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La palabra ética deriva del griego êthos, cuya significación que significa comportamiento, habito, carácter o costumbre o
conducta que el hombre desarrolla durante su vida.
La ética es una ciencia que tiene por objeto de estudio a la moral y la conducta humanas. Nosotros sabemos qué cosa es
buena, qué otra cosa es mala, si alguien es respetable o corrupto, leal o indigno, gracias a precisamente la ética, que es
la que propone la valoración moral de las personas, acciones o situaciones y por lo tanto será esta misma la que guiará
nuestro comportamiento y la que aparezca en momentos que sea necesario obtener una guía de cómo se debe actuar
en determinadas oportunidades.
En contexto filosófico, la ética y la moral tienen diferentes significados. La ética está relacionada con el estudio
fundamentado de los valores morales que guían el comportamiento humano en la sociedad, mientras que la moral son
las costumbres, normas, tabúes y convenios establecidos por cada sociedad.
Estos términos tienen diferente origen etimológico. La palabra "ética" viene del griego ethos que significa "forma de ser"
o "carácter". La palabra "moral" viene de la palabra latina morales, que significa "relativo a las costumbres".
La ética es un conjunto de conocimientos derivados de la investigación de la conducta humana al tratar de explicar las
reglas morales de manera racional, fundamentada, científica y teórica. Es una reflexión sobre la moral. Busca
fundamentar la manera de vivir por el pensamiento humano.
La moral es el conjunto de reglas que se aplican en la vida cotidiana y todos los ciudadanos las utilizan continuamente.
La moral se basa en la obediencia a las normas, las costumbres y preceptos o mandamientos culturales, jerárquicos o
religiosos. Estas normas guían a cada individuo, orientando sus acciones y sus juicios sobre lo que es moral o inmoral,
correcto o incorrecto, bueno o malo.
En un sentido práctico, el propósito de la ética y la moral es muy similar. Ambas son responsables de la construcción de
la base que guiará la conducta del hombre, determinando su carácter, su altruismo y sus virtudes, y de enseñar la mejor
manera de actuar y comportarse en sociedad.
“De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a sí mismo”. William Shakespeare
El autoconocimiento es tu habilidad para juzgar con exactitud tu propio desempeño y comportamiento y para responder
adecuadamente a las diferentes situaciones sociales. Te ayudará a ser consciente de tus pensamientos, conductas y
emociones, y cómo éstos te afectan a ti mismo y a todos los que están a tu alrededor.
Conocerte a ti mismo es el soporte y el motor de tu identidad y autonomía. Si eres capaz de conocer tu personalidad,
fortalezas, debilidades, actitudes, valores, aficiones, sentimientos o emociones sin duda estarás más preparado para
responder a las diferentes situaciones que se te presenten en la vida, así como para una comunicación más eficaz y
mejorar tus relaciones sociales.
Todo el proceso de desarrollo personal depende del conocimiento que tengas de ti mismo, de conocer quién eres y lo
que quieres. De esta manera te será más fácil elegir los caminos correctos para alcanzarlo. Unos caminos que deberás
diseñar para ti mismo.
La conciencia de ti mismo es de vital importancia tanto para el éxito académico, como para el desarrollo social y
emocional. Pensar en ti mismo te facilita la capacidad para juzgar con precisión tu propio desempeño y
comportamiento, así como para responder de forma más adecuada a las distintas situaciones sociales que se te
presentan.
Esta habilidad es fundamental para tu futura elección profesional, qué carrera estudiar, qué idiomas, qué otros recursos
serán necesarios, que pasos tienes que dar para alcanzar los objetivos que te fijes,...
Conocerte a ti mismo es quizás la tarea más ardua y también una de las más importantes de las que tienes que
emprender. Algunas señales dan muestra de si lo has logrado en alguna medida, o no. Podríamos decir que nadie lo
consigue por completo, ya que el proceso es altamente subjetivo. Tú eres tanto el sujeto que conoce, como el objeto a
conocer. Esto hace que sea muy difícil lograrlo.
