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INTRODUCCIÓN
La principal intención es ampliar el horizonte de comprensión tanto del proceso industrial, como
del patrimonio mismo, específicamente la maquinaria empleada para la acuñación. Esto, a su
vez, involucra la propuesta de un trabajo de investigación histórica, pero con metodología
multidisciplinaria, pues para su construcción también se tomaron en cuenta métodos y
herramientas de la arqueología industrial.
Para cumplir con los objetivos antes mencionados, se llevó a cabo la localización de las piezas
para el presente trabajo; estas se encuentran en el Museo Numismático de Guatemala, ubicado
en la Plaza Carlos Mérida del Banco de Guatemala, 7ª. Avenida 22-01 zona 1 de la Ciudad de
Guatemala. Asimismo, se llevó a cabo la observación de las características de las piezas,
incluyendo su estado de conservación, que es excelente debido a los cuidados brindados por el
museo.
Si bien se intenta contrariar las afirmaciones, exponiendo la existencia de otros productos más
elaborados como los barcos y la misma maquinaria, esta no se producía en serie como es el
caso de las monedas; tampoco se realizaba todo el proceso en un mismo espacio, mucho
menos contaba con los estrictos controles de seguridad que incluía la acuñación de monedas,
como el nombre del fabricante y la marca de la ceca donde se acuñaba.
La Real Orden del 4 de mayo de 1595 (Barriga Villalba 1969) que disponía la acuñación de
moneda en las casas de México, Potosí y Santa Fe, señalaba que esta debía llevar la misma
ley, peso y valor que la moneda de Castilla. Asimismo, debía hacerse con los mismos cuños,
punzones y armas.
Las primeras monedas eran acuñaciones sobre piezas metálicas toscamente recortadas. Esta
moneda se conoció como “macaco” o “macuquina” (Barriga Villalba 1969), tenía un valor
nominal que fue variando al valor en peso, debido a que se había desgastado, por tanto, perdía
peso, así como por el cercén que la población realizaba a dichas piezas.
En el Reino de Guatemala no había casa de moneda. Las monedas que circulaban eran
acuñadas en Perú, México y Bolivia, en metal obtenido en sus minas. El comercio y el pago de
tributos hacía salir el poco metálico existente. De esta forma salían las monedas de Guatemala,
iniciando la escasez de las mismas.
La respuesta llegó seis años más tarde, en 1722, y no fue precisamente la autorización, sino
que se pedía esclarecer la petición de 1717. Las autoridades guatemaltecas respondieron
aclarando la necesidad de la Casa de la Moneda, así como el personal especializado en esta
labor. Esto se llevó a cabo en 20 de octubre de 1722 (Prober 1957). Ocho años después, en
1730, el obispo y el Virrey de Nueva España, escriben a la metrópoli, insistiendo en la
necesidad de fundar la Casa de Moneda en Guatemala.
La petición del Virrey de Nueva España, Marqués de Casafuerte, tenía una doble intención, si
bien hubo propósito de ayudar a Santiago de Guatemala, también existía la necesidad de
deshacerse del equipo de acuñación de la Casa de Moneda de México en ese momento, para
el ingreso de la nueva maquinaria que se debía implementar después de recibir las
Ordenanzas de 1728, que regulaban la acuñación de moneda en molinos de agua o de sangre
y de forma circular con cordoncillo al canto. Estas disposiciones pretendían evitar el cercén y la
falsificación de la moneda, pero lo importantes es que con estas gestiones se logró la fundación
de la Real Casa de Moneda de Guatemala.
Las ordenanzas buscaban que la ley y el peso de las monedas americanas fuera equiparado al
de España. Incluso, se mandaba exigir a los oficiales mayores y menores que pusiesen mayor
cuidado en sus labores para evitar las imperfecciones y, en caso estos no siguieran esta
instrucción, se mandaba a los Virreyes y Presidentes de Audiencias a castigarlos. Todo esto iba
hacia el perfeccionamiento de la industria de acuñación en América ya que, como se mencionó
anteriormente, en Europa se había iniciado su tecnificación a través de las máquinas.
