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La palabra dios
en la fabricación de estructuras
que buscan el asombro
Oscar Hidalgo*
Personae et libri
Puso con esto las premisas para un sorites acerca del lenguaje
divino digno del Cratilo platónico, fijó el problema entre el infinito
y el tiempo como lo haría Agustín, desarrolló consideraciones
en cuanto a una sentencia divina en un recodo que remite a
Maimónides o Duns Scotus y deslizó un argumento irrefutable al
estilo Averroes. Cerró finalmente con un Respondeo, a la altura del
idion tou spoudaiou tal como emergió el Filósofo en las Sumas de
los teólogos medievales.
Puede ser algo tan prosaico como esta casa. Lo sufre asimismo
Emma Zunz, en el laberinto igualmente prosaico de su vida, que
es otra suma de galerías existenciales, hasta que se redime por
su propia mano. Finalmente, aun cuando indaga Borges en la
cultura bonaerense finisecular para verificar a los jugadores de
cartas en sus extravíos, topa con nuevos laberintos. Se trata de los
“laberintos de cartón pintado” del juego llamado truco.
La cuestión
Kundera
Colofón
Antes de morir Borges, nos dejó leer del paciente laberinto con
que trazaba la imagen de su cara. Gonzalo Salvador Vélez creía
encontrar al escritor ciego en Qohélet. Cierto. Nosotros también lo
hallamos en Qaholom y en Asterión. Tres líneas que con paciencia
le cruzaron su cara.
El escritor Borges fue sin duda como lector un cisne aún más
tenebroso y singular que los buenos autores de Qaholom, Qohélet
y Asterión. Escuchó mitologías caseras, mitologías forajidas; leyó
mitologías de Buenos Aires y mitologías del mundo. Eran palabras
de otros que él reescribió -sin metafísica- como escritor argentino
frente a su tradición, sin supersticiones, con una irreverencia que
puede tener, y ya tiene consecuencias afortunadas.
Abismo: Abismo dixo, “Job XXVIII, 14” (Trad. Fray Luis de León).
Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también te mira.
Nietzsche, Más allá del bien y del mal.
Creación: Se ha dicho alguna vez que Dios pudo crear todo, salvo
lo que fuese contrario a las leyes de la lógica. La verdad es
que nosotros no somos capaces de decir qué aspecto tendría
un mundo ilógico. Wittgenstein, Tractatus 3.031 (Trad.Enrique
Tierno Galván).
Dios: Yo soy el que soy (Ego sum qui sum). Exodo, 3-14.
Orden: Aquellas cosas que están más próximas al fin, entran con
más plenitud en el orden al fin, ya que mediante ellas, también
otras se ordenan al fin. Y las acciones de las substancias
intelectuales se ordenan a Dios como a su fin de modo más
próximo que las acciones de las otras cosas. Santo Tomás de
Aquino: Summa contra gentiles, III c. 90.
Bibliografía