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apitulos de la Biblia condensan re- del hombre. ce primeros ca fleciones milenarias acerca del univ No son historia en la ac interrogan por rra 0 del hombre. bre y a su mundo jiosas. El lenguaje rpronta de iainia y Canada, de 12-50). De este modo, de ba buinanidad. Uno desmedidas de igualarse a es y rupture de relacion jardin deb y Abel, del diluvio y de la torre de» iniciado por el Sefor com ls Hama- 0 de las patriarcas, com intencion 1 humanidad dispersa, sandr sus maldi- marta por el camino de las bendiciones y Pag. ¥ estaban mez- fa por encima de ntonces, en el princi- 1 panorama desolador lo dijo y fueron hechos. El lo ron” (Sal 33,9). en las tierras de ‘0 se decia que, antes de ba cl Nun 0 aguas pri- fextos que narran este se remontan a tiempos pretéritos, antes menzara a andar el tiempo, ndo la creada la ola”. Enc que vi a ser lo existente, mordiales sin diferenciar. Lose de que Y cada palabra de , otro de los dioses creadores, hizo ex: lo que el corazén habia pensado y la lengua lesopotamia circulaban ideas semejantes, fa de haber existido un mar sobre el palabra fecunda de los dioses: “aque! dia, Ao, aquella noche, aquella noche lejana, el ano del pasado, cuando las flores se la orden divina, cuando fueron planta. a; los astros tendran su dia, 4s adelante. Ahora se trata de aclarar recosmos. Es la primera manifestacién ¢ Dios, el resplandor de sus posteriores epifanias. Con s acufiacos por los salmistas e Isafas, el Sefior ce para el mundo, deja ver el manto de luz que lo envuelve. En un templo de Egipto qued6 grabado un texto que recordaba a sus lectores que su tierra se ilumi= 16 cuando egaron a ser los grandes genios, y que la luz se hizo por el trabajo de sus manos. Fue entonces cuan- o Ra, el dios solar, inauguré la luz por vez primera y, al abrir los ojos, separé la noche del 3 La segunda y tercera obras introducen la dist el Ambio de lo indefinido. Lo én en primero que hay que una barrera a las aguas desparramadas. se desplicga el firmamento, entendido a veces seme Plancha metilica de la que cuelgan las estrellas y cites me si fuera una lona extendida: “despliegas los sicigs Como una tienda” (Sal 104,2). De modo que, por £885 ocasiones. Son las convoca~ das para la alabanza: “AlabadIo, espacios celestes y aguas que cuelgan en el cielo” (Sal 148,4). Debajo de la tictra se agolpardn, en grandes depésitos, las aguas que aexPitan al exterior por las fuentes. Entre unas y otras : como si estuvieran remansados en echas y la atrapan, abres la mano y se sacian de bie- nes"(Sal 104,27-28). a Giltima de las sexto dia. La narracié es ms extensa que las precedentes. Cambi las. El Sefior no sdlo sino que se pone manos a la acto creador de manera su= esta leyendo el felato se encuentra con la férmula “Y dijo Dios”, sabe creados segiin “imagen y semejanza” de su Hacedor. El sentido de uno y otro término lo desvelard mas adelante el texto del an: “Tenia ;¢ afios cuando engendré fun imagen y semejanza, al que puso por nombre 5,3). Lo mismo que un hijo respecto a sus padres, asf es 1a admiracién del salmista: “Lo ). Pero ni el varén ni \s cualidades y rasgos que tanto los encumbran. La imagen divina se condensa ser humano en cuanto “var6n y hembra”. Si Ia re- mano con Dios se sittia en esos térmi- \ber lo que se dice de él/ella en rel ‘os, queda por al cosmos. Cinco imperativos lo sittan en el mundo. jel Sefior que Megan a sus Son las primeras palabras ‘aos, henchid la tierra, sojuz- gadla, dominad”. de la vida no tiene celos de wan de transmitir de generaciGn en genera~ in. El hombre comparte con sus vecinos del mas y del Aire los tres primeros encargos de la bendicién. En cam- imos, que le compiten sélo a él, le otor- reacion y apelan.a la “Lo coronaste de glo- tia y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo Io sometiste bajo sus pies: rebafios de ove- jas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del Cielo, los peces del mar que trazan sendas por el mar” (Sal 8,6-9). Por Gltimo, la larga intervencién del Seftor concluye con unas indicaciones practicas y el bueno sobre la creatura. El ser humano y los animales comerin en la misma mesa de la tierra, aunque con die~ tas diferentes. Los