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Ernest Mandel
12 “La suma total de la fuerza de trabajo y de los medios sociales de producción invertidos
como medios de circulación en la producción anual de oro y plata representa una partida
importante de los faux frais del régimen capitalista de producción y de todo régimen basado en
la producción de mercancías. Sustrae al empleo social una suma proporcional de posibles
medios adicionales de producción y de consumo, es decir, una parte proporcional de la riqueza
efectiva. En la medida en que, partiendo de una escala dada e invariable de la producción o de
un determinado grado de extensión, se reducen los gastos de esta maquinaria tan cara de
circulación, aumenta la fuerza productiva del trabajo social. Por consiguiente, en la medida en
que los recursos que se van perfeccionando con el régimen de crédito surten este efecto,
aumenta directamente la riqueza capitalista...” (Carlos Marx, El Capital, Ed. Fondo de Cultura
Económica, México, 1959, t. II, cap. XVII, p. 309.)
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La crisis del sistema monetario internacional – Ernest Mandel
13 La expectativa de un aumento en “el precio del oro” (es decir una devaluación del dólar)
ha estimulado considerablemente el atesoramiento del oro durante varios años. En 1966 y 1967,
el equivalente de toda la producción de oro del mundo capitalista más que ir a las reservas de
los bancos centrales, ha ido a parar a los cofres de los especuladores. Es interesante recordar que
Marx, en el párrafo que sigue al que nos referimos en la nota 12, indica que, sin el desarrollo del
sistema de crédito y de los signos de reemplazo monetario (moneda de crédito), el régimen
capitalista habría encontrado sus límites en el volumen de la producción de metales preciosos.
14 Es verdad que el alza constante de los costos de producción, mientras los precios de venta
han permanecido invariables durante más de treinta años, ha estimulado a los capitalistas que
explotan las minas auríferas a acrecentar la racionalización del trabajo y a cerrar las minas
marginales, lo que de todas maneras ha acrecentado la productividad media del trabajo en este
sector.
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La crisis del sistema monetario internacional – Ernest Mandel
16 Los países capitalistas de Europa absorben más del 50% de las exportaciones mundiales
para su cuenta. Incluso si se elimina de esta suma los intercambios internos del Mercado
Común (y no existe ninguna razón para tal sustracción), este porcentaje es superior al 40%.
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La crisis del sistema monetario internacional – Ernest Mandel
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decir, reducirá el papel del oro y reducirá igualmente el papel del oro. Las
relaciones de fuerza resolverán en definitiva la cuestión de saber si son las
divisas europeas unificadas o si son las experiencias parciales de la “moneda
mundial” quienes sustituirán el papel decadente del oro, la libra esterlina y aun
del dólar en tanto medio de pago internacional. 17
Todo ajuste del sistema monetario internacional, al igual que la
modificación de las paridades monetarias nacionales, no es solamente un arma
de la competencia interimperialista, sin también un instrumento de la lucha de
clases nacional e internacional. El esfuerzo concentrado [Pág. 201] del gran
capital consiste ahora en hacer pagar a los trabajadores el precio de la inflación
y de su “reforma”. La crisis del sistema monetario internacional, tiende, por tanto, a
acentuar los conflictos de clase en el seno de los países imperialistas, puesto que refleja
una exacerbación de la competencia interimperialista; cada clase burguesa se ve
obligada a sanear su situación competitiva sobre las espaldas de sus propios
obreros. Las manifestaciones de esta tendencia se multiplicaron durante los
últimos cuatro o cinco años en Europa; y pronto atravesaron el Atlántico para
golpear primero a Estados Unidos y Canadá, y posteriormente a Japón.
La cuestión de saber si a la larga todos estos artificios que mantienen en pie
la colosal pirámide cargada de créditos, de deudas y de papel moneda
inflacionista terminarán por hundirse, y de si como consecuencia de equis
número de recesiones presenciaremos de nuevo un crack del tipo del de 1929,
en la etapa actual no tiene ningún interés especial para el movimiento
revolucionario. El marxismo nunca ha hecho depender la perspectiva de la
revolución socialista de una crisis económica de una gravedad excepcional,
como la de 1929 (en realidad un hecho único en toda la historia del capitalismo).
Simplemente ha hecho depender esta perspectiva de la perspectiva de las
contradicciones económicas y sociales del sistema. Estas contradicciones,
incluida la imposibilidad de evitar las crisis y las fluctuaciones económicas, son
ahora como ayer visibles y sensibles, incluso si las crisis son menos graves que
las de 1929 y 1937 (las recesiones no son, precisamente, sino crisis menos graves
que las de 1929 y 1937, particularmente debido al gran número de
desempleados que provocan).
Al exasperar los conflictos sociales, la crisis monetaria internacional revela
la enfermedad del sistema en su totalidad. Crea al mismo tiempo,
oportunidades cada vez más propicias para combates de clase que abren los
periodos prerrevolucionarios como el que ha tenido Fran- [Pág. 202] cia en
mayo-junio de 1968. 18 Corresponde a los revolucionarios utilizar estas
1968, ello es debido a que la materia explosiva ya estaba presente. Esta materia explosiva estaba
constituida de manera precisa –otra de las causas generales producidas por el neocapitalismo,
pero que no explican por qué esta explosión se produjo ahora y no en 1961 o en 1973- por las
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La crisis del sistema monetario internacional – Ernest Mandel
∗
Este fragmento corresponde a los dos últimos apartados del artículo “La crisis del sistema
monetario internacional”, publicado en International Socialist Review, Nueva York, marzo-abril
de 1969. Ha sido extraído del volumen El dólar y la crisis del imperialismo, Ediciones Era, México
D. F., 1974. Como expresa la Introducción de Ernest Mandel: “Los estudios reunidos en esta
recopilación fueron escritos en fechas diferentes; más de siete años se extienden entre la
redacción del primero y la del último.”
consecuencias de las reivindicaciones obreras no satisfechas, mismas que resultan del “plan de
estabilización” de Giscard d’Estaing, de la recesión que éste había provocado en 1964 y de la
relance por las ordenanzas de 1967, así como el ascenso de la desocupación entre los jóvenes
desde hace un año. Estos tres fenómenos están ligados a la inflación y a las tentativas de
limitarla dentro del cuadro de la competencia interimperialista (véase al respecto: Daniel
Bensaid y Henri Weber, Mayo 68: un ensayo general. Ed. Era, México. 1969).