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Por ello en este trabajo me propongo analizar una de las experiencias propias de
lo urbano como lo es el cine. Desde su creación a finales del siglo XIX, el cine ha
formado un papel fundamental para mostrar y recrear ficciones y realidades para
presentar a sus espectadores a manera de filmes, por ello considero pertinente el
estudio de esta actividad para así observar cómo interactúan las personas a partir
de estos espacios de esparcimiento.
Así pues a partir de las preguntas ¿se ha modificado la experiencia urbana del
cine en el área metropolitana de Monterrey a partir del crecimiento y distribución
de los espacios en la ciudad? Y ¿son estos espacios un lugar de segregación?
Pretendo analizar los cines y cómo se han ido transformando a lo largo del tiempo
para observar en específico dos complejos actuales de las cadenas de cines más
famosas de la ciudad: Cinépolis (Valle Oriente/ Interplaza) y Cinemex (Fashion
drive/Escobedo) para así observar sus diferencias.
A partir de diversos autores como Duhau (2008) quien habla sobre las
experiencias de lo urbano y cómo estas se conforman, de Lozano, J.C., Meers, P.
y Biltereyst D (2016) que hacen un estudio de la historia del cine en el área
metropolitana de Monterrey, de Louis Wirth (1962) y Manuel Castells (1974) para
la definición de conceptos básicos considero pertinente partir para la realización
de este análisis.
En Nuevo León, el área metropolitana está conformada según INEGI 2015 por 12
municipios, entre ellos se encuentran: Apodaca, Cadereyta, García, San Pedro,
Escobedo, Guadalupe, Juárez, Monterrey, Salinas Victoria, San Nicolás de los
Garza, Santa Catarina y Santiago.
Es así que a partir de esto, el autor se refiere a que en los espacios urbanos
existen distintas prácticas que él denomina como experiencias. Las experiencias
urbanas expresan como se vive en la ciudad, qué actividades realizan sus
habitantes y cómo estas ayudan a conformar sus vivencias en la ciudad.
De este modo, considero ir al cine como una experiencia urbana, esto al ser una
actividad frecuente que realizan los habitantes del área metropolitana de
Monterrey. A partir de esta práctica se puede observar cómo interactúan las
personas y sobre todo cómo se divierten y se ubican en su contexto.
Para empezar, considero preciso definir el punto histórico en donde el cine llega a
la ciudad, según (Lozano, Meers, & Biltereyst, 2016) los primeros cines datan de la
década de 1930’s y de ahí debido a su popularidad se fueron expandiendo y
popularizando entre los habitantes.
Esta era una manera en que los sectores populares que conformaban la mayoría
de la ciudad, podían disfrutar de las películas. Propietarios privados preparaban
espacios para brindarles a las personas a bajos costos esta experiencia
cinematográfica, en un lugar relajado en donde pudieran convivir con sus
semejantes.
Así mismo, durante esta etapa aún no se podía hablar de una zona metropolitana
como la que tenemos actualmente pues conforme los años y ante el crecimiento
de la población, estos se fueron distribuyendo a municipios aledaños por lo que
solo en la ciudad de Monterrey se construyeron la mayor cantidad de cines.
Particularmente sobre la avenida Madero, muy popular entre las clases medias-
altas regiomontanas durante esos años, pero que a partir de la década de 1960 se
convertiría también en área de clase trabajadora, debido al establecimiento de
fábricas y viviendas para los obreros. (Lozano, Meers, & Biltereyst, 2016)
Con esto podemos observar que ante el fin de las denominadas terrazas, si se
quería tener esta experiencia urbana como lo es el cine, se debía ir al centro de la
ciudad en donde se ubicaban los mismos.
Todas las personas sin importar su estrato sociales, si deseaban ver una película
debían dirigirse al centro y ante el establecimiento de fábricas y viviendas
populares no era extraño observar obreros y/o personas de recursos económicos
escasos asistiendo a las mismas salas que personas con mayores recursos.
De esta manera, nos podemos dar una idea de lo que representaban los cines ya
que no eran lugares aislados del entorno social, sino espacios claves para la
interacción y el reforzamiento de lazos familiares, amistosos y románticos, pues
mucha gente acudía a ellos no solo ver películas entretenidas, sino compartirlas
con conocidos y no conocidos para así experimentar un sentido de colectividad
asistiendo a los mismos espacios si así lo deseaban.
