Vous êtes sur la page 1sur 25

Tomo 1: lo de enero / 8 de agosto de 1994

PRÓLOGO DE ANTONIO GARCÍA DE LEÓN


CRÓNICAS DE ELENA PO N IATO W SKA Y CARLOS MONS/VÁIS

Tomo 2: 15 de agosto de 1994 / 29 de septiembre de 1995


PRÓLOGO DE ANTONIO GARC ÍA DE LEÓN o C RÓ N IC A DE CARLO S M O N SIVÁIS

Tomo 3: 2 de octubre de 1995 / 24 de enero de 1997


PRÓLOGO DE ANTONIO GARC ÍA DE LEÓN ° C RÓ N ICA DE CARLO S M O N SIVÁIS

Tomo 4: 14 de febrero de 1997 / 2 de diciembre de 2000


SELECCIÓN DE G U IO M AR RO VIRA ° PRÓLOGO DE CARLO S M O N SIVÁIS

La Marcha del Color de la Tierra


Tomo 5: 2 de diciembre de 2000 / 4 de abril de 2001
EJíTP.CRtÓYKttT*
ICAKCEJU
CALIO
JU-OECSUHOESE*
KSJVOÁA»tClA SELECCIÓN DE G U IO M AR RO VIRA ■
>C RÓ N ICA DE CARLO S M O N SIVÁIS
ENTREVISTA DE JULIO SCHERER G A RC ÍA C O N EL SU BC O M A N D A N T E M ARC O S

Bolívar Echeverría se ha propuesto descifrar el


sentido enigmático que presentan los datos más
relevantes de esta vuelta de siglo. Aquí se tratan
desde asuntos de orden universal hasta otros que se
enfocan en Latinoamérica y su múltiple identidad
moderna, para localizar el conflicto vivo pero
reprimido que la lleva a reproducir esas condiciones
de miseria económica, social y política sin las que
pareciera no poder existir.

Ediciones Era SA de CV, Calle del Trabajo 31, Col. La Fama, 142S9, México DF
Tel: 5528 1221 • Fax: 5606 2904 • P edidos: erapedidos@edicionesera.com.mx
wuvw.edicionesera.com.mx

Contrahistorias. La otra mirada de Clío se imprime en:


Jiménez Editores, S.A. de C.V.
Callejón de la Luz #32-20, Col. Anáhuac, 11320
Tel. y Fax: 5399 47 U y 5527 7340
s .

£
Director:
C a rlo s A n t o n io A g u ir r x R oja s

Com ité de Redacción:


A m é r ic a B u s t a m a n t e P ie d r a g il
V a n d a r i M a n u e l M e n d o z a S o lís
C a r l o s A l b e r t o R ío s G o r d il l o
K a r in a V á z q u e z B ern a l
N o r b e r t o Z ú ñ ig a M e n d o z a

Difusión y Relaciones:
L a u r a T o r t V e la sc o

C o m it é C ie n t íf ic o In t e r n a c io n a l :
Bolívar Echeverría Andrade (Universidad
Nacional Autónoma de México), Cario
G inzburg (Scuola Normale de Pisa),
Immanuel Wallerstein (Yale University),
Edeliberto Ci fuentes Medina (Universi­
dad de San Carlos de Guatemala), Mi­
guel Angel Beltrán (Universidad Nacio­
nal de Colombia en Bogotá), Jurandir
Malerba (Universidade Estadual de Sao
Pablo), Claudia Wasserman (Universida­
de Federal de Rio Grande do Sul), Darío
G. Barriera (Universidad.Nacional de Ro­
sario), Pablo Pacheco. (Cuba), Francisco
Vázquez (Universidad de Cádiz), Ofelia
Rey Castelao (Universidad de Santiago de
Com postela), Ricardo García Cárcel
(Universidad Autónoma de Barcelona)
Massimo M astrogregori, (Revista Sto­
riografìa), Steffen Sammler (Leipzig Uni­
versità«), Maurice, Aymard,: (Ecole des
Hautes. Etudesi. en Sciences Sociales), Lo-
rina Repina (Instituto de Historia Uni­
versal, Academia de Ciencias de Rusia),
Chen Qineng (Instituto de Historia Uni­
versal, Academia de Ciencias de China).;

Contrahistorias, La otra mirada de Clfo


Revista semestral. No. 12. marzo-agosto de 2009.,
PAgina web: www.contrahistorias.com /'
Correo electrónico: contrahistorías®hotrnaU.com..
ISSN: 1665^965
ContnthlstvrÍA3 es una Reserva para uso exclusivo
otorgada por ta Dirección de Reservas dei instituto
Nacional del Derecho de Autor, bajó el número:
04-2004-041411062500-102
Se autoriza la reproducción de los materiales
únicamente con d permiso de la Dirección y dd
Comité de Redacción de Contm htstoiUs.
Los textos aquf publicados son responsabilidad
exclusiva de sus autores.
P I Ä 6 S 0 P IS fe S fe tig Q

Im ag » :íp M undi

Q RANAJIT GUHA ©
Introducción a la perspectiva de los Subaltern Studies
© DIPESH CHAKRABARTY ©
¿ Qué historia hacer para los sectores dominadosi
Entrevista con Dipesh Chakraharty
© EDWARD SAID ©
Sobre la corriente de los Subaltern Studies
© SUMIT SARKAR ©
El declive del componente de lo «subalterno» dentro
del proyecto de los Subaltern Studies

si MDL®ä
© ENTREVISTA ©
El problema delpoder. Entrevista con Michel Foucault
© FRANCISCO VÁZQUEZ GARCÍA ©
De la microfisica del poder a la gubemamentalidad
neoliberal. Nota sobre la actualidad filosófico-politica de
Michel Foucault
© CARLOS ANTONIO AGUIRRE ROJAS ®
México 2005-2010: obra en trece actos

memorabilia -¿Qj

® TENIENTE CORONEL INSURGENTE MOISÉS ©


El campo y la ciudad. Intervención en el Primer Festival
de la Digna Rabia
© JUAN CARLOS GUERRERO DELGADILLO ®
Bolivia en la encrucijada. Entrevista a Felipe Quispe

© N o t ic ia s D iv er sa s ®

E d ic ió n . tip o g ra fía . d is e ñ o in te rio r y d e p o rta d a :


jilu n jd jo r.i M o rd ía L Jitori.il / R¡ n L' i o rí \ A.C .
C o rre g id o ra ft7 12, 5 8 0 0 0 . C e n tro H istó rico . M o r d ía . M ic h o a c a n . M é x ic o ,
e-rn a il: r c d u ta c ^ h o tm a ii.c o m / W eb : u v .-w .p a g in a s p ro d ig y .c o m /re d u ta c
D e re c h o s r e s e r v a d o s s o b re la e d ic ió n jii.tu j,í/o ra M o rd ía Iiditori.il.
Im a g o M u im d i.

Imágenes del M undo, Weltanschauung, Concepciones del M un­


do, Cosmovisiones, Visiones del M undo, Percepciones del Uni­
verso, M aneras de Ver y Entender la Realidad... En esta sección,
queremos multiplicar todo el tiempo las distintas
miradas que adm ite el análisis de los problemas realmente
importantes y fundamentales que hoy enfrentan la historiografía
m undial en general, y las historiografías
latinoamericana y mexicana en particular, pero tam bién la his­
toria y la sociedad en México, en América Latina, y en el M un­
do entero. Recoger siempre las miradas críticas, abrir nuevas
entradas a los problemas, explorar incesantemente explicaciones
nuevas e inéditas de viejos temas, a la vez que ensanchamos
todo el tiempo la nueva agenda de los asuntos que hace fa lta
debatir en el plano historiográfico, pero tam bién en los ámbitos
sociales, políticos y dle todo orden en general.

Porque una ‘I magen del M undo’, cuando es realmente crítica,


heurística y compleja, sólo puede serlo a contracorriente de los
lugares comunes dominantes, y por ello sólo como cómplice obli­
gada de las miles de Contrahistorias que cada día tocan con
más fu erza a la puerta del presente, para liberar
radicalmente los futuros de emancipación que esas mismas C on­
trahistorias encierran.

I m a g ' o ( f j |) M u m d i
3
b » O H ('j-l§ > 3 H Z O n 0
*Ǥ RAN A) IT GUHA V* H
T
>1
A
m
H
1
S
Introducción a la perspectiva de los 0
R
T

Subaltern Studies* 1
A
S

L
os editores de Subaltern Studies me bles de no ser como ellos. Pero hemos acep­
han honrado al pedirme que presen­ tado este riesgo para ser capaces de generar y
renovar continuamente un espacio que es vi­
tara esta colección de ensayos. Esta colección
tal para un proyecto como el nuestro. Por­
es representativa, no sólo del amplio abanico
intelectual cubierto por este proyecto, sino que desde su misma existencia, tanto concep­
también de ciertas divergencias que sus cola­ tual como práctica, este proyecto ha depen­
boradores han mantenido entre ellos, al inte­ dido siempre de su habilidad para negociar
rior de una orientación compartida. Porque 1 las tensiones de una irreductible divergencia
este ha sido, sin duda, uno de los sellos dis­ interna, la que ha sido un recordatorio per­
tintivos de los Subaltern Studies desde su co­ manente de que ella misma es una condición
mienzo: la insistencia en una solidaridad in­ esencial de la creatividad de este proyecto, así
telectual que, sin embargo, no redujera las como una de sus principales fuentes de sus
voces individuales, los estilos y los distintos renovadas energías.
modos de aproximación a los problemas, a Y es perfectamente coherente con esta es­
una uniformidad llana y monótona. Por su­ trategia mencionada, que el colectivo edito­
puesto, esta es una estrategia que tiene sus rial de Subaltern Studies me haya invitado a
riesgos, pues ella abrió el flanco a ciertos ata­ escribir unas pocas palabras introductorias a
ques dirigidos en nuestra contra, provenien­ este volumen. Porque mi lugar dentro de este
tes de los seguidores de una sola ‘linea parti­ proyecto, se ubica desde el comienzo a partir
daria’, o de los rígidos seguidores de un sólo de una cierta diferencia interna con su géne­
camino, o de aquellos monistas cabezadura sis histórica. Ya que existe una diferencia ge­
que han buscado lo recto, lo plano y lo sin­ neracional, que me coloca aparte de todo el
gular, únicamente para encontrarnos culpa­ resto de los colaboradores centrales, con un

