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Biodiversidad
y
Cambio
Climático
Catalina
González
Arango1
1.
Introducción
El
clima
es
el
principal
factor
físico
que
determina
los
patrones
de
distribución,
la
abundancia
y
la
estructura
de
los
ecosistemas
terrestres
y
acuáticos.
Por
tanto,
la
biodiversidad
está
sujeta
a
permanente
transformación
como
resultado
de
los
cambios
en
el
clima.
Por
ejemplo,
muchas
especies
de
seres
vivos
sólo
pueden
reproducirse
y
crecer
exitosamente
dentro
de
un
rango
determinado
de
temperatura
y
precipitación,
y,
si
el
clima
cambia,
estas
especies
pueden
verse
desplazadas
por
otras
species,
o
incluso
pueden
llegar
a
extinguirse.
Por
otra
parte,
los
seres
vivos
tienen
un
efecto
directo
sobre
el
sistema
climático
terrestre,
pues
estos
modifican
continuamente
los
balances
y
flujos
de
energía
(e.g.
radiación
calórica,
luz)
y
de
materia
(e.g.
agua,
CO2,
nutrientes)
a
través
de
procesos
ecofisiológicos
y
metabólicos
(e.g.
respiración,
fotosíntesis).
Esta
interacción
compleja,
pero
delicada,
entre
seres
vivos
y
clima
no
es
estable,
y
varía
a
través
del
tiempo
y
del
espacio,
como
ha
ocurrido
por
ejemplo
a
lo
largo
de
los
períodos
glaciales
e
interglaciales.
Si
uno
de
los
dos
elementos
cambia
como
respuesta
a
agentes
perturbadores
externos
o
internos,
el
otro
elemento
se
verá
profundamente
afectado.
Algunas
veces
las
condiciones
naturales
cambian
rápidamente
y
otras
veces
lo
hacen
más
lentamente,
algunas
veces
los
cambios
son
de
gran
magnitud
y
otras
veces
son
menores,
causando
adaptaciones
y
la
reestructuración
dentro
de
los
grupos
de
especies.
Pero
ahora,
un
nuevo
tipo
de
cambio
climático
se
suma
a
la
variabilidad
natural.
El
cambio
climático
actual,
en
su
mayoría
causado
por
actividades
humanas,
se
ha
identificado
como
una
de
las
amenazas
más
serias
que
atentan
contra
los
ecosistemas
naturales
al
acelerar
las
pérdidas
de
biodiversidad.
El
cambio
climático
actual
aparece
como
nueva
fuente
de
estrés,
que
actua
sinérgicamente
junto
con
los
demás
factores
que
amenazan
la
biodiversidad,
como
lo
son
la
sobreexplotación
de
los
recursos
naturales,
la
destrucción
de
los
hábitats
y
la
fragmentación,
y
la
proliferación
de
especies
invasoras.
En
este
capítulo
estudiaremos
las
diferentes
formas
en
que
los
cambios
en
el
clima
afectan
la
biodiversidad
y
viceversa.
Para
ello,
empezaremos
por
establecer
algunos
conceptos
básicos
sobre
el
clima,
su
variabilidad
natural
y
el
concepto
de
cambio
climático
actual.
Veremos
cuáles
son
las
evidencias
más
importantes
de
cambios
en
el
clima
para
las
últimas
décadas,
y
cuáles
son
algunas
de
las
proyecciones
para
el
próximo
siglo.
Como
parte
central
de
este
capítulo,
hablaremos
de
la
relación
entre
biodiversidad
y
clima
en
diferentes
escalas
de
tiempo,
con
especial
énfasis
en
el
caso
de
Colombia
y
Latinoamérica.
1
Profesora
Asistente,
Departamento
de
Ciencias
Biológicas,
Universidad
de
los
Andes,
A.A.
4976
Bogotá,
Colombia.
Email:
c.gonzalez2579@uniandes.edu.co
1
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
2.
Cambio
climático:
qué
es,
qué
evidencias
tenemos
y
qué
podemos
esperar
a
futuro?
Antes
de
definir
qué
es
el
cambio
climático,
comenzemos
por
establecer
la
diferencia
entre
tiempo
atmosférico
y
clima.
El
primero
se
refiere
específicamente
al
comportamiento
y
evolución
de
los
procesos
atmosféricos
en
un
corto
plazo
(de
horas
hasta
días),
en
tanto
que
el
clima
está
más
relacionado
con
un
concepto
a
largo
plazo
que
implica
permanencia
y
en
este
sentido
su
estudio
considera
los
valores
promedio
y
sus
variaciones
en
largos
períodos
de
tiempo,
generalmente
no
inferiores
a
30
años.
Si
bien
el
término
cambio
climático
global
o
simplemente
cambio
climático
implica
cualquier
modificación
significativa
de
los
valores
promedios
de
los
parámetros
climáticos
a
gran
escala,
aquí
lo
usaremos
para
referirnos
a
los
cambios
climáticos
que
occurren
actualmente
y
que
son
causados
en
su
mayoría
por
las
actividades
humanas
durante
los
últimos
siglos.
Por
otra
parte,
el
término
cambio
climático
es
un
término
mucho
más
amplio
que
el
término
calentamiento
global,
muchas
veces
erróneamente
utilizado
como
sinónimo.
El
cambio
climático
global
implica,
además
de
aumentos
en
las
temperaturas
globales,
otras
modificaciones
como
por
ejemplo
cambios
en
los
patrones
de
precipitación,
cambios
en
la
cobertura
nubosa,
cambios
en
las
corrientes
oceánicas
y
atmosféricas
y
aumentos
en
el
nivel
del
mar.
2.1
Sistema
Climático
Para
comprender
cómo
actúa
el
cambio
climático
global,
es
indispensable
entender
primero
qué
es
el
clima
global
y
cómo
opera.
El
sistema
climático
es
extremadamente
complejo,
y
está
afectado
por
componentes
externos
e
internos.
A
escala
planetaria,
el
clima
global
está
principalmente
regulado
por
la
cantidad
y
calidad
de
energía
que
llega
a
la
Tierra
desde
el
Sol,
que
está
principalmente
determinado
por
los
cambios
en
la
actividad
solar.
Pero
además
existen
otras
fuerzas
externas
que
afectan
el
clima
global,
entre
los
cuales
encontramos
los
cambios
en
la
geometría
de
la
órbita
de
la
Tierra
en
su
rotación
al
rededor
del
Sol,
y
los
procesos
tectónicos
(Figura
1).
Internamente,
el
sistema
climático
está
compuesto
por
la
atmósfera,
la
hidrósfera
(océanos,
ríos,
lagos
y
aguas
subsuperficiales),
las
masas
de
hielo
oceánico
y
continental
que
constituyen
la
criósfera,
los
organismos
vivos
o
biósfera
con
todas
sus
rasgos
particulares
(e.g.
biodiversidad,
albedo,
biomasa)
y
los
suelos,
sedimentos
y
rocas
que
constituyen
la
geósfera
(Figura
1).
2.2
El
efecto
invernadero
El
efecto
invernadero
es
el
fenómento
natural
que
regula
la
temperatura
en
la
Tierra.
La
mayoría
del
calor
que
llega
a
la
Tierra
es
re‐irradiado
hacia
el
espacio.
Sin
embargo,
una
fracción
de
este
calor
queda
“atrapada”
por
los
gases
de
efecto
invernadero
que
componen
la
atmósfera
baja
y
que
permiten
que
la
temperatura
de
la
Tierra
esté
dentro
de
unos
rangos
necesarios
para
el
mantenimiento
de
la
vida
en
el
planeta.
Se
estima,
que
en
ausencia
de
“efecto
invernadero”
la
temperatura
de
la
superficie
de
la
Tierra
sería
de
aproximadamente
‐27ºC.
En
atmósfera
terrestre,
el
gas
de
efecto
invernadero
más
importante
es
el
vapor
de
agua
(H2O).
Otros
gases
importantes
son
el
dióxido
de
2
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
carbono
(CO2),
el
óxido
nitroso
(N2O),
los
cloroflourocarbonados
(CFCs),
el
metano
(CH4),
y
el
ozono
(O3).
Las
actividades
humanas
pueden
interrumpir
el
balance
natural
de
este
sistema,
ya
que
a
través
de
la
quema
de
combustibles
fósiles,
la
deforestación,
y
la
industrialización
se
emiten
grandes
cantidades
de
gases
de
efecto
invernadero
a
la
atmósfera
que
aumentan
la
cantidad
de
calor
retenido,
lo
que
se
traduce
en
un
aumento
de
la
temperatura
de
la
superficie
terrestre
y
de
la
atmósfera
baja.
2.3
El
hombre:
un
nuevo
elemento
en
el
sistema
climático
Las
sociedades
humanas
han
modificado
su
entorno
natural
desde
sus
orígenes
hasta
nuestros
días.
Con
la
aparición
de
innovaciones
como
la
agricultura
hace
12.000
años,
la
irrigación
(e.g.
en
China
hace
5.000
años)
y
la
ganadería,
comenzó
una
nueva
era
en
que
los
humanos
empezamos
a
impactar
profundamente
los
ecosistemas
y
el
clima
de
la
Tierra
al
liberar
gases
de
efecto
invernadero
en
grandes
cantidades.
Los
seres
humanos
pasamos
de
ser
actores
pasivos
a
ser
una
fuerza
activa
y
modificadora
del
sistema
climático
de
la
Tierra
y
es
por
ello
que
algunos
han
denominado
esta
nueva
era
como
Antropoceno
(Ruddiman,
2003).
A
finales
del
siglo
XVIII,
la
revolución
industrial
marcó
un
punto
de
quiebre
en
la
historia
de
la
humanidad
y
en
su
relación
con
el
ambiente.
