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EL PROCESO DE EJECUCIÓN
CONSIDERACIONES GENERALES
Si se parte de los datos ofrecidos por el Libro Blanco de la Justicia (CGPJ 1997) se
puede afirmar que el mayor fracaso de la jurisdicción civil se encuentra en la fase de
ejecución, según los datos barajados por el Consejo más de un 35 % de las sentencias
civiles no pueden ejecutarse y más del 15 % restante se ejecuta parcialmente.
En los supuestos en que una toma de decisión procesal no pudiera afectar a la función
estrictamente jurisdiccional, se ha optado por atribuir la competencia del trámite de
que se trate al secretario judicial. De este modo, se garantiza que el Juez o Tribunal
pueda concentrar sus esfuerzos en la labor que le atribuyen la Constitución y las leyes
como función propia y exclusiva: juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.
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En materia de ejecución, y con carácter general el artículo 456.3.a) de la Ley Orgánica
del Poder Judicial atribuye a los secretarios judiciales la ejecución, salvo aquellas
competencias que exceptúen las leyes procesales por estar reservadas a jueces y
magistrados. Como consecuencia de esta atribución ha sido preciso modificar
profundamente el Libro III de la Ley de Enjuiciamiento Civil, tratando de delimitar
claramente las competencias que pueden ser asumidas por los secretarios judiciales de
aquéllas otras a que se refiere la Ley Orgánica del Poder Judicial cuando reserva a los
jueces y tribunales determinadas decisiones.
Por otra parte, con el objeto de unificar la terminología y adaptarla a las nuevas
competencias del secretario judicial, se utiliza la expresión «resoluciones
procesales», para englobar tanto las resoluciones judiciales – providencias, autos y
sentencias- como las del secretario judicial que con la nueva redacción son: diligencias
de ordenación, cuando la resolución tenga por objeto dar a los autos el curso que la ley
establezca; decretos, cuando con la resolución se admita la demanda o se ponga
término al procedimiento del que el secretario tuviera atribuida competencia exclusiva,
o cuando fuera preciso o conveniente razonar lo resuelto; y diligencias de constancia,
comunicación o ejecución a los efectos de reflejar en autos hechos o actos con
trascendencia procesal.
LA ACCIÓN EJECUTIVA.
Los títulos que llevan aparejada ejecución. Comienza el proceso de ejecución con el
artículo 517, en el que se establece que la acción ejecutiva deberá fundarse en un título
que tenga aparejada ejecución (sentencia, laudo arbitral, escrituras públicas, pólizas de
contratos mercantiles, títulos nominativos y al portador, certificados, el llamado auto de
cuantía máxima, y por último las demás resoluciones procesales –entre las que cabe
incluir las resoluciones del secretario judicial- y documentos que, por disposición de
ésta u otra ley, lleven aparejada ejecución).
Títulos que lleven aparejada ejecución según las leyes: el título ejecutivo europeo para
créditos no impugnados, la póliza de seguro respecto de la primera prima o de la prima
única no pagada a su vencimiento (art. 15 LCS), o los documentos de garantía de que
disponen con frecuencia los compradores de viviendas sobre plano, cuando adelantan
cantidades a cuenta del precio.
Por último, decir que el legislador mantiene el término caducidad, por lo que hay que
entender zanjada la cuestión, frente al de prescripción mantenido por algún sector
doctrinal, de manera que habrá que entender que el término es el de caducidad con
todas sus consecuencias, y que por aplicación de las disposiciones transitorias
segunda y quinta de la ley, no puede aplicarse retroactivamente a la ejecución de
sentencias dictadas con anterioridad a la entrada en vigor de la Lec 1/2000 -8 de enero
de 2001- (así lo entendió el AAP Pontevedra de 25/04/07) entre aquellas
consecuencias la del deber de solicitar la ejecución dentro de los cinco años siguientes
a la firmeza de la sentencia, y seguiremos aplicando supletoriamente como hasta ahora
y ante el vacío legal, el plazo de prescripción establecido en el CC. de 15 años para las
acciones personales (tal es el caso de la acción ejecutiva). Posición que se ha reiterado
con la inclusión del párrafo segundo del art. 556.1 como motivo de oposición a la
ejecución la caducidad del título.
LA EJECUCIÓN PROVISIONAL
La primera novedad con respecto a la ejecución provisional (art. 524) es que se iniciará
bien por demanda bien por una simple solicitud (antes era solamente por demanda).
Manteniendo su contenido el art. 525 respecto de las sentencias no provisionalmente
ejecutables, al igual que se mantiene la competencia en el juzgado de primera instancia
que hubiese dictado la sentencia.
Frente a esta posición algún sector jurisprudencial, entiende que hay que esperar el
plazo de 20 días del art. 548 de la Lec, para la interposición de la demanda de
ejecución provisional, de manera que notificada la diligencia de interposición del
recurso de apelación, la parte apelada deberá esperar el plazo de 20 días. (AAP
Barcelona sección 11ª, 5/11/2008, SAP. Alicante de 10/03/2008).
1.ª En todo caso, haberse despachado la ejecución provisional con infracción del
artículo anterior. Que se haya despachado ejecución de sentencia que la ley no permite
su ejecución provisional, o no conteniendo la misma un pronunciamiento de condena a
favor del solicitante, o también por la falta de requisitos o presupuestos procesales.
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2.ª Si la sentencia fuese de condena no dineraria, resultar imposible o de extrema
dificultad, atendida la naturaleza de las actuaciones ejecutivas, restaurar la situación
anterior a la ejecución provisional o compensar económicamente al ejecutado.
Mientras que con la introducción del apartado 4 del precepto, si podemos hablar de
oposición por el ejecutado tratándose de una condena dineraria, de una nueva causa
además de las ya citadas en los apartados que preceden, la oposición podrá estar
fundada; en el pago o cumplimiento de lo ordenado en la sentencia, que habrá de
justificarse documentalmente, así como en la existencia de pactos o transacciones que
se hubieran convenido y documentado en el proceso para evitar la ejecución
provisional. Precepto necesario pues para el caso de pago por parte del ejecutado, no
cabía tal medida como medio de oposición, lo que obligaba a utilizar otros medios
procesales, como la nulidad de actuaciones. Estas causas de oposición se tramitarán
conforme a lo dispuesto para la ejecución ordinaria o definitiva.
Por lo tanto fuera del supuesto anterior en las ejecuciones de condenas dinerarias, el
ejecutado no podrá oponerse a la ejecución provisional, sino únicamente a
actuaciones ejecutivas concretas del procedimiento de apremio, cuando entienda
que dichas actuaciones causarán una situación absolutamente imposible de restaurar o
de compensar económicamente mediante el resarcimiento de daños y perjuicios. En
consecuencia, el ejecutado deberá atacar el decreto que adopte las medidas concretas
y no el auto que despache ejecución.
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más los intereses correspondientes y las costas por los que se despachó ejecución.
Liquidados aquéllos y tasadas éstas, se decidirá por el secretario judicial responsable
de la ejecución provisional sobre la continuación o el archivo de la ejecución. El decreto
dictado al efecto será susceptible de recurso directo de revisión ante el tribunal que
hubiera autorizado la ejecución.
Del tenor literal del precepto se deduce que procederá la suspensión de la ejecución
provisional siempre que concurran las siguientes circunstancias:
1ª.- Que la resolución judicial de la que derive la ejecución sea una sentencia de
condena a entregar una cantidad de dinero líquida. En consecuencia, cuando se trate
de sentencias de condenas ilíquidas, antes de solicitar la suspensión habrá que liquidar
la condena conforme a lo dispuesto en los artículos 712 y siguientes.
2ª.- Que el ejecutado ponga a disposición judicial, la cantidad a la que hubiese sido
condenado, más los intereses correspondientes y las costas que se hubiesen
producido hasta ese momento.
Por último, cabe preguntarse ¿por qué sigue hablando de las costas en la ejecución
provisional?. ¿Verdaderamente hay costas?. La respuesta a esta pregunta dependerá
de la posición que se mantenga, con respecto al plazo para la interposición de la
demanda de ejecución provisional.
De manera que si no es necesario esperar al plazo de los 20 días, fijados en el art. 548
para la presentación de la demanda no procede tasar las costas del procedimiento de
ejecución provisional, si el ejecutado cumple voluntariamente con la condena impuesta
en el plazo de veinte días desde que conoce el despacho de la ejecución, por
aplicación analógica a la ejecución provisional del criterio que para la forzosa prevé el
artículo 548 LEC, según el cual "no se despachará ejecución de resoluciones
procesales, arbitrales o acuerdos de mediación, dentro de los veinte días posteriores a
aquel en que la resolución de condena, de aprobación del convenio o de firma del
acuerdo haya sido notificada al ejecutado", (sección 1ª -SAP Pontevedra de
06/07/2006-, como la de Murcia sección 1ª y la de Barcelona sección 14ª).
Según dichas Audiencias, si el ejecutado provisionalmente cumple voluntariamente la sentencia dentro
de los veinte días siguientes a que la misma fuera instada, el citado artículo 548 de la LEC justifica
plenamente que no esté obligado al pago de las costas devengadas por la ejecución provisional ya que,
de no ser así, resultaría un claro contrasentido e injusticia manifiesta que el condenado por sentencia
firme pueda ejecutar voluntariamente la sentencia en el plazo de veinte días, evitando el pago de las
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costas de la ejecución y que el condenado por sentencia no firme no pueda llevarlo a efecto y deba en
todo caso abonar las costas de una ejecución que tan siquiera es definitiva.
Se trataría, según las resoluciones que venimos de citar, de no hacer de peor condición
al ejecutado provisional que al ejecutado con carácter firme.
Ahora bien, si se opta para la ejecución provisional, por el plazo de espera de veinte
días a partir de la notificación de la diligencia de ordenación por la cual se declara
interpuesto el recurso de apelación, en este caso dictado el auto despachando
ejecución, aun cuando en el momento del requerimiento pagara el ejecutado serían de
su cargo las costas.
1ª. Que se confirme la sentencia. Según el artículo 532. Si se dictase sentencia que
confirme los pronunciamientos provisionalmente ejecutados, la ejecución continuará si
aún no hubiera terminado, salvo desistimiento expreso del ejecutante. Si la sentencia
confirmatoria no fuera susceptible de recurso o no se recurriere, la ejecución, salvo
desistimiento, seguirá adelante como definitiva. Aun cuando el precepto nada diga,
será el secretario judicial, quien mediante diligencia de ordenación, transforme la
ejecución provisional en definitiva.
Y ante el riesgo de insolvencia existe, en primer lugar la vía penal, y en segundo lugar,
algún sector doctrinal entiende que cabría la reclamación al Estado, por el sufrimiento
de un perjuicio como consecuencia de la aplicación de este sistema. Mientras que la
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mayoría entiende que en caso alguno podrá admitirse la imputación de la insolvencia a
un funcionamiento anormal de la Administración para obtener la correspondiente
indemnización (arts. 292 y ss. LOPJ), puesto que el tribunal al aplicar los preceptos
relativos a la ejecución provisional, lo único que hacer es cumplir con lo dispuesto en la
Lec, sin que quepa la calificación de funcionamiento anormal.
Representación y defensa.
3ª.- En la ejecución de las resoluciones dictadas en los juicios monitorios, siempre que
la cantidad por la que se despacha ejecución sea inferior a 2.000 euros.