Para cumplir con esta orden se pidió a México enviar los planos para construir dichos
instrumentos; estos fueron enviados con dos personas que se encargarían de elaborarlos, sin
embargo, estas personas fallecieron en el camino hacia Guatemala, pero como el trabajo era
necesario, se creó el puesto de Constructor de la Casa de Moneda, cuya labor consistiría en
construir el equipo de acuerdo a los planos y al verificar que se realizara el trabajo con la nueva
acuñación de moneda circular, posterior a la construcción el cargo desaparecería. El
documento que proporciona esta información corresponde a 1754, pero los trabajos iniciaron
en 1753 para cumplir con la Real Cédula de 14 de mayo de 1751, en la cual se mandaba a
construir los instrumentos necesarios para poner en corriente la labor de moneda esférica y de
cordoncillo (AGCA A3.17 expediente 27137 legajo 1681 folio 35).
El constructor elaboró los instrumentos necesarios y los molinos de madera con sus
herramientas. Esta es la primera información documentada acerca de la tecnificación de la
Casa de Moneda de Santiago de Guatemala. La documentación no presenta datos exactos
sobre el momento en que las máquinas llegan a la Casa, pero en una planilla de 1758 se
encuentra un reporte de egresos en el que se indica que se había hecho la compostura de un
molino.
Así prosiguió la labor de acuñación durante la Colonia, los sucesos más importantes fueron la
escasez de circulante, la falta de trabajo en las minas, los cambios en los punzones para la
acuñación y el traslado de la Real Casa de Moneda de Santiago a la Nueva Guatemala de la
Asunción, autorizado en 1776.
1. FUNDICIÓN
Los procesos de acuñación de moneda se iniciaban desde el momento en que el metal sin
refinar llegaba a la Casa de Fundición, donde se efectuaba la recaudación de impuestos, que
incluían el Quinto Real, equivalente al 20% de los metales preciosos, y el Impuesto de Cobos,
1.5 % por gastos de fundición, ensaye y marca (Hernández 2004:80). Posteriormente, el metal
se fundía en barras grabadas con la garantía del pago de impuestos, la ley de la barra, su peso
y valor.
Desde esta primera etapa se iniciaba el cumplimiento de las rigurosas medidas de seguridad y
garantía. A esto obedece el hecho de que las barras de metal tuviesen que ser marcadas para
garantizar su peso y liga, sobre todo para el metal que era destinado a la acuñación. El
tesorero entregaba al fundidor el metal para fundir; después de fundido, el metal se convertía
en barras y era devuelto al tesorero.
2. FORMACIÓN DE COSPELES
Para recortar los cospeles y para aplanarlos, había que recocerlos frecuentemente, porque al
enfriarse el metal se endurece (Figura 1). Debido a estos trabajos el cospel era de forma
irregular, por eso debían pesarse para verificar que en su elaboración no hubiesen perdido
peso, porque esta era la base de la moneda y si su peso no era legal, la moneda tampoco lo
sería.
Debido a los trabajos que pasaban los cospeles quedaban opacos y oscurecidos, por eso
necesitaban una intervención química llamada blanquición. Esta se realizaba en un área con
dos o tres fogones, en ellos se colocaban calderos de cobre con agua y un producto o mezcla
cáustica que podía ser una combinación de zumo de naranjas agrias, sal, vinagre y orina
(Hernández 2004:85); se calentaba hasta el punto de ebullición para después sumergir los
cospeles y mantenerlos en ebullición. Luego, se lavaban con abundante agua hasta eliminar los
químicos. Mediante este proceso los cospeles tomaban color y brillo.
