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PATRIMONIO DE LA REAL CASA DE MONEDA DE GUATEMALA1

Perla Patricia Polanco Pérez


Instituto de Investigaciones Históricas,
Arqueológicas y Antropológicas –IIHAA–
Escuela de Historia, USAC
perlappp@gmail.com

INTRODUCCIÓN

El presente artículo espera evidenciar la existencia de la industria de acuñación en Guatemala,


como actividad productiva previa al surgimiento del desarrollo industrial comúnmente conocido
como tal y relacionado con la producción de materias primas y mercancías para la distribución
y comercialización tanto interna, como externa. En este sentido, se enfatiza la importancia de
las técnicas y las tecnologías implementadas entre finales del siglo XVIII e inicios del XIX.

La principal intención es ampliar el horizonte de comprensión tanto del proceso industrial, como
del patrimonio mismo, específicamente la maquinaria empleada para la acuñación. Esto, a su
vez, involucra la propuesta de un trabajo de investigación histórica, pero con metodología
multidisciplinaria, pues para su construcción también se tomaron en cuenta métodos y
herramientas de la arqueología industrial.

Para cumplir con los objetivos antes mencionados, se llevó a cabo la localización de las piezas
para el presente trabajo; estas se encuentran en el Museo Numismático de Guatemala, ubicado
en la Plaza Carlos Mérida del Banco de Guatemala, 7ª. Avenida 22-01 zona 1 de la Ciudad de
Guatemala. Asimismo, se llevó a cabo la observación de las características de las piezas,
incluyendo su estado de conservación, que es excelente debido a los cuidados brindados por el
museo.

ACUÑACIÓN DE MONEDA ¿INDUSTRIA?


1
El presente artículo es una adaptación de la ponencia “Máquinas de acuñación de la Real
Casa de Moneda de Guatemala”, presentada en el II Encuentro sobre Patrimonio Industrial,
realizado en la Ciudad de Guatemala en el año 2009.
Generalmente al pensar en desarrollo industrial se asocia la idea de las grandes máquinas que
funcionan con fuerza motriz hidráulica o a vapor, tal es el caso de los ferrocarriles, barcos de
vapor, entre otros; estos tuvieron su mayor apogeo con el surgimiento de la industria cafetalera
y los ingenios de azúcar, entre otros. Sin embargo, con el presente trabajo se espera demostrar
la existencia de procesos industriales previos a los ya mencionados.

Primero, se debe caracterizar la industria de acuñación. Se le denomina como industria porque


contaba con mecanismos de especialización, fabricación en serie, sistemas de control y
garantía, entre otras características; al estar completos los procesos de producción de moneda,
esta se usaba directamente, sin intermediarios para transportarlas o comerciarlas, como es el
caso de otros productos.

Para ubicar cronológicamente el surgimiento de la industria de la acuñación, podemos citar


como referente que a mitad del siglo XVI ya había cecas mecanizadas para acuñar moneda
metálica (Murray 2008). La ceca era el lugar donde se elaboraba la moneda, es decir, la fábrica
de moneda, que regularmente se denomina casa de moneda. Para la misma temporalidad, el
resto de sectores económicos producían a través de talleres artesanales, con técnicas de
manufactura y una jerarquía estricta en cada proceso productivo.

Un claro avance al desarrollo de las máquinas de acuñación, fue la importancia que se


concedió a la fundición de metales, ya que sin crear nuevas técnicas para esta etapa, era
imposible crear nuevas tecnologías para otras áreas. Otro gran aporte que recibió la industria
fue la intercambiabilidad de piezas, iniciada con la imprenta Gutenberg; posteriormente
aplicada de distintas formas y que se logró perfeccionar hacia finales del siglo XIX (Murray
2008).

La definición de la acuñación de moneda como una industria se basa en las siguientes


cualidades:

 Tenía un lugar especializado para realizar la acuñación, dividido en departamentos u


oficinas para cada etapa del proceso productivo.
 Había una jerarquía similar a la de artesanos, pero el nivel de especialización permitía
que cohabitaran distintos especialistas en un mismo lugar.
 Producción en serie y en masa.
 Medidas de seguridad y calidad de la producción.
 Empleo de herramientas sofisticadas y máquinas con fuerza motriz ajena a la del ser
humano.
 Producción con herramientas y maquinaria en lugar de la intervención directa de la
mano humana.

