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Levítico 17:11.

- es el texto clave en cuanto a la expiación: “La vida de la carne en la sangre está, y


yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas”.

Ex 34:20

Dt 16:16

Apocalipsis 13:8

Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de
la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.

Wilson Borba

Sola Escritura

Las doctrinas bíblicas explicadas de manera simpe y práctica para la vida cristiana

22 de febrero de 2016

El Cordero de Dios

Aprecio la manera como los profesores usan símbolos a fin de enseñar a sus alumnos. Un dibujo,
una marca, una señal y hasta objetos se convierten en representaciones de realidades
superiores. Después de la entrada del pecado en este planeta, Dios instituyó el sacrificio de
corderos para enseñar y simbolizar la muerte de su Hijo en favor de los pecadores (Génesis
3:21). Después, vino Jesucristo “el Cordero que fue muerto desde la fundación del mundo
(Apocalipsis 13:8). En Caín y Abel, vemos el inicio de dos clases de personas distintas y
divergentes, los que creen en el Cordero, y los que lo rechazan. No había disculpas para que Caín
ofrendara productos de la tierra, pues no representaban al Cordero, ni su sacrificio futuro. Por su
parte, Abel ofreció en sacrificio un primogénito de las ovejas y recibió la aprobación por el
testimonio de su fe (Génesis 4:4; Hebreos 11:4). Por donde el patriarca Abraham iba levantaba
altares (Génesis 12:8; 13:4), es una demostración de que no puede haber adoración verdadera
sin el Cordero. Como elegido para ser el padre de los que creen en el Cordero, Abraham debía
ser probado, a fin de servir de ejemplo a los fieles (Génesis 22:1; Romanos 4:11). “Y dijo [Dios]:
Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en
holocausto […]” (Génesis 22:2).

Las exigencias de sacrificios humanos eran comunes en las religiones paganas de Canaán, pero al
tratarse del Dios de Abraham, era una orden inimaginable. Con el corazón angustiado, y sin
revelarle nada a Sara, el patriarca obedeció la extraña misión. ¿Cómo podría cumplirse la
promesa de la alianza y la inmensa descendencia a través de Isaac? (Génesis 17:7, 19). Abraham
pensó que “Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido
figurado, también le volvió a recibir” (Hebreos 11:19). “Entonces dijo Abraham a sus siervos:
Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a
vosotros” (Génesis 22:5). ¡Qué fe! Al fin vino la pregunta crucial: “Entonces habló Isaac a
Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el
fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” (Génesis 22:7). Nuestros hijos
necesitan saber que el Cordero es el centro del culto y la adoración. “Y respondió Abraham: Dios
se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos” (v. 8). Abraham no entendió,
pero obedeció por fe. Era un amigo fiel de Dios (Santiago 2:23). “[…] el obedecer es mejor que
los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22). Con el
mismo espíritu, Isaac aceptó la terrible parte que le cabía. Abraham levantó el cuchillo para
inmolar, pero Dios se lo impidió. “Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus
espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos” (Génesis 22:13).

¿Por qué se habla de cordero, y después de carnero? La Biblia no dice el porqué. El carnero es el
animal macho adulto, y el cordero es el animal macho joven, con hasta un año de edad. Ambos
representaban al Salvador, y su uso intercambiable parece indicar la providencia continua del
sacrificio de Cristo. Como representante del Cordero y padre de los fieles, Abraham debía
comprender el evangelio (Gálatas 3:8). “y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en
holocausto en lugar de su hijo” (Génesis 22:13). Fue un sacrificio sustitutivo. “Abraham vuestro
padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (Juan 8:56). Gracias a la sangre del
cordero, también los primogénitos de los israelitas fueron salvados en Egipto (Éxodo 12:5-13). El
cordero pascual representaba a Cristo (1 Corintios 5:7), que murió para redimirnos de la
esclavitud del pecado. El profeta Isaías también profetizó sobre el sacrificio vicario del Mesías
(Isaías 53:2-10). Esta verdad se enseñaba en el ritual del Santuario (Éxodo 25:8; Levítico 3:7, 8).
Como tipos y figuras, aquellos sacrificios señalaban a Cristo y su sacrificio supremo en la cruz.
Juan el Bautista identificó a Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”
(Juan 1:29). Cuando Cristo exclamó en la cruz “consumado es” indicó que había realizado el gran
sacrificio, y ya no era necesaria la muerte de los corderos que lo prefiguraban, pues el camino al
Cielo se abría definitivamente (Mateo 27:51; Hebreos 9:1-12). El Nuevo Testamento declara que
con la muerte de Cristo se cumplieron las profecías del Antiguo Testamento referentes al
sacrificio del Mesías como Cordero (Hechos 8:32-35; 1 Pedro 1:18; 2:24). El Apocalipsis presenta
a Jesús como el Cordero, y sus verdaderos adoradores como “los que siguen al Cordero por
dondequiera que va” (14:4). Este capítulo describe al mismo grupo como “los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (v. 12). Seguir al Cordero a donde quiera que vaya
implica por la fe aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador. Esta fe resulta en fiel obediencia a
los mandamientos de Dios. Después de la segunda venida de Cristo, los vencedores en el gran
conflicto entre el bien y el mal cantarán el cántico del Cordero (15:3), y participarán en el Cielo
de la Cena de bodas del Cordero (vs. 19:7-9).

