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DE LA CARTUJA
ISBN 3-901995-24-2
Reservados por parte del autor todos los derechos, inscritos en el Registro de la Propiedad
Intelectual. Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta publicación, cualquiera
que sea el medio empleado, sin el permiso del autor.
SANTOS Y BEATOS
DE LA CARTUJA
Reseñas biográficas escritas por varios autores anónimos cartujanos
compiladas e ilustradas por
Juan Mayo Escudero
Con cariño,
a mi hijo Carlos y a todos aquellos
monjes y monjas cartujos
que han colaborado en este trabajo.
Estas vidas las he perfilado un poco con nuevos datos y enriquecido con
una serie de ilustraciones tomadas de artistas muy sensibles al carisma
1
Suman un total de 35 cartujos: con el fundador San Bruno a la cabeza, tres priores, una priora, ocho obispos,
un monje, una monja, dieciocho mártires ingleses y dos mártires franceses.
2
Estas biografías han sido tomadas de notas mecanografiadas, proporcionadas por los cartujos de Jerez, que
fueron escritas por tres monjes cartujos diferentes, de las cartujas de Miraflores, Montrieux y Jerez.
cartujano, antiguos unos como Zurbarán o Carducho, o modernos otros
como el P. Enrique Hernández de los Ríos y Rafael Tardío. A veces
estas ilustraciones las he podido fotografiar en los mismos lugares donde
vivieron estos santos, como es el caso de los Mártires Cartujos ingleses,
en la antigua cartuja de Londres.
Creo que todos podrán gozar con la lectura de estas páginas, pues a todos
nos interpela el testimonio vivo de unos hombres que llamados a la
soledad, e incluso colocados posteriormente en medio del mundo al frente
de Iglesias locales, nos hablan a cada uno de esa contemplación a la que
toda acción constructiva debe tender.
Hay otra diferencia en cuanto a la extensión del culto: mientras que la canonización
impone obligatoriamente a todos los fieles, sin excepción, un culto supremo y
universal hacia el que ha sido proclamado Santo, la beatificación es un decreto
permisivo, concediendo al declarado Beato un culto limitado solamente a ciertos
actos y en ciertos lugares, o para algunas personas, por ejemplo, una familia
religiosa.
A los Beatos sólo se les puede tributar culto en los lugares y en la forma que el
Romano Pontífice concediere:
Sólo pueden exponerse sus imágenes y reliquias en las iglesias en que, por
concesión de la Santa Sede se celebre el oficio y la Misa de los mismos; pero esta
Misa sólo puede celebrarse en la fecha señalada y no, como votiva, durante el resto
del año.
Las imágenes de los Beatos no pueden ser nimbadas con la aureola de la santidad
(especie de aro que se les coloca sobre su cabeza), aunque sí se les puede rodear
de mayor claridad y de rayos luminosos.
3
Benedicto XIV, en la bula de beatificación del Beato Nicolás de Albergati, el 6 de octubre de 1744.
Beato Ayraldo, 3 de enero
3 de enero
BEATO AYRALDO, MONJE Y PASTOR
4
Las «Consuetudines Cartusiae», es la primera norma de vida cartujana puesta por escrito por el V Prior de
la Grande Chartreuse, Dom Guigo I, fallecido en 1136, a petición de otros eremitorios que seguían la
observancia vivida por San Bruno y sus compañeros.
A g o t a d o
prematuramente por las
austeridades y las fatigas de
su ministerio, y sintiendo
faltarle las fuerzas de día en
día, supo de su cercana
muerte, e hizo venir junto a
sí a Arducio, Obispo de
Genève, y a Bernardo de les
Portes, ya Obispo de Belley,
a los que anunció su próximo
fin. Tras haber platicado
largamente con ellos de los
gozos de la bienaventuranza
y del ardentísimo deseo que
tenía de poseerlos, recibió
con grande edificación de
todos, los santos
Sacramentos, en presencia
del clero y del pueblo, y
entregó su alma al Señor el 2
de enero de 1146, con la
alegría y la paz que
acompaña siempre la muerte
de los Santos.
Fueron concurridísimos
sus funerales, viéndose
ilustrados con varias Bto. Ayraldo, por Francisco Gálvez, 1667, Cartuja de Jerez
curaciones milagrosas, que
aumentaron la fama de santidad del finado, y la devoción que sus diocesanos le
profesaban, hasta tal punto que en su sepulcro se puso este epitafio: «Aquí yace
El cuerpo del santo obispo Ayraldo fue objeto durante siglos de gran
veneración. A su sepulcro acudían multitud de peregrinos para pedir la salud,
registrándose numerosas curaciones.
5
Con este rito se celebra en la Cartuja el segundo grado de solemnidad con que se honra la memoria de un
santo. En el oficio de maitines se leen XII lecciones con sus responsorios.
6
Idem, tercer grado de solemnidad.
14 de enero
BEATO ODÓN, MONJE.
lograr remedio en las enfermedades del alma y del cuerpo. Curó varias veces,
con sólo imponer las manos, antiguas y rebeldes enfermedades; y en cierta
ocasión, estando él mismo enfermo y débil en extremo, como pidiese al
sacerdote que lo asistía que
le diese de beber, dióle éste
agua de un cántaro en una
jarra, viendo con asombro al
acabar de beber el varón de
Dios, que, para fortalecer y
regalar a su siervo, había el
Señor cambiado el agua en
generoso vino.
cuerpo y alma; mas dejando aquel allí postrado, con los ojos abiertos, fuese ella
a gozar del abrazo del amado, eterno premio de sus trabajos y virtudes, y
merecida corona de su inmaculada vida, ya que, según él mismo manifestó a su
confesor, jamás ningún sucio deleite empañó el brillo de su angelical pureza. Su
cuerpo fue enterrado en el cementerio de pobres.
Oración
22 de abril
SAN HUGO DE GRENOBLE, PASTOR
letras, rogóle compartiera con él los trabajos de la Sede Episcopal de Dio, que le
estaba encomendada por aquel entonces (después fue Arzobispo de Lyon).
Aceptólo nuestro santo, por juzgarlo muy de la gloria de Dios. Algún tiempo
después (1079) acudió acompañando al Legado, al Concilio de Aviñón, adonde
fueron también los canónigos de Grenoble a solicitar le diesen a Hugo por
Obispo, pues el que tenían acababa de fallecer. Otorgáronselo el Legado y el
Concilio; pero nuestro santo se opuso, alegando que ni por su edad (apenas
contaba 27 años), ni por sus cualidades, era digno de tal cargo. De nada le
valieron sus alegatos, y vióse precisado a aceptar. Recibió las Ordenes Sagradas
de manos del Cardenal Legado, y en su compañía se trasladó a la Ciudad Eterna,
para recibir de las del Romano Pontífice su Consagración Episcopal. Allí sufrió
un terrible asalto del demonio, con pensamientos de blasfemia y tentaciones
continuas contra la confianza en Dios, que se continuaron por más de 40 años,
siéndole motivo de no escaso mérito y corona.