Estos espacios, técnicas y tecnologías se describen en los documentos de archivo que


proporciona el AGCA, pues la industria de acuñación estaba debidamente reglamentada por su
importancia, como producto de la invasión española y el saqueo de metales preciosos que
caracterizo la época colonial.

Si bien se intenta contrariar las afirmaciones, exponiendo la existencia de otros productos más
elaborados como los barcos y la misma maquinaria, esta no se producía en serie como es el
caso de las monedas; tampoco se realizaba todo el proceso en un mismo espacio, mucho
menos contaba con los estrictos controles de seguridad que incluía la acuñación de monedas,
como el nombre del fabricante y la marca de la ceca donde se acuñaba.

FUNDACIÓN DE LA REAL CASA DE MONEDA DE GUATEMALA

La Real Orden del 4 de mayo de 1595 (Barriga Villalba 1969) que disponía la acuñación de
moneda en las casas de México, Potosí y Santa Fe, señalaba que esta debía llevar la misma
ley, peso y valor que la moneda de Castilla. Asimismo, debía hacerse con los mismos cuños,
punzones y armas.

Las primeras monedas eran acuñaciones sobre piezas metálicas toscamente recortadas. Esta
moneda se conoció como “macaco” o “macuquina” (Barriga Villalba 1969), tenía un valor
nominal que fue variando al valor en peso, debido a que se había desgastado, por tanto, perdía
peso, así como por el cercén que la población realizaba a dichas piezas.

En el Reino de Guatemala no había casa de moneda. Las monedas que circulaban eran
acuñadas en Perú, México y Bolivia, en metal obtenido en sus minas. El comercio y el pago de
tributos hacía salir el poco metálico existente. De esta forma salían las monedas de Guatemala,
iniciando la escasez de las mismas.

Una serie de acontecimientos dieron lugar a la fundación de la Casa de la Moneda en Santiago


de los Caballeros. La primera petición de la fundación se inició cuando el Presidente de la Real
Audiencia, Don Toribio Cosío, convocó a una reunión a las autoridades para proponer al Rey la
fundación de la Casa de la Moneda, con carta del 10 de diciembre de 1714. Ante la falta de
respuesta, se envió otra carta el 14 de marzo de 1717, esperando que el rey autorizara la
creación de la Casa de Moneda (Prober 1957). Los argumentos en ambos documentos se
basan en la pobreza y escasez de moneda que sufría la provincia.

La respuesta llegó seis años más tarde, en 1722, y no fue precisamente la autorización, sino
que se pedía esclarecer la petición de 1717. Las autoridades guatemaltecas respondieron
aclarando la necesidad de la Casa de la Moneda, así como el personal especializado en esta
labor. Esto se llevó a cabo en 20 de octubre de 1722 (Prober 1957). Ocho años después, en
1730, el obispo y el Virrey de Nueva España, escriben a la metrópoli, insistiendo en la
necesidad de fundar la Casa de Moneda en Guatemala.

La petición del Virrey de Nueva España, Marqués de Casafuerte, tenía una doble intención, si
bien hubo propósito de ayudar a Santiago de Guatemala, también existía la necesidad de
deshacerse del equipo de acuñación de la Casa de Moneda de México en ese momento, para
el ingreso de la nueva maquinaria que se debía implementar después de recibir las
Ordenanzas de 1728, que regulaban la acuñación de moneda en molinos de agua o de sangre
y de forma circular con cordoncillo al canto. Estas disposiciones pretendían evitar el cercén y la
falsificación de la moneda, pero lo importantes es que con estas gestiones se logró la fundación
de la Real Casa de Moneda de Guatemala.

En Real Cédula de 17 de enero de 1731 se ordena la fundación de una casa de moneda en


