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El gobierno primitivo

Lucy Mair

Amorrortu editores
Buenos Aires
D i r e c t o r de l a biblioteca de filosofía, antropología y religión,
Pedro G e l t m a n Indice general
Primitive Government, L u c y M a i r
© L u c y M a i r , 1962, 1964, 1970
P r i m e r a edición en inglés, 1962; segunda edición revisada,
1964; tercera edición revisada, 1970
Traducción, Z o r a i d a J . Valcárcel

U n i c a edición en castellano autorizada p o r Penguin Books


Ltd., Middlesex, I n g l a t e r r a , y debidamente protegida en t o -
dos los países. Q u e d a hecho el depósito que previene l a ley 13 Introducción
n° 11.723. (C) Todos los derechos de l a edición castellana r e -
servados p o r A m o r r o r t u editores S. A . , I c a l m a 2 0 0 1 , Buenos 37 Primera parte. Gobierno sin Estado
Aires.
39 1. Reparación de agravios
L a reproducción total o parcial de este l i b r o en f o r m a idén- 62 2. Gobierno mínimo
tica o modificada, escrita a máquina p o r el sistema multi- 77 3. Gobierno difuso
graph, mimeógrafo, impreso, etc., n o autorizada p o r los e d i - 103 4. L a expansión d e l gobierno
tores, v i o l a derechos reservados. Cualquier utilización debe
ser previamente solicitada. 117 Segunda parte. Estados africanos

I n d u s t r i a argentina. M a d e i n A r g e n t i n a . 119 5. Los gobernantes inmigrantes


131 6. Agentes y funciones del gobierno
I S B N 84-610-3513-5 156 7. Reyes, jefes y campesinos
178 8. Reyes, cortes y príncipes
200 9. Los reyes y el r i t u a l

218 10. Los reyes y los grupos de ascendencia común

231 Tercera parte. Africa, hoy

233 11. E l gobierno p r i m i t i v o y l a época actual

260 Lecturas complementarias

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Principales tribus de Sudán.

Tribus de Africa oriental mencionadas en este libro.


Introducción

¿ Q u é es el gobierno p r i m i t i v o ?
V a l e l a pena considerar el título d e l presente l i b r o ; comen-
cemos con el adjetivo, p r o c u r a n d o dilucidar qué se entiende
a l calificar de p r i m i t i v o a u n pueblo o a sus instituciones.
Desde l a época en que los occidentales europeos empezaron
a interesarse p o r los usos y costumbres de los nativos africa-
nos, americanos y, más tarde, de las islas del Pacífico, el v o -
cablo ha venido adquiriendo muchos y m u y diversos signi-
ficados. Es u n hecho histórico que fueron los pueblos euro-
peos quienes descubrieron a los indígenas —estableciendo
casi siempre u n d o m i n i o político sobre ellos—, y no estos a
aquellos, por razones bastante evidentes. Sus naves y méto-
dos de navegación les permitían realizar viajes más extensos,
sus armas les daban p o r l o general e l t r i u n f o en cualquier
combate en que interviniesen, ventajas ambas que se acre-
centarían enormemente con l a serie de inventos iniciados en
el siglo x v m ; gracias a su organización política, podían ex-
tender su a u t o r i d a d sobre áreas m u c h o más vastas que las
gobernadas por cualquier grupo aborigen de las comarcas
descubiertas, l o cual debíase en g r a n parte a que los europeos
tenían en l a escritura u n m e d i o para comunicarse a distancia
y llevar registros, y, en los sistemas monetarios, el instrumento
p a r a organizar el comercio y l a producción. E n otras pala-
bras, poseían superioridad técnica en diversos campos; a de-
c i r v e r d a d , se hallaban e n idéntica situación que los romanos
siglos h a , durante su expansión por l a cuenca d e l Mediterrá-
neo, debida a su primacía en esos mismos campos. Los pue-
blos sometidos a l poder europeo tenían en tales campos téc-
nicas rudimentarias y, en consecuencia, también sus sistemas
de gobierno podían considerarse rudimentarios. Esta es u n a
de las interpretaciones del vocablo «primitivo», l a única con
que l o utilizaría u n antropólogo moderno.
Es preciso subrayar esto p o r cuanto los miembros de las so-
ciedades denominadas «primitivas» suelen tener t a l título
p o r ofensivo, sentimiento que se justifica si se m i r a el uso

13
r a r a vez pasa de unos pocos cientos de miles ( d i g o esto pres-
que le d a n individuos ajenos a l a antropología, aplicándolo
cindiendo, p o r u n m o m e n t o , de l a definición de «gobierno
no a instituciones sino a personas. C o n h a r t a frecuencia, l a
c o m ú n » , y suponiendo que este existe en todas los casos).
gente confunde l a superioridad técnica de u n a nación con l a
Así pues, los antropólogos h a b l a n a veces de sociedades « p e -
superioridad ética e intelectual de l a población que l a com-
queñas» o «ágrafas» —palabras que n o presentan las conno-
p o n e ; así, los europeos son proclives a hablar de dispositi-
vos tales como e l m o t o r de combustión interna o a u n el reac- taciones insultantes de «primitivas»—, p e r o como n i n g u n o
t o r atómico como si todos hubiesen intervenido en su i n v e n - de estos términos c u a d r a con «gobierno» mantendremos el
ción, cuando e n realidad l a mayoría de nosotros nos l i m i t a - a d j e t i v o «primitivos», recordando, eso sí, que c o n él nos r e -
mos a aprovechar inventos de los que n o podríamos ser a u t o - ferimos a l a dotación técnica de que disponen los miembros
res y que n i siquiera comprendemos. Es m u y fácil d a r o t r o de u n a sociedad d a d a y no a sus características mentales.
paso y considerar que los pueblos en cuyo seno se l o g r a r o n A l plantearnos el interrogante de si todas esas comunidades
tales adelantos son, de algún modo, más adultos que aque- poseen u n gobierno, tropezamos de i n m e d i a t o con o t r a inter-
llos otros que n o los incluyen e n su dotación técnica. Esta pretación desafortunada d e l vocablo «primitivo». Según el
a c t i t u d p o p u l a r se ve respaldada por l a teoría psicológica de parecer de algunos autores, sobre todo d e l siglo x i x , muchas
J u n g , que utiliza el término «primitivo» para describir los de las instituciones fundamentales para l a sociedad occiden-
elementos irracionales presentes en toda mente h u m a n a y t a l habrían sido frutos asaz tardíos en la historia de l a h u -
sostiene, a l mismo tiempo, el p r e d o m i n i o de dichos elementos m a n i d a d , de m o d o que no cabría hallarlas entre pueblos
en l a mente de aquellas gentes que en su vida solo disponen que nos v a n a l a zaga en el camino de l a civilización. Entre
de u n a dotación técnica p r i m i t i v a . ellas se cuentan el gobierno y l a ley, y si se define l a política
como «aquello que atañe a l gobierno», dichos autores esti-
E n vista de esto, deseo d e j a r en claro que a l escribir sobre
marían que los grupos primitivos n o cumplen actividades
sociedades p r i m i t i v a s n o estoy i m p l i c a n d o n a d a acerca de
que merezcan llamarse políticas.
l a índole de sus integrantes y, menos aún, que esas personas
se h a y a n quedado e n l a etapa i n f a n t i l de u n a raza h u m a n a Sin embargo, existe o t r a acepción de l a política b a j o l a cual
cuya madurez está representada p o r las naciones «occiden- esta se da, indudablemente, en tales grupos: l a de l u c h a por
tales». Solo podemos calificar de primitivos, o no, los modos el poder. A u n cuando u n o se niegue a aceptar que el poder
de hacer las cosas. E l desarrollo de modos más complicados sea el único objetivo de las pugnas humanas, es preciso a d -
y eficientes de hacer las cosas se alcanza mediante descubri- m i t i r que en toda sociedad se suscitan conflictos que deben
mientos e invenciones imposibles de a t r i b u i r a l a superioridad dirimirse de a l g u n a manera, pues de l o contrario l a socie-
de ciertos pueblos sobre otros, considerados ambos en u n dad se desintegrará e n partes independientes. Pese a que n o
sentido global. E m p e r o , l a posesión de una tecnología c o m - nos esforzamos p o r reconocerlo, las rivalidades y antagonis-
pleja es l o que le permite a u n Estado m o d e r n o controlar y mos comienzan d e n t r o de l a f a m i l i a , hecho aceptado en, f r a -
organizar en g r a d o sumo las vidas de sus varios millones ses tales como «hostilidad entre hermanos», pero t o d a so-
d e habitantes. ciedad tiene u n ideal de u n i d a d f a m i l i a r según e l cual se
espera que las disputas entre parientes sean saldadas sin l a
E l propósito de este l i b r o es examinar de qué manera se go-
intervención ajena. Es p o r ello que p a r a algunos antropólo-
b i e r n a n los pueblos con tecnología simple. M u c h o s antropó-
gos l a esfera política comienza donde acaba l a del parentesco,
logos colocan b a j o l a categoría de «primitivos» a los pueblos
límite n o siempre fácil de f i j a r tratándose de sociedades p r i -
que carecen de escritura, diferenciación, a más de a m p l i a ,
mitivas, p o r cuanto sus integrantes r e m o n t a n los lazos del
útil, ya que (como acabamos de expresar) allí donde las
parentesco m u c h o más atrás q u e nosotros, los occidentales;
personas n o pueden llevar registros n i enviar mensajes escri-
empero, sí puede decirse que es dable esperar el desarrollo
tos el poder de cualquier gobierno h a de ser p o r fuerza rela-
de sentimientos que coarten l a expresión de conflictos entre
tivamente circunscrito y, además, l a f a l t a de registros res-
quienes v i v e n en estrecho contacto d i a r i o ( y así ocurre a
tringe sus transacciones económicas a las más sencillas; p o r
m e n u d o ) , p e r o fuera de estos círculos restringidos n o pode-
o t r a parte, en los pueblos ágrafos e l número de individuos de
mos confiar en que el sentimiento baste p o r sí solo p a r a con-
quienes puede decirse que comparten u n gobierno común

