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Martín Lombardo.

Familia y política en Las Varonesas de carlos catania


Estudios 23-45/46, 2015 ( julio-diciembre 2017): 13-35

FaMiLia y PoLítica eN LAS VARONESAS De carLoS cataNia

Martín Lombardo
Université de Savoie Mont blanc
martin.lombardo@univ-smb.fr

Introducción: familia y política en la literatura argentina centrándose en la historia


de los personajes de
alfredo catania y de julián
en algunas de las novelas más importantes pu- brocca, el presente artículo
blicadas por autores argentinos en la década de analiza la representación de
1970 y a principios de los ochenta, la representa- la familia y de la revolución
ción de la familia está en el núcleo de la trama. en la novela Las Varonesas
de carlos catania. a partir
junto a la militar y a la religiosa, la institución fa-
de los conceptos de
miliar quizá sea la que se critica de manera más ra- heterotopía de Michel
dical. en esas novelas el abordaje de la familia Foucault, de odio de
supone un interés filogenético, paralelo al retrato Gunther anders y de las
ideas de vida y de cuerpo
de la historia del país.
propuestas por judith
Por ejemplo, unos años antes del golpe de es- buttler, este trabajo
tado, en 1973, Luis Gusmán publica El frasquito, en muestra los paralelismos
donde las relaciones familiares están atravesadas existentes en la trama de
por el incesto, el asesinato y la muerte. Si la figura Las Varonesas entre el plano
familiar y el político.
del doble atraviesa toda la obra del escritor, cuando
esta figura se vincula con lo familiar surge lo bas- Palabras clave: carlos
tardo y la marginalidad social. Lo familiar no es catania, familia, cuerpo,
aquello sobre lo que reposa la sociedad, su célula política, heterotopía
fundamental que estructura una norma, sino más
Family and politics in Carlos
bien el espacio en donde se despliegan la violencia Catania’s Las Varonesas
y la marginalidad. La norma expulsa más que con-
recibido: 17 de julio de 2015
aceptado: 19 de agosto de 2016
Modificado: 27 de diciembre de 2016
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tiene, y esa violencia de la expulsión es la que sos- based on the story of the
characters of alfredo
tiene la historia de una sociedad. De hecho, en la
catania and julián brocca,
novela, la esfera familiar excede las relaciones más this article analizes the
cercanas para vincularlo, incluso, hasta con carlos representation of family
Gardel. and revolution in carlos
Si la bastardía del protagonista de El frasquito se catania’s novel Las
Varonesas. From the
refleja en la sociedad con la bastardía de carlos
concepts of heterotopia
Gardel, hay otras novelas en donde el relato de una developed by Michel
historia familiar se multiplica en la historia del Foucault, hate by Günther
país. así se observa en Respiración artificial, la no- anders and of life and
body by judith buttler, this
vela de ricardo Piglia publicada en 1980 que se
work shows the parallels in
convirtió en un texto fundamental de la literatura the plot of Las Varonesas
argentina de la dictadura. en el intento por res- between the fields of family
ponder a la pregunta de si hay una historia –de and politics.
hecho, con esa pregunta, “¿Hay una historia?”, co-
Keywords:
mienza la novela–, ricardo Piglia se retrotrae varias
carlos catania, Family,
generaciones en la historia de una familia para es- body, Politics, Heterotopia
bozar el enigma en el que se basa la historia argen-
tina. Para contar el derrotero de su tío Marcelo
Maggi, profesor de historia, el escritor emilio renzi
se retrotrae a los orígenes de la argentina. De
hecho, es interesante notar las dos profesiones que
se articulan en la trama: el escritor de ficción es in-
disociable al historiador; quien busca novelar lo fa-
miliar no hace más que revelar la trama del país. Si
en Gusmán lo familiar y lo político se vinculan a
través de lo bastardo, en Piglia el origen familiar y
el origen del país tienen un acto en común: la trai-
ción y el suicidio. Se observa entonces que tanto en
el terreno familiar como en el terreno político la
violencia opera un rol fundante.

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No es tanto que la novela familiar sea el espejo de la historia del país sino
que el aspecto violento y abyecto de la novela familiar forma parte fundante de
la historia del país; incluso, las dos llegan a confundirse. el mismo tipo de vín-
culo se pesquisa en Cuerpo a cuerpo, novela publicada por David Viñas en 1979.
Por un lado, a través de Mendiburu, el protagonista, se muestra el ejercicio de
la violencia por parte de la institución militar. Por otro lado, a través de las
cartas redactadas por la mujer de Mendiburu –mismo recurso, el epistolar, uti-
lizado por Piglia en Respiración artificial–, el origen de la familia se confunde con
el origen de buenos aires. Para la familia militar es en ella en donde reside la
esencia de la familia argentina; para la familia oligárquica es ella quien funda la
familia patria. en ambos casos esa marca de origen se realiza a través de actos
de opresión y de violencia. el interés por la institución familiar y militar es vital
en varias obras del autor: Los dueños de la tierra y Hombres de a caballo son dos
buenos ejemplos de textos en donde se evocan estos temas.
en Cuerpo a cuerpo la traición de los hijos al padre, el hecho de convertirse
en militantes revolucionarios, incluso, el hecho de que la hija complote para
asesinar al padre, es una manera de rebelarse contra la opresión militar así
como contra la opresión paterna. en la novela de Viñas se observa la manera
en que la figura paterna, el pater familias, encarna la patria potestas: el hombre
de la casa detenta el poder de vida y muerte sobre los otros integrantes de la fa-
milia. Si consideramos que el padre entiende que la institución militar y, desde
la institución familiar, la patria entra dentro del ámbito de sus competencias,
su poder se pretende absoluto.1
en El vuelo del tigre, novela de Daniel Moyano, es toda la familia la que se re-
siste a la violencia de quienes detentan el poder y oprimen. La narración, de
fuerte carácter alegórico, cuenta la vida de una familia de pueblo, los aballay,
quienes sufren la intrusión en el hogar de Nabu, un representante del ejército
de los percusionistas, que controla y reprime sus actos cotidianos y los del resto
de los habitantes del pueblo. Si en Cuerpo a cuerpo son los hijos quienes se re-
belan contra los mandatos del padre y, por lo tanto, contra los mandatos mili-
tares y contra la versión de la familia impuesta desde el ámbito militar hacia