Santiago de los Caballeros de Guatemala. Debido a la lentitud de las comunicaciones en la
época y por los preparativos que debían realizarse, la acuñación inició hasta 18 de marzo de
1733. Tras la autorización, se necesitaba acondicionar el edificio que ocuparía la Casa de
Moneda; los utensilios necesarios para la acuñación y el personal experimentado llegarían de
México. El tiempo que tomaría el traslado hacia Santiago se sumaba al tiempo que tardó en
llegar la autorización para la fundación de la ceca.
Lamentablemente, la producción minera del Reino de Guatemala no era suficiente para la
acuñación de moneda, así que se hizo necesario comprar el metal: “Las minas indígenas
parecen haberse localizado, según García Peláez, en El Petén, Verapaz, Utatlán, Atitlán,
Copán; y en Nebaj, Joyabaj, San Juan y San Pedro Sacatepéquez, según Ximenes; además
en Sacapulas y Sumpango conforme indica Remesal” (Quintana 1971). Otra de las causas de
la falta de metal, era que para los dueños de las minas resultaba más económico vender el
metal en su lugar de origen, ya que para llevarlo hasta la Real Casa de Moneda debían pagar
el transporte y arriesgarse a esta travesía.
Para corroborar que la acuñación era un proceso industrial, cabe señalar que las Ordenanzas
de 1728 llegaron a América antes que la Casa de Moneda de Guatemala iniciara sus labores;
sin embargo, serían recibidas en 1732, enviadas por el Virrey de Nueva España, para que
dicha institución funcionara de acuerdo a las mismas. A pesar que se ordenaba el uso de
molinos o volantes en los ingenios de moneda de México, Potosí y Lima, en Santiago no era
posible debido a que los instrumentos con los que se había equipado eran los que en México
se habían abandonado para proceder a la construcción de maquinaria y equipo para la
acuñación de moneda circular y de cordoncillo, usando los molinos de agua o sangre para la
laminación del metal y los volantes para la acuñación de moneda: “en caso que en aquellas
Casas de Moneda no se pudieren disponer prontamente los molinos, volantes y lo demás que
conviene para labrar moneda de figura redonda y con las demás circunstancias conforme a las
muestras y se necesitare enviar algunos artífices, instrumentos y otras cosas de España me lo
representaran para que yo mande dar las providencias convenientes” (AGCA Signatura A3.17
legajo 1631 expediente 26909 folio 40).

Las ordenanzas buscaban que la ley y el peso de las monedas americanas fuera equiparado al
de España. Incluso, se mandaba exigir a los oficiales mayores y menores que pusiesen mayor
cuidado en sus labores para evitar las imperfecciones y, en caso estos no siguieran esta
instrucción, se mandaba a los Virreyes y Presidentes de Audiencias a castigarlos. Todo esto iba
hacia el perfeccionamiento de la industria de acuñación en América ya que, como se mencionó
anteriormente, en Europa se había iniciado su tecnificación a través de las máquinas.

Con respecto al edificio de la Real Casa de Moneda, en un inventario realizado en 1750 se


detallan las diferentes áreas que lo formaban, siendo estas: tesorería, oficina de ensaye, oficina
de acuñación, oficina de fundición, oficina de talle, oficina de hornaza, oficina de las escobillas
y sala de despacho y balanza (AGCA signatura A3.17 legajo 1671 expediente 27023). Para
este momento aún no se habían incorporado las máquinas como volantes o molinos. Sin
embargo, en 1751 tras una revisión de monedas acuñadas en Santiago, se manda a que en la
ceca se labre moneda circular, como la de México (AGCA signatura A3.17 legajo 1621
expediente 27039), esto significaría cambiar los instrumentos y herramientas –que hasta ese
momento se habían utilizado en las labores– por otros más modernos.

Para cumplir con esta orden se pidió a México enviar los planos para construir dichos
instrumentos; estos fueron enviados con dos personas que se encargarían de elaborarlos, sin
embargo, estas personas fallecieron en el camino hacia Guatemala, pero como el trabajo era
necesario, se creó el puesto de Constructor de la Casa de Moneda, cuya labor consistiría en
construir el equipo de acuerdo a los planos y al verificar que se realizara el trabajo con la nueva
acuñación de moneda circular, posterior a la construcción el cargo desaparecería. El
documento que proporciona esta información corresponde a 1754, pero los trabajos iniciaron
en 1753 para cumplir con la Real Cédula de 14 de mayo de 1751, en la cual se mandaba a
construir los instrumentos necesarios para poner en corriente la labor de moneda esférica y de
cordoncillo (AGCA A3.17 expediente 27137 legajo 1681 folio 35).

