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Facultad de Ciencias Veterinarias

-UNCPBA-

Uroabdomen: Diagnóstico y manejo en


pacientes politraumatizados.

Martínez Ferreira, Melina; Mouly, Javier; Catalano Marcelo.

Marzo, 2017

Tandil
Uroabdomen: Diagnóstico y manejo en pacientes
politraumatizados.

Tesina de la Orientación Sanidad Animal presentada como parte de los requisitos


para optar al grado de Veterinario del estudiante: Martínez Ferreira, Melina
Angélica.

Tutor: M.V. Mouly, Javier.


Director: M.V. Esp. en Cirugía de Pequeños Animales, Catalano,
Marcelo.

Evaluador: Vet. Nejamkin, Pablo


Dedicatorias

A Dios, quien siempre ha sido fiel.


A mi madre, mi apoyo, aliento y sostén en esta travesía.
A todos aquellos que a pesar de los tropiezos y caídas siguen
perseverando día a día para alcanzar sus sueños.
Agradecimientos

A mis padres Gladis y Abel, mis hermanos Roberto y Gerónimo, pilares de mi


vida, por su apoyo incondicional.
A mis amigos y compañeros de ruta Cecilia Mantello, Brenda González, Pablo
De Zen, Astrid Gomez, Julieta Mercanti,
A Marisol Marchioli, Melisa Giles, Juan Amici.
A Manuela Saffores y Andrea Pérez.
A Nadia Marini, Lucila Tanco, Natalia Pascua, Viviana Peralta, Natalia Salvador
y Constanza Bello.
A Tatiana Neufeld y Celeste Maistruarena, por ayudarme a darle forma a esta
tesina.
A Ester González y Oscar Salinas, por sus oraciones y por hacerme parte de su
familia.
A la familia Marchioli, familia Giles, Eduardo Russo y Teresa Santillan.
A cada miembro de Iglesia de Dios, Tandil, especialmente a mi pastor, Sergio
Cuarterola y su esposa Miriam.
A todo el equipo de veterinaria “Crena” por sus enseñanzas, especialmente a mi
tutora Rosa Pérez.
A Javier Mouly y a todo su equipo de médicos y auxiliares, quienes me han hecho
sentir como en casa.
Resumen

El uroabdomen (UA) o uroperitoneo (UP) es una de las causas más frecuentes


de colecta abdominal aguda en pacientes politraumatizados. Se define como el
acumulo de orina en la cavidad peritoneal, la que puede provenir de riñones,
uréteres, vejiga o uretra proximal. Dentro de las causas, la que se presenta con
mayor frecuencia tanto en perros como en gatos es la ruptura de vejiga, por
accidentes automovilísticos (perros) o caídas de altura (gatos). El escape de
orina en la cavidad abdominal puede producir peritonitis por irritación química.
Los cambios electrolíticos y metabólicos severos que se producen, pueden llevar
al deterioro de la función cardíaca y renal, y comprometer la sobrevida del
paciente. Es muy fácil pasar por alto una lesión en el tracto urinario (TU) durante
la evaluación inicial de un paciente politraumatizado, debido a que, a menudo,
estos pacientes presentan otras condiciones que amenzan su vida. Por esto es
importante establecer un protocolo de diagnóstico rápido, mediante la
observación e inspección del paciente y el uso de métodos complementarios
como radiografía y ultrasonografía, para poder brindarle al paciente, un
tratamiento apropiado que corrija el desbalance hídrico y electrolítico que se
haya presentado con el fin de prepararlo para una futura cirugía reparadora. El
siguiente trabajo intenta destacar la importancia de realizar un diagnóstico
precoz de lesiones en el tracto urinario en mascotas que llegan al consultorio por
politraumatismos y mostrar como un manejo adecuado puede ser la diferencia
entre la vida y la muerte de estos pacientes.

Palabras clave: Colecta abdominal, Uroabdomen, Politraumatizado,


Ultrasonografía en politraumatismos, Tratamiento del uroabdomen.
Índice

Página
Introducción 1
Etiología 3
Fisiopatología y complicaciones 4
Diagnostico 7
Anamnesis 7
Signos clínicos 7
Exploración física 8
Diagnóstico de laboratorio 8
Análisis de sangre 8
Evaluación del líquido abdominal 9
Diagnóstico por imagen 12
Radiografía 12
ultrasonografía 14
Diagnóstico diferencial 18
Tratamiento 19
Manejo inicial del paciente 19
Estabilización 19
Tratamiento de la hiperkalemia 20
Manejo del dolor 21
Derivaciones Urinarias y Diálisis peritoneal 23
Tratamiento quirúrgico 24
Caso clínico 25
Discusión 31
Conclusión 32
Bibliografía 33
Introducción

El uroabdomen o uroperitoneo (UA o UP) es una de las causas más


frecuentes de colecta abdominal aguda en pacientes politraumatizados. Se
define como el acúmulo de orina en la cavidad peritoneal, la que puede provenir
de riñones, uréteres, vejiga o uretra proximal (Stafford y Bartget, 2013; Fossum,
2009).

Dentro de las causas, la que se presenta con mayor frecuencia, tanto en


perros como en gatos, es la ruptura de vejiga por accidentes automovilísticos
(perros) o caídas de altura (gatos) (Stafford y Bartget, 2013; Bartges y Polzin,
2013; Tello, 2007).
La ruptura de vejiga también puede ser espontánea, asociada a
neoplasias, cistitis grave u obstrucción de tracto urinario; traumas obtusos, como
golpes en el abdomen, heridas penetrantes, o iatrogénica al realizar citocentesis,
cateterización, compresión manual de la vejiga o como resultado de una
complicación posquirúrgica (Mayhew y Holt, 2004; Fossum, 2009; Bartges y
Polzin, 2013). Si bien todo el órgano puede verse afectado, la porción más
susceptible es el trígono vesical (Mayhew y Holt, 2004).

Dado que el escape de orina en la cavidad abdominal puede


producir peritonitis por irritación química y que los severos cambios electrolíticos
y metabólicos que se producen, pueden llevar al deterioro de la función cardíaca
y renal, es importante establecer un diagnóstico rápido para poder darle al
paciente un tratamiento apropiado y, finalmente, derivarlo a una futura cirugía
reparadora (Stafford y Bartges, 2013). El diagnóstico final se arriba a través de
la inspección del animal (estado, signos clínicos, evidencia de trauma abdominal
o pélvico, palpación abdominal), análisis de sangre, evaluación del líquido de
punción abdominal y/o por medio de imágenes como la radiografía contrastada
o ultrasonografía (Bartges y Polzin, 2013).
Por lo dicho anteriormente y sumado a que se trata de animales que han
sufrido severos traumas y alteración de órganos y sistemas, es necesario
estabilizar el medio interno del paciente previo al acto quirúrgico, para lo cual, se
deben administrar fluidos por vía endovenosa y realizar un drenaje abdominal,
por al menos seis a doce horas previas a la cirugía. Debemos considerar al

1
uroabdomen como una urgencia médica y no una emergencia quirúrgica
(Stafford y Bartges, 2013).