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ciliar intereses opuestos. E n estas esferas más amplias de la estructura pero otras n o , p o r l o que surge e l interrogante de
relación social siempre hay conflictos y rivalidades cuyos p r o - si podemos hablar de gobierno en el caso de estas últimas.
tagonistas buscan obtener u n a solución favorable p a r a sus l i -
tigios e i n f l u i r en las decisiones comunitarias — o sea, en las H a y dos maneras de buscar respuesta a esta pregunta. U n a
«medidas políticas»— conforme a sus intereses. Esto consti- es p a r t i r de l a noción sobre l a f o r m a externa que debería
tuye u n a actividad política.
presentar u n gobierno. Los textos sobre l a materia dicen que
E n e l siglo x v n , el filósofo Hobbes contraponía a l estado na- ejerce funciones legislativas, ejecutivas y judiciales; cuando
t u r a l , donde cada hombre alzaba su m a n o contra el prójimo, hallamos u n p a r l a m e n t o y u n gabinete, o u n congreso y u n
l a sociedad c i v i l , cuyos integrantes han, delegado l a a u t o r i - presidente, sabemos que estamos ante u n gobierno: a este
d a d e n u n gobernante supremo (que n o tiene p o r qué ser n e - t i p o de a u t o r i d a d , o a l país que l a posee, le llamamos Estado.
cesariamente u n solo i n d i v i d u o ) . Este argumento, más lógico Las organizaciones gubernativas de esta índole, que nos son
que histórico, surgía de los supuestos abrigados p o r Hobbes familiares, sancionan leyes cuya vigencia mantienen dentro
sobre l a naturaleza h u m a n a en e l sentido de que, sin u n a de todo t e r r i t o r i o que se halle bajo su jurisdicción. H o y día,
a u t o r i d a d soberana, asistiríamos inexorablemente a l a guerra el m u n d o está íntegramente d i v i d i d o entre gobiernos, cada
de cada ser h u m a n o c o n t r a e l resto de sus semejantes; pero
u n o de los cuales posee autoridad sobre u n área delimitada
a l exponerlo se refirió expresamente a los «pueblos salvajes
p o r fronteras reconocidas ( p o r supuesto, hay veces en que
de muchas comarcas americanas», cuando, si bien es cierto
su simple ubicación es m o t i v o de querellas . . . ) : todos los
que algunas sociedades p r i m i t i v a s (según veremos luego) a d -
habitantes de G r a n Bretaña, ya sean nativos o extranjeros,
m i t e n l a lucha como u n m e d i o lícito p a r a obtener l a repara-
h a n de acatar sus leyes y obedecer a su policía; si u n inglés
ción de u n agravio, n o se t r a t a aquí de u n instrumento de
v i a j a a Francia estará sujeto a l a legislación de este país, p o -
dominación t a l como l o i m a g i n a b a Hobbes. E l hecho de si
drá hacer ciertas cosas que le estaban prohibidas en I n g l a -
puede o n o atribuírsele a esta clase de comunidades l a p o -
terra y quizá l o sancionen p o r otros actos permitidos allá.
sesión de u n gobierno y de leyes plantea u n interrogante i n t e -
L a a u t o r i d a d de u n Estado se extiende, pues, sobre u n t e r r i -
resante, a l que los antropólogos contemporáneos h a n dado
t o r i o determinado. Para algunos autores, las sociedades p r i -
diversas respuestas.
m i t i v a s n o admitían este poder t e r r i t o r i a l ; y, p o r consiguien-
Para muchos autores modernos, l a tarea de gobierno debe te, l a idea de que u n soberano o gobierno pudiera controlar
realizarse a través del t i p o de organización que nosotros l l a - u n t e r r i t o r i o y exigir obediencia de cuantos se h a l l a r a n en él
mamos E s t a d o : * u n c o n j u n t o de personas autorizadas a señaló, con su aparición, u n i m p o r t a n t e paso en l a e v o l u -
e m i t i r y poner en vigencia reglamentaciones valederas p a r a ción gubernativa.
cuantos se hallen b a j o su jurisdicción, d i r i m i r las disputas C o n f o r m e a esta opinión, los pueblos p r i m i t i v o s carecen de
que surgieren entre estos, obligarlos a pagar impuestos u toda noción de «país» d o t a d o de leyes que rigen p a r a quie-
otras contribuciones económicas y organizar su defensa con- nes se encuentran e n él. E n las etapas iniciales de l a v i d a en
t r a los enemigos exteriores — p a r a n o mencionar las otras sociedad, los individuos reconocen que tienen ciertos deberes
múltiples funciones que el Estado h a asumido e n e l presente hacia sus parientes dondequiera se hallen, pero n o aceptan
siglo—. Algunas sociedades p r i m i t i v a s poseen esta clase de la existencia de u n gobernante a l que deban acatar por el
hecho de estar d e n t r o de su territorio. Ateniéndonos siempre
* E n esta acepción de l a palabra «estado» (y también, a veces, co- al parecer de estos autores, l a f o r m a primigenia de l a so-
mo sinónimo de «nación»), el uso h a impuesto en castellano la ciedad es u n a «tribu» integrada p o r personas que se creen
mayúscula inicial ( E s t a d o ) , reservando l a forma «estado» para de-
descendientes de u n solo antepasado común y que pueden
signar las divisiones territoriales >b provincias dentro de u n a nación
(estado de Ohio, estado de S a n Pablo, e t c . ) . Siendo el tema de esta obedecer a u n jefe o caudillo, no porque sea el soberano de
obra, precisamente, indagar cuándo existe o no ese conjunto de ór- la tierra y dicte sus leyes, sino p o r considerarlo cabeza d e u n a
ganos de gobierno en u n territorio determinado, a los efectos de f a m i l i a (que puede ser bastante g r a n d e ) .
evitar ambigüedades vamos a emplearla siempre con mayúscula.
[H. de la Ti
E l exponente más célebre de esta teoría fue Sir H e n r y M a i n e ,
f u n d a d o r de l a jurisprudencia comparada, para quien e l p a -

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so de l a «tribu» fundada en el parentesco consanguíneo a l simple, entraña e l reconocimiento de que un g r u p o de p a -
Ertado basado en l a «contigüidad local» era u n hecho t a n rentesco posee e l derecho exclusivo a que el jefe sea elegido
i n f a r t a n t e que lo describió c o m o u n a de «esas subversio- entre sus integrantes; t a l caso puede darse en pueblos m u y
nes del sentimiento que denominamos enfáticamente revo- pequeños; encontramos sociedades donde ciertos linajes ocu-
luciones». 1 pan u n a posición privilegiada (son aristócratas, si se prefiere
Maine considera aquí l a razón aceptada p o r u n g r u p o de expresarlo a s í ) , aunque sus prerrogativas son t a n escasas que
personas como f u n d a m e n t o de su obediencia colectiva a las resulta difícil decir que gobiernan — t a l como se supone que
mismas leyes. Según dice, en las condiciones primitivas el l o hacen los aristócratas—. Los ejemplos que habremos de
único m o t i v o es que todos son realmente hermanos o a l m e - citar parecen sugerir que los Estados surgen cuando dichos
nos primos, o conjeturan que l o son; con e l tiempo, l a p e r - grupos privilegiados consiguen agenciarse los servicios de se-
manencia en u n a comarca pasa a ser m i r a d a c o m o causa cuaces mediante los cuales pueden imponer su v o l u n t a d a l
suficiente p a r a obedecer «la ley d e l lugar». Señala, además, resto de l a población; de todos modos, este proceso se h a
que allí donde la pertenencia a u n pueblo se basa e n u n a iniciado, e n ciertos casos, en t a n pequeña escala y su avance
ascendencia común, n o siempre se cree realmente en e l l a ; ha sido t a n gradual que h a b l a r de u n cambio revolucionario
los diferentes subgrupos pueden tener leyendas que e x p l i - en las ideas sería apartarse de l a realidad.
quen c ó m o se unieron a l a r a m a p r i n c i p a l en algún m o m e n - U n autor contemporáneo, M a c l v e r , va más allá que M a i n e :
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to de su existencia y, a decir v e r d a d , muchos pueblos p r i m i t i - sostiene que l a pertenencia a las comunidades políticas p r i -
vos c i m i e n t a n su organización en que todos sus miembros mitivas se f u n d a únicamente e n e l parentesco y que «el go-
pueden insertarse teóricamente en e l árbol genealógico, si bierno t r i b a l difiere de todas las otras formas políticas» en
bien algunos l o hacen p o r adopción y n o p o r nacimiento. este aspecto. Además, «su base t e r r i t o r i a l no está bien defi-
M a i n e l l a m a a esto «la más antigua de las ficciones legales, nida», frase esta última bastante equívoca, puesto que los
aquella cuyo empleo está más difundido», y agrega: « . . . a pueblos ágrafos no d i b u j a n mapas y por l o t a n t o quizás i g -

