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CARLOS ENRIQUE EDWARDS

EL ARREPENTIDO,
EL AGENTE
ENCUBIERTO
Y LA ENTREGA
VIGILADA
Modificación a la Ley de Estupefacientes.
Análisis de la ley 24.424

i Di 10-11C.A DE------ LA 45671

77. A1j\1.11E1M
: p1-41.1..181
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15
112ICACION S 335 1

Buenos Aires
 Capítulo V
El agente encubierto
SUMARIO:
1. Concepto.
2. Fundamento de la figura.
3. Derecho comparado.
4. Diferencias con el agente provocador.
5. Presupuestos de procedencia.
6. Agente de las fuerzas de seguridad.
1. Concepto
El agente encubierto se nos presenta como otra forma de
investigación paradigmática en la lucha contra la narcocrimina-
lidad.
En una primera aproximación a esta novedosa figura, po-
demos conceptualizarla como una técnica investigativa, que
permite penetrar de afuera hacia adentro en una organización
dedicada al tráfico ilícito de estupefacientes, a través de la infil-
tración de un agente, con la finalidad de obtener información
para desbaratar a esa organización criminal. Se trata, pues, de
una verdadera investigación encubierta.
Mientras que en el caso del arrepentido es un imputado que
colabora con la justicia, en el supuesto del agente encubierto es
un empleado o funcionario público que se infiltra en el interior
de la organización delictiva.
Con mayor rigor, podemos definir al agente encubierto
como un empleado o funcionario público que, voluntariamente,
y por decisión de una-autoridad judicial, se infiltra en una orga-
nización dedicada al tráfico ilícito de estupefacientes, a fin de
obtener información sobre sus integrantes, funcionamiento, fi-
nanciamiento, etc., de la misma.
Esta significativa forma de investigación ha sido rece- ptada
por la reciente ley 24.424, como lo analizaremos en los puntos
siguientes.

2. Fundamento de la figura
La naturaleza del agente encubierto se nos presenta pro-
blemática, atento los dos valores en pugna.
Por un lado, el empleo de un agente infiltrado evidencia que
el Estado se vale de un medio inmoral en la represión del narco-
 54 CARLOS ENRIQUE EDWAFIDS
tráfico, ya que el agente encubierto utilt7ará la mentira y la trai-
ción, como medios para descubrir los delitos y desbaratar a la
organización.
A su vez, este agente encubierto puede llegar a cometer de-
litos en el desempeño de su función, como consecuencia de las
actividades delictivas de la organización de narcotráfico, o in-
cluso para ganar la confianza de los integrantes de la misma; es
decir que el Estado, a través del agente infiltrado, estaría delin-
quiendo; se combatiría así el delito con otro delito, poniéndose
al mismo nivel que los delincuentes.
Pero por otro lado, nos encontramos con el valor eficacia; si
queremos luchar eficazmente en la represión de la narcocrimi-
nalidad debemos contar con medios idóneos para penetrar y co-
nocer la intimidad de una delincuencia tan compleja, organiza-
da y ramificada, como el narcotráfico.
La manera más eficaz para ello es introducir un agente es-
tatal en el corazón mismo de la organización.
Son dos, entonces, los valores en pugna: la moralidad y li-
citud de los medios que emplea el Estado en la lucha contra la
criminalidad, y la eficacia en esa lucha.
A la luz de la política criminal, el legislador debe optar entre
estos dos valores; tanto a nivel internacional, como ahora en el
plano nacional, se inclinaron por la eficacia del sistema penal en
combatir la narcocriminalidad, atento a la gravedad y al aumen-
to de este flagelo mundial.
El fundamento de esta figura radica: entonces, en una
cuestión de politica criminal, que incluso llega a justificar cier-
tos delitos que corneta el agente encubierto.
La misma Corte Nacional ha admitido el empleo del agente
encubierto en nuestro derecho, afirmando su plena congruen-
cia con los principios y garantías constitucionales.
