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Véase, hacia el 511, el canon 30 del Concilio de Orleans I.
2
Documento biográfico de fecha incierta posiblemente su elaboración se
pueda situarse entre los siglos III y IV de nuestra era.
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Pues se tenía por factible, adivinación por el vuelo de las aves.
Siglo XIII, advertimos como aún se recurre a dichas
prácticas:
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Sacerdote de las actuales Estonia y Letonia hacia fines del Siglo XII
por las fuentes consultadas que ya en el siglo VI San
Amando “trabajó mucho para extirpárselas”, derribando en
algunas partes ídolos paganos5.
Nos revelan los documentos consultados como hacia el mismo
lapso, los ocupantes de la parte francesa estaban
entregados al culto de los demonios, es decir, a la magia,
según nos lo indica la Crónica de Santa Rictrudis6. Y
sabemos fehacientemente del esfuerzo de los reyes francos
por introducir -a sangre y fuego- el cristianismo entre los
sajones y demás pueblos, condenando a muerte a todos
aquellos que “coman carne humana” pues se tenía por
verosímil que los magos, brujas y adivinadores comían el
corazón de niños, hombres y mujeres para acrecentar sus
poderes.
De igual modo resulta inapreciable el registro dejado por
San Martin de Dumiense, con respecto a los ritos de
numerosos campesinos7: Muchos demonios de los expulsados
del cielo presiden en el mar, en los ríos, en las fuentes o
en las selvas, y se hacen adorar por los ignorantes como
dioses. A ellos hacen sacrificios: en el mar invocan a
Neptuno, en los ríos a las Lamias, en las fuentes a las
Ninfas, en las selvas a Diana.
Anclada en el mundo antiguo, observamos que Tetis será una
de las primeras divinidades marinas, madre de los ríos y
las fuentes que han sido veneradas desde tiempos
inmemoriales. Igualmente, el termino Ninfas, alude a la
idea femenina de jóvenes hermosas casamenteras, y de igual
manera las que habitan en las montañas llevan el nombre de
5
Audivitque ab eis gentem quandam Vacceiam appellavit antiquitas, quae
nunc vulgo nuncupatur VASCONIA, nimio errore deceptam, ita ut
auguriis, vel ovni errore deceptam, IDOLA etiam pro Deo coleret.
6
“Cujus incolae liceo illo tempore pene omnes demoniacis essent dedito
cultibus, a Deo tamen praelecta Rictrudis, sic ex eisdem impiis, et
sine Deo, prodiit hominibus, velutu solet rosa de spinosis efflorere
sentibus: quae ab ipsis incunabulis cum aetatis tenerae provectibus
honestis est alta et instituta moribus.” (La Vasconia del P. Risco)
7
En su mayoría de lo que hoy podríamos denominar el territorio de
Galicia.
Oréadas u Orestíadas; las que residían en los prados
Limníades; en los valles Napeas y en los bosques Dríadas8.
Ya en el Siglo I Plinio el Viejo, registraba como en
Hispania:
8
Véase: Nerac G., Mitología griega y romana, Bs.As., EDICOL, 2007.
9
Se las considera las Ninfas del Mediterráneo.
supusieron que era el Dios de los sajones y creyeron
que esto traería inundación y pestilencia sobre ellos.
De común acuerdo, cocinaron carne según sus ritos,
bebieron juntos y tomaron la cabeza del árbol, la
colocaron sobre maderas que habían atado y enviaron
esto, como si fuera el Dios de los sajones, junto con
la fe cristiana, hacia aquellos que volvían a Gotland
por mar.
10
Véase: Anónimo, Amadís de Gaula, S.XIII.
Los cabellos doy al viento,
Y el pie izquierdo a una vasija,
Llena de agua clara y fría
Y el oído al aire atento.
11
Obras de Gil Vicente, Hamburgo, Tomo II, Pág. 489.
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Esta leyenda, nació quizá de un error en la traducción de la palabra
celta mahra o mahr, que designa ciertos espíritus infernales.
Así, la figura de la muerte -que es ahogada en el agua-
acarrea simultáneamente una nueva estación. Y las gentes
creen que de esta manera, sus aldeas y villas quedarán
libres de toda fetidez hasta el año próximo en el que se
deberá, obligatoriamente, repetir la ceremonia.
Prima indicar que aun ante la reprobación hacia los
adoradores de ídolos, piedras, fuentes, árboles y demás
“entidades” de la naturaleza (frecuentes en todo el
territorio de la Europa Occidental) los propios servidores
de Dios no eran ajenos a estas prácticas.
En las vísperas de San Juan Apóstol -de noche en algunas
partes y por la mañana en otras- se celebran al santo con
purificaciones en ciertas fuentes o cursos de agua, de
igual manera son bien conocidas las prácticas de
inmersiones en el mar de Biarritz13 el domingo siguiente a
la Asunción.
De estos y otros usos da cuenta en sus escritos el
Arzobispo de Sevilla y más tarde Doctor de la Iglesia, San
Isidoro, el cual promediando el año 633 y durante el IV
Concilio Toledano afirmaba:
13
Comuna del suroeste de Francia, en la región de Aquitania.
14
San Isidoro (560–636), convoco dos sínodos 619 a 625 y presidio el
IV Concilio de Toledo en el año 633, de este último véase: Canon
XXIX.
15
Arte supuesto de evocar a los muertos para conocer el futuro.
eremitorio de San Lorenzo por indicación del Papa Honorio
III16.
El Papa Silvestre II, cargó durante un considerable período
el mote de El Mago. Se le endilgaba una robusta fascinación
por las artes oscuras y la astrología, que aún se
practicaban en la Ciudad de Toledo. Al decir de Menéndez
Pelayo, el Papa, aprendió de los mahometanos la necromancia
o evocación de los muertos, la interpretación del canto y
del vuelo de las aves, etc. Sabedor de que otro mago poseía
un libro de conjuros de extraordinaria virtud, enamoró a su
hija y robó al padre aquel tesoro. Con ayuda de tal volumen
hizo maravillas, entre ellas una cabeza de plata, que
hablaba y revelaba el porvenir. Las artes mágicas le
abrieron camino hasta el solio pontificio17.
En esta vía y próximo al año mil, Geriberto escribía a
Reynaldo, monje de la Abadía de Bobio:
16
Véase: Menéndez Pelayo, Historia de los Heterodoxos Españoles, Tomo
III.
17
Ibídem, p. 298.
Ciertos sabios astrólogos dijeron que esto significaba
(entre otras cosas que) la ciudad de Lucca, habría de
sufrir muchas pérdidas y humillaciones.
18
Práctica común visigoda.
19
Véase: Fuero de Juzgo, Libro VI, Leyes I, III y IV.
del planeta Marte, que al encontrarse en conjunción con el
signo del León en su tercer decanato, es signo de fuego,
puesto que en poco más de un año estallaron tantos
incendios en nuestra ciudad20”.
Y acaso no es cierto que ya en el siglo V estaba
establecido férreamente, más allá de la Galia, el culto a
San Dionisio, protector de animales y de aquéllos cuyas
vidas estuvieran en peligro.
20
Véase: el magnífico trabajo de Nilda Guglielmi en el manuscrito del
S. XIV, Crónicas Florentinas.