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PSIQUICO
DEL NIÑO
A. A. LIUBLINSKAIA
colección pedagógica
g rsja lb o
MEXICO BARCELONA BUENOS AIRES
DESARROLLO PSIQUICO DEL NIÑO
P r e f a c io a la p r im e r a e d ic ió n ........................................................................ . 9
P r e f a c io a la seg u n d a e d ic ió n .......................................................................... 13
Primera Parte
Segunda Parte
Tercera Parte
' m:
“ Por su propio contenido, la psicología cien
tífica no puede ser otra cosa que una serie de
doctrinas acerca de las actividades psíquicas ”
I. M . SÉCHENOV
1. Objeto.
2. Principios
3. Métodos
■ .... . . . . . . . . . .
por muy abundante que sea, no deja de ser una colección de da
tos más o menos curiosos. Por consiguiente, lo primero que se
debe hacer es determinar los índices del desarrollo psíquico del
niño. En opinión de un gran número de psicólogos occidentales,
el desarrollo se reduce a la asimilación por parte del niño de la
mayor cantidad posible de hábitos. Se estima que el individuo
alcanza así un grado de desarrollo cada vez mayor, es decir, está
más adaptado a las condiciones de vida. El individuo desarrollado
consigue para sí el mayor provecho de las circunstancias concre
tas en que llega a encontrarse. Esta interpretación de la inteligen
cia como capacidad para la adaptación puramente utilitaria es
característica de la psicología del modo de vida norteamericano.
No menos viciosas son las distintas versiones de la interpreta
ción idealista del desarrollo. Su manifestación más clara se da en
la pedología. Los representantes de esta última afirman que todas
las facultades del individuo, su carácter, intereses y aficiones,
inteligencia y deseos se transmiten por herencia. Todo el des
arrollo no es más que “ maduración” de estas capacidades ya pre
paradas y se realiza de un modo espontáneo y arbitrario, es decir,
sin motivación alguna.
Por consiguiente, los adultos que educan e instruyen al niño
son incapaces de modificar lo que se lleva desde el nacimiento.
Ello quiere decir que el “ techo del desarrollo” , es decir, el nivel
de las capacidades de cada niño, viene ya predestinado y definido
por su herencia. Aun aquellos representantes de la pedología que
admiten el papel del medio en el desarrollo del niño, lo entienden
como un cierto “ ambiente” absolutamente formal que no traspasa
los límites de la familia. Esta última se concibe bajo un punto de
vista antihistórico, no como la célula de la sociedad, sino como
un conjunto de personas, existente por sí mismo, a las que unen
los lazos familiares.
A l defender de un modo insistente y tenaz la idea de la he
rencia por parte de los niños de las propiedades del carácter y el
nivel de desarrollo de las capacidades intelectuales de sus ante
pasados, los partidarios de la pedología tratan de encubrir en
realidad con estas tesis superficialmente científicas la idea polí
tica, profundamente reaccionaria, de la “ deficiencia natural de
los trabajadores” y el “ elevado talento hereditario de los repre
sentantes de las clases explotadoras” .
La denuncia de la falsedad y esencia clasista de la teoría pe
dológica y de la práctica viciosa de la selección de los niños según
el “nivel de su talento” en escuelas especiales, basándose para
ello en el empleo del método de los tests, contribuyó en alto gra
30 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
A . POSIBILIDADES
s
r
junto^, es décír, de su manera de actuar y dé la totalidad deí proceso
de su comunicación con lo que le rodea, es la causa principal de su
desarrollo psíquico. És fácil comprobar, hasta mediante la simple
óbservaciÓrí7 que niños de la misma edad suelen tener un desarrollo
muy distinto. Esto se manifiesta de un modo especial en el primer
LEYES DEL DESARROLLO PSIQUICO DEL NIÑO 59
sarrollo que tienen lugar en la vida del niño organizada por los
educadores.
Conociendo las posibilidades del niño cada día de su vida y j
apoyándose en ellas, el maestro crea las condiciones piara ejercitar-
lo diariamente en buenas obras y procederes positivos. En el pro
ceso de esta actividad se forman nuevas asociaciones. Se consoli
dan los conocimientos, transformándose en sistemas cada vez más j
complejos, sólidos y económicos; se forman los más elevados sen- :
timientos humanos, la voluntad racional, las capacidades y los j
rasgos del carácter más variados.
En el proceso de la actividad planificada y variada del niño,
se realiza su desarrollo armónico y el paso, a tiempo y sin crisis,
al nuevo y siguiente período de su infancia. Si para los niños se
crean unas condiciones más o menos uniformes en lo que atañe
al contenido y a la organización de la vida, emplean aproximada
mente el mismo tiempo para salvar cada una de las fases del des
arrollo, por lo que pasan al otro estadio siguiente casi simultá
neamente. Este es, precisamente, el fundamento formal pajra
determinar el período, medido por la edad, que ha alcanzado él
niño. Así, se admite en el jardín de niños a los niños que han al
canzado los tres años, y en la escuela a los que tienen siete, aun
cuando el desarrollo real de todos los niños de tres años y de todos
los de siete no sea, como es lógico, el mismo.
La tarea del educador consiste, precisamente, en utilizar al
máximo no sólo las variadas condiciones creadas, por la sociedad
en donde el niño vive, sino también jan formar las posibilidades
del niño, todas sus peculiaridades tipológicas individuales para su
desarrollo multifacético en cada período y en cada día de su vida.
De este modo, se asegura la formación de nuevas posibilidades
para su ulterior avance. Ushinski mencionó en más de una oca
sión las perspectivas que ofrece la educación y sus grandes posi
bilidades. Así escribía: “A l revisar los datos psíquicos que sé j
citan en distintas teorías, nos vemos sorprendidos por la posibi
lidad, casi aún más amplia, de ejercer una enorme influencia en
el desarrollo de la mente, los sentimientos y la voluntad del indi
viduo, al tiempo que también nos extrañamos de lo insignificante
de la parte de estas posibilidades que hasta ahora ha utilizado la
educación.”
Segunda Parte
III El desarrollo en la
infancia temprana
capas propia del cerebro del hombre adulto. Sin embargo, la ma
duración y formación de las células en las seis capas no se pro
duce simultáneamente en los diferentes sectores del cerebro.
El desarrollo se manifiesta en la modificación de la estructura
y en el tamaño de las propias células. Es singularmente complejo
e intenso el proceso de desarrollo de las partes frontales del cere
bro, que abarcan un tercio de la corteza. En comparación con éste,
el ritmo de desarrollo de los sectores corticales motor y sensitivo
es notoriamente más lento.
A la par del desarrollo de las células, del cerebro marcha tam
bién el de las fibras nerviosas o vías conductoras. Las fibras ner
viosas de las células cerebrales comienzan a penetrar desde la
sustancia blanca a la primera capa de la corteza; no obstante, su
número, aun en el recién nacido, sigue siendo insignificante. Las
fibras comienzan a penetrar en las capas superiores de la corteza
solamente después del nacimiento del niño.
Todos los autores que han estudiado el desarrollo del cerebro
del hombre hacen hincapié en el distinto ritmo y orden en la ma
duración de las diversas partes del cerebro durante el período
embrionario, y la notable diferencia de su estructura interna res
pecto al cerebro de cualquier animal. Así, por ejemplo, ciertos
grupos de células del cerebro infantil, que existen también en el
cerebro de los animales adultos, no figuran en absoluto en el ce
rebro de la persona adulta. Ciertas estructuras celulares, impor
tantes en la vida de la mayoría de los animales, ocupan un lugar
insignificante en el cerebro del niño. Muchas de ellas, que hacen
su aparición durante la filogenia en gradaciones bastantes tardías
del desarrollo, evolucionan en la ontogenia antes que otros sectores.
Todos estos datos, que son resultado de investigaciones minu
ciosas, nos hablan de las complejísimas relaciones en que se en
cuentra el cerebro del feto humano respecto a toda la larga serie
evolutiva precedente. Aun antes de nacer, el individuo se dife
rencia ya cualitativamente de cualquier otro animal representante
de esta serie.
En el proceso de la evolución se produjeron complejas modi
ficaciones de los sistemas cerebrales. Desaparecían unos y surgían
otros. El desarrollo del cerebro humano ha estado siempre condi
cionado a la naturaleza histórica y social de la actividad de los
individuos. Durante esta actividad tuvo lugar la totalidad del pro
ceso de desarrollo de los órganos del individuo y, en particular, de
su encéfalo.
“ ¡Si el cerebro del hombre hubiera conservado todos los ras
gos de las etapas pasadas en la evolución del mundo animal, sería
66 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
I
del niño. aumenta de peso cada mes en unos 30 gramos, es decir,
casi a gramo diario, lo que es exponente de la extraordinaria
rapidez con que se desarrolla el cerebro en el primer período de
la vida extrauterina.
No obstante, el desarrollo no se limita al aumento de peso de
la masa del cerebro. Se manifiesta asimismo en la constante modi
ficación de su propia estructura, que, al igual que durante el pe
ríodo embrionario, no es uniforme en todas sus partes.
Las modificaciones en la estructura del tejido cerebral se ma-
DESARROLLO EN LA IN F A N C IA TEMPRANA 67
A. REFLEJOS INCONDICIONALES
3. Desarrollo de la sensibilidad
A. VISTA
Boria (0, 2, 15) mira durante largo rato los juguetes colgados.