El constructor elaboró los instrumentos necesarios y los molinos de madera con sus
herramientas. Esta es la primera información documentada acerca de la tecnificación de la
Casa de Moneda de Santiago de Guatemala. La documentación no presenta datos exactos
sobre el momento en que las máquinas llegan a la Casa, pero en una planilla de 1758 se
encuentra un reporte de egresos en el que se indica que se había hecho la compostura de un
molino.

De acuerdo a Kurt Prober en su Historia Numismática de Guatemala (1957:30), el director de la


Casa de Moneda, José Eustaquio de León, había fabricado un balancín –que es sinónimo de la
prensa de volante–, con el fin de facilitar el trabajo de acuñación. De acuerdo con Prober, no se
generalizó su empleo porque la producción era escasa y no compensaría el costo de esta
máquina. Posteriormente, indica que para cumplir con la Pragmática de 1728, que llegó a
Guatemala en 1732, había necesidad de implementar el equipo necesario para la acuñación de
moneda circular y con cordoncillo al canto, aparentemente se trajeron de México y fue hasta el
29 de mayo de 1754 que la ceca estuvo equipada para esta nueva labor. Sin embargo, la
documentación indica que fueron construidos en Santiago, como se indicó anteriormente, por el
constructor de la Casa de Moneda.

Así prosiguió la labor de acuñación durante la Colonia, los sucesos más importantes fueron la
escasez de circulante, la falta de trabajo en las minas, los cambios en los punzones para la
acuñación y el traslado de la Real Casa de Moneda de Santiago a la Nueva Guatemala de la
Asunción, autorizado en 1776.

Tras la declaración de Independencia, el nuevo Estado surge en una situación económica


lamentable. Las rentas públicas no eran suficientes para satisfacer los gastos del Estado. El 29
de septiembre de 1821 había en las cajas reales 60 pesos y medio real (Solórzano 1970). La
Casa de Moneda seguía siendo el ente emisor de moneda. Sin embargo, como en la Colonia,
después de la independencia no pudo acuñar toda la moneda necesaria. Continuaron en
circulación hasta finales del siglo XIX las antiguas monedas de cordoncillo y las macuquinas
(Quintana 1971), además, el equipo de la ceca estaba deteriorado.

PROCESOS PREVIOS A LA ACUÑACIÓN DE MONEDA

1. FUNDICIÓN

Los procesos de acuñación de moneda se iniciaban desde el momento en que el metal sin
refinar llegaba a la Casa de Fundición, donde se efectuaba la recaudación de impuestos, que
incluían el Quinto Real, equivalente al 20% de los metales preciosos, y el Impuesto de Cobos,
1.5 % por gastos de fundición, ensaye y marca (Hernández 2004:80). Posteriormente, el metal
se fundía en barras grabadas con la garantía del pago de impuestos, la ley de la barra, su peso
y valor.

Desde esta primera etapa se iniciaba el cumplimiento de las rigurosas medidas de seguridad y
garantía. A esto obedece el hecho de que las barras de metal tuviesen que ser marcadas para
garantizar su peso y liga, sobre todo para el metal que era destinado a la acuñación. El
tesorero entregaba al fundidor el metal para fundir; después de fundido, el metal se convertía
en barras y era devuelto al tesorero.

2. FORMACIÓN DE COSPELES

Después de la fundición, se procedía a elaborar los cospeles, piezas de metal de la forma y


peso que iba a tener la moneda, pero por ser la base eran lisos, es decir, sin las marcas de la
amonedación. Para esto había dos técnicas: la primera consistía en formar lingotes, luego
estos se estiraban y aplanaban a golpe de martillo, hasta tener el grosor indicado, con el fin de
recortarlos con tijera y crear los cospeles; la segunda, consistía en verter el metal en moldes
con la forma circular para obtener directamente el cospel.

Para recortar los cospeles y para aplanarlos, había que recocerlos frecuentemente, porque al
enfriarse el metal se endurece (Figura 1). Debido a estos trabajos el cospel era de forma
irregular, por eso debían pesarse para verificar que en su elaboración no hubiesen perdido
peso, porque esta era la base de la moneda y si su peso no era legal, la moneda tampoco lo
sería.

Debido a los trabajos que pasaban los cospeles quedaban opacos y oscurecidos, por eso
necesitaban una intervención química llamada blanquición. Esta se realizaba en un área con
dos o tres fogones, en ellos se colocaban calderos de cobre con agua y un producto o mezcla
cáustica que podía ser una combinación de zumo de naranjas agrias, sal, vinagre y orina
(Hernández 2004:85); se calentaba hasta el punto de ebullición para después sumergir los
cospeles y mantenerlos en ebullición. Luego, se lavaban con abundante agua hasta eliminar los
químicos. Mediante este proceso los cospeles tomaban color y brillo.

