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I ANIA BAMBIRRA- ALVARO LOPEZ - MOISES MOLEIRO SILVESTRE CONDORUNA-CARLOS NUNEZ-RUY MAURO MARINI - ANTONIO. ZAPATA DIEZ Aflos DE. INSURRECCION EN AMERICA LATINA TOMO tt ( ERA EDICIONES PRENSA LATINOAMERICANA S.A. / CRILE yentud, buscan sin ayuda un nuevo camino y un nuevo modelo de elaboracién politica sobre la sociedad peruan: El resultado de esta gran desorientacién y de la cont nuidad de los debilitados moldes de orientacién politica tradicional, fue el surgimiento del movimiento belaundista. Retomando y modernizando, de una parte, los motivos apristas menos conflictivos con el nuevo orden de domi- nacién social emergente, y de otra parte, reflejando bastante estrechamente el pragmatismo y la ambigiiedad ideolégica de las nuevas clases medias surgidas en el proceso de cam- bio, el movimiento belaundista configuré, asi, un populismo mas cefidamente adecuado a las caracteristicas de la nueva situacién, El populismo belaundista es, pues, heredero en linea recta del populismo aprista. Representa, por eso, los mismos intereses sociales generales, pero adheridos a grupos y sec~ totes tradicionales de las clases medias surgidas antes de la Segunda Guerra, y también a las capas tradicionales de la burguesia, el populismo belaundista es mas bien el porta~ vor de los nuevos sectores de las clases medias urbanas y semiurbanas, y de las capas mas “empresariales” de la bur- guesia. Desde Inego, esta tipificacién es esqueméatica, y no debe olvidarse que en la realidad todos estos sectores de interés social estiin superpuestos y confundidos en la arena econdmico-social, Los sectores de poblacién obrera indus- trial que atin apoyan a estos movimientos, corresponden a Jas capas burocratizadas del sindicalismo, o a las capas ‘euyo nivel de'ingresos y formacién politica tradicional, los sitdan en cierta medida en el contexto social de las clases medias, La condicién de clase en formacién de los tra- bajadores industriales urbanos .y semiurbanos, asi como el cardcter relativamente indiferenciado en téminos de clase, de capas amplias de la poblacién urbana que son el resultado de la gran migracién de los iltimos affos, leva también un importante caudal de masas ‘a ambos movi- mientos populistas, pero principalmente al populismo be- laundista. Este proceso de modernizacién y adecuacién del popu- lismo 2 las nuevas condiciones econémico-sociales del Pera cristaliz6 a lo largo del perfodo de Prado (1956-1962). 22 La Inquierda Revolucionaria Tradicional y la Reorien- tacién Revolucionaria ‘Al iniciarse el periodo de Prado, la gran desorientacién popular que desemboed en otro canal populista, fue alimen- Eade también por el desconcierto de la izquierda tradicio- nal, que era en ese momento la tnica existente en el pais, Divorciado, por completo, de la herencia tedrica de José Carlos Maridtegui, el Partido Comunista Peruano habia seguido obedientemente todos los vaivenes del periodo sta~ liniano, apareciendo® alternativa y contradictoriamente a la cabeza de y opuesta al contenido concreto de le lucha de las masas, y habia formado una tradicién de incoherencia, que no contribuia a erigirle como alternativa revoluciona- ria idénea para las masas que emigraban del Apra. Sin embargo, el prestigio de la revolucién soviética y poste riormente de la China, asi como el atractivo formal de su ideologia, le habian permitido, también, extender su in- fluencia entre pequefios sectores del proletariado urbano y algunos sectores de intelectuales y estudiantes, antes de la experiencia aprista del 45-48. La escisién que siguié en el Apra, al fracaso del intento revolucionario de Octubre de 1948, lev a un reducido sector de dirigentes y militantes apristas radicalizados que salian del Apra, a incorporar al PCP. Y a lo largo del ochenio odriista, nuevos grupos de jévenes gravitaban ha- cia la influencia del PCP, conducidos mas bien por moti- ciones emocionales, que por un convencimiento de la va- lidez de su conduccin revolucionaria, Al comenzar el pe~ riodo de Prado, este partido habia ensanchado apreciable- mente su érbita de influencia y el volumen de sus militan- cia. Para entonces muchos de los jévenes dirigentes apris~ tas que se incorporaron al PCP, habian llegado a ocupar varios de los mas importantes puestos de la direccién del partido. No obstante, como consecuencia de los conocido proble- mas del deshielo post-staliniano, y poco después de la re~ volucién popular hiingara contra la burocracia, esta nueva generacién de dirigentes intentaron la reorientacién revo~ lucionaria del PCP y tras de su fracaso fueron expulsados 23 cen sucesivas oleadas. Entre ellos estaba la mayor parte de Tos dirigentes de la juventud, los dirigentes jévenes del aparato nacional y de ellos proviene una buena parte de fos cuadros que integran los nuevos grupos de la izquierda revolucionaria, que promueve y conduce la guerra de gue- rrillas en el campo. Este proceso de sucesivas escisiones del PCP, redujo no- tablemente su capacidad organizativa, su capacidad de fluir sobre los nuevos sectores de juventud que buscaban una orientacién més consistente, produjo una época no can- celada de amorfismo organizativo en la vida del partido y signifies en la préctica la continuidad de las normas de aceién politica tradicional del comunismo peruano. Y a cllo se debe, sin duda, el hecho de que el PCP no haya sido capaz de desprenderse de su condicién de apéndice