Tanto aquí como en lo sucesivo, la edad vendrá dada por cifras,
de las que la primera indica el número de años; la segunda, el de
meses y la tercera, el de los días de vida del niño. A veces, comien
za a bracear, tocando los juguetes con la mano. En este momento,
su mirada está concentrada, el ceño fruncido y no sonríe.
Surge con gran facilidad, y se mantiene largo tiempo, la con
centración visual del niño en la cara humana que se inclina hacia él.
Según demuestran las anotaciones de los diarios consultados,
el niño fija muy pronto su mirada en esta cara, la busca, si se
oculta, y responde con una sonrisa a la aparición de la persona.
Al parecer, corresponde aquí un gran papel a la movilidad de la
cara del adulto: la sonrisa, el movimiento de los ojos y los labios,
así como los sonidos que el individuo emite.
La duración de la concentración aumenta rápidamente y llega
a ser de siete a ocho minutos cuando la edad oscila entre tres y tres
meses y medio. Merced a la realización de ejercicios destinados a
desarrollar la mirada, mejora notablemente la convergencia de los
ojos. El niño deja de bizquear, como sucede inmediatamente des
pués del nacimiento, y enfoca ambos ojos sobre el objeto que llama
su atención.
A l comenzar el segundo mes, el niño puede ya seguir de un lado
a otro un objeto brillante (por ejemplo, un reloj de oro) que se
hace pasar lentamente delante de sus ojos.
Cuando tiene tres meses, puede seguir el movimiento de este
excitador brillante en cualquier dirección.
También aumenta rápidamente la distancia del objeto móvil al
que el niño sigue con la mirada.
En su cuarto mes de vida, el niño no sólo ve, sino que ya tam
bién mira en forma activa. Los objetos conocidos suscitan en él
movimientos de respuestas emocionalmente positivos: chilla y pro
nuncia distintos sonidos.
El niño se ríe cuando el adulto que juega con él le hace subir y
bajar rápidamente, acerca su cara a la del pequeño y se aparta de
él, se esconde y aparece repentinamente, una y otra vez, por el
borde de la cuna.
Esta exictación emocionalmente positiva del niño, que tiene
su origen en un principio en que el adulto, al satisfacer cierta ten
dencia orgánica que le es propia, actúa como un refuerzo comple
mentario, pasa a ser luego reacción que incide sobre el propio
adulto. Debido a la ausencia de una diferenciación exacta, el pe
queño de tres a cuatro meses no distingue todavía en esta edad a
sus familiares de los extraños. El “ reconocimiento” de los seres
DESARROLLO EN L A IN F A N C IA TEMPRANA 73
B. OIDO
J . *
Los plazos en que se produce la primera reacción al sonido
por parte de unos u otros niños son ftiuy variados. De ahí que
exista una gran divergencia en el criterio con que distintos auto
res definen estos plazos. Unos hablan de una sordera prolongada
o dureza de oído de los recién nacidos hasta el cuarto mes. Otros
establecen plazos extraordinariamente cortos para la audición de
sonidos (a partir del primer día de vida). Esta diferencia tiene
su explicación, ante todo, en que es muy difícil establecer el ins
tante en que comienza la audición real del sonido por parte del
recién nacido.
Unicamente por el estremecimiento del niño, el parpadeo, el
movimiento de las manos o por cualquiera otra reacción involun
taria del cuerpo, se puede juzgar acerca de la sensibilidad del re
cién nacido hacia el sonido.
Al parecer, durante los dos o tres primeros días de vida, el
recién nacido no oye los sonidos de intensidad media, ya que su
oído medio está repleto de líquido. La Trompa de Eustaquio no
se ha llenado aún de aire y la cavidad del tímpano está casi total
mente cerrada por la membrana mucosa tumefacta.
Ciertos investigadores señalan una reacción temprana, en for
ma de estremecimiento, ante una fuerte palmada dada cerca del
oído del niño o ante el golpetazo de una puerta en las proximida
des del recién nacido. Pero ello se debe atribuir, según todos los
indicios, a las sensaciones vibratorias que se producen. La oscila
ción brusca de la onda de aire ejerce sobre la piel extraordinaria
mente sensible del niño la acción de un fuerte choque.
Citaremos algunos datos que ilustran las reacciones tempranas
del recién nacido ante los excitadores acústicos.
En el cuarto día de vida, Dima dejó de llorar cuando su padre
comenzó a silbar al lado de su oído. La experiencia se repitió más
tarde con el mismo resultado.
Liena (0, 1, 12) dejaba de llorar cuando oía el canto o la voz
de su madre. Esta concentración era muy breve.
Conviene señalar que ciertos excitadores acústicos, que ante
riormente parecían absolutamente neutros, comienzan de repente
a ser percibidos por el niño, suscitando por su parte una reacción
de respuesta.
Alik nunca había reaccionado antes al tic-tac del reloj, pero a
partir del tercer mes comenzó a asustarse de este sonido y a llorar.
Las anotaciones de los diarios muestran que entre los tres y
tres meses y medio el niño no sólo se concentra ante el sonido
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O
84 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
5. Dominio de la marcha
nada con el trabajo y los juegos. Sin hacerse del rogar, quita de la
mesa los cubiertos, el azucarero y las servilletas. Con toda serie
dad lleva de una mesa a otra las tasas del té o café y, una vez
que las ha puesto en su sitio, vuelve por más con gritos de alegría.
En su afán de trabajar “ como el abuelo” , clava “ clavos” con un
martillo de madera, “ lava” la ropa al lado de su madre y realiza
un gran número de acciones diversas relacionadas con el trabajo.
Del mismo modo, surgen también los primeros juegos de los
niños.
Seriosha (2, 3) transporta en su camión los cubitos de su juego
de construcción e imita el sonido del claxon.
Edia (2, 6) coge la tetera y la tacita de té de juguete, “ vierte”
té en la tacita con la tetera vacía, al tiempo que imita el sonido
del agua al caer y de vez en cuando dice “ caliente” , al tiempo
que toca la tetera con la mano y la aparta como si se quemara.
En estos juegos, el papel no está aún claramente delimitado,
pero, a pesar de ello, se trata de un juego en el que el niño refleja
un sector de la vida conocida que le rodea.
En los pequeños se dan también juegos constructivos. Suelen
ser el resultado de la imitación de la actividad del adulto o del
aprendizaje directo.
“ Vamos a construir una entrada” , propone la hermana mayor al
pequeño Vitia (2, 5), al tiempo que construye una columna.con
cubitos. Pasado cierto tiempo, Vitia trata él solo de construir.
Los niños mayores de año. y medio pueden ya realizar construc
ciones más complejas, los juegos con arena y agua, por los que
sienten una gran atracción. Los distintos juegos y otras formas de
actividad conjunta con personas afines crean rápidamente en el
niño una necesidad constante de trato con lo que le rodea, lo que
suscita en él invariablemente un sentimiento de alegría.
Todos conocen y recuerdan los primeros juegos “ al escondite” ,
cuando el niño grita de alegría al “ encontrar” a mamá que se ha
bía escondido. Proporcionan un gozo especial los juegos en los que
el adulto se “ asusta” del pequeñín, “ huye” de él, mientras que el
infante le “ alcanza” , lo “ coge” , lo “ tira al suelo” . ¿Cuál es el ori
gen de esta alegría? A l parecer, la reacción emocional y positiva
respecto al adulto se ve reforzada en este caso por la influencia
activa del propio pequeño sobre el mayor y el éxito visible que el
niño alcanza. A medida que se va haciendo más independiente, a
medida que se convence en la práctica de la posibilidad de influir
sobre las cosas y las personas, actúa cada vez con mayor frecuen
cia como iniciador del juego, de la” conversación y de otros tipos
de trato y acción con las personas.
DESARROLLO EN LA IN F A N C IA TEMPRANA 91
Así, por ejemplo, se enseña a los niños, aun a los más pequeños,
a comer en una mesa bien puesta y cubierta con un mantel blanco.
Los pequeños comen aún torpemente y, con frecuencia, ensucian
la mesa. Sin embargo, se ha comprobado que aprenden mucho
antes a comer bien cuando la limpia y bonita presentación de la
mesa exige esto de los niños. El hule en la mesa permite verter
impunemente la sopa y la leche. En este caso, el error del pequeño
pasa inadvertido y no suscita una consolidación negativa en forma
de observación o regaño por parte de la educadora, o bien, un sen
timiento incómodo del niño que ha cometido la falta. No es sor
prendente que en estos casos los pequeños tarden mucho en apren
der a comer bien.
S. El orden y la elección de las cosas: muebles, juguetes, vajilla y
demás objetos que el niño manipula, actúan también en calidad de
“ estimuladores’, específicos.
Cuando llega a su grupo, el pequeño encuentra cada día las
cosas en sus mismos sitios: las plantas y flores en las ventanas,
los cubitos y las construcciones en las estanterías, la vajilla orde
nada en un armario abierto, etc. Cumpliendo lo que le ordena el
educador, el propio niño coloca todo en su sitio, es decir, opera
activamente, consolidando así las nociones que en él se forman
acerca de la necesaria distribución en el espacio de los objetos que
hay en la habitación o del aspecto de ésta. Esta imagen que en él
se forma acerca de la distribución habitual de las cosas le permite
advertir inmediatamente cualquier infracción del orden establecido.