Efectivamente, en el caso "Fiscal c/Fernández, Víctor
Hugo", del 11/12/90, el alto tribunal señalaba que "el empleo
de un agente encubierto para la averiguación de los delitos no es
por sí mismo contrario a garantías constitucionales. Una cuida-
dosa comprensión de la realidad de nuestra vida social común,
yen especial el hecho comprobado de que ciertos delitos de gra-
vedad se preparan e incluso ejecutan en la esfera de la intimidad
de los involucrados en ellos, como sucede particularmente con
EL ARREPENTIDO, EL AGENTE ENCUBIERTO... 55
el tráfico de estupefacientes, impone reconocer que esos delitos
sólo son susceptibles de ser descubiertos y probados si los órga-
nos encargados de la prevención logran ser admitidos en el círculo
de intimidad en el que ello tiene lugar. Por tal razón, una inter-
pretación prudente de las garantías procesales contenidas en la
Constitución Nacional permite aceptar, bajo ciertas restriccio-
nes, el empleo de agentes encubiertos de modo similar al que se
lo admite en otros países en los que las reglas del estado de de-
recho prescriben garantías análogas a las que rigen en la Repú-
blica Argentina, entre los cuales cabe citar a los Estados Unidos
(conf. Lewis v. U.S.; 385 US 206) y a la República Federal de Ale-
mania (conf. BGH Cr. S. St. 32.115, 122, BverfGE 57, 250, 284
y la decisión del BGH en NStz 1982, 40)" (Fallos, 313-1305).
En conSecuencia, la Corte Nacional ya admitía la utili-
zación del agente encubierto aun antes de la vigencia de la
ley 24.424; la admisión que hace el alto tribunal de esta técnica
investigativa radica en que no se opone a las garantías constitu-
cionales, que es la forma más eficaz para penetrar en la intimi-
dad de la organización delictiva, y que es empleada en la legisla-
ción comparada.
3. Derecho comparado
La figura del 'agente encubierto ha tenido una muy exitosa
acogida en la legislación comparada, en la lucha contra toda for-
ma de delincuencia organizada, no solamente en el caso de la
narcocriminalidad.
Un ejemplo de ello es el derecho alemán; en el Congreso de
Compatibilización de Leyes de Lucha contra la Narcocriminali-
dad, realizado en Buenos Aires los días 2, 3 y 4 de agosto de
1993, el fiscal de la República Federal de Alemania, Dr. Rainer
Pfaff, afirmaba que "desde hace tiempo la Policía Federal Alema-
na se vale de estos agentes, sin contar durante años con el co-
rrespondiente fundamento jurídico. Para dar un marco legal a
esta forma de proceder, la justicia se atuvo a las disposiciones
generales del derecho penal y policial. Desde la entrada en vi-
gencia de la Ley de Criminalidad Organizada el 22 de septiembre
de 1992, los arts. 110-a -110-e del Código de Procedimiento Pe-
nal reglamentan este tema para la prosecución criminal (ámbito
 56 CARLOS ENRIQUE EDWARDS
represivo). En estas disposiciones se detallan los requisitos y las
formas de proceder en el empleo de un agente encubierto. ...el
empleo del agente encubierto se basa en las siguientes premi-
sas: 1) Actuación solamente en delitos de importancia. 2. Actua-
ción solamente si otras formas de investigación no prometen ser
exitosas (cláusula de subsidiariedad). 3) Dependencia de la
aprobación fiscal y/o judicial. 4) Severo control del agente encu-
bierto por parte de un oficial de la policía. 5) Prohibición de co-
meter actos delictivos" (Publicación Parlamento Latinoamerica-
no, 1994, pp. 70/72).
