre sí el hom bre y la m ujer, y que
H o n o r i o , T e o d o s i o el joven, J u s t i n i a - no es otra cosa que el mismo m atrim o
n o (43>, no dudaron en confesar, que en nio. Consta, pues, que, entre cristianos,
cuanto decía relación a los m atrim o todo m atrim onio legítimo es en sí y por
nios, no les era ilícito ser otra cosa que sí Sacramento, y que nada está más
custodios y defensores de los sagra distante de la verdad que llam ar al
dos cánones. Y si prom ulgaron algunos Sacramento, cierto ornato del m atri
edictos acerca de im pedim entos m atri monio, o cierta propiedad extrínseca
moniales, dijeron paladinam ente que que, al arbitrio de los hombres, pueda
lo habían hecho con permiso y autori separarse del contrato. Por lo cual de
dad de la Iglesia (44^, cuyo juicio acos bemos confesar que, ni por la razón,
tum braron a inquirir y reverenciar en ni por la historia de los tiempos, puede
las controversias acerca dp la honesti probarse que la potestad acerca de los
dad de los nacim ientos sobre di m atrim onios cristianos haya pasado a
vorcios^46), y finalm ente, sobre todo lo los príncipes seculares. Y si en esta
que en cualquier form a tuviese relación m ateria ha sido violado el derecho aje
con el vínculo conyugal(47). Así, pues, no, nadie podrá con verdad decir que
con indisputable razón definió el Con h a sido violado por la Iglesia-
cilio Tridentino, que la Iglesia tiene Consecuencias funestas de la p ro
potestad de establecer impedimentos fanación. ¡Ojalá que los oráculos de
dirimentes, y que las causas matri los naturalistas, así como están llenos
moniales pertenecen a los jueces ecle de falsedad y de injusticias, no fuesen
siásticos <49). tam bién m anantial fecundo de desdi
10. E rro r de los regalistas. - Contrato chas y calamidades! Muy fácil es com
m atrim onial, disociado del sacram ento. prender cuántos daños ha causado la
Ni prueba nada que contra la famosa profanación del m atrim onio, y cuántos
distinción de los regalistas, con la cual ha de causar en adelante a la sociedad.
disocian el contrato m atrim onial del Es un principio, una ley cierta, que lo
Sacram ento, a fin de entregar el con instituido por Dios y la naturaleza es
trato en m ano de los gobiernos civiles, tanto más útil y saludable para nos
reservando el Sacram ento para la Igle otros, cuanto más íntegro e inm utable
sia; pero de ningún modo puede adm i se conserva en su estado primitivo, una
tirse esta distinción, m ejor dicho, dis vez que el Creador de todas las cosas,
gregación; siendo cosa averiguada que Dios, conoce perfectam ente qué es lo
en el m atrim onio cristiano no puede que conviene a la institución y conser
separarse el contrato del Sacramento, vación de cada una de ellas; y de tal
y que por lo mismo no existe verda modo las ordenó, que todas ellas produ-
(39) De Aguirre, Conc. Hispan, t. I nrs. 13. 15. 1835).
16. 17. (45) Cap. 3 de ordin. cognat.
(40) Harduin, Act. conc. t. I, can. 11. (46) Cap. 8 de diuort.
(41) Harduin, Act. conc. t. I, can. 16; De Amú (47) Cap. 13 qui filii sint legit.
rre, Conc. Hisp. t. I., can. 16. (48) Conc. de Trento, sesión 21, can. 1 (Marisi
(42) Harduin, Act. conc. t. I, can. 17; De Agui- Coll. Conc. 33, col. 150-E).
rre, Conc. Hisp. t. I, can. 17. (49) Conc. de Trent. ses. 21, cns. 4 y 12 (Man-'
(43) Novel. 137. si 33, col. 151-E); Denz-Umb., nrs. 974 y 982.
(44) Fejer, Matrim. ex instit. Christ. (Pcst.
34, 1 M 3 E n c íc l ic a “A rcanum D iv in a e S a p ie n t ia e ” 251
un vínculo que creen los une tan sólo ridos, cuando éstos hayan satisfecho
por su voluntad y por derecho hum ano, sus torpes deseos. Y porque, para per
apenas aparecen la discordia o la fe der las fam ilias y destruir las fuerzas
violada por el otro cónyuge, el m utuo de un reino, nada sirve tanto como la
consentim iento u otras m uchas causas corrupción, fácilmente se comprende
les mueven a querer recobrar su liber que los divorcios son contrarios a la
tad. Y si por ventura las leyes les p ro prosperidad de las familias y de la
híben satisfacer estos malos deseos, en sociedad, los cuales nacen de las de
tonces proclam an que las leyes son pravadas costum bres de los pueblos, y
inicuas e inhum anas y que están en como lo enseña la experiencia, dejan el
pugna con el derecho de los ciudadanos camino expedito y la puerta abierta a
libres, por cuya causa generalmente las costumbres m ás viciosas de la vida
les parece que deben ser anticuadas y pública y privada. Y m ucho m ás se
derogadas, y sustituidas por otra ley verá la gravedad de estos males, si se
más hum ana que perm ita el divorcio. considera que no hay freno tan pode
E n verdad, los legisladores de nues roso que, una vez concedida la facul
tros días distinguiéndose por su tenaci tad de divorcio, pueda encerrarla den
dad y sagacidad en la defensa de esos tro de ciertos y determ inados límites.
mismos principios, no pueden defen Grande es, en suma, la fuerza del ejem
derse, aunque grandem ente lo quieran, plo, m ayor que la de las pasiones, y
de la tem eridad de los hom bres de que con estos incentivos sucede inevitable
hemos hablado, por lo cual se ven obli mente que, extendiéndose cada día más
gados a transigir con las circunstancias la propensión al divorcio, invada el
de los tiempos y a conceder la facul ánimo de m uchos, propagándose como
tad del divorcio. La historia m ism a lo enferm edad contagiosa o como torrente
enseña; dejando a un lado otros ejem que se desborda, rom piendo todos los
plos, recordem os que a fines del siglo obstáculos.
pasado, durante la revolución francesa,
cuando toda sociedad era profanada, y 14. Una experiencia y su triste re
Dios alejado de todas partes, se decre cordación. Todas estas cosas son cier
taron leyes que legalizaban las separa tam ente m uy claras, pero lo serán toda
ciones de los cónyuges. Y hoy mismo vía más con el recuerdo de hechos pasa
desean m uchos renovar las leyes por lo dos. Apenas ofrecieron las leyes seguro
mismo que desean quitar a Dios y a la camino para los divorcios, se vio cuánto
Iglesia toda participación en el m a tri aum entaron las disensiones m atrim o
monio, creyendo neciam ente que el m e niales, los odios y las separaciones, lle
jo r remedio de la corrupción de cos gando a tal punto la inm oralidad que
tum bres debe buscarse en esta clase de a esto se siguió, que los mismos defen
leyes. sores del divorcio se hubieron de arre-
pentir, y se convirtieron en defensores
Los males que trae el divorcio. En de la indisolubilidad; pues, si con leyes
realidad, apenas puede explicarse cuán contrarias no se hubiese puesto remedio
tos males contienen en sí mismos los a tan graves males, hubiera debido te
divorcios. Porque por su causa se hacen merse que la sociedad viniese a su com
m udables las alianzas m atrim oniales, pleta ruina. Dicen que los antiguos ro
se debilita la m utua benevolencia, es m anos se horrorizaron cuando ocurrie
tán siempre en pie perniciosos incenti ron los prim eros casos de divorcio. Mas
vos de infidelidad, se perjudica la edu al poco tiempo languideció en ellos el
cación e instrucción de los hijos, se da sentimiento de la honestidad, y extin
perpetua ocasión de disolver la socie guióse por completo el pudor m odera
dad doméstica, se esparcen las semillas dor de las concupiscencias y comenzóse
de las discordias entre las familias, se a violar la fe conyugal con tan desen
disminuye y se echa a pique la digni frenada licencia, llegando el caso, que
dad de las m ujeres que caen en el leemos en no pocos autores, de que m u
peligro de ser abandonadas por sus m a chas m ujeres contasen sus años de vi
34, 15 E n c íc l ic a “Arcanum D iv in a e S a p ie n t ia e ” 253
da, no por los cónsules, sino por los de la más completa disolución, que es
m aridos que habían tenido. Del mismo el propósito deliberado de socialistas y
modo entre los protestantes se dictaron com unistas. P o r donde puede verse
ciertam ente, al principio, leyes que se cuán repugnante y absurdo es esperar
ñalaban algunas causas por las cuales la felicidad de los divorcios, que con
podía efectuarse el divorcio; éstas, sin seguridad conducen siempre a las so
embargo, a causa de la sem ejanza que ciedades a una ruina cierta.
existe entre ciertas cosas, vinieron a 15. La Iglesia condenó siempre el
crecer tanto entre los alemanes, ameri divorcio. H a de confesarse pues, con
canos y otros, que todos los que no sinceridad, que la Iglesia ha merecido
eran necios grandem ente, creyeron que bien en gran m anera de todos los pue
debían llorar sobre la depravación de blos, por su solicitud en velar por la
costumbres y la intolerable tem eridad santidad y perpetuidad del m atrim o
de las leyes. Y no sucedió de otro modo nio; y no son pocas las gracias que se
en las naciones católicas, en que, por le deben por haber protestado en estos
haberse dado lugar al divorcio, fueron últim os cien años contra las leyes civi
tantos los males que se siguieron que les que en esta m ateria grandem ente
su espantoso núm ero superó excesiva- han pecado*50); por haber an atem ati
mentes la opinión de los legisladores, zado la pésima herejía de los protestan
pues la m aldad de muchos, llegó a tal tes, en punto a divorcios y repudios *5152)';
punto, que se entregaron a todo género por haber condenado de muchos m o
de crueldades, injurias y adulterios, que dos la separación m atrim onial, usada
luego servían de pretexto p ara disolver
entre los griegos*51); por h aber decla
im punem ente el vínculo m atrim onial, rado vanos y de ningún valor los m a
que había llegado a serles de todo p u n
trim onios contraídos con la condición
to insoportable; y todo esto con tanto
de separarse los cónyuges en un día
detrim ento de la m oral pública, que
todos juzgaban ser necesario establecer dado*53*; y finalm ente, por hab er hecho
cuanto antes leyes que rem ediasen ta n frente, desde los prim eros tiempos, a las
tos daños. leyes imperiales que favorecían perni
ciosamente los divorcios y repudios*53).
Los efectos calamitosos, hoy. ¿Y Los Sumos Pontífices, que tantas veces
quién duda que los efectos de las leyes resistieron a príncipes poderosísimos
que favorecen el divorcio serán igual que pedían con am enazas la ratifica
m ente calamitosos si llegan a ponerse ción por la Iglesia de los divorcios que
en práctica en estos tiem pos? No está habían llevado a cabo, deben ser con
ciertam ente en m anos de los hom bres siderados, no sólo como defensores de
cam biar la índole y form a n atu ral de la integridad religiosa, sino tam bién
las cosas; por lo cual in terpretan m al como protectores de las sociedades y
y desacertadam ente juzgan de la públi de los pueblos. A este propósito, toda
ca felicidad, los que piensan que im pu
la posteridad se llenará de adm iración
nemente puede trastornarse el orden
natural del m atrim onio, y dejando a al considerar los documentos enérgicos
un lado la santidad de la Religión y del y vigorosos dados a luz por N ic o l á s I
Sacramento, quieren rehacer y desfigu contra L o t h a r i o ; por U r b a n o II y P a s
c u a l II contra F e l ip e I, rey de Francia;
ra r el m atrim onio con más torpeza de
lo que lo hubieran hecho los paganos. por C e l e s t in o III, e I n o c e n c i o III con
Con razón pueden tem er las fam ilias y tra [A l f o n s o d e L e ó n yj F e l ip e II, p rín
la hum ana sociedad, si no se m uda de cipe de las Galias; por C l e m e n t e VII y
consejo, verse arrojadas en el abismo P a b l o III contra E n p u q u e VIII; fm al
(50) Pío VI, Epist. a los Obispos de Lucion. 28- los armenios; Benedicto XIV, Const. Etsi pasto-
V-1793; Pío Vil, Encíclica 17-11-1809, y Constit. ralis. 26-V-1742 (Cod. Iur. Can. Fontes, Gasparri,
19-VII-1817; Pío VIII, Encícl. 29-V-1829; Gregorio Roma 1926, t. I, 734-755).
XVI, Encícl. Mirari vos, 15-VIII-1832; (en esta (53) Cap. 7. De condit. apposit.
Colecc. de Encícl. Pontif. Ene. 3, pág. 37-44); (54) S. Jerónimo, Epist. 79 ad Ocean., n. 2
Pío IX, Alocución del 22-IX-1852. (Migne PL. 22, col. 654); S. Ambrosio, Exposit.
(51) Conc. de Trento, sesión 24, cans. 5 y 7 in cap. 16, Luc. lib. VIII, n. 5 (Migne PL. 15, col.
(Mansi 33, col. 150 y 151). 1857-B); S. Agustín, De nuptiis; de bono coniugali,
(52) Conc. de Florencia; Instr. de Eugenio IV a cap. 10 y 11 (Migne PL. 40, col. 381-382).
254 E n c íc l ic a s del PP. L eón XIII (1880) 34, 16-17
mente, por Pío VII, Pontífice Santísi por diverso motivo, de derecho 3' juicio
mo y esforzado, contra N apoleón I; común, de tal m anera, que la autoridad
engreído con la fo rtu n a y grandeza de hum ana dependiese oportuna y conve
su imperio. nientem ente de la autoridad divina.
Con esta concordia, y casi arm onía, no
La Iglesia frente a las disposiciones sólo se consigue que vivan perfecta
del derecho civil. Siendo todo lo cual m ente las dos potestades, sino que tam
así, si los gobernantes todos y los ad bién se obtiene el modo oportunísim o y
m inistradores de los Estados hubie eficacísimo de ayudar a los hom bres en
sen querido seguir los dictámenes de lo que toca a las acciones de la vida y
la recta razón, de la verdadera ciencia, a la esperanza de la salvación eterna.
y contribuir a la utilidad de los pue Y así como la inteligencia de los hom
blos, hubieran debido preferir dejar bres, como en las anteriores Cartas E n
intactas las leyes del m atrim onio y acep cíclicas demostramos, si concuerda con
tar la cooperación de la Iglesia para la fe cristiana se ennoblece m ucho y se
tutela de las costum bres y prosperidad hace más fuerte para evitar y rechazar
de las familias, a contituirse en ene los errores; así tam bién, si la autoridad
migos suyos y acusarla falsa e inicua civil vive en am istad con la potestad
mente de haber violado el derecho civil. eclesiástica, necesariam ente resultará
Y esto con ta n ta más razón, cuanto grande utilidad para los dos. La una
que, no pudiendo la Iglesia católica se con la Religión, ve sublim arse su digni
pararse en cosa alguna del cum pli dad y asegurarse la justicia de su go
m iento de su deber y defensa de dere bierno, m ientras la otra puede, con el
cho, suele por eso mismo ser m ás p ro auxilio de su tutela y defensa, contri
pensa a la benignidad e indulgencia en buir adm irablem ente a labrar el bien
todo aquello que es com patible con la público.
integridad de sus derechos y santidad
399 de sus deberes. P o r esto jam ás estable III. Directivas prácticas
ció nada acerca del m atrim onio, sin 17. Exhortación a la potestad civil.
poner antes la vista en el estado y con
diciones de los pueblos y más de una Nos así conmovidos por la considera
vez mitigó, en cuanto pudo, lo prescrito ción de estas cosas, así como en otras
por sus le>Tes, cuando a ello le im pul ocasiones lo hemos hecho con diligen
saron justas y graves causas. cia, así en la presente exhortam os a los
príncipes con toda la eficacia de Nues
P o r lo demás, no ignora la Iglesia, ni
tro corazón a la am istad y a la concor
niega, que, dirigiéndose el Sacram ento
del m atrim onio a la conservación e in dia, y somos los prim eros en alargarles
con paternal benevolencia N uestra dies
crem ento de la sociedad hum ana, ten
tra, ofreciéndoles el auxilio de Nuestra
gan conexión y parentesco con las m is
suprem a potestad, tanto m ás necesario
mas cosas hum anas, que se siguen al
en estos tiempos, cuanto que el derecho
m atrim onio, pero que versan sobre co
de m andar está m ás debilitado en la
sas de derecho civil, de las cuales cosas
opinión de los hom bres. Invadidos los
razonablem ente conocen y decretan los
ánimos de la más procaz libertad y des
que presiden la república. 16 preciando con el m ayor descaro todo
16. La armonía entre la autoridad yugo de im perio por legítimo que sea;
humana y la divina. Pero nadie duda la salud pública exige la unión de las
que Jesucristo, fundador de la Iglesia, fuerzas de am bas potestades para con
quiso que la potestad sagrada fuese ju ra r los males que am enazan no sólo
distinta de la civil, y que am bas tuvie a la Iglesia, sino tam bién a la sociedad
sen camino libre y expedito p ara m o civil.
verse en su terreno propio; pero con Exhortación a los obispos. Pero, 400
esta circunstancia, que interesa a ambas cuando predicam os con tan buena vo
y a todos los hom bres: que hubiese una luntad la unión y rogamos a Dios,
m utua concordia y unión entre ellas Príncipe de la Paz, que infunda en el
respecto de las cosas, que son, aunque ánimo de todos los hombres, el am or
34, 17 E n c íc l ic a “A rcanum D iv in a e S a p ie n t ia e ” 255
sufran todas las adversidades y tra b a Com prenderéis fácilm ente, V enera
jos, no sólo con resignación, sino tam bles H erm anos que los docum entos y
bién con buena voluntad. preceptos, que creim os deberos com u
nicar en esta N uestra Carta, co n trib u
18. M atrim onios con acatólicos. Deyan en alto grado no menos a la con
berá evitarse tam bién que se co n trai servación de la sociedad que a la sal
gan fácilm ente m atrim onios con acató- vación de los hom bres.
licos(55\ pues apenas es posible la paz
entre esposos que disienten en m ate 1. Im plora protección. Quiera Dios
ria de religión. Sem ejantes m atrim o que cuanta m ayor im portancia y peso
nios deben evitarse con sumo cuidado, ellos tengan tanto más dóciles y p ro n
principalísim am ente porque dan oca tos a obedecer h allarán por doquiera
sión a ju n ta rse y com unicar en cosas a los hom bres. P a ra alcanzarlo im plo
sagradas con quien no es lícito; crean remos todos con fervorosas preces y
un peligro a la religión del cónyuge gran hum ildad la ayuda de la Inm acu
católico; sirven de im pedim ento a la lada Virgen María que se m uestra
buena educación de los hijos, e incli m adre y auxiliadora de los hom bres
nan frecuentem ente los ánim os a m e moviendo sus corazones a la obedien-
d ir por un rasero todas las religiones, cia de la fe.
olvidando la diferencia que hay entre Con no m enor fervor roguem os a
lo falso y lo verdadero. P edro y P ablo, príncipes de los Após- 402 |
toles, vencedores de las supersticiones
Uniones ilícitas. P o r últim o, com y sem bradores de la verdad p a ra que
prendiendo bien que ninguno debe ser con su firm ísim o patrocinio pro tejan
ajeno a Nuestra caridad, recom endamos al género hum ano contra el alud de
a la autoridad de la fe y a vuestra pie errores que renacen.
dad, Venerables H erm anos, a aquellas
pobres alm as que, arrebatadas por el
ím petu de sus pasiones y olvidadas de E pílogo
su eterna salvación, viven m al y en
pecado, unidas con el vínculo de ilegí Bendición Apostólica. E n tre tanto, y
timo m atrim onio. Desplegad vuestro como señal de los dones celestiales y
celo en atraer a estos hom bres a su de testimonio de N uestra singular bene
ber, y, ya por vosotros mismos inm e volencia a todos vosotros, Venerables
diatam ente, ya interpuesta la m ediación Hermanos, y los pueblos confiados a
de personas cristianas, trab ajad por vuestra, solicitud, enviamos de todo co
todos los medios posibles p ara hacerles razón la Bendición Apostólica.
com prender que han obrado crim inal Dado en San Pedro de Roma, el día
m ente, que hagan penitencia de sus 10 de febrero de 1880, año segundo de
pecados y se determ inen a co n traer un Nuestro Pontificado.
m atrim onio verdadero, acom odándose
al rito católico. LEON PAPA XIII.
(55) Ver también sobre este tema Gregorio XVI, rum, ll-IX-1893 (en esta Colecc.: Encícl. 65, 6,
Encícl. Summo iugiter, 27-V-1832 (en esta Colecc.: pág. 483) y la Alocución consistorial In litteris
Encícl. 1, 3 pág. 32); Encícl. Constanti Húngaro- nostris, 18-III-1895 (Leonis XIII, acta t. 15, 73)
ENCICLICA
“GRANDE MUNUS CHRISTIANI NOMINIS” <*>
(30-IX-1880)
Metodio , siem pre dispuesto a obede ren, a la Moscovia, propiam ente dicha,
cer, fuerte con el testimonio de su con estableció la Sede Episcopal de Kiew,
ciencia, com pareció en el año 880 ante y habiéndose cubierto de este modo de
el Papa Juan , m uchos Obispos y el laureles inm ortales, volvió a Moravia
Clero rom ano, consiguiendo una fácil entre los suyos. Conociendo que se
victoria y probando que siempre había acercaba su fin, designó a su propio su
guardado y enseñado fielmente la fe, cesor, y después de haber exhortado a
que en presencia y con la aprobación la virtud con sus últim os consejos a
de Adriano , había profesado y prom e su Clero y pueblo, abandonó en paz
tido guardar por juram ento sagrado en esta vida, que para él había sido cam i
la tum ba de los Apóstoles; y que si se no al Cielo. Así como Roma lloró a
había servido para los santos misterios Cirilo, Moravia dio m uestras de su dó-
de la lengua eslava, era por justos m o lor por la m uerte de Metodio , y de su
tivos, por licencia especial del P ontí pena por tal pérdida distinguiendo de
fice, y sin que violara el texto sagrado. todas m aneras sus funerales.
P or esta defensa se justificó tan bien
de todos los cargos, que en el acto el 13. Roma y los países eslavos. Gran
Papa le abrazó y le quiso confirm ar en alegría, Venerables Hermanos, Nos cau
su poder archiepiscopal y en su misión só el recuerdo de estos sucesos, y expe
entre los eslavos. rim entam os no pequeña emoción al
Además, el Pontífice, habiendo dele contem plar en tiempos tan lejanos la
gado a m uchos Obispos p ara que, p re unión tan m agnífica en sus herm osos
sididos por Metodio le ayudasen en la orígenes de las naciones eslavas con
gestión de los asuntos cristianos, le la Iglesia Romana. Pues si estos dos
volvió a enviar a M oravia con cartas apóstoles del nom bre cristiano salieron
m uy halagüeñas y plenos poderes. Y de Constantinopla para penetrar entre
más tarde, cuando de nuevo la envidia los infieles, recibieron la investidura de
de los malos atacó otra vez a Metodio , su m isión de esta Sede Apostólica, o
el Soberano Pontífice, por nuevas le la santa necesaria aprobación de esa
tras, confirm ó sus anteriores favores. misión. En efecto, aquí en esta ciudad
de Roma dieron cuenta de su misión y
11. Celo de las alm as. Así que, ple respondieron a sus acusadores; aquí en
nam ente tranquiliazdo y unido al So el sepulcro de S an P edro y P ablo ju
berano Pontífice y a toda la Iglesia raron guardar la fe católica, recibieron
rom ana por el lazo apretadísim o de la la consagración episcopal a la vez que
fe y la caridad, Metodio perseveró con la facultad de constituir la jerarquía
m ás vigilancia en el cum plim iento del sagrada, observando la distinción de
cargo que le h ab ía sido confiado, sin las Ordenes. Aquí, en fin, se solicitó y
que se hicieran esperar m ucho los fru obtuvo licencia p ara em plear la lengua
tos notabilísim os de su celo. Porque, eslava en los ritos sagrados; y hace
después de haber él mismo, con ayuda este año diez siglos que el Sumo P o n tí
de u n sacerdote, convertido a la fe cató fice Juan V III escribió a Swentopolck,
lica al príncipe de los Bohemios, Bo- príncipe de Moravia: Con razón alaba
rizvoy, y poco m ás tarde a la esposa de mos las letras eslavas... que resuenan
este P ríncipe supo en poco tiempo en las alabanzas debidas a Dios y orde
obrar de m odo que el Cristianismo se namos que en esta misma lengua sean
difundiera en toda la nación. Al mismo celebradas las alabanzas y las obras de
tiem po puso especial cuidado en hacer Nuestro Señor Jesucristo. Nada en la
que llegara la luz del Evangelio a P o fe ortodoxa y en la doctrina impide
lonia, y habiendo penetrado él mismo que se cante la misa en lengua eslava,
en Galicia, fundó u n a sede episcopal o que se lea en esta lengua el Santo
en Leópolis.12 Evangelio o las lecciones divinas del
Nuevo y el Antiguo Testamento, bien
12. M uerte de Metodio. H abiendo traducidas e interpretadas, o que se
vuelto desde allí, como algunos lo refie canten todos los oficios de las Horas.
35, 14-1:5 E n c íc l ic a “ G r a n d e Muísrus” 261
Esta costumbre, después de m uchas vi que se esforzaron los dos prim eros en
cisitudes, fue sancionada por B enedic a rra n c a r el erro r de los espíritus, los
to XIV por Letras Apostólicas de 25 tres últim os en afirm ar sólidamente en
de agosto de 1754. estos países los grados de la jerarquía
Pero los Pontífices Romanos, siem sagrada. Debe pensarse que I nocencio
pre que se solicitó su ayuda por los III, N icolás IV, B enedicto XI, Cle
príncipes que gobiernan los pueblos mente V, no consagraron pequeña o
que el celo de Cirilo y Metodio había escasa parte de sus cuidados a los Ser
guiado al Cristianismo, obraron de tal vios, pues con gran previsión rep ri
suerte, que nunca se les pudo acusar m ieron los fraudes astutam ente com bi
de falta de tern u ra al socorrer, de nados en este país para destruir la Re
dulzura al enseñar, de benevolencia en ligión. Asimismo los Dálm atas y los
sus consejos, ni de la m ejor buena vo Liorneses recibieron de J uan X, Gre
luntad p ara todas las cosas que estaban gorio VII, Gregorio IX, U rbano IV,
en su poder. R atislao sobre todo, y testim onios de favor p a rticu lar y gran
SWENTOPOLCK y COCEL, y SANTA LUT- des loores por su constancia en la fe,
milla, y B ogoris, conocieron la insigne en recom pensa de sus buenos servicios.
caridad de Nuestros Predecesores en Finalm ente, existen núm eros docu
circunstancias y épocas diversas. mentos de benevolencia de Gregorio IX
Clemente XIV hacia la Iglesia de Esla-
14. L a solicitud de los P ontífices. La vonia (Yugoeslavia y Croacia); destrui
solicitud paternal de los Pontífices Ro da en el siglo VI por las incursiones de
m anos hacia los pueblos eslavos, no se los bárbaros, y restaurada más tarde
ha detenido ni dism inuido con la por el celo piadoso de S an E steban I,
m uerte de Cirilo y Metodio . Afirmóse rey de Hungría.
siempre, protegiendo entre ellos la san P or esto com prendem os que debe
tidad de la Religión y conservación de mos dar gracias a Dios por tener oca
la pública prosperidad. E n efecto, N ico sión favorable de conceder un favor a
lás I envió de Roma a los Búlgaros, sa la nación eslava y proveer a su bien
cerdotes encargados de instru ir al pue general, y ciertam ente no con m enor
blo, y los Obispos de P opulonia U) y celo que el dem ostrado por Nuestros
P orto , encargados de organizar la nue predecesores.
va sociedad cristiana. El mismo Papa
respondió con m ucho am or a las num e 15. Preocupación pontificia por su
rosas controversias de los Búlgaros, bienestar espiritual. P o r eso creemos
acerca del derecho sagrado; de tal suer que Nos debemos d ar gracias a Dios
te, que hasta aquéllos m ás prevenidos por habernos proporcionado la opor
en contra de la Iglesia R om ana recono tunidad de ensalzar a los pueblos es
cen y alaban la prudencia de esas res lavos y procurar su bien com ún con no
puestas. m enor celo que el que com probada
Después de la dolorosa calam idad del m ente em pleaban en todo tiem po Nues
cisma, es gloria de I nocente III el h a tros Predecesores.
ber reconciliado a los Búlgaros con la El fin que Nos propusim os y lo ú n i
Iglesia católica, así como a Gregorio co que deseamos es no escatim ar es
IX, Inocencio IV, N icolás IV y E uge fuerzo alguno p ara que las naciones
nio IV, corresponde la de haber m an eslavas sean instruidas por el m ayor
tenido esa reconciliación. Lo mismo núm ero posible de Obispos y sacerdo
respecto a los Borniacos y Herzogovi- tes, p ara que se afirm en en el culto de
nos, engañados por el contagio de opi la verdadera fe, en la obediencia a la
niones perversas, se vio brillar resplan verdadera Iglesia de Jesucristo, p ara
deciente la caridad de N uestros p rede que reconozcan cada vez más, por ex
cesores, Inocencio III e I nocencio IV, periencia diaria, la fuerza p a ra el bien
Gregorio IX, Clemente VI, Pío II, que em ana de los preceptos de la Igle
(1) Ciudad en Etruria.
262 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1880) 3 5 , 16-17
sia Católica sobre el hogar dom éstico puesto a todos los Presbíteros que cele
y todas las clases del país. bran los oficios de la Iglesia Rom ana en
A esas Iglesias se dedican en gran sus iglesias, provincias, ciudades, dió
parte Nuestros cuidados, y nada desea cesis y conventos de seglares. Queremos,
mos más vivam ente que estar en dispo en fin, que, con ayuda de vuestros con
sición de proveer a su bienestar y pros sejos y exhortaciones, Cirilo y Metodio
peridad, y unirlas a Nos con el lazo sean invocados en el m undo entero, a
perpetuo de la concordia, que es el fin de que con todo el favor de que
m ayor y m ejor vínculo de salvación. gozan cerca de Dios, protejan la Reli
gión cristiana en todo el Oriente, y
Fáltanos conseguir que Dios, rico en
obtengan la constancia de los católicos
m is e r ic o r d ia favorezca Nuestros p ro
e inspiren a los disidentes del deseo de
yectos y secunde N uestra em presa. E n
reconciliarse con la Iglesia verdadera.
tre tanto invoquemos como intercesores
M andamos que lo arrib a escrito sea
cerca de El a Cirilo y Metodio , Docto
rato y firm e sin que obsten las consti
res del país de los eslavos, pues como
tuciones publicadas por Pío V, N uestro
deseamos extender su culto, confiamos predecesor, y las demás constituciones
en que no Nos h a de faltar su protec
apostólicas acerca de la reform a del
ción.
B reviario y del Misal Romano; ni los
usos y costum bres, aun los m ás an ti
16. Nuevas disposiciones. - Fiesta de guos, ni cosa alguna otra en contrario.
los Santos Cirilo y Metodio. P o r eso
ordenam os, que en el quinto día del 17. Conclusión. Como p renda de los
mes de julio, fijado por Pío IX, de favores celestiales y de Nuestra p a rti
feliz m em oria, se inserte en el Calen cular benevolencia os concedemos con
dario de la Iglesia R om ana y universal, todo am or a vosotros todos, V enera
y anualm ente se celebre la fiesta de los bles Hermanos, a todo el Clero y pue
santos Cirilo y Metodio , con oficio blo confiados a vuestro cuidado la
del rito doble m enor y Misa propia que Bendición Apostólica.
la Sagrada Congregación ha aprobado. Dado en Roma, cerca de San Pedro,
Y a vosotros, Venerables Hermanos, el día 30 de setiembre del año 1880,
os ordenam os que veléis por la publi tercero de Nuestro Pontificado.
cación de esta Encíclica, y prescribáis
la observancia de lo que en ella fue dis LEON PAPA XIII
(2) E fesios 2, 4.
3 6
lum bres de los hom bres apostólicos, y nos. Ni debe creerse que tantas venta
especialmente del Pontífice Romano, a jas y beneficios hayan venido en estos
quien incum be m ayorm ente la solicitud últimos tiempos a la Iglesia sin disposi
de propagar la fe cristiana, si bien no ción especial de la divina Providencia,
siem pre se observó el mismo modo de porque mientras estrechan a la amada
em plear tales socorros, sino que fueron Esposa dé Cristo las maquinaciones de
varios y diversos, según la variedad toda especie del enemigo infernal, nada
de los lugares, y la diversidad de los podía suceder más oportuno que lo
tiempos. que aumente en los fieles el deseo de
2. “La obra de la Propagación de la propagar la verdad católica, esforzán
F e ”. Así, siendo la tendencia de Nues dose todos, con celo unánime y reu
tra edad la de em prender las cosas nidos recursos, en ganar almas para
arduas aunando las ideas y las fuerzas Cristo.
de muchos, vemos unirse o form arse en Después de lo cual exhortaba a los
todas partes asociaciones, de las cuales Obispos a fin de que todos ellos en
algunas se h an constituido p ara pro cada diócesis, solícitamente adoptaran
m over la Religión en todos los países, las medidas para que una institución tan
siendo entre ellas la m ás em inente saludable ganara siempre nuevos incre
aquella pía asociación form ada cerca mentos. Y tam poco se desvió de las
de sesenta años ha en Lyon de F ra n huellas de su predecesor Pío IX de glo
cia, que tomó el nom bre de La Pro- riosa memoria, que en toda ocasión p ro
243 pagación de la Fe, la cual, en sus p rin picia se empeñó en ayudar a la benem e
cipios, tuvo por objeto socorrer a al ritísim a asociación, promoviendo fru c
gunos m isioneros en América. Mas co tuosam ente su prosperidad. Y de he
mo el grano de m ostaza se convirtiera cho, por la autoridad de él, aun más
en árbol gigantesco de grandes y flo am pliam ente fueron concedidos a los
ridas ram as, todas las misiones espar asociados los privilegios de la indul
cidas por la faz de la tierra lograron gencia pontificia, y m ás fue excitada en
sus activos beneficios.3* favor de esta obra la piedad cristiana,
y los más ilustres entre los mismos
3. Los Sumos P ontífices la estim u asociados y en quienes se habían com
lan. E sta excelente institución fue des probado m éritos singulares, fueron de
de luego aprobada por los Pastores de corados con varios honores; y final
la Iglesia, recogiendo elogios estupen mente, algunos auxilios externos, anejos
dos. Los Rom anos Pontífices Pío VII, a esta institución, fueron por el mismo
L eón XII, P ío VIII, Nuestros Predece Pontífice am pliados y encomiados.
sores, fervorosam ente la recom enda
ron, enriqueciéndola con los tesoros de 4. Santa Infancia y Escuela de
las indulgencias, y con m ucho m ayor Oriente. En el mismo tiem po la em u
empeño la prom ovió y con afecto ver lación de la piedad hizo que nacieran
daderam ente paternal la m iró Grego dos nuevas asociaciones, de las cuales
rio XVI, quien en la carta Encíclica una tomó el nom bre de la Santa In
del día 15 de Agosto del año 40 de este fancia de Jesucristo, y la otra el de
siglo, habló de ella en estos térm inos: Escuela de Oriente. Tiene la prim era
Obra verdaderamente grande y san por objeto el recoger y educar en las
tísima, la cual, con leves obligaciones costum bres cristianas a los desgraciadí
y ruegos cotidianos a Dios dirigidos simos niños, cuyos padres, constreñidos
por cada uno de los asociados, se sos por la m iseria y el ham bre, los aban
tiene, se acrecienta, se engrandece, y donan bárbaram ente, especialmente en
tiene por objeto socorrer a los opera las regiones de China, en las cuales
rios apostólicos, ejercitar con los neó está en uso esta clase de crueldad: por
fitos las obras de la caridad cristiana, tanto, siendo afectuosam ente recogidos
y librar a los fieles de los ímpetus de por la caridad de los asociados y redi
la persecución, Nos la estimamos digní midos algunas veces por dinero, cui
sima de la admiración de todos los bue dándose de que sean lavados en las
3 6 , 5 -6 E n c íc l ic a “Sáncta D ei C iv it á s ” 265
soldados de Cristo p ara que se establez cho os exhortam os a fin de que, es
can nuevas estaciones, de modo que un tim ulados por la confianza en Dios,
núm ero m ayor de hom bres hacen falta y sin desm ayar por ninguna dificultad,
que se dedican a las misiones y que con ánimo conform e acudáis con Nos
proporcionan los oportunos subsidios. a ayudar fuerte y decididamente a las
Omitimos las dificultades e im pedi Misiones Apostólicas. Se trata de la sal
m entos que nacen de los que siem bran vación de las almas, por las que Nues
contradicciones puesto que al mismo tro Redentor dio su alm a y Nos consti
tiempo hom bres falaces, sembradores tuyó a Nosotros obispos y sacerdotes,
de errores, se revisten de apóstoles de para adelantar la obra de los santos y
Cristo, y abundantem ente provistos de consum ar la edificación de su cuerpo
auxilios hum anos, usurpan el m iniste místico; de donde procede, que cuantos
rio de Cristo a los sacerdotes católicos han sido puestos por Dios para custo
y creen bastante bien logrados sus fines, dia de sus rebaños, deben esforzarse por
si hacen dudar de la vía de salvación todos los medios, a fin de que las
a aquellos que escuchan la palabra de Sagradas Misiones obtengan aquellos
246 Dios explicada de diferente modo. ¡Oja auxilios que hemos recordado se halla
lá jam ás saquen provecho de sus malas ban en uso en los tiempos prim itivos
artes! Verdaderamente la mies es gran de la Iglesia; es decir, la predicación
de, pero los obreros son pocos^1°> y aca del Evangelio, la oración y la lim osna
so en breve serán menos. de los hom bres piadosos.
(11) Ver Mat. 10, 42. ro sólo del territorio italiano tomado en el sen
NOTA: A la Encíclica “Sancta Dei Civitas” si tido geográfico) acudir al Seminario de las Mi
gue, en ASS 13, pág. 248, un “Monitum” , una ad siones que fue fundado en Roma (vía Mastai 18)
vertencia que es digna de consignarse aquí; dice: en el año 1874 por el Sumo Pontífice Pío IX, diri
“Si algunos quieren dedicar su vida a las santas giendo allí su solicitud... Podrán también diri
misiones y desean corresponder al llamado pater girse al Seminario de San Calocerio (mártir), fun
nal del Supremo Pastor de la Iglesia podrán (pe dado en Milán...”.
3T
puso Dios quien la gobernase^, Sin dores y reyes*15>. Y aun los Santos
embargo, las cosas que los hom bres Doctores tom aron a su cargo el ilustrar
habían aprendido enseñándoselas Dios, los mismos preceptos, hasta con la luz
poco a poco, entregados a las supersti natural de la razón, de suerte que de
ciones paganas, las fueron olvidando; ben parecer rectos y verdaderos a los
así como corrom pieron m uchas verda que no tienen otro guía que la razón.
des y nociones de las cosas, así tam bién La razón Nos enseña lo mismo. En
adulteraron la verdadera idea y herm o efecto, la naturaleza, o más bien Dios,
sura de la autoridad. autor de la naturaleza, im pulsa a los
5. E n el Nuevo Testam ento. Des hom bres a que vivan en sociedad civil:
pués, cuando brilló la luz del Evangelio así nos lo dem uestran m uy claram ente,
cristiano, la vanidad cedía su puesto a ya la facultad de hablar, fuerza unitiva
la verdad, y de nuevo empezó a diluci m uy grande de la sociedad, y adem ás,
darse de donde m anaba toda autoridad, m uchísim as ansias innatas del ánimo,
principio nobilísim o y divino. Cristo como tam bién m uchas cosas necesarias
Señor Nuestro respondió al Presidente y de gran im portancia que los hom
Romano que hacía alarde y se arroga bres aislados no pueden conseguir, y
ba la potestad de absolverlo o de con que sólo obtienen unidos y asociados
denarlo: No tendrías poder alguno so unos con otros. Ahora bien; ni puede
bre mí, si no se te hubiese dado de existir, ni concebirse esta sociedad, si
arriba<9101>. S an Agustín com entando alguien no coordina todas las volunta
este pasaje dice: Aprendamos lo que des, para que de m uchas se haga como
dijo, que es lo mismo que enseñó por una sola y las obligue con rectitud y
el Apóstol, a saber, que no hay potestad orden al bien com ún; quiso, pues, Dios
sino de D ios^K A la doctrina, pues, que en la sociedad civil hubiese quie
y a los preceptos de Jesucristo corres nes m andasen a la m ultitud. He aquí
pondió la voz incorrupta de los Apósto otra razón poderosa que los que tienen
les, como u na im agen a su original. la autoridad en la república, deben po
Excelsa y llena de gravedad es la sen der obligar a los ciudadanos a la obe
tencia que S an P ablo escribe a los Ro diencia de tal m anera, que la desobe
m anos sujetos al im perio de los p rín diencia sea un m anifiesto pecado. Aho
cipes paganos: no hay potestad si no ra bien, ningún hom bre tiene en sí o
viene de Dios: de lo cual, como de una por sí la facultad de obligar en concien
causa deduce y concluye: el príncipe es cia la voluntad libre de los demás con
ministro de Dios^1213*\ los vínculos de tal autoridad. Unica
6. Los P adres de la Iglesia. Los P a mente tiene esta potestad Dios Creador
dres de la Iglesia procuraron con toda y Legislador de todas las cosas: los que
diligencia profesar y propagar esta m is esta potestad ejercen deben necesaria
m a doctrina, en la que habían sido ins mente ejercerla como com unicada po r
truidos: No atribuimos sino al verda Dios. Uno solo es el Legislador y el
dero Dios la potestad de dar el reino y Juez que puede perder y salvar(16)#
el imperio(13). S an J uan Crisóstomo 7. Toda potestad es de Dios. Lo cual
dice, siguiendo la m ism a sentencia: Que se ve tam bién en otro género de potes
haya principados, y que unos manden tad. La potestad que hay en los Sacer
y otros sean súbditos, y que todo no dotes dim ana tan m anifiestam ente de
suceda al azar y fortuitamente lo atri Dios, que todos los pueblos los llam an
buyo a la divina sabiduría(M). Lo m is Ministros de Dios, y los tienen por tales.
mo atestiguó S an Gregorio Magno con Igualmente la potestad de los padres de
estas palabras: Confesamos que la po fam ilia tiene expresa cierta imagen y
testad les viene del cielo a los empera form a de la autoridad que hay en Dios,
(9) Eclesiástico 17, 14. (14) S. Juan Crisóstomo, In Epist. a los Roma
(10) Juan 19, 11. nos; Homil. 23 (Migne PG. 60, col. 615 al medio).
(11) Román. 13, 1; S. Agustín, Tract. 116 in
Joann. 5 (Migne PL. 35, col. 1912). (15) S. Gregorio M., Epist. lib. II, 61; (Migne
(12) Rom. 13, 1. 4. PL. TI [lib. III, epist. 65] col. 663-B).
(13) S. Agustín, De civitate Dei, lib. V, cap, 21 (16) Santiago 4, 12.
(Migne PL. 41, col. 167).
37, 8-9 E n c íc l ic a “ D iu t u r n u m Illud” 271
de quien trae su nombre toda paterni recibida por cierto don y merced divi
dad en los cielos y en la tierra <17>. Y na. P or lo cual deberán los ciudadanos
de este modo los diversos géneros de estar sujetos y obedecer a los príncipes,
potestad tienen entre sí m aravillosas como a Dios, no tanto por el tem or del
semejanzas, de modo que todo poder y castigo, cuanto por la reverencia a la
autoridad que hay en cualquier parte, m ajestad, y no por adulación, sino por
trae su origen de uno solo y mismo la conciencia del deber. Con esto, la
Creador y Señor del m undo, que es autoridad colocada en su sitio estará
Dios. m ucho más firm em ente cim entada.
Pues sintiendo los ciudadanos la fuerza
II. Errores acerca de la autoridad de este deber, necesariam ente huirán
El pacto social. Los que pretenden de la m aldad y de la contum acia; p o r
que la sociedad civil se h a originado en que deben estar persuadidos de que
el libre consentim iento de los hom bres, los que resisten a la potestad política,
al atribuir el origen de la autoridad a resisten a la divina voluntad, y los que
esa m ism a fuente dicen que cada uno rehúsan honrar a los soberanos, reh ú
cedió parte de su derecho y que volun san ho n rar a Dios(18).
tariam ente se som etieron al derecho de 8. San Pablo y la potestad humana.
aquel que hubiese reunido en sí la su
En esta doctrina instruyó particular
ma de aquellos derechos. Pero es un m ente el Apóstol S an P ablo a los ro
grande erro r no ver lo que es m anifies
manos, a quienes escribió sobre la re
to, a saber: que los hom bres, no siendo verencia que se debe a los supremos
una raza de vagos solitarios, indepen poderes con tan ta autoridad y peso,
dientem ente de su libre voluntad, han que nada parece poder m andarse con
nacido p ara una n atu ral com unidad; y m ás severidad: Todos están sujetos a
además, el pacto que predican es clara
las potestades superiores: pues no hay
m ente un invento y u n a ficción, y no
sirve p ara dar a la potestad política
potestad que no provenga de Dios: las
cosas que son, por Dios son ordenadas.
tan grande fuerza, dignidad y firmeza, Por lo tanto quien resiste a la potestad
cuanta requieren la defensa de la re resiste a la ordenación de Dios. Mas los
pública y las utilidades comunes de los que resisten se hacen reos de condena
ciudadanos. Y el principado sólo tendrá
ción... Por tanto debéis estarle sujetos 819
esta m ajestad y sostén universal, si se no sólo por el castigo, sino también por
entiende que dim ana de Dios, fuente
conciencia^. Con este mismo sentido
augusta y santísim a.
está del todo conform e la nobilísim a
B) Frutos de la doctrina de la Iglesia sentencia de S an P edro, príncipe de
los Apóstoles: Estad sujetos a toda hu
Dignifica el poder. N inguna opinión mana criatura (constituida sobre vos
o sentencia puede hallarse, no sólo más otros) por respeto a Dios, ya sea el rey
verdadera, pero ni m ás provechosa. como el que ocupa el primer lugar, ya
Pues, si la potestad de los que gobier sean los gobernadores, como puestos
nan los estados es cierta com unicación por Dios para castigo de los malhecho
de la potestad divina, p o r esta m ism a res y la alabanza de los buenos; porque
causa la autoridad logra, al punto una así es la voluntad de Dios^20\
dignidad m ayor que la hum ana, no
aquella im pía y absurdísim a, reclam a 9. Cuándo no se debe obedecer. Una
da por los em peradores paganos, que sola causa tienen los hom bres para no
pretendían algunas veces honores divi obedecer, y es, cuando se les pide algo
nos, sino verdadera y sólida, y ésta que repugne abiertam ente al derecho
(17) Efes. 3, 15. (20) I Pedro 2, 13-15; Ver León XIII, Discurso a
los españoles, 18-IV-1894 en que dice: "Es tam
(18) Ver León XIII, Encícl. Graves de Communi, bién su deber someterse a los poderes constitui
18-M901; en esta Colecc.: Encícl. 84, 8, pág. 639. dos, y Nos os lo demandamos con tanto mejor
(19) Romanos 13, 1-5; Ver León XIII, Encícl.. derecho cuanto que a la cabeza de vuestra noble
Caritatis Providentiseque, 19-III-1894; en esta Co nación tenéis una reina ilustre cuya piedad y de
lección: Encícl. 67, 5, pág. 509. voción con la Iglesia habéis podido admirar
2 7 2 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1881) 37, 10-12
n atu ral o divino; pues en todas aquellas abandonaren su deber, no podrán evi
cosas en que se infringe la ley natural tar en modo alguno la severidad de
o la voluntad de Dios, es tan ilícito el Dios. El Altísimo examinará vuestras
m andarlas como el hacerlas. Si, pues, obras y escudriñará los pensamientos.
aconteciere qué alguien fuere obligado Porque siendo ministros de su reino, no
a elegir u na de dos cosas, a saber, o juzgasteis con rectitud... se os presen
despreciar los m andatos de Dios o los de tará espantosa y repentinamente, pues
los príncipes, se debe obedecer a Jesu el juicio será durísimo para los que
cristo que m anda dar al César lo que presiden a los demás... Que no excep
es del César y a Dios lo que es de tuará Dios persona alguna, ni respetará
Dios^21\ y a ejemplo de los Apóstoles la grandeza de nadie, porque lo mismo
responder anim osam ente: conviene obe hizo al pequeño y al grande y de todos
decer a Dios antes que a los hom- cuida igualmente. Mas a los mayores
bres^22K Sin embargo, no hay por qué les reserva una sanción más severa^X
acusar a los que se portan de este modo 11. P ara bien de los soberanos y de
de que quebrantan la obediencia; pues los ciudadanos. - F ru to s del buen go
si la voluntad de los príncipes pugna bierno. Dado que estos preceptos p ro
con la voluntad y las leyes de Dios, tegen a la república, se quita toda cau
ellos sobrepasan los límites de su po sa o ansia de levantam ientos; y estarán
der y trastornan la justicia: ni entonces bien defendidos el honor y la seguridad
puede valer su autoridad, la cual és de los soberanos y la paz y el bienestar
nula, donde no hay justicia (23245L de la sociedad. Tam bién la dignidad de
10. Protege al súbdito. - El modo de los ciudadanos estará garantizada en la
ejercer el poder (24L Más p a ra que en m ejor form a; pues, aun obedeciendo,
él ejercicio de la autoridad se conserve podrán conservar aquel decoro que es
la justicia im porta m ucho que los go propio de la grandeza del hom bre, por
bernantes com prendan que el poder cuanto entienden que según el criterio
político no nació p ara él provecho de de Dios no hay siervo ni libre sino
ninguna persona particular y que las que uno es el Señor de todos, el cual
fünciones del gobierno de la república es rico para todos los que le invocaní2627>
no dében desem peñarse p ara bien de y que ellos están sujetos y obedecen a
los que gobiernan sirio p ara bien de los príncipes sólo porque en cierto m o
los gobernados. Los soberanos deben do representan la imagen de Dios* a
tom ar como ejem plo a Dios óptimo m á quien servir es reinar^21\
ximo, de quien desciende toda au tori 12. D octrina que la Iglesia —aun b a
dad: deben proponerse su acción como jo los E m peradores Rom anos— siem
modelo; presidan al pueblo con equi pre enseñó y practicó. E n todos los
dad y fidelidad, y apliquen lá caridad tiempos ha trabajado la Iglesia a fin
paternal junto con la severidad que es de que esta concepción cristiana no
necesaria. P or este motivo, las Sagradas sólo im pregnara las mentes sino que
Letras les advierten qué ellos mismos se m anifestara tam bién en la vida p ú
tienén que dar cuenta un día al Rey de blica y las costum bres de los pueblos.
los reyes y Señor de los señores: si Mientras que los em peradores paganos
(21) Mat. 22, 21. bres constituidos en potestad civil. Porque sus
(22) Act. 5, 29. derechos que nadie desconoce, deben ser respe
(23) Véase: León XIII, “Libertas” (1888V en esta tados diligentemente por todos los ciudadanos,
Colecc.: Encícl. 51, 6-8, pág. 359-362 y “Sapicntix pero más diligentemente aún por los sacerdotes:
Christianx” (1890), en esta Colecc.: Encícl. 56, 8-9, “Dad al César lo que es del César”. Muy nobles
pág. 398. y muy altos, en efecto, son los cargos que Dios,
soberano Señor* ha impuesto a los hombres re
(24) Véase: León XIII, “Qnod Apostolici” (1878), vestidos del principado, para que gobernando,
en esta Colecc.: Encícl. 32, 5-7, pág. 227, e “Im- conserven y acrecienten al Estado por medio de
mortale Dei” (1885) en esta Colecc.: Encícl. 46, la sabiduría, la razón y la observancia completa
4-5, pág. 323-324. de la justicia. Sea, pues, el Clero diligente en el
(25) Sabid. 6, 4-8. cumplimiento de sus deberes ciudadanos, no como
(26) Rom. 10, 12. esclavos sino como súbditos respetuosos, por la
(27) Al respecto dirá León XIII en su Carta Religión, no por miedo, de manera que sus miem
‘‘Officio Sanctissimo” del 22 de diciembre de 1887 bros cOncilien una Justa deferencia hacia la auto
a los Obispos bduaros: “De ahí surgen, además, el ridad con su dignidad propia, y se muéstren, a
género y el modo de obediencia debida a los hom- la vez, ciudadanos y sacerdotes de Dios” .
37, 12 E n c íc l ic a “ D iu t u r n u m Il l u d ” 273
tuvieron en sus m anos el tim ón p ara rrados^K Del mismo modo alababa
gobernar el Im perio, los cuales no públicam ente T ertuliano a los cristia
podían, debido a la supersticiosa reli nos, porque eran entre todos los demás,
gión en que vivían, elevarse hasta aque los m ejores y más seguros amigos del
lla form a de la autoridad que hemos imperio. El cristiano no es enemigo de
bosquejado, procuró la Iglesia in filtrar nadie, ni del emperador, a quien sa
la en las mentes de los pueblos, los que, biendo que está constituido por Dios,
junto con aceptar los principios cris debe amar, respetar, honrar y querer
tianos, debían tra ta r de aju star su vida que se salve con todo el romano Impe-
a los mismos. Y así los pastores de rio (32), y no dudaba afirm ar que en los
las almas, renovando los ejemplos del confines del imperio, tanto m ás dism i
Apóstol S an P ablo, acostum braron con nuía el núm ero de sus enemigos, cuan
sumo cuidado y diligencia m andar a to m ás crecía el de los cristianos: Ahora
los pueblos que estuviesen sujetos y tenéis pocos enemigos por la multitud
obedeciesen a los príncipes y potesta de los cristianos, siendo cristianos en
d e s ^ , asimismo que orasen a Dios casi todas las ciudades casi todos
por todos los hom bres, pero especial los ciudadanos^33). Tam bién hay un in
mente por los reyes y por todos aquellos signe documento de esto mismo en la
que están en el poder, porque esto es Epístola a D iogneto , la cual confirm a
acepto ante nuestro Salvador Dios^282930*K que en aquel tiempo los cristianos h a
Los prim eros cristianos Nos dejaron de bíanse acostum brado, no sólo a servir
todo ello brillantísim os ejemplos, pues y obedecer a las leyes, sino que satis
siendo atorm entados en form a in ju stí facían a todos sus deberes con m ayor
sima y crudelísim a por los em peradores perfección de lo que eran obligados por
paganos, jam ás llegaron a negarles la las leyes: Los cristianos obedecen las
obediencia y sumisión, hasta el extre leyes promulgadas, y con su género de
mo que parecía haberse entablado una vida aun pasan más allá de lo que las
lucha entre la crueldad de aquéllos y leyes mandan.
la sumisión de éstos(30\ No se rebelaron contra las leyes in i
La doctrina vivida ejem plarm ente cuas. A la verdad, otra cosa era cuan
por los prim eros cristianos. T an ta m o do los edictos imperiales, de m anco
destia y tan firm e voluntad de obedecer m ún con las amenazas de los pretores,
eran tan bien conocidas que la calum los constreñían a ab ju rar dq la fe cris
nia y la m alicia de sus enemigos eran tiana o abandonar otro cualquiera de
incapaces de obscurecerlas. P or lo cual sus deberes; entonces no vacilaron en
los que ante los Em peradores defendían desobedecer a los hom bres para obede
públicam ente la causa del nom bre cris cer y agradar a Dios. Sin embargo, a
tiano, con este argum ento principal pesar de la crueldad de los tiempos y
mente los convencían de que era inicuo circunstancias, no hubo quien tratase
castigar a los cristianos por medio de de prom over sediciones ni de m enosca
leyes porque a la vista de todos vivían bar la m ajestad del príncipe, ni jam ás
conform e a las leyes como convenía. Así pretendían otra cosa que confesarse
habló Athenágoras con toda confianza cristianos, serlo realm ente y conservar
a Marco Aurelio Antonio y a su hijo incólume su fe: tan distante se hallaba
L ucio Aurelio Cómodo : Permitís que de su ánim o el pensam iento de oponer
10 nosotros, que ningún mal hacemos, en ninguna ocasión resistencia, que se
antes bien nos conducimos con toda encam inaban contentos y gozosos, como
reverencia y justicia, no sólo respecto nunca, al cruento potro, donde la gran
a Dios, sino también respecto al imperio, deza de su alm a vencía la m agnitud de
seamos perseguidos, despojados, deste los torm entos. P or esta razón se llegó
(28) Tito 3, 1. (31) Aienágoras, Legatio pro Christianis (Migne
(29) I Timot. 2, 1-3. PG. 6, col. 891-B).
(30) Vea: Gregorio XVI, “Mirari Vos" (1832); en (32) Tertuliano, Apologét. n. 36 (Migne PL. 1,
esta Coleec.: Encicl. 3, 14, pág. 41: Condenación col. 523-A).
de la rebeldía contra los legítimos poderes. (33) Tertuliano, Apologét. nr. 37 (Migne UL. 1,
col. 526-A).
274 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1881) 37, 13-14
a estim arse en aquel tiempo el denuedo concordia. Cuando los pueblos peca
de los cristianos alistados en la milicia, ban originando tum ultos al punto acu
porque era cualidad sobresaliente del día la Iglesia, restauradora de la tra n
soldado cristiano, herm an ar con el va quilidad, llam ando a todos al cum pli
lor a toda prueba, el perfecto conoci miento del deber y refrenando las m ás
miento de la disciplina m ilitar y m an vehementes pasiones en parte por la
tener, unida con su valentía, la inal suavidad y en parte m ediante su auto
terable fidelidad al em perador; sólo ridad. Del mismo modo, cuando se
cuando se exigía de ellos algo que no excedían en las medidas de gobierno,
fuese honesto, como la violación de los entonces ella m ism a acudía a los p rín
m andatos divinos, o que volviesen el cipes tanto p ara recordarles los dere
acero contra indefensos y pacíficos dis chos de los pueblos, sus necesidades y
cípulos de Cristo; sólo entonces reh u legítimas aspiraciones como para p er
saban la obediencia al príncipe, y aun suadirlos a em plear la equidad, la cle
así, preferían abandonar las arm as y m encia y la benignidad. Por esta razón
dejarse m atar por la Religión antes se logró varias veces im pedir las sedi
que destronar la autoridad pública con ciones y los peligros de una guerra
motines y sediciones. civil*34*.
14. E n los tiem pos m odernos. - P e r
13. Con los príncipes cristianos. Des
niciosos frutos de sus doctrinas*35*.
pués cuando los Estados pasaron a m a P or el contrario, las doctrinas inventa
nos de príncipes cristianos, la Iglesia das por los m odernos acerca de la
puso más empeño en declarar y ense- autoridad civil, han acarreado ya gran
1 ñ a r cuanto tiene de divino la au to rid ad des males y es de tem er que andando
de los prim eros gobernantes: de donde el tiempo nos a rrastrarán a m ayores
forzosam ente había de resultar que los males. Pues, no querer atribuir el de
pueblos se acostum brasen a ver en ellos recho de m andar a Dios como a
cierta m ajestad divina, que les llenaría autor no es sino desear ver destruido
de m ayor respeto y am or hacia sus per el más bello esplendor de la autoridad
sonas. P or lo mismo sabiam ente dis política y enervado su vigor. Respecto
puso que los reyes se consagrasen con a lo que dicen que la autoridad civil
las cerem onias solemnes como estaba dependa de la voluntad del pueblo, se
m andado por el mismo Dios en el Anti comete prim ero un error de principio,
guo Testamento. y en segundo lugar la erigen sobre un
E n el Sacro Im perio. Más adelante, fundam ento demasiado frágil e incon
cuando la sociedad civil surgida de sistente. Porque estas doctrinas como
entre las ruinas del Im perio revivió otros tantos acicates estim ulan las p a
en brazos de la esperanza cristiana, y siones populares, que engreídas se inso
una vez constituido el sacro imperio, lentan precipitándose para gran daño
los Romanos Pontífices consagraron la del Estado por la fácil pendiente a los
potestad civil con singular esplendor, ciegos movimientos y abiertas sedicio
por cuyo medio la autoridad adquirió nes. E n efecto, la llam ada Reforma
una m áxim a nobleza, y no hay duda cuyos favorecedores y jefes m ediante
que esto h ab ría sido grandem ente p ro nuevas doctrinas atacaron a fondo la
vechoso, tanto a la sociedad civil co autoridad religiosa y civil, fue lograda
mo a la religiosa, si los príncipes y los principalm ente en Alemania por revuel
pueblos hubiesen sabido apreciar lo tas repentinas y rebeliones sum am ente
que tanto apreciaba la Iglesia; y las audaces: y con tan ta furia y m uertes
cosas se desarrollaban en form a pací se cebó la guerra intestina que casi nin
fica y bastante próspera m ientras entre gún lugar parecía quedar libre de h o r
ambos poderes reinaba u na am istosa das y masacres.
(34) Al iniciar su Pontificado León XIII señaló ción: Encícl. 46, 19 ss., pág. 329 ss.).
en la Encícl. Inscrutábili Dei consilio, 21-IV-1878 (35) León XIII volverá sobre este punto en la
los males de la sociedad, sus causas y sus reme Encíclica Humanum Genus, 20-IV-1884 (en esta
dios (en esta Colecc.: Encícl. 31, 2, pág. 217 ss.); Colecc.: Encícl. 44, 10-12, pág. 314-316); Pío XI en
en Immortale Dei l-XI-1885 volverá a insistir la Encícl. Divini Redem ptoris, 19-III-1937 (en esta
más extensamente en estos puntos (en esta Colec- Colecc.: Encícl. 169, 5-7, pág. 1484-1485).
37, 15-16 E n c íc l ic a “ D iu t u r n u m Illud” 275
15. El “derecho nuevo”. De aquellahaber fructuosa severidad en las leyes
herejía nació en el siglo pasado la m al m ientras los hom bres no sean im pulsa
llam ada filosofía, el llam ado derecho dos por el deber y movidos por el salu
nuevo, la soberanía popular y esa licen dable tem or a Dios(37>. Esto puede
cia que no conoce freno y que es lo lograrlo en intensidad m áxim a la Re
único que m uchísim os entienden por ligión que por fuerza propia ejerce su
la libertad. De allí se llegó a las últim as influjo en las almas y doblega las m is
plagas, a saber, el comunismo, el socia mas voluntades de los hom bres para
lismo y el nihilismo, horribles m ons que se adhieran a sus gobernantes no
truos de la sociedad hum ana y casi su sólo por obediencia, sino tam bién por
muerte. Y, sin embargo, demasiados benevolencia y am or que son en toda
hom bres se em peñan en propagar la sociedad hum ana la m ejor garantía de
fuerza de tantos m ales y so capa de bienestar*38).
ayudar a las m asas h an causado ya no 16. Los Romanos Pontífices y las
pequeños incendios de m iserias. Lo que falsas doctrinas. P or tan to es m enes
aquí sólo de paso recordam os no son ter confesar que los Romanos Pontífi
sucesos ni desconocidos ni m uy lejanos. ces han rendido un egregio servicio a
C) Necesidad de la Doctrina católica blaransociedad al procurar siempre que
tar los espíritus ensoberbecidos e
Mayor necesidad de la doctrina ca inquietos de los Novadores y m uy a
tólica. Y esto es tan to m ás grave, cuan m enudo advirtieron cuán peligrosos
to que los reyes, en medio de tantos eran aun para la sociedad civil. Es
peligros, carecen de remedios eficaces digna de m ención una afirm ación de
para restablecer la disciplina pública y C l e m e n t e VII al dirigirse a F e r n a n d o ,
pacificar los ánimos; se arm an con la rey de Bohemia y H ungría: Este asunto
autoridad de las leyes y piensan rep ri de fe entraña también tu dignidad y
m ir a los revoltosos con la severidad utilidad, lo mismo que de los demás
de las penas. Esto está m uy bien; pero soberanos, pues no es posible atacar a
seriamente ha de tom arse en cuenta aquélla sin grave detrimento de vues
que ninguna pena fu tu ra hace en los tros intereses, según se ha experimen
ánimos tanta fuerza que ella sola podrá tado recientemente en estas comarcas.
conservar el orden de las repúblicas. P or el mismo estilo brilla la providen
Pues, el miedo como lum inosam ente cia y firm eza de Nuestros predecesores,
enseña santo T o m á s es un fundam ento en especial de C l e m e n t e XII, B e n e d i c
muy débil porque los que por el temor t o XIV y L e ó n XII, quienes, como cun
se someten, cuando ven la ocasión de diese extraordinariam ente la peste de
escapar impunes, se levantan contra las m alas doctrinas y se acrecentase la
príncipes y soberanos, con tanto ma audacia de las sectas, tuvieron que
yor ardor cuanta haya sido la sujeción hacer uso de su autoridad p ara cortar
impuesta por el miedo, fuera de que les el paso e interceptar su entrada.
el miedo exagerado arrastra a muchos Los gobernantes y la Religión. Nos
a la desesperación, y la desesperación mism o hemos denunciado m uchas ve
se lanza impávida a las más atroces ces los peligros que Nos am enazan, y
resoluciones(36L hemos indicado cuál es el m ejor modo
Solamente la Iglesia logra la disci para conjurarlos; hemos ofrecido el
plina y la paz. Cuán cierto sea esto, lo apoyo de la Religión a los príncipes y
hemos visto suficientem ente por expe otros gobernantes y exhortam os a los
riencia; de modo que es necesario em pueblos a que aprovechen en toda su
plear motivos m ás elevados y eficaces extensión, la abundancia de los bienes
p ara la obediencia y hem os de estable suprem os que la Iglesia ofrenda. Los
cer en form a absoluta que no puede 367* príncipes entiendan lo que ahora esta-
(36) Santo Tomás de Aquino, De regimene Prin- 2, pág. 302-303).
cíp. lib. I, cap. 10. (38) Ver: León XIII, Encíclica Quod multum,
(37) Ver León XIII, Encícl. Nobilissima Gallo- 22-VIII-1886; enseña lo mismo hablando sobre la
rum gens 8-II-1884 a los obispos franceses sobre libertad de la Iglesia a los obispos (húngaros)
la cuestión religiosa (en esta Colecc.: Encícl. 43, (en esta Colecc.: Encícl. 48, 4-5, pág. 344).
276 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1881) 37, 17-18
mos haciendo es volver a ofrecerles ese Conclusión
mismo apoyo, m ás sólido que otro 18. Obligación de los Obispos. - E x
alguno; al paso que los exhortam os con hortación. P o r estas razones, V enera
la m ayor vehem encia en el Señor a que bles Hermanos, vuestra obra será gran
am paren la Religión y, según lo recla demente provechosa y saludable, si
m a el mismo interés de la república, consultáis con Nos todas las empresas
perm itan gozar a la Iglesia de aquella que por encargo divino habéis de llevar
libertad de que, sin injusticia y perdi a cabo para conjurar peligros y rem o
ción de todos, ella no puede ser des ver obstáculos.
pojada. E n m anera alguna puede la Procurad y esmeraos que los precep
Iglesia ser sospechosa a los príncipes tos establecidos por la Iglesia respecto
ni odiosa a los pueblos. A los sobera de la autoridad pública y del deber de
nos, por cierto, los exhorta p ara que la obediencia, se tengan presentes y se
ejerzan la justicia y no se aparten en cum plan diligentemente por todos; co
lo m ás m ínim o de sus deberes, mas al mo censores y m aestros que sois, am o
mismo tiempo por m uchos conceptos nestad incesantem ente a los pueblos
robustece y fom enta su autoridad. Re para que huyan de las sectas prohibi
conoce y proclam a que todo lo que p er das, abom inen las conjuraciones y que
tenece al orden civil cae bajo la ju ris nada intenten por medio de la sedición,
dicción, la soberanía de ellos; en aque y entiendan que al obedecer por causa
llos asuntos cuya jurisdicción, por di de Dios a los gobernantes, su obedien
versas causas, pertenecen a la potestad cia es un obsequio razonable, porque
civil, y eclesiástica, desea que exista Dios es quien da la salud a los reyes(421
la concordia entre am bas con lo cual se y concede a los pueblos el descanso en
evitan contiendas, que serían funestas la hermosura de la paz y en los taber
para am bas(39)*. náculos de la fidelidad y en regalado
17. La Iglesia, salud de los pueblos reposo(43>.
y garan tía de la libertad. P o r lo que a P ara que la esperanza en la oración
los pueblos se refiere, la Iglesia se ha sea más firme, pongamos por interceso
fundado p ara la salvación de todos los res y abogados a la Virgen María , ín
hom bres, y los h a am ado siempre co clita Madre de Dios, auxilio de los cris
mo una m adre; ella, pues, es quien, tianos y égida del género hum ano; a
haciéndose preceder por las obras de S an J osé, su esposo castísimo, en cuyo
caridad, com unicó la m ansedum bre a patrocinio confía grandem ente toda la
los ánimos, la hum anidad a las costum Iglesia; a los Apóstoles S an P edro y
bres, la equidad a las leyes; y, nunca S an P ablo, centinelas y defensores del
enemiga de la legítima libertad, solía nom bre cristiano.
siempre abom inar de la tiran ía (40>. Esta E ntre tanto y como augurio del ga
costumbre, innata en la Iglesia de m e lardón divino, os damos, afectuosa
recer bien la señala en form a preclara m ente a vosotros, Venerables H erm a
y concisa S an Agustín al decir: enseña nos, Clero y pueblo confiado a vuestro
(la Iglesia) a los reyes que cuiden de cuidado, N uestra Bendición Apostólica.
los pueblos, que todos los pueblos se Dado en Roma, en San Pedro a 29
sujeten a los reyes; manifestando como de junio de 1881, año cuarto de Nues
no todo se debe a todos, pero a todos tro Pontificado.
la caridad y a nadie la injusticia(41). LEON PAPA XIII.
(39) León XIII, Encícl. Immortale Dei, 1-XI- políticos, sino únicamente por el celo de la Reli
1885 (en esta Colecc.: Encícl. 46, 10-11, pág. 326); gión, que manda mantener sagrada e inviolable
y Encícl. Pergrata nobis, 14-XI-1886 (en esta Co la obra de Dios” . ASS. 18, 387.
lee.: Encícl. 49, 6, pág. 351) y "Jampridem” a (40) Véase lo que dirá León XIII más tarde en
los obispos de Prusia, del mismo año, sobre la “Immortale Dei” (1884); en esta Colecc.: Encícl.
situación del catolicismo en Alemania en que 46, 1. 18. 25, pág. 322. 329 y 333; y en “ L i b e r t a s ”
León XIII dirá: “Esta virtud, esta constancia son (1888); en esta Colecc.: Encícl. 51, 10 y 23, págs.
tanto más dignas de elogio cuanto que la vigilan 362 y 372.
cia en salvaguardar los intereses de la Iglesia no (41) S. Agustín, De las costumbres de la Iglesia
se ejerce nunca en perjuicio del respeto y de la Cat., lib. I, cap. 30 (Ed. BAC t. 30. pág. 335, n.
sumisión debidas a la majestad del príncipe o en 63; Migne 32, col. 1336-1337).
menoscabo del amor a la Patria; los católicos han
demostrado por ello a sus adversarios que no han (42) Salmo 143, 2.
sido guiados en su manera de obrar por motivos (43) Salmo 32, 18.
3 8
— 277 —
278 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1882) 38, 5-4
ra n ía tem poral, fue forzoso que cayese fice como contrario a la felicidad y
en ajeno poder. Y Roma, la más augus grandeza del nom bre italiano. Pero ta
ta ciudad del orbe Católico, se ha con les acusaciones y absurdas calum nias
vertido en cam po abierto p ara todos los se desmienten solos solemnemente con
enemigos de la Iglesia, y se ve p ro fa el recuerdo de los tiempos pasados.
nada por reprobadas novedades con Italia está grandem ente endeudada
escuelas y tem plos al servicio de la con la Iglesia y con los Sumos Pontífi
herejía. ces, por haber extendido entre todas las
Parece hasta destinada en este año gentes su gloria, por no haber sucum bi
mismo a acoger a los representantes y do a los repetidos asaltos de los b árba
cabezas de la secta m ás hostil a la Reli ros, por haber rechazado invicta los
gión católica que proyectan reunirse en m últiples ataques de los musulmanes, y
Congreso aquí mismo. Es bastante p er por haber conservado durante largo
ceptible la razón que los ha movido a tiempo justa y legítima libertad, y enri
darse cita aquí: quieren con in juria quecido sus ciudades con tantos m onu
procaz desahogar el odio que abrigan m entos inm ortales de artes y ciencias.
hacia la Iglesia, y lanzar desde cerca No es la últim a, entre las glorias de
funestas teas de guerra al Papado, de los Romanos Pontífices, la de haber
safiándole en su m ism a Sede. No es m antenido unidas con una fe y una
ciertam ente dudoso que la Iglesia ha de religión las provincias italianas, diver
salir victoriosa al fin de los impíos sas en índole y costumbres, y haberlas
ataques de los hom bres, sin embargo, así librado de la m ás funesta de las
es cierto y m anifiesto que con tales discordias. En los mayores conflictos,
actos aspiran a herir juntam ente la ca m uchas veces la cosa pública hubiera
beza y el cuerpo entero de la Iglesia, y caído en extrem a ruina, si para salvar
a destruir la Religión, si posible fuese. la no hubiese estado el Pontificado
Que tales sean, en efecto, los propó Romano.
sitos de aquellos que se dicen hijos P ara que no valgan menos en el po r
tiernísim os de la fam ilia italiana, p a venir, conviene que la voluntad de los
rece cosa increíble, puesto que la fam i hom bres no ponga obstáculo a su fu er
lia italiana, apagándose la fe católica, za ni dism inuya su libertad, cuando la
se vería necesariam ente privada de un verdad es que la vitalidad benéfica que
m anantial de suprem as ventajas, toda se halla en las instituciones católicas es
vez que, si la Religión cristiana, dio a inm utable y perenne, porque procede
todas las naciones grandes medios de de su m ism a naturaleza. Así como no
salvación, la santidad de los derechos hay lugares ni tiempo a que no se
y la garantía de la justicia; si por todas extienda la Religión católica para la
partes con su virtud domó las ciegas salvación de las almas, así igualm ente
y locas pasiones de los hom bres, siendo en las cosas civiles, en todas partes y
guía y com pañera de todo lo que es siempre, difunde am pliam ente sus teso
honrado, laudable y grande; si en todos ros para bien de los hombres.
los países redujo a perfecta y estable
concordia las varias clases de los ciuda 4. Consecuencias ruinosas para la
danos y los diversos m iem bros del Es- sociedad. Perdidos tan grandes bienes,
339 tado, seguram ente que tal abundancia sobrevendrán males extremos, puesto
de beneficios, m ás largam ente la d erra
que aquellos que abrigan odio a la sa
mó sobre la nación italiana que sobre biduría cristiana, aunque digan lo con
las demás.3 trario, llevan la sociedad a la ruina;
pues nada hay peor que sus doctrinas
3. La Iglesia madre fecunda del pro para excitar ferozmente los ánimos y
greso en Italia. Muchos, con deshonor despertar las más perniciosas pasiones.
e infam ia de sí propios, van p ropalan En el orden especulativo desechan la
do que la Iglesia es opuesta y causa luz celestial de la fe; apagada la cual,
perjuicio a la prosperidad y progreso el alm a hum ana, fácilmente tornando
del Estado, y tienen al Romano P o n tí al error, no discierne la verdad y con
m 5 E n c íc l ic a “ E t s i N o s5 279
triste facilidad, cae al fin en u n abyecto tad de los hom bres recibió Italia el p ri
y torpe m aterialism o. E n el orden prác vilegio de haber desde el principio p a r
tico desprecian la ley eterna e inm u ticipado de la salvación traída por Jesu
table, y no reconocen a Dios como cristo, el de poseer en su seno la Sede
suprem o legislador; y quitados estos de Pedro, y de haber gozado por largos
fundam entos, la consecuencia es que, signos de los inmensos y divinos bene
por falta de eficaz sanción, todas las ficios que se derivan del Catolicismo.
norm as de vida dependan de la volun Por lo cual debería tem er grandem ente
tad y del arbitrio de los hom bres. para sí aquello que el Apóstol P ablo
E n el orden social, de la desmedida anunció con palabras am enezadores a
libertad que ansian y que vienen en los pueblos ingratos:
salzando, nace la licencia; a la licencia La tierra que a menudo absorbe el
sigue el desorden, que es el m ás grande agua caída sobre ella y produce frutos
40 enemigo y hom icida de la sociedad civil. de bendición para el que la cultiva, re
E n efecto, u n a nación no presen ta n u n cibirá las bendiciones de Dios; mas la
ca espectáculo m ás ignom inioso, ni su que produce abrojos y espinas, es re
fo rtu n a ha caído m ás hondo que cuan probada y está próxima a la maldición,
do han podido, aunque p o r poco tiem y su fin será el fuego^L
po, prevalecer tales doctrinas y seme Dios aleje de nosotros tan horribles
jan tes hom bres. Si no existiesen ejem males, y piense cada uno en cómo han
plos recientes, increíble parecería que venido los males que ya sufrim os y los
los hom bres p o r ignorancia y descuido peligros que am enazan por obra de
de los propósitos, h ay an podido p e r aquellos que, cooperando, no a su bien
p e tra r tantos excesos, y conservando común, sino a la ventaja de las sectas,
p ara escarnio el nom bre de libertad, com baten con odio m ortal a la Iglesia.
cam inen sobre estragos e incendios.
5. F a lta de verdadero patriotism o en
Italia m enos afectada. - Causas y los enemigos. Si ellos procedieran con
responsabilidad. Que si Italia no ha cordura, si estuviesen anim ados de ver
sido aún castigada con tan grandes ex dadero am or a la patria, no desconfia
cesos, débese principalm ente a singular rían seguramente de la Iglesia, ni con
m erced de Dios; y además, hay que injustas sospechas tratarían de m erm ar
tener por seguro, que habiendo los ita su libertad natural; y, por el contrario,
lianos, en su m ayor parte, perm anecido sus propósitos que ahora se dirigen a
constantem ente adictos a la Religión hacerle la guerra, se trocarían en la de
católica, ésta h a sido la causa de que cisión de defenderla y ayudarla, procu
la licencia de las im pías m áxim as que rando sobre todo devolver al Romano
hemos recordado, no lograran el triu n Pontífice la posesión de sus derechos,
fo. Pero, si estos baluartes que la Reli puesto que la hostilildad contra la Sede
gión levanta fueran destruidos, de re Apostólica, cuanto m ás perjudica a la
pente caerían sobre Italia las mismas Iglesia, tanto menos conviene a la pros
calamidades con que en u n tiem po fue peridad de Italia; respecto de lo cual 341
ron heridas grandes y florecientes n a en otro lugar Nos expusimos Nuestro
ciones. pensamiento.
Es fuerza que los mismos principios Proclamad que la situación de Italia
produzcan iguales efectos; y siendo la no podrá nunca prosperar ni gozar de
semilla igualm ente funesta, no puede estable tranquilidad, hasta que no se ha
dejar de producir análogos frutos. El ya atendido, como todas las razones lo
pueblo italiano, abandonando la Reli demandan, a la dignidad de la Sede Ro
gión católica, debería quizá tem er m a mana y ala libertad del Sumo Pontífice.
yor castigo, porque a la enorm idad de P or lo que, no deseando otra cosa
la apostasía, añadirá, colm ándolo todo, m ás que la incolum idad de los inte
la enorm idad de la ingratitud. Puesto reses religiosos, y estando conturbados
que no del azar o de la movible volun- 1 por el grave riesgo que corren los pue-
(1) Hebreos 6, 7-8.
280 E n c íc l ic a s d é l PP. L eón XIII (1882) 8 8 , 6V7
blos italianos, con más vivo celo qué con vuestro ejem plo y autoridad, exci
nunca os exhortam os, Venerables H er tad a todos a cum plir con energíá y
manos, a poner por obra junto con Nos constancia los deberes en que se ejer
vuestro fervor y vuestra caridad, a fin cita la vida activa de los cristianos;.
de rep arar tan ta desgracia. P ara m antener y acrecentar este reno
6. Defensa valerosa es necesaria. Porvado vigor, es necesario que se em pleen
aquí supondréis la sum a urgencia en todos los medios y cuidados p ara que
hacer com prender a los pueblos el bien se m ultipliquen y prosperen en todas
grande de poseer la fe católica, y la partes por el trabajo, por el núm ero y
necesidad de custodiarla celosamente. la concordia, aquellas sociedades que
Y como los enemigos del Cristianismo, tienen p o r principal objeto el conser
p ara engañar con m ás facilidad a los var y enaltecer los actos de la fe cris
incautos, a m enudo hacen descarada tiana y de la virtud.
m ente una cosa, m ientras piensan otra, Tales son la Sociedad de tos jóvenes 342
ocultando realm ente el objeto de sus y de los artistas, o aquellas que se Cons
esfuerzos, conviene m ucho se ponga tituyeron ya p ara reunir en tiempos
esto en descubierto y se despierte en dados congresos católicos, ya para so
los católicos el ím petu valeroso de de corro de las m iserias hum anas, ya para
fender públicam ente a la Iglesia, y al procurar la observancia de las fiestas^
Romano Pontífice, es decir, su propia ya para educar a los hijos de las clases
salvación. más modestas, ya p ara otros bienes del
H asta hoy, la virtud de m uchos que mismo género*
hubieran podido hacer grandes cosas, Asimismo im porta muchísim o e inte
se ha m ostrado menos celosa para resa en alto grado a la sociedad cristia
obrar y menos anim osa para luchar; sea na que el Sumo Pontífice sea y aparez
que la m ente no conociera los efectos ca libre de todo peligro, molestia y
de las nuevas cosas, sea que no com dificultad en el gobierno de la Iglesia,
prendiera lo bastante la gravedad de los haciendo cuanto según las leyes fuere
peligros. Pero conocidas ya las necesi posible en beneficio del Pontífice, sin
dades por las pruebas, nada sería más darse reposo, hasta que a Nos en rea
dañoso que tolerar negligentemente la lidad, y no en apariencia, se reconozca
profunda perfidia de los malvados, de aquella libertad, en la cual, por cierfó
jándoles libre el cam po p ara infestar necesario lazo, están unidos, no sólo él
m ás y como m ejor les plazca la Iglesia. bien de la Iglesia, sino además la m a r
Aquéllos, en verdad m ás prudentes cha próspera de Italia y la tranquilidad
que los hijos de la luz, a m uchas cosas de los cristianos.
se han atrevido; inferiores en núm ero,
pero fuertes por su m alicia y sus m e 7. La mala y buena prensa. Otro de
dios, en poco tiem po h an llenado de los medios para lograr esto, es difundir
males N uestra región; y por tanto, am pliam ente la buena prensa. Aquellos
cuantos am an la Religión católica, en que con m ortal odio com baten a lá
tiendan ya que es tiempo de intentar Iglesia, se sirven de los escritos públi
algo sin abandonarse de ningún modo cos, con virtiéndolos en arm a m ortífe
a la indolencia y a la inercia, enten ra; y de aquí la pestífera lluvia de
diendo que tanto m ás pronto cae uno libros; de aquí el diluvio de periódicos
en la esclavitud cuanto m ás se ab an sediciosos y funestos, cuyos furiosós
dona a una necia seguridad. asaltos ni las leyes refrenan, ni el p u
Recordemos cómo nada pudo am e dor contiene.
drentar a la noble y activa virtud de Sostienen, en efecto, como un bene
Nuestros antecesores, por cuyas fatigas ficio todo aquello que en estos últim os
y cuya sangre creció la fe católica. años se ha hecho por vía de sedición y
de desorden; ocultando y falsificando la
Estímulo y organización. E n tre ta n verdad, reuniendo diariam ente las inás
to, vosotros, Venerables H erm anos, cui brutales contum elias y calum nias con
dadosos y atentos, estim ulad a los tibios tra la Iglesia y su supremo Jerarca,
38,: 8 E n c íc l ic a “ E tsi N o s” 281
Porque deben extirparse los m ulti rezcan, m ás que como form adas, como
plicados errores con que se tra ta de nativas.
subvertir todos los fundam entos de la Cuidar de los Sem inarlos. P o r ta n
sagrada revelación, y conviene luchar to, Venerables Hermanos, los Semina
frecuentem ente con adversarios que rios exigen justam ente la m ayor y m e
disponen de arm as variadas, pertinaces jo r parte de vuestra solicitud, vigilan
en sus opiniones, los cuales sacan p a r cia y prudencia. En lo que concierne
tido de todo género de estudios. - Del a la virtud y a las costumbres, harto
mismo modo, siendo hoy día grande y bien conocéis en vuestra sabiduría qué
general la corrupción de las costum preceptos y enseñanzas deben form ar
bres, se exige sea singularísim a en los la riqueza de los jóvenes levitas. Nues
Sacerdotes la excelencia de la virtud y tra Encíclica AZterni Patris, da la
de la constancia, como que no pudién norm a p ara un óptimo reglamento de
dose eludir el conversar con los hom estudios dentro de la m ás cuidadosa
bres, cuando por el mismo oficio de su disciplina; empero, como en tan conti
ministerio están obligados a tra ta r de nuo progresar de los ingenios se han en
cerca al pueblo, y esto en medio de las contrado cosas que no está bien sean
ciudades, donde ya no existe ninguna ignoradas, tanto más cuanto que los
pasión m alvada que no ande com pleta hom bres impíos que de día en día pro
m ente suelta y libre. gresan en este género, tienen el designio
De donde se sigue el deber de estos de convertirlo en nuevo dardo contra la
tiempos de que sea tan fuerte la virtud verdad revelada por Dios, haced, Ve
en el Clero, que pueda por sí m ism a nerables H erm anos, cuanto esté de
firm em ente defenderse, perm aneciendo vuestra parte a fin de que la juventud,
superior a todos los estímulos del vicio, consagrada al santuario, no sólo tenga
y saliendo salva del peligro de los ejem un rico tesoro de ciencias naturales,
plos de iniquidad. sino que tam bién esté óptim am ente
P re p a ra r p a ra u n a m ayor obra. Ade am aestrada en aquella disciplina rela
más de esto, las leyes sancionadas en cionada con los estudios críticos y exe-
daño de la Iglesia avivarán necesaria géticos de la Sagrada Biblia.
mente la solicitud de los Clérigos, de Bien sabemos que para la perfección
donde procede que aquellos que por la de los buenos estudios se exigen m u
gracia de Dios sean iniciados en las chas cosas imposibles o difíciles de
Ordenes sagradas redoblen sus obras, procurarse para los Seminarios de Ita
y con singular diligencia y espíritu de lia, a causa de las leyes desfavorables.
abnegación com pensen los numerosos 9. La m unificencia de antaño se ne
peligros: lo cual ciertam ente no podre cesita hogaño. Así que tam bién en esto
mos lograr sin u n ánim o constante los tiempos exigen que los italianos se
m ortificado, libre de todo temor, ardo esfuercen en m erecer bien de la Reli
roso p ara la caridad y siempre volun gión católica por su generosa m unifi
tariam ente dispuesto a sobreponerse a cencia. Cierto es que la pía y benéfica
todas las fatigas por la salvación eter voluntad de los antepasados había pro
na de los hom bres. visto plenam ente a estas necesidades,
Pero p ara estos oficios es necesa y la Iglesia con esa ayuda y su parsi
rio disponerse con larga y diligente m onia no necesitaba recom endar el
preparación, que no se puede de ligero cuidado y conservación de las cosas
lanzarse a sem ejante intento. Y sin d u sagradas a la caridad de sus hijos.
da se cum plirán tanto m ás útil y san Pero aquel patrim onio legítimo a
tam ente los deberes del mismo Sacer la vez que sacrosanto, que las tu rb u
docio, cuanto m ejor se hayan prep a lencias de otra edad habían respetado,
rado desde la adolescencia, habiendo ha sido destruido por las de nuestro
sacado tanto m ayor fruto de la educa tiempo, y de aquí que, para aquellos
ción, cuanto las virtudes señaladas ap a2 que am an el Catolicismo, ha vuelto el
(2) L e ó n X III, Encfcl. J E te r n i P a t r i s , 4-VIII-1879 (en esta Colecc.: Encícl. 33, pág. 231-243).
m , 10 E n c íc l ic a “E tsi N o s1 283
encontrado el remedio oportuno y efi alterado mucho las costum bres de los
caz p ara los m ales presentes. Nos que pueblos, y era de todo punto necesario
remos, pues, Venerables H erm anos, no que los hom bres volviesen a los senti
sólo atestiguaros públicam ente por m e mientos cristianos. Consiste la perfecta
dio de esta carta N uestra devoción a virtud cristiana en esa generosa dispo
F rancisco , sino tam bién excitar vuestra sición del alm a que busca las cosas
caridad para que trabajéis con Nos en arduas y difíciles; tiene su símbolo en
la salvación de los hom bres por el re la Cruz, que cuantos desean servir a
medio que Nos os indicamos. Jesucristo deben llevar sobre sí. Lo pro
pio de dicha disposición es el apartarse
3. Jesucristo fuente de todos los bie de las cosas mortales, de dom inarse
nes. El Salvador del género hum ano, com pletam ente y de sufir la adversi
Jesucristo, es la fuente eterna e inm u dad con calm a y resignación. En fin,
table de todos los bienes que p ara Nos el am or de Dios es dueño y soberano de
proceden de la infinita bondad de Dios; todas las virtudes para con el prójim o;
de modo que Aquel que ha salvado una su poder es tal, que hace desaparecer
vez al m undo es tam bién El que le sal cuantas dificultades son el cortejo del
vará en todos los siglos; porque no hay cum plim iento del deber, y no sólo hace
bajo el cielo otro nombre que haya sido tolerables, sino hasta agradables, los
dado a los hombres por el cual poda m ás duros trabajos.
mos salvarnos(1). Si, pues, sucede que, H abía m ucha escasez de estas virtu
por el vicio de la naturaleza o la falta des en el siglo XII, porque gran núm ero
de los hom bres, cae en el m al el género de los hom bres eran entonces, por de
hum ano, y parece necesario p ara levan cirlo así, esclavos de las cosas tem po
tarlo un especial socorro, es preciso rales, o am aban con frenesí los honores
absolutam ente recu rrir a Jesucristo y y las riquezas o vivían en el lujo y en
ver en El el m ayor y m ás seguro m e los placeres. Otros tenían todo el po
dio de salvación. Porque su divina vir der, y hacían de su potestad un in stru
tud es tan ta y tan poderosa, que con m ento de opresión para la m ultitud m i
tiene a la vez un am paro contra los serable y despreciable; y aquellos m is
peligros y un rem edio contra los males.41 mos que hubieran debido, por su p ro
fesión, ser ejemplo a los hom bres, no
4. El siglo de San F rancisco. La cu habían evitado las m anchas de los vi
ración es cierta si el género hum ano cios comunes. La extinción de la cari
vuelve a profesar la sabiduría cristiana dad en m uchos lugares había tenido
y las reglas de vida del Evangelio. por consecuencia los pecados m últiples
Guando ocurren m ales como éstos de y cotidianos de la envidia, de los celos
que Nos hablam os, ofrece Dios al m is y el odio; los espíritus estaban tan divi
mo tiempo u n socorro providencial, didos y tan enemistados, que por la
suscitando a u n hom bre, no escogido al m enor causa las ciudades vecinas en tra
azar entre los demás, sino eminente y ban en guerras, y arm aban de hierro a
único, a quien encarga de procu rar el unos ciudadanos contra otros.
restablecim iento de la salud pública. Y
147 esto es lo que sucedió a fines del siglo L a figura del Santo. E n este siglo
XII y algo m ás tarde. F rancisco fue el apareció F rancisco . Con adm irable
obrero de esta gran obra. constancia y rectitud igual a su firmeza,
Se conoce bastante esta época con su se esforzó con sus palabras y sus actos
mezcla de vicios y virtudes. La fe ca en colocar a vista de todos los ojos del
tólica estaba entonces m ás pro fu n da m undo caduco la imagen auténtica de
m ente arraigada en las alm as; ofrecía la perfección cristiana.
tam bién un herm oso espectáculo aque En efecto: de la m ism a m anera que
lla m ultitud inflam ada de piadoso celo el bienaventurado P. D omingo de Guz -
que iba a Palestina p ara vencer o m o mán , en esta época, defendía la integri
rir en ella. Pero el libertinaje había dad de las doctrinas celestiales y recha-
(1) Act. 4, 12.
286 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1882) 39, 5-6
zaba, arm ado con la antorcha de la de suerte que parecía colocarse entre
sabiduría cristiana, los errores perver aquellos de quienes los demás acostum
sos de los herejes, así F rancisco , con braban a retraerse o a los que orgullo-
ducido a Dios por grandes acciones, sámente despreciaban. Por esto mereció
obtenía la gracia de excitar a la virtud bien de esa fraternidad por la cual
a los cristianos y de conducir a la im i Jesucristo, restaurándola y perfeccio
tación de Cristo a aquellos que habían nándola, ha hecho de todo el género
andado m uy errantes y por m ucho hum ano, una sola familia, colocada b a
tiempo. jo la autoridad de Dios, Padre com ún
de todos.
5. San F rancisco y la pobreza y ab
negación. No fue por casualidad por 6. San F rancisco, im agen de Jesu
lo que llegaron a oídos del adolescente cristo. - Su estigm atización. Gracias a
estas palabras: Despreciad el oro y la tantas virtudes, y sobre todo por una
plata; no la llevéis en vuestras bolsas; ra ra austeridad de vida, este héroe p u
no os inquietéis por la comida, ni bebi rísimo se dedicó a reproducir en sí, en
da, ni calzado(2). cuanto pudo, la imagen de J esucristo.
La señal de la Divina Providencia ap a
Y aun si quieres ser perfecto, anda, reció bien cuando le fue concedido te
148 vende lo que tienes, dalo a los pobres, ner semejanzas con el Divino Redentor,
y sígueme<3). aun en las cosas exteriores. Así, a ejem
Interpretando estos avisos como diri plo de Jesucristo fue dado a F rancisco
gidos a él directam ente, se despojó al nacer en un establo y tener por lecho
instante de todo, cambió los vestidos, siendo niño, como en otro tiem po Je
adoptó la pobreza como asociada y sús, la tierra cubierta de pajas.
com pañera por todo el resto de su vida, Se refiere que en este m om ento co
y adoptó la resolución de que estos ros celestiales de ángeles y cánticos
grandes preceptos de virtudes que él oídos a través de los aires, com pleta
había abrazado con noble y sublime ron la semejanza. Como Cristo hizo
espíritu, fueran las reglas fundam enta con sus Apóstoles, él se asoció po r
les de su Orden. Después de este tiem discípulos algunos hom bres escogidos,
po, en medio de la delicadeza exagerada a quienes m andó recorrer la tierra co
que le rodeaba, se le vio avanzar en mo m ensajeros de la paz cristiana y de
estas prácticas tan difíciles; pide su ali la salud eterna. Despojado de todo,
m ento de puerta en puerta, y soporta, injuriado, negado de los suyos, tuvo
no solamente las burlas de un pueblo de común con Jesucristo, que no encon
insensato, aquellas que son m ás in ju tró ni un sitio propio donde reclinar
riosas, sino que las busca con adm i su cabeza. Como último rasgo de seme
rable avidez. Seguram ente había ab ra janza, cuando estaba sobre el m onte
zado la locura de la Cruz de Cristo, y Alverno cual sobre su calvario, fue por
la consideraba como sabiduría absolu decirlo así, crucificado por un prodigio
ta; habiendo penetrado ventajosam ente nuevo hasta entonces, recibiendo en su
en la inteliegncia de estos misterios cuerpo la im presión de las sagradas
augustos, veía y juzgaba que no podía llagas.
colocar su gloria en cosa m ejor. Nos acordam os aquí un suceso no
m enos b rillante en sí mismo que p o r el 149
Su ard ien te Caridad. Con el am or a milagro hecho célebre por la voz de los
la Cruz, abrasó ardiente caridad el co siglos: un día que S an F francisco se
razón de F rancisco y le im pulsó a p ro hallaba sumergido en ardiente contem
pagar con celo el nom bre cristiano has plación de las llagas de Nuestro Señor,
ta exponer su vida al peligro m ás p ró y que aspiraba, por decirlo así, en él
ximo. A brazaba a todos los hom bres sus dolorosos efectos y parecía beber
en esta caridad; pero buscaba espe como si tuviera sed, un ángel descen
cialm ente a los pobres y los pequeños, dido del cielo, mostrósele de repente:
(2) Mat. 10, 9-10. (3) Mat. 19, 21.
3 9 , 7-8 E n c íc l ic a “ A u s p ic a t o Co ncessum ” 2 87
gusto a unos, haciendo agravio a otros. ha de evitar tan impío error, así tam
Bien claro está, pues, cuánto im porta bién se ha de huir de la equivocada opi
conservar incólume la unión de los nión de los que mezclan y casi iden
corazones: tanto m ás que en medio de tifican la Religión con algún partido
la desenfrenada libertad de pensar y de político, hasta el punto de tener poco
la fiera e insidiosa guerra, que en todas menos que por separados del catolicis
partes se mueve contra la Iglesia, es de mo a los que pertenecen a otro partido.
todo punto necesario que los cristianos Esto en verdad es m eter m alam ente los
todos resistan, juntando en un haz sus bandos en el augusto campo de la reli
fuerzas con perfecta arm onía de volun gión, querer rom per la concordia fra
tades, p ara que, hallándose divididos, terna y abrir la puerta a una funesta
no vengan a sucum bir por la astucia y m ultitud de inconvenientes.
violencia de sus enemigos. P or lo tanto, Es necesario distinguir. - La preem i
conmovidos por la consideración de nencia de lo r e l i g i o s o P o r tanto lo
semejantes daños, os dirigimos estas religioso y lo civil, como se diferencian
letras, Amados Hijos Nuestros y Vene por su género y naturaleza así tam bién
rables H erm anos, y encarecidam ente es justo que se distingan en nuestro
os suplicamos que haciéndoos intérpre juicio y estimación. Porque las cosas
tes de Nuestros saludables avisos, em civiles, por más honestas e im portan
pleéis vuestra prudencia y autoridad en tes que sean, m iradas en sí, no traspa- 243
afianzar la concordia. san los límites de esta vida que vivimos
2. Relación entre lo religioso y lo en la tierra. Mas por el contrario, la
civil. Ante todo es oportuno recordar religión que nació de Dios y todo lo
las m utuas relaciones entre lo religioso refiere a Dios, se eleva hacia arriba y
y lo civil, pues m uchos se engañan en llega hasta el cielo. Pues esto es lo que
esto por dos clases de errores opuestos. ella quiere, esto lo que pretende, em pa
Porque suelen algunos no sólo distin par el alma, que es la parte más p re
guir, sino aun ap artar y separar por ciada del hom bre, en el conocimiento
completo la política de la Religión, que y am or de Dios, y conducir en form a
riendo que nada tenga que ver la una segura al género hum ano a la ciudad
con la otra, y juzgando que no deben futura, en busca de la cual vamos ca
ejercer entre sí ningún influjo. Estos minando. P or lo cual, es justo que se
m ire como de un orden más elevado la
ciertam ente no distan m ucho de los que
religión y cuanto de un modo especial
quieren que u n a nación sea constituida
y gobernada, sin tener en cuenta a Dios, se liga con ella. De donde se sigue que
Creador y Señor de todas las cosas: ella, siendo como es, el m ayor de los
y tanto m ás perniciosam ente yerran, bienes, debe quedar salva en medio de
cuanto que privan tem erariam ente a la variedad de las cosas hum anas y
la república de una fuente caudalosísi de las mismas m udanzas de las nacio
m a de bienes y utilidades. Porque si se nes, ya que abraza todos los espacios
quita la Religión, es fuerza que flaquee de tiempos y lugares. Y los partidarios
la firm eza de aquellos principios que de bandos contrarios, por más que di
son el principal sostén del bienestar sientan en lo demás, en esto conviene
público y reciben grandísim o vigor de que estén de acuerdo, en que es preciso
la Religión: tales son en prim er lugar, salvar los intereses católicos de la n a
el m andar con justicia y m oderación, el ción. Y a esta em presa noble y nece
obedecer por deber de conciencia, el saria, como unidos en santa alianza,
deben con empeño aplicarse todos
tener dom eñadas las pasiones con la
virtud, el d ar a cada uno lo suyo y no cuantos se precian del nom bre de ca
tocar lo ajeno. tólicos, haciendo callar por un m om en
to los pareceres diversos en punto a
3. Los partid o s políticos y la Reli política; los cuales, por otra parte, se
gión. - Los errores. Pero así como se2 pueden sostener en su lugar honesta y
[2] León XIII, en la Encíclica Immortalc Dei, esta Colecc.: Encícl. 46, 7-18, pág. 325-329).
l-XI-1885 desarrollará más a fondo este tema (en
40, 4-5 E n c íc l ic a “ Cum M ulta S in t ” 293
las cuales se obtuvieron en días consa está amenazado cada día de los m ayo
grados a la Santísim a Virgen, y term i res peligros.
nadas las preces públicas del Santísimo Además, no sólo conocéis Nuestra di
Rosario. Esto inclinó a Nuestro p re fícil situación y Nuestras m últiples an
decesor C l e m e n t e XI a decretar para la gustias sino que vuestra caridad os lleva
Iglesia universal la festividad del Santí a sentir con Nos cierta unión y sociedad;
simo Rosario. pues, es m uy doloroso y lam entable ver
a tantas alm as rescatadas por Jesucris
4. Los Romanos Pontífices hablan
to, arrancadas a la salvación por el
del Santo Rosario. Así, pues, dem ostra
torbellino de un siglo extraviado y pre
do que esta fórm ula de o rar es agrada
cipitadas en el abismo y en la m uerte
ble a la Santísim a Virgen y tan propia
eterna. En nuestros tiempos tenemos
p ara la defensa de la Iglesia y del pue
tanta necesidad del auxilio divino como
blo cristiano, como p ara atraer toda
en la época en que el gran D o m in g o
suerte de beneficios públicos y p arti
levantó el estandarte del Rosario de
culares, no es de adm irar que varios de
M a r í a , a fin de cu rar los males de su
Nuestros predecesores se hayan dedi
época. Ese gran Santo, ilum inado por
cado a fom entarla y recom endarla con
la luz celestial, entrevio claram ente
especiales elogios. U r b a n o IV aseguró
que, para curar a su siglo, ningún re
que el Rosario proporcionaba todos los medio podía ser tan eficaz como el
días ventajas al pueblo cristiano; S ix t o atraer a los hom bres a Jesucristo, que
IV dijo que este modo de orar cedía en
es el camino, la verdad, y la vida, im
mayor honra y gloria de Dios, y que era pulsándolos a dirigirse a la Virgen, a
m uy conveniente p ara conjurar los pe
quien está concedido el poder de des
ligros que am enazaban al m undo; L e ó n
truir todas las herejías.
X declaró que se había instituido con
tra los heresiarcas y las perniciosas En qué consiste “el Rosario”. La
herjías, y J u l io III le apellidó ornato fórm ula del Santo Rosario la compuso
de la Iglesia. S a n P ío V dijo tam bién del de tal m anera S a n t o D o m in g o , que en
IV dijo que este modo de o rar cedía en ella se recuerdan por su orden sucesivo
estas preces, los fieles empezaron a en- los misterios de Nuestra salvación, y
116 fervorizarse en la oración y que llega en este oficio de m editación se incorpo
ron a ser hombres distintos de lo que ra la mística corona, tejida de la saluta
antes eran; que las tinieblas de la here ción angélica, intercalándose la oración
jía se disiparon, y que la luz de la fe dominical a Dios Padre de Nuestro Se
brilló en su esplendor. P or último, G r e ñor Jesucristo. Nos, que buscamos un
g o r ioX III declaró que S a n t o D o m i n remedio a males parecidos, tenemos de
go había instituido el Rosario para recho a creer que, valiéndonos de la
apaciguar la cólera de Dios e implo m ism a oración que sirvió a S a n t o D o
rar la intercesión de la bienaventurada m in g o para hacer tanto bien, podrem os
Virgen María. ver desaparecer asimismo las calam ida
des que afligen a nuestra época.
5. León XIII y el momento actual.
Inspirado Nos en este pensam iento y 6. Mes de Octubre y festividad con
en los ejem plos de Nuestros predece sagrados al S. Rosario. P o r lo cual no
sores, hemos creído oportuno estable sólo excitamos vivamente a todos los
cer preces solemnes, elevándolas a la cristianos a dedicarse pública o priva
Santísim a Virgen en su Santo Rosario, dam ente y en el seno de sus fam ilias a
p ara obtener de Jesucristo igual soco recitar el Santo Rosario y a perseverar
rro contra los peligros que Nos am e en este santo ejercicio, sino que quere
nazan. Ya veis, Venerables Herm anos, mos que el mes de Octubre de este año
las difíciles pruebas a crue todos los se consagre enteramente a la Reina del
días está expuesta la Iglesia; la piedad Rosario. Decretamos por lo mismo y
cristiana, la m oralidad pública, la fe ordenam os que en todo el orbe católico
misma, que es el bien suprem o y el se celebre solemnemente en el año co
principio de todas las virtudes, todo rriente, con esplendor y con pompa, la
41, 7 E n c íc l c a “ Suprem i A po sto latus” 299
festividad del Rosario, y que desde el sima Virgen, por las necesidades de la
prim er día del mes de Octubre próximo Iglesia.
hasta el segundo día del mes de No 7. Exhortación final. ¡Obrad, pues,
viembre siguiente, se recen en todas las
Venerables Hermanos! Cuanto más os
iglesias curiales, y si los O rdinarios lo
intereséis por h o n rar a M a r ía y po r
juzgan oportuno, en otras iglesias y
salvar a la sociedad hum ana, más de
capillas dedicadas a la Santísim a Vir
gen, al menos cinco decenas del Rosa béis dedicaros a alentar la piedad de
rio, añadiendo las Letanías Lauretanas. los fieles hacia la Virgen Santísima,
Deseamos asimismo que el pueblo con aum entando su confianza en ella. Nos
curra a estos ejercicios piadosos, y que consideramos que entra en los designios
o se celebre en ellos el santo sacrificio providenciales el que en estos tiempos
de la Misa, o se exponga el Santísimo de prueba para la Iglesia florezca m ás
Sacram ento a la adoración de los fie que nunca en la inm ensa m ayoría del
les, y se de luego la bendición con el pueblo cristiano el culto de la Santísima
Virgen.
mismo. Será tam bién de Nuestro agra
do que las cofradías del Santísimo Ro Quiera Dios que excitadas por Nues
sario de María lo canten procesional tras exhortaciones e inflam adas por
m ente por las calles conform e a la anti vuestros llam am ientos las naciones
gua costumbre. Y donde por razón de cristianas, busquen, con ardor cada día
las circunstancias esto no fuere posible, m ayor, la protección de M a r í a : que se
procúrese substituir con la m ayor fre acostum bren cada vez más al rezo del
cuencia a los templos y con el aum ento Rosario, a ese culto que Nuestros ante
de las virtudes cristianas. pasados tenían el hábito de practicar,
no sólo como remedio siempre presente
a sus males, sino como noble adorno
Las indulgencias concedidas. En
de la piedad cristiana. La celestial Pa-
gracia de los que practicaren lo que
trona del género hum ano escuchará
queda dispuesto, y p ara anim ar a to
esas preces y concederá fácilmente a
dos, abrim os los tesoros de la Iglesia,
los buenos el favor de ver acrecentarse
y a cuantos asistieron en el tiempo sus virtudes, y a los descarriados el de
antes designado a la recitación pública
volver al bien y en trar de nuevo en el
del Rosario y las Letanías, y oraren
camino de salvación. Ella obtendrá que
conform e a N uestra intención, conce
el Dios vengador de los crímenes, in
demos siete años y siete cuarentenas de
clinándose a la clemencia y a la m ise
indulgencias por cada vez. Y de la m is
ricordia, restituya al orbe cristiano y
m a gracia queremos que gocen los que
a la sociedad, después de elim inar en
legítim am ente im pedidos de hacer en
lo sucesivo todo peligro, el tan apete
público dichas preces, las hicieren p ri
cible sosiego.
vadam ente. Y a aquellos que en el
tiempo prefijado practicaren al menos Bendición Apostólica. Alentado po r
diez veces en público, o en secreto, si esta esperanza Nos suplicamos a Dios
públicam ente por justa causa no p u por la intercesión de aquella en quien
dieren, las indicadas preces, y p u rifi ha puesto la plenitud de todo bien, y
cada debidam ente su alma, se acercaren le rogamos con todas Nuestras fuerzas,
a la Sagrada Comunión, les dejamos que derram e abundantem ente sobre
libres de toda expiación y de toda pena vosotros, Venerables Herm anos, sus ce
en form a de indulgencia plenaria. lestiales favores. Y como prenda de
Concedemos tam bién plenísim a re N uestra benevolencia, os damos de todo
misión de sus pecados a aquellos que, corazón, a vosotros, a vuestro clero y
sea en el día de la fiesta del Santísimo a los pueblos confiados a vuestros cui
Rosario, sea en los ocho días siguientes, dados la Bendición Apostólica.
purificada su alm a por medio de la Dado en San Pedro de Roma, el
confesión se acercaren a la Sagrada 1? de Setiembre de 1883, año sexto de
Mesa y rogaren en algún templo, según Nuestro Pontificado.
N uestra intención, a Dios y a la S antí LEON PAPA XIII.
4 2
m uchísim o que se la practique perpe viene que este modo de rezar ocupe
tua y asiduamente. Se alcanzan los fa nuevam ente aquel sitio de honor que
vores y se aplaca la ira de Dios rezan lograra m ucho ha, cuando todas las
do; Dios quiere que la confesión de sus fam ilias cristianas no dejaron pasar un
favores no sea sólo el fruto de su bon día sin rezar el Rosario.
dad, sino tam bién el de n u estra perse P or estas razones, Nos exhortam os a
verancia en el pedir. todos y los rogamos encarecidamente
Tal perseverancia es hoy m ucha más que insistan piadosa y asiduam ente en
necesaria que antes por cuanto tantos la costumbre del Rosario diario; asi
y tan graves riesgos, como decíamos, mismo declaramos que deseamos que
nos rodean por todas partes, los que en el templo principal de todas las
no podrán superarse sin la ayuda actual diócesis se rece diariam ente el Rosario
de Dios. Demasiados hom bres odian y en los templos de las Curias todos los
todo lo que se llam a Dios y su culto días festivos. P ara introducir y fom en
divino; a la Iglesia se combate no sólo tar este ejercicio de piedad podrán ser
por medios particulares, sino tam bién a de gran utilidad las fam ilias religiosas
m enudo m ediante institutos y leyes; a de las Ordenes y en especial, por cierto
la sabiduría cristiana se oponen las derecho propio, la Orden Dominicana.
temibles novedades de las ideas de tal Estam os seguros de que nadie de
modo que la salud pública y la de cada ningún modo faltará a tan fructuoso
uno ha de defenderse contra enemigos y noble deber.
acérrim os que se conjuraron intentarlo
todo con extrem adas fuerzas. Nos empero, en honor de la excelsa
Nos creemos que, abarcando m ental Madre de Dios M a r í a , para perpetua
mente la lucha de tantos combates, he m em oria de las preces con que por
mos de fijar la m ayor atención en doquiera se ha im plorado, durante el
Nuestro Señor Jesucristo, quien a fin mes de Octubre, el patrocinio del Co
de llevarnos a su im itación al entrar razón de María p ara perenne testim o
en agonía, rezaba con mayor fervor.3 nio de la inm ensa confianza que depo
sitamos en Nuestra Madre am antísim a,
3. Disposiciones sobre el rezo del para alcanzar m ejor de día en día su
Rosario y la invocación “R eina del propicia ayuda, queremos y decretamos
Santísim o Rosario” . De los varios m o que en las Letanías Lauretanas, des
dos de rezar y de las fórm ulas que sa pués de la inovcación: “Reina sin pe
ludable y piadosam ente se em plean en cado original concebida”, se añada la
la Iglesia Católica, es por m uchas razo alabanza: {<Reina del Santísimo Rosa
nes recom endable la que se llam a el rio, rogad por nosotros”.
Rosario Mariano. E ntre los motivos, Queremos pues que estas Letras
como en Nuestras Letras Encíclicas Nuestras queden firmes y válidas tales
afirm am os, se destaca m uchísim o el cuales son, de modo que para siempre
que el Rosario se instituyó especial valgan; írrito y nulo, empero, decreta
m ente p ara im plorar la protección de mos que sea lo que alguno acaso con
la Madre de Dios contra los enemigos tra este decreto intentare, sin que se
del Catolicismo; a este respecto nadie oponga nada en contrario.
ignora que p ara conju rar las calam i Dada en Roma junto a San Pedro
dades que afligían a la Iglesia fue este bajo el anillo del Pescador, a 25 de di
rezo m uchas veces de gran provecho. ciembre de 1883.
Pues no sólo en la devoción p articular
sino en la públicas circunstancias con LEON PAPA XIII.
4 3
1. Elogio de F ran cia católica. Las cés. Fueron grandes, en particular, las
grandes cosas que ha conseguido tanto alabanzas de I nocencio III y Grego
en la paz como en la guerra la nobilí rio IX. Aquellos grandes lum inares de
sima nación francesa, le h an dado la Iglesia elogiaron a vuestros antepa
para la Iglesia católica un renom bre de sados, diciendo el prim ero en una carta
m erecimientos, de los cuales no pere al Arzobispo de Reims: Nos amamos el
cerá la gratitud, ni cuya gloria ha de reino de Francia con especial predilec
extinguirse. Cuando en hora feliz, en ción, porque ha sobresalido sobre los
el reinado de Clodoveo, adoptó las demás por su respeto y adhesión hacia
instituciones cristianas, obtuvo el m uy esta Sede Apostólica y hacia Nos; y el
honroso testim onio y la recom pensa a otro, hablando del reino de F rancia en
un tiem po de su fe y piedad de ser una carta a S an L uis IX: Que no ha
llam ada hija mayor de la Iglesia. Desde podido ser separado por nada de su
entonces, Venerables H erm anos, vues piedad hacia Dios y su Iglesia; que ja
tros padres, por sus grandes y saluda más pereció en él la libertad de la Igle
bles em presas h an aparecido como los sia; que en ningún tiempo perdió allí 242
auxiliares de la Divina Providencia. la fe cristiana su natural vigor; y ade
Mas donde esto se hizo notar princi más, que por su conservación, los reyes
palm ente es en la defensa del nom bre y súbditos de dicho reino no han vaci
cristiano en todo el m undo, en la pro lado en derramar su sangre y en expo
pagación de la fe entre las naciones nerse a los mayores peligros.
bárbaras, en la conquista y defensa de
los Santos Lugares de Palestina. De 2. E n el m om ento actual se persigue
modo que con justicia existe aquel p ro el nom bre cristiano. Pues bien: Dios,
verbio: Gesta Dei per Francos. que es el autor de la naturaleza y del
P or esto, por su adhesión íntim a al cual los Estados de la tierra reciben la
nom bre católico, han podido participar recom pensa de sus virtudes y buenas
en alguna m anera de la gloria de la acciones, ha derram ado sobre Francia
Iglesia y establecer num erosas institu los abundantes dones de la prosperi
ciones públicas y privadas, en las cua dad: victorias en la guerra, artes en la
les se advierte en todo su vigor la paz, gloria del nom bre y autoridad en
fuerza de la Religión, de la beneficen el imperio. Que si, olvidándose Francia
cia y de la m agnim idad. Los P o n tí de sí m ism a en alguna m anera y a p a r
fices Romanos, Nuestros predecesores, tándose a veces de la m isión recibida
han solido enaltecer de m anera solem de Dios, se ha m ostrado hostil a la
ne estas virtudes de vuestros padres, y Iglesia, tam bién es cierto que, por una
correspondiendo a sus m éritos con so soberana merced, ni ha desfallecido ja
berana benevolencia, celebraron varias más, ni por m ucho tiempo ni com ple
veces con elogios el nom bre fra n tamente. Y plugo a Dios que saliese,
(•) Acta Sanctae Sedis, vol. XVI, págs. 241-248. (Véase la “Introducción” , pág. 208-209). — Los
números en el margen indican las páginas del texto original en ASS, vol. 16. (P. II.).
302 —
43, 3 E n c íc l ic a “ N o b il iss im a Gallorum Gens” 303
de la civil. Porque esos preceptos son conocimiento de las más grandes cosas
m uy propios p ara la conservación del que al mismo tiempo que pueden por
orden y p ara la salud de los negocios sí solas alim entar en los hom bres el
públicos. am or a la virtud, pueden por sí solas
también, regular los apetitos contrarios
4. La educación cristiana. Desde a la razón. Tales son las nociones so
luego, y en lo que concierne a la socie bre Dios creador, sobre Dios juez y
dad doméstica, im porta en gran m anera vengador, sobre las penas y recom pen
educar desde el principio, junto con las sas de la otra vida y sobre los celestia
enseñanzas hum anísticas, en los p re les auxilios que nos trajo Jesucristo,
ceptos de la Religión a los niños naci para cum plir santam ente y con celo
dos del m atrim onio cristiano, con cuya los deberes.
enseñanza se acostum bra a form ar al Si se desconoce esto, toda la cultura
hom bre desde la niñez. Separar la Re del espíritu será m alsana; los adoles
ligión de la enseñanza hum anística es centes, no acostum brados al tem or de
querer, en realidad, que los niños sean Dios, no podrán tener ninguna norm a
neutrales p ara lo que se refiere a sus de vida m oral, y no habiéndose opuesto
deberes con Dios. Ese método es falso jam ás a sus pasiones, serán m uy fácil
y m uy pernicioso, sobre todo en los mente inducidos a perturbar el Estado.
prim eros años, porque en realidad abre Vienen después las m áximas tan salu
el camino al ateísmo, m ientras que lo dables como ciertas que respetan a la
cierra a la Religión. Los padres que son sociedad civil y a las relaciones de los
buenos tienen el riguroso deber de velar derechos y deberes entre el poder reli
p ara que sus hijos, tan pronto como gioso y el poder civil.
comiencen a aprender, reciban las en
señanzas de la Religión, y a que en la 5. A rm onía de las dos sociedades
escuela no haya nada que ofenda a la perfectas. Pues así como en la tierra
integridad de la fe o de las costumbres. existen dos grandes sociedades; la una
La ley divina y la ley n atu ral hacen civil, cuyo fin último es procurar al
igualm ente una obligación de esta vo género hum ano el bien tem poral y te
luntad en la instrucción de la infancia, rreno, y la otra religiosa, que tiene por
y de ella no pueden descargarse los objeto conducir a los hom bres a aquella
padres por ningún motivo. felicidad verdadera, celestial, eterna,
La m isión educadora de la Iglesia. - para la cual hemos sido creados, así
Escuela neu tra. E n cuanto a la Iglesia, tam bién hay dos potestades, sometidas
custodia y protectora de la integridad las dos a la ley eterna y natural, y que
de la fe, debe, en virtud de la autoridad se arm onizan reciprocam ente en lo que
que p o r Dios su F undador, le ha sido se refiere al orden y gobierno de cada
dada, llam ar la atención de todas las una de ella.
naciones hacia la ciencia cristiana, y Ahora bien; siempre que se trate de
ver, por tanto, con sumo cuidado, en establecer una regla sobre algún asunto
qué reglas y preceptos se educa a la de este género (en el cual es conve
juventud puesta bajo su autoridad: por niente que cada uno de los dos poderes
eso ha condenado siempre y abierta establezca aquella regla atendiendo a
m ente las escuelas llam adas mixtas o razones distintas y por diversos proce
neutras, advirtiendo sin cesar a los pa dimientos) , siempre que se trate de
dres de fam ilia que vigilen en negocio alguna cosa de este orden será nece
saria la concordia entre ambos poderes,
de tan ta trascendencia. Cuando se obe
la cual es, al mismo tiempo, favorable
dece a la Iglesia en esto, se hace una
obra útil y se encuentra una fuente de al bienestar público.
bienestar público. Si esa concordia o acuerdo desapare
ciera, se seguiría una situación crítica
V erdades necesarias. E n efecto: e inestable, en la cual no podría subsis
aquellos cuya prim era edad no se fo r tir la tranquilidad ni de la Iglesia ni
m a en la Religión, crecen sin ningún del Estado.
43, 6-7 E n c íc l ic a “ N o b il iss im a Gallorum Gens” 305
Y hemos obrado así porque la santi de los bienes celestiales y de sus debe
dad y grandeza de Nuestro cargo apos res para con Dios; donde aprendan a
tólico Nos obligaban a ello; y porque conocer a fondo la Iglesia, y la escu
deseamos vivam ente que la Religión chen lo bastante para que puedan lle
transm itida por los antepasados se con gar a com prender que deben estar dis
serve en F rancia santa e inviolable. puestos a sufrirlo todo por su causa.
Con igual perseverancia Nos hemos
resuelto defender siempre en el p o r Colaboración de laicos y clérigos.
venir el catolicismo en Francia. Francia es rica en ejemplos de hom
bres ilustres que por la fe católica no
8. La cooperación del episcopado han rehusado prueba alguna, ni aun
francés. E n el cum plim iento de esta la pérdida de la vida. D urante la m ism a
justa em presa y de este deber, siempre torm enta que Nos hemos recordado,
hemos tenido Nos en vosotros, Vene m uchos hom bres hubo de una fe envi
rables H erm anos, valores auxiliares, diable, que m antuvieron con su valor
que obligados a deplorar la suerte de y con su sangre el honor nacional. Y
las congregaciones religiosas, habéis h e en Nuestros mismos días, Nos vemos
cho al menos lo que os era posible en Francia el valor bastándose a sí m is
para que aquellos que no habían m ere mo, gracias a Dios, en medio de las
cido menos del Estado que de la Igle persecuciones y desventuras.
sia, no sucumbiesen sin ser defendidos. El clero cumple los deberes de su
Ahora, y en la m edida que os perm i m inisterio con esa caridad que es pro- 247
tan las leyes, pondréis vuestra m ás viva pia de los sacerdotes, siempre pronta e
solicitud y constantes pensam ientos en industriosa para acudir en auxilio del
procurar a la juventud los medios de prójim o. Gran núm ero de seglares p ro
una buena educación. fesan pública y valerosam ente la fe ca
E n cuanto a los proyectos que m u tólica, dan testimonio a porfía de m u
chos p reparan contra la Iglesia, vos chas m aneras y continuam ente, de su
otros no habéis dejado de dem ostrar lo adhesión a esta Sede Apostólica; pro
perniciosos que serían p ara la sociedad veen con grandes gastos y con celo a
misma. la educación de la juventud; contribu
Nadie podrá, por todo esto, acusaros yen a satisfacer las necesidades públi
con razón de que obráis por el estímulo cas con una liberalidad y una benefi
de alguna consideración hum ana o de cencia adm irables.
hacer la oposición al estado de cosas
establecido; porque cuando se trata de 9. Aumento de vocaciones sacerdo
la gloria de Dios, cuando está en peli tales y ayuda laica. Pero estos bienes,
gro la salvación de las almas, vuestro que son un feliz presagio p ara Francia,
deber os llam a a defenderlas y a velar es necesario, no sólo conservarlos, sino
por ellas. acrecentarlos con com ún esfuerzo y con
Continuad, pues, prudente y firm e la m áxim a perseverancia de celo. An
mente sin apartaros de vuestra m isión te todo, es necesario procurar que
episcopal, enseñando los preceptos de se aum ente más y más el clero por
la doctrina del cielo, y m ostrando a los medio de abundantes reclutam ientos de
fieles el cam ino que deben seguir en hom bres dignos; que la autoridad de
medio de esta grande iniquidad de los sus Prelados sea sagrada para los sa
tiempos. cerdotes, y que tengan éstos por cierto
Preciso es que no exista entre todos que el m inisterio sacerdotal, si no se
sino un solo espíritu y un solo fin; y ejerciere bajo el magisterio de los Obis
puesto que la causa es com ún que no pos, no será santo, ni suficientemente
exista tam poco m ás que u na m anera provechoso ni honorable.
de obrar. Finalm ente: es preciso, para defensa
Cuidad de que en parte alguna fal de la Religión, ofrm ar bien a una élite
ten escuelas donde se enseñe a los de seglares que am an a la Iglesia, la
niños con el cuidado posible la ciencia común Madre de todos, y cuyas pala-
43, 10 E n c íc l ic a “ N o b il iss im a Gallorum Gens” 307
bras y escritos pueden ser de gran u ti necesario que los católicos, con gran
lidad para la salvaguardia de los dere celo de fe y piedad, compensen esta
chos católicos. P ara recoger, empero, perversidad de pensam ientos y de accio
los frutos deseados son absolutam ente nes; es necesario que atestigüen que
indispensables la unión de voluntades nada desean tanto como la gloria de
y el proceder uniform e en la acción. Dios, y que nada les es tan querido 248
como la Religión de sus padres. Que
Concordia entre todos. Sabido es aquellos singularm ente que más estre
que los enemigos nada desean tanto cham ente unidos a Dios viven en la
como las divisiones de los católicos; clausura de los monasterios, se exciten
que éstos se persuadan de que deben hoy más generosamente a la caridad y
evitar a toda costa las disensiones, re se esfuercen, por una hum ilde oración,
cordando aquellas palabras divinas, que por mortificaciones voluntarias y por
todo reino dividido entre sí perecerá W. su devoción, en hacernos a Dios p ro
Si es preciso p ara que se realice la picio. Con estos medios y con el auxi
concordia que cada uno renuncie a su lio divino resultará, tenemos confianza
opinión y a su juicio, que lo haga de en ello, que los que están en el error
buena voluntad, en vista de la autori abrirán ios ojos a la luz de la verdad,
dad común. Esfuércense constantem en y el nom bre francés florecerá de nuevo
te los escritores en conservar en todo en su antigua grandeza.
esta paz de los espíritus; prefieran ade
más a sus propias ventajas lo que con 10. Conclusión: Unión de la Sede
viene al interés com ún; defiendan las Rom ana y bendición. E n todo lo que
empresas comunes; obedezcan de buena hemos dicho hasta aquí, reconoced Ve
gana la dirección de aquellos a quienes nerables Hermanos, Nuestro corazón
el Espíritu Santo puso como Obispos paternal y la grandeza del am or que
para regir la Iglesia^, y no em prendan tenemos a toda Francia. Así, no duda
nada contra la voluntad de aquellos a mos de que este mismo testimonio de
quienes es necesario seguir como jefes N uestra gran solicitud servirá para con
cuando se combate por la Religión. firm ar y aum entar esta necesidad sa
ludable de la unión entre F rancia y la
Cam paña de oraciones y desagra Sede Apostólica, que ha procurado en
vios. F inalm ente, según lo que la Igle todos los tiempos tan num erosos y tan
sia ha hecho siempre en las circunstan grandes bienes para su com ún utilidad.
cias difíciles, el pueblo entero, bajo En la alegría que nos da este pensa
vuestra autoridad, no debe dejar de miento, Nos deseamos, Venerables H er
orar y suplicar a Dios, que vuelva manos, a vosotros y a vuestros conciu
sus m iradas a Francia, y que su m ise dadanos, la m ayor abundancia de do
ricordia triunfe de su cólera. Muchas nes celestiales, os damos tiernam ente
veces la M ajestad divina ha sido u ltra en el Señor la Bendición Apostólica, en
jada por la licencia, en el h ab lar y en prenda de estos dones y en testimonio
el escribir, y no faltan quienes, no sólo de N uestra particular benevolencia.
repudian con ingratitud los beneficios Dado en Roma, junto a San Pedro,
de Jesucristo, salvador de los hombres, el 8 de Febrero de 1884, año sexto de
sino que por u na ostentación de im pie Nuestro Pontificado.
dad proclam an que no quieren recono
cer el poder de Dios. Es absolutam ente LEON PAPA XIII.
vicios, en la seguridad de que así la igual condición en todo; que todos son
tendrán sujeta a su arbitrio para atre libres por naturaleza; que ninguno tie-
verse a todo. ne derecho de d ar órdenes a otro, y el
pretender que los hom bres obedezcan
9. La doctrina de los naturalistas. - a cualquier autoridad que no venga
Consecuencias para la vida de la fa de ellos mismos, es propiam ente ha-
milia. P o r lo que toca a la vida do cerles violencia. Todo está, pues, en
méstica, he aquí casi toda la doctrina m anos del pueblo libre; la autoridad
de los naturalistas. El matrimonio es existe por m andato o concesión del
un mero contrato, puede justamente pueblo; tanto que m udada la voluntad
rescindirse a voluntad de los contratan popular, es lícito destronar a los P rín
tes: la autoridad civil tiene poder sobre cipes aun por fuerza. La fuente de
el vínculo matrimonial. En la educación todos los derechos y obligaciones civi
los hijos nada hay que enseñarles co les está o en la m ultitud o en el Gobier-
mo cierto y determinado en punto de no de la nación, inspirada por supues-
religión: al llegar a la adolescencia co to en los nuevos principios. Convie-
rre a cuenta de cada cual escoger lo ne, además, que el Estado sea ateo; no
que le guste. Esto mismo piensan los hay razón para anteponer una a otra
m asones; no solamente lo piensan, sino entre las varias religiones, sino todas
que se em peñan, hace ya m ucho, en han de ser igualmente consideradas.
convertirlo en costum bre y práctica. En Y que todo esto agrade a los m aso
muchos Estados, aún de los llamados nes del mismo modo, y quieran ellos
católicos, está establecido que fuera del constituir las naciones según este m o
m atrim onio civil no hay unión legíti delo, es cosa tan conocida que no nece
ma; en otros la ley perm ite el divorcio; sita dem ostrarse. Con todas sus fuerzas
en otros se trab aja p ara que cuanto e intereses lo están m aquinando así
antes sea perm itido. Así apresurada hace m ucho tiempo, y con esto hacen
m ente se corre a cam biar la naturaleza expedito el camino a otros más audaces
del m atrim onio en unión inestable y p a que se precipitan a cosas peores, como
sajera, que la pasión haga o deshaga a que procuran la igualdad y comunión
su antojo. Tam bién tiene puesta la m ira de toda la riqueza, borrando así del
con sum a concentración de voluntades Estado toda diferencia de clases y tor-
la secta de los masones, en arrebatar tunas.
p ara sí la educación de los jóvenes.
Ven cuán fácilm ente pueden am oldar 11. Resumen de los errores: comba
a su capricho esta edad tierna y flexi ten a la Religión y a Cristo. B astante
ble, y torcerla hacia donde quieran, y claro aparece de lo que sum ariam ente
nada m ás oportuno p ara fo rm ar a la hemos referido qué sea y por dónde va-
sociedad u na generación de ciudadanos ya la secta de los masones. Sus princi-
tal cual se la forjan. P or tanto, en pu n pales dogmas discrepan tanto y tan cla
to de educación y enseñanza de los ram ente de la razón, que nada puede
niños nada dejan al m agisterio y vigi ser más perverso. Querer acabar con la
lancia de los m inistros de la Iglesia, Religión y la Iglesia fundada y conser
habiendo llegado ya a conseguir que vada perennem ente por el mismo Dios,
en varios lugares toda la educación de y resucitar después de diez y ocho si
los jóvenes esté en poder de hom bres glos las costumbres y doctrinas gentíli-
laicos y que al form ar sus corazones cas, es necedad insigne y audacísim a
nada se diga de los grandes y santísimos impiedad. Ni es menos horrible ni más
deberes que ligan al hom bre con Dios.10 tolerable el rechazar los beneficios que
con tan ta bondad alcanzó Jesucristo,
10. Consecuencias para la vida po no sólo a cada hom bre en particular,
lítica. Vienen en seguida los principios sino tam bién en cuanto viven unidos
de ciencia política. En este género esta en la fam ilia o en la sociedad civil,
tuyen los naturalistas, que los hom bres beneficio señaladísimo aun según el
todos tienen iguales derechos y son de juicio y testimonio de los mismos ene-
44, 11 E n c íc l ic a “H um anum Gen u s” 315
migos. En tan feroz e insensato propó Y los que quisieran a la sociedad civil
sito parece reconocerse el mismo im pla libre de todo deber religioso, claro está
cable odio y sed de venganza en que que obran, no sólo injusta, sino igno
arde Satanás contra Jesucristo. Así co rante y absurdam ente. Si, pues, los
mo el otro vehemente empeño de los hom bres por voluntad de Dios nacen
masones es destruir los principales fu n ordenados a la sociedad civil y a ésta
dam entos de lo justo y lo honesto, y es tan indispensable el vínculo de la
hacerse auxiliares de los que, a im ita autoridad que, quitando éste, por nece
ción del anim al, quisieran fuera lícito sidad se disuelve aquélla, síguese que
cuanto agrada, no es otra cosa que el mismo que creó la sociedad creó la
im peler al género hum ano, ignom inio autoridad. De aquí se ve que quien está
sa y vergonzosamente, a la extrem a revestido de ella, sea quien fuere, es
ruina. m inistro de Dios, y por tanto según lo
piden el fin y naturaleza de la sociedad
D esquician la sociedad dom éstica y hum ana, es tan puesto en razón el obe
civil. A um entan el m al los peligros que decer a la potestad legítima cuando
am enazan la sociedad doméstica y civil. m anda lo justo, como obedecer a la
Porque, como otras veces lo hemos ex autoridad de Dios, que todo lo gobier
puesto, hay en el m atrim onio, según na; y nada hay más contrario a la ver
el com ún y casi universal sentir de gen dad que el suponer en m anos del pue
tes y siglos, algo de sagrado y religioso: blo el negar la obediencia cuando le
veda adem ás la ley divina que pueda plazca.
disolverse. Pero si esto se perm ite, si
el m atrim onio se hace profano, necesa L a pretendida igualdad. De la m is
riam ente ha de seguirse en la fam ilia m a m anera nadie duda que todos los
la discordia, y la confusión, cayendo de hom bres son iguales si se m ira a su co
su dignidad la m ujer, y quedando in m ún origen y naturaleza, al fin último
cierta la prole acerca de su bienestar a que todos están encaminados, y a los
y de su fortuna. derechos y obligaciones que de ello em a
nan: m as como no pueden ser iguales
R efutación del aspecto antirreligio las capacidades de los hom bres, y dis
so. Pues el no cuidar oficialm ente tan m ucho unos de otros por razón de
para nada de la Religión, y en la adm i las fuerzas corporales o del espíritu, y
nistración y ordenación de la cosa pú- son tantas las diferencias de costum
427 folica no ten er en cuenta a Dios como bres, voluntades y tem peram entos, n a
si no existiese, es atrevim iento inaudito da más repugnante a la razón que el
aun en los mismos gentiles en cuyo co pretender abarcarlo y confundirlo todo,
razón y en cuyo entendim iento tan y llevar a las leyes de la vida civil tan
grabada estuvo, no sólo la creencia en rigurosa igualdad. Así como la p er
los dioses, sino la necesidad de un culto fecta constitución del cuerpo hum ano
público, que reputaban más fácil en resulta de la unión y composición de
contrar una ciudad sin fundam ento que m iem bros diversos, que disímiles, en
sin Dios. De hecho la sociedad hum ana form a y funciones, unidos y puestos
a que Nos sentimos naturalm ente incli en sus propios lugares constituyen un
nados fue constituida por Dios, autor organismo herm oso a la vista, vigoroso
de la naturaleza, y de El emana, como y apto para bien funcionar, así en la
de principio y fuente, toda la plenitud y hum ana sociedad es casi infinita la de
perennidad de los bienes innum erables semejanza de los individuos que la fo r
en que la sociedad abunda. Así, pues, man, y si todos fueran iguales y cada
como la m ism a naturaleza enseña a uno se rigiera a su arbitrio, nada h a
cada uno en particular a dar piadosa y bría más deforme que sem ejante socie
santam ente culto a Dios, por tener de dad; m ientras que si todos en distinto
El la vida y los bienes que la acom pa grado de dignidad, oficios y aptitudes
ñan, así, y por idéntica causa, incumbe arm oniosam ente conspiran al bien co
este mismo deber a pueblos y Estados. m ún, retratarán la imagen de una ciu-
316 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1884) 44, 12-14
diatam ente y en todas partes a los ex tropiezan con una suerte desafortunada
tremos, no ha de atribuirse a sus doctri y m ísera allí mismo donde tem erarios
nas y a su voluntad, sino a la virtud de la esperaban según sus deseos, próspera
la Religión divina, que no puede extin y abundante.
guirse, y a la parte m ás sana de los
hom bres, que, rechazando la servidum 14. La Iglesia y la potestad civil. La
bre de las sociedades secretas, resisten Iglesia, en cambio, como que m anda
con valor sus locos conatos.13* obedecer prim ero y sobre todo a Dios,
soberano Señor de todas las cosas, no
13. L a m áscara del enemigo. - La podría sin injuria y falsedad ser tenida
fingida am istad. ¡Ojalá juzgasen todos por enemiga de la potestad civil y u su r
del árbol por sus frutos, y conocieran padora de algún derecho de los P rín
la semilla y principio de los males que cipes; antes bien quiere se dé al poder
nos amenazan! Tenemos que habérnos civil, por dictam en y obligación de con
las con un enemigo astuto y doloso ciencia, cuanto de derecho se le debe:
que, halagando los oídos de pueblos y y el hacer dim anar de Dios mismo, con
Príncipes, se h a cautivado a unos y form e hace la Iglesia, el derecho de
otros con b landura de palabras y ad u m andar, da gran increm ento a la digni
laciones. Al insinuarse con los P rínci dad del poder civil y no leve apoyo
pes fingiendo am istad, pusieron la m ira para captarse el respeto y benevolencia
los masones en lograr en ellos socios y de los ciudadanos. Amiga de la paz la
auxiliares poderosos p ara oprim ir la mism a Iglesia, fom enta la concordia,
Religión católica, y p ara estim ularlos abraza a todos con m aternal cariño y
más acusaron a la Iglesia con porfiadí ocupada únicam ente en ayudar a los
sima calum nia de contender envidiosa hom bres enseña que conviene u n ir la
con los Príncipes sobre la potestad y justicia con la clemencia, el m ando con
reales prerrogativas. Afianzados ya y la equidad, las leyes con la m oderación;
envalentonados con estas artes, com en que no ha de violarse el derecho de
zaron a influir sobrem anera en los nadie, que se ha de servir al orden y
44, 15-17 E n c íc l ic a “H um anum Genus” 317
tranquilidad pública, y aliviar cuanto va separando por todas las venas de 430
se pueda pública y privadam ente la la sociedad. A vosotros toca defender
necesidad de los menesterosos. Pero la gloria de Dios y la salvación de los
éstos piensan, p ara servirnos de las p a hombres, y m irando a estos fines en
labras de A g u s t í n (1613) o quieren que se el combate, no ha de faltaros valor y
piense que la doctrina de Cristo no es fuerza.
provechosa para la sociedad, porque no Deben señalar las m alas artes m asó
quieren que el estado se asiente sobre nicas. V uestra prudencia os dictará el
la solidez de las virtudes, sino sobre la modo m ejor de vencer los obstáculos
impunidad de los vicios. Lo cual, pues y las dificultades que se alzarán pero
to en claro, sería insigne prueba de como es propio de la autoridad de
sensatez política y em presa conforme Nuestro ministerio el indicaros Nos
a lo que exige la salud pública que mismo algún medio que estimemos más
Príncipes y pueblos se unieran, no con conducente al propósito, quede sentado
los masones p ara destruir a la Iglesia, que lo primero que procuréis sea a rra n
sino con la Iglesia p ara quebrantar los car a los masones su m áscara para que
ím petus de los masones. sean conocidos tales cuales son; que los
pueblos aprendan por vuestros discur
15. Confirm ación de los decretos de sos y Pastorales, dadas con este fin, cuá
los Rom anos Pontífices. - Los rem e les son las m alas artes que sem ejan
dios. Sea como quiera, ante un m al tan tes sociedades emplean p ara adular y
grave y ya tan extendido lo que a Nos atraer, cuál la perversidad de sus opi
toca, Venerables Herm anos, es apli niones y cuál la torpeza de sus he
carnos con toda el alm a a la búsqueda chos. Que ninguno que estime en lo
de remedios. Y porque sabemos que la que debe su profesión de católico y su
m ejor y más firm e esperanza de rem e salvación, juzgue serle lícito por ningún
dio está puesta en la virtud de la Re título dar su nom bre a la secta m asó
ligión divina, tanto más odiada de los nica, como repetidas veces lo prohibie
masones cuanto más temida, juzgamos ron Nuestros Antecesores. Que a nin
ser lo principal el servirnos contra el guno engañe aquella honestidad fingi
com ún enemigo de esta virtud tan salu da; puede, en efecto, parecer a algunos
dable. Así, que todo lo que decretaron que nada piden los masones abierta
los Romanos Pontífices, Nuestros Ante m ente contrario a la Religión y buenas
cesores, p ara im pedir las tentativas y costum bres; pero como toda la razón
los esfuerzos de la secta m asónica, de ser y causa de la secta estriba en el
cuanto sancionaron p ara alejar a los vicio y en la maldad, claro es que no
hom bres de semejantes sociedades o es lícito unirse a ellos ni ayudarles de
sacarlos de ellas, todas y cada una de modo alguno.
estas cosas damos por ratificadas y las
confirm am os con N uestra autoridad 17. El clero y las instituciones. - In s
apostólica. Y confiadísimos en la bue trucción religiosa. Además, conviene
na voluntad de los cristianos, rogamos con frecuentes sermones y exhortacio
y suplicamos a cada uno en particular nes inducir a las m uchedum bres a que
por su eterna salvación que estimen se instruyan con todo esmero en lo
deber sagrado de conciencia el no a p a r tocante a la Religión, y para esto reco
tarse un punto de lo que en esto tiene m endam os m ucho que en escritos y ser
ordenado la Silla Apostólica. mones oportunos se expliquen los p rin
cipales y santísimos dogmas que encie
16. E xhortación a los Prelados. Y rran toda la filosofía cristiana. Con lo
a vosotros, Venerables Hermanos, os cual se llega a sanar los entendim ien
pedimos y rogamos con la m ayor ins tos por medio de la instrucción, y a
tancia que, uniendo vuestros esfuerzos defenderlos contra las múltiples for
a los Nuestros, procuréis con todo ah in m as del error y los varios alicientes con
co extirpar esta repugnante peste que que se brindan los vicios, singularmente
(13) S. Agustín, Epist. 137 (alias 3) a Volusiano, Gap. V, n. 20 (Migne PL. 33, col. 525).
318 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1884) 44, 18
y esto con adm irable sagacidad y m o rios todos unid©s en nefando consorcio
destia; cuanto menos quiere exhibirse, y por comunes ocultos designios, y unos
tanto es m ejor p ara ejercer la caridad a otros se excitan a todo malvado atre
cristiana y m ás oportuna p ara el alivio vimiento. Tan fiero asalto pide igual
de las miserias. defensa; es, a saber: que todos los bue
nos unan en am plísim a coalición de
19. La preocupación por la juven obras y oraciones. Les pedimos, pues,
tud. E n cuarto lugar, y para obtener por un lado que, estrechando las filas,
432 más fácilm ente lo que intentam os, con firmes y m ancom unados resistan los ím
el m ayor encarecim iento encom enda petus cada día más violentos de los sec
mos a vuestra fe y a vuestros desvelos tarios; por otro que levanten a Dios las
la juventud, esperanza de la sociedad. m anos y le supliquen con grandes gemi
Poned en su educación vuestro princi dos, para alcanzar que florezca con nue
pal cuidado, y nunca, por m ás que h a vo vigor la Religión cristiana, que goce
gáis, creáis haber hecho lo bastante la Iglesia de la necesaria libertad que
p ara preservar a la adolescencia de las vuelvan a la buena senda los descarria
escuelas y m aestros de que pueda te dos; y al fin, los errores abran paso a
merse el aliento pestilente de las sectas. la verdad, y los vicios a la virtud.
E xhortad a los padres, a los directores Tomemos por Nuestro auxilio y m e
espirituales, a los párrocos, a que insis diadora a la Virgen M a r ía Madre de
tan, al enseñar la doctrina cristiana, en Dios, ya que venció a Satanás en su
avisar oportunam ente a sus hijos y Concepción purísim a, despliegue su po
alum nos de la perversidad de estas so der contra todas las sectas impías, en
ciedades, y que aprendan desde luego a que se ven claram ente revivir la sobev^
precaverse de las fraudulentas y varias bia contumaz, la indóm ita perfidia y
artes que suelen em plear sus propaga los astutos fingimientos del demonio.
dores p ara enredar a los, hom bres. Y
aun no h arían m al los que prep aran a 21. Conclusión. Pongam os por in ter
los niños p ara bien recibir la prim era cesor al Príncipe de los Angeles del cie
comunión, en persuadirles que se p ro lo, S a n M i g u e l , que arrojó al abismo a
pongan y em peñen a no ligarse nunca los enemigos infernales; a S a n J o s é , es
con sociedad alguna sin decirlo antes poso de la Virgen Santísima, celestial
a sus padres, o sin consultarlo con su patrono de la Iglesia católica; los gran
confesor, o con su párroco. 20 des Apóstoles, S a n P e d r o y S a n P a b l o ,
sembradores de la fe cristiana y sus in
20. E xhortación: O rar. Bien cono victos defensores. En su patrocinio y en
cemos que todos Nuestros comunes afa la perseverancia de todos en la oración,
nes no b astarán p ara arran car estas confiam os que Dios acuda oportuna y 4
perniciosas semillas del campo del Se benignam ente al género hum ano, ex
ñor si desde el cielo el Dueño de la viña puesto a tan enormes peligros. Y en
no secunda Nuestros esfuerzos benigna prenda de los dones celestiales y de
mente. Necesario es, pues, im plorar con Nuestra benevolencia, con el m ayor
vehemente anhelo e instancia su pode am or os damos la bendición Apostólica
roso auxilio como y cuanto lo piden en el Señor, a vosotros, Venerables H er
la extrem a necesidad de las circunstan manos, y al Clero y pueblo todo con
cias y la grandeza del peligro. Leván fiado a vuestro cuidado.
tase insolente, regocijándose de sus Dado en Roma, junto a San Pedro,
triunfos, la secta de los masones, ni el 20 de abril de 1884, año séptimo de
parece poner ya límite a su im pertinen Nuestro Pontificado.
cia. Préstanse m utuo auxilio sus secta
LEON PAPA XIII.
ENCICLICA “SUPERIORE ANNO”(*}
(30-VIII-1884)
EXHORTANDO OTRA VEZ AL REZO DEL SANTO ROSARIO
LEON PP. XI I I
Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica
1. A catam iento de instrucciones causas que Nos im pulsaron, según de
anteriores. El año antecedente, como jam os dicho, a excitar la piedad pública
todos sabéis, decretam os por N uestra el año anterior, encaminamos Nuestra
Carta Encíclica que en todos los lugares solicitud tam bién en este año a exhor
del Orbe Católico, y p ara im petrar el tar a los pueblos cristianos, a que en
celestial auxilio en las tribulaciones de la m ism a form a de oración que se lla
la Iglesia, se celebrase el rezo solemne m a Rosario Mariano, perm anezcan per
del Santísimo Rosario a la gran Madre severantes invocando el valioso p atro
de Dios en todo el mes de Octubre. En cinio de la Gran Madre de Dios. Como
lo cual siguió Nuestro juicio el ejemplo sea tanta la obstinación en los propósi
de Nuestros predecesores, que en los tos de los enemigos del nom bre cristia
tiempos difíciles p ara la Iglesia, recu no, conviene que no sea m enor en sus
rrieron a la Virgen Augusta, con singu defensores la constancia de voluntad,
lares actos piadosos y acostum braron a para que supuesto el celestial auxilio y
im plorar su auxilio con reiteradas pre por la bondad de Dios, sea fructuosa
ces. Aquella N uestra voluntad fue en N uestra perseverancia.
todos los puntos obedecida con tanto Conviene recordar el ejemplo de Ju-
ardim iento y concordia de las almas, d i t , tipo de la Virgen pura, por cuyo
que brilló claram ente cuanto entusias medio, reprim ida la impaciencia de los
mo de piedad y Religión existe en el hebreos, quiso Dios que en el tiempo
pueblo cristiano, y cuanta y universal designado a su arbitrio, fuese liberada
esperanza pone en el patrocinio de la la oprim ida ciudad. Y tam bién el ejem
Virgen M a r í a . plo de los Apóstoles, que esperaron,
Esta m anifiesta piedad y fervor en perseverando unánim es en oración con
la fe no han sido pequeño consuelo en la Madre de Jesucristo los grandes do
medio de la m ultitud de pesares y nes del E spíritu Paráclito, que les h a
males que Nos oprime, y h a fortale bía sido promedito.
cido Nuestro ánimo p ara soportarlos
mayores, si a Dios place enviarlos. Pues Nuevas intenciones. Pues se tra ta
m ientras el espíritu de oración se de ahora, en los momentos presentes de
rram e en la casa de D a v i d y entre los una cosa ardua y grande, de hum illar
habitantes de Israel, abrigam os la espe en sus tiendas a un enemigo antiguo y
ranza cierta de que Dios será propicio form idable en la fuerza exaltada de su
y m isericordioso con las vicisitudes de poder; de vindicar la libertad de la
su Iglesia, y oirá las preces de los que Iglesia y de su Cabeza; de conservar
ruegan por medio de aquella, a la que y defender los principios en que des
El mismo quiso hacer dispensadora de cansa la seguridad y salvación de la
sus gracias. sociedad hum ana.
Debe procurarse, pues, que en estos
2. P erseverancia en el rezo del san luctuosos tiempos para la Iglesia, se
to Rosario. P o r lo que subsistiendo las conserve la piadosa y devota costum bre
(*) Acta Sanctse Sedis 17 (1884/85) 49-51. — Los números marginales indican las páginas del texto
original en ASS, vol. 17. (P. H.)
— 320 —
45, 3-4 E n c íc l ic a “ S u p e r io r e A n n o ” 321
de rezar el Rosario de la Virgen María mos, por cada vez una indulgencia de
principalm ente porque esta oración es siete años y siete cuarentenas.
tá com puesta de modo que Nuestra A los que en el tiempo mencionado
mente recorra todos los misterios de practicasen estos ejercicios diez veces
Nuestra salvación, y es m uy provecho al menos, sea públicam ente en las Igle
sa p ara fom entar el espíritu de piedad. sias, sea si hay justos motivos, en el
Y por lo que atañe a Italia, necesario recinto de su casa, y expiadas sus cul
es ahora con m ayor motivo im plorar pas en la confesión, recibieren la Sa
con las preces del Rosario el poderoso grada Comunión, otorgamos del Tesoro
patrocinio de la Virgen, por lo mismo de la Iglesia indulgencia plenaria. Y
que pesa sobre Nosotros una nueva ca esta misma indulgencia plenaria con
lamidad. El cólera asiático, franqueados cedemos a los que en el mismo día de
los térm inos ordinarios de su n a tu ra la fiesta de la Virgen del Rosario o en
leza/por perm isión divina, se extendió alguno de los ocho siguientes se lavasen
por im portantes puertos de Francia, de sus culpas y acudieran al celestial
invadiendo luego regiones de Italia. convite, y de igual modo orasen por
Preciso es acudir a María, a aquella Nuestra intención en alguna Casa de
que justam ente llam a la Iglesia salud, Dios, y rogasen a su Madre Santísima.
auxilio y protección, a fin de que p ro Finalm ente, queriendo atender tam
picia a las plegarias que le son agrada bién a todos los que se dedican princi
bles, se digne otorgarnos el im plorado palm ente en este mes de Octubre a las
socorro, y nos libre del im puro contagio.'labores agrícolas, concedemos que a
éstos puedan ser diferidas las prescrip
3. Rezo en el mes de N tra. Sra. del ciones y las indulgencias a los meses
Rosario. P o r lo que aproxim ándose el siguientes de Noviembre y Diciembre,
mes de Octubre, en el cual se celebra según el prudente arbitrio de los Ordi
en el orbe católico la fiesta de N uestra narios.
Señora del Rosario, establecemos y p re
ceptuamos lo mismo que el año ante 4. E xhortación y conclusión. No d u
cedente. Decretamos y m andam os que damos, Venerables Herm anos, que han
desde el l 9 de Octubre hasta el 2 de de responder a Nuestros cuidados fru
Noviembre, en todos los templos y ca tos lozanos y abundantes, principal
pillas dedicados a la M adre de Dios, o mente si lo que Nos plantam os y riega
en las que elija el Ordinario, se recen vuestra solicitud, recibe del mismo Dios
diariam ente al menos cinco decenas del gracias abundantes para su desarrollo.
Rosario y las letanías; si es por la m a Por cierto tenemos que el pueblo cris
ñana se rezarán durante la m isa; si tiano, oyendo Nuestra Apostólica Auto
es después de mediodía, se expondrá ridad, dará en el presente como en el
el Santísimo a la adoración de los fie pasado año, am plio testimonio de su
les y se verificará la aspersión según fe y piedad.
las rúbricas. Deseamos que las Cofra Sea propicia la Celestial P atrona in
días del Santísim o Rosario, en todas vocada por las preces del Rosario, y
partes donde las leyes lo consientan, Dios, oyendo sus ruegos, haga que qui
salgan en procesión solemne por las tada toda diferencia de opinión y res
calles, haciendo pública profesión de fe. taurada la cristiana doctrina en todas
las partes del orbe terrestre, obtenga
Las Indulgencias concedidas. P a ra mos de Dios la suspirada tranquilidad
que la piedad cristiana obtenga las de la Iglesia. Esperando este beneficio,
celestiales gracias del Tesoro de la Igle concedemos a vosotros, a vuestro Clero
sia, renovam os las mism as indulgencias y a los pueblos confiados a vuestra
concedidas el año pasado. P o r lo cual solicitud la Bendición Apostólica.
a todos los que asistieren en los días
referidos al rezo público del Rosario y Dado en Roma, de San Pedro, el
rogaren por N uestra intención, y aque día 30 de Agosto del año 1884, año
llos que impedidos por causa legítima séotimo de Nuestro Pontificado.
hicieran esto en particular, concede LEON PAPA XIII.
Encíclicas Pontificias 11
4 6
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
no instituir ni decretar nada que pueda persona había recibido del Padre, en
resultar contrario a su incolumidad. cargándole que la continuase en to
Esto mismo lo deben tam bién a los dos tiempos. Como el Padre me envió,
súbditos que gobiernan. E n efecto, to así también yo os envío(10\ Mirad que
dos los hom bres hemos nacido y sido estoy con vosotros todos los días hasta
concebidos p ara cierto fin últim o y su que se acabe el mundo (11\ Y así como
premo al cual hemos de dirigir todas Jesucristo vino a la tierra para que los
las aspiraciones y que se halla colocado hom bres tengan vida y la tengan en
en los cielos más allá de esta fragilidad abundancia10(12)13; del mismo modo, la
y brevedad de la vida. Iglesia tiene como fin propio la eterna
P or cuanto, empero, del sumo bien salvación de las almas, por esta razón
que mencionamos depende la más ca su naturaleza es tal que tiende a ab a r
bal y perfecta felicidad de los hom bres, car a todos los hom bres sin que la
es de tanto interés p ara cada uno de lim iten ni el espacio ni el tiempo. Pre\
ellos que m ayor no puede haber. La dicad el Evangelio a toda la c ria tu ra ^.
sociedad civil, pues, constituida p ara
procurar el bien común, debe necesa 8. Su gobierno. A esta m ultitud tan
riamente, a fin de favorecer la prospe inm ensa de hombres, asignó el mismo
ridad del Estado, prom over de tal m o Dios Prelados p ara que con potestad
do el bien de los ciudadanos que a la la gobernasen y quiso que uno solo
consecución y al logro de ese sumo e fuese el Jefe de todos, y fuese ju n ta
inconm utable bien, al que por n a tu ra m ente para todos el m áximo e infalible
leza tienden, no sólo no cree jam ás di Maestro de la verdad, a quien entregó
ficultades sino que proporcione todas las llaves del reino de los cielos. Te da
las facilidades posibles. ré las llaves del reino de los cielos^léK
La principal de todas consiste en h a
cer lo posible p ara conservar sagrada
Apacienta mis corderos... apacienta mis
e inviolable la religión cuyos deberes
ovejas(15). Yo he rogado por ti, para
unen al hom bre con Dios.
que no falle ni desfallezca tu /e (16L
más que la voluntad del pueblo, el cual ellas; no se tiene ninguna considera
como no depende sino de sí mismo, así ción a las leyes eclesiásticas, y a la Igle
él solo se da órdenes a sí mismo pe sia que, por orden y m andato de Jesu
ro elige personas a quienes se entrega, cristo, debe enseñar a todas las nacio
de tal m anera, sin embargo, que les nes, se le prohibe toda ingerencia en la
delega m ás bien el oficio de m andar y educación pública de los ciudadanos.
no el derecho, que sólo en su nom bre Aun en los asuntos que son de la
ejerce. Se cubre aquí con el m anto de competencia eclesiástica y civil, los go
silencio el poder soberano de Dios, ni bernantes civiles legislan por sí y a su
más ni menos como si Dios no exis antojo, y tratándose de la m isma clase
tiese, o no se preocupase p ara nada de de jurisdicción m ixta desprecian sobe
la sociedad del género hum ano, o como ranam ente las santísimas leyes de la
si los hom bres, ya individual ya colec Iglesia.
tivam ente nada debieran a Dios o se En consecuencia, avocan a su ju ris
pudiese concebir alguna form a de do dicción los m atrim onios de los cristia
minio que no tuviese en Dios su razón nos, legislando aun acerca del vínculo
de ser, su fuerza y toda su autoridad. conyugal, de su unidad y estabilidad;
20. L a concepción m oderna del E s usurpan las posesiones de los cléri
tado. De este modo, como se ve, eJ gos, diciendo que la Iglesia no tiene el
derecho de poseer; obran, en fin, de
Estado no es m ás que una m uchedum
bre que es m aestra y gobernadora de tal modo respecto de ella, que negán
sí misma, y como se afirm a que el pue dole la naturaleza y los derechos de
blo contiene en sí la fuente de todos una sociedad perfecta, la ponen en el
mismo nivel de las otras sociedades
los derechos y de todo poder, síguese
que existen en el Estado; y por consi
lógicamente que el Estado no se crea
guiente, dicen, si tiene algún derecho, si
deudor de Dios en nada, ni profese
alguna facultad legítima posee para
oficialm ente ninguna religión, ni deba
obrar, lo debe al favor y las concesio
indicar cuál es, entre tantas, la única
nes de los gobernantes.
verdadera, ni favorecer a una princi
palm ente; sino que deba conceder a Los conflictos y su finalidad. Si en
todas ellas igualdad de derechos, a fin algún Estado, con la aprobación de las
de que el régimen del Estado no sufra m ismas leyes civiles, la Iglesia ejerce
de ellas ningún daño. Lógico será dejar su jurisdicción y se ha estipulado p ú
al arbitrio de cada uno todo lo que se blicam ente entre am bas potestades un
refiere a religión, perm itiéndole que si Concordato, proclam an el principio de
ga la que prefiera o ninguna en abso que es preciso separar los asuntos de
luto, cuando ninguna le agrada. De allí la Iglesia de los del Estado, y esto con
nace, ciertam ente, lo siguiente: el crite el intento de poder obrar im punem ente
rio sin ley de las conciencias individua contra la fe jurada, y, apartados todos
les, los libérrim os principios de rendir los obstáculos, constituirse en árbitros
o no culto a Dios, la ilim itada licencia de todos los asuntos.
de pensar y de publicar sus pensa Mas como la Iglesia no puede sufrir
mientos. esto con resignación, ni puede, pues,
21. Las consecuencias. - T riste si abandonar sus deberes m ás sagrados y
tuación de la Iglesia. Admitidos es graves, y como categóricamente exige
tos principios, que frenéticam ente se el cum plim iento íntegro y fiel de la fe
aplauden hoy día, fácilm ente se com que se le ha jurado, a m enudo se origi
prenderá a qué situación m ás inicua se nan conflictos entre el poder eclesiástico
em puja a la Iglesia. y civil cuyo resultado es casi siempre
Pues, donde quiera la actuación res que aquél que con menos medios h u
ponde a tales doctrinas, se coloca al manos cuenta, sucum ba al más fuerte.
catolicismo en pie de igualdad con so De modo que en esta situación polí
ciedades que son distintas de ella o tica de que hoy día muchísimos se han
aun se lo relega a un sitio inferior a encariñado, ya se ha form ado una eos-
46, 22 E ncíclica ‘‘I mmortale D ei” 331
lum bre y tendencia, o de quitar com el m ayor de los absurdos, com prende
pletam ente de en medio a la Iglesia, o rán necesariam ente que las form as de
de tenerla atada y sujeta al Estado. En culto divino que se practican siendo
gran parte se inspira en estos designios tan distintas y de tanta disparidad, pug
lo que los gobernantes hacen. Las le nando entre sí aun en los puntos más
yes, la adm inistración pública, la en im portantes, no pueden ser igualm ente
señanza laica de la juventud, la incau aceptables, ni igualm ente buenas, ni
tación de los bienes, y la supresión de igualmente agradables a Dios.
las órdenes religiosas como la destruc
ción del poder tem poral de los Rom a El verdadero concepto de la liber
nos Pontífices, todo obedece al fin de tad. Del mismo modo, la facultad de
herir el nervio vital de las instituciones pensar cualquier cosa y de expresarla
cristianas, sofocar la libertad de la Igle en lenguaje literario, sin restricción
sia Católica y tritu ra r sus otros dere alguna, lejos de constituir en sí un bien
chos. del cual con razón la hum anidad se
II. Refutación gloríe, es m ás bien la fuente y el origen
de m uchos males.
22. Falsedad de tales principios. - La La libertad como virtud que perfec
soberanía del pueblo. La sola razón ciona al hom bre, debe versar sobre lo
Nos convence cuánto distan de la ver que es verdadero y bueno. Ahora bien,
dad estas concepciones acerca del go la verdad lo mismo que el bien no pue
bierno estatal. den m udarse al arbitrio del hom bre
Pues, la m ism a naturaleza enseña que sino que perm anecen siempre los m is
cualquier potestad en cualquier tiempo mos, no se hacen menos de lo que son
desciende de Dios como de su altísim a por naturaleza: inm utables. Cuando la
y augustísim a fuente. Aquella otra opi mente da el asentim iento a opiniones
nión (la soberanía popular autónoma) falsas y la voluntad abraza lo que es
si m uy bien se presta p ara procurar malo y lo practica, ni la mente ni la
halagos y encender m uchas pasiones, voluntad alcanzan su perfección, antes
sin embargo no se apoya en ninguna bien se desprenden de su dignidad n a
razón probable ni posee suficiente fuer tural y se despeñan a la corrupción.
za p ara asegurar la tranquilidad públi P or lo tanto, no debe m anifestarse ni
ca y el orden pacífico constante. El ponerse ante los ojos de los hom bres
hecho es que con estas doctrinas las lo que es contrario a la virtud y a la
cosas han llegado a tal punto que m u verdad; m ucho menos defenderlo por
chísimos recibieron como ley en la ju la fuerza y la tutela de la ley. Por cuan
risprudencia civil el derecho a rebelión. to sólo una vida bien llevada es el ca
Pues, prevalece la opinión de que los m ino que conduce al cielo, adonde nos
gobernantes no son sino delegados, lo dirigimos todos, el Estado se ap arta de
cual es necesario p ara que todo sin la norm a y ley naturales, cuando p er
distinción pueda m udarse m ediante el mite que la licencia de opinar y de
arbitrio del pueblo y amenace siempre obrar el m al tanto se corrom pa que
cierto miedo de disturbios. deje im punem ente desviarse las inteli
gencias de la verdad y el espíritu de la
Indiferentism o religioso. O p i n a r , virtud.
empero, acerca de la Religión que nada
im portan las entre sí distintas y aun Exclusión y opresión de la Iglesia.
contrarias form as de ella, equivale real P or eso, el excluir a la Iglesia, que Dios
mente, a confesar que no se quiere mismo fundó, de la vida activa, de las
ap robar ni practicar ninguna. Si esto leyes, de la educación de la juventud,
de nom bre se diferencia del ateísmo, de la sociedad doméstica, constituye un
en el fondo viene a ser lo mismo. Pues, gran y pernicioso error. No puede h a
quienes están persuadidos de que Dios b er una sociedad de m oral sana cuando
existe, con tal que quieran ser conse no tiene Religión; m ás sobradam ente
cuentes consigo mismos y no caer en de lo que quizás debiéramos, conoce-
332 E n c íc l ic a s d el PP, L eón XIII (1885) 46,_22_-24
mos lo que de suyo es y adonde con la religión lo que le plazca, que el juez
duce aquella filosofía de vida y m oral, de cada uno es únicam ente su propia
llam ada cívica. conciencia, que, además, cada cual pue
La Iglesia de Cristo es la verdadera de publicar lo que se le antoje y que
m aestra de la virtud y la salvaguardia igualmente es lícito m aquinar cambios
de la m oral; Ella es la que conserva políticos.
intactos los principios de donde se deri
van las obligaciones, y, proponiendo a Separación de la Iglesia y del Esta
los hom bres los más eficaces motivos do. Acerca de la separación entre la
para vivir honestam ente, m anda no sólo Iglesia y el Estado, decía el mismo
hu ir de las m aldades sino tam bién re Pontífice lo siguiente: No podríamos
prim ir los m ovimientos interiores con augurar bienes más favorables para la
trarios a la razón. Pretender que la Religión y el Estado, si atendiéramos los
Iglesia, aun dejando a un lado el ejer deseos de aquellos que ansian separar
cicio de su m isión divina, esté sujeta a a la Iglesia del Estado y romper la
la potestad civil, es, al mismo tiempo, concordia mutua entre los gobiernos y
una grave in ju ria y u na gran tem eri el clero; pues, manifiesto es cuánto los
dad; con ello se pertu rb a el recto orden, amantes de una libertad desenfrenada
pues las instituciones naturales se ante temen esa concordia, dado que ella
ponen a las sobrenaturales, elim inando siempre producía frutos tan venturosos
o por lo menos grandem ente dism inu y saludables para la causa eclesiástica
yendo u n sinnúm ero de bienes con que y civil(30K
la Iglesia, si se viese libre de toda traba, De la m ism a m anera, Pío IX, siem
colm aría la vida diaria; además, se da pre que se le presentó la oportunidad,
entrad a franca a las enemistades y lu condenó muchos de los errores que m a
chas cuyos grandes perjuicios para la yor influjo com enzaban a ejercer, m an
Iglesia y el Estado se ha podido com dando más tarde reunirlos en un catá
probar con dem asiada frecuencia. logo, a fin de que, en tal diluvio de
errores, los católicos tuviesen a qué
11L Condenación atenerse sin peligro de equivocarse^31^.
23. Reprobación de estas doctrinas 24. Principios fundamentales de la
por los Sumos Pontífices. Estas doctri doctrina católica sobre el Poder y el
nas que la razón hum ana no puede Estado. De estas declaraciones P o n ti
probar y que repercuten podero sí sima- ficias lo que, sobre todo, debe dedu
mente en el orden de la sociedad civil, cirse es lo siguiente: que la autoridad
han sido siempre condenados por los civil debe buscar su origen en el m is
Romanos Pontífices, Nuestros predece mo Dios, no en la m ultitud del pueblo;
sores, plenam ente conscientes de la res que el derecho a la revolución es con
ponsabilidad de su cargo apostólico. trario a la razón; que no es lícito a
Así G r e g o r io XVI, en su Carta E ncí los individuos como tampoco a los E s
clica que comienza Mirari Vos, del 15 tados prescindir de los deberes reli
de Agosto de 1832 condena en gravísi giosos ni del mismo modo sentirse obli
mos térm inos lo que entonces ya se gados a los diferentes cultos; que la
propalaba: que en m ateria de culto di ilim itada libertad de pensar y de jac
vino no había necesidad de escoger, tarse públicam ente de sus ideas no per
que cada cual es libre de opinar sobre tenece a los derechos de los ciudadanos
(30) Véase esta Colección: “Mirari Vos” 3, 20, la Iglesia, y los límites dentro de los cuales pue
pág. 43. da ejercitarlos.
(31) En el ‘'Syllabus” . Todas las proposiciones XXXIX. El Estado, como origen y fuente de
19-55 se refieren a los derechos de l a . Iglesia y todos los derechos, goza de cierto derecho del
el Estado; en esta Colección Encícl. 24, pág. 163 ss. todo ilimitado,
LeónXIII aduce aquí expresamente en la nota al LV. La: Iglesia se ha de separar del Estado, y
gunas, diciendo: el Estado de la Iglesia.
LXXIX. Es... falso que la libertad de cultos, y
XJLX. La Iglesia, no es una verdadera y perfecta lo mismo la amplia facultad concedida a todos de
sociedad completamente libre, ni goza de, dere manifestar abiertamente y en público cualesquiera
chos propios y constantes, conferidos por su Di opiniones y pensamientos, conduzca a corromper
vino Fundador; antes bien.,corresponde a la po más fácilmente las costumbres y los ánimos, y a
testad civil definir cuáles sean los derechos de propagar la peste del indiferentismo.
46, 25 E n c íc l ic a “ I m m o r t a l e D e i” 333
caradam ente en los asuntos del m uni no se opone a que se busquen medios
cipio y del hogar, cuanto concierne al para un m ayor decoro y bienestar de
honor, a la persona hum ana, a la con la vida; hay más, enemiga del ocio y de
servación de la igualdad de derechos la pereza, desea con toda el alm a que
para todos y cada uno de los ciudada los espíritus hum anos produzcan frutos
nos, de todo ello, la Iglesia Católica ha abundantes m ediante el ejercicio y el
sido siempre o la iniciadora, o la rea cultivo de sus facultades; estim ula toda
lizadora o la protectora, según lo ates clase de artes y oficios; dirige con su
tiguan los docum entos de pasadas eda espíritu todos los estudios de estas co
des. Siempre, pues, consecuente consigo sas a la holgura y bienestar, tratando
misma, si por u na parte rechaza la sólo de im pedir que la inteligencia y el
libertad inm oderada la que en los indi trabajo no aparten al hom bre de Dios
viduos y en los pueblos degenera en ni de los bienes celestiales.
licencia o esclavitud, por otra parte,
voluntaria y gustosam ente abraza los 26. L a verdad es m adre de la liber
adelantos que traen consigo los días tad. - Sólo el P ap a la enseña. Mas todo
con tal que signifiquen verdadera pros ello, aunque m uy razonable y prudente,
peridad de esta vida que es como la poco agrada a Nuestros tiempos, por
carrera a aquélla otra que nunca acaba. cuanto los estados no sólo no se adhie
De modo, pues, que la afirm ación de ren a la doctrina que enseña la sabidu
que la Iglesia rechaza las más recientes ría cristiana sino que parecen aun ale
conquistas de la vida pública y que en jarse cada día m ás de ella. Esto no
bloque repudia cuanto creara el genio obstante, como la verdad, una vez que
de Nuestros tiem pos no es sino una ca se ha anunciado suele, por su propia
lum nia vana y ayuna de verdad. Cier fuerza, difundirse am pliam ente e im
tam ente, rechaza las teorías insanas, pregnar poco a poco las mentes hum a
reprueba el nefando afán de alterar el nas, conscientes, por ello, de Nuestro
orden público, y particularm ente, aque suprem o y santísimo cargo, es decir,
lla disposición de ánim o en que se vis movidos por la Apostólica m isión que
lum bra el principio de la voluntaria cumplimos para con todos los pueblos,
apostasía de Dios. proclam am os con absoluta franqueza
toda la verdad, no como si no conocié
Mas como todo lo que es verdadero semos perfectam ente la m entalidad de
no puede proceder sino de Dios, cual los tiempos, o como si creyésemos que
quier verdad que el espíritu hum ano, habían de repudiarse los adelantos m o
en sus investigaciones, descubra la Igle dernos, sanos y útiles, sino porque que
sia la reconoce como cierta huella de remos que la m archa de la cosa pública
la m ente divina. Y dado que no hay en tenga despejado de tropiezos el camino,
el orden n atu ral ninguna verdad que y afianzado su fundam ento, y ello, m e
pueda d estru ir la fe en las enseñanzas diante la libertad genuina sin desm e
recibidas de Dios antes bien m uchas dro; pues, entre los hom bres la verdad
apoyan esta m ism a fe, y como todo es la m adre y óptim a guardiana de la
descubrim iento de verdad puede im pul libertad: la libertad os hará libres^K
sarnos a conocer y alabar al mismo
Dios, la Iglesia siempre acogerá gozosa C. - C o n c l u s io n e s d e o r d e n t e ó r ic o
y voluntariam ente todo cuanto ensan y PRÁCTICO
che el dominio de las ciencias, y con
diligencia favorecerá y adelantará, co I. En el orden de los principios
mo suele hacerlo, aquellas disciplinas 27. D eberes de los católicos. Si en el
que tra ta n de la explicación de la n a desarrollo tan difícil de las cosas, los
turaleza, no menos que otros ram os católicos escucharan Nuestra voz, como
del saber. debían hacerlo, verían fácilmente cuá
P or estos estudios, la Iglesia no se les son en la teoría y en la práctica las
fastidia si la m ente halla algo nuevo; obligaciones de cada uno.
(.36) Juan, 8, 32.
46, 27 E n c íc l ic a “ I m m o r t a l e D e i” 335
E n efecto, es necesario que todo lo con espíritu obediente observar sus le
que los Romanos Pontífices, en el orden yes, servir su causa, tra ta r de m antener
de los principios, enseñaron o han de incólumes sus derechos, y trab ajar para
enseñar en el futuro lo crean en toda que con igual piedad Ella sea honrada
su extensión con ánimo firme, y cuan y am ada por todos cuantos pueda m e
tas veces fuese m enester, lo proclam en diante su autoridad influenciar en a l
públicamente. Ante todo, débese tener el gún sentido.
criterio de la Sede Apostólica, y deben
todos sentir lo que ella siente respecto Consecuencias p a ra la vida pública.
de lo que llam an libertades en los tiem Tam bién interesa al bienestar público
pos más recientes conquistadas. H a de que los católicos cooperen con inteli
procurarse que su honesta apariencia gencia en la adm inistración m unicipal,
no engañe a nadie y ha de recordarse de que trabajen intensam ente en ella y
qué fuentes brotaron y con qué afanes consigan que en el orden público haya
suelen sostenerse y fom entarse. H arto facilidad a fin de que la juventud se
ya sabemos, además, por experiencia eduque en la religión y sana m oral
cuáles son los efectos que ellas surten como en justicia corresponde a cristia
en el Estado, pues engendran, sin in nos, de lo cual depende en gran parte
terrupción, frutos de que los hom bres la salud de cada uno de los Estados.
probos y expertos con razón se a rre Tam bién será generalmente, útil y
pienten. noble salir de este m arco más estrecho
Si, en efecto, existe en alguna partepara hacerse presente en un campo más
o si uno se im agina tal Estado en que am plio abarcando en su acción al m is
en form a perversa y tiránica se hace mo Estado supremo. Decimos general
ludibrio del cristianism o, y se lo com mente porque estas Nuestras norm as
para con este reciente género de E sta valen p ara todas las naciones. P or lo
do, de que hablam os, podría éste p are demás, puede suceder en algún caso
cer más tolerable. Los principios, sin que por gravísimas y m uy justificadas
embargo, en que, como antes dijimos, razones de ningún modo convenga (ne
se basa son, por supuesto, tales que de quáquam expedit), que los católicos
suyo por nadie pueden ser aprobados. intervengan en la adm inistración esta
tal y asum an funciones políticas(37>.
11. En la práctica Pero en general, como decíamos, él
Consecuencias p rácticas p a ra la vida no querer participar en absoluto en la
individual. La actividad puede desa cosa pública, sería ta n reprensible y
rrollarse, pues, ya en los asuntos p ri malo como el no ap ortar al bienestar
vados y domésticos, ya en los públicos. común, ningún esfuerzo diligente ni
E n el orden privado constituye el cooperación; tanto más cuanto que los
prim er deber el conform ar escrupulo católicos exhortados por la m ism a doc
samente la vida y las costum bres con trin a que profesan están obligados a
las norm as evangélicas, no rehusando cum plir en conciencia e íntegram ente
nada de lo que la virtud cristiana exija con su deber. Pues, de lo contrario, si
aunque sea un poco más difícil de su ellos quedan inactivos, fácilmente lo
frir y de tolerar. Además, todos deben grarán las riendas del poder aquéllos
am ar a la Iglesia, cual Madre común,73 que por sus ideas no ofrecen, cierta-
(37) La reserva que se nota y aún se expresa en viene, no interesa” . El abogado Grassi, en cam
este párrafo, se debe a las circunstancias especia bio, en un folleto que trataba del clero, de los
les del tiempo en que se escribió la presente liberales y el gobierno trazó los principios que
Encíclica y de la actitud que los católicos italia animaban a un grupo de católicos, enemigos de la
nos después de la usurpación de los Estados intransigencia, los que, con anuencia del Papa,
Pontificios asumían frente al reino Italiano. Desde se reunían en la residencia del conde Campe!lo
los, tiempos de Pío IX y en especial después de della Spina y cuya influencia, andando el tiempo,
la toma de Roma se había dado la consigna y se acentuaba hasta triunfar finalmente. El punto
aun la orden formal de la abstensión en los asun principal de su programa consistía en la renuncia
tos políticos nacionales, la cual don Margotti, al “Non expedit”, propugnando la misma libertad
escritor y teólogo condensaba en la célebre frase: de participar en los asuntos políticos nacionales
Ni elegidos ni electores, no quedándoles a los ca como la tenían en la administración municipal.
tólicos italianos sino la actuación en el terreno
municipal y en las obras religiosas y piadosas. Véase también la nota (2) del Motu Propio de
La consigna mencionada se cumplió hasta Bene s. Pió X, Fin dalla prima 19-XII-1903; en esta Co-
dicto XV con el nombre {‘Non expedit” , “no con- lecc. Encícl. 92, 4 pág. 705.
336______________________ E n c í c l i c a s del PP. L eón XIII (1885) _46. 28
sospechas injustas y las m utuas recri cuestiones de partido, sino que, unidos
minaciones. los ánimos y las aspiraciones, deben
esforzarse a conseguir lo que es propó
Sin concesiones a los errores m oder sito com ún de todos; es a saber: la de
nos. P o r lo cual, a fin de que la unión fensa y conservación de la Religión y
de los ánimos no se quebrante con la de la sociedad. Por lo tanto, si antes
tem eridad en el recrim inar, entiendan ha habido alguna división y contienda,
todos que la integridad de la verdad conviene relegarlas al olvido; si hubo
católica no puede en ninguna m anera alguna tem eridad o injusticia, quien
subsistir con las opiniones que se acer quiera que sea el culpable, hay que
can al naturalism o o al racionalismo, repararlo con m utua caridad y resar
cuyo fin últim o es arrasar, hasta los cirlo con sum a devoción de todos hacia
cimientos, a la Religión cristiana, y es la Sede Apostólica. De esta m anera, los
tablecer en la sociedad la autoridad del católicos, conseguirán dos cosas muy
hom bre, postergando la de Dios. excelentes: la una, el hacerse coopera
Tam poco es lícito cum plir sus debe dores de la Iglesia en la conservación
res de una m anera en privado y de otra y propagación de los principios cristia
en público, acatando la autoridad de la nos; la otra, el procurar el m ayor be
Iglesia en la vida particular y recha neficio posible a la sociedad civil, pues
zándola en la pública; pues esto sería ta en grave peligro a causa de las m a
mezclar lo bueno y lo malo, hacer que las doctrinas y de las perversas p a
el hom bre entable una lucha consigo siones.
mismo, cuando por el contrario, siem
E p íl o g o
pre ha de ser consecuente consigo m is
mo y nunca apartarse de la virtud cris 29. Conclusión y bendición. Estas
tiana en ninguna cosa ni en ningún son, Venerables Herm anos, las ense
género de vida. ñanzas que hemos creído conveniente
Mas si la controversia versase sobre dar a todas las naciones del orbe ca- 180
cosas m eram ente políticas, sobre la m e tólico, acerca de la constitución cristia
jo r clase de gobierno, sobre tal o cual na de los Estados y sobre los deberes
form a de organizar los Estados, podrá que competen a cada cual.
ciertam ente haber una honesta diversi Por lo demás, conviene im plorar con
dad de opiniones. La justicia no tolera Nuestras plegarias el auxilio del cielo,
que a personas cuya piedad es por otra y rogar a Dios que Aquel de quien es
parte conocida, y que están dispuestas propio ilum inar los entendimientos y
a acatar las enseñanzas de la Sede mover las voluntades de los hombres,
Apostólica, se les recrim ine el que pien conduzca al fin apetecido lo que desea
sen de distinta m anera acerca de las mos e intentam os para gloria suya y
cosas que hemos dicho. Y sería aun salvación de todo el género hum ano.
mucho m ayor la injusticia si se las acu Y como auspicio favorable de los bene
sase de haber violado, o héchose sospe ficios divinos y prenda de N uestra p a
chosas en la fe católica, como m ás de ternal benevolencia, os damos, con el
una vez lo hemos tenido que lam entar. m ayor afecto, Venerables Hermanos,
Tengan presente este precepto los que N uestra bendición a vosotros, al clero
suelen dar a la estam pa sus escritos, y y a todo el pueblo confiado a la vigi
en especial los redactores de periódicos. lancia de vuestra fe.
E vitar polém icas in tern as y luchas. Dado en Roma, en San Pedro del
Porque cuando se ponen en discusión Vaticano, día l 9 de Noviembre del año
cosas de tan ta im portancia como son de 1885 y octavo de Nuestro P onti
las que se tratan en el día, no hay que ficado.
d a r lugar a polémicas internas, ni a LEON PAPA XIII.
4MF
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1. U tilidad del Nuevo Jubileo. Lo vida pública tiene por únicos autores a
que por N uestra Autoridad Apostólica los hom bres, nace y m uere como ellos,
ya una y otra vez hemos determ inado, pues el hom bre suele grabar en sus
a saber; que en todo el orbe cristiano cosas el sello de sus costumbres y opi
se celebrase un Año Santo extraordi niones. A fin, pues, de que todos se
nario, ofreciendo p ara el provecho co penetren profundam ente de aquellas
m ún los tesoros de los dones celestiales, Nuestras enseñanzas, y principalm ente,
cuya concesión está en N uestra potes ajusten a ellas su vida ordinaria, se ha
tad; hemos juzgado conveniente otor de trab ajar porque todos se persuadan
garlo tam bién con el favor de Dios a pensar y obrar pública y privadam en
para el próxim o año. te como cristianos.
A vosotros, Venerables H ermanos,
que conocéis el estado actual de los 2. Motivos m ayores son los peligros
tiempos y de las costumbres, no os pue actuales. Y tanto m ayor esfuerzo han
de quedar oculta en m anera alguna la de hacer para lograrlo, cuanto m ayores
utilidad de esta medida. son los peligros que am enazan por to
dos lados. Cesaron en gran parte aque
F in especial: inculcar el régim en llas grandes virtudes de Nuestros abue
cristiano. Pero hay adem ás o tra espe- los; las pasiones, ya por sí impetuosas,
cialísima razón por la cual, m ás que han adquirido m ayor fuerza con la li
por otro concepto, esta determ inación cencia; el delirio de las opiniones, por
N uestra parece de m ayor oportunidad. ninguno o por m uy insuficientes frenos
Habiendo tratado en N uestra anterior com prim ida, se difunde m ás cada día;
Encíclica de cuánto im porta a la so aun de los que sienten rectam ente, m u
ciedad acercarse cada vez m ás a la ver chos, contenidos por vergüenza m al
dad y al régim en cristiano, se ve clara entendida, no se atreven a confesar con
m ente cuán conveniente es coadyuvar libertad sus creencias, y m ucho m e
con cuantos medios estén a Nuestro nos a ponerlas en práctica; la p rofu
alcance, a este Nuestro propósito, para sión de perniciosos ejemplos influye
aue los hom bres se inclinen o vuelvan continuam ente en las costum bres po
a las virtudes cristianas. La sociedad es pulares; las abominables asociaciones,
tal cual la form an las costum bres de por Nos mismo denunciadas en otra
los pueblos, y a la m anera que la p er ocasión, habilísim as en ardides m alva
fección de u n navio o u n edificio de dos, trab ajan cuanto pueden por do
pende de la bondad y buena disposición m inar al pueblo y apartarle y enaje
de sus partes, así tam bién el orden de narle de Dios, de los deberes sagrados
Jos intereses públicos no puede ser se y de la fe cristiana.
guro y recto si los ciudadanos no siguen
el buen camino. Todo aquello que en 3. Anuncio del sagrado jubileo. Ro
el orden civil y en lo que constituye la deados, pues, de tantos males, que aún
(*) Acta Sanctae Sedis, 18 (1885/86) 257-262. — Los números en el margen indican las páginas del
texto original en ASS, vol. 18. (P. H.)
— 338 —
47, 4-5 E n c íc l ic a “ Q u o d A u c t o r it a t e ” 339
resultan más graves por su m ism a du predicadores del Jubileo, deben ense
ración, no hemos de d ejar pasar n in ñ ar con diligencia y claridad al pueblo,
guna ocasión que ofrezca alguna espe que no sólo la ley Evangélica, sino la
ranza de aliviarlos. Con tal designio y m ism a razón n atural prescribe el deber
esperanza hemos de anunciar el sagra que tiene cada uno de dom inarse a sí
do Jubileo, avisando y exhortando a propio y tener enfrenadas las pasiones,
cuantos desean la salvación, p ara que y que las culpas no pueden expiarse
se recojan un poco, y levanten m ás alto sino por la penitencia.
sus pensam ientos apegados a la tierra.
Lo cual ha de ser saludable, no sólo a O rden T ercera F ranciscana. Y p ara 259
los individuos, sino a la sociedad tam que esta virtud se arraigue y dure, no
bién; pues cuanto cada uno adelante en dejaría de ser oportuno ponerla bajo la
la perfección de su espíritu, tanto más tutela y guarda de una Institución esta
añadirá de m oralidad y virtud a la vida ble. Fácilm ente comprenderéis, Venera
y costum bres públicas. bles Herm anos, que estas palabras van
dirigidas a que perseveréis en proteger
4. E sm erada prep aració n : a) P eniten y propagar en vuestras respectivas Dió
cia y tem planza. Com prenderéis em pe cesis la Orden Tercera de S an F ran
ro, Venerables Herm anos, que el de cisco, llam ada seglar. Mucho han de
seado éxito de este asunto depende en valer, en efecto, para conservar y fo
gran parte de vuestro celo y diligencia, m entar en el pueblo cristiano el espí
pues es necesario p rep arar conveniente ritu de Penitencia, los ejemplos y la in
y esm eradam ente al pueblo p ara que tercesión del V. Padre S an F rancisco
reciba como es debido los frutos que de Asís, que unió con la m ás perfecta
se le ofrecen. Así, pues, vuestra caridad inocencia tanto ardor de m ortificación
y sabiduría se encargará de confiar este de sí mismo, que parece llevaba la
asunto a sacerdotes escogidos, p ara que imagen de Jesucristo, no menos en la
instruyan al pueblo con piadosos ser vida y las costumbres, que en las llagas
mones acom odados a la com prensión im presas por Dios en su cuerpo. Las
de la m ayoría del pueblo, y principal leyes de esa Orden, que oportunam ente
mente le exhorten a la penitencia, que, hemos templado, son suavísimas, y tie
según S án Agustín , es la pena cotidia nen gran im portancia para la virtud
na de los fieles humildes y virtuosos, cristiana.
por la cual herimos nuestros pechos di
ciendo: Perdónanos nuestras deudas(D. 5. b) O ración y confianza. F u n d án
No sin motivo citamos en prim er lugar dose toda esperanza de salvación en
la penitencia, y la voluntaria m ortifica medio de tantas necesidades privadas
ción corporal, que es parte de ella. Co y públicas, en el patrocinio y am paro
nocéis el carácter de nuestro siglo: gusta del Padre Celestial, desearíam os tam
a los más vivir delicadam ente y no obrar bién en gran m anera que renaciese el
nada con virilidad y grandeza de alma. espíritu constante de oración unido con
Estos, cayendo en otras m uchas debili la confianza. En todos los momentos
dades, fingen con frecuencia pretextos solemnes de la sociedad cristiana, cuan
para quebrantar las saludables leyes de do la Iglesia, se vió oprim ida por peli
la Iglesia, alegando que se les impone gros externos o calam idades internas,
una carga superior a sus fuerzas al Nuestros predecesores, alzando los ojos
m andarles abstenerse de cierto género suplicantes al cielo, enseñaron conve
de m anjares, o ayunar unos pocos días nientem ente de qué modo y en dónde
al año. Enervados por esta costum bre, había de buscarse luz para el espíritu,
no es de m aravillar que poco a poco fuerza para la virtud y remedios ade
se entreguen del todo a los insaciables cuados a las circunstancias. Tenían
apetitos. P or tanto, es preciso excitar siempre ante los ojos aquellos p re
a la tem planza los ánimos decaídos o ceptos de J esucristo: Pedid y se os
propensos a la molicie; por lo cual los1 (Jará(2); conviene orar siempre y nunca
(1) S. Agustín, Epist. 108 (Migue PL. 33 [Episl. (2) Mat. 7, 7.
265} col. 1089).
340 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1885) 47, 6-7
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
í. El m otivo: la reconquista de Bu a la diligencia apostólica de I nocencio ,
dapest y festividad de San Esteban. y conseguida la cual comenzó a debili
Lo que desde hace tiem po deseábamos tarse el poder de los M ahometanos en
mucho, es decir, que pudiésemos por Europa. Ya antes de dicha época pro
medio de Letras N uestras hablaros co curaron Nuestros predecesores en an á
mo lo habíam os hecho con los Obispos logas circunstancias aum entar el pode
de algunas otras naciones, con el p ro río de H ungría con auxilios, consejos,
pósito de com unicaros Nuestras refle dinero y confederaciones. Desde Calix
xiones sobre lo que parecería oportuno to III hasta I nocencio XI m uchos son
p ara la prosperidad del cristianism o y los Romanos Pontífices, cuyo nom bre
la salvación de los húngaros, se cum podría citarse para encomio personal
plió en estos mismos días ofreciéndo como testimonio de esto. Baste uno sólo
senos u na oportunidad sin igual por para prueba: Clemente VIII, al cual
cuanto H ungría celebra con alborozo se dió testimonio público de agradeci
el segundo aniversario de la liberación miento, según decreto del suprem o con
de Buda. sejo del Reino, porque sólo él, abando
P ronto resonará entre los patrióticos nados y casi perdidos sus propios bie
aplausos de los húngaros, la p ara siem nes, con diligencia y esplendidez les
pre insigne alabanza de que vuestros prestó su ayuda cuando Estrigonia y
m ayores con arro jo y constancia lo Vincestgraz fueron rescatados del do
g raran recuperar su ciudad capital ocu m inio de los Turcos. Así pues, como la
pada por espacio de siglo y medio por Sede Apostólica no desam paró al linaje
los enemigos. E n m em oria de este be de los húngaros, cuando se hallaba en
neficio divino, I nocencio XI, Pontífice lucha con los enemigos de la religión 98
Máximo decretó, que el día posterior y las costum bres cristianas, así tam bién
a las calendas de Septiembre, fecha del en estos momentos en que el recuerdo
fausto acontecimiento, se celebraran en de narración tan feliz im presiona agra
todo el orbe cristiano solemnes cultos dablemente el ánimo, llena de gozo se
en honor de S an E steban, el prim ero une a vosotros en esa com unión de
de vuestros reyes apostólicos. justa alegría; y teniendo en cuenta la
diversidad de circunstancias, sólo anhe
La Santa Sede siem pre ayudó a lamos y pretendem os confirm ar al pue
H ungría. Dem asiado conocido es, por blo en la profesión católica y ayudar a
cierto, el poderoso influjo, no el último la vez, en la m edida de Nuestras fu er
en verdad, que la Sede Apostólica ejer zas, a disipar los peligros comunes; con
ció en tan fausto acontecimiento, n a lo cual conseguiremos prestar un ser
tural consecuencia de la preclara victo vicio a la salud pública.
ria obtenida tres años antes sobre el
mismo enemigo en Vindobona, y que 2. El suprem o don, la Religión Cató
no sin razón se atribuye en gran parte (*) lica. La m ism a H ungría es testim onio
(*) Acta Sanctae Sedis, yol. XIX, p. 97.
— 342 —
4 8 ,3 E n c íc l ic a “Q u o d m ultum ” 343
de que Dios no puede conceder a los nal de la Iglesia a los pueblos com arca
hom bres y las naciones ningún bien nos. Juntam ente con la fe católica reinó /
m ayor que recibir con su auxilio la en el rey apostólico, en los Obispos y
verdad católica y perseverar en ella. en todo el pueblo, una obediencia y
E n dicho beneficio, de suyo excelente, piedad hacia la Sede de Pedro; como
se incluye adem ás un conjunto de di asimismo aparece, confirm ada con per
versos bienes, con cuyo influjo no sólo petuos testimonios, una voluntad p ro
cada hom bre puede conseguir su felici picia y una paternal benevolencia por
dad en el cielo, sino que pueden las parte de los Romanos Pontífices para
naciones lograr tam bién la verdadera con 7os húngaros. Y hoy, en el decurso 99
prosperidad y grandeza. Penetrado de tantos siglos y acontecimientos, p er
bien de estas ideas el prim ero de los manecen por bondad divina las relacio
reyes apostólicos nada pedía a Dios nes de los prim eros tiempos, y aquellas
con tan ta vehemencia, nada en toda su virtudes de vuestros antepasados están
vida procuró con m ás empeño y rea vivas todavía en sus descendientes. Me
lizó con m ás constancia, que inculcar recen en verdad alabanza los trabajos
la fe católica a todo el reino y consoli empleados, no sin efecto, en el m iniste
darla desde un principio sobre estables rio episcopal; el alivio de las calam ida
fundam entos. Así pues, comenzó m uy des; el empeño puesto en defensa de
luego entre los Romanos Pontífices, re los derechos de la Iglesia; la constante
yes y pueblo de H ungría aquella co y anim osa voluntad en conservar la fe
rrespondencia de favores y deberes, cristiana.
que ninguna edad subsiguiente hizo 3. Los peligros comunes de hoy. Re
desaparecer. Estableció y fundó E ste cordando estas cosas se regocija el áni
ban el reino, pero la diadem a im perial
mo movido de la placidez de la alegría,
sólo la recibió del Romano Pontífice; por lo que a vosotros, Venerables H er
la autoridad pontificia le consagró rey, manos, y al pueblo húngaro enviamos
mas su reino fué por él ofrecido a la con agrado un aplauso merecido. Pero
Sede Apostólica; exigió con liberalidad no podemos pasar por alto y es una
no pocas sedes episcopales; creó m u cosa manifiesta, cuán funestos son por
chas instituciones piadosas; a cuyos doquiera los tiempos p ara la virtud,
favores correspondió a su vez la Sede cuántos los medios con que se combate
Aoostólica con sum a benevolencia e in a la Iglesia y cuán de tem er es, que,
dulgencia especial en m uchos asuntos. en medio de tanto peligro la com batida
Este santísim o m onarca sacó de su fe fe, llegue a debilitarse tam bién donde
y piedad la luz del consejo y la norm a era m ás firm e y ha echado profundas
más apta p ara el gobierno de la rep ú raíces.
blica, y no por otro título que por sus
asiduas oraciones alcanzó aquella fo rta El catálogo de males. Baste recordar
leza de ánimo, con que sofocaba las aquel funestísimo principio de los m a
criminales conspiraciones de los rebel les, las doctrinas del racionalismo y na
des y reprim ía, cuando vencedor, los turalismo diseminadas a m ansalva por
ím petus del enemigo. De esta m anera, todas partes. Añádanse los innum era
bajo los auspicios de la religión, nació bles atractivos de corrupción, la volun
vuestra patria y bajo su guía y custodia tad adversa de la potestad pública para
llegasteis, no sólo a la perfección, sino con la Iglesia o su com pleta separación,
que tam bién a la solidez y gloria del la audacia insana de las sectas clandes
imperio en su más alto grado. tinas y la form a de educar a la juven
tud desligada de toda relación a Dios.
Mutuo am or de la Iglesia y de H u n De aquí que ahora como nunca de
gría. E sta fe recibida como herencia ben los hom bres conocer y persuadirse
de su padre y rey la conservó H ungría completamente, no sólo de la utilidad,
incólume y santam ente, aun en las cir sino que tam bién de la necesidad de la
cunstancias m ás difíciles, cuando el religión católica para la tranquilidad y
pernicioso error separó del seno m ater salud pública.
344 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1886) 48, 4-5
mal, por ser m ás grave y hallarse más ridad del Cardenal P azmany, Arzobis
difundido que su oportuno remedio, po de Estrigonia, el cual fundó y en ri
vemos que engendra una generación queció con abundantes bienes el gran
indiferente a los bienes del alma, y Liceo católico Budapestino. Glorioso es
desprovista de religión y con frecuen recordar que un m onum ento tan céle
cia im pía. bre fué erigido por él c o n la p u r a y
Procurad, Venerables Herm anos, con s in c e r a in te n c ió n d e p r o m o v e r la r e l i
toda la energía posible, defender a vues g ió n c a tó lic a , y que fué confirm ado por
tra H ungría de calam idad tan grande. el rey F ernando II, c o n e l f in d e q u e
Instru ir a los jóvenes en las costum se c o n s e r v a r a in c ó lu m e la v e r d a d d e
bres y la verdad cristiana es de trascen la r e lig ió n c r is tia n a , d o n d e se h a lla b a
dencia tal, no sólo p ara la Iglesia, sino en v ig o r , se r e p a r a s e d o n d e se h a lla b a
tam bién p ara la república, que no pue d e c a íd a y se p r o p a g a r a p o r d o q u ie r a e l
de haber m ayor. Los que juzgan con c u lto d iv in o . No pasa desapercibido a
rectitud entienden m uy bien esto. Por Nos el valor y constancia, con que h a
esta razón que m uchísim os católicos de béis procurado, que estos centros de
distintas regiones, ardientem ente solí estudios nobilísimos continuaran su la
citos por la cristiana educación de sus bor, siendo lo que sus fundadores de
hijos, ponen en ello principal cuidado, searon, esto es, Institutos c a tó lic o s , cu
sin que los desanim en los gastos y tra ya adm inistración y magisterio se halla
bajos. No con otra intención m uchos ra bajo la potestad de la Iglesia y de
húngaros luchan tam bién por lo mismo los Obispos.
y lo ponen por obra; no obstante lo Sobre este particular os exhortam os
cual perm itid, Venerables Hermanos, de especial m anera a que no escatiméis
que excitemos más y más vuestro cui oportunidad alguna y a que arriesguéis
dado episcopal. todo, con el fin de lograr del todo este
Nos, en verdad, en atención a la gra honesto y noble propósito. Y lo conse
vedad del asunto, debemos desear y guiréis en atención a la piedad del Rey
querer, que en la educación pública de Apostólico y de los gobernantes de la
los jóvenes tenga libertad la Iglesia, república; ni es de presum ir se niegue
para cum plir aquellos deberes, que di a la Iglesia católica, lo que se ha con
vinam ente se le han confiado; ni pode cedido a las sectas cristianas disidentes.
mos menos de alentaros a que con Y si las circunstancias aconsejan la
esmero dirijáis a este asunto vuestra institución de nuevos centros o el incre
labor. mento de los establecidos, no dudam os
en modo alguno que sea vuestro deseo
Escuelas e institutos católicos. E ntre renovar los ejemplos de vuestros padres
tanto, am onestad una y otra vez a los e im itar su religiosidad. Más aún, ha
padres de familia, que no perm itan que llegado a conocimiento Nuestro que tal
sus hijos vayan a las escuelas elemen era ya vuestro pensam iento sobre la
tales donde pueda peligrar su fe cris oportuna palestra para la form ación de
tiana; procurad, asimismo, que haya m aestros inm ejorables. Nuestra súplica
escuelas recom endables por la pureza y exhortación es que tan saludable p ro
de educación y probidad de los m aes pósito, digno de vuestra ilustración y
tros, dirigidas por vuestra autoridad y virtud, con la ayuda de Dios, se lleve
la vigilancia del clero. Y esto debe en a cabo cuanto antes.
tenderse, no sólo de las escuelas de p ri
m era enseñanza sino que tam bién de 8. La educación de los futuros sa
los estudios y enseñanzas superiores. cerdotes. Mas si en la salud pública
A la piadosa liberalidad de los antiguos influye en gran m anera la educación
y en especial a la m unificencia de vues de los jóvenes en general, con m ayor
tros reyes y obispos se debe la erección razón debe esto decirse de los que aspi
de m uchos y nobles centros de ense ran al sacerdocio. A ellos principalm ente
ñanza. Florece entre vosotros en m e debéis atender, Venerables Herm anos;
m oria y elogio de la agradecida poste en este asunto debéis agotar la mayor
48, 9 E n c íc l ic a “ Q u o d m u l t u m ” 347
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
209 1. El ejem plo de las pasadas gene por un mes entero, el diario hom enaje
raciones. Sabéis m uy bien, Venerables de este piadoso ejercicio, tan grato a
H erm anos, cu ánta esperanza cifram os su corazón.
en la Virgen Santísim a que se llam a del En este santo y glorioso esfuerzo de
Rosario, a fin de obtener en estos tris piadoso culto Italia no fue la últim a
tes tiempos p ara el pueblo cristiano nación en que la devoción a la Virgen
salud y bienestar y p ara la Iglesia paz echara m uy profundas raíces y estu
y tranquilidad. Recordando, pues, que viese um versalm ente aceptada. No d u
en todas las calam idades que afligieron darem os que tam bién en este año, Ita
a la Iglesia, tanto los pastores como los lia dará el testimonio de su am or a la
fieles, henchidos de firm e esperanza excelsa Madre de Dios, proporcionán
solían acudir a la gloriosa Madre de donos nuevos motivos de regocijo y
Dios, auxilio poderosísimo de los cris consuelo.
tianos, en cuyas m anos están deposita
dos los tesoros de todas las gracias, y 3. Los peculiares m otivos del m o
teniendo igualm ente por cierto que la m ento presente y el privilegio de Italia.
piadosa devoción a la m isma Virgen Sin embargo, creemos ahora necesario
que bajo la advocación del Rosario im dirigiros, Venerables Hermanos, una
ploram os, resulta especialmente opor palabra de especial exhortación a fin
tuna para las necesidades de nuestros de que, con singular y renovado ahinco
tiempos, hemos propiciado con fervor se celebre y se santifique en todas las
y procurado con empeño que esta de diócesis de Italia el mes de Nuestra
voción se increm ente más y más por Señora del Rosario.
doquiera y se arraigue más hondam en No es difícil conocer las peculiares
te en los fieles de todo el orbe.2(*) razones que Nos mueven a urgir el
cum plim iento de este ejercicio. Desde
2. Los desvelos anteriores del Papa. el momento en que Dios nos llamó a
Ya a menudo, al aconsejar el ejercicio regir su Iglesia en la tierra, Nos esfor
piadoso del mes de Octubre en honor zamos en em plear todos los medios que
de la Santísim a Virgen, hemos expuesto sabíamos estaban en nuestras m anos
qué razones han de aducirse para él, y que nos parecían los más aptos para
qué esperanzas han de alentarse y qué santificar las alm as y para propagar el
modo ha de seguirse, y la Iglesia u n i reino de Jesucristo.
versal, en todas partes del m undo, es No excluimos de Nuestros cuidados
cuchando N uestra voz recibió Nuestra cotidianos ninguna nación ni ningún
exhortación con vivas m anifestaciones pueblo, recordando que el Divino Re
210 de piedad, y realm ente se p rep ara p ara dentor derram ó su preciosa sangre por
rendir a la m ism a Santísim a Virgen, todos los hom bres y que franqueó a
(*) ASS., 20 (18S7), 209-215, a doble columna, la 1? en italiano “ Vi é noto” , la 2? en latín. Carta
sobre el S. Rosario a los Obispos italianos. La traducción se ha hecho del latín para la 2? edición. No
aparece en la primera edición. — Los números marginales indican las páginas del texto original en
ASS, vol. 20. (P. H.)