Consagrado Obispo por Gregorio VII, partió para su iglesia, que estaba en
un estado verdaderamente lamentable, ya que su antecesor, Ponce II, con el
desarreglo de su conducta y su tráfico de las cosas sagradas había tenido que ser
excomulgado por el Papa; y con tal ejemplo el clero estaba como Dios no quería,
y los seglares peor, habiendo entrado a saco los poderosos en los bienes de la
iglesia, dejándola pobre y en el mayor descrédito. Empezó a predicar con gran
fervor; ayunaba, oraba, azotábase y afligía su cuerpo con diversas penitencias;
argüía, reprendía, amonestaba, y en todo hacía el oficio de santo y vigilante
pastor, no sin pasar notables privaciones en su persona y familia, pues jamás
quiso consentir, ni muy de lejos, trámites que por aquel entonces se hubieran
tomado como legítimos, para remediarlas. Pasó así dos años; y habiendo sabido
por divina inspiración que no estaba aún maduro el fruto de sus trabajos, y
desconfiando siempre de sí mismo, se retiró a «CASA DEI» de la Orden
7
En el escudo de la Orden Cartuja figuran, sobre una Cruz en el Mundo, siete estrellas que simbolizan este
sueño. Una frase envuelve todo ello, en latín “Stat Crux dum voltitur orbis”, que significa: “La Cruz
permanece mientras el mundo gira”, ver dicho escudo al final del Epílogo, página 141 de este libro.
Maestro Bruno y sus seis compañeros, haciéndole saber que, habiendo decidido,
dejar el mundo y entregarse a Dios, lejos de los peligros que aquel presenta,
venían a pedirle les señalara una soledad donde poder hacerlo. Viendo tan
manifiesta la mano de Dios, los acogió con benignidad y los animó en sus
propósitos, prestándoles mucha ayuda primero en la fundación, y después en la
aprobación de la Orden. Hízoles descansar algunos días (los suficientes para
preparar su instalación en aquel agreste desierto de la Cartuja) y antes de partir
vistióles él mismo el hábito escogido para el nuevo género de vida, en la Catedral
de Grenoble, donde se conserva una lápida que indica el probable lugar de la
vestición, que es la cabecera de la nave izquierda. Fue tanta su devoción a
Maestro Bruno y a sus compañeros que con frecuencia iba a pasar temporadas
con ellos, no como Obispo, sino como el último de los monjes. Amaba el ir a
buscar entre aquellos ermitaños el reposo que tanto ansiaba su alma, y templar
de nuevo en los ejercicios de la vida contemplativa el espíritu cansado en su
fatigoso ministerio. A veces incluso parecía olvidarse de su rebaño, teniendo que
decirle San Bruno, a la par que con respeto, con energía: «Id a vuestras ovejas
y dadles lo que les pertenece».
reserva, y aun a ratos timidez que le llevó a no pedir a sus íntimos amigos lo que
le era más necesario. La gracia vino en auxilio de su naturaleza no dejándole
jamás retroceder ante el cumplimiento de un deber, o un acto de generosidad.
Merced a esta especial asistencia de la gracia, se le vio siempre con espíritu de
iniciativa y con valor para desafiar el sin número de dificultades que encontró a
lo largo de su ministerio pastoral. Pero sufrió durante toda su vida innumerables
dolores de orden físico y de orden moral; tentaciones, las más turbulentas y
obstinadas alarmaban su conciencia, mientras su cabeza y estómago eran
asiento de constante dolor. Y fue precisamente en medio de estas tribulaciones
donde su santidad se aumentó y acrisoló de día en día.
Pero sobre todo era la humildad lo que prestaba sólida base a sus virtudes.
Llevado de ella pidió al Papa Honorio II que le relevase del Episcopado, primero
por medio de embajadores, después personalmente en Roma; pero todo fue en
vano. Hizo nuevas súplicas a Inocencio II, también infructuosamente. Sólo
cuando su vejez y enfermedades le imposibilitaron para el ministerio pastoral
alcanzó que consagraran a Hugo II, monje de la Grande Chartreuse, como
auxiliar y sucesor suyo. Algunos, como su contemporáneo Sigiberto
Gemblancense, en su crónica, o Cristiano Masseo (Crón. 1,6), Rafael Volterrano
y Zacarías Benedicto (Mign. CLIII, Col.578) sostienen que nuestro obispo obtuvo
licencia para vestir el hábito cartujano y prestar obediencia al Prior de la Grande
Chartreuse, pero el hecho de que Dom Guigo no lo diga abiertamente, sino que
sólo lo insinúe en el prólogo de la vida del Santo, que escribió, ha hecho que
autores como Dom Le Couteulx lo nieguen. Sea lo que fuere en este punto, lo
cierto es que siempre anheló la soledad cartujana desde que conoció a Bruno y
sus compañeros, viendo éstos en él no sólo la solicitud de la Iglesia por la vida
contemplativa, cuanto a un hermano espiritual más en la búsqueda y alabanza
de Dios.
Oracion:
Señor, tu hiciste a San Hugo instrumento
de tu providencia para manifestar a nuestros
Padres el interés de la Iglesia por la vida
contemplativa; concédenos, por sus ruegos,
progresar sin desfallecer en nuestra vocación.
Por N. S. JC.
4 de mayo
SANTOS JUAN, AGUSTÍN, ROBERTO Y COMPAÑEROS,
MÁRTIRES
Los santos Juan, Agustín y Roberto al ser colocados sobre los cañizos ante la torre de Londres. Oleo de
la Cartuja de S. Hugo, Parkminster.
8
18 fueron estos mártires: los priores San Juan, San Agustín y San Roberto (fallecido el 4-5-1535), y quince
beatos martirizados durante los años 1535-1540: ocho sacerdotes, un diácono y seis hermanos conversos,
siendo el último mártir el hermano converso Beato Guillermo Horn (fallecido el 4-8-1540) y que se cita
ampliamente en su festividad del 5 de agosto.
tenemos por costumbre no meternos en los asuntos de los Gobiernos. Por tanto
no nos toca decir cuál ha de ser la persona llamada a compartir los honores del
Trono, o a recibir la sucesión de la Corona». Poco satisfechos de esta respuesta,
reunieron los Delegados reales a la Comunidad en el Capítulo, y obligaron al Prior
a manifestar él primero su opinión; quien valientemente respondió: «No veo cómo
un matrimonio (el de Enrique VIII con Catalina de Aragón) bendecido por la
Iglesia, y tenido hasta ahora por válido, sea de repente declarado nulo». . . . -
Sin dejarlo terminar fueron él y el Padre Procurador conducidos prisioneros a «La
Torre». Mas aconsejados por el Obispo de Londres de que no tenía tanta
importancia la cuestión de la sucesión, como para exponerse a la muerte por ella,
prestaron juramento, pero con la restricción de que lo hacían en cuanto lo
permitiese la ley de Dios; juramento y cláusula que suscribió toda la comunidad
el 6 de junio, no sin algunas dudas y resistencias.
inquietar a unos solitarios, cuya vida era únicamente la oración y el sacrificio por
las almas. El resultado fue tan desfavorable que de allí salieron para el presidio
de la Torre de Londres,
acusados de alta traición.
Sometidos a toda suerte de
vejaciones, fueron juzgados,
después de que el Ministro,
en persona, intentó en vano
hacerlos claudicar. Todavía se
conserva en el archivo oficial
inglés el acta que con
juramento debían firmar los
invictos confesores de la fe y
fidelidad al Papado. A falta de
sus firmas, hay en el dorso
una nota que demuestra, a
más no poder, el por qué
murieron los siervos de Dios:
«Juan Houghton declara que
no puede reconocer al Rey
nuestro Soberano, como jefe
supremo de la Iglesia en
Inglaterra, por encima de los
Apóstoles de Jesucristo.