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toda la nación, en la novela de Moyano es toda la familia y, luego, el pueblo en-


tero quien expulsa al poder militar por considerarlo extraño a la esencia del
lugar. La familia se muestra entonces no como algo naturalizado sino como una
posible instrumentalización del poder así como una posible fuente de rebeldía
social.
otras novelas importantes de la época evidencian el vínculo entre lo fami-
liar y lo político, desnaturalizando toda idea de familia y, así, desmontando el
discurso del poder. el interés por analizar los vínculos familiares durante los
años setenta y principios de los ochenta se extiende a las generaciones poste-
riores, ya que observamos el mismo tipo de preocupación en las novelas de es-
critores nacidos en esa época y que en sus libros evocan esos años; entre otros,
podemos citar La casa de los conejos, de Laura alcoba, Tanto correr, de Mariano
Quirós, Los topos, de Félix bruzzone, Una muchacha muy bella, de julián López,
El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, de Patricio Pron, Esa misma
noche, de Leopoldo brizuela.2
entendemos que la tensión entre lo político y lo familiar se debe a las ca-
racterísticas del discurso militar de la época. a la versión del “ser nacional” es-
tablecida por los militares de la década del setenta se corresponde una versión
de la familia: para ser considerada como tal debe ser católica y tradicional. Las
novelas publicadas durante esos años intervienen en el debate político plan-
teando una duda a la certeza militar, una duda acerca de la identidad argentina
y acerca de la manera de contar la historia argentina. así como la literatura de
la época plantea dudas y ambigüedades acerca de qué es una historia y cómo
contarla (v. Sarlo), se pesquisan los mismos interrogantes al representar los vín-
culos familiares: la visión de la familia que desde el discurso del poder se trata
de imponer y de ligar a la idea de un “ser nacional” es desmontada desde el te-
rreno de la ficción literaria. Si desde el discurso político lo familiar suele apa-
rece como algo naturalizado y, por lo tanto, ligado a una certeza, por el
contrario, desde la ficción lo familiar se vincula con lo abyecto, con deseos
prohibidos y, sobre todo, con las ambigüedades y los interrogantes.

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el escritor santafesino carlos catania también puede ser incluido en esta


lista gracias a su primera novela, Las Varonesas. a través de ernesto Sabato,
carlos catania consigue editar el libro en 1978 en la editorial catalana Seix
barral. La censura militar impidió el ingreso del libro en argentina y así, a pesar
de las excelentes críticas recibidas en europa, la novela no tuvo repercusión en
la argentina. Muchos años más tarde, roberto bolaño alude al libro de manera
muy elogiosa, aunque confunde el nombre del autor, en su libro Entre paréntesis
(54). Sin embargo, la novela ha seguido siendo obviada por la crítica y no ha en-
trado en el canon de los textos argentinos de la década del setenta.
en Las Varonesas, el cruce entre el mundo político –desde las dictaduras mi-
litares hasta las guerrillas– y el mundo familiar –desde la llegada de los inmi-
grantes italianos a la argentina hasta la locura y el incesto, que tienen lugar en
el año de la muerte de juan Domingo Perón, una suerte de figura paterna en
el terreno político nacional– pone de relieve un elemento central en la litera-
tura argentina de la época: el anclaje de la política en el mundo familiar, el
modo en que la política y la historia del país atraviesan las relaciones de una fa-
milia.

El lugar de la familia: locura e incesto, la casa familiar y las heterotopías

Uno de los ejes dramáticos principales de la trama de Las Varonesas es la


atracción sexual que, desde pequeño, siente alfredo catania por su hermana
adela. el incesto determina sus pasos y configura los acontecimientos centrales
de la trama de la novela: los celos que siente al enterarse de la relación entre
adela y su amigo rolando hacen que alfredo decida asesinar a rolando; en el
billar al que acude antes de encontrarse con su víctima se cruzará con julián
brocca, hombre de acento extraño, que luego se descubrirá como un antiguo
guerrillero de regreso al país y quien sospecha del crimen cometido por alfredo;
julián brocca, a través de alfredo, conocerá a Lucía, otra de las hermanas de
alfredo, y entablará una relación con ella. el vínculo entre julián brocca y
alfredo catania es el que liga la historia familiar con la historia política.

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alfredo y adela encarnan el cuestionamiento de los mandatos familiares.


