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La violencia posconflicto

OBERT ALEJANDRO ORTIZ R

Es una lástima y vergonzoso que las instituciones, en especial, las que promueven
el conocimiento (educativas, universidades, centros de pensamiento, cámaras de
comercio, entre otras); no vayan un paso adelante en temas tan cruciales para el
desarrollo del país y de la región, en particular, con los relacionados frente al
posconflicto o post acuerdo gobierno Santos-FARC. No hay derecho que sigamos
esperando o reaccionando a lo que se proponga desde presidencia de la república
o del congreso, sobre el tema. Por esta maldita parsimonia, no sé si de carácter
intelectual, no se logró realizar una pedagogía popular, para que la ciudadanía
entendiera que hay un hilo conductor de los vínculos entre las condiciones que
causan los conflictos armados y las que suscitan la violencia posconflicto. Hasta el
momento, estas no han desaparecido en Colombia. Es decir, esta ola de
inseguridad que se evidencia, lo que refleja es que estamos ante una democracia
insuficiente, débil, sin ideales, criminalizante y con enormes vacíos y que con la sola
firma de los acuerdos no ha cambiado. Por ello, sentimos que las normas vigentes
no son suficientes para prevenir y atacar estos hechos sociales (fenómenos
delincuenciales, criminales, violentos), lo cual permite una sensación de frustración
generalizada en ciertas masas de la población y que altera la tranquilidad. Si estas
instituciones hubiesen cumplido su rol de manera anticipada, se habría trabajado
con la comunidad, a partir de los ejemplos de Centroamérica (Guatemala, Salvador,
Honduras, Costa Rica y Nicaruagua), que nos enseñaría cómo a partir del fin de los
conflictos armados en estos países, no diluyó los conflictos sociales, sino que estos
encontraron nuevas dinámicas de expresión y manifestación: delincuencia,
criminalidad y, violencia propiamente tal (Gonzalo Wielandt). Al haberse hecho la
tarea, se habría ganado tiempo para comprender, aceptar y plasmar (en políticas
públicas), una verdadera política de seguridad, a partir de la misma comunidad de
base, que debe estar organizada como sujeto de representación legítima, con la
capacidad de cooperar en tareas de absorción de los problemas y conflictos sociales
y encaminarse en una cultura de prevención estructural de la violencia posconflicto,
y por ende, forjar una verdadera democracia como régimen político. Por este
pequeño detalle (de no anticipar ni actuar), es que estamos esperando las
propuestas de los candidatos presidenciales en materia de seguridad, ya que todos
creían que al firmarse la paz del actual gobierno, todo quedaría en paz. Nada más
absurdo. Esta ola de inseguridad, no es ni el postre de todo lo que se aproxima en
los próximos 20 años. Sino no nos unimos y organizamos como sociedad para
actuar en red, se incrementará exponencialmente la violencia social, bandas
criminales, crimen organizado, tráfico de armas, fenómeno de las pandillas
juveniles, fenómeno de las migraciones, homicidios, etc. Aún, sin luz en el túnel.
Tenemos tiempo.

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