animales se nutrirén de hierba; al humano lo alimentarén los frutales. La aprobacién “y era muy bueno” despide el laboriéso dfa sexto y pone en camino a la humanidad. bio, los dos gan el sefi En Egipto, “milagro del , como decfan los anti- ‘guos, las aguas fueron decisivas para la creacién del ser humano. No las del 10 las de los dioses. La huma- nidad broté con las lagrimas que salieron de los ojos de Am6n. Este “creé la hierba para mantener al ganado y los frutales para los hombres? Y fue voluntad del:dios ‘que en su “rebafio” se diferenciaran unos de otros por “el color de su piel”. Los posteriores desvelos-en favor de la humanidad agradecida y la constante biisqueda de su bien provocaron esta alabanza de un himno: “Estamos alegres porque te fatigas por nosotros; nos prosternamos ante ti porque nos creaste”. En fin, Ta literatura sapien- cial de esas tierras no se cansard de recordar a hombres y mujeres que son imagen de los dioses. “Los hombres son semejantes al dios, porque han salido de su carne”, dird un texto. En otro leemos: "Los hombres son seme= jantes a los dioses por su capacidad de escuchar a otro que les trae una s También en Mesopotamia cir~ culaban diversas tradiciones. Unas entendfan que el ser humano habja surgido de la tierra “desgarrindola”, Io mismo que brotan los vegetales, 0 que habfa “florecido” 0 “despuntado” a Ia vida al igual que las plantas. Otras afirmaban que habfa surgido de la sangre de un dios. Un tercer grupo de tradiciones explicaba que los dioses wn’ a la humanidad sobre la cierra. En cual mano transparentaba 1a imag Jarmente el rey, del que se dice av raps Jos dioses. Estos ofrecieron al set humano el dominio sobre parte de la creacién: “Las 5, las ovejas, sus corderos ¥ rados y cabras jel hombre”. ejemplar, perpetuado en la litur por el hombre. Dice-al respecto Neéfiti (es decir, la traduccién de la ‘que s¢ lefa en las sinagogas) que desca hizo también su creacién. No es que el Seftor snecesidad de reposo ise fatiga’, Is 40,28) © que quisiera inaugurar el ocio. El sabado ¢s un tiempo consagrado, un remanso de la bondadosa tarca de los dias que le preceden y a los que completa re- ‘credndose en ellos. 2, La creacién del hombre (Gn 2,4b-3,24) poco de comenzar a leer el segundo capitulo del Génesis se tiene la impresin de que se ‘en la cierra, ni brotaba hierba del campo. resin no es del todo justa para quien lee atentamente €l cexto hasta llegar al final del capi Los primers vettos recurren a las negacionés al con- traste yue emerja, destacando con fuerza, la gran- ddeza del ser humano. Le necesitaba la tera para que, en Pag. 10 Perolaim, ~ . 270-1352 a.C). Mesopotamia, por su parte, anda a momento, apl 5 efectos benetici0s0s de tas co- Se tee de agua Y < . que atin no habia bajado Tal cielo, Pues bien, sobre aquel cerrene inhéspito se ina era ciertamente ene. De abs el recuerdo ce gree (Ga 3,19). Las manos del Sefior se emplearon vorvetie para “modelar” el cuerpo humano, Su calor Suple ahora a Ia foerza de la palabra: “Sefior, 6 eres Saeco padre, nosotros 1a arcilla y e el alfarero, porque afer nevotros somos obra de cus. manos” (Is 64,7). El Saor hubo de hacer un gesto para animar aquella obra de alfareria inerce: “insufl6” por su nariz “alienco de Vida". Por cso, el hombre dependerd vitalmente de ‘os, hasta el punto de que “si decidiera por su cuenta retirar su espiticu y aliento, exp! todos los vivien- tes y el hombre cornaria al polvo” Job 34,14-15). De este modo quedaba. constituido el ser humano genérico adam, llamado asi por provenir del polvo de la tierra adamab, Bl término que mejor compendia lo realizado = por las manos y la boca de ser humano se convirtié en viviente™. rs ty el 1a iconografia de Egipto muestra bellisimas imégenet at aon admirarse de otro modo la descripcién que, nos oftece el Génesis: por ejemplo, Ja del dios Kau modeland en su como la figura arcillosa del far menofis I (1406-1370 a.C.) 0 la de" Atén introd ciendo el aliento de vida por la nariz de Amenofis casa Se representaciones, visuales al respecto..Pet® Teno ge neces Un texto dedicado por entero al Se cane! Sa tcula “Cuando los dioses [eran] hi ae cnt ‘nza su primer verso en el original ee i auilum), Este mito de los siglos