Al ro encontrar el cepillo de dientes en su lugar, el pequeño
manifiesta acto seguido: “ El cepillo no está. ¿Por qué?” Acos
tumbrados a encontrar después del domingo toallas limpias, los
niños descubrieron con sorpresa un lunes que las que había en el
toallero estaban sucias (no se habían cambiado). Por consiguiente,
en estos niños ya se habían elaborado ciertas “ normas” del orden,
determinadas costumbres. Es evidente que para que las cosas, su co
locación y aspecto, al igual que cualquier otro estimulador anterior
indiferente y “ neutro” , llegue a tener para el pequeño un cierto
significado, o como dicen los fisiólogos, para que los estimuladores,
de neutros pasen a ser activos, estas cosas y también el orden en
que están colocadas, deben ser destacadas por los adultos, subra
yadas por la estimación correspondiente. Sólo en estas condiciones,
la decoración del local, su belleza, orden y limpieza adquieren
para el niño la significación de una señal. En este caso también
suscitan por su parte sentimientos, acciones y observaciones de
respuesta. Cuando estas influencias actúan de modo permanente,
se elaboran también rápidamente en los niños reacciones (estereo
126 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
aguja de los raíles del tranvía saltar por sí sola y éste toma en
tonces la dirección que necesita? ¿Por qué ha de ser entonces
fantástico un ‘“ autobús sabio” o un “barco encantado” ?
¿Dónde está la frontera entre lo real y lo fantástico? No ya los
niños, sino también los adultos se confunden frecuentemente al
tratar de establecer por qué cada día la ciencia y la técnica trans
forman la fantasía de ayer en realidad de hoy.
b) Las ficciones de los pequeños nos dicen que en sus juegos
reflejan no sólo lo que existe, sino también lo que quieren. La fic
ción que los pequeños introducen en el juego es su ilusión en
™ción, es su esperanza, deseo y objetivo. De ahí que el juego sea
uy emocional. El niño no refleja las cosas que le son indiferentes,
sino los acontecimientos de la vida humana que desea extraordi
nariamente y que le conmueven profundamente, matizados clara
mente con su sentimiento sincero.
c) La ficción de los niños es una demostración convincente de
que el reflejo de la vida por el individuo, incluido también el
niño, no es un proceso pasivo, sino activo, creador y transforma
dor. Esta transformación consiste en establecer nuevas conexiones
dentro de los conocimientos, viejos y nuevos, adquiridos por el
pequeño. Es la actividad de la imaginación y la fantasía, la combi
nación de imágenes que existen en el niño y que no siempre con-
cuerdan con la realidad.)
Es precisamente esta posibilidad de crear nuevas combinacio
nes con las impresiones anteriormente obtenidas, esta prueba de
sus fuerzas, la fuente de una inmensa alegría para los pequeños.
Sin embargo, ¿cabe pensar que el niño confunde, en verdad, su
juego con la vida real y cree en sus ficciones? Claro está que no.
El sabe perfectamente que el barco es en realidad el diván y que
los “ caramelos” y el “ pan” que se “ venden en la tienda” son piñas
y conchas. Pero ello no impide que el pequeño juegue. El cuenta
con un procedimiento admirable para ver pan en las piñas; en el
diván, un barco, y un tren en una fila de sillas. Esta transforma
ción se lleva a cabo con ayuda de la expresión “ supongamos” .
La unión de lo real y lo ficticio se pone de manifiesto en la
utilización por parte del niño en edad preescolar media, y más aún
en la edad superior, de diversos objetos en su juego y de sus
acciones con los mismos.
Para los más pequeños, el juguete que copia fielmente al objeto
verdadero es condición necesaria del juego. Frecuentemente, es el
impulso que lo provoca. En los de mayor edad, los objetos cumplen
ese mismo papel de estimulaciones de la intención del juego, por
ejemplo: la balanza, el dinero y la caja para jugar a las tiendas;
146 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O i
los gorros de marinero, el altavoz y las banderas de señales para
jugar a los barcos, etc. Pero son muchos los objetos que “se incor
poran” al juego, aun en el caso en que no son copia reducida de
una cosa real.
En este caso, nos encontramos con la abstracción arbitraria y la
utilización parcial por el niño de aquel único aspecto del objeto que
puede ser empleado funcionalmente para el desarrollo de la inten
ción del juego, es decir, para resolver el problema principal. El pe
queño toma un cubito del rompecabezas y “ lava” con él la ropa.
Realiza los movimientos adecuados, mientras que el cubito, por su
forma y tamaño, admite ser utilizado como jabón; un lapicero de
punta afilada se parece a una jeringuilla y con él se puede poner
una inyección.
Cabe pensar que aquí tiene lugar una inhibición dé la mayor
parte de las asociaciones que se han ido produciendo en la mente
del niño durante su experiencia práctica, es decir, su actuación con
este objeto. Se mantienen “ vivas” o, más exactamente, “ reviven”
solamente aquellas conexiones que responden a la posibilidad del
empleo funcional y variado del objeto dado en un juego concreto.
En los juegos de los más pequeños se reflejan en primer lugar
las personas, sus acciones y los más variados objetos en su as
pecto funcional.
La utilización de los objetos conocidos por parte de los niños de
mayor edad se basa en su experiencia relativamente mayor y en
sus variados encuentros con diversos objetos y en distintas situa
ciones. Además, el pequeño de seis o siete años ha aprendido a per
cibir analíticamente las cosas.
Mientras dibuja y modela, en la observación dirigida de la vida
de las personas, el preescolar de más edad ha aprendido a desmem
brar y reproducir el objeto. De ahí que pueda, en caso de necesi
dad, hacer abstracción de ciertos aspectos del objeto y utilizarlo
solamente desde aquel aspecto que le es más necesario para la
realización de la idea del juego.
Durante el juego, sólo utilizan algunas propiedades de cada ob
jeto. Ahora el lapicero “ suponemos que es una jeringuilla” o el pla-
tito “ suponemos que es una radio” , mientras que el delantal “ supo
nemos que es una vela” . El juego de los niños mayores parece como
si trascurriera en dos planos distintos: real y ficticio. Sin embargo,
en esta ficción existe idéntica realidad. A l actuar con las cosas
reales, van en ellas otras cosas, también reales, que, sin embargo,
se utilizan en el juego auténtic en calidad de sustitutivos de los
objetos verdaderos.
Lo mismo sucede con las acciones. Cuando no cumplen un pa-
DESARROLLO EN LA EDAD PREESCOLAR 147
que existía en las mesas servidas por Sasha y por Vitia. Notaron
precisamente aquellos aspectos que correspondían al contenido de
las reglas que conocían. Ello halló su expresión en las observaciones
que hicieron:
“ Vitia ha puesto mejor las mesas —dijeron— , todas las tazas
son iguales a los platos, sus asas están a la derecha, todas a un
mismo lado y las cucharas están en su sitio. En las mesas que ha
puesto Sasha todo está de cualquier manera, hace feo.”
Lo importante aquí para nosotros no es solamente el compor
tamiento de Vitia, que había sido preparado adecuadamente. Es
significativa la reacción del grupo, en la que se manifestó clara
mente su actitud estimativa hacia el trabajo de un compañero.
Ello es testimonio de que las normas de los adultos servían tam
bién de criterio para la actitud de los niños. El asa de la taza a
la derecha tenía para ellos el significado de una señal, puesto
que esta posición se había reforzado con una valoración positiva.
El enseñar a los niños, a partir del grupo medio, a planificar
el trabajo que han de realizar es de una gran importancia para
su desarrollo.
El aumento de los conocimientos, de las aptitudes y de la ac
titud responsable respecto al turno de servicio es consecuencia
del incremento constante de lo que el educador exige de los niños.
V. A. Gorbachova ha demostrado cómo se modifican las exigencias
de los pequeños hacia los demás y hacia sí mismos bajo la influen
cia del aumento constante de las demandas por parte del educador
y de la valoración fundamental que éste hace (y luego el grupo
de niños) respecto a la calidad de la tarea encomendada. En
este trabajo para los demás y bajo el control de éstos se forman
los rudimentos de unas auténticas relaciones colectivistas entre los
pequeños.
Citamos a continuación una de las anotaciones de V. A. Gor
bachova. Dan cuenta de su labor Lora y Vitia. La primera reconoce
que no ha cumplido del todo bien su turno de servicio: “ Ayer
olvidé poner las flores en una de mis mesas, Vitia me advirtió.”
Aun cuando todo el grupo, incluido el educador, admiten que los
pequeños han cumplido bien la tarea encomendada y enumeran
las normas que han observado, la niña insiste: “Pues yo me ol
vidé también de doblar una servilleta, recordaréis que luego Anna
Ivánovna (el aya) hubo de doblarla.”
Es característico el que en estos pequeños las exigencias res
pecto al trabajo de los demás y al suyo propio, así como su valo
ración y autovaloración, no son formales. Aparecen matizadas por
determinadas emociones, han pasado a ser algo internamente pro-
DESARROLLO EN LA EDAD PREESCOLAR 153
atracción por las clases sirve de base al éxito ulterior en los estu
dios de la escuela, que ya Ushinski consideraba como un trabajo
importante.
7) Al trabajar con el grupo, el educador ve con toda claridad
los logros, dificultades y peculiaridades individuales de cada ni
ño. Si en el trato diario y en el juego se manifiestan abiertamente
los rasgos individuales del carácter de cada niño, durante las cla
ses, en cambio, los pequeños descubren de forma patente sus lados
fuertes y débiles en uno u otro sector del trabajo mental.