* Este texto es la “Introducción” de Ranajit Guha al libro colectivo, coordinado por él mismo, A Subaltern
Studies Reader. 1986-1995, Ed. University of Minnesota Press, Minneapolis, 1997, pp. IX-XXII. Contrahisto­
rias lo rescata ahora para sus lectores, en el ánimo de promover una mayor difusión en México, en América
Latina y en España, de esta interesante perspectiva de la corriente india de los Subaltern Studies, y en especial
de los trabajos de su primera etapa, antes del cuestionable giro posmoderno que esta corriente sufrió en los
últimos tres lustros, llevándola hacia caminos muy diferentes de los de la verdadera historia crítica. La traduc­
ción del inglés al español es de Norberto Zuñiga Mendoza y Sergio Zuñiga Mendoza.

la otra mirada de Cliu ° [ 7 ] ’ la otra mirada de Cllo


Contyüiyaoriag

desfase de por lo menos veinticinco años. Y ce como los anillos cíclicos de un árbol, y la
muchos de los elementos que dieron a los transferencia cultural a lo largo del tiempo,
Subaltern Studies su carácter distintivo y su es siempre necesariamente incompleta. De
trazo individual durante la primera década de modo que partes importantes de lo alcanza­
su trayectoria — es decir, aproximadamente do por los antepasados, se pierde inevitable­
durante el periodo que cubren precisamente mente al pasar hacia sus sucesores, punto que
los ensayos de este libro— , se ha derivado de él ilustra, mostrando cómo el pensamiento
esta brecha, confirmando así algunas de los griego antiguo fue asimilado por el Renaci­
opiniones de Wilhelm Dilthey acerca del fe­ miento italiano, en una medida que no lo
nómeno de la generación.1 En un artículo abarcaba nunca completamente, e inclusive
publicado hace más de un siglo, y ampliamen­ este fue un proceso que tomó varios siglos.3
te olvidado, Dilthey argumenta que una sim­ Además, la tradición se erosiona con el tiem­
ple cronología de las vidas individuales estu­ po, pero eso no ocurre sólo en el largo plazo.
diadas sucesivamente, es insuficiente para la Ésta sufre algunas pérdidas incluso cuando
historia de las ciencias sociales. Para que esta es transmitida de una generación a otra, y el
historia se sitúe dentro de la vida misma, es cambio que esto conlleva va acompañado de
necesario que su narración sea construida a un espacio más amplio y más profundo, den­
partir de otro concepto del tiempo, es decir tro del cual los herederos pueden trabajar esas
desde el conceptp de generación. Este últi­ herencias con todas las energías correctoras y
mo, que es un término descriptivo que alude enmendadoras que corresponden a su pro­
a la extensión temporal de las vidas vividas pio tiempo y a su propio mundo; en suma, a
juntos dentro de una comunidad, nos ayuda su propia vida, como algo que es distinto a la
a concentrarnos en “la relación de contem­ vida de sus predecesores. Así, gracias a esta
poraneidad que existe entre diferentes indivi­ apropiación generacional, una cultura se abre
duos”, esto es, su sentido de poseer una niñez como un campo de diferencia, listo para ser
compartida, y una juventud y madurez que sembrado de dudas, y convertido en un en­
han sido alcanzadas más o menos al mismo cuentro entre la experiencia de una vida que
tiempo, lo que es considerado como “la base está cercana a su fin, y otra que está muy
de un vínculo profundo entre todos ellos”.2 próxima a su comienzo.
La generación, así entendida, actúa no sólo A la historia política y cultural de la India,
como una fuerza que promueve la continui­ anterior a la Independencia, no le han falta­
dad, sino también como algo que promueve do dichos encuentros, como lo testimonian,
la diversidad y el cambio, puesto que lo que por ejemplo, los vínculos entre la generación
ella hereda, es siempre menos que lo que cons­ de Surendranath Banerjee y la de Aurobindo
tituye la totalidad de la cultura que le es pre­ Ghosh dentro del movimiento Swadeshi, o
cedente. La humanidad, dice Dilthey, no cre­ entre la de Tilak y la de Gandhi dentro de la

1 Wilhelm Dilthey, “Über das Studium der Geschichte der Wissenschaften vom Menschen, der Gesellschaft
und dem Staat” (1875), pp. 31-73, en Gesammelte Schrißen, vol. 5, Stuttgart, Ed.Teubner, 1957. Paralas citas
de Dilthey y referidas a él, véase la sección 2 de dicho artículo, pp. 36-41.
2 Ibid., p. 37.
3 Ibid., pp. 38-39.

la otra mirada de Cito ° [ 8 ] la oirá mirada d-e Clíu


Im ago fri) M undi

política nacionalista de los años inmediata­ en los viejos. Según Kierkegaard, se presenta
mente posteriores a la Primera Guerra M un­ bajo dos formas: como la ilusión de la espe­
dial, o también entre la de Rabindranath Ta­ ranza y como la ilusión de lo logrado, del
gore y la de Buddahadeb Basu en la literatu­ pasado ya vivido. “La Juventud, dice, tiene la
ra Bangla, lo m rm o que la relación entre la ilusión de la esperanza, mientras que el adul­
generación de Girish- to tiene la ilusión de lo
chandra Ghosh y la de Si- conquistado [...] Pues el
sirkumar Bhaduri en el 1 j ella década — o, para ser joven tiene ilusiones, es­
teatro, entre otros varios, mas precisos, los años entre el peranzas de que suceda
aún cuando es verdad que levantamiento N axalbari y el algo extraordinario, deri­
todavía hace falca traba­ fin de la Emergencia — , vado de la vida o de sí
jar mucho respecto de las mismo; por su parte, el
diversas implicaciones de han sido frecuentemente adulto, en com pensa­
todas estas relaciones e in­ descritos como un período de ción, tiene a menudo ilu­
tercambios. En todo caso, ■desilusión, y el proyecto de siones respecto de los re­
es claro que la virulencia los Subaltem Stlidies como cuerdos y memorias de su
de este tipo de encuen­ u n o de sus resultados. juventud”.4
tros, adquiere una nueva Examinadas a la luz de
intensidad y un nuevo esta observación, las in­
significado después de la transferencia del po­ terrogantes que dieron expresión y voz a esa
der, como se manifestó obviamente cuando desilusión de los años setenta, adquieren el
por ejemplo, la generación que había alcan­ significado de una verdadera división onto-
zado su madurez durante las dos últimas dé­ lógica entre las generaciones. Ya que hubo dos
cadas del Raj (el periodo del dominio britá­ tipos de esas interrogantes, que podemos
nico sobre la India), se enfrentó a la genera­ agrupar genéricamente en dos conjuntos, del
ción de los Hijos de la Medianoche durante modo siguiente: 1. ¿Qué sucedió dentro de
los turbulentos años setenta. nuestro pasado colonial, y dentro de nuestro
Aquella década — o, para ser más preci­ compromiso con el nacionalismo, que nos
sos, los años entre el levantamiento Naxalba- llevó al actual predicamento, es decir, a las
ri y el fin de la Emergencia— , han sido fre­ cada vez más graves y aparentemente insolu-
cuentemente descritos como un periodo de bles dificultades que enfrentaba el Estado-
desilusión, y el proyecto de los Subaltem Stu- nación? 2. ¿Cómo son las intolerables difi­
dies como uno de sus resultados. No hay nada cultades de nuestra actual condición, com­
falso en esta observación, excepto que es plan­ patibles con y explicables desde, aquello que
teada en tal nivel de generalidad, que ayuda aconteció durante el dominio colonial y des­
muy poco para explicar cómo y en qué senti­ de el compromiso de nuestros predecesores
do preciso puede decirse que nuestro proyec­ con la política y la cultura de ese periodo?
to debe su formación a la desilusión de aque­ Sin duda, cada una de estas preguntas nos
llos tiempos. Porque además la ilusión no habla de una desilusión causada por posibili­
opera de la misma forma en los jóvenes que dades que resultaron fallidas. Sin embargo,

