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Tus piernas implacables al parto van derechas, Va despacio, arrastrando los pies,
y tu implacable boca de labios indomables, desgastando suela, desgastando losa,
y ante mi soledad de explosiones y brechas pero llevada
recorres un camino de besos implacables. por un terror
oscuro, por una voluntad
Para el hijo será la paz que estoy forjando. de esquivar algo horrible.
Y al fin en un océano de irremediables huesos,
tu corazón y el mío naufragarán, quedando Sí, estamos equivocados.
una mujer y un hombre gastados por los besos. Esta mujer no avanza por la acera
de esta ciudad,
esta mujer va por un campo yerto,
[13] Insomnio / DÁMASO ALONSO (poesía existencial) entre zanjas abiertas, zanjas antiguas, zanjas recientes,
y tristes caballones,
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres de humana dimensión, de tierra removida,
(según las últimas estadísticas). de tierra
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo que ya no cabe en el hoyo de donde se sacó,
en este nicho en el que hace 45 años que me pudro, entre abismales pozos sombríos,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, y turbias simas súbitas,
o fluir blandamente la luz de la luna. llenas de barro y agua fangosa y sudarios harapientos del color de
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, la desesperanza.
ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca Oh sí, la conozco.
[amarilla Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren,
Y paso largas horas preguntándole a Dios, en un tren muy largo;
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, ha viajado durante muchos días
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad y durante muchas noches:
[de Madrid unas veces nevaba y hacía mucho frío,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el otras veces lucía el sol y remejía el viento
arbustos juveniles Y por fin se ha dormido,
en los campos en donde incesantemente estallan extrañas flores sí, ha dormitado en la sombra,
encendidas. arrullada por un fondo de lejanas conversaciones,
Y ella ha viajado y ha viajado, por gritos ahogados y empañadas risas,
mareada por el ruido de la conversación, como de gentes que hablaran a través de mantas bien espesas,
por el traqueteo de las ruedas sólo rasgadas de improviso
y por el humo, por el olor a nicotina rancia. por lloros de niños que se despiertan mojados a la media noche,
¡Oh!: o por cortantes chillidos de mozas a las que en los túneles les
noches y días, pellizcan las nalgas,
días y noches, ... aún mareada por el humo del tabaco.
noches y días,
días y noches, Y ha viajado noches y días,
y muchos, muchos días, sí, muchos días,
y muchas, muchas noches. y muchas noches.
Siempre parando en estaciones diferentes,
Pero el horrible tren ha ido parando siempre con un ansia turbia, de bajar ella también, de quedarse
en tantas estaciones diferentes, ella también,
que ella no sabe con exactitud ni cómo se llamaban, ay,
ni los sitios, para siempre partir de nuevo con el alma desgarrada,
ni las épocas. para siempre dormitar de nuevo en trayectos inacabables.
Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero [18] Miro, ansiosamente miro / JUAN BERNIER (Cántico)
como siempre. Tú sabes que estoy aquí. Te espero.
A través de un oscuro bosque de ilusionismo Miro, ansiosamente miro
llegarás, si traído por el haz nigromántico como si fuera a escapar de mi pupila devoradora
o por el sueño triste de mis ojos el oro lánguido y el brillante ébano plasmado de los cabellos,
donde alientas, oh lámpara temblorosa en el cuévano su onda esculpida en luz, su miel estriada,
profundo de la noche, amor, amor ya mío. su blonda exhalación curvilínea.
Miro, ansiosamente miro Miro, ansiosamente miro
los que son un muerto mar de azabaches oscuros hasta que los ojos se duermen en el aéreo nimbo de perfume, que
y los que vuelan como jirones desgarrados de ámbar y seda, [rodea las cabezas de estatua;
los que parecen pasados por el amarillento cedazo del otoño, como ante una aspiración violenta de flores invisibles,
¡ay! los miro como aquellos otros de roja escarcha coralígena en el espejo de las pupilas se empaña en éxtasis de sueño
[el níveo lago de las frentes ante este olor de una nuca donde mi beso no se atreve a pararse
o los que son como una ruina de plata oxidada o una veta de plomo o este adivinado lirio o de nelumbo en cualquier ángel que pasa
[recién abierta, y mi alma se enciende en una borrachera deslumbrante
los miro como aquellos blancos, enteramente blancos, cuyo color porque la belleza es un hálito que cada ser derramada
[antiguo es una interrogación sin respuesta… de los cabellos, los vestidos, las joyas ardientes o el olor de
[los cuerpos
y yo siempre
Miro, ansiosamente miro miro, ansiosamente miro.
