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de una tabla sobre cuatro patas. Todos dijeron la verdad cuando dijeron que aquello que
veían era una mesa, aunque cada uno lo haya dicho desde su particular visión, con su
carga de subjetividad, sin decir por ello que fueron muchas las verdades, pues sin duda
alguna, la realidad de la tabla sobre cuatro patas (mesa) es una sola, realidad que es
percibida según la psique de los observadores, que se asume dentro de los parámetros
normales, sin enfermedades mentales o estados de conciencia alterados.
Fue Descartes el primero que desarrolla un método para discernir lo verdadero de lo
falso, al que incorpora grandes dosis de escepticismo que se resume en su famoso “De
todo dudo menos de que dudo” y que constituye la base del método científico, el único
que cuenta con un método de comprobación: la demostración práctica de lo que se
asevera, la confirmación en la realidad de la hipótesis que se sustenta. Hay verdades
axiomáticas, como el día, la noche o lo frío y lo caliente, que no requieren
demostración, pero hay situaciones más complejas cuya demostración se ajusta a los
parámetros que las diversas ciencias lo exigen, de tal suerte que tenemos una verdad que
se demuestra en el ámbito de las leyes, por lo que se la llama “verdad jurídica”, u otra
del ámbito de las ciencias duras llamada “verdad científica”, u otra, en el ámbito social
llamada “verdad histórica”.Tales denominaciones sólo se refieren a los parámetros bajo
los cuales se realiza la demostración y de ninguna manera implica la existencia de
“muchas verdades”.
En este orden de cosas llegamos entonces a conceptualizar la llamada “verdad
periodística”, que es la misma Verdad pero bajo los parámetros propios de la actividad
de la comunicación social, la cual tiene también que cumplir exigencias demostrativas
que sabiamente la ley exige y que son del orden de procedimientos. ¿Cuáles son ellos?
Verificar la información y confirmar su veracidad, contrastar las fuentes, permitir la
réplica de los involucrados a dar su versión de los hechos, dar oportunidad a los
receptores de la información a opinar, corregir los errores que ocurran, entre otros, que
en la actualidad han sido sustituidos por un tratamiento más superficial de la
información en el que el respeto por la verdad se pierde en la confusión amarillista de
las muchas verdades, y por consiguiente, en la de la ninguna verdad.
Entonces, la verdad periodística, construida aplicando determinados procedimientos no
es una suma de interpretaciones sujetivas de los hechos, sino que deviene en la
comunicación de la información, que pertenece a la realidad, expresada de tal forma que
se corresponda con ella, aplicando los procedimientos señalados, para cumplir con la
función social de su existencia, y que debe ser su objetivo principal: el servicio de la
información veraz y oportuna a la que todos los ciudadanos tenemos derecho. Los
problemas actuales se deben a la contradicción que existe entre el fin social de la
comunicación, entendida como un servicio público, y el fin particular de la empresa
privada que es la ganancia, contradicción que la analizaremos más adelante.
Enero 07/2010