Í
n o r a n e l trazado de sus fronteras hasta que estalla u n a gue-
m i parecer no hay ninguna a l a que l a h u m a n i d a d deba es-
tar más profundamente reconocida. D e n o haber existido, n o r r a p o r t a l causa. N o obstante, es posible que abriguen l a f i r -
veo c ó m o cualquiera de los grupos p r i m i t i v o s — f u e r a cual me convicción de que determinado t e r r i t o r i o es suyo y de
fuese su n a t u r a l e z a — habría p o d i d o absorber a o t r o o c o m - nadie más; Schapera h a demostrado que hasta las c o m u n i -
binarse dos de ellos e n otros términos que los de u n a supre- dades políticas más pequeñas y simples poseen u n t e r r i t o r i o
macía absoluta y u n vasallaje total». Pero luego, continúa reconocido (Schapera empleó l a expresión «comunidad p o -
diciendo M a i n e , «probablemente en cuanto se sintieron l o lítica» p a r a designar cualquier g r u p o de individuos que tie-
bastante fuertes como p a r a resistir las presiones externas, nen leyes, jefes o u n gobierno en c o m ú n ) .
todas estas sociedades cesaron de reclutar sus miembros m e - Más aún, n i siquiera esas pequeñas comunidades están for-
diante prolongaciones ficticias de los lazos de consanguini- madas íntegramente p o r descendientes de u n mismo antepa-
dad, pasando, por l o tanto, a constituirse necesariamente sado. E n todas las sociedades p r i m i t i v a s las normas m a t r i -
en aristocracias a l nuclearse en t o r n o a ellas, p o r diversas moniales prohiben las uniones entre parientes cercanos, de
causas, poblaciones advenedizas incapaces de invocar u n o r i - m o d o que en u n a c o m u n i d a d política d i m i n u t a donde todos
gen c o m ú n » . los varones estén realmente emparentados entre sí, sus espo-
sas deberán proceder de otros grupos; p o r supuesto, estas
Esta c o n j e t u r a se a p r o x i m a de m a n e r a notable a l a clase de
pasan a f o r m a r parte de l a c o m u n i d a d de sus maridos y
evolución ilustrada p o r los casos que trataremos en e l p r e -
quedan sometidas a sus autoridades —cualesquiera que fue-
sente libro. De hecho, los pueblos que se creen ligados p o r
r e n — , perdiendo así l a sujeción política a su c o m u n i d a d
vínculos de parentesco carecen del t i p o de estructura políti-
n a t a l . E n sociedades de mayor envergadura, quienes se con-
ca que denominamos Estado. Este mismo, en su f o r m a más
sideran descendientes de u n lejano antepasado común se
1 H . Maine, Ancient Law, Londres, Everyman Edition, 1959, pá-
gina 76. 2 The Web o¡ Government, 1947.

18 19
a g r u p a n en linajes exogámicos — o sea que los miembros de sus respectivos t e r r i t o r i o s — , e l vocablo «tribu» es parte i n -
cada linaje deben buscar esposa fuera de él, suponiéndose dispensable del lenguaje oficial del país. Q u i e n desee e m -
que d i c h o antepasado es demasiado remoto como p a r a i m - plearlo como u n término técnico y n o c o m o u n m o t e ofensi-
pedir los casamientos entre l i n a j e s — ; por o t r a parte, estos vo debe poner en claro que solo significa u n a división políti-
pueblos más numerosos n o acostumbran suponer que todos ca independiente d e n t r o de u n a población con características
sus integrantes descienden de u n a misma persona. culturales comunes.
Este es e l m o m e n t o o p o r t u n o p a r a e x a m i n a r de qué manera E n su segunda acepción, e l vocablo «nación» se refiere a los
el vocablo «tribu» puede servirnos p a r a nuestra exposición. nuevos países que h a n alcanzado l a independencia en el pre-
C o m o !a gente que se tiene p o r civilizada h a dado en usarlo sente siglo mediante l a expulsión, o el r e t i r o v o l u n t a r i o , del
p a r a describir a las sociedades que en su opinión n o l o son, d o m i n i o colonial. C a d a u n a de ellas comprende numerosa»
es m u y n a t u r a l que los miembros intruidos de los grupos así subdivisiones con lengua y c u l t u r a propias, que n i pueden
denominados l o consideren u n mote insultante. Pero los a n - llamarse naciones sin provocar confusión, n i ansian en ver-
tropólogos lo emplean sin referirse en absoluto a niveles de d a d liberarse y constituirse en tales; en este caso también es
civilización: cuando escriben sobre A f r i c a , se v a l e n de él p a r a conveniente emplear l a palabra «tribu», aunque a menudo
designar las divisiones políticas de ciertas grandes poblacio- puede evitarse mencionándolas como «pueblos» —designa-
nes que se a u t o t i t u l a n con el mismo nombre y h a b l a n l a mis- ción más vaga en realidad que l a a n t e r i o r — .
m a lengua, sin reconocer empero a u n jefe o a o t r o t i p o de
gobierno u n i t a r i o . Cierto es que se las podría denominar n a - T r a s haber comprobado que todas las comunidades políticas
ciones, pero hoy día suman cada vez más las que, desde el poseen su p r o p i o territorio, estén o n o organizadas en f o r m a
p u n t o de vista político, f o r m a n parte de otras agrupaciones de Estado, debemos establecer si, e n los casos en que n o l o
humanas aún mayores, regidas p o r u n gobierno independien- están, tienen gobierno o ley, o carecen de ellos. C o m o en
te que p r o c u r a unificar en u n a sola nación a todas las perso- estos grupos no existe ninguna de las instituciones en las que
nas sometidas a su autoridad. solemos reconocer u n gobierno, hemos de plantear nuestro
N o obstante, la tendencia actual parece apoyar u n doble uso interrogante de m o d o distinto: e n vez de « ¿ Q u é f o r m a ex-
del término «nación». T o m á n d o l o en su p r i m e r sentido, los terna debería presentar u n gobierno?», debemos preguntar
chwana de A f r i c a m e r i d i o n a l , los nuer del sur sudanés, los « ¿ Q u é hace?» o « ¿ Q u é es?». Partiendo de esta base pode-
i b o de N i g e r i a oriental son naciones. Los n u e r (que suman mos averiguar si en algunas sociedades sencillas se c u m p l e n
aproximadamente 200.000) se d e n o m i n a n a sí mismos con acaso — t o t a l o p a r c i a l m e n t e — las funciones de gobierno,
u n nombre común que los distingue de sus vecinos, compar- aunque carezcan de las instituciones propias de u n Estado.
ten u n a m i s m a lengua e idéntica «cultura» (entendiéndose ¿ Q u é hace u n gobierno? Protege a los miembros de l a co-
por t a l sus medios de v i d a , normas de conducta y religión), m u n i d a d política contra el desorden y los desafueros internos
pero nunca actúan todos de consuno; p o r el contrario, están y los enemigos externos; decide, en n o m b r e de ellos, en aque-
divididos en secciones, cada u n a con su p r o p i o t e r r i t o r i o , llos asuntos que conciernen a todos y donde deben actuar
que o b r a n independientemente y a m e n u d o pelean entre sí. colectivamente.
Los ibo son m u c h o más numerosos (superan los cuatro m i l l o - E n 1940 dos antropólogos, Fortes y Evans-Pritchard (luego
nes) pero también están repartidos en unidades territoriales profesores en C a m b r i d g e y O x f o r d , respectivamente), p u -
autónomas y c o n frecuencia hostiles. L o s antropólogos deno- blicaron u n a colección de estudios t i t u l a d a African, Political
m i n a n «tribus» a este t i p o de divisiones. E n el caso de los Systems que constituyó el p r i m e r i n t e n t o de respuesta a l i n -
chwana de Bechuanalandia,'sueleados en ocho grandes g r u - terrogante de si existía alguna sociedad africana en l a que
pos — c a d a u n o con su jefe reconocido f o r m a l m e n t e p o r e l n o pudiera reconocerse l a presencia de u n sistema político.
gobierno d e l Protectorado,* que también les h a adjudicado Por supuesto, l a contestación dependía de qué se entendía
p o r sistema político. E n opinión de los autores, este se ocu-
* E l Protectorado de Bechuanalandia cambió su nombre por el de paba de reglamentar el uso de la fuerza; en otras palabras,
Botswana a partir del 30 de setiembre de 1966, fecha en que declaró toda c o m u n i d a d política (en realidad n o emplearon esta ex-
su independencia. [N. de la T.]