Por el contrario, Lucía, la hermana mayor, quien se hace cargo de Patricia, la
hermana de tres años, construye y sostiene la versión oficial de la historia. La
televisión se vuelve su contacto con el exterior y un objeto erotizado y perse-
guidor. Quien se dedica a mantener la imagen de familia ejemplar, en la inti-
midad aparece como una mujer desequilibrada. Por un lado, la imagen decente
vertida hacia el exterior; por el otro lado, el secreto infame, sexual y delirante:
esa doble imagen es paradigmática de los vínculos entre los catania. el desdo-
blamiento está presente incluso en el diario íntimo de Lucía, en donde pre-
tende sostener la versión oficial de la familia pero en donde subyace, desde la
pretendida ingenuidad del personaje, lo velado, lo sexual y lo secreto.
en la trama de Las Varonesas hay un desdoblamiento del sentido; se juega
permanentemente con las contradicciones intrínsecas al orden de representa-
ción. jacques rancière (21-22) define el orden de representación a través de dos
formas. en primer lugar, el orden de representación supone una serie de rela-
ciones entre lo decible y lo visible. La palabra tiene por sentido hacer ver. aquí
entran en juego los sentimientos y las voluntades de los personajes: el deseo in-
cestuoso de julián y de adela, la atracción homoerótica entre julián y aldo, los
celos tanto de julián con respecto a adela como de julián brocca con respecto
a cony, la sensibilidad de Lucía y su profunda soledad. a través del diario ín-
timo de Lucía, de las charlas entre Lucía y alfredo, de la novela que escribe
alfredo y de su lectura de la teoría del error de aldo, de las confesiones de
julián brocca acerca de sus años en la guerrilla, la novela muestra los senti-
mientos y las ideas concebidas por los personajes. Solo desde el plano de lo
oculto y prohibido se vuelven visibles y decibles los verdaderos deseos de los
personajes, aquello que desde un plano naturalizado de la familia sería inad-
misible. en segundo lugar, el orden de representación supone vínculos entre el
saber y la acción. Dadas las ideas y deseos de alfredo, cuando sabe de la rela-
ción entre adela y rolando, decide asesinar a su amigo; dado el impulso sexual
vivido por julián gracias a cony, cuando se entera de que el castor, líder de la
guerrilla de la que él y su mujer eran miembros, también mantenía relaciones

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con su mujer, entrega al castor a los militares; dada la importancia que para
Lucía tiene la imagen de la familia, cuando ve el estado real en que su madre
vive, decide ocultarles la verdad a los hermanos. en este segundo plano se cons-
truye la acción dramática: en la novela, por lo general, se abandonan los diá-
logos, las confesiones o la escritura del diario íntimo para construir un relato a
partir de la primera persona. el saber origina el acto: la revelación de aquello
que desde el plano del deseo se torna inaceptable, al conocerse, lleva a un acto
signado por la violencia.
al incesto y a la locura se opone, en el centro de la configuración familiar,
un enigma: los padres de los cuatro hermanos. en un principio el padre oscila
entre la obsesión sexual, la ausencia y el cuidado de su mujer. Para adela, el
padre surge como un enigma indescifrable y como un causante de culpabilidad:
“Quisiera saber, por ejemplo, qué hace nuestro padre, cómo vive… sin lla-
marnos para nada… quizás con el corazón hecho tiras. cada minuto que pasa
siento latir su vejez. (…) Un día morirá y ya no habrá nada que hacer. Se irá sin
que yo pueda reparar” (catania 293). al carácter enigmático señalado por
adela, alfredo le suma un costado amenazante: “Nunca supe cómo piensa.
Siempre tuve que andar adivinando detrás de sus caras. ¿Qué mierda quería de
mí?” (293). el padre encarna diferentes formas de un vacío que se traduce en
interrogantes: ¿de qué manera, si fuera posible, acercarse al padre? ¿Qué busca
el padre en un hijo? Si afirmamos que en la literatura de la época se plantean
los interrogantes acerca de los vínculos familiares y de la manera en que se
cuenta una historia de familia, en Las Varonesas el centro del interrogante gira
alrededor de las figuras paternas.
con respecto a la madre circulan dos versiones contrapuestas: la primera, la
que Lucía se preocupa por hacerles creer a los hermanos, apunta a que la mujer
vive encerrada en una de las habitaciones de la casa a la que ninguno tiene per-
miso para entrar debido a su delicado estado de salud. en esa versión, se des-
taca la belleza romántica de la mujer y su preocupación por el destino de sus
hijos. La segunda de las versiones, la que plasma en su diario íntimo Lucía, la
retrata como una mujer desquiciada, abandonada, excesivamente gorda y con

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un irrefrenable deseo sexual. Si la ausencia y la distancia del padre son un


enigma, la distancia y la ausencia de la madre son el motor de múltiples relatos.
ya sea por exceso o por defecto de historias y versiones, no hay certezas acerca
de los padres.
Por la línea paterna la violencia, la ausencia y la promiscuidad aparecen
como elementos fundadores del linaje. así, alfredo catania suele recordar el
suicidio de su prima edith, hija de su tío médico. asimismo, el abuelo paterno
encarna el inicio mítico de la familia: es un hombre mujeriego, que añora italia
y que, según el recuerdo de alfredo, siempre estaba ausente; cada vez que lo vi-
sitaban los nietos, el abuelo desaparecía porque no los soportaba. así entonces,
el inicio de la familia catania se produce a través de un desvío –se añora italia,
se tiene familia en argentina–, de un desplazamiento –las otras mujeres del
abuelo– y de una ausencia –no frecuenta a su familia–. es el abuelo quien es-
culpe Las Varonesas, escultura que le da título a la novela y que se encuentra en
el jardín de la casa familiar. en la casa se nuclean las historias, tanto las oficiales
como las secretas. el abuelo y la escultura Las Varonesas ponen de relieve esa ten-
sión omnipresente entre un espacio consagrado a las acciones “oficiales”, por
lo general artísticas, y el verdadero uso que se le brinda a ese espacio, es decir,
los encuentros sexuales prohibidos. Si el abuelo pretendía usar el estudio con
fines artísticos, alfredo dirá que lo utiliza para escribir. Pero también es el lugar
en donde alfredo busca a su hermana adela. Lo oficial y lo oculto comparten
espacio: uno y otro son indisociables; lo oculto no es algo que no se observa
sino, más bien, la contracara de lo visible, de la versión oficial que se intenta
construir hacia el exterior.
al abordar una experiencia vital del presente de los personajes, se entre-
mezclan en la trama historias de ancestros de la familia, recuerdos de otras ex-
periencias vividas por los mismos personajes o alusiones a la política. como si
la acción presente fuera imposible de ser vivida y solo pudiera ser entendida a
través de un recuerdo traumático de otra escena pasada, ya sea propia o ajena.
Puesto que la historia política argentina a la que alude la novela se centra, sobre
todo, en juan Domingo Perón y en eva Perón, es plausible considerar a estos