oposicional del Apra y de apéndice izquierdista del po smo posterior, fiel a su concepcién increiblemente estéril, de la existencia de una “burguesia nacional-progresista”, apta para ser movilizada contra el imperialismo norteame- ricano. Y, en consecuencia, se ha mantenido a lo largo de todo el periodo de formacién de una izquierda revolucio- naria, participando en las reglas del juego politico impues- tas por los grupos dominantes de la sociedad. Particularmente en aquel momento, el PCP parecia es tar en absoluto desinteresado de una lucha efectiva por el poder politico, y se contentaba con. presionar sobre el po- pulismo antiaprista para conseguir ventajas electorales. De ese modo, en un momento en que los sectores radicalizados Gel Apra abandonaban a su partido, y los macleos de di gentes jvenes del propio PCP buscaban una reorientacion revolucionaria hacia una lucha abierta por el poder politico, este partido no podia convertirse realmente en un polo de orientacién revolucionaria para las masas descontentas que, ‘apoyando al Apra o al belaundismo, no dejaban de des- confiar de su liderazgo y miraban en vano por una u otra posibilidad més efectiva. De sit lado, los varios grupos trotskistas formaban el ala jzquierda de Ia izquierda tradicional. El trotskismo, a di- ferencia del PCP que tenia la misma edad del Apra, era una tendencia relativamente joven del Pera. Aparecido en 1946 rs como un reducido grupo de obreros ¢ intelectuales, diez fos después habia logrado extender algo més su influen- cia, principalmente entre intelectuales y estudiantes y en menor escala entre los trabajadores industriales. La ampliacién apreciable de su influencia ideolégica, no fue seguida de una ampliacién y un robustecimiento de su aparato organizativo, en parte porque la influencia no era Teoogida en organizaciones, y en parte porque, como en to- das partes, el trotskismo peruano proliferaba en pequefias agrupaciones sectarizadas, capillas destinadas al eulto de su heéroe historico y a la lucha contra la tendencia oficial del PCP. De esa manera, el trotskismo peruano aparecia como tuna especie de apéndice oposicional del PCP, frustrado co- tidianamente como movimiento politico efectivo, desgarra- do por querellas internas entre fracciones de ereciente mii mero, y atacado de la misma enfermedad general del cuerpo mayor de Ia izquierda tradicional: la completa falta de autonomia politica para tratar de elaborar una linea de trabajo que rescatara las peculiaridades de la situacién pe~ ‘Sin embargo, a favor de la violenta desestalinizacién kruschoviana y del desconcierto producido por la revuelta Iningara, el troskismo peruano habia encontrado la po- sibilidad de ejercer influcneia sobre varios de los cireulos de la direccién joven del PCP, la mayor parte de los cuales fueron luego expulsados de este partido, y sobre elementos de la direceién intermedia del Apra descontentos con la po- Titica reaccionaria de su partido. En la medida en que el trotskismo se oponia a la participacién en el juego politico de la reaccién —en que pazticipaba el PCP—, en la me- Gida en que situaba sus andlisis generales en el plano de la Tucha de clases y no en el de las naciones como un todo homogéneo; en la medida en que preconizaba una politica revolucionatia abierta cerca del proletariado urbano; el trotskismo peruano podia elaborar esquemas generales que, fen ese nivel, podian ser racionales y correctos, y despertar fen algunos ‘sectores de la izquierda comunista, aprista 0 independiente, la perspectiva de Ia lucha abierta por el con- trol politico del proletariado. ‘No obstante, el trotskismo era prisionero permanente de 25 os dos, notablemente racionales y sugestivos, pero elaborados a base de elementos provenientes de la experien- cia politica europea, y no fue capaz como movimiento de encontrar ni las ideas ni el lenguaje necesario para atracr a las masas, para comprender el nivel de sus actitudes y de su condueta politica efectiva. Dominados por la sober- bia de esquemas racionales histéricamente proyectables, no tenian la humildad suficiente para ponerse al compas del atrasado y particular nivel de desarrollo de la clase obrera urbana del Per, fundirse en ella y no tratar de imponer desde el comienzo sus abstractos y universales esquemas politicos. Por todas estas razones, si bien el trotskismo habia po- dido cumplir un papel de relativa importancia, en el nivel del esclarecimiento ideolégico permanente, no habia ad- quirido la capacidad paralela de elaborar una via de con- ducta politica préctica ¢ inmediata para las masas peruanas. Centrado en el nivel universal y urbano de la lucha revolu- cionaria, intentando una absoluta racionalidad en la politica cotidiana de las masas, hasta ese momento, el trotskismo era un punto de referencia en la lucha teérica general, pero no podia llegar a ser un polo de orientacién revolucionaria efectiva. No hay que olvidar, tampoco, que junto a todas estas virtudes y defectos del trotskismo, para las masas en ge- neral, para los estudiantes inclinados a una ideologia re~ volucionaria, para los obreros e intelectuales avanzados, el trotskismo aparejaba la desventaja del estigma que le ad- judicaba universalmente la propaganda sistemétiea del pe~ riodo staliniano: la de ser un agente del enemigo de clase o, en el mejor de los casos, un grupo de aventureros. De esta irounstancia los grupos trotskistas derivaban una posicion sectaria en el maximo extremo, y la defensa politica de su héroe historico parece haber conducido a muchos micleos a una posicién cuasi-religiosa frente a él. Asi, la izquierda tradicional peruana formada por el PCP y por los grupos trotskistas, en el momento mismo en que la claudicacién aprista y la radicalizacién de las masas, hacia indispensable una nueva orientacién revolucionaria, para recoger el contingente que salia del populismo tradi. 