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Resumen.
La eutanasia como término, proviene del griego eu=bueno, y thanatos=muerte.
Este término hace referencia al hecho de provocar una muerte fácil y sin dolores a un
paciente q esta próximo a morir por causa de una enfermedad terminal.
Tradicionalmente se han identificado dos tipos de eutanasia: la activa y la pasiva.
Se entiende por la primera la cooperación y el auxilio activo de una persona que acelera la
muerte del paciente. La eutanasia pasiva consiste en privar al enfermo de los medios
extraordinarios y artificiales que prolonguen su vida, en el caso de padecer una enfermedad
incurable y dolorosa que le conduce a una muerte segura. La eutanasia pasiva, a su vez, se
puede tipificar como tácita o expresa. Dentro de la eutanasia pasiva expresa, uno de los
instrumentos es el conocido testamento vital, un documento de consentimiento en virtud del
cual una persona expresa su voluntad de que, en el supuesto de padecer una enfermedad
terminal, no sea sometida a tratamientos médicos.
Como su propia terminología indica, no es algo nuevo, es un tema que viene
siendo debatido desde la antigua Grecia y Roma. Antiguamente se hablaba de suicidio
asistido y era aceptado por las sociedades griega y romana. Al llegar el cristianismo esta
idea cambió, puesto que se mantenía que la vida era un regalo de Dios, y que sólo Él podía
darla o quitarla. No es hasta el s.XIX, cuando se empieza a hablar del derecho de las
personas a decidir sobre cómo y cuándo quieren que su vida termine.
La mayoría de las religiones no se oponen a la eutanasia pasiva, solo los
mormones, los evangelistas y los islámicos lo hacen de manera contundente. La cosa
cambia cuando hablamos de eutanasia activa, ya que ninguna religión se muestra a favor de
su práctica.
El tema de la eutanasia a menudo provoca enfrentamientos. En la sociedad el
dilema que más se plantea es quien decide quien debe morir y quien debe vivir. El derecho
de una muerte prematura se concibe en Estados laicos, pero no en Estados religiosos. Este
tema suscita gran sensibilización pública, es por ello que se han creado organizaciones y
asociaciones para la defensa de los intereses que se debaten.
Hoy en día no existe una legislación clara en torno a la eutanasia. Las leyes que
figuran en el Código Penal español están en contra, aunque impone penas muy bajas a
quienes las practican. Ha habido muchos intentos de legislar la eutanasia tanto en España,
como es el caso del parlamento Catalán, como en Holanda, Australia y Dinamarca, pero
ninguno de ellos ha prosperado.
La enfermería en cuanto a la situación del paciente debe brindar cuidados
paliativos. Debe potenciar al máximo la dignidad y calidad de vida de la persona. La
mayoría de las enfermeras se muestran en contra de la eutanasia, aunque afirman que en la
práctica asistencial intimas de tal modo con el paciente que llegado un momento dado
podrían aplicar la eutanasia.
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La vida: ¿Derecho o deber?
Agradecimientos.
Agradecemos su colaboración a la asociación DMD por la información que nos
han concedido, por la ayuda prestada y por su atención. Así mismo queremos agradecer
también su colaboración a Ricardo Estrems, párroco de la iglesia San Bartolomé de
Godella, por orientarnos en el punto de vista de la religión católica. Por último queremos
agradecer su colaboración en el asesoramiento legal a María del Mar Fuertes, licenciada en
derecho. A todos ellos queremos mostrar nuestra gratitud ya que sin su colaboración no
hubiésemos podido realizar este trabajo.
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La vida: ¿Derecho o deber?
Índice.
Introducción..............................................................5-6
Marco teórico.............................................................7-13
Evolución histórica....................................................14-16
- Época griega y romana.
- Durante el cristianismo.
- Renacimiento.
- Siglos XVIII y XIX.
- Siglo XX
Punto de vista religioso.............................................17-18
Situación actual: el debate........................................19-22
- Razones médicas contra la legislación de la
eutanasia.
- La eutanasia voluntaria. Un derecho humano.
Legislación actual......................................................23-25
- Tipificación y sistemas de garantías.
