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LA PERSONALIDAD

Se habla de personalidad como un «patrón complejo de características psicológicas» profundamente «arraigadas y difíciles de
cambiar», que se expresan «automáticamente»en casi todas las áreas de funcionamiento del individuo. Son un conjunto de
pensamientos, emociones y conductas articulados entre sí por una serie de mecanismos psicológicos que proporcionan
consistencia e individualidad a cada persona1. La personalidad se refiere a las características que distinguen a los individuos
entre sí (la personalidad es propia de una persona) y que persisten a través del tiempo y de las situaciones, aunque pueda haber
cambios a lo largo de la vida2.

PERSONALIDAD NORMAL Y DISFUNCIONAL


En la práctica se diagnostica trastorno de personalidad cuando determinados rasgos de personalidad son extremos en relación
con lo habitual, por lo que se trata de una definición que tiene mucho de sociocultural.

La personalidad se considera sana cuando la persona muestra capacidad para relacionarse con su entorno de una manera
«flexible y adaptativa», mientras que la personalidad disfuncional se expresa por «pautas inflexibles y no adaptativas» de
percibir, pensar y relacionarse con el mundo y provoca malestar, consecuencias sociales y laborales, y dificultad para afrontar
los problemas de la vida y las situaciones cotidianas. La personalidad normal/patológica forma un continuo sin delimitación clara,
y en muchas ocasiones los intentos de catalogar la personalidad del paciente no sirven para entenderlo a él y a sus síntomas.

TRASTORNO DE PERSONALIDAD Y TRASTORNO MENTAL


Los trastornos de personalidad comparten la capacidad de generar sufrimiento y dificultades interpersonales y sociales con los
demás trastornos mentales. La diferencia es que los trastornos de personalidad tienden a ser egosintónicos [a], mientras que los
demás trastornos mentales resultan «molestos» desde el punto de vista subjetivo. En general, los trastornos mentales no «tiñen»
a toda la persona como sí ocurre con los trastornos de personalidad. Aunque puede existir una superposición de rasgos entre los
diferentes trastornos de personalidad, y entre estos
y los otros trastornos mentales, sobre todo cuando en periodos de estrés los trastornos de personalidad agudizan sus síntomas.
Lo más destacado en la relación entre unos y otros es su presentación comórbida: los trastornos de personalidad suelen
asociarse a patología afectiva, ansiosa, abuso de sustancias y trastorno de somatización.

CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD


Algunas perspectivas sobre los trastornos de personalidad y su caracterización subrayan que las personas difieren en varias
«características o rasgos» que todos poseemos en mayor o menor grado:dependencia, ansiedad, agresividad, sociabilidad. Esta
perspectiva se centra en identificar, describir y medir los rasgos específicos que constituyen la personalidad e identificar aquellos
rasgos extremos que pueden ser desadaptativos.

Otra perspectiva intenta agrupar rasgos para definir categorías o tipos de personalidad. Ahí se sitúan las clasificaciones que
consideran los trastornos de personalidad como modelos de experiencias internas y comportamientos que se desvían de la
«normalidad social» y que son estables, rígidos y crónicos (tabla 1)9.Estos patrones se clasifican en una serie de trastornos de
personalidad en función de criterios específicos (tabla 2). Aunque se ha cuestionado este modelo de clasificación por las dudas
respecto a la validez de las definiciones, el frecuente solapamiento de síntomas entre diagnósticos y la falta de utilidad práctica,
en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales(DSM-5), permanece la misma codificación en 10 categorías,
aunque eliminando su ubicación en una sección aparte de los demás trastornos mentales 10.

CURSO Y

PRONÓSTICO
Los trastornos de personalidad suelen manifestarse en la adolescencia o al inicio de la edad adulta. El propio concepto de
trastorno de personalidad implica un curso crónico y una permanencia a lo largo del tiempo, sin embargo, en su evolución
muchos pacientes suelen alternar períodos muy sintomáticos con otros con menos síntomas que suelen asociarse a épocas en
que la situación vital es menos estresante (p. ej., cuando se dejan relaciones especialmente perniciosas) 11, lo que indica que
ciertos trastornos son más fluctuantes en el tiempo que lo que se creía. Algunos trastornos de personalidad (p. ej., el trastorno de
personalidad antisocial o el trastorno de personalidad límite) tienden a atenuarse o a remitir con la edad, pero esto no pasa con
otros (p. ej., el trastorno de personalidad obsesiva). En muchos casos, el pronóstico y el impacto para la salud irán ligados
fundamentalmente a la presencia de otros trastornos mentales.

LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD MÁS FRECUENTES EN ATENCIÓN PRIMARIA


Se describen a continuación las características de algunos trastornos de personalidad que destacan por su presencia e
importancia clínica en AP. El trastorno de personalidad límite es el más relevante y se trata aquí con mayor profundidad.