Debido a sus peculiaridades individuales, cada uno de los miem
bros del grupo se manifiesta de forma distinta en las diversas
clases. Estas diferencias vienen determinadas, en primer lugar, por
el tipo de sistema nervioso del pequeño y por la educación que
cada uno de ellos ha tenido en el transcurso de cinco a siete años.
El conocimiento de los rasgos caracterológicos del niño, que se
manifiestan en el trato cotidiano con ellos y en las clases, permite
al educador, con la mayor exactitud, elegir, “ dosificar” el carác
ter y el “ grado de dificultad” de la tarea que se da, reglamentar
el tiempo qi\e se ha de emplear en su cumplimiento y la dura
ción de la tensión nerviosa que exige de los pequeños el cumpli
miento de las tareas dadas, así como controlar los logros de cada
uno de los educandos. Al elegir, además, atenta y fundadamente
la forma de consolidación, es decir, el procedimiento, intensidad
y naturaleza de las notas, el educador utiliza la actividad “ estu
diosa” de los niños como la forma más fundada para influir de
modo distinto, planificado e individual sobre cada pequeño. De
este modo, se combinan en las clases la obligatoriedad para todos
los niños y la influencia individual y diversificada sobre cada uno.
8) En el proceso de la actividad “ estudiosa” , los pequeños ad
quieren los hábitos del trabajo colectivo. A pesar de que cada
uno de ellos se afana en su dibujo, pega, ilumina o cuenta las
láminas o banderas que le han dado, todas las clases representan
un trabajo conjunto que realiza con sus compañeros. En este as
pecto, las clases forman todos aquellos rasgos de la personalidad
del colectivista que se crean también en cualquiera otra activi
dad correctamente organizada desde el punto de vista pedagógico.
Por consiguiente, la actividad “ estudiosa” es la forma más re
glamentada de la labor práctica del niño, en comparación con los
demás aspectos de su actividad.
Es, pues, perfectamente lógico que precisamente en esta forma
de actividad tenga el educador las máximas posibilidades de ir
haciendo más difíciles las tareas y de aumentar sistemáticamente
lo que de los pequeños exige, teniendo rigurosamente en cuenta
los logros que cada uno de ellos alcanza.
166 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
V Desarrollo de las
sensaciones y percepciones
A. PAPEL DE L A FORMA
verde y una barca roja, mientras ofrecía como modelo una bar
ca verde.
Ambos autores llegaron a la conclusión de que los niños que
conocían las palabras tetera o barca elegían sin error el objeto
adecuado, independientemente de su color.
Cuando los pequeños conocen el nombre del objeto, no nece
sitan para nada mirar el modelo con detenimiento. Después de
mirar de pasada la barca, taza o tetera que se le muestra, el niño
fija inmediatamente su mirada en los juguetes o láminas que hay
en la mesa, y busca entre ellos una barca, taza o tetera, aun cuan
do estén pintados de otro color o se diferencien del modelo por
su tamaño.
Esta elección del objeto similar se logra merced a la compa
ración, posible cuando se ha asimilado la palabra, el nombre del
objeto.
En experimentos análogos realizados por F. S. Rozenfeld, un
pequeño (5, 0 — 6, 0) eligió sin dudar, como par de un cubo pe
queño de madera, otro grande de metal, y ante un modelo de pez
en celuloide rojo ofreció otro plano, de cartón, en color gris.
De lo expuesto se deduce que la percepción de los objetos por
el niño se basa, ante todo, en la forma de las cosas, que es insepa
rable de su contenido, de su esencia. La designación del objeto con
una palabra consolida el conocimiento del niño acerca de los ras
gos fundamentales de aquél. En este caso, aun detalles tan paten
tes como el colorido carecen de importancia especial para el reco
nocimiento del objeto.
Investigaciones de S. N. Shabalin y M. N. Volokítina confir
man plenamente el papel preponderante que juega la forma en la
percepción del objeto por los preescolares. Al ofrecer a los pequeños
(a partir de los tres años) formas de objetos y formas geométricas,
S. N. Shabalin comprobó que hasta los más pequeños reconocían
los objetos que conocían (cubo, mesa, zapato, armario), represen
tados por su silueta o por su contorno, a través de su forma.
El planteamiento de los niños para dilucidar el contenido de lo
representado se manifestaba, ante todo, por: “ ¿Qué es esto?”
Esta necesidad de esclarecer el contenido del objeto percibido
se manifestaba también en su percepción de figuras geométricas
que desconocían. Los pequeños del grupo primario las asimilaban
a objetos. Llamaban al cilindro cubo, barril, tarro, vaso; a la cir
cunferencia, rueda, pelota, etcétera.
Los niños del grupo medio ya no identifican la forma con el
objeto. Ven solamente su similitud y dicen que la circunferencia
es “ como una rúeda” y el cilindro “ como un tonel” .
186 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
bien transcurre muy rápido, bien le asombra por lo mucho que dura.
4) Las denominaciones del tiempo y de las relaciones tempo
rales que existen en el idioma: hoy, ayer, antes, tarde, mañana,
hace mucho, etc., tienen un significado en extremo relativo. El
suceso que se esperaba “ ayer” , pasa a ser “ hoy” y luego recibe
la denominación de “mañana” . Para comprender este cambio de las
denominaciones hay que destacar y hacer abstracción de las rela
ciones temporales. Solamente son comprensibles en su relación
con “hoy” .
El tiempo existe objetivamente y se manifiesta en los sucesos
que transcurren en la vida que circunda a las personas y en la
naturaleza. Pero las relaciones del tiempo deben descubrirse en
estos hechos de la vida que observa el niño.
Obligados a orientarse respecto al tiempo de acuerdo con las
exigencias del educador, los preescolares de tres a cinco años,
cuando cumplen exactamente el régimen impuesto, utilizan las si
guientes definiciones: “ la mañana es lo que hay antes del desayu
no” , o “ antes del almuerzo” ; “la tarde es cuando vienen por nos
otros” , “ cuando mamá vuelve del trabajo” .
Muy pronto, en los conceptos de “ mañana” , “tarde” o “noche”
se destacan y generalizan los rasgos más importantes, con los que
los niños cuya edad oscila comúnmente entre cuatro años y medio
y cinco operan con seguridad: “ Ahora es la mañana. Está claro y
todo se ve. El sol sale” . “ La noche es cuando está obscuro y todo
duerme.”
La orientación respecto a la hora del día se le da al niño con
bastante más facilidad que la asimilación de las relaciones tem
porales que están ligadas a los acontecimientos de la vida presente,
y menos aún cuando se trata de la vida pasada o futura. La vida
cotidiana, con sus momentos de régimen habitual que se suceden
continuamente, es para el pequeño un punto de orientación más o
menos seguro y un índice indirecto de la hora del día. A medida
,que se amplía su horizonte, su experiencia práctica, tanta mayor
importancia va adquiriendo el factor tiempo.
— Mamá —pregunta Misha, de cuatro años—, ¿cuándo llegará
por fin mi cumpleaños?
—Pasado mañana —contesta su madre.
—-¿Cuántas veces me tendré que acostar?
—Dos veces.
Inmediatamente, Misha se acostó, roncó dos veces y comunicó
alegremente a su madre que ya había llegado el día de su cum
pleaños. Para concretar las relaciones temporales, cuya objeti
vidad los niños no pueden comprender durante mucho tiempo, el
204 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
cutor que percibe con gran claridad. Durante este tiempo, los de
más excitadores pasan inadvertidos. Su acción queda inhibida. Por
consiguiente, en el instante dado el individuo presta atención al
lenguaje de su compañero o, dicho de otro modo, el lenguaje de
otro está en el campo, en el centro de atención del interlocutor.
Pero pasa el tiempo y cualquier otro excitador, por ejemplo, el
sentimiento de inquietud por el niño enfermo (interno) o el mo
lesto ruido de un motor al otro lado de la pared (externo), que
anteriormente parecía no notarse en absoluto, quedaba inhibido,
se intensifica y se hace tan patente que ocupa el “ foco” o el cam
po principal de la atención. Entonces, el individuo que escuchaba
a su interlocutor deja de oír lo que éste dice. Este excitador se
inhibe y el individuo se concentra en la acción del nuevo exci
tador que percibe ahora con toda claridad.
(.Este excitador que suscita en la corteza cerebral un foco in
tenso de estímulo nervioso se llama dominante. El dominante sur
ge cuando el resto de las células nerviosas de la corteza quedan
inhibidas. El hecho de que la atención se distraiga y se traslade
de un objeto a otro, se debe al desplazamiento del foco más inten
so de la excitación nerviosa, es decir, al cambio de dominante.
Conviene recordar que cuando nace el niño, la corteza de su
cerebro está aún sin formar. En el transcurso de dos a dos años y
medio tiene lugar un desarrollo especialmente intenso del cerebro
y, sobre todo, de la corteza. Es natural, por tanto, que el niño de
pecho no pueda concentrarse de forma prolongada y estable sobre
cualquier cosa.
Toda manifestación de atención, aun en un pequeño de tres y
cuatro años, exige una tensión nerviosa considerable. Toda la acti
vidad nerviosa del pequeño, incluidos los que están en edad pre
escolar, se distingue por un desequilibrio considerable. Los proce
sos de excitación son notablemente más intensos y predominan
sobre los procesos de inhibición, lo que significa que el sistema
nervioso del niño está sometido a un trabajo intenso.