En el siguiente trabajo se expondrán los pasos a seguir ante la llegada de


un paciente politraumatizado en el que se sospecha de una ruptura de vejiga, su
diagnóstico, tratamiento médico y quirúrgico.

2
Etiología

Los traumas en la vejiga son muy frecuentes en los pacientes veterinarios


y pueden llevar al UP, el cual trae como consecuencia disturbios metabólicos y
sistémicos que pueden ser fatales si no se tratan apropiadamente. Es muy
común observar ruptura de vejiga o uretra, siendo más frecuente la primera, en
pacientes que han recibido golpes en el abdomen o pelvis como consecuencia
de patadas, accidentes de tránsito o caídas de altura, entre otros, provocando,
finalmente un uroabdomen (Corriere y Sandler, 1999; Fossum, 2009; Stafford y
Bartges, 2013).

La ruptura de la vejiga puede darse por la compresión que se ejerce


durante el impacto sobre ella, esto está en relación al grado de distensión de
dicho órgano en el momento del trauma. El rápido incremento de la presión
intraperitoneal que se produce durante el evento traumático puede causar la
ruptura cuando la vejiga se encuentra distendida, cuyas paredes están delgadas
y sus fibras musculares estrechas (Stafford y Bartges, 2013). En ocasiones, el
impacto de la colisión puede causar no solo la ruptura, sino también la necrosis
de la víscera (Fossum, 2009).

Los pacientes que sufrieron fracturas en la pelvis, también tienen altas


probabilidades de cursar con UA, debido a la deformación del canal pélvico y a
la presencia de fragmentos óseos que pueden lacerar la vejiga y producir, en
consecuencia, escape de orina a la cavidad (Corriere y Sandler, 1999; Tello,
2007; Stafford y Bartges, 2013).

Se ha descripto que los perros machos tienen mayores probabilidades de


sufrir lesiones en la vejiga durante un accidente debido a que su uretra es más
estrecha y larga que en las hembras y por lo tanto tiene menor posibilidad de
adaptarse ante un rápido incremento de la presión intravesicular (Stafford y
Bartges, 2013).

La ruptura de uréteres por trauma es improbable, gracias a su anatomía y


localización, lo mismo para los riñones que se encuentran protegidos por la
columna vertebral, los músculos dorsales, la grasa perirrenal y la pared costal.
Si el animal presentara fractura de columna o de las últimas costillas hay que
considerar la posibilidad de lesión renal (Mayhew y Holt, 2004; Mattoni, 2015).
3
Fisiopatología y Complicaciones

Entre las consecuencias de uroabdomen, podemos encontrar


deshidratación, azotemia, hiperpotasemia, acidosis metabólica y peritonitis
química. Su gravedad depende del tiempo transcurrido desde el trauma, el sitio
y tipo de lesión, y la presencia de daño en otros órganos o enfermedades
concomitantes (Stafford y Bartges; 2013; Mattoni, 2015).

La orina es más osmolar que el líquido extracelular (LEC), su acumulación


genera un gradiente de concentración a través del peritoneo, del compartimiento
extracelular a la cavidad abdominal. Esta orina acumulada en el peritoneo
provoca efectos nocivos para los tejidos circundantes; por su pH y por las
sustancias que lo componen genera una peritonitis por acción química, y por
ende mucho dolor (Stafford y Bartges, 2013; Polzin, 2013). En ocasiones, puede
desencadenarse en un íleo paralítico como consecuencia de la peritonitis. La
presencia de orina en la cavidad peritoneal contribuye al paso de líquidos del
Espacio Extra Celular (EEC) al abdomen. Así mismo puede observarse un
incremento en la pérdida de albúmina hacia el espacio peritoneal, disminuyendo
la presión oncótica a nivel vascular e incrementándola a nivel cavitario, lo que
favorece la formación de efusión abdominal (Mattoni, 2015).

Cuando se filtra orina en la cavidad abdominal, se acumulan también


algunas moléculas. Aquellas que son de mayor tamaño molecular, como la
creatinina, difunden lentamente hacia el EEC, por lo tanto también, a la
circulación, lo que contribuye a la fuerza osmótica que desplaza el agua desde
el espacio extracelular hacia el peritoneo, mientras que los solutos de menor
peso molecular presentes en la orina, como urea y potasio (K+) difunden
rápidamente, gracias a su gradiente de concentración hacia el compartimento
extracelular para, posteriormente, ingresar a la circulación. El Sodio (Na+) y el
cloro (Cl-), normalmente, en mayor concentración en el LEC que en la orina,
difunden hacia el abdomen, arrastrando agua (Fossum, 2009; Bartges y Polzin,
2013; Mattoni 2015).

La rápida difusión de solutos contenidos en la orina desde la cavidad


abdominal hacia la circulación sanguínea, como la urea, es causa de azotemia,
potenciado por otros factores, prerrenales, como la deshidratación que lleva a

4
una reducción en la filtración glomerular y produce una disminución en la
secreción de urea y creatinina (Stafford y Bartges, 2013; Bartges y Polzin, 2013;
Mattoni, 2015).

El potasio (K+) contenido en la orina que se acumula en la cavidad


abdominal es reabsorbido hacia la circulación sistémica a favor de un gradiente
de concentración resultando en hiperkalemia. En un intento por mantener la
homeostasis, la excreción renal de K+ se ve incrementada por los efectos que
produce la aldosterona en las bombas ATPasa de Na+/K+ en el túbulo
contorneado distal (TCD) y túbulo colector (TC). Dado que el K+ no puede ser
absorbido a través de la membrana peritoneal con la misma rapidez con la que
es excretado por los riñones, es que la concentración K+ en el líquido abdominal
es mayor que en la sangre periférica (Cunningham, 2003; Stafford y Bartges,
2013).

La hiperkalemia causa un incremento en el potencial de reposo, y por lo


tanto una reducción de la intensidad del potencial de acción, lo que hace a las
células del cuerpo menos excitables. Esta reducción de la excitabilidad en los
miocitos cardíacos hace que las contracciones del corazón sean
progresivamente más débiles resultando en bradicardia y arritmias que pueden
evolucionar a fibrilación ventricular o asistole, constituyendo una amenaza para
la vida, si no se corrige a tiempo (Martin, 2001; Guyton, 2006). Los disturbios en
la conducción eléctrica del corazón dependen, no solo del grado de hiperkalemia,
sino también de la velocidad con la que ésta se produce, y la presencia de
anormalidades concurrentes tales como acidosis metabólica, hipocalcemia e
hiponatremia, los cuales pueden exacerbar los efectos nocivos de la
hiperkalemia sobre la actividad eléctrica cardíaca (Mayhew y Holt, 2004; Mattoni,
2015).