TRASTORNO DE PERSONALIDAD ESQUIZOIDE


Se caracteriza por un escaso interés por la actividad social y una emotividad limitada, con tendencia al distanciamiento activo del
entorno interpretado como agresivo o amenazador. Estas personas pueden llegar a vivir en un aislamiento marcado respecto a
su familia y su medio social o laboral. Es difícil que estos pacientes, apáticos e indiferentes, se impliquen o se adhieran en un
proceso terapéutico. El médico debe buscar apoyo familiar para asegurar el cumplimiento terapéutico.
TRASTORNO DE PERSONALIDAD PARANOIDE
Se define por la desconfianza hacia las intenciones de los demás. Interpretan el entorno como hostil y amenazador, y su
conducta se orienta a la vigilancia y a la prevención de estas amenazas. Estas personas suelen tener conflictos en su entorno:
celos, susceptibilidad, desconfianza. La suspicacia característica de estos pacientes suele ser un obstáculo importante en la
relación entre el médico y el paciente.

TRASTORNO DE PERSONALIDAD HISTRIÓNICA


Son pacientes con una emotividad exaltada que tiende a manifestarse de forma teatral, con tendencia a la desmesura y la
exageración. Su conducta manipuladora y seductora se orienta y está condicionada a conseguir afecto y reconocimiento del
«público». Las respuestas de los demás a menudo son interpretadas como de abandono y pérdida. La relación con el paciente
deberá encontrar el equilibrio poniendo límites al «intercambio de afecto», pero sin que el paciente se sienta «abandonado» con
la consiguiente fractura de la relación terapéutica.

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD ANTISOCIAL


El patrón general de conducta se dirige al beneficio propio e inmediato, despreciando los derechos ajenos. Se inicia en la
adolescencia y conlleva una inadaptación a las normas de convivencia y una tendencia a violarlas con facilidad. Existe una
escasa sensibilidad al castigo y una acentuada búsqueda de recompensas y estímulos novedosos. Estos individuos presentan
dificultades para planificar el futuro y asumir responsabilidades, y mantienen conductas impulsivas y agresivas, con poco interés
por la seguridad propia y ajena. A menudo consumen tóxicos y tienen problemas legales. Suelen tener poca implicación en el
proceso terapéutico.

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD OBSESIVA-COMPULSIVA


Este trastorno de la personalidad no debe confundirse con el trastorno obsesivo-compulsivo. Estos pacientes buscan el orden, la
perseverancia, el perfeccionismo. Toleran mal la incertidumbre y la falta de control. Son personas muy normativas, de emotividad
contenida y con tendencia a la inseguridad. Pueden presentar depresión por el agotamiento derivado de las dificultades para
hacer frente a las situaciones inciertas. En su interacción con el médico, son buenos cumplidores si reciben explicaciones claras
e instrucciones precisas, pero toleran mal la ambigüedad y la incertidumbre.

EL TRASTORNO LÍMITE DE PERSONALIDAD


Es el trastorno de la personalidad más relevante desde el punto de vista clínico (por su impacto funcional, sobreutilización de
recursos, riesgo de suicidio, etc.) y más frecuente en la práctica asistencial. A diferencia de la mayoría de los trastornos e la
personalidad, los pacientes con trastorno límite de personalidad (TLP) tienden a demandar atención médica. También es el
trastorno mejor estudiado y del que se dispone de mayor evidencia científica sobre su epidemiología, aspectos clínicos y manejo
terapéutico. Por ello, lo hemos tomado como ejemplo y paradigma de los trastornos de personalidad, y muchas de las
indicaciones que aquí aparecen sobre su manejo clínico son aplicables al resto.

DESCRIPCIÓN CLÍNICA Y ASPECTOS DIAGNÓSTICOS


Se caracteriza por un patrón persistente de impulsividad e inestabilidad en las relaciones interpersonales, la identidad y la
afectividad. Se asocia con un riesgo elevado de conductas suicidas y otros trastornos mentales, provoca un severo deterioro
funcional y un consumo elevado de recursos sanitarios.

La prevalencia es del 1-3% en población general y del 10% en pacientes psiquiátricos ambulatorios 12. El 70% son mujeres y
suele iniciarse en la adolescencia tardía13. Un estudio norteamericano halló que un 6% de los pacientes atendidos en AP tenía
criterios de TLP14, pero en un estudio reciente se constató la práctica «invisibilidad» del TLP en la AP en España 15. Muchos
pacientes con TLP no son diagnosticados14, probablemente por su presentación heterogénea y similitud con otros trastornos,
como los afectivos13. Obtener información de personas cercanas al paciente puede ayudar a establecer el diagnóstico debido a
la escasa capacidad de introspección y de percepción de los efectos que las conductas y actitudes de los pacientes tienen sobre
los demás16.

El DSM-517 establece una serie de criterios clínicos para formular el diagnóstico (tabla 3). El núcleo sintomático consiste en
inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la imagen de sí mismos, de la afectividad, y una marcada impulsividad.
Inestabilidad e impulsividad pueden expresarse con una amplia variedad de síntomas, como depresión, ira, paranoia,
dependencia extrema, autolesiones y alternancia entre la idealización y la devaluación de otras personas (incluidos los médicos).
Deben explorarse la afectividad, el funcionamiento interpersonal, el control de impulsos y la cognición.
Los pacientes experimentan frecuentes cambios de humor a lo largo del día, desencadenados por acontecimientos estresantes
del entorno —o por acontecimientos, palabras o gestos neutros—, alternando períodos de eutimia con episodios disfóricos
(depresión, ansiedad e irritabilidad). A las explosiones de ira les siguen sentimientos de inutilidad, vergüenza y culpa.

