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INTRODUCCIÓN

Un sentido del pasado […] es esencial para cualquiera que trate de entender el aquí y ahora de la
organización industrial. Lo que sucede hoy es parte de un desarrollo continuo.

CUALQUIER HISTORIA de las corrientes de pensamiento en la administración de empresas necesita


forzosamente empezar definiendo lo que se entiende por “pensamiento en la administración”, y
entonces explicar lo que hace importante y digna de estudio la historia del pensamiento en esta
área. Hay dos maneras de definir este concepto: se pueden considerar las teorías coherentes o los
sistemas de administración, o ampliar el alcance del término y hacer referencia, en sentido amplio,
al “pensamiento acerca de la administración”, ideas sobre el significado, el propósito, la función y
las tareas de la misma que son importantes, pero no siempre conforman una teoría general
coherente.

El problema, sin embargo, es precisar los límites. El año 2011 marcó el centésimo aniversario de las
publicaciones del (tal vez) más influyente trabajo de pensamiento de la administración de todos los
tiempos, The Principles of Scientific Management, de Frederick Winslow Taylor. La administración
científica fue uno de los primeros grandes sistemas de pensamiento que se desarrollaron acerca de
la administración, aunque debe señalarse que apareció en una época rica en pensamiento sobre la
administración en general. Los contemporáneos de Taylor incluían personajes como Harrington
Emerson, Henri Fayol, Lyndall Urwick y otros que desarrollaron sus propios conceptos. Como se ve
más adelante, la administración científica ha sido el concepto que ha resultado más duradero.

Si aceptamos la primera definición de “pensamiento de la administración” dada arriba, entonces


nuestro estudio debe comenzar con la administración científica que data de hace un siglo y avanzar
a partir de ahí en el tiempo. Pero ¿cómo y por qué emergió la administración científica? Para
responder esta pregunta tenemos que remontarnos a finales del siglo xix y a las primeras demandas
de mejora en los métodos de esta disciplina. ¿Qué llevó a esas demandas para mejorar y cambiar?
Para responder, es necesario remontarnos otra vez al corazón de la Revolución Industrial. ¿Debemos
empezar con Charles Babbage, quien definió la necesidad de conocimiento sobre la administración
y exigió un enfoque más científico y riguroso en la misma? ¿O vamos más atrás, hasta Robert Owen,
quien desarrolló ideas de cómo administrar a las personas de manera efectiva y humana? ¿O Adam
Smith, quien redefinió la división del trabajo? ¿O a los fisiócratas franceses, quienes también
escribieron acerca de este temay desarrollaron las primeras ideas acerca de la actividad
empresarial? ¿O hasta la China antigua, donde al menos una idea fisiócrata clave, la noción de
laissez-faire, tiene sus raíces?

Antes de siquiera notarlo, ya estamos en un viaje en el tiempo, mucho antes de que surgiera el
pensamiento científico. Los escritores de principios del siglo xx que escribieron sobre
administración, incluidos algunos exponentes de la administración científica lo sabían. “El arte de la
administración es tan viejo como la raza humana”, escribió Edward D. Jones en 1912 1. Thomas
North Whitehead pensaba que “la estructura se edifica en cuanto la gente empieza a hacer algo
junta” 2. Harrington Emerson, Lyndall Urwick y James Mooney, entre otros, creían que las raíces de
la administración y de la gestión podían rastrearse hasta los inicios de la civilización. De la misma
forma, las teorías y los sistemas modernos del pensamiento en la administración tienen sus raíces
en el más viejo “pensamiento acerca de la administración”. No pueden separarse; no sin arriesgarse
a crear una división artificial. El hecho es que desde el inicio de la civilización la gente ha escrito y
pensado acerca de los problemas de la administración y cómo resolverlos. Los deberes y las
funciones de un administrador, los principios de la organización, mercados y precios, la
administración de personal, la importancia del conocimiento, el pensamiento estratégico, la
administración del dinero y las finanzas, el comercio nacional, el liderazgo; todos estos problemas,
y muchos más, los pensaron un sinfín de personas alrededor del mundo y desde hace mucho tiempo.
Entre ellos destacan Confucio, Platón, Ibn Khaldun, Tomás de Aquino, Maquiavelo, Adam Smith,
Samuel Taylor Coleridge, Florence Nightingale y León Tolstoi, por nombrar solo algunos.

Sin embargo, cuando nos remontamos a estos primeros escritores y pensadores observamos algo
muy distinto a lo expuesto en The Principles of Scientific Management , de Taylor, o en los muchos
libros acerca de administración y los principios de la administración que empezaron a aparecer
desde la década de 1890 en adelante. Debido a que la mayoría de los autores anteriores a esta fecha
no se preocupó por escribir trabajos acerca de la administración (recuérdese que las palabras
‘administración’ y ‘administrador’ no se acuñaron sino hasta mucho tiempo después; primero,
aparecieron en Inglaterra a finales del siglo xvi y reemplazaron de manera gradual algunos términos
más antiguos). *

Algunas personas, como el académico y abogado medieval Walter de Henley, se sentaron a escribir
deliberadamente guías y manuales que ayudarían a mostrar el camino a administradores de Estado
y de negocios; pero la mayoría ofreció sus comentarios en un contexto mucho más amplio. A
menudo, sus ideas acerca de la administración tenían que extraerse de un conjunto de ideas sobre
muchas materias. Un claro ejemplo es el fraile italiano San Bernardino de Siena, cuyos sermones
cubrían materias como economía, teología, ética, costumbres sociales y códigos de conducta; al
igual que una definición muy original de las cualidades de un administrador en apariencia
diseminada al azar. Los profundos comentarios de Confucio y Tomás de Aquino acerca del papel de
los negocios en la sociedad también representan pequeñas porciones de trabajos mucho más
amplios. Como señala Liana Farber en su minuciosa colección y análisis de escritos medievales
europeos sobre comercio, los académicos a menudo tienen que leer discusiones extensas de casi
todos los temas bajo el sol, antes de encontrar unos cuantos párrafos que ofrezcan ideas acerca de
los negocios y la administración 3. Sin embargo, esos pocos párrafos son, con frecuencia, muy
significativos. A través de estos podemos rastrear conceptos como el de la división del trabajo, la
metáfora de las organizaciones como organismos biológicos, teorías acerca de la relación entre
precio y valor, la necesidad de reportar y controlar o la función del líder, solo por dar algunos
ejemplos, en cientos y, a veces, miles de años.

N. de T. : El autor señala la diferencia entre los términos management y manager , los cuales, en
sentido estricto, se traducirían al español como administración de empresas y administrador de
empresas , con el término administration , que se refiere en particular a la administración de
corporaciones, en especial la gubernamental, y que en el caso de las empresas privadas es la
gestión en altos niveles; mientras que el término arcaico lo utiliza para describir al cargo de una
persona que labora en la administración de una organización, stewardship .
¿Por qué una historia de las corrientes de pensamiento en la administración de empresas?

La primera y más usada justificación para el estudio de la historia de la administración es que esta
proporciona un contexto. No es posible entender bien el presente sin antes conocer algo acerca del
pasado. “El objetivo de colocar el pensamiento en la administración en el contexto de su ambiente
cultural y, con ello, entender no solo lo que el pensamiento en la administración fue y es, sino
también explicar por qué se desarrolló como lo hizo”, afirmó el historiador de la administración
Daniel Wren 4. Él se refiere al “pasado como prólogo”; el fundamento sobre el que se construye el
presente.

El pasado nos proporciona un contexto y con seguridad nos permite utilizarlo para ilustrar temas
presentes. Ya he argumentado en otra parte que el pasado puede utilizarse como un espejo o una
lente para iluminar y examinar el presente con mayor efectividad 5. “Un sentido del pasado […] es
vital para cualquiera que trate de entender el aquí y ahora de la organización industrial”, escribió
Tom Burns en 1963. “Lo que pasa ahora es parte de un desarrollo continuo 6.”

Pero el pasado también deja influencias. Las ideas acerca de la administración, en general, no brotan
ya formadas de las cabezas de sus creadores, como Atena brotó de la cabeza de Zeus. Como sugiere
Daniel Wren, estas evolucionan. Con frecuencia, las nuevas ideas están condicionadas, o reciben la
influencia, del mundo donde viven y trabajan los pensadores. Se ha escrito mucho acerca de la
persistencia de la corriente intelectual confuciana en el este de Asia, en particular de China. El
pensamiento chino de la administración, hasta nuestros días, permanece bajo la influencia de las
ideas de Confucio y otros filósofos, entre los que destacan Laozi (Lao-Tsé) y Han Fei. Los líderes de
negocios japoneses mantienen la influencia de Sunzi (Sun Tzu), primeros escritores budistas, y del
espadachín Miyamoto Musashi, en el siglo xx. Aunque en Occidente tampoco estamos libres de
influencias. El filósofo Alfred North Whitehead, cuyo hijo se convertiría en un notable pensador de
la administración, en la década de 1930, afirmó una vez que todo el pensamiento europeo
subsecuente “consiste de una serie de notas al pie a Platón”; tan completo era el dominio de este
filósofo en nuestra educación y en nuestros sistemas de pensamiento 7. Algunas de las personas
antes mencionadas, como Juan de Salisbury, Aquino y Maquiavelo, recibieron influencia directa de
Platón. El escritor de estrategia prusiano Karl von Clausewitz, a su vez, recibió influencia de
Maquiavelo; en tanto, Clausewitz influyó en muchas generaciones de estrategas y administradores
militares y de negocios. Uno de sus seguidores, el estratega militar Helmuth von Moltke, ganador
de la guerra franco-prusiana en 1871, fue una gran influencia en los pensadores de la administración
en eua a fines del siglo xix y principios del xx. Por su parte, la forma en varias divisiones de Pierre
du Pont (forma de M) delata la influencia de la organización militar. Por tanto, hay una cadena
intelectual que va de Platón a Alfred Chandler, el exponente de la forma de M en el siglo xx. Estas
cadenas de influencia son complejas y no siempre visibles, lo que no las hace menos importantes.

El pasado también nos recuerda la importancia de la continuidad. Con frecuencia, en el mundo


moderno nos convertimos en víctimas de la creencia de que el pasado es algo menos que relevante,
que el ritmo del avance tecnológico, la globalización y la modernidad significan que el mundo de
hoy es distinto al mundo del pasado, por lo que tenemos muy poco que aprender de él. “El pasado
es otro país”, escribió L.P. Hartley en su novela The Go-Between, “las cosas se hacen de manera
distinta ahí”. Eso es verdad y no lo es, al mismo tiempo. La sociedad, la cultura y las percepciones
humanas han cambiado y evolucionado. El mundo no es el mismo que era en el año 500 a.C. o en el
1500 d.C., o incluso en 1900 d.C; muchas cosas han cambiado, pero algunas otras continúan igual.
En ocasiones, puede sernos útil aislar esas cosas que no han cambiado y tratar de entender por qué.
Una de las paradojas de la administración es la necesidad de enfocarse tanto en la continuidad como
en el cambio. Al negar el cambio en favor de la continuidad, corremos el riesgo de caer bajo las
manos muertas de la tradición y el estancamiento; no obstante, enfocarnos solo en el cambio y
descartar la continuidad trae el mismo riesgo de una constante y destructiva reinvención de la
rueda.

Pero cuando nos detenemos a pensar, las continuidades casi nos alcanzan y nos abofetean. Así es
como Violina Rindova y William Starbuck concluyen su estudio de la organización y el control en la
China antigua: Parece que las similitudes entre lo antiguo y lo contemporáneo son, al menos, tan
grandes como las diferencias. Las diferencias parecen encajar en un modelo que la gente de épocas
distintas tiene que replantear su conocimiento de nuevo, en su propio lenguaje y citando ejemplos
presentes. Las similitudes sugieren que la gente moderna puede entender y apreciar las ideas de
sus antecesores. Las teorías antiguas son tan complejas como las modernas y se sustentaban en
razonamientos que podemos apreciar incluso cuando difieren un poco de los propios 8. “

Los pensadores de la administración son muy buenos para volver a conceptualizar viejas ideas, darle
un nuevo giro y una nueva presentación ante un público que no conoce la idea original”,
comentaban Michael Mol y Julian Birkinshaw en Giant Steps in Management 9. Ellos comparaban
este fenómeno con la tendencia de los directores de películas de Hollywood de rehacer las películas
clásicas con actores más jóvenes o escenarios contemporáneos. Con frecuencia, uno sospecha
escasez de ideas entre pensadores contemporáneos. Entender la continuidad en el pensamiento en
la administración, las ideas que siempre han sido y permanecen vigorosas e importantes, puede
ayudarnos a distinguir las ideas genuinamente creativas de las falsas ideas brillantes, pero sin valor.

DESAFÍO Y RESPUESTA

Para mí hay otra justificación para una historia de las corrientes de pensamiento en la
administración de empresas; nos puede ayudar a entender por qué y cómo emergieron las nuevas
teorías e ideas acerca de la administración. Es importante enfatizar que estas no surgen de la nada,
son necesarias. Los desafíos en el ambiente de los negocios provocan una respuesta de los
pensadores y los practicantes. Así es como el historiador de la economía Sidney Pollard describe la
respuesta de los administradores a la Revolución Industrial:

Las respuestas a los desafíos de la administración […] variaban inmensamente. No todos eran
exitosos, y algunos sin duda eran responsables tanto de las fallas de ese periodo como de sus logros
[…] El descubrimiento pragmático de nuevos métodos era, sin duda, adecuado, pero la
administración parece haberse adaptado en todas partes solo a las necesidades de la tecnología, la
disciplina o el control financiero 10 .