20 21
presión) reconoce ciertas reglas que f i j a n cuándo es lícito o
vez resulte difícil identificar a aquellas personas que podría-
ilícito r e c u r r i r a l a fuerza, y en ello radica su naturaleza.
mos calificar de «el gobierno», cuestión esta que deberemos
Empero, si bien todas las sociedades estudiadas p o r ellos se
dejar p a r a más adelante.
regían p o r sistemas políticos, algunas carecían de gobierno.
¿ C ó m o sabemos si u n a c o m u n i d a d tiene leyes? Si solo se e n -
E n e l último caso sus miembros se dividían en grupos basa-
tiende por tales las que h a n sido promulgadas expresamente,
dos en el parentesco, los cuales gozaban de autonomía en
serán poquísimos — s i los h a y — los pueblos ágrafos que las
casi todas sus actividades (sin embargo, cada g r u p o e r a d u e -
posean, porque las sanciones que n o se registran tienden a
ño de su tierra — c o n t r a r i a m e n t e a l o que ocurría en las
olvidarse o, en el m e j o r d e los casos, pasan a ser m o t i v o de
«tribus» de M a i n e — , siendo esta quizá l a posesión común
disputas. Así, se dice que los jefes chwana de A f r i c a m e r i -
más i m p o r t a n t e ) . E l jefe d e u n l i n a j e — q u e así se l l a m a n
d i o n a l legislaron p a r a su gente antes de introducirse entre
estas unidades colectivas de parientes— podía estar f a c u l -
ellos l a escritura, pero pocas de estas leyes antiguas se r e -
t a d o p a r a dictar órdenes a los miembros de su g r u p o , pero
cuerdan en l a actualidad.
nadie tenía a u t o r i d a d p a r a dictárselas a él. Si u n i n d i v i d u o
Según Hobbes, allí d o n d e faltaba l a ley debía reinar l a anar-
sufría u n agravio, su linaje l o ayudaba a buscar u n a repa-
quía; Evans-Pritchard, a quien debemos nuestro conoci-
ración por l a fuerza y cuando se cansaban de pelear i n v i t a -
miento de los nuer, dice que estos v i v e n en u n a «anarquía
b a n a alguien influyente p a r a que actuara de mediador en-
ordenada». A u n l a simple observación casual de los pueblos
tre las partes e n conflictos; el extranjero que llegara a la
primitivos que hoy subsisten nos demuestra que n o pasan su
c o m u n i d a d en el instante o p o r t u n o bien podía interpretar
vida e n constantes luchas, destruyéndose unos a otros; que
semejante situación como p r u e b a de l a guerra « d e cada u n o
aceptan normas "de conducta perfectamente conocidas y, p o r
contra todos» de que hablaba Hobbes. Los n u e r son u n e j e m -
lo general, l o bastante acatadas c o m o p a r a que los individuos
p l o clásico de este t i p o de sociedad (de ellos nos ocuparemos
sepan cuáles son sus derechos y qué pueden esperar de los
extensamente más a d e l a n t e ) . Las comunidades que carecen
demás e n cualquiera de las reiteradas situaciones que p l a n -
de policía emplean otras influencias para lograr que l a gen-
tea l a v i d a . ¿ A qué se debe esto? Antes, l a explicación p o p u -
te se m a n t e n g a en paz, o a l menos en u n a concordia suficien-
lar sostenía que l a excesiva estupidez o superstición de esos
te; los tallensi de G h a n a (descritos p o r Fortes en African
nativos — y h o y l o que se h a d a d o en l l a m a r , con más r o -
Political Systems) creían que su t i e r r a n o podía prosperar a
manticismo, «conciencia comunitaria»— les impedía poner
menos que l a paz reinara entre todos en el m o m e n t o de p a r -
en tela de j u i c i o las normas de c o m p o r t a m i e n t o en las que
t i c i p a r juntos en sus grandes fiestas religiosas, sintiéndose
habían sido criados, d e m o d o que l a fuerza de l a «costum-
compelidos a d i r i m i r sus querellas p a r a esa época.
bre» bastaba p a r a m a n t e n e r el orden social; hasta que M a -
Los autores que colaboraron en la o b r a antedicha se centra-
linowski echó p o r tierra t a l interpretación con su trabajo so-
r o n particularmente e n l a función gubernativa de mantener
bre los pobladores de las islas T r o b r i a n d (archipiélago situa-
el orden y l a vigencia de l a ley, sin e n t r a r a considerar l a
d o frente a l a costa de N u e v a G u i n e a ) . M a l i n o w s k i vivió
cuestión de quién t o m a b a las decisiones comunales y de qué
durante tres años en u n a de sus aldeas, así que le sobraron
t r a t a b a n estas. E n su estudio sobre los pueblos ( o tribus)
oportunidades de ver a c t u a r a personas encolerizadas a l sen-
sudafricanos, Schapera h a demostrado que l a c o m u n i d a d más
tirse agraviadas e n sus derechos y de observar cómo obraban
pequeña de esa región, d o t a d a de l a tecnología más r u d i -
en tales casos; desde entonces, los antropólogos h a n d e d i -
m e n t a r i a que se pueda concebir, reconoce en algunos de sus
cado especial interés a l estudio de las disputas p o r l a luz
miembros l a a u t o r i d a d p a r a t o m a r decisiones comunitarias,
que a r r o j a n sobre l a reacción de u n a sociedad ante l a v i o l a -
hecho que en su opinión basta para que se l a considere p o -
ción de sus reglas.
seedora de u n gobierno; se t r a t a de las bandas de bosquima-
Q u e d a aclarado, pues, que no existe n i n g u n a c o m u n i d a d
nos, que integran entre diez y treinta hombres con sus f a -
donde las reglas se obedezcan automáticamente, que todas
milias y que subsisten cazando pequeños animales y recolec-
y cada u n a de ellas cuentan con algún m e d i o p a r a asegurar
tando plantas silvestres. E n cambio, e n algunos de los pue-
el acatamiento y enfrentar a los infractores. Sin embargo,
blos más numerosos descritos en African Political Systems t a l
queda por averiguar si todos estos medios merecen e l c a l i f i -

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cativo de legales, y, de no ser así, qué reglas h a n de tenerse tal concerniente a l establecimiento y m a n t e n i m i e n t o de l a
por leyes y qué procedimientos por legales. cooperación i n t e r n a y l a independencia externa», abarcan-
3

L a cuestión h a sido o b j e t o de innumerables escritos, pero d o a u n t i e m p o los medios para mantener el orden de los que
ninguno de sus autores h a llegado a a f i r m a r que t o d a regla depende l a cooperación, y l a organización de esta última.
que u n a persona se siente constreñida a obedecer es l e g a l ;
por ejemplo, las reglas del ceremonial pertenecen obviamen- Los ejemplos de gobierno p r i m i t i v o que trataremos en este
te a u n a categoría distinta. Pero M a l i n o w s k i habría cali- l i b r o procederán de aquella parte de A f r i c a oriental que
ficado de leyes casi todo l o demás, pues odiaba las definicio- comprende K e n y a , U g a n d a , T a n g a n y i k a * y el sur del Sudán,
nes formales y tenía p o r tales las que describen a las leyes donde se encuentran numerosos tipos de sistemas políticos
como reglas sancionadas e impuestas p o r l a a u t o r i d a d del Es- m u y diferenciados entre sí j u n t o a otros —pertenecientes a
t a d o ; en su opinión, q u i e n se guiase p o r u n a definición «fun- grupos colindantes— que presentan similitudes en sus rasgos
cional» —buscando e l t i p o de contribución que u n a insti- generales e interesantes diferencias de detalle. Además, los
tución presta a l a v i d a social en su t o t a l i d a d — hallaría le- pueblos de esta zona h a b i t a n ambientes m u y disímiles, por
yes en todas las sociedades (incluso presentó algunas de d i - l o que cabe preguntarse, entre otras cosas, si las variaciones
chas definiciones). en el medio n a t u r a l crean presuntas divergencias p a r a l é i s
E n su introducción a African Political Systems, R a d c l i f f e - en los sistemas políticos, y en t a l caso, dónde ocurre ello.
B r o w n , el contemporáneo más destacado d e M a l i n o w s k i , des- Estos pueblos se h a n clasificado en nilóticos, hamito-nilóticos
cribió l a ley como «la aplicación de sanciones penales direc- y bantú según el g r u p o lingüístico a l que pertenecen. E n t r e
tas o indirectas [ . . . ] , l a solución de los litigios y l a provisión los dos primeros hay casos en que las formas externas de go-
de u n a justa satisfacción p o r los perjuicios sufridos», l o cual bierno se d a n e n grado mínimo, comparadas con el resto de
demuestra que no rechazaría su presencia allí donde no. exis- la región, mientras que algunos pueblos bantú disponen de
ten tribunales o jueces. Presentó como ejemplo de acción u n aparato t a l de autoridad que basta echarle u n vistazo p a -
legal el l i n c h a m i e n t o ejecutado p o r t o d a l a población con ra reconocer en él a u n gobierno. T a n t o es así que cuando
que algunas tribus de K e n y a solían castigar los delitos más Speke llegó a Buganda, e n 1862, le sorprendió a l instante su
horrendos, pero negó el calificativo de ley a l o que denominó contraste con e l resto de las comarcas recorridas durante su
«venganza reglamentada», o disputa inveterada, en l a cual v i a j e : tenía ante sí u n a capital bien trazada, de varios kiló-
u n sector de l a c o m u n i d a d l u c h a contra o t r o , con l a a p r o - metros cuadrados de extensión, residencia de u n soberano
bación de los restantes miembros, a raíz de la ofensa recibida que, rodeado p o r sus altos funcionarios, dispensaba justicia y
p o r u n o de sus integrantes de manos de alguien pertenecien- atendía a los emisarios venidos del extranjero, en medio de
te a l o t r o grupo. R a d c l i f f e - B r o w n admitía que el derecho a u n constante i r y venir de mensajeros portadores de informes
la venganza apoya a l a ley que reprime e l asesinato, y a que a l m o n a r c a u órdenes destinadas a otros puntos del país;
la gente separará si puede a los contrincantes para evitar aunque Speke acabó viendo en el K a b a k a de Buganda a u n
que se desate u n a disputa interminable, p e r o juzgaba que déspota irresponsable, jamás dudó de que poseía verdadero
este t i p o de disputas no constituía u n a acción legal. poder político. Pero n o es cuestión de clasificar a estas c o m u -
nidades como «pueblos con jefes» y «pueblos sin jefes»: a l -
E n African Political Systems se sigue l a definición de o r - gunos grupos nilóticos tienen jefes o reyes (títulos que, como
ganización política dada p o r R a d c l i f f e - B r o w n , tendiente a veremos, pueden entrañar significados m u y diversos) y hay
ser aplicada a todas las sociedades, posean o n o u n a f o r m a núcleos bantú cuyos sistemas de gobierno no i m p l i c a n el r e -
estatal de gobierno; es est^: «aquella parte de l a organiza- conocimiento del m a n d o unipersonal.
ción t o t a l que se ocupa de mantener o establecer el orden
social, dentro de u n m a r c o t e r r i t o r i a l , mediante el ejercicio 3 Government and Politics in Tribal Society, Londres: C . A . Watts,
1956, pág. 218.
organizado de u n a a u t o r i d a d compulsiva que entraña e l uso
* Convertida en Estado independiente el 7 de diciembre de 1961,
real o posible de l a fuerza física». Schapera l a define con Tanganyika se unió a Zanzíbar en 1964 para constituir l a República
mayor a m p l i t u d como «aquel aspecto de l a organización t o - U n i d a de Tanzania []V. de la T . ]

