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Arquitectura Barroca

La arquitectura barroca es un período de la historia de la arquitectura que vino precedida del


Renacimiento. El término Barroco, (Barrueco en portugués: “perlas deformes”) fue usado con
un sentido despectivo, para subrayar el exceso, la teatralidad y la exageración ornamental.
Nace en Italia durante el siglo XVII, desde allí se expande por toda Europa y, de la mano del
Imperio español, por Hispanoamérica.

Tanto el arte como la arquitectura barroca, toman parte activa en la contienda ideológica,
convirtiéndose en una de las formas de lucha y siendo utilizadas como medio de propaganda y
difusión de la fe, mostrando mediante estas, su grandeza, y que en ellos está la "Verdad" y el
"Poder". El poder político de ese momento era la monarquía absolutista que junto con los
grandes papados hicieron que Europa se convierta en el gran centro del mundo, así que los
edificios barrocos se construían para glorificar ese poderío absoluto de los primeros reyes
católicos de la historia.

El periodo del barroco se caracteriza por ser la Ruptura del ideal clasicista del Renacimiento,
en donde la razón se sustituye por la sensación, mostrando mayor interés por la realidad y
gusto por lo inmediato y cotidiano. Es el arte del movimiento, la tensión dramática, de la
monumentalidad, de la cooperación y unidad de todas las artes.

En la arquitectura aparecen, junto a la planta rectangular, las plantas elípticas, circulares y


mixtas. Se domina la línea curva: elipses, parábolas, hipérboles, cicloides, sinusoides y hélices.
Hay abundancia de elementos decorativos como los frontones (tanto triangulares como
semicirculares), que se parten y adquieren formas curvas o mixtilíneas, y abundancia de
ventanales con forma ovoide.

Existe una Nueva concepción del espacio, consecuencia de la influencia contrarreformista: se


va a exigir de la arquitectura su vinculación al espectador mediante la persuasión y la
participación. Surge un concepto de ciudad como símbolo religioso que debe también
persuadir al fiel de la supremacía indiscutible de la Iglesia, las perspectivas monumentales dan
una amplitud indefinida a la imagen del poder, y permiten los desfiles militares y civiles y las
masivas manifestaciones rituales religiosas.

Las plazas se convierten en centros de referencia urbana, dominadas por un edificio principal
(una iglesia, un palacio), serán decoradas con fuentes, obeliscos, estatuas y planificadas
urbanísticamente, para crear perspectivas impresionantes. Desaparece así la individualidad
plástica de los edificios en favor de un conjunto superior: la ciudad como espectáculo:
espectáculo religioso (Roma), político (París) o ambas cosas a la vez.

Se mantiene la simetría de la arquitectura renacentista, las columnas son torcidas, muchas


veces solo decorativas y no de soporte como en la antigua Grecia y Roma. Abundan las líneas
curvas más que las rectas. Los detalles de decoración son altamente ornamentados y se logra
una integración de la arquitectura y la pintura en donde los Interiores son decorados con
magníficos frescos en cielos rasos y muros.

Melissa Oyoque

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