La ley sólo exige la defensa y representación profesional preceptiva para “el ejecutante
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y el ejecutado”. Esto significa que los terceros que intervienen en el proceso de
ejecución pueden hacerlo personalmente, sin necesidad de asistencia profesional,
pero solamente podrán recurrir las resoluciones si están personados en forma, pues
sólo a las partes les está permitido recurrir (art. 448).
A) En primer lugar, las actuaciones para las que la ley prevea expresamente
pronunciamiento sobre las costas o gastos; las partes deberán satisfacer los que les
corresponda conforme al art. 241.2, y así por ejemplo la desestimación de la oposición
a la ejecución, en cuyo caso conforme al apartado 2º del mencionado precepto, las
partes podrán reclamarlos sin esperar a que el proceso finalice y con independencia del
eventual pronunciamiento sobre costas que en este recaiga.
B) Las costas correspondientes a las restantes actuaciones serán siempre a cargo del
ejecutado sin necesidad de que recaiga un expreso pronunciamiento sobre costas.
Únicamente varía en cuanto al pronunciamiento sobre los gastos y las costas en los
incidentes de ejecución, que lo regula de manera expresa y que deberán satisfacer las
partes, sin perjuicio de los reembolsos que procedan tras la decisión del tribunal o, en
su caso, del secretario judicial sobre las costas.
Regulado en el artículo 541 de la Lec. Son innumerables los problemas que plantea la
ejecución de bienes gananciales y que para mayor claridad conviene analizar por
separado los diversos supuestos:
b) Ejecución por deudas propias de un cónyuge. Se embargan los bienes propios del
cónyuge deudor y si no son suficientes para cubrir el importe de la ejecución, el
ejecutante puede pedir el embargo de bienes gananciales, que será inmediatamente
notificado al cónyuge no deudor, el cual podrá exigir que se alce el embargo trabado
sobre los bienes gananciales y, en sustitución de esos bienes, se embargue la parte
que ostenta el cónyuge deudor en la sociedad conyugal, en cuyo caso el embargo
llevará consigo la disolución de aquélla (art. 1373 del CC). Así pues la eficacia del
embargo practicado sobre bienes gananciales queda sometida a una importante
condición, que el cónyuge no deudor consienta que la ejecución se realice sobre
aquellos bienes.
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judicial, de manera que en el artículo 545 de la LEC se fijan algunos criterios que,
principalmente, se fundamentan en el ámbito territorial, distinguiendo entre:
La solución podría derivarse de la aplicación del art. 61 Lec. El citado precepto prevé
que “el tribunal que tenga competencia para conocer de un pleito, la tendrá también,
para la ejecución de la sentencia o convenios y transacciones que aprobare”,
entendiendo esta última frase en el sentido de convenio y transacciones que aprobare
cualquier tribunal ante el que penda un recurso interpuesto contra la sentencia dictada
en primera instancia. Artículo, que sea dicho de paso, se le olvidó al legislador actual
modificarlo, pues hace referencia a las resoluciones del juez y omite las del secretario
judicial.
Sólo así podría entenderse que la competencia para la ejecución de: las tasaciones de
costas, los decretos dictados en las juras de cuentas, y los acuerdos judicialmente
homologados corresponde al tribunal que conoció del asunto en primera instancia y en
consecuencia, se respetaría el sistema de recursos establecido en la ley contra las
resoluciones distadas en los procesos de ejecución.
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3º- Para la ejecución fundada en títulos distintos de los expresados en los
apartados anteriores, será competente el Juzgado de primera instancia del lugar que
corresponda con arreglo a las reglas generales que determinan el fuero de las
personas físicas o jurídicas.
Aun sin conexión con lo anterior – y aunque debería ser un artículo diferente-, el nº 4
del artículo 545, al igual que el artículo 206 de la Lec, establece las resoluciones
procesales, con carácter general, el artículo 545, concreta las resoluciones procesales
en el procedimiento de ejecución forzosa, de manera que adoptarán la forma de auto,
además de la orden general de ejecución por la que se autoriza y despacha la
misma, las resoluciones del tribunal que:
Por otra parte, adoptarán la forma de decreto las resoluciones del secretario judicial
que determinen los bienes del ejecutado a los que ha de extenderse la ejecución (por lo
tanto debe entenderse que el embargo siempre tiene que adoptar la forma de decreto)
y aquellas otras que se señalen en esta ley.
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es necesario acompañar la resolución de primera instancia, pero sí es aconsejable
acompañar la de segunda instancia o en su caso casación. Para el supuesto de la
ejecución provisional de la sentencia de segunda instancia, necesariamente habrá que
acompañar la demandada, pues ésta no consta en el juzgado de instancia. La no
presentación de la sentencia, es una posición coherente con el ordenamiento jurídico, y
en particular con lo establecido en el artículo 35 de la Ley de procedimiento
administrativo común (LAPC), por el cual los ciudadanos, en sus relaciones con las
Administraciones Públicas, tienen los siguientes derechos: f) A no presentar
documentos no exigidos por las normas aplicables al procedimiento de que se trate, o
que ya se encuentren en poder de la Administración actuante.
EL DESPACHO DE EJECUCIÓN
Así, si el acreedor pide el despacho de la ejecución antes del transcurso de los veinte
días, le será denegado; si lo pide después, le será concedido, pero las medidas
cautelares habrán perdido su vigor y es probable que el deudor haya hecho imposible
el cumplimiento de la condena.
Pero sin duda una de las más relevante novedad introducida en nuestro ordenamiento
procesal a través de la Ley 13/2009, es la sustanciación del proceso de ejecución. Ya
el momento de su admisión presenta notables peculiaridades.
Dicho lo anterior, sin embargo y como veremos en el estudio del proceso de ejecución
sobre bienes hipotecados o pignorados, el legislador no tiene reparo alguno en
mantener la ejecución hipotecaria notarial, aunque sea cambiándole el término
“ejecución extrajudicial” por “venta extrajudicial”.
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2º.- Si la ejecución se despacha en forma mancomunada o solidaria. Si no se
especifica seguiremos la regla general del código civil del artículo 1137, por el cual la
concurrencia de dos o más acreedores o deudores en una misma obligación, no implica
que cada uno de ellos tenga derecho a pedir, ni cada uno de estos debe prestar
íntegramente el cumplimiento de la obligación, solamente habrá lugar a ello cuando
expresamente se determine con el carácter de solidaria. Por lo tanto opera la
presunción de mancomunidad. En términos similares se pronuncia el artículo 542 de la
LEC.
3º.- La cantidad en su caso, por la que se despacha ejecución, por todos los conceptos.
4º.- Las precisiones que resulte necesario realizar respecto de las partes o del
contenido de la ejecución, según lo dispuesto en el título y así mismo respecto de los
responsables personales de la deuda o propietarios de bienes especialmente afectos a
su pago o a los que ha de extenderse la ejecución. Apartado que hay que ponerlo en
relación con el artículo 538, por el que se prevé que podrá despacharse ejecución
contra quien, sin figurar como deudor en el título ejecutivo, responda personalmente de
la deuda por disposición legal, o resulte ser propietario de los bienes especialmente
afectos al pago de la deuda en cuya virtud se procede.
Por lo tanto el mencionado precepto veda la posibilidad de recurso contra el auto que
despacha ejecución, cerrando éste a cal y canto, haciéndolo totalmente irrecurrible.
(SAP. Zaragoza 21/05/09 y SAP. Madrid 2/02/05, AAP Pontevedra 12/03/09), lo cual
poniéndolo en relación con una interpretación literal del artículo 563, (pues dispone que
“habiéndose despachado ejecución… el tribunal provea en contradicción con el título
ejecutivo”), cabrá el recurso de reposición y apelación.
Sin embargo nos encontramos en ocasiones que el auto que despacha la ejecución,
puede ser contradictorio con el título judicial, ya sea por exceso, como por
defecto, o por incongruente, pronunciándose sobre una cosa distinta de la prevista, de
manera que la ejecución no debió despacharse, o no hacerlo en los términos en los
que se hizo; perjudicando al ejecutante, como al ejecutado, vedado al primero recurso
alguno, y sin posibilidad de oponerse a la ejecución (sólo se permite al ejecutado), y el
ejecutado solo podría oponerse por alguna de las causas de oposición, que
posiblemente no encajarían. Como solución en parte la SAP de Madrid 28/02/05
establece el supuesto de despacho de ejecución parcial al establecer que:
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“el auto despachando ejecución es irrecurrible en apelación por establecerlo así la Ley, pero no puede
decirse lo mismo del que deniega parcialmente la misma que, en cuanto cercena de raíz la posibilidad de
obtener la totalidad de lo documentado en el título, no deja de constituir una denegación del despacho de
ejecución y por tanto es apelable por voluntad del legislador y porque no estamos en presencia de una
pura resolución interlocutoria, sino de una resolución que decide con carácter definitivo la cuestión
debatida entre las partes”
Una vez dictada esta resolución por el juez o tribunal, el secretario judicial, responsable
de la ejecución, en el mismo día o en el siguiente hábil en que se hubiese dictado el
auto despachando ejecución, dictará decreto en el que se contendrán:
1º.- Las medidas ejecutivas concretas que resulten procedentes, incluido si fuera
posible el embargo de bienes.
2º.- Las medidas de localización y averiguación de los bienes del ejecutado. Que el art.
590 de la Lec atribuye como competencia al secretario judicial, quien la acordará
mediante diligencia de ordenación.
3º.- El contenido del requerimiento de pago que deba hacerse al deudor, en los casos
en que la ley establezca este requerimiento.
Contra el decreto dictado por el secretario judicial cabrá interponer recurso directo de
revisión, sin efecto suspensivo, ante el tribunal que hubiera dictado la orden general de
ejecución.
La notificación. Establece el artículo 553 Lec, que el auto que autorice y despache
ejecución así como el decreto que en su caso hubiera dictado el secretario judicial,
junto con copia de la demanda ejecutiva, serán notificados simultáneamente al
ejecutado o, en su caso al procurador que le represente, sin citación ni emplazamiento,
para que en cualquier momento pueda personarse en la ejecución, entendiéndose con
él, en tal caso, las ulteriores actuaciones.
Con anterioridad a la reforma del art. 553.2 de la Lec la notificación del auto
despachando ejecución junto con el requerimiento de pago, debía hacerse al deudor
personalmente y no a través de su representación procesal que lo fue en el proceso
declarativo. Con la nueva redacción, tanto el auto despachando ejecución, como el
decreto del secretario judicial (por lo tanto también el requerimiento) se notificará al
procurador que le represente.
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procesal en el proceso declarativo del cual dimana el título ejecutivo o bien al
procurador del deudor que lo fue en el pleito del cual deriva la ejecución. Pero no hay
obligación de notificarle ninguna otra resolución mientras dure esa situación, es decir,
mientras no se persone en la ejecución, “sin citación ni emplazamiento, para que en
cualquier momento pueda personarse en la ejecución, entendiéndose con él, las
ulteriores actuaciones”. Por lo que no procede la declaración de rebeldía ante la
incomparecencia del mismo. A diferencia de la parte ejecutante, que no precisará de
poder del procurador para instar y continuar con la ejecución, a tenor de lo dispuesto en
el art 550.2. Lec.