En otras palabras, en aquella época no hubo algún intento de ir más allá de lo que se necesitaba en
el momento. Esto no solo es cierto para la Revolución Industrial, sino para todos los tiempos. En el
mundo antiguo, la gente desarrolló técnicas para controlar organizaciones, de modo que pudiesen
llevar a cabo las tareas necesarias para construir su civilización. En la Edad Media, la gente de
negocios adoptó nuevas técnicas de contabilidad para hacer posible un mejor control financiero en
tiempos de alto riesgo, mientras las órdenes monásticas creaban nuevas formas de organización
que les permitían dirigir grandes organizaciones muy dispersas.

La administración científica surgió como respuesta a la necesidad de una mejor administración de


las nuevas grandes empresas privadas en Estados Unidos. A su vez, la ciencia de la administración
surgió, al menos en parte, como una respuesta al clima intelectual y político de la Guerra Fría. El
Japón de la posguerra, que necesitaba desarrollar industrias de talla mundial capaces de competir
con las de Occidente, desarrolló métodos de administración que le permitieron lograrlo, lo que
provocó una reacción de la nueva generación de pensadores en la administración en Occidente.

Toda la historia de las corrientes de pensamiento en la administración es, por tanto, una historia de
desafío y respuesta. El desafío viene casi siempre del ambiente; algunas veces, de la nueva
tecnología, pero con mayor frecuencia de fuerzas políticas y sociales cambiantes. Esto no debe
sorprendernos. Otra cosa que la historia de la administración nos enseña es que la administración
es una actividad social. Los negocios y otras organizaciones no son sistemas cerrados; estos
interactúan de modo constante y continuo con la sociedad, o sociedades, donde se encuentran. La
forma en que se manejan esas organizaciones es un reflejo directo de las fuerzas sociales que
ejercen su influencia en la organización. La tendencia en décadas recientes hacia una administración
más participativa y lugares de trabajo más democráticos refleja con firmeza el ‘fin de la historia’ y la
visión prevaleciente del mundo de que la democracia es la mejor y más desarrollada forma de
gobierno. Imaginemos que el comunismo hubiera triunfado al final de la Guerra Fría y que el
capitalismo hubiera colapsado. ¿Podrían los teóricos de la administración escribir todavía acerca de
la participación y la democracia? Por lo que sabemos de los gobiernos comunistas y sus maneras de
administrar, parece improbable.

PÉRDIDAS EN EL CAMINO

Esto nos lleva a una razón final de por qué el estudio de la historia de la administración de empresas
es importante; a saber, la luz que puede arrojar acerca de por qué algunas ideas y conceptos en la
administración sobreviven y se adoptan con amplitud, mientras otros desaparecen. En algunos
casos, la respuesta es obvia. En la década de 1890, el ingeniero de minas polaco Karel Adamiecki
diseñó, de manera independiente al trabajo de Taylor y sus colegas en eua, un sistema de
administración que llamó: “teoría de la armonización”. Su teoría es sorprendentemente similar a la
administración científica, al punto de usar diagramas llamados “armonogramas”, que son casi
idénticos a los diagramas de Gantt (una herramienta de registro básica usada por los
administradores científicos; véase capítulo 5). La armonización se utilizó con considerable éxito en
varias minas y fundiciones de acero en la Rusia zarista, donde Adamiecki trabajó. Sin embargo,
después de la Revolución de Octubre, el nuevo líder de Rusia, Vladímir Ilich Lenin, prefirió la versión
estadounidense de la administración científica. Las ideas de Adamiecki se relegaron al tiradero de
la historia. De manera similar, la autarquía nazi fue responsable del fin de los revolucionarios
sistemas de administración desarrollados por Carl Zeiss, en Alemania, y la compañía de calzado
Bat’a, en Checoslovaquia. Ambas compañías se pusieron bajo la guía del Estado y de sistemas
administrativos de mando y control, y tan completo fue el desastre que les ha tomado muchos años
a los historiadores modernos juntar las piezas de los sistemas de administración originales y saber
cómo funcionaron.
En otros casos, las razones de la desaparición son más difíciles de comprender. A principios del siglo
xx, tres sistemas de pensamiento en la administración surgieron casi simultáneamente: 1) la
administración científica de Taylor, 2) la teoría de la administración general e industrial de Fayol y
3) la filosofía de la eficiencia de Emerson. La primera se hizo muy popular en muchos países,
incluidos Estados Unidos, Francia, Rusia y China, y pasó por una serie de posteriores iteraciones y
evolución. Algunas de sus técnicas, como el estudio de tiempos y movimientos, todavía es usado
por los consultores de hoy día. El sistema de Fayol se admiró y discutió con amplitud en Europa,
pero apenas tuvo repercusiones en eua. Al final, incluso en su natal Francia, la administración
científica se convirtió en la filosofía

Dominante. Aún más sorprendente es la completa desaparición de las teorías de la eficiencia de


Emerson; un enfoque holístico que, en muchos sentidos, era más sofisticado que la administración
científica (véase capítulo 5). En cierto punto, los métodos de Emerson estuvieron en uso en un
mayor número de establecimientos industriales en eua que los de Taylor. Pero el ‘emersonismo’
nunca despegó y en la década de 1970 Claude George asignó a Emerson no más que un papel de
figurante en su historia de las corrientes de pensamiento en la administración.

En la actualidad, Emerson se estudia o discute rara vez, incluso entre los historiadores de la
administración.

En la década de 1920 hubo una floreciente escuela de pensamiento en la administración en Gran


Bretaña, con figuras como Seebohm Rowntree, Lyndall Urwick, John Lee y Oliver Sheldon, quienes
inspiraban respeto a escala internacional, además de luminarias en eua , como Mary Parker Follett
y Henry Metcalfe, quienes iban a Gran Bretaña para conocer y compartir ideas. Hacia la década de
1950, además del trabajo de algunos sociólogos industriales como Joan Woodward, esta escuela
prácticamente había desaparecido. ¿Qué le ocurrió? Antes, a finales del siglo xix, George Cadbury y
su hijo Edward habían convertido al fabricante de chocolate Cadbury Bros. En la más grande
empresa de dulces en el mundo, a través del uso de un sistema único de administración de trabajo
participativo, el cual llevó el compromiso y la innovación de los trabajadores a nuevas alturas. “En
Cadbury, todos piensan”, dijo el consultor Herbert Casson. Pero ¿por qué otras compañías no
adoptaron los métodos de Cadbury?, ¿por qué cuando Robert Owen señalaba a sus compañeros
industriales el hecho innegable de que una persona que trabajaba 10 horas al día era más productiva
y daba más valor a su empleador que uno que trabajaba 14 horas, los industriales no respondieron
recortando los horarios de inmediato? Pocos lo hicieron, pero la mayoría esperó hasta que las leyes
fabriles los obligaron a hacerlo. ¿Por qué cuando la empresa Lyons introdujo la primera
computadora de negocios, la Lyons Electronic Office (leo), en la década de 1950, y mostró los
ahorros y beneficios que podía generar, los académicos de la administración no produjeron teorías
coherentes sobre cómo la tecnología de la informática podía tener influencia en la administración?
De nuevo, unos pocos lo hicieron; pero la mayoría no lo intentaron y, por tanto, las computadoras
no figuran mucho en el pensamiento de la administración hasta al menos la década de 1980.

El pensamiento en la administración evoluciona y como en todo otro proceso de evolución hay


pérdidas en el camino. No todas las nuevas formas de vida pueden florecer; esto es, no cada nueva
idea se reconoce y se adopta. Sin embargo, hasta aquí debe llegar el paralelo con la teoría
evolucionista. Si seguimos la noción darwiniana de la supervivencia del más apto, aceptaríamos que
las ‘mejores’ teorías e ideas son las que sobreviven, mientras que las que caen son, de alguna
manera, débiles o erradas. Esto evidentemente no es así. El largo camino del pensamiento en la
administración está plagado de buenas ideas que fracasaron. ¿Qué ocurrió? ¿Con qué criterios
seleccionamos esas ideas que mantenemos y aquellas que desechamos? Un estudio de la historia
de las corrientes de pensamiento en la administración de empresas puede proporcionar no solo
algunas pistas acerca de cómo funciona el proceso, sino también puede ayudar a mejorar la toma
de decisiones y la selección de ideas en el futuro.

ESTRUCTURA DEL LIBRO

Este libro comienza con la premisa establecida antes en cuanto a que ‘el pensamiento acerca de la
administración’ ha continuado, de alguna forma, desde el inicio de la civilización misma. Desde esta
perspectiva, he intentado mostrar cómo y por qué ha evolucionado el pensamiento en dicha área.
El enfoque es a toda luz cronológico, pero con algunos elementos temáticos. El estilo es narrativo.
He tratado de seguir el aforismo de Theodore Levitt: “una afirmación colorida y apenas
documentada funciona mejor que una explicación tortuosamente razonada” 11.

El libro comienza con la idea de la administración como uno de los elementos de la civilización y
muestra lo que los primeros constructores de la civilización en Medio Oriente, Egipto, India, China,
Grecia y Roma pensaban acerca de la administración. Avanzamos a los inicios de la era de la
expansión comercial, que comenzó alrededor de los siglos vi a viii y continúa en la actualidad, y
regresamos otra vez a Medio Oriente, para volver a Europa occidental. Aquí las ideas acerca de los
negocios y la administración se encontraban, con frecuencia, dentro de ideas más amplias sobre la
sociedad y cómo funcionaba esta; pero en el mundo islámico y en partes de la Europa medieval,
como Italia e Inglaterra, se distinguen algunos indicios del estudio de la administración como tal.

Al tiempo que los modelos dominantes en la administración en India y China evolucionaban con
lentitud, si lo hacían, la Ilustración en Europa derribaba las teorías previas acerca del mundo y la
sociedad. El espíritu de investigación que se encuentra en el centro de la Ilustración llevó al avance
en la ciencia y la tecnología que precipitó la Revolución Industrial, pero también al avance en las
ideas acerca del gobierno y la administración. Algunos pensadores y escritores, y unos pocos
administradores de profesión también, trataron de poner en práctica los ideales de la Ilustración
directamente en los negocios y la administración. Lo hicieron con resultados dispares, pero el
espíritu de investigación persistió.

Este mismo espíritu surgió con fuerza a finales del siglo xix, cuando, como resultado del crecimiento
rápido y caótico de muchas organizaciones, se hizo manifiesto que se necesitaba un enfoque más
sistemático en la administración. El resultado fue un florecimiento sin precedente de ideas, sobre
todo en eua, pero también en muchas partes de Europa, al mismo tiempo que su influencia
creciente se sintió, por lo menos, en Japón, China, India y Latinoamérica. La administración científica
se elevó hasta convertirse en el modelo dominante en eua y Francia, sin embargo se vio desafiada
por la escuela de relaciones humanas, que sentía que la administración científica era demasiado
mecánica e ignoraba el elemento humano en la organización.

La tensión entre el modelo de administración mecánico y el orgánico y centrado en las personas


persistió después de la Segunda Guerra Mundial, con el desarrollo paralelo de la ciencia de la
administración y otros enfoques basados en sistemas abiertos y en la teoría de la contingencia.
Mientras tanto, la administración como disciplina se empezaba a fracturar. Disciplinas individuales,
en particular, la administración de personal, la mercadotecnia y las finanzas corporativas, habían
surgido de manera semiindependiente de la teoría general de la administración y se habían afiliado
poco a poco con esta en términos de pensamiento e investigación. Pero con el paso del tiempo, más
disciplinas, como estrategia, liderazgo, gestión de conocimiento, por nombrar solo algunas,
emergieron, cada una con su propio cuerpo teórico y su propia bibliografía. De igual modo, había
tensión entre los especialistas académicos y los llamados ‘gurús’. A pesar de que algunos de estos
tenían antecedentes académicos, tendían a adoptar enfoques más generales y trataban de hablar
de manera directa con administradores y ofrecer soluciones administrativas prácticas en vez de
involucrarse solo en la elaboración de teorías.

Y así llegamos a nuestros tiempos, cuando el pensamiento general en la administración ha declinado


en favor de la investigación especializada, la enseñanza y el estudio. Es un periodo difícil de describir
para un estudio general como este y me temo que no he cubierto el panorama completo; en vez de
eso, me he apegado a mi tema y me he centrado en unos cuantos acontecimientos en el
pensamiento de la administración que nos llevan de vuelta a la noción de cómo y por qué se forman
las teorías de la administración. Mi conclusión es que las fuerzas externas del ambiente son todavía
dominantes y que la mayor parte del pensamiento acerca de la administración surge del mismo
proceso de desafío y respuesta: obsérvese la lucha por elaborar teorías coherentes acerca del
comercio electrónico (e-commerce) en las secuelas del surgimiento de internet o la actual (de
alguna manera enorme) respuesta de los pensadores de la administración a las presiones de
sustentabilidad.

La historia termina aquí, algo abrupta, ya que, por supuesto, la historia de las corrientes de
pensamiento en la administración de empresas aún no termina, a pesar de que, como señalo al final,
el pensamiento formal y sistemático en la administración enfrentará en el futuro un desafío en
crecimiento a su legitimidad si ya no puede responder más a los desafíos que encara la
administración en la práctica. En la conclusión, trato de obtener lecciones de la historia del
pensamiento en la administración de empresas y discutir qué ideas arroja acerca de la
administración actual o incluso, no importa qué tan escasamente, sobre la administración en el
futuro.