En cuanto a la leiislación norteamericana en la materia, en
el mencionado Congreso jurídico, los representantes de la DEA,
Sres. Joe López y Ernesto Batista, afirmaban que "las leyes es-
tatales y federales de los Estados Unidos, explicitarnente en la
mayoría de las circunstancias, dejan exentos de todo cargo a
aquellos oficiales de policía quienes bajo la autorización de sus
supervisores se encontraban ejecutando la tarea de 'agente en-
cubierto' en dicho caso. ...el uso de agentes encubiertos es la
técnica más efectiva utilizada por la DEA y otros organismos po-
liciales en los Estados Unidos y a través del mundo. Sin el uso
de la misma, sería imposible conducir y penetrar investigacio-
nes masivas contra las más sofisticadas organizaciones de tráfi-
co de drogas y lavado de dinero. en el mundo" (publicación del
Parlamento Latinoamericano, 1994, pp. 62/65).
4. Diferencias con el agente provocador
Debemos diferenciar nítidamente al agente encubierto del'
agente provocador, ya que serán muy distintas las consecuen-
cias de la investigación en un supuesto que en el otro, en cuanto
a la responsabilidad penal de los investigados.
Esta distinción es sumamente importante ya que en algu-
nos casos el agente encubierto puede comportarse como una
agente provocador.
El agente provocador es "quien representa el papel de insti-
gador, pero guiado por la finalidad de lograr que el instigado sea
'descubierto' en su accionar delictivo, con el objeto de que sea
reprimido por la autoridad" (Creus, Carlos: Derecho Penal, parte
general, Astrea, Buenos Aires, 1988, p. 349).
EL ARREPENTIDO, EL AGENTE ENCUBIERTO... 57
La actuación del agente encubierto da lugar en la jurispru-
dencia norteamericana a la doctrina del entrapment (entrampa-
miento), la que puede ser enunciada como "la concepción y pla-
neamiento de un delito por parte de un funcionario con el fin de
que sea cometido por quien no lo habría hecho de no ser por el
engaño o la persuasión del funcionario, exime de responsabili-
dad criminal a quien lo comete ... para unos la desincriminación
de quien ha sido objeto de entrapment se debe a su ausencia de
predisposición para cometer el delito, para los otros obedece a la
inadinisibilidad del método empleado por la autoridad para
comprobar el hecho". (Hendler, Edmundo S.; Gullco, Hernán V.:
"La unli7ación de agentes encubiertos en la jurisprudencia de la
Corte Suprema de los Estados Unidos", JA, Boletín 5914,4/1/95).
Es decir que, mientras el agente provocador es quien insti-
ga a otro a cometer un determinado delito, el agente encubierto
es quien se infiltra en una organización para obtener informa-
ción, no instigando a la comisión de ningún tipo de delito. En el
primer caso, hay una actitud activa por parte del provocador
que incita a cometer el delito; mientras que en el supuesto del
agente encubierto, su postura es pasiva, recepcionarido infor-
mación.
Aquí radica justamente el límite que separa el empleo de
una técnica investigativa eficaz, como el agente encubierto, de la
utilización por parte del Estado de medios delictivos, como la
instigación a cometer un delito, para la posterior detención del
instigado.
La misma Corte Nacional advertía sobre esta distinción, en
el ya mencionado caso "Fiscal c/Fernández", al afirmar que "la
conformidad con el orden jurídico de agentes encubiertos re-
quiere que el comportamiento de ese agente se mantenga dentro
de los principios del estado de derecho, lo que no sucede cuando
el agente encubierto se involucra de tal manera que hubiese
creado o instigado la ofensa criminal en la cabeza del delincuen-
te" (Fallos 313-1305).
Agente encubierto sería el funcionario público que fingien-
do ser amigo del imputado, ingresa al domicilio en el cual se
concretó la entrega de los estupefacientes, como sucedió en el ya
referido caso "Fiscal c/Fernández", mientras que agente provo-
cador sería el funcionario público que, haciéndose pasar por
58 CARLOS ENRIQUE EDWARDS
una persona que desea eximirse del servicio militar obligatorio,
le entrega dinero a integrantes del ejército con el objetó de que
se le efectúe el trámite de exención, como sucedió en un caso re-
suelto por Cámara Federal de La Plata, Sala 3, que precisamen-
te rechazó la intervención del agente provocador.
