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Freud, S. (1893-1895): “Estudios sobre la Histeria”, Obras Completas, Tomo II Buenos Aires: Amorrortu,
Pág. 307
1
que permite que el analista encarne el objeto pulsional, pasando a ocupar un
lugar en la economía libidinal del paciente. Así, éste buscará la satisfacción
sustitutiva en el análisis, por la repetición en transferencia . De ésta manera la
libido apoderada en el síntoma se transfiere a la persona del analista
produciéndose la neurosis de transferencia que posibilitará la creación de
nuevas versiones del conflicto ejecutándose ahora en la relación al analista.
Dice Freud: “Cuando la cura se ha apoderado del enfermo, sucede que toda la
producción nueva de la enfermedad se concentra en…la relación con el
médico (…) Todos los síntomas del enfermo han abandonado su significado
originario y se han incorporado a un sentido nuevo, que consiste en un vínculo
con la transferencia, (…) el domeñamiento de esta nueva neurosis artificial
coincide con la finiquitación de la enfermedad que se trajo a la cura”.2
Es decir que el analista pasa a ocupar un lugar central en la cura ya que presta
su persona como encarnadura para que se transfiera la libido contenida en el
síntoma quedando así ubicado en posición de objeto.
2
Freud, S. (1917): “27ª Conferencia. La transferencia”, Obras Completas, Tomo XVI, Buenos Aires:
Amorrortu, Pág. 404.
2
encuentra en una psicosis…”3. Luego en “El hombre de los lobos” habla de la
toma de posición del paciente frente a la castración en términos de
desestimación y dice que no se había abierto un juicio sobre ella, era como si
no existiera.
Sin embargo es Lacan quien desarrolla un concepto diferencial para la psicosis
que es el mecanismo de la forclusión. Lo explica de esta manera: “¿De qué se
trata cuando hablo de Verwerfung? Se trata del rechazo, de la expulsión, de un
significante primordial a las tinieblas exteriores, significante que a partir de
entonces faltará en ese nivel.”4 Este rechazo determina que no se produzca la
inscripción del significante primordial. La ausencia del significante del Nombre
del Padre produce una falla en la instauración de la metáfora paterna y la
castración no se inscribe. Esto determina a su vez una falla en la constitución
de lo simbólico, y en la limitación del goce al no estar regulado éste, por la
función fálica.
Es justamente a partir de que no ha quedado inscripta la falta en la estructura,
que el objeto no se ha constituido como perdido y esto determina que no se
buscará la satisfacción sustitutiva en la persona del analista ni en la cura.
3
Freud, S.; “Las neuropsicosis de defensa". Obras Completas, Tomo III, Amorrortu Editores, Buenos
Aires. 1894. Pág. 59
4
Lacan, J. (1956). Las psicosis, El seminario: Libro 3, Paidós, Bs. As., 1984, pag. 217.
3
medida en que es objeto de la transferencia”5. Aquí el analista vale por la
función que encarna, y no por la persona que es. Cito a Lacan: “La
transferencia es un fenómeno que incluye juntos al sujeto y al psicoanalista.”· 6
Es decir que no implica a dos sujetos, en la transferencia se trata de un sujeto y
un objeto: el analista como objeto de la transferencia. El deseo del analista es
ese operador conceptual para poder pensar al analista como soportando ese
lugar de objeto en la transferencia, en que paga con las propias palabras y la
propia persona. Subjetividad que implica ofertar un vacío en el cual se aloja lo
que del lado del analisante se ponga en juego.
En la neurosis es entonces, la instauración del sujeto supuesto saber lo que
abre al sujeto a la interpretación. Pero en la psicosis, no hay un sujeto dividido
ya que no hay sujeto del inconciente y la certeza delirante, que es irreductible,
hace que el saber quede del lado del psicótico siendo éste quien se coloca en
el lugar del objeto. Para Colette Soler, la dirección transferencial de la libido
que en el neurótico va del sujeto al analista, invierte esa posición en el
psicótico. Esta dirección tiene dos destinos posibles: se repliega sobre el sujeto
terminando la relación o se la supone proveniente del Otro y yendo hacia el
sujeto. Éste, entonces pasaría a ocupar el lugar de objeto que es gozado por el
Otro, como verifica Freud en la relación de Schreber con Fleischig.
5
Lacan, J. (1964). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, El seminario: Libro 11, Paidós,
Bs. As., Pág. 241.
6
Lacan, J. (1964). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, El seminario: Libro 11, Paidós,
Bs. As., Pág. 239.
4
desprende de este esquema, es el del significante Ideal, único significante que
ha quedado en pié y que viene a suplir la referencia paterna que es inexistente.
(Este significante queda entonces ocupando el lugar de lo simbólico. )
Pero ¿cuál es el lugar al que es convocado el analista? Colette Soler dirá que
el analista es llamado, la cito “(…) a suplir con sus predicaciones el vacío
súbitamente percibido de la forclusión (…) (el paciente) le ofrece al analista el
sitial de perseguidor, el sitial de aquel que sabe y que al mismo tiempo goza”7.
Ella distingue tres posibles lugares para el analista conforme a lo que posibilita
la estructura psicotica: El analista como el Otro gozador, pudiendo tomar aquí
la relación la forma de la persecución o la erotomanía; el del significante Ideal,
que viene a suplir la referencia paterna que como dijimos es inexistente en la
estructura psicotica y que orienta las construcciones del sujeto poniendo un
límite al goce por un lado y apuntalando el ideal por otro; o bien el lugar de
semejante, de testigo, que lo escucha y que soporta la transferencia delirante
alojando el saber que el sujeto tiene.
7
Soler, C., “¿Qué lugar para el analista?”, Estudios sobre las psicosis, Ed. Manantial Buenos Aires,
1991.Pág.9.
8
Lacan, J: Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis. En escritos II, Ed. Siglo XXI,
México, Pág. 516.
5
BIBLIOGRAFÍA
Freud, S.; (1894). “Las neuropsicosis de defensa". Obras Completas, Tomo III,
Amorrortu Editores, Buenos Aires.
Lacan, J. (1956). Las psicosis, El seminario: Libro 3, Paidós, Bs. As., 1984.
Soler, C. Estudios sobre las psicosis, Ed. Manantial, Buenos Aires, 1991.