— 354
&©„ 4-5 E n c íc l ic a “ V o s P r o b é N o s t is ” 355
211 todos la en trad a a su reino de gracia con aquella saludable eficacia que solí
y gloria. citam ente desearíamos y que por dere
Pero no se adm ire nadie que abrace cho Nos correspondería, a los males
mos al pueblo italiano con especial tan enormes un muro protector para
am or. El mismo Divino Maestro, Jesu la casa de Israel(1). Vosotros, pues, Ve
cristo eligió entre todas las regiones del nerables Hermanos, conocéis las condi
m undo a Italia p ara que fuese la sede ciones de vida a las cuales nos hallam os
de su Vicario en la tierra, decretando reducidos. Estas mismas razones nos
en los eternos designios de su Providen convencen de que tenemos m ayor ne
cia que Roma desem peñara el papel de cesidad de im plorar el auxilio y la p ro
cabecera del orbe católico. Por esta ra tección de la Santísim a Virgen, Madre
zón, pues, el pueblo italiano está desti de Dios.
nado por Dios p ara que viva más cerca
que nadie al gran Padre de la fam ilia 5. Ayuda de la Reina del Rosario.
cristiana y que más que nadie participe Su fiesta se eleva al rango de doble de
tanto de sus alegrías como de sus triste 2* clase. Los verdaderos italianos o ra
zas y tribulaciones. rán pues con fervor por sus herm anos
que andan errados y por el Padre co
4. A taques de los sectarios y la aflicm ún de todos, el Romano Pontífice, a
ción del P apa. Al presente existen, fin de que Dios, en su infinita m iseri
pues, en esta m ism a Italia im portantí cordia, reciba y escuche las plegarias
simos motivos que hunden Nuestro es comunes de los hijos y del Padre. Si
píritu en tristeza porque la fe y la se trata de conseguir esa merced, Nues
m oral cristianas, herencia la más pre tra más firm e confianza se apoya en
clara recibida de nuestros mayores, y la gloriosísima Reina del Rosario quien
en todo tiempo la principalísim a gloria ya luego desde el tiempo en que se
de nuestra P atria y de tantos italianos empezó a invocarla bajo este título, se
ilustres, son atacadas por cierta facción mostró como benignísim a auxiliadora
de hom bres ora en form a insidiosa y en todas las necesidades de la Iglesia y
casi oculta, ora abiertam ente y con des del pueblo cristiano.
vergonzado cinismo, intentando a rra n Ya en otra oportunidad hemos recor
car la fe y la m oral a los demás porque dado esas glorias y los insignes triu n
ellos las perdieron prim ero. fos logrados y conquistados sobre los 2U
En esto m ás que en cualquier otra Albigenses y otros prepotentes enemi
cosa se descubre fácilm ente la obra y gos del nom bre cristiano, glorias y
la conducta hostil de los sectarios y de triunfos que contribuyeron no solo al
los hom bres que de una m anera m ás o bienestar de la Iglesia, vehementemente
menos dócil y versátil se prestan como com batida y estrechada sino tam bién
instrum entos a su mano. Más que en a la prosperidad de los pueblos y n a
otros lugares, en esta urbe de Roma, ciones a que en la época presente tie
donde el Vicario de Cristo tiene su sede, nen derecho. ¿Cómo no habrá de volver
se concentran m ás audazm ente sus co a obrar, pues, la excelsa Virgen, en las
natos y desarrollándolos con toda su actuales calam idades que afligen a la
indóm ita ferocidad ejecutan sus diabó Iglesia los mismos prodigios de poder y
licos planes. bondad que antes, por la Iglesia, por
No será tam poco menester, Venera su cabeza y todo el orbe cristiano, con
bles Herm anos, m anifestaros qué tris tal que los pueblos fieles se empeñen
teza agobia Nuestro espíritu al ver en renovar los preclaros ejemplos que
212 cuántas alm as de Nuestros carísim os nuestros mayores dieran en iguales cir
hijos se hallan expuestas a tan graves cunstancias?
peligros. Es por esta razón que tenemos la in
Nuestra aflicción se acrecienta tanto tención y el propósito — a fin de que
más cuanto m ás penosam ente nos sen precisam ente esta Reina del Rosario sea
timos del todo impedidos p ara oponer, propicia al pueblo cristiano— de pro-
(1) Cfr. Ezequ. 13, 5.
356 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1887) 50, 6
seguir con siempre creciente fervor sus No es justo que disimulemos el hecho
honores bajo la advocación del Rosario que en el seno de la m ism a Italia,
y de aum entar su culto. P or eso, desde — aunque por la m isericordia de Dios
el año en curso y p ara siempre decre el sentido religioso en el pueblo de
tamos que se celebre en la Iglesia u n i Italia aun existe y se desarrolla am plia
versal la solem nidad del Rosario con m ente— comenzó a introducirse cual
rito doble, como dicen, de segunda cla serpiente, por el maléfico influjo de los
se. P o r el mismo motivo deseamos viva hom bres o de los tiempos, la así llam a
mente que el católico pueblo italiano en da indiferencia irreligiosa o el despre
todo tiempo y especialmente en el pró cio de los sagrados dogmas por cuya
ximo mes de Octubre se dirija con sin causa se disminuye paso a paso aque
gular afecto y piedad a esta excelsa Vir lla reverencia práctica y aquel am or
gen y haga dulce y suave violencia a filial que constituían el honor y la glo
su m aternal corazón, rogándola por la ria de nuestros mayores.
exaltación de la Iglesia y de esta Sede Quiera Dios logréis, Venerables H er
Apostólica, por la libertad del Vicario manos, excitar en el pueblo encomen
de Jesucristo en la tierra, y además por dado a vuestros cuidados el sentido
la paz y prosperidad públicas. cristiano, el fervor por la causa cató
6. E xhortación final al fervor. lica,
Y la confianza en la protección de la
puesto que es tanta m ayor, y más se Santísim a Virgen y finalm ente, el espí
gura, la eficacia de las plegarias cuan- ritu de oración. No cabe duda de que
214 to m ejor sea, al tiem po, la disposición esta invicta Reina responderá clem ente
m oral del que pide, os exhortam os, a la invocación de tantos e interiorm en
Venerables H erm anos, con instancia a te tan bien preparados hijos y a sus
que con todas las fuerzas de vuestros fervientes plegarias, consolará y levan
piadosos y religiosos corazones os em tará Nuestro afligido espíritu y favo
peñéis en desp ertar en el pueblo con recerá los piadosos esfuerzos por la
fiado a vuestros cuidados u na fe ro Iglesia y por Italia, concediendo a
busta, viviente y activa, y en devolver am bas aquellos m ejores tiempos de
lo por la penitencia a la gracia de Dios antaño.
y al fiel cum plim iento de todos sus de Animado por estos sentimientos os
beres religiosos, entre los cuales ocu im partim os, Venerables Hermanos, y a
pa — teniendo en cuenta las circuns todo el pueblo encomendado a vuestra
tancias del tiem po que vivimos— un solicitud la Bendición Apostólica como
lugar im portantísim o la seria y sincera prenda de los m ás exquisitos bienes y
profesión de fe y de m oral cristianas, celestiales dones.
por la cual profesión se vence todo Dado en el Vaticano, a 20 de Sep
falso respeto a los juicios hum anos y tiem bre del año 1887, de nuestro P o n ti
se p refieren a todo lo dem ás las cosas ficado el año décimo.
religiosas y la salvación eterna del
alma. LEON PAPA XIIL
51
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
natural, com prendidos en las leyes h u mente otra norm a y regla que la ley
m anas, no tienen fuerza tan sólo de eterna de Dios; y, si ha de tener nom
éstas, sino principalm ente com prenden bre verdadero de libertad en la sociedad
aquel im perio, m ucho m ás alto y augus misma, no ha de consistir en hacer lo
to, que proviene de la m ism a ley n a tu que a cada uno se le antoja, de donde
ral y eterna. E n sem ejantes leyes ape resultaría grandísim a confusión y tu r
nas queda al legislador otro oficio que bulencias, opresoras al cabo de la socie
el de hacerlas cum plir a los ciudadanos, dad; sino en que, por medio de las le
organizando la adm inistración pública yes civiles, pueda cada uno fácilmente
de m anera que, contenidos los perver vivir según los m andam ientos de la ley
sos y viciosos, abracen lo que es justo, eterna. Y la libertad, en los que gobier
apartados del m al por el tem or, o a lo nan, no está en que puedan m andar
menos, no sirvan de ofensa y daño a la tem eraria y antojadizam ente, cosa no
sociedad. Otras ordenaciones hay de la menos perversa que dañosa en sum o
potestad civil que no dim anan del de grado a la sociedad, antes bien, toda la
recho n atu ral inm ediata y próxim am en fuerza de las leyes hum anas ha de estar
te, sino rem otam ente y por modo indi en que se las vea dim anar de la eterna,
recto, y ordenan varias cosas, a las cua y no sancionar cosa alguna que no se
les no ha provisto la naturaleza sino de contenga en ésta como en principio
un modo general y vago. P or ejemplo, universal de todo derecho
m anda la naturaleza que los ciudadanos
ayuden a la tranquilidad y prosperidad Sapientísim am ente dijo San A g u s-
sino la autoridad de Dios que m anda y riguado no poder d u rar m ucho las
que veda; y tan lejos está este justísim o costum bres salvajes; antes bien m udar
señorío de Dios en los hom bres de qui se en breve la ferocidad en m ansedum
tar, o m erm ar siquiera la libertad, que bre y en luz de verdad las tinieblas de
antes bien la defiende y perfecciona; la barbarie. Tampoco ha dejado ele obli- 6°o
como que el dirigirse a su propio fin y gar la Iglesia con grandes beneficios a
alcanzarlo es perfección verdadera de los pueblos cultos, ya resistiendo a la
toda naturaleza; y el fin suprem o a que arbietrariedad de los perversos, ya ale
debe aspirar la libertad del hom bre, no jando de los inocentes y los débiles las
es otro que Dios mismo. injusticias; ya, por último, trabajando
porque en las naciones prevalezca una
2) E ncuentra su defensa en la Igle organización tal, que sea am ada de los
sia. ciudadanos por su equidad y tem ida de
los extraños a causa de su fuerza*5^.
9. La Iglesia en defensa de la liber
tad. A leccionada la Iglesia por las p a 10. La Iglesia defiende la autoridad
labras y ejem plos de su divino Autor, y obediencia a la ley. Es, adem ás, obli
ha afirm ado y propagado siempre es gación m uy verdadera la de prestar re
tos preceptos de altísim a y verdaderí- verencia a la autoridad y obedecer con
sima doctrina, m anifiestos a todos aun sumisión las leyes justas^6), quedando
por la sola luz de la razón, sin cesar así los ciudadanos libres de la injusticia
un punto de m edir por ellos su encargo de los inicuos, gracias a la fuerza y vi
y educar a los pueblos cristianos. En lo gilancia de la ley. La potestad legítima
tocante a las costumbres, la ley evan viene de Dios y el que resiste a la po
gélica no sólo supera con grande exceso testad resiste a la ordenación de Dios,
a toda la sabiduría de los paganos, sino con lo cual queda m uy ennoblecida la
que abiertam ente llam a al hom bre y le obediencia, ya que ésta se presta a la
form a p ara una santidad inaudita en más justa y elevada autoridad; pero
lo antiguo; y, acercándole más a Dios, cuando falta el derecho de m andar, o
le pone en posesión de una libertad se m anda algo contra la razón, contra
más perfecta. Tam bién se ha m anifes le ley eterna, o los m andam ientos divi
tado siempre la grandísim a fuerza de nos, es justo no obedecer a los hom
la Iglesia en guardar y defender la li bres, se entiende, pero obedecer a Dios.
bertad civil y política de los pueblos. Cerrado así el paso a la tiranía, no lo
Y en esta m ateria no hay p ara qué absorberá todo el Estado, y quedarán
enum erar los m éritos de la Iglesia. Bas salvos los derechos de los particulares,
ta recordar, como trabajo y beneficio de la familia, de todos los miembros de
principalm ente suyo, la abolición de la la sociedad, dándose a todos parte en
esclavitud, vergüenza antigua de todos la libertad verdadera, que está, como
los pueblos del gentilismo. hemos demostrado, en poder cada uno
vivir según las leyes y la recta razón.
Igualdad y fratern id ad ante la ley.
La igualdad ante la ley, la verdadera B) Los ERRORES DEL LIBERALISMO ACER
fraternidad de los hom bres las afirm ó CA DE LA LIBERTAD.
Jesucristo el prim ero, de cuya voz fué
eco la de los Apóstoles, que predicaban I. Origen del liberalismo y sus grados.
no haber ya judío, ni griego, ni escita,
sino todos herm anos en Cristo. Y es 11. La falsa libertad. Si los que a
tan ta y tan conocida la virtud activa cada paso disputan acerca de la liber
de la Iglesia en este punto, que donde tad entendieran la honesta y legítima,
quiera que estam pa su huella, está ave-*37 como acabam os de describirla, nadie
(5) Ya en “Quod. Apostolici", 28-XII-1878; en (6) En su carta “Longiquci oceani” con fecha
ésta Colecc. Encícl. 32, 4, pág. 226; en ‘Diutur- 6 de Enero de 1895 a los Obispos de Estados Uni
num illud” 29-VI-1881; en esta Colecc. Encícl. dos sobre el estado del catolicismo en su país
37 11-12 pág. 272-273; y en “Imortale Dei” 1-X- exhorta León XIII al Clero que recuerde al
1885; en esta Colecc. Encícl. 46 nrs. 1, 18, 22-25 pueblo “la obediencia a las leyes justas y a las
pág. 322, 329, 331, 333 enseñó León XIII análogos instituciones de la República” (ASS 27 [1894/951
conceptos. pág. 387-399).
51, 11 E n c íc l ic a “ L ib e r t a s ” 363
da su virtud p ara obrar el bien com ún; Refutación. Pero al decir esto, no
y la ley que establece lo que se ha de son en m anera consecuentes consigo
hacer y om itir, se deja al arbitrio de la mismos. Porque si, como ellos adm iten
m ultitud más num erosa, lo cual es una y nadie puede negar con derecho, se
pendiente que conduce a la tiranía. Re ha de obedecer a la voluntad de Dios
chazado el im perio de Dios en el hom legislador, por estar el hom bre todo en
bre y en la sociedad, es consiguiente la potestad de Dios, y tender a Dios,
que no hay públicam ente religión algu síguese que a esta potestad legislativa
na, y se seguirá la m ayor incuria en suya nadie puede ponerle límites ni
todo lo que se refiera a la Religión. Y modo, sin ir, por el mismo hecho, con
asimismo, arm ada la m ultitud con la tra la obediencia debida. O aun más,
creencia de su propia soberanía, se pre si el hom bre llegara a arrogarse tanto
cipitará fácilm ente a prom over tu rb u que quisiera decretar cuáles y cuántas
lencias y sediciones; y quitados los fre son sus propias obligaciones, cuáles y
nos del deber y de la conciencia, sólo cuántos son los derechos de Dios, ap a
quedará la fuerza, que nunca es bastan rentará reverencia a las leyes divinas,
te a contener, por sí sola, los apetitos pero no la tendrá de hecho, y su propio
de las m uchedum bres(9>. De lo cual es juicio prevalecerá sobre la autoridad y
suficiente testim onio la casi diaria lu providencia de Dios. Es, pues, necesa
cha contra los socialistas y otras turbas rio que la norm a constante y religiosa
de sediciosos, que tan porfiadam ente de nuestra vida se derive, no sólo de la
m aquinan por conm over hasta en sus ley eterna, sino tam bién de todas y cada
cimientos las naciones. Vean, pues, y una de las demás leyes que, según su
decidan los que bien juzgan, si tales beneplácito, ha dado Dios, infinitam en
602 doctrinas sirven de provecho a la li te sabio y poderoso, y que podemos se
bertad verdadera y digna del hombre, guram ente conocer por señales claras e
o sólo sirven p ara pervertirla y corrom indubitables. Tanto más, cuanto que
perla del todo. estas leyes, por tener el mismo princi
III. El liberalismo mitigado: doctrina y pio y el mismo autor que la eterna,
refutación. concuerdan del todo con la razón, p er
feccionan el derecho natural e incluyen
12. D octrina del liberalism o m ode el m agisterio del mismo Dios, que, pre
rado. Es cierto que no todos los fauto cisamente para que nuestro entendi
res del Liberalismo asienten a estas miento y nuestra voluntad no caigan en
opiniones, aterradoras por su misma error, rige a entram bos benignamente,
m onstruosidad, y que abiertam ente re guiándolos al mismo tiempo que les
pugnan a la verdad, y son causa evi ordena. Quede pues, santa e inviolable
dente de gravísimos males; antes bien mente unido lo que ni puede ni debe
muchos de ellos, obligados por la fuer separarse; y sírvase a Dios en todo,
za de la verdad, confiesan sin avergon como la m isma razón natural lo ordena,
zarse, y aun m uy de su grado afirm an con toda sumisión y obediencia.
que la libertad degenera en vicio y aun
en abierta licencia, cuando se usa de IV. El liberalsimo muy moderado: doc
ella destem pladam ente, postergando la trina y refutación.
verdad y la justicia, y que debe ser,
por tanto, regida y gobernada por la 13. El liberalism o “estatal” es más
recta razón y sujeta consiguientemente m oderado pero no m ás lógico. Algo
al derecho n atu ral y a la eterna ley di más m oderados son, pero no más con
vina. Mas juzgando que no se ha de secuentes consigo mismos, los que dicen
pasar más adelante, niegan que esta que, en efecto, se han de regir según las
sujeción del hom bre libre a las leyes, leyes divinas la vida y costum bres de
que Dios quiera im ponerle, haya de h a los particulares, pero no las del Estado.
cerse por otra vía que la de la razón Porque en las cosas públicas es perm i
natural. tido apartarse de los preceptos de Dios,
(9 ) E n la e n c í c li c a “Sapienliie Christianiv ” 10-1
-1890 v o lv e r á L eón X II I sob re este p u n to ; en e sta
C o le c c ió n , E n c íc lic a 50, 3 p á g . 397.
5 1 . 14 E n c íc l ic a “ L ib e r t a s ” 365
mos hablando, se le da facultad para dad. Esta religión es, pues, la que han
pervertir o abandonar im pune una obli de conservar los que gobiernan; ésta
gación santísim a, y tornarse, por lo la que han de proteger, si quieren, co
tanto, al mal, volviendo la espalda al mo deben, atender con prudencia y úl-
bien inconm utable; lo cual, como he mo deben, atender con prudencia y
mos dicho, no es libertad, sino depra últim am ente a la com unidad de los ciu
vación de ella y servidum bre del alma dadanos. La autoridad pública está, en 605
envilecida bajo el pecado. efecto, constituida para utilidad de sus
La libertad de cultos en el Esta súbditos; y aunque próxim am ente m ira
do(13). Considerada en el Estado la a proporcionarles la prosperidad de es
m ism a libertad, pide que éste no tribute ta vida terrena, con todo, no debe dis
a Dios culto alguno público, por no minuirles, sino aum entarles la facilidad
haber razón que lo justifique; que n in de conseguir aquel sumo y últim o bien,
gún culto sea preferido a los otros; y en que está la sem piterna bienaventu
que todos ellos tengan igual derecho, ranza del hombre, y a que no puede
sin respeto ninguno al pueblo, dado ca llegarse en descuidándose de la religión.
so que éste haga profesión de católico. 15. La religión fom enta la m oral
P ara que todo esto fuera justo, habría y, por ende, la libertad. Pero ya otras
de ser verdad que la sociedad civil no veces hem os hablado de esto m ás la r
tiene p ara con Dios obligaciones algu gam ente: ah o ra sólo querem os adver
nas, o que puede infringirlas im pune tir, que u n a libertad de este género
m ente; pero no es menos falso lo uno es dañosísim a a la libertad verda
que lo otro. No puede, en efecto, d u dera, tanto de los que gobiernan co
darse que la sociedad establecida entre mo de los gobernados. A m aravilla
los hom bres, ya se m ire a sus partes, aprovecha, por el contrario, la religión;
ya a su form a, que es la autoridad, ya como que pone en Dios el origen de la
a su causa, ya a la gran copia de utilida potestad, y gravísim am ente ordena, a
des que acarrea, existe por voluntad de los príncipes no descuidar sus deberes,
Dios, que es quien creó al hom bre para no m andar injusta ni acerbam ente, go
vivir en sociedad, y quien le puso entre bernar a su pueblo con benignidad, y
sus semejantes p ara que las exigencias casi con caridad paterna. Quiere que
naturales, que él no pudiera satisfacer los ciudadanos estén sujetos a los go
solo, las viera cum plidas en la sociedad. bernantes legítimos como a m inistros
Así es que la sociedad, por serlo, ha de de Dios, y los une a ellos, no solamente
reconocer como padre y autor a Dios, por medio de la obediencia, sino por el
y reverenciar y adorar su poder y su respeto y el amor, prohibiendo toda se
dominio. Veda, pues, la justicia, y vé dición y todo conato que pueda tu rb ar
dalo tam bién la razón, que el Estado el orden y tranquilidad pública, y que
sea ateo, o lo que viene a p a ra r en el al cabo son causa de que se estreche
ateísmo, que se haya de igual modo con m ayor freno la libertad de los
con respecto a las varias que llam an cuidadanos(14). No hay que decir cuán
religiones, y conceda a todas prom is to conduce la religión a las buenas cos
cuam ente iguales derechos. tum bres, y éstas a la libertad; puesto
que la razón dem uestra y la historia
Objetivamente debe fomentar la ver confirm a que, cuanto más m origeradas
dadera Religión que es útil para todos. son las naciones, tanto m ás prevalecen
Siendo, pues, necesario al Estado pro en libertad, en riquezas y en poderío.
fesar una religión, ha de profesar la
única verdadera, la cual sin dificultad II. Libertad de opinión.
se conoce, singularm ente en los pueblos 16. La libertad de expresión. Volva
católicos, puesto que en ella aparecen mos ahora algún tanto la atención h a
como sellados los caracteres de la ver- *32 cia la libertad de hablar y de im prim ir
(1 3 ) V é a s e “Mirari vos”, 1 5 -V II-1 8 3 2 ; e n e s t a (1 4 ) E n la E n c íc lic a “Quamquam pluries” , 15-
C o le c c . E n c íc l. 3 , 24, p á g . 44: “Quod apostolici” , V IT I-1889, s o b r e e l P a t r o c in io d e S a n J o s é i n s i s
2 8 -V II-1 8 7 8 ; e n e s t a C o le c c . E n c íc l. 3 2 ,6 p á g . 227; tir á n u e v a m e n t e L e ó n X II I e n e s t e p u n to ; e n e s t a
“Immoriale Dei”, l-X I -1 8 8 5 ; e n e s t a C o le c c . E n C o le c c . E n c íc l. 55, 5 p á g . 391.
c í c l. 4 6 „ n r s . 6, 17, 22 y 24, p á g . 324, 328, 331 y
332.
51. 17-18 E n c íc l ic a “ L ib e r t a s ’ 367
cuanto place. Apenas es necesario ne oprim ir la verdad, sino m uchas veces
gar el derecho a sem ejante libertad a investigarla y m anifestarla.
cuando se ejerce, no con alguna tem
planza, sino traspasando toda m odera III. Libertad de enseñanza.
ción y todo límite. El derecho es una
17. La falsa libertad de enseñanza.
facultad m oral que, como hemos dicho
y conviene repetir mucho, es absurdo No de otra m anera se ha de juzgar la
suponer haya sido concedido por la que llam an libertad de enseñanza. No
naturaleza de igual modo a la verdad y puede, en efecto, caber duda de que
al error, a la honestidad y a la torpeza. sólo la verdad debe llenar el entendi
Hay derecho p ara propagar en la so miento, porque en ella está el bien de
las naturalezas inteligentes y su fin y
ciedad libre y prudentem ente lo verda
perfección; de modo que la enseñanza
dero y lo honesto p ara que se extienda
no puede ser sino de verdades, tanto
al m ayor núm ero posible su beneficio;
para los que ignoran como para los que
pero en cuanto a las opiniones falsas,
ya saben, para dirigir a unos al cono
pestilencia la más m ortífera del enten
cimiento de la verdad y conservarlo en
dimiento, y en cuanto a los vicios, que
los otros. P or esta causa, sin duda, es
corrom pen el alm a y las costumbres, es
deber propio de los que enseñan, librar
justo que la pública autoridad los co
de error a los entendim ientos y cerrar
híba con diligencia p ara que no vayan
con seguros obstáculos el camino que
cundiendo insensiblem ente en daño de
conduce a opiniones engañosas. Por
la mism a sociedad. Y las m aldades de donde se ve cuánto repugna a la razón
los ingenios licenciosos, que redundan esta libertad de que tratam os, y cómo
en opresión de la m ultitud ignorante, ha nacido para pervertir radicalm ente
no han de ser menos reprim idas por los entendim ientos al pretender serle lí-
la autoridad de las leyes que cualquiera cito enseñarlo todo según su capricho;
injusticia cometida por fuerza contra
licencia que nunca puede conceder al
los débiles. Tanto más, cuanto que la público la autoridad del Estado sin in
inm ensa m ayoría de los ciudadanos no fracción de sus deberes. Tanto más,
puede de modo alguno, o puede con cuanto que puede m ucho con los oyen
suma dificultad, precaver esos engaños tes la autoridad del m aestro, y es ra rí
y artificios dialécticos, singularm ente simo que pueda el discípulo juzgar, por
cuando halagan las pasiones. Si a todos sí mismo, si es o no verdad lo que
es perm itida esa licencia ilim itada de explica el que enseña.
h ablar y escribir, ” \ a será ya sagrado
e inviolable; ni aún se perdonará a 18. Concepto de la verdadera lib er
aquellos grandes principios naturales tad de enseñanza. P o r lo cual es ne
tan llenos de verdad, y que form an co cesario que esta libertad no salga de
mo el patrim onio com ún y juntam ente ciertos térm inos, si ha de ser honesta,
nobilísimo del género hum ano. Oculta es decir, si no ha de suceder impune-/
así la verdad en las tinieblas, casi sin m ente que la facultad de enseñar se
sentirse, como m uchas veces sucede, trueque en instrum ento de corrupción.
fácilmente se enseñoreará de las opinio
nes hum anas el erro r pernicioso y m úl Dos clases de verdades. Pero las ver
tiple. Con lo cual recibe tan ta ventaja dades acerca de las que ha de versar
la licencia como detrim ento la libertad, únicam ente la doctrina del preceptor,,
que será tanto m ayor y m ás segura son de dos géneros: naturales y sobre
cuanto m ayores fueren los frenos de la naturales. Las naturales, como son los
licencia. P or lo que dice respecto a las prim eros principios y los deducidos in
cosas opinables, dejadas por Dios a las m ediatam ente de ellos por la razón,
disputas de los hom bres, es perm itido, constituyen un como patrim onio co
sin que a ello se oponga la naturaleza, m ún del género hum ano, y;) puesto que
sentir lo que acom oda y librem ente h a en él se apoyan como en firm ísim o
blar de lo que se siente, porque esta fundam ento las costumbres, la justicia,
libertad nunca induce al hom bre a la religión, la misma unión social, nada
368 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1888) 51, 18
sería tan impío, tan neciamente in h u No hay oposición entre ciencia y fe.
m ano como el dejar que sea profanado P or este camino, desterrada la supers
y disipado. tición miserable, se renovó el orbe se
Ni ha de conservarse menos religio gún la cristiana sabiduría. Pero como
samente el preciosísimo y santísimo te- la razón claram ente enseña que entre
607 soro de las cosas que conocemos por las verdades reveladas y las naturales
habérnoslas revelado el mismo Dios. no puede darse oposición verdadera,
Las principales se dem uestran con m u y así que cuanto a ellas se oponga, ha
chos e ilustres argum entos, de que usa de ser por fuerza falso, por lo mismo
ron con frecuencia los Apologistas, co dista tanto el magisterio de la Iglesia de
mo son: el haber Dios revelado algunas poner obstáculos al deseo de saber y
cosas; el haberse hecho carne el Unigé al adelanto en las ciencias, o de re ta r
nito de Dios p ara dar testimonio de la dar de algún modo el progreso y cultu
verdad; el haber fundado el mismo ra de las letras, que antes les ofrece
Unigénito una sociedad perfecta, que abundantes luces y segura tutela. Por
es la Iglesia, de la cual es cabeza El la mism a causa es este m agisterio de
mismo, y que prom etió estar con ella no escaso provecho a la m ism a per
hasta la consum ación de los siglos. fección de la libertad hum ana; puesto
que es sentencia de Jesucristo, Salvador
Los m aestros de la verdad: El P adre nuestro, que el hom bre es hecho libre
y Jesucristo. A esta sociedad quiso que por la verdad, cognoscetis veritatem et
quedaran encom endadas cuantas ver veritas liberabit vos, “conoceréis la ver
dades enseñó, con la condición de que dad y la verdad os hará libres U5b)# No
las guardase, las defendiese y con auto hay, pues, motivo para que la libertad
ridad legítima las enseñase; y a la vez genuina se indigne y la verdadera cien
ordenó a todos los hom bres, que obede cia lleve a m al las justas y debidas leyes
cieran a su Iglesia no menos que a El con que la Iglesia y la razón a una exi
mismo, teniendo segura los que así no gen que se pongan lím ites a las ense- 608
lo hicieran su perdición sem piterna. ñanzas de los hom bres; antes bien la
Consta, pues, claram ente, que el m ejor Iglesia, como a cada paso atestiguan los
y m ás seguro m aestro del hom bre es hechos, al hacer esto prim era y princi
Dios, fuente y principio de toda verdad, palm ente para proteger la fe cristiana,
y tam bién el Unigénito, que está en el procura tam bién fom entar y adelantar
seno del Padre, y es camino, verdad, todo género de ciencias hum anas. Bue
vida, luz verdadera que ilum ina a todo no es, m irado en sí mismo, y laudable,
hom bre, y a cuya enseñanza han de y debe buscarse lo escogido de la doc
prestarse todos dócilmente: et erunt trina; y toda erudición que sea origina
omnes docibiles Dei (na). da de un recto juicio y está conform e
L a Iglesia. Pero, en punto de fe y con la verdad de las cosas, sirve no
de costum bres hizo Dios a la Iglesia poco para ilustrar las mismas cosas que
partícipe del m agisterio divino, y, por creemos por revelación divina.
beneficio tam bién divino, libre de error; El hecho es que a la Iglesia se deben
por lo cual es la más alta y segura estos verdaderam ente insignes benefi
m aestra de los m ortales, y en ella reside cios: el haber conservado gloriosamente
el derecho inviolable a la libertad de los m onum entos de la antigua sabidu
enseñar. Y, de hecho, sustentándose la ría; el haber abierto por todas partes
Iglesia con la doctrina recibida del cie asilos a las ciencias; el haber excitado
lo, nada ha antepuesto al cum plim iento siempre la actividad del ingenio, fom en
exacto del encargo que Dios le ha con tando con todo empeño las mismas
fiado; y más fuerte que las dificultades artes de que tom a ese tinte de urbani
que por todas partes la rodean, no ha dad nuestro siglo. P or último, no ha
aflojado un punto en defender la liber de callarse que hay un campo inmenso,
tad de su magisterio. patente a los hombres, en que poder
[15a] J u a n C, 45. [15!>] J u a n 8, 32.
51, 19-20 E n c íc l ic a “ L ib e r t a s ” 369
contra la justicia por el cambio de las m oderadam ente popular, salva siempre
costum bres y los falsos juicios. Ningún la doctrina católica acerca del origen y
tiempo hay que pueda estar sin religión, ejercicio de la autoridad pública. Nin
sin verdad, sin justicia, y como estas gún género de gobierno es reprobado
cosas suprem as y santísim as han sido por la Iglesia, con tal que sea apto para
encom endadas por Dios a la tutela de la utilidad de los ciudadanos; pero
la Iglesia, nada hay tan extraño como quiere, como tam bién lo ordena la n a
el pretender de ella que sufra con disi turaleza, que cada uno de ellos esté
m ulación lo que es falso o injusto, o constituido sin injuria de nadie, y sin
sea connivente en lo que daña a la gularm ente dejando íntegros los dere
religión. chos de la Iglesia.
Tom ar parte en los negocios públi
23. Deducciones de la doctrina ca cos, a no ser donde por la singular
tólica. Síguese de lo dicho que no es condición de los tiempos se provea otra
lícito de ninguna m anera pedir, defen cosa, es honesto; y aun más, la Iglesia
der, conceder la libertad de pensar, de aprueba que cada uno contribuya con
escribir, de enseñar, ni tam poco la de su trabajo al común provecho, y cuan
cultos, como otros tantos derechos da to alcancen sus fuerzas defienda, con
dos por la naturaleza al hom bre. Pues serve y haga prosperar la cosa pública.
si los hubiera dado en efecto, habría
derecho p ara no reconocer el imperio E pílogo
de Dios, y ninguna ley podría m oderar
la libertad del hom bre. Síguese tam 24. Exordio y Bendición. Estas co
bién que, si hay justas causas podrán sas, Venerables Hermanos, que en cum
tolerarse estas libertades, pero como de plimiento de Nuestro oficio apostólico,
term inada m oderación, p ara que no hemos enseñado, llevando por guía a
degeneren en liviandad e insolencia. un tiempo la fe y la razón, confiamos
Donde estas libertades estén vigentes, han de ser de fruto para no pocos, en
usen de ellas p ara el bien los ciudada especial juntándose a los Nuestros vues
nos, pero sientan de ellas lo mismo que tros esfuerzos. Nos, por cierto, en la
la Iglesia siente. Porque toda libertad hum ildad de Nuestro Corazón, alzamos
puede reputarse legítima, con tal que a Dios los ojos suplicantes, y con todo
aum ente la facilidad de obrar el bien; fervor le pedimos que se digne conce
fuera de esto, nunca. der benignam ente a los hom bres la luz
de su sabiduría y de su consejo, para
Colaboración con el Estado liberal. que, fortalecidos con su virtud, puedan
Cuando tiranice o amenace un gobier en cosas de tanta m onta discernir la
no, que tenga a la nación injustam ente verdad y consiguientemente vivir, se
oprim ida, o arrebate a la Iglesia la li gún ella pide, en privado, en público,
bertad debida, es justo pro curar al E s en todos tiempos y con inconmovible
tado otro régimen con el cual se pue constancia. Como presagio de estos ce
da obrar librem ente; porque entonces lestiales dones, y testimonio de N uestra
no se pretende aquella libertad inm o benevolencia, a vosotros, Venerables
derada y viciosa, sino que se busca Hermanos, y al Clero y pueblo que
algún alivio p ara el bien com ún de cada uno de vosotros preside, damos
todos; y con esto únicam ente se pre am an tí sim am ente en el Señor la Apos
tende que allí donde se concede licen tólica Bendición.
cia p ara lo malo, no se im pida el dere Dado en Roma, junto a San Pedro,
cho de hacer lo bueno. el día 20 de Junio del año 1888, de
Ni es tampoco, m irado en sí mismo, Nuestro Pontificado el undécimo.
contrario a ningún deber el preferir
p ara la república un modo de gobierno LEON PAPA XIII.
52
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1. Significado de las Bodas de oro que se hallan aun fuera de la única
sacerdotales del Papa y sus plegarias. arca de salvación, que es la Iglesia.
Que el día del 50? aniversario de Nues Lo hicimos con la intención de que
tro sacerdocio, hace poco celebrado, todas las gentes y pueblos se congrega
brillara conform e al íntim o deseo de la ran en la fidelidad del vínculo de la
iglesia, lo atribuim os como es debido a caridad, y entraran con mayor presteza
la inm ensa benignidad de Dios, cuyo en el único rebaño que está bajo un
arbitrio y voluntad providentísim a go solo pastor(2). Esto con gemidos se lo
bierna toda vida hum ana. pedimos, pues, a Nuestro Señor Jesu
Del mismo modo, nadie sino Aquel cristo en la solemne m isa de canoniza
cuyo om ním odo im perio dom ina las ción recién celebrada.
mentes, voluntades y corazones, nadie
sino Aquel que dirige y encam ina los 2. La Iglesia triunfante y purgante.
acontecimientos hacia la glorificación Nos hemos elevado Nuestros ojos tam
de la Religión cristiana podía excitar bién a la Iglesia triunfante y solemne
por doquiera, a propósito de Nuestro m ente decretam os y tributam os a los
día, tanta unanim idad de festejos, de héroes cristianos, de quienes felizmente
sobreabundante liberalidad y de m ani ya conocimos, después de los trám ites
festaciones públicas de alegría. de derecho, las excelsas virtudes y m i
lagros, a unos los sumos honores de
Era, ciertam ente, un acontecimiento los santos y a otros el culto de los bea
preclaro y m em orable por el cual los tos, a fin de que Dios uniera, en la
enemigos de la Iglesia, aunque desga comunión de la dicha, la Jerusalén que
nados y contra su voluntad, podían con está en los cielos con la que peregrina
sus propios ojos ver cómo la vida divi en la tierra.
na de la Iglesia y su fuerza nacida de Y p ara que, con la ayuda de Dios, se
Dios seguía floreciendo, y de este modo, corone todo ello, quisimos extender el
obligadamente, se sentían convencidos m inisterio de N uestra apostólica cari
de que la gente impía en un intento, del dad que incluye la plenitud del tesoro
todo insano, clamaban y vanamente infinito espiritual, a aquellos que m u
maquinaban contra Dios y su Cristo(1>. rieron la m uerte de los justos y aban
Pero para que se difundiera, tan go donaron la milicia de esta vida señala
zosamente como fuese posible, la m e dos con el signo de la fe e injertados
m oria y provecho de este divino bene en el tronco de la m ística vida, pero
ficio, abrimos, p ara toda la grey que en tal estado que encontraran cerrada
Nos está confiada, los tesoros de las la puerta del descanso eterno m ientras
celestiales gracias; tam poco omitimos, no hubiesen pagado, por las deudas
naturalm ente, el im plorar los dones de contraídas, el último m aravedí a la ju s
la divina m isericordia sobre aquellos ticia divina vengadora.
(*) A. S. S. 20 (1888) 417-419. No figura en la 1? edición. Trad. esp. para la 2? edición. — Los nú
indican las páginas del texto original en ASS 20. (P. H.)
m e ro s en e l m a r g e n
á ) Cfr. Act. 4, 23; Ps. 2, 1. (2) Cfr. J. 10, .16; Ose. 11, 4.
— 373 —
374 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1888) 52, 3
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
rador h a destacado cabe Nos, añadien cosas, las de los cielos y las de la tie-
do que Nos dirigiríam os una carta a rra(4>, y restituyendo a la vez, toda la
los Obispos del Brasil referente a los progenie de Adán, sacándola de la p ro
pobres esclavos <2>. funda ruina de la com ún culpa, al gra
do prístino de dignidad. Muy acertada
2. De la peor esclavitud, el pecado. mente observa S an Gregorio Magno a
Nos hacemos, ciertam ente, las veces de este propósito: “Por cuanto nuestro Re
Cristo, Hijo de Dios quien, abrazando dentor, el Hacedor de las criaturas re
con tanto am or al género hum ano no conciliado, quiso asumir la naturaleza
solo no se negó asum ir nuestra n atu humana con el fin de destruir, por me
raleza y en trar en trato con nosotros dio de su divinidad, la cadena de la
sino que, después de su encarnación, esclavitud que nos oprimía y de resti
sintió agrado en llam arse Hijo del tuirnos a la libertad, hacemos bien
Hombre, testim oniando así pública nosotros en disolver, mediante la ma
m ente que se había identificado con numisión, la libertad a los hombres
nuestra m anera de ser “para anunciar creados libres desde un principio por
la libertad a los cautivos” y luego, la naturaleza, pero sometidos por el
después de haber rescatado al género derecho de las gentes al yugo de la
hum ano de la peor esclavitud, que es esclavitud con que se sustituía la liber
la del pecado, reuniendo en sí todas las*23 tad en que habían nacido”^ .
desempeñas cuando se trata de la salvación de corresponde igualmente la libertad, sancionada no
las almas. menos por el derecho cristiano que por la ley
Ahora bien, de tus cartas colegimos que de día natural. Si algunos incriminan a la Iglesia el que
en día se incrementa tu celo y fervor por este en alguna época haya propiciado la esclavitud o
problema, al extremo que no rehúsas, sino que vivido en connivencia con los esclavizadores, o
apeteces y reclamas para tí los mayores trabajos; no se haya afanado suficientemente para abolir
por eso no podemos ni debemos ocultar Nuestra ía, ellos no se muestran ni agradecidos ni cono
complacencia sino que deseamos testimoniarte, cedores del problema, por cuanto la Historia ha
por medio de esta carta que aprobamos con bla con lujo de detalles sobre lo que a este res
entusiasmo estas tus nuevas empresas; y sabemos pecto los varones apostólicos en la misma Africa
y nos regocijamos por que los obispos las hayan y lo que los Sumos Pontífices desde Roma, cabeza
recomendado activamente según merecen. del orbe católico, han realizado.
2. E s t a d o s y p a r t i c u l a r e s s e u n e n c o n t r a la e s c l a Tú entre tanto, no dudes que te ayudaremos en
v i t u d . Los supremos gobiernos de Europa acorda
tus designios y tus labores con todo lo que esté a
ron combatir más animosamente este terrible mal, Nuestro alcance. Recibe como prenda de este
conforme lo habían prometido en el Congreso Nuestro propósito, 300 ducados de plata italianos,
de Berlín, celebrado el año 1878. suma que gustosísimo te enviamos para que, opor
Entendemos que tus cartas y sermones mo tunamente, la repartas en los colegios, o socieda
vieron a misericordia a muchísimas personas par des, instituidos para abolir la esclavitud. Nada,
ticulares, y, como lo confirma tu carta, esto no pues, Nos puede ser más apetecible que ayudar a
los hombres tan cruelmente torturados, y convie
solo entre el pueblo magnánimo de tus compa ne que los mismos católicos de todas las naciones,
triotas (franceses), sino también entre los Belgas los que, sobre todo en este año, han manifestado
que por naturaleza están dispuestos a llevar el una liberalidad tan eximia para con Nos, sepan
consuelo a la calamidad ajena, entre los ingleses que los frutos de su munificencia se han empleado
que desde hace tiempo merecen bien de (la miti también en esta empresa, o sea para deshacer tan
gación de) la esclavitud en Etiopía, y entre los terribles injusticias y para amparar la dignidad de
católicos alemanes, de cuyo espíritu compasivo la persona humana vejada en tantos hermanos
como del de los portugueses no hay cosa que con nuestros.
razón no podamos esperar. Y no dudamos en Salud a tu espíritu, amado hijo Nuestro, y pon
modo alguno que también los italianos y los espa tu máxima confianza en el Padre y Salvador de
ñoles favorecerán la empresa y coadyuvarán a ella. todos los hombres, Dios, en cuyo nombre que es
Si el conocimiento un tanto más pleno de la promesa de dones y testimonio de Nuestra bene
esclavitud africana sumamente indigna y horri volencia os impartimos, a tí, a tu clero y a todo
ble estaba continuamente inflamando los ánimos tu pueblo la Bendición Apostólica.
y, después de despertar los sentimientos tanto de
humanidad como de caridad cristiana, los acució Dado en Roma cabe San Pedro, a 27 de Octu
a buscar los remedios para este mal, colegimos bre de 1888, en el año undécimo de Nuestro Pon
no sin razón que cuanta aprobación y complacen tificado.
cia ya conseguiste en Europa tanta diligencia y LEON PAPA XIII.
generosidad obtendrás en el futuro.
(2) Nota del original en francés: “A propósito
3. E x h o r t a c i ó n y a y u d a p a p a l e s a l C a r d e n a l. de Nuestro Jubileo ...deseamos dar al Brasil un
Por ello, no te exhortamos, pues tu virtud activa testimonio muy singular de Nuestro paternal afec
no necesita exhortación, a que continúes tu em to, a causa de la emancipación de los esclavos” .
presa con el mismo fervor, y con el favor de De la respuesta panal al discurso del Ministro del
Dios, prosigas con constancia lo iniciado, sino que Brasil, De Souza Correa.
te congratulamos. (3) Is. 61, 1; Le. 4, 19.
Ciertamente, en ninguna otra parte emplearás
más útilmente tu caridad episcopal, ni merecerás (4) Ef. 1, 10.
con casi ninguna otra obra mejor del nombre cris (5 ) S. Gregorio Magno lil>. V I, e p is L 12 ( M ig u e
tiano que con ella. Pues, a todos los hombres P L . 77, c o l. 8 0 3 -C h a s t a SO i-A ).
53, 3-5 E n c íc l ic a “ In P l u r im is M a x im is q u e ” 377
3.Un efecto del pecado: La esclavi hubiese otros hom bres inferiores a ellos
tud. Es, pues, justo y, evidentem ente y, por consiguiente, fuesen hasta bes
form a parte de Nuestro ministerio tias nacidas para el yugo. De esta m a
apostólico favorecer y fom entar solíci nera, no tom ando en cuenta ni la co
tam ente todo aquello que puede prestar m ún naturaleza ni la dignidad hum ana
auxilio tanto a los hom bres individual ni la clara semejanza con Dios, sucedió
mente tom ados como a la sociedad por que en luchas y guerras que luego ha- 547
medio de la legislación p ara aliviar sus bían de estallar, los hom bres que resul
múltiples m iserias que nacen de la cul tasen superiores en fuerza, esclavizaran
pa del prim er padre como los frutos de a los vencidos, y así la m ultitud de la
un árbol m aleado; aquel auxilio, pues, m ism a especie, no divisible, poco a
sea cual fuere su naturaleza, que no poco se dividió en dos clases: esclavos
solo puede contribuir a la cultura y el vencidos bajo amos vencedores.
sentido hum anitario sino que, en efecto,
conduce de un modo apropiado a aque 4. La esclavitud en los pueblos pa
lla total renovación de las cosas que el ganos. El recuerdo de los tiem pos p ri
Redentor de los hom bres, Jesucristo, mitivos despliega ante nuestros ojos un
intentó y quiso llevar a cabo. como teatro luctuoso hasta llegar a la
época de nuestro Divino Redentor en la
En efecto, entre tantas m iserias p a
que la calam idad pública de la esclavi
rece sum am ente deplorable la esclavi
tud había penetrado am pliam ente en
tud, a la cual, desde hacía m uchos si
todos los pueblos, y m uy reducido era
glos estaba sujeta u n a no pequeña p a r
el núm ero de los libres, de modo que
te de la fam ilia hum ana, postrada en la
aquel poeta pudo introducir al César
sordidez y la inm undicia, lo cual con
hablando de este modo: El género hu
trariab a todo lo que Dios y la n a tu ra
leza habían estatuido.
mano vive para pocos^8\
Este estado de cosas regía tam bién en
Pues, el Suprem o H acedor de las co
aquellos pueblos que se distinguían por
sas había establecido que el hom bre
el refinam iento de toda su cultura, co
ejerciera cierto real dominio sobre los
mo los griegos y los rom anos, dado
anim ales tanto los de la tierra como los
que aun allí unos pocos ejercían el do
de las aguas y del aire. Por cuanto lo
minio sobre muchísimos, y con tanta
hizo racional (al hom bre), conforme a iniquidad y soberbia lo ponían en prác
su imagen, según sentencia de S a n tica que las turbas de los esclavos no
A g u s t í n , no quiso que dominara sino a
se tenían sino por bienes materiales, no
los seres irracionales; no el hombre al por personas sino por cosas, despojados
hombre sino el hombre a la bestia(6>; de todo derecho, faltos aun de la facul
de donde resulta que la condición de
tad de conservar la vida y disfrutar de
esclavo no sin razón se entiende im ella. Bajo la potestad de los amos se
puesta al pecador. De allí que no lee hallan los esclavos; y esta potestad está
mos en la Escritura la palabra siervo incorporada al derecho de las gentes,
(esclavo) antes que Noé, el justo, san pues, entre casi todos los pueblos po
cionara con este vocablo el pecado de demos advertir que los amos poseen el
su hijo... Este nombre se debió, pues, derecho de vida y muerte sobre los
al pecado y no a la naturaleza esclavos y lo que adquiere el esclavo
Del contagio del prim er pecado lo adquiere para su amo (9>.
irrum pieron tanto los restantes males
como esta m onstruosa perversidad de 5. Características de la esclavitud
que hubiese hom bres que, olvidados de pagana. P o r esta perturbación de las
su fratern a unión del com ún origen ya cosas era lícito a los amos perm utar,
no siguieran el derecho n atu ral ni cul legar, azotar, m atar a los esclavos y
tivaran la m utua benevolencia ni el abusar a su propio antojo de ellos y
respeto m utuo sino que, obedeciendo a según cruel superstición; y esto era
sus desordenadas pasiones creyeran que 6 lícito im pune y públicamente.
(6) S . A g u s t ín in Gen. 1, 26 (Migue PL. 34 [sólo (7) Ver nota pág. 387.
parte de la cita en cap. 17, n. 28] col. 186. [La cita (8) Lucan. Pliars. n. 313.
exacta se halla en D e c iv O ^ tc D e i, lib. 1'), cap. ir»
(Migne 11, col. 613). P. H.] (9) Jusliniano, Inst. lib. I, til. 8, n. 1.
378 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1888) 53, 6
Aun filósofos paganos insignes, te te todos fueron llam ados y conducidos
nidos por los prudentes y versados en de la indigna servidum bre del pecado
derecho tratab an de persuadirse aun a a la gloriosísima dignidad de hijos de
sí mismos, a causa de la extrem a pre Dios.
sión injuriosa del criterio entonces co Los Apóstoles, desde el nacimiento
m ún, y de persuadir a otros de que la de la Iglesia, junto con otros preceptos
esclavitud no era sino u na condición de la vida de santidad, enseñaron n a
necesaria de la naturaleza, ni sentían turalm ente e inculcaron tam bién lo que
escrúpulos en afirm ar que el género de S a n P a b l o m ás de una vez escribiera a
los libres era m uy superior en capaci los renacidos en el agua del Bautismo:
dad intelectual y en prestancia corporal “Todos, pues, sois hijos de Dios por la
al género de los esclavos, y que los es fe en Cristo Jesús. Porque cuantos en
clavos debían por lo tanto, cual in stru Cristo habéis sido bautizados, os habéis
m entos carentes de razón e inteligencia revestido de Cristo. No hay ya judío o
servir en todo tiempo, caprichosa o in griego, no hay siervo o libre, no hay
dignam ente a la voluntad de los amos. varón o mujer porque todos sois uno en
E sta inhum anidad e iniquidad son Cristo”(10\ “En El (el Creador) no hay
sum am ente detestables, pues, una vez griego ni judío, circuncisión ni incir
aceptadas, no hay ya opresión bárbara cuncisión, bárbaro o escita, siervo o li
y nefanda que no se escude, con suma bre, porque Cristo lo es todo en to
im pudencia tras una especie de ley o dos”W . “Porque también todos nos
de derecho. otros hemos sido bautizados en un solo
Los libros están llenos de ejemplos Espíritu, para constituir un solo cuer
que nos enseñan claram ente qué se po , y todos, ya judíos, ya gentiles, ya
millero de crím enes nació de ella, qué siervos, ya libres, hemos bebido del
peste y perdición se derram ó de allí mismo Espíritu”
sobre los estados; pues, en los ánimos Áureos documentos son éstos, cierta
de los esclavos encendíanse los odios, mente, honrosísim os, y saludabilísimos,
los amos vivían en eterno tem or y sos por cuya eficacia no solo se devuelve
pecha, los unos p reparaban las teas sino aun se aum enta la dignidad del
para satisfacer sus iras, los otros opri género hum ano y, cualquiera que sea
m ían más cruelm ente la cerviz servil, su lugar, lengua y rango, todos se h a
los unos por su núm ero, los otros por llan asociados e íntim am ente estrecha
su poder conm ovían los estados; un dos por el vínculo de fraternal amistad.
leve motivo bastaba p ara aniquilarlos; S a n P a b l o , pues, había bebido la cari
tum ultos se m ezclaban con sediciones, dad de Cristo que lo aprem iaba, de su
expoliaciones con incendios, combates mismo corazón divino, pues Cristo en
con asesinatos. su infinita bondad, se convirtió en h e r
m ano de todos y de cada uno de los
6. Con Cristo nace la v erdadera li hom bres y dignificó a todos sin excluir
bertad. D octrina apostólica al respec- ni posponer a nadie, de tal modo que
548 to. E n ese abism o de abyección se los hizo partícipes de la divina natura-
debatía la m ayoría de los m ortales; fue leza^lsK Ellos no fueron sino vástagos
aun m ucho peor, estaban sumidos en injertados por la m ano divina que cre
las tinieblas de las supersticiones, cuan ciendo de un modo adm irable florecie
do, m aduros los tiempos según designio ron para esperanza y felicidad univer
divino, nació u n a luz adm irable en el sal cuando en el desenvolvimiento de
cielo y la gracia de Cristo R edentor se las cosas y en el transcurso de los tiem
derram ó abundosam ente sobre todos pos por la perseverante labor de la Igle
los hom bres. E n virtud de ello se levan sia, la sociedad de las naciones llegó a
taro n los hom bres del fango y de la ser cristiana y libre, a semejanza de la
m iseria de la esclavitud y absolutam en- fam ilia renovada.
(1 0 ; G :\l. 3, 26-28. (12) 1 Cor. 12, 13.
(11) Col. 3, 11. (13) 2 Petr. 1, 4.
53, 7-9 E n c íc l ic a “ In P l u r im is M a x im is q u é ” 379
después de conocerlo, abandonar los nes sobre las obras de los siervos se
santos preceptos que les fueron da- basaban en la honestidad y que de n in
dos”<22>. gún modo era perm itido extender el
imperio del m ando hasta la vida del es
11. Educación de los esclavos para clavo o hasta terribles crueldades. E n
la grandeza y el heroísmo. T anto elo tre los griegos se destaca el C r is ó s t o m o
gio de solicitud unido a la m oderación quien trató a m enudo en sus escritos
que destaca en form a más preclara el este punto y que con lengua y ánimo
poder divino de la Iglesia, se increm en muy gozosos afirm ó que la esclavitud
tó, además, tam bién por la fortaleza de según el concepto antiguo del vocablo
ánim o invicta y excelsa, más de lo que ya en ese tiempo, a causa del grande 55
se creyera, de la cual la Iglesia im preg y beneficioso influjo de la fe cristiana
naba a m uchos hum ildísim os esclavos, se había abolido, de modo que parecía
sosteniéndolos después en ella. Muy ad emplearse ese térm ino ya sin funda
m irable cosa es que los que eran p ara mento y, en efecto, sin fundam ento se
sus dueños un ejem plo de vida m oral em pleaba entre los discípulos del Señor.
y, p ara provecho de ellos pacientísimos Pues como Cristo, en su infinita m i
en todos los trabajos, no se d ejaran in sericordia para con nosotros, —así
ducir, en modo alguno, a p referir los argum enta en resum idas cuentas el
inicuos m andatos de sus amos a los C r is ó s t o m o — lavó la culpa contraída
santos preceptos de Cristo, y que así, en el paraíso, así sanó tam bién la m úl
aun con ánim o tranquilo, y plácida faz tiple corrupción que de aquélla, como
expusieran sus vidas a acerbísimos to r de su fuente, se volcaba en la organi
mentos. E u s e b io ensalza el nom bre de zación de la sociedad hum ana, y por
P a t a m i a n a , virgen, conm em orando su eso, como la m uerte aun con todos sus
invicta constancia, una esclava que in horrores se convirtiera por El en una
trépida prefirió sufrir la m uerte a hacer plácida peregrinación a la vida beatí
concesiones a la pasión im púdica de su fica, así eliminó la esclavitud. No has
amo y que, derram ando su sangre, con de llamar esclavo al cristiano a no ser
servó intacta su fe en Jesucristo. Es que haya vuelto a la servidumbre del
dable adm irar más ejemplos semejantes pecado; son verdaderos hermanos, dice,
de esclavos que, m ientras los amos a rre los que fueron bautizados e injertados
m etían contra la libertad y la fe debida en Cristo Jesús; de esta nueva procrea
a Dios, se oponían a ellos firm ísim a- ción y de la adopción en la fam ilia de
mente hasta la m uerte violenta; pero la Dios y no del lustre de la estirpe pro
H istoria no conserva ningún ejemplo de viene la gloria; del elogio de la verdad
esclavo cristiano que por otras razones y no de la sangre procede la dignidad;
que ésas haya opuesto resistencia a sus pero a fin de que el mismo género de
dueños o haya incitado a conjuraciones fraternidad evangélica produzca m ayor
y conturbaciones funestas p ara el E s fruto será todavía necesario que aun en
tado. el trato convencional y social de la vida
resplandezca cierto cambio voluntario
12. Los Padres de la Iglesia luchan en la educación y los oficios, de tal
por la emancipación: el Crisóstomo y modo que los esclavos ocupen casi el
Ambrosio. U na vez pacificadas las co mismo lugar como los domésticos y fa
sas y aquietados p ara la Iglesia los miliares, y que el padre de fam ilia les
tiempos, los santos Padres expusieron proporcione no solo lo que es necesario
de un modo m aravilloso los escritos para la vida y el sustento sino tam bién
apostólicos sobre la unión fratern al de todos los auxilios de una educación re
los espíritus entre los cristianos, y con ligiosa. En la singular salutación de
sabiduría e igual caridad los tradujeron P a b l o a F il e m ó n en que augura “gra
en utilidad p ara los esclavos, em peña cia y paz” a la “comunidad que hay en
dos los Padres sólo en crear la convic su casa” (23) queda establecida una ópti
ción de que los derechos de los p atro m a lección tanto para los amos como
(22) 1 Pedro 2, 19-21. (23) Filemón, versíc. 2.
382 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1888) 53, 13-15
para los esclavos cristianos, y es que mientos respondían bien a las esperan
entre los que existe la com unidad de la zas. Aun nobles m atronas, realzadas por
fe debe reinar tam bién la com unión de el elogio de S an J erónimo, aunaron
la caridad (24>. singulares esfuerzos para im pulsar el
E ntre los latinos con razón y por su desarrollo; y S ilviano refiere que en
m érito recordarem os a Ambrosio quien familias cristianas que no eran tan aco
en este problem a estudió todas las ra modadas, sucedía a m enudo que los es
zones de estos trances y tan claram ente clavos salieran en libertad por m anu
atribuyó a am bas clases de hom bres lo misión gratuita, sin que m ucho antes
que le ha de ser propio a cada una que S an Clemente elogiara un ejemplo aun
no hay otro que la haya hecho más más preclaro, relatando cómo algunos
acertadam ente. Nada impide afirm ar cristianos, trocando los papeles, se so
que sus dictámenes concuerdan plena y m etieron al ho rro r de la esclavitud por
perfectam ente con las sentencias de un esclavo, puesto que de otro modo
Crisóstomo(25>. no podían librarlo(27).
13. La Iglesia elim inaba las dife 15. E m ancipación legada y el resca
rencias. Testim onio de Lactancio. Co te. La obra progresiva de la Iglesia y
mo se ve estas cosas se habían prescrito de los Papas. P or lo tanto, adem ás de
útil y rectísim am ente, pero tam bién, lo la m anum isión que comenzó, tam bién
que es im portante, se habían observado como acción de piedad, a practicarse
íntegra y religiosam ente desde los tiem en los templos, la Iglesia estableció que
pos más antiguos dondequiera flore los fieles cristianos que hacían un testa
ciese la fe cristiana. Si no hubiese sido mento se la recomendase como obra
a sí, L actancio este defensor eximio de especialmente grata a Dios y de gran
la religión, no podría haber insistido m érito y galardón, de donde nació la
como testigo tan confiadam ente: “Al idea de im poner la m anum isión al he
guien dirá: ¿No existen entre vosotros redero “por amor de Dios”, “para re
pobres y ricos, siervos y amos?, ¿hay medio y en bien de mi alma”. No se
alguna diferencia entre ellos? Ninguna. perdonó ningún medio para reunir el
Ni hay otra razón para darnos mutua rescate de los cautivos: los obsequios
mente el título de hermanos sino por- ofrendados a Dios se vendían por m e
553 que nos creemos iguales; pues, como nudo; el oro y la olata sagrados se fu n
medimos todas las cosas humanas no dían; los ornam entos de las basílicas y
por el cuerpo sino por el espíritu, ellos los exvotos, enajenados, lo cual Ambro
no son, aunque exista una condición sio , Agustín , H ilario E ligió, P atricio
corporal diversa, nuestros esclavos sino y otros m uchos varones santísimos no lo
que los tenemos como hermanos de hicieron solo una vez sino que, ante todo
espíritu y compañeros de religión y los y en grado excelente, intervinieron los
llamamos así”(2QK14* Romanos Pontífices, los cuales están en
el recuerdo de todos como tutores de
14. Progresos prácticos. San Jeró n i los más débiles y protectores de los
mo, Silviano y San Clemente. Los cui oprimidos. S an Gregorio Magno (590-
dados de la Iglesia con que am paraba a 604) reclamó la libertad del m ayor n ú
los esclavos se acentuaban siempre mero posible de esclavos, y en el Con
más, y sin perdonar oportunidad, cau cilio Romano en 597 m andó estatuir
tam ente se acercaban al punto en que que gozaran de la libertad los que re
podía otorgarse la libertad a los escla solvieran abrazar la vida m onástica;
vos, lo cual, naturalm ente redundaría Adriano I (772-795) defendió la tesis
tam bién en bien de su eterna salvación. de que los esclavos — aunque se opusie
Los anales de la antigüedad religiosa ran sus dueños— pudieran contraer
traen testim onios de que los aconteci- m atrim onio librem ente; Alejandro III
(24) S a n J u a n Crisóstomo, Hom. 29 in Gen.; o r. 473); de Jac. et vita beata, lib. I c. 3 y lib. II,
in Lazar, doncio VIII, n. 8; Hom. 19 in Ep. 1 ad c. 3 (Migne 14, col. 633 y 649).
Cor.; Hom. 1 in Ep. ad Philem. (Migne P £. -V» (26) L a c t. Div. Inst. lib. V, c. 16. (Corp. Ser.
coj . 270; 48, coi. 1039; 61 col. 156-157; 62 col. 706). E. L. 19. nág 447-448; Migne PL. 6, col. 599-600).
m b r . De Abr.. de Jac.., et vita beata c. 3. (27) S . C ie rn e n . 1 Ep. ad Cor., c. 55 (Migne PG.
De Abrah. lib. I, c. IX, n. 83 (Migne PL. 14, col. 1, col. 319).
53, 16-17 E n c íc l ic a ‘ In P l u r im is M a x im is q u e ” 383
decretó abiertam ente el año 1167 que ción, declararan libres a los que les
al Rey m oro de Valencia no se podía fuesen entregados. A la compasión y
adjudicar p ara su servicio ningún cris virtud de la Iglesia se debe tam bién
tiano, dado que Dios los había creado que para los esclavos se m itigara en
libres a todos y nadie era siervo de n a algo la severidad de la ley civil, por
die. I nocencio III, empero, en 1198 cuanto consiguió que valieran las m o
aprobó y sancionó los estatutos de la deraciones propuestas ya ñor Gregorio
Orden de la Santísima Trinidad fun Magno , incorporándolas al derecho de
dada para el rescate de aquellos cris las gentes; esto se realizó con ayuda
tianos que habían caído en poder de eficaz de Carlos Magno quien las in
los turcos, procediendo a la aprobación trodujo en sus Capitulares, como lo h i
a raíz de la solicitud presentada por sus ciera más tarde Graciano al com pilar
fundadores: Juan de Mata y F élix de el llam ado Decreto; por fin, docum en
>4 Valois. La Orden de Santa María de la tos escritos, leyes, ordenanzas en el de
Merced, sim ilar a ésta recibió la ap ro venir del tiempo enseñan y m anifiestan
bación apostólica por H onorio III de una m anera m agnífica la caridad de
(1216-1227) y más tarde por Gregorio la Iglesia para con los esclavos, a los
IX (1227-1241), fundada por P edro que en ninguna época dejó abandona
N olasco con esa severa regla de que dos a su situación afligida, aliviándola
sus m iem bros si fuese necesario p ara siempre con gran empeño.
redim ir a los esclavos se ofrecieran co Por eso, jam ás se podrá ensalzar y
mo cautivos en reem olazo de los cris agradecer suficientemente a la Iglesia
tianos que estaban en cautiverio bajo Católica el haber desterrado la esclavi
tiranías. El mismo Gregorio IX prestó tud gracias al amplísim o beneficio dq
un apoyo aun m ás am plio a la em an Cristo Redentor, el haber convertido
cipación decretando que estaba p ro h i en realidad la verdadera libertad, fra
bido perm utar a los esclavos de la ternidad e igualdad entre todos los
Iglesia, añadiendo, además, una exhor hom bres, por lo cual, además, ha m e
tación a los fieles cristianos a que en recido bien de la prosperidad de las
penitencia de sus pecados y como satis naciones.
facción concedieran la libertad a los
siervos.16 17. El cuidado de la Iglesia en la
época del D escubrim iento. La tra ta de
16. Más m edidas prácticas de la Igle negros. Al finalizar el siglo 15, cuando
sia, en p ro cu ra de la total libertad. ya se había extirpado casi del todo la
Muchas medidas bien llevadas a cabo funesta m ácula de la esclavitud entre
de parte de la Iglesia no pueden agre los pueblos cristianos, tiempo en que
gar a éstas, pues ella, aplicando severas los estados se afanaban en vivir la li
sanciones, solía defender a los esclavos bertad evangélica y aun en extender
de las duras iras y perniciosas inju sti más y m ás su imperio, esta Sede Apos
cias de los dueños; a los vejados con tólica cuidó con m uchísim o celo porque
violencia acostum braba ab rir el asilo no revivieran en ninguna parte sus gér
de sus edificios sagrados; a los liberta menes malsanos; extendió entonces a
dos ofrecía seguridad; con castigos de las regiones recién descubiertas del
tenía a los que, con m alas artes, osaban Africa, Asia y América su providente
reducir a la esclavitud a un hom bre vigilancia, pues, se esparcía la noticia
libre. Aun más. Favorecía la em ancipa de que los capitanes de aquella expedi
ción de aquellos esclavos que, de algún ciones, siendo cristianos, empleaban
modo, en algún tiempo y lugar, poseía menos rectam ente sus arm as y su inge
ella misma, o cuando establecía que los nio, introduciendo e im poniendo la es
obispos rom pieran todo vínculo de es clavitud a los pueblos inocentes. Aun
clavitud a los que por algún tiempo que ciertam ente, la naturaleza virgen
daban m uestras de laudable rectitud de del suelo de que debían enseñorearse y
vida o cuando fácilm ente perm itía a las riquezas que debían explorar y ex
los obispos que, con suprem a autoriza plotar m ediante m inas de metales exi
384 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1888) 53, 18-19
a rrastran consigo a hom bres, m ujeres con cuán am plia caridad extendemos
y niños, que fácilm ente cayeron en sus hacia ellos Nuestros brazos, con cuánta
manos, y aherrojándolos los llevan por vehemencia deseamos llevarles todo el
la fuerza a los m ercados nefandos. De alivio y am paro posible, con el fin de
Egipto, Zanzíbar, de algunas partes del que arro jen de sus corazones ju n to con 557
Sudán, casi de las estaciones, suelen la esclavitud de los hom bres la esclavi
arreb atar sus víctimas esas detestables tud de las supersticiones, y puedan, por
expediciones. P or largos caminos si fin, servir, bajo el suavísimo yugo de
guen los hom bres cargados de cadenas, Cristo, al único y verdadero Dios y p ar
apenas alim entados, atorm entados con ticipar con Nos de la divina herencia.
continuos golpes y azotes; suelen m a Ojalá que todos los que se distinguen
tarse a los que son demasiado débiles por la autoridad de m ando y el poder,
para soportar las penurias. Los que o los que aspiran a que sea sagrado el
son bastante resistentes son arreados derecho de las gentes y de la hum ani
con la tu rb a restante p ara ser vendidos dad, o los que se esfuerzan con alm a y
y ofrecidos al com prador hosco e im vida en increm entar a la Religión
pudente. Pasa a la potestad del com pra Católica; porque, por doquiera, todos
dor y a esclavitud durísim a y general — Nos los exhortam os y se lo roga
mente nefanda todo el que es vendido mos— se unan fervorosam ente para
y entregado, separándose esposas, hijos restringir, prohibir y extinguir aquel
y padres, ni pueden rehusar siquiera el comercio que más inm oral y criminal
culto de Mahoma. Con sum a congoja no se puede im aginar.
del alm a oímos no hace m ucho estas
noticias de labios de aquellos que, p er 21. Exhortación a los misioneros.
sonalmente y no sin lágrimas, contem Su modelo Pedro Claver. E ntretanto,
plaron tal infam ia e iniquidad. Con ellocomo m ediante un desarrollo más acti
se confirm a plenam ente lo que en el vo de capacidades y obras se abren en
Africa superior equinoccial escucharon las tierras africanas nuevos caminos y
los exploradores. De su testim onio y nuevas clases de comercio, empéñense,
fidelidad parece aun probado que del m ejor modo posible, los varones
anualm ente llega a 400.000 africanos apostólicos en procurar la salvación y
los que así, cual bestias, se suelen venlibertad de los esclavos. Como en esto
der, de los cuales más o menos la m itad no harán, realmente, ningún progreso,
se elimina, agotada por la sum a aspe si la gracia de Dios no los ayuda, dedi
reza de los caminos, pereciendo en qúense íntegram ente a difundir nuestra
ellos, de modo que con m ucha tristeza santísim a fe, nutriéndola diariam ente
se oye, que los que viajan por aquellos con m ayores sacrificios, pues el fruto
lugares, descubren senderos sembrados insigne que esto trae es que, de un m o
de los huesos que quedan de los cadá do maravilloso, engendra y conquista
veres hum anos. la libertad con que Cristo nos Zióró20(30).
Por eso los exhortam os a que, como en
20. Los deseos del Papa: Libertad y un espejo de virtudes apostólicas, se
conversión. Colaboración de todos, Es contem plen en la vida y las obras de
tados y particulares. ¿ Quién no se con P e d r o C l a v e r , sobre quien acum ula
mueve pensando en tanta m iseria? Nos,_ mos recientes laureles de gloria, aquel
ciertam ente, que hacemos las veces de que en 40 años ininterrum pidos, de
Cristo, am antísim o Salvador y Reden constancia extraordinaria en sus labo
tor de los hom bres y que Nos alegra res, se dedicó con alm a y vida a las
mos tanto por los m uchísim os gloriosos m isérrim as m ultitudes de esclavos, caí
méritos de la Iglesia en todo género de dos en manos de los sarracenos y eleven
aflicciones, no alcanzam os a expresar su m irada al que ha de proclam arse
con cuánta com pasión hacia esa gente verdadero apóstol de quienes se profe
desgraciada se llena Nuestro corazón y saba perpetuo siervo y a quienes se
(30) Gal. 4, 31.
E ncíclicas P on tificias 13
386 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1888) 53, 22-24
zas y se persuadan de ellas, a fin de culada. Como prenda de los dones ce
que lo que constituye Nuestro m ás ín lestiales y como testimonio de Nuestra
timo deseo, sea tam bién el vuestro y el patern al benevolencia, con todo afecto 559
de todos los buenos, y es, que, de la os im partim os a vosotros, Venerables
libertad lograda, ante todo la religión Herm anos, al clero y todo el pueblo, la
recoja los más abundantes frutos en Bendición Apostólica.
todo el ám bito del Im perio y resulten
duraderos. Dado en Roma, cabe San Pedro, a 5
P ara que con el m ayor éxito así su de Mayo de 1888, en el año undécimo
ceda, p ara vosotros im ploram os y pedi de Nuestro Pontificado.
mos a Dios sobreabundantes gracias y
la ayuda m aternal de la Virgen Inm a- 7 LEON PAPA XIII.
(7) S. Agustín in Gen. í, 25; Noé, cap. 30. [La te en S. Agustín, De civitate Dei, lib. 19, c. 15
cita exacta no se halla en los lugares indicados (Migne PL. 41, col. 643); véase también S. Agus
en el original; en cambio, se encuentra literalmen- tín (Jusestiories in Genes. (in Heptateuch.) 9, 153
Vicne de la pág. 377 (Migne 34, col. 590). P. H.j
im
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1. El m otivo: L a concordia restable- diencia al Príncipe del Im perio Otom a
67 cida entre los arm enios. La caridad no, cuyas dotes de equidad, deseo de
paternal, que se extiende a todas las conservar la paz y benevolencia hacia
partes de la grey que el Señor Nos ha N uestra persona, son harto m anifies
encomendado, es por su naturaleza de tas. Las discordias y diferencias fácil
tal condición que Nos hace sentir en m ente desaparecerán de entre vosotros,
lo m ás íntim o del alm a cuanto de agra si se graban en vuestras mentes y se
dable o triste acontece en la república introducen en vuestras costum bres las
cristiana. P or esta razón, así como enseñanzas del bienaventurado P ablo,
antes se apoderó de Nuestro ánimo Apóstol de las gentes, acerca de la p er
una gran pena por haberse separado fecta caridad, que es paciente y benig
de vuestra com unión algunos Arme na, no es envidiosa, no obra precipi
nios, principalm ente en Constantinopla, tadamente, no se ensoberbece, no es
así ah o ra experim entam os la singular ambiciosa, no busca sus provechos, no
y deseada alegría al saber que tal se se mueve a ira, no piensa malU). Esta
paración, gracias a Dios, ha cesado. Al eximia y perfecta unión de voluntades
mismo tiem po que Nos felicitamos de os proporcionará otro bien, es a saber:
que entre vosotros se haya restablecido que m ediante ella, como antes dijimos,
la paz y concordia perdidas, no que podréis atender m ejor a aum entar los
rem os desperdiciar la ocasión de ex frutos de la paz; a vosotros volverán
hortaros a que procuréis custodiar y la vista y los sentimientos todos vues
aum entar tan gran don de la bondad tros com patriotas, aun aquellos que
divina. están separados de vosotros y de Nos,
y no se hallan incluidos en el redil
Medios de fom entarla. P a ra conse del rebaño que apacentam os.
guir este fin im porta m ucho pensar lo
mismo en las cosas que se refieren a la 2. Reconciliación de los separados
religión, y continuar todos, como ahora con Roma. Estos, indudablem ente, al
lo hacéis, unidos en obediencia a esta ver vuestros ejemplos de concordia y
Sede Apostólica: estando vosotros, am a caridad, fácilmente entenderán, que vi
dos hijos, dóciles y obedientes a vuestro ve en vosotros el espíritu de Cristo, que
P atria rc a y dem ás Prelados, que legíti de tal m anera sabe u n ir a los suyos
m am ente os rigen. Mas como quiera que entre sí y con El, que form an un cuer
p ara echar por tie rra esta m ism a reli- po. ¡Ojalá conozcan estas verdades y
68 giosa concordia, m uchas veces sirven vuelvan a aquella unidad de la que se
de pretexto, ora las disensiones en los separaron sus antepasados! Si esto se
negocios públicos, ora las desavenen realizase, necesariam ente experim enta
cias en los privados, ocupe lugar p re rían increíble placer, al sentirse tan
ferente entre todos la fidelidad y obe-*1 íntim am ente unidos con Nos, con vos-
(*) A. S. S. 21 (1888) 67-72. Traü. de la 1? ed. — Los números en el margen dan las páginas del
texto original en ASS, vol. 21, (P. H.)
(1) I Cor., 13, 4-5.
— 388 —
54. 3 E n c íc l ic a “P aterna C a r i t a s 7’ 389
otros, y con todos los demás fieles que como se dem uestra por sus epístolas,
esparcidos por todo el m undo llevan peregrinaciones a la Ciudad de Roma,
el nombre de católicos; más aún, se y muy singularm ente por sus Decretos
considerarían habitando en los taber Sinodales. Dignas son de recuerdo, las
náculos de la m ística Sión a la que ha frases que los Padres Armenios p ro
sido dado, según uno de los divinos nunciaron acerca de la obligación de
oráculos, dilatar por toda la tierra el obedecer a esta Sede Apostólica en el
lugar de su tienda, y extender las pie Sínodo Sísense reunido el año 1307:
les de sus tabernáculos. A la manera que es propio del cuerpo
obedecer a la cabeza, así debe la Iglesia
3. Motivos de esperanza. Mas, para universal (que es el cuerpo de Cristo)
que tan deseado retorno tenga lugar, obedecer a aquel, que ha sido consti
es preciso que trabajéis vosotros, Ve tuido por el mismo Cristo cabeza de
nerables Hermanos, que regís las dió toda la Iglesia^. E sta doctrina fué
cesis de Armenia, a quienes Nos consta confirm ada y am pliada en el Concilio
no faltan ni celo para exhortar, ni Adanense celebrada el año diez y seis
doctrina para persuadir. Pero, Nos que del mismo siglo. Conocido, por último,
remos que vosotros en Nuestro nombre es de vosotros, omitiendo otros hechos
y con Nuestras palabras, llam éis a los menos im portantes, lo acaecido en el
disidentes: no sólo es útil, sino conve- Concilio de Florencia; en el que, h a
nientísim o, que el padre llam e a la biendo acudido los legados del P a tria r
casa paterna a los hijos alejados de ca Constantino V, y venerado a Nues
ella m ucho tiem po, y salga a esperar tro predecsor E ugenio IV como a Vi
les con los brazos abiertos. Nos espera cario de Cristo, dijeron que habían
mos que vuestros llam am ientos y exhor venido a acercarse a la cabeza, al pas
taciones no caigan en el vacío, antes tor, al fundam ento de la Iglesia, su
por el contrario, Nos alientan a esperar plicando que la cabeza se condoliese
un feliz éxito, prim eramente la gran de los miembros, el pastor congregase
m isericordia de Dios, que se derrama en el rebaño, el fundam ento afirm ase la
todos los pueblos, y secundariamente Iglesia. Y presentando su símbolo y
la docilidad y talento del pueblo Arme profesión de fe, decían: si hay defecto,
nio. Cuán inclinado sea a abrazar la enseña. Además la Constitución Conci
verdad una vez que la conozca; cuán
liar, Exultate Deo, fué publicada por el
dispuesto a volver al camino, si se per
Pontífice, en la que les instruye de
suade haberse extraviado, atestigúalo
la historia con m ultitud de docum en cuanto juzga necesario que sepan acerca
tos. Gloríanse los m ism os que están de la doctrina católica. Esta Constitu
separados de vosotros en las cosas sa ción, los Legados, en el propio nom bre
gradas, que el pueblo Armenio recibió y en el del P atriarca Armenio, declara
la fe de Gregorio, varón santísim o, a ron recibirla con todo respeto y sum i
quien apellidan Iluminador, y reveren sión, como verdaderos hijos de obedien
cian de un m odo especial com o padre cia, en el nombre y representación ante
y patrono. De este m ism o varón es m e dicha, obedecer fielmente las órdenes y
morable, aun entre ellos, el viaje que mandatos de la misma Sede Apostólica.
hizo a Roma para probar ante el Ro Esto mismo expone cuidadosam ente
mano P ontífice S an S ilvestre su fe y Azarías, P atriarca de Cilicia, en las le
observancia. Cuéntase que fué recibido tras dirigidas a Nuestro predecesor Gre
por el Pontífice con gran benevolencia gorio XIII fecha 4 de los Idus de Abril
y enriquecido con varias facultades. año 1585: He aquí que hallamos libros
Con el m ism o espíritu, con que Gre de Nuestros mayores en los que se trata
gorio acudió a la Sede Apostólica, acu de la obediencia de todos los fieles y Pa
dieron todos los que después de él triarcas nuestros al Pontífice Romano,
gobernaron las Diócesis de Armenia,2 como S an Gregorio iluminador fué obe-
(2) Labacci Conc. Collect., suppl. Tom. V, 210.
390 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1888) 54, 4
P or lo cual, p ara que este ingenio del plicas, p ara que, movidos por su gracia
pueblo, costum bres de los antepasados, los corazones, cuantos de vuestro pue
m em oria de la antigüedad, tengan m ás blo han ingresado por el bautism o en
fuerza p ara atraer a los Armenios, se la sociedad de vida cristiana, y form an
parados de vosotros, a este alcázar de iglesia separada de Nos, vueltos a Nos,
verdad, de lo que las dificultades por colmen Nuestros deseos, conociendo lo
grandes que sean puedan retenerles, mismo, teniendo la misma caridad y
la Sede Apostólica siempre h a procu unánimes sintiendo lo m i s m o Pedid
rado tener m uy jun to a sí a vuestra para que se acerque al trono de la
nación, y si alguna vez se h a separado, gracia, la abogada, gloriosa, bendita,
llam arla a la antigua com unión; de santa, siempre Virgen Madre de Dios
donde resultan gravísimos motivos, a María Madre de Cristo y ofrezca Nues
vosotros, Venerables H erm anos, p ara tras súplicas a su Hijo y a Dios Nues-
persuadir, y a Nos p ara esperar se lle fro(5). Sea con Ella intercesor el ilustre
gue plenísim am ente a la antigua unión. m ártir Gregorio Ilum inador, para que
la obra incoada por él con tantos tra
5. Un m ayor brillo p o r el catolicis bajos e invicta tolerancia de torm entos,
mo. Lo cual red u n d ará en bien de el m inistro de la divina gracia, la per
toda gente, no sólo como salud eterna feccione y consolide. P o r último, pedid
del alm a, sino hasta como prosperidad tam bién con Nos para que la docilidad
y dicha tem poral, en cuanto puede p ia de los Armenios y su vuelta a la u n i
dosamente desearse. M anifiesta la his dad católica, sea ejemplo e incitam ento
toria que entre los Sagrados Prelados a los demás que adoran a Cristo, pero
de Armenia, aquellos brillaron m ás que están separados de la Iglesia Romana,
los otros, como refulgentes astros, que a fin de que vuelvan de donde salieron
más estrecham ente se unieron a la Sede y haya un solo rebaño y u n solo Pastor.
Apostólica, y que en aquellos siglos fué
m ayor la gloria de vuestra nación, en 7. Conclusión. Y m ientras continua
los que 1a. religión católica m ás brilló mos con estos deseos y esperanzas, os
en ella. damos, con gran am or, la Bendición
Apostólica, presagio de la divina benig
6. E xhortación pontificia a la o ra nidad, a vosotros, Venerables H erm a
ción. El que estos justos votos y de nos, y a todos vosotros, am ados hijos.
seos se cum plan solamente puede con
cederlo Dios, m oderador de todas las Dado en Roma, junto a San Pedro,
cosas, que llama a los que quiere, y a el día 25 de Julio de 1888, undécimo
quien le place le hace religioso6(3)4. Ele de Nuestro Pontificado.
vad pues a El con Nos, Venerables H er
manos, y am ados hijos, hum ildes sú LEON PAPA XIII.
(3) S. Ambros. in Luc., c. IV. [La cita no pudo (5) Antiph. Liturg. Arm.
verificarse.] (P. H.)
(4) Fil. 2, 2.
¿3£i»
ENCICLICA “QUAMQUAM PLURIES” M
(15-VIII-1889)
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1. Los calam itosos tiem pos excitan y qué designios agitan todavía los áni
a la oración. Aunque ya m uchas veces mos, demasiado conocido es ya para
hemos ordenado que se hagan en todo que tengamos que explicarlo con p a
el orbe oraciones especiales y con m a labras.
yor eficacia se encom ienden a Dios los En tan difícil y miserable estado,
intereses católicos, a nadie, sin em bar puesto que los males son hum anam ente
go, parezca extraño que creamos deber incurables, no Nos queda sino pedir a
ahora inculcar de nuevo en los ánimos la virtud divina el remedio completo
la m ism a obligación. E n circunstancias de todos ellos.
difíciles, principalm ente cuando el po
der de las tinieblas (1) parece atreverse El Rosario en el mes de Octubre.
a todo p ara acabar con el nom bre cris Esta es la causa porque creimos deber
tiano, la Iglesia, por su parte, acostum excitar la piedad del pueblo cristiano
bró siempre a invocar y elevar súplicas a que im plore con más empeño y cons
con m ayor empeño y perseverancia a tancia el auxilio de Dios Omnipotente.
Dios, su autor y vengador, valiéndose Y así acercándose ya el mes de Octu
tam bién de los santos del cielo, y en bre, que otras veces ordenam os que se
especial de la augusta Virgen Madre de dedicase a la Santísim a Virgen M a r ía
Dios, en cuyo patrocinio ve que p rin del Rosario, exhortam os eficazmente a
cipalm ente ha de consistir la defensa los fieles a que con la m ayor devoción,
de sus intereses. Y el fruto de estas ora piedad y concurso que sea posible, ce
ciones y de la confianza que se pone lebren tam bién este año todo aquel
en la divina bondad aparece m ás tarde mes. Sabemos que en la bondad m ater
o m ás tem prano. nal de la Virgen está Nuestro am paro,
Ahora bien, Venerables Hermanos, y ciertos estamos de que no en vano
conocido os es el tiem po actual, no están en ella cifradas Nuestras espe
m ucho menos calam itoso p ara la rep ú ranzas. Si en las grandes épocas de la
blica cristiana que los m ás calamitosos religión cristiana cien veces Ella la ha
de las épocas pasadas. E n m uchísimos socorrido, ¿por qué dudar de que reno
vemos que perece el principio de todas vará ahora los ejemplos de su poder
las virtudes cristianas, la Fe, que se y favor, si unidos todos le hacemos
enfría la caridad, que crece depravada hum ildes y constantes oraciones? Antes
en costum bres e ideas la juventud: que por el contrario, Nos creemos que ta n
por todas partes, con la fuerza y con to m ás adm irablem ente Nos socorrerá,
la astucia, se ataca a la Iglesia de Je cuanto más largo h a sido el tiempo que
sucristo; que se hace al Pontificado una ha querido que duren Nuestros ruegos.
guerra atroz, y que, creciendo de día
en día la audacia, se m inan los cim ien Invocación especial de San José.
tos mismos de la religión. H asta donde Pero además tenemos otro propósito, al
se haya bajado en los últim os tiempos,*1 cual según vuestra costumbre, V. Her-
(*) ASS 22 (1889/90) 65-69. (Traducción corregida para la 2? edición). — Los números marginales
indican las páginas del texto original en ASS, vol. 22. (P. H.)
(1) Lucas 22, 53.
— 392 —
55, 2-3 E n c íc l ic a “Quam quam P l u r ie s ” 393
deben levantar sus ánimos y rectam en A los que piadosam ente recitaren la
te pensar los pobres y cuantos van susodicha oración, les concedemos a
sustentando la vida con el salario de cada uno y por cada vez la indulgencia
sus manos, a los cuales, si tienen el de siete años y otras tantas cuarente
derecho de salir de la pobreza y de nas. Ordenamos tam bién, lo que es p ro
adquirir una m ejor situación por m e vechoso y m uy laudable, y que ya en
dios legítimos, sin embargo, la razón y algunas partes se ha establecido, que
la justicia les prohíben trasto rn ar el se consagre en honor del Santo P a
orden establecido por la providencia triarca, con algún ejercicio cotidiano
de Dios. Aun más, el recu rrir a la fuer?de piedad, el mes de Marzo. Donde esto
za y hacer tentativas de sublevación y no se puede fácilmente establecer, es,
de violencia, son medios insensatos que, por lo menos de desear que tres días
en la m ayoría de los casos, agravan los antes de su fiesta se haga oración en
males que se tra ta de aliviar. No con el templo principal de cada pueblo. En
fíen, pues, los pobres, si quieren ser aquellos lugares en que el día 19 de
prudentes, en las prom esas de los hom Marzo, consagrado al bienaventurado
bres de desorden, sino en los ejemplos S an J osé, no está com prendido en el
y el patrocinio del bienaventurado S an núm ero de las fiestas de precepto,
José, y asimismo en la m aternal cari exhortam os a cada uno que no rehúse
dad de la Iglesia, que, en verdad, cada em plear aquel día santam ente, en cuan
día cuida de ellos más solícitamente. to fuere posible, con ejercicios privados
de piedad en honor del Patrono celes
6. Decreto que establece la oración tial, no de otra m anera que si fuere de
a San José y gracia. Así, pues, p ro precepto.
metiéndonos muchísim o, Venerables
Herm anos, de vuestra au to rid ad y es 7. Bendición Apostólica. E ntre tanto,
fuerzo episcopal, y aunque no descon en prenda de los dones celestiales y
fiamos que los buenos y piadosos h a testimonio de N uestra benevolencia, a
rán de su espontánea voluntad m ás y vosotros, Venerables Hermanos, y a
mayores cosas de las que se prescriben, vuestro Clero y pueblo, damos aman-
decretamos que en todo el mes de tísim am ente en el Señor la Apostólica
Octubre, al rezo del Rosario, que en Bendición.
otra ocasión ordenam os, se añada una
oración a S an J osé, cuya fórm ula os Dada en Roma, en San Pedro, el
será entregada juntam ente con estas día 15 de Agosto del año 1889, duodé
letras, y que esto mismo se observe cimo de Nuestro Pontificado.
cada año perpetuam ente. LEON PAPA XIII.
Disposición
IN T R O D U C C IO N : Calamitosos tiempos (1)
I. L o s rem ed io s: María y el Santo Rosario (1)
II. In v o c a c ió n de S an José
1. San José patrono de la Iglesia (2)
a) esposo de María (3)
b) Padre nutricio y custodio de Jesús (3)
c) Cabeza de la Sagrada Familia (3)
d) Por eso, patrono de la Iglesia (3)
2. José de Egipto — la figura (4)
3. San José modelo de todos los cristianos especialmente de los obreros.
E P I L O G O : El Rosario y San José — Oración a El.
ENCICLICA “SAPIENTLE CHRISTIANiE” (*}
(10-1-1890)
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1. Dios es el fin del individuo. Cada sociedad no ha sido instituida por la
día se deja sentir m ás y m ás la nece naturaleza para que la busque el hom
sidad de recordar los preceptos de cris bre como fin, sino para que en ella y
tiana sabiduría, p ara conform ar con por ella posea medios eficaces para su
ellos plenam ente la vida, costum bres e propia perfección. Si, pues, alguna so
instituciones de los pueblos. Porque, ciedad, fuera de las ventajas m ateriales
postergados estos preceptos, se h a se y cultura social, con exquisita pro fu
guido tal diluvio de males, que ningún sión y gusto procuradas, no se pro p u
hom bre cuerdo puede, sin congojoso siera ningún otro fin, si en el gobierno
cuidado, sobrellevar los actuales, ni de los pueblos m enospreciase a Dios y
contem plar sin pavor lo porvenir. Y a para nada cuidase de las leyes m ora
la verdad, en lo tocante a los bienes les; se desviaría lastim osam ente del fin
del cuerpo y exteriores al hom bre, se que su naturaleza m ism a le impone,
ha progresado bastante; pero cuanto mereciendo, no ya el concepto de co
cae bajo la acción de los sentidos, la m unidad o reunión de hombres, sino
robustez de fuerzas, la abundancia y más bien el de engañosa im itación y
profusión de riquezas, si bien p ropor sim ulacro de sociedad.
cionan comodidades, aum entando las 2. La Religión despreciada. Ahora
delicias de la vida, de ningún modo bien; el esplendor de aquellos bienes
satisfacen al alm a creada p ara cosas del alma, antes mencionados, los cua
m ás altas y nobles. Contem plar a Dios les principalm ente se encuentran en
y dirigirse a El, ley es suprem a de la la práctica de la verdadera religión y
naturaleza del hom bre, el cual, creado observancia fiel de los preceptos cris
a imagen y sem ejanza de su Hacedor, tianos, vemos que cada día más se
por su propia naturaleza es poderosa eclipsa en los ánimos por el olvido o
m ente estim ulado a poseerlo. Pero a menosprecio de los hom bres de tal m a
Dios no se acerca el hom bre por m o nera, que, cuanto m ayor es el aum ento
vimiento corporal, sino por medio de en lo que a los bienes del cuerpo se
las facultades del alma, por el conoci refiere, tanto m ás cam inan hacia la
m iento y el am or. Porque Dios es la decadencia los que pertenecen al alma.
p rim era y sum a verdad, y el entendi De haberse dism inuido o debilitado la
m iento sólo se nutre con la verdad: es fe cristiana, son prueba eficaz los insul
asimismo santidad perfecta y bien su tos con que a vista de todos se injuria
mo, al cual la voluntad sólo puede con desusada frecuencia a la Religión
aspirar y acercarse guiada por la virtud. católica; injurias que en otra época,
cuando la Religión estaba en auge, de
Dios, fin de la sociedad dom éstica y
ningún modo se hubieran tolerado.
civil. Y lo que se dice de los individuos
se ha de entender tam bién de la socie 3. La paz confiada a la sola fuerza
dad, ya sea doméstica o civil. Porque la m aterial. P or esta causa, es increíble
(♦) ASS 22 (1889/90) 385-404. Traduc. de la 1? edición. — Los números marginales indican las pá-
ginas del texto original en ASS, vo:. 22.
— 396 —
56, 4-6 E n c íc l ic a “ S a p ie n t ia e C h r is t ia n a e ” 397
la asom brosa m ultitud de hom bres que 5. Los deberes de los cristianos para
ponen en peligro su eterna salvación; con la Iglesia. No puede dudarse que
los pueblos mismos y los reinos no son m ás en núm ero y de m ayor imporr
pueden por m ucho tiem po conservarse tancia los deberes de los cristianos que
incólumes, porque con la ru in a de las los de aquellos que, o tienen de la Re
instituciones y costum bres cristianas, ligión católica ideas falsas, o la desco
menester es que se destruyan los fu n nocen por completo. Guando, redimido
dam entos que sirven de base a la socie el linaje hum ano, Jesucristo m andó a
dad hum ana. Se fía la paz pública y los Apóstoles predicar el Evangelio a
la conservación del orden a sola la toda criatura, impuso tam bién a todos
fuerza m aterial, pero la fuerza, sin la los hom bres la obligación de aprender
salvaguardia de la Religión, es por y creer lo que les enseñasen; y al cum
extremo débil: a propósito p ara engen plim iento de este deber va estrecha
drar la esclavitud m ás bien que la obe m ente unida la salvación eterna. El que
diencia, lleva en sí m ism a los gérmenes creyere y fuere bautizado será salvo;
de grandes perturbaciones. Ejem plo de pero el que no creyere se c o n d e n a r . 337
lamentables desgracias Nos ofrece lo Pero al abrazar el hom bre, como es
que llevamos de siglo, sin que se vea deber suyo, la fe cristiana, por el m is
claro si acaso no se han de tem er otras mo hecho se constituye en súbdito de la
semejantes. Iglesia, como engendrado por ella, y se
4. Remedios de los males. - Materia hace m iem bro de aquella am plísim a y
de la Encíclica. - La norma cristiana. santísim a sociedad, cuyo régimen, bajo
Y así, la m ism a condición de los tiem su cabeza invisible, Jesucristo, perte
pos Nos aconseja buscar el remedio nece, por deber de oficio y con potestad
donde conviene, y éste no es otro sino suprem a, al Romano Pontífice.
el restituir a su vigor, ya en la vida
privada, ya en todas las partes del 6. Disposición de los cristianos para
cuerpo social, la norm a de sentir y con la Iglesia. Ahora bien; si por ley
obrar cristianam ente única y excelente de la naturaleza estamos obligados a
m anera de extirpar los males presentes, am ar especialmente y defender la so
y precaver los peligros que am enazan. ciedad en que nacimos, de tal m anera,
A este fin, Venerables H erm anos, debe que todo buen ciudadano esté pronto a
mos dirigir Nuestros esfuerozs, esto es, arro strar hasta la m ism a m uerte por
a procurarlo con todo ahinco y por su patria, deber es, y m ucho m ás ap re
cuantos medios estén a Nuestro alcan m iante en los cristianos, hallarse en
ce; por lo cual, aun cuando en diferen igual disposición de ánimo p ara con la
tes ocasiones, según se h a ofrecido la Iglesia. Porque la Iglesia es la ciudad
oportunidad, Nos hemos aconsejado lo santa de Dios vivo, fundada por Dios,
mismo, juzgamos, sin embargo, en estas y por El mismo establecida, la cual, si
Nuestras Letras, señalar más distinta bien tiene su m orada en la tierra, pero
mente los deberes de los cristianos, p o r llam a a los hom bres, y los instruye y
que, si se observan con diligencia, con los guía a la felicidad eterna allá en el
tribuyen por m aravillosa m anera al cielo. P or consiguiente, se ha de am ar
bienestar social. Asistimos a una con la patria donde recibimos esta vida
tienda ardorosa y casi diaria acerca de m ortal, pero m ás entrañable am or de
los intereses de m ayor m onta, y en esta bemos a la Iglesia, de la cual recibimos
lucha, m uy difícil es no ser alguna vez la vida del alm a que ha de d u rar eter
engañados, ni engañarse; ni que m u nam ente; porque es de todo derecho
chos no se desalienten y caigan de án i anteponer a los bienes del cuerpo los
mo. A Nos toca, Venerables H erm anos, del espíritu, y con relación a Nuestros
advertir a cada uno, enseñar y exhortar deberes p ara con los hom bres son in
conform e a las circunstancias, para que com parablem ente m ás sagrados los que
nadie se aparte del carnino de la verdad. tenemos p ara con Dios.
(l)-Marc. 16, 16.
398 E n c íc l ic a s d e l ?P. L eón XIII 56, 7-9
Echase tam bién de ver nuevam ente cristiana. Y am bas cosas, la verdad y
cuán injusta sea la acusación de rebe la caridad, como patrim onio nobilísimo
lión; porque no se niega la obediencia legado a la Iglesia por Jesucristo, con
debida al Príncipe y a los legisladores, serva y defiende ésta con incesante
sino que se ap artan de su voluntad esmero y vigilancia.
únicam ente en aquellos preceptos para
los cuales no tienen autoridad alguna, 11. La guerra del naturalism o a la
porque las leyes hechas con ofensa de Iglesia. Pero cuán encarnizada y m úl
Dios son injustas, y cualquiera otra tiple es la guerra que ha estallado con
cosa podrán ser menos leyes. tra la Iglesia, apenas hay aquí lugar de
mencionarlo. Porque como quiera que
10. Amor a la Iglesia y la P a tria es le ha cabido en suerte a la razón,
doctrina apostólica. Bien sabéis, Vene ayudada de las investigaciones científi
rables Herm anos, ser ésta la m ism ísim a cas, descubrir muchos secretos velados
doctrina del Apóstol S a n P a b l o , el cual, antes por la naturaleza, y aplicarlos
9 como escribiese a Tito deberse aconse convenientemente a los usos de la vida,
jar a los cristianos que estuviesen suje se han envanecido los hom bres de tal
tos a los príncipes y p o t e s t a d e s y modo, que creen poder ya lanzar de
obedecer a sus mandatos; inm ediata la vida social de los pueblos a Dios y
mente añade: que estuviesen dispuestos a su divino gobierno.
a toda obra buena, p ara que constase Llevados de sem ejante error, tran s
ser lícito desobedecer a las leyes h u fieren a la naturaleza hum ana el p rin
manas cuando decretan algo contra la cipado arrancado a Dios; propalan que
ley eterna de Dios. P or modo sem ejante en sola la naturaleza ha de buscarse el
el Príncipe de los Apóstoles, a los que origen y norm a de toda verdad; que de
intentaban arrebatarle la libertad en ella provienen y a ella han de referirse
la predicación del Evangelio, con alien cuantos deberes la religión impone. P or
to sublime y esforzado respondía: si es lo tanto, que ni ha sido revelada por
justo delante de Dios obedeceros antes Dios verdad alguna, ni para nada ha de
que a Dios, juzgadlo vosotros mismos: tenerse en cuenta la institución cristia
porque no podemos menos de hablar na en las costumbres, ni obedecer a la
de aquellas cosas que hemos visto y Iglesia; que ésta ni tiene potestad para
o ido^. dar leyes ni posee derecho alguno; más
Amar, pues, a u n a y otra patria, la aún: que no debe hacerse mención de
natural y la de la ciudad celeste; pero ella en las constituciones de los pue
de tal m anera, que el am or de ésta blos. Am bicionan y por todos los me- 390
ocúpe lugar preferente en Nuestro co dios posibles procuran apoderarse de
razón, sin perm itir jam ás que a los los cargos públicos y tom ar las riendas
derechos de Dios se antepongan los en el gobierno de los Estados, para
derechos del hom bre, es el principal poder así más fácilmente, según estos
deber de los cristianos, y como fuente principios, arreglar las leyes y educar
de donde se derivan todos los demás los pueblos. Y así vemos que a cada
deberes. Y a la verdad que el libertador paso, o al descubierto se declara la gue
dél linaje hum ano, yo, dice, para esto rra a la Religión católica, o se la com
he nacido y con este fin vine al mundo, bate arteram ente; m ientras que se con
para dar testimonio de la verdad^, y ceden am plias facultades para propagar
asimismo, he venido a poner fuego a toda clase de errores, y se ponen fortí-
la tierra, ¿y qué quiero sino que se simas trabas a la pública profesión de
encienda?(8). E n el conocimiento de las verdades religiosas.
ésta verdad, que es la perfección sum a
dél entendim iento, y en el am or divino, 12. Estudio y oración po r la fe. En
que de igual modo perfecciona la vo circunstancias tan lamentables, ante
luntad, consiste toda la vida y libertad 56 todo es preciso que cada uno entre
(5) Tit. 3, i . (7) Juan 18, 37.
(6) Act. 4, 19-20. (8) Lúe. 12, 49
400 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1890) 56, 13-14
él nada han oído hablar? Y ¿cómo 15. La unión del clero y de los lai
oirán hablar de él si no se les predi cos. Pero no llenarán este deber como
ca...? Así, que la fe proviene del oír, conviene colm adam ente y con prove
y el oír depende de la predicación de cho, si bajan a la arena separados unos
la palabra de Cristo*12). Siendo, pues, de otros.
la fe necesaria p ara la salvación, sígue Ya anunció Jesucristo que el odio y
se que es enteram ente indispensable la envidia de los hom bres, de que El,
que se predique la palabra de Cristo. antes que nadie, fué blanco, se extende
ría del mismo modo a la obra por El
Deber de la jerarquía y de los laicos. fundada, de tal suerte, que a m uchos
El cargo de predicar, esto es, de ense se les im pediría con efecto conseguir
ñar, por derecho divino compete a los la salvación, que El por singular bene
maestros, a los que el Espíritu Santo ficio Nos ha granjeado. P or lo cual
ha instituido Obispos para gobernar la quiso, no solamente form ar alum nos de
Iglesia de Dios*13), y principalm ente al su escuela, sino además juntarlos en
Pontífice Romano, Vicario de Jesucris sociedad y unirlos convenientemente en
to, puesto al frente de la Iglesia uni un cuerpo, que es la Iglesia*13), cuya
versal con potestad suma, como m aes cabeza es El mismo. Así que la vida de
tro de lo que se h a de creer y obrar. Jesucristo penetra y recorre la trab a
Sin embargo, nadie crea que se prohibe zón de este cuerpo, nutre y sustenta a
a los particulares poner en uso algo de cada uno de los miembros, y los tiene
su parte, sobre todo a los que Dios unidos entre sí y encam inados al m is
concedió buen ingenio y deseo de hacer mo fin, por m ás que no es una misma
bien; y que, cuando el caso lo exija, la acción de cada uno de ellos*16). Por
puedan fácilm ente no ya arrogarse al estas causas, no sólo es la Iglesia socie
cargo de doctor, pero sí com unicar a dad perfecta y m ucho m ás excelente
los demás lo que ellos h an recibido, que cualquiera otra sociedad, sino ade
siendo así como el eco de la voz de los más le ha im puesto su Fundador la
maestros. Antes bien a los P adres del obligación de trab ajar por la salvación
Concilio Vaticano les pareció tan opor del linaje hum ano como un ejército
tuna y fructuosa la colaboración de los formado en batalla*17). E sta composi
particulares, que hasta juzgaron deber ción y conform ación de la sociedad
exigírsela: A todos los fieles, en espe cristiana de ningún modo se puede
cial a los que mandan o tienen cargo de m udar, y tampoco es perm itido a cada
enseñar, suplicamos encarecidamente uno vivir a su antojo, o escoger el modo
por las entrañas de Jesucristo, y aun de pelear que más le agrade, porque
les mandamos con la autoridad del mis desparrama y no recoge el que no
mo Dios y Salvador Nuestro que tra recoge con la Iglesia y con Jesucristo,
bajen con empeño y cuidado en alejar y en realidad pelean contra Dios todos
y desterrar de la Santa Iglesia estos los que no pelean con El y con la
errores, y manifestar la luz purísima Iglesia*18^.
de la /e*14*).
P or lo demás, acuérdese cada uno 16. La concordia en el pensar. Mas
que puede y debe sem brar la fe cató p ara esta unión de los ánimos y seme
lica con la autoridad del ejemplo, } janza en el modo de obrar, no sin cau
predicarla profesándola con tesón. P or sa form idable a los enemigos del nom
consiguiente, entre los deberes que Nos bre católico, lo prim ero de todo es ne
unen con Dios y con la Iglesia, se ha cesaria la concordia de pareceres, a la
de contar entre los principales ese de cual vemos que el Apóstol S an P ablo
que cada cual se industrie y trabaje en exhortaba a los Corintios con todo en
la propagación de la verdad cristiana carecim iento y con palabras de m ucho
y repulsión de los errores. peso: Mas os ruego encarecidamente,
(12) Rom.. 10, 14 y 17. (15) Coios. 1, 24.
(13) Act.j 20, 28. (16) Rom. 12, 4-5.
(14) Conc. Vaticano, Const., Dei Filius, 2Í-III-
1870 sub fine; ASS 5 (1869/70) p. 171; D cn z iigcr (17) Cantic., 6, 9.
n. 1819. (1S) Luc. 11, 23.
402 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1890) 56, 17
abraza de otro modo que no es por la la autoridad, debe poder juzgar qué es
fe ... Y es claro que aquel que se adhiere lo que se contiene en las enseñanzas
a las enseñanzas de la Iglesia como a divinas, qué doctrina concuerda con
regla infalible, da asentimiento a todo ellas y cuál es la que de ellas se aparta:
lo que enseña la Iglesia; porque de otro y del mismo modo señalarnos las cosas
modo, si en lo que la Iglesia enseña buenas y las malas, y lo que es necesa
abraza lo que quiere y lo que no quiere rio hacer o evitar para conseguir la
no abraza, ya no se adhiere a la doctri salvación; pues de otro modo no sería
na de la Iglesia como a regla infalible, para los hom bres intérprete fiel de las
sino a su propia voluntad <23). Debe ser enseñanzas de Dios, ni guía seguro en
una la fe de la Iglesia, según aque- el cam ino de la vida.
//0 (23^) . Tened todos un mismo lengua
je, y no haya entre vosotros cismas: lo 19. La potestad e íntima naturaleza
cual no se podría guardar a no ser que de la Iglesia. Penetrem os m ás íntim a
en surgiendo alguna cuestión en mate m ente en la naturaleza de la Iglesia, la
ria de fe, sea resuelta por el que pre cual no es un conjunto y reunión ca
side a toda la Iglesia. Y por esto sólo a sual de los cristianos, sino una sociedad
la autoridad del Sumo Pontífice perte constituida con adm irable providencia
nece dar un nuevo símbolo, como todo de Dios, y que tiende directa e inm e
lo demás que se refiere a toda la Igle diatam ente a procurar la paz de los
s ia ^ . ánimos y la santidad; y como por di
vina disposición, ella sola posee las co
18. La extensión de la obediencia. sas necesarias p ara esto, tiene leyes
T ratándose de d eterm in ar los lím ites ciertas y deberes ciertos, y en la direc
de la obediencia, nadie crea que se ha ción del pueblo cristiano sigue un modo
de obedecer a la autoridad de los P re y camino conveniente a su naturaleza.
lados y principalm ente la del Romano
Pontífice solamente en lo que toca a Armonía con el poder civil. Pero
los dogmas, cuando no se pueden re este gobierno es difícil, y frecuentem en
chazar con pertinacia sin com eter cri te se hallan en él tropiezos. Porque la
men de herejía. Ni tam poco basta ad Iglesia gobierna a gentes diseminadas
m itir con sinceridad y firm eza las ense por todas las partes del mundo, de di
ñanzas que la Iglesia, aunque no estén verso origen y costumbres, las cuales,
definidas con solemne declaración, p ro viviendo cada una en su estado y n a
pone con su ordinario y universal m a ción, con leyes propias, tienen el deber
gisterio como reveladas por Dios, las de estar a un mismo tiempo sujetas a
cuales m anda el Concilio Vaticano que la potestad civil y a la religiosa. Y este
se crean con fe católica y divina: sino doble deber, aunque unido en la misma
además uno de los deberes de ios cris persona, no es el uno opuesto al otro,
tianos es dejarse regir y gobernar por según hemos dicho, ni se confunden
la autoridad y dirección de los Obispos, entre sí, por cuanto el uno se ordena
y ante todo, por la Sede Apostólica. a la prosperidad de la sociedad civil, y
Facilísim am ente se echa de ver cuán el otro al bien com ún de la Iglesia, y
conveniente sea esto. Porque lo que se ambos a conseguir la perfección del
contiene en la Divina revelación, parte hombre.
se refiere a Dios, y parte al mismo
hom bre y a las cosas necesarias a la Independencia de la Iglesia. Deter- 396
salvación del hom bre. Ahora bien: acer m inados de este modo los derechos y
ca de am bas cosas, a saber, qué se debe deberes, claram ente se ve que los gober
creer y qué se h a de obrar, como diji nantes civiles quedan libres para el de
mos, ordena la Iglesia por derecho di sempeño de sus asuntos, y esto no sólo
vino y en la Iglesia el Sumo Pontífice. sin oposición, sino aún con la declarada
P or lo cual el Pontífice, por virtud de cooperación de la Iglesia, la cual, por
(23) Tliom. Sum. II-II, Quaest. V, art. III. (2 4 ) T h o m . S u m . I I - I I , Q u a e s t. I, a r t . X .
(23*) I Cor. 1, 10.
404 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1890) 56, 20-21
La Iglesia y las leyes civiles. De aquí fácilm ente se guardarán de los m aes
se sigue que al sancionar las institucio tros m e n t ir o s o s ... q u e le s p r o m e te n li
nes y leyes, se ha de atender a la índole b e r ta d c u a n d o e llo s m is m o s s o n e s c la
m oral y religiosa del hom bre, se h a de v o s d e la c o r r u p c ió n <2D, y aún partici
procurar su perfección, pero ordenada pando del vigor de la m ism a Iglesia,
y rectam ente, y nadie se lo ha de m an destruirán las intrigas con su pruden
dar o prohibir, sino teniendo en cuenta cia, y la violencia con su fortaleza.
cuál es el fin de la sociedad política y
cuál el de la religiosa. P or esta m ism a 23. Conducta de los Católicos. - Reli
razón no puede ser indiferente p ara la giosidad. No es ésta la ocasión de ave
Iglesia qué leyes rigen en los Estados, riguar si ha sido parte y hasta qué
no en cuanto pertenecen a la sociedad punto para llegar al nuevo estado de
civil, sino porque algunas veces, pasan cosas, la cobardía y discordias de los
do los límies prescritos, invaden los católicos entre sí; pero de seguro no
derechos de la Iglesia. Más aun: la sería tan grande la osadía de los malos,
Iglesia h a recibido de Dios el encargo ni hubiesen sembrado tantas ruinas, si
de oponerse cuando las leyes civiles se hubiera estado más firm e y arraigada
oponen a la Religión; y de procurar en el pecho de muchos la je q u e o b r a
diligentemente que el espíritu de la le p o r m e d io d e la c a r i d a d (28\ ni hubiera
gislación evangélica vivifique las leyes decaído tan generalm ente la observan
e instituciones de los pueblos. Y puesto cia de las leyes dadas al hom bre por
que de la condición de los que están Dios. ¡Ojalá que de la m em oria de lo
al frente de los pueblos depende p rin pasado saquemos el provecho de ser
cipalmente la buena o m ala suerte de más avisados en adelante!
los Estados, por eso la Iglesia no puede 24. Ni excesiva prudencia. P or lo
patrocinar y favorecer a aquellos que que hace a los que han de tom ar parte
la hostilizan, desconocen abiertam ente en los negocios públicos, deben evitar
sus derechos, y se em peñan en separar cuidadosam ente dos extremos viciosos,
dos cosas, por su naturaleza insepara de los cuales uno se arroga el nom bre
bles, que son la Iglesia y el Estado. de prudencia, y el otro raya en tem e
Por el contrario es, como lo debe ser, ridad. Porque algunos dicen que no
protectora de aquellos que, sintiendo conviene hacer frente al descubierto a
rectam ente de la Iglesia y del Estado, la im piedad fuerte y pujante, por te
trab ajan p ara que ambos aunados p ro m or de que la lucha exaspere los áni
curen el bien común. mos de los enemigos. Los que así juz
22. Normas para los católicos en
gan, no se sabrá decir si están en favor
asuntos políticos. E n estas reglas se de la Iglesia o en contra de ella; pues, si
contiene la norm a que cada católico bien dicen que son católicos, querrían
debe seguir en su vida pública, a saber: que la Iglesia dejara que se propagasen
donde quiera que la Iglesia perm ite inm unem ente ciertas m aneras de opi
tom ar parte en negocios públicos, se nar, de que ella disiente. Tom an los ta
9S ha de favorecer a las personas de p ro les a m al la ruina de la fe y la co rrup
bidad conocida, y que se espera han ción de las costum bres; pero nada tra
de ser útiles a la religión, ni puede h a bajan para poner remedio, antes con su
ber causa alguna que haga lícito prefe excesiva indulgencia y disimulo perjudi
rir a los m al dispuestos contra ella. De cial acrecientan no pocas veces el mal.
donde se ve qué deber tan im portante Esos mismos no quieren que nadie pon
es m antener la concordia de los án i ga en duda su afecto a la Santa Sede;
mos, sobre todo aho ra que con p ro pero nunca les faltan pretextos para
yectos tan astutos se persigue la reli indignarse contra el Sumo Pontífice.
gión cristiana. Cuantos procuran dili La prudencia de esos tales la califica
gentemente adherirse a la Iglesia, q u e el Apóstol S an P ablo de s a b id u r ía d e
es c o lu m n a y a p o y o d e la v e rd a d ^ 2Q\ la c a r n e y m u e r te d e l a lm a p o r q u e , n i
(26) I Tim. 3, 15. (28) Gal. 5, 6.
(27) II Petr. 2, 1 y 19.
406 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1890) 56, 25
está ni puede estar sujeta a la ley de ritu. M ejor lo entienden aquellos que
D ios(29>. Y en verdad que no hay cosa no rehúsan salir al palenque siempre
1 menos conducente p ara d ism inuir los que sea menester, en la firm e persua
males. Porque los enemigos, según que sión de que la fuerza injusta se irá de
m uchos de ellos confiesan públicam en bilitando y acabará por rendirse a la
te y aún se glorían de ello, se han pro santidad del derecho y de la Religión.
puesto a todo trance destruir hasta los Estos, ciertam ente, acom eten una em
cimientos, si fuese posible, de la Reli presa digna del valor de Nuestros m a
gión católica, que es la única verdade yores, cuando se esfuerzan en defender
ra. Con tal intento, no hay nada a que la Religión, sobre todo contra la secta
no se atrevan, porque conocen bien que audacísim a, nacida para vejación del
cuanto m ás se am edrente el valor de nom bre cristiano, que no deja un m o
los buenos, tanto más desem barazado mento de ensañarse contra el Sumo
hallarán el camino p ara sus perversos Pontífice, sometido por fuerza bajo su
designios. poder; pero que guardan cuidadosa
P or lo cual, los que tan bien hallados mente el am or a la obediencia, y no
están con la prudencia de la carne; los acostum bran em prender nada sin que
que fingen no saber que todo cristiano les sea ordenado. Y como quiera que
está obligado a ser buen soldado de ese deseo de obedecer, junto con un
Cristo; los que pretenden llegar por ca ánimo firm e y constante, sea necesario
minos m uy llanos y sin exponerse a los a todo cristiano p ara que, suceda lo
azares del combate, a conseguir el pre que sucediere, no sean hallados en fal-
mio debido a los vencedores; tan lejos fa(3°); m ucho quisiéram os que en los
están de a ta ja r los pasos a los malos, ánimos de todos se hallase profunda
que antes les dejan expedito el camino. mente arraigada la que S a n P a b l o lla
m a prudencia del espíritu (3D. Porque
NI excesiva tem eridad. P o r el con ésta m odera las acciones hum anas, si
trario, no pocos, movidos de engañoso guiendo la regla del justo medio, h a
celo, o lo que sería peor, fingiendo ciendo que, ni desespere el hom bre por
unas cosas y haciendo otras, se ap ro tím ida cobardía, ni confíe tem eraria
pian un papel que no les compete. m ente más de lo que debe.
Quisieran que todo en la Iglesia se
hiciese según su juicio y capricho, has La prudencia política de los gober
ta el punto de que todo lo que se hace nantes especialm ente del Papa. Mas
de otro modo lo llevan a m al o lo hay esta diferencia entre la prudencia
reciben con disgusto. política que m ira al bien común, y la
Estos trab ajan con vano empeño; que tiene por objeto el bien particular
pero no por eso son menos dignos de de cada uno; que ésta se halla en los
reprensión que los otros. Porque eso particulares que en el gobierno de sí
no es seguir la legítim a autoridad, sino mismos, siguen el dictam en de la ra
ir delante de ella, y alzarse los particu zón; y aquélla es propia de los supe
lares con los cargos propios de la je riores, y más aún de los príncipes a
rarquía, con grave trastorno del orden quienes toca presidir con autoridad. De
que Dios m andó se guardase p erpetua modo que la prudencia política de los
m ente en su Iglesia, y que no perm ite particulares parece tener únicam ente
sea violado im punem ente por nadie. por oficio el fiel cum olim iento de lo
25. La verdadera pru d en cia del espí que ordena la legítima autoridad(2930132>.
(29) Rom. 8, 6-7. m á s b ie n s e r g o b e r n a d o y r e g i d o . P o r e s t a r a z ó n
(30) Jac. 1, 4. la p r u d e n c i a n o e s u n a v i r t u d d e l s i e r v o c o m o
t a l n i d e l s ú b d i t o c o m o ta l . P e r o c o m o c u a lq u ie r
(31) Rom. 8, 6. h o m b r e e n c u a n to e s u n s e r r a c i o n a l p a r t i c i p a d e
(32) " L a p r u d e n c i a e s t á e n la r a z ó n ( i n t e l i g e n a lg ú n m o d o d e l g o b i e r n o le c o r r e s p o n d e e n la
c i a ) ; e l r e g i r y g o b e r n a r e s p r o p i o d e la r a z ó n ; m i s m a m a n e r a p o s e e r la p r u d e n c i a . D e d o n d e e s
p o r e s o , a t o d o s lo s h o m b r e s e n c u a n to p a r t i c i p e n c o s a m a n i f i e s t a q u e la p r u d e n c i a e s t á e n e l p r i n
d e l r é g i m e n y e l g o b i e r n o , le s c o r r e s p o n d e p o s e e r c ip e c o m o e l a r te d e a r q u ite c tu r a , c o m o s e e r n o -
p r u d e n c ia y r a z ó n . C o sa m a n if ie s ta e s q u e a l n e e n e l li b r o I V d e la “ E t i c a ” , e n lo s s ú b d i t o s
s ú b d i t o c o m o t a l y a l s i e r v o c o m o t a l n o le in e m p e r o , a m o d o d e l a r t e d e l o p e r a r i o m a n u a l” .
c u m b e r e g i r y g o b e r n a r s in o q u e le c o r r e s p o n d e (S. Thomas II, II Quaest. 47, art 12).
50. 26-27 E n c íc l ic a “ S a p ie n t ia e C h r is t ia n a e ” 407
E sta disposición y orden son de tanta so los vieren hacer algo digno de re
m ayor im portancia en el pueblo cris prensión; no sea que al reprender el
tiano, cuanto a m ás cosas se extiende mal movidos de rectitud, empujado por
la prudencia política del Sumo P o ntí el viento de la soberbia se despeñen en
fice, al cual toca no sólo gobernar la más profundos males. Deben ser avisa
Iglesia, más aún, enderezar las acciones dos que no cobren osadía contra sus
de todos los cristianos en general del Superiores por ver en ellos algunas fal
modo conveniente p ara conseguir la tas; sino que de tal manera lian de
salvación eterna que esperamos. De juzgar las cosas que en ellos vieren
donde se ve que además de guardar malas, que, movidos del amor divino,
una grande conform idad de pareceres no rehúsen llevar el yugo de la reve
y acciones, es necesario ajustarse en el rencia debida. Porque no se debe poner
modo de proceder a lo que enseña la la lengua en las acciones de los Supe
sabiduría política de la autoridad ecle riores, aunque aparezcan dignas de jus
siástica. ta reprensión3(34).
27. La vida cristiana. - Práctica de
26. El gobierno de los obispos. Aho
las virtudes. Mas, con todo esto, de
ra bien: el gobierno del pueblo cristia
poco provecho serán Nuestros esfuer
no, después del P apa y dependiente
zos, si no se em prende un tenor de vida
mente de él, toca a los Obispos que, si
conform e a la m oral cristiana. Del
bien no h an llegado a lo m ás alto de la
pueblo judío dicen m uy bien las Sagra
potestad pontifical, son, empero, ver
das Letras: Mientras no enojaron a
daderos Príncipes de la jerarq u ía ecle
siástica; y teniendo a su cargo cada uno
Dios con sus pecados, todo les salió
el gobierno de una iglesia, son, por de
bien; porque Dios aborrece la maldad
cirlo así, Arquitectos principales... del
de ellos... Pero tan luego como se apar
taron del camino que Dios les había
edificio espiritual(33>, y tienen a los trazado
demás clérigos por colaboradores en
para que anduviesen por él,
fueron exterminados en las guerras que
su cargo y ejecutores de sus delibera
ciones. A este modo de ser de la Igle
les hicieron muchas naciones<35).
Pues la nación de los judíos repre
sia, que ningún hom bre puede alterar,
sentaba como la infancia del pueblo
debe acom odarse el tenor de la vida y
cristiano; y en muchos casos, lo qué a
las acciones. P or lo cual, así como es
ellos les acontecía no era m ás que figu
necesaria la unión de los Obispos, en
ra de lo que había de suceder en lo
el desempeño de su episcopado, con la
porvenir; con esta diferencia: que a
Santa Sede, así conviene tam bién que,
Nosotros nos colmó y enriqueció la di
tanto los clérigos como los legos, vi
vina bondad con m uy m ayores benefi
van y obren m uy en arm onía con sus
cios; lo cual hace que el crim en de
Obispos. ingratitud que les acom paña acreciente
Podrá, ciertam ente, suceder que en la malicia de los delitos de los cristianos.
las costum bres de los Prelados se halle
algo menos digno de loa, y en su modo Inminente castigo de las naciones
de sentir algo menos digno de apro ba olvidadas de Dios. Ciertam ente que
ción; pero ningún p articular debe eri Dios nunca ni por nada abandona a su
girse en juez, cuando Jesucristo Nues Iglesia; por lo cual nada tiene que
tro Señor confió ese oficio a sólo aquel tem er de la m aldad de los hombres.
a quien dio la suprem acía, así de los Pero no pueden prom eterse igual segu
corderos como de las ovejas. Tengan ridad las naciones, si llegan a degene
todos m uy presente en la m em oria ra r de la virtud cristiana. El pecado
aquella m áxim a sapientísim a dé S a n hace desgraciados a los pueblos(36>.
G r e g o r io M a g n o : Deben ser avisados Y si en todo el tiempo pasado se ha
los súbditos que no juzguen temeraria verificado rigurosam ente la verdad de
mente la vida de sus Superiores, si aca ese dicho, ¿por qué motivo no se ha
(3 3 ) S. Thom. Q u o d l ib . I, art. XIV. (35) Judit, 5, 20-22.
(34) 5. G r e g o r i o M a g n o , Pastor. P. III, cap. (36) Prov., 14, 34.
IV (Migne PL. 77, col. 55-C).
408 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1890) m j í s
de experim entar tam bién en Nuestro reina, y hace que los tales reciban de
siglo? Antes bien de que está ya cerca Dios la vida del alma, vivan con Dios
el día del merecido castigo, es indicio, y que dirijan y ordenen a El todas sus
entre otras m uchas cosas, el estado m is acciones.
mo de los Estados modernos, muchos Caridad para con el prójimo. Y con
de los cuales vemos consumidos de la caridad y am or de Dios debe herm a
ocultos males y ninguno que goce de narse el am or de los prójim os, ya que
com pleta seguridad. Y si los hombres los hom bres participan de la bondad
m alvados continúan audazm ente por el
infinita de Dios, de quien son imagen
camino em prendido, si llegan a hacerse
fuertes en riquezas y en poder, como
y semejanza. Este mandamiento nos ha
dado Dios, que quien le ama a El, ame
lo son en m alas artes y peores intentos,
razón h abría p ara tem er que acabasen
también a su hermano<39). Si alguno
por demoler, desde los cimientos pues
dijere que ama a Dios y aborreciere a
tos por la naturaleza, todo el edificio
su hermano, miente(á0\ Y este m anda
miento de la caridad lo llamó nuevo el
social. Ni ese tan grave riesgo se puede
divino legislador, no porque hasta en
alejar sólo con medios hum anos, cuan
tonces no hubiese ley alguna, divina o
do vemos ser tantos los hom bres que,
natural, que m andara se am asen los
abandonada ^a fe cristiana, pagan el
hom bres unos a otros, sino porque el
justo castigo de su soberbia con que,
modo de am arse que debían de tener
obcecados por las pasiones, buscan inú
los cristianos era nuevo y hasta enton
tilm ente la verdad, abrazando lo falso
ces nunca oído. Porque la caridad con
por verdadero, y se tienen a sí propios
que Jesucristo es am ado de su Padre,
por sabios, cuando llam an al mal bien
y con la que El am a los hombres, esa
y al bien mal, tomando las tinieblas por consiguió El para sus discípulos y se
la luz y la luz por tinieblas(37)38. guidores, a fin de que sean en El un
Desagravio a Dios. Es, pues, necesa corazón y una sola alma, al modo que
rio que Dios ponga en este negocio su El y el Padre son una sola cosa por
mano, y que, acordándose de su benig naturaleza. Bien sabido es cuán hondas
nidad, se digne volver los ojos a la raíces echó la virtud de este precepto
sociedad civil de los hom bres. P ara lo en los pechos de los prim eros cristia
cual, según otras veces os hemos exhor nos, y cuán copiosos y excelentes fru
tado, se debe p ro cu rar con singular tos dió de concordia, m utua benevolen
empeño y constancia aplacar con h u cia, piedad, paciencia y fortaleza.
mildes oraciones la divina clemencia, y
hacer que florezcan de nuevo las vir Motivos para el amor. ¿P o r qué he
tudes que dan ser a la vida cristiana. mos de esforzarnos en im itar los ejem
plos de Nuestros m ayores? Lo calam i
28. La caridad para con Dios. Ante toso de los tiempos es u n buen estimuló
todo se debe fom entar y m antener la para movernos a guardar la caridad.
caridad, fundam ento el m ás firm e de Enconándose el odio de los impíos con
la vida cristiana, y sin la cual, o no hay tra Jesucristo, m uy puesto en razón es
virtud alguna, o sólo virtudes estériles que los cristianos fom enten la piedad y
y sin fruto. P or eso S a n P a b l o , exhor la caridad, fecunda m adre de gloriosas
tando a los Colosenses a que se guar proezas. Acábense, pues, las diferen
dasen de todo vicio y se hiciesen reco cias, si algunas hubiere. Dése fin a
m endables con la práctica de las vir aquellos debates que, acabando con las
tudes, añade: Sobre todo esto, esmeraos fuerzas de los combatientes, de ningún
en la guarda de la caridad, porque es provecho son a la Religión. Unidas las
el más perfecto lazo de unión^8\ inteligencias por la fe, y con la caridad
Y en verdad que la caridad es víncu las voluntades, vivamos como es Nues
lo de perfección, porque une con Dios tro deber en el am or de Dios y de los
estrecham ente aquéllos entre quienes prójimos.
(37) Isai., 5, 20. (39) I Juan 4, 21.
(38) Coios. 3, 14. (40) I Juan 4, 20.
f>6, 29-32 E n c íc l ic a “ S a p ie n t ia e C h r is t ia n a e ” 409
29. Las obligaciones de los padres ben hacer los católicos, y de las que
de fam ilia. O portuna ocasión es esta se deben guardar.
p aía exhortar en especial a los padres
de fam ilia p ara que traten, no sólo de 30. E xhortación final. Sólo resta, y
gobernar sus casas, sino tam bién de esto es de vuestra incumbencia, Vene
educar a tiempo, a sus hijos según estas rables Herm anos, que procuréis sea
máximas. La base de las sociedades ci oída N uestra voz en todas partes, y que
viles es la fam ilia, y en gran parte, en todos entiendan de cuánta im portancia
el hogar doméstico se p rep ara el p o r es que se lleve a cabo lo que en estas
venir de los Estados. P or eso los que Nuestras Letras hemos declarado No
desean divorciar la sociedad del Cristia puede ser molesto y pesado el cum pli
nismo, poniendo la segur en la raíz, se miento de estos deberes, ya que el yugo
apresuran a corrom per la sociedad do de Jesucristo es suave y ligera su car
méstica; ni los arred ra en tan m alvado ga. Mas si algo pareciese difícil de h a
intento el pensar que no lo podrán lle cer, procurad con vuestro ejemplo y
var a cabo sin grave in ju ria de los p a autoridad despertar en todos alientos 404
dres, a quienes la mism a naturaleza da generosos, y que no se dejen vencer
derecho p ara educar a sus hijos, im po por ninguna dificultad. Hacedles ver,
niéndoles al mismo tiempo el deber de como Nos hemos dicho m uchas veces,
qué la educación y enseñanza de la que se corren grave riesgo bienes g ran
niñez corresponda y diga bien con el dísimos y sobrem anera digno* de ser
fin p ara el cual el cielo les dio los codiciados; por conservar los cuales,
hijos. A los padres toca, por tanto, tr a lodos los trabajos se deben tener por
tar con todas sus fuerzas de repeler llevaderos, siendo tan excelente el ga
toda in ju ria en ese particular, y de lardón con que se rem uneran esos tra
conseguir a toda costa el que esté en bajos, como es grande el prem io que
su mano el educar cristianam ente, cual corona la vida de quien vive cristiana
conviene, a sus hijos, y apartarlo cuan mente. F uera de que no querer defen
to más lejos puedan de las escuelas der a Cristo peleando, es m ilitar en las
donde corren peligro de que se les p ro filas de sus enemigos, y El Nos asegu-
pine el veneno de la impiedad. Cuando ra<41) que no reconocerá por suyos de
se tra ta de am oldar al bien el corazón lante de su P adre en los cielos a cuan
de los jóvenes, cualquier cuidado y tra tos rehusaron confesarle delante de los
bajo que se tome será poco p ara lo que hom bres en este mundo.
la cosa se merece. En lo cual son, por 31. Conclusión y bendición apostó
cierto, dignos de la adm iración de to lica. P o r lo que a Nos y a todos vos
dos, los católicos de varios países, que otros atañe, nunca, de seguro, consenti
con grandes gastos y m ayor constancia remos, m ientras Nos quede un soplo de
han abierto escuelas p ara la educación vida, que falte, a los que pelean por
de la niñez. Nuestra autoridad, consejo y ayuda. Y
Conveniente es em ular ejem plo tan no hay duda que así al rebaño como a
saludable donde quiera que lo exijan los pastores dará Dios sus auxilios has
los tiempos que corren; pero téngase ta conseguir com pleta victoria.
ante todo por indudable que es m ucho Alentados con esa confianza, como
lo que puede en los ánimos de los n i presagio de dones celestiales, y pren
ños la educación doméstica. Si los jó da de Nuestra benevolencia, a vosotros,
venes hallaren en sus casas u n a buena Venerables H erm anos, y al Clero y pue
instrucción y una como palestra de las blo todo que os está confiado, con en
virtudes cristianas, serán con el tiempo trañable am or en el Señor, damos la
baluarte seguro de la felicidad de las bendición apostólica.
naciones. Dado en Roma, en San Pedro, el día
Nos parece haber tocado ya las prin 10 de Enero del año 1890, de Nuestro
cipales cosas que en estos tiem pos de- Pontificado el duodécimo.
(41) Luc., 9, 26. LEON PAPA XIII.
É3 7E
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
193 1. El m otivo: No el agravio personal nuestra Italia pierda la fe. A m enudo ^í0’)
(2 °6) s¡n0 ej pe[igro de jas almas. De lo alto hemos dado la voz de alerta anuncian
de la Sede Apostólica, donde la divina do el peligro; pero no por eso creemos
Providencia Nos ha colocado p ara velar haber hecho bastante.
por la salvación de todos los pueblos,
N uestra m irada se posa frecuentem ente Los renovados ataques obligan a ha
sobre Italia, en cuyo seno, por arte de blar. Ante los continuos y cada vez
singular predilección puso Dios la Sede m ás fieros asaltos, sentíam os más po
de su Vicario, y de donde, por otra p a r derosa la voz de la conciencia que Nos
te, Nos vienen aho ra m últiples y dolo- estim ulaba a hablaros de nuevo a vos
rosas am arguras. No Nos contristan las otros, Venerables H erm anos, a vuestro
ofensas personales ni las privaciones y clero y al pueblo italiano. Como no da
sacrificios im puestos por la actual si tregua el enemigo, así no Nos es lícito
tuación de las cosas, ni las injurias y perm anecer silenciosos u ociosos ni a
dicterios que una prensa procaz tiene Nos ni a vosotros, que por divina m er
plena libertad de lanzar contra Nos to ced fuimos constituidos en custodios y
dos los días. Si se tratase sólo de Nues paladines de la Religión de los pueblos
tra persona y no viésemos que Italia, que nos fueron encomendados, Pastores
am enazada en su fe m archa derecha y asiduos vigilantes de la grey de Cristo
m ente a su ruina llevaríam os en silen por la cual debemos estar prontos a
cio las ofensas, contentos con repetir sacrificarlo todo, si es preciso, hasta
tam bién Nos aquello que decía de sí la vida.
mismo uno de nuestros más ilustres No hablarem os en modo alguno de
predecesores: “Si terrae meae captiuitas hechos nuevos; pues, los que ocurrieron
per quotidiana momenta no excresceret, antes perm anecen en el mismo estado;
de despectione mea atque irrisione lae- de ellos hemos hablado oficialmente ya
tus tacerem’W. otras veces conform e lo reclam aba la
Pero adem ás de la independencia y ocasión. Pero aquí querem os recapitu- 194
dignidad de la Santa Sede, se tra ta de larlos en cierto modo y agruparlos co
la religión m ism a y de la salud de toda mo en un solo haz para que sirvan de
u na nación, y de nación tal, que desde oportuna enseñanza para todas las con
los prim eros tiem pos abrió gozosa su secuencias que de ellos se deriven. No
seno a la fe católica y siempre la con son hechos dudosos o controvertidos
servó cuidadosam ente. sino acaecidos a la plena luz del día, y
Parece increíble, pero es verdad: he esto, no en form a aislada sino conexos
mos llegado al punto de tem er que entre sí, de suerte tal que denotan evi-
(*) ASS 23 (1890/91) 193-206. Versión parcialmente corregida para la 2? edición. En ASS 23, 193-
206 se encuentra el o r i g i n a l italiano; a continuación de el, en ASS 23 206-222 va como allí dice “la
versión latina” . — Eos n ú m e r o s m a r g i n a l e s indican las páginas de arnEos doonm^otoc fP H'i
(1) S.^ Gregor. Magno, Epist. ad Maurit. Impe- escarnio y la irrisión de que me hacen objeto”
rat. Registro 5: “Si la esclavitud de mi país no (Migne PL. 77 [Epist. lib. V, indict. 13, Epist.
aumentara de día en día, gozoso callaría frente al 40] col. 766-A).
— 410 —
5 7 , 2-3 E n c íc l ic a “ A b A p o s t o l ic i S o l ii” 411
dentem ente un sistema del cual son la que dism inuyó considerablem ente el
realización y el desenvolvimiento. El núm ero de operarios evangélicos que se
sistema no es nuevo, pero es nueva la destinan al sagrado m inisterio y a la
audacia, el encarnizam iento y la rap i asistencia religiosa que se presta a esta
dez con que ah o ra se va realizando Santa Sede, como tam bién a la propa
ante Nuestros ojos. gación de la Fe entre los infieles. Más
tarde, m ediante la dictación de una ley,
2. La M asonería y Roma. Es el plan los jóvenes clérigos fueron obligados
preestablecido de las sectas que con a p restar servicio m ilitar, de lo cual re
celeridad se desarrolla ahora en Italia, sultaron necesariam ente m uchos y muy
especialmente en la parte que toca a la graves obstáculos para la elección de
Iglesia y a la Religión católica, cuyo los clérigos, y adversos al cum plim iento
propósito últim o y m uy notorio es re conveniente aun de la instrucción del
ducirla, si fuese posible, a la nada. clero secular.
Hoy día, huelga fo rm ar el proceso de Además, poniendo violenta m ano en
las sectas que se dicen m asónicas; el el patrim onio eclesiástico, en parte lo
juicio sobre ellas ya está dado; los fi adjudicaron al Fisco, en parte, empero,
nes, los medios, sus dogmas, la acción, lo agobiaron con enorm ísim os tributos,
todo está averiguado y conocido con dejándolo extrem adam ente extenuado,
tan ta certeza que ya no cabe contro naturalm ente, con la intención de redu
versia al respecto. Im buidos del espí cir al clero y a la Iglesia a la miseria,
ritu de Satanás, cuyos instrum entos de privarla de los medios que necesitan
son, arden, como su inspirador, el de para vivir y para prom over en la tierra
monio de tal m odo en odio m o rtal e los institutos y las obras pías que coad
im placable a J e s u c r i s t o , a la Iglesia yuvan a su divino apostolado. Así lo
por El fundada, que tra ta n esforzada han declarado abiertam ente los mismos 195
m ente de ab atirla o por lo m enos co ar adeptos de la m asonería: “Para dismi
ta r su acción. E sta guerra se m ueve nuir la influencia moral del clero y de
boy m ás que en o tra p arte cualquiera, las asociaciones, que ellos llaman, cle
en Italia, donde la Religión echó ra í ricales, se ha de emplear un solo medio
ces m ás hondas, m áxim e em pero en la muy eficaz: despojarlos de todos los
-os) Urbe rom ana donde está el centro y bienes y reducirlos a una pobreza ex
la cabeza de la unidad católica, y tiene trema”
su sede el P asto r de la Iglesia univ er Por lo demás, la m ism a acción del
sal.3 Poder civil se encam ina directa y cons
tantem ente a b o rrar íntegram ente de la
3. H istoria de los ataques sucesivos: Nación italiana el carácter religioso y
supresión de las O rdenes religiosas y cristiano: las leyes y cuanto constituye
del p atrim onio eclesiástico. Leyes a n ti lo que llam an la vida oficial procuran
cristianas. Conviene reco rd ar desde el desterrar toda inspiración e idea reli
principio las diversas fases de esta gue giosa en form a general y constante
rra. Se empezó arrebatando so color cuando no lo combate directam ente;
político, el principado civil de los P a cualquier m anifestación pública de Fe
pas; pero su rendición a los que real y piedad católica o se prohibe o, de
mente eran los jefes de esa secta, había m il modos, con razones especiosas se
de servir conform e a los acuerdos secre impide.
tos, más tarde abiertam ente declarados, A la fam ilia se ha quitado su base y
a la destrucción del suprem o poder es constitución religiosa proclam ando el
piritual de los mismos Romanos P ontí así llam ado m atrim onio civil e im po
fices, o por lo menos p ara reducirlos a niendo una enseñanza escolar que des
una esclavitud cargada de cadenas. Y de los rudim entos de las prim eras letras
para que a nadie cupiese la m enor duda hasta las lecciones de ’os Colegios de (209*
adonde realm ente apuntaban sus acuer superiores se enseña en form a total
dos, en seguida procedían a la supre mente laica, de donde resultará que las
sión de las Ordenes religiosas por la nuevas generaciones, en cuanto depen-
412 E n c íc l ic a s d e l PP. León XIII (1890) 57, 4-7
da del poder civil, se verán casi obliga- Iglesia que decretan y las medidas para
dos a desenvolverse sin tener ideas reli ella ofensivas que tom an, se proponen,
giosas y sin poseer las prim eras y esen se resuelven y definitivam ente estatu
ciales nociones de sus deberes para con yen prim ero en sus Congresos sectarios.
Dios. Basta que cualquier cosa tenga aun la
Esto es poner la segur a la raíz del apariencia aunque dudosa de ser m jur (2K)
árbol, ni cabe im aginar medio más u n i riosa o dañina para la Iglesia para que
versal ni más eficaz para arran car a la en seguida la veamos adoptada y p ro
influencia de la Iglesia y de la Fe, la movida.
sociedad, la fam ilia y tam bién a los 5. El nuevo Código penal ofensivo
individuos. Debilitar por todos los me para el Clero y las Obras Pías. E ntre
dios el clericalismo (o sea el catolicis los hechos más recientes recordarem os
mo) en sus fundamentos y en sus mis la aprobación del Código penal, en que
mas fuentes de vida, eso es, en la escue había algunos artículos de ley contra
la y en la familia, es la declaración rios al Clero que constituyen, efectiva
auténtica de los escritores masónicos. mente, una ley de excepción, la cual
con la m ayor pertinacia posible y pese
4. En muchas regiones es un sistema a todas las razones en contrario plugo
de gobierno. Pero alguien dirá que esto a los legisladores aprobar, y en que
sucede no solo en Italia sino que es un — ¡cosa increíble!— se consideran cri
sistema de gobierno, al que general m inales algunos actos que son deberes
mente, se conform an hoy todas las n a sacrosantos de su ministerio.
ciones. Esto, empero, no destruye, res La ley sobre las Obras Pías por la
pondem os Nosotros, sino antes bien cual todo el patrim onio que reunieron
confirm a lo que decimos sobre los p ro la piedad y la Religión de nuestros
pósitos y acción de la m asonería tal abuelos, a la som bra y con la tutela de
cual existe en Italia. Ciertamente aquel la Iglesia, queda substraído a la inter
sistema se adopta y se pone por obra vención eclesiástica; esta ley la habían
donde quiera que la M asonería ejercite insinuado ya las sectas m asónicas a l
su im pía y nefasta acción, y como ésta gunos años hacía p ara escarnecer a la
está tan am pliam ente difundida, aquel Iglesia, dism inuir su influencia social y
sistema anticristiano se aplica, en toda suprim ir de una plum ada las grandes
extensión, al orden público. Y la apli sumas de los delegados, destinadas a
cación se hace m ás rápida y universal sufragar los gastos del culto religioso.
en aquellas regiones cuyos gobernantes 6. Monumento al apóstata. Añádase
se sujetan m ás a la secta y secundan a esto la obra eminentem ente sectaria
con m ayor interés sus inicuas empresas. de la erección del m onum ento público
Y lo que consideram os un gran infor al famoso apóstata de Ñ o l a , decretada
tunio, en el núm ero de estos países se desde hace m ucho por la secta m asó
halla hoy día la m ism a nueva Italia. nica e insistentem ente prom ovida y,
Sin embargo, no sólo hoy com proba finalm ente, ejecutada con la ayuda y
mos que Italia comenzó a sucum bir al el favor de los gobernantes.
influjo im pío y m aléfico de las Sectas, 7. Declaraciones y obras del gobier
sino que desde hace algunos años, éstas no contrarias a la Iglesia. Mucho con
en su prepotencia, apoderándose de las tribuyeron a ello las declaraciones ex
cosas en form a absoluta, y dom inadora, plícitas y públicas del jefe de Gobierno,
a su antojo, a modo de tiranos las su que así se expresan: “La lucha real y
jetan. De allí que las norm as de adm i verdadera que el Gobierno tiene el mé
nistración pública en cuanto a la Reli rito de haber emvrendido , es la que
gión toca, favorecen casi todas y sirven se libra implacablemente entre la fe y
a las aspiraciones de las Sectas las que la Iglesia por un lado y el libre examen
p ara ejecutar sus designios encuentran y la razón por otra parte}\
en los gobernantes suprem os del Estado Igesia intenta luchar por encadenar
sus favorecedores y dóciles instrum en de nuevo la razón y la libertad del pen
tos. Las leyes bastante contrarias a la samiento y pretende salir airosa.
5 7 ,8 E n c íc l ic a “ A b A p o s t o l ic i S o l ii” 413
almas, aum entado por la gravedad del sin timidez, demos pruebas del verda-
peligro, a fin de que busquéis los m e ro valor que nace de la conciencia al
dios que estén en nuestra m ano; todos cum plir un sagrado deber respecto a
los resortes de la palabra, toda la in Dios y a los demás hombres. A esta
dustria de la acción, todo el tesoro y franca profesión de fe deben unir los
ayuda de la gracia que la Iglesia nos católicos una perfecta docilidad y filial
concede, tienen que emplearse en la am or para con la Iglesia; su sincero
form ación de un clero instruido y lleno cariño para con los Obispos y una abso
de espíritu de J e s u c r is t o por la cristia luta devoción y obediencia al Romano
na educación de la juventud, por la Pontífice.
extirpación de las m alas doctrinas, la E n suma: reconocerán cuán necesa
propagación de la verdad católica, por rio sea abstenerse de todo aquello que
la conservación del carácter y del espí es obra de las sectas, o que de las sectas
ritu cristiano dentro de las familias. recibe favor o impulso, y que está con
9. El pueblo católico debe conocer tam inado del espíritu anticristiano que
las m edidas persecutorias. E n cuanto las anim a, y darse luego con actividad,
al pueblo católico, es necesario antes con valor y constancia a la obra católi
que todo que conozca el verdadero esta ca, a las asociaciones y a las institucio
do de la Italia, la índole esencialmente nes bendecidas por la Iglesia, encarga
religiosa que reviste en Italia la lucha das y sostenidas por los Obispos y por
contra el Pontífice, y el fin verdadero el Romano Pontífice. Y puesto que el
y el propósito que persigue; que se principal instrum ento de que se sirven
persuada con la evidencia de los he los enemigos es la prensa, en gran parte
chos, de cómo está constantem ente inspirada y sostenida por ellos, convie
am enazada su Religión, se convenza ne que los católicos opongan la buena
199 por fin de los riesgos que corre de ser a la m ala prensa, p ara defender la ver
despojado del inestim able tesoro de la dad, para la tutela de la Religión y p a
fe. Llevada a los ánim os tal convicción, ra el sostenimiento de los derechos de
y seguros, por o tra parte, que sin la fe la Iglesia.
es imposible servir a Dios y salvarse,
com prenderán que se tra ta de conseguir 11. La prensa. Y como el deber de
el m ayor, por no decir el único, de los la prensa católica es descubrir las pér
intereses que cada uno por su parte fidas intenciones de las sectas, ayudar
tiene el deber de poner en salvo antes y secundar la acción de los sagrados
que todo, aun a costa de los mayores Pastores, defender y prom over las
sacrificios, bajo pena de su eterna des obras católicas, así es deber de los fie
gracia e infelicidad. Com prenderán les sostenerla eficazmente, ya sea ne
tam bién fácilm ente que, siendo este gando o retirando todo favor a los pe
tiem po de lucha descarada y m anifies riódicos pervertidos, ya concurriendo
ta, sería ignominioso y vil desertar del directam ente cada uno, en la m edida
cam po y cobardem ente esconderse. que pueda, a hacerla vivir y prosperar,
10. Su deber de profesión y de de en lo cual creemos que hasta ahora no
fensa de su fe y de obras cristianas. se hace bastante en Italia. A este fin,
P rensa. Su deber es el de perm anecer los docum entos que Nos hemos dado a 200
en el puesto, m ostrarse a vistas claras todos los católicos, especialmente la
verdaderos católicos por sus creencias Encíclica Humanum qenus y la otra
y obras, conform e a su fe, y esto, tanto Sapientice christiance <2b), deben ser p a r
por la gloria de la fe como por la del ticularm ente enseñados e inculcados a
Sumo Jefe, cuya bandera seguimos; y los católicos de Italia. Que si por per
p ara no tener la inm ensa desgracia de m anecer fieles a estos deberes hubiera
no ser reconocidos como soldados fie que hacer algún sacrificio, renunciar a
les en el día final por el Jefe supremo, algo para no traicionar el alma, pon
el cual ha dicho que el que no está con deren y recuerden — repitiéndolas en
214 él, está contra éP2<9. Sin ostentación y su corazón— las palabras de Cristo que *215*
(2a) Mate 12, 30. Encíclica S a p i e n t i x C h r is tia n s e 10-1-1890; en esta
(2b) L e ó n X I I I , Encíclica H u m a n u m g e n u s 24- Colecc. Encícl. 56, pág. 396-409.
IV-1884, en esta Colecc. Encícl. 44, pág. 417-433;
5 7 .1 2 - 1 3 E n c íc l ic a í ;A b A p o s t o l ic i S o l ii” 415
dicen: “Desde los días de Juan, el Bau no puede ejercer más que una influen
tista hasta el presente, el reino de Dios cia funesta; y decimos funesta, porque
padece fuerza, y hombres esforzados lo combate y tiende a destruir la Religión
arrebatan ' (2<i\ y quien a sí propio se de Cristo, verdadera bienhechora de
am a y am a a sus propias cosas m ás que la hum anidad.
a J e s u c r is t o , no es digno de E /(3). Influjo benéfico de la Religión. To
El ejem plo de tantos invictos cam dos saben hasta qué punto y de qué
peones, que generosam ente y en todo m anera ha influido saludablem ente la <216*
tiempo lo sacrificaron todo; la ayuda Religión en la sociedad. Es incontesta
singular de la gracia que hace suave el ble que la sana m oral pública y privada
yugo de Jesucristo, y ligera su cargad, es el honor y la fuerza de los Estados;
deben servirles poderosam ente p ara pero es igualm ente incontestable que 201
tem plar el valor y sostenerles en la glo* sin Religión no puede haber buena m o
riosa cam paña. ral, ni pública ni privada. De la familia,
12. Los peligros de la falta de Relisólidam ente constituida sobre las ba
gión en el aspecto social y político. No ses naturales de una vida piadosa, nace
habíam os considerado hasta aho ra las el increm ento y la fuerza de la socie
presentes condiciones de las cosas en dad. Sin Religión y sin m oral, el con
Italia m ás que en el concepto religioso, sorcio doméstico no tiene estabilidad, y
como que éste es p ara Nos principalísi los vínculos de la fam ilia se relajan y
mo y em inentem ente propio por razón disuelven. La prosperidad de los pue
del oficio apostólico que sostenemos. blos y de las naciones viene de Dios y
Pero es tan necesario y propio de la de su bendición.
obra considerarlo bajo el aspecto social Si un pueblo no sólo no la reconoce
y político, a fin de que vean los italia como procedente de Dios, antes bien
nos que no sólo es el am or de la reli contra El se subleva y la soberanía de
gión, sino tam bién el más sincero y el su espíritu le dice que nada hay de
más noble am or de la p atria el que nuevo fuera de él, la fortuna que obten
debe movernos a oponernos a los im ga no será sino un sim ulacro de pros
píos conatos de las sectas. Basta obser peridad condenado a desvanecerse tan
var, p ara convencerse, los aconteci pronto como plazca al Señor confundir
mientos que se p reparan en Italia en el la soberbia y la audacia de sus ene
orden social y político en que las p er migos.
sonas se em peñan sin disimulo en com 13. Se detallan la necesidad y obra
batir sin tregua el Catolicismo y al de la Religión. La Religión es la que,
Papado. penetrando en el fondo de la conciencia
Ya la prueba del pasado es de por sí de cada uno, le hace sentir la fuerza del
demasiado grande y m uy elocuente. deber y le im pulsa a seguirlo. La Reli
Esto que en este prim er período de su gión es la que da a los príncipes senti
nueva vida se advierte en Italia por la miento de justicia y de am or para sus
m oralidad pública y privada, por el súbditos; que rinde y sujeta fiel y sin
orden y tranquilidad interior, por la ceram ente a sus partidarios; que hace
prosperidad y riqueza nacional, es aún rectos y buenos a los legisladores, justos
más notable por aquellos hechos que e incorruptbiles a los m agistrados, va
Nos podemos aducir. Los mismos que, lerosos hasta el heroísm o a los solda
aun teniendo interés en ocultarlo, por dos, diligentes y probos a los adm inis
la verdad, no los ocultan. tradores. La Religión es la que hace
Nos direm os sólo que en las condi reinar la concordia y el afecto entre los
ciones presentes, por una triste pero cónyuges, el am or y el respeto entre
verdadera necesidad, las cosas no po los padres y los hijos, que inspira a los
d rán an d ar de o tra m anera: la secta pobres el respeto a sus bienhechores, y
masónica, por cuanto ostenta u n espí a los ricos el recto uso de sus rentas.
ritu de beneficencia y de filantropía, De esta sumisión a los deberes y de
(2C) Mt. 11, 12. (4) Mt. 11, 30.
416 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1890) 57, 14
este respeto a los derechos de los demás desorden, no es menos cierto, sin em
nace el orden, la paz, la tranquilidad, bargo, que este espíritu se va espar
que son tanta parte de la prosperidad ciendo y propagando cada día con m a
de un pueblo y de un Estado. Suprim i yor intensidad. Es tal su naturaleza,
da la Religión, desaparecerían con ella tanto el poder de su organización, tanta
al mismo tiempo todos esos bienes de la audacia y atrevim iento de sus pro
la sociedad. pósitos, que se hace preciso reunir to
P ara Italia la pérdida sería mucho das las fuerzas conservadoras para de
más sensible. Sus m ayores glorias y tener su m archa e im pedir con éxito
grandezas, por las cuales gozó del p ri su triunfo. De estas fuerzas, la prim era
mado durante largo tiempo entre las y principalísim a con que debe contarse
naciones cultas, son inseparables de la es con la que pueden dar la Religión y
Religión, la cual le proporcionó, le ins- la Iglesia. Sin éstas, resultarán inútiles
<217) piró, le aseguró los favores y le ayudó o insuficientes las leyes más severas,
y dirigió a ese increm ento. P or las p ú los rigores de los tribunales y la misma
blicas franquicias hablan sus Comunes, fuerza arm ada.
p or las glorias m ilitares hablan tantas
em presas m em orables contra los ene 14. Luz en las tinieblas y fuerza de
migos declarados del nom bre cristiano; la Religión para convertir. Así como
por la ciencia hablan las Universidades en otro tiempo, contra la dominación
fundadas, favorecidas y privilegiadas b árb ara no sirvió la fuerza m aterial, *218)
p or la Iglesia; por las artes hablan sino la virtud de la Religión cristiana,
infinitos m onum entos de todos géne que penetrando en el espíritu de los
ros, de los cuales está sem brada con vencedores, les quitó la ferocidad, y la
profusión toda Italia; por las obras en aspereza de sus costum bres y les hizo
favor de los m enesterosos y deshere obedientes a la voz de la verdad y de la
dados, de los obreros, hablan tantas ley evangélica; así contra las iras de la
fundaciones de la caridad cristiana, ta n m ultitud desenfrenada ninguna fuerza
tos asilos abiertos p ara toda suerte de será eficaz sin la virtud saludable de la
202 indigencia y de infortunio, y las asocia Religión, la cual, haciendo brillar en las
ciones y corporaciones que han crecido inteligencias la luz de la verdad, e in
bajo la égida de la Religión. filtrando en los corazones los santos
La virtud y la fuerza de la Religión preceptos de la m oral de J e s u c r is t o
son inm ortales, porque vienen de Dios, les haga sentir la voz de la conciencia y
tiene tesoros p ara hacer el bien, rem e del deber, y ponga freno a los ím petus
dios eficacísimos p ara los necesitados de las pasiones. Combatir, por tanto, a
de todos los tiempos y de cualquier la Religión, es privar a Italia del auxi
época, a los cuales atiende adm irable liar más poderoso p ara luchar con un
mente. Lo que ha sabido y podido hacer enemigo que cada día es m ás form ida
en otros tiempos, es capaz de hacer ble y am enazador.
todavía con una fuerza siempre nueva
y vigorosa. Q uitar por tanto, a Italia Amenaza política. Pero no es esto
la Religión, es destruir de u n golpe la todo; como en el orden social la guerra
fuente más fecunda de tesoros y soco hecha a la Religión es funestísim a para
rros inestimables. Italia, así en el orden político la ene
m istad con la Santa Sede y con el Ro
Peligro socialista, es vencido por la mano Pontífice es para Italia fuente y
Religión. Además, uno de los más origen de gravísimos daños; y aunque 203
grandes y form idables peligros que co no sea precisa la dem ostración para
rre la sociedad presente es la agitación com pletar Nuestro pensamiento, resu
socialista, que am enaza destruirla hasta miremos en breves frases las conclu
en sus cimientos. No perm anece inm u siones. La guerra hecha al Papa quiere
ne Italia de tanto peligro, y, si bien decir para Italia división profunda en
otras naciones están m ás infestadas que tre la Italia oficial y la gran parte de
Italia de este espíritu subversivo y de los italianos verdaderam ente católicos, y
5 7,15 E n c íc l ic a “ A b A p o s t o l ic i S o l ii” 417
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1. La obra emancipadora de la Igle Historia, la cual a este respecto destaca
sia. En la Iglesia católica que con m a a varios de Nuestros Predecesores en
ternal caridad abraza a todos los hom tre los cuales se distinguen S a n G r e g o
bres no hay como sabes, Venerable r io M a g n o , A d r i a n o I, A l e j a n d r o III,
Hermano, desde un principio, casi nada I n o c e n c i o III, G r e g o r io IX, Pío II,
tan antiguo que el esfuerzo de ver eli L e ó n X, P a u l o III, U r b a n o VIII, B e
m inada y del todo extirpada la esclavi n e d i c t o XIV, Pío VII y G r e g o r io XVI
tud, la cual con duro yugo oprim ía a quienes no perdonaron trabajo ni soli
muchísimos hom bres. Pues, siendo ella citud para abolir donde estaba en vi
solícita en velar por la doctrina de su gencia, la institución de la esclavitud,
Fundador quien personalm ente o por y cuidaron que, donde ya se habían
boca de sus Apóstoles había enseñado extirpado sus gérmenes, no volvieran
a los hom bres la fraternal unión que los a la vida.
estrecha a todos, por cuanto nacieron
del mismo Padre común, fueron redi 2. La intervención constante de León
midos con el mismo precio y llamados XIII. Los horrores del comercio de
a la m ism a bienaventuranza eterna, re hombres en Africa. Nos no podíam os
cogió la causa despreciada de los escla em pañar la herencia de tan ta gloria
vos, y, aunque la llevara adelante, con que Nuestros Predecesores Nos habían
forme lo aconsejaran los tiempos y las transm itido, por lo cual no dejamos
circunstancias, lenta y m edidamente, pasar oportunidad sin reprobar y con
se constituyó en su esforzada abogada, denar públicam ente esta tétrica plaga
es decir lo hacía con prudencia e inte de la esclavitud, y así ocupándonos de
ligencia, reclam ando constantem ente lo ella, escribimos una carta que con fecha
que en nom bre de la Religión, de la 5 de Mayo de 1888 dirigimos a los Obis
justicia y de la hum anidad se había pos del B r a s i l ^ ) en la cual los congratu
propuesto, con cuyo logro final m ere lamos por lo que en esa parte del m un
ció m uy bien y propulsó la prosperidad do, para ejemplo laudable de los demás,
de las naciones y de la civilización. se hizo pública y privadam ente por la
En el transcurso de los tiempos no libertad de los esclavos, y dem ostram os
desfalleció tam poco en su empeño de al mismo tiempo hasta qué punto la
llevar a los esclavos hacia la libertad; esclavitud era adversa a la Religión y a
por el contrario, con cuanto m ayor fru la dignidad hum ana. Nos sentíam os
to realizaba la obra con tanto m ayor vehementemente sacudidos por la situa
celo insistía en ella, como lo atestiguan ción en que quedan los que están suje?
fehacientem ente los docum entos de la *1 tos a dominio ajeno; pero m ucho m ás
(*) Acta Sanctse Sedis, vol. XXIII, (1890), págs. 257-260. “Carta circular en que N. Smo. Sr. Papa
León XIII ordena que anualmente y en todas partes se lleve a cabo una colecta, el día :de la Epifanía
del Señor cuyo producto ha de enviarse a las regiones africanas para los misioneros católicos” . No
aparece en la 1? ed. Versión especial para la 2? edición.. —r, Los números marginales indican las
páginas del original de ASS, vol. 23. (P. H.)
[1] León XIII, Epístola In pluribus maximisque, ASS 20 (1888/89) págs. 545-559; eii esta Colección:
Encíclica 53, págs. 375-387.
— 419 —
420 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1890) 58, 3-4
acerbam ente Nos sentíamos conmovi aun más reciente, en una reunión que
dos al escuchar las narraciones acerca personas particulares con el mismo fin,
de las penurias que afligen a todos los tuvieron en París, se anunció abierta
habitantes de ciertas regiones del inte mente que con tanto afán y constancia
rior del Africa. Aquello es demasiado iban a defender la causa de los negros
abyecto y horrendo p ara que recorde cuanto era el cúmulo de males que ago
mos lo que a través de comunicaciones biaba a los esclavos.
verídicas Nos hicieron saber, y es que Por eso, al volver a ofrecérsenos la
casi 400.000 africanos, sin distinción de oportunidad para ello, no queremos de
edad ni de sexo, son arrancados anual jarla pasar sin realzar y agradecer los
m ente por la fuerza de sus pagos p ri m éritos de los príncipes europeos a
mitivos, desde donde, en largas jo rn a este respecto e im plorar fervorosam en
das, cargados de cadenas y golpeados te al Sumo Dios a fin de que otorgue
con azotes se llevan a los mercados en cumplido éxito a sus proyectos y p rin
que como bestias vendibles se exponen cipios de esa obra.
y venden.
4. Estím ulo papal de las misiones
3. Exito de las gestiones papales. A fricanas, rem edio de m al de la escla
Iniciativas estatales y p articulares. P or vitud. Pero, adem ás, de la solicitud por
cuanto lo atestiguaron los que lo vie proteger la libertad, otra m ayor atañe
ron, y lo confirm aron recientes explo más de cerca Nuestro ministerio apos
raciones del Africa equinoccial, Nos tólico, por cuanto ella Nos urge cuidar
sentíamos inflam ados por el anhelo de de que en las regiones africanas se pro
ayudar a esos pobres hom bres y aliviar pague la doctrina del Evangelio, la
su desgracia. P o r ello, sin demora, en cual, con su luz de divina verdad cuya
cargam os a Nuestro dilecto Hijo, el posesión ha de hacerlos partícipes con
C ardenal C a r l o s L a v ig e r i e , cuyo fe r Nosotros de la heredad del Reino de
vor y celo apostólico Nosson conocidos, Dios, deberá ilum inar a sus habitantes
recorrer las principales ciudades euro que están sentados en las tinieblas
peas a fin de hacer conocer la ignom i causadas por una ciega superstición.
nia de este nefando comercio hum ano Tanto más fervorosam ente lo procura
y m over los ánimos de los príncipes y mos cuanto que ellos mismos, una vez
ciudadanos a socorrer a esa gente afli que hayan recibido esa luz, sacudirán
gida. de sus hom bros el yugo de la esclavitud
Debemos dar gracias a Dios, am antí- hum ana. Pues, donde entren en vigen
simo R edentor de todos los hombres, cia las costum bres y leyes cristianas,
por no haber perm itido, en su bondad, donde la Religión de tal modo penetre
que Nuestros esfuerzos resultaran esté a los hom bres que observen la justicia
riles sino que quiso que fuesen como y honren la dignidad hum ana, donde
una semilla arro jad a en tierra fértil que abundoso corra el espíritu de la cari
prom ete gozosa mies; pues, tanto los dad fraterna que Cristo nos enseñó,
gobiernos de los pueblos como los ca allí no podrá seguir subsistiendo la es
tólicos de todo el orbe de la tierra, y clavitud, ni la crueldad, ni la barbarie
tam bién todos los hom bres que consi sino que florecerá la suavidad del trato
deran sagrados los derechos de las gen y la cristiana libertad ornada de cultura
tes y la ley natural, se hacían m utua ciudadana.
competencia estudiando de qué m anera Ya muchísimos varones apostólicos
y por medio de qué obra convenía, cual intrépidos soldados de Cristo pe
principalm ente, arran car de raíz ese netraron en aquellas regiones, y para
comercio hum ano. lograr la salvación de Nuestros herm a
No hace mucho, con elevado espíritu nos no solo vertieron sus sudores sino
se celebró en Bruselas un solemne Con tam bién su sangre. Pero por cuanto la
greso en que se reunieron los delegados mies es mucha y los operarios, pocos^2\
de los príncipes europeos, y en fecha es menester que otros muchos, movidos
[2] Mat. 9, 37; Luc. 10,2.
58, 5-7 E n c íc l ic a “ C a t h o l ic a e E c c l e s ia e ” 421
423
424 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1891) 59, a
b) Motivos especiales: los males socia pretenden que es preciso acabar con la
les de la hora. propiedad privada y substituirla con la
Pero ella es difícil de resolver y la colectiva, en que los bienes de cada uno
em presa no carece de peligro. Porque sean comunes a todos, atendiendo a su
difícil es d ar la m edida justa de los de conservación y distribución los que ri
rechos y deberes en que ricos y prole gen el Municipio o tienen el gobierno
tarios, capitalistas y operarios deben general del Estado. Con este pasar los
encerrarse. Y peligrosa es una contien bienes de las m anos de los particulares
da que por hom bres turbulentos y m a a las de la com unidad y repartir luego
liciosos frecuentem ente se tuerce para esos mismos bienes y sus utilidades con
pervertir el juicio de la verdad y mover igualdad perfecta entre los ciudadanos»
a sediciones la m ultitud. Como quiera creen que podrán cu rar la enferm edad
que sea, vemos claram ente, y en esto presente.
convienen todos, que es preciso dar 3. Refutación.
pronto y oportuno auxilio a los hom
bres de las clases modestas, puesto caso a) El socialismo es perjudicial al
que sin m erecerlo se hallan la m ayor obrero.
parte de ellos en u na condición desgra Pero tan lejos está este procedim ien
ciada y calam itosa. to suyo de poder dirim ir la cuestión,
II. P rimera P arte (negativa) que antes perjudica a los obreros m is
mos; y es adem ás grandem ente injusto,
1. Planteamiento del problema: Causas porque hace fuerza a los que legítim a
del malestar. m ente poseen, pervierte los deberes del
Pues destruidos en el pasado siglo Estado e introduce una completa con
los antiguos gremios obreros, y no ha- fusión entre los ciudadanos.
béndoseles dado en su lugar defensa
ninguna, por haberse apartado las ins b) La supresión de la propiedad
tituciones y leyes públicas de la Reli es injusta.
gión de nuestros padres, poco a poco A la verdad, todos fácilmente entien
ha sucedido hallarse los obreros entre den que la causa principal de em plear
gados, solos e indefensos, por la condi su trabajo los que se ocupan en algún
ción de los tiempos, a la inhum ani arte lucrativo, y el fin a que próxim a
dad de sus amos y la desenfrenada co mente m ira el operario son éstos: pro
dicia de sus competidores. A aum entar curarse alguna cosa y poseerla como
el m al vino la voraz usura, la cual, au n propia suya con derecho propio y per
que más de una vez condenada por sen sonal. Porque si el obrero presta a otro
tencia de la Iglesia, sigue siempre, bajo sus fuerzas y su industria, las presta
diversas form as, la m ism a en su ser, con el fin de alcanzar lo necesario para
ejercitada por hom bres avaros y codi vivir y sustentarse; y por esto con el
ciosos. Júntase a esto que los contratos trabajo que de su parte pone, adquiere
de las obras y el comercio de todas las un derecho verdadero y perfecto, no
cosas está casi todo en m anos de pocos sólo para exigir su salario, sino para
de tal suerte, que unos cuantos opulen hacer de éste el uso que quisiere. Lue
tos hom bres y riquísim os han puesto go, si gastando poco de ese salario aho
sobre los hom bros de la m ultitud in n u rra algo, y para tener más seguro este
m erable de proletarios un yugo que di ahorro, fruto de su parsim onia, lo em
fiere poco del de los esclavos plea en una finca, síguese que la tal
finca no es más que aquel salario bajo
2. La solución falsa del socialismo. otra form a; y, por lo tanto, la finca que
3. Solución socialista. P ara rem edio el obrero así com pró debe ser tan suya
de este mal, los socialistas, después de propia como lo era el salario que con
excitar en los pobres el odio a los ricos,4 su trabajo ganó. Ahora bien; en esto
(4) En Graves de Commani 18-1-1901; en esta Colecc. Encícl. 111, 2 pág. 876, Pío X, que la
Colecc. Encíclica 84, 10 pág. 640, insistirán León ‘‘cuestión social” no es solo una cuestión eco
XIII, y en Singulari quadam, 24-IX-1912; en esta nómica sino también moral y religiosa.
5 0 , 4 -6 E n c íc l ic a “ R ér u m N ovarum ” 425
linaje hum ano, p ara que use de ella y Sería injusto el despojo de las me
la disfrute, no se opone en m anera al joras efectuadas. Tan clara es la fu er
guna a la existencia de propiedades za de estos argum entos, que causa ad
particulares. m iración ver que haya algunos que
piensan de otro modo resucitando enve
Los designios divinos no se oponen jecidas opiniones; los cuales conceden,
a la propiedad. Porque decir que Dios es verdad, al hom bre, aun como p arti
h a dado la tierra en com ún a todo el cular, el uso de la tierra y de los frutos
linaje hum ano, indistintam ente, sean varios que de ella, cuando se cultiva,
señores de toda ella, sino que no señaló se producen; pero abiertam ente le nie
Dios a ninguno en particular la parte gan el derecho de poseer como señor y
que había de poseer, dejando a la in dueño el solar sobre que levantó un
dustria del hom bre, y a las leyes de los edificio, o a la hacienda que cultivó. Y
pueblos la determ inación de lo que ca no ven que al negar este derecho al
da uno en particular había de poseer. hom bre le quitan cosas que con su
P or lo demás, aun después de repartida trabajo adquirió. Pues un campo cuan
entre personas particulares, no cesa la do lo cultiva la m ano y lo trab aja la
tierra de servir a la utilidad común, industria del hom bre, cam bia m uchísi
pues no hay m ortal ninguno que no se m o de condición; hácese de silvestre
sustente de lo que produce la tierra. /fructuoso y de infecundo feraz. Y aque
Los que carecen de capital lo suplen llas cosas que lo han así m ejorado, de
con su trabajo, de suerte que con ver tal modo se adhieren y tan íntim am ente
dad se puede afirm ar que todo el arte se mezclan con el terreno, que m uchas
de adquirir lo necesario p ara la vida y de ellas no se pueden ya en m anera
m antenim iento se funda en el trabajo alguna separar. Ahora bien; que venga
que, o se emplea en una finca, o en una alguien a apoderarse y disfrutar del pe
industria lucrativa, cuyo salario, en dazo de tierra en que depositó otro su
últim o térm ino, de los frutos de la tie propio sudor; ¿perm itirálo la justicia?
rra se saca o con ellos se perm uta. 7 Como los efectos siguen la causa de que
son efectos, así el fruto del trabajo es
7. La propiedad p rivada es conforme justo que pertenezca a los que trab a
a la natu raleza del hom bre. Dedúcese jaron.
de aquí tam bién que la propiedad p ri
vada es claram ente conform e a la n a Consentimiento unánime del género
turaleza. Porque las cosas que para humano al respecto. Con razón, pues,
conservar la vida, y más aún, las que la totalidad del género hum ano, hacien
p ara perfecionarla son necesarias, p ro do poco caso de las opiniones discordes
dúcelas la tierra, es verdad, con grande de unos pocos, y estudiando diligente
abundancia, m as sin el cultivo y cuida m ente la naturaleza, en la m isma ley
do de los hom bres no las podría produ natural halla el fundam ento de la divi
cir. Ahora bien; cuando en p reparar sión de bienes y la propiedad privada,
estos bienes naturales gasta el hom bre tanto que, como m uy conformes a la
la industria de su inteligencia y las naturaleza hum ana y a la pacífica y
fuerzas de su cuerpo, por el mismo tranquila convivencia, las ha consagra
hecho se aplica a sí aquella parte de la do en el uso de todos los siglos. Este
naturaleza m aterial que cultivó, y en la derecho de que hablam os lo confirm an,
que dejó im presa u na como huella o y hasta con la fuerza lo defienden, las
figura de su propia persona; de modo leyes civiles, que, cuando son justas, de
que no puede menos de ser conform e la misma ley natural derivan su efica
a la razón que aquella parte la posea cia. Y este mismo derecho sancionaron
el hom bre como suya y a nadie en m a con su autoridad las divinas leyes, que
nera alguna le sea lícito violar su de aun el desear lo ajeno gravísimamente
recho. prohíben. No codiciarás la mujer de tu
59. 8-9 E n c íc l ic a “ R eru m N ovarum ” 427-
la com unidad doméstica en que fueron teria, porque cuestión es ésta a la cual
engendrados, entran a form ar parte de no se hallará solución ninguna acepta
la sociedad civil. Y por esta misma ra ble, si no se acude a la Religión y a la
zón, porque los hijos son naturalmente Iglesia. Y como la guarda de la Religión
algo del padre... antes de que lleguen a y la adm inistración de la potestad de
tener el uso de su libre albedrío, están la Iglesia a Nos principalísim am ente in
647 sujetos al cuidado de sus padres í7>. cumbe, con razón, si calláram os se juz
Cuando, pues, los socialistas, descuida garía que faltábam os a nuestro deber.
da la providencia de los padres, in tro Verdad es que cuestión tan grave de
ducen en su lugar la del Estado, obran m anda la cooperación y esfuerzos de
contra la justicia natural, y disuelven otros, es a saber: de los príncipes y ca
la trabazón del hogar doméstico. bezas de los Estados, de los amos y de
los ricos, y hasta de los mismos prole
3. es subversivo en el orden social tarios de cuya suerte se trata; pero, sin
10. Doctrina socialista trastorna. Y duda alguna, afirm am os que serán va
fuera de esta injusticia, véase dem asia nos cuantos esfuerzos hagan los hom
do claro cuál sería en todas las clases bres, si desatienden a la Iglesia. Porque
el trastorno y perturbación a que se la Iglesia es la que del Evangelio saca
seguiría una d ura y odiosa esclavitud doctrinas tales, que bastan o a dirim ir
de los ciudadanos. Abriríase la puerta completamente esta contienda, o por
a m utuos odios, m urm uraciones y dis lo menos, a quitarle toda aspereza y h a
cordias; quitado al ingenio y diligencia cerla así más suave: ella es la que tra
de cada uno todo estímulo, secaríanse baja, no sólo en instruir el entendi
necesariam ente las fuentes mismas de miento, sino en regir con sus preceptos
la riqueza, y esa igualdad que en su la vida y las costum bres de todos y cada
pensam iento se forjan, no sería en he uno de los hom bres; ella, la que con
cho de verdad, otra cosa que un estado m uchas útilísim as instituciones pro
tan triste como innoble de todos los mueve el m ejoram iento de la situación
hom bres sin distinción alguna. De todo de los proletarios; ella, la que quiere y
lo cual se ve que aquel dictam en de los pide que se aúnen los pensamientos y
socialistas, a saber, que toda propiedad las fuerzas de todas las clases, para
ha de ser común, debe absolutam ente poner remedio, el m ejor que sea posi
rechazarse, porque daña a los mismos ble, a las necesidades de los obreros, y
a quienes se tra ta de socorrer; pugna para conseguirlo, cree que se deben
con los derechos naturales de los indi emplear, aunque con peso y medida,
viduos y p ertu rb a los deberes del E sta las leyes mismas y la autoridad del
do y la tranquilidad común. Quede, Estado.
pues, sentado que cuando se busca el I. Principios generales de solución
modo de aliviar a los pueblos, lo que partiendo del concepto de la cul
principalm ente y como fundam ento de tu ra y sociedad cristianas.
todo se ha de tener, es esto: que se debe
guardar intacta la propiedad privada. 12. Primer principio general: la de
Esto probado, vamos a declarar dónde sigualdad humana. Sea, pues, el prim er
hay que ir a buscar el remedio que se principio, y como la base de todo, que
desea. no hay más remedio que acomodarse a
III. S egunda P arte (positiva) la condición hum ana que en la sociedad
civil no pueden todos ser iguales, los
A) La Intervención de la Iglesia: Pro altos y los bajos. Afánanse, es verdad,
pone la solución mediante una re por ello los socialistas, pero es en vano
forma social. y contra la naturaleza m ism a de las
11. La intervención de la Iglesia. cosas ese afán. Porque ha puesto en
Animosos y con derecho claram ente los hom bres la naturaleza misma gran
nuestro, entram os a tra ta r de esta m a dísimas y m uchísim as desigualdades.
(7) S. Tom. 2. 2, q. 10 a. 12.
50, 13 E n c íc l ic a “ R erum N ovarum ” 429
No son iguales los talentos de todos, ni naturaleza para estar peleando los unos
igual el ingenio, ni la salud, ni las fu er con los otros en perpetua guerra. Lo
zas; y la necesaria desigualdad de estas cual es tan opuesto a la razón y a la
cosas síguese espontáneam ente desi verdad, que, por el contrario, es cier-
gualdad en la fortuna. Lo cual es cla tísim o que así como en el cuerpo se
ram ente conveniente a la utilidad, así unen miembros entre sí diversos, y de
de los particulares como de la com uni su unión resulta esa disposición de todo
dad; porque necesita p ara su gobierno el ser, que bien podríam os llam ar si
la vida com ún de facultades diversas y m etría, así en la sociedad civil ha orde
oficios diversos principalísim am ente nado la N aturaleza que aquellas dos
mueve a los hombres, es la diversidad clases se junten concordes entre sí y
de la fortuna de cada uno. Y por lo se adapten la una a la otra de modo que
que al trabajo corporal toca, ni aun en se equilibren. Necesita la una de la otra
el estado de la inocencia había de estar enteram ente; porque sin trabajo no
el hom bre completam ente ocioso; mas puede haber capital, ni sin capital tra
lo que p ara esparcim iento del ánimo bajo. La concordia engendra en las co
habría entonces librem ente buscado la sas herm osura y orden; y al contrario,
voluntad, eso mismo después por nece de una perpetua lucha no puede menos
sidad, y no sin fatiga, tuvo que hacer de resultar la confusión ju n ta con una
en expiación de su pecado. Maldita será salvaje ferocidad. Ahora bien; para
la tierra en tu obra; con afanes comerás acabar con esa lucha y hasta para cor
de ella todos los días de tu uida^8K Y ta r las raíces mismas de ella, tiene la
del mismo modo no h an de tener fin Religión cristiana una fuerza adm irable
en este m undo las otras penalidades, y múltiple.
porque los males que al pecado siguie
ron son ásperos de sufrir, duros y difí II. Remedios que ofrece la Iglesia.
ciles, y de necesidad han de acom pañar
al hom bre hasta lo últim o de su vida. 1) Doctrina social
Así que sufrir y padecer es la suerte del a) sobre la justicia
hombre, y por más experiencias y ten
tativas que el hom bre haga, con n in Y en prim er lugar, el conjunto de
guna fuerza, con ninguna industria po las enseñanzas de la Religión, de que
drá arran car enteram ente de la vida es intérprete y depositaría la Iglesia,
hum ana estas incomodidades. Los que puede m ucho para com poner entre sí
dicen que lo pueden hacer, los que al y unir a los ricos a los proletarios, p o r
desgraciado pueblo prom eten una vida que a ambos enseña sus m utuos debe
exenta de toda fatiga y dolor y regalada res y en especial los que dim anan de
con holganza e incesantes placeres, lo la justicia.
inducen a error, lo engañan con fraude
de que b ro tarán algún día males m ayo Deberes del obrero. De estos debe
res que los presentes. Lo m ejor es m i res, los que tocan al proletario y obrero
ra r las cosas hum anas como son en sí, son: poner de su parte íntegra y fiel
y al mismo tiempo buscar en otra p a r m ente el trabajo que libre y equitativa
te, como ya hemos dicho, el remedio m ente se ha contratado; no perjudicar
conveniente a estas incomodidades.13 en m anera alguna al capital, ni hacer
violencia personal a sus dueños, al de
13. Segundo principio general: unión fender sus propios derechos abstenerse
entre las clases sociales, no lucha. El de la fuerza, y nunca arm ar sediciones
capital y el trab ajo . H ay en la cuestión ni hacer juntas con hom bres malvados
que tratam os un m al capital, y es el que m añosam ente les ponen delante
figurarse y pensar que son unas clases desmedidas esperanzas y grandísim as
de la sociedad por su naturaleza ene promesas, a que se sigue casi siempre
migas de otras, como si a los ricos y a un arrepentim iento inútil y la ruina dé
los proletarios los hubiera hecho la sus fortunas.
(8) Gén. 3, 17.
430 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1891) 59, 14
Deberes del patrono. A los ricos y a ahorros de los proletarios, ni con vip-=
los dueños toca: que no deben tener a lencia, ni con engaño, ni con los a rtife
los obreros por esclavos, que deben en cios de la usura y esto aun con m ayór
ellos respetar la dignidad en la persona razón, porque no están ellos suficiente
y la nobleza que a esa persona añade m ente protegidos contra quien les quite
lo que se llam a carácter de cristiano. sus derechos o les incapacite para trar
Que si se tiene en cuenta la razón bajar, y porque sus haberes, cuanto
natu ral y la filosofía cristiana, no es más pequeños son, tanto más deben ser
vergonzoso p ara el hom bre ni le rebaja respetados.
el ejercer un oficio por salario, pues le
habilita el tal oficio p ara poder h o n ra b) sobre el fin suprem o de las clases
dam ente sustentar su vida. Que lo que
verdaderam ente es vergonzoso e in h u 14. El concepto católico de la vida y
m ano es abusar de los hombres, como de las riquezas. La obediencia a estas
si no fuesen m ás que cosas, p ara sacar leyes, ¿no es verdad que bastaría elíá
provecho de ellos, y no estim arlos en sola a quitar la fuerza y acabar con las
más que lo que dan de sí sus músculos causas de esta contienda? Pero la Igle
sia, enseñada y guiada por Jesucristo,
y sus fuerzas. Ordénase asimismo que
aspira a algo m ás grande; es decir,
en los proletarios se tenga en cuenta
ordena algo que es más perfecto, y
la Religión y el bien de sus almas
Y por esto deber es de sus amos hacer pretende con ello ju n tar en unión ín ti
ma y am istad una clase con otra. E n
que a sus tiem pos se dedique el obrero
tender lo que en verdad son y apreciar
a la piedad; no exponerlo a los atracti
en lo que de veras valen las cosas pe
vos de la corrupción ni a los peligros
recederas, es imposible, si no se ponen
de pecar, ni en m anera alguna estorbar
los ojos del alm a en la otra vida que
le el que atienda a su fam ilia y el cui
no ha de tener fin; vida que, si se qui
dado de ah o rrar. Asimismo, no im po
ta, se destruirá inm ediatam ente el con
nerle más trabajo del que sus fuerzas
cepto y verdadera noción del bien, y
pueden soportar ni tal clase de trabajo
hasta se convertirá este universo en un
que no lo sufran su sexo y su edad.
misterio inexplicable a toda investiga
Principal deber del empleador: sala ción hum ana. Así, pues, lo que del m a
rio justo. Pero entre los principales gisterio de la naturaleza misma ap ren
deberes de los amos, el principal es dar dimos, es tam bién dogma de la fe cris
a cada uno lo que es justo. Sabido es tiana, en que como en principal fu n d a
que p ara fijar conform e a justicia el mento estriba la razón y el ser todo de
límite del salario, m uchas cosas se han la Religión, a saber: que cuando salga
de tener en consideración; pero en ge mos de esta vida, entonces hemos de
neral deben acordarse los ricos y los comenzar de veras a vivir. Porque Dios
650 em presarios que oprim en en provecho no creó al hom bre p ara estas cosas pe
propio a los indigentes y menesterosos, recederas y caducas, sino para las celes
y de la pobreza ajena tom ar ocasión tiales y eternas; ni nos dió la tierra por
p ara m ayores lucros, es contra todo de habitación perpetua, sino por lugar de
recho divino y hum ano. Y el defraudar destierro. A bundar o carecer de rique
a uno el salario que se le debe es un zas y de las otras cosas que se llam an
gran crim en que clam a al cielo por ven bienes, nada im porta para la bienaven
ganza. Mirad que el jornal que defrau turanza eterna; lo que im porta m ás que
dasteis a los trabajadores clama; y el todo es el uso que de esos bienes h a
clamor de ellos suena en los oídos del gamos. Las varias penalidades de que
Señor de los ejércitos está como tejida la vida m ortal, no las
quitó Jesucristo con su copiosa reden
Otros abusos. Finalm ente, con ex tre ción, sino las trocó en incentivos de
mo cuidado deben guardarse los amos virtudes y m ateria de merecer, de tal
de perjudicar en lo m ás m ínim o a los9 suerte, que ninguno de los m ortales
(9 ) J a c . 5, 4.
59^ 15 E n c íc l ic a “ R érum N ovarum ” 431
puede alcanzar los bienes sempiternos, rzo(14). Mas si se pregunta qué uso se
si no es cam inando sobre las ensan debe hacer de esos bienes, la Iglesia, sin
grentadas huellas de Jesucristo. Si su titubear, responde: Cuanto a esto, no
friéremos con El, reinaremos también debe poseer el hombre las cosas exter
con jE7 (10)123*. Sobrellevando El, por su vo nas como propias, sino como comunes;
luntad, trabajos y torm entos, por adm i es decir, de tal suerte, que fácilmente
rable modo tem pló la fuerza de esos las comunique con otros cuando éstos
mismos trabajos y torm entos, y no sólo las necesiten. Por lo cual dice el Após
con su gracia y con la esperanza de un tol: manda a los ricos de este siglo...
premio eterno que pone delante de nos que den y reparten francamente(15).
otros, hizo más fácil el sufrir dolores: Verdad es que a nadie se m anda soco
porque lo que aquí es para nosotros rre r a otros con lo que p ara sí o para
una tribulación momentánea y ligera, los suyos necesita, ni siquiera dar a
engendra en nosotros de un modo ma- otros lo que para el debido decoro de
rauilloso un peso eterno de gloria{11K su propia persona ha m enester; pues
nadie está obligado a vivir de un modo
15. R eflexión religiosa, dirigida a los que a su estado no convenga(16>. Pero
ricos. Adviértese, por lo tanto, a los satisfecha la necesidad y el decoro, de
que tienen riquezas, que no libran ellas ber nuestro es, de lo que sobra, socorrer
de dolor, ni en nada aprovechan para a los indigentes. Lo que sobra dadlo de
la eterna B ienaventuranza, sino que limosna^17). No son éstos, excepto en
antes dañan^12); que deben a los ricos casos de extrem a necesidad, deberes de
infundir terro r las extraordinarias am e justicia, sino de caridad cristiana, a la
nazas que les hace J e s u c r is t o ^13>, y que cual no tienen derecho de contradecir
ha de llegar un día en que darán en el las leyes. Porque anterior a las leyes y
tribunal de Dios severísima cuenta del juicios de los hom bres es la ley y juicio
uso que hicieron de sus riquezas. de J e s u c r is t o , que de m uchas m aneras
aconseja que nos acostum brem os a dar
c) sobre el principio fundam ental: limosna: cosa más bienaventurada es
Distinción entre propiedad y uso dar que recibir(18); y que tendrá por
de ella. hecha o negada a sí propio la caridad
que hiciéremos o negáremos a los po
Acerca del uso que se debe hacer de bres: en cuanto lo hicisteis a uno de
las riquezas, hay una doctrina excelente estos mis hermanos pequeñitos, a mí
e im portantísim a que la filosofía co lo hicisteis(19).
lum bró, pero que la Iglesia perfeccionó
y enseña y trab aja porque no sea sólo Sólo adm inistradores. E n sum a, los
conocida, sino observada o aplicada a que m ayor abundancia de bienes han
las costum bres. El principio fundam en recibido de Dios, ya sean esos bienes
tal de esta doctrina es el siguiente: que corporales y externos o espirituales e
se debe distinguir entre la justa pose internos, para esto los h an recibido, p a
sión del dinero y el uso justo del mismo ra que con ellos atiendan a su perfec
dinero. Poseer algunos bienes en p a rti
ción propia, y al mismo tiempo, como
cular, es, como poco antes hemos visto,
derecho n atu ral al hom bre; y u sar de m inistros de la divina Providencia, al
ese derecho, m ayorm ente, cuando se provecho de los demás. Así, pues, el
vive en sociedad, no sólo es lícito, sino que tuviere talento, cuide de no callar;
absolutam ente necesario. Lícito es que el que tuviere abundancia de bienes,
el hombre posea algo como propio. Es vele no se entorpezca en él la largueza
además, para la vida humana necesa- de la misericordia; el que supiere un
(10) II Tim. 2, 12. (15) S. Thom. 2, 2, q. 65 a. 2.
(11) II Cor. 4, 17. (16) S. Thom. 2, 2, q. 32 a. 6.
(12) Mat. 19, 23-24. (17) Luc. 11, 41.
(13) Luc. 6, 24-25. (18) Hech. 20, 35.
(54) S. Thom. 2, 2, q. 06 a. 2. (19) Mat. 25, 40.
432 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1891) 5 9 , 1 6 -1 8
oficio con que manejarse, ponga gran acorta, y no habrá dificultad en conse
de empeño en hacer al prójimo partici guir que se unan con estrecho vínculo
pante de su utilidad y provecho^ . de am istad la una con la otra clase.
pos y del Clero, procura extender cuan este remedio no puede ser otro que la
to más puede los saludabilísim os rau d a restauración de la vida e instituciones
les de su doctrina. Esfuérzase, además, cristianas. Cuando las sociedades se des
en penetrar hasta lo íntim o del alm a y m oronan, exígese rectam ente que, si se
doblegar las voluntades p ara que se de quieren restaurar, vuelvan a los princi
jen regir y gobernar en conform idad pios que les dieron el ser. Porque en
con los divinos preceptos. Y en esta esto consiste la perfección de todas las
parte, que es la principal y más im por asociaciones, en trab ajar por conseguir
tante, por depender de ella la sum a toda el fin para que fueron establecidas, de
de los provechos y la solución completa m anera que los movimientos y actos
de la cuestión, sola la Iglesia es la que de la sociedad no los produzca de otra
tiene el m ayor poder. Porque los ins causa sino la que form ó a la misma
trum entos de que p ara m over los áni sociedad. Por lo cual desviarse de su
mos se sirve, p ara ese fin precisam ente fin es enferm ar; volver a él es sanar.
se los puso en las m anos Jesucristo, y Y lo que decimos de todo el cuerpo de
del mismo Dios reciben su eficacia. ia sociedad civil, del mismo modo y
Semejantes instrum entos son los únicos con perfectísim a verdad lo decimos de
que pueden convenientem ente llegar aquella clase de ciudadanos, la más n u
hasta los senos recónditos del corazón merosa, que sustenta su vida con su
y hacer al hom bre obediente y pronto trabajo.
a cum plir con su deber, y que gobierne
los movimientos de su apetito, y ame 19. Acción económico social y rnora-
a Dios y al prójim o con singular y su lizadora. Y no se vaya a creer que la
ma caridad, y se abra anim osam ente Iglesia de tal m anera tiene empleada
camino a través de cuanto le estorbe la toda su solicitud en cultivar las almas,
carrera de la virtud. que descuide lo que pertenece a la vida
m ortal y terrena. De los proletarios
Acción social. Basta en esta m ateria quiere, y con todas sus fuerzas procura
renovar brevemente la m em oria de los que salgan de su tristísim o estado y
ejemplos de nuestros mayores. Las co alcancen suerte mejor. Y a esto no poco
sas y los hechos que recordam os son ayuda ella atrayendo a los hom bres y
tales, que no dejan lugar a duda alguna, form ándolos en la virtud. Porque las
a saber: que con las m áxim as cristianas costum bres cristianas cuando se guar
se renovó de alto a bajo la hum ana dan en toda su integridad, dan espontá
sociedad civil; que por virtud de esta neam ente alguna prosperidad a las co
renovación se m ejoró el género hu m a sas exteriores, porque hacen benévolo a
no, o más bien resucitó de m uerte a Dios, principio y fin de todos los bie
vida, y adquirió tan grande perfección, nes; reprim en esas dos pestilencias de
que ni hubo ni habrá en las venideras la vida, que con h arta frecuencia hacen
edades otra m ayor. Y, por fin, que de al hom bre desgraciado aun en la abun
todos estos beneficios es Jesucristo, el dancia, el apetito desordenado de ri
principio y es el térm ino, porque naci quezas y la sed de placeresí26*, y hacen
dos de El, a El todos se deben encam i que los hombres, contentos con un tra
nar. Efectivamente, cuando recibió el to y sustento frugal, suplan la escasez
m undo la ley evangélica; cuando apren de las rentas con la economía, lejos de
dió el grande m isterio de la E n carna los vicios, destructores, no sólo de pe
ción del Verbo y Redención del género queñas fortunas, sino de grandísimos
hum ano, la vida de J e s u c r is t o , Dios y caudales, y dilapidadores de riquísimos
hom bre, penetró en las entrañas de la patrim onios.
sociedad civil, y toda la im pregnó de
su fe, de sus preceptos y de sus leyes. 20. Obras de caridad. Pero adem ás de
P or esto, si remedio ha de tener el m al esto, provee la Iglesia lo que ve conve
que ahora padece la sociedad hum ana, *I nir al bienestar de los proletarios, ins-
(26) Radix omnium malorum est cnpiilitas, La raíz de todos los males es la concupiscencia,
I Tim. C, 10.
434 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n X III ( 1 8 9 1 ) 59, 21-22
tituyendo y fom entando cuantas cosas supla. De sola la Iglesia es esta virtud,
entiende que pueden contribuir a ali porque si no se va a buscar en el Sa
viar su pobreza. Y sobresalió siempre cratísim o Corazón de Jesucristo, no se
tanto en este género de benéficos, que halla en parte alguna; y muy lejos de
la colman de elogios hasta sus mismos Cristo van los que de la Iglesia se
enemigos Tanta era entre ios cristianos apartan.
de la antigüedad más rem ota la fuerza
de la caridad, que m uchas veces se des B) La Intervención del Estado.
pojaban de sus bienes los ricos para
socorrer a los pobres, y así no había 21. Medios humanos. No puede, sin
ningún necesitado entre ellos^21\ A los embargo, dudarse, que para conseguir
Diáconos, orden instituida precisamente el fin propuesto se requieren tam bién
p ara esto, dieron los Apóstoles el cargo medios hum anos. Todos, sin excepción
de ejercitar cada día los oficios de la alguna, que están interesados en esta
caridad; y el Apóstol S a n P a b l o , a u n cuestión, es m enester que contribuyan
que oprim ido bajo el peso del cuidado al mismo fin y en la m edida que les
de todas las Iglesias, no dudó sin em corresponde trabajen por alcanzarlo:
bargo, em prender trabajosos viajes p a a semejanza de la Providencia regula
ra llevar él en persona una limosna a dora del m undo, en el cual vemos que
los cristianos m ás pobres. Los dineros resultan los efectos de la concorde ope
que los cristianos, cuantas veces se reu ración de las causas todas de que de
nían, voluntariam ente daban, los lla pende.
m a T e r t u l ia n o depósitos de la piedad,
porque se em pleaban en alimentar en 1. Su colaboración en general.
vida y enterrar a los pobres, y en auxi 22. Bueno es, pues, que exam inem os
liar a los niños y niñas pobres y huér qué parte del remedio que se busca se
fanos, a los ancianos que tenían en ha de exigir al Estado. Entendem os h a
sus casas y también a los náufragos<28>. blar aquí del Estado, no como existe
De aquí poco a poco se fué form ando en este pueblo o en el otro, sino con
aquel patrim onio que, con religioso es form e con la naturaleza, y cual de
mero, guardó la Iglesia como propiedad m uestran que debe ser los documentos
de la fam ilia de los pobres. Y no sólo de la divina sabiduría que Nos particu
esto, sino que halló el modo de socorrer larm ente expusimos en la Carta E ncí
a la m ultitud de desgraciados, quitán clica en que tratam os de la constitución
doles la vergüenza de m endigar. P o r cristiana de los Estados. Esto supuesto,
que como Madre com ún de ricos y po los que gobiernan un pueblo deben p ri
bres, prom oviendo en todas partes la mero ayudar en general, y como en
caridad hasta un grado sublime, esta globo, con todo el conjunto de leyes e
bleció Comunidades de religiosos e hizo instituciones, es decir, haciendo que de
otras m uchísim as útiles fundaciones, la misma conform ación y adm inistra
para que distribuyéndose por ellas los ción de la cosa pública espontánea
socorros, apenas hubiese género alguno mente brote la prosperidad, así de la
de males que careciese de consuelo. com unidad como de los particulares.
Hoy, en verdad, hállanse m uchos que, Porque éste es el oficio de la prudencia
como los gentiles de otros tiempos, has cívica, éste es el deber de los que go
ta lanzan una acusación contra la Igle biernan. Ahora bien; lo que más eficaz
sia por esta m ism a excelentísima cari m ente contribuye a la prosperidad de
dad, y en su lugar les parece que pue un pueblo, es la probidad de las cos
den poner la beneficencia establecida tum bres, la rectitud y orden en la cons
y regulada por leyes del Estado. Pero titución de la familia, la observancia
la caridad cristiana, de la cual es p ro de la Religión y de la justicia, la mode
pio darse toda al bien del prójim o, no ración en im poner y la equidad en re
hay ni h ab rá recurso hum ano que la partir las cargas públicas, el fom entó
(2 7 ) H e c h . 4 , 34. (2 8 ) T e rt . A p o l. 2, 3 9 .
59, 22 E n c íc l ic a “ R erum N o v a r u m m 435
a la com ún utilidad que con casa en Deberes del Estado. Ahora bien; im
que m orar, vestido con que cubrirse y porta al bienestar y al de los particula
protección con que defenderse de quien res que haya paz y orden; que todo el
atente a su bien, pueda con menos difi ser de la sociedad doméstica se gobierne
cultades soportar la vida. De donde se por los m andam ientos de Dios y los
sigue que se ha de tener cuidado de principios de ley natural; que se guarde
fom entar todas aquellas cosas que se y se fomente la Religión; que florezcan
vea que en algo pueden aprovechar a en la vida privada y en la pública cos
la clase obrera. Este cuidado, tan le tum bres puras; que se m antenga ilesa
jos está de perjudicar a nadie, que la justicia, ni se deje im pune al que
antes aprovechará a todos, porque im viola el derecho de otro; que se form en
porta muchísim o al Estado que no sean robustos ciudadanos, capaces de ayu
de todo punto desgraciados aquellos de dar, y si el caso lo pidiere, defender la
quienes provienen esos bienes de que sociedad.
el Estado tanto necesita.
Elim inación de abusos. P or eso, si
Extensión y lím ites de la interven acaeciere alguna vez que am enazasen
ción del Estado. Es justo, como hemos trastornos, o por am otinarse los obre
dicho, que no absorba el Estado, ni al ros o por declararse en huelga; que se
ciudadano, ni a la fam ilia; justo es que relajasen entre los proletarios los lazos
al ciudadano y a la fam ilia se le deje naturales de la fam ilia; que se hiciese
658 la facultad de o b rar con libertad en violencia a la Religión de los obreros
todo aquello que, salvo el bien com ún no dándoles com odidad suficiente para
y sin perjuicio de nadie, se pueda h a los ejercicios de piedad; si en los talle
cer. Deben, sin embargo, los que go res peligrase la integridad de las cos
biernan, proteger la com unidad y a los tum bres, o por la mezcla de los dos
individuos que la form an. Deben p ro sexos o por otros perniciosos incentivos
teger la com unidad, porque a los que de pecar; u oprim ieren los patronos a
gobiernan les ha confiado la naturaleza los obreros con cargas injustas o condi
la conservación de la com unidad de ciones incom patibles con la persona y
tal m anera, que esta protección o cus dignidad hum anas; si se hiciera daño a
todia del público bienestar es, no solo la salud con un trabajo desmedido o no
la ley suprem a, sino el fin único, la proporcionado al sexo ni a la edad, en
razón total de la soberanía que ejercen; todos estos casos claro es que se debe
y deben proteger a los individuos o emplear, aunque dentro de ciertos lím i
partes de la sociedad, porque la filoso tes, la fuerza y autoridad de las leyes.
fía, igualm ente que la fe cristiana, con Los límites los determ ina el fin mismo
vienen en que la adm inistración de la por que se apela al auxilio de las leyes;
cosa pública es por su naturaleza orde es decir, que no deben éstas abarcar
nada, no a la utilidad de los que la más ni extenderse más de lo que de
ejercen, sino a la de aquéllos sobre m anda el remedio de estos males o la
quienes se ejerce. Como el poder de necesidad de evitarlos.
m andar proviene de Dios, y es una co
m unicación de la divina soberanía, de Am paro del derecho de los débiles.
be ejercerse a im itación del mismo po Deben, además, religiosamente guar
der de Dios, el cual, con solicitud de darse los derechos de todos en quien
padre, no menos atiende a las cosas quiera que los tenga; y debe la autori
individuales que a las universales. Si, dad pública proveer que a cada uno se
pues, se hubiera hecho o am enazara le guarde el suyo, evitando y castigan
hacerse algún daño al bien de la com u do toda violación de la justicia. Aunque
nidad o al de alguna de las clases so en el proteger los derechos de los p a rti
ciales, y si tal daño no pudiera de otro culares, débese tener cuenta principal
modo rem ediarse o evitarse, m enester m ente con los de la clase ínfim a y po
sería que le saliera al encuentro la p ú bre. Porque la clase de los ricos, como
blica autoridad. que se puede am urallar con sus recur-
59,23 E n c íc l ic a “ R erum N ovarum ” 437
sos propios, necesita menos del am paro y la idea de que el jornal es insuficiente,
de la pública autoridad; el pueblo po dan no pocas veces a los obreros pretex
bre, como carece de medios propios con to para alzarse en huelga y entregarse
que defenderse, tiene que apoyarse de su voluntad al ocio. A este m al fre
grandem ente en el patrocinio del E s cuente y grave debe poner remedio la
tado. P or esto, a los obreros, que for autoridad pública, porque semejante
m an parte de la m ultitud indigente, cesación del trabajo, no sólo daña a los
debe con singular cuidado y providen patronos y aun a los mismos obreros,
cia cobijar el Estado. sino que perjudica al comercio y a las
utilidades del Estado; y como suele no
4. posición estatal en casos p arti andar muy lejos de la violencia y sedi
culares. ción, pone m uchas veces en peligro la
pública tranquilidad. Y en esto lo más
a) propiedad privada
eficaz y más provechoso es prevenir
Protección de la propiedad priva con la autoridad de las leyes e impedir
da. Pero será bien tocar en p articu lar que pueda brotar el mal, apartando a
algunas cosas aún de más im portancia. tiempo las causas que han de causar
Es la principal que con el im perio y un conflicto entre los patronos y los
valladar de las leyes se ha de poner obreros.
en salvo la propiedad privada. Y sobre
todo, ahora que tan grande incendio La dignidad del obrero. Asimismo
han levantado todas las codicias, debe hay en el obrero m uchas cosas que
tratarse de contener al pueblo dentro dem andan que el Estado con su protec
de su deber; pues, si bien es perm itido ción las asegure. Las prim eras son los
aspirar al m ejoram iento de la situa bienes del alma. Porque esta vida m or
ción, con tal que no se viole la justicia, tal, aunque buena y apetecible, no es
sin embargo, tanto la justicia como el lo último para que hemos nacido, sino
principio del bien público prohiben que camino solamente e instrum ento para
se quite a otro lo que es suyo, y que, llegar a aquella vida del alm a que será
bajo el pretexto de una absurda igual com pleta con la visión de la verdad y el
dad de todos, se ataquen las fortunas am or del sumo bien. El alm a es la que
ajenas. Es cierto que la m ayor parte de lleva im presa en sí la imagen y seme
los obreros quieren m ejorar de suerte a janza de Dios, y donde reside el seño
fuerza de trab ajar honradam ente y sin río que se ordenó al hom bre ejerciese
hacer a nadie injuria; pero tam bién es sobre las naturalezas inferiores a él,
verdad que hay, y no pocos, imbuidos obligando a las tierras todas y al m ar
de torcidas opiniones y deseosos de no a que para provecho del hom bre se le
vedad, que de todas m aneras procuran sujetasen. Henchid la tierra y tened
trasto rn ar las cosas y a rra stra r a los señorío sobre los peces de la mar, y
demás a la violencia. Intervenga, pues, sobre las aves del cielo, y sobre todos
la autoridad del Estado, y poniendo un los animales que se mueven sobre la
freno a los agitadores, aleje de los obre tierra(31). En esto son todos los hom
ros los artificios corruptores de sus bres iguales; ni hay distinción alguna
costum bres y de los que legítimamente
entre ricos y pobres, am os y criados,
poseen el peligro de ser robados.
príncipes y súbditos, puesto que uno
mismo es el Señor de todos^32K Nadie
b) preocupación por los problemas puede im punem ente hacer in ju ria a la
individuales del obrero: huelgas, dignidad del hombre, de la que el m is
dignidad, descanso, trabajo de la
mo Dios dispone con gran reverencia,
mujer, salario, ahorro, propiedad.23
ni im pedirle que tienda a aquella p er
23. Las huelgas. Una excesiva d u ra fección, que es a propósito para la vida
ción o una m ayor dificultad del trabajo, sem piterna que en el cielo le aguarda.