XIX © Go: Gents se, al Principio, los dioses estaban BTupos: los superiores o Anun: | sido forzados a para su propio mis sabio entre al hombre como bricaci6n de adobes. El material serd la arci ria prima por excelencia en Mesopotamia. A ‘otros componentes: carne y. sangre de uno de los dioses rebeldes, sacrificado a tal efecto, y saliva de los demas mo mezclaré la masa: “Enki dispuso su boca y bI6 a los grandes dioses: el primero de mes, el séptimo y décimoquinto dia deseo establecer una purificacién, un bai. Un dios se inmole y se purifiquen los dioses en el interior. En su carne y su sangre Nincu mezcle arcilla, de modo que el dios y el hombre se mezclen juncamence en la arcilla. Para futuros dias escuchemos el tambor, En la carne de dios haya un espiricu que le haga saber su signo al viviente, y a fin de que no caiga en el olvido, haya un espiritu... Los Igigu, los grandes dioses, escupieron saliva sobre la arcilla”. Pag 11 co, a fin de evitar qi ses superiores ¥ se ar sublunar que go: divinas. La arcilla le impond que tan y que correri en adelante por otras venas. De la co- ”, cuya humano su “signo” peculiar, que no ¢s otro que el de *viviente™. El autor quiso dejar las cosas mas claras y re- sumié en un nombre la propuesta de Enki. dad planificadora, es decir, que era un W2 temum (Wé- temum jemmuim). Pero volvamos al capitulo segundo del Génesis, donde el Sefior se apresura a disponer el lugar don: que habite el hombre y a dictarle cules serén sus ocu- paciones. Se hace jardinero »planta un vergel en Edén, donde crecen los frutales que le servirén de alimento Una vez ubicado en aquel paraje oriental, regado por los ios Eufrates y Tigris, le encarece que se ocupe de la tie rra, que la “labre” con sus manos y Ia “guarde”. Labrar la tierra era el trabajo encomendado al hombre ppor los dioses en Mesopotamia. Todos los cextos de la tradicién religiosa mesopotimica se pusieron de acuer- do en este punto. El trabajo lo lleva el hombre arado a ‘su condicién. Es el destino fijado para él desde lo alto: “EL dios Enlil instituyé el trabajo a jornal, lo fij6 como i eee 10 de cultivar la tierra le Por una parte, le inferiores y en sir. rentos que diaria- Fabricaron picos y n grandes canales para reme- gentes, para alimento de los beraba a los dioses trabajadores sus tareas, proporciondndoles impuesto el duro trabajo para que reposen los dioses Dios conscata que el hombre esté solo y Hena el verge de los seres que le faltan para ser plenamente humano. EI primer intento de remediar los inconvenientes de la soledad no logré su propésito: “Mejor dos juntos que uno solo; tendra buena paga su fatiga. Si uno cae, lo le- vanta su compajiero. Pobre del solo si cae: no tiene quien lo levante” (Ecl 4,9-10). Los animales no se ade- cuan perfectamente al hombre. El Sefior'se habja toma- do el trabajo de formarlos como habia hecho con él, “modelindolos de Ia tierra”. Los concibié como, una ayuda itil para trabajar la tierra; por eso se echa en falta a los peces. Incluso se los presents para que se estrenara hablando, al tener que diferenciar unos de otros por st nombre. El segundo intento, por el concrario, cuvo feli- | ces consecuencias. La complejidad de la mujer requins cinco acciones: el suefio profundo que invade al hombre - ¥ que es presagio de acontecimientos importantes, abrit Y cerrar su carne para extraer una costilla, construir ala Inuler y presentérsela al hombre. La accién de arrancst tec oy S$ PE sf misma elocuence de la intima vinci 2 del uno al otro. El verbo asignado a la mujer 8 age Bucs el Sefior no la modelé como al hombre, $i ais Ia “construy6", al modo de un trabajo de all El Seftor hace luego las veces de amigo del ‘endo a la mujer hasta sia prometidos ¥ didlogo interpersonal huesos y carne de mi carne’ el que se reconécen los familiares o se desea ines. A partir de este momento, ‘n trajo consigo un cambio de nombres. sa” issah por venir del“ nombres no fue mas que un modo Gién esponsal, definida en cérminos de sola carne. Terminaba de este modo ¢l itinen 3. La ruptura de las relaciones (Gn 3,1-24) : 1 tercer capitulo presta atencién a los prime- ros pasos acompasados del hombre y de la mujer. Los dos anteriores hablaban muy bien ss dias de la