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DESDE 6 ANOS. Ce thus a Beuchat ies de Cristina Espinoza En el reino de los genios de las alcachofas, suceden muchas cosas sorprendentes. La princesa tiene un caracter especial, pero de dia, junto a una poza, descubre algo que la har cambiar, INFANTIL El rey y la reina de los genios que yitan en las plantas de alcachofas, ban muy preocupados: su hija, la joven de la familia real, siempre enfa carita de pena y casi nunca se le eia sonreir. — Por qué no invitas a alguna amiga? —le decia la mama reina. _ —No quiero —contestaba la yrincesa —y se pasaba horas entre las jandantes hojas de su palacio, sin nada. —No es posible que no quiera se con nadie —se lamentaba el pa rey. Entonces, los soberanos de 1 alcachofas decidieron tomar el toro por las astas 0, como se dice en el Reino de las Flores, agarrar la frutilla. por el tallo, y organizaron una gran fiesta sorpresa. La pista de baile se levanté al pie de las matas de alcachofa mas grandes; un conjunto de grillos y pajaros fue contratado para animar la velada y las luciérnagas se encargaron de la iluminacién. La reina les solicit6 personalmente a las mariposas, que Ilevaran las invitaciones a todas las flores donde yivieran genios de la edad de su hija y les pidié a todos guardar el secreto. 1, llegé el dia elegido. La aleachofa se encontraba como gumbre entre unas hojas con la da perdida en el espacio, cuando eucho cerca de alli una hermosa lodia. Tas luciérnagas encendieron slamparitas y como en el cielo habia na, la pista de baile adquirié un “eimoso brillo. ‘ Curiosa, bajé hasta el lugar y cual Mo fue su sorpresa cuando, de pronto, "Vio aparecer a numerosos genios, que se acercaban cantando. Los invitados lucian hermosos: los que habitan en las amapolas, en las flores de azahar, los jazmines, las flores del café, en fin, genios venidos de muchos lugares y que ella conocia i i if 1 desde pequefia. También Hegai varic , que vivian en otras mata alcachofa y todos la saludaron coi La princesa no sabia qué hac Solo se limitaba a sonreir timi y la verdad era que le asus tener que hablar con todos A medianoche, se ofreci néctar con polen, acompafia tipo de algas saladas, tr: lejos por una bandada de La fiesta era todo un éxitoy genios bailaban hasta caer al Todos reian y comentaban lo lo estaban pasando. Todos, mi princesa, que permanecia en | rincén, mirando a los invitade ios genios quisieron sacarla a , pero ella no acepté. La mama y ba, ocultos detras de unos tallos, fvaban preocupados. Algunos invitados se habian dado efita y comentaban entre ellos: a ne —jQué rara es! No quiere bailar, aaa . 5 “no conversa con nadie... Si alguien se : erca, ella contesta en forma brusca tartamudea. Se pone colorada sin motivo alguno y siempre esta en un incén. ‘A la mafiana siguiente, la mama a le coment6 a su esposo: —No sé qué vamos a hacer con esta uestra, Si sigue asi. West ayt Y el papa rey que deseaba seguir durmiendo, no pudo hacerlo, por to Preocupado que estaba, Pas6 el tiempo y la princesita no cambiaba. Es mas, parecia cada vez mas hurafia y timida Y sus amigas se habian alejado de ella. Un dia estaba ella contemplando una poza de agua que se habia formado cerca del palacio real, cuando escuché, de pronto, un zumbido, Miré . a su alrededor y descubrié un abejori ; que volaba cerca del agua. Obsery6 cémo brillaba al sol y entonces, distinguié sobre el insecto la silue de un genio alcachofa, Minutos después, el abejorro aterriz6 sobre _ una hoja y el genio se desliz6 a tierra. acesa que lo miraba con Los dos se observaron en r fin, ella haciendo un gran erzo, y en vista de que él no snsaba hablar, le dijo: —Hoo... la.. Con nerviosismo, él la siguid ‘mirando. Luego, tartamudeando la saludo: —Hoo... la... —Hola... —respondié otra vez la princesa, sonriendo al ver la cara del genio. Una vez mas, se produjo silencio entre los dos. —;Te pasa