Vous êtes sur la page 1sur 4

La competencia y el control

El denominador común en este tipo de planteamientos tiene que ver con


el logro del desarrollo completo del sujeto, con la auto-actualización y con el
crecimiento individual. Como señala White (1959), en cada sujeto existe un
motivo de competencia, un motivo para superarse continuamente.

Entre las teorías más destacadas en este tipo de planteamientos figuran


las de Rogers (1961) y Maslow (1971), aunque también podría ser incluida aquí
la ya comentada de Kelly (1955, 1962). Respecto a la argumentación de Rogers
(1961), acentúa la idea de que el sujeto se encuentra inmerso en una constante
tendencia a la actualización. Existe un único motivo: el motivo de crecimiento,
aunque puede ser desglosado en intentos del sujeto para mantenerse, crecer y
reproducirse. En este motivo de crecimiento influye considerablemente el
ambiente, así como las relaciones que el sujeto establece con otros sujetos. A
partir de esta interacción, el sujeto puede recibir un respeto o consideración
positiva incondicional, así como un respeto o consideración positiva
condicionada a su conducta. El completo funcionamiento del sujeto, según
Rogers, viene definido por cinco características: a) apertura a la experiencia, b)
vivir el momento, c) el predominio de los sentimientos sobre el intelecto, d) el
sentimiento de libertad, y e) la creatividad.

Por lo que respecta a la argumentación de Maslow (1943, 1955, 1971),


se basa en el intento de cada sujeto por lograr su completo potencial, o auto-
actualización. Ahora bien, antes de llegar a este tipo de motivos, el individuo
debe satisfacer otros previos. Las necesidades humanas, dice Maslow, se
estructuran jerárquicamente: fisiológicas, de seguridad, de amor y pertenencia,
de auto-estima y de auto-actualización. Las cuatro primeras tienen que ver con
la motivación por deprivación, mientras que la última se corresponde con la
motivación de crecimiento. En este mismo sentido se manifiestan Stevens y
Fiske (1995), proponiendo que el contexto social de nuestro pasado
evolucionista ha llevado a que nuestra especie desarrolle motivos con un peso
social muy importante. Las autoras proponen la existencia de cinco motivos,
que pueden ser considerados como el resultado de las cinco necesidades a las
que se asocian: pertenencia, eficiencia/competencia, conocimiento, relación y
auto-estima. Como quiera que el ser humano incrementa la probabilidad de
sobrevivir en la medida en la que es parte integrante de un grupo, los cinco
motivos reseñados facilitan al ser humano la vida en el grupo.

La teoría de Maslow ha representado un hito insoslayable, ya que su


argumentación, aunque sencilla, es difícil de rebatir. De hecho, como veremos
a continuación, algunas propuestas más recientes, como la teoría de la auto-
determinación (Deci y Ryan, 1985), que ha sido reanalizada recientemente por
Sheldon, Elliot, Kim y Kasser (2001), no deja de ser una reformulación -
incompleta, pues deja fuera una de las principales necesidades, cual es la de
auto-estima- de la propia teoría de los motivos jerárquicos de Maslow.

Parece pertinente destacar que el concepto de “funcionamiento


completo” de Rogers y el de “auto-actualización” de Maslow ponen de relieve
que, cuando un sujeto se encuentra en tales situaciones, puede controlar las
influencias que está recibiendo. Este sentido del control, o competencia,
denominado “motivación de competencia” o “motivación de efectividad” por
White (1959), tiene como misión incrementar el conocimiento del sujeto en
cuanto a las variables que conforman su medio ambiente, con el fin de
incrementar su adaptación. Es importante observar cómo en este tipo de
argumentos se enfatiza la relevancia de las necesidades fisiológicas y de las
necesidades psicológicas. Dentro de este último tipo de necesidades, aunque ha
habido diversas propuestas, tal como acabamos de reseñar, hace unos años,
Emmons (1989) proponía una tríada que actualmente es aceptada en Psicología
de la Motivación: necesidades relacionadas con la seguridad, necesidades
relacionadas con la aprobación social, la intimidad y la pertenencia, y
necesidades relacionadas con la autoestima y la competencia.

Por su parte, Lewin (1936) propone que la motivación en la conducta se


explica desde planteamientos homeostáticos. La conducta es el resultado del
conjunto de fuerzas que actúan sobre el sujeto. Lewin defiende la solución
activa de problemas y la existencia de necesidades psicológicas -cuasi-
necesidades. A grandes rasgos, el esquema de su planteamiento,
genéricamente denominado Teoría de campo, asume que la conducta es una
función del espacio vital, el cual consta de “persona” y “ambiente
psicológico”. Por lo que respecta a la persona, ésta está influenciada por dos
tipos de necesidades (fisiológicas y psicológicas), que producen un estado de
tensión, o estado motivacional, en el sujeto. Por lo que respecta al ambiente
psicológico, contiene “metas” que influyen considerablemente sobre la
conducta del sujeto. En definitiva, se puede resumir la teoría de Lewin
diciendo que la fuerza de la conducta (F), que tiene características de vector,
es una función (f) del estado interno de tensión del sujeto y las metas del
ambiente psicológico (tG). A esta breve función hay que añadir la “distancia
psicológica” (e) que existe entre el sujeto y la meta que desea alcanzar, de tal
suerte que a mayor distancia menor fuerza en la conducta. La siguiente
fórmula ilustra esquemáticamente la idea de Lewin:

La tensión es el constructo motivacional defendido por Lewin para


explicar la motivación interna del sujeto. La tensión ocurre cuando se producen
necesidades en el organismo. Este hecho motiva al sujeto para reducir la
tensión, con lo que la argumentación homeostática parece evidente. Por otra
parte, para estudiar la conducta motivada en sí, se necesita el constructo de
fuerza, que consta de “magnitud” y “dirección”. Como son varias las fuerzas
que simultáneamente actúan sobre el sujeto, la conducta final es el resultado de
todas las fuerzas implicadas.
No obstante, creemos que la aportación de Lewin no se limita a estas
importantes reseñas comentadas. Hay que señalar también la referencia de
Lewin (Lewin, Dembo, Festinger y Sears, 1944) al nivel de aspiración, que es
lo que un individuo desea conseguir, y al nivel de expectativa, que es lo que un
individuo estima que podrá conseguir. En opinión de Lewin, los niveles de
aspiración y de expectativa representan la combinación de la valencia y la
probabilidad de logro de una meta concreta. El deseo referido al nivel de
aspiración posee una mayor valencia, pero una menor probabilidad de logro,
que el que se refiere al nivel de expectativa. Ambos niveles, que reflejan la
dimensión cognitiva de las conductas motivadas, se encuentran directamente
relacionados con el rendimiento de un individuo cuando trata de conseguir la
meta en cuestión[2]. Eso es lo que encuentra Dreikurs (2000), apreciando que
los niveles de aspiración y de expectativa se incrementan cuando la actuación
y el rendimiento de un individuo son buenos, y disminuyen cuando dichos
parámetros de actuación son deficientes.

Vous aimerez peut-être aussi