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Imaginaros una goma elástica, la estiramos todo lo que podemos, enganchamos la parte
inferior al suelo, y mantenemos la parte superior una distancia por encima de este. ¿Hay
diferencia entre las partes de la goma elástica porque un trozo esté tocando el suelo
físico y otro trozo se encuentre en suspensión en el aire? No la hay, así que, muy a
groso modo, cuando trabajamos con nosotros mismos, estamos trabajando con esa parte
de la goma elástica, la estructura multidimensional que nos forma, para que, la parte en
suspensión, la parte “alta”, ayude a la parte “baja”.
Analogía aparte, esto quiere decir que cuando decimos “pedir al ser o al Yo Superior
que desprograme algo“, solo hay que hacer eso, pedirlo. No hay que hacer una
meditación, no hay que poner velas, no hay que poner música y vestirse con colores de
ningún tipo. Es una única petición consciente, focalizada, concentrada, desde la
personalidad (la parte baja de la goma elástica), hacia el ser, Yo Superior, la parte
”divina” y elevada de nosotros mismos (la parte alta de la misma goma). No hay un
segundo de nuestras vidas y existencias donde nuestro ser no esté atento a lo que nuestra
personalidad hace, vive, experimenta o solicita, pero hay unas reglas del juego
evolutivo, que indican que no se puede violar el libre albedrío, ni siquiera entre partes
de uno mismo. Esto significa que si no se solicita conscientemente a nuestro ser que nos
ayude con algo, no se produce esa ayuda, al menos no directamente. En este caso,
puesto que nuestra personalidad ha obtenido el conocimiento de lo que puede solicitar,
por medio de los artículos anteriores, y que es aquello que nuestro ser desea y está listo
para desprogramar en nosotros sin peligro, solo con la petición de hacerlo, ya se ejecuta
esa desprogramación.
Espero que con esto se comprenda cómo funciona el proceso para futuros artículos, y
todos podáis trabajar con ello.
Entonces, dicho esto, vamos a seguir con la desprogramación de cosas que están
presentes en todos nosotros, y que a todos nos viene bien eliminar. Solo publicamos
aquello que es más común para todos los seres humanos, pues las programaciones
individuales y personalizadas que cada uno haya recibido por medio de sus vivencias,
experiencias y demás se han de averiguar, trabajar y eliminar individualmente.
La siguiente rutina o programa que nos va a ayudar de nuevo a soltar algo de carga de
nuestra psique es la rutina que vamos a llamar de “reticencia a dejar entrar nuevas
ideas que choquen con lo establecido y programado en nosotros.” ¿Qué quiere decir
esto? Quiere decir que todos tenemos un paradigma base con una programación más o
menos estándar y una serie de creencias imbuidas solo por el hecho de tomar cuerpo
físico en cada encarnación, ya que, al nacer, y al conectarnos al inconsciente colectivo,
se descargan automáticamente todas esas programaciones y arquetipos que nos han de
colorear, según la zona del mundo donde vivimos, cómo vemos la vida y cómo
decodificamos la realidad común, para luego reforzar su estado con la proyección de
nuestra realidad individual en base a esa programación.
Una vez estáis seguros de que ya no están, con cualquier herramienta o medio que
tengáis (sugería por ejemplo que pidáis una sincronicidad en vuestra realidad para
aquellos que no tengáis otras herramientas de comprobación a mano), entonces
solicitamos que se elimine la rutina que genera resistencias a aceptar información
nueva.
Este tipo de información es la que esta rutina filtra y borra, dirige a lugares de la mente
donde se almacena temporalmente, y si no ha “calado” y se ha integrado en nosotros, la
borra como si fueran archivos basura, así que, aunque nos hayan contado la verdad más
verdad sobre nuestra existencia en la Tierra como seres humanos, en muchos casos
habrá durado en la psique lo que dura el tiempo que pasamos a leer otra cosa, y luego
desaparece y se borra por procesos automáticos de limpieza una vez, la mente
consciente, se ha olvidado de ella.
De esta manera, solo se fomenta el conocimiento de muchos datos que solo sirven de
forma temporal (aprender las capitales de todos los países de memoria, por ejemplo),
mientras que se bloquea que se conozca lo que realmente es importante para facilitarnos
la desconexión del sistema de control en el planeta.
Una vez desprogramada esta rutina, si en algún momento uno se ve enfrentado a algo
que va en contra de su programación actual, podrá también aceptarlo y no rechazarlo de
forma automática, al menos no sin poder analizar si es algo que le conviene mantener y
procesar o no. Esto produce ventanas de oportunidad para que nuestro Yo Superior
pueda entonces imbuir en nosotros destellos de la realidad desde su visión, la visión de
la “divinidad” en cada uno, la visión de cómo es la realidad desde el punto de vista del
ser, y entonces, la personalidad, tiene acceso a otro nivel del juego, porque tiene acceso,
aunque sea temporal y a ráfagas al principio, a comprender las reglas que rigen el
mundo en el que nos movemos, ya que no hemos eliminado ni desechado
automáticamente aquello que, anteriormente, nos impidió hacerlo, por mucho que nos lo
hubieran dicho, mostrado o repetido.