Pioneros en su práctica.............................................26-27
La enfermería y su papel en la eutanasia................28-29
Conclusiones..............................................................30-31
Bibliografía................................................................32-33
Anexos
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La vida: ¿Derecho o deber?
Introducción
La palabra eutanasia viene del griego, así: eu = bueno, thanatos = muerte. "Buena
muerte" término que ha evolucionado y actualmente hace referencia al acto de acabar con
la vida de otra persona, a petición suya, con el fin de minimizar su sufrimiento. La empleo
por primera vez Francisco Bacon en el siglo XVII.
La eutanasia moderna en los pueblos primitivos era sobre todo cuestión de
estomago: se dirigía a la supresión de bocas inútiles.
Es indudable que el primordial derecho que puede asistir hoy a todo ser humano es
el de la vida, pero cuando se ve afectado por unas condiciones de salud lamentables, que
llevan a quien las padece a verse en una situación en la cual se ve recluido en una unidad de
cuidados intensivos, de la cual no se sabe si saldrá, donde su existencia esta en la cuerda
floja, donde puede existir una salida irreversible, donde la existencia dependerá en el futuro
de medios extraordinarios, conectado a maquinas como el respirador artificial, cabe
preguntarse si se esta cuidando la vida o prolongando la agonía que nos puede llevar a la
muerte. En un momento así... ¿EUTANASIA?.
EUTANASIA. SIGNIFICADOS DIVERSOS
En general, eutanasia significa el hecho de provocar una muerte fácil y sin dolores
a un paciente que está próximo a morir por causa de una enfermedad terminal. El mismo
paciente puede inducirse la muerte sin el conocimiento ni la cooperación de otras personas.
Puede también ser provocada por otros a petición del enfermo o con su consentimiento. En
todos estos casos se habla de eutanasia voluntaria. Si se causa la muerte contra la voluntad
del paciente o sin su conocimiento, hablamos entonces de eutanasia involuntaria.
Estos medios con los cuales se causa la muerte pueden coincidir todos en una
intervención positiva, por ejemplo, en una sobredosis de píldoras conciliadoras del sueño o
en otra clase de medicinas, o una inyección de cloruro de potasio, que causa de inmediato la
muerte. A veces se usa el término dar una muerte piadosa para esta clase de intervención.
Con todo, lo normal es que se le llame eutanasia positiva, activa, o directa. En cambio se
llama eutanasia negativa, pasiva o indirecta a la omisión de un tratamiento eficaz, o sea, al
hecho de no prolongar el proceso de morir por medio de máquinas o aparatos que
mantienen la vida al paciente, como por ejemplo, el respirador artificial. Las definiciones
son útiles pero no hay que darles demasiada importancia ya que ellas no resuelven por sí
mismas los problemas morales a que se refieren.
Queda el problema de sí existe o no diferencia, desde el punto de vista moral, entre
la omisión y la realización de un acto. ¿La omisión de un tratamiento puede equivaler al
hecho de dar muerte a un paciente? ¿Desconectar el respirador ocasiona directamente la
muerte del enfermo? ¿El descuido de poner a un paciente bajo el control de un aparato y
dejarlo morir, difiere moralmente de retirarle el aparato? ¿Cuál es aquí la diferencia moral
entre acción y omisión, entre omisión e intervención? ¿El paciente o el doctor están
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La vida: ¿Derecho o deber?
obligados a impedir la muerte cuanto sea posible? ¿Y por qué medios? Vamos a examinar
todos estos problemas.
La eutanasia involuntaria, positiva o activa, ¿podrá alguna vez justificarse? Un
ejemplo de eutanasia involuntaria positiva fue la orden del tristemente célebre A. Hitler
quien estableció la eutanasia eugenésica en octubre de 1939. (Por engaño, tal orden fue
predatada con fecha 1 de septiembre de 1939, como si hubiera estado en conexión con el
comienzo de la campaña militar contra Polonia) Más de 80 mil pacientes mentales de
Alemania y Australia, epilépticos, débiles mentales y personas deformes, fueron ejecutados
en cámaras de gas entre 1940 y 1941. En un comienzo la ley se refirió en forma exclusiva a
los niños pequeños, pero luego se elevó la edad.