Los protones hidrógenos se retienen en la orina, por lo tanto, también se


acumulan en el abdomen y se reabsorben a través de los capilares del peritoneo,
generando acidosis metabólica, agravada por la producción de ácido láctico
durante la pobre perfusión tisular como consecuencia del shock hipovolémico,
por la deshidratación y por posibles hemorragias (Tello, 2007; Mattoni, 2015).

5
La deshidratación es el resultado de la combinación del desplazamiento
de líquidos desde el espacio extracelular, el derrame de orina en la cavidad
peritoneal, la disminución de la ingesta de agua y la perdida de líquidos que a
menudo ocurren por vómitos (Mayhew y Holt; 2004, Mattoni, 2015).

6
Diagnóstico

Es muy fácil pasar por alto una lesión en el tracto urinario (TU) durante la
evaluación inicial de un paciente politraumatizado, debido a que, a menudo,
estos pacientes presentan otras condiciones que amenzan la vida, tales como
shock hipovolémico, contusión pulmonar, traumas cerebrales y fracturas,
sumado al hecho de que la mayoría de estos pacientes no presentan signos
clínicos que orienten hacia el diagnóstico de UA (Stafford y Bartges, 2013). Por
lo tanto, es menester realizar un buen protocolo diagnóstico a partir de la
anamnesis, los signos clínicos, el examen físico, y exámenes complementarios
tales como pruebas de laboratorio, radiografía contrastada y ultrasonografía
(Mayhew y Holt, 2004; Fossum, 2009; Stafford y Bartges, 2013).

Anamnesis:

Antecedentes de incidentes traumáticos, aunque estos, pueden no


ser vistos por los propietarios, accidentes de tránsito, caídas de altura,
peleas con otros animales. Todo animal que haya sido embestido por un
vehículo deber ser evaluado por si hubiera lesión en el tracto urinario
(Fossum, 2009; Stafford, 2013; Bartges y Polzin, 2013).

Signos clínicos:

Los signos clínicos de traumatismo en el tracto urinario suelen ser


vagos y pueden estar enmascarados por otros signos, como letargia,
anorexia, vómitos y debilidad, que pueden ser secundarios a la azotemia,
al shock hipovolémico, a la acidosis metabólica, o a la hiperkalemia.
Pueden presentar también hematuria, oliguria o anuria, lo que da
sospecha de lesión en el tracto urinario (Fossum, 2009; Stafford y
Bartges, 2013).

Los animales pueden mostrar signos de deshidratación, distensión


abdominal, dolor abdominal y hernias (Mayhew y Holt, 2004; Fossum,
2009; Stafford y Bartges, 2013).

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Exploración física:

Durante la exploración física, podemos observar hematomas en el


abdomen, en la región pélvica o inguinal y fracturas de pelvis (Stafford y
Bartges, 2013).

La palpación puede revelar severo dolor abdominal, presencia de


líquido en el abdomen, mediante la técnica de sucusión. Debemos intentar
palpar la vejiga para determinar su tamaño y forma. Una vejiga palpable y
distendida, no descarta la posibilidad de que la mascota este cursando
con un UA por ruptura de cualquier porción del TU (Fossum, 2009;
Stafford y Bartges, 2013).

Al monitorizar la producción de orina, se observará la cantidad y


sus características, es decir, si hay hematuria, disuria o anuria (Fossum,
2009).

Diagnóstico de Laboratorio

 Análisis de sangre (suero o plasma)

-Hemograma completo.

-Bioquímica sérica.

-Medio interno.

Los datos que nos orientarán al diagnóstico de UA son las


concentraciones de potasio, creatinina, urea en sangre, también
observar el estado acido-base en que se encuentra el paciente,
(concentración de bicarbonato sanguíneo y bases en exceso)
(Stafford y Batges, 2013; Bartges y Polzin, 2013). Dado que el
animal debe ser evaluado en su totalidad, el análisis de sangre
revelará también si hay daño hepático o si hay presencia de
anemia, deshidratación y otras anormalidades (Tello, 2007).

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Tabla 1. Química sanguínea orientativa hacia el diagnóstico de UA
Azotemia
Nitrógeno 5-30mg/dl (perros) >30 mg/dl (perros)
Ureico 15-32 mg/dl (gatos) >32 mg/dl (gatos)
Azotemia
Creatinina 0,7-1,8 mg/dl (perros) >1,8 mg/dl (perros)
1,0-2,0mg/dl (gatos) >2,0 mg/dl (gatos)
Hiperkalemia
Potasio 3,9-4,9 mmol/L (perros) >4,9 mmol/L
3,5-4,9 mmo/L (gatos)
Acidosis metabólica
Bicarbonato 18,8-25,6 mmol/L Perros) <18,7 mmol/L (perros)
14,4-21,6 mmol/L (gatos) <14,4 mmol/L (gatos)
Bases en Exceso +2/-2 mEq/L Acidosis metabólica
< -2 mEq/L
Datos tomados de Ruptured bladder in dogs and cats. By Mayhew
and Holt (2004). Standars of care. Emergency and Critical Care Medicine.
6.10, pág. 2.

La severidad de los cambios en la bioquímica del suero depende


del tiempo trascurrido entre el comienzo del UA y el análisis de sangre,
así como la velocidad con la que las moléculas difunden a través de la
membrana peritoneal. A diferencia de la azotemia o la hiponatremia que
pueden desarrollarse dentro de las 24 horas post trauma, la hiperkalemia
puede aparecer a partir de las 48 horas o más (Stafford y Batges, 2013).

 Evaluación de líquido abdominal

Puede adquirirse por abdominocentesis (con o sin guía ecográfica)


(Fig. 2) o drenaje abdominal. La técnica más usada en caninos consiste
en dividir al abdomen en cuatro cuadrantes (Fig. 1) y realizar punciones
en cada uno, con previa tricotomía y asepsia quirúrgica, si no se obtiene
colecta de líquido peritoneal, se recurrirá al lavado. La dosis
recomendada es de 20ml/kg de solución salina estéril. Se mueve un poco
9
al paciente y se recolecta el líquido (Franco Lodoño, 2012). Se
analizarán sus características bioquímicas y citológicas y se comprarán
las concentraciones de las sustancias indicadoras de uroabdomen
(creatinina y potasio) entre el líquido peritoneal y la sangre periférica. Por
esto, se requiere para el diagnóstico de laboratorio que las muestras de
sangre o suero y líquido de punción abdominal sean tomadas al mismo
tiempo (Bersenas, 2011; Bartges y Polzin, 2013).