(31) Gén. 1, 28. (3 2 ) R o m . 10, 12.
438 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1891) 59, 24
D escanso dom inical. Más aun; ni el con límites fijos, de los cuales no pue
hom bre mismo, aunque quiera, puede de pasar. Auméntase, en verdad, aqueh
en esta parte perm itir que se le trate de lia fuerza con él uso y ejercicio, pero
un modo distinto del que a su n atu ra a condición de que de cuando en cuan ¡
leza conviene ni querer que su alm a do deje de trab ajar y descanse. Débese,
sea esclava; pues no se tra ta aquí de pues, procurar que el trabajo de cada
derecho de que librem ente pueda dis día no se extienda a más horas de las
poner el hom bre, sino de deberes que le que perm iten las fuerzas. Cuánto tiemr>
obligan p ara con Dios y que tiene que po haya de d u rar este descanso se debe
cum plir religiosamente. Síguese de aquí rá determ inar, teniendo en cuenta las
la necesidad de descansar de las obras distintas especies de trabajo, las cir
o trabajos en los días festivos. Lo cual cunstancias del tiempo y del lugar, y
no se ha de entender de una m ayor la salud de los obreros mismos. Los
facultad que al hom bre se conceda de que se ocupan en cortar piedra de las
vagar ociosamente, y m ucho menos de canteras o en sacar de las profundi
ese ocio, que m uchos desean, fautor dades de la tierra hierro, cobre y cosas
de vicios y prom otor de despilfarro semejantes, como su trabajo es m ayor
del dinero, sino del descanso com ple y nocivo a la salud, así a proporción
to de toda operación laboriosa consa debe ser más corto el tiempo que tra
grado por la Religión. Cuando al des bajen. Débese tam bién atender a la
canso se ju n ta la Religión, aparta al estación del año, porque no pocas ve
hom bre de los trabajos y negocios de ces sucede que una clase de trabajo se
la vida cotidiana p ara elevarlo a pen puede fácilmente soportar en una esta
sar en los bienes celestiales y a dar el ción, y en otra, o absolutam ente no se
culto que de justicia debe a la eterna puede, o no sin m ucha dificultad.
Divinidad. E n esto principalm ente con
siste, y éste es el fin prim ario del des Edad y sexo en el trabajo. F in al
canso que en los días de fiesta se ha mente, lo que puede hacer y a lo que
de tom ar; lo cual Dios sancionó con puede sujetarse u n hom bre de edad
una ley especial en el Antiguo T esta adulta y Bien robusto, es inicuo exigirlo
mento. acuérdate de santificar el día de a un niño o a u n a m ujer. Más aun;
sábado(33>; y con su mismo ejemplo lo respecto de los niños hay que tener
enseñó, con aquel descanso misterioso grandísim o cuidado que no se adm itan
que tomó cuando hubo creado el hom en la fábrica o el taller antes que la
bre: descansó el día séptimo de toda la edad haya suficientemente fortalecido
obra que había hecho^4K24 su cuerpo, sus facultades intelectuales y
toda su alma. Gomo la hierba tierna y
24. El bienestar m aterial y la salud. verde, así las fuerazs que en los niños
P or lo que toca a la defensa de los comienzan a brotar, una sacudida pre
bienes corporales y externos, lo prim e m atura las agosta; y cuando esto suce
ro que hay que hacer es lib rar a los de, ya no es posible dar al niño la
pobres obreros de la crueldad de hom educación que le es debida. Del mismo;
bres codiciosos que, a fin de aum entar modo hay ciertos trabajos que son im
sus propias ganancias, abusan sin m o propios de la m ujer, nacida para las
deración alguna de las personas, como atenciones domésticas; las cuales en ver
si no fueran personas, sino cosas. E xi dad, son una grande salvaguardia del
gir tan gran tarea que con el excesivo decoro propio de la m ujer, y se orde
trabajo se embote el alm a y sucum ba nan naturalm ente a la educación de la
al mismo tiem po el cuerpo a la fatiga, niñez y prosperidad de la familia. En
ni la justicia ni la hum anidad lo con general debe quedar establecido que a
sienten. E n el hom bre toda su n atu ra los obreros se ha de dar tanto descanso
leza, y consiguientem ente la fuerza que cuanto compense las fuerzas empleadas
tiene p ara trab ajar, está circunscrita en el trabajo, porque debe el descanso
(33) Ex. 20, 8. (34) Gén. 2, 2.
59,-24' E n c íc l ic a “ R erum N ovarum ” 439
ser tal que renueve las fuerzas que con ha}^ m ás remedio que cum plir. Ahora,
el ejercicio se consum ieron. En todo pues, si se considera el trabajo sola
contrato que entre sí hagan los patronos mente en cuanto es personal, no hay
y los obreros, haya siempre expresa o duda que está en libertad el obrero
tácita esta condición, que se h a p ro de pactar por su trabajo un salario más
visto convenientem ente al uno y al otro corto, porque como de su voluntad po
descanso; pues contrato que no tuviera ne el trabajo, voluntariam ente puede
está condición sería inicuo, porque a contentarse con un salario m ás corto,
nadie es perm itido ni exigir ni prom e y aun con ninguno. Pero de m uy dis
ter que descuidará los deberes que con tinto modo se habrá de juzgar si a la
Dios y consigo mismo le ligan. cualidad de personal se ju n ta la de
necesario, cualidad que podrá con el
Ju sto salario. Vamos ah o ra a a p u n entendim iento separarse de la persona
ta r u n a cosa de bastante im portancia, lidad, pero que, en realidad de verdad,
y que es preciso que se entienda muy nunca está de ella separada. Efectiva
bien p ara que no se yerre por ninguno m ente; sustentar la vida es deber co
de dos extremos. Dícese que la canti m ún a todos y a cada uno, y faltar a
dad de jornal o salario lo determ ina el este deber es un crimen. De aquí nece
consentim iento libre de los contratan sariam ente nace el derecho de procu
tes, es decir, del patrono y del obrero; y rarse aquellas cosas que son m enester
que, por lo tanto, cuando el patrono ha p ara sustentar la vida, y estas cosas no
pagado el salario que prom etió, queda las hallan los pobres sino ganando un
libre y nada más tiene que hacer; y jornal con su trabajo. Luego, aun con
que sólo entonces se viola la justicia, cedido que el obrero y su patrono libre
cuando, o rehúsa éste d ar el salario m ente convienen en algo, y p articular
entero o el obrero entregar com pleta la m ente en la cantidad del salario, queda,
tarea a que se obligó; y que en estos sin embargo, siempre una cosa que di
casos, p ara que a cada uno se guarde m ana de la justicia natural, y que es
su derecho puede la autoridad pública de más peso y anterior a la libre volun
intervenir, pero fuera de éstos en n in tad de los que hacen el contrato, y es
guno. A este modo de argum entar asen ésta que el salario no debe ser insufi
tirá difícilmente, y no del todo, quien ciente para la sustentación de un obre
sepa juzgar de las cosas con equidad, ro, que sea frugal y de buenas costum
porque no es cabal en todas partes; bres. Y si acaeciere alguna vez que el
fáltale una razón de m uchísim o peso. obrero, obligado de la necesidad o m o
Esta es que el trabajo no es otra cosa vido del miedo de un m al mayor, acep
que el ejercicio de la propia actividad, tase una condición más dura que, au n
enderezado a la adquisición de aquellas que no quisiera, tuviere que aceptar
cosas que son necesarias p ara los varios por im ponérsela absolutam ente el p a
usos de la vida, y principalm ente para trono o el contratista, sería eso hacerlo
la propia conservación. Con el sudor de violencia, y contra esa violencia se re
tu rostro comerás el pan^S5\ Tiene, vuelve la justicia.
pues, el trabajo hum ano dos cualidades
que en él puso la naturaleza m ism a: la Intervención estatal. P ero en estos y
prim era es que es personal, porque la sem ejantes casos, como es cuando se
fuerza con que se tra b a ja es inherente trata de determ inar cuántas horas h a
a la persona, y enteram ente propia de brá de d u rar el trabajo en cada una
aquel que con ella trabaja, y p ara u ti de las industrias u oficios, qué medios
lidad de él se le dió la naturaleza; la se se habrán de em plear para m irar por
gunda es que es necesario, porque del la salud, especialmente en los talleres
fruto de su trabajo necesita el hom bre o fábricas, para que no se entrom eta en
p ara sustentar la vida, y sustentar la esto demasiado la autoridad, lo m ejor
vida es deber prim ario n atu ral que no será reservar la decisión de esas cues-
(3.5) Gén. 3, 19.
440 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1891) 59, 25
tiones a las corporaciones de que h a que con sus m anos cultiva, prom etién
blarem os m ás abajo, o intentar otro ca dose sacar de ella, no sólo el alimento,
mino p ara poner en salvo, como es sino aun cierta holgura o comodidad
justo, los derechos de los obreros, acu para sí y para los suyos. Y este afán
diendo el Estado, si la cosa lo dem an de la voluntad nadie hay que no vea
dare, con su am paro y auxilio. cuánto contribuya a la abundancia de
las cosechas y al aum ento de la riqueza
Fomento del ahorro y propiedad. Si de los pueblos. De donde se seguirá en
el obrero recibe un jornal suficiente tercer lugar este otro provecho: que se
para sustentarse a sí mismo, a su m ujer m antendrán fácilmente los hombres en
y a sus hijos, será fácil, si tiene juicio, la nación que los dió a luz y los recibió
que procure a h o rra r y hacer, como la en su seno; porque nadie trocaría su
misma naturaleza parece que aconseja, patria con una región extraña si en su
que después de gastar lo necesario, so patria hallara medios para pasar la
bre algo, con que pueda irse form ando vida tolerablem ente. Mas estas ven
663 u n pequeño capital. Porque ya hemos tajas no se pueden obtener sino con
visto que no hay solución capaz de d iri esta condición: que no se abrum e la
m ir esta contienda de que tratam os si propiedad privada con enormes trib u
no se acepta y establece antes este p rin tos e impuestos. No es la ley hum ana,
cipio que hay que respetar la propiedad sino la naturaleza la que ha dado a los
privada. P or lo cual, a la propiedad p ri particulares el derecho de propiedad, y
vada deben las leyes favorecer y, en por lo tanto, no puede la autoridad
cuanto fuere posible, procurar sean m u pública abolirlo, sino solamente m ode
chísimos en el pueblo los propietarios. ra r su ejercicio y com binarlo con el
Si se procura esto, resultarán notables bien común. O brará, pues, injusta e
provechos; y en prim er lugar serán más inhum anam ente, si de los bienes de los
conform e a equidad la distribución de particulares, extrajera, a título de tri
bienes. Porque la violencia de las revo buto, más de lo justo.
luciones ha dividido los pueblos en dos
clases de ciudadanos, poniendo entre C) Intervención de las Asociaciones
ellas una distancia inmensa. Una pode obreras.
rosísima, porque es riquísim a, que co
mo tiene en su m ano ella sola todas 25. Autoayuda. Colaboración de las
las em presas productoras y todo el co Asociaciones y Corporaciones. P or ú l
mercio, atrae a sí p ara su propia utili timo, los patronos y los mismos obreros
dad y provecho todos los m anantiales pueden hacer m ucho para la solución
de riqueza y tiene no escaso poder aún de esta contienda, estableciendo medios
en la m ism a adm inistración de las cosas de socorrer convenientemente a los ne
públicas. La otra es la m uchedum bre cesitados y acortar las distancias entre
pobre y débil, con el ánimo llagado y unos y otros. E n tre estos medios deben 664
pronto siempre a am otinarse. contarse las asociaciones de socorros
mutuos, y esa variedad de cosas que la
Ventajas de la propiedad privada. previsión de los particulares ha esta
Ahora bien: si se fom enta la industria blecido para atender a ais necesidades
de esta m uchedum bre con la esperanza del obrero y a la viudedad de su esposa
de poseer algo estable, poco a poco se y orfandad de sus hijos, y en caso de
acercará una clase a otra y desapare repentinas desgracias o de enfermedad,
cerá el vacío que hay entre los que y para los otros accidentes a que está
aho ra son riquísim os y los que son po- expuesta la vida hum ana, y la funda
brísimos. Además se h ará producir a la ción de patronatos para niños y niñas,
tierra m ayor copia de frutos. Porque el jóvenes y ancianos. Mas corresponde
hom bre, cuando trab aja en terreno que el prim er lugar a las asociaciones de
sabe que es suyo, lo hace con un afán obreros, que abarcan ordinariam ente
y un esmero m ucho mayores; y aun lle casi todas las cosas dichas. Muchos
ga a cobrar un grande am or a la tierra años duraron entre nuestros mayores
59, 25 E n c íc l ic a “ R erum N ovarum ” 441
los beneficios que resultaban de los gre versal, porque no es otro que el bien
mios de artesanos. Los cuales, en hecho común, de que todos y cada uno tienen
de la verdad, no sólo fueron excelente derecho a participar proporcionada
m ente provechosos a los artesanos, sino mente. Y por esto se llam a pública,
a las artes mismas, dándoles el aum ento porque por ella se juntan entre sí los
y esplendor de que son testim onio m u hombres formando un Estado(38>. Mas
chísimos documentos. Como este nues al contrario, las otras sociedades que
tro siglo es m ás culto, sus costum bres en el seno, por decirlo así, de la socie
distintas y m ayores las exigencias de dad civil se juntan, llám anse y en ver
!a vida cotidiana, preciso es que tales dad son privadas, porque aquello a que
gremios o asociaciones de obreros se aproxim adam ente se enderezan es al
acom oden a las necesidades del tiempo provecho o utilidad privada que a solo
presente. Con gusto vemos que en m u los asociados pertenece. Es, pues, so
chas partes se form an Asociaciones de ciedad privada la que se forma para
esta clase, unas de solos obreros, otras llevar a cabo algún negocio privado,
de obreros y capitalistas; pero es de como cuando dos o tres hacen sociedad 665
desear que crezca su núm ero y su acti para negociar juntos^3d\
vidad. Y aunque de ellas más de una
vez hemos hablado, queremos, sin em El Estado ante el derecho de aso
bargo, aquí hacer ver que son ahora ciación. A hora bien: aunque estas so
m uy del caso, y que hay derecho de ciedades privadas existen dentro de la
form arlas, y al mismo tiem po cuál sociedad civil, y son de ella como otras
debe ser su organización y en qué se tantas partes, sin embargo, de suyo y
ha de em plear su actividad. en general no tiene el Estado o autori
dad pública poder p ara prohibir que
í. Derecho de asociación existan. Porque el derecho de form ar
tales sociedades privadas es derecho n a
La agrem iación fluye del derecho tural al hom bre, y la sociedad civil ha
n atu ral. La experiencia de la debili sido instituida para defender, no para
dad de las propias fuerzas mueve al aniquilar, el derecho natural; y si pro
hom bre y le impele a ju n ta r a las p ro hibiera a los ciudadanos hacer entre sí
pias las ajenas. Las Sagradas E scritu estas asociaciones, se contradiría a sí
ras dicen: Mejor es que estén dos juntos propia, porque lo mismo ella que las
que uno solo; porque tienen la ventaja sociedades privadas nacen de este úni
de su compañía. Si uno cayere, le sos- co principio, a saber: que son los hom
tendrá el otro. ¡Ay de quien está solo, bres por naturaleza sociables. Hay al
cuando cayere no tiene quien le levan gunas circunstancias en que es justo
te 36378>. Y tam bién: El hermano, ayu que se opongan las leyes a esta clase
dado del hermano, es como una ciudad de asociaciones, como es, por ejemplo,
fuerte (3D. Esta propensión natu ral es cuando de propósito pretenden algo que
la que mueve al hom bre a juntarse con a la probidad, a la justicia, al bien del
otros y form ar la sociedad civil, y la Estado claram ente contradiga. Y en se
que del mismo modo le hace desear m ejantes casos está en su derecho la
form ar con algunos de sus conciudada autoridad pública si impide que se fo r
nos otras sociedades pequeñas, es ver men; usa de su derecho si disuelve las
dad, e im perfectas, pero verdaderas ya form adas; pero debe tener sumo
sociedades. Mucho difieren estas socie cuidado de no violar los derechos de
dades de aquella grande sociedad (la los ciudadanos, ni so pretexto de p ú
civil), porque difieren sus fines próxi blica utilidad establecer algo que sea
mos. El fin de la sociedad civil es u n i contra la razón. Porque a las leyes, en
(36) E cl. 4. 9-12. d a d es, es n e c esa r io c u id a rse b ien d e no c a er en
e rr o r . A quí n o s cre e m o s h a b la r n o m in a lm en te
(37) P r o v . 18, 19. d e lo s o b rero s, q u ien es tie n e n , c ie rta m e n te , e l d e
(38) S. T h o m . c o n tr a im p u g n . D e i cu ltu m et r e c h o de u n irse en a s o cia c io n es , a fin d e p r o
r e lig io n c m cap . II. E n: Longinqua Oceani (6-1- m o v e r su s in te r e se s . L a I g le s ia lo c o n s ie n te y la
1895) y en Carta al C ard en al L a n g e n ie u x (6-1- n a tu r a lez a no se o p o n e a e llo ” (A SS 27 (1894/95)
1896) León XIII se refer ir á a la Asociaciones d i p á g . 396).
cien d o: “ Cuando se trata d e a g ru p a rse en so cie - (39) S. T h o m . co n tra im p u g n . ca p . II.
442 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1891) 59, 26-2?
tanto hay obligación de obedecer en esa libertad con largueza a los hombres
cuanto concuerdan con la recta razón, que m editan planes perniciosos a la
y consiguientemente con la sem piterna Religión lo mismo que al Estado. ¡
ley de Dios(40).
26. Asociaciones religiosas. P ersecu 2. Necesidad de gremios cristianos
ción. Y aquí traem os a la m ente varias 27. Necesidad de asociarse. Cierto es
Asociaciones, Comunidades y Ordenes que hay ahora un núm ero m ayor que
religiosas que la autoridad de la Iglesia jam ás hubo de asociaciones diversísi
y la piadosa voluntad de los cristianos mas, especialmente de obreros. De m u
produjeron, las cuales cuanto hayan chas de ellas no es éste el lugar de
contribuido al bienestar del género h u exam inar de dónde nacen, qué quieren
m ano, la historia aun de nuestros días, y por qué caminos van. Créese, sin
lo está diciendo. Semejantes sociedades, embargo, y son m uchas las cosas. que
si con la luz sola de la razón se exa confirm an esta creencia, que las go
m inan, se ve claro que, como fue h o biernan, por lo común, ocultos jefes
nesta la causa porque se fundaron, fue que les dan una organización que no
natural el derecho con que se fundaron. dice bien con el nom bre cristiano y el
Pero por lo que tienen de religiosas, bienestar de los Estados, y que acapa
sólo a la Iglesia están en rigor de ju sti rando todas las industrias, obligan a los
cia sujetas. No pueden, pues, sobre ellas que con ellos no se quieren asociar, a
arrogarse derecho ninguno, ni tom ar pagar su resistencia con la miseria.
sobre sí la adm inistración de ellas los Siendo esto así, preciso es que los obre
poderes públicos del Estado; a éste más ros cristianos elijan una de dos cosas:
bien toca respetarlas, conservarlas, y o dar su nom bre a sociedades en que
cuando el caso lo dem andare, im pedir se ponga a riesgo su Religión, o form ar
que se violen sus derechos. Lo cual, sin ellos entre sí sus propias asociaciones
embargo, vemos que se hace, sobre y ju n tar sus fuerzas de modo que pue
todo en nuestros tiempos, m uy al con dan anim osam ente libertarse de aquella
trario. En m uchos lugares ha hecho el injusta e intolerable opresión. Y que
Estado violencia a estas Comunidades, esto último se deba absolutam ente esco
y se le ha hecho violando múltiples ger, ¿quién h abrá que lo dude, sino
derechos, porque las h a aprisionado el que quiera poner en inm inentísim o
en una red de leyes civiles, las ha des peligro el sumo bien del hom bre?
nudado del legítimo derecho de perso
na jurídica y las ha despojado de sus Sindicatos católicos. Muy de alab ar
bienes: sobre los cuales tenía su der- son algunos de los nuestros, que cono
cho la Iglesia, tenían el suyo cada ciendo bien lo que de ellos exigen los
uno de los individuos de aquellas Co tiempos, hacen experiencias y prueban
m unidades, y lo tenían tam bién los que cómo podrán con honrados medios m e
a un fin determ inado dedicaron aque jo ra r la suerte de los proletarios, y
llos bienes, y aquéllos a cuya utilidad haciéndose sus protectores, aum entar
y consuelo se dedicaron. P or lo cual, el bienestar, así de sus famililias como
no podemos menos de quejarnos am ar de los individuos, y asimismo suavizar
gamente de sem ejantes despojos tan in con la equidad los vínculos que unen
justos y perjudiciales, tanto más, cuan entre sí a los patronos y a los obreros,
do vemos que a estas Asociaciones de vivificar y robustecer en los unos y en
hom bres católicos, pacíficas de veras y los otros la m em oria de sus deberes y
de todas m aneras útiles se les cierra la observancia de los preceptos evan
com pletam ente el paso, y al mismo gélicos, los cuales, apartando al hom
tiempo se establece por ley la libertad bre de todo exceso, le im piden tra s
de asociación, y de hecho se concede pasar los debidos límites, y por m uy
(40) S. T liom . 1, 2, q. 13 a. 3 ad 2. “ L a le y ete rn a . M as e n cu a n to se a p a rta d e la r a zó n , se
h u m an a, en ta n to tie n e razón d e le y en cu a n to Llama le y in icu a , y a sí n o tie n e ra zó n d e s e r d e
se co n fo rm a con la recta r a zó n y , p r e cisa m e n te le y , sin o m á s b ien d e c ie rta v io le n c ia ’".
p o r e sto , es m a n ifie sto q u e se d e r iv a d e la le y
59,28 E n c íc l ic a “ R erüm N o v a r u m ” 443
n ará m ás la benevolencia de los ciu m ente en restaurar las costum bres cris
dadanos a los que vieren laboriosos y tianas, sin las cuales esas mismas arm as
modestos, a los que se sepa que ante de la prudencia, que se piensa son muy
ponen la equidad a la ganancia y el idóneas, valdrán m uy poco para alcan
cum plim iento religioso del deber a to zar el bien deseado.
das las cosas. De donde se seguirá tam La Iglesia, por lo que a ella toca,
bién esta ventaja: que se dará no peque en ningún tiempo y en ninguna m a
ña esperanza, y aun facilidad de con nera dejará que falte su acción; y
vertirse, a aquellos obreros que viven, será la ayuda que preste tanto m a
o despreciando por completo la fe cris yor, cuanto m ayor sea la libertad de
tiana, o con costum bres ajenas de quien acción que se le deje: y esto entiéndan
la profesa. A la verdad, entienden éstos lo particularm ente aquellos cuyo deber
m uchas veces que los h an engañado es m irar por el bien público. Apliquen
con falsas esperanzas y vanas ilusiones, todas las fuerzas de su ánimo y toda su
porque sienten que son m uy in hum ana industria los sagrados m inistros; y pre
mente tratados por amos codiciosos que cediéndolos vosotros, Venerables H er
no les estim an sino a m edida del lucro manos, con la autoridad y con el ejem
que con su trabajo les producen; que plo, no cesen de inculcar a los hom bres
en las sociedades en que se han metido, de todas las clases las enseñanzas de
en vez de caridad y am or, hay intesti vida tom adas del Evangelio; con cuan
nas discordias, com pañeras perpetuas tos medios puedan, trabajen en bien
de la pobreza, cuando a ésta le faltan de los pueblos, y especialísimamente
el pudor y la fe. Q uebrantados de áni procuren conservar en sí y excitar en
mo y extenuados de cuerpo, ¡cuánto los otros, lo mismo en los de las clases
quisieran muchos de ellos verse libres m ás altas que en los de las m ás bajas,
de tan hum illante servidum bre!; pero la caridad, señora y reina de todas las
no se atreven, porque se lo estorba, o virtudes.
el respeto hum ano, o el tem or de caer
en la indigencia. Ahora bien: p ara sal Efusión de caridad. Bendición Apos
var a todos éstos, no es decible cuánto tólica. P orque la salud que se desea,
los obreros católicos, si a los que vaci principalm ente se ha de esperar de una
lan los invitan a su seno, allanándoles grande efusión de caridad; es decir, de
las dificultades, y a los arrepentidos caridad cristiana, en que se compendia
los adm ite a su confianza y protección. la ley de todo el Evangelio, y que dis
puesta siempre a sacrificarse a sí pro
IV. E p íl o g o pia por el bien de los demás, es al hom
bre, contra la arrogancia del siglo y el
30. Mejorar la condición del obrero desmedido am or de sí, antídoto ciertí-
es obra de todos. Exhortación final y simo, virtud cuyos oficios y divinos
670 conclusión. Auqí tenéis, Venerables caracteres describió el Apóstol P a b l o
Hermanos, quiénes y de qué m anera con estas palabras: La caridad es pa
deben tra b a ja r en esta dificilísim a cues ciente, es benigna; no busca sus prove
tión. Apliqúese cada uno a la parte que chos; todo lo sobrelleva; todo lo so-
le toca, y prontísim am ente; no sea que porta (43>.
con el retraso de la m edicina se haga E n prenda de los divinos dones y en
incurable el mal, que es ya tan grande. testimonio de nuestra benevolencia, a
Den leyes y ordenanzas previsoras los cada uno de vosotros, Venerables H er
que gobiernan los Estados; tengan pre manos, y a vuestro clero y pueblo, d a
sentes sus deberes los ricos y los p atro mos am antísim am ente en el Señor la
nos; esfuércense, como es justo, los pro apostólica bendición.
letarios, cuya causa es, y puesto que Dado en Roma, en San Pedro, el día
la Religión, como al principio dijimos, 15 de Mayo de 1891, de Nuestro P onti
es la única que puede arra n c ar de raíz ficado año décimo cuarto.
el mal, pongan todos la m ira principal43 LEON PAPA XIII.
(43) I Cor. 13, 4-7.
3 (3 0
<
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
— 446 —
60* 3-4 E n c íc l ic a “ O c t o b r i M e n s e ” 447
del triunfo de Cristo, desde ese tiempo, nigna y muy compasiva. Tal nos la ha
comenzó y prevaleció p ara el nuevo dado Dios, pues por lo mismo que la
pueblo un nuevo orden de providencia. eligió para Madre de su Hijo Unigénito,
la dotó com pletam ente de sentimientos
5. Por medio de María. Conveniente m aternales, que no respiran sino am or
es escrutar los designios divinos con y perdón: tal la anunció desde la Cruz
gran piedad. Queriendo el Hijo de Dios cuando en la persona de Juan, su discí
eterno tom ar la naturaleza hum ana p a pulo, le encomendó el cuidado y el
ra redención y gloria del hombre, y h a am paro de todo el género hum ano: tal
biendo de establecer cierto lazo místico finalmente, se ofreció ella misma, que
con todo el género hum ano, no hizo habiendo recibido con gran valor aque
esto sin haber explorado antes el libé lla herencia de inmenso trabajo, legada
rrim o consentim iento de la designada por el Hijo m oribundo, inm ediatam en
para Madre suya, la cual representaba te comenzó a ejercitar todos sus debe
en cierto modo la personalidad del m is res m aternales.
mo género hum ano, según aquella ilus
tre y verdadera sentencia de S a n t o 6. María y la primitiva Iglesia. Ya
T om ás de “En la Anunciación
A q u jn o : desde el principio conocieron con gran
se esperaba el consentimiento de la Vir de alegría los Santos Apóstoles y los
gen en lugar del de toda la humana primitivos fieles este consejo de la m i
naturaleza”^ . De lo cual verdadera y sericordia tan querida, instituido divi
propiam ente se puede afirm ar que de nam ente en M aría y ratificado en el
aquel grandísim o tesoro de todas las testam ento de Cristo, conociéronlo tam
gracias que trajo el Señor, puesto que bién y lo enseñaron los Venerables P a
la gracia g la verdad por Jesucristo fué dres de la Iglesia, y todos los m iem bros
hechaW, nada absolutam ente, nada se de la grey cristiana lo confirm aron
nos concede, según la voluntad de Dios, unánim es en todo tiempo, y esto aun
sino por M aría; de suerte que a la m a cuando faltasen acerca de ello toda cla
nera que nadie puede llegar al Padre se de recuerdos y escritos, puesto que
Supremo sino por el Hijo, casi del m is habla con m ucha perfección cierta voz
mo modo nadie puede llegar a Cristo que nace del pecho de todos los hom
sino por la Madre. ¡Cuán grande sabi bres cristianos. Porque no de otra parte
duría y m isericordia resplandece en que de la fe divina, nace el que nos
este consejo de Dios! ¡Cuánta conve otros seamos conducidos y arrebatados
niencia p ara la flaqueza y debilidad del placidísim am ente por cierto muy poten
hombre! Porque creemos y veneramos te impulso hacia María; que nada sea
la justicia de Aquel cuya bondad co más antiguo ni más deseado, que el
nocemos y alabam os como infinita; y cobijarnos bajo la tutela y el am paro
tememos como juez inexorable a Aquel de Aquella a quien confiamos plena
a quien am am os como conservador mente Nuestros pensamientos y obras,
am antísim o, pródigo de su sangre y N uestra integridad y penitencia, Nues
de su vida; por lo cual de estos hechos tras angustias y gozos, Nuestras súpli
se desprende que es enteram ente nece cas y votos y todas Nuestras cosas; que
sario para los afligidos un intercesor y todos tengan una consoladora esperan
patrono que disfrute de tanto favor za y confianza en que cuantas cosas
p ara con Dios y sea de tanta bondad sean ofrecidas por nosotros indignas o
de ánimo que no rechace el patrocinio como menos gratas a Dios, esas mismas
de nadie por desesperado que estuviera, se to rnarán sumamente agradables y
y que levante a los afligidos y caídos bien acogidas, encom endándolas a su
con la esperanza de la clemencia divina. Santísim a Madre. Y así como recibe el
Y esta m ism a es la esclarecidísima Ma alma gran consuelo con la verdad y
ría, poderosa en verdad como Madre de suavidad de estas cosas, motivo de tris
Dios O m nipotente; pero lo que es toda teza son para ella, los que careciendo
vía más preferible, ella es afable, be de la fe divina, no reconocen ni tienen
(5 ) S . T h o m . IIT, q . 30, a . 1. (6) Joan., 1. 17.
(10, 7-8 E n c íc l ic a “ O c t o b r i M e n s e ” 449
cuya alm a bullen las pasiones, cae en rituales o corporales, los unos de los
la m alicia por las ambiciones, halla in otros y ayudarse entre sí todo lo posi
sípidas las dulzuras de las cosas celes ble: P a r a q u e n o h a y a d e s a v e n e n c ia en
tiales, y no tiene por toda oración más e l c u e r p o , s in o q u e to d o s lo s m ie m b r o s
que u na p alabra fría y lánguida, indig se in te r e s e n lo s u n o s p o r lo s otr(>sy d e
n a de ser escuchada por Dios. m a n e r a q u e s i u n m ie m b r o p a d e c e t o
d o s lo s d e m á s s u f r e n ; y s i u n m i e m b r o
Tenemos ante los ojos los ejemplos
r e c ib e h o n o r , to d o s lo s d e m á s g o z a n
de penitencia de los Santos cuyas o ra
c o n él. v o s o tr o s s o is e l c u e r p o d e J e s u
ciones y súplicas, como sabemos por los
c r is to , y m i e m b r o s lo s u n o s d e lo s
anales sagrados, h an sido, por esta cau
sa, extrem adam ente agradables a Dios o tro s^K
y h an obrado prodigios. Ellos arregla En este modelo de caridad p ara el
ban y dom aban incesantem ente su espí que quiere im itar el ejemplo de J e s u
ritu y su corazón; se aplicaban a suje c r i s t o , que ha derram ado con inmenso
tarse con plena aquiescencia y com pleta am or su sangre para la satisfacción
sumisión a la doctrina de J e s u c r is t o y por nuestros pecados, hay una exhor
a las enseñanzas y preceptos de su tación de tom ar cada uno sobre sí las
Iglesia; a no tener voluntad propia en faltas de los demás, hay tam bién un
cosa alguna, sino después de haber con gran lazo de perfección que perm ite a
sultado a Dios; a no encam inar todas los fieles estar unidos entre sí, y muy
sus acciones m ás que al aum ento de estrecham ente tam bién con los ciuda
la gloria del Señor; a reprim ir y que danos del cielo y con Dios. E n una
b rar enérgicam ente sus pasiones; a tr a palabra: la acción de la santa peniten
ta r con im placable dureza su cuerpo; cia es tan variada e ingeniosa y se ex
a abstenerse por virtud de todo placer, tiende tanto, que cada uno, según su
por inocente que fuera. De esa m anera piadosa m anera y con buena voluntad,
podrán, con toda verdad, aplicarse a sí puede hacer de ella un uso frecuente
mismos estas palabras de S a n P a r l o : y poco difícil.
N u e s tr a c o n v e r s a c ió n e s tá e n lo s c ie
l o s ^ ; y por lo mismo, sus oraciones 13. Una esperanza y un deseo. En
eran tan eficaces p ara tener a Dios p ro conclusión, Venerables Hermanos, Nos
picio y amoroso. Claro es que no todos nos prom etem os con vuestra ayuda un
pueden ni deben llegar ahí; pero las feliz resultado de Nuestra adverten
razones de la justicia divina, para la cias y exhortaciones, tanto en razón de
que se ha de hacer estrictam ente una vuestra insigne y particular piedad h a
penitencia proporcionada a las culpas cia la Madre de Dios, como por vuestra
cometidas, exigen que cada uno, en caridad y celo por la grey cristiana;
espíritu de voluntaria m ortificación, y estos frutos que la devoción, tantas
castigue su vida y sus costum bres; y veces m anifestada con esplendor de los
conviene m ucho im ponerse penas vo católicos a María, ha producido, se goza
luntarias en vida p ara m erecer m ayor Nuestra alm a en recogerlos ya anticipa
recom pensa de la virtud. 12* damente en gran abundancia.
Llamados por vosotros, en virtud de
12. C aridad. P o r o tra parte, como en vuestras exhortaciones y siguiéndoos,
el cuerpo místico de Jesucristo, que es deseamos que los fieles principalm ente
la Iglesia, estamos todos unidos y vivi en el próximo mes de Octubre se con
mos como m iem bros suyos, resulta se greguen en derredor de los solemnes a l
gún la palabra de S a n P a b l o , que a la tares de la augusta Reina, y de la Madre
m anera que todos los m iem bros se re llena de bondad, y a fin de tejerle y
gocijan de lo que acontece dichosam en ofrecerle como buenos hijos con la ora
te a uno de ellos, y se entristecen con el ción del Rosario, que tanto la agrada,
que sufre, así tam bién los fieles cristia una corona mística. Además, Nos m an
nos deben sentir los sufrim ientos espi tenemos y Nos confirm am os ios pres
(14) P h il. 3, 20. as) I Cor. 12, 25-27.
60, 14 E n c íc l ic a “ O cto bri M ense” 453
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
n9 1. Motivo: ataques a la Religión en que nos abrum an y los tem ores que
( 5 2 9 ) F ran cia. E n m edio de los gravísimos nos asedian?
cuidados de la Iglesia universal, m uchas 2. Amor del pueblo francés a la San
veces, durante el transcurso de Nuestro ta Sede. Mas, por otra parte, experi
Pontificado, hemos querido dar testi m entamos m ucho consuelo viendo a
monio del afecto que profesam os a ese mismo pueblo francés extrem ar su
F rancia y al noble pueblo francés; y am or y su celo a la Santa Sede en la
en una de nuestras Encíclicas, presente m edida en que la ve más abandonada,
todavía en la m em oria de todos, ya o, como debíamos decirlo, m ás com ba
m anifestam os solemnemente sobre este tida en el mundo. Muchas veces, movi
particular los sentimientos más íntim os dos por un arraigado sentimiento de
de Nuestro corazón. Este afecto es p re religiosidad y verdadero patriotism o,
cisamente lo que constantem ente Nos han venido hasta Nos representantes de
ha tenido atentos a seguir con la vista todas las clases sociales de Francia, fe
y luego m editar en Nuestro ánimo el lices al atender a las continuas necesi
conjunto de sucesos, ora tristes, ora dades de la Iglesia y ansiosos de pedir
consoladores que desde hace m uchos nos luz y consejo para asegurarse de
años se están verificando entre vos que, a pesar de las tribulaciones actua
otros. les, no se ap artan un ápice de las ense
Y entran d o en m ateria, el alcance ñanzas del Pastor de todos los fieles.
de la vasta conjuración que actu al Y ya por escrito, ya de palabra, Nos, a
m ente p rep aran ciertos hom bres para Nuestra vez, hemos dicho claram ente
destruir en F rancia el cristianismo, y la a nuestros hijos lo que tenían derecho
anim osidad con que procuran la ejecu de pedir a su padre. Lejos de llevarles
ción de tales propósitos, hollando hasta el desaliento, enérgicamente les hemos
las nociones m ás elementales de libertad exhortado para que aum enten el am or
y justicia de la m ayoría del pueblo, y y los esfuerzos que em plean en defensa
el respeto a los inalienables derechos de de la fe católica, y al mismo tiempo de
la Iglesia, ¿cómo no ha de producirnos su patria, deberes ambos de prim er
el más vivo dolor? Y cuando vemos que orden y de cuyo cum plim iento nadie
ya se tocan unas tras otras las funestas puede sustraerse en esta vida.
consecuencias de esta culpable guerra, Y aún hoy mismo creemos oportuno,
consecuencias que tienden a la perdi y hasta necesario, levantar de nuevo
ción de las costum bres y a la ruina de Nuestra voz para exhortar, no diremos
la Religión y destrucción del am or a sólo a los católicos, sino a todos los
la República sabiam ente entendidos, franceses honrados y sensatos, a que
¿cómo no m an ifestar las am arguras rechacen lejos de sí todo germen de
(*) A.S.S. 24 (1892) 519-529. Esta Encíclica fue escrita en francés “Au milieu des sollicitudes“; se
guida de la “Versio Latina” “ Inter grovissirnas” (ASS. 24 11892] 529-540) 2? ed. corregida por el
francés. — Al margen van las páginas de ambos documentos, las del texto latino entre paréntesis.
— 454 —
61,3-6 E n c íc l ic a “ In ter G r a v is s im a s ” 455
a aquella grandeza m oral a que llegó misma Santa Sede, odiosas im putacio
como potencia m ilitar y política. Y esto nes. Se pretende por algunos que la
consistió en que a la natural generosidad concordia y energía de acción inculca
de su corazón, añadió la caridad cristia das a los católicos para la defensa de
na abundancia de nuevas energías y que su fe, más que la salvaguardia de los
su m aravillosa actividad encontró estí intereses religiosos, tiene por secreto
mulo, luz, y garantía de constancia, las móvil el ansia de preparar a la Iglesia
tres cosas a la vez, en esta fe cristiana para la dominación política del Estado.
que, por m ano de la nación francesa, Decir esto es verdaderam ente resucitar
escribió páginas gloriosísimas en los una antiquísim a calumnia, inventada
anales del género hum ano. Hoy mismo por los prim eros enemigos del Cristia
su fe ¿no añade nuevas glorias a las nismo. Pero qué, ¿no fué lanzada pri
glorias pasadas? mero contra la adorable persona de
Inagotable en ingenio y recursos, se Nuestro Redentor? Acusábanle de obrar
la ve m ultiplicar en su propio suelo las con fines políticos cuando con su pre
obras de caridad y adm írasela cuando dicación llenaba las almas de luz y con
parte p ara rem otas tierras, donde, m er los tesoros de su divina bondad alivia
ced a los trabajos de sus Misioneros, y ba los padecimientos corporales y espi
aún a precio de su sangre, difunde a la rituales de los desgraciados: “A éste le
vez su renom bre y los beneficios de la hemos hallado pervirtiendo a nuestra 52
Religión católica. Ningún francés, sean nación, y prohibiendo pagar al César y
cualesquiera sus opiniones, osaría rene diciendo que él es el Cristo Rey . . . Si
gar de tales glorias, porque renegar de sueltas a ése, no eres amigo del César,
ellas equivaldría a renegar de la patria. puesto que cualquiera que se declara
rey, se declara contra el César... No te
7. Ni indolencia ni divisiones. La nemos por rey sino a César”
historia de un pueblo m anifiesta de
una m anera incontrovertible cuál sea 9. E stas calum nias se reiteraron. Es
el elemento generador y conservador tas am enazadoras calum nias fueron las
de su grandeza m oral. Así ocurre que, que arrancaron a P ilato la sentencia
si llega a faltarle este elemento, ni la de m uerte contra aquel mismo cuya
sobreabundancia del oro, ni la fuerza inocencia había reconocido m uchas ve
de las arm as bastan a salvarle de la de ces. Y los inventores de estas falsedades
cadencia m oral, acaso de la m uerte. y de otras del mismo género no om itie
¿Quién no com prende ya que, p ara to ron nada para propalarlas por lejanos
dos los franceses que profesan la Reli pueblos, como S an Justino m ártir lo
gión católica, el principal cuidado ha echaba en cara a los judíos de su época:
de consistir en asegurar su conservación “Lejos de arrepentiros, después que ha
y con tanto m ayor empeño, cuanto es béis sabido que resucitó de entre los
más evidente que el cristianism o es en muertos, habéis enviado por todo el
Francia objeto de la im placable hostili mundo hombres hábilmente escogidos
dad de las sectas? E n este terreno no para anunciar que había sido suscitada
puede tolerarse lícitam ente ni indolen una secta impía por un cierto seductor
cia de acción, ni divisiones de partidos. gcdileo, llamado Jesús” (3L
Lo prim ero dem ostraría una cobardía Al difam ar tan audazm ente al Cris
indigna de cristianos, lo segundo sería tianismo, sus enemigos bien sabían lo
una causa de debilidad desastrosa. que se hacían.
Consistía su plan en suscitar contra
8. Calum nia: Dom inio político de la su propagación un form idable adver
Iglesia. Antes de p asar adelante con sario: el im perio rom ano, Se propagó
viene que señalemos u n a calum nia, la calum nia, y los idólatras en su cre
astutam ente propalada p ara acreditar dulidad, llam aban a los prim eros cris
contra los católicos y aun contra la 2 tianos seres inútiles, ciudadanos peli-
(2) Luc. 23, 2; Juan 19, 12-15. (3) San Justino Diálog. c. Triph. n. 108 (Migne
PG. 6, col. 726-B).
61, 10-12 E n c íc l ic a “In ter G r a v is sim a s ” 457
blando? Generalmente suelen ser resul cias del bien común, puesto que después
tado de crisis violentísimas, las más de de Dios, el bien com ún es la prim era y
ellas sangrientas, en las cuales perecen últim a ley de la sociedad.
de hecho los gobiernos anteriores. E n De esta suerte se explica por sí m is
tonces todo queda entregado a la a n a r m a la sabiduría con que procede la
quía y no tarda el orden público en Iglesia al conservar relaciones con los
verse trastornado hasta en sus mismos num erosos gobiernos que en menos de
fundam entos; de donde resulta una un siglo ha tenido Francia, siempre con
n e c e s id a d s o c ia l que se im pone a la violentas y hondas conmociones. Seme
Nación, la de m irar por sí misma. jante autoridad es la línea de conducta
¿Cómo podría no tener en tal caso el m ás segura y saludable para todos los
derecho, m ás aún, la obligación de de franceses en sus relaciones civiles con
fenderse de un estado de cosas que tan la República, que es el gobierno actual
(536) hondam ente la perturba, y de re sta u rar de su patria, A parten lejos de sí esas
la paz pública en la tran q u ilid ad y divergencias políticas que los dividen,
el orden? Pues esta necesidad social y com binen todas sus energías a fin
justifica el establecimiento de nuevos de conservar o restaurar la grandeza
gobiernos, sean cualesquiera las form as m oral de Francia.
que p ara ellos se adopten, puesto que,
en la hipótesis de que estamos hablan 17. D iferencia entre poder y legisla
do, tales gobiernos nuevos, responden ción. Pero aquí se presenta u n a d ifi
necesariam ente a exigencias del orden cultad: “ E s ta R e p ú b li c a , observan a l
público, el cual es imposible sin go gunos, se h a lla a n im a d a d e s e n tim ie n to s
bierno. ta n a n tic r is tia n o s , q u e n in g ú n h o m b r e
Síguese de aquí que, en tales ocasio r e c to , y m u c h o m e n o s n in g ú n c a tó lic o ,
nes, la novedad se reduce a la form a p u e d e a c e p ta r la e n c o n c ie n c ia ” .
política, que adoptan los poderes civi Véase aquí lo que principalm ente ha
les, o al modo cómo se transm iten; mas dado ocasión a las discusiones y las
de ninguna m anera afecta al poder, ha agravado: Hubiéranse evitado todas
considerado en sí mismo, el cual con estas lam entables divergencias si cuida
tinúa siendo inm utable y digno de res dosam ente se hubiera tenido en cuenta
peto, porque, considerado en su n a tu la diferencia que hay entre el p o d e r
raleza, fué constituido y se hace ne c o n s titu id o y la le g is la c ió n . H asta tal
cesario p ara proveer al bien común, punto la legislación difiere de los po
objeto suprem o que dió existencia a la deres políticos y de sus form as, que 526
hum ana sociedad. Lo direm os en otros bajo el régimen cuya form a es m ás ex
términos: en cualquiera hipótesis, el celente, la legislación puede ser detes- ^537^
poder civil, considerado como tal, es de table; y por el contrario, bajo el régi
Dios, y siempre es de El, p o r q u e n o h a y m en de form as más imperfectas, puede
p o te s ta d q u e n o p r o v e n g a d e D io s (9). hallarse una legislación excelente.
16. Primacía de bien común. P or Fácilm ente se dem ostraría todo esto
consiguiente, cuando se constituyen con pruebas históricas, m as sería inútil,
gobiernos nuevos que representan este porque no hay nadie que no esté con
poder inm utable, aceptarlos, no sola vencido de ello; ni nadie puede saberlo
mente es lícito, sino que lo exige y m ejor que la Iglesia, que se esfuerza en
hasta lo im pone la necesidad del bien conservar las habituales relaciones con
social que les da vida y los m antiene; poderes políticos de todas las formas.
tanto más, cuanto m ayor es el incre Y ciertam ente, la Iglesia puede decir
mento que la insurrección com unica al m ejor que ninguna otra potestad qué
odio entre los ciudadanos, odio que consuelo o qué dolores le han produ
provoca la guerra civil y puede sum ir cido con frecuencia las lej-es de los
a la nación en el caos y la anarquía. diversos gobiernos que sucesivamente
Y esta estrecha obligación de respeto han regido a las naciones desde el
d u rará cuanto lo requieran las exigen Im perio Romano hasta nuestros días.
(9) Rom. 13, 1.
460 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1892) Gl, 18-20
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1. Amor y gratitu d de León, XIIIProvidencia,
a a esta Sede del bienaven
139 María. Siem pre que se Nos presenta turado Apóstol S a n P e d r o , es decir, a
ocasión de excitar y aum entar en el representar en la Iglesia la Persona
pueblo cristiano el am or y el culto de m ism a de Jesucristo, movido por la
la augusta Madre de Dios, Nos sentimos inm ensa pesadum bre del cargo y des
llenos de satisfacción y felicidad, no confiando de Nos mismo con afecto
solamente por la excelencia y la m últi más intenso aún, buscamos el divino
ple fecundidad del asunto en sí mismo, auxilio en la m aternal protección de la
sino porque responde dulcem ente a los Santísim a Virgen. Y — ¡bien se alegra
sentimientos m ás íntim os de Nuestro Nuestra alm a al publicarlo!— Nuestra
corazón. En efecto, la devoción a M a esperanza, como en otro tiempo, pero
r ía Santísima, devoción que, por decir más especialmente en el desempeño del
lo así, Nos recibimos con la leche que suprem o Apostolado, ni fué vana, ni
Nos nutrió, ha ido creciendo y arraigán estéril.
dose en Nuestra alm a a m edida de la
edad, según íbam os viendo más clara 2. Celebración del mes del Rosario.
m ente cuán digna de am or y veneración Así es que ahora, bajo los auspicios y
es Aquella a quien el mismo Dios amó por la m ediación de la Virgen, esta m is
y prefirió desde el principio sobre todas m a esperanza se levanta m ás confiada
las criaturas, y a quien, enriqueciéndo y ardorosa para obtener por su inter
la con señaladísimos privilegios, escogió cesión m ayores bendiciones y gracias
p ara Madre suya. Las m uchísim as y que produzcan dichosam ente la salud
espléndidas pruebas de generosa bon de la cristiana familia, juntam ente con
dad con que Nos h a favorecido, y que la m ayor gloria de la Santa Iglesia.
no podemos recordar sin que los ojos O portuno es, por consiguiente, Vene
se Nos llenen de lágrim as de gratitud, rables Hermanos, que renovando por
son nuevos y poderosos estímulos para vuestro medio Nuestros consejos, exci
m antenernos fieles a tal devoción. P o r temos a todos Nuestros Hijos, a fin de
que en las m uchas, varias y difíciles cir que el próxim o mes de Octubre, con
cunstancias de nuestra vida recurrim os sagrado a nuestra Reina y Señora del
siempre a la Santísim a Virgen, a ella Rosario, se celebre por todos con el
volvemos am orosam ente Nuestros ojos, aum ento de fervor que exigen las ne
y, desahogando en su corazón temores cesidades, cada vez más aprem iantes y
y esperanzas, la hemos pedido siempre angustiosas.
que se digne asistirnos piadosa como
m adre, y nos alcance la gracia de que 3. Maldad y corrupción de la época.
podam os corresponder a su am or con Sabido es de todos por qué abundancia
un verdadero cariño filial. Elevado más y variedad de medios corruptores la
tarde, por inescrutable designio de la m alicia del siglo se esfuerza arteram en-
(*) Acta Sanctae Sedis, 25 (1892/93) 139-148. Versión de la 1? edición. — Los números marginales
indican las páginas del texto original en ASS, vol. 25. (P. H.)
— 463 —
464 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n X I I I (1 8 9 2 ) 62, 4-5
L E O N PP. X I I I
Querido hijo y venerables hermanos: Salud y bendición apostólica
1. El m otivo: El proyecto de ley so- tólica sobre este punto y hemos procu
459 bre m atrim onio civil. El designio que rado recordar todo ’o que la Iglesia ha 460
existe de sancionar u na nueva ley que hecho en el curso de los siglos por resta
im ponga el cum plim iento de la cere blecer y m antener la nobleza cristiana de
m onia civil antes de la celebración del la unión conyugal, así como todo lo que
m atrim onio cristiano, ha excitado ju s en nuestra m ateria puede atribuirse le
tam ente vuestra vigilancia pastoral y gítimamente al poder civil. Si todos los
con un propósito laudable, antes de to que han escuchado Nuestra palabra h u
m ar determ inaciones, os habéis dirigido biesen sido hom bres de buena voluntad
a esta Sede Apostólica, a la cual, po r o equivocados de buena fe, habríam os
razones de su principado, ha sido siem esperado justam ente que una vez cono
pre necesario que toda la Iglesia se cida la verdad e ilum inados con ella
reúna. Nos, pues, constantem ente aten los espíritus, hubieran sido éstos im pul
tos, por el deber de Nuestro ministerio, sados, si no a rep arar inm ediatam ente
a la salud del pueblo cristiano, no he todos los daños hechos a la Iglesia por
mos cesado, a través de Nuestros graves ingerencias indebidas en el m atrim onio
e incesantes cuidados, de inculcar la de sus hijos, por lo menos a abstenerse
necesidad de conservar en el m atrim o de los peores ultrajes. Pero hay m uchos
nio cristiano el carácter sagrado que le que padecen una obstinación detestable,
ha im preso su divino Fundador. Tanto que hace que se ataque a todo lo que
más cuanto que de El dependen la san es cristiano y que se prosiga la triste
tidad de las familias, la paz de las labor comenzada de laicizar, como d i
conciencias, la buena educación de los cen, la sociedad; es decir haciéndola
hijos, el bienestar de la organización independiente de Jesucristo y privarla
social.2
de los inmensos beneficios de la Reden
2. La resistencia a la doctrina cató ción; de suerte que, lejos de rep arar los
lica. E n N uestra carta Encíclica “ A r c a - daños ya hechos y manifiestos, am e
n u m D i v i n a e S a p i e n t i a e ” (pág. 244 de n. nazan otros m ás graves todavía con el
ed.) especialmente, Nos hemos expuesto proyecto de Ley que es bien conocido
cuidadosa y plenam ente la doctrina ca de todos(1).
{*) A. S. S., 25 (1892-93), págs. 459-474, en dos columnas, de las cuales la izquierda tríae el texto en
italiano y la derecha en latín. El texto italiano comienza con las palabras: “Jí divisamento di sancire
una nova lege,\ Esta carta no se insertó en la 1* edición de esta Colección. Por su valor doctrinal en
materia delicada y hoy tan combatida le dimos cabida en la 2? edición. La carta estaba personalmente
dirigida al Obispo de Verona, Luis de Canosa. (P. H.)
(1) Más tarde, el 8 de Diciembre de 1895 el cía blanco a la Iglesia, a sus ministros e institu
Papa, en una carta al pueblo italiano, (“Epístola ciones, diciendo: “Se ha invadido el templo del
del Ssmo. D. N. León PP. XIII a los Obispos de Señor y, disipado por la confiscación de bienes
Italia en que se les exhorta a luchar bravamente eclesiásticos, la m ayor parte del patrimonio in
contra la secta masónica” . ASS. 25 [1895], págs. dispensable al santo m inisterio, y, por la conscrip
274-277) habrá de llamar la atención a las medi ción de los sacerdotes, se ha reducido a los
das persecutorias de que el Gobierno italiano ha limites extremos de la más estricta necesidad. el
— 470
6 3 , 3 -4 E n c íc l ic a “ N o v a e C o n d e n d a e L e g is ” 471
medios p ara que se le considerara como conforme a la fe, así pertenece a la Igle
nulo, p ara im pedir sus deberes y para sia el criterio sobre la ley m oral y las
fru strar los efectos que de él se siguen costumbres, de la m ism a m anera que
legítim am ente . sobre el depósito de la fe. Pues precisa
m ente es una m ateria de m oral y de
5. El caso concreto de la separación costumbres el hecho de ver si en deter
m atrim onial de m ilitares. Si esto no minados casos conviene abrazar los la
está suficientem ente claro por sí mismo, zos conjuigales o abstenerse de ellos.
bastará p ara que sea com pletam ente
evidente la consideración de u na dispo 7. Estado de V irginidad. Los m a tri
sición reciente, in justa y sacrilega, de monios secretos. El estado de virgini
cretada con motivo del m atrim onio de dad es en sí m ás perfecto que el estado
militares, a los que se les ha im puesto conyugal, y los que lo abrazan bajo la
la separación de sus respectivas m uje inspiración de la gracia son ciertam ente
res después de haber estado legítim a dignos de elogio. Pero esta gracia de la
m ente unidos. De esta m anera en estos continencia perfecta no se da a todos y
tiempos de tan decantado progreso civil entonces, como dice el Apóstol “más
se ha vuelto a u na antigua y tiránica vale casarse que abrasarse”^ . Puede
barbarie, que osa p rivar a los hom bres ocurrir igualmente que para la m alicia
de un derecho proveniente de la n atu o la debilidad de una naturaleza co
raleza, tiran ía que la Iglesia tanto ha rrom pida existan ya inveteradas p rác
trabajado por hacer desaparecer. La ticas reprensibles entre dos personas, de
única diferencia es que entonces se p ro tal suerte que no se pueda descuidar el
hibía a los esclavos unirse por u n legí m atrim onio sin una grave injuria o un
timo m atrim onio y que hoy se les pro- perjuicio p ara una de las partes o sin
hibe a los m ilitares y a otra clase de peligro para la salvación eterna de las
personas, despojándolas de su libertad dos. Además, para evitar, al contraer el
y convirtiéndolas en esclavos. m atrim onio, infam ias y discordias en
las familias y entre las familias, con
6. Juzgar sobre el m atrim onio, por viene a veces realizarlo con gran p re
ser m ateria m oral, es asunto de la m ura y en gran secreto, dejando para
Iglesia. P ero no es ésta la única in ju ria cuando sea posible la publicación de
que infiere a la Iglesia la ley proyecta este m atrim onio.
da. Hay o tra igualm ente y m uy grave.
Todo el m undo sabe que nuestro Divino 8. D espreocupación del Estado. E s
Salvador h a confiado a su Iglesia el tas consideraciones y otras semejantes,
juicio y el gobierno no sólo de todo lo que son justísim as, escapan a un E sta
que se relaciona con la fe, sino tam bién do que pretendiendo absorber para sí
con todo lo que se refiere a la m oral. todos los derechos de las fam ilias y de
La Iglesia h a sido instituida por El los individuos, no vacila en poner su
p ara que sea p ara todos u na guía segu mano en todo, bajo pretexto de proveer
ra e infalible en el cam ino de la salva a su propio interés, aunque en realidad
ción eterna, y como p ara salvarse no lo provee bien desconsideradamente.
basta creer, sino que es necesario obrar 3 ¡Qué im porta a un Estado que quiere
(3) También Pío X ert su “Carta a los Obispos luz del día) la legislación sobre el matrimonio,
Bolivianos” del 24 de Noviembre de 1906 (AAS. 40 lejos de atribuirse a la potestad civil, es del do
(1906], págs. 65-67) recalcará que la legislación minio exclusivo de la Iglesia. Querer, pues, legis
matrimonial es de la incumbencia exclusiva de lar sobre el matrimonio de los cristianos por par
la Iglesia, al decir: “En efecto, conste al pueblo te de los hombres que rigen los asuntos civiles, es
cristiano, sin lugar alguno de duda, que el ma atacar en forma absoluta el derecho ajeno y po
trimonio instituido por Dios, como función de la ner un acto que está viciado de nulidad. De esto
naturaleza, ha sido elevado a la dignidad de Sa se deduce que los cristianos que osen contraer el
cramento por Jesús, Salvador y Redentor del gé matrimonio civil no realizan más que un simula
nero humano; de suerte que el matrimonio, pro cro de matrimonio, no reciben el Sacramento,
piamente dicho entre cristianos, es inseparable único y verdadero matrimonio; logran injusta
de la noción del Sacramento. Ahora bien, dado mente los efectos llamados civiles, mientras su
que la administración de los Sacramentos, el de principio es nulo y sin ninguna validez” .
recho que los rige como cosa sagrada, están so
metidos a la Iglesia, (verdad más clara que la (4) I Cor. 7, 9.
f>3, 9-11 E n c íc l ic a “ N o v a e C o n d e n d a e L e g is ” 473
desem barazarse de toda ley divina y pués de haber expuesto lo que los con
hum ana que los pecados se m ultipli cilios y los Papas han establecido sa
quen, al buscarse uniones ilícitas o p er biam ente para la solemnidad pública
severar en ellas! Sin embargo, la ra de los m atrim onios; después de haber
zón, la fe y la historia dem uestran hasta enum erado los m ales que se derivan de 467
la evidencia que la corrupción de las la práctica contraria, adm ite algunas
costumbres enerva, corroe y destruye raras y necesarias excepciones, pero di
las sociedades. rigiéndose a los Obispos les exhorta en
estos térm inos: “Es necesario que em
9. Im piden el m atrim onio aún en la pleéis una vigilancia igual g aun mayor
hora de la m uerte. Tales son la ceguera para que, una vez omitidas las procla
y el odio de estos nuevos legisladores, mas, no deje de celebrarse el matrimo
que en el m om ento mismo de la m uerte, nio en presencia del párroco o de otro
cuando el alm a está por presentarse sacerdote delegado por el mismo párro
ante el temible juicio de Dios, quieren co o por vosotros, en presencia de dos
atar las manos a su m inistro no consin o tres testigos como confidentes, con el
tiéndole ejercer su m inisterio de recon objeto de que no se divulgue ninguno
ciliación, de paz y de salud, más que noticia o rumor de la celebración. Y
bajo rigurosas condiciones que debe esto, según la prescripción de los sagra
observar a la letra las más de las veces, dos cánones, no puede hacerse lícita
con lo que expone a esa alm a a la mente por cualquier causa obvia y vul
condenación eterna. gar sino grave, urgente y aun urgentí
sima... Es deber de Nuestro ministerio
10. La Iglesia dificulta los m atrim o pastoral investigar cuidadosamente si
nios secretos. La Iglesia, cualesquiera existe una causa legítima urgente para
que sean los decretos de u n a autoridad la dispensa con el fin de que estos ma
terrestre, no abandonará nunca su d i trimonios celebrados ocultamente no
vina misión, y jam ás podrá resignarse produzcan lamentables resultados, que
a dejar perecer a las alm as redim idas rechazamos con gran tristeza de Nues
466 por la Sangre de Jesucristo, de las cua tro corazón”.
les tendrá que rendir una estrecha cuen
ta. P or lo demás, el Estado nada tiene
que tem er al dejarla obrar con la liber 11. Inexplicable actitud del Estado
tad que es derecho propio de su salu al exigir que el m atrim onio civil sea
dable m inisterio. Si en algunas ocasio a n terio r al religioso. Siendo esto así no
nes la Iglesia perm ite de m al grado la se explica qué razones puede tener el
celebración de matrimonios ocultos o Estado para im poner la precedencia de
como se suelen llam ar de conciencia, la cerem onia civil. E n efecto, debiendo
esto no ocurre más que en los casos de ser regularm ente público el m atrim onio
extrem a urgencia y porque lo reclama contraido en la Iglesia no puede esca
la ley suprem a de la salud de las almas. par a los ojos del Estado, y éste, m e
Pero la Iglesia m ism a ha fijado las con diante las leyes en vigor, ha provisto
diciones p ara que sean m uy raros tales ya, aun con exceso, a los efectos civiles, 468
casos; ha prescrito los remedios p ara que son solamente los que le competen.
que ni los contrayentes ni sus hijos su ¿Por qué, pues, no contento con este
fran en nada, y ha regulado m inucio llam ado m atrim onio civil, quiere ahora
samente la prevención de otros incon añadir la anterioridad? ¿Es acaso para
venientes. Además, en su legislación, y im pedir los rarísim os m atrim onios de
en su práctica deplora que existan tales conciencia que la Iglesia no permite
casos, y trab aja por todos los medios más que cuando se ve obligada por m o
p ara que el m atrim onio sea contraído tivos urgentes? Pero la ley, que por su
públicam ente y con solemnidad. P ara propia naturaleza ha de m irar al bien
probarlo basta recordar tan sólo la común, hace m al al ocuparse de casos
constitución “ S a t is v o b is ” de nuestro singulares y rarísim os, de los que no
ilustre predecesor B e n e d i c t o XIV. Des hay que tem er una turbación de la paz
474 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1893) 03, 12-15
y tranquilidad, que es el fin propio de 14. F om entan el solo m atrim onio ci
la autoridad política. Siendo la ley ade vil en nom bre de la libertad. De nada
más, un orden establecido según la ra sirve añ adir que e1 Estado deja en defi
zón, no debe nunca im pedir que en nitiva la libertad de unirse tam bién en
estos casos raros se cum pla todo lo que m atrim onio a la faz de la Iglesia por-
exigen la m oral y la salud eterna de que se deja asimismo una igual liber
las almas. tad de no presentarse ante la Iglesia y
se introduce, de hecho, la convicción
12. La m asonería es au to ra del p ro errónea de que basta la ceremonia civil
yecto. Si el carácter de la ley que nos para vivir en legítimo m atrim onio, lo
am enaza no m uestra por sí m ism a su que en realidad no es otra cosa que un
tendencia, b astará observar quien es su abom inable concubinato. Además, si la
inspirador y autor; porque no es un Iglesia, por justos motivos, no pudiese
misterio, sino un hecho conocido públi unir en m atrim onio a los que se han
camente, que la secta m asónica m aqui casado civilmente, se verían éstos obli
na desde hace tiem po esta nueva ver gados a un celibato para el que no tie
güenza p ara la Iglesia y ahora, p ara nen ni voluntad ni vocación, o a p asar
lograr sus fines, im pone a sus adeptos se la vida en una unión ilícita y escan
que la lleven a la práctica. Los desig dalosa.
nios de esta secta m aldita son siem pre
y en todas partes los mismos, es decir, 15. V iolentan la conciencia de los
directam ente hostiles a Dios y a la Igle testigos y sacerdotes. Pero hay más.
sia, y le im porta poco o nada, no ya Porque no sólo se hace violencia a la
que las alm as se pierdan, sino que la libertad de los contrayentes sino tam
sociedad se precipite cada vez m ás en bién a la de los testigos, y esta vio
decadencia y que la m ism a libertad tan lencia es tanto m ás odiosa cuanto que
pregonada, sea oprim ida, con tal de se pretende convertir a los confidentes
encadenar y oprim ir con ella a la Igle y amigos, escogidos para un caso de
sia, y debilitar y ahogar el sentimiento necesidad, en los delatores más viles,
que traicionan a su amistad. En fin, se
cristiano gradualm ente, en el seno de
ejerce la más grande tiranía contra los
las m ultitudes. 13 m inistros del santuario, que serán per
seguidos y castigados únicam ente por
13. La violencia de los liberales im
haber prestado, por motivos sagrados
pide la lib ertad de los católicos. En de m oralidad y de salud eterna de las
verdad constituye u n a am arga ironía la almas, su m inisterio a un acto que
palabra libertad puesta en los labios de corresponde esencialmente a la autori
aquéllos que pretenden regular a discre dad eclesiástica; es decir, por haber
ción un derecho que nace de la propia obrado según su conciencia y su deber. 471
naturaleza hum ana y cuyo ejercicio es Y como si fuese una ofensa pequeña
anterior a la constitución de la sociedad a la libertad com ún la que se deduce de
civil, puesto que ésta tiene por ele las prescripciones determ inadas en la
mentos inm ediatos a las fam ilias que ley, se pretende acrecentarla con la se
se form an y constituyen m ediante el veridad inaudita de las penas con que
vínculo conyugal. Pero la violencia que se am enaza a los contraventores, seve
se hace así a las conciencias aparece ridad que aparece como una obra de
todavía m ás grave en el hecho de que secta y hostilidad cuando se ejerce por
se quiere im poner una ley tal a una parte de un Estado que en el resto
nación católica que, fiel a las antiguas de su legislación quiere m ostrarse de
tradiciones y por el singular privilegio acuerdo con la suavidad de las costum
de estar m ás cerca al centro de la uni bres y de los tiempos. Así, m ientras
dad, siente m ás vivamente el atentado queda abolido o mitigado el castigo de
que comete esta ley contra sus más bido a los m ás graves delitos, se emplea
santas convicciones y su fe. la autoridad únicam ente para oprim ir
63, 16-19 E n c íc l ic a “ N o v a e Go n d e n d a e L e g is ” 475
a los fieles y a los sacerdotes que si que se pretende sostenerla. Inspiradles
guiendo la voz de su propia conciencia valor, a fin de que por todos los medios
obedecen a Jesucristo y a su Iglesia. a su alcance hagan resonar sus recla
E n cuanto a los sacerdotes, hay que maciones, dictadas por el deber de de
hacer constar la afectada ignorancia o fender la tranquilidad y el honor de las
la contradicción de los legisladores, fam ilias, por todo lo que hay de noble 473
porque m ientras estos legisladores dan y honrado en su naturaleza, y por todo
pruebas de com padecer su pobreza, lo que hay de fuerza y de verdad en
m ientras aun dejan entrever medidas su antigua fe. Que hagan sentir que si
destinadas p ara m ejorar su condición, están dispuestos a dar al César lo que
piensan, por otra parte, someterlos a es del César no soportarán nunca que
m ultas enormes que nunca podrán p a se quite a Dios lo que es de D i o s y
gar. que si desean com portarse como buenos
ciudadanos en su patria terrestre, aspi
16. R esum en del juicio. He aquí b re ren a la patria celestial, donde están
vemente expuesto el juicio que Nos llam ados a ser “conciudadanos de los
merece el nuevo proyecto de ley de santos”.
que nos ocupamos. U surpa los derechos
de la Iglesia, pone obstáculos a su 18. N orm as p a ra el clero. Tened p a
acción saludable y estrecha m ás las labras de valor y de caridad para vues
cadenas con grave detrim ento de las tro clero, que da pruebas insignes y
almas. Lesiona la justa libertad de los constantes de celo y de abnegación, a
ciudadanos y de los fieles; favorece y fin de que en la lucha presente se
sanciona las uniones ilegítimas, abre m uestre digno de Aquel que inm olán
el camino a nuevos escándalos y a de dose por la salvación del m undo los ha
sórdenes morales. P ertu rb a la paz de escogido para la alta función de cola
las conciencias y hace m ás agudo el boradores de una obra tan grande. Ten
conflicto entre la Iglesia y el Estado; gan la prudencia de evitar inútiles con
conflicto absolutam ente contrario al flictos pero esfuércense al mismo tiem
orden establecido por el Creador, con po en poner, por encima de toda clase
flicto justam ente lam entado y deplo de intereses los de Jesucristo, los de su
rado por todos los espíritus honrados Iglesia y los de las almas. Cuando la
y del cual nunca fue la Iglesia la causa tem pestad arrecia es cuando el Piloto
verdadera. debe redoblar su vigilancia y actividad
para evitar el naufragio; es el momento
17. N orm a p a ra la acción episcopal. en que todo el que ejerce un ministerio
Vosotros pues, Venerables H erm anos, sagrado debe decir con el Apóstol: “Con
que habéis ya apreciado el peligro, sumo gusto, a todo haré frente y todo
ahora que habéis sido reconfortados lo arrostraré por vuestras almas” <6>.
con N uestra palabra, unid vuestra voz
a la N uestra p ara in stru ir al rebaño 19. La Rendición. A este efecto, im- 474
confiado a vuestras solicitudes pasto plorando sobre todos vosotros, queridos
rales sobre la naturaleza de esta ley hijos y venerables herm anos, la pleni
detestable, sobre el verdadero fin a que tud de los favores celestiales, Nos os
tienden sus prom otores, sobre los g ra damos con toda la efusión de Nuestro
ves daños que se seguirían de su san corazón la bendición apostólica.
ción, a fin de que los fieles no se dejen E n el Vaticano, 8 de Febrero de
seducir por la falsa luz con que la ley 1893.
se les presenta hipócritam ente, ni en
gañar por los vanos sofismas con los5 LEON PAPA XIII.
(5) Mal. 22, 21; Marc. 12, 17; Luc. 20, 25; ver (6) II Cor. 12, 15.
Rom. 13, 7.
ENCICLICA “L^ETITLE SANCTíE ” ^
(S-IX-1893)
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud 1/ bendición apostólica
— 476 —
64, 4-7 E n c íc l ic a “ L a e t it ia e Sanctae” 477
Nos hemos íntim am ente persuadido, a menos que no sea fácil y se preste a
en efecto, de que la devoción del Rosa sus diversiones. De ahí viene tam bién
rio, practicada de tal suerte que procure que los obreros abandonen su oficio,
a los fieles toda la fuerza y toda la huyan del trabajo y, descontentos de
virtud que en ella existen, será m an an su suerte, aspiren más alto, deseando
tial de num erosos bienes, no sólo p ara una quim érica igualdad de fortunas;
los individuos, sino tam bién p ara todos movidos de idénticas aspiraciones los
los Estados. habitantes de los campos dejan en tro
pel su tierra natal para venir en pos
4. El bien de las naciones. Nadie del tum ulto y los fáciles placeres de
ignora cuánto deseamos el bien de las las ciudades.
naciones, conform e al deber de Nuestro A esta causa debe atribuirse también
supremo apostolado y cuán dispuesto la falta de equilibrio entre las diversas
estamos a hacerlo, con el favor de Dios. clases de la sociedad: todo está desqui
Nos hemos advertido efectivamente a ciado; los ánimos están carcomidos por
los hom bres investidos del poder que el odio y la envidia, engañados por fal
no prom ulguen ni apliquen leyes que sas esperanzas, turban m ucho la paz p ú
no estén conform es con la justicia di blica ocasionando sediciones, y resisten
vina. Nos hemos exhortado frecuente a los que tienen la misión de conservar
mente a aquellos ciudadanos superiores el orden.
a los demás, por su talento, por sus
méritos, por su nobleza o por su fo r 7. Remedio en los M isterios gozosos.
tuna, a com unicarse recíprocam ente sus Contra este m al hay que pedir remedio
proyectos, a u n ir sus fuerzas p ara velar al Rosario de M a r í a , que com prende a
por los intereses del Estado y prom over la vez un orden fijo de oraciones y la
las em presas que pueden serle venta piadosa meditación de los Misterios de
josas. la vida del Salvador y de su Madre.
Que los Misterios gozosos sean indica
5. Tres m ales principales. Pero exis dos a la m ultitud y puestos ante los
te gran núm ero de causas que en una ojos de los hombres, a m anera de cua
sociedad civil relajan los lazos de la dros y modelos de virtudes: cada uno
disciplina pública y desvían al pueblo com prende cuán abundantes son y cuán
de procurar, como debe, la honestidad fáciles de im itar y propios para inspi
de las costumbres. Tres males, sobre ra r una vida honesta los ejemplos que
todo, Nos parecen los m ás funestos p a de ellos pueden sacarse y que seducen
ra el com ún bienestar, que son: el dis los corazones por su adm irable suavi
gusto de una vida modesta y activa; el dad.
horror al sufrimiento, y el olvido de Que se represente la casa de Naza-
los bienes eternos que esperamos. ret, este asilo a la vez terrestre y
Nos deploram os —y aquellos mismos divino de la santidad. ¡Qué modelo tan
que todo lo atribuyen a la ciencia y al herm oso para la vida diaria! ¡Qué es
provecho de la naturaleza reconocen el pectáculo tan perfecto de la unión al
hecho y lo lam entan— Nos deploramos hogar! Reinan ahí la sencillez y la p u
que la sociedad hum ana padezca de reza de las costum bres; un perpetuo
una espantosa llaga, y es que se m e acuerdo en los pareceres; un orden que
nosprecien los deberes y las virtudes nada perturba; la m utua indulgencia;
que deben ser ornato de una vida obs el am or, en fin, no un am or fugaz y
cura y ordinaria. 6 mentiroso, sino un am or fundado en el
cum plim iento asiduo de los deberes re
6. Disgusto del tra b a jo y la vida cíprocos y verdaderam ente digno de
m odesta. De donde nace que en el ho cautivar todas las m iradas.
gar doméstico los hijos se desentiendan1 Allí, sin duda, ocúpanse en disponer
de la obediencia que deben a sus p a lo necesario para el sustento y el vesti
dres, no soportando ninguna disciplina, do; pero es con el sudor de la frente^2\
(2) Gén. 3, 17.
478 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1893) 64, 8-10
y como quienes, contentándose con po almas es la recom pensa preparada a los
co, trab ajan m ás bien p ara no sufrir que han cum plido el gran deber de la
del ham bre que p ara procurarse lo vida sin dejarse vencer por los peligros
superfluo. Sobre todo esto, adviértase ni por los trabajos, se forjan la idea de
una soberana tranquilidad de espíritu un Estado donde no habría objeto al
y una alegría del alm a igual en cada guno desagradable, y donde se gozaría
uno: dos bienes que acom pañan siem de todos los bienes que esta vida puede
pre a la conciencia de las buenas accio dar de sí. Deseo tan violento y desen
nes cum plidas. frenado de una existencia feliz, es fuen
te de debilidad para las alm as que si
8. Tales ejem plos a rra stra n . Los no caen por completo, se enervan por
ejemplos de estas virtudes, de la m o lo menos, de suerte que huyen cobar
destia y de la sumisión, de la dedica demente de los males de la vida deján
ción al trabajo y de la benevolencia dose abatir por ellos.
hacia el prójim o, del celo en cum plir
los pequeños deberes de la vida ordi
naria, todas esas enseñanzas, en fin, 10. Remedio en los m isterios dolo
que a m edida que el hom bre las com rosos. T am bién en este peligro puede
prende m ejor, m ás profundam ente pe esperarse del Rosario de M a r í a grandí
netran en su alm a, traerán u n cambio simo socorro para fortalecer las almas
notable en sus ideas y conducta. E nton (tan eficaz es la autoridad del ejem plo),
ces cada uno, lejos de encontrar des si los Misterios que se llam an dolorosos,
preciables y penosos sus deberes p a rti son objeto de una meditación tranquila
culares, los tendrá m ás bien por muy y suave, desde ’a m ás tierna infancia, y
gratos y llenos de encanto; y gracias si luego se continúa meditándolos asi
a esta especie de placer que sentirá con duamente. E n ellos se nos m uestra a
ellos, la conciencia del deber le dará Cristo autor y consumador de nuestra
más fuerza p ara bien obrar. /e (3)4, comenzando a obrar y a ense
ñar a fin de que encontrem os en El
Así las costum bres se suavizarán en mismo ejemplos adecuados en las ense
todos los sentidos; la vida dom éstica se ñanzas que nos dió sobre la m anera
deslizará en medio del cariño y de la cómo debemos soportar las fatigas y los
dicha, y las relaciones m utuas estarán sufrimientos. El quiso sufrir los males
llenas de sincera benevolencia y cari más terribles con una gran resignación.
dad. Y si todas estas cualidades de que
estará dotado el hom bre individualm en Vérnosle agobiado de tristeza hasta el
te, se extienden a las familias, a las ciu punto de que la sangre corre por todos
dades, al pueblo todo, cuya vida se su sus miem bros como sudor copioso. Vé
jetaría a estas prescripciones, es fácil rnosle cargado de ligaduras, como un
de concebir cuántas ventajas obtendría ladrón sometido al juicio de hom bres
de ello el Estado. perversos, objeto de odiosos ultrajes y
)
de falsas acusaciones. Vérnosle flagela
9. H o rro r al sufrim iento. O tro m al do, coronado de espinas, atado a la
funestísim o y que Nos no deplorarem os Cruz, considerado como indigno de vi
bastante, porque cada día penetra m ás vir largo tiempo, y m erecedor de m orir
profundam ente en los ánim os y hace en medio de las aclamaciones de las
mayores estragos, es la resistencia al turbas.
dolor, y eso de rechazar violentam ente Pensamos cuál debió ser ante tal
todo lo que parece molesto y contrario espectáculo el dolor de su Santísim a
a nuestros gustos. Madre, cuyo corazón fué, no solamente
La m ayor parte de los hom bres en herido, sino atravesado de una espa-
vez de considerar, como sería preciso, d a (5), de suerte que se le ha llamado,
que la tranquilidad y la libertad de las y lo es realm ente, la Madre del dolor.
(3) Hebr. 12, 2. (5 ) L u c . 2, 35.
(4) Act. 1, 1.
64, 11-12 E n c íc l ic a “ L a e t it ia e S a n c t a e ” 479
11. Tales ejem plos alientan. Aquel ram ente, sin embargo, los del cielo: los
que, no contento con la contem plación más sabios de entre los mismos paga
de los ojos, medite frecuentem ente es nos enseñaron que esta vida era para
tos ejemplos de virtud, ¡cómo sentirá nosotros una hospedería, no una m ora
renacer en sí la fuerza p ara imitarlos! da perm anente; que en ella debíamos
Que la tierra sea para él maldita: que alojarnos durante algún tiempo, pero
no produzca más que espinas y zar no habitarla.
za s ^ , que su alm a sufra todas las Los hom bres de hoy, aunque instrui
am arguras posibles; que la enferm edad dos en la fe cristiana, se adhieren en
agobie su cuerpo, no h abrá m al alguno, su m ayor parte a los bienes fugaces
ya provenga del odio de los hombres, de la vida presente, no sólo como si
ya de la cólera de los demonios, ningún estuviese borrada de su espíritu la idea
género de calam idad pública o privada de una patria m ejor, de una bienaven
que El no venza con su resignación. turanza eterna, sino como si quisieran
De El podrá decirse con razón: Cum destruirla enteram ente a fuerza de ini
plir y sufrir mucho es propio del cris quidades. En vano S a n P a b l o les hizo
tiano, El cristiano, en efecto, aquel que esta advertencia: No tenemos aquí una
es considerado a justo título como dig morada estable, sino que buscamos una
no de este nombre, no puede seguir en que hemos de poseer algún día (9L
vano a Cristo paciente. Hablam os aquí Cuando se pregunta cuáles son las
de la paciencia, no de esa vana osten causas de esta calamidad, se ve, por des
tación del alm a endureciéndose contra contado, que en muchos existe el tem or
el dolor que m anifestaron algunos filó de que el pensamiento de la vida futura
sofos antiguos, sino de la que, aplicando pueda destruir el am or de la patria
el ejemplo de Cristo que quiso sufrir terrestre y perjudicar la prosperidad
la Cruz cuando pudo elegir la alegría, de los Estados. No hay nada más odioso
y que despreció la c o n f u s i ó n y p i y más insensato que sem ejante convic
diéndole los auxilios de su gracia, no ción. Las esperanzas eternas no tienen
retrocede ante ninguna pena, las sobre por carácter absorber de tal m anera a
lleva todas con regocijo y las considera los hom bres que los aparten por com
como un favor del cielo. pleto del cuidado de los bienes presen
La fe católica ha poseído y posee to tes. Cuando Cristo m andó buscar el
davía discípulos penetrados de esta doc reino de Dios, dijo que se le buscase
trina, hom bres y m ujeres de todo país primero; pero no que se dejase todo lo
y de toda condición, dispuestos a sufrir, demás a un lado.
siguiendo el ejem plo de Cristo, todas El uso de los objetos terrestres y los
las injusticias y todos los males por la goces perm itidos que de ellos se pueden
virtud y por la Religión, apropiándose sacar, no tienen nada de ilícito, si deben
más aún el ejem plo de la palabra de contribuir al acrecentam iento o a la
Dídimo: “Vamos también nosotros, y recom pensa de nuestras virtudes, y a
muramos con El”(8\ ¡Que los ejemplos la prosperidad y la civilización progre
de esta adm irable constancia se m ulti siva de la patria terrestre al m anifes
pliquen cada vez más, y la fuerza de tarse de una m anera espléndida en el
los Estados y la gloria de la Iglesia m utuo acuerdo de los m ortales, refle
crecerán incesantemente! jando la belleza y magnificencia de la
patria celestial. No hay en esto nada
12. Olvido de lo eterno. La tercera que no convenga a seres dotados de
especie de males a que es preciso poner razón, ni que sea opuesto a los desig
remedio es, sobre todo, propia de los nios de la Providencia, porque Dios es
hom bres de nuestra época. Los de las a la vez el autor de la N aturaleza y de
edades pasadas, si bien estaban ligados la gracia, y no quiere que la una sea
de u n a m anera a veces crim inal a los opuesta a la otra, ni que haya entre
bienes de la tierra, no desdeñaban ente- 67 ellas conflicto, sino que celebren en
(6) Gén. 3, 17-18 (8) Juan 11, 16.
(7) Hebr. 12, 2. (9) II Cor. 5, 1.
480 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1893) 64, 13-15
cierto modo un pacto de alianza para 14. Tales ejem plos Inflam an. El es
que, bajo su dirección, lleguemos un píritu que considere estos Misterios, no
día por el camino más fácil a aquella podrá menos de inflam arse y de repetir
eterna felicidad a que fuimos desti esta frase de un hom bre m uy santo:
nados. “jQué triste y pesada es la tierra cuan
Pero los hom bres egoístas dados a do miro al cielo!”. El gozará del con
los placeres que dejan e rra r todos sus suelo de pensar que una tribulación
pensam ientos sobre los objetos terres momentánea y ligera nos conquista una
tres, y no pueden elevarse a más altura, eternidad de gloria(13). Este es, en efec
en lugar de ser movidos por los bienes to, el único lazo que une el tiempo
de que gozan a desear más vivamente presente con la vida eterna, la ciudad
los del cielo, pierden com pletam ente la terrestre con el cielo; ésta la única
idea m ism a de la eternidad, y van a consideración que fortifica y eleva las
caer en una condición indigna del hom almas.
bre. En efecto, el poder divino, no pue
de herirnos con pena más terrible que 15. Cofradías del Rosario. Si tales
dejándonos gozar de todos los placeres almas abundan mucho, el Estado será
de la tierra, pero olvidando al mismo rico y floreciente, se verá reinar la
tiempo los bienes eternos. verdad, el bien, lo bello, según este
modelo, que es el principio y el origen
13. de toda verdad, de todo bien y de toda
Remedio en los M isterios glorio
sos. E vitará com pletam ente este peli belleza. Ya todos los cristianos pueden
gro, aquel que se dé a la devoción del ver, como Nos lo hemos m anifestado al
Rosario y medite atenta y frecuente- principio, cuáles son los frutos y cuál
198 mente los Misterios gloriosos que en él es la virtud fecunda del Rosario de Ma
se nos proponen. En estos Misterios, r í a , su poder para curar los males de
para fundar, acrecentar y gobernar ta Estos, animados por ejemplos seme
les Cofradías. Nos no hablam os aquí jantes, pondrán todo su celo en tom ar
sólo a los discípulos de S a n t o D o m i n parte en estos bienes tan saludables.
g o , aunque éstos sean principalm ente Tal es Nuestro ardiente deseo.
encargados de esta misión, según su
Instituto, sino a todos los que tienen 17. E speranza y confianza. E sta es
el cuidado de las alm as y, sobre todo, tam bién la esperanza que Nos guía y
el m inisterio de las iglesias en las que Nos anim a en medio de los grandes
estas Cofradías están instituidas. males que sufre la sociedad. ¡Ojalá,
gracias a tantas oraciones, M a r í a , la
16. El Rosario en las Misiones. Nos Madre de Dios y de los hombres, que
deseamos tam bién ardientem ente que Nos ha dado el Rosario y que es su
los Sacerdotes que em prenden viajes Reina, pueda hacer de suerte que esta
para propagar la doctrina de Cristo esperanza se realice por completo!
entre las naciones bárbaras, o para Nos tenemos confianza, Venerables
afirm arla donde ya se ha establecido, Herm anos, en que vuestro concurso,
propaguen asimismo la devoción del Nuestras enseñanzas y Nuestros deseos
Rosario. contribuirán a la prosperidad de las
Con las exhortaciones de todos estos familias, a la paz de los pueblos y al
Sacerdotes, Nos no dudam os que h a de bien de la tierra.
haber gran núm ero de cristianos, cui
dadosos de sus intereses espirituales, Como prenda de las bendiciones di
que se h arán inscribir en esta m isma vinas y como testimonio de Nuestra
Cofradía, y se esforzarán por adquirir benevolencia, Nos os acordam os de todo
los bienes que Nos hemos indicado, corazón a vosotros, a vuestro Clero y
aquellos, sobre todo, que constituyen la a vuestro pueblo, la Bendición Apos
razón de ser, y, en algún modo, la tólica.
esencia del Rosario. Dado en Roma, cerca de San Pedro,
El ejemplo de los m iem bros de la el 8 de Septiembre de 1893, el décimo-
Cofradía, inspirará a los demás fieles sexto de Nuestro Pontificado.
un respeto y una piedad m uy grandes
hacia el Rosario. LEON PAPA XIII.
Disposición
IN TR O D U C C IO N : Bodas de oro episcopales de León XIII (1)
I. P o r e l S a n t o R o s a r i o
1. Ayuda de María (1)
2. Frutos de anteriores exhortaciones (2)
3. Ventajas del rezo del Rosario (3)
II. R e m e d i o d e l o s m a l e s d e l a s o c i e d a d d e h o y
1. En general (4)
2. Contra tres males en especial (5)
a) 1er. mal: antipatía a la vida modesta y el trabajo (6)
R e m e d i o : Misterios gozosos (7-8)
b) 2? mal: horror al sufrimiento y el sacrificio (9)
R e m e d i o : Misterios dolorosos (10-11)
c) 3er. mal: amor a los bienes perecederos y olvido de lo eterno (12)
R e m e d i o : Misterios gloriosos (13-14)
E ncíclicas P on tificias 16
€3 ¡3»
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud ij bendición apostólica
— 482
65, 4-6 E n c íc l ic a “ Co nstanti H ungarorum” 483
7. Los católicos ante el peligro. Pero, m itir que la religión sea vilipendiada
como hemos advertido, aún am enazan impunemente, y la salvación del pueblo
mayores daños a la antigua religión de puesta en tela de juicio.
los húngaros.
Cuantos hay aquí enemigos del nom 8. Remedios: Congresos anuales. Mas
bre católico no disim ulan sus propósi como quiera que para afirm ar la unión
tos; esto es, usando de las arm as más y excitar la actividad y talento de los
m ortíferas, atentan contra la Iglesia católicos, tienen adm irable eficacia y
hasta conseguir que el catolicismo se saludable virtud, según atestigua la
halle cada día en peor situación. Por experiencia, los anuales congresos en
esta razón, exhortam os a vosotros, Ve los que se ventilan en común los asun
nerables H erm anos, con más ahinco tos católicos y se trata del desarrollo
que nunca, que no perdonéis esfuerzo de las obras piadosas bajo la dirección
a fin de desterrar de vuestra patria y y am paro de los Obispos; deseamos
del rebaño que se os ha encomendado, ardientem ente se lleve a feliz térm ino
tan gran peligro. E n prim er lugar pro cuanto sabemos habéis dispuesto opor
curad y trab ajad p ara que todos, alen tunam ente en estas m aterias. Ni duda
tados con vuestro ejemplo y autoridad, mos que tales reuniones, cuya celebra
defiendan con firm eza y tom en con ción en otras partes se debe a Nuestra
calor y brío la causa de la religión. En iniciativa, han de ser sum am ente pro
verdad, ocurre frecuentem ente, ni he vechosas por vuestros consejos. Con
mos de ocultar lo que acontece, que viene que en este asunto procuréis con
m uchos católicos, precisam ente en la todo empeño, que form en parte de las
época en que m ás debían tra b a jar con cortes o cuerpos legisladores aquellos
suma virtud y constancia en defender varones de m anifiesta religiosidad y
y vindicar los derechos de la Iglesia, probada virtud, que tengan siempre el
guiados por cierto género de hum ana decidido propósito de vindicar los de
prudencia, o se pasan al campo con rechos de la Iglesia y del catolicismo.
trario, o se m anifiestan demasiado tí 9. Revistas y libros. Veis además,
midos y cobardes en su acción. Y así Venerables Hermanos, cómo los enem i
se observa fácilmente, que este modo gos de la Iglesia se valen del auxilio de
de obrar abre la puerta a gravísimos Revistas y libros para divulgar por to
peligros, especialmente si viene de aque das partes el veneno de sus errores y
llos que o están constituidos en au tori perversas doctrinas, corrom per las bue
dad o su opinión tiene gran influencia nas costumbres, y separar a las m u
en las masas. Además de que se aban chedum bres de las obras de la vida
done un oficio justo y obligatorio, no cristiana. Preciso es que entiendan 13
se da pequeño motivo m uchas veces a vuestros hom bres ser ya tiempo de tr a
la ofensa, y se obstruye el camino para bajar con más ahinco en este terreno,
conseguir y conservar la unión, que y procurar con todo empeño oponer
hace que todos sientan lo mismo, y lo escritos a escritos, según lo exige la
com prueben con hechos. Nada m ás fa m agnitud de la lucha, y em plear rem e
vorable puede acontecer a los enemigos dios adecuados a la gravedad del mal.
del nom bre católico, que las discordias
y disensiones entre éstos; de aquí, lo Educación. Principalm ente queremos,
que es lógico, resulta con frecuencia Venerables Hermanos, que vuestros cui
que se deja el cam po libre y expedito dados se dirijan a la instrucción y ense
a los mismos enemigos p ara que se ñanza de los niños y de los jóvenes. No
atrevan a cosas peores. Conviene en entra ahora en Nuestro propósito reite
todas las cosas tener por com pañeros ra r lo que en las letras, que en otra
de consejo a la prudencia y tem planza; ocasión os hemos dirigido y de las que
la m ism a Iglesia quiere que la defensa hemos hecho m érito al principio, expu
de la verdad se haga bajo un plan m e simos: pero no podemos menos de tocar
ditado; nada tan ajeno a los preceptos brevemente algunos puntos de mayor
de la verdadera prudencia, como p er interés.
65, 10-15 E n c íc l ic a “ Co nstanti H ungarorum 5 485
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
por todas las naciones la sabiduría cris modo adm irable, exhorta a la virtud
tiana, vencer las obstinaciones de los e invita al am or divino.
judíos y ahogar las nacientes herejías.
Este hecho resalta en todos sus dis Es el baluarte de la Iglesia. En lo
cursos, y en prim er térm ino en los de que concierne a la Iglesia, su institu
S an P edro ; ellos los com pusieron en, ción, sus caracteres, su misión y sus
gran parte con textos del Antiguo Testa dones, encuéntranse en la Escritura
mento, considerándolos como el apoyo tantas indicaciones, y existen en su
más firm e de la Nueva Ley. Y esto no favor argum entos tan sólidos y tan bien
es menos evidente en lo que atañe a apropiados, que el mismo S an J eróni
los Evangelios de S an Mateo y S an mo ha podido decir con m ucha razón:
J uan y en las Epístolas llam adas ca Aquel que se apoya en los testimonios
tólicas, según el testimonio de aquel de los Libros Santos, es el baluarte de
que “delante de Gamaliel” se gloriaba la Iglesia<12).
de haber estudiado la Ley de Moisés y
de los profetas p ara poder decir con Contiene toda la doctrina. Ahora, si
confianza, provisto de arm as espiritua se buscan preceptos relativos a las bue
les: “Las armas de nuestra milicia no nas costumbres, a las reglas de vida,
tienen nada de terrenales: son la omni los hom bres apostólicos encontrarán
potencia de Dios”(10K en la Biblia grandes y excelentes re
cursos, prescripciones llenas de santi
5. La estima que los cristianos han dad, exhortaciones en las que m aravi
de tener de la Escritura. Que todos, y llosamente se hallan reunidas la suavi
m uy especialmente los soldados del dad y la fuerza, notables ejemplos de
ejército sagrado, com prendan, pues, se todas las virtudes, a los que se añaden
gún los ejemplos de Cristo y de los la prom esa de las recompensas eternas
Apóstoles, en cuánta estimación deben y el anuncio de las penas del otro m un
tener a la Sagrada Escritura, y con do; prom esas y anuncios hechos en
cuánto celo y con qué respeto les es nom bre de Dios y apoyándose en sus
preciso, por decirlo así, aproxim arse a palabras.
este arsenal.
6. Su importancia en la oratoria sa
Habla de Dios. E n efecto; aquellos cra. Precisam ente, esta virtud notabi
que deben propagar, sea entre los doc lísima y particular de las Escrituras,
tos o entre los ignorantes, la verdad procedente del soplo divino del E spí
católica, en ninguna parte, fuera de ritu Santo, da autoridad al orador sa
los Libros Santos, encontrarán ense grado, le inspira una libertad de hablar
ñanzas m ás num erosas y m ás com ple verdaderam ente apostólica y le dota
tas sobre Dios, bien sumo y perfectí- de una elocuencia vigorosa y convin
simo, y sobre las obras que ponen de cente.
m anifiesto su gloria y su am or. En efecto; aquel qvie lleve en su dis
curso el espíritu y la fuerza de la pala
Enseña a Cristo. E n lo que se refiere bra divina no habla solamente con la
al Salvador del género hum ano, ningún lengua, sino con la virtud del Espíritu
texto es tan fecundo y conm ovedor co Santo y con gran abundancia de fru-
mo los que se encuentran en toda la fos(13>.‘
Biblia, y por esto ha podido S an Jeró P or esta razón debe decirse que
nimo afirm ar con razón que la ignoran obran con torpeza e im previsión los
cia de las Escrituras es la ignorancia que hablan de la Religión y anuncian
de Cristo(11L En ellas se ve viva y p al los preceptos divinos sin invocar ape
pitante la imagen del Hijo de Dios, y nas otra autoridad que las de la ciencia
este espectáculo alivia los males de un *53 y de la sabiduría hum anas; se apoyan
(10) S. Hier., de studio Script. ad Paulin. ep. (12) ln Is., 54, 12.
53 3. (13) I Thess., 1, 5.
( lí) ln Is. Prol.
66, 7-9 E n c íc l ic a “ P r o v id e n t is s im u s D eüs; 491
to de m uchos sabios, entre los que hay Ellos niegan, en efecto, totalmente
cierto núm ero sobre todo, que estudian toda revelación, inspiración y Escritu
do m ás a los Santos Padres adquirie ra; proclam an que todo esto no es sino
ron u n renom bre eximio. invención y artificio hum anos, pues,
Desde esta época no h a faltado el los de los Libros Sagrados no son, se
celo a nuestros exégetas. Hombres dis gún ellos, relatos fieles de los hechos
tinguidos h an adquirido grandes m éri históricos sino fábulas ingenuas e his
tos por sus estudios bíblicos y por sus torias m entidas; no profecías y senten
defensas de la Sagrada E scritura con cias divinas sino predicciones forjadas
tra los ataques del racionalismo, que después de ocurrir los acontecimientos,
éste sacó de la filología y de las cien o bien presentim ientos producidos por
cias análogas, y que aquéllos rechaza causas naturales; no milagros en el
ron sirviéndose de argum entos del m is genuino sentido de la palabra y m ani
mo género. festaciones de la Omnipotencia divina,
sino ciertos hechos asombrosos que de
Los que sin prevención exam inen
ningún modo sobrepasan los límites de
todo esto Nos concederán ciertam ente
las fuerzas naturales, o ciertas ilusio
que la Iglesia no ha carecido jam ás de
nes y mitos; y los Evangelios y escritos
providencias y m edidas p ara encauzar
apostólicos han de atribuirse sin duda
hacia sus hijos las fuentes saludables
a otros autores que los comúnm ente
de la Divina E scritura; que siempre ha
señalados.
conservado este bastión p ara cuya cus
todia ha sido propuesta por Dios, y que Con tales sorprendentes errores, con
lo ha fortificado ñor medio de toda que creen poder destrozar la sacrosanta
suerte de trabajos, de tal modo que no verdad de los Libros Sagrados, im po
ha tenido jam ás, ni tiene ahora, nece nen los como decretos y decisiones de
sidad de ser estim ulada a semejante cierta ciencia nueva, llam ada libre; de
tarea por hom bres que le son extraños. cretos que ellos mismos consideran tan
inciertos que con h arta frecuencia aun
17. Adversarios del recto uso de la en los mismos puntos alteran y com
Biblia. El plan que Nos hemos p ro plementan.
puesto exige que Nos os hablemos de
lo que parece útil al buen régimen de 19. H ostilidad encarnizada y peli
estos estudios. Pero im porta, ante todo, grosa de ésta y de las otras ciencias.
exam inar qué clase de hom bres Nos Pero pese a que esos hom bres sienten
ponen obstáculos y a qué arm as y p ro y hablan de una m anera tan im pía so
cedimientos recurren p ara ello. bre Dios, Cristo, el Evangelio y los
demás Libros Sagrados, no faltan entre
Pues antes la Santa Sede tuvo que ellos personas que quieren ser consi
habérselas con los que, apoyándose en derados como teólogos, tanto cristianos
su juicio p articular y repudiando las como evangélicos y bajo este nom bre
divinas tradiciones y el m agisterio de honrosísim o ocultan la tem eridad de
la Iglesia, afirm aban que la E scritura un espíritu atrevido.
era la única fuente de la revelación y el
árbitro suprem o de la fe.18* A ellos se sum an como compañeros
y favorecedores de sus planes los re
18. Los racionalistas y la ciencia li presentantes de no pocas otras ciencias
bre. Lo mismo sucede ahora con nues que el mismo espíritu de hostilidad h a
tros principales adversarios, los racio cia las verdades reveladas im pulsa a
nalistas, que, hijos y herederos, por atacar la Biblia.
decirlo así, de aquellos otros hom bres Nos no sabríam os deplorar suficien
de quienes más arriba hablamos, y temente la extensión y la violencia que
fundándose igualm ente en su propia de día en día adquieren esos ataques.
opinión, rechazan abiertam ente aún Se dirigen tam bién contra hom bres ins
aquellos restos de fe cristiana acepta truidos y serios, que ciertam ente pue
dos por sus predecesores. den defenderse sin gran dificultad; pe
66, 20-22 E n c íc l ic a “ P r o v id e n t is s im u s D eus” 495
en la escuela todo el ciclo de las E scri Ya por eso se ve claram ente cuánta
turas. Pero por cuanto es necesario po diligencia se requiere para esta tarea,
seer un método seguro p ara fom entar siendo como es oficio del comentarista
con fruto la interpretación, un m aestro exponer no lo que él piensa sino lo que
prudente evitará al mismo tiempo el sentía el autor cuyo texto se ha de
defecto de los que hacen estudiar su interpretar^31).
perficialm ente pasajes tomados al azar
de todos los libros, y el defecto de 24. Las reglas y consejos para solu
aquellos otros que se detienen excesi cionar las dificultades en la in terpre
vamente en u n capítulo determ inado tación. E l “sensus plenior”. Cuando,
de un solo libro. en caso de necesidad, se haya exam ina
Si, en efecto, la m ayor p arte de las do con todo cuidado la lección del tex
escuelas no puede obtener lo que se to, comenzará el estudio y la proposi
lleva acabo en los institutos superio ción del sentido. Nuestro prim er con
res, es decir que u n libro u otro se sejo al respecto es que se observen las
explique de u n a m an era continuada y reglas de interpretación um versalm ente
prolija, cuando m enos debe ponerse aprobadas con tanto m ayor cuidado
9 especial cuidado en que los pasajes vigilante cuanto más encarnizado y
escogidos p ara la interpretación sean aprem iante sea el ataque de nuestros
estudiados de un modo suficientem en adversarios. Por eso, debe unirse al
te exhaustivo p ara que los discípulos, estudio que exam ina el valor de las
atraídos e instruidos p o r este m étodo palabras, la significación del contexto,
de explicación, puedan luego leer el los lugares paralelos y otros puntos se
resto de la Biblia y lo am en toda su mejantes, la aclaración que de fuera
vida. viene aprovechando las ciencias afines.
Deberá procederse, sin embargo, con
cautela a fin de no em plear en estas
23. Uso de la V ulgata y textos origi cuestiones más tiempo ni m ás solicitud
nales. El profesor, fiel a las p rescrip que en el conocimiento sólido de los
ciones de aquellos que Nos precedieron, Libros Santos, y de evitar que el cono
deberá em plear p ara los estudios la cimiento de un cúmulo de cosas v a
versión de la Vulgata. rias sirva a las mentes juveniles más
bien de estorbo que de provecho.
D ificultades del texto de la Vulgata* Si esto se ha realizado así, se puede
Texto original. E sta es, en efecto, la con paso seguro proceder al aprovecha
que el Concilio de Trento ha señalado miento de la Sagrada E scritura en la
como auténtica para las lecciones pú Teología. No hay que perder de vista,
blicas, las disputaciones, predicaciones sin embargo, el hecho de que en los
y las explicaciones(29>, recom endada, Libros Santos a las otras causas de las
además, por la práctica cotidiana de la dificultades que ofrece a la recta inte
Iglesia. Sin embargo, a las demás ver ligencia casi cualquier libro de los an ti
siones debe prestarse tam bién la debi guos, se añaden algunas otras dificul
da atención, las que los cristianos de tades; pues, en los libros, que tienen
la antigüedad estim aron y adoptaron por autor al Espíritu Santo, se ocultan
p ara su uso; sobre todo los textos p ri m uchas verdades que sobrepujan en
mitivos. Pues, aunque en lo esencial la m ucho la fuerza y penetración de la
sentencia hebrea y griega emerge cla razón hum ana, o sea los divinos m is
ram ente de la traducción de la Vulga terios y m uchas otras cosas que con
ta, no obstante, cuando en algún pasaje ellos se relacionan, y eso a veces en
se encuentra u n a expresión am bigua o un sentido m ás amplio y recóndito de
menos clara, “el examen de la lengua lo que parece expresar la letra e indi
de que proceden será útilísimo(3°) se car las reglas de la herm enéutica; al 280
gún el consejo de S an Agustín .2930 sentido literal se suman, además, otros
(29) Sess. IV, decr. de edit. et usu sacr. libror. (3Í) S. Hier., ad Pammach.
(30) De doctr. chr., 3, 4.
66, 25-27 E n c íc l ic a “ P r o v id e n t is s im u s D eus: 497
sentidos que sirven, unas veces, p ara a sus verdaderos progresos. Cada doc
ilustrar los dogmas y otras, p ara enca tor, en efecto, tiene abierto ante sí un
recer preceptos p ara la vida. vasto campo, en el que, siguiendo una
dirección segura, su celo puede ejerci
25. El por qué de las obscuridades. tarse de un modo notable y con prove
Por eso no puede negarse que los L i cho para la Iglesia.
bros Sagrados se hallan envueltos en Y, verdaderam ente, en lo que se re
cierta obscuridad religiosa, de modo fiere a los pasajes de la Biblia, que
que nadie puede penetrar en ellos si carecen aún de una explicación cierta
no está previsto de algún guía^B2\ Dios y bien definida, puede lograr, gracias a
lo ha dispuesto así (ésta es la opinión un benévolo designio de la Providencia
común de los Santos Padres) a fin de de Dios, que por los estudios p rep ara
que los hom bres los estudien con m a torios de los doctores, m adure el juicio
yor diligencia y solicitud, p ara que las de la Iglesia. Pero en lo que toca a
verdades más trabajosam ente adquiri puntos de la Sagrada E scritura que ya
das penetren más hondam ente en su han sido declarados, el doctor particu
mente y su corazón, y p ara que ellos lar puede desem peñar un papel útil, sea
com prendan, sobre todo, que Dios ha explicándolos con más claridad a la
dado las Escrituras a la Iglesia a fin m uchedum bre de los fieles, o expo
de que en la lectura y la explicación niéndolo más ingeniosamente a los doc
de sus sentencias sea ella guía y m aes tos, o bien defendiéndolos con más
tra segurísima. fuerza contra los adversarios.
a los com entarios de esos doctores el vas invenciones de los herejes y para
honor que les corresponde: se puede, establecer la razón de ser de los dog
por lo tanto, tom ar de sus trabajos m u mas católicos, su com prensión y co
chos argum entos idóneos p ara rechazar nexión.
los ataques y esclarecer los puntos di Esto no puede sorprender a nadie
fíciles. cuando se da cuenta de que los Libros
Santos ocupan un lugar tan eminente
31. Estudio de los heterodoxos. Pero entre las fuentes de la revelación que
lo que no conviene en modo alguno, es, no se puede tra ta r debida y dignamente
que, ignorando o despreciando las ex la teología sino estudiando y em plean
celentes obras que los nuestros nos de do asiduam ente la Biblia. Bueno es
jaron en gran núm ero, prefiera el in también, indudablem ente, que los jó
térprete los libros heterodoxos, y, con venes se ejerciten, sobre todo en las
gran peligro de la sana doctrina, y Universidades y Seminarios, en adqui
muy frecuentem ente en detrim ento de rir la com prensión y la ciencia de los
la Fe, busque en ellos la explicación de dogmas, y que, partiendo de los artícu
los textos respecto de los cuales los los de la fe, deduzcan sus consecuen
católicos, con un resultado excelente y cias por medio de una argum entación
desde hace m ucho tiempo, han ejerci establecida según las reglas de una filo
tado su talento y m ultiplicado sus tra sofía experim entada y sólida. No obs
bajos. tante, el teólogo profundo e instruido,
Pues aunque, en efecto, los estudios no debe descuidar la interpretación de
de los heterodoxos, prudentem ente u ti los dogmas, basada en las autoridades
lizados, puedan a veces ayudar al in tér de la Biblia.
prete católico, im porta, no obstante, “En efecto, (la teología), no toma
recordar que, según las num erosas sus argumentos de las demás ciencias,
pruebas sacadas de los docum entos sino inmediatamente de Dios por la
antiguos(41), el sentido inalterado de revelación. Por lo tanto, nada recibe
las Santas Letras, no se encuentra de de esas ciencias como si le fueran supe
S3 ningún modo fuera de la Iglesia, y riores, y sí las emplea como a sus in
no puede ser transm itido por los que, feriores y servidoras”.
privados de la verdadera fe no llegan
hasta la m édula de las E scrituras y 33. Método de Santo Tomás. Es le
logran así únicam ente a roer su cor- método de enseñar la ciencia sagrada,
teza(42>. está indicado y recom endado por el
Príncipe de los teólogos, S a n t o T o m á s
32. La E scritu ra en la Teología. Es d e A q u i n o (4S). Este, por haber com
muy de desear, y necesario que el em prendido bien el carácter de la teología
pleo de la divina Escritura, se extienda cristiana, ha enseñado, además, cómo
a toda la Teología, y se convierta, por puede un teólogo defender sus propios
decirlo así, en su alm a; tal ha sido en principios si acaso los ataquen. “Pues,
todos los tiempos la doctrina de todos argumentando por medio de un artícu
los Padres y de los teólogos más n ota lo de fe contra los que niegan otro,
bles, y la que ellos h an apoyado con cuando el adversario concede algunas
su ejemplo. verdades que conocemos por divina
Pues, ellos han querido deducir y revelación como cuando mediante la
consolidar principalm ente de las Sa autoridad de la Sagrada Escritura argu
gradas Letras las verdades que son mentamos contra los herejes; mas
objeto de la fe y las consecuencias que cuando el adversario no cree nada de
de ellas se derivan; de la Biblia como lo que está revelado por Dios, sólo nos
tam bién de la divina tradición se han queda el recurso de demostrarle la ver
servido tam bién p ara refu tar las nue- dad de los artículos de fe por medio
(41) Cfr. Clem. Alex. Strom., 1, 16; Orig. de (42) S. Greg. M., Moral, 8, 9 (al 11).
princ., 4, 8; in levit. hom., 4, 8; Tertull. de (43) S, Thom. Samm. theol. p. 1, q. 1, a. 5 ad 2.
praeser., 15, seqq.; S. Hilar. Pict. in Malth., 13,1.
500 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1893) 66, 34-36
37. Estudio de lenguas orientales y que todos los demás, y deben, por lo
crítica. El prim ero de ellos es el estu tanto buscarse y exam inarse con la m a
dio de las antiguas lenguas orientales, yor diligencia.
y al mismo tiempo el de la ciencia que En cuanto a los criterios internos,
se llam a crítica. Ambos géneros de éstos son, las más de las veces, de m u
ciencia son hoy día m uy apreciados y cha m enor im portancia; de tal suerte,
estimados; el Clero que los posea se que no pueden ser invocados sino p a
gún lo exija el país en que se encuen ra confirm ar la tesis. De obrar de otro
tre y los hom bres con quienes está en modo resultan graves inconvenientes;
relación, podrá m ejor m antener su dig pues, los enemigos de la Religión co
nidad y cum plir con los deberes de su bran así m ayor confianza para atacar
cargo. Pues, el Ministro de Dios, debe, y deshacer la autenticidad de los Li
“hacerse todo para todos(49> y estar bros Santos; este género de “alta crí
siempre pronto para dar razón de su tica” que hoy se exalta conducirá en
esperanza a todo el que se la pidie- definitiva al resultado de que cada uno
r e ” (5 °)# en la interpretación se atenga a sus
Es, pues, necesario a los profesores gustos y a sus prejuicios. De este modo
de la Sagrada Escritura, y conviene a la luz, basada en las Escrituras, no se
los teólogos, conocer las lenguas en que hará, y ninguna ventaja rep o rtará p ara
ios libros canónicos fueron p rim era la ciencia; pero se m anifestará con evi
mente compuestos por los autores sa dencia este carácter del error, que con
grados, sería tam bién excelente que los siste en la m ultiplicidad y disensión
seminaristas cultivasen dichas lenguas, de las opiniones. La conducta de los
sobre todo aquellos que están destina jefes de esta nueva ciencia lo está ya
dos a los grados académicos de la Teo dem ostrando.
logía. Además, como la m ayor parte de
Debe tam bién tenerse especial cuida- ellos están imbuidos en las máxim as de
dado en establecer en todas las U ni una vana filosofía y del racionalismo,
versidades como ya se ha hecho con no tem erán descartar de los Sagrados
razón en m uchas de ellas, cátedras Libros las profecías, los m ilagros y to
donde se enseñen las demás lenguas dos los demás hechos que sobrepasen el
antiguas, sobre todo las semíticas y orden natural.
las ciencias relacionadas con ellas. E s
tos cursos se dedicarán especialmente 39. Abuso de ciertos científicos. El
a los jóvenes llam ados al profesorado intérprete deberá luchar en segundo
de las Sagradas Letras. lugar contra aquellos que, abusando de
su conocimiento de las ciencias físicas,
38. “Alta crítica” . Precisam ente es siguen paso a paso a los autores sagra
tos profesores de Sagrada E scritura dos, a fin de poder descubrir la igno
deben, por la m ism a razón y el mismo rancia que tienen de tales hechos, y
fin, estar m ejor instruidos y ejercitados rebatir sus escritos por este motivo.
en la disciplina del verdadero arte crí Gomo estas inculpaciones se fundan
tico. Está m al y redunda en gran daño en objetos sensibles, son tanto m ás pe
para la Religión que se haya introdu ligrosos cuanto que se difunden en la
cido un sistema artificioso que se ador m ultitud, sobre todo entre la juventud
na con el nom bre respetable de 4‘alta dedicada a las letras; desde el m omento
crítica” ; por la cual con los solos cri en que ésta haya perdido sobre algún
terios, llamados, internos juzgan y esta punto im portante el respeto a la reve
blecen el origen del libro y su integri lación divina, no tard ará en desvane
dad y autoridad. P or el contrario, es cerse su fe en lo que se relaciona con
evidente que cuando se trata de una todo lo demás.
cuestión histórica, del origen y conser Porque es demasiado evidente que
vación de una obra cualquiera, los tes como las ciencias naturales son propias
timonios históricos tienen más valor 19 para m anifestar la gloria déí Creador
(19) I Cor., 9, 22. (50) I Petr., 3, 15.
502 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1893) 66, 40-42
r ontrarias a la fe, por no facilitar a los te, a excepción de los puntos en los
sabios de este mundo ocasión de des cuales el hecho ha sido conveniente
preciar nuestra doctrina^Q\ m ente probado.
Pues, aunque el intérprete debe de Puede ocurrir tam bién que el genui
m ostrar que en las E scrituras bien ex no sentido de algunas frases continúe
plicadas no hay nada que contradiga dudoso; para determ inarlo, las óptimas
las cosas ciertas que con sólidos argu reglas de la interpretación serán de
mentos probaron los estudiosos de las gran auxilio; pero será absolutam ente
ciencias naturales, sin embargo, no se ilícito, ya el lim itar la inspiración a
le escapará que a veces sucedió que no algunas partes de las Escrituras, ya el
pocas de estas verdades, dadas por conceder que el autor sagrado se haya
ellos como ciertas tam bién, m ás tarde equivocado.
fueron puestas en duda y aun rep u
diadas. Si los escritores que tratan he 44. Los libros inspirados. Tam poco
chos físicos sobrepasaran los límites de se puede tolerar el método de aquellos
su disciplina, invadiendo el terreno fi que se libran de estas dificultades no
losófico con la perversión de sus opi vacilando en conceder que la inspira
niones, el intérprete teológico los rem i ción divina no se extiende sino a las
tirá a los filósofos, a fin de que éstos verdades que conciernen a la fe y a las
los refuten. costum bres y nada más porque piensan
equivocadamente que cuando se trata
43. C rítica histórica. Conviene ap li de la verdad de las sentencias no es
car estos mismos principios a las dis preciso buscar principalm ente lo que
ciplinas afines, especialmente a la his ha dicho Dios, sino exam inar más bien
toria. Es lam entable, en efecto, que h a el motivo por el cual h a hablado así.
ya m uchos hom bres que con grandes En efecto, todos los libros enteros
trabajos investigan y sacan a luz los que la Iglesia reconoce como sagrados
m onum entos de la antigüedad, las cos y canónicos en todas sus partes han
tum bres e instituciones de los pueblos sido escritos bajo la inspiración del
y documentos de cosas semejantes, y lo Espíritu Santo. Por lo tanto, es preciso
hagan no pocas veces con la intención que no solo no pueda deslizarse ningún
de descubrir la m ancilla del error en error en la inspiración divina, que no
los Libros Santos a fin de socavar y sólo excluya por sí mismo todo error,
hacer vacilar en todo sentido la auto sino que tam bién lo excluya y lo re
ridad de ellos. chace tan necesariamente, como es ne
Algunos obran así con disposiciones cesario que Dios, soberana Verdad, no
en realidad demasiado hostiles, y juz pueda ser autor de ningún error.
gan de una m anera que no es suficien Tal es la antigua y constante fe de
temente im parcial. Tienen tan ta con la Iglesia, definida solemnemente por
fianza en los libros profanos y en los los Concilios de Florencia y de Trento,
documentos del pasado, que los invocan confirm ada por fin y más expresam en
como si no pudiese existir en ellos te expuesta en el Concilio del Vaticano,
ninguna sospecha de error, m ientras que dio este decreto absoluto: “Los li
niegan fe aun parecida a los Libros bros enteros del Antiguo y Nuevo Tes
Sagrados, a la m enor y a la más vana tamentos, en todas sus partes, tales co
aparición de inexactitud, y esto mismo mo están enumeradas por el decreto del
sin ninguna discusión. mismo Concilio (de Trento), y tales
A la verdad puede ocurrir que cier como están contenidos en la antigua
tos pasajes, en la copia de las diversas edición V u l g a t a en latín, deben ser
ediciones, no se encuentren reproduci mirados como sagrados y canónicos.
dos de una m anera absolutam ente, co La Iglesia los tiene por sagrados y ca
rrecta, lo cual debe estudiarse con cui nónicos, no porque redactados por la
dado, y no debe ser adm itido fácilm en56 sola ciencia humana han sido aproba-
(56) S. Thom. Opuse. X.
504 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1893) 60, 45-47
dos inmediatamente por la autoridad por los escritores sagrados, están exen
de dicha Iglesia; no porque encierran tas de todo error, que se han aplicado
solamente la verdad sin error, sino con m ucha ingeniosidad y religiosa
porque escritos bajo la inspiración del mente a concordar entre sí y a conci
Espíritu Santo, tienen a Dios por au liar los num erosos pasajes que parecen
tor” presentar alguna contradicción o algu
na divergencia. (Y éstos son casi los
45. L a inspiración del E sp íritu San mismos que en nom bre de la ciencia
to. P o r lo tan to no tiene im portancia nueva se nos oponen hoy).
89 alguna que el E spíritu Santo se haya Ellos han profesado unánim es creer
valido de los hom bres como de in stru que estos libros, en su conjunto y en
mentos p ara escribir, como si alguna sus partes, son igualmente de inspira
opinión falsa pudiese ser emitida, no ción divina, que Dios mismo, hablando
ciertam ente por el prim er autor, sino por los autores sagrados, no ha podido
por los escritores inspirados. E n efecto, enunciar nada opuesto a la verdad.
El mismo de tal modo los h a estim ula Se deben aplicar aquí de una m anera
do y movido por su virtud a escribir, general las palabras que el mismo S an
de tal m anera les ha asistido m ientras A gustín escribía a S an Jerónimo : “Lo
escribían que todo lo que les ordenaba confieso, en efecto, a tu caridad; he
escribir y solamente esto, concebían aprendido a conceder a los únicos li
correctam ente en su mente, deseaban bros de las Escrituras que se llaman
redactar fielmente y expresaban ap ro ahora canónicos, esta reverencia y este
piadam ente en térm inos de infalible honor de creer muy firmemente que
verdad, si no el E spíritu Santo no se ninguno de sus autores ha podido co
ría el autor de toda la Sagrada E scri meter un error al escribirlos. Y si yo
tura. encontrase en estas Santas Letras algún
Tal ha sido siempre el sentir de los pasaje que me pareciese contrario a la
Santos Padres. También — dice S an verdad, no vacilaría en afirmar o que
Agustín— , puesto que éstos han es el manuscrito es defectuoso, o que el
crito lo que el E spíritu Santo les ha intérprete no ha seguido exactamente
mostrado y les ha hecho escribir, no el texto, o que yo no comprendo
debe decirse que no lo ha escrito El bierí’í6o).
mismo dado que éstos, como los miem
bros, han ejecutado lo que la cabeza 47. F orm ación de científicos católi
les dictaba^ 8). S an Gregorio Magno cos. Pero luchar plenam ente y perfec
se expresa en estos térm inos: Es bien tamente, dotado con todos los in stru
superfluo inquirir quién ha escrito es mentos de las ciencias más im portantes,
tos libros, puesto que se cree firme por la santidad de la Biblia es m ucho
mente que el autor es el Espíritu San más, ciertam ente, de lo que puede espe
to. Aquel ha escrito, en efecto, quien ha rarse de la sola diligencia de los exége-
dictado lo que era preciso escribir; ha tas y teólogos. Es, por lo tanto, de
escrito quien ha inspirado la obra^K desear que se propongan el mismo
objeto y se esfuercen en alcanzarlo los
46. E xención de erro r. Dedúcese de católicos que hayan adquirido alguna
esto que los que piensan que en los autoridad y renom bre en las ciencias
pasajes auténticos de los Libros Sa extrañas. La gloria de tales talentos no
grados puede encerrarse algún error ha faltado jam ás a la Iglesia, gracias a
ciertam ente pervierten la doctrina ca la bondad de Dios, seguramente no le
tólica o hacen del mismo Dios el autor falta tam poco ahora; y ojalá siga cre
de un error. Todos los Padres y todos ciendo siempre para sostén de la fe.
los doctores han estado tan firm em ente Según Nuestro parecer no hay nada
persuadidos de que las Letras Divinas, que sea m ás necesario que el que la
tales como Nos han sido entregadas 578 verdad encuentre defensores que sobre-'
(57) Scss., III, c. II, de revel. (59) Praef. in Iob., n. 2.
(58) De consensu Evangl., I, 1, c. 35. (60) Ep. 82, 1 y en otros muchos lugares.
66, 48-50 E n c íc l ic a “ P r o v id e n t is s im u s D eus” 505
pujan a los adversarios en núm ero y que Dios, Creador y Señor de todas las
valer; ni hay cosa tan propicia p ara cosas, es al mismo tiempo el autor de
persuadir a la m ultitud a rendir culto las Escrituras; que por lo tanto, nada
a la verdad como el ver hom bres que puede encontrarse en la naturaleza,
se distinguen en alguna disciplina céle nada en los m onum entos de la H istoria
bre, profesar la verdad con toda fra n que esté realm ente en desacuerdo con
queza. éstas.
Aun más, el odio de nuestros defen 50. C ontradicciones aparentes. Si p a
sores se desvanecerá fácilmente, o al rece haber alguna contradicción en al
menos no se atreverán ya a afirm ar gún punto, es preciso procurar hacerla
con tan ta seguridad que la fe es ene desaparecer, ora recurriendo al sabio
miga de la ciencia, cuando ellos vean juicio de los teólogos y de los intérpre
a los hom bres doctos rendir a esta fe tes p a ra dem ostrar lo que hay de ver
el m ayor honor y tener por ella un vivo dad y de verosim ilitud en el pasaje a
respeto. raíz del cual se discute, ora ponde
Puesto que pueden tanto p ara la Re rando con cuidado los argum entos que
ligión aquellos a quienes la Providen a él se oponen. Ni se debe abandonar
cia ha dado liberalm ente un feliz ta la tarea aun cuando haya alguna ap a
lento y la gracia de profesar la fe ca riencia de verdad en la opinión con
tólica, es preciso que, en medio de esta traria; pues que lo verdadero no puede
vivísima agitación de los estudios que en m anera alguna contradecir a lo ver
atañen, de algún modo las Escrituras, dadero, se puede estar cierto de que se
cada uno de ellos elija un géneio de ha deslizado un error, ya en la inter
estudios apropiado a su inteligencia, y pretación de las palabras sagradas, ya
aplicándose a sobresalir en ellos recha en otra parte de la discusión; y si aun
ce, no sin gloria, los dardos dirigidos entonces no se distingue bastante clara
por u na ciencia im pía contra las San m ente una de estas dos faltas, es pre
tas Escrituras. ciso suspender m ientras tanto el juicio.
48. Costearles su form ación. Nos Efectivamente, durante largo tiempo
alabamos aquí complacido la conducta se han levantado contra las E scrituras
de ciertos católicos, que, a fin de que num erosas objeciones sacadas de todas
los sabios puedan entregarse a tales las ciencias, y se han desvanecido des
estudios y hacerlos progresar, facilitan pués enteram ente como sin valor al
recursos de todas clases, form ando Aso guno.
ciaciones a las cuales dan generosam en Del mismo modo en el curso de la
te sumas abundantes. Este es un em interpretación se han propuesto num e
pleo de la fortuna desde luego excelen rosas explicaciones a ciertos pasajes de
te y m uy apropiado a las necesidades la E scritura (no concernientes a la fe
de la época. E n efecto, cuando menos ni a las costum bres), los que un estudio
deben esperar los católicos socorros del más profundo ha perm itido luego com
Estado p ara sus estudios, m ás conviene prender de una m anera m ás justa, más
que la liberalidad privada se m uestre clara. Porque el tiempo destruye las
pronta y abundante; de modo que los opiniones y las invenciones nuevas, pe
que fueron favorecidos por Dios con ro la verdad permanece y se robustece
riquezas, las consagren a la conserva siempre(6D.
ción del tesoro de la verdad revelada. P or esta razón, como nadie puede
lisonjearse de com prender toda la E s
49. Sigan nuestros consejos. Mas critura, a propósito de la cual S a n
para que tales trabajos aprovechen ver A g u s t í n <62) decía de sí mismo que
daderam ente a las ciencias bíblicas, los ignoraba más de lo que sabía, cuando
hom bres doctos deben apoyarse en los alguno encuentre en ella pasajes de
principios que Nos hemos indicado masiado difíciles para podérselos ex
más arriba. Deben retener fielmente 61 plicar, tenga la prudencia y la pacien-
(61) n i Esdr., 4, 38. (62) Ad Ianuar. ep. 55, 21.
506 E n c íc l ic a s d el PP. L eón XIII (1893) 66, 51-52
cia que el citado doctor exige. “Vale saludables enseñanzas y los ejemplos
más — dice— estar cargado de signos de los Santos Padres, siguiendo la cos
desconocidos pero útiles que, al inter tum bre de nuestros antepasados; que
pretarlos inútilmente, introducir en el hagan en el transcurso del tiempo tales
lazo de los errores la cerviz que aca progresos; que sean verdaderam ente el
baba de sacudir el yugo de la servi apoyo y la gloria de la verdad católica
dumbre (63>. y un don divino para la salvación eter
Si los hom bres que se dedican a es na de los pueblos.
tos estudios auxiliares, siguen honesta
y sabiam ente Nuestros consejos y Nues 52. A dvertencia a los discípulos y
tras órdenes; si en sus escritos, en sus m inistros. Nos, por últim o, advertim os
enseñanzas y en sus trabajos se p ro con am or paternal a todos los discípu
ponen com batir a los enemigos de la los y m inistros de la Iglesia que culti
verdad y preservar a los jóvenes de la ven las Sagradas Letras con un respeto
pérdida de la fe, entonces será cuando y una piedad vivísimos. Porque su inte
puedan gloriarse de servir verdadera ligencia no puede abrirse como es ne
mente el interés de las Sagradas Letras cesario de una m anera saludable si no
y sum inistrar a la Religión católica un destierran la soberbia de la ciencia te
apoyo tal como la Iglesia tiene derecho rrenal, y si no em prenden con ardor
a esperar de la piedad y la ciencia de el estudio de esa sabiduría que viene de
sus hijos. lo alto^Gé\ Una vez iniciados en esta
ciencia, alum brados y robustecidos por
51. D eberes de los Pastores. He aquí. ella, su espíritu tendrá un poder extra
Venerables Herm anos, las advertencias ordinario hasta para reconocer y evitar
y los preceptos que Nos, inspirados por los errores de la ciencia hum ana, cose
Dios, hemos resuelto daros en esta oca char sus frutos sólidos y enderezarlos
sión, relativam ente al estudio de la a los intereses eternos. El alm a se enca
Sagrada E scritura. A vosotros incumbe m inará de este modo con m ayor ardor
ahora velar p ara que sean observados por las ventajas de la virtud y estará
con el conveniente respeto, de suerte con m ayor viveza anim ada del am or
tal, que se m anifieste m ás y m ás el Divino. “¡Dichosos los que averiguan
reconocimiento que debemos a Dios por sus testimonios y los guardan con todo
haber El com unicado al género hum ano su corazón”
las palabras de su sabiduría, y a fin de Y ahora Nos, apoyados en la espe
que este estudio produzca al mismo ranza del divino socorro y llenos de
tiempo los frutos abundantes que Nos confianza en vuestro celo pastoral, Os
deseamos, sobre todo en bien de la concedemos con la m ayor com placen
juventud dedicada al Sagrado Ministe cia en Dios, como prenda de los favores
rio, juventud que es Nuestro constante celestiales y en testimonio de Nuestra
desvelo y la esperanza de la Iglesia. particular benevolencia, la bendición
Em plead con ardor vuestra autoridad Apostólica a todos vosotros, a todo el
y m ultiplicad vuestras exhortaciones a clero y al pueblo que os está confiado.
fin de que estos estudios sean estimados Dado en Roma, junto a San Pedro,
y florecientes en los Seminarios y Uni en 18 de Noviembre del año de 1893,
versidades que dependen de vuestra ju décimosexto de Nuestro Pontificado.
risdicción. Florezcan pura y felizmente
bajo la dirección de ’a Iglesia según las 634 LEON PAPA XIII.
(63) De doclr. chr, III, 9, 18. (65) Ps. 118, 2.
(64) Jac. 3, 17.
ENCICLICA “CARITATIS FROVIDENTLEQUE” (*>
(19-III-1894)
sólo las escuelas y colegios donde, de 9. El Clero y los Sem inarios. Esto
propósito, se enseñan junto con las ya por sí mismo exhorta que es un
m aterias errores sobre la Religión o deber em plear especial diligencia y rea
donde casi predom ina la irreligión sino lizar una singular labor para form ar
tam bién aquellos institutos en que no el clero, pues, según la sentencia divi
hay enseñanza ni clase sobre las insti na, debe desarrollarse de tal modo y
tuciones cristianas y la m oral por con debe considerar su vocación tan sagra
siderarlas una especie de m aterias ino da que se le tenga y realm ente sea “la
portunas. Pues, los jóvenes cuyas m en sal de la tierra” y “la luz del mun
tes se ejercitan en la ciencia y las artes do”™.
deben necesariam ente, por supuesto, al El doble elogio que abarca princi
mismo tiempo ejercitarse en el cono palm ente la doctrina sana y la santidad
cimiento y culto de las cosas divinas de la vida debe procurarse, n atu ral
por cuanto la m ism a naturaleza recla mente, ante todo en el joven clero; mas
m a y m anda que sirvan no sólo a la no por eso debe descuidarse ni dejar de
sociedad sino con m ucha m ayor razón fom entarse en el clero ya adulto el cual
a Dios, pues, no nacieron sino para más directam ente se em peña en la per
encam inarse, sirviendo a la sociedad, fección de los santos, para la obra del
a la patria im perecedera del cielo y ministerio, para edificación del cuerpo
llegar a ella no escatim ando sacrificios. de Cristo™.
Esta form ación religiosa no debe ce Respecto de los Seminarios p ara sa
sar de ningún modo, al continuar, cerdotes, Nos sabemos m uy bien, Ve
andando el tiempo, sus estudios p rofa nerables Hermanos, que de ningún m o
nos; antes, por el contrario deben in do faltáis a vuestras obligaciones; antes
tensificarse, por un lado porque la ju bien, en vez de ofrecer Nuestro estím u
ventud, como hov sobre todo se excitan lo, fuerza es que manifestemos Nuestro
sus deseos, se siente urgida por un ansia reconocimiento tanto a vosotros como
de saber cada día más vehemente; y por a todos aquellos por medio de cuya
el otro porque son siempre m ayores los asidua labor de adm inistración y ense
peligros que am enazan su fe; ya tene ñanza florecen. Ciertamente, si en estos
mos a este respecto tantas pérdidas que tiempos tan desfavorables para la Igle
deplorar. sia, en los que los enemigos de la ver
La Iglesia obra bien y está en su de dad se robustecen al tiempo que la
recho al juzgar conveniente reclam ar peste de la corrupción ya no se desliza
para sí ciertas seguridades y establecer por los escondrijos sino que im púdica
ciertas reglas que conciernen la m a cunde en todas partes, del clero se
nera de enseñar la doctrina cristiana, esperan m ayores socorros y remedios
la probidad y experiencia de los maes- que antes, entonces es preciso que con
7 tros y la selección de los libros. Y no m ayor cuidado y mejores ejercicios que
puede dejar de hacerlo ñor cuanto un antes se preparen para la buena batalla
gravísimo deber la obliga a procurar de la fe y la correspondiente dignidad
que jam ás se introduzca nada que se de todas las virtudes.
aparte de la integridad de la fe y de
las costum bres y dañe al pueblo cris 10. De la form ación de los sem ina
tiano. ristas y de los prefectos y directores
La instrucción religiosa, pues, que se espirituales. Conocéis bien las norm as
im parte en las escuelas ha de consoli sobre la form a de dirigir los estudios
darse y perfeccionarse con la que en que Nos hemos establecido varias veces
ciertos tiempos prescritos se da en las en especial las referentes a la filosofía,
parroquias y templos, donde los gér Teología y Exégesis. Insistid en ellas a
menes de la m ism a fe y caridad, como fin de que los profesores se ajusten
en su suelo n atu ral se n u tren m ás escrupulosam ente a ellas ni om itan
abundantem ente y prosperan. ninguna de las otras disciplinas que
(5) Mt. 5, 13-14. (6) Ef. 4, 12.
6 7 ,1 1 -1 3 E n c íc l ic a “ C a r i t a t i s P r o v i d e n t i a e q u e ’* 511
cristiano. Estas circunstancias Nos han en que debamos ser salvos(3>. Nos alien
conmovido íntim am ente y continúan ta el m ayor deseo de poder ráp id a
conmoviéndonos, por cuanto no es po m ente como im buir y llenar todas las
sible fijar los pensam ientos, sin sentir regiones de la tierra del sacrosanto
un vivo dolor, en ese grupo inmenso nom bre de Jesús. En este aspecto, la
del género hum ano que como equivo Iglesia nunca dejó de cum plir la m i
cados de rum bo peregrinan lejos de sión que le fuera encom endada por
nosotros. Dios; pues, ¿qué trabajos llevó a cabo
Y como por un lado representam os en los 19 siglos? ¿qué hizo con gran
aquí en la tierra a Dios todopoderoso celo y constancia si no conducir a los
706 que quiere que todos los hombres se gentiles a la verdad y a la ley cristiana?
salven y lleguen al conocimiento de la Y hoy, los heraldos del Evangelio, m u
verdad, y por el otro, está inm i nidos de Nuestra jurisdicción, surcan
nente el fin hum ano de N uestra edad frecuentem ente los m ares hasta llegar
provecta y agobiada por las preocu a los últim os confines de la tierra.
paciones, h a parecido a Nos que de Todos los días im ploram os a Dios,
bíam os im itar el ejem plo de nuestro quiera benignam ente m ultiplicar el n ú
Redentor y M aestro Jesucristo, quien, m ero de m inistros sagrados, dignos de
en la víspera de su partida al cielo, la misión apostólica, que sacrifican, sin
elevó una ferviente plegaria a su eterno vacilación, sus comodidades, su salud
Padre p ara que sus discípulos y segui y aún su vida, si fuese m enester, para
dores tuviesen u n a sola m ente y un extender el reino de Cristo.
solo corazón, diciendo: “Ruego... para
que todos sean una cosa; como Tú, 4. O ración po r la unidad de la fe.
Padre, en mí y yo en Ti, también ellos Tú, empero, Redentor y Padre del gé
sean en nosotros una sola cosa”(2K nero hum ano, Jesucristo, apresúrate y
P or cuanto esa fervorosa oración di no aplaces la obra que antaño prom e
vina no abarcó sólo a aquellos que tiste realizar al decir que todo lo atrae
entonces creían en Jesucristo sino tam rías a tí cuando fueses exaltado de la
bién a los que en adelante creerían en tierra (4>. Desciende, por fin, a los cora- 7i
El, Nos encontram os en ese hecho un zones y m anifiéstate a la infinita m ul
motivo apropiado p ara exponer con titud que se halla privada todavía de
confianza Nuestros anhelos e intentar, los beneficios más grandes que adqui
cuanto podamos, llam ar y estim ular a riste para los hom bres con el precio de
todos los hom bres sin distinción de tu sangre; despierta a los que están
raza ni de lugar, a que se unan todos sentados en las tinieblas y las sombras
en la fe divina.3* de la m uerte^ para que sean ilum i
nados por los ra}ros de sabiduría y vir
3. Los gentiles y la fe cristiana. tud y se consume nuestra unidad en ti
Puesto que Nuestro intento está ani y por fz'(6).
mado por la caridad que corre más
rápidam ente al lugar donde la necesi 5. Llam ado a los disidentes en gene
dad es m ayor, vuela Nuestro ánimo ral a volver a la unidad de fe. Al re
prim ero a aquellos pueblos m ás infeli flexionar sobre el misterio de esta u n i
ces que nunca recibieron la luz del dad nos representam os el conjunto de
Evangelio o que la volvieron a extin aquellos pueblos que la divina bondad
guir por incuria o por las dificultades llevó, tiempo ha, de los errores antiguos
del tiem po; ignoran, por consiguiente, a la sabiduría evangélica. En efecto, no
a Dios y viven en el m ayor error. hay nada que se rememore con m ayor
P or cuanto toda salvación proviene gozo ni que contribuya más lum inosa
de Jesucristo y no hay otro nombre mente a las alabanzas de la Providen
debajo del cielo, dado a los hombres cia divina que el recuerdo de los tiem-
(1) I Tim. 2, 4. (4) Juan 12, 32.
(2) Juan 17, 20-21. (5) Ps. 106, 10; cfr. Ps. 87, 7; Is. 9, 2; Mt. 4, 16.
(3) Act. 4, 12 (6) Cfr. Juan 17, 23.
68, 6-7 E n c íc l ic a “P raeclara G r a t u l a t io n is ” 517
pos idos en que la fe, recibida de Dios, eres Pedro, y sobre esta piedra edifi
era el patrim onio general de todos y de caré mi Iglesia(7\ se com prueba y se
cada uno, en que los pueblos civiliza cumple en los Romanos Pontífices. Aun
dos, distintos por el lugar, carácter y más. La antigüedad cristiana vió que
costumbres, por m ás que disintieran no pocos de los Romanos Pontífices
m uchas veces en otras cosas y aun se fueron escogidos del Oriente, así sobre
com batieran, sin embargo, en lo que a todo: Anacleto , E varisto, Aniceto ,
la Religión se refería, vivían unidos E leuterio, S ósimo, y A gatón , la ma- 70S
todos en la fe cristiana. yoría de los cuales tuvo la suerte de
P or eso, al recordar esa circunstan sellar su labor con su sangre, después
cia, el alma, en efecto, se acongoja de haber regido sabia y santam ente la
profundam ente porque, en el correr de Iglesia cristiana.
los tiempos, épocas infelices, turbadas Se sabe perfectam ente en qué época,
por susceptibilidades y odios, a rran ca por qué razones, con qué motivos y por
ron del seno de la Iglesia grandes y cuáles autores se originó esa desgracia
florecientes naciones. Como quiera que da discordia. Antes de aquel tiempo en
fuese, Nos, cifrando N uestra confianza que el hombre no había aun separado
en la gracia y m isericordia de Dios lo que Dios u n ió ^ se consideraba sa
om nipotente quien solo conoce el m o grado el nom bre de la Sede Apostólica
mento en que ha de m adurar su ayuda, entre todos los pueblos del orbe cristia
quien solo posee el poder de dirigir las no, y tanto el Oriente como el Occi
voluntades adonde El desee, volvemos dente, de acuerdo sin vacilaciones en
Nuestro corazón a esas mismas naciones toda la doctrina, obedecían al Romano
para exhortarlas y conjurarlas con Pontífice, como al legítimo sucesor de
am or paternal porque quieran reto rn ar P edro , y por lo mismo, vicario de Je
a la unidad, deshaciendo las diferen sucristo en la tierra.
cias.6 P or eso, F o cio mismo, si atendemos
al principio del cisma, procuró que se
6. Las iglesias orientales. El p a tri enviaran representantes suyos a Roma
monio com ún. El prim ado. El Cisma. p ara que ellos allí lo defendiesen. El
Prim ero dirigimos N uestra m irada con Sumo Pontífice N icolás I, en cambio,
gran afecto al Oriente de donde salió m andó a Constantinopla desde Roma
al principio la salud, p ara esparcirse, a sus delegados sin que nadie lo obje
después, por el orbe entero. Pues, Nues tara, y lo hizo con el fin de que ellos
tro anheloso deseo Nos im pulsa a la investigaran diligentemente la causa del
dulce esperanza de que no esté lejano P atriarca I gnacio e informaran a la
el tiempo en que las iglesias orientales, Sede Apostólica suministrando datos
ilustres por su fe heredada y su gloria completos y veraces; de modo que toda
antigua, vuelvan al hogar de donde la historia de este asunto confirm a
salieron. Y esto, con m ayor razón, p o r abiertam ente el Prim ado de la Sede
que no nos separan grandes abismos; Romana, fuese cual fuese la discordia
al contrario, si exceptuam os algunas que entonces estalló.
pocas cosas, en el resto estamos tan de Más tarde, en los Concilios posterio
acuerdo que m uchas veces, p ara defen res tanto en el segundo de Lyón como
der el nom bre católico entresacam os en el Florentino, nadie ignora que con
los testim onios y argum entos de la doc consenso rápido y por todos, griegos y
trina, costum bres y ritos de los orien latinos con voto unánim e, fué sancio
tales. El principal punto de disensión es nada la suprem a potestad de los Rom a
el prim ado del Romano Pontífice. Mas nos Pontífices.
contem plen los comienzos y vean lo que
sus m ayores creían y lo que la época 7. M ejor voluntad actual y m anifes
m ás cercana a los origines enseñó. taciones de m utua am istad. Intencio-
Pues, resultará claram ente que el testi nalm ente, por cierto, recordam os estas
monio divino de Cristo que dice: Tú circunstancias porque constituyen una
(7) Mt 16, 18. (8) Cfr. Mt. 19, 6; Mrc. 10, 9.
518 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1894) 68, 8-9
como invitación p ara hacer las paces; y sospechar que, por eso, Nos o Nuestros
esto con tan ta m ayor razón cuanto que sucesores os quiten nada de vuestros
a Nos parece poder com probar hoy día derechos, de los privilegios p atriarca
entre los orientales un espíritu mucho les y de las usanzas litúrgicas que posee
más conciliador p ara con los católicos cada una de las Iglesias. Pues, desde
que antes y aun cierta inclinación de siempre tam bién, y para siempre fue
benevolencia hacia ellos, lo cual se m a y es un principio aplicado en las dispo
nifestó expresam ente no hace mucho. siciones y la disciplina de la Sede Apos
Pues, cuando los nuestros, con un fin tólica, hacer am plia justicia, en lo con
piadoso, se congregaron en el Oriente, veniente y lícito, a los propios orígenes
los vimos tratados con exquisitas m ani y costum bres de cada pueblo.
festaciones de cortesía y am istad. Seguramente, al volver a la unión
P or eso, a todos vosotros que vivís con Nos, de adm irar sería, con el favor
separados de la Iglesia Católica, Nos de Dios, cuánta dignidad y cuánto ho
os abrimos Nuestra boca^9\ pertenez nor ganaríais. Quiera Dios, pues, en su
cáis al rito griego u otro oriental. Sería inm ensa bondad, escuchar vuestra p ro
Nuestro m ás vivo deseo que cada uno pia oración que dice: “Haz cesar los
de vosotros reflexionara sobre las pala cismas de las iglesias” Y ésta otra:
bras, llenas de afecto y de gravedad, “Congrega a los dispersos, vuelve a la
que B e s a r ió n dirigió a vuestros padres, verdad a los que yerran y únelos a tu
diciendo: “¿Qué responderemos a Dios santa Católica y Apostólica Iglesia”(12K
acerca del motivo por qué nos hemos
Restituyamos, pues, así la fe única y
separado de nuestros hermanos para santa que la m ás rem ota antigüedad,
unir los cuales y recogerlos en un solo
con constancia extraordinariam ente fiel,
aprisco(10> descendió El mismo del cie
lo, se hizo hombre y fué crucificado? nos ha transm itido a nosotros y a vos
otros, tradición que vuestros padres y
¿Cuál será nuestra defensa ante la pos
teridad? No toleremos esto, Padres m ayores han conservado incólume, que
varones como S a n A t a n a s i o , B a s i l i o ,
egregios; no propiciemos tal pronun
G r e g o r io N a c i a n c e n o , J u a n C r is ó s t o -
ciamiento de separación; no estemos
mo, ambos C ir il o s y otros muchos co
personalmente tan mal aconsejados, ni
rifeos cuya gloria como común heren
aconsejemos tan mal a los nuestros”,8
cia pertenecía igualmente al Oriente y
8. Debe ser unión de doctrina y alde Occidente, han ilum inado a porfía
con el resplandor de sus virtudes, la
gobierno. P o nderad debidam ente lo
m agnitud de su ingenio y la excelencia
que pedimos fijándoos en lo que signi
de su doctrina.
fica en sí y ante Dios lo que decimos;
pues, no movidos por hum anos intere
9. M ensaje especial a los pueblos
ses, sino urgidos por la caridad divina
y por el anhelo de la com ún salvación eslavos. Aquí Nos será perm itido d iri
es que Nos os recom endam os la recon- girnos nom inalm ente a vosotros, pue
709 ciliación y la unión con la Iglesia Ro blos eslavos todos, del brillo de cuyo
m ana; querem os decir, unión plena y nom bre dan testimonio m uchos m onu
perfecta, que de ningún modo puede mentos de la historia. Sabéis cuán egre
ser aquella que no im plique más que giamente m erecieron de los eslavos
cierta concordia de dogmas que se han vuestros santos padres en la fe, C ir il o
de creer ni m era caridad m utua entre y M e t o d i o , cuya m em oria y el honor
herm anos; sino que la verdadera unión que les es debido, tratam os, hace algu
entre cristianos es aquella que el Autor nos años, de increm entar. P or su virtud
de la Iglesia, Jesucristo, instituyó y y labor, la m ayor parte de los pueblos
ordenó, la cual consiste en la unidad de vuestra raza recibieron la cultura y
de la fe y de gobierno. Ni hay por qué la redención.
(9) II Cor. 6, 11. (11) De la liturgia de San Basilio: pauson ta
(10) Juan 10, 16. schismata toon ekklesióon.
(12) De la Liturgia de S. Basilio.
6 8 , 10-12 E n c íc l ic a “P raeclara G r a t u l a t io n is ” 519
El resultado de su labor fue que en a cada uno de los fieles la potestad de
tre los eslavos y los Romanos P ontí in terpretar la Biblia según su propio
fices reinaba, por m ucho tiem po la arbitrio y criterio.
bellísim a intercom unicación: de bene
ficios de un lado y de reverencia fide 11. El naturalismo y racionalismo
lísim a del otro. Mas si la lam entable entre los protestantes. De allí resultó
calam idad de los tiem pos desvió a una que cada uno, rechazando toda norm a
gran p arte de vuestros padres de la ajena de conducta, reconociera como
profesión de la fe Rom ana, considerad única guía y regla de vida la concien
cuánta im portancia y cuánta bendición cia; de allí también, que lucharan entre
traería la vuelta a la unidad. Tam bién sí las opiniones y sectas, cayendo a
la Iglesia continúa llam ándoos a su re menudo en las máximas del naturalis
gazo, ofreciéndoos la salud, la prospe mo o racionalismo. P or eso mismo,
ridad y los m últiples acervos de g ran desesperando de hallar una unanim i
deza. dad doctrinal, ya predican y recom ien
dan únicam ente una unión de caridad
10. La situación de los protestantes. fraterna. Esto último, ciertam ente con
Disminución del acervo dogmático y m ucha razón, por cuanto todos debe
de la autoridad de la Biblia. Con no mos estar unidos por lazos de m utua
m enor afecto contem plam os a los que caridad, pues esto es lo que Cristo más
en tiempos más recientes, arrancó de severamente ordenó, y quiso, es decir,
la Iglesia Rom ana cierta insólita sub que el am or recíproco fuese la nota
versión de las cosas y circunstancias. distintiva de sus seguidores. En efecto,
Dando al olvido varios de los casos que ¿ Cómo puede unir las alm as la perfecta
sucedieron, eleven sus pensam ientos caridad cuando la fe no pone de acuer
por encima de las cosas hum anas, y do la inteligencia?
sólo anhelando la verdad y la salvación
m editen en su corazón sobre la Iglesia 12. Las razones de las conversiones
fundada por Cristo. Si quieren com pa c invitación a la unión. P o r estas razo
ra r sus congregaciones con la Iglesia nes, m uchísim os de los aludidos, si
Católica y apreciar qué lugar ocupa la guiendo su recto juicio y sus ansias
religión entre ellos, fácilm ente concede de verdad, buscaron en la Iglesia Ca
rán que en m uchos e im portantísim os tólica el seguro camino de la salvación,
puntos se h an olvidado de la doctrina pues, com prendían que, de ningún m o
antigua y se h an desviado a innovacio do, podrían estar unidos a Jesucristo,
nes, propiciando diferentes errores; no su cabeza, si no se adhirieran a su
negarán tam poco que, de aquel p atri cuerpo que es la Iglesia, ni que podrían
monio de la verdad que los autores de recibir la fe genuina de Cristo si siguie
las novaciones llevaron consigo a la ran repudiando el m agisterio legítimo,
separación, ya no existe entre ellos casi entregado a P edro y sus sucesores.
ninguna fórm ula segura y autorizada Ellos com probaron que en la Iglesia
de fe. estaba expresada la form a y figura de
Ya ha llegado al extrem o de que la verdadera Iglesia, notoriam ente tal,
muchos no se avergüenzan en arrancar por los caracteres que su autor divino
el mismo fundam ento en que única le im prim iera. Es por esto que entre
m ente descansa toda la Religión y toda los convertidos se cuentan m uchos que,
esperanza hum ana, es decir, la divina dotados de un juicio agudo y de un
naturaleza de Jesucristo, Salvador nues ingenio sutil p ara com prender los an ti
tro. guos tiempos probaron, en eximios es
Igualm ente, los que antes afirm aron critos, la continuidad de la Iglesia desde
que los libros del Antiguo y del Nuevo los días de los Apóstoles, la invariabi
Testam ento fueron escritos bajo inspi lidad de los dogmas y la constancia de
ración divina, ahora les niegan tal auto sus instituciones. Al contem plar el ejem
ridad, a lo que, naturalm ente, debían plo de estos hom bres, os convenza,
llegar por lógica necesidad, al entregar herm anos nuestros, m ás el afecto que
520 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1894) 68, 13-14
la palabra, los que estáis ya tres siglos las cosas con toda el alm a y con pro n
largos separados de nosotros, y tam bién tísim a voluntad.
los que m ás tarde, por cualquier m oti
vo, os alejasteis de nosotros. Alcance 14. ¿Qué es la Iglesia, y cuál su m i
mos todos la unidad de la fe y el cono sión? Sus relaciones con el E stado. En
cimiento del Hijo de Dios^13K esta m ateria ponderen cuán pernicioso
Perm itidnos que os invitemos a esa para la unidad cristiana es el error que,
unidad que en ningún m om ento faltó en sus m últiples aspectos, obscureció
por doquiera y aun destruyó por com
a la Iglesia Católica, ni puede faltarle
pleto la verdadera esencia y el verda
bajo ninguna condición y que os tenda
dero concepto de la Iglesia. Pues, ella
mos afectuosam ente la m ano. Os llam a es, según la disposición y el m andato
hacia sí desde hace m ucho tiempo la de Dios, su fundador, una sociedad per
Iglesia m adre com ún de todos; os espe fecta en su género, cuya m isión y ofi
ran todos los católicos con ansias fra cio es enseñar a los hom bres los pre
ternales p ara que juntos adorem os san ceptos y norm as evangélicas, y condu
tam ente a Dios, unidos, en perfecta cir, por el am paro que da a la integri
caridad, por la profesión de un mismo dad m oral y por la práctica de las
Evangelio, de una m ism a fe y una m is virtudes que estimula, hacia aquella
m a esperanza. felicidad que a cada uno de los hom
bres le está preparada en el cielo.
13. T am bién los católicos deben cui P o r ser una sociedad perfecta, como 712
d a r su unión. P a ra llegar a la perfecta decíamos, su vigor y fuerza vitales no
arm onía de la tan deseada unidad, vienen de fuera sino que radican en la
resta que Nos dirijam os ahora a todos, voluntad de Dios y brotan de su propia
cuantos sean en la redondez de la tie naturaleza. P or esta m ism a razón, po
rra, por cuya salvación, desde hace see por naturaleza el poder de dar le
m ucho tiem po se desvelan Nuestros yes; y es justo que al legislar no esté
pensam ientos y preocupaciones: nos sujeta a nadie. Tam bién en otras cosas
referim os a los católicos a quienes la que son de su incum bencia debe ser
profesión de la fe Rom ana somete a libre.
la Sede Apostólica, m anteniéndolos así Esa libertad, sin embargo, no es tal
unidos a Jesucristo. N aturalm ente, no que dé lugar a recelos y envidias, pues,
es m enester exhortarlos a la verdadera la Iglesia no aspira al poder tem poral,
y santa unión de la cual, por la bondad ni se siente im pulsada por ninguna p a
de Dios ya disfrutan; hemos de preve sión o avaricia sino que sólo quiere y
nirles, sin embargo, a que, al agravarse desea conservar entre los hom bres la
por doquiera los peligros, no pierdan práctica de las virtudes, y de este modo
por su negligencia y pereza este supre y conducto asegurarles la vida eterna.
mo beneficio de Dios. Por eso, suele dar m uchas facilidades y
m ostrar una m aternal indulgencia, y
Ojalá recojan, p ara este fin, las n o r aun no pocas veces renuncia al ejercicio
mas p ara su sentir y obrar de los docu de su derecho, tom ando en cuenta las
m entos que Nos mismo, en otras opor circunstancias especiales de los E sta
tunidades, publicam os p ara enseñanza dos. Pruebas claras de ello Nos propor
de los pueblos católicos dirigiéndonos a cionan los concordatos, pactados a m e
ellos ora en conjunto, ora individual nudo con los imperios.
mente. No hay nada m ás ajeno a su volun
Ante todo, establezcan p ara sí como tad que arreb atar al Estado cualquier
ley suprem a la obediencia al Magisterio derecho; pero, en cambio, es necesario
y a la autoridad de la Iglesia, pero no que el Estado respete los derechos de
una obediencia m ezquina y recelosa la Iglesia y se cuide para no apropiarse
sino una sum isión practicada en todas de ellos en lo m ás mínimo.
(13) Efes. 4, 13.
68, 15-16 E n c íc l ic a “P raeclara G r a t u l a t io n is ” 521
levantar N uestra voz u na y o tra vez, e Tenemos ante Nuestros ojos la situa
insistir en que, ante un peligro tan ción de Europa. Desde hace m uchos
am enazador, todas las precauciones que años se vive en una paz más bien ap a
se tom en serán pocas. Dios im pida be rente que verdadera. P or cuanto se han
nignam ente la ejecución de sus crim i arraigado los m utuos recelos, casi todas
nales planes, mas el pueblo cristiano las naciones continúan arm ando el ap a
sepa y com prenda que debe sacudir de rato bélico. La juventud inexperta, le
una vez el yugo tan indigno de la secta. jos del consejo y de la autoridad de sus
Sacúdanlo con m ayor energía aquellos padres, es lanzada a los peligros de la
pueblos que sufren una más dura opre vida m ilitar; en la flor de la edad se la
sión, el italiano y el francés. Nos m is arranca del agro, de provechosos estu
mo ya hemos señalado qué arm as y dios, del comercio y de los oficios para
qué métodos serán los más seguros p a pasarla al m anejo de las arm as. Por los
ra lograrlo. Ni es incierta la victoria enormes gastos militares, las arcas fis
para los que confían en el Jefe cuya cales se hallan exhaustas, aniquilados
divina palabra no falla: “Yo he vencido los recursos estatales y afectada la fo r
el mundo”(15K tuna de los particulares. Hemos llegado
ya a un estado en que la paz arm ada
17. Vencidos el regalismo y la maso se vuelve intolerable. ¿Será n atu ral tal
nería, surgirían las ventajas; la pri estado de la unión cívica hum ana? No
mera, el trabajo de la Iglesia en liber- podemos salir de esta situación, ni lo
714 tad. E lim inados u n a vez am bos peli grar una verdadera paz si no por la
gros, y vueltos los reinos y repúblicas gracia de Jesucristo; pues, para poner
a la unidad de la fe, sería de adm irar coto a la ambición, a la codicia de los
qué remedios m ás eficaces contra los bienes ajenos y a los odios, vicios m á
males y qué abundancia m ás grande ximos que encienden las teas de las
de bienes b ro tarían de allí. E num era guerras, no hay nada tan apto como la
remos los principales. virtud cristiana, en especial, la justicia.
Primero el que atañe a la dignidad y Sólo por los oficios de esta virtud po
la m isión de la Iglesia. Ella ocuparía drán m antenerse inviolables tanto el
el sitial de honor que le corresponde e derecho de gentes y la santidad de los
iría por su camino, ajena a los odios, pactos como perm anecer firm es los
gozando de la libertad y dispensando lazos de la fraternidad hum ana, con
la gracia divina y la verdad evangélica; venciéndose todos de que la justicia
y eso, p ara singular bendición de los engrandece las naciones(1GL
pueblos. La Iglesia habiendo sido consti
tuida por Dios en m aestra y conductora 19. La cuestión social y política en
de los hom bres podría prestar sus servi el interior. El papel de la Iglesia. Ella
cios especialmente aptos p ara encam i protegería, igualmente, el bienestar pii-
n ar al bien com ún los profundos cam blico m ucho más eficaz y firm em ente
bios que presencia nuestra época, solu de lo que pueden hacerlo las leyes y
cionando, oportunam ente, aun los más las arm as; pues, no hay quien no vea
complicados problem as, fom entando el que, a diario, se agravan los peligros
derecho y la justicia que son los fu n que am enazan la seguridad y tranquili
dam entos más sólidos de una república. 18*
dad públicas, por cuanto bandas de se
18. Segunda ventaja: el acercamiento diciosos — como lo prueban las frecuen- 715
de las naciones, alejando el espectro tes atrocidades de los atentados— cons
de un conflicto. La guerra fría. Ade piran para derrocar y hundir a los
más, se im pulsaría en form a preclara gobiernos.
la unión entre las naciones, el deside Dos problem as se agitan con gran
rátum m áxim o de nuestros tiempos ardor, los que designan con los nom
p ara precaver los trem endos albures de bres de la cuestión social y del proble
las guerras. ma político; ambos m uy graves.
(15) Juan 16, 33. (16) Prov. 14, 31.
68, 20-21 E n c íc l ic a “P raeclara G r a t u l a t io n is ” 523
Como hoy día continúan aún poderosas Rogamos nom inalm ente a los P rín
las causas de la discordia, ¿es de adm i cipes y gobernantes de las naciones,
ra r que una parte tan apreciable de la guiados por su prudencia comprensiva
hum anidad viva sujeta a costum bres y su preocupación por el bien de sus
inhum anas y ritos irrazonables? pueblos, quieran apreciar, sin prejui
Empeñémonos, pues, todos con igual cios, Nuestras orientaciones y favore
celo en restaurar, p ara el com ún bien cer con su autoridad y benevolencia su
de todos, la antigua concordia. Los ejecución. Si sólo una parte de los
tiempos p ara restablecer la unidad y ansiados frutos se produjera constitui
p ara difundir am pliam ente los benefi ría un no pequeño beneficio en medio
cios de la sabiduría cristiana corren de tan ta decadencia de todas las cosas,
muy propicios porque el sentimiento
de la fraternidad hum ana jam ás había en un mom ento en que la inquietud de
penetrado tan hondo en los corazones, los tiempos presentes se ju n ta con el
ni, en edad alguna, el hom bre, para tem or de los futuros.
conocerlos y ayudarles, había visitado El fin del siglo pasado (22> Nos dejó
a sus sem ejantes más ansiosam ente que una E uropa exhausta por las luchas y
ahora. Coches y naves recorren con angustiada por las perturbaciones inte
increíble rapidez las inm ensas extensio riores. Este siglo que rápidam ente corre
nes de la tierra y del m ar, lo cual trae a su térm ino, ¿por qué, invirtiendo los
excelentes ventajas no sólo p ara el co signos, no podría transm itir al género
mercio y la satisfacción de la curiosi hum ano, como herencia, los augurios
dad de los estudiosos sino tam bién para de la concordia junto con la esperanza
propagar la palabra de Dios desde la de los m ayores bienes que la unidad
salida del sol hasta el ocaso^1Q\ de la fe cristiana puede proporcionar?
22. En Cristo está la gracia y el bie 23. Auspicios y Bendición Apostólica.
nestar. Nos no ignoram os que la res Dios que es rico en misericordia(23) y
tauración del orden es un trabajo m uy
en cuyas m anos están los tiempos y los
largo y penoso; ni falten, quizás, quie
nes crean que exageramos N uestras-es
m o m e n to s^\ m ire propicio Nuestros
peranzas y que buscam os más las cosas deseos y votos y benignam ente apresure
ideales que las reales. Pero Nos cifra el cum plim iento de la prom esa de Je
mos toda N uestra esperanza y Nuestra sucristo que dice que se h ará un solo
plena confianza en el Salvador del gé rebaño bajo un solo pastor(25L
nero hum ano, Jesucristo, recordando, Dado en Roma, cerca de San Pedro,
como es justo, cuánto h a realizado la el 20 de Junio de 1894, en el año deci
necedad de la Crwz(2°) y su predica moséptimo de Nuestro Pontificado.
ción de m odo que quedó estupefacta y
confundida la sabiduría de este siglo^1
920212K LEON PAPA XIII.
(19) Ps. 49, 1; 112, 3; Malaq. 1. 11. (23) Cfr. Ecles. 17, 28.
(20) I Cor. 1, 18. (24) Act. 1, 7.
(21) I Cor. 1, 20; 2, 6; 3, 19. (25) Juan 10, 16.
(22) Siglo 18.
<Í3Ü)
7 1. La eficacia del Santo Rosario. Con seando la m irada en torno vuestro, ve
la gozosa expectación y alentadora es réis que esos motivos subsisten y en
peranza de siempre vemos volver el parte se han agravado, por lo cual, en
mes de Octubre, en que, consagrado este año, ha de volver a estim ularse en
por Nuestra exhortación y m andato a vuestros rebaños el fervor de las sú
la B ienaventurada Virgen María , flo plicas a la Reina del cielo.
rece desde hace no pocos años en todo
el m undo católico la unánim e y fer 2. El fruto obtenido, motivo del de
viente devoción del Rosario. Hemos seo de un mayor progreso. Añádase a
explicado m uchas veces el motivo de esto que, al fijar Nuestro pensam iento
Nuestras exhortaciones. en la íntim a naturaleza del Rosario,
Como los calamitosos tiempos p o r cuanto más gloriosas se Nos presenten
que atraviesa la Iglesia y la sociedad su grandeza y utilidades tanto m ás se
civil reclam aban con urgencia el soco acucian el deseo y la esperanza de que
rro inm ediatísim o de Dios, hemos pen Nuestra recom endación tenga tanta
sado que era preciso im plorar ese soco fuerza que el am or a esta santísim a
rro por la intercesión de su Madre y oración produzca progresos aun más
que debía conseguirse principalm ente grandes, al aum entarse su conocimiento
de aquella m anera cuya eficacia el en los corazones y al difundirse esa
pueblo cristiano siempre estimó salu práctica.
dabilísima. P ara ello no queremos repetir las
consideraciones de índole varia que en
Frutos de la devoción. E xperim en años precedentes expusimos sobre el
tóla, en efecto, desde el mismo origen tem a; más bien conviene explicar y
del Rosario m ariano, ya en la defensa enseñar por qué sublime disposición
de la fe contra los crim inales ataques divina sucede, que, gracias al Rosario,
de los herejes, ya en el justo elogio de prim ero influya de un modo suavísimo
las virtudes, el cual h ab rá de volver a en los ánimos de los que ruegan la
entonarse y refirm arse en medio de un confianza de ser escuchados, y segundo
siglo de corrom pidos ejemplos; y la la m aternal m isericordia de la Virgen
experim entó en privado y en público Santísim a para con los hombres, res
por la serie de beneficios cuyo preclaro ponda con sum a benignidad a ese
recuerdo está consagrado por doquiera ruego.
tam bién en instituciones y m onum en
tos. Del mismo modo, en nuestra época, 3. María Medianera de la divina gra
agobiada por los m últiples peligros del cia. El hecho que busquemos, mediante
mundo, nos regocijamos conm em oran nuestras oraciones, el auxilio de María
do los frutos que de él provenían. Sin se basa, ciertam ente, como en su fu n
embargo, Venerables H erm anos, p a damento, en el oficio, que ella constan-
(®) A. S. S. 27 (1894/95) 177-184. Dirigida “a1 todos los Patriarcas, Arzobispos y Obispos y otros
Ordinarios que viven en unión y paz con la Sede Apostólica” . Traduc. totalmente reformada para la 2<f
edición. — Los números en el margen dan las páginas del texto original en ASS„ vol. 27. (P. TI.)
— 525 —
526 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1894) 69, 4-6
tem ente desem peña cerca de Dios, de que conoce todo ello y lo medita. P o r
obtenernos la gracia divina, por ser que al ofrecerse a Dios como sierva p a
M a r ía en sumo grado acepta a Dios a ra ser su madre, y al consagrarse ente
raíz de su dignidad y m éritos y por ram ente a El en el Templo con su Hijo,
aventajar por m ucho el poder de todos ya se asoció, en ambos actos, a ese Hijo
los santos. Este oficio, empero, no está, en la laboriosa expiación del género
quizás, tan m anifiestam ente expresado hum ano; y por esto, no es dudoso que
en ningún modo de oración como en se haya condolido íntim am ente con El
el Rosario en que la participación que en sus acerbísim as angustias y torm en
tuvo la Santísim a Virgen en la obten tos.
ción de la salvación, está explicado casi Por lo demás, en presencia y a la
con efectos tangibles, lo cual redunda vista de M a r ía había de consumarse el
en eximia ventaja p ara la piedad, ya Divino Sacrificio para el cual había
contem plando los sucesivos misterios, alim entado la víctim a de sí mismo, lo
ya repitiendo con labios piadosos las cual en el últim o y más enternecedor
preces. de los m isterios se nom bra, diciendo:
junto a la Cruz de Jesús, estaba María,
4. Los m isterios gozosos. Prim ero su m adreé, la que, movida de inm en
vienen los m isterios gozosos. El Hijo so am or hacia nosotros para acogernos
Eterno de Dios se inclina hacia la h u como hijos, ofreció voluntariam ente el
m anidad, haciéndose hom bre, consin suyo a la justicia divina, m uriendo en
tiendo, empero, M a r ía y concibiendo su corazón con El, traspasada por una
del Espíritu SantoW. Luego, J u a n , por espada de dolor.
una gracia insigne, se santifica en el
seno de su m adre, favorecido con esco 6. Los m isterios gloriosos. F in al
gidos dones para preparar los caminos mente, en los misterios gloriosos que
del Señor^; todo ello, empero, gracias siguen, se confirm a más el mismo ofi
a la salutación de M a r ía que por divina cio misericordioso de la Santísim a Vir
inspiración visita a su prim a. F in al gen, por los mismos hechos. Goza en
mente, Cristo, el Esperado de las Na silencio la gloria de su Hijo, que triu n
c i o n e s viene al m undo y nace de fa de la m uerte; al que sube a su trono
M a r í a ; los pastores y los magos, p ri celestial le sigue con el afecto de m a
micias de la fe, apresurándose piadosa dre; m ereciendo el cielo, se halla rete
mente p ara llegar al pesebre, encuen nida en la tierra, la m ejor consoladora
tran allí al Niño con María, su ma- y m aestra de la naciente Iglesia, pene
d r e ^ . J e s ú s , p ara ofrecerse a Dios trando en los insondables abismos de la
como víctim a en una cerem onia públi divina sabiduría, más allá de cuanto
ca, quiere ser llevado al Templo, por el pudiera creerseH). Mas como el sagrado
m inisterio de M a r í a , a fin de ser allí misterio de la redención no se había de
presentado al S e ñ o r La m ism a Vir cum plir antes que viniera el Espíritu
gen en la m isteriosa pérdida del Niño, Santo, prom etido por Cristo, hallam os
buscándolo con solícita inquietud, lo por eso a la Virgen en el mem orable
encuentra con inm ensa alegría. Cenáculo donde, orando, en unión con
los Apóstoles y por ellos, con inefables
5. Los m isterios dolorosos. Ni de gemidos va m adurando para la Iglesia
otro modo nos hablan los m isterios la gloria del mismo Consolador, don
dolorosos. E n el jard ín de Getsemaní, suprem o de Cristo, tesoro que jam ás
donde Jesús se aflige y se entristece había de faltar ya. Ella trasladada al
hasta la m uerte; y en el Pretorio, donde cielo corona y perpetúa su misión p i
es azotado, coronado de espinas, con diendo por nosotros, la contemplamos
denado a m uerte, M a r ía está, cierta subiendo del valle de lágrim as a la ciu
mente, ausente, pero, m ucho tiempo ha,1*34 dad santa de Jerusalén, rodeada de co-
(1) Le. 1, 35. (5) Le. 2, 22.
: (2) Le. 1, 76; Me. 1, 2. (6) Juan 19, 25:
(3) Ageo. 2, 8. (7) San Bernardo, De 12 prerrogativ. B.M.V.
(4) Le. 2, 16. n. 3 (Migne PL. 183, col. 431-B).
6 9 , 7 -9 E n c íc l ic a ‘T u c u n d a S em per” 527
ros de ángeles; la honram os, exaltada m iendan por las súplicas de la Virgen
en la gloria de los Santos, coronada Santísima, a Quien dirige de continuo
por su Hijo divino con la diadem a de el soberano Señor aquella tierna invi
estrellas y sentada cerca de El, Reina y tación del libro de los Cantares: “Suene
Señora de los Universos. tu voz perpetuamente en mi oído; por
Todas estas cosas, Venerables H erm a que es dulce el sonido de tu voz”^1°>.
nos, en que se m anifiesta el designio de P or esto, vuelven tantas veces, enun
Dios, designio de sabiduría, designio de ciados por nosotros, los que son para
piedad^ y en que brillan al mismo ella títulos gloriosos p ara suplicar. Sa
tiempo los grandísim os beneficios de la ludam os a la que ha encontrado gracia
Virgen Madre en favor nuestro, no pue delante de Dios, y especialmente, la que
den menos de causar en todos una ha sido llena de gracia, cuya sobreabun
honda alegría, inspirándoles la firm e dancia se derram a sobre todos; a aque
confianza de que, por la m ediación de lla con quien el Señor está unido en la
M a r ía , se obtendrá la divina clemencia unión m ás íntim a que pueda darse; a
y misericordia. la bendita entre todas las mujeres que
sola soportó la maldición y trajo la
7. O ración vocal. La oración vocal bendiciónU1), aquel fruto dichoso de
que está en apropiada consonancia con sus entrañas, en quien serán bendeci
los misterios, obra en el mismo sentido. das todas las naciones. La invocamos,
Precede, como es justo, la oración do por último, como a Madre de Dios, y
minical, dirigida al Padre celestial; des am parada con esta sublime dignidad,
pués de haberle invocado con eximias ¿qué no podrá alcanzar ella para nos
peticiones, la voz suplicante se vuelve otros, pobres pecadores?, y ¿qué no
del trono de su M ajestad a M a r í a . Pues, podrem os esperar nosotros de sus ru e
no hay otra ley que la llam ada ley de gos en toda la vida y en la últim a ago
reconciliación y de petición que S a n nía de nuestro espíritu?
B e r n a r d i n o d e S e n a ha form ulado en
esta sentencia: ((Toda gracia que se 9. F uente de confianza y de im petra
comunica a este mundo llega por tres ción. Im posible es que el hom bre que
pasos: es decir de Dios a Cristo, de con fe y fervor se dedique a estas ora
Cristo a la Virgen y de la Virgen a ciones y misterios, no se sienta arreb a
nosotros; así se dispensa la gracia con tado en adm iración, contem plando los
toda regularidad”^ ; de éstos, que son, designios de Dios, realizados en la Sma.
ciertam ente, de diversa naturaleza, Virgen para la salvación de todos los
aquel grado en que solemos reposar pueblos; imposible que no se regocije
más larga y gustosamente, es el último, en pronta confianza de que sea recibido
m ediante el Rosario, en que la saluta en su protección y regazo m aternal, re
ción angélica se recita por decenas, pitiendo las palabras de S a n B e r n a r d o :
como si, de este modo, subiéram os más ¡Acordaos, o piadosísima Virgen Ma
confiadam ente a los otros grados, es ría, que jamás se oyó decir que ninguno
decir, por Cristo a Dios. de cuantos han acudido a vuestra pro
tección, implorado vuestro socorro y
8. E l p o r qué de las repeticiones. pedido vuestros auxilios haya sido des
Elevamos tantas veces la m ism a salu oído ni abandonado!
tación a M a r í a , p ara que nuestra o ra La m ism a virtud que el Rosario po
ción im perfecta y débil sea sostenida see para persuadir a la confianza de
por la necesaria confianza, suplicando ser escuchados a los que rezan, la tiene
a M a r ía que ruegue a Dios por nos tam bién para mover a la m isericordia
otros, como en nuestro nom bre. Pues, al corazón de M a r í a . Le causa, sin
a nuestras plegarias se añade u na m a duda, una gran alegría el vernos y
yor gracia y eficacia cuando se reco- 89 oírnos cuando, según corresponde, va
(8) S. Bernardo, Serm. in Nativ. B.M.V. n. 6;
(Migne PL. 183, col. 440-B). cio) Cant. 2, 14.
(9) S. Bernardino de Sena, Serm. VI in festis (11) S. Thomas op. VIII super salut. ángel, n. 8.
B.M.V. de Annunc., a. 1, s. 2.
528 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1894) 69, 10-12
mos tejiendo la corona de las honrosas píritu hacia las cosas celestiales; puesto
peticiones y de las m ás bellas alaban que el Santo Rosario como todos bien
zas. Pues, cuando, rezando de esta m a saben, consta de dos partes, distintas
nera, damos a Dios la debida gloria y entre sí y, a la vez, unidas: de la medi
la anhelam os p ara El; cuando busca tación de sus m isterios y de la oración
mos únicam ente el cum plim iento de su vocal.
deseo y voluntad; cuando exaltamos su
bondad y m unificencia, dándole el 12. F ru to s de la m editación de los
nom bre de Padre e im plorando en m ás grandes m isterios de la fe. Por
nuestra indignidad, los m ás preciosos esta razón, este método de rezar pide
dones, entonces M a r ía se complace so la especial atención del hom bre por
brem anera en ello, y, verdaderam ente, cuanto no sólo dirige de algún modo
glorifica al Señor <12a) m ediante nuestra a Dios al espíritu hum ano sino que se
piedad. Pues, al recitar la oración do ocupa en tal form a de lo que considera
m inical rezam os u n a oración digna. y m edita que logrará tam bién enseñan
za para la enm ienda de la vida y ali
10. L a oración dom inical. A las pe m ento para toda clase de piedad, dado
ticiones que en ella form ulam os, de que no hay nada más grande ni adm i
suyo tan rectas y bien ordenadas como rable que aquellas verdades en torno
conform es a la fe, esperanza y caridad de las cuales gira la esencia de la fe
cristianas, viene a juntarse el peso de cristiana y de cuya luz y fuerza surgie
cierta recom endación que es gratísim a ron la verdad, la justicia y la paz, las
a la Santísim a Virgen, por cuanto a cuales crearon un nuevo orden de cosas
nuestra voz parece asociarse la voz de en la tierra, produciendo los más go
Jesús su Hijo, quien, siendo su autor, zosos resultados.
entregó esa oración a sus discípulos en Con esto dice tam bién relación la
térm inos precisos, prescribiendo su rezo form a en que estos puntos im portantí
al decir: Así habéis de rezar^12h\ Guan simos se presentan a los devotos del
do, pues, obedecemos a tal prescrip Rosario; es decir, de tal form a que se
ción, en la devoción del Rosario, M a adapten convenientemente a las inteli
r ía se hallará, sin duda, más inclinada gencias aun de los menos instruidos,
a ejercer su misión, llena de am or y por cuanto el rezo está dispuesto de tal
solicitud, y aceptará benévola esta m ís modo que casi no se proponen a la
tica guirnalda, recom pensándonos con consideración las verdades principales
abundancia de dones. de la fe y doctrina sino que, más bien,
se presentan como si los hechos acon
11. Escuela de oración. P o r eso, una teciesen y se repitiesen a la vista del
no despreciable razón de poder esperar que reza, porque cuando se ofrecen
su liberalísim a bondad se halla en el casi con las mismas circunstancias de
mismo método del Rosario, tan apto lugar, tiempo y personas con que suce
p ara rezar bien; porque m uchos y va dieron un día, im presionan m ucho más
riados intereses suelen ap a rta r de Dios los corazones y los mueven a recoger
al que reza y fru stra r su sincero p ro m ayor fruto. Mas como, ordinariam en
pósito, pagando así el tributo a la fra te, penetraron y se im prim ieron en el
gilidad hum ana. Pero quien pondere alm a desde la m ás tierna infancia, re
esto debidamente, com prenderá en el sulta que, apenas enunciados los m iste
acto cuánta eficacia se encierra en el rios, aquel que realm ente se preocupa
Rosario p ara despertar, por un lado, la de la oración, los recorra, sin esfuerzo
acción del espíritu y p ara expulsar la alguno de imaginación, con fácil pen
desidia del corazón; por otro lado, para samiento y corazón, y, con la bendición
excitarnos a saludable dolor sobre los de M a r í a , se im pregna del rocío de la
pecados cometidos y elevar nuestro es- gracia celestial.
(12a) ‘‘Magníficat Dominum”, Luc. 1, 46. (12l’> Mal. 6, 9.
69, 13-16 E n c íc l ic a “ Iu c u n d a S em per” 529
de su eterna infam ia a aquel hom bre virtud de este mismo sentimiento que
que es reo del crim en y de la perfidia Nos mueve a quejarnos del atentado
muy aborrecible por su suprem a m ons sacrilego y de execrarlo, Nos exhorta
truosidad, la m ayor de que haya m em o mos vivamente a las Naciones cristia
ria entre los hom bres, al traidor de nas, y en particular a la Italiana, a que
Cristo. guarden incólume la Religión de sus
A raíz de lo que se h a perpetrado o padres que es su herencia más preciosa,
se intenta p erp etrar a través de las ciu que la defiendan con decisión y no
dades de Italia, se ha desatado una ola cesen de propagarla con la honestidad
de general indignación, deplorándose de sus costum bres y su gran piedad.
am argam ente que se haya violado el
18. Celebración fervorosa del mes de
sacratísim o derecho de la Religión, vio
Octubre. P or eso, Nos deseamos que,
lado y conculcado precisam ente en
por esta razón también, se empeñen a
aquel pueblo cuyos habitantes princi
porfía, en el mes de Octubre, los fie
palmente y con razón se glorían de su
les y las cofradías, m ostrando un fervor
nom bre católico. La vigilante solicitud
constante para honrar a la Augusta Ma
de los Obispos, como era su deber, se
dre de Dios, poderosa protectora de la
enardeció entonces, dirigiendo sus p ro
sociedad cristiana y gloriosísima Reina
testas justísim as a quienes incumbe el
del Cielo. Nos, con todo corazón con
sagrado deber de proteger la dignidad
firm am os las mercedes de las sagradas
de la P atria y de la Religión. No sólo
indulgencias que, a este efecto, hemos
advirtieron a su grey de la gravedad
concedido en años anteriores.
del peligro sino que tam bién la exhor
El Dios, empero, Venerables H erm a
taron a rep arar con especiales solemni
nos, que nos había reservado con toda
dades religiosas la nefanda in ju ria he
cha al am antísim o Autor de nuestra
su misericordiosa providencia a tal Me
salvación.
dianera <13\ y que ha querido que todo
lo recibamos por María*14) se digne
17. Renovada p rotesta por estos sa por medio de su intercesión y gracia
crilegios. Nos, ciertam ente, aprobam os atender Nuestros ruegos comunes y col
íntegram ente el fervor de los buenos, m ar Nuestras esperanzas. P ara ayudar
gloriosamente m anifestado de m uchas a su realización, Nos os im partim os de
m aneras lo cual contribuyó a suavizar todo corazón la Bendición Apostólica,
el dolor que sentíamos por ello en lo a vosotros, al Clero y al rebaño confia
más íntim o del corazón. E n esta opor do a cada uno de vosotros.
tunidad en que os dirigimos la palabra, Dado en Roma, cerca de San Pedro,
ya no podemos sujetar la voz de Nues el 8 de Septiembre de 1894, en el año
tro suprem o cargo, y, con las protestas decimoséptimo de Nuestro Pontificado.
de los Obispos y fieles, Nos unimos
Nuestras m ás enérgicas protestas. Por LEON PAPA XIII.
(13) S. Bernardo, Sobre las 12 Prerrog. BMV (14) S. Bernardino Serm. in Nativ. BMV n. 7
n. 2 (Migne PL. 183, col. 430-C). (Migne PL. 183, col. 441-B).
^ro
1. La preocupación del P ap a por zos muy hum ildes; con qué documentos
las Misiones. E xtender cada día m ás elogiosos y privilegios de indulgencias
am pliam ente entre los gentiles el nom la habían distinguido Nuestros ilustres
bre y el reino de Jesucristo, invitar y predecesores Pío VII, L e ó n XII, Pío
volver a llam ar al seno de la Iglesia a VIII, Gregorio XVI y Pío IX; cuánta
los que se separaron y viven en la ayuda ya había aportado ella para las
disidencia, constituye, ciertam ente, a sagradas Misiones en todo el orbe; y
Nuestro entender, la misión, sobre to qué abundancia más grande de frutos
das las demás cosas sagradas, del su se podía esperar de ella en adelante.
premo m inisterio que desempeñamos. Con el favor de Dios, correspondió
Aguijoneados por la caridad apostólica no exiguo resultado a Nuestro llamado,
ha sido éste en todos Nuestros cuidados ya que vimos cómo, por la actividad de
y afanes desde hace m ucho tiempo, el los Obispos y por la largueza de los fie
deseo constante de Nuestro corazón. les, obedientes a sus instancias, se am
P or este motivo, jam ás hemos dejado plió la benem érita obra en estos últi
de auspiciar, por cuantos medios estén mos años.
a Nuestro alcance, y de m ultiplicar las Pero hoy existen nuevas y m ás urgen
santas expediciones por cuyo esfuerzo tes necesidades que reclam an espíritus
se difunde entre los que y erran la luz m ás abiertos a estos problem as y una
de la sabiduría cristiana, y Nos no he generosidad m ás grande de la caridad
mos cesado nunca, bajo ninguna condi católica, que vuestra habilidad, Vene
ción, de dedicar a su sostenimiento los rables Herm anos, ha de acuciar.
auxilios recogidos entre los pueblos ca
tólicos. Lo hicimos, especialmente, en 3. Estim ulando la m isión y la unión
el año tercero de Nuestro Pontificado, con los orientales. Pues, como vosotros
publicando N uestra Encíclica Sancta bien sabéis, Nos pareció que servía
Dei Civitas, con la intención de recabar mos, m ediante Nuestra Carta apostólica
p ara la insigne institución de la Propa í(Praeclara gratulationis”, publicada en
gación de la Fe el concurso, cada vez el mes de Junio próxim o pasado, a los
más amplio, de la piedad y la genero designios de Dios, llam ando y estim u
sidad católicas.2*1 lando a la unidad de la Fe cristiana a
todas las Naciones de la tierra. Anhe
2. L a O bra de la P ropagación de la lamos como expresión suma de Nues
Fe. Desde entonces Nos com placim os tros deseos, que un día, por Nuestros
en seguir recordando a qué considera esfuerzos, m adure el tiempo, prom etido
ble desarrollo había llegado esta obra por Dios en que se ha de formar un
en breve tiempo, surgiendo de com ien solo rebaño bajo un solo pastorD).
(*) A. S. S. 27 (1894/95) 385-387. Traduc. revisada y corregida para la 2'-' ed. — Los n ú m eros
indican las páginas de ASS, vol. 27. (P. II.)
m a r g in a le s
(1) Juan 10, 16.
— 531 —
532 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1894) 70, 4-6
modo especial, vuestro concurso, y Nos Nos sea más grato, ni para ellos m is
no dudam os que vosotros mismos, que mos y para la Iglesia más saludable que
os esforzáis asiduam ente por sostener secundar Nuestros deseos y sum inis
y prom over con Nos por todos los m e trarnos, con santa emulación y celo,
dios posibles, la causa de la Religión y los recursos, de donde podrem os favo
de la Iglesia secundaréis ardorosam ente recer en form a conveniente y gozosa
con Nos esta egregia obra. y a hacer prosperar lo que Nos insti
tuim os para bien de las iglesias orien
7. Nueva recom endación de la Obra tales.
Pontificia de la Propagación de la Fe.
T rabajad celosamente p ara que la Obra 8. Deseo del favor celestial y Bendi
de la Propagación de la Fe cobre el ción Apostólica. Que Dios, de cuya
m ayor increm ento posible entre los fie gloria se trata únicam ente en la difu
les encomendados a vuestros cuidados. sión del nom bre cristiano y en el resta
En efecto, creemos que un m ayor n ú blecimiento de la unidad de fe y de
mero de fieles se h arán inscribir en la gobierno, dirija una m irada benévola
obra y darán con largueza su óbolo, hacia Nuestros deseos y favorezca lo
según sus facultades, si llegan a cono comenzado.
cer, por vuestras palabras, cuál es la En prenda de sus gracias más selec
excelencia de la obra y la riqueza de sus tas, Nos os concedemos a todos, Vene
tesoros espirituales y cuán grandes son rables Hermanos, a vuestro clero y a
los beneficios que deben esperarse, ac vuestro pueblo, la Bendición Apostólica.
tualm ente con razón, p ara la causa Dado en Roma, cerca de San Pedro,
cristiana. el 24 de Diciembre de 1894, décimo
Lo que seguram ente debe m over a séptimo de Nuestro Pontificado.
ios católicos a obrar en form a decidida
es saber que nada podrán hacer que LEON PAPA XIII.
IE'Sl
LEON PP. XI I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
dosos de que M a r í a h a de ser el lazo Acordaos de los cristianos que son vues
bendito por cuya fuerza sólida y suave, tros servidores; recomendad las oracio
todos cuantos am en en el m undo a nes de todos; ayudad la esperanza de
Cristo, form arán un solo pueblo de h e r todos; consolidad la fe y unid todas las
manos que obedezcan a su Vicario en IglesiasH9). Tal es tam bién la invoca
la tierra, el Romano Pontífice, como a ción de los griegos: Oh Virgen purísi
su com ún Padre. ma, que podéis acercaros a vuestro Hijo
Llegados a este punto, Nuestro p en sin temor de ser desechada; rogadlo,
samiento rem onta los anales de la Igle pues, oh Virgen Santísima, a fin de que
sia hasta los nobilísimos ejemplos de la conceda la paz al mundo; que infunda
unidad prim itiva y se detiene con un un mismo sentir a todas las Iglesias; y
placer indecible en el recuerdo del gran todos os glorificaremos<2°).
Concilio de Efeso. Una firm ísim a u n i
dad de fe y una m ism a com unión de 11. El culto mariano en el Oriente y
culto que en aquellos tiempos vincu sus imágenes traídas del Oriente son
laba el Oriente con el Occidente p are prendas de unión. O tra razón propia y
cieron reinar allí con singular firm eza especial por qué la Santísim a Virgen
y resplandecer con gloria, pues, cuando acceda con m ayor benignidad a las
(17) H ebr. 1, 14. (20) “Menáion” (libro litúrgico de la Iglesia
(18) I Petr. 2, 9. bizantina) 5 de Mayo, Theodokíon post od. IX
(19) San Germán In Ilist. in dormit. Deiparae.
538 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1895) 7 1 , 12
plegarias en favor de las Iglesias disi tí simo Rosario fue instituido para con
dentes se añade aquí a la anterior; son seguirla en form a óptim a y ubérrim a.
los egregios m éritos que respecto de la En otras ocasiones ya hemos indicado
devoción m ariana tienen, especialm en que no era la ventaja m enor de este
te, las Iglesias orientales. Es a ellas que
piadoso ejercicio que el cristiano posea
se debe en gran parte la propagación y en él un medio pronto y fácil para
134 el fom ento de su veneración; en su seno n u trir su fe y defenderse de la igno
surgieron varones mem orables que afir rancia y del peligro del error, como lo
m aban y defendían la dignidad de M a ponen de manifiesto los mismos oríge
r í a , im portantísim os por el poder de
nes del Rosario. Patente está la relación
su elocuencia y sus escritos, panegiris estrecha que guarda con M a r ía todo lo
tas ilustres por su ardor y la suavidad que en él se ejercita y se fom enta sea
de sus palabras, emperatrices gratísi m ediante las preces que se repiten, sea,
mas a los ojos de Dios que siguieron el sobre todo, m ediante los m isterios que
ejemplo de la purísim a Virgen, im ita se m editan. Pues, cuando ante Ella reza
ron su m unificencia y erigieron templos mos con devoción el Rosario volvemos
y basílicas p ara practicar el culto al a vivir, conm em orando, la obra adm i
Rey. rable de la redención, de tal modo que
contem plam os como hechos presentes
Será lícito agregar aquí un asunto no
ajeno al tem a y que redunda en gloria que se desenvuelven ante nuestros ojos,
de la Santísim a Madre de Dios. No hay los acontecimientos cuyo desarrollo y
quien ignore que gran núm ero de las efecto la vinieron a constituir al m is
augustas imágenes de M a r ía fueron mo tiempo en Madre de Dios y Madre
traídas, en diversas épocas, del Oriente nuestra.
al Occidente, especialmente a Italia y La grandeza de esta doble dignidad
a esta Urbe. Nuestros padres no sólo y los frutos de este doble m inisterio
las recibieron con sum a piedad y las aparecen con vivos fulgores cuando
veneraron m agníficam ente sino que. piadosam ente meditam os cómo M a r ía
con igual devoción, sus nietos las p ro se asocia a su Hijo en los m isterios go
curan h o n rar como sacratísim as. E n zosos, dolorosos y gloriosos. De allí
este hecho el ánim o se goza reconocien resulta que el alm a se inflam e en am or
do cierta señal y gracia de nuestra be agradecido para con Ella, y, desdeñan
nignísim a Madre; pues, Nos parece que do todo lo caduco, se empeñe, con firme
estas imágenes se conservan entre nos voluntad, en m ostrarse digna de tal
otros como testigos de aquellos tiempos Madre y de sus beneficios. Y como esa
en que la fam ilia de los cristianos vivía
frecuente y fiel recordación no puede
estrecham ente unida por doquiera, y menos de agradar m uy íntim am ente a
como prendas bien caras de la común esa Madre, por m ucho la m ejor de to
herencia. El m irarlas (como si la Vir das, y de m overla a m isericordia para
gen m ism a exhortara a ello) invita los con los hombres, por eso, Nos hemos
corazones a que recuerden piadosa dicho, que el rezo del Rosario será ei
mente a aquellos a quienes la Iglesia ejercicio más oportuno con qué enco
llam a con sumo am or a que tornen a m endarle la causa de los herm anos se
la prístina concordia y a la alegría de parados; porque esto incum be propia
su abrazo. 12 mente a su misión de Madre, por cuanto
los que son de Cristo no han sido con
12. E l Rosario provechosa oración cebidos por M a r ía ni lo han podido
de unión. De este modo, Dios mismo ser si no en una m ism a fe y un mismo
ofreció en M a r ía una protección efica am or; pues, por ventura ¿Cristo está
císima p ara la unidad cristiana. Aunque diuidido?(21\ y todos debemos vivir la
no la m erecerá un solo modo de ora vida de Cristo a fin de que en el mismo
ción, sin em bargo creemos que el san- cuerpo fructifiquemos para Dios^22K
(21) I Cor.' 1, 13. (22) Rom. 7, 4.
71. 13-16 E n c íc l ic a “ A d iu t r ic e m P o p u l i” 539
de la caridad, los vuelva prontos y útilísim o patrocinio con que Ella reco
constantes p ara sostener la gloria de la noció y recompensó la eximia devoción
Religión, en la que van incluidos asi que todas las clases sociales le m ani
mismo los m ayores beneficios para el festaran en el transcurso de muchos
Estado. siglos.
Logre ser oída la voz suplicante del
17. Plegaria a María por los disidenOriente y del Occidente y de todas las
tes. Dígnese E lla m ira r asim ism o con naciones católicas dondequiera habiten;
esDecialísima benevolencia a los pue logre ser oída la N uestra que desde lo
blos disidentes, naciones grandes e ilus más profundo del alm a clama: Mostrad
tres en que laten tantos corazones ge que sois Nuestra Madre.
nerosos, conscientes de sus deberes cris
tianos; dígnese suscitar en ellos anhelos Bendición Apostólica. E n tre tanto, y
saludables y nobles propósitos, y des como testimonio de Nuestra benevo
pués de haberlos suscitado favorezca lencia os im partim os con am or la ben
su realización. dición Apostólica a vosotros, a vuestro
clero y al pueblo confiado a vuestro
En cuanto a los disidentes orientales
cuidado.
quiera Ella recordar la devoción acen Dado en Roma, junto a San Pedro,
drada que le profesan y las gestas su el 5 de Septiembre de 1895, año deci-
blimes que sus antepasados realizaron mooctavo de Nuestro Pontificado.
por la gloria de su nombre. E n cuanto
a los occidentales baste rem em orar el LEON PAPA XIII.
Disposición
IN TR O D U C C IO N :
1. Florecimiento de la devoción a María (1)
2. María y la expansión del reino de Dios (2-3)I.
I. M a r í a , n u e s t r a M a d r e (4)
Debajo de la Cruz (4) — en la Iglesia primitiva (4) — en el cielo (5-6)
II . M a r í a , b a l u a r t e d e l a v e r d a d e r a f e (7)
Testimonio de S. Cirilo (7) — Confianza de Santo Domingo (7) — Testi
monios de los Padres y los Papas (7-8)
(9)
I I I . M a r í a , v í n c u l o d e la u n i ó n
En Efeso (9) — en nuestro tiempo (10): el culto mariano en el Oriente (11)
— el Rosario, lazo de unión (12) — El Rosario en el Oriente cristiano
y su Templo en Patras (14-15).
E P IL O G O :
1. Beneficios del Santo Rosario (16)
2. Plegaria por los disidentes (17)
ENCICLICA “SATIS COGNITUM” ()
(29-VI-1896)
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
— 541 —
542 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1896) 72, 3-5
de su vida. “Y todas las naciones aflui bros del cuerpo, aunque numerosos,
rán hacia ella y dirán: Venid, ascen no son sino un solo cuerpo: así es
damos a la montaña del Señor, vamos Cristo(25). Y es por esto por lo que nos
a la Casa del Dios de Jacob y nos en dice tam bién que este cuerpo está uni
señará sus caminos y marcharemos por do y ligado. “Cristo es el jefe, en virtud
sus senderos” , del que todo el cuerpo unido y ligado
Optato de Milevo dice a propósito por todas sus coyunturas que se pres
de este pasaje: “Está escrito en la pro tan mutuo auxilio por medio de opera
fecía de Isaías: La ley saldrá de Sión y ciones proporcionadas a cada miembro,
la palabra de Dios de Jerusalén”. No recibe su acrecentamiento para ser edi
es, pues, en la montaña de Sión donde ficado en la caridad”(26>. Así, pues, si
Isaías ve el valle, sino en la montaña algunos miembros está separados y ale
santa, que es la Iglesia, y que llenando jados de los otros miembros, no po
todo el mundo romano eleva su cima drán pertenecr a la m ism a cabeza como
hasta el cielo... La verdadera Sión es el resto del cuerpo. t(Hay — dice S an
piritual es, pues, la Iglesia, en la cual Cipriano — un solo Dios, un solo Cris
Jesucristo ha sido constituido Rey por to, una sola Iglesia de Cristo, una sola
Dios Padre, y que está en todo el mun fe, un solo pueblo que, por el vínculo
do, lo cual es exclusivo de la Iglesia de la concordia, está fundado en la
católica(2
122K Y he aquí lo que dice S an unidad sólida de un mismo cuerpo. La
Agustín : “¿Qué hay más visible que unidad no puede ser amputada; un
una montaña?”. Y sin embargo, hay cuerpo, para permanecer único, no
m ontañas desconocidas que están situa puede dividirse por el fraccionamiento
das en un rincón apartado del globo... de su organismo” P ara m ejor de
Pero no sucede así con esa montaña, clarar la unidad de su Iglesia, Dios nos
pues que ella llena toda la superficie la presenta bajo la imagen de un cuer
de la tierra y está escrita de ella que po anim ado, cuyos miem bros no pue
está establecida sobre las cimas de las den vivir sino a condición de estar unh
montañasv(23>. dos con la cabeza y de tom ar sin cesar
de ésta su fuerza vital; separados han
12. El Cuerpo Místico de Cristo. Es de m orir necesariamente. No puede (la
preciso añadir que el Hijo de Dios Iglesia) ser dividida en pedazos por el
decretó que la Iglesia fuese su propio desgarramiento de sus miembros y de
cuerpo místico al que se uniría p ara sus entrañas. Todo lo que se separe del
ser su cabeza, del mismo modo que en centro de la vida no podrá vivir por sí
el cuerpo hum ano que tomó por la solo ni respirar(28L Ahora bien; ¿en
E ncarnación la cabeza m antiene a los qué se parece un cadáver a un ser
m iembros en u na necesaria y n atu ral vivo? Nadie jamás ha odiado a su car
unión. Y así como tom ó u n cuerpo ne, sino que la alimenta y la cuida co
m ortal único que entregó a los torm en mo Cristo a la Iglesia, porque somos
tos y a la m uerte, p ara pagar el rescate los miembros de su cuerpo formados
de los hom bres, así tam bién tiene un de su carne y de sus huesos^29).
cuerpo místico único en el que, y por Que se busque, pues, otra cabeza p a
medio del cual hizo p articipar a los recida a Cristo, que se busque otro
hom bres de la santidad y de la salva Cristo si se quiere im aginar otra Igle
ción eterna. “Dios hizo (a Cristo) jefe sia fuera de la que es su cuerpo. “Mi
de toda la Iglesia que es su cuerpo”(24h rad de lo que debéis guardaros, ved
Los m iem bros separados y dispersos por lo que debéis velar, ved lo que de
no pueden unirse a u na sola y m isma béis tener. A veces se corta un miem
cabeza p ara form ar un solo cuerpo. bro en el cuerpo humano, o más bien,
Pues S an P ablo dice: Todos los miem se le separa del cuerpo una mano, un
(21) Is. 2, 2-3. (25) I Cor. 12, 12.
(22) Optato de Milevo, De schism. Donat. lib. (26) Efes. 4, 15-16.
III. n<> 2. P.L. 11, 995-997. (27) S. Cipr. De cath. Eccl. Unit. 23. P.L. 4, 517.
(23) S. Aug. In Ep. Jn. tr. I, 13. P.L. 35, 1988. (28) S. Cipr. De cath. Eccl. Unit. 23. P.L. 4, 517.
(24) Efes. 1, 22-23. (29) Efes. 5, 29-30.
E n cíclicas P on tificias 18
546 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1896) 72, 13-15
dedo, un pie. ¿Sigue el alma al miem pia unión con su Padre: os pido... que
bro cortado? Cuando el miembro está sean todos una misma cosa, como vos,
en el cuerpo, vive; cuando se le corta, mi Padre, estáis en mí y yo en p o s ( 3 4 ) .
pierde la vida. Así el hombre en tanto
que vive en el cuerpo de la Iglesia es 14. U nidad absoluta en la fe. Una
cristiano católico; separado se hará he tan grande y absoluta concordia entre
rético. El alma no sigue al miembro los hom bres debe tener por fundam en
amputado”(S0K to necesario la arm onía y la unión de
la que seguirá naturalm ente la arm o
nía de las voluntades y el concierto en
13. U nidad de los m iem bros con la las acciones. Por esto, según su plan
cabeza y entre sí. La Iglesia de Cristo divino, J esús quiso que la unidad de la
es, pues, única y además, perpetua: fe existiese en su Iglesia; pues la fe es
quien se separa de ella, se ap arta de la el prim ero de todos los vínculos que
voluntad y de la orden de J esucristo unen al hom bre con Dios, y a ella es a
Nuestro Señor, deja el camino de sal la que debemos el nom bre de fieles.
vación y corre a su pérdida. “Quien se “Un solo Señor, una sola fe, un solo
separa de la Iglesia para unirse a una bautismo” es decir, del mismo m o
esposa adúltera, renuncia a las prome do que no tienen más que un solo Se
sas hechas a la Iglesia. Quien abando ñor y un solo bautismo, así todos los
ne a la Iglesia de Cristo no logrará las cristianos del m undo no deben tener
recompensas de Cristo... Quien no guar sino una sola fe. Por esto el Apóstol
da esta unidad, no guarda la ley de S an P ablo no pide solamente a los
Dios, ni guarda la fe del Padre y del cristianos que tengan los mismos sen
Hijo, ni guarda la vida ni la salud” (31\ timientos y huyan de las diferencias
de opinión, sino les conjura a ello por
715 Pero Aquel que ha instituido la Igle los motivos más sagrados: “Os conjuro,
sia única, la ha instituido una; es de hermanos míos, por el nombre de nues
cir, de tal naturaleza, que todos los que tro Señor Jesucristo, que no tengáis
debían ser sus m iem bros habían de más que un mismo lenguaje, ni sufráis
estar unidos por los vínculos de una cisma entre vosotros; sino que estéis
sociedad estrechísim a, hasta el punto todos perfectamente unidos en el mis
de form ar un solo pueblo, un solo rei mo espíritu y en los mismos sentimien
no, un solo cuerpo. “Sed un solo cuer
tos”<36L Estas palabras no necesitan
explicación, son por sí m ismas bastante
po y un solo espíritu, como habéis sido elocuentes.
llamados a una sola esperanza en vues
tra vocación”(32\ 15. P unto en que m uchos yerran.