24 25
K e n y a , Tanganyika y Ugaaada rodean el L a g o V i c t o r i a . Dos f u l n de asentamiento constituyen el m o t i v o capital de las
sabentes sujetan cual pinzas naturales l a g r a n cuenca desde «fcimilitudes observadas e n los sistemas políticos, pero sí r e -
l a q u e el Nilo fluye hacia e l n o r t e : a l este, los acantilados de voten p a r t i c u l a r i m p o r t a n c i a entre los pastores cuyo habitat
la hendidura tectónica a f r i c a n a ; a l oeste, l a r a m a opuesta de los o b l i g a a llevar u n a v i d a nómade j u n t o a su ganado. A
dicha formación geológica, que corre desde e l L a g o A l b e r t o o t o s pueblos les sería imposible v i v i r de manera ordenada
hasta l a ribera norte del T a n g a n y i k a . Sus orillas se elevan gra- a n o pudiesen cruzar determinado t e r r i t o r i o en paz y m a n t e -
dualmente hacia el oeste desde las tierras bajas del golfo de nerse e n m u t u a concordia cuando se a g r u p a n en t o r n o a las
K a v i r o n d o , en jurisdicción de K e n y a ; su declive suave, t a n escasas aguadas; p o r ende, el t i p o de disposiciones tendientes
distinto de los escarpados bordes de los lagos situados d e n t r o a asegurar l a paz depende en m u c h o de l a distancia que
de los valles d e l a g r a n hendidura, permite l a colonización, y h a n de recorrer los pastores y sus rebaños y de las condicio-
en efecto l a zona ribereña se h a l l a densamente poblada. nes en que se agruparán.
A l norte de l a f r o n t e r a entre Sudán y U g a n d a , e l N i l o Blanco T o d o el país n u e r es u n a sabana. Las aldeas se alzan sobre
recorre u n a pendiente t a n gradual q u e las hierbas flotantes las cuchillas arenosas, fuera d e l alcance de la inundación,
obstruyen su curso y e n l a estación de las lluvias las i n u n d a - cuidado obviamente necesario p a r a l a seguridad de los h a -
ciones cubren buena parte de las comarcas linderas, cuyas bitantes y de sus viviendas — a u n q u e estas sean simples cho-
tierras están casi a l m i s m o n i v e l que e l río. Este es e l país zas de b a r r o y fibras c o n techo de p a j a — , y también d e l ga-
de los pueblos nilóticos; los más conocidos de entre ellos nado, y a que este se enferma si pisa constantemente suelos
son los nuer (unos 200.000), los d i n k a ( 9 0 0 . 0 0 0 ) , los s h i - anegados. Los villorrios aparecen como largas hileras de
l l u k (110.000) y los anuak ( 4 0 . 0 0 0 ) . Las cifras de pobla- chozas que se extienden p o r u n a o dos millas sobre el f i l o
ción corresponden a l a época e n que estos grupos fueron de las colinas, teniendo a u n lado sus tierras de pastoreo y
estudiados p o r los antropólogos, pues los cambios en el nú- e n l a vertiente opuesta sus labrantíos de maíz o m i j o , pues
mero de habitantes pueden acarrear alteraciones en l a es- los n u e r c u l t i v a n cereales, aunque los consideran u n a l i m e n -
t r u c t u r a política, y l o que cuenta aquí es e l tamaño de l a to inferior (también pescan en las lagunas que se f o r m a n
población correspondiente a l sistema político en estudio. al b a j a r las aguas). D u r a n t e l a estación seca deben abando-
Los rulotas sudaneses h a b i t a n las orillas d e l N i l o Blanco y nar las aldeas p a r a mantenerse cerca d e l agua y de los pas-
sus tributarios, ocupando asimismo l a región situada entre tizales donde p u e d a n apacentar su ganado. A m e d i d a que
ellos. G r a n parte de estas tierras se i n u n d a n en plena época las aguas descienden, aumenta e l número de personas obliga-
de las lluvias, y a l sobrevenir l a estación seca los esteros se das a agruparse en t o r n o a las lagunas aún existentes, donde
convierten gradualmente e n extensiones de suelo arcilloso levantan campamentos con chozas de pasto; como los h a b i -
resquebrajado p o r el c a l o r ; aquí y allá se f o r m a n charcas tantes de u n a aldea no se refugian necesariamente en el mis-
en las grietas profundas, donde crece pasto suficiente p a r a m o campamento de pastoreo, en las distintas épocas del año
la alimentación mínima del ganado. E l área ribereña es u n a se suscita u n contacto constante entre diferentes grupos: e n
sabana d e pastos altos y escasa vegetación arbórea, mientras la estación de las lluvias son los habitantes de las aldeas ve-
que en las zonas u n poco más altas aquellos alternan con cinas quienes necesitan mantener relaciones amistosas p a r a
montes d e árboles espinosos. poder llevar u n a v i d a n o r m a l ; en l a temporada seca t a l
A h o r a bien, es obvio que l a distribución geográfica de u n concordia es requerida p o r u n a cantidad m u c h o mayor de
pueblo debe afectar su f o r m a de gobierno, especialmente si i n d i v i d u o s : e n su m a r c h a trashumante en busca de agua p a -
carece de medios p a r a comunicarse a grandes distancias. C a - r a sus animales, a los pastores les es indispensable contar con
da u n o de los cuatro grupos nombrados se ajusta a u n « p a - que n o serán atacados por otros nómades que estén reco-
rriendo l a m i s m a comarca.
,trón de asentamiento» (como se l o denomina a veces) bas-
tante distinto, y estas diferencias nos demuestran cuánta i m - Los d i n k a rodean a los n u e r p o r el norte, el oeste y el s u r ;
portancia adquieren las pequeñas fluctuaciones del ambiente su país es m u y semejante a l de estos, pero la superficie i n u n -
geográfico p a r a los pueblos de tecnología r u d i m e n t a r i a . N a - dada a raíz de las lluvias es menor. C o m o los nuer, son pas-
turalmente, sería u n error suponer que las variaciones en las tores y complementan su alimentación de carne y leche con