http://noticias.adventistas.org/es/columna/wilson-borba/el-cordero-de-dios/

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CRISTO NUESTRO SUSTITUTO


“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él” 2 Corintios 5:21

Este es uno de los tantos textos que nos enseña la bendita doctrina de la sustitución. El que un
inocente pague por el culpable, es un concepto de justicia que no parte de cánones humanos,
sino que exclusivamente de Dios.

La palabra justicia significa dar a cada uno lo que merece. Si alguien infringe la ley, merece ser
castigado. Sin embargo, este precepto humano y terrenal, es solo una débil figura frente a la
colosal columna de la justicia de Dios.

No hay nada que pueda hacer o deje de hacer el hombre, para agradar y satisfacer plenamente
la justicia de Dios. El agrado y complacencia del Padre solo puede reposar en la obra que realizó
Jesucristo en la cruz. El fue aquel sustituto que murió en lugar del pecador.

En los albores de la creación, ya se deja ver esta maravillosa doctrina. Una vez que el hombre
peca y su desnudez queda al descubierto, todo intento de justicia humana queda anulada frente
a la justicia de Dios. El hombre pretende ocultarse de Dios y cubrir su desnudez con delantales
de hojas de higuera, pero El Señor quita esos impresentables vestidos y les hace túnicas de
pieles para cubrirles.

“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” Génesis 3:21

Siempre se ha considerado que este texto revela por primera vez a un sustituto inocente que es
sacrificado en lugar del culpable. Así es; Dios toma pieles de un animal que no tenía arte ni parte
con el pecado, pero que de acuerdo a la justicia divina, vino a ser el sustituto inocente que
aplacaría la ira santa de Dios, sin duda, un hermoso tipo de Cristo quien siglos más tarde muere
en la cruz por nosotros.

La Biblia presenta abundantes pasajes que expresan la idea de que Dios recibe el sacrificio de un
sustituto inocente muriendo en lugar del pecador. Los continuos holocaustos y ofrendas para
expiar los pecados del pueblo, no podían prescindir del sacrificio de animales inocentes para
perdón de las transgresiones del hombre. Ciertamente, todos y cada uno de estos sacrificios,
solo eran sombras, figuras y emblemas de lo que Cristo, nuestro sustituto, realizó en la cruz del
Gólgota.

http://spgchile.org/cristo-nuestro-sustituto/

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Jesús el Cordero de Dios

22 de febrero del 2016 Escriba un comentario

El Cordero de Dios es un nombre precioso que hace referencia al Señor Jesús y seguramente lo
ha escuchado anteriormente o recuerde haberlo leído en la Palabra de Dios. Además, muchos de
nosotros lo hemos cantado en cantos e himnos cristianos donde alabamos al Señor como el
Cordero de Dios. Por lo tanto, para que nuestra apreciación por el Señor Jesús como el Cordero
de Dios crezca, debemos sumergirnos en el significado e importancia de este nombre de Cristo
tan profundo que está en la Biblia.