4 Soren Kierkegaard, The Sickness unto Death, Ed. Princeton University Press, Princeton, 1983, p. 58.

lû otri’, mirada de Clio ° [ 9 ] Ia oîr<l mirada de Clio


( jo n tr a h is to r ia g

hubo algo indefinido acerca de esta sensación momento mismo en que fue conquistado el
de fracaso, pues al ser planteadas como inte­ poder. Así, lo que una vez resplandeció como
rrogantes, llevaban consigo la insinuación de una grandiosa posibilidad, se convirtió en
que las cosas no habían culminado todavía, y cenizas al rebajarse a la condición de una sim­
que un viraje hacia una situación mejor no ple oportunidad perdida, y aún todavía me­
podía ser descartado. En otras palabras, la nos. De modo que ningún sueño podía so­
tesitura específica de esta desilusión era la de brevivir en aquél clima de adversidad e in-
una ansiedad suspendida entre la desespera­ certidumbre. Entonces, para los hindúes
ción y la expectativa de cambio, que se pro­ que ya habían alcanzado la edad adulta, en
yectaba, de este modo, hacia el futuro. Así, aquél año funesto de 1947, esa pérdida de
más allá de todo lo que era compartido entre las ilusiones se hacía presente como el re­
la vieja y la nueva generación, en esta tesitura cuerdo de una gigantesca promesa que los
dirigida hacia el futuro, ésta era también di­ había envuelto completamente, para des­
ferente de manera significativa para estas dos pués disolverse en la nada.
generaciones, desde su igualmente diversa La desilusión de los Hijos de la Mediano­
articulación temporal. Porque esa desilusión che (una generación llamada así a partir de
que se hacía evidente en esa ansiedad, que una brillante y acertada autodescripción, pro­
era contemporánea a ambas generaciones en puesta por uno de sus más ocurrentes miem­
esa misma década, es decir, en ese “ahora” que bros), fue de un orden completamente dife­
ambas consideraban como suyo, tuvo su fuen­ rente. En ellos, el pasado vivido tenía muy
te, no obstante, en dos pasados concebidos poco que ver con dicha desilusión, aunque
de modos muy diferentes. sólo fuera ya por el hecho de que no tenían
El pasado que el primer grupo de interro­ nada que recordar como pasado propio, an­
gantes tenía como referente, era claramente tes de la Independencia. Pues habiendo naci­
el de las generaciones cuya adolescencia y ju­ do a la ciudadanía dentro de una república
ventud había coincidido aproximadamente soberana, ellos obtuvieron su nacionalidad
con los últimos veinte años del dominio co­ junto con todas las promesas que en esos
lonial. Era un pasado preñado de una posi­ tiempos la acompañaban. Y eran promesas
bilidad que era específica a ese tiempo y a las que se vinculaban al triunfo del proyecto del
expectativas que lo acompañaban, es decir, a Estado-nación para ser satisfechas. Así que
la posibilidad de un inminente fin del perio­ cuando falló la materialización de las mismas,
do del dominio británico sobre la India o Raj, aún después de dos décadas de la retirada
y del nacimiento de un Estado-nación sobe­ británica del Sur de Asia, la desesperación
rano. Pero cuando la Independencia y la na­ que embargó a esa generación joven de los
cionalidad india se volvieron un hecho real, años setenta, puede ser genuinamente ads­
mediante el proceso de la transferencia del crita al género de ser una verdadera desilu­
poder, la generación para la cual esto había sión de la esperanza.
sido la condición ineludible o sine qua non Y vale aclarar que despreciar esta desespe­
de un futuro más allá del colonialismo, se sin­ ración histórica, calificándola simplemente de
tió traicionada. Y esta fue una frustración que impaciencia juvenil, frente a los agentes y a
era difícil de eludir, puesto que esas esperan­ las instituciones oficiales que habían fallado
zas e ideas, que se habían encendido y difun­ en darnos el futuro prometido, no es más que
dido muy ampliamente y bien al calor del reproducir una limitada visión estatalista de
nacionalismo combatiente, murieron en el ese fenómeno. Porque ésta fue mucho más que

Li oí ni mirrtfU de d io [ 10 ] hi otra mirada de d io


Im a g o (§g) M u n d i

sólo el drama de los enfrentamientos de Naxa- que consideraban sólo una suma de sueños
lite en contra de los órganos del Estado y de utópicos, de promesas vacías, y de un com­
la violencia de las medidas de contrainsurgen- portamiento político sin principios de parte
cia adoptadas por éste último. Pues la crítica de sus antecesores. Dado que estos últimos
dirigida hacia loe gobernantes en turno, se definieron su identidad en tanto que Indios,
extendió mucho más allá, hasta incluir a to­ precisamente a partir de tales utopías, pro­
dos los representantes de la autoridad dentro mesas, y conductas políticas, asimilando los
de la sociedad civil. Y dado que estos últimos valores concomitantes como su principal sus­
fueron ampliamente identificados con las ge­ tento moral y espiritual durante la larga no­
neraciones más viejas, la revuelta de los años che del dominio británico, cuando desperta­
setenta se amplió hasta el punto de que la gen­ ron al día siguiente tras esa larga noche se
te joven llamó a rendir cuentas a todos los emeontraron en el lado equivocado de una
adultos mayores a ellos. Sus impugnaciones, división realmente ontològica. Así, la duda
caracterizadas conspicuamente más por sus ex­ expresada tan bruscamente por esa juventud,
cesos que por su experiencia — como en el se reprodujo en el debate subsecuente como
caso de la decapitación de la estatua del gran autointerrogación de aquellos que estaban
profesor y reformador del siglo XIX, Iswar- siendo impugnados. Y los llevó a preguntarse
chandra Vidyasagar en un parque de Calcu­ por qué terminaron tan mal en la construc­
ta— le ganaron a los rebeldes, no pocos ene­ ción de un futuro, que antes se vislumbraba
migos. Pero la verdadera radicalidad de tales tan bien en tanto posibilidad, y al que sim­
gestos, en si mismos escandalosos, radicaba plemente parecía que debía esperarse para que
en la postura de que esa tradición no pasaría se convirtiera en realidad. Y dado que “espe­
sin ser desafiada. Dicha tradición en cuestión, rando una posibilidad, avanzaré desde esa po­
abarcaba todo el abanico de la cultura inte­ sibilidad hasta quien soy yo mismo”,5 lo que
lectual, desde la que estaba asociada con el se preguntaron fue: ¿ese fracaso fue el que hizo
llamado Renacimiento Bengalí, hasta los idea­ de ellos lo que finalmente fueron?
les altamente apreciados del nacionalismo La turbulencia de los años setenta y todos
Indio, desarrollados durante sus confronta­ los conflictos que ésta generó deben mucho
ciones en contra del régimen colonial. a este choque de interrogantes y autointerro-
Lo que se volvió entonces cuestionable, gantes, de cuestionamientos y de intentos de
fueron no solamente los supuestos logros del respuesta entre esas dos generaciones. Y uno
partido gobernante, que para esos tiempos de sus tantos y perturbadores efectos, fue el
tenía ya más de dos décadas en el poder, sino de proyectar los impactos de la crisis de vein­
también la generación entera que había colo­ te años del Estado-nación, sobre las formas
cado a ese partido en el poder. Los más jóve­ establecidas y codificadas de comprensión del
nes, como Saleem Sinai, “cortados a la medi­ pasado colonial. De modo que todo un vasto
da de la historia”, estaban ávidos de romper corpus de conocimiento e interpretación re­
con lo que esa “historia” significó para ellos, lativos a ese pasado colonial, que había sido
en tanto herencia de un pasado hecho de lo tomado como verdadero y legitimado tanto

5 Martin Heidegger, The Basic Problems o f Phenomenology, Ed. Indiana University Press, Bloomington,
1988, p. 265.

in otra mirada de Clio ° [ 11 ] ^ la otra mirada dr Clio


{"o n trahistoriaS;

académica como políticamente (pues la poli­ dos y grupos políticos. De modo que cuan­
tización extrema del trabajo académico so­ do el ruido de los primeros tumultos se escu­
bre la historia bajo la égida del Gobierno de chó en las calles, el grupo se unió sin vacilar y
la India —su oficialización, para decirlo en ágilmente a los movimientos sociales, en vez
breve— , se había convertido en una de las de buscar refugio dentro de las barreras pro­
principales características de la educación tectoras de los espacios intelectuales o mora­
durance este periodo) pudo entonces ser so­ les, como si lo hicieron algunos otros de sus
metido nuevamente a cuestionamiento, y contemporáneos.
perder así todas sus certezas. Gracias a este sentimiento de libertad (y
La revista Subaltem Studies, en tanto hija uno podría agregar, hasta de impetuosidad),
de estos tiempos, fue concebida desde sus nos fue posible inaugurar nuestro proyecto
inicios, en la linea de este mismo tipo de ar­ afirmando en el número inicial de nuestra
gumentaciones. Y lo que la hizo posible, e revista lo siguiente: “La historiografía del
incluso hasta necesaria, no fue solamente este nacionalismo Indio ha sido dominada duran­
espacio o lugar que se definió dentro de la te mucho tiempo por una visión elitista —
constante secuencia de las generaciones, y que sea la del elitismo colonial, o la del elitismo
le permitió naturalmente, mantener un diá­ nacionalista-burgués”.6 Con la obligatoria in­
logo continuo con otras generaciones que le vocación de los dioses y demonios exclui­
eran cercanas, sino también su libertad res­ dos en este exordio, y más especificamente
pecto de todo tipo de coacciones o constre­ contra los dioses de la academia neocolonia-
ñimientos institucionales. Así, un conjunto lista británica y contra los demonios del mun­
de académicos marginalizados -—entre los que do académico nacionalista-burgués Indio,
estaban algunos estudiantes de posgrado en que eran confrontados en esta forma tan po­
proceso de elaborar y terminar sus Tesis, más lémica, una declaración de este tipo fue vista
dos o tres estudiantes jóvenes sólo muy re­ por las autoridades académicas en turno como
cientemente admitidos como Profesores, jun­ una aproximación tan irreverente como im­
to a otro Profesor más viejo, adherido a los prudente. Y si esas autoridades fracasaron en
rangos más bajos de la Profesión académica, el intento de acabar con el proyecto, simple­
por razones aparentemente justas— , tuvo la mente ignorándolo, o mediante andanadas
ventaja de no estar obligado a guardarle leal­ de ataques que incluían los más estrechos ata­
tad alguna a ningún Departamento, Facul­ ques partidistas posibles y las más bajas ca­
tad, Escuela, o Partido. Entonces, sin ningún lumnias jamás escuchadas en las discusiones
currículum previo, sin dogma, sin línea ofi­ académicas Indias, eso fue solamente por el
cial que seguir, y también sin un gran Profe­ hecho de que nuestra crítica de ese elitismo
sor, ni Profeta, ni Politburo que vigilara cada fue sustentada en una más amplia compren­
uno de sus pasos, la revista fue un grupo sión de la configuración del poder, compren­
marginal sólo anhelante de escuchar y de par­ sión apoyada tanto en una muy bien docu­
ticipar en los debates que agitaban el entor­ mentada investigación, como en una sólida
no exterior y circundante de los templos del teoría. El dominio del ámbito de lo político,
saber y de los cuarteles centrales de los parti­ argumentábamos, era algo estructuralmente