La
revolución
industrial
implicó
un
profundo
cambio
en
la
economía,
pasando
de
ser
una
economía
basada
en
el
trabajo
manual
a
ser
una
economía
basada
en
las
máquinas,
donde
estas
eran
operadas
gracias
a
la
quema
de
combustibles
fósiles
como
el
carbón,
el
petróleo
y
el
gas.
Esta
ha
sido
la
causa
más
importante
para
que
las
concentraciones
de
dióxido
de
carbono
(CO2)
y
metano
(CH4)
hayan
incrementado
en
un
36%
y
150%
respectivamente
desde
1750
(IPCC,
2001).
Por
ejemplo
las
concentraciones
de
CO2
en
la
atmósfera
han
aumentado
desde
280
ppm
(valores
pre‐industriales)
hasta
392
ppm
(valores
para
el
2010,
NOAA/ESRL).
Para
poner
estos
valores
en
perspectiva
podemos
decir
que
estos
niveles
son
mucho
más
elevados
que
cualquier
otro
valor
alcanzado
durante
los
últimos
800.000
años
(Lüthi
2008).
3
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
No
cabe
duda
que
las
actividades
asociadas
al
desarrollo
económico,
tecnológico,
social,
político
y
cultural
de
la
humanidad
están
afectando
el
ambiente
global.
Una
buena
parte
de
las
emisiones
de
Gases
de
Efecto
Invernadero
‐GEI‐,
particularmente
de
dióxido
de
carbono,
son
producto
de
las
actividades
humanas.
La
concentración
de
estos
gases
en
la
atmósfera
está
generando
un
calentamiento
global
y
un
cambio
climático.
Los
contaminantes
causantes
del
calentamiento
global
provienen
especialmente
de
la
Figura
1.
El
sistema
climático
de
la
Tierra,
sus
componentes
e
interacciones.
El
pánel
de
abajo
es
una
simplificación
de
la
gran
complejidad
de
procesos
y
elementos
que
intervienen
en
el
sistema
climático.
Los
resultados
de
todas
las
interacciones
internas
son
las
respuestas
climáticas
(Modificado
de
Ruddiman,
2008).
4
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
producción
de
electricidad,
la
industria,
la
agricultura,
la
ganaderia,
la
deforestación
y
el
transporte.
El
dióxido
de
carbono
ingresa
a
la
atmósfera
por
la
quema
de
combustibles
fósiles,
la
producción
de
electricidad
y
calor,
la
quema
de
bosques
y
residuos
agropecuarios,
el
transporte
terrestre,
áereo
y
marítimo
y
la
liberación
del
carbono
almacenado
en
los
suelos
congelados
de
las
regiones
circunpolares
(permafrost).
El
metano,
menos
abundante
pero
con
efecto
invernadero
más
potente,
tiene
su
origen
en
fuentes
como
el
ganado,
el
cultivo
de
arroz
y
la
descomposición
de
desechos
en
rellenos
sanitarios.
Y
cada
vez
más
importante,
la
liberación
de
hollín
o
carbono
negro,
que
se
produce
en
todos
los
procesos
de
combustión,
pero
que
en
su
gran
mayoría
se
libera
por
la
quema
de
bosques
y
pastizales.
Además
existen
otros
gases
de
efecto
invernadero
que
aportan
al
calentamiento
global,
tales
como
el
óxido
nitroso
(N2O),
los
Hidrofluorocarbonos
(HFC),
los
Perfluorocarbonos
(PFC)
y
el
Hexafluoruro
de
azufre
(SF6).
2.4
Evidencias
recientes
del
cambio
climático
En
el
siglo
XVII
se
empiezan
a
hacer
mediciones
directas
y
precisas
de
los
parámetros
climáticos
gracias
a
la
invención
de
nuevos
instrumentos
de
medición.
Pero
sólo
hasta
dos
siglos
más
tarde
estas
mediciones
se
volvieron
rutinarias
y
estandarizadas.
Durante
las
últimas
décadas
del
siglo
XX
la
tecnología
digital
permitió
analizar
y
compilar
millones
de
datos,
permitiéndonos
construir
una
visión
sin
precedentes
del
clima
global
y
de
cómo
éste
ha
cambiado
durante
los
últimos
150
años
(Hulme,
2006).
La
temperatura
promedio
del
aire
del
planeta
es
probablemente
el
indicador
que
más
se
utiliza
para
caracterizar
el
clima
global.
Este
valor
se
logra
al
promediar
la
temperatura
del
aire
de
todos
los
continentes,
océanos
y
capas
de
hielo
del
planeta
y
se
estima
en
14oC
para
el
período
de
referencia
1961‐1990
(Jones
et
al.,
1999).
Más
importante
aun,
es
que
este
valor
se
ha
incrementado
entre
0,4o
y
0,8oC
durante
los
últimos
140
años
y
que
para
la
década
de
los
1990
la
temperatura
planetaria
alcanzó
valores
promedio
de
14,5oC.
Los
años
más
cálidos
de
los
últimos
150
años
se
han
registrado
en
las
últimas
dos
décadas,
y
más
aún,
se
cree
que
probablemente
la
segunda
mitad
del
siglo
XX
fue
más
caliente
que
cualquier
otro
intervalo
de
los
últimos
1300
años.
Podemos
decir
que
este
aumento
de
temperatura
está
distribuido
por
todo
el
planeta
y
que
es
mucho
más
acentuado
en
las
altas
latitudes
septentrionales
y
en
general
las
regiones
terrestres
se
han
calentado
más
aprisa
que
los
océanos.
Además,
las
observaciones
efectuadas
desde
1961
indican
que,
en
promedio,
la
temperatura
de
los
océanos
ha
aumentado
hasta
profundidades
de
3000
m
(IPCC,
2007).
En
Colombia,
la
temperatura
media
del
aire
está
aumentando
a
una
tasa
promedio
de
0,13°C
‐
0,32°C
por
década
(IDEAM,
2010).
Los
aumentos
en
la
temperatura
global
han
provocado
un
aumento
en
los
niveles
del
mar,
a
causa
de
los
fenómenos
de
expansión
térmica
del
agua
de
los
océanos
(aporta
cerca
del
57%
del
aumento)
y
por
del
deshielo
de
los
casquetes
polares
y
glaciares.
En
promedio,
el
nivel
de
los
océanos
mundiales
ha
aumentado
desde
1961
a
una
tasa
promedio
de
1,8
mm/año
y
desde
1993
este
aumento
se
ha
acelerado
alcanzando
tasas
de
3,1
mm/año
(IPCC,
2007).
5
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
De
manera
semejante,
se
ha
observado
una
disminución
de
las
extensiones
de
nieve
y
de
hielo
en
ambos
hemisferios
acorde
con
los
patrones
de
calentamiento.
Algunos
datos
satelitales
obtenidos
desde
1978
indican
que
el
promedio
anual
de
la
extensión
de
los
hielos
marinos
árticos
ha
disminuido
en
un
2,7
%
por
década,
con
disminuciones
aún
mas
acentuadas
durante
los
veranos
alcanzando
hasta
un
7,4%
de
pérdida.
Otro
efecto
notable
es
el
aumento
de
la
temperatura
de
hasta
3oC
en
los
suelos
congelados
de
la
región
ártica
‐o
permafrost‐,
resultando
en
su
descongelamiento
(IPCC,
2007).
También
se
han
observado
importantes
cambios
en
otros
aspectos
del
clima
a
nivel
regional,
como
por
ejemplo
en
los
patrones
de
precipitación,
que
han
cambiado
Figura
2.
Mapa
de
distribución
de
los
parámetros
climáticos
actuales
en
Colombia:
temperatura
promedio
(izquierda);
precipitación
promedio
anual
(derecha)
para
el
período
de
referencia
1971‐2000
(IDEAM,
2010).
notablemente
entre
1900
y
2005.
Por
ejemplo,
la
superficie
mundial
afectada
por
las
sequías
ha
aumentado
desde
1970.
Regiones
como
el
Sahel,
el
Mediterráneo,
el
sur
de
África
y
algunas
regiones
del
sur
de
Asia
han
experimentado
disminuciones
en
la
precipitación.
Contrario
a
esto,
en
regiones
como
los
sectores
orientales
del
norte
de
Suramérica
y
del
Norte
de
Europa,
Asia
septentrional
y
central
la
precipitación
aumentó
6
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
notablemente
(IPCC,
2007).
En
Colombia
se
han
identificado
aumentos
de
la
precipitación
durante
las
últimas
décadas
en
algunos
sectores
de
las
regiones
Caribe,
el
Chocó
y
la
Amazonía.
Igualmente,
se
han
identificado
disminuciones
en
la
precipitación
en
la
zona
central
del
país,
en
los
departamentos
de
Huila,
Boyacá
y
Cundinamarca
(IDEAM‐PNUD,
2010).
Es
muy
probable
que
los
datos
estén
indicando
que
las
frecuencias
e
intensidades
de
algunos
fenómenos
meteorológicos
extremos
hayan
cambiado
en
los
últimos
50
años.
La
evidencia
muestra
que
los
días
y
noches
fríos
y
las
heladas son
ahora
menos
frecuentes
en
la
mayoría
de
las
áreas
terrestres,
al
mismo
tiempo
que
los
días
y
noches
cálidos
y
las
olas
de
calor
serían
más
frecuentes.
Es
probable
que
la
frecuencia
de
las
precipitaciones
intensas
haya
aumentado
en
la
mayoría
de
las
áreas.
Las
observaciones
también
sugieren
un
aumento
de
intensidad
y
frecuencia
de
huracanes
en
el
Atlántico
Norte
desde
aproximadamente
1970,
y
parecen
indicar
un
aumento
de
esa
actividad
en
algunas
otras
regiones
(IPCC,
2007).
7
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
Caja.
1.
Vulnerablilidad
al
Cambio
Climático
en
Latinoamérica
Latinoamérica
es
una
región
muy
heterogénea
en
términos
de
clima,
geografía,
ecosistemas,
distribución
de
la
población
humana
y
tradiciones
culturales.