El patrón de relación interpersonal inestable tiene gran valor diagnóstico 13. Se esfuerzan para evitar el abandono y la respuesta a
este miedo puede ser el aislamiento social.

La alteración de la identidad se manifiesta en frecuentes y bruscos cambios de objetivos, creencias y de identidad sexual.
Pueden sentir haber asumido la identidad de personas próximas a ellos. Esto debe distinguirse de la dificultad normal en los
adolescentes para encontrar su propia identidad.

Entre los síntomas impulsivos, son frecuentes los intentos recurrentes de suicidio o autolesiones, como una forma de modular las
emociones relacionadas con los acontecimientos estresantes13. Esta conducta puede ser un acto compulsivo que disminuye su
angustia y carece de intención suicida, sin que ello reste importancia a esas tentativas. Casi la mitad de los individuos atendidos
en los servicios de urgencias por intentos recurrentes de suicidio cumplen criterios diagnósticos de TLP13. La impulsividad y la
tendencia autodestructiva en el TLP pueden manifestarse como juego patológico, gasto irresponsable de dinero, comida
compulsiva, abuso de sustancias, conducción peligrosa o promiscuidad sexual. La impulsividad hace que tomen decisiones
precipitadas (p. ej., dejar un trabajo o finalizar una buena relación sin medir las consecuencias).

El 40-50% de los pacientes sufre períodos breves de síntomas psicóticos o de disociación 13, incluyendo ideas paranoides y
alucinaciones auditivas, de horas a días de duración. Otros síntomas cognitivos son la despersonalización, la desrealización y
las ilusiones.

La evolución del TLP es variable. En general, los síntomas mejoran con la edad, aunque el deterioro en el funcionamiento
psicosocial persiste13. En un estudio prospectivo realizado a lo largo de 10 años, el 93% de los pacientes tenía al menos un
período de remisión de 2 años, pero solo el 50% mostraba un buen funcionamiento psicosocial 18. El 8-13% de los individuos con
TLP comete suicidio, algo esperable y recurrente en estos pacientes, pero difícilmente predecible por el carácter impulsivo del
acto19. El abuso de sustancias se asocia con mayor riesgo de suicidio consumado 13.

La comorbilidad es frecuente, hasta en el 85% de los casos, especialmente con los trastornos afectivos, el abuso de sustancias y
los trastornos de la conducta alimentaria20,. El diagnóstico diferencial permitirá instaurar un tratamiento adecuado (tabla 4).

Puede ser particularmente difícil distinguir el TLP del trastorno bipolar pues se solapan síntomas como la labilidad afectiva, la
dificultad de control de los impulsos y la irritabilidad. Los episodios transitorios de inestabilidad afectiva y emocional del TLP
podrían confundirse con episodios hipomaníacos 6, pero las oscilaciones del estado de ánimo son más cortas en el TLP.

Los pacientes con TLP experimentan un sentimiento crónico de vacío y desesperanza, pero el miedo al abandono con conductas
frenéticas para evitarlo, la alteración de la propia identidad y el estado de ánimo cambiante a lo largo del día en el TLP pueden
ayudar a distinguirlos de un trastorno depresivo.

En los pacientes con síntomas psicóticos, la duración mucho menor (horas, días) y su relación con acontecimientos estresantes
permiten distinguirlo de la esquizofrenia. La evaluación de los síntomas debe realizarse con una perspectiva longitudinal que
permita observar las actuaciones de los pacientes en diferentes situaciones y sus interacciones con entornos cambiantes (tabla
5).
ABORDAJE TERAPÉUTICO DEL TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD
El complejo manejo terapéutico del TLP pivota en el nivel psiquiátrico, pero la AP también está involucrada porque entre los
pacientes más frecuentadores o más «difíciles»hay una proporción no despreciable de individuos con TLP. La relación con ellos
puede ser complicada y muchas de estas «complicaciones» pueden prevenirse con un adecuado conocimiento de las
particularidades clínicas del TLP. Además, para muchos de estos pacientes es difícil mantener con continuidad el seguimiento
por psiquiatría pero suelen ser usuarios habituales de la AP.

El tratamiento deberá adaptarse con pragmatismo a la diversidad clínica y al momento evolutivo del trastorno. Esto implica
valorar y abordar aspectos, como el estado mental y los síntomas relevantes, el funcionamiento psicosocial, la motivación, los
riesgos, la comorbilidad y el entorno sociofamiliar. El ingreso hospitalario puede ser necesario en caso de comorbilidad grave (p.
ej. adicciones, depresión grave) o para el manejo de crisis.