Otro ejemplo de eutanasia involuntaria activa lo tenemos en Napoleón. En 1779
se dice que pidió a su médico militar aplicar la eutanasia a soldados infectados con
enfermedades contagiosas para frenar su expansión.
En la eutanasia voluntaria positiva no se le impone al paciente la muerte, sino más
bien, este se la busca. En el fondo, esta clase de eutanasia es un suicidio o la cooperación
con otros que lo comenten. Sin embargo, se trata de una clase especial de suicidio, ya que
se comente tan sólo con miras a poner fin a dolores intolerables o una vida "inútil". Este
tipo de suicidio fue defendido por algunos filósofos en la antigüedad y practicado en
algunos países.
Hay dos formas o tipos de aplicación de la eutanasia que son:
- Eutanasia pasiva: este es un término mal utilizado por los medios de
comunicación y a lo único que se refiere es a la muerte natural, así se
suspende el uso de los instrumentos de apoyo de vida o el suministro
de medicamentos para que se dé una muerte completamente natural
que no contraria en nada la ley natural.
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La vida: ¿Derecho o deber?
Marco teórico.
No se puede decir que haya unos modelos o teorías a seguir con respecto la
eutanasia, pero si hay asociaciones, personas... que escriben documentos, cartas...por los
que nos podemos guiar:
Asociación Derecho a Morir Dignamente
En un documento de Voluntades Anticipadas -conocido genéricamente como
Testamento Vital (ver anexo I) - usted expresa su voluntad sobre las atenciones médicas que
desea o no desea recibir caso de padecer una enfermedad irreversible o terminal que le haya
llevado a un estado que le impida expresarse por sí mismo. Usted puede realizar su propio
documento con las indicaciones y razonamientos que considere pertinentes. DMD ha
elaborado este modelo impreso para facilitar este trámite.
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La vida: ¿Derecho o deber?
en distintos países han saltado a los medios de comunicación social noticias sobre "casos",
sentencias, opiniones y propuestas referentes a la eutanasia. Estos hechos no han alterado el
plan de trabajo del Comité, aunque hayan sido estudiados, valorados y considerados.
El Gobierno Español ha aprobado un Proyecto de Código Penal - actualmente en
trámite en el Congreso de los Diputados - en el que se regula la eutanasia como un delito
singular acreedor a una pena sensiblemente más liviana que la del homicidio. Se Inicia así
en nuestro país la tendencia de "comprensión jurídica" hacia las prácticas eutanásicas que,
nos tememos, puede acabar a corto plazo con su total impunidad como ha sucedido con el
aborto, despenalizado parcialmente para atender a determinados "casos extremos" y
legalizado en la práctica hasta el punto de constituir ya un lucrativo negocio amparado
incluso por determinadas instituciones del Estado.
La iniciativa legislativa del Gobierno hace de total actualidad el presente trabajo
que pretende servir como elemento de reflexión para todos los ciudadanos - también para
quienes emiten su voto como Diputados y Senadores - y como factor de formación para la
conciencia ilustrada de los católicos.
Este documento aborda la eutanasia sin rehuir ni ocultar los argumentos de sus
partidarios; sin omitir los puntos de vista más conflictivos; sin silenciar los temas más
polémicos, pues creemos que la sociedad - los católicos y quienes no lo son - puede y debe
dedicar un tiempo razonable a reflexionar y lo formarse antes de emitir un juicio sobre
cuestión de tal relevancia.
En nuestro tiempo crecen sentimientos de ideas muy acordes con la idea de
hombre, de justicia y de derechos humanos que subyace en este trabajo, pero a la vez se
imponen en nuestras sociedades prácticas incompatibles con la dignidad humana. El
Comité Episcopal para la Defensa de la Vida está convencido de que podemos impulsar los
aspectos más positivos de nuestra cultura si todos hacemos un esfuerzo para ser coherentes
con el humanismo que ha inspirado los aspectos más positivos de la Modernidad. Por ello,
ofrece a la consideración responsable de todos los ciudadanos - también de los políticos, los
médicos, educadores, familias y demás personas que han de decidir sobre la eutanasia -, un
trabajo que se inspira en un profundo respeto por cada hombre, por cada mujer, por cada ser
humano, que - para quienes creemos en Dios - es objeto de un amor singular y personal
desde antes de la creación y no acabará jamás, proyectándose tras la muerte por la
eternidad.