El
sistema
climático
en
Latinoamérica
cuenta
con
elementos
únicos
que
lo
hacen
muy
complejo
y
que
dificultan
encontrar
pautas
comunes
en
cuanto
a
su
vulnerabilidad
al
cambio
climático.
Algunos
de
estos
elementos
son,
por
ejemplo,
(i)
la
presencia
del
fenómeno
climático
interanual
El
Niño
Oscilación
del
Sur
(ENSO,
por
sus
siglas
en
inglés)
que
afecta
directa
e
indirectamente
los
sistemas
bióticos
y
económicos
de
muchos
países
de
la
región;
(ii)
la
presencia
de
la
Amazonía,
el
bosque
pluvial
más
extenso
del
mundo,
que
no
solo
alberga
una
enorme
cantidad
de
especies,
sino
que
juega
un
papel
fundamental
como
regulador
del
ciclo
del
agua
y
del
clima
del
planeta;
(iii)
la
presencia
de
la
cordillera
de
los
Andes
en
dirección
norte‐sur,
que
provee
una
gran
variedad
de
ambientes
y
microclimas
que
albergan
una
gran
heterogeneidad
de
ecosistemas;
(iv)
la
presencia
de
dos
océanos
y
su
intercambio
de
vapor
de
agua
a
través
de
Centroamérica
como
gran
motor
de
la
circulación
oceánica;
(v)
y
la
actividad
tectónica
permanente
que
causa
eventos
catastróficos
como
terremotos,
deslizamientos,
deshielos
y
erupciones
volcánicas,
que
pueden
tener
efectos
sobre
la
formación
de
suelos,
las
acuíferos
y
las
dinámicas
fluviales
de
una
región
y
determinar
la
vulnerabilidad
de
las
poblaciones
humanas
que
allí
habitan.
Adicionalmente,
Latinoamérica
cuenta
con
algunas
particularidades
socioeconómicas
y
culturales,
que
dificultan
aun
más
el
establecimiento
de
un
patrón
únificado
de
vulnerabilidad
al
Cambio
Climático.
Por
ejemplo,
(vi)
se
estima
que
la
región
latinoamericana
alcanzará
los
838
millones
de
habitantes
en
el
año
2050.
Es
posible
que
las
tasas
de
crecimiento
disminuyan,
pero
esto
no
impedirá
que
se
magnifiquen
los
problemas
de
malnutrición
y
poca
disponibilidad
de
alimento;
(vii)
las
regiones
de
Latinoamérica
y
el
Caribe
tienen
las
mayores
desigualdades
en
la
distribución
de
los
ingresos
en
el
mundo.
Sin
embargo,
los
países
de
Latinoamérica
compartes
grandes
similitudes
culturales
(e.g.
lengua,
religión),
economicas
(desarrollo,
sistemas
económicos
y
distribución
de
la
riqueza),
y
sociales
(demografía,
sistemas
políticos
y
sistemas
educativos)
que
podrían
ayudar
a
enfrentar
el
cambio
climático
con
métodos
comunes
y
compartidos.
Ecosistemas
continentales:
en
Latinoamérica
se
espera
que
el
cambio
climático
afecte
grandes
extensiones
de
bosques
y
pastizales.
Los
ecosistemas
de
montaña
(e.g.
páramos),
los
ecosistemas
áridos
y
semiáridos
y
las
zonas
transicionales
entre
distintos
tipos
de
vegetación
serán
especialmente
vulnerables.
El
cambio
climático
podría
actuar
sinérgicamente
y
agravar
los
efectos
adversos
de
la
deforestación
en
los
bosques
amazónicos
y
andinos,
ocasionando
pérdidas
adicionales
de
diversidad
biológica.
Probablemente
esto
causaría
la
reducción
de
la
precipitación
y
la
escorrentía
en
la
cuenca
amazónica,
afectando
el
ciclo
del
agua
y
del
carbono
del
planeta.
Sistemas
costeros:
en
las
costas
bajas,
estuarios
y
ambientes
insulares
el
aumento
del
nivel
del
mar
reduciría
el
área
costera
con
efectos
directos
sobre
la
diversidad
biológica
(e.g
arrecifes
de
coral,
ecosistemas
de
manglar,
humedales
estuarinos),
las
infraestructuras
y
podría
ocasionar
intrusiones
de
agua
salada.
El
aumento
del
nivel
del
mar
podría
bloquear
la
escorrentía
natural
de
los
ríos
hacia
el
océano,
8
aumentando
el
riesgo
de
inundación
en
dichas
cuencas
(e.g.
el
Río
de
la
Plata,
Río
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Caja
1.
Continuación
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
Magdalena).
El
aumento
del
nivel
del
mar
podría
aumentar
el
impacto
directo
de
eventos
meteorológicos
extremos
como
por
ejemplo
huracanes,
tsunamis
y
tempestades,
ya
que
las
inundaciones
y
mareas
altas
que
normalmente
los
acompañan,
podrían
alcanzar
territorios
mucho
más
extensos
y
más
alejados
de
las
costas.
Hidrología:
el
cambio
climático
podría
afectar
notablemente
el
ciclo
hidrológico,
alterando
la
intensidad
y
la
distribución
temporal
y
espacial
de
las
precipitaciones,
de
la
escorrentía
y
de
la
recarga
de
acuíferos
subterráneos,
produciendo
impactos
diversos
sobre
diferentes
ecosistemas
naturales
y
actividades
humanas.
Si
bien
Latinoamérica
cuenta
con
un
basto
recurso
hídrico
gracias
a
la
presencia
de
las
cuencas
de
grandes
ríos
como
el
Amazonas,
el
Orinoco
y
el
Paraná,
también
alberga
algunas
de
las
zonas
más
secas
del
planeta
como
por
ejemplo
el
desierto
de
Atacama.
Esta
heterogeneidad
implica
una
gran
heterogeneidad
en
la
vulnerabilidad
ante
los
efectos
del
Cambio
Climático.
Las
áreas
áridas
y
semiáridas
serán
particularmente
vulnerables
a
un
cambio
en
la
disponibilidad
de
agua.
De
manera
similar,
las
regiones
donde
el
principal
recurso
hídrico
proviene
del
deshielo
de
los
glaciares
también
serán
especialmente
suceptibles.
La
generación
de
energía
hidroeléctrica,
la
agricultura
y
la
ganadería
serán
actividades
especialmente
vulnerables
al
cambio
en
el
suministro
de
agua.
Los
impactos
sobre
los
recursos
de
agua
podrían
ser
suficientes
para
provocar
conflictos
entre
personas,
instituciones,
regiones
y
países.
2.5
Cambios
climáticos
esperados
a
futuro
El
Informe
Especial
del
IPCC
sobre
escenarios
de
emisiones
(Nakiĉenoviĉ
y
Swart,
2000)
proyecta
un
aumento
de
las
emisiones
mundiales
de
GEI
de
entre
25%
y
90%
entre
2000
y
2030,
suponiendo
que
los
combustibles
de
origen
fósil
mantengan
su
posición
dominante
en
el
conjunto
mundial
de
fuentes
de
energía
hasta
2030
como
mínimo.
Según
la
opinión
de
varios
expertos
internacionales,
para
la
segunda
mitad
del
siglo
XXI
habrá
un
aumento
en
la
temperatura
media
mundial
del
aire
en
superficie
en
rangos
que
fluctúan
entre
1,4°C
y
5,8°C
con
respecto
a
los
valores
observados
a
finales
del
siglo
XX.
En
Colombia,
se
estima
que
la
temperatura
continuará
incrementándose
durante
el
siglo
XXI
de
tal
manera
que
para
el
período
2011‐2040
habría
aumentado
en
1.4°C,
para
2041‐2070
en
2.4°C
y
para
2071‐2100
en
3.2°C.
Los
aumentos
más
significativos
de
la
temperatura
media
se
esperarían
en
gran
parte
de
las
regiones
Caribe
y
Andina
especialmente
en
los
departamentos
de
Sucre,
Norte
de
Santander,
Risaralda,
Huila
y
Tolima
(IDEAM,
2010;
IDEAM‐PNUD,
2010).
Este
calentamiento
podría
causar
un
aumento
en
el
nivel
del
mar
de
14
a
80
cm
para
ese
mismo
período
y
afectar
los
patrones
de
distribución
de
la
precipitación
y
otras
variables
climatológicas.
En
Colombia,
se
espera
que
las
precipitaciones
aumentarían
en
algunos
sectores
y
se
reducirían
en
otros.
En
promedio,
para
el
período
2011‐2070
la
precipitación
anual
decrecería
en
no
más
de
un
15%.
No
obstante,
los
escenarios
de
cambio
climático
más
pesimistas
analizados
proyectan
reducciones
hasta
del
36%
con
respecto
al
período
de
referencia
especialmente
hacia
finales
de
siglo
XXI.
Las
mayores
reducciones
de
lluvia
se
esperarían
en
los
departamentos
de
Córdoba,
Bolívar,
Huila,
Nariño,
Cauca,
Tolima
y
Risaralda,
y
en
cambio,
los
mayores
aumentos
de
precipitación
se
observarían
en
Vaupés,
Chocó,
Guainía,
Amazonas
y
Vichada.
Para
resumir,
para
Colombia
los
cambios
más
significativos
en
el
clima
se
esperarían
en
la
Región
Caribe
que
cambiaría
de
un
clima
semihúmedo
(condiciones
actuales)
a
semiárido
y
luego
a
árido
para
finales
del
siglo
XXI.
En
la
Región
Andina,
los
cambios
más
notables
representados
en
una
transición
de
clima
semihúmedo
a
clima
semiárido,
se
presentarían
en
áreas
de
Cundinamarca,
Boyacá,
Tolima,
Huila
y
hacia
oriente
del
Valle,
especialmente.