Ranajit Guha, ed., Subaltem Studies I, Ed. Oxford University Press, Deihi, 1982, p. I.

ia otr¿; mirada de Clio [ 12 ] ^ n&'a mirada de Cíío


Im ago @ M undi

dividido, y no, como en la interpretación La co-existencia de estos dos do­


elitista se postulaba, algo unificado y ho­ minios o espacios de lo político, que
mogéneo. Vale la pena recordar las pala­ puede ser percibida por la intuición,
bras con las cuales esta tesis fue formulada y también comprobada mediante la
demostración, fue el indicio de una
en el número inicial de nuestra revista an­ verdad histórica importante, es de­
tes mencionado: cir, del fracaso de la burguesía India
para ser capaz de hablar en nombre de
Lo que claramente se deja fuera en toda la nación. Pues es claro que
esta historiografía a-histórica (o eli­ hubo vastas áreas en la vida y en la
tista) es la política del pueblo. Pero de conciencia del pueblo, que no fue­
manera paralela al dominio de la ron nunca integradas dentro de la
política de las élites, existió siempre hegemonía de esa burguesía india.8
durante este periodo colonial, otro
dominio de la política India, en el Esta postura, que contrasta nítidamen­
que los actores principales no fue­ te con la característica ceguera propia del
ron los grupos dominantes de la so­ discurso de las élites, tiene mucho que ver
ciedad indígena o las autoridades
coloniales, sino más bien las clases con aquello que es distintivo del proyecto
y grupos subalternos que consti­ de los Subaltern Studies. Todos los ensayos
tuían la gran masa de la población presentados en este libro, así como los nue­
trabajadora y de los estratos póda­ ve números de la revista hasta hoy publica­
les intermedios de las ciudades y dos, junto a las trece monografías publica­
del campo, es decir, el pueblo. Éste das a lo largo de todos estos años por los
constituía un dominio autónomo, miembros del colectivo desde 1982,9 cuan­
que no se originaba en el ámbito
de la política de las élites, ni de­ do arrancó nuestro proyecto, (y ello, sin
pendía en su existencia misma de contar las numerosas contribuciones en re­
dicha política.7 vistas y antologías, ni tampoco los escritos

7 Ibid., p. 4.
8 Ibid., pp. 5-6.
9 Shahid Amin, Sugarcane and Sugar in Gorakhpur: An Inquiry into Peasant Production for Capitalist Enterprise
in Colonial India, Ed. Oxford University Press, Delhi, 1984; Amin, Event, Metaphor, Memory: Chauri Chaura,
1922-1992, Ed. Oxford University Press, Delhi, 1995; David Arnold, Police Power and Colonial Rule: Madras,
1859-1947, Ed. Oxford University Press, Delhi, 1986; Arnold, Famine: Social Crisis and Historical Change,
Ed. Blackwell, Oxford, 1988, Gautam Bhadra, Iman o nishan: Unish shatake banglar krishak chaitanyer ek
adhyay, Ed. Subarnarekha, Calcutta, 1994; Dipesh Chakrabarty, Rethinking Working-Class History: Bengal
1890-1940, Ed. Ptinceton University Press, Princeton, 1989; Partha Chatterjee, Bengal 1920-1947: The
Land Question, Ed. K. P. Bagchi, Calcutta, 1984; Chatterjee, Nationalist Thought and the Colonial World: A
Derivative DiscourseI, Ed. Zed Books, London, 1986; Chatterjee, The Nation and its Fragments: Colonial and
Postcolonial Histories, Ed. Princeton University Press, Princeton, 1993; Ranajit Guha, Elementary Aspects o f
Peasant Insurgency in Colonial India, Ed. Oxford University Press, Delhi, 1983; Guha, An Indian Historiogra­
phy o f India: A Nineteenth-Century Agenda and its Implications, Ed. K. P. Bagchi, Calcutta, 1988; David
Hardiman, The Coming of the Devi: Adivasi Assertion in Western India, Ed. Oxford University Press, Delhi,
1987; Gyanendra Pandey, The Construction o f Communalism in Colonial North India, Ed. Oxford University
Press, Delhi, 1990.

iu otra mirada dc Clio ‘ [ 13 ] ' Li otra mirada de Clio


C ontrahistoriaq,

de aquellos que estuvieron trabajando muy seña de algunos de los aspectos más sobresa­
cerca del proyecto, pero sin pertenecer for­ lientes de esta propuesta alternativa.
malmente a él), testimonian claramente
sobre este trazo distintivo. Lo que sólo po­
dría comprobarse en toda su amplitud y D E S P L A Z A N D O EL

con todo detalle mediante un estudio vas­ TEMA DEL PODER


to y comprehensivo de un extenso cuerpo
de escritos, que no puede ser realizado aquí. Con el reconocimiento de esta división es­
En cambio, y para los propósitos introduc­ tructural del ámbito de lo político como algo
torios de este texto, es suficiente con resal­ fundamental dentro de la historia del colo­
tar brevemente la importancia de esta tesis nialismo en el Sur de Asia, el estudio del po­
para la tematización de todo nuestro tra­ der ya no podía continuar aún confinado a
bajo en torno del estudio de la historia y la los limitados espacios a los que lo circunscri­
sociedad del sur de Asia. bía el discurso de la élite, concibiéndolo como
Porque toda tematización implica la cons­ algo exclusivamente interno de la propia
trucción de un proyecto que selecciona sus agenda elitista. Pero al ser desplazado, e in­
temas u objetos de investigación, y que los cluso recuperado por los Subaltern Studies, el
sitúa en un contexto determinado, para so­ status de este problema del poder desborda­
meterlos a una encuesta rigurosa. En conse­ ba la línea faltante de esta división de lo polí­
cuencia, esos procedimientos de selección y tico. Lo que era una pista, por decirlo así,
de delimitación vinculan dicha tematización cuya función debería ser la de iluminar, en
con uno o varios puntos de vista específicos, vez de ocultar, el carácter no unitario de ese
los que deben, en cada caso, conducir hacia ámbito de la política, llamando la atención
adelante dicho proyecto determinado, guián­ hacia ese “otro dominio” que en el discur­
dolo hacia el espacio de la investigación. De so dominante era tratado como algo irrele­
modo que lo que puede o no puede captar la vante e incluso como algo completamente
mirada está ya prefigurado en esa tematiza­ inexistente.
ción. Por eso, el fracaso del discurso elitista, Y se sigue, necesariamente, de esta noción
tanto en su variante imperialista como en su de división estructural de la política, donde
versión nacionalista autóctona, consistió en los diferentes espacios definidos por ella, es­
su incapacidad de identificar, y aún más de tán siempre e inevitablemente en contacto los
poder interpretar, muchos de los aspeaos más unos con los otros, lo que no implica la pér­
significativos de nuestro pasado, incapacidad dida de su propia autonomía; como la conti­
derivada de su rígida tematización, apoyada güidad de dos Estados que comparten una
a su vez en los presupuestos de su visión mo- frontera común, no elimina para nada su res­
nística de las relaciones del poder colonial. pectiva soberanía. Por lo tanto, la política de
En esta lógica, la revista y el proyecto de los la India colonial no fiie otra cosa que una
Subaltern Studies intentó contrarrestar los articulación mutua de dos dominios que in-
efectos contradictorios y ocultos de este fra­ teractuaban todo el tiempo entre sí, aún cuan­
caso proponiendo un modo alternativo de do al mismo tiempo preservaban cada uno
tematización, es decir problematizando la su autonomía. Sobre lo cual, podemos citar
fractura o división estructural de lo político lo que en torno de esa articulación mutua
como su preocupación central. De modo que dijimos en nuestro Prefacio del número 1 de
el argumento que sigue, es sólo una breve re­ los Subaltern Studies-,