Este es, como lo he dicho antes, un estudio general, no una enciclopedia. Al intentar describir
tendencias y procesos, he dejado fuera, inevitablemente, algunos trabajos y pensadores a los que
otros consideran de gran importancia. Algunos lectores pueden quedarse impactados también por
el hecho de que personajes poco conocidos, como Karel Adamiecki o Ibn Khaldun, reciban tanto
espacio o más que escritores y teóricos muy conocidos como Herbert Simon o Peter Drucker. Pero
en este trabajo, la importancia de los personajes no se relaciona de manera directa con el número
de párrafos dedicados a ellos. El propósito aquí es describir la aparición de ideas, no crear un canon
de pensadores de la administración.

A pesar de que he hecho referencia a acontecimientos en la práctica administrativa, en términos


generales he tratado de concentrarme en acontecimientos en el pensamiento acerca de la
administración. Por tanto, he pasado por alto el desarrollo de la producción en masa, lo que a
algunos lectores les parecerá algo perverso de mi parte. Sin embargo, la producción en masa es para
mí un asunto de práctica administrativa, una evolución en los métodos productivos que se
desarrolló de la nueva tecnología y de la escala en aumento de las empresas comerciales. La
producción en masa fue uno de los asuntos que el pensamiento en la administración tuvo que
enfrentar ante las nuevas condiciones. ¿Cómo se pudo administrar la producción en masa
eficientemente? ¿Cómo se pudieron comercializar sus productos? ¿Cómo se financiaron estas
nuevas empresas comerciales? En términos de desafío y respuesta, la producción en masa fue, en
gran medida, parte del desafío al pensamiento en la administración, no la respuesta. Algunas de las
disciplinas que son parte de la administración también han cambiado poco. Asimismo, he escrito
pocos aspectos acerca de los acontecimientos en la contabilidad, en buena parte porque ya hay
algunas excelentes historias de las corrientes de pensamiento en la contabilidad. Las finanzas
corporativas también han recibido limitada atención, en particular en el periodo más reciente; como
veterano editor de una publicación de finanzas corporativas, debería sentirme avergonzado de esto,
pero no lo estoy. Parece que no he dicho casi nada acerca del desarrollo de la gestión de la logística
y la cadena de abastecimiento, además de que también he ignorado las teorías modernas acerca de
la gestión de la innovación y la tecnología. Las pude haber incluido y haber dejado fuera otros
ejemplos, pero creo que la conclusión del libro sería la misma. Esto es, creo, suficiente justificación
y fundamento. Es tiempo de empezar la narración, de hablar de la historia del pensamiento acerca
de la administración de empresas según ha aparecido en el tiempo. Así que iniciaremos por el
principio, cuando la civilización comenzó a surgir y los registros históricos escritos empiezan a
mostrarnos la forma y los patrones de estos nuevos órdenes sociales.
Inicios del pensamiento en la administración

Una ciudad se construye porque ninguno de nosotros es autosuficiente y necesita muchas cosas.

LA MÁS ANTIGUA LITERATURA de la mayoría de las civilizaciones puede dividirse en dos categorías.
Entre los textos pertenecientes a la primera destacan el Rig Veda hindú (escrito antes del siglo x
a.C.), el Libro del Génesis, el cual se escribió, quizá, en un periodo que llegó hasta el siglo v a.C., o
los primeros papiros e inscripciones mortuorias egipcios, conocidos como los Textos de las
pirámides (el más antiguo de los cuales proviene de alrededor del siglo xxiv a.C.). Estos y otros
trabajos similares intentan establecer una relación entre la civilización y su ambiente; responden a
preguntas como: ¿por qué estamos aquí?, ¿quién nos creó?, y proporcionan una explicación
cosmológica del mundo actual y cómo debe funcionar este. Al hacerlo, dan a la civilización una
ideología dominante y, a través de esta, un sentido de propósito e identidad 1.

La segunda clase de literatura consiste en lo que podemos llamar “relatos heroicos”, mitos e
historias sobre líderes que, a fuerza de carácter y ejemplo personal, subieron a los puestos de poder.
Ejemplos de este último género incluyen el Poema de Gilgamesh de Sumeria, que en sus formas
más antiguas proviene de, al menos, 2000 a.C.; la Ilíada y la Odisea de Grecia, en el siglo viii a.C.;
el Kojiki (Registro de asuntos antiguos) de Japón, de ese mismo tiempo, que habla de Jimmu, el
legendario primer emperador de Japón y sus descendientes; el Mahabharata de India, escrito tal
vez alrededor del siglo v a.C.; textos chinos que hacen referencia a Huangdi, el emperador amarillo,
el legendario primer emperador de China y supuesto inventor de la medicina tradicional china; y
algunos de los primeros libros del Antiguo Testamento, en particular el Libro del Éxodo, que narra
la historia de cómo Moisés liberó de la esclavitud en Egipto a los israelitas 2 .

A pesar de que estos textos varían en términos de contenido y forma, hay temas comunes entre
ellos. En cada caso, un líder fuerte, ya sea Gilgamesh, Moisés, Odiseo, Arjuna o Haungdi, surge y da
liderazgo a la gente en un momento de crisis y se obtiene orden del caos aparente. Algunos llevan
a su pueblo hacia la libertad; otros luchan contra los enemigos; otros más establecen leyes y dan
forma y estructura a sus sociedades. En muchos casos, estos trabajos escritos son la continuación
de antiguas tradiciones orales que usaban el ejemplo y el precepto para recordar a las personas sus
deberes y responsabilidades con la sociedad en que vivían.

Hoy día, estos trabajos nos hablan de lo que estas primeras sociedades esperaban de sus líderes. De
nuevo, hay temas comunes. A menudo, estas sociedades antiguas demandaban que sus líderes
demostraran virtudes como capacidad, valentía, integridad y responsabilidad, trato justo y honesto
hacia su propio pueblo, sabiduría, justicia y fortaleza de carácter. Al igual, otros textos muestran de
manera más clara los deberes y las responsabilidades del líder. Por ejemplo, una serie de antiguos
“textos didácticos” egipcios, incluidos las Máximas de Ptahhotep, escrita alrededor de 2400 a.C., las
Instrucciones de Kagemni (escritas quizá en 2600 a.C. o en una fecha más tardía) y las posteriores
Enseñanzas de Amenemope (tal vez escritas entre 1300 y 1100 a.C.), ofrecen una guía de cómo los
líderes deben conducirse y mantener relaciones con sus subordinados 3. Los académicos han notado
una fuerte correlación entre las Enseñanzas de Amenemope y el Libro de los proverbios del Antiguo
Testamento, lo que sugiere que la influencia de estos textos didácticos se difundió más allá de Egipto
4.
Estos textos egipcios son los primeros trabajos pertenecientes a una larga tradición de trabajos
didácticos para líderes y aspirantes a líderes que se extiende hasta las colecciones romanas de
homilías, como “espejos para príncipes” islámicos y cristianos medievales, las Máximas de
Rochefoucauld y la Self-Help de Samuel Smiles 5. Puede parecer descabellado comparar estos
textos antiguos con los modernos trabajos sobre liderazgo, como Why Should Anyone Be Led by
You?, de Goffee y Jones, o Glow de Lynda Gratton, aunque en definitiva hay temas comunes: el
énfasis en el sentido de integridad y justicia personal, la necesidad de desarrollar confianza entre
líderes y seguidores, la necesidad de sabiduría 6. Si no inculcamos más a nuestros líderes cualidades
divinas, como hicieron los egipcios y sumerios, parece que aún esperamos se comporten de acuerdo
con nuestras expectativas y nos reservamos el derecho de retirarles nuestra lealtad si no lo hacen.
El contrato implícito entre líderes y seguidores se entendía con claridad, incluso en tan temprana
época.

Al crecer y progresar las civilizaciones, sin embargo, se volvió evidente que el liderazgo personal no
era suficiente. Los líderes no podían estar en todas partes ni tampoco podían esperar que todos
imitaran su fuerza de carácter y ejemplo personal. Los líderes designaban ministros, consejeros y
regidores, a quienes delegaban algunos de sus deberes. Al hacerse más complejas las sociedades,
se requería guardar registros, analizarlos y recopilar datos, para asegurarse de que todos los
miembros de la sociedad pagaran impuestos, se enlistaran en el ejército, entre otras cosas.

Las sociedades requerían orden y estructura si iban a durar. En cada sociedad, al progresar, una
nueva generación de textos que trataban de cómo crear orden y estabilidad empezaba a surgir.

EGIPTO Y EL CERCANO ORIENTE

Como describieron Karl Moore y David Lewis en su libro The Origins of Globalization, hubo un
considerable repertorio de registro de comercio dentro y entre las ciudades de Sumeria, Babilonia
y Fenicia, además de Egipto y sus vecinos desde el año 3000 a.C. 7 Gracias a estos registros,
conocemos lo suficiente de cómo se conducían y organizaban los negocios es esas regiones. Estas
no eran economías de subsistencia: el comercio de larga distancia, exterior e internacional es tan
antiguo como la civilización misma. Los fenicios recorrían el Mediterráneo y quizá llegaron a las islas
británicas; el faraón egipcio Nekko envió una expedición para tratar de circunnavegar África (aunque
esta falló), además de que se establecieron rutas de comercio entre el Medio Oriente, India y China,
en una época muy temprana, por lo menos en el siglo x a.C. En aquella época, también encontramos
que surge una variedad de estructuras económicas. En Egipto, por ejemplo, la economía se
planificaba centralmente y la controlaban los faraones y sus funcionarios 8. En las ciudades-estado
fenicias, los gobernantes teocráticos también ejercieron un alto grado de control y se involucraron
de manera directa en el comercio y las finanzas. Moore y Lewis sostienen que en dichas ciudades,
los líderes militares, las cabezas de la administración civil, los sumos sacerdotes de los templos y los
más importantes comerciantes y banqueros eran, con frecuencia, las mismas personas y
desempeñaban los cuatro papeles al mismo tiempo. En contraste, en Babilonia, los mercaderes
privados, conocidos como tankãrum, dominaban la actividad económica y había una mayor
separación de las funciones 9.

Por tanto, los métodos de gobernanza económica varían. En Babilonia, los gobernantes usaban
códigos legales para regir el comportamiento en los negocios. Como Moore y Lewis comentan:
A veces, las leyes se multiplican cuando la gente está disfrutando, en cierta medida, de libertad y
prosperidad. Los sistemas legales, con sus tendencias conservadoras, son importantes cuando hay
algo que conservar. El testimonio arqueológico de la longevidad del tankãrum sumerio, babilonio y
asirio, puede verse como una inclinación inherente a la economía en expansión hacia la delegación
y privatización, y una medida de capitalismo empresarial 10.

El más famoso código legal de este periodo es el Código de Hammurabi, escrito alrededor de 1790
a.C., bajo el mandato de Hammurabi, gobernante de Babilonia 11. Consistía en cerca de 300 leyes
(en la más completa versión existente). El propósito general del código era la preservación del
orden. En este, se incluyen leyes que prohíben a la gente ser violenta, leyes que regulan el
matrimonio, leyes acerca de la transferencia de bienes muebles y muchas leyes; además, en mi
estimación, al menos 20% del total de las leyes regulan la conducta del comercio. El código fija
sueldos a los trabajadores (tal vez, no es la evidencia definitiva del capitalismo empresarial que
sugieren Moore y Lewis) y establece las condiciones bajo las que puede prestarse dinero y las
sanciones en caso de un mal uso del dinero y posesiones de otras personas y por fraude.

El punto principal del Código de Hammurabi y de otros sistemas legales similares de este periodo,
al menos en lo referente a los negocios, es estabilizar y racionalizar las relaciones entre la gente de
negocios y el resto de la sociedad. Estos reflejan con claridad la preocupación de que “si no se vigila
a los hombres de negocios, ellos venderán productos de mala calidad o, de alguna otra manera,
engañarán a sus clientes”. Uno de los artículos del Código de Hammurabi citado con frecuencia
establece que “si un constructor levanta una casa y después esta colapsa y mata al propietario, el
constructor será condenado a muerte”. No todas las sanciones son tan draconianas, pero el
principio queda: “los hombres de negocios son una parte vital de la sociedad, pero es necesario
regularlos, por su propio bien y el de la sociedad”. La aplicación de estos códigos la llevaba a cabo
una cada vez más detallada y compleja burocracia, según se describe en, por ejemplo, el Libro de
Daniel del Antiguo Testamento (3:1-3) 12.

Pero en lo referente a la burocracia, los egipcios eran los maestros. Como se ha hecho notar, los
faraones, a quienes se consideraba seres divinos, ejercían un estrecho control centralizado. No
había, hasta donde sabemos, códigos legales como en Babilonia y Asiria. “Mientras había con
seguridad reglas legales (hpw) —escribe el historiador Aristide Théodoridès— su naturaleza es
incierta” 13. Théodoridès siente que es “inconcebible que nada hubiese sido codificado en un país
tan extraordinariamente centralizado”, y cree que había códigos de leyes, pero que estos no dejaron
huella. Por otra parte, sabemos que los faraones gobernaban por decreto, por lo que quizá Egipto
haya sido gobernado mediante precedente y se confiara en el conocimiento de decretos anteriores
en lugar de códigos formales.