Los
menores
cambios
del
clima
se
presentarían
en
la
Península
de
La
Guajira,
la
cual
mantendría
sus
características
desérticas;
el
Chocó,
donde
continuaría
prevaleciendo
el
clima
superhúmedo,
la
Amazonía,
que
seguiría
siendo
húmeda
y
en
gran
parte
de
los
Llanos
Orientales,
donde
el
clima
semihúmedo
persistiría
(IDEAM,
2010).
10
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
11
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
3.
El
pasado
nos
enseña
Una
posible
alternativa
para
comprender
lo
que
podrían
significar
los
cambios
del
clima
para
nuestro
futuro
es
mirando
con
detenimiento
las
analogías
que
nos
ofrece
el
pasado.
Existe
una
amplia
evidencia
de
que
durante
la
historia
de
la
Tierra,
el
clima
ha
sufrido
profundos
cambios
que
han
durado
desde
algunos
cuantos
años
hasta
decenas
de
milenios.
Muchos
aspectos
de
la
variabilidad
natural
del
clima
y
de
la
respuesta
de
la
biosfera
en
ausencia
del
impacto
humano
se
pueden
investigar
utilizando
proxies
paleoambientales
(el
término
proxy
aquí
se
refiere
a
una
herramienta
o
archivo
natural
que
acumula
indirectamente
parámetros
climáticos
y
ambientales
del
pasado)
tales
como
los
anillos
de
crecimiento
de
los
árboles,
los
corales,
los
núcleos
de
hielo
y
de
sedimentos
marinos
y
lacustres,
y
las
estalagmitas.
El
estudio
de
estos
proxies
ofrece
la
única
oportunidad
de
observar
y
comprender
la
suceptibilidad
del
sistema
climático
terrestre
a
cambiar
abruptamente
y,
por
tanto,
de
tener
profundos
impactos
en
los
ecosistemas
y
las
sociedades
humanas.
3.1
Una
perspectiva
antigua
del
cambio
climático
La
temperatura
promedia
global
y
las
concentraciones
de
CO2
han
cambiado
a
lo
largo
de
millones
de
años.
El
estudio
de
estos
cambios
ha
permitido
identificar
y
comprender
diferentes
estados
extremos
posibles
del
sistema
climático
y
la
reorganización
de
sus
componentes.
La
Tierra
ha
experimentado
eras
glaciales
durante
diversos
períodos
de
su
historia:
hace
800‐600
millones
de
años,
hace
300
millones
de
años
y
desde
hace
2
millones
de
años
hasta
nuestros
días
(Overpeck
et
al.,
2005).
Actualmente,
nos
encontramos
en
medio
de
una
fase
relativamente
cálida
(período
interglacial)
que
en
algunos
miles
de
años
será
seguida
por
otra
fase
glacial,
siempre
y
cuando
el
patrón
natural
de
los
últimos
2
millones
de
años
no
se
vea
desviado
por
las
actividades
antropogénicas.
Desde
hace
100
millones
de
años
el
clima
de
la
Tierra
ha
experimentado
algunos
de
los
mayores
cambios
de
toda
su
historia,
con
grandes
implicaciones
para
los
seres
vivos.
Se
cree
que
durante
el
Cretáceo
tardío
(hace
aprox.
80
millones
de
años),
en
el
planeta
prácticamente
no
existían
masas
de
hielo
debido
a
la
paleogeografía
particular
de
ese
momento,
con
niveles
de
CO2
talvez
ocho
veces
mayores
a
los
actuales.
Hace
65
millones
de
años,
el
impacto
de
un
meteorito
desencadenó
impactos
catastróficos
en
el
clima
de
la
tierra,
que
tuvieron
como
resultado
una
gran
extinción
en
masa,
en
la
que
murieron
muchas
especies, entre
ellos
los
dinosaurios.
Desde
entonces,
la
Tierra
se
ha
calentado
en
varias
ocasiones.
La
reconfiguración
de
las
las
masas
continentales
por
movimientos
tectónicos,
produjo
cambios
fundamentales
en
la
geografía
y
en
el
sistema
climático
como
por
ejemplo,
la
apertura
de
canales
interoceánicos
(e.g.
el
Pasaje
de
Drake
que
separa
Suramérica
de
la
Antártida),
el
ascenso
de
cadenas
montañosas
como
el
Himalaya
y
los
Andes
(ver
caja
2).
Hace
cerca
de
5
millones
de
años
se
estableció
la
configuración
geográfica
que
tenemos
hoy
en
día,
ayudando
al
establecimiento
permanente
de
capas
de
hielo
primero
en
la
Antártida
y
luego
en
el
hemisferio
norte.
Durante
el
Plioceno,
hace
3
millones
de
años,
la
Tierra
se
enfrió
hasta
entrar
en
una
dinámica
de
oscilaciones
periódicas
glaciares‐interglaciares
que
ha
permanecido
desde
12
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
hace
700.000
años
hasta
el
presente
(Imbrie
et
al.,
1993).
Estas
variaciones
se
constituyen
en
el
referente
climático
natural
donde
han
convivido
y
evolucionado
los
ecosistemas
modernos.
Aunque
la
historia
de
los
últimos
100
millones
de
años
nos
puede
enseñar
mucho
sobre
los
patrones
a
largo
plazo
y
las
causas
subyacentes
a
los
cambios
climáticos
a
gran
escala,
es
dificil
utilizar
estas
situaciones
como
análogos
del
cambio
climático
actual,
ya
que
las
condiciones
ambientales
modernas
y
sobretodo
la
presencia
del
hombre
hacen
de
este
instante
presente
un
momento
único
en
la
historia
de
la
Tierra.
Pero
si
hubiéramos
de
buscar
análogos
en
el
pasado,
tal
vez
los
más
cercanos
los
encontraríamos
en
los
registros
de
los
últimos
2
millones
de
años,
durante
el
Pleistoceno,
cuando
el
clima
estaba
definido
por
la
alternancia
entre
épocas
glaciares
e
interglaciares
(Figura
4).
Hacia
finales
de
la
década
de
los
años
50s,
el
científico
Thomas
van
der
Hammen
y
su
equipo
de
trabajo,
comenzaron
el
estudió
de
varios
nucleos
de
sedimentos
de
más
de
300
metros
de
profundidad
en
lo
que
fueran
antiguos
lagos
en
la
sabana
de
Bogotá.
Hoy
los
registros
de
Funza
y
Fúquene
son
reconocidos
como
los
registros
palinológicos
y
paleoclimáticos
más
extensos
y
más
detallados
del
Neotrópico.
Caja
2.
Efectos
sobre
la
biodiversidad
del
ascenso
de
la
cordillera
de
los
Andes
y
del
cierre
del
Istmo
de
Panamá
El
movimiento
de
las
placas
tectónicas
del
planeta
y
la
consecuente
reconfiguración
de
las
masas
de
tierra
y
agua
han
sido
claves
para
determinar
los
patrones
climáticos
y
evolutivos.
A
medida
que
las
placas
se
movían,
aparecían
nuevas
conexiones
continentales
que
permitían
nuevas
rutas
de
migración
y
de
intercambio
biótico.
Las
nuevas
configuraciones
también
determinaron
cambios
en
los
patrones
de
transporte
de
materia
y
energía
a
través
de
la
atmósfera
y
los
océanos.
Durante
el
Terciario
tres
eventos
críticos
ayudaron
a
moldear
el
clima
y
la
biodiversidad
que
conocemos
hoy:
el
ascenso
de
la
meseta
Tibetana,
el
ascenso
de
la
cordillera
de
los
Andes,
y
el
cierre
del
istmo
de
Panamá.
Por
sus
implicaciones
directas
sobre
el
origen
y
la
evolución
de
la
biodiversidad
Neotropical
sólo
detallaremos
las
dos
últimas.
El
ascenso
de
los
Andes
comenzó
hace
al
rededor
de
20
millones
de
años
y
aún
no
se
ha
detenido.
Inicialmente,
este
ascenso
causó
el
redireccionamiento
de
toda
la
red
hídrica
de
Suramérica
tropical
de
una
dirección
original
sur‐norte
(lo
que
hoy
sería
la
cuenca
Caribe)
a
una
nueva
dirección
occidente‐oriente
dando
origen
al
imponente
río
Amazonas
y
toda
su
cuenca
(Hoorn
et
al.,
2010).
Los
vientos
alisios
y
la
humedad
que
provenían
del
este
y
recorrían
sin
barreras
todo
el
continente
suramericano
se
vieron
truncados
por
la
aparición
de
las
nuevas
montañas.
Las
masas
de
aire
se
debían
ascender
por
las
laderas,
descargando
toda
la
humedad
en
el
flanco
oriental
de
la
cordillera.
Las
laderas
que
no
recibían
lluvia,
se
convirtieron
en
zonas
muy
secas
como
los
valles
interandinos,
y
las
laderas
occidentales
de
los
Andes.
Esta
diversificación
regional
de
los
patrones
de
lluvia
y
vientos
generó
una
gran
cantidad
de
nuevos
hábitats.
La
aparición
de
nuevas
crestas
y
valles
con
diferente
orientación
respecto
al
sol
y
a
los
vientos
generó
una
profusión
de
microclimas
montanos,
y
donde,
a
su
vez,
cada
uno
de
estos
nuevos
microclimas
podría
contener
un
nuevo
tipo
de
fauna
y
flora.
La
reconfiguración
del
río
Amazonas
y
de
las
montañas
también
causó
el
aislamiento
geográfico
de
algunas
poblaciones
y
promovió
la
formación
de
nuevas
especies,
y
es
por
ello
que
en
muchos
casos
(e.g.
aves,
insectos
y
mamíferos)
existe
una
diferenciación
filogenética
muy
marcada
entre
especies
hermanas
que
están
separadas
por
los
Andes
y
los
grandes
ríos.
