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El desarrollo de la psicologia de lo profundo ha permitido explorar el mundo en el que los sentimientos y el instinto sexual se funden para crear aquel conjunto de comportamientos y convicciones que constituyen la base de nuestra vida sexual y amorosa. El resultado de estas indagaciones, todavia abiertas, permite dibujar una nueva manera de concebir el sexo y el amor, tal vez menos romantica en comparacién con las visiones tradicionales, pero con toda seguridad mas logica y realista por basarse en el conocimiento de los mecanismos responsables de nuestras manifestaciones amorosas. El estudio de Eros esde la labor pionera de Freud, primero fen rasgar los velos que circundaban la sexualidad, han pasado casi ochenta aos. A parir de entonces, Ia psicologia de lo profundo ha dado otros notables pasos en el Campo psicosexual y ha producido una literatu- ra —dotada de contribuciones originales indivi duales-a la que todo aquel que quiera desarro- llarun discurso sobre la sexualidad debe recuerir rnecesariamente, Los autores (desde los mis iti mos colaboradores de Freud hasta sus seguido~ res, desde Jung hasta la escuela de éste) son mu- Cchos, y seria imposible citarlos a todos en esta breve exposicion, Se indicaran sus nombres a medida que, en el curso de la explicacién, se luda a sus respectivas aportaciones, Enire los afos cincuenta y los sesenta, el gobier- ‘no norteamericano encarg6 a un grupo de in- vestigadores que, en base a criterios estadisti- cos, revelaran los habitos sexuales del hombre y de la mujer. De ello surgio el ahora célebre “in- forme Kinsey”, cuyos resultados causaron estu- pefaccion dehido al neto contraste entre los Lastumbasetrcas expres amenude el deseo de superar [ESaguniade lnmunste con a ica dl amor ‘comportamientos explicados y la predominante pburitana, En realidad, estos datos no hacian sino confirmar la existencia de una gran transformacion en marcha en el campo de las Costumbres sexuales. En Estados Unidos y en Europa hizo explosién una “cuestién sexual” y se adquirio conciencia de que la sexualidad se halla todavia fuertemente dominada por peri ios y oscurantismos. De esta renovada aten ‘ion respecto a la sexualidad y sus problemas rnacié una nueva ciencia —Ia sexologia-, cuyos pprimeras representantes son W. H. Master y V. E_ Johnson (aunque W. Reich fuese su precur- sor). Hoy, la sexologia constituye una rama res petada de la psicosomatica, en la que trabajan {nvestigadores tan importantes como J. Kaplan y W. Pasini Enel umbral del afio 2000, la batalla por Ia difu- sion de una correcta educacion sexual, aunque librada en la forma mas idénea, y con los me- dios mas adecuados, todavia no se ha ganado. Esta constatacion ha inducido a no omit, en el tratamiento y la discusién del tema, los aspectos fisioldgicos del acto sexual, aunque en una linea subordinada respecto a los aspectos psicologi- cos y en funcion de la interpretacién psicodind- ‘mica de la sexualidad. No es retdtico afirmar que, al hablar de sexo, amor 0 erotismo, se rozan temas “atractivos” y *apasionantes”. Sexo, amor y erotismo consti- tujen un univeso de todo aquello que aa, reUne, agrega, junta, liga y congrega en unida- des cada vez mas complejas. Nos hallamos en el campo del placer y del deseo, de la fascina- cién y de la pasion, de la ternura y del éxtasis; fn el reino de las tonalidades sentimentales y afectivas que implican relaciones expresadas a través de infinitos matices, desde la vaga pertur- bbacién a la emocién abrasadora y trastornante Cuando nos referimos al amor sexual, es deci al encuentro genital entre dos personas, los dos {érminos ~sexo y amor- parecen totalmente in- tercambiables y coincidentes, Sin embargo, sise analiza mas a ‘fondo el hecho de “hacer el amor", el mismo acto sexual a dos puede estar ‘mas motivado por el sexo que por el amor, 0 viceversa, mas por el amor que por el sexo. A este