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Enero 2010
TÍTULO
El concepto de comunicación estética. Apuntes para reflexionar sobre la comunicación
intrapersonal
AUTORA
Vivian Romeu
Resumen
Se propone a la comunicación estética como un tipo de comunicación que puede describir los
procesos “intrapersonales” que, a partir de ahí, pueden ser conceptualizados como
comunicación intrapersonal. La propuesta parte del desarrollo de los conceptos de diálogo y
autorreflexión y la reflexión que a partir de ellos se suscita cuando se vinculan con la teoría de
la recepción estética de Wolfgang Iser. También se aborda la reflexión desde la naturaleza de la
obra de arte y la manera en que desde ella se dan el diálogo y autorreflexión. Se realiza además
una revisión breve sobre los lugares de abordaje de lo intrapersonal; y se analizan las causas de
su ausencia en los estudios de comunicación y en general, en el campo de la investigación en
comunicación.
1
Ello revela el enorme pendiente del campo de la comunicación con la psicología como ciencia del
comportamiento humano.
2
Son exponentes de esta corriente: Applbaum et al., 1973; Apple, l989; Barker & Edwards, 1980; O'Sullivan et al.,
1983, entre otros. Todos citados en Cunningham, 1997. Consultar la bibliografía al final de este trabajo.
3
Este añadido lo manejan Applbaum et al., 1973; Barker & Edwards, 1980; Watson & Hill, 1989. Todos citados en
Cunningham, 1997. Consultar la bibliografía al final de este trabajo.
Cunnigham, 1997) la entienden como la comunicación de uno mismo con varias partes de la
persona (el yo, el mí y el inconsciente), panorama muy parecido a lo que plantea Hebert Mead
con sus conceptos de “self” y “me”. Sin embargo, a pesar de esta multiplicidad de acepciones,
casi todos estos teóricos coinciden en afirmar que la comunicación intrapersonal posee
funciones epistémicas vinculadas al pensamiento, la reflexión y la abstracción simbólica, y que
es el sustento de toda comunicación y fuente del conocimiento sobre el sí mismo. De ser así,
¿por qué tanta ausencia en el campo de la reflexión teórica y la investigación en comunicación?
Por sólo ofrecer un panorama de la invisibilidad de la comunicación intrapersonal o lo
intrapersonal en los programas de estudio de comunicación en México, hemos realizado una
búsqueda en al menos 100 universidades a nivel nacional donde se imparte algún tipo de
programa de estudios en comunicación, y de ellos no ha habido una sola institución que refiera
a ella, aunque notamos que en algunos pocos planes de estudio en los que se imparte la
materia de psicología de la comunicación o afines es quizá donde se pueda encontrar algo
relativo a la comunicación intrapersonal. Sólo el TEC de Monterrey ofreció u ofrece una materia
optativa llamada Comunicación Interpersonal en la licenciatura de comunicación 4, pero hasta el
momento no hemos podido acceder a su temario ni a su bibliografía.
Por otra parte, es sabido que la comunicación ha sido estudiada desde casi todas las
ciencias sociales (sociología, antropología, psicología, filosofía, la lingüística); de ahí, el impacto
que cada una de estas ciencias ha ejercido en la construcción del objeto de estudio de la
comunicación en los diferentes períodos en que la comunicación ha estado vinculada a ellas, lo
que ha derivado también en una influencia marcada de las ciencias sociales en el diseño y
conceptualización de los modelos teóricos y los enfoques metodológicos concretos para
abordarlos.
Por ejemplo, el objeto de estudio más estudiado por el campo de la comunicación ha
sido el de los medios, y se ha estudiado tanto a partir de sus ámbitos de producción y de
recepción, como desde el ámbito de la enunciación-producción, el análisis textual y el aspecto
físico. En ese sentido, el abordaje de los medios ha sido bastante más diverso y completo que el
de otros “objetos de estudio”. Esto tiene su razón en el papel cada vez más importante y
protagónico que fueron adquiriendo los medios en la primera mitad del siglo pasado,
importancia que luego en los años 60 y 70 del siglo XX derivó en la investigación sobre sus
discursos. Recientemente, debido al rápido surgimiento y la vertiginosa consolidación de las
nuevas tecnologías de información y comunicación en la vida social contemporánea, la relación
entre los sujetos se ha propuesto como ámbito de estudio sugerente para el campo de la
comunicación ya que como bien plantea Héctor Gómez (2008), los nuevos escenarios donde
tanto los medios como los discursos se dan, resultan necesariamente interactivos y son
escenarios donde la actividad comunicativa desdibuja las fronteras entre emisor y receptor.