La psicoterapia es el tratamiento central del TLP21. Son útiles diversos enfoques de técnicas individuales, grupales y tratamientos
específicos para las crisis. Se valorará no solo la indicación estricta según la gravedad y el deterioro, sino también las
preferencias y disposición del paciente, su capacidad para perseverar en una relación terapéutica y la disponibilidad de estas
terapias, habitualmente en centros de salud mental o en unidades específicas de TLP16.

El tratamiento farmacológico no tiene indicación específica para el TLP o para los síntomas o conductas asociadas (p. ej.,
autolesiones, inestabilidad emocional o conductas de riesgo), aunque puede usarse de forma coadyuvante y sintomática o para
trastornos comórbidos22,. La falta de indicación clara, los efectos adversos, las dificultades para la adherencia y el riesgo de uso
incorrecto de los fármacos limitan su utilidad. Con los ansiolíticos hay riesgo de crear dependencia o desinhibición, y no deberían
prescribirse más que en crisis y por un corto período 22. El médico de familia debería revisar regularmente el tratamiento para
identificar medicamentos inútiles y retirarlos de forma prudente.

Una herramienta valiosa del médico de familia para manejar —y manejarse— con estos pacientes es, como en tantos problemas
de salud, la relación médico-paciente. Cabe recordar que el TLP se caracteriza por la inestabilidad en las relaciones
interpersonales, y hay varios puntos clave para que esta relación sea realmente terapéutica y para prevenir o evitar disfunciones
en la misma23:
 Es útil establecer normas y límites que estructuren la interacción con estos pacientes. El médico debe intentar estructurar
activamente la entrevista, recordando que el curso del pensamiento del paciente tiende a la inconcreción. Hay que intentar
acotar las visitas sin cita, llamadas telefónicas repetidas y otras peticiones de favores especiales. En algunos ámbitos se
redacta con el paciente un «contrato terapéutico» que describe las expectativas y aclara las responsabilidades de ambas
partes, la duración y el número de visitas permitido, las opciones en caso de crisis, y las consecuencias de incumplir el
contrato.
 Los pacientes con TLP pueden manifestar múltiples demandas, a menudo con nuevas cuestiones que se plantean al final
de la visita. Ahí es útil acabar la visita y emplazar al paciente para nuevas citas. Programar citas breves frecuentes puede
ser eficaz para dar «seguridad» al paciente de que sus quejas serán atendidas.
 Ante las múltiples demandas del paciente, el manejo clínico debe ser sensato, evitar tratamientos innecesarios y un
exceso de pruebas diagnósticas, particularmente ante quejas somáticas vagas, porque ello puede reforzar la somatización
del malestar psicológico y promover un rol de «enfermo» en el paciente.
 Los pacientes con TLP son impulsivos y pueden enojarse, a veces por desencadenantes nimios. En estas situaciones, el
médico debe reaccionar con calma y evitar alimentar una escalada en la ira del paciente.
 La inestabilidad en las relaciones interpersonales, que oscila entre la idealización y la degradación, es común en el TLP.
El paciente puede idealizar y adular a su médico como el mejor y criticar y despreciar a otros médicos que lo han atendido
antes o a otros profesionales del centro de salud. El médico debe evitar reforzar esta conducta, y recordar que el
pensamiento «de todo o nada», que puede ser cambiante, forma parte del TLP. En esta situación puede generarse
contratransferencia: la idealización o la devaluación del médico por el paciente influyen en la respuesta emocional de este
hacia su paciente. Ante la idealización, el médico, inconscientemente, se comporta de manera que continúe obteniendo
elogios y atención. También puede ocurrir contratransferencia negativa, en que la devaluación del médico por parte del
paciente puede llevar al médico a desarrollar aversión hacia el paciente.

La psicoeducación constituye una buena herramienta 24. Revisar con el paciente en qué consiste el TLP y cuáles son sus
síntomas y criterios puede ayudar a que este comprenda mejor lo que le pasa y a interpretar sus síntomas como parte de su
condición. Los pacientes pueden reconocer «patrones» en su comportamiento caótico y esto puede ayudarles a prever sus
reacciones o incluso afrontarlas «sabiendo que son patológicas». Puede ser útil involucrar a la familia para mejorar las
habilidades de afrontamiento frente al trastorno del paciente.

Los episodios autolíticos recurrentes no necesariamente se asocian a intención suicida, sino que expresan impulsividad y, a
veces, son un modo de liberar ansiedad o sentimientos de culpa. El médico no debe evitar hablar sobre ello y también ha de
saber tolerar los pensamientos suicidas crónicos en sus pacientes con TLP, pero siempre evaluando y monitorizando
cuidadosamente el riesgo de suicidio19.

Resumen
Los trastornos de la personalidad son importantes para el médico de familia, tanto por su frecuencia como por su relevancia
clínica. Además de su sintomatología propia, los trastornos de personalidad condicionan el funcionamiento del individuo respecto
a su propia salud, el uso de servicios sanitarios y la relación entre el médico y el paciente. A menudo coexisten en pacientes c on
otros trastornos mentales comórbidos, hecho que multiplica el desafío que suponen en Atención Primaria (AP). En este artículo
se revisan algunos conceptos generales de este grupo de trastornos mentales y se profundiza en la clínica y el manejo en AP del
trastorno límite de personalidad, por ser el trastorno más relevante desde el punto de vista clínico y el más frecuente en la
práctica asistencial.

