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La palabra cultura (del tema cult, perteneciente al verbo latino colo, colere, cultum =

cultivar) significa etimológicamente cultivo. Como palabra fundamental, ella entra en


composición con palabras específicas, que determinan su sentido general; así “agri-
cultura” = cultivo del campo. Cicerón, en las Tusculanas (2, 13), emplea la
expresión cultura animi en el sentido de “educación espiritual”; y Horacio, en
las Epístolas (1, 1, 40. B), usa la palabra con el mismo sentido, si bien no añade término
especificativo alguno. Cultura, atento a su definición verbal-etimológica, es, pues,
educación, formación, desarrollo o perfeccionamiento de las facultades intelectuales y
morales del hombre; y en su reflejo objetivo, cultura es el mundo propio del hombre, en
oposición al mundo natural, que existiría igualmente aun sin el hombre. Cultura, por tanto,
no es solamente el proceso de la actividad humana, que Francisco Bacon llama
metafóricamente la “geórgica del animo” (De dignitate et augmentis scientiae, VII, 1); es
también el producto de tal actividad, de tal formación, o sea, es el conjunto de maneras de
pensar y de vivir, cultivadas, que suelen designarse con el nombre de civilización. Así
entendida, cultura es un nombre adecuado para aplicarse, sensu lato, a todas las
realizaciones características de los grupos humanos. En él están comprendidos tanto el
lenguaje, la industria, el arte, la ciencia, el derecho, el gobierno, la moral, la religión, como
los instrumentos materiales o artefactos en los que se materializan las realizaciones
culturales y mediante los cuales surten efecto práctico los aspectos intelectuales de la
cultura (edificios, instrumentos, máquinas, objetos de arte, medios para la comunicación,
etcétera).

Pero no siempre el término cultura ha tenido una extensión tan grande;


anteriormente, máxime en la edad clásica, su denotación era mucho más restringida. En
la Grecia antigua, el término correspondiente a cultura era paideya (lit. crianza de un niño;
met. instrucción, educación perfecta), al paso que, en la Roma de Cicerón y de Varrón, se
usaba la palabrahumanitas (lit. naturaleza humana; met. dignidad humana, educación
refinada). Se entendía poreducación perfecta o refinada la que proporcionan las buenas
artes, que son propias y exclusivamente del hombre y lo diferencian de los demás
animales (A. Gelio: Noches áticas, XIII, 17). Las buenas artes eran la poesía, la
elocuencia, la filosofía, etcétera, a las cuales se reconocía un valor esencial para la
formación del hombre verdadero, del hombre en su genuina y perfecta naturaleza, o sea,
del hombre concebido como pura mente, como puro espíritu. A partir del siglo I antes de
Cristo, por obra especialmente del filólogo romano Varrón, se llamóartes liberales (o sea,
dignas del hombre libre; los esclavos, en Grecia, estaban excluidos de la educación), en
contraste con las artes manuales, a nueve disciplinas: gramática, dialéctica, retórica,
aritmética, geometría, astronomía, música, arquitectura y medicina. Más tarde, en el siglo
V, Marciano Capella, en su obra Las nupcias de Mercurio con la Filología (donde la
esposa es acompañada precisamente por las artes liberales), eliminó las últimas dos, la
arquitectura y la medicina, por no ser necesarias a un ser puramente espiritual (es decir,
que no tiene cuerpo

Si bien existen numerosas formas de especificar los tipos de cultura, varios expertos la
han clasificado de acuerdo a dos características distintivas: las definiciones y el desarrollo
de la misma.
Según sus definiciones:

CULTURA TÓPICA: es la que engloba un listado de categorías o, como bien indica su


nombre, tópicos tales como religión, sociedad, etc.

CULTURA HISTÓRICA: aquí se entiende a la cultura como una herencia social. Indica la
relación que una sociedad establece con su pasado.

CULTURA MENTAL: se entiende a la cultura como todos aquellos hábitos o costumbres


que diferencian a un individuo o un conjunto de individuos del resto. La cultura mental es
propia de cada persona, y esta ligada a sus conocimientos y capacidades.

