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POLÍTICA ECONÓMICA LIBERAL.

Conjunto de conocimientos que, partiendo de la ciencia económica y de los instrumentos del


Estado, ayudan a la consecución de una serie de objetivos sociales. En función de cuáles sean
esos objetivos y los fines perseguidos se puede hablar de una política socialista o liberal, en
mayor o menor grado. De hecho, lo hacemos constantemente. Sin embargo, no puede haber una
política económica liberal si se plantea la cuestión en tales términos.
En primer lugar, por la presencia de objetivos sociales. Por lo general, con eso de "objetivo social"
se hace referencia a la mejora económica de ciertos grupos sociales o a la prevalencia de unos
valores –morales– sobre otros. A la prestación de determinados servicios. A la remoción de
determinados comportamientos que se consideran negativos o antisociales. Y su definición se
hace en términos etéreos, poco aprehensibles, de carácter macroeconómico.
Este planteamiento parte de dos errores. Uno de ellos es tan viejo como el pensar sobre
cuestiones comunales o sociales: la idea de bien común. Los bienes tienen un valor subjetivo. Y
como las valoraciones personales son muy distintas y, además, cambiantes, no puede haber
bienes comunes. El bien común es, literalmente, una utopía.
Cuando pronunciamos juntas las palabras "bien" y "común" sentimos una llamada atávica,
impresa a fuego durante generaciones en nuestras almas, acaso en nuestros genes. Resulta duro
separarse de una idea tan querida. Pero es una contradicción en los términos, tal como es la
naturaleza humana, y la búsqueda de un imposible sólo puede causar decepción, desesperación y
acaso melancolía. El error, consistente en creer que podemos conocer o definir el susodicho bien
común, y cuáles de los objetivos sociales que nos podamos plantear son los que más se acercan a
esa quimera. Además, los políticos tienden a hacer promesas y a fijarse metas (reducir la pobreza
a la mitad en un determinado número de años, crear tantos puestos de trabajo en una legislatura,
etcétera), pero el que las medidas adoptadas surtan el efecto deseado depende no sólo de que se
acerquen o no al objetivo, también de circunstancias que condicionan el comportamiento de los
individuos, algunas de las cuales no han hecho acto de presencia en el momento en que se
han promulgado aquéllas. De ahí que lo más que puede plantearse un político, honradamente, son
objetivos generales, como reducir la inflación, aumentar el empleo, etc., y no formular promesas
más concretas.
También hay que reparar en los problemas de los medios, de las medidas concretas de política
económica. La literatura sobre el tema es amplísima, y aquí el liberalismo muestra, por escoger la
formulación de Mises, que el intervencionismo provoca efectos que, o bien no son deseados por
sus promotores, o bien no son previstos por éstos y son generalmente negativos.
Entonces, ¿es inconcebible una política económica liberal? No, siempre que se tenga claro que
toda política económica ha de tener el desmantelamiento del Estado como último objetivo. Puesto
que el liberalismo confía en los procesos sociales espontáneos y ve al Estado como un órgano
basado en la coerción, que no desempeña un papel en una sociedad basada en los contratos y
acuerdos voluntarios, toda política económica ha de encaminarse a reducir su influencia, acaso
hasta hacerlo desaparecer.
Reducir una medida intervencionista a la mitad supone mantener el intervencionismo, con los
efectos negativos que, sabemos, creará. Como, además, hay que contar con que un sector de la
población, y especialmente de la política, se opondrá a cualquier liberalización, lo conveniente es
aceptar este inconveniente desde el principio y llevar los objetivos tan lejos como sea posible,
además, que "la tiranía del statu quo", de los intereses creados, logra paralizar cualquier medida
liberalizadora si el gobernante no la lanza en sus primeros meses de gobierno. La reforma ha de
ser, pues, radical y rápida en la medida de lo posible.
No obstante, en ocasiones es imposible restablecer la plena libertad de los ciudadanos; pero sí se
pueden arbitrar políticas que se acerquen lo suficiente, como el cheque escolar o la
municipalización de la gestión educativa. Una vez implantadas, se puede proponer el siguiente
paso, hasta eliminar la influencia del Estado en la vida ciudadana.

La Escuela austríaca, también denominada Escuela de Viena, es una escuela de pensamiento


económico que defiende un enfoque individualista metodológico para la economía denominado
praxeología. Según esta teoría, el dinero no es neutral, las tasas de interés y de beneficios son
determinados por la interacción de una decreciente utilidad marginal con una
decreciente productividad marginal del tiempo y de las preferencias temporales. La teoría
austríaca del ciclo económico propone que la estructura del capital de las economías consiste
en bienes heterogéneos que tienen usos multiespecíficos que deben ser alineados y enfatiza
el poder organizativo del mecanismo de precios.

La posición de esta escuela es considerada heterodoxa en la teoría económica actual. Los


economistas austríacos critican la metodología neoclásica. Mientras que la mayoría de
economistas usa generalmente modelos económicos y métodos estadísticos para modelar el
comportamiento económico, los economistas de la escuela austríaca argumentan que son medios
imperfectos, poco fiables e insuficientes para analizar el comportamiento económico y evaluar
teorías económicas. Así, se oponen a la utilización de los métodos de las ciencias naturales para el
estudio de las acciones humanas y prefieren utilizar el individualismo metodológico y métodos
lógicos deductivos basados en la introspección. Por este motivo, muchos economistas suelen ser
críticos con esta escuela, pues aducen que los métodos que usan, para producir sus teorías no son
resultado de análisis empíricos, de manera que difieren radicalmente de las prácticas habituales
en economía, que usan el método científico como base para sus estudios.

Muchas teorías desarrolladas por los primeros economistas de la escuela austríaca han sido
absorbidos por la economía dominante. Las teorías austriacas también han influido
significativamente en el pensamiento económico dominante, incluyendo la teoría subjetiva del
valor, el marginalismo y el debate sobre el cálculo económico. Desde mediados del siglo XX en
adelante, la escuela austríaca ha sido considerada fuera de la corriente principal del pensamiento
económico. Su reputación aumentó a mediados de los años 1970, después de que el economista
austriaco Friedrich Hayek compartió el Premio Nobel de Economía en 1974. Según el economista
de la escuela austríaca Peter Boettke, la posición de la escuela austríaca al interior de la profesión
económica ha cambiado varias veces de tradicional a heterodoxa y, ahora, mantiene una posición
claramente minoritaria.

Por lo general, los economistas de esta escuela son defensores de las políticas que están en
contra de las monedas curso forzoso, en algunos círculos austriacos se apoya la
regulación intervencionista que impide la banca de reserva fraccional.

ACTIVIDAD.

VAMOS A EXPLICAR COMO FUNCIONAN LOS SISTEMAS ECONÓMICOS.

Sistema Capitalista: Cada uno busca su máximo beneficio propio y por lo tanto uno a ganado 1
quetzal y otro a ganado 5 quetzales.

Sistema Socialista: Repartimos los 6 quetzales entre todos.

Sistema Mixto: Entre todos vamos decidir cómo repartimos la riqueza generada.

Liberalismo: Cada quien trabaja y genera su propia riqueza sin intervencionismo del Estado.

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