No es, pues, de extrañar que la aparición de un foco intenso
de estímulo nervioso en la corteza sea inasequible al niño de pecho.
Pero también en los niños de dos y tres años, así como en ciertos
chicos mayores, de temperamento muy excitable y desequilibrado,
es muy débil e inestable el foco de excitación que se produce en
la corteza del cerebro, ya que el proceso nervioso del estímulo
muestra tendencia a propagarse fácilmente por ella. Su concen
tración en un sistema cualquiera de células, en un “ centro” , exige
un intenso proceso de inhibición en los sectores vecinos de la cor
teza. De otro modo no puede surgir un foco suficientemente inten
DESARROLLO DE LA ATENCION 209
a siete años, el educador les pone, cada vez con mayor frecuencia,
tareas que exijan una actividad mental, sin apoyo ya de la actua
ción práctica (razonamientos, comparación según una idea, bús
queda de errores, improvisación de un relato, poner ejemplos).
4) Toda tarea monótona hace desaparecer el interés de los ni
ños y reduce su atención. Es, pues, importante diversificar las for
mas de trabajo. Así, por ejemplo, la repetición de una poesía se
puede realizar individualmente y a coro, uno tras otro y por de
signación, en forma escenificada (donde ello sea posible), etcétera.
5) Cuando se sabe que la clase precedente, por ejemplo, cultura
física, ha sobreexcitado a los pequeños, conviene darles una tarea
complicada, que exija una gran concentración.
6) Habida cuenta de las particularidades de la atención de los
niños entre cuatro y siete años, no se puede dar de golpe y en una
sola clase de tres a cinco componentes nuevos, como son, por ejem
plo, varias canciones, poesías o relatos nuevos.
La diferenciación es difícil, por lo que un contenido frena la
asimilación de otro o suscita la influencia innecesaria de conceptos
nuevos y distintos, es decir, su mezcla y confusión.
A l mismo tiempo, es muy importante enseñar a los niños cómo
el nuevo contenido está vinculado a lo que ya se conoce y en qué
consiste la diferencia.
7) Durante la realización de una tarea, aun cuando sea intere
sante, los pequeños suelen distraerse. Estas oscilaciones de la aten
ción son corrientes y naturales. La pregunta que se hace a todo
el grupo o al niño cuya atención se ha debilitado, una tarea breve
o un pequeño intervalo de cultura física eliminan rápidamente esta
fatiga y permiten a los pequeños concentrarse de nuevo en el cum
plimiento del trabajo dado.
8) Es muy importante la organización de un ambiente de tra
bajo en el grupo. Todo debe estar previsto de modo que la frágil
atención de los niños no se vea distraída por la búsqueda de las
cosas que necesitan para su trabajo: lápices de colores, láminas,
borradores, etc. Todo debe haber sido preparado de antemano.
9) El comportamiento del propio educador es de excepcional
importancia. Si no ha explicado con suficiente claridad la nueva
tarea y cuando los pequeños han comenzado a realizarla da en
voz alta explicaciones complementarias y si hace observaciones,
también en voz alta, a uno u otro niño, distrae, sin querer, la aten
ción de todo el grupo respecto al cumplimiento de la tarea enco
mendada. A ello se viene a agregar que los pequeños no aprenden
a escuchar atentamente lo que les dice el educador, se dedican todo
el tiempo a preguntar y esperan explicaciones complementarias.
DESARROLLO DE L A ATENCION 217
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VII Desarrollo de las representaciones
Aun cuando Pávlov las incluye entre las primeras señales, sin
embargo, merced a su designación por la palabra, adquieren muy
pi*onto un carácter generalizado.
En la psicología general, las representaciones se suelen consi
derar como imágenes de las cosas y los fenómenos que son siem
pre más pálidas, borrosas y fragmentarias que las que surgen a
consecuencia de la influencia directa de los objetos y fenómenos
sobre los órganos sensorios del individuo.
Sin embargo, la múltiple experiencia práctica del adulto y de
niño enriquece continuamente el contenido de su conciencia, no
sólo con nuevas imágenes, sino que también modifica las ante
riores. Al mismo tiempo, el enriquecimiento de las representacio
nes existentes se suele lograr no tanto mediante los simples en
frentamientos repetidos del pequeño con un mismo objeto como
con la ayuda de su análisis gradual y cada vez más profundo, y
confrontación con los demás objetos.
Los niños de tres y cuatro años conocen algunas cosas de las
que componen la vajilla, los muebles y los vestidos, conocen de
tres a cinco animales, tienen nociones acerca de la lluvia, el sol y
la nieve, diferencian los peces de los pájaros, las flores de los ár
boles; los pequeños conocen ciertos instrumentos y materiales, dis
tinguen los tipos de transporte, saben cuál es su casa y su calle;
reconocen en los retratos las caras conocidas.
Sin embargo, son muchos los psicólogos occidentales (V. Stern,
C. Bühler, Corredo-Ricci, MacCarthy y otros) que, al identificar
la imagen con su representación y al recibir de los niños dibujos
incorrectos y hasta monstruosos de objetos que conocen perfecta
mente, afirman que los pequeños en edades comprendidas entre
siete y diez años, tienen nociones de las cosas que son incorrectas
y deforman la realidad. Basándose en un análisis tendencioso de
un número considerable de dibujos hechos por niños de cuatro a
diez años, estos investigadores llegaron a la conclusión de que el
pequeño, al alcanzar una cierta edad, pasa sucesivamente por tres
estadios de su desarrollo: 1) “ garabato” , 2) “ esquemas” y 3) “ au
sencia de esquema” . Según afirman, estos estadios vienen deter
minados por la edad del niño.
El estadio del “ garabato” o “ estadio del pintarrajeo” es el re
sultado de los movimientos desordenados de la mano del niño que
mueve el lápiz por la hoja de papel, a consecuencia de lo cual apa
recen rasgos y trazos que no tienen parecido alguno con el objeto
que se representa ni tienen conexión entre sí. Hay que decir que
el pequeño hace estos garabatos sin intención alguna de dibujar
algo determinado. Unicamente al responder a la pregunta del adul-
DESARROLLO DE LAS REPRESENTACIONES 221
lo: “ ¿Qué has dibujado” , designa uno u otro rasgo o todo su “ di
bujo” como “mano” , “pierna” , “ ojos” o un “ hombre” , una “ mujer” ,
etcétera.
El estadio de los “ esquemas” , en el que se encuentran inclui
dos los dibujos de “ monigotes” que hacen los niños desde los tres
hasta los siete y ocho años, se caracteriza por una serie de parti
cularidades. Entre éstas se cuentan: a) la ausencia de ciertas par
tes fundamentales del cuerpo en la figura humana. En el dibujo
faltan las manos, las piernas o ciertas partes de la cara: las orejas,
la nariz, etc.; b) una burda infracción de las proporciones. La ca
beza del individuo suele ser enorme. En ella aparecen dibujados dos
grandes ojos redondos, las orejas faltan o están representadas por
unos pequeños ganchos, o por el contrario, como unas habas enor
mes; en la boca, unos dientes muy grandes; las manos y las pier
nas, por pequeños palitos o, por el contrario, son largas en extre
mo; c) en el dibujo se señalan detalles absolutamente accidentales,
de naturaleza muy particular y que no se refieren directamente al
propio monigote; así, por ejemplo, se dibuja una pipa en la boca del
individuo o los botones en su traje; d) el dibujo se da en forma
transparente. A través del vestido, de los pantalones o de las bo
tas se ve el tronco, las piernas y los pies; a través del gorro se
ve la cabeza con sus pelos, etc.; e) se infringe burdamente el nú
mero real de las partes del cuerpo. En la figura humana de per
fil aparecen dos bocas o dos narices. Una está dibujada tal y como
se ve al girar la figura (de perfil); la otra, tal y como aparece en
la posición directa de la figura (de frente). En el dibujo de perfil
de la cabeza, se han representado dos ojos, uno al lado del otro. O
bien, en la representación frontal de la figura, las piernas aparecen
de perfil, etc. El número de dedos en las manos puede ser cual
quiera, al igual que el de manos; f) se infringe sin reparos la po
sición de las partes del cuerpo. Así, los brazos del individuo nacen
a veces de la cabeza, a veces de la cintura, del cuello o del pecho.
La cabeza puede aparecer en el interior del tronco, el cuello y los
hombros suelen faltar por completo; en otros dibujos, las piernas
comienzan a veces en el mismo lugar en el que el pequeño hace
nacer los brazos, etc.; g) la forma de las diversas partes del cuer
po es también muy variada y totalmente arbitraria. La cabeza no
sólo se representa como un círculo o un óvalo irregular, sino como
rectángulo, triángulo, etc.; los brazos se dibujan en forma de óva
los alargados, de líneas, de rectángulos muy largos, etcétera.
Así, pues, pertenecen al estadio de los “ esquemas” las más mons
truosas y extravagantes representaciones de “ cefalópodos” . En opi
nión de los investigadores occidentales, son el “ estadio” , fundamental
222 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
jos en los que los niños ofrecían una combinación original del
relato que habían oído con nociones vividas. Así, los bomberos
van en un automóvil (lo sabían por experiencia), pero delante
galopa un jinete (de ello se habla en el libro); o bien, el caballo
del jinete tira del automóvil de los bomberos. La incongruencia
lógica de la imagen “ fundida” que se ha obtenido por este pro
cedimiento, el niño no la capta, ante todo, porque no ha aprendido
aún a ver y a tomar conciencia de las conexiones que existen tan
to dentro de los objetos como entre éstos.
