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Por otra parte Belsky, expuso al mismo tiempo un enfoque ecosistémico para
explicar las causas que derivan en la aparición del maltrato infantil. El autor
defiende en su teoría que los factores pueden operar en diferentes niveles
ecológicos: en el microsistema, en el macrosistema y en el exosistema.
En el primero se distinguen como variables de estudio los comportamientos
concretos de los individuos y las características psicológicas de los mismos; en
el segundo se incluyen las variables socioeconómicas, las estructurales y las
culturales (recursos y el acceso a ellos, valores y actitudes normativas de la
sociedad, fundamentalmente); y en el tercer nivel se evalúan las relaciones
sociales y el ámbito profesional.
Otros autores como Larrance y Twentyman apuntan a la presencia
de distorsiones cognitivas en las madres de menores maltratados, mientras que
Wolfe se inclina más a basar la causalidad en hallazgos que evidencian
comportamientos negligentes de evitación y retirada del afecto. Tymchuc, por su
parte, ha encontrado una correlación entre capacidad intelectual limitada y
actitud negligente en el trato dispensado hacia los propios hijos, aunque no por
ello concluye que todas las madres con retraso mental diagnosticado apliquen
necesariamente dicha conducta disfuncional.
Finalmente, desde la perspectiva cognitiva Crittenden y Milner propusieron en
los noventa que existe una relación significativa entre el tipo de procesamiento
de la información recibida del exterior (interacciones con el hijo, por ejemplo) y
presencia de maltrato infantil. Parece haberse probado que los padres
maltratadores presentan problemas de interpretación del significado de los
comportamientos y demandas que expresa el pequeño.
Así, ante tal alteración perceptiva, los padres suelen emitir respuestas de
evitación, alejamiento o ignorancia a la petición del menor puesto que elaboran
una creencia de indefensión aprendida asumiendo que no van a ser capaces de
incorporar una nueva metodología más adaptativa y adecuada. Además, según
el estudio, este tipo de padres también suelen subestimar la satisfacción de las
necesidades de sus hijos priorizando otro tipo de obligaciones y actividades por
delante del menor.
En estos casos, es habitual ver que el niño tenga pesadillas, trastornos del
sueño, cambios en los hábitos alimenticios, retrasos en su desarrollo psicomotor
o pérdida del control de esfínteres.
Suelen interpretar las intenciones de sus pares o maestros como más hostiles
de lo que verdaderamente son.
Prevención
Por eso, si conoces o sospechas algún caso de maltrato infantil debes informarlo
a las autoridades correspondientes, no solo para que protejan a ese niño, sino
para que también se le enseñe a la familia como funcionar adecuadamente, sin
violencia.