algo? —quiso saber ella. ‘ —:De dont vienes? —le pi Del otro lado de Ia colii do con este nuevo tipo d rros... Ya ves, vuelan losamente bien y aterrizan s una delicia —afirmné el genic cuanto comenzé a hablar de lo: os, su voz cambié y su tono s yid mas seguro. -Me encanta volar. A veces | bre una libélula, otras, sob dones. Una vez viajé en un n y hace algunos dias llegué el mar en una gaviota. C) so —{De veras? ;Hasta el mar? —pre- nté la princesa sorprendida—. Eso a muy lejos. "El genio se sonrojé un poco y ‘amente, cambiando de tema, ‘Mira, te haré unas demostraciones. lo volar con este abejorro muy ca del agua, sin mojarme. El genio se subié al insecto y ambos Baron con un gran impulso. Ya en e, le dio Ja orden de acercarse al agua un yertiginoso vuelo, comenzaron Force piruetas de todo tipo. incesa los miraba sorprendida. y otra vez, el genio montado sobre el jorro pasaba volando por delante on a oe dé ella, rozando casi el agua, volviendo a elevarse por el aire, —iMira qué marayilla! —le gritaba el genio, eufdrico—, iEsto es volar de verdad...! De pronto, sin que ella pudiese Pestafiear, el abejorro, al tomar una Curva, no calculé bien y cayo estrepitosamente. El genio salié volando y termin6 también en el agua. La princesa quedé paralizada, pero luego de unos segundos reaccioné y se acerco a la orilla lo mds rapido que Pudo. Con toda su fuerza, se subié a una hoja y rem hasta el lugar del accidente. “Casi sin respirar y cansa esfuerzo hecho, sacé al genio que ya a medio ahogado. Hi abejorro, luego de patalear un 0, logr6 tomarse de una ramita y se v6. Apenas se secaran sus alas, 5 fa lejos de alli y ya no serviria de i6n para nadie mis. @ princesa intenté reanimar al genio, que sacudia sus alas y su erpo totalmente mojados y que iia y escupia hojas que habia lo al caer en la poza. Pero él s6lo yueltas, y no deseaba que tla era asi. - ss —Andate... no quiero que és {... —gritaba desaforado, dando eltas en circulo. ma por La princesa sintid que un g calor le subia desde muy adentro. €on voz muy fuerte le sefialé: —jEres un mal agradecido,,. salvé la vida y me tratas asi Entonces sucedié algo muy especial. El genio se sents sobre las hojas y llevandose las manos a los ojo Se puso a llorar amargamente. La genio no sabia qué hacer. AJ verlo tan indefenso, tan desvalido, n Se le ocurrié nada més que acercar, hacerle carifio en las orejas, que es iz €aricia favorita de todos los geni las flores. Fl se desahogo oranda buen rato y luego apoyé su cabe: entirse asi y también habia aprendido en esos momentos No se tienen as de decir nada. Ya al atardecer, cuando el sol ipenas se veia en el horizonte, el genio miré con ternura y le dijo una sola abra: —Gracias... Luego, cuando la luna se asomé por los matorrales, el genio confes6: —Queria impresionarte... Estuve tu baile y no me atrevi a acercarme, y muy timido... ¢sabes? Ella se sonrojé y esta vez el rubor Sus mejillas brillé mas hermoso que nunca. ae) No me atrevi a sacarte a bailar —siguis contando el genio. Mientras él hablaba, ella seguia acariciando sus orejas y sacudiendo sus alas para secarlo bien. La princesa le conté entonces be a ella le pasaba lo mismo. —Debe ser porque me sient Poco fea con estas hojas verdo: itudas. Me habria gustado blancos o color rosa mo genio de un jazmin —confesé. —A mi no me parecen tan feas” —opiné el genio. en Y esa tarde, cuando salieron las trellas, pudieron ver cémo el amor ibfa nacido entre los dos genios. Ta Madre Naturaleza, que anda Siempre por alli observando lo que ocutre en su reino, resolvid hacerles un regalo a los jévenes enamorados: a partir de ese momento, todas las flores de alcachofas se convertirian cn icioso manjar, Todos nosotros lo yodemos comprobar cada vez que nos n una alcachofa: poco a poco, a ida que la vamos deshojando, se anuncia que alli dentro, se oculta corazén. Y

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