crea- lades. En adelante iri aflorando por los ojos, boca'y ofdos del hombre lo que bulle en lo hondo de su Este nuevo episodio comienza con la irrupci6n inespera- da de la serpiente dialogando con la mujer. (Por enton- Pag. 13 Piraciones muy del bien y del estaban des Jienza”. Por decirlo con otras p Igamés, empren la carrera en busca de nor habfa puesto a la mujer ‘¢ se exculpa haciendo recaer yor: “La mujer que pu- bol y he comido”. Por 4. El diluvio (Gu 6,5-8,22) Abel |; ota rupcura se su- del hombre con Dios, del hombre con la mujer, y del hombre con los animales y la tierra. La tie~ tra, que tuvo que recoger la sangre de Abel, delaré la pretensién de Cain, ciertamente temible, de erigitse en 1a vida de su hermano, con un grito ‘Seftor hubo de intervenir con medidas de misericordia, grabadas en el cuerpo del ase~ sino, y dejar a un lado lo que en otro lugar de la Escritura estaba previsto en caso de daiio grave causado scendientes de Cain, de vengarea impro- ‘én de Dios (Gn in seed vengado siete veces ¥ idad; pues edad del hombre a ciento veinte ‘ompara con las de simbélicas. Ni siquiera entonces, cuando parece que los hombres esta- ban més cerca de Di nueve afios del mas que contaba un dia en la vida del Seftor: “Para ti mil aos son un ayer que pas6, una vela nocturna” (Sal 90,4). El luvio anegé Ia primera creacién. Se volvieron a las aguas superiores y las inferiores. Las criaturas fueron desapareciendo en el orden en que habian venido- a Ia existencia: “Perecieron todos los seres vivieptes que se mueven en la tierra: aves, ganado y fieras, y todo lo Pag. 15 es". El Sefior y arrepen- desaré Ia cal tido de haber cre: su rectitud, a Nog No content instrucciones precisas para la construcci cacién que habia de poner a flote a su fa y memorial de la alianza de Dios con Sefior se prohibe a sf mismo destruir la tierra. El bre y su mundo quedaban a salvo, al margen de lo que el ser humano quisiera hacer con la creaci6n de Dios, a Ia que acompafara su bendicién después del diluvio. sas. Las mas préximas nura de Mesopotam Fufrates y. Tigris, ocasionadas por los deshielos, anega- ban periédicamente grandes extensiones de terreno. El mito de Inuma ile awilum sobre la creacién del hombre, la XI de Guilgamés y el relaco sumerio del dilu- gs dioses habfan decidido Jar a la humanidad con un diluvio porque les mo- estaba el crecimiento de los hombres y sus pretensio- nes; pero uno de 1 que habia ideado al hombre, le pasé ingeniosamente’el aviso a un personaje bueno Ha mado, segtin los mitos, Atram-hasis, Utnapistum o Ziusudra, Le sefial6 las caracterfsticas de la nave que habia de construir, las personas y los animales que ha- bfan de entrar en ella, e incluso le precisé el momento de la crecida de las aguas. Cuando bajaron las aguas, la nave encallé en la cima de un monte y el héroe solté una paloma, una golondrina y un cuervo. Ya en tierra las “hijas de los hombres". A~ ir verdad, respira cierto tono humoristico y algo irénico contra Babilonia. Juega con la asonancia del nombre grandioso de aqueila capital de imperios, que de “Puerta del dios” (= Bab-ilim) ha pasado a si ficar “Confusi6n”: el escritor biblico ha derivado Babel lonado, o ziggurat, ‘Templo fundacién de que descendia.anualmy dios para:vi hombres, se transformé en escalera para subir al hombre a la cacegoria de dios: “Vamos a construirnos una ciu- dad y una torre que alcance el cielo”. Este nuevo intento fracasé, lo mismo que el primero. Los afanosos.cons- tructores no lografon la fama ni consiguieron reunir ala humanidad en un solo pueblo. Su desmesura acabé dis- persindolos a todos, tras la imposibilidad de entenderse en una sola lengua. ° ‘También Mesopotamia afioré 1 i¢ ia afioré un tiempo ideal en el que meee de Subur y Hamazi, Sumer, Uri y las tierras dé Maru estaban unidas por una lengiia. Pero una disput is los dioses la fragmenté en muchas, segiin el mit bueblo invocaba unénimemente a Enlil en una sola leo Fidedipmen atto® de 1a abundancia, cuyas 6rdenes ‘nas, sefior de la sabiduria, que conoce Ia ti de los dioses, dotado de sabidurfa, sefiot ambié el habla de sus bocas [y] puso el tamiento en habia side ener habls del hombre, que {hasta ©

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