LA ACUMULACIÓN DE EJECUCIONES
No fija la Lec, ningún límite temporal preclusivo para la acumulación, sólo exige que
se trate de “ejecuciones pendientes” o “que se sigan”, por lo tanto que no se hayan
iniciado. Por lo tanto no se entiende la razón por la que sigue sin contemplarse la
acumulación inicial, en especial cuando los títulos ejecutivos de que disponga el
acreedor frente a un mismo deudor son extrajudiciales. Pero hay más: a pesar de que
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nada diga expresamente la ley, no parece aconsejable permitir la acumulación de
procesos de ejecución cuando el deudor aún tenga en alguno de ellos la oportunidad
de formular oposición. Piénsese que, si no se hiciera así, la acumulación dejaría de ser
un expediente útil para convertirse en otro extremadamente perturbador, pues nos
podemos encontrar que cualquiera de los acreedores pueda sufrir la paralización de su
ejecución, ante la oposición del deudor respecto de alguno de los títulos de ejecución
acumulados.
Parecería más conveniente que se hubiera fijado algún criterio objetivo a la hora de
valorar si procede o no la acumulación, como ha efectuado el art. 37 de la LJS (Ley de
jurisdicción social) que en la acumulación no preceptiva de ejecuciones ha acordado
que el secretario judicial resuelva sobre su procedencia, atendiendo a criterios de
economía y conexión entre las diversas obligaciones cuya ejecución se pretende.
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Me parece que el legislador no ha tenido la intención de incorporar el criterio de la
proporcionalidad, por lo que, a la hora de distribuir las cantidades obtenidas, habrá que
acudir al orden de prelación sustantiva de los créditos y en el caso de ser todos de
igual rango, a su prioridad temporal. Resolviendo en la misma ejecución y sin perjuicio
del planteamiento de la tercería de mejor derecho.
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En cuanto se ha formulado la oposición, ésta se resuelve por el juez o tribunal que dictó
la orden general de ejecución. Cuando aquella se fundare en defectos procesales,
(falta de carácter o representación del ejecutado, falta de personalidad o de carácter en
el ejecutante, nulidad radical del despacho de ejecución…), el ejecutante podrá
formular alegaciones sobre éstos, en el plazo de cinco días. El tribunal resolverá
mediante auto.
Los artículos 562 y 563 Lec, regulan la impugnación de actos ejecutivos concretos del
proceso de ejecución. La diferencia con el incidente de oposición a la ejecución
regulado en los artículos anteriores es el siguiente; la oposición sólo la puede suscitar
el ejecutado, ha de hacerlo en un determinado momento procesal y tiene por finalidad
poner de manifiesto la falta de presupuestos procesales de la ejecución forzosa y de
defectos del despacho de la ejecución o la falta de acción ejecutiva en el ejecutante, de
modo tal que si la posición se estima la ejecución termina.
Aquí en cambio, nos encontramos con la impugnación de concretos actos del proceso
de ejecución. La impugnación puede hacerla no sólo el ejecutado sino cualquiera de las
partes en el proceso de ejecución y actúa como corolario del régimen de recursos.
El artículo 562 de la Lec prevé: la regla general el recurso de reposición; contra las
resoluciones dictadas por el tribunal de ejecución o el secretario judicial. La excepción
la apelación, en aquellos supuestos que expresamente se prevea en esta ley.
Como cierre de las facultades que el precepto ofrece se hace referencia al incidente
de nulidad de actuaciones, que parece fijar dos vías, bien ante el tribunal o ante la
oficina de ejecución, bien mediante denuncia de parte o bien de oficio por el tribunal
(por el juez o por el secretario judicial del tribunal) o el secretario judicial (hay que
entender el de la oficina de ejecución), quien dará cuenta al tribunal que autorizó la
ejecución para que resuelva sobre ello.
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Mientras que el artículo 563 regula el supuesto de actos de ejecución contradictorios
con el título ejecutivo judicial. Este artículo se ocupa de la impugnación de aquellos
actos ejecutivos (auto, decreto, providencia o diligencia) que se realicen en
contradicción con el título ejecutivo, ya sea por exceso o por defecto. Pensemos que
corresponde al tribunal que despacha ejecución la facultad de integrar el título
ejecutivo, delimitar con precisión cuál es su alcance, y traducir en actuaciones
concretas su contenido. También le corresponde la facultad de interpretar el título si es
oscuro o contiene deficiencias de expresión (STS. 9 marzo 1979), y decidir sobre
cuestiones que sean accesorias o consecuencia lógica de lo ordenado en el título
ejecutivo (STS. 25 septiembre 1978). En esta labor interpretadora-integradora, el juez
puede valerse, además del fallo o parte dispositiva de la resolución, de los
razonamientos contenidos en los fundamentos de derecho, y que constituyen la ratio
decidendi.
Con carácter general se proclama en el artículo 565 de la Lec que sólo se suspenderá
la ejecución en los casos que la ley lo ordene de modo expreso, o así lo acuerden
todas las partes personada en la ejecución. Este precepto no ha sido modificado
conforme a la reforma 13/2009, de 3 de noviembre, pero deberemos entender que en
estos supuestos, el competente para acordar la suspensión será el secretario judicial,
mediante decreto, ya que con carácter general es a éste a quien le compete; y con
carácter particular, siempre que lo pidan todas las partes personadas (ver arts. 19.4,
64, 179.2).
Lo que tampoco especifica la ley es qué cauces deben seguirse para alzar la
suspensión del proceso de ejecución. En principio, si la suspensión se acordó por
voluntad de las partes, bastará para alzarla con la petición de cualquiera de ellos o con
que desaparezcan las condiciones para las cuales se acordó la suspensión, debiendo
en este caso el secretario judicial dictar decreto, alzando la suspensión de la ejecución
con continuación de la misma. En apoyo de esta tesis, está el apartado 2 del artículo
566 en su nueva redacción, en la que sustituye al tribunal por el secretario judicial, de
manera que “se alzará la suspensión de la ejecución y se ordenará que continúe
cuando le conste al secretario judicial responsable de la ejecución la desestimación de
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la revisión o de la demanda de rescisión de sentencia dictada en rebeldía”. En caso
contrario, que se estime la revisión o demanda, se sobreseerá por el secretario judicial.
Por su parte el art. 567 sigue la regla general establecida de que, la interposición del
recurso de reposición o apelación no paraliza la resolución y como excepción, permite
la suspensión de la ejecución previa prestación de la caución, conforme se establece
en el precepto. La suspensión de la actuación ejecutiva impugnada durará tanto como
tarde en tramitarse el recurso interpuesto y cuando éstos se encuentren resueltos
mediante resolución firme, el secretario judicial deberá alzar la suspensión y dar
cumplimiento a la actuación que haya sido confirmada por resolución firme; y deberá
alzar la suspensión y archivar la actuación, cuando la resolución firme la anule. Y
aunque nada diga el precepto, y por analogía con el artículo anterior, este alzamiento
de la suspensión es un acto debido que ha de llevar a cabo de oficio el secretario
judicial, en cuanto le conste que el recurso ha sido resuelto.
En situaciones concursales, el art. 568 de la Lec, señala con total impropiedad, que
no se dictará auto autorizando o despachando la ejecución cuando le conste al tribunal
que el demandado se halla en situación de concurso. Entonces ¿qué se dicta?, creo
que debió decir; que se dictará auto denegando el despacho de ejecución cuando le
conste al tribunal que el demandado se halla en situación de concurso.
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Por último el art. 57.3 de LC hace referencia a las ejecuciones hipotecarias, seguidas
en los juzgados de instancia con anterioridad a la declaración del concurso, contra los
bienes de la concursada, y que como consecuencia de esta declaración se acordó la
suspensión de la ejecución; una vez transcurrido el año desde la declaración del
concurso sin que se hubiera producido la apertura de la liquidación, o desde que se
dicte ésta, se acordará su reanudación (el juzgado de instancia), acumulándose al
procedimiento de ejecución colectiva como pieza separada (al juzgado de lo mercantil).
EL REQUERIMIENTO DE PAGO
1º.- Artículo 580. Cuando el título ejecutivo consista en resoluciones del secretario
judicial, resoluciones judiciales o arbitrales o que aprueben transacciones o
convenios alcanzados en el proceso, y acuerdos de mediación que obliguen a entregar
cantidades de dinero, no será necesario requerir de pago al ejecutado para proceder al
embargo de sus bienes.
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contradictorio con el art. 587 y 592 de la Lec y posiblemente con la posición mantenida
por la reforma, salvo que tratándose de un título no judicial ni arbitral, pretenda el
legislador otorgarle una especial protección o refuerzo judicial).
Lugar del requerimiento de pago. Regulado en los arts. 152 y 582 Lec. El
requerimiento de pago se efectuará en el domicilio que figure en el título ejecutivo y a
petición del ejecutante en cualquier otro lugar donde pudiera ser hallado el ejecutado.
En su defecto se estará a lo dispuesto en la ley para los actos de comunicación,
incluyendo la comunicación edictal.
La práctica del requerimiento de pago. El art. 582 se limita a indicar el lugar en que
ha de efectuarse, no obstante, hay que entender que no parece posible que el
requerimiento de pago pueda efectuarse por correo, telégrafo o medio similar; el art
582 dice que el requerimiento de pago “se efectuará”, no que “se remitirá”, y a renglón
seguido contempla el supuesto de que el ejecutado no se encontrase en el domicilio,
supuesto que cuadra mal con una comunicación remitida por correo o sistema
semejante. Por su parte el artículo 152 relativo a la forma de los actos de
comunicación, en el punto 2.3 relativo al requerimiento, establece en el supuesto de
requerimiento “entrega al destinatario de la copia”, mientras que en el punto anterior
relativo a las comunicaciones, hace referencia a la “remisión”.
Lo dicho hasta ahora, sería perfectamente válido desde el punto de vista teórico, sin
embargo desde el punto de vista práctico, considero una vez más que hay que
profundizar en la realidad actual, en la que el requerimiento de pago realizado al
deudor (personal) por correo con acuse de recibo, sería difícilmente anulable cuando
quede perfectamente clara la identidad del receptor, la fecha en que se realiza y la
constancia de su contenido. Sírvanos el AAP Pontevedra 25 de junio de 2009, el cual
hace referencia a un requerimiento extrajudicial:
“En la realidad del tráfico viene imponiéndose la notificación mediante telegrama remitido al domicilio del deudor,
entendiendo por tal aquél que figura en la póliza y que ha sido designado por el propio deudor, en el legítimo uso de
su autonomía de voluntad, en el momento de consentir el negocio jurídico. La ley no ofrece argumentos para
rechazar esta forma de proceder o para imponer algún tipo de notificación determinado. La finalidad de la norma
resulta evidente. Antes de proceder al despacho de la ejecución parece conveniente que el deudor tome cabal
conocimiento, primero, de la cantidad reclamada y, segundo, del procedimiento de liquidación aplicado por el banco.
Como toda declaración de voluntad, la norma exige que esta sea recepticia, en el bien entendido de que no bastará
con la justificación de la remisión, sino que, de algún modo, será preciso tomar convicción de que la comunicación
llegó a conocimiento del destinatario”.
Todo ello sin olvidar el art. 166 Lec. por el cual “1. Serán nulos los actos de
comunicación que no se practicaren con arreglo a lo dispuesto en este Capítulo y
pudieren causar indefensión. 2. Sin embargo, cuando la persona notificada, citada,
emplazada o requerida se hubiera dado por enterada en el asunto, y no denunciase la
nulidad de la diligencia en su primer acto de comparecencia ante el tribunal, surtirá ésta
23
desde entonces todos sus efectos, como si se hubiere hecho con arreglo a las
disposiciones de la ley”. Precepto que invierte la carga de la prueba, de manera que es
el requerido quien debe denunciar, en el primer acto de comparecencia ante el tribunal;
primero que el requerimiento no se le hizo personalmente y segundo, que como
consecuencia de la omisión anterior se le causó indefensión, por lo que se solicita la
posible nulidad de la diligencia en el primer acto.