El sistema burocrático del antiguo Egipto, por una parte, era excepcionalmente complejo 14. Y esa
burocracia surge muy temprano; su aparición tal vez fue causada, en alguna medida, por la
necesidad de administrar muy grandes proyectos de construcción, como las pirámides y otros
monumentos y tumbas reales, además de complejos proyectos de irrigación a lo largo de las orillas
del río Nilo. Como ya se ha hecho notar, el faraón emitía decretos y daba órdenes; la función de la
burocracia era ejecutar las órdenes y aplicar los decretos. Incluso, los más altos funcionarios
carecían de la autoridad para emitir decretos y hacer leyes por propia mano. “La delegación de
poder ejecutivo era estrictamente autoritaria —dice Eva Martin-Pardey— del rey a los más altos
funcionarios del Estado y de estos a sus funcionarios” 15.

Podemos echar un vistazo al funcionamiento interno de la burocracia egipcia en un texto


extraordinario, Duties of the Vizier (Los deberes del visir), escrito por un funcionario de alto rango,
en la segunda mitad del reino del faraón Ahmose (alrededor de 1539-1514 a.C.), fundador de la xviii
dinastía 16. Es probable que el texto haya sido escrito por instrucciones de Ahhotep, madre de
Ahmose, quien administró el reino de Egipto durante las largas ausencias de su hijo en la corte
mientras se ocupaba de sus campañas militares. Se puede suponer que, en ausencia de la poderosa
autoridad del faraón, Ahhotep quería recordarles a los funcionarios sus deberes y dejarles en claro
que no se les eximía de esos deberes porque el faraón no estuviera físicamente presente.

Gran parte de esta obra se centra en el funcionario conocido como t3ty, quien en nuestros días
traducimos como ‘visir’ 17. Esta es un resumen largo de sus deberes, con listas de otros funcionarios
sobre quienes tenía el poder de designación y eran responsables ante él. Hay también algunas
revelaciones fascinantes acerca de cómo se ejercía el poder. Mientras ningún funcionario de menor
rango podía rehusarse a recibir un mensajero del visir, se ordenaba a este, a su vez, ser justo y
equitativo en su trato con sus subordinados; ellos debían remitir sus casos al visir, quien debía
escuchar a las partes y juzgar con imparcialidad. Era necesario llevar registros de todas las
transacciones y, a menos que el faraón dictara que el asunto debía mantenerse en secreto, se
entregaban y leían de manera pública reportes y mensajes, lo que aseguraba la transparencia.

En el texto no hay ninguna declaración directa de filosofía y propósito en Los deberes del visir, pero
podemos inferir algunas cosas con el solo hecho de que el trabajo se escribió y de su relativamente
amplia difusión (han sobrevivido varias copias, las cuales se han encontrado en las tumbas de los
últimos visires, por lo que podemos asumir que muchas otras copias se han perdido). Ahhotep y sus
consejeros se inclinaban por crear un sistema estable con base en buenas prácticas, que
funcionarían con supervisión mínima. El visir se encargaría del sistema administrativo y dejaría al
faraón seguir tomando las decisiones políticas. Esa era la función de la burocracia hace 3 500 años
y continúa siendo, al menos en teoría, su función actual.

En estos dos sistemas económicos distintos podemos observar dos tipos de enfoque diferentes en
la organización: uno comparativamente descentralizado, que descansa en un sistema de regulación
y aplicación, y otro muy centralizado, que descansa en un sistema de control burocrático directo.

INDIA

Los textos indios clásicos, como el Rig Veda, el Mahabharata y los Upanishads, una colección de
textos teológicos y filosóficos, tenían mucha influencia en el temprano pensamiento indio acerca de
la política y la sociedad. De hecho, su influencia continúa. Mahatma Gandhi, mientras planeaba el
futuro de una India independiente en las décadas de 1920 y 1930, con frecuencia obtenía de estos
textos antiguos lecciones y hacía un paralelo con la época moderna 18. Hoy día, textos como el
Mahabharata y, en particular, el Bhagavad-Gita mantienen su influencia.

El Bhagavad-Gita es parte del Mahabharata, aunque algunos académicos consideran que es una
adición posterior, muy posiblemente de los siglos ii o iii a.C. 19 Tiene la forma de un diálogo, que
se da entre el dios Krishna y su amigo y seguidor, el guerrero Arjuna. Al comenzar el texto, Arjuna
se muestra reacio a participar en la guerra santa, ya que esto significaría combatir contra su propia
familia y contra la gente que quiere y admira. Krishna le recuerda a Arjuna su deber: él había nacido
dentro de la casta guerrera y, por ende, debía combatir porque ese era su propósito en la vida. Él le
ordena a Arjuna alejar toda emoción y desempeñar su tarea con desapego y una mente tranquila.
“Sé firme en yoga. Oh, Arjuna. Lleva a cabo tu deber y abandona todo apego al éxito o al fracaso.
Tal equilibrio de pensamiento se llama yoga […] Aquel que no tiene apego, que no se regocija cuando
obtiene el bien ni se lamenta cuando obtiene el mal, se encuentra firmemente fijo en el
conocimiento perfecto”. La lujuria, la avaricia y la ira son los caminos hacia la ruina; renunciar a los
sentidos lleva a la paz interna y a la tranquilidad 20. El mensaje para los líderes es que deben
permanecer firmes y hacer lo moralmente correcto, incluso si su deber es personalmente
desagradable para ellos.

Hay otro mensaje en el Bhagavad-Gita; uno que se deja de lado a veces. Toda la gente en la sociedad
tiene deberes que Dios y sus gobernantes les han asignado. Cada uno debe luchar por llevar a cabo
esos deberes tan bien como le sea posible y no buscar cambiar el curso de su vida. “Es mejor
ocuparse en la profesión propia, aunque puede ser que uno lo haga de manera imperfecta —le dice
Krishna a Arjuna, cuando este le expresa sus dudas acerca de su camino como guerrero— que
aceptar la profesión de otro y realizarla perfectamente […] al seguir sus cualidades de trabajo, todo
hombre puede hacerse perfecto” 21 . Esto incluía a los comerciantes. Swami Prabhupada, en las
notas a su propia traducción del libro, comenta que es permisible para los comerciantes decir
mentiras si es necesario para obtener una ganancia, de la misma forma que es permisible para los
guerreros matar para salir victoriosos. De nuevo, los comerciantes deben aceptar que esta es su
suerte y no expresar anhelos de convertirse en guerreros o sacerdotes 22. Debe advertirse que el
Bhagavad-Gita es una descripción de cómo sus autores sentían que deberían ser las cosas, no cómo
eran estas. Trabajos indios posteriores, como el Kathasaritsagara, del siglo xi d.C., muestran a los
mercaderes y al comercio bajo una luz diferente 23.

El más importante texto acerca de la administración que surgió en el periodo Clásico en India es el
Arthashastra, escrito alrededor del año 300 a.C. Este trabajo consta de 15 libros, subdivididos
posteriormente en 150 capítulos de variada extensión 24. Su autor, Kautilya, fue un funcionario
público de alto rango; de acuerdo con algunos relatos, él ocupaba un puesto equivalente al de
Primer ministro en el imperio Maurya, establecido en el norte de India por el señor de la guerra
Chandragupta Maurya, a raíz de la gran invasión de India por Alejandro Magno, en 327-326 a.C.
Chandragupta había sido por poco tiempo aliado de Alejandro, pero después del abrupto retiro de
esa región del rey macedonio, tras un motín de su ejército, Chandragupta se aprovechó del caos
subsecuente para hacerse de su propio reino. Sus sucesores conquistaron la mayor parte del
subcontinente indio y formaron un estado estable que duraría por casi 150 años.

Algunas fuentes atribuyen esa estabilidad y éxito a la extraordinariamente eficiente burocracia


organizada por Kautilya y sus funcionarios a principios del reino de Chandragupta. No hay manera
de saber qué tan cierto es, pero podemos estar seguros de que, en general, el imperio Maurya fue
estable y bien administrado, y de que el Arthashastra se leyó ampliamente e incluso se usó, según
parece, como texto didáctico a lo largo de gran parte de este periodo.

La mayor parte del Arthashastra se ocupa de descripciones muy detalladas de los deberes, papeles
y responsabilidades del rey y sus administradores. Asimismo, incluye instrucciones y procedimientos
para recolectar ingresos, emitir mandatos y decretos, administrar el tesoro, con auditorías
detalladas de recibos y gastos, para prevenir el robo o el fraude, así como del reclutamiento y la
paga de los funcionarios públicos, y la composición de la corte real en minucioso detalle, hasta el
número de concubinas que se permitía tener al rey. También hay capítulos donde se trata la
administración de industrias tan importantes económicamente como agricultura, minería, forestal
y manufactura de joyería.

De igual modo, se percibe una fuerte vena filosófica a lo largo del escrito. Kautilya se preocupa no
solo de cómo debe funcionar la administración, sino también del porqué. El suyo es uno de los
primeros tratados que consideran no solo la función y el procedimiento, sino también el propósito,
los objetivos y los fines de la administración. Puede sorprender que Kautilya no fuese un absolutista.
A diferencia de los faraones egipcios,

Los reyes de Maurya no estaban por encima de la ley. En la concepción de Kautilya, el propósito del
rey era proporcionar liderazgo y dirección y, sobre todo, hacer valer el dharma, un término indio
que se puede definir como ‘justo deber’, algo similar al concepto occidental de ley natural 25. Hay
un orden natural de las cosas que es correcto y bueno: el deber del rey es tomar decisiones políticas
para lograr y mantener ese orden natural, y el deber de la burocracia es apoyar e instrumentar esas
decisiones. En términos prácticos, esto significa que el rey y sus administradores deben defender el
Estado de los ataques, así como promover la paz, el orden, la justicia y la prosperidad y,
curiosamente, “alentar el progreso moral, religioso y material” 26 . El propósito de esta burocracia,
entonces, era no solo administrar cosas según se les ordenaba, sino también promover el cambio y
hacerlo llegar.

¿Ideas externas influyeron en Kautilya? Dos potentes sistemas filosóficos habían emergido no
mucho tiempo antes: el de Platón, en Grecia, y el de Confucio, en China. Sabemos que había un
considerable comercio entre India y China, por tanto ideas filosóficas e intelectuales se
transmitieron a lo largo de estas rutas comerciales; no es imposible que Kautilya estuviera
familiarizado, aunque haya sido de segunda o tercera mano, con algunas de las ideas de Confucio.
Por lo que respecta a Platón, Aristóteles, su alumno, había sido tutor del aliado de Chandragupta,
Alejandro Magno. Y aunque no existen pruebas, no es imposible que algunas de las ideas de Platón
se hayan hecho sentir en el imperio Maurya, pues hay algunas similitudes entre las ideas del
Arthashastra y las de la República (más adelante se profundiza al respecto).

Sin duda, el mismo Kautilya tuvo una larga influencia en otros teóricos. Por ejemplo, el Yajnavalkya
Smrti, escrito por el sabio Yajnavalkya, quizá alrededor de un siglo después de Kautilya, muestra
evidencia de la influencia del Arthashastra en su análisis acerca del orden y la estructura de la
sociedad y de la economía y la banca 27. El Yajnavalkya Smrti, a su vez, tuvo influencia en otros
textos, incluidos el escrito tibetano budista Mulasarvastivada-vinaya, el cual, entre otras cosas, da
detalles acerca de cómo se organizan los monasterios y analiza su organización económica y sus
actividades empresariales. Asimismo, hay importantes similitudes entre Mulasarvastivada-vinaya y
la regla de San Benedicto, desarrollada por el monje cristiano San Benito de Nursia tres siglos
después (véase capítulo 3) 28 .
CHINA

La China antigua produjo no solo uno, sino tres importantes sistemas de pensamiento, y los tres
ofrecen comentarios acerca de la administración estatal y empresarial. Confucio, al igual que Platón
(de hecho, con mayor coherencia, como los escritores del Egipto antiguo y del Cercano Oriente)
buscó crear un sistema social ordenado que pudiera perdurar. Además de la administración civil,
también comentó de manera directa, si bien breve, acerca del papel que jugaba la gente de
negocios. Laozi (Lao-Tsé), en contraste, abogó por crear un sistema social con un mínimo control,
donde la gente fuera libre de tomar decisiones, y apoyó el concepto de ley natural. El tercer escritor,
Han Fei, fue un implacable pragmático que elaboró una detallada filosofía de la burocracia.

Antes de que Confucio, Lao-Tsé y Han Fei aparecieran en escena, la civilización china ya estaba bien
consolidada. La dinastía Shang gobernó en lo que ahora es el Noreste de China, en el valle del río
Amarillo, de 1600 a 1046 a.C., cuando la derrocó la dinastía Zhou. Fue durante el periodo Shang que
quizá aparecieron los primeros textos de lo que después se conocería como Yijing o I Ching (Libro
de los cambios). El texto se refinó y amplió durante la dinastía Zhou y alcanzó su redacción final
durante la dinastía Han, en el siglo i a.C. Yijing es básicamente un texto adivinatorio que los reyes
y funcionarios antiguos utilizaron en su intento por entender y predecir el futuro. Sin embargo, sus
principios subyacentes, incluidos los conceptos de yin y yang, el lado luminoso y el lado oscuro,
cimentaron las bases que fundaron las filosofías taoísta y confuciana (véase más adelante), cuyo
más relevante propósito era forzar a la gente a concentrarse en el fundamental asunto de la
personalidad y la interacción. El Yijing enfatiza la unidad y la armonía de la creación; esto es, los
esfuerzos de todos deben dedicarse a preservar la armonía. En este escrito hay, entonces, un
marcado tema ético; además, se recuerda constantemente a sus lectores que el éxito depende de
la integridad. Este escrito está lleno de aforismos citados con frecuencia, como “para lograr un gran
éxito siendo honrado y sincero es el camino al cielo” y “tendrás buena suerte si alimentas lo que es
correcto y verdadero” 29 . Como habían mostrado Mu-Lan Hsu y Kwan-Yao Chiu, el Yijing tiene una
larga historia instrumento de administradores y gente de negocios en China, para la toma de
decisiones 30.