Además, aquellos que hacen profesión
E n vísperas de su m uerte, J esucristo de cristianism o reconocen de ordinario
sancionó y consagró del modo m ás que la fe debe ser una. El punto más
augusto su voluntad acerca de este im portante y absolutam ente indispen
punto en la oración que dirigió a su sable, aquel en que yerran muchos,
Padre: No ruego por ellos solamente, consiste en discernir de qué es n atu ra
sino por aquellos que por su palabra leza, de qué especie es esta unidad.
creerán en mí... a fin de que ellos tam Pues aquí, como Nos lo hemos dicho
bién sean una sola cosa en nosotros... m ás arriba, en sem ejante asunto no
a fin de que sean consumados en la hay que juzgar por opinión o conjetu
unidad(33). Y quiso tam bién que el ra, sino según la ciencia de los hechos
vínculo de la unidad entre sus discí hay que buscar y com probar cuál es
pulos fuese tan íntim o y tan perfecto la unidad de la fe que Jesucristo ha
que lim itase en algún modo a su pro- im puesto a su Iglesia.
(30) S. Aug. sermo 267, n9 4. P.L. 38, 1231. (33) Juan 17, 20. 22-23.
(31) S. Cipr. De Cath. Eccl. Unit. 6. P.L. 4, 503. (34) Juan 17, 21.
(32) Efes. 4, 4. (35) Efes. 4, 5.
(36) I Cor. 1, 10.
72, 16-17 E n c íc l ic a “ S a t is C o g n it u m ” 547
716 La doctrina celestial de Jesucristo, del cristianismo. Los hechos que vamos
aunque en gran parte esté consignada a recordar están confirm ados por las
en libros inspirados por Dios, si h u Sagradas Letras, y son conocidos de
biese sido entregada a los pensam ientos todos.
de los hom bres no podría por sí m isma
unir los espíritus. Con la m ayor faci 17. Creer toda la doctrina de Cristo.
lidad llegaría a ser objeto de in terp re prueba, por la virtud de sus
J e s u c r is t o
taciones diversas, y esto no sólo a cau milagros, su divinidad y su m isión di
sa de la profundidad y de los m isterios vina; habla al pueblo para instruirle
de esta doctrina, sino por la diversidad en las cosas del cielo y exige absoluta
de los entendim ientos de los hom bres y mente que se preste entera fe a sus
de la turbación que nacería del choque enseñanzas; lo exige bajo la sanción de
y de la lucha de contrarias pasiones. recom pensas o de penas eternas. “Si no
De las diferencias de interpretación hago las obras de mi Padre no me
nacería necesariam ente la diversidad de creáis” (39>. “Si no hubiese hecho entre
los sentimientos, y de ahí las contro ellos obras que ningún otro ha hecho,
versias, disensiones y querellas como no tendrían pecado”(40>. “Pero si yo
las que estallaron en la Iglesia en hago esas obras y no queréis creer en
la época m ás próxim a a su origen: mí, creed en mis obras”(41). Todo lo que
He aquí por qué escribía S a n I r e n e o ordena, lo ordena con la m ism a auto
hablando de los herejes: “Confiesan ridad; en el asentimiento de espíritu 717
las Escrituras, pero pervierten su inter que exige, no exceptúa nada, nada dis
pretación”(37\ Y S a n A g u s t í n : “El ori tingue. Aquellos, pues, que escuchaban
gen de las herejías y de los dogmas a J e s ú s , si querían salvarse, tenían el
perversos que tienden lazos a las almas deber, no solamente de aceptar en ge
y las precipitan en el abismo, está úni neral toda su doctrina, sino de asentir
camente en que las Escrituras que son plenam ente a cada una de las cosas que
buenas se entienden de una manera enseñaba. Negarse a creer, aunque sólo
que no es buena”16 fuera en un punto, a Dios cuando h a
bla, es contrario a la razón.
16. Principio de unidad en la fe. Al punto de volverse al cielo, envía
P ara un ir los espíritus, p ara crear y a sus Apóstoles revistiéndolos del m is
conservar la concordia de los senti mo poder con el que el Padre le en
mientos, era necesario adem ás de la viara, les ordenó que esparcieran y
existencia de las Sagradas E scrituras, sem braran por todo el m undo su doc
otro principio. La sabiduría divina lo trina. “Todo poder me ha sido dado csi
exige, pues Dios no ha podido querer el cielo y sobre la tierra. Id y enseñad
la unidad de la fe sin proveer de un a todas las naciones... enseñadlas a
modo conveniente a la conservación de observar todo lo que os he manda-
esta unidad, y las mismas Sagradas do”(42K Todos los que obedezcan a los
Escrituras indican claram ente que lo Apóstoles serán salvos, y los que no
ha hecho, como lo diremos más ade obedezcan perecerán.
lante. Ciertamente el poder infinito de “Quien crea y se bautice será salvo;
Dios no está ligado ni constreñido a quien no crea será condenado” (43>. Y
ningún medio determ inado, y toda cria como conviene soberanam ente a la P ro
tura le obedece como un dócil in stru videncia divina no encargar a alguno
mento. Es pues, preciso buscar, entre de una misión, sobre todo, si es im por
todos los medios de que disponía J e tante y de gran valor, sin darle al m is
s u c r i s t o , cuál es el principio de unidad mo tiempo los medios de cum plirla,
en la fe que quiso establecer. J e s u c r is t o prom ete enviar a sus discí
P ara esto hay que rem ontarse con pulos al E spíritu de verdad que perm a
el pensam iento a los prim eros orígenes necerá con ellos eternam ente. “Si me
(37) S. Iren. Ad. Haer. III, 12, n? 12. P.G. 7, 906. (40) Juan 15, 24.
(38) S. Aug. Evang. Joa. Iract. 18, c. 5, n? 1. (41) Juan 10, 38.
P.L. 35, 1536. (42) Mat. 28, 18-20.
(39) Juan 10, 37. (43) Me. 16, 16.
548 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1896) 72, 18-20
Pero no fue esto solo: ordenaron a sus dispersan su rebaño: El que no está
sucesores que escogieran hom bres p ro conmigo — dijo— está contra mí, y el
pios p ara esta función y que les revis que no recoge conmigo, desparram a^.
tieran de la m ism a autoridad y les con Penetrada plenam ente de estos p rin
fiasen a su vez el cargo de enseñar. cipios, y cuidadosa de su deber, la
Tú, pues, hijo mío, fortifícate en la Iglesia nada ha deseado con tanto ard o r
gracia que está en Jesucristo, y lo que ni procurado con tanto esfuerzo, como
has escuchado de mí delante de gran conservar del modo m ás perfecto la
número de testigos, confíalo a los hom integridad de la fe. P or esto ha m irado
bres fieles que sean capaces de ins como a rebeldes declarados y ha deste
truir en ello a los otros^D. Es, pues, rrado de su seno a todos los que no
verdad que, así como J e s u c r is t o fue piensan como ella sobre cualquier p u n
enviado por Dios y los Apóstoles por to de su doctrina.
J e s u c r is t o , del mismo modo los Obis*
pos y todos los que sucedieron a los 22. No es lícito separarse en lo más
Apóstoles son enviados por los Após mínimo del magisterio de la Iglesia.
toles. Los arríanos, los m ontañistas, los no-
19 Los Apóstoles nos han predicado el vacianos, los cuartodecim anos, los euti-
Evangelio enviados por Nuestro Señor quianos no abandonaron, seguramente,
Jesucristo y Jesucristo fue enviado por toda la doctrina católica, sino solam en
Dios. La misión de Cristo es la de Dios, te tal o cual parte, y, sin embargo,
la de los Apóstoles es la de Cristo, y ¿quién ignora que fueron declarados
ambas han sido instituidas según el herejes y arrojados del seno de la Igle
orden y por la voluntad de Dios... Los sia? Un juicio sem ejante ha condenado
Apóstoles predicaban el Evangelio por a todos los favorecedores de doctrinas
naciones y ciudades; y después de ha erróneas que fueron apareciendo en las
ber examinado según el espíritu de diferentes épocas de la historia. Nada
Dios, a los que eran las primicias de es más peligroso que esos heterodoxos
aquellas cristiandades, establecieron los que, conservando en lo demás la inte
Obispos y los Diáconos para gobernar gridad de la doctrina, con una sola
a los que habían de creer en lo suce palabra, como gota de veneno, corrom
sivo... Instituyeron a los que acabamos pen la pureza y sencillez de la fe que
de citar y más tarde tomaron sus dis hemos recibido de la tradición domini
posiciones para que cuando aquéllos cal, después apostólica^60).
murieran, otros hombres probados les Tal ha sido constantem ente la cos
sucedieran en su ministerio(58>. tum bre de la Iglesia, apoyada por el
21. Conservación de la doctrina. Es, juicio unánim e de los Santos Padres,
pues, necesario que de una m anera que siempre han m irado como excluido
perm anente subsista, de u na parte, la de la com unión católica y fuera de la
misión constante e inm utable de ense Iglesia a cualquiera que se separe en
ñ ar todo lo que J e s u c r is t o h a enseña lo más m ínim o de la doctrina enseñada
do, y de otra, la obligación constante e por el magisterio auténtico. S a n E p i f a -
inm utable de aceptar y de profesar to n io , S a n A g u s t í n , T e o d o r e t o , han
da la doctrina así enseñada. S a n C i mencionado un gran núm ero de here
p r i a n o lo expresa de un modo exce jías de su tiempo. S a n A g u s t í n hace 720
lente en estos térm inos: notar que otras clases de herejías pue
Cuando nuestro Señor Jesucristo, en den desarrollarse, y que, si alguno se
el Evangelio declara que aquellos que adhiere a una sola de ellas, por ese
no están con El son sus enemigos, no mismo hecho se separa de la unidad
designa una herejía en particular, sino católica.
denuncia como adversarios suyos a to De que alguno diga que no cree en
dos aquellos que no están enteramente esos errores (esto es, las herejías que
con El, y que no recogiendo con El578 acaba de enum erar), no se sigue que
(57) II Tim. 2, 1-2. (59) S. Cipr. Ep. 49 ad Magnum 1. P.L. 3, 1138.
(58) Clemente Rom. Epit. I Cor. cop. 42-44. (60) Auctor Tract. de Fide Ortliod. c. Arianos.
P.G. 1, 291-298. c. 1. P.L. 17, 552.
550 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1896) 72, 23-28
deba creerse y decirse católico. Pues cas, a las que todo cristiano da su asen
puede haber y pueden surgir otras he timiento y su fe, parecen decir: En nos
rejías que no están mencionadas en otros está la palabra de la verdad. Pero
esta obra y cualquiera que abrazase no debemos creerles ni apartarnos de
una sola de ellas cesaría de ser cristia la primitiva tradición eclesiástica, ni
no católico (61). creer otra cosa que lo que las Iglesias
23. San Pablo insiste en la integri
de Dios nos han enseñado por la tradi
dad de la fe. Este medio, instituido
ción sucesiva(67\
por Dios p ara conservar la unidad de 25. San Ireneo. Escuchad a San Ire-
la fe, de que Nos hablam os, está ex neo: La verdadera sabiduría es la doc
puesto con insistencia por S an P ablo trina de los Apóstoles... que ha llegado
en su epístola a los de Efeso, al exhor hasta nosotros por la sucesión de los
tarlos en prim er térm ino, a conservar Obispos... al trasmitirnos el conoci
la arm onía de los corazones. Aplicaos miento muy completo de las Escrituras,
a conservar la unidad del espíritu por conservándolas sin alteración(68>.
el vínculo de la paz (62634>; y como los
corazones no pueden estar plenam ente 26. T ertuliano. He aquí lo que dice
unidos por la caridad, si los espíritus T ertuliano : E s evidente que toda doc
no están conform es en la fe, quiere que trina, conforme con las de las Iglesias
no haya entre todos ellos m ás que una apostólicas, madres y fuentes primiti
m ism a fe. Un solo Señor y una soleé vas de la fe, debe ser declarada verda
dera; pues, ella guarda sin duda lo que
Y quiere una unidad tan perfecta, las Iglesias han recibido de los Após
que excluya todo peligro de error a fin toles, los Apóstoles de Cristo, Cristo de
de que no seamos como niños vacilan Dios... Nosotros estamos siempre en
tes llevados de un lado a otro a todo comunión con las Iglesias apostólicas;
viento de doctrina por la malignidad de ninguna tiene diferente doctrina; este
los hombres, por la astucia que arras es el mayor testimonio de la verdad^Q9L
tra a los lazos del error(64>. Y enseña 27. San H ilario. Y S an H ilario :
que esta regla debe ser observada, no
“Cristo, sentado en la barca para ense
durante un período de tiem po deter ñar, nos da a entender que los que
m inado, sino hasta que lleguemos todos
están fuera de la Iglesia no pueden
a la unidad de la fe, en la medida de tener ninguna unión con la palabra
los tiempos de la plenitud de Cristo(65). divina. Pues la barca representa a la
¿Pero dónde ha puesto J esucristo el
Iglesia, en la que sólo el Verbo de ver
principio que debe establecer esta u n i
dad reside y se hace escuchar, y los
dad y el auxilio que debe conservarla?
que están fuera de ella y fuera perma
Helo aquí: fía hecho a unos Apóstoles,
necen, estériles e inútiles como la are
a otros pastores y doctores para la per na de la ribera, no pueden compren
fección de los Santos, para la obra del derle” (70).
ministerio, para la edificación del cuer
po de Cristo^*9). 28. San Gregorio y San Basilio. R u
24. Orígenes ensalza la tradición. fino alaba a S an Gregorio N aciance -
E sta es tam bién la regla que desde la no y a S an B asilio porque “se entre
antigüedad m ás rem ota h an seguido gaban únicamente al estudio de los li
siempre y unánim em ente h an defendi bros de la Escritura Santa, sin tener la
do los Padres y los doctores. Escuchad presunción de pedir su interpretación
a Orígenes: Cuantas veces nos mues- a su propia inteligencia, sino que la
tran los herejes las Escrituras canóni buscaban en los escritos y en la auto-
(61) S. Agust. De Hseres. n? 88. PL. 42, 50. (67) Orígenes, Vetus interpr. Comm. in Mt. n. 46.
(62) Efes. 4, 3. P.G. 13, 1667.
(63) Efes. 4, 5. (68) S. Ireneo, Contra haer., 1. IV, c. 33, n. 8.
(64) Efes. 4, 14. P.G. 7, 1077.
(65) Efes. 4, 13. (69) Tertul. De praescript., c. 21. P.L. 2, 33.
(66) Efes. 4, 11. (70) S. Hilar. Comment. in Mat. 23, n. 1. P.L.
9, 993.
72, 29-30 E n c íc l ic a “ S a t is C o g n it u m ” 551
ridad de los antiguos, quienes a su vez, pecto de las faltas en el orden moral,
según era evidente, recibieron de la hay que aplicarlo a los errores de en
sucesión apostólica la regla de su inter tendimiento en el orden de la fe. Quien
pretación”(71>. se hace culpable en un solo punto se
29. Cristo instituyó el m agisterio. Es, hace trasgresor de todos<74). Esto es
pues, incuestionable, después de lo que aun más verdadero en los errores del
acabam os de decir, que J e s u c r is t o ins entendimiento. No es, en efecto, en el
tituyó en la Iglesia u n m agisterio vivo, sentido más propio, como pueda lla
auténtico y adem ás perpetuo, investido m arse trasgresor de toda la ley a quien
de su propia autoridad, revestido del haya cometido una sola falta m oral,
espíritu de verdad, confirm ado por m i pues si puede aparecer despreciado a
lagros, y quiso, y m uy severamente lo la m ajestad de Dios, autor de toda la
ordenó, que las enseñanzas doctrinales ley, ese desprecio no aparece sino por
una especie de interpretación de la vo
de ese m agisterio fuesen recibidas como
luntad del pecador. Al contrario, em
las suyas propias. Cuantas veces, por
pero, quien en un solo punto rehúsa su
lo tanto, declarare ese m agisterio que
asentimiento a las verdades divinam en
tal o cual verdad form a parte del con
junto de la doctrina divinam ente reve te reveladas, realm ente abdica de toda
la fe, pues rehúsa someterse a Dios en
lada, todos deben tener por cierto que
cuanto es la soberana verdad y el m o
es verdad; pues si en cierto modo p u
tivo propio de la fe. En muchos pun
diera ser falso, se seguiría, lo cual es
evidentemente absurdo, que Dios m is
tos están conmigo, en otros no están
mo sería el autor del erro r de los hom
conmigo; pero a causa de los puntos en
bres, Señor, si estamos en el error Vos
que no están conmigo, de nada les sirve
mismo nos habéis e n g a ñ a d o Ale estar conmigo en todo lo demás (75).
jado, pues, todo motivo de duda, ¿pue Nada es m ás justo; porque aquellos
de a nadie perm itirse rechazar alguna que no tom an de la doctrina cristiana
de esas verdades, sin que se precipiten sino lo que quieren, se apoyan en su
abiertam ente en la herejía, sin que se propio juicio y no en la fe, y al rehusar
separe de la Iglesia y sin que repudie reducir a servidumbre toda inteligencia
en conjunto toda la doctrina cristiana? bajo la obediencia de Cristo(76) obede
30. Separarse en u n punto es sepa cen en realidad a sí mismos antes que
rarse en todo. Pues tal es la n aturaleza a Dios. Vosotros que en el Evangelio
de la fe, que nada es más imposible que creéis lo que os agrada y os negáis a
creer esto y dejar de creer aquello. La creer lo que os desagrada, creéis en
Iglesia profesa efectivamente que la fe vosotros mismos mucho más que en el
es ((una virtud sobrenatural por la que, Evangelio(77).
bajo la inspiración g con el auxilio de Los Padres del Concilio Vaticano n a
la gracia de Dios, creemos que lo que da de nuevo dictam inaron al respecto
nos ha sido revelado por El es verda pues sólo se conform aron con la insti
dero; y lo creemos, no a causa de la tución divina y con la antigua doctrina
verdad intrínseca de las cosas, vista a de la Iglesia y con la naturaleza misma
la luz natural de nuestra razón, sino a de la fe, cuando form ularon este de
causa de la autoridad de Dios mismo, creto: Se deben creer como de fe divina
que nos revela esas verdades, y que no y católica todas las verdades que están
puede engañarse ni engañarnos” (717273>. contenidas en la palabra de Dios escrita
Si hay, pues, un punto que ha sido o trasmitida por la tradición, y que la
revelado evidentemente por Dios y nos Iglesia, bien por un juicio solemne o
negamos a creerlo, entonces no se cree por su magisterio ordinario y univer
absolutam ente en nada con fe divina. sal propone como divinamente reve
Pues el juicio que emite S a n t i a g o res la d a ^ .
(71) Ruf. Hist. Eccl., I. II, c. 9. P.L. 21, 518. (75) S. Agust. in Psalm. 54, n. 19. P.L. 36, 641.
(72) Ricardo de S. Víctor, De Trinit., 1. I, c. 2. (76) II Cor. 10, 5.
P.L 196. 891. (77) S. Agust. cont. Faust. 1. 17, 3. P.L. 42, 342.
(73) Conc. Vatic., sess. III, c. 3. Denz. nr. 1789. (78) Conc. Vatic., sess. III, c. 3. Denz. nr. 1792.
(74) Stgo. 2, 10.
552 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1896) 72, 31-3a
que existían en su tiem po y a los que sociedad humana. P or esto vemos que
debían de existir m ás tarde: p ara que le las Sagradas Escrituras la designan con
siguiesen como Jefe y Salvador, y no los nom bres que convienen a una socie
aislada e individualm ente, sino todos dad perfecta. Llámasela, no solamente
en conjunto, unidos en un solo haz de Casa de Dios, la Ciudad colocada sobre
personas y de corazones, p ara que de la montaña, donde todas las naciones
esta m ultitud resultase un solo pueblo, deben reunirse, sino tam bién Rebaño
legítimamente constituido en sociedad; que debe ser gobernado por un solo
un pueblo verdaderam ente uno por la pastor, y en el que deben refugiarse
com unidad de fe, de fin y de medios todas las ovejas de Cristo; tam bién es
apropiados a alcanzar a éste; u n pue llam ada Reino suscitado por Dios y
blo sometido a u n solo y mismo poder. que du rará eternam ente; en fin, Cuer
po de Cristo, cuerpo místico, sin duda,
34. L ib ertad de la Iglesia. De hecho, pero vivo siempre, perfectam ente fo r
todos los principios naturales que entre m ado y compuesto de gran núm ero de
los hom bres crean espontáneam ente m iembros, cuya función es diferente,
una sociedad destinada a proporcionar pero ligados entre sí y unidos bajo el
les la perfección de que su naturaleza im perio de la cabeza que todo lo dirige.
es capaz, fueron establecidos por J esu
cristo en la Iglesia, de modo que, en 36. Un solo Jefe. Ahora bien, es
su seno todos los que quieran ser hijos imposible im aginarse una sociedad h u
adoptivos de Dios pueden llegar a la m ana verdadera y perfecta que no esté
perfección conveniente a su dignidad, gobernada por un poder soberano cual
y conservarla y así lograr su salvación. quiera. J esucristo debe haber puesto a
La Iglesia, pues, como ya hemos indi la cabeza de la Iglesia un jefe supremo,
cado, debe servir a los hom bres de guía a quien toda la m ultitud de los cristia
en el camino del cielo, y Dios le ha nos es sometida y obediente. P or esto
dado la misión de juzgar y de decidir también, del mismo modo que la Igle
por sí misma, de todo lo que atañe a sia, para ser una en su calidad de reu
la Religión, y de adm inistrar, según su nión de los fieles, requiere necesaria
voluntad, librem ente y sin cortapisas m ente la unidad de la fe, tam bién para
de ningún género, los intereses cris ser una en cuanto a su condición de
tianos. sociedad divinam ente constituida, ha de
Es, por lo tanto, no conocerla bien o tener, por derecho divino, la unidad de
calum niarla injustam ente, al acusarla gobierno, que produce y com prende la
de pretender invadir el dominio de la unidad de comunión. La unidad de la
sociedad civil, o de poner trabas a los Iglesia debe ser considerada bajo dos
derechos de los soberanos. Todo lo con aspectos: primero, el de la conexión
trario; Dios ha hecho de la Iglesia la mutua de los miembros de la Iglesia o
más excelente de todas las sociedades, la comunicación que entre ellos existe,
pues el fin a que se dirige, sobrepuja g en segundo lugar, el del orden que
en nobleza el fin de las demás socie liga a todos los miembros de la Iglesia
dades, tanto como la gracia divina so a un solo jefe^M\
brepuja a la naturaleza y los bienes
inm ortales superan las cosas perece 37. Gravedad del cisma. De ahí se
deras. com prende que los hom bres no se se
paran menos de la unidad de la Iglesia
35. Sociedad divina y hum ana. P or por el cisma que por la herejía. Se
su origen, es pues, la Iglesia u na so señala como diferencia entre la herejía
ciedad divina; por su fin y por los m e y el cisma, que la herejía profesa un
dios inm ediatos que la conducen es dogma corrompido y el cisma, conser-
sobrenatural; por los m iem bros de que cuencia de una disensión entre el epis
se compone, y que son hom bres, es una 81 copado, se separa de la Iglesia^85).
(81) S. Thom. 2, 2, q. 39 a. 1. (85) S. Jerón. Com. in Ep. ad Tit., c. 3, 10-11.
P.L. 26, 598.
554 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1896) 72, 38-40
Estas palabras concuerdan con las 39. Prim ado de Pedro. J esucristo,
de S an J uan Crisóstomo sobre el m is pues, dio P edro a la Iglesia por Jefe
mo asunto: Digo y protesto que dividir soberano, y estableció que este poder
a la Iglesia no es menor mal que caer instituido hasta el fin de los siglos para
en la herejía^88). P or esto si ninguna la salvación de todos, pasase como he
herejía puede ser legítima, tampoco rencia a los sucesores de P edro, en
hay cisma que pueda m irarse como quienes el mismo P edro sobreviviría
prom ovido por un buen derecho. Nada perpetuam ente m ediante su autoridad.
es más grave que el sacrilegio del cis Cierto es que al bienaventurado P edro,
ma: pues, no hay necesidad legítima al y fuera de él a ningún otro se hizo esta
guna de romper la unidad <8687>. insigne promesa: Tú eres Pedro, y so
bre esta piedra edificaré mi Iglesia(89).
38. No basta reconocer a Cristo como Es a Pedro a quien el Señor habló; a
Jefe. ¿Y cuál es el poder soberano a uno solo a fin de fundar la unidad por
que todos los cristianos deben obedecer uno so/o(90).
y cuál es su naturaleza? Sólo puede En efecto, sin ningún otro preám
determ inarse com probando y conocien bulo, designa por su nombre al padre
do bien la voluntad de Cristo acerca de del Apóstol y al Apóstol mismo. (Tú
este punto. Seguram ente Cristo es el eres bienaventurado, Simón, hijo de
Rey eterno y eternam ente, desde lo Jonás), y no permitiendo ya que se le
alto del cielo, continúa dirigiendo y llame Simón, reivindica para él en ade
protegiendo invisiblemente su reino; lante como suyo en virtud de su poder,
pero como ha querido que este reino y quiere por una imagen muy apropia
fuera visible, ha debido designar a al da que se llame Pedro, porque es la
guien que ocupe su lugar en la tierra piedra sobre la que debía fundar su
después que El mismo subió a los Iglesia<9D.
cielos.
Si alguno dice que el único jefe y el 40. Pedro, cim iento de la Iglesia. Se
único pastor es Jesucristo, que es el gún este oráculo, es evidente que por
único esposo de la Iglesia única, esta voluntad y orden de Dios, la Iglesia
respuesta no es suficiente. Es cierto, en está establecida sobre el bienaventura
efecto, que el mismo Jesucristo obra do P edro ; como el edificio sobre los
los Sacramentos en la Iglesia. El es cimientos. Y como la naturaleza y la
quien bautiza, quien remite los peca virtud propia de los cimientos es dar
dos; es el verdadero Sacerdote que se solidez y cohesión al edificio por la
ofrece sobre el altar de la cruz y por conexión íntim a de sus diferentes p ar
su virtud se consagra todos los días su tes y servir de vínculo necesario para
cuerpo sobre el altar, y, no obstante, la seguridad de toda la obra, si el ci
como no debía permanecer con todos miento desaparece, todo el edificio se
los fieles por su presencia corpórea, derrum ba. El papel de P edro es, pues,
escogió ministros por cuyo medio pu el de soportar a la Iglesia y m antener
diera dispensarse a los fieles los Sacra en ella la conexión y la solidez de una
mentos de que acabamos de hablar, cohesión indisoluble. Pero, ¿cómo po
como lo hemos dicho más arriba (cap. dría desem peñar ese papel si no tuvie
74). Del mismo modo, porque debía ra el poder de m andar, defender y
sustraer a la Iglesia su presencia cor juzgar; en una palabra, un poder de
poral, fué preciso que designara a al jurisdicción propio y verdadero? Es
guien para que en su lugar, cuidase de evidente crue los Estados y las socie
la Iglesia universal. Por eso dijo a Pe dades no pueden subsistir sin un poder
dro antes de su ascensión: Apacienta de jurisdicción. El prim ado de honor,
mis ovejas^88). o el poder tan modesto de aconsejar y
(86) S. Crisóst. Hom. 9 in Ep. Eph. n. 5. P.G. (89) Mat. 16, 13.
62, 87. (90) Paciano, ad Sempr. c. III, 11. P.L. 13, 1071.
(87) S. Agust. contr. Epist. Parm., 1. II, c. 9 n. 25. (91) S. Cirilo Alej. in Ev. Joh. 1. II in 1, 42.
P.L. 43, 69. P.G. 73, 219.
(8$) S. Thom. contra Gent. I, IV c. 76.
72, 41-43 E n c íc l ic a “ S a t is Go g n it u m ” 555
advertir, que se llam a poder de direc ignora que las llaves son las insignias
ción, son incapaces de prestar a n in ordinarias de la autoridad. Así cuando
guna sociedad hum ana un elemento J e sú s prom ete dar a P e d r o las llaves
eficaz de unidad y de solidez. del reino de los cielos, prom ete darle
el poder y la autoridad de la Iglesia.
41. P edro y la Iglesia u n a m ism a El Hijo le ha dado (a Pedro) la misión
cosa. P o r el contrario, el verdadero de esparcir en el mundo entero el co
poder de que hablam os está declarado nocimiento del Padre y del Hijo y ha
y afirm ado con estas palabras: Y las dado a un hombre mortal todo el po
puertas del infierno no prevalecerán der de los cielos al confiar las llaves a
contra ella^2\ Pedro quien ha extendido la Iglesia
¿Qué es contra ella? ¿Es contra la hasta las extremidades del mundo y la
piedra sobre la que Jesucristo edificó ha mostrado más inquebrantable que el
su Iglesia? ¿Es contra la Iglesia? La d e /o (95L
frase resulta ambigua. ¿Será para sig Lo que sigue tiene tam bién el m is
nificar que la piedra y la Iglesia no son mo sentido:
sino una misma cosa? Sí; esa es, se Todo lo que atares en la tierra será
gún creo, la verdad; pues las puertas también atado en el cielo, y lo que des
del infierno no prevalecerán, ni contra atares en la tierra será desatado en el
la piedra sobre la que Jesucristo fundó cíe/o(96). Esta expresión figurada: atar
727 la Iglesia, ni contra la Iglesia mis- y desatar, designa el poder de estable
mci(93). He aquí el alcance de esta di cer leyes y el de juzgar y castigar. Y
vina palabra: La Iglesia apoyada en J e s u c r is t o afirm a que ese poder ten
P e d r o , cualquiera que sea la habilidad drá tanta extensión y tal eficacia, que
que desplieguen sus enemigos, no po todos los decretos dados por P e d r o se
drá sucum bir jam ás ni desfallecer en rán ratificados por Dios. Este poder es,
lo más mínimo. pues, soberano y de todo punto inde
Siendo la Iglesia el edificio de Cristo, pendiente, porque no hay sobre la tie
quien sabiamente ha edificado “su casa rra otro poder superior al suyo que
sobre piedra!', no puede estar sometida abrace a toda la Iglesia y a todo lo
a las puertas del infierno; éstas pueden que está confiado a la Iglesia.
prevalecer contra quien se encuentre
fuera de la piedra, fuera de la Iglesia, 43. Pedro P asto r universal. La p ro
pero son impotentes contra ésta^9éK Si m esa hecha a P e d r o , fue cum plida
Dios ha confiado su Iglesia a P e d r o , cuando J e s u c r is t o nuestro Señor, des
ha sido con el fin de que ese sostén pués de su resurrección, habiendo pre
invisible la conserve siempre en toda guntado por tres veces a P e d r o si le
su integridad. La h a investido de la am aba más que los otros, le dijo en
autoridad, porque p ara sostener real y tono im perativo: Apacienta mis corde
ros... apacienta mis ovejas <97L 728
eficazmente una sociedad hum ana el
derecho de m andar es indispensable Es decir, que a todos los que deben
para quien la sostiene.42 estar un día en su aprisco, les envía a
P e d r o como a su verdadero pastor. Si
42. Poderes soberanos. J e s ú s añade el Señor pregunta lo que no le ofrece
aún: Y te daré las llaves del reino de duda, no quiere, indudablemente ins
los cielos, y es claro que continúa h a truirse, sino instruir a quien a punto
blando de la Iglesia, de esta Iglesia que de subir al cielo, nos dejaba por Vicario
acaba de llam ar suya y que h a decla de su amor... Y porque solo entre todos
rado querer edificar sobre P e d r o , como Pedro profesaba este amor, es puesto
sobre su fundam ento. La Iglesia ofrece, a la cabeza de los más perfectos para
en efecto, la im agen no sólo de u n edi gobernarlos, por ser él mismo más per
ficio, sino de u n reino; además, nadie fecto (98). El deber y el oficio de pastor
(92) Mat. 16, 18. (96) Mat. 16, 19.
(93) Orig. Com. in Mat., t. 12, n. 11. P.G. 13,1003. (97) Juan 21, 16-17.
(94) Or. Com. in Mat., 1 .12, n. 11.P.G. 13,1003-06. (98) S. Ambros. Expos. in Ev. Luc. I, X, n.
(95) S. Crisóst. 54 in Matth. n. 2. P.G. 58, 534-35. 175-170. P.L. 1, 1818.
556 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1896) 72, 44-45
palabra del Señor, el cuidado de toda maestra de todos los fieles de Cris-
la Iglesia ha sido confiado al Santo fo<114*
>.
Apóstol Pedro, jefe de todos los Após
toles... Ha recibido las llaves del reino 47. Así lo sintió la antigüedad. Tal
de los cielos, el poder de atar y desatar había sido antes el sentimiento unáni
le ha sido concedido, y el cuidado y el me de la antigüedad, que sin la m enor
gobierno de toda la Iglesia le ha sido duda ha m irado y venerado a los Obis
confiado(m ). pos de Roma como a los sucesores
legítimos del bienaventurado P edro.
46. El P apa, continuación de los po ¿Quién podrá ignorar cuán numerosos
deres de P edro. Y dado que esta au to y cuán claros son acerca de este punto
ridad, al form ar parte de la constitu los testimonios de los Santos Padres?
ción y de la organización de la Iglesia, Bien elocuente es el de S an I reneo que
como su elemento principal, es el p rin habla así de la Iglesia rom ana: A esta
cipio de la unidad, el fundam ento de la Iglesia por su preeminencia superior,
seguridad y de la duración perpetua, debe necesariamente reunirse toda la
se sigue que de ninguna m anera podía Iglesia(115).
desaparecer con el bienaventurado P e
dro , sino que debía necesariam ente p a 48. San Cipriano. San Cipriano a fir
sar a sus sucesores y ser transm itida m a tam bién que la Iglesia rom ana es
de uno a otro. La disposición de la ver la raíz y madre de la Iglesia católi-
dad permanece; pues, el bienaventu ca(U6>, la Cátedra de Pedro y la Iglesia
rado Pedro, perseverando en la firmeza principal aquélla de donde ha nacido
de la piedra, cuya virtud ha recibido, la unidad sacerdotal^117). La llam a
no puede dejar el timón de la Iglesia, «Cátedra de Pedro», porque está ocu
puesto en su mano^11112K pada por el sucesor de P edro ; «Iglesia
P or esto los Pontífices que suceden principal» a causa del principado con
a P edro en el episcopado rom ano po ferido a P edro y a sus legítimos suce
seen de derecho divino el poder supre sores; «aquélla de donde ha nacido la
mo de la Iglesia. Nos definimos que la unidad», porque en la sociedad cris
Santa Sede Apostólica y el Pontífice tiana la causa eficiente de la unidad es
Romano poseen la primacía sobre el la Iglesia rom ana.
mundo entero, y que el Pontífice Ro
mano es el sucesor del bienaventurado 49. San Jerónim o, San Agustín y San
Pedro Príncipe de los Apóstoles, y que Cipriano. P o r esto S an J erónimo escri
es el verdadero Vicario de Jesucristo, be lo que sigue a D ámaso I: Hablo al
el Jefe de toda la Iglesia, el Padre y el sucesor del Pescador y al discípulo de
Doctor de todos los cristianos, y que a la Cruz... Estoy ligado por la comunión
él en la persona del bienaventurado Pe a Vuestra Beatitud, es decir, a la Cá
dro, ha sido dado por nuestro Señor tedra de Pedro. Sé que sobre esa piedra
Jesucristo, el pleno poder de apacentar, se ha edificado la Iglesia^118).
regir y gobernar la Iglesia universal; El método habitual de S an Jerónimo
así como está contenido, tanto en las para reconocer si un hom bre es cató
actas de los Concilios ecuménicos, co lico, es saber si está unido a la Cátedra
mo en los Sagrados Cánones<113>. El rom ana de P edro . Si alguno está unido
cuarto Concilio de L etrán dice tam a la Cátedra romana de Pedro, ese es
bién: La Iglesia romana... por la dispo mi hombre^119). Por un método análogo
sición del Señor, posee el principado S an Agustín , que declara abiertam ente
del poder ordinario sobre las demás que en la Iglesia romana estaba siem
Iglesias, en su cualidad de madre y pre en vigencia el Primado de la Cá-
(111) S. Greg. Epist. 1. V, ep. 20. P.L. 77, 745-46. (115) S. Iren. Adv. Haer. 1. III, 3 n. 2. P.G. 7, 849.
(112) S. León M. Serm. III, c. 3. P.L. 54, 146. (116) S. Cipr. Ep. 48 ad Corn. n. 3. P.L. 3, 710.
(113) Conc. Florent. Decr. pro Graec. Denz-Umb. (117) S. Cipr. Ep. 59 ad Corn. n. 14. P.L. 3, 732.
n. 694. (118) S. Jerón. Ep. 15 ad Dam. n. 2. P.L. 22, 355.
(114) Conc. Lat. IV (1215) cap. II De errore Abb (119) S. Jerón. Ep. 16 ad Dam. n. 2. P.L. 22, 359.
Joach. Denz-Umb. n. 433.
558 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1896) 72, 50-5 i
731 techa apostólica, afirm a que quien se Príncipe y Jefe de los Apóstoles, co
separa de la fe rom ana no es católico. lumna de la fe y fundamento de la Igle
No puede creerse que guardáis la fe sia católica, recibió de nuestro Señor
católica los que no enseñáis que se debe Jesucristo, Salvador y Redentor del gé
guardar la fe romana(12°). nero humano, las llaves del reino, y
Y lo m ism o S an Cipriano : Estar en que el poder de atar y desatar los peca
comunión con Cornelio es estar en co dos fue dado a ese mismo Apóstol,
munión con la Iglesia católica(121>. quien hasta el presente momento y
50. El Abad Máximo. E l Abad Máxi siempre, vive en sus sucesores y ejerce
mo enseña igualm ente que el sello de por medio de ellos su autoridad^12*}.
la verdadera fe y de la verdadera co Todo el m undo conoce la sentencia del
m unión consiste en estar sometido al Concilio de Calcedonia sobre el mismo
Pontífice Romano. Quien no quiera ser asunto: Pedro ha hablado... por boca
hereje ni sentar plaza de tal, no trate de León^124); sentencia a la que la voz
de satisfacer a éste ni al otro... Apresú del tercer Concilio de Constantinopla
rese a satisfacer en todo a la Sede de respondió como un eco: El soberano
Roma. Satisfecha la Sede de Roma, en Príncipe de los Apóstoles combatía al
todas partes y a una sola voz le procla lado nuestro, pues tenemos en nuestro
marán piadoso y ortodoxo. Será en va favor su imitador y su sucesor en su
no que se contente con hablar el que Sede... No se veía al exterior (mientras
de ello quiera persuadir, si no satisface se leía la carta del Pontífice Romano)
y si no implora al bienaventurado Papa más que el papel y la tinta, y era Pe
de la santísima Iglesia de los Romanos, dro quien hablaba por boca de Aga-
esto es, la Sede apostólica. Y he aquí, tón^125K En la fórm ula de profesión de
según él, la causa y la explicación de fe católica propuesta en térm inos pre
este hecho. La Iglesia romana ha reci cisos por H ormisdas en los comienzos
bido del Verbo de Dios Encarnado y del siglo VI, y suscrita por el em pera
según los Santos Concilios, según los dor J ustiniano y los P atriarcas E pifa-
nio , J uan y Mennas , se expresó el m is
santos Cánones y las definiciones, po
see, sobre la universalidad de las santas mo pensam iento con gran vigor: Como
Iglesias de Dios que existen sobre la la sentencia de nuestro Señor Jesucris
superficie de la tierra, el imperio y la to, que dice: «Til eres Pedro, y sobre
autoridad, en todo y por todo, y el po esta piedra edificaré mi I g l e s i a n o
der de atar y desatar. Pues, cuando ella puede ser desatendida, lo que ha dicho
ata y desata, el Verbo que manda a las está confirmado por la realidad de los
virtudes celestiales, ata y desata tam hechos, pues en la sede Apostólica la
bién en el cielo^1201122\ religión católica se ha conservado sin
ninguna mancha (126).
51. Algunos Concilios. E ra este, pues, No queremos enum erar todos los tes
un artículo de la fe cristiana; era un timonios; pero no obstante, nos place
punto reconocido y observado constan recordar la fórm ula con que Miguel
temente, no por una nación o un siglo, P aleólogo hizo su profesión de fe en
sino por todos los siglos, y por el el segundo Concilio de Lyón: La Santa
Oriente no menos que por el Occidente, Iglesia romana posee también el sobe
conform e recordaba al Sínodo de Efeso, rano y pleno primado y principal sobre
sin que se levantase la m enor objeción la Iglesia católica universal, y reconoce
el S acerdote F elipe, Legado del P ontí con verdad y humildad haber recibido
fice Romano: No es dudoso para nadie este primado y principado con la ple
y es cosa conocida en todos los tiempos nitud del poder del Señor mismo, en
que el Santo y bienaventurado Pedro, la persona del bienaventurado Pedro,
(120) S. Agust. Ep. 43, 7; Serm. 120, 13. P.L. Pont, in act. III; Denz-Umb. n. 112. Mansi 4, 1295.
33, 163. (124) Conc. Cale. Actio II, Mansi 6, 971.
(121) S. Cipr. Epist. 55, n. 1. P.L. 3, 765. (125) III Conc. Const. Actio 18. Mansi 11, 666.
(122) Abad Max Defloratio ex Ep. ad Petr. i]l. (126) Post Epist. 26 ad omn. episc. Hispan, n. 4.
P.L. 129, 576. P.L. 63, 460; Mansi 8, 467. Denz-Umb. nr. 466.
(123) Conc. Ephes. (431) Oratio Phil. Seg. Rom.
72, ¿>2-53 E n c íc l ic a “ S a t is C o g n it u m ” 559
54. U nidad de fe, gobierno y com u P edro, pues sería absurdo pretender
nión. Estas consideraciones hacen que que un hom bre excluido de la Iglesia,
se com prenda el plan y el designio de tuviese autoridad en la Iglesia. F u n
Dios en la constitución de la sociedad dándose en esto Optato de Milevo, re
cristiana. Este plan es el siguiente: el prendía así a los donatistas: Contra las
Autor divino de la Iglesia al decretar puertas del infierno, como lo leemos
d ar a ésta la unidad de la fe, de go en el Evangelio, ha recibido las llaves
bierno y de comunión, ha escogido a de salud Pedro, es decir, nuestro jefe,
P edro y a sus sucesores p ara estable a quien Jesucristo ha dicho: «Te daré
cer en ellos el principio y como el las llaves del reino de los cielos, y las
cetro de la unidad. P or esto escribe puertas del infierno triunfarán jamás
S an Cipriano : hay, para llegar a la fe, de ellas». ¿Cómo, pues, tratáis de atri
una demostración fácil que resume la buiros las llaves del reino de los cielos,
verdad. El Señor se dirige a Pedro en vosotros que combatís la cátedra de
estos términos: «Te digo que eres Pe Pedro?(137K
dro...» Es, pues, sobre uno sobre quien
edifica la Iglesia. Y aunque después de 56. No basta una prim acía de honor.
su Resurrección confiere a todos los Pero el orden de los Obispos no puede
Apóstoles un poder igual, y les dice: ser m irado como verdaderam ente uni
«Como mi Padre me envió...» no obs do a P edro , de la m anera que Cristo
tante, para poner a la unidad en plena lo ha querido, sino en cuanto está so
luz, coloca en uno solo, por su autori metido y obedece a P edro ; sin esto, se
dad, el origen y el punto de partida de dispersa necesariam ente en una m ulti
esta misma unidad^18*). tud en la que reinan la confusión y el
734 Y S an Optato de Milevo escribe: desorden. P ara conservar la unidad de
Tú sabes muy bien, no puedes negarlo, fe y comunión, no bastan ni una p ri
que es a Pedro el primero a quien ha m acía de honor ni un poder de orien
sido conferida la Cátedra episcopal en tación; es necesaria una autoridad ver
la ciudad de Roma; es en la que está dadera y al mismo tiempo soberana, a
sentado el jefe de los Apóstoles, Pedro, la que debe obedecer toda la com uni
que por esto ha sido llamado Cefas. dad. ¿Qué ha querido, en efecto, el
En esta Cátedra única en la que todos Hijo de Dios cuando ha prom etido las
debían guardar la unidad, a fin de que llaves del reino de los cielos sólo a
los demás Apóstoles no pudiesen atri P edro ? Que las llaves signifiquen aquí
buírsela cada uno en su Sede, y que el poder suprem o; el uso bíblico y el
fuera en adelante cismático y prevari consentim iento unánim e de los Padres
cador auien elevara otra Cátedra con no perm iten dudarlo. Y no se pueden
tra esta Cátedra única^1Z5\ interpretar de otro modo los poderes
De aquí tam bién esta sentencia del que han sido conferidos sea a P edro
mismo S an Cipriano , según la que la separadam ente o ya a los demás Após
herejía y el cisma se producen y n a toles conjuntam ente con P edro . Si la
cen, del hecho de negar al poder su la facultad de atar y desatar, de apa
prem o la obediencia que le es debida: centar el rebaño, da a los Obispos, su
La única fuente de donde han surgido cesores de los Apóstoles, el derecho de
las herejías y de donde han nacido los gobernar con autoridad propia al pue
cismas, es que no se obedece al Pontí blo confiado a cada uno de ellos, segu
fice de Dios, ni se quiere reconocer en ram ente esta m ism a facultad debe p ro
la Iglesia un solo Pontífice y un solo ducir idéntico efecto en aquel a quien
juez que ocupa el lugar de Cristo(136).5 ha sido designado por Dios mismo el
papel de apacentar los corderos y las
55. Toda auto rid ad debe estar unida ovejas. Pedro no ha sido sólo instituido
a P edro. Nadie, pues, puede tener p a r Pastor por Cristo, sino Pastor de los
te en la autoridad, si no está unido a pastores. Pedro, pues, apacienta a los
(134) S. Cipr. De imítate Eecl. n. 4. P.L. 4, 498. (136) S. Cipr. Epist. 12 ad Corn. n. 5. P.L. 3, 802.
(135) S. Optato de Milevo, De Schism. Donat. (137) S. Optato de Mil. De Schism. Donat. íib.
iih. II, 2. P.L. 11, 947. II, n. 4-5. P.L. 11, 955-56.
72, 57-58 E n c íc l ic a “ S a t is C o g n it u m ” 561
corderos y apacienta a las ovejas; apa na a una o algunas, sino que todas se
cienta a los pequeñuelos y a sus ma confían a Pedro? Ninguna distinción,
dresgobierna a los súbditos y también ninguna excepciónO^),
a los Prelados, pues en la Iglesia fuera
de los corderos y de las ovejas no hay 58. Poder sobre el colegio de los
n « d a (138). Obispos. Sería ap artarse de la verdad
y contradecir abiertam ente a la consti
57. Nombres expresivos de S. Ber tución divina de la Iglesia, pretender
nardo. De aquí nacen entre los antiguos que cada uno de los Obispos, conside
Padres estas expresiones que designan rados aisladamente, debe estar some
en especial al bienaventurado P edro , y tido a la jurisdicción de los Pontífices
que le muestran evidentem ente colocado Romanos; pero que todos los Obispos,
en un grado supremo de la dignidad y considerados en conjunto, no deben
del poder. Le llam an con frecuencia estarlo. ¿Cuál es, en efecto, toda la ra
jefe de la Asamblea de los discípulos; zón de ser y la naturaleza del funda
príncipe de los santos Apóstoles; corifeo m ento? Es la de salvaguardar la u n i
del coro apostólico; boca de todos los dad y la solidez m ás bien de todo el
Apóstoles; jefe de esta familia; aquel edificio que la de cada una de sus
que manda al mundo entero, el primero partes.
entre los Apóstoles; columna de la Y esto es m ucho m ás cierto en el
Iglesia. punto que tratam os, pues J esucristo
La conclusión de todo lo que precede nuestro Señor ha querido para la soli
parece hallarse en estas palabras de dez del fundam eneo de su Iglesia obte
S an B ernardo al P apa E ugenio : ner este resultado; que las puertas del
¿Quien sois Vos? Sois el gran Sacer infierno no puedan prevalecer contra
dote, el Pontífice soberano. Sois el ella. Todo el m undo conviene en que
príncipe de los Obispos, el heredero de esta prom esa divina se refiere a la
los Apóstoles... Sois aquel a quien las Iglesia universal y no a sus partes to
llaves han sido dadas, a quien las ove m adas aisladamente, pues éstas pueden,
jas han sido confiadas. Otros, además en realidad, ser vencidas por el esfuer
de Vos, son también porteros del cielo zo de los infiernos, y ha ocurrido a
y pastores de rebaños; pero ese doble algunas de ellas que separadam ente
título es en Vos tanto más glorioso fueron, en efecto, vencidas.
cuanto que lo habéis recibido como he Además, el que ha sido puesto a la 7
rencia en un sentido más particular que cabeza de todo el rebaño, debe tener
todos los demás. Estos tienen sus reba necesariam ente la autoridad, no sola
ños que les han sido asignados a cada mente sobre las ovejas dispersas, sino
uno en particular; pero a Vos han sido sobre todo el conjunto de las ovejas
confiados todos los rebaños; Vos única reunidas. ¿Es acaso el conjunto de las
mente tenéis un solo rebaño formado ovejas que gobierna y conduce al pas
no solamente por las ovejas, sino tam tor? Los sucesores de los Apóstoles,
bién por los pastores; sois el único pas reunidos, ¿serán el fundam ento sobre
tor de todos. Me preguntáis cómo lo el que el sucesor de P edro debería
pruebo. Por la palabra del Señor. ¿A apoyarse para encontrar la solidez?
quién, en efecto, no digo entre los Obis Quien posee las llaves del reino tie
pos, sino entre los Apóstoles, han sido ne evidentemente derecho y autori
confiadas absoluta e indistintamente dad, no solamente sobre las provincias
todas las ovejas? Si tú me amas, Pedro, aisladas, sino sobre todas a la vez; y
apacienta mis ovejas. ¿Cuáles? ¿Los del mismo modo que los Obispos, cada
pueblos de tal o cual ciudad, de tal o uno en su territorio, m andan con auto
cual comarca, de tal reino? Mis ove ridad verdadera, no solamente a cada
jas, dice. ¿Quién no ve que no se desig individuo, sino a toda la comunidad,
(138) S. Bruno, episc. Signiens. Comm. in Joan, (139) S. Bern. De consid. 1. II, c. 8. P.L. 182,
c 21, n. 55. 751.
562 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1896) 72, 59-60
Disp osición
IN T R O D U C C IO N : D o s fin es: Amor a la Iglesia y retorno de los disidentes (1)
A ) L a p r o v i d e n c i a d e D io s c o n la Ig le sia
I. Dios se hace visible por la Encarnación (2)
II. Esencia y característica de la Iglesia (3)
— visible e invisible como obra salvífica (3-4) y como cuerpo místico (5)
— humana (5) y divina (6)
— temporal y perenne (7)
(8)
B ) L a v o l u n t a d d e C r is to p a r a c o n la I g le s ia
I. Fundó una sola y única Iglesia (8)
1. El verdadero concepto de unidad (8-9)
2. Las razones de esa unidad (10-12)
3. El reconocimiento de esa Iglesia única es necesario para la salva
ción (12-13)
II. Cristo quiso una Iglesia unida (13)
1. La unidad en la Fe (14) a) Una regla de fe: el magisterio (15-21);
b) misión de la Iglesia: la predicación de la fe (21-28); c) deber de
los hombres: escuchar a la Iglesia (29); esencia de la fe: indivisi
ble (30) - Llamado a todos los que buscan la verdad (31)
2. La Iglesia en la jerarquía apostólica (32-33) a) La Iglesia como
sociedad perfecta (33-35); b) la Iglesia está sujeta a una autoridad
(53-37): primero la de Jesús (38) luego: Pedro (39-45); tercero los Su
mos Pontífices (46-51) y los Obispos como sucesores de los Após
toles (52-60)
Llamado a los fieles (61) y los que están fuera de la Iglesia (62-63).
E P IL O G O :
Plegaria (64).
^ 3
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
tos que deben d u rar p ara siempre. Co De ellas ha sido enriquecida la devo
nocerte es, en efecto, el perfecciona ción del Rosario cada vez más por
miento de la justicia, y su virtud es la Nuestros predecesores y por Nos m is
raíz de la inmortalidad<13). mo, concedidas en cierto modo por las
m anos mismas de la Virgen m isericor
10. P enitencia. Conviene añ ad ir a diosa, útilísim as a los m oribundos y a
este propósito algo de los deberes de los difuntos, para que cuanto antes go
virtud que necesariam ente exige la fe. cen de los consuelos de la paz tan de
E ntre ellos se halla la penitencia, que seada y de la luz eterna.
com prende la abstinencia, necesaria y Estas razones, Venerables Hermanos,
saludable por más de un concepto. Si Nos mueven a alabar siempre y reco
la Iglesia en este punto obra cada día m endar a los pueblos católicos tan ex
con m ayor indulgencia p ara con sus celente fórm ula de piedad y de devo
hijos, com prendan éstos, en cambio, su ción. Pero aún tenemos otro m uy grave
deber de com pensar con otros actos esa motivo que ya en Nuestras cartas y
m aternal indulgencia. Añadimos con alocuciones os hemos manifestado, co
gusto este motivo a los que nos han mo abriendo de par en par nuestro
hecho recom endar el Rosario, que tam corazón.
bién puede producir buenos frutos de
penitencia, sobre todo m editando los 13. Reconciliación entre los disiden
sufrim ientos de Cristo y su Madre. tes. N uestras acciones, en efecto, se
inspiran m ás ardientem ente cada día
11. F ácil uso del Rosario. E n nues en el deseo concebido en el divino Co
tros esfuerzos p ara lograr el supremo razón de Jesús de favorecer la tenden
bien, ¡con qué sabia providencia se cia a la reconciliación que apunta entre
Nos indica el Rosario como socorro los disidentes.
que a todos conviene, fácilm ente ap ro Comprendemos que esa adm irable
vechable, sin com paración posible con unidad no puede prepararse y realizar
otro alguno! Aun el m edianam ente ins-. se por m ejor medio que por la virtud
truido en asuntos de Religión puede de las santas oraciones. Recordamos el
servirse de él fácilm ente y con utilidad, ejemplo de Cristo, que en una oración
y el Rosario no tom a tanto tiem po que dirigida a su Padre le pidió que sus
perjudique a cualesquiera ocupaciones. discípulos fuesen uno solo en la fe y
Los anales sagrados abundan en en la caridad; y que su Santísim a Ma
ejemplos famosos y oportunos, y se dre dirigiera la m ism a ferviente ora
sabe que m uchas personas cargadas de ción, es indudable recorriendo la histo
im portantes quehaceres y grandes tra ria apostólica.
bajos jam ás han interrum pido un solo Ella nos representa la prim era Asam
día esta piadosa costumbre. blea de los Apóstoles, im plorando a
Dios y concibiendo gran esperanza en
12. La sagrada Corona. Bien se con la prom etida efusión del E spíritu San
ciba la devoción del Rosario con el to y a la vez a María presente en medio
íntim o afecto religioso que profesam os de ellos y orando especialmente. Todos
a la Corona sagrada, afecto que a m u perseveraban en la oración con María,
chos les lleva a am arla como com pa Madre de Jesús^15K P or eso también,
ñera inseparable de su vida y fiel p ro la Iglesia en su cuna se unió juntam en
tectora y a estrecharla contra su pecho te a M aría en lá oración, como prom o
en lo últim o de la agonía, considerán vedora y custodio excelente de la u n i
dola como el dulce presagio de la in dad, y en Nuestro tiempo conviene
corruptible corona de la gloria(1314). obrar así en el m undo católico, sobre
Presagio que se apoya en la copia de todo en el mes de Octubre, que ha m u
sagradas indulgencias, si el alm a se cho tiempo, por razón de los días in
encuentra en disposición de recibirlas. faustos que corren para la Iglesia, se
(13) S a p ., 15, 3. (1 5 ) A c t ., 1, 14.
(14) I P e tr . 5, 4.
73, 14 E n c íc l ic a “F id e n t e m P iu m q u e ' 569
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
644 1. El E spíritu Sauto com pleta la obra tiempo, que igualmente era enviado por
de Jesucristo. Así como aquella m isión El y por tanto que de El procedía como
divina que J e s u c r i s t o , por am or al gé del Padre, y que era El que concluyese
nero hum ano, recibió del Padre y des como deprecador, consolador, precep
empeñó santísim am ente, está, en últi tor, la obra realizada por El en la vida
mo térm ino, dirigida a que los hom bres m ortal. Providentísim am ente, estaba re
se hagan partícipes de la vida beatífica servada a la m últiple virtud de este
en la gloria eterna, así tam bién está Espíritu, que en la creación adornó los
ordenada en el tiempo, como fin p ró c i e l o s y llenó el orbe de tierras^,
ximo, a que tengan la gracia divina y la perfección de la obra de su reden
cultiven aquella vida que, finalm ente ción.
se convierte en la celestial. A este
fin el Redentor no cesa de invitar con 2. El Pontífice im itador del E spíritu
sum a benignidad a todos los hom bres Santo. Ahora bien; Nos hem os procu
de cualquier nación y lengua a que rado constantem ente, con el auxilio de
vengan al seno de su Iglesia: Venid a Cristo Salvador, que es el príncipe de
mí todos; Yo soy la vida; Yo soy el los pastores y el Obispo de nuestras
buen pastor(la). Sin embargo por altísi almas, im itar sus ejemplos; insistiendo
mos designios, no quiso por sí mismo religiosamente en el mismo oficio suyo,
com pletar y term inar esta m isión du encomendado a los Apóstoles, princi
rante su perm anencia en la tierra; sino palm ente a Pedro, cuya dignidad no
que lo que El mismo había recibido del decrece en su indigno heredero^. Guia
Padre, esto mismo entregó al E spíritu dos por este consejo, cuanto hemos lle
Santo p ara que lo perfeccionase. Dig vado a cabo y perseguido en este des
nas son de recuerdo las consoladoras empeño ya largo del Sumo Pontificado,
frases que Cristo, poco antes de aban deseamos conspire principalm ente a
donar el m undo, pronunció ante los dos fines. Prim ero: a la restauración
Apóstoles: Os conviene que yo me vaya: de la vida cristiana en la sociedad civil
si yo no partiere, el Paráclito no ven y doméstica, en los príncipes y en los
drá a vosotros; mas si partiere os le pueblos; puesto que no puede derivarse
enviar é^lh\ verdadera vida en todos más que de
Afirm ando estas cosas, dió la razón Cristo. Segundo: para fom entar la re
principal de su separación y vuelta al conciliación de los que están separados
Padre, y el provecho que había de se de la Iglesia Católica por la fe o por la
guirse a sus discípulos de la venida del obediencia, toda vez que ésta es la vo
E spíritu Santo: dem ostrando al mismo luntad ciertísim a del mismo Cristo, que
( ) A. S. S. 29 (1896/97) 644-658. — Los números marginales in d ic a n la s p á g in a s d el te x to o rig in a l
e n A SS, v o l. 29. (P . II.)
M at. 11, 28; Juan 16, G; 10, 11; 10, 14. (3) Sab. 1, 7.
(1 ) Juan 16, 7. (4) S. L eón M ag., S erm ó n 29 d e l a n iv . d e su
(2) Job, 26, 13. e le cc ió n . M igne, P .L . 54, 144.
— 570 —
74, 3-7 E n c íc l ic a “ D iv in u m Illud M u n u s” 571
persona se hace m ención de las demás; personas por los atributos esenciales se
en la form a de las súplicas, al invocar dice apropiación(11).
a cada una de las Personas separada De esta m anera el Padre que es prin
mente, se hace la invocación común; cipio de toda la Divinidad(12) es al m is
en todos los salmos e him nos la misma mo tiempo causa eficiente de todas las
alabanza se hace al Padre, al Hijo y al cosas de la Encarnación del Verbo y de
E spíritu Santo; las bendiciones, los r i la santificación de las almas ex ipso
tos, los sacram entos se hacen en nom sunt omnia; de El y por el Padre. Mas
bre de la santa Trinidad. Y esto mismo el Hijo Verbo imagen de Dios, es la
hacía ya m ucho tiempo que lo había causa ejem plar de la que todas las co
anunciado el Apóstol en esta sentencia: sas reciben la form a y la belleza, el
Porque de El y por El y en El son to orden y el concierto; el cual es para
das las cosas; gloria a El eternamen nosotros camino, verdad y vida, recon
te significando en este pasaje la ciliador del hom bre con Dios per ipsum
trinidad de las Personas, y afirm ando sunt omnia; por El, por el Hijo. Final
la unidad de naturaleza, que siendo m ente el Espíritu Santo es la causa
una e idéntica en cada una de las P er últim a de todas las cosas, puesto que
sonas, procede se tribute a cada una, así como la voluntad descansa en todas
como a uno y mismo Dios, igual glo las cosas como en su fin, no de otra
ria eterna y m ajestad. E xplanando este m anera El, que es la divina Bondad y
testim onio A g u s t í n : N o se ha de tomar la m ism a Caridad entre el Padre y el
confusamente, dice, el dicho del Após Hijo, perfecciona y com pleta con cierto
tol; de El y por El y en El; pues dice im pulso suave y eficaz la obra m iste
de El, por el Padre; por El, por eí riosa de la sem piterna salud de los
Hijo; en El, por el Espíritu Santo^L hombres. In ipso sunt omnia: E n El,
por el Espíritu Santo.
8. Las obras de la T rinidad son in
divisibles. Con gran propiedad la Igle 9. E l E spíritu Santo en la E n c a m a
sia acostum bra atribuir al Padre las ción del Verbo. Ahora bien, conserva
obras en que se deja sentir el poder; do inviolado y fielmente el estudio de
al Hijo aquéllas en que brilla la sabi la religión, debido a toda la beatísima
duría; al E spíritu Santo aquéllas en Trinidad, y que es preciso inculcar una
que se m anifiesta el am or. No porque y otra vez en el pueblo cristiano, Nues
todas las perfecciones y todas las obras tra exhortación se dirige a exponer la
ad extra no sean comunes a las divi virtud del E spíritu Santo. P rim aria
nas Personas; puesto que las obras de mente conviene m irar a Cristo, funda
la Trinidad son indivisibles, como in dor de la Iglesia y Redentor del género
divisible es la esencia de la Trinidad^ hum ano. Ciertamente entre todas las
porque así como las tres Personas di obras de Dios ad extra sobresale el m is
vinas son inseparables, así obran inse terio de la Encarnación del Verbo, en
parad amente (10) : sino por cierta com el cual de tal m anera brilla la luz de
paración y como afinidad que tiene las divinas perfecciones que ni es po
lugar entre las mismas obras y las sible pensar nada superior ni puede
propiedades de las personas aquellas, haber nada más saludable a la n atu
se atribuyen a una más bien que a las raleza hum ana. Tan gran obra, aun
otras, como dicen se apropian: así co cuando es de toda la Trinidad, sin em
mo de la sem ejanza de vestigio o im a bargo se atribuye como propia al E spí
gen que se halla en las criaturas nos ritu Santo: de tal m anera que los E van
valemos p ara m anifestar a las divinas gelios digan de la Virgen: Ha sido ha
personas, así tam bién de los atributos llada en el seno teniendo del Espíritu
esenciales; esta manifestación de las7 89 Santo, y: Lo que ha nacido en ella es
(7) R om ., 11, 36. (10) A gu st. D e T rin . I, 4 (P .L . 42, 824).
(8) A gu st. De T rin . V I, 10, 12 (P .L . 42, 932) y (11) S. T h o m ., 1? p a rte, q u est. 39, a rt. 7*.
I, 6, 12 (P .L . 42, 827). (12) A g u st. D e T rin . 1. 4, c. 20 (P .L . 42 906).
(9) A gu st. De T rin . I, 5 (P .L . 42, 824).
74, 10-12 E n c íc l ic a “ D iv in u m Illud M u n u s” 573
del Espíritu Santo (13K Y con razón se A este pasaje conviene adm irable
atribuye al que es la caridad del Padre m ente aquello de Agustín: Es absurdí
y del Hijo: puesto que este gran Sacra- simo decir que Cristo, siendo ya de
mentó de piedad(14) procede de la gran treinta años, recibió el Espíritu Santo,
caridad de Dios p ara con los hombres, sino que vino al Bautismo sin pecado
como advierte J u a n : Así amó Dios al pero no sin el Espíritu Santo. Entonces,
mundo que le dio su Unigénito H i/ o (1 5 L pues, esto es, en el Bautismo, se dignó
Añádese que en El la hum ana n a tu ra prefigurar a su cuerpo, es decir, a la
leza ha sido elevada a la unión perso Iglesia en la que los bautizados reciben
nal con el Verbo; cuya dignidad no ha principalmente el Espíritu Santo (21>. Y
sido dada por m érito alguno sino por así por la constante presencia del Es
p ura gracia y por lo tanto como por píritu Santo sobre Cristo y su íntim a
don propio del E spíritu Santo. Refi virtud en su alm a se personificaba la
riéndose a esto A g u s t í n : Este modo, doble m isión del mismo Espíritu, es a
dice, por el cual nació Cristo del Espí saber, la que m anifiestam ente aparece
ritu Santo nos insinúa la gracia de Dios en la Iglesia, y la que secretamente se
por la cual el hombre sin mérito pre ejerce en las alm as de los justos.
cedente alguno, en el mismo primer
principio de su naturaleza, en el que 11. Pentecostés. La Iglesia que, ya
comenzó a ser, se uniese al Verbo de concebida, había nacido del costado
Dios en tanta unidad de persona que mismo del segundo Adán como d u r
uno mismo fuese el Hijo de Dios y el m iente en la Cruz, se m anifestó a los
Hijo del hombre y el Hijo del hombre hom bres por vez prim era de un modo
y el Hijo de Dios^1QK adm irable en el celebérrimo día de
Pentecostés. En el mismo día el E spí
10. S antificador del alm a de Cristo. ritu Santo comenzó a derram ar sus be
Por la virtud del E spíritu divino no so neficios sobre el cuerpo místico de
lamente tuvo lugar la concepción de Cristo con aquella adm irable efusión,
Cristo, sino tam bién la santificación que el profeta J o e l había visto de le
de su alm a que se llam a en los Sagra jos ^22^. Pues el Paráclito se posó sobre
dos Libros u n c i ó n y de tal m anera los Apóstoles para que como nuevas
toda su acción se realizaba presente el coronas espirituales por medio de las
Espíritu^18> principalm ente en su sacri lenguas de fuego se im pusiesen a sus
ficio: Por el Espíritu Santo se ofreció cabezas <23).
a sí mismo inmaculado a Dios^19K El
que medite estas cosas no extrañará 12. Su acción en la Iglesia. Entonces
que todos los carism as del E spíritu los Apóstoles descendieron del monte,
Santo inundasen el alm a de Cristo. como escribe C r i s ó s t o m o , no llevando
Puesto que en El se asentó u na ab un en sus manos como Moisés tablas de
dancia de gracia singularm ente llena piedra, sino llevando rodeada su mente
en el modo m ás grande y con la m a del Espíritu y derramando un tesoro y
yor eficacia que puede tenerse; en El fuente de dogmas y carismas(24). Así
todos los tesoros de la sabiduría y de ciertam ente tenía lugar lo último que
la ciencia, las gracias gratis dadas, las Cristo había prom etido a sus Apóstoles
virtudes, todos los dones, ora anuncia de enviarles el E spíritu Santo, que com
dos en las profecías de I s a í a s (20), ora pletase y en cierto modo sellase con su
significado en aquella adm irable palo inspiración el depósito de la doctrina
m a del Jordán cuando Cristo con su revelada: Aun tengo que deciros mu
Bautismo consagró las aguas p ara el chas cosas, pero no podéis recibirlas
nuevo Sacramento. 1345678 aún; cuando viniere aquel Espíritu de
(13) S. Mat , 1, 18-20. (19) H eb reo s, 9, 14.
(14) 1? a T im o te o , c. 3-16. (20) V er Is. 4, 1; 11, 2-5.
(15) Juan 3, 16. (21) A g u st. D e T rin . X V , 26 (P .L . 42, 1094).
(16) E n c h ir . c. 40 (P .L . 40, 252). (22) J o el 2, 28-29.
(17) A ct. A p o st. 10,38. (23) S. C yr. h ie r ., calech. 17 (P .G . 33, 987).
(18) S . B a silio d e E sp . S a n ct., 16 (P .G . 32, 139). (24) E n S. M atth . H om iL , l s y 2$ ad C o rin t., 3-3.
(P .G . 57, 15).
574 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n X III (1897) 74, 13-15
era sino por los m éritos de Cristo, que el cual clamamos Abba, Pater; El m is
había de venir, la com unicación del mo es el que inunda los corazones con
E spíritu Santo hecha después de Cristo la suavidad de su am or paternal; El
es m ucho m ás copiosa, como excede mismo Espíritu da testimonio a nuestro
en precio la cosa pactada a la prenda, espíritu de que somos hijos de Dios^dS).
y como excede la verdad a la imagen. P ara aclarar esta verdad contribuyen
Esto mismo afirm ó Ju a n : Aun no ha oportunam ente aquellas cosas, que con
bía sido dado el Espíritu porque Jesús sideró el Angélico, la semejanza entre
no era glorificado^33). Inm ediatam ente una y otra obra del E spíritu Santo;
que Cristo ascendiendo a lo alto gozó puesto que por El mismo Cristo fue
de la gloria de su reino, adquirida con concebido en santidad para ser hijo
tanto trabajo, m anifestó con gran m u natural de Dios y los demás son santi
nificencia las riquezas del E spíritu San ficados p ara ser hijos adoptivos de
to: Dio dones a los hombres^ ) . Pues Dios(39). Así con m ayor nobleza en la
aquella cierta donación y misión del naturaleza sucede que la espiritual ge
E spíritu Santo después de la glorifica neración trae su origen del am or, esto
ción de Cristo había de ser tal cual ja es, del am or increado.
más antes lo había sido, ni antes había
sido nula, sino que no había sido faZ(35). 17. E n el B autism o y la C onfirm a
Y en verdad la naturaleza hum ana es ción. Los principios de esta genera
esencialmente sierva de Dios: La cria ción y renovación del hom bre están
tura es sierva, nosotros somos siervos en el Bautismo: en cuyo Sacramento,
de Dios según la naturaleza^33) ; y tam arrojado del alm a el espíritu inmundo,
bién por la com ún culpa toda nuestra se derram a prim eram ente el Espíritu
naturaleza cayó en el mismo vicio y Santo, haciéndola sem ejante a sí: Lo
degradación, de tal modo que éram os que nace del Espíritu es espíritu (4°).
enemigos de Dios: éramos por la natu El mismo Espíritu se da a sí mismo
raleza hijos de ira^37). Ni había fuerza como don m ás abundantem ente por la
capaz de levantarnos y vindicarnos de Sagrada Confirmación para constancia
tal ruin a y sem piterno castigo. Mas y fuerza de la vida cristiana; del cual
esto lo hizo Dios creador de la hum ana procedió ciertam ente la victoria y triu n
naturaleza sum am ente m isericordioso fo de los m ártires y de las vírgenes de
por medio de su Unigénito: P or cuyo los peligros y corrupción. Decimos que
beneficio aconteció que el hom bre fue el mismo Espíritu se da a sí mismo en
se restituido a la altu ra y nobleza de don: la caridad de Dios se difunde en
donde había caído con m ás abundante nuestros corazones por el Espíritu San
riqueza de dones. Ninguno puede m ani- to que se nos da <4D. Él en verdad no
652 festar cuál sea la obra de la divina g ra solamente nos llena de divinos dones,
cia en las alm as de los hom bres; los sino que es el autor de ellos y El m is
que son llam ados por esto mismo, ya mo es don supremo, que procediendo
en las Sagradas Escrituras, ya en los del m utuo am or del Padre y del Hijo
escritos de los Padres de la Iglesia, re con razón se tiene y es llam ado don de
generados, criaturas nuevas, p articipan Dios altísimo.
tes de la divina naturaleza, hijos de
Dios, deíficos y otras alabanzas seme 18. Inhabitación p o r la gracia. A fin
jantes. Ahora bien, tan grandes bienes de que m ás claram ente aparezca la
no sin razón se deben como propios al naturaleza y fuerza de este don, con
E spíritu Santo.16 viene recordar las cosas que, enseñadas
en las Sagradas Escrituras, explicaron
16. El es E sp íritu de adopción. E l es los sagrados doctores, esto es, que Dios
el E spíritu de adopción de los hijos en se halla presente a todas las cosas y
(33) S. Juan 7, 39. (38) R om . 8-15 y 16.
(34) E fe s., 4, 8. (39) S. T h o m ., III p a rt. cu e st. 32, art. 19.
(35) S. A gu st. D e T rin . IV 20, 29 (P .L . 42. 908). (40) Juan 3, 7.
(36) S. C irilo d e A le j., te s o ro , V , 5 (P .G . 75, 65). (41) R om . 5, 5.
(37) E fe sio s 2, 3.
576 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n X III (1897) 74, 19-20
está en ellas, por potencia en cuanto Espíritu Santo en las almas piadosas.
todas se hallan sujetas a su potestad, Pues doctrina es de S a n t o T o m á s que
por presencia en cuanto todas están aunque el Espíritu Santo proceda como
abiertas y desnudas a sus ojos, por am or procede en razón de don prim e
esencia en cuanto se halla en todas ro; de donde dice A g u s t í n que por el
como causa de su ser <42>. Mas en el don que es el Espíritu Santo muchos do
hom bre no está Dios tan solamente nes propios se distribuyen a los m iem
como en las cosas, sino que más am- bros de Cristo(45). Hállanse entre estos
653 pliam ente es conocido y am ado por él, dones aquellos ocultos llam am ientos e
cuando, dejándonos conducir por la invitaciones que se suscitan en las m en
naturaleza, amamos, deseamos y bus tes y alm as por la moción del Espíritu
camos espontáneam ente el bien. Ade Santo, y que si faltasen ni habría p rin
más Dios por la gracia inhabita en el cipio de vida buena ni progreso ni éxito
alm a justa como en su templo, de un de salud eterna. Y puesto que tales
modo casi íntim o y singular; de lo cual llam am ientos y mociones se hacen
se sigue aquella necesidad de caridad ocultam ente en las almas, aptísim a-
por la cual el alm a íntim am ente se une m ente en las Sagradas E scrituras se
y adhiere a Dios más que el amigo al com paran alguna vez al silbido del aura
amigo más querido, y goza de él plena que viene; las cuales el Angélico doctor
y suavemente. sabiamente hace corresponder a los
Esta adm irable unión, que recibe el movimientos del corazón cuya virtud
nom bre de inhabitación, tan solamente se halla oculta en el ser: el corazón
se diferencia en la condición o estado tiene cierta influencia oculta y por con
de aquella de que Dios llena a los bien siguiente se compara al corazón el Es
aventurados beatificándolos, y aunque píritu Santo que invisiblemente vivifica
realm ente tiene lugar por la presencia y une la Iglesia(46>.
de toda la Trinidad vendremos a él y
haremos mansión junto a é/(43), sin 20. Los siete dones especiales. E sta
embargo se atribuye como propia del obra se realiza con m ás am plitud en
E spíritu Santo; y en verdad hasta en el hom bre justo que vive la vida de la
el hom bre m alo aparecen vestigios de divina gracia y obra por las oportunas
la divina potencia y sabiduría; pero de virtudes como por facultades, por aque
la caridad, que es como nota propia del llos siete dones que propiam ente se lla
E spíritu Santo, ninguno es participante m an del E spíritu Santo. P or beneficio
más que el justo. 19 de ellos el alm a se instruye y se forta
lece para seguir más fácil y prontam en
19. Dones del E sp íritu Santo. P e r te sus voces e impulsos; tan ta es la efi
fectam ente concuerda con esto aquello cacia de estos dones que le conducen a
de llam ar Santo al mismo Espíritu; la cum bre de la santidad; tanta su
puesto que El prim ero y sumo am or excelencia que perm anecen los mismos
mueve y obra en las alm as p ara la san aunque perfeccionados en el reino ce
tidad que finalm ente se contiene en el lestial. Merced a ellos el alm a llena de
am or a Dios. P or lo cual el Apóstol, carism as es inducida y llevada a desear
cuando llam a a los justos tem plos de y conseguir las evangélicas bienaven
Dios, no les llam a tales expresam ente turanzas que, cual flores nacidas en
del Padre o del Hijo, sino del E spí prim avera, son indicio y presagio de
ritu Santo: ¿Ignoráis que vuestros la eterna bienaventuranza. Finalm ente
miembros son templo del Espíritu San son felices aquellos frutos enum erados
to que está en vosotros que le habéis por el Apóstol(47) que el Espíritu Santo
recibido de Dios?(á4\ La abundancia engendra y produce en los hom bres
de dones celestiales se obtiene de m u justos, hasta en esta m iserable vida, lle
chas m aneras por la inhabitación del nos de toda dulcedum bre y gozo, como
(42) S. T h o m ., 1 p . cu e st. 8, a rt. 39. (45) Su m . T h e o l. 1?, q. 38 a. 2.
(43) Juan 14, 23. (46) Su m . T h eo l. 39 q. 8 a. 8 ad 3.
(44) I Cor. 6, 19. (47) Gal. 5, 22.
74, 21-22 E n c íc l ic a “ D iv in u m Illud M u n u s” 577
al E spíritu Santo con cierto peculiar 24. Peticiones al E spíritu Santo. Por
nombre. Cuanto somos, tanto somos último conviene rogar y pedir al Espí
por la divina Bondad, que se atribuye ritu Santo, cuyo auxilio y protección no
656 principalm ente al E spíritu Santo: a tan hay quien no los necesite en gran m a
benigno bienhechor ofende el que peca nera. Cuanto uno está más necesitado
y el que, abusando de sus dones y de consejo, enferm o de fuerzas, ago
confiando cada día más en su bondad, biado de trabajos, inclinado a las cosas
se hace insolente. prohibidas, tanto más debe acercarse
al que es fuente perenne de luz, de
23. Tem plos del E sp íritu Santo. P a fortaleza, de consuelo y de santidad.
ra esto siendo Él espíritu de verdad, Y principalm ente es necesario al
si alguno falta por enferm edad o igno hom bre y debe pedirle el perdón de los
rancia, tal vez tenga alguna excusa pecados: propio es del Espíritu Santo,
cerca de Dios; m as el que por malicia por lo mismo que es don del Padre y
se opone a la verdad o se separa de del Hijo; la remisión de los pecados se
ella, peca gravísim am ente contra el hace por el Espíritu Santo como por
E spíritu Santo. Lo cual de tal modo don de Dios*56), de cuyo espíritu m a
acontece en nuestra época, que p are nifiestam ente se dice en el Misal: El es
cen llegados los tiempos anunciados remisión de todos los pecados*57L Co
por S a n P a b l o , en los cuales, obceca mo ha de ser invocado aptísim am ente
dos los hom bres por justos juicios de lo enseña la Iglesia que le compele y
Dios, reputan las cosas falsas como suplica con suavísimos nom bres: Veri,
verdaderas y al príncipe de este m un Padre de los pobres. Ven, dador de los
do, que es m entiroso y padre de la dones. Ven, luz de los corazones, con
m entira, le creen como a m aestro de la solador deseado, dulce huésped del al
verdad: Dios les envía un poder enga ma, dulce refrigerio: y al mismo im
ñoso, para que crean en la mentira (52); plora encarecidam ente que limpie, sane
en los últimos tiempos se separarán y riegue las mentes y los corazones, que
algunos de la fe atendiendo a los espí dé a los que confían en El el mérito de
ritus del error y a la doctrina de los la virtud, el éxito de la salvación y el
goce perenne: Ni es lícito dudar en
demonios*53). Puesto que el Espíritu modo alguno que oiga estas plegarias
Santo, como arrib a hemos dicho, h a aquel de quien leemos: El mismo Espí
bita en nosotros como en su templo, ritu pide por nosotros con gemidos
se h a de persuadir aquello del Apóstol: inenarrables^ .
No queráis contristar al Espíritu Santo Finalm ente se le ha de suplicar con
de Dios en el cual estáis señalados^ . confianza y constancia que diariam en
P ara esto no basta h u ir de las cosas te nos ilustre más y m ás con su luz y
indignas, sino que el hom bre cristiano nos encienda con los ardores de su ca
debe resplandecer en toda alabanza de ridad; así pues, fortalecidos con la fe
virtud, a fin de que agrade a huésped y con el am or, trabajarem os con de
tan grande y tan benigno, principal nuedo por los prem ios eternos, puesto
m ente en castidad y santidad; la casti que El es la prenda de nuestra here
dad y la santidad son propias del tem dad^.
plo. De aquí el mismo Apóstol: ¿Igno
ráis que sois templo de Dios, y que el 25. Decreto de celebración de la no
Espíritu de Dios habita en vosotros? vena del E spíritu Santo. Aquí tenéis,
Si alguno profana el templo de Dios, Vbles. Hermanos, lo oue Nos ha pareci
Dios le perderá; pues el templo de Dios do bien decir instruyendo y exhortando,
es sanio que sois vosotros*55), terribles para fom entar el culto del Espíritu San
am enazas en verdad, pero justísimas. to; en m anera alguna dudam os que por
(52) II Tesal. 2, 11. (56) S. Teol. P. III, cuest. 3, a. 8 ad 3.
(53) I Tim. 4, 1. (57) Misal Romano Fer., 39- post. Pent.
(54) Efes. 4, 30. (58) Rom. 8, 26.
(55) I a los Corint., 3-16, 17. (59) Efes. 1, 14.
74, 26-27 E n c íc l ic a “ D iv in u m Illud M u n u s” 579
virtud principalm ente de vuestro tra observando por otra parte las condicio
bajo y cuidado, h an de producir frutos nes arriba expuestas, le sea lícito conse
saludables en el pueblo cristiano. Ja guir una y otra indulgencia. Todos es
más ha de faltar p ara perseguir este tos dones de indulgencia concedemos
fin cosa alguna por parte Nuestra y misericordiosam ente en el Señor que
tenemos determ inado proveer y alentar puedan aplicarse en sufragio de los
por los medios que parezca m ás opor almas piadosas atorm entadas con el
tuno este fin tan piadoso e im portante. fuego del purgatorio. ,
Entre tanto, puesto que en el bienio an
terior y en las letras Próvida matris(6°) 27. Epílogo. Ya N uestro pensam ien
recomendamos a los católicos en la so to y ánimo se levanta a aquellos deseos
lem nidad de Pentecostés peculiares pre que m anifestam os en el principio, cuyo
ces para conseguir el bien de la unidad cum plim iento pedimos y pediremos con
cristiana, parece oportuno determ inar grandes ansias al divino Espíritu. P ro
acerca de esto algunas cosas. Determi curad, Venerables Herm anos, unir
namos pues y m andam os que por todo vuestras preces con las Nuestras y que
el orbe católico en este año y perpe exhortándole vosotros una las suyas
tuam ente en los años siguientes, se su con las vuestras el pueblo cristiano
plique durante nueve días, antes de bajo la protección poderosa y concilia
Pentecostés, en todos los templos pa- dora de la Virgen Beatísima.
rroouiales y, si pareciese útil a los Que relaciones tan íntim as y adm i
ordinarios de los lugares, tam bién en rables existan entre el E spíritu Santo
otros templos y oratorios. y Ella, que con razón se llam a su E s
posa Inm aculada, perfectam ente las
26. Indulgencias p ara su novena. A conocéis.
todos los que asistieren a este novena Por tanto la intercesión de la Virgen
rio y oraren, según Nuestra intención, valió m ucho para el misterio de la E n
les concedemos en cada día siete años carnación y para el advenim iento del
y siete cuarentenas de indulgencia; y mismo Paráclito sobre los Apóstoles.
plenaria en cualquiera de dichos días Dígnese Ella robustecer con su sufragio
o en el mismo de Pentecostés o en las comunes preces para que en todas
cualquiera de los ocho siguientes, si las naciones, llenas de tantas miserias,
5 confesados y comulgados oraren pia se restauren felizmente los divinos p ro
dosamente según N uestra intención. Es digios por el divino Espíritu, según se
Nuestra intención que puedan gozar m anifiesta en la profecía de David:
igualmente de estos beneficios cuantos, Enviarás tu Espíritu y serán creados y
impedidos por legítima causa, no pue renovarás la faz de la tierra^Q1\
dan asistir a los citados ejercicios o
donde, según la prudencia del Ordi Como presagio de los celestiales do
nario, no hubiere tem plo en que có nes y testimonio de N uestra benevolen
m odam ente pueda hacerse, si hacen cia, os concedemos am antísim am ente
privadam ente la Novena y cum plen las en el Señor, a vosotros, Venerables
demás condiciones. Además Nos es gra Herm anos, y a vuestro clero y pueblo
to conceder in perpetuum del tesoro de la Bendición Apostólica.
la Iglesia que si alguno pública o p ri Dado en Roma, junto a San Pedro,
vadam ente dedica algunas preces al el día 9 de Mayo del año 1897, vigési
Espíritu Santo según su piedad, diaria mo de Nuestro Pontificado.
mente durante la Octava de Pentecostés
hasta la fiesta de la T rinidad inclusive,60 LEON PAPA XIII.
(60) León XIII, Breve Próvida matris caritate (61) Salín. 103, 30.
5-V-1895, ASS 27 (1894/95) 645-647.
'aro
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
580 —
75, 4-6 E n c íc l ic a “ M il it a n t is E c c l e s ia e ” 581
costumbres. De aquí la m anifiesta sepa sen, por entonces, por lo mismo, que por
ración de m uchos de la fe católica, e ella la verdad católica brilla con más
inm ediatam ente la corrupción se exten esplendor, él procuró por lo mismo,
dió por todas las provincias, inficio establecer públicam ente este método de
nando de tal modo a hom bres de toda estudiar en los liceos y colegios dé la
condición y fortuna, que m uchos opi com pañía de Jesús, que él había fu n
naban que la causa de la religión en el dado con tanto trabajo e industria.
imperio había llegado al últim o extre Aunque rodeado de este aparato de
mo, y que apenas había ya remedio ciencia, no se avergonzó de descender
para la curación de este mal. Y cierta a los prim eros rudim entos de las letras
mente se estaba en lo último, si no h u y de tom ar a su cargo niños para ins
biera existido el presente auxilio de truirles en ellos, sino que hasta escribió
Dios. p ara este fin libros de literatura y gra
mática.
4. Dios envía a la Com pañía de J e
sús. Aún había en Alem ania varones
probados de antigua fe, doctrina y pie 6. Escribe controversias y catecis
dad; aún había príncipes de las casas mos. A la m anera que de predicar a
de Baviera y de Austria, principalm ente los príncipes siempre pasaba a predicar
F e r n a n d o I, Rey de los Romanos, que
al pueblo, así después de escribir de
tenían el firm e propósito de defender y asuntos elevados, como de controver- 5*
guardar con todas sus fuerzas la causa sias y costumbres, se dedicaba a com
católica. Mas Dios envió un grande y poner libritos que o afirm asen la fe de
poderoso auxilio a la Alemania, p ró las clases populares o las excitasen o
jim a a perecer, en la sociedad del P a fom entasen a la piedad.
dre de L o y o l a , nacida precisam ente en Es adm irable cuánto trabajó de este
tales circunstancias, y de la que fue el modo p ara evitar que los incautos ca
prim er m iem bro alem án P e d r o C a n i - yesen en los lazos del error, publicando
s i o . Ciertamente no es de este lugar
a este fin una Suma de la doctrina ca
referir cada uno de los hechos de este tólica, obra voluminosa y substanciosa,
varón de eximia santidad; con cuánto sobresaliente en la elegancia del latín,
trabajo procuró conducir la patria, he no indigno del estilo de los Padres de
rida por disensiones y sediciones, al la Iglesia. A esta preclara obra, recibi
unánim e consentim iento de ánimos y da en casi toda E uropa con gran aplau
antigua concordia; con qué ardor dis so por los doctos, ceden en m agnitud,
putó con los m aestros del error; con mas no en utilidad, aquellos dos céle
qué predicaciones excitaba los ánimos; bres catecismos, escritos por el bien
cuántas molestias sufrió; cuántas re aventurado varón para uso de los igno
giones recorrió; cuán graves comisiones rantes; uno para instruir en la religión
desempeñó por causa de la fe. a los niños, y el otro para instruir a
los jóvenes que se dedicaban al estudio
5. E nseña las disciplinas sagradas. de las letras. Uno y otro, tan luego fue
Mas volviendo el pensam iento a aque ron editados, tan en gracia cayeron a
llas arm as de doctrina, ¡con qué cons los católicos, que no había quién se
tancia, con qué destreza, prudencia y dedicase a enseñar los rudim entos de
oportunidad las manejó! El cual h a religión y no les tuviese en sus manos,
biendo vuelto de Messana, de donde no sólo en las escuelas se daba a los
había salido m aestro en el decir, inm e niños, cual substanciosa leche, sino que
diatam ente se dedicó a enseñar las disci públicam ente se explicaba en los tem
plinas sagradas en las Universidades de plos para utilidad común. Por lo cual
Colonia, Ingolstadt y Viena, en las que, ha sucedido que C a n is io ha sido consi
ocupando el prim er lugar entre los p ro derado por espacio de tres siglos como
bados doctores de la escuela cristiana, com ún m aestro de los católicos, hasta
dio a conocer a los alem anes la g ran el punto de que en lenguaje vulgar sig
deza de la teología escolástica. De la nificase lo mismo conocer a C a n is io
que, como los enemigos de la fe huye que conservar la verdad católica.
582 E n c íc l i c a s del PP. L eón XIII (1897) 75, 7-10
que se junte con la acción. E sta acción toda otra instrucción del sabor de la
debe dirigirse principalm ente a educar piedad cristiana. Si falta esto; si este
a la juventud; negocio de tan ta im por soplo no penetra y fom enta los ánimos
tancia, que pide u na gran porción de de los que enseñan y de los que apren
trabajo y cuidados. den, pequeños resultados se obtendrán
de cualquier doctrina, y las más de las
11. La instrucción religiosa. P o r lo veces se seguirán no leves peligros.
cual exhortam os vehem entem ente en Cada ciencia tiene sus peligros, que
prim er lugar a vosotros, Venerables apenas podrán evitar los jóvenes, si no
Hermanos, que procuréis m antener en tienen en sus m entes y en sus ánimos
las escuelas la integridad de la fe, y si un freno superior. Ha de evitarse a
fuere preciso vigiléis con empeño po r todo trance que lo que es capital, esto
que vuelvan a ella las ya establecidas es, el culto de la religión y de la piedad,
por vuestros mayores, ya las que de se relegue a segundo térm ino; no sea
nuevo se h an fundado, no solamente que acostum brada la juventud a no ver
las prim arias, sino las que llam an m e más cosas que las que son del dominio
dias y academias. Los demás católicos de los sentidos, destruya todas las fuer
de vuestras regiones trabajen y hagan zas de la virtud, y los preceptores,
porque en la educación de la juventud m ientras soportan el trabajo de una
se respeten los derechos de los Padres enseñanza pesada y exam inan las síla- 8
y de la Iglesia. E n cuyo asunto ha de bas y las tildes, no sean solícitos de
procurarse ante todo lo siguiente: P ri aquella verdadera sabiduría, cuyo prin
mero, que los católicos tengan escuelas, cipio es el temor de Dios, y a cuyos
principalm ente de niños, m ás no m ix preceptos deben conform arse en todo
tas, sino por doquiera propias, con se las acciones de la vida. El conocimiento
lectos y probados maestros. Está llena de m uchas cosas lleve consigo unido el
de peligros aquella enseñanza en la que cuidado de educar el ánimo; la religión
o no se enseña ninguna religión o la inform e y domine todo estudio, sea el
enseñanza que de ella se da es corrom que quiera, y de tal m anera sobresalga
pida, lo cual observamos que con fre entre todo por su m ajestad y suavidad,
cuencia acontece en las escuelas mixtas. que deje como aguijones en las almas
Ni se piense que es fácil separar en el de los jóvenes.
ánimo incorrupto la piedad de la doc Tanto empeño ha m ostrado siempre
trina. Puesto que si no hay época ni la Iglesia en que toda clase de estudios
m anifestación de la vida ni pública ni se ordenasen principalm ente a la edu
privada, que pueda separarse de la re cación religiosa de la juventud, que no
ligión, m ucho menos aquella edad falta solamente ha procurado que a esta en
de consejo, fogosa de ingenio y rodea señanza se diese el prim er lugar entre
da de los peligros de tantos vicios. Por todas, sino que nadie desempeñase este
lo tanto, el que pretende enseñar el grave oficio de m aestro que no fuese
conocimiento de las cosas, sin relación idóneo y aprobado como tal por juicio
alguna con la religión, corrom pe el y autoridad de la Iglesia.
germen mismo de lo bello y de lo h o
nesto, y p repara no un auxiliar de la 13. En la Universidad y el liceo. Mas
p atria sino un peligro y peste del gé no solamente tiene la religión sus dere
nero hum ano. ¿Qué podrá, prescindien chos en las escuelas de la infancia. Hubo
do de Dios, contener a la juventud en un tiempo, en que por estatuto de toda
sus deberes, y volver al camino de la Universidad, singularm ente la de París,
virtud a los que de él se han separado, estaba determ inado, que todos los es
precipitándose en el abismo de los tudios de tal m anera se acomodasen a
vicios? la teología, que ninguno llegase al té r
12. Toda instrucción se ordene a la mino de la sabiduría, si no había obte
Religión. Preciso es, adem ás, no sola nido el grado de Doctor en aquella
m ente enseñar a los jóvenes durante ciencia. El restaurador de la época de
ciertas horas la religión, sino rodear Augusto , L eón X, y, después de él, los
584 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1897) 75, 14-15
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
Del primer modo oramos solamente al 10. Meditar los misterios es oficio
Señor, porque todas nuestras oraciones angélico. H ay tam bién otro motivo de
deben ordenarse a la consecución de la alabanza para esta Asociación que no
gracia y de la gloria, cuyos dones sólo debemos pasar en silencio. Siempre
Dios puede otorgar, conforme a aque que m editamos con el rezo del Santo
llo del Salmo 83, 21: “el Señor dará la Rosario los m isterios de nuestra salva
gracia y la gloria”. Pero del segundo ción, otras tantas veces practicam os
modo dirigimos la oración a los Ange con noble emulación los oficios santí
les y hombres Santos, no para que por simos encomendados en Otro tiempo a
medio de ellos conozca Dios nuestras los Angeles del cielo a quienes im ita
peticiones, sino para que nuestras ora mos.
ciones produzcan su efecto por las sú Ellos revelaron cada uno a su tiempo
plicas y méritos de ellos. Y por eso se estos misterios, tom aron parte muy
dice en el Apocalipsis 8, 4, que el humo principal en ellos, diligentísimos fue
de los perfumes o arom as encendidos ron al intervenir en los mismos, m ani
de las oraciones de los Santos subió festando en sus rostros unas veces gozo
por la mano del Angel al acatamiento y alegría y tristeza otras: S a n G a b r ie l
de D ios^K es enviado a la Virgen para anunciarle
la Encarnación del Verbo eterno: los
9. La intercesión de María. ¿Quién coros angélicos celebran con cánticos
entre todos los bienaventurados podrá de alegría el nacim iento del Salvador
com petir con la augusta Madre de Dios en la gruta de Belén; un Angel sugiere
en el poder y en la gracia de interce a J o sé la huida a Egipto, y que se m an
sión? ¿Acaso hay alguno que pueda ver tuviese allí con el niño; un Angel con
más claram ente en el Verbo eterno, las suela al Señor que a fuerza de dolor
calam idades que sufrim os y las cosas sudaba sangre en el huerto. Vencida la
que necesitamos? ¿A quién se le dio m uerte, los Angeles anuncian la resu
m ayor poder p ara atraernos la m ise rrección del Señor, y, subido a los cie
ricordia de Dios? ¿Quién podrá com los, los Angeles tam bién proclam an que
pararse con Ella en sentimientos de desde allí ha de venir acom pañado de
piedad m aternal? Es de notar que no los ejércitos celestiales, con los cuales
pedimos a los Santos del mismo modo ju n tarán las almas de los escogidos, lle
que lo hacemos a Dios, pues a la Santa vándolas consigo a los cielos, sobre los
T rinidad le pedimos que tenga m iseri cuales ha sido ensalzada la Santa Ma
cordia de nosotros, pero a todos los dre de Dios(13&\
demás Santos les decimos que oren por Pueden con razón aplicarse a los
nosotros^1112): mas el modo de o rar a la cofrades del Santo Rosario aquellas p a
Virgen tiene algo de com ún con el culto labras que dirigía el Apóstol S a n P a b l o
de Dios, de tal m anera que la Iglesia a los prim eros cristianos: Vosotros os
pide a Ella em pleando las mismas p a habéis acercado al monte de Sión y a
labras con que ora al Señor: Ten mise la ciudad de Dios viviente, la celestial
ricordia de los pecadores. Muy bien, Jerusalén, al coro de muchos millares
pues, obran los cofrades del Santo Ro de ángeles^lshK ¿Qué cosa puede haber
sario al dirigirle tantas salutaciones y más divina y más dulce que el contem
súplicas, que vienen a ser otras tantas plarle con los Angeles y orar juntam en
guirnaldas de rosas. Tal es la grandeza te con ellos? ¿Cuánto deben esperar y
de M aría y tanta la gracia que tigne confiar que gozarán algún día en el
ante Dios, que aquel que estando nece cielo de la com pañía bienaventurada
sitado de auxilio no recurre a ella, es de los Angeles, aquellos que se asocia
lo mismo que si deseara volar sin el ron en cierto modo a su m inisterio en
auxilio de las alas. la tierra?
(11) S. Thom., 2-2 q.} 83, a 4. (13a) Brev. Rom. Vísp. y Matutin. de la Asune.
(12) S. Thom., 2-2 q., 83, a 4. (13b) Hebr. 12, 22.
76, 11-12 E n c íc l ic a “ A u g u s t is s im a e V ir g in is ’ 589
11. Elogios de Pontífices para esta 12. Bendición para esta asociación.
Cofradía. P o r estas consideraciones Damos con grato contento de Nuestro
ensalzaron con grandes elogios esta Co corazón N uestra bendición a esta aso
fradía M ariana, los Romanos P ontífi ciación, y deseamos sobre m anera que
ces, entre los cuales I n o c e n c i o VIII la os ocupéis en prom overla con m ucha
llama Cofradía devotísima^1*}; Pío V, constancia y diligencia. Esperamos,
afirm a que por su virtud se ha conse pues, con gran confianza que han de
guido que: comenzasen a madurar re ser m uy valiosas las alabanzas y ora
pentinamente los fieles de Jesucristo en ciones que sin cesar surgirán del cora
otros varones, a desvanecerse las tinie zón y los labios de la m uchedum bre
blas de las herejías y a manifestarse la cristiana; y alternando de día y de no
luz de la verdad católica14(15). S i x t o V , che por las varias regiones del orbe,
considerando los frutos que se deriva junten el canto de sus voces concordes
ban de esta religiosa institución, se m a con la meditación de las cosas divinas.
nifiesta devotísimo de ella; y otros, en Y esta perpetuidad de alabanzas y sú
fin, o la enriquecieron con grandes y plicas la significaron hace ya muchos
provechosísimas indulgencias, o se p u siglos, aquellas voces con que era acla
sieron bajo su tutela, dando a ellas su m ada J u d i t con el canto de O z í a s :
nom bre con excelentes señales de be Bendita eres del Señor Dios altísimo tú,
nevolencia. Tam bién Nos, Venerables oh hija, sobre todas las mujeres de la
Hermanos, movido por el ejem plo de tierra... porque hoy ha engrandecido tu
Nuestros predecesores, os exhortam os nombre de tal manera, que jamás tus
y rogamos con encarecimiento, como alabanzas cesaron en los labios de los
ya lo hemos hecho m uchas veces, que hombres; a cuyas voces todo el pueblo
consagréis especial cuidado al fom ento de Israel respondió clam ando: Así sea,
de esta sagrada Cofradía de tal m anera así sea(16K
que con vuestro auxilio, cada día se
llenen e inscriban nuevos cofrades; que E ntre tanto, como prenda de celes
por medio de vuestra solicitud y con el tiales beneficios, y en testimonio de
auxilio del Clero sometido a vuestra N uestra paternal benevolencia, os da
vigilancia que trab aja por la salvación mos la Bendición Apostólica con m u
de las almas, conozcan los fieles y esti cho am or en el Señor a vosotros, Vene
men verdaderam ente cuánta sea la v ir rables Hermanos, y a todo el clero y
tud y utilidad de esta Cofradía p ara la pueblo encomendado a vuestra fe y
salvación de los hom bres. Y esto lo solicitud.
pedimos con tanto más empeño, cuan
to que en estos presentes tiempos vuel Dado en Roma, junto a San Pedro,
ve a excitarse la herm osísim a m anifes el día 12 de Setiembre del año 1897,
tación de piedad p ara con la Madre de vigésimo de Nuestro Pontificado.
Dios por medio del Rosario que llam an
perpetuo. LEON PAPA XIII.
(14) Día 2(T Febr. 1491. (16) Judit 13, 23.
(15) Día 17 Sept. 1569.
ENCICLICA “AFFARI VOS” (*>
(8-XII-1897)
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
356 1. Apenas Nos es lícito hablaros, co 2. Solicitud de la Santa Sede. Aquel
mo lo hacemos con sumo gusto y am or, gran am or del pueblo fiel y vehemente
sin que espontáneam ente venga a Nues estudio de la divina religión, que vues
tro ánimo la constante reciprocidad de tros mayores, venidos prim ero y en
benevolencia de la Sede Apostólica con gran parte de Francia, después de Ir
los del Canadá, y el régimen de los ofi landa y más tarde de otros países, san
cios. Desde el principio de vuestros tam ente cultivaron y trasm itieron a la
asuntos os ha acom pañado la caridad posteridad para conservarle incólume.
de la Iglesia Católica: y u na vez que os Aunque, fácilmente conocemos que si
recibió en su seno m aternal, no ha de la posteridad agradecida guarda esta
jado después de p ro cu rar vuestro p ro preciosa herencia, se debe en gran p a r
greso, colmándoos de beneficios. Cier te a vuestra vigilancia y trabajos, Ve
tam ente aquel inm ortal varón F ran nerables Hermanos, y a la laboriosidad
cisco de L aval Montmorency, prim er de vuestro clero: todos, sin embargo,
Obispo de Quebec, quien cuanto felicí con unidad de voluntades trabajáis asi
sima y santísim am ente hizo en m em o duam ente por la incolum idad e incre
ria de sus antepasados por la pública mento del nom bre católico, y esto, a
felicidad, lo hizo bajo la autoridad y decir verdad, sin contradicción ni opor
gracia de los Romanos Pontífices. Ni sición por parte de las leyes del imperio
buscaron en otra fuente aquellos Obis inglés. Y así, movidos por el pensa
pos, llenos de grandes m éritos, los aus miento de vuestros comunes hechos, al
picios y origen de las cosas que habían conferir, hace algunos años, el honor
de realizar. P or la m ism a razón, si se de la púrp u ra rom ana al Arzobispo de
recorre el período de antiguos tiempos, Quebec, no solamente quisimos prem iar
los generosos discípulos de los varones las virtudes del varón, sino dar u n
apostólicos no acostum braron ir allí testimonio honorífico a la piedad de
sino con la aprobación y misión de la todos los católicos de allí. Por lo de
Sede Apostólica, m as llevando con la más, jam ás la Sede Apostólica deja de
57 luz de la sabiduría cristiana la semilla trab ajar por la educación de los niños,
de m ás elegante culto y de honestísimas en la que se ha de colocar la esperanza
artes, cuyas semillas, m adurando p au m áxim a de la sociedad cristiana y civil,
latinam ente m erced al gran trabajo por uniendo su estudio con el vuestro y el
ellos empleado, hicieron que el Canadá de vuestros predecesores. De aquí las
com parada en gloria y civilización con m uchas fundaciones que se han lleva
los pueblos cultos, no resultase inferior. do a cabo con frecuencia, para educar
Gratísimo Nos es el recuerdo de ta vuestros jóvenes en la virtud e in stru ir
les cosas; tanto m ás cuanto vemos que les en las letras, y que desde su origen
aquellos frutos perm anecen en no es han florecido bajo la protección y cus
casa medida. todia de la Iglesia; en cuyo género so
(*) Acta Sanctse Sedis, 30 (1898) 356-362. — Los números marginales corresponden a las pá
ginas del original en ASS, vol. 30. (P. H.)
— 590 —
77, 3-4 E n c íc l ic a “ A ffari V o s” 591
Como presagio de los celestiales do Dada en Roma, junto a San Pedro,
nes y prenda de N uestra paternal bene el día 8 de Diciembre de 1897, de Nues
volencia, recibid la bendición Apostó tro Pontificado año vigésimo.
lica, que am antísim am ente os damos a
vosotros, Venerables Hermanos, y a LEON PAPA XIII.
vuestro clero y pueblo.
ENCICLICA “CARITATIS STUDIUM”( }
(25-VII-1898)
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
6 1. Deseo de unión con los disiden origen y dignidad, de tal modo resplan
tes. El am or de caridad que Nos hace dece, que se m anifiesta a los ojos de
estar solícitos de la salvación de los todos los que la m iran: Y estará prepa
herm anos disidentes, no Nos perm ite rado en los últimos días el monte de la
cesar jam ás, si podemos volver al buen casa del Señor en la cumbre de los
Pastor los que el error tiene separados montes, y se elevará sobre los collados
del único rebaño de Cristo. y correrán a él todas las gentes<2>.
Cada día nos dolemos vehem ente
mente del lam entable estado de tanto 2. Especiales cuidados p a ra Escocia.
núm ero de hom bres como se hallan Por esta razón obtiene un lugar en
separados de la integridad de la fe. Y Nuestros cuidados y consejos la Esco
así ya por obligación del santísim o ofi cia m uy am ada desde hace tiempo de
cio, ya unidos como por persuasión e la Sede Apostólica y aún de Nos m is
instinto del am antísim o Salvador de los mo, que de un modo especial le tene
hombres, cuya persona representam os mos afecto. Sea lícito recordar que hace
sin m érito alguno Nuestro, insistimos veinte años realizamos en Escocia las
con todo empeño en pedirles que algu prim icias del m inisterio Apostólico al
na vez quieran form ar con Nosotros en procurar restituir en ella, al día siguien
la m ism a e idéntica com unión de la fe. te de com enzar Nuestro Pontificado, la
Obra grande y de un éxito m ucho más jerarquía eclesiástica. Desde cuya época
difícil que las hum anas: cuya perfec con vuestro preclaro auxilio, Venerables
ción es solamente de Dios, que todo lo Herm anos, y el de vuestro clero, no
puede. Mas por esta m ism a razón no hemos dejado de procurar el bien de
perdemos la esperanza, ni nos aleja del tal pueblo, sum am ente a propósito, por
propósito la m agnitud de las dificul su carácter, para abrazar la verdad.
tades, que no puede vencer por sí sola Aquella turbulentísim a tem pestad que
la hum ana virtud. Nosotros predicamos se desencadenó contra la Iglesia en el
a Cristo crucificado... Y lo más débil siglo XVI, así como separó de la fe ca
de Dios, es fortísimo para los hom tólica a m uchos de E uropa, así separó
b r e En tanto error de opiniones, tam bién la m ayor parte de los escoce
entre tantos males como nos rodean o ses, que con no pequeña gloria la h a
am enazan, tenemos empeño en m ostrar bían conservado por más de m il años.
como con el dedo, dónde ha de buscarse
la salvación, exhortando y am onestan 3. Conversión del escocés Niniano.
do a todas las gentes a que eleven sus Grato Nos es recordar los grandes m é
ojos a los montes de donde vendrá el ritos de vuestros antepasados en favor
auxilio. Lo que Isaías anunció se reali de la causa católica; y además Nos
zaría, dem ostraron los sucesos: esto es, complace hacer m érito de tantos varo
que la Igelsia de Dios por su divino *1 nes cuya virtud y acciones honraron el
(*) Acta Sanctae Sedis, 31 (1898/99) G-14. — Lm números marginales corresponden a las páginas
del texto original en ASS, vol. 31. (P. II.)
(1) I Córinl. 1, 23-25. (2) Isaías 2, 2.
595 —
596 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1898) 78, 4-6
nom bre de Escocia. ¿Por ventura vues dad, la obtuvo por el espíritu e impulso
tros ciudadanos rehusarán hoy recor de la fe católica. W a l l a c e y B r u c e ,
d ar a su vez lo que deben a la Iglesia lum breras de vuestro pueblo, ¿por fo r
católica y a la Sede Apostólica? Hace tuna no fueron fortísimos defensores de
mos mención de cosas harto conocidas la patria, por la constancia de la fe cató
y sabidas de vosotros. Consígnase en lica? Omitimos otros innum erables va
vuestros anales que N i n i a n o , hom bre rones útilísimos a la república, que la
escocés, habiendo comenzado con gran Iglesia jam ás dejó de guiar como m a
fuerza la lectura de los sagrados libros, dre. Omitimos otros beneficios im por
decidido a proseguirla, dijo: “Me levan tados por ella entre vosotros; merced
taré, recorreré el mar y la tierra, bus a su providencia y autoridad, han b ri
caré la verdad que ama mi alma. ¿Por llado en estudios superiores las U niver
ventura es preciso tanto? Acaso no fue sidades de San Andrés, Glasgow y Aber-
dicho a Pedro: Tú eres Pedro, y sobre donia, y ella m ism a es la que estableció
esta piedra edificaré mi Iglesia, y las la norm a de ejercer los juicios civiles.
puertas del infierno no prevalecerán Por lo que entendemos hubo razón bas
contra ella? Si, pues, en la fe de Pedro tante para dar al pueblo de Escocia el
nada hay disminuido, nada oscuro, na honroso calificativo de hijo especial de
da imperfecto, nada contra lo que sean la Santa Sede.
capaces de prevalecer ni las falsas doc 5. Tolerancia para el catolicismo.
trinas, ni las sentencias perversas, co Pero desde aquella época ha habido un
mo puertas del infierno. Y ¿dónde está gran cambio en las cosas, hallándose
la fe de Pedro, sino en la sede de Pe en muchos extinguida la antigua fe.
dro? Aquello ciertamente, aquello debo ¿Jam ás les juzgarem os convertidos? Al
seguir, que saliendo de mi tierra y de contrario, aparecen ciertos indicios de
mi parentela de la casa de mi padre, cosas, que perm iten con la ayuda de
merezca en la tierra de la visión, ver la Dios, alentar buena esperanza de Esco
voluntad del Señor y ser protegido por cia. Pues vemos que los católicos son
su templo” Y así se apresuró a venir tratados cada día con más blandura y
respetuoso a Roma: y habiendo recibido
benignidad; que los dogmas de la cien
con largueza en el sepulcro de los Após
cia católica, ya no son despreciados por
toles de la m ism a fuente y cabeza la
el vulgo, como antes sucedía, sino que
verdad católica, vuelto a su casa por
m uchos les respetan y no pocos les rin
precepto y m andato del Pontífice m á
den obsequio; que sensiblemente enve
ximo, instruyó a sus com patriotas en
jecen las perversas opiniones, que tanto
los documentos de la fe rom ana, dos
han impedido el juicio de lo verdadero.
siglos antes de que el bienaventurado
Y ojalá se extendiese más la investiga
A g u s t í n llegase a los Ingleses.
ción de la verdad; pues no cabe dudar
4. Otros ilustres católicos escoceses. que el m ayor y más exacto conoci
Esta fe enseñaron elegantísimamente miento de la religión católica, sacado
S a n t a C o l u m b a , ésta m ism a guardaron
de sus propias fuentes, no deducido de
con gran cuidado los antiguos monjes, ajenas, lim pia casi por completo el áni
de cuyas preclaras virtudes está enno mo de prejuicios.
blecida la Sede Yonense. ¿P ara qué he 6. Las Sagradas Escrituras. No pe
mos de m entar a la Reina M a r g a r i t a , queña alabanza ha de tributarse a todos
lucero y honor no sólo de Escocia, sino los escoceses, por haberse acostum brado
de todo el pueblo cristiano? Que colo a cultivar y reverenciar constantem ente
cada en la cum bre de las cosas m orta las divinas letras. Perm itan por tanto
les, no deseando en toda su vida más que Nos, tomemos algo de este argu
que lo inm ortal y divino, llenó el m un m ento para procurar con todo am or
do con el esplendor de sus virtudes. su salvación. Esto es, en aquel pudor
Em pero si consiguió tan excelsa santi- 3 de las Sagradas E scrituras de que he-
(3) Sacada de la vida de S. Niniano, Obispo de
Galovidia en Escocia, compuesta por S. Aelrcdo,
Abad de Rieval.
78, 7-8 E n c íc l ic a “ Ca r it a t is S t u d iu m ” 597
mos hecho m ención hay como cierto nocido... Nada debe ser afirmado teme
consentimiento con la Iglesia Católica. rariamente sino que todo debe ser tra
¿Por ventura no hay un principio de tado cautelosa y modestamente
volver alguna vez a la antigua unidad?
No se olviden de recordar que los libros 8. El Magisterio de la Iglesia. Mas
de uno y otro Testamento, ellos mismos como quiera que convenga que la Igle
los han recibido no de otra parte que sia perm anezca perpetuam ente debe ser
de la Iglesia Católica; a cuya vigilancia instruida no por las solas Escrituras
y perpetuos cuidados ha de atribuirse sino por cierto otro protector. Del
el que las Sagradas E scrituras perm a divino Autor fué el precaverlo para
nezcan íntegras en medio de los gran que jam ás el tesoro de la celestial doc
des disturbios de los tiem pos y de las trina se disipase en la Iglesia lo cual
cosas. La historia atestigua que ya des- había de suceder por necesidad si se
9 de antiguo m erecieron un nom bre in dejase al arbitrio de cada uno de los
m ortal por procurar la incolum idad de hombres. Aparece pues, que fue necesa
las E scrituras el Sínodo Cartaginense rio desde el principio de la Iglesia algún
III e I n o c e n c i o I Romano Pontífice. m agisterio vivo y perenne al cual por
En tiempos más recientes son conocidos autoridad de Cristo se pidiese ora la
los trabajos y vigilias del mismo géne saludable doctrina de las demás cosas,
ro, ya de E u g e n i o IV, ya del Concilio ora la interpretación de las E scrituras;
de Trento. Nos mismo, en época no des este magisterio, defendido y am parado
conocida y en Letras Encíclicas, hemos por el constante auxilio del mismo Cris
clamado gravísim am ente y advertido to, en m anera alguna pueda caer en
con toda diligencia a los Obispos del error al enseñar. A cuya necesidad Dios
Orbe católico qué debía hacerse para proveyó sapientísim a y abundantem en
que la integridad y divina autoridad de te por su Unigénito Hijo Jesucristo;
las Sagradas E scrituras perm aneciesen el cual colocó en lugar seguro la genui-
a salvo. na interpretación de las E crituras cuan
do prim eram ente y ante todo m andó a
7. Cautela en su estudio. Pues en sus Apóstoles que en m anera alguna
este curso precipitado de ingenios hay escribiesen la obra ni dividiesen entre
muchos a quienes cualquier concupis el vulgo los volúmenes de las antiguas
cencia de disquisiciones y el desprecio Escrituras sin discernimiento ni ley, si- 10
de la antigüedad de tal modo fastidio no que enseñasen a todas las gentes de
samente les separa del camino que no viva voz y hablando las condujesen al
dudan o destruir toda la fe en los Sa conocimiento y profesión de la doctri
grados Libros o dism inuirla. Y en ver na celestial: Id por todo el mundo, pre
dad, hom bres hinchados por la opinión dicad el Evangelio a toda criatura^).
de la ciencia y sum am ente confiados Mas a uno dio el principado de enseñar
en su juicio no entienden cuán lleno
en el cual como en fundam ento conve
está de reprobada tem eridad el m edir
nía que se apoyase toda la Iglesia do
con m edida solamente hum ana las que
son obras de Dios, y m uchos menos cente. Pues Cristo al dar a Pedro las
oyen a A g u s t í n que clam a con voz alta: llaves del reino de los cielos le dio ju n
Honra la Escritura de Dios, honra la tam ente y al mismo tiempo el regir a
palabra de Dios aun cuando no sea los demás que habían de desem peñar el
clara, depon la inteligencia por la pie- ministerio de la palabra: Confirma a
dad(456\ Deben ser amonestados los que tus hermanos(s>. Así pues, como los
se dedican al estudio de las Venerables fieles deben aprender de este magiste
Escrituras... oren para que entiendan rio cuanto pertenece a la salvación, es
No sea que afirmen algo temeraria necesario que a él pidan la m ism a inte
mente y tengan lo desconocido por co- ligencia de los divinos libros.
(4) In Psalm. 146, n. 12. (7) S. M arc. 16, 15.
(5) Doctr. Crist., 1. III, c. 37, n. 56. (8) S. L uc. 22. 32.
(6) ín Genes. Op. Imperf.
598 E n c íc l ic a s d e l PP: L eón XIII (1898) 78, 9-13
9. E rro r del libre exam en. Fácil con unión tan adm irable y apropiada
mente aparece cuán incierto, manco y acerca de la fe, no cabe dudar que se
destituido de propósito, es el pensar de debe principalm ente a la virtud y p ro
acruellos que creen que el sentido de las tección de este magisterio.
Escrituras, únicam ente puede conocer
se con el auxilio de las mismas E scritu 11. Aman a Cristo pero no siguen el
ras. Pues dada esta hipótesis la supre cam ino por El enseñado. Muchos de
m a ley de interpretación consistiría fi los escoceses que disienten de Nosotros
nalm ente en el juicio de cada uno. acerca de la fe am an ciertam ente de
Ahora bien, como antes hemos dicho todo corazón el nom bre de Cristo y
según que cada cual acceda a la lectura procuran seguir su disciplina e im itar
adornado de espíritu, ingenio, estudios sus santísimos ejemplos.
y costumbres, así in terpretará la sen Mas; ¿pueden conseguir alguna vez
tencia de las divinas palabras acerca de el fruto de sus trabajos los que con la
las mismas cosas. De aquí la diversidad mente y con la voluntad trabajan sin
de interpretar, la diferencia en el sen que perm itan ser instruidos y alim en
tir, y las disputas que necesariam ente tados para las cosas celestiales por la
se engendran convertido en m ateria de misma razón y camino que el mismo
mal lo que ha sido dado para bien, Cristo instituyó? ¿Si no oyen lo que
unidad y concordia. Lo cual ciertam en se ha dicho a la Iglesia, a la que el m is
te cuán verdadero sea lo m anifiesta la mo Autor de la fe m andó que los hom
mism a cosa. bres obedeciesen como a sí mismo: El
que a vosotros oye a mí me oye: el que
10. Necesidad del m agisterio. Pues a vosotros desprecia a mí me despre-
todos los que no pertenecen a la fe Cl*a ( i 2)? no obtienen los alimentos de
católica y disienten entre sí de la re piedad y de todas las virtudes de Aquel
ligión de secta tom an p ara sí cada a quien el Sumo Pastor de las alm as
una de las sentencias, pretendiendo co constituyó Vicario de su oficio dándole
rro b o rar enteram ente con las Sagradas el cuidado de todo el rebaño?
Escrituras sus opiniones y creencias.
Pues no hay don de Dios por santo que 12. Reeonciliaeión con el Papado.
sea del cual el hom bre no sea capaz de E ntre tanto cierto es que no faltan p a r
abusar p ara su perdición, hasta de las tidarios; y en prim er lugar conviene
mismas divinas Escrituras, según ense pedir a Dios para que inclinadas las
ña con grave sentencia el B. P edro : mentes al bien quiera aum entar los
Los indoctos e inconstantes malician... fuertes incitam entos de su gracia. Y,
para su p e r d i c i ó n P or estas razones ojalá que la divina Benignidad por Nos
I reneo próxim o a la época de los Após suplicada conceda a la Madre Iglesia
toles y por lo mismo seguro intérprete este deseado consuelo de ver acelerada
de ellos, jam ás desistió de inculcar en m ente a todos los escoceses restituidos
las m entes de los hom bres que no de a la antigua fe en espíritu y en verdad.
o tra parte convenía recibir noticia de ¿Qué no podrá esperarse de ellos re
la verdad que de la viva institución de conciliados con nosotros? Inm ediata
la Iglesia: Donde está la Iglesia allí está mente brillaría por doquiera la perfecta
el Espíritu de Dios y donde el Espíritu y absoluta verdad con la posesión de
de Dios allí la Iglesia y toda gracia; mas los más grandes bienes, que habían
el Esvíritu es verdad(910L Donde están perecido por la separación.
puestos los carismas del Señor allí con
viene aprender la verdad; con aquellos 13. El Sacrificio de la Misa. E ntre
1 que tienen la sucesión de la Iglesia que estos bienes sobresale uno, cuya cav
es la de los Apóstoles^11^. Ahora bien, si re n d a es la m ayor m iseria: Nos referi
los católicos, aunque en otro género de mos al Sacrificio Santísimo en el cual
cosas civiles no estén unidos, si lo están Jesucristo, Sacerdote al mismo tiempo
; ... . ,.* í Cu
(9) II Pedro 3, 10. (11) Contra liaerct., lib. 4.
(10) Contra haeret., lib. 3. (12) Le. 10, 1(5. ; i;
78, 14 E n c íc l ic a “ C a r it a t is S t u d iu m : 599
cu rar y hacer que las casas de la ense apropiado a nuestros tiempos, el clero
ñanza católica en nada cedan a las de de casi toda Escocia.
los demás, ni nada se ha de om itir para
que nuestros jóvenes estén menos p re 16. Epílogo. Todas estas cosas, Ve
parados en el conocimiento de las letras nerables Hermanos, que Nuestro ánimo
y en la elegancia de la doctrina, cuyas muy inclinado a los escoceses, ha ex
condiciones pide la fe cristiana como presado, tenedlas como encomendadas
honestísim as com pañeras suyas para principalm ente a vuestra solicitud y
defensa y ornato. caridad. Continuad probando la dili
gencia que hasta ahora Nos habéis de
15. E nseñanza religiosa y form ación m ostrado palm ariam ente, a fin de que
del Clero, Pide adem ás el am or de la se hagan estas cosas que aprovechan
religión y la caridad de la patria que mucho al fin propuesto. Ciertamente
los católicos, cuantos institutos tengan que es causa m uy difícil la que actual,
dispuestos p ara enseñar en ellos las p ri mente se ventila según m uchas veces
m eras letras o las disciplinas m ás g ra hemos confesado, y superior en cuanto
ves, procuren conservarles y aum entar al éxito a las fuerzas hum anas; pero
les según las fuerzas de cada uno. Mas santísim a y m uy conform e con los con
es justo ayudar principalm ente a la fo r sejos de la divina Bondad. P or la cual
m ación y cultura del clero que no puede no Nos conmueve tanto la dificultad
ocupar hoy de otra m anera su lugar del asunto, como Nos recrea el pensa
digna y útilm ente, que floreciendo casi miento de que, trabajando Vosotros al
en toda alabanza de hum anidad y doc fin que os hemos propuesto, jam ás fal
trina. E n este género de beneficencia tará el auxilio de Dios misericordioso.
proponem os se ayude con suma diligen Como presagio de los dones celestia
cia al Colegio Blairense de católicos. les y testimonio de Nuestra Paternal
Obra m uy saludable, com enzada con benevolencia a todos Vosotros, Venera^
gran trabajo y liberalidad por un pia bles Hermanos, y vuestro Clero y Pue
dosísimo ciudadano que no debe p er blo, concedemos con gran am or en el
mitirse caiga y m uera, sino que debe Señor la Bendición Apostólica.
proveerse a su superación y m ayor m u Dado en Roma, junto a San Pedro
nificencia, procurando llegue lo antes el día 25 de Julio de 1898, de Nuestro
posible a su perfección, y tanta im por Pontificado año veinte y uno.
tancia tiene ella cuanta es la preocupa
ción por form ar, de un modo digno y LEON PAPA XIJI
T 9
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1-9 i. Motivo: Defensa de las Insti- fueron gradualm ente quitando a la Igle
<i3?) tuciones Católicas. Muchas veces en sia católica ciertos elementos de vida y
el curso de N uestro P ontificado h e libertad, y aun la mism a protección de
mos lam entado y enérgicam ente p ro los pueblos, dispensada, como por ins
testado saliendo en defensa de los tinto natural, al mismo Pontífice en los
sagrados derechos del M inisterio Apos negocios público-privados y en los
tólico, cuando los gobernantes de la internacionales. Después con las nuevas *138>
república, que se encum braron al su disposiciones, progresivam ente prom ul
prem o poder en Italia, m erced a vio gadas, se arrojaron de los Monasterios
lentas perturbaciones de m anifiesta re a los religiosos de ambos sexos; la m a
beldía, perpetraban actos civiles, que yor parte del patrim onio eclesiástico
redundaban en detrim ento de la Reli fue confiscada y m iserablem ente disi
gión y de la Iglesia. Esto mismo, bien pada; los Clérigos sujetos al servicio
a pesar Nuestro, Nos vemos obligados m ilitar; la libertad del m inisterio ecle
a hacer de nuevo sobre una cuestión siástico am arrada a leyes arbitrarias e
gravísima, que llena Nuestro ánim o de injustas; borrada casi toda huella de la
profunda tristeza. Nos referim os a la religión cristiana de las instituciones
supresión de las Instituciones católicas, públicas; el favor y benevolencia otor
decretada no hace m ucho en varias p ro gados a los heterodoxos; y m ientras se
vincias de Italia. Semejante disposición, concedía la más am plia libertad a las
tan arb itraria como injusta, es rep ro sectas (llamadas masónicas), se infe
bada con indignación por toda persona rían vejaciones y crueldades sólo a
sensata y Nosotros vemos por ella re aquella religión, que fue siempre gloria,
novarse sum aria y cruelm ente casi to defensa y am paro de Italia.
das las infam ias, que hemos sufrido en
años pasados. 3. Influencia del orden religioso en
el social. Alguna vez hem os lam entado
2. Origen y necesidad de ellas. Aun semejantes atentados, tan malvados y
que demasiado conocido por vosotros, con tanta frecuencia repetidos; lo hici
estimamos m uy oportuno recordar el mos en prim er térm ino en defensa de
origen y necesidad de estas Institucio la Santa Religión, expuesta a grave pe
nes, fruto de N uestra paternal solicitud ligro, después lo hemos deplorado una
y de vuestro cuidado, a fin de que com y m uchas veces, y decimos esto con 130
prendan todos cuál fue Nuestro pensa toda la sinceridad de Nuestro corazón,
miento al fundarlas y cuál sea el fin, en beneficio de nuestra patria. Porque
que dichas Instituciones persiguen en el la religión es la fuente de prosperidad
orden religioso, m oral y caritativo. y grandeza para las naciones y el fu n
Después que se destruyó el poder dam ento principal de toda sociedad
tem poral de los Romanos Pontífices se bien ordenada. En efecto, debilitado el
(*) Acta Sanctse Sedis, 31 (1898/99) 129-137 presenta primero el texto original italiano que co
mienza con las palabras “Spesse volte” y añade enseguida, como dice, “la versión latina Ssepe-
numero Pontificatus en las págs. 137-146. — En el margen damos las páginas de ambos documentos,
las de la versión latina entre paréntesis. (P. H.)
— 601
602 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1898) 79, 4-5
sentimiento religioso, que en cierto ción a los males que se avecinan, con
modo eleva y ennoblece el ánimo, e la palabra, con la acción, con asociacio
im prim e profundam ente en él la noción nes de individuos, cuyo pensamiento y
de lo justo y de lo honesto, el hom bre acción sea la misma, con reuniones, con
se envilece y se abandona al instinto publicaciones, con congresos, con ins
salvaje y al interés m aterial, y de aquí tituciones de caridad y de preces, con
como necesaria consecuencia los odios, todos los medios, en fin, pacíficos y le
discordias, depravación de costumbres gales, que sean conducentes a m antener
y perturbación del orden social; para en los pueblos el piadoso sentimiento
cuyos males no suelen ser remedio se de religión, y para socorrer la miseria,
guro y suficiente la severidad de las consejera de crímenes, la cual amplia
leyes, ni el rigor de los tribunales, ni y gravemente se ha difundido por Ita
la mism a fuerza arm ada. Que el culto lia. por la depresiva condición econó
de la religión y la conservación de la mica, en que se encuentra nuestra na
sociedad se hallan naturalm ente cone ción. Todo esto lo hemos m uchas veces
xionados en tal form a, aue el decai recomendado, principalm ente en dos
miento religioso lleva consigo la ruina cartas dirigidas al pueblo italiano el día
de la sociedad a causa de tum ultos y 15 de octubre del año 1890 y el 8 de
perturbaciones, lo hemos advertido m u diciembre de 1892.
chas veces en cartas dirigidas al pue
blo italiano, a los que incum be la fo r
m idable responsabilidad del poder m os 5. Noble actitud de los católicos. Nosm
trándoles los futuros progresos de la es m uy grato declarar aquí, que Nues
tra exhortación cayó en terreno muy
perversa doctrina del socialismo y de la
anarquía, como tam bién los incalcula fecundo. Mediante vuestro generoso es
bles males, a que estaba expuesta la fuerzo, Venerables Hermanos, del clero
Italia. Mas no fuim os escuchados: la y demás fieles, encomendados a vues
falsa y frívola opinión, introducida por
tro cuidado, se han obtenido algunos
la secta de los rebeldes, ha cubierto la
efectos prósperos y agradables y no es
inteligencia con un velo y la guerra difícil prever otros m ás saludables en
contra la religión todavía continúa conplazo próximo. Innum erables asociacio
la m ism a crueldad. Lejos de dictar m e
nes surgieron en casi todas las regiones
dida alguna los encargados de la rep ú
de Italia, a cuya m utua unión y celo
blica, hom bres perversos han esparcidodeben su origen las cajas rurales para
en libros, en periódicos, en las escuelas
defensa de los agricultores, las cocinas
y aun en las cátedras, en los círculos,llam adas económicas, dorm itorios eco
(139) en ios teatros... los gérmenes de irreli
nómicos, para albergue nocturno de los
giosidad e inm oralidad, han arrancado pobres; lugares amenos, para honesto
los principios religiosos, en que se in
recreo de los jóvenes en los días festi
form an las fuertes y honestas costum
vos; luego aparecieron sociedades, para
bres de los pueblos, e im punem ente han
catequizar a los niños, para visitar los
difundido las m áxim as opuestas, de las
enfermos en los hospitales, para de
cuales se sigue indiscutiblem ente la per
fensa de las viudas y huérfanos y ta n
versión del entendim iento y la co rru p
ción del corazón.4 tas otras instituciones benéficas, que
fueron saludadas con la gratitud y ben
4. Voces de alarma. Nosotros enton dición del pueblo, y de las cuales hicie
ces, Venerables H erm anos, viendo los ron calurosos elogios m uchos varones
peligros y desgracias que am enazaban del partido contrario. Los católicos se
al pueblo italiano, creimos llegado el gún costumbre, en el desenvolvimiento
m om ento de levantar la voz y decir de estas instituciones, como no existiera
públicam ente a los católicos de Italia: cosa alguna que juzgaran digna de re
( 140)
la religión y la sociedad misma, están serva, se m ostraron a la luz del día y
en peligro; llegó la hora de desplegar se m antuvieron constantem ente dentro
todo vuestro valor, de obrar en oposi de los límites señalados por la ley .
79, 6-9 E n c í c l i c a “ S a e p e n u m e r o P o n t i f i c a i ’! ^ 603
6. Disturbios en las provincias. Mas res del orden, con la sola intención de
sobrevinieron las tristes vicisitudes de que en ellos redunde, como en su cau
las repúblicas, las cuales, acom pañadas sa, el desdoro y el daño de los desórde
de tum ultos y derram am iento de san nes civiles, de que fueron teatro algu
gre, m ancharon algunas provincias de nas provincias de Italia. Este Nuestro
Italia. Nada conmovió y contristó ta n dolor aum entó, cuando, uniendo a ta
to Nuestro ánim o como aquel triste es les calum nias hechos arbitrarios y vio
pectáculo. lentos, hemos visto suprim idos muchos
Pensamos, que los gobernantes de la de los principales y más valientes dia
república llegarían a conocer en el ori rios católicos, prohibidas las procesio
gen próxim o de estas sediciones y lu nes en las parroquias y en las diócesis,
chas civiles, el fruto, funesto en verdad, dispersadas las asociaciones de los ca
pero n atu ral de las perniciosas semillas, tólicos, despojados de casi todo elemen- <141>
por largo tiem po disem inadas am plia e to de vida algunas Instituciones, en
im punem ente en Italia. Tam bién supu especial las que pretenden como único
simos que, aleccionados por la triste fin el increm ento de la piedad entre los
experiencia, y que rem ontándose de los fieles y la beneficencia pública y priva
efectos a las causas, to rn arían a las da; otras am enazadas con castigos; di
norm as cristianas, p ara la restauración sueltas m uchas sociedades, de suyo ino
del orden social con las cuales deben centes y benem éritas y en su consecuen
renovarse las naciones, so pena de pe cia destruida y m iserablem ente perdida
recer y que tributarían, de esta suerte, en breves horas de torm enta la pacien
el debido hom enaje a los supremos te y m odesta y por ende caritativa obra
principios de la justicia, de la probidad de m uchos años, debida a entendim ien
y de la religión, de la cual se deriva, tos nobles y corazones generosos.
principalm ente, el bienestar m aterial de
los pueblos. Pensamos, finalm ente, que, 8. La autoridad pública se contra
al menos en su deseo de descubrir a los dice. Con tal disposición enorm e y
autores y cómplices de estas sediciones, odiosa, la autoridad pública contrade
se apresurarían a buscarles entre los cía abiertam ente sus precedentes afir
que, enemigos de la religión católica y maciones. Por m ucho tiem po habían
adictos al naturalism o y m aterialism o denunciado al pueblo italiano como in
científico y político, excitan todo deseo dulgente y cómplice en la obra revo
inm oderado del hom bre, y entre los que lucionaria contra el Pontificado rom a
en las som bras de reuniones sectarias no, mas ahora se m uestran reos de
esconden sus m alvados designios y afi m entira, al em plear la fuerza y vio
lan el arm a contra el orden y la segu lencia, para elim inar las innum erables
ridad de la sociedad hum ana. Y en ver sociedades am pliam ente difundidas en
dad, algunos de espíritu elevado y com Italia, no por otro motivo, que por
pletam ente im parcial, aunque del p a r haberse m ostrado afectas y devotas a
tido contrario, han com prendido y han la Santa Sede.
tenido el valor de proclam ar pública
mente la verdadera causa de estos de 9. Violación de las leyes. Mas esta
sórdenes sociales.7 disposición dañaba sobre todo los p rin
cipios de la justicia y las norm as de las
7. Los católicos calumniados por los leyes vigentes. En virtud de estos p rin
gobernantes. Mas ¡ah! grande fue cipios y de aquestas norm as se perm i
Nuestra sorpresa y dolor cuando supi te a los católicos, como a los demás
mos que, con ridículo pretexto, que en ciudadanos gozar de la libertad de pro
vano pretenden disim ular con el artifi mover de m utuo acuerdo el bien m oral
cio, a fin de despistar a la opinión p ú y m aterial de sus conciudadanos y ejer
blica y p ara poner en ejecución un de citarse a la vez en la práctica de la
signio prem editado, los gobernantes de religión y de la piedad. A rbitraria fue,
la república con increíble osadía cul pues, la disolución de tantas asociacio
paban a los católicos como p erturbado nes católicas — las cuales existen tran-
604 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1898) 79, 10-13
gos; y de esta suerte inconmovibles han vuestra proxim idad a Nosotros y por
visto pasar los siglos, adquiriendo de ser los más adictos a la Sede Apostóli
las mismas desventuras fuerza, ener ca, sirvan de consuelo y de valor estas
gía y constancia. Nuestras palabras y la firme promesa,
de que el Pontificado rom ano, así como
15. León X III y su am or a Italia. En en siglos anteriores, en medio de los
cuanto a Nosotros, no cesaremos de tristes y borrascosos acontecimientos,
am ar a esta bella y noble nación, en la fue guía, defensa y salvación del pueblo
cual hemos nacido; deseando vivamente católico, en especial del italiano, así
em plear el últim o avance de Nuestras tam bién no dejará jam ás de cum plir
fuerzas, p ara conservarla el precioso te su elevada y saludable misión de defen
soro de la fe y de la religión; para der y reivindicar vuestros derechos con
m antener a sus hijos en la honrosa constancia en medio de las dificultades
esfera del deber y de la virtud, y para y con más especial am or, cuanto más
socorrer, en cuanto Nos sea posible, su oprim idos os hallareis.
miseria.
Y vosotros habéis dado, especialmen
te en estos últim os años, numerosos tes
16. Vigilen los Pastores. E n el cum timonios de abnegación y laboriosidad
plimiento de este nobilísimo deber de en toda institución buena.
la religión y de la piedad, Nos presta
réis vosotros, Venerables H erm anos (y No perdáis la esperanza; m as ate-<146>
de ello estamos seguros) el concurso niéndoos, en el pasado, a los límites y
eficaz de vuestro cuidado, de vuestro fines legales, y plenam ente a la direc
celo vigilante y constante. Continuad, ción de vuestros pastores, perseverad
como lo hacéis, en la obra de reavivar con valor cristiano en el mismo propó
la piedad en los fieles; de preservarles sito. Y si en el camino encontráis nue
del error y de la sedición, que por do vas contradicciones y hostilidades, no
quier les rodea; de consolar benigna os acobardéis; la bondad de vuestra
m ente a los pobres y a los desgraciados causa aparecerá siempre más luminosa,
con todos los medios, que os sugiera la cuando vuestros enemigos, para com
caridad cristiana. Vuestras fatigas no batirla se vean obligados a recu rrir a 137
serán nunca estériles, cualquiera que las arm as; los peligros de vuestra vir
fuesen las vicisitudes de las cosas y la tud aum entarán, sin duda, vuestro m é
apreciación de los hombres, porque las rito delante de los varones honestos y
dirigís a un fin m ás alto que estas co lo que im porta m ás delante de Dios.
sas m undanas; y si llegara, por último, Gomo auspicio entre tanto, de los
a suceder, que vuestra labor se viera dones celestiales y prenda de Nuestro
interrum pida o destruida, os librarán paternal am or hacia vosotros, os damos
del deber de responder de los daños con el sincerísimo afecto de Nuestro
que pudieran sobrevenir a la Italia los Corazón la Bendición Apostólica a vos
obstáculos interpuestos a vuestro m i otros, Venerables Hermanos, al Clero y
nisterio pastoral. 17 al pueblo italiano.
17. A los católicos vejados. Y a vos Dado en Roma junto a San Pedro el
otros, católicos italianos, objeto princi día 5 de agosto del año 1898, vigésimo
pal de N uestra solicitud y de Nuestro prim ero de Nuestro Pontificado.
afecto; a vosotros, a quienes las veja
ciones oprim en con más crueldad, por LEON PAPA XIII.
EPISTOLA “DIUTURNI TEMPORIS” <*>
(5-IX-1898)
— 607 —
608 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1898) 80, 4-6
tial que hum ano de esta oración, de diese la invocación Reina del Santísimo
m ostram os que la adm irable guirnalda Rosario, como augurio de la victoria
confeccionada con la salutación angé que habíam os de reportar en la actual
lica, entrelazada con la oración dom i contienda.
nical y unida con la meditación, resulta
u na especie excelentísim a de súplica, 5. Indulgencias anejas al rezo del
m uy fructuosa, principalm ente p ara la Rosario. F altab a por recordar el gran
consecución de la vida eterna; pues, dísimo valor y utilidad del Rosario ma-
fuera de la excelencia m isma de las riano a causa de la abundancia de p ri
oraciones de que se compone, ofrece vilegios y derechos con que está enri
una buena defensa de la fe y un insigne quecido, y m ás que nada, por el pre
modelo de virtud por medio de los m is ciosísimo tesoro de indulgencias de que
terios que propone a nuestra contem goza. Ahora bien, es fácil entender
plación; que, además, no es una oración cuánto interesa a todos los que se preo
complicada sino que se acom oda fá cupan de su salvación aprovecharse de
cilmente al carácter popular, por cuan este beneficio. Pues, se trata nada m e
to se le pone delante, con la considera nos que de conseguir el perdón, total
ción de la Fam ilia de Nazaret, el ideal o parcial, de la pena tem poral que hay
absolutam ente perfecto de la vida fa que pagar en esta o en la otra vida, aun
m iliar; y que el pueblo cristiano, por después de cancelada la culpa. Es de
consiguiente, siem pre experimentó su cir, el rico tesoro form ado con los
saludabilísim a eficacia. méritos de Cristo, de la Madre de Dios
y de los santos, y al que con razón
4. aplicaba nuestro predecesor C l e m e n t e
Lo que hicieron los Papas ante
riores y León XIII por la devoción del VI las palabras de la Sabiduría: Tienen
Santísimo Rosario. Fiesta, mes de los hombres un infinito tesoro, y los
Octubre y la invocación en las Leta que de él se aprovechan, se hacen par
nías. De esta m anera, después de h a tícipes de la amistad de Dios^K Ahora
ber recordado principalm ente la n atu bien, los Romanos Pontífices, en virtud
raleza del santísim o Rosario y de haber de la potestad soberana de que están
exhortado a su práctica de variados revestidos por el mismo Dios, abrieron
modos, Nos aplicamos, además, siguien estas copiosísimas fuentes de gracias a
do las huellas de Nuestros predecesores, los cofrades del Santísimo Rosario y a
a fom entar su im portancia por medio los que piadosam ente lo recitasen.
de un culto m ás solemne. Pues, así
como S i x t o V, de feliz recordación, 6. Anuncio de una constitución para
aprobó la antigua costum bre de rezar la Cofradía del Rosario. Así, pues, Nos
148 el Rosario, y G r e g o r io X III dedicó un también, pensando que la corona má-
día de fiesta al mismo título, que luego riana, como adornada de gemas esco
inscribió en el M artirologio C l e m e n t e gidísimas, luce m ás bella con estos
VIII, y m andó C l e m e n t e XI que fuese beneficios e indulgencias, tras largos
guardada por la universal Iglesia, y estudios, ya tenemos m adurado el plan
B e n e d i c t o X III la introdujo en el Bre de publicar una Constitución acerca de
viario Romano, así Nos, p ara perenne los derechos, privilegios e indulgencias
testimonio de Nuestro aprecio a esta de que podrán disfrutar las cofradías
m anera de piedad, m andam os que la del Santísimo Rosario. Esta Nuestra
m ism a solem nidad del Santísimo Ro Constitución sea prueba de am or para
sario con su oficio fuese celebrada en con la augustísim a Madre de Dios, y
la universal Iglesia con rito doble de para los fieles todos estímulo ju n ta
segunda clase. Quisimos, además, que m ente y prem io de su piedad, a fin de
se consagrase a esta práctica todo el que, en la hora suprem a de la vida,
mes de Octubre; finalm ente, ordenam os puedan por su medio ser aliviados y
que en las Letanías Lauretanas se añ a descansar suavísimamente en su regazo.
(3 ) S a b id u r ía 7, 14.
80, 7 E n c íc l ic a “ D iu t u r n i T e m p o r is ’ 609
Encíclicas Pontificias 2C
8J[
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
— 610
8 1 , 5-7 E n c íc l ic a “Annum Sacrum ” 611
cierto que su poderío se extiende tam ningún otro haya semejante ni igual, y
bién a todos los desposeídos de la fe por haberle sido dado sobre el cielo y
cristiana, de tal suerte, que es verdad la tierra, éstos deben estarle en todo
inconcusa que la universalidad del gé sujetos y obedientes. Y este derecho
nero hum ano está bajo la potestad de exclusivo y propio suyo lo ejerció m an
Jesucristo. Puesto que quien es Unigé dando a los Apóstoles divulgar su doc
nito del Padre, y es consubstancial a El, trina, congregando a todos los hombres
esplendor de su gloria y figura de su en un cuerpo llam ado Iglesia por m e
substanciaU), es necesario que tenga dio del bautism o de salud e imponiendo
com unes todas las cosas con el Padre leyes que nadie puede recusar sin peli
y consiguientemente el sumo im perio gro grave de la salvación eterna.
de todas ellas.
6. D erechos adquiridos como Reden
5. M agnitud de la potestad de Cristo tor. Y no consiste todo en esto sola
p o r ser H ijo de Dios. P o r esta razón mente. Cristo m anda no sólo con dere
dijo de sí mismo el Hijo de Dios por el cho nativo, por ser el Unigénito de
Profeta: Yo he sido constituido Rey so Dios sino tam bién con otro adquirido.
bre Sion y su monte Santo. El Señor El nos libró del poder de las tinie
me dijo: Tú eres mi hijo, yo te engen b la s^ , y también se entregó a sí mis
dré hoy. Pídeme y te daré las gentes mo en redención por fodos(7>.
en herencia y los confines de la tierra P or ello se hicieron pueblos de ad
para tu posesión(2>. Con lo cual declara quisición para E /(8) no sólo todos los
que recibió de Dios potestad am plísima, cristianos y católicos bautizados debi
ya sobre toda la Iglesia, que por el damente, sino tam bién todos y cada
m onte Sion se significa, ya sobre todo uno de los hombres. Y a este propósito,
lo demás del orbe que se entiende bajo dijo oportunam ente S a n A g u s t í n : ¿Pre
la denom inación de térm inos o confi guntáis qué compró? Ved lo que dio y
nes del mismo. Y aquellas palabras Tú vendréis en conocimiento de lo que
eres mi hijo, indican claram ente en qué compró. El precio es la sangre de Cris
fundam ento se apoya aquella suma po to. ¿Qué cosa puede haber de igual va
testad, según dicen aquellas palabras: lor? ¿Qué si no todo el mundo, qué si
Te daré las gentes en herencia, que son no todas gentes? Todo cuanto dio, lo
semejantes a las del Apóstol S a n P a b l o : dio para adquirirlo todo <9).
Al cual constituyó heredero de todo^K Y porque hasta los mismos infieles
están sujetos al poderío y dominación
Hay que considerar m uchísim o todo
de Cristo, lo m uestra S a n t o T o m á s al
cuanto afirm ó Cristo de su im perio, no
tra ta r acerca de si su potestad judicial
sólo por los Apóstoles y Profetas, si
se extiende a todos los hom bres, y afir
no tam bién, por sus propias palabras.
ma que la potestad judicial sigue a
Al preguntarle el presidente rom ano:
la potestad regia, y concluye diciendo
¿Luego tú eres Rey?, sin vacilación al que todas las cosas están sujetas a Cris
guna respondió: Tú lo dices que yo soy
to en cuanto a la potestad misma^í0\
ReyW. Y confirm an m ás claram ente la aun cuando no le estén sujetas todavía
m agnitud de esta potestad, y el Reino en cuanto a la ejecución de la potestad.
sin fin de aquel Reinado, aquellas p ala Y esta potestad Cristo la ejerce sobre
bras que dirigió a los Apóstoles: Me ha los hom bres todos por medio de la ver
sido dada toda la potestad en el cielo y dad, de la justicia y principalm ente de
en la tierra^. la caridad.
Si ha sido, pues, dada toda la potes
tad a Cristo, se sigue forzosam ente que 7. N uestra voluntaria consagración.
su im perio ha de ser sumo, absoluto y P ara el fundam ento de tal potestad y
no sujeto a ningún arbitrio ajeno, que 12345 dominio, benignamente perm ite que
(1) Hebr. 1, 3. (6) Coloss. 1, 13.
(2) Ps. 2. (7) I Timot. 2, 6.
(3) Hebr. 1, 2. (8) I Petr., 2, 9.
(4) Joan. 18, 37. (9) Tract. 120 in Joan.
(5) Matth. 28, 18. (10) Sum. Thcol. 3* p. q. 59, a. 4.
612 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n X III (1899) 81, 8-10
Nosotros añadam os una devoción vo dad cristiana? Desempeñando Nos las
luntaria: ciertam ente Jesucristo, Dios y veces de Aquel que vino a salvar lo
Redentor a la vez, es rico por la pose que había perecido y que redim ió a
sión perfecta y cum plida de todas las todo el linaje hum ano con su propia
cosas, m ientras que Nosotros somos Sangre; por esta m ism a razón procu
tan pobres e indigentes, que nada po ram os asiduam ente llam ar a la vida
seemos que sea bastante p ara rem une verdadera a aquellos que están senta
rarle. dos en las som bras de la m uerte, en
649 Pero, no obstante, llevado de su bon viando m ensajeros de Cristo a todas
dad y caridad suma, no rechaza que le partes con el fin de instruir a todos, y
ofrezcamos lo que es suyo y que se lo con m ayor m otivo compadecidos de su
demos y consagremos como si se tra desdicha, los encomendamos al Sagra
tara de cosa nuestra, y no solamente do Corazón de Jesús, y en cuanto de
no lo rechaza, sino que lo pide ahinca pende de Nos, se los consagramos con
damente. Hijo mío} dame tu corazón(11^. toda el alma.
Así, pues, podemos todos ciertam ente
gratificarle con el m ejor ánimo y bue 9. Aumento de fe en los fieles y con
na voluntad; puesto que consagrándose versión de los infieles. Y por esta ra
al Mismo, no solamente reconocemos y zón esta devoción, que aconsejam os a
acatam os su poderío de un modo grato todos, creemos que tam bién a todos ha
y m anifiesto, sino que a la p ar atesti de ser m uy provechosa; y si así lo
guamos con ello que si en realidad de hicieren, todos cuantos vivan en el
verdad fuese Nuestro lo que ofrecemos, am or y conocimiento de Nuestro Señor
que lo daríam os con la m ism a excelente Jesucristo fácilmente han de experim en
voluntad, y le pedimos a la vez no se tar cómo aum enta en ellos el am or y la
ofenda al adm itir de Nosotros lo que fe hacia el mismo Señor Augustísimo.
es com pletam ente suyo. Tal es la fu er Pero a aquellos que, después de co
za de ello, y así es Nuestro firm e y leal nocer a Cristo, desprecian sus leyes y
parecer. preceptos, les será posible esconderse
Y puesto que en el Sagrado Corazón en la llam a de caridad del Sagrado
se encierra el símbolo y expresión de Corazón. Y para aquellos, finalmente,
la infinita caridad de Cristo, que Nos tan desdichados que viven sumergidos
incita y mueve a am arnos m utuam ente, en la más ciega de las supersticiones,
es oportuno y justo consagrarse a su pediremos todos a una el celeste auxi
Corazón Augustísimo, lo que no es otra lio a fin de que Jesucristo así como ya
cosa más que entregarse y obligarse les tiene sometidos según su potestad,
con Jesucristo, ya que todo honor, ob los someta algún día según la ejecución
sequio o devoción piadosa que se ofre de esta potestad misma y no solamente
ce al Corazón Divino, se ofrece propia en el siglo venidero cuando se cumplirá
y verdaderam ente al mismo Cristo.8 su voluntad sobre todos salvando a
unos y castigando a otrgs^12\ sino tam
8. C onsagración de los infieles. Así, bién en esta vida m ortal otorgándoles
pues, excitamos y exhortam os a todos la fe y la santidad, con las cuales v irtu
cuantos am en y conozcan al Sagrado des puedan ad orar a Dios como es de
Corazón a adm itir con la m ejor volun bido, y aspirar a la eterna felicidad en
tad la devoción indicada, y queremos el cielo.
con todo empeño que en el día en que
se eleven al cielo tantos m illares de 10. E speranza de m ejores tiem pos.
consagraciones de alm as que se ofren Y semejante consagración trae a los
dan al mismo objeto, vayan todas a la pueblos la esperanza de mejores cosas
Augusta Mansión unidas y a un mismo ya que puede restaurar y hacer m ás
tiempo. ¿Y acaso sufrirem os que no firmes los vínculos que juntan por n a
hagan tal aquellos innum erables para turaleza propia a las cosas civiles con
quienes no resplandeció todavía la ver Dios. En nuestros tiempos de ahora
(11) Prov. 23, 26. (12) S. Thom. II, q. 59, a. 4.
81, 11-13 E n c íc l ic a “Annum Sacrum ” 613
sucede con h arta frecuencia que parece lengua confesará que Nuestro Señor
levantarse un m uro de obstáculos entre Jesucristo está en la gloria de Dios
el poder civil y la Iglesia. Al tratarse de Padreé.
la constitución y adm inistración de las
ciudades, acaece que se tenga en nada la 11. Como la Cruz a Constantino.
autoridad del derecho divino y sagrado Cuando la Iglesia estaba oprim ida con
con el deliberado intento de que ningu el yugo de los Césares en sus tiempos
na fuerza ni elemento religioso tenga primitivos, fue m anifestada una cruz
ingerencia en el trato y modo de vivir en lo alto al joven em perador, que fue,
de la sociedad común. por cierto, auspicio y causa de la glo
riosísim a victoria que después obtuvo.
Llega tal osadía hasta el extremo de He aquí otra señal que hoy se ofrece a
pretender quitar de en medio la fe de Nuestros ojos, excelsa y divinísima, es
Cristo y, si posible fuese, arro ja r del a saber: el sacratísimo Corazón de Je
m undo al mismo Dios. Y, ¿qué tiene de sús, con la cruz por rem ate y resplan
particular que tam aña insolencia en los deciente de llamas entre esplendísimos
ánimos orgullosos conduzca al género fulgores. En El se han de cifrar, pues,
hum ano a tal perturbación de cosas y todas las esperanzas; a El se ha de ro
vaivenes que a nadie dejen vivir exento gar y de El hemos de aguardar la sal
de riesgos y temores? Cierta cosa es que vación de los hombres.
ha de desvanecerse la incolum idad de
los poderes públicos siempre que se 12. Acción de gracia p o r la salud del
tenga a la religión en menosprecio. Pontífice. H ay otra razón p ara ello
Dios, al castigar justa y m erecidam ente que no debemos pasar en silencio y es
a los prevaricadores los entregó a sus propia Nuestra, pero bastantem ente ju s
propios apetitos a fin de que sirvan a ta y poderosa para em prender tal obra,
sus concupiscencias y sean exterm ina y es la bondad suma de Dios, autor de
dos por el exceso de libertad. todo bien, que nos conserva hasta aho
ra después de habernos librado de gra
De aquí se origina aquel aluvión de ve enferm edad. Por todo ello queremos
males que hace tiempo tienen carácter que públicam ente se haga m em oria de
perm anente y que exigen con vehem en tal gracia y de tan grande beneficio por
cia que se busque el auxilio de uno con medio del acrecentam iento de los ho
cuyo esfuerzo y virtud puedan ser ale nores al Sacratísimo Corazón que Nos
jados. Y ¿quién será éste, sino Jesucris decretamos.
to Unigénito de Dios? No se dio otro
nombre debajo de los cielos a los hom 13. D ecreto de consagración. Así,
bres, que así convenga para hacernos pues, m andam os que en los días nove
salvos^13). A El, pues, debemos acudir no, décimo y undécimo del próxim o mes
ya que es camino, verdad y vida. Quien de junio, en la iglesia principal de cada
se haya extraviado vuelva al camino: ciudad o pueblo se hagan rogativas y
quien tenga oscurecida su m ente por en cada uno de dichos días se añadan
las tinieblas, arrójelas de sí con la luz a las demás preces las Letanías del Sa
de la verdad, y a quien sobrevino la grado Corazón, aprobadas por Nuestra
m uerte, ábrase a la vida. autoridad, y que en el últim o día se
rece la fórm ula de la consagración que
Entonces podrán sanarse tantas he os enviamos juntam ente con estas Le
ridas y restituirse a su prim itivo vigor tras Apostólicas en el Señor.
todo derecho; se restau rarán los o rn a
Dado en Roma, en San Pedro el día
m entos de la paz, caerán las espadas,
25 de m ayo del año 1899, de Nuestro
y las arm as se escurrirán de las manos
Pontificado el vigésimo segundo.
cuando todos acepten el im perio de
Cristo y gustosos le obedezcan, y toda LEON PAPA XIII.
(13) Act. 4, 12 (14) Phil. 2, 11.
^25
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: So 'ud y bendición apostólica
193 1. Preocupación constante del Papa nerables Herm anos, sabemos, que una
por F ran cia. Desde el día en que Nos gran parte del pueblo francés guarda
hemos sido elevado a la Sede Pontificia, hoy, como siempre, con veneración la
Francia fue constantem ente el objeto de fe de sus abuelos y cumple con fideli
N uestra solicitud y de N uestra estim a dad los deberes que ella impone. De
ción señaladísim a. Y, en efecto, F rancia otra parte sin embargo, Nos no podría
es el pueblo donde, durante el curso de mos ignorar que los enemigos de esta
los siglos, movido por los insondables fe santa no han estado inactivos, sino
designios de su m isericordia sobre el que han conseguido desterrar del gran
mundo, ha elegido Dios con preferen núm ero de fam ilias todo principio de
cia a los hom bres apostólicos destina religión, las cuales, a causa de esto, vi
dos a predicar la verdadera fe por todo ven en lam entable ignorancia de la ver
el ámbito de la tierra y a llevar la luz dad revelada y com pleta indiferencia
del Evangelio a las naciones aun sum i para todo cuanto está ligado con sus
das en las tinieblas del paganismo. El la intereses espirituales y con la salvación
ha predestinado a ser el adalid de su de sus almas.
Iglesia y el instrum ento de sus grandes
obras: Gesta Dei per Francos. 2. El clero “sal de la tie rra ’. Si bien
A una m isión tan alta responden evi felicitam os, pues a F rancia, y con ju s
dentem ente num erosos y graves debe ticia por ser p ara las naciones infieles
res. Deseosos Nos, como Nuestros p re un hogar de apostolado, debemos a la
decesores, de ver a Francia cum plir vez alen tar los esfuerzos de aque’los
fielmente el glorioso m andato de que de sus hijos que, alistados en el sacer
fue investida, le hemos dirigido m uchas docio de Jesucristo, se ocupan en la
veces ya, durante Nuestro largo P onti labor de evangelizar a sus com patrio
ficado, Nuestros consejos, Nuestros es tas, de pertrecharlos contra la invasión
tímulos, Nuestras exhortaciones; y m uy del naturalism o y de la incredulidad, 194
especialmente lo hemos hecho en Nues con sus funestas y graves consecuen
tra Carta Encíclica de 8 de febrero de cias. Llamados por la voluntad de Dios
1884, Nobilíssima Gallorum gens, y en a ser los salvadores del mundo, los Sa
Nuestras Letras de 16 de febrero de cerdotes deben ser siempre, y ante todo
1892, publicadas en el idioma de F ra n recordar que son por la institución
cia y que comienza así: Au milieu des misma de Jesucristo, la sal de la tie-
soilicitudes. Nuestras palabras no han rra*2^, de donde S a n P a b l o , escribiendo
sido infructuosas, y por vosotros, Ve- a su discípulo T i m o t e o , concluyó con
(*) Acta Sanctae Sedis, 32 (1899/1900) 193-213. — Los números cu el margen corresponden a
las páginas del texto original en ASS, vol. 32. ( >. H.)
(1/ Como el original de esta Encíclica está en tiendo que las palabras con que comienza y suele
francés, y no se ha hecho versión latina de ella, citarse, son: Depuis le jour.
damos el texto según la versión francesa advir- (2) Matth. 5, 13.
— 614
8 2 , 3-5 E n c íc l ic a “ D e p u is l e j o u r ” 615
razón que deben ser dechado de los más pesada responsabilidad que aquel
fieles en palabra, en buena vida, en que tiene por objeto la santificación de 195
caridad, en fe, en pureza (3L todos los actos libres del hom bre? ¿No
Que ésta es la conducta del Clero en es del gobierno de las alm as del que los
Francia considerada en su conjunto, Padres con razón dijeron que es “el
Nos lo habéis hecho saber, Venerables arte de las artes” esto es, la más im por
H erm anos, siempre con gran consuelo tante y más delicada de todas las labo
de Nuestro corazón, sea por las rela res a que un hom bre puede ser desti
ciones que de cuatro en cuatro años nado en pro de sus semejantes, ars
nos enviáis sobre el estado de vuestras artium regimen anim arum ^l Nada,
Diócesis, en conform idad con la Cons pues, deberá omitirse para preparar,
titución de S i x t o V, o bien por las co cual lo requiere el digno y fructuoso
m unicaciones que de vuestros labios re cum plim iento de tal misión, a los que
cibimos cuando tenemos la satisfacción por vocación divina a ella fueren lla
de conversar con vosotros y de escu mados.
char vuestras confidencias. Sí, la digni 4. P rim eros escalones hacia el Sacer
dad de la vida, el ard o r de la fe, el docio. Ante todo conviene discernir
espíritu de abnegación y sacrificio, los entre los de edad infantil aquellos en
alientos y la generosidad del celo, la quienes el Altísimo ha depositado el
caridad inagotable p ara con el prójim o, germen de semejante vocación. Nos sa
la energía en todas las nobles y fecun bemos que en cierto núm ero de Dióce
das em presas que tienen por objeto la sis de Francia, gracias a vuestras sa
gloria de Dios, la salud de las almas, la bias recomendaciones, los Sacerdotes
felicidad de la patria: tales son las tra de las parroquias, especialmente en los
dicionales y preciosas cualidades del campos, se aplican con celo y abnega
Clero francés, a las que Nos es muy ción, que no podríam os alabar bastan
grato poder trib u tar aquí público y p a te, a com enzar por sí mismos la ense
ternal reconocimiento. ñanza elemental de los niños en quienes
han notado serias disposiciones para la
3. Ei gobierno de las alm as es el piedad y aptitud para el trabajo inte
arte de las artes. Sin em bargo, y m er lectual. Las escuelas presbiterales son,
ced precisam ente al tiempo y profundo pues, como el prim er peldaño de esa
afecto que le profesam os, tanto para escala ascendente que, prim ero por los
cum plir el deber de Nuestro m inisterio Seminarios menores, después por los
apostólico, como p ara responder a mayores, hará subir hasta el sacerdocio
Nuestro vivo deseo de verle m antenerse a los jóvenes a quienes el Salvador ha
siempre a la altura de su gran misión, repetido el llam am iento dirigido a P e
hemos resuelto, Venerables Hermanos, d r o y a A n d r é s, a J u a n y a S a n t ia g o :
tra ta r en la presente Encíclica algunos “Dejad vuestras redes, venid en pos de
puntos que las circunstancias actuales mí y haré que vosotros seáis pescadores
recom iendan con insistencia a la con de hombres”W.
cienzuda atención de los prim eros P as
tores de la Iglesia de Francia y de los 5. Los Sem inarios M enores. Cuanto
sacerdotes que trab ajan bajo su auto a los Seminarios menores hase com pa
ridad. rado con frecuencia y muy exactamente
Es desde luego evidente que cuanto esta institución saludabilísim a a esos
más elevado, com plejo y difícil es un semilleros en que son puestas aparte
cargo más larga y m ás esm erada debe las plantas que piden cuidados más es
ser la preparación de los llam ados a peciales y asiduos, sólo merced a los
desempeñarlo. Ahora bien, ¿existe en cuales pueden producir frutos e indem
la tierra dignidad más alta que la del nizar de sus faenas a los que se dedican
sacerdocio y un m inisterio que im ponga 34 a cultivarlas: Nos renovam os a este
(3) I Tim. 4, 12.
(4) S. Greg. M., lib. Reguloe Past., P. I, C., I. (5) Mat. 4, 19.
"La cura de almas es el arte de las artes”.
616 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n X III (1899) 82, 6-8
respecto la recom endación que a los que sean, a los niños cuya inteligencia,
Obispos dirigía Nuestro predecesor Pío corazón y carácter form an. La Iglesia
IX en su Encíclica de 8 de diciembre se los confía para que los hagan capa
de 1849. Referíase ésta a una de las ces de ser un día Sacerdotes, es decir,
más im portantes decisiones de los P a misioneros del Evangelio, continuado
dres del Santo Concilio de Trento, y es res de la obra de Jesucristo, distribui
altam ente glorioso p ara la Iglesia de dores de su gracia y de sus sacram en
Francia en el presente siglo haberla tos. Que esta consideración altísima,
observado tan esm eradam ente, puesto sobrenatural, se mezcle incesantemente
que no hay una sola de las 94 Diócesis a su doble acción de profesores y edu
de que se compone, que no esté dotada cadores y sea cual la levadura que es
de uno o de m uchos Seminarios m e necesario mezclar al trigo, según la p a
nores. rábola evangélica, para transform arlo
en un pan sabroso y sustancial^6*.
6. F orm ación de virtudes sacerdo7. El plan de estudios y los grados
tales. Nos, sabem os, Venerables Her- académ icos. Si la preocupación cons
196 manos, de cuántos cuidados rodeáis a tante de una prim era e indispensable
esas instituciones, que con razón m ira form ación para el espíritu y las virtu
como preciosas vuestro celo pastoral, y des del Sacerdocio debe inspirar a los
por ello os felicitamos. Los Sacerdotes m aestros de vuestros Seminarios m eno
que bajo vuestra alta dirección tra b a res en sus relaciones con sus discípulos,
jan en el am aestram iento de la juven esta misma idea principal y directiva
tud llam ada a alistarse un día en las es a la que deben ajustarse el plan de
filas de la milicia sacerdotal, nunca estudios y toda la economía de la disci
em plearán tiem po sobrado en m editar plina. Nos no ignoramos, Venerables
ante Dios la im portancia excepcional Hermanos, que en cierta m edida os véis
de la misión que vosotros les confiáis. obligados a contar con los program as
Porque no es el único deber de éstos, del Estado y las condiciones que éste
como si de otros maestros se tratase, impone para la obtención de los grados
enseñar a los niños los elementos de universitarios, puesto que en algunos
las ciencias hum anas. Esta es sola la casos exigen esos grados a los Sacer
parte m enor de su tarea. Menester es dotes, bien sea en la dirección de los
que su atención, su celo, su generoso colegios libres, colocados bajo la tutela
afán, esté sin cesar en vela y en acción, de los Obispos o de las Congregaciones
de un lado p ara estudiar continuam en religiosas, bien en la enseñanza superior
te bajo la m irada y luz de Dios las al de las facultades católicas que vosotros
mas de los niños y los indicios signifi habéis tan laudablem ente fundado. Es
cativos de su vocación para el servicio por otra parte de soberano interés para
del altar; de otra parte, p ara ayudar m antener la influencia del Clero en la
a la inexperiencia y la debilidad de sus sociedad, que éste cuente en sus filas
jóvenes discípulos a proteger la gracia numerosos Sacerdotes que en nada ce
tan preciosa del llam am iento divino dan cuanto a la ciencia, de la cual son
contra todas las influencias funestas, los grados la com probación oficial a
tanto del exterior como del interior. los m aestros que el Estado form a para
Tienen, pues, que ejercer un m inisterio sus liceos y sus universidades.
humilde, laborioso, delicado, que exige
constante abnegación; y a fin de soste 8. Métodos tradicionales. Sin em bar
ner su valor en el cum plim iento de sus go, y después de haber concedido a esta
deberes, deberán cuidar de tem plarlo exigencia de los program as la im por
en las fuentes m ás puras del espíritu tancia que im ponen las circunstancias,
de fe. No pierdan jam ás de vista que necesario es que los estudios de los
no es su m isión p rep arar p ara funcio aspirantes al Sacerdocio continúen fie
nes terrestres por legítimas y honrosas les a los métodos tradicionales de Jos
(6) Mat. 13, 33.
82, 9-11 E n c íc l ic a “ D e p u is l e j o u r ” 617
siglos pasados. Ellos son los que han 10. El estudio del latín. Si desde m u
form ado a los hom bres eminentes de chos años ha los métodos pedagógicos
quienes la Iglesia de F ran cia está con vigentes en los establecimientos del
justo título orgullosa: los T h o m a s i n o ,
Estado reducen progresivam ente el es
los M a b il l ó n y tantos otros, sin m entar
tudio de la lengua latina y suprim en
a vuestro B o s s u e t llam ado el águila de
ejercicios en prosa y verso que nuestros
Meaux, porque, tanto por la elevación antepasados acertadam ente juzgaban
de los pensam ientos como por la no que debían hacer gran papel en las
bleza del lenguaje, su genio se cierne clases de los colegios, los Seminarios
en las m ás sublimes regiones de la cien m enores deben ponerse en guardia con
cia y de la elocuencia cristiana.. Ahora tra esas innovaciones, inspiradas por
bien, el estudio de las bellas letras fue preocupaciones utilitarias v que redun
el que poderosam ente ha ayudado a es dan en detrim ento de la sólida form a
tos hom bres p ara que llegasen a ser ción del espíritu. A estos antiguos m é
útilísimos y m uy intrépidos obreros al todos, tantas veces justificados por sus
servicio de la Iglesia, y los han hecho resultados, Nos aplicaríam os de buen
capaces de escribir obras verdadera grado la palabra de S a n P a b l o a su
m ente dignas de pasar a la posteridad discípulo T im o t e o y con el Apóstol os
y que contribuyen aún en nuestros días diríam os, Venerables Herm anos: Guar
a la defensa y a la difusión de la ver dad el d e p ó s i t o con celoso cuidado.
dad revelada. E n efecto, es casualidad Si un día, lo que Dios no quiera, h u
peculiar de las bellas letras, cuando son biesen de excluirse totalm ente de las
enseñadas por m aestros cristianos y h á otras escuelas públicas, que vuestros
biles, desenvolver rápidam ente en el Seminarios m enores y colegios libres
alm a de los jóvenes todos los gérmenes los guarden con inteligente y patriótica
de vida intelectual y m oral, a la vez que solicitud; e im itaréis así a los Sacerdo
contribuyen a dar al juicio rectitud y tes de Jerusalén que, queriendo sustraer
am plio carácter, y al lenguaje elegan a bárbaros invasores el fuego sagrado
cia y distinción. del templo, lo escondieron de m anera
que pudiesen encontrarlo y devolverle
todo su esplendor cuando los malos días
9. Form ación literaria. Adquiere eshubiesen pasado
ta consideración im portancia especial
cuando se trata de las literaturas griega
y latina, depositarías de las obras m aes 11. E l estudio de la Filosofía. Una
tras de ciencia sagrada, que la Iglesia vez en posesión de la lengua latina, que
con justo motivo cuenta entre sus más es como la clave de la ciencia sagrada,
preciosos tesoros. Hace medio siglo, y desenvueltas suficientemente por el
durante aquel período, demasiado cor estudio de las bellas letras las faculta
to, de verdadera libertad, en que los des del espíritu, pasen los jóvenes que
Obispos de F rancia podían reunirse y se consagran al sacerdocio del Semina
concertar las medidas que estim aban rio m enor al m ayor, y prepárense en
m ás conducentes a favorecer los p ro éste por la piedad y el ejercicio de las
gresos de la religión y al mismo tiempo virtudes clericales, a la recepción de los
más provechosas a la paz pública, m u santos Ordenes, aplicándose al mismo
chos de vuestros Concilios provinciales, tiempo al estudio de la Filosofía y de
Venerables H erm anos, recom endaron la Teología.
del modo más expreso el culto de la Lo decíamos ya en N uestra Encíclica
lengua y de la literatu ra latinas. Vues ¿Eterni Patris, cuya lectura atenta re
tros colegas de entonces deploraban ya comendamos de nuevo a vuestros semi
que en vuestro país el conocimiento naristas y a sus maestros, y lo decía
del latín tendiese a decrecer(71.7 mos apoyándonos en la autoridad de
(7) Porro linguam latinam apud nos obsoles- clediscitur. (Litt. Synod. Patrum Conc. París ad
ccre nec quisquam est qui nesciat, et viri pruden clericos et fideles. an. 1819).
tes conqueruntur. Discitur tardissime, celerrime (8) I Tim. 6, 20.
(9) II Macab. 1, 19-22.
618 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n X III (1899) 82, 12-14
15. Las Ciencias Sagradas. Vienen de explicar su método a todos sus discí
después las ciencias sagradas p ropia pulos, así como los principales artícu
mente dichas, a saber, la Teología dog los relativos a la fe católica.
m ática y la Teología m oral. La Sagra 18. Recomendación del Catecismo
da Escritura, la H istoria Eclesiástica y Tridentino. Recom endam os de igual
el Derecho canónico. Estas son las cien m anera que todos los sem inaristas ten
cias propias del Sacerdote, en ellas se gan en sus m anos y lean frecuentem en
inicia durante su estancia en el Semi te el libro de oro, conocido con el nom
nario m ayor; después, obligado está a bre de Catecismo del Santo Concilio de
proseguir estudiándolas toda su vida. Trento o Catecismo rom ano, dedicado
16. La Teología. La Teología es la a todos los Sacerdotes investidos del
ciencia de las cosas de la fe. La cual cargo pastoral (Catechismus ad parro-
se alim enta —nos dice el P apa S i x chos). Notable por la riqueza y la exac
t o V— en fuentes que jam ás se agotan: titud de la doctrina, a la vez que por la
las Sagradas E scrituras, las decisiones elegancia de su estilo, este catecismo es
de los Papas, los decretos de los Con un precioso resum en de toda la Teo
cilios^13^. logía dogmática y m oral. Quien lo po
’01 Llam ada positiva y especulativa, o seyere a fondo tendrá siempre a su
escolástica, según el m étodo que p ara disposición los recursos con ayuda de
estudiarla se emplea, la Teología no se los cuales puede un sacerdote predicar
lim ita a proponer las verdades que se con fruto, ejercer dignam ente el im por
han de creer, sino que escudriña su tante m inisterio de la confesión y de la
fondo íntim o, m uestra sus relaciones dirección de las almas, y hallarse con 202
con la razón hum ana, y ayudada de los medios para refutar victoriosam ente las
recursos que le sum inistra la verdadera objeciones de los incrédulos.
filosofía, las explica, las desenvuelve y 19. Estudio de las Sagradas Escritu
las adapta exactam ente a todas las ne ras. Cuanto al estudio de las Santas
cesidades de la defensa y propagación Escrituras, Nos llam am os de nuevo
de la fe. A sem ejanza de B e l e se e l , a vuestra atención, Venerables H erm a
quien el Señor había dado su espíritu nos, sobre las enseñanzas que os hemos
de sabiduría, de inteligencia y de cien dado en Nuestra Encíclica Providentis-
cia, confiándole la m isión de edificar simus Deus(16\ de la cual deseamos que
su Templo, el teólogo “talla las piedras los profesores den conocimiento a sus
preciosas de los divinos dogmas, las discípulos, agregando a esto las expli
acomoda con arte, y merced al marco caciones necesarias. En especial quere
en que las coloca, hace resaltar su bri mos que los pongan en guardia contra
llantez, su atractivo y su belleza” (14). las alarm antes tendencias que procuran
Con razón, pues, el mismo S i x t o V introducirse en la interpretación de la
llam a a esta Teología (hablando espe Biblia, y que, si llegasen a prevalecer,
cialm ente aquí de la Teología escolás no tard arían en arru in ar su inspira
tica) un don del Cielo, y pide que se la ción y su carácter sobrenatural. Bajo el
m antenga en las escuelas y sea culti especioso pretexto de sustraer a los ad
vada con grande ardor, como cosa la versarios de la palabra revelada el uso
más fructífera^15* p ara la Iglesia. de argum entos que parecían irrefu ta
17. Excelencia de la Sum a Teológica. bles contra la autenticidad y la veraci
¿Será necesario añadir que el libro por dad de los Libros Santos, han estimado
excelencia en que podrán los alum nos algunos escritores católicos, como un
estudiar con m ayor provecho la Teolo recurso habilísimo, hacer suyos estos
gía escolástica es la Suma Teológica de mismos argum entos; y en virtud de esta
S t o . T o m á s d e A q u i n o ? N os queremos, extraña y peligrosa táctica han contri
por lo tanto, que los profesores cuiden buido con sus propias manos a la labor
(13) Const. Apost. Triumphantis Jerusalem. dorem, gratiam, venustatem. (S. Vine. Lir. Coru
in onit. C. H.).
(14) Pretiosas clivini dogmatis gemmas insculpe, (15) Citada Const. Apost.
fideliter coapta, adorna sapienter, acljice splen- (1G) 18 Nov. 1893.
620 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n X III (1899) 82, 20-22
debe autorizar en m anera alguna ni sus de Dios: que asistiesen a reuniones po
ideas, ni la licencia de su lenguaje. pulares, donde su presencia no serviría
¿Podrá olvidar jam ás que el día de su más que para excitar las pasiones de
ordenación ha prom etido solemnemente los impíos y de los enemigos de la Igle
a su Obispo ante los santos altares obe sia, y a ellos mismos los expondría a
diencia reverencia? groseras injurias, sin utilidad para n a
die y con gran asombro, si no escánda
30. P ureza y santidad de vida. Pero lo, de los fieles piadosos: que adopta
antes qué todo, Nuestros queridos H i sen, en fin, los usos, las m aneras de ser
jos, recordad que la condición indispen y obrar y el espíritu de los seglares. La
sable del verdadero celo sacerdotal y sal necesita, sí, mezclarse con la m asa
ia m ejor prenda de éxito en las obras que ha de preservar de la corrupción;
a que la obediencia y la jerarq u ía os pero a la vez ha de librarse de ésta, so
consagra, es la pureza y la santidad de pena de perder todo sabor y de no ser
vida. “Jesús ha comenzado por hacer, vir ya para nada, sino para ser echada
antes de enseñar”(30)31. Como El, por la fuera y pisada por los hombres(32).
predicación del ejemplo, debe el Sacer
dote preludiar la predicación de la p a 32. M odestia y gravedad. De igual
labra. “Separados del siglo y de sus modo el sacerdote, sal de la tierra, en
negocios — dicen los PP. del Santo Con su contacto obligado con la sociedad
cilio de Trento— , los clérigos han sido que le rodea, debe conservar la m odes
colocados a una altura que los pone en tia, la gravedad, la santidad en su con
evidencia, y los fieles fijan en su vida tinente, en sus actos, en sus palabras,
la mirada cual en un espejo, para saber y no dejarse invadir por la ligereza, la
lo que deben imitar. He aquí por qué disipación y la vanidad de las gentes
los clérigos, y todos los llamados de un del m undo. Menester es, al contrario,
modo especial al servicio del Señor, que en medio de los hom bres conserve
deben tan cuidadosamente regular sus su alm a tan unida con Dios que nada
acciones y sus costumbres, que en su pierda del espíritu de su santo estado,
manera de ser, en sus movimientos, en y no se vea en la necesidad de hacer
su andar, en sus palabras y en todo ante Dios y ante su conciencia esta
cuanto ejecuten, no haya nada que no triste y hum illante confesión: “No he
sea grave, modesto, profundamente im estado una sola vez entre los laicos,
pregnado de religión. Con esmero deben que no me haya retirado menos sacer
evitar hasta las faltas que si bien lige dote”.
ras en cualquier otro, serían en ellos
gravísimas, a fin de que ni uno solo de 33. Afán de innovaciones. ¿No será
sus actos deje de inspirar a todos res- por haber dado de m ano, llevado de
peto”(slK un celo presuntuoso, a las reglas trad i
cionales de la discreción, de la m odes
31. Algunas norm as p a ra los Sacer tia, de la prudencia sacerdotales, el
dotes. Nos quisiéram os, queridos Hijos por qué ciertos Sacerdotes tachan de
Nuestros, grabar en todos vuestros co rancios, de incom patibles con las nece
razones que a estas recomendaciones sidades del m inisterio en el tiempo en
del Santo Concilio dejarían de ajustarse que vivimos, los principios de discipli
ciertam ente los Sacerdotes que adop na y de conducta que en el Seminario
tasen en su predicación un lenguaje han recibido de sus m aestros? Se les
poco en arm onía con la dignidad de su ve salir como por instinto al paso de
sacerdocio y la santidad de la palabra las innovaciones m ás peligrosas de len-
(30) Act. 1, 1. incessu, sermone, aliisque ómnibus rebus nil nisi
(31) Cum enim a rebus sseculi in altiorem su- grave, moderatum ac religione plenum prse se
blati locum conspiciantur, in eos tamquam in ferant; levia etiam dilecta, quse in ipsis, maxima
speculum reliqui oculos conjiciunt ex iisque su- essent, effugiant ut eorum actiones cunctis affe-
munt quod imitentur. Quapropter sic decet omni- rant venerationem. (S. Conc. Trid. Sess. 12. De
no clericos, in sortem Domini vocatos, vitam Reform., cap. 1).
moresque suos omnes componere, ut habitu, gestu, (32) Matth. 5, 13.
624 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n X III (1899) 82, 34-36
“de las transform aciones políticas y 39. D octrina sólida. “...In doctrina.
“de los trastornos sociales cuando la “En presencia de los esfuerzos combi
“acción bienhechora y civilizadora de n a d o s de la incredulidad y de la here-
“su ministerio se m anifiesta m ás es “jía para consum ar la ruina de la fe
p le n d o ro sa . “católica, sería un verdadero crimen
“en el Clero m ostrarse vacilante e in-
37. N érm a de San Pablo a Tito. “activo. E n medio de tan grande des-
“ ...Pero, viniendo a la práctica, Nos “bordam iento de errores, de tal con-
“encontram os una enseñanza perfecta “flicto de opiniones, él no puede faltar
m e n te adaptada a las circunstancias “a su misión, que es defender el dogma
“en las cuatro m áxim as que el gran “atacado, la m oral puesta en parodia y
“Apóstol S a n P a b l o daba a su discípu “la justicia tan frecuentem ente desco
l o T i t o : «Muéstrate a ti mismo en n o c id a . A él es a quien incumbe opo
“todo por dechado de buenas obras, en n e r s e como una barrera al error que
“tu doctrina, en la integridad de tu vi- “todo lo invade y a la herejía que ocul
“da, en la gravedad de tu conducta, t a su faz: no perder de vista las tra-
11 “no haciendo uso sino de palabras san- “m as de los corifeos de la impiedad,
“tas e irreprensibles»(37>. Nos quisié “que dirigen sus tiros contra la fe y el
r a m o s que cada uno de los miembros “honor de este país católico, y desen-
“de Nuestro Clero m editase estas má- “m ascarar sus am años y señalar sus
“ximas y a ellas am oldase su conducta. “emboscadas; a él incumbe am parar a
“los sencillos, fortalecer a los tímidos,
38. Dechado de buenas obras. “In “abrir los ojos a los ciegos. Una erudi-
“ómnibus teipsum praebe exemplum “ción superficial, una ciencia vulgar, no
“bonorum operum. M uéstrate a ti mis- “bastan para esto, son indispensables
“mo en todo por dechado de buenas “estudios sólidos, profundos y no in
“obras, es decir, de u na vida ejem plar te rru m p id o s; un conjunto, en fin, de
“y activa, anim ada de un verdadero “conocimientos doctrinales, capaces de 212
“espíritu de caridad guiada por las má- “luchar con la sutileza y la singular
“ximas de la prudencia evangélica; de “astucia de nuestros m odernos contra
“una vida de sacrificio y de trabajo, d icto res...
“consagrada a hacer bien al prójim o,
“no con m iras terrenas y por una re
c o m p e n s a perecedera, sino con un fin 40. T riste experiencia. “...In integri-
“sobrenatural. Da tú el ejem plo de ese “tate. No hay prueba tan patente de la
“lenguaje, a la vez sencillo, noble y “im portancia de este consejo como la
“elevado, de esa palabra sana e irre “triste experiencia de lo que pasa en
p re n s ib le que confunde toda oposición “derredor de nosotros. ¿No vemos, en
“hum ana, apaga los antiguos odios que “efecto, que la vida relajada de ciertos
“contra nosotros ha sentido el m undo “eclesiásticos desacredita y hace des
“y nos concilia el respeto y hasta la p r e c ia r su ministerio y ocasiona escán
“estim a de los enemigos de la Religión. d a lo ? Si hay hom bres que, dotados de
“Todo el que se ha ofrecido al servicio “un entendim iento tan brillante como
“del santuario ha estado siempre obli- “insigne, desertan de las filas de la
“gado a m ostrarse vivo modelo, ejem “santa milicia y se alzan contra la Igle-
p l a r perfecto de todas las virtudes; “sia, esta m adre que en su afectuosa
“ pero esta obligación es m ucho más “tern u ra los había elegido p ara el go
“grande, cuando a causa de los tra sto r b ie r n o y la salud de las almas, su de
n o s sociales, se cam ina por u n terreno fe c c ió n y sus extravíos las m ás de las
“difícil e inseguro donde pueden encon “veces no tienen otro origen que su in
t r a r s e a cada paso em boscadas y p re d is c ip lin a y sus depravadas costum
te x to s de ataque... b re s ...
(37) In ómnibus teipsum praebe exemplum bonorum operum, in doctrina, in integritate, in gra-
vitate, verbum sanum irreprensibile. (Tit. II, 7, 8).
626 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n X III (1899) 82, 42-43
41. P rudencia y m esura. “...In graví aproxim ación de una crisis formidable
state. P or gravedad es necesario enten de perturbaciones sociales. Necesario
d e r esa conducta seria, llena de discre es, pues, como Nos hemos dicho en di
c i ó n y de exquisito tacto, que es pro versas circunstancias, que enaltezcamos
p i a del m inistro fiel y prudente, que los principios saludables de la Religión,
‘'Dios ha escogido para el gobierno de así como los de la justicia, de la cari
“su familia. El Sacerdote, en efecto, a dad, del respecto y del deber. A Nos
“la vez que agradecido a Dios por ha- otros toca inculcarlos profundam ente
“berse dignado elevarle a tanto honor, en las almas, particularm ente en las que
“debe m ostrarse fiel a todas sus obli son cautivas de la incredulidad o están
g a cio n es, al mismo tiempo que mesu- agitadas por funestas pasiones; hacer
“rado y prudente en todos sus actos; reinar la gracia y la paz de Nuestro
“no ha de dejarse dom inar por viles Divino Redentor, que es la Luz, la Re
“pasiones, ni sus labios deben proferir surrección y la Vida, y agrupar en El a
“palabras violentas y excesivas; debe todos los hom bres, no obstante las in
“com partir bondadosam ente las desven evitables distinciones que los separan.
t u r a s y debilidades del prójim o, hacer Sí, los días en que estamos reclam an
“a todos todo el bien que pueda de un más que nunca el concurso y desintere
“modo desinteresado, sin ostentación, sado afán de Sacerdotes ejemplares, lle
“m anteniendo siempre intacto el honor nos de fe, de discreción, de celo, que,
“de su carácter y de su dignidad su inspirándose en la dulzura y en la
b lim e .” energía de J e s u c r is t o , cuyos verdade
ros embajadores son, pro Christo lega-
42. El cumplimiento de estas exhor tione fungimur(S8\ anuncien con vale
taciones. Volvemos ah o ra a vosotros, rosa e indefectible paciencia las verda
Nuestros queridos Hijos del Clero fra n des eternas, las cuales son para las
cés, y tenemos firm e confianza en que almas, simientes fecundas de todas las
Nuestras prescripciones y Nuestros virtudes.
consejos, únicam ente inspirados por Su m inisterio será laborioso, frecuen
Nuestro afecto paternal, serán com temente hasta difícil, sobre todo en los
prendidos y recibidos por vosotros se países donde las poblaciones, absorbi
gún el sentido y el alcance que Nos das por los intereses terrenales, viven
hemos querido darles al dirigiros estas en el olvido de Dios y de su santa Re
Letras. ligión. Pero la acción ilustrada, carita
Mucho esperam os de vosotros, p o r tiva, infatigable del Sacerdote, fortifi
que Dios os ha provisto abundantem en cada por la gracia divina, realizará,
te de todos los dones y de todas las como lo ha hecho en todos los tiempos,
cualidades necesarias p ara ejecutar increíbles prodigios de resurrección.
grandes y santas cosas en provecho de Nos saludam os con todos Nuestros
la Iglesia y de la sociedad. Nos quisié votos y con gozo inefable esta consola
ram os que ni uno solo de vosotros se dora perspectiva, m ientras que, con to
dejase m enoscabar por esas im perfec do el afecto de Nuestro corazón, os
ciones que anublan el esplendor del damos a vosotros, Venerables H erm a
carácter sacerdotal y perjudican a su nos, al Clero y a todos los católicos de
eficacia.438 Francia, la Bendición Apostólica.
Dado en Roma, cerca de San Pedro,
43. E special labor exige nuestro a 8 de Septiembre de 1899, año vigé
213 tiem po. Los tiem pos actuales son tris simo segundo de Nuestro Pontificado.
tes; el porvenir todavía más sombrío y
más am enazador; parece anunciar la LEON PAPA XIII.
(38) II Cor. 5, 20.
013
DE JESUCRISTO REDENTOR
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
de ella, que en esta obra consiste p rin Reflexionando un poco sobre estas
cipalm ente toda su autoridad y poder. cosas, entre las cuales se cuentan la
Nos hemos procurado hasta el día, obscura ceguedad de la mente, de que
de una m anera difícil pero con gran habla S an P ablo (2), la depravación de
solicitud y en la m edida de Nuestras la naturaleza, el libertinaje y el cúmulo
fuerzas aquel beneficio en el ejercicio de supersticiones que lo inficionan to
de Nuestro Pontificado; y vosotros, oh do, a la vez se siente en el ánimo la
Venerables H erm anos, en lo que os compasión y el horror, estando esto en
toca habéis obrado tam bién de este la conciencia del vulgo aunque no m e
modo, y aun habéis consumido en esta dite y reflexione sobre ellas con el de
obra juntam ente con Nos, todos vues tenimiento que merecen. No arrastraría
tros pensam ientos, vigilias y trabajos; a m uchos la soberbia ni la desdicha
pero ante las circunstancias actuales, enervaría sus buenos propósitos si guar
debemos redoblar Nuestros esfuerzos y daran en la m em oria los inmensos be
propagar ahora, con ocasión del año neficios que debe el hom bre a Dios,
santo, el conocimiento y am or de Jesu evocando con frecuencia en su ánimo
cristo enseñando, persuadiendo y exhor de dónde lo sacó Cristo y hasta qué
tando, si es que h an de escuchar Nues punto lo ha ensalzado.
tra voz no tan sólo los que reciben
siempre dócilm ente las enseñanzas cris 4. La expectación del Mesías. D este
tianas, sino tam bién aquellos desgracia rrado y desheredado por tanto tiempo
dos que llam ándose cristianos, viven sin el linaje hum ano, día por día cam inaba
fe y sin el verdadero am or de Dios, hacia su destrucción y ruina, envuelto
Nuestro Señor, de los cuales Nos en aquellos males y en otros que trajo
compadecemos grandem ente, queriendo consigo el delito de nuestros prim eros
atender a ellos de modo expreso para padres, sin que en lo hum ano cupiera
que sepan lo que han de hacer y a remedio a tantas desgracias, hasta que
dónde han de ir si hacen caso de Nos apareció, bajado del cielo, el Liberta
y no Nos desatienden.3 dor del género hum ano, Cristo Señor,
con cuya venida se vio cum plida la
prom esa del Eterno, hecha en el p rin
3. H o rro r de u na hum anidad sin
cipio del m undo, de que vendría a la
Cristo. El no h ab er conocido nunca a
tierra el Vencedor y Dominador de la
Jesucristo es una grande desgracia, pero
desgracia, al fin, que no envuelve in serpiente v R estaurador de la dignidad
hum ana, por lo cual las generaciones
gratitud ni m aldad; mas el repudiarlo
sucesivas m iraban su venida con gran
u olvidarlo, ya conocido, es un crim en
expectación y deseos.
tan nefando y aborrecible, que parece
Los ojos fijos en El, el pueblo había
no puede darse en el hom bre; pues
entonado, durante m ucho tiempo y con
Cristo es el origen y el principio de to
toda solemnidad, las profecías de los
dos los bienes, y el género hum ano, así
sagrados vates que con anterioridad h a
como no pudo ser redim ido sin su p re
bían significado distinta y claram ente
ciosísima sangre, así tam poco pudo ser
los varios acontecimientos, las hazañas,
conservado sin su divino poder. “En
las instituciones, las leyes, las cerem o
ningún otro hay salud; pues ningún nias y los sacrificios del pueblo elegido,
otro nombre nos ha sido dado bajo el diciendo además que la perfecta y abso
cielo, entre los hombres, por el cual luta salud del género hum ano radica
podamos ser salvos”(D. ban en Aquel que había de entregarse
¿ Qué vida será la de los m ortales que como Sacerdote futuro y que había de
arrojen de sí a Jesús que es la virtud ser la víctim a de expiación, el Restau
y la sabiduría de Dios? ¿Cuáles serán rador de la libertad, el Rey de la paz,
las costum bres, cuáles los excesos de el Doctor universal y el Fundador del
aquellos hom bres que están privados de imperio que perm anecería en pie m ien
la luz del Cristianismo? tras durasen los siglos.
(1) Act. 4, 12. (2) Rom. 1, 21.
83, 6-7 E n c íc l ic a “ T a m e t si F u t u r a ” 629
5. Cristo R edentor p o r la Cruz. Con cuales había puesto el fin de todos sus
estos signos, estos vaticinios y estos pensamientos y cuidados; conoció tam
títulos, tan varios en la form a, pero tan bién que ésta era la constitución de la
congruentes en el fondo, era designado vida hum ana, que ésta era la ley su
Aquel que, por la excesiva caridad con prem a y que todas las cosas deben diri
que nos amó, se había ofrecido p ara girse a Dios como a su fin para que
nuestra salvación. P or tanto, como lle habiendo salido de El, a El volvamos
gase el tiempo de realizarse el divino algún día. De este principio y fu n d a
decreto, el unigénito Hijo de Dios, he mento surgió renovada la conciencia de
cho hombre, satisfizo ubérrim a y cum la dignidad hum ana, y los corazones
plidamente con su sangre al Dios ofen recibieron el sentimiento de la frater
dido por los hombres, y reivindicó p ara nal caridad de todos.
sí al género hum ano, a tanto precio Entonces los deberes y los derechos,
redimido. No estáis redimidos por el oro como era consiguiente, en parte fueron
y la plata corruptibles, sino por la pre perfeccionados y en parte constituidos
ciosa sangre de Cristo, que es como la de íntegram ente, y a la vez, las virtudes se
un cordero inmaculado e inocente exaltaron hasta un punto que no lo
Y así, redim iendo verdadera y p ro pudo nunca sospechar siquiera ninguna
piamente a todos los hom bres ya suje filosofía; y de aquí que las ideas, las
tos a su im perio y potestad, puesto que costum bres y la conducta de la vida
El mismo es su creador y conservador, tom aran otro rum bo, y cuando el co
los hizo de nuevo suyos. No os perte nocimiento del Redentor hubo afluido
necéis, pues que habéis sido comprados copiosamente, y su virtud, que excluye
a gran precio^. De aquí que todas las la ignorancia y los antiguos vicios, se
cosas fueron restablecidas por Dios en hubo fundido en las íntim as arterias de
Cristo, los pueblos, entonces se obtuvo aquella
El arcano de su voluntad, fundado en m udanza de cosas de las gentes que,
su mero beneplácito por el cual se pro adquirida por la hum anidad cristiana,
puso restaurar en Cristo, cumplidos los cambió radicalm ente la faz de todo el
tiempos prescritos, todas las cosas^K orbe.
Y como Jesús borrase el documento
de aquel decreto que era contrario a 7. Universalidad de la Redención.
Nosotros, fijándolo en la cruz^Q\ las ce El recuerdo de todas estas cosas que
lestiales iras se aplacaron p ara siempre, hasta aquí hemos dicho, lleva consigo,
quedando rotos los lazos de la antigua Venerables Hermanos, un inmenso con
servidum bre en que estaba el conturba suelo, al mismo tiem po que una gran
do y errante género hum ano, reconci fuerza para exhortar, puesto que debe
liada ya la voluntad divina, devuelta la mos estar agradecidos y m ostrar, en
gracia, abiertas de p a r en p ar las puer cuanto podamos, Nuestro mismo agra
tas de la eterna bienaventuranza y res decimiento al Divino Salvador.
tablecido el derecho con los medios de Nos hallam os separados desde muy
conseguirla. antiguo de los principios, bases o funda
mentos de nuestra restaurada salva
6. El retorno a la dignidad humana. ción; sin embargo, nos ha de im portar
Entonces, despierto el hom bre de aquel esto, cuando es perpetua la virtud de
m ortífero y continuo letargo en que la redención, y sus beneficios son in
6 yacía, vio la luz de la verdad tan de m ortales y han de perm anecer eterna
seada que buscaron en vano siglos y mente; el que una vez reparó la n atu
siglos; desde luego conoció que había raleza perdida por el pecado, la con
nacido p ara unos bienes m ás altos y serva y la ha de conservar p ara siem
seguros que los que se perciben con los pre: Se entregó El para la redención de
sentidos, frágiles y pasajeros, y en los345 todos..A7K En Cristo, todo serán vivifi
(3) I Petr 1, 18-19. có) Col. 2, 14.
(4) I Cor. 6, 19-20. (7) I Tim. 2, 6.
(5) Efes. 1, 9-10.
630 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1900) 83, 8-11
causa de Cristo las molestias e innum e 13. El Reino de Cristo. Fácilm ente
rables incomodidades que en este m un se deduce de lo expuesto qué se puede
do h a de sufrir. esperar del error y soberbia de aque
llos que, despreciando el reino de Cristo
11. Necesidad del vencim iento. Di ponen y encum bran al hom bre m or
fícil es, en verdad, rechazar lo que con tal sobre todas las cosas y proclam an
tanta fuerza nos atrae y nos deleita: que es preciso acatar en todo la h u
duro y áspero, el despreciar, sujetán m ana razón y la naturaleza vana, m ien
dose al im perio y voluntad de Cristo, tras no pueden ni alcanzan a definir
Nuestro Señor, aquellas cosas que con cuál sea este reinado.
sideramos como bienes del cuerpo y de El reino de Cristo tiene su fuerza y
fortuna; pero es necesario que el hom form a en la caridad divina, y su p rin
bre cristiano se m uestre sufrido y fu er cipio y fundam ento en el am ar santa y
te en sobrellevar esto que se le ha dado ordenadam ente. De lo cual fluye nece
para su vida, si quiere conducirse bien. sariam ente, que todo deber ha de ser
¿Nos hemos olvidado acaso cuyo es guardado inviolablemente; que en nada
el cuerpo y cuya es la cabeza de que se han de m erm ar los derechos ajenos:
somos miem bros? Con grande gozo lle que se han de reputar por inferiores
vó la cruz el que nos prescribió la las cosas hum anas a las celestes, y
abnegación de nosotros mismos. anteponer el am or de Dios a todas las
cosas. Y esta dominación del hom bre
Y en esta disposición del alm a de que
sobre sí mismo todo estriba en el am or
hablam os consiste precisam ente la dig
de Cristo, a quien rechazar o em peñar
nidad de la naturaleza hum ana. Pues
se en no conocer es propio de alma
los mismos sabios de la antigüedad bien
vacía de caridad y falta de devoción.
han reconocido que el dom inarse a sí
Gobierne, pues, el hom bre en nom bre
mismos y hacer que la parte inferior
de Jesucristo, pero con esta sola y úni
del alm a se sujete a la superior, no in
ca condición: la de servir a Dios prim e
dica debilidad o abatim iento de la vo
ram ente e inspirar en la ley divina su
luntad, sino antes bien cierta generosa
norm a y sistema de vida.
virtud, en gran m anera conveniente a
la razón, y que es, a la vez, digna del 14. La ley de Cristo. E ntendem os
hombre.12 por ley de Cristo, no solamente los pre
ceptos naturales de las costum bres y
12. E speranza de bienes eternos. P or
todo lo que los antiguos recibieron di
lo demás, hemos de sufrir y padecer rectam ente de Dios y que Cristo per
mucho: tal es la presente condición del feccionó a m aravilla declarándolo y
hombre. No puede el hom bre gozar una sancionándolo sabiamente; sino que en
vida exenta de dolores y llena de goces tendemos además com prendido en ello
y felicidad sin b o rrar de algún modo el resto de su doctrina y todas las cosas
el decreto, la voluntad de su divino verbalm ente establecidas por El. Y de
F undador y Creador, que quiso se p er todo ello la Cabeza es la Iglesia; aun
petuasen las consecuencias de aquel más, de nada se hace Jesucristo Autor
prim er pecado. Muy conveniente es, o Legislador que la Iglesia no lo com
por lo tanto, no esperar en la tierra el prenda o abrace como propio.
térm ino de los dolores, sino fortalecer
Nuestro ánimo p ara m ejor soportarlos, 15. M inisterio de la Iglesia. P o r fin,
con lo cual somos instruidos con la con el m inisterio de la Iglesia, quiso
esperanza cierta de los m ayores bienes. perpetuar gloriosamente el cargo que
Pues Cristo no asignó a las riquezas, le señaló su Padre, dándole y confi
ni a la vida delicada ni a los hom bres, riéndole por una parte todos los auxi
ni al poder, sino a la paciencia con lá lios conducentes a la salvación del li
grim as y afán de justicia y al corazón naje hum ano, y por otra, sancionando
limpio, la felicidad sem piterna en el seriam ente que en lo sucesivo los hom
cielo. bres obedeciesen a la Iglesia y con todo
632 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1900) 83. 16-18
empeño la tuviesen por guía en la ca sa, la cual, como tiene a Dios por autor,
rrera de esta vida m ortal: Quien a vos engendra la sociedad común, la que
otros oye, a Mí oye; quien a vosotros consiste principalm ente en que los ciu
desprecia, a Mí desprecia<15). Por lo dadanos por medio de la ayuda de la
cual la ley de Cristo se ha de buscar unión y vínculo civil consigan el bien
totalm ente en la Iglesia, y así el cam i natural, entendiéndose por tal aquel
no seguro p ara el hom bre serán Cristo que está m uy por encima de todo lo
y la Iglesia a la vez; Aquél por sí m is terreno y es congruente con todo don
mo y por su naturaleza, y ésta por perpetuo y perfectísimo. Ocupadas ías
m andato especial y divino y por com u mentes en tal confusión de ideas, entran
nicación de la potestad. De todo lo di por un camino dudoso tanto los que
cho se sigue con evidencia que todos m andan como los que obedecen, y no
aquellos que pretenden alcanzar la sal tienen norm a segura ni para proseguir
vación fuera de la Iglesia siguen cam i adelante, ni para perm anecer firmes.
nos extraviados y en vano se esfuerzan De qué suerte sea desdichado y ca
p ara conseguirlo. lamitoso errar el camino recto, se ve
rá por lo pernicioso que sea tam bién
16. C arácter público de la ley de apartarse de la verdad. La prim era,
Cristo. Y lo m ism o acaece con los indi absoluta y esencial verdad es el mismo
viduos que con las naciones, las cuales Cristo, como que es el Verbo de Dios,
forzosam ente caen en el abismo de la consubstancial y coeterno con el Padre
ruina si se ap artan del Camino. El Hijo y uno mismo con El. Yo soy la Verdad.
de Dios procreador y redentor de la el Camino y la Vida^18K Así, pues, si se
naturaleza hum ana es Rey y Señor de busca la verdad, es m enester que la r a
todo el universo m undo y tiene la po zón hum ana obedezca en todo a Jesu
testad y sumo dominio sobre cada uno cristo y a su magisterio, por lo mismo
de los hom bres en particular y sobre que la m ism a verdad habla por boca
toda sociedad civil que ellos constitu del mismo Cristo.
yan. Dióle toda potestad y honor y
reino; y todos los pueblos, tribus y len 18. D octrina no hum ana sino divina.
guas servirán al Mismo H6). Yo, pues; Muchísimas cosas hay en las que puede
estoy constituido como rey por El... Y espaciarse librem ente el ingenio hum a
te daré las gentes en herencia tuya, y no, como en un campo ubérrim o y fe
tu posesión tendrá por límites los tér racísimo, contem plando e investigando,
minos de la tierraH7). y esto no sólo por concesión, sino hasta
Debe, pues, en toda sociedad hum ana por exigencia de la naturaleza misma.
estar en vigor la ley de Cristo, de suerte Pero es ilícito y contra la razón natural
que no tenga carácter privado sola no querer lim itar los fueros de la mente
mente, sino público, y sea a la vez guía hum ana, en sus ciertos y propios linde
y m aestra de toda norm a de vida. Y ros, y, rechazando las leyes de la debida
porque esto h a sido dispuesto así y así modestia, despreciar la autoridad del
decretado por Dios, a nadie es lícito el m agisterio de Cristo. Porque la doctrina
im pugnarlo; y así m al proveerán los de la cual depende nuestra salvación,
intereses y beneficios de los estados versa toda ella acerca de Dios y acerca
quienes pretendan establecer los ci de cosas todas divinísimas, y nunca
mientos de todo orden social fuera de ciencia hum ana alguna bastó para
un régim en genuinam ente cristiano. crearla, antes bien, únicam ente el Hijo
de Dios la recibió y sacó toda de su
17. Cristo y la razón hum ana, A par Padre Celestial: Las palabras que me
tada de Jesús, la razón hum ana cae en diste, son las que a ellos he dado^19K
la abyección privada de luz y de soco Por lo cual es necesario que com
rro, se oscurece la noción de toda cau- prenda m uchas cosas, no que repugnen
(15) Luc. 10, 16. (18) Juan 14, 6.