Resulta especialmente incomprensible para los pequeños la to
rre de vigilancia contra incendios. El papel que desempeña es ab
solutamente desconocido por nuestros niños, que viven en la época
de la radio y el teléfono. De ahí que al dibujar la torre de que se
habla en el relato, la incluyan en su dibujo en conexiones total
mente arbitrarias. Así, por ejemplo, en uno de los dibujos, el bom
bero aparece situado en lo alto de la torre y enfoca desde allí con
su manga la casa que se quema.
Los dibujos de los mayores son muy variados. Comúnmente,
aparece en ellos un gran número de personas: bomberos, sinies
trados y curiosos. Todos hacen algo: salvan personas y cosas de la
casa incendiada, llevan cubos de agua, comentan, lloran, etc. En su
totalidad, el dibujo es muy dinámico: llegan uno tras otro los auto
móviles de los bomberos, se tocan las campanas, caen cosas por las
ventanas, los bomberos han subido al tejado y tiran desde allí las vi
gas en llamas, etc. A pesar del gran número de objetos represen
tados, todos están lógicamente relacionados entre sí y forman un
cuadro íntegro y razonado.
Conforme el niño se desarrolla, no sólo se modifica su dibujo,
sino que varía también el relato que del mismo hace. A l mismo
tiempo, lo que el pequeño cuenta acerca del tema de su dibujo y
la forma en que lo relata suele poner de manifiesto que solamente
ha logrado representar en el papel una parte insignificante de las
nociones que tiene acerca del incendio. Si el pequeñín se limita a
designar con una o dos palabras (“ incendio” , “ arde” ) lo que ha
representado, los de mayor edad, en cambio, al realizar un dibujo
más detallado, lo acompañan con una rica descripción, razona
mientos, vivas exclamaciones emocionales, etc. Es evidente que el
dibujo no es más que una representación parcial e incompleta de
las nociones que tiene acerca del tema.
Así, un pequeño, al hablar de la ciudad, dice que en ésta hay
casas grandes de cuatro, cinco y seis pisos y, simultáneamente,
cuando dibuja la calle de una ciudad representa casas de un piso,
casitas.
226 DESARROLLO PSIQUICO DEL NIÑO
Son precisamente estas casas las que dibuja con más frecuen
cia, y sus nociones no las corrigen los adultos. De este modo, se
fijá la imagen. Estos hechos nos dicen que la imagen que conserva
el pequeño, al igual que el adulto, no tiene nada que ver con la
representación especular e inerte del objeto. En función del grado
en que el niño conoce el objeto, del grado de movilidad de los
conocimientos adquiridos, de su aptitud para observar y represen
tar un mismo objeto, en función de la tarea concreta a que se en
frenta, el pequeño la reproduce de forma distinta.
Según se ha mostrado anteriormente, enseñar al niño a perci
bir un objeto consiste en ejercitarle en el análisis de la realidad*
seguido de su reproducción gráfica, oral o interpretativa en el jue
go. Se comprende perfectamente que la comprensión de la imagen
que se conserva depende directamente de la asimilación de este
método de percepción analítica del objeto.
Al enseñar a los niños la forma correcta en que han de obser
var el objeto, su dibujo pierde rápidamente todos los rasgos del
esquema y se aproxima a la representación auténticamente realista.
Es testimonio de ello la labor diaria de las instituciones preescola
res y las nutridas exposiciones de trabajos infantiles que realizan
los organizadores de conferencias de educadores y padres.
Así, por ejemplo, los pequeños han de dibujar algo relacionado
con el paseo que el día anterior dieron por la ciudad. La educadora
trata de que los niños hagan a la primera un dibujo correcto. Plan
tea una serie de preguntas destinadas a que el grupo analice la
tarea encomendada. En ciertos casos, el educador acompaña este
análisis de un dibujo, de un modelo. Cuando esto sucede, los pe
queños perciben el objeto bajo un grado de síntesis distinto. Su
noción es más rica, completa y consciente.
En todos los jardines de niños, los educadores tropiezan con la
falta de capacidad de los niños para representar árboles, animales
y pájaros. Los pequeños no los dibujan bien. Sin embargo, los
pedagogos soviéticos no buscan la causa de la imperfección de estos
dibujos en la incapacidad “innata” de los niños para reflejar co
rrectamente los objetos. Proceden a enseñar de modo sistemático
a los pequeños a ver correctamente y a convertir la imagen visual
en visual-motora, complementándola con la descripción oral.
E. I. Ignátiev llevó a cabo investigaciones muy interesantes.
Mediante un método original de estudio de la construcción del
dibujo infantil, el autor demostró no sólo la coherencia con que
los niños reproducen la imagen que conocen, sino el papel deci
sivo de la enseñanza de un método de observación y de repre
sentación.
DESARROLLO DE LAS REPRESENTACIONES 227
* * *
I
Con relación a la memoria del niño y a las leyes que rigen su
desarrollo, nos limitaremos a analizar algunos de sus tipos.
Entre todos los tipos de memoria, el que antes se manifiesta
es el que corresponde a la cinética: a la postura durante la nutri
ción (véase el capítulo III). El reconocimiento, seguido de la
reproducción de los movimientos, se basa en la simple conexión
nerviosa que se forma en la corteza cerebral cuando el estímulo
que tiene su origen en la excitación del interoceptor se une a uno
u otro refuerzo no condicional.
En el transcurso de la edad temprana y preescolar, el pequeño
se ejercita en un gran número de movimientos, en su exactitud,
diferenciación, rapidez y coordinación.
252 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
que en lugar del arco y las flechas que los pequeños desconocen,
Iliá Múromets coja en su relato un fusil, se transforme en héroe,
galope subido a un tanque, etcétera.
Esta sustitución, de acuerdo con el sentido, de vocablos o ele
mentos completos del relato atestigua que el niño utiliza ya las
palabras dadas como señales de ciertos conceptos, es decir, de
conocimientos generalizados de los objetos en sus rasgos principa
les. Lo principal es lo que transmite en la forma verbal que conoce
y comprende. Y aun cuando esta generalización no sea siempre
correcta y el acento que se pone en el rasgo principal y su utili
zación sea a veces erróneo e ingenuo, no obstante, hemos de ver
en estos casos la manifestación de una memoria auténticamente
lógica;
b) el manejo del sentido, es decir, la recordación lógica, se
manifiesta en la omisión que se hace de ciertos detalles que, en
realidad, carecen de importancia esencial en lo que se reproduce
(descripción del tiempo, de los caminos, del bosque).
Estas omisiones de ciertos detalles son resultado de la selec
ción que el pequeño hace de lo principal del relato, lo que es
testimonio de una tentativa de recordación lógica;
c) en la reproducción lógica, a la par de las omisiones, los
niños suelen incluir frecuentemente por su cuenta algunos deta
lles, reforzando ciertas partes y subrayando episodios del relato
oído o de los rasgos del héroe que en la percepción del pequeño
han pasado a tener una importancia especial.
Al transmitir un relato oído, en el que se hablaba de un fuerte
vendaval que hizo subir el agua en el río, hasta el punto que ésta
se llevó dos puentes, los niños agregaban por su cuenta un barco
hundido, una barca zozobrada, salvavidas y un pescador ahogado;
d) lo esencial del relato que los niños disocian les permite cam
biar a voluntad la sucesión de ciertos detalles de lo que exponen,
dentro de unos límites que no infringen la lógica principal de su
narración.
Con extraordinaria claridad se puso de manifiesto el papel de
la comprensión para recordar lo importante en las investigaciones
que sobre percepción y recuerdo de láminas hemos realizado. Ya
en los experimentos dirigidos al estudio del papel de la palabra en
la formación de las representaciones (véase el capítulo V II), lle
gamos al convencimiento del distinto papel que el vocablo sustan
tivo y el vocablo epíteto cumplen en la retención de la imagen
del objeto, en la reproducción del relato y del propio nombre. El
estudio del papel de' la palabra en la recordación viene a reforzar
estas mismas conclusiones. Así, si se presenta a los niños una lá
DESARROLLO DE LA M EM ORIA 259
3. EL DESARROLLO DE LA M EM OR IA SE M A N IF IE S T A :
4. DESARROLLO DE LA M EM ORIA
3. Desarrollo de la imaginación
con las bocas abiertas y los brazos levantados. Los pequeños artis
tas querían transmitir así la alegría, la risa y el gozo de la mu
chedumbre en fiesta.
El papel de las emociones en la actividad creadora de los niños
es muy grande. El tipo que suscita una actitud positiva (o nega
tiva) suele dirigir la totalidad del curso del proceso imaginativo.
Cuando en el pequeño se ha formado una actitud irónica hacia el
zar (codicioso, de pocas luces y ridículo), tal y como se da en
los cuentos populares, les resulta imposible a los niños imaginarse
a Pedro I como zar inteligente y su preocupación por construir
una ciudad hermosa; o bien, cuando sabe que el león es una fiera
carnicera y temible, el pequeño no puede figurarse a esta fiera por
tándose como buen amigo de un perrito.