Figura 1. Marca de Figura 2. Abdominicentesis


división del abdomen en 4 con guía ecográfica (Kumar,
cuadrantes (Smeak, 2006). 2012).

El líquido libre dentro de la cavidad abdominal puede aparecer


como un transudado, un transudado modificado o exudado, pudiendo
encontrarse también sangre libre o células inflamatorias. Dado que la
orina es un irritante químico, se desencadena una respuesta inflamatoria
aséptica, obteniéndose a la citología un recuento de células nucleadas (>
5000 células/ml) (Stafford y Bartges, 2013).

Se espera que los analitos excretados normalmente en la orina


(creatinina y potasio) estén en mayor concentración en el líquido
peritoneal que en el plasma, dado que la velocidad a la que estos difunden
hacia la circulación sanguínea es más lenta que la velocidad a la que se
excreta en la orina (Mayhew y Holt, 2004; Bartges y Polzin, 2013). Un
estudio retrospectivo en perros halló que una proporción mayor que 2:1
en la concentración de creatinina en el líquido peritoneal y sangre
respectivamente, fue 100% específica y 86% sensible para uroabdomen,

10
mientras que, para el potasio, una proporción mayor que 1,4:1 fue 100%
específica y 100% sensible (Schmiden et al., 2001).

Tabla 2. Sugerencias de interpretación de las evaluaciones pareadas (muestras


tomadas al mismo tiempo) de líquido peritoneal y suero o plasma en perros y gatos
con sospecha de UA. En todos los casos, los resultados deben interpretarse en
conjunto con el resto de la información clínica disponible (Bartges y Polzin, 2013).
Resultados del estudio pareado Interpretación
La concentración de creatinina en Diagnóstico de uroabdomen
el líquido peritoneal supera 2 veces
o más la sanguínea.
La concentración de creatinina Sospechoso de uroabdomen: medir la
en el líquido peritoneal supera menos concentración de potasio
de 2 veces la sanguínea.
y
La concentración de potasio en el Respalda el diagnóstico de
líquido peritoneal es mayor que en uroabdomen (a mayor proporción,
sangre mayor probabilidad).
ó
La concentración de potasio en el No sustenta el diagnóstico de
líquido peritoneal es menor o igual uroabdomen.
que en sangre
La concentración de creatinina No hay evidencia de uroabdomen (esto
en el líquido peritoneal en menor no descarta la posibilidad de que la
o igual que la sanguínea condición esté presente).

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Diagnóstico por imagen

Una vez obtenida la estabilización del paciente, es necesario y útil realizar


estudios por imágenes para localizar la lesión en el tracto urinario. Estos incluyen
radiografías abdominales simples, cistografía de contraste positivo,
ultrasonografía abdominal (Stafford y Batges, 2013).

 Radiografía (Rx):

Simple: Es una herramienta muy accesible en medicina veterinaria,


puede mostrar un tamaño reducido de la vejiga o su ausencia, es útil para
identificar fracturas en huesos de la pelvis, y también si hay presencia de
líquido en la cavidad. La incidencia ideal es la latero-lateral (Fig. 3A). En
caso que se sospeche de rotura de vejiga o uretra lo ideal es recurrir a la
radiografía con contraste positivo (Thrall, 2009; Stafford y Batges, 2013).

Figura 3. A Radiografía lateral simple de un perro que ha sido atropellado


por un auto. Una opacidad líquida de aspecto moteado e irregular dentro de
la mitad ventral del abdomen produce bordes indiferenciables o borrosos de
las estructuras de tejidos blandos. Obsérvese que el espacio retroperitoneal
es normal. Se ha colocado una sonda urinaria. B, Cistografía lateral del
mismo perro; la vejiga está rota (Thrall, 2009).

De contraste: Es muy útil cuando lo que se quiere es localizar la lesión


en el tracto urinario. Para realizar esta técnica se introduce a través de
una sonda estéril, que va desde la uretra hasta la vejiga, el medio de
contraste (10 mL/kg, aproximadamente, del medio acuoso con yodo
orgánico diluido). Se toma una radiografía mientras se instilan los últimos
12
mililitros de contraste (Fig. 3B y Fig.4). Tiene como desventaja que
necesita de personal y equipamiento especializado y como ventaja que
puede determinarse cuanto se ha distendido la vejiga, y también puede
observarse si hay fuga del contraste hacia la cavidad abdominal (Tello,
2007; Stafford y Batges, 2013).

Fig. 4. Cistouretrograma de
contraste positivo en un
perro con rotura de vejiga. La
radiografía se tomó mientras
se inyectaba el contraste y
muestra un «chorro» de
contraste desde la vejiga
(Fossum, 2009).

Urograma excretor: Es útil para definir estructuras anatómicas desde los


riñones hasta la uretra (Fig. 5). Puede ser utilizado tanto en animales
azotémicos, como no azotémicos, siempre y cuando no estén deshidratados.
Es ideal para observar la integridad de los uréteres. Por lo general se utilizan
medio de contraste yodado iónico y se administra en bolo endovenoso (800
mg de yodo/kg).

Se obtienen Rx abdominales:

-Ventrodorsales a los 5-20 segundos, 5, 20 y 40 minutos y laterales 5


minutos después de la inyección para una evaluación general.
-Laterales o ventrodorsales 30-40 minutos después de la inyección para
evaluar la vejiga, cuando la cistografía retrógrada no puede ser llevada a
cabo (Thrall, 2009).

13
Figura 5. Urograma excretor en
un perro con rotura ureteral. Se
Observa el acúmulo de contraste
en el espacio (Fossum, 2009).

 Ultrasonografía:

La ultrasonografía o ecografía abdominal, es un método no invasivo


que permite evaluar la posición, estructura interna, arquitectura, tamaño y
relaciones de los órganos abdominales en tiempo real, así como también
determinar si hay presencia de líquido libre en la cavidad, o la existencia
de reacción peritoneal (Tello, 2007). Sin embargo, tiene limitada utilidad
para especificar el sitio de lesión en el tracto urinario. Es difícil obtener
imágenes ecográficas de los uréteres debido a su pequeño diámetro, o de
pequeñas laceraciones de la vejiga o uretra (Stafford y Batges, 2013).

Figura 6. Evaluación de la vejiga urinaria.


Izquierda, Corte transversal de la vejiga
Derecha, Corte longitudinal de la vejiga realizando un giro de 90°
con el transductor sobre la posición del dibujo de la izquierda
(Fominaya García, 2010).

