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El ciego que podía ver

Ed. Ramírez Suaza, P.Th

¡Cómo me gustan las ironías!


Ellas pellizcan mi conciencia. Sacuden mis ojos soñolientos. Silencian mis bostezos; de
aquellos que son conchudos, descarados frente a lo sublime, a lo maravillante. Las
ironías sirven para empujar al ser humano a la toma de conciencia. La desgracia a
veces es el triunfo de nuestra terca necedad sobre la tan apremiante necesidad de
conciencia.

El evangelio según S. Marcos relata las buenas noticias de Dios, en algunos episodios
con extraordinarias costuras de ironía. Ejemplo, cuando nos presenta al padre del
joven endemoniado como el incrédulo que cree. ¡Vaya ironía! Los creyentes en el relato
no han podido creer. Otro ejemplo, cuando el invidente de Betsaida representa la falta
de intuición de los discípulos respecto a la persona Jesús: viendo no podían ver.
Para esta noche el Señor hablará a nuestro ser con otro relato irónico de S. Marcos,
para lo cual pido suma atención y reverencia ante la Palabra de Dios y el Dios de la
Palabra.
Abramos las Escrituras en el evangelio según S. Marcos 10.46-52

Marcos narra en este pasaje la historia del encuentro de dos hijos: el hijo de
Timeo (Bar Timeo) y el Hijo de David. Bar Timeo era invidente, pero desde su
discapacidad interpreta muy bien el testimonio que ha escuchado acerca de
“otro hijo”; Jesús, lo cual llena su corazón de fe para ser sano, convirtiéndolo en
peregrino aprobado para seguir a Cristo al encuentro de la cruz.

EL CIEGO QUE PODÍA VER

Hay un eco de ​disgusto ​en Jesús que salta intermitentemente en el relato evangélico de
Marcos para con sus discípulos, y es el siguiente: “¿hasta cuándo estaré con Uds.
hombres de poca fe?” “¿Cómo es que no entienden?” “Por qué dudan?” “¿A caso no
pueden ver”? Los discípulos de Jesús no lograron, luego de tres años caminando con el
Galileo, hacer una lectura justa al misterio divino que él es. Sus intuiciones -las de
ellos- obedecieron a un imaginario religiosamente popular y no de las Escrituras ni de
sus enseñanzas. Quisieron alejar a Jesús del propósito divino para que sirviera a la
causa nacionalista de Israel: una liberación política y militar de las opresiones
grecorromanas. Pero no entendieron que Jesús vino a derrotar las fuerzas del mal, la
oscuridad, al pecado y la misma muerte. No comprendieron que su mesianismo fue
bíblico y no político, por tanto su prioridad fue agradar al Padre no a su país. Es más,
los discípulos no hicieron la lectura precisa: ¡Jesús es Dios!

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El ciego que podía ver
Ed. Ramírez Suaza, P.Th

Si Ud. ha prestado atención al evangelio de Jesucristo narrado por Marcos, habrás


descubierto otra ironía: los demonios reconocen la divinidad de Jesús. Los discípulos
están ciegos a este misterio.
Hablando de ciegos, en el camino a las afueras de Jericó, pa’ más un invidente que
pudo interpretar mejor a Jesús que los discípulos que ya habían caminado con él casi
tres años. Desempaquemos esta narrativa mientras nos abrimos al milagro de ser
tocados por la Palabra de Dios.

El relato de Marcos que narra la sanidad del invidente Bar Timeo, inicia con un dato
que muchos pasan desapercibido, lo cual es muy grave. Este es el dato: “Llegaron a
Jericó…” Esto es muy diciente. Creo que ésta información ya es en sí misma un
mensaje extraordinario del evangelio. -¿Cuántos dicen “Amén”?-
Qué es lo diciente en esta expresión: “Llegaron a Jericó…”.
Marcos con esta expresión invita a sus lectores a recordar la historia de Israel,
específicamente los episodios iniciales para la conquista de Canaán. Josué con el
respaldo del dios de Moisés conquistaría la tierra, y el primer lugar que tomaría para
Dios es Jericó. Es en Jericó el punto de partida de un proyecto extraordinario a través
de cual Dios cumpliría sus promesas a Abraham: “a tu descendencia daré esta tierra…”.
Jesús se encuentra en el mismo lugar, en el punto de partida, a las puerta de una
conquista mayor: en el Jericó que lo llevará a la cruz. Una conquista sin precedente
alguno. Un punto de partida donde Dios se ha propuesto cumplir la promesa más
grande hecha a Abraham: “En ti serán benditas todas las familias de la tierra”.
Jesús es el nuevo Josué que acerca a los hombres la “tierra prometida”.