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dos políticos como figuras familiares. Si consideramos que en el discurso de la


época, la juventud peronista llamaba “tío” a Héctor cámpora, hombre de con-
fianza de Perón, y “viejo” al mismo Perón, el campo semántico familiar estaba
presente en el debate político.
el recuerdo que se interpone a la descripción de la experiencia vivida en el
presente surge como el origen que marca una serie. así, una escena sexual re-
mite a una primera y mítica escena sexual; una escena de traición remite a una
primera y mítica escena de traición. cuando alfredo habla de la novela que está
escribiendo, en donde un hombre mata a otro hombre, afirma: “toda acción
humana está despersonalizada desde el principio. Los hechos son como esos re-
flejos de agua que suelen verse en las carreteras asfaltadas. a medida que uno
avanza, desaparecen” (Las Varonesas 347). el reflejo supone repeticiones y para-
lelismos, elementos omnipresentes en la novela. De hecho, cuando alfredo y
julián hablan acerca de la novela que escribe alfredo, los motivos por los que
el personaje de la novela de alfredo asesina a otro hombre reflejan también los
motivos por los que tanto alfredo como julián cometieron una traición y un
asesinato. ese efecto metaliterario se acentúa si consideramos que el apellido
del personaje escritor, catania, coincide con el apellido del autor de la novela
Las Varonesas.
es interesante subrayar el lugar que ocupa el relato en relación a los crí-
menes: el recuerdo del delito cometido no funciona ni como confesión ni como
prueba legal sino como elemento fundante en la construcción de la trama. La
teoría del error también apunta a la violencia, al intento por borrar lo esta-
blecido y así fundar un nuevo punto de partida:

Puedo ver con claridad la prueba rotunda del hombre: su fracaso, que es el
mío. ¡No quiero padres!.. ¡No quiero la primera comunión!.. ¡No quiero per-
petuar nada!.. ¡No me hablen tampoco de ciclos! La Historia se agotó…,
todo se agotó… Queda el residuo de una mentira que ahora luce fresca, vi-
brante y coleando como un renacuajo. ¿cómo creer en algo concreto? La de-
sesperación es la comprobación de lo concreto agotado. ¿Qué queda

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entonces? La locura, el sueño y el crimen…, oscuros caminos de una ven-


ganza inútil. (349-50)

el vacío de la Historia, su agotamiento, está relacionado con el rechazo a los


padres. ese corte con los mandatos familiares es una de las bases de la novela.
al mismo tiempo, ese corte abre el debate acerca de todas las instituciones. en
la misma línea se inscribe la figura del creador de la teoría del error; aldo era
huérfano y soñaba con reemplazar el colegio y las iglesias por prostíbulos:

bueno, continuó aldo sin mirarme siquiera, un verdadero prostíbulo, a mi


entender, debe ser un prostíbulo sin putas. como en ninguna otra parte,
debe reinar ahí la cordura, la armonía y el amor a nuestro alcance. ¿Viste
cuando los borregos entran en la iglesia? La mayoría no tiene exacta con-
ciencia de lo que hace, pero en general sale aliviada, con la sensación de
haber cumplido. (100)

Se invierte así la función de las instituciones: la iglesia se compara a un


prostíbulo y la escuela se convierte en el espacio en donde se despliega la se-
xualidad prohibida –se observa una influencia de roberto arlt en la teoría del
error. el agotamiento de la Historia implica una redefinición de sus términos,
o más bien, su inversión: a la realidad, alfredo le opone la locura y el sueño; a
la ley, el crimen. cualquier teoría que pretenda cargar de sentido a la Historia
no es más que una justificación que se aleja de la verdad. Si ya no es posible
hacer Historia, queda el recurso de la escritura.
La novela que escribe alfredo trata de las razones por las que un hombre es
empujado a cometer un asesinato. La escritura se vincula con el crimen, con-
virtiéndose así en otra de las pocas acciones que merecen ser llevadas a cabo:
“entre acabar un gran libro y asesinar a un tipo no hay diferencia de fondo. Hay
quien escribe para no matar. Lo ideal sería hacer ambas cosas” (356). Si ya no
hay más Historia, el relato de un crimen se convierte en un crimen: se pierde la
distancia entre el acto y su representación. Siguiendo esta lógica, la función del

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odio se vincula con la reflexión propuesta por el filósofo alemán Günther


anders en La haine: el odio es la negación y el placer que conlleva liquidar al
otro, al mismo tiempo que la afirmación propia y la constitución subjetiva a
través de la destrucción; hay un síndrome del odio definido por la persecución,
la liquidación y el goce de consumir. Las Varonesas se sostiene en ese síndrome:
los planes para perseguir a la víctima, objeto de odio y, sobre todo, de celos; la
liquidación del objeto de odio se realiza de manera lenta, perversa y macabra,
en varias ocasiones, incluso se produce cuerpo a cuerpo; el goce se manifiesta
a través del goce sexual prohibido y también a través de los objetos de consumo
(las marcas de clase social, como la casa, el arte y otros objetos de valor).
Los espacios, las historias y los deseos se entrecruzan: existen espacios al des-
cubierto, símbolos de la tradición familiar, mientras que hay otra serie de espa-
cios, más ocultos, en donde se llevan a cabo los deseos más prohibidos. Las
habitaciones ocupan un rol fundamental, sobre todo, la habitación de la
madre, en donde durante dos años ninguno de los hijos tuvo acceso. otro de
los espacios emblemáticos de la novela es el rancho ubicado en los jardines de
la casa, en donde, desde la infancia, alfredo y adela consuman el incesto.
entendemos estos espacios como heterotopías en el sentido brindado por
Michel Foucault: entre todos los lugares hay unos que se distinguen absoluta-
mente de los demás, son lugares que se oponen a todos los otros; las hetero-
topías son como contra-espacios, que están destinados a borrar, neutralizar y
purificar a los otros lugares. esos contra-espacios se ubican por fuera del
tiempo; es la manera en que se relacionan los contra-espacios y el tiempo en la
novela de catania: alfredo y adela, ya adultos, se encierran en el mismo lugar
para repetir los juegos de la infancia; el arroyo en donde Patricia juega y habla
con los animales es el lugar en donde luego morirá, al igual que otra de las mu-
jeres de la familia.
La oposición entre espacio y contra-espacio en el seno de la casa también
puede encontrarse en la ciudad. Para alfredo, los bares representan un espacio
diferente: espacio únicamente de hombres –a diferencia de la casa, en donde
alfredo está siempre rodeado de mujeres–, en un bar alfredo recuerda su rela-

