Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Por eso, la realidad física del desierto puede ser como un símbolo de la vida
espiritual: es el lugar del desprendimiento de todo lo superfluo; una invitación a la
austeridad y al retorno a lo esencial. Es allí en donde el hombre experimenta su
fragilidad y sus propias limitaciones; el lugar de la prueba y de la purificación. Pero
también el escenario más apropiado para una búsqueda renovada y madura de
nuestro encuentro personal con Dios en la oración, en el silencio del alma y en la
sencillez de lo esencial.
Si usted quiere ser un cristiano fiel que disfrute de las bendiciones de Dios
con un corazón humilde y agradecido, interprete el tiempo de desiertos que
hoy está atravesando como un tiempo determinado por Dios para prepararlo
para la buena tierra que El le ha prometido.
La Biblia habla mucho y bien sobre las bendiciones de Dios y como su pueblo puede
recibirlas. Las bendiciones de Dios están reservadas exclusivamente para los hijos
obedientes del Señor. Los únicos que pierden bendiciones siempre son los
desobedientes. ¡Por eso vale la pena ser obedientes al Señor!
Muchos hacen promesas a Dios y le dicen: - Señor, el día que tú me otorgues lo que
te pido, voy a ser fiel como nunca antes lo he hecho -. El deseo de Dios es
precisamente al revés. Él quiere que seamos primero obedientes para luego recibir
sus bendiciones. El Señor nos da la libertad de que podamos escoger el camino de
la obediencia o el de la desobediencia. Cada uno de ellos tiene su recompensa.
Al mirar la historia del Pueblo de Israel vemos que en el pasado Dios llevó a su
pueblo bajo el mandato de Josué a la tierra prometida y hoy nosotros bajo el
mandato de Jesús somos llevados a una tierra de promesas. Si hacemos un
recorrido del pueblo de Dios luego de salir del yugo de esclavitud de Egipto y
Faraón, obtenemos una preciosa enseñanza espiritual para nuestras vidas:
La TIERRA PROMETIDA es el lugar donde Cristo nos bendice con toda bendición.