respecto, autores como T. Reik sostienen {que cuanto mas anénima es la relacion (como la ue existe entre la prostitutay su cliente) y mas despersonalizada (como los matrimonios regu: lados por normas colectivas), tanto mas se des- plaza hacia la vertiente del sexo. En cambio, | Guanto més asume la relacién unos contornos personalizados, tanto mas puede hablarse de ‘encuentro amoroso. Aplicando este discurso a los usos y costumbres trlego ano anu, dete ela ‘tcoraion interna de tha copa, Museo de Belin), ‘exuales vigentes en nuestra civilizacién, cabria decir que el individuo ha alcanzado la madurez terotica cuando ha logrado conjugar el impulso puramente sexual del adolescente (la “nece dad” de descarga bioldgica para alviar los niv les de tensin) con el impulso del amor de un adulto dirigido hacia un compafiero con carac: teristicas tnicas (el “deseo” de unirse con el er amado y s6lo con él), Desde este punto de vista, Sexo y amor son dos términos diversos, ya que cl segundo no deriva del primero (por “sublima- ién" 0 por “inhibicién en el objetivo”, como suiere Freud) Empleando una imagen grafica, podiamos dis- poner las dos polaridades ~sexo y amor—en los {dos extremos de una inea continua. En una par- {ese colocaria el sexo, que hunde sus ices en lo biol6gico, yen la otra el amor, que tenden- Cialmente se alza en el cielo de las ideas. Cuan- do se verifica el encuentro entre los dos polos, Se tocan las cotas mis altas del amor sextal Normalmente, sin embargo, entre sexo y amor fexisten gamas multiformes y variadas de etapas, hasta llegar a los casos extremos en los que el sexo se separa del amor y el amor del sexo. Di- cho brevernente, segiin una afirmacién de Reik, ‘cuanto mas lige” el sexo el objeto de su satis ldo aqul qe ala, Jay fete nia ada vez mis comple: amore, ‘oceans frm ntnsamente posta faccién, mas se aproxima al amor, y viceversa, cuanto mis se dirige el amor indiscriminada mente hacia cualquier objeto de deseo, tanto mas incide en el puro instinto sexual Esta interesante concepcién del amor sexual es- conde, sin embargo, un peligro: el de la vision etnocéntrica -con razén estigmatizada por la antropologia moderna que tiende indebida- mente a conceder valor transcultural a adquis. Ciones y datos psicosociales procedentes de un Ccontexto sociocultural espectico y bien delim: tado. Equivaldria, en el plano personal, ala pre- tensién de expresar juicios “objetivos” de valor sobre los demas, en base a las idiasincrasias de nuestra personalidad “subjetiva’. Si bien la hi- ptesis de que sexo y amor no son idénticos pa- Fece tener un valor heuristico general, no puede lo mismo sobre los eriterios de defn utlizados por Reik. AL parecer, s6lo la ‘mujer y el hombre del siglo XX son libres para elegir Con quien emparejarse, de lo que se debe exter la conclusion de que el amor se halla ‘mas difundido entre nosottos que en cualquier otra civilizacién. Sabemos, sobre todo, que en ruestra sociedad solo en fechas recientes, con el desarrollo industrial y con el consiguient fe rnomeno de crecimiento urbano, ha podido co- 1253 menzar la mujer a librarse de su tradicional posi ién subalterna que la supeditaba por completo ‘las leyes patiarcales de la patria potestas. Re- iegada al papel de madre y de angel del hogar, cel matrimonio representaba para la mayorta de fellas una transaccion comercial estipulada entre los varones y destinada a la reproduccién, mais ‘que un hecho de amor que implicara colabora- jn y partcipacion afectiva personal. En la antigua Grecia, el matrimonio se hallaba totalmente desprovisto de contenidos erdticos y su Gnico objeto era la procreacion. Las mujeres, de todas las clases y sin ninguna distincion, que- ‘daban excluidas de la vida social, e incluso en el interior de la casa las mujeres de clases superio- res ocupaban, junto con ls hijosy la servidum- bre, habitaciones aparte y no podian recibir hhuéspedes ni siquiera sentarse para hablar con