Roberto Lawrence afirma que
no hay sino una sola Iglesia
Católica, de institución divina,
bajo la autoridad del Obispo
de Roma; y renuncia, en
consecuencia, reconocer la
supremacía real. Agustín
Webster pretende que el jefe
de la Iglesia es, no el Rey,
nuestro Soberano Señor, sino
el Obispo de Roma, es decir,
aquel que ha sido declarado
tal por los doctores Ambrosio Bto. Sebastián Newdigate. Anónimo. Estampa del Siglo XIX
y Jerónimo».
derecho, por orden expresa del Rey, en la puerta de la Cartuja, para intimidar y
rendir a los monjes; pero aquellos indomables campeones de la Fe, no
claudicaron; por lo que uno tras otro fueron ejecutados, fieles a la consigna que
les había dado su santo Prior: «Vosotros haced lo que me viereis hacer a mí».
En efecto, al día siguiente de la ejecución de éste, volvieron los delegados reales
a la Cartuja, y ante sus inútiles esfuerzos por hacerlos apóstatas, fueron ante todo
encarcelados los bienaventurados Humfroi Middlemore, vicario; Guillermo
Exmew, procurador; y Sebastián Newdigate, hijo de Lord Juan Newdigate, y
cuñado de Lord Bormer. Este último monje habría brillado en la Corte de Enrique
VIII, de quien fue íntimo familiar; mas advertido por su hermana, y comprobado
que hubo la escandalosa conducta del Monarca, habiéndole muerto
prematuramente su esposa en 1524, ingresó en la Cartuja, con grande
edificación de toda la Corte y Ciudad. Avanzado rápidamente en las vías de la
perfección, y recibidas las Sagradas Órdenes, fue pronto considerado como uno
de los monjes más fervorosos, que tenía gran autoridad moral e influencia sobre
la Comunidad, e incluso en el elevado ambiente que había dejado en el mundo.
De pie los tres, y fuertemente sujetos al muro por el cuello con un collar de
hierro, las manos sujetas con cadenas y los pies en un cepo, estuvieron varios
días (no menos de quince) sometidos a esta bárbara tortura, pues, aunque el
cuerpo desfallecía por la fatiga y el insomnio, preciso era mantenerse en aquella
actitud, para no morir ahorcados por la argolla que tenían al cuello.
Puerta de la celda «A» con los restos que se conservan del claustro de la antigua Cartuja de Londres.
Oración:
9 de mayo
BEATO NICOLÁS
ALBERGATI, MONJE Y
PASTOR
Hizo su Noviciado y
Profesión en aquella Casa,
esmerándose en toda observancia,
y señalándose en la práctica de las
virtudes en tanto grado que en
pocos años se contó entre los más
aprovechados, y merced de ello,
Bto. Nicolás Albergati, por Zurbarán, Museo de Cádiz. en la primera ocasión que se
presentó sus hermanos lo eligieron
Prior, juzgando que estaba preparado para enseñar a otros la perfección aquél
que venía dando tan manifiestas pruebas de ella en su propia vida. La Orden le
nombró luego Visitador de la Provincia, cargo que al igual que el de Prior
desempeñó con singular acierto.
Creció tanto su fama que el Papa Martín V le llamó a Roma, sin decirle para
qué, y habiéndolo tratado, y quedado muy satisfecho de su virtud, ciencia y
prudencia, lo nombró su Legado ante los Reyes de Francia e Inglaterra,
enviándolo a los mismos bien autorizado para que los compusiese y pacificase
en las graves y crudas guerras que entre sí traían por bajos intereses. Con la
ayuda de Dios, que no cesaba de implorar, desempeñó tan bien su cometido el
Legado, que satisfechos ambos contendientes, cesó el ruido de las armas.
Muerto Martín V, sucedióle Eugenio IV, que lo distinguió aún más que su
predecesor, sirviéndose de él en muchos negocios y legaciones a diversos
Príncipes y Reinos, y para congregar y presidir algunos Concilios; de tal modo
que apenas se hacía algo importante en la Iglesia, que no pasase por su mano.
Así, fue en legación al Emperador de Alemania, Alberto II; luego en otra
Fue uno de los principales Padres del Concilio que defendió y probó la
procedencia del Espíritu Santo, del Padre y del Hijo, como de un solo principio,
en contra de los Griegos, en presencia del mismo Pontífice y del Emperador Juan
Paleólogo, logrando la unidad de la Iglesia.
después de muchas penalidades a Roma donde dio parte al Pontífice del mal
estado del asunto, y previa su autorización, apresuróse a volver a la Cartuja de
Florencia, dándose de nuevo con fervor a la vida monástica, en apostolado
secreto por aquellos mismos que le habían perseguido y maltratado. Intentaron
los mal aconsejados Boloneses elegir otro Obispo, pero el Papa, para impedirlo,
envió un ejército que puso sitio
a la ciudad. Lo apurado de la
situación hizo entrar en razón
a los amotinados, y recordando
las bondades de su legítimo
Pastor, le enviaron súplicas
para que, olvidándose de sus
pasadas injurias y desacatos,
intercediese en su favor ante el
Pontífice. Así lo hizo,
complacidísimo, el buen
Nicolás, pues no deseaba otra
cosa, pagando bien por mal a
aquel su descarriado rebaño. Y
merced a ello levantóles el
Pontífice el sitio de la ciudad.
Oración:
26 de junio
BEATO JUAN DE ESPAÑA, MONJE
juventud, elegirlo por Prior, pasó a aquella, solicitando ser admitido entre los Hijos
de San Bruno.
Pasado el año del Noviciado, durante el cual la indiferencia con que había
sido recibido se resolvió en fervor, profesó con gran contento de toda la
Comunidad. Ordenado sacerdote, fue nombrado Sacristán; y apenas habían
pasado siete años cuando se le nombró Prior. Sus tareas inmediatas fueron la
restauración del edificio y el acrecentamiento del fervor y de la regular
observancia, que llegó a tal grado, que las religiosas del Monasterio de Prebayón,
llevadas de aquel buen olor de Cristo, y con la anuencia de San Antelmo, Prior
de la Grande Chartreuse, rogaron a nuestro Beato les hiciese una adaptación de
las COSTUMBRES de Dom Guigo, para con ellas aprovechar el ejemplo de
santidad que habían recibido de la Comunidad de Montrieux. Así comenzó la
rama femenina de la Cartuja, que por el gran número de almas santas que la han
esclarecido, indica bien a las claras el acierto de nuestro Beato en este asunto.
Acogidos por San Antelmo con gran caridad y afecto, permanecieron algún
tiempo en aquella Casa; pero, ni las posibilidades económicas de la misma, ni
las «COSTUMBRES», que señalaban un máximo de 13 religiosos, permitían
prorrogar allí la estancia del Beato Juan y de sus compañeros. Perplejo andaba,
sin saber que hacer, el santo
Prior Antelmo, cuando le
llegó una embajada del noble
y piadoso señor Aymón de
Faucigny, en la Saboya,
pidiendo se le mandasen
monjes para fundar una
cartuja en el valle de Béol
(llamado después Reposoir)
donde ya años antes había
comenzado a existir, pero que
había fracasado.
Convenientemente
aleccionado nuestro Beato
por las causas de dicho
fracaso, que procuró
investigar diligentemente, así
como por las que le habían
movido a abandonar la
Cartuja de Montrieux, echó en
firme los fundamentos del
nuevo Monasterio, cuya
escritura fundacional tiene
fecha del 22 de enero de
1151.
Con las limosnas que fue recibiendo de los Señores vecinos estableció la
Cartuja en un mejor emplazamiento del que había tenido la anterior, y estableció
en ella la observancia regular en todo su vigor. En 1152 asistió al tercer Capítulo
General, presidido por San Antelmo; al que asistieron también, entre otros, el
venerable Bernardo de la Puertas, y San Artoldo, Prior de Arvières.
