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Sociología Urbana

El cine como experiencia urbana en el área metropolitana de Monterrey:


¿espacio privado de segregación?

Nombre: Cynthia Guadalupe Zavala Puente 1623748


14/12/2017

Ante el crecimiento y concentración de personas en las ciudades como resultado


de diversos factores resulta cada vez más interesante observar cómo estas
personas interactúan, comparten los espacios y se divierten entre sí, es decir,
cómo viven la ciudad y lo urbano.

Por ello en este trabajo me propongo analizar una de las experiencias propias de
lo urbano como lo es el cine. Desde su creación a finales del siglo XIX, el cine ha
formado un papel fundamental para mostrar y recrear ficciones y realidades para
presentar a sus espectadores a manera de filmes, por ello considero pertinente el
estudio de esta actividad para así observar cómo interactúan las personas a partir
de estos espacios de esparcimiento.

Así pues a partir de las preguntas ¿se ha modificado la experiencia urbana del
cine en el área metropolitana de Monterrey a partir del crecimiento y distribución
de los espacios en la ciudad? Y ¿son estos espacios un lugar de segregación?
Pretendo analizar los cines y cómo se han ido transformando a lo largo del tiempo
para observar en específico dos complejos actuales de las cadenas de cines más
famosas de la ciudad: Cinépolis (Valle Oriente/ Interplaza) y Cinemex (Fashion
drive/Escobedo) para así observar sus diferencias.

Es entonces que el objetivo es analizar el cine como una experiencia urbana de la


ciudad, así mismo observar cómo se vive esta experiencia en la actualidad
conforme al espacio que se ocupa en el área metropolitana de Monterrey.

De esta manera situándonos en el área metropolitana de Monterrey revisaré


brevemente la historia de los cines en nuestra ciudad desde 1930 para hacer un
contraste con la actualidad revisando así los cambios en las interacciones; desde
sus ubicaciones, ofertas cinematográficas y cómo fungen estos espacios como
lugar de convivencia en la actualidad.

A partir de diversos autores como Duhau (2008) quien habla sobre las
experiencias de lo urbano y cómo estas se conforman, de Lozano, J.C., Meers, P.
y Biltereyst D (2016) que hacen un estudio de la historia del cine en el área
metropolitana de Monterrey, de Louis Wirth (1962) y Manuel Castells (1974) para
la definición de conceptos básicos considero pertinente partir para la realización
de este análisis.

Para iniciar analizando este fenómeno de la ciudad y el espacio urbano resulta


importante definir estos conceptos. Según (Wirth, 1962) la ciudad es una forma de
particular de asociación humana… un establecimiento grande y denso que
contiene individuos heterogéneos.

Es decir, se puede hablar de la ciudad como un espacio en el que se encuentran


muchos individuos que no necesariamente son iguales entre sí, pero que a pesar
de esto sí comparten un territorio en común.

La ciudad, poco a poco se transforma y con ello se desarrolla un proceso de


urbanización por lo que habría que definir a que nos referimos cuando hablamos
de esto:

“Urbanización refiere a esa acentuación acumulativa de las características


distintivas del modo de vida que está asociado al crecimiento de las ciudades, y
finalmente, los cambios de dirección de los modos de vida reconocidos como
urbanos y manifiestos en la gente” (Wirth, 1962)

Por lo tanto hablar de la urbanización significa hablar de un modo de vida que es


propio de las ciudades, que implica cómo las personas a partir de sus actividades
cotidianas conforman el espacio en el que habitan.

Estas distintas ciudades urbanas conforman en nuestro caso una metrópoli. La


metrópoli puede ser el espacio de múltiples relaciones cuya geografía responde a
la lógica y estrategias de movilidad de los sujetos y a sus relaciones con la
metrópoli. (Duahu & Giglia, 2008)

Cabe recalcar que lo que distingue a un área metropolitana de las aglomeraciones


urbanas no es solo su dimensión sino la difusión de las actividades y funciones en
el espacio y la interpenetración de dichas actividades según una dinámica
interdependiente de la contigüidad geográfica. (Castells, 1974)

En Nuevo León, el área metropolitana está conformada según INEGI 2015 por 12
municipios, entre ellos se encuentran: Apodaca, Cadereyta, García, San Pedro,
Escobedo, Guadalupe, Juárez, Monterrey, Salinas Victoria, San Nicolás de los
Garza, Santa Catarina y Santiago.

De esta manera por su cercanía y localización, en conjunto concentran la mayor


parte de la población del Estado así como la mayor parte de las actividades
industriales, comerciales y recreativas.

