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La hegemonía de género: la lucha por la superposición entre el patriarcado y el

matriarcado.
Introducción.
La opresión femenina es una discusión que se ha planteado en los últimos siglos, pero
donde ha tomado más realce su participación en la filosofía es a finales del siglo XIX y
principios del siglo XX hasta la actualidad.

En la tradición y cultura occidental siempre se ha visto a la mujer como un ser inferior,


empezando desde su aspecto físico hasta, incluso como los griegos lo postulaban, su
intelecto.

La mujer ha sido para el género masculino un objeto de opresión en tanto que no tiene
funciones aparentemente fundamentales, sino lo correspondiente a la crianza y subordinación
al varón.

El hombre, sin embargo, ha sido el sujeto que se ha impuesto en toda la naturaleza como la
superioridad, el ser más perfecto después de una divinidad, si es que cree en alguna. El
hombre por su virilidad y fortaleza ha logrado el dominio de la naturaleza, dominó a los
animales a través de las armas, a las plantas para el cultivo y la supervivencia con las
herramientas.
De este modo a partir de la historicidad del hombre, pareciera que la participación de la mujer
no tiene relevancia, es decir, la mujer solamente es la co-procreadora y además es la que
amamanta, la que cría, la que cuida el hogar, la esclava del hombre.

Sin embargo, mujeres han destacado también en la historia del hombre, a saber, Hipatia de
Alejandría, Cleopatra, Juana de Arco, Marie Curie, Simone de Beauvoir, entre otras han
levantado del suelo la capacidad femenina que el hombre ha tenido aplastada por siglos.

El hombre, el que además de fuerte y que piensa, se ha considerado como la superioridad o


la excelencia en la naturaleza, su dominio se ha consolidado como un patriarcado. Esto quiere
decir que el hombre se ha posicionado en el centro de la “manada” como el protector, el líder,
el jefe, teniendo así el derecho de oprimir aún más a la mujer.
Desarrollo.

A partir del inicio de la ideología de género, la mujer ha buscado destacar en la


sociedad que híbridamente se constituyó machista. Ya que tanta sumisión por parte del
hombre hacia la mujer no es natural.

De este modo, en la desesperación de superar al hombre, se ha buscado una igualdad en


cuanto a que los derechos de los hombres sean también poseídos por ellas. La ideología de
género pretende acabar con la dominación del patriarcado y dejarlo a un lado, para que la
mujer resurja desde lo más bajo y se imponga del mismo modo en que el hombre lo ha hecho.
“La mayor parte de las criticas feministas que tratan la problemática psicoanalítica de
identificación se han ceñido al problema de una identificación materna y han intentado
explicar una postura epistemológica feminista a partir de esa identificación materna o de un
discurso materno que se ha desarrollado desde el punto de vista de esa identificación y sus
dificultades”.1 Es decir, la superposición del feminismo se ha basado en la maternidad para
afirmar que el género femenino es superior al hombre ya que ésta posee la concepción del
embrión, cosa que es imposible al hombre.

Por lo tanto, el género que se encuentra en conflicto ha dado un giro, ahora ya no es el


patriarcado el que se ha impuesto, quiere derrocarlo entonces el matriarcado, es decir, la
progenitora posee la imposición respecto del hombre.

Parte de la identificación que se da entre el matriarcado y el patriarcado es precisamente la


búsqueda de la imposición frente al género contrario. La búsqueda de imponerse al otro es lo
que ha mantenido al género en una disputa radical que parece interminable.
Conclusión.
El hombre ha sido creado –socialmente- para ser un dominador, para atender las
necesidades básicas del hogar y defenderse de otros. La mujer, en cambio, ha sido impuesta
para el hogar, para la subsistencia del mismo.

Estas ideologías en la actualidad han cambiado, la mujer tiene los mismos derechos que el
hombre, y puede desarrollarse del mismo modo que él. Sin embargo, no están dados todos
los cambios.

Es evidente que los géneros no son iguales, sin embargo, pueden ser tolerables, es decir,
pueden relacionarse y comprenderse. El hombre necesita ser un pro-feminista o un anti-
patriarcal, sin por eso perder su masculinidad. Y en la convivencia se puede dar una igualdad.

En México la ideología de género llega a ser tan radical que se ha catalogado en los últimos
años a feminismos absurdos como “feminazis” haciendo alusión al totalitarismo alemán del
siglo XX, porque de igual modo su ideología busca imponerse.

Además el hombre y la mujer deben unirse para abatir la violencia de género que en México
se encuentra tipificada como “feminicidio”.
Bibliografía.

JUDITH, Butler. El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Ed,


Paidós. España. 2007.

1
JUDITH, Butler. El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Ed, Paidós. España. 2007.
P, 152.

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