Con el estudio de la interacción entre los sujetos sociales, las prácticas –y,
específicamente las prácticas socioculturales- pasan a ser los nuevos objetos de estudio de la
comunicación, a partir de las dos últimas décadas del siglo XX, aunque siguen siendo soslayadas
4
Para mayor información, se puede consultar el link:
http://www.itesm.mx/va/topicos/Sinteticos/Analiticos/Co95050.htm
de su estudio las prácticas políticas (ámbito privilegiado aún de la sociología y la ciencia política)
y las prácticas artísticas (esfera de estudio de la semiótica y la estética fundamentalmente)5.
Para evidenciar lo dicho con anterioridad, a continuación se presenta un esquema que
resume en un grupo de 6, los modelos de la comunicación y el enfoque teórico que le ha dado
vida, así como las áreas de conocimiento de las que estos modelos y enfoques son construidos,
y los objetos de estudio que animan el trabajo de reflexión teórica y producción empírica en
cada uno de ellos.
Modelos socioculturales
(centrados en la relación Culturalista Prácticas Estudios Apropiación y
entre la cultura y las socioculturales Culturales consumo
prácticas de los sujetos) (años 80´s en
adelante)
5
Como se hace notar, la influencia que ejercen los Estudios Culturales en esta nueva dirección de los estudios y la
investigación en comunicación se hace más que evidente con esta descripción.
Como se puede observar, tanto la comunicación interpersonal como lo intrapersonal
quedan excluidos mayormente del panorama de los modelos y enfoques de la comunicación
que hasta hoy se estudian, reflexionan y se investigan empíricamente en el campo de la
comunicación. Hasta el momento, a pesar de que el componente personal y subjetivo, presente
en las prácticas socioculturales obliga a la comunicación a conceptualizarse a partir de
condicionamientos biológicos, psicológicos y culturales, el campo de la comunicación
permanece inmóvil ante tal evidencia. En lo general, la tendencia sigue siendo subestimar lo
intrapersonal como lugar de lo comunicativo, aunque no se puede negar que el campo ha
comenzado a explorar el estudio teórico y la investigación empírica de la comunicación
interpersonal, y con ello quizá puede abocarse en lo adelante en el estudio de lo intrapersonal
no sólo como factor insoslayable en el desarrollo de situaciones comunicativas interpersonales,
sino también como condición ineludible en la construcción del sí mismo, es decir, como factor
funcional de primer orden en los procesos de construcción de la subjetividad.
Es justamente en esta última dirección que de manera general este trabajo pretende
abonar a la reflexión sobre el papel de lo intrapersonal en los procesos y actos comunicativos
en aras de intentar conceptualizar como comunicación también al cúmulo de procesos
mentales que tienen lugar al interior del individuo y que al ser deudores en cierta medida del
legado biológico, social y cultural de este, juegan un rol insoslayable en sus pensamientos, en
las prácticas de vida que otorgan sentido a su existencia en términos de pertenencia y
distinción, y en sus comportamientos en relación a su sí mismo y a los otros. De forma concreta,
sin embargo, la apuesta que este trabajo se fija es proponer a la comunicación estética como un
tipo de comunicación desde la que se puede convocar esta reflexión.
6
Para mayor información, consultar: Buber, Martin (1969) Yo y tú. Buenos Aires: Nueva Visión (trad. Horacio
Crespo).
7
En los estudios de recepción, en cambio, amparados bajo el paradigma de la recepción activa, la apropiación
como proceso resulta el objeto de estudio en sí mismo ya que lo que interesa es el diferencial de apropiaciones
que hace un sujeto a partir de una realidad simbólica colectiva.