Ahora bien, en esta zona metropolitana se pueden notar expresiones de lo urbano


a partir de distintas manifestaciones que nos permiten conocer los modos de vida;
(Duahu & Giglia, 2008) habla acerca de las experiencias de lo urbano:

“Con el término “experiencia metropolitana” nos referimos tanto a las prácticas


como las representaciones que hacen posible significar y vivir la metrópoli por
parte de sujetos diferentes que residen en diferentes tipos de espacio… Hablar de
experiencia urbana es para nosotros una manera de focalizar y delimitar las
prácticas que hacen la metrópoli”

Es así que a partir de esto, el autor se refiere a que en los espacios urbanos
existen distintas prácticas que él denomina como experiencias. Las experiencias
urbanas expresan como se vive en la ciudad, qué actividades realizan sus
habitantes y cómo estas ayudan a conformar sus vivencias en la ciudad.

De este modo, considero ir al cine como una experiencia urbana, esto al ser una
actividad frecuente que realizan los habitantes del área metropolitana de
Monterrey. A partir de esta práctica se puede observar cómo interactúan las
personas y sobre todo cómo se divierten y se ubican en su contexto.

Para empezar, considero preciso definir el punto histórico en donde el cine llega a
la ciudad, según (Lozano, Meers, & Biltereyst, 2016) los primeros cines datan de la
década de 1930’s y de ahí debido a su popularidad se fueron expandiendo y
popularizando entre los habitantes.

En un inicio, existían alrededor de 46 cines de barrio llamados popularmente


“terrazas”; estos cines eran establecimientos modestos, con bancas de madera en
lugar de asientos individuales, y sin techo, y se localizaban mayormente en barrios
de clase trabajadora, que proyectaban películas de segunda o tercera corridas al
oscurecer, a precios muy bajos. (Lozano, Meers, & Biltereyst, 2016)

Esta era una manera en que los sectores populares que conformaban la mayoría
de la ciudad, podían disfrutar de las películas. Propietarios privados preparaban
espacios para brindarles a las personas a bajos costos esta experiencia
cinematográfica, en un lugar relajado en donde pudieran convivir con sus
semejantes.

Sin embargo ante la popularidad de estos y el deseo de construir un cine formal


como tal, se construyeron durante las décadas de 1950 y 1960 en el centro de la
ciudad diversos cines que ofrecían gran variedad de películas para los
regiomontanos.

Así mismo, durante esta etapa aún no se podía hablar de una zona metropolitana
como la que tenemos actualmente pues conforme los años y ante el crecimiento
de la población, estos se fueron distribuyendo a municipios aledaños por lo que
solo en la ciudad de Monterrey se construyeron la mayor cantidad de cines.

Particularmente sobre la avenida Madero, muy popular entre las clases medias-
altas regiomontanas durante esos años, pero que a partir de la década de 1960 se
convertiría también en área de clase trabajadora, debido al establecimiento de
fábricas y viviendas para los obreros. (Lozano, Meers, & Biltereyst, 2016)
Con esto podemos observar que ante el fin de las denominadas terrazas, si se
quería tener esta experiencia urbana como lo es el cine, se debía ir al centro de la
ciudad en donde se ubicaban los mismos.

Todas las personas sin importar su estrato sociales, si deseaban ver una película
debían dirigirse al centro y ante el establecimiento de fábricas y viviendas
populares no era extraño observar obreros y/o personas de recursos económicos
escasos asistiendo a las mismas salas que personas con mayores recursos.

Un ejemplo de esto es el cine Elizondo inaugurado en 1942 el cual contaba con


una capacidad para 1700 personas y que ubicado en el centro de la ciudad era
accesible para que cualquiera que deseara ver una película a un consto módico.
(El Norte, 2013)

De esta manera, nos podemos dar una idea de lo que representaban los cines ya
que no eran lugares aislados del entorno social, sino espacios claves para la
interacción y el reforzamiento de lazos familiares, amistosos y románticos, pues
mucha gente acudía a ellos no solo ver películas entretenidas, sino compartirlas
con conocidos y no conocidos para así experimentar un sentido de colectividad
asistiendo a los mismos espacios si así lo deseaban.