cómo se abrazan las telas al calor de los cuerpos,
cómo se escurren entre la carne;
cómo se desgajan y flotan para volver a acariciar los senos de
[las vírgenes APÉNDICE 1: CÓMO LEER UN POEMA
en una orgía de indefinible tacto los vestidos que tienen el
[color de ojos, I. Un poema es una invitación a romper con la tiranía de la
las sedas verde alga o de una afloración burbujeante de perlas urgencia: es un alto en el camino que debe leerse
[amarillas, pausadamente, varias veces, saboreando palabras e imágenes,
los jerseys que ciñen los talles con una atracción de deseo sin prisas.
[coloreada II. Un poema es un reto: es un texto que hablo desde lo íntimo,
que se hunde un instante sobre la lana roja de los pechos desde lo privado, pero con un lenguaje especial, distinto.
o se recrea perverso entre el escándalo decadente de las fibras ¿Por qué? Porque los poetas piensan que las cosas
[amarillas. importantes deben ser dichas con un lenguaje nuevo. Sólo
Miro, ansiosamente miro así las recordaremos.
el oscuro azul que estrecha la piel tibia y rosada de los
[adolescentes
III. Un poema es una confidencia: el yo del poema comparte
contigo como lector/a una confesión, casi en voz baja.
o el negro, ese negro que mata la sangre de los rostros pálidos
Escucha la voz del poema como la de un/a amigo/a que te
y recoge una secreta voluptuosidad en la violada sombra atrayente
aconseja o desnuda su intimidad.
[de los ojos.
IV. Tenemos la costumbre de psicoanalizar los poemas, no de
Miro, ansiosamente miro leerlos. Una cosa es que las imágenes del texto puedan
en el pétalo almendrado y tierno de los cuellos, tener varias lecturas, y otra que inventemos muertes
el oro que descansa sobre el estuche de carne, violentas de amadas o tendencias suicidas del poeta.
en los cuellos donde un lirio blanco parece desmayarse Recuerda: toda interpretación debe estar apoyada en
tal vez un solo rubí hiere como un ascua de destellos cambiantes elementos del texto.
desde un pálido carmín hasta el más oscuro vidrio de sangre V. Primer paso: leer el poema repetidas veces, diccionario en
o tal vez, como pequeños trozos roquizos de una tierra de dioses mano, hasta que sepa ver con claridad de qué trata. Una
los diamantes hacen restallar su coágulo de luz trémula y helada. estrategia: sigue las palabras que se repiten (amor,
¡Oh! miro, ansiosamente miro muerte, odio, naturaleza), los campos semánticos en los que
las joyas que sienten el latir de las venas se insiste.
las esmeraldas como escamas de un reptil durmiente entre los
[senos, VI. Segundo paso: una vez que sabemos (o sospechamos) de qué va
los topacios, los ónices, los brillantes engastados en el platino el poema, podemos observar cómo se desarrolla ese tema. Al
[agónico de los dedos… igual que las narraciones, los poemas presentan una
organización interna.
VII. Tercer paso: si hemos captado el mensaje, sabremos
identificar primero e interpretar después los recursos
estilísticos del poema, es decir, esos mecanismos de los
que se sirve el escritor para impactarnos y sorprendernos
(metáforas, símiles, antítesis, paralelismos, repeticiones
léxicas...). Piensa que esas figuras no tienen sólo una
función ornamental: están ahí para que el poema sea eficaz
y quede grabado en nuestra memoria.
VIII. Y ahora sí: una lectura final del poema, esta vez sin zonas
oscuras, nos permitirá comprobar que nos hemos ganado la
confianza del sujeto poético. Su mensaje, su verdad, ya son
nuestros.