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Testimonio

del totalitarismo
Laura Replinger
laurareplinger@gmail.com

Prior Olmos, Ángel (ed.), Experiencia totalitaria, resistencia y testimonio


de Bonhoeffer a Kertész, Murcia, Editum, 2015, 220 pp.

Experiencia totalitaria, resistencia y testi- nadas, entre otras, con nociones como
monio de Bonhoeffer a Kertész es el resul- responsabilidad, culpa, memoria e identi-
tado de un proyecto de investigación en dad, con el objeto de entender qué fue
el que bajo la dirección de Ángel Prior la experiencia totalitaria y cómo se la
Olmos (catedrático de Filosofía de la concibe hoy en día; siendo la principal
Universidad de Murcia), se recogen inquietud del proyecto el prevenir con-
textos de investigadores como Carmen tra el olvido de dicha experiencia.
González Martínez, José Antonio Fer- Es por esto que aunque la selección
nández López, Dámaso Eslava García y de autores no se circunscribe solo al
Fuensanta Pérez Mengual. ámbito judío ni al de quienes sufrieron
El libro se estructura en su mayoría la vivencia concentracionaria, tampo-
en capítulos monográficos en los que co ésta es casual: todos los autores re-
se parte de la recopilación y análisis de unidos fueron testigos directos de las
los escritos testimoniales, ensayísticos consecuencias de la enajenación totali-
y literarios de Dietrich Bonhoeffer, Pri- taria. Si bien es cierto que el relato tes-
mo Levi, Jean Améry, Hannah Arendt timonial es a menudo limitado (Levi,
e Imre Kertész. Todo este material está en efecto, dice que el verdadero testigo
articulado bajo líneas temáticas relacio- no sería el superviviente sino el hundi-

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do, aquel que no regresó, ya sea porque hecho de que determinadas facultades
fue ejecutado o porque quedó marcado del hombre –por ejemplo las intelec-
hasta el punto de perder su capacidad tuales– se atrofien o queden anuladas
de recordar y reflexionar (p. 101)), no súbitamente, sino porque el hombre
obstante es absolutamente necesario, queda desprovisto de su independen-
en su carácter de recuerdo, para com- cia interna bajo la subyugante impre-
prender y formarse una idea visceral de sión del despliegue del poder» (p. 62).
lo que supuso la experiencia totalitaria. El necio es dependiente de la ideología
Quizá hablar de comprender resulte interiorizada. Está deslumbrado, dice
inadecuado. Comprender es una palabra Bonhoeffer y, por tanto, capacitado
que le plantea problemas a Levi, que la para cualquier mal sin ser capaz de ver-
asocia a justificar, por lo que prefiere el lo (ibíd.).
término conocer. Como defiende él, el En cuanto a la segunda pregunta
totalitarismo no es justificable, «en el vemos cómo con desaliento responde
odio nazi no hay racionalidad: es un Jean Améry en el capítulo que le dedi-
odio que no está en nosotros, está fue- ca José Antonio Fernández. El autor da
ra del hombre» (p. 124). Motivo por el cuenta, por parte de Améry, del «des-
cual siempre se nos aparece como un cubrimiento demoledor de lo inservi-
acontecimiento desconcertante dentro ble de un excelso bagaje humanístico
de la historia contemporánea. De he- frente a la violencia extrema» (p.155).
cho, una pregunta que suele emerger es Améry, graduado en Filosofía y Letras
acerca de la intelectualidad. Ésta se plan- en Viena y enamorado de la herencia
tea de dos modos: la primera atiende cultural germana, asiste atónito al re-
a la confusión que produce pensar que pudio de ésta hacia él y, lo que es peor,
una sociedad con una sólida tradición al hecho de que su amor por ella no le
literaria y filosófica como la alemana concede ningún consuelo que lo am-
pudiera degenerar en esa crueldad; la pare del maltrato del Lager. Allí, ser un
segunda se interroga sobre si ser un in- intelectual, un hombre de espíritu, no
telectual, si estar educado en esa tradi- servía de nada. Allí, el hombre de espíritu
ción literario-filosófica proporcionaba estaba solo con su espíritu (p. 156). El
algún tipo de apoyo o marco de segu- prisionero culto no era en Auschwitz
ridad espiritual para el prisionero del más que un «trabajador no cualificado,
campo de concentración. obligado a desempeñar su labor al aire
A la primera duda responde Bon- libre, lo que equivalía, por lo común, a
hoeffer en un texto sobre la distinción una sentencia de muerte» (p. 161).
entre la maldad y la necedad, adjunta- La cuestión de la intelectualidad en
do en Ética. El hombre culto no es im- el totalitarismo es un tema relevante
permeable a la necedad ya que esta «no que sin embargo solo asoma la cabeza
es esencialmente un defecto intelectual como indicativo de un trauma mayor:
sino un defecto [de humanidad]» (p. la sensación, cuando no la convicción,
61). La necedad es más peligrosa que la por parte de toda una generación (la
maldad porque no se llega a ella «por el de los autores), de haber presenciado

