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Conferencia Mundial de la Alimentación (1974), repercusiones en Venezuela, objetivos dietéticos.

La
primera Conferencia Mundial de la Alimentación se celebró en Roma en 1974 por la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), organismo especializado de la ONU, a raíz de la
devastadora hambruna en Bangladesh ocurrida dos años antes. De la misma resulta la Declaración Universal
sobre la Erradicación del Hambre y la Malnutrición, El Consejo Mundial de Alimentos, el Fondo Internacional
de Desarrollo Agrícola; y comienzan a realizarse múltiples Conferencias Mundiales de Alimentos en los años
siguientes.
La Declaración Universal sobre la Erradicación del Hambre y la Malnutrición fue aprobada el 16 de noviembre
de 1974 por los 135 países asistentes a la conferencia (en donde se incluye Venezuela). Es un instrumento
internacional no vinculante pues describe las pautas y los principios a seguir por los estados parte, imponiendo
obligaciones morales pero no legales. En ella se estipula el derecho humano internacional a una alimentación
adecuada, estando los factores económicos y políticos directamente relacionados con la eficacia en la
producción y distribución de alimentos. Por esta razón, exponen que es necesario desde la comunidad
internacional velar por el debido desarrollo y funcionamiento de un aparato productivo y de distribución de
alimentos.
Se estipula en esta conferencia lo siguiente:
1. Todos los hombres, mujeres y niños tienen el derecho inalienable a no padecer de hambre y
malnutrición a fin de poder desarrollarse plenamente y conservar sus capacidades físicas y mentales. La
sociedad posee en la actualidad recursos, capacidad organizadora y tecnología suficientes para alcanzar esta
finalidad.
2. Los gobiernos tienen la responsabilidad de colaborar entre sí para conseguir una mayor producción
alimentaria y una distribución más equitativa y eficaz de alimentos.
3. Los problemas alimentarios deben abordarse durante la preparación y ejecución de planes y
programas nacionales de desarrollo económico y social.
4. Incumbe a cada Estado interesado eliminar los obstáculos que dificultan la producción de alimentos y
conceder incentivos adecuados a los productores agrícolas.
5. La utilización de los recursos marinos y de las aguas interiores cobra importancia, como nueva fuente
de alimentos y de bienestar económico.
6. Los esfuerzos encaminados a aumentar la producción de alimentos deberán ir acompañados del
mayor empeño posible por evitar el desperdicio de alimentos en cualquiera de sus formas.
7. Para impulsar la producción de alimentos en los países en desarrollo, los países desarrollados deberán
proporcionarles en forma sostenida más asistencia técnica y financiera.
8. Todos los países, y en especial los altamente industrializados, deberán promover el adelanto de la
tecnología de producción de alimentos y realizar todos los esfuerzos posibles para promover la transmisión,
adaptación y difusión de una tecnología.
9. Todos los países deben colaborar a fin de facilitar la conservación del medio ambiente, inclusive el
medio marino.
10. Todos los países desarrollados deberán colaborar técnica y financieramente con los países en
desarrollo en sus esfuerzos por ampliar los recursos de tierra y agua para la producción agrícola.
11. Todos los Estados deberán esforzarse al máximo para reajustar sus políticas agrícolas para dar
prioridad a la producción alimentaria, reconociendo a este respecto la correlación existente entre el problema
alimentario mundial y el comercio internacional.
12. Todos los países deberán cooperar en el establecimiento de un sistema eficaz de seguridad
alimentaria mundial.
Se ha encontrado que esta declaración es fundamental en el creciente conocimiento, apoyo y ayuda de la
alimentación y la agricultura para las naciones en desarrollo. Se ha revelado que la cantidad de personas en todo
el mundo que padecen malnutrición crónica ha disminuido en 167 millones durante la década siguiente a la
promulgación de este documento.