ellos. Ello'no impide que EI banquete, tal vez el mis balla canto a Eros en la literatura de todos los tiempos, se deba a la pluma de un fildsofo grie 40, Platn. En esta obra, Platén enuncia su cele- Bérrimo mito de los origenes del género huma- no y de la aparicion concomitante del "sexo" y de! “amor”. Antes de los hombres y las mujeres, cexstian seres perfectos y completos, puesto que participaban de la doble naturaleza de hombre ¥ mujer. Sin embargo, no se trataba Gnicamente de seres androginos, como cabria suponer facil mente, sino de seres dobles tambien en cuanto amasculinidad y feminidad. Estos seres primor- dlales se sentian tan perfectos que se considera ban jguales alos dioses. Esta presuncién se con- Virtio.en arrogancia, hasta el punto de que trata ron de asaltar el cielo, para ocupar el puesto de los dioses, Zeus decidio entonces actuar con vi- gor y aplicarles un castigo ejemplar. Los paris fen dos, varén y hembra, y las mitades asf obte- hidas fueron condenadas a buscarse eternamen- te con la vana esperanza de convertirse de nue- vo en aquellos seres completos. Ast surgi la di- Visién del género humano en dos “sexos” y, al propio tiempo, la nostélgica aspiracién al amor que denominamos “eros” 0 “amor” Sia la mujer griega se le asignaba un papel emi- entemente procreativo, ja quién se dirgia el Eros? Al parecer, el amor considerado como el mas grande era aquella forma de homosexuali- dad llamada pederastia (pais = jovencito y eros = amor), es decir el amor de un adulto hacia un adolescente, Los hombres tenian intensas rela- ‘Giones amorosas con jévenes entre 10s 13 y los 17 aos, Este tipo de homosexualidad no s6lo era toletada por la sociedad (en Atenas y en Es- parta), sino incluso estimada y considerada co mo “Eros pedagégico", siempre y cuando el ne- 1254 Entre los factores cultures que infuyenenas ‘modaldades de expresin dl amor y dela sexuaida, ‘sca una poscn relevant nea, don momentos ‘Se psn interpretados por atta famosos dea pant). xo entre joven y adulto fuese mutuo, desintere Sado.y espituaizado. ste setae nivel elevado Gel “amor platonico”. Naturalmente, exisia también el aspecto infimo y degradado. Los burdeles de jovencitos prostiuidos prosperaban 2 través de fa venta de esclavos. Curosamente, {el adolescente Fedén de El, el interlocutor de Socrates en el insuperable dialogo sobre la in mortalidad del alma, habia sido un joven prost- tuido al que Scerates habia rescatado. Tampoco Ia homosexualidad femenina era criticada por los griegos. Safo, nacida en Fresos, Lesbos, tal ver se entrege a ela (y decimos tal vez, porque no todos los historiadores son de este parecer) ¥, en recuerdo de la célebre poetsa, desde en Tonces el amor entre mujeres fue conocido co- mo “amorlesbiano"- Lo explicado hasta aqui no debe hacer pensar que el amor heterosexual fuese despreciado por los griegos, pues es sabt ddo que hombres de las clases superiores, esta- distas, fildsofos y artistas mantenian relaciones amorosas con las *hetairas”, una categoria part- Cular de mujeres libres e independientes, cultas €inteligentes, y famosas ademas por su belleza, ‘A diferencia de las esposas, éstas gozaban de tuna alta estima social y mantenian un elevado nivel de vida, hasta el punto de que sédlo los hombres mas ricos podian permitse el lujo de alternar con ellas. Al igual que la pederasta, la relacion con las hetaras era muy ensalzada,tan- to por su intensidad erotica como por la pleni- tud espiritual que se extraia de ella Si comparamos el concepto griego del sexo y del amor con el nuestro, resulta en seguida evi- dente que entre los dos puntos de vista slo se ddan unos pocos puntos de coincidencia, Sin fembargo, aunque para nosotros, hijos del silo XX y de otra organizacion sociocultural, resulta Sexo y amor natural que nos adhiramos a nuestra visién del amor sexual, no se puede afirmar que la griega fuese mas atrasada 6 tosca. Y si extendemos la ‘comparacién a los pueblos