La mencionada Cámara resolvió en dicho caso que "nos en-
contramos con un caso totalmente desusado de inducción al de-
lito. ...se ha querido combatir la corrupción generando más co-
rrupción mediante el empleo sistemático de la actividad
jurisdiccional, trastocándola en su significado, que consiste en
pronunciar y determinar el derecho y para gestar y protocolizar
su violación" (JA, Boletín n2 5907 del 15/11/94).
Además, adviértase que esta nítida distinción entre agente
encubierto y agente provocador está contenida expresamente en
la ley 24.424, ya que en los supuestos de procedencia de la figu-
ra del agente encubierto, previstos en el art. 6, de dicha ley,
siempre se refiere a hipótesis licitas, en ningún momento a la in-
ducción o instigación a la comisión de ningún tipo de delito,
como sucede con el comportamiento de agente provocador.
En la punibilidad encontramos otra marcada diferencia en-
tre el agente provocador y el agente encubierto.
Si bien se afirma respecto de la punibilidad del agente pro-
vocador que "la generalidad de la doctrina, al referirse a esta hi-
pótesis (denominándola delito experimental), considera que el
agente provocador no es un instigador punible de lo que puede
ser la tentativa del instigado, puesto que no se puede reconocer
allí uno de los aspectos de dolo propio de la instigación" (Creus:
ob. cit., p. 349), últimamente se sostiene que "no cabe duda de
que el comienzo doloso de ejecución del provocado (instigado)
por el agente provocador (instigador) es antijurídico y que, por lo
tanto, están cumplidos los presupuestos de la instigación puni-
ble inclusive desde el punto de vista de la teoría de la participa-
ción en lo ilícito, pues la tentativa, que por regla comete el pro-
vocado, es ya un ilícito punible. El agente provocador es por
tanto punible..." (Bacigalupo, Enrique: Manual de Derecho Pe-
nal, parte general, Temis-Ilanud, Bogotá, 1984, p. 208).
En cambio, la actuación del agente encubierto no es puni-
ble; la propia ley 24.424 dispone expresamente, en su art 72, la
no punibilidad del agente encubierto, cuando se hubiese visto
EL ARREPENTIDO. EL AGENTE ENCUBIERTO... • 59
compelido a cometer un delito, siempre que éste no implique po-
ner en peligro cierto la vida o la integridad física de una persona
o la imposición de un grave sufrimiento fisico o moral a otro.
5. Presupuestos de procedencia
La infiltración de un agente encubierto en una organiza-
ción dedicada al narcotráfico está subordinada a una serie de
presupuestos que están contenidos expresamente en la ley
24.424, para que sea viable esta técnica de investigación.
Al respecto, el art. 62 de dicha normativa dispone que "du-
rante el curso de una investigación y a los efectos de comprobar la
comisión de algún delito previsto en esta ley o en el art. 866 del Có-
digoAduanero, de impedir su consumación, de lograr la individua-
lización o detención de los autores, partícipes o encubridores, o
para obtener y asegurar los medíos de prueba necesarios".
La ley parte de un presupuesto inicial: que se trate de una
investigación en curso, lo cual implica que una autoridad judi-
cial ha iniciado una investigación por algún delito referido al
tráfico de estupefacientes.
Esta condición conlleva a que si no hay una investigación
en "curso" no podrá designarse un agente encubierto.
El fundamento de este requerimiento reside en que el agen-
te encubierto es una forma de investigación encubierta, por lo
cual resulta lógico que se haya iniciado una investigación que
justamente pretende continuar con la infiltración del agente es-
tatal.
Además, la ley 24.424 requiere de otros presupuestos para
la designación de un agente encubierto. Así es preciso que sea
necesario: a) la comprobación de un delito; b) impedir la consu-
mación de un delito; c) la individualinción de los autores, par-
ticipes o encubridores; d) la detención de los mismos, y e) la ob-
tención y aseguramiento de medios de prueba.