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Para localizar la vejiga, se posiciona al paciente en decúbito dorsal,
se coloca el transductor sobre la línea media del abdomen (desplazando
lateralmente el pene en el perro) se desliza el transductor hacia el
abdomen caudal (Fig. 6). Puede obtenerse cortes longitudinales si
dirigimos la mueca del transductor hacia craneal; o cortes transversales si
rotamos el transductor con la mueca hacia unos de los laterales
(Fominaya Garcia, 2010).

La vejiga se observa mejor si está parcialmente llena, pudiéndose


evaluar con más detalle su pared y lumen, mientras que en los pacientes
que tienen fugas en su tracto urinario, o su vejiga se encuentra vacía, la
víscera puede encontrarse colapsada, exhibiendo paredes más gruesas y
una reducida definición. En caso que haya ruptura de vejiga, puede
evidenciarse presencia de líquido libre con reacción peritoneal asociada
(Fig. 7B) (Tello, 2007).

La observación con el ultrasonógrafo al mismo tiempo que se


instilan burbujas de aire a través de la sonda uretro-vesical, puede ser un
método muy útil de diagnóstico. Las microburbujas son preparadas al
mezclar 3cc de aire con 32 ml de solución salina estéril. Esta mezcla se
infunde en la vejiga a través de la sonda en forma de bolo lento mientras
se observa con el ecógrafo el abdomen caudal, el paso de burbujas al
peritoneo a través del defecto en la vejiga. Se observa un área anecoica
circular en el polo craneal de la vejiga (Tello, 2007; Stafford y Batges,
2013). Otra técnica que puede utilizarse es la administración de solución
fisiológica a presión a través de la sonda uretral y observar si este se
contiene dentro de los límites de la vejiga (Fig. 7A) (Fominaya Garcia,
2010).

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A B
Figura 7. Ruptura traumática de vejiga. A, La inyección de Suero a
presión permitió comprobar salida de líquido a la cavidad abdominal.
B, Abundante líquido libre en la cavidad y reacción peritoneal difusa,
se visualiza una estructura hipoecoica redondeada adherida a la
pared compatible con coágulo sanguíneo (Fomenaya García, 2010).

La uretra también pude ser evaluada por ultrasonografía, sin


embargo, esto puede verse interferido por los huesos púbicos (Stafford y
Batges, 2013).

 A-FAST (Abdominal focused assessment with sonography for trauma)


La práctica de AFAST (evaluación especifica de abdomen,
mediante la ultrasonografía), son las de elección para el diagnóstico
precoz y control evolutivo en el paciente politraumatizado (Piñeyro, 2015).
Si bien es un método complementario, es bueno incluirlo dentro de la
evaluación inicial del paciente, siempre que se pueda, ya que nos permite
hacer un chequeo general del abdomen. Puede realizarse con el animal
en decúbito lateral o dorsal. Conviene dividir el abdomen en cuatro
cuadrantes y mover el transductor siguiendo las agujas del reloj, donde
las 12 en punto comprende la región xifoidea, las 3 comprende el flanco
izquierdo, las 6, el abdomen caudal y las 9 el flanco derecho (Fig. 8 y 9)
(Schmith, 2016).

16
Figura 8. Posición del
paciente para realizar a-
FAST. El protocolo de
evaluación ideal es mover
el traductor en sentido de
las agujas del reloj
(Schimdt, 2016).

Figura 9. Izquierda, exploración del abdomen caudal (6 Horas).


Derecha, Observación de la vejiga urinaria. (Schimdt, 2016)

17
Diagnóstico Diferencial
Otras causas de abdomen agudo o colecta abdominal, tales como:

 Ruptura de otras vísceras (estómago, intestino, etc.).


 Vólvulo gástrico.
 Pancreatitis.
 Neoplasias en órganos abdominales.
 Torsión uterina.
 Peritonitis séptica.
 Hipoproteinemia.
 Insuficiencia cardíaca congestiva.

La que serán descartadas por anamnesis y análisis complementarios


(hemograma, abdominocentesis, radiografía o ultrasonografía) (Mayhew y Holt,
2004).

18
Tratamiento

 Manejo inicial del paciente

A fin de lograr el éxito en el manejo del paciente, este debe ser examinado
en forma rápida y meticulosa. Es necesario trabajar de manera metódica y
organizada (Tello, 2007).

En principio es importante tener en cuenta el daño físico y los trastornos


hemodinámicos que presenta un paciente politraumatizado (Stafford y Batges,
2013). Por lo tanto, el manejo inicial debe comenzar por la evaluación primaria
(ABCD de las emergencias médicas). Ésta debe llevarse a cabo dentro de los
primeros 30-60 segundos. En este tiempo debemos ser capaces de saber el
estado del sistema respiratorio, si hay una correcta saturación tisular de oxigeno
(>90%); la coloración de las mucosas, si se muestran cianóticas; verificar que
las vías aéreas estén despejadas, de lo contrario brindarles oxigeno si fuera
necesario o realizar intubación o traqueotomía de urgencia. Evaluar el sistema
cardiovascular (frecuencia cardiaca, tipo y frecuencia de pulso); grado de dolor
y nivel de consciencia del paciente (Tello,2007; Lozano, 2013). Una vez
controlado esto, podemos iniciar las medidas oportunas para lograr un
diagnóstico y tratamiento adecuados al UA. Es importante recordar esto y no
considerar a todos los pacientes iguales y administrarles la misma terapia, ya
que lo que para uno pudo ser beneficioso en otro puede ser fatal (Lozano, 2013).

 Estabilización

El siguiente paso es muy importante, se trata de estabilizar al paciente, en


especial si presentan evidencia de shock hipovolémico (Lozano, 2013). Se
comenzará por abrirse paso hacia la circulación mediante una vía endovenosa
(EV) y así poder reestablecer la perfusión tisular mediante la administración de
coloides o cristaloides, iso o hipertónicos, según se requiera (Stafford y Batges,
2013; Lozano, 2013).

La velocidad de administración dependerá de la severidad del shock y de


la presencia o no de hemorragias, la existencia de contusión pulmonar y daño
cerebral. Hay que tener cuidado con la agresividad con la cual se administran los

19
fluidos, ya que puede causar daños colaterales como edema de pulmón (Stafford
y Batges, 2013).

La fluidoterapia debe iniciarse con una solución salina isotónica, de


preferencia, cloruro de sodio (NaCl al 0.9%) con el objetivo de rehidratar al
paciente (Mayhew y Holt, 2004; Stafford y Batges, 2013). Si el animal no
presenta hiperpotasemia o azoemia (p. ej., si el uroabdomen se ha diagnosticado
en las primeras 12-18 horas tras la rotura), basta con esto, y debe considerarse
la reparación quirúrgica inmediata (Fossum, 2009).