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27
además, entre 1932 y 1939 los despojaron de gran cantidad
cereales y pescado; difieren de ellos e n que mientras que
de ellas en castigo colectivo p o r u n a incursión c o n t r a u n
en l a época de l a inundación las aldeas de los n u e r quedan
pueblo vecino. D u r a n t e l a estación de las lluvias los ríos se
andarlas e n l a c i m a d e las colinas, e l ganado de los d i n k a
desbordan en l a zona occidental del país anuak, mientras
todavía tiene campo e n que moverse, aunque deban m a n t e -
que en los meses de sequía hasta el agua potable llega a
nerlo en las tierras altas. Así como las chacras disminuyen
faltar en algunas aldeas, construidas todas ellas fuera del
en l a estación seca, de igual m o d o los terrenos secos se r e -
alcance de l a inundación; cuando esto ocurre los moradores
ducen con las lluvias, é p o c a e n l a que se producen las con-
se trasladan j u n t o a los esteros, acampando sobre montículos
centraciones importantes de los d i n k a . Las mismas personas
que parecen originados en l a acumulación de detritos — r e -
se reúnen todos los años en su campamento tradicional — e n
siduos dejados por varias generaciones—, a l igual que los
los bosques de la sabana a l t a — a esperar el f i n de l a época
tell de M e d i o O r i e n t e t a n estimados por los arqueólogos. E n
p l u v i a l ; se trata de pastores pertenecientes a u n a subtribu,
tiempos normales, u n a aldea puede distar entre ocho y t r e i n -
quienes también organizan otras actividades en f o r m a co-
t a kilómetros de su vecina más cercana, y a l sobrevenir la
lectiva y que, p o r el hecho de reunirse anualmente en u n
sequía las poblaciones que se ven forzadas a emigrar l o hacen
campamento, se consideran a sí mismos como integrantes de
de m a n e r a independiente, m a r c h a n d o cada u n a a su m o n -
u n g r u p o cuya paz i n t e r n a es preciso preservar. Pero sucede
tículo, sin que los pastores deban afrontar el problema de
que d i c h o g r u p o experimenta u n a limitación de tamaño i n -
asegurarse el tránsito pacífico p o r u n t e r r i t o r i o en el que
existente en las concentraciones n u e r acampadas durante l a
pueden toparse con otros grupos humanos. Los villorrios se
t e m p o r a d a seca. L o s d i n k a establecen sus campamentos en
autoabastecen en todo cuanto atañe a las necesidades de l a
lugares donde es posible r e u n i r a l ganado en terreno bien
v i d a económica, y aunque abundan, p o r supuesto, los m a t r i -
drenado y manearlo p a r a que pernocte allí, ventaja que, si
monios entre individuos de diferentes aldeas y estas m a n t i e -
suben las aguas, desaparece en caso de producirse u n a exce-
nen entre sí otros contactos amistosos, en l a parte occidental
siva aglomeración de reses. Si algunos pastores advierten
de l a región anuak cada poblado constituye u n a c o m u n i d a d
que no les queda ningún sitio p a r a agrupar a sus animales,
política diferenciada, siendo allí frecuentes las hostilidades
como n o sea en terreno anegado, pueden resolverse a m a r -
entre aldeas.
char en busca d e o t r o lugar donde a c a m p a r : u n g r u p o de
parientes que pastorean su ganado e n común se irá en p r o - E n el extremo oriental de l a comarca, los ríos corren entre
c u r a de esa n u e v a ubicación, e n l a que reclamarán p a r a sí márgenes más altas y nunca se producen inundaciones. Las
las tierras más altas haciendo valer su p r i o r i d a d de ocupa- poblaciones están a l a o r i l l a del río, u n a a l l a d o de l a o t r a ,
c i ó n ; e l número de sus integrantes aumentará con el t i e m p o extendiéndose, p o r detrás de ellas, las parcelas de cultivos
hasta que se los reconocerá como u n a nueva subtribu, sin- conquistadas a l a selva que allí comienza; u n a vegetación
tiéndose libres de toda obligación específica de mantener r e - impenetrable de altos juncos las protegen de ataques sorpre-
laciones cordiales c o n el resto de aquella a l a que o r i g i n a r i a - sivos p o r la parte que d a a l río, y en las restantes les sirven
mente pertenecieron. A l parecer, este t i p o de división h a sido de bastión fuertes empalizadas y la misma selva. C o n todo,
la causa de que los dinka se expandieran p o r u n t e r r i t o r i o nunca es imposible v i a j a r d e u n a aldea a o t r a .
tan extenso. (Cabe aclarar que en l a estación seca, cuando Puede decirse que l a zona oriental del país anuak f o r m a
los hatos deben disponer de mayor espacio, se celebra u n a una sola c o m u n i d a d política, si bien t a l unión n o ha sido
especie de armisticio entre subtribus que en o t r o m o m e n t o originada p o r u n a necesidad real de cooperación pacifica e n -
tenderían hacia u n a m u t u a hostilidad.) tre las aldeas, sino porque l a mayor facilidad de comunica-
Los anuak, pobladores del óurso superior de los mismos ríos ción h a p e r m i t i d o que todas se combinaran fusionándose en
que riegan l a parte oriental d e l t e r r i t o r i o nuer, basan su sub- u n sistema único.
sistencia e n l a cría de ganado lanar y c a p r i n o , más que v a -
Los shilluk h a b i t a n l a o r i l l a occidental del N i l o a l norte y
c u n o ; n o es que carezcan de este último, pero como ellos
sur de M a l a k a l , en u n área donde el terreno se eleva desde
mismos l o a d m i t e n , m a t a n las reses p a r a comer su carne
el borde del río en pendiente bastante empinada, posibilitan-
sin preocuparse en absoluto de l a conservación d e l h a t o ; y
do l a construcción de viviendas a u n a a l t u r a jamás alcanzada

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además, entre 1932 y 1939 los despojaron de gran cantidad
crwalt» y pescado; difieren de ellos en que mientras que
de ellas en castigo colectivo p o r u n a incursión contra u n
en l a época de l a inundación las aldeas de los nuer quedan
pueblo vecino. D u r a n t e l a estación de las lluvias los ríos se
añiadiM en l a cima de las colinas, el ganado de los dinka
desbordan e n l a zona occidental del país anuak, mientras
todavía tiene campo en que moverse, aunque deban m a n t e -
que en los meses de sequía hasta el agua potable llega a
nerlo en las tierras altas. Así como las chacras disminuyen
{altar en algunas aldeas, construidas todas ellas fuera del
en l a estación seca, de igual m o d o los terrenos secos se r e -
alcance de l a inundación; cuando esto ocurre los moradores
ducen con las lluvias, é p o c a en l a que se producen las con-
se trasladan j u n t o a los esteros, acampando sobre montículos
centraciones importantes de los d i n k a . Las mismas personas
que parecen originados en la acumulación de detritos — r e -
se reúnen todos los años en su campamento tradicional — e n
los bosques de l a sabana a l t a — a esperar el f i n de l a época siduos dejados por varias generaciones—, a l igual que los
p l u v i a l ; se trata de pastores pertenecientes a u n a subtribu, teíl de M e d i o Oriente t a n estimados p o r los arqueólogos. E n
quienes también organizan otras actividades en f o r m a co- tiempos normales, u n a aldea puede distar entre ocho y t r e i n -
lectiva y que, p o r el hecho de reunirse anualmente en u n t a kilómetros de su vecina más cercana, y a l sobrevenir la
campamento, se consideran a sí mismos como integrantes de sequía las poblaciones que se ven forzadas a emigrar l o hacen
u n g r u p o cuya paz i n t e r n a es preciso preservar. Pero sucede de manera independiente, m a r c h a n d o cada u n a a su m o n -
que dicho g r u p o experimenta u n a limitación de tamaño i n - tículo, sin que los pastores deban afrontar e l problema de
existente en las concentraciones n u e r acampadas durante la asegurarse el tránsito pacífico p o r u n t e r r i t o r i o en el que
temporada seca. Los d i n k a establecen sus campamentos en pueden toparse con otros grupos humanos. Los villorrios se
lugares donde es posible r e u n i r a l ganado e n terreno bien autoabastecen en todo cuanto atañe a las necesidades de l a
drenado y m a n e a r l o para que pernocte allí, ventaja que, si v i d a económica, y aunque abundan, p o r supuesto, los m a t r i -
suben las aguas, desaparece en caso de producirse u n a exce- monios entre individuos de diferentes aldeas y estas m a n t i e -
siva aglomeración de reses. Si algunos pastores advierten nen entre sí otros contactos amistosos, en l a parte occidental
que no les queda ningún sitio p a r a agrupar a sus animales, de l a región anuak cada poblado constituye u n a c o m u n i d a d
como n o sea en terreno anegado, pueden resolverse a m a r - política diferenciada, siendo allí frecuentes las hostilidades
char en busca d e o t r o l u g a r donde a c a m p a r : u n g r u p o de entre aldeas.
parientes que pastorean su ganado en común se irá en p r o - E n el extremo oriental de l a comarca, los ríos corren entre
cura de esa nueva ubicación, en l a que reclamarán p a r a sí márgenes más altas y nunca se producen inundaciones. Las
las tierras más altas haciendo valer su p r i o r i d a d de ocupa- poblaciones están a l a o r i l l a del río, u n a a l l a d o de l a otra,
ción; el número de sus integrantes aumentará con el t i e m p o extendiéndose, p o r detrás de ellas, las parcelas de cultivos
hasta que se los reconocerá como u n a nueva subtribu, sin- conquistadas a l a selva que allí comienza; u n a vegetación
tiéndose libres de toda obligación específica de mantener r e - impenetrable de altos juncos las protegen de ataques sorpre-
laciones cordiales con el resto de aquella a l a que o r i g i n a r i a - sivos por l a parte que da a l río, y en las restantes les sirven
mente pertenecieron. A l parecer, este t i p o de división h a sido de bastión fuertes empalizadas y la misma selva. C o n todo,
la causa de que los d i n k a se expandieran p o r u n t e r r i t o r i o nunca es imposible v i a j a r de u n a aldea a otra.
tan extenso. (Cabe aclarar que en l a estación seca, cuando Puede decirse que l a zona oriental del país anuak f o r m a
los hatos deben disponer de mayor espacio, se celebra u n a u n a sola c o m u n i d a d política, si bien t a l unión n o ha sido
especie de armisticio entre subtribus que en o t r o m o m e n t o originada p o r u n a necesidad real de cooperación pacífica e n -
tenderían hacia u n a m u t u a hostilidad.) tre las aldeas, sino porque l a mayor facilidad de comunica-
Los anuak, pobladores del» curso superior de los mismos ríos ción ha p e r m i t i d o que todas se c o m b i n a r a n fusionándose en
que riegan l a parte oriental del territorio nuer, basan su sub- un sistema único.
sistencia en l a cría de ganado lanar y caprino, más que v a -
Los shilluk h a b i t a n l a o r i l l a occidental del N i l o a l norte y
c u n o ; n o es que carezcan de este último, pero como ellos
sur de M a l a k a l , en u n área donde el terreno se eleva desde
mismos l o a d m i t e n , m a t a n las reses p a r a comer su carne
el borde del río en pendiente bastante empinada, posibilitan-
sin preocuparse en absoluto de l a conservación del h a t o ; y
do l a construcción de viviendas a u n a altura jamás alcanzada