Más dudas plantea el caso en el que el requerimiento se haga por correo con acuse de
recibo, a alguna de las personas previstas en el art. 161.3 (empleado, familiar o
persona con la que conviva).
Y sin lugar a dudas habría que no tener por válido el requerimiento, para el caso que el
deudor no residiere en el domicilio donde se ha realizado el requerimiento.
A veces ocurre que el deudor paga una vez presentada la demanda ejecutiva pero
antes de despacharse ejecución. Alguna sentencia ha entendido que en tales casos
deberá el deudor pagar los daños y perjuicios causados al acreedor (AAP Barcelona 15
junio 1990, SAP Valencia 20 mayo 1993). Otras se pronuncian por considerar no
causadas ningún tipo de costas por no haberse llegado a establecer la relación jurídico-
procesal. En esta línea se inclina también el artículo 583.2.3 y SAP Castellón 28
24
octubre 1992. Puesto que únicamente hace referencia al pago de costas despachada la
ejecución.
Por último satisfechos los intereses y las costas, de haberse devengado, el secretario
judicial dictará decreto dando por terminada la ejecución.
Como hemos señalado antes, el art. 551.3 de la Lec establece que, dictada la orden
general de ejecución, el secretario judicial responsable de la ejecución, acordará
mediante decreto, las medidas ejecutivas concretas que resultaren procedentes,
incluido si fuera posible el embargo de bienes.
1.- El embargo.
Corresponde al secretario judicial la decisión sobre qué bienes deben ser embargados,
seleccionando del patrimonio del deudor los que han de quedar concretamente
afectados a la ejecución, porque la Lec, en este precepto, (que habla de embargo de
“bienes suficientes a cubrir la cantidad por que se haya despachado ejecución y las
costas”), no permite el embargo indiscriminado de todos ellos, sino hasta un límite que
no exceda “de la cantidad por la que se haya despachado ejecución”. Para ello debe
velar de oficio por la concurrencia de estos tres presupuestos; a) que el bien
designado por el ejecutante – y en su caso, por el ejecutado- tenga contenido
patrimonial, sea alienable y no haya sido declarado inembargable (605, 609); b) que
con la traba de ese bien no se conculque el orden establecido en el artículo 592; y c)
que existan determinadas circunstancias externas, fácilmente perceptibles que
permitan al secretario judicial fundar la presunción de que ese determinado bien
pertenece al ejecutado -593.1-; o, si se quiere, que no existan indicios claros de que el
bien no es del ejecutado.
También puede ocurrir que en una expectativa de embargo, coincidan los dos
criterios del embargo; suficiencia y prelación, de manera que esta coincidencia se
convierta o entre en colisión, de tal modo que atendiendo a la suficiencia del embargo,
habría que trabar unos determinados bienes, que no coinciden exactamente con los
que procedería embargar de acuerdo con el criterio relativo a la preferencia de los
bienes (ej. El embargo de un inmueble y una cuenta bancaria). En este supuesto, y
para el caso que se haya designado de común acuerdo los bienes, se preferirá éste, y
25
en su defecto –que será la mayoría de las veces- entiendo que, si se produce un
conflicto de bienes, debe prevalecer la suficiencia, sobre la preferencia.
En cuanto al orden en los embargos, se estará a la prelación del artículo 592, siendo
el secretario judicial de la ejecución el encargado de embargar los bienes del
ejecutado, procurando tener en cuenta la mayor facilidad de su enajenación y la menor
onerosidad de ésta para el ejecutado. Precepto que no deja lugar a dudas sobre el
competente para acordar los embargos, ya sean estos títulos judiciales, del secretario
judicial, como extrajudiciales.
Y como novedad tras la reforma, el art. 587 Lec añade que el secretario judicial
adoptará inmediatamente dichas medidas de garantía y publicidad, expidiendo de
oficio (según la RAE; despachando; remitiendo; enviando) los despachos precisos,
de los que, en su caso, se hará entrega al procurador del ejecutante que así lo hubiera
solicitado. En clara alusión al trámite previsto en el art. 624, ó 629 Lec, que se refiere a
la diligencia de embargo de bienes muebles y anotación preventiva del embargo de
bienes susceptibles de inscripción registral.
La nulidad del embargo indeterminado. Art. 588 Lec. “Será nulo el embargo sobre
bienes y derechos cuya efectiva existencia no conste”. Tal precepto lo que hace es
responder a elementales exigencias de seguridad jurídica. La función del embargo es
señalar los bienes concretos del patrimonio del deudor sobre los que se va a hacer
efectiva en la ejecución la responsabilidad patrimonial. Y esto interesa tanto a las
partes de la ejecución como a terceros: posibles interesados en adquirir, tanto dentro
como fuera de la ejecución, bienes pertenecientes al ejecutado.
26
Para asegurar la efectividad de estas medidas, el art. 589 -precepto lleno de
intenciones pero vano en cuanto a resultados-, el secretario judicial puede requerir al
ejecutado al objeto de que manifieste bienes y derechos suficientes que cubran la
cuantía de la ejecución, con la expresión, en su caso, de las cargas y gravámenes que
pesen sobre ellos, así como, en el caso de inmuebles, sin están ocupados, por qué
personas y con qué título.
27
finalidad y terminología usada por el legislador “multa”, que deba ingresarse tal cantidad en el Tesoro
Público. Pero en todo caso, el cobro de tales multas coercitivas debe ser pospuesto a la previa y
completa satisfacción del crédito del ejecutante, así como el pago de los intereses y las costas de la
ejecución (a semejanza del art. 126 del CP.). No sería lógico que las multas impuestas al ejecutado para
conseguir al ejecutante la tutela efectiva de su derecho redundaran en perjuicio del propio ejecutante.
Tampoco la Ley de Enjuiciamiento Civil regula el procedimiento, pareciendo correcto, (por aplicación
analógica del art. 591), que tras dar audiencia a las partes a través de un incidente, promovido de oficio,
o a instancia de parte, se resuelva mediante decreto, el cual aunque pueda ser título ejecutivo que abra
la vía de apremio, entiendo que nada obsta y por economía procesal, que proceda a la exacción de las
mismas en el propio proceso ejecutivo en que han sido impuestas.
Para que proceda la investigación judicial del patrimonio del ejecutado es preciso que
el ejecutante lo solicite al secretario judicial. Con la expresión “el ejecutante deberá
expresar sucintamente las razones por las que estime que la entidad, organismo,
registro o persona de que se trate dispone de información sobre el patrimonio del
ejecutado”. Y en cuanto a la expresión “que no pudiera designar bienes del ejecutado”,
la Ley de Enjuiciamiento Civil pretende evitar que, con ocasión de un proceso de
ejecución, puedan promoverse pesquisas generales e indiscriminadas para encontrar
bienes pertenecientes al deudor. De manera que no se convierta la Administración de
Justicia en un instrumento que permita investigaciones “a ciegas”, con el que dirigirse
indiscriminadamente a cualesquiera personas, organismos y entidades que se le ocurra
al ejecutante por si se averigua algo que pueda ser de interés para la ejecución.
28
Sin embargo dicho criterio hay que compatibilizarlo con las nuevas posibilidades dadas
por la LEC y los medios técnicos existentes en la Administración de Justicia. La
averiguación patrimonial del ejecutado ha venido siendo, en la inmensa mayoría de los
casos, una carga extraprocesal que ha debido soportar el ejecutante con los medios
que tuviese, y en algunas ocasiones a su costa. Sin duda la nueva LEC, frente a la
anterior, intenta paliar este estado de cosas y así lo establece el preámbulo, al
manifestar que la antigua LEC se mostraba en exceso complaciente con el deudor,
arrojando sobre el ejecutante la carga de averiguar los bienes del patrimonio del
ejecutado.
Por lo demás, las medidas de investigación de bienes previstas en el art. 590 pueden
ser decretadas, a lo largo del proceso de ejecución, cuantas veces lo solicite el
ejecutante, mientras no se conozca la existencia de bienes suficientes para cubrir la
cuantía de la ejecución, El único límite infranqueable, en este ámbito, es que el
ejecutante no incurra en abuso de derecho (art. 247 Lec).
En relación con el deber de colaboración que todas las personas y entidades públicas y
privadas están obligadas a prestar, el artículo 591 de la Lec dispone ahora que éstas
deberán entregar al secretario judicial encargado de la ejecución o incluso al
procurador ejecutante. Cuando dichas personas o entidades alegaran razones legales
o de respeto a los derechos fundamentales para no realizar la entrega dejando sin
atender la colaboración que les hubiera sido requerida, el secretario judicial dará
cuenta al tribunal para que éste acuerde lo procedente. Siendo el tribunal quien
resuelva previa audiencia de los interesados, con la posibilidad de imposición de
multas. Por lo que se refiere al respeto a los derechos fundamentales, sólo el derecho a
la intimidad podría plantear algún problema, si bien hay que tener en cuenta que el TC
concede un alcance muy limitado a este derecho fundamental en relación con la
divulgación de datos de contenido estrictamente patrimonial (STC 110/1984, de 23 de
noviembre; STS 3ª de 30 octubre 1996).
29
oír al tercero (no precisa la intervención de procurador y abogado –arts. 23 y 31-) que
aparezca como posible titular de los bienes que el secretario judicial se propone
embargar. Si el tercero no comparece el secretario judicial decretará el embargo de los
bienes. Si comparece y se opone será el juez quien resuelva lo que proceda.
Por último el art. 593.3 in fine establece una regla específica para el caso de que se
trate de embargar un inmueble que constituya la vivienda familiar del tercero. En este
supuesto, si el tercero presenta el correspondiente documento privado que acredite su
adquisición, y las partes están de acuerdo en que no se embargue el inmueble, el
secretario judicial ha de abstenerse de llevar a cabo la traba. Si no hay conformidad,
habrá que resolver la cuestión atendiendo a la titularidad registral del bien. Y si el bien
no está inmatriculado, la procedencia o no del embargo debe ser dilucidada basándose
en la fuerza acreditativa que, en relación con las restantes circunstancias concurrentes,
pueda tener el documento privado presentado por tercero.
BIENES INEMBARGABLES
Por su parte el artículo 606, regula los bienes inembargables del ejecutado; mobiliario y
menaje, libros e instrumentos necesarios….
Concepto de sueldo a efectos de salario. Nada dice la LEC sobre ello, por lo que
habrá que acudir en parte a la legislación laboral y al concepto que nos da el artículo 26
del ET el cual los fija en la totalidad de las percepciones económicas de los
trabajadores, en dinero o en especie. Respecto de las cantidades que perciba el
trabajador en concepto de indemnización de la lesión sufrida en sus derechos
laborales; despido, hay que etender que son susceptibles de embargo, pues tiene
30
carácter indemnizatorio y no salarial. Ya que el propio artículo 26.2 del ET establece
que no tienen la consideración de salarios.
Por último y aunque es muy discutible, entiendo que la cantidad base sobre la que hay
que aplicar la escala del artículo 607, es la del salario líquido a percibir, con exclusión
de las cuotas a la Seguridad social, y los descuentos correspondientes al Impuesto
sobre la renta de las personas físicas, a tenor del apartado 5º del mencionado
precepto.