(16) Dan. 7, 14. (19) Juan 17, 8.
(17) Salm. 2.
83, 19-22 E n c íc l ic a “ T a m e t si F u t u r a ” 633
a la recta razón, ya que esto no puede fiesto lo que vale y en lo que debe
ser en modo alguno, sino otras cuya estimarse cada cosa, y el hom bre, im
alteza no podemos ab arcar ni con el buido en tal conocimiento, si obede
pensam iento ni com prender con nues ciere a la verdad que percibe, en lugar
tro lim itado raciocinio, como es el en de hacer servir su razón a la concupis
tender tal cual es en sí Dios Nuestro cencia, h aría que ésta sirviese a aqué
Señor. Ahora bien, si tantas cosas exis lla, y, ap artada de sí la pésim a servi
ten ocultas y tan secretas por su n atu dum bre del error y del pecado, se rege
raleza misma, que no puedan ser inves neraría entre la m ás excelente de todas
tigadas por ninguna hum ana diligencia, las libertades. Conoceréis la verdad, y
acerca de cuya existencia ningún enten la verdad ha de libraros^2V>.
dimiento se atreverá a dudar; será cier Queda bien patente, pues, que toda
tam ente propio de los que abusan con inteligencia que rechaza el imperio y
perversidad de su libre albedrío no tutela de Cristo con voluntad pérfida lu
2S1 adm itir la existencia de cosas puestas cha contra Dios. Y emancipados los que
muy sobre el alcance hum ano, porque así piensan de la potestad divina, no
no es dado al hom bre percibirlas tales por esto serán m ás libres; puesto que
cuales ellas sean. han de caer en m anos de otra cualquie
ra potestad hum ana, y han de elegir,
19. Inclinar el entendimiento ante como suele acaecer, un hom bre cual
Dios. A esto pertenece el rechazar todo quiera a quien oigan, obedezcan o sigan
dogma y declarar inadm isible la sagra como m aestro y guía. De ahí, cerrada
da religión cristiana. Pero hay que in su inteligencia a la com unicación de
clinar el entendim iento con hum ildad las cosas divinas, la hacen revolver en
y sin condiciones en obsequio a Jesu un círculo vicioso de una ciencia lim i
cristo hasta tanto que sea aquel como tada y mezquina, y hasta en aquellas
cautivo de la divinidad e im perio de m ismas cosas que suelen conocerse más
Este, reduciendo a cautiverio todo en por medio de la razón n atu ral son
tendimiento en obsequio de Jesucris menos aptos para aprovechar debida
t o ^ . Y este total obsequio es el que mente.
Cristo quiere se le tribute, y lo quiere
con todo derecho, pues es Dios, y por 21. Ceguedad de entendimiento. Hay
lo mismo, así como h a de im perar en en la naturaleza de las cosas m uchas a
las voluntades de los hom bres, ha de las cuales ayuda no poco la luz de la
hacer lo mismo en las inteligencias. Y doctrina de lo alto para com prenderlas
al servir el hom bre a Cristo con su inte o explicarlas, y para castigar m uchas
ligencia, no lo hace servilmente, sino de veces Dios la culpa de su soberbia, per
un modo m uy conform e a la razón y a mite que no vean la verdad tal cual
su nativa excelencia, pues con su vo ella es para que lleven el castigo en
luntad acata el im perio, no de un hom aquello mismo en que pecaron. Por
bre cualquiera, sino del autor suyo y esto se ven hoy día muchísim os inge
m onarca de todo, que es Dios mismo, nios privilegiados por su erudición ex
al cual debe estar sujeto por ley de quisita, que al investigar los misterios
naturaleza. Y no se diga en m anera de la naturaleza persiguen teorías tan
alguna que se oprim e su dignidad ante absurdas que puede decirse que nadie
la opinión hum ana, antes bien, aquélla erró más torpem ente que ellos.
se ensalza con una verdad eterna e in
mutable. Así, pues, todo bien intelec 22. El sacrificio del entendimiento.
tual y toda la plenitud de la libertad Téngase, pues, por cosa cierta que ha 28:
se alcanzan con ello.20 de entregarse totalm ente la inteligencia
hum ana, para vivir vida de cristiano,
20. Así conoceremos la verdad y se a la autoridad divina. Y si por aquello
remos libres. La verdad que se deriva de que la razón ceda a la autoridad,
del m agisterio de Cristo, pone de m ani aquel orgullo íntim o que tan ta fuerza
(20) II Cor. 10, 5. (21) Juan 8, 32.
634 E n c íc l ic a s d e l P P . L e ó n XIII (1900) 83, 23-25
tiene en nosotros se rebela y lam enta fe cristiana, la más apta tam bién para
con dolor, se sigue que es más necesa la salvación. El justo vive de la f e ^ \
rio todavía al cristiano el sacrificio del Sin la fe es imposible agradar a Dios^2425K
entendim iento que el de la voluntad. Así, pues, el im plantador y padre de la
Y por esto queremos recordar que los fe, y el que en nuestras almas la m an
que se forjan en su m ente una ley y tiene, no es otro que el mismo Jesucris
m anera de sentir y obrar más ancha y to, y El es quien sustenta y conserva
muelle en la vida cristiana, de precep en nosotros la vida m oral, y esto de
tos más suaves y conformes con su flo un modo muy principal por medio del
ja inclinación y más benignos con la ministerio de la Iglesia. Y con benigno
hum ana naturaleza, no han de ser ja y providentísimo plan entregó a la Igle
más tolerados ni oídos con benevolen sia todos los medios aptos y conducen
cia. No com prenden los tales la fuerza tes para que ella engendrase esta vida
de la fe y de las instituciones cristianas, de que hablam os y para que, una vez
no ven que a cada paso la Cruz nos sale engendrada, la conservase y defendiese
al encuentro, como estandarte perpetuo y la hiciese renacer cuando quedara
y ejem plar p ara todos aquellos que real extinguida. Pero toda esta fuerza pro-
y verdaderam ente, y no sólo de nom creauoi a y conservadora de las virtudes,
bre, quieran seguir a Cristo. de salvación se destruye si la norm a
y disciplina de las costumbres se ap ar
23. Cristo es la Vida. Propio es de tan de la fe divina, y es cosa m anifies
solo Dios ser Vida verdadera; todas las ta que pretenden despojar al hombre
otras naturalezas son participantes de de su altísim a dignidad, despojándole
la Vida, pero no han sido ellas la Vida de la vida sobrenatural y haciéndole re
jam ás. Desde toda la eternidad, por su volver en los horrores de naturalism o
peculiar naturaleza, Cristo es la Vida, grosero, los que intentan o quieren en
del mismo modo que es la Verdad, p o r derezar las costum bres hacia la hones
que es Dios de Dios. Del Mismo, como tidad por medio del m agisterio único
de altísim o principio, fluye en el m un de la razón.
do toda vida y fluirá perpetuam ente
todo lo que es, es por El mismo; todo 25. Sin fe no hay salvación. No se
lo que vive, por El mismo vive, porque crea por esto que el hom bre no pueda
todas las cosas por el Verbo fueron entender y discernir cosas naturales con
hechas, y sin El nada se hizo de cuanto la luz de su razón; pero aun cuando
hay hecho^22\ entendiese con ella todas las cosas, y
Esto acaece en cuanto a la vida de la sin ningún tropiezo guardase todo pre
naturaleza, pero muchísim o más en la cepto en su vida, lo que no puede ser
o tra vida más excelente que debemos a sin la gracia del Redentor por auxilio,
Cristo y de la que hemos hecho m en nadie habría que pudiese confiar en su
ción, es a saber: la vida de la gracia, a eterna salvación destituido de la fe. Si
la cual debemos referir todos nuestros alguien no permaneciere en Mí, será
pensam ientos y acciones. Y en esto echado fuera como una rama, y se se
estriba toda la fuerza de la doctrina y cará, y lo recogerán, y lo echarán al
leyes cristianas, en que muertos para el fuego y arderá(26). El que no creyere
pecado vivamos para la justicia (23), será condenado(27). Y por fin, dem asia
esto es, p ara la santidad y virtud en das pruebas y documentos tenemos ante
que consiste la vida m oral de las almas Nosotros, de los frutos que acarrea este
con la esperanza cierta de una biena menosprecio de la fe. ¿Por qué causa
venturanza perpetua. m uchas ciudades trab ajan y se esfuer
zan hasta debilitarse, sino por estable
24. La vida de la fe. Se puede m uy cer y aum entar por todos los medios
propiam ente decir que nada alim enta posibles e imaginables la prosperidad
m ejor el espíritu de la justicia que la pública?
(25) Hebr. 11, 6. (20) Juan 15, 6.
83, 26-29 E n c íc l ic a “ T a m e t si F u t u r a ” 635
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
las sociedades de socorro m utuo, las cristiana. Porque la prim era en muchos
ordenadas a rem ediarse en las necesi llega a tal grado la malicia, que nada
dades e infortunios, los gremios de adm ite fuera de lo natural, busca ex
obreros y otros auxiliares de esta n atu clusivamente los bienes corpóreos y
raleza. externos, poniendo la felicidad hum ana
en su adquisición y goce. De aquí su
4. Acción en favor del proletariado. deseo de que la autoridad resida en el
De esta m anera, bajo los auspicios de pueblo, para que, suprim idas las clases
la Iglesia, se inicia entre los católicos sociales y nivelados los ciudadanos, se
cierta unión de acción en favor de la establezca la igualdad de bienes; como
masa, rodeada casi siempre no menos consecuencia se aboliría el derecho de
de asechanzas y peligros, que de penu propiedad y la fortuna de los particu
rias y trabajos. En principio no fue lares así como los medios de vida pa
designada con nom bre propio esta ac sarían a ser comunes. Por el contrario
ción de beneficencia popular; el de la dem ocracia cristiana, por el hecho
socialismo cristiano empleado por al mismo de recibir ese nom bre, debe
gunos, así como los de él derivados no estar fundam entado en los principios
sin razón cayeron en desuso. Después de la fe divina, atendiendo de tal suerte
con fundam ento fue por m uchos lla al interés de las masas que procure
m ada acción cristiana popular. En al perfeccionar saludablem ente los áni
gunas partes los que se dedican a esta mos, destinados a bienes sempiternos.
obra son llam ados cristianos sociales, Nada pues para ella tan santo como la
en otras se llam a democracia cristiana justicia que m anda que se conserve ín
a la acción y demócratas cristianos a tegro el derecho de propiedad, defiende
los que le prestan su concurso, en con la diversidad de clases, propia de toda
traposición a la democracia social que sociedad bien constituida y quiere que
persiguen los socialistas. De estas dos su form a sea la que el mismo Dios su
últim as denominaciones, si no la p ri autor ha establecido.
m era sociales cristianos, ciertam ente la De donde claram ente se infiere que
segunda democracia cristiana para m u nada hay de com ún entre la democra
chos es ofensiva por suponer que encie cia social y la cristiana y que entre sí
rra algo am biguo y peligroso: tem ien difieren como se diferencia la secta del
do, al efecto, que por este nom bre bajo socialismo y la profesión de la religión
encubierto interés se fomente el régimen cristiana.
p opular o se prefiera la dem ocracia a
las demás form as políticas, que se res 6. Abstención del concepto político.
trin ja la religión cristiana reduciendo No sea empero lícito referir a la polí
sus m iras a la utilidad de la plebe, sin tica el nom bre de dem ocracia cristiana;
atender en nada el bien de las demás pues aunque democracia, según su sig
clases, y por último, que bajo ese espe nificación y uso de los filósofos, denota
cioso nom bre, se encubra el propósito régimen popular, sin embargo en la
de sustraerse a todo gobierno legítimo presente m ateria debe entenderse de
ya civil, ya sagrado. Agitándose esta modo que, dejado de todo concepto
cuestión con dem asiada frecuencia y político, únicam ente signifique la m is
acritud, deber Nuestro es im poner lí m a acción benéfica cristiana en favor
mites a la controversia, definiendo qué del pueblo. Porque como los preceptos
deban sentir los católicos sobre el p a r naturales y evangélicos exceden por sí
ticular y adem ás prescribir ciertas re todos los hechos hum anos, es imposible
glas que hagan m ás am plia y saludable dependan de ningún régimen civil,
su acción a la sociedad.5 antes bien pueden arm onizar con cual
quiera, con tal que no repugne a la
5. D em ocracia social y dem ocracia honestidad y a la justicia. Son, pues, y
cristiana. No hay duda alguna sobre perm anecen ajenos enteram ente dichos
lo que pretende la democracia social y preceptos a las opiniones de los p arti
a lo que debe aspirar la democracia dos y a todo evento, de m anera que sea
84, 7-9 E n c íc l ic a “ G r a v e s d e C o m m u n i” 639
no son animales, sino hombres, cristia ejercitó siempre su acción, acom odán
nos, no paganos y de esta m anera se dose a las circunstancias de los tiem
dirijan con facilidad a aquella ú n i c a pos. Esta ley de m utua caridad, que
cosa n e c e s a r i a , al último bien, para el es como complemento de la justicia,
que todos nacimos. Este es, en verdad, no sólo obliga a dar a cada uno lo
el fin, ésta la em presa de los que en tra suyo, no violar el derecho ajeno, sino
ñablem ente quieran ayudar al pueblo que también a favorecerse unos a otros,
cristiano y preservarlo incólume de la no de palabra, ni de lengua, sino de
peste del socialismo. obra y de verdad^, recordando lo que
Cristo am orosam ente dijo a los suyos:
10. No es sólo cuestión económica. Un mandamiento nuevo os doy: Que
De propósito Nos hemos hecho m ención os améis los unos a los otros, así como
de los deberes m orales y religiosos. En yo os he amado, para que vosotros os
opinión de algunos la llam ada cuestión améis también entre vosotros mismos.
social es solamente económica, siendo En esto conocerán todos que sois mis
por el contrario ciertísimo, que es p rin discípulos si tuviereis caridad entre
cipalm ente m oral y religiosa y por esto v o s o t r o s Y aunque este m utuo auxi
ha de resolverse en conform idad con lio debe m irar a los bienes no caducos,
las leyes de la m oral y de la religión. sin embargo debe extenderse a las ne
Aumentad el salario al obrero, dism i cesidades de la vida; a este propósito
nuid las horas de trabajo, reducid el conviene recordar, que cuando los dis
precio de los alimentos, pero si con cípulos del B a u t i s t a preguntaron a
esto dejáis que oiga ciertas doctrinas y Cristo: ¿Eres tú el que has de venir o
se m ire en ciertos ejemplos, que indu esperamos a otro?, El mismo para mos
cen a perder el respeto debido a Dios y trar el motivo de su divina m isión entre
a la corrupción de costumbres, sus m is los hom bres presentó la razón de cari
mos trabajos y ganancias resultarán dad, refiriéndose a la sentencia de
arruinados. La experiencia cotidiana I s a í a s : los ciegos ven , los cojos andan,
enseña que m uchos obreros de vida de los leprosos quedan limpios, los sordos
pravada y desprovistos de religión, vi oyen, los muertos resucitan, los pobres
ven en deplorable m iseria, aunque con son evangelizados(7K Y hablando del
menos trabajo obtengan m ayor salario. juicio final y de la distribución de los
Alejad del alm a los sentimientos que premios y penas, declaró que especial
infiltró la educación cristiana; quitad mente atendería a la caridad con que
la previsión, modestia, parsim onia, p a recíprocam ente se hubiesen tratado los
ciencia y las demás virtudes m orales e hombres, y llena de adm iración que pa
inútilm ente se obtendrá la prosperidad, sando en silencio en ese punto las obras
aunque con grandes esfuerzos se pre- espirituales de caridad, se ocupara sólo
390 tenda. Esta es la razón porque Nos de los deberes de la caridad externa
jam ás hemos exhortado a los católicos considerándola como hecha en favor
a fundar sociedades y otras institucio suyo: tuve hambre y me disteis de
nes, p ara el feliz porvenir de la masa, comer; tuve sed y me disteis de beber;
sin recom endarles a la vez que lo hicie era huésped y me hospedasteis; desnu
ran bajo la tutela y auspicios de la do y me cubristeis, enfermo y me visi
religión.1 tasteis; estaba en la cárcel y vinisteis
a verme(8K A estas lecciones de caridad
11. Caridad espiritual y corporal. espiritual y corporal añadió Cristo in
Tanto más digna de encomio Nos p a signes ejemplos, como todos saben; y
rece esta acción benéfica de los cató por lo que al presente se refiere, grato
licos, cuanto que se despliegan en el es recordar aquella frase salida de su
mismo cam po en que la caridad, bajo corazón paternal: Compasión tengo de
la benigna inspiración de la Iglesia, estas g e n t e s y la voluntad de socorrer
(5) I Joan. 3, 18. (8) Mat. 25, 35-36.
(6) Joan. 13, 34 y 35. (9) Marc. 8, 2.
(7) Mat. 11, 5.
84, 12-14 E n c íc l ic a “ Gr a v e s d e C o m m u n i” 641
asimismo, en cartas dirigidas a los obis de sus opiniones, oyen a los Prelados
pos y varones eclesiásticos en estos ú lti de la Iglesia como si a El oyeran y les
mos tiempos (13\ alabam os esta am o asiste en sus empresas por difíciles que
rosa solicitud p ara con el pueblo; d i sean, coronándolos benigno con el éxi
ciendo que era propia de uno y otro to. Añádase a lo indicado el ejemplo
clero. Pero condúzcanse en esto con de las virtudes, en especial de las que
gran cautela y prudencia a semejanza acreditan al hom bre de enemigo de la
de los santos. El pobre y hum ilde F r a n im pureza y placeres y de dispensador
c is c o , el padre de los desgraciados V i benévolo de lo superfluo para utilidad
c e n t e d e P a ú l y otros m uchos varones, del prójim o; porque estos ejemplos ex
en todas las épocas de la Iglesia, orde citan saludablem ente el espíritu del
naron de tal modo su asiduo cuidado pueblo y tienen tanta m ayor eficacia
hacia el pueblo, que sin olvidarse de sí cuanto que son más conspicuos los ciu
atendieron con igual interés a la p er dadanos en quien se adm iran.
fección de todas las virtudes.
21. Vigilancia de los Prelados. Os.
19. Lo que se ha de enseñar al pue exhortam os, Venerables Hermanos, a
blo. Sobre este p a rtic u la r Nos place procurar estas cosas, según la oportu
exponer a la consideración u na cosa, nidad de lugares y personas, con la
en que no sólo los eclesiásticos sino prudencia y solicitud que os es propia
todos los favorecedores de la causa del y a que os aconsejéis m utuam ente sobre
pueblo, puedan con facilidad hacerse este asunto en vuestras acostum bradas
beneméritos. Y consiste en inculcar reuniones. Entiéndase vuestra vigilan
oportunam ente en el ánimo de la plebe cia y autoridad a regular, refrenar y
estos consejos: que se guarden de las cohibir para que de esta suerte no se
sediciones y de los sediciosos; que con relaje, so pretexto de fom entar el bien,
sideren inviolable el derecho ajeno; que el vigor de la disciplina eclesiástica, ni
reverencien a sus señores y hagan lo se turbe el orden señalado por Cristo
que les m andan; que no sientan aver a su Iglesia. Aparezca con esplendidez
sión a la vida doméstica fecunda en en la obra recta, concorde y progresiva
muchos bienes; que observen la religión de los católicos, que la tranquilidad del
y de ella tom en consuelo en las contra orden y la verdadera prosperidad flo
riedades de la vida. P ara el m ás feliz rece en los pueblos bajo la dirección y
éxito de este propósito, servirá de po ayuda de la Iglesia, a la cual incumbe
deroso medio recordarles el singular el sagrado deber de avisar a cada uno
modelo de la Sagrada Fam ilia de Naza- de sus obligaciones según los preceptos
ret, proponerles el ejemplo de los que cristianos, de estrechar con la caridad
siendo de su condición llegaron a la fratern a a los ricos y a los pobres y de
cum bre de la virtud y por últim o fo levantar y confortar los ánimos en las
m entar la esperanza del prem io que adversidades hum anas.
está reservado en una vida m ás dichosa.
22. Palabras de San Pablo. Confirme
20. Sumisión de toda obra a la Je Nuestras am onestaciones y deseos la
rarquía. Finalm ente, de nuevo aconse exhortación tan llena de caridad apos
jamos, que no se olviden los individuos tólica de S a n P a b l o a los Romanos:
y sociedades al poner en práctica cual Os ruego... Reformaos en novedad de
quier proyecto con el propósito indi vuestro espíritu... El que reparte, en
cado, de la plena obediencia que deben sencillez; el que preside, en solicitud;
a la autoridad de los Obispos. No se el que hace misericordia, en alegría. El
dejen alucinar de cierto celo de caridad amor sea sin fingimiento. Odiando lo
intem perante, lo cual ni es sincero, ni malo, aplicándoos a lo bueno. Amán
fecundo, ni grato a Dios, si tiende a doos recíprocamente con amor frater
m enoscabar el deber de obediencia. nal: adelantándoos para honraros los
Dios se complace en los que, olvidados 13 unos a los otros: En hacer bien, nada
(13) Al General (le la Orden de Hermanos Menores, a 25 de Nov. de 1888.
644 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1901) 84, 22
L E O N PP. X I I I
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
de ellos, a fin de que, asociadas en tam bién ellos sientan el mismo gozo y
alguna m anera las plegarias, violenten la mism a alegría que em bargan Nues
el corazón de Dios, rico en m isericor tro corazón.
dia, moviéndolo a escucharlos.
De este modo, la poderosísim a Virgen 7. Privilegios p ara la consagración
y Madre, que un día cooperó con su del santuario de Lourdes. P o r lo cual,
caridad para que los fieles naciesen en con el deseo de que todo redunde en
la Iglesia^ sea tam bién ahora m edia bien, felicidad, prosperidad y m ayor
nera e intercesora de nuestra salvación: gloria de Dios, no menos que en pro
quebrante y corte las m últiples cabezas vecho de la universal Iglesia, concede
de la hidra im pía que hace vastos estra mos, con Nuestra autoridad apostólica
gos por toda E uropa; devuelva la paz a y por esta N uestra epístola, que Nuestro
los espíritus angustiados y apresure, hijo B enito María L angénieux , carde
por fin, la vuelta de la vida privada y nal de la Santa Rom ana Iglesia, pueda
pública a Jesucristo, quien puede salvar consagrar lícitamente, en Nuestro nom
para siempre a los que, por su medio, bre y autoridad, el nuevo templo eri
se aproximan a D ios^\ gido en el pueblo de Lourdes, y consa
grado a Dios en honor de la santísim a
6. Hace extensiva la epístola a todo Virgen María del santísim o Rosario;
el m undo cristiano. E n tre tanto, Nos, que el mismo querido hijo Nuestro use
dando públicas pruebas de Nuestra be librem ente el palio, en la m isa solemne,
nevolencia a Nuestro venerable h er como si estuviese en su propia arqui-
mano, el obispo de Tarbes, al clero y diócesis; y que después de la misa so
pueblo de Lourdes, am ados hijos Nues lemne, pueda bendecir a los presentes,
tros, hemos querido, con esta Nuestra asimismo en Nuestro nom bre y auto
Eüístola anostólica, secundar todos y ridad, con las acostum bradas indulgen
cada uno de sus deseos que poco ha cias. Así lo concedemos sin que nada
nos m anifestaron, y hemos m andado obste en contrario.
rem itir un ejem plar auténtico de la Dado en Roma, cerca de San Pedro
misma a todos Nuestros herm anos en el el 8 de Septiembre de 1901, año vigési
apostolado, patriarcas, arzobispos, obis mo cuarto de Nuestro Pontificado.
pos y demás sagrados prelados esparci
dos por el orbe católico, a fin de que 2 LEON PAPA XIII.
(2) San Agustín, De Sancta Virginitate, c. 6 38, col. 1012); ver Epíst. 98, 5 (Migne 33, col.
(Migne PL. 40, col. 399); Sermón 1922, 2 (Migne 362).
(3) Ilcbr. 7, 25.
A. CARD MACCHI
»©
648 —
86, 3-4 E n c íc l ic a “ V ig é s im o Q u in t o Anno” 649
fuerzas del m al que am enazan derribar causas, sus variadas form as y sus fu
y despedazar la obra de Cristo; que con nestas consecuencias, para indicar lue
terrible tenacidad tratan de aventar en go los remedios. Nos, por tanto, repeti
el campo espiritual el tesoro de las di remos lo que ya hemos dicho en ante
vinas enseñanzas y procuran destruir riores oportunidades. ¡Ojalá resuene
en el campo social las más sagradas y N uestra voz en todos los ámbitos no
saludables instituciones del cristianis sólo entre los hijos adictos a la unidad
mo. católica sino tam bién entre los que
Pero vosotros os encontráis d iaria están de nosotros separados y aun entre
mente con estos problem as; más de una aquellos infelices que no creen, por
vez, nos habéis com unicado vuestras cuanto todos son hijos del mismo P a
preocupaciones y angustias al respecto, dre, todos, llam ados a poseer finalm en
vuestras quejas por la m arejada de p re te el sumo bien! ¡Ojalá resuene como
juicios, falsas doctrinas y herejías que últim a voluntad Nuestra que Nos, co
im punem ente se apoderan de las m u locados en el um bral de la eternidad,
chedum bres. ¡Cuántos lazos falaces se queremos m anifestar a los pueblos, esti
tienden por doquiera a las alm as fie m ulando en todos la esperanza de que
les! ¡Con cuántos obstáculos se trata alcancen la salvación!
diariam ente de im pedir y dilacerar la
obra beneficiosa de la Iglesia! Y p ara 4. La Iglesia siempre ha sufrido per
añadir la b urla al daño se recrim ina a secuciones conforme a la profecía de
la Iglesia m ism a que sea incapaz de Cristo. La Iglesia Santa de Cristo, en
recuperar su antiguo vigor ni pueda todos los tiempos, tuvo que sostener
dom inar las desenfrenadas y turb u len combates, sufrir persecuciones por la
tas pasiones que am enazan desem bocar verdad y la justicia. Instituida por El
en un horrendo cataclismo. mismo para propagar el reino de Dios
en el m undo y para conducir a la h u
II. L a lucha perpetua contra m anidad, m ediante la lum inosa ley del
la I glesia3
2 m ensaje salvífico, a su destino sobre
n atural y a la consecución de bienes
3. La lucha religiosa es, por su gra inm ortales que Dios nos ha prometido,
vedad, un tema obligado. Nos os h a pero que sobrepasan nuestras fuerzas,
blaríam os gustosos, Venerables H er tuvo necesariam ente que chocar con las
manos, sobre u n tem a m ás grato, más bajas pasiones que se arrastrab an por
apropiado al fausto acontecim iento que los fondos de una antigüedad decaden
nos invita dirigiros la palabra; mas no te y perversa: con el orgullo, la concu
podemos, tanto por la grave opresión piscencia, el desenfrenado afecto a los
que sufre la Iglesia y que reclam a un bienes terrenales, los vicios y perversi
pronto remedio cuanto por la situación dades, que de ellos nacen y que encon
de la sociedad actual que ha abando traban en la Iglesia siempre su más
nado la grandeza de las tradiciones cris fuerte obstáculo.
tianas y que, por ello, ya está sum ién La realidad de esas persecuciones no
dose en la m iseria m oral y m aterial y debe sorprendernos, por cuanto nues
encam inándose hacia un porvenir aun tro divino Maestro mismo nos las ha
más lóbrego; pues, es una ley de la P ro anunciado, y sabemos que ellas no se
videncia, que la H istoria confirm a, que extinguirán hasta el fin de los siglos,
no se pueden transgredir los principios pues, ¿qué dijo a sus discípulos al en
de la fe sin conm over los cimientos del com endarles la m isión de llevar el te
progreso social beneficioso. soro de su doctrina a todas las nacio
P ara robustecer, alentar y llenar de nes? Nadie ignora que dijo: Os perse
confianza los ánim os en esta situación, guirán de ciudad en ciudad; seréis odia
conviene enfocar la lucha que arde en dos y aborrecidos por mi nombre; os
el m undo p ara m al de la Iglesia, seña llevarán a los tribunales y os condena
lando el origen de esa contienda, sus rán a las penas más infames y para
(2) Compare: Mt. 23, 31; 10, 23; 22, 17; Me. 13, 13; Le. 21, 17.
650 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1902) 86, 5-6
también en las leyes de los Estados? socialista que hacen al pueblo locas
Demasiadas veces no son el producto prom esas para acercarse, de este modo,
de la “razón escrita” sino de la arb i a la ejecución de sus crim inales planes.
trariedad del núm ero y de la prepo
tencia de un partido político. P or eso 16. El anarquismo. El que se coloca
mismo, se halaga a las concupiscencias en una pendiente, se deslizará, final
desenfrenadas de las masas, se sueltan mente, por ella al abismo; de la m is
las riendas a las pasiones populares m a m anera, sus principios ya los han
aunque perturben la laboriosa tran q u i arrastrado a una verdadera conjuración
lidad de los ciudadanos, a no ser que, de inauditos crímenes, cuyos prim eros
después, en casos extremos, se las su intentos han llenado a todos de horror.
prim a a m ano arm ada y sangrienta. Bien organizados, ligados entre sí in ter
nacionalm ente, ya se sienten capaces
14. Trastornos en las relaciones in de levantar su m ano crim inal por do
ternacionales y la paz. El desprecio de quiera, sin tener obstáculo alguno ni
la influencia cristiana la cual dispone arredrarse ante ningún delito. Sus se
de fuerzas p ara h erm anar a los pueblos cuaces han roto todos los puentes con
y unirlos en una como familia, llevó la ética, las leyes, la fe, y la m oral;
en el orden internacional, poco a poco, llam ándose a sí mismos ácratas y a n a r
a un estado de egoísmo y de celos en quistas los cuales se proponen, con
que los pueblos sólo se m iran con sen todos los medios que les aconseja su
timientos de odio, si no con la descon ciega pasión, desquiciar el orden social.
fianza de rivales. De allí que en sus Y por cuanto este orden recibe su
em presas recurran a las tentativas se unidad y vigor del soberano que go
cretas de hacer olvidar los altos con bierna, dirigen todos sus ataques princi
ceptos de m oral y justicia y el am paro palm ente contra él. ¿A quién no so
de los débiles y oprim idos, con el solo brecoge el horror, la pena y la indig
propósito de aum entar hasta límites nación al ver cómo en el lapso de pocos
inconcebibles la riqueza de su nación, años se atacaron y asesinaron a em pe
no preocupándose sino del éxito y p ro radores y em peratrices, reyes y presi
vecho y de la fortuna de los hechos dentes de poderosas repúblicas, y sólo
consumados, sintiéndose com pletam en porque estaban investidos del soberano
te seguros de que nadie los obligará a poder?
respetar el derecho. Tristes pruebas son
éstas de que la fuerza b ru ta se ha con IV. R e m e d io s i n s u f i c i e n t e s : L i b e r t a d ,
vertido en suprem a ley del m undo; por H u m a n is m o y C i e n c i a
eso, los preparativos guerreros, el arm a
m entism o progresivo y desenfrenado o 17. Males que nacen de una libertad
aquella paz arm ada que ha de equipa ilimitada. En vista de un cúm ulo tan
rarse en m uchos aspectos a las más grande de males que nos agobian y de
funestas consecuencias de una guerra. 15* peligros que nos amenazan, es Nuestro
deber exhortar y conjurar nuevam ente
15. Fomento de desorden y pertur a todos los hom bres de buena voluntad,
bación en el pueblo. E sta aberración y en especial a los que aspiran a cosas
m oral lam entable constituyó un germen más elevadas, a reflexionar sobre los
de intranquilidad en el organism o po remedios más apropiados y a aplicarlos
pular, germen de aflicción y de am ar con rapidez y previsión. Ante todo es
gura enconada; de allí nacieron las m enester conocer el género de ellos y
continuas intrigas y perturbaciones del exam inar su valor. Oímos ensalzar h as
orden, preludio de torm entas aun m ás ta las nubes los grandes beneficios de
recias. La situación de m iseria de ta n la libertad, elogiarlos como remedios
tas capas populares debe m ejorarse y eficacísimos, instrum entos incom para
elevarse; pero, actualm ente, sirve a m a bles de una paz industriosa y de gran
ravilla los obscuros propósitos de astu bienestar. Los hechos, empero, demos
tos agentes, especialmente del partido traro n que eran inservibles para este
654 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1902) 86, 18-20
24. Hacer resaltar esa misión de la este mundo cegó la inteligencia de los
Iglesia ha sido la obra de su Pontifi infieles para que no brille en ellos la
cado. Nos, plenam ente conscientes de luz del Evangelio, la gloria de Cristo
esa fuerza divina, desde el principio
de Nuestro Pontificado Nos hemos pro VI. I n c r im i n a c i o n e s i r r a z o n a b l e s
puesto asiduam ente a destacar muy
claram ente las intenciones benévolas de 25. Las torpes calumnias de comba
la Iglesia y de difundir, en cuanto nos tir el progreso y de entrometerse en
fuese posible, la acción saludable que política. P o r m ás que la Iglesia cató
ejerce m ediante los tesoros de sus doc lica despliegue su celo en bien de la
trinas. A esa finalidad obedecían las m oral y del progreso m aterial de los
principales m anifestaciones de Nuestro pueblos, esos hijos de las tinieblas, sin
Pontificado conviene a saber, las E n embargo, la atacan astutam ente, no
cíclicas sobre la Filosofía cristiana, so perdonando medios para obscurecer su
bre la libertad hum ana, el m atrim onio herm osura divina e im pedir su acción
cristiano, la herejía de los francm aso vivificante y redentora, empleando una
nes, sobre los poderes públicos, el es infinidad de sofismas y calumnias.
tado cristiano, el socialismo, la cuestión Uno de sus artificios más infames
obrera, los principales deberes del ciu consiste en presentar a la Iglesia a los
dadano cristiano y otros tópicos seme ojos del pueblo poco avisado y de los
jantes. gobiernos celosos como adversaria del
El deseo ardiente de Nuestro cora progreso científico y enemiga de la li
zón fue no sólo el de ilustrar las m en bertad a la par que potencia que se
tes sino tam bién el de m over y p u ri arroga los derechos del Estado e irru m
ficar los corazones, concentrando Nues pe en el campo político. Acusaciones
tros esfuerzos en hacer florecer nueva torpes son éstas que fueron mil veces
m ente entre los pueblos las virtudes repetidas, pero tam bién mil veces refu
cristianas. Sin cesar hemos dado Nues tadas por la razón, la H istoria y la
tros consejos y admoniciones para ele unánim e convicción de todos los amigos
var los espíritus hacia los bienes im pe sinceros de la verdad.
recederos, procurando subordinar el
cuerpo al alma, el hom bre a Dios y la 26. La Iglesia y la ciencia y la edu
peregrinación terrenal a la vida eterna. cación. ¿La Iglesia sería enem iga de
Con la bendición del Señor pudimos la ciencia y de la educación? No cabe
contribuir con N uestra voz a robuste duda de que la Iglesia, en prim er tér
cer la convicción de no pocos, a ilum i mino, custodia vigilante el tesoro de las
narlos m ejor respecto de muchos pro verdades reveladas; pero precisamente,
blemas difíciles de nuestros tiempos, a esa vigilancia la convierte en favorece
encender su fervor, fom entar las más dora benem érita de la ciencia y cultiva
diversas obras que surgían en todos los dora de toda ilustración de buena lev
países y aun nacen a diario, en espe Al penetrar en el espíritu de las revela*
cial en favor de las masas desheredadas, ciones de la palabra divina, la verdad
resucitando aquella caridad cristiana suma y fundam ento sólido de todas las
que halla su campo predilecto de acción verdades, nunca y de ningún modo, da
entre las masas. ñará el conocimiento de la razón; por
Si la mies no h a sido más abundante, el contrario, la luz del orden divino
Venerables H erm anos, adoram os a Dios llevará siempre vigor y claridad a la
en las m isteriosas disposiciones de su inteligencia hum ana y la preservará
justicia y lo im ploram os al mismo en los problem as más transcendentales
tiempo a fin de que se compadezca de de una torturante inquietud y del error.
la ceguera de tantos pueblos a quienes Por lo demás, 19 siglos de gloria,
se podrá aplicar aquella queja te rri conquistada por el Catolicismo en todos
ble del Apóstol que dice: El dios de los campos de la ciencia bastan y so
(6) II Cor. 4, 4.
86. 27-29 E n c íc l ic a “ V ig é s im o Q u in t o Anno ” 657
bran p ara refutar a aquellas m entiras. m ana una influencia enorm e sobre la
En efecto, a la Iglesia debe atribuirse posesión y conservación de la libertad
el m érito de haber difundido y defen social y estatal de los pueblos.
dido la sabiduría cristiana sin la cual
el m undo aun hoy día se encontraría 28. La Iglesia no se entromete en los
en medio de las tinieblas de la supers derechos estatales y la política. La
tición pagana y en la abyección de la Iglesia no se arroga los derechos del
barbarie. Ella puede blasonarse de h a Estado ni irrum pe en el campo político
ber conservado y transm itido a nues sino que sabe y enseña que su divino
tras generaciones los tesoros preciosos F undador m andó dar al César lo que
de las bellas artes, y de las ciencias es del César y a Dios lo que es de
antiguas de haber abierto las prim eras D io s^ y que estableció, de este modo,
escuelas, fundado las universidades que la diferencia invariable y eterna de
aun hoy día existen y gozan de fam a estos dos poderes, ambos en perfecta
universal; bajo su am paro se refugiaron soberanía en su orden respectivo, dis
los más afam ados artistas y se in spira tinción fecunda que influyó poderosa
ron las más profundas, más puras y m ente en el desarrollo de la vida cris
más célebres poesías. tiana.
En su espíritu lleno de am or la Igle
27. La Iglesia y la libertad. ¿La Iglesia no conoce intenciones malévolas, no
sia enemiga de la libertad? ¡Ay! ¡Hasta quiere sino colocarse al lado de los
qué punto falsifican un concepto que poderes estatales para actuar, sí, sobre
bajo esta palabra alberga uno de los el mismo súbdito, el hom bre y sobre
dones más exquisitos de Dios, em pleán la m ism a sociedad, pero con aquellos
dola para justificar los abusos y el medios y con aquellas elevadas finali
desenfreno! Si por libertad se entiende dades que resultan de su m isión divina.
que, al m argen de toda ley y libre de Donde, sin suspicacia, se aceptó su
toda restricción, puedan hacer lo que colaboración, ayudó a increm entar to
das aquellas ventajas que arriba enu
se les antoje, entonces la Iglesia recha
meramos. La acusación de tendencias
zará siempre esa libertad, y todo hom
ambiciosas de la Iglesia no es sino una
bre de sana m oral h ará otro tanto; antigua calum nia de que sus potentes
pero si por libertad se entiende la po enemigos se valían como pretexto para
sibilidad de hacer el bien conform e a justificar sus ataques. Al reflexionar,
la razón, sin im pedim ento, en el campo sin prejuicios, sobre la Historia, encon
más vasto de acción, siempre según tram os abundantes testimonios de que
las norm as de la ley eterna, en lo cual la Iglesia, lejos de oprim ir a los demás,
consiste, realm ente, la libertad digna h a sido amenudo, al ejemplo de su di
del hom bre y beneficiosa p ara la so vino Fundador, la víctim a de las vio
ciedad, entonces nadie la favorecerá lencias e injusticias, y eso, porque su
más que la Iglesia; pues, por su doctri fuerza reside en la virtud del pensa
na y su obra libró a la hum anidad del miento y de la verdad y no en el poder
yugo de la esclavitud, anunciando el de las arm as.
gran m andam iento de la igualdad y
fraternidad hum anas. En todo tiempo VIL L a l u c h a d e l a M a s o n e r ía
am paró a los débiles y explotados con 29. Los manejos secretos de la ma
tra la prepotencia de los poderosos; sonería. E stas y parecidas incrim ina
conquistó al precio de la sangre de sus ciones nacen, pues, de m era m ala vo
m ártires la libertad de la conciencia luntad. En esa conducta crim inal y
hum ana; recuperó p ara la m ujer y el desleal se destaca una secta tenebrosa
niño la dignidad de su noble carácter y a la que la sociedad durante largos
el goce de la igualdad de derecho, de la años ha venido incubando en su seno,
estima y del trato justo, de todo lo cual 7 cual enferm edad maligna, que m ina su
(7) Mat. 22, 21
658 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1902) 86, 30-32
das odiosas e inm erecidas que todo co destruir poco a poco el poder espiritual
razón honrado debe condenar enérgi de la cabeza de la Iglesia; lo que, sin
camente. ambages, conceden los que fueron los
De nada les valió la integridad de su verdaderos instigadores de la medida.
vida a la cual aun sus enemigos no Juzgando por los efectos, ese acto no
encontraron qué recrim inarles seria y era sólo contrario a la alta política del 529
razonablem ente; de nada, el derecho Estado sino tam bién perjudicial para la
natural que perm ite que los hom bres sociedad, pues, las heridas que se infli
se reúnan en sociedad p ara fines h o gían a la fe eran otras tantas llagas que
nestos; de nada, las disposiciones de las se abrieron en el corazón de la com u
constituciones nacionales que confir nidad. Dios que ha creado al hom bre
m an el derecho natural; de nada, la con inclinaciones netam ente sociales
sim patía y respeto del pueblo que ag ra fundó en su sabiduría tam bién a la
decido reconocía sus servicios que en Iglesia y la colocó, según las palabras
las ciencias, artes, agricultura y en su de la Riblia, sobre el Monte Sión para
acción caritativa había prestado a la que sirviese de lum brera^9* y con sus
innum erable m uchedum bre de los po rayos fecundos ilum inase el fundam en
bres. Hombres y m ujeres, hijos del to de la vida, y desenmadejase, así, los
pueblo que voluntariam ente habían re m últiples enredos de la sociedad hum a
nunciado a las alegrías de la fam ilia na, dando a conocer sabias y celestia
para consagrar, en sociedad pacífica les reglas con qué lograr su m ejor cons
con otros, su juventud, sus talentos, su titución. Pues cuando la sociedad se
actividad, su vida entera al bien del sustrae de la Iglesia que representa una
prójim o, fueron condenados al destierro parte notable de sus fuerzas, decae y
como bandas de m alhechores — y eso, se derrum ba porque separó lo que Dios
bajo el reinado de la tan cacareada quiso ver unido.
libertad.3
34. Deseo de com prensión. No Nos
33. Despojo de dom inios y ataque al hemos cansado en recalcar en toda
Romano P ontífice. A nadie so rp ren oportunidad esas verdades, y, en esta
derá el que se persiga de este modo a ocasión extraordinaria, lo quisimos vol
los carísim os hijos cuando al Padre, ver a hacer extensamente. Plega a Dios
es decir, a la cabeza m ism a de los cató que los fieles saquen de allí fuerzas y
licos, al Romano Pontífice, no han tr a norm as para realizar sus obras con m a
tado m ejor. Los hechos son bien cono yor éxito, para provecho del bien co
cidos. Mediante el despojo de sus dom i m ún; y que logren tam bién los adver
nios tem porales, le quitaron aquella in sarios la com prensión de que proceden
dependencia que necesita p ara cum plir con m ucha injusticia al perseguir a la
su m isión divina universal, obligándolo, más am ante de las m adres y la más
bajo la presión de la potencia enemiga, segura bienhechora de la hum anidad.
a recluirse en su propia habitación de
Roma, llegando a parar, pese a las ase VIH. C o n f ia n z a en l a v ic t o r ia f in a l
dero de la Iglesia. La persecución es, obispos con el clero, y de éste con los
como decíamos al principio, su heren laicos católicos quienes con fe más só
cia, porque Dios crea m ediante ella lida y libres de respeto hum ano, se
bienes aun más sublimes y valiosos, al acostum bran a la disciplina y el orden
probar y purificar a sus hijos. Pero al en su acción, levantándose, con noble
perm itir las torturas y adversidades da emulación, para defender la causa sa
tam bién su auxilio divino que pro p o r grada de la Religión. Sí, ésta es la
ciona nuevos e inesperados medios para unión que hemos inculcado y volvemos
conservar y desarrollar su obra sin que a recom endar y bendecir ahora, a fin
para daño de El los poderes conjurados de que crezca y se oponga cual m uro
puedan prevalecer. Diecinueve siglos im batible al ataque de los enemigos de
de vaivenes hum anos prueban que las Dios.
torm entas pasan sin tu rb ar jam ás el
fondo. 37. Aumento de piedad y de caridad.
No hay nada más útil que la fundación,
36. Signos de esperanza: m ayor consolidación y unión de innum erables
arm onía y unión de la Iglesia. P ode asociaciones que cual renuevos al pie
mos, realm ente, alentar esperanzas; del árbol, brotan y se desarrollan en el
pues, la situación actual del m undo seno de la Iglesia de Nuestros días. No
m uestra señales que vuelven inquebran descuidan ningún género de piedad, sea
table nuestra confianza. Las dificulta referente a Jesús y sus adorables m iste
des son terribles y extraordinarias, pero rios, sea referente a su poderosa Madre
cierto es tam bién que otros hechos que o de los Santos que por sus eximias
se desarrollan ante Nuestros ojos testi virtudes brillaron con vivísima luz,
m onian que Dios, en su bondad y adm i m ientras, al mismo tiempo, vemos que
no olvidan ninguna clase de beneficen
rable sabiduría, cumple sus promesas;
cia y caridad, preocupándose, de mil
porque m ientras innum erables fuerzas
modos y por doquiera, de la educación
se conjuran contra la Iglesia, m ientras de la juventud en la fe, del cuidado de
ella se halla despojada de todo sostén los enfermos, de la m oral pública y de
y auxilio hum ano, ella se levanta, sin la ayuda de los desheredados. ¡Con
em bargo m ajestuosa entre los pueblos y cuánta m ayor rapidez se difundiría este
0 extiende su acción hasta las m ás diver movimiento, y cuántos frutos m ás opi
sas naciones de todas las zonas. No, el mos arrojaría, si no tropezara tan a
antiguo príncipe de este m undo ya no menudo con corrientes injustas y ad
puede ejercer su im perio como antaño, versas.
desde que Jesús lo desterró de él. Los
intentos de Satanás causarán, cierta 38. L abor m isional. Y el Señor que
mente, m ucho mal, mas no tendrán m antiene a la Iglesia con tanto vigor
éxito definitivo. Aun hoy día reina, no en los países que desde hace m ucho
sólo en los corazones de los buenos sino tiempo viven en su seno y disfrutan de
tam bién en el conjunto del m undo ca la civilización que ella les trajo, nos
tólico, u n a tranquilidad sobrenatural consuelan tam bién nuevas esperanzas,
que, producida por el E spíritu Santo, gracias al celo de sus misioneros que,
vive y palpita en la Iglesia; tranquili pese a los albures que corren y a las
dad que por la unión de los obispos con penurias y sacrificios de todo género
esta Santa Sede, ligados a ella más que los agobian, no pierden el ánimo
fuertem ente que nunca, se extiende p a y, aum entando de núm ero, y conser
cíficamente, en oposición sorprendente vando una adm irable constancia, con
a las m aquinaciones, ataques e incesan quistan países enteros para el Evangelio
te agitación de las sectas que p erturban y la civilización, a pesar de que se les
la paz social. E sta unión, fecunda en retribuya frecuentem ente, como a su
las más variadas obras de celo y amor, divino Maestro, con m urm uraciones y
se despliega en perfecta arm onía de los calumnias.
86, 39-41 E n c íc l ic a '‘V i g é s i m o Q u in t o Anno” 661
42. Exhortación a los obispos y Bennezcan para la fam ilia hum ana mejores
dición Apostólica. Y vosotros, V enera días de paz y tranquilidad.
bles H erm anos, sin duda oraréis con E ntre tanto descienda sobre vosotros
Nos p ara que desaparezcan las calam i y todos los fieles que están confiados
dades que aprem ian a la sociedad, a fin a vuestra solicitud pastoral, como augu
de que bajo los rayos de la luz divina rio de las gracias anheladas, la Bendi
alcancen la cordura y com prensión ción Apostólica que os im partim os de
aquellos que odian y persiguen la fe todo corazón.
de Cristo, tal vez más por ignorancia Dado en Roma junto a San Pedro,
que por m alicia; p ara que los hom bres a 19 de Marzo de 1902, el año vigésimo
de buena voluntad se robustezcan en quinto de Nuestro Pontificado.
santas obras, se apresure, así, la victo
ria de la verdad y de la justicia y am a LEON PAPA XIIL
nw
663 —
664 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1902) 87, 2-5
medio eficacísimo p ara socorrer las tauró todas las cosas con su sabiduría,
necesidades de nuestros tiempos. leyes, instituciones, ejemplos y sangre
E n verdad, pues, Cristo Señor Nues derram ada, igualmente es justo profe
tro al term inar el curso de esta vida sar y adorar que El mismo de tal m a
m ortal, bajo el exceso de su inm ensa nera se halla realm ente presente en la
caridad p ara con los hom bres, dejó Eucaristía, que verdaderam ente perm a
este m onum ento y poderoso auxilio nece entre los hom bres hasta la consu
para la vida del mundo (1>, por lo mación de los siglos, repartiéndoles co
cual nada más feliz podemos desear mo m aestro y buen pastor, y aceptísimo
Nos, próxim os a p artir de esta vi intercesor cerca del Padre, por Sí mis
da, que excitar en las alm as y alentar mo la perenne abundancia de los bene
en los espíritus los debidos afectos de ficios de la realizada redención.
gratitud y religión al adm irable Sacra
mento, en el que juzgamos principal 4. Beneficios que manan de la Euca
mente apoyar la esperanza y resultado ristía. El que aten ta y religiosam ente
de la paz y salvación tan buscadas por considere los beneficios que prom anan
los cuidados y trabajos de todos. de la Eucaristía, entenderá ciertamente
que ella excede y sobrepuja a todas las
2. No temer a los que atacan. No demás cosas, cualesquiera sean en que
faltarán quienes se sorprendan y quizás dichos beneficios se contienen; de ella 645
reciban con procaz anim adversión este pues procede para los hom bres la vida,
Nuestro intento de presentar sem ejan que es la verdadera vida: El pan, que yo
tes remedios p ara ayudar a un siglo les daré, es mi carne por la vida del
tan perturbado y lleno de m iserias. La mundo^K No de cualquier modo, según
causa de esto es principalm ente la so hemos enseñado en otro lugar, Cristo
berbia; este vicio, introducido en las es vida; quien para esto vino y vivió
almas, debilita en ellas la fe cristiana entre los hom bres, p ara darles abun
(que pide el obsequio religiosísimo de dancia de vida m ás que hum ana: He
la mente) haciendo necesariam ente más venido para que tengan vida y la ten
tétrica la oscuridad en derredor de las gan abundantemente^ . Inm ediatam en
cosas divinas, de tal modo que a m u te pues, que apareció en la tierra la
chos sea aplicable aquello de que blas benignidad y humanidad de nuestro
feman de lo que ignoran(2). Ahora Dios Salvador^; nadie ignora que in
bien; tan distante está de Nos separar m ediatam ente brotó cierta fuerza pro
nos del propósito iniciado, que es cier creadora de un nuevo orden de cosas,
to, por el contrario, que con más vivo la cual se infiltró en todas las venas de
ardor insistimos en ilum inar a los que la sociedad doméstica y civil. De aquí
están bien dispuestos, y en rogar a nacieron nuevas obligaciones del hom
Dios, interponiendo las fraternales sú bre para con el hom bre, nuevos dere
plicas de las alm as justas, perdone a chos públicos y privados, nuevos ofi
los que blasfem an de las cosas santas. cios, nuevos derroteros a las institucio
nes, enseñanzas y artes; lo cual princi
3. Presencia de Cristo en la Euca palm ente se tradujo en inclinar los es
ristía. Conocer con fe íntegra la efica píritus y estudios a la verdad de la
cia de la Santísim a Eucaristía, es lo religión y la santidad de las costum
mismo que conocer cuál sea la obra bres, y de este modo se comunicó al
que p ara perfeccionar al género hum a hom bre una vida celestial y divina. A
no realizó el Dios hecho hom bre, con esto indudablem ente se refieren las fra
su poderosa misericordia. Pues así co ses que frecuentem ente se usan en las
mo es propio de una fe recta profesar sagradas letras: árbol de vida, palabra
y reverenciar que Cristo es el sumo de vida, libro de vida, corona de vida y
autor de nuestra salvación, quien res- expresam ente pan de vida.
fl) Joan. 6, 52. (4) Joan. 10, 10.
(2) Carta de Judas T. vers. 10. (5) Tit. 3, 4.
(3) loan. 6, 52.
87, 6^8 E n c íc l ic a “ M ir a e C a r it a t is : 665
La Eucaristía alimento del alma. Este es, pues, asunto al cual ningún
Mas como quiera que ésta que llam a otro supera en excelencia y saludable
mos vida tiene m anifiesta semejanza eficacia, y que atañe a todos sin excep
con la vida n atu ral del hom bre, así ción, sea el que quiera su oficio y posi
como ésta se sostiene y robustece con ción de cuantos quieran y ninguno debe
el alimento, así aquélla conviene tenga hacer que no quiera, fom entar en sí la
tam bién un alim ento o com ida que la vida de la divina gracia, cuyo térm ino
sustente y fortalezca. O portuno es re es la consecución de la vida bienaven
cordar aquí en qué tiem po y form a turada con Dios.
Cristo movió y preparó los ánimos de
los hom bres p ara que recibiesen conve 7. Llamamiento a los dirigentes. Y
niente y fructuosam ente el pan vivo ojalá sintiesen y usasen rectam ente de
que había de darles. Tan luego como se esta vida, principalm ente aquellos que
divulgó la fam a del milagro que había por su ingenio, posición o autoridad
realizado a orillas del m ar de Tibería- están destinados a dirigir los negocios
des, de la m ultiplicación del pan p ara públicos. Mas desgraciadamente, vemos
saciar a la ham brienta m ultitud, inm e que m uchos llenos de soberbia juzgan
diatam ente acudieron m uchos por ver que ha sobrevenido al siglo una como
si acaso obtenían igual beneficio. E n nueva y próspera vida, toda vez que
tonces, aprovechando la ocasión, como han procurado im pulsarle con gran
lo había hecho con la m ujer sam arita- ardor a todo género de cosas útiles y
na, que del agua del pozo y de la sed adm irables. Pero, ciertam ente, doquiera
la había insinuado el agua que salta que se dirija la vista, se observará que
hasta la vida eterna(6), excita a la h am la sociedad hum ana, si se separa de
brienta m uchedum bre p ara que desee Dios, más bien que gozar en deseada
con avidez otro pan que permanece en paz de las cosas, está como inquieta y
la vida eterna(67K Este pan, les advier tem blorosa a semejanza del que se h a
te, no es aquel m aná celestial que fue lla bajo la influencia de estado febril;
tan fácil de tom ar a nuestros padres sucediendo que m ientras con verdadera
durante su peregrinación por el desier ansia trab aja por la prosperidad, en la
to: ni el que poco ha llenos de admi- que únicam ente confía, persigue la que
H ración habéis recibido de m í; sino que se aleja y se adhiere a la que perece.
yo mismo soy este pan: Yo soy el pan
de vida(8\ 8. La Eucaristía fuente de benefi
cios. Los individuos y las sociedades
6. Promesas de vida eterna. Y de tan necesariam ente como reciben su
esto mismo les persuade más am plia origen de Dios, así no pueden en otro
mente invitándoles y m andándoles: Si alguno, vivir, moverse y hacer ningún
alguno comiere de este pan vivirá eter bien más crue en Dios por Jesucristo
namente; y el pan, que yo daré es mi de quien ha m anado y m ana abundan
carne por la vida del mundo (9L y les temente cuanto hay de bueno y bello.
mostró la gravedad del precepto de este La fuente y cabeza de todos estos bene
modo: En verdad, en verdad os digo ficios es principalm ente la augusta E u
que si no comiereis la carne del hijo caristía: puesto que siendo el alimento
del hombre y bebiéreis su sangre, no y sustento de la vida, por cuya conse
tendréis vida en vosotros(10\ Lejos de cución tanto Nos afanam os, aum enta en
la verdad el vulgar pernicioso error de gran m anera la dignidad hum ana, que
los que sienten que el uso de la E uca ahora parece ser tan im portante. En
ristía debe tan sólo dejarse p ara los que efecto; ¿qué más puede desearse, que
alejados de los negocios y de espíritu ser hechos en cuanto sea posible, p a rti
pusilánim e pretenden vivir tranquilos cipantes de la naturaleza divina? Pues
en la práctica de una vida piadosa. esto es lo que principalm ente nos da
(6) Joan. 4, 14. (9) Joan. 6, 52.
(7) Joan. 6, 27. (10) Joan. 6, 54.
(8) Joan. 6, 48.
666 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1902) 87, 9-11
tes riñas y controversias entre las di sabiduría, por otra hubo de d erra m a r
versas clases de ciudadanos: la arrogan la s r iq u e z a s d e su d iv in o a m o r a lo s
cia, la aspereza, los fraudes en los que h o m b r e s <252
6).
más pueden; y en las clases ínfim as las A vista de este ejemplo de Cristo, que
miserias, la envidia, los motines. Males así nos da todas las cosas, ¡oh cuánto
son estos contra los cuales no se da m e debemos nosotros am arnos y socorrer
dicina alguna saludable ni en las leyes nos unos a otros, unidos más y más
con que se quiere proveer a su remedio, cada día con vínculos indisolubles de
ni en el miedo a las penas, ni en los caridad fraternal! Y es m uy de notar
dictám enes de la prudencia hum ana. que hasta las señales exteriores de este
Sacram ento convidan oportunísim a-
14. Fomenta la Caridad. Aquello, m ente a esta unión.
pues, debe procurarse con empeño que 15. Unión fraterna. A este propósito,
ya m ás de una vez Nos insistentem ente S an Cipriano : (íF i n a l m e n t e ; aun el miV
am onestam os, que las diferentes clases m o s a c r if ic io d e l S e ñ o r d e c la r a la u n a
se conciben entre sí m ediante la con n im id a d c r is tia n a u n id a c o n é l c o n f ir
junción de sus respectivos deberes; la m e e in s e p a r a b le c a r id a d . P o r q u e c u a n
cual, em anada de Dios, produce obras d o e l S e ñ o r lla m a « su c u e r p o » a l p a n
que llevan en sí el propio espíritu y h e c h o c o n l a u n i ó n d e m u c h o s g r a n o s ',
caridad de Jesucristo. E sta trajo Jesu q u ie r e d e c ir q u e N u e s tr o p u e b lo c o n
cristo a la tierra; en ésta quiso que d u c id o p o r é l es u n c u e r p o c u y o s m ie m
ardieran todas las cosas, como que ella b r o s e s t á n u n i d o s ; y c u a n d o l l a m á « su
es la única virtud que puede dar, no s a n g r e » a l v in o s a c a d o d e m u c h o s r a c i
sólo al alma, sino tam bién al cuerpo, m o s y g ra n o s e x p r im id o s , y h e c h o una
alguna dicha aun en la vida presente: s u s ta n c ia in d iv is a , d a a s im is m o a en
porque ella reprim e en el hom bre el te n d e r q u e N u e s tr a g r e y e s tá f o r m a d a
am or inm oderado de sí mismo y pone de u n a m u l t i t u d d e h o m b r e s r e d u c i d o s
coto a la codicia, que es l a r a í z d e t o d o s a u n i d a d ” (2Q\
l o s m a l e s (2BK Aunque es cosa recta Así habla tam bién el Doctor Angé
sostener convenientem ente la justicia lico siguiendo a S an Agustín ^27) ; N u e s
entre todas las clases de ciudadanos; tr o S e ñ o r n o s d e j ó r e p r e s e n ta d o s su
pero lo que im porta principalm ente c u e r p o y su sa n g r e e n a q u e lla s c o sa s
conseguir al fin con el auxilio y la regla q u e m á s se ju n ta n en u n o ; p o r q u e u n a
de la caridad es que en la sociedad h u d e e lla s , q u e e s e l p a n , e s u n to d o fo r
m ana se dé aquella igualdad a que per m a d o d e m u c h o s g r a n o s ; y la o tr a q u e
suadía el Apóstol S an P ablo, queriendo e s la s a n g r e , e s u n to d o c o m p u e s to d e
que resulte i g u a l d a d ^ 2324>; y que después m u c h o s r a c i m o s ; y por esto S an Agus
de ser hecha, se conserve. He aquí, tín dice en otro lugar: ¡ O h S a c r a m e n t o
pues, lo que quiso Jesucristo cuando d e p ie d a d , o h se ñ a l d e u n id a d , oh
instituyó este augusto Sacram ento: ex v í n c u l o d e c a r i d a d ! (28\ Todo lo cual
citando el am or de Dios, quiso fom en fue confirm ado con la sentencia del
ta r el m utuo am or entre los hombres. Concilio Tridentino, el cual enseña ha
Porque este am or em ana por su n a ber Cristo dejado a la Iglesia la Euca
turaleza de aquél, y espontáneam ente ristía c o m o s í m b o l o d e a q u e l l a u n i d a d
se difunde, y no podrá en ninguna p a r y c a r id a d c o n q u e q u is o q u e lo s c r is tia
te dejar de ningún modo cosa alguna n o s f u e s e n c o n ju n to s y u n id o s e n tr e
que desear; antes será necesariam ente s í... s í m b o l o d e a q u e l c u e r p o v e r d a d e
m ás ardiente y vigoroso si se considera r a m e n t e u n o d e l c u a l e s E l m i s m o la
cuán grande es el am or de Cristo a los C a b e z a , y a l c u a l q u is o q u e n o s o tr o s ,
hom bres en este Sacramento, en el cual c o m o m ie m b r o s , e s tu v ié s e m o s u n id o s
si por una parte desplegó con singular c o n e s tr e c h ís im o v ín c u lo d e fe , d e e s p e
m agnificencia su infinita potencia y r a n z a y d e c a r i d a d (29\
(23) I Tira. 6. 10. (27) Tract. 26, in Joan. n. 13, 17 (Mign'e 35,
(24.) II Cor. 8, 14. 1614).
(25) Conc. Trid. sesc. 13, de Euchar. c. 2. (28) Summa theol. 3 p. q. 79, a. 1.
(26) Ep. 69, ad Magnuin, n. 5 (Migue 3, 1189). (29) Sess. 13, De Euchar. c. 2. (Denz. 875).
87, 17-19 E n c íc l ic a “ M ir a e C a r it a t is ” 669
Disposición
IN T R O D U C C IO N :
R e n o v a c ió n de la v id a c ris tia n a y d e l c u lto e u c a rís tic o (1)
I. L a E u c a r i s t í a e s f u e n t e d e la v i d a s o b r e n a t u r a l
1. G ra titu d y c o n tra d ic c ió n (1-2)
2. L a e u c a ris tía e n la fe c ris tia n a (3)
3. L a v id a s o b re n a tu ra l y la E u c a ris tía (4-6)
4. M u e rte sin D ios — E l P a n de v id a (7-8)
II. L a E u c a r i s t í a f u e n t e d e la s v i r t u d e s c r i s t i a n a s
2. F o rta le c e la e sp e ra n z a y d a v a lo r e n los s u frim ie n to s (12-13)
3. In fla m a la c a rid a d (a D ios - el p ró jim o - c o m u n ió n de los san to s) (13-16)
III. L a E u c a r i s t í a o r i g e n d e to d a f u e r z a e n la I g l e s i a
1. C risto e n el ta b e rn á c u lo — c e n tro de to d a d e v o ció n y a lm a de la Ig le
sia (17-20)
2. C risto e n el sa c rific io de la M isa (20-22)
E P IL O G O :
Florecimiento del amor eucarístico y medios para fomentarlo (23-25)
EPISTOLA APOSTOLICA
“VIGILANTLE STUDIIQUE MEMORES” (*}
(30-X-1902)
cuyo cometido será p rocurar y obtener no se extienda entre los católicos aque
por todos los medios que la palabra di lla m anera de pensar y de obrar, cier
vina alcance entre los nuestros aquella tam ente reprobable, por la que se da
cuidadosa exposición que los tiempos excesivo valor a las opiniones de los
requieren y salga incólume de todo ata heterodoxos, como si la verdadera in
que del error y de cualquier tem eridad teligencia de las E scrituras se hubiera
de las opiniones. La sede principal de de buscar principalm ente en el aparato
este Consejo debe ser Roma ante la de la erudición externa. Pues, a ningún
m irada vigilante del Pontífice Máximo, católico puede caber duda de lo que
p ara que de la m ism a ciudad que es más extensam ente hemos recordado
m aestra y custodio de la sabiduría cris otras veces: que Dios no encomendó al
tiana fluya a todo el organismo de la juicio privado de los doctores, sino al
república cristiana la enseñanza sana Magisterio de la Iglesia, la interpreta
e incorrupta de tan necesaria doctrina. ción de las E scrituras; que en las cosas
Los hom bres que han de com poner de fe y costumbres que pertenecen a la
ese Consejo, p ara que puedan cum plir edificación de la doctrina cristiana, se
perfectam ente su oficio im portante y ha de tener por verdadero sentido de la
honorosísim o, tendrán a su cargo estos Escritura Sagrada el que tuvo y tiene
cometidos: la santa madre Iglesia, a la cual toca
juzgar del verdadero sentido e interpre
4. Cultivo de las ciencias bíblicas tación de las Santas Escrituras, y que,
auxiliares y lenguas orientales. Cono por lo tanto, a nadie es lícito interpre
cedores ante todo del estado actual de tar la Sagrada Escritura contra dicho
estas disciplinas, no juzgarán ajeno a sentido y contra el consentimiento uná
su oficio nada de cuanto haya encon nime de los Padres(1&\ que los libros
trado la diligencia de los modernos; divinos son de tal naturaleza, que no
antes bien, pondrán el máximo empeño bastan las leyes herm enéuticas para
en aprovechar sin tardanza lo que de ilustrar la oscuridad religiosa de que
utilizable p ara la exégesis bíblica se están envueltos, sino que se requiere la
produzca cada día, y con sus escritos Iglesia como guía y m aestra puesta por
lo convertirán en patrim onio común. Dios; finalm ente que no se puede en
P or lo cual h abrán de esforzarse en contrar fuera de la Iglesia el legítimo
cultivar la filología y estudios afines y sentido de la Divina E scritura, ni pue
en seguir sus adelantos. Pues, ya que de de ser dado por aquellos que han re
ahí suelen venir los ataques a la Sagra pudiado su m agisterio y autoridad.
da Escritura, ahí tam bién se han de
buscar las arm as a fin de que no re 6. Aprovechamiento de la llamada
sulte desigual la lucha de la verdad “crítica”. P rocuren, pues, cuidadosa
con el error. m ente los que son miem bros de este
Igualm ente, se h a de pro curar que Consejo que cada día se observen con
no sean tenidos en m enor estim a por m ayor celo estos principios, y traten de
los nuestros que por los extraños el persuadir a los que acaso adm iren ex
conocimiento de las antiguas lenguas cesivamente a los heterodoxos para que
orientales y la pericia en los códices, m iren y oigan con más atención a la
sobre todo originales, porque en estos Iglesia como m aestra. Aunque suele
estudios tienen gran aplicación estas acontecer que el intérprete católico re
dos ciencias.5 ciba a veces ayuda de los extraños, es
pecialmente en m ateria crítica, con
5. Reprobable pleitesía a las opinio todo, hay que ser precavido y saber
nes heterodoxas y laudable respeto al discernir. Cultiven los nuestros, con
Magisterio de la Iglesia. Después, por Nuestra plena aprobación, la disciplina
lo que se refiere a afirm ar íntegram en del arte crítico, dada su utilidad para
te la autoridad de las Escrituras, em percibir plenam ente el pensam iento de
plearán en ello sumo cuidado y dili los hagiógrafos. Pueden ejercitar esta
gencia. T rab ajarán sobre todo para que facultad empleando en su caso la ayuda
(Ia) Concilio Vaticano, sess. III, cap. II, De Reform.
88, 7-10 E n c íc l ic a “ V ig il a n t ia e s t u d iiq u e m e m o r e s” 675
de los heterodoxos, sin repugnancia por las discusiones entre los autores cató
Nuestra parte. Cuiden, no obstante, que licos, contribuyendo a dirim irlas, bien
esta fam iliaridad no les ocasione inm o con la luz de su juicio, bien con el
deración en el juicio, ya que en ella peso de su autoridad. Tendrá esto otra
suele venir a caer el artificio de la crí ventaja: la de ofrecer a la Sede Apos
tica llam ada alta, cuyas peligrosas te tólica la oportunidad de declarar qué
m eridades m ás de una vez hemos de deben ineludiblemente sostener los a u
nunciado. tores católicos, qué se ha de reservar a
la m ás alta investigación y qué puede
7. Exposición aju stad a al sen tir de quedar al libre juicio de cada cual.
la Iglesia y lib ertad individual. E n
tercer lugar, ponga el Consejo especia 9. C onstitución de la Comisión. Así,
les cuidados en la parte de estos estu pues, por el bien de la conservación de
dios que afecta propiam ente la exposi la verdad cristiana, constituimos por
ción de las E scrituras, en la cual radica estas letras, en la ciudad de Roma, el
la m ayor utilidad de los fieles. E n aque Consejo o Comisión para prom over los
llos pasajes cuyo sentido haya sido estudios de la Sagrada E scritura según
declarado auténticam ente ñor los auto las norm as aue quedan establecidas.
res sagrados o por la Iglesia, no es Queremos que conste esta Comisión de
necesario decir que se ha de dem ostrar algunos Cardenales de la Santa Romana
sea ésa la única interpretación confor Iglesia, que serán elegidos por Nuestra
me a las reglas de la sana herm enéu autoridad; y es N uestra m ente añadir
tica. Quedan, sin embargo, otros m u les, en com unidad de estudios y tra b a
chos en los cuales, no habiendo hasta jos, con el oficio y nom bre de consul
ahora una cierta y definida exposición tores, como es costum bre en los sagra
de la Iglesia, pueden los doctores p ri dos Consejos Romanos, algunos hom
vados seguir y defender la sentencia bres ilustres de diversas naciones que
que estimen m ejor; sabido es, sin em- se hayan distinguido por sus conoci
237 bargo, que aun en estos casos se debe mientos en las ciencias sagradas, espe
observar como norm a la analogía de cialmente bíblicas. Será oficio de la
la fe y doctrina católica.8* Comisión contribuir a la defensa y pro
greso de los mencionados estudios, ce
8. El Consejo, m oderador de las dis lebrando reuniones fijas, divulgando
cusiones. A hora bien, se ha de evitar escritos periódicos u ocasionales(lb), res
con cuidado en esta m ateria que la pondiendo a los que consulten cuando
acritud en las disputas traspase los lí se pida su parecer y, en fin, por todos
mites de la m utua caridad o que por el los medios a su alcance. Queremos que
calor de la discusión lleguen a ponerse se dé cuenta al Romano Pontífice de
en duda las mism as verdades reveladas las cosas com únm ente tratadas; dará
y las tradiciones divinas. Si no se con cuenta el consultor a quien el Pontífice
serva la serenidad de ánimo y no que nom brare secretario de la Comisión.
dan a salvo los principios, no hay que
esperar que los varios estudios den 10. La fundación de la Biblioteca
muchos grandes progresos p ara esta de la Comisión Bíblica. Y p a ra que no
disciplina. falte el instrum ento necesario para los
P o r lo cual tendrá tam bién el Conse trabajos comunes, ya desde ahora dedi
jo a su cargo m oderar rectam ente, y camos a esto una parte de Nuestra Bi
con la dignidad que el asunto requiere, blioteca Vaticana, en la cual procu-
( lb) En Abril de ese mismo año (1903) apareció por las Letras Apostólicas V in e a E le c ta (A AS. 1
el “Reglamento de la P o n t i f i c i a C o m i s i ó n B í b l i c a ” [1909] 447-449); en esta Colecc. (en nota) tomo II,
competencia de los miembros de la Comisión y pág. 1628-1629, y a la Pontificia Comisión de la
en que se fijan detalladamente la misión y la Vulgata; en cambio, le fue concedida, muy pronto,
Consultores. En los números 6 y 7 de la “ F in a la facultad de conferir grados académicos en
l i d a d d e la C o m i s i ó n ” del Reglamento se renueva Sagrada Escritura, por las Letras Apostólicas
ei deseo del Papa de que la Comisión publique S c r i p t u r a e S a n c ta e . 23-11-1904 (ASS. 36 [1903/041
una revista y ocasionalmente libros, lo cual nunca 530-532); en esta Colecc. (en nota) tomo II, pág.
fue puesto en práctica, dejándose esta tarea al 1627.
Pontificio Instituto Bíblico, fundado el 7-V-1909
676 E n c íc l ic a s d e l PP. L eón XIII (1902) 88, 11
rarem os reunir u n a am plísim a colec almas, y que su ayuda hará que los
ción de Códices y volúmenes bíblicos católicos dedicados a las Sagradas Le
de toda edad, que estará a disposición tras respondan con la obediencia más
de los m iem bros del Consejo. absoluta, a las directrices de la Sede
Es de desear que p ara la instalación Apostólica en esta m ateria.
y ornato de este instrum ento de trabajo Queremos y m andam os que todas y
colaboren con Nos los católicos p u cada una de las cosas que en esta causa
dientes, incluso enviándonos libros úti ha parecido bien establecer y decretar,
les; y quieran así prestar el m ejor de tales como han sido establecidas y de
los servicios a Dios, autor de la Escri cretadas, sean ratificadas y perm anez
tu ra y de la Iglesia.1 can firmes, no obstante cualquier cosa
en contrario.
11. Deseo de éxito y decreto. P or lo Dado en Roma, junto a San Pedro,
demás, confiamos que la bondad divina bajo el anillo del Pescador a 30 de
ha de favorecer abundantem ente estos Octubre de 1902, año 259 de Nuestro
propósitos Nuestros, ya que m iran di Pontificado.
rectam ente a la incolum idad de la fe
cristiana y la eterna salvación de las LEON PAPA XIII.
ENCICLICA “FIN DAL PRINCIPIO” (*>
(8-XII-1902)
epístolas que el sacerdote no es otra 5. Form ación del Clero. Ciertam ente,
cosa que el embajador, el ministro de en la form ación del clero y en el m i
Cristo, el dispensador de sus miste- nisterio sacerdotal, la razón pide que
rios(3456*\ y nos lo representa en lugar se tenga en cuenta la diversidad de los
e m in e n te ^ , m ediador entre el cielo y tiempos. Estamos bien lejos de soñar
la tierra p ara tra ta r con Dios los desti en rechazar las m udanzas que hacen
nos suprem os del género hum ano, que la obra del clero más eficaz siempre en
son los de la vida eterna. Tal es la medio de la sociedad en que vive, y
idea que los libros dan del sacerdote precisam ente por esta razón Nos ha
cristiano, es decir, de una institución parecido conveniente prom over en el
sobrenatural, superior a todas las insti clero una cultura m ás sólida y perfecta,
y m ostrar a su m inisterio m ás anchu
tuciones terrenas e independiente de
roso campo. Pero cualquier otra inno
ellas, como lo divino de lo hum ano.
vación que indujera algún perjuicio al
carácter esencial del sacerdote, debería
4. La trad ició n lo afirm a. La m ism aser m irada como enteram ente vitupe
elevada idea se halla claram ente en las rable. Sobre todo, el sacerdote h a sido
obras de los Santos Padres, en las ense constituido m aestro, médico y pastor
ñanzas de los Pontífices rom anos y de de las almas, y como tal, le incumbe
los Obispos, en los decretos de los Con dirigirlas hacia un fin que no se en
cilios y en la unánim e doctrina de los cierra en los térm inos de la vida pre
doctores y de las Escuelas católicas. sente. No podrá jam ás corresponder
La m ism a tradición de la Iglesia procla enteram ente a tan nobles funciones sí
m a a una voz que el Sacerdote es otro no está, tanto como es necesario, ver
Cristo, y que el sacerdocio, aunque se sado en la ciencia de las cosas santas y
ejerce en la tierra, pertenece propia divinas; si no está provisto en abun
mente a la celestial jerarquía(5), puesto dancia de la piedad, que hace de él un
que posee la administración de cosas hom bre de Dios; si no pone todo su
todas celestiales, habiéndole sido confe cuidado en confirm ar estas enseñanzas
rido un poder que Dios no otorgó ni con la virtud del ejemplo, según la
aun a los mismos ángeles^, poder y advertencia dada a los pastores sagra
ministerio que m iran al gobierno de las dos por el Príncipe de los Apóstoles:
almas, que es el arte de las artes(7>. La sirviendo de ejemplo al rebaño(8>. Así
como sean las variaciones de los tiem
educación, los estudios, las costumbres,
pos y las condiciones sociales, así son
cuanto pertenece, en suma, a la disci
las propias y suprem as cualidades que
plina sacerdotal, fueron siempre consi deben resplandecer en el clero católico,
derados como un todo en sí, no sólo según los principios de la fe; todos los
distinto, sino ajeno a las reglas ordina demás tem peram entos naturales y h u
rias de la vida laica. Esta distinción y m anos serán ciertam ente recom enda
259 esta especialidad deben persistir en bles, pero no tendrán, con respecto al
nuestro tiempo, y toda tendencia enca m inisterio sacerdotal, m ás que una im
m inada a m ezclar o confundir la edu portancia secundaria y relativa.
cación y la vida eclesiástica con la edu
cación y la vida seglares está reproba 6. Atractivos de la novedad. Si pues
da, no sólo por la tradición de los es razonable y justo que en los límites
siglos cristianos, sino por la m ism a perm itidos el clero atienda a lo que
doctrina apostólica y por los m anda pide la vida presente, no es menos justo
m ientos de Jesucristo. y necesario que, lejos de ceder a la
(3) II Cor., 5, 20; 6, 4; I Cor. 4, 1. commissi sunt, potestatemque acceperunt, quam
(4) Hebr., 5, 1. ñeque Angelis ñeque Archanselis dedit Deus”.
(5) “Sacerdotium enim in térra peragitur, sed (Ib., n. 5). (Migne PG. 48, col. 643).
caelestium ordinum classem obtinet: et jure qui-
dem mérito” . (S. Joarm. Chrysost., De sacerdotio, (7) “Ars est artium regimen animarum” . (S
lib. 3, n. 4). (Migne PG. 48, col. 642). Gregor. M. Regul., Past., Parí., 1, c. 1). (Migne
(6) “Etenim qui terram incolunt in eaque com- 77, 14).
morantur ad ea quae in ccelis sunt dispensanda (8) I Petr. 5, 3.
89, 7-8 E n c íc l ic a “ F in d a l p r in c ip io ’ 679
m alvada corriente del siglo, la resista tiem bre de 1899, enseñar reglas preci
con vigor. Tal conducta responde al sas, no solamente para la recta form a
elevado fin del sacerdocio, y al mismo ción de los clérigos, sino para prevenir
tiempo hace su m inisterio m ás fru c en los establecimientos de educación
tuoso, con aum ento de dignidad y de todo peligro interior o exterior, de
respeto. H arto se sabe cómo el espíritu orden m oral o religioso. E n cuanto a
del naturalism o procura viciar el cuer los estudios, puesto que el clero no
po social hasta en sus partes m ás sa puede ignorar los progresos de ninguna
nas; espíritu que ensoberbece a las enseñanza provechosa, razón es que
260 almas, sublevándolas contra toda auto acepte lo que en los nuevos métodos
ridad; que desalienta el corazón y lo está reconocido por verdaderam ente
lleva en busca de bienes perecederos, bueno o útil; todas las épocas contri
olvidando los eternos. buyen al progreso del saber hum ano.
Es de tem er que la influencia de este Sin embargo, Nos queremos que a este
espíritu, tan nocivo y tan extendido ya, propósito se recuerden bien las pres
se insinúe entre los eclesiásticos, sobre cripciones que Nos hemos dado en lo
todo entre los menos experim entados. que concierne al estudio de las letras
Las deplorables consecuencias de esto clásicas, y principalm ente de la filoso
serían: que decaiga la gravedad en la fía, de la teología y de las ciencias
conducta, de que el sacerdote está tan análogas: prescripciones que Nos he
necesitado, y que se condescienda fácil mos dado en varios documentos, sobre
mente con el atractivo de la novedad; todo en la Encíclica de la cual, por esta
la presuntuosa indocilidad p ara con los razón, os enviamos un ejem plar junto
superiores, y el olvido, en las discusio con la presente.
nes, de la serenidad y m esura tan nece Sería ciertam ente de desear que to
sarias, particularm ente en puntos de dos los jóvenes eclesiásticos cursasen 261
m oral o de fe. Pero un efecto más sus estudios a la som bra de los santos
deplorable aun, porque lleva consigo Institutos; pero puesto que graves r a
perjuicio p ara el m undo cristiano, se zones aconsejan a veces que algunos de
seguiría en el santo m inisterio de la aquéllos frecuenten las Universidades
palabra, en el que se introduciría un públicas, no se olvide con cuántas y
lenguaje incom patible con el carácter con cuáles precauciones los Obispos
propio del heraldo del Evangelio. deben venir en ello*910).
los deberes y de la disciplina eclesiás simples fieles: Así pues, os exhorto yo,
tica, no podría menos de ser altam ente preso en el Señor, a andar de una
reprobada. manera digna de la vocación con
He aquí, Venerables H erm anos, lo que fuisteis llamados<1719). El am or de
que la conciencia del m inisterio apos la Iglesia, Nuestra Madre común, con
tólico Nos prescribe hacer notar en la solide y fortifique la arm onía de pen
situación actual del clero italiano. No samiento y de acción, que redobla
dudam os que en m ateria tan grave y las fuerzas y hace las obras fecundas.
tan im portante, sabréis u n ir a Nues En tiempos tan calamitosos para la
tra solicitud las m ás diligentes y afec Religión y la sociedad, cuando el clero
tuosas invenciones de vuestro celo, ins de todas las naciones tiene el deber de
pirándoos especialmente en los lum i agruparse estrecham ente para la defen
nosos ejemplos del gran Arzobispo San sa de la fe y de la m oral cristiana, os
Carlos B orromeo. Pues p ara asegurar pertenece, hijos muy queridos, unidos
el efecto de Nuestras presentes pres a esta Sede Apostólica por lazos p a r
cripciones, cuidaréis de hacer de ellas ticulares, os incumbe, repetimos, dar
motivo de vuestras conferencias regio ejemplo a todos los demás, y ser los
nales y de concertaros sobre las m edi prim eros en la obediencia absoluta a
das prácticas que, según las necesidades la voz y a las órdenes del Vicario de
particulares de cada diócesis, os pare Jesucristo. Así las bendiciones de Dios
cieren más oportunas. A vuestros p ro descenderán abundantes, como Nos las
yectos y deliberaciones no les faltará, imploramos, para que el clero italiano
si necesario fuere, el apoyo de Nuestra perm anezca digno siempre de sus glo
autoridad. riosas tradiciones.
E ntre tanto, como prenda de los fa
17. C orrespondencia a la vocación. vores divinos, recibid la Bendición
Y ahora, con la palabra que sale espon Apostólica que Nos concedemos con la
táneam ente del fondo de Nuestro cora efusión del corazón a vosotros, Venera
zón paternal, Nos nos volvemos a vos bles Herm anos, y a todo el clero enco
otros todos, sacerdotes de Italia, reco m endado a vuestra vigilancia.
m endándoos a todos y a cada uno de Dado en Roma, junto a San Pedro,
vosotros que pongáis gran cuidado en en la fiesta de la Inm aculada Concep
responder siempre m uy dignamente al ción de María, 8 de Diciembre de 1902,
espíritu propio de vuestra eminente el vigésimo quinto año de Nuestro P on
vocación. A vosotros, m inistros del Se tificado.
ñor, Nos decimos con más razón que
aquélla con que decía S an P ablo a los LEON PAPA XIII.
(19) Ef. 4, 1.
ENCICLICAS
DE
SAN PIO X
INTRODUCCION
mejor dicho estaba vacía. Los únicos que sabían dónde estaba el dinero eran los que
iban cada mañana a su palacio en busca de pan y de consuelo. El nada tenía, pero
sabía muy bien dónde encontrar cuando se trataba de dar a los pobres. Por eso supaso
por Venecia se puede concretar en aquellas palabras apostólicas: “pasó haciendo el
bien...”.
Con la muerte de LEON XIII la Iglesia quedó huérfana. Los cardenales del mundo/
entero, se reunieron en Roma para darle sucesor. El Cónclave que debía elegir al Pontí
fice se abrió el 31 de Julio de 1903. La primera votación efectuada el 1 de Agosto dio
el primer lugar a Rampolla con 24 votos; Gotti 17 votos; Sarto (Pío X) 5 solamente y
dispersos 12.
Debido a que ninguno había obtenido los 42 votos necesarios fué necesario repetir
esa tarde la elección. Los votos de Rampolla siguieron aumentando. El triunfo del
Secretario de Estado era evidente. Sin embargo Francisco José Emperador de Austria
usando de un antiguo privilegio nodel todo claro, había ordenado a su cardenal que
hiciera presente en elCónclave que él se oponía al nombramiento de Rampolla. Con
todo en una nueva elección Rampolla se estaba acercando al término. Al mismo tiempo
los votos de Sarto que eran cinco al principio, habían aumentado un poco. De pronto
los papeles cambian. Pesando sobre los cardenales la amenaza de Francisco José, tenien
do en cuenta la situación creada por la invasión de Roma por Italia, se fueron inclinando
a Sarto. ¿Cuál era la razón? ¿qué vieron los cardenales en ese humilde hombre, que
jamás había abandonado el norte de Italia? El triunfo de Sarto y su única explicación
la encontramos en las palabras de Pastor que hemos colocado al principio del presente
estudio. Pero Sarto, cuando se dio cuenta que los votos en los escrutinios aumentaban
en su favor renunció públicamente y declaró que él no aceptaría la tiara pontificia. Los
cardenales le rogaron que si era elegido recibiera la voluntad de Dios. Fue comisionado
el obispo español Merry del Val para pedirle al Cardenal Sarto que no retirara su
candidatura. Sin tener en cuenta las objeciones todos los votos se volcaron en Sarto.
Merry del Val le anunció a Sarto la noticia cuando éste estaba llorando en la Capilla
Sixtina. Después de mucho le dijo al obispo español: la acepto, pero Ud. compartirá mi
trabajo: “seré el Papa, si Ud. es mi Secretario de Estado”. Aquí tuvo su comienzo esa
profunda amistad entre ambos que aún hoy perdura, pues ambos fueron enterrados
uno junto al otro como lo habían deseado en vida.
Así termina la primera parte de la vida de José Sarto, el hombre que mientras
buscaba la obscuridad Dios lo elevó a la Cátedra de Pedro para que con la luz de su
santidad y ciencia iluminara los días tenebrosos de las terribles y obscuras ideas del
“modernismo filosófico y teológico
Su primer documento pontificio al mundo entero es un verdadero grito de lucha.
Hay que destruir todo lo opuesto a Cristo. Su programa de lucha es claro “renovar
todas las cosas por Cristo”. Los intereses de Cristo son opuestos a los del mundo. El,
desconociendo otros intereses, luchará exclusivamente por los de Cristo. Por eso su
Encíclica “E SUPREMI APOSTOLATUS” marca las líneas que seguirá PIO X durante
todo su pontificado. Con dolor de padre, sabrá quitar a sus hijos extraviados las armas
que pueden oponerse al reinado de Cristo.
Por su constitución apostólica “COMMISSUM NOBIS”, el Papa levanta su voz de
protesta clara y firme, contra aquellos príncipes que piensan poder extender su poder
hasta la misma cátedra de Pedro. La elección del Papa es exclusiva de los cardenales.
Ningún príncipe ni directa o indirectamente puede intervenir. Sobre todo aquellos que
pretendan ir contra estos principios lanza las más terribles de las penas eclesiásticas.
Al mismo tiempo exhorta a todos a mantenerse completamente ajenos a los intereses
políticos en los asuntos religiosos.
Asegurada ya la libertad en la administración en el Papado da a la publicidad los
documentos que asombrarían por muchos años al mundo al mismo tiempo que descu
brirían a los falsos profetas. “LAMENTABILI” el decreto que contiene las proposi
ciones condenadas fué seguido por la Encíclica “PASCENDI” que terminó de aclarar
los puntos tratados. En ella se advierte el peligro grande y las consecuencias de sostener
la filosofía neokanciana y semirracionalista. Expone el verdadero concepto del moder
nismo y sus consecuencias y lanza sobre él la terrible condena que apartó a varios
hombres del catolicismo. Destruye el racionalismo exagerado aplicado a la ciencia
religiosa, filosofía y teología. Sin embargo, el Papa por hacer ver mejor el peligro en
V id a y o b r a d e S a n P ío X 687
antes que en los otros, su programa: restaurarlo todo en Cristo y llevarlo a la unión*
con EL Como humilde párroco, como Obispo y como Sumo Pontífice, estimó que la
santidad a que Dios le destinaba era la santidad sacerdotal”.
Y hacia el final del discurso, refiriéndose a su obra expresó Pío XII: “Eucaristía
y vida interior; he aquí la predicación suprema y más general que Pío X dirige en la
hora presente a todas las almas desde la altura de la gloria. Como apóstol de la vidai
interior, él se sitúa en la era de la máquina, de la técnica y de la organización,
como el Santo y el guía de hoy. i
“Sí, oh San Pío X, gloria del sacerdocio, esplendor y ornamento del pueblo cris
tiano; tú en quien la humildad parecía hermanarse con la grandeza, la austeridad con
la mansedumbre, la sencilla piedad con la profunda doctrina; tú, oh Pontífice de la
Eucaristía y del Catecismo, de la fe íntegra y de la impávida entereza, vuelve tu mi-
lada a la Iglesia Santa, a la cual tanto amaste y consagraste lo mejor de los tesoros
que, con mano pródiga depositara en tu alma la divina Bondad”.
9 0
P I O PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
que nada, el estado por demás aflictivo autoridad usamos. Los intereses de Dios
en que se encuentra la hum anidad al son tam bién los Nuestros, en los cuales
presente. Porque ¿quién no ve que la hemos prom etido em plear todas Nues
sociedad hum ana está hoy atacada de tras fuerzas y aun N uestra m isma vida.
una enferm edad m ucho más grave y P or lo cual si se nos pide una divisa^
más profunda que la que afectaba a que sea la expresión de Nuestra volunt
las generaciones pasadas, la cual agra tad, siempre presentarem os esta solai
vándose cada día y royéndola hasta los restablecer todas las cosas en Cristo.
huesos, la va arrastrando a la perdi P ara em prender y apresurar tan
ción? Cuál sea esta enferm edad ya lo m agnífica empresa, Venerables H erm a
sabéis vosotros, Venerables Hermanos, nos, Nos sentimos grandem ente esfor
es el desertar y apostatar de Dios, y zados por la seguridad de que tendre
nada hay, sin duda, que esté más cerca mos en todos vosotros los esforzados
de la perdición, según estas palabras colaboradores para llevar a cabo la
del Profeta: Porque, he aquí que pere obra. Porque si pusiéram os esto en
cerán los que se alejan de tP234\ duda, tendríam os que suponer, injus
A un m al tan grave vimos que era tam ente por cierto, o que ignoráis o
necesario poner remedio en fuerza del que no os preocupa la guerra im pía que
m inisterio pontifical que se Nos había actualm ente, casi en todas partes, se ha
encomendado, y pensam os que se diri suscitado y se propaga contra Dios.
gía a Nosotros aquel m andato de Dios: Porque verdaderam ente contra su
He aquí que te he colocado hoy sobre Creador rugieron las naciones, y los
las naciones y sobre los reinos para pueblos meditaron insensateces^; de
que arranques y destruyas y para que tal modo que ya es voz com ún de los
edifiques y plantes^; conscientes, em enemigos de Dios: Apártate de nos
pero, de N uestra flaqueza, temíamos otros(7L De aquí que ya casi se haya
hacernos cargo de u n a em presa tan extinguido por completo en la m ayoría
llena de dificultades cuanto de urgente de los hom bres el respeto al eterno
realización. Dios sin tener para nada en cuenta su
voluntad suprem a en las m anifestacio
2. Propósito al ocupar la Cátedra de nes de su vida pública y privada. Más
Pedro. Mas, puesto que fue voluntad aún, con todo su esfuerzo e ingenio
divina elevar N uestra hum ildad a tanta procuran que sea abolida por completo
sublim idad de poder, hemos tomado hasta la m em oria y noción de Dios.
coraje en Aquel que nos conforta, y
poniendo m ano a la obra, confiados en 3. Ataques contra Dios; endiosa
el poder de Dios, declaram os que no miento del hombre. Quien considere
tenemos en el ejercicio del pontificado todas estas cosas, puede, con razón,
otra m ira que aquella de restablecer tem er que esta perversidad de los espí
todas las cosas en Cristo^ a fin de que ritus sea como un anticipo y comienzo
Cristo sea todo y en todos^5K de los males que estaban reservados
No faltarán seguramente, los que, para el fin de los tiempos, o que ya se
midiendo con medida hum ana las cosas encuentra en este m undo el hijo de
divinas, se esforzarán por ver el sentido p e r d i c i ó n del que nos habla el
de Nuestro pensam iento y lo torcerán Apóstol.
con m iras terrenas hacia un interés Tan grande es la audacia y tan des
partidario. Mas para a ta ja r la vana m edida la rabia con que se ataca en
esperanza de estos tales, afirm am os con todas partes a la religión, se combaten
toda verdad, que Nosotros no queremos los dogmas de la fe y se hacen enco
ser nada, y, con el auxilio de Dios, n a nados esfuerzos por im pedir y aun por
da seremos ante la sociedad hum ana, aniquilar todo medio de comunicación
más que los m inistros de Dios de cuya del hom bre con Dios. Y a su vez, lo que,
(2) Ps. 72, 26. (6) Ps. 2, 1.
(3) Jerem. 1, 10. (7) Job 21, 14.
(4) Ephes. 1, 10. (8) II Thcss. 2, 3.
(5) Coloss. 3, 11.
90, 4 E n c íc l ic a “E su pr em i A po sto latus” 691
sin el cual, según conviene, Dios no Mas para que el éxito sea tal cual lo
puede conocer a ninguno; porque nadie deseáis, es necesario que nos esforce
conoce al Padre sino el Hijo y aquel a mos por todos los medios sin perdonar ¡
quien el Hijo haya querido revelarse- fatigas en arran car de raíz esta m ons-/
ío<19>. De allí se sigue que es ente truosa y detestable iniquidad, propia de
ram ente una m ism a cosa restablecer los tiempos en que vivimos: la suplan
todo en Cristo y hacer volver a los tación de Dios por el hom bre. Después
hom bres a la obediencia de Dios. En de esto restablecer en su antiguo honor
este sentido, pues, es m enester que diri las leyes santísimas y los consejos del
jam os todos nuestros cuidados; a hacer Evangelio; proclam ar altam ente las ver
que los hom bres vuelvan al imperio dades enseñadas por la Iglesia acerca
ele Cristo. de la santidad del m atrim onio, de la
Hecho esto, h ab rán retornado tam educación e instrucción de la niñez, de
bién al mismo Dios. A Dios, decimos, la posesión y uso de las riquezas, de
no aquel inerte y despreocupado de las los deberes de quienes adm inistran la
cosas hum anas que inventaron los sue cosa pública; restablecer, en fin, el ju s
ños de los materialistas, sino el Dios to equilibrio entre las diversas clases
vivo y verdadero, uno en naturaleza y sociales según las leyes y las institucio
trino en las personas, creador del m un nes cristianas.
do, sapientísim o ordenador de todas las Tales son los principios que, para
cosas, justísim o legislador que castiga obedecer a la divina voluntad, Nosotros
a los m alvados y tiene pronto el prem io nos hemos propuesto aplicar durante
para la virtud. todo el transcurso de Nuestro pontifi
cado y con toda la energía de Nuestra
5. La Iglesia, camino hacia Cristo. alma.
Ahora bien, cuál sea el camino que nos
conducirá a Cristo, está ante nuestros 6. Medios para conseguir la vuelta
ojos: es la Iglesia. P or lo que acerta- del hombre a Cristo. A vosotros, Vene
134 dam ento dice el C r is ó s t o m o : La Iglesia rables Hermanos, corresponde secundar
es tu esperanza; la Iglesia es tu salud; Nuestro empeño con la santidad, con
la Iglesia es tu refugio(20L Porque para la ciencia, con vuestra experiencia y
esto la fundó Cristo, ganándola con el sobre todo con el celo de la divina glo
precio de su sangre, y la hizo deposi ria; no teniendo otra m ira sino que en
taría de su doctrina y de su ley, dán todos se forme Cristo<22).
dole al mismo tiem po u na riqueza so Ahora bien, qué medios hayam os de
breabundante de gracia p ara la santi poner en práctica para tan grande em
ficación y salud de los hombres. presa, parece superfino decirlo, pues
Ved, pues, Venerables H erm anos, cuál ellos se presentan por sí mismos. El
es finalm ente el deber que ha sido im prim er cuidado debe ser form ar a Cris
puesto a Nosotros y a vosotros ju n ta to en aquellos que, por el ministerio a
mente; el de llam ar a la sociedad h u que están destinados, tienen el deber
m ana alejada de la sabiduría de Cristo, de form ar a Cristo en los demás. Nos
p ara que retorne a la obediencia de la referim os a los sacerdotes, Venerables
Iglesia. La Iglesia a su vez los someterá Hermanos. Porque todos cuantos han
a Cristo y Cristo a Dios. Lo cual, si sido honrados con el sacerdocio deben
con la ayud# del mismo Dios logramos saber que en medio del pueblo en que
conseguir, nos alegrarem os de ver que viven les está señalada aquella misma
la iniquidad hace lugar a la justicia y m isión que Paulo atestigua haber reci
oiremos llenos de felicidad una gran bido con estas tiernísim as palabras: Hi-
voz del cielo que dirá: Ahora se hizo jitos míos, a quienes nuevamente doy
la salud y la virtud y el reinado de a luz, hasta que Cristo sea formado en
nuestro Dios y el poder de su Cristo(21L vosotros<23). Mas, ¿cómo podrán ellos
(19) Mat. 11, 27. (21) Apoc. 12, 10.
(20) Hora, de capto Eutropio, (Migne PG. 52, (22) Gal. 4, 19.
402. (23) Gal. 4, 19.
00, 6 E n c íc l ic a “E supr em i A fo sto la tu s” 693
cum plir con este deber si antes ellos ahincadam ente, tenedlos continuam en
mismos no se h an revestido de Cristo? te en vuestro corazón, el cual debe
y de tal m anera revestidos que puedan arder en un fuego celestial, encended
decir con el mismo Apóstol: Vivo yo, los, inflam adlos para que no tengan
ya no yo, sino que vive en mí Cristo(24). otro anhelo más que el de Dios y el de
Mi vivir es Cristo(25)267. P or lo cual au n ganar almas. Nosotros, Venerables H er
que la exhortación va dirigida a todos manos, vigilaremos con diligencia suma
los fieles para que alcancemos el estado para que los miembros del clero no
de un varón perfecto, a la medida de sean engañados por las acechanzas de
la edad de la plenitud de Cristo(26* va, una cierta nueva y engañosa ciencia
sin embargo, dirigida en prim er térm i que no tiene el buen olor de Cristo, y
no al que tiene el oficio sacerdotal, el que con falaces y capciosos argum entos
cual por esto se llam a Alter Christus procura introducir los errores del ra
no sólo por la participación de un m is cionalismo o semirracionalismo, contra
mo poder sino tam bién por la im itación los cuales ya prevenía el Apóstol a T i
de las obras, m ediante la cual llevará m o t e o cuando le escribía: Guarda el
im presa en sí la imagen de Cristo. depósito, evitando las profanas nove
Siendo esto así, Venerables tlerm a- dades de palabras y las objeciones de
nos, ¡cuán grande h a de ser vuestra una falsa ciencia cuyos prometedores
solicitud p ara form ar el clero en toda han naufragado en la /e (29). Esto sin
santidad! Cualquier otro empeño se ha embargo no impide que juzguemos dig
de subordinar a éste. P or ende lo p rin nos de encomio a aquellos jóvenes sa
cipal de vuestros trabajos se h a de en cerdotes que se entregan al estudio de
cam inar a organizar y gobernar con las doctrinas útiles en todo género de
acierto los sagrados seminarios, de m o ciencias p ara poder, por este medio,
do que florezca en ellos con igual p u estar m ejor preparados p ara defender
janza la integridad de la doctrina y la la verdad y refu tar las calum nias de los
santidad de las costumbres. Tened al enemigos de la fe.
seminario como a la delicia de vuestro Con todo no podemos disim ular, más
corazón, no omitiendo nada p ara su aún, lo declaram os m anifiestam ente,
utilidad, de cuanto el Concilio Triden- que Nuestra predilección es y será
tino determ inó con gran providencia. siempre p ara aquellos que aun sin des
Em pero, llegando el tiem po de que cuidar la cultura eclesiástica y literaria
los candidatos hayan de recibir las sa se dedican con más entusiasm o al bien
gradas órdenes, ¡por favor! no se a p a r de las alm as por medio de aquellos
te de vuestra m ente aquello que P a u l o trabajos que son propios de un sacer
escribe a T i m o t e o : A nadie impondrás dote celoso de la divina gloria. Gran
las manos precipitadamente(27> tenien tristeza y un continuo dolor invaden
do m uy presente aquello: que tales se Nuestro corazón^zo^ al ver que tam
rán los m ás de los fieles, cuales hubie bién a nuestros días se acom oda aque
ren sido los que destinasteis p a ra el lla lam entación de Jerem ías: Los niños
sacerdocio. P or lo tanto, no tengáis, en pidieron pan y no había quien lo repar
esto, en cuenta intereses particulares, tiera con ello s^L Porque no faltan en
sino sólo los que atañen a Dios, a la el clero quienes, indulgentes con sus
Iglesia y al eterno provecho de las a l personales aficiones, se entregan tal vez
mas, no sea que, como previene el a un trabajo m ás vistoso que útil; pero
Apóstol, os hagáis cómplices de pecados no son tantos los que, a ejemplo de
ajenos<28). P or otra parte, que los n ue Cristo se aplican las palabras del P ro
vos sacerdotes egresados del sem inario feta: El espíritu del Señor me ha ungi
no se encuentren privados de vuestros do, me mandó a evangelizar a los po
cuidados. Os lo recom endam os m uy bres, sanar a los contritos de corazón,
(24) Gal. 2, 20. (28) I Tim. 5, 22.
(25) Philipp. 1, 21. (29) I Tim. 6, 20 s.
(26) Ephes. 4, 13. (30) Rom. 9, 2.
(27) I Tim. 5, 22. (31) Thren. 4, 4.
694 E n c íc l ic a s d e l PP. Pío X (1903) 90, 6
anunciar la redención a los cautivos y los que están bajo el poder del pecado
la vista a los ciegos(32>. o del error. ¡Qué grande mansedumbre/
Mas, ¿quién no ve, Venerables H er la de aquel Maestro divino! ¡Qué deli*
manos, que guiándose los hom bres por cadeza, cuánta compasión para todá
la razón y la libertad, el cam ino más clase de enfermos! Isaías nos hizo un
seguro p ara restablecer el im perio de retrato al vivo de su corazón con estas
Dios en las alm as es la enseñanza de palabras: Pondré mi espíritu sobre él;
la religión? no discutirá ni dará voces; no quebrará
Y en verdad ¡cuántos son los que la caña ya cascada y no apagará la pa-
aborrecen a Cristo y reniegan de la jita que humea Dg). Y esta caridad pa
Iglesia y del Evangelio m ás por igno ciente y benigna<39> se debe extender
rancia que por m aldad! de los cuales tam bién a aquellos que son nuestros
se puede decir con razón: Todos los adversarios o nos persiguen con ánimo
que ignoran blasfeman<33). Y esto no hostil. Se nos maldice y bendecimos
sólo se puede encontrar entre las gen —así decía de sí mismo San Pablo—,
tes del pueblo o de la más modesta ca padecemos persecución y aguantamos,
pa que, por esto mismo, son m ás fácil somos insultados y oramos(40>. Tal vez
m ente engañadas, sino tam bién en las nos parecen peores de lo que son. La
clases elevadas y aun entre aquellos m is convivencia con los otros, los prejui
mos que, por otra parte, poseen una cios, los ejemplos y consejos ajenos, en
instrucción poco común. De aquí tam fin, una m alentendida vergüenza los
bién que los más hayan perdido la fe. han llevado al partido de los impíos;
Porque no hay que creer que los p ro sin embargo no está tan depravada la
gresos de la ciencia puedan extinguir voluntad de ellos como tal vez ellos
la fe, sino más bien la ignorancia; tanto mismos quieren hacerlo creer.
es así que donde hay m ás ignorancia, ¿Por qué, pues, no hemos de esperar
137 allí tam bién se hace m ás general la que la llam a de la caridad cristiana
pérdida de la fe. P or esto el m andato habrá de disipar las tinieblas de estas
de Cristo a los Apóstoles: Id y enseñad alm as y poner en su lugar la luz y la
a todas las naciones(34L paz de Dios? Tal vez se hará esperar
Ahora bien, p ara que este celoso m i un poco el fruto de nuestro trabajo,
nisterio de enseñar produzca el fruto m as la caridad no se cansa de esperar
esperado y en todos se forme Cristo pues sabe que Dios no prom etió su
hay que tener m uy presente, Venerables prem io al fruto de nuestros trabajos
H erm anos, que no hay nada m ás eficaz sino a la voluntad.
que la caridad. Con todo, Venerables Hermanos, no
Porque el Señor no se encuentra en queremos decir con esto, que en todo
la conmoción<35). E n vano se espera este tan arduo trabajo de restablecer el
llevar las alm as a Dios con un celo humano linaje en Cristo, no hayáis de
lleno de am argor; y aun el increpar tener vosotros y el clero quien os ayu
con dureza los errores y reprender con de. Sabemos que Dios m andó a todos
aspereza los vicios, algunas veces re y cada uno cuidar de su prójim o (41>.
sulta m ás dañoso que útil. P or esto el No son por tanto, sólo los sacerdotes
Apóstol exhorta a Timoteo: Acusa, rue sino todos los fieles sin excepción, quie
ga, reprende, pero añadía: con toda nes deben trab ajar por el interés de
paciencia(36\ A la verdad Cristo nos Dios y la salvación de las almas; claro
ha dejado ejemplos de esto: Venid —así está que han de hacer esto no por su
leemos haber dicho él mismo— venid propio arbitrio y según su punto de
a mí todos los que sufrís y estáis ago vista personal, sino siempre bajo la
biados y yo os aliviar é ^ 1^. Y por enfer dirección y anuencia de los obispos,
mos y agobiados no entendía sino a porque a nadie m ás se ha concedido
(32) Luc. 4, 18-19. (37) Matth. 11, 28.
(33) Judas T. versículo 10. (38) Is. 42, 1 s.
(34) Matth. 28, 19. (39) I Cor. 13, 4.
(35) I Reyes 19, 11 o III Reves 19, 11. (40) I Cor. 4, 12 s.
(36) II Tim. 4, 2. (11) Eccli. 17, 12.
90, 7-8 E n c íc l ic a “E supr em i A po sto latus” 695
tam os a tom ar por intercesores al cas todos los fieles confiados a Nuestro cui
tísimo esposo de María, patrono de la dado por la Divina Providencia, a vos
Iglesia católica, y a los príncipes de los otros, Venerables Hermanos, a vuestro
apóstoles San Pedro y San Pablo. clero y a vuestro pueblo, acordamos de
P ara que todo esto se realice según todo corazón en el Señor nuestra ben
Nuestros deseos y p ara que todos vues dición apostólica.
tros trabajos se vean coronados por el Dado en Roma, junto a S. Pedro, el
éxito, im ploram os sobre vosotros en día 4 de Octubre de 1903, año primero
gran abundancia los dones de la gra de Nuestro pontificado.
cia. Y en testim onio de la tierna cari
dad con que a vosotros abrazam os y a PIO PAPA X
MOTU PROPRIO: “INTER PLURIMAS PASTORALIS” <*>
(22-XI-1903)
toda nación que adm ita en sus com po fonía clásica se acerca bastante al canto
siciones religiosas aquellas form as p a r gregoriano, supremo modelo de toda
ticulares que constituyen el carácter es música sagrada, y por esta razón m ere
pecífico de su propia música, éste debe ció ser adm itida, junto con aquel canto,
estar de tal modo subordinado a los en las funciones más solemnes de la
caracteres generales de la m úsica sa Iglesia, como son las que se celebran en
grada, que ningún fiel procedente de la Capilla Pontificia. Por consiguiente,
otra nación experimente al oírla impre tam bién esta m úsica deberá restable
sión que no sea buena. cerse copiosamente en las solemnidades
II. G é n e r o s de música sagrada religiosas, especialmente en las basílicas
más insignes, en las iglesias catedrales
7. El canto gregoriano. H állanse en y en las de los seminarios e institutos
grado sumo estas cualidades en el canto eclesiásticos, donde no suelen faltar los
gregoriano que es, por consiguiente, el medios necesarios.
canto propio de la Iglesia romana, el
único que la Iglesia heredó de los an ti 9. La m úsica m oderna. La Iglesia ha
guos Padres, el que ha custodiado celo reconocido y fom entado en todo tiempo
samente durante el curso de los siglos los progresos de las artes, admitiendo
en sus códices litúrgicos, el que en algu en el servicio del culto cuanto en el
nas partes de la liturgia prescribe exclu curso de los siglos el genio ha sabido
sivamente, el que estudios recentísimos hallar de bueno y bello salva siempre
han restablecido felizmente en su p u re la ley litúrgica; por consiguiente, la
za e integridad. música más moderna sólo se admite en
Por estos motivos, el canto gregoria la Iglesia; pero cuenta tam bién con com
no fue tenido siempre como acabado posiciones de tal bondad, seriedad y
modelo de m úsica religiosa, pudiendo gravedad, que de ningún modo son in
form ularse con toda razón esta ley ge dignas de las solemnidades religiosas.
neral: Una composición religiosa será Sin embargo, como la m úsica m o
tanto más sagrada y litúrgica cuanto derna es principalm ente profana, debe
más se acerque en aire, inspiración y rá cuidarse con mayor esmero que las
sabor a la melodía gregoriana, y será composiciones musicales de estilo mo
tanto menos digna cuanto diste más de derno que se admiten en las iglesias no
este modelo soberano. contengan cosa ninguna profana, ni
Así, pues, el antiguo canto grego ofrezcan reminiscencias de motivos tea
riano tradicional deberá restablecerse trales, y no estén com puestas tam poco
am pliam ente en las solemnidades del en su form a externa, im itando la fac
culto, teniéndose por bien sabido que tu ra de las composiciones profanas.
ninguna función religiosa perderá nada 10. Música teatral. E ntre los varios
de su solemnidad aunque no se cante géneros de la música moderna, el que
en ella otra m úsica que la gregoriana. aparece menos adecuado a las funcio
Procúrese, especialmente, que el pue nes del culto es el teatral, que durante
blo vuelva a adquirir la costum bre de el pasado siglo estuvo m uy en boga,
usar el canto gregoriano p ara que los singularm ente en Italia. P or su misma
fieles tom en de nuevo parte m ás activa naturaleza este género ofrece la m áxi
en el oficio litúrgico, como solían hacer m a oposición al canto gregoriano y a
antiguamente. la polifonía clásica y por ende a las
8. La polifonía clásica. Las supra- condiciones más im portantes de toda
dichas cualidades se hallan tam bién en buena m úsica sagrada, además de que
sumo grado en la polifonía clásica, es la estructura, el ritmo y el llamado con
pecialmente en la escuela romana, que vencionalismo de este género no se aco
en el siglo XVI llegó a la m eta de la moda sino m alísim am ente a las exigen
perfección en las obras de Pedro Luis cias de la verdadera música litúrgica.
de Palestrina, y que luego continuó III. E l t e x t o Litúrgico del Canto
produciendo composiciones de excelen 11. Lengua y texto del canto. In te
te bondad m usical y litúrgica. La poli gridad, orden e inteligibilidad. La len-
700 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1903) 91, 12-14
gua propia de la Iglesia rom ana es la cada una de ellas form e una composi
latina, por lo cual está prohibido que ción m usical completa, y tal que pueda
en las solemnidades litúrgicas se cante separarse de las restantes y reem plazar
cosa alguna en lengua vulgar, y m ucho se con otra.
menos se cante en lengua vulgar las b) E n el Oficio de Vísperas deben
partes variables o comunes de la Misa seguirse ordinariamente las disposicio
o el Oficio. nes del Caeremoniale Episcoporum, que
Estando determ inados p ara cada fu n prescribe el canto gregoriano para la
ción litúrgica los textos que han de salmodia y perm ite la música figurada
ponerse en m úsica y el orden en que en los versos del Gloria Patri y en el
se deben cantar, no es lícito alterar himno.
este orden, ni cam biar los textos pres Sin embargo, será lícito en las m ayo
critos, por otros de elección privada, res solemnidades alternar con el canto
ni omitirlos íntegramente o en par gregoriano del coro, el llamado contra
te, como las rúbricas no consienten punto, o con versos de parecida m ane
que se suplan en el órgano ciertos ra, convenientemente compuestos.
versículos, sino que éstos han de reci También podrá perm itirse alguna vez
tarse sencillamente en el coro. Pero es que cada uno de los salmos se pongan
permitido, conform e a la costum bre de enteramente en música siempre que en
la Iglesia rom ana, cantar un motete al su composición se conserve la forma
Santísimo Sacramento después del Be propia de la salmodia, esto es, siempre
nedictos de la Misa solemne, como se que parezca que los cantores salmodian
perm ite que luego de cantar el ofertorio entre sí, ya con motivos musicales nue
propio de la Misa pueda cantarse, en el vos sacados del canto gregoriano, o
tiempo que queda hasta el Prefacio, un imitados de éste.
breve motete con palabras aprobadas Pero quedan p ara siempre excluidos
por la Iglesia. y prohibidos los salmos llamados de
El texto litúrgico ha de cantarse co concierto.
mo está en los libros, sin alteraciones c) En los him nos de la Iglesia consér
335 o posposiciones de palabras, sin repeti vese la form a tradicional de los mismos.
ciones indebidas, sin separar sílabas, y No es, por consiguiente, lícito compo
siempre con claridad tal que puedan ner, por ejemplo, el Tantum ergo, de
entenderlo los fieles.IV
. m anera que la prim era estrofa tenga la
form a de romanza, cavatina o adagio,
IV. La f o r m a externa de las y el Genitor i de allegro.
Composiciones d) Las antífonas de Vísperas deben
12. F orm as tradicionales. Cada una ser cantadas ordinariam ente, con la me
de las partes de la Misa y del Oficio lodía gregoriana que les es propia; mas
deben conservar m usicalm ente el con si en algún caso particular se cantasen
cepto y la form a que la tradición ecle con música, no deberán tener, de nin
siástica les ha dado y se conservan bien gún modo, ni la form a de m elodía de
expresadas en el canto gregoriano; va concierto, ni la am plitud de un motete
rias son, por consiguiente, las m aneras o de una cantata.
de com ponerse u n introito, un gradual,
una antífona, un salmo, un himno, un V. Los Ca n t o r e s
Gloria in excelsis, etc. 14. Coro eclesiástico y el carácter
13. N orm as especiales. E n este p a r de su canto. Excepto las melodías pro
ticular, obsérvense las norm as siguien pias del celebrante y de los ministros,
tes: las cuales han de cantarse siempre con
a) El Kgrie, Gloria, Credo, etc., de la música gregoriana, sin ningún acompa
Misa, deben conservar la unidad de ñamiento de órgano, todo lo demás del
composición que corresponde a su tex canto litúrgico es propio del coro de
to. No es, por tanto, lícito componerlos levitas, de m anera que los cantores de
en piezas separadas, de m anera que iglesia, aun cuando sean seglares, hacen
91, 15-20 M otu P r o p r io “In ter P a s t o r a l is O f f ic ii” 701
la Misa debe term inarse de cantar antes gan del seminario ayunos de estas no
de la Elevación, a pesar de lo cual en ciones, tan necesarias a la plena cultura
este punto hasta el celebrante suele te eclesiástica.
ner que estar pendiente de los cantores.
Conforme a la tradición gregoriana, el 23. Las Escolanías e institutos de
Gloria y el Credo deben ser relativa m úsica sagrada. Póngase cuidado en
mente breves. restablecer, por lo menos en las iglesias
En general debe condenarse como principales, las antiguas Scholae Can-
gravísimo abuso el que en las funcio torum como se ha hecho ya con exce
nes religiosas la liturgia parece tener lente fruto en buen núm ero de locali
un rango secundario y estar casi al ser dades. No será difícil al clero verdade
vicio de la música, m ientras, en efecto, ram ente celoso establecer tales Scholae
la m úsica form a sencillamente parte hasta en las iglesias de m enor im por
de la liturgia y es su hum ilde sierva. tancia y de aldea, antes bien eso le pro
porcionará el medio bastante fácil de
VIII. Los m e d io s principales reunir en torno suyo a niños y adul
tos, con ventaja para sí y edificación
21. Comisiones de música. P a ra el del pueblo.
puntual cum plim iento de cuanto aquí Procúrese sostener y prom over del
queda dispuesto, nom bren los obispos, m ejor modo, donde ya existan las Es
si no las h an nom brado ya, comisiones cuelas Superiores de m úsica sagrada y
especiales de personas verdaderam ente concúrrase a fundarlas donde aún no
competentes en cosas de m úsica sagra las hay, porque es m uy im portante que
da a las cuales, en la m anera que ju z la Iglesia m isma provea la instrucción
guen más oportuna, se encomiende el de sus maestros, organistas y cantores
encargo de vigilar cuanto se refiere a conform e a los verdaderos principios
la m úsica que se ejecuta en las iglesias. del arte sagrado.
No cuiden sólo de que la música sea
buena de suyo sino de que responda a C o n c l u s ió n
las condiciones de los cantores y sea
buena la ejecución.2 24. Recomendación a todos de favo
recer estas reformas. P o r últim o, se
22. La música sagrada en los insti recom ienda a los m aestros de capilla,
tutos eclesiásticos y su enseñanza. En cantores eclesiásticos, superiores de Se
los seminarios de clérigos y en los ins minarios, de institutos eclesiásticos y de
titutos eclesiásticos se ha de cultivar comunidades religiosas, a los párrocos
con am or y diligencia, conform e a las y rectores de iglesias, a los canónigos
disposiciones del Tridentino, el arriba de colegiatas y catedrales y, sobre todo,
alabado canto gregoriano tradicional, a los Ordinarios diocesanos, que favo
y en esta m ateria sean los superiores rezcan con todo celo estas prudentes
generosos de estímulos y encomios con reform as, desde hace m ucho deseadas
sus jóvenes súbditos. Asimismo p ro y por todos unánim em ente pedidas,
muévase con el clero donde sea posible, para que no caiga en desprecio la m is
la fundación de una Schola Cantorum m a autoridad de la Iglesia, que repeti
p ara la ejecución de la polifonía sagra dam ente las ha propuesto y ahora de
da y de la buena m úsica litúrgica. nuevo las inculca.
E n las lecciones ordinarias de litu r Dado en Nuestro Palacio Apostólico
gia, m oral y derecho canónico que se del Vaticano, en la fiesta de la virgen y
explican a los estudiantes de teología, m ártir Santa Cecilia, 22 de noviembre
no dejen de tocarse aquellos puntos que del año 1903, prim ero de Nuestro P on
más especialmente se refieren a los tificado.
principios fundam entales y las reglas PIO PAPA X.
de la m úsica sagrada, y procúrese com Firmado: Fr. Andrés Card. Fruehwirth, canci
pletar la doctrina con instrucciones es ller de la S. C. de Ritos; Camilo Card. Laurenti,
peciales acerca de la estética del arte Pro-Prefecto de la S. C. de R.; José Wilpert, De
cano del Colegio de Proton. Apostólicos; Domingo
religioso, p ara que los clérigos no sal Spolverini, Protonotario Apostólico.
0 2
MOTU PROPRIO:
‘TIN DALLA PRIMA NOSTRA ENCICLICA”()
(18-XII-1903)
PIO PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
modo. Por esto, p ara tenerlas más fá del trabajo o de la industria, o bien de
cilmente vivas y presentes, hemos re cesión o de donación ajena; de la pro
suelto recogerlas como en un com pen piedad puede cada cual razonablemente
dio en los siguientes artículos, a modo disponer a su arbitrio. (Ene. Rerum
de ordenam iento fundam ental de la Novarum).
Acción P opular Cristiana, que rija en VI. - P ara com poner desavenencias
dichos actos. E sta deberá ser para to entre ricos y proletarios hay que dis
dos los católicos, la regla constante de tinguir la justicia de la caridad. No hay
su conducta. derecho a compensación sino cuando la 34¿
justicia sufrió quebranto. (Ene. Rerum
Novarum).
O r d e n a m ie n t o f u n d a m e n t a l d e
l a A c c i ó n P o p u l a r C r is t i a n a
VIL - Las obligaciones de justicia
cuanto al proletario y obrero son éstas:
4. Reglas sacadas de los docum entos
hacer entera y fielmente el trabajo que
de León X III:
librem ente y conform e a equidad se
I. - La hum ana sociedad, cual Dios pactó; no causar daño a la hacienda ni
la estableció, consta de elementos des agravio a la persona del dueño; en la
iguales, como desiguales son los m iem m ism a defensa de los propios derechos
bros del cuerpo hum ano; hacerlos todos abstenerse de actos violentos, ni conver
iguales es imposible; seguiríase de allí tirla jam ás en motines. (Ene. Rerum
la ruina de la m ism a sociedad. (Ene. Novarum).
Quod Apostolici Muneris). VIII. - Las obligaciones de justicia
II. - La igualdad de los varios m iem tocante a los capitalistas y patronos son
bros sociales consiste en esto sólo, a éstas: pagar el justo jornal a los tra
saber: que todos los hom bres tienen su bajadores; no perjudicar sus justos
origen de Dios Creador; fueron redim i ahorros ni con violencias, ni con frau
dos por Jesucristo, y deben ser juzga des, ni con usuras m anifiestas ni pa
dos y prem iados o castigados por Dios, liadas; darles libertad p ara cum plir con
según la exacta m edida de sus méritos. sus obligaciones religiosas; no expo
(Ene. Quod Apostolici Muneris). nerlos a seducción corruptora ni a
riegos de escándalo; no apartarlos del
III. - Síguese de allí que en la h u espíritu de fam ilia ni de la afición de
m ana sociedad es conform e al ordena ahorro; no im ponerles labores despro
miento de Dios que haya príncipes y porcionadas a sus fuerzas, o m al ave
vasallos, patronos y obreros, ricos y nidas con la edad o sexo. (Ene. Rerum
pobres, sabios e ignorantes, nobles y Novarum).
de condición m odesta; los cuales, todos
unidos entre sí con vínculo de amor, IX. - Obligación de caridad de los
se han de ayudar recíprocam ente a ricos y adinerados es el acudir con so
conseguir su últim o fin en el cielo, y corro a los pobres y menesterosos, con
aquí en la tierra su bienestar m aterial form e al precepto evangélico, el cual
obliga tan gravemente, que en el día
y m oral. (Ene. Quod Apostolici Mune
del juicio se pedirá cuenta especial del
ris) . cumplimiento de esa obligación, como
IV. - El hom bre tiene de los bienes lo dijo el propio Cristo(1). (Ene. Rerum
de la tierra no sólo el mero uso, como Novarum).
el anim al, sino tam bién el derecho de
X. - Los pobres no han de avergon
propiedad estable; propiedad no sólo zarse de su pobreza ni desdeñar la ca
de las cosas que usadas se consumen,
sino aun de aquellas que no se gastan
ridad de los ricos, en especial, teniendo
en cuenta el ejemplo de Jesús Redentor,
con el uso. (Ene. Rerum Novarum).
que, pudiendo nacer en la opulencia,
V. - Es im borrable de naturaleza el hízose pobre para honrar la pobreza y
derecho de la propiedad privada, fruto enrioTuecerla con m éritos incom para-
(1) Mat. 25, 31 ss.
92, 4 E n c íc l ic a “ F i n d a l l a P r im a ” 705
bles p ara el cielo. (Ene. Rerum Nova cuando no lleven la aprobación del
rían) . propio Pastor. (Ene. Graves de Com
XI. - Los capitalistas y los mismos muni) .
obreros con instituciones ordenadas a XV. - P ara que esta Acción Demo
facilitar oportunos socorros a los nece crática Cristiana posea unidad de ru m
sitados, pueden ayudar m ucho a resol bo en Italia, deberá ser dirigida por la
ver la cuestión obrera, y a ju n ta r y u nir Obra de los Congresos y Juntas Cató
las dos clases entre sí. Tales son: Las licas, obra que, en tantos años de loa
com pañías de socorros m utuos, las de bles esfuerzos, mereció bien de la Santa
seguros privados, los patronatos p ara Iglesia; a ella Pío IX y L eón X III de
niños, y en p articular las corporacio piadosa memoria, confiaron el oficio de
nes de artes y oficios. (Ene. Rerum dirigir el movimiento general católico,
Novarum). siempre bajo los auspicios y la guía de
XII. - A este fin va encam inada p rin los Obispos. (Ene. Graves de Communi).
cipalmente la Acción Popular Cristiana XVI. - Los escritores católicos, en
o la Democracia Cristiana, con sus m u orden a lo que m ira los intereses reli
chas y diversas obras. Esta Democra giosos y la acción de la Iglesia en la
cia Cristiana, empero, ha de entenderse sociedad, deben sujetarse com pletam en
en el sentido ya autorizadam ente decla te, con entendim iento y voluntad, como
rado, el cual, como totalm ente ajeno el resto de los fieles, a sus Obispos y al
del que se da a la Democracia Social, Romano Pontífice. Deben guardarse
tiene por fundamento los principios de principalm ente de anticiparse, acerca
la fe y de la m oral católica, entre los de cualquier grave asunto, a los juicios
cuales sobresale el no hacer agravio de la Sede Apostólica. (Instrucción de la
alguno al inviolable derecho de la pro S. C. de los AA. EE. SS.).
piedad privada. (Ene. Graves de Com-
muni). XVII. - Los escritores democrático -
XIII. - Además, la Democracia Cris cristianos, como los demás escritores
tiana no ha de entrom eterse en la polí católicos, deben someter a la previa
tica, ni ha de servir a partidos y fines censura del Ordinario todos los escritos
políticos; no es éste su campo, sino que que m iran a la Religión, a la m oral
ha de ser acción benéfica en favor del cristiana y a la ética natural, en virtud
pueblo, fundada en el derecho natu ral de la Constitución Officiorum et Mu-
y en los principios del Evangelio. (Ene. nerum (artículo 41) [ASS. 29, 388].
Graves de Communi; Instrucción de la Tam bién los eclesiásticos, al tenor de
Sagrada Congr. de los AA. EE. SS., es la m ism a Constitución (artículo 42),
decir, de los “Affari Ecclesiastici Straor- aunque publiquen escritos de índole p u
dinari” : íeNessuno ignora”, 27-1-1902). ram ente técnica, deberán obtener p ri
Los dem ócratas cristianos de Italia mero licencia del Ordinario. (Instruc
deberán abstenerse en absoluto de to ción de la Sagrada Congr. de los AA.
m ar parte en cualquier acción política, EE. SS.).
que en las presentes circunstancias, por XVIII. - H an de hacer, además, toda
razones de orden altísimo, está p ro hi clase de esfuerzos y sacrificios p ara ver
bida a todos los católicos(2). triu n far la caridad y concordia entre
XIV. - E n el cum plim iento de su ofi todos, excusando cualquier injuria o
cio, la Democracia Cristiana tiene la baldón. Cuando asom an motivos de
severísima obligación de depender de disgustos, en vez de divulgar cosa algu
la autoridad eclesiástica, prestando a na en escritos públicos, acudan a la
los Obispos y a quien los representa autoridad eclesiástica, la cual proveerá
total sujeción y obediencia. No es celo según justicia. Reprendidos por ella,
m eritorio ni devoción sincera el em obedezcan en el acto, sin tergiversacio
prender cosas gallardas y buenas en sí nes y sin lanzar quejas en público,
(2) Esta prohibición se mitigó más tarde. La de Pío XI desaparecieron por completo las ra
Encíclica II Fermo Proposito, ll-VI-1905 ya trae zones de las restricciones para los católicos de
otras deposiciones (en esta Colecc. Encícl. 96, 17, Italia, de tomar parte en la vida política activa.
pág. 743-7444), donde dirá Pío X que gravísimas Véase también la nota 37 de la Encíclica Immor-
razones lo disuaden de seguir la norma decretada tale Dei, l-XI-1885, de León XXIII (en esta Co
por Pío IX y León XIII. Con el Tratado de Letrán lecc. Encícl. 46, pág. 35).
E ncíclicas P o n tificia s 23
706 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1903) 92, 5-7
P I O PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
no h abrá que decir del Concilio Vati manos, de que el quincuagésimo aniver
cano, con tan ta oportunidad reunido, sario de la proclam ación del dogma de
o de la infalibilidad pontificia, procla la Inm aculada deba excitar un singular
m ada tan a punto contra los errores fervor en el ánimo cristiano, consiste
que iban a levantar cabeza, o, finalm en para Nos en lo que ya dijimos en Nues
te, del nuevo y nunca visto fervor de tra prim era Carta Encíclica, conviene a
piedad con que los fieles de toda clase saber: en la restauración de todas las
y de toda nación acuden en persona a cosas en Cristo. Porque ¿quién no verá
venerar al Vicario de Jesucristo? ¿Y que no hay camino m ás seguro y expe
acaso no aparece adm irable la Provi dito que M aría para llegar a Cristo y
dencia de Dios en dos de Nuestros pre unirse a El y obtener por su medio la
decesores, a saber, Pío IX y León XIII, perfecta adopción de hijos, de m anera
que en tiempos turbulentísim os rigieron que seamos santos e inm aculados a los
santam ente la Iglesia con longevidad de ojos de Dios? Y, en efecto, si con ver
Pontificado a nadie antes que a ellos dad fue dicho a M a r í a : Bienaventurada
otorgada? Añádase que, apenas procla tú, que has creído, porque se cumplirán
mado por Pío IX como dogma de fe las cosas que se te han dicho de parte
católica que M a r ía fue preservada de del SeñorW, es decir que concebiría y
toda m ancha original, en tierra de daría a luz al Hijo de Dios; si por esto
Lourdes comenzó la Virgen m isma sus recibió en su seno a aquel que por n a
apariciones m aravillosas, en m em oria turaleza es la Verdad, para que, e<en
de las cuales, con m agnífico y grandio gendrado por nuevo orden y con nueva
so esfuerzo de la piedad, se edificaron natividad, invisibles en sí mismo, se
dos templos a la Inm aculada, donde los hiciese visible con nuestra carne99 <6L
prodigios que diariam ente se obran por siendo el Hijo de Dios hecho hombre,
intercesión de la divina Madre son es autor y consumador de nuestra fe, es
pléndido argum ento contra la incredu del todo necesario que a Su Santísima
lidad de la época presente. Tantos y tan Madre se la reconozca partícipe y algp
grandes beneficios, concedidos por Dios así como guarda de los divinos miste
m ediante la bienhechora intercesión de rios que, a modo de cimiento, el más
la Virgen en estos cincuenta años que noble después de Cristo Jesús, sostiene
pronto van a cum plirse, ¿por qué no el edificio de la fe de todos los siglos.
han de convencernos de que la hora de
Nuestra salud está más cercana de 4. María medio de llegar a Cristo.
cuanto hasta aquí creíamos? Tanto ¿Cómo pensar de otra m anera? ¿No
más, cuanto m ejor sabemos por expe hubiera podido Dios darnos sin María
riencia que la Providencia divina n u n al Salvador de la hum anidad y F unda
ca pone el extrem o del m al lejos del dor de la fe? Mas, habiendo querido la
remedio. Próximo a llegar está su tiem Providencia divina que tuviésemos al
po, y sus días no están remotos. Por Hombre-Dios por M a r í a , la cual, por
que tendrá compasión de Jacob y toda obra del Espíritu Santo, le concibió en
vía escogerá algunos de I s r a e l de su seno, nada nos resta a nosotros sino
suerte que abrigam os la esperanza de recibir a Cristo de las manos de M a r í a .
que tam bién Nosotros podrem os repe- Así es que cuantas veces se habla pro-
451 tir en breve: El Señor ha hecho pedazos féticamente en las Sagradas Escrituras
el cetro de los impíos... Toda la tierra de la gracia que aparecerá entre nos
está en silencio y en paz, y se huelga y otros, casi otras tantas nos presenta el
regocija^. 3 Salvador de los hom bres en compañía
de su Santísim a Madre. Saldrá el Cor
3. Razón principal: la restauración dero, dom inador de la tierra, pero sal
de todas las cosas en Cristo. Mas la drá de la piedra del desierto; nacerá la
razón principalísim a, Venerables Her- flor, mas nacerá de la raíz de Jesé.
(2) Isaías, 14, 1. (5) S. Leo Mag., sermo 2?, De nativ. Domini
(3) Isaías, 14, 5 y 7. cap. II (Migne PL. 54 [serm. 22 alias 21] col.
(4) Lucas 1, 45. 195-A).
93, 5 E n c íc l ic a “Ad D ie m Illum ” 709
y de los hom bres, ¿quién podrá dudar en Mediador entre Dios y los hombres.
de que pone toda solicitud en que Mas, sin embargo, por aquella mencio
Cristo, Cabeza del cuerpo de la lgle- nada participación de dolores y trab a
sía(11\ infunda en nosotros, que somos jos de la Madre y el Hijo, fue conce
m iem bros suyos, sus dones, y, antes dido a la Santísim a Virgen que fuese
que ninguno, el de conocerle para que para con su Unigénito Mediadora y
por El tengamos vida?(12K Reconciliadora poderosísima de toda la
tierra(17\ Síguese que Cristo es la
6. U nión de deseos y dolores entre fuente, que de su plenitud hemos parti
Cristo y su Sma. M adre. Además, a cipado todos nosotros(18), que de El
M aría Santísim a no correspondió sola todo el cuerpo místico, trabado y co
mente la gloria de haber dado la mate- nexo entre sí, recibe por todos los vasos
ria de su carne al Hijo de Dios, que y conductos de comunicación, según la
había de nacer con miembros huma medida correspondiente, el aumento
nos (13), de la cual m ateria se form ó la propio del cuerpo para su perfección
víctim a p ara la salud de los hombres, mediante la caridad<19\ María, a su
sino que tam bién correspondió el oficio vez, como observa exactamente S an
de custodiar y n u trir a la m ism a vícti B ernardo , es el acueducto(20), o, si se
ma, y, en el tiem po fijado, ofrecerla en quiere, el cuello, m ediante el cual el
sacrificio. De ahí aquella com unidad, cuerpo está adherido a la cabeza y la
jam ás interrum pida, de vida y trabajos cabeza transm ite al cuerpo la fuerza y
de la Madre y el Hijo, en térm inos que, la virtud, porque ella es el cuello de
aplicándolas a las dos, pueden repetirse nuestra Cabeza, por vía del cual todo
estas palabras del profeta: De puro don se comunica a su místico cuer-
dolor se va consumiendo mi vida y mis po^21\ Por donde se ve que Nos nos
años con tanto gemir^14\ Y cuando lle hallam os m uy lejos de atribuir a la
gó p ara el Hijo la hora suprem a, junto Virgen la virtud de producir la gracia
a la cruz de Jesús estaba su Madre, no sobrenatural, lo cual sólo a Dios perte
ocupada sencillamente en contem plar nece; m as aventajando María a toda
el h o rro r de aquel paso, sino gozosa criatura en santidad y unión con Cristo,
de que su Unigénito fuese ofrecido por y habiendo sido tom ada por Cristo co
la salud del humano linaje, y tomando mo cooperadora en la redención hum a
además tanta parte en su Pasión que, na nos alcanza de congruo, como dicen
de ser posible, hubiera preferido pade los teólogos, la que Cristo de condigno,
cer Ella misma todos los tormentos que y es quien prim ero nos distribuye las
padecía el Hijo^15\ P or esta comunión gracias divinas. Está sentado Cristo a la
de dolores y deseos entre Cristo y Ma - diestra de la Majestad en lo más alto
454 ría , María mereció dianínmnmente lle de los cielos(22); pues María sienta a su
gar a ser reparadora del mundo perdi- diestra como Reina, segurísimo refugio
<ío(16), y, por consiguiente, dispensa y fidelísima auxiliadora de cuantos se
dora de todos los beneficios que Cristo hallan en peligro, tal que no haya lugar
nos granjeó con su m uerte y su sangre.7 a temor ni desesperación bajo su guía
y auspicio, su favor y su defensa<23).
7. Cristo M ediador ante el P adre. Supuesto todo lo cual y volviendo a
M aría M ediadora ante el H ijo. No ne Nuestro propósito, ¿quién no verá con
gamos que la distribución de tales bene cuánta razón hemos dicho que María,
ficios sea derecho propio y privado de que desde la casa de Nazaret hasta el
Cristo, puesto que son fruto de su Calvario hizo constante com pañía a
455
m uerte y por sí mismo está constituido Jesús, más que nadie conoció los secre-
(11) Coios. 1, 18. (18) Juan 1, 16.
(12) I Juan 4, 9. (19) Efes. 4, 16.
(13) S. Bed. Ven., 1. IV, in Luc. 11. (20) Serm. de temp. in Nativit. B. Virg., De
(14) Ps. 30, 11. Aquseductu, n. 4 (Migne PL. 183, 440-A).
(15) S. Bonav., II Sent. d. 48, ad Litt. dub. 4. (21) S. Bernard. Serm. Quadrag., De Evang.
(16) Eadmeri Mon., De exceUentia Virg. Mariae, aeterno, serm. 10, a. 3, c. 3.
cap. (Migne PL. 159, col. 573-C). (22) Hebr., 1, 3.
(17) Pius IX, in Bull. Inefábilis Deus, 8-XII- (23) Pius IX, in loe. cit. (Ver nota 17).
1854 (en esta Colee, [en nota] nr. 30, p. 1997).
03, 8-10 E n c íc l ic a “Ad D ie m I l l u m ” 711
tos de su Corazón, y adm inistra, casi repite ahora a nosotros: Haced lo que
con derecho m aternal, el tesoro de sus El os diga(2526K Y el precepto de Cristo
m éritos, es el principal y m ás seguro es éste: Si quieres entrar en la vida,
apoyo p ara llegar al conocimiento de guarda los mandamientos(26). Sepa, por
Cristo? Bien nos lo confirm a la deplo tanto, cada cual que si la devoción que
rable condición de cuantos por diabóli siente a la Santísima Virgen no le ap ar
co engaño, o por falsas doctrinas, creen ta de pecar, o no le inspira el propósito
poder prescindir del auxilio de la Vir firm e de enm endarse de las malas cos
gen. Míseros e infelices, prescinden de tum bres, es vana y engañosa devoción,
María, so pretexto de h o n rar a Cristo, e puesto que carece de su fruto natural
ignoran que no se halla al Hijo sino y propio.
con María, Madre suya.
10. El dogma de la Concepción In
8. F in de las fiestas cincuentenarias, m aculada confirm a esa obediencia. Si
que se conozca a Cristo. Siendo así alguno deseare una confirm ación de
todas estas cosas, venerables Hermanos, todas estas cosas, fácilmente puede h a
a ese fin deben tender principalm ente llarla en el mismo dogma de la Con
las festividades que por doquier se p re cepción Inm aculada de la Virgen M a r í a . 4^6
paran en honor de la Inm aculada Con Porque omitiendo la tradición católica,
cepción de M a r ía Santísima. E n efecto, fuente de verdad como la mism a Sa
ningún obsequio puede ser más grato grada Escritura, ¿cómo es que la creen
y acepto a M a r ía como que conozca cia en la Inm aculada Concepción de
mos, según conviene, y amemos a Je M a r ía se ha m ostrado en todo tiempo
sús. Así, pues, acudan los fieles en gran tan conform e al sentido católico, que
núm ero a los templos, celébrense pom ha podido tenérsela por incorporada al
posas solemnidades, haya públicos re alm a de los fieles y aun por innata en
gocijos; todo ello contribuirá no poco ellos? Horrorízanos — explica D i o n i s i o
a alim entar la fe. Mas si a todo esto no el C a r t u j a n o — , horrorízanos que hu
se ju n ta el obsequio de la voluntad, biera que decir que la mujer que había
tendrem os no más que exterioridades de quebrantar la cabeza de la serpiente
y sólo apariencias de religión, viendo hubiese sido alguna vez esclava suya,
lo cual la Virgen, podrá quejarse de y que la Madre de Dios hubiese sido
nosotros, diciéndonos aquellas palabras alguna vez hija del demonio(27\ No
de Cristo: Este pueblo me honra con podía adm itir el pueblo cristiano que
los labios, pero su corazón está lejos la carne santa, incontam inada, inocente
de mí(24\ de Cristo se hubiese form ado en el seno
de la Virgen de una carne que, aunque
9. Obediencia a los preceptos del sólo fuera Dor un instante, hubiese esta
Hijo de M aría. P orque no es sincera do m anchada. Y ¿por qué así, sino
devoción a la Virgen sino aquella que porque entre Dios y el pecado existe
nace de la voluntad, ni en este punto una oposición infinita? De aquí, sin
valen de nada las obras exteriores si duda alguna, el que el Cristianismo afir
van separadas de las del ánimo. Estas me um versalm ente que el Hijo de Dios,
obras interiores han de tender única antes de que, tom ando la hum ana n a
m ente a conseguir que en todo obedez turaleza, nos lavase de nuestros peca
camos los preceptos del divino Hijo de dos con su sangre, por singular gracia
María; pues si sólo es verdadero am or y privilegio hubo de preservar, libre de
aquel que une las voluntades, necesario toda culpa original, desde el prim er
es que la voluntad de M aría y la nues instante de su concepción, a Aquella en
tra sean una sola p ara servir a Cristo cuyo seno iba a hacerse hom bre. Si
Nuestro Señor. Porque aquello mismo tanto abom ina Dios del pecado, que
que la prudentísim a Virgen dijo a los quiso que la que había de ser Madre de
criados en las bodas de Caná, nos lo su Unigénito, no sólo estuviese lim pia
(24) Mateo 15, 8. (27) 3 sent., d. 3. q. 1. (Dionisio, nac. en Ryk-
(25) Juan 2, 5. kel, Bélgica, 1402 murió en Roermond [Holanda ,
(26) Mateo 19, 17. 12-III-1471).
712 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1904) 93, 11-12
de toda m ancha voluntaria, pero tam para con Dios y los hombres, virtudes
bién, por don singularísim o, de aque que resplandecieron en todos los suce
lla que todos los hijos de Adán , a m odo sos de la vida de la Santísim a Virgen, y
de funesta herencia, llevam os con n os que alcanzaron su m ayor grado cuando
otros, ¿quién podrá negar que el primer asistió a su Hijo en la agonía. Crucifi
deber de quien aspira a congraciarse cado Jesucristo y blasfem ado por los
con María Santísim a, m ediante la prác que le acusaban de haberse hecho Hijo
tica de su devoción, consiste en domar de Dios(30\ M aría lo reconoció por tal,
las inclinaciones viciosas y corrompidas y adoró su divinidad con inquebranta
que nos arrastran al mal? ble constancia. Lo recibió en sus brazos
m uerto y lo llevó al sepulcro; mas no
11. Imitación de los ejemplos dudó de que había de resucitar. Y la cari
María. Y si, adem ás, se quiere — y de dad de Dios, en que se abrasaba, la
ben quererlo— que la devoción a María hizo partícipe y com pañera de la P a
Santísim a sea grande y en todo p er sión de Cristo; y al mismo tiempo que
fecta, es necesario pasar m ás adelante El, y sobreponiéndose a sus dolores,
y procu rar con todo empeño la im ita pidió perdón p ara los verdugos, que
ción de los ejemplos de María . E s obstinadam ente gritaban: Recaiga su
ley establecida por Dios, que cuantos sangre sobre nosotros y sobre nuestros
ansian conseguir la eterna bienaventu hijos(31\
ranza im iten en sí mismos la form a
de la paciencia y santidad de Jesucris 12. El dogma de la Concepción In
to, pues a los que El tiene previstos maculada ayuda a conservar y aumen
también les predestinó para que se hi tar las virtudes. Mas p ara que no se
ciesen conformes a la imagen de su diga que Nos apartam os del tem a de la
Hijo, por m anera que sea el mismo Concepción Inm aculada de María, que
Hijo el primogénito entre muchos her es el motivo de dirigiros la presente
manos(28). Mas porque nuestra debili Carta, veamos cuán grande y oportuno
dad es tal, que fácilm ente nos espanta auxilio sum inistra ese dogma para con
la grandeza de tan gran modelo, la servar y fom entar convenientemente las
divina Providencia ha querido propo antedichas virtudes. Y de hecho, ¿cuá
nernos otro que, aproxim ándose tanto les son los principios que proclam an
a Jesucristo cuanto es posible en la na- los enemigos de la fe para derram ar
457 turaleza hum ana, se acomode m ejor por todas partes el diluvio de errores,
con nuestra pequeñez. Este modelo es que hacen que la fe vacile en no pocas
la Virgen Santísima. “Fue tal María almas? Niegan que el hom bre haya in
— dice a este propósito S. Ambrosio— , currido jam ás en culpa y que por ello
que sólo con su vida ya hay enseñanza haya decaído de su prim itiva nobleza,
para todos”. De lo cual acertadam ente con lo cual tildan de fábula el pecado
concluye: “Tengamos siempre presente, original y los daños que de él se siguie
como trasladada en imagen, la virgini ron, esto es, la corrupción del género
dad y la vida de María Santísima, en hum ano desde su mismo principio, la
quien se reflejan como en un espejo, consiguiente ruina de toda la hum ana
la hermosura de la castidad y la forma progenie, los males que se introduje
de la virtud”(29>. Pero si, como con ron entre los hom bres y la imperiosa
viene a hijos, no se ha de prescindir de necesidad de un Reparador. Admitido
p rocurar la im itación de todas las vir esto, a nadie se le oculta que ya no
tudes de tan excelsa Madre, deseamos queda lugar para Jesucristo, para la
que los fieles se apliquen, ante todo, a Iglesia, para la gracia, ni para cosa
reproducir en sus alm as aquellas v irtu alguna que exceda del orden natural, y,
des, que son las prim eras, que dan n er en suma, que todo el edificio de la fe
vio y vigor a la sabiduría cristiana, a se destruye hasta en su mismos funda
saber: la fe, la esperanza y la caridad mentos. Por el contrario, crean los pue-
("W 8, 29. (30) Juan 19, 7.
(29) De Virginilatc, lib. 2, c. 11 (Migne PL. 16 (31) Mat. 27, 25.
co.. 221-223).
93, 13 E n c íc l ic a “Ad D ie m I l l u m *’ 713
blos y confiesen que la Virgen S antí m ancha original porque había de ser
sima fue exenta de toda m ancha desde Madre de Cristo, y fue Madre de Cristo
el prim er instante de su Concepción, para que se reanim ase en nosotros la
458 con lo cual es necesario que adm itan esperanza de los bienes eternos.
el pecado original, la redención de los Dejando a un lado la caridad con
hom bres llevada a cabo por Cristo, el Dios, ¿quién que medite en la Virgen
Evangelio, la Iglesia y, por fin, la m is Inm aculada no se sentirá movido a
m a ley del sufrim iento, en virtud de las cum plir fidelísimamente el m andato,
cuales cosas todo lo que es racionalis que Jesús llamó suyo por antonom asia,
mo y m aterialism o se arran ca de raíz de am arnos los unos a los otros como
y queda destruido, y queda al Cristia El mismo nos amó? Así describe S a n
nismo la gloria de custodiar y defender J u a n una visión divina que tuvo: Apa
a la verdad. Mas esto no basta. Es vicio reció un gran prodigio en el cielo: una
general de todos los enemigos de la fe, mujer vestida del sol, y la luna debajo
sobre todo en la edad presente, p ara de sus pies, y en su cabeza una corona
b o rrar m ás fácilm ente la fe de las de doce estrellas^3*). Nadie ignora que
almas, rechazar y recom endar que se aquella m ujer simbolizaba a la Virgen
rehace toda sujeción y obediencia a la M a r í a , que incontam inada dio a luz al
autoridad de la Iglesia, así como a que es nuestra Cabeza. Y prosigue el
cualquiera autoridad hum ana, de don Apóstol: Y e stando encinta gritaba con 459
de procede el germen del anarquism o ansias de dar a luz y sufría dolores de
y cuanto hay de m ás contrario y pestí parto (35). Vio, pues, San Juan, a la
fero p ara cuanto representa el orden Santísim a Madre de Dios en la eterna
natural y aun el sobrenatural. Pues esta felicidad, y, sin embargo, la vio angus
misma plaga, tan dañosa p ara la socie tiada con dolores de parto misterioso.
dad civil, como p ara la cristiana, tiene ¿Qué parto podía ser aquél? Sin duda
su m edicina en el dogm a de la Inm a el parto de que nacemos nosotros, que,
culada Concepción de M a r í a , por el desterrados todavía, aun nos queda el
cual todos nos vemos obligados a reco ser engendrados para la perfecta ca
nocer en la Iglesia u n a potestad que ridad de Dios y la felicidad perdurable.
tiene que someterse, no sólo la volun Las ansias del parto m uestran el deseo
tad, sino tam bién el entendim iento, ya y la caridad con que desde las alturas
que precisam ente por esta sujeción del del Cielo la Santísim a Virgen vela y ora
entendim iento el pueblo cristiano alaba para que llegue a la plenitud el núm ero
a la Virgen diciéndola: Toda hermosa de los elegidos.
eres, María, y no hay en ti mancha ori- Ardientemente deseamos que todos
ginal^2K Y de esta m anera queda de se empleen en conseguir esta misma
nuevo bien com probada la justicia con caridad, tom ando especialmente oca
que la Iglesia atribuye a la Santísim a sión para ello en las fiestas extraordi
Virgen haber destruido Ella sola todas narias que se preparan en honor de la
las herejías en el universo mundo.13 Concepción Inm aculada de M aría San
tísima. ¡Oh, cuán acerba y rabiosam en
13. P o r la Concepción Inm aculada se te se persigue ahora a Cristo Jesús y
confirm a la Fe, se excitan la esperanza a la Religión santísim a fundada por
y la caridad. Si, como dice el Apóstol, El! Y con eso, jcuánto peligro se ofrece
la fe no es sino el fundamento de las para m uchos de que. arrastrados por
cosas que se esperan(33), fácilm ente se errores tortuosos, abandonen la fe! Mi
convendrá en que por la Concepción re, no caiga el que piensa estar fir-
Inm aculada de la Virgen se confirm a m e(36). Con hum ildes instancias y o ra
la fe, y, al mismo tiempo, se nos excita ción im ploren todos del Altísimo, por
a la esperanza; tanto más, cuanto que intercesión de María, que cuantos h a
la Virgen Santísim a se vio libre de la yan abandonado la Religión enmienden
(32) Gradual de la misa, Inmac. Concep: (35) Apoc. 12, 2.
(33) Hebr. 11, 1. (36) I Cor. 10, 12.
(31) Apoc. 12, 1.
714 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1904) 93, 14
su yerro, pues sabemos por experiencia intención; y, además, dentro del tiempo
que cuando procede del corazón y la dicho ayunen guardando la abstinencia
apoya la Virgen, esta súplica no ha sido un día, que será de los no com prendi
vana jam ás. Ciertamente que los a ta dos en el indulto cuadragesimal, y, h a
ques contra la Iglesia nunca cesarán, biendo hecho confesión de sus pecados
siendo como es forzoso que aun haya reciban la Sagrada E ucaristía y a los
herejías para que se descubran entre demás fieles de dondequiera que sean,
nosotros los que son de virtud proba- residentes fuera de la m encionada ciu
da(S7K Mas la Virgen no cesará de dad, que en el sobredicho tiempo o en
socorrernos en nuestras angustias, por el de tres meses, aunque no sean segui
graves que sean, y de proseguir la lucha dos, y que fijarán a su arbitrio los
en que viene com batiendo desde su Ordinarios en la form a más cómoda, y
Concepción, de m anera que todos los a condición de que sea antes del 8 de
días podamos repetir: Hoy ha sido que Diciembre, hayan visitado tres veces la
brantada por Ella la cabeza de la anti Iglesia Catedral, si la hubiere, o la p a
gua serpiente<38). rroquial, o, en defecto de ésta, la p rin
cipal, y cum plan devotamente las de
14. Indulgencia del Jubileo. Y p ara m ás obras m encionadas, concedemos
que las gracias celestiales, con más plenísim a indulgencia de todos sus pe
abundancia que de ordinario, nos ayu cados, perm itiendo que esta indulgen
den a ju n ta r la im itación de la Santí cia, que no podrá lucrarse m ás que una
sima Virgen con los honores que más sola vez, pueda aplicarse por modo de
am pliam ente le tributarem os durante sufragio a las alm as que salieron de
el curso del año actual, y p ara que de esta vida unidas a Dios en caridad.
esta m anera consigamos m ás fácilmente Concedemos, además, que los que
restaurar todas las cosas en Cristo, si están viajando por m ar o por tierra, si
guiendo el ejem plo de Nuestros prede cum plen en cuanto regresen a su dom i
cesores en los principios de sus Ponti cilio las obras que quedan mencionadas,
ficados, hemos dispuesto conceder al puedan ganar la m ism a indulgencia.
m undo católico u n a indulgencia extra A los confesores probados de hecho
ordinaria en form a de jubileo. por sus propios Ordinarios, damos fa
P or lo cual, confiando en la m iseri cultad para que puedan conm utar por
cordia de Dios om nipotente, por la otras las obras por Nos determ inadas,
autoridad de los bienaventurados Após y esto así a los regulares de uno y otro
toles P edro y P ablo y en virtud de la sexo, como a cualesquiera otras perso
potestad de ligar y desligar que a Nos, nas que no puedan cum plirlas, e igual
460 aunque indigno, h a conferido el Señor; m ente para que puedan dispensar de la
a todos y a cada uno de los fieles de com unión a los niños que nunca la
am bos sexos que habitan en esta nues hubieren recibido todavía.
tra ciudad, o que a ella vengan, y que Además, a todos y a cada uno de los
desde la prim era Dom inica de Cuares fieles, tanto seglares como eclesiásti
ma, o sea el 21 de Febrero, hasta el cos, seculares o regulares, de cualquier
día 2 de Junio, inclusive, festividad del Orden o instituto, aun de aquellos que
Sanctissimum Corpus Christi, visiten es preciso nom brar especialmente, con
tres veces u na de las basílicas p a tria r cedemos licencia y facultad de que,
cales, y, orando allí por algún tiempo, para este solo efecto, puedan elegir
rueguen a Dios por la libertad y exalta- cualquier sacerdote, ya sea secular o
I ción de la Santa Iglesia Católica y de regular, entre los aprobados de hecho
esta Apostólica Sedé, por la extirpación (facultad de que podrán hacer uso h as
de las herejías, conversión de todos los ta las religiosas, las novicias y las de
que están en el error, concordia entre más m ujeres que viven en clausura, con
los Príncipes cristianos, paz y unidad tal de que el elegido esté aprobado para
de todo el pueblo fiel y por Nuestra confesar religiosas), por el cual, duran-
(37) I Cor. 11, 19. (38) Oficio, Inmac. Concep., II vesp. ad Mognif.
93, 14 E n c íc l ic a “Ad D ie m I l l u m ” 715
PIO PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
en ) Registr. 5, 37 (20) ad Mauric. Aug. (PL. 77, (20) Registr. 5, 37 (20) (PL. 77, 747-B).
744-D). (21) Registr. 5, 6 (4, 47) (PL. 77, 721-A)..
OS'» Reeistr. 3, 01 (05) ad Mauric. Aug. (22) Juan 10, 10.
(19)Registr. 5. 41 (43) (PL. 77, 774-B). (23) Ad Rom. 11, 16, 17.
722 E n c íc l ic a s d e l P P . P í o X (1904) 94, 9-10
por todas partes, la que no podrá ser do a Cristo. Pero he aquí que esa mole
contenida por el poder civil, a no ser nuevam ente reconstruida se derrum ba,
que acuda a la ayuda del orden más quebrantando la cabeza de los que la
alto, que hemos mencionado. Ni siquie han edificado. Mientras que Jesús, la
ra p ara sanar las demás enferm edades piedra angular de la sociedad hum ana,
tendrá poder la autoridad hum ana, si perm anece; com probándose de nuevo la
se olvida o niega que toda potestad sentencia de que sólo en El está la sal
proviene de Dios. vación. “Esta es la piedra que ha sido
Pues en tal caso, el único freno con despreciada por vosotros en vuestra
que se pueden regir las cosas es la construcción, y que ha llegado a ser la
fuerza, que no siempre se aplica ni piedra angular, y no hay salvación en
siempre se tiene a m ano; con lo cual otro alguno”(S0K
el pueblo padece de una como enfer
m edad oculta, desprecia todas las cosas, 12. Defensa por medio de la oración
pregona el derecho de obrar a su arb i y la predicación de la verdad. P or eso
trio, suscita sediciones, prep ara tu rb u com prenderéis fácilmente, Venerables
lentas revoluciones en la república, y H erm anos, cuán gran necesidad urge a
trastorna todos los derechos divinos y cada uno de nosotros de suscitar, con el
hum anos. m ayor ánimo que podamos y con las
Quitado Dios, no queda respeto algu fuerzas que tengamos, esta vida espiri
no por las leyes de la ciudad, por las tual en todos los órdenes de la sociedad
instituciones fundam entales, se despre hum ana, desde el más hum ilde artesa
cia la justicia, se oprim e hasta la m is no, que gana su pan con el diario sudor
m a libertad, que es de derecho n atural; de su frente, hasta los poderosos, árbi
y se llega hasta disolver los lazos de la tros de la tierra.
familia, prim ero y firm ísim o fu nda Prim eram ente se debe pedir, con p re
mento de la sociedad civil. P or eso su ces privadas y públicas, la m isericordia
cede que, en estos tiempos hostiles a de Dios, para que esté presente con su
Cristo, m ás difícilmente se puedan apli poderoso auxilio, clam ando como en
car los eficaces remedios que Cristo dio otro tiempo los Apóstoles en medio de
a la Iglesia p ara m antener en sus de la tem pestad: “Sálvanos, Señor, que
beres a los pueblos. perecemos”
Aunque esto no basta. Gregorio dice
11. U nicam ente en Cristo está la ser falta del obispo el que, llevado del
salvación. E n ninguna parte, sin em am or del sagrado retiro y de la afición
bargo, sino en Cristo está la salvación: a la oración, no salga a pelear denoda
“Pues ningún otro nombre bajo el cielo dam ente por la causa del Señor, dicien
ha sido dado a los hombres, en el cual do: Vanamente tiene nombre de Obis-
podamos ser salvos” (282930). Es necesario p o (32).
pues volver a El, echarse a sus pies, Y con razón; pues la luz debe ser
beber de aquellos divinos labios p ala llevada a las mentes con la continua
bras de vida eterna; pues sólo puede predicación de la verdad y la valiente
indicar el camino p ara recuperar la refutación de las erradas opiniones por
salud, sólo puede enseñar la verdad, medio de la verdadera y sólida ciencia,
sólo puede llam ar a la vida, aquel que de la filosofía y la teología y por todos
dijo de sí: “Yo son el camino, la verdad, los medios que los genuinos adelantos
la vida”(2d\ de la investigación histórica ofrecen.
Se ha tentado de nuevo u n a recons Es necesario además inculcar a todos
trucción, sin Cristo, de la hum anidad; los ejemplos dejados por Cristo, de
se comenzó a edificar dejando de lado modo que aprendan a ejercer el dom i
la piedra angular, cosa que Pedro ya nio de sí mismos, dom inar los im pul
reprochaba a los que habían crucifica sos, reprim ir la hinchada soberbia, obe-
(28) Act. 4, 12. (31) Mateo 8, 25.
(29) Juan 11, G. (32) Registr. 6, 63 (30) (PL. 77, 822-B). Cfr. Re-
(30) Act. 4, 11, 12. gu. P a st. 1, 5 (PL. 77, col. 18-19).
724 E n c íc l ic a s d e l P P . P í o X (1904) 94, 13-14
las miserias. Siguió constantem ente las tiempos, sino tam bién para los nues
huellas de los Apóstoles, cuya voz, tros.
cuando com enzaron a recorrer el m u n Él mismo, según escribe el relator de
do p ara anunciar a Cristo, fue ésta: su vida, dirigía “como un Argos la mi
“Predicamos a Cristo crucificado, que rada de su pastoral solicitud a través
es escándalo vara los Judíos y necedad de todo el mundo”(4o) para advertir en
para los gentiles”^ . el instante si algún vicio o negligencia
Y si hubo tiempo en que la ayuda se notaba en el clero. Y aún el solo pen
de la prudencia hum ana parecía opor samiento del peligro de que la bajeza
tuna en sumo grado, fue ciertam ente y la corrupción pudieran invadir las
aquel en que no había ninguna p rep a costum bres de los clérigos, le llenaba
ración de los ánimos p ara seguir doctri de pavor.
na tan nueva, tan repugnante a las in Si descubría algún acto contra la
clinaciones naturales, tan opuesta a la disciplina de la Iglesia, se angustiaba
floreciente cultura de los griegos y ro por ello y nada había que lo tranquili
manos. Con todo, este género de p ru zara. Entonces se le podía ver am o
dencia los apóstoles a quienes eran nestando, corrigiendo, am enazando a
patentes los divinos decretos, lo creye los culpables con las penas canónicas,
ron ajeno a sí; “plugo a Dios salvar a aún aplicándolas a veces, separando
los creyentes por la locura de la predi asimismo de sus cargos a los indignos,
cación”<38). sin dem ora alguna y sin aceptar razo
Esa locura, ahora como siempre, nes de ninguna índole.
5 “para aquellos... que son salvos, es de Aconsejaba además m uchas otras co
cir para nosotros, es la virtud de sas, que se leen con frecuencia en sus
Dios”(39). E n el escándalo de la cruz, escritos expresadas con estas palabras:
así como antes, así tam bién en lo fu tu “¿Con qué ánimo hace de intercesor
ro, h allarán las arm as más poderosas; ante Dios en favor del pueblo, quien no
como en tiempos pasados, así en lo sabe que mora siempre en su gra
sucesivo nuestra victoria estará en ese cia por los méritos de su vida
signo.15 “Pues si las pasiones viven en sus
obras, ¿tocado de qué presunción se
15. La creación de Obispos y la fo r aferra en curar, el que en su rostro
m ación del Clero. Estas arm as, sin lleva la llaga?” ¿Qué frutos podrán
embargo, Venerables H erm anos, perde esperarse de los fieles de Cristo, si los
rán toda su fuerza, y no serán útiles pregoneros de la verdad “combaten con
para nada, si son m anejadas por quie sus costumbres lo que predican con las
nes no llevan una vida interior unida a palabras?” “En verdad no puede
Cristo, por quienes no están afirm ados destruir los delitos ajenos aquel a quien
en la verdadera piedad, por quienes no destruyen los propios”(44>.
arden en el deseo de extender la gloria
de Dios y su reino. Y todo esto creyó 16. El modelo del verdadero sacer
G r e g o r io ser de tal m anera necesario, dote. Así juzga y describe el m odelo 526
que ponía todo su cuidado en crear de verdadero sacerdote: “el que mu
Obispos y Sacerdotes a quienes veía riendo a todas las pasiones de la carne,
abrasados con grande deseo del honor vive espiritualmente; el que pospuso los
divino y de la salud de los hom bres. bienes del mundo; el que no teme nin
Esto se propuso en un libro in titu guna adversidad y sólo desea los bienes
lado teRegla pastoral”, en que se dan espirituales;... el que no se deja llevar
norm as p ara la buena form ación del a desear de lo ajeno, sino que es pró
clero y el gobierno de los Obispos; n o r digo con lo propio; el que por sus en
mas no sólo útilísim as p ara aquellos trañas de piedad se inclina más rápida-
(37) I Cor. 1, 23. (41) Reg. Past. 1, 10 (PL. 77, 23-C).
(38) I Cor. 1, 21. (42) Reg. Past. 1, 9 (PL. 77, 22-D).
(39) I Cor. 1. 18. (43) Reg. Past. 1, 2 (PL. 77, 15-C).
(49) Joann. Diac., lib. 2, c. 55 (PL. 75, 112-C). (41) Reg. Past. 1, 11 (PL. 77, 26-C).
726 E n c íc l ic a s d e l P P . P í o X (1904) 94, 17
una más perfecta santidad, y un m ejor mas de todos aparezca m ás alta y más
establecimiento de la vida religiosa, o perfecta, de suerte que ya los indivi
finalm ente la organización de las cere duos, ya la familia, ya la sociedad h u
monias y del canto Sagrado. m ana gocen de una más próspera vida?
Fue en verdad ésta la fuerza que a
18. El depósito inm utable de ver los bárbaros convirtió de feroces en
dades de la Iglesia no contradice a hum anos; que recuperó la perdida dig
la verdadera ciencia. V erdaderam ente nidad de la m ujer; que sacudió el yugo
otros m uy diversos tiempos se han su de la esclavitud; que restauró el orden,
cedido. Mas cual lo hemos dicho m u restituidos con equidad los vínculos que
chas veces, en la vida de la Iglesia nada relacionan las distintas clases sociales;
ha cambiado. Pues ella tiene esta fu er que prom ulgó la verdadera libertad, y
za, recibida en heredad de su divino aseguró la tranquilidad en la fam ilia y
Fundador, con la que en todos los tiem en la vida civil.
pos, por diferentes que sean entre sí,
puede no sólo proveer a las almas, lo 19. La Iglesia y las Artes. F inalm en
cual es su obligación, sino tam bién in te, las artes, levantadas al eterno m o
fluir en gran m anera en el verdadero delo de toda belleza, Dios, del cual
progreso de la hum anidad, lo cual se dim anan todo el contenido y las form as
consigue por la naturaleza m ism a de que hay en la naturaleza de las cosas,
su m inisterio. se ap artan más fácilm ente de lo sensi
Ni es posible tam poco que las verda ble y vulgar, y expresan m ucho más
des reveladas que han sido encom enda vivamente la idea concebida en la m en
das p ara su custodia a la Iglesia, dejan te, en lo cual consiste la vida del arte.
de prom over lo que hay de verdadero,
bueno y herm oso en la naturaleza de Y apenas puede decirse cuánto bien
* las cosas terrenas; y ello tanto más efi trajo esta inclinación de las artes por
cazmente cuanto m ayor sea la relación la religión, a cuya divinidad presentan
con el principio de toda verdad, bondad las artes lo m ejor de su fecundidad y
y herm osura, que es Dios. abundancia, herm osura y elegancia. He
Grande es la utilidad que presta a la aquí el origen del Arte Sagrado, en
ciencia hum ana la doctrina de Cristo, el cual se han fundam entado y siguen
ya porque por ella su cam po se am plía fundam entándose todas las artes p rofa
ante las cosas nuevas que tam bién en el nas. Esto lo hemos tratado, hace muy
orden natu ral deben estudiarse; ya por poco, en Nuestro “Motu proprio”, al
que por ella se allana el camino recto volver a traer a sus antiguas norm as el
para la investigación y se alejan los canto rom ano y el canto sagrado.
errores acerca de la disciplina y del Y las demás artes están sujetas a las
camino p ara conseguirla. mismas leyes, cada una según su m ate
Como en el puerto la luz que res ria, de modo que, lo que se diga del
plandece desde el faro descubre a los canto se aplica tam bién a las artes de
navegantes en su nocturna travesía m u la pintura, escultura y arquitectura, lu- 529
chas cosas que perm anecían ocultas, m iñosas creaciones del ingenio hum ano
envueltas en tinieblas; así advierte los que la Iglesia siempre ha promovido y
escollos que han de evitarse, en los protegido.
que se estrellaría la nave y naufragaría. El género hum ano entero, nutrido
Y en lo que pertenece a disciplina de con este m anjar sublime, erige las m o
las costum bres, ya que el Señor Salva les de los templos donde en la m orada
dor nos propone como suprem o ejem de Dios como en el lugar m ás adecuado,
plo de perfección, la m ism a divina bon las mentes se vuelven en medio de una
dad, Su P a d re (50), ¿a quién se oculte, m aravillosa copiosidad de obras de
cuantos estímulos se le añaden p ara arte, entre augustas ceremonias y sua
que la ley n atu ral esculpida en las al vísimos cánticos.
(50) Matth. 5, 48.
728 E n c íc l ic a s d e l P P . P í o X (1904) 94, 20
Estos beneficios, según dijimos, pudo do. Pero esto que decimos lo obtendre
prestar Gregorio a su época y a la pos mos orando con vosotros mejor que ha
teridad. Esos mismos beneficios, sobre blando. Oremos: Dios, que nos quisiste
cuya solidez nos asentamos, y con cu nombrar pastores del pueblo, ayuda, te
yos medios hemos sido preparados, po lo rogamos para que ante tus ojos
d rán conseguirse, si estos bienes, que podamos ser verdaderos pastores como
gracias a Dios aún los hay, son con los labios humanos nos llamanf^ 2K
servados con toda diligencia, y si las Mientras esperam os que, por la in ter
instituciones que se hubieran desviado cesión del santo Pontífice Gregorio,
del camino son “restauradas en Cris- Dios escuche benigno estas súplicas, os
fo” <51>. im partim os la Apostólica Bendición,
augurio de dones celestiales y testim o
20. E xhortación final. Nos es grato nio de Nuestra paterna benevolencia,
poner fin a esta N uestra Carta con las a vosotros, Venerables Hermanos, y a
mismas palabras con que Gregorio te r vuestro clero y pueblo.
minó aquel m em orable discurso p ro
nunciado en el Concilio Pontificio de Dada en San Pedro de Roma, el 12
Letrán: “Esto meditadlo bien en vos de Marzo, en el año 1904, fiesta de San
otros, Hermanos, y entregadlo a vues Gregorio I9, P apa y Doctor de la Igle
tro prójimo; preparaos para devolver a sia, en el prim er año de Nuestro P o n
Dios Omnipotente el fruto que habéis tificado.
sacado del negocio a vosotros encarga PIO PAPA X.
(51) Efes. í, 10. (52) Hom. in Evang., lib. 1, homil. 17. n. 18
(Migne PL. 76, col. 1149-B y C).
os
P I O PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
de la gracia, principal auxilio para dos, sino como prudentes. Por tanto,
alcanzar los eternos bienes; nada del no seáis indiscretos, sino atentos, sobre
Sacrificio augusto ni de los Sacram en cuál es la voluntad de Dios^K
tos, m ediante los cuales conseguimos y
conservamos la gracia. E n cuanto al II. N ecesidad de la Instrucción reli
pecado, ni conocen su malicia ni el giosa y sus beneficios
oprobio que trae consigo, de suerte que.
no ponen el m enor cuidado en evitarlo, Sentencia justa; porque la voluntad
ni borrarlo, y llegan al día postrero en hum ana apenas conserva algún resto de
disposición tal, que p ara no dejarlos sin aquel am or a la honestidad y la recti
alguna esperanza de salvación, el sacer tud, puesto en el hom bre por Dios,
dote se ve en el caso de aprovechar Creador suyo, am or que le im pulsaba
aquellos últim os instantes en enseñar hacia un bien, no entre sombras, sino
les sum ariam ente la Religión, en vez de claram ente visto. Más, depravada por
emplearlos, principalm ente, según con la corrupción del pecado original, y
vendría, en m overlos a efectos de cari olvidándose de Dios, su Hacedor, la
dad; esto si no ocurre que el m oribun voluntad hum ana se vuelve a am ar la
do padece tan culpable ignorancia que vanidad y buscar la m entira. E xtravia
tenga por inútil el auxilio del sacerdote da y ciega por las m alas pasiones, ne
y se resuelva tranquilam ente a trasp a cesita un guía que le m uestre el camino
sar los um brales de la eternidad sin h a para que se restituya a la vía de la
ber satisfecho a Dios por sus pecados. justicia que, desgraciadamente, aban
5 P or lo cual Nuestro predecesor B ene donó. Este guía, que no hay que buscar
dicto XIV escribió justam ente: Afirma
fuera del hom bre, y del que la misma
mos que la mayor parte de los conde naturaleza le ha provisto, es la propia
nados a las penas eternas padecen su razón; más, si a la razón falta aquella
perpetua desgracia por ignorar los mis luz, herm ana suya, que es la ciencia de
terios de la fe, que necesariamente se las cosas divinas, vendrá a suceder que
deben saber y creer para ser contado un ciego guíe a otro ciego, y que
entre los elegidos ambos caigan en el hoyo. El santo rey
D avid , glorificando a Dios por esta luz
4. Las m alas pasiones y la m ala vida de la verdad que había infundido en
engendran esta ignorancia. Siendo esto razón hum ana, decía: Impresa está, Se
así, Venerables Herm anos, ¿qué tiene ñor, sobre nosotros la luz de tu rostro.
de sorprendente, pregunto, que la co
Y señalaba el efecto de esta com unica
ción de la luz, añadiendo: Tú has in
rrupción de las costum bres y su de
fundido la alegría en mi corazón^
pravación sean tan grandes y crezcan alegría con que dilatándose el corazón,
diariam ente, no digo en las naciones corre por la senda de los m andatos
bárbaras, pero hasta en los mismos divinos.
pueblos que llevan el nom bre de cris
tianos? Con razón decía el Apóstol S an 5. La D octrina cristiana y las V irtu
P ablo, escribiendo a los Efesios: La des Teologales. Fácilm ente se descubre
fornicación y toda especie de impureza, que es así, porque, en efecto, la doctri
o avaricia, ni aún se nombre entre vos na cristiana nos hace conocer a Dios,
otros, como corresponde a santos, ni y lo que llamamos sus infinitas perfec
tampoco palabras torpes, ni truhane ciones, harto m ás hondam ente que las
rías Como fundam ento de este p u fuerzas naturales. ¿Y cómo esto? Man
dor y santidad con que se m oderan las dándonos a un tiempo mismo reveren
pasiones, puso la ciencia de las cosas ciar a Dios por obligaciones de fe, que
divinas: se refiere a la razón; por deber de espe
Y así, mirad, Hermanos, que andéis ranza, que se refiere a la voluntad; y
con gran circunspección; no como ne*4 por deber de caridad, que se refiere al
is) Instit, 27, 18. (5) Efesios 5, 15 y 17.
(4) Efesios 5. 3 y 4. (6) Salmo 4, 6.
95, 6-7 E n c íc l ic a “A cerbo N im is ” 731
corazón, con la cual deja al hom bre costumbres no pueden existir con la
enteram ente sometido a Dios, su Crea ciencia de la Religión. Pluguiese a Dios
dor y Moderador. De la m ism a m anera, que los hechos dem ostrasen lo contra
sólo la doctrina cristiana pone al hom rio. Pero entendemos que cuando al es
bre en posesión de su em inente digni píritu envuelven las espesas tinieblas de
dad natural en cuanto hijo del Padre la ignorancia, no pueden darse ni la rec
celestial, que está en los cielos, que le titud de la voluntad ni las buenas cos
hizo a su imagen y sem ejanza p ara tum bres, porque si cam inando con los
vivir con El eternam ente dichoso. Pero ojos abiertos puede apartarse el hom
de esta m ism a dignidad y del conoci bre del buen camino, el que padece de
miento que de ella se ha de tener infiere ceguera está en peligro cierto de des
Cristo que los hom bres deben am arse viarse. Añádase que en quien no está
como herm anos y vivir en la tierra co enteram ente apagada la antorcha de la
mo conviene a los hijos de la luz, no fe, todavía queda esperanza de que se
en comilonas y borracheras, no en des enmiende y sane la corrupción de cos
honestidades y disoluciones, no en con tum bres; más cuando la ignorancia se
tiendas y envidias(7)8; m ándanos asim is ju n ta a la depravación, ya no queda
mo que nos entreguemos en m anos de espacio para el remedio, sino abierto el
Dios, que es quien cuida de nosotros; camino de la ruina.
que socorram os al pobre, hagam os bien
a nuestros enemigos y prefiram os los III. El d e b e r p r im o r d ia l d e l s a c e r d o t e
bienes eternos del alm a a los perecede
ros del tiempo. 7. Misión confiada a los pastores de
almas. Puesto que de la ignorancia de
la religión proceden tantos y tan graves
6. La Humanidad y las Virtudes cardaños y, por otra parte, son tan grandes
dinales. Y sin tocar m enudam ente a la necesidad y utilidad de la doctrina
todo, ¿no es la doctrina de Cristo la religiosa, ya que, desconociéndola, en
que recom ienda y prescribe al hom bre vano sería esperar que nadie pueda
soberbio aquella hum ildad que es m a cum plir las obligaciones de cristianos,
nantial verdadero de su gloria? Cual conviene saber ahora a quién compete
quiera que se humillare, ése será el ma preservar a las alm as de esta perniciosa
yor en el reino de los cielos^. E sta ignorancia e instruirlas en ciencia tan
celestial doctrina nos enseña igualm en indispensable. Lo cual, Venerables H er
te la prudencia del espíritu, que nos manos, no ofrece dificultad alguna,
sirve p ara guardarnos de la carne; la porque ese trascendental cometido re
justicia, que nos hace d ar lo suyo a cae en los pastores de almas. Estos,
cada cual; la fortaleza, que nos hace efectivamente, se hallan obligados por
capaces de sufrir y padecer todo gene preceptos del mismo Cristo a conocer
rosam ente por Dios y por la eterna y apacentar las ovejas que les están
bienaventuranza; en fin, la tem planza, encomendadas. Apacentar es, ante todo,
que hace p ara nosotros am able la po adoctrinar. Os daré pastores... según mi
breza por am or de Dios y que en m e corazón, que os apacentarán con la
dio de nuestras hum illaciones nos glo ciencia y con la doctrina(9a). Así hablaba
riemos en la cruz. De m anera que por J e r e m ía s , inspirado por Dios; por lo
la sabiduría cristiana, no solamente cual decía el apóstol S a n P a b l o : N o me
nuestra inteligencia recibe la luz que envió Cristo a bautizar, sino a predi
nos perm ite alcanzar la verdad, pero c a r ^ advirtiendo así que el principal
la m ism a voluntad queda presa de m inisterio de cuantos ejercen de alguna
aquel am or que nos conduce a Dios y m anera el gobierno de la Iglesia con
nos une a El m ediante el ejercicio de siste en enseñar a los fieles de la cien
la virtud. cia sagrada.
Lejos estamos de afirm ar que la m a Inútil nos parece aducir nuevas pru e
licia del alm a y la corrupción de las bas de la excelencia de este m inisterio
(7) Romanos 13, 13. (9a) Jerem. 3, 15.
(8) Mateo 18, 4. (9b) I Cor. í, 17.
732 E n c íc l ic a s d e l P P . P ío X (1905) 95. 7
nada a los que ya poseen los elementos pan la tierra, y la penetran, y la fecun
de la fe y viene a ser como el pan que dan, a fin de que dé simiente que sem
debe darse a los adultos; mas, por el brar y pan que comer, así será de mi
contrario, la enseñanza del Catecismo palabra salida de mi boca: no volverá
es aquel alim ento de que el Apóstol a mí vacía, sino que obrará todo aque
S a n P e d r o quería que todos estuviesen llo que yo quiero, y ejecutará felizmen
ávidos con sencillez, como niños recién te aquellas cosas a que yo la envié^15K
nacidos. Este oficio de catequista con El mismo juicio ha de form arse de
siste en elegir alguna de las verdades aquellos sacerdotes que, por m ejor ex
relativas a la fe y las costum bres cris poner las verdades de la religión, p u
tianas y explicarlas en todos sus aspec blican eruditos volúmenes, motivo por
tos. Y como el fin de la enseñanza es la el cual son dignos, ciertam ente, de co
perfección de la vida, el catequista ha piosa alabanza; más sin embargo, ¡cuán
de com parar lo que Dios m anda obrar corto es el núm ero de los aue consultan
y lo que los hom bres hacen realm ente, las obras de esta índole y sacan de ellas
después de lo cual, y habiendo sacado el fruto que correspondería a los deseos
oportunam ente algún ejem plo de la Sa del autor! Pero la enseñanza de la doc
grada Escritura, la H istoria de la Igle trina cristiana, si se hace como debe
sia, o las vidas de los Santos, ha de hacerse, nunca es inútil para los que
aconsejar a su auditorio y como seña la escuchan.
larle con el dedo la norm a a que debe Conviene repetirlo para inflam ar el
ajustarse la vida, y term inará exhor celo de los m inistros del Señor: ya es
tando a los presentes a h u ir de los crecidísimo, y aum enta cada día más,
vicios y practicar la virtud. el núm ero de los que todo lo ignoran
en m ateria de religión, o tienen de Dios
8. Oficio poco grato a las pasiones. y de la fe cristiana concepto tal, que,
No ignoramos, en verdad, que el oficio en plena luz de verdad católica, les
de enseñar la doctrina cristiana no es perm ite vivir como paganos. ¡Ay! Cuán
grato a muchos, que lo estim an en poco grande es el núm ero, no diremos de
y escaso como im propio p ara conseguir, niños, sino de adultos y hasta de ancia
la alabanza popular; así y todo, enten nos encorvados por la edad que igno
demos que sem ejante juicio pertenece ran absolutam ente los principales m is
a los que se dejan llevar de la ligereza terios de la fe, y oyendo el nom bre de
más que de la verdad. Ciertamente, no Cristo responden: ¿Quién es... para que
negamos la aprobación debida a los yo crea en £7?(16). De ahí el que tengan
oradores sagrados que, movidos del sin por lícito fo rjar y m antener odios con
cero deseo de la gloria divina, se em tra el prójim o, hacer contratos inicuos,
plean en la defensa y reivindicación de explorar negocios infames, hacer prés
la fe, o en hacer el panegírico de los tamos usurarios y constituirse en reos
Santos; pero su labor requiere otra de otras prevaricaciones semejantes. De
prelim inar, la de los catequistas, pues ahí que, ignorantes de la ley de Cristo,
faltando ésta, no hay fundam ento, y que no sólo prohibe toda acción torpe,
en vano se fatigan los que edifican la sino el pensam iento voluntario y el
casa. H arto frecuente es que floridos deseo de ella, m uchos que, sea por lo
discursos, recibidos con aplauso por que quiera, casi se abstienen de los pla
nutridas asambleas, sólo sirvan para ceres vergonzosos, alim entan en sus a l
halagar el oído y no conm uevan las mas, que no defiende ningún principio
almas. En cambio, la enseñanza cate religioso, los pensamientos más perver
quística, aunque sencilla y humilde, sos, y hacen el núm ero de sus iniqui
merece que se le apliquen estas pala dades m ayor que el de los cabellos de
bras que dijo Dios por I s a í a s : Al modo su cabeza. Y ha de repetirse que estos
que la lluvia y la nieve descienden del vicios no se hallan solamente entre la
cielo y no vuelven allá, sino que empa gente ruda del campo y el pueblo más
tié) Isaías 40, 10 y 11. (16) Juan 9, 36.
734 E n c íc l ic a s d e l P P . P ío X (1905) 95, 9-10
del a ñ o (24l, sin exceptuar ninguno, a principalm ente donde ocurra ser escaso
todos los niños y niñas en cuanto deben el núm ero de sacerdotes, tendrán los
creer y obrar p ara alcanzar la salva párrocos auxiliares del estado seglar
ción eterna^25). para la enseñanza del Catecismo, los
II. Los mismos h an de p rep arar a cuales se ocuparán en este m iniste
niñas y niños en época fija del año, y rio, así por celo de la gloria de Dios,
m ediante instrucción que ha de d u rar como por lucrar las Santas Indulgen
varios días, a recibir dignam ente los cias con que los Romanos Pontífices
Sacram entos de Penitencia y Confir han enriquecido esta asociación.
mación. V. E n las grandes poblaciones, y
III. Además, h an de p rep arar con principalm ente donde haya Facultades
especial cuidado a los jóvenes de ambos mayores, liceos y colegios, fúndense es
sexos p ara que santam ente se acerquen cuelas de religión *2S) para instruir en las
por prim era vez a la Sagrada Mesa, verdades de la fe y la vida cristiana, a
valiéndose p ara este fin de oportunas la juventud que frecuenta las aulas p ú
enseñanzas todos los días de Cuaresma, blicas en que no se m encionan las co
y si fuere necesario, durante varios sas de religión.
otros después de Pascua*26). VI. Porque en estos tiempos de des
IV. E n todas las parroquias se eri orden la edad m adura no está menos
girá canónicam ente la asociación que necesitada que la infancia de instruc
vulgarm ente se denom ina Congregación ción religiosa, los párrocos y cuantos
de la D octrina Cristiana*27), con la cual,*263 sacerdotes tengan cura de almas, ade-
en cuenta el celo que el candidato haya desple gación del Concilio, en fecha 8 y 29-VIII-1744 ya
gado en este ministerio. El Concilio de Valladolid había declarado que no podía tolerarse la costum
de 1886, “siguiendo los consejos de Benedicto bre de suspender el Catecismo algunos meses,
XIV” impone a los seminaristas, en tiempo de aunque fueran muy pocos o uno solo los oyentes.
vacaciones, y a todos los clérigos no sacerdotes, El Código de Der. Can. no descendió a este deta
la obligación de auxiliar al párroco en este santo lle, mas no lo desaprueba.
ministerio, bajo pena de no admitirlos a las
Ordenes (Lib. I, tít. 5 § 1, n. 7). El Concilio Ple- (25) Respecto del lugar prescribió el Concilio IV
nario de la América Latina dice en el número de Milán, presidido por S. Carlos Borromeo que
263, citando las palabras del Concilio Tridentino: fuese la parroquia y otros centros. “La enseñanza
“Los que obtienen iglesias parroquiales u otras del Catecismo ha de darse generalmente en la
que tienen cura de almas deben por sí (o por parroquia; pero muchas veces será conveniente y
otros si están legítimamente impedidos), por lo algunas veces necesario, que se establezcan varios
menos, en los días Domingos y fiestas solemnes centros catequísticos en diversas iglesias u orato
nutrir a los fieles, a ellos encomendados, según rios máxime en las filiales, o en arrabales dis
su capacidad, con palabras de salud” , rechazando tantes de la parroquia.
cualquier costumbre de no predicar y catequizar. Respecto de la duración el mismo Papa Pío X
En el número 154 dice que “son de alabar los en una carta a su Cardenal Vicario, el 12-1-1905,
clérigos que ejercen tan saludable ministerio, y, que esa preparación a la Penitencia y Eucaristía
según las palabras de San Pío V, los laicos bien debía durar varias semanas y aun tal vez meses,
y piadosamente instruidos que bajo la dirección y según la capacidad de los niños y la naturaleza
con la aprobación de sus pastores merecen bien del Sacramento.
de la Iglesia si se hacen colaboradores de los (26) El Canon 1330 no recogió la disposición
sacerdotes en una cosa de tanta importancia” , y “todos los días de Cuaresma” . El Código añade
en el número 711 que lleva el título: “ De los allí, en cambio, el llamado Catecismo de perse
catequistas rurales” impone a los sacerdotes que verancia, o sea el Catecismo después de haber
dicen Misa en lugares distantes donde no hay recibido los niños la primera Comunión.
Catecismo, que prediquen y manda a los párro
cos que vigilen estrictamente el cumolimiento. (27) La Cofradía de la Doctrina fue fundada
La Secretaría de Estado de Pío XII dice al III en el siglo 16 por el seglar Marcos de Sadis -
Congreso Catequístico de Milán, l-X-1949: “Para Cusani quien más tarde, ordenado sacerdote, con
el sacerdote, como por cuantos le ayudan, puede otros constituyó un Instituto religioso de clérigos
decirse que ninguna hora es más preciosa que la (Padres de la Doctrina Cristiana).
empleada en la enseñanza del Catecismo. Para San Pío V, en su constitución Ex debito, 6-X-
esta enseñanza el Concilio de Trento empleó ex 1571, elogió la Cofradía de la Doctr. Crist. y le
presión: prinium et máximum officium, el primer concedió indulgencias. Pablo V, por la bula Ex
ministerio y el más grande” . crédito Nobis, 6-X-1607, le confirió el título y los
privilegios de Archicofradía. El Código de Dere
(24) Lo nuevo y excepcional es el fuerte acento cho Can. de 1917 obliga a establecerla en todas
que Pío X pone en todos los Domingos sin excep las parroquias.
ción, desaprobando las vacaciones para la ense
ñanza de la doctrina cristiana. En una circular (28) El Congreso Catequístico internacional de
del 18-V-1905 dice el Cardenal-Vicario de Pío X Roma, 1950, recogió la idea del Papa de la “Es
que era voluntad del Papa que cesara la cos cuela de Religión” formulando el voto de que
tumbre existente en Roma, de suspender el Ca “...9) en cada parroquia se establezcan escuelas
tecismo en algunos meses del año y ciertos días propiamente dichas de Catecismo, distribuidas en
de mayor solemnidad y que nunca se suspendiera clases, con su cátedra, sus bancos o sillas, su pi
el Catecismo. Anteriormente, la Sagrada Congre- zarrón, registros y cosas similares”.
736 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1905) 9 5 ,1 0
más de la acostum brada hom ilía sobre — lo que sería igual— se cum plan con
el Santo Evangelio que han de tener negligencia y flojedad. P ara evitar esta
todos los días de fiesta en la iglesia p a falta, habéis de em plear las recom enda
rroquial, escojan hora oportuna para ciones m ás asiduas y aprem iantes, a
la m ayor afluencia de fieles — excep- fin de que los párrocos no expliquen el
624 tuando la destinada a la doctrina de los Catecismo sin preparación, mas se p re
niños— p ara d ar el Catecismo a los paren de antem ano con esmero, para
adultos en form a sencilla y acom odada que no hablen el lenguaje de la sabidu
a sus inteligencias, debiendo ajustarse ría hum ana, sino con sencillez de cora
p ara ello al Catecismo del Concilio de zón y sinceridad delante de Dios(3°)
Trento; de tal modo, que en el espacio sigan el ejemplo de Cristo que, m ani
de tres o cuatro años expliquen cuanto festando cosas que estuvieron ocultas
se refiere al Símbolo, los Sacramentos, desde la creación del mundo^31\ sin
embargo, dijo todas estas cosas al pue
el Decálogo, la Oración y los M anda
blo por parábolas, y sin parábolas no
mientos de la Iglesia^29*.
las predicaba(32>. Sabemos tam bién que
Todas estas cosas, Venerables H er lo mismo hicieron los Apóstoles, ense
manos, m andam os y establecemos en ñados por Jesucristo, y de ellos decía
virtud de N uestra autoridad Apostólica, S an Gregorio Magno : Pusieron todo
y por vuestra parte habréis de procu cuidado en predicar a los pueblos igno
rar, cada uno de vuestra diócesis, que rantes cosas sencillas y accesibles, y no
estas prescripciones se cum plan p u n cosas altas y arduas<33). Pues en las
tualm ente y sin retraso. Velad y cuidad cosas de religión, la m ayor parte de los
con vuestra autoridad p ara que Nues hom bres de nuestra edad han de tener
tros m andatos no caigan en olvido, ni se por ignorantes.
(29) La Encíclica “ Acerbo Nimis” ha ido ma instrucción catequística debe proponer una ver
durando no solo en la inteligencia sino en la vida dad de fe o de moral cristiana y explicarla en
del que fuera más tarde Pío X, o San Pío X; todas sus partes... De esto no ha de deducirse que
por eso, es como pocos documentos pontificios en la práctica del Catecismo se puedan eliminar
personal. Ya como capellán en Tómbolo (1858-1867) la labor y la fatiga; por el contrario, ellas son
le preocuparon los niños y jóvenes y su instruc más necesarias de lo que es la composición de
ción religiosa; mas aún como párroco responsable un pomposo discurso. Con razón se ha dicho que
de la enseñanza catequística en Solzano (1867-1875). es más fácil encontrar un predicador famoso que
Obispo de Mantua, señala en la Carta pastoral a un catequista capaz de dar una buena clase de
los párrocos (1885) y en el Sínodo Diocesano de Catecismo. Más aún: por notable que sea la
1888 las normas prácticas que habían de aparecer facilidad que uno pretendiere poseer, nunca po
en la presente Encíclica, y aun pasar al Código drá dar una lección de Catecismo provechosa sin
de Derecho Canónigo: una preparación esmerada y el pretexto de que
“En todas las parroquias establézcase la escue el pueblo es rústico y rudo, agrava la obligación
la de la Doctrina Cristiana; todos los Domingos de intensificar el estudio más de lo que se re
g fiestas de guardar enséñese el Catecismo en quiere para hablar a las personas cultas e ins
todas las iglesias; explique el párroco la Doctrina truidas” .
Cristiana a los niños y, en seguida, desde el Como Patriarca de Venecia insiste en una carta
púlpito o cátedra el Catecismo al pueblo. Durante pastoral en que la enseñanza del Catecismo debe
la Cuaresma y el Adviento se deberá desarrollar prevalecer aun sobre el mismo ministerio cultual
una instrucción especial y diaria a los niños para y sacramentario. Recalca también conceptos ante
prepararlos a la Confesión y Comunión. Los pá riores diciendo: “Se predica demasiado y se ins
rrocos recuerden a los feligreses que no pueden truye poco. ¡Basta de discursos floridos! Predí-
ser absueltos en el confesonario los padres, tuto quese al pueblo en forma llana y sencilla la ver
res o amos que habitualmente impiden a sus hijos dad de la Fe, los preceptos de la Iglesia, las
asistir a la enseñanza de la Doctrina Cristiana” . enseñanzas del Evangelio, los vicios y las virtu
En la Carta pastoral del 12 de Octubre de 1885 des; pues, sucede con frecuencia que hasta las
escribió la frase fuerte y singular que pasó a mismas personas eruditas en materias profanas,
Acerbo Nimis: “Prefiero enhorabuena que se omi ignoran por completo o conocen mal la verdad
tan los sermones de Cuaresma, los cuales, a de la Fe, y saben del Catecismo mucho menos
menudo, resultan absolutamente infructuosos, por que los niños retardados. Hay que pensar más en
que el pueblo no los entiende y el distinguido el bien de las almas, que en la impresión que se
orador habla al desierto, y no que los fieles se pretende hacer” .
queden sin la Doctrina Cristiana y sin el Cate De estos pensamientos y cartas, de una larga
cismo del párroco” . vida pastoral y convicciones personales definidas
En la misma Carta pastoral expone que la nació la magna Encíclica de la catcquesis popu
Homilía dominical no puede substituir la Catc lar "Acerbo Nim is” que trae pocos documentos
quesis. “La explicación del Evangelio aunque es ajenos pero está impregnada de citas de la Sa
obligatoria, no puede reemplazar a la instrucción grada Escritura.
catequística, porque son dos deberes completa (30) II Corint. 1, 12.
mente distintos. La explicación del Evangelio por (31) Mateo 13, 35.
más que se adapte a la modesta capacidad de (32) Mateo 13, 34.
los oyentes, supone siempre a los fieles ya ins
truidos en los rudimentos de la Fe, porque ape (33) Moral, lib. 17, c. 26 (PL. 75 [I, c. 18, n. 25’
nas si se les recuerdan al pasar; mientras que la col. 539).
95, 11 E n c íc l ic a ‘‘A c er bo N im is ” 737
Pero no queremos que nadie, en ra térm ino de la presente carta estas pala
zón de esta m ism a sencillez que con bras de M o i s é s : El que sea del Señor,
viene observar, imagine que la enseñan júntese conmigo^MK Os rogamos y su
za catequística no requiere trabajo ni plicamos que observéis cuánta es la
meditación. P or el contrario, los exige ruina de las almas que por sí sola
mayores que otra ninguna. Es más produce la ignorancia en las cosas de
fácil hallar un orador que hable con religión. Muchas obras útiles y dignas
abundancia y brillantez, que un cate de alabanza se han establecido por vos
quista cuyas explicaciones m erezcan en otros en vuestras diócesis para bien
todo alabanza; de suerte que por m u de vuestros respectivos rebaños; pero,
cha facilidad de form ar conceptos y antes que nada, con toda energía, todo
expresarlos con que le haya dotado la celo y toda la asiduidad posible, cuidad
naturaleza, sépase crue nadie hablará esm eradam ente de que el conocimiento
bien de doctrina cristiana y alcanzará de la doctrina cristiana llene y penetre
fruto en el pueblo y los niños si antes a todas las almas. Comunique cada cual
no se ha preparado y ensayado m edian al prójimo — repetim os con el Apóstol
te seria meditación. Se engañan los que S a n P e d r o — la gracia según la recibió,
fiándose de la inexperiencia y torpeza como buenos dispensadores de los do
intelectual del pueblo, creen que pue nes de Dios, los cuales son de muchas
den proceder negligentemente en esta m an eras^ .
m ateria, sino que, al contrario, cuanto Que mediante la intercesión de la
m ayor sea la incultura del auditorio, Inm aculada y Bienaventurada Virgen
m ayor celo y cuidado se requieren p a vuestro celo y piadosa industria se ex
ra acom odar la explicación de las ver citen con la bendición apostólica que
dades más sublimes, de suyo tan supe am orosam ente os concedemos a vos
riores a un entendim iento vulgar, a la otros, a vuestro clero y al pueblo que
débil com prensión de los ignorantes, os está confiado, y sea testimonio de
que, no menos que los sabios, necesitan Nuestro afecto y prenda de los divinos
conocerlas p ara alcanzar la eterna bien dones.
aventuranza.
Dado en Roma, en San Pedro, el 15
E p íl o g o de Abril del año 1905, segundo de
Nuestro Pontificado.
11. P alab ras finales. Séanos perm i
tido, Venerables Herm anos, dirigiros al34 PIO PAPA X.
(34) Exocl. 32, 26. (35) Pedro 4, 10.
Encíclicas Pontificias 24
O <6
P I O PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
— 738 —
90, 3-4 E n c íc l ic a ‘T l ferm o P r o p o s it o ” 739
?55 mente las grandes m uchedum bres del quedó en pie, al disolverse la sobredi
pueblo, en torno a un solo centro co cha Obra de los Congresos, así tendrá
m ún de doctrina, de propaganda y que proseguir tam bién en lo futuro,
organización social. Dicha institución, bajo la solícita dirección de quienes se
porque responde a una necesidad igual hallan al frente de ella.
m ente sentida casi en todas partes, y
porque su sencilla constitución provie a) Preparación, sin la abstención
ne de la mism a naturaleza de las cosas, política
cuales se hallan igualm ente doquier, no
puede decirse que sea más propia de 16. Medios apropiados a los tiempos
una nación que de otra, sino de todas modernos. Con todo, p a ra que la
aquellas donde se m anifiestan las m is Acción Católica sea eficaz en todos
mas necesidades y donde surgen los aspectos, no basta que esté preparada
mismos peligros. Su m ucha populari para las necesidades sociales de hoy;
dad la hace fácilmente querida y acep conviene tam bién que domine bien to
table y no estorba ni im pide a ninguna dos aquellos medios prácticos que po
otra institución, antes bien a todas da nen a su disposición el progreso de los
fuerza y unidad, porque con su organi estudios sociales y económicos, la expe
zación estrictam ente personal incita a riencia alcanzada en otras partes, las
los individuos a en trar en las institucio condiciones de la sociedad civil, la m is
nes particulares, los adiestra para un m a vida pública de los Estados. De otra
trabajo práctico y verdaderam ente p ro suerte, se corre el peligro de andar a
vechoso, y une los ánimos de todos en tientas durante largo tiempo en busca
un sentir y querer único. de cosas nuevas y poco seguras, cuando
las buenas y ciertas tiénense a m ano y
15. Las dem ás instituciones sociales
m uy bien probadas; o, si no, se expo
h an de agruparse alrededor de la nen a proponer instituciones y m éto
Unión P opular. Así establecido este dos propios tal vez de otros tiempos,
centro social, las demás instituciones pero que ya no entiende el pueblo; o,
de índole económica, ordenadas a re en fin, se ponen en peligro de p arar a
solver el problem a social prácticam ente medio camino, por no valerse, según su
y en sus varios aspectos, hállanse como posibilidad, de los derechos civiles que
espontáneam ente reagrupadas, todas las constituciones ofrecen a todos, y,
juntas, en el fin general que las une; por lo tanto, a los católicos. Detenién
m ientras que, según las varias necesi donos en este último punto es cierto
dades a que se aplican, reciben form as que la actual constitución de los E sta
diversas y em plean diversidad de me- dos ofrece a todos, sin distinción, la
756 dios, según lo requiera la finalidad p a r facultad de influir en la cosa pública;
ticular propia de cada una. Aquí Nos y los católicos, quedando a salvo las
cabe la dicha de expresar N uestra sa obligaciones im puestas por la ley de
tisfacción por lo m ucho que en Italia Dios y por los m andatos de la Iglesia,
ya se ha hecho, en esta parte, con la pueden aprovecharse de ese influjo,
firm e esperanza de que, con el favor de con seguridad de conciencia, para m os
Dios, se h ará m ucho m ás en lo por trarse tan idóneos o más que los otros
venir, consolidando el bien conseguido en el cooperar a la felicidad m aterial y
y dilatándolo con un celo cada vez m a civil del pueblo, y granjearse así aque
yor. E n lo cual se hizo grandem ente lla autoridad y respeto que les haga
benem érita la Opera dei Congressi e posible el defender y propagar bienes
Comitati cattolici, por la actividad inte m ás altos, cuales son los del alma.
ligente de los hom bres eximios que la
dirigían y que estaban, y están todavía, 17. Aun en Italia, deben participar
al frente de aquellas particulares insti con permiso en la vida política. Mu
tuciones. P or lo cual, así como ese cen chos son y de varia índole estos dere
tro o unión de obras de índole econó chos civiles hasta el de tener parte
mica, por N uestra expresa voluntad directa en la vida política del país
744 E n c íc l ic a s del PP. P ío X (1905) 96, 18-19
20. Congresos generales de los cató trina y m oral cristiana; m ucho menos
licos com o estím ulo. Finalm ente, p ara posible es el concebirlas opuestas más
renovar y acrecentar indistintam ente o menos claram ente a dicha autoridad.
en todas las obras católicas el necesario Ciertamente semejantes obras, dada su
fervor, p ara ofrecer a los prom otores y naturaleza, han de proceder con la con
m iembros de ellas la ocasión de verse veniente razonable libertad, pues sobre
y tratarse recíprocam ente, de estrechar ellas recae la responsabilidad de la
cada vez más entre sí los vínculos de acción, principalm ente en m aterias
una caridad fraterna, de anim arse m u tem porales y económicas, y en las de
tuam ente, con un celo cada vez más la vida pública adm inistrativa o polí
ardiente, a una acción eficaz, y de p ro tica, extrañas al m inisterio m eram ente
veer a la m ejor solidez y propagación espiritual. Mas, como los católicos le
de las mism as obras, ayudará grande vantan siempre la bandera de Cristo,
m ente el celebrar de cuando en cuando, levantan por ello mismo la bandera de
al tenor de las reglas dadas ya por esta la Iglesia; y es, por lo tanto, conve
Santa Sede, Congresos generales y p a r niente que de m anos de la Iglesia la
ticulares de los católicos italianos, que reciban, que la Iglesia vele m irando
sean la solemne m anifestación de fe ca por su intachable honor, y que a esta
tólica y la fiesta com ún de la concordia m aternal vigilancia se sujeten los cató
y de la paz. licos como hijos dóciles y amorosos.
ellos de descollado ingenio, de celo fer aquellos casos en los que su interven
voroso, capaces de obrar eficazmente ción ande exenta de peligro y se torne
el bien, siempre que sean guiados rec en evidente provecho.
tamente.
