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Universidad de Chile Alumno: Nicolás López

Facultad de Filosofía y Humanidades Fecha de entrega:


Departamento de Literatura 30 de octubre de 2017
Lengua y Literatura Hispánica
Ramo: Lit. Contemporánea Chilena e
Hispanoamericana
Profesores: Jessica C., Leonel D. y Natalia C.

DOÑA BÁRBARA
INTRODUCCIÓN
La trayectoria de la literatura latinoamericana siempre ha tenido que procesar dos
pulsiones paralelas: la de escribir al ritmo vertiginoso, innovador y desarraigado de la
modernidad o la de escribir con los pies en la tierra, la historia y la tradición
latinoamericana. Este esquema, simplificado en extremo, no debe entenderse como dos
opciones irreconciliables entre sí; sobran ejemplos de autores que fueron capaces de
generar una obra que moldeara ambas pulsiones en un solo impulso unitario. Sin embargo,
también existen aquellos que crearon obras bípedas que pisaban con un pie sobre la
modernidad y con otro el de la tierra latinoamericana. Tal es el caso, según intentaremos
defender, del criollismo latinoamericano. Se trata de un intento genuino por escribir una
literatura regional y autóctona, pero que, sin embargo, termina produciendo una literatura
ideológicamente muy moderna. En este trabajo pretendemos caracterizar los elementos que
constituyen esta literatura a partir de la novela Doña Bárbara (1929) de Rómulo Gallegos

SURGIMIENTO DEL CRIOLLISMO


Las razones que hicieron posible el surgimiento del criollismo son a la vez políticas,
culturales y literarias.
En una Latinoamérica cuya modernidad oscilaba siempre entre ser una “modernidad
incipiente” y una “promesa de modernidad” era natural que se desarrollara una narrativa
que pusiera en tensión la forma en que se estaban desarrollando los procesos
modernizadores. Ya en los primeros capítulos de Doña Bárbara podemos advertir estas dos
modernidades. Por un lado, está el bárbaro llano venezolano en donde la modernidad está
completamente ausente y los familiares se asesinan entre sí por un pedazo de tierra. La
ausencia de límites territoriales será uno de los elementos que la novela remarcará como
rasgo no-moderno. Por otro, está la ciudad de Caracas, que

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“no era sino un pueblo grande (…) con mil puertas espirituales abiertas al asalto de los
hombres de presa, algo muy distante todavía de la ciudad ideal, complicada y perfecta como
un cerebro, adonde toda excitación va a convertirse en idea y de donde toda reacción que parte
lleva el sello de la eficacia consciente (…) (16)
Es decir, que la capital de Venezuela, lugar que debiese ser el centro moderno, no es más
que una promesa de modernidad, una apariencia que no se asemeja en nada a una
modernidad real.
Lo anterior propicio un caldo de cultivo en el que algunas de las influencias del arte
europeo encontrarían terreno fértil para desarrollarse. Como señala Carlos. J. Alonso, “la
más importantes de todas es el surgimiento del Modernismo europeo en todas sus
manifestaciones diversas e incluso contradictorias” (215), dentro de las cuales la más
influyente sería la tendencia primitivista. A diferencia de los movimientos afro-antillano e
indigenista que “tomaron de la antropología un discurso ya elaborado sobre el Otro, para
hablar sobre los Otros representados por los negros y los indígenas” (216), el criollismo
reelaboró el discurso de la filología para hacer una reconstrucción de la identidad cultural a
partir de los monumentos culturales (loc. cit). Esto es claramente apreciable en Doña
Bárbara, en donde se insiste una y otra vez resaltar los rasgos que formarían parte esencial
de la identidad cultural de sus habitantes. Un buen ejemplo es el siguiente pasaje:
Y vio que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable;
en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y
abnegado; con la mujer, voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual, sobrio. En sus
conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y
melancólico; positivista y fantaseador. Humilde a pie y soberbio a caballo. Todo a la vez sin
estorbarse, como están los defectos y las virtudes en las almas nuevas (172)
Si bien la superposición de contradicción tras contradicción tiene un objetivo ideológico
muy claro que revisaremos más adelante (a saber, la idea de que el llano contiene en sí
tanto la barbarie como la posibilidad de transmutarse en civilización), es también posible
leer esta caracterización como un intento por sintetizar la identidad llanera que se agota en
sí mismo, pues la complejidad del referente no lo permite. No obstante lo anterior, la novela
criollista, apoyada en su narrador omnisciente e infalible, buscará convencernos de su
carácter referencial. Como bien señala Carlos J. Alonso, “el resultado de esta acción es “lo

