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Semiótica de los Medios II Cátedra Del Coto

Clases teóricas dictadas por la prof. María Rosa Del Coto


27/10/09

Teórico N° 11

La conclusión que saca Verón, luego de desarrollar el tema del modo en que se
constituye el sujeto significante es que éste está constituido por las tres reglas o componentes
de la semiosis.
Por otro lado sabemos, por otros textos del autor, que la semiosis también está
constituida por los tres órdenes: lo Indicial, lo Icónico y lo Simbólico. Todas las materias
significantes se van a poder agrupar en estos tres órdenes, y no va a haber otras reglas que
estén funcionando que no sean éstas.
En relación con que el sujeto significante está constituido por las tres reglas o
componentes de las semiosis vemos que “El cuerpo reencontrado” se sitúa en un lugar
levemente diferente de aquél en el que se ubicaban otros textos de Verón en referencia a la
definición de sujeto; da, por así decir, una vuelta de tuerca ya que agrega un elemento más a
la reflexión. Esto lo digo porque la teoría de los discursos sociales es una teoría
sociosemiótica, o sea que pone el acento en lo social y no en lo individual. Como se expresa
también en el trabajo, el sujeto es definido en la teoría veroniana como un punto de pasaje de
la semiosis. En términos de Verón, no va a ser planteado como la fuente u origen del sentido
nunca. El sujeto va a aparecer como la mediación necesaria entre las condiciones de
producción y el proceso de producción y las condiciones de reconocimiento y el proceso de
reconocimiento. A partir de sus primeros trabajos, Verón consideró al sujeto como un lugar
social. En “El cuerpo reencontrado” muestra otra faceta del sujeto, definiéndolo como la
invariante universal del reconocimiento del sentido.
Sobre todo hay que prestar atención a esto de “universal”. Verón dice esto porque allí
hace la entrada triunfal lo biológico del hombre. Se está considerando a los cinco captores de
percepción que tiene el hombre con sus capacidades y sus limitaciones. Por ejemplo, el
hombre tiene una capacidad olfativa x que no se compara con la de los perros. Además,
nuestros sentidos han pasado por un proceso de jerarquización, poniéndose como superiores
el oído y la vista, por ejemplo: por eso las artes como la música y la pintura se plantean como
superiores al arte culinario, y los sentidos jerarquizados son aquellos que imponen una

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distancia entre lo percibido y aquello que permite percibir. Pensemos también en la existencia
de anteojos o audífonos para corregir problemas relacionados con la vista o la audición.
Verón está señalando que las restricciones, en principio, no vienen de la sociedad y la
cultura, aunque después todos estemos trabajados por la sociedad y la cultura. Verón está
señalando el momento liminar, inicial; de donde parte el sujeto en tanto animal que posee
determinadas capacidades biológicas, que son diferentes de una especie a otra.
En el desarrollo de varios textos, como establecimos, Verón plantea que la semiosis
está constituida por tres órdenes: lo icónico, lo indicial y lo simbólico. Así, sostiene que desde
que el hombre es hombre, en todas las producciones semióticas se dan esos tres órdenes. Pone
el ejemplo de las cuevas de Lascaux que presentan similitudes con las cuevas de Altamira,
donde se encontraron pinturas rupestres que serían las primeras manifestaciones artísticas del
hombre. Con ese ejemplo él indica que la producción semiótica de los hombres, desde
siempre, apareció formada por lo icónico, lo indicial y lo simbólico.
Tenemos, así, por un lado que la semiosis está constituida por estos tres órdenes y, por
el otro, que el sujeto significante está constituido también por estos tres órdenes. Podríamos
pensar qué tipo de relación se puede dar entre uno y otro. Podríamos decir que en realidad la
semiosis está constituida a partir de los tres órdenes porque el hombre está constituido por los
tres órdenes. Acá aparece lo que yo les decía sobre la vuelta de tuerca que Verón le da, en este
texto, a la teoría de los discursos sociales. Esto no significa que se deje de afirmar el
ingrediente social e histórico sino que se está viendo esto desde otro lugar: se está señalando
la posibilidad de que la semiosis aparece de la forma en que aparece porque el sujeto que la
produce está constituido también de esa forma. Lo último que vamos a mencionar al respecto
es que en las sociedades actuales es posible que se incremente la distancia, desfasaje o
diferencia, entre producción y reconocimiento. Esta posibilidad es sugerida porque en
producción, por vía de la tecnología, se pueden producir una gran cantidad de discursos, que
no estén vinculados directamente con las limitaciones que posee el hombre en cuanto a sus
órganos de percepción. Entonces, como en la instancia de reconocimiento encontramos esas
limitaciones, es factible que se dé un aumento en la brecha entre producción y
reconocimiento. Esto es interesante para debatir y podríamos decir que se trata de una
hipótesis en tener en cuenta, a pensar. Porque se plantea que mientras en producción se puede
avanzar sobre estas limitaciones; en reconocimiento siempre se encontrará el límite que le está
imponiendo al hombre su propia biología.
Otro elemento que hay que tener en consideración es que, en “El cuerpo
reencontrado”, se señala que, una vez que se produce la constitución del sujeto significante, se