llamados primitivos, descubrimos, no sin estupor, que en la mayor parte de tales sociedades rige para la sexualidad tuna tolerancia més amplia que la nuestra, Por ejemplo, entre los kazak de Asia central y los yakutos de Siberia, los progenitores mastur- ban a sus hijos para calmatlos. En otros casos, ‘como entre los hotentotes nama (Africa) y en la sociedad polinesia de Tikopia, esti autorizada la masturbacién de ambos sexos. Aparte el tabs del incesto, los adolescentes tienen en general muy pocas resticciones sexuales, y a menudo Se admmiten juegos heterosexuales a imitacion de los practicados por los adultos. Lo mismo ocu- tre Con los caribes (América del Sun), los arunta (Australia), los masai (AVrica)y las poblaciones de las islas Trobriand (océano Pacifico). En algu- nas de estas civilizaciones, si se quiere evitar {ue las jovenes queden embarazadas, se adop- tan eficaces técnicas de anticoncepcién, ycuan- | do no ocurre esto, como entre los pukapucan de Polinesia, es porque una jovencita que haya procreado antes de! matrimonio esti muy bien ‘considerada por haber demostrado su fecundi dad. Entre los siwa (Africa), heterosexualidad y homosexualidad son ambas aceptadas’ por igual; los hombres pueden estar “aparejados” al ‘mismo tiempo con mujeres y con otros hom bres. Entre los yakutos, os chamanes (los famosos sacerdotes-hechiceros siberianos), que a veces Se visten de mujeres y se comportan como tales, se casan con hombres, con el consenso de to: dos los demas miembros de la sociedad, para | los cuales rige la regla de la heterosexualidad. Las modalidades del cortejo amoroso y de la re lacién sexual son tambien muy diversas, Los ;preambulos pueden ser breves o largos,y el be- 0 puede ser desconocido o considerado como repugnante. Durante el acto sexval, para algu: 1n9s pueblos (como los aino de Japon y los toda de las Indias) es muy erotico morderse mutua mente la nuca, y pata otros los mordiscos pue- den centrarse'en los labios, las mejilas 0 las ‘cejas. Elespectro de las diferencias de una civil zaCi6n a otra es amplisimo y seria imposible re- Correrlo totalmente en un breve tratado. Laevolucién de la sexualidad humana y sus significados Como se ha diferenciado sexualmente el hom- bre de os otros primates, tras haber compartide durante unos doscientos cincuenta mil aos el mismo destino, sigue siendo un misterio, Se ofrecen numerdsas hip6tesis al respecto, pero la 1255 ‘mas acreditada ~recuperada recientemente por la norteamericana R. Tannahill-es la basada en | “deambulacién vertical”. No nos detendre- ‘mos a considerar como lleg® el hombre a cam nar sobre dos piernas, pero sen las consecuen Clas que la deambulacién vertical habria produ ‘ido en las manifestaciones de la sexualidad hu- mana. En sintesis: las cuatro extremidades, pre- viamente empleadas sobre todo en el movi- miento y la braquiacién, se diferencian en bra- 208 y piernas. Para permite la postura erecta, los apéndices inferiores se convierten en pies, ¥ los Superiores, asi liberados, se especializan en la funcion prensil y se convierten en manos. De la oposicién del pulgar ala construecién del uten Silo, se da el paso mas cargado de consecuen Clas para la evoluci6n de la especie humana. Se |Lamanera de concer yevoy amor ha condicionad fuertemat a epresentackin dea igurafemenina, unas veces preci on abstract, como sino, y ores veces de mado reat, como Companers ec placer afina la sensibilidad tactil de las manos. El senti- do del olfato pierde la primacia y la cede a la vista y el oido. Los érganos genitals se despla Zan hacia delante. La copula deja de ser practi cada exclusivamente por detras y se efectiia también, y cada vez mas, cara a cara. Cabe su poner que la refinada sensibilidad alcanzada por las manos y la intensidad de las sefales vie Suales implicadas en el acto sexual originaron luna “perspectiva” completamente diversa de la belleza y el amor. Por otra parte, el cara a cara estimula