26 cional y el que emergia con los nuevos sectores, en ese pre- ciso memento no tenia ninguna posibilidad de entender el proceso de reorientar su propia linea de trebajo y reempla- zar con ventaja el gran vacio politico que dejaba la clau- dicacién aprista, impidiendo 0 disminuyendo las posibili- dades de Ia cristalizacién de un nuevo y poderoso popu- lismo, que remozaba los canales de la influencia poli burguesa y pequefio-burguesa sobre las clases dominadas y sobre las masas en ascenso. Por el contrario, bajo el im- pacto de las nuevas circunstancias la izquierda tradicional entré en una situacién de crisis y de inorganicidad. La Formacién de una Nueva Iequierda Revolucionaria Los Factores de su Reorientacion FI gran vacfo politico que, desde el punto de vista de las _posilidades ‘revolucionarias, dejaba la. claudicacién aprista y la debilidad e inadecuacién de los pequefios y dispersos micleos de la izquierda tradicional creé, sin eni- argo, el marco propicio para el surgimiento de muevas ten dencias de reorganizacién y reagrupamiento de Ia izquierda peruana. La idea corriente en ese momento y todavia ahora, entre los observadores de dentro y de fuera de la izquierda pertiana, era que ésta se habia dividido. Esta percepcién era solo una parte muy pequefia de la verdad. Puesto que fuera del Apra, no existié una organizaciin de masas en- frentada realmente a la sociedad, capaz de desafiar por su cuenta la estructura de poder existente y acaudillar a las masas en la lucha abierta por el poder, puesto que la iz- quierda tradicional fue siempre pequefia e inadecuada y no llegé a ser realmente una izquierda revolucionaria efectiva, no es correeto decir que Ia izquierda revolucionaria del Perit se habia dividido. Lo que en verdad ocurrfa, era que cen este preciso momento comenzaba a formarse una iz- quierda revolucionaria peruana, y naturslmente, aparecia dispersa y fraccionada. Desde este punto de vista, es mis correcto decir que la inquierda revolucionaria peruana emergia como un movi- 27 miento social en formacién. Y como en todo fenémeno de esta naturaleza, aparecia inicialmente difusa, dispersa en numerosos grupos, cendculos de discusién, franco-tiradores. Todos moviéndose dentro de una amplia pero amorfa at~ mésfera ideolégica, comin en sus elementos basicos pero todavia no desarrollados hasta el punto de poser una teoria integrada y coherente sobre su sociedad y la politica revolucionaria més adecuada para ella. Al comenzar el pe- riodo de Prado, la izquierda revolucionaria peruana era més bien un estado de conciencia, difuso e inorgénico que se manifestaba en la formacién de grupos que buseaban, tanteando, una orientacién definitiva. Es importante insistir en este aspecto del problema que, bajo su apariencia banal, esconde la verdadera naturcleze del proceso de reorientacién y reagrupacién de la izquierda peruana. Esta no se habia dividido, salvo en lo que hace a la izquierda tradicional. Aparecia dividida en su primera fase de formacién y cristalizacién, lo que no es lo mismo. Mientras que para gentes miopes y desesperadas, la situa. cién de fraccionamicnto de la izquierda peruana era una verdadera catistrofe, en verdad era el camino histérica- mente normal y necesario para el desarrollo de una orien tacién y un reagrupamiento definitivo de la izquierda re- volucionaria. A través de estas formas, avanzaba el proceso en vez de detenerse. Detrés de Ia prédica acerca de la divisién de la izquierda, existia también, por supuesto, un no oculto interés por im. pedir el debate nacional sobre la izquierda tradicional, por impedir la constitucién de un movimiento revolucionario que encontrara en otros elementos y en otras fuentes las posibilidades de una orientacién mas efectiva, y por lograr que todos los nuevos sectores radicalizados que emergian del Apra o desconfiahan del nuevo populismo, asi como los nuevos sectores entre la juventud que gravitaban hacia la revolucién entraran sin reservas y sin eritica firme en las organizaciones de la izquierda tradicional del PCP. A lo largo del perfodo de Prado (1956-1962) se podia observar en la escena politica peruana, un tipico proceso de fluctuacién entre la fluidez y la cristalizacién, entre nu- merosos grupos que se formaban y se desintegraban, en la 28 Dbiisqueda de caminos claros y reorientacién y reagrupacién para la izquierda peruana. Algunos de ellos, legaron en algunos momentos a cobrar cierto relieve ayudados por si- tuaciones enteramente coyunturales y fundados en cierta homogeneidad social y politica de sus miembros. Este fue, particularmente, el caso del Iamado Movimiento, y_ mis tarde Partido Social Progresista, agrupacién de profesio- rales, t€cnicos ¢ intelectuales de prestigio, ligados por lazos de amistad y de parentesco en su mayor parte entre sus dirigentes, y que reclamaban de una amorfa tendencia de “socialismo humanista”. Terminaron, finalmente, en su ge- neralidad en la colaboracién con el gobierno belaundista. En el fondo, constitufan el ala “socialista” del