3. ENSAYE

Entre estas etapas había una que por su importancia debía verificarse al inicio de la fundición y
al final, cuando los cospeles estaban formados. Se trata del proceso de ensaye, realizado por
el ensayador, que era el encargado de analizar la ley de los metales desde su ingreso a la
fundición, además, trabajaba con el fundidor en la aleación del metal o liga, para verificar que el
proceso se hiciera manteniendo las cantidades indicadas en las ordenanzas; posteriormente,
revisaba que las monedas tuviesen la ley que estaba estipulada. Para dar validez al peso y ley
de la moneda de la ceca, la inicial del ensayador estaba incluida en el diseño de acuñación,
como una marca de garantía y responsabilidad.

4. FABRICACIÓN DE PUNZONES Y TROQUELES

Para llevar a cabo la acuñación, primero debían tenerse los diseños que se deseaban grabar.
Así, se hacía un dibujo o diseño del anverso y del reverso; estos se tallaban en el metal con un
buril. El perfeccionamiento en el trabajo con metales permitió realizar grabado en positivo o
altorrelieve en los punzones. Al principio, la acuñación se realizaba con estos punzones pero
con el trabajo y tiempo demostraban grandes deficiencias en la calidad de la acuñación. Esto
se solucionó a principios del siglo XIX con la introducción de matrices. Así, el grabado hueco o
negativo formaba la matriz, con esta matriz se creaban los punzones; estos instrumentos se
fabricaban en España y eran enviados a América con muestras de monedas acuñadas en las
cecas españolas. Los ingenios de acuñación de moneda más importantes eran el de Madrid,
Sevilla y Segovia
MÁQUINAS Y TÉCNICAS DE ACUÑACIÓN DE MONEDA

1. ACUÑACIÓN A MARTILLO

Esta fue la primera técnica de acuñación en Guatemala, siendo esta la más rústica para dicha
empresa. Para llevar a cabo este proceso se necesitaba un local dividido por áreas, por lo
menos cuatro:

a) Hornaza, ahí se hacía la fundición y aplanamiento del metal, después se recortaban los
cospeles.
b) Recinto de blanquición, en este lugar se llevaba a cabo el lavado de los cospeles antes
de acuñarlos.
c) Oficina de talla, era el lugar donde se elaboraban los punzones y se grababan los
cuños.
d) Portal, ahí se acuñaba los cospeles a golpe de martillo.

Para cada etapa era necesaria una serie de instrumentos y herramientas, entre ellas: tijeras,
martillos, punzones, balanzas, pesos, yunque, copelas, tenazas, rieleras o moldes, etcétera.
Los cospeles blanqueados y secos pasaban a la acuñación con martillo, donde se colocaban
entre los troqueles y se bajaban para presionar el cospel, luego se golpeaba con el martillo
para imprimir los diseños del anverso y del reverso.
En caso de que los diseños no quedaran bien acuñados, se procedía a colocar el cospel
nuevamente entre los troqueles buscando que quedase el relieve encajado con las marcas
acuñadas y se golpeaba nuevamente. Claro que de esta forma los diseños quedaban sesgados
o movidos en la reacuñación.

La pieza que se exhibe en el Museo Numismático de Guatemala que demuestra la acuñación a


martillo (Figura 2) presenta una estructura metálica con base de madera; es una réplica
construida en Guatemala, el modelo original se encuentra en Bolivia, lugar al que llegó durante
la época colonial, proveniente de España. La pieza tiene algunas modificaciones, los troqueles
que utiliza no forman parte de la misma, así como un sujetador colocado en la parte superior,
que se utiliza actualmente para facilitar la manipulación al momento de las exhibiciones, a
pesar de haber sido parte del modelo original. La función de la pieza era sostener los troqueles
colocados de forma vertical para acuñar los diseños de los punzones en el cospel; en la parte
superior, se daba un golpe con el martillo para realizar la acuñación. La pieza mide 40 cm de
altura –sin la base–, el largo es de 65 cm y el grosor es de 35 cm.