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da el cuerpo propio. Propio significa dos cosas aquí. Por un lado, se actualiza el sentido de
propiedad (propio, particular, personal). Por el otro, el de apropiado. Propio se liga, así, con
tener idea de sí, y al mismo tiempo con la idea de que el funcionamiento del cuerpo en calidad
de elemento significante se halla regulado, es apropiado (esto es, se adecua) a lo que las
costumbres de una sociedad le imponen.
En “El cuerpo reencontrado”, Verón va a hacer foco también en el problema de la
mirada. Para Verón la mirada es una especie de bisagra entre lo icónico y lo indicial. Una
manera de entender esta conceptualización de Verón, la más inmediata, remite a la
constitución del sujeto significante: está conectada con el hecho de que, en la primera forma,
opera la regla metonímica de la contigüidad y la mirada funciona por recorridos, por
deslizamientos, o sea puede definirse como metonímica. En la segunda forma de su
configuración, cuando opera la regla de la semejanza, de lo icónico, el niño inicia un proceso
de imitación, que por supuesto se irá incrementado a medida que pase el tiempo, proceso que
toma en consideración los comportamientos de otros y para que esto suceda debe actuar la
mirada (el niño imita las conductas, los gestos realizados por otros para llevar a cabo procesos
de aprendizaje). Por lo tanto es la mirada la que está efectuando una articulación entre lo
indicial y lo icónico.
Para adentrarnos en una segunda manera de entender el planteo de Verón, puede
ayudarnos lo que indica Casetti, en un texto que veremos más adelante. Este autor señala que
“no hay escena sin mirada, ni mirada sin escena” La relación con lo indicial es bastante clara
porque, como recién dijimos, la mirada es de orden metonímico, responde a lo indicial; y esto
es así porque, como dije, opera por trayectos, por desplazamientos; hace recorridos. La
relación que se establece entre la mirada y lo icónico es mucho más compleja. En primera
instancia podemos decir que no puede haber mirada sin objeto mirado. El objeto mirado
puede ser una imagen. A pesar de que la mirada en principio opera por trayectos siempre
vamos a ver también que se van a producir detenciones en esos trayectos. Algo va a llamar
más la atención de la mirada y allí se va a detener. En principio tendríamos esta relación que
nos permite vincularlo con lo icónico, a partir de las imágenes y a partir de la presencia de
cierta detención en el trayecto. Cuando Verón plantea este tema trae a colación al
psicoanálisis, aunque no desarrolla esto en forma puntual. Por eso se necesita un
conocimiento sobre psicoanálisis para comprender de qué está hablando.
Ustedes habrán oído hablar del test de Roschard: consiste en presentarle a las personas
una serie de láminas con dibujos que no son representativos -una especie de mancha/
conjuntos de manchas- y el sujeto tiene que decir lo que ve allí. Los especialistas interpretarán