25. El cam po del apostolado sacer
d) No se debe conceder excesiva estima dotal. No por ello se ponen trabas a
a los intereses materiales su celo. El verdadero apóstol ha de ha
cerse todo a todos, para ganarlos a to-
23. E l fom ento exclusivo de obras
dos(10\ A ejemplo del divino Redentor,
m ateriales. Al hacer pública a todos
la recta norm a de la Acción Católica, ha de sentir movidas a piedad las entra
no podemos disim ular, Venerables H er ñas, mirando a las turbas tan mal para
manos, el grave peligro que corre hoy das, errantes como ovejas sin pastor(1D.
764 el clero en nuestros aciagos días: esto Con la divulgación eficaz de escritos,
es, el de dar dem asiada estima a los con exhortaciones de viva voz, con la
intereses m ateriales del pueblo, d ejan asistencia inm ediata en los casos suso
do olvidados los m ucho más graves de dichos, trate de consagrarse aun a m e
su sagrado m inisterio. jorar, dentro de los térm inos de la ju s
ticia y de la verdad, la condición eco
e) Campo propio del sacerdote nómica del pueblo, ayudando y prom o
viendo las instituciones que a ese fin
24. El sacerdote debe aten der todos se encaminan, en especial aquellas que
los intereses sin m ezclarse en las acti pretenden disciplinar las m uchedum
vidades de los partidos. El sacerdote, bres contra el predom inio invasor del
levantado sobre los demás hom bres p a socialismo, y que las salvan a la vez
ra cum plir con el oficio que recibe de de la ruina económica y de la subver
Dios, ha de conservarse igualmente por
sión m oral y religiosa. De este modo la
encima de todos los hum anos intereses,
cooperación del Clero en las empresas
de todos los conflictos, de todos los
órdenes de la sociedad. Su campo p ro de Acción Católica tiene una finalidad
pio es la iglesia, donde, como em baja altam ente religiosa y no será obstáculo,
dor divino, predica la verdad e inculca, antes bien, será auxilio de su ministerio
espiritual, cuyo campo de acción se
juntam ente con el respeto a los dere
am pliará con m ultiplicación de sus fru
chos de Dios, el respeto a los derechos
tos.
de todas las criaturas. Así obrando, él
no se halla sujeto a ninguna oposición, N orm a y a c t u a c ió n
no se m uestra hom bre de partido, no
se dice seguidor de éstos ni adversario 26. H ay que com enzar prácticam ente
de aquéllos, ni por excusar el encuentro con estas obras. Veis aquí, Venerables
de ciertas tendencias, ni por irritar en Hermanos, cuanto ansiábam os exponer
m uchas m aterias los ánimos desabridos, e inculcar en orden a la Acción Cató- 766
lica, que se ha de sostener y propagar
se pone en peligro de encubrir la ver
en nuestra Italia. No basta señalar con
dad o de callarla, faltando en ambos
el dedo el bien; preciso es, ponerlo por
casos a sus obligaciones, sin que sea obra. A esto ayudarán grandem ente
m enester añadir que, debiendo tra ta r vuestras exhortaciones y vuestros p a
m uy a m enudo de cosas temporales, ternales estímulos al bien obrar. Sean
podría hallarse em peñado solidaria en buena hora humildes los principios;
mente en obligaciones nocivas a su p er con tal que de veras se comience, la
sona y a la dignidad de su ministerio. gracia divina los hará crecer y prospe
No deberá, pues, form ar parte de las ra r en breve tiempo. Oigan de nuevo
asociaciones de este género, sino des las palabras, que Nos brotan espontá
pués de m adura consideración, de neas del corazón, todos Nuestros que
765 acuerdo con su Obispo, tan sólo en ridos hijos que se consagran a la Acción
(1 0 ) I C o r . 9, 22. (11) Mat. 9, 36.
96, 27 E n c íc l ic a “II ferm o P r o p o s it o ” 747
Disposición
I. L a s r a z o n e s q u e d e b e n m o v e r a la C o m u n ió n f r e c u e n t e
1. El deseo del Concilio de Trento (1).
2. La intención de Cristo al instituir la Sagr. Eucaristía (2).
3. Los fines y frutos del Sacramento (3).
I I . L a f r e c u e n t e C o m u n ió n e n e l t r a n s c u r s o d e lo s t i e m p o s
1. En la Iglesia primitiva (4).
2. Las equivocaciones rigurosas jansenistas (5).
3. Las exageraciones del relajamiento (6).
4. La doctrina tradicional de la Iglesia
a) la palabra de los Papas (7-8).
b) la de los teólogos (3-9).I.
I I I . E l D e c r e t o s o b r e la s. C o m u n ió n d e S . P ío X (10-11).
os
P IO I >P. X
Venerables Hermanos y amadísimos hijos: salud y bendición apostólica
1. Presentación de los acontecimien- batados los clérigos a sus estudios y al
3 tos. E ntristécese N uestra alm a y an- yugo de la disciplina eclesiástica para
gústiase Nuestro corazón al pensar en someterlos al servicio m ilitar, y disper
vosotros; y ¿cómo pudiera no ser así, sas y despojadas las Congregaciones
después de prom ulgada una ley que, religiosas y reducidos sus individuos a
destruyendo los lazos seculares por los extremos de la indigencia. Tam bién h a
cuales se halla unida vuestra nación béis visto derogar la ley por la que se
con la Sede Apostólica, ha venido a prescribían las oraciones públicas en
crear a la Iglesia católica en F rancia la apertura de los Tribunales y al co
una situación indigna de ella y sobre mienzo de las sesiones parlam entarias;
toda ponderación lam entable? Aconte suprim ir las tradicionales señales de
cimiento gravísimo es éste y de aque duelo, en el día de Viernes Santo, a
llos que todas las buenas alm as deben bordo de los buques de guerra; borrar
deplorar, por ser tan funesto a la so del juram ento judicial cuanto le pres
ciedad civil como a la Religión, pero taba carácter religioso, quitar de los
que no puede parecer extraño a cuantos Tribunales, de las escuelas, de todos
han venido prestando atención a la po los establecimientos públicos, en una
lítica religiosa seguida en F rancia de palabra, los emblemas religiosos. Tales
algunos años a esta parte. P ara vos medidas, y otras que poco a poco iban
otros, Venerables H erm anos, no cons separando de hecho a la Iglesia del
tituye, ciertam ente, una novedad ni una Estado, no eran sino jalones colocados
sorpresa, testigos como habéis sido de para señalar el camino que había de
4 los num erosos ataques dirigidos a la conducir a la separación completa y
Religión por las autoridades públicas. oficial. Así lo han reconocido y confe
sado sus autores en ocasiones diversas.
2. Laicism o. Vosotros habéis visto
cómo ha sido violada la santidad y la 3. Acción de la Santa Sede. La Sede
indisolubilidad del m atrim onio cristia Apostólica ha hecho cuanto ha estado
no por disposiciones legislativas en fo r de su parte por evitar una calam idad
m al contradicción con ellas, seculariza tan grande, aconsejando de una parte,
dos los hospitales y las escuelas, arre a los que se encontraban a la cabeza
en) ASS. 39 (1906) 3-16.
— 752 —
98, 4-8 E n c íc l ic a “ V e h e m e n t e r N o s” 753
del Gobierno francés y conjurándolos a cuando haya term inado esta vida tan
que pesaran la inm ensidad de los males breve; pero como el orden presente de
que h abría de producir su política se las cosas, que se desarrolla en el tiem
paratista, y m ultiplicando de otra, a la po, se encuentra subordinado a la con
nación francesa, los testim onios de su quista del bien supremo y absoluto, es
afecto. La Santa Sede tenía derecho a obligación del poder civil, no tan sólo
esperar que, m erced a los impulsos del a p artar los obstáculos que puedan opo
agradecimiento, seríale posible detener nerse a que el hom bre alcance aquel
a esos políticos en la pendiente por que bien para que fue creado, sino también
se precipitaban y hacerles renunciar a ayudarle a conseguirlo.
sus proyectos; pero las atenciones, los 7. C ontra el orden natu ral. Esta te
buenos oficios y los esfuerzos realiza sis es contraria igualmente al orden
dos, tanto por Nuestro Predecesor como sabiamente establecido por Dios en el
por Nos, han resultado estériles del mundo, orden que exige una verdadera
todo. concordia y arm onía entre las dos so
4. Razón de la encíclica. La violen ciedades; porque la sociedad religiosa
cia de los enemigos de la Religión ha y la civil se componen de unos mismos
acabado por atropellar, a viva fuerza, individuos, por más que cada una ejer
vuestros derechos de nación católica, y za, en su esfera propia, su autoridad
tal es la razón de que Nos, conocedor sobre ellos, resultando de aquí que
de los deberes que nos im pone Nuestro existen m aterias en las que deben con
apostólico cargo, Nos consideramos cu rrir una y otra, por ser de la incum
obligados, en una hora tan grave para bencia de ambas. Roto el acuerdo entre
la Iglesia, a elevar N uestra voz y abrir- el Estado y la Iglesia, surgirán graves
5 nos Nuestra alm a a vosotros, Venera diferencias en la apreciación de las
bles Herm anos, a vuestro clero y a m aterias de que hablam os, se obscure
vuestro pueblo, a todos, en suma, a cerá la noción de lo verdadero, y la
quienes, si Nos hemos profesado siem duda y la ansiedad acabarán por ense
pre singularísim o afecto, os amamos ñorearse de todos los espíritus.
hoy con m ayor tern u ra que antes. 8. C ontra la sociedad civil. A los
5. F alsa teoría de la separación de males que van señalados añádase que
la Iglesia y el Estado. Que sea nece esta tesis inflige gravísimos daños a la
sario separar al Estado de la Iglesia es sociedad civil, que no puede prosperar
una tesis absolutam ente falsa y un ni vivir m ucho tiempo, no concediendo
error pernicioso, porque, basada en el su lugar propio a la Religión, que es la
principio de que el Estado no debe regla suprem a que define y señala los
reconocer culto religioso alguno, es gra derechos y los deberes del hombre.
vemente injuriosa a Dios, fundador y P or lo cual los Romanos Pontífices
conservador de las sociedades hum anas, no han cesado jam ás, según pedían las
al cual debemos trib u tar culto público circunstancias y la ocasión, de refutar
y social. y condenar la doctrina de la separación
de la Iglesia y el Estado. Nuestro ilustre
6. C ontra el orden sobrenatural. La Predecesor León X III señala, y repe
tesis de que hablam os constituye, ade tida y brillantem ente tiene declarado,
más, una verdadera negación del orden lo que deben ser, conform e a la doctri
sobrenatural, porque lim ita la acción na católica, las relaciones entre las dos
del estado al logro de la prosperidad sociedades, diciendo ser “absolutamente
pública en esta vida terrena, que es la necesario que una prudente unión me
razón próxim a de las sociedades polí die entre ellas, unión que no sin exacti
ticas, y no se ocupa en modo alguno de tud puede compararse a la que junta
su razón última, que es la eterna bien en el mismo hombre el alma con el
aventuranza propuesta al hom bre para 1 cuerpo”W .
(1) Q u aedam i n t e r c e d a t n e c e s s e e s t o r d i n a t a c o r p u s i n h o m i n e c o p u l a n t u r . ( I m m o r t a l e D e i , 1-
c o llig a tio ( ín te r illa s ) q u a e q u id e m c o n ju n c tio n i X I-1 8 8 5 ; ASS 18, 166; e n e s t a Colecc. E n c íc l. 46,
n o n im m e r iío c o m p a r a tu r , p e r q u a m a n im a e t 12 pág. 327).
754 E n c íc l ic a s d e l P P . P ío X (1906) 98, 9-10
Y añade adem ás: “Sin hacerse crimi firm aron; de lo que resulta que la regla
nales las sociedades humanas, no pue a que se ajustaba el Concordato es la
den proceder como si Dios no existiera, regla de todos los Tratados internacio
o no cuidarse de la Religión, como si nales, conviene a saber, el derecho de
fuera cosa para ellas extraña o inútil...gentes, y que no podía anularse de nin
Grande y pernicioso error es excluir a guna m anera por sólo la voluntad de
la Iglesia, obra de Dios mismo, de la una de las partes contratantes. La Santa
vida social, de las leyes, de la educación
Sede ha cumplido siempre con fidelidad
de la juventud y de la familia”^ . escrupulosa los compromisos que sus
cribió, y constantem ente ha pedido que
9. Especiales razones en contra de el Estado m ostrara la misma fidelidad,
la separación en F ran cia. Si cualquier hecho cierto que no podría negar nin
Estado cristiano comete una acción so gún juzgador que sentenciase im par-
brem anera funesta y censurable sepa cialmente. Pues bien; el Estado francés
rándose de la Iglesia, cuánto más no deroga por su sola voluntad el solem
se ha de lam entar que F rancia em pren nísimo pacto que había suscrito, falta
da tales caminos, cuando ella menos a la fe jurada, y, sin detenerse ante n a
que las demás naciones podía tom arlos da, para rom per con la Iglesia, para
porque en el transcurso de los siglos librarse de su am istad, tan poco se le
ha sido objeto de grande y señalada da de lanzar contra la Iglesia el ultraje
predilección de parte de la Sede Apostó que implica esta violación del derecho
lica, y porque la gloria y fortuna de de gentes, como de conmover el mismo
Francia han ido siempre unidas a la orden social y político, ya que p ara la
práctica de las costum bres cristianas recíproca seguridad de sus m utuas re
y al respeto de la Religión. laciones nada interesa tanto a los E sta
P or lo cual, con h arta razón pudo dos como la fidelidad inviolable en el
decir el mismo Pontífice L e ó n XIII: sagrado respeto de los Tratados.
Francia no podrá olvidar que sus pro
videnciales destinos la unen a la Santa 10. Grave ofensa a la Sede Apostó
Sede con vínculos demasiado apretados lica. Cuando se considera la form a
y demasiado antiguos para que nunca que en el Estado ha llevado a cabo la
los quiera romper. En efecto, de esta abrogación unilateral del Concordato,
unión procede su verdadera grandeza crece de un modo singular la m agnitud
y su gloria más pura. Destruir tal unión de la ofensa inferida a la Sede Apostó
tradicional valdría tanto como arreba lica, porque es principio admitido sin
tar a la nación francesa una parte de su discusión en el derecho de gentes y u m
fuerza moral y de la alta influencia que versalmente observado por todas las
ejerce en el mundo (3L naciones, que el rom pim iento de un
Y tanto m ás inviolables debían ser pacto debe notificarse, previa y regu
estos lazos cuanto que así lo exigía la larm ente, de un modo claro y explícito,
fe jurada de los Tratados. El Concor a la otra parte contratante por la que
dato firm ado por el Soberano Pontífice se propone denunciar el Tratado. Pues
y por el Gobierno francés era, como bien; no sólo no se ha hecho a la Santa
todos los pactos del mismo género que Sede en este asunto ninguna notifica
los Estados conciertan entre sí, un con ción de ese género, pero ni siquiera la
trato bilateral que obligaba a am bas m enor indicación; de suerte que el Go
partes. De una, el Romano Pontífice, y bierno francés no ha vacilado en faltar
de otra, el jefe de la nación francesa, con la Sede Apostólica a los ordinarios
adquirieron solemne compromiso, en m iram ientos y cortesía de que no se
su nom bre y en el de sus sucesores, de prescinde ni aun en las relaciones con
m antener inviolablem ente el pacto que 2 los Estados m ás pequeños; ni sus m an-
(2) E n e. I m m o r t a l e D e i d e l 19 de N b re. d e 1885. tu it, a b a c tio n e v ita e e x c lu d e r e , a le g ib u s , a b
C iv ita te s n o n p o s s u n t, c itr a s c e lu s , g e r e r e se in s titu tio n e a d o le s c e n tiu m , a s o c ie ta te d o m e s tic a ,
ta n q u a m s i D e u s o m n in o n o n e s s e t, a u t c u r a m m a g n u s e t p e r n ic io s u s e s t e r r o r .
r e lig io n is v e lu t a lie n a r a n ih ilq u e p r o f u tu r u m a b - (3) Alocución a los peregrinos franceses, 13 de
jic e r e ... E c c le s ia m v e r o , q u a m D e u s ip s e c o n s ti- Abril de 1888.
98, 11-13 E n c íc l ic a “V ehem enter N o s” 755
datarlos, que eran por ese hecho repre y juzgar; de lo que resulta que esta
sentantes de una nación católica, han sociedad es esencialmente una sociedad
8 tenido reparo en m enospreciar la dig desigual, es decir, una sociedad com
nidad y autoridad del Pontífice, jefe puesta de distintas categorías de perso
suprem o de la Iglesia, y eso que debían nas, los Pastores y el rebaño, los que
haber guardado a esta potencia respeto tienen puesto en los diferentes grados
superior al que inspiran todas las otras de la jerarquía y la m uchedum bre
potencias políticas, y m ayor todavía en fieles. Y esas categorías son de tal
cuanto esta potencia m ira al bien eterno modo distintas unas de otras, que sólo
de las alm as y se extiende por todas en la pastoral reside la autoridad y el
partes. derecho necesarios para mover y dirigir
a los miembros hacia el fin de la socie
11. Ingerencia del E stado en los dad, m ientras las m ultitud no tiene otro
asuntos eclesiásticos. Si exam inam os deber sino dejarse conducir, y, como
ahora en sí mism a la ley que acaba de dócil rebaño, seguir a sus Pastores.
ser prom ulgada, hallarem os nueva ra S a n C i p r i a n o , m ártir, expone la misma
zón p ara quejarnos más enérgicamente verdad de un modo adm irable, cuando
todavía. Puesto que el Estado, rom pien escribe:
do los vínculos del Concordato, se se
p ara de la Iglesia, debería, como con í(Nuestro Señor, cuyos preceptos de
secuencia natural, dejarla su entera in bemos venerar y observar, comunica
dependencia y perm itirla que disfrutase el honor al Obispo y la razón de ser a
en paz del derecho com ún en la liber la Iglesia, y, hablando en el Evangelio,
tad que supone concederla. E n verdad, dice a Pedro: Yo te digo que tú eres
nada de esto se ha hecho: encontram os Pedro<45L De allí arranca a través de
en la ley m ultitud de disposiciones de los siglos y las vicisitudes del tiempo,
excepción, que, odiosam ente restricti la ordenación de los Obispos y la ra
vas, colocan a la Iglesia bajo la dom i zón de la Iglesia, de modo que la Igle
nación de la potestad secular. Am ar sia está constituida sobre el Obispo, y
guísimo dolor Nos ha causado ver al que toda acción de la Iglesia está regi
Estado invadir de este modo ei terreno da por esos mismos superiores”^ .
que pertenece exclusivamente a la esfe Y S a n C i p r ia n o afirm a que todo
ra eclesiástica, y Nos lam entam os toda ello está fundado en una ley divina,
vía más, porque, m enospreciando la divina lege fundatum. E n contradic
equidad y la justicia, el Estado coloca a ción a estos principios, la ley de se
la Iglesia de Francia en una condición paración atribuye la adm inistración y la
dura, agobiante y opresora de sus más tutela del culto público, no al Cuerpo
sagrados derechos. jerárquico, divinamente establecido por
el Salvador, sino a una asociación de
12. M aldad intrínseca de la ingeren personas seglares, asociación a la cual
cia. Las diposiciones de la nueva ley da form a y personalidad jurídica, a
son, en efecto, contrarias a la constitu quien m ira, para cuanto se relaciona
ción dada por Jesucristo a su Iglesia. con el culto religioso, como única ador
La E scritura nos enseña, y la trad i nada de derechos civiles y personali
ción de los Padres nos confirm a, que dad.
la Iglesia es el Cuerpo místico de Jesu
cristo, regido por pastores y doctores, 13. Inicuas disposiciones de la ley.
sociedad, por consiguiente, hum ana, en Así es que a esta asociación pertenecerá
cuyo seno existen jefes con pleno y el uso de los templos y edificios sagra
perfecto poder p ara gobernar, enseñar dos; ella poseerá los bienes eclesiásti-
(4) San Mateo 18, 16. tr u s , e tc ... I n d e p e r te m p o r u m e t s u c c e s s io n u m
(5) D o m i n u s n o s t e r , c u j a s p r a e c e p ta m e tu e r e v ic e s E p is c o p o r u m o r d in a tio e t E c c le sise r a tio
e t s e r v a r e d e b e m u s , E p is c o p i h o n o r e m e t E c c le - d e c u r r it, u l E c c le s ia s u p e r E p is c o p o c o n s titu a tu r ,
s ia e s u a e r a t i o n e m d i s p o n e n s , in E v a n g e l io l o q u i- e t o m n is a c tu s E c c le s ic e p e r e o s d e m p r e p ó s i t o s
t u r e t d i c i t P o tr o : E g o d ic o t ib i , g u ia tu e s P e - g u b e r n g t n r (Migne PL. 4, col. 305-A).
756 E n c íc l ic a s d e l P P. P ío X (1906) 98, 13
Y si la ley concede su uso indefinido de las almas. Pero sin esta unión y esta
y gratuito a las asociaciones cultuales, concordia no hay nación que pueda
pone en esta concesión tantas y tales p rosperar ni vivir: he aquí por qué,
condiciones, que, en realidad, deja al sobre todo en la actual situación en
poder público la libertad de disponer que se halla Europa, esta arm onía per
de dichos edificios. Además, abrigamos fecta es el deseo más ardiente de cuan
temores vehementísimos por la santi tos franceses am an a su tierra y quieren
dad de estos templos, m oradas augustas de todas veras la salvación de la patria.
de la Majestad Divina y amadísimos En, cuanto a Nos, a ejemplo de Nuestro
p ara la piedad del pueblo francés, en Predecesor y como heredero de su p a r
quien tantos recuerdos suscitan, p o r ticularísim o afecto a vuestra nación, no
que, ciertam ente, corren peligro de hay duda de que nos hemos esforzado
quedar profanados si caen en manos de para conservar a la Religión de vues
seglares. Y cuando la ley, suprim iendo tros m ayores en la íntegra posesión de
el presupuesto de culto y clero, exime todos los derechos que la corresponden
al Estado de la obligación de proveer entre vosotros; pero al mismo tiempo,
a los gastos religiosos, falta a los com y teniendo sin cesar ante Nuestra vista
promisos contraídos en un Tratado di la paz fraternal, cuyo vínculo más
plomático y, al propio tiempo, ofende fuerte consiste en el vínculo religioso,
gravemente a la justicia. E n efecto, no hemos trabajado por afirm aros más y
es posible abrigar la m enor duda acerca más en la unión, y, por lo mismo, no
de este punto, y los mismos documentos podemos ver sin la m ayor angustia que
históricos lo declaran del modo más el Gobierno francés acaba de ejecutar
term inante. Si el Gobierno francés con una acción que, avivando en el orden
trajo con el Concordato el compromiso religioso pasiones, ya de un modo fu
de satisfacer a los eclesiásticos una nesto harto excitadas, parece m uy pro
asignación que les perm itiera atender pia para trasto rn ar profundam ente a
decorosamente a su subsistencia y al vuestra nación.
sostenimiento del culto, no lo hizo a
título gratuito, sino que se obligó a 15. Condenación de la ley. P o r todas
título de indemnización, siquiera p a r estas razones, Nos, teniendo presente
cial, a la Iglesia por los bienes que el Nuestro apostólico oficio, y conocedo
Estado le arrebató durante la prim era res de la im periosa obligación que sobre
revolución. P or otra parte, cuando en Nos pesa de defender contra todo a ta
este mismo Concordato, y por bien de que y conservar en su integridad los
la paz, el Romano Pontífice se com pro inviolables y sagrados derechos de la
metió, en su nom bre y en el de sus Iglesia, en virtud de la suprem a auto
sucesores, a no inquietar a los detento- ridad que Dios nos ha conferido, por
res de los bienes que así fueron arreba los motivos que arriba quedan expues
tados a la Iglesia, cierto es que no lo tos, Nos condenamos y reprobam os la
prometió sino con una condición: la ley votada en Francia acerca de la
de que el Gobierno francés se obligase separación de la Iglesia y el Estado,
a dotar perpetuam ente al clero de modo por altam ente injuriosa para Dios, de
decoroso y proveer a los gastos del cul quien reniega oficialmente sentando el
to divino.14 principio de que la república no reco
noce ningún culto. La reprobam os y
14. F u nestas consecuencias. ¿Y có condenamos como conculcadora del
mo, finalm ente, podríam os Nos callar derecho natural, del derecho de gentes
acerca de este asunto? Aun sin tener en y de la fe debida a los Tratados; como
cuenta los derechos de la Iglesia, a contraria a la constitución divina de la
quien ofende, como queda dicho, la Iglesia, a sus derechos esenciales y a
nueva ley será tam bién de las más fu su libertad; como subversiva de la ju s
nestas p ara vuestra nación, porque no ticia y holladora del derecho de p ro
puede dudarse que ha de destruir la piedad, que la Iglesia ha adquirido por
m entablem ente la unión y concordia m ultitud de títulos y, además, en virtud
758 E n c íc l ic a s d e l P P . P í o X (1906) 98, 16-17
infatigable de vuestro clero; abundante 19. 1er. llam ado a la unión. P rescin
en hom bres de nota por su virtud, cien did, pues, de todos los gérmenes de
cia y adhesión a la Apostólica Sede, del desunión, si es que existen entre vos
cual sabemos que siempre se halla otros, y haced cuanto sea necesario
pronto, bajo N uestra dirección, a sa para que, de pensamiento y acción,
crificarse sin reservas por el triunfo de vuestra unión sea tan firm e como debe
la Iglesia y la salvación de las almas, ser entre hom bres que pelean por la
y no es menos indudable que entende m ism a causa, máxime cuando esta cau
rán bien los m iem bros del mismo clero sa es de aquellas para cuyo triunfo to
que han de abrigar en su corazón los dos están obligados a sacrificar alguna
afectos que en otro tiempo los Apósto cosa de sus opiniones. Si en los límites
les, y sentirse gozosos de haber sido de vuestras fuerzas, y como es vuestro
hallados dignos de padecer ultraje por deber imperioso, queréis preservar a la
el nombre de Jesús: iCGaudentes... quo-
niam digni habiti sunt pro nomine Jesu Religión de vuestros m ayores de los
contumeliam pati”(7\ peligros en que se halla, es necesario
de todo punto que uséis am pliam ente
Así, pues, reivindicarán los derechos de fortaleza y generosidad. Seguros es
y la libertad de la Iglesia valerosam en
tam os de que tendréis esa caridad, y
te, mas sin ofender a nadie; antes bien,
m ostrándoos caritativos con sus m inis
cuidadosos de guardar caridad, como
tros, moveréis al Señor a m ostrarse más
conviene, sobre todo, a m inistros de
Jesucristo, responderán a la iniquidad y más caritativo con vosotros.
con la justicia, a los ultrajes con la
dulzura y al m al trato con beneficios. 20. 29 a la obediencia, a la ley cris
tian a y a los prelados. E n cuanto a la
18. defensa de la Religión, que queréis
E xhortación a los fieles france
ses. A vosotros Nos dirigim os ahora, em prender de modo digno de ella y
15 católicos de Francia. Lleguen a vos proseguir sin interrupciones y con efi
otros Nuestras palabras como señal de cacia, dos cosas im porta, sobre todo,
la tiernísim a benevolencia con que no que tengáis en cuenta: prim ero, que
cesamos de am ar a vuestra p atria y a debéis aju star tan fielmente a los p re
modo de consuelo en las temibles cala ceptos de la ley cristiana vuestra vida y
midades que vais a experim entar. Bien acciones, que honréis la fe de que
conocéis el fin que se h an propuesto las hacéis profesión; segundo, que debéis
sectas im pías que os hacen doblar la perm anecer estrecham ente unidos con
cerviz a su yugo, porque ellas mismas aquellos a quienes pertenece por dere
lo han declarado con cínica audacia, cho propio velar acá, en la tierra, por
diciendo: eí¡Descatolicemos a la nación la Religión; con vuestros sacerdotes,
francesa!” Quieren arran car de vuestros con vuestros Obispos y, principalm ente,
corazones hasta la últim a raíz de la fe con la Santa Sede, que es fundam ento
que colmó de gloria a vuestros padres; de la fe católica y de cuanto puede
de la fe que ha hecho a vuestra patria hacerse en nom bre suyo.
próspera y grande entre las naciones;
de la fe que os sostiene en las pruebas, 21. 3? a la confianza en Dios y la
conserva la tranquilidad y la paz en Santa Sede. Armados de este modo
vuestros hogares y os franquea el ca para la lucha, salid sin miedo a la
m ino p ara la eterna felicidad. Bien se defensa de la Iglesia; mas cuidad bien
os alcanza que habéis de defender vues de que vuestra confianza descanse en- 16
tra fe con toda vuestra alm a, pero no teram ente en Dios, cuya causa soste
os engañéis: todo esfuerzo y trabajo néis, y, para que os socorra, no os
resultarían inútiles si intentarais recha canséis de pedírselo. Y en cuanto a
zar los asaltos del enemigo sin estar Nos, sabed que m ientras dure vuestro
unidos firmemente. combate contra el peligro, en alm a y
(7) Act. 5, 41.
760 E n c íc l ic a s d e l P P . P í o X (1906) 98, 22
PIO PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
L Im portancia de los estudios bíbli cará: prim ero, las nociones más im por
cos. P o r cuanto los estudios bíblicos tantes de la inspiración, el canon de los
tienen hoy tanta im portancia como tal libros sagrados, el texto original y las
vez nunca hasta el presente, es absolu principales versiones, las reglas herm e
tam ente necesario que los jóvenes clé néuticas; después, la historia de uno y
rigos sean diligentemente instruidos en otro Testamento; y, por fin, el análisis
la ciencia de las E scrituras, de tal m a y exégesis de cada uno de los libros
nera que no sólo tengan bien conocida según su im portancia.
la fuerza, la razón y la doctrina de la
Biblia, sino que puedan sabia y digna II. - El curso de enseñanza bíblica
m ente ocuparse en el m inisterio de la debe distribuirse a lo largo de todos los
divina palabra y defender los libros años que los alum nos de la Iglesia han
inspirados por Dios de las im pugnacio de vivir dentro de los m uros del Semi
nes de aquellos que niegan toda divina nario consagrados al estudio de las dis
revelación. P or eso rectam ente dijo ciplinas sagradas, de tal m anera que, al
Nuestro ilustre predecesor en las Letras term inar el tiempo dedicado a estos
Encíclica Providentissimus: t(Sea Nues estudios, todos los alum nos hayan aca
tro primer cuidado que en los semina bado igualm ente el m encionado curso.
rios y universidades se enseñen las Di III. - Las cátedras de Sagrada E scri
vinas Letras punto por vunto, como lo tu ra se establecerán con arreglo a las
piden la misma importancia de esta condiciones y posibilidades de cada se
ciencia y las necesidades de la época minario, pero cuidando en todo caso de
actual” que puedan los alum nos aprender lo
que en esta m ateria ningún sacerdote
2. L as disposiciones. Con la m ism a debe ig n o rar(2)*1.
finalidad, Nos establecemos lo que si IV. - Siendo imposible, por una p a r
gue, por considerarlo de sum a utilidad: te, dar en las clases una explicación
I. - La enseñanza de la S. E scritura m inuciosa de todas las Escrituras, y
que se debe dar en los seminarios, a b ar necesario, por otra, que los sacerdotes
(*) ASS. 39 (1906) 77-80. Estas Letras Apostólicas ordenan en forma detallada los estudios de Sa
grada Escritura en los Seminarios. En sus líneas esenciales vale aun hoy; pues, las posteriores dispo
siciones no añadieron casi nada de nuevo, si es que no repitieron íntegramente lo dispuesto por
Pío X en estas Letras. Estas Letras, que no figuran en la l 9 ed., imponen la obligatoriedad de los
estudios bíblicos en todos los años de Teología. Junto con las materias del AT y NT que deben enseñarse
señala el espíritu con que debe hacer sus clases el profesor; se insinúa la formación de una biblioteca
de los alumnos: se indican las materias para los alumnos más aventajados y para los grados académicos;
se insiste en que los profesores de Sagrada Escritura tengan títulos académicos, lo cual más tarde se
exigiría como norma general. (Motu Proprio, B i b l i o r u m s c i e n t i a m de Pío XT. °7-TV-1924. AAS 16
(1924] 181). — Las notas y lo subrayado en las 18 disposiciones son de responsabilidad de esta edición,
con la única excepción de “ i n t r o d u c c i o n e s ” en el número IV y la cita del n9 X (P. H.)
(1) ASS 26, pág. 269; en esta Colecc. Encícl. grada Escritura eclesiástica, canon 1366, § 3; y
60, 20 pág. 495. el M o t u P r o p r i o , B i b l i o r u m S c i e n t i a m , 27-IV-1924,
(2) El C ó d i g o d e D e r e c h o C a n ó n i c o ordenará exige grado académico para el profesor de Sa-
desde 1918 que haya profesor propio para la Sa- grada Escritura. AAS. 16 (1924) 180-182.
— 761 —
762 E n c íc l ic a s d e l P P . P ío X (1906) 99. 2
conozcan de algún modo todas las Di viene a los teólogos, conocer las lenguas
vinas Letras, vea el Profesor la m anera en que los libros canónicos fueron pri
de dar especiales y propios tratados o meramente escritos por los autores sa
introducciones a cada libro, defender, grados, y sería también excelente que
si fuere necesario, su autoridad histó los seminaristas los cultivasen, sobre
rica, y analizarlos, deteniéndose más en todo los que aspiran a los grados aca
los libros o pasajes de m ayor im por démicos en teología. Y debe también
tancia. procurarse que en todas las Academias
V. - P or lo que hace al Antiguo Testa (Universidades) se establezcan cátedras
mento, aprovechándose de las investi donde se enseñen las demás lenguas
gaciones recientes, explique la sucesión antiguas, sobre todo las semíticas” (3>.
de los hechos y las relaciones que el XI. - En los seminarios que gozan
pueblo hebreo tuvo con los otros pue del derecho de conferir grados acadé
blos orientales, exponga sum ariam ente micos, convendrá aum entar el núm ero
la ley de M o isé s y explane las princi de lecciones de Sagrada Escritura, tra
pales profecías. tar con más profundidad las cuestiones
VI. - Especialm ente procurará exci generales y especiales y dedicar más
ta r en los alum nos la inteligencia y el tiempo y, atención a la arqueología,
am or a los salmos, que han de recitar geografía, cronología y teología bíbli
en el oficio divino diariam ente; e, in ter cas, así como a la historia de la exé-
pretando algunos salmos a m anera de gesis.
ejemplo, les enseñará cómo han de XII. - Se ha de poner singular em pe
interpretar por su cuenta los demás. ño en que alum nos escogidos, según las
VIL - P or lo que afecta al Nuevo norm as establecidas por la Comisión
Testamento, enseñará cuáles son las Bíblica se preparen a los arados acadé
características de cada Evangelio y có micos en Sagrada Escritura; lo cual
mo se dem uestra que son auténticos; servirá ciertam ente para Procurar idó
igualm ente expondrá el conjunto de neos profesores de ciencias bíblicas
toda la historia evangélica y de la doc para los seminarios.
trina com prendida en las Epístolas y XIII. - El Profesor de Sagrada E scri
los otros libros. tu ra tendrá como cosa sagrada no se
VIII. - P ondrá singular cuidado en pararse jam ás en lo más m ínim o de la
ilustrar los pasajes de uno y otro Tes común doctrina y tradición de la Igle
tam ento que se refieren a la fe y a las sia: aprovechará, sí, los verdaderos ade
costum bres cristianas. lantos de esta ciencia que los estudios
IX. - Recuerde siempre, en especial de los m odernos han dado a luz, mas
en la exposición del NT, que está pre dejará de lado los tem erarios inventos
parando con su enseñanza a los que de los innovadores; sólo se ocupará en
han de instruir luego al pueblo para la aouellas cuestiones cuva explicación
salvación eterna con la palabra y con conduzca a una m ejor inteligencia y
el ejemplo de su vida. Y así, entre las defensa de las E scrituras; en una p a
exnlicaciones, p rocurará advertir a los labra, acom odará su enseñanza a las
alum nos cuál es la m ejor m anera de norm as, llenas de prudencia, que están
79 predicar el Evangelio, y, cuando hubie contenidas en las letras Encíclicas “Pro
re ocasión, los anim ará a cum plir dili videntissimus” <4).
gentemente las enseñanzas de Cristo XIV. - Los alum nos habrán de suplir
Nuestro Señor y de los apóstoles. con su esfuerzo privado lo que falte a
X. - A los alum nos que ofrezcan m e las explicaciones de clase para el per
jores garantías, se les instruirá en he fecto dominio de la m ateria. Pues, no
breo, griego bíblico y, si es posible, en pudiendo el profesor por falta de tiem
alguna otra lengua semítica, como el po explicar con detalles toda la E scri
siríaco o el árabe. “Es necesario a los tura, deberán ellos en privado, desti
profesores de Sagrada Escritura, g con- nando para ello algún tiempo cada día,
(3) León XIII, Encíclica P r o v i d e n t i s s i m u s , 18- (4) León XIII, Encíclica P r o v i d e n t i s s i m u s , 18-
XI-1893; en esta Colecc. Encícl. 66, 37 pág. 501. XI-1893; en esta Colecc. Encícl. 66, 27 ss; pág.
497 ss.
99, 3 L e t r a s A p o s t . <;Q u o n i a m in re b í b l i c a ’" 763
continuar la lectura atenta del Antiguo los intérpretes, lean buenos autores que
y del Nuevo Testam ento; lo m ejor será tratan de m aterias relacionadas con esta
que empleen algún breve com entario, disciplina, como de la historia de uno
que oportunam ente ilustre los pasajes y otro Testamento, de la vida de Cristo
oscuros y explique los difíciles. Nuestro Señor y de los apóstoles, de los
viajes y peregrinaciones palestinenses,
XV. - H abrán de exam inarse sobre su de los cuales fácilmente sacarán noti
aprovecham iento en las clases de m a cia de los lugares y costumbres bíblicas.
teria bíblica, como en las demás de teo
logía, antes de pasar de u n curso a XVIII. - P ara ello se procurará, se
otro y de ser iniciados en las órdenes gún los medios que en cada seminario
haya, una pequeña biblioteca donde
sagradas.
los alum nos tengan a m ano esta clase
XVI. - E n cualquier Facultad, todo de libros.
candidato a grados académicos en teo
logía deberá responder a determ inadas 3. El m andato. Esto querem os y
cuestiones de E scritura relativas a in m andamos, sin que obste nada en con
troducción histórica y crítica, y a la trario.
exégesis, y habrá de m ostrarse cono Dado en Roma, junto a San Pedro,
cedor de la herm enéutica y del hebreo bajo el anillo del Pescador, a 27 de
y griego bíblicos. Marzo de 1906, año tercero de Nuestro
XVII. - Se exhorta a los estudiosos Pontificado.
de las Divinas Letras que, además de PIO PAPA X.
iO ©
P I O PP. X
A los Venerables Hermanos, los Arzobispos y Obispos ele Italia:
Salud y bendición apostólica
todos los que corren tras ciertas nove cargando la conciencia de los Obispos,
dades peligrosas, y alejando sin m ira para que no resulten verdaderas en
mientos de la enseñanza a los que no ninguno de ellos las palabras del P ro
se aprovechan de las amonestaciones feta N a h u m : Durmieron sus pastores^.
recibidas. Ninguno puede tener licencia para p re
No se perm ita a los clérigos jóvenes dicar, a no ser que antes hayan sido
frecuentar las universidades públicas, examinadas su vida, ciencia y costum
sino por razones graves y con las m ayo bresH°). Los sacerdotes de otras dióce
res cautelas por parte de los Obispos. sis no deben predicar sin las letras
Im pídase enteram ente que los alum nos testimoniales del propio Obispo. La m a
de los Seminarios tom en parte alguna teria de la predicación sea la indicada
en agitaciones externas; y por lo tanto por el Divino Redentor, cuando dice:
les prohibim os la lectura de diarios y Predicad el Evangelio... Di). Enseñán
periódicos, salvo que considere el Obis doles cuanto os he mandadoD2). O sea
po alguno de éstos oportuno y útil a como comenta el C o n c i l i o d e T r e n t o :
325 les estudios de los alumnos. M antén Señalándoles los vicios que deben huir
gase siempre con m ayor vigor y vigi y las virtudes que deben imitar a fin de
lancia el reglam ento disciplinario. No que logren evitar la pena eterna y con
falte, por último, en cada seminario, quistar la gloria celestial(13>.
el director espiritual, hom bre de no o r Por tanto aléjense del púlpito los
dinaria prudencia y experto en los ca argum entos propios más bien de la p a
minos de la perfección cristiana, quien lestra periodista y de las aulas acadé
con incansables cuidados cultive en los micas que del lugar sagrado; se ante
jóvenes aquella sólida piedad, que es pongan las prédicas m orales a las con
el prim er fundam ento de la vida sacer ferencias, cuando menos que puedan
dotal. decirse infructíferas; hablen no con pa
Estas norm as, Venerables H erm anos, labras persuasivas de humana sabidu
seguidas consciente y constantem ente, ría, sino con demostración del Espíritu
os proporcionarán la segura confianza y de poder(14>. P or tanto la fuente p rin
de ver crecer a vuestro alrededor un cipal de la predicación debe ser la Sa
clero que sea gozo y corona vuestra. 5 grada Escritura, entendida no según
las opiniones privadas de m entes las
5. Abusos en el m inisterio de la pre más de las veces ofuscadas por las p a
dicación. Pero el desorden de la in su siones, sino según la tradición de la
bordinación e independencia, lam enta Iglesia, las interpretaciones de los San
do por Nos hasta ahora, en algunos de tos Padres y los Concilios.
los jóvenes clérigos va m uy lejos y con Conformes con estas norm as han de
daños aun m ayores. Y aun no faltan ser los que, después que los hayáis exa
quienes de tal m anera están imbuidos minado, desempeñen el ministerio de la
de tan reprobable espíritu que abusan Divina predicación que vosotros m is
do del sagrado m inisterio de la predi mos les hayáis encomendado. Y si en
cación se m uestran abiertam ente pro- contráis que alguno de ellos, más de
pugnadores y apóstoles de tales doctri seoso del propio interés que del de
nas, con gran escándalo y ru in a de los Jesucristo, más solícito del aplauso
fieles. m undano que del bien de las almas, se
El 31 de Julio de 189A, Nuestro P re aleje de esas norm as, am onestadlo y
decesor, por medio de la Sagrada Con corregidlo y si eso no basta apartadlo
gregación de Obispos y Regulares, lla de un oficio para el cual se m uestra
mó la atención de los Ordinarios sobre indigno.
esta grave m a t e r i a N o s m antenem os Y tanto más debéis obrar con tal vi
y renovam os las disposiciones y norm as gilancia y severidad, cuanto el m iniste
dadas en aquel docum ento pontificio rio de la predicación es propio vuestro
(8) Cf. Acta S. Sedis, vol. 27, pág. 162-175. (12) Mat. 28, 20.
(9) Nahum 3, 18. (13) Concilio de Trento, ses. 5, c. 5 de Reform.
(10) Conc. Trid., Sess. 5, cap. 2, de Reform. (Mansi 33, col. 31-A).
(Mansi 33, col. 31-E). (14) I Cor. 2, 4.
(11) Marc. 16, 15.
100,6 E n c í c l i c a “ P i e n i l ’a n i m o ” 767
y parte principal de vuestras obligacio men de la acción popular cristiana, y
nes episcopales; y cualquiera fuera de de la carta circular de Nuestro amado
vosotros, que lo ejercite, lo ejercita en hijo el Cardenal Secretario de Estado,
vuestro lugar y en nom bre vuestro; de de fecha 28 de Julio de 190M1G\
donde se sigue que siempre os toca a En orden a la fundación de hojas
vosotros rsponder delante de Dios del o periódicos el clero debe observar
modo con que se dispensa a los fieles fielmente cuanto está prescrito en el
el pan de la divina palabra. artículo 42 de la C o n s t i t u c i ó n A p o s t ó
Nos, p ara declinar de N uestra parte l i c a “Officiorum” (17): Se les prohíbe a
toda responsabilidad, intim am os y orde los clérigos que, sin autorización previa
namos a todos los O rdinarios refutar y del Ordinario, asuman la dirección de
suspender, después de caritativas am o diarios o periódicos. Igualmente, sin el
nestaciones, aun durante la predicación, previo consentim iento del O rdinario
a cualquier predicador, sea del clero ninguno del Clero oodrá publicar escri
secular, o sea del regular, que no cum tos de este estilo, sea de argum ento
pla plenam ente lo dispuesto en la p re religioso o moral, sea de carácter m era
citada Instrucción em anada de la Con mente técnico. En las fundaciones de
gregación de Obispos y Regulares. Es círculos o asociaciones, los estatutos y
m ejor que los fieles se contenten con reglam entos deben ser aprobados p re
la simple hom ilía que sermones que viam ente por el Ordinario. Las confe
producen más m al que bien. rencias sobre la acción popular cristia
na o sobre cualquier otro argum ento
6. La acción p o p u lar cristiana. Otro no podrán proferirse por ningún sa
campo donde el clero joven encuentra cerdote o clérigo que no tenga el per
m uchas ocasiones e incitam ientos p ara miso del O rdinario del lugar. Todo
profesar y defender la liberación de lenguaje que pueda inspirar en el pue
toda legítima autoridad, es aquél de la blo aversión hacia las clases superiores,
así llam ada acción popular cristiana. es y debe ser tenido como contrario al
No porque esta acción, Venerables H er espíritu de cristiana caridad. Es igual
manos, sea en sí reprobable o im porte mente reprobable en las publicaciones
por naturaleza el desprecio de toda católicas todo cuanto, inspirándose en
autoridad; sino porque muchos, malen- m alsanas novedades, ridiculice la pie
tendiendo su naturaleza, se ap artaron dad de los fieles y señále nuevas orien
voluntariam ente de las norm as que p a taciones de la vida cristiana, nuevas
ra su recto acrecentam iento fueron directivas de la Iglesia, nuevas aspira
prescritas por Nuestro Predecesor de ciones del alma moderna, nueva voca
inm ortal memoria. ción social del clero, nueva civilización
Hablamos, entendedlo bien, de la ins cristiana, y otras semejantes. Los sa
trucción que acerca de la acción popu cerdotes, especialmente los jóvenes,
lar cristiana dictó por orden de L e ó n aunque sea laudable que vayan al pue
XIII, la Sagrada Congregación de Asun blo, deben proceder en ello con el de
tos Eclesiásticos E xtraordinarios, el 2 bido acatam iento a la autoridad y a las
de Enero de 1902, y que alguno de ordenaciones de los Superiores Ecle
vosotros pasó por alto, porque en su siásticos.
respectiva diócesis no cuidó su ejecu- Y aun ocupándose, con la dicha ub~
ción(15\ Nos, m antenem os esta Instruc ordinación, de la acción popular cris
ción y con la plenitud de N uestra po tiana, su noble fin ha de ser “arrancar
testad renovam os todas y cada una de a los hijos del pueblo de la ignorancia
sus prescripciones, así como tam bién de las cosas espirituales y eternas y con
renovam os y confirm am os todas las industrioso amor conducirlos a un vivir
Nuestras em anadas del Motu proprio. honesto y virtuoso; confirmar a los
del 18 de Diciembre de 1903. Del réai-1 56 adultos en la fe , disipando los preini-
(15) S. Congreg. de IInstrucc. de Affari Eccle- dcnal Secr. de Estad. Merry del Val a los Obis
siastici Straordinari, 27-1-1902: “ N essuno ignora” . pos de U tlalia sobre la Acción popular cristiaua.
(17) 25 de Enero de 1897. L e ó n X U I , Const.
(16) Ver P í o X, E ncíclica Fi n d a ll a p r i m a , ASS Apost. O f f i c i o r u m a c M u n e r u m . Cf. Acta S. Sedis,
36, pág. 339; en esta Colecc. E ncícl. 92, pág. vol. 30, pág. 39-43: Decretos generales de la pro
703 ss, vol. 37, pág. 19, Carta Circular, del Car hibición.
768 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1906) 100, 7
cios contrarios a ella, y confortarlos lidad para las Sagradas Ordenes y para
en la práctica de la vida cristiana; pro los sacerdotes de suspensión en el acto
mover entre el laicado católico aque de las cosas divinas, incribirse en la
llas instituciones que se conozcan como Liga Democrática Nacional, cuyo p ro
verdaderamente eficaces para el mejo gram a es el de Roma-Torrette del 20
ramiento moral y material de la multi de Octubre de 1905, y el Estatuto, sin
tud; defender sobre todo el principio nom bre de autor, fue impreso en Bolo
de justicia y caridad evangélica, en los nia a la vera de la Comisión Provisoria.
cuales encuentran justa moderación to Estas son las prescripciones que, m i
dos los derechos y deberes de conviven radas las presentes condiciones del cle
cia social... Pero debemos tener siem ro en Italia y en m ateria de tanta
pre presente que aun en medio del pue im portancia, exigía de Nosotros la soli
blo el sacerdote debe conservar incólu citud del cargo Apostólico.
me su carácter de ministro de Dios, pues No resta más que añadir nuevos es
fue colocado a la cabeza de sus herma tím ulos a vuestro celo, Venerables H er
nos por la salud de las almas^18K Cua manos, a fin de que estas Nuestras
lesquiera otra manera de ocuparse del disposiciones y prescripciones tengan
pueblo, con detrimento de la dignidad pronta y plena ejecución en vuestras
sacerdotal y daño de los deberes y dis diócesis. Prevenid el mal, en donde
ciplina eclesiástica, es reprobable en afortunadam ente aún no se m uestra;
sumo grado” . extinguidlo con rapidez allí donde re
cién ha nacido; y donde por desven
7. Prescripción y exhortación final. tu ra es ya adulto, extirpadlo con m ano
Por lo demás, Venerables H erm anos, enérgica y resuelta. P or fin gravando
a fin de poner un dique eficaz a esta vuestras conciencias im ploram os de
desviación de las ideas, y a esta p ro Dios el necesario espíritu de prudencia
pagación del espíritu de independen y fortaleza. Y con tal fin os im partim os
cia, con N uestra autoridad prohibi del fondo de Nuestro corazón la Ben
mos de hoy en adelante a todos los dición Apostólica.
clérigos y sacerdotes dar su nom bre a Dada en Roma junto a San Pedro,
cualquier asociación que no dependa el 28 de Julio de 1906, de Nuestro P on
de los Obispos. De modo especial y n o tificado el año tercero.
m inalm ente prohibim os a los mismos,
bajo pena p ara los clérigos de inhabi PIO PAPA X.
(18) S. Greg. M., Regul. Past., pars II, c. 7 (19) Le ón XIII, E ncíclica Fin d a l p r i n c i p i o , 8-
(Migne PL. 77, col. 38-D). XII-1902; ASS 35, pág. 257; en esta Colecc. Encícl.
89, 15, 16 pág. 681-682.
'JLOJL
ENCICLICA
“GRAVISSIMO OFFICII MUÑERE DEFUNGIMUR”^
(10-VIII-1906)
— 769 —
Encíclicas Pontificias 25
770 E n c íc l ic a s d el P P . P ío X (1906) 101, 4-7
ción de la Iglesia, los derechos inm u nunciam os ya, y con toda Nuestra in
tables del Pontífice Romano y de los dignación, como falsedades; y a vos
Obispos, como su autoridad sobre los otros os incumbe, Venerables H erm a
bienes necesarios a la Iglesia, especial nos, así como a todos los hom bres de
m ente sobre los edificios sagrados, es bien, el refutarlas para que no engañen
tarán irrevocablem ente asegurados en a las gentes sencillas e ignorantes.
dichas asociaciones, y Nos no podemos 6. Cómo refutarlas. E n lo que se re
querer lo contrario sin hacer traición a fiere a la acusación especial contra la
la santidad de Nuestro cargo, sin pro Iglesia por haber sido en otras partes
ducir la pérdida de la Iglesia de F ra n fuera de Francia más acomodaticia en
cia. un caso semejante, debéis explicar que
4. U sar de los m edios que el derecho la Iglesia ha procedido de esa m anera
reconoce a todos ios ciudadanos p ara porque las situaciones eran com pleta
organizar el culto religioso. Os corres mente diferentes, y porque, sobre todo,
ponde, por lo tanto, a vosotros, Vene las divinas atribuciones de la jerarquía
rables H erm anos, poner m anos a la estaban en cierta m anera garantizadas.
obra y tom ar todas las medidas que el Si un Estado cualquiera se ha separado
derecho reconoce a todos los ciudada de la Iglesia dejando a ésta el recurso
nos p ara disponer y organizar el culto de la libertad com ún a todos y la libre
religioso. Ni sufrirem os que en cosa tan disposición de sus bienes, ha obrado,
im portante y tan ardua, echéis de m e sin duda, y por más de un concepto,
nos Nuestro concurso. injustam ente; pero no podría sin em
Ausentes de cuerpo, estaremos con bargo decirse que hubiese creado a la
vosotros con el pensam iento y con el Iglesia una situación com pletam ente
corazón, y os ayudarem os en toda oca intolerable.
sión con Nuestros consejos y Nuestra 7. Situación intolerable. Pero ocurre
autoridad. Tomad, pues, valerosamente todo lo contrario hoy en Francia; allí
esta carga que por am or a la Iglesia y los forjadores de esa ley injusta han
a vuestra patria os imponemos, y con querido hacer, no una ley de separa
fiad en la bondad previsora de Dios, ción, sino de opresión. Esta es la paz
cuyo auxilio, en el m om ento deseado, y la inteligencia que prom etían; hacer
tenemos la firm e confianza de que no a la religión de la patria una guerra
ha de faltar a Francia. atroz, arro ja r la tea de las discordias
más violentas e im pulsar así a los ciu
5. E sta Encíclica d ará lug ar a ca dadanos unos contra otros, con gran
lum nias. No es difícil prever cómo detrim ento, como todos lo ven, de la
Nuestro presente decreto y Nuestras m ism a cosa pública.
órdenes darán pie a las recrim inaciones Seguramente se ingeniarán para echar
de los enemigos de la Iglesia. Se esfor sobre Nos la culpa de este conflicto y
zarán en convencer al pueblo de que de los males que serán su consecuencia.
Nos no hemos puesto la m ira solam en Pero cualquiera que examine lealmente
te en la salvación de la Iglesia de F ra n los hechos de crue hemos hablado en
cia, sino que hemos tenido otra inten la Encíclica “Vehementer Nos”(5 2\ sabrá
ción extraña a la Religión; que la fo r reconocer si merecemos el m enor repro
m a de República en F rancia Nos es che Nos, que después de haber sopor
odiosa y que secundamos p ara d erri tado pacientemente, por am or a la que
barla los esfuerzos de los partidos con rida Nación francesa, injusticias sobre
trarios; que Nos negamos a los france injusticias, puestos en el trance de fra n
ses lo que la Santa Sede ha concedido quear los santos y últimos límites de
a otros. Nuestro deber apostólico, declaramos
Estas recrim inaciones y otras seme no poderlos franquear, o si más bien
jantes, que serán, como lo hacen prever pertenece a la culpa toda entera a aque
ciertos indicios, propaladas en el públi llos que por odio al nom bre católico
co p ara irrita r los ánimos. Nos las de han llegado a tales extremos
(2) S. P ío X, Encíclica V eh em en ter N o s , 11-11-1906; en esta Colecc. Encícl. 98, pág. 752-760.
101, 8 E n c íc l ic a “G r a v is s im o O f f ic i M u ñ e r e ” 771
8. Exhortación final: Luchar por la criminal, así los nuestros con su arm o
Iglesia. P o r lo tanto, que los hom bres nía podrán borrarlo y hacerlo desapa
católicos de F rancia, si quieren verda recer.
deram ente dem ostrarnos su sumisión y En la dura prueba de Francia, si
su adhesión, luchen por la Iglesia, se todos aquellos que quieren defender
gún las advertencias que les hemos ya con todas sus fuerzas los intereses su
dado; es decir, con perseverancia y premos de la patria, trab ajan como
energía; sin apelar, sin embargo, a la deben, unidos entre sí con sus Obispos
sedición y a la violencia. No por la y Nos mismo por la causa de la Reli
violencia, sino por la firmeza, ence gión, lejos de desesperar de la salvación
rrándose en su buen derecho como en de la Iglesia de Francia, es de esperar,
una ciudadela, llegarán a rom per la por el contrario, que bien pronto será
obstinación de sus enemigos; pero en realzada en su dignidad y en su pros
tiendan bien, según ya dijimos y repe peridad prim era.
timos todavía, que sus esfuerzos serán No dudamos de ninguna m anera que
inútiles si no se unen en u na perfecta los católicos cum plirán enteram ente
inteligencia p ara la defensa de la Reli- Nuestras prescripciones y Nuestros de
bión. seos: entretanto procurarem os ardiente
Ahora ya tienen Nuestro veredicto m ente obtener para vosotros, por la
sobre esta ley nefasta; a él deben con intercesión de María , la Virgen In m a
form arse de todo corazón; y cuales culada, el auxilio de la Divina Bondad.
quiera aue hayan sido hasta el presen Como prenda de los dones celestiales,
te, durante la discusión, los pareceres y en patrim onio de N uestra paternal
de unos o de otros, guárdense todos, benevolencia, concedemos de todo co
se lo rogamos encarecidam ente, de h e razón a vosotros, Venerables Hermanos,
rir a quienquiera sea, so pretexto de y a toda la Nación francesa, la Bendi
que su m anera de ver era la mejor. ción Papal.
Que aprendan de sus adversarios lo Dada en Roma, junto a San Pedro,
que pueden la arm onía de las volunta el 10 de Agosto, fiesta de San Lorenzo,
des y la unión de las fuerzas; y lo m ártir, del año 1906, cuarto de Nuestro
Pontificado.
mismo que aquéllos han podido im po
ner a la nación el estigma de esta ley PIO PAPA X.
ENCICLICA “UNE FOIS ENCORE” (*>
(6-1-1907)
P I O PP. X
Venerables Hermanos, muy amados Hijos, salud y bendición apostólica
— 772 —
102, 4-6 E n c íc l ic a “U n e f o is e n c o r e ” 773
7. Clero expulsado y bienes a rre b a vano se buscaría paliar, afirm ando que
tados, ¿No h an expulsado de sus sedes no hay persona alguna m oral a quien
últim am ente a los obispos, aun a los estos bienes pudiesen ser asignados,
más venerables por su edad y por sus pues el estado es dueño de conferir la
virtudes? ¿No han arrojado a los semi personería civil a quien el bien público
naristas de los seminarios mayores y exige que sea conferido, a los estable
menores? Todo el Universo católico ha cimientos católicos como a los otros y
contem plado con tristeza estos aconte en todos los casos le hubiera sido fácil
cimientos y no ha dudado acerca del no someter la form ación de asociacio
calificativo que m erecen tales atrope nes de culto a condiciones en directa
llos. oposición con la constitución divina de
En lo que se refiere a los bienes ecle la Iglesia, que se suponía debían servir.
siásticos que se Nos acusa haber aban
donado, se debe advertir que estos bie 9. Las asociaciones de culto que
nes en parte eran patrim onio de los violan los derechos de la Iglesia. Ahora
pobres y el patrim onio m ás sagrado bien, es esto precisam ente lo que ha
aún de los difuntos. sido hecho en lo que se refiere a las
No le era, pues, más perm itido a la asociaciones de culto. H an sido de tal
iglesia abandonarlos que entregarlos; modo organizadas por la ley, que sus
no podría sino dejárselos arrebatar por disposiciones a este respecto van di
la violencia. Nadie por otra parte creerá rectam ente contra los derechos, que
que haya deliberadam ente abandonado, siguiéndose de la constitución, son esen
sino es bajo la presión de las razones ciales a la Iglesia, principalm ente en
7 más imperiosas, lo que se le había así lo que se refiere a la jerarquía eclesiás
confiado y aquello que le era tan ne tica, base inviolable que el mismo Di
cesario para el ejercicio del cuito, para vino Maestro donó a su obra.
el m antenim iento de los lugares sagra Además la ley confiere a estas aso
dos, para la form ación de sus clérigos ciaciones atribuciones que pertenecen
y para la subsistencia de sus ministros. exclusivamente a la autoridad eclesiás
Es una pérfida obligación escoger entre tica, sea en lo que se refiere al ejercicio
la ruina m aterial y un atentado consen del culto, sea en lo que se refiere a la
tido contra su constitución que es de posesión y adm inistración de bienes.
origen divino que rehusó aún a precio En fin estas asociaciones de culto no
de su pobreza dejar tocar en ella la sólo se sustraen a la jurisdicción ecle
obra de Dios. siástica sino que caen bajo el poder de
Sus bienes h an sido pues arrebatados, la autoridad civil. He aquí la razón p o r
no los ha abandonado. 8 que Nos hemos visto obligados en Nues
tras precedentes Encíclicas a condenar
8. D espojo con engaño. P or consi estas asociaciones de culto a pesar de
guiente, declarar vacante los bienes los sacrificios m ateriales que esta con
eclesiásticos, si en ese plazo la Iglesia denación significa.
no ha creado en su seno un organismo
nuevo; someter esta creación a condi 10. Las leyes alem anas m ás acepta
ciones en cierta oposición con la consti bles que las francesas. Se Nos ha acu
tución divina de esta Iglesia, obligada sado además de parcialidad y de in
por esto a rechazarlos; asignar de inm e consecuencia. Se ha dicho que Nos
diato estos bienes a terceros, como si habíam os rehusado aprobar en Francia
se hubiesen transform ado en bienes sin lo que había sido aprobado en Ale
dueños; y por últim o afirm ar que mania.
obrando de esta m anera no se despoja Mas este reproche carece tanto de
a la Iglesia, sino que se dispone de los fundam ento como de justicia. Pues
bienes aue ha abandonado no es sólo aunque la ley alem ana fuese condena
discurrir como sofista, sino que es añ a ble en cuanto a varios puntos y no
dir la b urla al más cruel despojo. Des haya sido sino tolerada en razón de
pojo por o tra parte innegable y que en evitar males mayores, sin embargo las
102, 11-13 E n c íc l ic a “U n e f o is e n c o r e ”
situaciones son com pletam ente distin conservarán o no, y por qué lapso de
tas y esta ley reconoce explícitam ente tiempo; una arbitraria reglam entación
la jerarq u ía católica, lo que la ley fra n acerca de su uso, inm inentem ente pre
cesa de ningún modo ha hecho. cario, con situaciones para el culto tan
variadas como es el núm ero de Comu
11. L a declaración an u al exigida al nas que hay en Francia; en cada p a
clero. E n cuanto a la declaración rroquia el cura, puesto bajo autoridad
anual, exigida para el ejercicio del cul m unicipal, y, por consiguiente la posi
to, no ofrecía toda seguridad legal que bilidad de organizar un conflicto de
legítimamente podía desearse no tengan una parte a otra del país.
ninguno de los elementos constitutivos Con la obligación en cambio de en
propios de las reuniones públicas y que carar todas las cargas, aun las más
de hecho sea odioso quererlas asim ilar pesadas y al mismo tiempo limitación
a ellas— p ara evitar m ayores males, la draconiana en lo que conviene a los
Iglesia podría haber consentido en tole recursos destinados a satisfacerlas.
rar esta declaración— . Pero estatuyen Mas también, esta ley nacida ayer,
do que “el cura o el ayudante no sería ha provocado innum erables y duras
más en su iglesia” que un ocupante sin críticas entre hom bres pertenecientes
título jurídico, que carecería de derecho indistintam ente a todos los partidos
para hacer cualquier acto de adm inis políticos y a todas las opiniones reli
tración, se ha im puesto a los m inistros giosas, y estas críticas por sí solas bas
del culto, en el ejercicio inismo de su tarían a juzgarla.
m inisterio, una situación en tal m anera Fácil es com probar, Venerables H er
hum illante y vaga, que en semejantes manos, por lo que Nos acabam os de
condiciones, la declaración no podía ser recordaros, que esta ley ignora la ley
aceptada.12 de separación y Nos no podemos por
esto sino reprobarla.
12. Juicio sobre la ley de despojo y
9 del ejercicio del culto. Queda la ley 13. F in de la ley: descristianizar a
votada recientem ente por las dos Cá F ran cia y echar la culpa de la lucha
m aras. a ¡a Iglesia. El texto im preciso y am bi
Desde el punto de vista de los bienes guo de algunos artículos de esta ley,
eclesiásticos, esta ley es una ley de des aclara bajo nueva luz el fin perseguido
pojo, una ley de confiscación, y ha por Nuestros enemigos. Quieren des
consum ado el despojo de la Iglesia. tru ir la Iglesia y descristianizar la
Aunque su divino fundador haya n a Francia, como Nos os lo hemos ya di
cido pobre en un pesebre, y haya m uer cho, mas sin que el pueblo se alarm e y
to pobre sobre u na cruz, aunque ella sin que pueda advertirlo. Si su empresa
misma ha}ra conocido la pobreza desde fuese realm ente popular, como lo pre
su cuna; los bienes que entre manos tenden no vacilarían en proseguirla
tenía, no dejaban de pertenecerle y n a abiertam ente.
die tenía el derecho de despojárselos. Em pero lejos de asum ir esta respon
E sta propiedad, bajo cualquier as sabilidad, se defienden, la rechazan, y
pecto indiscutible, había sido por lo para m ejor obtener lo que pretenden,
demás sancionada por el Estado, no la arro jan sobre la Iglesia, su víctima.
podía por consiguiente violarla. De entre todas las pruebas, la más
Desde el punto de vista del ejercicio estruendosa es que no responde a los
del culto, esta ley ha organizado la deseos del país.
anarquía; lo que instaura en efecto la Es en vano por otra parte que luego
incertidum bre y el libre arbitrio. de habernos colocado en la cruel nece
Incertidum bre sobre si los edificios sidad de rechazar las leyes que han
del culto siempre susceptibles de desa dado — viendo los males que han a tra í
fectación, serían m ientras tanto, pues do sobre la patria y sintiendo subir
tos a la disposición de los sacerdotes y hacia ellos el universal reproche como
de los fieles; incertidum bre sobre si se una lenta m area— procuren desviai la
776 E n c íc l ic a s del PP. P ío X (1907) 302, 14-17
— 777 —
778 E n c íc l ic a s del PP. P ío X (1907) 103, 3
9. Los que creen que Dios es verda es en realidad sino un testigo eximio
deram ente el autor de la Sagrada Es de la vida cristiana, o de la vida de
critura m anifiestan simplicidad excesiva Cristo en la Iglesia, al finalizar el p ri
o ignorancia. mer siglo.
10. La inspiración divina no se ex- 19. Los exétas heteredoxos han
472 tiende a toda la Sagrada E scritura de expresado el verdadero sentido de la
tal modo que preserve de todo error a Escritura m ás fielmente que los exége-
todas y cada u na de sus partes. tas católicos.
11. La inspiración de los libros del 20. La Revelación no pudo ser otra
Antiguo Testamento consistió en que cosa que la conciencia adquirida por
los escritores israelitas transm itieron el hom bre de su relación con Dios.
doctrinas religiosas bajo un aspecto 21. La Revelaciónf que constituye el
poco o nada conocido de los paganos. objeto de la fe católica, no term inó con
12. El exégeta, si quiere dedicarse los apóstoles.
útilm ente a los estudios bíblicos, debe 22. Los dogmas que la Iglesia p re
apartar, ante todo, cualquiera precon senta como revelados no son verdades
cebida opinión sobre el origen sobrena descendidas del Cielo, sino una inter
tural de las Sagradas Escrituras, e in pretación de hechos religiosos que la
terpretarlas no de otro modo que los inteligencia hum ana se ha elaborado
demás docum entos m eram ente hum a con trabajoso esfuerzo.
nos. 23. Puede existir, y en realidad exis
13. Las parábolas del Evangelio fue te, oposición entre los hechos que se
ron forjadas con arte por los Evange n arran en las Sagradas E scritura y
listas mismos y por los Cristianos de la los dogmas que sobre los mismos pre
segunda y tercera generación, con el tende fundar la Iglesia, y así el crítico
fin de explicar los exiguos frutos de la puede rechazar como falsos hechos que
predicación de Cristo entre los judíos. la Iglesia cree ciertísimos.
74. En m uchas narraciones los Evan 24. No es censurable el exégeta que
gelistas no atendieron tanto a la verdad se apoya en prem isas de las cuales se
de las cosas como a consignar aquello sigue que los dogmas son históricam en
que juzgaron m ás provechoso a sus te falsos o dudosos, con tal que no
lectores, aunque contrario a la realidad. niegue de un modo directo los mismos
15. Los Evangelios fueron aum enta dogmas.
dos con adiciones y correcciones hasta 25. El asenso de la fe se apoya en
llegar a un canon fijo y definitivamente último térm ino en una acum ulación de
constituido, y en ellos por tanto, no probabilidades.
queda en pie sino un vestigio tenue e 26. Los dogmas de la fe se han de
incierto de la doctrina de Cristo. retener solamente según el sentido
16. Las narraciones de San Juan no práctico, esto es, como norma precep
son propiam ente historia, sino una con tiva de obrar, no como norm a de creer.
templación m ística del Evangelio, y los 27. La divinidad de Jesucristo no se
discursos contenidos en su Evangelio prueba con los Evangelios, sino que es
son m editaciones teológicas acerca del un dogma deducido de la noción del
misterio de la salvación, destituidas de Mesías por la conciencia cristiana.
verdad histórica. 28. Guando ejercía su m inisterio, Je
17. El cuarto Evangelio exageró los sús no hablaba con el fin de enseñar
milagros, no tan sólo con el fin de que que El era el Mesías, ni sus milagros
apareciesen m ás extraordinarios, sino tendían a dem ostrar que lo fuese.
tam bién con el de que resultasen más a 29. Puede concederse que el Cristo
propósito p ara declarar la obra y la presentado por la Historia es m uy in
gloria del Verbo Encarnado. ferior al Cristo que es objeto de la fe.
18. Juan se apropia, es verdad, la 30. En todos los testimonios evangé-
cualidad de testigo de Cristo, pero no gélicos el nom bre de Hijo de Dios equi-
103, 3 D e c r eto “L a m e n t a b il i sa n e e x it u ” 779
vale solamente al nom bre de Mesías, y A0. Los sacramentos tuvieron su prin
de ningún modo significa que Cristo es cipio en la interpretación que los após
el verdadero y natu ral Hijo de Dios. toles y sus sucesores, aleccionados y
31. La doctrina sobre Cristo que nos movidos por circunstancias y aconte
enseña Pablo, Juan y los Concilios Ni- cimientos, dieron a cierto bosquejo e
ceno, Efesino y Calcedonense, no es la intención vaga de Cristo.
que Jesús enseñó, sino la que de Jesús Al. Los sacram entos no tienen otro
concibió la conciencia cristiana. objeto que evocar en el espíritu del
32. El sentido natural de los textos hom bre la presencia siempre benéfica
evangélicos es inconciliable con la ense del Creador.
ñanza de nuestros teólogos, en lo que A2. La com unidad cristiana introdujo
se refiere a la conciencia de Jesús y a la necesidad del bautismo, adoptándolo
su ciencia infalible. como un rito necesario, y vinculado a
33. Es evidente a todo el que no se él las obligaciones de la profesión cris
guíe por opiniones preconcebidas, o tiana.
bien que Jesús profesó el erro r del p ró A3. E l uso de adm inistrar el bautis
ximo advenim iento del Mesías, o que la mo a los niños fue una evolución disci
m ayor parte de su doctrina contenida plinar; y esta fue una de las causas de
en los Evangelios sinópticos carece de que este sacram ento se dividiera en dos,
autenticidad. a saber: en el Bautismo y la Penitencia.
3A. El crítico no puede conceder a AA. Nada prueba que el rito del sa
Cristo ciencia ilimitada, sino u na hipó cram ento de la Confirmación haya sido
tesis que históricam ente no puede con empleado por los Apóstoles, y la dis
cebirse y que repugna al sentido m oral, tinción form al de los dos sacramentos.
es a saber: que Cristo, como hom bre, A5. No todas las cosas que n arra San
tuvo ciencia divina, y con todo eso no Pablo acerca de la Institución de la
quiso com unicar a sus discípulos y a Eucaristía (Carta 1* a los Corintios, XI,
la posteridad el conocimiento que po 23, 25) se han de tom ar históricamente.
seía de tantas cosas. A6. En la Iglesia prim itiva no existió
35. Cristo no siempre tuvo conciencia la idea del pecador cristiano reconcilia
de su dignidad mesiánica. do en virtud de la autoridad de la Igle
36. La Resurrección del Salvador no sia, sino que ésta fue habituándose con
es propiam ente un hecho de orden his sum a lentitud a esta concepción. Antes
tórico, sino un hecho de orden m era bien: aun después que la penitencia
mente sobrenatural, ni dem ostrado ni fue conocida como institución de la
demostrable, que la conciencia cristiana Iglesia no era llam ada con el nom bre 476
derivó poco a poco de otros hechos. de sacram ento infam ante.
31. La fe en la Resurrección de Cris Al. Las palabras del Señor: (iRecibid
to, prim itivam ente, no tanto versó acer el Espíritu Santo; a los que perdonareis
ca del hecho mismo de la resurrección los pecados les son perdonados, y a los
cuanto acerca de la vida inm ortal de que se les retuviereis les son retenidos”
Cristo con Dios. (San Juan, 20, 22 y 23) de ningún m o
477 38. La doctrina de la muerte expia do se refieren al sacram ento de la Pe
toria de Cristo no es evangélica, sino nitencia por más que así plugo afir
que sólo data de San Pablo. m arlo a los Padres Tridentinos.
39. Las opiniones acerca del origen A8. Santiago en su carta — cap. 5, 14 y
de los sacramentos, en las cuales esta 15— no intentó prom ulgar un sacra
ban imbuidos los Padres del Concilio mento de Cristo, sino recom endar algu
Tridentino, y que tuvieron sin duda na piadosa costumbre, y si en esta
influjo en sus cánones dogmáticos, dis práctica ve tal vez algún medio de obte
tan m ucho de las que aho ra reinan ner gracia, no lo entiende con aquel
fundadam ente entre los que se ocupan rigor con que lo entendieron los teólo
en investigaciones históricas sobre el gos que fijaron la teoría y el núm ero
cristianismo. de los sacramentos.
780 E n c íc l ic a s del P P . P ío X (1907) 103. 4
49. Habiendo la Cena cristiana tom a 59. Cristo no enseñó un cuerpo deter
do poco a poco la índole de acción minado de doctrina aplicable a todos
litúrgica, aquellos que acostum braban los tiempos y a todos los hombres, sino
a presidir la cena alcanzaron el carác más bien inició un cierto movimiento
ter sacerdotal. religioso, adaptado y adaptable a diver
50. Los ancianos que en las reunio sos tiempos y lugares.
nes cristianas desem peñaban el oficio 60. La doctrina cristiana, en sus p rin
de vigilantes, fueron instituidos por los cipios, fue judaica; pero por sucesivas
Apóstoles presbíteros u obispos para evoluciones pasó a ser prim ero, pauli
prever al orden que era necesario en na; luego juanista, y finalm ente helé
las crecientes cristiandades, no propia nica y universal.
mente p ara perpetuar la m isión y po 61. Puede decirse sin paradoja que
testad apostólica. ningún capítulo de la Escritura, desde
51. El matrimonio no pudo llegar a el prim ero del Génesis hasta el último
ser sacram ento en la Iglesia sino mucho del Apocalipsis, contiene doctrina com
más tarde, puesto que p ara que el m a pletam ente idéntica a la que la Iglesia
trim onio fuese tenido como sacram ento profesa sobre los mismos puntos, y, por
era necesario que la doctrina sobre la lo tanto, ningún capítulo de la E scri
gracia y los sacram entos alcanzase pre tura tiene para el crítico el mismo sen
viamente su pleno desenvolvimiento tido que para el teólogo.
teológico. 62. Los principales artículos del Sím
52. Fue ajeno a la mente de Cristo bolo Apostólico no tenían la misma
constituir a la Iglesia como una socie significación para los cristianos de los
dad sobre la tierra que había de d u rar prim eros tiempos que tienen para los
una larga serie de siglos; antes bien, en cristianos de nuestros días.
la mente de Cristo el fin del m undo y 63. La Iglesia se m uestra incapaz de
el reino del cielo eran igualmente inm i defender eficazmente la moral evangé
nentes. lica, porque está obstinadam ente adhe
53. La constitución orgánica de la rida a doctrinas inm utables que no
iglesia no es inm utable, sino que la pueden conciliarse con los progresos
sociedad cristiana está sujeta a perpe modernos.
tua evolución, lo mismo que cualquiera 64. El progreso de las ciencias pide
sociedad hum ana. que se reform en los conceptos de la
54. Los dogmas, sacram entos y je doctrina cristiana sobre Dios, sobre la
rarquía, tanto en lo perteneciente a su Creación, sobre la Revelación, la P e r
noción como a la realidad, no son sino sona del Verbo Encarnado y la Reden
interpretaciones de la inteligencia cris ción.
tiana y evoluciones que desarrollaron 65. El catolicismo actual no puede
y perfeccionaron con aum entos exterio conciliarse con la verdadera ciencia, a
res el exiguo germ en oculto en el E van no ser que se transform e en cierto cris
gelio. tianismo no dogmático, esto es, en un
55. Simón Pedro ni sospechó siquiera protestantism o amplio y liberal.
jam ás que el Primado de la Iglesia le
hubiese sido encom endado por Cristo. 4. La aprobación del P apa. El d
56. La Iglesia romana no se hizo siguiente, jueves 4 del mismo mes y
cabeza com ún de las demás iglesias por año, habiéndose hecho a Su Santidad
ordenación de la divina Providencia, el P apa Pío X un inform e fiel de todo
sino por condiciones m eram ente polí esto, su Santidad aprobó y confirm ó el
ticas. decreto de los Emmos. Padres, y orde
57. La Iglesia se m uestra hostil a los nó que todas y cada una de las propo
progresos de las ciencias naturales teo siciones arriba insertas fuesen consi
lógicas. deradas por todos como reprobadas y
58. La verdad no es más inmutable proscriptas.
que el hom bre mismo, puesto que evo P etrus P alambelli
luciona con él, en él y por él. (Notario de la S. R. U. I.)
JC 04I
P I O PP. X
Venerables Hermanos: Salud ¡j bendición apostólica
tiempo; lo que acontece, sobre todo, los incrédulos solos los que tan atrevi
cuando se trata de fenómenos de tiempo damente hablan así, católicos hay, más
pasado y tanto m ás fácilm ente cuanto aún, m uchos entre los sacerdotes, que
más remotos. De am bas cosas sacan los claram ente publican tales cosas y con
(W m odernistas dos leyes, que, juntas con tales delirios presum en restaurar la
la tercera que el agnosticismo pro por Iglesia! No se trata va del antiguo error
ciona, form an las bases de la crítica que ponía en la naturaleza hum ana
histórica. Un ejemplo lo aclarará, y cierto derecho al orden sobrenatural.
éste lo tomamos de la persona de Cris Mucho m ás adelante se ha ido: a saber,
to. En la persona de Cristo, dicen, la hasta afirm ar que Nuestra santísima
ciencia y la historia ven sólo un hom Religión en Cristo, lo mismo que en
bre. P or lo tanto, en virtud de la p ri nosotros, es fruto propio v espontáneo
m era lev, sacada del agnosticismo, es de la naturaleza; nada en verdad más
preciso b o rrar de su historia cuanto propio para destruir todo el orden so-
presente carácter divino. Conforme a la l3renatural. Por lo tanto, el C o n c il io
segunda lev, la persona histórica de V a t i c a n o con perfecto derecho decre
Cristo, fue transfigurada .por la fe: es tó: Si alguno dijere que el hombre no
necesario, pues, quitarle cuanto le le puede ser elevado ñor Dios a un cono
vanta sobre las condiciones históricas. cimiento a perfección que superen a la
Por último, por la tercera, la misma, naturaleza, sino que puede u debe algu
persona de Cristo fue desfigurada por na vez llegar por sí mismo , mediante
pi fe.: luego se ha de prescindir en ella un continuo progreso, a la posesión de
de las palabras, actos, cuanto, en fin, toda verdad n bien, sea anatema(7}.
no corresponde a su carácter, estado,
educación, lugar y tiempo en que vivió. El papel de la inteligencia. No he
E xtraña m anera, sin duda, de racioci mos visto hasta aquí, Venerables H er
nar, pero tal es la crítica de los m oder manos, dar cabida alguna a la inteli
nistas, gencia; cuando, según la doctrina de los
m odernistas, tiene tam bién su parte en
E! sentim iento religioso. El senti el acto de fe, y así conviene notar de
miento religioso, pues, que b rota por qué modo. Dios se presenta al hombre,
vital inmanencia de los senos de la sub- dicen, en aquel sentimiento de que repe
concicncia, es el germen de toda reli tidas veces hemos hablado; pero como
gión y la razón asimismo de todo lo es sentimiento y no conocimiento, se
(¡ue en cada una ha}- y habrá. R udi presenta tan confusa e implícitam ente
m ental y casi inform e en un principio que apenas de ningún modo se distin
tal sentimiento, poco a poco y bajo el gue del sujeto que cree. Es preciso,
influjo, se robusteció al p ar del p ro pues, que el sentimiento se ilumine con
greso de la vida hum ana, de que diji alguna luz para que Dios así resalte y
mos es u na de las form as. Tenemos ya se distinga. Esto pertenece a la inteli
así explicado el origen de le d a religión. gencia. de la cual es propio pensar v
aun sobrenatural, pues es mero, desa analizar, v que sirve al hom bre para
rrollo del sentimiento religioso. Y nadie traducir, prim ero en representaciones v
piense que la católica quedará excep después en palabras, los fenómenos vi
tuada, sino al nivel de las demás en tales que en sí se producen. De aquí la
todo; ya que no de otro modo se fo r expresión ya vulgar entre los m oder
mó por proceso de vital inmanencia en nistas, que el hom bre religioso debe
la conciencia de Cristo, varón de privi pensar su fe. La mente, pues, llegando
legiadísima naturaleza, cual jam ás hubo a aquel sentimiento, hacia él se inclina
ni habrá. ¡Estupor causa oír estas co y elabora en él como un pintor, que
sas, tan gran atrevim iento en hacer ilum ina e? viejo dibujo de un cuadro
afirm aciones, tam año sacrilegio! Y sin para que más vivamente aparezca; p o r
embargo. Venerables H erm anos, no son 7 que casi de este modo lo explica uno
(7) Conc. Vatic. De la r e v c L , can. 3 (Denz.-Umb. n. 1S0S o, Ruiz Bueno n? 1808).
786 E n c íc l ic a s d el P P . P ío X (1907) 1 0 4 ,4
ele los m aestros m odernistas. En este las fórm ulas que llamamos dogma, se
proceso la m ente obra de dos modos: hallarán expuestas a las mismas vicisi
prim ero, con un acto natu ral y espon tudes, y, por lo tanto, sujetas a varia
táneo, traduce las cosas en una aser ción. Así queda expedito el camino para
ción simple y vulgar; después con refle una evolución íntim a del dogma. ¡Cú
xión y ahinco o, como dicen, elaboran mulo, por cierto, infinito de sofismas
do el pensamiento, interpreta lo pen que echa abajo y arrasa toda religión!
602 sado con sentencias secundarias deri
vadas de aquella otra simple, pero más Necesidad de cambio de las fórm ulas
lim itadas y distintas. Estas secundarias dogm áticas. No sólo puede desenvol
sentencias, una vez sancionadas por el verse y cam biar el dogma, sino que
magisterio suprem o de la Iglesia, fo r debe: he aquí lo que porfiadam ente
m arán el dogma. afirm an los m odernistas, y que, por
otra parte, fluye de sus principios; pues
El origen del dogma y su evolución. tienen por una doctrina de las más 603
Ya hemos llegado en la doctrina m o capitales en su sistema, que infieren de)
dernista a uno de los puntos principa principio de inmanencia vital, queJLag
les, al origen y naturaleza del dogma. jórmulas reliaosas, para que sean ver
Este, según ella, tiene su origen en daderam ente religiosas .y no m eras es
aquellas prim itivas fórm ulas simples, peculaciones del entendim iento, han de
necesarias en cierto modo a la fe, p o r ser vitales v participar de la vida m is
que la revelación, p ara existir, supone ma del sentimiento reliaiosq. Lo que
en la conciencia alguna noticia m ani no se ha de entender como si esas
fiesta de Dios; pero del dogma mismo fórmulas, sobre todo siendo puram ente
parecen afirm ar que está contenido im aginativas, reem plazasen al senti
propiam ente en aquellas fórm ulas se miento religioso; pues su origen, n ú
cundarias, P ara entender su naturaleza mero y, hasta cierto punto, su cualidad
es preciso, ante todo, inquirir qué rela misma im portan bien poco; sino que el
ción existe entre las fórmulas religiosas sentimiento religioso, después de h a
y el sentimiento religioso del ánim o; lo berlas convenientemente modificado,
que alcanzará fácilm ente el que atienda caso que lo necesiten, las asimile vital
a que el fin de tales fórmulas no es mente. Lo que equivale a decir que es
otro que proporcionar al creyente el preciso que el corazón acepte y san
modo de darse cuenta de su fe, y por cione la fórmula primitiva y que bajo
esto son interm edios entre el creyente y la dirección de aquél se ha de hacer
su fe; con relación a la fe, son signos el trabajo que engendra las fórmulas
inadecuados del objeto, vulgarm ente secundarias. De donde proviene que di-
llam ados símbolos; con relación al c re chas fórenulas. p ara que sean vitales.
yente, son m eros instrumentos. P or esto deben ser v quedar asimiladas al cre
de ningún modo puede deducirse en yente v a su fe. Y cesando por cual
cierren una verdad en absoluto; pues, quier motivo esta adaptación, pierden
como símbolos, son imágenes de la su noción prim ordial, y no habrá otro
verdad, y, por lo tanto, han de ser remedio que cam biarlas. Entrañandq
acomodados al sentim iento religioso en una fuerza y carácter tan precarios e
cuanto éste al hom bre se refiere; como inestables las fórm ulas dogmáticas, no
instrumentos, son vehículos de la ver hay que sorprenderse que los m oder
dad, y por esto tendrán que acom odar nistas las menosprecien y tengan por
se recíprocam ente al hom bre en cuanto cosa de risa, m ientras que no se les cae
se relaciona con el sentimiento religio- de los labios y dejan un mom ento de
s°. Mas el objeto del sentimiento reli ensalzar el sentimiento religioso, la vida
gioso. por contenerse en lo absoluto. religiosa. Por eso censuran audazm ente
atiene infinitos aspectos, de los que, va a la Iglesia como si equivocara el ca
uno, ya otro, presentar puede. A su vez mino, ya que no distingue el sentido
el hom bre, al creer, puede estar en m oral v religioso de la significación
condiciones m uy diversas. P or lo tanto, m aterial de las fórm ulas, y que adhi-
1 0 4 ,5 E n c íc l ic a “P a s c e n d i” 787
riéndose estérilm ente a fórm ulas h ue el hom bre la realidad de Dios, y tal
ras, perm ite que la m ism a religión se persuación de su existencia y de su
arruine. Ciegos u conductores de ciegos. acción, dentro y fuera de ser humano,
que, inflados con el soberbio nom bre de que traspasa con mucho toda persua
ciencia, han venido a d ar en la locura sión científica. Lo cual es una verda
de pervertir el eterno concepto de la dera experiencia, y superior a cualquie
verdad, a la p ar que la genuina n a tu rara otra racional; y si alguno, como
leza del sentimiento religioso. F abrica acaece con los racionalistas, la niega,
dores de un sistema en el cual, haio el es simplemente, dicen, porque rehúsa
impulso de un amor ciego n desenfre colocarse en las condiciones morales
nado de novedades, no buscan apoyo requeridas para que aquélla se produz
ca. Y tal experiencia hace al que la ha
santas u apostólicas tradiciones. abra conseguido verdadera y propiam ente
zan otras doctrinas vanas, fútiles, in creyente. ¡Cuánto dista todo esto de los
ciertas u no aprobadas por la Iglesia, principios católicos! Semejantes quim e
.wbze^Jjis cuales hombres vanísimos ras las vimos ya. reprobadas por el
C o n c i l i o V a t i c a n o . Cómo franquean
la puerta al ateísmo, una vez admitidas
juntam ente con los otros errores m en
5. El creyente m odernista. Y esto cionados, lo diremos más adelante. Des
baste, Venerables H erm anos, acerca del de luego es bueno advertir que de esta
m odernista como filósofo. Si, pasando doctrina de la experiencia. unida a la
ahora al creyente, se desea saber en otra del simbolismo. se infiere la . ver
que se distingue, en el mismo m oder dad de toda religión, sin exceptuar el
nista, el creyente del filósofo, es nece paganismo. Pues qué, ¿no se encuen
sario advertir u na cosa, y es que el tran en todas las religiones experiencias
filósofo admite, sí, ,1a realidad de lo de este género? Más ele uno lo atesti
divino como objeto de la fe: pero esta gua. Luego, ¿con qué derecho los m o
realidad no la encuentra sino en el dernistas negarán la verdad a las expe
alm a m ism a del creyente, en cuanto es riencias que afirm a el turco, y atribui
objeto de su sentimiento y de su a fir rán a solos los católicos las experien
mación. y que, por lo tanto, no sale del cias verdaderas? Aunque, cierto, no las
mundo de los fenómenos. Si aquella niegan; y los unos veladam ente y los
realidad existe en sí fuera del senti otros sin rebozo, tienen por verdaderas,
miento y de la afirm ación dichos, es todas las religiones. Y es m anifiesto que
cosa de que el filósofo no se cuida, lo no pueden opinar de otra suerte, pues
omite. P ara el m odernista creyente, por establecidos sus principios, ¿por qué
el contrario, es firm e y cierto que la causas argüirían de falsedad a una reli
realidad de lo divino existe en sí misma gión cualquiera? No por otras, cierta
con entera independencia del c a re n te . mente, que por la falsedad del senti
Y si se pregunta en qué ,se apoya, final miento religioso o de la fórm ula brota
mente. dicha certidum bre, responden da del entendimiento.¿Mas el sentimien
los m odernistas: en la experiencia indi to religioso es siempre y en todas partes
vidual. Con cuya afirm ación, m ientras el mismo, aunque en ocasiones tal vez
se separan de los racionalistas, caen en menos perfecto; cuanto a la fórm ula
Ja opinión de los protestantes v senda- del entendimiento, lo único que se exige
místicos. para su verdad, es que responda al
sentimiento religioso y al creyente,
L a experiencia religiosa. Véase, cualquiera que sea la capacidad de su
pues, su explicación. E n el sentimiento mgenio.^Todo lo más que en esta con
religioso se descubre una cierta intui tienda de religiones podrían acaso de
ción del corazón, merced a la cual, y fender los modernistas es que la cató
sin necesidad de medio alguno, alcanza 8 lica por tener más vida posee más
(8) G regor. XY1, Ep. Encícl. S in g u la ri N os, 25 de junio de 1834; en esta Colecc. Encíc!. 5, 5 pág. 53-
788 E n c íc l ic a s d el P P . P ío X (1907) 104. 5
verdad, y que es más digna del nom bre lo cual colegiremos de nuevo: todas las
cristiano porque responde con m ayor religiones existentes son verdaderas: de
plenitud a los orígenes del cristianismo. otro modo no vivirán.
Nadie, puestas las precedentes premisas,
considerará absurda ninguna de estas La ciencia y la fe. Con lo expuesto
conclusiones. Lo que produce profundo hasta aquí Venerables Hermanos, tene
estupor es que católicos, que sacerdotes mos bastante y sobrado para form arnos
a quienes horrorizan, como m ás quere cabal idea de las relaciones que estable
mos pensar, tales m onstruosidades, se cen los m odernistas entre la fe y la
conduzcan, sin embargo, como si de lle ciencia, bajo la cual com prenden tam
no las aprobasen; pues tales son las bién la historia. Ante todo, se ha de
alabanzas que prodigan a los m antene asentar que la m ateria de la una está
dores de esos errores, tales los honores fuera de la m ateria de la otra y separa
que piiblicam ente les tributan, que h a da de ella. Pues la fe versa únicam ente
cen creer fácilm ente que lo que preten sobre un objeto que la ciencia declara
den h o n rar no son las personas, m ere serle in c o g n o s c i b l e ; de aquí un campo
cedoras acaso de alguna consideración, completamente diverso: la ciencia trata
sino más bien los errores que a las cla de fenómenos en los que no hay lugar
mas profesan v que se em peñan con para la fe; ésta, al contrario, se ocupa
todas veras en esparcir entre el vulgo. enteram ente en lo divino, que la cien
cia desconoce por completo. De donde
La tradición y com unicación. Otro se saca en conclusión que no hay con
punto hay en esta cuestión de doctrina flictos posibles entre la ciencia,v JnJjeu
porque si cada una $e encierra en su,
en abierta contradicción con la verdad
esfera nunca podrán encontrarse ni.
católica. Pues esa regla de la e x p e r i e n
p o r tanto, contradecirse. Si tal vez a
cia se aplica tam bién a la t r a d i c i ó n
eso se objeta que hay en la naturaleza
sostenida hasta aquí por la Iglesia, des visible ciertas cosas que incum ben tam
truyéndola completamente. A la verdad, bién a la fe, como la vida hum ana de
por tradición entienden los m odernis Jesucristo, ellos lo negarán. Pues au n
tas cierta com unicación de alguna expe que esas cosas se cuenten entre los fe
riencia o r i g i n a l que se hace a otros me- nómenos, m as en cuanto las penetra la
diante la predicación v en virtud de la vida de la fe y, en la m anera arriba
fórm ula intelectual. A la cual fórm ula dicha, la fe las t r a n s f i g u r a y d e s f i g u r a ,
atribuyen, adem ás de su fuerza r e p r e se sustraen al m undo sensible y son
s e n t a t i v a . como dicen, cierto poder su - transferidas a la m ateria de lo divino.
606 g e s t i v o que se ejerce, ora en el creyente Así, al que todavía preguntase más: si
mismo p ara despertar en él el s e n t i Jesucristo ha obrado verdaderos m ila
m i e n t o r e l i g i o s o , tal vez dormido, y gros y verdaderam ente profetizado lo
r e s t a u r a r la experiencia que alguna vez futuro; si verdaderam ente resucitó y
tuvo; ora sobre los que aun no creen, subió a los cielos, contestará no, la
para crear por vez prim era en ellos el ciencia agnóstica; y, sí, dirá la fe. Aquí,
sentimiento religioso y producir la ex con todo, no hav contradicción alguna:
periencia. Así es como la experiencia la negación es del filósofo que habla a
religiosa va extensam ente propogándo- filósofos, y que no m ira a J esucristo
se en los pueblos; no sólo por la predi sino según la r e a l i d a d h i s t ó r i c a ; la afir
cación en los existentes, m as aún en los mación es del creyente dirigiéndose a
venideros, tanto por libros cuanto por creyentes, y que considera la vida de
la transm isión oral de unos a otros. J esucristo como v i v i é n d o s e d e n u e v o
Pero esta com unicación de experiencia por la fe y en la fe.
a veces se arraiga y reflorece; a veces
se envejece al punto y muere. El que La fe su jeta a la ciencia y la ciencia
reflorezca es p ara los m odernistas un independiente de la fe. A pesar de eso,
argum ento de verdad, ya que in d istin se engañaría m uy m ucho el que creyese
tam ente tom an la verdad y la vida: de que podía opinar que la fe y la ciencia
104. 5 E n c íc l ic a “ P a s c e n d i” 789
ciója, que p ara que los gérmenes se insinuamos, ciertas otras secundarias:
desarrollen pide tiempo y cierta serie las que, reunidas después en cuerpo y
de circunstancias consecutivas; p rohí en un edificio doctrinal, así que son
belo. p ara concluir, la historia, que en sancionadas por el m agisterio público,
seña que tal fue de hecho el curso de puesto que responden a la conciencia
611 la cosa. Con todo, hay que sostener que común, se denom inan dogma. De esto
la Iglesia y los Sacram entos fueron ins han de separarse cuidadosam ente las
tituidos mediatamente por Cristo, Pero especulaciones de los teólogos, que
¿de qué modo? Todas las conciencias aunque no vivan la vida de los dogmas,
cristianas estaban en cierta m anera in no se han de considerar por del todo
cluidas virtualm ente, como la planta en inútiles ya para conciliar la religión 612
la semilla, en la conciencia de Gristo. con la ciencia y quitar su oposición,
Y como los gérmenes viven la vida de ya para ilustrar extrínsecam ente y de
la simiente, así hay que decir que todos fender la misma religión, acaso tam bién
los cristianos viven la vida de Cristo. sean útiles para allanar el camino o
Mas la vida de Cristo, según la fe, es algún futuro dogma.
divina: luego tam bién la vida de los
cristianos. Si pues esta vida, en el tran s c) el culto. En lo que m ira al culto
curso de las edades, dio principio a la sagrado, poco habría que decir, a no
Iglesia y Sacramentos, con toda razón com prenderse bajo ese título los Sacra
se dirá que sem ejante principio provie mentos, sobre los cuales defienden los
ne de Cristo y es divino. Así cabalm ente m odernistas gravísimos errores. El cul
concluyen que son divinas las Sagradas to, según enseñan, brota de un doble
E scrituras y los dogmas. A esto, poco im pulso o necesidad; porque en su
más o menos, se reduce en realidad la sistema, como hemos visto, todo se en
teología de los m odernistas: pequeño gendra, a lo que aseguran, en fuerza de
caudal, sin duda, pero sobreabundante impulsos íntim os o necesidades. Una
al que m antenga que la ciencia debe de ellas es para dar a la religión algo
ser siempre v en t o d o ^ hedecida, Cada de sensible, la otra a fin de extenderla;
uno verá por sí fácilm ente la aplicación lo que no puede en ningún modo h a
de esta doctrina a lo demás. cerse sin cierta form a sensible y actos
santificantes que se dicen Sacramentos.
b) el dogma. H asta aquí hem os tr a Estos, para los m odernistas, son puros
tado del origen y naturaleza de la fe. símbolos o signos, aunque no destitui
Pero siendo m uchos los retoños de la dos de fuerza, y para explicar dicha
fe, principalm ente: la Iglesia, el dogma, fuerza se valen del ejemplo de ciertas
el culto, los libros que llam am os san palabras que vulgarm ente se dice h a
tos, será bien que inquiram os lo que de ber hecho fortuna, por tener la virtud
ellos enseñan los m odernistas. Y co de propagar ciertas nociones poderosas
menzando por el dogma, cuál sea su y que hieren grandem ente los ánimos.
origen y naturaleza, arrib a lo indica Pues como esas palabras se ordenan a
mos. Brota aquél de cierto im pulso o tales naciones, así los Sacram entos se
necesidad en cuya virtud el que cree ordenan al sentimiento religioso: nada
trab aja sobre sus pensam ientos para más. H ablarían con m ayor claridad si
ilustrar más tanto su conciencia como afirm asen que los Sacram entos se ins
las ajenas. rfodo este trabajo consiste tituyeron únicam ente para n u trir la fe.
en penetrar y perfilar la prim itiva Pero esto lo condenó el Concilio Tri-
dentino^12) : Si alguno dijese aue estos
fórm ula de la mente, no en sí misma,
Sacramentos fueron instituidos vara
según el desenvolvimiento lógico, sino
alimentar sola la fe. sea excom ulgado.
según las circunstancias o, como ellos
dicen con menos propiedad, vitalm ente. d) los Libros Sagrados. Ya tam bién
De donde acaece que en torno de aqué hemos tocado algo sobre la naturaleza
lla se form en poco a poco, como ya y origen de los libros sagrados. Confor-
(12) Sess. YIT, 3-III-1547, De S a c ra m cn tis in genere, can. 5 (Denz. n. 848).
792 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1907) 104, 0
eclesiástica el deber de usar de las fo r por ser tam bién ciudadano, tiene el de
mas democráticas, tanto más que si no recho y la obligación, sin cuidarse de la
las usa le amenaza la destrucción. Loco, autoridad de la Iglesia, pospuestos los
a la verdad, sería quien pensara que deseos, consejos y preceptos de ésta, y
en el concepto de la libertad que hoy aun despreciadas las reprensiones, de
florece, pudiera hacerse alguna vez cier hacer lo que juzgue más conveniente a
to retroceso. Estrechado y acorralado la utilidad de la patria. Señalar bajo
por la violencia, se extenderá con más cualquier pretexto al ciudadano el m o
fuerza, deshechas Iglesia y religión ju n do de obrar, es un abuso del poder
tam ente. Así discurren los m odernistas, eclesiástico que con todo esfuerzo debe
quienes se entregan, por lo tanto, de rechazarse. Las teorías de donde estos
lleno a fruscar medios p ara conciliar la errores m anan, Venerables Hermanos,
autoridad de la Iglesia con la libertad son ciertam ente las que solemnemente
de los creyentes. condenó Nuestro Predecesor Pío VI en
la Constitución apostólica: Auctorem
Las relaciones de la Iglesia con la fid e i^ K
sociedad civil. Pero no sólo dentro del
recinto doméstico tiene la Iglesia gente La Iglesia sujeta al Estado. Mas no
con quien conviene com ponerse am iga se satisface la escuela de los m odernis
blemente, mas tam bién la tiene fuera. tas con que el Estado deba separarse
No es ella la única que habita en el de la Iglesia. Pomo la fe en lo que m ira
m undo; hay asimismo otras congrega a sus elementos que dicen fenoménicos
ciones a las que no puede negar el tr a conviene que se subordine a la ciencia,
to y comunicación. Cuáles, pues, sean así en los negocios tem porales la Iglesia
sus derechos, cuáles sus deberes en conviene que se someta al E stado. Tal
orden a las sociedades civiles, es p re vez no lo digan aún abiertam ente, pero
ciso determ inar, y eso con arreglo a la por la fuerza del raciocinio se ven obli
naturaleza de la Iglesia, según los m o gados a admitirlo. Concedido, pues, que
dernistas nos la han descrito. E n lo cual en las cosas tem porales sólo el Estado
se rigen por las mism as reglas de la pueda poner mano, si acaece que algún
ciencia y de la fe que antes m enciona creyente, no contento con los actos
mos. Allí se hablaba de objetos , aquí de interiores de religión, ejecuta otros ex
fines .SY así como ñor razón del objeto, teriores, como la adm inistración y re
según vimos, son la fe v la ciencia cepción de Sacramentos, éstos caerán
extrañas entre sí. de idéntica suerte lo necesariam ente bajo el dominio del
son eí Estado y la Iglesia por sus fines, Estado. Entonces ¿qué será de la auto
siendo tem poral el de aquél, espiritual ridad eclesiástica? Como ésta no se ejer
el de ésta. Fue ciertam ente lícito en cita sino por actos externos, pertenecerá
otra época subordinar lo tem poral a lo plenam ente al Estado. Estrechados m u
espiritual, y tra ta r de las cuestiones chos protestantes liberales por esta
m ixtas , en las que la Iglesia intervenía conclusión, quitan de en medio todo
cual reina y señora, porque se creía culto externo sagrado, y aun tam bién
que la Iglesia había sido fundada, sin toda sociedad externa religiosa, v se
interm ediario, por Dios, como autor del esfuerzan en introducir la religión que
orden sobrenatural. Pero todo esto ha llam an individual. Y si hasta ese punto
sido ya desechado por filósofos e histo no llegan claram ente los modernistas,
riadores. pliego el Estado se ha de piden entretanto, por lo menos, que la
Reparar de la Iglesia, como el católico Iglesia de su voluntad se dirija adonde
del ciudadano. P or lo cual el católico,13 ellos la em pujan y se ajuste a las for-
(13) Prop. 2. La proposición que dice que la terial, explicada de suerte que el Romano Pontí
potestad dada por Dios a la Iglesia para comu fice, no de Cristo en la persona de San Pedro,
nicarla a los Pastores, que son sus ministros en sino de la Iglesia reciba la potestad de ministerio
orden a la salvación de las almas; entendida de que, como sucesor de Pedro, verdadero Vicario
modo que de la comunidad de los fieles se deriva de Cristo y cabeza de toda la Iglesia, posee en la
en los Pastores el poder del ministerio y régimen universal Iglesia, es herética (28-V-1794; Cod.
eclesiástico, es herética. Prop. 3. Además, la que Im1. Cau. Fontes II, 657; Denz. n. 1502 y 1503).
afirma que el Pontífice Romano es cabeza minis-
794 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1907) 104, 6
mas civiles. Esto por lo que atañe a la criben: como el fin único de la potestad
autoridad disciplinar. Porque m uchísi eclesiástica es espiritual, se ha de des
mo peor y m ás pernicioso es lo que terrar todo aparato externo con que a
opinan sobre la doctrina y dogmática. los ojos de los espectadores aparece
con dem asiada magnificencia. E n lo
El M agisterio de la Iglesia, según los que seguramente no se fijan, que si la
m odernistas. Así discurren sobre el religión pertenece a las almas, no se
magisterio de la Iglesia. La sociedad restringe, sin embargo, a solas las al
religiosa no puede verdaderam ente ser mas, y que el honor tributado a la
una, a no ser una la conciencia de los potestad redunda en Cristo su funda
socios y u na la fórm ula de que se val dor.
gan. Ambas unidades exigen como cier
to sentir com ún al que incum ba el f) la evolución religiosa. P a ra fin a
encontrar y determ inar la fórm ula que lizar esta m ateria sobre la fe y sus
m ejor diga a la conciencia común, y diversos renuevos, resta, Venerables
a aquel sentir debe com petir toda la Hermanos, que oigamos en último lu
necesaria autoridad p ara im poner a la gar las doctrinas de los m odernistas
com unidad la fórm ula que estableciere. acerca del desenvolvimiento de entram
Y en esa unión y como fusión tanto de bas cosas. Hay aquí un principio gene
la mente que elige la fórm ula cuanto de ral: en toda religión que viva, nada
la potestad que la prescribe, colocan nxiste que no sea variable., v que, por
los m odernistas el concepto del m agis tanto, no deba variarse. De donde pasan
terio eclesiástico. Gomo, en resum idas a lo que en su doctrina es casi lo ca
cuentas, el m agisterio nazca de las con pital, a saber, ¡a evolución. Si pues no
ciencias individuales, y. p ara bien de queremos que el dogma, la Iglesia, el
las mismas conciencias, se le haya im culto sagrado, los libros que como san
puesto el cargo público, síguese forzo tos reverenciam os y aun la m ism a fe
samente que depende de las misma languidezcan con el frío de la m uerte,
^conciencias, v que, por lo tanto, debe deben sujetarse a las leyes de la evolu
inclinarse a las form as populares. Es, ción. Ni esto sorprenderá si se tiene en
617 por tanto, no uso, sino abuso de la po cuenta lo que de cada una de esas cosas
testad que se concedió para utilidad el enseñan los m odernistas. Porque, pues
prohibir a las conciencias individuales ta la ley de la evolución, hallam os des
m anifestar clara y abiertam ente los crita por ellos mismos la razón de la
impulsos que sienten y el cerrar el evolución. Y en prim er lugar, en cuanto
camino a la crítica p ara que lleve los a la fe. La prim itiva form a de la fe,
dogmas a necesarios desenvolvimientos. dicen, fue rudim entaria y común para
De igual m anera en el uso mismo de la todos los hom bres, porque brotaba de
potestad base de guardar m oderación la misma naturaleza y vida hum ana.
y tem planza. Hízola progresar la evolución vital, no
por la agregación externa de nuevas
La prohibición de libros. A utoridad formas, sino por una creciente penetra
eclesiástica y libertad. N otar y proscri ción del sentimiento religioso en la
bir un libro cualquiera sin noticia del conciencia. El mismo progreso se rea
autor, sin adm itir ni explicación ni dis lizó de dos modos: en prim er lugar,
cusión alguna, es en verdad algo así co negativam ente, restando todo elemento
mo tiranía. P or lo cual se ha de buscar extraño, como por ejemplo, el que p ro
aquí pn camino interm edio que deje a venía de la fam ilia o linaje; después
salvo los derechos todos de la autoridad positivamente, merced al perfecciona
y de la libertad, jáientras tanto el cató miento intelectual y m oral del hom bre;
lico debe conducirse de modo que en de donde la noción de lo divino se
público se m uestre obedientísimo a la agrandó e ilustró y el sentimiento reli
autoridad, sin que por eso cese de se gioso resultó más exquisito. Las mismas
guir las inspiraciones de su ingenio. En causas que trajim os antes para explicar
general, así acerca de la Iglesia pres el origen de la fe, hay que asignar a su
104, 6 E n c íc l ic a “P a s c e n d í ” 795
progreso. A lo que hay que añadir cier viene del conflicto de dos fuerzas, de
tos hom bres extraordinarios (que nos las que la una estim ula al progreso, la
otros llam am os profetas, de los que el otra pugna por la conservación. La
más excelente fue Cristo), ya porque fuerza conservadora florece en la Igle
en su vida y palabras m anifestaron sia y se contiene en la tradición. Re
algo de m isterioso que la fe atribuía a preséntala la autoridad religiosa, y esa
la divinidad, ya porque lograron nue tanto por derecho, pues es propio de la
vas y no vistas experiencias que respon autoridad defender la tradición, como
dían a la necesidad de los tiempos. Mas por el uso, puesto que, lim itada a las
el progreso del dogma se origina p rin variaciones de la vida, pocos o ningún
cipalm ente de que hay que vencer ios estímulo siente que le induzcan al pro
impedimentos de la fe, sojuzgar a los greso. Al contrario, ocúltase y se agita
enemigos y refu tar las contradicciones. en las conciencias de los individuos una
Júntese a esto el esfuerzo perpetuo para fuerza que los arrebata en pos del pro
penetrar m ejor en cuanto a ios arcanos greso y responde a interiores necesida
que la fe contiene. Así, omitiendo otros des, sobre todo en las conciencias de
ejemplos, sucedió con Cristo: aquello los particulares, de aquellos especial
más o menos divino que en él adm itía mente que están, como dicen, en con
la fe, fue insensiblem ente y por grados tacto m ás particular e íntim o con la
creciendo, hasta que, finalm ente, se le vida. Observad aquí, Venerables H er
tuvo por Dios. En la evolución del culto manos, que yergue su cabeza aquella
contribuye principalm ente la necesidad doctrina ruinosísim a que incorpora en
de acom odarse a las costum bres y tra la Iglesia a los laicos como elementos
diciones populares, tam bién la de dis de progreso. De esta especie de conve
fru tar de la virtud que ciertos actos han nio y pacto entre las dos fuerzas con
recibido del uso. E n fin, la Iglesia en servadora y progresista, esto es, entre
cuentra la razón de su desenvolvimien la autoridad y conciencia de los p arti
to en que exige adaptarse a las circuns culares, proceden el progreso y m u
tancias históricas y a las form as públi danzas. Pues las conciencias privadas,
camente introducidas del régimen civil. o por lo menos algunas de ellas, obran
Así los m odernistas hablan de cada en la conciencia colectiva; ésta, a su
cosa en particular. Aquí, empero, antes vez, en las autoridades, obligándolas a
de ir adelante, queremos crue se advier pactar y m antener el pacto.
ta bien esta doctrina de las necesidades
9 indigencias (en lenguaje vulgar dei De la táctica y lucha de los m oder
bisogni fde los menesteres] la llam an nistas* De lo dicho se entiende sin tr a
más significativam ente); pues ella es bajo por qué los m odernistas se adm i
como la base y fundam ento, no sólo de ran tanto cuando conocen que se les
10 que hemos visto, sino adem as de reprende o castiga. Lo que se les achaca
aquel famoso m étodo que denom inan como culpa, tienen ellos por deber reli
histórico. gioso. Nadie m ejor que ellos com pren
den las necesidades de las conciencias,
Explicación de las fuerzas de la evo pues las penetran más íntim am ente que
lución* Insistiendo aú n en la doctrina la autoridad eclesiástica. Tales necesi
619 de la evolución, debe particularm ente dades, por consiguiente, las recogen co
advertirse que aunque la indigencia o mo en sí, y por eso se sienten obligados
necesidad im pulsan a la evolución, to a hablar y escribir públicamente. Casti
davía la evolución i egulada no más gúelos, si gusta, la autoridad; ellos se
que por ella, traspasando fácilm ente apoyan en la conciencia del deber, y
los fines de la tradición y arrancada, por íntim a experiencia saben que se
por tanto, de su prim itivo principio les debe alabanzas y no reprensiones.
vital, se encam inaría m ás bien a la ru i Ya se les alcanza que ni el progreso se 620
na que al progreso. P o r lo que, ahon hace sin luchas ni hay luchas sin vícti
dando más en la m ente de los m oder m as: sean ellos, pues, las víctimas, a
nistas, diremos que la evolución p ro ejemplo de los profetas y Cristo. Ni
796 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1907) 104. 7
xione sobre ello. Los tres prim eros cá ingenio del hombre, de la condición de
nones de dichos historiadores o críticos que goza en la ciudad, de la educación,
son aquellos principios mismos que he del conjunto de circunstancias, de un
mos atribuido arrib a a los filósofos; es, hecho cualquiera, en una palabra, si
a saber: gl agnosticismo. el teorem a de no nos equivocamos, de la norm a, que
\n transfiguración de las cosas por la al fin y al cabo viene a p arar en m era
yÍ£i y el otro, que nos pareció podía lla mente subjetiva. Esto es, se esfuerzan
m arse de la desfiguración. Vamos a ver en tom ar ellos y como revestir la per
las conclusiones de cada uno de ellos. sona de Cristo: atribuyen a éste lo que
Del agnosticismo se desprende que la ellos hubieran hecho en circunstancias
historia, no de otro modo que la cien semejantes a las suyas. CLsí, pues, para 62
cia, versa únicam ente sobre fenómenos. term inar, a priori v estribando en cier
Luego, así Dios como cualquiera in ter tos principios filosóficos que sostienen.
vención divina en lo hum ano, se han pero que aseguran no saber, afirm an
de tra ta r en la fe como pertenecientes a que en la historia que llam an real Cris
sola ella. P or lo tanto, si se encuentra to no es Dios ni ejecutó nada divino;
algo que conste de dos elementos, uno como hom bre, empero, realizó y dijo lo
divino y otro hum ano, como sucede con que ellos, refiriéndose a los tiempos en
Cristo, la Iglesia, Sacram entos y m u que, floreció, le dan derecho de hacer o
chas otras cosas de ese género, de tal decir.
modo se ha de dividir y separar, que
Lo hum ano vava a la historia, lo divino 8. La crítica m odernista y la histo
a la fe. De aquí la conocida división ria. Como de la filosofía la historia,
que hacen ios m odernistas del Cristo así la crítica recibe sus conclusiones de
histórico y el Cristo de la fe; de la Igle la historia. Pues el crítico, siguiendo las
sia de la historia y la de la fe; de los huellas que le traza el historiador, divi
Sacram entos de la historia y los de la de los documentos en dos partes. Lo
fe, y otras m uchas a este tenor. Des que queda después de la triple partici
pués debe decirse que al mismo elemen pación dicha refieren a la historia real,
to hum ano, que según vemos el histo lo demás a la historia de la fe o interna.
riador tom a p ara sí cual aquél aparece Disciernen con esmero estas dos histo
en los monum entos, levanta la fe pol rias, a la historia de la fe, adviértase
la transfiguración más allá de las con bien, oponen a la historia real en cuan
diciones históricas. Y así conviene dis to real, p e aquí sale, como ya dijimos,
tinguir las adiciones hechas por la fe un doble Cristp.: el uno real, y el otro
p ara referirlas a la fe m ism a y a la que nunca existió de verdad, sino que
historia de la fe; así, tratándose de pertenece a la fe; el uno que vivió en
Cristo, todo lo supera la condición h u determ inado lugar y época, y el otro
m ana, ya natural, según enseña la psi que sólo se encuentra en las piadosas
cología, ya em anada del lugar y edad especulaciones de la fe; tal por ejem
en que vivió. Además, en virtud del te r plo, es el que presenta el evangelio de
cer principio filosófico, pasan tam bién Juan, libro que no es todo él otra cosa
como por un tamiz las cosas que salen que especulación.
de la esfera histórica y todo lo elim inan
y cargan a la fe, igualm ente lo que, se El papel de la filosofía: inm anencia
gún su criterio, no se incluye en la vital. No se acaba aquí el dominio de
lógica de los hechos, como dicen, o no la filosofía en la historia. Divididos,
se acomoda a las personas. Pretenden, según indicamos, los documentos en
por ejemplo, que Cristo no dijo lo que dos partes, de nuevo interviene el filó
parece sobrepujar al entendim iento del sofo con su dogma de la inmanencia
vulgo. De aquí que de su historia real vital, y hace saber que cuanto se con
borren y rem itan a la fe cuantas alego tiene en. la historia de la_ Iglesia se ha
rías ocurren en sus discursos. Se p re de explicar por la emanación vital. Y
guntará, tal vez, ¿bajo qué ley se hace pues que la causa o condición de cual
esta separación? Se hace en virtud del quier emanación vital hase de reponer
798 E n c íc l ic a s d el PP. P ío X (1907) 1 0 4 ,8
se esfuerzan en persuadir que este o el que todos unánim em ente elogian y a tri
otro hecho o dicho no está en su lugar, buyen al progreso científico lo que
y traen otras razones por el estilo. P a cualquiera de ellos profiere, y con que
rece en verdad que se han form ado todos arrem eten contra el que quiere
como ciertos modelos de narración o exam inar por sí el nuevo portento, y
discursos, por los que juzgan induda acusan de ignorancia al que lo niega,
blemente qué es lo que está en su lugar m ientras que aplauden al que lo abraza
propio y qué es lo que está en lugar y defiende. Y por aquí m uchos se alu
ajeno. P or este camino, quiénes puedan cinan, que si considerasen m ejor el ne
ser aptos p ara fallar, aprécielo el que gocio, se horrorizarían. A favor, pues,
quiera. Sin embargo, quien los oiga del poderoso dominio de los que y e r r a n
hablar de sus trabajos sobre los libros Y del incauto asentim iento de ánimos
sagrados, en los que es dado descubrir ligeros se ha creado una como corrom
tantas incongruencias, creerá que casi pida atm ósfera que todo lo penetra,
ningún hom bre antes de ellos los ha difundiendo su pestilencia. Mas pase
hojeado, y que ni u na m uchedum bre mos al apologista.
casi infinita de doctores, m uy superio
res a ellos en ingenio, erudición y san 9. La apología y el m odernism o.
tidad de vida, los ha escudriñado en Tam bién éste (el apologista) entre los
todos sus sentidos. E n verdad que estos m odernistas, depende del filósofo, por
sapientísimos doctores tan lejos estu dos títulos: Indirectamente, ante todo,
vieron de censurar en nada las Sagra- tom ando por m ateria la historia escrita
6 das Escrituras, que cuanto m ás íntim a según la norm a, como ya vimos, del
mente las estudiaban, m ayores gracias filósofo:, directamente, luego, apropián
daban a Dios porque así se dignó h a dose los dogmas y criterio de aquél. De
blar con los hom bres. Pero ¡ay, que aquí el vulgar precepto en la escuela
Nuestros doctores no estudiaron ios li m odernista, que ia nueva apología debe
bros sagrados con los auxilios con que dirim ir las controversias de religión por
los estudian los m odernistas! Esto es, paedio de investigaciones históricas y
no tuvieron por m aestra v guía a Iq psicológicas. Por lo cual los apologistas
filosofía que reconoce su origen en la m odernistas em prenden su trabajo avi
negación de Dios, ni se eligieron a sí sando a los racionalistas, que ellos de
mismos por norm a de criterio. Ya Nos fienden la religión no con los libros
parece que está patente cual es el mé sagrados o con historias usadas vulgar
todo de los m odernistas en la cuestión mente en ia Iglesia que estén escritas
histórica. Precede el filósofo: sigue el por el método antiguo, sino con la his
historiador: vienen detrás, por orden, la toria real, com puesta según los pre
crítica interna y la textual. Y porque ceptos y métodos modernos. Y eso lo
es propia de la prim era causa com uni dicen, no cual si arguyesen ad homi-
car su virtud con las siguientes, síguese nem, sino porque sienten en realidad
evidentemente que sem ejante crítica no que sólo en tal historia se refiere la
es una crítica cualquiera, sino que con verdad. De asegurar su sinceridad al
razón se llam a agnóstica. inmanente. escribir no se cuidan; son ya conocidos
evolucionista: de donde se colige que el entre los racionalistas y alabados tam
que la profesa y usa, profesa los errores bién como soldados que m ilitan bajo
im plícitos en ella v contradice a la doc una m ism a bandera; y de esas alaban
trina católica. Siendo esto así, podría zas, que el verdadero católico rechaza
sorprender en gran m anera que entre ría, se congratulan ellos y las oponen
católicos prevaleciera este linaje de crí a las reprensiones de la Iglesia. Pero
tica. Pero esto se explica por una doble veamos ya cómo uno de ellos compone
causa: la alianza, en prim er lugar, que la apología.
une estrecham ente a los historiadores
y críticos de este jaez por encim a de la El fin y m étodo del apologista m o
variedad de p atria y pugna de religio dernista. El fin que se propone alcan
nes; además, la grandísim a audacia con zar es éste: llevar al hom bre que toda-
800 E n c íc l ic a s d e l P P . P ío X (1907) 1 0 4 ,9
vía carece de fe, a conseguir acerca de del mismo germen es gratuita y creada
la religión católica aquella experiencia según conviene a sus propósitos.
que es, conform e a los principios de los
m odernistas, el único fundam ento de la “Los errores en la doctrina”. Estos
fe. Dos caminos se ofrecen p ara esto: nuevos apologistas, al paso que trab a
uno objetivo, subjetivo el otro. El p ri jan por afirm ar y persuadir la católica
mero brota del agnosticismo, y tiende religión con las argum entaciones refe
a dem ostrar que hay en la religión, ridas, aceptan y conceden de buena
principalm ente en la católica, tal virtud gana haber en ella m uchas cosas que
vital, que persuade a cualquier psicó pueden ofender los ánimos. Y aun lle
logo y lo mismo al historiador de sano gan a decir públicamente, con cierta
juicio, que conviene que en su historia mal disim ulada delectación, que tam
se oculte algo desconocido. A este fin bién en m ateria dogmática se hallan
urge probar que la actual religión ca errores y contradicciones; aunque añ a
tólica es absolutam ente la m ism a que diendo crue estas cosas no sólo admiten
Cristo fundó, o no otra cosa que el p ro excusa, sino que se profirieron justa y
gresivo desarrollo del germen in tro d u legítimamente; afirm ación que no pue
cido por Cristo. Luego en prim er lugar de menos de excitar el asombro. Así
debemos señalar qué germen sea ése, y también, según ellos, hay en los libros
ellos pretenden significarlo m ediante la cosas científicas o históricam ente vicia
fórm ula siguiente: Cristo anunció el das de error; pero dicen crue allí no se
advenimiento del reino de Dios, que en trata de ciencia o de historia, sino sólo
breve se establecería y del que él sería de la religión y las costumbres. Las
el Mesías, esto es, el ejecutor enviado ciencias y la historia son allí a m anera
del cielo y el ordenador. Tras esto se de envoltura con que se cubren las
ha de m ostrar de qué suerte dicho ger experiencias religiosas y morales, para
men, siempre inmmanente en la reli difundirlas más fácilmente entre el vul
gión católica y permanente , insensible- go; el cual, como no las entendería de
628 mente y según la historia, se desenvol otra suerte, no sacaría utilidad, sino
vió y adoptó a las circunstancias suce daño, de otra m ás perfecta ciencia o
sivas, tom ando de éstas para sí vital historia. P or lo demás, agregan, los li
mente lo que de las formas doctrinales, bros sagrados, como por su naturaleza
culturales, eclesiásticas, le era útil; ven son religiosos, gozan necesariam ente de
ciendo al mismo tiempo los im pedim en vida; mas la vida tiene tam bién su ver
tos, si alguno salía al paso, desbaratan dad y su lógica, distintas ciertamente
do a los enemigos y sobreviviendo a de la verdad y lógica racional, y aun
todo género de persecuciones y luchas. de un orden enteram ente diverso; es a
Después que todo esto, impedimentos, saber: la verdad de adaptación y pro
adversarios, persecuciones, luchas, lo porción, así al medio (como ellos ha- 6:9
mismo que la vida, fecundidad de la blan) o sea al ambiente, en que se vive,
Iglesia y otras cosas a este tenor, se como al fin por el cual se vive. F inal
hayan dem ostrado, de suerte que, au n mente, se adelantan hasta aseverar, sin
que en la historia mism a de la Iglesia ninguna atenuación, que todo lo que se
aparezcan incólumes las leyes de la explica por la vida es verdadero y
evolución, no basten con todo a expli legítimo.
car plenam ente la m ism a historia, se E rrores de la Biblia y de Cristo.
presentará delante y ofrecerá de su Nosotros, ciertamente, Venerables H er
voluntad lo incógnito. Así hablan ellos. manos, para quienes la verdad no es
Mas en todo este raciocinio no advier más que una, y que consideramos que
ten una cosa: que la determ inación del los libros sagrados, como escritos por
germen prim itivo únicam ente se debe al inspiración del Espíritu Santo, tienen
apriorismo del filósofo agnóstico y evo a Dios por autor aseguramos que
lucionista, y que la definición que dan 19 esto es lo mismo que atribuir a Dios
(19) Clone. Val. De Rcvel. cap. II (Denz. n. 1787).
104, J0 E n c íc l ic a “ P a s c e n d í” 801
diligentemente a los alum nos del sagra por am bas razones, es cosa averiguada
do clero, y si hallareis alguno de espí que el deseo de novedades va siempre
ritu soberbio, alejadlo con la m ayor unido con el odio del método escolás
energía del sacerdocio. Lo cual, ¡ojalá tico; y no hay otro indicio más claro de
se hubiese hecho siempre con la vigi que uno empiece a inclinarse a la doc
lancia y constancia que era menester! trina del modernismo, que el comenzar 6
a aborrecer el método escolástico. Re
2* causa: la ignorancia. Y si de las cuerden los m odernistas y sus favorece
causas m orales pasam os a las que p ro dores la condenación con que Pío IX
ceden de la inteligencia, se nos ofrece estimó que debía reprobar la opinión
prim ero y principalm ente la ignoran de los que dicen*22); El método a prin
cia. Pues a la verdad, todos los m oder cipios con que los antiguos doctores
nistas, sin excepción, que quieren ser y escolásticos cultivaron la Teología, no
pasar por doctores en la Iglesia, aunque conviene en manera alauna a las nece
sublim an con palabras grandilocuentes sidades de nuestros tiempos a al mo
la filosofía m oderna y desprecian la aréso de las ciencias. Por lo que toca
escolástica, no abrazaron la prim era a la tradición, se esfuerzan astutam ente
(deslumbrados por sus aparatosos a rti por confundir su naturaleza y su fuer
ficios), sino porque su com pleta igno za, p ara destruir su peso y autoridad.
rancia de la segunda los privó de los Pero, esto no obstante, los católicos ve
argum entos necesarios p ara distinguir nerarán siempre la autoridad del Conci
la confusión de las ideas y refu tar los lio II de N icea *23), aue condenó a aque
sofismas. Mas del consorcio de la falsa llos que osan.... conformándose con los
filosofía con la fe ha nacido el sistema criminales herejes. despreciar las tradi
de ellos, inficionado por tantos y tan ciones eclesiásticas e inventar cualquie
grandes errores. ra novedad.... o excogitar torcida o
astutamente vara desmoronar algo de
3*: aversión al m étodo escolástico, las legítimas tradiciones de la Iglesia
la tradición y el M agisterio. E n cuya católica. E stará en pie la profesión del
propagación ¡ojalá gastaran menos em Concilio Constantinopolitano IV*24) :
peño y solicitud! Pero es tan ta su dili Así, pues, profesamos conservar u guar
gencia, tan incansable su afán, que da dar las reglas que la Santa, Católica g
verdadera grim a ver consumirse, para Apostólica Iglesia ha recibido, así de
daño de la Iglesia, tantas fuerzas que, los santos u celebérrimos Apóstoles, co
bien empleadas, h abrían podido serle mo de los Concilios ortodoxos, tanto
de gran provecho. De dos artes se valen universales como particulares, como
para engañar los ánimos: procurando también de cualquiera Padre inspirado
prim ero allanar los obstáculos que se por Dios n maestro de la Iglesia. Por lo
oponen, y buscando luego diligentísi- cual, los Pontífices rom anos Pío IV*25) y
m am ente lo que les viene a cuento, e Pío IX decretaron, que en la profesión
inculcándolo solícita y pacientísim a- de fe se añadiera tam bién lo siguiente:
mente. Tres son principalm ente las co Admito i] abrazo firmísimamente las
sas que tienen por contrarias a sus co tradiciones apostólicas u eclesiásticas u
natos: el método escolástico de filoso las demás observancias u constituciones
far, la autoridad y tradición de los dé la misma Iglesia. Ni más respetuosa
Padres, el m agisterio eclesiástico. Con mente que de la tradición, sienten los
tra éstos dirigen sus más violentos a ta m odernistas de los santísimos Padres
ques; por esto ridiculizan generalm ente de la Iglesia; a los cuales, con suma
y desprecian la filosofía y teología esco tem eridad, proponen públicamente, co
lásticas; y ya hagan esto por ignorancia mo dignos a la verdad de toda venera
o por miedo, o, lo que es más cierto, ción; pero sumamente ignorantes de la
(22) En el S y l l a h u s propos. 13; en esta Colecc. (24) IV Conc. de Const., Can. 1 contra Focio
Encícl. 24, pág. 163. (Denz-Umb. n? 336, o, Ruiz Bueno n? 336).
(23) II Conc.. de Nicea, año 787. sesión VII (25) Profesión tridentina de fe. Bula l n i u n c t u m
(Denz-Umberg n? 304, o, Ruiz Bueno n? 301). N o b i s 13-XI-1564 (Denz-Umb. n? 995, o, Ruiz Bue
no n<* 995).
806 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1907) 104, 12
crítica y lá historia, en térm inos que, venes, por una parte para no ser teni
si no fuera por la edad en que vivieron,- dos por ignorantes, por otra para pasar
serían inexcusables. * por sabios, y estimulados interiorm ente
Finalm ente, se esfuerzan con todo- por la curiosidad y la soberbia, acon
conato por m enoscabar y debilitar la tece con frecuencia que se entregan al
autoridad del mismo m a g i s t e r i o e c l e m odernismo y se le rinden a discreción.
s i á s t i c o , ya pervirtiendo sacrilegamente
su origen, naturaleza y derechos, ya Las m aquinaciones y subterfugios
repitiendo con libertad las calum nias de los m odernistas. Pero esto perten e
de los adversarios contra ella. Convie ce ya a los artificios con que expenden
ne, pues, a la grey de los m odernistas, los m odernistas sus m ercancías. Pues
lo que escribía con suma tristeza Nues ¿qué no m aquinan para aum entar el
tro Predecesor: P a r a h a c e r d e s p r e c i a b l e núm ero de sus secuaces? En los sagra
y o d io s a a la m ís tic a E s p o s a d e C r is to . dos seminarios y en las universidades
q u e es v e r d a d e r a lu z, lo s h ijo s d e la s científicas andan a caza de las profeso-
t i n i e b l a s a c o s t u m b r a r o n a t a c a r l a e n pú - rías, las cuales convierten poco a poco
b lico c o n a b s u r d a s c a lu m n ia s . u lla m a r en cátedras de pestilencia. Aunque sea
la , c a m b ia n d o la f u e r z a u r a z ó n d e lo s encubiertam ente, inculcan sus doctri
n o m b r e s u d e la s co sa s, a m ig a d e la nas predicándolas en los púlpitos de
o b s c u r i d a d , f a u to r a d e la ig n o r a n c ia n las iglesias; más abiertam ente las emi
e n e m ig a d e la lu z u d e l p r o g r e s o d e la s ten en los congresos, y las introducen
c i e n c i a s *'26). Lo cual, como sea así, Ve y sublim an en las instituciones sociales.
nerables Herm anos, no es de m aravillar Con su nom bre o con el ajeno, publican
que los m odernistas em bistan con extre libros, periódicos y revistas, y acontece
m ada m alevolencia y rencor a los varo que un mismo escritor use de varios
nes católicos que luchan valerosam ente nombres, para engañar a los incautos
por la Iglesia. No hay ningún género con la fingida m uchedum bre de auto
de in juria con que no los hieran; pero res. En una palabra, en la acción, en
a cada paso los acusan de ignorancia y las palabras, en la im prenta, no dejan
de terquedad. Y si temen la erudición nada por intentar, de suerte que pare
y fuerza de sus refutaciones, procuran cen poseídos de frenesí. Y todo esto,
quitarles la eficacia oponiéndoles la ¿con qué resultado? ¡Lloramos a un
conjuración del silencio. La cual m ane gran núm ero de jóvenes, que fueron
ra de proceder contra los católicos es ciertam ente de grande esperanza y h a
tanto más odiosa, cuanto crue al propio brían trabajado provechosam ente en
tiempo levantan sin ninguna m odera beneficio de la Iglsia si no se hubiesen
ción, con perpetuas alabanzas, a todos apartado del recto camino! Y Nos son
aquellos que con ellos consienten; los causa de dolor muchos m ás que, aun
libros de éstos, llenos por todas partes cuando no hayan llegado a tal extremo,
de novedades, recíbenlos con grande como inficionados de un aire corrom
adm iración y aplauso; cuanto uno más pido, se acostum braron a pensar, h a
atrevidam ente destruye lo antiguo, re blar y escribir con m ayor laxitud de lo
húsa la tradición y el m agisterio ecle que a católicos conviene. Los hay en el
siástico, tanto lo celebran por más sa núm ero de los legos; los hay también
bio. Finalm ente ¡cosa que pone horror entre los sacerdotes, y, ¡cosa que no de
a todos los buenos!, si la Iglesia conde bía imaginarse!, no faltan aun en las
na a alguno de ellos, no sólo se aúnan mismas Ordenes religiosas. T ratan los
para alabarle pública y copiosísima- estudios bíblicos conforme a las reglas
mente, sino llegan a tributarle casi la de los m odernistas. Escriben historias
veneración de m ártir de la verdad. donde, con el pretexto de declarar la
Con todo este estrépito, así de alaban verdad, sacan a luz diligentísimamente
zas como de vituperios, conmovidos y y con cierta m anifiesta fruición todo lo
turbados los entendim ientos de los jó que parece arro jar alguna m ácula sobre
(26) Motu pr. U t m y s t i c a m . 14 Martii 1891, sobre la restauración y ampliación del Observatorio
Astronómico del Vaticano (ASS 23 [1890/91] 522).
104, 13 E n c íc l ic a “ P a s c e n d i” 807
dente y a las norm as católicas (lo cual g guna clase, apártense del oficio, así de
no se puede decir igualm ente de todos). regir como de enseñar; y si ya lo ejer
Cierto, hay que tener ahora más cuenta citan, sean destituidos; y asimismo los
que antiguam ente con la Teología posi que descubierta o encubiertam ente fa
tiva; pero hagam os esto de modo, que vorecen al modernismo, ya alabando a
no sufra detrim ento la escolástica; y los m odernistas y excusando su culpa,
reprendam os a aquéllos que de tal m a ya reprendiendo la Escolástica o a los
nera alaban la Teología positiva, que Padres o al magisterio eclesiástico, o
parecen con ello despreciar la escolás rehusando la obediencia a la potestad
tica; a los cuales hemos de considerar eclesiástica en cualquiera que residiere;
como fautores de los modernistas. asimismo los amigos de novedades en
Ciencias p rofanas. Acerca de las dis la Historia, la Arqueología o los estu
ciplinas profanas, baste recordar lo que dios bíblicos, y los que descuidan la
sapientísim am ente dijo Nuestro Prede ciencia sagrada, o parecen anteponerle
cesor^29) : T r a b a j a d a n i m o s a m e n t e e n e l las profanas. En esta m ateria, Venera
e s tu d io d e la s c o s a s n a t u r a l e s , e n el bles Hermanos, principalm ente en la
c u a l los in v e n to s in g e n io so s n lo s ú tiles elección de los maestros, nunca será
a tre v im ie n to s de n u estra é p o c a , así co
dem asiada la advertencia y la constan
m o los a d m ir a n c o n r a z ó n lo s c o n te m cia; pues los discípulos se conform an
p o r á n e o s , a sí lo s v e n id e r o s los c e le b r a - las más de las veces con el ejemplo de
r án con p eren n e a p ro b a c ió n n a la b a n sus profesores; por lo cual, penetrados
z a s . Pero hagam os esto, sin embargo, de la obligación de vuestro oficio, obrad
sin daño de los estudios sagrados, lo en ello con prudencia y fortaleza.
cual avisa Nuestro mismo Predecesor, Elección de los clérigos. Con sem e
continuando con estas gravísimas p a jante severidad y vigilancia han de ser
labras^30) : L a c a u s a d e e s t o s e r r o r e s . examinados y elegidos los que piden
g u ie n d i lig e n te m e n te la in v e s ti g a r e , h a
las órdenes sagradas; jlejos, lejos vaya
llará qu e co n siste p rin c ip a lm e n te en
de las sagradas órdenes el am or de las
q u e , en esto s n u e stro s tie m p o s , cu a n to
novedades! Dios aborrece los ánimos
m a u o r es el fe rv o r co n qu e se c u ltiv a n
soberbios y contumaces. Ninguno en lo
la s c ie n c ia s n a t u r a l e s , ta n to m á s h a n
sucesivo reciba el doctorado en Teolo
d e c a íd o la s d is c ip lin a s m á s g r a v e s n
gía o Derecho canónico, si antes no
e le v a d a s . d e la s q u e a lg u n a s ca si y a c e n
hubiere seguido los cursos establecidos
o lv id a d a s d e lo s h o m b r e s ; o tra s se tr a
de Filosofía escolástica; y si lo recibie
ta n co n n eg lig en cia y s u p e r fic ia lm e n te ,
re, sea inválido. Lo que acerca de la
u ( c o s a v e r d a d e r a m e n t e i n d i g n a ), e m
asistencia a las universidades ordenó
p a ñ a d o el e sp le n d o r d e su p rim e ra
la Sagrada Congregación de Obispos y
d ig n id a d , se v ic ia n c o n la g r a v e d a d d e
Regulares en 1896 a los clérigos de
la s s e n te n c ia s g la e n o r m i d a d d e la s
Italia, así seculares como regulares, de
o p i n i o n e s . Mandamos, pues, que los es
cretam os que se extienda a todas las n a
tudios de las ciencias naturales se con ciones^31). Los clérigos y sacerdotes que
form en con esta regla en los sagrados se m atricularen en cualquiera universi
seminarios. dad o instituto católico, no estudien en
b) Cuidado en la elección de la universidad oficial las ciencias de que
Supe
riores y profesores. II. E n todos estos hubiere cátedras en los prim eros; y si
preceptos, así Nuestros como de Nues en alguna parte se había perm itido es
tro Predecesor, conviene poner los ojos, to, m andam os que no se perm ita en
cuando se tra ta de elegir los rectores y adelante. Los Obispos que estén al fren
642 m aestros de los seminarios o de las te del régimen de dichos institutos o
universidades católicas. Cualesquiera universidades, procuren con toda dili
que de algún modo estuvieren imbuidos gencia que se observen constantem ente
de m odernismo, sin m iram iento de nin- las cosas hasta aquí m andadas.
(29) Aloe. 7 Martii 1880, “ P e r g r a t u s N o b :s ’’: (31) ASS 29 (1896) 359-564. Instrucción do la
en respuesta a un homenaje de sabios León XIII S. Congr. de Obispos y Regulares a los clérigos
pomete elevar a patrono de los Institutos de que estudian en Universidades estatales, 21-VII-
Ciencia y Bellas Artes (ASS 12 [1879/80] 488. 1896.
(30) Ver nota 29 (ASS 12 486).
104, 13 E n c íc l ic a “ P a s c e n d i” 809
periódicos prohibidos por los Ordina de aprobación del censor, como arriba
rios del lugar, salvo en el caso de que decimos, y añadido el nom bre del m is
en el indulto apostólico se les hubiere mo censor. Sólo en circunstancias ex
dado expresamente la facultad de leer traordinarias y m uy raras, al prudente
i[ retener libros condenados por quien arbitrio del Obispo, se podrá om itir la
quiera que sea. mención del censor. Los autores no lo
conocerán nunca, hasta que hubiere
el) p ro h ib ir la publicación de los li- declarado la sentencia favorable, a fin
645 bros dañosos. IV. Pero tam poco basta de que no se cause a los censores algu
im pedir la venta y lectura de los malos na molestia, ya m ientras reconocen los
libros, sino es m enester prohibir su escritos, ya en el caso de que no ap ro
publicación; por lo cual los Obispos de baran su publicación. Nunca se elijan 646
ben conceder con sum a severidad la li censores de las Ordenes religiosas sin
cencia de publicarlos. Mas porque, con oír antes en secreto la opinión del Su
forme a la Constitución Officiorum, son perior de la Provincia o, cuando se
m uy num erosas las publicaciones que tratare de Roma, del Superior general;
solicitan el perm iso del O rdinario, y el el cual dará testimonio, bajo la respon
Obispo no puede por sí mismo ente sabilidad de su cargo, acerca de las cos
rarse de tocias, en algunas diócesis se tum bres, ciencia e integridad de doctri
nom bran, p ara hacer este reconoci na del elegido. Recordamos a los Supe
miento, censores titulados en suficiente riores religiosos la gravísima obligación
núm ero. E sta institución de censores que les incumbe, de no perm itir nunca
Nos merece los m ayores elogios, y no que se publique escrito alguno por sus
sólo exhortam os, sino absolutam ente súbditos, sin crue medie la licencia suya
prescribimos, que se extienda a todas y la del Ordinario. Finalm ente, m anda
las diócesis. En todas las curias episco mos y declaram os que el título de cen
pales haya, pues, censores de oficio, sor de que alguno estuviere adornado,
que reconozcan las cosas que se han de nada vale ni jam ás puede servir para
publicar; y los tales elíjanse de ambos dar fuerza a sus propias opiniones p ri
cleros y sean recomendables por su vadas.
edad, erudición y prudencia, y tales que
sigan u na vía m edia y segura en el Dirección de periódicos por el clero
aprobar doctrinas. Encomiéndese a és y la corresponsalía. Dichas estas cosas
tos el reconocimiento de los escritos en general, m andam os especialmente
que según los artículos Al y A2 de la que se guarde con diligencia lo que en
m encionada Constitución, necesiten li el art. 42 de la Constitución “Officio-
cencia p ara publicarse. El censor dará rum” se decreta con estas palabras: fie
su sentencia por escrito; y, si fuere fa prohíbe a los individuos del clero secu
vorable, el Obispo otorgará la licencia lar el que tomen la directiva de diarios
de publicarse, con la palabra Impri - u hojas periódicas, sin previa licencia
matur, a la cual se deberá anteponer la de su Ordinario. Y si algunos usaren
fórm ula Nihil obstat, añadiendo el malam ente de esta licencia, después de
nom bre del censor. En la curia rom ana avisados, sean privados de ella. Por lo
institúyanse censores de oficio, no de que toca a los sacerdotes que se llaman
otra suerte que en todas las demás, los ordinariam ente corresponsales o cola-
cuales designará el Maestro del Sacro boradores, como acaece con frecuencia
Palacio Apostólico, oído el Cardenal - que publiquen en los periódicos o revis
Vicario del Pontífice in Urbe y con la tas escritos inficionados con la m ancha
anuencia y aprobación del mismo Sumo de modernismo, estén a la m ira los
Pontífice. El propio Maestro tendrá Obispos para que en esto no tropiecen
cargo de señalar los censores que de y si faltaren, avísenles y prohíbanles
ban reconocer cada escrito, y darán la seguir escribiendo. También am onesta
facultad, así él como el Cardenal-Vica mos m uy seriamente a los Superiores
rio del Pontífice, o el Prelado que h i religiosos, que hagan esto mismo; y si
ciere sus veces, presupuesta la fórm ula obraren con alguna negligencia, los
104, 13 E n c íc l ic a “ P a s c e n d i” 811
Ordinarios provean de remedio con a todas las diócesis lo que hace muchos
autoridad del Sumo Pontífice. Los pe años decretaron prudentísim am ente p a
riódicos y revistas escritos por católicos ra las suyas los Obispos de Umbría^34):
tengan, en cuanto fuere posible, censor fiara expulsar. decían, los errores lia
señalado; el cual deberá leer o portu esparcidos, v para impedir aue se di
nam ente todas las hojas o fascículos, vulguen más, o aue salgan todavía
luego de publicados; y si hallare algo maestros de impiedad que perpetúeii
peligrosamente expresado, m ande que Los perniciosos efectos aue de aquella
se corrija cuanto antes. Y los Obispos divulgación procedieron, el Santo Síno
tendrán esta m ism a facultad, aun con do, siguiendo las huellas de S a n C arlo ^s
tra el juicio favorable del censor. B o r r o m e o , decreta que en cada dióce
sis se instituya un Consejo de varones
e) censura en las asam bleas sacer probados de uno u otro clero, al cuql
dotales. V. Ya a rrib a hem os hecho pertenezca vigilar qué nuevos errores y
mención de los congresos y públicas con qué artificios se introduzcan o (Di
asambleas, por ser reuniones donde los seminen. u avisar de ello al Obispo parq
m odernistas procuran defender públi que, tomado consejo. ponga remedíq
camente y propagar sus opiniones. Los con que este daño pueda sofocarse eg
Obispos no perm itirán en lo sucesivo su mismo principio, para que no se es
que se celebren asam bleas de sacerdo- parza más u más con detrimento de Iqp
647 tes, sino rarísim a vez, y si las perm i gimas, o lo que es peor, crezca de díg
tieren, sea bajo condición de que no se en día u se confirme. Mandamos, pues,
trate en ellas de cosas tocantes a los que este Consejo, que queremos se lla
Obispos o a la Sede Apostólica; que me de vigilancia, sea establecido cuanto
nada se proponga o reclame que induz antes en cada diócesis; y los varones
ca usurpación de la sagrada potestad, que a él se llam en podrán elegirse del 648
y que no se hable en ninguna m anera mismo o parecido modo al que fijamos
de cosa alguna que tenga sabor de m o arriba respecto de los censores. En m e
dernismo, presbiterianism o o laicismo. ses alternos y en día prefijado se reu
A estos congresos, cada uno de los cua nirán con el Obispo, y quedarán obli
les deberá obtener perm iso por escrito gados a guardar secreto acerca de lo
y en tiempo oportuno, no podrán con que allí se tratare o dispusiere. Por
c u rrir sacerdotes de otras diócesis sin razón de su oficio tendrán las siguien
letras com endaticias del propio Obispo. tes incumbencias: investigarán con vigi
Y todos los sacerdotes tengan m uy fijo lancia los indicios y huellas de m oder
en el ánimo lo que recom endó L e ó n nismo, así en los libros como en las
X III con estas gravísim as palab ras(33): cátedras; prescribirán prudentem ente,
Consideren los sacerdotes.. como cosa pero con prontitud y eficacia, lo que
intangible la autoridad de sus Prelados. conduzca a la incolum idad del clero y
teniendo ñor cierto que el ministerio de la juventud. Eviten la novedad de
sacerdotal, si no se ejercitare conforme los vocablos, recordando los avisos de
al magisterio de los obispos, no será ni L e ó n XIII<35) : í^Lq puede aprobarse, en
santo, ni muu útil, ni honroso. los escritos de los católicos aquel modo
de hablar aue. siguiendo Jas malas no
f) crear consejos de vigilancia en vedades, parece ridiculizar la piedad de
cada diócesis. VI. Pero ¿de qué a p ro los fieles, u anda proclamando un nu
vechará, Venerables Herm anos, que vo orden de vida cristiana. huevos pre
Nos expidamos m andatos y preceptos, ceptos de la Iglesia, nuevas aspiraciones
si no se observaren puntual y firm e del espíritu moderno, nueva vocación
m ente? Lo cual, p ara que felizmente social del clero, nueva urbanidad cris
suceda, conform e a Nuestros deseos, tiana y otras muchas cosas de este jaez.
Nos ha parecido conveniente extender Tales modos de hablar no se sufran en
(33) Lilt. Ene. ‘‘N o b i l i s s i m c i p a l l o r u m ” , 10 Fe (34) Act. Consess. Epp. Umbriae, Novembri 1849,
brero de 1884; en esta Colecc. Encícl. 43, 0 pág. tít. 2, art. 6.
300. (35) Instruc. S. C. N. N. EE. EE., 27 Jan. 1902.
812 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1907) 104, U
acusaciones, que refuta con perpetuos los errores que de todas partes nos
argum entos la historia de la religión invaden veáis lo que os incumbe hacer
cristiana, tenemos designio de prom over y os entreguéis con toda energía y for
con todas Nuestras fuerzas un instituto taleza a la ejecución de lo que enten
particular en el cual, con ayuda de diereis. Asístaos con su virtud J esucris
todos los católicos insignes por la fam a to , autor y consum ador de nuestra fe;
de su sabiduría, se fom enten todas las asístaos con su intercesión y auxilio la
ciencias y todo género de erudición, te Virgen Inm aculada, debeladora de to
niendo por guía y m aestra la verdad das las herejías; m ientras Nos, en pren
católica. Plegue a Dios que podamos da de Nuestra caridad y del divino
realizar felizmente este propósito, con el consuelo en las adversidades, os damos
auxilio de todos los que abrazan con am antísim am ente, a vosotros y a vues
sincero am or a la Iglesia de Cristo. tro clero y pueblo, Nuestra Apostólica
Pero de esto os hablarem os en otra Bendición.
ocasión. E ntre tanto, Venerables H er
manos, para vosotros, en cuyo celo y Dado en Roma, junto a San Pedro,
diligencia tenemos confianza suma, pe el día 8 de Septiembre de 1907, año
dimos con toda N uestra alm a la abun quinto de Nuestro Pontificado.
dancia de la soberana luz p ara que en
tan grandes peligros de las alm as por PIO PAPA X.
105
PIO PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
term inar en qué haya de consistir esta sor añadía con su apostólico celo: Qui
santidad, de la cual no es lícito que ca siera Dios que estas virtudes fuesen
rezca el sacerdote; porque el que lo practicadas ahora por mayor número
ignore o lo entienda mal, está cierta de gente, como lo fueron por tantos
mente expuesto a un peligro m uy grave. santos personajes de tiempos pasados,
Piensan algunos, y hasta lo pregonan, que en humildad de corazón, obedien
que el sacerdote ha de colocar todo su cia y abstinencia fueron “poderosos en
empeño en emplearse sin reserva en el obras y palabras”, con provecho muy
bien de los demás; por ello, dejando grande para la religión y la sociedad.
casi todo el cuidado de aquellas v irtu Ni está fuera de lugar el recordar cómo
des — que ellos llam an pasivas— por el sapientísimo Pontífice con toda ra
las cuales el hom bre se perfecciona a zón hace una muy singular mención de
sí mismo, dicen que toda actividad y aquella abstinencia que, en lenguaje
todo el esfuerzo han de concentrarse evangélico, llamamos “abnegación de sí
en la adquisición y en el ejercicio de mismo”. En efecto, queridos hijos, en
las virtudes activas. M aravilla cuánto ella principalm ente están contenidas
engaño y cuánto mal contiene esta doc la fuerza, la eficacia y todo el fruto del
trina. De ella escribió m uy sabiam en m inisterio sacerdotal; así como de su
te Nuestro Predecesor, de feliz memo- negligencia procede todo cuanto en las
r ia (20) ; só / o aquel que no se acuerde costumbres del sacerdote puede ofender
de las palabras del Apóstol: “Los que los ojos y las conciencias de los fieles.
El previo, también predestinó a ser con Porque, si alguno obra por un vergon
formes a la imagen de su Elijo”^21\ sólo zoso afán de lucro, si se enreda en nego
aquél — digo— podrá pensar que las cios temporales, si ambiciona los p ri
virtudes cristianas son acomodadas las meros puestos y desprecia los demás,
unas a un tiempo y las otras a otro. si se hace esclavo de la carne y de la
Cristo es el Maestro y el ejemplo de sangre, si busca el agradar a los hom
toda santidad, a cuya norma se ajusten bres, si confía en las palabras persua
todos cuantos deseen ocupar un lugar sivas de la sabiduría hum ana, todo ello
entre los bienaventurados. Ahora bien: proviene de que desdeña el m andato de
a medida que pasan los siglos, Cristo Cristo y desprecia la condición por El
no cambia, sino que es el mismo “ayer puesta: Si alguno quiere venir en pos
y hoy, y será el mismo por todos los de mí, niéguese a sí mismo^2QK
siglos”(22\ Por lo tanto, a todos los
hombres de todos los tiempos se dirige b) Dedicación desprendida al p ró
aauello: “Aprended de mí, que soy jimo
manso y humilde de corazón”^ : y en
todo momento se nos muestra Cristo 13. Obligaciones del ministerio.
“hecho obediente hasta la muerte” (24); Mientras Nos inculcamos tanto todo es
también aquellas palabras del Apóstol: to, no dejamos de advertir al sacerdote
“Los que son de Cristo han crucificado que no ha de vivir santam ente para sí
su carne con los vicios y las concupis solo, pues él es el obrero que Cristo
c e n c i a s v a l e n igualmente para io salió a contratar para su viña^27\ Le
dos los tiempos.12 corresponde, pues, arrancar las perni
ciosas hierbas, sem brar las útiles, re
12. Importancia de 2a abnegación. garlas y velar para que el enemigo no
Verdad es que estas enseñanzas se apli- siembre luego la cizaña. Guárdese bien,
562 can por igual a todos los fieles, pero por lo tanto, el sacerdote, no sea que,
dicen m ejor con los sacerdotes; y, como al dejarse llevar por un afán inconsi
dicho a ellos antes que a los demás, derado de su perfección interior, des
han de tom ar lo que Nuestro Predece- cuide alguna de las obligaciones de su
(20) Ep. T e s t e m b en e v o le n li a ? al arzob. de Bal- (23) Mat. 11, 29.
tim or, 21 jan. 1899 sobre el am ericanism o (ASS (24) Filip. 2, 8.
31 [1898/99] 476). (25) Gal. 5, 24.
(21) Rom. 8, 29. (26) Mat. 16, 24.
(2 2 ) I lc b r . 13, 8. (27) Mat. 20, 1.
105, 14-16 E x h o r t . A p o st . “H a e r e n t A n im o ” 819
la mente de donde procede. Regula lue cosas celestiales, a fin de gustar las co
go los afectos, dirige los actos, co sas de Dios, enseñarlas y aconsejarlas
rrige los excesos, arregla las costum con ahinco; y así ordenar su vida sobre
bres, cohonesta y ordena la vida; con las cosas hum anas, que todo lo que
fiere, en fin, tanto la ciencia de las co haga según su ministerio, lo haga se
sas divinas como de las humanas. Es gún Dios, inspirado y guiado por la fe.
la que aclara lo confuso, corrige los Ahora bien; que esta disposición de
extravíos, concentra lo esparcido, escu ánimo, esta unión como espontánea del
driña lo oculto, investiga lo verdadero, alm a con Dios, se produce y se con
examina lo verosímil y explora lo fin serva principalm ente gracias a la m e
gido y aparente. Ella prepara lo que ditación cotidiana, cosa es tan clara a
debe hacerse y repasa lo hecho, de suer quien piense un poco siquiera, que ya
te que nada subsista en el ánimo que no es necesario el deternos más en
no esté corregido o que tenga necesidad su explicación.
de corrección. En lo próspero, ella pre
siente lo adverso; y, en lo adverso, hace 21. Tristes consecuencias del des
como que no siente: propio es lo uno cuido de la m editación p ara ellos. Con
de la fortaleza, lo otro de la pruden- firm ación de todo esto, bien triste por
cta(37). El conjunto de estas grandes cierto, podemos hallar en la vida de
ventajas, que la m editación lleva con aquellos sacerdotes que o hacen poco
sigo, nos enseña y a la vez nos advierte caso de la m editación de las cosas eter
cómo en todo sentido no sólo es p ro nas, o la m iran con fastidio. Y así son
vechosa, sino m uy necesaria. de ver aquellos hombres, en quienes
ha languidecido bien tan im portante
20. P o r su m inisterio y los peligros como el sentir de Cristo, entregados por
debe elevar su alm a siem pre y hacer completo a las cosas de la tierra, pre
diariam ente su m editación. Aunque las tendiendo cosas vanas, hablando fútiles
diferentes funciones sacerdotales sean palabras y tratando las cosas santas
augustas y llenas de veneración, ocurre, negligente, fría y aun indignam ente
sin embargo, que quienes las cum plen quizá. En un principio, esos sacerdotes,
por costum bre, no las consideran con fortalecidos por la gracia de su reciente
la religiosidad que se merecen. De aquí, unción sacerdotal, preparaban con dili
dism inuyendo el fervor poco a poco, gencia su ánimo para rezar el oficio
fácilmente se pasa a la negligencia y divino, para no hacer como los que
hasta al disgusto de las cosas más san tientan a Dios: buscaban el tiempo más
tas. Añádase a esto que al sacerdote le oportuno y los sitios más retirados del
es necesario el vivir diariam ente como estrépito de las gentes; procuraban in
en medio de una generación depravada, vestigar los sentidos de la palabra de
de modo que m uchas veces aun en el Dios; cantaban alabanzas, gemían, se
ejercicio mismo de la caridad pastoral alegraban y derram aban su espíritu con
habrá de tem er no se encubran allí las el Salmista. Mas ahora, con relación a
asechanzas de la serpiente infernal. entonces, ¡cuán cambiados!... Apenas si
¿Qué decir de la facilidad con que queda ya nada en ellos de aquella ani
hasta los corazones piadosos se m an mosa piedad con que anhelaban los di
chan con el polvo del m undo. Bien, vinos misterios. ¡Qué amados les eran
pues, se ve cuál y cuán grande es la en otros tiempos aquellos tabernáculos!
necesidad de volverse todos los días Ansiaba el alm a por sentarse a la mesa
hacia la contem plación de las cosas del del Señor y poder llevar, continuam en
cielo, p ara que, recobradas de tiempo te, otras m uchas hacia ella. Antes del
en tiempo las fuerzas, la m ente y la sacrificio, ¡qué pureza, qué oraciones
voluntad queden robustecidas contra las de aquella alm a fervorosa! En la
las tentaciones. Conviene, además, que celebración de la misa, ¡cuánta reveren
el sacerdote adquiera cierta facilidad y cia entonces, exactamente cum plidas las
hábito p ara elevarse y tender hacia las augustas ceremonias en toda su hermo-
(37) S. Bernardo De c o n s i d c r a t . lib. 1, c. 7 (Migne PL. 182, col. 737-A).
822 E n c íc l ic a s d el PP. P ío X (1908) 105, 22-24
sural ¡Qué gracias dadas de lo íntimo güera! ¡Ojalá que los tales, consideran
del corazón! Así, felizmente, sobre el do bien consigo mismo, lleguen por fin
pueblo se esparcía el buen olor de a conocer en qué paran esa negligencia
Cristo... Acordaos, os rogamos hijos y desprecio tal de la oración! De aquí
amadísimos, acordaos... de los pasados procedió la soberbia y la contumacia,
días(38) cuando, en efecto, ardía el alm a y éstas dieron frutos harto amargos,
inflam ada por el entusiasmo de la santa que el ánimo de Padre rehuye recordar
meditación. y desea totalm ente arrancar. Dios atien
da este deseo, y m irando con ojos be
22. Su apostolado carece de fuerza nignos a los extraviados, derram e sobre
y gracia. E n tre aquellos mismos a quie
ellos tan abundantem ente el espíritu de
nes es gravoso recogerse en su cora-
zón <383940> o que lo descuidan, no faltan gracia g de oración, que llorando su
ciertam ente quienes no disim ulan la error vuelvan de grado, con alegría de
consiguiente pobreza de su alma, y se todos, a los caminos en m ala hora aban
excusan poniendo por causa que se donados, y continúen en ellos con más
entregaron totalm ente a la actividad del cautela. ¡Y séanos Dios testigo, como
ministerio sacerdotal, a la m últiple uti en otro tiempo lo fue con el Apóstol^41*,
lidad de los demás. Mas se engañan de qué modo los amamos a todos ellos
m iserablemente. Porque, no acostum en las entrañas de J e s u c r i s t o !
brados ya a tra ta r con Dios, cuando
de El hablan a los hom bres o cuando 24. Util y necesaria para la cura de
les dan consejos p ara la vida cristiana, almas. Que en ellos, como en todos
carecen totalm ente del espíritu de Dios, vosotros, hijos amadísimos, se grabe
de suerte que en ellos la palabra evan- m uy bien Nuestra exhortación, porque
68 gélica parece casi m uerta. Su voz, au n es tam bién de Cristo Señor Nuestro:
que brille con una prudencia o facun Atended, vigilad y orad^42K Ante todo,
dia que se alaba, no es ya el eco de la que cada cual aplique su industria al
voz del buen Pastor, única que las empeño de m editar piadosam ente; pro
ovejas oyen p ara su bien, sino que re cure esto mismo con diligencia y áni
suena y se pierde sin fruto, algunas mo confiado, suplicando: ¡Señor, ensé
veces infecunda por el mal ejemplo, no ñanos a orarl^K Ni tiene poco peso
sin deshonra p ara la religión y escán inducirnos a m editar esta especial ra
dalo para los buenos. Lo mismo suce zón: a saber, cuán gran influencia en
de en los demás m inisterios de su agi el consejo y virtud procede de aquí, 569
tada vida; pues, o no se sigue ventaja cosa m uy útil para la recta cura de
alguna de sólida utilidad, o es de corta almas, obra la más difícil de todas. Y
duración, porque le falta la lluvia del muy a propósito viene, siendo digna de
cielo que se atrae en abundancia tan ser recordada, la alocución pastoral de
sólo por la oración del que se humi- S a n Carlo s: Entended, hermanos, que
lla l* °\ nada es tan necesario a todos los varo
nes eclesiásticos como la oración men
23. Condenación de las tendencias tal, que preceda, acompañe y siga a
modernas que rehuyen y aun despre todas nuestras acciones: Cantaré, dice
cian la oración. Y aho ra no podemos el Profeta, y entenderé” (44). Si admi
menos de lam entarnos vehementemente nistras los sacramentos, oh hermano,
de aquellos que, arrastrados por perni medita qué haces; si celebras la misa,
ciosas novedades, ni se avergüenzan si piensa qué ofreces; si cantas, mira con
quiera de pensar en contra de lo que quién y qué cosas hablas; si diriges las
llevamos dicho, juzgando ellos que es almas, piensa en la sangre con que es
como perdido el trabajo que se emplea tán lavadas^45^. P or lo cual, con justa
en m editar y en orar. ¡Oh funesta ce- razón, nos m anda la Iglesia que rep ita-
(38) Hebr. 10, 32. (42) Marc. 13, 33.
(39) Jer. 12, 11. (43) Luc. 11, 1.
(40) E ccli. 35. 21. (44) Sal. 100, 2.
(41) Pili!. 1, 8. (15) S . C a r lo s B o r r o m e o d el serm ón al c le r o .
105, 25-26 E x h o r t . A p o st . “H a e r e n t A n im o ” 823
mos frecuentem ente aquellas palabras deram ente fieles hemos de contar los
de D a v i d : Bienaventurado el varón que libros piadosos. Ellos con gravedad nós
medita en la ley del Señor, su voluntad avisan de nuestros deberes y áe las
permanece de día y de noche; todas las prescripciones de la legítima disciplina;
cosas que haga le resultarán bien. Ade despiertan en nuestros corazones las
más, sirva p ara todos de noble estímulo voces celestiales adorm ecidas; repren
este últim o: si el sacerdote se llam a otro den el abandono de nuestros buenos
Cristo, y lo es, por la comunicación de propósitos; perturban nuestra engañosa
la potestad, ¿no deberá hacerse tal y tranquilidad; censuran nuestras afec
ser considerado como tal tam bién por ciones menos rectas, disimuladas; nos
la im itación de sus obras?... Sea, pues, descubren los peligros a que frecuente
nuestro gran empeño el meditar la vida mente se exponen los incautos. Y todos
de Jesucristo^4®). estos oficios nos los prestan con bene
volencia tan discreta que se nos m ues
** La lectura espiritual tran, no ya sólo como amigos, sino
como los mejores amigos. Los tenemos,
25. L ectura de la Biblia y de libros cuando nos place, como juntos a nues
piadosos. Im porta en gran m anera que tro lado, a todas horas dispuestos a so
el sacerdote añada de continuo la lec corrernos en nuestras más íntim as ne
tura de libros piadosos, y ante todo de cesidades; su voz jam ás es am arga, sus
los libros inspirados de las cosas divi advertencias jam ás interesadas, su p a
nas. Y así P a b l o m andaba a T i m o t e o : labra jam ás tím ida ni falaz.
Dedícate a la lectura46(47)48. P or esto J e r ó
n i m o indicaba a N e p o c i a n o , cuando le 26. E jem plo de S. Agustín. - Lectura
hablaba de la vida sacerdotal: Nunca perjudicial. Numerosos e insignes ejem
caiga de tus manos la lectura sagrada, plos dem uestran la eficacia tan prove
dando p ara ello la siguiente razón: chosa de los buenos libros; pero entre
Aprende lo que debes enseñar: adquiere todos sobresale indudablem ente el ejem
aquella palabra fiel, que es según la plo de S a n A g u s t í n , cuyos insignes
doctrina, para que puedas exhortar con méritos con la Iglesia de allí tom aron
doctrina sana y refutar a los que le su origen: Toma y lee: toma y lee... Yo
contradigan. ¡Qué provecho, en efecto, tomé rávido (las Epístolas de San P a
no consiguen los sacerdotes que tal h a blo), las abrí y leí en silencio... Como
cen con asiduidad constante! ¡Cuán dul por una luz de paz infundida en mi
cemente predican a Cristo, cómo incli corazón, se disiparon las tinieblas de
nan hacia la perfección, cómo elevan a mis dudas(51). Desgraciadamente, por
deseos celestiales los corazones y las lo contrario, en nuestros días ocurre
alm as de sus oyentes, en vez de debili
con frecuencia que los miembros del
tar] os y lisonjearlos! Mas, por otro tí
tulo — y en tal caso, con gran provecho clero se van poco a poco cubriendo con
vuestro— , queridos hijos, tiene fuerza las tinieblas de la duda y llegan a seguir
el precepto de S a n J e r ó n i m o : Que la las tortuosas sendas del mundo, p rin
lectura sagrada esté siempre en tus cipalm ente por preferir a los libros
manos(4S). ¿Quién ignora la gran fu er piadosos y divinos todo género de libros
za que tiene sobre el corazón de un bien diversos y hasta la turba de los
amigo la voz del amigo que le advierte periódicos saturados de sutil y ponzo
sinceramente, le ayuda con su consejo, ñoso error. Guardaos, queridos hijos;
le reprende, le anim a y le ap arta del no os fiéis de vuestra edad adulta y
error? Dichoso aquel que encuentra un provecta; no os dejéis engañar por la
amigo verdadero..A49). El que lo ha en falaz esperanza de que así atenderéis
contrado, ha encontrado un tesoro^0). m ejor al bien común. No se franqueen
En el núm ero, pues, de amigos verda los límites que las leyes de la Iglesia
(46) De imit. Cliristi, 1, 1. (49) Eccli. 23, 12.
(47) I Tim. 4, 13. (50) Eccli. 6, 14.
(48) Ep. 50 acl Paulinum 2, C (PL. 22 [n. 9] (51) Conf. 8, 12 (Corp. Ser. E. I. 33, pág. 191;
coi. 549). Migne PL. 32, col. 762.
824 E n c íc l ic a s d el P P . P ío X (1908) 105, 27-29
señalan o que la prudencia de cada sus pérdidas y qué gran empeño ponen
uno y el am or de sí mismo determ inan; en resarcirlas. Mas nosotros, en quienes
porque, u na vez em papada el alm a de existe tal vez un vivo afán por adquirir
este veneno, m uy difícil será el evitar honores, aum entar nuestro patrim onio,
las consecuencias de la ruina causada. conquistar renom bre y gloria por m e
dio de la ciencia, con gran descuido y
*** El examen diario de Conciencia suma negligencia olvidamos el negocio
más im portante y el m ás difícil, esto
27. El examen ele cada día. El p ro es, el de nuestra propia santificación.
vecho que el sacerdote obtendrá, así de
las lecturas sanas como de la m edita 29. Los peligros del descuido de
ción de las cosas celestiales, será más examen. Apenas si de tarde en tarde
abundante si se echare m ano de algún nos recogemos alguna vez dentro de
indicio por el que pueda reconocer, si nosotros mismos para exam inar nues
se aplica con cuidado a llevar a la tra alma, la cual por ese motivo se
práctica de la vida cuanto ha leído y halla como una enm arañada selva, o
meditado. Muy a propósito viene el como la viña de aquel perezoso de la
excelente medio recom endado singu que está escrito: Pasado he por las tie
larm ente al sacerdote por S a n J u a n rras del perezoso y por la v iña del ne
Todas las noches, antes de
C r is ó s t o m o : cio, y he visto cómo se hallaban invadi
entregarte al sueño, llama a juicio a tu das por las ortigas y cómo las espinas
conciencia y pídele cuenta muy severa
de los malos proyectos formados du habían recubierto toda la superficie,
rante el día..., investígalos y desgárra mientras su cerca de piedra se hallaba
los, castígalos también^5253). Y cuán con destruida(55>. Y el peligro es tanto m a
veniente y provechoso sea p ara la vir yor cuanto que los malos ejemplos, nc»
tud cristiana este ejercicio, pruébanlo poco perjudiciales aun a la virtud del
los m aestros de la vida espiritual con mismo sacerdote, se m ultiplican en to r
adm irables avisos y exhortaciones. Ci no suyo, de tal suerte que cada día es
temos a propósito aquellas palabras de preciso vivir con más cautela y resistir
las instrucciones de S a n B e r n a r d o : con m ayor esfuerzo. La experiencia de
Como investigador diligente de la pu m uestra cómo el que hace frecuente y
reza de tu alma, investiga tu vida con severo examen propio de sus pensa
el examen de cada día, averigua con mientos, palabras y actos, tiene más
cuidado qué has ganado y qué has per fuerza para odiar y h uir del mal, y tam
dido... Aplícate a conocerte a ti mismo... bién más ardo r 3^ celo para el bien.
Asimismo la experiencia pone de m ani
Pon todas tus faltas delante de tus ojos.
Ponte frente a ti mismo, como delante fiesto a cuántos inconvenientes y peli
de otro; y luego llora de ti mismo (53). gros se halla expuesto ordinariam ente
el que rehuye presentarse ante este tri
bunal en el que la justicia se asienta
28. A ejemplo de los comerciantes para juzgar, m ientras la conciencia se
debemos practicar con gran diligencia presenta como reo al mismo tiempo
el examen. V ergüenza grande sería que que como acusador. En vano trataréis
aun en esto se cumpliesen aquellas p a de buscar en él aquella circunspección,
labras del Salvador: Los hijos de este tan conveniente en todo cristiano, de
siglo son mucho más avisados que los evitar aun los pecados más leves; aquel
hijos de la luz^3éK Bien es de ver el pudor del alma, propio singularm ente
sumo cuidado con que ellos adm inis de todo sacerdote, que se asusta hasta
tran sus asuntos, y con cuánta frecuen de la más pequeña ofensa de Dios. Más
cia repasan sus ingresos y sus gastos, aún: semejante incuria y tal negligencia
con aué diligencia y con qué rigor h a de sí mismo, llegan a veces a tal grado
cen sus cuentas, cómo se lam entan de que hasta descuida el mismo sacramen-
(52) Exposit. in Ps. 4, 8 (PG. 55, col. 51). (54) Luc. 16, 8.
(53) M editationes piissim ae c. 5: De auotid. sui (55) Prov. 24, 30-31.
ipsius exam. (Migne PL. 184, col. 494-D).
105, 30-33 E x h o r t . A p o st . ‘H a e r e n t A n im o ” 825
P I O PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
— 329 —
830 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X Í1909) 106, 2-3
bendiciendo al Señor, por haber llam a de una más intensa y pública adhesión 337
do tantas alm as a la luz de la verdad a Pedro y a su Iglesia.
y al seno de la Iglesia Católica; así, el Este grado de unión con la Sede
magnífico hom enaje que se tributó nue Apostólica no existió ciertam ente en
vamente a Cristo, presente en la divina todas las épocas ni en todas las clases
Eucaristía, por miles de creyentes y de hombres, en la misma proporción
con la asistencia de m uchos de Nues ni con las mismas m anifestaciones exte
tros Venerables H erm anos y de Nuestro riores. No obstante, puede afirm arse
Legado, en la nobilísim a isla de Ingla con toda verdad, que por disposición
terra; y así tam bién, el consuelo de la especial de la divina Providencia, fue
afligida Iglesia de Francia al contem tanto más estrecha esta unión, cuanto
plar los espléndidos triunfos del augus más adversos, como ocurre en nuestros
to Sacramento, especialmente en el san días, fueron los tiempos, ya para la
tuario de Lourdes, cuyo quincuagésimo sana doctrina o la disciplina sagrada,
aniversario, celebrado con tanta solem o bien para la libertad de la Iglesia. En
nidad fue p ara Nosotros motivo de otras épocas dieron ejemplo de esta
grande alegría. P or estos y otros he- unión los santos, al recrudecer las p er
6 chos, sepan todos y entiendan los ene secuciones contra la grey de Cristo, o
migos de la Iglesia, que el esplendor de cuando los vicios corrom pían más al
las ceremonias y el culto de la Augusta mundo, oponiendo providencialmente
Madre de Dios y los mismos filiales Dios a estos males, su virtud y su sa
hom enajes tributados al Sumo P o n tí biduría.
fice, se refieren en último térm ino a la
gloria de Dios: para que Cristo sea to 3. Octavo centenario de la muerte de
do, y esté en todas las c o s a s de San Anselmo. E ntre estos santos que
modo que, establecido el Reino de Dios remos recordar ahora a uno de una
en la tierra, puedan lograr los hom bres m anera especial, cuyo octavo centena
la salvación eterna. rio de su gloriosa m uerte celebramos
este año. Nos referim os a S a n A n s e l m o
2. Retorno de los hombres a Dios y d e A o s t a , doctor de la Iglesia y defen
adhesión de las naciones a la Iglesia. sor acérrim o de su doctrina y de sus
Este triunfo de Dios sobre la tierra que derechos, ya como m onje y Abad en las
debe esperarse en los individuos y en Galias, ya tam bién como arzobispo de
la sociedad, no es otra cosa que el re Cantorbery y Prim ado de Inglaterra. Y
torno de los hom bres a Dios, mediante no creemos que será inoportuno, des- 338
Cristo, y a Cristo, m ediante la Iglesia, pués de las fiestas jubilares celebradas
como lo habíam os anunciado Nosotros, con brillante esplendor en honor de
según el program a de Nuestro P ontifi otros dos santos doctores de la Iglesia,
cado, al dirigiros por prim era vez Nues S a n G r e g o r io M a g n o y S a n J u a n C r i -
tra palabra en la E n c íc l i c a “E supremi s ó s t o m o , gloria el uno de la Iglesia
apostolatus c a t h e d r a y como lo he occidental y el otro de la oriental, di
mos declarado luego en diversas ocasio rigir Nuestras m iradas hacia otro astro
nes. Esperam os confiados este retorno, que, si “se distingue en c l a r i d a d de
y p ara que se verifique cuanto antes, los dos anteriores, sin embargo, em u
dirigimos a ello Nuestros intentos y lándolos en sus ascensiones, difunde en
Nuestros deseos, como a un puerto, en torno suyo no m enor luz con su doctri
donde se vean apaciguadas aun las tem na y con sus ejemplos. Más aún, po
pestades de la vida presente. Y no por dría decirse que en cierta form a es
otro motivo, Nos han sido tan gratos mayor, en cuanto que A n s e l m o se en
los hom enajes ofrecidos a la Iglesia en cuentra más cercano a nosotros, por la
Nuestra hum ilde persona, sino porque, época, el lugar, el carácter, los estudios,
con la ayuda de Dios, son indicio de y porque se asem ejan más a nuestros
este retorno de las naciones a Cristo y23 tiempos, su género de lucha, la form a
(2) Coloss. 3, 11. (4) l Cor. 15, 41.
(3) Encíclica del 4 de Oct. de 1903.
106, 4-5 E n c íc l ic a “ C o m m u n iu m R erum ” 831
tan de engañar y arm ar insidias a los por algunos hijos desnaturalizados, que
ingenuos. No es el dulce am or de la p a viven en el seno de la Iglesia para des
tria o la solicitud por el pueblo, ni garrarlo sigilosamente, se dirige en p ri
otro cualquier buen deseo o intento, el m er térm ino a la raíz, al alm a de la
que los mueve a esta sacrilega guerra, Iglesia; trata de enturbiar los m anan
sino el odio ciego contra Dios y contra tiales de la piedad y de la vida cristia
su adm irable obra, la Iglesia. De este nas, de envenenar las fuentes de la
odio se derivan, como de venenosa doctrina, de disipar el sagrado depósito
fuente, esos crim inales propósitos de de la fe, de conmover los mismos fun
oprim ir a la Iglesia y ap artarla de to damentos de la divina institución, por
da vida social; de allí el proclam arla medio del desprecio de la autoridad
m uerta y anticuada, sin que por eso pontificia y episcopal; pretende dar una
dejen de perseguirla; más aún, han lle nueva form a a la Iglesia, prescribirle
gado a tal punto de audacia y de in nuevas leyes y nuevos derechos, según
sensatez, que luego de haberla privado lo exigen los m onstruosos sistemas que
de toda libertad, la acusan de no tener ellos sostienen; en suma, quieren defor
parte alguna en el bienestar de la socie m ar toda la belleza de la Esposa de
dad y en la felicidad de la patria. De Cristo, movidos por el vano resplandor
este mismo odio procede tam bién el de una nueva cultura, a la que falsa
disim ular astutam ente o callar de p ro m ente se da el título de ciencia, y sobre
pósito los servicios más notables que la cual nos previene m uchas veces el
ha prestado la Iglesia y la Sede Apos Apóstol con estas palabras: “Mirad que
tólica, es que ya no aprovechan estos nadie os engañe con una filosofía sin
servicios como otros tantos argum entos substancia y capciosa, según los prin
en contra nuestra, p ara hacer surgir la cipios humanos y mundanos, y no se
sospecha e insinuarse astutam ente en gún Cristo” (21)2.
las m ultitudes, acechando e interpre
tando cada palabra y obra de la Iglesia Los funestos efectos del modernismo
como si fuese un grave peligro para la y de la incredulidad. Algunos, seduci
sociedad, en lugar de reconocer, como dos con esta vana filosofía y con esta
es evidente, que el progreso de la ge- engañosa y afectada erudición, unida a
nuina libertad y de la civilización más una extrem ada audacia en la crítica,
exquisita provienen principalm ente de “extraviaron en sus ideas^22\ y dejando
Cristo, por medio de la Iglesia. de lado... la buena conciencia, naufra
Sobre esta guerra, m ovida por los garon en la fe”(2S^; otros, en fin, entre
enemigos exteriores, “que en algunas gándose exageradam ente al estudio, se
naciones se lleva a cabo a campo abier perdieron en causas, y se alejaron del
to, y en otras con astucia e insidiosa estudio de las cosas divinas y de las
mente, aunque de cualquier modo que verdaderas fuentes de la ciencia. Por
sea se persigue a la Iglesia en todas otra parte, esta m ortal corrupción, que
partes”, ya habíam os prevenido en tomó el nom bre de “modernismo”, de
otras ocasiones vuestra vigilancia, Ve bido a su m orboso afán de novedad,
nerables H erm anos, sobre todo en aunque denunciada m uchas veces y des
Nuestra alocución consistorial, pro n u n enm ascarada por los mismos excesos
ciada el 16 de Diciembre de 1907. de sus fautores no deja de ser un mal
gravísimo y profundo para la república
8. Los ataques solapados del moder cristiana. Se oculta el veneno en las
nismo. Pero con no m enor severidad y venas y en las entrañas de nuestra so
dolor Nos vemos obligados a denunciar ciedad que se apartó de Cristo y de la
y reprim ir otro género de guerra, in Iglesia, y “como un cáncer”, va carco
terna y doméstica, pero tanto m ás fu miendo las nuevas generaciones, más
nesta, cuanto que se lleva a cabo más inexpertas y m ás audaces. No se debe
solapadam ente. Esta guerra, movida ciertam ente esta m anera de proceder a
(21) G closs. 2, 8. (2 3 ) I T im . 1, 19 .
(22) R cm . 1, 21.
106, 9 E n c íc l ic a “C o m m u n iu m R e r u m ” 835
liarse rnuy unido a él por lazos del pa de la autoridad apostólica”, según lo
rentesco y de la amistad: “Mirad, mi significa al escribir a dos ilustres pre
estimado señor, de qué manera la Igle lados de la Iglesia Romana. Y añade en
sia de Dios, nuestra Madre, a la que el seguida esta razón que es para nosotros
mismo Dios llama su bella amiga y su la piedra de toque de la fortaleza y de
querida Esposa, es abatida por los go la dignidad pastoral. “Prefiero morir,
bernantes perversos; cómo se halla afli y durante mi vida verme agobiado con
gida por la condenación eterna de aque toda clase de penurias en el destierro,
llos a quienes fue encomendada por antes que ver que por mi causa o por
Dios como protectores que la defendie mi ejemplo, es en alguna forma manci
sen; con qué arrogancia usurparon sus llada la dignidad de la Iglesia de
riquezas en provecho propio; con qué Dios”W .
354 crueldad la privan de su libertad y cuán Esta dignidad, libertad y pureza de
despiadadamente disipan su ley y su la Iglesia son tres cosas que absorben
religión. Estos, rehusando obedecer a por completo los pensamientos de este
los decretos del Apostólico (hechos en santo varón, es lo que pide constante
defensa de la religión cristiana), .se mente a Dios con sus lágrimas, oracio
muestran abiertamente desobedientes al nes y sacrificios; es lo que promueve
apóstol Pedro, cuyas veces él represen con todas sus fuerzas, ya sea por medio
ta, y también a Cristo, que recomendó de la resistencia vigorosa, o con la pa
a Pedro su Iglesia... Porque los que no ciencia viril; es lo que defiende en sus
quieren sujetarse a la ley de Dios, son obras, en sus escritos y en sus sermo
tenidos, sin duda alguna, como enemi nes. Con suaves y profundas palabras 3
gos de Dios”(25\ Así Anselmo, y ojalá invita a lo mismo a los m onjes sus
que lo hubiesen oído siempre, no sola herm anos, a los Obispos, a los Sacer
mente los sucesores y los hijos de este dotes y a todo el pueblo fiel, y con
valeroso Príncipe, sino también los de m ucha m ayor vehemencia a aquellos
más reyes y pueblos, tan am ados por príncipes que conculcaban m ás despia
él, defendidos y colmados de beneficios. 10 dadam ente los derechos y la libertad
de la Iglesia, con gran daño propio y
10. El Santo y la dignidad, lib ertaddey sus súbditos.
pureza de la Iglesia. Pero las m ism as Estas nobles palabras, brillante tes
persecuciones, los destierros, las expo timonio de la sagrada libertad, son
liaciones, las fatigas sobrellevadas, p rin m uy oportunas en nuestros días y ente
cipalm ente en el desempeño del oficio ram ente dignas de aquéllos “a los que el
pastoral, no sólo no debilitaron el vigor Espíritu Santo ha colocado como Obis
de su virtud, sino que lo unieron cada pos para regir la Iglesia de Dios” (28>;
vez más estrecham ente a la Iglesia y a y no dejan de ser útiles ni siquiera
la Sede Apostólica. En medio de las cuando, debido a la fe languideciente
pruebas m ás angustiosas escribía de o a la perversidad de los hom bres, o a
este modo a Nuestro Predecesor P as- la ofuscación de los prejuicios, no h a
cual :“Ato temo el destierro, ni la po yan de encontrar acogida. Porque, co
breza, ni los tormentos, ni la muerte, mo bien lo sabéis, Venerables H erm a
porque con la ayuda de Dios, está mi nos, a nosotros se refiere de una m a
corazón preparado a sobrellevar todo nera especial la palabra del Señor:
esto, por la obediencia a la Sede Apos- “Clama, no te des reposo, levanta tu
355 tólica y por la libertad de mi Madre, voz cual trompeta”^ ; y esto princi
la Iglesia de Cristo”(26). Acude en de palm ente ahora en que tam bién “el
m anda de protección y ayuda a la cá Altísimo ha hecho oír su v o z en el
tedra de P edro, “no sea que por causa rugido de la naturaleza y de las cala
mía se vea disminuida alguna vez la midades presentes: la voz “del Señor
firmeza de la religiosidad eclesiástica y que conmueve la tierra”, voz que resue-
(25") Cortas, libro III, ep. 65. (28) Act. 20, 28.
(26) Cartas, l'bro III, ep. 73. (29) Isaías 58, 1.
(27) Cartas, libro IV, ep. 47. (30) Salmo 17, 14.
106, 11 E n c íc l ic a “ Go m m u n iu m R er u jv t 837
12. Avisos del Santo a reyes y pode exige Dios que según la potestad que
rosos. Asimismo, parece que son m uy misericordiosamente les ha sido comu
oportunos otros avisos del mismo santo nicada, quieran hacerlo y lo pongan en
60 dirigidos a los reyes y a los grandes práctica como es debido. Y si podéis
Así por ejemplo, escribía a la Heina hacerlo todo de una vez, no debéis por
Matilde de I nglaterra : “Si queréis esto dejar de esforzaros por ir de bien
recta y eficazmente dar gracias a Dios en mejor; porque suele Dios conducir
con las mismas obras, tened presente benignamente a la perfección los bue
aquella reina que a El plugo elegir co nos propósitos y los buenos deseos, y
mo Esposa en este mundo... Tenedla, retribuirlos con gran generosidad
digo, a ésta, bien presente, engrande Estos y otros avisos semejantes, tan
cedla, honradla, defendedla, para que sabios y tan santos, que Anselmo daba
podáis con ella y en ella agradar a Dios, a los señores y a los reyes de la tierra,
y vivir juntamente con ella en la eterna son tam bién m uy oportunos a los P as
bienaventuranza”^ . Pero sobre todo, tores y a los Príncipes de la Iglesia, a
cuando os encontréis con algún hijo quienes está principalm ente encom en
que, envanecido con el poder terreno, dada la defensa de la verdad, de la ju s
vive sin acordarse de su Madre am an- ticia y de la religión. Es verdad que las 362
tísima, o que se revela contra ella, en dificultades son cada día mayores, y
tonces traed a la m em oria estas pala son tantas las emboscadas que se nos
bras: “Es vuestra obligación... el sugerir arm an que apenas nos queda lugar
éstas y otras cosas semejantes, con fre donde movernos sin algún peligro. P o r
cuencia, oportuna e importunadamente: que m ientras se sueltan los frenos al
y debéis exhortarla a que se muestre, vicio y a la impiedad, se oprim e a la
no señor, sino defensor de la Iglesia, Iglesia con fiera obstinación, y conser
no hijastro sino hijo muy querido de vando como un sarcasmo el nom bre de
ella”Wh libertad, se m ultiplican de mil m aneras
Porque nosotros, sobre todo n os los obstáculos p ara im pedir vuestra
otros, debemos inculcar también aquel acción y la de vuestro clero; de tal m a
otro dicho de Anselmo tan noble y tan nera que no es de adm irar si no podéis
paternal: “Cuando oigo alguna cosa de hacer todo aquello que es necesario
vosotros que no agrada a Dios ni os es para ap artar a los hombres del error y
provechosa, si me descuido en avisaros, del pecado, para corregir los abusos,
61 ni temo a Dios, ni os amo como de- para inculcar en las almas la noción
bo”(363738). Y si entendiéremos que “tratáis de lo verdadero y de lo bueno, y para
las iglesias que están en vuestro poder, aliviar, en fin, a la Iglesia, de los m úl
de una manera diversa a la que a ellas tiples males que la acongojan.
y a vuestra misma alma conviene”, en 13. Es propíio de la Iglesia vivir en
tonces, im itando a Anselmo, debemos tre luchas, dificultades y afli-cciones.
nuevamente rogar, aconsejar y avisar Pero existen razones que deben levan
“que consideréis con diligencia todas tar nuestro espíritu. Porque vive el Se
estas cosas, y si vuestra conciencia os ñor que hará que “todo se convierta en
manifiesta que debéis corregiros en algo bien para aquellos que le aman
os dispongáis a hacerlo” “Porque De estos males El sacará bienes, y sobre
no debe descuidarse nada que pueda tantos obstáculos opuestos a su obra
corregirse, porque Dios pide cuenta no por la perversidad hum ana, hará brillar
sólo de las malas obras, sino también con más esplendor los triunfos de la
de haber omitido corregir aquellos ma Iglesia. Es éste el consejo adm irable de
les que podían enmendarse. Y cuanto la divina Sabiduría, son éstos, en el
mayor es el poder que tienen para co orden actual de la Providencia, “sus
rregirlos, con tanto mayor rigor les misteriosos caminos”(42), — “porque no
(36) Cartas, lib. III, ep. 57 (Migue 159, 91-B). (39) Ibid., cp. 52 (Migne 159, 232-A yB).
(37) Ibid., ep. 59 (Migue 159, 93-A). (10) Carlas, lil). III, ep. 142 (Migne 159, 174-A).
(38) Ibid., lib. IV, ep. 52 (Migue 159 [epist. 51] (41) Rom. S. 28.
(12) Rom. 9, 33.
1 0 6 , 14 E n c íc l ic a “ Go m m u n iu m IIe r u m ” 839
son mis pensamientos iguales a los complaciendo al m undo “en donde do
vuestros, ni mis caminos son vuestros mina enteramente el demonio” con
caminos, dice el Señor” — ; de tal el pretexto de sim patizar con los fauto
m anera que la Iglesia de Cristo renueva res de la novedad y atraerlos a la Igle
en sí cada vez más la vida de su divino sia, como si fuera posible la arm onía
Fundador, que tanto padeció, de modo entre la luz y las tinieblas, entre Cristo
que en cierta form a complete “aquello y el Demonio. Son éstos, sueños de en
que falta a la pasión de Cristo” (4344). fermos, alucinaciones que siempre han
P or lo cual, su condición de m ilitante ocurrido y ocurrirán m ientras haya
en la tierra es la de vivir entre las lu soldados cobardes, que arrojen las
chas, las dificultades y las incesantes arm as a la sola presencia del enemigo,
aflicciones p ara poder de este modo o traidores, que pretendan a toda costa
“entrar en el reino de Dios... por medio hacer las paces con los contrarios, a
de muchas tribulaciones” (4546*), y unirse saber, con el enemigo irreconciliable de
al fin con la iglesia triunfante del cielo. Dios y de los hombres.
Así desarrolla Anselmo, sobre esta
m ateria, aquel lugar de S an Mateo : 14. Caridad y no cobarde neutrali
“Jesús obligó a sus discípulos a subir dad y culpable condescendencia en el
a la barca”: “Según la interpretación gobierno pastoral. A vosotros, V enera
mística se describe aquí el estado de la bles Hermanos, a quienes la divina
Iglesia desde la venida del Salvador Providencia ha constituido pastores y
hasta el fin del mundo... La barca pues guías del pueblo cristiano, incumbe la
era batida por las olas en medio del obligación de procurar resistir con todo
mar, mientras Jesús permanecía en la empeño a esta funestísim a tendencia de
cumbre del monte; porque desde que el la m oderna sociedad, de adormecerse
Salvador subió al cielo, la Santa Iglesia en una vergonzosa inercia, m ientras re
ha sido sacudida en este mundo con crudece la guerra contra la religión,
grandes tribulaciones, dispersada con procurando una cobarde neutralidad e
muchas tempestades de persecuciones, interpretando falsam ente los derechos
vejada de diversas maneras por la per divinos y hum anos, por medio de ro
versidad de hombres malvados y ten deos y convenios, y sin acordarse de
tada de infinitos modos por los vicios. aquella categórica sentencia de Cristo:
Pues “el viento le era contrario”, porque “el que no está conmigo está contra
el soplo de los espíritus malignos siem m í” (48). No queremos decir que los
pre le es adverso para que no pueda m inistros de Cristo deban hacer caso
llegar al puerto de la salvación; se es omiso de la caridad paterna, ya que a
fuerzan por hundirla en las olas de las ellos se refieren principalm ente las p a
adversidades del siglo, levantando con labras del apóstol: “Me he hecho todo
tra ella todas las dificultades que les a todos, para salvarlos a todos” ni
son posibles” que no convenga a veces ceder algo del
Están pues m uy equivocados los que propio derecho, en cuanto sea posible
creen y esperan p ara la Iglesia, un y según lo exija la salvación de las
estado perm anente de plena tran q u ili almas. Pero a vosotros, que os halláis
dad, de prosperidad universal, y un animados por la caridad de Cristo, n a
reconocimiento práctico y unánim e de die podrá achacaros esta culpa. Por lo
su poder, sin contradicción alguna; pe demás, esta justa condescendencia, no
ro es peor y más grave el error de im plica ninguna falta en el cum pli
aquellos, que se engañan pensando que miento del deber, ni viola en lo más
lograrán esta paz efím era, disim ulando m ínimo los inm utables y eternos p rin
los derechos y los intereses de la Igle cipios de la verdad y de la justicia.
sia, sacrificándolos a los intereses p ri De este m odo vem os que ocurrió en
vados, dism inuyéndolos injustam ente, la causa de Anselmo, o m ejor dicho, en
(43) Isai. 55, S. (47) I Juan 5, 19.
(44) Coloss. 1, 24.
(45) \ct. 14, 21. (48) Mat. 12, 30.
(46) Mateo 14, 22; Sun Anselmo, Ilom. 3 (Migue (49) I Cor 9, 22.
158, col. 597-D).
840 E n c íc l ic a s d el PP. P ío X (1909) 103, 15
Así suele Dios hacer sentir, aun a los pide piadosa ayuda y consuelo^°8\ sino
hom bres más santos, su debilidad, p ara que prom ete hacer continua oración a
que se m anifieste m ejor en ellos la Dios. Así por ejemplo, cuando aún era
fuerza del poder divino, y p ara que Abad de Beccense escribía a U rbano II
con el sentimiento hum ilde y sincero estas afectuosas frases: “No cesamos de
de la propia insuficiencia, se conserve rogar continuamente a Dios por causa
m ejor la adhesión a la autoridad de la de vuestra tribulación y la de la Iglesia
iglesia. Esto ocurrió en Anselmo y en Romana, que es nuestra tribulación y la
otros obispos que luchaban por la liber de todos los verdaderos fieles, para que
tad y la doctrina de la Iglesia a las os acorte los días malos, hasta que sea
órdenes de la Sede Apostólica; todos los excavada la fosa al pecador. Y estamos
cuales obtuvieron como fruto de su seguros que Dios, aunque nos parezca
obediencia la victoria en la guerra, con que tarda en venir en nuestro auxilio,
firm ando con su ejem plo la sentencia no dejará que gobiernen los pecadores
divina de que “el hombre obediente sobre la herencia de los justos, que no
cantará victoria^545*). La esperanza de abandonará su posesión, y que las
prem io semejante brilla sobre todo p a puertas del infierno no prevalecerán
ra aquellos que obedecen a Cristo en contra ella”^ \
su Vicario en todas aquellas cosas que En estas y otras cartas semejantes
se refieren, o al régimen de las almas, de A nselmo encontram os adm irable
o al gobierno de la Iglesia, o que están consuelo, no solamente al renovar el
en alguna form a relacionadas con ello, recuerdo de un santo tan devoto de esta
0 “puesto que de la autoridad de la Sede Sede Apostólica, sino tam bién porque
Apostólica dependen la dirección y los ello Nos trae a la memoria, Venerables
consejos de los hijos de la Iglesia” Hermanos, vuestras cartas y tantos
Cómo se haya señalado Anselmo en otros testimonios de vuestra unión con
este género de virtud con qué ardor y Nosotros en semejantes luchas y aflic
fidelidad conservó siempre la unión ciones.
perfecta con la Sede Apostólica, pué 17. Unión actual de obispos y fieles
dese tam bién deducir de lo que escri con el Romano Pontífice. Es de adm i
bía en otra ocasión al mismo Pontífice ra r ciertam ente cómo la unión de los
P ascual : “Con cuánto gusto se adhiere Obispos y de los fieles con el Pontífice
mi espíritu, según mis fuerzas, a la re Romano se ha venido estrechando cada
verencia y obediencia a la Sede Apos vez más íntim am ente al recrudecer las
tólica, lo demuestran las muchas y gra tempestades desencadenadas en el co
ves tribulaciones, conocidas únicamente rre r de los siglos contra el nom bre cris
por Dios y por mí mismo... Espero que tiano, llegando en nuestros días a h a
en esto no mereceré ser reprendido por cerse tan unánim e y cordial, que sólo
Dios. Por lo cual, en cuanto me fuere puede explicarse por la intervención
posible, quiero someter todos mis actos divina. Es esta unión Nuestro m ayor
a la disposición de esta misma autori consuelo, así como tam bién es una glo
dad, para que los dirija, y si fuere ne ria y una poderosa defensa de la Igle
cesario, los enmiende” sia. Pero cuanto m ejor es el beneficio
con tanta m ayor razón es envidiado por
16. Su oración p o r la iglesia. Igual el demonio y odiado por el m undo, el
firm eza de voluntad dem uestran sus cual no tiene idea de nada semejante
hechos, sus escritos y especialmente sus en la sociedad terrena, ni puede expli
cartas, que Nuestro Predecesor P as cárselo por medio de sus razones polí
cual decía que “habían sido escritas ticas y hum anas, ni considera que es
con la pluma de la caridad” (57). Pero el cum plim iento de la sublime oración
en sus cartas al Pontífice no solamente que Cristo hizo en la últim a cena.
(54) Prov. 21, 28. (57) Libro 11í de las cartas de San Anselmo,
c. 71 (Migue 163 [epist. 84] 105-C).
(55) Cartas, 1, 1, c. 1. (58) Ibid., ep. 37 (Migne 159, 72-B).
(50) Ibid., ep. 5. (59) Libro II de las cartas de S. Anselmo, c. 33.
842 E n c íc l ic a s d el PP. P ío X (1909) 10í>. 18-19
PIO PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1. Introducción. La Santidad y los los con júbilo, sino tam bién dignos de
^57 Santos. Las sentencias m uchas veces imitarse, y tiene esta intención de exci
m anifestadas por boca de Dios y expre tarnos a la virtud aquella voz que re
sadas casi de este modo de que la m e suena en las palabras paulinas: í(sed
m oria del justo ha de ser eterna en mis imitadores como yo lo soy de Cris-
alabanza y de que el mismo hable aún
después de m uerto(1), se confirm an de P or ello, Venerables Hermanos, Nos
un modo evidente en la costum bre y otros, — que al ascender al Pontificado,
enseñanza de la Iglesia. constante en que íetodas las cosas sean
Pues esta m adre y nodriza de la san instauradas en Cristo”—, después de
tidad, robustecida por juvenil vigor y Nuestra prim era Encíclica(5\ hemos
conducida siempre por la inspiración dedicado Nuestra principal atención en
del E spíritu Santo, “a causa de su espí que todos, unidos a Nosotros fijaran su
ritu que habita en nosotros” así co m irada en el Apóstol y Pontífice de
mo sola ella da a luz, nutre y reúne nuestra religión. ...en Jesucristo autor
bajo sus brazos el nobilísimo linaje de consumador de la /e (6).
los justos, así tam bién, por el instinto Pero como nuestra flaqueza suele ser
de su m aternal am or, se m uestra sobre tal que nos aterram os fácilmente ante
todo solícita en recordarlos y h o n ra r la m agnitud de tan gran modelo, la
los. providencia de Dios nos ha propuesto
Con motivo de este noble recuerdo se un modelo distinto a nosotros, que se
llena de dulce suavidad y se levanta por acerca a Cristo en lo hum anam ente po
sobre la contem plación de las miserias sible, y al mismo tiempo se adapta a
de esta m ortal peregrinación, al ver nuestra debilidad; es la Beatísima Vir
que aquellos bienaventurados son “,su gen, la Augusta Madre de Dios(7).
alegría y su corona”: porque ve en ellos Habiéndose presentado diversas oca
la altísim a imagen de su celestial Espo siones para ho n rar la m em oria de los
so; porque con nuevos testimonios con santos del cielo, ponemos a la común
firm a a sus hijos las antiguas palabras adm iración estos fieles siervos y dis
de que: todas las cosas contribuyen al pensadores en la casa del Señor, y, se
bien de los que aman a Dios; de aque gún el lugar de cada uno, amigo y fa
llos que El ha llamado según su decreto miliares del Señor, quienes (ípor la fe
para ser santos(3). vencieron los imperios, hicieron justi
Ahora bien los preclaros hechos de cia, y se hicieron dignos de las prome
estos justos, no son sólo p ara recordar sas”^ , a fin de que guiados por sus
(*) AAS. 2 (1910) 357-380. Traducción especial para la l íl cd. Al texto original sigue en AAS. f2
(1910) 381-403] su “ vers'ón italiana” . — Lo s n ú m e r o s m a r g i n a l e s corresponden a las páginas del
texto original en AAS, Vol. 2. (P. H.)
(5) Litt. Encvcl. “ E suprem i” die 4 m. Octobr
(1) Ps. 111, 7: Prov. 10, Ilebr. 11, 4. 1903.
(2) Rom. 8, 11. (6) Ilebr. 3. 1; 12, 2-3.
(3) Rom. 8. 28. (7) Litt. Encvcl. “Ad diem illum ” die 2-11-
1901.
(1) I Cor. 4, 16. (8) Ilebr. 11, 33.