2. ACUÑACIÓN CON PRENSA DE VOLANTE O BALANCÍN

La incorporación de la prensa de volante permitió un gran avance en los mecanismos de


acuñación de moneda por su rapidez y calidad. Consistía en máquinas de varios tamaños
fabricadas en bronce o hierro. A pesar de su lenta introducción en Europa, la máquina de
volante presentaba varias ventajas, como dejar la moneda plana, aplicar el cordoncillo al canto
durante la acuñación, eliminar la cerrilla, además las matrices y punzones eran más fáciles de
construir ya que llevaban un solo diseño y eran totalmente planos.

Los volantes se incorporaron en las cecas españolas desde principios del siglo XVIII y para
1728 se suponía que todos los ingenios de moneda debían usarlos (Murray 2008:42). En el
caso del Reino de Guatemala, como se mencionó anteriormente, de la Casa de Moneda de
México recibió la orden, las herramientas y el equipo, así que esta máquina llegó tiempo
después a la Real Casa de Moneda de Guatemala.

El funcionamiento de la prensa de volante consistía en girar el balancín que bajaba el tornillo


empujando el husillo que sostenía los troqueles con los punzones de anverso, el superior, y
reverso el inferior; ambos colocados de forma vertical. Entre los cuños se colocaba el cospel, al
bajar el husillo producía la acuñación del diseño del cuño. Mientras el balancín se giraba en
sentido opuesto, subía el husillo y permitía que el operario retirara la moneda y colocara un
nuevo cospel. Así, el ahorro de tiempo y el respectivo aumento en la acuñación fue evidente.

La prensa de volante de cuerpo entero necesitaba de al menos tres personas para hacerla
funcionar. Dos personas giraban el balancín halándolo de unas cuerdas de cáñamo; una
tercera persona, el monedero o acuñador, se colocaba en el espacio hueco en el piso y se
encargaba de colocar los cospeles y retirarlos terminada la acuñación.

La prensa o volante que forma parte de la colección del Museo Numismático de Guatemala
(Figura 3), es de hierro en su totalidad. El origen de la máquina es desconocido ya que no tiene
placa de fabricación, sin embargo, se puede datar para la primera mitad del siglo XIX ya que
tiene un escudo de la Federación Centroamericana en la parte frontal. Esta máquina sí es
original, aunque está incompleta, le faltan el portatroqueles y los troqueles, así como los
contrapesos que originalmente eran metálicos y pesaban un estimado de 5 quintales, los que
tiene actualmente son de fibra de vidrio. La forma en que se exhibe esta pieza es incorrecta, ya
que originalmente estaba dentro de un espacio hueco en el piso del taller. La altura máxima con
el volante elevado es 2.25 m; el largo es 3.60 m y el grosor es 52 cm.

Una variante de la prensa de volante era el tamaño; este tipo de prensa podía ser accionada
por el mismo monedero o acuñador. La diferencia y/o necesidad de tener estas máquinas
estriba en el tamaño, peso y material del cospel que se desea acuñar. Así, las prensas de
volante pequeñas servían para acuñar moneda pequeña, mientras que las grandes para la
moneda de más peso y tamaño.

En el Museo Numismático de Guatemala encontramos también una prensa de medio cuerpo


(Figura 4), esta pieza es de metal en su totalidad. Se divide en dos partes, el volante
propiamente y el banco que tiene función de base. Esta máquina, de procedencia italiana, está
reconstruida y para facilitar su uso en exhibiciones se le agregaron dos piezas que sostienen
los cospeles al momento de realizar la acuñación. También se agregaron portatroqueles para
moneda pequeña, ya que esta era su utilidad. La máquina y su base tienen una altura máxima
de 1.90 m al elevar el volante; el largo es de 1.53 m y el grosor es de 28 cm sin el banco y de
55 cm con el banco.

3. ACUÑACIÓN EN PRENSAS MODERNAS

El desarrollo de la industria pesada en Europa y la máquina de vapor, se lograron adaptar a las


diversas ramas de la industria liviana. Un ejemplo lo brinda la prensa que utilizaba dicha fuerza
motriz (Figura 5). La primera surgió en Europa en 1817 (Murray, 2008) y rápidamente se
extendió en todo el mundo. Esta máquina permitió la automatización del proceso de acuñación,
ya que contaba con un sistema de alimentación de cospeles. Ahora, el monedero se dedicaba a
revisar las monedas acuñadas y retirar las monedas defectuosas para ser recicladas en la
próxima acuñación. Después, las entregaba al tesorero.