En cuanto al primer presupuesto, la comprobación de la
comisión de un delito es uno de los objetivos de la instrucción:
en este sentido, el art. 193 del Código Procesal Penal de la Na-
ción (ley 23.984) señala que la instrucción tendrá por objeto
"comprobar si existe un hecho delictuoso mediante las diligen-
cias conducentes al descubrimiento de la verdad".

60
CARLOS ENRIQUE EDWARDS
Debe tratarse de la comisión de algún delito tipificado o
bien en la ley 23.737 o en el art. 866 del Código Aduanero, que
reprime el contrabando de estupefacientes.
El segundo presupuesto recepta una actitud preventiva:
Impedirla consumación de un delito; en este supuesto, la infor-
mación que brinde el agente encubierto debe permitir a las au-
toridades evitar que el hecho produzca sus efectos antijurídicos,
Impidiendo su comisión.
En cuanto a la individualización de los autores, partícipes o
encubridores de uno de estos delitos, es otro de los objetivos de
la instrucción; en este caso, los datos que suministra el agente
Infiltrado permitirá que las autoridades conozcan a quienes co-
metieron los hechos delictivos.
Pero la ley no se contenta sólo con su individualización,
sino que también contempla su detención, en los casos que sea
procedente conforme las normas procesales.
Por último, la designación del agente encubierto procede-
rá para la obtención y aseguramiento de los medios de prueba
necesarios; se trata de una medida de naturaleza cautelar,
que se concretará a través del secuestro de esos elementos
convictivos.
6. Agente de las fuerzas de seguridad
Otro de los elementos caracterizantes del agente encubierto
consiste en que debe tratarse de un empleado o funcionario pú-
blico, descartándose la infiltración de un particular; debe ser un
agente estatal.
Sin embargo, no cualquier empleado o funcionario público
puede ser designado como agente encubierto, sino que debe es-
tar prestando una determinada' función.
En el debate parlamentario de la ley 24.424, el tema de
quién podía ser designado como agente encubierto, fue uno de
los más discutidos y conflictivos.
Se enunciaron tres alternativas, que pueden ser sintetiza-
das en tres categorías: a) que sólo perteneciera a las fuerzas de
seguridad; b) que perteneciera a las fuerzas policiales, y c) que
perteneciera a las fuerzas de seguridad y Policía Federal, pero
con la colaboración de las policías provinciales.
•
EL ARREPENTIDO, EL AGENTE ENCUBIERTO... 61
La primera postura afirmaba que el agente encubierto de-
bía pertenecer únicamente a las fuerzas de seguridad. Así, el
Dictamen de las comisiones de Legislación Penal y de Drogadic-
ción de la Cámara de Diputados de la Nación, se inclinaba por
esta tesis, al disponer que el juez podía disponer que "agentes de
las fuerzas de seguridad en actividad" pudieran actuar en forma
encubierta.
En igual sentido, el proyecto de ley del senador nacional
Solana señalaba que "las fuerzas de seguridad podrán introdu-
cir en una organización delictiva a quienes revistan en forma
permanente y regular en dichas fuerzas, en calidad de agentes
encubiertos"; en los fundamentos de su iniciativa aclaraba que
las fuerzas de seguridad son "las únicas que están facultadas a
otorgar y certificar la calidad de agente encubierto. Entiéndase
por tales a la Policía Federal, Prefectura Naval y Gendarmería
Nacional, las cuales tienen precisamente por objeto y misión la
prevención y represión del delito. Sin embargo, se ha preferido
no discriminarlas en la norma, a fin de que resulten comprendi-
das también las instituciones de seguridad de las provincias,
quienes pueden utilizar en sus procedimientos agentes encu-
biertos; por ende se trata de un proyecto de ley de aplicación a
todo el territorio nacional".
Para poder precisar qué se entiende por "fuerzas de seguri-
dad", debe recurrirse al decreto nacional 1273/92, que regla-
menta la ley 24.059, sobre Seguridad Interior, en cuyo art. 12 se
señala que "se entiende por fuerzas de seguridad a la Prefectura
Naval Argentina y a la Gendarmería Nacional y como fuerzas po-
liciales a la Policía Federal Argentina y a las policías provin-
ciales".