Hace
alrededor
de
15
millones
de
años,
la
placa
del
Caribe
y
el
arco
de
Panamá‐Costa
Rica
colisionaron
e
interrumpieron
gran
parte
del
flujo
que
existía
entre
las
cuencas
oceánicas
del
Atlántico
y
del
Pacífico.
Esta
primera
barrera
fue
clave
en
el
establecimiento
de
los
patrones
modernos
de
circulación
oceánica
y
de
clima
global.
Al
interrumpirse
el
transporte
de
agua
entre
los
dos
océanos,
las
corrientes
de
agua
se
redireccionaron;
las
corrientes
del
Caribe
giraron
hacia
el
norte
transportando
calor
hacia
Europa,
y
al
mismo
tiempo
se
tornaron
más
saladas.
De
esta
manera
se
conformó
el
sistema
de
circulación
termohalina,
que
es
la
principal
manera
de
transportar
calor
al
rededor
del
planeta.
La
primera
consecuencia
de
esta
nueva
configuración
fue
que
se
calentó
el
Atlántico
norte,
se
incrementó
la
precipitación
y
como
resultado,
se
formó
la
capa
de
hielo
del
Ártico,
lo
que
determinó
las
eras
glaciares
del
Cuaternario.
14
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
Caja
2.
Continuación
Ya
desde
entonces
habían
comenzado
las
primeras
migraciones
de
algunos
grupos
de
fauna
de
América
del
Norte,
tales
como
los
roedores
que
más
tarde
darían
origen
a
los
chigüiros
y
los
cuyes.
Pero
sólo
hasta
hace
3
millones
de
años
se
estableció
un
puente
continental
permanente
entre
América
del
Norte
y
Suramérica.
Al
comienzo,
este
puente
estaba
incompleto
y
parecía
más
bien
un
archipiélago
de
islas
cercanas.
Este
proceso
de
intercambio
bidireccional
entre
la
biota
Laurasia
de
América
del
Norte
y
la
biota
de
Gondwana
de
Suramérica
se
conoce
hoy
como
el
Gran
Intercambio
biótico
Americano,
que
fue
definitivo
en
la
consolidación
definitiva
del
el
conjunto
biogeográfico
de
las
Américas.
Desde
América
del
Norte
migraron
hacia
Suramérica
grupos
como
los
ungulados
(e.g.
las
llamas,
los
tapires,
los
venados
y
los
caballos),
proboscídeos
familiares
de
los
elefantes,
carnívoros
(incluidos
felinos
como
pumas
y
dientes
de
sable,
cánidos
como
perros
y
coyotes,
mustélidos
y
osos)
y
varios
tipos
de
roedores.
En
sentido
inverso,
la
migración
desde
Suramérica
hacia
Norte
América
fue
un
poco
más
modesta
incluyendo
especies
animales
como
los
perezosos
terrestres,
armadillos
y
osos
hormigueros
gigantes,
chigüiros
y
notoungulados
como
los
Toxodontes.
Figura
5.
Ejemplos
de
la
fauna
que
se
dispersó
hacia
América
del
Norte
(azul)
y
Suramérica
(verde)
durante
Pero
no
solo
hubo
intercambio
de
el
Gran
intercambio
biótico
americano.
fauna.
También
algunas
especies
de
plantas
del
norte
se
dispesaron
hacia
el
sur,
convirtiéndose
en
algunos
casos
en
elementos
importantes
de
la
flora
templada
del
norte
de
Suramérica.
Dos
ejemplos
de
esto
son
los
alisos
(Alnus)
y
los
robles
(Quercus),
ambos
árboles
de
los
bosques
montanos
neotropicales.
Alnus
llegó
a
Colombia
hace
cerca
de
un
millon
de
años
y
ahora
se
ha
dispersado
hacia
el
sur
por
los
bosques
nublados
de
los
Andes.
Quercus
migró
a
través
del
Istmo
de
Panamá
y
llegó
a
Colombia
más
recientemente,
hace
cerca
de
350.000
años,
sin
traspasar
la
línea
del
ecuador
(Hooghiemstra,
2006).
A
lo
largo
de
estos
últimos
3
millones
de
años
han
existido
biomas
como
los
bosques
montanos
tropicales,
las
sabanas
y
los
bosques
húmedos
tropicales,
ocupando
ámbitos
similares
a
los
actuales,
aunque
su
composición
de
especies
no
fuera
la
misma
en
muchos
casos.
Durante
este
período
se
establecieron
los
patrones
generales
de
15
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
Caja
2.
Continuación
distribución
de
la
biodiversidad
en
relación
con
la
altitud,
latitud,
productividad
y
longitud
de
la
estación
seca.
Es
claro
como
los
cambios
climáticos
y
tectónicos
a
gran
escala
ayudaron
a
conformar
los
patrones
de
biodiversidad
actual,
al
promover
simultánemanete
intercambios
y
migración
de
especies,
procesos
de
extinción
y
especiación.
Es
importante
no
perder
de
vista
que
la
biodiversidad
tropical
ha
resistido
cerca
de
20
épocas
glaciales
durante
los
últimos
2,5
millones
de
años,
y
aunque
no
sepamos
a
ciencia
cierta
cuál
ha
sido
el
destino
de
cada
una
de
las
especies
particulares,
si
podemos
afirmar
que
estos
cambios
profundos
en
el
clima
no
han
eliminado
la
alta
biodiversidad
tropical.
3.2.
Cambios
climáticos
abruptos
A
partir
del
estudio
de
núcleos
de
hielo
provenientes
de
la
Antártida
y
de
Groenlandia,
los
científicos
descubrieron
que
los
cambios
climáticos
abruptos
de
gran
magnitud
habían
sido
mucho
más
comunes
en
la
historia
reciente
de
la
Tierra
de
lo
que
antes
se
pensaba.
Por
ejemplo,
se
ha
encontrado
evidencia
de
que
durante
los
últimos
100.000
años
ocurrieron
eventos
sucesivos
de
calentamiento
global
de
hasta
10oC
en
tan
sólo
unas
cuantas
décadas
(Bond
et
al.,
1993;
Dansgaard
et
al.,
1993).
Aunque
estos
eventos
sucesivos
tuvieron
su
origen
en
las
altas
latitudes,
también
afectaron
el
clima
y
la
biota
en
los
trópicos.
El
hecho
de
haber
aprendido
que
los
trópicos
no
han
tenido
climas
estables,
y
de
que
tanto
los
ecosistemas
de
montaña
como
los
de
tierras
bajas
han
sufrido
enfriamientos
y
calentamientos
repetidos
de
hasta
5oC
es
una
de
las
conclusiones
más
importantes
de
la
investigación
paleoclimática.
Si
bien,
la
mayoría
de
estos
cambios
abruptos
ocurrieron
durante
períodos
glaciales,
es
claro
que
también
pueden
ocurrir
durante
períodos
cálidos,
teniendo
grandes
implicaciones
no
sólo
para
las
regiones
de
las
altas
latitudes
sino
también
para
los
trópicos.
Según
esto,
las
tasas
de
cambio
climático
proyectadas
para
el
futuro
se
asemejan
a
las
tasas
de
cambio
que
ocurrieron
durante
estos
eventos
abruptos,
lo
que
nos
ofrece
una
posibilidad
única
para
entender
la
manera
en
que
ha
respondido
y
responderá
la
biota
ante
el
rápido
calentamiento
global
actual.
16
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
En
los
trópicos,
estos
cambios
climáticos
abruptos
se
manifestaron
principalmente
como
cambios
drásticos
en
las
precipitaciones
y
en
los
balances
hídricos.
Las
períodos
cálidos
del
hemisferio
norte
se
traducen
en
épocas
más
húmedas
en
el
norte
de
Suramérica,
favoreciendo
la
expansión
de
los
bosques
húmedos
tropicales
y
la
intensificación
del
caudal
de
los
ríos
(González
et
al.,
2008),
mientras
que
más
hacia
el
sur
(e.g.
Nordeste
del
Brasil),
el
patrón
de
lluvias
se
invierte.
De
manera
análoga,
durante
las
épocas
más
frías
del
hemisferio
norte,
el
clima
del
norte
de
Suramérica
y
del
noroeste
de
Africa
responde
rápidamente
y
se
torna
mucho
más
árido
favoreciendo
el
establecimiento
de
vegetación
herbácea
y
la
intensificación
de
los
vientos
(Hessler
et
al.,
2010).
Gracias
a
los
estudios
de
polen
fósil,
se
ha
podido
comprender
que
durante
estos
cambios
climáticos
las
especies
de
plantas
respondieron
de
manera
independiente
la
una
de
la
otra
y
se
movieron
a
velocidades
diferentes
y
en
direcciones
distintas,
no
como
grupos.
De
ahí
podríamos
inferir,
entonces,
que
las
combinaciones
y
recombinaciones
de
especies
que
tendremos
como
consecuencia
del
cambio
climático
actual,
probablemente
no
se
parecerán
en
nada
a
lo
que
conocemos
hoy.
17
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
4.
Consecuencias
biológicas
del
cambio
climático
Existen
evidencias
provenientes
de
todos
los
continentes
y
de
la
mayoría
de
los
océanos
que
muestran
cómo
numerosos
sistemas
naturales
están
siendo
afectados
por
cambios
del
clima
regional,
particularmente
por
los
aumentos
de
temperatura.
Incluso,
si
una
especie
de
planta
o
animal
no
está
directamente
limitada
por
el
clima
de
una
región
particular,
otras
plantas
y
animales
de
la
misma
zona
si
lo
estarán.
De
este
modo,
el
ambiente
físico
y
biótico
cambiarán
para,
virtualmente,
todas
las
especies,
comunidades
y
ecosistemas
como
consecuencia
del
cambio
climático.