8
Esta idea guarda relación con el pensamiento de Inmanuel Levinas para quien lo existente da sentido a los entes
en el mundo, produciendo con ello una impersonalidad árida, neutra, que sólo puede ser superada en el ser para
el otro como momento ético de respeto a la alteridad. Para mayor información, consultar Levinas, Inmanuel (1999)
El tiempo y el otro. Barcelona: Paidós.
una triple relación: con los demás hombres (yo-tú) con el mundo (yo-ello) y con Dios (yo-Tú), se
puede afirmar que el diálogo en tanto relación es lo que da sentido a la vida del hombre.
A este tenor es que proponemos a la comunicación estética como un conjunto de
procesos donde el intercambio de información significante se da al interior de una misma
persona, a través del diálogo consigo mismo (que, recordemos, es un diálogo también con el
otro). Sin embargo, hemos de acotar que dicho diálogo no apunta de forma específica a los
procesos propiamente psicológicos que tienen lugar durante el intercambio, aunque sí asegura
el despliegue de los significados intersubjetivos9 resultantes de la interacción que sostiene
consigo mismo, que es lo que le da sentido a lo que experimenta en su praxis de vida. Como se
puede notar, se trata aquí de evidenciar el papel de lo intrapersonal en los procesos de
intercambio de información bajo las circunstancias del diálogo, mismas que suponemos
similares a las de la comunicación estética.
En el apartado siguiente, desarrollaremos la idea anterior al demostrar la naturaleza
dialógica y autorreflexiva de la comunicación estética, así como la forma en que esta
comunicación - a pesar de que estamos conscientes de que lo intrapersonal atraviesa todos los
gradientes de comunicación (interpersonal, grupal, organizacional, mediática y cultural) - puede
dar cuenta de una manera clara de cómo ocurre el intercambio de información significante al
interior de una persona, aun y cuando su finalidad no tenga que ver directamente con ello.
9
Para comprender el papel de la intersubjetividad en los procesos de construcción de subjetividad, consultar
Schütz, A. (1993). La construcción significativa del mundo social. Introducción a la sociología comprensiva.
Barcelona, Paidós.
10
Para mayor información, consultar la bibliografía referente a Jauss al final de este trabajo.
11
Para mayor información sobre el concepto de indeterminación o vacío de información, consultar la bibliografía
referida a Iser al final de este trabajo.
autor. La participación del lector en esta corriente queda relegada en función de la dimensión
pragmática del análisis del discurso en tanto acto comunicativo12.
Como se puede apreciar, a pesar de las diferencias conceptuales que hemos esbozado
brevemente acerca de la Escuela de Constanza, las tres corrientes parten de la participación del
lector en la interpretación de los textos estéticos para hablar de una teoría de la estética de la
recepción que coloca a la literatura, y con ello al arte, en un ámbito de reflexión propiamente
comunicativo. Sin embargo, de todas ellas, la corriente que refiere directamente al papel de lo
intrapersonal en los procesos de recepción estética es la que lidera Iser, toda vez que Jauss y
Gumbrecht se ocupan de la relación entre literatura e historia y/o cultura, respectivamente,
donde el lector es sólo el intermediario entre una y otra13. En ese sentido, lo planteado por
ambos críticos se inscribe en un escenario diacrónico que da cuenta del papel de la literatura en
los procesos históricos y sociales, y enfatiza la necesidad metodológica de comprender la
práctica literaria e incluso el papel de dicha comprensión en las grandes y paradigmáticas
construcciones interpretativas que poseemos del arte y su historia.
En cambio los postulados conceptuales y metodológicos de Iser, debido a la influencia
de la fenomenología del arte que recibe de Roman Ingarden, permiten dar cuenta de lo
intrapersonal, toda vez que parten de que el texto artístico no es tal hasta que no esté
completado mediante la interpretación del destinatario (Ingarden, citado en Iser, 1997, pp.
216-217). En ese sentido, la propuesta de Iser contempla la participación del lector no desde un
punto de vista histórico y/o cultural sino desde un punto de vista auto-dialógico, es decir, que el
lector para poder completar con su interpretación el texto estético precisa de aproximarse al
texto mediante la asignación de los sentidos que probablemente puedan completarlo. Sin
embargo, este proceso -en tanto proceso incierto y ambiguo- posibilita que el texto le retorne
dialógicamente la interpretación al lector ya que el texto se le presenta a éste no sólo como una
entidad autónoma y autosuficiente, sino también misteriosa (justo debido a la presencia de
vacíos de información) con la que el lector tiene necesariamente que dialogar, aunque al
hacerlo en realidad lo haga consigo mismo (presencia de lo intrapersonal).