3. ENSAYE
Entre estas etapas había una que por su importancia debía verificarse al inicio de la fundición y
al final, cuando los cospeles estaban formados. Se trata del proceso de ensaye, realizado por
el ensayador, que era el encargado de analizar la ley de los metales desde su ingreso a la
fundición, además, trabajaba con el fundidor en la aleación del metal o liga, para verificar que el
proceso se hiciera manteniendo las cantidades indicadas en las ordenanzas; posteriormente,
revisaba que las monedas tuviesen la ley que estaba estipulada. Para dar validez al peso y ley
de la moneda de la ceca, la inicial del ensayador estaba incluida en el diseño de acuñación,
como una marca de garantía y responsabilidad.
Para llevar a cabo la acuñación, primero debían tenerse los diseños que se deseaban grabar.
Así, se hacía un dibujo o diseño del anverso y del reverso; estos se tallaban en el metal con un
buril. El perfeccionamiento en el trabajo con metales permitió realizar grabado en positivo o
altorrelieve en los punzones. Al principio, la acuñación se realizaba con estos punzones pero
con el trabajo y tiempo demostraban grandes deficiencias en la calidad de la acuñación. Esto
se solucionó a principios del siglo XIX con la introducción de matrices. Así, el grabado hueco o
negativo formaba la matriz, con esta matriz se creaban los punzones; estos instrumentos se
fabricaban en España y eran enviados a América con muestras de monedas acuñadas en las
cecas españolas. Los ingenios de acuñación de moneda más importantes eran el de Madrid,
Sevilla y Segovia
MÁQUINAS Y TÉCNICAS DE ACUÑACIÓN DE MONEDA
1. ACUÑACIÓN A MARTILLO
Esta fue la primera técnica de acuñación en Guatemala, siendo esta la más rústica para dicha
empresa. Para llevar a cabo este proceso se necesitaba un local dividido por áreas, por lo
menos cuatro:
a) Hornaza, ahí se hacía la fundición y aplanamiento del metal, después se recortaban los
cospeles.
b) Recinto de blanquición, en este lugar se llevaba a cabo el lavado de los cospeles antes
de acuñarlos.
c) Oficina de talla, era el lugar donde se elaboraban los punzones y se grababan los
cuños.
d) Portal, ahí se acuñaba los cospeles a golpe de martillo.
Para cada etapa era necesaria una serie de instrumentos y herramientas, entre ellas: tijeras,
martillos, punzones, balanzas, pesos, yunque, copelas, tenazas, rieleras o moldes, etcétera.
Los cospeles blanqueados y secos pasaban a la acuñación con martillo, donde se colocaban
entre los troqueles y se bajaban para presionar el cospel, luego se golpeaba con el martillo
para imprimir los diseños del anverso y del reverso.
En caso de que los diseños no quedaran bien acuñados, se procedía a colocar el cospel
nuevamente entre los troqueles buscando que quedase el relieve encajado con las marcas
acuñadas y se golpeaba nuevamente. Claro que de esta forma los diseños quedaban sesgados
o movidos en la reacuñación.
Los volantes se incorporaron en las cecas españolas desde principios del siglo XVIII y para
1728 se suponía que todos los ingenios de moneda debían usarlos (Murray 2008:42). En el
caso del Reino de Guatemala, como se mencionó anteriormente, de la Casa de Moneda de
México recibió la orden, las herramientas y el equipo, así que esta máquina llegó tiempo
después a la Real Casa de Moneda de Guatemala.
La prensa de volante de cuerpo entero necesitaba de al menos tres personas para hacerla
funcionar. Dos personas giraban el balancín halándolo de unas cuerdas de cáñamo; una
tercera persona, el monedero o acuñador, se colocaba en el espacio hueco en el piso y se
encargaba de colocar los cospeles y retirarlos terminada la acuñación.