¿QUÉ ES EL DSM?
DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la
Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association, APA) y contiene descripciones, síntomas y otros criterios para
diagnosticar trastornos mentales.

Estos criterios de diagnóstico proporcionan un lenguaje común entre los distintos profesionales (psiquiatras, psicólogos clínicos e
investigadores de las ciencias de la salud) que se dedicna a la psicopatología, estableciendo claramente los criterios que los definen y
ayudando a asegurar que el diagnóstico sea preciso y consistente.

Criterios diagnósticos generales para un Trastorno de la personalidad

A. Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la
cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos (o más) de las áreas siguientes:

1. cognición (p. ej., formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los acontecimientos)
2. afectividad (p. ej., la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional)
3. actividad interpersonal
4. control de los impulsos

B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales.

C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de
la actividad del individuo.

D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio de la edad adulta.

E. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de otro trastorno mental.

F. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a
una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal).

Criterios para el diagnóstico de


F60.0 Trastorno paranoide de la personalidad (301.0)

A. Desconfianza y suspicacia general desde el inicio de la edad adulta, de forma que las intenciones de los demás son
interpretadas como maliciosas, que aparecen en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los siguientes puntos:

1. sospecha, sin base suficiente, que los demás se van a aprovechar de ellos, les van a hacer daño o les van a engañar
2. preocupación por dudas no justificadas acerca de la lealtad o la fidelidad de los amigos y socios
3. reticencia a confiar en los demás por temor injustificado a que la información que compartan vaya a ser utilizada en su contra
4. en las observaciones o los hechos más inocentes vislumbra significados ocultos que son degradantes o amenazadores
5. alberga rencores durante mucho tiempo, por ejemplo, no olvida los insultos, injurias o desprecios
6. percibe ataques a su persona o a su reputación que no son aparentes para los demás y está predispuesto a reaccionar con ira
o a contraatacar
7. sospecha repetida e injustificadamente que su cónyuge o su pareja le es infiel

B. Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo
con síntomas psicóticos u otro trastorno psicótico y no son debidas a los efectos fisiológicos directos de una enfermedad médica.

Nota: Si se cumplen los criterios antes del inicio de una esquizofrenia, añadir "premórbido", por ejemplo, "trastorno paranoide de
la personalidad (premórbido)".
Criterios para el diagnóstico de
F60.1 Trastorno esquizoide de la personalidad (301.20)

A. Un patrón general de distanciamiento de las relaciones sociales y de restricción de la expresión emocional en el plano
interpersonal, que comienza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los
siguientes puntos:

1. ni desea ni disfruta de las relaciones personales, incluido el formar parte de una familia
2. escoge casi siempre actividades solitarias
3. tiene escaso o ningún interés en tener experiencias sexuales con otra persona
4. disfruta con pocas o ninguna actividad
5. no tiene amigos íntimos o personas de confianza, aparte de los familiares de primer grado
6. se muestra indiferente a los halagos o las críticas de los demás
7. muestra frialdad emocional, distanciamiento o aplanamiento de la afectividad

B. Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo
con síntomas psicóticos u otro trastorno psicótico y no son debidas a los efectos fisiológicos directos de una enfermedad médica.

Nota: Si se cumplen los criterios antes del inicio de una esquizofrenia, añadir "premórbido", por ejemplo, "trastorno esquizoide de
la personalidad (premórbido)".

Criterios para el diagnóstico de


F21 Trastorno esquizotípico de la personalidad (301.22)

A. Un patrón general de déficit sociales e interpersonales asociados a malestar agudo y una capacidad reducida para las
relaciones personales, así como distorsiones cognoscitivas o perceptivas y excentricidades del comportamiento, que comienzan
al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes puntos:

1. ideas de referencia (excluidas las ideas delirantes de referencia)


2. creencias raras o pensamiento mágico que influye en el comportamiento y no es consistente con las normas subculturales (p.
ej., superstición, creer en la clarividencia, telepatía o "sexto sentido"; en niños y adolescentes, fantasías o preocupaciones
extrañas)
3. experiencias perceptivas inhabituales, incluidas las ilusiones corporales
4. pensamiento y lenguaje raros (p. ej., vago, circunstancial, metafórico, sobreelaborado o estereotipado)
5. suspicacia o ideación paranoide
6. afectividad inapropiada o restringida
7. comportamiento o apariencia raros, excéntricos o peculiares
8. falta de amigos íntimos o desconfianza aparte de los familiares de primer grado
9. ansiedad social excesiva que no disminuye con la familiarización y que tiende a asociarse con los temores paranoides más
que con juicios negativos sobre uno mismo

B. Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo
con síntomas psicóticos u otro trastorno psicótico o de un trastorno generalizado del desarrollo.

Nota: Si se cumplen los criterios antes del inicio de una esquizofrenia, añadir "premórbido", por ejemplo, "trastorno esquizotípico
de la personalidad (premórbido)".