12
Para mayor información consultar la bibliografía dedicada a Gumbrecht al final de este trabajo.
13
Para profundizar en este tema, consultar la bibliografía referida a Jauss y a Gumbrecht al final de este trabajo.
recepción parcialmente ahistórica en tanto sitúa su punto de partida en la configuración textual
y no en el lector14.
Sin embargo, esta concepción que muchos tildan de esencialista y ahistórica, en nuestra
opinión, resulta más criterio metodológico que postura conceptual en sí misma. La razón está
en que Iser no evade la responsabilidad interpretativa del lector que emana de su participación
en los procesos de completamiento del texto (o en la concreción del texto en obra que para él
es lo mismo); más bien, Iser parte de la necesaria actividad de ese lector para poder completar
el texto y convertirlo en obra de arte. En consecuencia, según el autor, la participación del
lector resulta crucial para que tenga lugar lo que Iser considera es la verdadera manifestación
del texto: su concretización (Iser, 1997, p. 216).
Como ya hemos mencionado la concretización del texto en obra se lleva a cabo
mediante la participación del lector, pero dicha participación debe estar signada por la
observancia de la configuración virtual del texto15 para su completamiento por parte del lector.
Es decir, no se trata de cualquier participación, sino de una en particular que Iser denomina
“completamiento” y por medio de la cual se logra la concretización del texto en obra. Debido a
lo anterior, resulta evidente que el lector no puede completar el texto libremente o a su gusto,
sino que para hacerlo precisa de tomar en cuenta su configuración virtual o potencial porque es
justamente ella la que orienta la actividad interpretativa del lector.
Como se puede observar, este acotamiento conceptual no sólo restringe el tipo de
participación del lector en el proceso de concreción de la obra, sino su participación misma. El
término que Iser utiliza para denominar este proceso es el de “confluencia” (Iser, 1997, p. 221),
y constituye el núcleo de su conceptualización sobre los procesos de recepción estética. Con
ello, la recepción estética se distancia de cualquier otro tipo de recepción, adquiriendo
propiedades dialógicas y no necesariamente apropiativas16.
No está de más señalar, brevemente, que la apropiación, a pesar de ser un proceso
conectado con la construcción de subjetividades y, en ese sentido con la experiencia de vida de
los sujetos, es también un proceso cuya naturaleza está circunscrita a la voluntad y a la
circunstancia, aspectos estos que redundan en lo que John Fiske (1987)17 ha denominado
“democracia interpretativa” o “democracia semiótica”. Debido a ello justamente, tomamos
distancia con respecto al concepto de apropiación y proponemos el concepto de diálogo, muy
14
Como se podrá ver en el apartado siguiente, esto comporta criterios metodológicos de suma importancia para lo
que llamaremos comunicación estética.
15
“Virtual” que no se identifica ni con la realidad del texto real ni con la disposición del lector. Esta acotación
podría servir de paliativo a la limitación que ofrece el concepto de pertinencia, en tanto la pertinencia es elegida
no en función del texto real sino en función de un texto virtual que es el texto que se somete a la lectura.
16
El concepto de ”apropiación” proviene de la arquitectura, específicamente de la Teoría de la Apropiación de
Roberto Fernández y apunta hacia la idea de hacer propios los elementos arquitectónicos y territoriales de los
espacios urbanos. Para mayor información sobre el tema, consultar Hacia una teoría de la apropiación, de Roberto
Fernández, en revista ARS No. 5, julio, Santiago de Chile, 1984. En comunicación no obstante ha definido todo un
criterio metodológico sobre el paradigma de la recepción activa, y el peso de las mediaciones culturales en los
procesos de recepción. El concepto de apropiación no implica dejar de lado los criterios hegemónicos en la cultura,
pero establece sin embargo, como dijera Eco, un distanciamiento diferencial en la recepción de los sujetos
respecto a los signos y discursos que circulan socialmente.
17
Fiske, J. (1987), Television Culture. London: Routledge.
relacionado con la filosofía y específicamente vinculado con la filosofía hermenéutica 18 sin
perder de vista la idea comunicacional sobre la alternancia discursiva presente en el diálogo.
