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Universidad de San Carlos de Guatemala

Facultad de Humanidades
Departamento de Filosofía María Isabel Rosales Arana
F-138.1 Kant II Carné: 20121893
Licenciada Margarita Estrada Pérez 2014

La Estética Alemana en el siglo XVIII


Los precursores de Kant
Desde la época moderna, y en el plano de las ideas filosóficas -y dentro de éstas, las estéticas-
el racionalismo francés y el sensualismo o empirismo ingles habían predominado y ejercido la
más grande influencia. El camino que lleva al pensamiento desarrollado por Kant, pasa de ésta
manera por filósofos claves como Descartes, para quien lo bello era lo verdadero, distinto y
claro revelado en las ideas innatas; y por otro lado Locke, que pregonaba la preponderancia de
los sentidos y sensaciones; posteriormente Wolf y sobretodo Leibniz, que fue un primer
sintetizador de las anteriores concepciones, planteando la supremacía del espíritu por sobre
los sentidos, poniendo ya de manera más evidente en el plano de especulación filosófica este
problema dicotómico de la relación entre lo intelectual y lo sentimental que hay en la estética,
en lo bello. Los filósofos alemanes de la época se encargaran de discurrir sobre éste problema.

1. Leibniz (1646-1716) formula un sistema filosófico muy acorde a un sentido estético, pues
sus concepciones giran siempre entorno a la definición de lo bello. Las ideas contenidas en
sus obras Monadología y La Beatitude dan cuenta de la importancia que da al tema de lo
bello que aún se encuentra entre lo religioso y moral, dentro de un campo a todas luces
intelectual.
Todo comienza desde el placer definido como un sentimiento de perfección que se
percibe o dentro o fuera de nosotros; que entonces implica el conocimiento (que es
intelectual) de lo perfecto, y lo perfecto definido como la unidad dentro de la variedad.
Así, piensa en una pieza musical que contiene de forma armónica muchos elementos que
constituyen una síntesis, una unidad. De forma análoga, la armonía del pensamiento es el
razonamiento, el juicio. Esta armonía y orden, esta belleza, despierta amor, y sentimientos
que al intensificarse llegan a la beatitud que a su vez, implica una acción, un dinamismo
que es motor de la virtud. Y de esta manera se remite a la vieja identidad metafísica en
donde lo bello es el bien, lo bueno, la virtud.
Este orden de ideas va muy acorde a su forma de concebir el universo, en el cual todos
los elementos forman un conjunto armónico, estético. Las ideas separadas entre extensión
y pensamiento no son tal, pues su síntesis está en la fuerza : la potencia activa, la
capacidad para obrar, producir algo, que teleológicamente es constitutiva de la substancia
que actúa ininterrumpidamente y que da forma a cada objeto , una especie de átomo, una
mónada. Así, la materia no es un problema con la razón constitutiva inmaterial, pues la
mónada comprende un alma y un cuerpo esencialmente unidos en una representación
que se encuentra en constante desarrollo hacia la perfección, en “apetición”.
En la naturaleza, la finalidad de las cosas consiste en una inmanencia: una
concordancia entre el fin y los medios. En el arte, los medios y el fin son distintos y es el
artista quien con su técnica y perspicacia los une y les da unidad; un escultor por ejemplo,
hace de la piedra, del mármol, una figura a la que da forma y vivacidad.
Sin embargo, la forma en que están constituidas las cosas no se nos presentan, o no son
captadas con claridad, por eso, es necesario que el ser humano posea una visión estética
para apreciar esta realidad. Es decir que el ámbito de la estética se halla entre la
sensibilidad y la inteligencia, no hay una demarcación radical entre ambas, sino un paso de
una a otra. Los pensamientos de Leibniz, devendrán en una mayor intelectualización por
parte de sus seguidores.
2. En 1727, el alemán König atendió el problema del gusto de forma aristotélica. El gusto es
un sentimiento producido por un objeto a través de los sentidos. En él hay dos formas de
juicio: el inmediato de la sensación y el mediato del intelecto, de las razones que lo hacen
juzgar. El juicio estético por excelencia, nos dice, es aquel del intelecto que se apoya en el
alma, juzga y siente simultáneamente. Gottsched (1700-1766) y los suizos llegaron a la
misma conclusión planteando que la facultad de juzgar obras estéticas es también un
juicio lógico como otro. El primero, como profesor de poética en la Universidad de Leipzig
retoma conceptos de Leibniz para abordar lo bello y teoriza sobre el gusto simple de
cualquier persona y el gusto que pasa por el intelecto, juzga que el último es preferible,
que es innato pero debe cultivarse con el estudio de los buenos modelos. Sus teorías
serían adversadas por gente como Bodmer (1698-1783) quien confirma la tendencia
intelectualista pero no acepta dos juicios de gusto, sino solo el juicio de razón, al
entendimiento pues este es universal. El placer de apreciar una obra de arte, brota no de
la sensación sino de la reflexión que como consecuencia produce una sensación.
3. Wolf (1679-1754) abstrajo en exceso el sistema de Leibniz, e incluso remarcó la diferencia
entre el conocimiento sensible y el inteligible. Dividió el espíritu humano en dos partes
que correspondían la primera pars inferior, con la sensibilidad de las ideas innatas, los
sentidos; y la segunda, pars superior, que comprende la lógica, el entendimiento. Sus
interpretaciones influenciaron grandemente la filosofía alemana del siglo XVIII.
Baumgarten (1714-1762) fue el primer estético, pues especificó esta rama de la
filosofía y le dio nombre. Esthetica, del griego, “mundo de sensaciones que se oponen a la
lógica”. A la nueva ciencia de lo bello, la dividió en dos campos: la estética teórica y la
