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Tema 3.

Comparación de la oligarquía en Argentina, Brasil y Perú a través del


planteo de Selva López.

Introducción.
Las revoluciones de independencia, señalan Eggers y Gallego, fueron impulsadas por los criollos
de las oligarquías urbanas. Estos reemplazaron a los españoles en el poder, sin embargo, durante la
primera mitad del siglo XIX, la militarización y el surgimiento de caudillos rurales debilitó el poder
de las élites urbanas y postergó la consolidación de los estados nacionales. Recién a partir de 1870
comenzaron a consolidarse los Estados en toda América Latina, hegemonizados por las oligarquías.
Selva López analiza los Estados oligárquicos en América Latina, resaltando sus aspectos más
importantes y para ejemplificarlos plantea los casos de Argentina, Brasil y Perú, que presentan
algunas diferencias según las características de cada país.

Concepto y características.
Selva López define el término oligarquía desde dos puntos de vista, uno económico y otro
político. Desde la óptica económica, el término hace referencia a un grupo reducido de individuos
o de familias que disfrutan el casi monopolio de los medios de producción, así como de los
mecanismos comerciales y financieros. Políticamente, la oligarquía implica un régimen político
donde la participación es limitada, siendo ejercida por un número reducido de personas.
La oligarquía se caracteriza por ser excluyente y por reproducirse de manera cerrada en el ámbito
político, dado que, como plantean Eggers y Gallego, presentaron grandes restricciones a la
democratización, evitando el sufragio universal y utilizando otros mecanismos como el fraude
electoral o la violencia. Sin embargo, no se mantuvieron cerradas al progreso material, el
positivismo y su concepción de progreso hizo que la clase oligárquica buscara transformar la
realidad a través de los más avanzados adelantos técnicos.

Desde lo económico.
La autora cita a Sinesio López, quien afirma que los Estados oligárquicos “económicamente se
asientan en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo y en la apropiación de la renta diferencial
como motores del desarrollo capitalista...”1. El estado oligárquico corresponde al capitalismo
temprano, en el cual hay que disciplinar y generar mano de obra capitalista a través de la coacción
extraeconómica.
En Argentina se incorpora la pampa húmeda, con sus ganados y cereales, a un mercado mundial
que necesita productos alimenticios a bajo precio para las sociedades industrializadas. Para 1880 se
culmina con la incorporación de las tierras de indios, se incrementan los cercamientos y la
domesticación del peón rural, se produce un desarrollo homogéneo de la actividades agro-
exportadoras. Se llevan a cabo proyectos colonizadores, lo que facilita el arribo de inmigrantes
europeos, quienes, al no encontrar progreso económico en el campo, protagonizan un proceso de
urbanización que contribuye a ampliar el mercado interno. La oligarquía terrateniente acumula gran
cantidad de capital proveniente más de la renta que de la explotación salarial.
En Brasil, se desarrolló la producción de café, primero bajo la forma de trabajo esclavo y luego
mediante el trabajo libre. La dicotomía café-azúcar coincide con la dicotomía esclavo-trabajo libre.
La coexistencia de varios modos de producción contribuyó al mantenimiento de un mercado interno
disperso y fraccionado.
El caso de Perú es diferente, cuando se da el auge del guanero y el salitre, la agricultura sigue

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manteniendo formas tradicionales. Lo que peculiariza a la economía del período es el desarrollo de
formas de enclave. La participación de los peruanos en el excedente allí generado, será a través de
una burguesía, la misma que protagonizará los primeros ensayos de organización estatal.
En cuanto al desempeño de la oligarquía en el sector productivo, se presentan diferencias entre
los tres países antes mencionados. En el caso de Argentina y Brasil, los oligarcas conservaron el
monopolio de la tierra, en cambio en Perú la oligarquía estuvo ligada al capital extranjero,
mermando su imagen “nacional”.
Las oligarquías presentaban una articulación compleja que variaba de país a país. En Argentina,
las provincias del interior con menor desarrollo capitalista se vieron subordinadas al sector
ganadero de la pampa bonaerense. Por lo que existía una jerarquización entre esas oligarquías,
brindando una mayor homogeneidad al bloque oligárquico.
El caso peruano es distinto y más complejo, existían dos sectores, por un lado los aburguesados
exportadores y, por el otro, un gamonalismo2; a su vez, de los sectores más aburguesados se
desprendieron grupos de comerciantes y financistas. Por ende, la dominación oligárquica tuvo que
surgir de un pacto complicado, de múltiples entrelazamientos.
En Brasil la situación es similar a la peruana, dado que coexisten muchos estados apegados a los
viejos cultivos tradicionales (algodón y azúcar) que se habían llevado a cabo en base a mano de
obra esclava, pero el desarrollo cafetalero impone un trabajo en base a mano de obra libre.
Para que el proyecto oligárquico pudiera perdura la violencia no fue la única opción, al ser un
Estado capitalista existe cierto grado de consenso que las oligarquías fueron capaces de promover.
El caso argentino es el más notorio, la conexión entre la prosperidad y el arribo de una masa de
inmigrantes permitió al Estado oligárquico fundar su legitimidad a través de la creencia de que su
conducción llevó al país a la prosperidad. Se abanderaron de los proyectos de civilización y
modernización, a los que incorporaron la idea de progreso, lo cual facilitó aún más su legitimación
si se tiene en cuenta la existencia de una masa de inmigrantes cuyos motivos eran el crecimiento
económico.