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según lo que la persona observe en esa imagen -por ejemplo tal o cual animal- qué tipo de
personalidad tiene. Eso es lo que se denomina el poder proyectivo de la imagen. Acá entra
otro concepto que es el de proyección que es opuesto a otro concepto que se llama
identificación. Como sujetos, podemos tener una tendencia a proyectar más que a identificar,
o al revés. De cualquier modo, va a haber momentos en que cada uno de nosotros ponga en
juego una o otra. La proyección refiere a que el sujeto vuelca algo de su interior sobre el
exterior; es decir, pone en los otros cosas que en realidad tienen origen en él mismo. Por
ejemplo: si uno padece una enfermedad y se encuentra con otra persona que se siente mal le
adjudica la propia enfermedad que tiene uno. Esto es lo opuesto a lo que hacen los
hipocondríacos: alguien se enferma de algo y la persona empieza a sentir los mismos
síntomas. Este segundo mecanismo tiene que ver con el proceso de identificación. Esto opera
por semejanza, similitud.
Entonces la imagen funciona como un desencadenante de la proyección. Y el test de
Roschard trabaja sobre eso. Por ello las personas ven en esas manchas cosas diferentes. Eso
está conectado con las historia de esa persona. Uno puede detenerse en un punto cuando está
mirando una imagen, porque ese punto está reactivando aquello que fue reprimido, que vuelve
en el momento en que se mira esa imagen. El sujeto no advierte que vuelve, por supuesto. El
psicoanálisis le presta mucha atención a esto, que se vincula con lo imaginario. Para el
psicoanálisis nosotros nos hacemos una imagen de nosotros y de cada uno de los otros. Esas
imágenes pueden estar más o menos distanciadas de la realidad. Ustedes saben que lo icónico
está vinculado con la cuestión de la semejanza o similitud y esto se relaciona con la imagen y
la distancia entre esa imagen de nosotros y de los otros; y la realidad. Como interactuamos
con las imágenes de las personas; cuanto más distanciadas estén de la realidad, peor va a ser
nuestro funcionamiento con los demás.
Algo que tenemos que tener presente es que no hay posibilidad de traducción entre
lo que se “dice” a través del cuerpo significante, lo se “dice” a través de las imágenes y lo
que se dice a través de la lengua. Esto significa que siempre va a haber un excedente de
sentido cuando intentamos hacer tales traducciones, que no hay equivalencia absoluta sino, en
última instancia, relativa, parcial, siempre hay diferencia, cambio y permanencia.
Veamos ahora las características que presenta la capa metonímica de producción
de sentido, las cuales se articulan con planteos desarrollados por el psicoanálisis. Cuando
Verón trabaja estas características, no se refiere únicamente a lo que le sucede en la capa
metonímica de producción de sentido, sino que la compara con lo que sucede en el campo de