•Es decir, que para esta primera postura, al emplear la ex-
presión "fuerzas de seguridad" está limitando la posibilidad de
designar agentes encubiertos solamentre entre los integrantes
de estas fuerzas, excluyen a las fuerzas policiales.
Sin embargo, la exclusión de las fuerzas policiales parece
que no ha sido la intención de quienes utilizaron esta expresión,
como lo evidencian los fundamentos de la iniciativa del senador
nacional Solana, antesmencionada.
La otra alternativa era que al agente encubierto también
perteneciera a las fuerzas policiales (Policía Federal y policías
•
62 CARLOS ENRIQUE EDWARDS
provinciales). Es decir que podía ser tanto un integrante de las
fuerzas de seguridad como de las fuerzas policiales.
En esta postura se ubican el proyecto de ley de los diputa-
dos nacionales Bisciotti, Algaba, Armendáriz, Storani, De Marti-
no, Salvador, Baylac, Ortiz Pellegrini, Koth y Bassani, que in-
cluían a los "agentes de los cuerpos policiales y fuerzas de
seguridad, o bien de la Administración Nacional de Aduanas, o
personas designadas por el tribunal": esta iniciativa no sola-
mente contemplaba la posibilidad que el agente encubierto fue-
se un integrante de las fuerzas de seguridad o de loS cuerpos po-
liciales, sino también personal de la Aduana e, incluso,
personas designadas por el tribunal.
En cambio, el proyecto del diputado nacional Hernández
sólo preveía a la Policía Federal, al disponer que "la designación
del agente encubierto será efectuada por el jefe de la Policía Fe-
deral o por el subjefe en caso de impedimento o ausencia de
aquél".
Una tercera opción, que podríamos denominar intermedia,
se inclinaba por afirmar que el agente encubierto debía pertene-
cer a las fuerzas de seguridad o a la Policía Federal, pero las po-
licías provinciales podían colaborar con estas fuerzas suminis-
trando a uno de sus integrantes Fue la posición que se
mantuvo en el debate de la ley 24.424 en la Cámara de Senado-
res de la Nación.
Al respecto, el senador nacional Alasino afirmaba en dicho
debate que "el dictamen de la Cámara de Diputados hacía refe-
rencia solamente a fuerzas de seguridad. Aparentemente ex-
cluía también a la Policía Federal, dado que si nos atenemos a la
ley 4.059 y a su decreto reglamentario, que es el 1273/92 —y
ésta es una ley de la democracia— debemos entender como fuer-
zas de seguridad a la Prefectura Naval y a la Gendarmería Nacio-
nal. Si hubiéramos mantenido la redacción de Diputados, el
concepto de fuerzas de seguridad contenido en dicha ley podría
Inducir al juez a pensar que debía acotarse solamente a esas dos
fuerzas. Es así que hemos introducido expresamente a la Policía
Federal y én esto hemos elegido entre dos valores que debemos
atender. En nuestro bloque hemos tenido largas conversaciones
con fuerzas de policías provinciales importantes y con un alto
grado de desarrollo, e incluso con algunas secretarías estatales,
EL ARREPENTIDO, EL AGENTE ENCUBIERTO... 63
también con un importante grado de desarrollo, que han insis-
tido en la necesidad de incorporar, además de las fuerzas de se-
guridad y la Policía Federal, a las otras fuerzas policiales. El pri-
mer problema que esto presentaba era que debíamos incluir a
todas las policías provinciales, las cuales tienen distinto grado
de desarrollo. La segunda cuestión era que si todas las policías
provinciales, más las fuerzas de seguridad, más la Secretaría
para la Prevención y Lucha contra la Drogadicción y el Narcotrá-
fico pudiesen nombrar a agentes encubiertos, tendríamos vein-
ticuatro o veinticinco organismos capaces de designar agentes
encubiertos, lo cual produciría un estado de caos y anarquía
que no solamente atentaría contra la seguridad personal, sino
que tornaría a la situación prácticamente ingobernable. No po-
demos hacer diferencias entre una y otra policía en una norma
de fondo. Tampoco podemos establecer un registro único de
agentes encubiertos, porque la existencia de este registro afec-
taría el principal objetivo que es la investigación en el caso con-
creto y, fundamentalmente, la preservación de la ¡denudad del
agente. Hemos decidido acotar entonces la posibilidad de desig-
nar agentes encubiertos a la Prefectura, la Gendarmería y la Po-
licía Federal" (Sesión Cámara de Senadores de la Nación 9/11/94,
versión taquigráfica provisional).