la abertura de nuevas vias de comuni acién entre los dos companeros, entre ellas la de la comunicacién verbal. El defensor mas convencido de la primitiva identidad entre ex Bresién verbal y objeto sexual es Freud. Para Freud, todos los simbolos universales conservan todavia el caricter originario de signos que re- ppresentan el significado de las palabras, las cua- les no son sino la expresiin de una Gnica cosa los rganos sexuales. Freud supone que entre palabra y sexualidad se da una correspondencia Inmutable que constituye el significado latente de toda manifestacion simbolica. As, cualquier objeto alargado denotaria el pene masculino y toda forma hueca los genitales femeninos; an logamente, todas las armas y los instrumentos ppenetrantesfiguran siempre entre lo que es ms Eulino, y todos los objetos que sirven para con tener y proteger corresponden siempre a 16 fs femenino. De ello surge la afirmacion de quella triada que, segin P. Ricoeur, es funda- ‘mental en toda eivlizacién humana: lengeaje- ltensilio-insitucion. Por aitimo, cabria formular la hipotesis de que, desde el momento en que las manifestaciones Sexuales humanas se independizaron de los Condicionamientos fisiolégicos dictados por el caracter ciclico del estro (la llamada estacion amorosa), a su vez regulado por el sistema ner Vioso involuntanio, la sexualidad se transiormo de hecho natural en hecho cultural. No cabe ‘olvidar que el sexo es el inico entre los instintos humanos fundamentales (a diferencia del beber, comer, evacuar, etc.) que no sirve, estrictamen- te, para la autoconservacion personal. Desde el punto de vista individual es un “excedente”, un Apéndice extrafio que no pertenece al indivi- duo, sino a la especie; es la inmortal corriente 1258 de vida que pasa de una generacién a otra c« imo fuego inextinguible. De ahi la plasticidad y la ductilidad del instinto sexual (a posibiidad de ser “removido” 0 “sublimado” dia Freud), ya {que siempre se halla disponible y cabe prescin dir de 61; no requiere necesariamente un objeto para satisfacerse, y es la pulsion menos regulada y, al mismo tiempo, la mis canalizable en mil édigos de comportamiento. Esta maleabilidad especial hace del sexo el mas psiquico de los instintos y lo sitda en el centro de la dialéctica entre lo innato y lo aprendido, 0 sea entre natu- raleza y cultura. La sexualidad, en @ reino ani- ‘mal, se halla tegulada por factores endégenos y lex6jgenos que siguen un modelo ciclico de hue- lia filogenetica. Sin embargo, a medida que en la escala evolutiva nos aproximamos al animal hombre, cabe observar que los animales organi- zados sobre una base social y jerdrquica, como los monos, siguen un doble modelo de compor- tamiento: el innato y el aprendido. Experimen- tos tealizados con monos (Harlow, 1962) han demostrado, en efecto, que si dos monos recién nnacidos, macho y hembra, son separados y Criados en aislamiento, al reinsertarlos después fen grupos ya adultos manifiestan unas actitudes Sociales y no son capaces de descodificar las se ales de comportamiento de los otros miembros del grupo. En la época de los amores, 0 sea du: fante el periodo del estro, aque! macho no es Capaz de cortejar ni de copular con ninguna hembra del grupo, y aquella hembra, frente a las aproximaciones sexuales masculinas, huye aterrorizada, interpretando los gestos dei ardo- oso macho como ataques agresivos y no como “asallos amorosos". Seguin Zingg (1940), de los documentos sobre aigunos seres humanos cria- dos en aislamiento 0 lejos de la companifa hu- mana (los "hombres saivajes"), se deduce que &:tos experimentaban escaso interés por el sexo. Volviendo al mito platénico del hombre partido porla mitad y de su tendencia a reunirse denue- Seamed y aor se exprestndivertmente ears pushin de erenes colts ‘tradciones En fas fotos ceremonias de nicacon el to del paso ala ‘ckscenci entre los ws de Aca, sri al tngerds Io aura cde ‘America del Sosa, Sexo y