En ese peregrinaje hermoso, multitudes siguieron al Maestro en tanto a la orilla del


camino hubo uno que había escuchado de Jesús. Escuchó testimonios ​increíbles ​de su
poder. Su corazón se esperanzó, llegó a punto de infartarse porque justo ese día pasaba
por el camino donde él mendigaba Aquel que podía sanarlo.
Esa posición del ciego junto al camino que ha escuchado de las maravillas de Jesús nos
hace pensar en la parábola del sembrador: “una parte de la semilla cayó junto al
camino…”. Al interpretar Jesús su propia parábola dijo que la semilla es la Palabra, la
cual cae en un corazón que es saqueado por el demonio. Satán arrebata la Palabra de
su corazón. Y claro, esta interpretación de la parábola es muy evidente en la
experiencia de Bartimeo, porque ya ha escuchado de Jesús, en otras palabras: la
semilla ya tocó su corazón, lo que se hace evidente en sus gritos de auxilio: -Jesús Hijo
de David, ¡ten misericordia de mí!- Las multitudes reprenden al ciego de una manera
terrible. Presta atención, la palabra que usa Marcos en el vv. 48 “reprendían al ciego”

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es la misma palabra que usa el autor para testimoniar que Jesús reprendía a los
demonios. Esto es importantísimo, porque Marcos está insinuando que la “reprensión”
de las multitudes ante el grito de Bar Timeo, puede representar en el contexto de
Marcos un intento satánicamente instigado de robar la palabra de esperanza sembrada
en este mendigo sentado “junto al camino.”1 Pero el invidente lucha contra la marea
con más fuerza en sus gritos: -Jesús hijo de David, ¡ten misericordia de mí!-

El grito del ciego tiene un contenido teológico importantísimo. Note por favor que Bar
Timeo lo llama “Hijo de David”. No le dice “Jesús de Nazaret” ni le dice “Mesías
galileo” ni algo parecido; extraordinariamente grita: ¡Jesús, Hijo de David!
¿Por qué “Hijo de David”? En la esperanza propia del mundo judío del primer siglo, los
creyentes estaban atentos a los signos que un hombre pudiese portar como el ungido
de Dios, uno capaz de restaurar el templo, purificar la religión judía de tantos
paganismos adoptados; capaz de expulsar de Jerusalén, la santa ciudad, a todos los
gentiles, paganos, poderes antagónicos a la ley mosaica. Sería un hombre que
recuperaría la dinastía del rey David y sería el mejor rey de todos los tiempos.
“Hijo de David”, también hace eco a unos libros muy populares en Israel, donde se
presenta a Salomón, el “hijo de David” con una sabiduría extraordinaria en curar los
enfermos con medicinas naturistas. De alguna manera, el invidente interpretó a Jesús
como un ungido de Dios que no sólo podía restaurar a Israel como nación y todas sus
implicaciones políticas, además interpretó al Galileo como Aquel que es sanador.
En cualquiera sea la intención del invidente, por lo menos pudo “ver” en Jesús lo que
los discípulos no vieron: el misterio de Dios en Jesús el Mesías.

En la opinión de algunos eruditos bíblicos, Bar Timeo es signo de intuición profética


debido a que, tanto en las tradiciones judías como griegas, se constata que la ceguera
podía ser compensada por el don de la visión espiritual.2 “El ciego es más clarividente
que la muchedumbre con respecto a la identidad de Jesús: le hablan de ‘Jesús de
Nazaret’ y él interpreta ‘Jesús, Hijo de David’”3
Él pudo ver. Para Bar Timeo fue muy claro: Jesús es el hijo de David. Es indudable,
sabía que le puede sanar. No vaciló. No permitió que la reprimenda de muchos lo
callasen. Muchas gentes reprobaron a Bar Timeo, pero él ya ha hecho algo
extraordinario: reconoció a Jesús como el hijo de David. Gritó. Llamó la atención. Se

1
Marcus, Joel. El Evangelio según Marcos (Mc 8-16). Salamanca: Sígueme, 2010.
2
​Casas Ramírez, Juan. 2016. "Encuentro entre dos hijos, el “hijo de Timeo” y el “hijo de David”. Aproximación
exegética al relato de la curación de Bar Timeo (Mc 10,46-52)". ​Theologica Xaveriana ​66 (182): 313-344
3
Léonard, Evangelio de Jesucristo según San Marcos, 52.
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esforzó. Triunfó sobre las reprimendas de los instigados por el demonio. No se dejó
robar la semilla sembrada en su corazón.
Entonces Jesús lo mandó llamar. Entre la multitud, otros muchos no le habían
reprendido, esperaron el momento oportuno para animar al ciego gritón en el camino
a las afueras de Jericó. Cuando el hijo de Timeo escucha el ánimo que otros muchos le
dieron, arrojó su capa “al carajo” saltando al encuentro con el hijo de David. Alguien
dijo, “cuando la esperanza y la curiosidad lo mueven, el ciego experimenta la misión de
ser poeta: “En esta noche de sus ojos mortales, a la que ahora descendía, lo
aguardaban también el amor y el riesgo.”4