Criterios para el diagnóstico de


F60.2 Trastorno antisocial de la personalidad (301.7)

A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo
indican tres (o más) de los siguientes ítems:

1. fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar
repetidamente actos que son motivo de detención
2. deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por
placer
3. impulsividad o incapacidad para planificar el futuro
4. irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones
5. despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
6. irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de
obligaciones económicas
7. falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros

B. El sujeto tiene al menos 18 años.

C. Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de la edad de 15 años.

D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia o un episodio maníaco.

Criterios para el diagnóstico de


F60.3 Trastorno límite de la personalidad (301.83)

Un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la efectividad, y una notable impulsividad,
que comienzan al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes
ítems:

1. esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado. Nota: No incluir los comportamientos suicidas o de
automutilación que se recogen en el Criterio 5.
2. un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la alternancia entre los extremos de
idealización y devaluación.
3. alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acusada y persistentemente inestable.
4. impulsividad en al menos dos áreas, que es potencialmente dañina para sí mismo (p. ej., gastos, sexo, abuso de sustancias,
conducción temeraria, atracones de comida). Nota: No incluir los comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen
en el Criterio 5.
5. comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes, o comportamiento de automutilación.
6. inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo (p. ej., episodios de intensa disforia, irritabilidad o
ansiedad, que suelen durar unas horas y rara vez unos días)
7. sentimientos crónicos de vacío.
8. ira inapropiada e intensa o dificultades para controlar la ira (p. ej., muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas
físicas recurrentes).
9. ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos graves.

Criterios para el diagnóstico de


F60.4 Trastorno histriónico de la personalidad (301.50)

Un patrón general de excesiva emotividad y una búsqueda de atención, que empiezan al principio de la edad adulta y que se dan
en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:

1. no se siente cómodo en las situaciones en las que no es el centro de la atención.


2. la interacción con los demás suele estar caracterizada por un comportamiento sexualmente seductor o provocador.
3. muestra una expresión emocional superficial y rápidamente cambiante.
4. utiliza permanentemente el aspecto físico para llamar la atención sobre sí mismo.
5. tiene una forma de hablar excesivamente subjetiva y carente de matices.
6. muestra autodramatización, teatralidad y exagerada expresión emocional.
7. es sugestionable, por ejemplo, fácilmente influenciable por los demás o por las circunstancias.
8. considera sus relaciones más íntimas de lo que son en realidad.

Criterios para el diagnóstico de


F60.8 Trastorno narcisista de la personalidad (301.81)

Un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de
empatia, que empiezan al principio de la edad adulta y que se dan en diversos contextos como lo indican cinco (o más) de los
siguientes ítems:

1. tiene un grandioso sentido de autoimportancia (p. ej., exagera los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior,
sin unos logros proporcionados).
2. está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios.
3. cree que es "especial" y único y que sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con otras personas (o
instituciones) que son especiales o de alto status.
4. exige una admiración excesiva.
5. es muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan
automáticamente sus expectativas.
6. es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas.
7. carece de empatia: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
8. frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él.
9. presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios.

Criterios para el diagnóstico de


F60.6 Trastorno de la personalidad por evitación (301.82)

Un patrón general de inhibición social, unos sentimientos de inferioridad y una hipersensibilidad a la evaluación negativa, que
comienzan al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los siguientes ítems:

1. evita trabajos o actividades que impliquen un contacto interpersonal importante debido al miedo a las críticas, la
desaprobación o el rechazo.
2. es reacio a implicarse con la gente si no está seguro de que va a agradar.
3. demuestra represión en las relaciones íntimas debido al miedo a ser avergonzado o ridiculizado.
4. está preocupado por la posibilidad de ser criticado o rechazado en las situaciones sociales.
5. está inhibido en las situaciones interpersonales nuevas a causa de sentimientos de inferioridad.
6. se ve a sí mismo socialmente inepto, personalmente poco interesante o inferior a los demás.
7. es extremadamente reacio a correr riesgos personales o a implicarse en nuevas actividades debido a que pueden ser
comprometedoras.

Criterios para el diagnóstico de


F60.7 Trastorno de la personalidad por dependencia (301.6)

Una necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno, que ocasiona un comportamiento de sumisión y adhesión y
temores de separación, que empieza al inicio de la edad adulta y se da en varios contextos, como lo indican cinco (o más) de los
siguientes ítems:

1. tiene dificultades para tomar las decisiones cotidianas si no cuenta con un excesivo aconsejamiento y reafirmación por parte
de los demás.
2. necesidad de que otros asuman la responsabilidad en las principales parcelas de su vida.
3. tiene dificultades para expresar el desacuerdo con los demás debido al temor a la pérdida de apoyo o aprobación. Nota: No se
incluyen los temores o la retribución realistas.
4. tiene dificultades para iniciar proyectos o para hacer las cosas a su manera (debido a la falta de confianza en su propio juicio o
en sus capacidades más que a una falta de motivación o de energía).
5. va demasiado lejos llevado por su deseo de lograr protección y apoyo de los demás, hasta el punto de presentarse voluntario
para realizar tareas desagradables.
6. se siente incómodo o desamparado cuando está solo debido a sus temores exagerados a ser incapaz de cuidar de sí mismo.
7. cuando termina una relación importante, busca urgentemente otra relación que le proporcione el cuidado y el apoyo que
necesita.
8. está preocupado de forma no realista por el miedo a que le abandonen y tenga que cuidar de sí mismo.