Fue el Beato Juan muy austero y penitente, y tan asiduo en la oración que
llegó a pasar en ella noches enteras; muy estudioso y de incesante actividad, de
una pureza angélica, de profunda humildad, de una solicitud sin límites por sus
hijos, de un gran espíritu de sacrificio, y sobre todo de un perfecto olvido de sí
mismo y de un ardiente amor a Dios y al prójimo.
Después de haber gobernado esta Casa nueve años, minado por las
austeridades y trabajos, cuando sólo contaba 37 de edad entregó su alma a Dios
el 25 de junio, según parece del año 1160, dándonos también en su muerte una
profunda lección de humildad, a la que se debió que providencialmente
comenzase su memoria a ser venerada por los pueblos vecinos. En efecto,
habiendo muerto durante su priorato dos sirvientes del Monasterio en la sierra,
bajo una avalancha de nieve, hizo enterrarlos en un lugar inconveniente,
mereciendo por ello la reprensión de sus superiores. Pues bien, para expiar su
falta hizo jurar a sus religiosos que cuando muriese lo enterrarían fuera de la
clausura, en el mismo lugar donde yacían las víctimas del expresado siniestro;
y así se hizo. Y merced a ello, ¡oh designios de la Providencia!, comenzaron las
gentes a orar en su tumba, y a obrarse allí multitud de milagros, siglo tras siglo,
principalmente con los atacados de fiebres malignas, hasta el punto que la Iglesia
terminó por aprobar su culto inmemorial.
acostumbradas.
Oración:
26 de junio
SAN ANTELMO, MONJE Y PASTOR
Reprimió los abusos del clero y del pueblo, con dulzura al principio, y con
sostenida fortaleza después; defendió los derechos de la Iglesia contra los
poderosos; demostró el temple de su carácter cuando Humberto, Conde de
Saboya, atropellando el derecho, mandó prender a uno de sus clérigos, al que
libró nuestro Santo yendo en persona a sacarle de la cárcel, y fulminando
excomunión contra los fautores del atentado. Más exasperado el Conde, mandó
dar muerte al citado Clérigo, y comenzó a calumniar a nuestro Santo, y a ponerle
pleito por unas tierras; por todo lo cual se juzgó éste en el caso de deber sostener
la excomunión contra el Conde con especial rigor, hasta que el Papa tuvo a bien
levantársela. Entonces Antelmo, no por despecho, sino por un leal
convencimiento de su ineptitud para el gobierno de su Obispado, pidió al Papa
el relevo del mismo, y mientras tanto no le llegaba la respuesta, que esperaba
favorable, retiróse a su celda de la Grande Chartreuse. Acudieron el Clero y el
pueblo al Papa, pidiéndole le obligase a volver, como así lo hizo en efecto. El
Conde por su parte, bien que hubiese sido absuelto por el Pontífice, no
juzgándose tranquilo en el fuero de su conciencia, por los medios de que se
había valido, acudió también a Antelmo, al que pidió perdón por sus pasados
yerros y atropellos, Le perdonó Antelmo con la mayor benignidad, y le profetizó,
por añadidura, el nacimiento de su primogénito, que no esperaba ya tener, pues
llevaba varios años de matrimonio sin sucesión. Recomendando a sus clérigos
la caridad y la concordia, como los más seguros medios de agradar a Dios,
durmióse en el Señor el 27 de junio del año 1180, a los 70 años de edad y 18 de
Pontificado.
Oración:
14 de julio
BEATO BONIFACIO DE SABOY, MON JE Y PASTOR .
P erteneció Bonifacio a la
familia de los Condes de Saboya; y
no obstante estar reputado como
uno de los personajes más
brillantes de su tiempo, lo dejó todo
para ser, como novicio de la
Grande Chartreuse, «el más
humilde servidor de todos». Pero
sus altas prendas fueron causa de
que la Santa Sede lo sacase de su
retiro para hacerlo Prior de un
Monasterio ajeno a la Orden
cartujana, que atravesaba una
crisis gravísima. Conjurada ésta,
merced al tacto singular de
Bonifacio, obtuvo licencia para
retornar a su noviciado cartujano;
Bto. Bonifacio de Saboya, medallón de yeso, Cartuja de pero al poco tiempo, (y esta vez de
Calabria modo definitivo) volvió a privarlo el
Papa de tan apacible retiro para
conferirle la plenitud del sacerdocio, y hacerlo pasar sucesivamente por las sedes
de Belley, Valence y Cantorbery.
A los tres siglos de su muerte estaban aún incorruptos los sagrados restos,
en recompensa sin duda, de su pureza de vida. Y fueron varios los enfermos que
al solo contacto de sus reliquias recobraron la salud. Merced a ello fue escrito su
nombre en el Martirologio francés, y puesta su fiesta en el calendario de la Iglesia
de Ivrés.
Oración:
16 de julio
BEATOS CLAUDIO BEGUIGNOT Y LÁZARO TIERSOT.
MÁRTIRES
Los beatos Claudio y Lázaro con la palma del martirio en su fidelidad al Papa, por Rafael Tardío, Cartuja
de Jerez
Es cierto que para nosotros fue motivo de alegría, ver que uno de los
nuestros iba a recibir la recompensa que justamente había merecido por tantos
sufrimientos tolerados por causa de la fe; sin embargo, fue también motivo de
gran dolor, perder un hombre tan extraordinario. Su sola presencia era suficiente
para infundirnos valor y constancia. Cuando alguno se le quejaba del sufrimiento
que tenía que soportar, el cartujo solía responder así: Esto no es nada;
merecemos mucho más. Quienes eran condenados a las minas en los primero
tiempos de la Iglesia, después de haberles cortado un pie o haberles sacado un
ojo, por la confesión de Jesucristo, lo pasaban mucho peor que nosotros.
SS. Juan Pablo II, el 1 de octubre de 1995, beatificó a éstos dos mártires
cartujos juntos con otros de la Revolución Francesa9, testigos de su fe y fidelidad
9
Está introducida actualmente en Roma la causa de beatificación de 47 mártires de la Revolución francesa
de la diócesis de Valenciennes, y entre ellos hay cuatro cartujos: los Padres Crisógono Honoré (vicario y antes
sacristán), Carlos Lecoutre (procurador), Bernardo Ledoux (sacristán y antes vicario) y Francisco Dubois
(monje del claustro y antes vicario), todos ellos guillotinados en octubre de 1794. En el proceso de martirio
introducido también en Roma por la diócesis de Besançon está el padre cartujo Pacomio Lessus, profeso de
Montmerle (Ain), guillotinado a los 28 años de edad el 25-4-1794. Es posible que pronto estos cinco cartujos
al Vicario de Cristo.
Oración:
sean beatificados así como otros tres a los que también se le ha introducido su causa.
5 de agosto
BEATO GUILLERMO HORN, MÁRTIR
Grupo de los diez cartujos apresados el 20 de mayo de 1537. Oleo de la Cartuja de Londres.
Nuestro Beato Guillermo forma parte del grupo último que fue apresado por
negarse a reconocer como cabeza de la Iglesia en Inglaterra al sensual Rey
Enrique. Todos los datos de las detenciones y provocaciones de los súbditos de
Cromwell a aquella Comunidad los sabemos de primera mano por el monje Dom
Mauricio Chauncy, miembro de la Cartuja de Londres, que pudo huir al
continente y le escribió lo sucedido al Reverendo Padre General. A él seguimos
transcribiendo lo que nos dice del Hermano Guillermo.
El Padre Chauncy nos dice que después de dos años de vejaciones, desde
la muerte de los primeros mártires, y viendo que todo el mundo se sometía al
edicto regio, algunos de la Comunidad «no sin gran lesión de su conciencia y,
llorando, se sometieron a la voluntad del Rey.