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La vida: ¿Derecho o deber?
Dichos ensayos han sido preparados con la colaboración del Instituto Internacional de
Filosofía. En la Introducción, Paul Ricoeur resume y evalúa el esfuerzo que ha supuesto la
iniciativa. La razón de buscar una nueva base filosófica para los derechos humanos está
relacionada con la evolución de la misma desde la Declaración Universal de Derechos
Humanos de 1948. Se han añadido derechos culturales y sociales, como el derecho al
trabajo, a un ingreso garantizado, a igualdad de oportunidades en educación y de
información fiable; las libertades de expresión, asociación y creencia religiosa, el derecho a
procedimientos legales de acusación y a un juicio justo.
Se trata de un trabajo llevado a cabo por pensadores occidentales que amplían la
base de los derechos tanto individuales como sociales, y por pensadores no occidentales
que han contribuido a la investigación, intentando descubrir en su tradición intelectual y
espiritual un fundamento filosófico distinto al de la filosofía europea y americana de los
siglos XVII y XVIII para así reformular algunos de esos derechos sobre la base de este
nuevo fundamento.
.
BILBENY, N.: «Aproximación a la ética». Barcelona, Ariel, 1992.
Esta obra versa sobre las dos preguntas esenciales que la ética viene formulándose
a lo largo de su historia: ¿qué es bueno? y ¿por qué debemos hacer lo bueno? Se parte del
reconocimiento de que todo individuo razonable está en condiciones de satisfacer ambas
exigencias, y, además, que hay buenas personas.
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La vida: ¿Derecho o deber?
tan sólo algunas cuestiones relevantes y se ofrece una información bibliográfica útil para
los interesados en profundizar.
BUXARRAIS, M.R., MARTÍNEZ, M., PUIG, J.M. y TRILLA, J.: «La educación
moral en primaria y en secundaria». Madrid, MEC-Edelvives, 1995.
Esta obra realiza unas aportaciones teóricas y presenta algunas estrategias de fácil
aplicación en las aulas. Se tratan cuestiones generales y de fundamentación, cuestiones de
qué se entiende por educación moral, los modelos y criterios para educar moralmente, las
dimensiones de la personalidad moral y los ámbitos de intervención pedagógica. También
se incluyen algunas teorías del desarrollo moral. Hay un capítulo dedicado a las finalidades
y los contenidos de la educación moral en los niveles de educación primaria y secundaria
obligatoria. Además, se dan pautas al profesorado para enfrentarse al tema de la educación
en valores, y se explican de forma detallada y con ejemplos las distintas estrategias y
técnicas de la educación moral.
Finalmente, se expone una propuesta de evaluación en educación, asumiendo las
dificultades que conlleva, y se determina una serie de indicadores y criterios que facilitan la
evaluación formativa de los alumnos.
De arduo contenido pero de fácil lectura, esta obra nos enfrenta de forma directa
con los problemas vivos y cotidianos de todos, denotando la preocupación por el sentido
ético de las actividades humanas, especialmente de las educativas.
Los temas que se tratan son los siguientes: cómo responder a la necesidad de una
integración de los conocimientos, sobre todo en función de la persona que ha de ser
educada, y sentido de esta acción educativa; el papel de la familia y de la escuela en la
educación; la educación en la libertad y para la libertad, es decir, la libertad como meta y
sentido de la acción educativa en el respeto al pluralismo, sin caer en el relativismo; el
ejercicio de la libertad y del amor como actos propios de esa libertad; la diferencia entre
información y educación, etc.
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para entender el fenómeno de la moralidad. Cada uno de ellos puede ayudar a clarificar otra
serie de términos: conciencia moral, deber, felicidad, justicia, libertad, persona, razón
práctica, sentimiento moral, valor, virtud. La Ética se ha ocupado y se ocupa de la felicidad
como fin de la conducta humana; del bien como meta; de las virtudes que predisponen a
alcanzarlo, muy especialmente la justicia; del tipo de razón que se ejerce en la ética, puesto
que es un saber racional aunque no científico; del lugar de los sentimientos morales y de los
valores en el conjunto de un saber semejante; de la manera peculiar que tiene esa específica
forma de conciencia a la que llamamos conciencia moral. Y, conforme la modernidad ha ido
haciéndose presente, de la idea de libertad, sin la que no hay ética posible, y de una noción
de deber autonomizado del contexto de la felicidad en que nació. Por su parte, la idea de
persona, que cobra carta de naturaleza filosófica en disputas medievales, se va abriendo
paso como núcleo y sentido del conjunto de los restantes términos.