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ción adolescente con aldo y también allí entabla relación con julián brocca.
Los bares son una heterotopía de desviación, según la descripción propuesta
por Michel Foucault: lugares marginales, oscuros. La marca de lo marginal se
acentúa a través de la descripción de la presencia de las ratas y de lo pútrido.
La misma lógica de un contra-espacio marginal se aplica al cementerio: en
una noche de tormenta, alfredo asesina a rolando en un cementerio, cerca de
un basural, porque rolando acepta que se acostó con adela. La casa familiar,
con respecto al espacio de la ciudad, también funciona como una heterotopía.
en este caso, se trata más bien de una heterotopía cerrada, desde donde el resto
de los lugares aparecen como imaginarios o inexistentes.
en el plano discursivo, las heterotopías están vinculadas a lo que Gilles
Deleuze señalaba como la singularidad de la postura filosófica de Michel
Foucault: lo oculto, lo secreto, incluso lo reprimido, para Foucault, no es
aquello latente o invisible sino más bien lo que circula bajo una lógica diferente
a la lógica dominante (Deleuze, Foucault). a la tensión entre espacio y hetero-
topía se suma la tensión entre las versiones oficiales de la historia familiar y
aquellas que se mantienen y circulan en secreto, aquellas que precisamente se
llevan a cabo en las heterotopías. Uno de los logros de las novelas de catania
quizá radique en la capacidad por mostrarlo todo acerca de una familia y en esa
visión casi absoluta producir lo misterioso, lo secreto y lo oculto.

La familia política: el cuerpo de la traición

en una lectura política de la novela, el espacio y la familia también ocupan


un lugar central. en las historias familiares surge la pregunta acerca del origen
de la riqueza. asimismo, el forjamiento de una heterotopía, de un nuevo es-
pacio, se encarna de distinto modo en el discurso revolucionario: aquí la ilu-
sión heterotópica no busca conservarse como algo secreto y oculto, íntimo y
erotizado, sino que trata de imprimir esa lógica heterotópica al espacio prin-
cipal. así como la heterotopía supone la existencia de un espacio contra cuya
lógica, en cierto sentido, la heterotopía se rebela, la existencia de una esfera pri-

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vada y familiar es el telón de fondo de toda acción pública. al respecto, nos re-
sulta de particular interés la lectura biopolítica propuesta por judith butler.
butler señala la existencia de dos vidas, la propia y la social; por lo tanto, la vida
de cada uno está implicada en la vida de los otros. Podemos ubicar al cuerpo
como el punto de convergencia entre lo individual y lo social. así butler re-
marca una singularidad del cuerpo: una de las cosas que todo cuerpo puede
hacer es abrirse a otros; debemos admitir que los cuerpos están siempre por
fuera de ellos mismos (Qu’est-ce qu’une vie bonne?). tanto en la historia de
alfredo como en la de julián, la exterioridad del cuerpo se vincula con los
celos: la alienación del deseo, la imposibilidad de controlar por completo al ob-
jeto de amor, empuja a los personajes a eliminar el cuerpo de aquel que aparece
como rival.
el personaje de julián brocca abre la lectura hacia un terreno marcada-
mente político. Las historias de catania y de brocca parecen muy diferentes; sin
embargo, existe una serie de paralelismos entre las dos, como si se construyeran
en espejo. el primer punto en común podemos pesquisarlo en la reflexión
acerca del comienzo de toda historia. en la primera parte, alfredo catania
afirma: “Si todo final está al comienzo, el asunto se inicia en la cola de ese bicho
maldito y condenado por generaciones, que cae de pronto en las redes pega-
josas de la Historia. Una rata completa, tullida y macrocéfala, de bigotes ama-
rillentos” (catania 11); en la segunda parte, el guerrillero afirma: “recuerde
que he comenzado por el final, que es por donde comienzan todas las cosas (o
tal vez uno empieza el recuerdo por lo más destacable del ánimo” (133). alfredo
se prepara para asesinar a rolando, julián habla de cómo traicionó al castor.
Las dos escenas dan cuenta de un asesinato; la novela construye la trama que
explica las razones del asesinato y de traición. Se comienza por el orden de re-
presentación que liga la acción con el saber para luego tejer una trama alre-
dedor de lo visible y lo decible, es decir, de los sentimientos y las ideas que
llevaron a los personajes a cometer los crímenes. el saber y la acción tienen un
signo diferente según se trate del sentido propio a cada terreno, ya sea el fami-
liar, ya sea el revolucionario y político.