— 848 - -
107, 2 E n c íc l ic a “ E d it a e Saepe1 849
ejemplos “ya no seamos niños fluctúan- nosotros hace poco, y por la admirable
tes, ni nos dejemos llevar acá y allá, de obra de su dispensación estableció sobre
iodos los vientos de opiniones munda la fortaleza de la Apostólica piedra una
nas, por la malignidad de los hombres gran luminaria, habiendo elegido para
que engañan con astucia para introdu ello de entre la grey de su sacrosanta
cir el error; antes bien, siguiendo la Iglesia Romana a Carlos, sacerdote fiel,
verdad del Evangelio con caridad, en siervo bueno, modelo de súbditos y
todo vayamos creciendo en Cristo que modelo de Pastores. Santo que, honran
es nuestra cabeza” (9). do toda la Iglesia con los múltiples
Este santo consejo de la divina P ro fulgores de sus santas obras, brillaba
videncia h a sido realizado, como he entre los sacerdotes y el pueblo como
mos m ostrado, en modo especial en tres un Abel inocente, como un Enoch cas
varones, dignos pastores y doctores que tísimo, como el sufrido Jacob, como un
han aparecido en distintas edades, pero Moisés mansísimo, como Elias el del
siempre en épocas de crisis p ara la ardiente celo. Santo que en medio de
Iglesia. las comodidades se proponía la imita
ción de los castigos corporales de Jeró
Estos son Gregorio Magno , Juan nimo, la humildad más profunda de
Crisóstomo y Anselmo Augustano cu
Martín, la pastoral solicitud de Grego
yos solemnes centenarios se celebran rio, la libertad de Ambrosio, la caridad
por estos años. de Paulino; y finalmente se mostraba
Además, en dos Encíclicas, con fecha a nuestra consideración como hombre
12 de Marzo del año 1904, y de 21 de que pudiéramos ver y palpar, crucifi
Abril de 1909, hemos expuesto am plia cado al mundo en medio de sus mayo
mente los puntos capitales de doctrina res halagos, que vive sólo para el espí
y los preceptos de la vida cristiana, del ritu, que desprecia lo terreno y se preo
modo que nos parecieron más o portu cupa de continuo de las cosas celestiales
nos p ara estos tiempos, habiéndolos y que imita en la tierra, no sólo en sus
escogido de entre los ejemplos y las ministerios sino también en su espíritu
enseñanzas de los santos. y en su obra, la vida de entre vos
otros”(11).
2. San Carlos Borroineo, Santo con Esto lo decía aquel Predecesor Nues
form e a las necesidades de los tiempos. tro cinco lustros después de la m uerte
Pero como estamos persuadidos de que de Carlos. Pero ahora, a 300 años de
para mover a los hombres los admira los honores sagrados a él concedidos,
bles ejemplos de los soldados de Cristo “con razón Nuestra boca está rebosante 360
son mucho más poderosos que las pala de alegría y Nuestra lengua de alaban
bras y las exquisitas disertaciones^10^; zas en el día insigne en el cual hemos
aprovecham os esta feliz oportunidad de concedido por la inspiración de Dios a
m ostrar las saludables huellas seguidas Carlos los sagrados honores de Carde
por otro santísimo pastor, a quien Dios nal Presbítero de la Santa Iglesia Ro
excitó adaptado a las necesidades de mana para imponer a su Unica Esposa
estos tiempos, y casi agitado por esas una nueva corona, adornada de todas
mismas borrascas; Nos referim os a las piedras preciosas”.
Garlos B orromeo, Cardenal de la San Tenemos la m isma confianza que
ta Iglesia Romana, Obispo de Milán, Nuestro Predecesor, de que por la con
puesto en el católogo de los santos por tem plación de la gloria del santo varón
P aulo V, de santa memoria. y más por sus enseñanzas y ejemplos
Y esto interesa no poco; ya que, p ara pueda ser debilitada la m aldad de los
usar de las palabras de Nuestro Ante impíos y confundidos todos aquellos
cesor: “el Señor, que él solo hace gran que “se glorían en las sombras del
des maravillas, se dignó hacerlas con error”
(9) Ef. 1: 11 seq. (11) Ex Bulla “Unigenitus” l-XI-1610.
CIO) E n cytl. “E suprem i” -l-X-1905. (12) Ex cadem Bulla “Unigenitus” .
E ncíclicas del PP. P ío X (1910) l/7 , 3
— —
Y así los honores concedidos a Car Así la suma benignidad de Dios con
los — que se estableció como modelo de firm a con nuevos argum entos que la
súbditos y pastores de esta época, y fue Iglesia es obra divina, ya porque le
diligente propugnador y autor del m e ayuda a vencer el peligro que la gran
joram iento de la disciplina sagrada en aflicción causada por errores y males
contra de los hom bres nuevos, a quie que atacan a sus mismos miem bros; ya
nes preocupaba no ya el restablecim ien porque da cumplimiento a las palabras
to de la fe y las costum bres sino más de Cristo: “las puertas del infierno no
bien su reform ación y extinción— estos prevalecerán contra e l l a ya porque
honores serán consuelo y enseñanza p a com prueba con actos aquello de: “he
ra todos los católicos, los estim ularán aquí que yo estoy con vosotros todos
de modo que todos dediquen sus ener los días hasta la consumación de los
gías a la obra, que Nos preocupa, de siglos” ; ya, en fin, porque da testi
la restauración de todas las cosas en monio de su oculto poder, por el cual
Cristo. “otro Paráclito" prom etido por Cristo
en su ascensión al cielo, desciende cons
3. Protección del E spíritu Santo so tantem ente sobre ella, la protege y la
bre la Iglesia. Tenemos en verdad consuela en toda tribulación; el espí
pruebas de que la Iglesia siempre ritu “que por siempre permanece con
com batida nunca ha sido privada de ella; el Espíritu de la verdad que el
la consolación divina. Pues “Cristo ¡a mundo no puede recibir, porque no lo
amó y se entregó a sí mismo por ella, ve, ni lo conoce, porque permanecerá
para santificarla y mostrar la gloria de con vosotros y estará entre vos-
Ella, limpia de toda mácula e imper otros”(1QK
fección, santa e inmaculada ’í13145) De esta fuente em ana la vida y la
fortaleza de la Iglesia; he aquí por qué
Y más aún, cuanto m ayores sean los ella —como dice el Concilio E cuméni
abusos, cuanto más poderosos los ata co V aticano — construida con carac
ques del enemigo, cuanto m ayores pe teres claros, y “como estandarte levan
ligros de total ruin a parecen atraerle tado entre las naciones", se distingue de
las insidias del error, de modo tal que cualquier otra sociedad (17>.
precipitan al abismo del vicio y la im Y si no fuera por el prodigio del po
piedad a no pocos hijos que se han der divino no se vería que, en medio del
apartado de su seno, tanto m ás evi libertinaje y la defección de sus miem
dente aparece la protección del E spí bros, la Iglesia, que es el cuerpo m ís
ritu Santo. tico de Cristo, perm anezca siempre fiel
Porque Dios obra de modo que el a la santidad de su doctrina, de sus
error mismo, quieran o no quieran los leyes, y de su fin; que extraiga prove
impíos, venga a redundar en el triunfo cho e iguales consecuencias de esas
de la verdad, por cuya custodia vigila mismas causas; que coseche frutos
la Iglesia, y obra de modo que la co abundantísim os de salud, de la fe y
rrupción venga a acrecentar la santi justicia de sus num erosos hijos.
dad, de la cual ella es nodriza y m aes Y prueba no menos clara de su vida
tra; y las vejaciones redunden en Nues divina la tiene en el hecho de que en
tra “salvación por obra de nuestros medio de la espantosa confusión de
enemigos". impías opiniones y de tan gran núm ero
Y así acontece que cuando a los ojos de enemigos y de errores, ella perm a
del m undo la Iglesia parece m ás azota nece firm e e inm utable, como “colum
da por la furia de las olas, y casi su na y sostén de la verdad", profesando
mergida, entonces se levanta más h er una sola doctrina, en una comunión de
mosa, m ás fuerte y pura, resplandecien sacramentos, en una constitución divi
te con el fulgor de las m ejores virtudes. na, régimen y disciplina de costumbres.
(13) Ef. 5, 25 ss. (16) Juan 14, 16 ss. 26: 16, 7 ss.
(14) Mat. 16, 18. (17) Scssio III, cap. 3 (D enzinger.nr. 17ÍM).
(15) Mat. 28, 20.
1 0 7 , 4-5 E n c íc l ic a “ E d i t a f . S a e p f .” 851
Y esto es más digno de adm iración, pués del prim er choque, pues, se llegó
porque ella no sólo resiste al mal, sino a una triple lucha, de la cual la Iglesia
que tam bién “vence al mal con el bien”, salió siempre invicta y salva; esto es,
ni deja de bendecir a amigos y enem i las cruentas batallas de la prim era épo
gos y se esfuerza en sus deseos de que ca, luego la calam idad de los internos
tam bién la com unidad y cada uno por errores, y finalmente, bajo una preten
separado se renueve en los preceptos dida reivindicación de la sagrada liber
cristianos. tad, el azote de los vicios y una desvir-
E sta es su misión en esta tierra, tuación tal de la disciplina, como quizá
cuyos beneficios a sus mismos enem i ni en la E dad Media se habría visto.
gos alcanzan. A esta turba de em baucadores Dios
opuso los verdaderos restauradores, y
4. Acción de la P rovidencia en tiem aquellos santos que retardarían la rá
pos de Borrom eo. Este adm irable re pida decadencia, apagarían los ardores
flujo de la providencia de Dios, con o rep ararían los daños producidos.
respecto a la obra de restauración p ro La labor incansable y m últiple de
movida por la Iglesia, se deja ver con éstos para restablecer la disciplina fue
claridad, y más en aquella época, que tanto m ás consoladora para la Iglesia
para consuelo de los buenos trajo al con cuanto más graves angustias la
m undo a Garlos B orromeo. En aquel afligían los demás; com probándose la
im perio de las pasiones, en que estaba sentencia: “Dios es siempre fiel, que...
desviado y ensombrecido el conoci extrae provecho también de la tenta
miento de la verdad, m uy larga fue la ción”
lucha con el error, y la sociedad h u E n estas circunstancias llenó de ale
m ana que se desm oronaba parecía gría a la Iglesia el singular nacimiento
m archar a una grave ruina. — obsequio del cielo— de Carlos B o
Surgen además de estas cosas hom rromeo, y la santidad de su vida.
bres soberbios y rebeldes, “enemigos
de la Cruz de Cristo... que ponen el 5. San Garios Borrom eo, restaurador
corazón en las cosas terrenas... cuyo de su época. Tuvo em pero, su m inis
Dios es el vientre” (1S). terio, por disposición de Dios, un gran
Estos se encam inaban no a reform ar vigor y eficacia no sólo para quebran
las costumbres, sino a negar los artícu tar la audacia de los sublevados, sino
los de la Fe, todo lo trastornaban, también para enseñar e incitar a los
abrían para sí y p ara los demás un fieles.
ancho camino a la libertad, y huyendo Pues reprim ía los locos atrevimientos
de la autoridad de la Iglesia y de su de aquellos y deshacía sus vanas calum
gobierno, en favor de cualquier corrom nias haciendo uso de la más poderosa
pido príncipe o pueblo, en una semi- elocuencia, el ejemplo de su vida y de
tiranía, luchaban por la destrucción de sus actos; y exaltaba, en cambio, la
su doctrina, constitución y disciplina. esperanza de los otros, los fieles, y
Luego, im itando la costum bre de encendía su ardor.
aquellos impíos, cuya es la conm ina Y lo que en él fue realm ente adm i
ción: “¡ay de los que llamáis mal al rable es el hecho de que las cualidades
bien y bien al maü”(1Q\ llam an restau de verdadero restaurador, que suelen
ración lo que es tum ulto de rebeldes y estar dispersas y ser diferentes en cada
destrucción de la fe y las costumbres, uno, las tuvo todas desde su juvenil
y a sí mismos llam an restauradores de edad: virtud, consejo, doctrina, autori
la antigua disciplina. Pero en realidad dad, energía, prontitud; e hizo que to
fueron corruptores, porque, después de das se coaligaran para la defensa a él
extenuadas las fuerzas de E uropa por encom endada de la verdad católica con
las discordias y guerras prep araro n las tra los difundidos errores, — propósito
actuales defecciones y divisiones. Des-*19 tam bién de toda la Iglesia— , avivaba
Í18) Filip. 3, 18, ID. (20) I Cor. 10, 13.
(19) Isai. o, 20.
852 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1910) 07, 6
esto, dándole una im portancia suma, en los lugares en que con más audacia
hemos escrito una Carta Encíclica (4°). se ataca los derechos de la religión y
Aunque no queremos hacer Nuestro la familia, y se ahoga la voz de la
aquello de que B o r r o m e o , ardiendo en naturaleza que reclam a se respete el
69 un insaciabie celo, se queja, “de que candor y la fe de los adolescentes.
ha adelantado tan poco en asunto tan Decididos a oponernos en lo posible
grave”, no obstante, llevados, lo mismo a esta calam idad acarreada por aquellos
que él “por la magnitud del asunto y que exigiendo obediencia de los demás
del peligro”, queremos estim ular a to la niegan al Soberano Señor de todas
dos a que asem ejándose a C a r l o s , cada las cosas, hemos instado a que sean
uno según sus obligaciones y fuerzas, erigidas escuelas de religión en todas
se unan p ara la obra de la restauración las ciudades.
cristiana. Esta obra, aunque hasta el presente
A este fin recordarán los padres de gracias a vuestros esfuerzos ha prospe
familia, y los señores, con qué preocu rado satisfactoriam ente, sin embargo
pación aquel santísimo pastor los ha es de esperar que progrese cada día
am onestado constantem ente a que no más, es decir, que sus enseñanzas bri- 370
solamente perm itieran, sino que tam lien por todas partes, y tengan en abun
bién obligaran a sus hijos, domésticos dancia preceptores recomendables por
y criados, a aprender la doctrina cris su doctrina e integridad de vida.
tiana.
A los clérigos a su vez no se les esca 11. La predicación sacra. A esta sa
pe de la m em oria que se deben dedicar ludable enseñanza prim aria debe unirse
a dar los rudim entos de la fe, a las íntim am ente el oficio de orador sagrado
autoridades que deben preocuparse de en que son más necesarias las citadas
que abunden estas escuelas, que sean virtudes. Y así las preocupaciones y
acom odadas al núm ero y a la necesidad consejos de G a r l o s en los Sínodos pro
de los fieles, y recom endables por la vinciales y diocesanos fueron especial
probidad de sus maestros, p ara ayudan m ente referidos a la form ación de los
tes de los cuales sean elegidos varones predicadores, para que pudiesen desen
o mujeres honestas, según prescribe el volverse santa y fructuosam ente “en el
mismo Prelado de Milán^41). ministerio de la predicación”. Y lo m is
mo, tal vez con más razón, nos exigen
10. La escuela n eu tra o laica. La estos tiempos que corren, cuando la fe
creciente necesidad de esta cristiana de tantos hom bres vacila, y no faltan
institución se hace sentir m ás a causa quienes por un deseo de vanagloria se
de estos tiempos y costumbres, y sobre abandonan a la m oda de la época,
todo por las escuelas públicas privadas adulterando la palabra de Dios y sustra
de toda religión; donde el burlarse de yendo el alimento de vida a los fieles.
las cosas más sagradas podría decirse Por ello, Venerables Herm anos, debe
que reem plaza a las diversiones; donde mos em plear seria vigilancia p ara que
los labios del maestro y el oído del dis el rebaño no sea apacentado por hom
cípulo están igualm ente im buidos de bres débiles y sin aliento, sino que sea
impiedad. robustecido con el alim ento de vida por
Hablemos de la escuela que llam an “los ministros de la predicación”, para
— oh gran injuria— “neutra” o “lai quienes es aquello: “Ejercemos el cargo
ca”, cuando en realidad no es más que de Cristo, como si Dios exhortase por
un form idable centro de obscuro sec nuestros labios: reconciliaos con Dios
tarism o. *42K‘ —por ministros y legados que no
Este nuevo yugo de una m al enten obran con astucia ni adulteran la pala
dida libertad lo habéis denunciado vos bra de Dios, sino que en la manifesta
otros, Venerables Herm anos, con gran ción de la verdad, nos recomendamos
voz y buenas fuerzas, principalm ente 40* a la conciencia de todos los hombres en
(40) S. P í o X, Encícl. “ A c e r b o n i m i s ” , 25-IV- Cll) Conc. Prov. V, Pars I.
1905 (en esta Colecc. Encicl. 95, pág. 729-737). ( i 2) II Cor. 5, 20.
856 E n c íc l ic a s d e l P P . P í o X (1910) 107, ) 2
los perjuicios que habían sobrevenido to”^ \ sino “manso y humilde de co-
a causa de la ignorancia o negligencia razón”(G~}K
de las leyes; a las íepravadas teorías y Este recibirá la aprobación de Dios
a la creciente ola de vicios opuso como y obtendrá frutos abundantísim os de
diques las escuelas p ara niños y los salvación.
colegios p ara jóvenes por él abiertos; En esto se distingue además uno del 37*
florecen sociedades Marianas, que antes otro, en que aquel apoyándose sólo en
había visto nacer en Roma; son abier las fuerzas hum anas “confía sólo en el
tos albergues p ara niños huérfanos; hombre y pone su brazo al servicio de
asilos p ara las pobres m ujeres abando las cosas casuales”^ ; éste en cambio
nadas, p ara las viudas, y demás nece pone toda su confianza en Dios, lo
sitados, enferm os o ancianos, tanto va espera todo, su fuerza y fortaleza, de
rones como m ujeres; defiende a los El y de la ayuda sobrenatural, repitien
pobres de la insolencia de los señores; do las palabras del Apóstol: “Todo lo
y así lo vemos entre otras num erosas puedo en aquel que me conforta” (67>.
obras de esta índole. El varón fiel busca estos auxilios,
Esto lo realizó de u na m anera com que Cristo trajo con abundancia, en m e
pletam ente distinta a la costum bre de dio de la Iglesia para la salvación de
aquellos que en la renovación que rea todos, y principalm ente en la dedica
lizan con sus propias fuerzas en el pue ción a la oración, al sacrificio, los sa
blo cristiano rem ueven y agitan todo cram entos que “vienen a ser como la
con inútil estrépito, olvidando las p a fuente de agua viva para la vida eter
labras divinas: “el Señor está ausente na” <68).
del alboroto” Despreciando todo esto, aquellos que
por desviados caminos y olvidados de
15. H um ildad de San Carlos. P or Dios luchan por la obra de renovación,
esta otra nota, según habréis podido no cesan sino de agotar totalm ente esas
experim entar, Venerables H erm anos, se aguas purísim as o al menos de entur
distinguen los restauradores verdaderos biarlas de modo que el rebaño cristiano
de los falsos, y es que éstos “buscan lo se aparte de ellas.
que es de ellos, no lo que es de Jesu
cristo” (6°), y recogiendo con oído aten 16. Amor a los Sacram entos de la
to las tentadoras palabras en otro tiem Confesión y E ucaristía. E n esto obran
po dirigidas al divino Maestro: “hazte con m ayor malicia los nuevos continua
conocer a ti mismo al mundo”5960(61)62, repi dores de aquellos, quienes empleando
ten las soberbias palabras: “tomemos ciertas apariencias de m ayor religiosi
también para nosotros ese nombre”. dad, tienen en el m ayor desprecio a
A causa de esta tem eridad “los sacer estos socorros espirituales, principal
dotes cayeron en la guerra cuando que mente los dos sacramentos, por los
rían obrar con valentía después de ha cuales se expían las culpas de los peni
ber entrado imprudentemente en el tentes y se robustece el alm a con el
combate^2\ lo cual con frecuencia aún celestial m anjar. Por lo cual cuiden to
ahora lam entam os. dos los buenos cristianos con suma
Por el contrario quien se preocupa diligencia, de modo que estos dones
de verdad por el m ejoram iento de la inapreciables sean tenidos en la m ayor
sociedad hum ana, éste “no busca su estima y que no perm itan se extinga
propia gloria, sino la gloria de aquel el celo de los hom bres por esta doble
que le envió”^63^; y conform ándose al obra de la caridad divina.
ejemplo de Cristo “no luchará, no cla De este modo se com porta B o r r o -
mará, ni escuchará nadie su voz en las meo, entre cuyos escritos hallamos es
plazas; — no estará triste, ni turbulen tas líneas: “cuanto mayor y más rico
(59) III Rey. 19, 11. (64) Isaías 42, 2-4; Mat. 12, 19.
(60) Filip. 2, 21. (65) Mat. 11, 29.
(61) Juan 7, 4. (66) Jer. 17, 5.
(62) I Macab. 5, 57, 67. (67) Filip. 4, 13.
(83) Juan 7, 18. (68) Juan 4, 14.
107, 17 E n c íc l ic a “ E d it a e S a e p e ” 859
es el fruto de los sacramentos que ex Porque la acción del varón cristiano
plica fácilmente su poder tanto más no desdeñará las cosas que son útiles
diligentemente deben ser tratados y re para la vida, que provienen del único
cibidos con piedad sincera, con externo y mismo Dios, autor de la gracia y de
culto y veneración” la naturaleza; pero cuidará que no se
Tam bién son dignas de ser recorda ponga la felicidad y el fin de toda la
vida en buscar y gozar las cosas y
das aquellas palabras con que exhorta
ba con vehemencia a los pregoneros y bienes externos.
demás predicadores sagrados, p ara que Quien quiera usar de esto con recti
predicaran la vuelta a la antigua cos tud y m oderación, diríjalos al provecho
tum bre de la com unión frecuente; lo de las almas, según las palabras de
cual ha sido tratado por Nos en el de Cristo: “Buscad primero el reino de
creto que comienza: Tridentina Syno- Dios y su justicia, y lo demás os será
dus. “Los párrocos... y predicadores dado por añadidura”
— dice el santo Prelado— con la mayor Este uso sabio y ordenado de las
frecuencia posible exhorten al pueblo, cosas está tan lejos de contrariar al
a esta saludabilísima costumbre del uso bien del orden inferior, es decir, de la
frecuente de la Sagrada Eucaristía, tra sociedad civil, que más bien le acarrea
yendo los ejemplos y costumbres de la bienes; y esto no con un vano alarde
primitiva Iglesia, las voces de los más de palabras, como es costum bre entre
autorizados Padres, y la doctrina riquí los perturbadores, sino con una verda
sima en este punto del Catecismo roma dera y encarnizada lucha hasta la pér- 377
no, y finalmente la resolución del Con dida de los bienes, de las fuerzas y
cilio Tridentino, que anhela que los de vida.
fieles se unan en cada Misa no sólo por Ejem plos de esta fortaleza los m ues
el afecto espiritual sino también por la tran m uchos Prelados que, en medio de
percepción sacramental de la Eucaris la aflición de la Iglesia, em ulando el
tía”^ . ardor de C a r l o s , confirm an las pala
Ahora bien, con qué intención y dis bras del divino Maestro: “El buen pas
posición de ánimo debe uno acercarse tor da su vida por sus ovejas” 6970(71).
al sagrado banquete, lo enseña con es Ellos, en verdad, se inm olan por la
tas palabras: “Adviértase también al salvación de todos, no por un deseo
pueblo, cuando se le aconseje el uso de gloria, o afición de partido, o a cau
6 frecuente de los Santos Sacramentos sa de algún bien particular, sino por
de cuán gran peligro y daño sea el aquella caridad, que “nunca perece”.
acercarse indignamente a la sagrada
mesa de aquel divino manjar”(71K Abrasado B o r r o m e o por esta llama,
que los ojos profanos no ven; cuando
Esta diligencia parece más necesaria a causa de la ayuda prestada a los
en estos tiempos de fe vacilante y débil atacados por la peste se expone al
caridad, no sea que por el uso frecuente peligro de muerte, no se siente sin em
amengüe la reverencia debida a tan bargo satisfecho con prestar ayuda a
gran misterio, sino que más bien sea los males presentes, sino que también
ésto causa de que “el hombre se apre se m uestra solícito de los males futuros:
cie a sí mismo y así coma de aquel pan “es plenamente razonable que, como el
y beba de aquel cáliz”^T2\ padre amoroso que ama sus hijos con
entrañeza tanto en el momento presen
17. F o rtaleza proveniente de estos te como en el futuro cuida y prepara
Sacram entos. De estas fuentes b ro tará lo que les sea necesario para la vida; así
el rico m anantial de gracia, desde don también nosotros, obligados por nues
de extraen el jugo y se alim entan tam tro deber de paterna caridad, atenda
bién las fuerzas hum anas y naturales. mos con toda precaución en este quinto
(69) Conc. Prov. I, Pars II. (12) I Cor. 11, 28.
(70) Conc. Prov. III, Pars I. (73) Luc. 12, 31; Mat. 6, 33.
(71) Conc. Prov. IV, Pars II. (74) Juan 10, 11.
8G0 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1910) 107, 18-19
gente, en que “el príncipe de las tinie 20. E xhortación final. Tom ando de 580
blas” parece haber constituido su p rin allí grandes ejemplos y enseñanzas para
cipal sede. todos nosotros, en que se contiene la
Bajo cuyo poderoso reinado los dere salud privada y pública, pelearemos con
chos todos de los hijos de la Iglesia ánimo pronto y animoso, por la fe y
son m iserablem ente hollados, no h a la religión, por la santidad del derecho
biendo ya rastros de grandeza espiritual público, inducidos por una deplorable
en los conductores de la república, ni necesidad, pero al mismo tiempo sos
de cultura, ni de fe, virtudes en las tenidos por una dulce confianza de
cuales tanto tiempo brillaron sus p a que Dios omnipotente, apresurará la
dres, que se enorgullecían con el nom victoria para los que m ilitan en tan
bre de cristianos. glorioso ejército. A esta confianza la
Además, es evidente que, una vez n a fuerza y poder de la obra de Carlos
cido el odio a Dios y a la Iglesia, todo prolongada hasta nuestra época agrega
va desm oronándose y retrocede por la fortaleza, y a p ara refrenar el desen
una rápida pendiente a la crueldad de freno de las inteligencias, ya para fo rta
la antigua libertad, m ejor dicho, al lecer el ánimo en el santo propósito de
cruelísimo yugo, quitado de la cerviz instaurar todo en Cristo.
por obra de la fam ilia de Cristo y de su
com batida disciplina. Podemos ahora, Venerables H erm a
Mas aún, —lo mismo expresó Car nos, term inar con las mismas palabras
los— , “es ademéis cierto y comprobado con que el tantas veces recordado P re
que nada ofende más a Dios, nada le decesor Nuestro P aulo V puso fin a
provoca mayor ira que la caída en su Carta, en que concede los supremos
herejía; y que nada tiene mayor poder honores a Carlos: “ E s pues justo, que
para la destrucción de las provincias y demos gloria, honor y bendición al que
los reinos que aquella horrible pes vive que por los siglos de los siglos, que
te” <82) bendijo a nuestro compañero de escla
Aunque m ucho más funesta es la vitud con toda bendición espiritual, pa
actual conspiración p ara arran car a ra que fuera Santo e inmaculado en su
los cristianos del seno de la Iglesia. En presencia, y cuando el Señor nos lo
medio de la m ayor discordia de p en haya dado como resplandeciente estre
samientos y voluntades, que es una se lla en esta noche de nuestros pecados
ñal característica de los que se han des y tribulaciones, vayamos a suplicar con
viado de la verdad, en u na sola cosa ruegos y obras a su divina clemencia,
concuerdan estos enemigos, y es en el para que Carlos también sirva con sus
ataque unánim e y pertinaz a la justicia méritos y ejemplo a la Iglesia, que tan
y a la verdad, y como de éstas es la vehementemente amó, la asista con su
Iglesia guardiana y defensora, la atacan patrocinio y en tiempos de ira sea cau
en apretadas filas. sa de nuestra reconciliación, por Cristo
Y como se jactan de no pertenecer a nuestro Señor” (83).
ningún bando, o tam bién de favorecer Vaya con estos votos y acreciente la
la causa de la paz, con palabras sua com ún esperanza, el augurio de la ben
ves, pero con no disimulados propósitos dición Apostólica que os im partim os a
obran de otra m anera, p ara disponer vosotros, Venerables Hermanos, y a
asechanzas, añadiendo al daño la burla, vuestro clero y pueblo.
el engaño o la violencia; pues con este Dada en San Pedro de Roma, el día
nuevo género de lucha se ataca hoy día 26 del mes de Mayo, en el año 1910,
al nom bre cristiano; las guerras se en séptimo de Nuestro Pontificado.
cienden m ucho más peligrosas que las
batallas de antes, en las cuales B orro -
meo conquistó tan ta gloria. PIO PAPA X,
(82) Conc. Prov. V, Pars I. (83) Bulla “Unigenitus'’, 1610.
1 0 8
razonable sea conveniente abstenerse tud de tan valiosa defensa, caía en los
de recibirla por algún tiempo. vicios antes de gustar los Santos Miste-
El Concilio Tridentino^ sin rep ro terios. Y aunque se preparen con más
b ar la antigua disciplina de adm inistrar diligente instrucción a la prim era Co
a los párvulos la E ucaristía antes del m unión y con una cuidadosa confesión,
uso de razón, confirm ó el Decreto La- siempre será de lam entar la pérdida de
teranense y anatem atizó a los que sin la prim era inocencia, que tal vez se
tieren en contra. “Sí alguno negase que habría podido evitar recibiendo en los
todos y cada uno de los fieles cristianos prim eros años la Sagrada Eucaristía.
de uno y otro sexo, habiendo llegado a Ni es menos reprobable la costumbre
la edad del discernimiento, están obli vigente en algunos lugares, de aplazar
gados todos los años, por lo menos en la Confesión Sacram ental o de negar
Pascua, a comulgar según el precepto la absolución de los niños por no haber
de la Santa Madre Iglesia, sea excomul sido admitidos a la prim era Comunión;
gado”^ . sólo se logra con este proceder sujetar
Así pues, en fuerza del predicho y los de día en día, y con grave peligro
aún vigente Decreto de Letrán, los para sus almas, a la esclavitud de pe
cristianos están obligados, luego de h a cados tal vez mortales.
ber llegado a la edad de la discreción, Lo que es más de reprobar, es que
a acercarse por lo menos una vez al en algunos lugares se deje de fortificar
año a los Sacram entos de Penitencia, y con el Sagrado Viático a los niños que
Comunión. todavía no han sido admitidos a la p ri
m era Comunión, y así, difuntos y en
4. La edad de la discreción. Pero al terrados como párvulos, son privados
señalar esta edad de la discreción o uso de los sufragios de la Iglesia.
de razón se han ido introduciendo en
el decurso de los tiempos no pocos y 6. Restos de los errores jansenistas.
deplorables errores. Algunos han seña Todos estos daños causan los que insis
lado una edad p ara el Sacram ento de ten m ás de lo justo en la necesidad de
la Penitencia y otra diferente p ara reci extraordinarias preparaciones para la
bir la Sagrada Eucaristía. Juzgaron que prim era Comunión, no advirtiendo que
la edad de la discrecióji p ara la recep estos cuidados procedieron de los erro
ción del Sacram ento de la Penitencia res jansenistas, que creen que la Santí
era aquella en que se puede distinguir sima E ucaristía es prem io de la virtud,
ya lo bueno de lo m alo y, por tanto, en no medicina de la fragilidad hum ana.
que se puede pecar; exigiendo en cam El Concilio de Trento sintió y enseñó
bio p ara la Comunión edad m ayor, en lo contrario al enseñar que la Sagrada
la cual se pudiese tener un conocim ien Eucaristía es teantídoto por el que nos
to más pleno de las cosas de la fe y una libramos de las culpas cotidianas y so
más perfecta preparación del alma. Y mos preservados de los pecados mor
así exigían p ara la prim era Comunión, tales”^ , y su doctrina ha sido hace
unos diez años, otros doce y otros ca poco con más empeño inculcada por la
torce y aun m ayor edad, prohibién Sagrada Congregación del Concilio, con
dola a los niños y adolescentes de m e el Decreto del 20 de Diciembre de 1905,
nos años. por el cual se concedió a todos, ya sean
mayores, ya niños, la Comunión diaria
5. D años y abusos. E sta costum bre, con solas dos condiciones: estado de
con la apariencia del respeto al augus gracia y rectitud de intención.
to Sacram ento, fue causa de muchos Ni se ve razón justa para exigir aho
males; pues separada de los brazos de ra extraordinaria preparación a los ni
Cristo la inocencia de la niñez, se cria ños que se encuentran en la felicísima
ba sin ningún jugo de vida interior, de edad del prim er candor y de la inocen
donde seguía que, destituida la juven- 34 cia entre tantos peligros y asechanzas,
(3) Conc. Tritl. ses. 21, “De la Comunión” c. 4. (5) Sesión 13 “De la Eucaristía” , c. 2 (Denz.-
(4) Sesión 13 “De la Eucaristía” c. 8, can. 9. Umb. nr. 875).
864 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío X (1910) 108, 7 9
VII. - La costum bre de no adm itir a corriente mes y m andó dar y publicar
los niños a la confesión, o de no absol el presente Decreto.
verlos nunca, u n a vez que han llegado Mandó además a todos los Ordinarios
al uso de la razón, es enteram ente que notificasen dicho Decreto, no sólo
reprobable; por lo cual los Ordinarios a los Párrocos y al Clero, sino tam bién
de los lugares cuidarán de que se a rra n
al pueblo, al que quiso fuese leído todos
que de raíz, em pleando si fuera m enes los años en lengua vulgar durante el
ter los medios de derecho. tiempo del precepto pascual. Los m is
VIII. - Es abuso enteram ente detes mos Ordinarios deberán, al final de
table el no adm inistrar el Santo Viático cada quinquenio, juntam ente con los
y la Extremaunción a los niños después demás negocios de la Diócesis, y dar
del uso de razón y darles sepultura con cuenta tam bién a la Santa Sede de la
el rito de párvulos. Castiguen con seve observancia de este Decreto, sin que
ridad los O rdinarios de los lugares a obste nada en contrario.
quienes no se aparten de esta práctica. 1 Dado en Roma en el domicilio de
esta Sagrada Congregación, el día 8 del
11. Aprobación por el Sumo Pontí mes de Agosto de 1910.
fice y publicación. Todas estas cosas
decretadas por los Padres Cardenales D. C a r d e n n a l F e r r a t a ,
de esta Sagrada Congregación las ap ro Prefecto.
bó Nuestro Santísimo Padre el Papa F . G iu s t in i,
Pío X en la audiencia del día 7 del Secretario.
CARTA ENCICLICA “IAMDUDUM IN LUSITANIA”(*>
(24-V-1911)
P I O PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
divino, como si los hombres, tanto in Ciertamente perm ite que los católicos
dividualm ente, cuanto las reuniones y contribuyan a los gastos necesarios p a
sociedades de hom bres, no dependieran ra el culto con alguna voluntaria sus
de Aquel que es creador y conservador cripción, pero m anda que de la suma
de todas las cosas; además, porque esa reunida se tome la tercera parte para
ley exime a Portugal de la obligación invertirla en la beneficencia civil. A
de profesar la Religión Católica, de la todo esto pone el colmo el que por esta
Religión Católica, que fue el m ejor ley los edificios que se apliquen o cons
baluarte y ornato de esta nación, y que truyan para uso sagrado, transcurrido
profesa casi la totalidad de sus ciuda cierto núm ero de años, dejados a un
danos. Pero sea en buena hora; han lado sus legítimos dueños y sin que en
tenido a bien rom per el lazo que tan nada se les indemnice, pasan al dom i
estrecham ente tenía unidos el Estado nio público.
y la Iglesia, reforzado por la solemne
fidelidad debida a los pactos conveni 5. En cuanto a la jerarquía de la
dos. Hecha esta separación, lógico, sin Iglesia. Mas en lo que toca a la potes
duda, era prescindir de la Iglesia y tad sagrada de la Iglesia, m ucho m ayor
dejar gozar a ésta de la com ún libertad y más pernicioso es el escarnio de esta
y derechos de que goza todo ciudadano Separación, que, como hemos dicho, se
y toda honesta reunión de ciudadanos. reduce a una servidum bre indigna de la
Todo lo contrario ha sucedido. Porque misma Iglesia. Ante todo, no se hace
esta ley nom bre tiene de separación, caso de la Jerarquía, como si se igno
pero en realidad tiene la eficacia de rase su existencia. Si alguna mención
219 reducir a la Iglesia a la últim a m iseria se hace de los clérigos, es para p ro h i
en los bienes tem porales por el despojo, birles en absoluto mezclarse en la di
y en lo aue pertenece a su sagrada rección del culto religioso. Todo el
potestad, hacerla esclava de la repúbli cuidado de éste queda en m anos de
ca por la opresión.4 juntas de legos ya form adas, o que en
adelante se form arán, con fines bené
4. En cuanto a los bienes externos. ficos y precisam ente instituidas, según 220
Y lo prim ero, en lo que toca a los bie las norm as de la ley civil, por autori
nes externos, de tal modo se ap arta de dad de la república, para que de nin
la Iglesia la república portuguesa, que gún modo dependan de la jurisdicción
no le deja absolutam ente nada con que de la Iglesia. Y si sobre la junta, a que
pueda atender al decoro de la Casa de debe pertenecer este cuidado, hubiere
Dios, sostener a los m iem bros del clero alguna discrepancia entre los clérigos y
y ejercitar los m últiples oficios de ca legos o entre los mismos legos, el asun
ridad y piedad. Pues por lo m andado to ha de ser decidido, no por la Iglesia,
en esta ley, no sólo es despojada la sino por sentencia de la República,
Iglesia de la posesión de todos los bie pues sólo ella tiene autoridad sobre ta
nes muebles e inmuebles, aunque ad les instituciones. Y hasta tal punto los
quirida con perfectísim o derecho, sino que están al frente del Estado en P o r
que se le quita del todo el poder de ad tugal no perm iten la participación del
q uirir en adelante cosa alguna. Se esta clero en la dirección del culto divino,
blece, es verdad, que ciertas juntas de que claram ente está m andado y esta
ciudadanos presidan el ejercicio del blecido no poder los dedicados al m inis
culto divino, pero se coarta en térm inos terio de la religión ser elegidos para las
increíbles la facultad que a las tales se rectorías de las parroquias ni tom ar
les concede p ara recibir lo que por ese parte en la adm inistración o régimen
motivo les fuere ofrecido. Además, la de las sobredichas juntas, prescripción
ley extingue y anula las obligaciones la más injusta e intolerable que se
en virtud de las cuales los ciudadanos puede im aginar, pues pone a los cléri
católicos solían d ar algún subsidio o gos, en aquello mismo en que son supe
estipendio a sus propios curas, pro h i riores, en condición inferior a los de
biendo se exija ya nada por ese título. más ciudadanos.
109, 6 E n c íc l ic a “Iam dudum in L u s it a n ia ” 869
guna otra parte suele suceder que los tiamos por el tem or de los mayores
entendim ientos se am oldan a la pu ra males que seguram ente la amenazan,
verdad de la doctrina cristiana y los co si los que gobiernan no tornan pronto
razones a los sentimientos de fidelidad y a lo que deben. Pero vuestro denodado
sincera piedad p ara con esta Sede Apos valor, Venerables Herm anos que regís
tólica. Estos, pues, dejadas otras cosas de la Iglesia de Portugal, y el ardor de ese
no m enor iniquidad, éstos son los p rin clero, que corresponde adm irablem ente
cipales capítulos de esta perversa ley. a vuestro valor, Nos llenan de consuelo
y dan esperanza que han de lucir, Dios
7. Reprobación de la ley de separa mediante, días mejores. Todos vosotros
ción. P o r lo tanto, am onestándonos la no atendíais, ciertamente, a vuestra se
conciencia de Nuestro deber Apostóli guridad y provecho, sino a vuestra
co a m irar con toda vigilancia por la obligación y dignidad, cuando indigna
dignidad y lustre de la religión y a dos pública y libremente rechazasteis la
conservar intactos los sagrados dere inicua ley de Separación; cuando a una
chos de la Iglesia Católica en medio de declarasteis que preferíais redim ir la li
tam año fu ro r y audacia de los enem i bertad de vuestro m inisterio sagrado con
gos de Dios, Nos por N uestra Apostó la pérdida de vuestros bienes, a vender
lica autoridad reprobam os, condenamos vuestra esclavitud por vil precio, y, por
y rechazam os la ley de separación de fin, cuando asegurasteis que ninguna
la república lusitana y de la Iglesia, astucia o acometimiento de los enem i
ley que desprecia a Dios, desecha la gos podría jam ás rom per el vínculo que
profesión católica, rompe, violando el os une con el Romano Pontífice. E n
derecho natu ral y de gentes, los pactos tended, pues, que estos vuestros ejem
solemnemente firm ados entre Portugal plos, dados en presencia de toda la
y la Sede Apostólica, despoja a la Igle Iglesia, de fidelidad, constancia y for
sia de la posesión de las cosas que jus- taleza han sido de gran gozo a todos los
tísim am ente le pertenecían, destruye la buenos, de grande honor para vosotros
libertad m ism a de la Iglesia, pervierte y de no pequeño provecho en sus cala
su divina constitución y, por último, midades para Portugal. Seguid, por lo
injuria y u ltraja la m ajestad del Ro tanto, como habéis comenzado, defen
m ano Pontificado, el orden de los diendo valerosam ente la causa de la
Obispos, el clero y pueblo de Portugal religión, con la cual va unida la salud
y aún a todos los católicos del mundo. común de la patria, pero atended, so
Y como vehem entem ente Nos lam enta bre todo, a que entre vosotros, entre el
mos que tal ley haya sido dada, decre pueblo cristiano y vosotros, y entre to
tada y prom ulgada, y como presenta dos y esta Cátedra de San Pedro, con
mos solemne reclam ación ante aquellos servéis y afiancéis diligentemente una
que la han form ado o intervenido en gran unanim idad y concordia. Ya que
eso, así decretam os y declaram os ser el propósito, como dejamos dicho, de
nulo e írrito y que por tal ha de ser los autores de esta perversa ley no fue
tenido cuanto en esa ley se establece en separar la Iglesia lusitana, que despo
contra de los derechos inviolables de jan y persiguen, de la república (como
la Iglesia.8 quieren aparentar), sino del Vicario de
Jesucristo. Por eso, si con todo empeño
8. A labanza y exhortación a los P re procuráis vosotros oponeros y resistir
lados y Clero. Sin duda las presentes al intento y m aldad de esos hombres,
dificultosísim as circunstancias por que habréis m irado, como conviene, por el
atraviesa Portugal, después de haberse interés de los católicos en Portugal.
declarado allí públicam ente la guerra Nos, en tanto, según exige el singular
contra la religión, Nos causan gran am or con que os amamos, suplicamos
congoja y tristeza. Nos lam entam os al Dios om nipotente proteja benigno
ante el espectáculo de tantos males co vuestro celo y diligencia. Y a vosotros
mo afligen a u na nación que amamos todos, Prelados del orbe católico res
de lo íntim o del corazón; Nos angus tante, rogamos queráis cum plir en unos
1 0 9 ,9 E n c íc l ic a “Iam dudum in L u s it a n ia ” 871
tiem pos tan angustiosos el mismo deber Hermanos, y a vuestro clero y pueblo 224
con vuestros solícitos H erm anos de la Bendición Apostólica.
Portugal. 9
Dado en Roma, junto a San Pedro,
el día 24 de Mayo, fiesta de Nuestra
9. Bendición final. E n p ren d a de los Señora Auxiliadora de los Cristianos,
divinos dones y en testim onio de Nues el año 1911, octavo de Nuestro P onti
tra benevolencia, os damos de todo ficado.
corazón a vosotros todos, Venerables PIO PAPA X.
no
P I O PP. X
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
f21 1. Iniquidades que padecen los in regiones m ucho contribuyó la m ater
dios. V ehem entem ente conmovido por nal instancia de la Iglesia ante hom bres
el penoso estado de los indios de la esclarecidos que gobernaban esas Re
América inferior, Nuestro ilustre ante públicas. Y de buena gana confesamos
cesor, B e n e d i c t o XIV, trató su causa que, si no lo hubiesen impedido m u
con gran preocupación, como bien lo chos y grandes obstáculos, las resolu
sabéis, en su Carta Encíclica i(lmmensa ciones de aquéllos hubiesen tenido m u
Pastorum” aparecida el día 22 del mes chísimo m ayor éxito. Sin embargo, aún
de Diciembre del año 1741, y como cuando algo se ha hecho en favor de
casi lo mismo que él lam entó en aque los indios, no obstante es m ucho más
lla carta tam bién Nosotros debemos lo que resta por hacer. En verdad cuan
deplorarlo en muchos lugares, llam a do examinamos los crímenes y las m al
mos ahora solícitam ente vuestra aten dades, que aún ahora suelen cometerse
ción hacia la misma. En ella se queja con ellos, ciertam ente quedamos h o rro
entre otras cosas de que, aún cuando rizados y profundam ente conmovidos.
la Sede Apostólica m ucho tiempo hace Pues ¿qué puede haber de más cruel
que se preocupa de aliviar la afligida si y de más bárbaro, que el m atar a
tuación de aquéllos, no obstante existen los hom bres a azotes, o con lám inas
aún <{cristianos que como si hubieren de hierro ardientes, por causas levísi
olvidado totalmente el sentido de la ca mas a veces o por el mero placer de
ridad derramada por el Espíritu Santo ejercitar su crueldad, o im pulsados por
en nuestros corazones, a los pobres in súbita violencia conducir a la m atan
dios no sólo carentes de la luz de la fe, za de una vez cientos y miles, o devas
sino también a los limpios por el bau tar pueblos y aldeas para realizar m a
tismo, los reducen a la esclavitud, los tanzas de indígenas; de lo cual hemos
venden como esclavos, los privan de recibido noticia que en estos pocos años
sus bienes, y realizan con los mismos han sido destruidas casi totalm ente al
tales obras de inhumanidad que los gunas tribus? P ara excitar de tal m a
522 apartan principalmente de abrazar la nera los ánimos influye en alto grado
fe de Cristo, y sobre todo hacen que el inm oderado deseo de lucro; pero no
se obstinen en su odio para la misma”. menos tam bién el clima y la situación
De todas estas cosas indignas, empero, de esos lugares. Así pues, estando aque
aquella que es la peor, o sea la escla llas regiones sujetas a un clima ardien
vitud propiam ente dicha, poco después, te, que penetra hasta lo más íntim o del
por obra de Dios misericordioso, ha ser, y destruye la fortaleza de los ner
sido abolida totalm ente; y p ara su abo- vios, estando alejados de la Religión,
lición pública en el Brasil y en otras de la vigilancia de los que gobiernan, y
(*) A. A. S. 4 (1912), págs. 521-525. — Los números marginales corresponden a las páginas del
texto original en AAS, vol. 4. (P. H.)
— 872 —
1 1 0 , 2 -3 E n c íc l ic a “ L a c r im a b il i S t a t u In d o r u m ” 873
casi puede decirse, de la m ism a socie to, y no raram ente tam bién cae en la
dad, fácilm ente ocurre que, si los que nada. P or lo cual, si a la labor del
hasta allí han llegado no tenían aún gobierno se uniese la de la Iglesia, en
depravadas sus costum bres, en breve tonces ciertam ente se obtendrían m u
tiem po comiencen a tenerlas, y por lo chísimo m ejores frutos.
tanto, quebradas las barreras del deber
y del derecho, se entreguen a todas las 3. Urgente solución del problema.
depravaciones de los vicios. Ni tam P or lo tanto, antes que a nadie, apela
poco se perdona por estos el sexo ni mos a vosotros, Venerables Hermanos,
la debilidad de la edad: avergüenza a fin de que aportéis cuidados y reso
realm ente referir la infam ia y los c rí luciones peculiares a esta causa, que
menes de aquellos en com prar y ven pertenece a lo m ás digno de vuestro
der a las m ujeres y a los niños; siendo pastoral oficio y cargo. Y dejando de
realm ente sobrepasados por ellos los lado las demás cosas de vuestra solici
peores ejemplos de salvajismo. tud e industria, os exhortam os encare
cidam ente ante todo, que todas aquellas
2. Certeza de esas iniquidades. En cosas que en vuestras diócesis están
realidad Nosotros, al recibir algunas instituidas para el bien de los indios,
veces rum ores de estas cosas, pusimos la prom ováis con toda vuestra preocu
en duda la certeza de hechos tan atro pación, y al mismo tiempo cuidéis de
ces, ya que parecían increíbles. Pero, instituir aquellas otras que parezcan
habiendo llegado a la certeza por m e necesarias a la mism a causa. De aquí
dio de testigos m uy seguros, esto es, que aconsejaréis con toda diligencia a
por medio de m uchos de vosotros, Ve vuestros pueblos acerca de su propio
nerables H erm anos, por los Delegados oficio de ayudar a las sagradas expe
de la Sede Apostólica, por los misione- diciones a los indios, que habitan p ri
523 ros y por otras personas de entera fe, m eram ente ese suelo am ericano. Sepan
3^a no Nos es lícito tener ninguna duda por lo tanto que deben ayudar en esto
de la veracidad de estos hechos. P or lo principalm ente con una doble acción:
tanto, es el m om ento de que movidos por la lim osna y por la oración, y que
por esta preocupación intentem os p o esto lo hagan no sólo por la Religión,
ner térm ino a tanto mal, suplicando sino porque lo exige la P atria misma.
hum ildem ente a Dios, quiera m o strar Vosotros empero, en todos aquellos lu
nos benignam ente algún camino p ara gares de educación, como ser, en los
poner remedio oportuno a esto. El, Seminarios, en los Colegios, en los in
pues, que es el Creador y el Redentor ternados de niñas, principalm ente re
am antísim o de todos los hom bres, como ligiosos, haced que no cese en ningún
Nos inspirara el tra b a ja r a favor de los mom ento ni el consejo ni la predicación 524
indios, ciertam ente nos inspirará aque de la caridad cristiana, que obliga a
llo que m ejor se acomode a Nuestro todos los hombres, sin distinción de
propósito. E ntre tanto m ucho Nos con nacionalidad ni de color, como h er
suela, el que aquellos que gobiernan manos, hijos de un mismo Padre; la
esas Repúblicas, intenten en toda fo r cual debe probarse no sólo con pala
m a a rro ja r esa ignom inia y m ancha de bras sino con hechos. Igualmente, no
sus dominios; por cuya preocupación debe dejarse de lado ninguna ocasión
m ucho podemos alabarlos y aprobarlos. de dem ostrar, siempre que se ofrezca,
Aunque ciertam ente en aquellas regio cuán indecorosos son para el nom bre de
nes, como están m uy alejadas de las cristiano estos hechos indignos, que
sedes del poder y m uchísim as veces demostramos. En cuanto a lo que a
inaccesibles, estos intentos de la potes Nosotros respecta, teniendo no sin cau
tad civil, llenos de hum anidad, ya sea sa una gran esperanza del consenti
por la astucia de los m alhechores, que miento y el favor de las potestades
rápidam ente pasan los límites, o ya públicas, tomamos principalm ente el
por la inercia y perfidia de los adm i cuidado para que podam os aum entar
nistradores, a m enudo tiene poco efec el campo de la acción apostólica, en
874 E n c íc l ic a s d e l P P . P ío X (1 9 1 2 ) 110, 4-6
estas inm ensas latitudes, el disponer de manera los priven de su libertad, rete
otras puertas misionales, en las cuales niéndolos en esclavitud; también a los
los indios encuentren un refugio y un c¡ue para tales cosas dan su consejo.
am paro p ara su salud. auxilio, favor y acción cualquiera sea
el pretexto y cualquiera sea su color, o
4. Acción de la Iglesia en ese cam po. que enseñen o aconsejen que esto es
La Iglesia Católica nunca fue estéril en lícito o en cdguna otra forma quieran
hom bres apostólicos, quienes urgidos o pretendan cooperar a lo ya dicho...”
por la caridad de Cristo estuvieron Por lo tanto queremos que la potestad
prontos y preparados aún p ara dar su de absolver de estos crímenes a los
propia vida por sus herm anos. Y hoy, penitentes en el fuero sacram ental sea
cuando tantos odian la Fe, o la dejan, reservada a los Ordinarios del lugar.
el ardor por disem inar el Evangelio
entre los salvajes no sólo no ha decre 6. E xhortación final. Siendo confor
cido entre los hom bres de todo el Clero mes a N uestra paterna voluntad, tam
y de las religiones, sino que crece y aún bién continuando lo hecho por muchos
más se difunde, por virtud principal de Nuestros Predecesores, entre los cua
m ente del E spíritu Santo, el cual p ro les tam bién debe conm em orarse nom i
tege en las cosas tem porales a la Igle nalm ente a L eón XIII, de feliz m em o
sia, su Esposa. Por lo cual estas ayudas ria, hemos querido escribiros estas co
que, por beneficio divino, Nos han sido sas a vosotros, Venerables Hermanos,
concedidas, juzgamos necesario usarlas sobre la causa de los Indios. De vos
tanto más copiosam ente con los indios otros empero será el luchar con todas
p ara librarlos de la esclavitud de Sata vuestras fuerzas, para que Nuestros de
nás y de los hom bres perversos, cuanto seos se cum plan con todo éxito. En
más los aprem ia esa necesidad. P or lo estas cosas os habrán de favorecer
demás, habiendo los predicadores del ciertam ente los que gobiernan las Re
Evangelio em papado esta parte de la públicas; no faltarán tampoco, entre
tierra no sólo con sus sudores sino gándose con toda actividad al trabajo
tam bién a veces con su m ism a sangre, y al estudio, aquellos que pertenecen
confiamos en el futuro, que de tantos al Clero, y principalm ente los adictos,
trabajos de cristiana hum anidad alguna a las Sagradas Misiones; y por últim o
vez la alegre mies florezca en inm ejo están sin ninguna duda todos los bue
rables frutos. 5 nos, que ya por sus obras, los que pue
den, ya por otros oficios de caridad
5. Contiena de los reos de este cri ayudarán a la causa, en la que se unen
m en. Además, p a ra que todo aquello al mismo tiem po razones en pro de la
que vosotros, o por vuestra iniciativa Religión y de la dignidad hum ana.
Porque realm ente al que gobierna, se
o por consejo ejecutéis p ara utilidad
agrega la gracia de Dios om nipotente;
de los indios, tenga la m áxim a eficacia bajo cuyo auspicio, Nosotros, como
que dim ana de N uestra apostólica auto testimonio tam bién de Nuestra benevo
ridad, Nosotros, recordando el ejemplo lencia a vosotros, Venerables H erm a
de Nuestro Antecesor, condenamos y nos, y a vuestra grey im partim os solí
declaram os reo de inhum ano crim en citam ente Nuestra Bendición Apostó
a cualesquiera que, como él mismo lica.
dice: “a los predichos indios sujeten a Dado en San Pedro de Roma, el día
esclavitud, los vendan, los compren, los 7 del mes de Junio de 1912, noveno
cambien o regalen, los separen de sus año de Nuestro Pontificado.
mujeres o de sus hijos, se apoderen de
sus cosas o de sus bienes, o de cualquier PIO PAPA X.
'JL'JLJL
P I O PP. X
Amado Hijo Nuestro y Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
DE
BENEDICTO XV
INTRODUCCION
Santiago delta Chiesa Migliorati nace el 21 de noviembre de 1854, siendo hijo de
los marqueses José della Chiesa y de Juana Migliorati, de la alta nobleza de Génova.
Según sus historiadores, ya desde muy pequeño, mostró una rapidez de ingenio
que resaltaba más todavía, debido a que poseía un carácter humilde, adornado todo ello
por un trato casi elegante y fino.
Sus primeros años de estudio los realizó en su misma ciudad, bajo la tutela cris
tiana de sus nobles padres. El 3 de Agosto de 1875 obtuvo el doctorado en Leyes por
la Universidad de Génova, siendo sus notas de alta distinción. Sin embargo, conforme a
sus antiguos deseos, aún con el diploma en las manos ingresa al Seminario para seguir
la carrera sacerdotal. Para completarlos se dirige a Roma a la Universidad Gregoriana,
fundada y regentada por la Compañía de Jesús. Aquí toma contacto con los célebres
teólogos jesuítas Franzelin y Mazzella, que en premio a su ciencia y piedad, años más
tarde fueron elevados a la dignidad de Cardenales de la Iglesia Católica.
Terminados sus estudios teológicos recibe la ordenación sacerdotal y pasa a
estudiar en el Seminario diplomático de Roma. Acabados por fin, todos sus estudios, el
gran Cardenal Rampolla, nombrado Nuncio en la corte de Madrid, lo lleva como com
pañero. Junto a él se empapa del ingenio y tacto diplomático que tanto influiría en los
casos difíciles de su accidentado pontificado.
León XIII buscando un apoyo en su larga y difícil jornada, hace venir desde
Madrid al Card. Rampolla y lo nombra Secretario de Estado. Como era evidente, el
nuevo Secretario se resiste a dejar al joven della Chiesa en España y lo trae con él a
la corte Vaticana. En 1903 entrega a Dios su alma el Pontífice y es elegido en su lugar
PIO X. Elevado a la Secretaría de Estado el español Merry del Val, conociendo las
cualidades de Santiago della Chiesa lo retiene junto a sí como ayudante.
En 1907 PIO X lo eleva al episcopado asignándole la importante sede de Bolonia,
una de las principales de Italia. Es por entonces cuando el celo del sacerdote se des
pliega en todo sentido. En el automóvil, regalo de los fieles a su nuevo obispo, recorre
en todas las direcciones el territorio encomendado. Pronto la suma actividad de su celo
es conocida en toda Italia. Por todas partes se admira al obispo de Bolonia en sus
evangélicas giras pastorales. Tanta virtud es premiada por PIO X el 4 de Junio impo
niéndole el capelo cardenalicio el año de 1914.
Cuando todavía no se habían retirado a sus Sedes los que participaron del consis
torio del Papa, éste, al primer estallido de la guerra mundial del 14, entrega santamente
su alma a Dios. Eran los momentos obscuros de la lucha. Nuevos pueblos y países se
declaraban la guerra. Sin embargo, la cátedra de Pedro no podía quedar acéfala por
mucho tiempo. El Cónclave para la elección del nuevo Pontífice, dos meses después
logró reunirse en Roma, bajo la sombra negra de la guerra, alumbrada por el fuego
letal de los cañones.
Desde el primer momento los ojos de los Cardenales reunidos están en Santiago
della Chiesa, con sólo dos meses de cardenalato. Su actuación en Madrid junto a
Rampolla; no menos que la del Vaticano junto a Rampolla ya Secretario de Estado y
después a Merry del Val; como su celo mostrado en Bolonia, inclinaron al Cónclave a
elegir a Santiago della Chiesa como Pontífice de la Iglesia Católica Universal.
La muerte había sorprendido a PIO X cuando estaba a punto de terminarse la
codificación del Derecho total de la Iglesia Católica. Por ésto Benedicto XV (nombre
tomado por Santiago della Chiesa) impulsa su pronta terminación y así el 27 de Mayo
de 1917 por la Constitución “PROVIDENTISIMA MATER’ promulga el nuevo Código
Por una serie de BREVES pide y exhorta al pronto cumplimiento de las nuevas leyes.
Establece al mismo tiempo una comisión, que tendrá por oficio arreglar las dificuldades
que se puedan presentar con las nuevas disposiciones. De este modo el Pontífice ordena
todas las cosas con sabiduría de legista, a fin de que la unidad de la Iglesia, funda
mento necesario, quede completamente firme.
Después dirige su mirada a esa porción pequeña de la Iglesia Oriental Católica y
por su Motu Proprio “DEI PROVIDENTIS” crea en Roma una Congregación que tendrá
a su cargo todos los asuntos de la Iglesia Oriental. Como ayuda al buen funcionamiento
funda el “Instituto de Asuntos Orientales”. De este modo Benedicto XV trata de ganarse
ía plena confianza de esa porción de su grey perseguida y aniquilada por mantenerse
fiel a la Iglesia de Roma.
— 881 —
882 V id a y O b r a d e B e n e d ic t o XV
Pero el corazón del Papa todavía no descansa. Ciertamente, que ya tiene dadas
todas las normas para los fieles católicos. A todos sus hijos los ha consolado con cartas
y exhortaciones. Ahora su mirada se fija en aquellos seres, que también están llamados
a ser sus hijos; esos individuos por los cuales Cristo exclama en la Cruz “tengo sed”.
Es por esto, que publica su clásica Encíclica sobre las misiones entre los no católicos.
“MAXIMUM ILLUD” es un documento que ha sido llamado con justa razón “Carta
magna de las misiones”. Es el llamado triste de un padre por los millones de seres
que caminan entre las tinieblas del error. Recibe el grito sediento de millones de almas
que mueren por falta de “aguas vivas”. El mundo entero se conmueve ante su voz. Las
partidas de misioneros abandonan Europa y se internan en Africa, Oceanía, Alaska. Ni
el frío ni el calor detiene a esa multitud de seres que voluntariamente se destierran por
Cristo. Y desde el Vaticano Benedicto XV, como un símbolo a su nombre les envía su
bendición. Es finalmente como fruto de sus cartas que nacen los Seminarios de Misiones
de España y otros países abundantes en sacerdotes.
Un afán de independencia, nacido naturalmente de la guerra, tiene peligro de exten
derse en los centros docentes. Un Centenario más de la muerte del padre de la Escritura,
San Jerónimo, le da impulso para publicar su nueva Encíclica “SPIRITUS PARACLI
TOS”. En ella el Maestro infalible de la Iglesia de Cristo nos recuerda el verdadero
sentido de la inspiración. No son las circunstancias las que deben mover nuestros sólidos
fundamentos de fe. Descansamos en la roca inconmovible de Cristo. Las circunstancias
son pasajeras. Dios autor e inspirador de la Escritura Santa, en ellas nos ofrece su
palabra y su voluntad. Seguirlas es caminar por su huella. Caminar por su huella es
llegar al cielo: fin último y principal de nuestra vida.
De todas partes llegan al Vaticano la petición para la declaración de San Efrén
como Doctor de la Iglesia Universal. Con esta ocasión publica la Encíclica “PRINCIP1
APOSTOLORUM”. Es un llamado a las Iglesias Orientales. San Efrén, doctor y luz de
Oriente con su santidad y doctrina nos muestra la fidelidad sin límites a las doctrinas
de Roma. Finalmente pide la adhesión de todos los católicos orientales a las normas
dadas por los Papas, intérpretes autorizados de Dios y de las Sagradas Escrituras.
Pero antes de terminar la mención de los documentos principales de Benedicto XV
no podemos dejar en silencio su gran Encíclica “HUMANI GENERIS”, (no confundir
con la de PIO XII que lleva el mismo nombre) dirigida especialmente a los predicadores.
Exhorta a todos los sacerdotes a la predicación directa de la Escritura y sobre todo del
Evangelio, fuente de la verdad católica. Es por medio del libro santo que debemos
renovar a las gentes; es su palabra la que debe llegar hasta los corazones.
Resumiendo el contenido de los otros documentos y cartas de Benedicto XV,
podemos decir que el Pontífice, dado que vivió en los años de la guerra mundial, mues
tra en ellos el gran anhelo de la paz. El exigía de los gobernantes una paz justa, basada
no en odios o venganzas sino en el bien de los pueblos y de los individuos. Sin embargo
explícitamente rechazaron sus recomendaciones, y como lo había dicho el Pontífice: la
paz lograda a base de injusticias y opresiones no fué sino una tregua para la guerra
de 1939.
Su labor en favor de los prisioneros fué más eficaz. Dirigió hermosas cartas, ver
daderos tratados de caridad cristiana, a los países neutrales pidiendo ayuda. Su voz
dolorida de padre, pidiendo clemencia para los hijos fué escuchada. Hasta los mismos
campos de concentración hizo llegar sus mensajes.
No es de extrañar pues, que al correr por Europa la noticia de su muerte (1922)
toda Europa lo llorara. Eran millones de hombres y mujeres que tenían una deuda de
gratitud. Durante esos 4 años de guerra había sido la única luz potente de paz que
alumbrara el cielo oscurecido de Europa; sólo su voz hablaba de paz. Hasta Génova,
su patria, donde estaba reunida la Conferencia Internacional de paz deseó hacer llegar
su voz; pero las puertas se cerraron y no lo dejaron entrar. Nada tenía que hacer
entonces. Los hombres rechazaban su mensaje, por eso, ante la vista de tanto dolor,
generosamente, ofrendó su vida a Dios, como precio de una paz. Contaba 68 años de
edad. La mitad de su reinado había sido alumbrado por la metralla, y la otra mitad
por el odio de la venganza que amenazaba a Europa una vez más; pero esa luz grande
de su corazón jamás se amortiguó con el fuego de odio que ardía a su lado. Era que
su paso por el mundo estaba marcado como la señal de su nombre: Benedicto, es decir
“bendición”. Pasó así bendiciendo los campos de batalla, poniendo una esperanza
espiritual sobre el mundo enfermo de materialidad.
•juta
la m ortandad; cada día la tierra se mueve a hablar así. No perm itan, pues,
em papa con nueva sangre y se llena que se pierda en el vacío esta Nuestra
de m uertos y heridos. ¿Quién diría que voz de amigo y de Padre.
los que así se com baten tienen un m is
mo origen, participan de la m ism a n a 4. El m al viene de lejos. Pero no es
turaleza, y pertenecen a la m ism a so solamente la sangrienta guerra actual
ciedad hum ana? ¿Quién les reconocería lo que trae a los pueblos sumidos en
como herm anos, hijos de un mismo P a la miseria y a Nos angustiado y solícito.
dre que está en los cielos? Y m ientras Otro m al funesto ha penetrado hasta
que de u na y otra parte form idables las mismas entrañas de la sociedad h u
ejércitos pelean furiosam ente, las n a m ana y tiene atem orizado a todos los
ciones, las familias, los individuos su hom bres de sano criterio, ya por los
fren los dolores y miserias que, como daños que ha causado y causará en lo
triste cortejo, siguen a la guerra. Au- futuro a las naciones, ya porque, con
’67 m enta sin medida, de día en día, el toda razón, es considerado como causa
núm ero de viudas y de huérfanos; se de la presente luctuosísim a guerra. En
paraliza, por la interrupción de com u efecto, desde que se han dejado de apli
nicaciones, el comercio; están abando car en el gobierno de los Estados la
nados los campos, y suspendidas las norm a y las prácticas de la sabiduría
artes; se encuentran en la estrechez los cristiana, que garantizaban la estabili
ricos, en la m iseria los pobres, en el dad y la tranquilidad del orden, co
luto todos. m enzaron, como no podía menos de
suceder, a vacilar en sus cimientos las
3. Que reine la paz. Nos, conmovido naciones y a producirse tal cambio en
por tan extrem a situación, en el p rin las ideas y en las costumbres, que si
cipio de Nuestro suprem o Pontificado Dios no lo rem edia pronto, parece ya
creimos deber Nuestro recoger las últi inm inente la destrucción de la sociedad
mas palabras de Nuestro Predecesor, hum ana. He aquí los desórdenes que 568
Pontífice de ilustre y santísim a m em o estamos presenciando: la ausencia de
ria, y repitiéndolas, com enzar Nuestro am or m utuo en la comunicación entre
apostólico m inisterio; y conjuram os los hom bres; el desprecio de la auto
con toda vehemencia a los Príncipes y ridad de los que gobiernan; la injusta
a los Gobernantes, a fin de que, consi lucha entre las diversas clases sociales;
derando cuánta sangre y cuántas lágri el ansia ardiente con que son apetecidos
mas habían sido derram adas, se ap re los bienes pasajeros y caducos, como si
suraren a devolver a los pueblos los no existiesen otros, y ciertam ente m u
soberanos beneficios de la paz. cho m ás excelentes, propuestos al hom
Y ojalá que por la m isericordia de bre, para que los alcance. En estos cua
Dios, suceda que, al em pezar Nuestro tro puntos se contienen, según Nuestro
oficio de Vicario suyo, resuene cuanto parecer, otras tantas causas de las gra
antes el feliz anuncio que los Angeles vísimas perturbaciones que padece la
cantaron en el Nacimiento del divino sociedad hum ana. Todos, por tanto,
Redentor de los hom bres: “Paz en la debemos esforzarnos en que por com
tierra a los hombres de buena volun pleto desaparezcan, restableciendo los
tad”^ . Que Nos escuchen, rogamos, principios del cristianismo, si de veras
aquellos en cuyas manos están los des se intenta poner paz y orden en los
tinos de los pueblos. Otros medios exis intereses comunes.
ten, ciertam ente, y otros procedim ien
tos p ara vindicar los propios derechos, 5. Ámaos los unos a los otros. Pero,
si hubiesen sido violados. Acudan a en prim er lugar, J esucristo, habiendo
ellos, depuestas en tanto las arm as, con descendido de los cielos para restaurar
leal y sincera voluntad. Es la caridad entre los hom bres el reino de la paz,
hacia ellos, y hacia todos los pueblos, destruido por la envidia de S atanás ,
no Nuestro propio interés, la que Nos5 no quiso apoyarlo sobre otro funda-
(5) Luc. 2, 14.
112, 6 -7 E n c íc l ic a “ A d B e a t is s im l ’ 88 5
a Dios, Creador y dueño de todas las perador, como soberano, ya a los go
cosas, sino a la libre voluntad de los bernadores, como delegados suyos”(20\
hombres, los vínculos de m utua obli De donde colige el Apóstol de las
gación que deben existir entre los su gentes que quien resiste con contu- “
>7i
periores y los súbditos se han aflojado m acia al legítimo gobernante, a Dios
hasta el punto de que casi h an llegado resiste, y se hace reo de las eternas
a desaparecer. Pues el inm oderado de penas: “De suerte que quien resiste a
seo de libertad, unido a la contumacia, la autoridad resiste a la disposición de
poco a poco lo ha invadido todo; y no Dios, y los que la resisten se atraen so
ha respetado siquiera la sociedad do bre sí la condenación” (21).
méstica, cuya potestad, es más clara
que la luz m eridiana, que arranca de la 8. La Religión de Cristo apoya la
mism a naturaleza; y, lo que todavía es autoridad civil. R ecuerden esto los
más doloroso, ha llegado a penetrar que gobiernan los pueblos y consideren
hasta en el recinto mismo del Santuario. si es prudente y saludable consejo, ta n
De aquí proviene el desprecio de las to para el poder público como para los
leyes; de aquí, las agitaciones popula ciudadanos, apartarse de la santa reli
res; de aquí, la petulancia en censurar gión de Jesucristo, que tan ta fuerza y
todo lo que es m andado; de aquí mil consistencia presta a la hum ana auto
argucias inventadas p ara quebrantar el ridad. Mediten, una y otra vez, si es
nervio de la disciplina; de aquí los medida de sabia política querer pres
m onstruosos crím enes de aquellos que, cindir de la doctrina del Evangelio y
confesando que carecen de toda ley, no de la Iglesia en el m antenim iento del
respetan ni los bienes, ni las vidas de orden social, y en la pública instruc
los demás. ción de la juventud. H arto nos demues
tra la experiencia que la autoridad de
L a au to rid ad viene de Dios. Ante los hom bres perece allí donde la reli
sem ejante desenfreno en el pensar y gión es desterrada. Suele de hecho
en el obrar, que destruye la constitu acontecer a las naciones, lo que acaeció
ción de la sociedad hum ana, Nos, a a nuestro prim er padre, al punto que
quien ha sido divinam ente confiado el hubo pecado. Así como en éste, apenas
magisterio de la verdad, no podemos en su voluntad se hubo apartado de la de
modo alguno callar; y recordam os a los Dios, las pasiones desenfrenadas recha
pueblos aquella doctrina que no puede zaron el imperio de la voluntad, así
ser cam biada por el capricho de los también, cuando los que gobiernan los
hom bres: “No hay autoridad sino por Estados desprecian la autoridad de
Dios y la que hay, por Dios ha sido Dios, suelen los pueblos burlarse de la
ordenada” P or tanto, toda autori de ellos. Les queda, es verdad, la fuer
dad existente entre los hom bres, ya sea za, y de ella acostum bran usar, para
soberana o subalterna es divina en su sofocar las rebeliones; pero ¿con qué
origen. P or esto San Pablo enseña que provecho? Por la violencia se sujetan
a los que están investidos de autoridad los cuerpos, mas no los espíritus.
se les ha de obedecer, no de cualquier
modo sino religiosamente, por obliga 9. Los pobres contra los ricos. Suel
ción de conciencia, a no ser que m an to, pues, o aflojado aquel doble vínculo
den algo que sea contrario a las divi de cohesión de todo cuerpo social, a
nas leyes: “Es preciso someterse no saber, la unión de los miembros entre
sólo por temor del castigo, sino por sí, por la m utua caridad, y de los m iem
conciencia” Concuerdan con estas bros con la cabeza, por el acatam iento
palabras de S a n P a b l o aquellas otras a la autoridad ¿quién se m aravillará
del mismo Príncipe de los Apóstoles: con razón, Venerables Hermanos, de
“Por amor del Señor, estad sujetos que la actual sociedad hum ana aparez
a toda autoridad humana; ya al em-819 ca como dividida en dos grandes ban-
(18) Rom. 13, 1. (20) I Petr. 2, 13-14.
(19) Rom. 13, 5. (21) Rom. 13, 2.
112, 10-11 E n c íc l ic a “ A d B e a t is s im i” 887
m aravillará de que estos hom bres, n a por medio de los dolores, adversidades
turalm ente inclinados a la felicidad, y m iserias de esta vida, si las soporta
con la m ism a violencia con que se lan mos con paciencia, como debemos, nos
zan a la conquista de tales bienes, re otros mismos nos abrim os paso hacia
chacen todo aquello que retarda o im aquellos bienes verdaderos y eternos,
pide su consecución. Mas, porque estos “lo que Dios ha preparado para los que
bienes no están distribuidos por igual lo amarí’(2éh Sin embargo, muchos des
entre todos, y a la autoridad pública cuidan tan im portantes enseñanzas de
toca im pedir que la libertad individual la fe, y m uchos las han olvidado por
traspase los lím ites y se apodere de lo completo.
ajeno, de aquí nace el odio contra la
autoridad, y la envidia de los deshere 13. Manos a la obra p o r el prem io
dados de la fortu n a contra los ricos, y eterno. Es necesario pues, Venerables
las luchas y contiendas m utuas entre las Herm anos, renovar según ellas todos
diversas clases de ciudadanos esforzán los corazones. No de otra suerte logra
dose los unos por obtener, a toda costa, rán la paz los hombres, ni la sociedad
aquello de que carecen, y los otros por hum ana. Exhortam os, por tanto, a los
conservar, y aún aum entar lo que ya que padecen cualquier adversidad, a
poseen. que no fijen sus m iradas en la tierra,
en la cual no somos más que peregri
12. Las bienaventuranzas de Cristo. nos, sino que las levanten al Cielo, a
Previendo Jesucristo, Señor Nuestro, donde nos encaminamos: “no tenemos
sem ejante estado de cosas, explicó en aquí inorada permanente sino que
aquel sublime serm ón de la m ontaña anhelamos la futura”(25L Y en medio
cuáles eran las verdaderas bienaven de las adversidades con las que Dios
turanzas del hom bre sobre la tierra, y prueba la constancia en su divino ser
puso, por decirlo así, los fundam entos vicio, consideren con frecuencia qué
de la filosofía. Tales enseñanzas, aun a prem io les está reservado para cuando
los hom bres más adversos a la fe p are salgan vencedores de esta lucha. “Pues
ció que contenían u na sabiduría sin por la momentánea y ligera tribulación
gular y perfectísim a doctrina así m oral nos prepara un peso eterno de gloria
como religiosa; y ciertam ente todos incalculable”(26L Finalm ente, el dedi
convienen en reconocer que nadie, carse con todo empeño y esfuerzo a que
antes de Cristo, que es la m ism a verdad, reconozca en los hom bres la fe en las
había enseñado jam ás cosa parecida en verdades sobrenaturales, y asimismo,
esta m ateria, ni con tan ta gravedad y el aprecio, el deseo y la esperanza de
autoridad, ni con tan elevados y am o los bienes eternos, debe ser vuestro
rosos sentimientos. principal empeño, Venerables H erm a
574 La índole secreta e íntim a de esta nos, así como tam bién el del Clero y el
filosofía consiste en que, los llamados de todos los nuestros, que, unidos en
bienes de esta vida tienen la apariencia varias asociaciones, procuran prom over
de bien, pero no la eficacia; y por lo la gloria de Dios y el verdadero bien
mismo, no son tales que su goce pueda común. Porque a medida que esta fe
hacer feliz al hom bre. Pues, según la crezca entre los hombres, decrecerá en
palabra de Dios, tan lejos está que las ellos el afán inm oderado de alcanzar
riquezas, la gloria, los placeres hagan los fingidos bienes de la tierra, y rena
feliz al hom bre, que si quiere serlo de ciendo la caridad, gradualm ente cesa
veras debe por am or de Dios, privarse rán las luchas y contiendas sociales.
de los mismos: “Bienaventurados los
pobres... bienaventurados cuando los 14. Algo se ha hecho ya en el campo
hombres os aborrezcan, y excomulgán religioso. Ahora bien, si, dejando a p a r
doos os maldigan y proscriban vuestro te la sociedad civil, volvemos Nuestro
nombre como malo”(23K Es decir, que pensam iento a considerar las cosas ecle-
(23) Luc. 6, 20-22. (25) Hebr. 13, 13.
(24) I Cor. 2, 9. (26) II Cor. 4, 17.
112, 15 E n c íc l ic a “ A d B e a t is s im i” 889
siásticas, tenemos, sin duda, motivos prim era Encíclica, creemos convenien
p ara que Nuestro ánimo, herido por la te indicar algunos puntos principales,
general calam idad de estos tiempos, al a los cuales hemos resuelto dedicar
menos en parte, reciba algún alivio; Nuestro especial cuidado; así, procu
pues adem ás de las pruebas, que se rando vosotros secundar con vuestro
presentan clarísim as, de la divina vir celo Nuestros designios, se obtendrán
tud y firm eza de que goza la Iglesia, no más pronto los frutos deseados.
pequeño consuelo Nos ofrecen los p re
claros frutos que de su activo pontifica 15. Unión y concordia. Y ante todo,
do Nos dejó Nuestro predecesor Pío X, como quiera que en toda sociedad de
después de haber ilustrado a la Sede hom bres, sea cualquiera el motivo por
Apostólica con los ejem plos de una el que se han asociado, lo prim ero que
vida santa. Vemos, en efecto, por obra se requiere para el éxito de la acción
suya, inflam ado por doquier el espíritu común, es la unión y concordia de los
religioso entre los eclesiásticos; desper ánimos, Nos procurarem os resuelta
tada la piedad del pueblo cristiano; mente que cesen las disensiones y dis
prom ovidas en las asociaciones de los cordias que hay entre los católicos, y
católicos la acción y la disciplina; fu n que no nazcan en otros en lo sucesivo;
dadas en unas partes, y m ultiplicadas de tal m anera, que entre los católicos
en otras, las sedes episcopales; ajustada no haya más que un solo sentir y un
la educación de la juventud levítica solo obrar. Saben bien los enemigos de
conform e a la exigencia de los cánones, Dios y de la Iglesia que cualquiera
y, en cuanto es necesario, a la condición disensión de los nuestros en la lucha
de estos tiempos; alejados de la ense es p ara ellos una victoria; por lo que,
ñanza de las ciencias sagradas los peli cuando ven a los católicos m ás unidos,
gros de tem erarias innovaciones; el arte entonces em plean la antigua táctica
musical, obligado a servir dignam ente de sem brar astutam ente la semilla de
a la m ajestad de las funciones sagradas; la discordia, esforzándose por deshacer
aum entando el decoro de la Liturgia la unión. ¡Ojalá que sem ejante táctica
y propagando extensam ente el nom bre no les hubiese proporcionado tan fre
cristiano con nuevas misiones de p re cuentem ente el éxito apetecido, con tan
dicadores evangélicos. to daño de la Religión! Así, pues, cuan
do la potestad legítima m andare algo,
Son éstos, realm ente, grandes m éritos a nadie sea lícito quebrantar el precep
de Nuestro Antecesor p ara con la Igle to por la sola razón de que no lo aprue
sia, de los cuales conservará grata m e ba, sino que todos sometan su parecer
m oria la posteridad. Sin embargo, como a la autoridad de aquel al cual están
quiera que el cam po del Padre de fa sujetos, y le obedezcan por deber de
milias, por perm isión divina, está siem conciencia. Igualm ente ninguna perso
pre expuesto a la malicia del hombre na privada se tenga por m aestra en la
enemigo, jam ás sucederá que no deba Iglesia, ya cuando publique libros o
trabajarse en él p ara que la abundante periódicos, ya cuando pronuncie dis
cizaña no sofoque la buena mies. P or lo cursos en público. Saben todos a quien
tanto, teniendo como dicho tam bién a ha confiado Dios el m agisterio de la
Nosotros, lo que Dios dijo al Profeta: Iglesia; a solo éste, pues, se deje el
“Sobre pueblos y reinos hoy te doy po derecho de hablar como le parezca y
der de arrancar y arruinar... de edificar, cuando quiera. Los demás tienen el de
levantar y plantar”(27\ por N uestra p a r ber de escucharlo y obedecerlo devota
te, tendrem os sumo cuidado en alejar mente. Mas en aquellas cosas sobre las
cualquier m al y prom over el bien hasta cuales, salvo la fe y la disciplina, no
que plazca al Príncipe de los Pastores habiendo emitido su juicio la Sede
pedirnos cuenta de nuestro m inisterio. Apostólica, se puede disputar por am bas
Y ahora, Venerables H erm anos, al partes, a todos es lícito m anifestar y
dirigirnos a vosotros por medio de esta defender lo que opinan. Pero en estas
(27) Jerem. 1, 10.
890 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1914) 112, 16-17
disputas húyase de toda intem perancia sión divina, ha hecho increíbles progre
de lenguaje que pueda causar grave sos en el estudio de la naturaleza, algu
ofensa a la caridad; cada uno defienda nos, anteponiendo su propio juicio a
su opinión con libertad, pero con m o la autoridad de la Iglesia, llevaron a
deración, y no crea serle lícito acusar tal punto su tem eridad que no dudaron
a los contrarios, sólo por esta causa, en m edir con su inteligencia aun los
de fe sospechosa o de falta de disci mismos secretos m isterios de Dios, y
plina. cuanto ha revelado al hom bre, y de
acomodarlos a la m anera de pensar de
Motes indebidos que deben evitarse. estos tiempos. Así se engendraron los
Queremos tam bién que los católicos se monstruosos errores del Modernismo
abstengan de usar aquellos apelativos que Nuestro Antecesor llamó justam en
que recientem ente se h an introducido te síntesis de todas las herejías, y con
p ara distinguir unos católicos de otros, denó solemnemente. Nos, Venerables 578
y que los eviten, no sólo como innova Hermanos, renovamos aquí esta con
ciones profanas de palabras, que no denación en toda su extensión; y dado
están conform es con la verdad ni con que tan pestífero contagio no ha sido
la equidad, sino tam bién porque de ahí aún enteram ente atajado, sino que to
se sigue grande perturbación y confu davía se m anifiesta acá y allá, aunque
sión entre los mismos. La fe católica solapadamente, Nos exhortam os a que
es de tal índole y naturaleza, que nada con sumo cuidado se guarde cada uno
se le puede añadir ni quitar: o se p ro del peligro de contraerlo. Pues de esta
fesa por entero o se rechaza por entero: peste bien puede afirm arse lo que Job
“Esta es la fe católica; y quien no la había dicho de otra cosa: “Fuego que
creyere firme y fielmente no podrá devora hasta la destrucción y que con
salvarse”(28>. No hay, pues, necesidad sume toda mi hacienda”(30). Y no sola
de añadir calificativos p ara significar lamente deseamos que los católicos se
profesión católica; bástale a cada uno guarden de los errores de los m oder
esta profesión: Cristiano es mi nombre, nistas, sino tam bién de sus tendencias,
católico, mi apellido; procure tan sólo o del espíritu m odernista, como suele
ser en efecto aquello que dice. decirse: el que queda inficionado de
este espíritu rechaza con desdén todo
16. E xhortación a los que dism inu lo que sabe a antigüedad, y busca, con
yan la fe o se engrían. M odernismo. avidez la novedad en todas las cosas:
P or lo demás, a los nuestros que se han en el modo de hablar de las cosas divi
consagrado a la utilidad com ún de la nas, en la celebración del culto sagrado,
causa católica, pide hoy la Iglesia otra en las instituciones católicas, y hasta
cosa m uy distinta que insistir por más en el ejercicio privado de la piedad.
tiempo en cuestiones de las cuales n in Queremos, por tanto, que sea respetada
guna utilidad se sigue; pide que con aquella ley de Nuestros mayores: Nihil
todo esfuerzo procuren conservar la innovetur nisi quod traditum est, “Nada
fe íntegra y libre de toda som bra de se innove sino lo que se ha trasmiti
error, siguiendo especialmente las hu e do”; la cual, si por una parte ha de ser
llas de Aquel a quien Cristo ha consti observada inviolablemente en las cosas
tuido guardián e intérprete de la ver de fe, por otra, sin embargo, debe servir
dad. Tam bién hay, y no pocos, quienes de norm a para todo aquello que pueda
como dice el Apóstol: “No sufrirán la sufrir m utación, si bien, aun en esto
sana doctrina y deseosos de novedades... vale generalm ente la regla: Non nova,
apartarán los oídos de la verdad para sed noviter, “No cosas nuevas sino de
volverlos a las fábulas”(29>. En efecto, un modo nuevo”.
orgullosos y engreídos por la gran esti
ma que tienen del entendim iento h u 17. E stím ulo a las asociaciones. Ya
mano, el cual ciertam ente, por permi- 289 que, V enerables H erm anos, p ara pro-
(28) Símb. Atanasiano. (30) Job 31, 12.
(29) II Tim. 4, 3-4.
112, 18-19 E n c í c l i c a c;A d B e a t i s s i m i ” 891
fesar abiertam ente la fe católica y p ara Solamente ansiamos que los docum en
vivir de m anera conveniente a la m ism a tos de tan sabios Pontífices, y princi
fe, los hom bres suelen ser estimulados palm ente la Exhortación al clero de
principalm ente con fraternales exhor Pío X, con el auxilio de vuestras exhor
taciones y m utuos ejemplos, por eso, taciones, no caigan jam ás en olvido,
Nos complace sobrem anera que sean sino que sean escrupulosam ente obser
fundadas de continuo nuevas asocia vadas.
ciones católicas. Y no sólo deseamos
que dichas asociaciones crezcan, sino 19. Sumisión a nuestros superiores.
que tam bién querem os que florezcan Una cosa hay sin embargo, que no debe
por N uestra protección y por Nuestro pasarse en silencio: y es que queremos
favor, y florecerán, sin duda, con tal recordar a todos cuantos sacerdotes hay
que se acomoden constante y fielmente en el m undo, como hijos Nuestros muy
a las prescripciones que esta Sede Apos amados, que es absolutam ente necesa
tólica h a dado ya, o diere en adelante. rio, ya para su propia santificación, ya
Así, pues, todos aquellos que, tom ando para el fruto del m inisterio sagrado,
parte en estas asociaciones, trab ajan que esté cada uno estrecham ente unido
por Dios y por la Iglesia, nunca olvi y enteram ente adicto a su propio Obis
den lo que dice la Sabiduría: “El hom po. P or cierto que, como arriba deplo
bre obediente conquistará victorias” (3D ramos, no todos los m inistros del San
porque si no obedecieren a Dios por el tuario están libres de insubordinación
obsequio hacia la Cabeza de la Iglesia, y de independencia, tan corriente en
tam poco m erecerán el auxilio divino, y estos tiempos; ni sucede ra ra vez a los
trab ajarán en vano. Pastores de la Iglesia, encontrar dolor
y contradicción allí donde con derecho
18. Una m irada al clero y las vocahubiesen esperado consuelo y ayuda.
ciones. Mas, p ara que todas estas cosas A hora bien, los que tan desgraciada
sean llevadas a cabo, con el feliz resul mente abandonan su deber, reflexionen
tado que apetecemos, sabéis m uy bien, una y otra vez que es divina la autori
Venerables Herm anos, que es necesaria dad de aquellos a los cuales: “El Espí
la cooperación asidua y prudente de ritu Santo ha constituido a los Obis
aquellos a quienes Cristo Señor N. envió pos para que gobiernen la Iglesia de
como operarios a su mies, esto es, del Dios”(Z2h Y que, si, como hemos visto,
clero. P or lo cual entenderéis que vues resisten a Dios los que resisten a cual
tro prim er cuidado debe ser fom entar la quier potestad legítima, m ucho más
santidad conveniente a su estado en el irreverente es la conducta de aquellos
clero que ya tenéis, y form ar digna que rehúsan obedecer a los Obispos, a
m ente p ara un oficio tan santo, con la los cuales ha consagrado Dios con el
más esm erada educación, a los alum sello de su potestad: Cum chantas, así
nos del Santuario. Y aunque vuestra escribía el santo m ártir I g n a c i o , non
diligencia no tiene necesidad de estím u sinat me tacere de uobis, propterea
lo, os exhortam os y os conjuram os a anteverti vos admonere, ut unanimi
que queráis cum plir este deber con el sitis in sententia Dei, Etenim Jesús
m ayor interés posible; porque se trata Christus, inseparabilis a nostra vita,
de cosa tan inportante, que no hay sententia Patris est, ut et Episcopi per
otra de m ayor interés p ara el bien de tractus terrae constituti, in sententia
la Iglesia; pero, como quiera que ya Patris sunt. Unde decet vos Episcopi
Nuestros Antecesores de s. m. L e ó n XIII sententiam concurrere^313233\ Y como h a
y P ío X hayan tratado esto de propó bló aquel m ártir ilustre, así hablaron
sito, Nos no tenemos nada que añadir. en todos los tiempos, los Padres y Doc-
e n la v o l u n t a d d e D io s . P u e s , ta m b ié n C r i s t o , in s e
(31) Prov. 21, 28.
p a r a b l e d e n u e s t r a v i d a e s la v o l u n t a d d e l P a d r e ,
(32) Act. 20, 28. c o m o ta m b ié n lo s o b i s p o s q u e e s t á n c o n s t i t u i d o s
(33) In Epist. ad Eplies. 3. “ P o r c u a n to la c a r i h a s t a lo s c o n f in e s d e la t i e r r a e s tá n e n la v o l u n
d a d n o m e p e r m ite c a lla r tr a tá n d o s e d e v o s o tr o s , t a d d e D io s . P o r e s o , o s c o r r e s p o n d e c a m i n a r s e
m e p r o p u s e e x h o r t a r o s a q u e c a m in é is u n á n i m e s g ú n la v o l u n t a d d e l O b is p o ” .
892 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1914) 112, 20-21
tores de la Iglesia. Añádase que ya es 21. La libertad de la Iglesia. P o r lo
dem asiado pesada la carga que llevan tanto, m ientras hacemos fervientes vo
los Obispos, aun por la m ism a difi tos para que renazca la paz entre todas
cultad que ofrecen estos tiempos, y que las naciones, deseamos, tam bién que
es más grave todavía la ansiedad en cese para la Cabeza de la Iglesia esta
que viven por la salud del rebaño que situación anorm al que daña gravem en
les ha sido confiado: “Obedeced a vues te, por más de una razón, a la m ism a
tros pastores y estadles sujetos que ellos tranquilidad de los pueblos. Contra tal
velan sobre vuestras almas” <3435). ¿No estado de cosas, Nos renovam os las
han de llam arse crueles los que, ne protestas que Nuestros Predecesores h i
gando el obsequio debido, aum entan cieron repetidas veces, movidos, no por
esta carga y esta ansiedad? Esto no os intereses hum anos, sino por la santidad
conviene, diría a los tales el Apóstol, del deber; y las renovamos por las
porque, Ecclesia est plebs sacerdoti mismas causas, para defender los dere
adunata, et pastori suo grex adhae- chos y la dignidad de la Sede Apostó
r e n s de lo cual se sigue que no lica.
está con la Iglesia aquel que no está
con el Obispo. Oración por la paz. Finalm ente, Ve
nerables Hermanos, ya que están en la
20. Que termine la guerra y la cuesm ano de Dios los corazones de los p rín
tión romana. Y ahora, V enerables H er cipes y de todos aquellos que pueden
manos, al term inar esta carta. Nuestro dar fin a las atrocidades y a los daños
corazón vuelve al mismo punto por de que hemos hecho mención, levan
donde empezáremos a escribir; y pedi temos a Dios nuestra voz suplicante, y
mos de nuevo, con fervientes e insis en nom bre de la hum anidad entera
tentes votos, el fin de esta desastrosí clamemos: Da pacem, Domine, in die-
sima guerra, tanto p ara el bien de la bus nostris. “Da paz, Señor en nuestros
sociedad, como el de la Iglesia; de la días”. Aquel que dijo de sí: “Soy yo,
sociedad p ara que, obtenida la paz, Javé, yo doy la paz”^ \ aplacado por
progrese verdaderam ente en todo gé nuestros ruegos, quiera sosegar cuanto
nero de cultura: de la Iglesia de Jesu antes las olas tem pestuosas que agitan
cristo, p ara que, libre ya de ulteriores a la sociedad civil y a la religiosa. Séa-
im pedimentos, siga llevando a los hom nos propicia la bienaventurada Virgen
bres el consuelo y la salvación hasta que engendró a Aquel que es Príncipe
los últimos confines de la tierra. Desde de la paz y acoja bajo su m aternal pro
hace m ucho tiem po la Iglesia no goza tección Nuestra hum ilde Persona, Nues
de aquella independencia que necesita, tro m inisterio Pontifical, la Iglesia, y
esto es, desde que su cabeza, el P o n tí con ésta las almas de todos los hom
fice Romano, empezó a carecer de aquel bres, redim idas con la sangre de su
auxilio que por disposición de la divina divino Hijo.
Providencia, en el transcurso de los
siglos, había obtenido p ara defensa de Bendición final. Como prenda de los
su libertad. Quitado este auxilio, sobre dones celestiales y en testimonio de
vino, como no podía menos, una grave Nuestra benevolencia, Venerables H er
perturbación entre los católicos; porque manos, os damos de todo corazón la
cuantos se profesan hijos del Romano bendición apostólica a vosotros, a vues
Pontífice, todos, así los que están cerca tro clero y a vuestro pueblo.
como los que están lejos, exigen con Dado en Roma, junto a San Pedro,
pleno derecho, que no pueda ponerse en la fiesta de Todos los Santos, día l 9
en duda que el Padre com ún de todos, de Noviembre del año 1914, prim ero de
en el ejercicio del m inisterio apostólico, Nuestro Pontificado.
sea verdaderam ente, y así mismo ap a BENEDICTO PAPA XV.
rezca, libre de todo poder hum ano.
(34) Hebr. 13, 17. 66” (al. 6S). “ L a I g le s ia e s e l p u e b lo u n id o a l s a
(35) S. Cypr., “Florentio cui et Puppiano ep. c e r d o t e y la g r e y q u e a m a a s u p a s t o r ”.
(36) Isaías 45, 6-7.
CARTA ENCICLICA
“HUMANI GENERIS REDEMPTIONEM” r*;
(15-VI-1917)
son los oradores sagrados a quienes po to Nuestro Señor y m aestro, estando
dremos decir que cuadra bien aquello para subir a los cielos no dijo a los
de que se queja el Señor por J e r e m ía s : apóstoles que al instante principiaran a
No enviaba a los profetas, y ellos se predicar: Aguardad en la ciudad, les
adelantaban(11L Porque a todo el que, dijo, hasta que seáis investidos de la
bien sea por índole de su ingenio, bien virtud de lo alto^13\ Lo cual, cómo su
por otras causas cualesquiera, le gusta ceda Venerables H erm anos, podemos
tom ar parte en el m inisterio de la p a colegirlo por lo que sabemos que acon
labra, se le da con facilidad acceso a la teció con los apóstoles luego que reci
sagrada cátedra en los templos, como bieron la virtud de arriba: porque tan
si fuera una palestra donde se ejercite pronto como el Espíritu Santo descen
cada cual a su antojo. dió sobre ellos, sin hablar de los m ara
villosos carismas de que fueron enri
6. Los obispos deben ex trem ar la vi quecidos, de hom bres rudos y flacos,
gilancia. P or consiguiente, a fin de que salieron doctos y perfectos.
se destierre tan ta perversidad, a vos
otros toca, Venerables H erm anos, to 7. El sacerdote tenga virtud y cien
m ar precauciones; y puesto que habéis cia. P or consiguiente, todo sacerdote do
de d ar cuenta a Dios y a la Iglesia del tado de la conveniente ciencia y virtud,
pasto sum inistrado a vuestro rebaño, con tal que posea los dones naturales
no perm itáis que nadie, sin vuestro que se requieren para no tentar a Dios,
m andato, se entrom eta en el redil y parece con razón que está llam ado a p re
apaciente a su capricho las ovejas de dicar, y no habrá razón para que no
Cristo. Nadie, pues, en vuestra diócesis sea elegido por el Obispo p ara tal cargo.
ejercite la predicación sagrada, si no Esto mismo es lo que quiere el C o n c i
es llam ado y aprobado por vosotros. l io d e T r e n t o cuando m anda que los
Obispos no perm itan predicar a los que
Elegir a los que tien en vocación
no estén probados en virtud y cien-
p ara ello. Y ahora, querem os que aten
dáis con extrem ada vigilancia a quienes
cia^lé\ Así pues, incum be al Obispo
probar m ucho y por largo tiempo a los
encomendáis m inisterio tan santo. En
que piensa encom endar el cargo de pre
este asunto sólo se perm ite a los Obis
dicar, a fin de que sepa cuál y cuánta
pos, por decreto del C o n c il i o d e T r e n -
sea su ciencia y la santidad de su vida.
t o , que escojan m inistros idóneos, es
Los cuales, si se condujeren en esto
decir, que puedan cum plir saludable
con debilidad y negligencia delinquirán
mente el oficio de la predicación. Sa en cosa gravísima, y sobre su cabeza
ludablem ente se dice. Notad esta pala recaerá la culpa, ya de los errores que
b ra en la cual se contiene la verdadera el ignorante esparciere, ya del escán
norm a. No con elocuencia, no con el dalo y m al ejemplo que diere el p re
aplauso de los oyentes, sino el fruto de dicador perverso.
las alm as al cual se endereza, como fin,
la adm inistración de la divina palabra. 8. E l exam en de los predicadores. Y
Y si deseáis que definam os con más para que hagamos más fácil, Venera
exactitud a los que habéis de tener real bles Herm anos, este vuestro deber, que
mente como m inistros idóneos, decimos remos que quienes pidan la potestad
que son aquellos en quienes encontréis de predicar, lo mismo que los que han
pruebas de su divina vocación. P o r de oír confesiones, sean sometidos en
que, lo que se requiere p ara que uno adelante a doble y severo juicio sobre
sea adm itido al sacerdocio: Ni se apro sus costum bres y su ciencia. Todo
pie nadie este honor, si no es llamado aquel, por consiguiente, que en una o
por Dios(1 112\ eso mismo se requiere en otra cosa, se encuentre falto y de
tam bién p ara que sea tenido por hábil fectuoso, rechácese sin m iram iento al
y apto p ara predicar: vocación ésta guno de tal cargo, para el que se ha
que no es fácil de averiguar, pues Cris averiguado que no es idóneo. Esto lo
(11) Jerem. 23, 21. (14) Conc. Trid., Ses. XXIV, De Reform. c. 4.;
(12) Hebr. 5, 4. God. Iur Can. can. 1340 § 1.
(13) Luc. 24, 49.
896 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1917) 1 1 3 , 9 -1 0
pide vuestra m ism a dignidad, pues co palabra, buscar la salud de las almas,
mo decíamos, los predicadores hacen prom over la gloria de Dios. Por lo tan
vuestras veces; lo pide la utilidad de la to, así como m al se llam a médico al que
Iglesia, puesto que, si alguno, precisa no sum inistra la medicina, ni m aestro
mente el que se ocupa del m inisterio de algún arte a quien no lo enseña, así
10 de la palabra es quien debe ser sal de el que predicando no procura atraer
la tierra y luz del mundo^1516K los hom bres al conocimiento de Dios
9. b) Fines no convenientes. Bien y al camino de la salud eterna, se puede
consideradas estas cosas, puede parecer llam ar declam ador o hablador vano, 31i
inútil decir más, p ara explicar qué fin pero no predicador evangélico. ¡Ojalá
y modo conviene se tenga en la sagrada que no hubiera tales declamadores!
predicación. Porcrue, si se exige la elec 10. Los motivos de los que sólo cla
ción de los oradores sagrados confor man. Y ¿qué es lo que principalm ente
me a la regla que hemos mencionado, les mueve a éstos? A unos el deseo de la
¿qué duda cabe de que los que se h a vanagloria, y para satisfacerlo “se afa
llen adornados de convenientes virtudes nan en decir cosas más profundas que
h abrán de proponerse un fin digno, y útiles, excitando la admiración de los
em plear tam bién digna m anera en la ignorantes, pero no obrando su salud.
predicación? Pero sin embargo, será Se avergüenzan de decir las cosas pe
conveniente ilu strar estos dos capítulos queñas y sencillas para no parecer que
p ara que aparezca m ejor por qué, a saben únicamente éstas... Se avergüen
veces, en algunos se echa de menos la zan de amamantar a los pequeñue-
form a de u n buen predicador. los”(20K Y en tanto que Nuestro Señor
Finalidad: dar testimonio de la ver Jesucristo demostró con la hum ildad
dad y comunicar la vida sobrenatural. de su auditorio que El era el esperado:
Lo que los predicadores deben propo Son evangelizados los pobres(21\ éstos
nerse al cum plir el encargo recibido, en cambio, ¿cuánto m aquinan, para
se desprende de que pueden y deben que por la celebridad de las ciudades y
decir como S a n P a b l o : Somos embaja la dignidad de los templos donde pre
dores de Cristo(16). Pues, si son em ba dican, adquieran fam a sus sermones?
jadores de Cristo, deben querer en el Pero como entre las verdades reveladas
cum plim iento de su em bajada lo m is por Dios, hay algunas que ponen es
mo que Cristo quiso al encom endársela, panto a la flaca y corrom pida n atu ra
es decir, lo mismo que El se propuso leza hum ana, y que, por lo mismo, no
m ientras vivió sobre la tierra. Porque son propias p ara atraer a las m uche
ni los apóstoles, ni, después de los dumbres, se abstienen cautam ente de
apóstoles, los predicadores, son envia ellas, y tratan cosas que sólo tienen de
dos de otra m anera que como el mismo sagrado el lugar donde se predican.
Cristo: Como el Padre me envió, así os La política en el púlpito y el afán de
envío yo a vosotros(1718). Y ya sabemos agradar. Y acontece, no pocas veces,
a qué bajó Cristo del cielo, pues clara que de la exposición de las verdades
mente lo dijo: Yo para esto vine al eternas se pase a la política, sobre todo
mundo, para dar testimonio de la ver- si algo de esto cautiva más la atención
dad(lsl Yo vine para que tengan vi de sus oyentes. Parece que una sola
da™ . cosa am bicionan; agradar a los oyentes
P or consiguiente, am bas cosas, con y complacerles. A estos tales los llam a
viene que se propongan quienes en la S a n P a b l o halagadores de los oídos^22K
sagrada predicación se ocupan: difun De ahí esos gestos nada reposados y
dir la luz de la verdad revelada por graves, semejantes a los que suelen
Dios, y despertar y alim entar en los usarse en la escena o en las arengas
oyentes la vida sobrenatural, en una populares; de ahí esos suaves descen-
(15) Mat. 5, 13-14. (19) Juan 10, 10.
(16) II Cor. 5, 20. (20) Gilleberto, Abad (Holanda) In Cant. Can-
tic. serm. 27, 2 (Migne PL. 184, col. 140-C).
(17) Juan 20, 21. (21) Mat. 11, 5.
(18) Juan 18, 37. (22) II Tim. 4, 3.
113, 11-13 E n c íc l ic a “ H u m a n i G e n e r is R e d e m p t io n e m ” 897
sos de la voz unas veces y, otras esos Pues quien no teme m ancillar cosa tan
trágicos esfuerzos; de ahí esa term ino santa con tan torcida intención, tam
logía propia únicam ente de los perió poco dudará en descender a las m ayo
dicos; de ahí esa m ultitud de senten res indignidades, echando una m ancha
cias sacadas de los escritos de los acató de ignominia, no sólo sobre sí, sino
licos e impíos, y no de la Sagrada E scri tam bién sobre el mismo sagrado m inis
tura ni de los Santos Padres; de ahí, terio, que tan perversam ente adm inis
finalmente, esa am pulosidad de p ala tra.
bras, usada por los más de ellos, que
12. c) Modo im propio de predicar. Y
hiere los oídos y excita la adm iración
de los oyentes, pero que nada bueno la m ism a severidad habéis de usar con
les ofrece que puedan éstos llevar a aquellos que no predican de decorosa
sus casas. De m arav illar es cuánto se m anera, por haber descuidado las co
engañan estos predicadores en su opi sas que necesariam ente se requieren
nión errónea; pues, por m ás que obten para el buen desempeño de este m inis
gan el aplauso de los ignorantes, que terio. Cuáles sean estas cosas, nos lo
no sin sacrilegio aunque sí con m ucho enseña con su ejemplo el que ha sido
esfuerzo pretenden, ¿es por ventura éste llam ado por la Iglesia Predicador de
312 el precio de su labor, habiendo de sufrir la verdad, S a n P a b l o , semejantes al
al mismo tiem po el vituperio de todas cual quiera Dios en su infinita m ise
las personas sensatas, y, lo que es peor, ricordia que tengamos m uchos predi
el juicio severísimo y temible de Jesu cadores.
cristo? 13. P rep aració n y ciencia sagrada.
11. El afán de lucro. Aunque es ver Pues lo prim ero que S. P a b l o nos ense
dad, Venerables Herm anos, que no todos ña es cuán bien preparado e instruido se
los que se apartan de la norm a y regla inició él en la predicación. Y no hable
de la predicación buscan únicam ente los mos aquí del estudio de esas ciencias a 313
aplausos. Las más de las veces, los que que bajo el magisterio de G a m a l ie l se
tal significación am bicionan, la buscan había entregado con toda diligencia,
para dirigirla a conseguir otra cosa puesto que la ciencia en él infundida
menos honesta. Porque olvidándose de por la revelación obscurecía y casi se
aquello de S a n G r e g o r i o : “N o predica pultaba la eme por sí mismo había
el sacerdote para comer, sino que debe adquirido, auncrue ésta tam bién le ap ro
comer para predicar”(23) no son pocos vechó no poco, según parece por sus
los que conociendo que no son aptos cartas. Al predicador le es de todo
para desem peñar otros cargos con los punto necesaria la ciencia, como hemos
cuales se alim enten decentemente se dicho, y quien de su luz está privado,
han lanzado a la predicación, no p ara fácilmente tropieza, según la m uy verí
ejercer debidam ente un m inisterio tan dica sentencia del C o n c il i o L a t e r a -
santo, sino p ara conseguir lucro. Por n e n s e IV: “La ignorancia es madre de
eso vemos que los cuidados de éstos todos los errores”. Sin embargo no que
tales se encam inan no adonde puede remos entender esto de toda ciencia,
conseguirse m ayor provecho en las al sino de aquella que es propia del sacer
mas, sino de donde se obtienen con la dote, y que por decirlo en pocas p ala
predicación m ayores ganancias. bras, abraza el conocimiento de sí m is
El oficio de los P relados. Ahora mo para que cada uno excluya sus pro
bien, como la Iglesia nada puede espe pias utilidades; y el de Dios, de modo
rar de estos m inistros, si no es daño y que haga que todos le conozcan y le
deshonra, vosotros, Venerables H erm a am en; y el de los deberes para que él
nos, debéis vigilar con todo empeño cum pla los propios y haga a cada cual
para separar al punto del oficio de la cum plir los suyos. La ciencia de todas
predicación al que hallareis que de él las otras cosas, si falta ésta, infla y
abusa p ara su gloria y propio interés. nada aprovecha.
(23) En I Rey., lib. 3. [La cita exacta no pudo verificarse en Migne. Conceptos similares véanse en
]ib. II, cap. V, nrs. 30 v 31 (Migne 79, col. 216-C y D, 218-A); lib. III, c. I, n. 7 (Migne 79, col. 117-D;
188-C y D; 197-C y 202-B y D)].
E ncíclicas P o n tificia s 29
898 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1917) 113, 14-17
BENEDICTO PP. XV
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
BENEDICTO PP. XV
Amado Hijo Nuestro y Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1. G ravedad de los tiem pos presen- para m utuo solaz y paternal felicita
209 tes. E n medio de ta n graves desgracias ción, deseamos hablar al presente con
y angustias, que en estos tiempos sobre vosotros.
toda m edida acerbísim os nos acosan Y al com unicaros a vosotros esta
por todas partes, “además de las preo N uestra esperanza y alegría, testimonio
cupaciones extrañas, mi preocupación del am or que os profesam os y de Nues
cotidiana, la solicitud de todas las Igle tra paternal benevolencia hacia todo
sias”, p ara usar las palabras del Após- vuestro pueblo, al mismo tiempo con
to l(1), con m ayor solicitud y con m ás m em oram os aquella antigua unión del
graves cuidados, am ado Hijo Nuestro y pueblo alem án con esta Sede Apostó
Venerables Herm anos, nos hemos ocu lica en parte con alegría y en parte
pado de aquellos acaecimientos inespe deseándola vehem entem ente; la cual
rados y movimientos turbulentísim os puso entre vosotros los prim eros co
de los asuntos públicos, que en vuestros mienzos de la fe y sus alegres incre
pueblos y en los que os rodean han mentos, después de haber sido enco
sucedido, y que todavía tienen los áni m endada a tan esclarecido varón por
mos suspensos con la preocupación de la Santa Sede la legación rom ana, enno
lo futuro. 2 blecida después por la singular gloria
de las gestas llevadas a cabo, y confir
2. San Bonifacio y la 1* legación m ada finalm ente con la m ism a sangre
apostólica. Pero entre estos mismos del m ártir.
tiempos tenebrosos y estas perturbacio
nes de la cosa pública, resplandece, lle La celebración en Alem ania del 12
gándonos de vuestras mism as regiones, centenario de la delegación. Después
como un rayo de luz, anuncio de espe de cum plirse los doce siglos desde los
ranza y de buena alegría, es decir, la comienzos felicísimos de la religión ca
210 agradable recordación de la salvación tólica, vemos que con razón se prepa
cristiana que llegó por prim era vez ran entre vosotros, en cuanto lo per
hace doce siglos a Alemania y sus pue mite la condición del tiempo, solemnes
blos, al ser enviado a ellos B o n i f a c i o , festejos seculares, que recuerden con
pregonero del Evangelio por la au to ri grata m em oria y celebren con dignas
dad del Romano Pontífice, y legado de alabanzas aquel nuevo tiempo de la h u
la Sede Apostólica; acerca de lo cual, m anidad cristiana, comenzado por la
(*) A. A. S. 11 (1919) págs. 209-221. (1) II Cor. 11, 28.
— 903 —
904 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1919) 115, 3-4
Finalm ente alabada la doctrina, la ín todo el pueblo, les habló con palabras
dole, el propósito, e interpuesta la su espirituales y los indujo al verdadero
prem a autoridad de la Sede Apostólica camino del conocimiento y a la luz de
que el mismo B onifacio había invo la inteligencia” ^ .
cado, concluye con éste como solemne Esta misma conciencia de la legación
m andato: “Por lo tanto, en nombre de que se le había confiado, de tal m ane
la indivisible Trinidad, por la inconcu ra lo apartaba del ocio; lo alejaba para
sa autoridad del Bienaventurado Pedro, siempre de la condición de una vida
Príncipe de los Apóstoles, el magisterio tranquila en que uno, m orando en un
de cuya doctrina desempeñamos por lugar, descansa como en el puerto, y
delegación, y habiéndosenos encomen le m ovía a acometer las más ásperas y
dado administrar la Santa Sede, auto humildes empresas, ya sea para procu
rizamos la modestia de tu santidad y ra r ya para aum entar la gloria de Dios
mandamos que en la palabra de la gra y la salud de las almas, que era su
cia de Dios puedas dirigirte rápidamen único fin.
te con el auxilio de Dios a cualesquiera 5. C orrespondencia entre San Boni
gentes que estén en el error de la infi facio y la Santa Sede. Y con aquella
delidad, y designes el ministerio del rei misma devoción y piedad con que de
no de Dios por la insinuación del nom pendía de la voluntad de la Sede Apos
bre de Cristo Señor Dios Nuestro en la tólica, a la que debía la legación que
persuasión de la verdad” (4b); avisándole había recibido, con la misma, decimos,
finalm ente que m antenga la disciplina enviaba cartas y m ensajes a Roma, co
del Sacram ento en los que han de ini mo cuando, apenas iniciado el prim er
ciarse “según la fórmula de los oficios año de la legación, “manifestó al Padre
de la Santa Sede Apostólica” y que sig Venerable, Pontífice de la Sede Apostó
nifique al Pontífice Romano lo que vea lica, todas las cosas que por medio de
que falte p ara llevar a cabo la misión él fueron hechas por la gracia del Se
comenzada. ñor... en el orden en que habían suce
Y ¿quién no ve por las mismas cartas dido, y acerca de las cosas que perte
tan cum plidas cuán piadosam ente estu necían a la necesidad cotidiana a la
vo dispuesto el ánimo del Santo P ontí Iglesia de Dios y al provecho del pue
fice hacia B onifacio , y la veneración de blo, escribió muchas cosas, pidiendo el
am or hacia él, cuánta solicitud y cui consejo de la Sede Apostólica”^ .
dado paterno dem ostró hacia los pue Y esto lo hacía B onifacio con el sin
blos todos de Alemania, a los cuales gular y propio sentido de veneración,
destinó un predicador del Evangelio que él mismo, anciano, m anifestaba al
tan santo y que le era tan amado? Pontífice Zacarías al escribirle: “Des
Efectos del m andato. Pero la con pués que yo, que desde hace cerca de
ciencia de este m andato, unida a la treinta años trato y sirvo a la Sede
caridad de Cristo, urgía continuam ente Apostólica, con el beneplácito y el man
al apostólico varón, lo consolaba en dato del obispo apostólico Gregorio II
sus aflicciones, le daba ánimo cuando de feliz memoria, me obligué con voto,
estaba decaído, y lo fortalecía con la todo lo que me sucedía fuese alegre o
confianza de su legación sagrada cuan triste, solía indicarlo al Pontífice Apos
do desconfiaba de sus propias fuerzas. tólico, para que juntamente en los su
Lo cual apareció inm ediatam ente cuan cesos alegres alabásemos a Dios y en
do en su prim era llegada a Baviera y los tristes nos fortaleciésemos con sus
3 Turingia, para seguir la narración de consejos”^ .
un escritor de su tiempo, “según el Documentos parecidos a éste se p re
mandato del Pontífice apostólico que se sentan continuam ente, los cuales de
le había dado, a los senadores y final m uestran que entre este esforzado p re
mente a los Príncipes de la plebe y de*5 gonero del Evangelio y la Sede Apostó-
(4b) Epist. de Gregorio a Bonif. 12 [al 2] (6) Vida de San Bonifacio, c. 7, 19 (Migne 89.
(Migne. PL. 89, col. 690-A). 617-B).
(5) Vida de San Bonifacio, c. 6, 16 (Migne 89, (7) Ep. 59 (al 57) (Migne 89, col. 751-C).
C14-D).
906 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1919) 115, 6-7
lica nunca se interrum pió el intercam aquel siervo de Dios destinado por esta
bio epistolar y hubo siempre una m ara Apostólica y Católica Iglesia de Dios
villosa unión de voluntades, continuada para iluminar a las gentes”W.
a través del gobierno de cuatro Pontífi
ces, de gloriosa m emoria, sin in terru p 7. Confirm ación y aum ento de hono
ción alguna. res. Este mismo trato y com unión de
Pues los mismos Pontífices por su am istad con la Sede Apostólica la con
parte no desaprovecharon ninguna oca firmó G r e g o r io III, sucesor en el pon
sión o cuidado de ayudar y de anim ar tificado, cuando B o n i f a c io le envió sus
a su legado tan capaz, y por su parte m ensajeros después de haber sido ele
B o n i f a c io nada descuidaba, nunca de gido; los cuales ciertam ente “manifes
jaba que decayera su interés y su obli taron los pactos de la anterior amistad,
gación, m ás aún, desempeñó santísim a que les había sido conferida benigna
mente su legación en nom bre de tantos mente por su antecesor a San Bonifacio
Pontífices a los que veneraba y am aba y a su familia”, y además “le expresa
como a padres y tam bién llegó a supe ron su devoción y sujeción para lo fu
rarse con creces a sí mismo. turo a la Sede Apostólica” y finalm ente
le rogaron “según habían sido instrui
6. Su elección episcopal. Así pues, el dos, que le permitiesen a él, devota
Pontífice G r e g o r io , entendiendo p er mente sujeto al Sumo Pontífice y a toda
fectam ente cuan extenso era el campo la Sede Apostólica, continuar en la fa
evangélico encom endado a B o n i f a c i o , miliaridad y comunicación con la mis
y cuán prom isora era la mies que ma”. A estos m ensajeros el Pontífice los
blanqueaba, pues gran m ultitud del recibió benignam ente y “los envió de
pueblo había sido unid a p o r él a la vuelta a su patria con nuevos honores,
com unión con la Santa Iglesia, deter y con el mismo Palio del Arzobispado,
minó com unicarle el sumo grado del con dones y con diversas reliquias de
sacerdocio y encom endarle la provincia los Santos”. Con estas m uestras de
episcopal de toda Alemania. A lo cual, am or es imposible explicar “con qué
por su parte, B o n i f a c i o , quien prim e gratitud, confortado con este alimento
ram ente había resistido a su muy am i de la devoción de la Sede Apostólica, e
go W i l i b r o r d o , “como quiera que no inspirado con el auxilio de la divina
podía contradecir a tan gran pontífice misericordia”(1°) aquel varón apostóli
prelado de la Sede Apostólica, desistió co recibió fuerzas y ánimo p ara aco
al fin y obedeció”. Y este mismo honor, m eter las mayores y las m ás difíciles
ya extraordinario, fue todavía aum en empresas; para edificar nuevos templos,
tado con otro, llámese honor o benefi
hospederías, monasterios, castillos, para
cio verdaderam ente singular y que de
recorrer nuevas regiones prom ulgando
bía ser recom endado a la posteridad de
los germanos, cuando obsequió a B o el Evangelio, para establecer según los
n i f a c i o , lo mismo que a todos los que
ritos debidos nuevas diócesis o para
le estaban sujetos p ara el tiempo futuro reform ar las ya establecidas, para qui
con la am istad de la Sede Apostólica^89). ta r en éstas los vicios de raíz, los cismas
La cual am istad el mismo G r e g o r io y los errores, y, finalmente, para sem
había dem ostrado antes con m uchos b rar en todas partes la genuina semilla
argum entos e indicios, como con las de la fe y de la vida cristiana, los ver
letras escritas m uchas veces a los reyes daderos dogmas y las virtudes; y asi
y príncipes, a los obispos, a los abades mismo por medio de muchos de sus
y a todo el clero, y a los mismos pue alum nos enseñados por él en la piedad
blos aunque eran bárbaros o reciente y por m uchos de sus com patriotas lla
m ente convertidos a la fe, diciéndoles mados desde Inglaterra, para inform ar
a todos ellos lo mismo p ara que pres en la fe las gentes bárbaras y rústicas,
tasen “su asentimiento y su concurso a llevándolas a la vida culta y civil.
(8) Vida de San Bonifacio, c. 7, 21 (PL. 89, (10) Vida de San Bonifacio, c. 8, 26 (PL. 89,
618-C y D). col. 621 -C).
(9) Ep. Sollicitudinem nimiam, ínter Bonif.
ep. 17 (al 6) (PL. 89, col. 502-A).
1 1 5 , 8-9 E n c íc l ic a “ In h a c t a n t a '’ 907
BENEDICTO PP. XV
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
437 1. Miseria deplorable. Con ánim o nos hicieron llegar, de que hombres
paternal anunciábam os y esperábamos bien inspirados se han unido en aso
que, apenas extinguida la horrible con ciaciones con el fin de salvar a los
flagración y despertado el espíritu de niños. No vacilamos, Venerables H er
la caridad cristiana, las regiones, espe manos, en aprobar, como era justo,
cialmente las de la E uropa Central, esos propósitos egregios, pues coinci
que por la m iseria y el ham bre se con dían con los principales deberes de
sumían, volvieran paulatinam ente a m e am or y benignidad que se deben a esa
jores condiciones de vida m ediante la tiernísim a edad que no sólo es la más
obra y el esfuerzo unido de todos los cara a Cristo Redentor sino que posee
buenos. Nuestras esperanzas no se cum menos fuerza n atu ral para soportar y
plieron del todo, pues, de todas partes resistir.
se Nos inform a que los pueblos m en Por lo demás, antes en u n a causa
cionados sufren frecuentem ente tanta parecida hicimos lo mismo, pues, re
escasez de alim ento y vestido que Nues cordaréis que no hace m ucho tiempo,
tra m ente apenas es capaz de im aginar Nos ayudamos, en la m edida de Nues
se lo extrem ado de la situación. tra fuerza, a los niños belgas, casi
m uertos de ham bre y penuria, y públi
2. Especialmente, sufren los niños. camente los encomendamos a la cari
En el entretanto, se pierde y se arru in a dad de los católicos. A su com ún la r
m iserablem ente la salud de los cuerpos gueza se debe en gran parte que pudie
debilitados, en especial la de los niños. ran atenderse las necesidades de tantos
Su desgracia Nos afecta tanto más vehe niños inocentes y protegerse su vida e
mentem ente cuanto que no sólo son integridad corporal; pues, en la medida
inocentes e ignaros de la guerra des que Nos exhortam os a los Arzobispos y
tructora que ensangrentó casi todo el Obispos de los Estados Unidos de Amé
438 orbe de la tierra, sino que son, además, rica a realizar esa obra tan m eritoria,
los progenitores de las nuevas genera respondió inm ediatam ente la generosa
ciones a las cuales transm itirán la con- decisión de la m ayoría.
génita enferm edad de los gérmenes.3(*)
4. Recomendación de la nueva obra
3. Ayuda consoladora. Mas hemos de caridad. Hoy conm em oram os el
sido un tanto consolados en Nuestras éxito de la em presa no tanto para col
angustias y penas por la noticia, que m ar de laureles a los hom bres que con
(*) A. A. S. 11 (1919), págs. 437-439. Traducción especial para la 2? edición. (P. H.)
— 911 —
912 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1919) 116, 5-6
razón h ab rán de inscribir sus nom bres 6. D etalles sobre la Colecta y llam a
en los fastos de la caridad cristiana do a los no católicos. Obolo papal. A
sino p ara que los Obispos del universo fin de que en esa nobilísim a em ula
orbe, im pulsados por N uestra voz y ción de la caridad se logre un m ayor
autoridad, se esfuercen y se em peñen beneficio para tantos niños, parece que
en seguir prestando oído a Nuestro habrá que pedir, fuera del óbolo en
consejo al respecto, en cuanto, por su dinero, tam bién víveres, medicinas, ves
influencia puedan hacer prevalecer sus tidos y géneros, cosas de que los pue
deseos entre los suyos. blos de aquellas regiones tienen necesi
Al acercarse, pues, el día de la N a dad. Apenas habrá que decir de qué
tividad de Nuestro Señor, vuela Nuestro modo las donaciones así reunidas se
pensam iento espontáneam ente hacia los repartan, finalm ente, con equidad y se
pobrísim os niños, especialmente los de envíen al lugar de destino. Esa parte
la E uropa Central, que se hallan más del negocio podrá entregarse a aquellas
acerbam ente aprem iados por la falta de sociedades que, como Nos señalamos,
aquellos medios que son necesarios p a se han establecido al efecto, o se hará
ra el sustento de la vida. Aun el óbolo de cualquier otro modo que plazca.
más modesto Nos recibimos gustosos Nos hemos hecho esta exhortación
con tanto m ayor afecto con cuanta m a por el m inisterio de universal paterni
yor nitidez trae a Nuestra m em oria la dad que Nos fue otorgado de arriba, y
imagen del Divino Infante que soportó aunque corresponda principalm ente a
en el portal de Belén, por am or a los los católicos, Nos confiamos, sin em
hombres, los rigores del invierno y la bargo, que todos los que tienen senti
falta de todas las cosas.5 mientos de hum anidad la reciban be
nignamente.
Mas a fin de que Nos vayamos ade
5. N avidad propicia a la obra. Cier lante con el ejemplo, aunque de todas
tamente, no hay m ejor oportunidad que partes del m undo y continuam ente Nos
ésta p ara que Nos im plorem os en favor soliciten el m áximo de socorro y ayuda,
de los inocentes niños la caridad y com Nos disponemos donar, p ara alivio de
pasión de los fieles cristianos y aun la los niños, según Nuestras posibilidades,
filantropía de todos aquellos que no 100.000 liras italianas.
desesperan de la salvación del género E ntre tanto, como augurio del éxito
hum ano. y en testimonio de Nuestra benevolen
P or eso, Nos ordenamos, Venerables cia os im partim os, Venerables H erm a
Herm anos, que, p ara conseguir en cada nos, junto con todo vuestro clero y
una de vuestras diócesis el propósito pueblo, afectuosísim am ente la Bendi
de que hablam os, dispongáis un día de ción Apostólica.
públicas rogativas el día 28 de Diciem Dado en Roma, junto a San Pedro,
bre en que celebramos la festividad de el día 24 de Noviembre de 1919, sexto
los Santos Niños Inocentes y procuréis de Nuestro Pontificado.
que entre los fieles se recoja en ese día
un óbolo para este fin. BENEDICTO PAPA XV.
117
ciertos hom bres malvados, ora a rra n ras. Y así, p ara encender y fom entar
cándolos de la dura esclavitud del de más y más esos mismos anhelos, en
monio; al mismo tiempo F r a n c is c o J a cumplimiento de Nuestro oficio y sa
v ie r , com parable sin duda con los m is tisfacción de Nuestros más vivos de
mos Apóstoles, después de haber tra b a seos, después de haber im plorado con
jado heroicam ente por la gloria de Dios reiteradas preces la luz y el auxilio del
y la salvación de las alm as en las In Señor, os mandamos, Venerables H er
dias Orientales y el Japón, expira a las manos, estas letras con las que os
puertas mismas del Celeste Imperio, co exhortam os a vosotros y a vuestro clero
mo p ara ab rir con su m uerte camino a y pueblo a cooperar en obra tan tras
la predicación del Evangelio en aquella cendental, indicándoos juntam ente el
región vastísima, donde habían de con modo cómo podéis practicarlo.
sagrarse al apostolado llenos de anhelos Nuestras palabras dirígense ante todo
m isioneros y en medio de mil vicisitu a aquellos que como Obispos, Vicarios
des los hijos de tantas Ordenes Religio y Prefectos Apostólicos están al frente
sas e Instituciones Misioneras. Por fin, de las sagradas Misiones, ya que a ellos
Australia, últim o continente descubier incumbe más de cerca el deber de pro
to, y las regiones interiores de Africa, pagar la Fe; y en ellos, más que en
exploradas recientem ente por hom bres otro ninguno, ha depositado la Iglesia
de tesón y audacia, han recibido tam la esperanza de la difusión del Cris
bién pregoneros de la Fe; y casi no tianismo.
queda ya isla tan apartada en la inm en No se nos ocultan su ardiente celo,
sidad del Pacífico, adonde no han lle ni las dificultades y peligros grandísi
gado el celo y la actividad de nuestros mos por los que, sobre todo últim am en
misioneros. Muchos de ellos, en el des te, han atravesado en su empeño no
empeño de su apostolado, han llegado sólo de conservar sus puestos y residen
a ejemplo de los Apóstoles al m ás alto cias, sino aun de extender todavía más
grado de perfección en el ejercicio de el Reino de Dios. Con todo, persuadi
las virtudes; y no son pocos los que han dos de su m ucha piedad filial y adhe
confirm ado con su sangre la Fe y coro sión a esta Sede Apostólica, queremos
nado con el m artirio sus trabajos apos descubrirles el corazón con la confianza
tólicos. de un padre a sus hijos.
2. Los pueblos que yacen eu las ti 3. El deber del m isionero y de los
nieblas. - F in de la presente encíclica. Superiores. Tengan, pues, ante todo
Pues bien, quien considere tantos y tan muy presente, que cada uno debe ser
rudos trabajos sufridos en la propaga el alma, como se dice, de su respectiva
ción de la Fe, tantos afanes y ejemplos Misión. Por lo cual, edifiquen a los sa
442 de invicta fortaleza, se adm irará sin cerdotes y demás colaboradores de su
duda de que con todo sean todavía in m inisterio con palabras, obras y con
num erables los que yacen en las tinie sejos; e infúndanles bríos y alientos
blas y som bras de la muerte, ya que se para tender siempre a lo m ejor. Pues
gún estadísticas m odernas no b aja aún conviene que cuantos en la viña del
de mil millones el núm ero de infieles. Señor trabajan de un modo o de otro,
Nos, pues, llenos de com pasión por sientan por propia experiencia y palpen 443
la suerte lam entable de tan inm ensa claram ente que el Superior de la Misión
m uchedum bre de almas, no hallando es padre vigilante y solícito, lleno de
en la santidad de Nuestro oficio apostó caridad, que lo abraza todo y a todos
lico nada m ás tradicional y sagrado con el m ayor afecto; que sabe alegrarse
que el com unicarles los beneficios de la en sus prosperidades, condolerse de sus
divina Redención, vemos, no sin satis desgracias, infundir vida y aliento a sus
facción y regocijo, b ro tar pujantes en proyectos y loables empresas, prestán
tantas partes de todo el orbe católico doles su concurso, e interesarse en todo
los entusiasm os de los buenos por p ro lo de sus súbditos como en sus propias
veer y extender las Misiones E x tranje cosas.
117, 4 E n c íc l ic a “M á x im u m Il l u d ” 915
Tal h a sido uno de los fines que ha reza de costumbres, señalándose sobre
poco hemos tenido ante los ojos, cuan todo por su piedad y por su espíritu de
do, p ara m irar por la propagación e unión y continuo trato con D ios/ de
increm ento del nom bre cristiano entre quien ha de procurar a m enudo recabar
los orientales, fundam os en Roma u na el éxito de sus negocios espirituales,
casa con el intento de que quienes convencido de que la medida de la gra
habían de ejercer el apostolado en cia y ayudas divinas en sus empresas
aquellas tierras, saliesen de ella p ro será proporcionada al grado de su
vistos de la ciencia, el conocimiento de unión con Dios. P ara él es aquel con
la lengua y costum bres y demás requi sejo de S a n P a b l o *7 ) “Revestios como
sitos que debe adornar a un buen m i escogidos que sois de Dios, santos y
sionero del Oriente. amados, revestios de entrañas de com
Esta fundación Nos parece de m ucha pasión, de benignidad, de humildad, de
trascendencia, y así aprovecham os esta modestia, de paciencia”.
ocasión p ara exhortar a los Superiores Con el auxilio de estas virtudes cae
de los Institutos Religiosos, a los que rán todos los estorbos, y quedará llana
han confiado estas Misiones, que no y patente a la verdad la entrada en los
quieran m andar sin una rica provisión corazones de los hom bres; porque no
de estos conocimientos a los que desti es de creer que resistan fácilm ente a
nen a las Misiones Orientales. su influencia más que las alm as de una
rebeldía contumaz.
9. La p ropia santificación. Pero
quienes deseen hacerse aptos p ara el La adaptación m isionera. Así que
apostolado, tienen que concentrar n e el misionero, que lleno de caridad a
cesariam ente sus energías en lo que ejemplo de Jesucristo trata de engrosar
antes hemos indicado, y ya ello de por el núm ero de los hijos de Dios aun con
sí entraña la m ayor trascendencia: h a la hez de la gentilidad, ya que tam bién
blo de la propia santificación; pues no ésta se rescató con el precio de la m is
hay duda, que ha de ser hom bre de m a sangre divina, evite el irritarse ante
Dios quien a Dios ha de predicar, como su ferocidad como el dejarse im presio
ha de huir del pecado quien a los demás n ar de su degradación m oral: por el
exhorta a que lo detesten. contrario, sin m uestras ni de desprecio
Y conducta es ésta de peculiar aplica ni de hastíos, lejos de todo trato brusco
ción tratándose de quien ha de vivir e intem perante, debe ingeniarse con
entre infieles, en los cuales predom ina cuantos recursos la m ansedum bre cris
la im presión de lo que ven, sobre la tiana le inspire, para lograr irla llevan
razón; y p ara quienes el ejemplo de do suavemente hacia el regazo de Jesús,
vida en punto de convertirles a la fe es su buen Pastor.
m ás elocuente que la palabra. Medite a este propósito aquello de la
Supóngase un misionero que a las Sagrada E scritura: “¡Oh cuán benigno
más bellas prendas de inteligencia y y suave es, Señor, tu espíritu en todas
carácter haya unido u na form ación tan las cosas! De aquí es que a los que
vasta como culta y un trato de gentes andan perdidos, tú los castigas poco a
exquisito; si este tal no hiciera acom poco; y los amonestas y les hablas de
p añ ar sus dotes personales con una las faltas que cometen para que, deja
vida irreprochable, su influjo en orden da la malicia, crean en Ti, ¡oh Señor!...
a la salvación de los pueblos, además Pero como Tú eres el soberano Señor
de ser escaso cuando no nulo, corre de todo, juzgas sin pasión y nos go
ría peligro de convertirse en ruina de biernas con moderación suma”(s\ P o r
sí mismo y de los demás. que ni las dificultades, ni los vejám e
nes, ni los peligros, ni nada lograrán
Las virtudes m isioneras. Vese, pues, hacer desistir de lo comenzado al em ba
que el m isionero debe ser dechado de jador de Cristo de este temple de espí
todos por su hum ildad, obediencia, p u ritu. Objeto de las predilecciones del
(7) Coios. 3, 12. (8) Sabid. 12, 1-2; 12, 18.
920 E n c íc l ic a s d el PP. B e n e d ic t o XV (1919) 117, 10-11
orbe católico que, m ientras los predica favores pontificios. Y con razón: p o r
dores del error abundan en oro para su que su carácter cuadra perfectam ente
propaganda, los misioneros de la verdad con el influjo que debe ejercer el sa
tengan que luchar con la falta de todo. cerdote no sólo para despertar interés
La segunda obra, que tam bién reco entre sus fieles por la conversión del
m endam os intensam ente a todos, es la paganismo, sino para que contribuyan
de “La Santa Infancia”, obra cuyo fin a favorecer las obras misioneras que
es proporcionar el bautism o a los niños llevan N uestra aprobación.
m oribundos hijos de paganos; y hácese 15. E xhortación final. He aquí Ve
esta obra tanto más simpática, cuanto nerables Hermanos, lo que he creído
que tam bién nuestros niños tienen en deber escribiros sobre la difusión del
ella su participación; con lo cual, a la Catolicismo por toda la tierra. Si cada
vez que aprenden a estim ar el valor del uno, fijo en su puesto en orden a las
beneficio de la Fe, se acostum bran a Misiones, lejos de la patria los misione
la práctica de cooperar en su difusión. ros, y en ella los demás cristianos, cum
No queremos tam poco dejar de m en pliese con su cometido, abrigam os la
cionar aquí la “ Obra de San Pedro” confianza de que presto to rnarían las
establecida con el fin de coadyuvar a Misiones a reverdecer llenas de vida,
la educación y form ación del clero indí repuestas ya de las profundas y peli
gena. grosas heridas que les ha ocasionado la
Además deseamos que se cum pla tam guerra. Y cual si aún repercutiese a
bién lo prescrito por Nuestro Prede nuestros oídos aquel “duc in altum ” (13)
cesor León XIII, de santa memoria, que dicho a P e d r o por el Señor, a los ardo
en el día de la E pifanía del Señor se rosos impulsos de Nuestro corazón de
haga en todas las iglesias del m undo la padre, sólo ansiamos conducir a la h u
colecta “para redimir esclavos en Afri m anidad entera a los brazos de Jesu
ca”; colecta que debe rem itirse íntegra cristo. La Iglesia siempre h a de llevar
a la Sagrada Congregación. entrañado en su ser el espíritu de Dios,
O rganización del clero. Pero p ara rebosante de vida y fecundidad; y no
que estos Nuestros deseos lleguen a es posible que el celo de tantos varones
cum plirse bajo la más segura garantía que han fecundado y aún fecundan con
y con éxito halagador, debéis de un sus sudores de apóstoles las tierras por
modo especial, Venerables Hermanos, conquistar, carezca de su fruto natural.
organizar vuestro clero en punto a Mi Tras ellos, inducidos sin duda por su
siones. En efecto: el pueblo fiel siente ejemplo, surgirán después nuevos es
propensión innata a socorrer con la r cuadrones, los cuales, merced a la cari
gueza las em presas apostólicas: y así, tativa m unificencia de los buenos, en
obra ha de ser de vuestra diligencia sa gendrarán a nueva vida numerosísimos
ber encauzar en bien y prosperidad de y dichosos vástagos de la Iglesia.
las Misiones ese espíritu de liberalidad. O ración y bendición papal. Secunde
14. La Unión M isional del Clero. P a los anhelos de todos la gran Madre de
ra el logro de esto, sería Nuestro deseo Dios y Reina de los Apóstoles, e im pe
se im plantase en todas las diócesis del tre la difusión del Espíritu Santo sobre
m undo la “Unión Misional del Clero”, los pregoneros de la Fe; y como auspi
sujeta en todo a la Sagrada Congrega cio de tanta gracia y en prenda de Nues
ción de Propaganda Fide, a la que por tro amor, a vosotros, Venerables H er
Nuestra parte hemos otorgado todas las manos, y a vuestro clero y al pueblo
atribuciones crue exige su perfecto fu n Os otorgamos am antísim am ente la
cionamiento. Apostólica Bendición.
Apenas nacida en Italia la Liga, hase Dado en Rom a en San Pedro el 30
extendido ya por varias otras regiones; de Noviembre de 1919, el sexto de
y objeto juntam ente de Nuestra com Nuestro Pontificado.
placencia florece al am paro de no pocos BENEDICTO PAPA XV.
(13) Luc. 5, 4. “Guio mar adentro
rae
(23) Los tres bienaventurados elevados al honor (24) Secreta de la festividad del Corpus Christi.
de los altares fueron: San Gabriel de la Dolo-
rosa, Santa Margarita María Alacoque y Santa
Juana de Arco.
119
BENEDICTO PP. XV
Venerables Hermanos: Salud ¡j bendición apostólica
1. Motivo: 509 aniversario del P a tro mos atender a otra causa de perturba
cinio de San José y aum ento de su ción mucho más grave por cuanto se 314
313 cuito. Bueno y saludable p ara el nom infiltró en las mismas venas y entrañas
bre cristiano fue que Nuestro predece de la sociedad hum ana; pues, se com
sor de inm ortal m em oria, Pío IX, de prende que en ese tiempo en que la
clarara Patrono de la Iglesia Católica calam idad de la guerra absorbía la aten
a J o s é , castísimo esposo de la Madre ción de los hombres, el naturalismo, esa
de Dios y padre nutricio del Verbo E n peste perniciosísim a del siglo, los co
carnado; y, por cuanto en el próxim o rrom piera totalm ente y que, donde se
mes de Diciembre h arán 50 años que desarrollaba bien, debilitaba el deseo
auspiciosam ente se efectuara esa p ro de los bienes celestiales, ahogaba las
clamación, creimos de m ucha utilidad llamas de la caridad divina, sustraía al
el que en todo el orbe se celebrase la hom bre de la gracia de Cristo que sana
solemne conm em oración de este acon y eleva y, despojándolo finalm ente de
tecimiento. la luz de la fe y abandonándolo a las
Al tender la m irada retrospectiva so solas fuerzas enferm as y corrom pidas
bre ese lapso del pasado, salta a la vista de la naturaleza, perm itía las desenfre
la aparición de una no interrum pida se nadas concupiscencias del corazón. Por
rie de Institutos que indican que el culto cuanto demasiados hom bres acariciaban
al santísimo P atriarca está sensible ansias dirigidas exclusivamente a las
mente creciendo entre los fieles cristia cosas caducas, y que entre los proleta
nos hasta nuestros días. Mas al contem rios y ricos reinaban celos y odios muy
plar de cerca las acerbas penalidades enconados, la duración y m agnitud de
que afligen hoy al género hum ano p a la guerra aum entó las m utuas enem ista
rece que debemos fom entar m ucho más des de clases y las hacía más agudas,
intensam ente en el pueblo este culto y especialmente porque por un lado, para
propagarlo m ás extensamente. las m asas causó una intolerable cares
tía de víveres y por el otro, proporcionó
2. M ayor m otivo de re c u rrir a San a un grupo m uy reducido una súbita
José: el naturalism o. E n N uestra E n cí abundancia de bienes de fortuna.
clica De Pacis Reconciliatione Christia-
naG a) en que considerábam os principal 3. R elajación m oral. Sumóse a eso
mente, las relaciones tanto entre los que por la guerra en m uchísim os hom
pueblos como entre los individuos, se bres había sufrido no poco detrim ento
ñalábam os cuánto aun falta p ara lograr la santidad de la fidelidad conyugal y
restablecer la tranquilidad general del el respeto a la patria potestad, por
orden después de esa grave contienda cuanto la larga separación de los cón
de la guerra pasada. Pero ahora debe yuges relajó los lazos de sus m utuas
(*) AAS. 12 (1920) págs. 313-317. Traducción especial para la 2^ edición. (P. II.)
[Ia] Benedicto XV se refiere a la Encíclica anterior: Pcicem, Dei munus (pág. 923).
— 931 —
932 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1920) 119, 4-7
obligaciones y la ausencia del que las vorosam ente a S an J osé para que lo
había de custodiar em pujó, especial elijan com o guía particular de su vida
mente a los jóvenes a la tem eridad de y lo veneren com o patrono.
lanzarse a una conducta más licenciosa. Pues, él pasó sus años llevando un
P or lo tanto, hemos de deplorar m u género de vida similar al de ellos; y por
cho más que antes que las costumbres esta m ism a razón, Cristo-Dios, siendo
sean m ás libres y depravadas y que, por como era el Unigénito del eterno Padre,
la m ism a razón, se agrave cada día más quiso ser llam ado Hijo del Carpintero.
la que llam an causa social, de modo Pero ¡con cuántas y cuán eximias vir
que debemos tem er males de gravedad tudes adornó la hum ildad del lugar y
extrema. de la fortuna, especialmente con aque
llas que correspondían a aquel que era
4. E l com unism o extiende sus am e esposo de María Inm aculada y que se
nazas. Pues, en los deseos y la expec tenía por el padre de Jesús, Nuestro
tativa de cualquier desvergonzado se Señor!
presenta como inm inente la aparición
de cierta República Universal que como 6. E levar la m irada a las cosas im pe
en principios fijos se basa en la per recederas. P or esto, ap rendan todos en
fecta igualdad de los hom bres y la co la escuela de S an J osé a m irar todas las
m ún posesión de bienes, y en la cual cosas que pasan bajo la luz de las cosas
no hab ría diferencia alguna de nacio futuras que perm anecen y, consolándo
nalidades ni se acataría la autoridad de se, por las incomodidades de la hum ana
los padres sobre los hijos, ni la del po condición, con la esperanza de los bie
der público sobre los ciudadanos, ni la nes celestiales, a encam inarse hacia
de Dios sobre los hom bres unidos en ellos, obedeciendo a la voluntad de
sociedad. Dios, conviene a saber: viviendo sobria,
Si esto se llevara a cabo no podría recta y piadosamente
menos de haber una secuela de horrores
espantosos; hoy día ya existe esto en 7. Cita de León X III sobre el respeto
una no exigua parte de E uropa que los al orden establecido por Dios. P or lo
experim enta y siente. Ya vemos que se que respecta propiamente a los obreros,
pretende producir esa m ism a situación plácenos citar lo que Nuestro predece
en los demás pueblos; y que, por eso, sor de feliz recordación, L eón XIII dijo
ya existen aquí y allá grandes turbas en una ocasión sim ila r ^ : Los obreros
revolucionarias porque las excitan el y cuantos se ganan el sustento con el
fu ro r y la audacia de unos pocos. salario de sus manos, pensando en estas
cosas, deben levantar los ánimos y sen
5. San José rem edio contra estos tir rectamente; que, aunque estén en su
m ales. Nos ante todo, preocupados, derecho, (cuando no se opone la justi
naturalm ente, por el curso de los acon cia), de salir de la pobreza y de lograr
tecimientos, no omitimos, ocasional una mejor situación, la razón y la jus
mente, recordar sus deberes a los hijos ticia no permiten trastrocar el orden
de la Iglesia, como en las recientes car establecido por la providencia de Dios.
tas al Obispo de Bérgamo y a los obis Insensato, empero, sería el propósito de
pos de la región véneta. P or la m isma recurrir a la fuerza y emprender algo
razón, p ara retener en su deber a todos semejante, mediante la sedición y el
los hom bres que se ganan el sustento desorden, lo cual en la mayoría de los
por sus fuerzas y su trabajo donde casos causaría males mayores que aque
quiera vivan, y conservarlos inm unes llos que se tratan de aliviar. No se fíen ,
del contagio del socialismo que es el pues, los pobres, si quieren ser pruden
enemigo más acérrim o de la sabiduría tes, de las promesas de los hombres
cristiana, ante todo les proponem os fer sediciosos sino que confíen en el ejem-
( lb) Tito 2, 12. (2) Epístola Encícl. Quamquam plnries. del 15
de agosto de 1889; en esta Colecc. Encícl. 55, 5
pág. 394-395.
119, 8-10 M o t u P r o p r io “ B o n u m s a n e ” 933
pío y el patrocinio de San José, y asi J osé, tanto m ás insistentem ente cuanto
mismo en la maternal caridad de la es m ás adverso el tiem po a la causa
Iglesia, la cual en verdad se preocupa cristiana.
de ellos cada día más solícitamente. Dado que esta Sede Apostólica ha
aprobado varios modos de venerar al
8. F ru to s de la devoción a San José Santo Patriarca, ante todo, cada m iér
p a ra la vida del hogar y de la sociedad. coles del año y por un mes entero
Si crece la devoción a S an J osé, el determ inado, deseamos que, bajo la in
am biente se hace al mismo tiempo más sistente admonición del Obispo, se prac
propicio a un increm ento de la devo tiquen todos ellos de ser posible, en
ción a la Sagrada Fam ilia, cuya augusta todas las Diócesis, en especial, empero,
cabeza fuera: una devoción brotará es incumbe a Nuestros Venerables H erm a
pontáneam ente de la otra. Pues, J osé nos apoyar y fom entar con todo el peso
nos lleva derecho a María , y por Ma de su autoridad e interés las asociacio
ría llegamos a la fuente de toda santi nes piadosas, como la de la Buena
dad, a J esús, quien por su obediencia a Muerte, la del Tránsito de San José y
J osé y María consagró las virtudes del la de los Agonizantes, las cuales fueron
hogar. fundadas para im plorar a S an J osé por
Deseamos que las fam ilias cristianas los agonizantes, porque con razón se
se renueven a fondo y se hagan confor considera a aquel como eficacísimo
mes a tantos ejemplos de virtudes como protector de los m oribundos a cuya
ellos practicaron. P or cuanto la com u m uerte asistieron el mismo J esús y
nidad del género hum ano se ha fu n María .
dado sobre la fam ilia se inyectará, bajo
la universal influencia de la virtud de 10. Plegarla e indulgencia. P ara
Cristo, cierto nuevo vigor y una como perpetua memoria, emnero, del De
nueva sangre en todos los m iembros de creto Pontificio que arriba m enciona
la sociedad hum ana, cuando la sociedad mos, ordenam os y m andam os que den
doméstica, m unida, pues, más religiosa tro del año que comienza a correr el
m ente de castidad, concordia y fideli 8 de Diciembre próximo, se hagan en
dad, goce de una m ayor firmeza; y de todo el orbe católico solemnes súplicas,
allí no sólo seguirá la enm ienda de las en el tiempo y modo que parezca m ejor
costum bres de los particulares sino a cada Obispo, en honor de S an J osé,
tam bién la de la vida com ún y del Esposo de la Santísim a Virgen y P atro
orden civil.9 no de la Iglesia Católica.
Todos cuantos asistan a ellas podrán
9. E xhortación p apal a una m ayor ganar para sí una indulgencia de sus
devoción a San José. Nos, pues, to tal pecados, bajo las acostum bradas con
m ente confiados en el patrocinio de diciones.
aquel a cuya vigilancia y previsión qui Dado en Roma, junto a San Pedro,
so Dios encom endar a su Unigénito el día 25 de julio, en la fiesta de San
encarnado y a la Virgen y Madre de tiago Apóstol, en el año 1920, sexto de
Dios, propiciam os que todos los Obis Nuestro pontificado.
pos del orbe católico exhorten a todos
los fieles a im plorar el auxilio de S an BENEDICTO PAPA XV.
jL 2 ©
BENEDICTO PP. XV
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
cundo este “celestial tesoro” debían, nos fundam os para exhortar a todos los
por sus estudios y sus trabajos, hacer hijos de la Iglesia, y principalm ente a
gustar superabundantem ente a los fieles los clérigos, tanto a m irar con respeto
“la consolación de las Escrituras”. las Divinas Escrituras, como a practi
car su lectura piadosa y m editación
San Jerónim o exim io com entarista. asidua.
P or unánim e consenso se coloca en
prim era línea de esta escogida falange I. L a vida y los trabajos de
a S an Jerónimo, en quien la Iglesia S an J erónimo
Católica reconoce y venera al máximo
doctor que le haya otorgado el cielo 1) Nacimiento. Estudios en Roma.
p ara interp retar las Sagradas E scritu Primer retiro en Oriente.
ras. Debiendo conm em orar dentro de
algunos días el 159 centenario de su 2. Bosquejo histórico: vida y tra b a
m uerte, Nos no queremos, Venerables jos de San Jerónim o. Como sabéis, Ve
H ermanos, dejar pasar una ocasión tan nerables Hermanos, Jerónimo nació en
favorable p ara entreteneros a gusto so Estridonio, ciudad que era fronteriza
bre la gloria que conquistó S an J eró entre Dalmacia y P anonia(5)4*; criado
nimo , y sobre los servicios que prestó desde la más tierna infancia en el cato
por su ciencia de las Sagradas E scri licismo <6), revistió aquí mismo, en Ro
turas. ma, con su bautism o, la librea de Cris
to desde aquel día, y hasta el final
El P apa renueva orientaciones. La de su m uy larga vida, consagró todas
conciencia de Nuestro cargo apostólico sus fuerzas al estudio, a la explicación
y el deseo de perfeccionar el estudio, y defensa de los Sagrados Libros.
noble entre todos, de la Escritura, Nos En Roma, se inició en el estudio de
mueven por una parte, a proponer a la las letras latinas y griegas y apenas
im itación este gran genio como herm o abandonaba el aula de los retóricos,
so modelo; y, por otra parte, a confir aun adolescente, se ejercitó en com en
m ar con Nuestra autoridad apostólica y tar al profeta Abdías; este ensayo de su
a adaptar a los tiempos por que hoy “primera juventud” desarrolló a tal
atraviesa la Iglesia las preciosas directi punto su am or por las Escrituras, que,
vas y prescripciones dadas en esta m a siguiendo la parábola del Evangelio,
teria por Nuestros predecesores de feliz decidió sacrificar por el tesoro que iba
m em oria L eón X III y Pío X. En efecto, descubriendo “todas las ventajas de este
S an Jerónimo, “espíritu plenamente mundo
impregnado del sentido católico, y muy
versado en el conocimiento de la ley 3. E n O riente. E studio de lenguas;
sagrada”(12\ “maestro de los católi prim eros com entarios. Y afrontando
cos” “modelo de virtud y luz del todas las dificultades de semejante pro
mundo entero”W 9 ha expuesto m aravi yecto, dejó su casa, sus padres, su h er
llosamente y defendido con valentía la m ana y sus allegados, renunció a su
doctrina católica acerca de Nuestros suntuosa mesa y partió para los Santos
Santos Libros; a este título, nos ha su Lugares a fin de adquirir con m ayor
m inistrado una m ultitud de enseñanzas abundancia las riquezas de Cristo y el
de m uy alto valor, en las cuales Nos conocimiento del Salvador por la lec-
afirmando con San Jerónimo la inerrancia absoluta de la Biblia. Protestó contra los que habían
interpretado mal a León XIII, como si hubiese atribuido a los hagiógrafos una “historia según apa
riencias” y coincide con San Jerónimo en la interpretación de los fenómenos naturales e históricos.
Estas breves indicaciones ayudarán, tal vez, a comprender mejor las dos Encíclicas sobre la Biblia,
la Providentissjmus de León XIII y la Spiritus Paraclitus de Benedicto XV. Nuevas dificultades
harán intervenir nuevamente a Pío XII con su Encíclica Divino Afflante Spíritu, 30-IX-1943, como
en su lugar se verá. (P. H.)
(1) Conc. Trid. ses. 5, decr. de ref., c. 1. (5) De viris ill. cap. 135 (Migne, P.L. 23, 755).
(2) Sulpicio Severo, Dial. 1, 7. (Migue, P.L. (6) Ep. 82, 2, 2; 6 (Migne, P.L. 22, 739)
20, 188 C). (7) Ep. 15, 1, 1; 16, 2, 1 (Migne, P.L. 22, 355
(3) Casiano, De Inc. 7, 26. (Migne, P.L. 50, 256). 358).
(4) S. Próspero, Carmen de Ingratis, vers. 57 (8) In. Abd. Praef. (Migne, P.L. 25, 1097>
(Migne, P.L. 51, 98). (9) En Mat. 13, 44 (Migne, P.L. 36, 97 C.).
936 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1920) 120, 4-5
m unidad de error y la absoluta veraci hay que buscar lo que dijo Dios, pero,
dad, al solo elemento principal o reli más cjue todo, ponderar los motivos que
gioso. lo han hecho hablar”(42b). L e ó n XIII
Según ellos, Dios no tiene presente y enseña además que la inspiración divi
no enseña personalm ente en la E scri na alcanza todas las partes de la Biblia,
tura, sino lo que toca a la Religión; sin selección ni distinción ninguna, y
para lo demás, que dice relación a las que es imposible que el más mínimo
ciencias profanas y no tiene otra utili error se haya, deslizado en el texto ins
dad p ara la doctrina revelada que de pirado. “Sería una falta muy grave res
servir como de envoltura exterior a la tringir la inspiración sólo a ciertas par
verdad divina, Dios sólo lo perm ite y tes de la Sagrada Escritura, o admitir
lo abandona a la debilidad del escritor. que el mismo autor sagrado se haya
Se hace, pues, así m uy n atu ral que en equivocado”(42c).
el orden de las cuestiones físicas, histó
ricas y otras semejantes, la Biblia ofrez c) Recházase la verdad absoluta
ca pasajes bastante num erosos que no de la Biblia, propugnando la
es posible conciliar con los progresos relativa
actuales de las ciencias.
12. Opinión que restringe la autori
Hay espíritus que pretenden que estas dad de los libros sagrados. La doctrina
opiniones erróneas no se oponen en de la Iglesia, confirm ada por la autori
nada a las prescripciones de Nuestro dad de S a n J e r ó n im o y de otros Padres,
Predecesor; ¿acaso no declaró, dicen no es menos desconocida por los que
ellos, que, en m ateria de fenómenos piensan que las partes históricas de las
naturales, el autor sagrado ha hablado E scrituras se apoyan, no sobre la ver
según las apariencias exteriores y, por dad absoluta de los hechos, sino única
lo tanto, susceptibles de engaño? Sin m ente sobre su verdad relativa, como
gularm ente tem eraria y m entirosa es dicen ellos, y sobre la m anera general y
esta afirm ación, como lo prueban m a popular de pensar. No tem en apoyarse,
nifiestam ente los propios térm inos del para sostener esta teoría, en las pala
docum ento pontificio. bras del P apa L e ó n XIII, que habría
declarado que se pueden trasladar al
Opónese este erro r a las enseñanzas dominio de la historia los principios
de León XIII. La apariencia exterior adm itidos en m ateria de fenómenos n a
de las cosas, sabiam ente declaró L e ó n turales (42d).
XIII, en pos de S a n A g u s t í n y de S a n
Así, del mismo modo que, en el orden
t o T o m á s d e A q u i n o , debe tom arse en
físico, los escritores sagrados habrían
consideración; pero este principio no
hablado según las apariencias, así tam
puede conducir a la más leve sospecha bién se pretende que cuando se trataba
de error contra las Sagradas Letras. En de acontecimientos que no conocían,
efecto, la sana filosofía tiene por cierto los han relatado tal como aparecían
que, en la percepción inm ediata de las
establecidos según la opinión común,
cosas que constituyen su propio objeto
del pueblo a las narraciones inexactas
de conocimiento, los sentidos no se
de otros testigos; además, no han m en
equivocan.
cionado las fuentes de sus inform acio
Además, después de haber apartado nes y no han garantizado personalm en
toda distinción y toda posibilidad de te las narraciones que tom aron de otros
errónea apreciación entre lo crue llam an autores.
el elemento principal y el elemento se
cundario, Nuestro Predecesor señala León XIII mal interpretado. ¿De qué
claram ente el m uy grave yerro de los servirá refutar largam ente una teoría
que estim an que, “para juzgar ele la gravemente injuriosa para Nuestro P re
verdad de las proposiciones, sin duda decesor a la vez que falsa y llena de
(42b) Véase esta colección: Ene. n? 66, 44, p. 503. (42d) Véase esta colección: Ene. n? 66, 40, p. 502.
(42c) Véase esta colección: Ene. n? 66, 13, p. 503.
942 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1920) 1 2 0 , 13
error? ¿Qué atingencia hay, en efecto, Así, cuando llama a San José padre de
entre los fenómenos naturales y la Jesús, indica él mismo claramente en
historia? todo el curso de su narración en qué
Las ciencias físicas se ocupan de los sentido entiende este nombre de padre.
objetos que caen bajo la acción de los En el pensamiento de S an J erónimo,
sentidos y deben por lo tanto concordar la “verdadera ley de la historia” exige
con los fenómenos tales cuales ap are por el contrario que, en el empleo de
cen; la historia, por el contrario, escrita las denominaciones, el escritor se aten
como hechos, debe, y es su ley princi ga, apartando todo peligro de error, al
pal, encuadrarse con estos hechos, tales modo general de expresarse; porque el
cuales realm ente sucedieron. Si se adm i uso es el árbitro y la regla del lenguaje.
te la teoría de estos autores, ¿cómo sal
vaguardar en la narración sagrada esta Se sigue explicando los conceptos
verdad, p u ra de toda falsedad, que de San Jerónim o. Pero hay más:
Nuestro Predecesor declara, en todo el ¿Acaso nuestro Doctor va a poner
contexto de su Carta, no deber tocarse? los hechos que refiere la Biblia al
Cuanto afirm a que hay interés en mismo nivel que los dogmas que de
trasladar a la historia y a las ciencias bemos creer necesariam ente p ara sal
conexas los principios que valen para varnos? Pues esto mism o es lo que
las ciencias físicas, no se propone esta leemos en su Comentario de la Epístola
blecer una ley general y absoluta, sino a F ilemón: “Por mi parte, he aquí lo
que indica simplemente un método u n i que digo: Un tal, cree en Dios Creador;
form e a seguir p ara refutar las falaces esto no le es posible mientras no crea
objeciones de los adversarios y defender en la verdad de lo que contiene la Escri
contra sus ataques la verdad histórica tura con respecto a sus santos”. Y ter
de la Sagrada Escritura. m ina una larga serie de citas saca
das del Antiguo Testam ento diciendo:
13. O pinión que discute la objetivi “Quienquiera que se niegue a creer en
dad de la n arració n sagrada. ¡Ojalá todos estos hechos y en los demás sin
que los partidarios de estas novedades excepción que se narran con respecto a
se contentasen con éstas! Pero es que los santos no podrá creer en el Dios
para defender su opinión llegan hasta de los santos”(44L
pretender contar con el concurso del S an Jerónimo está pues com pleta
Doctor dálm ata. S an Jerónimo, si les m ente de acuerdo con S an Agustín
creemos a ellos, h ab ría declarado que quien, recogiendo por decirlo así el
es necesario m antener la exactitud y el sentim iento com ún de toda la antigüe
orden de los hechos históricos en la dad cristiana, esribía: “Todo lo que la
Biblia “tomando por regla, no la reali Sagrada Escritura nos atestigua con res
dad objetiva, sino la opinión de los con pecto a Enoc, a Elias y a Moisés, todo
temporáneos”, y que tal es la ley p ro eso lo creemos, puesto que los seguros
pia de la historia*434^. ¡Qué bien se las y grandes testimonios de su veracidad
arreglan p ara deform ar en beneficio de la colocan en la cumbre suprema de la
su causa las palabras del Santo Doctor! autoridad... Si pues nosotros creemos
El verdadero pensam iento de éste a n a que el Verbo nació de la Virgen María,
die le puede originar dudas: no dice no es porque careció de otro medio pa
que, en la exposición de los hechos, el ra tomar una verdadera carne y mani
escritor sagrado se acomoda a una falsa festarse a los hombres (como lo preten
creencia popular tratándose de cosas día Faustus), sino porque lo leemos así
que él ignora, sino únicam ente que, en en esta Escritura a la cual debemos
la designación de las personas y de los creer bajo pena de no poder permane
objetos, adopta el lenguaje corriente. cer siendo cristianos ni salvarnos”*45).
(43) In. Jer. 23, 15; in Matth. 14, 8; adv. Helv. 4 (45) S. Aug. Contra Faustnm 26, 3 y 7 (Migne,
(Migne, P.L. 24, 824; 26, 101). P.L. 42, 480 y 483).
(44) In. Philemon. 4 (Migne, P.L. 26, 645, B y D).
120, 14-16 E n c íc l ic a “ S p ir it u s P a r á c l it o s ” 943
cumpla” son en sus labios un argu desfallecer la vía trazada por el Doctor
m ento sin réplica y que debe cerrar dálm ata. Sin duda alguna, conseguirán
toda controversia. tener de este modo la m isma profunda
El respeto de Cristo p o r la palab ra estima de las Escrituras que él les pro
de Dios. P ero insistirem os, tratan d o fesaba, y la posesión de este tesoro les
con más am plitud esta cuestión. ¿Quién procurará goces exquisitos.
no sabe, o no recuerda, que, en sus dis
cursos al pueblo, ya sea sobre la m on III. E jemplo de S. J erónimo
taña vecina al lago de Genesaret, ya
sea en la Sinagoga de Nazaret, y en su 1) Su ejemplar amor y conocimiento
ciudad de Cafarnaúm , el Señor Jesús de la Escritura
extraía del texto sagrado los puntos 17. Debemos am ar las Sagradas E s
principales y las pruebas de su doctri crituras. Al tom ar al gran D octor como
na? ¿Acaso no sacaba de allí arm as guía y maestro, no sólo se conseguirán
invencibles p ara sus discusiones con los las ventajas que Nos hemos ya señala
fariseos y los saduceos? Ora enseñe, ora do, sino m uchas más todavía y de m u
discuta, cita textos y com paraciones ex cha consideración. Nos tenemos em pe
traídas de todas las partes de la E scri ño, Venerables Hermanos, en recordar
tu ra y los cita como autoridades a las las en breves palabras.
cuales necesariam ente hay que prestar Señalaremos prim ero, puesto que se
fe. Así es, por ejemplo, como se refiere presenta ante todo a Nuestro espíritu,
indistintam ente a J onás y a los habi ese am or apasionado de la Biblia de que
tantes de Nínive; a la reina de S aba y dan testimonio en S an Jerónimo todos
a Salomón ; a E lías y a E líseo; a D a los rasgos de su vida y sus palabras del
vid , a NoÉ, a L ot , a los habitantes de
todo im pregnadas del Espíritu de Dios,
Sodoma y hasta la m ujer de L o t (50)512. am or que se esforzó en encender cada
¿Qué testimonio hay de la verdad de los día más, en las almas de los fieles:
Santos Libros más precioso que esta “Ama la Sagrada Escritura, parece de
solemne declaración?: “No pasará una cirles a todos al dirigirse a la virgen
sola jota o un solo ápice de la Ley, sin D emetria, y la Sabiduría te amará;
que todo se haya cumplido” <51\ y esta hónrala y recibirás sus caricias. Que
otra: “La Escritura no puede ser ani ella sea para ti como tus collares y tus
quilada” (52). Y tam bién: “El que vio aros”(55K
lare uno de estos mandamientos míni
mos., y enseñare a los hombres a hacer 2) Su monumental obra, la Vulgata
lo mismo, será tenido por mínimo en y sus cartas los atestiguan.
el reino de los cielos” (53L Antes de reu
nirse con su Padre en el Cielo quiso Su conocim iento escriturístico. La
im pregnar de esta doctrina a los Após lectura asidua de la Escritura, el estu
toles a quienes iba pronto a dejar aquí dio profundizado y muy atento de cada
abajo; por eso “les abrió el entendi libro, más aún de cada proposición \r
miento para hacerles comprender las de cada palabra, le perm itieron fam i
Escrituras y les dijo: Así estaba escrito liarizarse con el sagrado texto más que
y así era necesario que el Cristo pa ningún otro escritor de la antigüedad
deciese y que resucitase de entre los eclesiástica. Si según el parecer de todos
muertos al tercer c/za” (54). los críticos imparciales, la versión de
La doctrina de S an J erónimo sobre la Vulgata elaborada por nuestro Doc
la excelencia y la verdad de la Escritura tor deja muy atrás a las demás versio
es, pues, en una palabra, la del mismo nes antiguas, porque se estima que re
Cristo. Así tam bién, Nos invitamos del produce el original con m ayor exacti
modo más aprem iante a todos los hijos tud y elegancia, esto se debe a aquel
de la Sagrada E scritura, a seguir sin conocimiento de la Biblia unido a un
(50) Gf. Mat. 12, 3, 39-42, Luc. 17, 26-29, 32 ele. (53) Mat. 5, 19.
(51) Mat. 5, 18. (54) Luc. 24, 45.
(52) Juan 10, 36. (55) Ei). 130, 20 (Migne, P.L. 22, col. 1124).
120, 18-19 E n c íc l ic a “ S p ir it u s P a r á c l it o s ” 915
espíritu m uy agudo. E sta Vulgata, que precioso tesoro que el Padre Celestial
una decisión del C o n c il i o T r i d e n t i n o ha dado a sus hijos como consolación
m anda considerar como auténtica y se en su destierro? S a n J e r ó n im o mismo
guir en la enseñanza y la liturgia, “co nos lo indica con su ejemplo. El nos
mo estando consagrada por el largo uso pide, ante todo, que aportem os al estu
que ha hecho de ella la Iglesia durante dio de la E scritura una cuidadosa p re
tantos siglos”, es Nuestro vivo deseo paración y un corazón bien dispuesto.
siempre que la gran bondad de Dios Contemplémoslo después de su bautis
Nos dé vida, verla corregida y devuelta mo: para rem over los obstáculos exte
a su pureza prim itiva, al tenor del texto riores, que podían apartarse de su pia
auténtico de los m anuscritos, labor doso designio, im itando al personaje
ardua y de largo aliento, felizmente del Evangelio que “en su dicha” de
confiada a los Benedictinos por Nues haber encontrado un tesoro, “va, vende
tro Predecesor Pío X, de feliz m emoria, todo cuanto tiene y compra aquel cam
y que sum inistrará, Nos estamos com po”(5D, se despide de los placeres efí
pletam ente seguros, nuevos recursos meros y frívolos de este mundo, se
p ara la inteligencia de las Escrituras. apasiona por la soledad y abraza una
Sus cartas rezum an am or y conoci vida austera, con tanto m ás ardor,
m iento bíblico. Ese am or de S a n J e r ó cuanto más cuenta se dio del peligro
n im o por la E scritura se revela muy
que había corrido hasta entonces su
particularm ente en sus cartas, a tal salvación en medio de las seducciones
punto que éstas sem ejan un tejido de del vicio.
citas de la Sagrada Escritura. Así como
S a n B e r n a r d o encontraba insípida la
19. H um ildad de espíritu. Debía,
página que no contuviera el dulcísimo además, después de haber apartado esos
nom bre de J e s ú s , nuestro Doctor no sa obstáculos, disponer su espíritu para
boreaba ningún escrito donde no res adquirir la ciencia de J e s u c r is t o y re
plandeciesen luces de las Escrituras. vestirse de Aquel que es “manso y hu
Así podía escribir con toda sencillez, milde de corazón”. H abía experim enta
en una carta a S a n P a u l i n o , en otro do, en efecto, las mismas repugnancias
tiempo brillante senador y cónsul, re aue A g u s t í n confesaba haber él mismo
cientem ente convertido a la fe de Cris probado, cuando em prendía el estudio
to: “Si tuvieseis ese fundamento, (me de las Sagradas Letras. Después de h a
refiero a la ciencia de las Escrituras) berse sumergido durante su juventud en
vuestros trabajos, lejos de perder, gana la lectura de C i c e r ó n y demás autores
rían un cierto perfeccionamiento y no profanos, A g u s t í n quiso llevar su espíri
cederían el paso a ningún otro por la tu hacia la Sagrada E scritura: “Me pa
elegancia, por la ciencia y por la pure reció, escribe, indigna de ser comparada
za de la forma ... Unid a esa docta elo a las bellezas ciceronianas. Mi entona
cuencia el gusto o inteligencia de las ción rumbosa tenía horror a su simpli
Escrituras y os veré muy pronto colo cidad y mi inteligencia no penetraba su
cado en el primer lugar de nuestros médula: se la penetra tanto mejor cuan
escritores”('}GK to más pequeño uno se hace, pero yo
sentía repugnancia en hacerme peque-
ñuelo, y la hinchazón de mi suficiencia
3) Su manera de aprovechar la Biblia me agigantaba n mis propios ojos”^ 8K
a) Renunciam iento al m undo y Como A g u s t í n , J e r ó n im o gustaba a tal
hum ildad punto de la literatura profana, hasta en
el fondo de su soledad, que la pobreza
18. Cómo descubrir los tesoros de la de estilo de las E scrituras le impedía
E scritura. Pero ¿qué cam ino y qué aún reconocer en ellas a Cristo en su
métodos seguir p ara buscar, con la hum ildad. “Así, dice, llevaba mi locura,
agradable esperanza de descubrirlo, ese567 hasta privarme de comer, por leer a Ci-
(56) Ep. 58, 9, 9, 2 y 11, 2 (Migne, P.L. 22, 585). (58) S. Aug. Coní. 3, 5; Cf. 9, 12 (Migne, PL. 32,
(57) Mat. 13, 44. G86; P.L. 32, 761 ss.).
946 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1920) 120, 20-22
únicas palabras, por las cuales rechaza sores los más numerosos y más com pe
un libro apócrifo, que había invocado tentes que sea posible conseguir, a quie
contra él el hereje V igilancio : “Ese nes les será necesario com batir, no sólo
libro, no lo he leído jamás. ¿Qué ne contra los que negando todo orden so
cesidad tenemos de recurrir a aquello brenatural, no reconocen ni revelación
que la Iglesia no reconoce?” ni inspiración divina, sino tam bién m e
dirse con aquellos que sedientos de no
d) Refutación de los adversarios vedades profanas, osan interpretar las
Sagradas Escrituras como un libro p u
Un celo tan ardiente p ara salvaguar ram ente hum ano, rechazan las opinio
dar la integridad de la fe lo envolvía en nes recibidas de la Iglesia desde la m ás
polémicas m uy vehementes contra los rem ota antigüedad, o llevan el desprecio
hijos rebeldes de la Iglesia, que consi de su m agisterio hasta desdeñar, sepul
deraba como sus enemigos personales: tar en el silencio, acom odar a su propio
“Me bastará contestar que jamás he sentir, desnaturalizándolos, ya sea con
dado tregua a los herejes y que he pues hipocresía, ya sea con cinismo, las
to todo mi celo en hacer de los enemi Constituciones de la Sede Apostólica y
gos de la Iglesia mis enemigos perso los decretos de la Comisión Pontificia
nales” (669
8 70). Y en una carta a R ufino para los estudios bíblicos. ¡Ojalá pudié
escribe: (eHay un punto, sobre el cual, semos ver a todos los católicos seguir la
no podré estar de acuerdo contigo: tran regla de oro del Santo Doctor, y que
sigir con los herejes, no mostrarme ca dóciles a las órdenes de su Madre, ten
tólico^1 Sin embargo, contristado por gan la m odestia de no sobrepasar los
la defección de éstos, les suplicaba que límites tradicionales fijados por los P a
volviesen al regazo de su afligida Ma dres y aprobados por la Iglesia! Pero
dre, única fuente de salvación(71)? y en volvamos a nuestro asunto.
favor de aquellos “que habían salido de
la Iglesia abandonando la doctrina del
Espíritu Santo, por seguir su propio pa 4) Las recomendaciones del Papa
recer”, pedía p ara ellos la gracia de su a) Lectura bíblica diaria de los
vuelta a Dios con todo el fervor de su fieles y sus frutos. Recomen
alm a(72>. dación de la P ía Sociedad de
e) E xhortación a seguir su ejem San Jerónim o
plo
24. La lectura cotidiana de la Bifolia.
23. Necesidad del estudio de la E s Una vez arm ados los espíritus de pie
c ritu ra en nuestros días. V enerables dad y de hum ildad, J erónimo los con
Herm anos, si fue siempre necesario que vida al estudio de la Biblia. Y antes que
todos los clérigos y que todos los fieles nada, recom ienda incansablem ente a
se im pregnasen del espíritu del gran todos la lectura cotidiana de la palabra
Doctor, nunca ha sido más necesario divina. “Libremos, nuestro cuerpo del
que en nuestra época, en que num ero pecado y se abrirá nuestra alma a la
sos espíritus se levantan con orgullosa sabiduría; cultivemos nuestra inteligen
terquedad contra la soberana autoridad cia mediante la lectura de los Libros
de la revelación divina y del m agisterio Santos: que nuestra alma encuentre allí
de la Iglesia. Sabéis, en efecto, y L eón su alimento de cada día”(7é\
X iii (73) ya nos ¡0 advertía, “qué hom
bres son los que se encarnizan en esta 25. No se excluyen las m ujeres de
lucha, y a qué artificios y a qué armas esta obligación com ún. E n su com en
recurren”. Un deber urgente os impone tario de la Epístola a los E fesios, escri
suscitar p ara esta sagrada causa defen be: “Debemos, pues, con el mayor ardor
(68) Adv. 'Vigil. 6 (Migne, P.L. 23, 345). (72) In Is. 1, 6, c. 16, 1-5 (Migne, P.L. 24, 235).
(69) Dial. Pelag. Prol. 2 (Migne, P.L. 23, 297). (73) Providentissimus Deus, 18-XI-1893: en esta
Colección: Encíclica n9 66, 17 pág. 494; véase tam
(70) Contra Ruf. 3, 43 (Migne, P.L. 23, 489). bién 66, 36 pág. 500 y 66, 47 pág. 504.
(71) In Midi. 1, 10 (Migne, P.L. 25, 1162 s.). (74) In Tit. 3, 9 (Migne, P.L. 26, 594).
948 E n c íc l ic a s d e l P P . B e n e d i c t o XV (1920) 120, 26-27
leer las Escrituras y meditar día y no Este hecho se reproduce hoy en su san
che la ley del Señor; así podremos dis ta hija Eustoquia”(7S76K Y se cuida de no
tinguircomo ejercitados cambistas, las olvidar tampoco a S anta Marcela,
monedas buenas de las falsas”(75>. No muy versada igualmente en la ciencia
excluye por lo demás de esta obligación de las Escrituras^79^.
común ni siquiera a las m ujeres casadas
o solteras. A la m atrona rom ana L eta 26. F ru to s de la lectura. ¿Quién no
le da sobre la educación de su hija, ve las ventajas y goces que reserva a
entre otros consejos el siguiente: “Cer los espíritus bien dispuestos la lectura
cioraos de que estudie cada día algún piadosa de los Libros Santos?
pasaje de las Escrituras... que en vez Apenas toméis contacto con la Biblia
de las alhajas y sederías se aficione a animados de sentimientos de piedad, de
los Libros divinos... Tendrá que apren fe sólida, de hum ildad y por el deseo
der antes el Salterio, distraerse con sus de perfeccionaros, encontraréis y po
cantos, y extraer de los Proverbios de dréis gustar el pan bajado del cielo, y
Salomón una regla de vida. El Eclesias- en vosotros se verificará la palabra de
tés le enseñará a hollar los bienes del D avid : “ L os secretos y los misterios de
mundo; Job le brindará un modelo de tu sabiduría, me los has revelado” (8°);
fortaleza y de paciencia. Pasará en se en esta mesa de la divina palabra se
guida a los Evangelios, que deberá tener halla en efecto verdaderam ente “la doc
siempre entre las manos. Asimilará ávi trina santa que enseña la verdadera fe”,
damente los Hechos de los Apóstoles y “levanta el velo (del santuario) y con
las Epístolas. Después de haber reco duce con seguridad hasta el Santo de
gido esos tesoros en el místico cofre de los Santos” (S1>.
su alma, estudiará a los profetas, el En cuanto a Nos, Venerables H erm a
Heptateuco, los libros de los Reyes y nos, a ejemplo de S an J erónimo, jam ás
de los Paralipórnenos, para terminar cesaremos de exhortar a todos los cris
comprendiendo el Cantar de los Can tianos a que hagan su lectura cotidiana
tares”^ . Da las mismas directivas a de la Biblia, principalm ente en los San
la virginal E ustoquia : “Sé muy asidua tísimos Evangelios de Nuestro Señor,
en la lectura y estudia lo más posible. así como en los Hechos de los Apóstoles
Que el sueño te encuentre con el libro y las Epístolas, esforzándos en hacer
en la mano, y que sobre la página sa los savia de su espíritu y sangre de sus
grada caiga tu cabeza agobiada por el venas.
cansancio” . 27. Un sitio p ara el Evangelio en
En el elogio fúnebre que envió a
cada hogar. Con ocasión de este cente
E ustoquia , de su m adre P aula , alaba
nario, se presenta tam bién a Nuestro
ba tam bién a esta gran santa por haber pensamiento, el grato recuerdo de la
llevado con su hija tan adelante el estu Sociedad de S an Jerónimo, recuerdo
dio de las Escrituras, que las conocía tanto más querido cuanto que Nos
a fondo y las sabía de memoria. Añadía mismo hemos tom ado parte en los p ri
además: “Destacaré este detalle, que meros pasos y en la organización defi
parecerá tal vez increíble en una don nitiva de esta obra; felices de haber
cella: quiso aprender el hebreo, que yo podido com probar sus pasados progre
mismo estudiaba en parte desde mi ju sos, Nos complacemos en augurarlos
ventud al precio de hartas fatigas y aún mayores para lo porvenir. Vosotros
sudores, y que continuó aún profundi conocéis, Venerables Hermanos, el obje
zando con incesante labor para no olvi to de esta Sociedad: extender la difusión
darlo; llegó a poseerlo tan bien ques de los cuatro Evangelios y de los H e
cantaba los scdmos en hebreo y hablaba chos de los Apóstoles, de m anera que
dicha lengua, sin ningún acento latino. esos Libros tengan en lo sucesivo un
(7571Íñ_Eph. 4, 31 (Migne, P.L. 26, 517). (78) Ep. 108, 26 (Migne, P.L. 22, 902).
(76) Epist. 107, 9 y 12 (Migne, P.L. 22, 874-876). (79) Ep. 127, 7 (Migne, P.L. 22, 1091).
(77) Ep. 22, 17; Cf. Ep. 29, 2 (Migne. P.L. 22, (80) Ps. 50, 8.
(81) Irait. Chr. lbr. 4, 11, 4.
120, 28-29 E n c íc l ic a “ S p ir it u s P a r á c l it o s ” 949
sitio en toda fam ilia cristiana y que corazón vigile constantemente y perma
cada uno tome por costum bre leerlos y nezca cerrado a los pensamientos va-
m editarlos cada día. nos” <84>.
Esta obra que Nos am am os m ucho Al sacerdote N epociano le da esta
por haber verificado su utilidad, desea norma: “Relee con frecuencia las divi
mos vivamente verla propagarse y des nas Escrituras, más aún, que el Santo
arrollarse por todas partes m ediante la Libro no se aparte jamás de tus manos.
constitución, en cada una de Nuestras Aprende allí lo que luego has de ense- 407
diócesis, de Sociedades del mismo nom ñar. Permanece firmemente adherido a
bre y del mismo propósito, unidas al la doctrina tradicional que te ha sido
centro de Roma. enseñada, a fin de estar en condiciones
de exhortar según la santa doctrina y
28. H ay que m ultip licar las edicio de refutar a aquellos que la contradi
nes, E n igual orden de ideas, los más cen”(85*h
preciosos servicios se prestan a la causa Después de haber recordado a S an
católica por aquellos que, en diversos P aulino los preceptos dados por S an
países, han puesto y ponen aún lo m e P ablo a sus discípulos T imoteo y T ito
jor de su celo, en editar, en form ato sobre la ciencia de las Escrituras, agre
cómodo y atrayente, y difundir todos ga: “La santidad sin la ciencia de las
los Libros del Nuevo Testam ento y los Escrituras no aprovecha a nadie por
que han podido del Antiguo Testam en que, si bien podría edificar a la Iglesia
to. Este apostolado ha sido por cierto de Cristo por el espectáculo de una vida
singularm ente fecundo p ara la Iglesia virtuosa, la perjudica en realidad, por
de Dios, puesto que así, un gran n ú que no es capaz de rechazar el ataque
mero de alm as se acercan desde enton de sus contradictores”.
ces a “esta mesa de la doctrina celestial El Profeta Malaquías, o m ejor dicho,
que Nuestro Señor ha hecho poner para el mismo Señor decía por boca de Ma
el orbe cristiano, por medio de sus laquías : “Ve a consultar a los sacer
profetas, apóstoles y doctores”(8283L dotes sobre la Ley”(8G\ Es, pues, deber
del sacerdote inform ar sobre la Ley, a
b) Estudio bíblico de los sacer los que le interrogan. Leemos además
dotes en el Deuteronomio: “Pregúntaselo a
29. La ciencia bíblica es indispensa tu padre y él te lo indicará; a tus sa
ble al sacerdote. Pero ese deber, que cerdotes, y ellos te lo dirán”(87L Al fi
J erónimo inculca a todos los fieles, de nal de su santísim a visión dice D aniel
estudiar el texto sagrado, lo impone que los justos brillan como las estrellas,
m uy particularm ente a aquellos que y que los inteligentes, es decir los justos
“han tomado sobre sí el yugo de Cris que poseen las Escrituras, como el fir
to”^ y cuya vocación celestial es p re mamento^88^. “¿Ves tú qué distancia
dicar la palabra de Dios. separa la santidad sin la ciencia, de la
He aquí la exhortación que, en la ciencia unida a la santidad9 La primera
persona del m onje R usticus, dirige a nos hace semejantes a las estrellas, y la
todos los clérigos: “Mientras estés en tu segunda al mismo cielo”<89L
patria, haz de tu celda un paraíso, come V irtud y ciencia bíblica en los clé
los frutos variados de las Escrituras; rigos. En otra ocasión, en una carta
pon tus delicias en estos Santos Libros a Marcela, trata irónicam ente de “la
y goza de su intimidad... Ten siempre virtud sin ciencia” de algunos clérigos:
la Biblia en tus manos y bajo tus ojos; “Esta ignorancia, según ellos, les sirve
aprende, palabra por palabra el Salte de santidad, y se declaran discípulos de
rio, que tu oración sea incesante, tu los pescadores del lago, como si la san-
(82) Imit. Chr. libr. 4, 11, 4. (86) Malaq. 2, 7 (así es la cita de S. Jerónimo;
(83) Cf. Mat. 11, 30. en realidad es Ageo 2, 11).
(84) Ep. 125, 7, 3; 11, 1 (Migne, P.L. 22, 1076 (87) Deut. 32, 7.
y 1078). (88) Dan. 12, 3.
(85) Ep. 52, 7, 1 (Migne, P.L. 22, 233) véase (89) Ep. 53, 3 (Migne, P.L. 22, 542).
Tito 1, 9.
950 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (3920) 120, 30-31
culto tal vez exagerado a las interpre tam bién al indicar a S a n P a u l i n o “el
taciones alegóricas. Pero su am or a los sendero que debe seguirse en el estudio
Libros Santos, sus esfuerzos perseve de las sagradas Escrituras”, le decía:
rantes para identificarlos y penetrarlos “Aunque cada pasaje de los Divinos
a fondo, le perm itieron hacer cada día libros tenga una cáscara viva y cam
un nuevo progreso en la justa aprecia biante su médula es más dulce aun.
ción del sentido literal y form ular so Quien quiere saborear la almendra,
bre este punto sólidos principios. Va rompe la cáscara ' (108).
mos a resum irlos, pues aun hoy día S a n J e r ó n im o hace observar, sin
ellos constituyen la norm a segura que embargo, que si se trata de descubrir
todos deben seguir p ara desentrañar de ese sentido oculto, conviene usar de
los Libros Santos todo su sentido. cierta discreción, “no sea que el deseo
Ante todo debemos aplicar nuestro de las riquezas del sentido espiritual,
espíritu a descubrir el sentido literal e nos haga aparecer desdeñando la pobre
histórico: “Doy siempre al lector pru za del sentido histórico”U°9). p Gr eso es
dente el consejo de no aceptar interpre que reprocha a m uchos interpretacio
taciones supersticiosas y que aíslan tro nes místicas de autores antiguos de
zos del texto, siguiendo el capricho de descuidar completamente apoyarse en
la imaginación, sino examinar lo que el sentido literal: “No es posible que
precede, lo que acompaña y lo que si tantas promesas como cantaron en el
gue y establecer una unión para todo sentido literal los labios de los santos
el pasaje en cuestión”U 03) . profetas, queden reducidas a no ser ya
Todas las otras m aneras de in terp re otra cosa que fórmulas vacías y térmi
tar las Escrituras, agrega, están basadas nos materiales de una simple figura de
en el sentido literal^103104105); y no es el retórica; ellas deben, al contrario, des
caso de creer que ese sentido falta cada cansar en un terreno firme y sólo cuan
vez que se encuentra u na expresión fi do queden establecidas sobre los ci
gurada, pues a menudo aun la misma mientos de la historia podrán elevarse
historia está llena de metáforas y em hasta la cumbre del sentido místi-
plea un estilo figurado”(105>. Algunos co” <110>.
pretenden que nuestro Doctor, declaró
de ciertos pasajes de la E scritura, que 34. Seguir el método de Cristo y de
no tenían sentido histórico. El les con los Apóstoles. Juiciosam ente observa a
testa de antem ano: “Sin negar el sen este respecto que no hay que apartarse
tido histórico, preferimos adoptar el del método de Cristo y de los Apóstoles,
sentido espiritual” (106). pues bien que el Antiguo Testamento no
Una vez establecido con certeza el haya sido para ellos sino como la
sentido literal o histórico, S a n J e r ó n im o preparación y la som bra de la Nueva
busca sentidos menos obvios y más p ro Alianza y bien que interpreten, por
fundos p ara alim entar su espíritu con consiguiente, en sentido figurado un
un m an jar m ás escogido. Pide, en efec gran núm ero de sus pasajes, no por eso
to, a propósito del Libro de los P rover reducen a figuras todo el conjunto de
bios, y aconseja en varias ocasiones las Antiguas Escrituras. En apoyo de
p ara otros libros de la E scritura, no su tesis, S a n J e r ó n im o , invoca frecuen
atenerse tan sólo al sentido literal, “sino temente el ejemplo del Apóstol S a n P a
cavar más hondo en busca del sentido b l o que, p ara citar un caso, “al expo
divino, así como se busca el oro en el ner las figuras místicas de Adán y Eva,
seno de la tierra, la nuez bajo la cás no negaba que hubiesen sido creados,
cara, el fruto que se esconde bajo la sino que colocando la interpretación
piel erizada de la castaña”U°7) Así mística sobre el cimiento de la historia,
(103) In Mat. 25, 13 (Migne, P.L. 26, 193, B). (106) In. Marc. 9, 1-7; Cf. in Ez. 40, 24-27 (Mig
(104) Cf. in Ez. 38, 1; 41 23; 42, 13; in Marc. 1, ne, P.L. 30, 614 (?); 25, 387, A).
13-31. - Ep. 129, 6, 1, etc. (Migne, P.L. 25, 356 C y (107) In Eccl. 12, 9 (Migne, P.L. 23, 1169, C).
D; 404, B; 412, A; 30, 592-96; 22, 1105-06). (108) Ep. 58. 9, 1 (Migne, P.L. 22, 585).
(105) ln. Hab. 3, 14 (Migne, P.L. 25, 1328, C). (109) In. Eccl. 2, 24 (Migne, P.L. 23, 1085, C).
(110) In Amos 9, 6 (Migne, P.L. 25, 1090 A-B).
120, 35 E n c íc l ic a “ S p ir it u s P a r á c l it o s ” 953
y no la peor de todas, falsificar los tex gradas Letras” con la esperanza de que
tos y atraer por la violencia la Escritu su ejemplo inflam ara a los sacerdotes
ra a servir a los fines que ellos persi- y a los fieles confiados a vuestro cui
guen”^120L “Porque careciendo de la dado en el deseo de conocer y de expe
autoridad de las Escrituras, estos par rim entar, ellos tam bién, la saludable
leros perderían, todo poder de persua virtud del sagrado texto.
sión, ya que parecen apoyar en los sa Esta superabundancia de exquisitas
grados textos la falsedad de su doctri- delicias espirituales que llenaban el al
na” <121>. m a del piadoso anacoreta, Nos preferi
Ahora bien, esta elocuente palabre mos que las aprendáis, por decirlo así,
ría y aquella locuaz ignorancia ((no tie de su propia boca, más bien que por
nen nada de incisivo, de vivaz ni de Nos mismo. Escuchad, pues, en qué té r
vital; no son más que un compuesto minos habla de esta ciencia sagrada a
desnutrido, marchito e inconsistente, P a u l i n o , s u “colega, compañero y ami
que únicamente produce humildes plan go”: “Dime, pues, hermano muy querU
tas y hierbas muy pronto secas y cas do: ¿no te parece acaso que vivir en
cadas”. En cambio, la doctrina del medio de estos misterios, meditarlos,
Evangelio, hecha al contrario de senci no querer saber o buscar otra cosa, no
llez (eproduce bastante más que humil te parece que esto es ya el paraíso en
des plantas” y, así el im perceptible gra- la tierra?”(125\
414 no de m ostaza “se hace árbol, de suerte
que las aves del cielo... vienen a cobi “Dime tú, pregunta a P a u l a , s u dis-
jarse en sus ramas”^122\ cípula, ¿acaso hay algo más santo que
P or eso en todo buscaba J e r ó n im o este misterio; algo más seductor que
esta santa sencillez del lenguaje que no estos placeres? ¿Qué alimento, qué miel
excluye el brillo ni la belleza. Que más dulce que conocer los designios de
otros se aficionen a disertar con voz Dios, ser admitido en su santuario, pe
enfática torrentes de palabras; en cuan netrar el pensamiento del Creador y
to a mí, me contento en hablar para enseñar las palabras de tu Señor, de
hacerme comprender y, al tratar de las que hacen burla los sabios de este mun
Escrituras, con imitar la sencillez de las do y que rebosan, empero, de sabiduría
mismas Escrituras”(123). E n efecto, “sin espiritual? Dejemos a los demás gozar
renunciar a los atractivos del lenguaje, de su riqueza, beber en una copa exor
la exégesis católica, debe velarlos y evi nada de piedras preciosas, engalanarse
tarlos, a fin de alcanzar, no vanas es con sedas resplandecientes, saciarse con
cuelas de filósofos y un puñado de dis los aplausos de la muchedumbre, sin
cípulos, sino todo el género huma que la variedad de placeres consiga ago
no”(12éK Si los sacerdotes jóvenes po tar sus tesoros: las delicias nuestras
nen en práctica estos consejos y estos consistirán en meditar día y noche la
preceptos; si los sacerdotes m ayores no ley del Señor, en golpear la puerta hasta
los olvidan, abrigam os la confianza de que se abra, en recibir de la Trinidad
que su santo m inisterio será m uy prove la mística limosna de los panes, y en
choso p ara las alm as de los fieles.5 andar guiados por el Señor, sobre el
oleaje del siglo”(126). Nuevamente a
P a u l a y a la h ija de ésta, E u s t o q u i a ,
5) Frutos que recogió San Jerónimo escribe en su com entario de la epístola
del estudio bíblico a los Efesios: “Si hay alguna cosa, oh
36. El paraíso en la tierra. El con Paula y Eustoquia, que pueda sujetar
suelo de las E scrituras. Nos queda aún nos aquí abajo a la sabiduría y que en
por recordar, Venerables Hermanos, los medio de las tribulaciones y torbellinos
“dulces frutos” que extrajo S a n J e r ó - del mundo conserve el equilibrio de
nimo de la “amarga semilla de las Sa- nuestra alma, yo creo que es ante todo
n T iñ T lE Í r is , 7, 2 (Mi«ne, P.L. 22. 544). (124) Ep. 48 al 49, 4, 3 (Migne, P.L. 22, 512).
(121) In Tit. 1, 10 (Migne, P.L. 26, 605-A). (125) Ep. 53, 9 (Migne, P.L. 22, 549).
(122) In Mat. 13, 32 (Migne, P.L. 26, 93-B). (126) Ep. 30, 13 (Migne, P.L. 22, 444).
(123) Ep. 36, 14, 2 (Migne, P.L. 22, 459).
120, 37 E n c íc l ic a “ S p ir it u s P a r á c l it o s ” 955
fanaban por una vida culpable su dig comentarios, donde no pierde ocasión
nidad sacerdotal! ¡Con qué elocuencia de celebrar a la Esposa de Cristo. Ci
se alza contra las costum bres paganas temos, entre otros, este pasaje del co
que infestaban en gran parte la misma m entario del Profeta Ageo : “Se vio acu
ciudad de Roma! P ara contener por dir lo más selecto de todas las naciones,
todos los medios aquel desbordamiento y la gloria llenó la casa del Señor, es
de todos los vicios y de todos los críme- decir la Iglesia del Dios vivo, columna
417 nes, les opone la excelencia y belleza de y fundamento de la verdad... Estos me
las virtudes cristianas, convencido ju s tales preciosos dan más esplendor a la
tam ente de que no existe m ás poderoso Iglesia del Salvador que antes la Sina
preservativo contra el m al que el am or goga; con estas piedras vivas está cons
de las cosas más puras. Con instancia truida la casa de Cristo, cuya corona es
reclam a para la juventud una educa una paz eterna”(134). E n otro pasaje,
ción piadosa y honesta, induce con dice, com entando a Miqueas : “Venid
graves consejos a los esposos a llevar subamos hasta la casa del Señor: hay
una vida pura y santa, insinúa en las que subir, si se quiere llegar hasta Cris
alm as más delicadas el culto de la vir to y hasta la casa del Dios de Jacob,
ginidad, no encuentra suficientes elo la Iglesia, casa de Dios, columna y fun
gios p ara la austera pero deliciosa vio damento de la verdad”<135). Por último,
lencia de la vida interior, recuerda con en el prefacio del com entario a S an
todas sus fuerzas el prim er precepto de Mateo : “La Iglesia fue edificada sobre
la religión cristiana — el precepto de la base de roca por una palabra del Señor;
caridad unida al trabajo— , cuya obser ella es a quien el rey introdujo en su
vancia debía arran car la sociedad h u habitación, ella es a quien tendió la
m ana a los trastornos y devolverle la mano por la abertura de una secreta
tranquilidad del orden. entrada”(136\
C aridad; trab ajo . Recordem os esta El fruto del am or a Cristo. Como se
herm osa palabra que le decía a San ve en los últimos pasajes citados, nues
P aulino a propósito de la caridad: El tro Doctor exalta la unión íntim a del
verdadero templo de Cristo, es el alma Señor con la Iglesia. No se puede sepa
del fiel: adorna este santuario, engalá ra r a la cabeza de su cuerpo místico;
nalo, deposita en él tus ofrendas y por eso el am or a la Iglesia viene nece
recibe en él a Cristo. ¿De qué sirve re sariam ente del am or a Cristo, que debe
cubrir los muros con piedras preciosas, ser m irado como el fruto principal y
si Cristo se muere de hambre en la per dulce entre todos, de la ciencia de las
sona del pobre?(1B2K E n cuanto a la Escrituras.
ley del trabajo, la recordaba a todos
con tal ardor, por medio de sus escritos 38. El río de la gracia: “Ign o rar las
y m ejor aun por los ejemplos de toda E scrituras, es ignorar a Cristo”. En
su vida, que P ostumiano , después de
efecto, Jerónimo estaba a tal punto
haber perm anecido seis meses junto a convencido de que este conocimiento
J erónimo en Belén, le rindió este testi del sagrado texto es la vía ordinaria que
monio en S ulpicio-Severo : “Siempre lleva al conocimiento y al am or de
se le encuentra dedicado a la lectura, Nuestro Señor, que no vacilaba en afir
enteramente sumergido en los libros; ni m ar: “Ignorar las Escrituras, es igno
de día ni de noche toma descanso; cons rar al mismo Cristo”^1B7K Escribe en
tantemente lee o escribe”í133). este sentido a S anta P aula : “¿Cómo
podríamos vivir sin la ciencia de las
Ama a la Iglesia como Esposa de Escrituras, a través de las cuales se
Cristo. P o r o tra parte, su ardiente aprende a conocer a Cristo, que es la
am or por la Iglesia se exhala de sus vida de los creyentes^”<138). Hacia Gris-
(132) Ep. 58, 7, 1. (136) In Mat. Prol. (Migne, P.L. 26, 17, B).
(133) Postumianus apud Sulp. Sev., Dial. í, 9 (137) In Is. Prol. Cf. Trac, de Ps. 77 (Migne,
(Migne, P.L. 20, 190, A). P.L. 24, 17, A-B; 1123, B; y 1124, C).
(134) In Agg. 2, 1 (Migne, P.L. 25, 1404, B). (138) Ep. 30, 7 (Migne, P.L. 22, 443).
(135) In Mich. 4, 1 (Migne, P.L. 25, 1187, B).
120, 38 E n c íc l ic a “ S p ir it u s P a r á c l it o s ” 957
BENEDICTO PP. XV
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
(*) A. A. S. 12 (1920) págs. 457-471. Se dirige a todos los Obispos del orbe católico.
(1) Luc. 22, 32. (6) S. Cyr. Alex., C o m m e n t . i n L u c a m , 22, 32.
(2) S . T e o d o r o S tu d iia , ep. II ad M ich a elem (7) S. Ign. E p i s t . a d R o m .
Im peratorem . (8) S. Basil. Magno, E p i s t . el. II, ep. 69.
(3) S. Cyr. Alex. D e T rin iia te , dial. IV (Migne (9) S. Felicis II Epist. et Decr. — Epist. Atha-
PG. 75, col. 866-B). nasii et episcoporum aegyptiorum.
(4) Mat. 16, 1S.
(5) S. Theod, Stud., e p . II a d M ic h a e le m Im p. (10) S. Juan Crisóst., E p i s t . a d l n n o c . e p . R o m .
— 960 —
121, 2-4 E n c íc l ic a “ P r in c ip i A po sto lo rum ” 961
¡Oh cuán grande y activa caridad tos y doctrina, y como buenos discípu
m ostró p ara socorrer a sus herm anos los míos, no os apartéis de la fe cató
en cierta gravísim a crisis de alimentos, lica. Sed sobre todo constantes en ella,
a pesar de hallarse él consumido por los y guardaos de vuestros enemigos, a sa
trabajos y la edad! Ved cómo abandona ber, de los que cometen iniquidades, de
la m odesta m orada, donde tantos años los necios habladores, y de los seducto
había llevado una vida más del cielo res. Y bendita sea Edesa, donde habi
que de la tierra, p ara volar a Edesa, táis, puesto que es Madre y Ciudad de
donde con terribles palabras, que, al los Sabios”. Así acabó la vida de E frén;
decir de S an Gregorio N iseno, eran mas no pereció su memoria, antes bien
“como una llave fabricada por virtud perdura siempre bendecida en toda la
divina” C222
34) p ara abrir el corazón y las Iglesia Universal. Tanto es así que h a
arcas de los adinerados, fustiga a los biéndose comenzado, a poco de su
acaparadores de granos y les ruega con m uerte, a hacerse conm em oración de
energía que, al menos con lo que les él en la sagrada liturgia, pudo Grego
sobra, socorran a sus herm anos indi rio N iseno afirm ar: “El esplendor de
gentes. Movidos aquéllos no tanto por la su vida y doctrina iluminó a todo el
necesidad de sus conciudadanos como orbe de la tierra, puesto que se halla
por la vehemencia del santo varón, le difundido casi por todas las regiones
entregan cuantiosas limosnas con las alumbradas por el sol”.
que E frén adquiere y prepara lechos
bajo los pórticos de Edesa p ara los que 5. Obras de San Efrén. No es Nues
desfallecen de ham bre, repara las fu er tro propósito exponer en particular las
zas de los enferm os y aun rem edia a los num erosas obras que brotaron de su
peregrinos que de todas partes acuden plum a. “Se asegura que, bien contados,
a Edesa, en busca de alim entos(23\ Con llegan a 1.300.000 los versos que escri
razón podría decirse de él que había bió” (24) £us escritos abarcan casi toda
sido el varón destinado por la Divina la gama de la ciencias eclesiásticas.
Providencia p ara la salvación de la p a Nos quedan, en efecto, com entarios de
tria. No volvió a su soledad hasta que, la Sagrada E scritura y de los misterios
transcurrido un año completo, vio ase de la fe, sermones sobre los deberes y
gurada gran abundancia de alimentos sobre la vida interior, trabajos sobre la
con la recolección de la nueva cosecha. sagrada liturgia, himnos para los días
Es digno de recordarse el testam ento festivos del Señor, de la Bienaventurada
que dejó para sus conciudadanos, en el Virgen María y de los Santos, para las
cual resplandece su fe y hum ildad, no solemnidades de rogativas y peniten
menos que el singular am or que profe ciales, así como para las exequias. A
saba a su patria; “Me siento morir. Yo través de todos ellos se echa de ver su
os conjuro, ciudadanos de Edesa, con purísim a alma, que con razón puede lla
respeto y reverencia, que no consintáis marse la antorcha evangélica “ardiente
en que mi cadáver sea depositado en la y brillante”(25> puesto que no sólo ilu
casa de Dios ni debajo del altar, pues m ina la verdad, sino que tam bién hace
no conviene colocar en el templo y san que la amemos y sigamos. Y aun atesti
tuario de Dios a un gusano, manantial gua S an Jerónimo, que en su tiempo
de podredumbre. Amortajadme con la solían leerse en público, en las funcio
túnica y la capa que solía vestir a dia nes litúrgicas, los escritos de S an E frén
rio. Acompañadme con vuestros salmos al igual que los de los Santos Padres y
y oraciones, y dignaos ofrecer por esta Doctores ortodoxos; y al hablar de la
mi pequeñez frecuentes oblaciones. Ja traducción que se hizo en griego del
más E frén tuvo bolsa, ni cayado, ni original siríaco de las mismas obras,
zurrón, ni oro, ni plata; jamás llegué a afirm a de sí mismo que “a través de la
adquirir ninguna posesión sobre la tie traducción percibía la agudeza de tan
rra. Practicad con empeño mis precep sublime ingenio” (26)
(22) S. Greg. Nys., Vite S. Ephr. c. 6, n. 23. (25) Juan, 5, 35.
(23) Sozom., Hist. Ecles., . 3, c. 15.
1 (26) S. Hier. De scripl. eccles., c. 115.