A lo largo del libro va perfilándose la respuesta a la pregunta: ¿qué diferencia a la
ética de la política, de la economía o de la religión?
Una tercera parte plantea las vinculaciones entre justicia y felicidad, ideales para
muchos autores que aparecen a veces disociados, distanciados, contrapuestos e
irreconciliables. Las propuestas de Hare, Kant, Epicuro, Bentham, Mill y Godwin se tienen
en cuenta en este sentido. Nuevamente aparece la fusión y la confusión de la pasión y la
racionalidad, la búsqueda de la felicidad y la imparcialidad, el cumplimiento de la justicia y
la satisfacción de los deseos. Se parte del supuesto de que «solo conjugando la pasión con
la razón en ética» podremos solventar los dilemas que se presentan tanto a nivel metaético
como a nivel de ética normativa en la filosofía moral contemporánea.
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marcada por el dolor y sin posibilidades de felicidad. Desde esta perspectiva, la eutanasia es
buena dados los dolores que se le quitan a quien los está sufriendo, se disminuyen los daños
a la sociedad y se termina con una "carga" para la familia.
Finalmente justifica la eutanasia en términos prácticos al decir que : " una vez que
se admite que la edad, la enfermedad o la desgracia pueden convertir la vida en una carga y
hacer de ella algo peor que la aniquilación. Creo que ningún hombre ha renunciado a la
vida si esta mereciera conservarse." Quien se retira de la vida no le produce daño a la
sociedad , a lo sumo deja de producirle un bien .
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La vida: ¿Derecho o deber?
Evolución histórica.
El tema de la eutanasia no es algo que ha surgido de repente en nuestros días, es un tema que
preocupa y que ha sido debatido desde los tiempos de la Grecia y la Roma clásicas hasta
nuestros días.
Los griegos fueron los primeros en consentir el suicidio bajo ciertas condiciones.
Sócrates y Platón pensaban que una enfermedad dolorosa era una buena razón para dejar de
vivir. En La República, Platón condena al médico Herodito por “fomentar las enfermedades... e
inventar la forma de prolongar la muerte”. Sócrates afirmaba lo siguiente: “Los médicos
dejaránmorir a aquellos que tengan el cuerpo enfermo, y las almas corruptas e incurables
podrán fin a sus vidas”.
Los estoicos también adoptaron el suicidio como una alternativa cuando la vida ya no
era natural a causa del dolor, de graves enfermedades o anormalidades físicas.
El mejor indicio de que en Grecia se cometía el suicidio como una forma de eutanasia
reside en el hecho de que otros grupos condenaban esta práctica, es decir, los pitagóricos,
aristotélicos y epicúreos.
Durante el cristianismo.
San Agustín afirmaba que el suicidio era algo “detestable y abominable” y que Dios
otorgaba la vida y los sufrimientos y que por lo tanto se tenían que soportar. En el Concilio de
Orleans del año 533 se acordó denegar la celebración de funerales a los suicidas por haber
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cometido un acto criminal. En el año 693 se anunció que cualquiera que intentara suicidarse
sería automáticamente excomulgado. En resumen, durante doce siglos el suicidio se había
convertido en el pecado mortal por excelencia para los cristianos.
El Renacimiento.
En 1516, Sir Thomas More publicaba su obra Utopía, en la que describía una sociedad
ideal en la que la eutanasia voluntaria se autorizaba oficialmente. En 1537 Ambroise Parè
escribió lo siguiente: “Un viejo soldado me preguntó si había algún medio de curarlos. Yo le
contesté que no. Entonces se dirigió allí donde se encontraban y los degolló sin brutalidad ni
mala intención. Le dije que era un bellaco, y el me contestó que rogaba a Dios para que alguien
le hiciera lo mismo si algún día se encontraba en un estado semejante”. Por la misma razón,
Francis Bacon insistía en que los médicos ayudaran a morir a sus pacientes para “poner fin a la
vida de forma justa y apacible”.