Durante este periodo surgieron varios otros escritos acerca de la administración; uno de los más
antiguos es el Gran plan, que apareció en su forma final alrededor de 1120 a.C., aunque contiene
partes que se remontan hasta mucho antes de los Shang, quizá de hasta el año 2500 a.C. 31 Este
texto corto es, en parte, una exhortación a los gobernantes para ser virtuosos y humildes, además
de que también ofrece algunos pensamientos acerca del papel de administradores y funcionarios
32. De la misma manera, Kao Yao, un funcionario de gobierno activo alrededor de 2200 a.C., instó a
los gobernantes a ser virtuosos y dirigir con el ejemplo 33. No obstante, aún más importante son
Los funcionarios de Zhou, escrito alrededor de 1100 a.C., el cual Violina Rindova y William Starbuck
identifican como el texto fundador de la burocracia china. De manera similar a Los deberes del visir,
aunque con más detalle, Los funcionarios de Zhou clasifican y cataloga a todos los funcionarios del
imperio Zhou (que conquistaría la dinastía Shang) e identifica sus deberes e informes, además de
los procedimientos mediante los cuales puede revisarse y auditarse su trabajo. A la fecha, este texto
aún se considera uno de los documentos más sofisticados acerca de la estructura organizacional que
ha sobrevivido de tiempos antiguos 34. Estos y otros escritos acerca de la administración
constituyen el fundamento intelectual sobre el cual los más importantes pensadores de China,
Confucio y Lao-Tsé, desarrollaron sus ideas.
CONFUCIO

El erudito, profesor y cortesano maestro Kong, mejor conocido en el mundo como Confucio (551 a
479 a.C.), vivió y escribió en el tiempo en que declinaba la dinastía Zhou, en los albores de la era
conocida como el periodo de los “Estados guerreros”, cuando China se fragmentó en estados
pequeños, cada uno en pugna por el control territorial. Parece que Confucio era muy consciente de
lo que estaba por venir; en un determinado nivel, su trabajo puede entenderse como un intento de
alejar el caos que se avecinaba. Su solución era volver al pasado, tratar de reafirmar los valores que,
según creía, habían dado a China su fuerza y unidad. “Confucio era un idealista que trataba de
resolver problemas —escriben Karl Moore y David Lewis—. Al ver gente en pie de guerra y
pendenciera a su alrededor, volteó la mirada a la sabiduría y a las maneras rituales del pasado de
China” 35.

Gran parte del pensamiento de Confucio estaba dirigido a la búsqueda de una filosofía, una “forma”
por la que el orden y la paz pudieran restablecerse. A pesar de que tuvo muy poca influencia en su
propio tiempo, sus enseñanzas, recopiladas por sus seguidores bajo el título de Analectos, se
convirtieron en uno de los textos fundamentales de la filosofía y educación chinas, los cuales
tuvieron influencia no solo en China, sino también en buena parte del Extremo Oriente. Sus
seguidores posteriores, incluidos Mencio y Xunzi, ayudaron a transmitir sus ideas junto con
conceptos que ellos mismos agregaron. Las ideas de Confucio acerca de la ética, política, sociedad
y las relaciones son complejas y detalladas 36. Propongo analizar aquí solo las siguientes dos: la
noción de familia, que aún es la idea central en la sociedad y en los negocios chinos hoy día, y las
ideas de Confucio acerca del papel de los negocios en la sociedad.

Confucio comienza con la afirmación de que la vida de cada ser humano se desarrolla dentro del
contexto de su familia particular, para bien o para mal. Para Confucio y la generación de chinos por
venir, es la familia propia y el complejo de relaciones que la constituyen, más que el individuo solo,
la unidad básica de la humanidad 37.

En el antiguo debate acerca de quién tiene prioridad: ¿el individuo o el grupo?, Confucio se pone
del lado del grupo y le resta importancia al concepto de ‘uno mismo’. En vez de los derechos
personales, Confucio habla de las responsabilidades individuales con el grupo. En términos
prácticos, esto significa que quienes se encuentran a la cabeza de cualquier institución, ya sea la
familia, el Estado, una empresa comercial o una escuela, tienen la responsabilidad de dirigir, al
tiempo que quienes siguen a su mando tienen la obligación de obedecer. Los niños deben mostrar
obediencia incondicional a sus padres; los alumnos deben considerar a su profesor con reverencia
y nunca contradecirlo; los ministros deben obedecer las órdenes del rey. Sin embargo, esto no solo
es un asunto de obediencia ciega. Al igual que el autor del Gran Plan , Confucio también cree que
los padres —y los profesores, los reyes y los empleados— tienen el deber de defender las
instituciones que dirigen, así como de proteger y guiar a los que los siguen. Una cualidad vital de
cualquier líder, desde la perspectiva de Confucio, es la sabiduría. El líder perfecto es el “rey sabio”,
que usa la sabiduría para guiarse a través del Tao, el “camino” del pensamiento y el comportamiento
correctos 38. El objetivo último es el “dorado término medio”, una sociedad en donde exista en
perfecta armonía, gobernada por la paz y la sabiduría. De acuerdo con uno de los discípulos de
Confucio, el maestro Yu:
Es honrar a los padres y a los mayores lo que hace a la gente humana. Entonces, rara vez se opone
a la autoridad. Y si la gente no se opone a la autoridad, nunca se levanta y lleva al país al caos. El
noble cultiva raíces. Cuando las raíces estén seguras, el camino ha nacido. Honrar a los padres y a
los mayores, ¿no es la raíz de la humanidad? 39

Hacia el año 200 a.C., o antes, los escritos de Confucio eran una norma de los planes de estudio de
las escuelas chinas; aunque, han permanecido como tales hasta la época presente 40. Durante
muchos siglos, se requirió a los candidatos al servicio público imperial chino leer a Confucio y a otros
clásicos chinos, como el Daxue (Gran saber) y Zhongyong (Doctrina de la medianía). Una vez que
examinaban el conocimiento de estos clásicos y demostraban competencia en su área, se decidía si
aprobaban y se les aceptaba en el servicio público. La burocracia imperial, hasta el fin de la era del
Imperio, después de la revolución de 1911, estaba compuesta en su totalidad por confucianos
convencidos. La influencia de Confucio no estaba restringida al servicio público; las nociones de
obediencia filial y responsabilidad con el grupo permeaban prácticamente cada ámbito de la
sociedad, incluyendo los negocios. Antes de 1949 y del establecimiento del Estado comunista, casi
todas las empresas comerciales chinas estaban organizadas mediante el uso del modelo familiar,
incluso después de esa fecha el modelo continuó en uso entre las económicamente poderosas
comunidades chinas foráneas, en el sureste de Asia 41. El “negocio familiar chino” continúa siendo
un modelo muy discutido y estudiado por académicos. Como recién ha mostrado Malcolm Warner,
los valores confucianos, al igual que las relaciones interpersonales (guanxi), además de las
obligaciones con otras personas y la reciprocidad, juegan un papel importante y directo en los
métodos chinos de gestión de los recursos humanos 42. La influencia directa del pensamiento
confuciano sobre el pensamiento y la práctica de los negocios modernos en el extremo Oriente es
difícil de exagerar.

Otro aspecto del pensamiento de Confucio que merece mención aquí es su actitud hacia los
negocios en la sociedad. Antes, se asumía, y algunas veces todavía, que Confucio era en esencia
“anti empresarial”. Este supuesto se encuentra, por ejemplo, en el trabajo del sociólogo alemán
Max Weber, cuya La religión en China: confucionismo y taoísmo, publicado por primera vez en 1915,
pintaba el pensamiento confuciano anclado en la tradición, más interesado en la adoración de los
ancestros que en el tiempo presente, tendiente a ahogar el pensamiento creativo y la innovación
43. No obstante, hoy día esta es todavía la visión común acerca de Confucio; aunque, con seguridad
está sujeta a refutación. Pero lo que importa aquí son las posturas de Chen Huan-Chang, un erudito
confuciano entrenado a la manera clásica, que había huido de China después de la revolución
abortada de 1895. Al llegar a eua, Chen completó su doctorado en economía política en la
Universidad de Columbia, donde elaboró una nueva interpretación del pensamiento confuciano a
la luz de la economía occidental contemporánea 44. En opinión de Chen, Confucio no era de ninguna
manera contrario a los negocios, aunque sí creía que debían restringirse y controlarse; Chen llegó a
declarar que principios como “socialismo confuciano” pueden identificarse en el pensamiento de
Confucio.

Confucio era consciente de la importancia de la generación de la riqueza. Cuando un seguidor le


preguntó qué debía hacerse para mejorar la vida de la gente, respondió que había dos cosas
esenciales: educarla y hacerla rica. Pues se requería de la educación para entender cómo usar la
riqueza con sabiduría, no despilfarrarla en placeres personales; la riqueza, a su vez, pagaba por la
educación y la hacía posible. Ambas cosas, combinadas, llevaban a la iluminación personal. Confucio
también argumentaba que la virtud creaba riqueza, no al revés. Él citó un pasaje del Daxue para
sustentar su opinión: “El hombre superior debe cuidar, primero, su virtud. Al tener virtud, habrá un
hombre. Al haber un hombre, habrá la tierra. Al haber la tierra, habrá riqueza. Al haber riqueza,
habrá su uso. La virtud es la raíz y la riqueza es solo su resultado” (mis cursivas) 45.

Al igual que los legisladores de Babilonia, Confucio creía que la actividad económica no podía existir
sin restricciones. La gente de negocios y los terratenientes que generaban la riqueza estaban
expuestos a la tentación y la avaricia, y a menos que estuvieran bien educados, no podía confiarse
en que se comportarían de manera virtuosa. Por tanto, la gente de negocios debía someterse a la
autoridad del “rey sabio”, quien los gobernaría y les proporcionaría guía, justo como un padre lo
haría con un hijo. A su vez, el rey sabio permanecería fuera del sistema económico y renunciaría a
la fortuna personal. Sin fortuna propia, los reyes sabios no tendrían interés personal en la actividad
económica y, por tanto, actuarían de acuerdo con preceptos sabios y sin la esperanza de ganancia
personal.

Confucio creía en una economía regulada. Él también huyó de la competencia, a la que, como
muchos pensadores posteriores (incluidos muchos capitalistas), consideraba dañina y
derrochadora. Como parte de la búsqueda de la medianía, defendía un equilibrio entre oferta y
demanda; cuando el perfecto equilibrio entre estos dos se alcanzaba, la competencia se eliminaría.
A diferencia de los pensadores occidentales posteriores, quienes apoyaban el ajuste de la oferta
para adecuarla a la demanda, Confucio pidió una regulación de la demanda, para que se adecuara
a la oferta. Esto significaba controles económicos para restringir el acceso a algunos bienes, en
especial los de lujo, y un llamado a la gente a ejercer moderación personal y a ser modestos en su
demanda y, por ende, en sus hábitos de consumo. (El mismo llamado se ha escuchado de algunos
pensadores de fines del siglo xx y principios del xxi; periodo en el que, por ejemplo, se ha visto la
reducción en el consumo personal, como una manera de enfrentar la degradación ambiental y el
cambio climático.)

Dos de los seguidores de Confucio también merecen una especial mención aquí. El primero es Meng
Ke o Mengzi, mejor conocido en Occidente como Mencio, quien se sabe estuvo activo en el siglo iv
a.C.: Se cree que una cita famosa que se le atribuye, mencionada más tarde por el historiador de la
administración Claude George, anuncia una de las ideas centrales de la administración científica:

Cualquiera que se dedique a un negocio en este mundo debe tener un sistema. No existe un negocio
que haya logrado el éxito sin un sistema. De los ministros y generales a los cientos de artesanos,
todos tienen un sistema. Los artesanos utilizan la regla para hacer un cuadrado y el compás para
hacer un círculo. Todos, calificados o no, usan este sistema. Los calificados pueden, en ocasiones,
lograr hacer un círculo y un cuadrado usando su propia destreza. Pero sin sistema, incluso el no
calificado puede lograr el mismo resultado, aunque no tenga destreza alguna 46.

Las similitudes con la administración científica (véase capítulo 5) están ahí, aunque considero que
el paralelo con el movimiento de eficiencia de Emerson es aún más marcado. Es importante hacer
notar que Chen Huan-Chang también parafrasea mucho esta cita del original menciano 47, y que el
Shop Management, de Taylor, el cual expuso por vez primera los principios de la administración
científica, así como el Efficiency as a Basis for Operations and Wages, de Emerson, estaban en prensa
al tiempo que Chang escribía 48. Es posible que Chang, con profundo conocimiento de la
administración científica, haya alterado la cita para remarcar qué tan avanzado estaba el
pensamiento chino.

Mencio también habló mucho acerca de la necesidad del uso de sistemas, en particular en la
administración de la agricultura y la tenencia de la tierra, y claramente creía en el uso de un enfoque
más sistematizado en la administración en vez de una administración ad hoc. En ese sentido, se
puede considerar que él anunció con anticipación algunas de las ideas de Taylor y Emerson. Aunque
Mencio fue más lejos que Confucio en sus ideas en referencia a la administración económica al
conminar a los gobernantes a regir bien sus economías, a crear las condiciones en las que los
negocios podían florecer y a mantener negocios en niveles moderados para alentar el comercio y la
artesanía. Asimismo, prestó mucha atención a los asuntos éticos, pues afirmaba que comportarse
con ética y moral era uno de los deberes principales de un gobernante.