“Arrojó el hijo de Timeo su capa”. ¿Por qué Marcos nos da este detalle? Cuando
Marcos plasma esta acción del invidente en su evangelio, lo hace intencionalmente.
¿Me querrá decir algo?
El manto era la casa del pobre, su único techo para pasar la noche (ver Ex
22,25-26; Dt 24,10-23). El mendigo sentado podía así recibir las limosnas en la
parte delantera del manto acomodado en su regazo… [Desde el v. 34 se puede]
interpretar que, al “abandonar su manto”, Bartimeo “se despoja de sus bienes”
para “poseer una riqueza mejor y estable”. En este sentido, puede resultar
pertinente la imagen utilizada por Pablo para hablar de la conversión:
“despojarse del hombre viejo” (Col 3,9-10; Ef 4,20-24), para “revestirse de
Cristo” (Rm 13,14).5
En el vv. 17 del cap. 10 de Marcos, nos es narrada la historia del joven rico que se
acercó a Jesús presumiendo de su obediencia intachable a los mandamientos de
Moisés. Jesús no le reprochó la presunción al chico -hijo de papi y mami-;
sencillamente le dio un “nuevo mandamiento”: vender todas sus riquezas y repartir el
efectivo entre los pobres. El rico prefirió el seguir abrazando sus riquezas en lugar de
seguir a Jesús. Bar Timeo es el contraste de este joven: “tiró al carajo” toda su riqueza,
lo único que tenía para abrazar la más hermosa de las riquezas que Dios ha dado a la
humanidad: su Hijo Cristo. Así, Bar Timeo tiene éxito allí donde el hombre rico falla.6

Al llegar a la presencia de Jesús, escuchó de la voz celestial diciéndole: -¿qué quieres


que haga por ti?- Esta pregunta nos devuelve al episodio anterior de esta sanidad,
cuando otros hijos -los hijos del trueno- pidieron a Jesús puestos de VIP en la gloria
eterna. El hijo de Timeo pudo ver lo que los hijos del trueno no habían podido

4
​Díaz, Ignacio María​. ​ Borges y Bartimeo, la visión del ciego.
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/borges-bartimeo-vision-ciego.pdf, p.5
5
Meynet, Una nueva introducción a los evangelios sinópticos, 77.
6
Menken, “The Call of Blind Bartimaeus”, 286.
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entender: Jesús no vino a lanzar personas al estrellato, vino a salvar pecadores y


hacerlos sus discípulos. El hijo de David despide entonces al hijo de Timeo con estas
palabras: -vete, tu fe te ha salvado.- Esta escena está como para alquilar balcón: Jesús
lo despidió. No fue rechazo… es “problema resuelto”. Pero el texto sagrado dice que el
hijo de Timeo siguió por el camino al hijo de David en dirección Jerusalén. Allá en
Jerusalén le esperaba con brazos abiertos la cruz. Jesús va camino al Gólgota. La
bandera que indica el punto de la meta flameaba en la cima del monte de las calaveras.
Bar Timeo no lo sabía, pero siguió al hijo de David. Al llegar a Jerusalén, el hijo de
Timeo presenció en primera fila todos los aconteceres de la semana santa y fue testigo
de su pasión y muerte. Recobró la vista para ver la cruz. Fue sano para caminar la
última milla de Jesús para llegar a la cruz. Y en ella pudo ver que el Carpintero de
Nazaret no era el hijo de David; ¡es el hijo de Dios!

Conclusión
Hermanos míos, son muchas las cosas que sentimos nos son necesarias para pedirlas a
Dios en oración. Bar Timeo pidió que pudiese ver, y vio más de la cuenta. Bar Timeo no
sólo fue sano, fue salvo. Dios le dio más de lo que comprendía, de lo que pedía.
En Bar Timeo sólo se destacaron dos gigantescas determinaciones: fe y decisión. Fe
para creer que Jesús le podía sanar. Decisión para seguir las pisadas de Jesús hacia la
cruz.

¿Puedes creer?
¿Estás decidido para ir hasta la cruz?

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