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autóctono”, un constructo discursivo (…) y no por el estatus referencial y mundano de la
esencia a la que supuestamente alude” (225).
A lo que ya hemos señalado es necesario agregar algunos acontecimientos políticos de
gran importancia para el surgimiento del criollismo. Por un lado, la influencia política de
Estados Unidos en Latinoamérica crecía de manera acelerada fundada en la doctrina del
panamericanismo que ya había dejado sus rastros en la guerra de independencia cubana de
1898 y en la inauguración del Canal de Panamá en 1914. Una suerte de reelaboración del
slogan de la doctrina Monroe “América para los americanos” que se tornaba especialmente
peligrosa en manos de un país que se perfilaba como una potencia económica, política y
militar, características con las que no contaba en 1823, su año de elaboración. Es por esto
que “el amenazador mito histórico del panamericanismo tuvo que ser neutralizado con una
creación paralela, otra narración cultural que articularía una realidad mitopoética exclusiva
para Latinoamérica” (Alonso 217). Esta nueva narración cultural sería la figura discursiva
que ya mencionamos: lo autóctono. En Doña Bárbara es bastante evidente el rechazo de la
doctrina panamericanista en la figura de Mr. Danger. De este particular personaje
norteamericano dedicado a potenciar la barbarie de la llanura y a aprovecharse
económicamente de sus frutos se dice que “le agradó la región porque era bárbara, como su
alma, tierra buena de conquistar, habitada por gentes que él consideraba inferiores por no
tener los cabellos claros y los ojos azules” (83). Es bastante evidente el sentido alegórico
que cumple este personaje. No solo su desprecio por los habitantes de la llanura, sino
también su actividad comercial son extrapolables a la conducta de EEUU. Mientras los
habitantes del llano se dedican a actividades agropecuarias, Mr.Danger “no hacía sino cazar
caimanes, cuyas pieles exportaba anualmente en grandes cantidades, y por afición, tigres,
leones y cuantas fieras pasasen al alcance de su rifle” (84). Es decir, se dedica al exterminio
y explotación de los recursos de América y no para beneficio de la región, sino para
exportarlos. Como veremos más adelante, uno de los pasos más importantes del plan
civilizador de Santos Luzardo consiste en liberar al llano de la influencia negativa de Mr.
Danger: “decidió llevarse consigo a Lorenzo y su hija, para librarlos de la humillante tutela
del extranjero” (92).
Por otro lado, la celebración de los centenarios de independencia en gran parte de
Latinoamérica impulsó una revisión histórica de los elementos de continuidad de la cultura

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latinoamericana que, en conjunto al ambiente cultural de la época, marcó la necesidad de
“proporcionar un mito fundacional para la colectividad y producir un texto trascendental en
el que el alma nacional o continental se pudiera ver reflejada a sí misma al igual que a una
visión profética del futuro” (219). Estos tres elementos (un pasado sobre el cual construir
una mitología fundacional, un presente en el que sea posible reflejarse y un futuro profético
que sea posible soñar) son la base esencial del discurso ideológico de la novela criollista, en
tanto permiten que a partir de uno de ellos (el reflejo del presente) el autor pueda manipular
a su gusto los otros dos y, de esta manera, cargar de contenido ideológico a la novela.
Como revisaremos más adelante, tal es el caso de la operación que realiza Romúlo Gallegos
en Doña Bárbara.

ASPECTOS ESTÉTICOS
Una vez definidas las circunstancias históricas que propiciaron el surgimiento del
criollismo, es necesario caracterizar los principales elementos estéticos que componen esta
manifestación literaria.
En primer lugar es necesario hacer notar que el estilo de la novela criollista es
eminentemente realista. Se trata, en su mayoría, de narraciones objetivas, en tercera
persona, que pretenden dar una visión global de una realidad. Por un lado, esto trae muchos
inconvenientes para el objetivo declarado del criollismo, esto es, retratar la identidad de los
sujetos que habían sido excluidos de la representación literaria, debido a que la mirada de
un narrador realista suele limitar las posibilidades estilísticas y expresivas de la realidad
representada. Así lo ha dejado ver el desarrollo de la novela latinoamericana posterior al
criollismo; autores como Rulfo y Carpentier, por nombrar unos pocos casos, lograron
retratos mucho mejor acabos de la identidad latinoamericana trabajando en el margen de los
procedimientos realistas. Por otro lado, la presencia del narrador heterodiegético y de
focalización cero del estilo realista permite crear la ilusión de objetividad en lo narrado, con
lo cual el objetivo ideológico de la novela es perfectamente manipulable. Se trata, por lo
tanto, de un narrador que puede guiar constantemente la mirada y la opinión del lector hacia
aquello que él quiere resaltar. Lo anterior se manifestará en Doña Bárbara en un narrador
que abusa de la adjetivación de los personajes para predisponernos a un juicio moral de
ellos. Tomemos como ejemplo la caracterización que se hace de “El Brujeador” a penas
aparece: “Es uno de esos hombres inquietantes de facciones asiáticas, que hacen pensar en