En el s.XIX se produce un gran cambio, tanto los profesionales de la salud como los
filósofos empezaron a hablar del derecho de las personas a decidir por si mismas, de la libertad
de cada individuo para actuar sobre su vida, del dominio del hombre sobre su entorno.
Médicos y escritores tomaron en consideración el concepto de dolor físico y psíquico como
una posible justificación para poner fin a la propia vida.
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La vida: ¿Derecho o deber?
A principios del s.XX hubo un gran incremento del interés por la calidad de vida,
el impacto de las sofisticadas técnicas médicas y la capacidad de controlar el entorno.
Tanto en EE.UU como en Europa surgió un movimiento de apoyo a la eutanasia y su
legislación en los casos de muerte prolongada, sufrimiento innecesario, demencia crónica y
niños deficientes. A pesar de los esfuerzos de las asociaciones para legalizar la eutanasia
voluntaria, todos los intentos fracasaron, incluso contando con un gran apoyo por parte de
la opinión pública.
En la segunda mitad de este siglo, hacia la década de los setenta, se progresó
mucho en este tema. Nacieron asociaciones como DMD (Derecho a morir dignamente); y
los cursos, seminarios, simposios, etc. sobre la muerte se hicieron muy populares en las
universidades. Informes y estudios dieron a conocer que más de la mitad de la población
encuestada creía que no se debía prolongar la vida de un enfermo incurable o terminal.
Se concluye de este siglo que hasta que no exista una legislación que especifique
claramente cuándo, en que circunstancias y con el consentimiento de quién puede dejar de
mantenerse en vida a un paciente, el problema continuará.
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Para poder definir la posición de las distintas religiones ante la eutanasia, primero
hemos de diferenciarla en pasiva y activa.
1. Nadie puede atentar contra la vida de una persona inocente sin oponerse al amor
de Dios por esa persona, sin violar un derecho fundamental y, por lo tanto, sin
cometer un crimen de la mayor gravedad.
2. Todo ser humano tiene el deber de vivir de acuerdo con los designios de Dios.
La vida se le confía al individuo como un bien que ha de dar sus frutos aquí en
la tierra, pero que alcanzará la perfección únicamente en la vida eterna.
3. Causar intencionadamente la propia muerte, o suicidarse, es por tanto una
acción comparable al asesinato, y se considerará como un rechazo a la soberanía
y el amor de Dios. Con frecuencia, el suicidio supone también el desprecio a si
mismo, la negación del instinto natural por la vida, y el incumplimiento de los
deberes de justicia y caridad para con el prójimo, las distintas comunidades o la
sociedad en general –aunque, tal como se ha reconocido, a veces existen
factores psicológicos que disminuyen, o incluso suprimen por completo la
responsabilidad.
Entre el año 354 y 430 d.C. san Agustín elaboró la base filosófica: la vida era un don
de Dios y el hombre no podía traicionarla. Años más tarde santo Tomás de Aquino afirmó que
el suicidio era un pecado mortal comparable con el asesinato, estos dos puntos de vista han
prevalecido como dogmas de la Iglesia católica.
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“La vocación del médico -dice el art. 1 de los Principios de Ética Médica Europea-
consiste en proteger la salud física y mental del hombre y aliviar su dolor en el respeto
por la vida y la dignidad de la persona humana.” Parte de esa vocación, de ese núcleo
común, es la eutanasia.
Que la eutanasia, la ayuda médica al suicidio y el ensañamiento terapéutico son
conductas incompatibles con la ética médica lo afirman las dos Declaraciones de la
Asociación Médica Mundial (1988 y 1992) sobre la materia. No se detecta ni una fisura
en esa común tradición, de la que forma el mandato positivo de aliviar el sufrimiento y
de aplicar los remedios paliativos.
No es muy propicio en el tiempo en que vivimos para proponer y defender normas
morales absolutas y monolíticas, fuertes. No sólo no están de moda: el posmodernismo
dominante es incompatible con las convicciones éticas duras. Hay que concluir que el
respeto a la vida terminal pertenece al núcleo de la profesión médica: es una afirmación
basada en pruebas, una especie de referéndum mundial votado por los médicos en sus
códigos de ética profesional.