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por las inundaciones. Por l o demás, los shilluk no c r i a n m u - áreas casi incultivables, que permiten a l o s u m o l a existencia
cho ganado, circunstancia que les h a acarreado e l menospre- de pueblos nómades que viven de su ganado.
cio de sus vecinos pero que también los h a l i b r a d o de tener E l país hamito-nilótico puede dividirse e n tres sectores: norte,
que dedicar su v i d a a l a búsqueda d e agua y pasturas. Si es centro y sur. E l p r i m e r o l o ocupan los m a n d a r i , cuyo g r u p o
preciso trasladar e l ganado durante l a estación seca, los j ó - occidental ( e l único suficientemente descrito) suma unos
venes se encargan de c o n d u c i r l o a los islotes del N i l o o a las
10.000 individuos establecidos a unos 140 kilómetros del N i l o .
lagunas de los cauces secos; el grueso de l a población per-
L a ganadería es su ocupación p r e d o m i n a n t e , pero también
manece durante todo e l a ñ o en sus casas, construidas en u n a
c u l t i v a n m i j o , maíz, maní, legumbres, m a n d i o c a y tabaco;
h i l e r a casi c o n t i n u a a l o l a r g o de l a ribera, c o n los sembra-
su ubicación, f u e r a d e l r a d i o de inundación anual, los libera
díos detrás.
de l a trashumancia periódica, h a b i t a n d o e n pequeños grupos
Los shilluk reconocen u n a división t e r r i t o r i a l en once « p o - j u n t o a los arroyos y ríos. C u l t i v a n las tierras aledañas hasta
blados» regidos por sus respectivos jefes, pero estos n o con- agotarlas y luego se trasladan a o t r o p u n t o d e n t r o de u n área
sisten e n caseríos separados p o r espacios deshabitados, siendo fija, cada u n a de las cuales tiene u n jefe reconocido — s u -
difícil p o r l o común p e r c i b i r el límite entre u n p o b l a d o y puesto descendiente de los primeros inmigrantes llegados a
o t r o . Además, n i n g u n a parte de su t e r r i t o r i o llega a quedar esa zona—, q u i e n no a d m i t e l a supremacía de n i n g u n o de sus
aislada del resto, n i siquiera en l a época de las lluvias, pues
colegas; empero, como en l a estación seca pastores de dife-
como siempre se puede navegar e l río n a d a i m p o r t a n los
rentes jefaturas se ven obligados a congregarse con su ganado
obstáculos que ofrezca e l viaje terrestre. Algunos creen que
en los pastizales, les es preciso mantener relaciones pacíficas
a esto se debe q u e los shilluk se mantengan l o bastante u n i -
entre sí.
dos como p a r a acatar a u n soberano único — s i n g u l a r excep-
E l sector central estará representado en este l i b r o p o r los
ción d e n t r o d e los pueblos nilóticos—, p e r o n i siquiera este
55.000 k a r i m o j o n g del nordeste de U g a n d a , y sus vecinos, los
monarca posee g r a n a u t o r i d a d p a r a regir a los shilluk desde
t u r k a n a ( 8 0 . 0 0 0 ) , que viven e n K e n y a , cruzando l a fronte-
su capital, enclavada casi en e l centro de l a extensa línea
ra. Para ambos el problema de l a subsistencia n o radica en el
de poblados.
exceso de agua, sino en l a eterna d i f i c u l t a d de h a l l a r l a en
H a c i a e l sur existen otros pueblos nilóticos cuyos sistemas p o - cantidad suficiente. L o s primeros p u e b l a n u n a altiplanicie
líticos n o h a n sido descritos en d e t a l l e ; de entre ellos, los a l u r bordeada a l este p o r cerros aislados de faldas escarpadas; la
(unos 200.000) o c u p a n l a posición extrema en l a zona f r o n - l l u v i a que reciben corre por las laderas en estrechos cauces
teriza entre U g a n d a y e l ex C o n g o Belga,* y se diferencian rocosos que v a n ensanchándose y tornándose arenosos a m e -
de los pueblos mencionados hasta aquí e n q u e se rigen p o r dida que alcanzan tierras más llanas, hasta perderse en los
jefes cuyas funciones merecerían evidentemente e l calificativo pantanos d e l sudoeste. L a mayoría de las precipitaciones
de gubernativas a ojos de los expertos en ciencia política. Más anuales se descargan en unos pocos chaparrones torrenciales;
adelante hablaremos d e l m o d o en que estos jefes h a n venido contadas horas después de haber cesado l a l l u v i a , los cauces
extendiendo su a u t o r i d a d sobre las comarcas vecinas. empinados ya están secos y e l a g u a fluye arrolladora hacia
Los hamito-nilóticos ocupan u n área situada inmediatamente las zonas más bajas, provocando desbordes que d u r a n dos o
a l sur del núcleo p r i n c i p a l de comunidades nilóticas, y que se tres días; ya en l a l l a n u r a , los ríos tienen caudal por unos
prolonga hacia e l sudeste coincidiendo aproximadamente con treinta días, hasta que sus lechos arenosos absorben el agua
las tierras altas situadas a l este del L a g o V i c t o r i a ; comprende, y quedan aparentemente secos. E l meticuloso vocabulario
pues, l a zona montañosa d e K e n y a y su continuación en T a n - con que los k a r i m o j o n g distinguen las diversas fuentes de
ganyika, más a l sur. E l t e r r i t o r i o corresponde en general a l a agua incluye u n a palabra p a r a designar el caudal de f l u j o
región a p t a p a r a l a cría áe ganado — t i e r r a s altas de pastos permanente, término que resultaría innecesario en países
bajos y lluvias adecuadas—, aunque algunos hamito-nilotas cuyos ríos p o r l o n o r m a l jamás se secan y que, al parecer,
(sobre todo los t u r k a n a de K e n y a septentrional) h a b i t a n en tampoco tendría m u c h a aplicación entre los k a r i m o j o n g ,
pues en su área n o hay cursos fluviales de este tipo. E l agua
* Actual República del Zaire (capital, Kinshasa) . [N. de la T.]
que necesitan para su v i d a d i a r i a l a extraen cavando el lecho