La caída del hombre y el cordero en Génesis

Para entender el significado del nombre el Cordero de Dios, es necesario que vayamos al
principio en Génesis. Después de que Dios creó a Adán y Eva, Él los puso en el huerto de Edén, y
en este huerto estaba el árbol de la vida. Dios deseaba que Adán y Eva comieran de este árbol, el
cual representa la vida eterna y divina de Dios. Dios deseaba compartir Su vida con ellos y ser
todo para ellos. Si ellos hubieran participado de este árbol, se habrían hecho uno con Dios, Él
hubiera llegado a ser su vida interiormente, y lo hubieran expresado interiormente en su vivir.

Dios también advirtió específicamente a Adán y Eva que no comieran de otro árbol, el árbol del
conocimiento del bien y el mal. Él les dijo que si comían, ciertamente morirían, debido a que
este árbol representa a Satanás como el origen de muerte para el hombre. Lamentablemente,
sabemos que Satanás sedujo a Adán y Eva para que comieran de este árbol. Ellos
desobedecieron a Dios, y al comer de este árbol, fueron envenenados con la naturaleza
pecaminosa de Satanás.

Ya que Dios es justo y santo, Él no podía simplemente pasar por alto su desobediencia; Dios no
puede tolerar el pecado. Y como Romanos 6:23 dice: “La paga del pecado es muerte”, ellos
tenían que morir. Sin embargo, Dios no deseaba que los seres humanos quienes Él creó
murieran. De modo que, ¿qué podía hacer Él?

En vez de matarlos, Dios hizo túnicas de pieles y los vistió. Basados en la revelación que se
presenta en el Antiguo Testamento más adelante, el animal con que se hicieron las pieles
probablemente era un cordero.

Ese cordero tomó su lugar y murió por ellos. De modo que en vez de que Adán y Eva murieran, el
cordero murió. En vez de que su sangre fuese derramada, la sangre del cordero fue derramada.
Un cordero inocente murió por los que eran culpables. Y debido a que murió por ellos, Dios
pudo vestir a Adán y Eva con las pieles del cordero que los sustituyó. Cuando Dios miró a Adán y
Eva desde ese momento, Él no miró su condición pecaminosa; Él miró al cordero.

Desde ese momento, y a través de los tiempos del Antiguo Testamento, una persona no podía
acudir a Dios sin antes ofrecer un cordero. Lo que se requería era que se sacrificara a un cordero
para morir en el lugar de quien lo ofrecía y derramar su sangre por los pecados de quien lo
ofrecía. La muerte y derramamiento de la sangre del cordero era la única manera que los seres
humanos pecaminosos fueran aceptados por Dios. Hebreos 9:22 nos dice claramente: “Sin
derramamiento de sangre, no hay perdón”.

Sin embargo, el cordero que las personas en el Antiguo Testamento ofrecían solamente era una
solución temporal, una sombra de la venida de Jesús como el verdadero Cordero de Dios quien
quitaría para siempre todos los pecados de Sus creyentes.

El Cordero de Dios

En el Antiguo Testamento, cada cordero que se ofrecía era el cordero de un hombre, quien era
preparado por el que lo ofrecía. No obstante, en Juan 1:29 en el Nuevo Testamento, cuando juan
el bautista miró a Jesús, él declaró lo siguiente:

“¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”.

Juan el bautista declaró que Jesús era el Cordero de Dios. Jesús era el verdadero Cordero
preparado a propósito por Dios mismo quien quita el pecado de todo el mundo. Como Aquel
quien es el único sin mancha y pecado, solamente Jesús estaba plenamente capacitado para
morir por el hombre caído, derramar Su preciosa sangre y quitar el pecado del mundo.

El Cordero de Dios cargó con nuestros pecados, murió y derramó Su sangre por nosotros en la
cruz

¿De qué manera Jesús quita el pecado del mundo?

El deseo de Dios por reconciliar al hombre caído con Él mismo era tan grande que ofreció a
Jesús, el Hijo de Dios, para ser el Cordero de Dios, aquel que cargó con nuestros pecados.
Aunque Jesús es el Hijo de Dios, es decir, tiene divinidad, por medio de la encarnación Él se vistió
de un cuerpo de carne y sangre a fin de morir por nosotros.