El relieve de las vivencias emocionales del pequeño, sobre todo
del impresionable, es tan grande que suele predominar sobre la
percepción de un objeto bien conocido.
Svieta (3, 5) se espanta, grita y llora cuando su padre se pone
en su presencia la careta antigás. A pesar de que se la quita in
mediatamente, se ríe y habla con la niña, ésta sigue asustada y se
niega a acercarse a él. Sabe que es su papá, pero el sentimiento
de terror es más fuerte que la razón.
En la fiesta de Año Nuevo, los pequeños del grupo de los me
nores reconocieron sin dificultad a su niñera en el papel de Papá
Noel, y en el lobo al hijo mayor de su educadora. La expresión de
sus fisonomías era abierta. A pesar de ello, los niños tenían miedo
cuando el “ lobo” se acercaba demasiado a ellos y ninguno se atre
vió a darle la mano, mientras que a Papá Noel todos le pregun
taban: “ ¿A que no sabes cómo me llamo?”
Así, pues,;la emotividad de la imaginación, al encontrar apoyo
en la percepción de la imagen conocida, se impone sobre la com
prensión, es decir, sobre la percepción consciente de la persona
conocida.
La fuerza de la reacción emocional y la facilidad con que sur
gen imágenes de gran relieve suscita en el pequeño auténticos sen
timientos de miedo, alegría y preocupación. Son precisamente estas
vivencias las que hacen que el niño entre tres y cinco años tape
con las manos al pollito, dibujado en una lámina, para defenderle
del ataque de un aguilucho; muchos chicos vuelven rápidamente
la hoja del libro en la que aparece representado un tigre que, con
las fauces abiertas, se lanza sobre un cabrito.
Esta fuerza de la vivencia emocional y la impresionabilidad no
se suelen debilitar con el desarrollo del niño. No obstante, hace
su aparición el razonamiento crítico, en relación con lo que se per
272 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
B . PRIMERAS GENERALIZACIONES
C. A SIM IL A C IO N DE CONCEPTOS
ticular que conocen en otro más amplio. Así dicen: “El tenedor
es vajilla” , o bien, “El tenedor es una cosa así” , “ El caballo es un
animal” , “Esto es un animal” , “ La muñeca es un juguete” .
Así evoluciona el contenido de la palabra.
Estos hechos descubren también ante nosotros las complejas
relaciones de unidad (pero no de identidad) que existen constan
temente entre la palabra y el concepto. Estas relaciones son diná
micas y variables. Muestran que la palabra, que el niño asimila
muy pronto, a veces durante el segundo año de vida, se mantiene
en su vocabulario para siempre; su relación respecto al objeto es
también constante, pero la profundidad con que refleja la reali
dad, los objetos o los fenómenos, es decir, el propio concepto, la
imagen generalizada que se señala con esta palabra, varía a me
dida que el pequeño acumula conocimientos, que se desarrolla su
pensamiento.
No se puede afirmar que el paso al reflejo generalizado de ob
jetos homogéneos, en el conjunto de sus rasgos principales, sea
una característica “de la edad” , precisamente del niño de seis y
siete años. Todo depende de la riqueza de su vocabulario, del con
tenido con el que opera y de la existencia, en la experiencia del
pequeño, de los conocimientos correspondientes.
A las preguntas del adulto, los alumnos de los grados tercero
y cuarto, contestan a veces: “ El barómetro sirve para determinar
cuándo va a llover o a hacer sol” , “ El reloj es para ver la hora
que es” , “ El espejo, tan brillante como el cristal, es para mirar
se” , etcétera.
Por otra parte, la práctica cotidiana muestra casos de empleo
muy temprano de generalizaciones correctas, por parte de niños
de hasta tres y cuatro años, cuando hablan de objetos que cono
cían.
En su investigación, V. A. Gorbachova mostró que hasta los
niños de tres años se apoyan en rasgos realmente característicos
de los objetos que el pequeño conoce bien.
Frecuentemente, los niños afirman, en forma segura y abso
lutamente correcta, que en la lámina aparece pintado un oso o una
zorra, pero son incapaces de señalar los rasgos en que se basan,
de hecho, para reconocer al animal. El niño continúa sin tener
conciencia de estos rasgos. Sin embargo, al pedir al pequeño que
contrapusiera un animal al otro, la investigadora recibió indica
ciones de aquellos rasgos distintivos en los que, precisamente, el
niño se apoyó de hecho. Al designar la liebre, señalaba sus lar
gas orejas y su pequeña cola; al hablar de la zorra, los pequeños
mencionaban su cola lanosa y su color rojizo, etcétera.
312 DESARROLLO PSIQUICO DEL N IÑ O
A. COMPRENSION
B. JUICIOS Y DEDUCCIONES
Las preguntas que hacen los niños son una forma especial de
su pensamiento teórico.
El carácter de las preguntas infantiles, su contenido y sucesión
son una prueba convincente del desarrollo de su pensamiento. A
juzgar por lo que el pequeño pregunta y por la forma en que inte
DESARROLLO DEL PENSAMIENTO Y EL LENGUAJE 329
XI Desarrollo de la voluntad
y los sentimientos.
Formación del carácter
la boca. Cuantas más sean las dificultades que haya que superar
para alcanzar el objetivo propuesto, cuanta más tensión exija su
logro, tanto más claramente se manifiestan en él las distintas cuali
dades de la voluntad: su tenacidad, su capacidad para mantener
largo tiempo una gran tensión, su decisión, que se manifiesta en
la rapidez y determinación de la solución adoptada, el criterio de
su voluntad, es decir, la capacidad del individuo para valorar co
rrectamente el camino que sigue y sus logros, de acuerdo con el
fin que se persigue. Es de una gran importancia la voluntad mo
ralmente educada, a la que nos referimos cuando tenemos en
cuenta el valor social del objetivo que el individuo se plantea, de
los móviles que le impulsan a actuar y de los procedimientos que
emplea para alcanzar el fin propuesto. Este aspecto ético de la
''voluntad viene determinado por la concepción que del mundo
tiene el individuo, por sus convicciones. De ahí la gran impor
tancia que en la realización de actos volitivos tienen los conoci
mientos, aptitudes y hábitos adquiridos, así como los sentimientos
que se les han educado.
El carácter complejo de la actividad volitiva se manifiesta en
su forma más clara durante la realización de algo difícil, es decir,
en un proceso volitivo complejo. En éste se pueden señalar los
momentos siguientes, que nos limitaremos a enumerar:
1) Aparición del deseo, en cuanto toma de conciencia de sus
necesidades e intereses, y planteamiento de un objetivo.
2) Reflexión sobre los caminos a seguir para conseguirlo.
3) Elección del camino, basado en un análisis multifacético,
tanto del problema mismo como de todas las condiciones y proce
dimientos posibles para su resolución. Comúnmente, el individuo
mira hacia delante, tratando de prever las dificultades con que
puede tropezar si elige uno u otro camino. En el proceso de la
elección, suele surgir la llamada “ lucha de los móviles” . A las
exigencias de la utilidad social, pueden aquí enfrentarse diversos
deseos e intereses personales, o bien, móviles de índole personal.
4) El período de la elección finaliza con la decisión.
5) La decisión adoptada debe realizarse. Finaliza así el pro
ceso volitivo.
La actividad volitiva consciente es resultado de un elevado
desarrollo intelectual del individuo. Exige una experiencia de la
vida suficiente y muy variada, y su utilización, lo que es función
de la memoria; hay que prever e imaginarse un objetivo más o
menos lejano, los caminos que a él conducen y los resultados que
se obtendrán al alcanzarlo, es decir, una función de la imagina
ción; hay que pensar con lógica: analizar el objetivo, los caminos
DESARROLLO DE LA VOLUNTAD Y LOS SENTIM IENTOS 365
con su dedo índice los objetos que quiere obtener y hacia los que
quiere dirigirse.”
Al final del primer año, el niño domina de tal modo sus bra
zos, tronco y piernas que es capaz de realizar un gran número de
los más variados movimientos, que le son necesarios para alcan
zar la cosa que desea. Consigue estos éxitos merced, sobre todo,
a la imitación involuntaria de las acciones de los adultos y a su
propia actividad, repetida un gran número de veces.
En las anotaciones de los diarios consultados encontramos una
serie de ejemplos que hacen referencia a las acciones imitativas
de los pequeñines. Suelen producirse durante el segundo año de
vida, cuando el pequeño es ya capaz de destacar, en ese excitador
complejo percibido que es el hombre y sus movimientos, ciertas
acciones y reproducirlas.
A Adik (0, 9) se le dio un coco para que jugara, después de
haberlo hecho girar ante los ojos del niño. Adik cogió el coco
con las manos y trató también de hacerlo girar.
A Yúrik (0, 8) se le mostró cómo había que cerrar los dedos
para formar el puño y luego volverlos a abrir. El niño repitió rá
pidamente estos movimientos.
A medida que el niño avanza en su desarrollo, los movimientos
imitativos no desaparecen, sino que su contenido y su naturaleza
se modifican.
En la formación de los movimientos voluntarios intervienen
mucho las diversas acciones que se realizan con objetos.
Cuando el niño, al golpear el vaso con la cucharilla, oye un
sonido y luego, al repetir los mismos movimientos, obtiene cada
vez idéntico efecto acústico, establece una conexión entre los mo
vimientos que •'realiza y el resultado que obtiene. La formación
de esta conexión hace que cuando vuelve a golpear el vaso con
la cucharilla espera obtener el resultado que ya conoce. Es así
como sus acciones adquieren un carácter dirigido a Un fin coor
dinado.