Como ya hemos mencionado, en los procesos de recepción estética el concepto de
confluencia de Iser contraviene el sentido de la apropiación en la medida en que el
completamiento fruto de la participación interpretativa del lector requiere indefectiblemente
de la observancia o el “tener en cuenta” la configuración virtual del texto que precisa
completar. En ese sentido, el proceso de completamiento de un texto se realiza por medio del
diálogo entre texto-obra y lector, es decir, se trata de una estructura dialógica de tipo
conversacional, en la que la alternancia y el “tener en cuenta a” son criterios conceptualizantes.
No obstante lo anterior, sigue incompleta la respuesta acerca de por qué asignar a los procesos
de recepción estética propiedades diferentes a las de cualquier proceso de recepción, lo que no
puede contestarse sin antes referir a la naturaleza comunicativa y dialógica de la obra de arte.
18
Soslayaremos en este trabajo la reflexión sobre los postulados y representantes de la filosofía pragmático-
hermenéutica por no ser pertinente a los objetivos del mismo.
De las dos premisas anteriores, la segunda ha sido abordada ampliamente en este
trabajo; de la primera en cambio, en tanto refiere a la naturaleza de la obra de arte y a su
comunicabilidad intrínseca como propiedad dialógica, daremos cuenta a continuación.
Partamos de que la obra de arte entra, según Bruner (2001) en la categoría de eventos
“especiales” debido a que no refiere directa ni objetivamente a la realidad, y resulta por ello un
evento de naturaleza simbólica que refiere a una realidad ficcionada, aunque posible. Debido a
ello, el arte apela a la imaginación del lector pues lo posible no existe más que en la
imaginación, no es real. Sin embargo, el pensamiento no puede imaginar más allá de lo que
puede pensar y puede pensar todo aquello que puede expresar; de ahí que lo posible
imaginado, si bien irreal es mínimamente inteligible.
A partir de lo anterior es posible afirmar que la obra de arte posee inteligibilidad y en
consecuencia su realidad simbólica posibilita la presencia del diálogo. Toca ahora demostrar
cómo este principio de inteligibilidad del arte opera en el texto-obra.
La inteligibilidad es un principio del entendimiento, por lo que resulta un requisito para
el diálogo. Una obra de arte, al no referir a la realidad sino a sí misma, obstaculiza el acceso a lo
inteligible que hay en ella, pero no lo impide. La razón de esta aseveración hay que hallarla en
el concepto iseriano de “núcleos de indeterminación”, ya que a pesar de que los vacíos de
información sean informaciones no dichas que obligan al lector a completar su significado en el
texto para dar curso a su proceso de lectura, esto no implica en ningún sentido ausencia de
información; más bien indica la existencia de lagunas informativas al interior del texto, mismas
que necesariamente tienen una incidencia directa en la ambigüedad de sentido del texto en
cuestión.
Es decir, para que una obra de arte pueda considerarse como tal es necesario que antes
posea vacíos de información, o lo que es lo mismo: que sea indeterminada; ello supone que la
información presente en la obra de arte se configura de manera que algunos datos o
informaciones poseen un sentido concreto y cerrado, y otros no, lo que a su vez implica que las
lagunas de sentido resultado de los datos o informaciones no dichas están articuladas con las
significaciones concretas y cerradas de los demás datos al interior del texto. Dado lo anterior,
las articulaciones de sentido, derivadas de la organización estructural de los datos o
informaciones presentes en el texto (ya sea que sean dichos o no), acotan la imaginación del
lector durante el proceso de completamiento, pues necesariamente el lector tiene que partir de
ellas para poder llevarlo a cabo.
Como se puede concluir, la configuración estructural de la obra de arte orienta al lector
en su proceso de completamiento debido a que gesta articulaciones de sentido que funcionan
como límites a la significación, o lo que es lo mismo como límites a la interpretación. Por ello,
en la observancia rigurosa de estos límites, no sólo encuentra el lector el camino para el
completamiento, sino que también halla la obra la posibilidad real de establecer diálogo con el
lector.
19
A esto nos hemos referido con anterioridad en el texto “El arte como objeto cultural elitista” (2006). Para mayor
información consultar la bibliografía al final del presente trabajo.