Es el secretario judicial quien fija el porcentaje de embargo del salario, sueldo, pensión,
retribución o equivalente, al igual que la posible aminoración entre un 10 a un 15%, en
atención a las cargas familiares del ejecutado. El concepto de cargas familiares ha de
ser justificado por el deudor según un criterio laxo, o sea, aplicable a todas aquellas
que afecten a los ingresos de la unidad familiar. A dichos efectos, sirve de
interpretación auténtica lo dispuesto en el art. 1362 CC.
2ª- Sabemos que la forma normal de cobro de los sueldos y pensiones, consiste en el
ingreso de las mismas en una cuenta bancaria abierta a nombre del perceptor. Se
plantea, entonces el problema de determinar si el importe del sueldo ingresado en la
31
cuenta debe calificarse, a efectos del embargo, como sueldo, o por el contrario, como
otro saldo cualquiera que el ejecutado tiene contra la entidad bancaria. Y es que la Lec
guarda silencio sobre este tema, no obstante hay que entender que no procede que la
cantidad que haya sido embargada en origen, es decir, en concepto de sueldo (o de
cualquier otro ingreso a los que se refiere el art. 607) vuelva a ser embargada como
saldo bancario, como después veremos en el art. 621.
Las limitaciones que el art. 607.1 establece con carácter general, respecto del embargo
de los salarios sueldos, pensiones y retribuciones análogas a las anteriores, así como
en relación con los ingresos procedentes de actividades profesionales y mercantiles
autónomas, no rigen cuando se trata de hacer efectiva una sentencia u otra resolución
procesal mediante la que se decrete el pago de alimentos legales, art. 608.
32
Y continúa, recogiendo casi literalmente la tesis del abogado del Estado diciendo que:
“La inembargabilidad de los derechos consolidados de los planes de pensiones se sustenta, primero, en la naturaleza propia o
configuración legislativa singular de los derechos consolidados dentro del régimen jurídico sistemático y coherente de los planes y
fondos de pensiones. En efecto, la indisponibilidad de los recursos de los partícipes en los planes de pensiones –las llamadas
restricciones a la movilización de los derechos consolidados– está legalmente definida por el art. 8.7 LPFP y los artículos 10.3 y
20.1 del Reglamento de planes y fondos de pensiones”.
Cuando hay una pluralidad de titulares de la cuenta bancaria, es decir, ésta figura
abierta a nombre del ejecutado y de un tercero ajeno a la ejecución, la retención judicial
se ha de limitar a la parte del saldo o depósito que corresponda al ejecutado, A falta de
datos, será aplicable el art. 393 CC relativo a la comunidad de bienes, esto es, mientras
no consten otros datos, hay que considerar iguales las participaciones
correspondientes a los diversos titulares.
34
que deberán poner en conocimiento del tribunal la existencia de pactos de limitación a
la libre transmisión de acciones o cualquier otra cláusula estatutaria o contractual que
afecte a las acciones embargadas. Lo veremos más adelante en el artículo 635 de la
Lec.
Se regula como facultad del ejecutante, pues en la ejecución procesal civil, el secretario
judicial no puede ordenar de oficio la anotación preventiva de embargo. Es preciso que
medie petición de parte interesada, o sea del ejecutante, de acuerdo con lo dispuesto
en el artículo 42 LH, según el cual podrá obtener anotación preventiva de su derecho
de crédito “el que obtuviere a su favor mandamiento de embargo que se haya hecho
efectivo en bienes inmuebles del deudor”. La referencia a su carácter obligatorio
contenida en el artículo 43.2 LH. es una expresión que carece de relevancia, pues
carece de utilidad y provoca dudas innecesarias, como se encarga de poner de
manifiesto el precepto que comentamos, que supedita su adopción a la petición de
parte.
35
Por lo tanto podemos establecer que existe una antinomia (no así en el ámbito laboral,
puesto que el art 255 LJS establece que es el Secretario judicial el que ordenará de
oficio que se libre y remita directamente al Registrador mandamiento para que
practique el asiento que corresponda relativo al embargo trabado) entre los arts. 587 y
629 lec, pues el primero establece que el secretario judicial expedirá de oficio los
despachos precisos para asegurar el embargo, y en el art. 629 habla a instancia de
parte; y ante ellos podemos:
1º Entender preferente el art. 629, que es el que se corresponde con el art. 42 LH.
No tiene carácter constitutivo el embargo, que surte todos sus efectos típicos “desde
que se decrete por el secretario judicial”, según dispone el artículo 587.1 Lec, con
independencia de que se haya anotado o no. Cuestiones distintas, son la preferencia
que la ley atribuye a terceros adquirentes, cuestiones éstas que están vinculadas
directamente a la publicidad registral que la anotación proporciona.
LA ADMINISTRACIÓN JUDICIAL
El precepto que ahora comentamos menciona expresamente los casos en que procede
la administración judicial, como medida de garantía:
36
1º- Por un lado cuando se embargue alguna empresa o grupo de empresas o las
acciones o participaciones que representen la mayoría del capital social (aunque en
este caso no estamos, propiamente, ante un embargo de empresa, sino ante el
embargo de valores mencionado en los números 2º y 6º del art. 592.2, y por lo tanto el
objeto de la traba no coincide con el objeto de la medida de garantía adoptada). Son
los supuestos que ya estaban previstos en el Decreto-ley de 20 de octubre de 1969.
2º- Por otro, cuando se embarguen frutos y rentas. Se trata del supuesto general y
tradicional de nuestro Derecho, que le Ley de Enjuiciamiento Civil concreta a los
supuestos previstos en los apartados 2 y 3 del artículo 622.
Parece lógico que el administrador designado acepte el cargo ante el secretario judicial
y se le entregue o bien testimonio de la resolución por el cual se le nombra, y del acta
de aceptación o una credencial de cargo de administrador al estilo de la ley concursal.
37
Las discrepancias que surjan sobre los actos del administrador serán resueltas por el
secretario judicial, mediante decreto, tras oír a los afectados y sin perjuicio del derecho
de oponerse a la cuenta final que habrá de rendir el administrador.
38
la laguna pues no existe una normativa que de forma completa y específica regule todo
lo referente a dicho tipo de ventas.
Por lo tanto la Ley remite primeramente para su enajenación a las normas estatutarias
específicas, y sólo de forma subsidiaria, cuando no existan disposiciones especiales,
se dispone que la venta se haga a través de notario, aunque sin establecer cual será el
procedimiento a seguir para la venta por parte de tales fedatarios. Tampoco la LEC
contempla la posibilidad de fracaso de este tipo de enajenaciones.
Así las cosas y existiendo una laguna legal, se entiende que deberá procederse,
conforme ya indicaba el TS en sentencia de 21 de noviembre de 2000, a la aplicación
analógica de “las normas que regulen la celebración de las subastas públicas en
procesos ejecutivos, judiciales o extrajudiciales”, lo que nos lleva a la observancia de
aquellos preceptos de la LEC que disciplinan esta materia y en especial en lo relativo a
al anuncio de la celebración de la subasta (arts. 647 y 648 Lec), requisitos para pujar,
posibilidad de posturas por escrito, así como a los arts. 649 y ss., que se refieren en
concreto al desarrollo de la subasta, aprobación del remate, pago y adjudicación de los
bienes. El notario deberá proceder a la venta del título por el sistema de la subasta
pública notarial, que es el previsto con carácter general para otros casos análogos (art.
1.872 CC. en relación con la realización de la prenda). En la práctica notarial se aplica
el procedimiento establecido en el art. 220 del Reglamento Notarial, anulado por STS
de 20 de mayo de 2008, al entender que la reforma reglamentaria debió tener rango de
ley, pero que sigue siendo un procedimiento útil y válido entre los notarios para la
realización de las participaciones embargadas. Una vez celebrada la subasta por el
notario, remitirá copia al juzgado en el cual el secretario dejará en suspenso la
aprobación del remate y la adjudicación de las participaciones sociales embargadas. El
Juez (hay que entender el secretario judicial) remitirá a la sociedad testimonio literal del
acta de subasta o del acuerdo de adjudicación y, en su caso, de la adjudicación
solicitada por el acreedor. La sociedad trasladará copia de dicho testimonio a todos los
socios en el plazo máximo de cinco días a contar de la recepción del mismo.
39
no adquieran firmeza, los socios y, en su defecto, y sólo para el caso de que los
estatutos establezcan en su favor el derecho de adquisición preferente, la sociedad,
podrán subrogarse en lugar del rematante o, en su caso, del acreedor, mediante la
aceptación expresa de todas las condiciones de la subasta y la consignación íntegra
del importe del remate o, en su caso, de la adjudicación al acreedor y de todos los
gastos causados. Si la subrogación fuera ejercitada por varios socios, las
participaciones se distribuirán entre todos a prorrata de sus respectivas partes sociales.
Dictándose en consecuencia por el notario escritura de adjudicación.
Para el caso de que resulte fallida la subasta por falta de postores, el notario deberá
ponerlo en conocimiento del juzgado, siendo aplicable lo dispuesto en el art. 651 Lec,
relativo a la subasta sin ningún postor. (AAP de Badajoz de 28 de abril de 2004).
Continuándose la tramitación en el juzgado.
Este precepto pretende establecer los criterios generales que se han de seguir en
materia de realización de bienes embargados, indicar los sistemas previstos y los
casos en que debe utilizarse cada uno. Fuera de los casos previstos en los arts. 634 y
635, el sistema de realización que primeramente debe intentarse es aquél que
acuerden ejecutante y ejecutado, siempre que resulte aprobado por el secretario
judicial. A la realización de este convenio de realización se dedica el art. 640. Si tal
acuerdo no fuera posible, la enajenación de los bienes o derechos se debe lleva a cabo
a través de una persona o entidad especializada (art. 641) o mediante una subasta
judicial (arts.643 y ss.).
Tal como aparece redactado el precepto, resulta muy claro que la voluntad del
legislador es que se intente la vía del convenio antes de acudir a otro sistema de
realización forzosa. Ahora bien, como la comparecencia en que se busca obtener dicho
acuerdo sólo es posible convocarla si alguna de las partes lo pide, puede suceder que
no se llegue a producir nunca. De ahí que el apartado 3º del precepto considere a la
subasta judicial como el medio ordinario de realizar el bien embargado e imponga que,
nada más producirse el embargo, se lleven a cabo las actuaciones que resultan
necesarias para la celebración de la subasta.
Por último y pese al tenor literal del número 3º del precepto “una vez embargados los
bienes por el secretario judicial, se practicarán las actuaciones precisas para la subasta
judicial de los mismos”, que da a entender que los trámites para la subasta deberán
iniciarse de oficio por el secretario judicial. Entiendo que más bien el precepto debe
entenderse de justicia rogada, y que no significa que el secretario judicial deba
necesariamente acordar de forma inmediata la subasta tras el embargo sino que debe
atender a que alguna de las partes así se lo solicite. (En este sentido, el art. 691
40
establece que la subasta sólo se iniciará a instancia de parte cuando se trata de bienes
hipotecados). También desde el punto de vista práctico, sucede en ocasiones que el
ejecutante una vez obtenido el embargo del bien no está interesado en la realización de
la subasta, pues puede ser que su embargo sea muy posterior a otros, y por lo tanto le
suponga un desembolso la celebración de la subasta (pago perito, publicaciones…),
que no se vea compensado con la celebración de la misma.
La tasación de bienes o derechos se hará por su valor de mercado, sin tener en cuenta,
en caso de bienes inmuebles, las cargas y gravámenes que pesen sobre ellos,
respecto de las cuales se estará a lo dispuesto en el artículo 666.