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Lo visible y lo decible en torno a julián y alfredo es consecuencia de sus pos-


turas políticas; y la novela evidencia la manera en que cada uno de los perso-
najes se encuentra atravesado por dos discursos diferentes: en alfredo, lo que
desde un punto de vista se torna visible como amor hacia la hermana, desde
otro punto de vista, aparece como un delito; en julián, se enfrenta lo decible
del amor hacia cony y, por otro lado, los celos y la traición al castor. ciertos
elementos se vuelven visibles y decibles de acuerdo a la familia con la que se
identifiquen los personajes, según se trate de una identificación a lo que sub-
vierte la norma o aquello que la perpetúa.
Que toda la historia esté en el final supone una construcción trágica, en
donde los personajes, marcados por el destino e impulsados por los celos, co-
meten actos delictivos: una vez que la persona amada se muestra como alguien
independiente se impone como algo irrefrenable la acción criminal. eliminar
el cuerpo del rival es el falso señuelo que les hace creer a alfredo y a julián que
tras ese acto se puede conseguir un dominio absoluto del cuerpo propio y del
cuerpo de la persona amada, cortar el descentramiento que supone el deseo.
en las dos escenas iniciales hay una rata: aquella que observa alfredo antes
de cometer un asesinato y aquella con la que será torturado y asesinado el
castor –los militares le introducen una rata por el ano–. existe una identifica-
ción entre los personajes de alfredo y de julián con la rata, una identificación
con lo pútrido, lo marginal y lo traicionero.
el segundo punto en común entre alfredo y julián es la importancia de la
genealogía familiar en el entramado de sus historias: así como en el inicio de la
novela se despliegan los orígenes de la familia catania, en la segunda parte se
vincula el compromiso político tomado por julián con la historia de sus padres:
“Mis viejos eran del Partido, lo que se dice militantes. yo hacía papeles pe-
queños en un teatro de aficionados. en aquella época pertenecer al Partido era
ser considerado como miembro de una familia extraña, inteligente e inofen-
siva” (137). Se equipara militancia y familia. así como, según butler (92), el
cuerpo es el punto que conecta la vida propia y la social, la familia es el punto
de contacto entre el ámbito privado y el terreno político.

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a diferencia de alfredo, para quien el espacio de la casa familiar definía su


carácter, en julián tal espacio no existe, o aparece ligado a la muerte: “Gracias
a mis padres nunca conocí lo que se llama una casa, vale decir una tumba. ellos
utilizaban aquel techo alquilado, como aves de paso: apenas dormir un poco y
tomar fuerzas” (138). Si alfredo busca erigir espacios heterotópicos dentro del
espacio de la casa familiar, contra-espacios en donde llevar a cabo un deseo
prohibido, por el contrario, julián brocca busca insertarse en lugares margi-
nales, contra-espacios del espacio mayor que supone una ciudad o un país: la
selva y los bares.
Si el padre de julián fue un intelectual, la madre aparece como una mili-
tante más ligada a la acción. julián la define como “terrorista”. No hay reproche
ni crítica sino más bien admiración hacia esa mujer. Del mismo modo en que
alfredo se identifica con la locura de la madre y describe al padre como un
enigma, julián recupera la postura de la madre y, al revés del padre y su inte-
lectualismo, opta por unirse a la guerrilla. Lo que equipara a los padres de
julián y marca su vida es la pobreza. Ubicamos ahí una distancia sustancial
entre él y alfredo, quien no necesita trabajar y vive gracias a las rentas familiares
–observamos aquí cierto guiño a “casa tomada” de julio cortázar–. Si el mo-
vimiento en alfredo es centrípeto, en julián hay un movimiento hacia afuera,
centrífugo. De hecho, es la necesidad económica la que lleva a julián a su
primer trabajo: reconocer cadáveres en la policía. en ese trabajo, tiene una re-
velación y abandona todo para irse al trópico, a pelear. Se puede pensar que el
contacto con la muerte lo impulsa a cambiar la legalidad vigente. Viaja por
Managua y costa rica, conoce al che Guevara, se entera tarde de la muerte de
los padres. construye una familia alternativa, fruto de la militancia: describe
como fraternal su vínculo con el castor.
Si el ingreso a esa nueva familia está marcado por la muerte de los padres,
el ingreso al grupo guerrillero también está marcado por una muerte: sus com-
pañeros se hacen pasar por militares y ponen a prueba su lealtad, haciéndole
creer que van a matarlo. cuando él demuestra su fidelidad al grupo, es acep-
tado entre los guerrilleros. al respecto, dice julián: “jugar a matador del otro

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bando, confesaron, era una experiencia extraña, harto excitante y hasta peli-
grosa. a partir de entonces, los peldaños escalonados en la confianza, modestia
aparte, fueron merecidos. todo gracias a mi primera muerte” (catania 150). el
desdoblamiento corporal, el cuerpo propio y el cuerpo político, como diría
butler, cambia a causa de la iniciación: estar dispuesto a dar la vida por la causa
revolucionaria revierte el orden de prioridades, dándole ahora mayor impor-
tancia al cuerpo político que al cuerpo individual.
Una vez que profundiza su militancia, contrariamente a las ideas iniciales,
son los vínculos afectivos y familiares los que definen la revolución, mucho más
que el compromiso político. Las Varonesas desmonta lentamente las bases del
discurso político: los guerrilleros responden según los mismos conflictos per-
sonales que existen en el ámbito familiar burgués.
tanto el discurso militar como el discurso revolucionario se reducen a la
venganza y al síndrome del odio. Los personajes están marcados por el odio,
que se traduce en una venganza que siempre parece ser insuficiente y que se des-
plaza metonímicamente. Siguiendo la línea del odio y de la venganza, en donde
la pasión personal se impone al deber político, es interesante citar la manera en
que, tiempo más tarde, ya de regreso en argentina, julián brocca se refiere a los
años revolucionarios:

No era tiempo de pensar, como decía mi madre. Si al presente se me da por


hacer funcionar la maquinita, es debido a una ironía sin gracia: los rebeldes
sin triunfo concreto se retiran, como todos. Soy de los primeros jubilados.
Pensar en la vejez, allá, hubiera sido manosear con el cerebro un artículo de
lujo. estábamos ocupados en matar y ser matados por la revolución.
(catania 208)

en el caso de julián, así como el accionar revolucionario supone una rei-


vindicación de la figura materna, la negación del pensamiento implica un re-
chazo a la postura intelectual del padre. al describir la revolución como un
ejercicio de matar y ser matado, el pensamiento político se diluye en un uni-