Ahora bien, estos cines comenzaron a ser derribados y/o cerrados, esto se puede
atribuir a diversos factores como, la construcción de nuevos proyectos como la
macro plaza, por ejemplo, además del crecimiento de la población y por supuesto:
la llegada de las cadenas Cinemex/Cinépolis a toda la república mexicana durante
los años 1994-1995. 1

Según (Duahu & Giglia, 2008) la estructura del espacio social se manifiesta en los
contextos más diferentes en la forma de oposiciones espaciales, en las que el
espacio habitado (o apropiado) funciona como una suerte de simbolización
espontánea del espacio social. En una sociedad jerárquica no hay espacio que no
esté jerarquizado y que no exprese jerarquías y las distancias sociales de un
modo más menos deformado y sobretodo enmascarado por el efecto de

1
Según Cinepolis.com y Cinemex.com
naturalización que entraña la inscripción duradera de las realidades sociales en el
mundo natural.

De esta manera, ante el crecimiento de la población en la ciudad se empezaron a


distribuir en el área metropolitana sus habitantes jerárquicamente según el estrato
económico al que se pertenecieran, y así se ubicaban en algún espacio de la
ciudad.

Esto no necesariamente quiere decir que estuviesen viviendo en lugares


totalmente separados pues como indica (Duahu & Giglia, 2008) La distancia física
puede ser muy corta aunque la distancia social sea enorme.

Es por ello que poco a poco ya no resultaba necesario desplazarse hasta el centro
de la ciudad para ver una película, sino que ahora se tenía la oportunidad de ir a
un espacio más cerca de los lugares de residencia; con ello se puede analizar
cómo cambió esta experiencia urbana al construir nuevos espacios separados,
según las diversas partes del área metropolitana.

Y es que en la actualidad estas grandes cadenas con propietarios privados, no


ofrecen la misma experiencia urbana del cine para todas las personas que desean
asistir a sus instalaciones aun siendo de la misma compañía, prueba de ello es por
ejemplo los complejos de Cinemex: Fashion drive y Escobedo.

Mientras el primero se presenta como una experiencia de lujo, el segundo ni


siquiera se promociona. El complejo Cinemex Fashion Drive ubicado en Valle
Oriente resulta un tanto inaccesible para llegar caminando por lo que resulta
necesario contar con un automóvil, mientras Cinemex Escobedo es totalmente
accesible para peatones al estar ubicado en la Avenida Raúl Salinas.

Así mismo si hablamos del tipo de personas que asisten a estos lugares, tenemos
que hablar indudablemente del nivel socioeconómico ya que mientras que la
entrada general a Cinemex Fashion Drive es $87, la de Cinemex Escobedo es de
$37. Con esto nos podemos dar una idea de las diferencias que existen entre
ambos complejos. Las personas que asisten al primero por lo general cuentan con
un mejor nivel socioeconómico que les permite costear una entrada a más del
doble del precio del segundo.

Además de esto las ofertas cinematográficas que se ofrecen en ambos son


distintas, mientras que en Fashion Drive se proyectan gran variedad de películas,
algunas que participaron en festivales de arte y provenientes de diferentes partes
del mundo. En Cinemex Escobedo se proyectan pocas opciones, principalmente
de cine americano y mexicano.

Esto mismo sucede con los complejos de la cadena rival: Cinépolis. Al hacer
observaciones acerca de los complejos Galerías Valle Oriente e Interplaza las
condiciones son similares a las de Cinemex. En ambos se pueden notar grandes
diferencias, desde los precios en donde el primero ostenta un costo de $77 el
segundo cobra $44, sus ubicaciones uno al sur de la ciudad y otro en el centro,
hasta las opciones que se ofrecen en cartelera siendo muy variadas en el
complejo Galerías y limitadas en el de Interplaza.

Según (Duahu & Giglia, 2008) los grupos socio-profesionales tienden a distribuirse
en el espacio urbano recalcando las distancias y las oposiciones que los definen
socialmente. Por ello considero que la experiencia urbana del cine es diferente
para los habitantes del área metropolitana de Monterrey según el área donde se
viva y el nivel económico al que se pertenezca.

No obstante me parece importante recalcar que en ambas cadenas no existen


reglas específicas que prohíban el acceso a alguien por su pertenencia a cierto
nivel socioeconómico. Sin embargo sí existe cierta segregación respecto a la
construcción de los cines, se hacen estudios en diversas áreas de la zona
metropolitana y a partir de ello se decide qué tipo de complejos se construyen.