Fijada la valoración se dará traslado por cinco días a las partes y los acreedores
podrán presentar alegaciones a dicha valoración. En tal caso, el secretario judicial, a la
vista de las alegaciones formuladas y apreciando todos los informes según las reglas
de la sana crítica, determinará, mediante decreto, la valoración definitiva a efectos de
la ejecución.
41
Lo primero que hay que indicar es que este sistema de realización forzosa puede
llevarse a cabo no sólo cuando estemos en presencia de ejecuciones que afectan a
bienes embargados, sino también cuando se refieran a bienes sujetos a un proceso por
una hipoteca o prenda. Lo segundo que hay que tener en cuenta es que el tribunal no
puede acordar de oficio la realización de este sistema, sino que está condicionada su
puesta en marcha a que alguien lo pida, bien las partes del proceso (ejecutante o
ejecutado) bien “quien acredite interés directo en la ejecución”. Con esta expresión la
ley no puede sino referirse a los acreedores posteriores o al tercer poseedor (art. 622),
que pueden tener mucho interés en que dicho bien no se malvenda a través de una
subasta judicial. Y, en tercer lugar, hay que señalar que este sistema de realización
forzosa no implica una forma concreta de realizar el bien, sino la convocatoria de una
comparecencia dirigida a determinar el mejor modo de obtener la satisfacción de todos
los implicados.
La aprobación del convenio se realiza por medio de decreto y tiene un alcance limitado,
ya que el secretario judicial sólo puede controlar si el acuerdo perjudica o no a tercero
cuyos derechos proteja la ley.
42
que hubieran inscrito o anotado sus derechos en el Registro correspondiente con
posterioridad al gravamen que se ejecuta.
Esta forma de realización de los bienes tuvo una importante acogida cuando se
introdujo en el texto de la ley de enjuiciamiento civil 1/2000, si bien ha tenido una
escasa aplicación, tal vez porque este tipo de personas o entidades no han superado
en eficacia y rentabilidad a la tradicional forma de subasta judicial, mucho más barata y
que cada vez se lleva a cabo en mejores condiciones, que garantizan una mayor
publicidad y un acceso más fácil a los interesados en tomar parte en ella.
43
Subsistencia y cancelación de cargas. (Art. 642). La enajenación de bienes
inmuebles por el sistema de convenio o de la venta por persona especializada podría
suscitar dudas acerca del futuro que corresponde a las cargas y gravámenes que
pesen sobre ellos. De ahí que este precepto sujete estas dos formas de realización de
los bienes, al régimen general de las subastas judiciales, que impone la subsistencia de
las cargas y gravámenes anteriores a la anotación o gravamen que motiva la
enajenación (art. 668.3) y la cancelación de las posteriores (art. 674.2).
Conforme al artículo 643, la subasta tendrá por objeto la venta de uno o varios bienes o
lotes de bienes, según lo que resulte más conveniente para el buen fin de la ejecución.
La formación de los lotes corresponderá al Secretario Judicial, previa audiencia de las
partes. A tal efecto, antes de anunciar la subasta, se emplazará a las partes por cinco
días para que aleguen lo que tengan por conveniente sobre la formación de lotes para
la subasta.
El contenido de los anuncios y los requisitos, regulado en los arts. 646, 647 y 648
Lec, para la participación en la subasta se mantienen igual que con anterioridad a la
reforma. Para tomar parte en la subasta los licitadores deberán cumplir los siguientes
requisitos: Identificarse de forma suficiente; declarar que conocen las condiciones
generales y particulares de la subasta y presentar resguardo de que han depositado en
la Cuenta de Depósitos y Consignaciones o de que han prestado aval bancario por el
20 por 100 del valor de tasación de los bienes. Cuando el licitador realice el depósito
44
con cantidades recibidas en todo o en parte de un tercero, se hará constar así en el
resguardo a los efectos de lo dispuesto en el apartado 2 del artículo 652.
El ejecutante sólo podrá tomar parte en la subasta cuando existan licitadores, pudiendo
mejorar las posturas que se hicieren, sin necesidad de consignar cantidad alguna. Sólo
el ejecutante podrá hacer postura reservándose la facultad de ceder el remate a un
tercero. Pero sigue sin establecer un plazo, por lo que la cesión debe producirse antes
o simultáneamente al pago del precio del remate y, que exija la aprobación del tercero.
Quien no puede pujar es el ejecutado. Primero, porque siempre puede acabar con la
ejecución pagando lo que debe. Pero sobre todo, porque si tiene dinero con que pujar,
y se consigna en la cuenta de depósitos y consignaciones del juzgado, éste debe ser
entregado al ejecutante para que con él se vaya cobrando la cantidad que se le debe.
Tampoco podrá participar en la subasta el ejecutante si no existen otros licitadores (art.
651), podrá el acreedor pedir la adjudicación de los bienes por el 30 por 100 del valor
de tasación o por la cantidad que se le deba por todos los conceptos. Requiriéndole
(sería aconsejable en la misma acta de subasta) para que en el plazo de veinte días, se
pronuncie sobre esa facultad, y si transcurrido el plazo no hiciere uso de ella el
secretario judicial procederá al alzamiento del embargo. Este precepto no ha sido
reformado a diferencia del art. 666 respecto de los bienes inmuebles cuya cargas o
gravámenes igualen o excedan del valor del bien, en el que el secretario judicial dejará
en suspenso la ejecución sobre el mismo (con anterioridad a la reforma, se hablaba de
alzar el embargo).
Y así, lo primero que hay que comprobar es la situación registral de aquellos, de ahí
que el secretario judicial, libre mandamiento al registrador para que remita al juzgado
certificación de dominio y de cargas, (art. 656) cuya finalidad es determinar; a) la
45
titularidad de los bienes, b) la relación de derechos que existan sobre ellos, en especial
las cargas y gravámenes y c) la situación posesoria.
De existir disconformidad los convocará a una vista ante el tribunal, que deberá
celebrarse dentro de los tres días siguientes, resolviéndose mediante auto, en los cinco
días siguientes, no siendo objeto de recurso.
Las condiciones especiales de la subasta y la aprobación del remate. (arts. 669 y 670).
Para tomar parte en la subasta los postores deberán depositar, previamente, el 20 por
ciento del valor que se haya dado a los bienes con arreglo a lo establecido en el
artículo 666 de esta Ley.
Si la mejor postura fuera igual o superior al 70 por ciento del valor por el que el bien
hubiere salido a subasta, el Secretario judicial responsable de la ejecución, mediante
decreto, el mismo día o el día siguiente, aprobará el remate en favor del mejor postor.
En el plazo de veinte días, el rematante habrá de consignar en la Cuenta de Depósitos
y Consignaciones la diferencia entre lo depositado y el precio total del remate.
Cuando sea el ejecutante quien hiciese la mejor postura igual o superior al 70 por 100
del valor por el que el bien hubiere salido a subasta, aprobado el remate, se procederá
por el Secretario Judicial a la liquidación de lo que se deba por principal, intereses y
costas y, notificada esta liquidación, el ejecutante consignará la diferencia, si la hubiere.
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Cuando la mejor postura ofrecida en la subasta sea inferior al 70 por ciento del valor
por el que el bien hubiere salido a subasta, podrá el ejecutado, en el plazo de diez días,
presentar tercero que mejore la postura ofreciendo cantidad superior al 70 por ciento
del valor de tasación o que, aun inferior a dicho importe, resulte suficiente para lograr la
completa satisfacción del derecho del ejecutante.
Cuando el ejecutante no haga uso de esta facultad, se aprobará el remate en favor del
mejor postor, siempre que la cantidad que haya ofrecido supere el 50 por ciento del
valor de tasación o, siendo inferior, cubra, al menos, la cantidad por la que se haya
despachado la ejecución, incluyendo la previsión para intereses y costas. Si la mejor
postura no cumpliera estos requisitos, el Secretario judicial responsable de la
ejecución, oídas las partes, resolverá sobre la aprobación del remate a la vista de las
circunstancias del caso y teniendo en cuenta especialmente la conducta del deudor en
relación con el cumplimiento de la obligación por la que se procede, las posibilidades
de lograr la satisfacción del acreedor mediante la realización de otros bienes, el
sacrificio patrimonial que la aprobación del remate suponga para el deudor y el
beneficio que de ella obtenga el acreedor.
Cuando se le reclame para constituir la hipoteca a que se refiere el número 12.º del
artículo 107 de la Ley Hipotecaria, el Secretario judicial expedirá inmediatamente
testimonio del decreto de aprobación del remate, aun antes de haberse pagado el
precio, haciendo constar la finalidad para la que se expide. La solicitud suspenderá el
plazo para pagar el precio del remate, que se reanudará una vez entregado el
testimonio al solicitante.
Subasta sin ningún postor. (Art. 671). Si en el acto de la subasta no hubiere ningún
postor, podrá el acreedor pedir la adjudicación de los bienes por cantidad igual o
superior al cincuenta por ciento de su valor de tasación. Cuando el acreedor, en el
plazo de veinte días, no hiciere uso de esa facultad, el Secretario judicial procederá al
alzamiento del embargo, a instancia del ejecutado.
Por último se reforma el artículo 672, relativo al destino de las sumas obtenidas en la
subasta de inmuebles, para el caso de que exista remanente, el cual se retendrá para
el pago de quienes tengan su derecho inscrito o anotado con posterioridad al del
ejecutante. Si satisfechos estos acreedores, aún existiere sobrante, se entregará al
ejecutado o al tercer poseedor.
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tribunal que se requiriera) a los titulares de créditos posteriores para que, en el plazo de
treinta días, acrediten la subsistencia y exigibilidad de sus créditos y presenten
liquidación de los mismos. Resolviendo el secretario judicial mediante decreto a los
solos efectos de distribución de las sumas recaudadas.
La administración para pago es, una forma de ejecución que consiste en la entrega de
los bienes embargados al ejecutante para aplicar sus rendimientos al pago del
principal, intereses y costas de ejecución.
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La finalización de la administración se produce cuando el ejecutante se haya hecho
pago del principal de su crédito, intereses y costas con los rendimientos de los bienes
embargados, en cuyo caso volverán estos a poder del ejecutado. Pero puede concluir
también anticipadamente en estos dos casos:
Por lo tanto la responsabilidad del deudor es universal a tenor del artículo 1911 del CC.
No obstante la AP de Navarra, sección 2ª, en auto de fecha de 17 de diciembre de
2010, estableció que con la ejecución hipotecaria se saldaba la deuda, y por lo tanto no
cabía ni ampliación de la ejecución, ni una nueva por la cantidad adeudada. Sin
embargo en resolución posterior la sección 3ª de la misma audiencia, dictó un nuevo
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auto en el que reconocía que la adjudicación de la vivienda en subasta no es suficiente
para saldar la deuda hipotecaria, y permite al banco, ejecutar los bienes "en cantidad
suficiente" para cubrir la suma reclamada.