Soluciones Caninos Felinos


Isotónicas Bolos de 10-30 ml/Kg Bolos de 10-15 ml/Kg
Cristaloides (NaCl 0.9%) en 15 min en 15 min.
Hipertónico Bolos de 4 a 6 ml/Kg Bolos de 3 a 4 ml/kg
(NaCl 7.5%) en 15 min en 15 min
Tabla 3. Datos tomados de Manejo del paciente politraumatizado por Bosch
Lozano. Servicio de emergencias y cuidados intensivos, 2013.

 Tratamiento de la hiperkalemia

El tratamiento de la hiperkalemia debe enfocarse en antagonizar los


efectos del potasio sobre las células miocárdicas, y su eliminación. Si la
hiperpotasemia es leve o moderada (concentración de potasio >5.5 a 7.5
mmol/L), la fluidoterapia con una solución isotónica salina es la de elección. Ésta
además de rehidratar al paciente, promueve la excreción de potasio mediante la
mejora de la tasa de filtración glomerular (Mayhew y Holt, 2004; Stafford y
Batges, 2013). Hay que evitar utilizar soluciones que contengan potasio, para no
agravar el cuadro de hiperkalemia, de preferencia se utilizará una solución
hipertónica (NaCl al 0.9%) (Mazaferro y Ford, 2012).

En los pacientes cuya concentración de potasio excede los 7.5 mmol/L es


necesario incorporar terapias adicionales para reducir el K+ sérico y para
proteger el corazón de los disturbios eléctricos que éste causa (Stafford y Batges,
2013) tales como:

20
- La administración de calcio (Ca+2), ya sea como gluconato o como
clorhidrato de Ca+2, por vía IV (0.5-10 ml/Kg de gluconato al 10%
lentamente en 5 a 10 minutos). Mientras debe monitorizarse mediante
electrocardiograma (ECG). Esto contrarresta los efectos de la
hiperpotasemia sobre el miocardio, pero no reduce las
concentraciones séricas de potasio.
- La administración de insulina (0.5-1 UI/Kg EV) seguido de una
solución de dextrosa diluida al 10% (1-2 gr/ unidad de insulina). Luego
seguir con una solución salina enriquecida con dextrosa al 2.5%. y
- La administración de bicarbonato de sodio (1-2 mEq/Kg lentamente).
Estos dos últimos, promueven la excreción de potasio. (Mayhew y Holt,
2004; Stafford y Batges, 2013).

Se recomienda el monitoreo continuo, de ser posible la actividad eléctrica


de corazón mediante ECG, al menos hasta que la normokalemia sea
reestablecida (Mayhew y Holt, 2004). Las alteraciones típicas del ECG incluyen
ausencias de ondas P, ensanchamiento del complejo QRS y ondas T altas o
picudas. (Mazaferro y Ford, 2012).

 Manejo del dolor en el UA

El manejo del dolor no debe ser pasado por alto, el suministrarle al


paciente un adecuado protocolo analgésico, además de brindarle confort, se
logrará una recuperación más rápida. Hay que tener en cuenta que además
del daño propio del TU, también la peritonitis química causada por la orina,
provoca mucho dolor (Stafford y Batges, 2013).

Dentro de las drogas más usadas en pacientes con UA están los


opioides agonista mu puros, como fentanilo, tramadol o morfina, estas son
excelentes analgésicos somáticos y viscerales. Debe tenerse la precaución
de que los pacientes estén estables, ya que los opioides pueden exacerbar
la hipotensión y la hipoventilación por ser depresores respiratorios
importantes (Mayhew y Holt, 2004; Caruso, 2015). En caso de que se
presentaren efectos secundarios, puede utilizarse naloxona para antagonizar
los efectos de estas drogas (Stafford y Batges, 2013). Los opioides pueden
21
ser administrados tanto en infusión continua como de manera intermitente
por vía EV (Mayhew y Holt, 2004). Están contraindicados en pacientes
hipotérmicos, estuporosos y comatosos; Pacientes con trauma torácico
reciente y compromiso respiratorio severo por neumotórax y contusiones
pulmonares severas, hasta tanto estén estables; pacientes con trauma
craneoencefálico y medular; y pacientes con hipotensión y shock séptico
(Caruso, 2015).

Antiinflamatorios no esteroides (AINEs) están contraindicados en


pacientes con uroabdomen ya que el shock, la hipovolemia, la deshidratación
y el potencial riesgo de peritonitis aumentarían el riesgo de toxicidad de estas
drogas a nivel gastrointestinal y renal. Deben evitarse en pacientes
traumatizados en el momento del ingreso hasta normalizar la
volemia, descartar hemorragias o riesgos de hemorragia producto de trauma
abdominal, torácico o encefálico, ya que podrían aumentar el riesgo de
producir fallas en la coagulación (Stafford y Batges, 2013; Caruso, 2015).

Una buena opción para lograr la analgesia es la aplicación de una terapia


multimodal, se combinan drogas con el mismo efecto, pero con distinto
mecanismo de acción, por ejemplo, el uso combinado de opioides, ketamina
y lidocaína en infusión continua por vía endovenosa (Stafford y Batges, 2013;
Caruso, 2015).

Opioides como tramadol, butorfanol o nalbufina, actúan sobre el dolor leve


a moderado sin comprometer la hemodinamia y con un mínimo efecto sobre
la ventilación del paciente (Caruso, 2015). La ketamina modula el dolor a nivel
del asta dorsal de la medula espinal, previniendo la sensibilidad central al
dolor. Las dosis que se usan son muy bajas (0.1-1 mg/Kg cada 8 horas o en
infusión continua 0.1-0.5 mg/Kg/horas (Caruso, 2015).

En pacientes críticos con dolor severo se puede utilizar un triple goteo


diluyendo en 500 ml de Solución Fisiológica 50 mg de Ketamina + 400 mg de
tramadol + 300-600 mg de lidocaína. La velocidad de administración es 1-3
ml/Kg/h (Caruso, 2015).

En pacientes con dolor severo no controlado con esas combinaciones


de drogas, el tramadol puede ser reemplazado por la morfina a razón de 60
22
mg/500 ml u otro opioide agonista mu puro si el paciente está estable. En los
que aún presentan inestabilidad hemodinámica y compromiso de la función
renal es preferible el fentanilo o remifentanilo en lugar de morfina ya que no
producen hipotensión y no deprimen la contractilidad cardíaca.