populism belaundista. one | Entre tanto, dos factores de extraordinaria importancia se incorporaron al cuadro histérico peruano’ de este mo- mento, De un lado, un factor externo: la revolucién cubana. De otro lado, un factor interno: el movimiento campesino eruano. PelMinbea factores actuaron do ‘manera paralela y conver- gente. La Revolucién Cubana, prestaba dos elementos de gran significacién: 1) la novedad del proceso histérico concreto a través del cual se producfa, y que rompia con todos los esquemas de lucha de la izquierda tradicional Ia- tinoamericana, obligando a una revisién més aguda de la politica de ésta. 2) el estimulo y el fortalecimiento de las tendencias que propugnaban una lucha abierta por el poder y la cristalizacion de una efectiva voluntad de poder como punto de partida de la politica revolucionaria. = Hata esto moments, en Pert como en toda Latinoamé- rica, nadie en Ia izquierda revolucionaria parceia tomar seriamente Ia captura del poder, como finalidad conereta fe inmediata de la lucha, ni enderezaba su conducta real en tales términos. La revolucién cubana desplegé la imagi- nacién de las masas con Ja esperanza de su poder revolu- cionario, y permitié la elaboracién de una voluntad de po- der en su liderazgo revolucionario. _ De esta manera, el “‘castrismo” se constituy6 para la inquierda revelucionaria peruana en el nuevo polo de orien- tacién ideolégica-politica. Para todos los nuevos grupos 29 que emergen descontentos ‘con los movimientos populistas, que desconfiaban de la izquierda tradicional, Ia apari- Gién del “castrismo” de la primera elapa, con su caricter inestructurado. ideolégicamente, la via de su cons- titucién como embrién del futuro movimiento revolucio~ nario, al mismo tiempo que limit6 su desarrollo y su ade~ cuacién a las circunstancias efectivas de la sociedad perua~ na, en la medida en que el énfasis de la nueva orientacion se colocaba més que todo en su pragmatismo -revolucio- nario, dificultando la elaboracién y el uso de una estrate- gia revolucionaria auténoma, a partir de la experiencia castrista, La actuacién de éste factor, acompafia al proceso de for- macién de una de las més importantes tendencias de la nueva izquierda revolucionaria peruana, como se veré en- seguida, EL afio 1959, en el Congreso Nacional del Apra, un grupo relativamente amplio de dirigentes de nivel medio, present6 una batalla decisiva contra el liderazgo oficial, tratando de conseguir la reorientacién del partido sobre Ia base de los inicialcs presupuestos. Se continuaba una antigua ilusién de las sucesivas “alas izquierdas” del Apra que sofaban con la vuelta del Apra a sus posiciones mis radicales y fracasaban sucesivamente. El nuevo grupo fracasé también y fue expulsado en su integridad. EL grupo expulsado del Apra, decidié organizarse como tuna fraccién aprista independiente, con Ia finalidad de con- timuar la lucha por la reorientaeién de su partido, y capita lizar el descontento de les bases para constituirse en el eje de reagrupacién aprista. Para ello tomé el nombre de Apra Rebelde, Su més destacado lider era un abogado trujillano, sobrino cercano de Haya de la Torre, Luis de la Puente Uceda. En sus comienzos, el Apra Rebelde fue en efecto eso. Sus cuadros dirigentes y su militancia no habian abando- nado los presupuestos ideolégicos y programaticos del Apra y su formacién politica correspondia estrechamente a las limitaciones de la experiencia aprista. No obstante, las presiones derivadas de la polémica contra la vieja direceién aprista, de lz maduracién del proceso prerrevolucionario 30 objetivo, y més tarde Ia influencia de clementos marxistas que se le incorporaron en su calidad de antiguos dirigen~ tes apristas, fueron conduciendo al Apra Rebelde hacia po- siciones cada vez mas radicales y mas distantes del Apra jnicial, Sin embargo, rechazados los reclamos de la izquierda tradicional para incorporarse a ella o definirse ideolégica- mente, de una manera mas clara, el movimiento no elaboré ninguna plataforma ideolégica definida y sistemética, se mantenia dentro de un pragmatismo revolucionario elemen- tal, y todo ello Io preparaba para la adhesién al “castrismo” de’la primera etapa. Por esas mismas razones, también, el grupo no consiguid desarrollarse tan répidamente como esperaban sus dirigen- tes. Los sectores de dirigentes y militantes que salian con- tinuamente del Apra, o se incorporaban al populismo be- laundista, o trataban de encontrar una linea ideolégica mis elaborada y definida que In del Apra o la del nuevo popu- Tismo. Como el Apra Rebelde sc mantenia, precisamente, con una orientacion politico-ideolégica imprecisa, tanto respecto de la naturaleza de la revolucién que preconizaba ‘como respecto de un programa politico de accién inmediata, no podia erigirse como un eje de orientacida y de reagru- pactin de los sectores que buscaban una definicin ideol6- gica mas consistente. "Asi se mantuvo, hasta que el desarrollo de Ia revolueién cubana generaliz6 una tendencia politica “castrista” y le- gitimé, en cierta forma, a lo largo de toda st primera etapa, él pragmatismo revolucionario que eludia la adhesién a una ideologia plenamente sistematizada. ‘Bajo su influencia y su contacto, el Apra Rebelde se transformé en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), a semejanza de su equivalente venezolano, Su de- sarrolio como MIR, lo convirtié como se vera més adelante, fen uno de los:nicleos principales