Criterios para el diagnóstico de


F60.5 Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad (301.4)

Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la
flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como lo
indican cuatro (o más) de los siguientes ítems: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

1. preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de perder de vista
el objeto principal de la actividad.
2. perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas (p. ej., es incapaz de acabar un proyecto porque no cumple sus
propias exigencias, que son demasiado estrictas).
3. dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades (no atribuible a
necesidades económicas evidentes).
4. excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de moral, ética o valores (no atribuible a la identificación con la
cultura o la religión).
5. incapacidad para tirar los objetos gastados o inútiles, incluso cuando no tienen un valor sentimental.
6. es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que éstos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas.
7. adopta un estilo avaro en los gastos para él y para los demás; el dinero se considera algo que hay que acumular con vistas a
catástrofes futuras.
8. muestra rigidez y obstinación.

to de trastorno de la personalidad aparece por primera vez en el año 1801 de la mano de un médico francés llamado Philippe Pinel.
Este médico lo definía como una condición que se caracteriza por estallidos de rabia y violencia en ausencia de enfermedades otras
enfermedades mentales como la psicosis, el trastorno bipolar,…
En 1896, el psiquiatra Emil Kraepelin describe siete formas de comportamiento antisocial bajo el paraguas de la “personalidad psicopática”.
[Quizá te interese: Los 10 trastornos psicológicos más comunes]
En el DSM-V se enumeran diez trastornos de la personalidad que se reparten en tres grandes grupos.
Antes de pasar a caracterizar estos diez trastornos de personalidad, hay que destacar que se deben en gran medida al producto de la
observación histórica que de un estudio científico, y por lo tanto son construcciones más bien vagas e imprecisas.
La mayoría de las personas con un trastorno de personalidad no suelen acudir a los profesionales de la salud y los que acuden es porque
hay otro trastorno mental de fondo o porque han tenido una crisis grave que frecuentemente acaba con la comisión de algún delito.
Los trastornos de personalidad son importantes para los profesionales de la salud ya que son la antesala de algún trastorno mental más
grave. Además, estos trastornos de personalidad son fuente de gran angustia para los afectados y es necesario que haya un profesional de
la salud que les trate.
GRUPO A
1) Trastorno de personalidad paranoide.

Se caracteriza por una desconfianza generalizada hacia los demás, incluyendo amigos, familia y pareja. Como resultado de esta
desconfianza, la persona está constantemente buscando pistas para validar sus temores.
También tiene un fuerte sentido de sus derechos individuales: es demasiado sensible a los reveses y desaires, fácilmente siente
vergüenza o humillación y el rencor está muy presente en su vida. Como resultado de todo ello, tiende a aislarse de los demás.
Un estudio realizado con personas que sufrían este tipo de trastorno concluyó que es moderadamente hereditario.
2) Trastorno de personalidad esquizoide.

El término “esquizoide” designa una tendencia natural a dirigir la atención hacia la vida interior de uno mismo. Una persona con este
trastorno es independiente, distante y con tendencia a la introspección y la fantasía.
No tiene ningún deseo de relaciones sociales o sexuales, es indiferente a los demás y a las normas sociales. Carece de respuesta
emocional.
Experimentan un profundo anhelo de intimidad y así se refugian en su mundo interior. Las personas con este trastorno rara vez buscan
ayuda médica, ya que, a pesar de su reticencia a las relaciones sociales, por lo general no tienen grandes problemas.

3) Trastorno esquizotípico.

Se caracteriza por las rarezas en la apariencia, el comportamiento, el habla, experiencias perceptivas inusuales, y anomalías de
pensamiento similar a los observados en la esquizofrenia. Estas últimos pueden incluir creencias extrañas, pensamiento mágico (por
ejemplo, pensar que al hablar del diablo puede hacer que él se aparezca), suspicacia y reflexiones obsesivas.
Las personas con trastorno esquizotípico y esquizoide evitan la interacción social, pero en el primer caso es porque tienen miedo de los
demás, mientras que en el segundo es porque no tienen ningún deseo de interactuar con los demás o encuentran que relacionarse con
otros es demasiado difícil.
Las personas con trastorno esquizotípico tienen una mayor probabilidad de desarrollar esquizofrenia.
GRUPO B
4) Trastorno de personalidad antisocial.