Evitar la lidocaína en infusión continua IV en gatos

 Derivaciones Urinarias y Diálisis peritoneal

Una vez diagnosticado el UA y su causa (daño en vejiga, uretra, ureteres


o rinoñes), deben tomarse medidas para evitar que la orina siga acumulandose
en la cavidad, esto se hará mediante las derivaciones urinarias. Entre ellas está
la colocacion de sonda uretrovesical, la cual permitirá el drenaje de orina desde
la vejiga hacia una bolsa colectora de circuíto cerrado (que también permitirá
controlar la diuresis). En caso que la víscera se encuentre estallada, la sonda
tendrá acceso al abdomen. Otro metodo es la colocación de una sonda de
drenaje abdominal percutaneo, la cual requiere una mínima sujeción química
(Piñeyro, 2015). Puede utilizarse una sonda tipo Foley o simlemente un tubo de
silicona fenestrado en uno de sus extremos (Stafford y Batges, 2013).

Si el balance electrolítico está muy compremetido (azotemia severa o


hiperkalemia >7.5mmol/Kg) y la cirugía va a demorarse por más de de tres días,
se indica sonda de diálisis peritoneal (Stafford y Batges, 2013). El funadmento
de la diálisis se basa en la diferencia de gradientes (osmosis) que genera la
solución de diálisis dentro del peritoneo. Esto, promueve la difusión de solutos y
agua desde el espacio instersticial hacia el abdomen. Estas soluciones
genralmente se hacen con soluciones isotónicas (solución salina de NaCl al 0.9%
o Ringer) enriquesidas con dextrosa calcio, potasio y sodio en diferentes
concentraciones. Pasados 30-40 minutos, tiempo en el cual los solutos se han
equilibrado, el líquido debe ser removido del abdomen a través de la sonda
(Labato, 2000; Besenas, 2011; Staffor y Bartges, 2013). Este método es de
elección en pacientes que necesitan tener la sonda por más de tres días.
Requiere de un abordaje quirúrjico mínimo, por ende una preparacion adecuada
del paciente y del material apropiado como sonda Foley, sonda tipo T o cateter
tenckhoff (Labato, 2000; Besenas, 2011).
23
Estas medidas ayudarán a acelerar la estabilización hemodinámica del
animal y por lo tanto, a tener un paciente mejor preparado para ser sometido al
acto quirúrgico.

 Tratamiento Quirúrgico

La cirugía es necesaria para corregir definitivamente cualquier alteración


anatómica del tracto urinario. También es la que dará el diagnóstico definitivo
tras la exploración minuciosa de todo el abdomen para observar el grado de
lesión e identificar traumatismos concurrentes, que pueden no verse con detalle
con los metodos complementarios de diagnóstico por imagen (Fossum, 2009;
Stafford y Batges, 2013; Piñeyro, 2015).

Antes de someter al paciente al plano anestésico hay que corroborar que


sus parámetros hemodinámicos se encuentren estables, así mismo su función
cardíaca y renal; verificar que la urea, la creatinina y el K+ séricos estén
normalizados, con el fin de asegurarnos que el riesgo anestésico sea mínimo
(Stafford y Batges, 2013; Carusso, 2015).

El tipo de cirugía dependerá de la localización y de la severidad del daño.


El traumatismo uretral puede repararse mediante anastomosis primaria
(inmediata o retardada) o se puede permitir que la uretra cicatrice encima de un
catéter si no está completamente seccionada. La rotura ureteral puede repararse
mediante anastomosis o reimplantación en la vejiga, dependiendo de la
localización de la lesión. La rotura de vejiga suele producirse cerca del ápex.
Aunque las roturas pequeñas cicatrizarán si se mantiene la vejiga
descomprimida, la cirugía exploratoria y la reparación están indicadas en la
mayoría de los pacientes (Fossum, 2009; Stafford y Batges, 2013).

La vejiga puede ser reparada tras el desbridamiento de tejido necrótico, si


lo hubiera. Puede reseccionarse hasta un 75% de la víscera, dado que posee
una gran capacidad de regeneración recuperando su resistencia en
aproximadamente 30 días produciéndose la reepitelización completa en este
período y presentando hiperplasia e hipertrofia del músculo liso por lo que
también recuperará en parte sus dimensiones originales (Stafford y Batges,
2013; Piñeyro, 2015) .

24
CASO CLÍNICO

Datos demográficos
El paciente arribó a la clínica veterinaria de emergencias y cuidados
intensivos “Del Sol”, del médico veterinario Javier Mouly, de la ciudad de La
Plata, el día 16 de abril de 2016 a las 21 hs.

Reseña del paciente


Especie: Canino
Raza: Mestizo
Sexo: Macho
Edad: 10 Años
Peso: 30 Kg.
Color: Negro

Anamnesis:
La mascota llega a la veterinaria por derivación, para hacerse una
ecografía abdominal, con el antecedente de que ha sido “pisado” por las ruedas
de un colectivo, que conducía la persona que lo trajo, alrededor de las 10 AM. El
colega que lo derivó le administró tramadol, dexametasona y enrofloxacina. Lo
tuvo en observación desde el incidente hasta las 20:30 horas. Durante este
tiempo se tomaron radiografías de tórax, sin observarse anormalidades; y se
realizó punción abdominal sin obtener contenido.
Durante la examinación en la clínica de emergencias, se observa al animal
en estado crítico, deprimido, con signos de deshidratación e incapacidad de
movilizar los miembros posteriores.
La exploración física mostró frecuencias cardíaca y respiratoria altas,
mucosas rosadas. Se canaliza la vena cefálica antebraquial para suministrarle
fluido por vía endovenosa (solución salina de NaCl al 0.9%, Apolo®, laboratorio
Apolo, 2 ml/kg/hr.). Se le administra morfina (Amidiaz®, laboratorio Richmond.
0,25 mg/kg cada 6-8 horas).
Se realiza eco-FAST (del inglés Abdominal focused assessment with
sonography for trauma), que permite hacer una rápida evaluación ecográfica

25
para ver el estado general del abdomen, por medio de la cual se observó liquido
libre en la cavidad abdominal, no se logra ver la vejiga. Se realizó punción
abdominal, de la cual se extraen 280cc de líquido serosanguinolento. El médico
de guardia decide internar al paciente. Se le coloca sonda uretrovesical y drenaje
abdominal por vía percutánea.

EVALUACIÓN INICIAL DEL PACIENTE


HEMATOCRITO 44%
SÓLIDOS TOTALES EN SANGRE 8
TEMPERATURA 38.3 °C
MUCOSAS Rosadas
FRECUENCIA CARDÍACA (FC) 130 LPM
FRECUENCIA RESPIRATORIA (FR) 60 MPM
TIPO RESPIRATORIO Tóraco-abdominal

Se indica análisis de sangre, ecografía abdominal, realizada por un


ecografista especializado, a partir de la cual se verá en detalle la anatomía y el
estado de los órganos especialmente riñones e hígado ya que al tratarse de un
paciente geronte, podrían estar comprometidos; y radiografía de columna y
cadera.
Al día siguiente se cuantifica la producción de orina. De la sonda
uretrovesical se obtiene 800 cc y del drenaje abdominal se obtuvieron 300 cc.
Se administra dos tipos de antibióticos, clindamicina (Clindex®, de laboratorio
Richmond. 11 mg/kg, cada 12 hs. IV lento) y enrofloxacina (Floxagen®,
laboratorio Vetanco. 5 mg/kg cada 12 hs. IV), morfina y diazepan (Diazepet®,
laboratorio Brouwer. 0,2 mg/kg, dosis única, IV).