ACEPTARTE Y VALORARTE es una de las señales de que te conoces a ti mismo. A la vez, solo quien se acepta y se valora
logra vivir de una forma que le resulta satisfactoria. De ahí que sea tan importante ese autoconocimiento, ya que de este
depende en gran medida cómo actúas y los objetivos que logras.
“Creo que de una manera u otra aprendemos quienes somos realmente y luego vivimos con esa decisión”
Eleanor Roosevelt-
Lo que hace difícil ese proceso de conocerse a uno mismo es la educación y el entorno. Cada persona es interpretada
por quienes la rodean, desde el mismo momento de nacer y de manera inevitable. En otras palabras, los demás le
otorgan un significado a lo que eres y a lo que haces, desde que comienzas a vivir.
No siempre, o más bien casi nunca, esa interpretación es acertada. Tiene que ver más con los intérpretes que contigo
mismo. Así que el proceso de conocerte comienza por independizarte de esas visiones. ¿Cómo sabes si te conoces o no
te conoces todavía? Algunas señales son:
Febrero 6
Dices “sí” o “no” porque te sientes presionado por las circunstancias o por alguna persona. Dices “no” por miedo a ser
demasiado osado, o dices “sí” porque se impone el poder de la mayoría. No consultas con tu corazón, ni con tu mente o
tu experiencia antes de comprometerte con un “sí” o un “no”. Y terminas arrepintiéndote.
El autoconocimiento es una tarea que lleva toda una vida, pero cualquier esfuerzo en ese sentido vale la pena. Y lo vale
porque te permite alcanzar un mayor grado de conciencia, de independencia, de libertad y de seguridad. No te niegues
la oportunidad de navegar entre los enigmas y las maravillas de la persona más importante: tú mismo.
Decía Alejandro Magno que “Conocerse a uno mismo es la tarea más difícil porque pone en juego directamente
nuestra racionalidad, pero también nuestros miedos y pasiones. Si uno consigue conocerse a fondo a sí mismo, sabrá
comprender a los demás y la realidad que lo rodea”.
A través del autoconocimiento aprendemos a desenvolvernos con eficacia en la vida y a afrontar nuestro día a día de
manera óptima. Saber realmente cómo somos, qué sentimos o qué metas queremos alcanzar son capacidades que se
asocian a la inteligencia interpersonal.
Tener inteligencia interpersonal significa entender quiénes somos, saber identificar nuestras emociones y actuar en
consecuencia. Habilidades que nos permiten regular nuestro comportamiento, resolver problemas de modo eficaz y
tomar decisiones. Con el autoconocimiento aprendemos a identificar nuestras capacidades, pero también nuestras
limitaciones. Esto nos ayuda a planificar metas de manera realista para evitar frustraciones futuras. Las personas
dotadas de inteligencia interpersonal saben dominar sus emociones y adecuarlas a las circunstancias.
¿Se puede trabajar la inteligencia interpersonal? Si estás interesado en crecer interiormente y aprender más sobre tí
mismo, puedes realizar una serie de ejercicios ayudarán a potenciar esta inteligencia.
•Controla tus emociones: es una habilidad que tienes que aprender a desarrollar. Controlar no significa no sentir, sino
saber cómo actuar ante esa emoción o sentimiento. Aprende a identificar las emociones negativas para transformarlas
en positivas. Un ejemplo: te sientes airado. Analiza el motivo que te hace estar así e intenta reconducirlo. Un truco muy
eficaz, ríete de alguna nimiedad, este recurso te ayudará a transformar las emociones negativas en positivas.
•Viaja a tu interior: Decía Erich Fromm que “el autoconocimiento comienza por la auto aceptación. Acéptate y te
conocerás mejor”. Haz una lista de tus virtudes y otra de tus defectos. Pídele a alguien cercano que haga lo mismo para
conocer qué imagen tiene de tí. Compara ambas listas e intenta mejorar aquello que no te guste.
•Actúa: Observa cómo influyen tus emociones en tus estados de ánimo y busca la manera de modificar los negativos en
positivos. Anota en un papel los comportamientos que te hicieron sentir mal y piensa cómo podrías solucionarlo. Por
ejemplo: cuando te sientes triste ¿qué puedes hacer para cambiar esa emoción? Hablar con un amigo. Ponlo en práctica.