Desde lo político.
El Estado oligárquico se caracteriza por dos posturas opuestas en la sociedad, una con las clases
dominantes con la cual el Estado y la sociedad civil estaban fusionados, y otra con las clases
subalternas frente a las cuales el Estado parecía algo externo, ya que, como menciona Zanatta, los
poderes políticos no eran representativos de los distintos estratos sociales. El régimen oligárquico se
asentaba en la exclusión política, en el cual las únicas formas de participación de los sectores
dominados era una combinación de manipulación y control.
En cuanto al sector dominante, las fracciones oligárquicas se relacionaban a través de pactos que
traducían los intereses del conjunto oligárquico. Ejemplo de ello es Argentina, donde en 1862 el
triunfo de la confederación sobre Buenos Aires provocó la separación de esta provincia, situación
que cambió hacia 1880 cuando, la federalización de la ciudad de Buenos Aires y el ascenso a la
presidencia del General Roca, permitió el triunfo de la oligarquía ganadera bonaerense sobre el
resto de las oligarquías provinciales. Ante esa preeminencia de la oligarquía bonaerense, fue
necesario un pacto político con las oligarquías del interior. Este pacto interoligárquico se concretaría
en el llamado “sistema de los gobernadores”. Sin embargo, el pacto evolucionó hacia una
centralización cada vez mayor.
En Brasil la situación presenta variantes porque la oligarquía era más heterogénea. Desde
mediados del siglo XIX los cafetaleros se habían aproximado a los sectores republicanos y libres,
mientras que la oligarquía agraria se unió con la clase media, representada por el elemento militar.
Iniciada la república la oligarquía recompone su unidad y, al igual que en Argentina, se configuró la
llamada “política de los gobernadores”, por la cual se entrega cada estado de la federación a la