 EL ISLAM
El Islam significa 'sumisión a Dios'. Comprende tres instituciones religiosas
fundamentales: el Corán, la Tradición del Profeta y las enseñanzas escritas y orales de
los juristas. A través del doble testimonio de la fe -"No hay más Dios que el Uno y Único"
(Alá); "Mahoma es el mensajero de Dios". El Corán proclama su mensaje esencial, "al-
tawhid" o 'Unidad Divina', la cual declara los derechos del Creador por encima de todo lo
relativo a nuestra existencia terrena y se realiza en la existencia individual de todo aquel
que aproxime lo más posible a Dios sus pensamientos y acciones. Con ese fin se incita a
la lectura del Corán, a la invocación de los nombres de Dios y a las prácticas obligatorias
de la oración, el ayuno, la limosna y la peregrinación a La Meca, al menos una vez en la
vida.
Representante de Al-Queda, organización terrorista talibán
Moral y familia de la cultura islámica
La moral que regulaba la conducta de la comunidad islámica tradicional se
derivaba de la eticidad contenida en el Corán y en la tradición del Profeta.
Según éstas, ordenar el bien y prohibir el mal son un mandato divino. Todo musulmán
tiene, en consecuencia, la obligación de denunciar los actos
contrarios al mismo. La tradición establecía las normas de cortesía, los gestos y palabras
del saludo, las felicitaciones para los buenos momentos y
los consuelos para las pruebas de la vida. Establecía también los preceptos de todo
comportamiento, entre ellos, el uso de atuendos tradicionales y
del turbante como símbolo de la dignidad del creyente y de su alianza con el cielo.
El cumplimiento de la moral musulmana fue una función jurídicamente establecida en la
comunidad islámica, y conferida en la jerarquía ciudadana al
almotacen o zabazoque, responsable de la aplicación de los valores éticos a la práctica
de la vida cotidiana. Inspeccionaba los pesos y medidas del
mercado, la equidad en las transacciones comerciales, la calificación de las profesiones y
era árbitro de las disputas habidas entre patronos y
empleados.
La comunidad islámica tradicional estableció por derecho divino la naturaleza patriarcal de
la familia musulmana. Significa la autoridad del padre o del
abuelo sobre el colectivo familiar y la del marido sobre la esposa, que se deriva de la ley
coránica según la cual "los hombres tienen autoridad sobre
las mujeres en virtud de la preferencia que Dios ha dado a unos más que a otros y de los
bienes que gastan".
Mujeres afganas
Caminan despacio, pues la ley prohíbe que sus pasos sean escuchados. Su figura debe
ser una sombra envuelta en telas de colores apagados que no inciten el deseo masculino;
ni un milímetro de su cuerpo debe ser mostrado a la luz bajo pena de lapidación pública.
Su rostro, invisible, anónimo, es sepultado en vida tras una reja de hilo. Su rostro, tan
peligroso para los hombres, tan desafiante, tan letal, tan ofensivo. La sonrisa, sorda y
hueca, también está prohibida. Como sus voces y sus cantos, escondidos tras el velo de
un silencio dramático y hondo. Todo está prohibido para las mujeres afganas;
especialmente, la posibilidad de soñar un mundo distinto: horizontes que trasciendan
el burqa que ahoga su rostro. Cualquier gesto cotidiano se convierte en utopía. Respirar,
seguir viviendo, ya es una victoria.

Desde que en 1996 los taliban (estudiantes del Corán) tomaran el poder e impusieran
la sharia (ley islámica) en la más extrema de sus interpretaciones, las mujeres afganas
viven despojadas de sus derechos fundamentales. Bajo el prisma de un fanatismo que
recuerda a los capítulos más terribles de la historia -como el apartheid sudafricano o el
genocidio judío- la mujer es considerada como "una flor que debe permanecer en la casa,
para que el hombre al volver huela su perfume". Es la forma sutil de los talibán de
condenar a las mujeres a una pesadilla interminable. El "Ministerio para Regular lo que es
Correcto y Prohibir lo que es Incorrecto" salvaguarda a las mujeres de los vicios y el
pecado. Para ello, las obliga a cubrirse con el burqa, una larga túnica cuya única abertura
es una pequeña rejilla a la altura de los ojos; único resquicio por donde las mujeres
afganas tienen la posibilidad de contemplar el mundo.
Tampoco pueden trabajar fuera de casa, ni acudir al colegio o a la universidad. Las únicas
posibilidades de trabajo son labores de costura, lavado de ropa y enseñanza del Corán.
No pueden salir a la calle sin un mahram (marido, padre o hermano). No pueden mirar a
un hombre que no sea de su familia. No pueden manejar un coche, ni montar en bicicleta.
No pueden hablar en público. No pueden ser atendidas por un médico. No pueden
asomarse al balcón, ver la televisión, asistir a reuniones, ni reírse. Cualquier desliz en su
comportamiento puede causarles la muerte. Son asesinadas por exponer alguna parte de
su cuerpo accidentalmente mientras caminan o por no utilizar unos zapatos
suficientemente silenciosos como para pasar des

En tercer lugar, es crucial la revitalización del taoísmo, el cual conocido ahora bajo el nombre de
las oscuras doctrinas, o las oscuras enseñanzas (xuan xue), origina una serie de obras de arte
importantes y cuenta con un abanico de personajes cuyo ideal de vida está a años del
confucianismo; fijémonos, por ejemplo, en los "siete genios del bosque de bambú".

Fijémonos también en la escuela cosmológica, llamada del yin, y elyang,


o mejor dicho, en aquellos a los que se consideraba sus iniciadores: los
fangshi.
Pues bien, cada una de estas corrientes produjo antes y durante la dinastía
Jin una corriente que permanece en el sustrato chino. Si nos acercamos a
cualquier aspecto de la cultura china: filosofía, medicina, artes marciales,
historia, literatura, con estas ideas nos será más fácil comprenderla y
disfrutar de ella.

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