Según algunas encuestas, no faltan médicos que para sí tienen que esas intervenciones,
podrían ser toleradas en situaciones muy excepcionales, trágicas, muy difíciles de
evaluar, pero que piden a Dios no encontrarse nunca con ellas.
Los médicos son, los menos idóneos para encargarse de poner fin a la vida de los
enfermos. Han hecho un juramentos profesional, y están obligados por los códigos de
la ética profesional. Además con ellos, los pacientes no perderían confianza, pues
siempre podrán estar seguros de que la labor de los médicos es exclusivamente
preservar la vida y restituir la salud.
2. ¿Qué pasaría si entrara en vigor una legislación que autorizara la eutanasia, que
despenalizara en la práctica el homicidio por enfermedad?
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2. El derecho a decidir.
( Ver ANEXO 2)
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Legislación actual
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Pioneros en su práctica.
En Europa hemos de destacar el supuesto de Holanda que es, además, el único país del
mundo en el que la eutanasia se aplica abiertamente. Sin embargo, hay que apuntar una serie
de observaciones en torno a la sui generis cobertura legal de tales prácticas.
Ni la eutanasia voluntaria ni el suicidio asistido han sido legalmente despenalizados en
Holanda. El artículo 293 del Código Penal (CP) holandés tipifica como delito, castigable con
una pena de hasta 12 años de prisión, el que una persona cause la muerte a otra a petición
expresa de esta última. En esta misma línea, el artículo 294CP considera delito, castigado con
una pena de hasta 3 años de prisión el que una persona intencionadamente incite, asista o
procure los medios a otra para cometer un suicidio, en una redacción muy semejante al art. 409
de nuestro anterior CP y al art. 143 CP vigente.
De todo ello, puede concluirse que en Holanda, pese a que formalmente la eutanasia
está tipificada como delito, su práctica, por médicos que respeten ciertos requisitos, goza de una
amplia permisividad amparada en el CP.
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Otro caso pionero en el mundo es el del legislativo del Estado federado del Territorio
del Norte de Australia, que en 1995 se convirtió en el primero del mundo en aprobar una Ley
reguladora de la eutanasia voluntaria, la Ley 12/1995, de los derechos de los enfermos
terminales, que entró en vigor el 1 de Julio de 1996.
La duración de esta Ley fue corta, ya que en marzo de 1997 fue derogada por el
Senado federal australiano por 38 votos contra 33. No obstante, en ese periodo cuatro
australianos se ayudaron de la legalidad para, a través de la eutanasia, acabar con sus vidas. El
precepto nuclear de esta Ley es su artículo 7 en el que se concretan los requisitos para que un
Médico pueda asistir a un paciente a los efectos de acabar con su vida (practicando la eutanasia
activa o pasiva). Estos son: ser mayor de 18 años, una solicitud personal del paciente, sufrir una
enfermedad incurable y recibir un diagnóstico de tres médicos, uno de ellos Psiquiatra.
En 1999 el parlamentario Jonh Bailey ideó una propuesta para reinstaurar la Ley de la
Eutanasia Voluntaria en el Estado del Territorio del Norte. Para ello presentó un proyecto de ley
de reforma del Código Penal, según el cual pese a que la eutanasia permanezca tipificada como
delito, la pena aplicar será únicamente de 50 $ para aquellos médicos que sigan en su ejercicio
unas pautas estrictamente diseñadas, igual que en el modelo holandés (imputación formal,
exención de culpabilidad material...). El debate parlamentario está aun abierto, pero una
mayoría parlamentaria federal contraria a la eutanasia nos permite adelantar el posible fracaso
de la recuperación de la que fue la primera regulación positiva de la eutanasia en el mundo.
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Si hay algo que las enfermeras tenemos claro, es que en algún momento de nuestra
carrera tendremos que enfrentarnos inevitablemente con la muerte.
Muy pocas enfermeras escapan a la depresión y al desánimo ocasionados por la
muerte y por las enfermedades terminales.
Ante la pregunta ¿Tiene un paciente moribundo el derecho a rechazar el
tratamiento? Una abrumadora mayoría de las enfermeras encuestadas respondió que si.