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alguna semilla tártara caída en América quién sabe cuándo ni cómo. Un tipo de razas
inferiores, crueles y sombrías, completamente diferente de los pobladores de la llanura” (4).
De la misma manera, la primera caracterización que se hace de Santos Luzardo ya contiene
todos los aspectos de su carácter que se desarrollarán durante la narración: “Un joven a
quien la contextura vigorosa, sin ser atlética, y las facciones enérgicas y expresivas
préstanle gallardía casi altanera. Su aspecto y su indumentaria denuncian al hombre de
ciudad, cuidadoso del buen parecer. Como si en su espíritu combatieran dos sentimientos
contrarios acerca de las cosas que lo rodean (…)” (loc.cit.). En efecto, Santos Luzardo se
comportará oscilando entre estos “dos sentimientos contrarios”, el civilizado y el bárbaro,
durante toda la novela.
En segundo lugar, la estética de la novela criollista está determinada por la figura
discursiva de “lo autóctono” que Alonso define en tres aspectos: “la lengua hablada, la
localización geográfica y una actividad humana dada” (224). Estos tres elementos
determinarán, por lo tanto, el léxico, la representación paisajística y el retrato de
costumbres.
En cuanto al aspecto léxico, es muy importante notar que la inclusión de vocabulario
“popular”, expresado por los personajes, al que se suele hacer alusión para referirse a la
novela criollsita aparece subordinado al léxico culto formal. De esta manera, se genera un
sistema de diglosia en el que el vocabulario utilizado por los personajes está supeditado al
utilizado por el narrador. En Doña Bárbara esto se hace notar en el hecho de que el
narrador tenga que recurrir constantemente a una exégesis de lo dicho por los personajes.
Veamos el siguiente ejemplo:
-Déjalo quieto –intervino María Nieves-. Es que está corcoveando a ver si se quita la marota.
Aludía, a su vez, con esta frase llanera de sentido figurado, al apuro en que había puesto a
Pajarote al pedirle testimonio personal, pues todo lo que este había contado respecto al
familiar no era sino versión desfigurada de algo que él le había referido días antes. (48)
Apenas un personaje se permite hablar utilizando su propio léxico el narrador debe salir
en su auxilio y explicar en su propio código lo que el personaje quiso decir.
En cuanto a la representación paisajística en la novela criollista funciona en dos sentidos:
por un lado, busca retratar el espacio físico real; por otro, funciona como ambientación
moral en la obra. El determinismo ambiental, desde las reflexiones de Montesquiu hasta las
de Zolá, es una idea que siempre gozó de popularidad en América, pero en la narrativa

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criollista adquiere especial fuerza. Como ejemplo, veamos el pensamiento que tiene Santos
Luzardo sobre Lorenzo: “Realmente, más que a las seducciones de la famosa Doña Bárbara
este infeliz ha sucumbido a la acción embrutecedora del desierto” (72). Como se ve, en esta
literatura la naturaleza pasa a establecer relaciones metonímicas con el carácter de los
individuos y el pueblo. Veamos el siguiente ejemplo:
El Orinoco es un río de ondas leonadas; el Guainía las arrastra negras. En el corazón de la
selva, aguas de aquél se reúnen con las de éste: mas por largo trecho corren sin mezclarse,
conservando cada cual su peculiar coloración. Así en el alma de la mestiza tardaron varios
años en confundirse la hirviente sensualidad y el tenebroso aborrecimiento al varón (23)
A lo largo de la novela estas comparaciones y relaciones serán llevadas al nivel
sinecdótico; el llano y su naturaleza representarán el carácter de la nación venezolana y, por
extensión, de la identidad latinoamericana.
Finalmente, la representación de costumbres adquiere especial importancia, en tanto estas
son elaboradas como parte de la esencia irrenunciable del carácter nacional. Así como
Santos Luzardo debe demostrarles a sus peones que es capaz de manejar “la doma”, el autor
de la novela criollista debe demostrarles a sus lectores que es capaz de valorar y respetar las
tradiciones de la nación. Se trata, nuevamente, de un elemento estético moldeado por el
aspecto ideológico. Procedamos, entonces, a dilucidar el aparato ideológico de la novela
criollista.