amor iaauierds;y, arb etre os bai de Pakistan. vo, debemos examinar de nuevo las reflexiones de Zeus que llevaron a éste a decidir el “corte”, puesto que, partidos en dos, los hombres aban ‘donatfan la ilusién de la omnipotencia y se so. meterfan ala ley que manda que se tributen ho- notes y sactificios alos dioses. Ademas, la pér dlida del estado del Edén (la bisexualidad indivi sa) habia de impulsarlos incesantemente a bus- Carlo a través de la union. Y aqui queda expues- to uno de los enigmas de la sexualidad: una di vision que retine. “Pero entonces, si bien por un Tado la diferencia sexual es la causa de la repro- duccidn de la especie, por el otro es el efecto de la produccién social” (Galimbert, 1983). Con ello se pone en evidencia otra caracterisica pe- Cauliar que distingue el sexo de los demas instin- tos humanos basicos, y es la de que escinde la raza humana en dos géneros, el “masculino” y el “femenino” (etimol6gicamente, “sexo” deriva del latin secare = “cortar’). Los fines biologicos de la sexualidad son, como todos sabernos hoy, reproductivos. Sin embargo, por lo que resulta de las investigactones historicas y antropologi- «as, la humanidad no siempre ha relacionado el acto sexual entre hombre y mujer con la pro- Creacion. En las culturas paleoliticas y neoliticas y, todavia hoy, en algunas culturas primitivas, Se cree que el estado de gravidez de las mujeres debe atribuirse a la intervencién de divinidades fecundadoras a través de su soplo espirtual 0 aus atributos mis tangible, como el viento, La Tluvia o los animales 1259 El significado oculto tras estas creencias va mu- ‘cho més alld de una vision ingenua del mundo Lo demuestra el hecho de que la virginidad de Marfa constituye uno de los misters funda- ‘mentales dela religidn de nuestra madera civ lizaci6n occidental. La interpretacion que de ello pueda darse, el sentido profundo que se re- vela podrian ser éstos: las polaridades Mas- culinoyFemenino constituyen una de las prime- ras opesiciones percibidas por la inteligencia hhumana en su estado naciente. Asi, desde e! Cio de la historia de la humanidad, la polariza- ‘Gién de Masculino/Femenino establece una sub- divisiGn mas “ideol6gica” que “fsiologica’. La Cconciencia se funda en el principio de lo opues- to, 0 sea en la conquista de la capacidad para dliscriminar y diferenciar que surge gradualmen- te del magma primordial indistinto del incon Cente. Masculino/Femenino, Cielo/Tierra, Dia! Noche son, probablemenie, las primeras polar dades captadas porla conciencia humana en su aurora. Muchos mitos de la creacién atribuyen el inicio del universo a la escision en dos de una originaria divinidad andrdgina, que preexistié a ‘cualquier otra cosa. De esta primera subdivisién derivan todas las demas, en una secuencia que va del Caos al Cosmos. La analogia entre el an drdgino divino, progenitor de todas las cosas y el mitico androgino humano, progenitor de todas las razas, es transparente: tal ‘como el Cosmos Universal surge de la Enel curso de os sas scion Sobre comport seals han Seti prafunds matacines te icsamigsos reson por erp tmor no heterneral rs ead {Geis itractn spots regs SS, comets on Sonblo S ‘ever homoyena omen ‘Ste da esca de' ioe “H Pama, Frac dl Vaan, oma, escisién en Cielo y Tierra, el Cosmos social sur- se de la escisién en Masculino y Femenino a partir del antecedente Uno indiviso. La sucesiva setie de oposiciones se artcularia en analogia era: Espirtu/Materia, SolLuna, Rey/ Reina, Bien/Mal, Conciencia/lnconsciente, De- rechallzquierda, ete Se ha intentado llegar a una conclusién para- dja: a polaridad sexo y amor equivalente ala polaridad Logos y Eros, “Ahora tampoco la se- ualidad se evade de la discrecién del Logos, su dlstincién y su signo; tal vez sea incluso la distin. ién sexual el primer procedimiento de ingreso de la ley en el orden del significante, La mujer y el hombre no son intercambiables, y con esta egacién, que consttuye