Oración:
7 de septiembre
SAN ESTEBAN DE DIE, MONJE Y PASTOR
Oración:
6 de octubre
SAN BRUNO, FUNDADOR Y PADRE DE LA CARTUJA
Además era canónigo, del cabildo de la iglesia catedral. Como Reims era
metrópolis eclesiástica, su prestigio creció en toda la región y lejos de ella.
«Mi alma -exclamaba- tiene sed del Dios fuerte y vivo. ¿Cuándo iré a ver
el rostro de Dios?».
Un día estando con dos amigos, Raúl y Fulco, en el jardín de la casa de Ádam,
donde se hospedaban, trató con ellos de la falsedad de los triunfos humanos, de
las vanas riquezas del mundo y de los goces del cielo. Entonces, como movidos
por el Espíritu, ardiendo en amor divino, prometieron e hicieron voto de dejar el
mundo, dedicarse a la piedad y
entrar monjes.
Se encaminó hacia
Molesme, donde había un
centro monástico fundado por
San Roberto, organizador de
monjes de vida en común. Allí
cerca permanecieron algún
tiempo. Pero Bruno aspiraba a
una vida más solitaria. Su
carisma se iba precisando:
soledad y oración.
Tenían pocos recursos San Hugo, obispo. Visión de las siete estrellas, plumilla de E.
materiales, abundante agua y Hernández de los Ríos.
mucha madera para hacer
fuego con que defenderse del frío, algún ganado, pero escasos cultivos. La lana
y las pieles de oveja les servían para abrigarse. Uno o varios días a la semana
ayunaban a pan y agua, y nunca tomaban carne. De septiembre a Pascua hacían
una sola comida. Daban al sueño varias horas, más en invierno que en verano.
Cantaban en la iglesia el
Oficio divino, formando un coro
reducido y sin instrumentos
musicales, y completaban el
Oficio en la soledad de sus
celdas.
La misma dureza de su
vida les ayudaba al fervor del
corazón y a la alabanza divina.
Maestro Bruno era el prior y por
su bondad y sabiduría se hacían
querer de todos. Sin regla
escrita, su ejemplo vivo era la
norma que seguían.
Bruno obedeció sin réplica. Una vez en Roma, expuso al Papa la crisis de
los suyos, y el Papa les escribió restableciendo la paz. En la curia comenzó a
ayudar en la tramitación de asuntos muy importantes para toda la Iglesia.
Iba adelantando en edad, gastado por las pruebas padecidas y por los
Bruno, aunque obedecía las consignas del pontífice, sin embargo siguió fiel
a su vocación personal. Ni él ni sus monjes participaron de este ambiente ruidoso
y belicoso, dedicados a orar por la Iglesia y por la salvación del mundo entero.
Desde Francia hasta Calabria el viaje era largo y difícil. Había que ir a
caballo, varias semanas, atravesando los Alpes, hospedándose en las hosterías
del camino, y tratando de sortear a los bandidos y a las tropas de Guiberto, en
guerra contra el Papa y los normandos.
Les mandaba que cuidaran mucho a su prior, tan enfermo: «Os ruego que
Concluía así: «En cuanto a mí, hermanos, sabed que mi único deseo,
después de Dios, es ir a veros. Cuando pueda lo pondré por obra, con la ayuda
de Dios. Adiós».
San Bruno que irradiaba virtud, vivió rodeado de astros de santidad. Urbano
II, Papa, discípulo suyo, es beato. Hugo de Grenoble, amigo personal suyo y
eficaz colaborador de los cartujos, es santo canonizado. Lanuino, procurador suyo
en Santa María de la Torre, es también beato. Y entre sus discípulos y
seguidores, aún sin canonizar, debió de haber muchos héroes de la santidad.
A su vuelta a Francia fue apresado por los soldados enemigos del Papa. Lo
detienen y quieren obligarle a que reniegue del Vicario de Cristo. Él se mantiene
firme una y otra vez. Entonces lo encierran en un calabozo oscuro, maltratado y
cargado de cadenas. Pero sigue inquebrantable, aunque por la dureza de la cárcel
y su débil salud comienza a resentirse en sus fuerzas físicas. Más aún, perdona
a sus enemigos, e incluso reza por ellos y por su jefe Guiberto. Inesperadamente
éste muere. Informado de ello Landuino, amando a sus enemigos hasta el fin, lo
llora por haber muerto en su lamentable cisma.
Siete días después este héroe de la caridad, discípulo fiel de San Bruno,
muere santamente.
Para el santo fue una gran pena, por el gran afecto que le tenía, y también
un aviso. Él ya iba sintiendo los achaques de la edad y de los trabajos sufridos.
Conociendo que iba a morir, convocó a sus monjes alrededor del lecho. La
emoción de sus hijos fue extraordinaria. Todos le escuchaban con profunda
atención. Explicó su conducta en las diversas etapas de su vida. Después, en una
larga y profunda alocución, hizo un acto de fe en los misterios más profundos de
la Religión.
« C r e o
firmemen te en el
Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo.
Creo que el Hijo de
Dios fue concebido
de María virgen.
Creo que padeció,
f u e muerto y
sepultad o. Creo
en los sacrame
ntos de la Iglesia.
Creo en l a
Eucaristí a. Creo
en la resurrecc
ión de los muertos y
en la vida eterna. . .
».
Ellos lo
escribier on todo
porque les rogó
q u e fuesen
testigos de su fe
a n t e Dios. El
domingo siguiente,
recibidos l o s
sacrame n t o s ,
aquella s a n t a
alma se desligó de
la carne. Era el 6
d e octubre
de 1101.
Era tan conocido San Bruno y sus hijos lo querían tanto, que enviaron un
mensajero por las Iglesias y monasterios pidiendo oraciones por su eterno
descanso.
San Bruno dejó grabado su espíritu en sus hijos, los cartujos, quienes
después de 900 años siguen su misma observancia.
El Papa León X autorizó el culto de San Bruno por un oráculo de viva voz,
La autorización sólo se extendía a los Cartujos. Por una bula del 17 de febrero de
1623, Gregorio XV extendió el culto de San Bruno a la Iglesia entera.
Oración:
8 de octubre
SAN ARTOLDO, MONJE Y PASTOR
Educado piadosamente y
según convenía en todo a su alta
cuna, encendióse en el amor de
Dios desde sus primeros años,
haciendo de su adolescencia y
juventud una marcha decidida
en busca de las virtudes. Pero,
no juzgándose seguro entre
tantos halagos que por doquier le
prodigaba el mundo, decidióse
en el año 1123, cuando contaba
22 años de edad, a ir a buscar el
único necesario a la Cartuja de
las Puertas, bajo el Priorato del
Venerable Bernardo, que fue el
primero que la gobernó.
e inclinaciones de la naturaleza.
Oración:
13 de octubre
BEATO LANUINO, MONJE
Conde Roger.
juzgados aptos para sobrellevar todo el rigor de la vida eremítica, pasaban a Santa
María de la Torre. Después de haber gobernado los tres monasterios hasta el fin,
y de haber sido por su doctrina, celo y vigilancia, por su ternura paternal, y por su
caridad para con todos, el mejor y más fiel imitador de San Bruno, murió el Beato
Lanuino, cargado de méritos, el 11 de abril de 1120, dejando una gran reputación
de santidad. Ni después de muerto se separó de su amado Padre, al que había
estado en vida tan ligado; y así compartió con él la misma tumba y los honores
de un mismo culto; siendo esto buena prueba del elevado juicio que sobre su
muerte, al igual que sobre su vida, se habían hecho sus contemporáneos: a sus
ojos era evidentemente un santo.