(24) Sozom., Hist. Ecles., 1. 3, c. 15.
964 E n c íc l ic a s d e l P P . B e n e d ic t o X V (1920) 1 2 1 , 6-7
por la vigente disciplina eclesiástica. Nuestro. Sirva tam bién este caso a los
Todo sucedió tan felizmente que los católicos orientales de nuevo argum en
Cardenales de dicha Sagrada Congrega to que les pruebe el singular afecto y
ción, por medio de su Prefecto, Nues atención que los Romanos Pontífices
tro Venerable H erm ano A n t o n i o V i c o ,
tienen para con aquellas Iglesias disi
Cardenal de la Santa Iglesia Romana, dentes, cuyas legítimas costumbres li
Obispo Portuense y de Santa Rufina, túrgicas y reglas canónicas, al igual que
Nos m anifestaron que ellos tam bién Nuestros Predecesores, queremos que
deseaban y Nos pedían ardientem ente se conserven siempre íntegras e incó
lo mismo que en las solicitudes p re lumes. ¡Ojalá que con la gracia de Dios
sentadas habían dem andado todos los y el auspicio de S a n E f r é n desaparez
demás. can de una vez las barreras que tienen
separada, oh dolor, a una parte tan
9. Concesión solem ne de su fiesta notable e ilustre de la cristiana grey,
universal y del título de D octor. P or de aquella m ística piedad sobre la cual
lo tanto, después de invocar al E spíritu edificó Cristo su Iglesia! ¡Ojalá alboree
Santo, en uso de N uestra suprem a auto cuanto antes aquel felicísimo día en que
ridad, conferim os y ratificam os a S a n “como aguijones y como clavos hinca
E f r é n Sirio, Diácono de Edesa, el título dos profundamente99 se incrusten en las
y honores de Doctor de la Iglesia Uni almas de todos aquellas palabras de la
versal, y decretam os que el día de su verdad evangélica que nos “ha dado el
fiesta, que es el 18 de junio, se celebre único Pastor, mediante la enseñanza de
en todas partes de la m ism a m anera los maestros!"<44).
que se celebra el día de la fiesta de los E ntre tanto, Venerables Hermanos,
demás Doctores de la Iglesia Católica. tanto a vosotros como a todo vuestro
P or lo cual, Venerables Hermanos, clero y pueblo, como auspicio de la
Nos alegramos por una parte de haber celestial recom pensa y como prueba de
con Nuestra m ano añadido nueva hon Nuestra benevolencia paternal, os im
ra y gloria al Santo Doctor, m ientras partim os con el m ayor afecto la ben
que, por otra, confiam os que éste soco dición apostólica.
rra a la universal fam ilia de todos los Dado en Roma, cabe San Pedro, a
fieles cristianos en tan difíciles y peno 5 de octubre del año 1920, séptimo de
sas circunstancias actuales, interponien Nuestro Pontificado.
do sus ardientes ruegos ante la divina
clemencia, como Patrono y Abogado BENEDICTO PAPA XV.
(44) Eclesiastés 12, 11.
■ :X 22
BENEDICTO PP. XV
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
a su P adre celestial el alim ento espiri ahora indique cada uno de vosotros en
tual y el corporal con estas palabras: su diócesis que el día veintiocho de este
“El pan nuestro de cada día dánosle mes, consagrado a los Santos Inocentes,
hoy?”(3\ ¡Oh, cómo se dilataría Nues o, si se prefiere, el prim er día festivo
tro corazón si supiéram os de cierto que siguiente, se ha de realizar una colecta
durante estas Pascuas de Navidad no para sustentar a los niños más necesita
ha de haber casa alguna privada de dos a causa de la guerra, e incite sobre
alegría y de solaz, ni un solo niño cuyo todo a los niños a cooperar con su li
corazoncito sufra por ver sufrir a su mosna. Procurad después con toda dili
madre, ni una sola m adre que contem gencia rem itir el dinero así recaudado
ple con ojos cuajados de lágrim as de bien a Nos mismo, o bien a la Sociedad
dolor a sus hijitos. “Saue the Children Fund”, ya mencio
nada. Por lo que a Nos toca, para m o
4. E xhortación del P ap a a Obispos ver a todos los fieles no sólo con meras
y fieles. Su óbolo personal. Así, pues, exhortaciones verbales, sino tam bién
Venerables Herm anos, lo mismo que el con Nuestro ejemplo, destinamos para
año pasado, ponemos esta obra, para esta santísim a obra de caridad la suma
que la llevéis a cabo, en vuestras m a de cien mil liras.
nos, especialmente en las de aquellos
de vosotros que viven en países donde Bendición Apostólica. E ntre tanto,
reina m ayor paz y abundancia. Y como Venerables Hermanos, tanto a vosotros
sabemos cuán com penetrados debéis es como a todo vuestro clero y pueblo,
ta r con aquellas palabras de Cristo como auspicio de la celestial recom pen
Nuestro Señor: “Quien recibe a uno de sa y en prueba de Nuestra benevolen
esos pequeñuelos en mi nombre a mí cia paternal, os im partim os con el m a
me recibe” os rogamos que nada yor afecto la bendición apostólica.
dejéis por hacer p ara que la liberalidad Dado en Roma, cabe San Pedro, el
y m unificencia de los fieles, que tenéis día 1? de diciembre del año 1920, sépti
bajo vuestra jurisdicción, responda a la mo de Nuestro Pontificado.
m agnitud de las necesidades. P or lo ta n
to, es N uestra voluntad que ya desde BENEDICTO PAPA XV.
(3) Luc. 11, 3. (4) Mat. 18, 5.
ENCICLICA “SACRA PROPEDIEM”(*>
(6-1-1921)
BENEDICTO PP. XV
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
— 972 —
123, 3-4 E n c íc l ic a “ Sacra p r o p e d ie m ” 973
manos, de herm anas otra— , cuyos aprobó la Regla de los Terciarios, como
miembros, ligados por votos solemnes, nadie lo ignora.
se com prom etían a seguir la hum ildad
de la cruz; y como no pudiese recibir 3. E spíritu de la T ercera O rden y
en el claustro a la inm ensa m ultitud reform a de León X III. Pero no es
que de todas partes a él acudía, ávida Nuestro propósito, Venerables H erm a
de someterse a su disciplina, determ inó nos, insistir en lo que venimos dicien
dar lugar p ara adquirir la perfección do: lo que Nos interesa sobre todo es
cristiana, aún a aquellos que vivían en hacer resaltar el ingenio y el espíritu
medio de los negocios de la vida secu propio de este instituto, del cual, —co
lar. Con esto instituyó otra verdadera mo antaño— se prom ete la Iglesia gran
Orden llam ada de los Terciarios, cuyos des utilidades para el pueblo cristiano
miembros no se ligaban ciertam ente con en estos tiempos tan enemigos de la
votos religiosos como los de las dos p ri virtud y de las creencias. Y a la verdad,
meras, pero si participaban de la m is Nuestro Predecesor L e ó n XIII de feliz
ma sencillez y del mismo espíritu de mem oria, profundo conocedor de los
penitencia. problem as y circunstancias de su época,
a fin de m ejor acom odar la disciplina
Loa de la obra y C ooperadores. Así, de los Terciarios a los diversos estados
pues, F r a n c is c o fue el prim ero que, de cada individuo, en la Constitución
con el auxilio de Dios, vino a idear y “Misericors Dei Filius” del año 1883
realizar con toda felicidad lo que n in adaptó con sum a prudencia las leyes y
gún otro de los fundadores de Ordenes reglas de la Tercera Orden “a las pre
regulares se había atrevido nunca a sentes circunstancias de la sociedad”
soñar, a saber, hacer que la vida reli mediante el cambio de aquellas reglas
giosa fuese vida común. H azaña de la “de menor importancia que parecen
que escribió T o m á s C e l a n e n s e con fra poco acomodadas a las costumbres mo
se lapidaria: “Sublime artista aquel por dernas”. “Y no se piense, dice, que con
cuyo espíritu, regla y doctrina, con cá- esto se ha mermado nada a la natura
5 lido aplauso, se renueva la Iglesia de leza de la Orden, la cual es Nuestra
Cristo en uno y otro sexo y marcha voluntad que permanezca íntegra y sin
triunfante el triple ejército de los ele mudanza”. Por tanto, cualquier cambio
gidos”^ . De este testim onio de un va llevado a cabo en esta m ateria es p u ra
rón coetáneo y de tanta autoridad, por m ente extrínseco y no afecta ni a su
no aducir otros, fácilm ente se colige espíritu, ni a su naturaleza, que conti
cuán profunda y extensa conmoción núa siendo tal cual su santísimo autor
produjo F r a n c is c o en los pueblos con quiso que fuera. Y a la verdad, m uchí
su instituto, y cuán grande y saludable simo, a Nuestro parecer, habría de con
renovación de costum bres provocó en tribuir a la enm ienda de las costumbres
ellos. Y así como no cabe dudar de que tanto privadas como públicas el espí
F r a n c is c o fue el Autor de la Tercera ritu de la Tercera Orden, em papado co
Orden, lo mismo que de la P rim era y mo está en la sabiduría evangélica, si
Segunda, así tam poco se puede negar de nuevo se reprodujera y m ultiplicara,
que fue él mismo su sapientísim o legis tal como cuando F r a n c is c o con obras
lador. En esto le prestó gran ayuda, y palabras predicaba el reino de Dios.
según referencias, el C a r d e n a l U g o l i -
n o , aquel que más tarde ilustró esta 4. Fom ento de C aridad F ra te rn a ,
sede apostólica con el nom bre de G r e paz y concordia entre individuos y n a
g o r io IX; aquel que, como de íntim o ciones. Así, pues, lo que m ás quiere el
amigo, se sirvió de él m ientras vivió, y santo F undador que resplandezca en
Que más tarde construyó sobre la sepul sus Terciarios como algo extraordina
tu ra del Santo un soberbio y herm osí rio, es la caridad fraterna que asegure
simo templo. Sin embargo, fue Nuestro a toda costa la paz y concordia. Porque
Predecesor el P apa N ic o l á s IV el que 1 com prendiendo que éste era el precepto
(1) I Ccl. 15, 40.
974 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1921) 1 2 3 .5
suyo en la perfección de la vida cristia hom bres por los caducos bienes terre
na a todos sus miembros, por dados que nales; y el que una vez ha llegado a
estén a los negocios de la tierra. —ya abatir su alm a hasta el fango, pronto
que la santidad no está reñida con n in sentirá que la virtud se va en él embo
gún modo de vivir— , cuando llegaren tando, que los bienes del espíritu le
a reunirse varios aue vivan a tono con hastían y que nada le satisface sino el
su instituto es de rigor que h abrán de goce del placer.
influir entre aquellos que los rodeen,
de tal m odo que no sólo los m uevan a Húyese de la resignación y del sufri
cumplir fielmente con el deber, sino miento. Vemos, pues, de una parte,
también a realizar un ideal más elevado cómo por doquiera aum enta el desen
que el aue prescribe la ley común. Cier freno en allegar riquezas y en acrecerlas
tamente, la alabanza que Cristo tributó sin límite, y de otra, cómo va extin
a los discípulos que m ás identificados guiéndose aquella tolerancia y resigna
con él se hallaban, cuando dijo: “Ellos ción de otros tiempos ante los sufri
no son del mundo, como ni yo tampoco mientos que acom pañan de ordinario a
soy del mundo” esa mism a se puede la pobreza y escasez; y todavía, a la
con razón trib u tar a aquellos discípulos hoguera de rivalidades que, como he
de F r a n c i s c o , los cuales, observando mos dicho, existen entre ricos y prole
en su m ente y corazón los consejos tarios, para atizar más la envidia de los
evangélicos, cuanto es posible en el si
desheredados, viene a añadirse el osten
glo, pueden en verdad afirm ar de sí
toso y excesivo culto que muchos tri
mismos como el Apóstol: “ Nosotros,
butan a su cuerpo, culto de ordinario
pues, no hemos recibido el espíritu de acom pañado de vergonzosas livianda
este mundo, sino el Espíritu que es de
des.
Dios”(*>.6
Inmodestia femenina en el vestir. Y
6. Dos principales males morales y al hablar de esto, nunca podrem os de
sociales de nuestro tiempo: sed de ri plorar bastante la ceguedad de tantas
quezas y de placeres. P o r lo cual ale m ujeres de toda edad y condición, las
jados cuanto les fuere posible del espí cuales ridiculam ente engreídas por el
ritu del m undo, se esforzarán, en cam deseo de agradar, no echan de ver que
bio, sin d ejar escapar oportunidad algu con la extrem ada locura de su modo de
na, por introducir el espíritu de J e s u vestir, además de ofender a Dios, desa
c r is t o en todos los actos de la vida co gradan a todo hom bre sensato. Y no se
mún. Ahora bien, dos cosas hay que contentan con aparecer en público con
resaltan hoy día en medio de la extrem a adornos tales que la m ayor parte de
perversidad de las costum bres: un infi ellas los hubieran rechazado tiempo
nito deseo de riquezas y u na insaciable atrás como enteram ente reñidos con la
sed de placeres. De aquí, como de fuen m odestia cristiana, sino que se atreven
te principal, dim anan la m ancha y el a penetrar sin tem or alguno en el sa
baldón de este siglo, a saber, que m ien grado templo, y a asistir a las funciones
tras éste progresa constantem ente en sacras, y hasta a presentarse en la Mesa
todo lo que entraña com odidad y bien Eucarística, donde se recibe al Autor
estar p ara la vida, parece sin embargo de la castidad, ataviadas con los incen
retroceder m iserablem ente a las vergon tivos de feas concupiscencias. Y no h a
zosas lacras de la antigüedad pagana, blemos de esas danzas — si una m ala
en lo que es de m ayor m onta, es decir, otra peor— que salidas de la barbarie
en el deber de llevar una vida justa y han irrum pido poco ha en los salones
honrada. Pues cuanto más se oscurecen más elegantes, sin que sea posible en
a los ojos de los m ortales los eternos contrar cosa más a propósito que ellas
bienes que en el cielo los aguardan, ta n para acabar con el último rastro de
to más se dejan atraer y arreb atar los pudor.
(0 J u a n , 17, 16. (5) I Cor. 2, 12.
976 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1921) 123, 7-8
tiua por cosa grave” y juntam ente “por 9. Bendición Apostólica. Y ahora, Ve
causa pública”, guardando las rúbricas nerables Hermanos, como auspicio de
generales del Misal Romano, tal como las divinas mercedes y como testimonio
se hallan en la novísim a edición Vati de Nuestra benevolencia, tanto a vos
cana del mismo. otros como a todos los herm anos de la
III. - Todos los sacerdotes de dichos Tercera Orden, os im partim os con el
templos podrán durante esos días, al m ayor afecto la bendición apostólica.
bendecir Rosarios, m edallas y cosas se Dado en Roma, junto a San Pedro,
mejantes, enriquecerlos con las indul en la E pifanía del Señor del año 1921,
gencias apostólicas, y adem ás dar a los séptimo de Nuestro Pontificado.
Rosarios las indulgencias de los Cruci
feros y de S a n t a B r í g i d a . BENEDICTO PAPA XV.
ENCICLICA “IN PRECLARA”***
(30-IV-1921)
que todas las personas cultas, sabemos, drá lugar en Florencia, en la Iglesia de
han constituido consejos especiales de S a n J u a n , que recordaba su emoción,
personas eminentes a fin de que en todo allá en su destierro en su avanzada
el orbe sea celebrada dignam ente la edad, deseando con ardor recibir los
mem oria de esta gloria de la hum ani laureles de poeta en la m ism a fuente
dad. bautism al en que fuera bautizado en su
210 Ahora bien, no sólo no podemos fal niñez.
tar en tan adm irable y excelente coro,
sino que es preciso que estemos entre 2. Foa*mación escolástica de D ante.
los prim eros. Al llegar a la edad en que floreció por
Ya que desde un principio la Iglesia sus estudios filosóficos y sagrados, con
consideró a D a n t e A l ig h ie r i como hijo el auxilio de los doctores escolásticos
suyo. Porque, además, en la iniciación que habían recogido lo más selecto de
de Nuestro Pontificado enviamos una sus predecesores y lo habían entregado
carta al Arzobispo de Ravena, en que a la posteridad después de ilum inarlo
m andábam os decorar el tem plo que con sus claros raciocinios, en medio de
contiene el Sepulcro de D a n t e A l i - la variedad de sus estudios, siguió en
g h i e r i , p ara su centenario. todo a T o m á s d e A q u i n o , el jefe de la
Ahora, después de auspiciar esta so Escuela; y de este maestro, cuya m ente
lemnidad, Nos pareció, am ados hijos, angelical es famosa, aprendió casi todo
(*) A. A. S. 13 (1921) págs. 209-217. Traducción especial para la 1? edición.
— 978 —
124. 3-4 E n c íc l ic a “ I n p r a e c l a r a ” 979
su saber filosófico y tam bién teológico, esferas, que enseñaban los antiguos, no
ya que no descuidó ninguna clase de son tales, y que la naturaleza, el núm e
conocimientos y ciencias, ya que fue ro y curso de las estrellas y astros son
muy versado en las Sagradas E scrituras absolutam ente distintos de lo que aque
y en los libros de los Santos Padres. llos creían, sin embargo sigue siendo
Así, doctísimo en todas las ciencias, cierto el que esta estructura universal
pero ante todo sabio en la sabiduría sea cual sea el orden que rige en sus
11 cristiana, al aplicarse a su obra tomó partes, está gobernada por la misma
del cam po mismo de la religión, p ara voluntad que la ha creado, que es la de
desarrollar en sus versos, un asunto in Dios Omnipotente, que mueve todas las
menso y sublime. E n lo cual podemos cosas, cualesquiera ellas sean, y que en
adm irar la grandeza y fuerza increíble todas partes resplandece con su gloria.
de su ingenio; pero al mismo tiempo se Aunque esta tierra que los hombres
presenta ante los ojos el que haya obte habitam os no puede decirse, como se
nido gran parte de esa fortaleza por dijo, que era como el centro del *mi
inspiración de la fe divina, y que haya verso; sin embargo es cierto que ella 212
obrado de modo que distinga a su obra fue el lugar de la edénica vida de nues
m áxim a con el gran esplendor de la tros prim eros padres y que fue después
verdad revelada, no menos que con los testigo tanto de nuestra tristísim a caída
resplandores del arte. con que ellos perdieron aquel estado,
como de la restitución de la salud eter
3. La Divina Comedia. Pues en toda na de los hom bres por la sangre de
esta Comedia, justam ente llam ada divi J esucristo.
na, las mismas cosas que n a rra como En consecuencia explicó los tres es
fingidas e inventadas, o las referidas a tados de las almas, que en su mente
la vida m ortal, las relata p ara m ostrar había concebido, de un modo tal, que
la justicia y providencia de Dios, que p ara describir antes del día postrero del
gobierna el m undo en el curso del tiem juicio divino, ya la condenación de los
po y en la eternidad, que prem ia y réprobos, ya la purificación de las pia
castiga a todos y a cada uno de los dosas almas del purgatorio, ya la feli
hom bres según sus méritos. cidad de los bienaventurados, parecía
Consiguientemente, y en perfecta auxiliarse con la lum inosa claridad que
concordancia con las creencias de la dan las profundas enseñanzas de la fe.
fe católica, brillan en este poema, la
augusta Trinidad de un solo Dios, la 4. Enseñanzas preciosas dejadas en
Redención del género hum ano realizada sus escritos. Ahora bien, de entre lo
por el Verbo Encarnado de Dios, y la que dejó en sus escritos todos, y princi
excelsa benignidad y liberalidad de la palm ente en su triple poema, creemos
Virgen María , Madre de Dios, y Reina que esto podrá ser un excelente ejemplo
de los cielos, y la celestial beatitud de para nuestros hombres.
los ángeles, de los santos, y de los Ante todo afirm a que a la Sagrada
hombres. E scritura le es debida la m ayor reveren
A esto se oponen en los infiernos los cia por parte de los cristianos y que es
suplicios establecidos p ara los impíos, necesario aceptar lo que contiene, con
y en un lugar interm edio la residencia suma devoción, porque “aunque son
de las alm as que, una vez expiadas sus muchos los que transcribieron la divina
culpas, pueden en trar en los cielos. Una palabra, el único que la ha dictado es
sapientísim a arquitectura de éstos y d e Dios, que se dignó explicarnos sus san
más dogmas católicos se ve en todo el tos designios por las plumas de muchos
poema. escritores”U).
Si, empero, la progresiva investiga* Esto está dicho en form a tan exac
ción de la ciencia acerca de las cosas ta como hermosa. Lo mismo que aque
celestiales dem ostró después que aq u e llo de que “el viejo y el nuevo Testa
lla estructura del mundo, que aquellas 1 mento, que nos ha sido dado para la
(1) Mon. ,3, 4.
980 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1921) 124, 5-6
fluyeron los rum ores de hom bres que, a él se llegue esté libre de prejuicios y
—como sucede en estos casos, interp re deseoso de la verdad. Más aún, siendo
tan m al todo lo que del adversario p ro no pocos entre los nuestros los buenos
viene. Por otra parte, ya que “es pre poetas, que parecen tener la aprobación
ciso” —tal es la flaqueza de los m o rta de todos, mezclando lo útil a lo agra
les— “que hasta los corazones religiosos dable, posee esto empero D a n t e de un
se manchen con el polvo del mundo” modo tal que, cautivando a cada lector
¿quién negará que m uchas cosas había por la variedad de las imágenes, por el
en aquel tiempo que no podían ap ro colorido, y por la grandiosidad de los
barse en hom bres consagrados; todo lo pensam ientos y lenguaje, atrae y excita
cual llenó de aflicción y m alestar su al am or de la sabiduría cristiana: nadie
ánimo enteram ente consagrado a la en verdad ignora crue confesó abierta
Iglesia, y hasta hizo que varones de mente haber compuesto este poem a con
gran santidad de vida dejaran sentir la intención de facilitar a todos un poco
graves quejas? de sustento vital.
Ahora bien, lo que justa o in ju sta Y así sabemos que algunos —y aún
mente reprendió y vituperó en los clé de reciente memoria, que estaban ale
rigos, de ningún modo quizo extenderlo jados de Cristo, sin ser contrarios a él—
y aplicarlo al honor debido a la Igle al dedicarse principalm ente a la lectura
sia, o a la veneración debida a las y estudio del poeta, con el auxilio de
Llaves de P e d r o ; en consecuencia, en Dios, se interesaron prim ero en la ver
asuntos políticos defendió su propia dad de la fe católica y por ese camino
opinión “apoyado en aquel respeto que se acogieron gustosísimos al seno de la
un hijo piadoso debe al padre, a la Iglesia.
madre, a Cristo, a la Iglesia, al Pastor, Lo oportuno y justificado de la cele
y a todos los que profesan la religión bración. Lo que hasta ahora se ha re
cristiana, por el triunfo de la uer- cordado es suficiente para m ostrar cuán
dad”W. oportuno sea, que en este centenario
todos los buenos se sientan más dispues
7. Tesoro doctrinal y artístico de tos a retener esa Fe, protectora de las
su obra. H abiendo inspirado toda la bellas artes, virtud ésta que en D a n t e
arquitectura de su poem a en los funda A l ig h ie r i es m agníficam ente recono
mentos de la religión, no es de m aravi cida.
llarse si en él se encuentra oculto, pue No sólo causa adm iración en él la
de decirse, un tesoro de la doctrina ca m aravillosa facultad de su ingenio, sino
tólica, es decir, la savia de la filosofía tam bién esa inm ensa grandeza del argu
y teología cristianas, y el conjunto de mento, que la santa religión le inspiró
las leyes divinas p ara el gobierno y en su canto; y lo que de artista tenía
adm inistración de los asuntos públicos. por naturaleza, lo perfeccionaba sin
No era D a n t e A l ig h ie r i como aquel cesar con el estudio de los modelos de
que dijera públicam ente que, con el fin la antigüedad, y aún más, como se ha
de extender la grandeza de la patria o dicho, con las obras de los Doctores y
de agradar a los gobiernos, podía des Padres de la Iglesia.
cuidarse la justicia y el derecho de Esto le perm ite volar con el pensa
Dios, en cuya conservación, bien lo sa miento y la mente hasta alturas y ex
bía, está el fundam ento y consistencia tensiones m ucho mayores que si estu
de los pueblos. viere atado a los estrechos límites de
De aquí que pueda hallarse en este las cosas naturales.
poeta el artístico placer de sus bellezas,
pero tam bién un provecho de no m enor 8. El poeta cristiano. De este modo,
im portancia, es decir, que es modelo si bien alejado de nosotros por largos
p ara el conocimiento del arte y p ara la siglos, pertenece casi a esta edad, como
práctica de la virtud; siempre que quien dicen; y es de m ás actualidad que cual-
(7) S. León Magno, Serm. 4 de Quadrag. (8) Mon. 3, 3.
982 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1921) 124. 9
quiera de los actuales vates renovadores públicas y está entre los libros que de
del paganismo aquel que fuera barrido ben ser estudiados, sin embargo aquel
por la victoria de Cristo en la Cruz. alimento vital, siendo escrito para ser
La m ism a piedad inspira a D ante ésto, la m ayoría de las veces no llega
Alighieri y a nosotros; identidad de hasta los jóvenes ya que, a causa de los
sentimientos inspira la religión; una defectos de la enseñanza, no están incli
m ism a vestidura reviste a “la verdad nados como conviene a todo lo que sea
venida a nosotros desde el cielo, por la de fe.
cual somos elevados a lo sublime”. Esta
es su m ás noble alabanza, ser poeta 9. Conclusión. Q uiera Dios que se
cristiano, esto es, haber cantado con consiga esto con el solemne centenario,
versos casi divinos las instituciones cris de modo que, en todas partes en que h a
tianas, cuyo contenido y form a tan an i ya preocupación por la enseñanza de las
mosamente profundizara, y tan adm ira letras a la juventud, se haga esto en
blemente sintiera y viviera. honor a Dante y se eduque a los alum
Y quienes pretenden negarle esta ala nos en la doctrina cristiana; que no
banza, com parando toda la naturaleza otro fue su propósito al com poner su
religiosa de la Comedia como una fin poema, sino “elevar a los seres vivien
gida fábula, sin fundam ento alguno de tes de esta vida por sobre el estado de
verdad, éstos en verdad le niegan lo miseria”, es decir, del pecado, “y lle
que es prim ario en nuestro Poeta y varlos al estado de felicidad”, que es el
fundam ento de todas las demás ala de la gracia d iv in a ^ .
banzas. Vosotros, am ados hijos, que os ocu
Así, pues, si tan ta parte de su fam a páis y os dedicáis al estudio de las
y grandeza debe D ante a la fe católica, letras y de las bellas artes, bajo el m a
valga este solo ejemplo, que nos ahorra gisterio de la Iglesia, am ad y apreciad,
los demás, p ara dem ostrar cuán falso como lo estáis haciendo, este Poema,
es que la consagración de la mente y que no vacilamos en llam ar panegírico
del corazón a Dios corte las alas del de la sabiduría cristiana, y su prego
ingenio, m ientras, por el contrario, lo nero, el más elocuente de todos.
espolea y lo eleva. Acrecentaréis así vuestro am or por
Puede observarse rectam ente aquí él, y cultivaréis m ás vuestros ánimos
cuán m al se preocupan por el adelanto en pro del esplendor de la verdad, y os
de los estudios y de la hum anidad aque m antendréis con m ás constancia en el
llos que pretenden quitar todo lo que am or y cuidado de la santa Fe.
sea religión en la educación de la ju Bendición Apostólica. Y ahora, am a
ventud. dos hijos, a todos os im partim os con
Pues da lástim a ver que la enseñanza todo am or la Apostólica bendición, que
que se da públicam ente a la juventud os testim onia Nuestra paternal benevo
estudiosa suele ser tal, como si el hom lencia, y os augura las gracias del cielo.
bre no tuviera ninguna noticia de su Dada en Roma, en San Pedro, el día
Dios, ni de aquellas m áxim as verdades 30 del mes de Abril de 1921, en el año
que están por encim a de la naturaleza. séptimo de Nuestro Pontificado.
Pues si bien a veces este “poema sa
grado” no es extraño en las escuelas9 BENEDICTO PAPA XV.
(9) Epist. 10, párr. 15.
CARTA ENCICLICA “FAUSTO APPETENTE DIE”W
(29-VI-1921)
a) Form ación apostólica de los se para siempre la fuerza de los turcos,
glares junto a las islas Equínadas, con el favor
6. La O rden T ercera. Tam bién nos y ayuda de la Virgen Madre de Dios, a
dice la historia que al form ar a sus la que por ello m andó saludar en ade
prim eros hijos en la perfección cristia lante como Auxilio de los Cristianos.
na, pensó D omingo en form ar u na sa 3. El amor mañano
grada m ilicia de los laicos piadosos y
religiosos, la cual a la vez defendiese los 7. E xim ia piedad hacia la Sma. Vir
derechos de la Iglesia y resistiese fu er gen. Con lo cual se dem ostró clara
temente a los herejes. De aquí aquella m ente tam bién lo que dijim os ser la
Orden Tercera de Dominicos, la cual, tercera característica de la predicación
difundiendo entre los seglares u na m a de los Dominicos, la piedad devotísima
nera perfecta de vida, había de resultar hacia la gran Madre de Dios.
p ara la Madre Iglesia de ornato y de La victoria naupactense la conoció
fensa a la vez. el Pontífice por inspiración divina, co
Y la dedicación a esta Cátedra, reci mo ocurrida en aquel mismo momento
bida del Padre Fundador, pasó a los h i en que las herm andades piadosas roga
jos como herencia. Porque, cuantas ve ban a María con la fórm ula del santí
ces acaeció que, llenándose las mentes simo Rosario, que el mismo Fundador
de los hom bres de errores, la Iglesia de los Predicadores había hallado, y
tuviera que sufrir por los movimientos que por sus hijos había procurado di
populares, o injusticia de los Príncipes, fundir después ampliam ente.
tuvo esta Sede Apostólica en los H er Pues como la amase como a Ma
m anos Dominicos quienes, tom ando la dre, confiando principalm ente en su
defensa de la verdad y de la justicia, patrocinio, se lanzó D omingo a defen
tuvo una ayuda m uy oportuna p ara der la causa de la fe. Por ello contra
conservar el esplendor de su autoridad. los herejes albigenses, que, junto con
otros capítulos de la fe, negaban en
b) Santa Catalina de Sena medio de las mayores injurias la divina
¿Quién ignora cuán preclaram ente m aternidad y virginidad de María , él,
se portó en esta parte aquella virgen difundiendo con todas sus fuerzas la
dominica, Catalina de S ena , quien, santidad de estos dogmas, invocaba el
urgiéndola la caridad de Cristo, habien auxilio de la m ism a Virgen Madre,
do superado increíbles dificultades, p er usando frecuentem ente aquellas pala
suadió al Sumo Pontífice lo que ningún bras: “Dignaos ayudarme a que os
otro había conseguido — que volviese a alabe, Virgen Sagrada; dadme fuerza
su sede Rom ana, después de 70 años contra vuestros enemigos
de ausencia; y quien después, cuando
la Iglesia occidental fue desgarrada por 4. La difusión del rezo del Santo
un fiero cisma, m antuvo a un gran n ú Rosario
mero de fieles en la fe y en la obedien
cia del Pontífice legítimo? Y cuán grato fuera a la Reina de los
Cielos el siervo piadoso, fácilmente pue
c) Cuatro Papas de la orden Do de colegirse de que usó de él mismo
m inica como medio para enseñar a la Iglesia,
Y, p ara om itir otras cosas, no hay esposa de su Hijo, el santísim o Rosario,
que pasar por alto que de los H erm anos aquella oración que al hacerse ju n ta
Dominicos han salido cuatro grandes m ente con los labios y con la m ente—
Pontífices Romanos, de los que el últi contem plándose los principales m iste
mo, S an P ío V, mereció p ara siempre rios de la religión, m ientras la oración
bien de la sociedad cristiana y civil, dominical se repite quince veces con
pues habiendo reunido en una coali otras tantas decenas de la salutación
ción, merced a sus grandes instancias y m ariana, es aptísim o para alim entar y
exhortaciones, las arm as de los P rín ci excitar en el pueblo la piedad y toda
pes católicos con las propias, venció virtud. Con razón, pues, m andó D omin
986 E n c íc l ic a s d e l PP. B e n e d ic t o XV (1921) 125. 8
go a sus Hijos que al enseñar la pala Tienen pues los herm anos Dominicos
bra de Dios a los pueblos, insistieran un campo casi inmenso en el cual pue
con todo empeño en inculcar esta fo r den trab ajar con sum a utilidad para la
m a de o rar en los ánimos de sus oyen salvación de todos. Por lo cual, a todos
tes, porque tenía bien experim entada su los que pertenecen a esta Orden les
utilidad. Pues había conocido muy bien aconsejamos en gran m anera, que en
que María por una parte tenía tan gran estas solemnidades centenarias renue
autoridad ante su Hijo Divino que, ven sus ánimos a ejemplo de su santí
cuantas gracias éste da a los hombres, simo Fundador, y que se m uestren cada
siempre las concede por su intermedio día más dignos de tal Padre.
y arbitrio; y por otra parte, que es Ma Los terciarios dom inicanos. Como es
ría de tan benigna y clemente condi
natural, los que pertenecen a la Pri-r
ción, que como quiera que espontánea m era Orden deben en esto aventajar
m ente socorra a los desgraciados, de a los demás y poner su m áximo em pe
ninguna m anera puede negar su auxilio ño en la predicación de la palabra di
a los que se lo pidan. Así, pues, la Igle vina, de donde aum entará en los hom
sia la ha experim entado siempre tal co bres, juntam ente con la reverencia hacia
mo acostum bra a saludarla, como Ma el Sucesor de P edro y la devoción hacia
dre de la gracia y Madre de la Miseri la Virgen Madre, el conocimiento y de
cordia, principalm ente con el uso del fensa de la verdad. Pero tam bién de
R osario; en lo cual los Romanos P ontí los H erm anos Terciarios Dominicanos
fices nunca han omitido una ocasión espera la Iglesia gran utilidad, si tienen
de ensalzar con grandes alabanzas el empeño en acomodarse con toda dili
Rosario M ariano y enriquecerlo con las gencia al espíritu de su Patriarca, ins
mercedes de las indulgencias apostó truyendo a los rudos e ignorantes en los
licas. preceptos de la vida cristiana. Por lo
E pílogo : cual deseamos y anhelam os que sean
La obra apostólica moderna de ellos muchos y fervorosos; puesto que
Ios dominicos se trata de un asunto de gran im por
tancia para el bien de las almas. F inal
8. A ctual necesidad de la obra Domimente, a todos los hijos del Padre S an
nicana. A hora bien, como bien sabéis to D omingo les encomendamos, como
vosotros, Venerables H ermanos, la a su cuidado especial, que el pueblo
oportunidad del instituto Dominicano cristiano se acostum bre en todas partes
no es m enor en este tiempo que en el al Rosario Mariano; a lo cual Nos, si
del Fundador. Cuántos hay hoy que guiendo el ejemplo de Nuestros prede
faltos del pan de vida, esto es, de la cesores y principalm ente de L eón XIII
doctrina celestial, se consumen de ham de feliz recordación, le hemos exhorta
bre; cuántos que engañados por la ap a do en su ocasión, e instantem ente en
riencia de la verdad están separados de estos tiempos calamitosos se lo reco
la fe por gran variedad de errores: para m endamos; y. si esto obtenemos, ten
atender a las necesidades de ellos con dremos por m uy fructuosa la celebra
venientemente, los sacerdotes, adm inis ción de este centenario.
trando la palabra de Dios, deben estar
en gran m anera ansiosos de la salvación Bendición Apostólica. Como auspicio
ajena, y a la vez bien instruidos con la de los divinos dones y testimonio de
ciencia sólida de las cosas divinas. Nuestra benevolencia a Vosotros, Ve
Cuántos ingratos y desagradecidos hijos nerables Hermanos, a vuestro clero y
de la Iglesia están separados del Vicario al pueblo os damos con todo am or en
de J esucristo por la ignorancia o por el Señor la apostólica bendición.
la m ala voluntad, a los que es necesario Dado en Roma, junto a San Pedro,
atraer al seno del Padre Común. Y para el día 29 de Junio, fiesta de los príncipes
sanar todos estos males y los demás de de los Apóstoles, el año 1921, séptimo
este siglo, cuánto necesitamos del p a de Nuestro Pontificado.
trocinio m aternal de María. BENEDICTO PAPA XV.
ENCICLICAS
DE
PI O PAPA XI
INTRODUCCION
Hacían ya tres días que los Romanos acudían a la Plaza de San Pedro con ansias
de ver salir el humo blanco que anunciara la elección de un nuevo Pontífice. Llegó la
mañana del 6 de Febrero de 1922. El día era lluvioso y una neblina impedía ver clara
mente. De pronto en la chimenea secular se ve un humo; la gente dirige hacia ella sus
ojos; pero la obscuridad del ambiente le impide darse perfecta cuenta. Las opiniones
se dividen: es blanco; no, es negro. Pero por fin triunfan y sale un color inconfundible.
Desde la invasión de las tropas de la Casa de Saboya, la puerta de la “Logia” no se
abría como en épocas anteriores, para que el nuevo Papa desde la “Logia” bendijera
al pueblo romano. De pronto la Logia se abre y el Cardenal Bisleti habla: “Os anuncio
un gran acontecimiento, tenemos Papa. El Emmo. Card. Aquiles Ratti, que ha tomado el
nombre de PIO XI”. La muchedumbre estalla en aclamaciones y se precipita hacia la
Iglesia de San Pedro. Sin embargo las puertas se cierran. Una emoción sacude nece
sariamente a la muchedumbre. Tal vez el Papa bendecirá a Roma y al mundo desde la
“Logia”. En el balcón empiezan a aparecer figuras. Las trompetas de plata anunciando
al Papa suenan. La muchedumbre vibra y allá en la “Logia” después de más de 50 años
nuevamente el pueblo romano contempla a su verdadero soberano. La figura blanca del
Papa dibuja en los aires la bendición y la va desparramando sobre esa multitud fiel
que le ha venido a prestar amor y reverencia. La noticia recorre el mundo. La actitud
del Papa rompiendo su aislamiento de protesta y saludando a la multitud desde el
balcón es interpretada por distintas maneras. El mundo se prepara para presenciar la
actuación de un hombre que viene decidido a luchar. Su lema proclamado y desplegado
por la cristiandad es saludado con simpatía: “la paz de Cristo en el reino de Cristo”.
Católicos, políticos, gobiernos, están pendientes de ese hombre que ha desaparecido
tras la ventana de San Pedro...
Aquiles Ratti nace en Decio el 31 de Marzo de 1857. Realiza sus estudios eclesiás
ticos en la Universidad Gregoriana de Roma. En 1879 es ordenado sacerdote. Habiendo
demostrado una extraordinaria aptitud para los estudios es nombrado prefecto de la
Magna Biblioteca Ambrosiana de Milán. Posteriormente en el año 1914 es trasladado
con el mismo cargo a la Vaticana. Su gran talento y juicio hace que el Papa lo nombre
Visitador Apostólico de Polonia en 1918, ascendiéndolo a Nuncio de la misma nación
en 1919. Es en este cargo donde Aquiles Ratti, en la tremenda invasión de los rusos ham
brientos sobre Polonia, aprende a conocer la miseria, injusticia y dolor. En el Consis
torio de 1921 es creado Cardenal y nombrado Arzobispo de Milán. La labor desarrollada
en su sede es poca, ya que meses después es elevado a dignidad de Pontífice de la
Iglesia Católica,
PIO XI llega al Papado en tiempos difíciles. Su erudición histórica le hace conocer
mejor que nadie, las tremendas eventualidades que aguardan a los Jefes de la Iglesia.
Desde el primer momento se vio que sería un hombre reposadamente progresista,
intenso partidario de la acción, metódico en sus resoluciones, adversario de los ele
mentos inútiles, positivo y preciso en sus actos, de una fuerza inteligente, nada soñador
y que doblegará a quienes se le opongan. No será un izquierdista, menos aún será un
conservador en el sentido malo de la palabra. Será de un sentido común servido por una
ilustración vastísima... y una voluntad que no sabe ceder. Así pintó más o menos
Franceschi a PIO XI cuando éste fuera elegido en 1922. Es indudable que su juicio fué
acertado.
Su primera Encíclica al mundo católico “UBI ARCANO” nos muestra al hombre
dueño de sí. En ella expone el programa de su pontificado. Está resuelto a luchar sin
descanso a fin de “establecer la paz de Cristo en el reino de Cristo”. Como complemento
a este reinado de Cristo publica en 1925 “QUAS PRIMAS” donde establece la fiesta de
Cristo Rey. En 1928 “MISERENTISSIMUS” con el cual documento da nuevo culto al
Corazón de Cristo.
Con sus Encíclicas “NOVA IMPENDET” y “CARITATE CHRISTI” el Papa abor
dando los temas sociales más profundos de la clase obrera prepara al mundo para su
inmortal Encíclica sobre el comunismo “DIVINI REDEMPTORIS” del 19 de Marzo de
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990 V id a Y O bra de P ío XI
1937. En ella hace un rechazo absoluto de sus teorías como opuesto a los intereses de
la Iglesia, de Cristo y de la persona humana. Y con ella se conmueve todo el mundo.
Católico, protestante, judío, el mundo entero alaba ese documento. Y la Rusia, sorda a
las quejas de tantos políticos y gobiernos, ante la tremenda denuncia del Vicario de
Cristo, procura disimular sus ataques. Ese hombre de Roma decían los Comunistas nos
molesta más que Inglaterra y Francia.
En su “QUADRAGESIMO ANNO” fija con precisión propia de estadista las con
diciones de paz. Va a la sustancia de los problemas sociales. Solamente una justicia
basada en el respeto a la persona humana y a sus exigencias naturales puede solucionar
el grave problema social. El hombre es un hermano de su patrón y jefe y no un esclavo.
Pero la voz de PIO XI llega hasta el mismo hogar. Mil peligros se cernían sobre los
hogares; el divorcio; la limitación de los hijos etc., minaban los fundamentos de la
sociedad conyugal. En tales circunstancias la Encíclica “CASTI CONNUBII” aborda de
frente el problema del matrimonio batiendo en brecha el muro de prejuicios, intereses y
pasiones que se oponen a la familia cristiana. El matrimonio no es una justificación
social de las pasiones, es un sacramento instituido por Cristo. La familia humana es
creación divina. No es lícito matar en el mismo templo (las entrañas maternas) que
Dios ha elegido para crear (1930).
Pero junto a la familia están los hijos: flores desarrolladas que naturalmente crecen
bajo la mirada de Dios en los hogares cristianos. Y en nombre de esa multitud de niños
privados de Dios el Papa habla en su Encíclica “DIVINI ILLIUS MAGISTRI”: nadie
puede quitar a la Iglesia sus derechos para educar a la niñez. La familia es la dueña
absoluta de la educación de los niños; ella debe cooperar con la Iglesia en su educación.
El Estado no puede apoderarse de derechos que nunca tuvo.
Pero el Estado Romano mientras tanto con su doctrina está rompiendo el Tratado
de Letrán. Es entonces cuando el Papa hace oír su voz en Italia. Es su documento “NON
ABBIAMO BISOGNO” que ante la faz entera del mundo lanza su grito de protesta. El
Papa no cederá nunca. Podrá Mussolini y sus camisas pardas saquear, pero PIO XI no
callará. Los que pensaron que el Tratado había sido una capitulación del Papado se
equivocaron. Italia que no quería reconocer la plena independencia del Vaticano en
1873 la tuvo que reconocer en 1929. Y cuando pensó que nuevamente podía interponerse
ante la voluntad del Papa nuevamente se equivocó. Ante la firmeza de su Santidad el
Líder Fascista exclamó: “Es tan duro como yo el Papa” y sin embargo se equivocó,
porque el Papa no cedió y la dureza de Mussolini se quebró ante la firmeza de PIO XI.
Así el Papa ante la admiración del mundo doblegó a ese hombre, que se reía de los
Iratados internacionales.
En el norte de Europa Hitler se creía dueño de todo. Pero PIO XI tendrá valor.
Nada le importa a él el poder del nazismo. El había dicho que hablaría y así como con
cretando en un sólo documento las miles de protestas lanzadas contra el gobierno ale
mán publica su Encíclica “MIT BRENNENDER SORGE” dándole al nazismo la más
acertada de las puñaladas que lo conducirían a la muerte. Es él que descubre ante la
faz del mundo nuevamente el peligro que hay detrás de ese racismo exagerado (1937).
Las horas están ocupadas en el Vaticano durante el Pontificado de PIO XI. Una
serie de documentos se suceden. La GUERRA ESPAÑOLA hiere profundamente al
Papa en el corazón de padre. Sus hijos son fusilados. Sus temores expuestos en la
Encíclica “DILECTISSIMA NOBIS” con motivo del advenimiento de la República
Española se cumplen. Cada día llegan a Roma los nombres de los sacerdotes fusilados y
martirizados: mil, dos mil, diez mil religiosos y sacerdotes; religiosas sacadas de sus
conventos y arrastradas por las calles. Es entonces cuando el Papa en un gesto gran
dioso, cuando todo el mundo estaba esperando el rumbo que tomarían las cosas,
PIO XI nombra Embajador ante el Gobierno de Franco. Para el Pontífice estaba muy
clara la cuestión del auténtico gobierno. Pues una legislación que no respete los dere
chos de la religión no es legítima.
Dejando sin analizar el marco que dio margen a la publicación de otros documen
tos, procuraré esbozar algo sobre la llamada “Cuestión Romana”. Desde 1870 el Papa
era considerado prácticamente un prisionero del Reino de Italia. La declarada invasión
de Roma, atentado rapiño contra los intereses de un soberano, trajo para el Pontifi
cado una serie de dificultades. Italia ante las protestas de católicos y gobiernos trataba
hacía mucho tiempo de solucionar la “Cuestión Romana”. Sin embargo sus pretensiones
que no reconocían las garantías de un Soberano independiente de Italia al Papa,
V id a Y O bra de P ío XI 991
habían sido rechazadas por todos los Pontífices. Al llegar Mussolini al poder se vis
lumbró una esperanza. Primeramente trató como siempre de obtener una renuncia
total de parte del Vaticano. Sin embargo su aguda penetración psicológica de criterio
eminentemente realista y de autoridad sin control, le decía que había que considerar
como justas las pretensiones del Papado. Y así después de mucho tiempo, con el
triunfo absoluto del Papado se publicó al mundo entero el Tratado de Letrán. El Pontí
fice era un Soberano legítimo; la Ciudad Vaticana es un estado completamente indepen
diente de Italia, el Papa era el único que mandaba en su pequeño reino. Si se conside
ra por otra parte, que la religión católica sería la única considerada por el Estado
como verdadera; y que la educación católica de la niñez sería asegurada, claramente se
ve que la influencia del Pontificadosobre toda Italia es mayor ahora que el año 70.
Los que, sin embargo, pensaron que Mussolini no respetaría los tratados se equi
vocaron. Su primer atentado encuentra toda la resistencia del Papa y ante la amenaza
espiritual de su protesta, el Duce confiesa explícitamente “PIO XI tiene la cabeza más
dura que la mía”.
El Papa también aspira a la fundación de las Iglesias propias e indígenas en cada
país: Japón, India etc., reciben el nombramiento de obispos indios, japoneses etc.
Y antes de terminar esta reseña hay que decir que la Acción Católica, esa multitud
de jóvenes que defienden en todas partes los derechos de Cristo, es una obra netamente
suya. El, con su visión extraordinaria la organizó, y cuando más de algún gobierno
trató de atacarla por ver en ella una fuerza que se oponía a su política, es el mismo
PIO XI, el que sale a la defensa.
Otra de sus grandes obras es el esfuerzo en favor de la ciencia. Por todas partes
sus cartas exhortando a la creación de Universidades Católicas, centros de Estudios
etc. etc., van dando como frutos que se levanten facultades universitarias que honran
a la Iglesia y al catolicismo de las naciones: Santiago de Chile; Río de Janeiro; Estados
Unidos, Valparaíso ven levantarse Universidades Católicas. El mismo llama a Roma a
varios sabios y funda la famosa Academia Pontificia de Ciencias. El progreso de las
ciencias al servicio de la Iglesia es su lema. En los mismos jardines vaticanos levanta
ideada por el sabio Marconi una radio, una de las mejores de su tiempo.
De este modo el prestigio de la Sede Apostólica recorre los países: Alemania,
Inglaterra y 14 países más acreditan sus Embajadores. Los nuncios papales se encuen
tran en todas las capitales. PIO XI hace llegar a todas partes la influencia de aquel
estado pequeñito que se llama Vaticano.
He aquí en esquema algunas pinceladas de ese pontificado de PIO XI. Sin embargo
hemos enumerado tan sólo una parte de su actividad social. Junto a ella estaba el
sacerdote de una vida interior profunda. El hombre que para poder escribir oraba
mucho. Para concluir podemos decir que fué un Papa de visión certera de los proble
mas modernos; de firmeza en la ejecución y de profunda piedad. El supo realmente
conseguir para la Iglesia de Cristo el lema de su Pontificado “La paz de Cristo en el
reino de Cristo”.
MOTU PROPRIO “ROMANORUM PONTIFICUM’’^
(3-V-1922)
PIO PP. XI
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
1. P rin cip al m isión del P apado, la lo que el celo apostólico y la m últiple
propagación de la fe. Es n a tu ral que caridad de Cristo recomienden en orden
los Romanos Pontífices deban preocu a socorrer a las necesidades de las Mi
parse, del modo más intenso, por la siones.
salvación eterna de las almas, dilatando
el reino de J e s u c r is t o sobre la tierra, 3. Las fuentes de que provenían
dado que el divino F undador de la Igle antes los subsidios m ateriales. Lo que
sia dijo a los Apóstoles: Id y enseñad a propiam ente respecta a los subsidios
todas las nacionesO ); y predicad el m ateriales, que aunque para el progreso
Evangelio a toda creatura^K de las Misiones no son lo más im por
Jam ás se desentendió P e d r o de ese tante, desempeñan, ciertam ente, un gran
deber, jam ás sus sucesores, y por la papel, fueron proporcionados antaño
m ism a razón Nuestro predecesor G r e por Nuestros predecesores mismos con
g o r i o XV, en la época en que la habili generosidad. Accedió que los príncipes
dad y el esfuerzo de hom bres experi cristianos im pulsados por la convicción
mentados, explorando los mares, descu de que no poca utilidad de todo género
brieron tierras desconocidas y abrieron podían esperarse de allí para sus reinos
a los hom bres apostólicos el acceso a y sus naciones, ayudaban a esas Misio
nuevos pueblos, creyó acertadam ente, nes con im portantes subvenciones. Aho
como rezan sus Actas, que “el principal ra, empero, esta Sede Apostólica se en
deber del ministerio pastoral era la cuentra en otra situación y otro estado
Propagación de la fe cristiana”, e insti de fortuna; tampoco puede esperar ya
tuyó, por eso, la Sagrada Congregación mucho, en beneficio de los sagrados
de la Fe a fin de que ella prom oviera fines de la Iglesia, de la generosidad de
m ejor la obra ciertam ente inm ensa del las repúblicas.
apostolado entre los infieles.2*
4. Perspectivas de grandes éxitos m i
2. Misión de la Sagrada Congrega sioneros después de la prim era guerra
ción de la P ropaganda Fide. Incum be m undial. P or otro lado, tal vez nunca
a esta Congregación tanto enviar a los en otras épocas existió en el pueblo
m isioneros a todas partes del m undo y cristiano tanto interés por favorecer a
repartirlos según las necesidades de las las Misiones como últim am ente se m a
regiones, como ayudar con su consejo y nifestó. Por lo cual, Nuestro deplorado
contribuciones a las personas e institu predecesor B e n e d i c t o XV dirigió su
ciones, y proporcionar, finalm ente, todo Carta Encíclica “ Máximum illud” (3) so-
(*) A. A. S. 14 (1922) 321-326. Trad. para la 2? edición. El presente M o t u P r o p r i o , que se incorpora
a esta edición, va seguido de los “Estatutos Generales de la Obra de la Propagación de la Fe” (A.S.S.
14, 326-328) y de los “Estatutos para el Consejo Superior de la Obra de la Propagación de la Fe”
(A.A.S., 14, 328-330). P . H ,
(1) Mat. 28, 19. (3) Benedicto XV, M á x i m u m i l l u d , 30-XI-1919.
(2) Marc. 16, 15. AAS. 11 (1919) 440-455; en esta Colección: Encí-
126, 5-8 M o t u P r o p r io “ R o m a n o r u m P o n t if ic u m ” 993
bre el mismo problem a al orbe católico. nes y de cuantos hijos tiene la Iglesia
Pues, al Pontífice Óptimo y celosísimo se junten, aun los más insignificantes
quien m ientras se desarrollaba la in ter óbolos, en un solo punto, fondo único
m inable guerra sufría m uy acerbos do destinado a am parar todas las Misiones,
lores y trabajos, de modo que después y este dinero, entregado a Nuestro po
quedara casi exhausto por tra ta r de der y arbitrio, o sea tam bién a la Sa
convencer a E uropa de la necesidad de grada Congregación de la Propagación
la paz, por la bondad de Dios, fue b rin de la Fe, se ha de distribuir por varo
dado el consuelo de que en Africa, Asia nes elegidos por Nos a todas las Misio
y América, según indicaban argum entos nes, según la necesidad de cada una.
sólidos, podían ofrecer p ara la predica
7. La obra de la propagación de la
ción del Evangelio en un futuro cercano
fe de Lión; sus frutos y privilegios.
éxitos m ucho más grandes.
Cuando aun estábamos reflexionando
5. Generosidad del pueblo para pro de qué modo podía ejecutarse este plan,
porcionar los fondos; deficiencias del ocurrió felizmente la celebración de la
actual método de recogerlos. Nos, em eximia Obra de Lión, llam ada de la
pero, inspirados y alentados por la m is “Propagación de la Fe” que fue fu n
m a esperanza com prendem os que era dada hace 100 años por algunos varo
Nuestro deber procu rar que no faltasen nes que se destacaron elogiosamente
medios a esa obra y que, por la m isma por su piedad y caridad. No hay quien
razón, debíamos con todo ahinco tra b a ignore los singulares m éritos de esa
ja r porque se observase religiosam ente institución que debe contarse entre las
todo lo que él acertadísim am ente pres obras que dan esplendor y honor a la
cribiera y las misiones tuviesen en Francia católica.
abundancia los fondos que necesitaban Y es adm irable cuántos fieles de to
para desenvolverse m ejor. Cierto es que das las regiones y partes del mundo,
las órdenes religiosas suelen recoger d i unidos por el vínculo de esa caridad
rectam ente del pueblo cristiano los sub solían ayudar a las Misiones Católicas
sidios de bienes m ateriales que les h a tanto con el auxilio de su óbolo como
cen falta p ara sus misiones, y el pueblo, con el sufragio de su piadosa oración.
3 movido por am or a la Fe y el fervor P or eso, Nuestros predecesores, en
de la caridad o por otros nobilísimos especial G r e g o r io XVI en su Carta
sentimientos, da gustoso y en algunas Apostólica “Probe Nostis”, 18-IX-1840Í4)
naciones con prodigalidad. Pero ni este y L e ó n XIII en su Carta Encíclica
método de recoger limosnas se acom oda “Sancta Dei C i v i t a s del 3 de Diciem
a las necesidades de todas las Misiones bre de 1880 colm aron con grandes m er
ni se podrá por él con equidad y orden cedes de pontifical, indulgencias y privi
adm inistrar todas las regiones de infie legios la obra de que hablam os, y con
les en orden a producir m ayores venta elogiosísimas palabras la recom endaron
jas y estabilidad. a todos los Obispos y a la universa
grey de los fieles.
6. Fondo único para la universalidad
de las Misiones se formará en Roma. 8. Desprendimiento y equidad de los
Nos, igual que Nuestros predecesores Consejos de la Obra. Nos, em pero Nos
aprobam os todos los géneros de obras place ensalzar aquí la prudencia y equi
que se inventaron p ara socorrer a las dad de ambos consejos que la rigen, el
Misiones particulares, m as tenemos el de Lión y el de París, con lo cual ayu
propósito de atender la universalidad dan no sólo a las Misiones que el nobi
de las Misiones Católicas en cierta m a lísimo pueblo francés ha establecido
nera por colectas realizadas en todo el por doquiera, movido del celo que, para
orbe católico, de modo que todas las conservar y prom over la santa Fe, ha
limosnas recogidas en todas las nacio heredado de sus mayores, sino tam bién
(4) Gregorio XVI, Carta Apost. Probe Nostis, (5) León XIII, Sancta Dei Civitas, 3-XII-1880;
Í8-IX-1840; en esta Colección: Encíclica 8, pág. ASS. 13, 241; en esta Colección: Encíclica 36,
63-66; Acta Gregorii PP. XVI, Bernasconi III, 83. pág. 263-267.
E ncíclicas P on tificias 32
994 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío Xí (1922) 126, 9-12
FPTCTOT A A PO Q T O i TP A
“OFFICIORUM OMNIUM SANCTXSSIMORUM”^
(r-V III-1922)
PIO PP. XI
Dilecto Hijo Nuestro: Salud y bendición apostólica
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127, 3-6 E p ís t o l a A p o s t ó l ic a “ O f f ic io r u m O m n iu m ” 997
to m ientras no descanse en Dios. Por que son de la gran fam ilia hum ana, y
otra parte, como los bienes del espí que las otras naciones tienen derecho a
ritu, comunicados con otros, a todos vivir y a prosperar, sino tam bién que
enriquecen, sin padecer mengua, así, no es lícito ni conveniente el separar
por el contrario, los bienes m ateriales, lo útil de lo honesto. Porque la justicia
limitados corno son, cuanto m ás se re eleva las gentes y el pecado hace mise
parten tanto menos toca a cada uno. rables a los pueblos^12\ Y si el obtener
De donde resulta que los bienes terre ventajas para la propia fam ilia, ciudad
nos incapaces de contentar a todos por o nación con daño de los demás puede
igual, ni de saciar plenam ente a n in parecer a los hom bres una obra gloriosa
guno, son causas de divisiones y de y m agnífica, no hay que olvidar, como
tristeza, verdadera vanidad de vanida nos advierte S an Agustín , que ni será
des y aflicción del espíritu(10), como duradera, ni se verá libre del am or de
las llamó el sabio S alomón, después de la ruina: vitrea laetitia fragiliter splen-
bien experim entado. Y esto que acaece dida, cui timeatur horribilius ne repen
a los individuos acaece lo mismo a la te frangatur. <(Una vidriosa alegría, frá
682 sociedad. ¿De dónde nacen las guerras gilmente espléndida de la cual se teme,
y contiendas entre nosotros?, pregunta de un modo terrible, el repentino rom
S antiago Apóstol, ¿No es verdad que pimiento”(13L
de vuestras pasiones
10. El olvido de Dios, causa de la
9. Las tres concupiscencias. Porque inestabilidad. Pero el que se haya 683
la concupiscencia de la carne, o sea el ausentado la paz, y que después de
deseo de placeres, es la peste más fu haberse remediado tantos males toda
nesta que se puede pensar p ara p ertu r vía se le eche de menos, tiene que
b ar las fam ilias y la mism a sociedad: tener causa más honda que la que
de la concupiscencia de los ojos, o sea de hasta ahora hemos visto. Porque ya
la codicia de poseer, nacen las despia mucho antes que estallara la guerra
dadas luchas de las clases sociales, aten europea venía preparándose por culpa
to cada cual en dem asía a sus propios de los hom bres y de las sociedades la
intereses; y la soberbia de vida es decir, principal causa engendradora de tan
el ansia de m andar a los demás, ha lle grandes calamidades, causa que debía
vado a los partidos políticos a contien de haber desaparecido con la misma
das tan encarnizadas, que no se detie espantosa grandeza del conflicto si los
nen ni ante la rebelión, ni ante el cri hom bres hubieran entendido las signi
men de lesa m ajestad, ni ante el p a rri ficación de tan grandes acontecim ien-
cidio mismo de la patria. os. ¿Quién no sabe aquello de la E scri
Y a esta intem perancia de las pasio tura: Los que abandonaron al Señor
nes, cuando se cubre con el especioso serán consumidos?(14>; ni son menos
m anto de bien público y del am or a la conocidas aquellas gravísimas palabras
patria, es a quien hay que atrib uir las del Redentor y Maestro de los hom bres
enemistades internacionales. Pues aun J esucristo : Sin mí nada podéis ha-
este am or patrio, que de suyo es fuerte cer(15\ y aquellas otras: El que no alle
estím ulo p ara m uchas obras de virtud ga conmigo, dispersa^1®).
y de heroísm o cuando está dirigido por Sentencias éstas de Dios que en todo
la ley cristiana, es tam bién fuente de tiempo se han verificado y ahora sobre
m uchas injusticias cuando pasados los todo las vemos realizarse ante Nuestros
justos lím ites se convierte en am or p a mismos ojos. Alejáronse en m ala hora
trio desmesurado. Los que de este am or los hom bres de Dios y de J esucristo,
se dejan llevar olvidan no sólo que los y por eso precisamente de aquel estado
pueblos todos están unidos entre sí con feliz han venido a caer en este torbe
vínculos de herm anos, como m iembros llino de males y por la misma razón se
(10) E cl. 1, 2, 14. (14) Is. 1, 28.
(11) Santiago 4, 1. (15) Juan 15, 5.
(12) Prov. 14, 34. (16) Luc. 11, 23.
(13) S. Agustín, De Civ. Dei, lib. 4, c. 3.
1008 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío XI (1922)____________ 128, 11-12
sui/os(19), ya que siendo Dios, ve los caridad que a la justicia, ya que lo que
corazones(20), y en los corazones tiene ésta hace es remover los impedimentos
su reino. P or otra parte, con todo de de la paz, como son las injurias, los
recho pudo J e s u c r is t o llam ar suya esta daños; pero la paz es un acto propio y
paz, ya que fue el prim ero que dijo a peculiar de la caridad(3°).
los hom bres: Todos vosotros sois her-
manos(‘21\ y prom ulgó sellándola con El reino de la paz está en nuestro
su propia sangre la ley de la m utua interior. P o r tanto, a la paz de Cristo,
caridad y paciencia entre todos los que, nacida de la caridad, reside en lo
hom bres: este es mi mandamiento: que íntim o del alma, se acomoda m uy bien
os améis los unos a los otros, como yo a lo que S a n P a b l o dice del reino de
os he amado(22h soportad los unos las Dios que por la caridad se adueña de
cargas de los otros, y así cumpliréis la las alm as: no consiste el reino de Dios
ley de Cristo^2SK en comer y beber^D\ es decir, que la
paz de Cristo no se alim enta de bienes
caducos, sino de los espirituales y eter
13. La paz de Cristo, garantía nos, del cuya excelencia y ventaja el mismo
derecho y fru to de la caridad. Síguese Cristo declaró al m undo y no cesó de
de ahí claram ente que la verdadera paz persuadir a los hombres. Pues por eso
de Cristo no puede apartarse de las dijo: ¿Qué le aprovecha al hombre ga
norm as de justicia, ya porque es Dios nar todo el mundo si pierde el alma?, o
mismo el que juzga la justicia^2*), ya ¿qué cosa dará el hombre en cambio
porque la paz es obra de la ju s tic ia ^ ; de su alma?(S2K Y enseñó además la
pero no debe constar tan sólo de la dura constancia y firm eza de ánimo que ha
e inflexible justicia, sino que a suavi de tener el cristiano: ni temáis a los
zarla ha de en trar en no m enor parte que matan el cuerpo pero no pueden
la caridad que es la virtud apta por matar el alma, sino temed a los que
su m ism a naturaleza p ara reconciliar puedan arrojar el alma y el cuerpo en
los hom bres con los hom bres. E sta es el infierno <33).
la paz que J e s u c r is t o conquistó p ara
los hom bres; más aún, según la expre Los frutos de la paz. No que el que
sión enérgica de S a n P a b l o , El mismo quiera gozar de esta paz haya de re
es nuestra paz; porque satisfaciendo a nunciar a los bienes de esta vida; antes
la divina justicia con el suplicio de su al contrario, es prom esa de Cristo que
carne en la cruz, dio muerte a las ene- los tendrá en abundancia: Buscad pri
686 mistades en sí mismo..., haciendo la mero el reino de Dios y su justicia, y
paz^26>, y reconcilió en sí a todos^21) todo lo demás se os dará por añadi-
y todas las cosas con Dios; y en la dura(Mh Pero: la paz de Dios sobrepuja 687
m ism a redención no ve y considera S a n todo entendimiento(35>, y por lo mismo
P a b l o tanto la obra divina de la ju sti dom ina a las ciegas pasiones y evita las
cia, como en realidad lo es, cuanto la disensiones y discordias que necesaria
obra de la reconciliación y de la cari m ente brotan del ansia de poseer.
dad: Dios era el que reconciliaba con Refrenadas, pues, con la virtud las
sigo al mundo en Jésucristo^2^ ; de tal pasiones, y dado el honor debido a las
manera amó Dios al mundo que le dio cosas del espíritu, seguiráse como fruto
su Hijo unigénito(29>. Con el gran acier espontáneo la ventaja de que la paz
to crue suele, escribe sobre este punto cristiana traerá consigo la integridad
el Doctor Angélico que la verdadera y de las costum bres y el ennoblecimiento
genuina paz pertenece más bien a la de la dignidad del hom bre; el cual, des-
(19) Juan 14, 27. (28) II Cor. 5, 18-19.
(20) I Reg. 16, 7. (29) Juan 3, 6.
(21) Mat. 23, 8. (30) Sum. Theol. 2, 2, q. 29 a. 3 ad 3.
(22) Juan 15, 12. (31) Rom. 14, 17.
(23) Gal. 6, 2. (32) Mat. 16, 26.
(24) Salm. 9, 5. (33) Mat. 10, 28; Luc. 12, 14.
(25) Is. 32, 17. (34) Mat. 6, 33; Luc. 12, 31,
(26) Efes. 2, 14 ss. (35) Filip. 4, 7.
(27) II Cor. 5, 18; Efes. 2, 16.
1010 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío XI (1922) 128, 14
pués que fue redim ido con la sangre de inocencia de vida, de la obligación de
Cristo, está como consagrado por la obedecer, de la ordenación divina de la
adopción del Padre celestial y por el sociedad, del sacram ento del m atrim o
parentesco de herm ano con el mismo nio y de la santidad de la familia cris
Cristo, hecho con las oraciones y sacra tiana; si se considera, decimos, que
mentos participante de la gracia y con estas y otras doctrinas que trajo del cie
sorte de la naturaleza divina, hasta el lo a la tierra las entregó a sola su Igle
punto de que, en prem io de haber vi sia, y con prom esa solemne de su auxi
vido bien en esta vida, llegue a gozar lio y perpetua asistencia, y que le dio
por toda una eternidad de la posesión el encargo, como m aestra infalible que
de la gloria divina. era, que no dejase nunca de anunciarlas
a las gentes todas hasta el fin de los
Fortalece el orden y la autoridad. Y tiempos, fácilmente se entiende cuán
ya que arriba hemos dem ostrado que gran parte puede y debe tener la Iglesia
una de las principales causas de la con para poner el remedio conducente a la
fusión en que vivimos es el hallarse pacificación del mundo.
m uy m enoscabada la autoridad del de
Porque, instituida por Dios única in
recho y el respeto a los que m andan
térprete y depositaría de estas verdades
— por haberse negado que el derecho y
el poder vienen de Dios, creador y go y preceptos, es ella únicam ente el ver
dadero e inexhausto poder para alejar
bernador del m undo— , tam bién a este
de la vida común, de la familia y de la
desorden pondrá remedio la paz cristia
sociedad la lacra del m aterialismo, que
na, ya que es una paz divina, y por lo
tantos daños en ellas ha causado, y para
mismo m anda que se respeten el orden,
la ley y el poder. Pues así nos lo enseña introducir en su lugar la doctrina cris
tiana acerca del espíritu, o sea sobre la
la E scritura: Conservad en paz la dis
c ip lin a ^ . Gran paz para aquellos que inm ortalidad del alma, doctrina muy
superior a cuanto enseña la m era filo
aman tu ley, Señor^S7K El que teme el sofía; tam bién p ara unir entre sí las
precepto, se hallará en paz^36373839\ Y nues
diversas clases sociales y el pueblo en
tro Señor J e s u c r is t o , no sólo dijo aque
general con sentimiento de elevada be
llo de: Dad al César lo que es del Cé-
5 a r (39), sjno que decia r6 respetar en el nevolencia y con cierta fraternidad^43^,
mismo P i l a t o el poder que le había y para elevar hasta el mismo Dios la
dignidad hum ana, con justicia restau
sido dado de lo alto^40\ de la mism a
rada, y, finalmente, para procurar que,
m anera que había m andado a los discí
corregidas las costum bres públicas y
pulos que reverenciasen a los Escribas
privadas, y más conformes con las leyes
y Fariseos que se sentaron en la cátedra
del Moisés(4D. Y es cosa adm irable la sanas, se someta todo plenam ente a
estima que hizo de la autoridad p ater
Dios que ve los corazones^44\ y que
todo se halle inform ado íntim am ente de
na en la vida de familia, viviendo para
sus doctrinas y leyes, que, bien pene
d ar ejemplo, sumiso y obediente a J o sé
trado de la ciencia de su sagrado deber
y M a r í a . Y de El es tam bién aquella ley
el ánimo de todos, de los particulares,
prom ulgada por sus Apóstoles: Toda
de los gobernantes, y hasta de los orga
persona esté sujeta a las potestades su
nismos públicos de la sociedad civil,
periores; porque no hay potestad que sea Cristo todo en todos(45a).
no provenga de Dios^42\
Las enseñanzas de la Iglesia asegu
14. La Iglesia depositaría de esta ran la paz. P or lo cual, siendo propio (
paz. Y si se considera que todo cuanto de sola la Iglesia, por hallarse en pose
Cristo enseñó y estableció acerca de la sión de la verdad y de la virtud de
dignidad de la persona hum ana, de la Cristo, el form ar rectam ente el ánimo
(36) Eccles. 41, 17. (41) Mat. 23, 2.
(37) Salm. 118, 165. (42) Rom. 13, 1.
(38) Prov. 13, 13. (43) S. August. De mor. Eccl. cath., 1, 30.
(39) Mat. 22, 21. (44) III Reg. 16, 7.
(40) Juan 19, 11. (45a) Col. 3, 11.
128, 15-16 E n c íc l ic a “ U bi A r c a n o ” 1011
de los hom bres, ella es la única que tad m ism a que le dan los siglos, que ni
puede, no sólo arreglar la paz por el con las tempestades de la guerra quedó
momento, sino afirm arla p ara el porve m altrecha, antes con adm iración de to
nir, conjurando los peligros de nuevas dos salió de ella más acreditada.
guerras que dijimos nos am enazan. P o r 16. La paz de Cristo en el Reino de
que únicam ente la Iglesia es la que por Cristo. E xtensión y carácter de este
orden y m andato divino enseña que los Reino. Síguese, pues, que ?a paz digna
hom bres deben conform arse con la ley de tal nombre, es a saber, la tan desea
eterna de Dios, en todo cuanto hagan, da paz de Cristo, no puede existir si
lo mismo en la vida pública que en la no se observan fielmente por todos en
privada, lo mismo como individuos que la vida pública y en la privada las
unidos en sociedad. Y es cosa clara que enseñanzas, los preceptos y los ejem
es de m ucha m ayor im portancia y gra plos de Cristo: y una vez así constitui
vedad todo aquello en que va el bien da ordenadam ente la sociedad, pueda
y provecho de muchos. por fin la Iglesia, desem peñando su di
Pues bien; cuando las sociedades y vino encargo, hacer valer los derechos
los Estados m iren como un deber sagra todos de Dios, lo mismo sobre los indi
do el atenerse a las enseñanzas y pres viduos que sobre las sociedades.
cripciones de J e s u c r is t o en sus relacio En eso consiste lo que con dos pala
nes interiores y exteriores, entonces sí bras llamamos Reino de Cristo. Ya que
que llegarán a gozar, en el interior, de reina J e s u c r is t o en la m ente de los
una paz buena, tendrán entre sí m utua individuos, por sus doctrinas, reina en
confianza y arreglarán pacíficam ente los corazones por la caridad, reina en
sus diferencias, si es que algunas se toda la vida hum ana por la observancia
originan. de sus leyes y por la im itación de sus
15. La Iglesia sola tiene la autoridad ejemplos. Reina tam bién en la sociedad
de im ponerla. C uantas tentativas se doméstica cuando, constituida por el
h an hecho hasta ahora a este respecto sacram ento del m atrim onio cristiano, se
han tenido ninguno o m uy poco éxito, conserva inviolada como una cosa sa
sobre todo en los asuntos con más grada, en la que el poder de los padres
ard o r debatidos. Es que no hay institu sea un reflejo de la paternidad divina,
ción alguna hum ana que pueda im po de donde nace y toma el nombre(45b);
ner a todas las naciones u n Código de donde los hijos emulan la obediencia del
leyes comunes, acom odado a nuestros Niño Jesús, y el modo todo de proceder
tiempos, como fue el que tuvo en la hace recordar la santidad de la Fam ilia
Edad Media aquella verdadera sociedad de Nazaret. Reina finalm ente J e s u c r is
de naciones que era u na fam ilia de pue t o en la sociedad civil cuando, trib u
blos cristianos. En la cual, aunque m u tando en ella a Dios los supremos ho
chas veces era gravemente violado el nores, se hacen derivar de él el origen
derecho, con todo, la santidad del m is y los derechos de la autoridad para que
mo derecho perm anecía siempre en vi ni en el m andar falte norm a ni en el
gor, como norm a segura conform e a la obedecer obligación y dignidad, cuando
cual eran las naciones mism as juzgadas. además le es reconocido a la Iglesia el
Pero hay una institución divina que alto grado de dignidad en que fué colo
puede custodiar la santidad del derecho cada por su mismo autor, a saber, de
de gentes; institución que a todas las sociedad perfecta, m aestra y guía, de
naciones se extiende y está sobre las las demás sociedades; es decir, tal que
naciones todas, provista de la m ayor no dism inuya la potestad de ellas
autoridad y venerada por la plenitud — pues cada una en su orden es legíti
del m agisterio: la Iglesia de Cristo; y m a— , sino que les comunique la con
ella es la única que se presenta con veniente perfección, como hace la gra
aptitud p ara tan grande oficio, ya por cia con la naturaleza; de modo que esas
el m andato divino, por su m ism a n atu mismas sociedades sean a los hom bres
raleza y constitución, ya por la m ajes poderoso auxiliar para conseguir el fin
(45b) Efesios 3, 15.
1012 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío XI (1922) 128, 17-18
vosotros ponga cada día m ayor afán y Apostolado, caridad y Acción Cató
empeño en el cultivo de aquella parte lica. A esta piedad atribuim os el espí
de la grey del Señor que le cupo en ritu de sagrado apostolado, m ucho más
suerte apacentar. extendido que antes, es decir, aquel celo
Y a la verdad cuántas cosas y cuán ardentísim o de procurar, prim ero con
excelentes y cuán oportunas hayan sido la oración frecuente y con el buen
sabiam ente proyectadas, y felizmente ejemplo, luego con la propaganda de
iniciadas, y con gran provecho llevadas palabra y por escrito, y tam bién con
a cabo, y cuanto las circunstancias lo las obras y socorros de la caridad, que
perm itían gloriosam ente term inadas, de nuevo se tributen al Corazón divino
entre el Clero y el pueblo fiel, por ini de Cristo Rey, lo mismo en los corazo
ciativa y a im pulso de Nuestros Prede nes de los individuos que en la fam ilia
cesores y vuestro, lo sabemos por la y en la sociedad, el am or, el culto y el
fam a pública propagada por la prensa im perio que le son debidos.
y confirm ada por otros docum entos y
por las noticias a Nos llegadas, bien de A eso se encam ina tam bién el buen
vosotros, bien de otros m uchos; y de certam en diríam os pro aris et focis^s\
ello damos cuantas gracias podemos a que se ha de em prender, y la batalla
Dios. que se ha de trab ar en m uchos frentes
en favor de los derechos de la sociedad
E l cuadro de las actividades p asto religiosa y doméstica, de la Iglesia y
rales. E n tre estas obras adm iram os de la familia, derivados de Dios y de
especialmente las m uchas y m uy pro la naturaleza, sobre la educación de los
videnciales instituciones p ara instruir hijos. A esto, finalm ente, se dirige tam
693 a los hom bres con sanas doctrinas y bién todo ese conjunto de instituciones,
p ara im buirlos en la virtud y en santi program as y obras, que se conoce con
dad; lo mismo las asociaciones de clé el nom bre de Acción Católica y que es
rigos y seglares, o las llam adas pías de Nos m uy estimada.
uniones, con el fin de sostener y llevar
adelante las misiones entre infieles, de Todo eso es deber pastoral necesario
propagar el reino de Cristo Dios, y p ro y principal. Pues bien: todas estas co
cu rar a los pueblos bárbaros la salva sas y otras m uchas semejantes, que se
ción tem poral y eterna; ya tam bién las ría m uy largo referir, no sólo se han de
congregaciones de jóvenes, que han cre conservar firmemente, sino que se las 694
cido en núm ero y en devoción singular ha de llevar adelante cada día con
a la Santísim a Virgen, y especialmente más empeño y acrecentar con nuevos
a la Sagrada Eucaristía, ju n to , con una aum entos según lo exige la condición
fe, una pureza y un am or fraterno muy de las cosas y de las personas. Y si
acrisolados. Añádanse las asociaciones, parecen cosa ardua y llena de trabajo
tanto las de hom bres como las de m u para los pastores y para los fieles, em
jeres, particularm ente las eucarísticas, pero son, sin duda, necesarias, y se han
que procuran h o n rar el augusto Sacra de contar entre los principales deberes
m ento con cultos m ás frecuentes y so del oficio pastoral y de la vida cristiana.
lemnes y con m uy m agníficas procesio P or las mismas razones aparece claro
nes por las calles de las ciudades; y —tanto que estaría de más todo escla
tam bién con la reunión de Congresos recim iento— cuán relacionadas se h a
m uy concurridos, regionales, naciona llan entre sí todas estas obras, y cuán
les e internacionales, con representan estrecham ente unidas con la deseada
tes de casi todos los pueblos, donde restauración del reino de Cristo y con
todos se m uestran adm irablem ente u n i la pacificación cristiana, propia tan
dos en la m ism a fe, en el mismo culto, sólo de este reino: Pax Christi in regno
oración y participación de los bienes Christi, “La paz de Cristo en el Reino
celestiales.53 de Cristo” .
(53) “Por los altares y los hogares
1014 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío XI (1922) 128, 19
Aprecio del P ap a y estím ulo a m ayor ron los límites del reino de Cristo en la
unión con Rom a. Y sería N uestro de propagación de la unidad de fe y de la
seo que digáis a vuestros sacerdotes, fraternidad cristiana.
Venerables Herm anos, que Nos, testigo
y com pañero en otro tiempo y partícipe 19. E xhortación a los fieles. Misión
de los trabajos denodadam ente tomados de los seglares. Recordad tam bién a
en pro de la grey de Cristo, siempre tn- los fieles que, cuando tom ando por
vimos y tenemos en grande estima su guías a vosotros y a vuestro Clero, tra
m agnanim idad en soportar los trabajos, bajan en público y en privado porque
y su industria en h allar siempre nuevos se conozca y ame a J esucristo, enton
medios de subvenir a las nuevas necesi ces es cuando sobre todo merecen que
dades que consigo trae el cambio de los se les llame linaje escogido, una clase de
tiempos, y que ellos estarán unidos a sacerdotes reyes, gente santa, pueblo de
Nos con vínculo m ás estrecho de unidad conquista^54); que entonces es cuando,
y Nos a ellos con el de la paternal be estrecham ente unidos a Nos y a Cristo,
nevolencia, cuanto con adhesión más al propagar y restaurar con su celo y
pronta y apretada, m ediante una vida diligencia el reino de Cristo, prestan
santa y una obediencia perfecta, se los más excelentes servicios para esta
unan como al m ism o Cristo a sus pas blecer la paz entre los hombres. Porque
tores, que son sus guías y m aestros. en el reino de Cristo está en vigor y
florece una cierta igualdad de derechos,
P apel del clero regular. No hay p ara por la que distinguidos todos con la
qué extenderse en declarar, Venerables m isma nobleza, todos se hallan conde
H erm anos, cuánto es lo eme esperamos corados con la m ism a preciosa sangre
del Clero regular p ara poner por obra de Cristo, y los que parecen presidir a
Nuestras ideas y proyectos, siendo cosa los demás, siguiendo el ejemplo dado
clara cuánto es lo que contribuye a por el mismo Cristo nuestro Señor, con
esclarecer el reino de Cristo dentro y a razón, se llam an, y lo son, adm inistra
dilatarle fuera. Pues siendo propio de dores de los bienes comunes, y, por
los religiosos el guardar y practicar, no ende, siervos de todos los siervos, espe
sólo los preceptos, sino tam bién los cialmente de los más pequeños y del
consejos de Cristo, lo mismo cuando todo desvalidos.
dentro del claustro se dedican a las co Peligros sociales. Pero los cambios
sas espirituales, que cuando salen a tra sociales que trajeron la necesidad, o la
b a ja r a cam po abierto, por ser en su aum entaron, de tales colaboradores p a
vida modelo de perfección cristiana y ra llevar adelante la obra divina, han
por renunciar, consagrados por entero creado tam bién a los poco peritos peli
al bien común, a los bienes y comodi gros nuevos, ni pocos ni ligeros. Pues
dades terrenas, p ara m ás abundante apenas term inada la desastrosa guerra,
m ente conseguir los bienes espirituales, perturbados los Estados con la agita
695 son p ara los fieles un constante ejemplo ción de los partidos políticos, se enseño
que los incita a asp irar a cosas m ayo rearon de la mente y del corazón de
res; y felizmente lo consiguen merced los hombres, pasiones tan desenfrena
tam bién a las insignes obras de benefi das e ideas tan perversas, que ya es de
cencia cristiana con que atienden a las tem er que aun los m ejores de entre los
enferm edades todas del cuerpo y del fieles y aun de los sacerdotes, atraídos 696
alm a. Y a tanto h an llegado en este por la falsa apariencia de la verdad y
punto, a im pulsos de la caridad divina, del bien, se inficionen con el deplorable
contagio del error.
según lo atestigua la historia eclesiás
tica, que en la predicación del Evange Precave contra el m odernism o m o
lio dieron su vida por la salvación de ral, jurídico y social. Porque, ¿cuántos
sus almas, y con su m uerte ensancha hay que profesan seguir las doctrinas
(54) I Pedr. 2, 9.
128, 20 E n c íc l ic a “ U b i A r c a n o ” 1015
Relación del p oder eclesiástico con Nuestra patria querida, escogida por el
el civil. Porque, aunque ella por orde mismo Dios, que con su providencia
nación divina entiende directam ente en dirige el curso y orden de todas las
los bienes espirituales e imperecederos, cosas y tiempos, para colocar en ella la
sin embargo, por la estrecha conexión Sede de su Vicario en la tierra, para
que reina en todas las cosas, es tanto lo que esta santa ciudad, asiento un tiem
que ayuda a la prosperidad aun terre po de un imperio m uy extendido, pero
na, lo mismo de los individuos que de al fin limitado a ciertos términos, lle
la sociedad, que m ás no ayudaría si gase un día a ser cabeza de todo el orbe
p ara fom entarla hubiera sido prim aria de la tierra. Puesto que, como Sede de
mente instituida. un Principado divino, que por su n atu
698 Y si la Iglesia m ira como cosa veda raleza trasciende los fines de todas las
da el inm iscuirse sin razón en el arreglo gentes y naciones, abarca las naciones
de estos negocios terrenos y m eram ente y los pueblos todos. Pero tanto el origen
políticos, sin embargo, con todo dere y la naturaleza divina de este principa
cho se esfuerza p ara que el poder civil do, como el sagrado derecho de los
no tome de ahí pretexto, o p ara oponer fieles todos que habitan en toda la tie
se de cualquier m anera a aquellos bie rra, exige que este sagrado Principado
nes más elevados de que depende la sal no parezca hallarse sujeto a ningún po
vación eterna de los hombres, o para der hum ano, a ninguna ley (aunque 699
intentar su daño y perdición con leyes ésta prom eta, m ediante ciertas defen
y decretos inicuos, o p ara poner en sas o garantías, proteger la libertad del
peligro la constitución divina de la Igle Romano Pontífice), sino que debe ser
sia, o finalm ente, p ara conculcar los y aparecer bien clara y completamente
sagrados derechos del mismo Dios en independiente y soberano.
la sociedad civil. Pero aquellas defensas de la libertad,
con que la divina Providencia, señora
Inteligibilidad de los derechos de la y árbitro de los acontecimientos hum a
Iglesia. Así que en teram ente con el nos había protegido la autoridad del
mismo propósito, y valiéndonos tam Romano Pontífice, no sólo sin detri
bién de las mism as palabras que usó el m ento de Italia, sino con grande pro
m uy llorado Predecesor Nuestro, B e n e vecho suyo; aquellas defensas que por
d i c t o XV, a quien tantas veces Nos
tantos siglos se habían m ostrado muy
hemos referido, en su últim a alocución a propósito para el designio divino de
de 21 de noviem bre del año pasado asegurar la dicha libertad, y para cuya
(1921), que versó sobre las relaciones sustitución ni la divina Providencia ha
m utuas entre la Iglesia y el Estado, Nos indicado nada a propósito hasta el pre
tam bién declaram os, como él santam en sente, ni los hom bres han hallado entre
te declaró, y de nuevo confirm am os: sus proyectos nada semejante; aquellas
“que jamás Nos consentiremos que en defensas fueron echadas por tierra por
tales convenios se introduzca nada que fuerza enemiga y siguen hasta ahora
desdiga de la dignidad y libertad de la violadas, y con eso se han creado al
Iglesia; la cual que quede a salvo e
Romano Pontífice condiciones de vida
incólume es de suma importancia, sobre
todo en este tiempo aun para la misma tan extrañas que tienen perpetuam ente
prosperidad de la sociedad civil” (58). llenos de tristeza los corazones de los
fieles todos esparcidos por todo el m un
La “Cuestión Romana” y los Estados do. Nos, pues, herederos, lo mismo de
pontificios usurpados. Y siendo esto los pensamientos que de los deberes de
así, no hay p ara qué decir con qué Nuestros Predecesores, investidos de la
dolor vemos que entre tantas naciones m ism a autoridad, a quien únicamente
que viven en relaciones am istosas con corresponde decidir en m ateria de ta
esta Sede Apostólica falte Italia; Italia, 58 m aña im portancia, movidos no cierta-
(58) Alocución In hac quidem renovata laetitia, pronunciada en el Consistorio Secreto del 21 -XI-
1921; AAS. 13 (1921) 522.
1 2 8 , 21 E n c íc l ic a “ U bi A r c a n o ” 1017
mente por una vana ambición de reino quede frustrado, trabajen diligentemen
tem poral (pues sería un motivo cuyo te todos los hom bres de recto sentir.
m enor influjo Nos avergonzaría grande
O ración por la paz en Navidad. Y
mente) , sino que, puesto el pensam iento para que cuanto antes se otorguen a los
en la hora de N uestra m uerte, acordán hom bres los regalados dones de la paz,
donos de la rigurosa cuenta que hemos encarecidam ente exhortam os a todos los
de dar al divino Juez, renovam os desde fieles que a una con Nos insten con
este lugar, según lo pide la santidad de santas oraciones, especialmente en estos
Nuestro cargo, las protestas que hicie días del Nacimiento de Nuestro Señor
ron Nuestros dichos Predecesores en J e s u c r is t o , Rey Pacífico, en cuya ve
defensa de los derechos y de la digni nida a este m undo por prim era vez can
dad de la Sede Apostólica. taron las huestes angélicas: Gloria a
Dios en lo más alto de los cielos y paz
21. Deseos de pacífico arreglo dealalos hombres de buena voluntad (61>.
Cuestión R om ana y pacificación u n i
versal. P o r lo demás, jam ás Italia te n B endición Apostólica. Finalm ente,
d rá que tem er daño alguno de esta Sede como una prenda de esta paz, queremos
Apostólica; pues el Romano Pontífice, Venerables Hermanos, que sea Nuestra
séalo el que lo fuere, siempre podrá de Apostólica Bendición la que presagian
cir con toda verdad aquello del P ro do a cada uno del clero y del pueblo
feta: Yo iengo pensamiento de paz y fiel y tam bién a los mismos Estados y
no de aflicción(59\ de paz verdadera fam ilias cristianas, toda suerte de di
digo, y por lo mismo inseparable de la chas, lleve la prosperidad a los vivos y
justicia; de modo que pueda añadirse: a los difuntos descanso y felicidad eter
La justicia y la paz se dieron ósculo(60). na; bendición que como testimonio de
N uestra benevolencia damos de todo
A Dios, om nipotente y m isericordioso,
corazón a vosotros y a vuestro clero y
toca el hacer que llegue por fin a albo- pueblo.
700 rear día tan alegre, que será m uy fecun Dado en Roma, en San Pedro, día 23
do en toda clase de bienes, ya p ara la de diciembre de 1922, de Nuestro P on
restauración del reino de Cristo, ya tificado el año prim ero.
para el arreglo de los asuntos de Italia
y del m undo entero; y p ara que no PIO PAPA XI.
(59) Jer. 29, 11. (61) Luc. 2, 14.
(80) Salín. 84, 11.
1 2 9
3. Auxilio providencial de los santos la Iglesia sobre esta m ateria. Ahora Nos
p ara la Iglesia. Ahora bien, Venerables cumplimos gustosos este propósito de
Herm anos, las fiestas celebradas el año Nuestro Predecesor, como si Nos lo h u
pasado con ocasión de conm em orarse el biera dejado por legado, máxime cuan
tercer centenario de la canonización de do confiamos que los copiosos frutos
nuestros grandes Santos I g n a c io d e espirituales de los centenarios poco ha
L o y o l a , F r a n c is c o J a v i e r , F e l ip e N e - celebrados, serán como colmados con
r i , T e r e s a d e J e s ú s e I s id r o L a b r a d o r , los de esta nueva conmemoración.
contribuyeron mucho, a lo que Nos
entendemos, a despertar en el pueblo 5. Su vida y virtudes. Quien estudie
cristiano la afición a la piedad. Ahora, la vida de S a l e s hallará que desde su
como p ara coronar con felicidad estas más tierna edad fue modelo de santi
solemnidades, viene el tricentenario del dad, no severo y triste sino dulce y
natalicio para el cielo de un varón san asequible a todos, en tal form a que p u
tísimo que brilló tanto por la excelencia dieron aplicársele las frases de la Sa
de todas las virtudes como por el m a biduría: No conoce la amargura su
gisterio y disciplina de la santidad. Nos conversación ni el tedio su compañía;
referim os a S a n F r a n c is c o d e S a l e s , antes la alegría y el gozo^Q\
Obispo de Ginebra y Doctor de la Igle
sia el cual, al igual de las lum breras de 6. Su virtud característica: la dul
perfección cristiana y sabiduría que he zura. A dornado de todas las virtudes,
mos rem em orado antes, parece haber brillaba en él una dulzura de alm a tan
sido escogido por Dios p ara oponerlo propia y connatural que la podemos
a la herejía de los R eform adores de la llam ar su virtud característica: dulzura,
que salió aquella rebelión tan grande empero, distinta de la am abilidad de
de la sociedad civil contra la autoridad los modos afectados y de las puras ce
de la Iglesia, rebelión cuyas consecuen rem onias exteriores, como tam bién de
cias funestas aún hoy día lam entan con la dureza o apatía que de nada se con
razón los hom bres buenos. mueve, y del ánimo pusilánim e que no
tiene bríos cuando los ha menester.
4. Su gran lección: la santidad es Esta eximia virtud de S a l e s , brotando
obligatoria y posible p a ra todos. T am de su corazón como un fruto dulcísimo
bién parece este santo dado a la Iglesia de caridad, donde estaba contenida por
con el singular designio de la Providen su espíritu de compasión e indulgencia,
cia de que rebatiese con su ejemplo y tem plaba con tal suavidad la gravedad
con sus enseñanzas esta opinión en de su rostro e influía de tal modo en su
aquel entonces generalizada y que aún voz y modales exteriores que excitaba
tienen m uchos m odernos: a saber, que en cuantos lo veían, cierto respeto re
la santidad verdadera que propone la verencial.
Iglesia Católica no se puede apenas
7. D ulzura en el m inisterio sacerdo
obtener; y si llegan a alcanzarla algu
tal. Se lee en su vida que acostum bra
nos, éstos han de ser m uy pocos y p ri
ba a recibir a todos, sin dificultad nin
vilegiados con excelsas dotes de espí
guna, pero con especialidad a los peca
ritu; y por fin, que lleva consigo tantos
dores y apóstatas que a él acudían para
inconvenientes y tristezas que no puede
reconciliarse con Dios y con la Iglesia;
com paginarse con la vida seglar sino
que se preocupaba de los pobres encar
sólo con los m oradores del claustro. celados, a quienes procuraba consolar
Nuestro llorado Predecesor B e n e d i c en sus frecuentes visitas con mil indus
t o XV(5\ al hablar de los cinco santos trias que le sugería su caridad; y que
citados y recordando tam bién que se m ostraba gran indulgencia para con sus
celebraría en breve el tricentenario de fam iliares y criados, tolerándoles con
la m uerte de S a n F r a n c is c o d e S a l e s , m agnanim idad los descuidos y hasta
prom etió que dirigiría u na Encíclica a 5 las insolencias.
(5) Alocución: Accogliamo, 24-XII-I921. (6) Sab. 8, 16.
1020 E n c íc l ic a s del PP. P ío Xí (1923) 129, 8 -1 0
8. D ulzura atray en te y constancia era del núm ero de esos hom bres dicho
del apóstol del Chablais. E sta d u l sos, a los que previene la gracia de Dios
zura de alm a m anteníase inalterable; con las bendiciones de la dulzura^%
no la hacían v ariar ni la prosperidad Al contrario, la naturaleza dotó a
ni la adversidad de personas, tiempos F rancisco en su mismo tem peram ento
y circunstancias: aún los herejes que de cierta acritud e inclinación a la ira.
tanto lo perseguían lo hallaban siempre Pero, proponiéndose im itar como m o
afable y cortés. delo a Jesucristo que ha dicho: Apren
Guando, un año después de su orde ded de Mi que soy manso y humilde de
nación sacerdotal, y con la oposición corazón^lh\ estudió toda su vida los m o
de su padre, se ofreció al Obispo de vimientos de su ánimo y aun em plean
Ginebra, Granier , a reconciliar con la do la violencia los reprim ió y suavizó
Iglesia a los habitantes del Chablais y a tal punto, que representaba al vivo
rigiendo esta provincia grande y difícil, como el que más al Dios de la paz y
que se le encomendó, con tanto celo de la m ansedum bre.
que no rehusó ningún trabajo ni huyó Confírmase esto con un hecho que
ningún peligro aún m ortal para p ro ya se ha publicado, a saber; los m édi
curar la salud espiritual de tantos mi- cos, que em balsam aron su santo cadá
3 llares de almas, ie aprovechó más que ver, hallaron la hiel endurecida y frag
la abundancia de doctrina y su gracia m entada en pequeños cálculos. Juzga
natural y elocuencia, la benignidad in ron por este prodigio cuánto esfuerzo y
quebrantable en el desempeño de los violencia debió em plear para contener
oficios de su sagrado m inisterio. su natural iracundo durante 50 años.
Acostumbrado a repetir la m em ora Esta dulzura de S ales provenía de la
ble frase: los Apóstoles no luchan sino m ism a fortaleza de alm a ayudada por
con padecimientos ni triunfan sino con el vigor de la fe y el fuego de la caridad
la muerte, es increíble con qué ardor y divina: a él, pues, cuadraba adm irable
constancia defendió la causa de Jesu mente lo que se lee en los libros santos:
cristo entre sus am ados hijos del Cha La dulzura ha scdido de la fortaleza
blais. Y no podía dejar de suceder que la
P ara llevarles la luz de la fe y el mansedumbre pastoral que en él brilla
consuelo de la esperanza cristiana ca ba, y a la cual, según el Crisóstomo,
m inaba por hondos valles y estrechos nada supera en vehem encia^ , no sur*
desfiladeros; seguía a los que huían, tiera su efecto en atraer la voluntad de
llam ándolos; insistía, aunque se le re los hombres, cuando prom ete Nuestro
chazara con crueldad; volvía a la tarea, Señor a los mansos: Bienaventurados
aunque se le am enazara; pasaba a cam los mansos porque ellos poseerán la
po raso las noches frías de nieve, cuan tierra(10).
do no lo adm itían en las posadas; cele 10. Su dulzura no excluía la energía
braba la santa Misa, aunque ningún fiel en defender los derechos de la justicia
asistiera; seguía su serm ón aunque los y las prerrogativas episcopales. Por
oyentes se salieran y lo dejaran casi otra parte, se m ostró la fortaleza de
solo; conservaba siempre la misma alm a en el modelo más perfecto de
tranquilidad de espíritu, el mismo am or m ansedum bre cuantas veces debió h a
dulce p ara con los desagradecidos, am or bérselas con los poderosos para defen
que vencía la m aldad aún de los más der la gloria de Dios, la autoridad de
obstinados. la Iglesia o la salvación de las almas.
9. Su h ab itu al d ulzura no era conna Defendió la inm unidad de la jurisdic
tu ra l: habíala adquirido con continuo ción eclesiástica contra el Senado de
vencim iento. Y se equivoca de m edio Chambery. Habiéndole esta Corpora
a m edio el que crea que a S ales había ción dirigido una comunicación, en
cabido en suerte tal índole de alm a que *8 la que le conm inaba que iba a adju-
(7a) Salmo 20, 4. (9) S. Crisóst. Hom. 58 in Gén. 5 (Migne PG.
(7b) Mat. 11, 29. 57, 512).
(8) Jueces 14, 14. (10) Mat. 5, 4.
129, 11-13 E n c íc l ic a “ R erum O m n iu m ” 1021
dicar a su favor una parte de las rentas tra r que la santidad se am olda muy
eclesiásticas, Nuestro obispo no sólo bien a todos los oficios y condiciones
resoondió al Delegado cual lo exigía su de la vida secular y que cualquier cris
dignidad sagrada sino crue no descansó tiano aún en medio del tráfago del
hasta conseguir que le vindicara de la m undo, puede acom odar su vida a la
injuria inferida, y le diera las conve santidad, con tal que su interior y sus
nientes satisfacciones el mismo Senado. costum bres vivan apartados del espíritu
Con igual fortaleza de ánim o sufrió m undano.
la indignación del Soberano, ante el Nos enseña este libro a hacer lo m is
cual fue injustam ente acusado él y sus mo que todos hacen (excepto el peca
herm anos: se onuso enérgicam ente a do) , pero a hacerlo como la m ayor p a r
que los m agnates se ingirieran en la te no suele, es decir santam ente y con
provisión de los beneficios eclesiásti la intención de agradar a Dios. Además
cos; y, por fin, resultando inútiles los nos enseña a guardar el decoro que
medios conciliatorios, condenó a los llam a el santo autor hermoso adorno
que contum azm ente rehusaban pagar de la virtud; a vencer nuestro natural,
los diezmos al Cabildo de Ginebra. ya que deshacernos de él es imposible,
Y como acostum bró a condenar con y a volar al cielo poco a poco y con
libertad evangélica los vicios, y a desen pequeños esfuerzos, al estilo de las p a
m ascarar la hipocresía que sim ula pie lomas, si no podemos hacerlo como las
dad y virtud, así respetó como el que águilas; esto es, que si no estamos des
más las prerrogativas de los Soberanos, tinados para subir a la perfección ex
observando, empero, siempre el térm i traordinaria, consigamos la santidad
no debido de no condescender con sus en la vida com ún y ordinaria.
pasiones inm oderadas ni asentir obse
quioso a sus arbitrariedades. 13. Análisis de la obra: modo de de
ja r el pecado y entregarse a la virtud.
11. Sus obras. Ahora, V enerables Usando un estilo digno y fácil y al
Herm anos, pasemos a ver cómo S a l e s , mismo tiempo variado por el ingenio y
m ostrándose a sí mismo ejemplo de gracia de sus frases y palabras, cuya
am able santidad, enseñó a los demás form a inculca los preceptos y los hace
con sus escritos el seguro y fácil camino agradables al lector, expone prim era
de la perfección cristiana, en tal form a mente que debemos abstenernos de to
que tam bién en esto ?ció im dar a do pecado, de as desordenadas p a
Nuestro Señor J e s u c r is t o , que comenzó siones, y de las cosas inútiles y noci
a obrar y a enseñarU1). vas; y pasa después a indicar con qué
A este fin publicó m uchos notabilí prácticas hemos de alim entar nuestra
simos escritos, entre los que sobresalen alm a y cómo la hemos de tener incesan
los dos tratados m uy conocidos: Filotea temente unida a nuestro Dios.
o Tratado sobre el amor de Dios.12 A continuación, declara que debemos
escoger una virtud especial, en cuya
12. “Introducción de la vida devota” : adauisición nos empeñemos hasta lo
La verdadera y sólida piedad. La san grarla; prosigue tratando de cada una
tidad es com patible con todos los debe de las virtudes: de la decencia; de las
res y condiciones. E n lo que toca al conversaciones honestas y de las escan
prim ero, después de distinguir S a n dalosas; de los pasatiem pos lícitos y
F r a n c is c o d e S a l e s entre la genuina de los peligrosos; del modo de guardar
piedad y la piedad áspera y dura que fidelidad para con Dios, y de los debe
ap arta el espíritu con terro r de la p rác res de los casados, de las viudas y de
tica de las virtudes, (aunque subsiste las doncellas. Nos enseña tam bién a
tam bién en la prim era cierto rigor con conocer y a vencer los peligros, las ten
veniente con el cum plim iento de la ley taciones y las sugestiones carnales, y de
cristiana), procura a toda costa demos qué modo hemos de recuperar cada año
(11) Act. 1, 1.
1022 E n c íc l ic a s del PP. P ío XI (1923) 129, 14-18
el estado fervoroso de nuestra alm a por lias, viudas y señoras, aún enferm as o
medio de los santos propósitos que he ancianas o débiles cuyas fuerzas físicas
mos de renovar. no responden al fervor de su ánimo.
Este libro, que sus coetáneos juzga En ella no se ordenan por regla vigilias
ron como el m ás perfecto de todos en y largos rezos ni ásperas penitencias y
su género, ojalá estuviera en las manos m ortificaciones, sino tan sólo el some
de todos los fieles, como en su tiempo tim iento a leyes tan suaves y poco ri
era tan leído: así podría revivir la pie gurosas que las religiosas más delicadas
dad cristiana en todas partes y la Igle de salud pueden con toda facilidad cum
sia de Dios se llenaría de júbilo con la plirlas todas.
universal santidad de sus hijos. Pero esta facilidad y alegría en eje
cutar lo m andado debe estar inform ada
14. “T ratado sobre el am or de Dios” . de tal fuego de caridad que haga que
H istoria del am o r divino. El Tratado estas religiosas, cuya fundación se debió
sobre el amor de Dios es de im portancia a nuestro santo y que de ello se glorían,
aún m ayor. E n él tra ta el Santo Doctor se nieguen a sí m ism as por entero y
de la historia del am or divino, expli obedezcan m odestísim am ente de tal m o
cando su origen y sus manifestaciones, do que, cultivando virtudes no ap arato
y cómo empieza a enfriarse y a langui sas sino sólidas, m ueran para sí mismas
decer en el alm a hum ana: nos enseña a fin de que vivan p ara Dios.
después a ejercitarnos en ese am or y a Y ¿quién no reconoce en esto aquella
aprovechar en él. unión singular que adm iram os en el
Soluciona con inteligencia y claridad fundador, de la dulzura con la fo rta
las dificultades que le salen al paso, ta leza?
les las de la gracia eficaz, de la predes
tinación y de la vocación a la fe; y, 17. El libro de las “ C ontroversias”.
p ara que su libro no parezca triste, Pasamos por alto otros m uchos escritos
adórnalo, conform e a su ingenio fecun de S a n F r a n c is c o d e S a l e s , en los que
do y alegre, con tan ta anim ación y sua tam bién su doctrina celestial como un
vidad de unción, e ilústralo con tan ta río de agua, regando el campo de la
variedad de com paraciones, ejemplos y Iglesia, se derramó con utilidad para
citas, la m ayor p arte de la Sagrada E s la salud del pueblo de Díos(12L Mas no
critura, que m ás bien que obra de su podemos dejar de nom brar el libro de
ingenio, parece el libro sacado de su Las Controversias, en el que, sin lugar
corazón y de las fibras más sensibles e a duda, se halla la plena demostración
íntim as de su ser. de la fe católica(13L
15. O bras de dirección. Sus cartas. 1$. San Francisco de Sales entre los
Los principios de la vida espiritual, que P rotestantes. Sabido es de todos, Ve
d ejara explicados en estos dos libros, nerables Herm anos, en qué tiempos se
los aplicó él al uso de las almas, ya en encargó F r a n c is c o de la misión sagra
el ejercicio cotidiano de su m inisterio, da en el Chablais. Cuando, como narran
ya en las adm irables Cartas que escri tos historiadores, había el D u q u e d e
S a b o y a nactado una tregua con Berna
bió.
y Ginebra a fines del año 1593, enton
16. La regla de la Visitación. Suave ces pareció que nada sería más condu
su letra, fuerte su espíritu. A los m is cente para reconciliar con la Iglesia a
mos acomodó el régim en de las H erm a los habitantes del Chablais que enviar
nas de la Visitación, cuva institución les predicadores sabios y celosos, a fin
conserva aún religiosísim am ente el es de que por medio de la persuasión los
píritu que nuestro Santo, su fundador, fueran convirtiendo poco a poco.
le dejara. En ella todo respira, por El prim ero que tomó a su cargo la
decirlo así, m oderación y suavidad. misión sagrada en el Chablais, sea por
Tiene por objeto ser asilo de las donce- 12 que no vio esperanzas de que se enmen-
(12) Pío IX, Breve Dives in misericordia Deas, (13) Pío IX, en su Breve: Dives in m isericordia
16-XI-1877 (ASS 10, 414). Deus del 16-XI-1877 (ASS 10, 413).
129, 19-22 E n c íc l ic a “ R erum O m n iu m ” 1023
daran los herejes, sea porque temió por que nosotros las seguimos con toda fi
sí mismo, abandonó la lucha sacro delidad. Añade, por fin, varios tratados
santa. E n este estado de cosas F r a n especiales, de los que sólo han llegado
c is c o d e S a l e s , que se había ofrecido a Nosotros el de Sacramentos y el del
p ara esta misión al Obispo de Gine Purgatorio.
bra, según ya dijimos, entra a la re Bien adm irable es el modo de p re
gión de los herejes en setiembre de sentarse con copioso aparato de doctri
1594, sin víveres ni provisiones, sin otra na y de argum entaciones tan hábilm en
com pañía que la de un prim o suyo, te dispuestas que semejan una falange
después de haber encom endado con o ra contra los adversarios, cuyas m entiras
ciones y ayunos el éxito feliz de la y falacias les descubre, empleando con
em presa a Dios Nuestro Señor, de quien toda felicidad cierto disimulo irónico.
todo lo esperaba. Y si algunas palabras son al parecer
m uy fuertes, de ahí salía, según lo con
19. Cómo se originaron las “Contro fesaban los mismos adversarios, la fu er
versias”. Y como los herejes no que za de la caridad que m oderaba todas
rían asistir a los sermones, determ inó sus disputas: pues, aún cuando condena
refutar sus errores por medio de hojas la defección de los hijos pródigos de
sueltas, que escribía en los interm edios la fe católica, se evidencia que no se
de sus predicaciones. propone otro fin sino descubrir un ca
Estos ejem plares copiados, llevados mino para rogar y prep arar su vuelta
de m ano en mano, llegaban a insinuar a la Iglesia. Y aún en el libro de las
se tam bién entre los protestantes. F ue Controversias se puede ver la misma
ron cesando estas hojas a m edida que ternura de alm a y el mismo espíritu
los habitantes acudían a los sermones que cam pea en las obras que compuso
en m ayor núm ero. Estos volantes es para fom entar la piedad: un estilo tan
critos de m ano del santo Doctor y que elegante, tan culto, tan apto para con
se hallaban dispersos después de su vencer, que los mismos m inistros here
m uerte, fueron recogidos m ucho tiem jes solían advertir a sus partidarios que
po después y ofrecidos a Nuestro P re no se dejaran atraer y enredar en las
decesor A l e j a n d r o VII, al que cupo la dulzuras del m isionero de Ginebra.
dicha de ponerlo, concluido el oportuno
proceso, prim ero en el núm ero de los 21. G racias y fiestas del Centenario.
beatos y después en el catálogo de los Ahora bien, Venerables Hermanos, h a
santos20(14). biendo ya hablado algo, tanto de los
hechos como de los escritos de F r a n
20. M ateria de las “ C ontroversias” y c is c o d e S a l e s , réstanos exhortaros a
su m étodo de discutir. A hora bien, en que celebréis saludablem ente su con
estas Controversias aunque se sirve del m em oración secular en vuestras dió
método de disputa de los siglos prece cesis.
dentes, se caracteriza por un método No queremos que sean estas solemni
suyo propio. Establece en prim er lugar dades una seca conmemoración de he
que la Iglesia de Cristo tiene su auto chos pasados, o que duren pocos días;
ridad otorgada por un m andato legíti antes deseamos que en este año que
mo, del que carecen por completo los corre procuréis que los fieles sean ins
m inistros del culto herético; a conti truidos todo lo más posible sobre las
nuación, refutándoles sus errores sobre virtudes y enseñanzas del santo Doctor,
la naturaleza de la Iglesia, define las y esto hasta el 28 de diciembre, día en
notas propias de la verdadera Iglesia y que su alm a voló al cielo,
dem uestra que ellas se hallan en la i
Iglesia Católica, y, por lo contrario, no 22. E l naturalism o adorm ece el de
las puede ostentar la iglesia reform ada. seo de la santificación. Queda, pues, a
Después expone las reglas de la fe, y vuestro cargo ante todo com unicar esta
dem uestra que las violan los herejes y Nuestra disposición al clero y al pueblo
(14) Ver Alejandro VII, Bula de Canonización, 13-V-1665.
1024 E n c íc l ic a s del PP. P ío XI (1923) 129, 23-25
los Santos Padres, no sólo se n u tría del 28. Solem nidades religiosas o rd en a
alim ento sano de la doctrina teológica, das p a ra el C entenario. Ahora bien,
sino que resultaba más dulce y suave Venerables Hermanos, a fin de que
condim entada con el aceite de la cari estas fiestas Centenarias resulten verda
dad. deram ente espléndidas y fructuosas,
No es, pues, de adm irar que redujera conviene que no falten a vuestros fieles
al gremio de la Iglesia a tan crecido estímulos piadosos para honrar con la 62
núm ero de herejes, y que tantos fieles, veneración debida a esta lum brera de
siguiendo su ejemplo y enseñanzas, h a la Iglesia, y para dirigirlos enérgica y
yan abrazado en el transcurso de estos dulcemente a alcanzar pronto la santi
tres siglos un género perfecto de vida. dad, lim piando su alm a de las m an
chas del pecado y fortaleciéndola con
26. El apostolado de la plum a. Cómo el divino alimento bajo la intercesión
deben conducirse los polem istas cató de nuestro Santo. Procurad que, al fin
licos. Deseamos que consigan un fruto indicado, en la cabecera de vuetro Obis
muy im portante con estas solemnidades pado y en todas las parroquias de la
los varones católicos que por los dia Diócesis se celebren este año hasta el
rios u otros escritos ilustran, propagan 28 de diciembre, triduos y novenas en
y defienden la doctrina cristiana. Con- los que se predique la divina palabra,
viéneles im itar y em plear en sus polé porque interesa en gran modo instruir
micas la energía de S a n F r a n c i s c o al pueblo en las cosas que, bajo las
unida a su m oderación y caridad. Có enseñanzas de S a n F r a n c i s c o d e S a l e s ,
mo se h an de conducir en su delicada lo llevan a la santidad. Trendréis tam
misión, el santo Doctor claram ente se bién cuidado de que se conm em oren los
lo enseña con su ejemplo: deben estu hechos del Santo Obispo en otras fo r
diar a fondo y retener la doctrina ca mas que os parecieren m ás oportunas.
tólica; no confundir las cosas verdade
ras ni desfigurarlas o disim ularlas por 29. Gracias espirituales concedidas
el motivo especioso de evitar la ofensa en ocasión del C entenario. Y abriendo
de los contrarios; cuidar la m ism a fo r para el bien de las almas el tesoro de
ma y estilo elegante de sus escritos y las gracias divinas que Dios Nos ha
distinguir y ad ornar sus nensam ientos confiado, concedemos a los que asistan
con palabras tan lum inosas que deleiten piadosam ente a estos cultos referidos la
a los lectores con la verdad. Y si tienen indulgencia de siete años y siete cuaren
que atacar a las personas, sepan refutar tenas de perdón que se podrá lucrar
los errores y resistir la m aldad de los cada día; y el último día, u otro que
hombres, pero m ostrándose siempre y escogieren los fieles, indulgencia plena-
ante todo anim ados de buen espíritu lia con las condiciones acostum bradas.
y llenos de caridad. 27 No queremos que el Monasterio de la
Visitación de Annecy donde F r a n c i s c o
27. San Francisco de Sales es decla d e S a l e s reposa (ante cuyo venerable
rado P atro n o de los escritores católi cuerpo Nos celebramos hace tiempo con
cos. No constando que se le haya dado inm ensa alegría la Santa Misa) y lo
a los escritores católicos en público y mismo el de Venecia en el que se guar
solemne documento de la Sede Apos da la reliquia de su corazón, y las de
tólica como P atrono a S a n F r a n c i s c o más casas de la Visitación, carezcan de
d e S a l e s , aprovechando Nos esta feliz alguna prueba de Nuestra benignidad.
ocasión con ciencia cierta y plena deli P or eso concedemos indulgencia plena-
beración, con Nuestra autoridad apos ria a los que visiten sus iglesias y con
tólica damos, confirm am os y declara fesados y comulgados oraren por Nues
mos, m ediante esta Encíclica, a S a n tra intención, en los retiros mensuales
F r a n c i s c o d e S a l e s , Obispo de Ginebra que celebrarán en acción de gracias
y Doctor de la Iglesia, por celestial P a este año, descontando el del 28 de di
trono de los escritores católicos, sin ciembre. Esta gracia valdrá para este
que nada obste en contrario. año exclusivamente.
Encíclicas Pontificias 33
1026 E n c íc l ic a s del P P . P ío XI (1923) 129, 30
30. Voto personal del Santo Padre vagan lejos de la ley y de la caridad de
que este Centenario apresure la vuelta Cristo los podamos abrazar en la com u
de los disidentes a la unidad de la Igle nión y en el beso de la paz, porque
sia. Vosotros, V enerables H erm anos, retornan al redil de la vida eterna.
exhortad con instancia a los fieles que Mientras tanto, sea como esperanza
os están encomendados a que nieguen de estos dones y testimonio de Nuestra
al Santo Doctor por Nuestra causa. Si benevolencia la bendición apostólica
ha placido al Señor que asumiéramos que os damos con todo am or a vosotros,
el gobierno de su Iglesia en esta época Venerables Hermanos, y a todo vuestro
tan difícil, ojalá suceda por la interce clero y pueblo.
sión de S a n F r a n c i s c o d e S a l e s , que Dado en Roma, junto a San Pedro,
se m ostró siempre tan am ante y respe el día 26 de Enero de 1923, año p ri
tuoso de la Sede Apostólica y defendió mero de Nuestro Pontificado.
con tanto brillo sus derechos y autori
dad en las Controversias, que a cuantos PIO PAPA XL
430
PÍO PP. XI
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
PIO PP. XI
sin embargo, las razones que inducen tu ral. Preceptos que si fuesen inviola
al hom bre a la fe son claras y m ani ble y exactamente observados en p ri
fiestas, porque “el hombre no creería vado y en público, y en las m utuas
si no viese que las cosas deben creer relaciones entre las naciones, no haría
se” Y añade tam bién que la fe, falta más para obtener entre los hom
lejos de ser un im pedim ento y un yugo bres la paz de Cristo en el reino de
servil im puesto a la Hum anidad, debe C r i s t o q u e todo el mundo ansia. Por
estimarse, por el contrario, como un esto es muy de desear que se conozcan
beneficio máximo, puesto que ella es cada vez m ejor las doctrinas del Santo
en nosotros “un principio de la vida referentes al derecho de gentes y a las
eterna”<3839>. leyes que establecen las relaciones en
Dogm ática. La o tra p arte de la Teo tre los pueblos, puesto crue contienen
logía, que se refiere a la exposición de los verdaderos fundam entos de la que
los dogmas, la tra ta S a n t o T o m á s con se llam a Sociedad de las Naciones.
riqueza enteram ente especial; y no en
contram os ninguno que haya penetra 6. Su doctrina ascética y m ística. No
do más a fondo o expuesto más cuida tiene menos m érito su doctrina ascética
dosamente los augustísimos misterios y mística, porque reduciendo toda la
de la fe, tales como los que pertenecen economía m oral a la razón de virtud y
a la vida íntim a de Dios, al secreto de de dones, establece esta doctrina y la
la predestinación eterna, al gobierno tal economía, según las diversas clases
sobrenatural del m undo, a la facultad de hombres, tanto los que quieren vivir
de conseguir su fin concedida a las según las reglas comunes, como los que
19 criaturas racionales, a la redención del se proponen conseguir la perfección
género hum ano, efectuada por Cristo cristiana de su espíritu en un doble
y continuada por la Iglesia y los Sa género de vida, la activa y la contem
cram entos, dos medios que S a n t o T o plativa. El que quiera conocer hasta
m á s llam a en cierta m anera “reliquias
dónde se extiende el precepto del am or
de la Divina Encarnación” (4041). de Dios, cómo aum entan en nosotros
la caridad y los dones del Espíritu San
Ciencia m oral, dom éstica y civil. to anejos, cómo se diferencian entre sí
Estableció adem ás una segura doctrina los distintos estados de la vida, cuáles
teológico-moral p ara la dirección com son el estado de perfección, el estado
pleta de los actos hum anos al fin so religioso, el apostolado y cuál es la 320
brenatural. Como perfecto teólogo, naturaleza de cada uno, u otros puntos
asigna no sólo a los individuos en p a r de la Teología ascética o mística, debe
ticular, sino a la sociedad doméstica y consultar principalm ente al Angélico
civil, las norm as seguras de la vida, Doctor^42).
en lo cual consiste la ciencia moral,
económica y política. Así, en la segun 5. Santo Tomás y su interpretación
da parte de la Suma Teológica son de la Biblia
excelentes las cosas que enseña con re
lación al régimen paterno (o sea do 7. Santo Tom ás y las Sagradas Es
méstico), al régim en legal del Estado crituras. E n todo lo que escribió tuvo
y de la nación, al derecho n atural y al sumo cuidado de poner por base y
derecho de gentes, a la paz, a la guerra, fundam ento las Sagradas Escrituras.
a la justicia y al dominio, a las leyes Manteniendo firm em ente que la E scri
y su observancia, al deber de atender tu ra en todas y cada una de sus partes
a las necesidades privadas y a la pros es palabra de Dios, exige su interpreta
peridad pública; y todo esto, tanto en ción según las mismas norm as que es
el orden n atu ral como en el sobrena- tablecieron nuestros predecesores, L eón
(38) Sum. TheoL II-II, q. 1, a. 4. (42) Véase Suma de Ascética y Mística de Santo
(39) Qq. disp. de Verit. q. 14, a. 2. Tomás de Aquino, seleccionada por el P. Ismael
(40) S. Tilomas. Pro!. IV ad Annibaldum. Quiles, S.J. Editorial Guadalupe. Bs. Aires.
(41) Pío XI, Encíclica Ubi Arcano, 23-XII-1922; (43) Véase León XIII, Ene. Provid. D ais, 18-XI-
AAS. 10 (1922) 091. 1893; ASS. 26 (1893) 269-292.
131, 8-9 E n c íc l ic a “ S t u d io r u m D u c e m ” 1037
P atro n o de las escuelas y estudios. necer fieles, hoy más que nunca, a las
Habiendo sido proclam ado S anto T o doctrinas de S anto T omás. Las varias
más P atrono de todas las escuelas ca opiniones y teorías de los modernistas
tólicas(50^ por haber unido en sí mismo las confunde él victoriosamente, tanto
una doble sabiduría, la que se adquiere en la filosofía, defendiendo, como he
con la razón y la que nos infunde Dios, mos visto, el valor y la fuerza de la
y habiendo unido al resolver las cues inteligencia hum ana, y probando con
tiones más difíciles la oración con el firmísimos argum entos la existencia de
ayuno y tenido como libro principal Dios, como en la teología, distinguien
la imagen de J esucristo, aprenda de do bien el orden natural del sobrenatu
él la juventud consagrada a Dios a ral e ilustrando las razones de la fe
ejercitarse en los buenos estudios para en todos los dogmas, y m ostrando que
sacar de ellos el m ayor fruto. las cosas creídas con la fe no se apoyan
sobre una opinión, sino sobre la ver
P erfecto religioso. Los m iem bros de dad y son inm utables; en la ciencia
aun altísim as, p ara poder vivir en el bíblica, dando el verdadero concepto de
que rehusó toda clase de dignidades, la divina inspiración; en la disciplina
las fam ilias religiosas tengan presente moral, social y jurídica, estableciendo
como en un espejo la vida de T omás, bien los principios de la justicia legal y
ejercicio de una perfecta obediencia y social, conm utativa y distributiva, y
m orir en la santidad de su profesión. en las relaciones de la justicia misma
Todos los fieles cristianos tengan tam con la caridad; en la ascética, dando
bién en T omás un ejemplo de la más reglas para la perfección de la vida
tierna devoción hacia la augusta Reina cristiana e im pugnando a los que en
del Cielo, cuya salutación angélica re su tiempo se oponían a las Ordenes
citaba él con tan ta frecuencia y solía religiosas. Y contra esta emancipación
escribir en sus páginas, y al Doctor de Dios, hoy tan decantada, afirm a los
Eucarístico pidan el fervor hacia el derechos de la verdad prim era y de la
augustísim o Sacramento. autoridad que tiene sobre nosotros Dios,
Señor Supremo. De aquí se verá por
Sacerdote eucarístico. Y esto con
qué los m odernistas no temen a ningún
viene que pidan en especial los sacer otro Doctor de la Iglesia tanto como
dotes. Todos los días, cuando la enfer a T omás de A quino .
medad no se lo impedía, celebraba To
más la santa misa, y después oía otra ¡Id a Tomás! Así, pues, del mism o
de un compañero suyo o de otros, y modo que se les dijo a los egipcios
frecuentemente la ayudaba, como cuen cuando estaban grandem ente necesita
ta el diligentísimo autor de su vida50(51). dos: Id a /o s é (53), para obtener de él
¿Y quién puede decir el fervor de su abundancia de trigo y poder alim entar
espíritu al celebrar el santo sacrificio, sus cuerpos, del mismo modo hoy, a to
y la diligencia con que se preparaba, dos los ham brientos de verdad, Nos les
y las acciones de gracias que una vez decimos: Id a Tomás para que os dé
term inado dirigía a la M ajestad di él, que tiene tan ta abundancia, el pasto
vina(52^. de la sana doctrina y el alimento de
las almas para la vida sempiterna. Que
2. El estudio de sus escritos este alimento esté pronto y al alcance
de todos fue atestiguado por la santidad
a) Ayuda de mucha actualidad
del juram ento, cuando se trató de ins
10. C ontrario a las doctrinas m oder cribir a S anto T omás en el catálogo de
nistas. P a ra evitar los errores, que son los santos: “En la escuela luminosa y
la causa prim era de las m iserias de abierta de este Doctor florecieron mu
nuestros tiempos, es preciso perm a chísimos maestros religiosos y seglares;
(50) Véase León XIII, Breve Cum hoc sii, (52) Tocco, Vita S. Thomae, cap. 39.
4-VÍII-1880; ASS. 13 (1880) 56-59. (53) Génesis 41, 55.
(51) Gmo. de Tocco, Vita S. Thoniae, cap. 29.
131, 1 1 -1 2 E n c íc l ic a “ S t u d io r u m D ucem ” 1039
por su modo sucinto, fácil y claro... m aestro; pero ninguno exija de los
hasta los legos y hombres de escasa in otros más de lo que exige la Iglesia,
teligencia desean leer sus escritos” ^ . M aestra y Madre común, porque, en
las cosas discutidas por los buenos auto
b) Norma de estudio obligatoria para res en sentido diverso, ella no prohíbe
los institutos católicos superiores que cada uno adopte la sentencia que
11. Los estudios tom istas en los Semás le convenga.
m inarios. Nos querem os, pues, que to
E p íl o g o :
do lo establecido principalm ente por
L e ó n X III(55) y Pío X (56>, y por Nos Disposiciones para una digna
mismo m andato en el decurso del pasa celebración del centenario
do añ o (57), sea atenta e inviolablemen
te observado por aquellos que en las es 12. Celebración del 69 C entenario de
cuelas del Clero enseñan las m aterias Santo Tomás. P o r lo tanto, así como
superiores. Tengan por cierto que cum interesa a toda la cristiandad que este
plirán su deber y satisfarán nuestros centenario sea dignam ente celebrado,
votos si, comenzando por am ar al D o c de modo que honrando a S a n t o T o m á s
t o r d e A q u n o y fam iliarizándose con
se trate no solamente de su gloria, sino
sus escritos com unican a los alum nos tam bién de la autoridad de la Iglesia
de la propia disciplina este ardiente docente.
am or, haciéndose intérpretes de su pen F iesta en los Sem inarios y escuelas
samiento, y los hacen capaces de exci católicas. Es N uestro deseo que este
tar en los demás los mismos senti Centenario, desde el 18 de Julio co
mientos. rriente año hasta el fin del año pró
ximo, se lo celebre en todo el mundo
c) libertad de opinión en las contro dondequiera que existan escuelas de
versias jóvenes clérigos; es decir, no solamente
E ntre los cultivadores de las doctri entre los Padres Predicadores, a cuya
nas de S a n t o T o m á s , cual deben ser orden, como dice B e n e d i c t o XV, “ha
todos los hijos de la Iglesia que se de de darse alabanza, no menos por ha
dican a los buenos estudios, Nos que bernos dado al Doctor Angélico, que
remos realm ente que en los límites de por no haber jamás abandonado un
una justa libertad haya aquella h er punto su doctrina” sino tam bién
mosa em ulación que hace prosperar entre las otras familias de religiosos y
estos buenos estudios; pero deseamos en todos los colegios eclesiásticos, uni
que se evite con todo empeño la aspe versidades y escuelas católicas, a las
reza de la detracción que perjudica a cuales ha sido dado por celestial P a
la verdad y no sirve p ara o tra cosa sino trono. Y convendrá que en la celebra
p ara relajar los vínculos de la caridad. ción de estas fiestas solemnes sea la
Observen todos inviolablem ente lo pres prim era esta alm a ciudad, donde él fue
crito en el Código de Derecho Canóni m aestro por algún tiempo en el Sacro
co: “Los estudios de filosofía racional Palacio; y que en la m anifestación de
y de la teología, y la instrucción de los su santa alegría vayan, delante de todos
alumnos en tales disciplinas, sean tra los institutos donde se cultivan los es
tados absolutamente por los profesores tudios sagrados, el Pontificio Colegio
según el método, la doctrina y los prin Angélico, donde puede decirse que T o
cipios del Doctor Angélico, y éstos sean m á s m ora como en casa propia, y todos
religiosamente mantenidos”^ . Regú los otros ateneos eclesiásticos que hay
lense de modo que puedan llam arlo su 456* en Roma.
(54) Actas de la Canonización bajo Juan XXII, (57) Pío XI, Carta Apost. Officiorum Omnium,
Julio 1319. l-VIII-1922: AAS. 14 (19221 449-458; en esta Co
(55) Litt. Encvcl. Aelerni Patris, 4-VIII-1879; lecc. Encícl. 127, pág. 996-1001.
ASS. 12 (1879) 97-115; en esta Colecc. Encícl. 33, (58) Can. 1366, § 2.
pág. 231-243. (59) Benedicto XV, Carta 7n coclu sodalium,
(56) Motu Proprio Doctoris AngeUci, 29-VI-1914, 29-X-1916; AAS. 8 (1916) 397.
AAS. 6 (1914) 336-341.
1040 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío XI (1923) 131, 12
PIO PP. XI
Al querido hijo: Salud y apostólica bendición
4. El Papa solicita sufragios por los Nos queremos, igualmente, que los
muertos, especialmente por los huér sufragios y sacrificios de propiciación
fanos caídos en la primera guerra de los fieles se apliquen sin diferencias
m undial. Aunque N uestro oficio de de nacionalidad, estado y casta, sin
Padre com ún de todos los fieles Nos excepción, a todas las ánimas que ca
impide excluir de Nuestra paternal so yeron víctimas de aquellos aconteci
licitud a ninguno de los que han salido mientos que mencionamos.
de este m undo, sin embargo, al acer 6. Vínculo universal de am or y de
carse ahora el día de los difuntos, no paz que de allí resulta. La unión u n i
podemos menos de abrir espontánea versal de oraciones apresurará, por un
mente Nuestro corazón a la hueste casi lado, el comienzo de la visión beatífica
innum erable de hijos, que cayeron en de esos hijos m uy amados y, por otro,
la últim a guerra o m urieron a conse profundizará y arraigará más la cari
cuencia de las enferm edades que con dad m utua, ese vínculo de la perfección
trajeron y de las heridas que recibie de que nos habla el Apóstol*5* en los
ron, o que perecieron en las guerras corazones de los vivos, contribuyendo
civiles y los disturbios postbélicos. así a que pronto se logre y resplandezca
Más aún: el recuerdo de esos m uer la paz de Cristo por el reino de Cristo.
tos Nos llena de una tristeza especial
mente penosa, pues, hay m uchas razo 7. El Papa desea que se realice una
nes que Nos hacen tem er que ellos ca gran campaña de oraciones y sacrifi
rezcan, a causa de la negligencia de cios. P or eso, es N uestro m ás vehe
los que un día fueron sus deudos más mente deseo, Venerable Herm ano, que,
caros, de la ayuda afectuosa y del su a propósito de la fiesta de Todos los
fragio propiciatorio de sus plegarias. Santos que se acerca como tam bién del
Y ¿qué sucederá a aquellas innum era día de ánim as y durante todo el mes
bles víctimas de la guerra que dejaron de Noviembre se desarrolle una gran
su vida en esa inm ensa catástrofe y cam paña de oraciones y de reparación
que ni en la cuna conocían las caricias en la ciudad de Roma por las intencio
y las sonrisas de una m adre, aquellos nes señaladas. Esperam os firm em ente
huérfanos que en ninguna parte en que el ejemplo de los fieles de Roma
cuentran estim a ni poseen hogar y p a excitará a piadosa emulación a todo el
tria y, de consiguiente, no tienen quien orbe Católico.
los llore y encomiende a la m isericor 8. Bendición Apostólica. En esta con
dia del Padre que está en los cielos. fianza y seguridad que constituye un
gran consuelo para Nuestro corazón,
5. Oraciones por todos los difuntos os im partim os, Venerable Herm ano, al
sin excepción. Los difuntos que d u r Clero y a los fieles de Roma, como
m ieron en el Señor y están definitiva prenda de la gracia divina y señal de
mente alejados de toda enemistad y Nuestra paternal benevolencia, am oro
discordia gozan ahora p ara siempre de samente la Bendición Apostólica.
la íntim a unión en la gracia y el am or Dado en Roma, junto a San Pedro, a
de J e s u c r is t o hasta que un día entren 21 de Octubre de 1923, año segundo
en la gloria eterna que está reservada de Nuestro Pontificado.
a los hijos de Dios de todas las tribus
y lenguas, naciones y pueblos*4*. PIO PAPA XI.
(4) Apoc. 5, 9. (5) Compare Col. 3, 14.
.1 3 3
PIO PP. XI
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
piadosas oraciones, siguiendo los ejem religiosamente como Reina de los P as
plos y enseñanzas del mismo santo Jo- tos. Invoquemos, pues, principalm ente
safat, que trabajaba principalmente con este título a esta benignísima Ma
por la unidad, confiado en el poder de dre, para que conduzca a los herm anos
la oración. disidentes a los pastos saludables, don
Siguiendo su consejo y dirección, cul de P e d r o , que nunca ha faltado en sus
tivemos la devoción al santo sacram en Sucesores, Vicario del Pastor Eterno,
to de la Eucaristía, senda y causa p rin apacienta y gobierna todos los corderos
cipal de la unidad, aquel misterio de y ovejas de la grey cristiana.
la fe, cuyo am or y tradicional afición
conservaron todos los Eslavos O rienta 10. E xhortación final e invocación a
les, en la m ism a separación de la Igle San Josafat. Finalm ente, pongam os
sia rom ana, evitando la im piedad de por abogados a todos los santos del
las más graves herejías. De donde es cielo, principalm ente a aquellos que en
dable esperar, lo que la Iglesia como otro tiempo florecieron entre los orien
m adre suplica piadosa y confiadam ente tales en opinión de santidad y sabidu
en la celebración de los mismos m iste ría y actualm ente por el culto y la gran
rios, que Dios conceda propicio los do veneración de los pueblos.
nes de la unidad y de la paz, simboliza Pero como al prim ero de ellos invo
dos místicamente en los dones ofreci- quemos a J o s a f a t , quien, puesto que
dos(23); lo cual con preces comunes defendió con sum a fortaleza la causa
piden los latinos y los orientales al de la unidad durante su vida, así tam
ofrecer el sacrificio: éstos (íinvocando bién ahora la fomente ante Dios y la
a Dios por la unidad de todos”, aqué defienda eficazmente. A él, pues, Nos
llos suplicando al mismo Señor Jesús rogamos con las mismas palabras de
que “ mirando la fe de su Iglesia, se nuestro antecesor de inm ortal mem oria
digne pacificarla y unificarla según su Pío IX: “Ojalá, oh Santo Josafat, tu
voluntad:”.9 sangre que derramaste por la Iglesia de
Cristo sea prenda de aquella unión con
esta Santa Sede Apostólica, que siempre
9. El am or a la Virgen y la unidad deseaste y que día y noche con insis
de las Iglesias. Otro vínculo de la u n i tentes preces pediste a Dios Optimo
dad y reconciliación con los eslavos Máximo. Y para que esto suceda algún
occidentales está contenido en la sin día, deseamos que tú seas nuestro asi
gular devoción y piedad de ellos hacia duo abogado ante Dios y ante el cielo'’.
la gran Virgen Madre de Dios, sepa
rándolos a ellos de muchos herejes, y Bendición Apostólica. Gomo auspicio
acercándolos a nosotros; en lo cual Jo- de los dones divinos y testimonio de
s a f a t sobresalía en gran m anera y te Nuestra benevolencia, a vosotros Vene
nía a la vez gran confianza p ara obte rables Hermanos, y al clero y a vuestro
ner la unión. P or ello la imagen, según pueblo, os damos am antísim am ente la
la costum bre de los orientales, que Apostólica Bendición.
principalm ente solía venerar era la de Dado en Roma, en San Pedro, el día
la Madre de Dios que es venerada por 12 del mes de noviembre del año 1923,
los m onjes Basilianos en la m isma segundo de Nuestro Pontificado.
Urbe, junto a los Santos S e r g io y B a s o ,
y por los fieles de todos los Ritos muy PIO PAPA XI.
(2.3) Oración: Secreta de la Misa de Corpus Cbristi.
CARTA ENCICLICA “MAXIMAM GRAVISSIMAMQUE”(*?
(18-1-1924)
PIO PP. XI
Queridos Hijos Nuestros y Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
que iban a sobrevenir conservase intac Esta piadosa y noble emulación entre
tos, por lo menos en su substancia, los el clero y los fieles, emulación que con
derechos sacrosantos de la Iglesia. Pero todo derecho podríam os llam ar heroi
como entonces no podía vislum brarse ca, nosotros mismos la hemos obser
ninguna esperanza de obtener sem ejan vado con vivo interés durante mucho
tes resultados, el mismo soberano P on tiempo. Desde el comienzo de nuestro
tífice, luego de haber consultado el pontificado hemos visto los resultados
asunto con los Obispos de Francia, maravillosos que de ello se siguieron
prohibió que se intentase fundar, m ien por lo que se refiere a los intereses
tras estuviese en vigor la ley que esta económicos, entendiendo que este im
blecía la separación, este nuevo género pulso ni se había disminuido, ni se vis
de Asociaciones, hasta que no constase lum braban los menores indicios de que
legalmente y con evidencia que la cons fuese a debilitarse. En efecto, la con
titución divina de la Iglesia y los dere dición económica de la Iglesia de F ra n
chos inm utables del Pontífice Romano cia, según el testimonio de los mismos
y de los Obispos, así como su poder Obispos, no parecía exigir un remedio
sobre ios bienes necesarios p ara la Igle de inm ediata eficacia; y por otra parte,
sia, y en p articular sobre los edificios la reconstitución y la misma adm inis
sagrados, serían en estas Asociaciones tración del patrim onio eclesiástico, au n
respetados y salvaguardados. que difícil y llena de obstáculos y ex
puesta a m uchos peligros por causa de
2. H eroicidad del clero y del pueblo. la injusta ley, no se hallaba entera
Bien sabéis lo que ocurrió entonces. mente desprovista de algún apoyo pro
Todo el m undo católico lo ha presen veniente del derecho común.
ciado y se ha adm irado de ello. Lo que
el soberano Pontífice Pío X había pe 3. Necesidad de resolver la situación
dido en las cartas que acabamos de injusta. A pesar de todo esto, la ca
mencionar, aconsejando en ellas con rencia de una verdadera situación legal
confianza, y por así decirlo, anuncián traía consigo la inestabilidad de los de
dolo ya de antem ano; lo que vosotros rechos y de todas las demás cosas, y
mismos, con la palabra y con el ejem las dificultades generales y las revolu
plo exhortabais a hacer, todo ello se ciones de los tiempos presentes eran
convirtió felizmente en realidad. Se vio para nosotros una fuente de preocupa
el espectáculo m agnífico del clero y de ciones y de grandes cuidados; por este
los fieles rivalizando entre sí cada día motivo nos parecía que debían em
más con m ayor fervor, liberalidad y plearse todos los medios aptos para
devoción. P or una parte, los fieles ja socorrer y rem ediar la situación actual
más negaron su lim osna abundante y Este sentimiento de Nuestro deber
generosa, p ara el esplendor del culto Nos urgía tanto más, cuanto que era la
divino y el sustento conveniente de los opinión com ún que N uestra interven
sacerdotes. Y por su parte el clero se ción podría contribuir m uy eficazm en
7 sometió con m agnanim idad y espíritu te a obtener una m ayor pacificación de
gozoso, a las duras condiciones creadas los espíritus, pacificación que deseamos
por la ley de separación. y hemos deseado siempre junto con
Hay que añadir tam bién que el m i vosotros, desde el día en que, no por
nisterio sagrado, — que más que n in nuestros propios méritos, sino por una
guna otra cosa se halla íntim am ente disposición secreta de la divina Provi
ligado con el bienestar público— , h u dencia, fuimos elevados a este alte car
biese hecho, por causa de esta ley, m u go de Padre com ún de los fieles. En
cho m ás difícil aún y penoso, debido efecto, después de la terrible guerra
a la expulsión de valiosos auxiliares y por la que ha pasado el mundo, la
coadjutores y a la privación de toda vista de los gloriosos hechos que el cle
renta, lo cual exponía a los m inistros ro, tanto secular como regular, ha lle
sagrados a la falta de las cosas m ás ne vado a cabo en presencia de todos, sin
cesarias p ara la vida. acordarse de las injurias recibidas y
134* 4-5 E n c íc l ic a “ M a x im a m G r a v is s im a m q u e ” 1051
teniendo presente únicam ente ei am or Las dos condiciones. Pero esto con
a la patria, había hecho nacer cada vez las dos condiciones siguientes: por una
m ás un deseo más ardiente de que la parte, los estatutos debían ser corregi
paz religiosa, turbada por la ley de se dos de m anera que estuviesen de acuer
paración, fuese nuevam ente restable do, según su tenor y su naturaleza, por
cida, de tal m anera que las condiciones lo menos en lo substancial, con la cons
de la Iglesia Católica en F rancia fuesen titución divina y las leyes de la Iglesia;
más conform es a la justicia, bajo el por otra parte, se nos debían dar ga
imperio de esta ley. rantías, legales y seguras, para alejar
en cuanto fuese posible, el peligro de
4. que, en caso de estar el gobierno de la
Los estatutos de las Asociaciones
Diocesanas. Este deseo dio origen a la República en m anos de hom bres hosti
cuestión de las Asociaciones Diocesa les a la Iglesia, no se desconocería a
nas. Los estatutos de estas Asociaciones, estas Asociaciones su fuerza legal y
7 diseñados por hom bres competentes, no consiguientemente su estabilidad en el
sin la aprobación de los jefes del go derecho, exponiéndolas a perder los
bierno francés, fueron enviados a la bienes que les hubiesen sido atribuidos.
Sede Apostólica por nuestro Nuncio en Son nuevos Estatutos. Estos estatu
Francia, y comunicados inm ediatam en tos han sido discutidos larga y concien
te a todos vosotros, así como a nuestros zudam ente por una y otra parte, y esta
Venerables H erm anos, los Cardenales discusión ha tenido como consecuencia
de la Santa Iglesia Rom ana de la Con que las Asociaciones Diocesanas que de
gregación de Negocios eclesiásticos ex ella resultaron, serán m uy distintas de
traordinarios, cuya opinión solicitada aquellas que entonces había reprobado
en diversas ocasiones, h a sido al fin Pío X o impedido que se fundasen. Y
propuesta a Nuestro examen. esto es tanto más evidente, cuanto que
E ra verdaderam ente p ara Nosotros estos estatutos no dependen, ni nece
m uy difícil pronunciar un juicio sobre saria ni directam ente de la ley conde
esta cuestión. Porque no nos era lícito nada por Pío X, y porque el funciona
y no queríam os apartarnos del camino miento de las mismas Asociaciones de
trazado por Pío X; Nos lo im pedían la be asimismo estar de acuerdo a las le
m em oria y el recuerdo de tan gran P re yes canónicas, existiendo el derecho y
decesor Nuestro; y tam poco Nos lo el deber, en caso de duda, de acudir a
la Sede Apostólica.
perm itían la violación de los derechos
de la Sede Apostólica y de la jerarquía 5. G arantías del Gobierno Francés.
Eclesiástica, que se identifican con los Por lo que se refiere a las garantías, no
derechos de Dios y de las almas. Así son ciertam ente ellas las que Nosotros
pues, luego de haber ordenado num e habíam os propuesto al principio y en
rosas rogativas, después de haber nos las que los jefes del gobierno francés
otros mismos elevado a Dios nuestras habían consentido. Sin embargo, las
súplicas, después de haber considerado que Nos han sido ofrecidas son de tal
detenidam ente el asunto delante de naturaleza, y se apoyan en tales razo
Dios, confirm ando la reprobación de la nes y declaraciones, que hemos creído
inicua ley de separación, pero juzgan poder adm itirlas en bien de la paz co
do al mismo tiempo que las disposicio m ún; sobre todo porque Nos parecía
nes de la opinión pública, las circuns imposible obtenerlas mejores, y porque
tancias y las relaciones entre la Sede juzgamos, después de m adura conside
Apostólica y la República Francesa h a ración, que las que se Nos ofrecían
bían cambiado profundam ente hacia podían ser consideradas como legales
fines del año 1922, hemos declarado y seguras, como las exigía el mismo
que no tendríam os dificultad en perm i Pontífice Pío X.
tir, por vía de ensayo, las asociaciones A probación unánim e. En efecto, te
diocesanas. nemos en favor de los nuevos Estatutos
1052 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío XI (1924) 134, 6-8
no solamente la opinión de hom bres otros, como justa y necesaria por dere
mity versados en la jurisprudencia y de cho divino y que, conforme a su oficio
reconocida fam a, sino tam bién la ap ro y a su naturaleza no puede perm itir
bación unánim e de todas las Cámaras que se la obstaculice o se la menoscabe;
del Consejo de Estado, que según la y por otra parte, como una prim era
legislación francesa es la m agistratura etapa, desde donde se prosiguiese a la
suprem a y la única competente para recuperación legítima y pacífica de una
aprobar la interpretación de las leyes. libertad plena y completa.
Esta aprobación, com partida asimismo
por los hom bres que rigen la Repúbli El laicism o continúa condenado.
ca, se reduce en últim o térm ino a la Deseamos que nadie se atreva a inter
declaración de que estos Estatutos no pretar Nuestra presente declaración de
contienen nada contra las leyes fra n una m anera muy ajena a Nuestro pen
cesas, lo que equivale a decir que nada samiento, como si pretendiéram os con
debe temerse de estas leyes respecto a ella abolir las condenaciones intim adas
las Asociaciones Diocesanas. por Nuestro Predecesor de santa m e
moria, Pío X, o reconciliarnos con las
6. D ecreto afirm ativo, por vía de leyes denominadas laicas. Porque Nos
ensayo. Constando pues todo esto, y otros condenamos de igual m anera lo
queriendo, según Nuestra obligación que reprobó Pío X, y siempre que por
apostólica, no om itir nada de lo que “laicismo” se entienda un sentimiento
podamos hacer, quedando incólumes o una intención contraria o ajena a
los derechos sagrados y el honor de Dios y a la religión, condenamos en
Dios y de su Iglesia, ya sea p ara volver absoluto este “ laicismo” y declaramos
a dar a la Iglesia de Francia algún fu n abiertam ente que debe ser rechazado.
dam ento legal, como tam bién para con Que no se diga tampoco que Nuestra
sejos, no sólo se libra de todos los autorización se halla en pugna con las
tribuir, en cuanto se puede esperar, a prohibiciones de Pío X; porque éstas
una pacificación más com pleta de vues se refieren a objetos muy distintos, y
tra nación, que Nos es tan querida: de fueron publicadas en circunstancias no
cretam os y declaram os que pueden per menos diversas.
mitirse, a lo menos por vía de ensayo,
las Asociaciones Diocesanas, con tal que 8. La m ayor estabilidad legal no
se rijan por los Estatutos adjuntos. 7 dispensa de la efectiva ayuda. No Nos
resta otra cosa, sino haceros llegar,
7. In terp retació n del presente decre con toda la efusión de Nuestro amor
to. P o r lo dem ás no es necesario, que paternal, a vosotros, a vuestro clero y
ridos Hijos y Venerables Hermanos, a vuestro pueblo, algunas advertencias
que Nos detengamos a explicar y de muy im portantes.
clarar los motivos porque Nos valemos En prim er lugar, avisamos a los sa
de expresiones tan m oderadas y cir cerdotes y a los fieles confiados a vues
cunspectas. Porque en las actuales cir tros cuidados, —lo que sin duda vos
cunstancias no se trata de otra cosa que otros ya conocéis y explicaréis con más
de aplicar un remedio destinado a ale am plitud— , que las nuevas Asociacio
ja r los males más grandes. Pues siem nes y los Estatutos que a ellas se refie
pre hemos estado persuadidos, y aun ren contribuyen a hacer un poco más
ahora lo estamos, de que si Dios Nos estable, y por tanto, a m ejorar entre
había otorgado poder llegar a algún vosotros la condición jurídica de la
resultado en un negocio tan im portan Iglesia, pero que no por eso debe o
te, ello debía considerarse, por Nos puede cesar la noble y generosa em ula
otros y por vosotros, por el clero y por ción que hemos alabado en esta misma
todos los fieles de Francia, por una carta: porque los bienes que la ley de
parte, como una m ejora de esa plena y separación ha quitado a la Iglesia no
entera libertad que la Iglesia exige para han podido ser recobrados por medio
sí m ism a en todas partes y entre nos de una justa retribución.
134, 9 E n c íc l ic a “ M a x im a m G r a v is sim a m q u e ” 1053
PIO PP. XI
Al amado hijo: Salud y bendición apostólica
y plenam ente los ministerios de su vo que se acercan sin preparación ni ex
cación si no poseen un alto dominio periencia a la cura de almas. No sopor
de ellas. Ya que las personas que se tará im punem ente su ignorancia aquel
consagraron a Dios tienen cuando m e Señor que pronunció esta terrible am e
nos como principal, si no única, obli naza: Por haber rechazado tú la cien
gación la de orar y contem plar o m e cia, te rechazaré a tí del sacerdocio
ditar los divinos misterios, ¿cómo cum que está a mi servicio(14L
plirán ese gravísimo deber si no cono
cen a fondo y com prenden la doctrina 15. La ciencia sagrada es hoy día el
de la Fe? arma indispensable para defender la
Fe. Ahora bien, si jam ás en épocas
14. Principalmente para los miem anteriores hacían falta sacerdotes sa
bros de las órdenes contemplativas, bios, hoy día se siente m ucho más esta
pero también para los de la cura de necesidad, por cuanto ya en la vida
almas. Nos querem os que, ante todo, diaria el conocimiento de las cosas y
sigan estos consejos los que llevan una la ciencia tienen tanta im portancia y la
vida recluida de m editación de las co com penetran de tal modo, que los 138
sas celestiales; pues, yerran, si creen hombres, aun los menos ilustrados
que pueden o descuidar antes o hacer — como casi universalm ente suele su
de lado después los estudios teológicos, ceder— repiten la afirm ación de pro
y sin embargo, faltos de aquel abun ceder en nom bre de la ciencia. Por
doso conocimiento de Dios y de los eso debe bregarse con todo empeño a
m isterios de la Fe que se adquieren fin de que la Fe sea favorecida por el
en el estudio de las disciplinas sagra apoyo y la defensa de toda clase de
das, elevarse fácilm ente a las cosas su ciencias hum anas, las que con su luz
blimes o ser arrebatados y trasportados harán brillar ante los ojos de todos la
a la unión interior con Dios. herm osura de la verdad revelada y des
Lo que atañe a los demás religiosos harán oportunam ente las capciosas opi
sea que enseñen, sea que prediquen o niones m entidas que bajo el falso nom
adm inistren el sacram ento de la Peni bre de ciencia suelen acum ular contra
tencia a las almas arrepentidas o que los dogmas de fe. Pues, como ya T e r -
salgan a las misiones entre los infieles t u l i a n o escribió con acierto: nuestra
o dirijan espiritualm ente al pueblo en Fe sólo anhela ansiosamente no ser
su vida diaria, ese m últiple ejercicio del condenada sin ser conocida^15!. Por
sagrado m inisterio se considerará tanto ello no debemos olvidar tampoco las
más vigoroso y eficaz cuanto m ayor palabras de S a n J e r ó n i m o : La santidad
sea el acervo de conocimientos que sin erudición aprovecha solo al indivi
ellos dominen y luzcan. duo oue la posee; y cuanto edifica a la
P or lo demás, que los sacerdotes po Iglesia de Cristo por el mérito de su
sean la ciencia de las cosas sagradas, vida tanto la perjudica por no saber
y ésta interior y copiosa, ya amonestó defenderse contra los adversarios... Es
el E spíritu Santo por boca del profeta: deber sagrado de los sacerdotes respon
Los labios del sacerdote han de guardar der a las preguntas que le hacen sobre
la ciencia^10). ¿Cómo podrá carecer de la ley(1QK
sólida doctrina aquel de cuyos labios Y así es obligación del sacerdote se
el pueblo cristiano espera la palabra cular como del regular no sólo divulgar
de la salud dado que es el legado del más am pliam ente sino tam bién más de
Dios de las c i e n c i a s el m inistro y tenidam ente ilustrar y defender la doc
doctor de la Nueva Ley, la sal de la trin a Católica, la cual ofrece por un
tierra(12) y la luz del mundo *!(13)123. lado todos los argum entos p ara redar
Teman, pues, por su salvación los güir y aniquilar todas las objeciones
(10) Malaq. 2, 7. (14) Oseas 4, 6.
(11) Véase I Reyes 2, 3. (15) Tertuliano, Apolog. I. (Migne PL. 1, col.
260).
(12) Mat. 5, 13. (16) San Jerónimo, Epist. 53 (o 103) ad Paulin;
(13) Véase Mat. 5, 14. (Migne PL. 22, col. 542).
E ncíclicas P on tificias 34
1058 E ncíclicas del PP. P ío XI (1924) 135, 16-Í8
que le oponen, y por el otro, no puede mente esta perfección ni lograrla con
menos de atraer aun a los espíritus no seguridad sin llevar una vida interior
cegados por prejuicios con tal que la ¿con qué alimentos mejores o m ás
doctrina se explique lúcidamente. Los abundantes puede nutrirla y desarro
Doctores de la Edad que llam an Media llarla que con el estudio de las doctri
habían com prendido esta realidad y nas teológicas? Pues, la acostum brada
bajo la égida de S anto T omás y S an y cotidiana meditación de las m aravi
B uenaventura se em peñaron a fondo llas de la naturaleza y de los dones de
por entender am pliam ente la ciencia gracia que Dios Omnipotente ha volca
teológica y por com unicarla a los de do con tanta largueza y abundancia en
más. la universa creación y en cada uno de
los hombres, santifica los pensam ien
16. La teología es también el instru tos y los movimientos del corazón y lo
mento de la propia santificación. A eleva a las cosas celestiales; aun más,
estos beneficios se añadirá, además, llena a los hom bres de espíritu de fe
queridos hijos, el que el empeño de la y los une muy íntim am ente a Dios.
voluntad, de la mente y de todas las ¿Quién podría asem ejarse más a Cristo
fuerzas espirituales que vuestros reli sino aquel que convierte la doctrina de
giosos pongan en estos estudios tendrá la fe y de la m oral que nos vino del
por resultado la consecución de un es cielo en la savia de su vida y la sangre
píritu religioso m ás acendrado y la de su corazón?
conservación de la dignidad y el decore
del nobilísimo estado que abrazaron; 18. La historia de las Ordenes y la
pues, quien se dedica a las disciplinas experiencia enseñan lo mismo. Los
teológicas, em prende una obra que su fundadores de las Ordenes y Congrega
pone trabajo serio, esfuerzo y sacrificio ciones religiosas siguiendo las huellas
y que, igualmente, se opone a la desidia de los Padres y Doctores de la Iglesia
y la pereza que es la madre y m aestra recom endaron encarecidam ente a sus
de m uchos males(17L el estudioso a hijos los estudios de las ciencias sagra
causa de la no poca concentración de das. Enseña, además, la experiencia,
139 pensam iento que esta labor exige como queridos hijos, que aquellos de entre
tam bién de la costum bre que adquiere vosotros que con m ayor am or cultiva
de no deliberar nada precipitadam ente ron el estudio de la fe, alcanzaron en
ni ejecutarlo sin reflexión, reprim irá y la m ayoría de los casos un grado más
refrenará m ucho m ás fácilm ente las alto de santidad que los demás. A la
concupiscencias que arrastran a lo peor inversa, los que abandonaron este sa
y despeñan a la ciénaga del vicio al grado deber com enzaron por ello a
hom bre falto de dominio de sí mismo. menudo a languidecer espiritualm ente,
S an J erónimo escribe a este respecto: no pocas veces cayeron en un estado
Ama la ciencia bíblica y no amarás los lam entable y aun quebrantaron sus
vicios de la carne(18L y en otro lugar: votos. Todos los religiosos recuerden,
El conocimiento de las Escrituras en por tanto, las palabras de R icardo de
gendra almas vírgenes(19).17 S an V íctor : Ojalá que cada uno de
nosotros se dedique a estos estudios
17. El estudio teológico ayuda a ad hasta que se ponga el sol, desvanezca
quirir la perfección del estado reli paulatinamente el amor a la vanidad y,
gioso. El religioso debe sentirse im eliminando el hervor de la concupis
pulsado a estos estudios tam bién por la cencia, se entibie el impulso de la sa
conciencia de los deberes de estado a biduría carnal(20L
que su m ism a vocación le obliga, o sea,
el deber de adquirir una virtud perfec Exhortam os, además, a los religiosos 140
ta. Gomo nadie puede apetecer eficaz- a que hagan suya la sentencia la si-
(17) Eccli. 33, 29. (19) San Jerón. Comment. in Zach. 1. II, cap.
(18) San Jerón. Epistol. 125 (o 4) ad Rusticum 9, 17 (Migne PL. 25, col. 1489-B).
(Migne PL. 22, col. 1078). (20) Richard, a S. Victore, De differ. sacrific.
Abrahae et Mariae, 1 (Migne, P.L. 196, col. 1049).
135, 19-22 C a r t a A p o s t ó l ic a “ U n ig é n it o s D e i F il iu s ” 1059
mientos religiosos de esta fuente, sobre sagrarse a Dios y que, según el juicio
prepararse m ejor p ara los estudios teo de sus profesores dem ostraron poseer
lógicos, la versación en este libro per- buenas disposiciones del corazón, su
fectísimo h ará que posean los conoci ficiente talento, espíritu piadoso e Ínter
mientos p ara instruir sabiam ente al gridad m oral, sean recibidos en el No
pueblo y refu tar con acierto las obje viciado. En ese tiempo de prueba, como
ciones con que suele calum niarse la en una palestra, aprendan con esmero
doctrina revelada. a practicar los principios de la vida
espiritual y las virtudes.
23. La importancia del estudio del Cuán im portante sea que en ese tiem
latín. Os aconsejam os y m andam os, po se form en las mentes de los novicios
queridos hijos, que hagáis observar en se podrá deducir no sólo de los testim o
vuestros Colegios lo que acerca del estu nios de los m aestros de la vida espiri
dio de la lengua latina exhortam os ob tual sino tam bién de la m isma esperien-
servar diligentemente a los Obispos ca cia, pues, nadie alcanzará la perfección
tólicos en la Epístola Apostólica “Offi- del estado religioso ni perseverará en
ciorum Omnium”^2^ . Con vosotros reza ella que no haya echado ya antes un
tam bién la ley del Código del Derecho sólido fundam ento de todas las virtudes.
Canónico que dice: Los alumnos se im P or tanto, dejando de m ano el estu
pondrán con cuidado en las lenguas, dio de cualquier asignatura y distrac
especialmente en el latín y el idioma ción, los novicios sólo se concentrarán*
patrio(25). La gran im portancia que bajo la sabia dirección de su Maestro,
tiene el latín p ara los sem inaristas no a los ejercicios de la vida interior v l/i
sólo se deduce del hecho que la Iglesia consecución de las virtudes, especial
se vale de él como de un instrum ento y mente de aquellas que se relacionan y
vínculo de unión sino tam bién porque unen con los votos religiosos, es decir,
leemos la Biblia en latín, porque en la con la pobreza, castidad y obediencia.
tín recitam os el Oficio y decimos la P ara este efecto será sumamente útil
Misa, y porque en latín celebramos casi leer y m editar los escritos de S an B er
todos los sagrados ritos. nardo , los del Seráfico Doctor, S an
Añádase a esto, además, que el Ro B uenaventura , de A lfonso R odríguez
mano Pontífice habla y enseña al orbe y tam bién los de los varones que en
universo en latín, ni que emplea otro cada una de vuestras Religiones flore
idioma la Curia Rom ana para resol cieron en la enseñanza de la virtud.
ver sus negocios y publicar sus de Lejos de haber perdido valor y eficacia
cretos que interesan a la com unidad y de haberse debilitado en el transcurso
de los fieles. Los que no dom inan el del tiempo, parece que esa literatura
latín encontrarán más difícil el acceso hoy día aum entó su vigor. Los novicios
a la volum inosa literatura de los Padres jam ás olviden la verdad de que cuales
y Doctores de la Iglesia, la m ayoría de fueron en el noviciado tales serán en
142 los cuales no empleó otro idioma que el resto de su vida, y que, en la m ayo
ése p ara escribir, proponer y defender ría de los casos, será esperanza total
la doctrina cristiana. P or eso, habéis de mente vana la de poder suplir después
preocuparos porque vuestros clérigos mediante un renovado fervor lo que
que un día h abrán de desem peñar las la prim era vez hicieron con poco o
funciones del ministerio sagrado en la ningún fruto.
Iglesia aprendan perfectísim am ente la
teoría y práctica de la lengua latina. 24 25. Indicaciones para los clérigos:
Primero, el curso perfecto de filosofía
24. La transcendencia y el fin del y teología. Después habéis de ten er el
Noviciado. T erm inados los estudios gran cuidado, queridos hijos, de que
hum anísticos, todos los alum nos y can los alum nos que term inaron el novi
didatos que tienen la intención de con- ciado, sean enviados a casas donde fio-
(24) l-VIII-1922, A.A.S. 14 (1922) 452-454; en esta (25) Cód. Der. Can. Canon 1364, 2.
Colección: Encíclica 127, pág. 996-1001.
135, 26-28 C a r t a A p o s t ó l ic a “ U n ig é n it o s D ei F il iu s ” 1061
rece lia observancia de las reglas y esté se im parte en vuestros institutos; de
todo lo demás dispuesto de tal modo ben ser tales que por la conducta de
que ellos puedan hacer con m ucho fru su vida y la esm erada preparación cien
to y exactitud el curso de filosofía y tífica en el ram o que deben enseñar a
teología como está establecido y p ro sus discípulos sean un verdadero m o
gram ado. Dijimos: establecido y pro delo. No debe ser profesor ni repetidor
gram ado, es decir, que nadie pase a un el que no haya cursado con laudable
grado superior del instituto que no éxito la filosofía, teología y ciencias
haya aprobado con bastante buen ie- anexas ni que posea suficiente talento
sultado las m aterias anteriores, que ni e idoneidad para enseñar.
siquiera se haya omitido u na parte del No olvidéis tampoco lo que se lee en
program a de estudios ni se haya dis el Código de Derecho Canónico: Se ha
minuido el tiempo que según las pres de procurar que por lo menos para la
cripciones de los cánones debe dedi Sagrada Escritura, la teología dogmá
carse a esas disciplinas. No procederían tica, la moral y la historia eclesiástica
de un modo prudente — p ara no decir haya otros tantos profesores distin-
m ás— los superiores que, bajo el ap re fos(26).
mio de la escasez de tiempo, quisieran Los profesores deben esm erarse es
llevar a los suyos a las sagradas órde pecialmente en convertir a sus discípu
nes en form a abreviada p ara poder dis los en santos y activos apóstoles de
poner de ellas más rápidam ente p ara Cristo, dotados tam bién de los orna
la vida activa. mentos de ciencia y prudencia, en vir
¿No enseña la experiencia que los tud de los cuales educarán a los hom
estudios hechos precipitada e irregular bres sencillos y rústicos, desbaratarán
mente, más tarde apenas podrán sa los ataques de los inflados por el falso
narse de su vicio de origen, si alguna nom bre de ciencia, e inm unizarán, fi
vez se subsane, y que las pequeñas ven nalmente, a todos los fieles contra el
tajas que quizás proporcione esta re contagio de los errores, el cual engen
cepción adelantada de las Ordenes, se dra y causa tanto mayores daños, cuan
desvanecen y se disipan finalm ente del to más ocultamente acostum bra serpear
todo, por cuanto esos religiosos serán por doquiera y filtrarse en las almas. 144
necesariamente, menos aptos p ara ad Y si para vuestra satisfacción sucede
m inistrar los sagrados m inisterios? que vuestros alumnos, con espíritu fer
voroso, caminen por las regiones y sen
26. Segundo: la form ación ascética deros de la sabiduría cristiana y se
y la vida virtuosa. Procurad, adem ás, distingan en ella sobrem anera, enton
que los jóvenes religiosos que se dedi ces los esfuerzos que, en tan saludable
can al estudio filosófico y teológico no em presa habéis realizado, recibirán la
dism inuyan el anhelo de perfección y recom pensa de la alegría de una abun
la práctica de las virtudes; antes bien, dantísim a cosecha, más allá de lo que
bajo la guía de peritísim os directores puedan expresar las palabras.
espirituales deben adelantar en la v ir
tud p ara que algún día, como es el 28. C uarto: el m étodo escolástico de
deber de los religiosos, posean sólida Santo Tomás. Tened, em pero, por sa
doctrina junto con la santidad de vida. grado e inviolable lo que en la Carta
Apostólica sobre los Seminarios y los
27. T ercero: rigurosa selección del estudios de los Clérigos^2627) enseñamos
cuerpo de profesores. Ahora, llam am os en conform idad con el Derecho Canó
vuestra atención a un punto de singu nico, conviene a saber que en la ense
lar im portancia. Habéis de elegir los ñanza de la filosofía y teología los pro
m ás idóneos profesores p ara la ense fesores deben adoptar fielmente el m é
ñanza de los estudios superiores que todo escolástico, según los principios
(26) Canon 1366, § 3. esta Colecc. Encícl. 127, n. 8-9, pág. 999) y Códi
(27) Véase Pío XI, Carta Apost. Officiorum Dcho. Can. canon 1366, § 2.
Omnium. l-VIII-1922, A.A.S. 14 (1922) 449-458 (en
1062 E n c íc l ic a s d e l PP. P ío XI (1924) 135, 29.-31
y la doctrina de S anto T omás. ¿Quién perto no podrá nunca ser un teólogo
ignora que la disciplina m ental esco docto; a la inversa, aquel que anda
lástica y la sabiduría realm ente ange totalm ente ayuno de la ciencia teológica
lical de T omás, ensalzadas en todos los no podrá jam ás ser un perfecto filó
tiempos con elogios altísimos por Nues sofo. Con acierto advierte S anto T omás
tros predecesores, son naturalm ente a este respecto: De los principios de la
aptas tanto para explicar las verdades fe se deducen las conclusiones para los
reveladas como p ara refu tar m aravi fieles, como de los primeros principios
llosamente los errores de todas las eda conocidos por la naturaleza de las co
des. Pues, el Angélico Doctor, — así en sas se sacan las conclusiones para to
seña Nuestro Predecesor de inm ortal dos; por donde se prueba que la teo
memoria, L eón X III— , estaba dotado logía es una ciencia(30\ P ara decirlo
tan exquisitamente de las ciencias divi con otras palabras, como la filosofía
nas g humanas que se lo ha comparado deduce de la razón, que es participa
con el sol... Él solo ha logrado vencer ción de la divina luz, los prim eros p rin
todos los errores de los tiempos anterio cipios del conocimiento natural y los
res a él y proporcionar las invictísimas enuncia y explica, así la teología pide
armas para derrotar a los que siempre prestadas a la luz de la revelación so
de nuevo habrían de surgir más tar- brenatural que ilum ina y llena con sus
de(2S\ resplandores la inteligencia, las nocio
El mismo Pontífice observa con ra nes de la fe, las desenvuelve y explana,
zón: Los que quieren filosofar honra de modo que am bas resultan ser dos
dam ente— han de quererlo sobre todo rayos del mismo sol, dos arroyos bro
los religiosos— deben cimentar los prin tados de la m ism a fuente, dos edificios
cipios y fundamentos de su doctrina en levantados sobre el mismo fundam ento.
Santo Tomás(2829\ La ciencia constituye, ciertam ente,
29. Íntim o parentesco de la filosofía una em presa grande, con tal que se
con la teología. O tra p rueba de la im adhiera fielmente a las enseñanzas de
portancia de que los alum nos no se la fe; pues, al abandonarlas caerá con
aparten de ninguna m anera del método infalible necesidad en muchos errores
escolástico consiste en que la filosofía e insensateces.
y la revelación están íntim am ente rela
cionadas; am bas fueron com puestas e 31. Conclusión p ara los estudios.
increm entadas en tan adm irable con Cuando, pues, vuestros alumnos, queri
cordia por los Escolásticos que m utua dos hijos, ponen al servicio de la teolo
mente la una a rro ja luz sobre la otra gía el acervo de los conocimientos pro
y se sirven recíprocam ente de gran fanos que acum ularon; cuando, ade
sostén y ayuda. No puede ser de otra más, arden en am or y anhelo de la ver
m anera, pues, dado que am bas des dad revelada serán varones de Dios y
cienden de Dios, la suprem a y eterna prestarán con su palabra y su ejemplo
verdad, form ulando y exhibiendo aqué los m ejores servicios al pueblo cris
lla los argum entos de la razón y ésta tiano.
los de la fe, no podrá haber oposición Pues, toda la Escritura divinamente
entre ellas como algunos en sus deli inspirada — o según la interpretación
rios pretenden; por el contrario, tan del Angélico Doctor, S anto T omás, la
am igablem ente se herm anan que una doctrina cristiana entendida en la luz
com plem enta la otra. de la divina revelación— es útil para
enseñar, para argüir, para corregir, pa
30. El m utuo apoyo que se p restan ra educar en la justicia a fin de que el
la filosofía y la teología. De allí se si hombre de Dios sea perfecto y consu
gue que u n filósofo ignorante e inex mado en toda obra buena^slK
(28) León XIII, Encíclica Aeterni Patris, 4-VTTI- (30) Santo Tomás, Sum. Theol. 2-2, q. 1, art 5,
1878, A.A.S. 12 (1879-80) 108 (en esta Colecc.: ad 2.
Encicl, 33, n. 10, pág. 238). (31) II Tim. 3, 16-17.
(29) León XIII, Carta Nostra erga, 25-IX-1898,
A.S.S. 31 (1898-1899) 264.
135, 32-34 C a r t a A p o s t ó l ic a “ U n ig é n it o s D e i F il iu s ” 1063
a Dios con ánimo gozoso, renovando rir una instrucción más que común
siempre el propósito de cum plir lo que por cuanto a menudo, se dedican, como
el día de la profesión se prom etió y de oficio exclusivo y propio, a la educa
vivir conform e a su vocación hasta el ción de los niños y adolescentes.
postrer aliento.
E pílogo :
35. Su formación ascética v su vida
interior. Llegados a este punto, no Exhortación al cumplimiento pronto
podemos menos de exhortaros, queridos de las normas dadas
Hijos, a que os fijéis en el grave deber 36. El Papa desea que se sigan con
que tenéis de vigilar que, ni en la época prontitud estos consejos. He aquí, que
de su probación ni en el resto de su ridos Hijos, lo que pareció a Nuestro
vida, los herm anos legos, carezcan de am or paternal deberos com unicar sobre
la ayuda espiritual que necesitan para la ejecución del program a de estudios
el progreso interior y la perseverancia y sobre otros asuntos de no m enor sig
en su estado, y esto tanto más cuanto nificación. Como estamos seguros que,
más hum ilde sea su condición y más por la fidelidad que vosotros sentís
modestos los oficios que desempeñan. para con Nos y el celo que os anim a
Por esta razón, los superiores al deter por el progreso de vuestras com unida
m inar donde cada uno de ellos ha de des, recibiréis gustosos y obedientes
vivir y qué labor ha de llevar a cabo Nuestras disposiciones; queremos que
deben tom ar en cuenta las disposicio ellas se im pregnen en los corazones de
nes de cada cual y los obstáculos con vuestros novicios, filósofos y teólogos,
que, tal vez, puedan tropezar. Y si al esperando que, por la ferviente inter
guna vez, se aparten de las obligacio cesión de vuestros fundadores, vuestros
nes de su estado, en su paternal amor, Institutos alcancen con ello, en el po r
lo probará todo para volverlos, con fo r venir, grandes beneficios y ventajas.
taleza y suavidad, a la santidad de la
vida. 37. Bendición Apostólica. E n tre ta n
Los superiores sobre todo, no deja to, como prenda de las gracias celestia
rán de instruirlos personalm ente o cui les y testimonio de Nuestra paternal
darán de nom brar a sacerdotes idóneos benevolencia os im partim os am orosa
que los instruyan en las principales y mente, dilectos hijos, y a todos los reli
eternas verdades de fe; pues, el que las giosos encomendados al cuidado de ca
conoce y m edita frecuentem ente —viva da uno de vosotros, la Bendición Apos
en el siglo o habite dentro de los m u tólica.
ros del convento— sacará gran estím u Dado en Roma, junto a San Pedro, a
lo p ara las virtudes. 19 de Marzo, fiesta de San José, esposo
Queremos que lo que acabam os de de la Virgen y Madre de Dios, María,
decir valga p ara todos los m iem bros de del año 1924, tercero de Nuestro P on
las Congregaciones laicales, y aun con tificado.
m ayor fuerza y razón deben im buirse
de los conocimientos religiosos y adqui PIO PAPA XI.
ENCICLICA “QUAS PRIMAS”^
(ll-X II-1925)
PIO PP. XI
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
Ciudad, dirigidas por los obispos y sa pos y fieles, hechas a Nos, ya solos, ya
cerdotes, ¿qué buscaban sino, purifica colectivamente, cerram os este Año Ju
das sus almas, proclam arse junto al bilar introduciendo en la sagrada litu r
sepulcro de los Apóstoles y delante de gia una fiesta especial de J e s u c r is t o
Nos súbditos fieles de Cristo en él R ey.
presente y el porvenir? Y este reino de Y esto Nos da tanta alegría, que Nos
Cristo pareció ilum inado por nueva luz obliga, Venerables Hermanos, a dirigi
cuando Nos, probada la heroica virtud ros estas palabras: Vosotros, pues, pro
de seis confesores y vírgenes, los ele curaréis acom odar lo que digamos acer
vamos a los honores de los altares. Mu ca del culto de Jesucristo Rey a la inte
cha alegría y aliento experimentamos ligencia del pueblo, y explicar el senti
en Nuestro ánim o cuando en el esplen do de modo que esta solemnidad anual
dor de la Basílica vaticana, prom ulga produzca cada vez mayores frutos.
do el decreto solemne, una m ultitud
innum erable de pueblos alzaba el cán I. El culto de J e s u c r is t o R e y
tico de acción de gracias, exclamando:
“Tu Rex gloriae, Christe”^ . í . Existe el culto a Cristo como Rey
La labor de la Iglesia y el recuerdo 4. El culto de Cristo Rey en sentido
del Concilio de Nicea acentuaron el re figurado: se debe a Cristo por sus per
surgimiento. Porque m ientras los hom fecciones humanas y por su dominio
bres y las naciones, alejadas de Dios sobre los hombres. Desde hace m ucho
por el odio recíproco y por las intesti tiempo se ha acostum brado com ún
nas discordias, cam inan hacia la ruina mente llam ar a Cristo con el apelativo
y la muerte, la Iglesia de Dios, cons de Rey en sentido figurado por el gra
tante en dar al género hum ano el ali do de excelencia que tiene en modo
m ento de la vida espiritual, crea y fo r superem inente entre todas las cosas
ma a generaciones de santos y santas creadas. De tal modo, en efecto, se dice
p ara J e s u c r is t o , el cual no cesa de lla que El reina en la inteligencia de los
m ar a la bienaventuranza del reino hombres, no sólo por la elevación de su
celestial a los que fueron súbditos fie pensam iento y por lo vasto de su cien
les y obedientes en el reino de la tierra. cia, sino tam bién porque El es la Ver
Además, coincidendo con el Año J u dad y es necesario que los hom bres
bilar el décimo sexto aniversario de la reciban con obediencia la verdad de El;
celebración del C o n c il i o d e N i c e a , igualmente reina en la voluntad de los
quisimos tam bién que el recuerdo de hombres, ya porque en El la voluntad
tal centenario fuese conm em orado y hum ana está entera y perfectam ente so
Nos mismo, lo conm em oram os en la m etida a la santa voluntad divina, ya
Basílica V aticana con tanto m ayor gus porque con sus inspiraciones influye en
to cuanto que aquel sagrado Concilio nuestra libre voluntad de tal modo que
definió y propuso como dogma la con- nos inflam a hacia las cosas más nobles.
substancialidad del Unigénito con el Finalm ente, Cristo es reconocido como
Padre e incluyó en el Símbolo la fó r Rey de los corazones por su caridad,
m ula “Cuius regni non erit finís”^ que sobrepasa toda humana compren
proclam ando la dignidad real de Cristo. s i ó n y por los atractivos de su m an
sedumbre y benignidad. Nadie, en efecto
Cumplimiento del deseo general de entre los hom bres fue tan amado, ni lo
la institución de la fiesta de Cristo Rey. será nunca como J e s u c r is t o .
Habiendo, pues, concurrido este Año
Santo de varias m aneras a ilustrar el 5. Es Rey también en el sentido lite
reino de Cristo, Nos parece que h are ral, como hombre por la unión hipos-
mos cosa m uy conform e con Nuestro tática. Mas, p ara e n tra r de lleno en el
oficio apostólico si, secundando las sú asunto, todos debemos reconocer que es
plicas de m uchísim os cardenales, obis necesario reivindicar para Cristo como
(3) Luc. 1, 33; Símbolo de Nicea. Cuyo reino
(2) Del Te Deum: Tú, Rey de la gloria, Cristo. no ienclrá fin.
(4) Efes. 3, 19.
136, 6-7 E n c íc l ic a “ Q u a s P r im a s ” 1067
las cosas tem porales; puesto que El ha cual es feliz el hombre, porque la na
recibido del Padre un derecho absoluto ción no es otra cosa que una multitud
sobre todas las cosas creadas, de modo concorde de hombres^szK
que todo se somete a su arbitrio; sin No rehúsen, pues, los jefes de las
embargo, m ientras vivió sobre la tierra naciones el prestar público testimonio
se abstuvo com pletam ente de ejercitar de reverencia al imperio de Cristo ju n
tal poder; y como despreció entonces tam ente con sus pueblos si quieren,
la posesión y el cuidado de las cosas con la integridad de su poder, el incre
hum anas, así perm itió y perm ite que mento y el progreso de la patria.
los poseedores de ellas las utilicen. A
este propósito se acom odan bien aque 2. Significado social y bendiciones
llas palabras: No arrebata los reinos sociales del reinado de Cristo
mortales el que da los celestiales(30\
a) Libertad en la justicia
c) El imperio omnímodo de Jesús
13. El poder se vuelve sagrado e in
12. Extensión universal del Reino de tangible: primera ventaja. E n efecto,
Cristo sobre la humanidad entera. P or m uy a propósito y oportunas para el
lo tanto, el dominio de nuestro Reden momento actual son aquellas palabras
tor abraza a todos los hombres, como lo que al principio de Nuestro pontificado
confirm an estas palabras de Nuestro escribimos Nos acerca del menoscabo
Predecesor de inm ortal m em oria L eón del principio de autoridad y del respeto
XIII, palabras que hacemos Nuestras: al poder público: Alejado de hecho, así
El imperio de Cristo se extiende nú lo lam entábam os entonces, Jesucristo
solamente sobre los pueblos católicos y de las leyes y de la cosa pública, la
aquellos que, regenerados en la fuente autoridad aparece sin más como deri
bautismal, pertenecen en rigor y por vada, no de Dios, sino de los hombres;
derecho a la Iglesia, aunque erradas de modo que hasta el fundamento de
opiniones los tengan extraviados o el ella vacila; quitada la causa primera no
cisma los separe de la caridad, sino hay razón para que uno deba mandar
que comprende también a todos los y otro obedecer. De esto se ha seguido
que están privados de la fe cristiana; una general perturbación de la socie
de modo que todo el género humano dad, la cual ya no se apoya sobre sus
está bajo la potestad de Jesucristo(31L fundamentos naturales(34).
En cambio, si los hom bres en priva
Se extiende sobre los individuos y la do y en público reconocen la soberana
sociedad. No hay diferencia entre los potestad de Cristo, necesariam ente ven
individuos y el consorcio civil, porque drán a toda la sociedad civil señalados
los individuos unidos en sociedad, no beneficios de justa libertad, de tran q u i
por eso están menos bajo la potestad la disciplina y apacible concordia.
de Cristo que lo están cada uno de ellos
separadam ente. El es la fuente de la 14. La obediencia se ennoblece: se
salud privada y pública. Y no hay sal gunda ventaja. La dignidad real de
vación en algún otro, ni ha sido dado Nuestro Señor, así como hace en cierto
bajo del Cielo a los hombres otro nom modo sagrada la autoridad hum ana de
bre en el cual podamos ser salvados(B2K los príncipes y de los jefes de Estado,
Sólo El es el auto r de la prosperidad y así ennoblece los deberes de los ciuda
de la verdadera felicidad, tanto para danos y de su obediencia. E n este sen
cada uno de los ciudadanos como para tido el Apóstol S an P ablo, inculcando
el Estado: No es feliz la ciudad por a las esposas y a los siervos que respe
otra razón distinta de aquella por la3012 tasen como a Jesucristo a sus respecti-
(30) Del himno de Epifanía: Crudelis Herodes. (33) S. Agustín, Epíst. “Ad Macedonium”, cap.
(31) León XIII, Encicl. “Annum sacrum” , 25-V- 3, 9. (Migne, 33, col. 670).
1899; ASS. 31 (1898-99) 647. En esta Colección: (34) Pío XI, Encíclica “ Ubi arcano” , 23-XII-
Encíclica 81, 4, pág. 610. 1922; AAS. 14 (1922) 683. En esta Colección: Encí
(32) Act. 4, 12. clica 128, 10, pág. 1008.
136, 15-16 E n c í c l i c a “ Q u a s P r i m a s ’* 1071
vos m aridos y señores, les advertía cla para reconciliar todas las cosas(36) y
ram ente que no debían obedecerles co no para hacerse servir, sino para ser
mo a hombres, sino como a vicarios de vir a los demás(35363738\ y que aún siendo
Cristo, ya que sería poco conveniente el Señor de todos, se hizo ejemplo de
que hom bres redimidos con la sangre hum ildad e inculcó principalm ente esta
de Cristo sirviesen a otros hombres. virtud, juntam ente con la caridad, di-
Habéis sido redimidos por gran precio; dicendo, además: Mi yugo es suave y
no os hagáis siervos de los hombres^5\ mi carga ligera^88).
Si los príncipes y los m agistrados Bienestar y felicidad. ¡Qué felicidad
legítimos se persuaden que ellos m an podríam os gozar si los individuos, las
dan no tanto por derecho propio, cuan fam ilias y las sociedades se dejasen go
to por m andato del Rey divino, se com bernar por Cristo! Entonces, realmente,
prende fácilmente que h arán uso santo para usar las palabras que Nuestro
y prudente de su autoridad y se tom a Predecesor L e ó n X III dirigía hace vein
rán gran interés por el bien com ún y ticinco años a todos los obispos del
la dignidad de los súbditos, al hacer las orbe católico, “se podrían restañar mu
leyes y exigir su ejecución. chas heridas, todo derecho adquiriría
su antigua fuerza, volverían los bienes
b) Tranquilidad y orden; concor de la paz, caerían de las manos la$
dia y paz; bienestar y felicidad espadas y las armas, si todos aceptaran
son los principales bienes so voluntariamente el imperio de Cristo,
ciales conquistados por Cristo le obedecieran y toda lengua procla
mase que Nuestro Señor Jesucristo está
15. El bien social de la tranquilidad en la gloria de Dios Padre”
y el orden en el estado. De tal m anera,
quitada toda causa de sedición, flore
cerá y se consolidará el orden y la III. La f ie s t a d e l a r e a l e z a d e C r is t o
tranquilidad; porque aunque el ciuda 1. Las razones para la introducción
dano vea en los príncipes y jefes del de la fiesta
Estado hom bres semejantes a él, o por a) en general para toda fiesta
cualquier razón indignos y vitupera
bles, no se sustraerá por eso a la obe 16. Los beneficios de la fiesta de
diencia en cuanto reconozca en ellos Cristo Rey. Y p ara que sean m ás ab u n
la imagen y la autoridad de Cristo, Dios dantes los deseados frutos y duren más
y Hombre verdadero. establemente en la sociedad hum ana, es
preciso que se divulgue el conocimiento
El bien de la concordia y la paz. de la dignidad real de Nuestro Señor
Por lo que se refiere a la concordia y cuanto sea posible. P ara este fin, Nos
a la paz, es m anifiesto que cuanto más parece que ninguna otra cosa puede
vasto es el reino y m ás am pliam ente ser más conveniente que la institución
abraza al género hum ano, tanto más se de una fiesta particular y propia de
arraiga en la conciencia de los hom bres Cristo Rey.
aquel vínculo de fraternidad que los
une. Y este conocimiento, así como El valor psicológico y religioso de
aleja y disipa los conflictos frecuen las fiestas. Más que los solemnes do
tes, así endulza y dism inuye las am ar cumentos del magisterio eclesiástico,
guras. Y si el reino de Dios, como de tienen eficacia, para form ar al pueblo
derecho abraza a todos los hombres, en las cosas de la fe y elevarlo a las
así de hecho los abrazase verdadera alegrías interiores de la vida, las festi
mente, ¿por qué habríam os de desespe vidades anuales de los sagrados m iste
ra r de aquella paz que el Rey pacífico rios; porque los documentos, la m ayor
traía a la tierra, como Rey que vino parte de las veces, sólo los tom an en
(35) I Cor. 7, 23. (39) León XIII, Encíclica “Annum sacrum” , 25-
(36) Coios. 1, 20. V-1899. ASS. 31 (1898-99) 648. En esta Colección:
(37) Mat. 20, 28. Encíclica 81, 10, pág. 613.
(38) Mat. 11, 30.
1072 E n c íc l ic a s del PP. P ío XI (1925) 136, 17-18
consideración unos pocos hom bres ins no sólo venerase con m ayor piedad a
truidos; en cambio las fiestas conm ue la Madre de Dios, su poderosísim a pro
ven y enseñan a todos los fieles. Aqué tectora, sino tam bién avivara su am or
llos hablan una sola vez, éstas, por hacia la Madre celestial que el Reden
decirlo así, todos los años y perpetua tor les había dejado casi por testam en
m ente; aquéllos tocan sobre todo la to. E ntre los beneficios obtenidos por
m ente; éstas, en cambio, no sólo la el culto público y litúrgico hacia la
mente, sino tam bién el corazón y, en Madre de Dios y los Santos del Cielo,
suma, todo el hombre. Así, cuando había disminuido la reve-
podido en todo tiempo rechazar victo
Corresponden a la naturaleza del riosam ente la peste de las herejías y de
hombre. Siendo el hom bre com puesto los errores.
de alm a y cuerpo, es preciso que sea En este orden de cosas debemos ad
excitado por las solemnidades exterio m irar los designios de la Providencia,
res, de modo que, a través de la varie la cual, así como suele sacar bien del
dad y de los ritos sagrados, reciba en mal, así perm itió que de cuando en
el ánimo las enseñanzas divinas, y, cuando dism inuyeran la fe y la piedad
convirtiéndolas en carne y sangre, haga de las gentes o que falsas teorías ata
de modo que sirvan para el progreso casen la verdad católica; pero con este
de su vida espiritual. resultado: que la verdad católica res
Obedecen a las exigencias del tiem plandeciese después con nuevo esplen
po. P o r o tra parte* se saca de docu dor, y las gentes, despertadas del letar
mentos históricos que tales festividades go, tendiesen a cosas mayores y más
con el transcurso de los siglos se fueron santas.
introduciendo una después de otra, se Elocuente testimonio de la historia
gún la necesidad o la utilidad del moderna. Las festividades que fueron
pueblo cristiano parecía pedirlo; como recibidas en el curso del año litúrgico
cuando fue necesario que el pueblo en tiempos no lejanos tuvieron igual
fuese reforzado frente al peligro co origen y produjeron idénticos frutos.
m ún, o fuese defendido de insidiosos Así, cuando había disminuido la reve
errores heréticos, o anim ado m ás fu er rencia y el culto hacia el Santísimo
temente e inflam ado p ara celebrar con Sacramento, se instituyó la fiesta del
m ayor piedad algún misterio de la fe Corpus Christi, y se ordenó que fuese
y algún beneficio de la gracia divina. celebrada de tal modo que las solemnes
Así desde los prim eros siglos de la era procesiones y las oraciones de toda la
cristiana, viéndose los fieles acerba- octava llam asen las gentes a venerar
604 m ente perseguidos, com enzaron a con públicam ente al Señor; así la festividad
m em orar con los ritos sagrados a los del Corazón Jesús fue introducida cuan
m ártires, a fin de que, como dice S an do los ánimos de los hombres, debili
Agustín , las solemnidades de los már tados y oprim idos por el frío rigo
tires fuesen exhortaciones al marti- rismo del jansenismo, se habían en
rio í40). Y los honores litúrgicos que friado y alejado del am or de Dios y
después fueron tributados a los confe de la esperanza de la eterna salvación.
sores y a las viudas sirvieron m aravi
llosamente p ara excitar en los fieles el b) en especial, las razones para la
am or a las virtudes, necesarias tam introducción de la fiesta de
bién en tiempos de paz.17 Cristo Rey
17. Combaten los errores y herejías. 18. Debe combatir el laicismo, peste
La lección de las fiestas marianas. Y de nuestros tiempos. Ahora, si m anda
especialmente las festividades institui mos que Cristo Rey sea honrado por
das en honor de la Virgen Santísima todos los católicos del m undo, con ello
contribuyeron a que él pueblo cristiano proveeremos a las necesidades de los
(40) S. Augst. Sermón 225, 1 D e m a r t y r i b u s [alias de Sanctis 47] (Migue PL. 39, col. 2181);
ver también Sermón 4 de Script. cap. 34.
136, 19-20 E n c íc l ic a “ Q u a s P r im a s ” 1073
del siglo pasado se preparaba m ara la perfección. P or eso, sea que conside
villosamente el camino a la deseada remos las num erosas súplicas a Nos
institución de este día festivo? Ninguno dirigidas, sea que tengamos en cuenta
ignora cómo fue sostenido este culto y los acontecimientos de este Año Santo,
sabiam ente defendido por medio de encontram os motivos para pensar fi
libros divulgados en gran variedad de nalm ente ha llegado el día, deseado
lenguas de todo el m undo; así como por todos, en el cual podremos an u n
tam bién fue reconocido el principado y ciar que se debe honrar con una fiesta
el reino de Cristo con la piadosa prácti especial a Cristo como Rey de todo el
ca de dedicar y consagrar todas las fa género hum ano. Este año, en efecto,
milias al Sacratísimo Corazón de Jesús. como decíamos al principio, el Rey
Y no solamente fueron consagradas las divino, verdaderam ente admirable en
familias, sino tam bién naciones y rei sus santos, ha sido magnificado de m a
nos; más aún: por deseo de L eón XIII, nera gloriosa con la elevación de un
todo el género hum ano, durante el Año nuevo grupo de fieles suyos a los hono
Santo de 1900, fue felizmente consagra res celestiales; igualmente en este año,
do al divino Corazón. No se debe pasar por medio de la Exposición Misionera,
en silencio que, p ara confirm ar esta real todos adm iraron los triunfos de Cristo
potestad de Cristo sobre la sociedad obtenidos por los operarios evangélicos
hum ana, sirvieron m aravillosam ente al extender su reino; finalm ente, en
los num erosísim os Congresos Eucarís- este mismo año, con la celebración del
ticos que suelen celebrarse en nuestros centenario del Concilio Niceno, hemos
tiempos; en estos Congresos, convocan conmemorado la defensa y definición
do a los fieles de cada diócesis, de las del dogma de la consubstancialidad del
regiones, de las naciones y de todo el Verbo encarnado con el Padre, sobre la
orbe católico p ara venerar y adorar a cual se funda el imperio soberano del
Cristo Rey escondido bajo los velos mismo Cristo sobre todos los pueblos.
eucarísticos, se tiende, m ediante los
discursos en las asam bleas y en las 2. La institución litúrgica y el anun
iglesias, m ediante la pública exposición cio de la fiesta de Cristo Rey
del Santísimo Sacram ento, m ediante las
m aravillosas procesiones, a proclam ar 22. Las disposiciones litúrgicas so
a Cristo como Rey que nos h a sido dado bre la fiesta y consagración. P o r lo
por el cielo. Se podría decir con razón tanto, con N uestra autoridad apostólica
que el pueblo cristiano movido por ins establecemos la fiesta de Nuestro Se
piración divina, saliendo del silencio y ñor Jesucristo Rey, decretando que se
de la soledad de los sagrados templos, celebre en todas las partes de la tierra
y llevando por las vías públicas como el último domingo de octubre, esto es,
triunfador a aquel mismo J esús que, domingo anterior a la fiesta de Todos
venido al mundo, no quisieron los im los Santos. Igualm ente ordenam os que
píos reconocer, quiere restablecerlo en en ese mismo día se renueve todos los
sus derechos reales.21 años la consagración de todo género
hum ano al Sacratísimo Corazón de Je
21. Ocasión propicia para la institu sús, que Nuestro Predecesor de santa
ción de la fiesta. Y en verdad, p ara memoria, Pío X, había m andado que
activar Nuestro intento antes indicado, se repitiera anualm ente. Este año, sin
el Año Santo que toca a su fin Nos da embargo, queremos que se renueve el
la más propicia ocasión; puesto que día 31 de este mes en el cual Nos m is
Dios Nuestro Señor, habiendo levan mo tendrem os pontifical solemne en
tado la m ente y el corazón de los fie honor de Cristo Rey y ordenarem os que
les a la consideración de los bienes ce dicha consagración se haga en N uestra
lestiales, que superan todo goce, los presencia. Nos parece que Nos no po
restableció a la gracia y los confirm ó demos cerrar m ejor ni más convenien
en el recto camino y los condujo con temente, ni coronar el Año Santo, ni
nuevos estímulos al conseguimiento de dar más amplio testimonio de Nuestra
1 3 6 , 2 3 -2 7 E n c í c l i c a tfQ u A s P r i m a s ” 1075
608 gratitud a Cristo, Rey Inm ortal de los súbditos afectuosos y fieles del Rey
siglos, y de la gratitud de todos los ca Divino.
tólicos, por los beneficios que hemos
recibido Nos, la Iglesia y todo el orbe 3. Los beneficios que de esta fiesta
católico durante este año. se esperan
25. Beneficios que obtendrá la Igle
23. La explicación teológica de la sia: la proclamación de sus derechos.
nueva fiesta. No es necesario, V enera Llegados al térm ino de estas Nuestras
bles Hermanos, que os expongamos de letras, Nos place, Venerables H erm a
tenidam ente los motivos por los cuales nos, explicar brevemente las ventajas,
hemos instituido la solem nidad de Cris ya en bien de la sociedad civil, ya de
to Rey distinta de la de otras fiestas, los individuos en particular, que Nos
en las cuales parece ya indicada e prometemos de este culto público a
im plícitam ente solemnizada esta m ism a Cristo Rey.
dignidad real. Basta advertir que m ien Tributando estos honores a la digni
tras el objeto m aterial de las actuales dad regia de Nuestro Señor, se traerá
fiestas de N. S. Jesucristo es Cristo m is necesariamente al pensamiento de to
mo, el objeto form al se distingue en dos que la Iglesia, habiendo sido esta 609
ellas enteram ente del nom bre y de la blecida por Cristo como sociedad p er
potestad real de Cristo. no puede renunciar, plena libertad e
fecta, exige por derecho propio, al cual
24. Los motivos que hicieron elegir independencia del poder civil; y en el
el último Domingo de Octubre. La ra ejercicio de su divino ministerio de en
zón por la cual quisimos establecer esta señar, regir y conducir a la felicidad
fiesta el día de domingo es para que eterna a todos aquellos que pertenecen
no sólo el clero, con la celebración de al reino de Cristo, no puede depender
la m isa y la recitación del oficio divi del arbitrio de nadie.
no, sino tam bién el pueblo, libre de
las ocupaciones de costum bre, rinda a 26. Libertad para las órdenes religio
Cristo eximio testimonio de su obedien sas. Además, la sociedad civil debe con
cia y de su devoción. Nos pareció tam ceder igualmente libertad a las órdenes
bién m uy oportuna esta celebración y congregaciones religiosas de ambos
en el últim o domingo del mes de octu sexos, las cuales, siendo valiosísimo
bre, en el cual se cierra casi el año auxilio de la Iglesia y de sus pastores,
litúrgico; pues así sucederá que los cooperan grandem ente a la extensión
misterios de la vida de Cristo, conm e y al increm ento del reino de Cristo, ya
m orados en el curso del año, term inen con la profesión de los tres votos con
y reciban coronam iento en esta solem com baten la triple concupiscencia del
nidad de Cristo Rey, y se celebre y mundo, ya porque, con la práctica de
exalte antes la gloria de Aquel que una vida de m ayor perfección, hacen
triu n fa en todos los santos y en todos de modo que la santidad, que el divino
los elegidos. Fundador quiso fuese una de las notas
de la verdadera Iglesia, resplandezca
Prescripciones papales relativas a la siempre más de día en día delante de
festividad. P o r lo tan to sea vuestro los ojos de todos.
deber, Venerables H erm anos, y vuestra
misión el hacer de modo que preceda a 27. Beneficios para las naciones. La
la celebración de esta fiesta anual, en celebración de esta fiesta, que se reno
días determ inados, un curso de predi vará todos los años, será tam bién ad
cación en todas las parroquias; de m a vertencia para las naciones de que el
nera que los fieles, adoctrinados acerca deber de venerar públicam ente a Cristo
de la naturaleza, el significado y la y de prestarle obediencia se refiere no
im portancia de esta fiesta, em prendan sólo a los particulares, sino tam bién a
un tenor de vida tal que sea verdade los m agistrados y a los gobernantes; les
ram ente digno de los que desean ser traerá a la mente el juicio final, en el
1076 E n c íc l ic a s del P P . P ío XI (1 9 2 5 ) 1 3 6 , 2 8 -3 0
cual Cristo, arrojado de la sociedad o justicia para Dios” (42\ deben servir
solamente ignorado y despreciado, ven para la interna santificación del alma.
gará acerbam ente tantas injurias reci Si estas cosas se proponen a la conside
bidas; reclam ando su real dignidad que ración de los fieles, éstos se inclinarán
la sociedad entera se ajuste a los di más fácilmente a la perfección.
vinos m andam ientos y a los princi
pios cristianos, tanto al establecer las E pílogo:
leyes como al adm inistrar la justicia,
y ya, finalm ente, en la form ación del Anhelo de que todos, también los ale
alm a de la juventud en la sana doctrina jados, reconozcan a Cristo por Rey
y en la santidad de las costumbres. 29. Esperanza de vivir el Reino de
Cristo. Haga el Señor, Venerables H er
2$. Beneficios para los fieles: el ple manos, que cuantos están fuera de su
no imperio de Jesús sobre todo el reino deseen y reciban el suave yugo
hombre. Además, no hay que decir de Cristo, y todos cuantos somos por
cuánta fuerza y virtud oodrán sacar su m isericordia súbditos e hijos suyos
los fieles de la m editación de estas co llevemos este yugo, no de m ala gana,
sas p ara m odelar su espíritu según las sino con gusto, con am or y santam ente;
verdaderas reglas de la vida cristiana. y que nuestra vida, conform ada a las
Puesto que a Cristo Señor Nuestro leyes del reino divino, recoja halagüe
le ha sido dado todo poder en el Cielo ños y abundantes frutos, seamos con
y en la tierra; si todos los hom bres siderados por Cristo como siervos bue
redimidos con su sangre preciosa están nos y fieles, y lleguemos a ser con El
sujetos por un nuevo título a su auto partícipes del reino celestial de su eter
ridad; si, en fin, esta potestad abraza na felicidad y gloria.
toda la naturaleza hum ana, claram ente
se com prende que ninguna de las tres 30. Bendición Apostólica. Estos
facultades se substrae a tan grande Nuestros votos, en la fiesta del naci
autoridad. Es necesario, por lo tanto, miento de Nuestro Señor Jesucristo,
que El reine en la mente del hombre, sean para vosotros, Venerables H erm a
la cual, con perfecta sumisión, debe nos, un testimonio de Nuestro paternal
prestar firm e y constante asentim iento afecto; y recibid la Bendición Apostó
a las verdades reveladas y a la doctrina lica, que en prenda de los divinos favo
de Cristo; que reine en la voluntad, la res os damos de todo corazón a vos
cual debe obedecer a las leyes y pre otros, Venerables Hermanos, y a todo
ceptos divinos; que reine en el corazón, el clero y pueblo vuestros.
el cual, apreciando menos los afectos Dado en Roma, junto a San Pedro,
naturales debe am ar a Dios sobre todas el día 11 de diciembre del Año Santo
las cosas y a El solo estar unido; que de 1925, cuarto de Nuestro Pontificado.
reine en el cuerpo y en los miembros,
que como instrum entos, o, por decir
con el Apóstol P ablo, como c<armas de4 2 PIO PAPA XI.
(42) Rom. 6, 13.
HL'&TE
PIO PP. XI
Venerables Hermanos: Salud y bendición apostólica
AAS 1. C elebración del séptim o centena- Nos presentó, conform ada con la p u
18 rio de la m uerte del Santo. Después reza y simplicidad de la doctrina evan
153 de haberse purificado debidam ente las gélica. Y a esto deseamos que tiendan
alm as de m uchos fieles y excitado a todas las ceremonias sagradas, públicas
una m anera más perfecta de vida en es manifestaciones, conferencias y serm o
ta Alma Urbe, por medio del Jubileo nes en el curso del año secular: a que
Magno — el cual hemos prorrogado p a el Seráfico P atriarca sea celebrado con
ra todo el orbe al finalizar el anterior— auténticas m anifestaciones de piedad
parece que se Nos agrega u n gran cú tal como fue, y no diferente, a fin de
m ulo de beneficios buscados y espera que aparezca con aquellos dones de la
dos del mismo por la conm em oración naturaleza y de la gracia, empleados
solemne que en todas partes se p repara m aravillosam ente para la m ayor p er
de F rancisco de Asís, al cum plirse el fección propia y de los prójim os.
séptimo siglo desde que cambió feliz
mente el destierro terrestre por la p a 2. El H eraldo del G ran Rey y Re
tria celestial. Fue un hom bre dado no form ador. Y si es tem erario com parar
sólo a la edad turbulenta en que vivió, entre sí a los Santos del Cielo, de los
sino a la sociedad cristiana de todos los cuales el Espíritu Santo eligió unos
tiempos, por designios divinos, p ara su para una misión y otros para otra en
reform a; al designarlo Nuestro inm e este mundo, —la cual com paración,
diato Predecesor como patrono celestial nacida m uchas veces de los movimien
de la llam ada Acción Católica, es con tos desordenados del alma, está vacía
veniente que aquellos de nuestros hijos, de toda utilidad y es injuriosa para el
que según Nuestros m andatos trabajan mismo Dios autor de la santidad— p a
en la Acción Católica, de tal m anera, rece sin embargo que ningún otro San
juntam ente con la num erosa fam ilia to hubo en el cual la imagen de Cristo
de F rancisco, recuerden y ensalcen sus Nuestro Señor y la form a de vida del
hechos, sus virtudes y espíritu, que Evangelio haya brillado más exacta y
desechada aquella falsa imagen del Se más expresiva que en F rancisco. Por
ráfico Varón que gusta a los que favo- lo cual el que se llamó a sí mismo
154 recen los m odernos errores, o a los Pregonero del Gran Rey, él mismo ha
hom bres y m ujeres seculares y fastuo sido con acierto llam ado otro Cristo,
sos, todos los fieles im iten y se revistan porque apareció a sus contem poráneos
de aquella form a de santidad que él y a los venideros como Cristo vuelto
(*) A. A. S.5 18 (1926) págs. 153-175. Traducción especial para la 1? edición.
— 1077 —
1078 E n c íc l ic a s del PP. P ío XI (1 9 2 6 ) 1 3 7 , 3 -4
a la vida: de donde se siguió que viva nes, que se encendió el am or del pue
hoy ante los ojos de los hom bres y que blo en todas partes hacia F rancisco y
vivirá p ara toda la posteridad. Lo cual a su Institución por la Encíclica “Auspi-
¿a quién puede m aravillar, cuando ya cato”, publicada por L eón X III (D hace
los prim eros de sus contem poráneos cuarenta y cuatro años, cuando se cum
que escribieron sobre la vida y obra de plía el séptimo centenario del nacim i