El relato presentado en los evangelios nos dice que fue en la cruz que Jesús, Él que no tenía
culpa, cargó con nuestros pecados, murió y derramó Su sangre por nosotros, los pecadores
culpables. Allí Dios puso todos los pecados de la humanidad en Jesús como el Cordero de Dios
del sacrificio. Isaías 53:5 dice: “Mas Él herido fue por causa de nuestras transgresiones, molido
por causa de nuestras iniquidades; el castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por Sus llagas
fuimos nosotros sanados”. ¡Cuán pesada ha de ver sido la carga de pecado que llevó nuestro
querido Salvador!

Mientras Jesús cargó el pecado del mundo, Dios lo juzgo como nuestro sustituto. Es por esto que
en un momento determinado, Jesús exclamó: “Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has
desamparado?” Dios tuvo que desamparar a Jesús en la cruz, no debido a que tuviera pecado,
pero debido a que Él tomó el lugar de nosotros los pecadores.

La justicia de Dios, requiere el derramamiento de la sangre de Jesús por nosotros a fin de que
obtengamos el perdón de los pecados. ¡Nuestro querido Señor Jesús cargó con nuestros pecados
en la cruz, sufrió la muerte por nosotros y derramó Su propia sangre por nosotros! Su sangre nos
limpia de nuestros pecados y nos reconcilia con Dios. Jesús, el Cordero de Dios, efectuó una
redención perfecta y eterna por nosotros.
Cuando nos damos cuenta de lo que significa que Jesús es el Cordero de Dios, no podemos sino
amarlo con todo nuestro corazón.

Jesús es el Cordero de Dios hoy y por la eternidad

En Génesis vemos la caída del hombre y un cordero que fue inmolado por Adán y Eva como un
cuadro de Cristo quien es el Cordero de Dios. En el Nuevo Testamento, vemos la realidad de ese
cuadro: Jesús el Cordero de Dios, quitó el pecado del mundo por medio de Su muerte en la cruz.

Ahora en la resurrección, Él todavía es nuestro Cordero de Dios. Jamás debemos olvidar que
cada vez que acudimos a Dios para tener comunión con Él, no acudimos por nuestro propio
mérito, pero por la sangre derramada del Cordero de Dios.

Incluso, en Apocalipsis, los versículos que hablan sobre la eternidad futura, siguen refiriéndose al
Señor como el Cordero de Dios:

“Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios
y del Cordero, en medio de la calle”. (Apocalipsis 22:1)

Por toda la eternidad, Jesús será el Cordero de Dios para nosotros, Sus redimidos. ¡Alabado sea
el Señor!

Más versículos donde podemos apreciar al Cordero de Dios

Los siguientes versículos contenidos en la Biblia nos ayudarán a meditar y apreciar a Jesús como
el Cordero de Dios. Que tanto nuestro corazón como nuestra lengua se llenen de ¡gratitud y
alabanza para Él!

Isaías 53:6—Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su propio
camino, y Jehová hizo que la iniquidad de todos nosotros cayera sobre Él.

Mateo 27:46—Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿lama
sabactani? Esto es: Dios Mío, Dios Mío, ¿porqué me has desamparado?

2 Corintios 5:21—Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
viniésemos a ser justicia de Dios en Él.

1 Pedro 1:18-19—Sabiendo que fuistéis redimidos de vuestra vana manera de vivir, la cual
recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un Cordero, sin defecto y sin mancha.

1 Pedro 3:18—Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el Justo por los
injustos, para llevaros a Dios, siendo muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu.

Conocer al Cordero de Dios personalmente

Si no se ha enterado que Jesús es el Cordero de Dios, es probable que piense: “¿De qué manera
puedo obtener este perdón y conocer al Cordero de Dios?” Aunque esto es un hecho que ya se
cumplió que Jesús es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo, este hecho debe
aplicarlo a usted personalmente. Simplemente arrepiéntase, es decir, vuélvase de su lejanía a
Dios y acérquese de nuevo a Él. Crea en Jesús y en todo lo que Él ha hecho por usted y reciba al
Cordero de Dios como su Salvador.

http://biblesforamerica.org/es/jesus-el-cordero-de-dios/

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Dios perdona por sustitución – I

Si algo podemos decir en cuanto a la frase de Juan el Bautista: ‘El Cordero de Dios’, es que refleja
una idea que desde los comienzos de la historia bíblica se va construyendo y estableciendo: es la
idea de que Dios perdona por sustitución. Precisamente por eso, para la audiencia original estas
palabras fueron debidamente comprendidas, especialmente para aquellos que conocen el
desarrollo de la historia del pueblo de Dios durante el Antiguo Testamento.