de la izquicrda castrista del Perd. EJ Movimiento Campesino. La Obra de Hugo Blanco ‘También, él aiio 1957 se producia la primera manifes- tacién de uno de los procesos sociales fundamentales de la at historia reciente del Perd, y que habria de convertirse, final- pete, en 1a primera etapa efectiva del proceso revolucio- re actual: cl movimiento campesino desencadenado por la obra de Hugo Blanco. En la segunda mitad de 1957, se produjo la huelga de los colonos de la hacienda de Huadquifia, de los poderosos ee sree Romainville, en la provincia cuzquefia del valle de Ie Convencién, donde el sistema de explotacién de los tra- pajadores era tan brutal y despiadado como en el colonato romano del siglo IV. Este era un hecho inusitado en Ia his foria de las luchas sociales campesinas peruanas, y era el Weeultedo inicial de la labor de sindicalizacién campesina jniciada por Hugo Blanco en el Cuzco. Blanco era un militante de una de las facciones trotskis- tas del Peri, formado politicamente en Argentina. De re~ greso al Peri decidié dedicarse, individualmente, a una le~ Bor de agitaci6n y organizacién sindical del campesinado de Toe valles de la Convencién y de Lares, en el Cuzco. El Guito de la huelga de Huadquifia, le permitié cobrar una influencia decisiva sobre el campesinado de la zona de estos Valles, yon los afios siguientes logré la sindicalizacién de Ie pricticamente totalidad de los trabajadores de las ha- ciendas de la zona, y organiz6 con ellos la poderosa Con- federacién de Trabajadores Campesinos de la zona, "Tras la sindicalizacién, lanzé a los campesinos a la inva~ sign de las tierras de las haciendas. Este era un fenémeno nuevo, en esta forma, en el pafs. Hasta entonces, esporadi- tamente se habian sucedido en diversas zonas, acciones de tomas de tierras por los campesinos, pero no como resul- tado de su organizacién sindical y de su politizacién ‘Los sindicatos campesinos entraban a cumplir un papel nuevo, muy diferente de los sindicatos de campesinos de las haciendas industrializadas de la costa, que eran los tinicos que tenian organizacion sindical, y para quienes la lucha Gonsistia inicamente en presionar sobre sus patrones para ‘tener mejoras salariales 0 de condiciones de trabajo. ‘En términos reales, este era un proceso cuyos aleances revelucionarios colocaban a las masas campesinas en el pri- ner escalafon de Ia lucha revolucionaria peruana, La apro- piacién de la tierra de las haciendas, destruia directamente 32. toda la estructura de las relaciones de propiedad y de tra~ bajo existentes en el campo, tendia a la liquidacién directa de la clase terrateniente de la sierra, y modificaba las rela~ ciones de poder de las zonas afectadas. Era, pues, un pro- ceso directo de reestructuracién de la sociedad rural en el Pera. Por lo mismo, en tanto que esta estructura real en el campo estaba indisolublemente ligada a la estructura de poder a escala nacional, el desarrollo del movimiento cam~ pesino tendia a poner en cuestién la estructura de poder de toda la sociedad peruana “Para la izquierda revoluctonaria, el desarrollo de la si dicalizacién campesina y de las invasiones de tierras, si nifieabs, por fin, la ruptura del citculo vieioso de 1a de- sorientacion, Esta lucha trasladaba la accién del nivel polémico al plano de la accién efectiva, abria una via conereta de conducts politica revolucionaria, desplazaba al campo el centro de gravitacién de las luchas sociales revolucionarias, tradicio: nalmente confinadas a las eiudades, y rompia con los es- quemas tradicionales de lucha de la izquierda tradicional Blanco comenzé actuando por su cuenta, aisladamente, en medio de la desconfianza y de la hostilidad abierta de Tos nicleos comunistas que dominaban la escena politica cuz- quefia desde hacia varios afios. Pronto, sin embargo, en tomo de la obra en Blanco se sgeneré la inmensa expectativa nacional, el temor de los do- minados, y se organiz6 un movimiento para respaldar, apoyar materialmente y difundir la obra de sindicalizacién y de invasiones de tierras. La faccién trotskista a la que Blanco pertenecia, se fun- dié en una misma organizacin con elementos provenientes de una de las escisiones del PCP, agrapados hajo el nom- bre de Partido Comunista Leninista, y de elementos inde- pendientes de izquierda, y se formé con todos ellos el Frente de Tzquierda Revolucionaria (FIR), cuyo declarado propésito era apoyar y desarrollar la obra de Blanco y, sobre esa base, buscar la unificacién de la nueva izquierda revolucionaria peruana. Blanco y su grupo de dirigentes, controlaban la totalidad 33 de la poderosa Confederacién Campesina de la Conveneisn, y de ello derivaron un poder casi total sobre la poblacién Gampesina de la zona, hasta erigirse casi como un Estado campesiiel Estado Nacional. Este poder, y el prestigio de senebra, permitieron a Blanco romper la tradicional hege ae eee iidl PCP en el Cuzco, y numerosos grupos de tra- Fujadores urbanos, de intelectuales y estudiantes univers tos gravité hacia su influencia. El FIR se convirtio ri pidamente en la principal fuerza politica entre el camper Finado cuzquefio de esta zona Por otra parte, Blanco y el FIR convirtieron a a Con- vensién en una vasta escuela de agitacién y de sindicali- Vecién campesina, Hasta alli afluian sin cesar, delegacio- wie campesinas de toda la sierra del Sur, para informarse Tero que alli se hacia, eran entrenados para la labor de a llada y la influencia del