Oración:
20 de octubre
SANTA ROSALINA, VIRGEN, MONJA
N a c
Rosalina
i ó
(o
Rossoline) de la noble
familia de los
Villanueva, en un
castillo de Arcos en la
Provenza, el día 27
de enero de 1263.
Predestinada a
un excelso grado de
santidad, bendíjola el
Señor aún antes de
nacer, dando a
conocer con
renovados prodigios
cómo quería que se
la llamase; y así
esparcía un fragante
olor a rosas desde el
seno de su madre,
quien la vio en
sueños como una
hermosísima rosa sin
Santa Rosalina, por Pierre Mignard. espinas, cuyo aroma
embalsamaba toda la
comarca. Cuán acertado fue su nombre probólo ella misma con el ardor de su
caridad, libre de toda espina de pecados, y con el perfume que se extendió por la
tierra que cubrió sus restos y que todavía exhalan sus miembros incorruptos.
cuales veían el prodigio entonces por segunda vez, pues, recién nacida, habíanla
ya rodeado dichos fulgores.
Un día tuvo que ocuparse en la cocina para preparar la frugal comida de las
religiosas. Llena de santo ardor para corresponder a los deberes de la obediencia,
iba a prepararla, cuando el Espíritu Santo la visitó, dejando a la improvisada
cocinera arrebatada en amoroso éxtasis, durante el cual mandó el Esposo a sus
ángeles que sustituyesen a su amada en las faenas de la cocina. Llegada la hora
de la comida, y a punto de sonar la campana, la Madre Procuradora fue por sí
Rendida su tía, Juana de Villanueva, por el peso de los años y por la carga
de sus 25 años de Priorato, alcanzó tras muchos ruegos la anhelada misericordia;
y el Rvdo. Padre, Dom Boson obligó a nuestra Santa en virtud de santa
obediencia, en 1300, a aceptar el cargo vacante. Presidió su instalación en la silla
de Priora el Obispo de Frejus, Jaime de Russe, luego Romano Pontífice con el
nombre de Juan XXII.
Oración:
17 de noviembre
SAN HUGO DE LINCOLN, MONJE Y PASTOR
ardiente e inconmovible, junto con las demás virtudes cristianas, protegido todo
ello por una gran austeridad.
Administrador más tarde del priorato de San Maximino, que tenía adjunta
una pequeña parroquia, el joven canónigo probó de nuevo su temple y descubrió
excelentes dotes de director de almas, de organizador y administrador, uniendo
la prudencia a una inquebrantable energía.
Procurador del Monasterio a los diez años de su ingreso en él, trata los
asuntos materiales con tal
prudencia y seguridad de
juicio que sus consejos
resultan muy buscados y
apreciados por cuantos
con él se relacionan. Mas
nunca olvida elevar a sus
interlocutores de los
intereses materiales a los
del cielo, con algunas
sencillas palabras brotadas
del fondo del alma. Y
cuando sube al Monasterio
y se quita la capa antes de
entrar en el Coro, como si
al mismo tiempo se
despojase igualmente de
todas sus preocupaciones,
dice a éstas con simpatía:
«Quedad aquí con mi
capa; después del oficio
volveré a recogeros».
Transcurridos siete
años, cuando contaba casi
cuarenta de edad, padeció
de nuevo una terrible
prueba de tentaciones
semejantes a las sufridas
durante el noviciado y,
aunque no descuidó
aplicar ningún medio para
vencer los ataques del
enemigo, la crisis alcanzó
San Hugo de Lincoln, por Pedro Roldán, 1677, Retablo Mayor de la un punto tal, que sólo su
Cartuja de Jerez. inquebrantable confianza y
su decisión de esperar
contra toda esperanza la mantuvieron firme. Hasta que el Señor una noche, al
Señor.
En el templo de Westminster, en Londres, tuvo lugar la grandiosa
ceremonia de la consagración episcopal, destacando la humildad de los
ornamentos elegidos por el nuevo Obispo para tal acto, y de toda su persona,
entre la brillante concurrencia allí reunida. Inmediatamente se puso en camino
para Lincoln, ganándose todos los corazones de quienes le iban conociendo.
La memoria de este gran santo sigue presente en Inglaterra, donde le está dedicada la actual cartuja de
St. Hugh’s, Parkminster, en el condado de Sussex.
Pronto reinó la más estrecha unión entre el Obispo y sus clérigos; a los que,
no obstante, reprendía enérgicamente cuantas veces era oportuno hacerlo. Pues
si, como ya sabemos, la firmeza era el nervio de su proceder, a ella sabía unir
siempre la dulzura y caridad más exquisitas.
recogimiento, la puntualidad y
gravedad monacales descubrían
prontamente al monje en el
Obispo. Cuando sonaba la hora del
Oficio, se retiraba aun de las
grandes asambleas o tribunales,
para entregarse a la divina
alabanza, no pudiendo sufrir en ello
negligencia alguna, ni precipitación
irreverente, de acuerdo con su
máxima «Hacer en todo tiempo y
en todo lugar lo que se debe
hacer, y hacerlo con toda la
perfección posible».
primer término al soberano; mas éste abandona su trono, avanza presuroso hasta
las gradas del altar, toma de manos del Arzobispo el portapaz, lo besa con
respeto, y lo presenta por sí mismo al Obispo de Lincoln. La honra que debía
rendirse a su real persona es así transmitida por sus propias manos a aquel santo
varón. Bella inspiración del monarca, que se complace en proclamar el triunfo de
la santidad sobre la fuerza. Y bello y caballeresco epílogo de aquel grave
incidente.
San Bruno y San Hugo de Lincoln han polarizado siempre la atención de los cartujos en su seguimiento de
Cristo, como aparece en esta tabla anónima de 1616 de la Grande Chartreuse
El pueblo londinense corrió en multitud para honrar los restos entre lágrimas
y gemidos, y comenzó desde el primer momento a venerar aquellas santas
reliquias. Organizado inmediatamente el solemne traslado del cuerpo a Lincoln,
el día 23 entró al fin en su villa episcopal, acompañado de un magnífico cortejo
que se había formado para rendir este postrer tributo al venerado Obispo. A la
cabeza de los eclesiásticos figuraban el Primado, otros dos Arzobispos, catorce
Obispos y más de cien abades. Al lado de ellos, el rey de Inglaterra y el de
Escocia, rodeados de un brillante grupo de barones y grandes de ambos reinos,
y de una multitud innumerable en la que se confundían las nacionalidades más
diversas. Los eslavos, los escoceses, los irlandeses, los galeses, se unían a los
ingleses y a los franceses en este triunfo concedido al hombre Dios. Los judíos
mismos también habían acudido a glorificar al santo Obispo, cuyo noble carácter
apreciaban y respetaban.
Oración:
25 de noviembre
BEATA BEATRIZ, VIRGEN MONJA
N ació Beatriz,
de la noble y antigua
familia de los
Ornacieux, en el solar
feudal de los mismos,
en los confines del
Delfinado y de la
Saboya, en la última
mitad del siglo XIII.
Concedióle el
Señor, junto con la
nobleza de la sangre, la
del corazón, y un
espíritu lleno de
docilidad y de dulzura,
que cultivado con su
esmerada educación
cristiana, la llevó al
desprecio del mundo,
para escalar las más
altas cimas del amor
divino; y así, apenas
entrada en la pubertad,
a los 13 años, cambió
las galas y los lujos
propios de su rango,
por la burda lana de las
Hijas de San Bruno, en
la recién fundada
Cartuja del Monte de
Beata Beatriz de Ornacieux, óleo anónimo de finales del Siglo XVIII, Santa María, en el
Cartuja de Jerez.
desierto de Parménie.
