proporcionó un modelo perfecto para que lo siguiéramos. “De hecho, ustedes fueron llamados a este [curso], porque hasta Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención.” (1 Ped. 2:21). A quienes siguen a Jesús y se hacen sus discípulos, él los ayuda a predicar las buenas nuevas como ministros de Dios. Jesús indicó lo reconfortante que les resultaría esto en sentido espiritual al decir: "Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí ["háganse mis discípulos", según la nota], porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas" (Mat. 11:28, 29). Todo el que ha respondido a esa invitación ha experimentado el cumplimiento de su promesa.
Jesús, en calidad de Ministro Principal de
Dios, invitó a algunos hombres a que fueran sus seguidores. “Luego, al ir pasando de allí, Jesús alcanzó a ver a un hombre, cuyo nombre era Mateo, sentado en la oficina de los impuestos, y le dijo: “Sé mi seguidor”. En seguida este se levantó y le siguió.” (Mat. 9:9). “Al día siguiente, deseó partir para Galilea. De modo que Jesús halló a Felipe y le dijo: “Sé mi seguidor”.” (Juan 1:43). Los preparó para el ministerio y los envió a efectuar la misma labor que él estaba llevando a cabo (Mat. 10:1–11:1). “Así como el Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos”.” Mat. 20:28). “Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado”.” (Luc. 4:43). Más adelante designó a otros 70 para declarar las buenas nuevas del Reino de Dios. “Después de estas cosas el Señor designó a otros setenta y los envió de dos en dos delante de sí a toda ciudad y lugar adonde él mismo iba a ir.” “”También, dondequiera que entren en una ciudad y los reciban, coman las cosas que pongan delante de ustedes, y curen a los enfermos en ella, y sigan diciéndoles: ‘El reino de Dios se ha acercado a ustedes’. Pero dondequiera que entren en una ciudad y no los reciban, salgan a sus caminos anchos y digan: ‘Hasta el polvo de su ciudad que se nos pegó a los pies nos lo limpiamos contra ustedes. No obstante, tengan presente esto, que el reino de Dios se ha acercado’.” (Luc. 10:1, 8-11). Cuando los comisionó, les dijo: "El que les escucha a ustedes me escucha a mí también. Y el que los desatiende a ustedes me desatiende a mí también. Además, el que me desatiende a mí desatiende también al que me envió" (Luc. 10:16). De esta forma, Jesús destacó la responsabilidad tan seria que se les asignaba. ¡Iban a representar al Dios Altísimo! Lo mismo sucedería con todos los que respondieran a la invitación de Jesús de 'ser sus seguidores', incluso en nuestros días (Luc. 18:22). Todos los que aceptan esa propuesta tienen la comisión divina de predicar las buenas nuevas del Reino y hacer discípulos. “Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas”.” (Mat. 24:14; 28:19, 20).
Como hemos acudido a Jesús en respuesta a
su invitación de seguirlo, se nos ha bendecido con el conocimiento de Jehová Dios y Jesucristo. “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3). Se nos han enseñado los caminos de Jehová. Con Su ayuda hemos logrado rehacer la mente, cambiar de personalidad y amoldar nuestra conducta diaria a Sus justas normas. “Por consiguiente, les suplico por las compasiones de Dios, hermanos, que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios, un servicio sagrado con su facultad de raciocinio. Y cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.” (Rom. 12:1, 2). “que ustedes deben desechar la vieja personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior y que va corrompiéndose conforme a sus deseos engañosos; pero que deben ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente, y deben vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad.” (Efe. 4:22-24). “No estén mintiéndose unos a otros. Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, y vístanse de la nueva [personalidad], que mediante conocimiento exacto va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que la ha creado,” (Col. 3:9, 10). La gratitud sincera nos ha impulsado a dedicarnos a él y simbolizarlo por medio del bautismo en agua. El bautismo constituye nuestra ordenación como ministros.
Recordemos siempre que debemos servir a
Dios con manos limpias y un corazón puro “¿Quién puede ascender a la montaña de Jehová, y quién puede levantarse en su lugar santo? El inocente de manos y limpio de corazón, que no haya llevado Mi alma a pura indignidad, ni prestado juramento engañosamente.” (Salmo 24:3-4). “Apártense, apártense, sálganse de allí, no toquen nada inmundo; sálganse de en medio de ella, manténganse limpios, ustedes los que llevan los utensilios de Jehová.” (Isaías 52:11). “No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos. Porque, ¿qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿O qué porción tiene una persona fiel con un incrédulo? ¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos templo de un Dios vivo; así como dijo Dios: “Yo residiré entre ellos y andaré entre [ellos], y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”. “‘Por lo tanto, sálganse de entre ellos, y sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda’”; “‘y yo los recibiré’”. “‘Y yo seré para ustedes padre, y ustedes me serán hijos e hijas’, dice Jehová el Todopoderoso.” Por lo tanto, dado que tenemos estas promesas, amados, limpiémonos de toda contaminación de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” (2 Corintios 6:14-7:1). Mediante la fe en Jesucristo hemos obtenido una conciencia limpia y franqueza de expresión. “Por lo tanto, hermanos, puesto que tenemos denuedo respecto al camino de entrada al lugar santo por la sangre de Jesús, el cual él nos inauguró como camino nuevo y vivo a través de la cortina, es decir, su carne, y puesto que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazones sinceros en la plena seguridad de la fe, pues los corazones se nos han limpiado por rociadura de una conciencia inicua, y los cuerpos se nos han lavado con agua limpia. Tengamos firmemente asida la declaración pública de nuestra esperanza sin titubear, porque fiel es el que ha prometido.” (Hebreos 10:19-23). “Por lo tanto, no desechen su franqueza de expresión, la cual tiene un gran galardón que se le ha de pagar. Porque ustedes tienen necesidad de aguante, para que, después que hayan hecho la voluntad de Dios, reciban [el cumplimiento de] la promesa.” (Hebreos 10:35-36). “Después de estas cosas vi, y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos. Y siguen clamando con voz fuerte, y dicen: “La salvación [se la debemos] a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero”.” (Revelación 7:9- 10). “De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación, y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (Revelación 7:14). El apóstol Pablo instó a los cristianos a hacer todas las cosas para la gloria de Dios, a fin de no causar tropiezo a nadie. El apóstol Pedro, por su parte, señaló cuánto puede contribuir la conducta piadosa a que los no creyentes acepten la verdad. “Por esto, sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.” (1 Corintios 10:31). “así como yo estoy agradando a toda la gente en todas las cosas, no buscando mi propia ventaja, sino la de los muchos, para que se salven.” (1 Corintios 10:33). “De igual manera, ustedes, esposas, estén en sujeción a sus propios esposos, a fin de que, si algunos no son obedientes a la palabra, sean ganados sin una palabra por la conducta de [sus] esposas,” (1 Pedro 3:1). ¿Cómo puede usted ayudar a alguien a reunir los requisitos para ser ministro de las buenas nuevas?