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lo lingüístico y en el campo de las imágenes. O sea que hace una comparación entre lo
icónico, lo indicial y lo simbólico.
La primera característica es que en la capa metonímica de producción de sentido no
encontramos operadores de metalenguaje ni operadores metadiscursivos. Ustedes conocen
este término porque lo han visto en semiótica 1. “Meta” significa “más allá” y también
“sobre”. Esto significa, en el caso de la capa metonímica de producción de sentido, que ella
no tiene determinados operadores que la hagan capaz de referirse a si misma como sistema, o
a cualquier otro sistema de signos. Tampoco puede referirse a enunciados que se produzcan
por esa materia significante particular, que es la del cuerpo significante.
Tenemos que pensar por ejemplo que la lengua tiene operadores lógicos que no tienen
ni la imagen, ni el cuerpo: la lengua puede referirse a cualquier objeto discursivo,
independientemente de que ese objeto remita al código lingüístico o a otro sistema de
significación. Yo puedo referirme, a través de la palabra, a la propia lengua. O dar cuenta de
cualquier regla gramatical. Me estoy refiriendo a elementos del código lingüístico, estoy
hablando de él a partir de sí mismo. También el código lingüístico me permite hablar de otros
discursos conformados a partir de otro u otros sistema/s de significación. Yo puedo hablar de
una película utilizando el código lingüístico: la crítica de cine es un ejemplo. También
podemos usar la lengua para dar cuenta del lenguaje cinematográfico. También con la lengua
me puedo referir a objetos de la realidad, como “el gato tiene cuatro patas”. O puedo hablar de
la propia lengua diciendo “la palabra gato tiene cuatro letras”.
Esto que se da con la lengua, no se puede dar ni con las imágenes ni con el cuerpo.
Con las imágenes yo puedo realizar una operación cercana a la de metalenguaje, por ejemplo
la de citar. En un cuadro puedo incluir una cita pictórica. Puedo introducir fragmentos de otro
cuadro o todo el cuadro. Pero con la imagen, al menos en términos de Verón que comparte la
idea con muchos autores -aunque otros no la suscriban y piensen que es errónea- no se puede
hacer una crítica de ese otro cuadro al cual se está citando, porque la imagen no tiene
operadores lógicos. De la misma forma yo no puedo, con mi propio cuerpo, referirme a
acciones realizadas por el cuerpo de otro. Yo puedo hacer algunas operaciones que no son de
metalenguaje con el cuerpo. Puedo imitar a otro exagerándolo, hacerle burla (lo cual implica
poner en juego una opinión respecto a lo que hace el otro) pero como no hay operadores
lógicos no hay metalenguaje.
Ésta es una de las características de la capa metonímica de producción de sentido, no
produce metalenguaje porque no tiene operadores lógicos. No podemos hacer un tratado de
química ni con el cuerpo ni con la imagen.

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Otro elemento que plantea Verón en relación con la capa metonímica de sentido es
que no hay operadores de negación. Ustedes me van a decir que con el cuerpo podemos decir
que sí o que no, moviendo la cabeza en diferentes sentidos. Esto es cierto, pero cuando Verón
habla de la ausencia de estos operadores se refiere a la capa metonímica de producción de
sentido, definida por la regla de la contigüidad parte-todo, que implica un acercamiento fuerte
al orden de lo simbólico. Cuando hablamos del gesto del sí o del no, hay que indicar que
funciona en el mismo sentido que las palabras. O sea que estos gestos se rigen por la regla de
lo simbólico. Están organizados como convencionales y postulados por la sociedad para que
funcionen como significantes de determinados significados. Cuando Verón se refiere a que en
la capa metonímica de producción de sentido no hay operadores de negación, se refiere a que
no hay un elemento aislable y aislado de otras unidades que permita decir sí y decir no. Por
ejemplo, decir que no hay nada en este escritorio. Lo que supone juicios de verdad o falsedad
también. Con la lengua sí lo podemos decir.
La imagen fija tampoco tiene operadores de negación, por eso no podemos decir con
ella que no hay nada en este escritorio, papeles, por ejemplo. No hay manera de decir eso a
través de la imagen fija. Ustedes pueden decir que si se presenta un dibujo del escritorio vacío
eso implica que no hay papeles. Pero en realidad en el caso de la imagen fija la cuestión es
esta: o tenemos la presencia del elemento o no. Sin embargo, esa ausencia del elemento, no es
solo de ese elemento -papeles- sino de todos los elementos que, pudiendo en teoría estar, no
están. Con la imagen fija no puedo decir qué elementos no están; con la lengua, en cambio, sí
puedo señalar la ausencia de determinadas cosas. Acá dejamos de lado las historietas que son
imágenes seguidas de otras (y por eso implican una serie de imágenes) y que tiene que ver
con las imágenes en movimiento, en cuanto a la particularidad que estamos viendo.
Con la imagen en movimiento y con las historietas esto funciona de la misma forma en
cierto sentido, pero en otro no. Porque en la imagen en movimiento se nos puede presentar,
por montaje, el mismo escritorio con un objeto encima, por ejemplo: una lapicera. En un
momento posterior, vemos ese mismo escritorio sin el objeto. Entonces, lo que se puede dar
es un trabajo de inferencia que deberá realizar el receptor, quien va a poner en juego las
imágenes anteriores, donde el escritorio siempre aparecía con el objeto encima, en
comparación con la actual, donde no aparece. Por construcción podemos acercarnos a la idea
de negación, pero no contamos en la imagen con un operador determinado como la palabra
“nada” o “no”.
Otros elementos que tampoco posee la capa metonímica de producción de sentido son
los modalizadores. Los modalizadores en la lengua son los elementos que permiten poner