2 Hacendados sin casta de cuño colonial y sin mayor refinamiento, que expandieron sus tierras y su poder
socio-político a costa de expropiar por medios ilícitos y violentos a los comuneros de los ayllus indígenas.
oligarquía local. Tanto Zanatta como Eggers y Gallego, señalan que la República estableció un
sistema de alternancia entre las dos regiones económicamente más importantes: San Pablo y Minas
Gerais. Los paulistas vinculados al mercado externo a través de la exportación de café y los
terratenientes mineiros vinculados al mercado interno a través de la ganadería. Estos dos estados se
alternaron en el poder, por lo que se creó un pacto entre oligarquías, en el cual las más débiles
aceptaron la guía de las más fuertes.
Perú presenta la oligarquía más heterogénea debido a la gran distancia entre las fracciones
aburguesadas y las tradicionales, siendo los primeros los propietarios de la costa y los segundos los
gamonales del norte y sur. Las bases del pacto entre oligarquía costeña y gamonalismo del sur
consistía en el apoyo político que aquella oligarquía recibía de los capitales comerciales y
gamonales residentes en el parlamento, con quienes compartía el poder. Mientras que la dominación
gamonal del sur encontraba apoyo en sus disputas entre fracciones propietarias o frente a la
población campesina. Por otro lado, ese pacto no tenía una base meramente política, sino también
económica, ya que, el gamonalismo norteño daba sustento, a través de la reproducción de la fuerza
de trabajo, a la forma de explotación típica de la oligarquía peruana.
Los dos pilares del orden oligárquico son la violencia institucional y el consenso pasivo de las
masas dominadas.
Como se ha mencionada anteriormente, la exclusión fue un rasgo distintivo del Estado
oligárquico, la política debía ser patrimonio de la “gente bien”, negándose la soberanía popular.
La política oligárquica tuvo dos dimensiones, una tácita y restrictiva, que implicaba la no
participación y organización política de las clases subalternas, y otra expresa y participativa,
limitada a las clases propietarias. Respecto a la primer dimensión, el régimen electoral empleaba
mecanismos legales o ilegales, por ejemplo: la participación de las clases subalternas estaban
sujetas a la voluntad de un patrón, se limitaba legalmente al electorado, se recurría al fraude y la
corrupción electoral. Para ejemplificar la exclusión política, la autora menciona como el único
elector de la Argentina era el presidente de la república, quien elige los gobernantes provinciales, las
legislaturas, el congreso nacional y su sucesor. Sobre las elecciones, Carlos Malamud menciona que
“Las elecciones no solo servían para renovar las autoridades y poner un límite temporal a los
mandatos […], sino también para dotar de legitimidad a los mismos.” 3. Plantea, a diferencia de
Selva López, que si bien existe la creencia de que los procesos y prácticas electorales eran una farsa
que solo servía para reforzar los regímenes oligárquicos, avances recientes demuestran que, en
algunos países como Argentina, se votaba prácticamente todos los años y más de una vez al año.
Selva López hace referencia a un verticalismo autoritario del sistema. En Brasil, la relación entre
los oligarcas y las masas era autoritaria, sin que esta última pueda reclamar o negociar. Lo mismo
sucede en Argentina y Perú. De este modo, la forma republicana-representativa y la división de
poderes, son modelos vacíos. No obstante, aunque persistiera la exclusión política se le otorgaba
importancia formal al triunfo de las urnas, ya que eran una manera de legitimar el poder.
A pesar de la dominación, el establecimiento de los sistemas de dominación oligárquicos no
generó contestación social a la imposición de la dominación. La autora señala que los propietarios
en decadencia no ofrecieron resistencia y la incipiente clase proletaria, junto con la clase campesina,
no lograron conformar movimientos de resistencia capaces de desafiar las estructuras de
dominación oligárquica. Por otro lado, Selva López cita nuevamente a Sinesio López que señala al
respecto “El Estado oligárquico supone una formación de clase no desarrollada […] la pobreza en
las relaciones sociales es el denominador común de la sociedad oligárquica y la baja densidad de
las organizaciones gremiales y políticas de las clases es altamente significativo. Todo eso hace
aparecer a la sociedad como una masa indiferenciada de clases en la que los niveles de conciencia
y organización son bajos”4.
Otra razón por la cual los sectores dominados no se sublevaron, que corresponde también a una
3 Malamud 366
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forma de control, fue la capacidad de la oligarquía para presentar como intereses generales de la
sociedad sus intereses privados. Por otro lado, se desarrolló un “consenso pasivo” en amplios
sectores de la sociedad, principalmente los campesinos, se reconocía la legitimidad del régimen y
proyecto oligárquico.
Los Estados oligárquicos llevaron a cabo un proceso de profesionalización de las fuerzas
armadas. Esos ejércitos profesionales tenían la función de mantener el orden interno y, por lo tanto,
permitir el cumplimiento del proyecto oligárquico. Es así que las Fuerzas Armadas serán el brazo
armado del Estado, pero en aquellos lugares donde todavía no llega su acción, la violencia será
ejercida por los poderes regionales en manos de “coroneles”. La institucionalización de academias
militares buscaba conformar ámbitos donde prevalecieran los intereses propios de esta profesión y,
de esa manera alejar a los militares del quehacer político.
En Perú, las Fuerzas Armadas eran “la única organización consistente que, frente a una
sociedad civil fragmentada y desarticulada, mantiene la unidad territorial” 5. El ejército peruano
estuvo ligado a la oligarquía en el poder, minimizándose el desarrollo profesional autónomo.
En Brasil la realidad es diferente, aunque el ejército también presente una cuota de participación
política. Las Fuerzas Armadas tuvieron un papel muy importante en la fundación de la república,
dado que en la época imperial, las oligarquías que buscaban autonomía dotaron a las FFAA de
varias funciones, que les otorgó gran fuerza política. En relación a la profesionalización, esta surgira
como un proyecto liderado por jóvenes de la burguesía emergente.
La represión interna era realizada por las guardias estaduales. Esta dicotomía en la violencia
estatal, por un lado un ejército profesionalizado y por otro guardias internas, se mantuvieron durante
toda la historia brasileña y su causa es principalmente el tamaño del territorio.
En Argentina, la profesionalización de las Fuerzas Armadas las convierte en una rama autónoma
del Estado. En este país se aplica el servicio militar obligatorio, el cual trata de modelar a los
extranjeros en la mentalidad argentina, incorporar cívicamente a los recién llegados e inculcarles un
sistema de valores que asegurasen la cohesión social y protegieran los intereses oligárquicos.

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