movimiento campesino de le Ganvencién. desencadend inmediatamente un movimiento fampesino cada vez mas generalizado, que cobr6 volumen samivel, nacional entre 1961 y 1964, y que Ientamente Goutinga desarrollandose en la actualidad. ‘Los efectos de la generalizacién del movimiento cam- pesino, especialmente a partir de 1961, fueron decisivos para la izquierda peruana. "Al desazrollarse paralelamente con la revolucién cubana, proporcionaba tna via de accién préctica a las tendencias Me hucha abierta por el poder, fortalecidas y generadas @ partir de la experiencia cubana, Ta gran desorientacion de la izquierda peruana tocaba @ su fin, hist6ricamente. Es necesario despejar un equivoco generalizado acerca de la obra de Blanco y del FIR. Se sostiene que en La Con- ‘encion se estaba organizando la lucha de guerrillas, y eso ho parece totalmente exacto. [En esta etapa, la Jabor consistia bisicamente en la or- ganizacién sindical del campesinado, en su politizacién, ¥ Bans] desarrollo de las invasiones de las tierras de las ha~ Giendas. La apropiacién se hacia colectivamente, bajo la ‘lireceién y el control del sindicato y, en La Convencién, Blanco y un reducido grupo de téenicos organizaban le 34 produceién. No habia, pues, un trabajo conereto de orga- nizacién de guerrillas. No obstante, todo el proceso conducia a ello y Ia finali- dad estaba dentro de las perspectivas del FIR y ee Pero se la encaraba a largo plazo, como desarrollo orginico del propio movimiento campesino. ° Que la finalidad guerrillera no estaba ausente, se de- mostré por el asalto al Banco de Grédito de Lima, levado a cabo por un grupo de militantes del FIR, entre los cuales actuaban militantes extranjeros de tendencia trotskista, La finalidad declarada del asalto, era reunir Tos recursos ne~ cesarios para la adquisicién de material militar El asalto del Banco de Crédito, puso delante de la ize * quierda peruana la seriedad del problema de la lucha ar mada por el poder. Hasta’ ese momento, la experiencia cubana_movia ya la imaginacién de algunos grupos de la jaquierda peruana en esa direccién, sin que, a pesar de ello, se estuvieran encarando seriamente las tareas condu- centes a esa posibilidad. A partir del esalto, a pesar de su ripido y sorprendente fracaso, la posibilidad y la necesidad de la lucha armada comenzé a cobrar un contenido con- ereto. No hay pues, lugar para la duda al seiialar la obra de Blanco y el desarrollo del movimiento campesino pe- ruano, como el punto de partida de la nueva etapa revo- lucfonaria actual, que superaba la desorientacién y el amor fismo de la izquierda peruana, y que, al contrario de otros movimientos latinoamericanos como el de Venezuela, so- brepasaba el'mimietismo inveterado de los revolucionarios de estos paises y su mania de calcar simplemente, los es- quemas de lucha proporcionados por las revoluciones an- teriores. Desde este punto de vista, el punto conereto de ruptura con la izquierda tradicional, para el proceso de reagrups- rmiento y reorientacién de los revolucionaries peruanos, Io constituye el movimiento campesino iniciado por Blanco. La revolucidn cubana, contribuyé en el otro nivel de la cristalizacién de una voluntad efectiva de poder. Ambos factores, actuando de manera paralela y convergente, crea- 35 ron el mareo histérico conereto a partir del cual se des- re a. _ . ae PreSdice que la gran desorientacion de la ize quierda peruana entraba a su fin, no é supone que Ia ie luierda peruana en su conjunto ingresara en la_nuev Gape. Entonces, como hoy dia, sigue siendo una nino Ta que conduce y desarrolla el proceso de la lucha efectiva por el poder. Lo que se trata de subrayar, es el hecho de fhue, por fin, se hacia presente una via conereta de trabajo y una finelidad definitiva. de franco En ese momento, salvo el FIR y los grupos de franco: tiradores que colaboraban econ él, algunas de las facciones trotskistas no incorporadas al FIR, los sectores de la ju; ventud comunista descontentos con la inecherencia,, e Colaboracionismo implicito en la linea del PCP, el MIR » otros pequefios nicleos poco significatives, el grueso de to jaquierda organizada bajo el PCP continuaba participando en el juego electoral de la burguesia y del populismo. Pero, pur primera vez, ce habia rota Ia hegemonia por litica y la unidad del PCP como polo de orientacién efec- tiva para las tendencias revolucionarias, y cada ver més os niicleos jévenes de la nauierda se acercaban a la in- nncia de las nuevas tendencias. ‘topneltrescibn del PCP miraba con sospecha y con franca hostilidad después, el movimiento de Blanco. La demos- Itacién oficial de esta conducta, se produjo en el Congreso Nacional del Frente de Liberacién Nacional (FLN), por entonces organismo electoral de fachada del PCP, en cya ocasién cl maximo ditigente del comunismo en el Cuzco, el abogado Carlos Ferdinand Cuadros, en un violete lis curso atacé a Blanco y su tendencia, de agentes del impe; rialismo y la policia, como en las tipicas ocasiones del iodo staliniano. . Pevere BCP no pudo dejar de sufrir los efectos de la tendencia mas vigorosa de la revolucién peruana. Un buen sector de su militancia en el Cuzco se pasaba a Ta tendencia Ge Blanco, y en las eiudades principales, su juventud co- menzaba a desacatar la direccién partidaria y a actuar inorgénica, pero independientemente. El proceso no ha he- cho sino desarrollarse desde entonces. 