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Elabora: Lilia Patricia Taboada Domínguez.

Curso de Filosofía Antigua

Imparte: Mtra. Claudia Tame Domínguez.

Reporte de lectura de La Apología de Sócrates.

En la apología de Sócrates, hace una pequeña referencia a lo que tratará el diálogo y, más allá de
ello, el pequeño recurso por el que (quizá) podría ser considerado a Sócrates como parte del
movimiento de la sofística, más allá de ser un contemporáneo de los sofistas más famosos como
pueden ser Protágoras, Gorgias, Hipías, etc. al empezar con una defensa siempre a favor del carácter
de Sócrates y su labor como filósofo intentando separarlo de ese mismo movimiento ya mencionado
con anterioridad. Una de las estrategias, digamos sofísticas que usa Sócrates al inicio de su discurso
es el de intentar convencer a los atenienses presentes de que él únicamente dirá la verdad,
intentando al mismo tiempo desacreditar la acusación hecha en su contra. Es difícil intentar localizar
cuánto de estas estrategias de la oratoria conocía y empleaba Sócrates con responsabilidad o cuánto
era la misma imagen que Platón quería recrear de su maestro no únicamente como un hombre
excepcional en cuanto a su sabiduría sino también en cuanto al dominio de una técnica que, si bien
criticaba, también podía ser usada para una persuasión que trajera el beneficio de sus
conciudadanos atenienses. Elucubraciones pueden haber muchas. Pero el tema central de la
apología de Sócrates, más allá de la defensa que pueda hacerse de la figura o el recuerdo de
Sócrates, es la de dejar en claro el carácter que un filósofo pueda tener con respecto a su polis. Y es
que no puede desligarse a la filosofía de pensar estrictamente en el hombre o en la labor del filósofo
y su responsabilidad política después de esta apología.

Se puede notar de inmediato la gran figura que intentaba construir Platón en torno a Sócrates, a
través de la mayoría de sus diálogos y, en especial, ésta apología es un gran referente a ello pues no
sólo se puede constatar la gran habilidad dialógica que puede desplegar Sócrates sino también la
magnificencia que podía lograr con cada una de las correspondencias en cuanto a sus palabras y sus
acciones. Puede ser, también, el primer esfuerzo que hizo Platón por escuchar la voz de su maestro
de nuevo, en palabras que hacía Platón el esfuerzo, porque sonarán de la misma manera en que
pudo haberlas dicho Sócrates.

Se describe en el diálogo el discurso y los argumentos que usó Sócrates en su proceso ante el consejo
de los quinientos debido a la acusación hecha por Meleto y Anito. Argumentaban que, Sócrates,
corrompía a las generaciones jóvenes y los hacía dejar su fe en los dioses atenienses, los de la
religión olímpica, y de rendir culto a otros dioses. Pero no era esto sino simplemente una forma de
actuar consecuentemente con lo que le dictaba el daemon dentro de Sócrates y que, de la misma
manera, también había sido concordante con la manera de actuar y sus convicciones a lo largo de
toda su vida. Es por ello mismo que, al ser consecuente consigo mismo, Sócrates no intenta, en
ningún momento, evadir las leyes que rigen la polis en la que él había decidido, día con día al
quedarse dentro de la misma, obedecer y que ahora mismo no sería incongruente con las leyes que
él mismo había consentido.

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