20
La filosofía hermenéutica resume esta postura, enfocándose en la interpretación del arte como un modo de
conocimiento abductivo por medio del cual el individuo “conoce” el mundo. Aunque este postulado posee matices
conceptuales y teleológicos que los diferencian, en lo general los representantes de la corriente hermenéutica en
filosofía (Gadamer, Ricoeur, Vattimo, entre otros) coinciden en afirmar a la interpretación como un ejercicio
aproximativo al conocimiento que requiere del esfuerzo del individuo para llevarlo a cabo. No obstante lo
anterior, el primero que da cuenta de lo abductivo como modo de conocimiento es Charles Peirce, en oposición al
razonamiento abductivo basado en los silogismos planteado por Aristóteles.
De esta manera, el diálogo en tanto propiedad de los procesos de recepción estética
tiene lugar por medio del intercambio analítico de información entre el lector y el texto-obra,
gestándose así un tipo de comunicación que hemos denominado comunicación estética. La
comunicación estética en consecuencia se define como el conjunto de procesos dialógicos
entre texto y lector sostenidos mediante el intercambio analítico de información entre uno y
otro, cuyo fin es el completamiento textual que convierte al texto artístico en obra de arte,
mismo que es llevado a cabo por medio de la participación restringida del lector en la
asignación de sentidos al texto-obra, a partir de la observancia por parte del lector de la
configuración previa del decir del texto artístico, que es, a su vez, indicador de su naturaleza
textual independiente y autónoma.
El papel de lo intrapersonal en la comunicación estética está dado entonces por la
propiedad auto-dialógica que posee este tipo de comunicación, en tanto a través de ella el
lector se enfrenta a su sí mismo no sólo como individuo, sino como ser social e históricamente
situado. El funcionamiento perceptual, motivacional y cognitivo del sujeto, que es lo que
posibilita su diálogo al interior de sí mismo, se halla circunscrito a su propia actividad
interpretativa. Esto convierte a la interpretación en una actividad que extiende su influencia
más allá del completamiento o de la transformación del texto artístico en obra de arte, para
intervenir de manera puntual en los procesos de construcción de conocimiento por parte del
lector, y la coloca a su vez como instancia primordial del intercambio de información que es el
soporte conceptual y metodológico de lo comunicativo.
Dado todo lo anterior, consideramos que la conceptualización que hemos hecho acerca
de la comunicación estética gesta las condiciones para reflexionar más a fondo sobre el tipo de
procesos que puede describir y explicar esa dimensión de lo comunicativo que comporta lo
intrapersonal.
Bibliografía:
Bajtín, Mijaíl, (1982), Estética de la creación verbal, Siglo XXI (trad. Tatiana Bubnova), México.
Bajtín, Mijail (1986). “Speech Genres and Other Late Essays”. Trad. Vern W. McGee, University
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Bellack, J. y Edlund, B., (1992), Nursing assesment and diagnosis, 2da edición, Jones and Barlett
Publishers, London.
Bruner, Jerome, (2001), Realidad mental y mundos posibles. Los actos de la imaginación que dan
sentido a la experiencia, Gedisa, Barcelona.
García, Leonarda, (2008), “Las ciencias de la comunicación a la luz de las nuevas tecnologías:
retos para una disciplina en la incertidumbre”, en Revista Global Media Journal en Español,
<http://gmje.mty.itesm.mx/lascienciasdelacomunicacion.pdf> (Consulta marzo 2009)
Iser, Wolfgang, (1997), “El proceso de lectura: enfoque fenomenológico”, en J.A. Mayoral
(comp.) Estética de la Recepción, Arco, Madrid, pp. 215-243.
Jauss, Hans Robert, (2000), Pequeña apología de la experiencia estética, Paidós, Barcelona.
Romeu, Vivian, (2006), “El arte como objeto cultural elitista. Apuntes para una reflexión sobre
las gramáticas de recepción estéticas y los procesos de interacción humana que se desprenden
a partir de ellas”, en Revista Andamios, no. 4, junio, pp. 239-262, México,
<www.uacm.edu.mx/andamios/num4/articulo%205.pdf>
Rothe, Arnold, (1997), “El papel del lector en la crítica alemana contemporánea”, en Mayoral,
J.A. (comp.) Estética de la Recepción, Arco, Madrid, pp. 13-30.