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verso pasional, ligado al mundo materno-familiar. Sin embargo, existe una no-
toria diferencia entre el revolucionario y el militar: el odio revolucionario queda
del lado de la escritura, se trata de un odio que busca un corte, la construcción
de un nuevo espacio; el odio militar es la repetición casi burocrática del odio.
cuando julián brocca describe las torturas que sufren él y sus compañeros,
realiza un interesante perfil psicológico del torturador, en donde se nota la vida
anodina, repetitiva, sin deseo y marcada por el consumo. La descripción con-
cluye de la siguiente manera:

ahí tiene usted a un cadáver de nuestra época, un buen padre criador de


hijos cadáveres, que con el tiempo serán hacedores de cadáveres. La ley de
los hombres, lejos de perseguirlos como a animales rabiosos, los alienta, y
sin embargo, son ellos quienes, en sus pacíficas tumbas, siembran la muerte
del hombre y el pauperismo mental que destruye. (220-1)

Se describe así el síndrome del odio ya señalado: la persecución y la liqui-


dación del objeto de odio, acciones realizadas de manera casi burocrática, como
tareas laborales, son la condición para el goce del consumo; el torturador ac-
cede al mundo del consumo a través de las torturas que comete. a su vez, reto-
mando las ideas de judith butler, si existen dos vidas, una individual y una
social, en donde el cuerpo es el vínculo entre las dos, a través del cuerpo del
torturador se produce ese pasaje de la escena de tortura a la escena cotidiana y
familiar, del trabajo a la casa. La tortura opera sobre cuerpos y produce cadá-
veres: por un lado, los cadáveres de las víctimas del torturador, pero también
los “cadáveres familiares” que el torturador produce en el seno de su familia,
como “buen padre criador de hijos cadáveres”.
el tercer paralelismo entre alfredo y julián se basa en la importancia de los
celos y la traición. el triángulo alfredo-adela-rolando se traduce en el trián-
gulo entre julián-cony-el castor. La militancia revolucionaria supone para
julián el descubrimiento del amor y de una fuerte pasión sexual. Se alternan las
escenas sexuales entre julián y cony en la selva con los enfrentamientos ar-

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mados: sexo y revolución se ubican en el mismo plano. en cony, el compro-


miso revolucionario se rebela contra el conservadurismo familiar. Su embarazo
la enfrenta tanto a ella como a julián con la filogenia: deciden tener al hijo para
educarlo de manera distinta a lo realizada por sus propios padres; el deseo de
un hijo se relaciona con el deseo de un corte político con respecto a las gene-
raciones anteriores. Sin embargo, julián no soporta la manera que tiene cony
de entender la sexualidad y el cuerpo, por eso traiciona al castor y abandona
el país. a pesar de los intentos por reconstruir una configuración sexual y sen-
timental diferente y opuesta a la de sus padres, los celos empujan a julián al
mismo punto del que, en teoría, buscaba escapar; al traicionar al líder de la re-
volución por celos, una vez más, se muestra la manera en que un personaje se
sirve del combate político para resolver rencillas personales. así como alfredo
asesina a rolando para que no se case con adela, julián asesina al castor
porque en el pasado se acostó con cony. La temporalidad de los celos es anacró-
nica, los celos siempre son una amenaza, ya sea porque la infidelidad puede pro-
ducirse, ya sea porque la infidelidad tuvo lugar en el pasado. Los celos borran
todo intento revolucionario, todo intento por subvertir la lógica de encierro de
la familia, y cierran así toda salida exogámica y posibilidad de erigir un nuevo
modelo de vínculo social.
Señalamos el carácter anacrónico tanto de los celos como de la venganza.
ese carácter por fuera del tiempo, intemporal, es explicitado en el comienzo de
la quinta parte de la novela, en donde se describe una rata: “todo indica que
este bicho es un ser intemporal” (catania 427). esa rata se introduce por el ano
del castor, siendo testigos sus compañeros de militancia. es la venganza per-
geñada por el Flaco: liquidar al objeto de odio implica para él no solo asesinarlo
sino también denigrarlo al punto máximo y frente a sus colegas. Los fragmentos
en que julián relata la tortura sufrida por el castor están basados en el libro de
testimonios escrito por uno de los revolucionarios que sobrevive a la matanza,
Montúfar. Se aborda una escena fundante de la trama a través de los relatos de
terceros. Los comentarios al libro de Montúfar le permiten a alfredo señalar su
distancia con respecto a la literatura comprometida: utilizar la literatura con

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fines específicos supondría forjar una ilusión absurda. La literatura llamada de


compromiso, la literatura latinoamericana realista, o incluso de denuncia, se
vuelve falsa, ya que busca hacerse entender por europa; se trataría de una lite-
ratura explicativa hacia el extranjero. alfredo extiende su crítica a la revolución
en su conjunto, equiparándola con quienes solo actúan por intereses veniales:

Hacer plata o hacer la revolución: en el fondo es exactamente lo mismo.


agitado tras el carro de la Historia, no es destazando a la Humanidad en
ricos y pobres que el hombre deja de ser el carro y caballo. (…). Por eso des-
precio a los mantenedores de llamitas sagradas, otros traidores. con la idea
de que la naturaleza del hombre es la igualdad, aportan la ilusión de este
mundo (para el que es totalmente indiferente que seamos o no iguales), agra-
vando nuestra raza de visitantes frustrados. (361-2)

el discurso de alfredo apunta a la unidad del hombre, incluso la unidad


entre el explotador (el carro) y el explotado (el caballo). cualquier teoría que
oculte esa unidad entre el explotador-explotado, entre la víctima y el victimario,
implica un proceso de sacralización. Por el contrario, alfredo busca la profana-
ción de lo sagrado. el empuje de alfredo hacia la profanación está en el origen
del último de los paralelismos entre los personajes de julián y alfredo: la su-
puesta traición cometida por alfredo al denunciar a julián a la guerrilla.
La única persona externa a la casa con quien alfredo tiene contacto es
ciomara, con quien mantiene una relación epistolar. Hay un corte entre la ma-
nera de observar del mundo de ciomara y la de su familia; ella le describe a
alfredo el vínculo que la une a sus padres: “he tenido tiempo de enseñarles que
yo no les pertenezco, que no soy de nadie, que nadie es de nadie, vos” (444-5).
Se establece una distancia entre una relación familiar y una relación de perte-
nencia. Para ella, las pertenencias ocupan un espacio diferente al de los afectos.
esa forma de pensar los afectos no solo incumbe a su lugar como hija sino tam-
bién a su lugar de madre. con respecto a sus hijos, afirma: “No quisiera que
ellos me amen y al mismo tiempo se sientan prisioneros y culpables. (…). Lo per-