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entre paréntesis, suspender la aserción. La aserción tiene que ver con la posibilidad de que un
enunciado pueda ser sometido a la prueba de verdad o falsedad. Cuando aparecen los
modalizadores no se puede efectuar la prueba de verdad o falsedad. Un modalizador es
“quizás” o “tal vez”. También lo son construcciones de tipo condicional. Cuando uno dice
“creo o supongo”, tampoco se puede hacer la prueba de verdad o falsedad. Por ejemplo si le
digo a alguien: “Tal vez mañana te lleve los libros que me prestaste” no hay aserción. Si en
cambio digo “Mañana voy y te los llevo”, sí hay aserción.
En la imagen no funcionan los modalizadores, por eso todo lo que se presente en la
imagen se puede leer como una aserción. Allí no hay “tal vez”, “ni quizás”. O sea que no hay
operadores lógicos individuales que funcionen como modalizadores.
En el caso del cuerpo tampoco tenemos modalizadores. No podemos decir “tal vez
pasa tal cosa”. Se hace el gesto o no se hace.
Otra característica es que en la capa metonímica de producción de sentido el
significante puede confundirse con el significado. Esto puede ocurrir por aquello que ya
planteamos con el ejemplo del puño cerrado que se dirige hacia el cuerpo, como si fuera un
golpe, aunque el significado de ese significante no es el golpe sino la amenaza del mismo.
Pero como el gesto es una parte de la misma conducta la que se pone como significante, existe
la posibilidad de que la parte se confunda con el todo. Verón dice esto porque cuando la
conducta de amenaza de golpe se realiza, la persona a la que va dirigido el gesto
inmediatamente tira el cuerpo hacia atrás para no ser golpeado. De ahí la posibilidad de
confusión entre significado y significante.
En el caso de la lengua hay sustitución, entonces no se produce la confusión porque
nadie puede confundir el significante escritorio con el concepto de escritorio, y menos aun
con el escritorio concreto al cual el signo representa. Por ejemplo, al pasar por otras lenguas el
significado se mantiene, pero el significante, por lo general, cambia.
En el caso de las imágenes tampoco se puede confundir el significante con el
significado, porque también hay sustitución. Nadie confunde la fotografía con el fotografiado,
por ejemplo.
Por último, en la capa metonímica de producción de sentido no aparece la ley de
contradicción. Para explicar esto Verón pone en juego una serie de conceptos que aparecen en
diferentes autores de la escuela de Palo Alto. Por un lado, señala el pasaje al contrario y por
otro lado, la puntuación de la secuencia de conductas, de hechos. Las dos cosas van
articuladas. Dado que no podremos desarrollar la cuestión en el tiempo que nos queda,
dejamos el desarrollo de esta característica para la próxima clase. Hasta el martes que viene.

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María Rosa Del Coto

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