la otra mirada de Ciio ° [ 14 ] ' la otra mirada, de Cito


Im a g o @ ì M u n d i

Por supuesto que admitimos que la una comprensión adecuada de las implica­
subordinación no puede ser enten­ ciones de dichas transacciones y negocia­
dida más que como uno de los dos ciones, dado que la presencia de los subal­
términos integrantes de una relación ternos podría hacerse sentir incluso en un
binaria, en la que la otra parte es la
dominación, porque "los grupos escenario en donde su nom bre ha sido
subalternos están siempre sujetos a omitido de la lista de actores, conciente o
la actividad de los grupos dominan­ inconcientemente. Todo lo cual agrega otra
tes, incluso hasta en el momento en dimensión a la historia del Sur de Asia,
que se rebelan y sublevan". Por lo haciéndola aún más compleja.
tanto, los grupos dominantes reci­ Muchas de estas complejidades derivan de
birán, en los volúmenes subsecuen­ la urgencia con la cual esta aproximación crí­
tes de nuestra revista, la atención
que merecen, aunque sin otorgarles, tica insiste en la necesidad de reconocer a
no obstante, la espuria superioridad aquellas entidades y fuerzas de la sociedad ci­
que se les ha asignado usualmente vil, que han sido usualmente ignoradas den­
dentro de la larga tradición elitista tro de los estudios elitistas de lo político. Así,
de los estudios sobre el Sur de Asia. esta aproximación postula que el análisis y la
Efectivamente, está muy lejos de descripción del poder en la India colonial,
nuestros propósitos, el olvidar que no debe nunca más recaer en el uso del fatuo
nuestro énfasis en el análisis de las
funciones subalternas, debe ser al y vano concepto de lo “prepolítico”. Ni tam­
mismo tiempo el registro de la me­ poco en la detestable jerarquización de la cul­
dida de la imposición objetiva del rol tura sudasiática en ‘alta cultura’ y ‘baja cultu­
por parte de la élite, tanto como una ra’, o en la clasificación de grados de “atra­
crítica de las interpretaciones elitis­ so” cultural, las que son el claro producto de
tas de ese mismo rol. una ciega visión estatista que no reconoce,
porque no puede verlas, a las formas articu­
Considerado de este modo, el estudio del ladas de lo político que se despliegan en
colonialismo se abre completamente hacia áreas y fenómenos que son inaccesibles al
nuevos caminos que nos conducen a poner aparato de gobierno del Raj o dominio bri­
de relieve la múltiple diversidad que se ocul­ tánico. Con lo cual, dejaría de afirmarse la
taba detrás de la supersimplificada interpre­ hasta ahora indisputada autoridad de una
tación elitista a la cual ahora se enfrenta. A tradición académica que ha sido cómplice
partir de este punto, tenemos que tomar en del Imperialismo.
cuenta a dos protagonistas autóctonos, y no
sólo a uno, es decir no solamente a la élite
indígena, que siempre fue privilegiada den­ DEFINIENDO A L ESTAD O C O LO N IA L C O M O
tro del discurso dominante en tanto que so­ UNA DOMINACIÓN SIN HEGEMONÍA
da de los gobernantes británicos sobre los
colonizados. En otras palabras, ya no es sufi­ La mirada monista de la política India tie­
ciente considerar a la política como mera ne una cierta ventaja para el discurso de la
suma del conjunto de pactos y transacciones élite. Pues le permite a este último mante­
desarrolladas solamente entre los mismos ner la simplificada noción de que el Esta­
amos. Porque en cada negociación de este do colonial fue, genéricamente, muy simi­
tipo, habrá desde ahora que referirse tam­ lar al Estado metropolitano que le dio ori­
bién al “otro dom inio”, para poder tener gen, quizá sólo con algunas pequeñas dis­

la otra mira/la do Cito


O-[ 1 5 ]\ la otra mirada de CUo
f ontrahistoria5,

torsiones derivadas de sus condiciones hegemónica a una crítica completa. Esta


“Asiáticas”. A esta visión le preocupa muy crítica intenta demosttar que no hay nada
poco que los síntomas de estas ‘distorsio­ en los registros del Raj, es decir en los re­
nes’ convirtieron al Raj en algo muy dife­ gistros del periodo de la dominación bri­
rente a la experiencia metropolitana, en tánica en la India, considerados solamente
varios aspectos esenciales. Porque esas di­ en términos de su evidencia empírica, que
ferencias, son trivializadas al concebirlas justifique esta pretensión de que se trató
como meras fallas administrativas, o atribui­ de un gobierno basado en el consenso. Los
das simplemente al “carácter indígena”, para datos del caso no permiten sostener la te­
despreciarlas como irrelevantes. Con lo cual, sis, defendida por algunos académicos de
eliminan el problema de verse confrontados Cambridge, de que el gobierno británico
a responder a la pregunta de ¿qué podria jus­ en el sur de Asia se basaba en la colabora­
tificar que la Gran Bretaña, la democracia más ción de aquellos que estaban bajo su do­
avanzada del mundo, y madre de los Parla­ minación, porque ninguna autoridad pue­
mentos, haya generado la autocracia que ella de pedir una colaboración voluntaria de sus
misma instauró en el Sur de Asia? ¿cómo un subordinados (a menos que se trate del caso
Estado construido por sus propios ciudada­ del eufemismo Nazi), sin dejarle a dichos
nos, pudo no ser fundamentalmente diferente subordinados la opción de no colaborar, y
de un Estado colonial que fue un Estado sin vale la pena recordar que esta opción era,
ciudadanía? naturalmente, incompatible con la autocra­
Lo que le permitió al discurso colonia­ cia que fue la esencia de ese gobierno bri­
lista el pasar por alto o incluso evadir com­ tánico en la India. Ya que lejos de haber
pletamente esta cuestión, fue la asunción sido aceptado con el acuerdo y la coopera­
de que el poder colonial en el Sur de Asia ción de todos aquellos sobre los que ese
se basaba en el consenso de los coloniza­ gobierno británico se impuso mediante la
dos, en la misma medida en que el poder conquista, la pesadilla o el incubus del Raj
de la burguesía metropolitana en un país fue la de desarrollar una dominación sin
soberano del Occidente se apoya en ese hegemonía, es decir, una dominación en la
mismo consenso ciudadano. Lo que en ver­ cual el proceso de persuasión era sobrepa­
dad era un postulado liberal-imperialista sado enormemente por el proceso de coer­
nunca cuestionado, y que resultaba grotes­ ción, sin, no obstante, eliminar del todo al
co en ocasiones, bajo el reclamo de que el primero.
Raj o gobierno británico en la India fue un Existe también una versión nacionalista
“gobierno sometido a la ley”, continuó sien­ India de esta pretensión espuria de hegemo­
do uno de los supuestos básicos de toda la nía, en tanto que tal. Es la tesis de que el con­
producción escrita neocolonial, hasta el día senso del pueblo respecto del gobierno de “su
de hoy. Un supuesto que lo que hace, en propia” burguesía fue anticipado, según esta
efecto, es dotar al colonialismo con una idea, en las campañas anticoloniales promo­
hegemonía que en los hechos le fue negada vidas por el partido dirigente de la élite india
por la historia. — el Partido del Congreso Nacional Indio— ,
Un aspecto im portante del proyecto de consenso que se habría renovado subsecuen­
los Subaltern Studies, tematizado en un cier­ temente, a partir de la Independencia, en el
to número de vías polémicas y explicati­ largo ejercicio del poder gubernamental por
vas, ha sido el de someter esta presunción parte de este mismo Partido del CNI. Frente

la otra mirada áo Clio ° [ 16 ] ^ otra mirada de Clío


Imag-oiijJ? M undi

a esta tesis, una vez más, la revista y el pro­ y contradicciones que han enfrentado, en
yecto de Los Subaltern Studies han desarrolla­ cambio, todas aquellas tendencias que expre­
do una amplia crítica para resituar a esta pro­ saban su entusiasmo por el ascenso al poder
blemática dentro de una perspectiva radical­ del Partido del Congreso en la India inde­
mente diferente. Así, apoyándose en investi­ pendiente, concibiéndolo como la realización
gaciones sobre algunos de los de la promesa histórica de un
más poderosos movimientos gobierno realmente basado
de agitación social del perio­ ...la historia de esta en el consenso, lo que se de­
do colonial, especialmente en victimización de los mostró como algo totalmen­
los de la No cooperación, la grupos subalternos, te equivocado, una y otra vez,
Desobediencia Civil y el de junto a la fuerza y a lo largo de la evolución pos­
Q uit India, dem ostraron estructura de la terior de los hechos, y espe­
cómo una vez detrás de otra, resistencia cotí la que cialmente aquellos transcurri­
y región tras región, la inicia­ dos desde los años setenta del
tiva de tales campañas pasó ellos confrontan este siglo veinte. Porque la false­
siempre desde el liderazgo de sometimiento [...] dad de tal pretensión de he­
la élite india hacia las masas constituye una buena gemonía es tan penosamente
de los participantes de los parte de los escritos obvia dentro de la política In­
grupos y clases subalternos, hasta ahora concretados dia contemporánea, como
quienes desafiaron a esos al­ por el proyecto de los para requerir de cualquier
tos cuadros dirigentes y a sus Subaltern Studies. mayor elaboración. Basta con
respectivos cuarteles genera­ decir que su tematización
les, para reapropiarse y hacer dentro de nuestro proyecto,
realmente suyas esas luchas, al reencuadrar- ha estado sobre todo determinada por nues­
las dentro de los códigos específicos de las tra mirada vigilante hacia el punto del im ­
tradiciones de la resistencia popular y al dar­ pacto que la disputa por el poder entre los
les nuevas formas de expresión a partir de los distintos grupos de la élite, ha tenido en
idiomas o lenguajes que se derivan de las ex­ sus relaciones con los grupos y sectores sub­
periencias comunitarias del trabajo y de la alternos. Porque estos últimos, al ser utili­
vida en común. De modo que es sólo una zados como peones dentro de las feroces
historiografía ingenua y a la vez engañosa, la luchas entre esos elementos de los grupos
que ha pretendido reducir estas movilizacio­ dominantes, terminan por convertirse, ine­
nes and-imperialistas dentro de ese limitado vitablemente, en sus víctimas. Entonces, la
reclamo de la burguesía india por la hegemo­ historia de esta victimización de los gru­
nía, mientras que toda la evidencia empírica pos subalternos, junto a la fuerza y estruc­
nos muestra, en cambio, que esas moviliza­ tura de la resistencia con la que ellos con­
ciones fueron precisamente el espacio en el frontan este sometimiento, y sobre todo las
que dicho reclamo fue impugnado y cues­ implicaciones de una dominación esforzán­
tionado por los propios sectores subalternos dose desesperadamente por dotarse de una
movilizados. hegemonía que se le escapa constantemen­
Puesto que Subaltern Studies no partió de te y a la que nunca consigue alcanzar, cons­
esta tesis que le otorgaba anticipadamente a tituye una buena parte de los escritos hasta
la burguesía dicha condición de consenso y ahora concretados por el proyecto de los
hegemonía, se evitó así todas las dificultades Subaltern Studies.