El otro escritor chino, Xunzi, quien estuvo activo durante el siglo iii a.C., tomó una línea más suave
que Confucio acerca de la regulación. Creía que las reglas y la regulación solo eran necesarias para
proporcionar a la gente las directrices de cómo corregir el comportamiento en tiempos inciertos.
Afirmaba que cuando había un orden social y político estable, la gente sabría lo que era mejor y se
comportaría de manera correcta 49. Xunzi no discute de forma directa acerca de negocios, pero
ofrece claras implicaciones para su conducción y para las regulaciones económicas. Se necesitan
regulaciones cuando los tiempos son difíciles; cuando los tiempos son buenos, pueden relajarse o
dispensarse.

LAO-TSÉ

Son escasos los detalles de la vida de Lao-Tsé, incluso su existencia no es del todo segura; si lo fue,
entonces quizá vivió poco tiempo antes que Confucio. El escrito que se le atribuye, Daodejing o Tao
Te King (El Libro del camino y la virtud) fue tal vez compilado alrededor del año 300 a.C., o poco
antes, de otros textos o de material transmitido de manera verbal.

Los daoístas (o taoístas), como se conoce a los seguidores de LaoTsé, tienen una visión muy distinta
de la sociedad a la que tienen los confucianos. Mientras los últimos creen en la necesidad de
regulación, leyes, rituales y ceremonias como guías hacia el orden y buena conducta, los taoístas
creen que estas cosas llevan a la gente a extraviarse. No fue la falta de ceremonias y reglas lo que
llevó a la sociedad Zhou a romperse, dice Lao-Tsé, sino demasiado de estas, así como la falta de
concentración en las cosas importantes. La única guía segura hacia la buena conducta es encontrar
el camino, o en términos prácticos, encontrar el camino correcto de vida y apegarse a él:

 Al no seguir el camino, el hombre recurre a la virtud.


 Al no seguir la virtud, el hombre recurre a la humanidad.
 Al no seguir a la humanidad, el hombre recurre a la moralidad.
 Al no seguir la moralidad, el hombre recurre a la ceremonia.
 La ceremonia es la mera cáscara de la fe y la lealtad.
 Es el principio de toda confusión y desorden 50.
Los taoístas también creían en que el gobierno debía ejercer una mano liviana e intervenir en la
economía lo menos posible. Abrazaron el principio de la no acción, o wu-wei:

 El mejor tipo de gobernante es aquel de cuya existencia la gente apenas sabe.


 Luego viene aquel al que se ama y elogia.
 Luego viene aquel al que se teme.
 Luego viene aquel al que se odia y se reta.
 Cuando careces de fe,
 los demás te serán infieles.
 El sabio es sencillo y de pocas palabras. Cuando su trabajo ha terminado y las cosas se han
completado, toda la gente dice: “¡Lo hemos conseguido nosotros mismos!” 51

El taoísmo se convirtió en una de esas filosofías que la gente amaba discutir, pero que rara vez
practicaba. Como se vio antes, y se verá más adelante, el gobierno y los negocios chinos le dieron la
espalda por igual a este modelo de liderazgo y optaron por algo más autoritario y estructurado. El
taoísmo, con su amor por la paradoja y su aversión a la autoridad y al control, no se ajustaba bien a
las necesidades de los chinos ordinarios, quienes ansiaban autoridad y control como defensa en los
tiempos turbulentos en los que vivían. Otro filósofo taoísta, Zhuangzi, hizo un convincente
argumento en favor de una conexión entre virtud y conocimiento; solo una “persona auténtica”
podía entender e interpretar el conocimiento de tal forma que dirigiera a la gente de manera
efectiva y hacia al camino “correcto”. (De nuevo, hay ecos de Rob Goffee y Gareth Jones y su
insistencia en que los líderes deben ser “auténticos”.) 52

Sin embargo, los taoístas tuvieron una sorprendente y muy fuerte influencia posterior. En el siglo
xvii, un misionero jesuita francés que se encontraba en China tradujo el Daodejing como Le Livre
du ciel (El libro del cielo). De vuelta en Francia, lo leyó el economista político François du Quesnay,
quien quedó impresionado con el concepto de wu-wei, que el traductor jesuita manejó como
laissez-faire. En su libro, Le despotisme de Chine, publicado por primera vez en 1764, Quesnay
afirmó que el perfecto monarca “no debe hacer nada sino dejar que las leyes gobiernen”; en este
caso, se refería a las leyes naturales que, si se seguían sin interferencia, harían que la sociedad
tuviera perfecta armonía 53. El laissez-faire es, por supuesto, una de las piedras angulares del
capitalismo de libre mercado en su forma actual, e influyó al economista escocés Adam Smith
cuando acuñó su propio término: la “mano invisible” (véase capítulo 4).

HAN FEI

El tercer personaje chino importante de este periodo es Han Fei, quien murió en 233 a.C. 54 A
diferencia de los confucianos y taoístas, Han Fei no creía en que debía esperarse que la gente
siguiera un sistema de ética. Con base en los preceptos de Shang Yang, un pensador anterior y
hombre de Estado, Han Fei dudaba de la visión de confucianos y taoístas acerca de que los humanos
son buenos. Sugirió que la única manera de lo- grar conformidad con las normas y los patrones
requeridos era mediante la fuerza de la ley, con castigos draconianos para quienes no la
obedecieran.

El sistema de Han Fei comprendía tres elementos: 1) fa, “patrones normativos”, que incluyen el
sistema legal y los castigos por no obedecer la ley; 2) shi, que significa “autoridad” o “poder”, el cual
se ejercía para hacer cumplir la ley y 3) shu, un método para controlar la burocracia comparando
“palabra” con “obra”, o en otras palabras, midiendo el desempeño real contra las expectativas. Por
supuesto, quienes no se desempeñaban de acuerdo con las expectativas eran sujeto de castigo.

Han Fei creía de manera explícita en los sistemas. Todos debían saber lo que se esperaba de ellos y
desempeñar sus deberes tal como se les requería. “Las cosas tienen su lugar apropiado, los talentos
su uso apropiado”, declaró. Su sistema tenía la ventaja de la claridad; esto es, nadie podía quejarse
de no saber qué esperar. Han Fei también decretó sanciones para quienes usaban su propia
iniciativa. Tal cosa se prohibía con explicitud: actuar sin órdenes podía llevar a comportamiento
desviante y a poner en peligro todo el sistema, incluso si la acción se sustentaba en la mejor de las
razones.

El marqués Zhao se emborrachó y cayó dormido. El guardián del sombrero real, al ver que el
marqués tenía frío, lo cubrió con una capa. Cuando despertó el marqués, estaba complacido y le
preguntó a su séquito, ‘¿quién me ha cubierto con una capa? ’ ‘El guardián del sombrero’, le
respondieron. Acto seguido, el marqués castigó al guardián del sombrero real y al guardián de la
capa real. Él castigó al guardián de la capa por no haber cumplido con su deber y al guardián del
sombrero por haber excedido su cargo. No era porque le gustara el frío, sino porque consideraba la
intromisión de un funcionario en los deberes de otro un mayor peligro que el frío 55.

La conformidad lo era todo. No poder acomodarse, de cualquier forma, era peligroso. Hoy
llamaríamos a esto una “burocracia mecánica”, pero Han Fei afirmaba que su sistema era natural y
con base en la armonía celestial. Una persona que actuaba por cuenta propia era como una estrella
que perdía su lugar en el firmamento; alteraba el orden natural de las cosas. Han Fei no ahorraba
palabras cuando hablaba de los medios para hacer prevalecer la conformidad; falla y serás
castigado.

El gobernante iluminado controla a sus ministros con solo dos manijas. Las dos manijas son el castigo
y el favor. Infligir mutilación y muerte a los hombres se llama castigo; conferir honor y recompensa
se llama favor. Quienes fungen como ministros temen el castigo y esperan allegarse la recompensa
56.

Han Fei tampoco tenía tiempo para conceptos como justicia, apertura o transparencia. No era solo
aceptable para los líderes engañar a sus seguidores y confrontarlos uno contra otro; era deseable e
incluso vital. El líder nunca debía dejar que sus seguidores supieran lo que pensaba ni darles
cualquier pista de sus planes. Ellos no necesitaban saber de estas cosas. Era suficiente con obedecer.

Han Fei escribió en plena época de los Estados guerreros, cuando el control político central había
fracasado por completo en China. Su libro, al igual que el más moderno trabajo de Maquiavelo
(véase capítulo 3), es en parte una petición de un líder fuerte a restaurar el orden y terminar el caos.
A diferencia de Confucio, o de Maquiavelo, las ideas de Han Fei tuvieron un impacto real, aunque él
no haya vivido para verlo. Casi al final de su vida, Han Fei se convirtió en consejero de King Zheng,
líder del reino de Qin, quien adoptó la ideas de Han Fei y construyó su propio estado burocrático
con base en los preceptos de Han Fei (lo que hoy conforma los cimientos de la escuela de filosofía
conocida como Legalismo). Diez años después de la muerte de Han Fei, Zheng unificó por la fuerza
todos los Estados guerreros de la antigua China y se proclamó emperador con el título de Qin Shi
Huangdi. Con el paso del tiempo se convirtió en uno de los más poderosos emperadores de China:
su legado incluye la Gran Muralla, el Gran Canal y el “ejército de terracota” de figuras enterradas
alrededor de su tumba. Era un tirano aterrador que sentó las bases de la burocracia imperial china
que sobrevivió hasta la revolución de 1911 (y tal vez después, pues, muchos afirman que la
burocracia del partido comunista, especialmente a lo largo de la Revolución Cultural, daba muestra
de fuertes tendencias legalistas). Violina Rindova y William Starbuck describen a la burocracia en los
siglos posteriores a Han Fei como “una constante competencia entre los valores del legalismo y los
confucianos […] ninguno de los dos ganó la competencia, y la competencia continúa hoy” 57. Y
aunque no hay duda de la influencia directa —las ideas de Han Fei no se conocieron o estudiaron
en Occidente sino hasta fines del siglo xix —, tampoco hay duda de que sus ideas resuenan cuando
se les compara con algunos de los sistemas burocráticos desarrollados en Occidente. Robespierre,
el líder de la Revolución Francesa, jamás escuchó de Han Fei, pero con toda seguridad lo habría
admirado. Y también lo habrían hecho J.P. Morgan y John D. Rockefeller (véase capítulo 4)

REFLEXIONES
LA PERSISTENCIA DE LA BUROCRACIA “

Usar la creatividad para superar las burocracias” es el subtítulo del libro Beating the System,
publicado en 2005 por Russell Ackoff y Sheldon Rovin 58. El hecho de que dos académicos tan
importantes (Ackoff es uno de los padres fundadores de la investigación de operaciones y Ruvin un
experto en gestión de cuidados de la salud) hayan escrito este libro ilustra qué tanto “burocracia”
se ha convertido, en el mundo moderno, en una palabra sucia. Describir una organización como una
burocracia es sugerir que es paralizante, moribunda, ineficiente, opresiva para la creatividad y una
conformidad exigente, dedicada a perpetuarse a sí misma y no a lograr sus metas. La burocracia es
algo que debe ser “derrotado”, eludido, engañado, y si esto no funciona, aplastado y destruido.

Este es un acontecimiento muy reciente. Como hemos visto, la burocracia es tan antigua como la
civilización misma. “Las organizaciones antiguas podían ser bien definidas, complejas y
burocráticas”, comentan Rindova y Starbuck, y agregan que “algunas filosofías de la administración
populares hoy en día tienen antecedentes que claramente se remontan a 4 000 años atrás” 59.
Ahhotep, Hammurabi, Kautilya y Han Fei usaron la burocracia como un medio para traer orden y
dar estructura a sociedades incipientes. La burocracia era un bastión contra el caos, prometía
gobierno estable a largo plazo.

En las sociedades tribales primitivas, el parentesco de sangre y el liderazgo fuerte eran suficientes
para mantener unidos grupos sociales relativamente pequeños. Pero en cuanto estos grupos
empezaban a integrarse y formaban ciudades y estados, estas ligas no eran suficientes. Las familias
eran todavía unidades sociales útiles; podían manejar negocios y hasta la tierra, y lo hacían, pero no
podían administrar todo el aparato del Estado. Los líderes fuertes podían mantener unidos una
ciudad o un estado por un tiempo, pero si morían o se retiraban y no había otro líder fuerte que los
sucediera, entonces el sistema de gobierno que habían dirigido colapsaba. Incluso, en años
posteriores esto siguió siendo verdad. Por ejemplo, a principios del siglo v, el líder guerrero Atila
unió a las tribus nómadas del este de Europa (lo que hoy es Rusia) y fundó su reino Huno, el cual
representó un serio peligro al Imperio Romano. Pero cuando Atila murió, su reino se fragmentó y
cada tribu siguió su camino por separado una vez más. El Imperio Romano, que todavía tenía un
sistema administrativo fuerte y estable, sobrevivió, al menos un poco más.
Las burocracias, como vimos en los casos de China e India, se convirtieron en instrumentos
indispensables en el proceso de construcción de las naciones; lo mismo era verdad en siglos
posteriores en otras partes. En el siglo xii, la corona inglesa creó una pequeña, pero eficiente
burocracia, la cual fue la envidia de toda Europa; esta le permitió al relativamente pequeño reino
de Inglaterra operar por encima de su tamaño en la guerra y en la diplomacia. A su vez, las poderosas
ciudades italianas, como Venecia y Florencia, confiaban en burocracias para su administración;
Maquiavelo, uno de los principales pensadores en la administración del siglo xvi, era un burócrata.