Salía de estas llagas un agua clarísima, y cerrábanse prontamente, sin que nadie
pudiera apercibirse de ellas, aunque cada viernes las renovaba con la punta de
un estilete. Dábase sangrientas disciplinas y sometíase a prolongados ayunos
cuando su endeble constitución lo permitía, y aun a veces se excedía en ello, de
modo que una cuaresma llegó su debilidad a tal extremo que la Priora le puso una
compañera de celda para que la cuidase y le hiciese evitar todo exceso. Mas
quiso Dios demostrar cuán grata le era la penitencia de su sierva, con el siguiente
milagro: Llegado un Viernes Santo, como estuviera mala y se hubiera dormido
poco antes de Maitines, decidió la hermana acompañante ir a ellos, y marchó al
coro dejando bien cerrada con llave la celda donde descansaba la santa. Despertó
pronto ésta, y oyendo el lejano canto de los salmos, entró en ganas de ir a
acompañar a sus hermanas; por lo que invocó con la mayor fe a la Santísima
Virgen, querellándose amorosamente de aquel encerramiento y soledad en que
la tenían; y cogiendo una imagen de María, que estaba pintada en una tablilla, la
echó fuera por la mirilla de la puerta, mientras decía: «Madre mía, tendré que
verlo para creerlo, que consientes me quede aquí sola, sin hacer nada», y sin
saber cómo, se encontró fuera de la celda y fuese al coro a ocupar su silla, con
no pequeño asombro de la Priora y Hermanas, enteradas, las cuales fueron
enseguida a ver si había forzado la llave, encontrándola intacta. Obligada
entonces por la Priora y por el Padre Vicario en virtud de santa obediencia, relató
lo sucedido.
Finalmente, Pio IX, Pontífice Máximo, aprobó esta sentencia por decreto del
15 de abril de 1869; y por otro del 13 de mayo del mismo año, concedió a toda
la Orden su Misa y Oficio, con rito de XII lecciones, del común de vírgenes no
mártires, con la oración propia siguiente:
16 de diciembre
BEATO GUILLERMO DE FENOL, MONJE.
del
N ació Guillermo en un lugar
Marquesado de Monferrato,
diócesis de Alba, en las montañas
del Piamonte, Italia, a principios del
siglo XII, ignorándose muchos
detalles de su vida. Dejó, no
obstante, tantos ejemplos de las
virtudes propias de su estado
humilde y condición obediente, que
el Postulador de su Causa de
Beatificación pudo decir: «Si la
virtud eminentemente practicada es
admirable cuando se junta al
esplendor de la doctrina, mucho
mayor es todavía su encanto
cuando tiene por compañera la
ingenuidad, el candor, la simplicidad
del alma; y esta simplicidad debe
tenerse como la suprema sabiduría,
especialmente en aquellos que
fueron llamados a vivir en la
obscuridad del Claustro, no para
enseñar, ni para mandar, sino para
obedecer y para darles ejemplo de
sumisión. Tal sucedió con nuestro
bienaventurado Guillermo».
La simplicidad de su
espíritu fue su mejor
preparación para la
contemplación. «¿Quién
más quieto que el ojo
sencillo?» dice Kempis; y
el libro de los Proverbios,
(3, 32): «Su conversación
es con los sencillos». Por
ello la piedad del Beato
Guillermo no iba a la zaga
de su obediencia.
Su espíritu estaba
todo con Dios, su corazón
todo en Dios, y sus
esfuerzos eran todos para
Dios. Era sobre todo
devotísimo de Jesús
Crucificado. Habíale el
Señor enseñado lo que
Beato Guillermo de Fenol, por Serra Goday, Cartuja de Montalegre.
dice San Pablo, que la
ciencia de la salvación consiste en conocer a Jesucristo, y este Crucificado (1ª
Cor, 1, 2-3) es decir, en penetrarse de la gravedad de las propias ofensas hechas
Tres siglos después fue encontrado el cuerpo del Santo incorrupto, premio
sin duda de la virginal pureza que tan celosamente guardó en vida. Y aún ahora,
después de más de ochocientos años, es objeto de pública veneración en la
parroquia donde descansa, y en todas las públicas necesidades se recurre a su
protección.
Pio IX, por decreto de 1862, confirmó el culto inmemorial que se le venía
tributando al bienaventurado Guillermo Fenouil, y el Capítulo General del año
siguiente insertó en su Carta la siguiente Ordenanza: «Confirmamos la
Ordenación hecha entre año por el Reverendo Padre sobre la fiesta del Beato
Guillermo, la que se fija el 19 de diciembre, con XII lecciones, del común de
Confesor no Pontífice (hoy de monjes), para toda la Orden». Su memoria se
celebra después de la renovación litúrgica el 16 de diciembre.
Oración:
10
Función de la Orden Cartujana
10
Tomado de «Vocación y vida de los Cartujos», por un monje de Jerez, 2ª edición, Grande Chartreuse, 1993
Los monasterios cartujanos están formados por un claustro, en cuyo centro hay un
extenso patio, y en él ordinariamente el cementerio monacal. Alrededor del claustro
están alineadas las celdas de los monjes, presididas por la Iglesia del monasterio.
Fuera del claustro se hayan los talleres, habitaciones y dependencias.
La celda en que el Cartujo transcurre gran parte de su vida, es una casita de varias
habitaciones, con un pequeño huerto o jardín. Cada celda da al claustro o corredor
por un ventanillo donde el Hermano despensero deja las viandas para la comida.
Siempre que el monje entra en su celda reza un Ave María en la habitación de
entrada. El interior de la celda sirve de oratorio para el rezo de los Oficios divinos y
la oración, de sitio de estudio, de comedor y de alcoba. Tiene también un taller o
galería con banco de carpintero, una leñera y los servicios más indispensables.
Cerca del recinto claustral, la portería y sus locales sirven para atender, sumaria y
caritativamente, a huéspedes y familiares.
Vida Eremítica
Pero esta soledad no excluye la necesaria relación con la propia familia, por carta o
alguna vez de visita.
Espíritu Contemplativo
Austeridad y Penitencia
La vocación del religioso, como la de todo cristiano, es lucha contra los propios
Nunca, ni aún estando enfermos, comen carne; por la mañana no desayunan nada;
de septiembre a abril se contentan, por cena, con una frugalísima colación; y en
Adviento y Cuaresma tampoco toman lacticinios. Un día a la semana, si la salud lo
permite, ayunan a pan y agua. Por lo demás la comida no es escasa, y está bien
preparada. Aunque interrumpen el sueño por varias horas, el tiempo total de
descanso es suficiente, y su lecho, de tablas y paja, con mantas y sábanas de lana,
es austero pero sano.
Convivencia Monástica
Una parte de vida común viene a perfeccionar y moderar la soledad, evitando sus
posibles peligros. Sirve para asegurar y comprobar el progreso en la renuncia de sí
mismo y en el amor al prójimo, sin el cual no se daría verdadera unión con Dios.
Permite también aceptar jóvenes vocaciones que con la colaboración común lleguen
a hacerse auténticos monjes.