,x»*Hiír0
tu uira mirada de Cito ° [ 17 ] otra un ruda da Clio
(^ontrahistoria^

IN V E ST IG A N D O L A R ELA CIO N ENTRE ESTADO colonial, es necesario buscar un patrón de


I Y SOCIEDAD CIVIE Y SUS TENSIONES | análisis que nos conduzca hacia esa especifi­
cidad y que nos permita mostrar dentro de la
Una buena parte de las dificultades actuales interpretación ese singular carácter distinti­
que aún acosan a la India en múltiples fren­ vo de ella.
tes, es la herencia directa del periodo del do­ Una de las razones importantes por las
minio británico o Raj. Porque éste fue noto­ cuales esta especificidad no ha sido tematiza-
riamente fallido en su intento de asimilar e da cabalmente y ni siquiera suficientemente,
incorporar a la sociedad constituida por el es la notoria disposición estatista o estatolá-
conjunto de los grupos colonizados a ese trica del trabajo académico sobre la historia
mismo dominio. El resultado de esta falla fue del Sur de Asia. Porque ese trabajo cede de­
el de una complicada imbricación de lo que masiado fácilmente a esa visión del propio
correspondía a la estructura del Estado con Estado, adoptando su perspectiva sin cues­
lo que era correspondiente a la Sociedad Ci­ tionar, y concentrándose por ende selectiva­
vil, lo que produjo una gran cantidad de des­ mente sólo en aquellas zonas de la experien­
ajustes y una tensión entre ambas esferas apa­ cia colonial que pueden ser vistas desde esta
rentemente perpetua. Puesto que de los nu­ limitada óptica estatista. E incluso estas zo­
merosos y accidentados intentos hechos por nas son vistas solamente en lo que correspon­
el Estado colonial para asimilar bajo su esfe­ de a su importancia para las funciones admi­
ra a la sociedad indígena, no hubo ni uno nistrativas e institucionales del Estado, y no
solo que fuera totalmente, e incluso al me­ en términos de la tensión que las vincula con
nos parcialmente logrado. Así que si el pro­ su otro’, con su contraparte, es decir, con la
pósito del Raj eta el de pintar de rojo a la Sociedad Civil.
India, para usar esta atrevida metáfora, lo que Por el contrario, el reconocimiento de esta
en verdad consiguió fue tan sólo producir una tensión, es central para el proyecto de los
suerte de superficie moteada y pintarrajeada Subaltern Studies. De modo que su crítica de
cubierta de manchas azarosas ubicadas por la pretensión universalista del capital, lo con­
aquí y por allá. Y fue precisamente esta natu­ dujo lógicamente hacia una tematización para
raleza inconclusa de dicha empresa, la que nada definida por esa supuesta supremacía
dio como resultado esa imagen históricamen­ atribuida al Estado, sino al contrario, defini­
te tan compleja, tan interesante, y sobre todo da por el reconocimiento central de los pro­
única. Unica en el sentido de que la relación blemas no resueltos por ese Estado en su re­
entre el Estado y la Sociedad Civil en cada lación y en sus negociaciones con la Socie­
parte constitutiva de esta imagen, era tan es­ dad Civil india. Tales problemas, ejemplifi­
pecífica y vinculada a esa experiencia del Sur cados por el crecimiento y la intensificación
de Asia, tan dependiente de su tiempo y su de los intereses comunales, de casta, regiona­
espacio, que hizo que toda esta confusión les y otros intereses particulares, se ubican
entre los elementos nativos y los componen­ entonces dentro de este proyecto de los Estu­
tes extranjeros y su misma textura particular, dios Subalternos de una manera muy diferen­
debida en parte a esa misma confusión, se te a como se sitúan dentro de los programas
volviera algo tan sui generis y tan alejado de convencionales de estudios del Sur de Asia,
su posible traducción a los códigos occiden­ en donde se les enmarca dentro de las rela­
tales. De modo que para estudiar a la India ciones binarias entre modernidad y tradición,

U< nrru mimda de CUo o0’[ 1 !jl olrú mirada de Clio


18 ] *
Im a g o M u ndi

o desarrollo y subdesarrollo, o progresismo y porera) y así sucesivamente, es, en cada caso,


conservadurismo, y también en trazos del el permitir a una palabra del inglés que entre
Occidente y del Oriente, concebidos como dentro del lenguaje indio, pero hacer esto en
extremos opuestos. En cambio, para los Sub- términos definidos estrictamente por el len­
altem Studies, se trata más bien de problemas guaje indio que es el anfitrión local, es decir,
que testimonian acerca de la incapacidad his­ en términos del idioma Bangla. Así, la inicia­
tórica del supuesto universalismo de la razón tiva de tal asimilación recae completamente
Eurocéntrica y de su construcción de una en este idioma Bangla, como testimonia, en­
expansión global — la del capital— para tras­ tre otras cosas, la característica interposición
cender sus propios umbrales históricos en la de una vocal, que se introduce aquí para se­
etapa del colonialismo. parar, respectivamente, lagde la /, la b de la /,
Porque la función de un umbral no es sólo la t de la r, y la s de la t, De idéntica forma, la
la de poder dar la espalda frente a las intru­ modernidad también pasó por un proceso en
siones externas. Es también la de intentar el cual la rudeza de la intervención del Esta­
encararlas, e iniciar así un espacio para abor­ do, actuando a favor de la soberbia de las pre­
darlas como si fuesen algo propio, para tra­ tensiones civilizadoras de esa modernidad, fue
tar de apropiárselas. Pues esto permite al que superada mediante estratagemas de adapta­
está dentro del umbral, el mirar lo que hay ción tan auténticamente Indias, que sólo un
más allá, y entonces dejarlo entrar en su pro­ académico eurocéntrico, de los que existen,
pio ambiente, pero también en sus propios desafortunadamente, no sólo dentro de la
términos. El resultado es permitir que pene­ misma Europa, puede confundirlo con un
tre una luz externa que puede combinarse con proceso de occidentalización.
la luz local, transformando así a ambas. Por Rescatada entonces de esa falsa trampa de
ello, el advenimiento de la razón europea en los supuestos trazos característicos de la occi­
el Sur de Asia, como parte de toda la carga dentalización, la cuestión del modernismo
que trajo consigo la empresa colonial, tuvo en la India nos conduce hacia otras y mu­
también, sin duda alguna, un gran impacto cho más fundamentales interrogaciones.
transformador. Pero gracias al rechazo de la Estas se dividen en dos grupos: primero,
sociedad India de dignificar a un gobierno aquellas que intentan profundizar acerca de
extranjero, otorgándole la condición de la cómo este proceso de modernización que
hegemonía, ese impacto transformador de la fue propio de la India se enlaza con el to­
razón europea se desarrolló esencialmente davía oscuro proceso de la formación de la
como un proceso de Indianización de los len­ Nación, en tanto articulación del naciona­
guajes de la modernidad importados por el lismo, el Estado-nación, y más en general
Raj o dominio británico en la India. la nacionalidad, y cómo es que la tensión
Algunos de estos lenguajes fueron recha­ aparentemente no resuelta entre el Estado y
zados como completamente incompatibles, la Sociedad Civil, no es en verdad más que el
mientras que otros fueron admitidos en la epifenómeno de un conflicto básico y más
cultura del Sur de Asia, del mismo modo en profundo entre el Estado y la comunidad,
que los idiomas del subcontinente dieron mediado por una sociedad civil que está to­
cabida a ciertas palabras europeas dentro de davía lejos de haber completado totalmente
sus vocabularios. El decir gelash por “glass” su proceso de conformación.
(vaso), tebil por “table” (mesa), teram por En segundo lugar, aquellas preguntas que
“tram” (tranvía), istimar por “steamer” (va- confrontan el supuesto status universal de la

la otra mirada de Clio ° [ 19 ] * ^ otra mirada de Clin


{"o rm ahjstoria^

experiencia europea — es decir, la pretendi­ — la de Los hijos de la Medianoche, y la de sus


da función universalizadora del capital, y la predecesores inmediatos— , así como sus
universalidad de la razón europea, junto a la implicaciones sobre el proyecto de los Subal­
complicidad de ese capital y esa razón para tern Studies en tanto producto de las turbu­
elevar los trazos particulares de la moderni­ lencias e inquietudes de los años setenta del
dad europea, al rango de un modelo univer­ siglo veinte. Y concluimos, una vez más, con
sal válido para todos los continentes y para ciertas interrogantes que plantean la diferen­
toda la humanidad— en suma, ciertas cues­ cia entre las experiencias históricas del Sur
tiones que ponen en duda este presupuesto, de Asia, de un lado, y del otro lado la expe­
discriminando lo que es lo europeo y lo que riencia europea, en la etapa histórica del co­
es lo más universalmente moderno dentro de lonialismo, el nacionalismo, y el modernis­
este paradigma metropolitano, y respecto del mo. Aquí, no hemos hecho ningún intento
ensalzamiento de la historia europea, que para responder a estas preguntas. Porque el
como cualquier historia es sólo un conjunto objetivo de esta introducción es simplemen­
de especificidades nacionales y regionales, ele­ te el de tratar de dar una muestra inicial de
vada hasta el estatuto de Historia Universal. estos problemas, sin ir más allá de su simple
Hemos establecido en esta exposición una presentación. Porque cualquier comienzo,
serie de cuestiones, con el fin de indicar las para ser verdadero, debe siempre iniciar con
diferencias entre dos generaciones contiguas las preguntas.
0
N * 5 DIPESH CHAKRABARTY 2«*
T
R
A
®
H
1
2
T
0
a
¿Qué historia hacerpara los sectores dominados,?
1
A Entrevista con Dipesh Chakrabarty *
2