Incluso a principios del siglo xx, la burocracia todavía estaba en boga. El sociólogo Max Weber, en
su libro Economía y sociedad, describió algunas de las razones de por qué la burocracia ha persistido
como una importante forma de organización 60. Primero, como se ha dicho, la burocracia permite
a la administración continuar sin interrupción, aún en caso de un interregno si el líder está ausente.
Cada miembro de la burocracia tiene un conjunto de deberes y responsabilidades bien definido, que
elimina la duplicación de esfuerzo y lleva a la eficiencia. Las burocracias también llevan registros, lo
que significa mayor rendición de cuentas y transparencia.

Siglo y medio más tarde, un cambio radical tuvo lugar. En su ingenioso y preciso ataque a la
burocracia, Parkinson’s Law, el historiador C. Northcote Parkinson acusó a la burocracia de ser, en
mucho, lo contrario de lo que Weber había descrito: ineficiente, inepta, dedicada solo a la
autoperpetuación y no a la consecución de sus metas 61. En las décadas de 1980 y 1990, el gurú de
la administración estadounidense, Tom Peters, le declaró la guerra al concepto de burocracia y pidió
el fin de las estructuras organizacionales formales y la abolición de los directivos de nivel intermedio
62. Otros teóricos de la administración, como Rosabeth Moss Kanter, pidieron que las empresas
adoptasen modelos organizacionales más fluidos y flexibles 63.

De este modo, después de cuatro mil años de servicio a la civilización, ¿la burocracia ha llegado a su
fin?, ¿ya no es relevante para las necesidades del gobierno y las empresas modernas? Muchos
argumentan que la respuesta es afirmativa. Pero en primer lugar, vale la pena revisar por qué se
creó la institución de la burocracia. Cuando se creó, la burocracia ofrecía una solución sistemática y
racional a muchos problemas de la administración, como las necesidades de control, de rendición
de cuentas, de transparencia y, sobre todo, de seguridad y continuidad. Puede ser que hoy día otras
formas de organización ofrezcan estos mismos beneficios, pero debemos estar seguros de esto
antes de relegar la burocracia por completo al olvido.

Considero que Max Weber tenía razón respecto a que la burocracia responde a cierta necesidad
fundamental de seguridad y certeza que muchos de nosotros compartimos. Parkinson y Peters
describieron burocracias que habían perdido su propósito (su raison d’être) y solo detenían el
avance. No obstante, algunas veces, como en la China moderna, las burocracias sí hacen su trabajo;
aunque puede ser que no nos guste la manera como lo hacen, pero ese es un asunto aparte. Odiar
la burocracia no es un pensamiento ortodoxo, pero cuántos de nosotros nos detenemos a pensar
(en realidad a pensar) ¿por qué odiamos la burocracia? Quizá queramos pensar que el problema no
está en la burocracia como concepto, sino en cómo usamos e instrumentamos dicho concepto,
antes de despachar esta forma de organización antigua —y arriesgar a tirar al bebé junto con el agua
de la tina—.
ESCRITORES DE ESTRATEGIA CHINOS

Ningún recorrido por los antiguos escritos chinos de administración estaría completo sin mencionar
a Sunzi (Sun Tzu). Al igual que Lao-Tsé, hay un gran debate acerca de quién fue Sunzi o si en realidad
existió. Algunas veces se le identifica con Sun Wen, jefe de gobierno del reino de Wu, en el siglo vi
a.C., pero la mayor parte de las autoridades está de acuerdo en que el libro conocido como Sunzi
Bingfa (Métodos Militares de Sun Bin o El arte de la guerra) se escribió en el siglo iv a.C., durante
el apogeo del periodo de los Estados guerreros; entonces, un diferente maestro Sun debió estar
involucrado, o bien el libro es una compilación de relatos orales de un periodo anterior. A finales
del siglo ii d.C., el general Cao Cao corrigió buena parte de este escrito y lo usó como manual de
enseñanza para sus oficiales. La versión de Cao Cao se ha transmitido a través de los siglos; incluso,
hoy día aún se lee a lo largo del extremo Oriente. Desde su primera traducción al inglés, a principios
del siglo xx, este libro también se imprime con regularidad en Occidente 64. Esta obra también ha
sido popular entre los líderes empresariales y políticos, al igual que entre los oficiales militares.

Sunzi creía en un enfoque sistemático durante la guerra. Uno de los puntos esenciales era la
planeación y el cálculo:

Ahora, el general que gana una batalla hace muchos cálculos en su cabeza antes de que se pelee la
batalla. El general que pierde una batalla hace pocos cálculos antes. Entonces, hacer muchos
cálculos lleva a la victoria y pocos cálculos a la derrota: cuanto más no hacerlos. Es poniendo
atención en este punto que puedo prever quién ganará o perderá 65.

Otro punto básico es la buena información; el general exitoso debe estar consciente de las
habilidades de su enemigo, la capacidad de su propio ejército y sus oficiales, el terreno donde se
peleará la guerra y el clima y otras condiciones ambientales que puedan interferir en sus planes. “Si
conoces al enemigo y a ti mismo, escribió Sunzi, no tendrás que temer el resultado de cien batallas.
Si te conoces a ti mismo, pero no a tu enemigo, por cada victoria sufrirás una derrota. Si no conoces
a tu enemigo ni a ti mismo, sucumbirás en cada batalla” 66.

Otro de los puntos esenciales de Sunzi era el método y la disciplina. Abogaba por la organización del
ejército en divisiones, donde todos los rangos, incluidos los oficiales, conocían sus tareas y papeles.
También escribió acerca de lo que ahora se conoce como logística o gestión de la cadena de
suministro, y sostenía que buenas líneas de comunicación y suministro eran vitales para mantener
un ejército en el campo. El control de los gastos también era muy importante: los generales tenían
que convertirse en planeadores financieros, a fin de no desperdiciar recursos.

A diferencia de los antiguos textos chinos, como Los treinta y seis estratagemas, Sunzi no ofrece
ningún precepto estratégico particular. No parece que trate de crear opciones estratégicas que
puedan elegirse y aplicarse a situaciones particulares. En cambio, él defendió la preparación, la
planeación y el sistema minuciosos. El general que pueda dominarlos emergerá victorioso, en
particular si sus rivales no pueden dominar estos puntos esenciales. Este es quizá el secreto del éxito
duradero de su libro. Los principios de planeación, preparación y conocimiento son fácilmente
aplicables en muchos campos de actividad, incluidos los negocios.

Los escritos chinos de estrategia y gestión militar posteriores no se alejaron mucho de Sunzi. Por
ejemplo, Cao Cao, uno de los más exitosos líderes militares en la historia china, alguna vez llamado
el Napoleón de China (lo que no es justo para Cao Cao; pues, a diferencia de Napoleón, él nunca fue
vencido y sus descendientes se convirtieron en emperadores de China), simplemente corrigió y
adaptó a Sunzi a sus propios propósitos.

Además de los mencionados antes, el otro único personaje relevante que surgió fue Zhuge Liang,
uno de los principales oponentes de Cao Cao, quien se hizo famoso por su dominio del engaño y de
las tácticas de delación para contrarrestar los más rigurosos y sistemáticos métodos de guerra de
Cao Cao. La historia de su lucha se cuenta en la épica chi- na del siglo xiii, El romance de los tres
reinos, obra que en ocasiones también leen los estudiantes de estrategia 67.

GRECIA Y ROMA

El poeta griego Hesíodo, quien vivió en el siglo viii d.C., marcó la transición, que se experimentó en
el cercano Oriente, entre la literatura “heroica”, de su predecesor Homero, y un nuevo grupo de
escritos redactados con el propósito de entender a la sociedad y buscar formas de hacerla funcionar
mejor. Su obra Los trabajos y los días es similar a la literatura didáctica egipcia temprana; por tanto,
no es imposible que haya sido influenciado por textos egipcios. Lo que ha generado más atención
en nuestros días son las descripciones de Hesíodo acerca de la economía rural; incluso, en ocasiones
él ha sido llamado el primer economista. Esto quizá es ir demasiado lejos, pero en el corazón de su
trabajo hay algún material interesante acerca de la administración de las fincas agrícolas 68.

Los primeros filósofos, conocidos como presocráticos, no consideraron de modo directo la


administración del Estado y las empresas comerciales, sin embargo elaboraron algunos conceptos
que influenciaron el pensamiento en la administración en años posteriores. Particularmente
importantes en el siglo v a.C. fueron las aportaciones del biólogo y cosmólogo siciliano Empédocles,
cuyas observaciones le llevaron a concluir que el mundo, incluidas la naturaleza y las personas,
estaban envueltas en un incesante ciclo de cambio y flujo, y de Heráclito, filósofo de la ciudad de
Éfeso, territorio que hoy día ocupa Turquía, quien estableció que el ciclo de flujo incluía dos fuerzas
compensatorias, una de las cuales unía las cosas, mientras que la otra las separaba. Ambos tuvieron
una fuerte influencia en las teorías modernas de gestión del cambio; en su libro Images of
Organization, publicado en 1986, Gareth Morgan se refirió a Heráclito como la inspiración de sus
propias ideas acerca del cambio y flujo organizacional 69.

Empero, los dos escritores griegos que tienen más que decir acerca de la administración del Estado
y las empresas son Platón y Jenofonte. De ellos, el primero habló desde un punto de vista en gran
medida teórico; mientras que el segundo tuvo una perspectiva más práctica.

PLATÓN

Las ideas de Platón (427-347 a.C.) abarcaron una variedad inmensa de temas y aquí no hay el espacio
suficiente para adentrarse en todos ellos, Ni siquiera de manera somera 70. Debido a su extensa
producción de escritos, hoy día aún se le reconoce como uno de los más influyentes filósofos en la
tradición occidental. El escrito que trata de los problemas de la administración en mayor detalle es
La República, escrita entre 380 y 370 a.C. En dicha obra, Platón y sus acompañantes, incluido su
maestro y mentor, Sócrates, tratan de encontrar la forma perfecta de gobierno para una ciudad 71.

Las ciudades, y por extensión las naciones y cualquier otra organización grande, se crean cuando la
gente se da cuenta de que necesita trabajar junta. “Una ciudad surge porque cada uno de nosotros
no es autosuficiente y necesita muchas cosas”, escribió Platón 72. Es lógico que en una ciudad la
gente se dedique a la realización de trabajos especializados; algunos serán obreros, otros pequeños
y grandes comerciantes, otros más artesanos. Los mercados sirven como el medio natural de
intercambio para que cada especialista pueda vender sus productos y comprar lo que necesitan de
otros.

En apariencia simple, este concepto es, de hecho, el primer juicio directo conocido de la división del
trabajo. El concepto, por supuesto, ya había sido conocido antes. Mil años atrás, los trabajadores de
las tumbas egipcias, en el Valle de los Reyes, ya habían tenido tareas especializadas 73. Los relatos
vívidos, y tal vez de cierta exactitud histórica, acerca de la construcción del templo de Salomón, en
el Libro de los reyes del Antiguo Testamento, también muestran la división del trabajo en acción.
Sin embargo, Platón fue el primero en considerar este concepto en términos filosóficos. Su
conclusión, como señala Nickolas Pappas en su estudio de la República, es que la gente está
naturalmente dispuesta a realizar ciertas tareas y no otras (compárese esto con la insistencia del
Bhagavad-Gita respecto a que la gente solo debe realizar las tareas para las que ha nacido) 74. Lejos
de ser una imposición artificial, como se le considera en la actualidad, Platón veía la división del
trabajo como consistente con el comportamiento humano y la ley natural. En otras palabras, lo
considera algo bueno.

La ciudad existe, por tanto, para satisfacer las necesidades de su gente; mismas que solo pueden
cumplirse uniéndose y compartiendo e intercambiando bienes y trabajo. Quienes gobiernan la
ciudad deben hacer de la satisfacción de estas necesidades su meta última. Una ciudad corrupta o
tiránica cubre solo las necesidades de unos pocos, pero no las de toda la población. La justicia debe
estar en el centro de toda administración. Tampoco debe sorprendernos que Platón creyera que el
orden y la jerarquía eran necesarios en la administración eficiente. Por último, Platón estableció que
era deber de los administradores educar a la gente para que pudiera ser parte integral de la vida
política.

Platón fue un radical en lo político y en lo social; mientras que Sócrates, su mentor, fue ejecutado
por sus ideas heterodoxas. A diferencia de Confucio o Kautilya, él nunca ocupó un cargo y sus
intentos de persuadir a los gobernantes de poner sus ideas en práctica fracasaron de manera
rotunda. Con todo, su influencia ha sido muy poderosa, sobre todo en su discípulo Aristóteles.

JENOFONTE

Al igual que Platón, Jenofonte (alrededor de 430-354 a.C.) fue, por un tiempo, seguidor de Sócrates,
aunque después tuvieron una discusión que los separó. Como consecuencia, Jenofonte cambió de
profesión de filósofo a soldado mercenario; así, se convirtió en uno de los comandantes de una
fuerza de infantería griega que luchó durante una guerra civil en Persia, durante el año 401 a.C.
Cuando todos los oficiales de alto rango griegos murieron, Jenofonte fue elegido como uno de los
comandantes de la fuerza y llevó los restos del ejército a casa a salvo. En sus últimos años, Jenofonte
se dedicó a escribir, en esa época de su vida elaboró varios escritos acerca de la filosofía socrática.
Su Oeconomicus (Economía) contiene material interesante acerca de la administración doméstica;
varios escritores romanos lo usaron como modelo.