Varias veces al día acuden los monjes a la iglesia para celebrar los Oficios
conventuales, en los que la convivencia monacal alcanza su mejor expresión. La
salmodia y el canto litúrgico, que en la Cartuja conserva el añejo sabor y el sentido
entrañablemente religioso del canto gregoriano, funden la voz y el afecto de cada uno
con los de sus hermanos y los de toda la Iglesia, pues todo el Cuerpo Místico, es
decir, la Cabeza, Cristo, y sus miembros, realiza el culto público íntegro. La liturgia,
cima y fuente de la vida eclesial, es para el Cartujo signo de contemplación y
complemento de la oración solitaria. a su vez la oración en soledad completa el culto
comunitario. Y por la conjunción de ambas «participa del Misterio de Cristo,
crucificado y resucitado».
Por la mañana reza Prima, tiene oración, y en la iglesia asiste a Misa, más
participada con el corazón que con los labios, en profundo recogimiento. Los días
festivos la Misa conventual se celebra más solemnemente. Luego se diversifican las
ocupaciones, estudios y trabajos, en las celdas y en los talleres u «obediencias»,
entreverado todo con el rezo de las Horas menores a su tiempo apropiado.
Distribución metódica y prudente, avalada por una larga experiencia, que permite al
solitario alcanzar la meta de su vocación: santificarse en su unión con Dios para bien
propio y de las almas.
Hermanos no-sacerdotes
Además de los ejercicios que practican individualmente, todas las noches participan
del oficio coral. Y los domingos y solemnidades acuden a todos los Oficios
conventuales. Diariamente tienen Misa participada en común, y pueden asistir a la
Misa conventual. Según la preferencia espiritual de cada uno, toman parte en el
Monjas cartujas 11
La Cartuja cuenta también, casi desde sus comienzos como Orden, de rama
femenina, siempre íntimamente ligada a la masculina de la que recibe cuidadoso
apoyo y ayuda espiritual y material. Dos Padres y algunos Hermanos, residiendo en
cada monasterio femenino, atienden a lo espiritual y ayudan en lo temporal,
respectivamente.
La liturgia comunitaria de las monjas consiste, lo mismo que la de los monjes, en los
Maitines y Laudes a medianoche, la Misa conventual por la mañana y las Vísperas
por la tarde.
Al igual que los monjes, la rama femenina realiza su vocación también bajo dos
modalidades: monjas de coro y Hermanas (profesas o donadas). Hoy como ayer,
cada una de estas modalidades sigue teniendo su razón de ser. Hay almas, en
efecto, que para ofrecer a Dios el don total de sí mismas sienten la apremiante
necesidad de consagrarse a Él en la mayor soledad posible; otras, en cambio,
sintiendo idéntico deseo de entrega a Dios en la soledad, necesitan que este don de
su vida se encuadre en el marco de una existencia sencilla y laboriosa. Caminos de
Dios ...
Las monjas de coro se encargan, en lo posible, de aquellos trabajos que pueden ser
Tomado de «Los Cartujos, hoy. Una vida para la vida de la Iglesia», por un Cartujo. 2ª edición, Cartuja
11
Por un antiquísimo privilegio, las hijas de San Bruno profesas solemnes reciben de
manos del Obispo diocesano, la consagración virginal, expresiva ceremonia que
simboliza la unión de la religiosa con Cristo, su celestial Esposo.
Tienen todas las semanas una recreación-paseo en común, que comprende una
hora de trabajo en común y dos horas de paseo por la amplia extensión de la
clausura.
En general, las distintas Casas tienen amplio margen para acomodar a las
necesidades personales los tiempos de recreación en común. La tendencia moderna
es acomodarse lo más posible al régimen de los monjes, es decir, al que vivió San
Bruno.
Las etapas de desarrollo de la vocación femenina coinciden casi totalmente con las
de la rama masculina.
4.- Capacidad mental y física para realizar las obligaciones regulares, los estudios
o los trabajos manuales.
Etapas de formación
En el actual año 2000 hay un total de 19 Monasterios de Cartujos, con unos 370 monjes,
y 5 Conventos de Cartujas, con unas 75 monjas. Se encuentran situadas en Europa, Estados
Unidos de América y en Hispanoamérica, donde en 1997 fue fundado el último Monasterio
Cartujo, en Argentina.
PORTA COELI
Fundada en 1272. A 31 Kms. de Valencia y otros tantos del mar. Suprimida en la exclaustración
general de 1835. Restaurada a la vida cartujana en 1943.
-Dirección postal: Cartuja de Porta Coeli. 46117 Bétera. Valencia. Tel. 961600111
MONTALEGRE
MIRAFLORES
JEREZ DE LA FRONTERA
A orillas del río Guadalete, a 4 Kms. de Jerez y unos 15 del mar. Nace a la vida cartujana en
1476 con cartujos de Las Cuevas (Sevilla). Suprimida en 1835, fue restaurada y habitada de
nuevo por los monjes blancos en 1948. Es monumento nacional.
-Distrito postal: Cartuja de Ntra. Sra. de la Defensión. Apartado 229. 11406 Jerez de la Frontera
(Cádiz). Tel. y Fax 956156464
AULA DEI
Fundada en.1563, a orillas del río Gállego y a 12 Kms. de Zaragoza. Suprimida en 1835, fue
recuperada por la Orden y repoblada en 1901. Declarada en 1985 monumento histórico nacional.
-Distrito postal: Cartuja de Aula Dei. 50192 Zaragoza. Tel. 976154211 Fax (976) 45 10 11
Esta única fundación de hijas de san Bruno en España se abrió a la vida conventual en 1967, en
un antiguo convento de Cistercienses debidamente restaurado. Había sido declarado monumento
nacional en 1931. Se halla en las cercanías de Puebla de Benifasar (provincia de Castellón de la
Plana).
-Distrito postal: Cartuja de Sta. María de Benifaçá. 12599 Puebla de Benifasar. (Castellón). Tel.
y Fax 977729011
Los cartujos se han abierto su sitio en la red internet a través de una serie de páginas webs, en
varios idiomas, en las que podemos obtener todo tipo de información sobre su vida, historia,
Monasterios, Estatutos, bibliografías diversas, informaciones prácticas, emails, fotografías y videos
del interior de algunas cartujas, enlaces wbes de interés, liturgias, etc.
A continuación citamos algunas de estas direcciones webs cartujanas y otras de interés general
católico:
Prólogo..................................................................................................................... 6
Beato Ayraldo, 3 de enero......................................................................................... 11
Beato Odón, 14 de enero.......................................................................................... 16
San Hugo de Grenoble, 22 de abril............................................................................ 21
Los Santos Juan, Agustín, Roberto y compañeros, 4 de mayo.................................... 28
Beato Nicolás Albergati, 9 de mayo........................................................................... 40
Beato Juan de España, 26 de junio............................................................................ 46
San Antelmo, 26 de junio.......................................................................................... 51
Beato Bonifacio de Saboya, 14 de julio..................................................................... 57
Beatos Claudio Beguignot y Lázaro Tiersot, 16 de julio........................................... 60
Beato Guillermo Horn, 5 de agosto........................................................................... 67
San Esteban de Die, 7 de septiembre......................................................................... 70
San Bruno, 6 de octubre............................................................................................ 75
San Artoldo, 8 de octubre......................................................................................... 88
Beato Landuino, 13 de octubre................................................................................. 93
Santa Rosalina, 20 de octubre................................................................................... 99
San Hugo de Lincoln, 17 de noviembre..................................................................... 106
Beata Beatriz, 25 de noviembre................................................................................. 124
Beato Guillermo de Fenol, 16 de diciembre............................................................... 130
Epílogo: Vocación y vida de los Cartujos.................................................................. 135
Apéndices:
Las Cartujas actuales en el mundo............................................................................ 147
Breve historia de las cartujas españolas existentes en la actualidad y sus
direcciones................................................................................................................ 148
Los cartujos en la red internet. Direcciones web de interés ....................................... 150