ademas el fundamen: to de toda distincién, se efectia aquella reduc- Cién del contenido simbélico en beneficio de la discrecion semiologica en la que se recoge la esencia de toda ideologia” (Galimberti, 1983), {Cémo explicar entonces el misterio de la Vir igen fecundada por el Espiritu? “Es como padre y No como genitor que el vardn dispone de las mujeres y las cambia, interviene en la pareja ‘madre-hijo separdndola,inicia a los jévenes en la sociedad de los padres, y es como genitora y Ro como madre que el ser femenino soporta to- do esto” (Galimbem, 1983). De ello cabe dedu- Gir, por tanto, que la madre es siempre biolégica {materia virgen inferior y el padre es siempre so- Cial (espirituinformador superior. ELEros y sus vicisitudes a neta demarcacién sexval viene impuesta por la cultura y por sus exigencias sociales. Lo de~ ‘muestran no s6lo la investigacion antropologica (resultan_paradigmaticas a este respecto. las ‘obras de M. Mead Sexo y temperamento y Va- 1r6n y hembra), sino también la moderna invest: acién neurofisioldgica sobre la diferenciacion senual, Se ha observado que entre los animales 1 es raro que aves y mamiferos exhiban {comportamiento nupcial del sexo opuesto. El hecho de que los comportamientos masculino y femenino puedan darse en ambos sexos indica ue las estructuras nerviosas para los dos com- ‘portamientos deben coexist. Es lo que revelan Jos datos de numerosos experimentos con cavie Y ciertos fendmenos de transexualismo humano ‘seudo-hermaftoditismo). La varabilidad hor- ronal y, sobre todo, el aprendizaje social cons- ttuyen los agentes principales de la diversiica- ‘i6n en el comportamiento sexual. La pulsion ‘erdtica podria pues estar psicolbgicamente mo- tivada por el deseo de reconstitur la bisexual dad originaria (como ya habia intuido Platon) Freud, el pionero dela investigacion psicologica sobre el sexo y el erotsmo, a principos de siglo {en 1905), con sus Tres ensayos sobre la teoria ‘sexual plante6 el discurso sobre la sexualidad en ‘érminos completamente nuevos. Ya en 1897, Freud habia advertido que el impulso sexual era luna fuerza de una actividad extraordinaria, que braba en el hombre yen la mujer desde la pi- merisima infancia, incluso desde el nacimiento. Con la teoria sexual, Freud formula la hi de que la psicologia humana se basa principal mente en elimpuiso y en el deseo instintvo, en la tensin entre necesidad y gratcacion, regu- lada por el principio de placer-desplacer. Mas tarde, en 1911, al principio del placer el principio de realidad, entendido como la capa- idad, psicolbgicamente mis madura, de diferie Sexo y amor la graticacién en el tiempo. En la pulsion se- xual, Freud distingue la “potencia sexual”, de- terminada orgénicamente, de su manifestacion psiquica, la libido. La ibido, de naturaleza psi- ‘cosexual, se halla anclada por una parte a lo biologico y, por otra, es regulada por el dina- mismo psiquico del piacer-desplacer, Con lait troduccién, en 1914, del concepto de narcsis- ‘mo (la inversinlibidca originaria del Ego) y de fos impulsos agresivos (1920), la teoria sexual freudiana quedo defnitivamente consttuida. El descubrimiento de fos impulsos agresivos indujo Freud a formular una distincién entre el Eros y ‘el impulso de muerte (Thanatos), concebido el primero como segregador de la stistanciavivien- te en unidades progresivamente mas alta, y el ‘tro como tendencia defensiva y regresiva de la psique, que se manifesta a través del mecanis- mo de la “coaccién a epetir’ y lucha a favor de la disgregacién hasta el estado inorganico. Una de las tesis fundamentales de la teoria sexual ‘que topé con la vision puritana de la época vic {oriana, consist en que la disposicion innata de la vida psiquica infantil es, esencialmente, una disposicion “perversa polimorfa", La tendencia del nif es “perversa’, porque, naturalmente, carece de inhibiciones, y “polimorfa” porque se ‘manifesta a través de una mutiplicidad