Ahora bien, estos cines comenzaron a ser derribados y/o cerrados, esto se puede
atribuir a diversos factores como, la construcción de nuevos proyectos como la
macro plaza, por ejemplo, además del crecimiento de la población y por supuesto:
la llegada de las cadenas Cinemex/Cinépolis a toda la república mexicana durante
los años 1994-1995. 1
Según (Duahu & Giglia, 2008) la estructura del espacio social se manifiesta en los
contextos más diferentes en la forma de oposiciones espaciales, en las que el
espacio habitado (o apropiado) funciona como una suerte de simbolización
espontánea del espacio social. En una sociedad jerárquica no hay espacio que no
esté jerarquizado y que no exprese jerarquías y las distancias sociales de un
modo más menos deformado y sobretodo enmascarado por el efecto de
1
Según Cinepolis.com y Cinemex.com
naturalización que entraña la inscripción duradera de las realidades sociales en el
mundo natural.
Es por ello que poco a poco ya no resultaba necesario desplazarse hasta el centro
de la ciudad para ver una película, sino que ahora se tenía la oportunidad de ir a
un espacio más cerca de los lugares de residencia; con ello se puede analizar
cómo cambió esta experiencia urbana al construir nuevos espacios separados,
según las diversas partes del área metropolitana.
Así mismo si hablamos del tipo de personas que asisten a estos lugares, tenemos
que hablar indudablemente del nivel socioeconómico ya que mientras que la
entrada general a Cinemex Fashion Drive es $87, la de Cinemex Escobedo es de
$37. Con esto nos podemos dar una idea de las diferencias que existen entre
ambos complejos. Las personas que asisten al primero por lo general cuentan con
un mejor nivel socioeconómico que les permite costear una entrada a más del
doble del precio del segundo.
Esto mismo sucede con los complejos de la cadena rival: Cinépolis. Al hacer
observaciones acerca de los complejos Galerías Valle Oriente e Interplaza las
condiciones son similares a las de Cinemex. En ambos se pueden notar grandes
diferencias, desde los precios en donde el primero ostenta un costo de $77 el
segundo cobra $44, sus ubicaciones uno al sur de la ciudad y otro en el centro,
hasta las opciones que se ofrecen en cartelera siendo muy variadas en el
complejo Galerías y limitadas en el de Interplaza.
Según (Duahu & Giglia, 2008) los grupos socio-profesionales tienden a distribuirse
en el espacio urbano recalcando las distancias y las oposiciones que los definen
socialmente. Por ello considero que la experiencia urbana del cine es diferente
para los habitantes del área metropolitana de Monterrey según el área donde se
viva y el nivel económico al que se pertenezca.
Es por ello que cada individuo del área metropolitana vive según su ubicación y
condiciones económicas una experiencia diferente. Es decir, no podríamos hablar
del cine como una sola experiencia urbana pues existen diferentes maneras de
vivirlo.
Las personas que viven en la metrópoli no tienen un espacio para convivir todos
en común como iguales, por supuesto que el poder que se tiene se ve reflejado en
la apropiación de estos espacios y la segregación se da de forma sutil, no se
prohíben las entradas pero se acepta la de cierta manera la exclusión al no asistir
a estos lugares.
Pero con el crecimiento y expansión del área metropolitana esto cambió y con la
introducción del duopolio de cine Cinemex/Cinepolis, la experiencia cambió. Ahora
ya no se puede hablar de una experiencia compartida, sino de varias experiencias
que viven los habitantes al ver una película. Entonces se habla de diferentes
maneras de vivir el cine, de diferentes experiencias urbanas.
Además, estas experiencias no llegan a todos los habitantes. Antes con las
denominadas “terrazas” se tenía una opción muy barata para disfrutar del cine
pero ahora si no se cuenta con recursos económicos tal vez sea imposible asistir
Con todo esto, considero que en nuestra zona metropolitana vivimos condiciones
muy desiguales que sin lugar a duda repercuten en los espacios que utilizamos y
hacemos nuestros, por lo que ir al cine como forma de diversión aunque parezca
una misma acción no es lo mismo para todos los habitantes de la ciudad.
Referencias
Duahu, E., & Giglia, Á. (2008). Las reglas del desorden: habitar la metrópoli.
México: Siglo XXI.
Lozano, J. C., Meers, P., & Biltereyst, D. (2016). La experiencia social histórica de
asistencia al cine en Monterrey Nuevo León durante las décadas de 1930 a
1960. Palabra Clave, 691-720.