1ª) Establece el art. 8 de la LC que la jurisdicción del juez del concurso es exclusiva y
excluyente en las siguientes materias: “c) toda ejecución frente a los bienes y derechos
de contenido patrimonial del concursado, cualquiera que sea el órgano que la hubiera
ordenado”. Y aunque no es nada pacífica la doctrina y la jurisprudencia en este tema, si
podemos fijar un criterio más o menos claro y práctico, de manera que instada una
acción hipotecaria con anterioridad a la declaración del concurso, será aplicable el
fuero general del art. 684 de la Lec. y por lo tanto será competente para su
conocimiento los juzgado de instancia, el cual cuando tenga conocimiento de la
declaración de concurso del deudor mandará un exhorto solicitando que el juez de lo
mercantil que conociere del concurso le informe conforme a lo dispuesto en el art. 56
de la Ley Concursal si los bienes sobre los que recae la garantía real que es objeto de
ejecución hipotecaria están afectos a la actividad profesional o empresarial o a una
unidad productiva de su titularidad. Para el caso que lo estén, deberá acordar el
secretario judicial de instancia mediante decreto, la paralización del procedimiento
hipotecario, hasta que en el concurso se apruebe un convenio cuyo contenido no afecte
al ejercicio del derecho sobre el bien que recae la hipoteca o transcurra un año desde
la declaración de concurso sin que se hubiera producido la apertura de la liquidación, o
por último se dicte auto acordando la liquidación del patrimonio de la concursada.
Pero una vez declarado el concurso del deudor, la competencia la asume el juez de lo
mercantil, pero sólo respecto de las acciones hipotecarias no entabladas, conforme a lo
dispuesto en el art. 8 LC. Para el caso que se aprecie por el juez de instancia la falta de
competencia objetiva; y a falta de precepto concreto será aplicable lo dispuesto en los
arts. 49 y ss. Lec, indicando en el auto que declare la falta de competencia objetiva la
clase de tribunal mercantil al que corresponde el conocimiento y remitirá a las partes a
él y acordará el archivo de las actuaciones.
1ª.- El requerimiento de pago del artículo 686 Lec. En el auto por el que se autorice y
despache la ejecución se mandará requerir (todo en el mismo auto da a entender la
ley) de pago al deudor, y en su caso, al hipotecante no deudor. Llama la atención que
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el requerimiento lo acuerda el juez en el auto, frente al criterio general del art. 551 que
lo atribuye al secretario judicial. El lugar del requerimiento, será el que resulte vigente
en el Registro. Por el cual intentado sin efecto el requerimiento en el domicilio que
resulte del Registro, no pudiendo ser realizado el mismo al deudor, pariente más
próximo, familiar o dependiente mayor de 14 años que se hallaren en la habitación, o al
portero o al vecino más próximo, se procederá a ordenar la publicación de edictos en la
forma prevista en el artículo 164 de esta ley. Ello no es obstáculo para que se intente el
requerimiento en el domicilio real si es conocido, puesto que en este caso no se podrá
alegar indefensión, siempre que se haga el requerimiento personal al deudor y no a
otras personas (STS de 8 de junio de 1994).
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4ª La facultad de enervar la ejecución abonando sólo la cuota impagada del art.
693 de la Lec. La mayoría de las hipotecas contienen la cláusula del vencimiento
anticipado de las cuotas no vencidas, una vez resulte una de ellas impagada. Si no
estuviese esta cláusula, el acreedor hipotecario, ejecutaría la finca únicamente por las
cuotas impagadas, lo que resultaría una disfuncionalidad del proceso y una cancelación
parcial de la hipoteca (cuando ésta no es posible, sino que sería una reducción de la
cuantía hipotecaria). Por lo tanto teniendo en cuenta esta cláusula de vencimiento
anticipado, el legislador, posibilita que el deudor ponga fin a la ejecución consignando
antes de la subasta no la cantidad total por la que se ejecuta, sino sólo la cuota o
cuotas (capital e intereses) que estuviera vencida y no pagada en el momento de la
presentación de la demanda. También debía pagar las costas, pero posteriormente,
una vez realizada la liquidación. Costas que el acreedor minutaba por el crédito total
vencido, que suponía con creces mucho más de lo adeudado, de ahí que el legislador
en la reforma 13/2009 de 3 de noviembre, modifique la cuantía de la demanda ejecutiva
hipotecaria a efecto de costas, limitándola a la cuantía de las cuotas atrasadas
abonadas e intereses vencidos, y, una vez satisfechas éstas, el secretario judicial
dictará decreto liberando el bien y declarando terminado el procedimiento. Lo mismo se
acordará cuando el pago lo realice un tercero con el consentimiento del ejecutante.
Liberado un bien por primera vez, podrá liberarse en segunda o ulteriores ocasiones
siempre que, al menos, medien cinco años entre la fecha de la liberación y la del
requerimiento de pago judicial o extrajudicial efectuada por el acreedor.
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precepto) y convocará a las partes a una comparecencia ante el tribunal que hubiera
dictado la orden general de ejecución.
Por último fuera de las causas tasadas de oposición, prevé el artículo 698 de la Lec,
que cualquier reclamación que el deudor, el tercer poseedor y cualquier interesado
puedan formular y que no se halle comprendida en los artículos anteriores, incluso las
que versen sobre nulidad del título o sobre el vencimiento, certeza, extinción o cuantía
de la deuda, se ventilará en el juicio que corresponde, sin producir nunca el efecto de
suspender ni entorpecer el procedimiento hipotecario, pero con las garantías que el
mismo precepto establece.
DE LA EJECUCIÓN NO DINERARIA
Se regula en los arts. 699 y 700 las disposiciones generales relativas a la ejecución
no dineraria. Ambos preceptos siguieron el camino trazado por las últimas leyes
procesales, como la antigua ley de procedimiento laboral (art. 239) y la reguladora de la
jurisdicción contencioso-administrativa (art. 103.2). Sin embargo no anduvo fino el
legislador a la hora de su regulación, pues como veremos el art. 699 no ha sido objeto
de reforma, aunque sí el art. 700.
El despacho de ejecución. Art. 699 Lec. Cuando el título ejecutivo contuviere condena
u obligación de hacer o no hacer o de entregar cosa distinta a una cantidad de dinero,
en el auto por el que se despache ejecución se requerirá al ejecutado para que,
dentro del plazo que el tribunal en el auto despachando ejecución, estime adecuado,
cumpla en sus propios términos lo que establezca el título ejecutivo. Por lo tanto el
tribunal se pronunciará en el auto despachando ejecución de una parte; sobre la
exigencia de que la obligación sea cumplida en sus propios términos, de otra el
requerimiento a la parte ejecutada para que cumpla en un plazo determinado, fijado
discrecionalmente por el tribunal con el único requisito de que sea adecuado.
Finalmente y con carácter eventual, el apercibimiento del empleo de apremios
personales o multas pecuniarias.
Decía que no anduvo muy fino el legislador manteniendo este precepto inalterado
después de la reforma en estudio, porque tal y como está; junto al auto despachando
ejecución, el secretario judicial dictará decreto en el cual se limitará a reproducir lo
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anteriormente acordado en el auto y en particular se incluirá el requerimiento y las
medidas a adoptar.
Tampoco se sabe muy bien en que consisten los apremios personales. El legislador
ha sido parco a la hora de redactar la disposición, ni siquiera ha intentado ofrecer unos
criterios orientativos como hacen los arts. 108 y 109 de la LJCA, por lo que tal vez
pueda entenderse los apercibimientos de incurrir en delito de desobediencia.
1º) La entrega de cosa mueble determinada. En primer lugar, el art. 701, establece
que tratándose de la entrega de una cosa mueble cierta y determinada y el ejecutado
no lleve a cabo la entrega dentro del plazo que se le haya concedido, el secretario
judicial responsable de la ejecución pondrá al ejecutante en posesión de la cosa
debida, empleando para ello los apremios que crea precisos. Si fuera necesario
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proceder a la entrada en lugares cerrados recabará la autorización del tribunal que
hubiera ordenado la ejecución, pudiéndose auxiliar de la fuerza pública, si fuere
preciso.
Establece el párrafo 3º del artículo 701 (el cual no ha sido modificado y debió serlo)
que, cuando no pudiere ser habida la cosa, ordenará el tribunal, mediante
providencia, (bien podía haberse dado tal función al secretario judicial, y haberla
acordado mediante diligencia de ordenación y máxime cuando se trata de una
sustitución por incumplimiento reglada) a instancia del ejecutante, que la falta de
entrega de la cosa o cosas debidas se sustituya por una justa compensación
pecuniaria, que se establecerá con arreglo a los artículos 712 y siguientes.
Estas tres posibilidades que tiene el ejecutante no las puede elegir libremente, puesto
que no son igualmente gravosas para el ejecutado. Obviamente, resulta menos
gravosa para el ejecutado, que se tomen las cosas que hasta ahora estaban en su
poder y se las den al ejecutante, que la otra posibilidad consistente en que se le
embarguen bienes y se realicen para obtener una cantidad con la que el ejecutante
podrá adquirir los bienes del mercado. De esta forma, y atendiendo al principio según el
cual la ejecución debe satisfacer al ejecutante con el mínimo perjuicio para el
ejecutado, podría entenderse que siempre que sea posible la puesta en posesión de la
cosa, debe seguirse esta forma de ejecución y reservarse la adquisición directa por el
ejecutante, a costa del ejecutado, para el supuesto en el que dicha puesta en posesión
no sea posible, bien porque el ejecutado, no las tiene en su poder, o, por ejemplo,
porque se han deteriorado, de manera que ya no son de la calidad pactada y a la que
el acreedor tiene derecho.
Si en el inmueble que haya de entregarse hubiere cosas que no sean objeto del
título, el secretario judicial requerirá al ejecutado para que las retire dentro del plazo
que señale. Si no las retirare, se considerarán bienes abandonados a todos los efectos,
conforme a lo dispuesto en el art. 460.1 CC. Parece necesario un pronunciamiento de
“res derelictae”, que corresponderá al secretario judicial respecto de las cosas
abandonadas, cuando no haya motivos para atribuir el dominio a personas distintas del
ejecutado y en particular al ejecutante como determina el art. 449 CC, la posesión de
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una cosa raíz supone la de los muebles objetos que se hallaren dentro de ella, mientras
no conste o se acredite que deben ser excluidos.
En cuanto a la retención y depósito, los términos de la ley no son todo lo claros que
sería deseable. Se habla de que en tales casos “se podrá acordar” la retención, sin
especificar si se requiere o no petición del ejecutante en este sentido, aunque parece
lógico pensar que efectivamente debe mediar tal petición (frente a autores como
Cordón Moreno que mantienen que podría ser de oficio). Dos razones apoyarían tal
decisión; de una parte, porque si como precisa el propio art. 703 será necesario que
medie petición de parte para liquidar los daños y perjuicios derivados de los
desperfectos, lógico es también que se exija para asegurar esta futura indemnización.
Además y por analogía con la legislación anterior, que tal petición se exigía
expresamente en el art. 1602 Lec para el juicio de desahucio. Pero es más, incluso la
adopción de tal medida puede ser incluso gravosa para el ejecutante, por lo que
debería adoptarse solamente a instancia de éste.
Y aquí aunque nada diga el precepto y no haya sido objeto de modificación, entiendo
que nada obsta para que sea el secretario judicial quien lo acuerde, y más teniendo en
cuenta que el precepto parece indicar que realizada la diligencia de lanzamiento y
habiéndose hecho constar los desperfectos, se pueda acordar en ese momento la
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retención y constitución de depósito de bienes, aunque tampoco nada impide que sea
en un momento posterior.
En tales casos, parece que el único camino posible es recurrir a la ejecución por
equivalencia aplicándose por analogía la solución prevista para los muebles en los arts.
701.3 y 702.2 exigiéndose además la eventual indemnización de los daños y perjuicios
debidos, conforme al cauce previsto en los arts. 712 y ss. de la lec.
Cuando el inmueble cuya posesión se deba entregar fuera vivienda habitual del
ejecutado o de quienes de él dependan, el secretario judicial les dará un plazo de un
mes para desalojarlo. De existir motivo fundado, podrá prorrogarse dicho plazo un mes
más (plazo de humanidad).