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el aniquilamiento de un patrimonio animales a la que los carceleros nazis


de valores morales y filosóficos. «En sometieron a los prisioneros, la excusa
Aproximaciones al problema alemán», es- clásica en el deber y en la presión ideo-
cribe Ángel Prior, «Arendt se refiere al lógica con la que Eichmann y Rudolf
nazismo como «catástrofe de la cultura Höss intentaron sacudirse de responsa-
europea» y «ruptura de todas las tradi- bilidad moral no le sirven (un pretexto
ciones en Alemania»« (p. 183). Prior que, como tendremos ocasión de com-
considera la noción de colapso moral probar, a Hannah Arendt tampoco).
como una de las más importantes en la Del mismo modo, Levi critica el viejo
visión de Arendt sobre el totalitarismo. tópico del universo concentracionario
«Se trata del colapso moral de la socie- como un cosmos cerrado del cual la
dad alemana y de la sociedad europea población se mantenía ignorante. La
en su conjunto, de la desaparición de industria, por ejemplo, «sacaba prove-
las máximas morales y de los manda- cho de la mano de obra prácticamen-
tos religiosos» (pp. 183-184). Todas las te gratuita que proporcionaban los
reglas tradicionales de moral y compor- campos» (p. 105), por no hablar de la
tamiento que se creían inamovibles e proyección y construcción de hornos
intemporales demostraron ser caducas. crematorios por parte de la Topf de
Por eso la autora, en un pensamiento Wiesbaden.
tangente al de Bonhoeffer, considera, Del colaboracionismo industrial
como veremos, que un concepto de res- también informa Carmen Martínez
ponsabilidad no se puede orientar guia- en el capítulo introductorio del libro;
do por esas máximas que Bonhoeffer pero no solo del colaboracionismo in-
tilda de abstractas. dustrial, sino ante todo del complejo
El totalitarismo, pero sobre todo entramado de colaboracionismo civil.
el periodo post-totalitario, es vivido A propósito de autores como Robert
por estos autores con gran pesimismo. Gellately, se nos cuenta cómo pese al
Nos percatamos de que en concreto a poder atribuido a la Gestapo, dicha or-
Primo Levi, Jean Améry e Imre Kertész ganización (así como cualquier otra de
les acompaña una impresión constante la Alemania nazi), difícilmente hubiera
de amputación de identidad y de des- podido desarrollar su labor de control
amparo que, en el caso de los dos pri- sin una activa participación civil en el
meros, coaguló en una frustración fruto suministro de información (p. 26); es
por un lado de la desilusión de ver que más, bajo la apariencia de pura ideolo-
en el fondo nada había cambiado (en gía, el Estado nazi financió la maqui-
Imre Kertész esto se hizo más patente naria de guerra animando al saqueo de
tras vivir un segundo totalitarismo: el los bienes judíos (p. 28).
comunista), y por otro del agotamien- Estamos viendo que ciudadanos co-
to de exigir una responsabilidad colec- rrientes se convirtieron en asesinos de
tiva que nunca es satisfecha. Para Levi, masas y sin embargo no podemos ha-
que en Los hundidos y los salvados narra blar de pura maldad, o de mal radical.
la involución hasta la condición de El mal radical, según Arendt, es aquel