•Acéptate cómo eres: decía Jean-Jacques Rousseau que “nadie puede ser felíz si no se aprecia a sí mismo”. Analiza
cuáles son tus capacidades y tus limitaciones. Fíjate metas a corto y medio plazo en función de las mismas. Esto
reforzará tu autoestima y te enseñará a aceptarte tal y como eres.
•Compréndete: anota durante un tiempo cómo te sientes a lo largo del día. Cuando te levantes, a media mañana, al
mediodía, por la tarde y antes de acostarte. Intenta averiguar cuál es la causa de esas emociones.
Sigue estas sencillas pautas y comprobarás cómo, a través del conocimiento de ti mismo, mejoras las relaciones contigo
mismo y con los demás. Porque como dice Jorge Bucay “sólo sabiendo quiénes somos podremos empezar a ser mejores
para nosotros mismos y para los demás”.
LA CONFIANZA EN SÍ MISMO
La confianza en sí mismo es una actitud que permite a los individuos tener una visión positiva acerca de ellos mismos.
Las personas que confían en sí mismos creen en sus habilidades, sienten que tienen control sobre sus vidas y creen que
son capaces de hacer lo que planean y esperan.
Tener confianza en sí mismo no significa que se pueda hacer todo. Las personas que confían en sí mismas tienen
expectativas realistas. Incluso cuando sus intereses no se cumplen, ellos continúan siendo positivos y aceptan su manera
de ser.
Las personas con baja confianza en sí mismas dependen excesivamente de la aprobación de los demás para sentirse
bien con ellos. Tienden a evitar los riesgos ya que tienen miedo a fracasar. En general, no esperan ser exitosos o que
les vaya bien. En contraste, las personas confiadas en sí mismas están dispuestas a ser desaprobadas por los demás
porque confían en sus propias habilidades. Tienden a aceptarse y sienten que no deben complacer a otros para ser
aceptados.
La confianza en sí mismo no es necesariamente una característica general que abarque todos los aspectos de la vida de
un individuo. Frecuentemente, una persona puede sentirse confiada en algunas áreas de su vida (por ejemplo, en lo
académico) mientras que en otras áreas se sienten poco confiados (por ejemplo, en relaciones sociales).
Enfatiza tus fortalezas: valora lo que eres capaz de lograr, recompénsate por tus logros, más que por lograr el
resultado final. Céntrate en lo que puedes lograr, en vez de en lo que debieras lograr. Esto te ayudará a vivir
dentro de los límites de tus propias dificultades.
Toma riesgos: ve los nuevos desafíos como oportunidades de crecimiento en vez de verlos en términos de ganar
o perder. Esto te abre a nuevas posibilidades y puede aumentar tu sentido de aceptación de ti mismo. Si no lo
haces, vas a ver cada nueva oportunidad como algo en lo que puedes fracasar e inhibir eventualmente, tu
desarrollo personal.
Habla contigo mismo: Trata de encontrar las creencias negativas que tienes continuamente. Luego, di a ti
mismo “para” o “stop” y sustitúyelo por creencias más razonables. Por ejemplo, cuando te encuentras aspirando
a la perfección, recuerda que no puedes hacer todo perfecto y que sólo es posible tratar de hacer las cosas bien.
Esto te permitirá aceptarte mientras sigues luchando día a día por ser mejor.
Aprende a evaluarte: hacerlo te permitirá evitar la constante sensación de inquietud que tienes cuando
dependes exclusivamente de la opinión de los demás. Céntrate en cómo te sientes acerca de tu
comportamiento, trabajo, etc. Esto te dará un sentido más firme de ti mismo, evitando depender siempre de lo
que piensan otros.
Sentido del humor: Trata de desarrollar la habilidad de reír cada cierto tiempo, cuando cometes una “tontera” o
algún error. Siente esto como parte de ser humano. El reír eventualmente te ayudará a mejorar la confianza en
ti y la conexión con los que te rodean.