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“Externalidades”.

Raúl Izquierdo Culebras

Marco teórico.

Las externalidades son decisiones de consumo, producción e inversión que toman individuos y
empresas y que afectan a terceros que no participan directamente en esas transacciones.
Podemos encontrar externalidades positivas y negativas.

Cuando hay externalidades se producen efectos indirectos que repercuten en las oportunidades
de consumo y producción de terceros, pero el precio del producto no refleja esas externalidades.
Así pues, las rentabilidades y los costes privados son diferentes de los que asume la sociedad en
su conjunto.

Un ejemplo de externalidad negativa es la contaminación. Cuando un agente


contaminador toma decisiones basadas únicamente en sus costes y beneficios sin tener
en cuenta los costes indirectos que recaen en las víctimas de la contaminación (por
ejemplo, mayores costes sanitarios, pérdida de oportunidades para empresas dedicadas
al turismo, etc.) se genera una externalidad negativa, en otras palabras, los costes
sociales de la producción de dicho agente son superiores a los costes privados que
recaen sobre el mismo.

Un ejemplo de externalidad positiva son las actividades de investigación y desarrollo.


Cuando un agente realiza inversiones en este tipo de actividades, enriquece el
conocimiento general y contribuye a posteriores descubrimientos y avances, sin
embargo, dado que la rentabilidad privada suele ser inferior a la rentabilidad social, se
considera como una externalidad positiva

Si hay diferencia entre los costes privados y sociales o entre la rentabilidad privada y social, los
resultados de mercado posiblemente no sean eficientes. Para promover el bienestar de toda la
sociedad, es necesario obtener un máximo de rentabilidad social y/o reducir los costes sociales
al mínimo.

Así pues, habrá una sobreproducción de bienes con externalidades negativas cuando sólo se
tengan en consideración los costes privados (inferiores a los sociales). Si dado este punto, se
redujeran los costes sociales al mínimo (incluyéndolos en los privados), se produciría una
disminución de los niveles de producción (hacia una producción socialmente óptima).
Análogamente, con externalidades positivas, Se obtiene del sector privado una producción
inferior a la socialmente óptima.

Los economistas neoclásicos reconocieron que las ineficiencias asociadas a las externalidades
constituyen una forma de “falla de mercado”, en otras palabras, desde una perspectiva de
bienestar general, la decisión privada basada en el mercado (en presencia de externalidades) no
produce resultados eficientes. También recomendaron la intervención gubernamental para
corregir los efectos de las externalidades.

Por ejemplo, para el caso de los agentes contaminadores, la solución consiste en la imposición
de un impuesto a la contaminación a los nombrados agentes, que compensara el perjuicio
causado a terceros. Ese impuesto produciría el resultado de mercado que habría ocurrido si los
contaminadores hubieran asumido todos los costes (menor producción a mayor precio).
Siguiendo la misma lógica, los gobiernos deberían subsidiar a quienes generan externalidades
positivas, en la misma proporción en que otros se beneficien.

Lo anterior fue inicialmente introducido por el teorema de Coase, que propona la posibilidad de
superar las ineficiencias causadas por las externalidades a través de la negociación. Para que se
produzcan soluciones viables, los derechos de propiedad deben estar bien definidos, los costes
de la negociación deben ser bajos y no puede haber incertidumbre ni información asimétrica.

Se propone como intervención óptima del gobierno el establecimiento de normativas que hagan
posible una negociación adecuada entre las partes involucradas en las externalidades.

Ejemplo.

La situación que produce la instauración de industria de fabricación contaminante supone un


coste social para las personas que viven en sus inmediaciones, así pues, se estaría produciendo
una externalidad negativa si la empresa contaminante no compensase a dichos sujetos por los
costes externos que estos están sufriendo.

Gráficamente (a nivel empresarial) se puede observar como en la citada externalidad (negativa)


existen unos costes marginales sociales superiores a los costes marginales que la empresa
contaminante suporta, mostrándonos gráficamente los costes soportados por terceras personas
que habrían de ser imputados al productor (mediante negociaciones facilitadas
mayoritariamente por las normativas vigentes) para poder lograr un equilibrio social.

A nivel de mercado, podemos observar que la oferta reportada en presencia de la externalidad


(asumiendo solo los costes privados) es mayor dado el mismo nivel de precios que la oferta de
las empresas si asumieran todos los costes (privados y sociales), en otras palabras, de repercutir
los costes sociales sobre el productor, se produciría una menor cantidad a un mayor precio.
Se observa pues, una sobreproducción a un menor precio del socialmente adecuado,
concluyendo que habría de imponer una normativa que facilitase la negociación entre las partes,
que generalmente, para estas situaciones se realiza mediante la imposición de tasas a la
contaminación aproximándose lo máximo posible al diferencial de los costes marginales de la
figura anterior.

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