Sin embargo, como quiera que, a su edad, el pequeño no pue
de aún dar forma en el lenguaje al objetivo de su acción, no cabe
hablar de actividad volitiva. Los auténticos actos volitivos surgen
con la asimilación del idioma.
Cuando el niño ya ha cumplido un año, el adulto, al incitarlo
a que realice una u otra acción conocida, acompaña su demostra
ción con una orden o un ruego verbal: “ ¡Haz palmitas!” , “ Señala
dónde está la mamá” , “ Dame la mano” , etcétera.
Al finalizar el primer año, el pequeño aprende a responder con
determinados movimientos de los brazos, la cabeza, el cuerpo o las
DESARROLLO DE LA VOLUNTAD Y LOS SENTIM IENTOS 367
pañero— . Entre los tres haremos rápidamente las camas.” Los ni
ños se ponen a ayudar a la niñera.
En este hecho, es fácil ver las conexiones “ pequeñas” que apa
recen en la misma “ superficie” del mismo. V.ládik no se dio cuen
ta de las dificultades por las que atravesaba la niñera, ya que es
aún incapaz de analizar por sí solo los casos que pueden darse
en la vida, es incapaz de comprenderlos y de valorarlos correcta
mente. No se ha formado aún en él la costumbre de reaccionar
directamente ante las dificultades que otro experimenta,. de ahí
que no surjan en él las emociones correspondientes: sentimiento
ante las dificultades porque otro atraviesa, deseo de ayudar, sen
tido de sus propias posibilidades, etcétera.
Sólo después de que la niñera dijera a los pequeños cuál era
la causa de su prisa, es decir, explicara y disociara las dificultades
que experimentaba, pudo suscitar en los niños la correspondiente
reacción eficaz. Esta asociación: “ Cuando alguien está en difi
cultad hay que ayudarle” , ya se había formado sólidamente en su
experiencia anterior.
4Es así como el análisis de un acto aislado puede descubrir su
causa inmediata. La repetición de rasgos uniformes en distintos
casos del comportamiento infantil, el descubrimiento de unas mis
mas conexiones “pequeñas” , pero importantes, y en primer lugar
causales, permite con gran seguridad destacar lo que hay de co
mún en los diversos hechos del comportamiento infantil, lo que
constituye los rasgos estables del carácter del niño.
7) A fin de establecer correctamente el “ régimen pedagógico”
que ha de seguir cada niño, hay que descubrir los manantiales
más profundos que dan origen al comportamiento correspondiente
del pequeño, es decir, hay que contestar a la pregunta de por qué
Vládik se ha preocupado y ha prestado atención a la persona
que trabajaba, cuáles son las causas que lo han originado, qué es
lo que mantiene y consolida este rasgo en la vida cotidiana del niño.
La respuesta a la pregunta relativa a las fuentes que dan origen
a uno u otro comportamiento infantil la da el descubrimiento de
las conexiones “ mayores” . Bajo esta denominación convencional
entendemos las dependencias más variadas del comportamiento
infantil, tomado en su conjunto (en lugar de cada acto aislado),
respecto del sistema completo de las condiciones de vida en que
transcurre el desarrollo del pequeño.
Si se considera el comportamiento del niño, en su totalidad,
como un sistema íntegro de costumbres que la múltiple repetición
ha ido formando y consolidando, costumbres que, posteriormente,
se convierten en rasgos del carácter que se han de manifestar,
DESARROLLO DE LA VOLUNTAD Y LOS SENTIM IENTOS 393
* * *
nido de su trato con los adultos y con los demás pequeños, así co
mo al coptenido y carácter de la actividad que los educadores se
encargan de organizar.
Esta característica muestra las dificultades que encuentra la
reestructuración de los estereotipos ya formados; el proceso com
plejo y contradictorio del desarrollo del niño; las caídas y retro
cesos en el comportamiento del pequeño, así como la naturaleza
irresistible de lo nuevo, de lo progresivo, de lo que con inteli
gencia, cuidado y paciencia va creando el educador al formar ac
tiva y conscientemente la personalidad del individuo que crece.
En la imposibilidad de reproducirla aquí por completo, nos li
mitaremos a citar los fragmentos más importantes, que acompa
ñaremos de breves comentarios, sometiendo algunos hechos a un
elemental análisis.
Slava P. nació el 16 de febrero de 1947. Cuando se comenzó
a observar regularmente su comportamiento teñía cuatro años y
siete meses. El parto fue prematuro. Era un niño enfermizo y de
licado, que guardaba cama con frecuencia y había sufrido varias
enfermedades infecciosas. El padre de Slava padecía túberculosis,
el pequeño estaba contagiado y sus bronquitis eran frecuentes.
Desde los tres años, Slava tartamudeaba. Vivía en familia con su
madre y su hermana mayor. (La exposición que sigue reproduce
las palabras de la educadora. Entre paréntesis figuran nuestras
explicaciones a los hechos expuestos.)
Septiembre. A Slava P. le han acompañado hasta el grupo to
da una delegación: la directora, la enfermera y la educadora del
primer grupo medio. El caso es que, por su edad, le correspondía
ingresar en este primer grupo medio, pero la educadora no se
aviene a ello de ningún modo. “ Basta, ya está bien, durante todo
el año pasado le he padecido y hasta he caído enferma por su cul
pa, he tenido que aguantarle todo un año, téngale usted ahora;
saca a todos de quicio, es un desvergonzado. Usted es joven y no
padece de los nervios, aguántele un p o c o . . . ” A todo esto, Slava
estaba presente y nos miraba a mí y a M. I. (su anterior educa
dora) con atención. La directora del jardín de niños me rogaba
con la mirada, al tiempo que me decía: “ Admítalo, le doy mi pa
labra de que sólo lo tendrá un par de meses” .
Y así fue como Slava ingresó en nuestro grupo.
(Conviene tener en cuenta que el niño escuchó tranquilamente
las palabras que de él hacía su educadora, sin que le afectase lo
más mínimo. No reaccionó ante el calificativo de “ desvergonzado” ,
ni ante la escena en la que trataban de desembarazarse de él.)
Slava y yo nos conocemos: el año pasado, mientras deambula
DESARROLLO DE LA VOLUNTAD Y LOS SENTIM IENTOS 397
(la otra educadora), me pegué con Arkasha. Verá usted como ella
se lo va a decir. Sólo que, de verdad, no volveré a hacerlo” .
(Esta ruptura en el comportamiento de Slava no tiene nada de
extraño. Desea ya ser bueno y sabe lo que esto significa. Logra
ya en parte cumplir las normas, que, para él, adquieren el signi
ficado de obligaciones. Se insinúa el nacimiento de una autoesti-
mación positiva; de ahí que la actitud invariable, y que le ofen
de, de A. E. suscite en él la anterior reacción agresiva. Como es
natural, el pequeño no comprende cuál es su origen, pero valora ya
correctamente su acto y, de un modo especial, no quiere que O.
A. piense que ha vuelto a ser malo.)
Slava ha comenzado a encontrar satisfacción en el trato cari
ñoso. Se acerca a mí con frecuencia en busca de cariño, ha co
menzado a prestar atención a mi aspecto exterior, a mis vestidos.
Un día llegué al grupo después de haber estado enferma, Slava
fue el primero que corrió hacia mí: “ O. A., cuánto la quiero, cómo
ha adelgazado. ¡Chicos, mirad cómo se ha quedado O. A., tiene
que reponerse!” Otra vez que yo estaba disgustada, el fue el primero
en darse cuenta. “ Cómo tiene usted los o jo s .. . ¿Ha llorado?
¿Quién la ha ofendido?” A su amigo, el cocinero, le dijo: “ O. A. es
muy buena, pero también muy severa” .
Diciembre. Hace ya tiempo que Slava ha perdido entre nos
otros su anterior albedrío, es decir, el nocivo derecho a no obser
var las reglas establecidas para todos los niños del jardín de niños.
No sólo yo, sino todos los pequeños de nuestro grupo y todo el
personal del jardín, ante mi insistente ruego, han empezado a cui
dar de Slava. Ya nadie le invita a que vaya a otro grupo, y todos
cuidamos continuamente de que esté junto con los demás niños del
grupo. Con ello, ha perdido su posición privilegiada, lo que ha
contribuido a que se someta a la disciplina común a todos. Ha cam
biado, asimismo, su comportamiento en las clases. Propuse a Sla
va que estudiara lo mismo que todos los niños. A l principio, se
negaba tercamente y argüía como de costumbre: “ No sé” , “ No
quiero” , “No lo haré” , “ ¡Déjame en paz!” Le dije entonces, resuel
tamente, que él era igual que los demás niños, y hasta es posible
que mejor que algunos, que podía hacer lo que se le encomendaba
y que sólo hacía falta que quisiera hacerlo y se aplicara un poco.
La alegría de todos fue muy grande, lo mismo que la del propio
Slava, cuando durante las fiestas marchó tocando al tambor, or-
gullosa y rítmicamente, la canción “ Petia, el tamborilero” , que él
mismo cantaba, alegremente, también.
Conviene señalar que todos los niños seguían con gran aten
ción los logros de Slava y que la alegría con que acogían sus éxi
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