Se realizan los análisis correspondientes:

26
Análisis de sangre

27
DIAGNÓSTICO ECOGRÁFICO

Juan Nigro
Médico Veterinario M.P. 11296
Teléfono: (0221) 155029633

Propietario: Goglino Sexo: Macho entero


Paciente: Kruger Edad: 10 años
Especie: Canino Profesional Actuante: Veterinaria Del Sol
Raza: Mestizo

Informe:
 Vejiga: Sin contenido. Se observa dos líneas paralelas hiperecoicas (sonda
vesical)
pared: 4.5 mm
Se observa solución de continuidad en pared craneal
Flushing: Liquido ingresa a cavidad abdominal.
 ++Cavidad abdominal: se observa moderada cantidad de líquido libre.
 Resto de los órganos: S/P

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Radiografía
El Informe Radiográfico reveló fracturas a nivel del acetábulo derecho. Se
observa una opacidad irregular compatible con liquido libre en la cavidad
abdominal (Figuras A y B).

Figura A. Rx. ventro-dorsal. Se observa fractura a nivel del acetábulo


derecho.
Una opacidad líquida e irregular hace que los bordes de los órganos
abdominales se vean borrosos o indiferenciables.
Figura B. Rx. latero-lateral. Puede identificarse la sonda uretro-vesical. No
es posible identificar en detalle los bordes de la vejiga.

El examen ecográfico confirma que hay ruptura de vejiga, por lo que se


indica la cirugía reconstructiva.
El análisis de sangre reveló que el paciente presentaba elevados valores
de creatinina y urea, indicativo de daño renal, lo cual es común de encontrar en
perros gerontes, como es el caso de este paciente. Por esta razón el médico
clínico decide esperar y estabilizar al animal antes de ingresarlo a quirófano. Se
continúa con fluidoterapia.
El lunes 18 de abril, se repite medicación antibiótica y analgésica. Se
toman los parámetros vitales que se encuentran normales.

29
Se ingresa al paciente a quirófano a las 11:15 horas. Tras ingresar a la
cavidad abdominal, por línea media, se hace una rápida pero meticulosa
exploración de los órganos, principalmente del tracto urinario en el cual se
confirma el daño en la pared craneal de la vejiga, los bordes de la herida estaban
necrosados; el órgano no presenta contenido de orina, debido a la presencia de
la sonda uretrovesical. Se escinde el tejido desvitalizado, se corrige la solución
de continuidad mediante sutura invaginante de Schmident, reforzada con sutura
de Lembert, de este modo se reduce la posibilidad de que el contenido de la
vejiga escape a la cavidad abdominal. Para corroborar que esto no ocurra se
infiltra solución salina a través de la sonda y se verifica que no hay escape de
líquido desde la herida. Para corregir la solución de continuidad en la vejiga se
utilizó hilo absorbible (Catgut). Se lava la víscera con solución salina estéril al
igual que la cavidad abdominal (ClNa al 0,9%), para eliminar los restos de orina.
Se procede a cerrar los bordes de la herida plano por plano, con Nylon 0.4 mm
con patrón continuo de Surget. Para la piel se usó Nylon 0.3 mm, se realizó una
sutura discontinua de puntos simples. La cirugía concluye sin ninguna
complicación. El paciente queda en observación por 24 hs, con sonda
uretrovesical para evitar el llenado de la vejiga y cuantificar la diuresis, la que fue
de cantidad adecuada, sin particularidades en su aspecto. Los signos vitales se
encontraban dentro de los parámetros normales.
Se da de alta, de la clínica de emergencias, el 19 de abril a las 15 hs. Se
indica control con su médico de cabecera y con un traumatólogo para el
tratamiento de las fracturas en la cadera.

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Discusión
Los politraumatismos forman parte de un gran porcentaje de consultas
veterinarias, siendo las causas más frecuentes accidentes vehiculares (53%),
peleas con otros animales (11%) entre otras. Las lesiones en el tracto urinario
se dan como resultado de las fuerzas mecánicas que se aplican sobre el
abdomen (Tello, 2007), el impacto de la coalición puede causar rotura o necrosis
de vejiga, uretra o uréteres, dando por resultado el escape de orina a la cavidad
abdominal, es decir, UROABDOMEN (Fossum, 2009), lo que trae a
consecuencia alteraciones metabólicas que ponen en riesgo la vida del animal.
Dado que es muy fácil pasar por alto el diagnóstico de uroabdomen, en
especial, si el paciente presenta otros órganos vitales comprometidos o lesiones
más evidentes que se llevan toda la atención del veterinario, es necesario saber
qué medidas tomar ante la llegada de un paciente politraumatizado que pudiera
tener lesiones graves en el tracto urinario, ya que si el enfoque fuera solo en lo
“evidente” estaríamos descuidando posibles lesiones que, aunque no se
manifiestan de inmediato, ponen el riesgo la vida del paciente si no se trata
adecuadamente.
En este caso clínico, en el cual, si bien el médico que lo atendió en
primera instancia, demoró innecesariamente en derivarlo a la clínica de
emergencias, tomo todos los recaudos para asegurarse de que el
funcionamiento cardíaco y respiratorio sean normales, y le brindo analgesia. Una
vez en la clínica de emergencia, no fue posible evaluar el medio interno del
paciente (electrolitos, estado ácido base), debido a que el analizador automático
se encontraba averiado. Se le suministró el fluido (solución salina ClNa al 0,9 %),
necesario para corregir la deshidratación, mantener una volemia adecuada y
corregir los desequilibrios bioquímicos que el paciente pudiera presentar.
Gracias a que se logró la estabilización hemodinámica del paciente y a un
correcto manejo del dolor es que pudo tenerse una resolución quirúrgica exitosa.

31
Conclusión

Dado que los politraumatismos adquieren una alta relevancia en la clínica


veterinaria, es imprescindible establecer un protocolo de diagnóstico que
abarque todas las posibles consecuencias del siniestro, y un tratamiento
adecuado a la situación que se presente, a fin de tener un paciente estable y
capaz de ser sometido a un acto quirúrgico.
Todo paciente que haya sido atropellado por un vehículo, debe ser
evaluado su tracto urinario, aunque el animal no presente signos que evidencien
el daño.

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Bibliografía

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