R evista C iencias H um an as : Usted es uno de tradición, nacionalista-marxista, aunque era


los fundadores de los Estudios Subalternos. ¿Po­ crítica frente a la autoridad colonial, le atribuía
dría explicarnos cuáles son los principios y los a la elite nacionalista todo el crédito del nacio­
objetivos de esta corriente de investigación? nalismo anticolonial. De modo que esta his­
toriografía se olvidaba de los problemas plan­
D ipe sh C hakrabarty : L os Subaltem Studies teados por el nacionalismo, incluido el de la
o Estudios Subalternos nacieron en el marco tendencia del Estado-Nación a rebajar a cier­
de un proyecto de historiografía crítica. Apa­ tos grupos — como el grupo de los Naga— ,
recieron a finales de los años setenta, bajo el para obligarlos a set parte de la India después
impulso de historiadores de la India, de Pa­ de la Independencia. La segunda tradición se
kistán y de Bangladesh, que se agruparon bajo inscribía como continuación de la historio­
la dirección de Ranajit Guha, que es el miem­ grafía “imperial” británica. Tomaba la defen­
bro más viejo — y también el mentor— , de sa de la autoridad británica dentro de la India
todo el grupo. Éramos ocho en total: dos de o negaba el hecho de que los británicos hayan
nosotros vivíamos en Estados Unidos, cuatro sido suficientemente poderosos como para
vivían en la India, y el resto vivía en Inglate­ tener una influencia durable y dañina sobre
rra. El primer volumen de la serie que se titu­ las instituciones y la sociedad indias.
ló Subaltem Studies fue publicado en 1982. Por nuestra parte, considerábamos que esas
Se trataba de un movimiento generacio­ dos tradiciones eran elitistas, y también reti­
nal. Pues, con la excepción de Ranajit Guha, centes a considerar la manera en que los gru­
todos nosotros nacimos, más o menos, alre­ pos sociales “subalternos” — es decir, los gru­
dedor del momento de la conquista de la In­ pos de los sectores dominados cotidianamente
dependencia de la India, en 1947. Así que ha­ dentro de la vida social— , habían contribui­
bíamos heredado el nacionalismo, aunque al do con su propio y específico aporte a ese
mismo tiempo lo criticábamos. Estábamos in­ mismo nacionalismo anticolonial.
satisfechos de las dos principales tradiciones Los Subaltem Studies se plantearon como
que existían entonces, dentro del campo de la objetivo producir análisis históricos dentro de
escritura de la historia de la India. La primer los cuales esos grupos subalternos eran preci-

* La siguiente entrevista al historiador indio Dipesh Chakrabarty, fue publicada en el libro Histoire Globale.
Un autre regard sur le monde, Ed. Sciences Humaines, Paris, 2008, pp. 225-230. Contrahistorias la rescata
aquí para sus lectores, en esta traducción del francés al español de Carlos Antonio Aguirre Rojas.
^*>HIS)-0^
la otra mirada de CUo ° [ 21 ] ^ la otra mirada de Clio
O
*»§ DIPESH CHAKRABARTY S«* M
So O - H V - I # > 5 3 - I 2 0 S\
T
A

H
[
S
¿Qué historia hacerpara los sectores dominados? 0
R
T

Entrevista con Dipesh Chakrabarty* 1


A
S

u m a n a s : Usted es uno de
R evista C ie n c ia s H tradición, nacionalista-marxista, aunque era
los fundadores de los Estudios Subalternos. ¿Po­ crítica frente a la autoridad colonial, le atribuía
dría explicarnos cuáles son los principios y los a la elite nacionalista todo el crédito del nacio­
objetivos de esta corriente de investigación? nalismo anticolonial. De modo que esta his­
toriografía se olvidaba de los problemas plan­
Los Subaltern Studies
D ipe s h C hakrabarty : teados por el nacionalismo, incluido el de la
o Estudios Subalternos nacieron en el marco tendencia del Estado-Nación a rebajar a cier­
de un proyecto de historiografía crítica. Apa­ tos grupos — como el grupo de los Naga— ,
recieron a finales de los años setenta, bajo el para obligarlos a ser parte de la India después
impulso de historiadores de la India, de Pa­ de la Independencia. La segunda tradición se
kistán y de Bangladesh, que se agruparon bajo inscribía como continuación de la historio­
la dirección de Ranajit Guha, que es el miem­ grafía “imperial” británica. Tomaba la defen­
bro más viejo —y también el mentor— , de sa de la autoridad británica dentro de la India
todo el grupo. Éramos ocho en total: dos de o negaba el hecho de que los británicos hayan
nosotros vivíamos en Estados Unidos, cuatro sido suficientemente poderosos como para
vivían en la India, y el resto vivía en Inglate­ tener una influencia durable y dañina sobre
rra. El primer volumen de la serie que se titu­ las instituciones y la sociedad indias.
ló Subaltern Studies fue publicado en 1982. Por nuestra parte, considerábamos que esas
Se trataba de un movimiento generacio­ dos tradiciones eran elitistas, y también reti­
nal. Pues, con la excepción de Ranajit Guha, centes a considerar la manera en que los gru­
todos nosotros nacimos, más o menos, alre­ pos sociales “subalternos” — es decir, los gru­
dedor del momento de la conquista de la In­ pos de los sectores dominados cotidianamente
dependencia de la India, en 1947. Así que ha­ dentro de la vida social— , habían contribui­
bíamos heredado el nacionalismo, aunque al do con su propio y específico aporte a ese
mismo tiempo lo criticábamos. Estábamos in­ mismo nacionalismo anticolonial.
satisfechos de las dos principales tradiciones Los Subaltern Studies se plantearon como
que existían entonces, dentro del campo de la objetivo producir análisis históricos dentro de
escritura de la historia de la India. La primer los cuales esos grupos subalternos eran preci-
BlimaBWMMMIMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIImilili ff f
* La siguiente entrevista al historiador indio Dipesh Chakrabarty, fue publicada en el libro Histoire Globale.
Un autre regard sur le monde, Ed. Sciences Humaines, Paris, 2008, pp. 225-230. Contrahistorias la rescata
aquí para sus lectores, en esta traducción del francés al español de Carlos Antonio Aguirre Rojas.

la otra mirada de Cito ° [ 21 ] bi oirá mirada, de Clio


( ontrahistoria<;

sámente considerados como ios sujetos cen­ Edward Said escribió para ese volumen un
trales de la historia. Todos nosotros éramos prefacio benevolente. En ese entonces, tres ti­
gente de izquierda, y habíamos tomado el tér­ pos de crítica tuvieron un cierto impacto. Las
mino subalterno de las lecturas del marxista feministas nos reprocharon la ausencia de los
italiano Antonio Gramsci. De modo que pre­ problemas de género dentro de los Subaltem
feríamos este término al de “clase”, porque Studies. De otra parte, G. C. Spivak sostuvo
en nuestros textos hablábamos de personas que teníamos una idea inadecuada de un pro­
que no sólo eran parte de las clases económi­ blema central, criticando nuestro deseo de “re­
camente inferiores, sino también de gente que conocer a los subalternos como autores de su
en su vida cotidiana se encontraba sometida propio destino”. Para eso, escribió un ensayo
a relaciones de dominación y subordinación. deconstruccionista que tituló “¿Pueden hablar
Queríamos, entonces, introducir la cues­ los subalternos?”, y que en aquél momento
tión del poder dentro del análisis de clase. Y tuvo una gran influencia. Finalmente, en la
nos oponíamos también a las historias nacio­ India, se cuestionó nuestro estatuto de inte­
nalistas que reconstruían el retrato de los lí­ lectuales provenientes de las castas más altas:
deres nacionalistas caracterizándolos como ¿cómo podíamos, teniendo este origen social
“modernos”, mientras, al mismo tiempo, des­ y en estas condiciones, ser capaces de com­
cribían a la mentalidad campesina como atra­ prender o de representar la vida de las perso­
sada. Para nosotros, en cambio, el “campesi­ nas de las castas más bajas, o incluso de los
no” no era un sujeto prepolítico (como, en exintocables? Pero incluso si nuestras teorías
ocasiones, llego a ser considerado por algu­ fueron criticadas, también es cierto que ad­
nos miembros de la tradición marxista britá­ quirieron una enorme notoriedad.
nica de la “historia desde abajo”), sino un su­
jeto al que había que considerar desde el ini­ RCH: Los Estudios Subalternos suscitaron
cio como “siempre ya” totalmente político. igualmente un importante debate en torno de
las fuentes históricas, debate que no es perti­
RCH: ¿Cómo fueron recibidas sus tesis? nente sólo para la India...
DC: Los tres primeros volúmenes tuvieron DC: Sí, ese debate pertenece hoy a la historia
una buena recepción por parte de los univer­ global. Una de las principales implicaciones
sitarios indios, porque muchos de ellos pen­ teóricas de los Subaltem Studies era la de com­
saron que nosotros producíamos “buenas” prender los archivos históricos como producto
versiones indias de lo que los británicos lla­ de las relaciones de poder. Porque no sólo los
maban “la historia desde abajo”. Algunos más campesinos y los trabajadores no producen
criticaron nuestro marxismo poco ortodoxo, ni dejan sus propios documentos, sino que
pero la recepción en su conjunto fue buena. además, los que se refieren a ellos mismos son
Eso comenzó a cambiar un poco cuando los un reflejo de la manera en la cual esos grupos
Subaltem Studies empezaron a ser considera­ subalternos han sido dominados. Así, las dis­
dos, dentro del mundo angloamericano como cusiones en torno de la manera y la forma bajo
“postcoloniales”. Gayatri C. Spivak jugó un la cual un individuo es registrado dentro de
papel fundamental dentro de este proceso. El los archivos, deben en sí mismas ser parte del
volumen de los Selected Subaltem Studies que análisis histórico. También nos interesamos,
ella y Ranajit Guha coordinaron y publica­ entonces, por los problemas ligados a la ma­
ron en 1988, abrió el camino para una fuerte nera en que las clases y los grupos dirigentes
difusión norteamericana de nuestros trabajos. desarrollan el conocimiento de los problemas