La segregación espacial es entonces más “sutil” y mucho más discriminante de lo


que se suele pensar, como lo muestra el caso de los altos funcionarios: no existen
simplemente unos barrios burgueses y unos barrios obreros, sino una gama de
situaciones residenciales cuya complejidad es la del espacio social, de las propias
estructuras sociales. (Duahu & Giglia, 2008)
Por ejemplo, un obrero difícilmente podría costearse el transporte y boleto de
entrada para asistir a un cine en el área de San Pedro, los ya mencionados
Fashion Drive y Galerías Valle Oriente. Por lo que implícitamente queda reducido
al lugar que más cercano a su residencia, que corresponda de acuerdo a sus
posibilidades económicas,

Es por ello que cada individuo del área metropolitana vive según su ubicación y
condiciones económicas una experiencia diferente. Es decir, no podríamos hablar
del cine como una sola experiencia urbana pues existen diferentes maneras de
vivirlo.

Las experiencias de la metrópoli son desiguales en la medida en que reflejan el


poder desigual de los actores en su relación con el espacio y en particular en su
capacidad para domesticarlo, es decir para convertirlo en algo que tiene un
significado y un uso para cada quién. (Duahu & Giglia, 2008)

Las personas que viven en la metrópoli no tienen un espacio para convivir todos
en común como iguales, por supuesto que el poder que se tiene se ve reflejado en
la apropiación de estos espacios y la segregación se da de forma sutil, no se
prohíben las entradas pero se acepta la de cierta manera la exclusión al no asistir
a estos lugares.

No es necesario que las personas se mezclen más como en el pasado, ya nadie


tiene que acudir más al centro de la ciudad para disfrutar de una película, sino
ahora cada quien se queda recluido en sus propios espacios con gente que le es
común y/o similar.

En la conformación de un grupo fluctúan el lugar de residencia, el lugar y carácter


del empleo, los ingresos y los intereses (Wirth, 1962). De ahí que las personas
que asisten a los cines del área metropolitana, tienden a separarse según sus
mismas características, por tanto se podría decir que los cines segregan a las
personas al implícitamente separarlas según sus recursos económicos.
Como conclusión considero que a comparación del pasado, el cine como
experiencia urbana ha cambiado en nuestra región. Sin lugar a dudas las salas de
cine han incrementado pero las relaciones sociales que propiciaban han
disminuido.

Es ahora muy difícil que personas con condiciones económicas distintas se


mezclen en los mismos espacios. Hablando de estos espacios privados, aunque
no expresan la negación la entrada sí forman condiciones para segregar a las
personas por lo que estas no se relacionan más.

A comparación del pasado en donde sólo en el centro se encontraban las salas de


cine, todas las personas se unían en un mismo punto y ante la gran capacidad de
las salas compartían de una u otra manera la experiencia de ver una película.

Pero con el crecimiento y expansión del área metropolitana esto cambió y con la
introducción del duopolio de cine Cinemex/Cinepolis, la experiencia cambió. Ahora
ya no se puede hablar de una experiencia compartida, sino de varias experiencias
que viven los habitantes al ver una película. Entonces se habla de diferentes
maneras de vivir el cine, de diferentes experiencias urbanas.

Los empresarios por su parte ajustan estas experiencias según la capacidad


económica y buscan localidades en el área metropolitana en las cuales colocan
sus negocios, en este caso el cine y así mismo lo adecuan a las condiciones de
las personas que viven a sus alrededores.

Además, estas experiencias no llegan a todos los habitantes. Antes con las
denominadas “terrazas” se tenía una opción muy barata para disfrutar del cine
pero ahora si no se cuenta con recursos económicos tal vez sea imposible asistir

Con todo esto, considero que en nuestra zona metropolitana vivimos condiciones
muy desiguales que sin lugar a duda repercuten en los espacios que utilizamos y
hacemos nuestros, por lo que ir al cine como forma de diversión aunque parezca
una misma acción no es lo mismo para todos los habitantes de la ciudad.
Referencias

Castells, M. (1974). La cuestión urbana. México: Siglo XXI.

Duahu, E., & Giglia, Á. (2008). Las reglas del desorden: habitar la metrópoli.
México: Siglo XXI.

El Norte. (2013). El majestuoso Cine Elizondo. El Norte, pág. Seccion Vida.

Lozano, J. C., Meers, P., & Biltereyst, D. (2016). La experiencia social histórica de
asistencia al cine en Monterrey Nuevo León durante las décadas de 1930 a
1960. Palabra Clave, 691-720.

Wirth, L. (1962). El urbanismo como modo de vida. Buenos Aires: tres.


Anexo

Fotos: ¿Qué es lo urbano?

Grafiti conmemorativo a un miembro de una pandilla fallecido. Escobedo, N.L.

Gente caminando, Paseo Santa Lucía. Monterrey, N.L

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