de im- ppulsos parciales absolutament privados de cen- tro y que funcionan de modo totalmente inde- pendiente entre sf, EI nino extrae de ello una sa- tisfaccién esencialmente autoerotica. Otra tesis fundamental se basa en la teor'a del desarrollo sexual en “dos tiempos”, Cabe que, a causa de los prolongados periods de crianza-aprendiza- je, se veriique en el hombre una intesrupcion entre la sexualidad infanily la madura, que Freud llama “pertodo de latencia”. Este periodo de- sempena una doble funcién: sive para estruc- turar el Ego y predispone al individuo a adap- tarse a las crecientes exigencias de la sociedad. El desarrollo de la sexvalidad infantil se produce en fases y en una secuencia cronolégica; em- pieza porla del eroismo oral, y sigue con las del erotismo anal, falico y genital. ‘Al principio, Freud afronto las problemsticasre- ferentes a. la incorporacién fase oral) y la posesién-dominio (fase anal), pero sélo el des- ‘cubrimiento de la fase flica fe permitié afrontar los problemas de la masturbacién y del com- plejo de Edipo. La fase falica alcanza, en efecto, Su punto culminante en el complejo de Edipo, ‘cuyo conflico puede resumirse en estas pocas palabras: “los términos de la antitesis son a po- sesion de un genital masculino por un lado y estar emasculado por el otro". El complejo edi- pico, modelado sobre el homénimo mito grie- 1263 80, 3¢ manifesta como un deseo incestuoso: el iho desea casarse con la madre y matar al pa- dre, y la nina desea lo opuesto, Para Freud, el complejo de Edipo consituye un evento de la primera infancia comin en todo el género hu- mano y determinado flogenéticamente. La ac- ‘cién del complejo edipico se ve acentuada tan- to porla“bisexualidad constitucional del indivi. ‘duo” como por el carécte triangular de la rla- cién entre padres y nifio; ls dos factores orig ‘nan los complicados mecanismos del afecto, de Ia identifcacion de a intrayeccién y dela ambi- valencia, Para Freud, se trata del complejo nu- clear de cada indviduo, de cuya resolucion de- ppende mis o menos la integridad psiquica de la futura personalidad del adulto. Lo que hace su- rar este complejo es la fantasia del terrible Castigo que acompafa al deseo incestuoso, a la {que Freud denomina complejo de casracion y ue hace naufragar defnitivamente el complejo ‘eipico en el periodo de latencia. En los individuos normales, la frustracién resul tante conduce a una renuncia a los impulsos in ‘cestuos0s y, a través del mecanismo de la subi macién, a un desplazamiento del interés por las adqusiciones y las realizaciones culturales. Esta elaboracién, que sobreviene en el periodo de latencia, concluye al enfrentase el individuo, ya adolescente, con la sexualidad madura, en la que el deseo sexual se ditige ahora hacia el bjeto heterosexual extrafamilar. El complejo de Edipo no resuelto origina las neurosis del jo- ven y del adulto. EI neurotic tratara entonces de recurtr a una regresin y a fiarse psicologi- camente en una de las fases preediicas {Qué piensa Freud acerca del amor? Cuando habla de la libido, no distingue entre impulso sexual e impulo erdtico. Los considera idént- ‘C05 € intercambiables. Todo el Eros que en el adulto no se halla sometido al dominio de a ge- nitalidad, como los predmbulos al acto sexual, las mutuas corrientes de ternura en los amantes, os juegos erdticos 0 las idealizaciones, s6lo Consistrian en impulsos sexuales inhibidos en su ‘meta o sublimados. O bien, como en el caso de los sentimientos de temnura, se trataria de una Conversin de los impulos perversos polimor- fos del nifio, originariamente autoerdticos, transferidos, en el adult, al objeto amado. También la atraccién por lo bello, los cénones de belleza masculios 0 femeninos, tanto perso- nales como colectvos, el sentido estético, toda forma de amor no sexual y abstracta, para limi- tamnos al estrecho campo del Eros, serian, por

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