Es
por
ello
que
existe
una
preocupación
creciente
sobre
cómo
estos
cambios
en
el
clima
afectarán
a
los
ecosistemas
y
cómo,
al
mismo
tiempo,
éstos
retroalimentarán
el
sistema
climático
para
acelerar
o
desacelerar
el
cambio
ambiental
global.
4.1
Cambios
en
el
ámbito
de
distribución,
composición
y
abundancia
de
las
especies
Durante
las
últimas
décadas
se
han
registrado
cambios
en
la
fisiología,
y
la
distribución
de
especies
que
se
pueden
atribuir
directamente
a
los
cambios
en
el
clima
y
especialmente
en
la
temperatura.
Ante
las
nuevas
condiciones,
las
especies
deberán
moverse
para
encontrar
hábitats
más
apropiados,
pero
según
su
movilidad
podrán
hacerlo
más
rápida
o
más
lentamente.
Por
ejemplo,
algunas
especies
de
aves,
de
mariposas
y
algunos
insectos
en
zonas
templadas
se
han
desplazado
hacia
mayores
latitudes
y
zonas
más
altas.
Las
más
móviles,
como
las
aves,
podrán
cambiar
sus
rangos
más
rápidamente,
mientras
que
especies
como
los
reptiles
y
las
plantas
se
moverán
mucho
más
lentamente.
Esta
reubicación
espacial
se
traduce
en
una
un
nuevo
lugar
dentro
del
nuevo
espacio
multidimensional
de
nuevas
variables
ambientales
(i.e.
nicho).
De
esta
manera,
los
cambios
en
las
áreas
de
distribución
resultan
en
nuevas
recombinaciones
de
especies,
que
configurarán
comunidades
de
plantas
y
animales
hasta
ahora
desconocidas
(Pounds
et
al.,
2005).
En
general,
los
estudios
muestran
que
las
especies
adaptadas
a
climas
más
fríos
son
las
más
vulnerables
y
las
que
están
disminuyendo
a
tasas
más
aceleradas.
En
cambio,
las
especies
adaptadas
al
climas
más
cálidos,
se
han
expandido
(Parmesan,
2005).
Un
ejemplo
de
esto
es
la
proliferación
de
lianas
y
plantas
trepadoras
en
los
bosques
húmedos
tropicales,
ya
que
éstas
se
benefician
de
las
altas
concentraciones
de
CO2
atmosférico.
En
Costa
Rica
se
ha
podido
detectar
que
las
aves
de
zonas
bajas
han
comenzado
a
reproducirse
en
zonas
más
altas
en
las
laderas
de
las
montañas.
Similarmente,
los
anfibios
que
habitan
los
bosques
nublados
de
Costa
Rica,
y
que
dependen
en
gran
medida
de
la
presencia
casi
permanente
de
nubes,
se
han
visto
muy
afectados
y
las
poblaciones
han
disminuido,
porque
las
capas
nubosas
han
ascendido
y
la
cantidad
de
días
secos
en
el
año
ha
aumentado
(Parmesan,
2005;
Pounds
et
al.
,
2005).
18
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
4.2
Cambios
en
la
la
fenología
y
los
ciclos
reproductivos
Los
eventos
periódicos
de
los
ciclos
de
vida
de
los
animales
y
plantas,
también
conocidos
como
la
fenología,
están
determinados
en
gran
medida
por
las
variaciones
estacionales
e
interanuales
en
el
clima.
Por
ejemplo,
la
temporalidad,
duración
e
intensidad
del
crecimiento,
la
floración
y
fructificación
de
las
plantas,
la
reproducción
animal
y
la
migración,
dependen
de
la
temperatura.
Para
las
plantas
con
ciclos
de
vida
larga,
los
cambios
fenológicos
pueden
ser
la
primera
manifestación
de
que
están
respondiendo
al
cambio
climático.
Los
principales
factores
ambientales
que
modifican
los
ciclos
de
vida
de
las
plantas
son
el
número
de
horas
de
luz
y
la
temperatura,
y
en
algunas
circunstancias,
la
disponibilidad
de
agua.
En
las
zonas
templadas,
los
momentos
en
que
las
plantas
retoñan,
florecen
y
fructifican
generalmente
están
estrechamente
determinados
por
la
temperatura,
y
es
por
esta
razón
que
se
espera
que
ante
el
calentamiento
global,
todos
estos
procesos
estacionales
ocurran
más
temprano
en
el
año.
Por
ejemplo,
se
espera
que
la
floración
de
muchas
especies
en
Gran
Bretaña
se
adelante
cerca
de
25
días
con
un
calentamiento
de
2,5oC.
Dado
que
los
mayores
cambios
en
temperatura
se
espera
que
ocurran
en
las
latitudes
altas,
entonces,
también
se
espera
que
los
cambios
en
fenología
ocurran
con
mayor
frecuencia
e
intensidad
en
las
especies
de
plantas
que
habitan
en
estas
regiones.
Se
han
identificado
cambios
en
la
temporalidad
y
la
duración
de
los
ciclos
de
vida
en
muchos
lugares
en
el
mundo
(e.g.
Asia,
Australia,
Europa,
Norteamérica
y
Rusia)
y
en
muchos
grupos
de
plantas
(e.g.
árboles,
arbustos
y
hierbas)
y
animales
(e.g.
invertebrados,
anfibios,
reptiles,
aves
y
mamíferos).
Algunos
ejemplos
de
eventos
de
este
estilo
son:
el
momento
en
que
la
biomasa
de
zooplancton
alcanza
su
máximo
en
el
Pacífico
Norte;
el
desplazamiento
de
2
ó
3
semanas
de
la
llamada
o
canto
de
algunas
ranas
(que
refleja
el
período
de
apareamiento)
en
Norteamérica;
el
aceleramiento
de
los
ciclos
de
vida
de
los
insectos,
la
llegada
y
partida
de
las
aves
migratorias
en
Europa;
y
la
floración
temprana
de
los
árboles
en
Norteamérica
y
Asia
(Root
&
Hughes,
2005).
4.3
Proliferación
de
especies
invasoras,
plagas
y
enfermedades
Hoy
en
día,
la
introducción
de
especies
invasoras
es
la
segunda
causa
que
atenta
contra
la
diversidad
biológica,
después
de
la
destrucción
de
hábitats
y
la
fragmentación
(Lowe
et
al.,
2000).
Una
especie
invasiva
es
una
especie
que
se
encuentra
por
fuera
de
su
ámbito
de
distribución
normal
a
causa
de
las
actividades
humanas
y
que
afecta
adversamente
(ambientalmente,
ecológicamente
o
económicamente)
los
nuevos
hábitats
que
invade.
Las
especies
invasoras
que
alcanzan
a
ser
exitosas,
generalmente
desplazan
a
las
especies
nativas
por
competencia
de
espacio,
agua,
nutrientes
o
hábitat.
Y
es
por
esta
razón
que
ante
los
cambios
en
las
distribuciones
de
las
especies
y
la
sinergia
con
otros
factores
ambientales,
los
cambios
climáticos
podrían
facilitar
la
expansión
de
las
especies
invasivas.
El
estrés
que
sufren
las
especies
por
causas
del
cambio
climático
podría
reducir
su
capacidad
de
resistir
las
especies
invasoras.
Por
ejemplo,
en
los
Alpes
australianos,
las
kookaburras
(aves
similares
a
los
martines
pescadores
introducidas
en
Australia
en
19
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
1896)
están
cazando
a
mayores
altitudes
que
antes,
atacando
a
nuevas
especies
que
no
son
capaces
de
reconocerlos
como
predadores.
En
las
praderas
y
sabanas
africanas,
las
plantas
invasoras
incrementan
la
materia
orgánica
combustible
y
por
tanto,
aumentan
la
propensión
a
incendios,
lo
que
conlleva
aumentos
en
la
erosión
de
los
suelos,
degradación
y
pérdidas
de
biodiversidad.
Por
otra
parte,
las
plantas
que
están
estresadas
podrían
volverse
más
susceptibles
a
los
daños
por
patógenos
e
insectos,
disminuyendo
así
su
capacidad
competitiva.
Sin
embargo,
quizá
el
impacto
más
grave
del
cambio
climático
que
favorecerá
la
dispersión
de
especies
invasoras,
proviene
del
aumento
de
la
intensidad
y
frecuencia
de
eventos
climáticos
extremos
que
perturban
los
ecosistemas,
haciéndolos
más
suceptibles
a
las
invasiones.
Es
probable
que
tanto
las
sequías
como
las
heladas
cambien
en
frecuencia
e
intensidad,
reduciendo
la
resistencia
de
los
árboles
al
ataque
de
insectos.
Similarmente,
si
cambian
la
frecuencia,
intensidad
y
duración
de
las
inundaciones,
el
cambio
climático
afectará
la
incidencia
de
eventos
de
reclutamiento
de
especies
invasivas,
al
permitir
que
escapen
de
espacios
restringidos.
Por
ejemplo,
una
especie
de
legumbre,
Mimosa
pigra,
se
escapó
de
un
jardín
botánico
en
Australia
durante
una
gran
inundación
y
ahora
se
ha
convertido
en
un
problema
en
todo
el
continente
y
algunas
otras
partes
del
mundo.
Como
respuesta
al
cambio
climático,
algunas
especies
nativas
tambien
pueden
aumentar
sus
poblaciones
hasta
tal
punto
en
que
se
conviertan
en
“invasoras”.
Por
ejemplo,
en
Tasmania,
una
especie
de
erizo
de
mar
se
propagó
desde
el
continente
a
través
de
las
corrientes,
degradando
grandes
áreas
que
antes
estaban
ocupadas
por
ricos
ecosistemas
de
algas
marinas.
4.4
Cambios
en
la
biomasa
y
dinámica
Uno
de
los
mayores
debates
respecto
a
los
efectos
del
cambio
climático
sobre
los
bosques
tropicales,
es
si
estos
están
incrementando
su
biomasa
y
por
tanto
si
actuan
como
un
reservorio
natural
que
acumula
y
almacena
carbono.