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simplemente ante la incomparecencia del tercero, se decretará el inmediato
lanzamiento de los terceros, sin plazo alguno.
Establece el artículo 705 Lec que si el título ejecutivo obliga a hacer alguna cosa, el
tribunal requerirá al deudor para que la haga dentro de un plazo que fijará según la
naturaleza del hacer y las circunstancias que concurran.
Para la comprensión del art. 705 debe partirse de lo dispuesto en el art. 699, conforme
al cual, cuando el título ejecutivo contuviere condena u obligación de hacer o no hacer,
en el auto por el que se despache ejecución se debe requerir al ejecutado para que
dentro del plazo que el tribunal estime adecuado, cumpla en sus propios términos lo
que establezca el título ejecutivo. El art. 705 se refiere a este requerimiento en los
casos en que el título ejecutivo obliga a hacer alguna cosa, determinando que para la
fijación del plazo se debe atender a la naturaleza del hacer y a las circunstancias que
concurran, con la posibilidad (art. 699.2) de que se aperciba al ejecutado con el empleo
de apremios personales o multas pecuniarias.
También resulta aplicable el art. 700 que permite al ejecutante instar del secretario
judicial, que se adopten las medidas de garantía que resulten adecuadas para asegurar
la efectividad de la condena, que aquél podrá o no acordar. Mas si lo que se pide es el
embargo de bienes, el secretario judicial lo acordará en todo caso. Por tanto es por
aplicación del mencionado precepto, donde puede tener sentido el decreto que
acompaña al auto despachando ejecución en las obligaciones de hacer alguna cosa.
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podrá pedir que se le faculte para encargarlo a un tercero, a costa del ejecutado, o
reclamar el resarcimiento de daños y perjuicios.
Sin embargo esta opción desaparece en el párrafo 2º del artículo 706, puesto que
cuando el título contenga una disposición expresa para el caso de incumplimiento del
deudor, se estará a lo dispuesto en aquél, sin que el ejecutante pueda optar entre la
realización por un tercero o el resarcimiento. Muy raro será que el título ejecutivo
contenga una disposición expresa para el caso de que el ejecutado no atienda el
requerimiento de hacer del secretario judicial. Posiblemente se puedan encontrar en
transacciones o acuerdos homologados judicialmente.
Por lo que se refiere a la designación del tercero que va a realizar la prestación debida
en lugar del ejecutado, el art. 706 es bastante parco. De su redacción parece
desprenderse que la elección depende del ejecutante “optare por encargar el hacer a
un tercero”. No es el secretario judicial quien designa a un tercero a propuesta del
ejecutante, sino que se limita a facultar a éste para encargar el hacer a otra persona.
Este precepto está inspirado por la misma filosofía que el art. 705, en el sentido de
intentar en lo posible la ejecución específica voluntaria, cuando la sentencia ordene la
publicación de su contenido en medios de comunicación a costa de la parte vencida.
Se impone entonces en principio el cumplimiento voluntario, requiriendo el secretario
judicial al ejecutado para obtener en el plazo que se le fije la efectividad de este
pronunciamiento, y sólo cuando el ejecutado no atienda al requerimiento dentro del
plazo que se le señale, se faculta al ejecutante para contratar directamente la
publicidad correspondiente a costa del patrimonio del ejecutado.
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emitida por el ejecutado, el tribunal competente, por medio de auto, resolverá tener por
emitida la declaración de voluntad, si estuviesen predeterminados los elementos
esenciales del negocio. Emitida la declaración, el ejecutante podrá pedir que el
secretario judicial responsable de la ejecución libre, con testimonio del auto,
mandamiento de anotación o inscripción en el Registro o Registros que correspondan,
según el contenido y objeto de la declaración de voluntad.
Precepto que únicamente añade que es el secretario judicial quien dará el impulso
mediante la entrega del testimonio del auto y expedición la realización del
mandamiento dirigido al Registro que corresponda. Siempre que lo pida el ejecutante,
para que dichos efectos se trasladen al Registro de la Propiedad, puesto que en su
defecto el contrato solamente sería eficaz entre las partes.
a) Que el juez supla la declaración de voluntad del contratante reacio a emitir la misma,
cuando estuvieran predeterminados todos los elementos esenciales del negocio.
c) Que por indeterminación de los elementos esenciales del negocio sobre los que
debe recaer la declaración de voluntad, se considere la misma como absolutamente
infungible, en cuyo caso se va directamente a la indemnización de daños y perjuicios.
Condena de hacer personalísimo. (Art. 709 Lec). Cuando el título ejecutivo se refiera
a un hacer personalísimo, el ejecutado podrá manifestar al tribunal, dentro del plazo
que se le haya concedido para cumplir el requerimiento a que se refiere el artículo 699,
los motivos por los que se niega a hacer lo que el título dispone y alegar lo que tenga
por conveniente sobre el carácter personalísimo o no personalísimo de la prestación
debida. En este supuesto y a falta de concreción, corresponde la fijación del plazo para
el cumplimiento del requerimiento al juez (por lo que resulta aplicable lo dicho
anteriormente del art. 705).
Transcurrido este plazo sin que el ejecutado haya realizado la prestación, el ejecutante
podrá optar entre pedir que la ejecución siga adelante para entregar a aquél un
equivalente pecuniario de la prestación de hacer o solicitar que se apremie al ejecutado
con una multa por cada mes que transcurra sin llevarlo acabo desde la finalización del
plazo. El tribunal resolverá por medio de auto lo que proceda. Con la posibilidad de
imposición de multas coercitivas, que corresponden al juez.
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Cuantía de las multas coercitivas. Art. 711. Este precepto ha sido reformado,
suprimiéndose la referencia al tribunal, de manera que no especifica órgano alguno, ya
que junto al juez, también el secretario judicial puede imponer multas (art. 710 in fine).
63
determinación del equivalente dinerario de una prestación no dineraria (art. 717) por un
lado, que básicamente, son idénticos, salvo en los criterios para valorar la cuantía
económica en cada caso; y en segundo lugar, el procedimiento para la liquidación de
frutos y rentas (arts. 718 y 719), junto con el de rendición de cuentas del administrador,
que será prácticamente el mismo que el de liquidación de frutos, salvo en lo que a la
duración de los plazos se refiere (art. 720). Las diferencias que entre todos ellos
existen son mínimas y atiende a razones de facilidad probatoria en general. En
cualquier caso, es necesario señalar como procedimiento tipo el de liquidación de
daños y perjuicios. Ello se debe no sólo a que es el procedimiento que está regulado
con mayor extensión, sino porque la propia ley nos remite a él cuando se den
determinadas circunstancias.
Además hay que tener en cuenta, que en todos los casos en que se haga preciso
acudir a uno de los citados procedimientos de liquidación, cuyo de desarrollo se
acomete por la ley en los artículos siguientes, se demorará necesariamente la
ejecución, lo que supone la conveniencia de acudir a una de las previsiones
contendidas en las disposiciones generales a la ejecución dineraria y, en consecuencia,
acordar el embargo para asegurar el pago de las eventuales indemnizaciones y las
costas de la ejecución según prevé el art. 700 Lec.
Ello nos lleva a pensar que, la reforma en concordancia con la admisión de demandas,
debió prever de manera expresa, que fuese el secretario judicial quien admitiera a
trámite la misma mediante decreto, salvo que con la solicitud se interese el embargo de
los bienes, conforme a lo dispuesto en el art. 700.2.
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no se celebrará hasta pasados diez días a contar desde el siguiente al traslado del
dictamen a las partes. Resolviendo el juez mediante auto.
En cuanto al plazo, no es taxativo, sino que el secretario judicial, fijará el que estime
conveniente atendiendo a las circunstancias del caso, para que presente la liquidación,
ateniéndose a las bases fijadas en el título.
Una vez presentada la liquidación por el deudor, el secretario judicial dará traslado de
ella al acreedor, (no establece plazo alguno) y si prestare su conformidad, la aprobará
mediante decreto y si no se conformare se estará a lo establecido anteriormente en el
artículo 715 de la Lec.
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Por lo tanto el procedimiento que debe seguirse para la rendición de cuentas es el
mismo que el previsto para la liquidación de frutos y rentas. Sólo es necesario colocar
al administrador en el lugar del deudor que está obligado a presentar la liquidación y al
acreedor como quien tiene derecho a recibir las cuentas.
Establece el art. 755 Lec que cuando proceda, el secretario judicial acordará que las
sentencias y demás resoluciones dictadas en los procedimientos a que se refiere este
título se comuniquen de oficio a los registros civiles para la práctica de los asientos
que correspondan.
Las sentencias que ponen fin a los procesos que estamos analizando son meramente
declarativas o constitutivas y en ellas la mera declaración del derecho o la
transformación operada en el mundo jurídico satisfacen por sí solas la tutela jurídica
solicitada y en ningún caso precisan de ejecución en sentido estricto. Por eso dispone
el art. 521.1 que no se despachará ejecución de las mismas. Pero pueden precisar de
actos materiales, con frecuencia de naturaleza registral, de ahí que baste su
certificación y en su caso el mandamiento por el secretario judicial para que permitan
inscripciones y modificaciones en los registros públicos, aunque la Lec limite esta
disposición a las sentencias constitutivas.
A instancia de parte se comunicarán también a los registros públicos a los efectos que
procedan, configurándose así en ley especial y de aplicación preferente al art. 522.2
que permite a quienes sin ser parte en el proceso y acrediten interés legítimo pedir
al tribunal las actuaciones precisas para la eficacia de las sentencias constitutivas y
para vencer eventuales resistencias a lo que dispongan.
Por lo tanto tenemos que el secretario judicial se dirigirá de oficio a los registros civiles,
mientras lo será a instancia de parte (o interesado) al registro mercantil (art 87.4 RRM
“las resoluciones judiciales que modifiquen la capacidad del empresario individual” y
87.6 “estado civil y régimen económico matrimonial), en el Registro de la propiedad
cuando afecte a bienes inmuebles (art. 55 RH “de alteraciones en las facultades de
administración y disposición”).
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especialidades que se contienen en el art. 776 Lec. De este modo se prevé un
tratamiento diferenciado respecto a las distintas medidas que se contengan en la
sentencia. Esta regulación aporta claridad, puesto que las sentencias dictadas en
derecho de familia, a diferencia de otros tipos de controversias, se caracterizan por su
carácter homogéneo, lo que dificulta su tratamiento efectivo.
Así frente a una solicitud por incumplimiento del régimen de visitas se contestaba con otra por impago parcial de pensiones o a la
inversa, lo que daba lugar a una cadena de traslados para alegaciones indefinida, cuya resolución conjunta resulta impropia y
generaba el efecto de la acumulación de demora de la respuesta judicial, con el consiguiente distanciamiento de los hijos respecto
del progenitor no custodio o la acumulación de plazos impagados, cuya liquidación era cada vez más costosa.
D) Por último se añade un nuevo párrafo, cuando deban ser objeto de ejecución
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forzosa gastos extraordinarios, no expresamente previstos en las medidas definitivas
o provisionales, deberá solicitarse previamente al despacho de ejecución la declaración
de que la cantidad reclamada tiene la consideración de gasto extraordinario. Del escrito
solicitando la declaración de gasto extraordinario se dará vista a la contraria y, en caso
de oposición dentro de los cinco días siguientes, el tribunal convocará a las partes a
una vista que se sustanciará con arreglo a lo dispuesto en los artículos 440 y siguientes
y que resolverá mediante auto.
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