Este trastorno es mucho más común en hombres que en mujeres y se caracteriza por una indiferencia insensible a los sentimientos de los
demás.
La persona no tiene en cuenta las normas y obligaciones sociales, es irritable y agresiva, actúa impulsivamente, carece de culpa y no logra
aprender de la experiencia.
En muchos casos, no tienen dificultad para encontrar relaciones, e incluso pueden aparecer superficialmente encantadores (el
llamado ‘psicópata con encanto’), pero estas relaciones suelen ser ardientes, turbulentas y de corta duración.
Es el trastorno de personalidad más estrechamente relacionado con el crimen.

5) Trastorno límite de la personalidad.

Las personas con este trastorno carecen de un sentido de sí mismas, y, como resultado,experimentan sentimientos de vacío.
Tienen un patrón de intensas pero inestables relaciones, inestabilidad emocional, arrebatos de ira y violencia (especialmente en respuesta
a las críticas), y comportamiento impulsivo. Las amenazas de suicidio y los actos de autolesión son comunes por lo que muchas personas
con este trastorno acaban recibiendo atención médica.
Se cree que yacen en la “frontera” entre los trastornos neuróticos y los trastornos psicóticos como la esquizofrenia y el trastorno bipolar.
Se ha sugerido que el trastorno límite de la personalidad a menudo es consecuencia de una infancia de abuso sexual, y que es más común
en las mujeres, en parte, porque las mujeres son más propensas a sufrir abusos sexuales.
6) Trastorno histriónico de la personalidad.

Las personas con este trastorno carecen de autoestima y para estar bien necesitan la atención y la aprobación de los demás. A menudo
parecen estar dramatizando o “interpretando un papel”, en un intento de llamar la atención. De hecho, “histriónico” deriva del
latín ‘histrionicus’, ‘perteneciente al actor’.
Cuidan mucho su apariencia y se comportan de una manera que es demasiado encantadora o inapropiadamente seductora.
Sus relaciones con los demás parecen poco sinceras o superficiales, lo que, a largo plazo, puede tener un impacto negativo en sus
amistades y relaciones románticas. Esto es especialmente preocupante para ellas ya que son muy sensibles a la crítica y al rechazo, y
reaccionan mal a las frustraciones de la vida.
Se meten en un círculo vicioso en el que cuanto más rechazadas se sienten, más histriónico es su comportamiento; y cuanto más
histriónicas son, más rechazadas se sienten.

7) Trastorno de personalidad narcisista.

Las personas con este trastorno tienen un sentimiento extremo de su propia importancia y una gran necesidad de ser admiradas.
Suelen tener sentimientos fuertes de envidia, carecen de empatía y fácilmente explotan a otras personas para lograr sus objetivos.
Para los demás, pueden parecer controladores, intolerantes, egoístas o insensibles.
Si se sienten ridiculizados pueden tener un ataque de ira y son muy vengativos. Tal reacción suele ser conocida como la “rabia
narcisista” y puede tener consecuencias desastrosas para todos los involucrados.
GRUPO C
8) Trastorno de la personalidad por evitación.

Las personas con este trastorno creen que son socialmente ineptas, poco atractivas o inferiores. Viven con un constante miedo a ser
avergonzadas, criticadas o rechazadas.
Evitan el contacto con los demás a menos que estén seguras de caer bien.
Este trastorno está fuertemente asociado con los trastornos de ansiedad y también puede estar asociado con el rechazo por parte de los
padres o compañeros de infancia.
La investigación sugiere que las personas con este trastorno monitorean excesivamente sus reacciones internas, tanto propias como
ajenas, lo que les impide participar de forma natural o con fluidez en las situaciones sociales.
Un círculo vicioso en el que se van atrapadas: cuanto más se monitorean sus reacciones internas, más ineptas se sienten; y cuanto más
ineptas se sienten, más vigilan sus reacciones internas.

9) Trastorno de personalidad dependiente.

Se caracteriza por una falta de confianza en sí mismos y una necesidad excesiva de ser atendidos. Son personas que necesitan mucha
ayuda en la toma de decisiones.
Tienen mucho miedo al abandono.
Una persona con este trastorno se ve sí misma como inadecuada e impotente. Las personas con trastorno de personalidad
dependiente terminan relacionándose a menudo con personas con un trastorno de la personalidad del grupo B, que se alimentan de la
alta estima incondicional que les profesan este tipo de personas dependientes.
10) Trastorno Anancástico de la personalidad.

Se caracteriza por una excesiva preocupación por los detalles, reglas, listas, orden, organización u horarios; su perfeccionismo es tan
extremo que les impide completar una tarea;
Son muy devotos al trabajo y la productividad a expensas del ocio y las relaciones. Una persona con este trastorno suele dudar y es
cautelosa, rígida, controladora y sin sentido del humor.
Su ansiedad subyacente surge de una supuesta falta de control sobre un mundo que escapa a su comprensión; y cuanto más intenta
controlarlo, más fuera de control se siente. En consecuencia, tiene poca tolerancia a la complejidad y tiende a simplificar el mundo.
Sus relaciones con sus amigos, familia y compañeros de trabajo son a menudo tensas por las exigencias irrazonables e inflexibles que él
hace sobre ellos.
[Quizá te interese: ¿Cuál es el trastorno mental más peligroso?]
Fuente: Psychology Today
Imágenes: Shutterstock
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