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El viernes pasado El Siglo publicó un reportaje sobre el candidato a la presidencia de

Chile por la derecha, Sebastián Piñera. Básicamente, en este trabajo se afirmaba que
ciertos documentos desclasificados de la CIA estadounidense revelaban que su padre y
su hermano, José, eran agentes de la inteligencia norteamericana, y que Piñera habría
sido sacado del país en 1982, con ayuda de la embajada de Estados Unidos, para
permitirle evadir a la justicia chilena en un juicio por fraude financiero, el desfalco al
Banco de Talca. El mismo caso que se encuentra en la palestra.

Considerando que la información es de sumo interés nacional, por tratarse de un


candidato a la presidencia de Chile, le pedimos al autor de la nota, el periodista
Francisco Herreros, que nos enviara los documentos de la CIA. “Son los originales tal
como fueron escaneados”, nos aclaró. También nos contactamos con el mayor experto
sobre archivos desclasificados en Estados Unidos acerca de nuestro país, el profesor
Peter Kornbluh, del Archivo de Seguridad Nacional que mantiene la Universidad
George Washington.

Nuestra sorpresa fue mayúscula al ver los “originales” remitidos por Herreros, pues
eran textos en castellano, escritos sobre papelería de la oficina de prensa de la
Embajada de Estados en Chile y con rastros de haber sido evidentemente
photoshopeados. También llamaba la atención que no hubiesen párrafos o secciones
tachadas, de acuerdo a la habitual práctica de censura previa que se efectúa la CIA
antes de la desclasificar sus papeles.

“Es difícil saber qué son estos documentos; si fueron ‘fabricados’ o son una mezcla de
otros documentos reales y traducidos”, comenta al respecto Peter Kornbluh desde
Washington DC. “La oficina de prensa y cultura de la Embajada no tiene nada que ver
con la CIA, y el símbolo de la CIA en color no sale en los documentos auténticos.
También están en español, que es algo no pasa tampoco. Ahora, me parece que es el
momento de empujar al periodista para que diga de dónde le llegaron estos papeles,
porque su origen no es el Gobierno de los EEUU”, concluye Kornbluh.

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