Para decirlo de otra manera, la Biblia desde su comienzo, con Adán y Eva, nos va preparando
para entender cómo un Dios Santo, Justo, Perfecto y de Amor, puede perdonar el gran pecado de
los humanos, que son sus enemigos, sin dejar de ser Justo, Santo y Perfecto; esto lo hace, por
medio de la sustitución penal, es decir, alguien más ocupa el lugar del pecador en cuestión y
paga, o “lleva sus pecados en sí mismo”, permitiendo que ocurra un intercambio, en el que la
parte positiva por lado se intercambia con la parte negativa del otro, de modo tal que otro sea
quien sufre y paga las consecuencias del pecador, permitiendo que éste último pueda recibir
justamente un perdón que de otra manera no pudiera haber sido obtenida por sus propios
medios.

De forma sintetizada, podemos decir entonces, que la frase: “He aquí, el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo”, es una manera de indicar una verdad universal: Dios perdona por
sustitución; y por eso ha provisto un sustituto perfecto para morir en nuestro lugar.

Empecemos viendo cómo esta idea del perdón por sustitución nace con simbolismos y
tipologías, que se ven por todo el Antiguo Testamento, y que apuntan a una consumación
perfecta y esperada.

Para que ocurra un perdón, tiene que haber una falta, una ofensa, una transgresión, y el primer
pecado cometido por el hombre comenzó en el huerto del Edén, con Adán y Eva. A partir de ese
momento, la historia de redención comienza formalmente.

En Génesis capítulo 3, se detalla la historia de la desobediencia de Adán y Eva. Y una de las cosas
que ellos sienten luego de pecar es que “conocieron que estaban desnudos” (Gn. 3:7) y trataron
de remediarlo sin éxito. A la luz de esto, luego del juicio que Dios sentencia sobre ellos y a la
serpiente, se narra, de igual forma, que Dios hizo para ellos “túnicas de pieles, y los vistió” (Gn.
3:21). En relación a esto, Matthew Henry comenta al respecto: “Se supone que las bestias, de
cuyas pieles los vistió Dios, fueron muertas, no para comida del hombre, sino para sacrificio,
para tipificar a Cristo, el gran Sacrificio”. Y de igual modo, John MacArthur, expresa: “Las
primeras muertes físicas deberían haber sido las del hombre y la mujer, pero fue un animal, una
sombra de la realidad de que Dios daría un día muerte a un sustituto para redimir pecadores”.
Vemos por tanto, el comienzo de esta idea de sustitución desde el momento que el pecado entra
en el mundo.

De manera similar, podemos ver la idea de las ofrendas que ofreció Abel, que trajo “de los
primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas” (Gn. 4:4 cf. Heb. 11:4). No se menciona
alguna instrucción previa sobre el dar ofrendas en sacrificio, por lo que se puede deducir que es
una idea que tenían en común dada por los padres, Adán y Eva, muy posiblemente en referencia
a las túnicas de pieles que Dios les había dado.

Más adelante, durante el desarrollo de la historia bíblica en el A.T., vemos una tipología
impresionante: se trata del relato del sacrificio de Isaac, el hijo de la promesa de Abraham. Esta
idea de la sustitución se ve más claramente después de que Dios llamara a Abraham para que no
sacrifique a su hijo (Gn. 22:11s). Se narra que Abraham miró y vio un carnero, que precisamente
él tomó y “lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo” (Gn. 22:13, énfasis añadido). Siendo ésta
una tipología que nos habla del perdón por sustitución. Esta historia realza y da sentido a las
palabras que previamente había dicho Abraham a Isaac, mientras subían al monte, diciendo:
“Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío” (Gn. 22:8); esto se cumple al ver que
Dios mismo proveyó un cordero en lugar de su hijo.

https://escritosuncristianodice.wordpress.com/2016/08/18/dios-perdona-por-sustitucion-i/

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