36 La Definicién de las Tendencias Guerrilleras Mientras continuaba el desarrollo del movimiento cam- pesino, y la figura de Hugo Blanco sobrepasaba el marco nacional, comenzé paralelamente a desarrollarse la tenden- cia a seguir el ejemplo cubano y venezolano poco después, iniciando la guerra de guerrillas en el Peri. La preocupacién del gobierno cubano, de encontrar en otros paises los grupos capaces de extender su experiencia, determiné que el Apra Rebelde entrara en contacto con los revolucionarios cubanos. A raiz de ello se transformé en el MIR peruano, y se orienté bajo la inspiracién cubana hacia la preparacion de la lucha armada, Sin embargo, el MIR no habia logrado, hasta ese mo- mento, desarrollarse como una direccion revolucionaria ca- paz de canalizar por su cuenta la agitacion y la inquietud revolucionaria desencadenadas por la revolucién cubana y.el movimiento campesino. De otro lado, su falta de defi- nicién ideolagiea, junto con factores de tipo personal, con- tribuian a que el resto de la izquierda no percibiera al MIR como el canal idéneo de desarrollo de la revolucién peruana. ‘A pesar de ello, algunas especiales circunstancias, en nin- gin modo casuales, determinaron que el MIR fuera el grupo escogido para recibir toda la ayuda y la orientacién necesaria para la preparacién de las guerrillas. Desde el punto de vista del cuadro de Ia izquierda pe- ruana en ese momento, y de las tendencias efectivas de desarrollo revolucionario que existian, lo normal habria sido el apoyo al movimiento de Blanco, de modo de per- mitir la consolidacién del movimiento ‘campesino, el en- raizamiento definitive de la direcoién revolucionatia den- tro de él, y los recursos necesarios para dotar a este mo- vimiento de un aparato armado, como instrumento contra la inevitable represién primero, y como desarrollo guerri- lero’ inevitable también a partir de ello, Sin embargo, la condicién trotskista de Blanco mismo y el caracter definidamente socialista de su movimiento, y la probable desconfianza en la flexibilidad de los esquemas estratégicos y técticos derivados de un sistema de ideas 37 altamente racionalizado, al margen y en frente de los cua Atemetlspia desarrollado ta vietoriosa guerrilla cubanay des een originado el “castrismo” como tendencia politica” Setlogica, fueron, al parecer, los factores mas importantes ie ia ayuda al MIR y del abandono de Blanco. Hecho curioso si se tiene en cuenta que una guerra de guerrillas no puede prosperar sino com un definide apeye etupesino organizado; y el grupo més enraizado en campesinado y de mayor prestigio ante su movimiento era, Grotisamente, el FIR y Blanco su lider més respetado ¥ Preflecido, Por el conirario, el MIR no tenia en esa época Ginguna participacion efectiva en el desarrollo del, movi- miento campesino. ‘Gon todo. lo cierto es que el MIR se dedicé en adelante a la preparacién de la guerra de guerrillas, por encima de udu Fotra consideracién, disponiendo de un aparato de fnyuda bastante considerable. En esa condicion, se convertirfa poco més tarde en el icleo bésico de las tendencias hacia la lucha armada; y lograria ejercer un papel decisivo en el Uesarrollo del mo- vimiento revolucionario. Paralelamente sl MIR, grupos de jévenes comunistas, algunos expuleados del partido, y otros actuando en forma mis 0 menos independiente, decidieron entrar pot su cuenta tn la preparacién de la lucha armada. Para ello, fueron S'puscar la preparacion adecuada fuera del pais. De eve modo, se desarrollaba en el pais la tendencia a la lucha armada, Al acercarse el tramo final del periodo de Prado. las tendencias de Ia izquierda peruana aparecian ngs ¢ menos claramente disefiadas, aunque no claramente Tefinidas., De una parte, el PCP orientado segéin las lineas qeiisionales. de la. accién politica, viviendo una vida de talativa inorganicidad por las sucesivas escisiones inter- arin el control de su juventud militante, y ejerciendo mee Gifuca y amplia influencia ideoldgica general sobre a cies sevtores de estudiantes. Su juventud, oscilando Gatre sus simpatias por la lucha de Blanco y las tendencias ca jacha armada inmediata, y su incapacidad para sobre- pasar las limitaciones de su formacién politica, mediati- pava en la rutina burocratica de su partido. En el mismo 38 nivel del PCP, aunque en una Hinea distints, los mis s Laas, grupos totsias, covestidos em capil pol De otro lado, un movimiento nuevo de izquierda revolu- cionaria, que podria ser agrupado en dos tendencias bi cas. En una, Hugo Blanco con el FIR y pequefios micleos trotskistas no incorporados al FIR pero colaborando con ste. En la otta, ol MIR y las fracsiones de ln juventud ee actuando al margen de la organizacién parti- EI MIR era la encarnacién del “castrismo” en el, Pe con todas sus potencialidades y sus limitaciones. Fl FIR aparecia como un intento de flexibilizacién y_praymat cién, a partir de la experiencia eubana de, una tondencia ideolégico-politica definida y sistematizada _plenamente Curiosa, pero reveladoramente, lo que hubiera sido nec sario para la formacién de un movimiento revolucionario de masas, més consistente y efective, habria sido la ade- cuada combinacién de los méritos mayores de cada una de las tendencias: la desatada voluntad de Incha por el poder inmediato, la actitud ideolégica y politica flexible y tier ta ala experiencia, el desdén por la rigidez y santidad de los esquemas estratégicos derivados de la formalizacién Togica de las teorias politicas, la vocacién do la