Pero su trabajo más influyente fue el Anabasis, su propio relato de la guerra en Persia y el retiro de
los mercenarios griegos 75. Aunque el texto contiene material interesante acerca de la
administración del ejército griego, en particular se admiran sus pensamientos sobre el liderazgo.
Quizá debido a su juventud y falta de experiencia, Jenofonte no contó en un principio con la
confianza plena de sus hombres, la cual se ganó en el transcurso de la larga campaña al consultarlos
a menudo, al escuchar sus puntos de vista e imponer sus ideas a través de la persuasión, en vez de
solo dar órdenes y esperar que se obedecieran. Los comandantes militares romanos, incluido Julio
César, leyeron y admiraron el Anábasis ampliamente.

Un escrito extraño de Jenofonte, La educación de Ciro, también arroja luz sobre el pensamiento
contemporáneo acerca del liderazgo. La educación de Ciro es un escrito de ficción que pretende
describir las ideas y opiniones de Ciro el grande (alrededor de 600-530 a.C.), fundador del imperio
persa Aqueménida. Según Jenofonte, Ciro rehusó gobernar como un tirano. Él creía que el rey debía
gobernar como el amo de un hogar. Los vínculos sociales, no el mando y control, habían de ser los
mecanismos primarios del gobierno. Ciro también creía que debía abolirse la esclavitud, por tanto
todos los que servían al rey debían hacerlo a través de un sentido de “obediencia voluntaria”. He
aquí uno de los discursos que Jenofonte pone en boca de Ciro:

Somos diferentes de los esclavos en que los esclavos sirven a su amo a la fuerza, pero para nosotros,
si de veras pensamos que somos libres, es necesario hacer todo lo que consideramos que vale la
pena hacer por voluntad propia 76.

Debido a que se trata de un escrito de ficción y de sus propias experiencias en Persia, nos permitimos
creer que estos sentimientos son, de hecho, los de Jenofonte. Pero ¿en realidad está abogando por
una sociedad basada en la cooperación y en la “obediencia voluntaria”? Lynette Mitchell, en su
detallado estudio de este escrito, piensa que no. Ella cree que Jenofonte está, en realidad,
satirizando los conceptos que pone en boca de Ciro; quizá incluso satirizando la noción de
democracia y apoyando un enfoque más autoritario. Sus propios héroes parecen no ser los amos
democráticos de Atenas, quienes prepararon el asesinato legal de Sócrates, sino los reyes tiranos
de Esparta.

ESCRITORES ROMANOS

El imperio romano fue, económicamente, una de las más poderosas entidades del mundo antiguo.
Había un enorme volumen de comercio interno dentro del imperio en mercancías a granel, como
maíz egipcio y aceite de oliva español, así como también en productos de lujo. Las empresas
mercantiles individuales podían tener operaciones en dos, tres o más partes del imperio,
dependiendo de su ramo de negocios. Y como Raoul McLaughlin mostró en su fascinante estudio,
Rome and the Distant East, los intereses comerciales romanos se extendían a lo largo de Asia a India
y a China 77. Las embajadas romanas visitaron China en el siglo ii d.C.; por su parte, las embajadas
chinas también visitaron Occidente, al menos hasta Asia central; en ambos casos, extender y
expandir el comercio fue una de las principales motivaciones.

Con tan vasta y compleja red de negocios y relaciones comerciales, parece extraño, quizá hasta
perverso, que Roma no produjese muchos escritos acerca de los negocios. Además de que tampoco
elaboraron muchos escritos notables referentes a la administración política. Hay varias razones para
ello. Primero, respecto a los negocios en particular, la ley Claudia de 218 d.C. prohibía a la clase alta,
como los senadores, dedicarse al comercio. Después, cualquier senador que deseara involucrarse
en el comercio tenía que hacerlo mediante un intermediario. Nobles y mujeres, por tanto, no tenían
razón para leer libros de comercio. Segundo, los pocos escritores que se aventuraron a tratar
asuntos políticos, como Séneca el joven (muerto en 65 d.C.), se encontraron en el lado equivocado
del sistema; la muerte o el exilio eran a menudo la consecuencia. Por tanto, había muy pocos
incentivos para escribir acerca de estos temas. Los escritores romanos tendían a apegarse a temas
seguros como Historia, Derecho y el mundo natural, que eran menos controvertidos y, por ende,
menos mortales. Tercero, la influencia de otra poderosa figura política que también sufrió de un
prematuro fin gracias a su oposición a Julio César, Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.); sus escritos
acerca de la ley, la ética y la virtud fueron inmensamente influyentes, en particular entre la clase
alta, cuyos miembros continuaron considerándolo un modelo en los siglos por venir. Para Cicerón,
la virtud y la integridad lo eran todo; nada más importaba. Escritores posteriores copiaban a menudo
su modelo sin modificaciones. El más cerebral de los emperadores romanos, Marco Aurelio (121-
180 d.C.), dedicó sus Meditaciones, no a problemas de gobierno y poder, sino a asuntos del espíritu.

Se ha dicho que la república y el imperio romano heredaron mucha de su filosofía y cultura de


Grecia. Sin duda, en términos de escritos acerca de la administración pública y empresarial, la
influencia helenística es muy visible, y aunque muchos escritores romanos eran estilistas finos, rara
vez sobrepasaron a los griegos en términos de ideas. Las Geórgicas de Virgilio, por ejemplo,
contienen mucho material sobre la administración de las fincas agrícolas, pero sus ideas no van más
lejos que las de Los trabajos y los días, de Hesíodo. Los dos más importantes trabajos referentes a
administración agrícola: De Re Rustica, de Marco Porcio Cato, y Res Rustica, de Marco Terencio
Varro, ambos del siglo ii a.C., son manuales de instrucciones comunes que detallan la mejor época
del año para sembrar y cosechar, además de que recomiendan que los caminos y los muros se
mantengan en buenas condiciones, además de otras cosas relacionadas con el tema 78. Varro
mencionó con brevedad la utilidad de tener conocimiento acerca de los mercados y los precios
locales, además de que menciona que donde haga falta alquilar capataces o supervisores, estos
hombres deben ser entendidos y competentes en su trabajo. Varro y Cato asumieron que las fincas
de las que trataban se manejaban con trabajo esclavo.

Las biografías e historias también ofrecen pistas acerca de las actitudes romanas hacia la
administración. Por tanto, estas tienen que leerse con cuidado, ya que a menudo los autores se
preocupaban más de glorificar o vilipendiar a sus personajes (de acuerdo a cómo soplaba el viento
político en curso). El retrato del suegro de Tácito, Julio Agrícola, gobernador romano de Bretaña,
ofrece alguna revelación acerca del estilo romano de liderazgo, el cual era sorprendente para un
sistema de gobierno altamente burocrático, muy personal y “práctico” 79. Las campañas de
Alejandro , de Arriano, una larga biografía de Alejandro Magno, obra en buena parte concentrada
en el estilo de liderazgo de Alejandro y en los métodos que utilizó para persuadir a la gente a seguirlo
80 .

Un campo en el que los escritores romanos produjeron varios trabajos originales e influyentes fue
la estrategia y la organización militares. Los dos escritos más conocidos son: la Strategemata , de
Sexto Julio Frontino (40-103 d.C.), mejor conocido en su tiempo por su trabajo como ingeniero a
cargo de los acueductos romanos, y la Epitoma Rei Militaris ( Compendio de técnica militar ) de
Vegecio, un terrateniente y burócrata activo a principios del siglo v d.C. 81 Los dos adoptan muy
distintos métodos. Aunque Frontino habla brevemente acerca de la necesidad de disciplina y
organización, se preocupa más acerca de las opciones estratégicas. Se imagina situaciones
diferentes y, entonces, expone lo que los generales en el pasado habían hecho cuando se
enfrentaban a la misma situación. El lector puede escoger la que le parezca apropiada dado su
tiempo y circunstancia. Vegecio, por otra parte, tiene más en común con Sunzi, pues la mayor parte
de su libro trata acerca de la preparación y la planeación: cubre temas como el entrenamiento, la
disciplina, la logística, el equipo y la organización. El ejército que esté bien equipado, bien entrenado
y bien preparado, dice Vegecio, triunfará sobre el que no lo esté.

De los dos trabajos, el de Vegecio duró más y tuvo mayor impacto. Con todo y su intento de ser
práctico, el libro de Frontino carecía de valor práctico. Saber lo que un comandante había hecho en
una situación similar cien años antes no siempre ayudaba a elegir qué hacer en cada momento.
Vegecio, por otro lado, ofrecía un sistema basado en organización, planeación y control. Aún se leían
copias de su libro en Europa durante la Edad Media y a lo largo del Renacimiento.

Antes de abandonar esta discusión acerca de los escritos romanos de administración, tal vez resulta
más apropiado analizar la más famosa cita acerca de la organización romana, atribuida al escritor
satírico Cayo Petronio Árbitro (muerto en el año 66 d.C.), otro a quien se forzó a terminar su propia
vida después de apuntar sus mofas al emperador Nerón en su Satyricon.

Nos preparamos mucho, pero parecía que cada vez que empezábamos a formar equipos, nos
reorganizarían. Iba a aprender más adelante en mi vida que tendemos a enfrentar cada nueva
situación en la vida reorganizándonos; y puede ser un método maravilloso crear la ilusión de
progreso mientras producimos confusión, ineficiencia y desmoralización.

A menudo, esta cita apareció en libros de organización y en artículos de periódicos y revistas durante
las décadas de 1970 y 1980; recuerdo haberla visto publicada, en texto grande, detrás de uno de los
escritorios en el área de préstamo de la Biblioteca Británica de Londres, en 1989. No obstante, en la
década de 1990 empezaron a aparecer dudas acerca de dónde provenía esta cita y se suscitó una
amplia campaña para encontrar a su autor, la cual no dio evidencia de que Petronio la hubiese
escrito. El primer avistamiento genuino parece haber tenido lugar en un tablero de anuncios en una
barraca del ejército inglés, poco después de la Segunda Guerra Mundial, y una teoría es que el autor,
un soldado descontento y estudiante de los clásicos, atribuyó la cita a Petronio para alejar la
atención de él. A pesar de la falsa atribución, la cita permanece tan verdadera como siempre. Como
comentó un observador anónimo en una conversación por internet sobre la controversia, sin duda
Petronio habría escrito estas palabras si las hubiera pensado. El pasado tiene influencia en el
presente, aunque solo sea de manera indirecta.

CONCLUSIÓN

Hemos visto cómo las primeras ideas tentativas acerca de la administración, en el cercano Oriente
y Egipto, se derivaron de la necesidad de crear orden y permanencia, además de cómo permitieron
a las incipientes civilizaciones de esas regiones sobrevivir y crecer. Otras partes del mundo también
las siguieron. De todas las civilizaciones de este periodo, China es la que nos ha dejado el más rico
legado: dos modelos característicos de organización: el negocio familiar y la burocracia; además de
dos diferentes teorías de control económico: la planificación central y el laissez-faire; y algo de
perdurable trabajo sobre estrategia. India también tuvo su padre fundador del pensamiento
administrativo, Kautilya. Por su parte, en la Grecia clásica, encontramos la primera
conceptualización de la división de trabajo, que se consideraba un resultado natural de la
civilización. Los griegos también comentaron acerca del papel y propósito de los mercados, además
de que contribuyeron con algunos pensamientos sobre el liderazgo. Mismos que desarrollaron con
mayor amplitud los romanos, quienes, imitándolos, encontraron en Vegecio un escritor y pensador
original en ciencia y organización militar.

También vimos las piedras angulares de las teorías acerca de las organizaciones: el liderazgo y la
estrategia. ¿Por qué estás en particular? Porque eran los campos donde estas ideas se necesitaban
más. Se necesitaba liderazgo para mantener unidas las sociedades y ayudar a crear la ideología
dominante que uniría a los miembros entre sí y con el líder. Se requería la estrategia para defender
a las incipientes naciones de las amenazas (incluidas, por supuesto, las de otras civilizaciones). Se
requerían las organizaciones para hacer las cosas y dar a la sociedad estabilidad y permanencia;
crear organizaciones efectivas que pudieran durar era una prioridad desde tiempos de Ahhotep y
Hammurabi. William Starbuck sostiene que aunque la gente ha escrito acerca de las organizaciones
por al menos tres mil años, la idea de una teoría general de las organizaciones se ha desarrollado
solo desde la década de 1930: “cuando los escritores hacían juicios acerca de las organizaciones, no
generalizaban. Escribían sobre organizaciones específicas” 82. Mi opinión es que esto es una
exageración. Algunos textos, como Los deberes del visir, en realidad son descripciones de
organizaciones particulares. Pero Platón, Confucio y Kautilya, al menos, buscaban principios
generales. Han Fei, estemos o no de acuerdo con él, estableció algunos principios generales de la
administración; él describió el gobierno real, pero esos principios se trasladaban a cualquier marco
organizacional. Y aunque se afirme que Kautilya y otros no lograron encontrar esos principios,
merecen crédito por, al menos, poner en movimiento las líneas de investigación.

Algo que ha faltado en la mayor parte de los escritos que hemos estudiado hasta hoy es la gestión
de empresas comerciales. La mayoría de los escritores estudiados se han ocupado de la
administración civil y militar. Como se ve en el capítulo 3, eso empieza a cambiar y se observa una
creciente conciencia de la gestión comercial como un campo de investigación por derecho propio;
y esa conciencia llega primero en un lugar que algunos lectores pueden encontrar sorprendente.

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