En Venezuela, durante el segundo periodo presidencial de Carlos Andrés Pérez (1989 - 1993), se implementó el
“Programa Beca Alimentaria”. Con apoyo del Banco Mundial, se incorporaron tres programas de ayuda social
en el VIII Plan de la Nación. Dos de ellos consistían en transferencias directas de alimentos, “Bono Lácteo” y
“Bono de Cereales”. Esta beca tenía como objetivos:
1. Incrementar el poder de compra y consumo de las familias en pobreza crítica.
2. Superar las deficiencias nutricionales de los niños en edad escolar.
3. Asegurar la permanencia de los niños en la escuela y mejorar sus resultados académicos.
El programa funcionó en la práctica como un Subsidio Condicionado, ya que el censo de beneficiarios se hacía
en la Escuela y el monitoreo para las ayudas bimestrales a los estudiantes se hacía precisamente en los planteles
escolares. Sólo quienes estaban matriculados en la Escuela y permanecían estudiando recibían una ayuda de
13,50 dólares estadounidenses, cada dos meses (500 Bs de aquella época). En su primer año, tuvo 1,67 millones
de niños como beneficiarios. Se puso un techo de ayudas hasta tres niños por hogar. El Programa se mantuvo
bajo los Gobiernos de Ramón J. Velázquez y Rafael Caldera, hasta 1999. Se le cambió el nombre a “Subsidio
Único Familiar” y se integró a otros dos programas sociales conocidos como “Multihogares de Cuidado Diario”
y “Programa Alimentario Infantil”.
Se encontró en un estudio de las autoras Jácome y Stenstrom, de 1998, que la desnutrición infantil se logró
reducir de 30% en 1990 a 23% en 1995 y que la tasa de deserción escolar caía a la mitad donde se aplicaba el
Programa. Cristina Mateo, en 1995, estableció que no menos del 80% de las familias efectivamente destina el
dinero al consumo previsto en el Programa y con este orden de prioridades: primero comida, en segundo lugar
uniformes escolares y en tercer puesto los útiles para el colegio, contrariando el preconcepto de algunos
contribuyentes sobre el desvío del dinero a otros usos por los padres.
Lamentablemente se identificaba en el estudio de Mateo el malestar de los beneficiarios respecto al Programa,
considerando que era insignificante respecto a los flagelos de inflación y de la corrupción administrativa. Esta
percepción sin duda motivó el apoyo al gobierno populista electo en 1998 en la figura del presidente Hugo
Chávez, quien desmontó la Beca Alimentaria. Desde entonces se ha optado por ayudas directas que no son
auditables y se emplean como herramienta proselitista. En Venezuela se establecieron una serie de “Misiones”
en donde se han vinculado abiertamente a la renta petrolera, que añaden a la pobreza otro problema, la
volatilidad de las ayudas sociales.
A partir del 2003, nace la iniciativa de la misión Mercal, dependiendo del Ministerio Popular para la
Alimentación, poseyendo como fin vender alimentos y productos de primera necesidad a precios subsidiados
por el Ejecutivo, es decir, 45% más baratos de lo que se pueden encontrar en otros establecimientos.
Según estadísticas del Ministerio del Poder Popular para la Alimentación durante 2008, 13.198.470
venezolanos, en promedio, se vieron beneficiados mensualmente con esta misión, vendiéndose un total de
1.492.263 toneladas de alimentos. Así mismo, para finales de año, se encontraban habilitados 16.626
establecimientos de la Red Mercal en todo el territorio nacional.
Según el Plan de la patria los objetivos en materia de alimentación son:
1. Soberanía y seguridad alimentaria.
2. La eliminación definitiva del latifundio.
3. La organización y zonificación agroecológica en base a las capacidades de uso de la tierra y uso racional
del recurso suelo.
4. Promoción de agricultura a pequeña escala sin agrotóxicos.
5. La protección contra transgénicos, el reconocimiento al conuco.
6. La diversificación de los modelos de producción, verdadera soberanía comunicacional.
7. El uso soberano de los recursos petroleros y demás recursos naturales del país para la satisfacción de las
demandas internas.
8. El desarrollo de un nuevo estilo científico-tecnológico.
9. La formación para el trabajo liberador.

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