experien- cia que caracterizaba a la tendencia “castrista”; Ia capa- cidad analitica de las situaciones histérico-sociales, el des- arzllossemitico de las ides y In cota cidn de la experiencia a esquemas racionalizados, la adhe- sién a un ideal de sociedad clara ee blecido, que caracterizaba a la tendencia derivada del FIR. “Después de las iltimas experiencias de ambas tend “a cigs, ahora parece bastante claro que el solo empaje, prac- tieé que da Ja voluntad de poder, la flexibilidad pairs tica que da la falta de una ideologfa sistematizada, mown suficientes para mantener y deéarrollar un movimiento re volucionario en todas las cizcunstancias, y que una flexi- bilidad pragmatica genuina, que estuviera acoropafiada de tan empuje seguro y de voluntad de poder definitivo, sélo puede realmente tener todos los frutos deseados, cuando va guiada por un sistema de ideas y de instrumentos de 39 anilisis elaborados en el més alto nivel, a condicién de que ane gna conciencia muy clara de que todo esquema de Seas es necesariamente slo eso: un esquems, es decir una fsuia proliminar para la accién, que no es un substituto de LE realidad y que, en consecuencia, debe ser rehecho y puesto en ouestion en cada momento. Que es, por lo tanto, Fidispensable el desarrollo ideolégico y teérico, que es i Uispensable el desarrollo de instrumentos conceptuales de cmalisis incesante de la realidad en que se trabaja, y que ie accién practica es el instrumento de experimentacién de a tooria y su fuente de nuevos conocimientos. © el “castrismo” elemental que se desarrollaba en el Peri tenia la posibilidad de desarrollarse hasta un nivel en el cual una ideologia sistematica pudiera estar al servi- Gio de la accién revolucionaria, flexible y creadora, o las tendencias ya dueias de una ideologia sistemética, alean- vaban la capacidad de poner en marcha una voluntad de poder inmediata, desacralizar los esquemas estratégicos Ticticos tradicionales, enfatizar el caracter creador de la faecion revolucionaria, Q sé juntaban en una mista o:ga- nizacidn ambas tendencias paralelas. Fstas eran las alternativas légicas que estaban plantea das en la situacién, para el desarrollo de la izquierda re- Volucionaria. En el nivel histérico conereto, lo que tenfa Uignificacién efectiva, era que las tendencias de formacton Ge a izquierda revolucionaria peruana estaban ya cristali- zando en formas definidas, y que la inicial dispersion y otal atomizacién estaban terminando répidamente. Para el MIR, habia que poner en marcha las guerrillas en el plazo mas breve, porque sélo de esa manera se logra ia la unificacién de las izquierdas alrededor de los focos guerrilleros y s6lo la accién misma podia tener significado. ‘La lucha por la profundizacién de los movimientos sociales caistentes, la politizacién atin mayor de sus niveles mas favanzados, la lucha por la construccién de un aparato te Heo provisorio de Ia revolucién peruana, eran secundarios y, en altima instaneia, sélo podrian hacerse a partir de las Jacrrillas. Estas, pues, reemplazaban y cubrian al mismo tiempo la funcién del aparato politico, y el trabajo de or- ganizacién politica, diferente del de la organizacion de las 40 guerrillas, La situacién del pais, sobre todo en el campo, estaba ya tan madura para el estallido.de la revolucién, que el apoyo campesino masivo era inevitable cuando sur- gieran los focos guerrilleros. De ello, la unificacién de las varias tendencias revolucionarias en torno de estos fovos, tendria que ser el resultado. El deseo de la revolucién y el deseo del comando de la revolucién, se reforzaban en este esquema. De su lado, las tendencias desarrolladas en torno de Ia obra de H. Blanco y del FIR, sosteniendo la necesidad de la lucha armada y su inevitabilidad, sostenian también con igual énfasis que la lucha armada en forma de guertllas solo podia ser cl resultado del desarrollo del movimiento campesino mismo, de manera que pudiera realmente arras- trar a estas masas en la lucha guerrillera. La tarea inme- diata, en este esquema, era, pues, el fortalecimiento, del movimiento campesino y Ia lucha por el control de su lide- razgo y de sus organizaciones, En un segundo nivel, de- bian encararse la tarea de organizacién de las guerrillas. Era claro, sin embargo, que si las guerrillas no surgian ‘en conexién estrecha con el movimiento campesino, no po- drian tener destino largo en el Peri, y que en consecuencia la necesidad de hacer trabajo politico més profundo y sis- tematico, no podia ser contestada. Esta era la debilidad del MIR. Pero, también, era claro que el movimiento campesino, en su forma emergida en el Perd, como reestructuracién directa ¢ inmediata de las relaciones de poder en el campo, no podia continuar desarrollindose mis en la misma di- reecién, sin enfrentarse con la represion més violenta, y dadas las condiciones y las limitaciones del campesinado, no podia esperarse que el movimiento campesino conti- nuara desarrollandose bajo la represién y la oferta de la reforma agraria, combinadas, en Ia misma diteccién revo- Incionaria. Era, pues, evidente que la tarea de organiza- cién del aparato militar de defensa y desarrollo del movi- miento campesino no podia ser pensado para una etapa posterior, sino inmediata.. Esta ora la debilidad del FIR. No obstante, las tendencias estaban definidas en ese mo- mento, los camninos decididos, y la experiencia debia pro- 4

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