Las
plantas
toman
el
carbono
que
está
en
la
atmósfera
para
el
proceso
de
fotosíntesis
y
liberan
oxígeno
y
por
tanto,
los
bosques
son
importantes
reservorios
de
carbono.
El
análisis
integrado
de
la
información
de
parcelas
permanentes
para
el
monitoreo
en
los
bosques
Amazónicos
(Proyecto
RAINFOR)
ha
permitido
identificar,
que
en
efecto
estos
bosques
están
incrementando
su
biomasa,
constituyéndose
en
un
importante
sumidero
de
carbono
a
escala
regional
durante
las
últimas
dos
décadas
(Baker
et
al.
2005).
A
pesar
de
su
enorme
extension,
con
sus
1.7
mil
millones
de
hectáreas,
los
bosques
amazónicos
podrían
pasar
de
ser
sumideros,
a
ser
fuentes
netas
de
carbono
a
causa
de
los
intensos
procesos
de
deforestación.
Adicionalmente,
las
predicciones
sugieren
que
el
clima
en
la
región
amazónica
se
volverá
más
seco.
Si
esto
es
cierto,
una
tendencia
hacia
climas
más
secos
podría
incrementar
las
emisiones
de
carbono
de
estos
ecositemas,
y
reversar
su
efecto
de
sumideros,
tal
y
como
ocurrió
durante
el
evento
de
El
Niño
de
2005.
En
este
año
una
intensa
sequía
fue
la
causante
de
la
muerte
de
muchos
árboles
y
de
la
emisión
de
cerca
de
5000
millones
de
toneladas
de
dióxido
de
carbono,
una
cantidad
que
supera
a
las
emisiones
anuales
de
Europa
y
Japón
juntos
(Phillips
et
al.,
2009).
20
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
También
existen
evidencias
que
muestran
cómo
las
tasas
de
mortalidad
y
de
regeneración
natural
se
han
incrementado
en
los
bosques
tropicales
desde
1950,
junto
con
un
incremento
en
la
biomasa
y
densidad
de
lianas
desde
1980.
Al
parecer,
gran
parte
de
esta
“dinamización”
del
proceso
natural
de
regeneración
de
los
bosques
tropicales
de
todo
el
mundo
está
relacionado
con
el
cambio
climático,
en
particular,
con
cambios
en
la
radiación
solar
incidente
y
con
los
incrementos
en
las
concentraciones
de
CO2.
4.5
Cambios
ecofisiológicos
Las
respuestas
de
la
biota,
y
particularmente
de
los
bosques,
a
los
cambios
atmosféricos
ocurren
a
diferentes
escalas
temporales.
Muchos
de
las
adaptaciones
fisiológicas
de
las
hojas
ante
las
variaciones
en
las
concentraciones
de
CO2
en
la
atmósfera
o
en
la
intensidad
de
la
luz
pueden
ser
casi
instantáneos,
mientras
que
los
cambios
en
las
estructuras
de
las
comunidades
pueden
ocurrir
en
escalas
de
décadas
o
siglos.
En
general,
los
procesos
como
la
fotosíntesis,
responden
de
manera
diferente
a
las
concentraciones
de
CO2
bajo
diferentes
condiciones
de
temperatura.
En
condiciones
de
alto
CO2
atmosférico,
las
altas
temperaturas
promueven
una
mayor
asimilación
de
carbono.
Sin
embargo,
tal
vez
una
de
las
respuestas
más
importantes
de
las
plantas
al
aumento
del
CO2
es
el
incremento
en
la
eficiencia
de
uso
del
agua,
ya
que
se
disminuyen
las
pérdidas
del
líquido
por
transpiración,
es
decir,
que
se
disminuye
el
estrés
hídrico
de
las
plantas.
Por
otra
parte,
si
las
temperaturas
son
demasiado
altas
(35‐40oC),
el
proceso
de
fotosíntesis
se
inhibe.
Aunque
generalmente
se
habla
del
efecto
fertilizante
de
las
elevadas
concentraciones
de
CO2
con
aumentos
en
la
productividad
entre
0‐25%,
es
importante
tener
en
cuenta
que
hay
un
contraefecto
de
la
deficiencia
de
nutrientes
del
suelo
(e.g.
Fósforo
en
los
bosques
tropicales
y
Nitrógeno
en
los
bosques
templados).
Es
decir,
aunque
unos
mayores
niveles
de
CO2
podrían
tener
un
efecto
fertilizante
y
promover
una
mayor
acumulación
de
biomasa
(e.g.
madera,
hojas,
raíces),
la
limitación
por
otros
nutrientes
lo
contrarrestaría.
En
ambientes
muy
estacionales,
la
falta
de
agua
durante
la
estación
seca
tendría
un
efecto
contrarrestante
similar
(Chambers
&
Silver,
2005).
4.6
Cambios
evolutivos
Ante
el
cambio
climático,
las
oportunidades
de
sobrevivencia
y
de
reproducción
de
los
individuos
y
de
las
poblaciones
van
a
verse
afectadas
y
por
tanto,
podríamos
esperar
que
los
cambios
evolutivos
serán
bastante
generalizados
en
el
futuro
cercano.
La
adaptación
y
por
tanto,
la
supervivencia
reproductiva,
se
alcanza
através
de
la
selección
natural
de
genotipos
producidos
por
mutación
y
recombinación
que
son
transferidos
por
medio
del
flujo
genético.
Los
medios
de
dispersión
de
un
organismo
están
determinados
genéticamente
y
son
el
resultado
de
miles
de
años
de
evolución.
Si
estos
fallan,
entonces
la
población
se
muere
y
sus
genotipos
únicos
desaparecen,
cambiando
la
estructura
y
potencial
genético
de
la
especie
entera.
Cuando
el
ambiente
físico
se
modifica
sistemáticamente,
tal
y
como
ocurre
con
el
cambio
climático,
entonces
las
21
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
presiones
de
selección
también
varían
y
dan
lugar
a
respuestas
evolutivas.
En
el
caso
de
los
cambios
en
el
ámbito
de
distribución
de
una
especie,
estos
implican
procesos
simultáneos
de
colonización
y
crecimiento
de
la
población
en
unas
partes
y
procesos
de
decrecimiento
poblacional
y
extinción
en
otras.
Algunos
estudios
sugieren,
que
las
velocidades
a
las
que
está
cambiando
el
clima
son
tan
grandes,
que
podrían
sobrepasar
las
tasas
de
adaptación
de
las
poblaciones,
mientras
otros
ejemplos
demuestran
que
los
genomas
han
persistido
incluso
durante
las
grandes
fluctuaciones
glaciales‐interglaciales
del
pasado.
Esas
regiones
donde
las
especies
han
persistido
durante
los
ciclos
climáticos,
tanto
la
diversidad
de
especies
como
la
diversidad
genética
es
alta.
En
cambio,
aquellas
regiones
donde
la
diversidad
genética
y
específica
se
generaron
durante
el
último
ciclo
glacial,
son
especialmente
vulnerables
al
cambio
(Thomas,
2005;
Hewitt
&
Nichols,
2005).
22
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
Caja
3.
Los
ecosistemas
más
vulnerables
de
Colombia
al
cambio
climático
El
cambio
climático
y
sus
fenómenos
asociados
tendrán
un
impacto
sobre
los
ecosistemas
y
el
medio
ambiente
de
Colombia.
Gracias
a
la
modelación
de
escenarios
futuros
(asumiendo
una
duplicación
de
las
concentraciones
de
CO2),
se
pudieron
identificar
los
ecosistemas
que
serían
más
vulnerables
a
las
alteraciones
del
medio
biofísico
(INVEMAR,
2003;
IDEAM,
2001).
Los
ecositemas
altoandinos
y
páramos
Los
cambios
previstos
señalan
un
desplazamiento
de
las
zonas
montanas
(sobre
los
2.500
m),
hacia
zonas
más
altas
y
condiciones
más
secas.
Los
ecosistemas
superpáramo,
altoandinos
y
nivales
se
encuentran
entre
los
más
amenazados
por
el
cambio
climático
y
se
consideran
como
los
ecosistemas
más
vulnerables
en
Colombia.
Los
Páramos
podrían
verse
afectados
por
el
nuevo
patrón
de
clima
en
más
de
la
mitad
de
su
extensión
(55,4%),
los
Pantanos
Andinos
en
75,5%
y
las
zonas
cubiertas
por
nieves
podrían
disminuir
en
un
77%.
Es
importante
tener
en
cuenta,
que
en
muchos
casos
la
posibilidad
de
desplazamiento
vertical
de
estos
ecosistemas
no
existe,
y
por
esto
terminaría
en
la
desaparición
completa
e
irreversible
y
de
las
especies
endémicas
que
allí
habitan.
Bosques
de
la
zona
Andina
Los
modelos
bioclimáticos
predicen
que
las
nuevas
condiciones
climáticas
en
la
zona
Andina
serán,
en
general,
más
secas
y
más
cálidas.
La
alta
fragilidad
de
los
bosques
andinos
de
montaña,
junto
con
la
enorme
tensión
antrópica
a
la
que
se
encuentran
sometidos
por
efecto
de
la
reducción
de
área,
la
fragmentación,
las
pérdidas
bióticas
y
la
degradación,
los
hace
uno
de
los
ecosistemas
más
vulnerables
al
cambio
climático.
Por
ejemplo,
los
bosques
premontanos
(1.000
y
2.000
metros
de
altitud),
en
donde,
por
lo
general,
se
ubican
los
cinturones
cafetaleros
de
Colombia,
podrían
verse
afectados
entre
50%
y
60%,
con
posible
desplazamiento
altitudinal
de
este
piso
premontano
hacia
elevaciones
mayores,
siempre
y
cuando
no
tengan
restricciones
de
otro
tipo
para
hacerlo
(e.g.
agricultura,
urbanización,
etc).
