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POLÍTICA

Invasión estadounidense a Panamá


cumple 25 años
La acción supuso el despliegue de más de 27.000 soldados para someter a la
Guardia Nacional panameña

 19 diciembre, 2014

Washington

La invasión militar estadounidense a Panamá, de la que este sábado se cumplen 25


años, fue una demostración de fuerza inédita en sus propósitos y con una
justificación difícil de digerir pese al paso del tiempo, en la que tuvo tanto que ver la
geopolítica como el orgullo personal.

Bautizada como Operación "Causa Justa" , lo que ya desde su mismo nombre supone
una afirmación valorativa, la acción supuso el despliegue de más de 27.000 soldados
para someter a una Guardia Nacional panameña muy inferior, desmoralizada, dividida,
mal armada y poco entrenada, y capturar a su jefe, el exgeneral Manuel Antonio
Noriega.
"No fue un uso de la fuerza justo" , dijo a EFE el académico de la Universidad del Sur
de California Eytan Gilboa, que aseguró que la invasión se podía haber evitado con
una mejor coordinación dentro del propio gobierno de Estados Unidos y una
diplomacia más efectiva.

Para Gilboa, especialista en comunicación y conflictos, "la invasión de Panamá no


cumplió ninguno" de los criterios que pueden justificar un conflicto, es decir, la "casus
belli" , el despliegue desproporcionado de fuerza, los daños y bajas que se
ocasionan, sobre todo a civiles, y el incumplimiento de las leyes de la guerra.

"La 'casus belli' fue cuestionable, la cantidad de fuerza excesiva, demasiados civiles
murieron o resultaron heridos (...) y hubo violaciones a las leyes de la guerra " , agregó.

De hecho, veinticinco años más tarde todavía sigue sin haber una cifra oficial de
víctimas, que oscilan entre los cerca de 500 que reconoció el Pentágono, entre civiles
y militares, y los más de 5.000 que reclaman las organizaciones populares.

El presidente emérito del centro de estudios Diálogo Interamericano, Peter Hakim,


aseguró que Panamá fue "la primera vez y quizá la única, en que Estados Unidos ha
atribuido a las drogas el motivo de una intervención militar" .

El combate al narcotráfico, controlado en Panamá por Noriega, por ese entonces jefe
de los cuerpos de seguridad englobados en la Fuerzas de Defensa, fue uno de los
motivos aludidos por el presidente George H.W. Bush (1989-1993) para justificar la
invasión.
"No fue un uso de la fuerza justo" , dijo a EFE el académico de la Universidad del
Sur de California Eytan Gilboa

Los otros fueron proteger a los ciudadanos estadounidenses en Panamá, después de


algunos incidentes con soldados norteamericanos, defender la democracia y
asegurar el cumplimiento de los tratados Torrijos-Carter, ratificados diez años antes y
que establecían un calendario para traspasar el Canal, controlado por EE. UU. desde
su construcción a comienzos de siglo, a manos panameñas en el 2000.

Pero según Gilboa, hubo un motivo adicional y fundamental, no declarado: " El


restablecimiento de la credibilidad y la reputación del presidente Bush tanto nacional
como mundialmente " .

El académico se refería al peligroso juego del gato y el ratón que Noriega, un experto
en contrainteligencia y antiguo hombre de la CIA, estuvo jugando durante meses con
Bush, quien precisamente había sido director de la agencia de espionaje
estadounidense.

Desde el comienzo de la crisis política abierta en Panamá en 1987 al destapar un


despechado compañero de filas los nexos de Noriega con el narcotráfico, Estados
Unidos intentó persuadir al dictador panameño de que abandonara el poder con
promesas de perdón, amenazas y sanciones, pero éste, escurridizo, nunca acabó por
claudicar.
El fracaso de la diplomacia estadounidense en un país que además consideraba bajo
su tutela y poco menos que independiente, y el insulto y la burla de Noriega a
Washington terminaron con el mayor despliegue militar estadounidense desde la
guerra de Vietnam.

Todavía los panameños más veteranos, habitantes de un país históricamente pacífico,


recuerdan vivamente los bombardeos, tiroteos y movimientos de carros blindados
por la capital, así como la filas de decenas de helicópteros que, en perfecta
formación, aparecían sobre el horizonte.

La invasión "pareció sumamente excesiva en su momento, pero Panamá era un país


pequeño, sin resistencia, visto aún bajo el tutelaje de EE. UU., y al resto de
Latinoamérica no le importó mucho" , aseguró Hakim, que destacó que fue "la última
intervención militar estadounidense (sin contar Haití) que contó con el apoyo de la
mayor parte de Latinoamérica".

Y de los propios panameños, se podría decir, pese a su dudosa justificación, según


han manifestado los propios civilistas que combatieron entonces contra la dictadura
de Noriega, que anhelaban la democracia después de 20 años de un militarismo del
que no sabían cómo librarse.

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