CONSIDERACIONES FINALES
En relación a la industria guatemalteca, observamos que a partir del siglo XVIII con la fundación
de la Casa de la Moneda del Reino de Guatemala se inician los procesos continuos y con
estrictos controles de calidad. S bien inicia de forma casi artesanal, la introducción de un
proceso de producción dentro de un mismo edificio, iniciando con la materia prima hasta
completar el producto, nos da muestra de una industria incipiente aún, pero que se deslinda de
las rígidas estructuras artesanales de la época.

Otra característica de la industria de acuñación en Guatemala, consiste en su lento desarrollo


debido a las carencias y dificultades para conseguir la materia prima y elaborar los cospeles.
Diferenciándose de otras industrias que debían su atraso al lento desarrollo de maquinaria y
equipo, ya que en el caso de la acuñación, ya existían máquinas y accesorios avanzados
empleados en Europa y América.

Un aporte importante resulta tras la comparación de las máquinas observadas con documentos
escritos resguardados en el Archivo General de Centro América, fuentes bibliográficas y fuentes
electrónicas; se logró ampliar la información faltante debido a que las máquinas se encuentran
incompletas de sus piezas o se han modificado. También, se compararon las monedas
acuñadas con las diferentes técnicas y máquinas para verificar el cambio cualitativo y
cuantitativo en los procesos. Otro logro a partir del análisis y comparación de fuentes fue la
corrección de datos bibliográficos errados a partir del uso de fuentes secundarias que fueron
contrastadas con fuentes primarias.
Finalmente, el Museo Numismático de Guatemala con gran esfuerzo ha logrado obtener
maquinaria y equipo usado en la acuñación a través de los diversos períodos históricos en los
cuales funcionó la Casa de Moneda de Guatemala. El mantenimiento y servicio que se brinda a
las máquinas es excepcional, ya que se encuentran en óptimas condiciones y aún en
funcionamiento para exhibiciones especiales.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Barriga Villalba, A.M.


1969 Historia de la Casa de Moneda. Tomo I. Publicaciones del Banco de la República.
Bogotá.

Hernández Morales, Leonel Gustavo


2004 La Real Casa de Moneda de Guatemala (1731-1821): tipología y poder adquisitivo de la
moneda colonial. Tesis de licenciatura, Área de Arqueología, Escuela de Historia, USAC.
Guatemala.

Murray, Glenn
2008 El Real Ingenio de la Moneda, fábrica industrial más antigua, avanzada y completa que
se conserva. Cámara de Comercio e Industria de Segovia. España.

Prober, Kurt
1957 Historia Numismática de Guatemala. Editorial del Ministerio de Educación Pública,
Guatemala.

Quintana, Roberto
1971 Apuntes sobre el Desarrollo Monetario de Guatemala. Editorial Universitaria, Guatemala.

Solís, Ignacio
1978 Memorias de la Casa de Moneda de Guatemala y del desarrollo económico del país.
Tomo I y II. Publicación del Ministerio de Finanzas, Guatemala.

Solórzano, Valentín
1970 Evolución Económica de Guatemala. Cuarta edición. Editorial José de Pineda Ibarra,
Guatemala.

Fuentes documentales

AGCA Signatura A3.17 legajo 1631 expediente 26909 folio 13


AGCA Signatura A3.17 legajo 1631 expediente 26909 folio 40
AGCA Signatura A3.17 legajo 1631 expediente 26909 folio 22
AGCA Signatura A3.17 legajo 1671 expediente 27023
AGCA Signatura A3.17 legajo 1621 expediente 27039
AGCA Signatura A3.17 expediente 27137 legajo 1681 folio 35

FIGURAS
FIGURA 1
Procesos previos a la acuñación. Ilustración Museo Numismático de Guatemala.
FIGURA 2
Herramienta para acuñación a martillo.

FIGURA 3
Volante de cuerpo completo de la Federación Centroamericana. Museo Numismático de
Guatemala.

FIGURA 4
Volante de medio cuerpo. Museo Numismático de Guatemala.
FIGURA 5
Prensa francesa de 1893. Museo Numismático de Guatemala.

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