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que tiene límites por estar enraizado a 190). Se hablaba antes de colapso moral,
una memoria y a un pensamiento (p. esto es, que todas las leyes y tradiciones
197). Así, para el nazismo sería más morales se hallaban en suspensión de-
conveniente emplear una nueva con- bido al momento límite que se estaba
cepción. Lo que define al nazismo es viviendo. En estas circunstancias no
un mal que Arendt llama banal. Esto hay normas bajo las que resguardarse:
es, un mal caracterizado por un tipo de uno ha de decidir por sí mismo y acli-
delito nuevo en la historia: «la matan- matar sus decisiones a las exigencias
za administrativa»; un crimen solo po- del entorno. En eso consiste ser respon-
sible gracias a la cobertura burocrática sable para Arendt en consonancia con la
de todo un sistema gubernamental (p. tesis de Dietrich Bonhoeffer.
179) que convierte a los hombres en Ser responsable consiste, sostiene
funcionarios y engranajes, que los vuel- Bonhoeffer, en ajustarse y actuar en
ve necios. En Eichmann y otros como función de lo que la realidad me im-
él, encontramos hombres olvidados de pone y no en ajustarse a unos ideales,
sí mismos, refugiados de su historia y a unas leyes morales absolutas, intem-
liberados de la angustia de tomar de- porales y genéricas. Quien se limita a
cisiones limitando su acción a la obe- obedecer órdenes, pues, nunca realiza-
diencia ejemplar de las leyes del país. rá un acto de responsabilidad personal,
No obstante, como ya adelantába- «que es el único capaz de alcanzar al
mos, para Arendt la apelación al deber mal en su centro y vencerlo. Al final, el
y a la alienación no eximen de res- hombre del deber tendrá que cumplir
ponsabilidad. La responsabilidad jurí- incluso las órdenes del mismo diablo»
dica atiende al acto, no a los motivos (p. 55). Por eso Dámaso Eslava García
(es posible el mal aún sin motivos); y concluye a raíz de su estudio de Bon-
tampoco atiende a las circunstancias hoeffer, que si nos mantenemos vin-
ni, por tanto al «aspecto funcional (pie- culados a una moralidad abstracta y si
za de engranaje), por lo que no debe nos alineamos «con una ideología ética
aceptarse el argumento [...] de la obe- o política que justifique todos nuestros
diencia: si se obedece, se apoya» (pp. actos en función del fin que propone»,
181-182). Escudarse en la obediencia no solo no resistiremos al mal, lo más
es de igual modo inservible respecto a probablemente es que lleguemos a ser
la responsabilidad personal y moral, ya sus aliados (p. 51).
que, de acuerdo a Arendt, la obedien- Para terminar, y teniendo en cuenta
cia y la conducta moral no tienen nada lo dicho hasta ahora, el problema que
que ver. La moral ««tiene que ver con el queda es cómo enfrentarse y responder
individuo en su singularidad» y el cri- a un contexto en el que la línea divi-
terio de lo que está bien y lo que está soria entre crimen y civismo quedó tan
mal no depende en última instancia de diluida. El nazi, hemos visto, era un
hábitos, costumbres, mandamientos sujeto sin memoria. Aún después de la
o principios, sino de lo que yo decido guerra, los ciudadanos alemanes toda-
en relación conmigo mismo» (pp. 189- vía rechazaban recordar y saber; pero

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no solo ellos: muchas víctimas, heri- timonial al que Levi, Améry y Kertész
das de horror, optaban igualmente por comprometieron sus vidas para exigir
olvidar. La negativa hacia la memoria responsabilidad histórica y hacerse res-
es el motivo de mayor intranquilidad ponsables de su historia, es al mismo
de estos autores, pues entienden que tiempo una forma de digerir la culpa
si, como dice Arendt, el mal proviene frente a los que sucumbieron.
de la incapacidad de recordar (p. 197), El que el proyecto de este libro con-
operar como si el totalitarismo nunca cluya con el monográfico de Imre Ker-
hubiese tenido lugar o como si fuese tész es, no cabe duda, un intento de
un episodio anecdótico de la historia arrojar algo de esperanza. Sin ser ajeno
reciente, puede incurrir en que el ho- al mismo pesimismo que sobrevuela
rror vuelva a producirse. El ejercicio de a los demás, este autor supo transfor-
la memoria se convierte de esta mane- mar el sufrimiento en fuerza motora
ra en la mejor defensa contra el mal. creativa. Sustraerse a la culpa de haber
Puede que Améry estuviera en lo cierto sobrevivido puede ser imposible, pero
en valorar de inútil su bagaje literario- al menos, «la creación literaria ayuda a
filosófico dentro de Auschwitz y que devolver la dignidad y la integridad del
por ello esa herencia mereciera su ren- yo, y ayuda a dignificar la memoria de
cor, pero no deja de ser verdad, como los ausentes removiendo las concien-
él admite, que también esa herencia cias del presente» (p. 206).
constituye la única alternativa para pre- Es verdad que hablamos de una me-
venir un nuevo advenimiento fascista moria cargada de dolor, pero no debe-
(p. 154). mos ni olvidar el sufrimiento ni mucho
Mantener viva la memoria se pre- menos temer recordarlo. Esa sería la
senta, además de como precaución auténtica victoria del nazismo (p. 209).
frente a otra amenaza totalitaria, como «El sufrimiento, que es en esencia «vivir
marco de estabilidad que permite so- y padecer el destino humano», ha sido
brevivir a la experiencia, ya no totali- para la humanidad [...], hasta no hace
taria, sino post-totalitaria. Comenta demasiado, la fuente profunda del sa-
Fuensanta Pérez Mengual en su texto ber sin la cual era inconcebible la crea-
de Levi, que uno de los éxitos más per- ción y el obrar humanos» (ibíd.). Solo
versos del nazismo fue provocar una a través del recuerdo se puede conservar
«culpa compartida» en las víctimas (p. el espíritu crítico y hacerse cargo de las
101). Por un lado porque las sometió víctimas de aquellos que torcieron el
a colaboración dentro del Lager, y por rostro ante ese espíritu. Olvidar, como
otro porque logró que se sintieran in- decía Améry, no condenaría a los asesi-
dignas de haber salido con vida del nos, sentenciaría a los asesinados por la
mismo. Debido a esto, el relato tes- historia (p. 139).

Laura Replinger es alumna del Departamento de Filosofía de la Universidad de Murcia.

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