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•nana» de los ríos hasta alcanzar l a a c u m u l a d a b a j o su su- m a r c a n el borde occidental de l a zona montañosa; los masai,
perficie; u m i t i u y c a sus viviendas j u n t o a esos cauces y las
desalojados de l a m i t a d más fértil d e su a n t i g u o territorio,
mujeres cultivan l a tierra aluvional.
retienen todavía u n a ancha faja de 200.000 kilómetros cua-
Guando escasea e l agua, esta apenas alcanza p a r a c u b r i r las drados que arranca a l noroeste de N a i r o b i y se extiende h a -
necesidades humanas de las poblaciones estables y los pasto- c i a e l sur internándose en T a n g a n y i k a . A l i g u a l que los t u r -
res deben conducir el ganado a otros lugares donde saben kana, los masai vagan constantemente c o n su hacienda en
que l a hay o esperan encontrarla —charcas formadas en l a busca de pasturas y se asemejan a otros pueblos pastoriles
falda rocosa de los cerros, depresiones del suelo arcilloso que en su entusiasmo por saquear los hatos de sus vecinos; sin
•bordea los pantanos—, trasladándose continuamente de u n embargo, desde el p u n t o d e vista político, difieren de los ya
lado a o t r o a m e d i d a que se agotan las aguadas. A u n q u e el descritos e n que su m a y o r cuidado n o es poseer u n área p a -
dueño de cada hato conoce ciertos riachos o arroyos sobre cíficamente transitable, sino que tiene p o r base de su sistema
los cuales hará valer su p r i o r i d a d en momentos de escasez, u n a estructura con fines de p i l l a j e denominada «organización
lo cierto es que l a mayoría de los pastores ignoran p o r dónde p o r edad», cuyo rasgo p r i n c i p a l es e l prolongado servicio m i -
andarán e n l a próxima estación seca; allí donde haya agua l i t a r a que están sometidos los hombres. Los n a h d i y los k i p -
se reunirán hombres provenientes de m u y diversos poblados sigis también l a tuvieron, pero n u n c a lograron hacerse temer
y n i n g u n o de ellos esperará encontrarse a l a ñ o siguiente con e n u n r a d i o t a n extenso como los masai.
esas mismas personas; e n otras palabras, l a gente que vive Todos los bantú de A f r i c a oriental son agricultores sedenta-
en estrecho contacto d u r a n t e l a estación seca no constituye rios. Aquí me aventuraré a decir que cuanto menos dependa
u n g r u p o social permanente, circunstancia a d m i t i d a p o r los un pueblo de l a ganadería, t a n t o menor será l a trascenden-
naturales en su d i c h o : «El sol nos mezcla a todos». Esta mez- cia de l a relación entre su patrón de asentamiento y su sis-
cla llega a l máximo en plena sequía, cuando u n número de tema político. G r a n p a r t e de l a comarca montuosa que rodea
pastores se a l i a n p a r a c o m p a r t i r agua y pasturas e i m p e d i r e l L a g o V i c t o r i a se caracteriza por las cadenas de montañas
el acceso a los demás; los lazos de lealtad son bien claros en cortadas aquí y allá p o r grandes tajos y, en las sierras más
esta situación conflictiva: los «locales» — o sea, quienes i n - bajas, p o r valles pantanosos; l a u n i d a d de asentamiento típi-
tegran e l g r u p o t e m p o r a r i o — deben unirse contra los extra- ca es l a aldea extendida a l o l a r g o de l a cumbre. L o m i s m o
ños sean cuales fueren los vínculos de parentesco o vecindad podría decirse d e l a región habitada p o r los soga y los ganda,
que los l i g u e n a ellos en otras épocas del año. en l a costa septentrional d e l L a g o V i c t o r i a , y por los k i k u y u
Los t u r k a n a organizan su v i d a de m a n e r a bastante similar (y sus parientes cercanos, los m e r u ) a l norte de N a i r o b i . A h o -
pero enfrentan dificultades aún mayores. Cabe i g u a l obser- ra bien, los k i k u y u (1.250.000) tenían antiguamente u n sis-
vación p a r a ambos pueblos: puesto que sus condiciones de tema de organización p o r edad bastante más complejo que
v i d a hacen indeseable en cualquier circunstancia l a aglome- el de los hamito-nilotas y cuyo f i n p r i m o r d i a l n o era l a gue-
ración masiva en u n m i s m o sitio, l a m e j o r manera de evitar r r a (en l o cual n u n c a p u d i e r o n igualar a los m a s a i ) ; los
desavenencias entre los pequeños grupos es que cada u n o se 500.000 soga se distribuyen en varios sistemas de pequeños
ponga fuera del alcance de los demás. También podemos Estados y los 856.000 ganda se gobiernan mediante u n a sola
decir que los t u r k a n a son el pueblo menos gobernado — s i es estructura estatal que rige sobre u n a población total de
que en verdad l o está— de toda A f r i c a oriental, si se excep- 1.300.000 seres (incluidos los pueblos conquistados y los i n -
túa a unas pocas bandas de cazadores, en tanto que los k a - m i g r a n t e s ) , constituyendo así l a m a y o r c o m u n i d a d política
rimojong son algo menos anárquicos que sus vecinos. de A f r i c a oriental.
Los hamito-nilotas d e l sur h a n c o m p a r t i d o con las c o m u n i - E n esta etapa i n i c i a l de nuestro t r a b a j o , l o único que nos i n -
dades bantú l a parte de l a región montañosa de K e n y a no teresa de los bantú es su distribución geográfica y algunos
adjudicada a colonos europeos. Los grupos m e j o r descritos rasgos elementales que p e r m i t a n su identificación p o r el lec-
son los n a n d i (unos 120.000), los kipsigis (80.000) y los tor. A p a r t e de los k i k u y u — q u e se distinguen por c r i a r más
masai. Los dos primeros, íntimamente relacionados entre sí, caprinos que bovinos—, entre los bantú de K e n y a se cuen-
o c u p a n a h o r a pequeñas áreas cerca de las escarpaduras que t a n ¡os gusü y los l u h y a ( 2 0 0 . 0 0 0 ) , que h a b i t a n las tierras

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%tf desconocen l a o r g a n i - fas zonas bajas a orillas del L a g o V i c t o r i a se dedican a p r o -
esfetafes. d u c i r algodón. Estos cambios en e l m o d o de subsistencia
» entre las denominados bantú interlacus- g u a r d a n relación con muchas variantes acaecidas en los sis-
wm de U g a n d a los primeros pobladores d e l país habrían s i - temas políticos, pero, si bien debemos prestar cierta atención
d o agricultores, sometidos posteriormente p o r conquistadores a estos acontecimientos modernos, nuestro tema p r i n c i p a l
pastoriles venidos del n o r t e ; esta hipótesis se ve respaldada son los tipos de gobierno que los pueblos primitivos elabora-
por l a evidencia de u n a migración hacia el sur de pueblos ron para sí, y, si queremos rastrearlas, hemos de retroceder
nilóticos que conservaron sus lenguas p r i m i t i v a s . A l sudoeste con l a imaginación hacia u n pasado anterior a l d o m i n i o ex-
del territorio se h a l l a n c u a t r o Estados monárquicos reconoci- tranjero, sobre todo tratándose de cultivadores afincados, fá-
dos c o m o entidades políticas separadas e n los tratados esta- ciles de someter a las nuevas reglas e instituciones p o r su mis-
blecidos con las autoridades británicas: T o r o , B u n y o r o , A n - m a v i d a sedentaria; e n cambio, los pueblos pastores, más
kole y Buganda. E n los tres primeros los dueños de ganado fluctuantes, ofrecen todavía hoy ejemplos vivientes de siste-
( h i m a ) f o r m a b a n u n a aristocracia d o m i n a n t e que rehusaba mas políticos n o fundados en u n a organización estatal. E n
mezclarse mediante matrimonios mixtos c o n los cultivadores otro capítulo consideraremos el interrogante de si podemos
( i r u ) ; esta situación p e r d u r a todavía entre los 540.000 po- atribuirles l a posesión de u n gobierno y, e n caso a f i r m a t i v o ,
bladores de A n k o l e , pero en T o r o y B u n y o r o (860.000 y hasta qué p u n t o y en qué sentido.
110.000 habitantes, respectivamente) las diferencias están
desapareciendo, e n g r a n p a r t e porque l a ganadería h a p e r d i - M u c h a s veces le es difícil a u n antropólogo decidir si escri-
d o i m p o r t a n c i a como único m e d i o de v i d a e incluso son m u - birá en t i e m p o presente o pretérito, sobre todo cuando está
chos los que h a n dejado de poseer reses. Tales distingos ya utilizando c o m o fuente obras de otros colegas. C a d a u n o
n o existían e n B u g a n d a cuando se escribieron las primeras pinta al pueblo objeto de su investigación t a l como l o en-
descripciones de l a región, l o c u a l puede deberse a que e n las cuentra, y p o r ende emplea el t i e m p o presente; pero algunos
zonas bajas cercanas a l lago a b u n d a n menos las buenas pas- de los libros a que he recurrido d a t a n de hace t r e i n t a años
turas que las ricas tierras de labor. o más, y, d a d a l a rápida trasformación que viene e x p e r i m e n -
E l alimento básico de los ganda es l a banana, f r u t o que r e - t a n d o A f r i c a , existe e l peligro d e que sus afirmaciones hayan
quiere lluvias bien distribuidas p e r o que madurará e n c u a l - perdido vigencia. Por o t r o l a d o , el cambio h a sido m u y len-
quier época del a ñ o siempre que n o sobrevenga u n a sequía to e n ciertas facetas de l a sociedad africana, de m o d o que
de excepcional intensidad. Gracias a esto, los ganda n o su- no podemos presuponer que t o d o cuanto se diga en esas obras
f r e n l a h a m b r u n a anual que aflige a l a mayoría de los p u e - pertenece ya a l pasado.
blos africanos cuando v e n casi agotadas sus provisiones sin Además, nuestro propósito es describir las clases de gobierno
que haya m a d u r a d o aún l a nueva cosecha, p e r o hace poco se existentes e n algún m o m e n t o — n o m u y l e j a n o p o r c i e r t o —
descubrió que los niños criados con esta dieta padecen a m e - entre las sociedades sencillas. Tratándose de u n estudio so-
n u d o u n a grave afección a causa de ella. bre las diferentes organizaciones gubernativas, no i m p o r t a
E n t r e los bantú que h a b i t a n a l este del N i l o los más i m p o r - que aludamos a situaciones contemporáneas o pretéritas; así
tantes son los soga, quienes lejos de constituir u n a sola u n i - pues, e l lector verá que utilizo ambos tiempos verbales: el
d a d política, como los cuatro reinos de U g a n d a , comprenden pasado i n d i c a que tengo cierta seguridad de que las i n s t i t u -
u n número de pequeños Estados autónomos gobernados p o r ciones examinadas ya no existen, pero el «presente etnográ-
jefes. A l sur d e l L a g o V i c t o r i a están los h a , los haya y los fico», c o m o se l o d e n o m i n a a veces, n o garantiza que l a gen-
zinza, todos ellos organizadas de m a n e r a similar. te a l a que se refiere mantenga aún idénticas costumbres.
Desde e l m o m e n t o en que A f r i c a p u d o comerciar c o n e l res-
t o d e l m u n d o los bantú empezaron a c u l t i v a r productos des-
tinados a l a venta, a c t i t u d c o m p a r t i d a p o r algunos h a m i t o -
nilotas radicados en tierras aptas. Los k i k u y u siembran café
y zarzo, los kipsigis, maíz, los ganda, café, y cuantos h a b i t a n

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