Pero cuando se habla de eutanasia, las opiniones difieren, un 13% se mostró a favor, un
31% ligeramente a favor, un 14% ligeramente en contra y un 42 % totalmente en contra de
la eutanasia activa.
Para enfermería, en su quehacer asistencial, resulta algo habitual estar junto al
enfermo en las situaciones difíciles, tanto en las situaciones límites de enfermedad como en
sus últimos momentos de vida. Cuando hay que motivar al enfermo al descubrirle su
situación de enfermedad progresiva e incurable, hasta cuando su único consuelo puede ser
el apoyo moral o psicológico del acompañamiento, que cada vez con más frecuencia lo
ofrece el personal de enfermería. Es por este estrecho contacto que el profesional de
enfermería tiene con el paciente por el que, en algunas ocasiones se siente tentado o incluso
practica la eutanasia. Los motivos son los siguientes:
Por compasión a la persona que sufre dolor constante e incontrolable.
Por mucho afán que ponga la ciencia médica en alejar el momento de la muerte,
ésta llega. En ese momento, el personal sanitario carece de recursos para tratar a estos
enfermos en situación terminal. La esencia de la enfermería es cuidar a las personas en las
distintas etapas de la vida, incluso en la última. El cuidado del paciente en situación
terminal entra de lleno en el campo de nuestra profesión. Aunque haya quienes piensen q
“no hay nada que hacer”, sin embargo, “todo está por hacer”, es el momento de iniciar un
nuevo tipo de asistencia cuya meta ya no es la de liberar al paciente de su enfermedad sino
la de ayudarle a morir en paz o más bien a vivir dignamente hasta que llegue la muerte.
Este tipo de asistencia son los llamados cuidados paliativos.
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Conclusiones.
Para los partidarios del derecho a una muerte digna, el derecho a la vida, no se
puede considerar como un derecho-deber, y que este, aparezca como indisponible para su
titular.
No podemos pasar por alto, que la proclamación del derecho a morir, daría lugar a
que en algunos casos, el personal sanitario, estuviese obligado, o como mínimo
autorizado, a matar a pacientes en determinadas situaciones. Esto significaría que se
quebrantaría el mandato, que dice que el personal sanitario, no debe matar a los enfermos
sino curar sus enfermedades. Significaría que algunos profesionales romperían una de las
exigencias más básicas del juramento hipocrático, y con ello, de alguna manera, se dejaría
carente de sentido, en parte, al personal sanitario, ya que este persigue: curar, prevenir
enfermedades, aliviar el sufrimiento, cuidar a los que no pueden ser curados, o atender de
la mejor manera posible a los que tienen que morir.
La realidad es que el fenómeno “vida humana”, es algo muy relativo, como todo
en la vida. Los hombres, y en concreto la sociedad, todos los días disponen de la vida, de
mil formas distintas. El Estado toma decisiones continuamente, y en muchas de ellas, ya va
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implícito que unas vidas van a ser más protegidas que otras, porque es imposible proteger
de forma absoluta y por igual, la de todos. En el caso de la eutanasia, es tan difícil juzgar
si la vida de una persona vale o no la pena, que sería necesario que alguien tuviese la
potestad de poder marcar diferencias sobre algo tan absoluto como la vida. De ahí la
complejidad del tema.
Antes de la realización de este trabajo, teníamos una opinión más o menos forjada
sobre el tema, pero después de informarnos y leer las diferentes posturas y razones, hemos
llegado a la conclusión de que debemos ser muy cautelosos sobre el tema, y que como
futuros profesionales de la salud, por encima de todo, debemos orientar a nuestros
pacientes hacia la vida.
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La vida: ¿Derecho o deber?
Bibliografía.
- Betty, R; Ferrell, PhD; Faan. Cuidados al paciente terminal. Nursing, 2001, 19,
(2), 20-22.
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- http://www.eutanasia.ws/carta.html.10/03/2004
- http://www.eutanasia.ws/ramtest.html. 10/03/04
- http://www.geocities.com/jesalgadom/eutanasia_espanol10.html 10/03/04
- http://www.geocities.com/jesalgadom/eutanasia_espanol9.html 10/03/04
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