la otra mirada de (dio ° [ 22 j ¡a otra mirada de Clío


írn^'g'o : Mcuntdí

que enfrentan, incluidos esos grupos domi­ indispensables, pero también inadecuados
nados, y sobre cómo se los representan, y para captar los procesos de la modernidad y
cómo esas representaciones son parte, ellas de la modernización fuera (e incluso, en oca­
mismas, de las relaciones de poder. siones, dentro) de la propia Europa. En In­
Este debate suscitó, finalmente, problemas dia, muchas ideas “europeas” han enriqueci­
sobre la propia historia, considerada en sí mis­ do nuestras vidas, por ejemplo, la idea uni­
ma. Por ejemplo, ¿qué suerte de meta-archi­ versal de justicia, las críticas modernas de la
vo es la disciplina académica que nosotros lla­ opresión, etcétera, pero el problema ha sido,
mamos historia? ¿Es ella, por su propia natu­ siempre, que lo que es universal en un senti­
raleza, cómplice del Estado o del proyecto des­ do es también provincial en otro sentido. Yo
tinado a crear una nación, ahí donde esta úl­ intento mostrar, en el capítulo que he consa­
tima no existía antes? Y esto suscitaba un de­ grado a la obra de Carlos Marx, que si bien
bate metodológico: ¿lo que se llama historia nosotros tenemos necesidad de categorías
científica está siempre del lado de la justicia, universales dentro de nuestro pensamiento,
o no lo está? Los historiadores marxistas te­ sin embargo, ninguna instancia concreta
nían como costumbre la de suponer que la puede de hecho encarnar ese universal. Y
verdad histórica favorecería siempre a los opri­ trato de poner en evidencia que, si lo lee­
midos, al mostrar que solamente los capita­ mos de cerca, el propio Marx autoriza dis­
listas han engañado al conjunto de la gente. tintos tipos de trayectorias históricas, in­
Pero las cosas no eran tan simples como esto. cluida la manera en la que él comprende la
En los años de 1980, historiadores marxistas transición hacia el capitalismo.
como Eric Hobsbawm y Terence Ranger for­ Así, dentro de toda situación particular de
jaron la expresión de “la invención de la tra­ desarrollo capitalista, hay diferentes historias
dición”, pensando que sería una manera for­ que se conforman o que se adaptan a la lógica
midable de poner en evidencia la fabricación del capital, y hay otras que, aunque mezcla­
reaccionaria de los mitos. Pero en este caso, das a esas relaciones capitalistas, apuntan ha­
no tuvieron conciencia de que, frecuentemen­ cia horizontes de ia humanidad que no están,
te, también los oprimidos, por razones polí­ (o que están muy poco), determinados por la
ticas y en circunstancias particulares, pueden lógica del capital. Considere usted, por ejem­
en realidad preferir esos supuestos “mitos” a los plo, la relación afectiva que une a un consu­
hechos que se podrían “descubrir” dentro de midor con el objeto de consumo. Los mis­
los archivos oficiales, o dentro de los archivos mos productos son vendidos en diferentes
que emanan de las propias clases dirigentes. países, frecuentemente porque son capaces de
insertarse en historias diferentes, y dentro de
RCH: ¿Qué quiere decir “Provincializar Eu­ prácticas culturales que también son diversas.
ropa”, el título de su libro más conocido? Algunos teóricos de la mundialización con­
sideran esta diferencia como un simple efecto
DC: Para decirlo en una sola frase, significa del capital, y nada más. Yo no estoy de acuerdo,
que las ideas universalistas de la modernidad y me resisto a esta lectura, con el objetivo de
venidas de Europa en el periodo de la Ilus­ mostrar que una categoría trascendental o uni­
tración, no eran más que parcialmente uni­ versal como la de “capital” no se realizó nun­
versales; porque al mismo tiempo, ellas son ca en la práctica. Lo local no tiene por fun­
también bastante provinciales. Esas ideas re­ ción, simplemente, ser la mediación con lo
presentaban, en consecuencia, ciertos recur­ global, en la medida misma en que él no es el
sos intelectuales que eran, simultáneamente, simple producto o resultado directo de eso

¿7 oim hiiradd de CUu ° [ 23 ] * -4l !Jíut Mirada d: ijío


(jo n tra h is to ria g

global. Aunque hay que aclarar también que nuestras reflexiones sobre la historia global, a
no se trata aquí de pelear contra de la idea partir de la búsqueda de enunciados que tras­
misma de los universales como tales. Pues lo cenderían todas las historias particulares — lo
universal tiene un valor metodológico y que sería, digamos, un proyecto kantiano, en
heurístico, a pesar de que él no se encarna el cual lo universal triunfa siempre sobre lo
nunca en ninguna instancia o caso concreto. local, porque él es la condición misma de la
Para mí, hablar de “provincialización” era ciencia— , nosotros deberíamos pensar esas
un modo de decir que nosotros tenemos efec­ historias globales, sobre todo, a partir del
tivamente necesidad de ¡deas generales y uni­ modelo de la conversación. Cuando nosotros
versales, pero al mismo tiempo que no debe­ discutimos, usted y yo, la conversación avan­
mos cometer el error de pensar que una enti­ za porque no estamos de acuerdo completa­
dad geográfica concreta, por ejemplo Occi­ mente en todos los puntos y de la misma ma­
dente, puede ser la realización de una catego­ nera. Entonces, en mi opinión, la búsqueda
ría universal como la categoría del “capital”. de historias humanas globales e interconecta-
De este modo, dentro del diálogo cultural das, debería encontrar una motivación en esta
entre el colonizador y el colonizado, hay que actitud positiva de desacuerdo y diferencia.
estar constantemente atentos para determinar Diferentes pasados (que se han desarrolla­
lo que es realmente universal, y aquello que do, a veces, incluso dentro del mismo lugar
es específicamente europeo y provincial, den­ físico), han producido diferentes maneras de
tro de lo que ese colonizador afirma. Porque ser humano. Por eso desconfío de las histo­
creo realmente que tenemos necesidad de rias que tienden a reducir la diversidad de la
universales que funcionen a título de ideas experiencia humana a alguna brillante uni­
reguladoras. En este sentido, no soy para nada dad sociológica, por ejemplo, al modo capi­
un relativista. Pero lo que quería mostrar, so­ talista de producción. No obstante y al mis­
bre todo en mi obra Provincializar Europa, mo tiempo, no podemos negar que hay un
era que toda pretensión de representar lo ge­ reloj global de la producción capitalista, que
neral es problemática, aunque sin embargo, en un cierto nivel de abstracción y de reali­
la idea de lo universal sigue siendo necesaria. dad, sincroniza todos nuestros tiempos. De
modo que las historias globales deberían pro­
RCH: ¿Es entonces posible, todavía, pensar mover un espíritu de conversación, a través
una historia global? de las diferencias. Así, encontrar maneras de
marcar, explícitamente, que nuestro saber es
DC: Sí, claro. Yo no pongo nunca en cues­ siempre provisional, —incluso si somos no­
tión la necesidad de categorías universales o sotros los que lo producimos— , puede ser un
globales. Existen, después de todo, hechos ge­ medio de reconocer la diversidad de las prác­
néticos que conciernen a todo el conjunto de ticas gracias a las cuales luchamos para sentir­
los seres humanos, y que no pueden ser el ob­ nos dentro de nuestra propia casa, en nuestro
jeto más que de historias a gran escala y abs­ propio planeta.
tractamente concretas. No obstante, las dife­ Puede ser que lo universal debería entonces,
rentes historias están también ligadas de otras en primer lugar, parecerse ante todo a una hi­
distintas maneras. Entonces, en lugar de guiar pótesis, siempre abierta a una posible revisión.
%
f¿ P)
la oirá mirada de Clio ° [ 2 4 j ' la otra mirada de Clio
0
«85 EDWARD SAID §«» n
T
S
A
9
H
1
S

Sobre la corriente de los Subaltern StudiesJ


T
0
R
1
A
S

E
l primer volumen de Subaltem Studies. Wrifings on South Asían
History and Society, apareció en Delhi en 1982. Editado por
Ranajit Guha, un historiador y economista político indio extraordina­
riamente brillante, que reside en Australia, está compuesto por seis
ensayos sustantivos — cinco de ellos enormemente detallados y franca­
mente revisionistas, y otro más, del propio Guha, que es vehemente­
mente teórico e intelectualmente subversivo. El llamado de Guha en
nombre del grupo de académicos reunidos bajo su dirección, era rela­
tivamente simple: puesto que la historia india había sido escrita desde
un punto de vista colonialista y elitista, a pesar de que una gran parte
de esta misma historia ha sido hecha por las clases subalternas, enton­
ces era necesario, por lo tanto, escribir una nueva historiografía que
este grupo de académicos iba a acometer, no obstante que el proceso de
su constitución e implementación fuesen una tarea compleja y difícil.
Porque no sólo se trataba de recuperar una gran cantidad de nuevo
material antes abandonado o ignorado, sino también de realizar un
intenso trabajo de elaboración de nuevos elementos teóricos y meto­
dológicos. El punto era que si una nueva, o al menos más auténtica,
historia de la India debía ser escrita, sus autores deberían presentar
un nuevo material y justificar cuidadosamente su importancia tan­
to como fuera necesario para ser capaces de desplazar a los trabajos
históricos previos sobre la India.
Los contenidos de la presente compilación esas apuestas en lo que corresponde a dicha
de ensayos, sacados de los cinco volúmenes historia india. Pero para el lector occidental,
publicados de la revista Subaltern Studies en­ sin embargo, el proyecto de los Subaltem Stu­
tre 1982 y 1987, testimonian de la solidez de dies tiene una importancia menos especiali-

ES
* El presente texto es el ‘Prefacio’ que Edward Said escribió para el libro Selected Subaltem Studies, Ed. Oxford
University Press, Nueva York, 1988, pp. V-X.. Contrahistorias lo rescata ahora para sus lectores, en esta traduc­
ción del inglés al español de Carlos Alberto Ríos Gordillo.

in otra mirada de Cito ° [ 25 ] ^ orr‘l mirada de Cito

Vous aimerez peut-être aussi