Sin embargo, el mismo senador Alasinci admitió, en el de-
bate parlamentario, que "si el agente debe pertenecer a la
fuerza y ser agente en actividad, eso no impide —excepto que
las policías compitan entre sí— que si hay un hombre aveza-
do a quien designar y existe un acuerdo interfuerzas pueda
ser asimilado por otra fuerza y se incorpore con un solo re-
gistro a un avezado agente de la policía provincial. Tampoco
sería imposible; esta redacción lo permitiría" (Sesión Cáma-
ra de Senadores de la Nación, 9/11/94, versión taquigráfica
provisional).
Con similares argumentos, el senador nacional De la Rúa
afirmaba, que "me parece correcto incluir a la Policía Federal y
valoro lo que se dice de las policías provinciales, pero éstos son
delitos de carácter federal. Con lo afirmado por el señor miem-
bro informante puede subsanarse el inconveniente: si se requie-
re la colaboración de un funcionario de la policía provincial, se
lo puede adscribir a la actuación federal o designárselo a esos
 64 CARLOS ENRIQUE EDWARDS EL ARREPENTIDO. EL AGENTE ENCUBIERTO... 65

efectos" (Sesión Cámara de Senadores de la Nación, 9/ 11/94, agencias policiales que han demostrado; en los innumerables
versión taquigráfica provisional). casos en que participaron, contar con recursos humanos y
La ley 24.424 establece, en definitiva, que agentes encu- técnicos para luchar exitosamente contra este tipo de delin-
biertos serán los "agentes de las fuerzas de seguridad en activi- cuencia.
dad"; de esta forma se impuso el dictamen de las Comisiones -de
Legislación Penal y de Drogadicción de la Cámara de Diputados
de la Nación.
Esta redacción plantea el interrogante de si dentro de la ex-
presión "fuerzas de seguridad" también se comprende a la Poli-
cía Federal y a las policías provinciales, y aún más a la Admi-
nistración Nacional de Aduanas.
Si nos ajustamos a la definición que nos brinda el decreto
nacional 1273/92, reglamentario de la Ley de Seguridad Inte-
rior (24.059), las fuerzas de seguridad son únicamente la Prefec-
tura Naval Argentina y la Gendarmería Nacional, mientras que
la Policía Federal y las policías provinciales son fuerzas policia-
les (art. 29 de dicho decreto).
Sin embargo, si tenemos en consideración los antecedentes
parlamentarios señalados, surge inequívocamente que la volun-
tad del legislador ha sido otra: que el agente encubierto no sólo
séa un integrante de las fuerzas de seguridad, sino también de
las fuerzas policiales.
Más aún, incluso la misma Administración Nacional de
Aduanas podría proponer un agente encubierto, cuando se trate
de un contrabando de estupefacientes (art. 866 del Código
Aduanero).
Es decir, que aunque la ley 24.424 solamente mencione ex-
presamente a las fuerzas de seguridad, ello no es óbice, efec-
tuando una interpretación coherente y sistemática, para que
también puedan ser agentes encubiertos los integrantes de las
fuerzas policiales e, incluso, de un organismo administrativo
como la Aduana.
Una exégesis que limitara la posibilidad de designación del
agente encubierto solamente entre los integrantes de las fuerzas
de seguridad, verdaderamente atentaría contra la eficacia con
que se pretende dotar al sistema penal argentino en la represión
del narcotráfico, ya que tal hermenéutica prescindiría de las