ASPECTOS IDEOLÓGICOS: CIVILIZACIÓN Y BARBARIE.


El principio fundamental del que parte la novela criollista es de la dicotomía
civilización/barbarie que se manifiesta y reelabora de distintas maneras: cultura/naturaleza,
razón/instinto, pensamiento/cuerpo, blanco y mestizo / indio y negro, masculino/femenino
y escritura/oralidad. No en todas las novelas los límites entre ambos extremos son claros.
En Doña Bárbara, sin embargo, el contenido ideológico rebalsa al estético en cada una de
sus líneas. Tomaremos solo dos ejemplos de cientos que se pueden encontrar en la novela.
La situación de Marisela es eminentemente bárbara, pues se nos describe como “aquella
criatura montaraz, greñuda, mugrienta, descalza y mal cubierta por un traje vuelto jirones”
(73). El objetivo de Santos Luzardo será transformarla en un ser civilizado. Le enseñará a
leer y escribir, la llevará a vivir en una casona y le enseñará a usar la razón, misma razón
que hacia el final de la obra será utilizada por Marisela para salvar a Santos Luzardo

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cuando este cree que está entregado a la barbarie. De esta manera, el impulso civilizador se
transforma en un círculo virtuoso.
Por otro lado, la historia de Doña Bárbara funciona como contrapunto de la de Marisela.
Antes de ser Doña Bárbara era “Barbarita”, una chiquilla mestiza enamorada de Asdrúbal,
“un joven, cara de hambre y ropas de mendigo” (18). Asdrúbal, al igual que Santos Luzardo
con Marisela, se dedicaba a enseñar a leer y escribir a Barbarita; sin embargo, los
tripulantes del barco donde convivían ambos asesinan a Asdrúbal y se dedican a violar una
y otra vez Barbarita. De esta manera nace Doña Bárbara. La posibilidad de civilizarse es
truncada por el poder de la barbarie violenta y sexual. Misma barbarie que después se
vuelca contra el llano y desencadena todos los acontecimientos violentos de la obra. De esta
manera, el impulso bárbaro se transforma en un círculo vicioso.

CONCLUSIONES
A partir de todos lo que hemos revisado hasta ahora es posible sacar en limpio algunas
conclusiones con respecto al criollismo. En primer lugar, que el surgimiento del criollismo
está profundamente enraizado en las circunstancias históricas de los procesos
modernizadores latinoamericanos. En segundo lugar, que la búsqueda por lo autóctono no
se traduce en el retrato fidedigno de la identidad latinoamericana, sino en la creación de una
figura discursiva. En tercer lugar, que esta figura discursiva es construida estéticamente,
pero es utilizada con fines ideológicos. Finalmente, que el objetivo ideológico de la
narrativa criollista es tensionar el modo en que se ha implementado la modernidad en
Latinoamérica a partir de la dicotomía civilización y barbarie, tendiendo a decantar a favor
de la civilización.
En cuanto a Doña Bárbara, es evidente que su diseño narrativo está completamente
motivado por la dicotomía civilización y barbarie. En clave alegórica, la novela crea un
mito que explica el presente de la nación (el cacicazgo bárbaro y el abuso estadounidense),
a la vez que profetiza un futuro mejor representado en la figura de Santos Luzardo, un
hombre nacido en el llano que es capaz de fusionar el impulso civilizador con el respeto por
la tradición. De esta manera, el valor de Doña Bárbara lo encontramos más en la
inteligencia discursiva para construir un aparato ideológico muy bien dirigido que en su
fineza literaria que a ratos se hace bastante obvia y tediosa.

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Bibliografía

Alonso, Carolos J. “La novela criollista” en Historia de la literatura hispanoamericana.


[archivo de ucursos]

Gallegos, Rómulo. Doña Bárbara. México: Porrúa, 2009.

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