Bosque
seco
tropical
Los
modelos
estiman
que
las
condiciones
bioclimáticas
que
corresponderían
al
bosque
seco
tropical
de
la
región
del
Caribe
se
verán
afectadas
en
un
17,79%
de
su
superficie
actual.
El
cambio
climático,
que
en
este
tipo
de
zonas
se
manifestaría
con
una
acentuación
de
los
extremos
de
temperatura
y
de
sequía,
podría
ocasionar
épocas
secas
más
largas
o
impredecibles,
lo
cual,
desencadenaría
cambios
en
la
distribución
de
las
especies,
cambios
en
las
densidades
poblacionales
y
eventualmente
extinciones.
Dado
el
grado
actual
de
perturbación
de
estos
bosques,
la
capacidad
de
adaptación
del
bosque
seco
colombiano
al
cambio
climático
es
mínima
y
por
eso
se
ha
identificado
como
uno
de
los
ecosistemas
más
vulnerables
que
requiere
importantes
esfuerzos
de
conservación.
Agroecositemas
En
Colombia
no
es
posible
establecer
un
patrón
general
de
comportamiento
de
todos
agroecosistemas
ante
el
cambio
climático,
porque
este
tipo
de
sistemas
ha
sido
establecido
en
prácticamente
todos
los
ecosistemas
naturales
que
existen.
Sin
embargo,
los
modelos
23
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
24
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
Caja
3.
Continuación
Figura
7.
Mapa
del
grado
de
vulnerabilidad
de
las
coberturas
vegetales
de
Colombia,
en
un
escenario
de
duplicación
de
las
concentraciones
de
CO2
atmosférico
(Gutiérrez‐Rey,
2005).
25
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Caja
3.
Continuación
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
predicen
que
una
tercera
parte
de
las
zonas
que
actualmente
se
dedican
a
los
agroecosistemas
en
el
país
podrían
verse
afectadas
por
un
posible
cambio
climático
y
los
más
vulnerables
de
todos
son
los
de
la
zona
andina
que
podrían
perder
cerca
del
47%
de
su
extensión.
Los
ecositemas
costeros
El
efecto
más
importantes
del
cambio
climático
en
las
regiones
costeras
es
el
aumento
del
nivel
del
mar
que
tendrá
consecuencias
como
la
indundación,
la
erosion
de
las
costas
y
playas
y
la
salinización
de
los
acuíferos.
Adicionalmente,
las
tendencias
hacia
climas
más
secos
en
el
Caribe,
harán
que
los
ecosistemas
costeros
sufran
por
salinización
y
defícit
hídrico.
Para
el
Pacífico
se
proyectan
climás
más
lluviosos,
lo
que
probablemente
aumentará
el
aporte
de
sedimentos
y
de
agua
dulce
hacia
las
costas.
Se
estima
que
para
el
2060
el
incremento
del
nivel
del
mar
será
de
hasta
40
cm
en
el
Caribe
y
de
hasta
60
cm
en
el
Pacífico
y
por
tanto
la
inundación
en
las
costas
bajas
en
Colombia
será
extensiva
y
los
procesos
erosivos
serán
más
intensos
(Ideam,
2001b).
Según
el
IDEAM
en
los
años
2050‐
2060,
El
64%
de
la
costa
del
Caribe
y
el
83%
de
la
costa
del
Pacífico
tendrían
una
amenaza
de
inundación
de
alta
a
muy
alta.
La
inundación
por
el
ascenso
del
nivel
del
mar
puede
representar
el
anegamiento
del
10%
de
la
isla
de
San
Andrés
y
del
3,8
%
de
Providencia
y
Santa
Catalina.
Estos
cambios
afectarán
todos
los
ecosistemas
que
ocupan
estas
zonas
tales
como
manglares,
lagunas
costeras
y
estuarios,
salinas,
y
litorales
rocosos.
Es
posible
que
algunos
de
estos
ecosistemas,
e.g.
los
manglares,
pudieran
retroceder
tierra
adentro
y
de
esta
manera
adaptarse
al
aumento
del
nivel
del
mar.
Sin
embargo,
si
las
tasas
de
aumento
del
nivel
del
mar
superan
las
tasas
naturales
de
desplazamiento
o
de
acumulación
de
sedimentos,
entonces
los
manglares
están
destinados
a
desaparecer,
con
implicaciones
nefastas
para
todos
los
ecosistemas
marinos
y
de
las
poblaciones
humanas
que
dependen
de
este
recurso.
Según
el
INVEMAR,
en
Colombia
el
93%
de
los
manglares,
el
95%
de
las
playas,
y
el
100%
de
los
acantilados
rocosos
se
verán
afectados
por
al
aumento
del
nivel
del
mar
estimado
en
1
m,
lo
que
los
ubica
en
una
posicion
crítica
de
vulnerabilidad.
Los
arrecifes
de
coral
y
otros
ecosistemas
marinos
El
cambio
climático
es
tal
vez
la
amenaza
más
preocupante
que
atenta
contra
el
bienestar
de
los
arrecifes
coralinos,
dada
la
alta
vulnerabilidad
de
los
corales
ante
las
variaciones
de
temperatura
y
las
condiciones
físico‐químicas
del
mar.
Los
principales
factores
del
cambio
climático
que
los
afectan
son
el
aumento
en
la
temperatura
y
la
acidificación.
Cuando
los
corales
se
someten
a
este
estrés
fisiológico,
pierden
sus
algas
simbióticas
que
les
proveen
de
alimento
y
les
dan
su
coloración,
causando
lo
que
se
conoce
como
“blanqueamiento”
del
coral.
Si
esta
situación
perdura,
el
coral
se
muere
y
acaba
con
todo
el
soporte
del
ecosistema
arrecifal.
De
la
misma
manera,
un
aumento
en
la
concentración
de
CO2
disuelto
en
el
agua
del
mar
la
vuelve
más
ácida,
haciendo
más
difícil
la
calcificación
de
los
corales.
En
Colombia,
la
totalidad
de
los
arrecifes
coralinos
y
de
los
pastos
marinos
serían
afectados
por
un
aumento
del
nivel
del
mar
de
1
m,
razón
por
la
cual
estos
ecosistemas
son
considerados
como
críticos
en
los
niveles
de
vulnerabilidad
al
cambio
climático.
26
BIODIVERSIDAD, CONSERVACIÓN & DESARROLLO – Colección Ciclo Básico
Juan Armando Sánchez & Santiago Madriñan (editores) - Borrador
5.
La
Biodiversidad:
un
camino
para
reducir
los
impactos
del
cambio
climático
La
relación
entre
biota
y
clima
tiene
dos
direcciones.
Mientras
que
el
cambio
climático
promueve
la
pérdida
de
biodiversidad,
el
deterioro
de
los
hábitats
y
la
pérdida
de
biodiversidad
pueden
empeorar
los
cambios
en
el
clima.
Es
decir,
que
la
biodiversidad
juega
un
papel
fundamental
como
“amortiguador”
de
los
cambios
en
el
clima.
La
resiliencia
de
los
ecosistemas,
es
decir
su
capacidad
de
absorber
las
perturbaciones,
podría
incrementarse
si
se
implementan
algunas
prácticas
adaptativas
y
de
mitigación
que
disminuyan
el
riesgo
de
daño
a
los
sistemas
humanos
y
naturales.
La
mitigación
se
puede
definir
como
cualquier
intervención
humana
para
reducir
las
fuentes
de
gases
de
efecto
invernadero
o
aumentar
la
captura
de
carbono.
Adaptación,
en
cambio,
se
refiere
a
los
ajustes
o
reacomodos
de
los
sistemas
naturales
y
humanos
como
respuesta
a
los
estímulos
climáticos
o
a
sus
efectos,
que
moderan
el
daño
o
aprovechan
oportunidades
beneficiosas.
Según
la
Convención
para
la
Diversidad
Biológica
(CBD),
algunos
ejemplos
de
actividades
que
pueden
promover
la
mitigación
o
adaptación
al
cambio
climático
son:
(i)
el
mantenimiento
y
restauración
de
los
ecosistemas
naturales;
(ii)
la
protección
e
incremento
de
los
servicios
ecosistémicos;
(iii)
el
manejo
de
hábitats
de
especies
amenazadas;
(iv)
la
creación
de
refugios
y
zonas
de
amortiguamiento;
y
(v)
el
establecimiento
de
sistemas
de
áreas
protegidas
de
ecosistemas
terrestres,
marinos
y
de
agua
dulce.
Sin
embargo,
aún
quedan
muchas
preguntas
sin
responder
acerca
de
la
relación
entre
biodiversidad
y
cambio
climático,
por
ejemplo,
preguntas
como
cúal
es
la
cantidad
de
carbono
que
los
bosques
están
capturando
realmente?
Adicionalmente,
temas
como
la
gobernancia
conjunta
de
asuntos
de
cambio
climático
y
biodiversidad
(e.g.
tratados
de
especies
migratorias,
regulación
del
comercio
de
especies
amenazadas,
disminución
de
las
tasas
de
desertificacion
y
restauración
de
la
capa
de
ozono),
también
requieren
de
mucho
esfuerzo
político
y
de
negociación.
Debe
existir
un
debate
mucho
más
amplio
sobre
como
las
naciones
pueden
cumplir
con
todas
su
obligaciones
ambientales,
con
especial
énfasis
en
los
países
en
desarrollo,
que
en
muchos
casos
no
cuentan
con
los
recursos
para
implementar
estas
acuerdos
internacionales.
Lo
que
si
es
cierto,
es
que
en
cualquier
caso
a
un
nivel
práctico,
todas
las
iniciativas
internacionales,
regionales
o
locales,
que
pretenden
combatir
los
efectos
del
cambio
climático
y
de
las
péridas
de
biodiversidad
deberán
ponerse
en
práctica
de
una
manera
mucho
más
integrada.
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