estética práctica. La primera, la define como “la ciencia del conocimiento sensible o
gnoseología inferior” y consiste en establecer qué es la belleza; es por tanto una
concepción muy intelectualista. La perfección de éste conocimiento es lo bello, pero como
abarca el campo de lo sensible, permanece como algo contingente. Lo universal sería el
conocimiento de lo bello per se. La belleza está constituida a su vez por muchos
componentes que de forma abstracta se nos presenta en el fenómeno. La abstracción y el
“fenómeno” sin embargo, pertenecen al campo del pensamiento y allí hay una
incoherencia evidente, sobre todo cuando a la vez se considera que la belleza consiste en
un orden que debe ser sentido, no pensado.
La parte práctica de la estética es la forma en que la estética se expresa a través de
distintos medios. Para Baumgarten, no obstante solo hay una forma: el logos, el lenguaje.
En el campo de la creación, habla sobre la disposición natural del artistas para con la
poética, acá intervienen las facultades inferiores, pues implica el uso de la vista y el oído.
Aprecia también la perspicacia intelectual del artista, pero también su sensibilidad, su
temperamento. Considera que todas las cualidades son innatas, pero como en Gottsched,
éstas deben cultivarse, desarrollarse mediante la lectura de los clásicos y de las ciencias.
Baumgarten ejercerá gran influencia en los teóricos alemanes de final de siglo, pero
éstos se dirigirán a distinguir entre la actividad puramente intelectual, del conocimiento y
la sensación, el sentimiento.
4. Sulzer (1720-1779) sigue equiparando lo bello con la moral. El ser humano posee dos
facultades, nos dice: el entendimiento y la moral, y su problema esencial consiste en hallar
el bienestar, y para esto se producen ideas que nos llevan a este estado de felicidad. El
goce estético consiste en la satisfacción inmediata a ambos. Sin embargo, el goce del
pensamiento es mediato, y sin querer atribuirle mucho crédito a los sentimientos, afirma
que lo bello es lo que el pensamiento ordena de manera clara y distinta. Las cosas son
bellas por la intervención del ser humano, que pone orden en ellas a través de su razón y
entendimiento. Así, Sulzer es más intelectualista que Leibniz, porque cuanto más clara la
concepción, tanto más rico el sentimiento estético. Más adelante, vuelve a este problema
y hace una separación entre el conocimiento y la estética al dar conceptos de belleza que
implican el sentimiento y dejan de lado la razón. Lo bello, es bello sin un fin o utilidad
específica, es un fin en sí mismo. No es útil ni equivalente a perfecto, pues lo perfecto
constituye un medio para alcanzar la belleza. Lo bello nos complace no por su
conformación ni valor material, sino solo por su forma. Estas ideas contradicen el sistema
de Leibniz de la oscuridad de lo perfecto en la belleza, pues lo perfecto implica el
conocimiento claro del objeto.
5. Mendelssohn (1729-1786) también trata de hacer una síntesis de sensualismo y
racionalismo. Sus principales aportaciones a la especulación sobre la estética fueron el
haber planteado que en la apreciación estética existen distintos momentos, todos
igualmente preponderantes. En el placer estético están contenidos diversos elementos
como la belleza sensible, la perfección y el placer sensible. De esta manera dejó
vislumbrar, de manera no consiente, que en la estética hay tres elementos: lo lógico, lo
metafísico y lo físico. Así, analiza por ejemplo que la perfección se funda en la belleza y no
al revés, como hasta ese momento se había manejado.
En la cuestión de la creación artística, Mendelssohn difiere de la idea de imitación como
principio del arte, proponiendo más bien que el arte se funda en la búsqueda de la belleza,
es decir, en distinguir entre los objetos dispersos en la naturaleza y hacer una unidad
armónica de ellos. Para estudiar las áreas de la belleza, separa las artes plásticas y la
música, de la poesía y la retórica. Asimismo, aborda conceptos como lo sublime, la
ingenuidad y la gracia, y la espontaneidad de éstos. Por su parte, también Mendelssohn
dice ya sobre la característica principal de lo bello que consiste en que nos gusta, sin deseo
ni fin. Sin embargo, no hace todavía una separación clara entre la ciencia y el arte.
6. Winckelmann (1717-1768) es un estético alemán muy relacionado con el ambiente
artístico de su época. Tuvo muy en alto el arte clásico, al que consideraba como epitome
de la creación estética, en donde ya se había realizado la mejor síntesis de lo que nos
presenta la naturaleza y se había llegado a una armonía y equilibrio insuperables y por eso
decía no había que hacer más que imitarlo. Una contribución muy importante, fue su
planteamiento de la historia del arte, a la que concibió, como ya Aristóteles lo había dicho,
un ser orgánico, en evolución, que nace, se desarrolla, se diversifica, decae. Ve la relación
de éste con las etapas intelectuales y sociales de las sociedades, plantea que el
fundamento es la belleza, pero que ésta es variable según su contexto y el ideario del
colectivo en el que se dé. A pesar de esta subjetividad, no obstante, existe una belleza
única, nos dice, que es Dios, la divinidad.
7. Lessing (1729-1781) escritor y filólogo, publicó su obra Laocoonte, en donde afrontó el
problema del arte y la cuestión psicológica en su apreciación, la forma en que percibimos
algo reconociéndolo e interpretándolo. Hizo también distinción entre las artes plásticas y
las literarias y en lo que de específico había en ellas. De ésta manera, caracterizó mediante
el análisis de los clásicos, aquellos elementos que consideró más adecuados y útiles para el
artista poético o plástico, en su esfuerzo o trabajo de representación y expresión formal.

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