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manente, con su tufillo a papel viejo me enferma” (445). Si lo familiar es algo


inalterado, que no cambia, entonces para ciomara lo familiar se vuelve algo en-
fermizo. Solo el cambio permite la libertad, ya que evita el aburrimiento. esta
visión de la libertad la lleva a despreciar las ideas de la revolución: “conocí a
un muchacho en europa que decía amar a la Humanidad y hacía la revolución.
Una vez mi hijo le ensució el pantalón con barro. Se enojó tanto que si no lo
agarro lo abofetea” (445). el amor absoluto, anclado en una entidad abstracta
como puede ser la Humanidad, borra toda idea de amor concreto, a la vez que
impide la libertad. ese amor, para ella, es falso porque en realidad se trata de
una forma del odio: “el peor odio es aquel que sale a la superficie en forma de
un amor general, místico o violento, por los hombres” (445). La diferencia
entre alfredo y ciomara es que alfredo encuentra en el odio la base de la es-
critura y del asesinato. Sin embargo, para ciomara hay sentido en el hedo-
nismo, que está en la base de la libertad. Su oposición a la guerrilla se basa en
una manera diferente de concebir la pertenencia y la felicidad: “yo no tengo pa-
tria, ni hogar, ni reloj, ni zapatos, pero mi felicidad se convierte en mi
vergüenza. La felicidad es reaccionaria, corazón” (459). ciomara concibe el
amor solo desde la absoluta libertad, desde lo efímero, desde un lugar diferente
al de la posesión, mientras que para alfredo el amor, definido por su vínculo
con adela, se relaciona con lo familiar y lo posesivo.
en el final de la novela, se presenta una posible traición de alfredo hacia
julián: al parecer, podría haberlo entregado a los militares. tanto matar como
proteger a julián implicaría una traición, ya sea a la guerrilla, ya sea a julián, ya
sea a sus propias ideas. Se subraya así el carácter intemporal de la venganza y de
la traición, como un círculo del que no se puede salir.

De la muerte del padre y sus consecuencias: la perpetuación del fracaso familiar y polí-
tico

en su célebre texto Tótem y tabú, Sigmund Freud afirma que la sociedad


surge con la muerte, a manos de los hijos, del padre de la horda primitiva.

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Luego de asesinar al padre, los hermanos comprenden que ninguno de ellos


puede ocupar el lugar de privilegio que ocupaba el padre. Por lo tanto, debe eri-
girse una comunidad de hermanos, en donde todos estén en un pie de
igualdad. La comunidad se organiza a partir de un lugar vacío –el dejado por el
otrora padre de la horda primitiva– y de una prohibición –el tabú supone que
ya nadie ocupará ese lugar de privilegio–. el tótem no hace más que rememorar
la figura del padre asesinado, que se sacraliza. La novela de carlos catania se
centra en ese momento en el que se produce la muerte del padre y en donde se
abre el terreno de la violencia entre los hermanos que buscan construir una
nueva configuración comunitaria: esa comunidad, en la novela, es tanto fami-
liar como política; tanto la configuración familiar como la política fallan
porque se rigen por la venganza y los celos. La muerte y el odio ocupan el lugar
capital en la trama.
Las Varonesas termina con el relato de otra muerte, la de eustaquio, quien
trabajó toda su vida para los catania. Su muerte es solitaria. Solo hay dos imá-
genes en la habitación en donde se realiza el velorio: “el cuadro del general
Perón estaba en el centro de la pared; un poco más allá, descolorida, clavada
con una tachuela, una estampa de la Virgen. Dudó angustiado sin saber por
qué” (catania 513). esas dos imágenes parecen encarnar figuras paternas. La
duda y la angustia en la escena quizá se deban a que también se trata de la
muerte de la función paterna que antes ejercían esas dos imágenes. Hay un
corte con la generación anterior y, por lo tanto, se alude al inicio de una nueva
época. al revés que en el texto freudiano, en Las Varonesas, con la muerte del
padre, en lugar de constituirse una fraternidad, una comunidad de hermanos,
se acentúan las venganzas, los ajustes de cuentas y las traiciones. La novela
puede entenderse como una crítica a la figura del padre y también al falso corte
que los herederos, tanto los familiares como los políticos, procuran imponer.
Dentro del universo familiar, esa muerte simbólica del padre supone la locura,
el incesto y el crimen. en el terreno político, también se alude a la muerte del
padre y a la crisis consecuente a la que da lugar: por un lado, la muerte de Perón
y de evita, por el otro, la muerte del castor a causa de traiciones por celos. La

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novela de carlos catania se inscribe en una serie de novelas argentinas que, du-
rante los años setenta y principios de los ochenta, subvierten las ideas precon-
cebidas en torno a la familia; asimismo, vinculan de manera crítica la
configuración familiar con el universo político. No solo se desmonta toda idea
de naturaleza ligada a lo familiar sino que también cuestiona el alcance del in-
tento revolucionario por fundar otro régimen de vínculos afectivos.

Notas

1 respecto a la figura paterna, sus orígenes y su vínculo con las revoluciones, v. julien.
2 en este sentido, v. Lombardo.

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