La prensa o volante que forma parte de la colección del Museo Numismático de Guatemala
(Figura 3), es de hierro en su totalidad. El origen de la máquina es desconocido ya que no tiene
placa de fabricación, sin embargo, se puede datar para la primera mitad del siglo XIX ya que
tiene un escudo de la Federación Centroamericana en la parte frontal. Esta máquina sí es
original, aunque está incompleta, le faltan el portatroqueles y los troqueles, así como los
contrapesos que originalmente eran metálicos y pesaban un estimado de 5 quintales, los que
tiene actualmente son de fibra de vidrio. La forma en que se exhibe esta pieza es incorrecta, ya
que originalmente estaba dentro de un espacio hueco en el piso del taller. La altura máxima con
el volante elevado es 2.25 m; el largo es 3.60 m y el grosor es 52 cm.
Una variante de la prensa de volante era el tamaño; este tipo de prensa podía ser accionada
por el mismo monedero o acuñador. La diferencia y/o necesidad de tener estas máquinas
estriba en el tamaño, peso y material del cospel que se desea acuñar. Así, las prensas de
volante pequeñas servían para acuñar moneda pequeña, mientras que las grandes para la
moneda de más peso y tamaño.
CONSIDERACIONES FINALES
En relación a la industria guatemalteca, observamos que a partir del siglo XVIII con la fundación
de la Casa de la Moneda del Reino de Guatemala se inician los procesos continuos y con
estrictos controles de calidad. S bien inicia de forma casi artesanal, la introducción de un
proceso de producción dentro de un mismo edificio, iniciando con la materia prima hasta
completar el producto, nos da muestra de una industria incipiente aún, pero que se deslinda de
las rígidas estructuras artesanales de la época.
Un aporte importante resulta tras la comparación de las máquinas observadas con documentos
escritos resguardados en el Archivo General de Centro América, fuentes bibliográficas y fuentes
electrónicas; se logró ampliar la información faltante debido a que las máquinas se encuentran
incompletas de sus piezas o se han modificado. También, se compararon las monedas
acuñadas con las diferentes técnicas y máquinas para verificar el cambio cualitativo y
cuantitativo en los procesos. Otro logro a partir del análisis y comparación de fuentes fue la
corrección de datos bibliográficos errados a partir del uso de fuentes secundarias que fueron
contrastadas con fuentes primarias.
Finalmente, el Museo Numismático de Guatemala con gran esfuerzo ha logrado obtener
maquinaria y equipo usado en la acuñación a través de los diversos períodos históricos en los
cuales funcionó la Casa de Moneda de Guatemala. El mantenimiento y servicio que se brinda a
las máquinas es excepcional, ya que se encuentran en óptimas condiciones y aún en
funcionamiento para exhibiciones especiales.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Murray, Glenn
2008 El Real Ingenio de la Moneda, fábrica industrial más antigua, avanzada y completa que
se conserva. Cámara de Comercio e Industria de Segovia. España.
Prober, Kurt
1957 Historia Numismática de Guatemala. Editorial del Ministerio de Educación Pública,
Guatemala.
Quintana, Roberto
1971 Apuntes sobre el Desarrollo Monetario de Guatemala. Editorial Universitaria, Guatemala.
Solís, Ignacio
1978 Memorias de la Casa de Moneda de Guatemala y del desarrollo económico del país.
Tomo I y II. Publicación del Ministerio de Finanzas, Guatemala.
Solórzano, Valentín
1970 Evolución Económica de Guatemala. Cuarta edición. Editorial José de Pineda Ibarra,
Guatemala.
Fuentes documentales
FIGURAS
FIGURA 1
Procesos previos a la acuñación. Ilustración Museo Numismático de Guatemala.
FIGURA 2
Herramienta para acuñación a martillo.
FIGURA 3
Volante de cuerpo completo de la Federación Centroamericana. Museo Numismático de
Guatemala.
FIGURA 4
Volante de medio cuerpo. Museo Numismático de Guatemala.
FIGURA 5
Prensa francesa de 1893. Museo Numismático de Guatemala.